Las Escuelas de Promotores Voluntarios (EPV)

Transcripción

Las Escuelas de Promotores Voluntarios (EPV)
Asociación Nacional para el Fomento de la Agricultura Ecológica
ANAFAE
Las Escuelas de Promotores Voluntarios (EPV)
Una sistematización de la experiencia
Sistematizadores:
José Luis Espinoza M. • Werner Melara
Las Escuelas de Promotores Voluntarios (EPV)
Una sistematización de la experiencia
Asociación Nacional para el Fomento de la Agricultura Ecológica
ANAFAE
Las Escuelas de Promotores Voluntarios (EPV)
Una sistematización de la experiencia
Sistematizadores:
José Luis Espinoza M.
Werner Melara
© Asociación Nacional para el Fomento
de la Agricultura Ecológica (ANAFAE)
Apdo. postal 5090, Tegucigalpa, Honduras
Tel: 2230 7864
www.anafae.org
Primera edición: diciembre de 2013
Fotografías: archivo de la ANAFAE
Diseño e impresión:
Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, Honduras
Portada:
Bernilda Rivera, fiscal de ANAFAE, presidenta de ARCO y agroecóloga
comprometida con las EPV en Atima, Santa Bárbara.
Diseño:
Marianela González
Impreso y hecho en Honduras.
El contenido de esta publicación se puede citar y utilizar libremente,
siempre que se cite la fuente.
7
Índice
Introducción..........................................................9
Metodología......................................................10
El ser y quehacer de las EPV en Honduras.....11
¿Cómo funcionan las EPV?.................................11
Hitos de las EPV.................................................14
Los egresados de las EPV...................................16
La vida ha cambiado en Higuero Quemado.....31
La EPV le permitió descubrir sus capacidades...31
Los promotores voluntarios de la zona alta.......32
El Instituto San Pedro también promueve la
agroecología......................................................34
Ahora soy menos “quimiquero”.........................35
Testimonios de los principales actores
Nos habían dicho que aquí no se producían
plátanos… ¡nos engañaron!..............................37
Una familia agroecóloga...................................16
La EPV nos enseñó a prevenir para la vida......40
Una decisión vital...............................................21
Una universitaria que disfruta de su trabajo
en la finca familiar..............................................22
Una familia saludable.........................................22
Conclusiones........................................................43
Lecciones aprendidas..........................................45
El orgullo de no deber dinero..........................23
Recomendaciones.................................................46
No ha sido fácil, pero valió la pena.................26
Anexos....................................................................48
Una líder a toda prueba.....................................27
Aprendiendo a diversificar la agricultura...........28
No era cosa fácil.................................................29
El esfuerzo valía la pena.....................................29
Personas que aportaron en entrevistas,
diálogos y reuniones grupales...........................48
9
Introducción
L
El diploma de participación en las EPV ocupa un lugar destacado en los
hogares de los agroecólogos.
a ANAFAE ha desarrollado distintas metodologías
para continuar reproduciendo su enfoque de
agricultura ecológica, las cuales han significado intentos
diferentes, pero complementarios, para aliviar la
situación alimentaria de la población rural de Honduras.
Estas van desde las Escuelas de Campo (ECAS), los
Comités de Investigación Agrícola (CIAL), los Centros
de Enseñanza Aprendizaje (CEA) y la Estrategia de
Campesino a Campesino, hasta la experiencia que se
describe en esta publicación: las Escuelas de Promotores
Voluntarios (EPV).
Estas estrategias y metodologías tienen en común,
en primer lugar, que ninguna elimina la vigencia de la
otra; priorizan la necesidad de producir alimentos para
los seres humanos; recobran el primigenio sentido de
la agricultura —que es alimentar a las personas— y, al
mismo tiempo, rechazan la idea moderna de anteponer
la comercialización de productos a la satisfacción
primaria de quien los produce.
La organización católica alemana MISEREOR apoyó
el proceso de las EPV que implementó ANAFAE con
el concurso de varias organizaciones socias. Las tres
experiencias concluyeron en 2012, y 72 personas
concluyeron el proceso, que inicialmente contó con 90
participantes. Un poco más de un año después se están
desarrollando cinco nuevas EPV, como producto de las
réplicas que promueve la ANAFAE y que ejecutan los
Promotores Voluntarios (PV).
10
Cuando la ANAFAE decidió impulsar las Escuelas de
Promotores Voluntarios en 2009 —año en que se dio
el golpe de Estado—, la situación del país en el aspecto
alimentario no era muy distinta a la actual. Las primeras
EPV tardarían al menos dos años y medio para graduar
a los primeros promotores voluntarios; mientras,
la situación social caracterizada por el hambre, la
desnutrición y la malnutrición continuaría agravándose,
especialmente en el campo, donde 6 de cada 10
hondureños viven en situación de pobreza, y 3 de cada
10 sobreviven en la miseria.
En este documento se presenta un intento de
sistematización de la experiencia desarrollada por
ANAFAE y sus organizaciones miembros, durante dos
años y medio de trabajo para implementar las EPV.
No obstante, aquí no se hace una descripción detallada
de todos los acontecimientos que tuvieron lugar durante
el proceso, ya que el propósito principal es compartir los
testimonios de mujeres y hombres que han participado
directamente en esta experiencia de vida.
Por eso, luego de resumir el contenido conceptual
y técnico de las EPV, se describen los principales hitos
de la experiencia para después pasar a lo fundamental:
los testimonios de la gente. Finalmente, se presentan
conclusiones, lecciones aprendidas y recomendaciones
intentando, en todo momento, respetar los criterios
de los principales protagonistas de este esfuerzo de
sistematización: las y los promotores voluntarios.
Metodología
Para realizar esta sistematización se establecieron
acuerdos técnicos y metodológicos con el equipo de
trabajo de ANAFAE; posteriormente, se consensuó el
objetivo y el eje de la sistematización y se definieron los
informantes claves.
La reconstrucción histórica de la experiencia la
realizamos en dos momentos; el primero, en jornadas
de trabajo con Werner Melara y Octavio Sánchez,
técnico de las EPV y coordinador nacional de ANAFAE,
respectivamente, con quienes construimos los hitos
del proceso; y el segundo momento, en los tres grupos
focales desarrollados en San Nicolás, Santa Bárbara;
La Hoya, Olanchito, Yoro y en Malafalda, Tocoa, Colón,
donde pudimos identificar elementos históricos clave.
La revisión documental consistió en la lectura de
informes y otros documentos que ha generado el
equipo técnico nacional de ANAFAE, especialmente
la conceptualización teórica y testimonial que realizó
Werner Melara sobre las EPV.
El trabajo de campo se realizó utilizando la entrevista
y los grupos focales1 para levantar información de los
principales actores, las y los promotores voluntarios y,
en algunos casos, del personal de las organizaciones
miembros de ANAFAE, responsable de aplicar la
experiencia.
Las entrevistas se realizaron con preguntas abiertas
y se orientaron a profundizar las vivencias en los
momentos más importantes que se identificaron en la
reconstrucción histórica de las EPV.
Durante el proceso se visitaron parcelas
domésticas y fincas en los municipios de San Nicolás,
Yorito, Olanchito y Tocoa. Esto permitió al equipo
sistematizador recoger información de primera mano
y reconocer las experiencias en los lugares donde
tuvo lugar la puesta en práctica de las habilidades y
conocimientos adquiridos en las EPV.
1
Ver listado de informantes en anexo a este informe.
11
El ser y quehacer de las
EPV en Honduras2
La Escuela de Promotores Voluntarios (EPV) es
una metodología de enseñanza-aprendizaje en la que
los y las participantes se involucran activamente para
compartir experiencias metodológicas y tecnológicas
en un proceso de aprendizaje colectivo, utilizando
principios de la metodología constructivista.
Los temas que desarrolla la EPV se orientan al
fortalecimiento de capacidades para el desarrollo de
la agroecología en parcelas y comunidades, buscando
mejorar las condiciones de vida de las familias,
respetando la cultura y los conocimientos populares, y
protegiendo el ambiente.
Las EPV se han desarrollado en diferentes países;
en Honduras existe una iniciativa impulsada por la
Pastoral Social Caritas de Juticalpa, Olancho, que apoya
MISEREOR, y que ha servido de punto de partida para
las EPV impulsadas por la ANAFAE.
Las EPV buscan mejorar las condiciones de vida de las familias.
¿Cómo funcionan las EPV?
Antes de iniciar las escuelas, en una jornada de
socialización y concertación con los promotores se
2. Esta sección fue tomada de un trabajo inédito de Werner Melara,
técnico de ANAFAE.
12
definen, de manera participativa, los lineamientos y
principios generales que orientarán la EPV; esta es una
condición importante para alcanzar el éxito.
Estos principios se comparten, se analizan, y sus
contenidos se discuten con todos los promotores. Así,
desde el inicio, se establecen los acuerdos mínimos que
estarán presentes durante el desarrollo de la EPV.
A continuación se describen los principios de la EPV:
• Móvil (rotativa para promover el intercambio):
la EPV no tiene un espacio físico permanente.
El espacio lo constituyen las comunidades y el
territorio de donde provienen los participantes.
Cada módulo se desarrolla en una comunidad
diferente; de esta forma, los participantes se
movilizan en su territorio, conocen el contexto
en que vive cada uno de ellos, y establecen
redes sociales basadas en el compartir,
aprender juntos, conocer sus potencialidades y
limitaciones, la solidaridad y la amistad.
