el impacto de la hispania romana en la economía del imperio romano

Transcripción

el impacto de la hispania romana en la economía del imperio romano
 EL IMPACTO DE LA
HISPANIA ROMANA
EN LA ECONOMÍA
DEL IMPERIO
ROMANO
Director: José María Blázquez
Explotaciones de las minas
de Hispania por Roma
durante el Imperio Romano
(Conferencia II)
Se conocen bien las explotaciones en Hispania durante la época imperial,
gracias a los datos que suministra Plinio el Viejo 1 en su Historia Natural. Plinio
fue procurador de la Provincia Tarraconense en el año 74, y manejó los
archivos fiscales; por esta razón, indica cifras sobre el rendimiento de algunas
minas hispanas.
Plinio el Viejo había nacido en Comum (Como) en el año 23/24, y murió en el
79, con ocasión de la erupción del Vesubio. Fue militar, gobernador y escritor.
Mandó la flota del Cabo Miseno en la bahía de Nápoles. Fue un trabajador nato.
Se conserva la Historia Natural, donde afirma haber leído dos mil libros, y dio
veinte mil datos concretos.
La primera mención de Plinio (NH.13.16) a las minas hispanas, es una
generalización sobe su riqueza minera: Casi toda Hispania, escribe, abunda en
yacimientos de oro, plomo, hierro, cobre, plata y oro. Esta abundancia no se
daba en ninguna parte del mundo.
Minas de oro
Menciona (NH.16.66) las pepitas de oro del río Tajo 2 . La abundancia de oro
queda bien patente en la corona de oro procedente de la Hispania Citerior, que
pesaba 7.000 libras de oro (NH.33.54), y que llevó el emperador Claudio
cuando celebró su triunfo sobre Britannia. Otro indicio de la abundancia de oro
en Hispania dado por Plinio (NH-33-39), es que los hombres, en Celtiberia,
llevaban brazaletes de oro llamados viriae.
La región más rica en oro de toda Hispania, explotada intensamente en época
imperial, era todo el noroeste hispano, al que Plinio presta especial atención.
Plinio recuerda todas las palabras técnicas, como ya se indicó.
1
A. García y Bellido, La España del siglo primero de Nuestra Era según P. Mela y Plinio, Madrid 1947;
A. Corso, R. Mugellasi, G. Rosati, Plinio. Storia Naturale, Turín, 1988.
2
J. Fernández Nieto, “Aurifer Tagus”, Zephyrus 21-22, 1971-1972, 245-259.
Según Plinio 3 (NH 33.62), las bolitas pequeñas de oro se llamaban baluca,
balux y también strigae, y las de 10 libras o más, palaga o palacurna. Plinio, al
aludir a las minas de oro del NO, recuerda otros tecnicismos mineros no citados
por Estrabón, como striges (NH 33.62), pequeñas masas de oro puro nativo;
segutilum (NH 33.67), material que indica la presencia del metal. Se encontraba
en las tierras áridas y estériles de Hispania. Se trata de un lecho de arena que
se lava, y de los sedimentos se obtiene la congetura. A veces, la congetura se
obtiene enseguida, como sucedió en Dalmatia en tiempos de Nerón; agoga (NH
33.76), fosa por la que corre el torrente de agua que conduce la tierra al mar,
volviendo la montaña fracturada; talutium (NH 33.67), indicio del oro en
superficie; arrugia (NH 33.74), de donde se obtiene oro que no se funde, era ya
oro; corrugus (NH 33.74), canales por los que circula el agua, desde la cumbre
3
C. Domergue, “Introduction à l’étude des mines d’or du nord-ouest de l’Espagne dans l’Antiquité”,
Legio VII Gemina, León, 1970, 253-286. Id., “Les explótations aurifères du Nord-Ouest de la Péninsule
Ibérique sous la domination romaine”, La Minería Hispana e Iberoamericana, León, 1970, 151-193; Id.,
“A propose de Plinie: Naturalis Historia 33, 66-78. Et pour ilustrer sa description des mines d’or romaines
de L’Espagne”, AEArq 45-47, 1972-1974, 499-548; Id., “La mise en valeur des gisements d’alluvions
auriféres du Nord-Ouest de L’Espagne dans l’Antiquité: une technique d’explotations romaine”, XIVCNA,
Jaén 1971, Zaragoza, 1973. C. Domergue, P. Sillières, Las minas de oro romanas de la provincia de
León, I. La Corona de Quintanilla: excavaciones 1971-1973. Las Coronas de Filiel, Boisan, Luyego 1 y 2,
exploraciones 1973, EAE 93, Madrid, 1977; C. Domergue, Th. Martin, Minas de oro romanas de la
provincia de León, II. Huerña: excavaciones 1971-1973, EAE 93, Madrid 1977; C. Domergue, G. Hérail,
Mines d’or romaines d’Espagne. Le district de la Valduerna (León). Étude Géomorphologique et
Archéologique, Toulouse, 1978; F.J. Sánchez Palencia, Las explotaciones de oro de Asturias y Gallaecia
en la Antigüedad, Madrid 1983, tésis doctoral inédita y fundamental. Id., La Corona y el Castro de
Corporales I. Truchas (León). Campañas 1978 a 1981, EAE 141, Madrid 1985; Id., Explotaciones
auríferas en el Conventus Asturum. Indigenismo y romanización en el Conventus Asturum, MadridOviedo, 1983, 67-87; F.J. Sánchez Palencia et alii, La zona arqueológica de Las Médulas. León,
Salamanca, 1996; M.D. Fernández Posse, F.J. Sánchez Palencia, La Corona y el Castro de Corporales II.
Campañas de 1983 y prospecciones en La Valdería y La Cabrera (León), Madrid, 1988; C. Saenz
Ridruejo, J. Vélez González, Contribución al estudio de la minería primitiva del oro en el noroeste de
España, Madrid, 1974; AA.VV., Las Médulas, Madrid, 2009.
En general: J.M. Blázquez, Economía de la Hispania Romana, Bilbao 1978, 349-357, 409-419;
Id., Historia económica de la Hispania Romana, Madrid, 1978, 85-98, 144-156; Id., Historia de España.
España Romana II 1, Madrid, 1982, 365-382; Id., “Fuentes literarias griegas y romanas referentes a las
explotaciones mineras de la Hispania Romana”, La minería hispana e hispanorromana, León, 1979, 117150; Id., “La provincia de León en la Antigüedad: epigrafía y minería”, Acto Académico de Investidura
como Doctores “Honoris Causa” por la Universidad de León de los Excmos. Sres. D. José María
Blázquez Martínez y D. Manuel Varela Parache, León, 2006, 29-37; Id., “Las minas de Hispania en la
Historia Natural de Plinio”, Homenaje al prof. J. Fortea, Oviedo. En prensa; “Las explotaciones mineras
en la España romana”, J.M. Blázquez (coord.), Historia económica de España en la Antigüedad, Madrid,
2011, 158-191.
de las montañas, para lavar los detritos; urium (NH 33.75), sedimento terroso
de agua; galena (NH 33.95), plata mezclada con plomo; crudaria (NH 33.98),
vena de plata encontrada en superficie; stimi (NH 33.101), espuma de piedra,
blanca y brillante, pero no translúcida. Otros la llaman stibi, algunos alabastro, y
otros larbasi. Estas palabras indígenas, el gran hispanista A. Schulten, las cree
originales de Hispania, lo que no es verdad.
Plinio distingue tres técnicas minera en uso en su tiempo: el lavado de las
arenas (NH 33.68), la explotación de los filones mediante pozos y galerías (NH
33.67), y la ruina montium, para la que se utilizaba la fuerza del agua en un
terreno previamente horadado, técnica esta última que, según el naturalista
italiano, se empleaba mucho en las explotaciones auríferas del noroeste.
Plinio describe estas técnicas de obtener el oro. En el primer método se lavaba
la arena, y de los sedimentos se obtenía un resto. A las montañas de España,
antes estériles y que no producían nada, se les fuerza a ser fecundas por la
producción de oro.
