Me vine con una maleta de cartón y de madera

Transcripción

Me vine con una maleta de cartón y de madera
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GEERTJE VAN OS
ME VINE CON UNA MALETA
DE CARTÓN Y DE MADERA
EMIGRANTES ESPAÑOLES
EN EL SURESTE DE HOLANDA 1961-2006
Maletas de cartón, 1964. (PCA)
memorias 10
Traducido por Johan Pouwels
JUNTA DE EXTREMADURA
Consejería de Cultura y Turismo
MUSEO DE CÁCERES
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JUNTA DE EXTREMADURA
Consejería de Cultura y Turismo
MUSEO DE CÁCERES
© 2009 Museo de Cáceres
© 2009 Geertje van Os
Me vine con una maleta de cartón y de madera. Emigrantes españoles en el sureste de holanda 1961-2006, es una traducción del
holandés al español del libro Ik kwam met een koffer van karton. Spanjaarden in Zuidoost-Brabant 1961-2006, editorial Het Veerhuis,
Alphen aan de Maas, 2006.
Traducción
Johan Pouwels
Portada
Raquel Rodrigo Iglesias
Ilustraciones
Collección Gerrit Nijhof (CGN)
Guía del Emigrante en Holanda (Madrid, 1971) (GEH)
Industrieel Erfgoedhuis Helmond (IEH)
Colecciones Privadas (CP), parcialmente de www.emigracioneindhoven.dse.nl
Philips Company Archives (PCA)
Regionaal Historisch Centrum Eindhoven (RHCe)
Sobre la autora
Geertje van Os (1964) es doctora en Antropología por la Universidad de Amsterdam y realizó investigaciones en el Valle del Jerte en
los años noventa. Desde entonces no ha dejado de visitar Extremadura, que sigue ejerciendo una gran atracción sobre ella.
Sobre el traductor
Johan Pouwels (1947) estudió español en la Universidad de Nimega, es profesor español y traductor jurado. Natural de Eindhoven.
Ya desde joven mantiene amistades con los emigrantes españoles. Forma parte de la directiva de varias asociaciones culturales
españolas en Holanda.
Agradecimientos
A Miguel Angel Luengo Tarrero por su asesoramiento y ayuda en la recopilación de materiales y en la traducción.
A Fuensanta Guerra Retamosa por la última revisión de los textos.
I.S.B.N.: 978-84-9852-200-6
Depósito Legal: CC-000-2009
Imprime: Gráficas Hache. Cáceres
‘Cuando llegó un grupo nuevo a veces les vimos entrar vestidos en trapos. Entonces pensé: ¡hostia, que pobrecillo eres! Me dolía
mucho de verdad. ¡Y las maletas que llevaban! ¡Estaban atadas con cuerdas para que no se descuajeringaran!’
(Peter Weerts, cocinero en la residencia El Pinar de 1972 a 1976.)
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GEERTJE VAN OS
ME VINE CON UNA MALETA
DE CARTÓN Y DE MADERA
EMIGRANTES ESPAÑOLES
EN EL SURESTE DE HOLANDA 1961-2006
memorias 10
Traducido por Johan Pouwels
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Prólogo
Cuando pensamos en el Patrimonio Cultural de Extremadura, hoy es evi-
dente, y cada vez lo será más, que dentro de él incluimos un número creciente de manifestaciones que no tienen necesariamente un soporte material, o
en las que lo material es solamente uno de los factores que intervienen, y
normalmente no el más importante; esto es lo que llamamos el Patrimonio
intangible. El multicolor traje de Jarramplas, con esa extraña máscara de
grotesca expresión adornada con cuernos y su crin de caballo, su tambor de
piel de saco y la correspondiente coraza de fibra de vidrio que necesariamente debe llevar la persona elegida bajo el traje, todo eso es una expresión
material de nuestra cultura, forma parte de nuestro Patrimonio Etnológico,
pero lo es y forma parte de él en tanto que parte interviniente de una fiesta,
la de San Sebastián, en un lugar concreto, Piornal; esa fiesta es lo que realmente pertenece a nuestro Patrimonio cultural, pero es intangible, porque de
ella forman parte aspectos inmateriales, como la organización ideológica y
social que la hace posible, los diferentes rituales que la integran, el desarrollo
de la celebración durante los días del festejo, las entradas y salidas de Jarramplas, las coplas que le cantan, etc.
Del mismo modo, hay que señalar que no sólo en Extremadura, sino
allí donde hay un número significativo de extremeños viviendo cerca unos de
otros, interactuando en la sociedad y dejando huella de sí mismos, puede
decirse que se está generando un Patrimonio cultural que nos pertenece a
los extremeños, si es que la cultura puede pertenecer a alguien. Allí donde
los extremeños emigraron hace treinta o cuarenta años, donde se asentaron
y han creado familias que siguen viviendo allí, o que en parte regresaron a
Extremadura, pero que dejaron allí parte de su ser, allí existe Extremadura,
allí hay una parte de nuestro Patrimonio cultural intangible –o no- que es
necesario preservar, y qué mejor manera de preservarlo para las generaciones futuras que con la documentación y la investigación, para que no se
pierda la memoria de los cientos de miles de paisanos que tuvieron que salir
de nuestra tierra para ganarse la vida fuera, incluso sin haber podido regresar muchos de ellos.
El libro que presentamos ejemplifica a la perfección lo que decimos; se
trata de un profundo y exhaustivo trabajo de investigación sobre la experiencia vital y cultural de los extremeños, y no sólo extremeños, sino también de
otros españoles, que tuvieron que marchar a Holanda en los años sesenta y
setenta del siglo pasado. Lo debemos al trabajo de una excelente antropóloga holandesa, Geertje van Os, que –como puede percibirse a lo largo de las
páginas- se acercó a este mundo de los extremeños inicialmente de una
manera desapasionada, científica, a la manera etic, que dicen los antropólo7
gos, pero que poco a poco fue siendo ganada por la manera de ser de
nuestros paisanos, conociendo sus valores, costumbres, sentimientos y anhelos y poco a poco fue creando una relación de amistad y afecto con Extremadura y sus gentes de aquí y de allí que ha perdurado más allá de la
finalización de su estudio. Esta nueva perspectiva emic le ha hecho valorar
acertadamente aquello que es fundamental para nosotros, sin hacerle perder
el necesario rigor y objetividad de su ciencia.
Y es que, a lo largo de los capítulos del libro, van desfilando ante
nosotros historias de personas de carne y hueso, que tienen sus aspiraciones
y sus miedos, sus frustraciones y sus deseos, sus principios y sus valores, y
siempre su orgullo de ser extremeños y españoles sin que ello les impida
estar profundamente agradecidos a un país, Holanda, que les dio la oportunidad de vivir y desarrollar su proyecto vital en unos momentos en que para
muchas personas esto no era posible en el campo extremeño.
Afortunadamente, hoy la historia es muy diferente y Extremadura ya
tiene las condiciones no sólo para que nuestra gente no tenga que abandonarla en masa simplemente para poder vivir, sino que en muchos casos es
capaz de acoger a los que vuelven, aquellos emigrantes de la maleta de
cartón y madera que hoy, ya abuelos, quieren vivir su merecida jubilación en
nuestra tierra o a caballo entre Holanda y Extremadura, porque siempre
vivieron en aquélla, pero tuvieron a ésta en sus corazones. Incluso tenemos
la fortuna de contar entre nosotros con un número creciente de inmigrantes
de otros países que han encontrado en la región extremeña su propia «Holanda» y se están asentando para construir su vida y sus hogares en nuestra
tierra; ojalá que fructifique esta nueva semilla, señal de que los tiempos han
cambiado, y de que la savia extremeña se enriquece cada día del mismo
modo que nosotros contribuimos en su momento al progreso del resto de
España y de Europa.
Creemos que la aportación del Museo de Cáceres a la conservación y
difusión del Patrimonio cultural extremeño se amplía y enriquece con este
título, décimo de su serie Memorias que viene a rendir homenaje a estos
extremeños de la llamada «tercera provincia», esa de la diáspora, pero que
siempre está tan cerca de nosotros.
Leonor Flores Rabazo
Consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Extremadura
8
Introducción
S
in duda, una de las enormes ventajas que tiene nuestro mundo globalizado del siglo XXI, es la existencia de una red de alcance mundial que pone a
nuestra disposición información detallada en tiempo real y accesible desde
cualquier punto del planeta. Esta red, que para la mayoría de nosotros no
pasaba de ser un sueño hace treinta años, hoy es una magnífica realidad que
ha terminado por borrar fronteras y distancias abriendo unas autopistas de la
información en las que a menudo se lleva uno interesantísimas sorpresas.
Esto es lo que me sucedió a mí cuando, buscando referencias a emigrantes
extremeños, topé con una página web denominada http://
www.emigracioneindhoven.dse.nl, creada y gestionada por Miguel Ángel
Luengo Tarrero, el emigrante extremeño más entusiasta de su tierra que yo
he conocido, y creo poder decir que conozco a bastantes emigrantes extremeños a cuál más enamorado de la región en que nació.
Entre los muchos contenidos de interés de la web de Miguel Ángel,
encontré la referencia de un libro publicado en 2006 por la antropóloga holandesa Geertje van Os, cuyo título, Ik kwam met een koffer van karton,
llamó mi atención desde el principio1, y por supuesto despertó mi deseo de
leerlo y conocer en profundidad las historias de los miles de españoles –
extremeños en una gran parte- que desde los años sesenta del siglo pasado
abandonaron nuestro país para ganar en el sur de Holanda una vida mejor y
un futuro para sí y para sus hijos. Mi interés no viene dado sólo por pura
curiosidad humana, sino que la emigración siempre ha sido de capital importancia en mi preocupación científica hasta el punto de haberle dedicado varios estudios publicados hace ya unos cuantos años2.
Os, Geertje van (2006): Ik kwam met een koffer van karton. Spanjaarden in Zuidoost-Brabant 19612006, Alphen aan de Maas: Het Veerhuis; véase también Os, Geertje van (2003): «Spanje draag ik in
mijn hart. Philips haalde veertig jaar geleden Spanjaarden naar Eindhoven», Eindhovens Dagblad, 11-22003; Os, Geertje Van: (2003): «Ik kwam met een koffer van karton. Spaanse arbeiders bij Philips in
Eindhoven», Brabants Heem. Tijdschrift voor archeologie, geschiedenis en volkskunde 55 (2) 45-56; Os,
Geertje van y Luengo Barrero, Miguel Ángel (2003): «Con Extremadura en el corazón», Diario Hoy, 8-22003; Os, Geertje van y Luengo Tarrero, Miguel Ángel (2003): «Extremeños en la Philips», Carta de
España, 583, 14-16.
2
Véanse Valadés Sierra, Juan Manuel (1992): Extremadura, tres. Integración y afirmación étnica en la
comunidad extremeña de Leganés, Mérida: Asamblea de Extremadura y Consejería de Emigración y
Acción Social; Valadés Sierra, Juan Manuel (1993): «De la dehesa al andamio. La emigración de los
pastores», en Trashumancia y cultura pastoril en Extremadura, Mérida: Asamblea de Extremadura, 291308; Valadés Sierra, Juan Manuel (1994): Encuesta sobre la situación socio-económica y tendencia al
retorno de los emigrados extremeños residentes en otras Autonomías españolas, Mérida: Consejería de
Bienestar Social; Valadés Sierra, Juan Manuel (1994): «Antropología de las migraciones», Revista de
Dialectología y Tradiciones Populares, XLIX (2), 223-273; Valadés Sierra, Juan Manuel (1995): «El vino
de nuestra tierra. La tendencia al consumo de vinos y otros productos regionales entre los emigrados
extremeños», en XVI Jornadas de Viticultura y Enología de Tierra de Barros, Almendralejo: Escuelas
Universitarias Santa Ana, II, 621-628; Valadés Sierra, Juan Manuel (1995): «El ritual y la construcción
de la etnicidad en una comunidad de emigrados extremeños», Alcántara, 35, 39-61; Valadés Sierra,
Juan Manuel (1996): «La tierra tira. Una aportación al conocimiento de los vínculos de los emigrados
extremeños con sus pueblos de origen», Revista de Estudios Extremeños, LII. I, 165-197; Valadés
1
9
A decir verdad, ese interés tiene que ver con mi propio desarrollo vital,
pues soy un extremeño hijo de la emigración que ahora se ve en la situación
de retornado o quizá más bien re-emigrado al origen. Cuando tenía cinco
años, mi familia se trasladó a Madrid para iniciar una nueva vida; mi padre,
maestro nacional, obtuvo el traslado a la capital para garantizarnos una educación universitaria y una vivienda en propiedad que por aquel entonces era
un bien escaso en Badajoz, nuestra ciudad natal. El lugar en que se desarrolló esta experiencia, Leganés, forma parte del cinturón industrial de Madrid,
y tal como le sucedió a la pequeña ciudad de Eindhoven unas décadas antes,
en pocos años multiplicó su población con la llegada de miles de castellanomanchegos, extremeños y andaluces; allí se desarrolló mi infancia y juventud, y cuando tuve que escoger un tema de investigación tras licenciarme en
Geografía e Historia, tuve claro que quería conocer y difundir la experiencia
vital de aquellos millares de extremeños que residían en Leganés, hasta
constituir en aquella época el 10 % de la población, y que habían llegado a
formar una verdadera comunidad en el sentido antropológico del término
con sus propios ámbitos de sociabilidad, sus símbolos grupales y hasta su
fiesta en honor a la Virgen de Guadalupe. Andando los años, se me brindó la
oportunidad de llevar a cabo el anhelo de todo emigrante (yo siempre me
sentí como tal aunque no fuera más que un hijo de la emigración), es decir,
regresar a mi tierra. Me vine a trabajar a Cáceres trayendo ya a mi propia
familia en un retorno que en realidad no fue otra cosa que otra emigración,
puesto que Cáceres era para mí una ciudad tan extraña como cualquier otra
salvo por su pertenencia a la misma Comunidad Autónoma que Badajoz;
convertí en emigrantes a mi esposa e hijos, y puede decirse que la historia
volvió a comenzar, pero al revés.
Con esa experiencia y esos intereses científicos, ¿cómo no iba a tener
un enorme deseo de leer el trabajo de Geertje y, a ser posible, hacer posible
que otros españoles lo pudieran leer en nuestra lengua? Gracias también a
Miguel Ángel pude entrar en contacto con ella y conocerla personalmente
con motivo de su estancia en Cáceres en febrero de 2008 para participar en
nuestro Ciclo de conferencias con una memorable charla sobre la viudez y el
luto en el pueblo cacereño de El Torno, tema de su tesis doctoral3. Su exce-
Sierra, Juan Manuel (1996): «Los extremeños de la diáspora tras el cambio de milenio», en García,
Romano (ed.), Programar la esperanza. El método prospectivo en los estudios sobre Extremadura,
Mérida: Editora Regional, 141-151; Valadés Sierra, Juan Manuel (1997): «Los estudios sobre la emigración extremeña (1962-1996)», Revista de Extremadura, 22, 3-22, Valadés Sierra, Juan Manuel (1997):
«Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad», Anales del Museo Nacional de Antropología, IV, 105-124, etc.
3
Os, Geertje van (1997). De vrouwen van de doden. Betekenis en beleving van het weduwschap in
Extremadura (Spanje), Amsterdam: Universiteit van Ámsterdam.
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lente disponibilidad para colaborar, su detallado conocimiento de la colonia
extremeña de Eindhoven y, por qué no decirlo, el amor a España que se
trasluce en su conversación y que trata de transmitir a sus allegados, me
determinó aún más a encargar la traducción al castellano de su libro, que hoy
es una feliz realidad, con su título españolizado Me vine con una maleta de
cartón y madera, que el lector tiene en las manos gracias al ímprobo trabajo
no sólo de Geertje, sino también de Miguel Ángel Luengo y del traductor
Johan Pouwels. De Johan es preciso señalar su españolidad vocacional, pues
no es corriente que un holandés sin más vínculos iniciales con España llegue
a especializarse en nuestra cultura e imbuirse de ella hasta convertirla en su
profesión; en todo ello tiene que ver su cariño a España ganado a través de
nuestros compatriotas residentes en Holanda, sin ese cariño hubiera sido
imposible que se lanzase a la aventura de esta traducción y que además lo
hiciese de modo tan generoso y profesional.
La lectura, por fin, de sus páginas, me ha descubierto un mundo que
ya había intuido ojeando y hojeando la edición holandesa, viendo sus fotografías y leyendo las historias de la página web de Miguel Ángel. Y ha resultado ser un mundo muy conocido para mí, porque se parece tanto al mundo
de «mis» emigrantes extremeños en Leganés como puede parecerse un extremeño a otro extremeño; las diferencias que puede haber entre unas y
otras historias se deben particularmente a la cuestión del idioma, que en el
caso holandés fue siempre y sigue siendo barrera infranqueable que ha dificultado la integración de muchos emigrantes y que ahora se erige como
obstáculo incluso en la relación entre éstos y sus nietos holandeses, la tercera generación. Es cierto que los extremeños de Leganés no tuvieron ese
problema, pero tuvieron que enfrentarse con sus escasas fuerzas a otras
dificultades mejor resueltas en el caso de Brabante, como la vivienda, las
vacaciones pagadas o el pluriempleo y las horas extras casi obligados en
Leganés no ya para ganar y ahorrar más dinero, sino para llegar a fin de mes.
Como en Leganés, los extremeños de Eindhoven, Helmond y otras
ciudades se vieron solos, sin la red de asistencia y apoyo mutuo que la
familia les daba en su origen; igual que ellos, buscaron a gente de sus pueblos para tenerlas como vecinas, trataron de mantener el contacto con Extremadura, la cual visitaban una vez al año siempre que podían (en esto no hay
grandes diferencias, porque 300 kilómetros en la España de los años sesenta
y setenta eran más largos que 2.000 de ahora), trabajaron todo lo que pudieron para sacar adelante a las familias y poder dar estudios a los hijos para
«que no pasaran por lo mismo que ellos», se asociaron con otros extremeños para alimentar la nostalgia, pero también para crear las redes de apoyo
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y relaciones que necesitaban, soñaron siempre con el regreso, que sólo algunos llegaron a realizar, trataron de comer patatera y beber vino de pitarra
lejos de su tierra, llegaron a preguntarse si realmente había valido la pena
tanto sacrificio, y finalmente la mayoría o una gran parte se quedó a vivir
fuera de Extremadura porque les ataban los hijos y los nietos, pero eso sí, a
su muerte, prácticamente todos quisieron descansar en su amada tierra extremeña. En cuanto a los hijos, tanto los de Leganés como los de Eindhoven
se convirtieron en seres extraños, con una doble identidad que les llevaba a
ser tratados como forasteros, o a sentirse como tales, tanto en sus ciudades
de residencia como en el lejano pueblo de los padres, y con los años, los
menos optaron (optamos) por volver a Extremadura, donde también sufrieron para adaptarse, mientras la mayoría construía su vida y su hogar en la
ciudad.
Como muy bien señala Geertje, para casi todos los emigrantes españoles su partida hacia Brabante fue el punto decisivo en su historia personal, un
antes y un después en su vida que condicionaría el resto de su existencia y la
de sus familias. Los españoles, con su trabajo, contribuyeron de manera
importante al crecimiento y prosperidad de ciudades industriales como Eindhoven y Helmond, y con su ausencia obligada también cambiaron el rumbo
de la historia en Extremadura; lo mismo sucede con su regreso, que ha
venido a ser un factor importante de desarrollo en muchos pueblos de la
región. Estos trabajadores, que vivían en Holanda y soñaban con España,
fueron los primeros obreros de la Europa meridional en el sureste de Brabante y también fueron, durante mucho tiempo, el mayor grupo de foráneos en
aquella sociedad. En efecto, sólo por esta circunstancia, el patrimonio cultural que han generado y transmitido a las siguientes generaciones debe protegerse y conservarse a través de la documentación e investigación, de la que
este libro es un excelente ejemplo. Su memoria no debe perderse ni en
Holanda ni tampoco en Extremadura.
Esta es la historia de una parte fundamental de Extremadura; la mayoría de los estudios coinciden en señalar que, sin la emigración, nuestra región
hoy podría tener el doble de su población actual. Esto quiere decir que hay
tantos extremeños y descendientes de ellos fuera de la Comunidad como
dentro de ella; por ello, no debe verse a los emigrados como una especie de
fugitivos que abandonaron el barco cuando éste iba a la deriva, sino como un
miembro esencial del cuerpo de la región que fue terriblemente mutilado en
un momento en que las condiciones de vida del campo extremeño no hacían
posible su permanencia y que, además, al ausentarse en tan gran número de
nuestro suelo, en cierta manera facilitó la permanencia de los demás, por
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rebajar la presión demográfica y el desempleo que de otro modo hubieran
llegado a límites insostenibles. Con su sacrificio, estos emigrantes no sólo se
ayudaron a sí mismos y a sus familias, sino también a la permanencia de
Extremadura en el trance del peor momento de su historia reciente.
Así mismo, es preciso –yo diría indispensable- que en la memoria colectiva de Extremadura, y del resto de España, permanezca indeleble el recuerdo de esta experiencia que afectó a millones de españoles, y que no está
tan lejana en el tiempo como para que se cierna sobre ella el velo del olvido
que a veces parece que se quiere echar. España –y Extremadura sobre todoha sido no hace mucho una tierra que ha expulsado a su población por falta
de oportunidades, millones de españoles han tenido que salir de su tierra
para ganarse el pan, y eso no puede ni debe borrarlo la prosperidad –tal vez
más aparente que real a la vista de la situación actual- de las últimas décadas
que ha propiciado la llegada de miles de extranjeros a nuestro país en busca
del mismo futuro mejor que buscaron nuestros padres y abuelos. Que no se
nos olvide.
Juan M. Valadés Sierra
Director del Museo de Cáceres
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Introducción
Ya llevo muchos años visitando Extremadura con mucho agrado. En casi
todos los pueblos o ciudades, adonde voy, me encuentro con gente que me
dice: ‘Mi padre era emigrante y trabajó varios años en Holanda.’ Cuando
les pregunto por más detalles muchas veces no saben contar más; incluso
entre familiares cercanos, hay poco conocimiento sobre la vida que el
padre llevaba en Holanda. ¿En qué empresa trabajaba y qué hacía
exactamente? ¿En qué región o ciudad vivía? ¿Cómo era su entorno y en
qué tipo de casa vivía? ¿Cómo era su relación con los holandeses?
¿Aprendió el idioma? ¿Qué comía, cómo dormía y qué hacía en su tiempo
libre? ¿Cómo se sentía, se ponía enfermo muchas veces y tenía mucha
nostalgia? Los años de la emigración a menudo están rodeados de
incógnitas. Las familias echaban de menos al padre y pensaban, sobre
todo, en su vuelta a casa, pensaban en las vacaciones o en el momento
en que habría ganado suficiente para regresar a casa para siempre.
En este libro quiero mostrar cómo fueron los años de la emigración,
cómo era la vida diaria de los obreros españoles en Holanda. Unos han
vuelto para siempre al cabo de unos años, otros han hecho venir a su
familia y siguen viviendo en Holanda. Otros han vuelto a España después
de jubilarse pero tienen hijos y nietos que todavía viven en Holanda.
Incluso para los que sólo han vivido en Holanda unos años y que quizás
han hablado muy poco sobre este período, la emigración fue un
acontecimiento con consecuencias muy drásticas tanto para su propia vida
como para la de sus seres queridos. Muchísimas personas de Extremadura
tienen, de una u otra forma, un vínculo con Holanda debido a la emigración
en los años sesenta, en los que la empresa de Philips contrató a muchos
obreros en la provincia de Cáceres.
Para este libro he hecho investigaciones en Eindhoven y sus
alrededores o sea la región sureste de Brabante. La provincia de Brabante
es conocida en Holanda como una región agradable donde viven personas
amables, que saben vivir bien la vida. Aquí se encontraban las fábricas de
Philips donde trabajaban miles de personas. Cuando el mercado laboral en
Eindhoven y sus alrededores estaba agotado completamente Frits Philips,
que era en aquellos tiempos el presidente del grupo de empresas Philips,
decidió en persona contratar mano de obra en España. Los primeros
grupos de emigrantes venían del norte de Extremadura. Nadie podía
15
imaginarse entonces que, con la llegada de aquellos hombres, no sólo se
solucionaría el problema de la falta de mano de obra sino que también se
crearía un pueblo nuevo: una colonia española en el sureste de Brabante,
que ya lleva escribiendo su historia más de 45 años.
Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos la información,
la cooperación y los materiales que me han ofrecido.
Geertje van Os
Emmen, mayo de 2009
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Índice
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18
INTERMEZZO
Algo más que un sentimiento
Me vine con una maleta
de cartón y de madera,
dejando atrás a mi tierra,
al olivo y a la higuera.
En mi maleta traía
el pantalón negro de pana,
la muda y la camisa blanca
y una bufanda de lana.
Los años fueron pasando
y en esta tierra arraigué
aunque siga pensando
que un día regresaré.
Aquí mis hijos crecieron
lejos del pueblo y la sierra
aquí mis nietos nacieron
y no en la querida tierra.
Treinta años pasaron
desde que el tren me alejó
y ya no soy aquel joven
que de su tierra marchó.
Y aunque contento y feliz,
sigo teniendo una pena:
pués mi maleta perdí,
de cartón y de madera
donde guardaba la muda
aquella bufanda de lana,
tambíen mi camisa blanca
y el pantalón negro de pana.
Algo más que un sentimiento es un poema de Miguel Angel Luengo Tarrero, nacido en 1962 en Garganta
la Olla, y viviendo en Eindhoven desde 1976. El poema es un homenaje a su padre y todos los demás
padres, que hicieron su maleta en los años sesenta para ir a trabajar en el Sureste de la provincia Brabante.
El título de este libro fue tomado de la primera linea de este poema.
19
1. TEMPOREROS ESPAÑOLES
Bienvenido con Frits Philips. (PCA)
Falta de mano de obra en Holanda
rario de trabajo. Además existía la opinión general
de que las mujeres no debían trabajar fuera de casa.1
Hasta el final de los años cincuenta del siglo
pasado las personas que salieron de Holanda superaron en número a las que se establecieron en el
país. Casi medio millón de habitantes se arriesgaron
en una gran travesía a países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda, dejando atrás un país que todavía no había superado las consecuencias de la segunda guerra mundial. Cuando Holanda empezaba a
recuperarse de la devastadora contienda, la falta de
mano de obra era el mayor problema al que se enfrentaban la industria y el comercio. También influyó
el hecho de que, en los años sesenta, las autoridades bajaron la edad de jubilación y redujeron el ho1
La industria y el comercio, en cooperación con
las autoridades, decidieron buscar mano de obra en
los países mediterráneos. Eran países con alto nivel
de paro y un grado inferior de expansión económica.
En 1949 Holanda ya firmó el primer tratado de contratación con Italia y empezaron a emplear a italianos en las minas de carbón de la provincia de Limburgo, en el sur de Holanda. En 1955 otras grandes
empresas en el campo de metalurgia, construcción
naval e industria textil decidieron seguir este ejemplo. En 1960 Holanda e Italia llegaron a un acuerdo
básico, en cuanto al tema de contratación temporal
Praamsma 2003; Stekelenburg 2000.
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
de obreros, que seguiría siendo el modelo para muchos nuevos tratados.2
En 1959, el gobierno español dio luz verde al
Plan de Estabilización Nacional, que daba el derecho
a los españoles a emigrar libremente por todo el territorio español y al extranjero. Debido al enorme
desempleo, los sueldos bajos, y la pésima industrialización de algunas regiones españolas, el gobierno
de Madrid, temiendo inquietudes políticas y socioeconómicas, estimuló la emigración por medio del
Plan de Estabilización Nacional.
En abril de 1961 los gobiernos de Holanda y
España firmaron un convenio de contratación y las
empresas holandesas obtuvieron permiso para contratar personal temporal en España.