• Participativa: se busca, de manera intencionada,
que cada participante exprese y proponga ideas
en las capacitaciones y actividades, y que así
contribuya a definir los temas de interés de
acuerdo al módulo que se desarrollará.
Si uno de los participantes tiene experiencia en
alguno de los temas que se desarrollará, este
será el responsable de facilitar la práctica o
metodología que conoce. De esta forma refuerza
sus conocimientos y mejora la valoración de
sus habilidades y capacidades. Aquí se aplica el
principio “entre campesinos y campesinas, se
aprende mejor”. Además, los participantes son
responsables en su comunidad de la logística de
cada reunión o módulo de trabajo. Todos están
en la obligación de aportar. Una prohibición de
las EPV es no participar.
• Fundamentada en la agroecología: se busca,
de manera práctica, aplicar los principios
agroecológicos de la Red ANAFAE, los cuales
deben vivirse en los procesos para que,
posteriormente, cada persona se apropie y los
practique, especialmente en su parcela.
• Voluntariado: cada participante se compromete
a compartir con otras familias de su comunidad
—para lograr el efecto multiplicador— las
experiencias y conocimientos que adquiere
en la EPV; esto también se basa en el principio
“entre campesinos y campesinas, se aprende
mejor”. Los promotores apoyarán la formación
de nuevos promotores y líderes agroecológicos
en sus comunidades, con el fin de impulsar
procesos de trabajo en agroecología que tengan
un impacto más allá de la parcela.
• Compromiso (con el desarrollo personal y de las
comunidades): se busca que los participantes se
13
apropien y defiendan sus intereses, su cultura y
su territorio para mantener la dignidad de cada
persona, de sus familias y sus comunidades.
• Soberanía alimentaria (la comida es primero): se
debe tener claro que las personas y las familias
bien alimentadas tienen capacidad de hacer
mejores cosas; en la EPV se dice: “barriga llena…
corazón contento… y cabeza atenta”.
El enfoque del trabajo será la diversificación
productiva para garantizar la producción de
alimentos sanos para la familia, el rescate y
mejoramiento de las semillas campesinas, la
defensa y protección de los recursos naturales, el
territorio, las cuencas productoras de agua, y el
hábitat de las especies nativas.
• Papel facilitador de la organización
acompañante (apoyo puntual en campo): las
organizaciones involucradas deben asumir su
papel de facilitadoras. Las EPV se proponen
impulsar un proceso que apueste a la autonomía,
sostenibilidad, autogestión y dignificación de los
participantes, en la búsqueda de un pensamiento
liberador; es decir, que con los participantes
se deben construir procesos desde su propio
pensamiento, acompañados y apoyados por
facilitadores.
• Debe ser modular: la propuesta, basada en
experiencias anteriores, indica la conveniencia
de desarrollar reuniones de capacitación
en períodos de tiempo acordados con
los participantes, tomando en cuenta la
disponibilidad de recursos para cada módulo.
Por tanto, se desarrollan ocho módulos de
tres días de duración cada uno, con intervalos
de tres a cuatro meses. Los participantes se
comprometen a cumplir los compromisos
adquiridos en cada módulo, implementando
las prácticas en sus parcelas e incorporando a
nuevas familias en el proceso.
• Los módulos deben ser 70% prácticos y 30%
teóricos: es importante el valor que se le da
a la metodología de “aprender-haciendo”, ya
que de esta manera se aprende mejor desde
la perspectiva campesina. Cada módulo inicia
con una revisión del cumplimiento de los
compromisos adquiridos en el anterior, la
discusión de las nuevas prácticas o metodologías
a desarrollar y, ¡manos a la obra! A poner en
práctica lo discutido. Obras más que palabras.
• Consolidar una organización desde las bases:
el proceso de la EPV debe ir fortaleciendo la
visión de los participantes de crear grupos
organizados para fomentar el autoapoyo y
trascender del trabajo de las parcelas hasta el
manejo del territorio, con propuestas concretas
de desarrollo humano.
14
Hitos de las EPV
1. En 2008-2009 hay un primer esfuerzo por
introducir la metodología en las regiones.
Roduel Rodríguez estaba encargado de los
proyectos de MISEREOR, y dos personas
viajaron a Colombia para prepararse: Wilson
Muñoz de ADEPES y German Peralta de Popol
Nah Tum, acompañados de Roduel Rodríguez.
Allá conocieron los elementos básicos de
la metodología y a su regreso quisieron
implementarla, pero la iniciativa fracasó por falta
de interés individual y/o de las organizaciones.
2. En 2008 se incorporó Octavio Sánchez a la
coordinación de ANAFAE y Werner Melara al
equipo de trabajo; se reactiva la idea y consultan
con la Pastoral Social de Juticalpa, conocen la
experiencia del municipio de Campamento, y
conocen la metodología y los principios de las EPV.
3. MISEREOR recobra el interés en apoyar el
proceso de las EPV.
4. Entre finales de 2009 e inicios de 2010, la
iniciativa se presentó en las regiones y se
informó que Werner Melara acompañaría el
proceso. La primera que aceptó implementar las
EPV fue la región Centro Occidente, el sector de
Yorito, integrado por FIPAH, Instituto San Pedro
y Asocial Yorito. La segunda fue la región Norte:
Popol Nah Tum, APLA, CASM y FUCAGUA; la
mayoría de participantes fue de Popol Nah Tum
y APLA. La tercera fue la región Centro Occidente
5.
6.
7.
8.
(a), compuesta por PRR, ARCO, ASOCIALAYO,
ADASBA y Solidaridad, en La Paz.
A finales de 2009 se presentó el proyecto con
los tres actores (organizaciones miembros de
ANAFAE, líderes y equipo técnico de ANAFAE) y
se establecieron los compromisos de las partes.
A inicios de 2010, el equipo central definió
que, al igual que las EPV, existen otras
experiencias como los CIAL, los CEA y Campesino
y Campesino; en consecuencia, había que
enriquecer las EPV con lo aprendido de otros
procesos. Entre otros aspectos, se acordó
que estas debían ser autónomas, aunque
manteniendo algunos aspectos fundamentales,
como la agricultura ecológica.
En el tercer y cuarto módulo se hizo una
pausa en el proceso porque los técnicos
de las organizaciones miembros —que se
habían inscrito como participantes en las
EPV—, empezaron a retirarse; se revisaron
los compromisos pero no se cumplieron y,
finalmente, el equipo central de ANAFAE se
quedó atendiendo las EPV. Como consecuencia,
los participantes adquirieron mayores
capacidades y se empoderaron para organizar
directamente los módulos.
La graduación, en 2012, fue un hito importante;
estuvieron presentes los familiares, se
presentó la relación histórica del proceso,
se retroalimentaron los aprendizajes, y cada
participante recibió una camiseta de promotor.
15
Hitos del proceso de las EPV
Introducción de la metodología
de las EPV
Preparación de personal en
Colombia
Primer intento de implementación
y fracaso
Esto ha dado lugar al establecimiento de nuevas
relaciones entre los egresados y egresadas.
9. En 2012, en una reunión de egresados
(representantes de las tres directivas) en El
Progreso, se determinó que ANAFAE gestionara
recursos para implementar los cambios que la
gente requiere.
EPV
Región Centro Occidente
Sector
Yorito
Asociación de CIAL de Yorito (Asocial Yorito);
Fundación para la Investigación Participativa con
Agricultores de Honduras
(FIPAH);
Instituto San Pedro (ISP).
PRR
Programa de Reconstrucción Rural (PRR);
Asociación Regional de
Comunidades Organizadas
(ARCO);
Asociación de CIAL del Lago
de Yojoa (ASOCIALAYO);
Asociación de Desarrollo
del Área de Santa Bárbara
(ADASBA);
Asociación Solidaridad
(AS).
Segundo intento. Octavio Sánchez y Werner Melara
examinan experiencia de Olancho
Segundo intento de implementación.
MISEREOR apoya los tres sectores
Se define el proceso de EPV
como autónomo
Retiro de los técnicos de las OM,
incremento de participación de campesinos
Región Norte
Graduación de los primeros
72 egresados de las EPV
Organización de distintos colectivos
de EPV y réplicas
Organizaciones ejecutoras
Fundación Popol Nah Tun
(FPNT);
Asociación de Productores
en Ladera ( APLA);
Comité de Acción Social
Menonita ( CASM);
Fundación Calentura Guaimoreto (FUCAGUA).
16
Los egresados de las EPV
Fe, trabajo y esperanzas para el futuro
Organizaciones participantes:
Programa de Reconstrucción Social, Asociación Rural
de Comunidades Organizadas, Asociación de Ciales
del Lago de Yojoa, Asociación de Desarrollo Área de
Santa Bárbara.
Período comprendido de:
Febrero de 2010-mayo de 2012
Promotores graduados:
1. Clemente Enamorado
2. Santano Guzmán
3. Vicente Enamorado
4. Víctor Rosales
5. Erik Mario Lobo
6. Fernando Mejía
7. Oscar Chávez
8. Reinaldo Castillo
9. Adrián Muñoz
10.Erín Castillo
11.Manuel Meléndez
12.Marvin García
13.Hilario Hernández
14.Wilson Perdomo
15.Humberto Perdomo
16.Manuel Rodríguez
17.Domingo Reyes
18.Rolando Rodríguez
19.Concepción Romero
20.Allan Castillo
21.Omar Perdomo
22.Kerlin Perdomo
23.Grevis Mejía
24.Paulino Márquez
25.Bernardino López
26.Santos Pineda
27.Santos Adán Sevilla
Escuela de Promotores Voluntarios en Santa Bárbara.