El oro que se obtiene de pozos se llama canalicio o canaliense. El agua corría
por los canales. Pilones de madera sostenían el terreno. El material era
machacado, lavado, quemado y triturado. El polvo producido por este mortero
se llama sendes. En el caso del oro, las escorias eran machacadas y cocidas
una segunda vez. La cocción se hacía en tarcoricum, que era una tierra blanca
semejante a la arcilla. Ninguna otra tierra soportaba el viento, el fuego y el
material ardiente.
El tercer procedimiento lo describe en los siguientes términos (NH 33.70-77):
El tercer método de obtener oro casi parece superar las empresas
de los Gigantes. Con galerías trazadas a gran distancia se
excavan las montañas a la luz de las lámparas, que sirven como
medidas de los turnos de trabajo, ya que durante muchos meses
no se ve la luz del día. A este tipo de explotación se llama
arrugiae. De repente se abrían grietas que machacaban a los
operarios, de modo que parece menos temerario andar a buscar
perlas y púrpura en el fondo del mar ¡más peligrosas hemos
hecho a las tierras!. Por este motivo, a intervalos, se dejan arcos
con frecuencia para sostener las montañas. En los dos tipos de
explotaciones mineras (el de pozos) se encuentran bloques de
rocas que se rompen con fuego y vinagre. Frecuentemente, este
procedimiento hacía la galería irrespirable, por el vapor y por el
humo. Se prefería triturar la roca con mazos de hierro de 150
libras de peso. Se sacaban los trozos de roca a la espalda, día y
noche, pasándolos cada uno a su vecino en la oscuridad. Sólo los
últimos de la cadena veían la luz. Si el bloque de roca era muy
grande, el minero sigue al lado y lo rodea. Todo el trabajo en la
roca se consideraba relativamente fácil.
Existía una calidad de tierra, una especie de arcilla mezclada con
cascajo, llamada gandadia, que era casi irrompible. La atacaban
con cuñas de hierro y con las mismas mazas ya citadas. Nada
hay más duro. Lo más duro es el hambre de oro. Terminado el
trabajo, destruyen los arcos comenzando por el último. El
derrumbe se anunciaba con una señal que sólo percibía el
hombre de guardia, colocado en la cima de la montaña; con la voz
y con gestos daba órdenes de llamar a los mineros, y todos juntos
corrían abajo. La montaña se descuartizaba y derrumbaba,
desparramándose con un ruido que la imaginación humana no
podía concebir, y al mismo tiempo, con un soplo de aire de una
increíble fuerza. Los mineros observaban victoriosos el derrumbe
de la naturaleza.
Todavía no se consigue el oro, ni los mineros sabían si había oro
cuando excavaban. Con grandes peligros y costes, les bastaba la
esperanza de encontrar lo que deseaban.
Otro trabajo de mayor gasto consistía en lavar estos detritos,
encauzando hacia abajo de la montaña ríos de agua desde la
cima, a una distancia de más de 100 millas. Estos canales se
llamaban corrugi, derivado de conrivatio, confluencia de canales,
según opina Plinio. Los trabajos eran mil. Era necesario que la
pendiente fuese pronunciada, de tal modo que el agua, más que
fluir, se despeñe. Por esta razón se hacía correr hacia abajo
desde las zonas más altas. Las gargantas y los barrancos se
unían mediante canales. Por otra parte, se tallaban rocas
inaccesibles, forzándolas con maderos clavados a presentar un
espacio. El minero que cortaba la roca estaba colgado con
cuerdas; al mirar de lejos, parecía que se veía, no animales
salvajes,
sino
pájaros.
Estando
colgados,
los
mineros
determinaban el nivel del agua y trazaban el recorrido. Donde no
había espacio para que un hombre pudiera poner sus pies, por allí
el minero hacía pasar los ríos. El lavado era difícil, pues al correr,
el agua arrastra fango. Este tipo de sedimento terroso se llama
urium. A la cabeza de la cascada, en la cumbre de la montaña, se
excavan piscinas de 200 pies de longitud y 10 de profundidad. En
cada una de ellas se dejaban cinco canales de desagüe, de cerca
de 3 pies cuadrados, de modo que, una vez llena la piscina, se
saltaban los diques y el torrente de agua salía con tanta violencia
que reventaba los bloques de roca.
Aún se hacía otro trabajo en la llanura. Se excavaban fosas,
llamadas agogae, por donde pudiera correr el torrente de agua.
De trecho en trecho se colocaban brezos, que son un arbusto
parecido al romero; siendo áspero retenía el agua. Los lados de
los canales estaban tapados con tablas. La tierra, deslizándose,
iba hasta el mar. La montaña, fragmentada, se deshacía. De este
modo Hispania, en la actualidad, ha hecho retroceder lejos el mar.
El material se extrae con grandes fatigas con el primer
procedimiento, para no obstruir los pozos. Mediante otro
procedimiento es transportado fuera del agua. El oro hallado en
una arrugia es oro puro y no fundido. Se encontraban de este
modo pepitas, también en los pozos, que superaban hasta 10
libras de peso. Algunos las llamaban palagae y otros palacurnae,
y al grano de oro, balux. El brezo secose quema, y la ceniza se
lavaba en un lecho de hierbas, de modo que el oro se depositaba
allí.
Hasta aquí es la descripción de Plinio. Algunos ejemplos explican bien los
procedimientos de extraer el oro.
En la mina dos Mouros, en Tres Minas (Portugal) y en Asturias, se ha hallado
una gran cantidad de morteros de granito porfírico muy resistentes, en los
cuales, con un pilón aún más duro, se trituraban los fragmentos de cuarzo
aurífero; un procedimiento parecido se seguía en la mina de Barbantes. En la
mina dos Mouros y en la de Valongo, ambas en Portugal, en Barbantes, y
seguramente en Pozo Limidoiro, Brandomil (La Coruña), se utilizaron para la
extracción del mineral, pozos, galerías, bajadas y tajos; pero este procedimiento
fue raro, pues se aplicaba cuando la concentración de oro era grande y se
justificaba un trabajo tan duro y prolongado. Para el hundimiento de la roca se
empleaba el fuego y picos de hierro –encontrados en la mina dos Mouros–. El
oro obtenido por este procedimiento se llamaba, según Plinio, aurum canaliense
o canalicium. El oro en estado libre se podía obtener mediante trituración,
lavado y quizá amalagamación. El oro asociado a sulfuros se obtenía por un
tratamiento más complejo de tostado, fusión y copelación. Como en Jales
(Portugal), donde han aparecido hornos de tostar. El mineral y las escorias
contenían una gran cantidad de oro, plata y plomo metálico. La técnica de la
arrugia o ruina montium se aplicaba en los depósitos de aluviones, como en El
Bierzo y en El Teleno.
Una explotación minera de gran envergadura es la de Sierra de Caurel, en la
provincia de Lugo, que se desarrolló en tres momentos: en la Edad del Bronce
–en la que la población habitaba en cuevas–, durante la cultura castreña
prerromana y en época romana. En este último período, las fortalezas
construidas se superponen a los asentamientos castreños preexistentes.
La Sierra de Caurel, al igual que la Sierra de Teleno y que los montes de
Cabrera, en las cercanías de Asturica Augusta, están cubiertos de nieve gran
parte del año y en las laderas se detectan los canales de la traída del agua,
utilizados en la extracción y arrastre del mineral, lo que indica que sólo se
trabajaba en las explotaciones auríferas durante el buen tiempo, empleando
una gran concentración de mineros temporeros.
La explotación de los yacimientos auríferos del Valle del Lor y la construcción
de un sistema de calzadas secundarias, que empalman con la vía XVIII en
función de las minas, hacen que la riqueza minera no repercutiera para nada en
la vida económica y social de la población indígena.
La explotación de las minas del Caurel comenzaría en el último cuarto del s. I y
duraría todo el s. II.
Las explotaciones auríferas en las cuencas de los ríos Eria y Cabrera y Sierra
del Teleno, tuvieron un ordenado y progresivo desarrollo, desde los yacimientos
aluviales de los valles hasta los primarios de la alta montaña. En función de las
explotaciones auríferas se encuentran los asentamientos de carácter castreño,
como los castros de Truchas y Corporales en la Valdería, o los de la Valduerna.