Las empresas establecidas en la conurbación
de ciudades en el oeste de Holanda, que necesitaban urgentemente mano de obra, fueron las primeras en aprovechar esta oportunidad. Empresas situadas en la provincia de Brabante empezaron también a contratar personal en España, como solución
temporal para la falta de mano de obra en su propia
región.3 Desde que la empresa Philips optó también
por esta solución y empezó a contratar mano de obra
en España, el número de emigrantes españoles que
partió con destino al Sureste de la provincia de Brabante fue aumentando muy rápidamente. La empresa Philips abordó este asunto de manera acertada y
a gran escala de modo que, en un abrir y cerrar de
ojos, grupos de españoles, cada vez más numerosos, iban apareciendo en el paisaje de Brabante.
La empresa Philips en busca de personal
de producción para sus fábricas
La historia reciente del Sureste de Brabante se
caracteriza por la migración. La llegada de la empresa Philips convirtió la ciudad de Eindhoven en una
especie de “boomtown”, una ciudad con mucha atracción económica, que creció rápidamente en muy poco
tiempo. Vino gente de todas partes para trabajar en
las fábricas de Philips.
En 1891 el Sr. Gerard Philips adquirió una antigua tejeduría desocupada, situada junto al canal estrecho de la ciudad de entonces, llamada “La Fortaleza”, para fundar una fábrica de bombillas. Eindhoven era una ciudad con 4.500 habitantes en el subdesarrollado sur de Holanda. En la provincia católica
de Brabante, fabricantes, latifundistas y clérigos tenían mucho poder. Las relaciones sociales eran feudales, los sueldos bajos y la agricultura estaba languideciendo. Aquí había una reserva casi inagotable
de obreros de fábrica, que eran fieles al poder, trabajaban mucho y tenían muchos hijos. Una ventaja
adicional era que el movimiento obrero y sindical
apenas se había desarrollado en esta región.4 Cuatro
años después, su hermano Anton se incorporó al
servicio de la fábrica Philips como vendedor. En 1899
llegó a ser co-socio y más tarde presidente de la
Sociedad Anónima Philips.5
La fábrica de bombillas tuvo mucho éxito internacional y la empresa iba creciendo a gran velocidad, debido también a la producción de aparatos de
radio que se inició más tarde. Pronto la oferta de
personal disponible en el mercado laboral fue insuficiente. En los años veinte y treinta del siglo pasado
muchas familias de las zonas más pobres de la pro-
Pasaporte (CP)
2
3
4
5
Tinnemans 1994: 17-33.
Stads y otros autores 2004: 32-33. Véase tambíen Cottaar 1998; Horst 2005.
Metze 2004: 48-49.
Heerding 1986: 49-52.
2
Temporeros españoles
vincia de Drenthe, situada en el este de Holanda,
que trabajaban en la producción de turba, vinieron a
Eindhoven; como consecuencia de la disminución en
la demanda de turba, había poco trabajo en la provincia de Drenthe y muchos obreros recurrieron a los
proyectos de mediación de trabajo. Cientos de familias de Drenthe se mudaron a Eindhoven donde Philips hizo construir en un tiempo record un barrio nuevo, sólo para ellas, llamado “Pueblo de Drenthe”. Más
tarde Philips empezó a utilizar obreros belgas, que
todos los días y en transportes adaptados, venían a
trabajar a Eindhoven y al final de la jornada volvían a
Bélgica, el país vecino.
Setenta años después de la fundación de la
fábrica de bombillas, la empresa Philips se había convertido en un grupo mundial de empresas y Eindhoven en una ciudad de gran importancia para la industria eléctrica. En 1961 Frits Philips, el hijo de Anton Philips, fue nombrado director general de la empresa. Precisamente en aquella época la empresa se
encontraba en una fase de crecimiento impetuoso
porque la televisión, como medio de comunicación,
empezó a entrar en todos los cuartos de estar. Al
principio los aparatos eran en blanco y negro, pero a
partir de la segunda mitad de los años sesenta, llegó
la televisión en color. La máquina de afeitar, la batidora, la radio portátil y, más tarde, las cintas de casete también tuvieron un éxito sensacional.6 En Eindhoven y alrededores se podía encontrar personal
suficiente para producir todos estos aparatos muy
deseados y demandados por la nueva y creciente
sociedad consumista.
Benito con 15 florines de su primer
sueldo, guardado por más de 40 años.
Middelbeers, junio 2005. (CP)
A causa de la industrialización en el Norte de
Bélgica y el aumento del número de sucursales de
Philips en ese país, el número de obreros belgas en
Eindhoven disminuyó considerablemente. Se aportaron varias soluciones: contratación de extranjeros,
aumento de los sueldos, construcción de casas, descentralización adicional de las fábricas de Philips y
traslado de algunos departamentos. Sin embargo,
todas estas soluciones tenían sus inconvenientes.
El Sr. Frits Philips decide
Había una gran falta de “obreros de producción”, como fueron llamados los obreros no cualificados en la jerga de Philips. En un informe de la Oficina General de Empresa se puede leer : “Desde el
punto de vista social Eindhoven está convirtiéndose
del centro de mano de obra barata de antes, en una
ciudad donde las personas no cualificadas van formando, cada día más, el residuo de la población...
Según el último pronóstico del Departamento de
Asuntos Sociales, fechado el 18 de julio de 1962, en
los próximos cuatro años habrá que contar con un
retroceso adicional de 2000 obreros de producción
(aproximadamente el 15 por ciento de nuestra ocupación actual). Entre ellos hay unos 1.400 belgas.”7
6
7
8
En el mes de octubre de 1960 los directores de
la empresa Philips hablaron sobre el empleo de trabajadores italianos, pero el Departamento de Asuntos Sociales les convenció de que esta medida tendría demasiados inconvenientes.8 Dos años después,
el asunto de la situación del personal en Eindhoven
figuró otra vez en en el orden del día de la reunión
de los directivos. En el acta de esta reunión consta
que había muy pocas posibilidades de mejorar las
condiciones laborales y que la construcción de viviendas para los obreros sería la mejor solución, pero
también la más difícil. En cuanto al tema de la contratación de extranjeros, se comentó lo siguiente:
Brand 2005. Véase tambíen Bekooy 1991.
Philips Company Archives (PCA), 144.81.
PCA 624.5.
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
“Asunto de extranjeros (españoles, italianos). El Departamento de Asuntos Sociales no es partidario debido a las enormes dificultades que trae consigo (problemas de lengua, el tema del alojamiento, mucho
movimiento del personal). Sin embargo, debido a la
situación específica, el Sr. Philips ha decidido que 200
españoles serán contratados para trabajar en Eindhoven. Esto nos ofrece la posibilidad de adquirir experiencia propia con esta mano de obra extranjera.”9
España e Italia eran los únicos países con los
que existían acuerdos de contratación en aquella
época. Otras empresas tenían buenas experiencias
con los españoles mientras que los italianos, bastante a menudo tenían mala prensa, por ejemplo por
motivo de los disturbios que ocasionaron en el distrito de Twente, en el este de Holanda, en el mes de
septiembre de 1961.10 Además la empresa Philips ya
tenía un número bastante grande de sucursales en
España, mayor que en Italia. Contrariamente a la
situación en las fábricas de Italia, casi todas las fábricas en España estaban dirigidas por Holandeses.11
La empresa Philips, pues, ya tenía bastante experiencia con obreros españoles. Philips también tenía
sucursales en América Central y América del Sur,
adonde solían enviar a personal holandés por unos
años. En el ámbito de las actividades de Philips en
América del Sur, personas hispanohablantes venían
también a Eindhoven con mucha frecuencia. Por ello
había muchos empleados dentro la plantilla de Philips que dominaban el español. Mucho tiempo antes
de que los primeros obreros españoles entraran en
Philips la ciudad de Eindhoven, ya tenía alguna relación con España.
Hispanófilos en Eindhoven
En el año1934 se fundó la Asociación Iberoamericana de Eindhoven. Era una asociación cultural
de gente y para gente interesada por todo lo que
tenía que ver con España y los países de habla hispana en el mundo. Este hecho tuvo lugar siete años
después de que el catedrático C. van Dam ocupara
la primera cátedra de Lengua y Literatura Española
en Utrecht. En 1946 fue invitado a dar una conferencia en Eindhoven para la Asociación Iberoamericana
sobre el carácter del pueblo español. Lo definió como
super-individualista, con aversión hacia todo tipo de
autoridad, poniéndose en el centro de la creación,
con una incompetencia total para cualquier forma de
organización o cooperación, sin distinción de clases,
pero con una civilización innata y una noble manera
de vivir.12 En caso de que Frits Philips se hubiera dejado inspirar por la Asociación Iberoamericana para
contratar a miles de españoles en los años sesenta,
está claro que esta conferencia no le proporcionó el
motivo para ello.
Imagen del Guía del Emigrante en Holanda, 1971. (GEH)
Resulta pues que el mismísimo Sr. Frits Philips
desató el nudo gordiano. Ignorando el consejo del
Departamento de Asuntos Sociales, dio orden de
compensar la falta de personal reclutando personal
en España. ¿Por qué optó por España? Quizá no fue
pura casualidad que la situación en España tenía
mucho en común con la de la provincia de Brabante
donde su tío Gerard, hacía ya muchos años, había
construido la primera fábrica de bombillas. La gente
del campo en España estaba acostumbrada a las relaciones feudales de poder, a los sueldos bajos y al
trabajo duro sin protestar. No era de esperar que
obreros de estas regiones plantearan problemas.
Aparte de esto, los primeros grupos de emigrantes
vinieron de Extremadura, conocida en España como
la región menos favorecida de todo el país.
PCA 6 Personeelsbeleid / Sociaal beleid (reunión directores de la empresa, 30-8-1962) [Itálica GvO].
Mak 2000: 143-145.
11
Metze 2004: 310-312.
12
Eindhovens Dagblad, 2-9-1946, 7.
9
10
4
Temporeros españoles
ción, un guitarrista argentino actuó para los obreros
españoles de Philips en el campamento residencial
de Horst-America. En 1967 se presentó una revista
hispano-holandesa en el Centro Cultural Philips. La
Tuna de la ciudad de Luz, fundada en 1964 cooperó
también en esta actividad. La revista de 1967 tenía
como tema los contactos entre el número creciente
de obreros españoles y los holandeses.
Ya desde el principio muchas personas frecuentaban las conferencias y las actividades de la Asociación Iberoamericana. Al final de los años sesenta el
número de socios aumentó incluso hasta llegar a 600.
A la tradicional cena de navidad asistían a menudo
200 personas Parte de la junta directiva estaba formada por “gente de Philips” y entre los socios había
muchas personas, que habían sido enviados por Philips a trabajar en sucursales en España o América
del Sur. Algunos de ellos volvieron a Holanda con
una pareja hispanohablante. En la Asociación Iberoamericana todavía podían catar un poco el ambiente
del mundo latino que habían dejado atrás. También
le solicitaron a la Asociación la organización de un
curso de español para sus hijos para que no se olvidaran de esta lengua. Resultó que hubo muchas personas que se interesaron por este curso. En un abrir
y cerrar de ojos, las aulas del complejo escolar de las
monjas en la calle Hemelrijken quedaron pequeñas.13
La Asociación Iberoamericana de Eindhoven celebró
en 2004 su setenta aniversario y cuenta ahora con
algo más de 200 socios. Tiene una página web:
www.aie-eindhoven.nl.
Aparte de las representaciones mencionadas
anteriormente, no han existido nunca vínculos estrechos entre los emigrantes españoles y la Asociación
porque los ámbitos de interés eran muy diferentes.
Tal vez Frits Philips empezó a interesarse parcialmente
por las actividades de la Asociación, debido a la lengua y cultura española. Optó por obreros españoles,
que, a su vez, fueron bien recibidos y se sintieron
bienvenidos en Eindhoven, la ciudad donde tantos
hispanófilos estaban unidos en una asociación que
prosperaba.
Nunca hubo dificultades
Philips no reclutó nunca personal en otros países mediterráneos. Para limitar los problemas admi-
En 1963, gracias a la mediación de la Asocia-
Contrato de Eugenio Lindo Mena, 1963. (CP)
13
Houben-de Jongh 2004: 8-12.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
agrícola, que era el menos favorecido y del cual formaba parte la mitad de la población. Estas medidas,
sin embargo, produjeron el efecto contrario y dieron
lugar a un despoblamiento espectacular del campo.
nistrativos y prácticos se optó por la contratación en
un solo país. 14 Aunque el Departamento de Asuntos
Sociales tenía bastantes objeciones a la llegada de
obreros españoles, pronto se puso de manifiesto que
la decisión de Frits Philips benefició a la empresa.
Entre 1970 y 1973 más de siete millones de
personas, o sea, el 20 % de la población española,
abandonaron sus pueblos. Más de dos millones de
personas se fueron al norte y centro de Europa.18
Aparte de razones económicas muchos emigrantes
también tenían motivos políticos y usaban la emigración para ir al extranjero. Pero muchos de éstos nunca manifestaron sus motivos, ya que esto les podría
acarrear problemas al regresar a España o si necesitaran aquí papeles de las autoridades españolas.19
En la memoria anual de 1963 del Departamento de Asuntos Personales consta la siguiente frase:
“La llegada de 440 obreros españoles fue un aspecto
nuevo. En general la empresa está muy contenta con
los obreros españoles y su trabajo.”15
En la memoria anual de 1964 figura incluso un
comentario lleno de entusiasmo: “A final de 1964,
800 españoles trabajaban en nuestras empresas, 495
de ellos en Eindhoven. ... Las experiencias con los
españoles siguen siendo particularmente favorables,
no sólo dentro sino también fuera del trabajo. No
hay dificultad alguna con la población. Muchos de
ellos son invitados a menudo en casa de las familias
holandesas, otros encuentran trabajo adicional en las
fincas en los alrededores de los campamentos residenciales. Un 70 % de los obreros españoles ha prorrogado su contrato al cabo del primer año.”16
Angel Fuentes, un emigrante que regresó
definitivamente a España: “Mi hermano salió en
1963 para Holanda; fue uno de los primeros que
fueron a trabajar en la Philips. Vivíamos entonces en una época de dictadura, mucha pobreza y
poca libertad. Mi hermano me animó a que viniera también a Holanda y en enero de 1965 me
fui.”
En 1965 sólo en las fábricas de Philips en Eindhoven ya trabajaban 613 españoles para satisfacción
de todos: “Por supuesto el idioma representa un gran
obstáculo, pero en lo referente a su diligencia así
como a su comportamiento, causan buena impresión. Sus contactos con la población nunca dan lugar
a dificultades.”17 Eran personas trabajadoras y de trato
agradable. Exactamente lo que necesitaba Philips.
Huida de la pobreza y de la dictadura
A partir de 1961 miles de emigrantes salieron
de España para trabajar en Holanda. Eran sobre todo
hombres de una edad entre veinte y treinta años,
que trabajaban en el campo pero no ganaban casi
nada. España estaba bajo la dictadura de Francisco
Franco (desde 1939 hasta 1975), donde la libertad
individual fue reducida considerablemente. El país
había sido excluido del Plan Marshall, razón por la
cual se paralizó la economía. A final de los años cincuenta se llevó a cabo un programa de reconversión
económica, enfocado a la modernización del sector
14
15
16
17
18
19
Santi y Flores Granado con el autobus en el cual salió su
padre, Extremadura 1963. (CP)
PCA 624.5 Personeelsbeleid / Sociaal beleid
PCA 722.1 Memoria anual 1963.
PCA 722.1 Memoria anual 1964.
PCA 722.1 Memoria anual 1965.
Muñoz Sánchez 2005: 523-530. Véase tambíen Pérez Díaz y Barrientos Alfageme 2005: 23-39.
Olfers 2004: 25.
6
Temporeros españoles
Después de varias conversaciones con obreros
españoles de Philips el Sr. Jan Smets declaró el 12 de
diciembre de 1964 en el periódico Eindhovens Dagblad: “No se puede hablar concretamente de refugiados políticos pero sí se puede decir de las muchas
decenas de españoles, que trabajan en Eindhoven y
sus alrededores, que se sintieron incómodos en su
país. Tampoco queda duda alguna de que, sobre todo
los jovenes de Extremadura, recaerán en la pobreza
cuando regresen a su pueblo. En aquella región subdesarrollada de España hay tanta necesidad, que los
chóferes holandeses, que acaban de recoger “un
envío” de emigrantes, han abierto sus monederos
para comprar ropa a los hijos de los hombres que
salieron para Holanda.”20
Contratación
Firmar contrato, 1970 (PCA)
Una vez comunicada la decisión de Frits Philips, se procedió a la acción inmediata y se presentó
una solicitud a las autoridades españoles. Según el
tratado de contratación de 1961 el Ministerio Español de Asuntos Sociales y Empleo indicaría las regiones donde se podía reclutar al personal. La región
que fue atribuida a Philips era Extremadura.
periodista de la revista semanal “Philips Koerier”,
cuenta sobre el acontecimiento que presenció: “Fue
muy raro. Sólo había unos carteles grandes con los
nombres de los países: Holanda, Suiza, Alemania. La
cola de Suiza no avanzaba nada; por eso hubo chicos que salieron de la fila y se pusieron en la cola de
Holanda. Algunos estaban fumando en la fila y los
policías que velaban por el orden, les daban un toque con la porra y les obligaban a apagar los cigarrillos; así iban las cosas en aquella España. Fue una
sensación muy rara.”
El Ministerio de Asuntos Sociales y Empleo en
Madrid envió la solicitud de Philips a Cáceres capital.
Desde allí la solicitud fue distribuida por el sindicato
de la época a muchos municipios. Uno de ellos fue el
pueblo de Carcaboso, donde vivió José Gutiérrez, de
24 años: “Tenían listas de todos los países y te informaban de qué país era mejor. La empresa Philips en
Holanda ofrecía uno de los mejores contratos. Te
arreglaban el viaje, la vivienda y las comidas. Lo que
uno ganaba lo podía gastar sin condiciones. Para ser
admitido a la inscripción hacía falta que uno tuviera
una conducta irreprochable, una edad mínima de 23
años y hubiera realizado el servicio militar. Si se cumplían estos requisitos se podía ir a Cáceres para un
examen médico.”21
Los hombres que se habían presentado fueron
sometidos a un reconocimiento médico, efectuado
por médicos españoles, pero la empresa Philips disponía de un Departamento de Servicio Médico e
inicialmente envió sus propios facultativos a Madrid
para ayudar en las contrataciones. Estos médicos
holandeses examinaron sobre todo el estado de los
pulmones porque el trabajo en las fábricas podría
afectarlos bastante y, además, Philips daba mucha
importancia a la lucha contra la tuberculosis.22 En los
años setenta Philips dejó de enviar asistencia médica y encargó la tarea de contratación exclusivamente a los administradores de personal. Toda la preselección se hizo en España.
Más tarde procedieron a organizar la contratación directamente desde Madrid, no sólo para Philips
sino también para otras empresas extranjeras. Las
personas que buscaban trabajo en el extranjero debían inscribirse en Madrid. El Sr. Albert van Dijken,
20
21
22
Smets 1964: 15.
Os, Eindhovens Dagblad 2003.
Os 2003: 46.
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
resultado el examen médico. Toda la gente del
pueblo nos acompañó para despedirse de nosotros. Era como si pensaran que íbamos a la guerra. La despedida fue bastante dura pero luego,
cuando ya estábamos de camino, nos pusimos
alegres y empezamos a cantar y a tocar las palmas. Philips pagó el viaje y nos trataron como
señoritos. Primero fuimos a Cáceres capital y
desde allí, en tren a Madrid. En aquella época se
tardaba un día entero en recorrer este trayecto.
En Madrid dormimos en el mejor hotel que había
y la mañana siguiente continuamos nuestro viaje. Habían reservado dos vagones con coche restaurante y todo para nosotros. Francamente, no
sabíamos nada de Holanda, sólo que estaba lejos y que hacía mucho frío por allí. Pasando por
Irún y París llegamos a Roosendaal y desde allí
continuamos el viaje en autobuses. ¡Nos ofrecieron incluso café en el autobús ! Hacía un frío espantoso y había una espesa capa de nieve. Nunca en la vida había visto tanta nieve. Fue como si
hubieramos aterrizado en otro planeta.”
En 1972 el Sr. Gerrit Nijhoff fue nombrado
jefe del Departamento de Asuntos Españoles y
durante tres años participó en las contrataciones: “Los candidatos que se presentaron ya disponían del certificado de buena salud para trabajar en Holanda. También tenían una altura
determinada: los hombres muy bajos quedaban
excluidos, ya que tendrían que trabajar con los
brazos siempre alzados porque las máquinas tenían una altura fija. Creo que los candidatos debían medir como mínimo un metro y sesenta centímetros. Después de terminar las entrevistas nos
reunimos con el personal encargado de la organización. Y entonces dijimos que apreciaríamos
que viniera tal y tal persona, porque los candidatos podían aceptar y darnos su palabra inicialmente pero luego podían reflexionar y echarse
atrás. No todos se venían a Holanda inmediatamente con nosotros.”
El 5 de febrero de 1963 los primeros noventa
obreros dejaron el norte de Extremadura para llegar
a Eindhoven al cabo de tres días de viaje. Llevaban
maletas de cartón y madera, atadas con correas y
cuerdas, embaladas cariñosamente en sus lejanos
pueblos por la madre o la esposa. Entre las camisas
y la muda habían metido una foto de la familia, una
botella de vino de sus propias viñas y un chorizo,
envuelto en papel impermeable y encima se encontraba su mejor traje y un sobre con un contrato anual,
expedido por la Sociedad Anónima de Fábricas de
Lámparas Eléctricas Philips.
Tantas iglesias como fábricas
No sólo en Philips sino también en otras empresas en el Sureste de Brabante contrataron obreros españoles. Sobre todo en la industria textil y
metalúrgica en Beek en Donk, Geldrop y Helmond.
Además trabajaron muchos españoles en la fábrica
de cinc en Budel y en la fábrica Friki en Boxmeer.
La fábrica textil de Diddens & van Asten, igual
que Philips, obtuvo permiso para reclutar personal
en Extremadura. Durante una reunión maratoniana,
que duró cuatro horas y media, el comité de empresa tomó la decisión, el 17 de junio de 1963, de contratar a españoles.23 Hacía falta aumentar urgentemente la producción para atender el incremento de
las ventas y esto sólo era posible si se disponía de
una plantilla suficiente y adecuada. El mercado laboral en el sureste de Brabante, sin embargo, era muy
reducido en aquellos años. En la misma época, por
ejemplo, se introdujo también el salario a destajo
para aumentar la producción.
Debían haber salido para Holanda tres meses
antes, pero su partida fue aplazada porque los caminos quedaron inaccesibles a causa del enorme temporal de nieve en todo el noroeste de Europa. Se
llegó a los 18 grados bajo cero y hubo grandes nevadas. A principios de febrero las condiciones meteorológicas habían mejorado algo y los hombres pudieron salir de Extremadura.
José Gutiérrez: “En Extremadura no se ganaba nada. Junto a seis personas más de mi pueblo me inscribí como candidato para Philips. Eramos jóvenes y sanos y todos pasamos con buen
23
Al cabo de un mes el jefe de personal, el Sr. C.
Heeren, acompañado del médico de empresa, partió
para España. En Eindhoven subieron a un helicópte-
Ruiten Troef. 8 (5), julio 1963.
8
Temporeros españoles
ro que les llevó a Bruselas. Allí tomaron el avión a
reacción Caravelle que tardó dos horas en llegar a
Madrid. Recorrieron el trayecto de 300 kilómetros
entre Madrid y Cáceres en tren, pasando por regiones muy áridas y desoladas, “donde el sol ha chamuscado la tierra.” Los numerosos burritos en el camino les encantaron y se asombraron del retraso tecnológico, tanto en la industria como en la agricultura. En Cáceres capital conocieron el calor abrasador
y un clima tan seco que la orquesta que tocó en una
terraza por la tarde, decidió dejar el piano en la terraza, al aire libre, durante la noche. En Holanda este
instrumento, después de una noche, se habría desfinado completamente, incluso con el mejor tiempo
de verano. También se asombraron de la ropa oscura y las caras arrugadas de gente todavía joven. Con
las frentes perladas de sudor, los dos holandeses
estaban inscribiendo a los candidatos, sentados en
alguna azotea y en mangas de camisa, mientras éstos iban de punta en blanco y llevaban traje, corbata
y sombrero.24
Diapositiva del Sr. C. Heeren de Cáceres capital,
julio 1963. (CP)
El Jueves, 5 de septiembre de 1963 los primeros 18 obreros extranjeros llegaron a Helmond. Eran
de Cáceres capital o de los pueblos de los alrededores y casi todos estaban casados. Les dieron la bienvenida el director Alfred van Asten y el sacerdote
para los españoles en el sureste de Brabante, el padre Driessen. En sus palabras de bienvenida el padre
Driessen llamó la atención sobre el hecho de que en
esta región había tantas iglesias como fábricas y que
los españoles eran también muy bienvenidos en las
iglesias.25
El helicóptero en el cual el jefe de personal, el Sr. C.
Heeren, voló de Eindhoven a Bruselas, julio 1963. (CP)
La mayor parte de los trabajadores españoles
en la ciudad de Helmond no era de Extremadura sino
de Andalucía y provenía de un solo pueblo: Alhaurín el
Grande, situado al oeste de Málaga. Sólo en Helmond
y alrededores trabajaban ya 500 hombres provenientes de Alhaurín.26 Trabajaban por ejemplo en la fábrica textil de Hatema (la Fábrica Textil de Helmond) en
la tintorería y la hilandería. Durante la contratación en
Alhaurín el Grande pusieron una serie de diapositivas
Diapositiva del Sr. C. Heeren en el tren de Madrid a
Cáceres, julio 1963. (CP)
24
25
26
Ruiten Troef 8 (6), septiembre 1963.
Ruiten Troef 8 (7), octubre 1963.
Olfers 2004: 34-35.
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Obreros españoles en la tintoría de Hatéma. (IEH)
En la tintoría de Hatéma. (IEH)
En la tintoría de Hatéma. (IEH)
Obreros españoles lavando la ropa. (IEH)
para dar a los potenciales candidatos una imagen de
la ciudad de Helmond, la fábrica, las pensiones y las
posibilidades de recreo. Cuando pusieron las diapositivas la fábrica Hatéma ya tenía obreros de este pueblo a su servicio. Fue argumento decisivo para que los
candidatos tomaran su decisión.
Según algunos habría sido mejor no poner la
última diapositiva para que los emigrantes no supieran que muchos de ellos tendrían que lavar sus propias camisas y calzoncillos en Holanda.
10
Temporeros españoles
INTERMEZZO
Un albardero de Extremadura
Pablo Luengo vivía en el pueblo de Garganta la
Olla en el norte de Extremadura y descendía de una
familia torniega muy conocida en muchos pueblos
del norte cacereño, bajo el apodo Los albarderos.
Pablo y sus hermanos iban de un pueblo a otro para
reparar y hacer albardas de caballos y otros animales de carga, que en aquellos años eran muy utilizados en la agricultura. A falta de otro medio de transporte, iban casi siempre a pie o con las bestias. En
cada pueblo buscaban pensión para alojarse y alquilaban un local para la albardería.
y los demás medios de transporte trajo como consecuencia que los campesinos utilizaban cada vez menos a sus animales de carga. Llegó un momento en
que la profesión de albardero rindió tan poco, que
una familia apenas podía vivir de ello. Pablo tenía cuatro
hijos y el quinto estaba en camino. Decidió probar
fortuna en el extranjero. Un día en septiembre de 1962
emprendió el viaje junto con algunos hombres más
de su pueblo a la ciudad de Cáceres, donde se encontraban las oficinas de contratación. Le contrataron y,
un mes más tarde partió para la ciudad holandesa de
Duque del Bosque (‘s Hertogenbosch) donde empezó
a trabajar en una fábrica de ladrillos.