17
Luis Alonso Meza
Organizaciones participantes:
Fundación para la Investigación Participativa con
Agricultores de Honduras, Asociación de Ciales de
Yorito e Instituto San Pedro.
Período comprendido de:
Noviembre de 2009-enero de 2012
Promotores graduados:
1. Blanca Olga Gutiérrez
2. Joba Yamileth Pérez
3. Juana Hernández
4. Max Isaula
5. Adán Bustillo
6. Yovany González
7. Luis Jeremías Castro
8. José Pablo Gómez
9. Wilmer Ramírez
10.Miguel Alberto
Velásquez
11.Mario Pineda
12.Marco Tulio Corea
13.Reinerio Gutiérrez
14.Jesús Garay
15.Germán Finlánder
16.Ramón de Jesús Corea
17.Simón Pedro Corea
18.Jorge Irene Banegas
19.Selvin Javier Hernández
Escuela de Promotores y Promotoras Voluntarios en Yorito.
18
Organizaciones participantes:
Fundación Popol Nah Tun y Asociación de
Productores en Ladera.
Período comprendido de:
Noviembre de 2009-mayo de 2012
Promotores graduados:
1. María Arcadia Padilla
2. Rosa Angélica Yanes
3. Doris Marlen Rosales
4. Víctor Ayala García
5. Neris David Orellana
6. Richarson Portales
7. Segundo Orellana
8. Jorge Alfredo Ayala
9. Juan García Membreño
10.Santos Danilo Mejía
11.Feliciano Hernández
12.Rosendo Matute
13.Higinio García
14.Coronado Díaz
15.Selvin Antonio Bustillo
16.Raúl Sevilla
17.Pedro Rivera Vásquez
18.Rosel Alberto Chirinos
19.Renán Tejeda
20.Francisco Martínez
21.Martín Zavala
22.Evelio García
23.Francisco Cáceres
24.Magno López
25.Herminio Díaz
26.Alejo Maradiaga
27.Reimundo Padilla
28.Jorge Enrique García
Escuela de Promotores Voluntarios de la Costa Norte.
19
Testimonios de los
principales actores
21
Una familia
agroecóloga
Una decisión vital
El momento más importante de todo el
proceso de las EPV fue cuando me invitaron a
compartir mis conocimientos en conservación
de suelos con un grupo de jóvenes y adultos de
Centroamérica, allá en Santa Lucía.
Rolando Rodríguez Medina (19 años),
agroecólogo egresado de la EPV de ANAFAE
Rolando y Orlando en la recién iniciada finca del primero.
Desde temprana edad, Rolando decidió que la
agricultura era lo suyo; sembró el primer árbol de
marañón a los cinco años, y ese árbol es testigo del
amor que este joven siente por la aldea que lo vio nacer:
San Manuel del Triunfo, municipio de San Nicolás, Santa
Bárbara, en el noroccidente de Honduras.
En 2012 sus padres, Orlando y Lucila, le dijeron
a Rolando que lo apoyarían para que finalizara sus
estudios de secundaria, y decidieron que ingresaría a
un instituto de agronomía del municipio de Macuelizo,
Santa Bárbara. Rolando se matriculó, pero abandonó el
instituto a las dos semanas. Entonces decidió tomarse la
agricultura “por asalto”.
22
Con una seriedad poco usual en alguien de su edad,
Rolando señaló que no le fue difícil decidirlo, pues ha
sido testigo de cosas muy concretas: “comenzamos a
recuperar parcelas de tierra que se encontraban en
completo abandono… uno trabaja y mira los frutos y
siente que hay mucho impacto en la familia”.
Una universitaria que disfruta de su trabajo
en la finca familiar
Cuando Marielena Rodríguez —hermana de
Rolando— se graduó de maestra de educación primaria
y comenzó a estudiar en la universidad, no se imaginó
que disfrutaría tanto al volver a trabajar en una de las
tres parcelas que su familia cultiva en San Nicolás.
Las dificultades económicas le han impedido continuar
sus estudios universitarios3, por lo que ella ahora
combina el trabajo de embolsar tierra para plantas
de café en la finca familiar, con sus actividades de
voluntaria en la biblioteca, y colaboradora del centro
de salud local de San Manuel, donde participa
como encuestadora en un estudio sobre la situación
epidemiológica.
Marielena espera un día reanudar sus estudios de
Ciencias Naturales en la Universidad a Distancia, pero
no se desespera, porque a ella le agrada el trabajo de
agricultura ecológica y la convivencia con sus ocho
hermanos, y con Orlando y Lucila, sus padres.
3. Aunque la Constitución dice que la educación es gratuita en Honduras,
a Marielena los estudios le cuestan unos 5,500 lempiras mensuales, pues
tiene que comprar libros y gastar en transporte, hospedaje y alimentación
para ir a la ciudad de Santa Rosa de Copán tres veces al mes.
Marielena, la universitaria de la familia Rodríguez, sigue siendo agroecóloga.
Por otra parte, ella no piensa volver a residir en un
lugar tan urbanizado como San Pedro Sula, ya que tuvo
una experiencia muy negativa. Cuando residía en casa de
un familiar, en menos de dos meses la asaltaron en dos
ocasiones. Esta experiencia la convenció de volver a casa
e incorporarse a las labores agrícolas familiares, donde se
siente totalmente una familia saludable y segura.
Una familia saludable
Lucila, la madre de Marielena, destaca el aporte a
la salud familiar del modo de producción y consumo
que practican. La ausencia de agrotóxicos los mantiene
23
El orgullo
de no deber dinero
De la Escuela de Promotores Voluntarios he
aprendido que todos los cultivos ayudan, la cría
de animales ayuda…
hasta las lombrices también ayudan.
Don Domingo
La familia Rodríguez es muy saludable.
sanos, y no consumen refrescos de cola; solo toman
frescos de las frutas que cultivan en las parcelas.
En el centro de salud local no existen expedientes
de la familia Rodríguez porque casi nunca se enferman;
así lo asegura Marielena, quien es voluntaria de salud.
“¿De qué sirve que tengamos una cuenta en el banco si
mis hijos están enfermos?... ¡quien se lucraría sería el
médico!” —concluye Orlando, el padre de esta familia
agroecóloga.
Domingo Reyes vive en la aldea Cruz Grande, en el
municipio de San Nicolás, Santa Bárbara; tiene 67 años,
pero su contextura lo hace parecer mucho más joven;
con su esposa Gregoria (60) procrearon ocho hijos y
ahora tienen 16 nietos.
Tiene una parcela de aproximadamente 20 tareas (1.5
manzanas), donde empezó a trabajar con un grupo que él
formó; son doce personas, la mayoría familiares que viven
en el mismo caserío, aunque don Domingo señala que
quienes realmente trabajan son ocho personas.
En la parcela puede verse una huerta de 110 matas
de plátano que sembraron en septiembre de 2012. En la
EPV don Domingo aprendió a utilizar insumos orgánicos
o naturales para aplicar en las plantas; él señala que lo
que más ha utilizado es el té de azufre, que sirve para
evitar las plagas, y el forefun4, que combate el picudo y
la mosca blanca.
4. Compuesto que preparan los PV. Ellos le llaman forefun, una
abreviatura de foliar, repelente y fungicida.
24
Don Domingo ya conocía muchos aspectos sobre
la conservación de suelos; los aprendió con la Iglesia
católica en Atima y en San Luis pero, con todo y su
aprendizaje previo, del programa de las EPV le llamó
mucho la atención el taller sobre injertación y el taller
de conservación de suelos.
Él dedica bastante tiempo a ambas parcelas: la
propia que rodea su casa, y la colectiva que se encuentra
a unos 400 metros. Lo único que lamenta don Domingo
es que durante la época lluviosa es muy difícil transitar
por las parcelas, debido a la gran cantidad de lodo que
se forma.
Domingo Reyes en la finca colectiva de su grupo de agroecólogos.
Don Domingo pertenece a una tienda comunitaria,
una especie de cooperativa que adquiere productos
de primera necesidad para comercializarlos entre sus
miembros y la población en general. Esta iniciativa se
organizó hace 14 años, con el apoyo de la Asociación
Regional de Comunidades Organizadas (ARCO). Con las
utilidades de la tienda comunitaria se adquirió la parcela
donde funciona la EPV, a un costo de 25 mil lempiras.
La tienda comunitaria también tiene el propósito de
vender los excedentes de producción de los agricultores;
por ejemplo doña Gregoria, la esposa de don Domingo,
es la principal abastecedora de diversos tipos de pan
que se venden en la tienda.
Cuando adquirieron la parcela, ARCO contribuyó con
un técnico, Francisco Solano, quien les ayudó a empezar
los trabajos agrícolas. Al principio sembraron hortalizas
con la intención de participar en la feria de agricultores
que funciona en San Nicolás desde hace cinco años; esto
iba muy bien, hasta que la plaga denominada “mosca
blanca” destruyó las hortalizas. Afortunadamente, hoy
saben cómo combatir esta plaga y, de nuevo, la familia
de don Domingo participa cada sábado, desde las seis
de la mañana, en la feria de agricultores de San Nicolás.