En la zona estaban acuarteladas tropas militares, que proporcionarían el
personal técnico para el trazado y el mantenimiento de los canales. Una vía
secundaria comunicaba las vías XVII y XVIII del itinerario de Antonino. Esta vía
arrancaría de la XVII a la altura de los campamentos de Castrocalbón, en la
cuenca del Eria. Es probable que estos campamentos fueran los cuarteles de
invierno de las tropas desplazadas en la Valdería y en la Valduerna, la cohors I
Celtiberorum y cohors I gallica, durante el s. II. Mientras el Ala II Flavia estaría
estacionada en el campamento de Rosinos de Vidriales.
R. Matías Rodríguez 4 ha estudiado los canales de Las Médulas, que son los
siguientes:
CANALES principales en la vertiente sur de los montes Aquilianos (red
meridional-460 km) + 2 canales auxiliares
C-0
45 km (Captación: río en Odollo)
C-1
95 km (Captación: río Cabrera en Encinedo)
C-2
35 km (Captación: Arroyo Valdecorrales)
C-3
143 km (Captación: río Cabrera en La Baña)
C-3a 10 km (Subsidiario del C-3 desde el Arroyo de Rozana)
C-3b 10 km (Subsidiario del C-3 desde el Arroyo de Rozana)
C-4
81 km (Captación: río Eria en Corporales)
C-5
41 km (Captación: Arroyo de la Sierra en Odollo)
TOTAL TRAZADO: 603 km.
El sistema de construcción de estos canales está descrito en los párrafos antes
citados (NH 33.74-75). Todos los canales de Las Médulas fueron excavados
mediante herramientas manuales de hierro, desde las zonas de captación del
agua. El agua se captaba en las presas de los ríos mediante presas de
4
“La red hidráulica de Las Médulas: una excepcional obra de la ingeniería romana”, Las Médulas, 177213.
derivación. Los canales discurrían, generalmente, por terrenos rocosos y muy
escarpados, con pendientes de laderas superiores, por lo general a 15-20º, lo
que obligó a efectuar continuos y cuidadosos aterrazamientos, mediante
bancales de mampostería en seco para asentar el muro de cierre del borde
exterior, que constituye un corredor de servicio para el mantenimiento de los
canales. Un gran inconveniente a salvar en la construcción de los canales,
fueron que los numerosos crestones de cuarcita, por su dureza. En los lugares
por donde era inevitable, se perforaban túneles cortos. Para perforar la cuarcita
se usaban, alternativamente, agua y fuego. La perforación era muy dura de
hacer.
La mayor concentración de obras subterráneas se localiza en Las Llamas de
Cabreras, principalmente en el Valle Airoso y en la Ermita de la Virgen del
Valle, donde se han localizado seis túneles cortos, y tres aún están inéditos,
que se sumaron a los ya documentados, tres, a los que hay que añadir otros
cuatros en torno a Pombriego y Santalavilla.
La construcción de la red hidráulica de Las Médulas, mediante trabajo humano,
llega a 1,75 millones de m3 de materiales rocosos utilizados, o directamente
excavados. El recorrido total era de 600.000 m.
La explotación de Las Médulas es la mayor y la más perfeccionada de la
Antigüedad, y la fuente más importante de oro del Imperio Romano.
Los cotos de oro eran numerosos e importantes entre los astures de la actual
provincia de León.
Baste echar una ojeada a los mapas y catálogos confeccionados por F.J.
Sánchez Palencia: Cuencas del río Eria (Fig. 1); del Duerna (Fig. 2); de la
Sierra del Teleno (Fig. 3); de los ríos Turienzo y Jerga (Fig. 4); del Tuerto (Fig.
5); del Orbigo (Figs. 6 y 6bis); del Boeza (Figs 7, 7bis); de los ríos Burbia y Cua
(Fig. 8); del alto Sil (Fig. 9); del Cabrera (Fig. 10); y del medio Sil (Fig. 11).
Estos cotos mineros de oro empezaron a explotarse desde Augusto. El
historiador romano Floro (II, 33, 60), contemporáneo de Trajano, escribió con
frase lapidaria: “la región era rica en oro, malaquita, minio (este dato no es
cierto) y abundante en otros productos. En consecuencia, ordenó Augusto que
se explotase el suelo. Así, los astures, esforzándose en excavar la tierra para el
provecho de otros, empezaron a conocer sus recursos y riquezas”. La
confirmación arqueológica de que las minas se explotaban desde Augusto, son
las monedas aparecidas en ellas, catalogadas por C. Domergue, como las de
Bilbilis y de Calagurris, de Augusto y de Tiberio respectivamente, aparecidas en
las minas de Duerna y de Tienzo (León); de Claudio, en Tres Minas (Portugal),
y en Navelgas (Oviedo); de Hadriano, en Sabre y Navelgas (Oviedo); terra
sigillata itálica en Valongo (Portugal) y gallo-romana e hispana en Valongo,
Jales, Tres Minas y Santa Colomba de Somoza (León); sigillata hispánica en
Salave, Las Médulas y Turienzo.
El poeta Silio Itálico (21-101) en su poema dedicado a las Guerras Púnicas, (I,
231-232), siguiendo al poeta hispano Lucano, muerto en el año 65, en su
poema Farsalia (IV. 297-298), afirma que el astur mantiene el primer puesto en
la explotación minera, sobre todo el oro. Las únicas minas que podían competir
con las hispanas eran las de Dacia, conquistada por Trajano y sujetas al
Imperio hasta Aureliano (270-275).
Fig. 1. Yacimientos del río Eria
Fig. 2. Yacimientos del río Duerna
Fig. 3. Yacimientos auríferos de la Sierra del Teleno
Fig. 4. Yacimientos auríferos de los ríos Turienzo y Jerga
Fig. 5. Yacimientos auríferos de la cuenca alta del Tuerto
Fig. 6. Yacimientos auríferos de la cuenca alta del Órbigo
Fig. 6 bis. Yacimientos auríferos de la cuenca alta del Órbigo
Fig. 7. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Boeza
Fig. 7 bis. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Boeza
Fig. 8. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Burbia y del Cúa
Fig. 9. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Alto Sil
Fig. 10. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Cabrera
Fig. 11. Yacimientos acuíferos de la cuenca media del Sil
Minas de oro de la Gallaecia portuguesa
El tema has sido estudiado por F. Almeida 5 . Comprende las actuales provincias
de Trás-os-Montes, Minho y parte de la provincia del Duero. Los yacimientos se
encuentran en los distritos de Viana do Castelo, Porto, Vila-Real, Lago das
Covas, Lago da Ribeirinho, otros varios, y Chaves.
En Gallaecia 6 había un monte de oro, que no se podía extraer utilizando
instrumentos de oro por motivos religiosas. El testimonio es de Trogo Pompeyo,
mencionado por Justino (44.3.6).
Ejército y explotaciones mineras
El ejército debió participar en las explotaciones mineras, quizá como ingenieros
o para mantener a los mineros en paz. Se conocen los nombres de varios
destacamentos militares asentados en las zonas mineras. Así, hubo una
vexillatio de la Legio VII Gemina, seguramente acompañada de tropas
auxiliares, bajo Marco Aurelio y Lucio Vero, en 163; un destacamento de la
Legio VII Gemina y parte de la Cohors Celtiberorum, y en 165-166 una vexillatio
de la Legio VII Gemina y la Cohors I Gallica, a las que se añadieron en 167,
tropas de la Cohors I Celtiberium. En 175 sólo se conoce la Cohors I Gallica,
peroen opinión de C. Domergue, es probable que ya se encontrara en la zona
minera el Ala II Flavia. En 181, bajo el gobierno de Commodo, la vexillatio de la
Legio VII Gemina estuvo junto a la Cohors I Gallica, y en 184 en compañía del
Ala II Flavia, pero desparecieron en 191en provecho de la Cohors I Gallica.
En las minas del Teleno se encontraba, en el s. II, un destacamento de la Legio
VII Gemina, mandado por un centurión. A partir del 165, a la Cohors I Gallica se
5
6
“Minas de ouro na Gallaecia portuguesa”, Legio VII Gemina, 288-301.
J.M. Blázquez, Religiones primitivas de Hispania, Madrid, 1962, 37-38.
unieron destacamentos de la Cohors Celtiberorum durante el gobierno de
Marco Aurelio y Lucio Vero, y desde el año 175, del Ala II Flavia.
