Interpretación de mapas

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Interpretación de mapas
Interpretación de mapas
1
INTRODUCCIÓN
Interpretación de mapas o Lectura de mapas, técnica para descifrar los símbolos con los que se
construye un mapa y formar con ellos una imagen mental con sentido. Las técnicas de
interpretación dependen de la percepción visual y del conocimiento. A través de la percepción
reconocemos y discriminamos no solo los símbolos individuales, sino también la estructura y el
trazado del mapa. Mediante el conocimiento interpretamos esos símbolos otorgándoles un
significado. Los mapas sirven para comprender mejor el espacio geográfico, y dominar la lectura
e interpretación de los mismos es la clave para poder entenderlo.
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EL MAPA: UN MODELO DE LA REALIDAD
Un mapa es un modelo o representación simplificada del mundo que nos rodea, que nos permite
estudiarlo y comprenderlo mejor. El uso de modelos no es exclusivo de la disciplina encargada
de elaborar mapas, la cartografía; otras ciencias, como la física, las matemáticas o la economía
cuentan con sus propios modelos.
Para construir cualquier mapa, la realidad ha de simplificarse. Ello se lleva a cabo en tres pasos:
primero, se realiza un proceso de recogida y selección de la información territorial más relevante
para los propósitos del mapa, eligiéndose la escala a la cual se desea representar el espacio
(muchas veces en función del hueco de que se disponga en el papel o en la página web), así
como la proyección cartográfica a utilizar; después, se clasifican los elementos espaciales que se
vayan a representar, con el fin de reducir la complejidad y facilitar la comprensión del mapa; por
último, se obtiene una generalización o simplificación, disminuyendo la información que va a
aparecer representada, de modo que así se facilita su lectura. Una vez elaborado el modelo
cartográfico, el lector podrá interpretar y analizar el mapa para tener una imagen fiel de la
realidad.
Podría deducirse que los mapas son algo insatisfactorio y limitado, pero en su propia debilidad
reside su fuerza. Mediante el filtro, la selección y la composición a las escalas que estos
incorporan, muestran muchos elementos y asociaciones de las que de otro modo no seríamos
conscientes.
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COMUNICACIÓN O LENGUAJE CARTOGRÁFICO
Muchos de los errores que se cometen en la interpretación de mapas tienen su origen en el
desconocimiento del proceso seguido para su elaboración. A diferencia de otros medios de
comunicación, como pueden ser los relacionados con la escritura, el lenguaje de los mapas
carece de unas reglas tan bien definidas, por lo que su interpretación puede ser más compleja.
Por ejemplo, se sabe que la lectura de un texto latino se empieza por la parte superior izquierda
y existen unas normas de puntuación que ayudan a comprenderlo, pero el lenguaje cartográfico
es más complejo, ya que esas reglas son más difusas y ambiguas, y pueden no ser conocidas
por todos los lectores del mapa.
Dependiendo del entrenamiento del lector en la interpretación de la cartografía se podrán
asignar ciertas características visuales, más o menos sencillas y deducibles, a los símbolos o
atributos que representan la realidad a cartografiar. Por ejemplo, dentro de un mapa siempre
tenderemos a considerar los elementos más oscuros como los más importantes o tenderemos a
hacer grupos de los elementos puntuales que se encuentren cerca unos de otros (varias casas
juntas forman una manzana en un callejero).
En ocasiones resulta complicado interpretar un mapa o este no transmite fielmente la
información que el cartógrafo quería representar. Se habla entonces de la existencia de ruido en
la comunicación. Este ruido puede ser debido a distintas fuentes: a que los datos utilizados para
la elaboración de la cartografía sean anticuados o incompletos; a que el cartógrafo haya incluido
demasiada información en el mapa, de forma que este se vuelve ilegible, o haya errado en la
elección de la simbología utilizada, por lo que la interpretación se hace más difícil y confusa; a
que la reproducción, o proceso de impresión, sea deficiente, ya que un buen mapa puede
estropearse si las tintas utilizadas desvirtúan los colores o el gramaje del papel no es el
adecuado y se rompe o deteriora con el uso; por último, el usuario del mapa puede no tener los
conocimientos necesarios para la correcta interpretación, lo que puede dar lugar a que esta sea
parcial o incluso errónea.
3.1
Símbolos del mapa
Para poder representar fielmente la realidad, los elementos del mapa han de estar situados en
posiciones relativas similares a las que tienen sobre la superficie terrestre. Deben elegirse una
serie de símbolos que representen dichos elementos y que puedan ser interpretados por el
lector, pues mediante los símbolos se introduce la información en el mapa. La escala permite
medir las distancias existentes entre los distintos elementos o símbolos; los sistemas de
coordenadas espaciales permiten establecer su posición sobre la superficie terrestre.
Los símbolos pueden ser puntuales, lineales o poligonales. La forma en que se representan los
distintos elementos va a depender en gran medida de la escala y el propósito del mapa. Así, una
ciudad como Río de Janeiro puede representarse como un polígono en un mapa en el que se
representara una pequeña porción de Brasil, mientras que aparecerá como un punto si el
propósito del cartógrafo es realizar un mapa en el que aparezcan las principales ciudades de
Latinoamérica.