A principios de los años sesenta el uso de albardas empezó a decaer. La llegada del coche, el tractor
La casa en Garganta la Olla donde estaba la albardería. (CP)
11
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Letra de Pablo Luengo. (CP)
Pablo Luengo escribió con su hermosa letra el
relato Holanda es mi segunda patria, que después
fue puesto en Internet por su hijo Miguel Ángel Luengo, en español y holandés
(www.emigracioneindhoven.dse.nl).
to de Philips en Eindhoven. Este cambio le cayó bastante mal, pidió el despido y regresó a España para
continuar ejerciendo su antigua profesión.
Pablo había ganado suficiente para comprarse
un motocarro, de modo que ya no necesitaba ir andando de un pueblo a otro con todo su material y
herramientas. No obstante siguió siendo difícil ganarse la vida como albardero. Cuando su mujer se
puso enferma y tuvo que afrontar gastos elevados,
decidió dejar otra vez su suelo natal. Después de
varias aventuras volvió a Philips y, al cabo de unos
años, hizo venir a Holanda a su mujer y a sus hijos.
En 1981 el matrimonio Luengo regresó a España.
Sin embargo, el trabajo en la fábrica de ladrillos fue duro, el invierno frío y los ingresos decepcionantes. Pablo cumplió su contrato anual y regresó a
España. Al cabo de un año compró un billete de tren
a Tilburgo, donde su hermano Florencio trabajaba
en la fábrica de Volt, propiedad de la empresa Philips. Pablo empezó a trabajar también en la fábrica
Volt y siguió trabajando allí hasta que todos los obreros españoles fueron trasladados a un departamen-
Pablo Luengo en la inauguración de El Prado, Eindhoven 1966. (PCA)
Pablo y Dolores, 2005. (CP)
12
2. VIVIR Y TRABAJAR
Ya desde el principio el periodista Albert
van Dijken publicó casi todas las semanas en la
revista semanal “Philips Koerier” un artículo sobre los españoles recien llegados, la “gente nueva” en una crónica llamada “Aquí, la onda española”, utilizando a menudo palabras acogedoras.
El 16 de febrero de 1963 escribió lo siguiente:
acompañan sus conversaciones con muchos gestos como énfasis a su vocabulario.”
La atmósfera en torno a los españoles tenía algo de aventura, romanticismo y compasión.
No sólo en el “Philips Koerier” sino también el el
periódico “Eindhovens Dagblad” fueron publicados con regularidad artículos sobre la gente del
sur de Europa, que se habían instalado en Eindhoven y cercanías. Al parecer los periodistas regionales eran visitantes habituales de las residencias.
“Son diferentes de nosotros, los holandeses, estos españoles de las sierras ásperas y desiertas y de las mesetas de color amarillo rojizo
de la provincia española de Cáceres : son morenos y menos robustos, tienen el pico de oro y
Habitación en el campamento de Someren, 1963. (PCA)
Campamentos de estado
segunda guerra mundial fueron utilizados para el alojamiento de trabajadores del SEO (Servicio de Ejecución de Obras). Los primeros noventa hombres de
Extremadura fueron a parar al pueblo de Someren.
Los húngaros, que habían encontrado aquí un refugio temporal después de la revolución de 1956, habían salido ya. También había campamentos, o sea
residencias, en Sevenum, Horst-America y Middelbeers. En residencias como estas ocho hombres compartían un solo cuarto de estar y un solo dormitorio.
Todas las residencias tenían eran muy parecidas por
haber sido diseñadas por el mismo arquitecto. Estas
barracas ya no existen.
El principio de los años sesenta no sólo fue una
época de enorme necesidad de mano de obra sino
también de una aguda falta de viviendas. ¿Dónde se
iba a alojar a todos estos españoles que Philips y
otras empresas habían hecho venir al sureste de Brabante?
Los primeros obreros españoles de Philips, llegados en 1963, fueron alojados en campamentos de
estado, construidos en los años de crisis que había
sufrido el país para alojar a los parados que fueron
seleccionados para empleo temporal. Después de la
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
según las prescripciones, había que cortar los salchichones en rodajas finas. A los obreros españoles no
les gustaban las rebanadas cubiertas con mantequilla y rodajas finas de salchichón. Lo que querían era
un pedazo de pan y un buen trozo de salchichón sin
cortar. Además preferían dos comidas calientes, preparadas con mucho aceite y ajo. Pero a los comandantes del campamento no les agradaban estas costumbres.
Casas de huéspedes y pensiones
Últimos edificios de la residencia De Spreeuwel,
Middelbeers 2005. (CP)
Hubo españoles a quienes costó mucho echar
raices en los alojamientos colectivos; encontraron alojamiento en casas de huéspedes particulares. Otros
se instalaron en una pensión. En el centro de Eindhoven se encontraba una pensión de monjas “Nuestra Casa”, donde las monjas se encargaban de la
comida y la limpieza. Aquí unos cien españoles tenían habitación propia, lo que consideraban una gran
ventaja. También hubo trabajadores españoles de
Helmond, que vivieron allí.
Philips obtuvo permiso para alojar a los trabajadores españoles en los anteriores campamentos
de estado a condición de que los comandantes del
campamento y otro personal no perdieran su empleo. Estas personas no hablaban ni una sola palabra de español y esto causó problemas, de modo
que hizo falta contratar a intérpretes. Otro problema
fue que las comidas eran preparadas según las disposiciones estatales de los comandantes del campamento. Los menús eran compuestos a base de cantidades calculadas de calorías.27 A los españoles, sin
embargo, les importaba un rábano la cantidad de
calorías. Otro punto de discusión fue el tema de que,
El problema más grande en las residencias fue
la falta de vida privada. Costaba mucho compartir un
espacio tan pequeño con ocho personas : incluso las
cosas más íntimas no pasaban desapercibidas. Un
Emigrantes españoles en la residencia De Spreeuwel, Middelbeers 1965. (PCA)
27
Eindhovens Dagblad 6-12-1963, 15.
2
Vivir y trabajar
Pensión de monjas Nuestra Casa
en el centro de Eindhoven. (IEH)
Comedor en Nuestra Casa. (IEH)
obrero, que ya ha regresado a Extremadura, recordaba con rencor : “Fué una vergüenza, los había que
seguían exagerando hasta el límite. En aquellos tiempos los hombres empezaron a llevar calzoncillos cortos como lo hacen las mujeres. Pues yo lo hice también pero me vi obligado a volver a comprar calzoncillos largos porque todos los demás llevaban esos
calzoncillos caseros, de algodón grueso, que cubrían
incluso las rodillas. A la hora de acostarse me miraron y dijeron “Fíjate, ese tío lleva bragas .. Lleva bragas de mujer !” Madre mía, nunca en la vida habían
visto tal cosa. Al otro día todo el mundo en el camHabitación en Nuestra Casa. (IEH)
Españoles en una pensión de Hatéma en Helmond. (IEH)
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
cios de las antiguas fábricas, situados cerca del canal de Helmond. En estos edificios construyeron habitaciones con literas, donde los españoles dormían
debajo de las mismas mantas Didas, fabricadas por
la empresa. En el cuartel de la estación de Helmond
convirtieron el antiguo hotel Bruselas en una pensión de empresa. Antes era un hotel prestigioso pero,
después de instalarse unas decenas de españoles, el
aspecto era cada vez menos distinguido. La fábrica
metalúrgica de Van Dongen disponía de una residencia, situada dentro de la misma fábrica. Los obreros españoles trabajaban, comían y dormían en el
terreno de la fábrica.
La construcción de residencias
La falta de viviendas no se había solucionado y
el alojamiento de los trabajadores extranjeros era
un problema para la mayoría de las empresas, en
particular en Philips, donde siguieron contratando
cada vez más españoles.
Fiesta pijama, Geldrop 1963. (CP). Francisco Carbonell:
“ En 1963 trabajaba en Geldrop en la fábrica textil Pessers. Junto con 2 españoles vivía en una casa de huéspedes en Geldrop. Ocurrió que una noche el dueño llegó a
casa bastante borracho y nos sacó de la cama. Estábamos
vestidos en pijama pero en seguida cogimos la guitarra y
montamos una fiesta con el propietario.”
En un informe de la Oficina de Empresa General a la Junta Directiva, a finales de octubre de 1963
se puede leer: “ En el mes de agosto de 1962 el Sr.
Ing. Philips decidió hacer venir a un contingente de
españoles, para cubrir las deficiencias existentes y
como experimento.”28 En aquella época 500 españoles ya trabajaban en Philips y otro ”contingente” de
360 personas estaba a punto de llegar. En el informe
pamento se había enterado. ¡ Lleva bragas de mujer ! ¡Qué simplones para decir esto ! Me enfadé
mucho con uno de esos … con sus bragas de mujer.
¡ Bah, qué divertido fue !”
Los obreros españoles en la fábrica de Diddens
& van Asten fueron instalados en parte de los edifi-
Bendición de El Prado. (PCA)
28
PCA 623.5 Informe 25-10-1963.
4
Vivir y trabajar
Inauguración de El Prado por Frits Philips (CGN)
se insiste en que se establezcan directivas adicionales y más transparentes en cuanto a la colocación de
españoles. Se observa, en palabras de crítica, que
muchos obreros españoles han sido contratados bajo
el lema de “más tarde ya veremos”, pero que ya es
hora de dejar este lema despreocupado y, en vez de
esto, canalizar el desarrollo para evitar sorpresas
desagradables en el futuro.
zo por descentralización o mecanización o que podrían ser ocupados, dentro de pocos años, por personal holandés. En resumidas cuentas : sólo en caso
de emergencia había que proceder a contratar a
españoles.30
Se hizo caso omiso de las advertencias y el
número de obreros españoles en Philips siguió creciendo cada vez más. Pronto ya no sólo vinieron de
Extremadura sino de todas las regiones de España.
Los alojamientos en los anteriores campamentos de
estado no eran ideales y por eso Philips decidió construir dos residencias propias. En el mes de septiembre de 1964 terminaron la construcción de El Pinar,
situado en el pueblo de Maarheeze, y en enero de
1966 la de El Prado, situado en Eindhoven en la calle
Beemdstraat, en la zona industrial de De Hurk. El 24
de junio de 1966 El Prado fue consagrado por Monseñor Th.G.A.Hendriksen, obispo auxiliar de Utrecht.
Después de esta ceremonia Frits Philips inauguró la
residencia en una ceremonia oficial. En El Pinar había alojamiento para 350 personas y en El Prado para
250 personas.
El mayor problema fue encontrar alojamiento
para todos estos “contingentes” de españoles. Fue
difícil y caro. Además todos los esfuerzos tenían que
ser dirigidos hacia el carácter provisional de la contratación de obreros extranjeros. Los campamentos
residenciales casi siempre se ubicaban en lugares
apartados, condicionando el contacto con la sociedad holandesa y limitando así la integración en vez
de estimularla.29 Se recomendó no invertir dinero
en edificios o campamentos pues, como consecuencia de ello, el alojamiento de los españoles podría
obtener un carácter permanente. Aparte de esto los
españoles debían ser empleados sólo en aquellos
puestos de trabajo que desaparecerían a corto pla29
30
Tinnemans 1994: 47.
PCA 623.5 Informe 25-10-1963.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Campamento en Someren, 1963 (CP)
Hubo más empresas que construyeron residencias propias para su personal. En 1971, en el pueblo
de Beek en Donk, la empresa Thibodraad construyó
una residencia para obreros españoles. La residencia se llamó Casa Trenta, con referencia a la calle
Trentstraat, en la que estaba situada, pero los españoles la lamaron Casa Treinta. Al principio también
vivían allí unos empleados de la empresa Van Thiel
United. Para éstos se construyó más tarde otra residencia más pequeña, a la que los españoles pronto
bautizaron como la Casa Treinta y Una. La Casa Trenta
fue cerrada en 1982.
blo alegre de Someren, los obreros españoles de la
fábrica de cartón Van Dam ocuparon sus puestos.
Rebautizaron la residencia en Casa del Elefante porque la empresa Van Dam hizo propaganda con el
eslogan de que sus cajas de cartón eran tan sólidas
que un elefante podría pisarlas sin romperlas.
Por lo que se refiere al alojamiento, los españoles en el sureste de Brabante tuvieron más suerte,
en general, que sus paisanos en la región de las grandes ciudades del oeste de Holanda donde pedían
precios abusivos por habitaciones miserables. Según
el ayudante Van Stratum del Servicio de Extranjería,
no existió tal aprovechamiento en Eindhoven y sus
alrededores aunque los obreros extranjeros pagaban
por su habitación algo más que los estudiantes holandeses de la Universidad Técnica de Eindhoven.
Los empleadores en la provincia de Brabante, en
cualquier caso, cuidaron mucho más de sus trabajadores extranjeros que los fabricantes en la región de
las grandes ciudades del oeste de Holanda. El padre
Jaime Driessen, sacerdote de los españoles en el
sureste de Brabante, le dijo en 1965 a un periodista
del periódico Eindhovens Dagblad que los ocupantes
de las residencias de ancianos holandeses tendrían
envidia al ver el confort en las residencias de los obreros españoles de Philips.32
Happy community
La inauguración de las residencias de Philips
de El Pinar y de El Prado significó el cierre de las
residencias más lejanas. En el caso de la residencia
de Someren el Dr. van Erp el Servicio Médico de Philips lamentó esta decisión porque había comprobado
que la baja por enfermedad allí estuvo muy por debajo del promedio. Lo atribuyó al hecho de que esta
residencia se encontraba en la inmediata proximidad
de un pueblo con buen ambiente y que los habitantes daban la impresión de formar una happy community (comunidad feliz ).31 Después de que los obreros españoles de Philips dejaran con desgana el pue31
32
Erp 1967: 1915.
Houtert 1965.
6
Vivir y trabajar
Barrer el suelo
suelos. Se quejó ante el Ing. R.van Dijk, miembro
del Consejo de Administración de Philips. Este escribió una carta al Departamento de Asuntos Sociales,
de la que le mandó una copia al Sr. Frits Philips y
añadió : “Por fuentes muy diferentes he sabido hace
poco que nuestros obreros españoles se sienten ofendidos por tener que barrer el suelo junto a las cadenas donde los chicos y chicas holandeses están ensamblando aparatos.”33
El mismo día de su llegada en febrero de 1963,
los primeros noventa obreros españoles de Philips
fueron sometidos a unas pruebas para comprobar si
reunían las cualidades para trabajar con las máquinas.
José Gutiérrez: “Esas pruebas las hemos hecho durante dos días hasta hartarnos.
¡ Queríamos trabajar con máquinas auténticas!
¿ Sabes qúe máquina me dieron a mí? ¡ La escoba !
Dije yo: “¿Es que he hecho todo el viaje a Holanda
para barrer el suelo aquí ?” En España este trabajo
era despreciado: era trabajo para mujeres. Tenía
vergüenza, sobre todo al entrar en la oficina, donde
las mujeres me miraban, y me sentía como si no
sirviera para nada. Con todas mis fuerzas intenté salir
de la limpieza; hice incluso cosas que no se podían
hacer. Rompí la escoba, por ejemplo, o me senté
ostentosamente en la escalera. Y dije: ¡ ESTO NO !”
Sólo a tres meses de su llegada uno de los españoles del primer grupo falleció por un accidente
laboral. Se trató de Eladio Albarrán Palomero, de 24
años y natural de Carcaboso, Cáceres. Eladio falleció
trabajando en el Servicio Doméstico, después de sufrir una caída mortal al romperse un cable del ascensor de los limpiacristales en que se encontraba. Hubo
un gran abatimiento entre los españoles. A la misa
de difunto, en la iglesia del pueblo de Someren, asistieron casi todos los obreros españoles, una representación del consulado español, delegados de Philips y muchos habitantes del pueblo de SomerenEind. Los vecinos del barrio donde estaba situada la
residencia, pusieron una corona de flores y los jovenes de Someren ofrecieron arreglos florales. Después
de la misa de difunto Eliado fue repatriado a Extremadura. Albert van Dijk cubrió los hechos de la triste
despedida en el periódico Philips Koerier: ”Un último
Gran parte del primer grupo fue empleado –
bajo muchas protestas – en la limpieza. Unos meses
después los españoles consiguieron respaldo de fuentes oficiales. El Sr. López Rodó, un alto cargo de
Madrid, fue de visita a Eindhoven y vió con sus propios ojos que sus paisanos no ejecutaban actividades industriales sino que fregaban y limpiaban los
Eladio Albarrán. Esta foto adornaba la lápida
de su tumba en su pueblo Carcaboso. (CP)
33
PCA 624.5 Carta 22-11-1963.
7
Edificio del accidente (CP)
Me vine con una maleta de cartón y de madera
José Gutiérrez y Raimundo Blanco del primer grupo de la emigración ‘philipsiana’ en su 25 aniversario en Philips
(1988). José Gutiérrez sigue residiendo en Eindhoven. Raimundo Blanco falleció en junio de 2005. (CP)
adiós : Los rayos de las luces del coche fúnebre se
disolvieron en la oscuridad. Eladio Albarrán emprendió el viaje de regreso a su pueblo.” 34
José Gutiérrez y Raimundo Blanco del primer
grupo de la emigración ‘philipsiana’ en su 25 aniversario en Philips (1988). José Gutiérrez sigue residiendo
en Eindhoven. Raimundo Blanco falleció en junio de
2005.
Después de este accidente mortal y quejas
como las del Sr. López Rodó, Philips dejó de reclutar
a obreros españoles para trabajos de limpieza. A los
españoles, que trabajaban en el Servicio Doméstico,
les encargaron otras tareas más ‘masculinas’. Medio
año después de llegar a Eindhoven el primer grupo
finalmente fue autorizado a trabajar con las máquinas en la fábrica. Gutiérrez: “Me pusieron en el departamento de Productos Metálicos y allí seguí trabajando hasta jubilarme. Siempre me ha gustado
mucho este trabajo.”
Viaje en autobús
El madrileño Sr. López Rodó supo en Eindhoven que había casos en que Philips estaba alojando
a sus paisanos a una distancia de más de cincuenta
kilómetros de las fábricas. Esto tampoco le gustó e
hizo preguntas críticas. Al parecer no se había enterado de la gran falta de viviendas en Holanda. Todos
Autobus (CGN)
34
Philips Koerier 19 (32), 1-06-1963, 10.
8
Vivir y trabajar
según andemos de las unidades. ¡Y así, compañero,
no te entristezcas y vive con ilusión que no vale la
pena el estar triste, ya que esto no conduce a nada,
¡alégrate! que un corazón alegre mata más microbios que todos los antibióticos juntos!35
los días laborables los españoles eran llevados en
autobuses de ida y vuelta a su trabajo en Eindhoven,
un viaje que a veces duraba más de una hora, según
se puede desprender de un comentario del andaluz
Marcos Martín Ramírez, de 25 años, persona que
estaba dotada de mucha imaginación y que trabajaba en Eindhoven en el departamento de Productos
Metálicos.
Marcos Martín salió airoso con bastante humor
pero esto estaba fuera de las posibilidades de otros
muchos españoles.
En el periódico Philips Koerier del 27 de junio
de 1964 Marcos relata cómo trató de hacerse la vida
en Holanda un poco más agradable y alegre. Vivía
en la residencia de Horst-America, cada mañana el
despertador sonaba a las cinco y media y Marcos
tenía que darse prisa para no perder el autobús: ‘¿Qué
hago? ¿Ponerme triste? ¡No, no, todo lo contrario!
Pienso que voy de viaje, ¿de viaje? ¡Sí, de viaje y a
Sevilla! Claro que sí, sí estoy en Holanda, y en HorstAmerica, pero yo me hago la ilusión que estoy en mi
pueblo. ¡Cojo el autobús y, zás a Sevilla! Y al pasar
por Helmond, pienso que es Triana, nada menos que
con el famoso Guadalquivir, y entre sus altos tejados
diviso la alta silhueta de una torre: ¡Mi Giralda! … Ya
hemos llegado a Geldrop. ¿A Geldrop? ¿No ves que
es la plaza de armas? ¡Ah, ya se ve el viaducto de
Eindhoven! Sí, esas son las murallas de la Macarena
y su famoso arco triunfal, pues sí, estamos en la
Macarena. … ¡Y ahora a la escuela! ¿A la escuela? ¡Sí
y a la primaria! ¿No ves que estás todo el día haciendo cuentas y leyendo unidades? Y no me digas que
no, que de quince en quince días nos dan las notas
Departamentos de producción pesada
La mayoría de los obreros españoles fueron
empleados como trabajadores por turnos en los departamentos de producción pesada como Cartón
Ondulado, Fábrica de Vidrio, Productos Metálicos y
Tubos de Rayos Catódicos. El departamento “Cartón” era un símbolo entre ellos. Todavía ahora los
españoles jubilados le dicen a su esposa, cuando salen
para echar una partida de cartas en el Centro Español: “Me voy al Cartón”
La mayoría de los españoles trabajó en el departamento de Tubos de Rayos Catódicos o sea, en
su propias palabras, el departamento de las Pantallas. Era un trabajo duro que tuvo como consecuencia que a muchos de ellos les quedaron dolores crónicos de espalda.
Manuel Gómez Pérez: “Al ver que eras fuerte,
decían ‘¡Es buena persona para Tubos de Rayos Catódicos!’ Yo también trabajé allí durante veinte años,
Departamento “Pantallas” (CGN)
35
Departamento “Cartón” (CGN)
Philips Koerier 20 (36), 27-06-1964, 10.
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Pensionistas jugando a las cartas en el Centro Español Eindhoven, mayo 2006. (CP)
nes en el departamento donde serían empleados, el
día después de su llegada. La foto fue publicada en
aquella época en la revista para el personal de Volt
Contact y todos los obreros españoles recibieron una
copia. Florencio Granado utilizó la foto como postal y
se la mandó a su hijo mayor que estaba en Extremadura.
pero era un trabajo muy duro. En aquella época los
tubos de rayos catódicos pesaban 16 kilos la pieza y
a menudo uno tenía que levantar 180 de ellos cada
hora.”
A finales de 2006 cayó el telón para la sucursal
en Eindhoven de LG Philips Displays (LPD) y los últimos españoles, que trabajaban allí, fueron despedidos.
“Para mi querido hijo, con todo cariño. La foto
fue tomada al día después de nuestra llegada a Holanda cuando nos enseñaron nuestros sitios de tra-
En esta foto de 1963 salen los obreros españoles de Volt participando en una sesión de instruccio-
Instrucción de los recién llegados. (CP)
10
Vivir y trabajar
Tarjeta postal de Florencio Granado. (CP)
bajo. La persona con los ojos cerrados es el intérprete. Esta foto salió en la prensa y luego a todos nos
dieron una copia aunque no hemos salido bien en la
foto porque casi no se nos puede distinguir. Nos están enseñando el departamento de televisores porque allí es donde estamos trabajando. Tuvimos mucha suerte. La foto se sacó de improviso y yo estaba
mirando hacia atrás en aquel momento; por eso sólo
puedes ver mi cabeza, nada más. Muchos besos para
mis tres hijos y mi esposa. Florencio Granado.”
Antiguas fábricas de textil
Los fabricantes de textil en el sureste de Brabante reclutaron personal sobre todo en Barcelona y
sus alrededores, donde también había producción de
textil de modo que podían contratar a personas con
experiencia. Tejedores en su propio domicilio, por
ejemplo, que esperaban ganar en Holanda un poco
más durante cierto tiempo. En general se trataba de
gente con más estilo urbano. Eran diferentes de la
Obreros españoles en la fábrica de textil Pessers, Geldrop 1963. (CP)
11
Me vine con una maleta de cartón y de madera
pañoles. Contó lo siguiente: “Había un español, llamado Pizarro, que estaba llorando después del incendio. “¡Ahora que tengo trabajo, dijo, ahora que
gano mucho dinero, sucede esto y, de golpe, ya no
me queda nada!” Estaba pensando que ya no le pagarían más y no sabía que la empresa estaba asegurada contra esta clase de calamidades.”
gente de los pueblos agrarios de la provincia de Cáceres y también de la gente de la provincia de Brabante.
José Díaz salió en 1963 de Barcelona para
ir a trabajar en el pueblo de Geldrop en la fábrica
textil de Pessers y contó:
El mismo Pizarro sólo había gastado, durante
tres meses, tres florines y medio (setenta pesetas)
en gastos personales y había remitido el resto del
dinero a su esposa. Los obreros españoles tenían
que pagar de sus sueldos cierto importe por gastos
de alojamiento, otra parte del sueldo era remitido
automáticamente a su familia y del dinero que quedaba podían disponer libremente. Cuando les sobraba de este dinero solían entregárselo al funcionario
del departamento de personal que lo remitía a España. Por tanto, en el departamento de personal podían comprobar exactamente con cuánto dinero de
su sueldo se quedaban los españoles. Los tres florines y medio que había gastado Pizarro, probablemente habrían sido empleados en comprar sellos.
“Una noche de febrero de 1963 llegué a
Geldrop, un pueblo sin mucha iluminación, junto
con otros dos españoles. Eramos de Barcelona,
una ciudad grande y Geldrop era un pueblo muy
pequeño en aquella época. Al otro día, por la
mañana, fuimos a pie a la fábrica textil. Hacía
mucho frío y, al salir de casa, nos sorprendió la
gruesa capa de nieve en la calle y nos llevamos
un susto tremendo. Una vez llegados a la fábrica
tuvimos otra desilusión porque era una fábrica
bastante antigua, con máquinas anticuadas y
nosotros pensábamos que por aquí habría maquinaria más moderna.
Pronto nos dimos cuenta de que los holandeses que trabajaban allí, pasaban más estrecheces de lo que habíamos imaginado. Al final
del día laboral no se quitaban el mono sino que
se ponían encima el abrigo, luego se ponían la
gorra y volvían a casa en bicicleta. Yo era de ciudad, llevaba ropa bonita y me miraban mucho
cuando me cambiaba la ropa después del trabajo.
Ganar mucho en poco tiempo
Muchas empresas tenían una enorme falta de
mano de obra pero, a diferencia de la empresa Philips, no consideraron la contratación de españoles
Me contrataron como mecánico pero siempre he trabajado en el departamento de torcer
hilos. Tenía que trabajar duro y hacer muchas
horas extras para ganar un poco más, pero la
gente de la fábrica era simpática y te ayudaba.
Seguí trabajando allí hasta que cerraron la fábrica.”
El 4 de marzo de 1964 gran parte de la fábrica
textil de Diddens & van Asten en Helmond fue reducida a cenizas. A las ocho de la tarde dos empleados
españoles descubrieron el incendio y, gesticulando,
avisaron a un colega holandés. El proceso de producción estuvo parado un buen rato.36 La Sra. Tineke
Berkers–van Schijndel trabajó en el departamento
de personal, hablaba español y estuvo muy implicada en las gracias y las desgracias de los obreros es-
36
Francisco Carbonell con su hijo mayor en el snackbar,
Geldrop 1974. (CP)
Ruiten Troef 8(11), abril 1964, 2.
12
Vivir y trabajar
como una solución estructural y por eso les ofrecieron, la mayoría de las veces, un contrato anual. Los
empleados españoles, por otro lado, tampoco tenían
la intención de quedarse en Holanda por más de un
año o dos. Querían ganar la mayor cantidad de dinero en el menor tiempo posible, de modo que pudieran regresar cuanto antes a España para montar un
negocio.
una autoescuela, una empresa de transporte o una
agencia de viajes. Gran número de españoles, sin
embargo, en contra de lo que era de esperar, siguió
trabajando en Philips hasta alcanzar la edad de jubilación.