Don Domingo cuenta que cuando él y doña Gregoria
llegan a la feria a vender yuca, plátanos y ayotes,
siempre hay una que otra persona que intenta burlarse
de ellos cuando ven sus productos sencillos como
flores, acelga, apio, etc. Pero, mientras esas personas
se ríen, don Domingo les dice que él no debe nada ni
25
le quita prestado a nadie. Para entender la reacción
de don Domingo, vale aclarar que la mayoría de los
comerciantes, que no son productores, trabajan con
base en distintas formas de crédito.
Él piensa que su aprendizaje más importante —
por el impacto ocasionado en la familia—, ha sido la
diversificación de su finca. Hace poco tiempo dio por
terminada una plantación de café para poder diversificar
su parcela. Él opina que uno de los graves problemas
del municipio de San Nicolás es que existen demasiados
productores de café, y que han fracasado por problemas
como la roya.
Cuando don Domingo nos dio esta entrevista, la
mayoría de los productores de café estaban retirando
un préstamo del Instituto Hondureño del Café (IHCAFE)
para combatir la roya y resembrar, pero él no necesitó
el préstamo, porque no está atenido a ese rubro de
producción. Don Domingo manifiesta que el café es
un buen negocio para los compradores, pero deja muy
poco a los productores.
Doña Gregoria y su compañero don Domingo.
26
No ha sido fácil, pero
valió la pena
E
Blanca y Manuel, líderes de Monte Galán.
l día que llegamos a la vivienda de Blanquita,
una señora de 46 años, ella nos mostró, con gran
satisfacción, los materiales que servirían para instalar
la energía eléctrica en su casa, ubicada en la aldea
Monte Galán, municipio de Sulaco, departamento de
Yoro. Finalmente, la electricidad será una realidad,
gracias a la gestión que las y los líderes de la comunidad
realizaron meses atrás, aprovechando la coyuntura
electoral. En esta época, los funcionarios públicos
“se ponen un poco blanditos” y suelen complacer, en
parte, las demandas sociales de las comunidades para
que estas los favorezcan con su voto y les permitan
seguir gobernando por cuatro años más, ya sea como
diputados o como alcaldes.
Manuel de Jesús Hernández tiene 56 años y es el
compañero de Blanca Olga Gutiérrez; luce muy cansado
por una afección cardiaca que lo imposibilita para
realizar esfuerzo físico pero, aun así, manifiesta estar
agradecido con la familia que tiene y con los bienes que
posee.
Manuel nos relató que estuvo participando, al igual
que Blanquita, en la Escuela de Promotores Voluntarios
que comenzó en 2009 y concluyó a principios de 2012;
recuerda que aprendieron mucho sobre agricultura
27
orgánica y agricultura sostenible, en especial cómo
cultivar en laderas, esas tierras inclinadas que, por
lo general, es la única alternativa de siembra para el
campesinado de Honduras.
Esta pareja ha invertido todos sus esfuerzos en
apoyar la educación de sus hijos e hijas; es así como
tienen dos bachilleres, una maestra de educación
primaria y tres estudiantes: dos de bachillerato y una de
noveno grado. Para el promedio rural, esta familia ha
tenido éxito en el aspecto educativo.
Una líder a toda prueba
Blanquita en la parcela que ronda su casa.
Blanca y Manuel procrearon siete hijos e hijas,
cuatro mujeres y tres varones que oscilan entre los
15 y 30 años de edad. Cuatro “viven aparte”—señala
Blanquita—, pues dos mujeres y dos varones ya tienen
familia y viven en otras viviendas. En casa aún quedan
tres hijas.
Blanquita ha hecho historia como miembro de
los Comités de Investigación Agrícola Local (CIAL)5, y
actualmente es miembro del CIAL de la aldea de Monte
Galán, su terruño, que se formó en 2006. También es
vocal de la zona del municipio de Sulaco (Zonal Sulaco).
Los CIAL de tres municipios, Sulaco, Yorito y Victoria,
conforman una organización de investigadores agrícolas
denominada Asocial Yorito; doña Blanquita formó parte
de la junta directiva durante dos años, prestando sus
servicios voluntarios como secretaria de la organización.
Además de contribuir con los trabajos de la FIPAH,
ella ha sido una de las principales promotoras de la
construcción de 45 viviendas que beneficiaron a igual
número de familias en las comunidades de El Chagüitío
y Monte Galán. Por otra parte, ha impulsado los trabajos
de letrinización y huertos escolares como parte del
5. Los CIAL es una modalidad metodológica adoptada por la Fundación
para la Investigación Participativa con Agricultores de Honduras (FIPAH),
una ONG miembro de ANAFAE; se trata de comités comunitarios que,
acompañados de un grupo de colaboradores, generan o adaptan tecnologías
apropiadas a las condiciones locales.
28
trabajo de las mesas ciudadanas para la seguridad
alimentaria que, desde hace algunos años, impulsa la
Fundación Ayuda en Acción (AeA).
Blanquita atribuye el éxito de su labor a tres
elementos: 1. Mantenerse organizados, 2. Poner en
práctica lo aprendido y, 3. Tener voluntad de hacer las
cosas.
Ella recomienda a sus amigos y amigas,
especialmente a quienes han egresado de las EPV,
que pongan en práctica lo aprendido; les dice que
es necesario que miren crecer sus fincas, que se
diversifiquen y se alimenten de ellas. Deben replicar
lo aprendido en los módulos porque, si no lo hacen,
“entrarán en desánimo”.
Uno de los últimos logros de la comunidad de Monte
Galán es la construcción de un tanque de ferrocemento6,
que se construyó con la ayuda de ANAFAE. Esta labor
contó con el apoyo decidido de las ocho personas
miembros del CIAL y, por supuesto, con el liderazgo de
Blanquita.
Aprendiendo a diversificar la agricultura
La cardiopatía reumática que padece Manuel ha
hecho que Blanquita se apropie de las actividades
agrícolas del hogar; recientemente, contrató a dos
6. Los tanques de ferrocemento son una modalidad de construcción
de tanques de agua mediante el ejercicio participativo de la comunidad.
La ANAFAE ha impulsado la construcción de estas soluciones para riego
agrícola. Para más información, véase: www.anafae.org
personas para que le ayudaran a sembrar 30 libras de
maíz y 50 libras de frijoles en una manzana de tierra y,
además, continúa diversificando la parcela que rodea su
casa, que es una ladera con inclinaciones de 30 grados.
En la pequeña parcela de Blanca y Manuel se
identifican, al menos, 44 variedades de plantas que
contribuyen a la economía familiar.
Frutales
Maderables Medicinales
Verdura
Otros
Mango
Cedro
Valeriana
Apio
Frijol
Piña
Jocomico
Sábila
Culantro
fino
Maíz
Aguacate
Caoba
Canela
Culantro
de pata
Frijol
gandul
Papaya
Roble
Jengibre
Achiote
Caña
Guineo
Limón
Malanga
Café
Zapote
Eneldo
Camote
Trigo
Ciruela
Alcanfor
Pataste
Avena
Mora
Ruda
Yuca
Naranja
Ayote
Maracuyá
Plátano
Uva
silvestre
Manzana
Chata
Nance
Melocotón
15
4
8
10
7
29
No era cosa fácil
Durante tres días, cada dos o tres meses, Blanca se
ausentaba de casa para irse con los de ANAFAE. “Nos
hacía falta porque ella es la mujer de la casa, pero todos
estábamos conscientes de que el nuevo aprendizaje de
Blanca era muy importante” —subraya don Manuel.
Blanquita —que está de acuerdo con las palabras de
Manuel—, agrega que durante esos días su compañero
y sus hijos “se quedaban solos”. Esa es la mirada que ella
tiene de la soledad: se quedaban solos porque ella no
estaba.
Una de las hijas de la pareja, Reyna Verónica,
cuando tenía 19 años acompañó a Blanquita al taller
de transformación de alimentos y, desde entonces, ella
desea participar en la próxima EPV. Blanca manifiesta
que no es fácil concluir todo el proceso; ellos estuvieron
casi tres años en teoría y práctica, hasta que sus parcelas
y los demás aspectos de sus vidas empezaron a reflejar
los conocimientos adquiridos.
Blanquita relató que 30 promotores voluntarios
comenzaron los módulos que incluye el proceso de
aprendizaje en la EPV, pero al final quedaron 23. Y es
que “no es nada fácil”, especialmente para las mujeres,
que tienen que ausentarse de la casa por tres días; les
resulta difícil convencer a las familias, especialmente
a los varones, de que en esos días tendrán que valerse
por sí mismos para alimentarse. Es muy conocido el
hecho de que, especialmente en el medio rural, solo
las mujeres se encargan de preparar los alimentos de la
familia.
El esfuerzo valía la pena
El trigo y la cebada son parte de los nuevos cultivos.
No obstante que anteriormente Blanca y Manuel
recibieron alguna formación en agricultura sostenible
con la Iglesia católica de El Progreso, al concluir
la EPV comenzaron a poner en práctica muchos
conocimientos: injertaron plantas, sembraron plátanos,
implementaron su vivero de café, etc. También
generaron ingresos adicionales mediante la preparación
30
y comercialización del M5, un foliar que se elabora con
diversos componentes7 y sirve como fertilizante y como
insecticida repelente. Hace un año que no comercializan
este producto pero, anteriormente, el CIAL de Monte
Galán enviaba 100 litros a la ASOCIAL Yorito, que les
pagaba siete lempiras por litro, y lo comercializaba
con otros CIAL a 10 lempiras el litro. Otros grupos de
promotores voluntarios también preparaban MM8 y
sulfocalcio9.