Las inscripciones de Villalis prueban la presencia de destacamentos militares
en las minas de oro, no solo para vigilar a los mineros, sino, también, para
participar en las explotaciones como ingenieros de minas. Además del
centurión Licinius Paternus, decurión de la Cohors I Celtiberorum, a Fabius
Marcianus, beneficiario del procurador de los Augustos, y a Iulius Iulianus,
signifer de la Legio VII Gemnia. Otras siete inscripciones halladas en Villalis
recogen los nombres de otros militares acuartelados en al cuidad. Se fechan en
los años 166, 167, entre 161 y 165, 175, 184 y 191. Todas confirman el interés
del emperador, en época de Marco Aurelio y de su sucesor Commodo, por
estas explotaciones de oro en las que participaban miembros de la Legio VII
Gemina.
Personal administrativo
Las minas de la Provincia Tarraconense y Lusitania eran administradas
directamente por el emperador. Eran controladas por el procurador de la
provincia o por un procurador especial.
El procurator metallorum dependía del procurator Augusti per Asturiam et
Gallaeciam, siendo colaboradores directos en los diferentes distritos mineros,
los beneficiarii procuratoris.
El interés de Roma por estas minas queda bien patente en la creación de la
procuratela de Asturias y Galicia. La procuratela ducenaria de Asturias y de
Galicia fue creada en tiempos de Vespasiano, o mejor, de Nerva. El primer
procurador sería L. Arruntius Maximus, proc. Aug., de una inscripción de
Chaves, datada en el año 79. Procuratores metallorum fueron Hermes, Zoilus,
Aurelius Firmus y M. Aurelius Eutyches, libertos imperiales al frente de las
minas de Duerna, y M. Ulpius Eutyches lo fue del metallum alboc[olense?] (Plin.
NH 33.80).
En Astorga han aparecido unas inscripciones, que mencionan a procuradores
de las minas. Se llamaba: P. Aelius Hilarianus (dos inscripciones), del año 185
o después de esta fecha; C. Iulius Silvanus Melanio (tres inscripciones),
después del año 161, conocido por otras inscripciones de Gallia y de Dalmacia;
G. Otacilius Octavius Saturninus, entre los años 192 y 209, que en una
inscripción de Pérgamo se conserva su cursus honorum: liberto, procurdor del
officium Quintilliani, bienes confiscados por Commodo en el 182-183,
procurador a Pactionibus, procurador de las minas de Vipasca
(Luisitania), procurador a; cognitionibus et nummarum ratiorum, en época
severiana; C. Zenibius, entre los años 211 y 212; P. Ulpius Maximus,
procurador de Augusto, antes del año 198 o después del 212.
La presencia de estas inscripciones en Asturica Augusta demuestra que la
ciudad era la capital administrativa de las minas. La creación, por parte de
Caracalla, de una provincia que comprendía Asturias y Gallaecia, y que duró
hasta el 238, estaba muy probablemente en función de las minas.
Datos arqueológicos proporcionan nuevas noticias sobre la administración de
las minas del emperador. Diecisiete lingotes de plomo hallados en Mallorca, en
la Costa de Las Salinas, muy probablemente, iban camino de Roma,
procedentes de alguna mina de la Tarraconense. Se fechan en los años
comprendidos en 79-81. Las improntas se refieren a títulos imperiales comunes,
o al nombre de Vespasiano y de Tito en abreviatura. Los lingotes llevan el
nombre del emperador, o títulos imperiales comunes, indicando que las minas
son monopolio imperial. Estas minas no podían encontrarse en la Bética,
administrada por el Senado. Los lingotes llevan también los nombres de los
arrendatarios de los pozos mineros, que son L. Manlius, N. Mevius Aper, Q.
Cornutus, Publius Aemilius Gallicus.
Procedencia de los mineros
Se ha supuesto que eran libres. Se desconoce cómo se les pagaba el trabajo.
Los mineros podían proceder de fuera de la región. Así, en las minas de
Riotinto has aparecido catorce cadáveres de mujeres celtíberas, que también
eran mineras, lo que prueba que también trabajaban las mujeres en las minas.
Los Orgonomescos, tribu cántabra, trabajaban en Sierra Morena y los
Aquitanos en la mina Baebelo (Plin. NH 33.97). Igualmente, había niños
mineros, como lo prueba el relieve de Baños de la Encina (Jaén).
Rendimiento de las minas
Plinio (NH 34.165) da algunos datos sobre el rendimiento de algunas minas
itálicas. Fueron arrendadas. La llamada samanense, por 200.000 denarios
anuales, y después, por 225.000; la Antoniniana, por 400.000 libras. Las dos
estuvieron algún tiempo sin explotación.
Rendimiento de las minas de oro del noroeste hispano
Los cálculos se deben a F.J. Sánchez Palencia.
Sobre las explotaciones en roca y en una arrugia, y se han obtenido las
siguientes cifras: 10.000.000 de metros cúbicos explotados en Tres Minas
(Portugal), contra 150.000.000 de metros cúbicos de Las Médulas y
150.000.000 de metros cúbicos en el valle del Duerna (León). las evaluaciones
globales son de 35.000.000 de metros cúbicos, de yacimientos en roca
trabajados en Asturias y 500.000.000 metros cúbicos de aluviones lavados en
El Bierzo.
F.J. Sánchez Palencia calcula que los romanos obtuvieron de las minas del NO
unos 23.000 kg. de oro, y removieron 680.000.000 m3 de hierro. La cifra de
20.000 libras de oro por año es la única cifra conocida de la producción de las
minas del noroeste. La cifra se refiere a la producción de las arrugiae, que es el
sistema más extendido de explotación. Plinio no dice a qué época se refiere la
cifra, si a la de Augusto o a la de Vespasiano. Si la cifra se refiere a los tiempos
de Augusto, el producto anual de estas minas era de 90.000.000 de sestercios,
es decir, 1/5 de los ingresos del aerarium, calculado en 450.000.000 de
sestercios, según Tenney Frank, el gran economista norteamericano. Si la cifra
es del gobierno de Vespasiano, representa entre el 6 y 7,5 % de los ingresos
del Estado, calculando éstos en 1.200.000.000 ò 1.500.000.000 de sestercios.
Según ciertos autores, Asturias, Galicia y Lusitania, suministraban por este
procedimiento 20.000 libras de oro al año. La producción de Asturias es la más
abundante (NH. 33.80). Lucano (Phars. IV.297), contemporáneo de Plinio el
Viejo, y Silio Itálico (I.231-233), confirman la supremacía de Asturias en la
producción de oro. Todo el oro contenía plata en cantidad variada: aquí, una
décima parte; allí, una octava. En una sola mina de Galicia llamada Albucrara,
que los comentaristas italianos sitúan –quizás– en Toro (Zamora), pero que A.
Rodríguez Colmenero coloca en Tres Minas, se encontraba plata en una
proporción de una treinta y seisava parte. Esta mina sobrepasaba a las demás.
Cuando la proporción de plata era una quinta parte, el oro se llamaba electrum.
Las tablas de Aljustrel, Vipasca. Lusitania, Portugal
Se conserva la legislación de un distrito minero, que sería la que se aplicaba en
todas partes, de época de Hadriano, pero que, posiblemente, remonta a época
flavia.
La regulación de las explotaciones mineras se hizo por la lex Metalli
Vispascense hallada en Aljustrel, Vipasca, a principio de siglo en dos bronces
de época de Hadriano. Al frente del distrito minero se encontraba el procurator
metalli, que podía ser un caballero, pero con más frecuencia era un liberto
imperial. Liberto era un procurator Montis Mariani, un segundo de las minas de
Riotinto en época de Nerva, y el procurator metallorum Albocolensium, de un
lugar desconocido de Galicia. El Fisco era el dueño de la mina, que no
explotaba directamente los pozos, sino mediante un régimen de concesión.
El primer bronce legisla sobre el arriendo del impuesto sobre las subastas; del
arriendo del pregón; del arriendo de la explotación de los baños. El conductor
del servicio debía calentar el agua y abrir los baños durante todos los días del
año, a partir del 1 de julio. Estaban abiertos a horas determinadas, según los
sexos, del amanecer a la hora séptima para las mujeres, y de la hora octava
para los hombres. Debía administrar agua corriente. El precio del baño variaba
según el sexo de los bañistas: era de un as por mujer y medio por hombre. Los
libertos y esclavos que trabajaban para el servicio público, los soldados y los
impúberes entraban gratis. El conductor del baño recibía todos los accesorios, y
se obligaba al lavado, al bruñido y engrasado de las bañeras cada 30 días.