Miguel Carvajal: “En 1964 fui a Brabante
para encontrar trabajo temporal. Un primo mío
ya trabajaba aquí y me lo sugirió porque en España tenía que cumplir el servicio militar. Para
evitar la mili, dejé de trabajar en la cinta de producción y partí para Holanda con mi primo. Por
unos meses, pensaba. Empecé en la fábrica textil Vlisco pero me despidieron al cabo de dos semanas porque llegué tarde una vez. Luego trabajé en la fábrica Seven Up en Maarheeze pero
sólo fue durante el verano. Después encontré
empleo en la fábrica de cinc en Budel pero el
trabajo allí era tan malo para la salud, que sólo
lo aguanté durante dos meses. Luego trabajé un
tiempo en un matadero de gallinas, pero esto
tampoco me gustó. Al final me presenté en Philips y, al enterarse dónde había trabajado, me
dijo el Jefe de Personal : “¡ De eso nada, cinco
fábricas en un año!” Luego dijo : “Vale, te doy un
contrato bajo la condición de que, durante los
primeros cinco años, no dejes Philips.” Me jubilé
anticipadamente pero sí he podido celebrar mi
cuarenta aniversario de trabajo en Philips. Y siempre trabajé en el mismo departamento.”
Había algunos españoles más emprendedores
que no esperaron hasta ahorrar el dinero suficiente
y regresar a su pais para montar el negocio deseado. Ya empezaron en Holanda con esta actividad.
Francisco Carbonell: “En 1962 salí de Barcelona y llegué al pueblo de Geldrop, donde empecé trabajando en la industria textil. Más tarde encontré un
empleo en la empresa Philips en Geldrop. Desde joven ya quería montar un negocio propio y en 1974
abrí un snackbar en Geldrop. Trabajaba hasta las
cuatro y media de la tarde en Philips y luego abría la
puerta del snackbar a las cinco. Seguí con el snackbar sólo un año porque esta combinación de trabajo fue demasiado dura, sobre todo para mi anterior
esposa. Luego también trabajé de huevero durante
seis o siete años. Repartía a domicilio huevos y pollos pero también carne de cerdo, por ejemplo. Esto
también lo hacía después de terminar el trabajo diario en Philips. Cuando me jubilé anticipadamente
monté una tienda española en Eindhoven que ahora
lleva mi hijo.”
Otros antiguos obreros españoles de Philips
montaron por ejemplo un bar o restaurante español,
13
Me vine con una maleta de cartón y de madera
INTERMEZZO
Remigrantes en Guadalupe
Guadalupe es un pueblo pintoresco, dominado
por el convento de Nuestra Señora de Guadalupe, la
madona negra y santa patrona de Extremadura. Durante los últimos años está atrayendo a tantos peregrinos y turistas, que casi todos los habitantes del
pueblo pueden vivir bien de esto. En los años sesenta, sin embargo, había tanta pobreza que decenas
de hombres se vieron obligados a dejar su pueblo
serrano para poder ganar mucho dinero en poco tiempo en las fábricas de Brabante. Pablo Gonzalo era
uno de ellos. Empezó a trabajar en la empresa Philips pero rescindió su contrato para ir a trabajar en la
empresa textil Diddens & van Asten en Helmond porque en esta fábrica podía hacer más horas extras.
fines de semana. Más tarde fue a trabajar, junto con
su esposa, a Alemania donde podía trabajar más
horas. Los abuelos se quedaron con los hijos en Guadalupe. Con el dinero que Pablo y su mujer ganaron
en el extranjero montaron una tienda en su pueblo
natal que marchaba bien.
Pablo Gonzalo con su mujer e hija delante de la tienda
en Guadalupe, 2005. (CP)
Angel Fuentes Collado también nació y se crió
en Guadalupe. Partió en enero de 1965 para Brabante, animado por su hermano que trabajaba en Philips. Encontró un empleo en la fábrica textil Vlisco y
su hermano decidió ir a trabajar en Vlisco también,
de modo que podrían estar juntos en Helmond. Angel contó que el trabajo en la industria textil era duro
y que pagaban mal. Después de más de un año renunció y fue a trabajar en la Entrepose, una empresa que instalaba tuberías de gas. Trabajó en muchos
sitios diferentes, sobre todo en el oeste y el norte del
país.
Pablo Gonzalo con cinco paisanos en el campamento de
Sevenum, 1963. (CP)
En 1961 el sistema del sábado libre y la reducción de la semana laboral de 48 horas a 45 horas
habían sido introducidos en Holanda como conquistas sociales. ¿Qué haría un obrero extranjero, sin
embargo, con todas esas horas de ocio si había llegado a Holanda para trabajar tantas horas a la semana como fuera posible? Pablo se aburría en la residencia del pueblo de Sevenum durante los largos
El hijo de Ángel tiene una tienda de recuerdos,
situada en la plaza central del pueblo y su hija tiene
14
Vivir y trabajar
Documento de identidad de Angel Fuentes Collado, 1965. (CP)
otra en una de las calles principales. En la tienda
tiene instalado un ordenador portátil y sólo le lleva
unos segundos mostrar la página web de Miguel Ángel
Luengo en la pantalla. Padre e hijo miran una foto en
la que figuran muchas personas mayores de Guadalupe. Gente como Ángel, que ahorró un poco de dinero en Brabante para montar un negocio en su propio país, por ejemplo una tienda como ésta.
ses de su regreso murió, todavía joven. Lo mismo
pasó con un compañero suyo del pueblo con quien
trabajó en el mismo departamento de Vlisco. En aquel
departamento utilizaban varios ácidos para la construcción de paneles para Philips, probablemente destinados para mantas eléctricas. Ángel sospecha que
las muertes de ambos tienen que ver con el trabajo
peligroso que realizaron, pero nunca se ha podido
averiguar.
El hermano de Ángel acabó mal. A pocos me-
Comprobante de despido de Angel Fuentes Collado, 1966. (CP)
15
3. SEXO Y PICANTE
Exótico
Al principio los cocineros holandeses de las residencias pensaban que la comida tenía que ser ante
todo muy picante y por eso añadían buena cantidad
de condimento picante indonesio (sambal). La cocina holandesa está muy influenciada por la cocina
indonesia porque Indonesia es una antigua colonia
de Holanda. A los españoles esto no les gustaba nada
de modo que buscaron un intérprete para hablar con
los cocineros.
La mayoría de los españoles eran personas trabajadoras que causaban pocos problemas; respondían a una necesidad imperiosa de mano de obra y,
por lo general, el patrón se esforzaba por hacerles la
vida en Holanda lo más agradable posible.
José Gutíerrez: “La comida, al principio, no
era española y tampoco holandesa. Tenía que
ser parecida a la comida española pero habría
sido mejor poner comida holandesa normal.”
Los españoles tenían que acostumbrarse a algunos alimentos holandeses. No conocían el uso de
mantequilla o margarina y no les gustaba. La leche
evaporada para café, muy típica en Holanda, tampoco la habían probado nunca.
En 1963 José Díaz llegó en tren a Roosendaal, en la frontera de Holanda. : “Desde allí continuamos en autobuses pero primero nos ofrecieron un almuerzo frío. Tomamos un café y echamos mucha leche pero resultó que era leche evaporada para café y sabía muy mal.
Peter Weerts, cocinero en la residencia “El
Pinar”: “ ¡ Increible, cuánto azúcar pusieron en
una taza de café! No utilizaron una cucharita sino
una cuchara sopera”.
Dos cocineros en El Pinar, 1974. (CP)
Todo fue organizado para ellos de la mejor
manera posible, también la comida, con excepción
de las de los antiguos campamentos de Estado. Los
holandeses a menudo tenían una imagen bastante
estereotipada de los españoles. Pensaban que tenían mucho temperamento y que les gustaban los
bailes apasionados y las comidas picantes. Las pimientas rojas, por ejemplo, se llaman en holandés
pimientas españolas. Como si todos los españoles
fueran unos botafuegos apasionados que necesitaban una buena ración de guindillas diaria.
Leche mazada era otro producto tipicamente
holandés que les daba asco, ya que casi ningún español podía acostumbrarse. Lo mismo pasaba con el
pescado crudo. Josefa Silvo lleva 37 años en Eindhoven y quiere regresar definitivamente a España :
“Nunca he comido arenque y le dije a mi marido: “No
regresaré a España sin haberlo probado.” Pero siempre lo iba aplazando. Dicen que es sano pero .. “
Algunos españoles se llevaron de casa comestibles que ahora se venden en todos los supermerca1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Cocinar en Holanda. Página del Guía del Emigrante en Holanda, 1971. (GEH)
dos pero que en aquella época eran muy exóticos.
Aceite, ajo y chorizo, por ejemplo.
oliva. No sólo era por el sabor característico del aceite sino, sobre todo, porque éste causaba diarrea.
Ahora se puede encontrar en casi todas las cocinas
holandesas una botella de aceite de oliva y, hoy en
día, todos los carniceros venden chorizo.
Antonia Klerkx - Serrano, primera generación de españoles en Holanda : “¿Quién comía
antes ajo en Holanda ? Nadie. Al principio me
llevé chorizo de España. Sin embargo, cada vez
que subía en ascensor con mis colegas, me miraban y me decían : “¿ Quién ha comido ajo ? ¡
Qué mal huele por aquí !” Entonces les respondía: “Anoche fui a comer al chino y por eso huele
a ajo. No me atrevía a decir que había comido
ajo en casa.”
Comidas adaptadas para los españoles
Hay pocos temas sobre los cuales se ha discutido tanto y sobre los que se ha gastado tanto papel
como el de la comida en las residencias, aunque había algunos emigrantes que sabían relativizar mucho
los problemas, como lo hizo un habitante de la antigua residencia de Middelbeers : “No lo aguanté ni
siquiera un año porque no me gustaba nada vivir
Al principio de los años sesenta casi nadie en
la provincia de Brabante se atrevía a tomar aceite de
Hacer la comida en el campamento de Sevenum, 1963.
(PCA)
Seis cocineros en El Pinar, 1974. (CP)
2
Sexo y picante
entre tantas personas, cada una con sus propios problemas. Los que habían sufrido la mayor pobreza en
España, eran los que más se quejaban de que la
comida no era buena, que no les gustaba. Gente que
en su pueblo ni siquiera tenían todos los días una
comida caliente, no tocaban la comida en la residencia.”
personas que trabajaban allí como gerentes y cocineros, también eran hombres. Sólo en la cocina trabajaban mujeres holandesas que servían las comidas, fregaban y limpiaban durante la semana.
Peter Weerts : “Todo funcionaba perfectamente con esas mujeres. También tenían mucha
influencia sobre los hombres. Había unos que
siempre se quejaban de la comida y entonces
una de las mujeres dijo: “Deja ya de dar la lata y
cómete la comida con gusto.”
Peter Weerts, cocinero en El Pinar: “Es verdad que cocinábamos casí exclusivamente comida española : tortilla y otras muchas cosas más.
También preparábamos cazuelas con garbanzos
o lentejas. No servíamos comidas típicas holandesas como patatas, col roja y carne estofada.
Estas cosas no las conocían y por eso no fueron
preparadas. Sólo cocinábamos a la española,
dentro de lo posible, claro.”
En los años sesenta también trabajaban en El
Pinar dos mujeres españolas que lavaban los platos
cuando las mujeres holandesas no estaban. Con esas
mujeres no se jugaba; dejaban muy claro hasta dónde se podía llegar.
Ruth Verbeet, gerente de El Pinar: “La comida estaba adaptada a la cocina española. Los
típicos platos españoles sólo los podían preparar
ellos mismos. Incluso contratamos a unos cocineros españoles durante un tiempo pero fue un
desastre. No funcionó tampoco.”
Benny Weerts, cocinero en El Pinar: “ Eran
María y Petra, dos mujeres españolas. Nunca olvidaré que quise decirle algo a Petra y le puse la
mano un segundo en el hombro. En seguida respondió: ¡Qué haces…¡”
En una residencia sólo vivían hombres y las
Comida en El Pinar, 1973. (PCA)
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Baile en casa de los padres de la administradora de personal de Diddens & Van Asten, Helmond 1965. (CP)
La moral sexual
te distancia de una chica pero en Holanda los chicos
podían pegarse más a la chicas.
Una de las cosas que más sorprendió a los
emigrantes españoles fue la moral sexual de los años
sesenta en Holanda . Era mucho más libre de lo que
estaban acostumbrados. Se sorprendían con el trato
mucho más fácil entre los hombres y las mujeres,
con las parejas enamoradas que se besaban en público y con los anticonceptivos, que en 1962 ya habían llegado al mercado en Holanda. El uso de la
píldora estuvo prohibido en España hasta entrados
los años ochenta porque era considerado un acto
pecaminoso por la iglesia y el estado.
De repente el sureste de Brabante se llenó de
grandes grupos de hombres de aspecto moreno: esto
ocurrió en tiempos en que la gente sólo muy raras
veces se comparaba con extranjeros. Por muy bienvenidos que fueran, siempre había temor de lo desconocido y los peligros más grandes se hallaban en
el terreno sexual : miedo de enfermedades venéreas, por ejemplo, o el temor de los padres a que su
hija llegara a casa con un español o, incluso peor,
que se quedara embarazada de un español.
El primer grupo de obreros extranjeros de Philips fue recibido con sentimientos contradictorios por
los habitantes del pueblo de Someren. Por un lado
los hombres del mediterráneo recibieron buena acogida, por otro lado su llegada causó bastante inquietud. Incluso el cura del pueblo intervino, como contó
Gutiérrez : “El cura había anunciado en la iglesia que
un gran grupo de españoles llegaría y que las chicas
tendrían que tener mucho cuidado porque los españoles sólo se quedarían por un año y casi la mitad de
ellos estaba casado.” Esto no impidió que se les aceleraran los latidos del corazón a muchas mujeres de
Someren al ver que tantos “Don Juanes” aparecieron en el pueblo. Parece que incluso se produjeron
casos en que las autoridades municipales y las de
Philips tuvieron que intervenir en relaciones entre
emigrantes españoles y mujeres de Someren.38
Lo que llamó también la atención fue que en
Holanda la gente bailaba más apretada que en España.37 En España un chico debía mantener bastan-
Baile en casa de los padres de la administradora de
personal de Diddens & Van Asten, Helmond 1965. (CP)
37
38
Smets 1964: 15.
Luengo Tarrero 2003a.
4
Sexo y picante
Horst-America, 1963. (PCA)
A pesar de todas las advertencias muchas chicas se enamoraron de aquellos chicos españoles guapos y morenos. La idea solamente hacía temer a los
padres. En cuanto los conceptos de amor, sexo y
matrimonio salieron a escena se hizo una distinción
clarísima entre “propio” y “ajeno”.39 La mayoría de
los padres prefería que su hija mantuviera relaciones con un chico de Brabante y no con un extranjero. Más tarde iban considerando menos como “extranjeros” a los españoles a consecuencia de la llegada de turcos y marroquíes, porque los holandeses
empezaron a visitar en masa las playas españolas y
porque España ingresó en la Comunidad Europea;
ahora, de golpe, resultaba que holandeses y españoles eran todos miembros de la misma familia europea.
cha por los bonitos tatuajes que lucía”, fue examinado para verificar si sufría de sífilis pero resultó que
no había incubado nada.
El doctor van Erp concluyó en la “Revista para
Medicina”, que la colonia de españoles no constituía
ningún peligro para la salud pública.41 En el informe
interno para Philips sí formuló la siguiente advertencia : “Aunque la mayoría de los españoles viene a
Holanda para ahorrar dinero y llevar una vida muy
decente, siempre habrá algunos que se arriesgarán
a coger infecciones venéreas. Generalizando se puede decir que los solteros y la gente que vienen de las
ciudades correrán mayor riesgo que la gente del campo y los casados.” A continuación concluye de forma
tranquilizadora: “La mayoría de nuestros obreros son
gente casada, que viene del campo de Extremadura.”
Concentraciones de hombres
En la Philips eran conscientes de la desventaja
de las concentraciones de hombres que poblaban las
residencias. Una cita de un informe interno de 1970
dice: “La consecuencia es que muchos (sobre todo
en los fines de semana) buscan sus placeres sexuales por otro sitio, en particular en Bélgica, el país
vecino que está a sólo 30 kilometros.”42 En El Pinar
solucionaron el problema internamente de otra manera.
El doctor T. van Erp del servicio médico de Philips, escribió en 1966, en un informe interno: “Existe
el miedo de que el obrero extranjero constituya un
fuente de enfermedades venéreas.”40 Este miedo resultó infundado porque sólo descubrió dos casos de
gonorrea. En el primer caso se trató de un madrileño
y en en otro de un hombre que lo había cogido en
Eindhoven. Un obrero que había “despertado sospe39
40
41
42
Mak 2000: 136-137. Véase también Hondius 2001: 207-234.
Erp 1966, PCA 624.5.
Erp 1967: 1913
PCA 624.5.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Peter Weerts, cocinero en El Pinar: “En el fondo me da vergüenza contarlo. Siempre venía una,
pues, ya sabes ...., no me atrevo a estimar su edad
pero sí era una mujer de edad bastante avanzada.
Se tumbaba en una cama en una de las unidades
dormitorio y lo que siguió era igual que una consulta
médica. La gente hacía cola. Al ver acercarse a esa
mujer tan fea, nos decíamos el uno al otro : “¡ Tiene
buen negocio hoy!” Sobre todo a finales del mes había una cola de unas veinte personas. ¡Pues claro
que se formaban grupos, pero si estaban esperando...! Entonces veiamos cómo entraba uno y luego
otro y otro. ¿Si Philips lo aprobó? No sé, pero no
obstante ocurría. Pero escucha, son cosas que simplemente ocurren, es parte de la vida.”
de obra extranjera. Parece que nacieron bastantes
enredos entre las esposas de los hombres de Helmond, que trabajaban en Alemania, y los emigrantes españoles. Estas mujeres de Helmond estaban
solas durante la semana y los hombres españoles
estaban alejados de sus esposas en España durante
muchos meses. Tales enredos podían inducir a fricciones en los matrimonios y a inquietud en la comunidad. Además no favorecieron la reputación de los
emigrantes españoles y tampoco la de las mujeres
de Helmond.
La antropóloga Gerdy van der Stap describe en su novela Nestspel (Juego de anidar) lo
que la llegada de un español originó en las mujeres del barrio de obreros de Delft de su juventud:
Tener piernas firmes
El ayudante Van Stratum del servicio de inmigración le dijo en 1965 a un periodista del Eindhovens Dagblad que no había tantos descarriamientos
entre los españoles . “ Sería de aplaudir, sin embargo, si las mujeres y chicas holandesas no le hicieran
la vida tan difícil a esos hombres. Resulta que el extranjero sigue teniendo una fuerza de atracción enorme sobre ellas. Y entonces es lógico que cueste
mucho mantener las piernas firmes si te lo hacen tan
difícil. Sólo unas piernas firmes podrían resistir al lujo
y los hombres del mediterráneo, en general, no las
tienen tan firmes...”43
“Siguiendo el ejemplo de los vecinos Vogelaar los padres de Manus habían reformado también el desván. Allí hospedaban ahora a obreros
extranjeros. El español y los dos turcos trabajaban todos en la fábrica de cola, situada en la
calle Rotterdamseweg.
El español que vivíá en casa de Manus, trabajaba los sábados en la tienda de Sjaak Kwelder, el verdulero de dos calles más adelante. Sjaak estaba muy contento con su nuevo asistente:
“Esos tíos morenos saben trabajar mucho”. Las
amas de casa del pueblo también estaban muy
contentas. Manolito era un chico de unos veinticinco años de edad... Durante la semana las
Un emigrante de la primera generación: “Al
principio me costaba mucho acostumbrarme a,
digamos, la libertad, a la manera en que las
mujeres se manifestaban. España era un país con
normas muy estrictas y severas en aquella época de Franco. En Holanda, por ejemplo, las mujeres fumaban en la calle. En España no se veía
esto nunca porque sólo lo hacían las rameras.
Aquí lo hacían por todas partes.”
Al principio de los años sesenta muchos hombres de Helmond trabajaban en Alemania, sobre todo
en la construcción. Había trabajo suficiente en Helmond pero en el país vecino podían ganar más. Para
el trabajo no cualificado, a menudo sucio y mal pagado, en la industria de Helmond se contrató mano
43
Fiesta española-holandesa de José Díaz en Geldrop, 1963. (PC)
Houtert 1965.
6
Sexo y picante
Seguro que en Helmond, Geldrop, Someren o
Eindhoven también habrán paseado Manolitos guapos, que tenían que afrontar las miradas descaradas
de las mujeres de Brabante. Sin embargo, la mayoría de los españoles del sureste de Brabante era trabajadores de campo, procedentes de pueblos pequeños, que apenas se atrevían a mirar a la cara a las
mujeres y que, por supuesto, no gastaban su dinero,
ganado a duras penas, en las chicas ligeras de cascos. La mayoría de ellos no era tan heróicos y había
venido a Holanda principalmente para darles una vida
mejor a sus familias.
mujeres del barrio no dejaban de hablar sobre él
: “¡Oh, qué guapo es, y tiene los ojos tan fogosos! ¡Son como carbón, de negros que son! “
Los sábados ya no había mujeres con rulos
entrando en la tienda. Se acabaron los mechones grasientos, saliendo por debajo de los pañuelos, se acabaron las zapatillas y las caras de
sueño sin lavar y ya no había peleas sobre a quién
le tocaba el turno.
Los sábados la tienda estaba de bote en
bote. Las todas admiradoras de Manolito pasaban por la tienda aunque fuera sólo para comprar un manojo de apio. («Es que ayer se me
olvidó comprarlo).”44
El guapo “Manolito” de Philips en Eindhoven. (CGN)
44
Stap 1994: 78-80.
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
INTERMEZZO
Enamorado en Geldrop
Aunque los padres de las parejas jóvenes quizás tuvieran sus objeciones, hubo un número bastante grande de matrimonios mixtos. José Díaz fue
el primer español en Geldrop que se casó con una
mujer holandesa.
Antes una mujer holandesa, al casarse con un
hombre, que no tenía la nacionalidad holandesa,
perdía automáticamente su nacionalidad. Cuando nos
casamos acababan de modificar esta ley y mi mujer
fue la primera mujer holandesa, que obtuvo una nacionalidad doble. Mantenía su nacionalidad holandesa y obtuvo también la española. El día de nuestra
boda incluso recibimos una carta de felicitación de la
Casa Real. El padre Driessen leyó esta carta en la
iglesia.
“En febrero de 1963 vine de Barcelona a Geldrop para ir a trabajar en una fábrica textil. Por un
año, pensaba, porque era mecánico de coches diplomado y tenía un buen empleo en Barcelona. También tenía novia y quería ganar más dinero durante
un tiempo para poder comprarme una casa. El primer día en Geldrop, sin embargo, me encontré con
una chica holandesa que sería mi futura mujer. Vivía
cerca de la pensión donde compartí una habitación
con otros dos españoles. Nos encontrábamos en la
calle o en la tienda del barrio. Sólo tenía 23 años y ya
tenía que tomar una decisión fundamental : ¿tomar
a ésta o a la otra? A mi me gustaba más la chica de
Geldrop pero no creí que fuera correcto mandar sólo
una carta a mi novia en España para terminar la relación. Por eso me fui a Barcelona por Navidad para
hablar con mi novia. El 4 de junio de 1964 me casé
en Geldrop.
Ceremonia nupcial, Geldrop 1964. (CP)
Trabajaba, junto con por lo menos otros veinte
españoles, en la fábrica textil de Pessers y el día de
la boda a todos los españoles les dieron un día libre
y pagado. ¡Un día libre y pagado para todos! La única condición fue que todos asistieran a la boda. Mis
Geldrop, 1963. (CP)
8
Sexo y picante
Los obreros españoles de Pessers asistieron a la boda, Geldrop 1964. (CP)
padres vivían en Barcelona y no podían asistir. Tenían mucha ilusión de venir pero no pudieron pagar
el viaje. Me acuerdo muy bien que mi madre estaba
llorando al hablarme por teléfono. Fue un momento
muy difícil. Pero yo estaba sólo en Holanda y tuve
que adaptarme a las circunstancias de aquel tiempo.
Sacamos muchas fotos y después de nuestra boda
fuimos a España para que mis padres conocieran a
mi esposa.
se mucho para sacar adelante a su familia numerosa. Le tenía mucho respeto.
Tengo un sólo recuerdo penoso. Se trata del
bautizo de mi hija. En España en el día del bautizo se
hacía gran fiesta. Como mi mujer todavía estaba en
el hospital habíamos dicho : “Sólo ofrecemos café y
tarta y tomaremos unas cervecitas.” Llegó mi suegro, se tomó el café, se comió la tarta y nada más
terminarla, se fue. Fue muy difícil para mi comprender esto. Hablé sobre el asunto con mi mujer y luego
lo discutimos con mi suegro. Cuando éste, más tarde, empezó a conocerme mejor todo lo que hacía yo
le parecía bien y al final me aceptó como a los demás yernos.”
Al principio los contactos con mis padres políticos fueron un poco difíciles. Pues sí, yo era diferente, era extranjero. Era una cosa un poco extraña a
principios de los años sesenta. Mi suegro, sin embargo, era buena persona. Enviudó y tuvo que esforzar-
9
4. CHOQUE CULTURAL
Añoranza
que comprara en la ciudad un pijama, porque él mismo no se atrevía. Había hombres cuyos límites fueron determinados por la fábrica Philips; fuera de este
área se sentían amenazados y expatriados.
Para muchos hombres fue un gran cambio trasladarse del campo español a una ciudad industrial
holandesa. A menudo eran hombres que venían de
pueblos pequeños y aislados, donde los caminos todavía no estaban asfaltados y muy pocos se atrevían
a pasar las fronteras de la región. Viniendo de comunidades donde todos se conocían y todos sabían todo
de cada uno, llegaron a Eindhoven o Helmond, a un
mundo totalmente diferente.
Sobre todo los hombres casados con una familia en España, que estaba esperando todos los meses con ansia el sueldo de Holanda, estaban afligidos por la añoranza. La emigración podía ser bastante traumática y hubo muchas personas que literalmente se pusieron enfermos. Entre los meses de
julio de 1963 y junio de 1965 uno de cada diez obreros españoles de Philips sufrió de una úlcera de estómago. Era cinco veces más de lo que ocurría en un
grupo semejante de obreros holandeses, comparable en cuanto a edad y trabajo.45 Este elevado número de úlceras de estómago fue el resultado y la expresión de dificultades de adaptación y añoranza.
Había hombres que apenas se atrevían a mostrarse fuera del campamento residencial o de la fábrica. La mujer holandesa de un emigrante español
contó una historia que pasó cuando su marido vivía
en uno de estos campamentos, en la época en que
eran novios. Ocurrió que un compañero de su marido con quien compartía habitación, le pidió a ella
Antonio Herrero escuchando la radio, Eindhoven 1968. (CP)
45
Erp 1967: 1914.
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Eindhoven vista ciudad. (CP)
Era notable que se presentaban más úlceras
de estómago entre los habitantes de los campamentos residenciales que entre los que vivían en pensiones particulares. Según el médico van Erp fue porque los habitantes de las pensiones tenían más intimidad, más influencia sobre su alimentación y quizás también porque eran otro tipo de personas , “que
se apartan del rebaño y tratan de integrarse en la
comunidad holandesa.”46 Las úlceras de estómago se
manifestaban sobre todo al final del verano y en otoño, cuando todos habían vuelto a Holanda después
de pasar las vacaciones con su familia en su país
natal.
talleres, a menudo ruidosas, mal ventiladas y mal
olientes. Tampoco tenían tradición industrial, en el
sentido de tener familiares que trabajaban en fábricas, por eso prestaban atención insuficiente a las
instrucciones con respecto a la seguridad en las empresas.47
Una queja, muy frecuente, era el dolor de pecho, que según el médico Van Erp era el equivalente
español al dolor de cabeza, del cual casi nadie se
quejó : “Parece que los españoles todavía guardan
el concepto aristotélico del corazón como la sede del
alma, lo que prueba el hecho de que cantan ‘Mi alma,
mi corazón’.” Según él, el mejor tratamiento de este
síntoma era tener paciencia.