Los símbolos también pueden emplear el color para facilitar su identificación.
Los símbolos, además de representar en el mapa la posición de los distintos elementos reales de
la forma más exacta posible, dan también información sobre los atributos, es decir, sobre las
características del elemento cartografiado. Ello se consigue al añadir variaciones en el color y el
tamaño de los símbolos, o al incluir textos y toponimia. Así, por ejemplo, las masas de agua
aparecerán siempre en azul por convenciones y arbitrariedades internacionales; las áreas con
mayores densidades de población se pueden representar en los mapas de superficies
proporcionales con círculos de gran tamaño, o los ríos principales de una cuenca hidrográfica
aparecerán etiquetados con su nombre.
En un principio, el lector aprende a descifrar los elementos individuales del mapa, es decir, cada
símbolo, que representa un objeto determinado o una clase de elementos que debe reconocerse
y comprenderse. Sin embargo, no se trata solo de descubrir su significado; un mapa es una
composición en la que cada símbolo tiene una localización, está situado en un contexto y está
relacionado con otros símbolos. Hasta los espacios en blanco tienen un significado. Comprender
esto implica unos grados superiores de habilidad en la interpretación de mapas; es importante
tener en cuenta que estos no son solo sencillos reflejos análogos de la realidad, a escala y
dimensiones reducidas, sino abstracciones de esa realidad. Conceptualmente, los mapas son
muy diferentes de las fotografías, ya que omiten muchas cosas que serían visibles en una
imagen fotográfica, simplificando y, a menudo, exagerando ciertas características, y realizando
una clasificación y codificación según la naturaleza o finalidad del propio mapa. Aunque es un
objetivo básico de muchas técnicas de interpretación cartográfica el intentar ver o imaginarse el
paisaje a partir del mapa, este no recoge completamente las texturas, el carácter y las
cualidades experimentales de la realidad, jugando la imaginación y el preconocimiento del lugar
un papel importante para una correcta interpretación cartográfica.
3.2
Textos del mapa
Los mapas suelen llevar textos incorporados, por ejemplo, nombres de lugares, el título o la
leyenda. Un mapa que no lleva ningún nombre es un mapa mudo, útil únicamente para realizar
actividades o para localizar en él datos de alguna clase. Es imprescindible prestar atención a la
rotulación (conjunto de nombres y números) con el fin de interpretar bien la información
espacial que ofrece el mapa.
Los nombres pueden ser genéricos, es decir, que indican el tipo de elemento incorporado (río,
carretera, iglesia…), o propios, los que designan y diferencian cada uno de esos elementos (río
Bravo, carretera A-2, iglesia de San Pablo…). La toponimia estudia los nombres propios o
topónimos. Los topónimos pueden traducirse o conservar el idioma de la región a la que se
refiere: por ejemplo, un mapa elaborado en español puede llevar rotulado Nueva York o New
York. En muchos casos se tiende a conservar los nombres en el idioma de la región, con su
ortografía propia, pero también se puede duplicar el nombre en las dos lenguas o dialectos, si el
mapa no queda confuso al hacerlo. En el caso de dudas ante cambios habidos a lo largo de la
historia, los nombres de municipios y localidades se pueden consultar en publicaciones oficiales
que edita cada país o región administrativa, como el Nomenclátor en España.
En los mapas topográficos se utilizan distintos tipos de rotulación con carácter de signo
convencional; así los ríos llevan un tipo de letra diferente a las montañas o a las localidades, que
conviene plasmar en la leyenda. Hay una amplia variedad de opciones para los textos: pueden ir
con letras mayúsculas (versales) o minúsculas (aunque siempre empiezan por mayúscula), en
cursiva, negrita o redonda, con letras de colores diferentes…
4
TÉCNICAS DE INTERPRETACIÓN CARTOGRÁFICA
La forma en que un lector lee e interpreta un mapa depende en gran medida de la utilización
que le vaya a dar y del grado de entrenamiento y formación cartográfica que esa persona tenga.
Una buena formación requiere conocer nociones y conceptos cartográficos y geográficos básicos:
escala, leyenda, relieve, proyecciones cartográficas, curvas de nivel, altitud, coordenadas,
densidad de población, sectores económicos, tipología de mapas (topográficos y temáticos: de
puntos, coroplético, isoplético, de flujos, de símbolos proporcionales, del tiempo… cada uno con
peculiaridades propias), usos del suelo, paisaje, cliserie, orientación, teledetección…
Las técnicas específicas de visualización de mapas empleadas varían según el tipo de mapa y
según las necesidades del que lo lee. Muchas de estas, en ningún caso todas, están relacionadas
con la búsqueda y localización; la identificación de la ruta y la navegación; la visualización del
paisaje a través del mapa; y el análisis espacial.