Tenía deducciones por los perjuicios debidos al arriendo. A continuación, la ley
legislaba sobre el arriendo de la zapatería de Vipasca, que era un monopolio
que comprendía la venta y el arreglo del calzado; sobre el monopolio de la
barbería, que también podían ejercer unos vendedores ambulantes. La
competencia ilegal estaba multada; sobre el monopolio de la tintorería; sobre
los pedreros. El impuesto gravaba la compra del mineral y de la piedra para su
elaboración. Los que realizaban las compras debían declarar el número de sus
operarios, esclavos o mercenarios libres, antes del tercer día. El mineral se
obtenía en bruto para su depuración y preparación; sobre la inmunidad de los
maestros de Vipasca; sobre el régimen jurídico de la explotación minera, es
decir, sobre la inscripción de las ocupaciones de pozos mineros, y del impuesto
que debía pagar el ocupante. El infractor estaba sancionado, y sobre la
ocupación de los pozos.
La tabla Vipasca II reproduce, probablemente, una copia de una ordenación
general referente a la explotación de todas las minas del Fisco. La carta
procedería del Ministerio de Hacienda, del gobernador de Lusitania o del
procurator metallorum de la provincia, de toda Hispania.
La disposición legal sería anterior a Adriano. Se trataría de una reforma
efectuada por Adriano a un régimen antiguo de carácter consuetudinario. El
primer capítulo se refiere a los pozos de cobre, diferente a los pozos de plata.
Los primeros debían pagar un precio al contado, posiblemente al mismo
procurator. El pozo era vendido por el Fisco a un particular que posee la mina,
es decir, el occupator. El Fisco era el vendedor. Al Fisco sólo le interesaba
obtener buenos precios por las concesiones. Este criterio es el seguido en el
disfrute de los monopolios. Se podía ocupar un pozo con derecho a la mitad del
mineral, pero no a fundirlo. El Fisco se podía reservar la mitad del mineral
extraído. Si el ocupante de un pozo no pagaba el precio estipulado y fundía el
mineral extraído, su parte era decomisada y el procurator vendía todo,
posiblemente en pública subasta. La ley señalaba que el delator recibía el 25%.
Al que ocupaba el pozo se le llamaba colono, por pertenecer a la población de
Vipasca.
Los pozos de plata eran explotados según la forma prevista por la ley, que sería
una ley general. No se imponía, a diferencia de la de los pozos de cobre, el
pago total del precio, sino que se aplicaba una disposición especial de la
liberalidad de Adriano, que consistía en permitir un pago a plazos de los pozos
de plata, previo adelanto de 4.000 sestercios, lo que suponía una ventaja para
el comprador. Se quedaba con el pozo el primer ocupante que se comprometía
a pagar y daba el adelanto. Estaba prohibido interrumpir los trabajos de
explotación. La interrupción consistía en abandonar el pozo. La ley de Vipasca
permitía a cualquier colono de Vipasca ocupar un pozo abandonado. Un colono
podía ocupar varios pozos para aumentar la producción y disminuir el coste de
la explotación. De cada cinco pozos ocupados, el occupator estaba obligado a
trabajar, por lo menos, en uno. La ley parece evitar que se ocupasen muchos
pozos, por esta razón se pone el límite de cinco. Llegado al filón se extraía el
mineral. De no hacerlo, cualquier otro occupator podía ejercer el derecho de
ocupación.
La ley determinaba la forma de ocupación de los pozos. Para ocupar un pozo
abandonado, el occupator disponía de un breve plazo de 25 días para allegar
los fondos necesarios para la explotación, proporcionarse los instrumentos del
trabajo y los obreros. Si pasado el plazo no comenzaba la explotación,
cualquier habitante de Vipasca tenía derecho a la ocupación. Si los trabajos
comenzaban en el pozo y se interrumpían durante 10 días seguidos, cualquier
habitante de Vipasca tenía derecho a ocupar el pozo.
A continuación, la ley se refiere al pozo adquirido por un comprador, que pagó
el precio de un pozo vendido. La inactividad en el trabajo era de seis meses. Si
se interrumpía el trabajo durante este tiempo, se aplicaba el derecho a
ocupación. El comprador de un pozo no era un verdadero propietario. Tenía
sólo la exclusiva de aprovechamiento dentro de ciertos límites.
El precio determinado por el Fisco para la explotación plena al ocupante era el
más alto posible. El ocupante gozaba de las siguientes posibilidades: buscar
socios capitalistas; pedir dinero a los prestamistas; vender el derecho de
ocupación a otro colono dispuesto a pagar el precio; abandonar el pozo al
derecho de ocupación.
Frecuentemente, se debían formar sociedades. Cada socio contribuía a los
gastos en proporción a su cuota de participación. A los que, sin ser socios,
adelantaban materiales, trabajo o dinero, la ley les permitía no sólo la
posibilidad de reclamar contra el que los había contratado, sino también contra
cualquiera de los socios que explotaban el pozo. Las vigas de madera
marcadas con nombres, pudieran ser los de los ocupantes del pozo o de los
que adelantaban el material.
El comprador de un pozo, después de pagarlo, obtenía un derecho transmisible,
no sólo por muerte, sino también entre los vivos. Probablemente se acudía a la
pública subasta. No se podía vender a una persona de fuera del distrito de
Vipasca.
La ley igualmente legisla sobre las provisiones técnicas para el mantenimiento
de los pozos. Los pozos debían estar bien apuntalados y amarrados. El colono
debía renovar la madera si se pudría. Se castiga la violación de los cercados
que delimitaban los pozos mediante estacas. Se castigaba a los que arruinaban
los pozos provocando su derrumbamiento. Si se trataba de un esclavo, recibía
azotes, según arbitrio del procurador, o se vendía, con la condición de que no
podía vivir en ninguna mina. Si era libre, se le confiscaban los bienes y se le
prohibía volver a Vipasca.
La ley se ocupa, igualmente, del canal que traía el agua a Vipasca, o quizá, del
lavadero del mineral. Los trabajos en las minas de cobre no podían hacerse a
menos de 15 pies del canal. En los pozos de plata, la distancia al canal era de
60 pies.
Los bronces de Vipasca son de una importancia excepcional, pues son la única
legislación romana conocida sobre una explotación minera. Queda claro que el
fisco buscaba el mayor rendimiento posible para obtener el mayor ingreso.
Explotaciones de plata
Plinio, en este mismo libro, 33.96-97, de su Historia Natural, comienza a hablar
de la plata, refiriéndose a la plata de Hispania. Dice así: En casi todas las
provincias se encuentra plata, pero la más bella es la de Hispania. La plata se
halla también en terrenos estériles y hasta en las montañas; allí donde surge
una veta se encuentra otra no lejos de ella... Es cosa de admirar que los pozos
abiertos en Hispania por Aníbal se hallen aún en explotación y conserven los
nombres de los que descubrieron tales yacimientos. Uno de ellos, llamado
actualmente Baebelo, suministraba a Aníbal 300 libras diarias. El monte está ya
excavado en 1.500 pasos. Por todo este espacio están los aquitanos de pie día
y noche, achicando las aguas que dan lugar a un arroyo, no relevándose sino a
medida de la duración de las lámparas.
Este párrafo es importante por varias razones. Por la afirmación de que la plata
hispana es la más bella que se encuentra en tierra estériles y hasta en las
montañas. Dos tesorillos de plata confirman las afirmaciones de Plinio: los de
Palencia y de Arrabalde (Zamora), ambos de finales del s. II a.C. El primero
estaba compuesto sólo de torques de plata. El segundo pesaba 6.010 gramos,
de los que 677 eran de oro, abundando las joyas de plata. Estas minas, a
comienzos del Imperio, se encontraban en decadencia y exhaustas, y por eso
no las menciona el Naturalista latino.
Algún autor confirma esta abundancia de plata en Hispania.