La mayoría de los obreros españoles había trabajado antes en la agricultura y estaba acostumbrada al trabajo fisicamente duro al aire libre. Tenían
dificultades con el trabajo monótono en las naves de
Durante un período de dos años cuatro españoles tuvieron problemas psíquicos tan serios que
Dehesa. (CP)
46
47
Erp: 1966: 2.
Erp 1966: 7.
2
Choque cultural
descubrió con dieciséis pacientes la temida enfermedad de la tubercolósis. En dos casos decidieron
operar aunque sabían que era un asunto delicado
someter a una persona enferma, tan lejos de su casa
y su familia, a una intervención quirúrgica de tanto
riesgo. El Sr. van Erp escribió de una manera un poco
cínica : “La esposa, en general, no puede venir de
España ya que es analfabeta y nunca se ha alejado
de su pueblo más de la distancia que puede llevarla
una mula. Sólo podría venir acompañada de unos
padres, hermanos o primos y, preferiblemente, del
cura del pueblo.”50
Ruth verbeek, gerente de El Pinar: “Ocurrió una vez que tenía que acompañar a su pueblo natal a un hombre con tubercolósis que no
debía ser trasladado. Estaba desahuciado y le
habían prohibido viajar pero quería regresar a su
pueblo. Salimos en una avioneta de Philips con
dirección a Francia y cada hora se ponía más
enfermo. En un determinado momento, en el
avión, pensé : ¡Oh, no llegará, morirá! Sin embargo, cuanto más nos acercábamos a España,
tanto mejor iba poniéndose. Bajamos del avión
en Madrid y llamó ¡”taxi”! y empezó a organizarlo todo. Tuvo que ir a un pueblo en Ávila, donde
lo dejé.”
José Gutiérrez en una pensión, Someren 1963. (CP)
tuvieron que ser repatriados. Otros partieron por iniciativa propia. Un hombre a quien habían diagnosticado, por tercera vez, una úlcera de estómago, se
suicidó al arrojarse al tren. Según el médico de empresa esta elección era deliberada porque los españoles veían en el tren el vínculo con el país: “En Alemania los obreros españoles suelen ir a la estación
de ferrocarriles todos los domingos para seguir con
la vista, con mucha añoranza, los trenes que salen.”48
Jan Smets, periodista del Eindhovens Dagblad observó también cómo muchos hombres con añoranza
se reunían en la cafetaría de la estación de ferrocarriles de Eindhoven, los domingos por la mañana:
“Unos puñados de españoles están sentados en la
cafetería, mirando a su alrededor, quizás atraídos inconscientemente por la atmosfera del viaje anhelado (de regreso).”49
En sus recomendaciones para el futuro el médico van Erp comentó que hacía falta realizar más
exploraciones radiológicas. También advirtió sobre
contratar a obreros con labio leporino : “El cirujano
plástico en Eindhoven ha logrado realizar unos embellecimientos espectaculares, que han impresionado mucho a los españoles. Como consecuencia la
afluencia de hombres con labio leporino, operados o
sin operar, aumentará considerablemente lo que dará
lugar a más bajas por enfermedad.”51
Enfermedad
El Servicio Médico de Philips llegó a un acuerdo con el Hospital Santa Ana en Geldrop: que todos
los obreros españoles, de ser necesario, deberían ser
ingresados. En este hospital estaban empleadas unas
hermanas que habían trabajado en América del Sur
en la misión y que dominaban el español.
Además el Sr. Van Erp se preocupó del hecho
de que, sobre todo los recien llegados, no llevaban
suficiente ropa de abrigo; como no tenían dinero para
comprarse un abrigo y pantalones que les protegieran contra el frío, había que llamarles la atención
sobre la compra de ropa interior que daba calor, porque ésta era la solución más barata.
Durante los dos primeros años en que obreros
españoles trabajaron en Philips, el médico van Erp
48
49
50
51
Erp 1966: 8.
Smets 1964: 15.
Erp 1966: 6.
Erp 1966: 15.
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Escuchar la radio en el campamento de Sevenum, 1963. (PCA)
En los años setenta Philips empleó a un médico español. Hasta entonces no habían venido nunca
mucha gente a la hora de consulta, donde un médico holandés, fuerte y hosco, atendía a los españoles
y los examinaba. Peter Weerts todavía recuerda :
“Hasta que, un día, llegó un nuevo médico y resultó
que era una mujer, la doctora Vivancos. Te digo que
era una mujer tan guapa que, si uno estuviera completamente sano, se pondría enfermo con mucho
gusto. Al llegar el día de consulta siempre esperaban
en el corredor unos cincuenta hombres, que hacían
mucho ruido y hablaban mucho. Sin embargo, cuando ella entraba, se podía oir el vuelo de una mosca y
todos los ojos se dirigían hacia ella.”52
experiencias con obreros españoles. Escribe que los
emigrantes tienen un problema en su propio país pero
muchas veces este problema está muy vinculado con
circunstancias individuales o de familia. “Una vez llegados a Holanda se tienen que enfrentar a otro problema: adaptarse a un país nuevo, con un idioma
nuevo, costumbres nuevas, muy lejos de sus familias y amigos. Esto provoca una especie de choque
cultural. Estos dos problemas tienen mucha influencia sobre el cuadro clínico del emigrante español.”53
“No se preocupe del idioma”
El contacto con los de casa era muy importante para los obreros españoles pero difícil de mantener. Llamar por teléfono era muy caro y, además,
muchas veces sólo había un teléfono en el pueblo de
donde eran. La comunicación, pues, dependía, en su
mayor parte, de la correspondencia por carta. Había
muchos, que tenían dificultades para leer y escribir,
por lo cual se veían obligados a pedir a un sacerdote
o un compañero un poco más letrado que escribiera
unas lineas a casa. Había incluso quienes no sabían
poner ni siquiera la dirección en un sobre. Un holandés, que trabajó en El Prado se hizo un negocio vendiendo etiquetas de dirección a 5 pesetas cada una.
Albert van Dijken de la revista Philips Koerier
escribía que la llegada de la doctora Vivancos no sólo
causó mucha excitación sino también fricciones : “
Algunos españoles me dijeron : No vamos a desnudarnos ante esta mujer.”
Yo les respondí: “¿ Qué tontería es esa?”
“No vamos a hacerlo, Albert. Estás loco. Con
esa mujer sí que queremos acostarnos pero no vamos a desnudarnos ante ella.”
En un informe interno de 1974 la doctora Vivancos hizo una relación firme y concienzuda de sus
52
53
Weerts 2006.
PCA 624.5.
4
Choque cultural
a su casa preguntando por él, sale una mujer a
la calle y dice: ‘¡Pero si es mi segundo marido!’
Digo: ‘¿Cómo?’ Y mi mujer iba al lado… La mujer
de Ceferino me llamó “ su segundo marido ”.
Aquello fue algo fabuloso. Divulgar lo que ha escrito una persona en cartas confidenciales lo considero un crimen. La confianza que te dan es muy
importante.”
La mayor parte de los inmigrantes pensaron
quedarse en Holanda sólo unos años y no se tomaron la molestia de aprender el idioma o seguir un
curso de alfabetización. Tampoco fueron animados
por las autoridades holandesas o los contratadores
porque éstos también consideraban su estancia como
temporal. La mayoría de los contratadores ofrecieron intérpretes, traductores y asistentes, que dominaban el español, pero no organizaron cursos. Pues
los emigrantes habían sido contratados para el trabajo no cualificado y para las empresas era poco
ventajoso ofrecerles formación o estudios.54 A los propios emigrantes tampoco les hacía falta aprender
Cartero en el campamento, Eindhoven 1968. (PCA)
Martien van Wanrooij se crió en el pueblo
de Beek en Donk y frecuentó la residencia Casa
Trenta, cuando era joven: “Muchas veces se veía
cómo dos españoles estaban sentados en una
mesa. Los que sabían escribir un poco también
escribían cartas para los demás. Aunque mi español no era nada perfecto, me pidieron a mí
también que escribiera algunas cartas en español.”
Marcelo Rojo: “En la residencia de El Pinar,
donde ocupaba una habitación antes de casarme, compartí habitación con Ceferino, un chico
de Canarias. No sabía leer ni escribir. Cuando
venían cartas de su mujer yo las contestaba siempre. No fue difícil porque siempre tenían el mismo contenido. Ceferino trabajaba en tres turnos
y yo en uno. Cuando llegaba a la residencia por
la tarde muchas veces me había dejado una carta debajo de la almohada. Yo contestaba la carta
entonces. Luego, cuando me fui a vivir con mi
mujer en Maarheeze continué contestando las
cartas durante cuatro años más. Siempre iba a
recoger las cartas al campamento. Después de 4
años Ceferino se soltó y aprendió el holandés. El
secreto de las cartas queda entre Ceferino, su
mujer y yo. Nunca he hablado sobre el contenido
con nadie, ni siquiera con mi mujer, Emiliana.
Ceferino se ha vuelto a Tenerife y fuimos a hacerle una visita Emiliana y yo. Cuando llegamos
54
Idioma. Página del Guía del Emigrante en Holanda,
1971. (GEH)
Bouwmeester y Van Os 2002. Veáse también Krupe 1998.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
si hemos actuado bien pero ahora ya es tarde. Habría sido mejor no mimarlos tanto. Todos pensábamos que regresarían después de unos años. Pero
tenían muy buena vida aquí. Les hemos dado clases
de español, por ejemplo, a los capataces pero habría
sido mejor que no lo hubiéramos hecho nunca. Antes el sistema dentro de Philips era que seleccionaban a los jefes entre los mejores capataces y los
capataces eran quienes habían demostrado, como
trabajadores normales, tener don de gentes. Y luego
tenían que aprender español. Quizás tuvieran menos dificultades para aprender español que los españoles para aprender holandés, pero ellos también
tenían muchos problemas. Para mí la dedicación de
los capataces hacia nuestros trabajadores españoles
era excelente. Y si no llegaban a solucionar un asunto siempre podían dirigirse al departamento de Asuntos Españoles.”
José Sánchez Bernabeu dando clases de holandés. (CP)
holandés. Trabajaban y vivían juntos en concentraciones grandes y tanto en el trabajo como en la vida
privada podían limitarse a utilizar su propio idioma.
Así ha podido ocurrir que un gran número de españoles, después de cuarenta años, todavía sigue teniendo problemas con el holandés.
Florencio Granado, un emigrante español
que regresó a España, da la siguiente imagen de
esta situación: “Seguían viniendo más y más españoles. Teníamos nuestro propio departamento
de Asuntos Personales, donde hablaban español.
Luego disponíamos de intérpretes, la policía hablaba español, en el Ayuntamiento también hablaban español. Al jefe de la fábrica le obligaron
a estudiar español. En vez de a nosotros le obligaron a él. Pero lo peor del caso fue que a nosotros nos acusaron de no hablar bien el holandés.
A los turcos que ahora vienen a Holanda les dicen: “Si quieren trabajar han de aprender la lengua holandesa. Si no lo hacen, no habrá trabajo
para ustedes.” Con nosotros era justamente al
revés: “¡No se preocupen ustedes del idioma holandés! Vayan donde vayan les atenderán en español.” Todo el mundo hablaba español y nosotros no hablábamos holandés. Y cuando hablábamos holandés entonces hacían como si no nos
entendieran. Más tarde, sin embargo, al cabo de
unos años, todo cambió. En Asuntos Personales
dejaron de hablar español, por todas partes dejaron de hablar español. “¿No dominas el holandés? ¡Pues apréndelo!”
Frases. Página del Guía del Emigrante en Holanda, 1971.
(GEH)
Dificultades con la lengua holandesa
Al preguntar a la primera generación con qué
aspecto tenían más dificultades, infaliblemente contestaron: el idioma.
María Peris : “La lengua fue el problema
más grande para nosotros y sigue siéndolo. Para
los hijos no, no tienen ninguna dificultad.”
Gerrit Nijhof, jefe del departamento de Asuntos Españoles de Philips: “Después de todo esto dudo
6
Choque cultural
laborales había muy poco entusiasmo.” Pronto ya
hablaba mejor el holandés que las demás mujeres
españolas en su departamento y a veces el jefe de
departamento le pedía que hiciera de intérprete :
“Cuando una persona sabía hablar un poco mejor el
holandés, muy a menudo le pedían que viniera a la
oficina para traducir algo para alguien. Entonces las
mujeres españolas volvían la cabeza, te miraban y
se decían: “¡Fíjate ella, que aires se da!”
Josefa Silvo vino a Eindhoven a finales de
los años sesenta : “Oh, casi no me atrevo a decírtelo pero ¿ sabes qué creía? Pensaba : son
como perros que ladran ¡ Sí, es verdad.! ¡Nunca
voy a aprenderlo!”
Florencio Granado recuerda un caso de confusión verbal de la época en que vivía en el campamento residencial de De Spreeuwel. Unos hombres
de Extremadura salieron a bailar en Middelbeers y
conocieron a unas chicas holandesas. Bailaron y bebieron toda la noche. Hacia el final de la noche un
español quería besar a una de las chicas y les preguntó a sus compañeros cómo decir esto en holandés. Uno de ellos sabía supo decirle que hay que
pedir un “kus” (beso) pero pronunció la palabra como
se hace en español y dijo : “ku” (vaca). El español se
acercó a la chica de Middelbeers y trató de pronunciar la palabra : “Koe, koe?” (¿Vaca, vaca?) Respondió la chica: “ Yo no tengo vaca, mi padre sí las tiene.”
Diploma, 1981. (CP)
Esta mujer trabajaba en el departamento de
producción pero tenía capacidad para hacer otro trabajo. Su jefe se dió cuenta de ello y la animó aunque
sus colegas no apreciaron esto y su marido tampoco: “En un momento determinado Philips me ofreció
conseguir el diploma de mecanografía a expensas de
Philips. Las clases eran de noche, no durante horas
laborales. También conseguí el diploma de este curso aunque tuve muchísimas peleas con mi ex-marido. Para él era imposible que una mujer sola asistiera a un curso de noche. Diós sabía qué habría tenido
que hacer para recibir permiso de mi jefe para ir a tal
curso.” Después de obtener el diploma de mecanografía me trasladaron a un departamento administrativo donde era la única española.
“Oh fardoma”
En las residencias daban cursos de holandés
desde el principio pero muchos españoles trabajaban en varios turnos y no podían asistir a más de la
mitad de las clases. La Sra. Mieke van de Poel dió
clases de holandés a obreros españoles de varias
empresas. Les enseñó por ejemplo frases, que podían utilizar cuando salieran a bailar con chicas holandesas: “¿Quieres bailar conmigo?” o “¡Qué blusa
más bonita te has puesto!” Los obreros españoles
Vacas. Página del Guía del Emigrante en Holanda, 1971.
(GEH)
Una emigrante de la primera generación: “En
Philips conseguí un diploma de lengua holandesa para
obreros españoles. Dieron esos cursos en El Prado y
nos llevaron a clase en un minibús de Philips. Aunque podíamos seguir este curso durante las horas
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
estudiosos que trabajaban en las fábricas de Helmond, se enfrentaban a dificultades adicionales; cuando querían poner en práctica el poco holandés que
conocían, todo el mundo les respondía en el dialecto
de Helmond, del cual no entendían nada.55 No obstante los obreros españoles aprendían mejor el holandés de sus colegas holandeses en la fábrica.
de regresar a España su padre solía utilizar una expresión extraña cuando se enfadaba. Cuando su hijo
le preguntó por el significado respondió que no era
una expresión que debe utilizar un chico pequeño. El
padre ya ha fallecido y el hijo se ha convertido en un
hombre adulto que, al mirar una página web sobre
la historia de la emigración, se acuerda de algo misterioso de su juventud y le pregunta al propietario
de la página web : “¿Existe en holandés alguna expresión que se pronuncia en castellano como: “¡Oh,
fardoma!”?. Le contesta que la palabra holandesa es
“godverdomme” y significa “me cago en Dios.”
El hermano Antonio Collart hizo trabajo pastoral en la comunidad española de Eindhoven y
contó lo siguiente sobre la primera generación:
“A veces sólo entienden la mitad de lo que dicen.
Un español me llevó a un bar para tomar una
cerveza y me dijo : “¡Tu, no parlotear, eh! (“jij
niet ouwehoeren”) ¡Yo pagar!” No tenía idea de
qué quería decir “ouwehoeren” (parlotear) pero
era una palabra que había oído muchas veces en
la fábrica.”
Carta anónima
Algunos españoles tenían mucha sensibilidad
lingüística, sabían escribir bien y se familiarizaron muy
pronto con el idioma holandés. En el Archivo de la
Compañía Philips se encuentra una carta, escrita en
1969 por un obrero español anónimo y dirigida al Sr.
Frits Philips, el presidente. El motivo de escribir esta
carta fue una manifestación que tuvo lugar el 22 de
febrero de 1969 en Eindhoven, contra los contactos
económicos de Philips con la junta militar de Grecia.
Philips había recibido de la llamada junta fascista un
pedido para el suministro de televisores en color. Los
Había ciertos tacos holandeses que los inmigrantes recordarían para siempre, incluso después
de regresar a España y hasta en la segunda generación En enero de 2006 Miguel Luengo recibió un correo electrónico de un hombre de Toledo, cuyo padre
trabajaba en Holanda en los años setenta. Después
Carta anónima de un obrero español a Frits Philips, 1969. (PCA)
55
Buul 2004.
8
Choque cultural
Estatua de Anton Philips. (CP)
manifestantes llevaban una corona de alambre de
púas con forma de una cruz gamada y querían depositarla ante la estatua del Sr. Anton Philips, situada
en la plaza enfrente de la estación. La policía, sin
embargo, logró evitar la ofrenda de la corona. Un
obrero español leyó en el periódico sobre esta manifestación y decidió escribirle una carta a Frits Philips
para demostrar su apoyo.
La mayor parte de la primera generación de
los obreros españoles en Eindhoven procedía de regiones donde había mucho latifundismo. En su país
de origen mantenían una relación “patrón – cliente”
con su empleador.12 Desde este mundo llegaron a
Eindhoven y esto influyó en su relación hacia su
empleador allí. Con esta percepción se entendían bien
en la empresa Philips.
Esta carta es un documento personal en el cual
convergen la política internacional, los intereses económicos, la historia socioeconómica, las protestas de
los estudiantes, la historia sobre la emigración y las
normas y valores de una cultura mediterránea. Nos
da una idea sobre el mundo en que vivieron los obreros españoles. En la carta fuertes emociones, en parte
relacionadas con la cultura, juegan un papel importante : el dolor por la muerte de un padre, el respeto
por los difuntos, la importancia de los vínculos familiares, el amor al prójimo dentro de la perspectiva de
pobreza y riqueza y una relación humilde pero, al
mismo tiempo entrañable, hacia el patrón.
El Dr. Anton Philips, conocido por todas partes
como “El Señor Anton” fue el “padre” de la empresa
que hizo grande a Eindhoven. Se podría llamarle el
“patrono” de los empleados pero también de la ciudad de Eindhoven. Al salir de la estación de Eindhoven se lo ve de espaldas a la estación, de cara al
corazón de la ciudad, el sombrero en la mano. Es
como si el “protector” de Eindhoven se quitara el
sombrero ante la ciudad y sus habitantes. Su hijo
Frits probablemente estuvo muy contento con la
muestra de apoyo de este español anónimo. La carta sigue cuidadosamente guardada en el Archivo de
la Compañía Philips.
56
Blok 1974: 178-179.
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Diátesis de la nostalgia
Marchó una mañana
cuando yo en mi cuna
me agarraba a la luz
que me traía la vida.
Marchó con la luz temprana
cuando la luz de la luna
paraba su gris alud
y se quedaba dormida.
Se fue a buscar el arma
que la miseria erradique.
Aunque lloraban sus ojos
más dolor daban las hambres.
Hambres de carne y alma
que amenazaban la estirpe
de albardas y rastrojos
entre espinadas alambres.
Mi madre no era de piedra,
ni era mi padre de acero,
ni mis hermanos de viento
ni mi cuerpo era de hielo.
Dejando atrás a mi tierra,
nos fuimos por ese sendero.
Trasplantándonos el tiempo
en la carne de otro suelo.
Se fue por ese camino
que cruza los altos cerros,
más allá de la sierra
oscura del horizónte.
Se fue detrás del destino
por una senda de hierros,
por las venas de la tierra
que se pierden por el Norte.
Fueron cambiando los días
creciendo sin su presencia.
Fueron muriendo las lunas
por falta de paternidad.
Y en aquellas noches frías
mi madre con su paciencia
en alianzas nocturnas
combatía la soledad.
Ahora todos disfrutan
la anhelada hermosura
la tierra de la ‘nacencia’
que llora mi alma herida.
De nuevo todos disfrutan
de mi madre Extremadura,
esa cuna de mi infancia,
esa que me dió la vida.
Miguel Angel Luengo Tarrero. Eindhoven, 23-12-2004.
Diátesis de la nostalgia. Foto de familia para mandar a su padre en Eindhoven. Garganta la Olla, 1966. (CP)
En el poema Diátesis de la nostalgia Miguel Angel Luengo Tarrero describe a su padre, que partió para
Eindhoven y tuvo que dejar a su familia en Extremadura. Miguel Angel sólo tenía unos meses cuando esto
ocurrió. En la edad de 14 años Miguel Angel se fue a Holanda también. Los padres de Miguel Angel y todos sus
hermanos ya han regresado a Extremadura. Miguel Angel es la única persona que todavía lleva viviendo en
Holanda.
10
Choque cultural
INTERMEZZO
Unas gafas de Philips
Cuatro torniegos en Brabante, 1964. (CP)
El reverso de la foto, 1964. (CP)
En la foto figuran cuatro hombres del pueblo
de El Torno, en el norte de Extremadura, que salieron juntos para Eindhoven en 1964. Posan con las
banderas de España y Holanda al fondo. Martín Martín, el segundo de la derecha, mandó esta foto a su
esposa Visita en España.
mos a cualquier sitio y los extranjeros vienen aquí.
Antes nunca salíamos, siempre estábamos en casa.”
Martín lo pasó mal en Holanda, se puso enfermo y tuvo que ser ingresado en el hospital. La bandera española está colgada detrás de su cama pero
la bandera holandesa ya no se ve. Al final Martín se
puso tan enfermo que Philips tuvo que repatriarlo;
no estaba claro lo que tenía.
Cuarenta años después contó Visita que ella
siempre siguió viviendo en España: “Cuando nació
nuestro hijo mayor mi marido estaba en Holanda y
fui a vivir con mi madre. Le dió mucha pena y no sólo
a él sino a todos nosotros también que su hijo naciera aquí mientras él estaba en Holanda. ¿Pero qué
ibamos a hacer? Aquí no había trabajo. Cuando mi
marido salió le dije que nunca en mi vida iba a acompañarle. Le dije: “¿Qué se me ha perdido allí?; esa
gente es muy diferente, ¿qué voy a hacer allí?” Sí,
eso es lo que le dije. Ahora diría: “¡Esos extranjeros
son como nosotros, somos todos iguales!” Pero en
aquella época eramos tan inocentes... Ahora viaja-
En aquella época volar era tan especial que le
hacían una foto a cada pasajero, al bajar del avión,
incluso cuando uno bajaba del avión muy enfermo.
Era diciembre de 1964 y a Martín le habían dado una
gran cesta de Navidad de parte de la Philips. Cuando
aterrizó en su patria ya no se acordó de la cesta y la
dejó en el avión. Cuarenta años después su esposa
todavía habla con pena sobre la cesta de navidad
olvidada que habría dado un poco de brillantez a la
triste llegada de su marido.
11
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Martín en el hospital de Santa Ana en Geldrop, 1964. (CP)
Martín bajando del avión, Madrid 1964. (CP)
Después de volver a El Torno Martín mejoró y
decidió volver a buscar trabajo en otro sitio. Esta
vez, sin embargo, su mujer y su hijo le acompañaban. Se mudaron a Bilbao donde lo contrataron en
una fábrica de galletas. La estancia en Bilbao no duró
mucho tampoco. Después de unos años volvieron a
su pueblo natal donde a Martín no le quedó más remedio que seguir con su antigua profesión de cabrero. Unos años después murió. Según su esposa las
depresiones que sufría habían empezado a manifestarse en Holanda.
Visita ha guardado todo lo que está relacionado con la estancia de su marido en Eindhoven, incluso las gafas que le dieron a su marido para que hiciera ese trabajo tan minucioso en Philips.
Sobre el tiempo en que trabajó en Philips nunca dijo nada. Visita: “No sé si le gustó el trabajo o
no. Nunca hablamos sobre este tema. Sólo dijo que
tenía que mirar tan fijamente a esas bombillas que
los ojos le dolían mucho y por eso le dieron una gafas. Y nada más que correr, correr y correr...”
Martín siguió con su antigua profesión de cabrero,
El Torno 1968. (CP)
Visita y las gafas de su marido, El Torno 2005. (CP)
12
5. RELIGIÓN Y POLÍTICA
Padre Jaime Driessen hablando con recíen llegados en el campamento de Someren, el 11 de febrero de 1963. (PCA)
Trabajo pastoral
Miguel Ángel Luengo : “Tenía unos catorce o
quince años y había visto al padre Jaime sólo una
vez, cuando estaba con mi padre en El Prado . Unas
semanas más tarde nos encontramos en la calle y
me dijo : “Miguel Ángel, ¿qué tal?” ¡Y eso que sólo
me había visto una vez!”
Los españoles eran católicos, como la mayor
parte de los habitantes de la provincia de Brabante,
por ello se adaptaron con bastante rapidez. Desde el
comienzo hasta los años ochenta la asistencia espiritual de los españoles estuvo en manos del padre
Jaime Driessen, un sacerdote holandés que había
trabajado en las misiones; decía misa en los campamentos residenciales y se entregó en cuerpo y alma
al bienestar de la comunidad española.
José Gutiérrez : “Te diré una cosa, cuando llegué aquí había dejado de tener fe pero por medio de
ese hombre la recuperé. Sólo por él volví a misa.”
No fue el único, incluso los jóvenes españoles
más incrédulos estaban tan impresionados por el
padre Jaime, que todos los domingos asistían a misa
muy ordenadamente.
Era un hombre de una extraordinaria capacidad mental, una enciclopedia viviente. Conocía los
nombres y apellidos, fechas y lugares de nacimiento
de todos los emigrantes y sus familiares. Nunca se
olvidaba de quién cumplía los años y una de las anécdotas más fascinantes de aquella época es la de aquellos jóvenes emigrantes que no vivían la fe como los
demás compatriotas, los que no eran tan creyentes,
pero que al final terminaron acudiendo a su misa
dominical.
Peter Weerts, cocinero en El Pinar dice sobre
las mañanas de domingo: “A las diez y media el padre Driessen celebraba la Santa Misa en la cantina.
Estaban tan callados que se podía oir el vuelo de una
mosca. Pero nada más terminar la misa, se desataba
un infierno: cantaban, bailaban, bebían, jugaban a
las cartas y al billar. Entonces empezaba el día festi1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
vo de verdad. ¡La primera actividad del domingo, sin
embargo, era asistir a misa! Este momento de reflexión era muy importante para muchos, era como
estar con el pensamiento con sus familiares en casa.”
ven colocaron una placa conmemorativa en la tumba
del padre Jaime como recuerdo y agradecimiento por
todos los años que les ofreció sus servicios y amistad.
No sólo en Eindhoven, también en España el
recuerdo del Padre Driessen provoca fuertes emociones: Marcelina Pancho Herrero, que regresó a su
pueblo natal, vió una foto actual del querido Padre
Driessen
en
la
página
web
www.emigracioneindhoven.dse.nl y le envió un poema digital escrito por ella misma con el título de Aires Extranjeros:
“Cuando llegamos a Holanda, tristes y con
el corazón dolido,/nos visitaba a todos dándonos
apoyo y alivio./Luchamos los emigrantes con amor
y frenesi,/nos aliviaban sus palabras, aunque
hubiese que sufrir./Le he visto en el ordenador,
Padre Jaime, y me quedé sorprendida,/ a pesar
de ser mayor aun le brillan sus pupilas./Está fuerte
y arrogante y su mente está fresca todavía;/le
deseamos de corazón que aún le quede larga
vida./Le mandamos con afecto un recuerdo por
el aire/y nunca olvidaremos de que fuimos emigrantes.”