Quizá la finalidad más obvia y aparentemente la tarea más simple en la interpretación de mapas
sea su uso como diccionario geográfico: buscar y localizar un lugar, o, por ejemplo, conocer qué
suelos se desarrollan en un determinado espacio. Los mapas topográficos y los atlas generales
son muy útiles para localizar un lugar. Para una búsqueda eficiente de topónimos deben
consultarse la leyenda del mapa o el índice del atlas. Es necesario interpretar el mapa viéndolo
como una composición, no como una colección de signos sin relación alguna, pues como dijo
Rudolf Arnheim: “ningún detalle se aísla en sí mismo y se separa de forma hermética de su
contexto. Los mapas desaprueban el aislamiento de detalles sueltos. Preservan la continuidad
del mundo real”. De este modo, cuando se busca un tipo de suelo, se dirigirá la vista hacia
dibujos más amplios y hacia las relaciones del suelo con la topografía, lo que conducirá, casi sin
darnos cuenta, a una interpretación.
Muchas personas asocian la interpretación de mapas con la planificación de rutas y la
navegación (terrestre, aérea y marítima). Una tarea preliminar esencial es identificar la posición
en el mapa y después orientarlo de manera que los elementos que se han identificado en el
mapa estén alineados con los elementos visibles en el terreno. Entonces se puede conocer la
dirección en la que moverse. La navegación progresa mediante un proceso de lectura de los
elementos existentes en la ruta que se ha escogido. Para realizar este proceso con éxito es
necesario utilizar la máxima información disponible. Por ejemplo, cuando se va por una
carretera, podría ser insuficiente confiar en contar los cruces y las curvas de la carretera;
conviene tener en cuenta otros comprobantes (marcas o señales) confirmatorios, como una
hilera de postes de luz, un puente en la vía del ferrocarril o la configuración general del terreno.
Para planificar una ruta se necesita un mayor grado de visualización del paisaje y nivel de
abstracción, además de emplear el propio juicio para escoger una de las diferentes alternativas
que puedan presentarse. La práctica de visualizar las formas de relieve a partir de las curvas de
nivel, realzada por la capacidad de hacer corresponder el mapa y el paisaje, es una de las
técnicas desarrolladas de interpretación de mapas que genera mayor satisfacción.
Algunas de las técnicas más mecánicas de lectura de mapas, como es encontrar las coordenadas
u orientar un mapa, se enseñan y aprenden con facilidad. Tampoco entrañan gran dificultad las
técnicas de medida que se aplican a los mapas, como la conversión de las distancias del mapa
en distancias reales gracias a la escala, o el cálculo de una pendiente a partir de la separación
entre las curvas de nivel, que puede reflejarse en un perfil topográfico.
El análisis espacial pone en evidencia estructuras y formas de organización espacial recurrentes,
y describe los procesos que se encuentran en el origen de esas estructuras. Su objetivo es
proponer una explicación parcial y las posibilidades de previsión con respecto al estado y la
evolución probable de los elementos geográficos, a partir del conocimiento de su situación en
relación con los otros objetos geográficos. Se apoya sobre los métodos estadísticos y los
modelos matemáticos, utilizando los mapas, las encuestas, las simulaciones... El análisis
espacial es empleado por muchas otras disciplinas además de la geografía, como la economía
regional, la arqueología o las ciencias del medio ambiente. Muchas de las aplicaciones científicas
y analíticas de la interpretación de mapas que incluyen la cartometría (mediciones en los
mapas), las técnicas de selección o la comprobación de la covariación espacial y la asociación de
diferentes variables pueden realizarse ahora de un modo más eficaz utilizando los Sistemas de
Información Geográfica (SIG), que se apoyan en la informática y han dado un nuevo valor a los
mapas, recalcando su importante papel en el análisis de datos. Los mapas digitales permiten
realizar complejos estudios de forma automatizada, generar nuevos mapas y crear mayor
cantidad de información, mucho más precisa y en menor tiempo que antaño.
El desarrollo de otras nuevas tecnologías, entre ellas Internet, ha tenido un impacto decisivo en
la forma en que podemos ver e interpretar los mapas. Se ha extendido enormemente el
conocimiento del lenguaje cartográfico gracias a la utilización masiva de todo tipo de mapas en
páginas web, cuyas aplicaciones permiten a millones de personas planificar la ruta para sus
vacaciones o elegir un hotel para alojarse tras mostrarse los resultados en forma de mapas casi
personalizados que se generan directa y automáticamente a través de complejas aplicaciones
informáticas.
También existe la posibilidad de ver el mundo en tres dimensiones con aplicaciones como World
Wind (desarrollada por la NASA), 3D World Map, MSN Virtual Earth o Google Earth, que permiten
al usuario volar virtualmente sobre un territorio que puede verse tal y como es en realidad, ello
gracias a la superposición de fotografías aéreas o imágenes de satélite. Estas aplicaciones vienen
acompañadas de completas pautas de uso y glosarios explicativos, y nos ofrecen una imagen
mucho más real y sencilla de interpretar el territorio.
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