En el reinado del emperador Claudio, Drusilianus (Plin. NH 33.143), esclavo
suyo, de nombre Rotundus, administrador de la Hispania Citerior, poseía un
plato de plata de 500 libras de peso –unos 162 Kg–. Estos platos de plata
debían ser muy frecuentes en la Hispania prerromana. El botín tomado en la
conquista de Carthago Nova por P. Cornelio Escipión en el año 209 a.C.,
estaba compuesto por 276 páteras de oro, casi todas de una libra de peso,
18.300 libras de plata trabajada o acuñada, vasos de plata en gran número (Liv.
26.47). Estos platos serían del tipo de los de Almenjibre. La plata se alteraba al
contacto con las aguas minerales y por la acción de los vientos marinos, como
en el interior de Hispania (Plin. NH. 33.158).
La actual Córdoba era una de las zonas mineras más importantes de calcopirita
y de plata, como se deduce del estudio de J. García Romero. Las minas
conocidas y la fecha de explotación, son las siguientes:
Siglos: ● = Siglos II-I a.C.
○ = Primera mitad del s. I
■ = Segunda mitad del s. I y s. II
□ = Bajo Imperio. Siglos III-V
Nº
Registro
1
de
Época Yacimiento
Mineral
●
calcopirita
2
Los Pobos
Arroyo del Perecedero
Ermita
de
San
3
●○
4
●○□
Chaparro Barrendado
5
●
Madereros
6
●
Dehesa de Covatillas
Sebastián
Mina
7
■
El Injertar
9
●■□
El Francés
10
argentífera
galena argentífera. fundición
galena
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
calcopirita
de
Los
Peña del Águila
galena argentífera
galena argentífera
galena argentífera
galena
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
galena
calcopirita
11
●■
Piedra de la Atalaya
galena argentífera
12
●
Fontanar
calcopirita
y
calcopirita
galena
Calderones
8
galena
13
●
Canadá
14
●○■
La Solana
15
calcopirita
galena
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
Arroyo Tejada
calcopirita
Minillas del Quinto del
16
●
17
●
18
●
La Pastora
19
●■
Doña Rama
Huerto
Arroyo del Hato del
Pozo de La Torre
calcopirita
calcopirita
calcopirita
galena
calcopirita. fundición
calcopirita aurífera. fundición
20
Castillo del Hoyo
de
galena
argentífera
y
calcopirita
21
●○■
22
●
23
24
Las
Vicarías-Los
López
Zumajo. San Cayetano
galena
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
galena
Zumajo. San Rafael
●
calcopirita
calcopirita
Dehesa del Rey
galena argentífera. fundición
25
Huerta Lobá
galena argentífera
26
Dehesa Quebradillas
calcopirita
27
●○■□
Cerro Muriano
calcopirita aurífera
29
■
Las Pitas
calcopirita
30
Mirador de las Niñas
calcopirita aurífera
31
Bar de los Monos
calcopirita
32
Almadenes
Guadiato
del galena
calcopirita
argentífera
y
33
●
Margen
34
Margen
Registro
derecha
izquierda
Guadanuño
de
Época Yacimiento
Puente
36
aurífera
y
argentífera
Guadanuño
35
Nº
calcopirita
Mina de la Plata
calcopirita
calcopirita
Mineral
del
Guadalnuño
calcopirita. fundición
37
○
El Alcaide
calcopirita. fundición
38
○■□
Cerro del Cobre
calcopirita aurífera. fundición
Lagar de la Cruz
calcopirita
Las Jaras
calcopirita
El Mico
calcopirita aurífera
Berlanga
calcopirita aurífera
43
Arroyo San Cristóbal
calcopirita
47
La Pililla
calcopirita
48
Cortijo de Peralbo
calcopirita
La Nava
galena argentífera. fundición
El Higuerón
galena argentífera. fundición
39
40
●
41
42
50
■
●○
51
52
●○■□
53
Grupo Eneros
argentífera
y
calcopirita
Rosalía
galena argentífera
galena argentífera. fundición
54
●○■
San Bartolomé
55
●○
La Loba
56
●
galena
Sta. Bárbara (Fuente
Ovejuna)
galena
argentífera
calcopirita
galena argentífera
y
57
●
Navalespino
58
●■
La Lagunilla
59
○■
El Hambre
60
●
61
galena
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
galena
calcopirita
galena argentífera
Piconcillo. N. Ayo. La galena
Montesina
argentífera
y
argentífera
y
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
Piconcillo. E. El Rubio
galena
calcopirita
galena
62
■
Piconcillo. S.
63
○■
Piconcillo. O.
64
●
La Herrería
galena argentífera. fundición
Reinilla
galena argentífera. fundición
65
66
●■
67
Los
calcopirita
galena
calcopirita
Almadenes galena
argentífera
y
(Hinojosa)
calcopirita
●
Cuartanero
galena argentífera. fundición
68
●○
Fuente La Zarza
69
●○■
Las
Tobosas
galena
o
Torricas
Quinto de los Egidillos
71
El Rincón
73
●○
Cerro del Esparto
El Asiento
y
calcopirita. fundición
70
72
argentífera
galena argentífera
galena
argentífera
y
argentífera
y
aurífera
y
calcopirita
galena
calcopirita
calcopirita
argentífera
galena argentífera. fundición
74
●
Fuente del Membrillar
75
□
El Cortejillo
Nº
de
galena
argentífera
y
calcopirita. fundición
galena argentífera. fundición
Época Yacimiento
Mineral
77
●■□
El Ochavillo
galena argentífera. fundición
78
■□
Morana
limonita. fundición
79
■□
Las Herrizas
limonita
80
●○■□
Piedra Luenga
oligisto
Registro
81
Huerta de Juan Abad
82
Mina Cuenca
galena
La Herrería
84
●
Arroyo Valmayorejo
86
●
de
los
Almadenejos
88
Arroyo Mahoma
calcopirita
91
○□
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
calcopirita
●○
y
calcopirita
Arroyo del Cuezo
90
argentífera
calcopirita
87
●■□
y
calcopirita
■
89
argentífera
calcopirita
galena
83
Arroyo
galena
Sta.
Bárbara galena
(Posadas)
calcopirita
Calamón-Cinco
galena argentífera. fundición
Amigos-Cádiz
La Casa del Guarda
galena argentífera. fundición
92
Paterna
galena argentífera. fundición
93
El Escorial (Posadas)
calcopirita. fundición
94
Almadenes
de
La
Solana (Pozoblanco)
calcopirita
95
Llano Tabernero
calcopirita
96
Dehesa de Quirós
calcopirita
97
●○
98
99
Almadenes
del calcopirita aurífera. mina y
Soberbio
fundición
●
Arroyo Tomilloso
calcopirita
●
Sortijón del Cuzna
galena
argentífera
y
calcopirita
100
Umbría de El Escorial
galena argentífera. fundición
101
Ventorrillo del Fraile
galena argentífera. fundición
La Gargantilla
galena argentífera. fundición
102
●
103
●
104
□
Cerro de la Canaleja- galena
Minas Viejas
Las Lomas
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
galena
calcopirita. fundición
105
Las Torcas
galena argentífera
106
Los Rubiales
galena argentífera
107
●
El Soldado
galena argentífera
108
●□
Las Morras
galena argentífera
Las Morras-Reservada
galena argentífera
109
110
●
Fábrica del Manchego
galena argentífera. fundición
111
●
El Sauzón
galena argentífera. fundición
112
●
El Viñón
galena argentífera
113
■□
Casa de la Mora
galena argentífera. fundición
Nº
Registro
114
115
de
Época Yacimiento
●
La Gran Mina
Arroyo del Álamo
Mineral
galena
argentífera
y
argentífera
y
calcopirita
galena
calcopirita
116
Cerro de Valfrío
calcopirita
117
Cerro castaño
calcopirita
118
Fuente Vieja
calcopirita. fundición
119
Las Monjas
galena argentífera
120
●
Cerro Blanco
calcopirita
121
■□
El Cañamal
calcopirita. fundición
122
●○
La Almagrera
calcopirita
Cincuenta y siete yacimientos, es decir, el 46,34% del total de los ciento
veintitrés yacimientos romanos conocidos, y el 75% de los setenta y seis
fechados con precisión, se fechan en los siglos II-I a.C. Veintidós yacimientos,
es decir, el 17,88% del total de los ciento veintitrés estudiados, y el 28,94% de
los setenta y seis datados con precisión, pertenecen a la mitad del s. I.