7. El M5 se elabora con plantas aromáticas, ajo, cebolla, jengibre,
manzanilla, melaza, estiércol de ganado, suero de leche, vinagre, etc.
Generalmente se utiliza como fertilizante líquido natural y como insecticida
repelente.
8. MM es un foliar que se prepara con afrecho, hojarasca en proceso de
descomposición y melaza; se puede utilizar en estado líquido o sólido. Sirve
para fumigar las plantas y contribuye a mejorar el follaje y hace crecer las
plantas con más vigor.
9. El sulfocalcio es un preparado a base de azufre y cal; se utiliza como
insecticida, fungicida y acaricida.
Un joven investigador agrícola
Selvin, un joven de 27 años, hijo de Blanca y
Manuel, también participó en la EPV y ha puesto
en práctica el manejo de rastrojos, la diversidad de
cultivos y el proyecto de gallinas. Él es un investigador
agrícola que pertenece a un comité de semillas de
la Asocial Yorito y de la FIPAH; actualmente investiga
sobre la “mancha angular”, una condición por la cual
un frijolar enfermo puede enfermar a otro sano.
Selvin afirma que, aunque los módulos de la EPV
fueron impartidos rápidamente, ahora siente que le
sirven, pues tiene tiempo para experimentar poco a
poco lo aprendido. Por ejemplo, ha experimentado
con el sulfocalcio para combatir “la mancha de
asfalto”. Además, antes no sabía identificar plagas en
los cultivos, como la mosca blanca y otras, pero ahora
sí lo sabe.
En la aldea de Monte Galán, ubicada a 1300
metros de altura, Selvin tiene un vivero de café
orgánico y muy pronto comenzará la siembra directa.
Como parte de la diversificación, ya produjo plátanos
que vendió en Sulaco a 1.5 lempiras (7 centavos de
dólares) la unidad.
31
La vida ha cambiado en
Higuero Quemado10
P
ara llegar a Higuero Quemado —un caserío11 en
cuyas fincas se advierte fácilmente el cultivo de
café—, prácticamente hubo que “escalar” desde Yorito,
con un vehículo todo terreno, por un poco más de 90
minutos. En este lugar funciona un grupo de egresados
de las Escuelas de Promotores Voluntarios, que también
forman parte de los CIAL que impulsa la FIPAH; estos
CIAL se han organizado con la Asocial Yorito.
La EPV le permitió descubrir sus
capacidades
Jova y sus hijas Astrid y Lizeth.
Joba Yamileth Pérez es una madre soltera de dos
niñas: Astrid, de 10 años, y Lizeth de 8 años; vive con sus
padres en Higuero Quemado, y es la única mujer de esta
zona que ostenta con orgullo un diploma de Promotora
Voluntaria.
Asistir a la EPV siempre significó un sacrificio para
Jova, sobre todo porque tenía que dejar a sus hijas
durante tres días cada vez que era convocada a un
10. Higuero Quemado es uno de los 89 caseríos del municipio de Yorito,
en el departamento de Yoro, en la parte central de Honduras.
11. El caserío es la unidad territorial más pequeña en el escenario
hondureño; le siguen la aldea, el municipio y el departamento.
32
módulo de formación durante los dos años y medio que
duró el proceso.
Después de graduarse en enero de 2012, Jova y
sus demás compañeros de la EPV se organizaron e
hicieron un fondo común para sus actividades como
promotores voluntarios. Desde entonces, cada vez que
se reúnen hablan de sus iniciativas, hacen alguna labor
de capacitación o ayuda agroecológica en alguna nueva
parcela, y celebran con un convivio12.
Últimamente no han realizado reuniones, porque
entre los miembros se han hecho préstamos y han
agotado el capital; sin embargo, dentro de muy poco lo
recuperarán, porque tendrán ingresos por la venta del
café. Esto les permitirá reunirse de nuevo y realizar sus
acostumbrados trabajos como PV.
A sus 32 años, Joba es una de las personas con
más escolaridad entre las y los PV, puesto que tuvo
la oportunidad cursar hasta el décimo grado; o sea,
primero de bachillerato. Ella afirma que esos años
fueron buenos, pero que no se comparan con lo que la
EPV le ha dado; ahora se valora mucho más a sí misma,
pues la EPV le ha permitido descubrir sus capacidades.
Además, sus niñas se alimentan mejor y más sabroso.
Joba genera ingresos adicionales mediante la
elaboración de nacatamales, pan de guineo, salsa de
tomate, cocoa, etc., que aprendió a hacer cuando
12. El grupo de PV de Higuero Quemado ha realizado réplicas de
concentrado de animales y de género con otras personas que no lograron
ingresar a la EPV.
participó en el módulo de preparación de alimentos de
las EPV. También es socia de una tostadora de café, así
que ella corta y fertiliza en la finca de la familia.
Aquí, en la parte más alta de la montaña, se
encuentra un tanque de ferrocemento que construyó la
comunidad con la ayuda de ANAFAE y la solidaridad de
Bernilda, una agroecóloga de San Nicolás, Santa Bárbara,
que pertenece a la ARCO.
Los técnicos de ANAFAE contaron que, durante tres
días, la comunidad ayudó a construir el tanque y todo el
sistema de conducción que, finalmente, llevó el agua al
centro del caserío. Los promotores de ANAFAE pensaron
que el agua serviría para que la comunidad irrigara
las parcelas biodiversas, pero en esta oportunidad
los pobladores decidieron que, en primer lugar, se
necesitaba el agua para consumo humano.
Los promotores voluntarios de la zona alta
Ramón de Jesús y Pedro Simón Pérez son parte del
CIAL de Higuero Quemado, en la zona alta del municipio
de Yorito; Ramón es el encargado de los diez promotores
voluntarios de este CIAL, que se reúnen el primer
domingo de cada mes para mantenerse organizados,
hacer actividades para reunir fondos y replicar los
conocimientos y habilidades adquiridas en las EPV.
Ramón tiene 41 años y, junto a su esposa de 34, han
procreado tres hijos que ahora tienen 10, 7 y 2 años.
Eventualmente, Ramón se dedica a varias actividades
33
que le generan ingresos extra; le gusta el comercio, así
que compra y vende café, también adquiere ropa para
la reventa, pero su principal actividad es la agricultura.
Desde que participó en la EPV, Ramón desarrolló
experiencia en el manejo de plagas y enfermedades de
las plantas, aunque él también valora los conocimientos
adquiridos en abonos orgánicos y en equidad de género.
Ramón de Jesús Pérez, en la comunidad de Higuero Quemado.
La familia de Ramón dice que la producción ha
mejorado; ya no pierde la cosecha porque detecta a
tiempo las enfermedades de las plantas, y esto le ha
permitido, en gran parte, asegurar su alimentación.
Pedro, por su parte, tiene 28 años y estudia el
noveno grado en el Instituto Hondureño de Educación
por Radio (IHER); con su esposa, de 20 años, tienen un
hijo de 18 meses.
Pedro tiene tres manzanas de café pero, además,
mantiene una finca biodiversa en la que se observan
especies maderables como cedro, caoba, guachipilín
y guama; una variedad de frutales como manzana,
durazno, naranja y aguacate, y plantas medicinales
como canela, eucalipto y otras. Y, por supuesto, también
tiene una manzana que la dedica a la siembra de maíz y
frijoles en asocio.
Pedro, al igual que varios miembros de su
comunidad, participó en la Escuela de Promotores
Voluntarios, donde desarrolló habilidades para la
conservación de suelos, incorporando barreras vivas,
acequias, curvas a nivel, etc. Según él, todo esto ha
sido importante porque le ha ayudado a la producción
biodiversa de la finca; pero, quizás lo más importante,
es que él no ha podido olvidar la hermandad y los
conocimientos aprendidos de otras personas con
quienes convivió por más de dos años.
En resumen, Pedro señala que ahora cuenta con
suelos más fértiles y sanos, pero es muy enfático al
afirmar que el mejor efecto de sus aprendizajes en la
EPV es que ahora tiene una familia mejor organizada y
sabe administrar los recursos de todo tipo.
34
El Instituto San Pedro también promueve la
agroecología
Glenda Mercedes Martínez es una maestra
del Instituto San Pedro (ISP), un centro público de
segunda enseñanza del municipio de Yorito13; ella es
la coordinadora del Bachillerato en Ecología y Medio
Ambiente14 y la jefe del laboratorio de Ciencias. Su
relación con ANAFAE nació hace varios años, cuando
comenzó a participar en la Regional Centro Occidente en
representación del ISP.
Glenda ha impulsado las réplicas de los módulos de
las EPV, después de que los también maestros del ISP,
Mario Pineda y Marco Tulio Corea, participaron en la
EPV. Juntos formaron un equipo que comenzó a realizar
talleres y otras actividades orientadas a promover la
agroecología en dos modalidades: en el ISP y a nivel
externo, con aproximadamente 40 muchachos de los
CIAL de las aldeas del municipio.
13. En el Instituto San Pedro se imparten cuatro bachilleratos y hay una
población estudiantil de 450 alumnos, de los cuales 66 cursan el Bachillerato
en Ecología y Medio Ambiente. Una vez egresados, estos jóvenes
usualmente trabajan para la Secretaría de Salud, la FIPAH o la Agencia de
las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Otros se
dedican a impulsar sus propias parcelas y otros continúan sus estudios en
la Universidad Nacional de Agricultura (UNA) de Catacamas, en el oriental
departamento de Olancho.