Garganta La Olla
19 de diciembre de 200558
Capilla de la Virgen María, Westelbeers.
Españoles de la residencia cercana De Spreeuwel
encendían aquí una vela antes de ir de vacaciones a su
país natal y después de volver sanos y salvos. Durante el
año encendían velas para sus queridos en España. (CP)
La manera en que el padre Jaime Driessen se
esforzó por la comunidad española es casi legendaria. Hubo más clérigos que hicieron trabajos pastorales para los españoles y que también fueron muy
apreciados, como el párroco C. Van Bavel, el hermano Antonio Collart y el padre Santiago de Kinderen.
Los dos últimos también fallecieron en 2008 y siguieron esforzándose por la comunidad española hasta
su muerte. El padre Santiago de Kinderen oficiaba la
misa en español todos los domingos en el Círculo
Español de Strijp en Eindhoven.
El Padre Driessen ayudaba a rellenar las declaraciones de la renta, llevaba en su coche al médico a
los trabajadores enfermos y arreglaba documentos
de viaje si era necesario. Cuando uno de ellos dejó
de enviar dinero a su esposa e hijos en España, el
Padre Driessen hizo que transfiriera el dinero. Parece que incluso tenía la bondad no sólo de traducir
sino también de contestar las cartas de amor, que
algunos obreros españoles guapos y solteros recibían de chicas holandesas.57
En 1972, en la empresa Friki (una fábrica holandesa de productos de pollo y pavo) en la ciudad
de Boxmeer, fue contratado un clérigo de España
como pastor de empresa y trabajador social.59 Sin
embargo, los clérigos españoles tuvieron un efecto
aterrador sobre los obreros en Holanda. En la empresa Friki trabajaban 180 españoles pero, ya desde
El Padre Driessen falleció a la edad de noventa
y dos años en el mes de marzo 2008 en una residencia de clérigos ancianos. La comunidad española de
Eindhoven no lo ha olvidado nunca y siempre le estará agradecida por todo lo que ha hecho por ellos.
El día 16 de mayo de 2008, los españoles de EindhoEindhovens Dagblad, 6-12-1963, 15.
http://www.emigracioneindhoven.dse.nl/PadreJaimeDriessen.htm
59
Olfers 2004: 34-35.
57
58
2
Religión y política
zaron con declararse en huelga con el apoyo del NVV
cuyo secretario era entonces Lino Calle, un refugiado político español. Se acercaban los días de Navidad y Friki necesitaba urgentemente a los obreros
españoles para cumplir con todos los pedidos de pollo
y pavo. Por ello la directiva decidió despedir al párroco español. A sólo dos meses de su llegada le destituyeron de su cargo.
Huelga
Al preguntarles a la primera generación de
emigrantes españoles por las diferencias más destacadas entre Holanda y España en los primeros años,
casi siempre responden: “más libertad”. En cuanto al
aspecto de más libertad, se refieren normalmente a
las opiniones y costumbres holandesas sobre usos
amorosos, el matrimonio y la libertad de expresión.
En dos palabras: sexo y política. Muy pronto los obreros españoles se dieron cuenta de que en Holanda
se podía decir y escribir mucho más de lo que estaban acostumbrados en España. Aquí podían dirigir
palabras de crítica a su jefe sin repercusiones serias
para su contrato de empleo. Para ellos ya era muy
especial el hecho de que un jefe los escuchara...
Padre Santiago de Kinderen, Veldhoven septiembre de
2005. (CP)
el principio, tenían muy poca confianza en la sotana
española que asociaban directamente con el régimen de Franco. Este sacerdote se cerró las puertas a
sí mismo al prohibirles tomar más de cuatro cervezas y al pronunciarse en contra de la afiliación al
sindicato de trabajadores “comunista” NVV.60 Pronto
surgieron las primeras protestas y en un momento
determinado los obreros españoles incluso amena-
Obreros españoles en Hatéma Helmond lavando las
manos. (IEH)
En los años setenta hubo en la empresa Philips
algunas tensiones que llevaron a una huelga. En el
mes de octubre de 1974 mil obreros españoles de
Philips se declararon en huelga, suceso que emitieron en el Telediario de la televisión nacional holandesa. La huelga fue motivada por las malas condiciones de trabajo y por la calidad de vida en los campamentos residenciales, sobre todo en El Pinar. Se quejaban principalmente del almuerzo caliente que no
Imagen del Guía del Emigrante en Holanda, 1971. (GEH)
Panorama, enero 1973, 62.
60
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
sabía a nada y además se recalentaba para que sirviera de cena al turno de noche, de forma que resultaba completamente incomible.61 Este comentario fue
publicado en el diario Trouw pero los cocineros de El
Pinar contaron otra historia.
tante bien y le dije : “José, ahora a no pongas
cara de hipócrita; tú fuiste uno de ellos, tú tampoco comiste.” Luego nos explicó : “La comida
era buena pero nos hacia falta un motivo para
movilizarnos. Por eso decimos que la comida no
era buena, y esto nos sirvió para no asistir al
trabajo y comenzar la huelga.”
Benny Weerts, cocinero de El Pinar: “Fue
un desastre, creo que aquel día tuvimos que volver a cocinar tres veces seguidas. ¡La cantidad
de horas extras que trabajamos entonces! Y al
final hicimos espaguetis, de esto me acuerdo
bien.”
Ruth Verbeet: “Pero no todos participaron
en la huelga. Había muchos españoles que estaban dispuestos a trabajar. Algunos sí que fueron
a trabajar.”
Peter Weerts, cocinero de El Pinar: “Había
algunos que estaban avergonzados de que los
españoles se declararan en huelga. Para ellos era
inadmisible, dijeron: “Hemos venido aquí para
ganar dinero y no vamos a dar mucho la nota.”
Eran los españoles mayores los que lo decían. La
mayor parte de los jovenes, sin embargo, despotricaba con fanatismo y esto condujo a enfrentamientos entre los dos grupos. ¡No nos atrevíamos a entrar en la cantina en aquellas ocasiones
porque se tiraban muchos objetos. Las sillas a
veces volaban por todos lados!”
Ruth Verbeet, gerente de El Pinar: “Aquel
día, en que comenzó la huelga, se negaron a
comer. Paralizaron todo por no comer. Dijeron :
“La comida no vale nada”; quitamos toda la comida y preparamos otra enseguida. Y otra vez se
negaron a comer. Entonces adoptamos una posición firme; ya no podían hacernos nada. Estaba
claro que había otro motivo para la huelga.”
Benny Weerts: “Y eso lo descubrimos por
medio de José; era un chico joven que siempre
ayudaba en la cocina. Dominaba el holandés bas-
Recreo de El Pinar en Maarheeze. (CGN)
61
Trouw, 16-10-1974.
4
Religión y política
El Comité de apoyo se movilizó y reunió el
martes, 15 de octubre, a casi mil personas para participar en una manifestación por el centro de Eindhoven. Aquella misma noche el periodista Eef
Brouwers comentó la manifestación en una emisión
del telediario NOS. Al otro día Philips, el comité de
huelga y los sindicatos NVV y CNV llegaron a un acuerdo. Prometieron equipamientos sanitarios mejores,
una limpieza mejor y dos comidas calientes diarias.
En los lugares de trabajo se iniciaría una investigación sobre el sistema de apreciación de trabajo.63
En El Pinar todos volvieron a la normalidad
después de expulsar al mayor agitador del personal.
Residencia El Pinar en Maarheeze. (PCA)
La huelga había sido provocada por los dos
activistas politicos de izquierda que habían encontrado empleo en Philips por el sistema de contratación y que vivían en El Pinar. Tenían vínculos con un
movimiento estudiantil de Nimega, que en seguida
constituyó un “comité de apoyo” para dar publicidad
a la huelga. La gran mayoría de los obreros españoles nunca se había inmiscuido en cosas de política en
España y por supuesto, no había ofrecido resistencia
contra el régimen. A principios de los años cincuenta
una nueva generación sí organizó manifestaciones
contra Franco, convocó huelgas y distribuyó propaganda ilegal.62 “ Jóvenes rebeldes ” vinieron a Holanda como obreros extranjeros y la mejor manera
para movilizar a la gente “mayor” fue quejarse de las
comidas.
Ruth Verbeet: “Creía que era miembro del
GRAPO.64 La policía le expulsó con mano bastante dura y entonces se acabó el tumulto.”
Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles: “A unos
días de echar fuera a este hombre se recuperó la
tranquilidad. El asunto provocó una discusión entre
los habitantes y no era cosa mala ya que en aquella
época, Franco estaba a punto de morir.”
La bomba estalló el jueves, 10 de octubre de
1974, cuando dos españoles dejaron de trabajar antes de la hora final y por eso fueron amonestados
por su jefe. Los españoles se enfadaron y rompieron
unas pantallas para televisores en color que acababan de salir de la cadena de producción. Fueron despedidos por Philips y empezaron a organizar movilizaciones de solidaridad entre los obreros españoles
de la fábrica de Philips de pantallas para televisores
en color, llamada Elcoma y entre los habitantes de El
Pinar. Exigieron el pago de sus horas de viaje, una
menor presión de trabajo para combatir el problema
de las plazas vacantes y la eliminación de las diferencias de sueldo entre los españoles, belgas y holandeses. Además exigieron dos comidas calientes
diarias en las residencias, mejores equipamientos
sanitarios y una mayor limpieza.
62
63
64
Fábrica televisiones, Eindhoven 1966. (PCA)
Olfers 2004: 19-21.
De Tribune, noviembre 1974.
Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Un asunto delicado
Martien van Wanrooij, trabajador social de
la Asociación de Obreros Extranjeros desde 1977
hasta 1985: “En el pueblo de Beek en Donk vivía
una familia de Galicia, que tenía bien clara la idea
de regresar a España tras la muerte de Franco;
eran de los pocos que se atrevían a criticar un
poco más el regimen franquista. En Beek en Donk
la situación era bastante clara, la gente en la
residencia Casa Trenta procedente de Alhaurín,
tenían muchas dificultades para expresarse en
contra del régimen de Franco. Quizás fuera porque el gerente también era de Alhaurín y estaba
a favor de Franco. Recuerdo, sin embargo, que
la atmósfera cambió completamente después de
la muerte de Franco.”
La política era un tema delicado entre los españoles, un asunto que preferían no tocar. La generación que había crecido después de la Guerra Civil
española, vivía un ambiente de recelo, miedo y represión, ocultando sus ideas políticas con mucho cuidado.65
Ruth Verbeet: “No se atrevían a hablar sobre esto porque eran controlados también en
Holanda. En la residencia también vivía gente ante
los cuales era mejor callar y no decir nada. Quiénes eran, no lo sabíamos.”
Después de la muerte de Franco en noviembre
de 1975 y durante la transición a la democracia, la
sociedad española comenzó a manifestar publicamente y con más confianza sus ideas políticas. Durante
este tiempo de transición fueron muchos los españoles que decidieron volver a España.
Después de la huelga de octubre de 1974 ya
no hubo incidentes que causaran tanto tumulto entre los obreros españoles en Eindhoven y alrededores. Sobre todo durante los primeros años, la mayor
parte de los contratadores les ofrecieron muchas facilidades de modo que no les faltó nada durante su
estancia temporal en Holanda. Incluso las vacaciones a España eran organizadas de forma impecable.
Residencia Horst-America, 1964. (PCA)
65
Olfers 2004: 25.
6
Religión y política
INTERMEZZO
La primera mujer española en Philips
de Eindhoven donde los ratones corrían por mi habitación. Conseguí empleo en una fábrica textil, pero
unos meses después la fábrica quebró. En el mes de
noviembre de 1964 entré en Philips por mediación
del padre Driessen. Durante el día trabajaba en la
cadena de producción en el complejo de fábricas de
Philips, situado en la calle Glaslaan y por la noche
trabajaba de seis a nueve en las oficinas de Philips
Nederland, en la calle Boschdijk. Estaba demasiado
lejos para ir caminando, así pues no me quedaba
otro remedio que aprender a montar en bicicleta. Lo
logré literalmente cayéndome y levantándome pero
no había otra solución.
Tarjeta de Antonia. (CP)
Antonia Klerkx-Serrano Vizcaino fue la primera
mujer contratada por Philips para sus departamentos de producción. No vino a Holanda como esposa
de un trabajador extranjero español sino como mujer independiente, que tenía sus propios motivos.
“Soy de Andalucía, de un pueblo de la provincia de Almería. A principios de los años sesenta apenas había empleo por allí, mi padre estaba enfermo
y mi hermano mayor decidió ir a trabajar al extranjero. Al final fue a parar en una fábrica de madera en
Eindhoven. Por terceros se enteró de que la familia
van Doorne, propietarios de la fábrica de coches DAF,
buscaba a una criada interna para arreglar la casa.
Le parecía un puesto interesante para mí y el 30 de
abril de 1964 llegué a Holanda. Sólo tenía 19 años,
me dejaron en casa de aquella familia y ya no ví a
nadie más. No hablaba el idioma y cuando tenía que
contestar el teléfono no sabía qué hacer.
Al cabo de un tiempo busqué otro empleo y
una habitación. Encontré alojamiento en el centro
Antonia en bici, Eindhoven 1964. (CP)
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
los últimos grupos de trabajadores, que Philips contrató en España. En el departamento de personal me
aseguraron : “Procuraremos que tengan preferencia
porque preferimos emplear a familiares tuyos antes
que a gente que no conocemos.”
Los alojaron en la residencia El Pinar en Maarheeze. Ya estaba casada entonces con Kees y vivíamos en el barrio de Woensel en Eindhoven. Teníamos coche y los domingos a menudo íbamos a ver a
mis hermanos y a mi cuñado. Antes de ir siempre
preparaba algo de comida española porque eso lo
echaban mucho de menos y luego íbamos al pueblo
de Maarheeze con unas cazuelas de sopa, estofado
o pollo españoles. Siempre había buen ambiente. Un
día sacamos una foto para enviar a casa. Mi cuñado
levanta el retrato de su mujer queriendo expresar:
te echo mucho de menos. Regresó a España al cabo
de un año porque anhelaba tanto volver que se puso
enfermo. Resultó que tenía cáncer y falleció a un
mes de su llegada.
El hermano menor de Antonia vivió en El Prado, 1973. (CP)
Estaba como un espárrago en aquella época
porque comía muy mal. No podía cocinar en mi habitación y siempre tenía prisa por llegar a tiempo a las
oficinas en la calle Boschdijk; por eso solía comer
muy rápido una croqueta o ensaladilla en la cantina
de la fábrica y luego me montaba en la bici y salía
corriendo para ir a trabajar otras tres horas más. A
menudo me sentía literalmente enferma de añoranza. La gente a veces me preguntaba : “¿Por qué te
haces esto?”. Entoncés les respondía : “Por mis padres; mi padre está enfermo y quiero ayudarle.” Todos los meses les mandaba treinta florines de mi
salario a mis padres y además quería ahorrar un buen
dinero para llevar a España.
Comida española.
Un domingo en El Pinar, Maarheeze 1974. (CP)
Fui la primera mujer española que contrataron
en Philips para producción pero, desde el principio,
me sentí como en casa. Trabajé en muchos departamentos diferentes y en todos con mucho agrado. Si
no hubiera padecido una enfermedad muscular me
habría gustado seguir trabajando hasta mi jubilación.
Afortunadamente he podido celebrar el jubileo del
25 aniversario en Philips.”
Philips ha hecho mucho por mí. Mis padres no
tenían seguro médico y Philips arregló que fueran
asegurados por medio de mí, de modo que mi padre
pudo conseguir todas la medicinas necesarias. Todavía estoy muy agredecida a la Philips por esto. En
1973 dos hermanos míos y un cuñado encontraron
también empleo en Philips. Pertenecieron a unos de
8
6. BUEN SOPORTE
Vacaciones Eindhoven, 1965. (PCA)
Vacaciones
cos, un jarrón y un mantel evocan el ambiente holandés.”67
A principios de agosto de 1963 Philips organizó
para 160 empleados españoles unas vacaciones de
una semana en su pueblo natal. Fueron llevados en
autobuses de Eindhoven a Extremadura. Al llegar a
Guadalupe a media noche los diez jóvenes que habían abandonado su pueblo natal hacía medio año,
fueron acogidos con salvas de cohetes y campanadas. “Así el pueblo cacereño dio la bienvenida a sus
hijos.”66 Albert van Dijken, reportero del Philips Koerier
los acompañó en su viaje, registró sus experiencias,
hizo entrevistas a los empleados españoles en su
propio ambiente vital y publicó, a finales del verano
de 1963, tres reportajes entrañables sobre Extremadura. En la sala de estar de Eugenio Lindo Mena, en
Cáceres, señaló que aquí ya se había producido un
intercambio con la cultura holandesa: “En la sala de
estar, pequeña pero acogedora, los ceniceros, zue-
66
67
José Gutiérrez: “Las primeras veces que fuimos de vacaciones el pueblo entero se dió cita
para recibirnos. Esos recuerdos son inolvidables.
Ahora tienes aque estar agradecido si alguien te
da los buenos días.”
En años posteriores Philips hizo circular un tren
especial de Eindhoven a Irún. En estas ocasiones
Albert van Dijken acompañaba también, de vez en
cuando, a los empleados españoles: “Viajábamos en
trenes especiales, reservados para obreros extranjeros, pasando por Maastricht y Lieja porque esas lineas eran de menor tráfico ferroviario. Era la temporada de las vacaciones y había muchos turistas.” Van
Philips Koerier 19 (41), 17-8-1963, 4.
Philips Koerier 19 (42), 24-8-1963, 9.
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Emigrantes, Eindhoven 1970. (PCA)
Dijken se inventó un término bonito para esos viajes: “¿Sabes lo que me parecía esto? “ Me parecía
“turismo al revés”. Los turistas holandeses viajaban
al sol de España para pasar sus vacaciones. ¡España, el país del sol, vino y mar, olé! Se notaba que
despreciaban a estos jóvenes, de verdad. En París se
veían esos trenes de turistas, muy largos, con literas
y todos tenían preferencia. Esto lo veían también los
jóvenes españoles, no eran tontos. Ellos también
querían ir a sus mujeres lo antes posible y sólo disponían de unas cortas vacaciones...”
Las empresas en Helmond y Beek en Donk, que
tenían empleados españoles, alquilaban juntas unos
autobuses para llevar a casa a sus empleados en
verano. La Sra.Tineke Berkers–van Schijndel, empleada del departamento de personal de la fábrica
Diddens & van Asten: “Se trataba de las vacaciones
colectivas de las empresas. Se celebraban reuniones
frecuentes para discutir todos los aspectos. Cada
empresa tenía que indicar la cantidad de personas y
el lugar de España a donde éstas tenían que ir. Luego los autobuses pasaban por nuestra pensión para
recoger a la gente.”
Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles en
Philips a partir de 1972: “Al principio empezamos
a organizar viajes de vacaciones en tren. En estas ocasiones un tren especial entraba en la estación de Eindhoven. Era tan largo, que la parte
de atrás y la parte delantera se encontraban fuera del andén. Los españoles sí que se llevaban
Vacaciones con mujer despidiendo, Eindhoven 1965. (PCA)
2
Buen soporte
todo tipo de objetos en el tren, lavadoras y otras
muchas cosas más. Nos preguntábamos si habría electricidad en esos pueblos, pero venga …
¡Era una lata...! Yo pasé por todo ello durante un
año; fue el último año. Decidimos cambiar de
política y dárnoslas de modernos. Procedimos a
investigar si viajar en tren de verdad era mucho
más barato que alquilar un avión de la compañía
Martinair o Transavia. Resultó que sí había diferencia de precio, pero no era tan grande y, por
otro lado, era mucho más sencillo llevar a toda la
gente al aeropuerto de Schiphol y ya no había
problemas con las lavadoras que querían llevarse, por lo cual la organización del viaje resultaba
mucho más fácil. Al principio, sin embargo, no
hubo mucho entusiasmo. No les gustaba volar,
tenían miedo. Para combatir esto les asistíamos
en todo, nuestra gente los llevaba al aeropuerto
y los recogía, también para evitar que tuvieran
problemas en la aduana porque la aduana muchas veces podía complicar las cosas en aquel
tiempo. Cuando uno quería traerse un jamón ¡
olvídalo ! En estos casos les explicábamos a las
aduaneros : “Ah, es que mañana quieren comerse este jamón todos juntos ..” A veces los convencíamos con esta historia.”
Estación de Eindhoven, 1970. (PCA)
“El chófer Bonnie Ramaekers, de Bélgica, ya ha tocado cinco veces el claxon como señal de despedida.
Ya llevan un retraso de más de una hora sobre su
horario. A pesar de esto no mete prisa en las despedidas . El chófer sabe muy bien cómo es despedirse
de mujer e hijos. En casa le esperan una mujer cariñosa y tres pillos.”68
Los cocineros de El Pinar también se acuerdan
muy bien del momento de regreso.
Peter Weerts: “¡Cuando volvían de sus vacaciones no se podría creer qué montón de cosas nos traían!: botellas de brandy español, castañuelas, vasijas, sartenes y jabón Maya. Benny
y yo gozábamos de mucha simpatía porque solíamos pasarles a menudo cosillas extras. Lo que
más me gustaba no era recibir esos recuerdos
sino el momento de su llegada. La mayor parte
de ellos estaban bastante tocados por las bebidas que se habían tomado durante el viaje y entonces les veíamos bajar del autobús, las manos
alzadas y la cabeza levantada. Nos saludaban y
abrazaban efusivamente. El día después, sin
embargo, habían vuelto a la realidad. Entonces
estaban tristes y cabizbajos.”
Benny Weerts trabajaba de cocinero en El Pinar al principio de los años setenta. Todavía se acuerda de la excitación que reinaba en el campamento
residencial cuando llegaban las vacaciones y entraban los autocares de turismo en la residencia para
llevar a los obreros españoles a la estación o al aeropuerto: “Los autobuses no salían hasta las seis de la
tarde pero los españoles ya tomaron asiento a las
diez de la mañana.” Más tarde Benny cambió de profesión y fue chófer en una compañía de autocares de
turismo. Durante veinte anos transportó a turistas
holandeses a las costas españolas pero ese entusiasmo a la hora de salir no lo ha visto nunca más.
El trabajador social Martien van Wanrooij
contaba sobre las vacaciones de verano de los
españoles en Beek en Donk : “En Casa Trenta
había muchas personas solas. Después de unos
años algunos hicieron venir a su familia pero no
tenían suficiente dinero para poder pasar la vacaciones de verano todos los años en España y
Los españoles tenían mucha prisa para salir
pero remoloneaban mucho tiempo a la hora de volver a Holanda. Era muy normal hacer esperar un buen
rato al autobús que iba a recogerlos en sus pueblos,
porque despedirse llevaba mucho tiempo.
Albert van Dijken cuenta sobre el viaje de regreso de Extremadura en el mes de agosto de 1963:
68
Philips Koerier 19 (41), 17-8-1963, 4.
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
llevas ahora un regalo resulta que ya tienen dos ejemplares. Han cambiado los tiempos, también en los
pueblos españoles.”
Visitas de alto rango
En los informes anuales del departamento de
asuntos personales de Philips de principios de los
sesenta siempre se repetía una observación : “El alojamiento, la alimentación y las actividades de recreo
de los obreros españoles constituyen unos elementos de dedicación y atención contínuas.”69 Esta atención especial se debía también a que las autoridades
españolas de vez en cuando controlaban este asunto.
El martes, 21 de abril de 1970 su Excelencia
Don Licinio de la Fuente y de la Fuente, el ministro
español de Trabajo, acompañado de su esposa, visitó la S.A. Philips Gloeilampenfabrieken.
Tres años después Fernando Suárez González,
Director del Instituto Español para Emigración, visitó
Holanda. Jaap Boersma, el Ministro de Asuntos Sociales, le dio la bienvenida en La Haya. Luego inauguró en Eindhoven la Oficina Laboral. Las oficinas
laborables en Holanda eran una prolongación del sindicato estatal de la época.70
La familia Valle Hernández de camino hacia España,
años 70. (CP)
sólo iban de vacaciones cada dos o tres años. La
salida era todo un espectáculo. Todos salían para
despedir a los que se marchaban. Sobre todo a
las mujeres españolas, que se quedaban, les
entraba aún más añoranza. El día en que volvían, la Casa Trenta se llenaba, ya muchas horas
antes de llegar el autobús, con los que se habían
quedado en Holanda. Entonces llegaba el momento culminante : ¡viene el autobús! ¡ Allí vienen ! Para la gente que volvía era una sensación
desagradable pero para los que se habían quedado era magnífico volver a verles y escuchar las
noticias de casa.”
Fernando Suárez visitó una fábrica de Philips,
habló con obreros españoles y comprobó lo que guisaban en la cocina de El Pinar. Al final del día concluyó que Philips era una empresa a donde podía enviar
muy bien a los obreros españoles con la conciencia
tranquila.71
Con el paso de los años setenta fue aumentándo el número de españoles, que viajaban a casa en
su propio coche, muchas veces coches viejos, con
tres o cuatro hijos en los asientos traseros. José Gutiérrez: “Y además llevaban el coche lleno de regalos
para toda la familia. Todos los primos y primas te
estaban esperando. Recuerdo muy bien que una vez
llevé un tocadiscos. ¡Qué espectáculo! Cuando les
69
70
71
Alta visita en El Pinar, 1973. (CGN)
PCA 722.1 Departamento de Personal (informes anuales).
Olfers 2004: 26.
‘Visita oficial del Director General del Instituto Español de Emigración en Holanda’, La Región, 22-24 oktober 1973, 8-9.
4
Buen soporte
De vez en cuando Frits Philips también echaba
un vistazo en los lugares de trabajo; en tales ocasiones se dirigía a los españoles en su propio idioma.
Era presidente de una empresa millonaria pero no se
le notaba. Había trabajadores españoles que incluso
no se percataron de quién era aquel holandés alto
que les preguntaba: ´¿Cómo está?’. F. Comiche, español de la primera generación de emigrantes, nunca olvidará que un colega suyo, sin saber a quién
tenía delante, le contestó: ‘Mucho trabajo y poco dinero’.
Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles : “Era
un alto cargo y le hemos enseñado todo. Estaba muy
contento pero, sinceramente, las circunstancias eran
bastante buenas. Philips trataba muy bien a sus trabajadores extranjeros. Les daban mucho apoyo.” A
Gerrit Nijhof lo nombraron en 1972 jefe de Asuntos
Españoles. Anteriormente trabajó casi veinte años
como traductor técnico en Philips Hilversum. Cuando
vino a Eindhoven como forastero le obligaron a trabajar primero en varios departamentos, como una
especie de antropólogo industrial: “Trabajé en varias
fábricas y así conocí a muchos españoles. Trabajé en
varios turnos, hice turnos de noche, todo esto para
sentir en persona cómo esos españoles experimentaban el trabajo y la vida aquí.”
Entretenimiento
A partir de noviembre de 1963 Albert van Dijken publicó una crónica semanal en la revista Philips Koerier, llamada Aquí, la onda española. Escribía
sobre las costumbres holandesas como la fiesta de
San Nicolás y el tomar café en cada ocasión que se
presentara. A veces publicaba semblanzas literarias
muy especiales de los obreros españoles, como la
del torero José Marqués Rodríguez, que había cambiado el ruedo andaluz temporalmente por el departamento de estampación de la Fábrica de productos
metalúrgicos.72 No fue por miedo ante los toros, enfatizó sentado en su habitación en la residencia de
Horst-América empapelada con carteles, sino para
ganar florines, moneda fuerte, que cambiaría por
Frits Philips no sólo visitó a sus trabajadores
españoles en compañía de altos cargos. Albert van
Dijken, periodista de la revista Philips Koerier, contó:
‘Le acompañé una vez a la residencia en Maarheeze.