Veintitrés yacimientos romanos, es decir, el 40% del total, se datan en la
segunda mitad del s. I y del s. II. Dieciséis yacimientos, es decir, el 13% del
total y el 21,05% de los datados con precisión, se fechan en los siglos III-v,
según los datos de J. García Romero.
Astigi, sobre el río Genil –que era navegable- , era famosa en los dos primeros
siglos de la era por su explotación y exportación de aceite. Estrabón (III.2.2) la
menciona entre las ciudades más importantes de Turdetania. El nombre de la
colonia augusta, llamada Colonia Augusta Firma, se lee en lingotes de plomo
encontrados
en
el
puerto
de
Cartagena,
hoy
perdidos:
COLON.
AUGUSTIFIRMI/FERM. Este lingote prueba que la mina de plomo argentífero
pertenecía a la colonia augustea, al igual que la Colonia Genetiva Iulia poseía
agri et silvae y la ciudad de Cartagena era también propietaria de minas de
plomo argentífero. Astigi podía explotar la mina directamente o por medio de un
arrendatario al que aludiría la sigla FERM.
La explotación de esta mina dataría de la fundación de la colonia, 14 a.C. El
lingote es de fecha posterior al s. I En este siglo, la colonia y sus habitantes,
como los de la vecina Astigi Vetus, hacían fabulosos negocios con la
exportación del aceite y parte de sus ingresos la dedicaban a la explotación de
una mina de plomo argentífero, situada en Sierra Morena y no lejos de la
localidad. La presencia de un lingote en el puerto de Cartagena, prueba que
una parte de la exportación de minerales de Sierra Morena se hacía por
Carthago Nova.
La campiña de Córdoba producía el cobre llamado Mariano, del nombre de su
poseedor, que era el más apreciado en tiempos de Plinio; se utilizaba
probablemente para la obtención del famoso cobre de Campania; para volver a
éste más dúctil y de una tonalidad más agradable se le añadía, por cada 100
libras, diez de plomo argentífero hispano (X.4.95).
Las explotaciones mineras de S. Mario, que era un absentista, pues residía en
Roma, eran tan importantes que excitaron la codicia de Tiberio y, acusado de
incesto con su bella hija, fue arrojado desde la roca Tarpeya y confiscado su
patrimonio (Tac. Ann. VI.19; Suet. Tib. 49), que pasó a ser imperial. En Cerro
Muriano han aparecido unas grandes galerías que podrían ser las de esta mina
de S. Mario.
El cobre más famoso en tiempos de Plinio (NH. 34.4) era el mariano, llamado
también cordubense. Las minas se encontraban en los Montes Marianos,
próximos a Córdoba. Tomaron el nombre de Sexto Mario, posiblemente un
liberto de C. Mario, que estuvo en Hispania al final de la Guerra Numantina
(Plut. Mario 3; Val. Max. 8.15.7), donde se distinguió por su valor. En el año 144
a.C. fue pretor de la Provincia Ulterior (Plut. Mario 6). Sexto Mario comenzaría
la explotación de las minas en época de Augusto. Tiberio se apoderó de estas
minas, aunque la Bética era una provincia senatorial y no imperial. Según
Tácito (Ann. 19.1) Sexto Mario era riquísimo. Tenía minas –además de cobre–,
de oro y de plata. Fue acusado de incesto en el año 33. Según el Historiador,
esta acusación fue un pretexto para confiscar sus bienes. Fue despeñado de la
roca Tarpeya. Según Dión Cassio (58.22.2-3), S. Mario cayó en desgracia por
haber sustraído la hermosura de su hija a la lujuria del emperador.
En Hispalis ha aparecido una inscripción (CIL II. 1179) que menciona a un
procurator montis Mariani; una segunda, hallada en Ostia (CIL XIV.52),
recuerda a un procurator massae Marianae. Estos nombres indican cómo se
explotaban las minas del emperador. estas minas debieron pasar al senado, no
al emperador.
Plinio (NH. 34.4) alaba el cobre mariano, llamado cordubense. En la capital de
la Bética se ha recogido una inscripción dedicada a Corinthius Sex. Marii servus
(CIL II.2269), lo que parece indicar que en Córdoba residía la administración de
las minas de Mario. El nombre de Sierra Morena es un derivado del nombre de
C. Mario. Ptolomeo (II.4.15) la llama Mons Marianus. El itinerario de Antonino
menciona un Mons Marianorum, lo que prueba que las posesiones de C. Mario
cubrían toda Sierra Morena hasta el oeste de la actual provincia de Sevilla.
Cerca de Puebla del Príncipe se encuentra una estación llamada Mariana.
Plinio (NH. 34.95) recoge una noticia importante: que al famoso cobre de
Campania, que era el preferido para uso corriente, se le añadía, cada 100
libras, diez de plomo argentífero de Hispania para volverlo más dúctil y de un
color más agradable.
Minas de plomo argentífero se explotaban en Alcazarejos, provincia de
Córdoba, como se deduce de la existencia de una barra de plomo de 175 libras
romanas de peso, con la marca C.P.T.T. Saenicorum. Nueve lingotes de plomo
hallados en un pecio de la isla de Cabrera (Baleares), que iban camino de Italia
seguramente, son importantes por dar a conocer los nombres de algunos de los
conductores de las minas. Se fechan al final de la República Romana o a
comienzos del Imperio. Pesan alrededor de 30 kilogramos, y algunos llegan a
34 ó 35. El primer nombre, quizá sería el nombre del propietario, y se encuentra
en la cartela o cartelas del dorso. El segundo podría ser la marca de control, y
se halla en las bandas laterales. Los sellos son M LICN, el segundo MF-c, y el
tercero AVSVA, es decir, M(arcus), LICIN(ius), M(arci), F(iliusI-c AVSVA. Se
trata de dos personajes diferentes, como se deduce de que, en siete galápagos,
AVSVA aparece aislado.
En un ladrillo procedente de Carteia (CIL II. 4967) se lee el nombre de M.
Licinius, que parece ser contratista de obras y que, quizá, fuese el mismo que
se dedicó a la explotación del plomo y selló los lingotes hallados en Cabrera.
AVSVA sólo aparece una vez en Hispania. Se trata de un liberto de la región de
Cabra (Córdoba), que en época augustea (CIL. II. 1612) consagró una
inscripción a su madre y hermanos. Este liberto bien pudo ser el que resellase
los lingotes.
Otros minerales citados por Plinio el Viejo
El naturalista latino hizo un catálogo muy completo de ellos, que es el siguiente:
Crisocolla
Plinio (NH. 33.89), a continuación de exponer las técnicas de obtener oro,
menciona la crisocolla, llamada por los tinteros orobite, muy usada en tintorería.
Hispania producía la mayor cantidad. En NH. 35.186, Plinio explica el nombre.
Se encontraba también en Chipre, Egipto, Armenia, Macedonia, Ponto, África,
Cerdeña, Melo, Cipari y Stromboli.
El sori
De él se obtenía una pomada para los ojos (Plin. NH. 34.120).
Calcanto
Es una flor de cobre, llamada también caparrosa y vitriolo. En Hispania se
obtenía de pozos o de charcos (Plin. NH. 33.123).
Acero
Existía una gran diferencia entre los procedimientos de fusión del acero. Se
fundía en hornos una especie de núcleo de hierro para volverlo duro y cortante;
otro procedimiento consistía en obtener el hierro compacto en yunques y a
martillazos. La diferencia principal residía en el agua en la que se sumergía el
hierro incandescente muchas veces. Esta agua, cuya cualidad varía según las
regiones, ha hecho famosos algunos lugares, como Bilbilis y Turiasso en
Hispania (Plin. NH. 34.144). Marcial, que conocía bien su patria chica, en uno
de sus epigramas (IV.55.11-13), afirma que el hierro de Bilbilis es mejor que el
de los chalibos, habitantes de Asia Menor, y que el del Nórico. Platea, localidad
próxima seguramente a Bilbilis, sonaba por los golpes de los forjadores de
hierro, lo que indica que en la localidad trabajaban muchos talleres de fundición.
