Edward Abbey: La banda de la tenaza

Transcripción

Edward Abbey: La banda de la tenaza
LA BANDA DE LA TENAZA
de Edward Abbey
CUATRO DIVERTIDOS QUIJOTES
[email protected]
Colección: E-libros: Nadadores
Fecha de Publicación: 29/08/2012
Número de páginas: 8
I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
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Edward Abbey (2012). La banda de la tenaza, traducción de Juan Bonilla y Teresa
Lanero. Ilustraciones de Robert Crumb. Editorial Berenice. ISBN: 978-84-15441-11-3
De la primera edición inglesa de 1975 y las ilustraciones de Robert Crumb de 1985.
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Estos son los créditos de la estupenda edición de David González Romero de la
Editorial Berenice, www.editorialberenice.com , a quien felicitamos desde aquí.
CUATRO DIVERTIDOS QUIJOTES
El Quijotismo puede considerarse que es uno de los corazones o motores de la cultura
setentera o transicional, y nada más significativo en ese sentido que la novela de
Edward Abbey.
He aquí el índice:
Tal vez el título más literal en español podría ser la banda de la llave inglesa, según la
ilustración gráfica de Robert Crumb, pero también es muy adecuado el de la banda de la
tenaza:
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George Washington Hayduke, Gran Nadador
No hay nadadores en sentido estricto en toda la novela, pero sí se puede
considerar que el personaje más extremado del cuarteto, el ex soldado en
Vietnam, George Washington Hayduke, gana su vida a nado en una dramática
huida en plena crecida de agua en el cañón del Colorado al final de la aventura.
Si no queremos considerar al cuarteto de la banda de la tenaza como nadadores
“a través del mar ondulado de dunas petrificadas” que es su desierto amado
(p.384). Ese desierto al que otro de los miembros del cuarteto, Seldom Seen
Smith, considera su casa:
“Un verdadero patriota autóctono, Smith sólo jura lealtad a la tierra que conoce,
no a esa maraña de inmuebles, industria y población enjambrada,
formada por británicos y europeos desplazados y africanos desubicados,
conocida colectivamente como Estados Unidos.
Su lealtad desaparece fuera de las fronteras de la meseta del Colorado” (p.432).
Mas no por el hecho de que no existan nadadores en sentido estricto en este
extenso relato vamos a prescindir de recoger una muestra amplia de su prosa
jocosa y estupenda, y para esa muestra elegimos un momento de alta carga
erótica, el momento en el que el descomunal Hayduke – prisionero en Vietnam,
terminaron liberándole porque comía demasiado y en él el síndrome de
Estocolmo se manifestó sobre todo tras su vuelta a casa, considerado loco
peligroso - y la chica del cuarteto, Bonnie Abbzug, se convierten en amantes. El
fragmento (pp. 253-254) es, en verdad, antológico, significativo del tono
profundamente subversivo de todo el relato:
“En el lago Jacob viraron al sur por la carretera que terminaba
en el borde norte del Grand Canyon. Bonnie tenía amor y paisaje
y una cabaña entre los pinos en la mente; Hayduke, también un romántico
y un soñador, atestaba su cabeza de maquinaria masoquista, acero retorciéndose,
hierro en torsión, múltiples imágenes de lo que él llamaba ‘destrucción creativa’.
De un modo o de otro tenían que frenar sino parar del todo el avance
de la tecnocracia, el crecimiento del Crecimiento, la expansión de la ideología
de las células cancerígenas..
“-He jurado sobre el altar de Dios – mugió Hayduke contra el viento
(habían quitado la capota del jeep) medio cerrados los ojos, tratando de recordar
las palabras de Jefferson – hostilidad eterna contra cualquier puta forma
de tiranía – introduciendo una errata ligera pero entendible –
sobre la vida de un hombre.
“-¿Y qué pasa con la vida de la mujer? – gritó Abbzug.
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“-¡A follarla! – aulló Hayduke jocosamente - . Y a propósito…
Y a propósito – añadió, saliéndose de la autopista para ingresar en un estrecho
sendero en los bosques, bajo pinos y álamos que campanilleaban, lejos
de ojos indiscretos y hacia el borde de un prado soleado punteado
de estiércol de vaca -, vamos a ello.
“Detuvo el jeep, apagó el motor, se abalanzó sobre ella y la tiró sobre la hierba.
Ella se resistió con vigor, tirándole del pelo, desgarrándole la camisa,
tratando de interponer sus rodillas entre las piernas de él.
“-Vamos, puta –gritó –, voy follarte.
“-¿Sí? – dijo ella –. Inténtalo, bastardo degenerado.
“Rodaron y rodaron sobre la hierba del prado sucia de estiércol de vaca,
sobre las hojas caídas, sobre las aguas de pino, sobre las neuróticas hormigas
muertas de miedo.
“Casi se escapa. Pero él la atrapó, la puso en el suelo de nuevo, la sujetó
con sus grandes brazos, enterró sus ojos, su boca, su rostro en la fragancia
del pelo de ella, le mordió en el cogote, le hizo sangre, le mordisqueó
el lóbulo de la oreja…
“-Maldita puta gorda judía…
“-Cerdo pagano incircunciso…
“-Maldita puta…
“-Te echaron de la universidad. Parapléjico verbal. Veterano en paro.
“-Te quiero.
“-Eres malo en el Scrabble.
“-¡Basta ya!
“-Vale, así ya vale –pero ella estaba arriba-. Tu cabeza es una pila de caca de vaca,
lo sabes. No te importa. Por supuesto que no. De acuerdo. Vale. ¿Dónde está?
No puedo encontrarla. ¿Esto? ¿Te refieres a esto? Hola, Mami, ¿eres tú?
Soy Sylvia, sí. Óyeme, Mami, no voy a ser capaz de por Hanuka. Sí, eso es
lo que he dicho. Resulta que mi novio – te acuerdas de Ichabod Ignatz –
ha hecho estallar el aeropuerto. Es una especie de -¡ooooh!- maníaco…
“Él se la metió. Ella se la envainó. El viento soplaba a través de los pinos amarillos,
de los estremecidos álamos, las hojas danzando con un sonido
como de cascada pequeña. El discreto canto de los pajarillos, el ladrido
de un zorro gris, el lejano rumor de los neumáticos en la carretera asfaltada,
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todos esos sonidos moderados fueron barridos hacia el borde del mundo,
perdiéndose entre sus embestidas.
*
“Arriba y abajo, dentro y fuera del bosque y del prado, por pozos y cráteres
en la meseta calcárea (agujereada como una esponja con un sistema infinito
de cavernas), él pilotaba el jeep, hacia el sur, hacia la industria de la tala forestal,
con esperanza y temor. Ella iba apoyada sobre él,
el largo cabello ondeando como una bandera al viento.”
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