14. Con insatisfacción, Glenda comentó que en la nueva Ley de
educación este bachillerato ya no tendrá ese nombre, sino que pasa a ser
parte de los “bachilleratos ambientalistas”, algo que todavía no está claro ni
en su forma ni en su contenido.
La maestra Glenda Martínez en su cubículo del Instituto San Pedro.
La tripleta desarrolló varios eventos de agroecología;
entre estos destacan los de elaboración de insecticidas
orgánicos, preparación de abono, laboratorios de suelo
y obras de construcción de suelos. Todos estos eventos
se desarrollaron con fondos que recaudaron los mismos
maestros y la colaboración de los participantes.
Glenda —que es una autoridad en su campo y es
egresada de Ciencias Ambientales de la Universidad
Católica de Honduras (UNICAH)— manifiesta que la
metodología implementada por ANAFAE en las EPV
es muy pertinente para la juventud que gusta de la
agricultura; es sumamente flexible, y esto es muy
apreciado por las y los jóvenes con quienes trabaja.
35
Ella piensa que los jóvenes que han participado en la
Escuelas de Campo (ECAS) y las EPV no tienen nada que
envidiar a los técnicos tradicionales de las instituciones;
por el contrario, los agroecólogos tienen mayor cercanía
y empatía con las necesidades de la gente.
Ahora soy menos “quimiquero”
Mario Pineda nació en la aldea El Destino, municipio
de Yoro; está casado y tiene una niña de 3 años. Es
un agrónomo egresado de la Universidad Nacional de
Agricultura (UNA), estudia la carrera de Letras en la
Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en la modalidad
a distancia, e imparte clases en el Instituto San Pedro.
Mario mantiene frescos los recuerdos de
su aprendizaje en las EPV, especialmente en el
procesamiento de frutas, el manejo de especies
menores y en equidad de género. Él no se aferró a su
condición de maestro y agrónomo, y se involucró en
la EPV “Luis Alonzo Meza”15, en la que participaron
campesinos y campesinas de los municipios de Sulaco y
Yorito.
Mario y sus amigos del ISP han realizado réplicas de
lo aprendido en la EPV con sus alumnos, especialmente
con los 30 jóvenes a quienes imparten las asignaturas
de agroecología. En el ISP han desarrollado los talleres
de transformación de alimentos, conservación de suelos
15. Esta EPV del Centro Occidente se denominó así en memoria del
señor Luis Alonzo Meza, un agroecólogo ya fallecido, que solía afirmar que la
soberanía alimentaria consistía en “comer lo que se quiere, cuando se quiere
y como se quiere”.
y de equidad de género, pero también capacitan a una
gran cantidad de jóvenes del municipio de Yorito.
Este joven agrónomo no se imaginó que a los 31
años estaría enseñando agricultura ecológica en el
mismo instituto donde recibió su título de Bachiller
en Agroecología. Mario no se contentó con su título
universitario, sino que regresó en 2008 al ISP para
devolver sus conocimientos. En 2009 se interesó por los
conocimientos que ANAFAE socializaría en la EPV, y así
se ha ido involucrando cada día más.
El profesor Mario Pineda, agrónomo y agroecólogo.
36
Él forma parte del grupo de promotores voluntarios
que se reúne una vez al mes en la zona alta de
Higuero Quemado, para mantenerse unido y replicar
lo aprendido. Una de las iniciativas que ha surgido de
estas reuniones, y en la que Mario y sus amigos están
trabajando, es organizar una caja rural.
Mario define así la utilidad personal que ha obtenido
de esta experiencia: “soy menos quimiquero”16; él tiene
una finca en la cual aplica los conocimientos aprendidos,
y percibe avances sustantivos en la conservación de
suelos y en la fertilidad. Mario también valora mucho
el hecho de haber logrado mejorar su consumo de
alimentos, a partir de las orientaciones obtenidas en la
EPV.
16. En alusión al uso continuado de químicos comerciales en la
agricultura.
37
Nos habían dicho que
aquí no se producían
plátanos…
¡nos engañaron!
L
Agroecólogos de La Olla, Olanchito, Yoro.
a Olla tiene bien puesto su nombre, ya que se ubica
en una planicie rodeada de montañas en el municipio
de Olanchito. En este caserío, donde la señal para el
teléfono celular es imperceptible, existe un grupo de
agroecólogos que participaron en la EPV.
Allí nos dimos cita en la casa de Rosa Angélica López
Guardado para conversar sobre los resultados de la EPV.
Bajo un techo de lámina de zinc y con una temperatura
no menor de 35 grados centígrados, conversamos con
Renán Tejeda (41), Martín Zavala (50), Lastenia Tejeda
(36), Rosel Chirinos (36), Raúl Sevilla (41), Álvaro Tejeda
(50) y Rosa Angélica López (57), la anfitriona.
El grupo coincide en afirmar que la tierra no
funciona para la agricultura cuando está “apretada”, y
que han comenzado a ver resultados hasta que la han
tratado bien, hasta que la han removido, y que mejoró
cuando le aplicaron insumos orgánicos. Han aprendido
a conocer los tipos de suelo, a identificar las distintas
capas del suelo, y reconocen que algunas de estas ya no
sirven para darles de comer.
38
También han identificado los tipos de semilla que
se dan en cada temporada y en cada zona geográfica,
así como las enfermedades y tipos de plaga; para
combatirlas han ensayado prácticas de control que han
ayudado a mejorar la producción.
Antes nos decían que los plátanos solamente
se podían cultivar en las riberas del rio Ulúa;
luego hemos aprendido que el problema es que
la modalidad de siembra es distinta en cada
lugar. Aprendimos a sembrar plátano en huacas
especiales, preparadas con estiércol de vaca y otro
material orgánico. Ahora producimos plátano para
alimentarnos y los excedentes los colocamos en
Olanchito.
Álvaro Tejeda, agroecólogo de La Olla
Los módulos de la EPV se desarrollaron durante tres
días en distintos lugares; a veces en el sector San Pedro,
otras veces en el sector Juncal, etc. Cuando se realizaron
en La Olla, los participantes decidieron agregar un
cuarto día y se comprometieron a proporcionar la
alimentación. Esto demuestra la importancia que las y
los agroecólogos dieron al proceso de generación de
conocimientos que tiene lugar en las EPV.
Rotar las sedes de los módulos es importante
porque, según las y los promotores voluntarios, esa
modalidad les permitió cosechar excelentes amistades,
Las y los promotores voluntarios en la finca de doña Rosa.
lo cual es muy significativo para la gente de La Olla, que
tiene dificultades para comunicarse, puesto que incluso
carece de acceso a telefonía celular.
Son muchas las variedades de alimentos que se han
incorporado en esta zona. Prácticamente no existe casa
o parcela que carezca de huerta; además, cultivan yuca,
caña, camote, malanga, naranja, cacao, ayote, pataste,
habichuela y piña, sin faltar la licha y el rambután, y
hay mucha caoba en proceso. Desde luego, continúan
sembrando sus parcelas de maíz y frijol en asocio.
Como dice Rosa Angélica López, “ahora producimos
alimentos para la gente y no solo para las vacas”.
39
Un caso ejemplar es el de don Álvaro. Él no participó
en la EPV, pero se agregó al grupo posteriormente,
porque tuvo problemas de salud por el uso de
agrotóxicos. Ahora es uno de los más interesados en
desarrollar el trabajo de agricultura ecológica “para la
vida”, como él dice.
Algo que estos PV tienen claro, es que lo que han
recibido es para compartirlo, como muy bien lo explica
Martín Zavala: “Hay momentos en que la gente puede
observar que las fincas de los nuevos agroecólogos lucen
mejor que las nuestras; eso se debe a que le ponemos
más atención a la enseñanza a nuevos agroecólogos,
que al cuidado de nuestras propias fincas”.
Cada día, los PV incrementan el número de plantas
en sus parcelas; esto lo logran mediante el intercambio
con otros agricultores y con las especies que llevan los
miembros de ANAFAE o de la organización Popol Nah
Tun. Ellas y ellos aspiran a que cada día sean menos los
productos que tengan que comprar en el mercado para
alimentarse.
El grupo también tiene la esperanza de profundizar
sus conocimientos en veterinaria, pues piensa que
esto les ayudará a ser menos dependientes; por eso,
algunos desean aprender a inyectar mejor que cuando
recibieron el módulo de salud animal.
Cada día, los promotores vuluntarios incrementan la cantidad de plantas en
sus parcelas.
40
La EPV nos enseñó a
prevenir para la vida
O
El joven agroecólogo Rosendo Matute.
tro grupo importante de promotores voluntarios se
concentra en el sector San Pedro, especialmente
en la comunidad de Malafalda, municipio de Tocoa,
Colón. La mayoría de estas personas son inmigrantes
procedentes, fundamentalmente, de dos sectores:
municipio de El Paraíso, Copán, y municipio de
Gualaco, Olancho. Ellos y ellas se establecieron en las
comunidades de Vado Ancho, Malafalda, Tapiquil y San
Pedro (Tocoa), hace aproximadamente 30 años.
Rosendo Matute es un joven de 32 años quien, con
su compañera de 29, tiene cuatro hijos de 4, 7, 11 y 13
años. Él se siente satisfecho de compartir semillas con
otros miembros de la EPV y con gente de la comunidad.