Bilbilis (I.49.4) era famosa por la calidad de sus armas, como toda la Celtiberia.
Ya en la segunda mitad del s. III a.C,, según Filón de Bizancio (Mechanike
Sintasis, IV-VC.46).
Hierro
Las minas hispanas más famosas de hierro se encontraban en Cantabria (Plin. NH.
34.149). Se ha supuesto que estas minas de hierro eran las de Somorrostro
(Vizcaya), pero pudieron estar en Cantabria, como escribe Plinio.
Ya se ha indicado que, según los citados textos, el sur de Hispania y Gallaecia
eran ricos en hierro. Plinio (NH. 34.113) afirma que a partir de los Pirineos,
Hispania era rica en minas de oro, plata, hierro, plomo y estaño.
Plomo y estaño
Según Plinio (NH. 34.156-158): Pasemos ahora al plomo. Hay dos clases de él, el
negro y el blanco. El blanco es preciadísimo; los griegos le llamaron “cassiterum”,
propalando la fábula de que se extraía de ciertas islas del Mar Atlántico y que se
transportaba en embarcaciones de mimbre revestido de piezas de cuero cosidas. Hoy
se sabe que lo produce la Lusitania y la Gallaecia, regiones en las que nace a flor de
tierra en forma de arenas negras reconocibles por su peso; va mezclado con guijarros
pequeños, principalmente en los lechos torrenciales secos. Los mineros lavan esta
arena, de la que se extraen por decantación el mineral, que es llevado luego a hornos,
donde se tuesta. Hállase también en los yacimientos de oro que llaman “alutiaes”; por
medio de una corriente de agua se dejan posar los cálculos negros, que aparecen
ligeramente variados en blanquecinos; éstos tienen el mismo peso que el oro; por tal
razón se quedan en la cesta juntamente con el oro recogido en ellas. Luego en el
horno se separan del oro, y al fundirse se convierten en plomo blanco. Gallaecia no
da plomo negro, al paso que en la vecina Cantabria se da en abundancia; el plomo
blanco no da plata, pero sí el negro.
No se pueden soldar dos partes de plomo negro sin el blanco, ni éste se puede unir a
aquel sin aceite, ni dos partes de plomo blanco sin plomo negro. El plomo blanco
tenía fama ya en tiempos de Troya, según testimonio de Homero (Il. XI.25.34;
XVIII.474.565.574.612; XX.271; XXI.592; XXIII.503.561). Según el comentario a este
texto de los editores italianos de Plinio, estas menciones reflejan la importancia de
estaño para la fabricación de armas en el mundo micénico. Se ha propuesto que, en
lengua micénica, la palabra estaño es de origen ibérico.
Las expediciones del cónsul del año 138 a.C., Sexto Junio Bruto, en 138-136 a.C.
(App. Iber. 73-75), y la de César del 61 a.C., siendo propretor de la Provincia Ulterior
(Dio. Cass. 37-53), posiblemente tiene como finalidad conocer los ricos yacimientos
del NO.
Las islas Casitérides, que los comentaristas italianos sitúan entre Hispania y Britannia,
probablemente con las islas Scilly, serían una escala para llegar a Cornualles, rica en
estaño. Plinio (NH. 4.104) menciona –según Timeo– una isla a seis días de
navegación de Britannia, rica en estaño. El texto de Estrabón (III.2.9) defiende
claramente que las Casitérides no se encontraban enfrente de la costa de Gallaecia,
el estaño se producía en Galicia, pero las Casitérides estaban pegando a Britannia.
Termina Plinio (NH. 34.164) todo lo referente al plomo negro señalando su uso para la
fabricación de tubos y láminas. Se extraía con gran trabajo en Hispania. Recuerda
algunas clases de plomo negro famosas, como las de Capraria, Cabrera, en las Islas
Baleares; Oleastro, Oleastro en la Bética (NH. 3.15). Un hecho interesante a propósito
de las minas de plomo, es que una vez abandonadas se vuelven más ricas. Este
resultado se debe al aire que se introduce en grandes cantidades en los pozos
abiertos, al igual que el aborto parece hacer a algunas mujeres más fecundas (NH.
XXXIV.165). Da varios ejemplos de esta afirmación.
Piedra Imán
Se hallaba también en Hispania, además de en el Monte Ida, en Troya (Plin.
NH. 34.127).
Piedra especular
De esta piedra, Plinio (NH. 34.160-161) afirma: Antes sólo se daba en la Hispania
Citerior, y no todo el país, sino el espacio comprendido dentro de un radio de 100.000
pasos alrededor de la urbs de Segóbriga. La piedra especular de Hispania era la más
cotizada. En Hispania se extrae de pozos muy profundos.
Se hendía en hojas finísimas. Es una piedra transparente. Se utilizaba como vidrio en
las ventanas. Su uso se generalizó. A ella aluden Marcial (VIII.14), Juvenal (IV.2) y
Lactancio (De opificio Dei 8.11).
Recientemente se han excavado estas minas, que tienen unas magníficas galerías
con pozos de hasta 40 m. de profundidad, con galerías perfectamente talladas y
grandes cámaras, en una franja de 150 Km. de largo y 40 Km. de ancho.
Estas minas de yeso selenítico, lapis specularis, se encontraban situadas en la actual
provincia de Cuenca, en las localidades de Sierra, de Alcarria y de La Mancha. Con
las minas se relacionaba la ciudad de Ercavica, en La Alcarria, el enclave de
Culebras, en la cuenca fluvial del Guadameujel, el posible asentamiento de Opta o
Istonicum romanos, el Cerro Alvar Fáñez, en Huete, el Cerro de la Virgen de la
Cuesta, Alconchel de la Estrella y otras poblaciones menores, en una franja de 150
Km. de largo y 40 de ancho. Plinio (NH. 36.160) escribe que la lapis specularis sólo se
encontraba en la Hispania Citerior, y no en toda ella, sino exclusivamente en un área
de cien mil pasos alrededor de la ciudad de Segóbriga.
Cristal
En Lusitania, según Lucio Cornelio Boco, que fue tribuno militar de la Legio III
Augusta y flamen provincial en Lusitania, al abrir pozos en las Montañas
Ammaensias, hasta alcanzar el nivel del agua, se encuentran bloques de cristal de un
peso extraordinario (Plin. NH. 37.24). L. Cornelio Boco, que vivió en época julioclaudia –posiblemente-, es fuente importante para los libros 16, 33, 34 y 37, pues lo
menciona con frecuencia. La ciudad de Ammea se encontraba situada entre el Tajo y
el Anas.
Carbúnculo
Según L. Cornelio Boco, se obtenía en la región de Olisippo, en Lusitania. Se
conseguía con mucho trabajo por ser el terreno arcilloso y quemado por el sol (Plin.
NH. 37.97).
Chryselectrum
Es una piedra preciosa parecida al ámbar. Según L. Cornelio Boco,se encontraba en
Hispania. Una pieza hallada en un pozo de extraer cristal, pesó 17 libras, es decir, 3,8
Kg. (Plin. NH. 37.127).
Esmeralda
La esmeralda veteada de blanco se encuentra en Hispania. La galaica era un poco
más sucia (Plin. NH. 37.163).
Termina Plinio (NH. 37.203) en su Laus Hispaniae, subrayando que es abundante en
metales de todo género. Ya se han mencionado sus afirmaciones en el libro III.30, de
que toda Hispania entera abunda en yacimientos de plomo, hierro, cobre, plata y oro.
La Provincia Citerior produce también piedra especular, así como la Bética minio.
Hay, igualmente, canteras de mármol.
Una riqueza tal en minerales no se daba en ninguna parte del Mundo Antiguo. Sus
riquezas minerales fueron explotadas por todos los pueblos colonizadores: fenicios,
griegos, cartagineses y, finalmente, por los romanos.
Fin de las explotaciones mineras hispanas y sus causas
Las minas de Carthago Nova estaban exhaustas a comienzos del Imperio. Las
de Sierra Morena, a finales del s. II, y las del NO, a finales de los Severos, año
235. F.J. Sánchez Palencia cree que las minas quizás produjeran la misma
cantidad de oro que en época imperial, pero que esta cantidad ya no era
rentable, debido a la grave crisis de época de los Severos, iniciada bajo
Commodo.

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