¡ Improvisadamente, en una noche de verano, fue
un acontecimiento inolvidable para estos hombres!
Íbamos los dos solos, y fue un encuentro muy espontáneo. Querían bailar flamenco con él e incluso
lo intentó un poco. Luego cada uno de ellos quería
salir en una foto con él.” Van Dijken, me dijo : “¿no
hay una forma mejor de arreglar esto?” Le dije : “ Sí,
propondré hacer una foto en conjunto para evitar
que a medianoche todavía siga usted por aquí.”
Leyendo el Philips Koerier. (PCA)
72
Philips Koerier 20 (21), 7-3-1964.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
La crónica Aquí, la onda española con el emblema de un
burrito. (CP)
Van Dijken cambió el borrico por su propio retrato. (CP)
pesetas y con los cuales afrontaría un radiante futuro como torero.
rrillos evitando así tener que ir a la cafetería en el
centro del pueblo.
Durante el primer año Albert van Dijken ilustró
la crónica con el emblema de un burrito, hasta que
recibió una carta de un español, que opinaba que un
burrito no era un símbolo representativo y respetable de España. Como señal de buena fe Van Dijken
cambió el borrico por su propio retrato.73
En 1968 Philips adquirió dos videograbadores
para ofrecer a los trabajadores españoles la oportunidad de ver en las residencias programas emitidos
por la televisión española. Tres veces a la semana
mandaban desde Madrid copias de programas de TVE.
La técnica de video todavía estaba en mantillas en
En la residencia El Prado proyectaban todos los
sábados una película de habla española. Estas películas eran suministradas por un distribuidor holandés en Utrecht, que las recibía de una empresa alemana a la que las autoridades españolas se las mandaban. Las películas iban acompañadas de un cartel,
que colgaban en la ventana de la residencia. En su
mayor parte se trataba de películas del oeste pero a
veces también les enviaban comedias españolas.
Comenta una emigrante de la primera generación: “ Los domingos por la tarde muchas
veces iba con mi hermana y su marido a la residencia El Prado. Allí ponían películas a las que
podían entrar también los emigrantes españoles
que no vivían en El Prado. Era la única diversión
que teníamos. En El Prado sólo vivían hombres.
En aquella época yo era una de las pocas solteras españolas en Eindhoven y me pedían la mano
frecuentemente.”
Un domingo en El Prado, Eindhoven 1968. (PC)
En la residencia Casa Trenta en el pueblo Beek
en Donk también ponían una película de habla española todos los sábados. Los holandeses del barrio
también iban al cine, aunque no entendían nada. No
había tantas posibilidades en Beek en Donk para divertirse. Como la residencia estaba situada en las
afueras del pueblo, la gente del barrio solía pasar
por la Casa Trenta para comprar un paquete de ciga-
73
Cartel de una comedia española que proyectaban en El
Prado. (CP)
Philips Koerier 20 (25), 4-4-1964.
6
Buen soporte
Televisión española. (PCA)
aquella época y los videograbadores eran carísimos;
costaban 10 mil florines cada uno. Este acontecimiento fue tan espectacular que le dedicaron atención
especial en un programa de noticias muy popular.
A veces, en los fines de semana las empresas organizaban una excursión para los trabajadores españoles, por ejemplo a los campos de tulipanes y otras flores de Keukenhof o a la ciudad en
miniaturas de Madurodam. Albert van Dijken se
acordó de una excursión al parque de atracciones
de Bobbejaanland en Bélgica que fue un gran éxito. Philips también organizó una vez una excursión
a un museo, pero éste fue un experimento poco
acertado.”
Intérpretes
Desde el principio Philips disponía de buenos
intérpretes. Uno de ellos era Juan García, que vino a
Holanda en los años cincuenta para estudiar en el
International Institute for Social Studies en La Haya.
Después de terminar la carrera trabajó un tiempo en
la Embajada de España y en 1960 se incorporó a la
oficina de traducción de Philips : “In 1963 llegaron
los españoles pero no había casi nadie que hablara
español. Entonces me cedieron temporalmente al
departamento de Asuntos Personales para ayudar a
mis paisanos. Todos los días visitaba las residencias
junto a una persona de Asuntos Personales para anotar qué problemas había con el trabajo en la fábrica,
con los dueños y entre los propios colegas, quién
tuvo que ir al médico y cosas por el estilo. Y al día
siguiente tratábamos de solucionarlo todo. A menudo salía de casa sobre las ocho de la mañana y volvía
sobre las nueve de la noche.”
Comida de Navidad en una residencia. (CGN)
Carrera ciclista para obreros españoles de Philips. (PCA)
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
tre la empresa y mis paisanos. A veces pude comprobar que mis paisanos exigían cosas a las que no
tenían derecho pero también vi casos de injusticia
por parte de la empresa. Una persona, que hace de
intérprete, debe ser neutral y limitarse a traducir de
una lengua a otra y al revés. Sin embargo todos somos humanos. Al cabo de unos tres años ya había
más holandeses que hablaban español y ampliaron
la plantilla de Asuntos Personales para los españoles. Volví a mi departamento original y me sentí muy
aliviado. Allí seguí trabajando hasta que me jubilé.”
Juan García, aunque no a título profesional, siguió esforzándose por sus paisanos que le siguen
llamando El intérprete. Continuó sus actividades sociales en las asociaciones españolas y hasta hace
poco era miembro de la directiva del Hogar del Pensionista de Eindhoven.
Visita de Frits Philips al campamento de Someren
acompañado por el intérprete Juan García
(a la derecha con gafas), 1964. (CP)
En los años sesenta José Sánchez Bernabeu
trabajó también como intérprete en el departamento de Asuntos Personales de Philips. Aquí da la bienvenida, en la ciudad de Roosendaal, a un grupo de
emigrantes españoles que acaban de llegar y está
comprobando la lista de personas.
Este repentino cambio en su carrera profesional se le hizo difícil a Juan García: “Era muy duro
para mí porque me encontraba en una posición en-
José Sánchez Bernabeu dando la bienvenida a recíen llegados. (CP)
José Sánchez Bernabeu comprobando la lista de personas. (CP)
8
Buen soporte
INTERMEZZO
Del campo extremeño a la mina holandesa
Por Victoriano Sánchez Bermejo
mucho trabajo en el campo, yo le ayudaba durante
la cosecha del algodón y los tomates, o dándole de
comer a los animales. La combinación de abundantes lluvias en invierno y veranos muy secos y calurosos fue desastrosa para los cultivos de la huerta. Los
pozos se secaron hasta que no quedó agua para el
riego. La serie de desafortunados acontecimientos
fue fatal para muchos campesinos en esa región,
especialmente aquéllos que no tenían recursos financieros para poder sobrevivir en los grandes contratiempos, lo pasaban muy mal; algunos emigraron a
la Badajoz, o a otras ciudades más lejanas. Mi padre
no veía ninguna posibilidad de mantenernos en estas circunstancias. De joven, él trabajó en el campo
con su padre y era lo único que sabia hacer. Si hubiera querido, él habría podido trabajar en las tierras de
su padre, pero lo que él deseaba era tener algo enteramente propio sin depender de su casa.
Retrato de Victoriano Sánchez
Bermejo 2009.
Yo nací en el año 1955 en Almendral.74 Mi padre era campesino y mi madre se dedicaba a sus
labores. Mi padre nació en Espartales, en una huerta
cerca de Torre de Miguel Sesmero y mi madre en
Vezdemarban (Zamora). Cuando yo tenía unos cinco
años nos mudamos a una huerta cerca de la ciudad
de Badajoz. Mi padre quería ganarse la vida de forma independiente y vio una oportunidad arrendando
tierras cerca de Badajoz. La huerta estaba cerca del
río Guadiana. Allí él cultivaba algodón, tomates y frijoles, melones y maíz. Además teníamos algunos cerdos, dos vacas, pollos, conejos y dos mulas; con estas mi padre llevaba sus productos al mercado y además las usaba para arar.
Cuando yo salía de la escuela y mi padre tenía
Víctor trabajando en el campo, 1958. (CP)
Víctor con sus padres, 1956. (CP)
74
Véase tambíen mi página web: www.vsanchez.nl
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
eran muy altos, rubios y con ojos azules que caminaban con zuecos de madera y que en su país había
muchos molinos de viento y muchas vacas.
Por fin se decidió a dejar la huerta e irse con la
familia a mi pueblo, a Almendral. Nos fuimos a casa
de nuestros abuelos para vivir temporalmente con
ellos. Gran cantidad de vecinos de la región vieron
nuevas oportunidades emigrando al extranjero. Mi
padre pertenecía a este grupo. Casi desesperado, se
informó en el sindicato de trabajadores y allí le dijeron que él podría conseguir trabajo muy bien pagado en otros países y podía elegir entre Suiza, Alemania, Bélgica y Holanda. Como se decidió por Holanda, lo pusieron en contacto con un representante de
las minas de carbón, Oranje Nassau. Consiguió información sobre sueldos, vacaciones, pagas adicionales en Navidad y verano. Todo resultaba muy atractivo, sobre todo en el contexto de las circunstancias
económicas de ese momento en Extremadura. Después de hablar con mi madre, decidió irse a Holanda. La intención era quedarse de dos a tres años
trabajando en las minas. A la familia le había dicho
que trabajaba en una fábrica, dado que el trabajo en
las minas era muy arriesgado y pesado y no quería
preocuparlos.
Yo a esa edad no entendía la seriedad de la
situación, ninguno de nosotros éramos conscientes
de que nuestro padre se iba a ir a más de dos mil
kilómetros de casa para trabajar. El hecho de que un
padre se fuera tan lejos, a mí me parecía interesante
y motivo de orgullo. Mi madre sabía muy bien lo que
era cuidar a los niños, pero sin el apoyo de mi padre,
con un futuro incierto, los niños demasiado pequeños y absolutamente dependientes de ella, la situación era francamente difícil. Yo tenía siete años y mis
tres hermanos eran menores que yo. Cuando nos
despedimos de nuestro padre, nadie sabía lo que
significaba quedarse casi cuatro años en Almendral
sin padre y sin marido.
Mi padre pasaba cada año dos meses en el
pueblo; un mes en verano y un mes en Navidad.
Después de las vacaciones se marchaba de nuevo.
Mi padre no sabía nada de Holanda pues en
España no había televisión en los tiempos de Franco
y la información a la población era mínima. La imagen que teníamos de Holanda era de un país pequeño rodeado por grandes diques para impedir las inundaciones del mar, donde hacía mucho frío y había
mucha humedad. De los holandeses se sabía que
Centro Español de Maastricht, 1970. (CP)
La situación era especialmente difícil para mi madre
y cada vez le resultaba más difícil sobrellevarla. Lo
que al principio era una solución temporal, con el
paso del tiempo iba pareciéndonos definitiva tanto a
mis padres como a nosotros, por tanto había que
buscar una solución alternativa. Así que mis padres
llegaron a la conclusión de que lo mejor para la familia era trasladarnos a vivir a Holanda. Eso teniendo
muy claramente en cuenta que solo sería para unos
años y después volver a España. Para entonces la
economía española podría haber mejorado y habría
puestos de trabajo suficientes para mi padre y otros
como él.
Antes de irnos a Holanda había que arreglar
muchas cosas. Algunos muebles se almacenaron tem-
Mi padre en la mina holandesa, 1963. (CP)
10
Buen soporte
de circunvalación. De noche dormíamos unas pocas
horas en el coche. Uno de mis padres vigilaba mientras los demás dormíamos en los asientos.
poralmente en casa de familiares y el resto se vendió
o se regaló a familiares y amigos. Los objetos personales y las prendas de vestir se prepararon en unas
maletas, de cartón por entonces, para el largo viaje.
Ropa de invierno teníamos poca, esta ya se compraría en Holanda. Yo no tenía muchas cosas, sólo unos
libros y cuadernos de la escuela, listas de notas, lápices de colores y un pequeño monedero con algunas pesetas que había ganado vendiendo mis últimos bolindres. Los poquitos juguetes que tenía, estaban tan gastados, que los dejé en el pueblo sin
ningún problema; mi padre nos había prometido que
al llegar a Holanda nos compraría otros nuevos.
Cuando llegamos a Holanda estaba todo blanco, había nevado y nosotros nunca habíamos visto la
nieve, fue una experiencia extraordinaria, tanta y tan
blanca, más de dos palmos de altura. Al principio
vivíamos en una casa alquilada, a un paso de la mina
donde trabajaba mi padre. Las primeras semanas yo
tenía tanto frió, que me dejaba el pijama debajo de
la ropa cuando me vestía para ir a la escuela. Fui a la
escuela primaria. Cada año escolar lo hice en seis
meses y por eso acabé esta etapa a los 14 años. La
lectura me interesó más y más, para mí era una
manera de adquirir muchos conocimientos y por ello
aprendí el idioma holandés muy pronto y bien. Luego fui a Educación Secundaria y al Bachillerato y finalmente al hospital para estudiar enfermería.
Después de despedirnos de todos los familiares, salimos el 9 de enero de 1966 con destino a
Holanda en el coche de un amigo de mi padre, Serafín Vera, también minero, que viajaba en sus vacaciones a España; tenía un Opel Record que lo utilizaba para llevar paisanos a su país y así se ganaba un
poco de dinero. Cargamos el coche hasta los topes y
comenzamos el largo viaje. Teníamos muchas ganas
de llegar. Creíamos que el irnos tenía muchos aspectos positivos, por lo menos nos lo parecía a primera
vista. Con diez años yo era un niño muy curioso, lleno de esperanzas ante aquel mundo nuevo y lejano.
Desde entonces estaríamos siempre todos juntos y
con mi padre, todo sería mejor que hasta ahora.
Me casé y tuve dos hijos. Al cabo de los años, a
mi padre le dieron de baja en su trabajo, vendió su
casa en Holanda y se construyó otra en el pueblo
para irse junto con mi madre a pasar el resto de su
vida en su tierra. En aquellos años íbamos con mis
padres regularmente a ver la familia del pueblo, y
más tarde pasábamos ya cada uno con sus propias
familias, esposas e hijos. Era paradójico que muchos
familiares en España me veían como el “holandés”
que ganaba el dinero fácilmente, mientras que en
Holanda, me consideran como el español, un poco
loco por venirse aquí, a vivir tan lejos de su propio
país, teniendo España tan buen clima y tan buenas
playas. Cuando vivíamos en casa con los padres, por
supuesto que hablábamos español, sin embargo a
veces era más fácil para los hermanos hablar en holandés, sobre todo cuando habíamos aprendido nuevas palabras que desconocíamos en español. Entonces mi padre se enfadaba y nos decía: “Lo que habléis en la calle no me importa, pero aquí en casa se
habla español”.
Yo nunca había viajado más de 50 kilómetros y
después de unos pocos cientos, tenía ganas de preguntar si ya habíamos llegado, sin embargo, sabíamos por la experiencia de mi padre, que el viaje duraba tres días y dos noches y con esa idea nos dormíamos cansados. Sólo parábamos para repostar,
comer y asearnos, fue un incómodo y duro viaje de
más de 2000 kilómetros con tres adultos, cuatro niños y el equipaje en un solo automóvil. En esa época
no había muchas autopistas ni tampoco carreteras
Muy rápidamente me di cuenta de que a muchos holandeses les interesaba mi lengua materna.
En primaria había maestros que me pedían que les
ayudara con sus estudios de español. Más tarde
empecé poco a poco a dar clases de español. Los
últimos cinco años, he desarrollado un estilo tan propio, que una gran parte de mi tiempo libre trabajo de
freelance siendo profesor en una institución y también dando clases particulares.
Hace unos cuatro años, después de morir mi
padre, en su casa de España, decidimos traer a mi
Visita al partido de fútbol Feijenoord – Real Madrid,
Rotterdam 1965. (CP)
11
Me vine con una maleta de cartón y de madera
su tierra. Ahora entiendo la necesidad de dar el gran
paso dejando en España a su familia, amigos y entorno social, para meterse debajo de la tierra (como
él decía) para sacar carbón en la mina. Hizo todo lo
que pudo para ofrecer a sus hijos y esposa un futuro
mejor. Un futuro que en España no tenía. Gracias a
este gran paso, se pusieron los cimientos para ser lo
que soy y para conseguir lo que hasta ahora he conseguido.
madre a Holanda, ya que ella estaba enferma y era
incapaz de cuidarse sola. Debido a su enfermedad
está en una residencia donde recibe la atención y el
apoyo que necesita.
Hubo un tiempo en que yo no entendía por
qué mi padre volvió a España, mientras sus hijos y
nietos vivían en Holanda. El siempre tenía la nostalgia de volver, por encima de todo. Mientras más años
pasaban, más grandes eran los deseos de volver a
12
7. REUNIFICACIÓN FAMILIAR
Un año sin mujer e hijos
tado Roolvink objetó: “Si estamos buscando sólo a
solteros, más nos valdría parar el proyecto de contratar.”76 La discusión sobre la reunifación familiar continuó durante un año. El 22 de noviembre de 1963 el
Consejo de Ministros decidió que los matrimonios
podrían reunificarse un año después de la llegada
del marido a Holanda. Dos años más tarde las leyes
permitieron que los hijos también pudieran venir para
reunirse con la familia . La iglesia católica criticó la
política de alojamiento e hizo referencia a los daños
que podría causar la separación de familias. El padre
Driessen también se pronunció en el diario “ Eindhovens Dagblad” contra la separación de familias: “Si
Holanda, por motivos políticos, se niega a alojar a
sus obreros extranjeros de tal manera que sus familias también puedan aprovecharse de la prosperidad
aquí, estará adoptando una actitud inmoral.”77
Cuando en 1961 se firmó el convenio de contratación con las autoridades españolas, el gobierno
holandés impuso como condición que los obreros
extranjeros tuvieran el estado civil de “soltero y sin
hijos”. Esto dificultó mucho la contratación y pronto
la ley se adaptó de modo que los casados también
podían conseguir un contrato, siempre que no tuvieran hijos.75 La mayoría de las empresas no cumplieron las reglas y también ofrecieron contratos a hombres con familias numerosas; al fin y al cabo nadie
se preocupaba: no lo hicieron ni la industria y el comercio, ni las autoridades holandesas ni tampoco los
españoles. Querían ganar mucho dinero en poco tiempo; trabajar en el extranjero durante un año sin ver
a la mujer y los niños parecía aceptable. Sin embargo, la añoranza y la soledad hicieron que los matrimonios se reunificasen lo antes posible; en el verano
de 1962 ya llegaron las primeras esposas a Holanda.
Alojamiento de familias
Normalmente, al cabo de un año se decidía si
el contrato temporal de trabajo podía convertirse en
un contrato por tiempo indefinido. Cada vez más
obreros españoles consiguieron un contrato permanente y querían que vinieran su mujer o eventualmente sus hijos para reunificarse. Ya se habían dado
cuenta de que, por ejemplo, los servicios médicos y
la enseñanza eran mejor en Holanda que en su propio país. Una empresa como Philips necesitaba a
muchas mujeres para trabajar en las fábricas y ayudaba a los obreros a buscar vivienda. Para obtener
una casa hacía falta sin embargo una carta de recomendación de parte del jefe de personal; estas personas actuaban, por decirlo así, como intermediarios
entre los emigrantes y la sociedad. José Gutiérrez:
“Esos jefes de personal tenían mucho poder. Había
gran escasez de viviendas y el proceso de conseguir
una casa podía tardar mucho. Entretanto los obreros
tenían que alojar a sus familias en una pensión o
compartir una casa con otras familias españolas. Claro
que esto causó toda clase de problemas. Creo que
para muchos españoles estos años en Holanda fueron los más difíciles.”
La familia Gutiérrez Prieto de Galisteo fue una de las
primeras en llegar a Eindhoven, 1966. (PCA)
Había trabajo suficiente, también para mujeres, lo que faltaba era el alojamiento. El 19 de octubre la ministra de Asuntos Sociales, Marga Klompé,
dijo en el Consejo de Ministros que sólo tendrían que
ser contratados obreros extranjeros solteros porque,
en lo referente al alojamiento, las familias holandesas deberían tener preferencia. El secretario de es75
76
77
Praamsma 2003.
Praamsma 2003.
Houtert 1965.
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
reunirse con sus maridos buscaron vivienda en algún
sitio de Helmond, pero esta clase de viviendas nunca
se encontraba en los barrios mejores. En un barrio
marginal, alguien tuvo la idea ´genial´ de alquilar
unos cobertizos detrás de su casa. Allí dormían estas
personas sin calefacción, sólo tenían una estufa de
carbón. Una mañana llegué al trabajo y me encontré
con un español que ya estaba esperándome: ´¡Tineke, Tineke, venga, rápido, rápido! ¡A casa de Dionisio y María! ¡Mucha estufa, mucho humo, mucho
calor!´ Fuimos enseguida a la casa y vimos que Dionisio ya estaba completamente atontado y que María estaba vomitando. Abrí todas las ventanas y la
puerta y volví enseguida al trabajo para llamar a un
médico. ¡Me costó muchísimo convencerlo de que
tenía que venir enseguida! Al final llegó y la pareja
fue trasladada en una ambulancia al hospital. El
marido estaba peor y siguió hospitalizado durante
varios días.”
Fiesta en El Pinar, 1972. La niña se llama Raquel Rodrigo
Iglesias, es pintora en la actualidad y diseñadora de la
portada de este libro. (CGN)
Josefa Silvo: “En enero de 1969 me casé y
en marzo pudimos instalarnos en una habitación
en Eindhoven en casa de una familia holandesa.
No podíamos ir y venir cuando queríamos porque no teníamos llave. Era una habitación situada en el desván y era tan estrecha que tenía que
quitar la única silla que teníamos para poder hacer la cama. No nos permitían utilizar agua ni
gas y sólo podía ducharme una vez a la semana.
Mi marido consiguió encontrar otra habitación en
casa de una familia holandesa y todos los vecinos recriminaban a esta familia : “¿Qué habéis
hecho? ¡Son extranjeros¡” Luego, sin embargo,
establecimos buenas relaciones con todos los
vecinos. Unos años más tarde conseguimos dos
habitaciones en la parte de arriba en la casa de
una señora mayor, que vivía en la calle Hugo de
Grootplein. Convertimos la habitación pequeña
en dormitorio y la grande en cuarto de estar. La
cocina de abajo la compartíamos con la anciana.
Nos habría gustado mucho seguir viviendo en el
barrio pero no conseguimos una casa allí porque
no teníamos hijos. Al final nos dieron esta casa,
donde seguimos viviendo desde hace ya 23 años.”
‘Este es el paraíso’
Priscila Díaz era una mujer joven y soltera que
emprendió sola el viaje a Eindhoven: “Me crié en el
pueblo de Galisteo. El marido de mi hermana mayor
Tineke Berkers–van Schijndel, que trabajaba en
el departamento de personal de la empresa de
Diddens & van Asten, salvó a un matrimonio español
de una muerte por intoxicación de monóxido de carbono: “Cuando las esposas vinieron a Holanda para
Priscila Díaz, Galisteo 1965. (CP)
2
Reunificación familiar
trabajaba en Eindhoven y al cabo de un año volvió al
pueblo para recogerla. Tenía que seguirle porque así
iban las cosas en aquellos tiempos. Mi hermana se
puso enferma y tuvo que ser operada y guardar reposo durante unos meses; mi madre dijo: ´Irás a
Eindhoven tres meses para ayudar a tu hermana.´
Cuando alguien en tu familia te necesitaba no lo pensabas y acudías enseguida a ayudarle. Era 1968 y
tenía 23 años. Mi primera impresión de Holanda fue:
este es el paraíso. Mi hermana vivía en una casa de
alquiler de Philips y a mí me gustaba mucho porque
había estufa, ducha, aseo, agua corriente y lo más
bonito de todo : una habitación para mí sola. Los
trabajadores volvían a casa de su trabajo a las cinco
de la tarde y estaban libres durante el fin de semana. Esto no lo conocíamos en Galisteo donde vivíamos en una casita con nueve personas y teníamos
que trabajar duro en el campo todos los días. Desde
el principio ya pensaba: quiero quedarme aquí. Por
eso procuré conseguír trabajo en la Philips antes de
que mi madre mi dijera: ‘Tienes que volver porque
tu hermana ya no te necesita.’
jaban muy rápido con las manos. Priscilla: “Durante
el trabajo solíamos cantar mucho, en voz alta, como
si estuviéramos trabajando en el campo en España.
En aquella época te renumeraban al conseguir una
producción de más de ochenta unidades al día. Cuanto
más alto cantábamos más rápido trabajábamos. Las
mujeres holandesas a veces ponían cara de vinagre
al vernos trabajando así. En ocasiones, cuando cantábamos demasiado alto, el jefe solía reñirnos.”
Otros tiempos.
La mayoría de las mujeres españolas, que se
establecieron en el sureste de Brabante a finales de
los sesenta o a principios de los setenta, estaban
casadas y venían a reunirse con sus maridos que ya
llevaban unos años viviendo y trabajando en la región. El hecho de que los matrimonios se reunieran
no significaba que consideraran la emigración como
definitiva. Al contrario, juntos podrían ganar más rápido mucho dinero, por ejemplo para montar su propio negocio en España o para realizar algún otro sueño; por eso, muchos matrimonios decidieron dejar a
sus hijos con familiares en España.
María Peris Herrón: “Nos casamos en 1968
y en 1969 mi marido fue a Eindhoven para trabajar en la fábrica Philips. Sólo estuvimos juntos
los dos durante un año. En el año 1972 me fui
también a Holanda. Nuestros dos hijos se quedaron con mi madre en España. Nuestro hijo vino
a Holanda en la edad de doce años porque le
hacía mucha ilusión acompañarnos; nuestra hija,
sin embargo, se quedó en España porque estaba
muy a gusto con su abuela. En 1980 tuve otro
hijo que es el único que nació y se crió en Eindhoven.
Si me encontrara otra vez ante la misma
situación, me quedaría con mis hijos en España
o los llevaría a Holanda. No los abandonaría. Eran
otros tiempos, la gente pensaba de manera diferente e hicimos todo lo que pudimos para brindarles a nuestros hijos una vida mejor. Mirando
hacia atrás lo siento mucho.”
Priscila Díaz trabajando en el departamento de fabricación de espirales, Eindhoven 1968. (CP)
Priscila Díaz empezó a trabajar en 1968 en el
departamento de fabricación de espirales, donde ya
trabajaban muchas mujeres españolas. Controlaban
los hilillos o sea los espirales de las bombillas. Los
controlaban con una lupa porque eran tan finos como
cabellos, los ordenaban en hileras y luego quitaban
los espirales más cortos. La mayoría de las mujeres
españolas venían del campo donde habían trabajado
en el cultivo de algodón, pimiento o tabaco y traba-
Los matrimonios reunidos, en la mayoría de los
casos, trataban de prevenir un embarazo. A menudo
se alojaban en casas malas y pequeñas y no quedaba lugar para un hijo. Además las mujeres también
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Además una hermana mía falleció cuando tenía
18 años y tuve que guardar luto durante 3 años;
durante todo este período no me dejaron salir y
por esto nunca había tenido novio. Llegué a Holanda sin experiencia alguna. Después de casarme pensé: ¿esto es todo? Fue una decepción
enorme pero, a pesar de esto, seguí aguantando
durante más de diez años. ¡Porque tenía miedo!
Me daba vergüenza y no quería que cotillearan
sobre mí, porque eso era lo que ocurría muy a
menudo en aquella época. Una mujer buena y
honesta no se divorciaba. En un momento dado
me di a la fuga simplemente porque era muy
peligroso lo que me pasó con mi marido. Y los
españoles seguían cotilleando ¡Fue tan vergonzoso para mí cuando era él quíen tenía que avergonzarse y no yo! Yo no le pegué. Tampoco se
comportaba bien con su hijo. La separación fue
muy dura para mí porque todos me miraban a
mí. Ese cotilleo era lo peor. Todos tenían su propia opinión y juzgaban sin saber exactamente lo
que había pasado. Mi ex-marido volvió a España
y yo seguí viviendo en Holanda. Echaba mucho
de menos a mi familia pero era responsable de
educar a mi hijo; en Holanda tenía trabajo y en
España no.”