A Rosendo se le ha despertado la pasión por la medicina
natural desde que participó en un módulo sobre el
conocimiento y uso de plantas medicinales, que se
impartió en la EPV Norte con la ayuda del Centro de
Medicina Natural SILOE17.
17. En las EPV se desarrollan diversos módulos y la mayoría son comunes
a todas las escuelas; pero, en algunos casos, los PV eligen un tema que,
probablemente, responde a las necesidades específicas del grupo o sector.
SILOE es un centro de formación y de promoción de medicina alternativa
de la parroquia de Jutiapa, en el departamento de Colón, zona atlántica de
Honduras.
41
Rosendo reconoce que ha experimentado cambios
en su vida como resultado de la formación en las
EPV. Por ejemplo, antes no lavaba un plato, no barría
su casa ni quebraba maíz, pues creía que esto era
responsabilidad de las mujeres. Pero, debido a la
capacitación en equidad de género, ahora contribuye en
muchas actividades de la casa.
Por otra parte, es un investigador agroecólogo:
prepara el curry para condimento y el jengibre para la
tos. Y además, hace más de tres años que ni él ni su
familia consumen una coca cola, porque en la parcela
tienen al menos doce variedades de fruta con las que
preparan los jugos para la familia.
Ahora, gracias a lo aprendido en las EPV, él sabe
que primero hay que alimentarse y luego vender el
producto; antes solo dejaba un quintal de frijoles para el
año y no le alcanzaba, pero ahora es previsor y guarda
tres quintales para el consumo familiar.
Francisco Cáceres y Bertha Interiano, una pareja que
ha procreado ocho hijos, recibieron un excelente regalo:
un facilitador de la EPV les llevó una planta de ajonjolí,
que ellos sembraron y ya cosecharon. Aprendieron
a prepararlo de diversas formas, sobre todo como
un delicioso refresco que ahora circula en todas las
reuniones de la comunidad.
Bertha se ha hecho famosa por la gran diversidad de
refrescos que prepara —de rambután, nance, mango,
etc.—, y que llegan a buscar muchos jóvenes de otras
comunidades. Ella aprovechó las capacitaciones en
transformación de alimentos, y ahora también prepara
harina de plátano con maíz.
Francisco manifiesta que las EPV no solo les dejaron
el ajonjolí, sino que también disfrutó de la confianza
y el respeto que se tuvieron todos los promotores
voluntarios durante el proceso de la EPV. Allí se dieron
cuenta de que la tierra es un ser vivo que, al igual que
los seres humanos, necesita cuidados. A manera de
conclusión, Francisco confesó: “No soy un modelo,
tengo dificultades de tiempo y otros recursos para ganar
la comida, pero no me olvido de mi parcela; es que no
es fácil dejar los químicos, especialmente cuando los
demás lo tratan de tonto a uno”.
Una pareja que aprovechó las EPV
42
En marzo pasado en nuestra comunidad hubo
una gran calamidad por falta de alimentos; menos
mal que en mi parcela había caña, yuca, plátano,
camote, papaya y muchas cosas más. Mi familia no
padeció por la crisis de alimentos y muchas personas
de la comunidad se beneficiaron de los productos de
nuestra finca.
Coronado Díaz, 51 años, Vado Ancho
Un millón de lempiras ya me lo hubiera bebido, pero
los conocimientos y la sabiduría adquirida es lo mejor
que me ha dado ANAFAE.
Pedro Rivera, Bonito Oriental
43
Conclusiones
1. Para la mayoría de los y las promotoras
voluntarias, los conocimientos y habilidades
adquiridas en el proceso han sido determinantes
para producir más variedades de alimentos. En
no pocos casos han logrado tanta producción
para el consumo familiar, que han podido
comercializar los excedentes localmente y aun
fuera de la comunidad.
2. El enfoque y voluntariado del equipo central
de técnicos-agroecólogos de ANAFAE han
sido claves para el éxito de las EPV. Esto se ha
combinado con los aportes de actores locales,
usualmente agroecólogos experimentados, y
docentes que han optado por la agroecología
para emprender procesos a favor de las y los
campesinos que participaron en las EPV.
3. El efecto práctico de la EPV no solo se
reconoce en las actividades agroecológicas
o en la agricultura en general, sino también
en la formación y reforzamiento del liderazgo
comunitario de las y los PV, que encabezan
emprendimientos sociales importantes como
instalación de sistemas de agua, estudio y
defensa de derechos ambientales, construcción
de viviendas, letrinización, etc.
4. Las y los egresados de las EPV parecen adquirir
dos formas de funcionamiento para realizar
actividades agroecológicas familiares y replicar
con vecinos. Por una parte, están las personas
que son apoyadas por las organizaciones
miembros de ANAFAE. Las y los PV suelen hacer
prácticas en sus parcelas, siguen recibiendo
el apoyo de la organización local y replican lo
aprendido; algunos hasta han creado sus propias
EPV. Por otra parte están quienes, al salir de la
EPV, actúan con escasa relación o al margen de la
organización miembro de ANAFAE; en este caso
suelen organizarse como grupo de PV, aunque
sea de distintas comunidades, y cuentan con
el apoyo del equipo central de ANAFAE. Estos
grupos tienen menos posibilidades de hacer
réplicas organizadas.
5. En algunos sectores geográficos, los productores
han acostumbrado comercializar un solo cultivo;
así, muchos PV provienen de zonas altas donde
el patrimonio familiar es el cultivo del café;
pero, cuando ha habido problemas por la roya,
no pocas familias han logrado sobrevivir gracias
a la diversificación de cultivos. Incluso existen
casos de personas que han dejado de sembrar
44
algunas áreas de café para destinarlas a fincas
agroecológicas diversificadas.
6. Aún subsiste la cultura machista que impide
la participación de las mujeres en las EPV,
especialmente cuando se trata de módulos que
se realizan fuera de sus comunidades.
A la mayoría de los hombres no les agrada
que la encargada de las labores reproductivas,
según ellos, se aleje de la casa por tres días
consecutivos.
7. Las EPV han propiciado la participación de
jóvenes —muchos varones pero también algunas
mujeres—, lo cual permite vaticinar cierta
sostenibilidad social; sin embargo, esta debe
estar ligada a la posibilidad de que el joven PV
pueda disponer de un predio. Las y los jóvenes
que cultivan su propia parcela muestran mayor
asimilación y desarrollo de los conocimientos y
habilidades que proporcionan las EPV.
8. La participación de las organizaciones miembros
de ANAFAE no siempre fue dinámica; en algunos
casos, pudimos constatar que el papel de estas
se limitó a permitir que se llevara a cabo la
EPV con el impulso del equipo técnico central
de ANAFAE. En este sentido, existe una clara
diferencia —no en todos los casos—, entre
las organizaciones de base, conformadas y
administradas por las y los campesinos, y las
ONG. Las primeras tienen un compromiso más
activo y parece que valoran más que las ONG los
recursos que aportan las EPV.
9. El vínculo entre la metodología y las técnicas
implementadas por las EPV y las escuelas
agrícolas es posible si en estas encontramos
docentes con la suficiente sensibilidad para
asumir el enfoque agroecológico. Esto contribuye
a una mayor diseminación del enfoque
agroecológico de ANAFAE, puesto que permite
incidir en futuros replicadores.
10.En general, las y los PV egresados de las EPV
han asumido una valoración crítica respecto de
la agricultura orientada al comercio, e intentan
recuperar el sentido primario de la agricultura:
alimentar a las personas. No obstante, las y los
PV siempre buscan producir excedentes de cada
especie (piña, banano, rambután, etc.) con la
intención de comercializar en el ámbito local.
45
Lecciones aprendidas
1. El proceso que se ha construido con las EPV se
dirige, exclusivamente, a personas que habitan
en el área rural y que son propietarias de una
parcela no menor de media manzana. Si bien el
proceso ha tenido impacto en algún maestro o
en algún técnico de las organizaciones miembros
de ANAFAE, esto obedece a que tienen su
parcela y llegaron a las EPV deseando obtener
más herramientas para una opción agroecológica
que ya habían emprendido con anterioridad.
Difícilmente las EPV serán de utilidad para
técnicos de las organizaciones miembros
de ANAFAE que no tengan algún enfoque
agroecológico, o que se hayan integrado a las
EPV por mandato de su organización.
Las EPV requieren de actores suficientemente
motivados para replicar los conocimientos y
habilidades en sus parcelas, en sus vidas, y las
vidas de sus vecinos.
2. Las y los participantes expresan una alta
valoración de los conocimientos aprendidos
y las habilidades desarrolladas en las EPV; sin
embargo, la gran mayoría manifiesta una inusual
satisfacción por haber conocido y compartido
con otras personas, por haber experimentado
la cotidianeidad de otros y otras en sus
comunidades, en sus casas y en sus parcelas.
La gente valora mucho el hecho de encontrarse
con otras personas que tienen las mismas
necesidades y los mismos enfoques de desarrollo
familiar. Pueden haber olvidado algunas técnicas,
pero todas las personas destacaron la riqueza de
la experiencia humana desarrollada en cada uno
de los módulos de las EPV.
En conclusión, la técnica de rotar las sedes para
desarrollar los módulos no solo es importante
para “sacar” a las personas de sus lugares de
residencia —algunas no podrían hacerlo de otra
manera—, sino también para establecer lazos de
solidaridad entre las y los participantes, entre sus
familias y sus comunidades.
No menos importante es la sinergia que se
genera al intercambiar valores, costumbres y
creencias. Las EPV contribuyen a desarrollar
habilidades que solo existían en potencia; por
ejemplo, la capacidad de dar un testimonio en
público, o de disertar sobre un tema.
En resumen, las EPV generan espacios para
fortalecer la comunicación entre las y los
agricultores.
46
Recomendaciones
3. Los PV han aprendido a desprenderse de mitos.
Durante muchos años pensaron que su tierra
era improductiva, y que ciertos alimentos solo
podían cultivarse con éxito en las riberas de
los ríos y en tierras de los valles. Ahora han
comprobado que no es así; existen muchos
ejemplos al respecto, pero uno de los más
relevantes es el de la siembra de plátano en la
comunidad de La Olla, Olanchito.
4. Al tiempo que se deshacen de los mitos,
descubren sus capacidades, muchas de las cuales
no salían a flote hasta que descubrieron que
ellos y ellas podían enseñar a otros desde su
experiencia como investigadores agrícolas, como
seleccionadores y custodios de semilla, como
líderes, etc.
1. Las EPV deberán seguir buscando estrategias
para hacer más viable la participación de las
mujeres en estos procesos. Probablemente,
habrá que continuar involucrando a las
compañeras y a las hermanas de los varones que
ya participaron en las EPV.
2. Las organizaciones de la solidaridad internacional
(MISEREOR, por ejemplo) deberían constatar los
impactos de las EPV para diseñar, con ANAFAE,
un programa de diseminación estratégica de la
experiencia de las EPV a escala nacional. A futuro
debería formularse el propósito de lograr una
política nacional de protección a la Agricultura
Ecológica Biodiversa.
3. ANAFAE debería considerar trabajar por lograr
un compromiso más activo de las organizaciones
miembros que acompañan la implementación de
los conocimientos y habilidades obtenidas por
las y los promotores voluntarios. Cuando no sea
posible obtener este compromiso, sería mejor
posponer el inicio de nuevas EPV.
4. Es urgente que ANAFAE resuelva el dilema
que subsiste entre el respeto a la autonomía
47
geográfica de las organizaciones miembros
y la necesidad de apoyo a las realizaciones
prácticas de los egresados de las EPV. En tal
sentido, se puede llegar a entendimientos
interinstitucionales para facilitar el apoyo directo
a emprendimientos locales.
de afinidad están dadas, pero falta la capacidad
logística para posibilitar los encuentros
regionales y nacionales. Este sería un espacio
adecuado para abordar aspectos del contexto
nacional y de las políticas públicas que se
relacionan con su particular forma de producir,
consumir y comercializar alimentos.
5. Es necesario que las y los egresados de las EPV
se articulen a escala nacional; las condiciones
Equipo de técnicos de ANAFAE, impulsores de las EPV
Erlyn Rubí
Gabriela Tejada
Werner Melara
48
ANEXOS
Personas que aportaron en entrevistas, diálogos y reuniones grupales
No.
Nombre
Ed
Ocupación
Relación con EPV
Residencia
1
Domingo Reyes
67
Agroecólogo
Promotor voluntario
Cruz Grande, San Nicolás,
Santa Bárbara
2
Gregoria de Reyes
60
Panadería, ama de casa
Esposa de Domingo
Cruz Grande, San Nicolás,
Santa Bárbara
3
Orlando Rodríguez
43
Agroecólogo
Facilitador EPV
San Manuel, San Nicolás, Santa Bárbara
4
José Rolando Rodríguez
19
Agroecólogo
Promotor voluntario
San Manuel, San Nicolás, Santa Bárbara
5
Christian Rodríguez
15
Hijo de Orlando
San Manuel, San Nicolás, Santa Bárbara
6
Lucila de Rodríguez
40
Panadería, ama de casa
Esposa de Orlando
San Manuel, San Nicolás, Santa Bárbara
7
Marielena Rodríguez
21
Agroecóloga, estudiante universitaria
Hija de Orlando
San Manuel, San Nicolás, Santa Bárbara
8
Allan Cardona
Agroecólogo
Promotor voluntario
Plan del Higo, San Nicolás,
Santa Bárbara
9
Concepción Romero
Agroecólogo
Promotor voluntario
Cruz Grande Abajo, San Nicolás Santa Bárbara
10
Humberto Perdomo
Agroecólogo
Promotor voluntario
El Pacayal, San Nicolás, Santa
Bárbara
11
Blanca Olga Gutiérrez
46
Agroecóloga
Promotora voluntaria
Monte Galán, Sulaco, Yoro
12
Manuel de Jesús Hernández
56
Agroecólogo
Esposo de doña Blanca
Monte Galán, Sulaco, Yoro
13
José Irene Banegas
42
Agroecólogo
Promotor voluntario
Monte Galán, Sulaco, Yoro
14
Selvin Javier Hernández
27
Agroecólogo
Promotor voluntario
Monte Galán, Sulaco, Yoro
15
Jova Yamileth Pérez
32
Agroecóloga
Promotora voluntaria
Higuero Quemado, Yorito,
Yoro
16
Ramón de Jesús Corea
41
Agroecólogo, comerciante
Promotor voluntario
Higuero Quemado, Yorito,
Yoro
Agroecólogo
49
17
Pedro Simón Pérez
18
Glenda Mercedes Martínez
19
Mario Pineda
20
28
Higuero Quemado, Yorito,
Yoro
Agroecólogo
Promotor voluntario
Maestra de educación secundaria
Hace equipo con los PV del ISP Yorito, Yoro
31
Ingeniero agrónomo, maestro
del ISP, agroecólogo
Promotor voluntario
Yorito, Yoro
Rosa Angélica López Guardado
57
Ganadera, agroecóloga
Promotora voluntaria
La Olla, Olanchito, Yoro
21
Martín Zavala
50
Agroecólogo
Promotor voluntario
La Olla, Olanchito, Yoro
22
Lastenia Tejeda
36
Panadera, ama de casa
Esposa del PV Selvin Bustillo
La Olla, Olanchito, Yoro
23
Rosel Chirinos
36
Agroecólogo
Promotor voluntario
La Olla, Olanchito, Yoro
24
Raúl Sevilla
41
Agroecólogo
Promotor voluntario
La Olla, Olanchito, Yoro
25
Renán Tejeda
41
Agroecólogo
Promotor voluntario
La Olla, Olanchito, Yoro
26
Álvaro Tejeda
50
Agroecólogo
Aprendió de los PV
La Olla, Olanchito, Yoro
27
Herminio Díaz
60
Agroecólogo
Promotor voluntario
Vado Ancho, Tocoa, Colón
28
Bertha Interiano
34
Agroecóloga
Esposa de Francisco Cáceres
Vado Ancho, Tocoa, Colón
29
Francisco Cáceres
49
Agroecólogo
Promotor voluntario
Vado Ancho, Tocoa, Colón
30
Higinio García
57
Agroecólogo
Promotor voluntario
Joconal, Tocoa, Colón
31
Rosendo Matute
32
Agroecólogo
Promotor voluntario
Tapiquil, Tocoa, Colón
32
Alejo Maradiaga
48
Agroecólogo
Promotor voluntario
San Pedro, Tocoa, Colón
33
Pedro Rivera Vásquez
52
Agroecólogo
Promotor voluntario
Bonito Oriental, Colón
34
Coronado Díaz
51
Agroecólogo
Promotor voluntario
Vado Ancho, Tocoa, Colón
35
María Arcadia Padilla
38
Agroecóloga
Promotora voluntaria
Malafalda, Tocoa, Colón
36
José Raimundo Padilla
70
Agroecólogo
Promotor voluntario
Vado Ancho, Tocoa, Colón
37
Feliciano Hernández
55
Agroecólogo
Promotor voluntario
Vado Ancho, Tocoa, Colón
38
Octavio Sánchez
56
Ingeniero agrónomo
Coordinador Nacional de
ANAFAE
Comayagüela, Distrito Central,
Francisco Morazán
39
Werner Melara
49
Ingeniero agrónomo
Técnico nacional encargado de Tegucigalpa, Distrito Central,
EPV de ANAFAE
Francisco Morazán
40
Erlyn Rubí
35
Ingeniero agrónomo
Técnico de ANAFAE
41
Bernilda Rivera
31
Bachiller en ciencias y letras,
agroecóloga
Promotora voluntaria, presidenta de ARCO y fiscal de
ANAFAE
Juntas de Quebradas, Atima,
Santa Bárbara
Impreso en los talleres de
Editorial Guaymuras,
Tegucigalpa, Honduras,
en el mes de diciembre de 2013.
Su tiraje es de 500 ejemplares.
L
a Escuela de Promotores Voluntarios (EPV) es una
metodología de enseñanza-aprendizaje en la que los
participantes se involucran activamente para compartir
experiencias metodológicas y tecnológicas en un
proceso de aprendizaje colectivo.
Aquí se presenta un intento de sistematización de la
experiencia desarrollada por ANAFAE y sus
organizaciones miembros, durante dos años y medio de
trabajo para implementar las EPV. Sin embargo, el
propósito principal de esta publicación es compartir los
testimonios de mujeres y hombres que han participado
directamente en esta experiencia de vida.
Por eso, luego de resumir el contenido conceptual y
técnico de las EPV, se describen los principales hitos de
la experiencia para después pasar a lo fundamental: los
testimonios de la gente, puesto que los principales
protagonistas de este esfuerzo de sistematización son
las y los promotores voluntarios.

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