Niños de Garganta la Olla en Eindhoven, 1987. (CP)
trabajaban. Tineke Berkers-van Schijndel: “Les acompañaba muy a menudo al médico para pedir la píldora. Solos no lo podían hacer y no se atrevían.” Aunque el uso de la píldora era completamente legal en
Holanda – en contradicción con España – los matrimonios españoles tenían que vencer un tabú importante antes de que se atrevieran a pedirla. El Servicio Médico de Philips calificó en 1979 los tabús sexuales de España como una de las dificultades más
grandes en el contacto con los pacientes: “Un ejemplo típico es la solicitud de ser esterilizado cuando en
el fondo quieren solicitar un método seguro de anticoncepción.”78
A veces la familia original desapareció completamente, tanto en sentido literal como figurado, porque las mujeres españolas podían perder su apellido
en Holanda. Cuando una mujer española se casaba
en Holanda con un español recibía automáticamente
el apellido de su marido. Con esto las autoridades
holandesas rompieron la tradición española de mostrar el justo respeto hacia la mujer.
Sentimiento de dependencia
Una mujer de un emigrante español que venía
a Holanda, de golpe se hacía muy dependiente de su
marido. Al principio casi todos los contactos y vínculos con el mundo exterior los tenía el marido porque
éste ya había encontrado su camino y ella todavía
tenía que conocer el mundo nuevo. Ya no podía recurrir a su familia como en España y muchos matrimonios pasaron por períodos difíciles. Había mucho
control social en la comunidad española en Holanda
y para las mujeres que no podían contar con el apoyo y la protección de su familia, este control social
podía incluso dar miedo.
Incluso mujeres de emigrantes españoles, que
ya estaban casadas en España, a veces se veían obligadas a remplazar sus apellidos por los de su marido. Cuando María Peris Herrón encontró empleo en
Philips, la inscribieron en el departamento de administración personal con el apellido de su marido que
ya estaba registrado en la empresa. Nadie se dió
cuenta de que la pérdida de los apellidos de su padre y su madre podría significar para una mujer española la pérdida de su identidad. María, sin embargo, relativizando el asunto, dijo: “Así son las reglas
aquí en Holanda. Al emigrar una persona pierde tan-
Una mujer de la primera generación: “Yo
fui sola a Holanda y me casé allí con un emigrante español. Era joven y no tenía experiencia alguna con los hombres porque en España no te
permitían mirar a un chico que no fuera tu novio.
78
Philips Huisartsen Dienst Eindhoven 1979.
4
Reunificación familiar
tas cosas, y el apellido no es lo más importante.”
María había tenido que dejar a dos hijos jóvenes con
su abuela en España.
más. Cultivar verdura y fruta evoca recuerdos del
pasado; es una afición y nos brinda la oportunidad de cultivar nuestras propias clases de verdura. Esta foto la sacamos después de volver de
unas vacaciones en España, cuando fuimos a ver
cómo había quedado el huerto. Había sido un
verano caluroso y estábamos asombrados ante
los pimientos tan bonitos y tan grandes.”
Un pueblo en la ciudad
A muchas familias españolas en Eindhoven terminaron concediéndoles una casa de alquiler de Philips, situada en el barrio de Strijp y particularmente
en la barriada de Drents Dorp (Pueblo de Drenthe).
Esta barriada fue construida por Philips entre los años
1925 y1930 y debe su nombre a los primeros habitantes: familias de emigrantes provenientes de la
provincia de Drenthe. Era una barriada con apariencia rural, lo que contribuyó a una transición más cómoda y gradual para las personas del campo de la
provincia de Drenthe, recien llegadas a la ciudad industrial de crecimiento rápido en el sur de Holanda.
Las viviendas obreras con jardín eran espaciosas y
confortables porque vinieron muchas familias numerosas a Eindhoven. Philips prefería familas con muchas hijas solteras de una edad de más de catorce
años.79
Detrás de los jardines y al borde de la barriada
se encontraban los jardines públicos donde los obreros del norte de Holanda podían recuperarse del trabajo exasperante de la fábrica y donde podían cultivar sus propias verduras. En el curso de los años
sesenta cada vez más empleados de Philips, que
habían hecho carrera, se mudaron del Pueblo de Drenthe a una de las nuevas afueras de Eindhoven. El
antiguo barrio obrero tampoco poseía gran atractivo
para los jóvenes de otros barrios, que tenían más
formación. Las casas vacías se las concedieron a
obreros españoles, que hicieron venir a su familia a
Holanda. Igual que a los obreros del norte de Holanda les gustaban mucho las viviendas espaciosas y
cómodas con jardín y a ellos también les gustaban
los ‘huertos urbanos’ que otorgaba el ayuntamiento.
María y sus pimientos españoles en Eindhoven. (CP)
Los emigrantes españoles trataban de familiarizarse a su manera con la ciudad grande y desconocida. Muchos sitios en Eindhoven obtuvieron una dimensión española. A la plaza Gelderlandplein, situada en la barriada de Pueblo de Drenthe, por ejemplo, le dieron el nombre de La Plaza de España, porque muchos españoles vivían en aquella plaza. La
mayor parte de los emigrantes eran del campo y en
los pueblos españoles existe la costumbre de darse
apodos. Lo mismo ocurrió en la comunidad española
en Eindhoven. Así apodaron a alguien el Químico
porque trabajaba en Philips con substancias quími-
María Peris y Manuel Gómez: “Somos del
pueblo cacereño Garganta la Olla, situado en la
comarca de La Vera, muy conocida por su pimentón. Antes de ir a Holanda trabajábamos en
el cultivo de pimientos, tabaco, maíz y algodón.
Fuimos una de las primeras familas españolas
con un huerto urbano, pero pronto ya iban a ser
79
Kalb y Burgers 1991: 23.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
cas. A otros les dieron apodos como el Peque, el
Torero, el Chino o María de Geldrop.
En los años sesenta se publicó en la barriada
de Drents Dorp un periódico de barrio bilingüe, titulado Het Hunebed (El Dolmen). [Quien piensa en
Drenthe, enseguida piensa en los dólmenes prehistóricos. En Drenthe se pueden ver todavía 52 dólmenes.]
En este periódico cooperaban los recién llegados del norte de Holanda y de España, que juntos
eran los habitantes principales de la barriada de
Drents Dorp de entonces. En la portada del periódico de marzo-abril de 1979 figura un dibujo de Alfonso Falcón, un chico español estudiante de la Escuela
primaria de San Francisco. En la foto es el sexto de
izquierda de la tercera fila a pie. Había dibujado una
liebre que trae los huevos de pascua, con un sol radiante al fondo detrás de picos de montañas nevadas. Su dibujo es la prueba de cierta integración porque la liebre que trae los huevos pascuales era entonces un fenómeno desconocido en España.
Portada de Het Hunebed. (CP)
venes, tanto los españoles como los holandeses, son
gamberros y rompen cristales de edificios públicos.”80
A pesar de las molestias que causaron, se nota aquí
también un signo de integración porque eran jóvenes españoles y holandeses los que juntos hacían las
travesuras.
En el año 1991 señalaron en la revista Intermediair que los jubilados de Philips que vivían en la
barriada de Drents Dorp, estaban preocupados del
deterioro de su barrio: “Fíjense, no queremos hablar mal de los españoles, nada de eso, pero los jó-
Alfonso Falcón y sus compañeros de clase en la escuela primaria de San Francisco, 1976. (CP)
Kalb y Burgers 1991: 27.
80
6
Reunificación familiar
Las Hermanas Franciscanas del colegio para niñas, Eindhoven 1967. (CP)
Al colegio
yo, que fuimos los últimos en venir de los seis
hermanos, llegamos en 1976. Mi hermano que
entonces aún no tenía 11 años, fue inscrito en la
escuela básica del barrio. Yo, que ya tenía 14
años, me tuve que inscribir en la escuela internacional Floor Evers. A esta escuela solamente
iban los hijos de los emigrantes que no hablaban
holandés y que ya eran mayores para la escuela
básica y menores para empezar a trabajar. En
esta escuela había alumnos de diferentes nacionalidades: españoles, chilenos, turcos, marroquíes, chinos y alguna que otra nacionalidad, pero
la mayoría eran turcos y marroquíes.
A partir del final de los años cuarenta del siglo
pasado, las Hermanas Franciscanas de Oirschot se
encargaron de la enseñanza de niñas en la barriada
de Drents Dorp. En la calle Zevenaarlaan estaba situado el colegio católico para niñas “Sint Koenraad”,
donde la hermana Stefana Krol, muy a gusto y durante muchos años, dio clases de trabajos manuales
y labores. Todavía se acuerda muy bien de la primera niña española que se presentó en su clase: “Era
muy tranquila, tenía la cara morena y el pelo negro.
En un momento determinado levantó el dedo y dijo:
‘Pss, pss.’ Tenía que ir al baño. Nunca me olvidaré de
esto, no hablaba todavía ni una palabra de holandés
pero sí logró dar a entender muy bien lo que quería.”
Debido a esta diversidad de culturas, esta
escuela gozaba de un atractivo especial, pero a
veces el profesorado tenía que hacer lo imposible para poder garantizar una convivencia pacífica entre todos los alumnos, ya que algunos de
ellos tenían temperamentos y caracteres más
sensibles que el resto del alumnado. Por lo general, nos soliamos llevar todos bien, aunque el
único grupo que no terminaba de integrarse a
los demás, era el grupo de los chinos. Siempre
estaban aislados. Y es extraño que uno de mis
mejores amigos extranjeros (sin contar a los chilenos, pues eramos como del mismo pueblo) en
Floor Evers fue Yuen, un joven chino con quien
durante un par de años mantuve una gran amistad tanto fuera como dentro de la escuela, hasta
que se marchó a Enschede a trabajar con su padre a un restaurante chino. No volví a saber nada
de él.
La mayor parte de los niños españoles en la
barriada de Drents Dorp han seguido clases de primera enseñanza en el colegio de Sint Franciscus (San
Francisco), y en la capilla del monasterio de las Hermanas Franciscanas de Oirschot, situado en la calle
Koenraadlaan, han sido bautizados muchos niños
españoles.
Los niños mayores de los emigrantes en Eindhoven estudiaban en la escuela de Philips o en la
escuela internacional Floor Evers en la calle Julianastraat.
Miguel Angel Luengo Tarrero: “En 1974, mi
padre, que emigró a Eindhoven en 1963, decidió
traerse a toda la familia. Mi hermano menor y
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
En esta escuela, no sólo aprendíamos holandés, también aprendíamos palabras en casi
todos los idiomas que estaban representados en
este colegio. Además de ir un día a la semana a
nadar (cosa excepcional para nosotros) y otro
día a la semana al gimnasio, también recibíamos
clases en nuestros propios idiomas un día a la
semana. Las clases de español las daba la señorita Gardenia, una profesora boliviana. En esta
escuela he tenido varios profesores y profesoras
y de todos guardo un grato recuerdo, pero creo
que es la profesora boliviana la que yo más destacaría, pues su simpatía, su amistad y su método de enseñanza, nos hacía a los alumnos españoles y chileneos sentirnos como miembros de
una misma familia.
Yo estuve en esta escuela desde 1976 hasta 1979 y para mí fue una hermosa época de la
cual tengo muy gratos recuerdos y un tiempo en
el que hice buenas amistades, tanto con el profesorado, a quien siempre estaré agradecido por
todas las cosas que me enseñaron, como con
esos alumnos extranjeros con los que conviví
durante 3 años.
Fue un tiempo memorable, un tiempo en
el que, sin darnos cuenta, Eindhoven se había
convertido en el año cero de nuestra nueva vida
y la escuela internacional Floor Evers en la cuna
de nuestra nueva infancia.”
Miguel Angel Luengo Tarrero en la escuela internacional Floor Evers, Eindhoven 1977. (CP)
8
Reunificación familiar
INTERMEZZO
Fiesta
Choriceros. (CP)
Cumpleaños de Fernando, Eindhoven 1982. (CP)
A los españoles les gusta la música, el baile y
la fiesta. En las fiestas españolas en Eindhoven y
alrededores pasan sin dificultad alguna de un baile
de flamenco con mucho temperamento a una torpe
arítmica polonesa holandesa. También celebran las
fiestas típicamente holandesas como “Sinterklaas”
(fiesta de San Nicolás). Según la leyenda holandesa,
todos los años, el día 5 de diciembre, el Buen Santo,
venido a Holanda desde España acompañado de sus
pajes, sorprende a los niños españoles con regalos
en el Centro Español de Eindhoven. En la península
ibérica son los Reyes Magos quienes llevan los regalos para los niños el día 6 de enero.
Chorizo mujeres. (CP)
Dibujo de una niña de ocho años de Plasencia, de madre
holandesa y padre español. San Nicolás y su paje moro
están de camino hacia el Belén. (CP)
Chorizo hombres. (CP)
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
También han introducido una nueva tradición
de carnaval: cuando comienza el invierno empiezan
a preparar chorizo. Igual que en los pueblos españoles la máquina de hacer chorizo es manejada por los
hombres y son las mujeres las que van llenando y
cerrando las tripas. En la fiesta de carnaval se come
el chorizo y se organiza un concurso que gana la
persona que puede comer el mayor número de chorizos. Los hombres de la foto llevan participando en
el concurso desde hace veinte años y cada año tratan de batir el récord. Puede ser que estos hombres
hayan inspirado a la gente de Brabante porque hoy
día se organizan, cada año en más sitios, concursos
de comer fricadelas holandesas.
Los habitantes de la provincia de Brabante parecen estar influenciados en cierto modo por la cultura española de festejar. Hoy día las fiestas de comunión, por ejemplo, se celebran con más frecuencia fuera de casa, gastando más dinero en ellas. En
cuanto a la asistencia a la misa, sobre todo la segunda generación de españoles sigue la tendencia de
los holandeses.
Los españoles en Eindhoven suelen celebrar las
ceremonias bautismales y las fiestas de comunión
como en España. Muchas veces se trata de fiestas
grandes, en que participan incluso familiares que han
venido de España y en las que no se escatima un
céntimo.
Celebrantes de la primera comunión en Eindhoven,
1987. (CP)
Fiesta 35 años Centro Español Eindhoven, 2004. (CP)
El fraile Antonio Collart, que en paz descanse: “Uno se queda pasmado al ver como los
españoles, aquí en Holanda, celebran una fiesta
de comunión o un bautismo … La “obligación social” juega un papel importante. Es impensable
que los paisanos del mismo pueblo o de la misma región no sean invitados. Así ocurre que se
celebran fiestas de comunión y de bautizo a las
que asisten más de cien personas. ¡Y en un buen
restaurante! Pagan mucho dinero por ello. Hay
momentos muy importantes en la vida de los
españoles a los que dedican mucha atención: el
bautizo, la primera comunión, la boda y el entierro. Por lo demás los españoles, sobre todo los
jóvenes, no participan mucho en actividades eclesiásticas. Creen que asistiendo a estos momentos culminantes ya mencionados, cumplen suficientemente con su deber religioso.”
Fiesta de comunión, Eindhoven 1977. (CP)
Comunión de Miriam, Eindhoven 1988. (CP)
10
8. EL ASOCIACIONISMO
El fútbol
fue el comienzo del fútbol español en Eindhoven. En
1966 se inauguró la residencia de El Prado y sus habitantes no tardaron mucho en formar equipo oficial
allí.
La comunidad española en Eindhoven siempre
ha mostrado un asociacionismo cultural y recreativo
muy activo. Hasta el día de hoy siguen existiendo
cuatro o cinco asociaciones españoles. Todo empezó, a principios de los años sesenta, con un partido
de fútbol. Los primeros españoles en la fábrica de
bombillas participaban en la liga de verano de Philips
como miembros de los equipos de los departamentos donde trabajaban. En 1964 unos hombres, que
estaban alojados en la residencia de El Pinar, formaron el primer equipo español de fútbol del sureste de
Brabante. Los habitantes de la pensión “Ons Thuis”
(“Nuestra casa”) en el centro de Eindhoven solían
juntarse en su tiempo libre en uno de los parques de
la ciudad para darle unas patadas a la pelota y ese
Los españoles empezaron a sentir la necesidad
de tener un local donde no sólo se pudieran organizar los diversos torneos de fútbol sino donde también pudieran realizar otras actividades recreativas y
culturales para la comunidad española que seguía
creciendo más y más. En 1968 se abrió el Centro
Español de Eindhoven, situado en la calle Willemstraat. En 1969 el equipo de fútbol del Centro Español
ganó la primera liga de fútbol para equipos españoles en Holanda, organizada por el Ministerio Español
de Deportes y Educación Física y así se convirtió en
el equipo español más temido en Holanda.81
Equipo de El Prado, Eindhoven 1969. Esta foto se la
mandó Emilio Gil (de los agachados el tercero empezando por la izquierda) a su madre en España. (CP)
Primer equipo de El Prado. (CP)
El reverso de la foto. (CP)
Fue el primer trofeo de los muchos que todavía
tendrían que ganar. En 1973 y 1974 el equipo del
Centro Español ganó el entonces tan famoso trofeo
“Ramón de Carranza”. En España el torneo “Ramón
de Carranza” era un torneo nacional para futbolistas
profesionales, organizado por el municipio de Cádiz,
que todavía sigue disputándose y que lleva el nombre del (ex)-alcalde “Ramón de Carranza.” A partir
de 1970 se organizó este torneo también para equipos españoles de emigrantes en Europa. El alcalde
de Cádiz vino en persona a Holanda para entregar el
trofeo.
Luengo Tarrero 2003b
81
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Español acompañado de Frits Philips. PSV y Real
Madrid jugaron en 1968 en Eindhoven un partido de
calificación para la copa UEFA. PSV ganó el partido y
el Real Madrid quedó eliminado.
Marcelo Rojo: “Un recuerdo muy especial
es la visita del Real Madrid. Con el Sr. Santiago
Bernabeu y su gente fuimos al Gran Bazar (V&D)
a comprar queso. Compramos 22 quesos enteros de 5 kilos cada uno. Nunca habían visto tal
semejante cosa en el Gran Bazar. Todos que salían por aquella puerta a la calle llevaban una
bolsa con un queso. Y la gente preguntaba: ‘¿Es
que lo regalan?’ Decimos ‘¡Sí, en la segunda planta!’”
Trofeo “Ramón de Carranza”, ganado por el Círculo
Español en 1978. El alcalde de Cádiz vino en persona
para entregar el trofeo. (CP)
Santiago Bernabeu y Marcelo Rojo Reyes, 1968. (CP)
La comunidad española estaba tan cautivada
por El Deporte Rey que, en los años setenta, formaron también un equipo de fútbol femenino y una selección de juveniles. El equipo femenino dejó de existir
al cabo de unos años pero el equipo juvenil siguió
existiendo hasta entrados los años ochenta. Los ju-
Marcelo Rojo Reyes con el trofeo Ramón de Carranza,
Eindhoven 1978. (CP)
El equipo de fútbol español jugaba sus partidos en De Herdgang, el complejo de entrenamiento
de PSV Eindhoven. Frits Philips vivía enfrente de los
campos de fútbol en la calle Oirschotse Dijk e iba a
ver, de vez en cuando, algún partido de fútbol de los
españoles. A los españoles les gustaba mucho su presencia, que les llenaba de orgullo. Frits Philips se
interesaba por el fútbol y por España. Muchas veces
acompañaba al equipo de PSV a los partidos que jugaban fuera contra el Real Madrid; en aquellas ocasiones se reservaban unos cuantos asientos para empleados de Philips.
Un momento histórico en la historia del Centro
Español fue la visita de una delegación del Real Madrid en 1968. Incluso el presidente Santiago Bernabeu formó parte de la delegación que visitó el Centro
Equipo de mujeres, Eindhoven 1974. (CP)
2
El asociacionismo
veniles no deseaban otra cosa que jugar en el glorioso equipo del Centro Español. El Centro Español, sin
embargo, marchaba hacia un futuro incierto.
dam, Rotterdam, Utrecht, Deventer y Hoogeveen para
jugar contra otros equipos españoles, la mayoría de
ellos equipos de deporte de empresa. Eindhoven
siempre tenía buena clasificación y atraía a muchos
espectadores. Por medio del deporte los españoles
tenían la oportunidad de ver algo de Holanda; esto
fomentó el espiritú de solidaridad y disminuyó la división política y regional entre ellos. La mayor parte
de los hombres aún muestra mucho entusiasmo al
evocar aquellos tiempos; también han guardado
muchas fotos y artículos.
A mediados de los años setenta hubo fricciones en la Directiva y también entre los socios. Las
tensiones tenían que ver, entre otras cosas, con las
convicciones políticas que la gente iba ocultando cada
vez menos. Cuando murió Franco en 1975, se originó una división abierta en la comunidad española,
que, en menos de un año, dio como resultado la inauguración de otra asociación más orientada hacia
la izquierda, El Círculo Español Strijp. Hasta el día de
hoy siguen existiendo los dos centros, donde las ideas
políticas ya no son significativas.
El equipo del Círculo Español Strijp ha dejado
de existir pero el equipo del Centro Español sigue
existiendo y está constituido por una nueva generación de españoles y sus amigos holandeses.
A principios de los años setenta los españoles
de Helmond también formaron un equipo de fútbol
que ha existido hasta entrados los años ochenta: La
Metralla. El centro español de Helmond ya no existe.
Lo que sí sigue existiendo es el centro gallego llamado O’Pote.
Equipo Centro Español Eindhoven 1970. (CP)
Equipo Centro Español, Eindhoven 1999. (CP)
El Círculo Español Strijp también formó un equipo de fútbol y pudo contar enseguida con jugadores
jóvenes y entusiastas cuyo único deseo era jugar al
fútbol y preferiblemente en el club que les ofrecía en
aquel momento la mayor seguridad de existencia.
Dos años después de la inauguración, el equipo del
Círculo Español Strijp ganó el prestigioso trofeo “Ramón de Carranza.”
Ficha del equipo La Metralla de Helmond, 1974. (CP)
Hasta 1986 hubo incluso dos equipos españoles de fútbol, que jugaban en la liga española de
Holanda y que viajaban por todo el país. En autobús
iban a ciudades como Enschede, Beverwijk, Amster3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Centros españoles
europeos. Pronto España no dispondría de la estabilidad política y social que el regimen de Franco
trataba de vender como argumento principal para
la entrada en la Unión Europea.83 Además, a partir
de los años cuarenta, ya eran activas organizacio-
En primera instancia las instituciones católicas
se encargaban del cuidado y de la asistencia de los
obreros extranjeros pues los primeros – italianos y
españoles – eran de origen católico. Luego se inició
la asistencia social por parte de las autoridades. En
1965 se estableció la Fundación Nacional de Asistencia a los Obreros Extranjeros y pronto se inauguraron delegaciones locales.82 En el período inicial muchas de las actividades, organizadas por los emigrantes españoles, fueron patrocinadas por las autoridades españolas. José Gutiérrez sobre la inauguaración del primer Centro Español en Eindhoven: “Para
España era muy importante que los españoles pudieran reunirse, por eso obteníamos cierto importe
de dinero para cualquier actividad que quisiéramos
organizar; no importaba que se tratara de una actividad deportiva, de diversión o de instalar una cantina. Hoy día ya no recibimos subvención alguna. Claro que el municipio también ayudaba cediéndonos
locales y también nos apoyaba la Philips pero lo demás llegaba de arriba, del gobierno español. El ministro incluso nos visitó en aquella época.”
Inauguración del Centro Español Eindhoven, 1969. (CP)
nes antifranquistas en países como Francia y Bélgica.
El gobierno español trataba de mantener el control social entre los emigrantes; tenían que ser protegidos de los ‘peligros’ de la democracia.84 Los centros españoles nacieron por todas partes y eran un
recurso ideal para mantener reunidos a los españoles en el extranjero y protegerlos así de las malas
influencias del pais de acogida. Los sindicatos, que
querían a los obreros españoles militando en sus filas, adoptaban una actitud crítica hacia estos centros. En una revista en español, editada por un sindicato alemán, lo formularon de esta manera: “... los
obreros deben darse cuenta de la responsabilidad
social con que cargan. Esto requiere más que la misa
por la mañana, el fútbol por la tarde y el pasodoble
por la noche.”85
Miguel Carvajal y su hermano en el bar del primer
Centro Español, Eindhoven 1970. (CP)
En los años sesenta y a principios de los setenta más de dos millones de españoles abandonaron su país para ir a trabajar en el noroeste de Europa. Casi todos tenían la idea de volver en cuanto
hubieran reunido un poco de dinero. En el extranjero los emigrantes podían desarrollar una actitud crítica hacia el regimen de Franco. Esto no sólo era
peligroso al volver a su país, también podrían influir
en el gobierno y la opinión pública de los paises
Tinnemans 1994: 50-52.
Muñoz Sánchez 2005.
84
Muñoz Sánchez 2005. Véase tambíen: Olfers 2004: 29-32.
85
Muñoz Sánchez 2005.
82
83
4
El asociacionismo
Miguel Carvajal: “Vivía en El Prado y durante el fin de semana muchas veces organizábamos fiestas y otras actividades. No sólo acudían los habitantes de El Prado sino también otros
muchos españoles de Eindhoven y alrededores.
También editábamos nuestra propia revista. Manteníamos contactos con la Fundación de Obreros
Extranjeros y les pedimos un Centro Español. En
1968 nos ofrecieron un pequeño local en la calle
Willemstraat y elegimos una directiva; a mí me
eligieron presidente. Pero fue en 1969 cuando el
Centro Español de Eindhoven se inauguró de
manera oficial.
Noche de baile en el Centro Español Eindhoven, 1970.
(CP)
edificio pequeño que llevaba el apodo de La Cabaña
por su semejanza con las cabañas que utilizan los
cazadores en las regiones de montaña en España.
La directiva estaba formada por seis personas que
donaron cada uno 500 florines para comprar materiales para amueblar y decorar el local. Al principio
Philips les apoyaba regalándoles equipo electrónico,
como un proyector de cine. Ponían películas, había
fiestas de baile y todos los fines de semana había
discoteca para los jóvenes. Al cabo de un tiempo
Philips empezó a prestar también apoyo financiero –
como antes lo habían hecho al Centro Español - ,
pagando los torneos de fútbol u otras actividades.
En 1981 el Círculo Español Strijp se mudó a la calle
Koenraadlaan, donde todavía sigue funcionando.
El Centro Español abría a las 18:00 horas y
durante los fines de semana estaba abierto todo
el día. Tanto los hombres como las mujeres solían ir a tomar algo con regularidad y también
servíamos tapas; se vendían muy bien, sobre todo
nuestras sardinas, incluso fuera de la comunidad
española. En un momento dado ya no pudimos
dar abasto y dejamos de venderlas.
Muy pronto el local quedó pequeño. La Fundación de Obreros Extranjeros nos dió una sala
más grande y les ofreció la sala más pequeña a
la comunidad marroquí. Pero nuestras actividadas eran tan frecuentadas que la sala nueva también quedó pequeña en un abrir y cerrar de ojos.
Eran los tiempos de la reunificación de familias y
los españoles todavía eran el grupo más grande
entre los recien llegados.
Tanto el Centro Español como el Círculo Español Strijp siguen siendo lugares de encuentro. Casi
todas la tardes los españoles de mayor edad se reunen allí para tomar café, jugar a las cartas o al dominó. En mayo de 2009 se celebró por todo lo alto el
40 aniversario del Centro Español.
Todos los sábados por la noche había kina,
los domingos por la noche poníamos una película y una vez al mes organizábamos una noche de
baile. Las fiestas de baile significaban el clímax
del mes para muchos españoles, para hombres
y mujeres, jóvenes y mayores. La Fundación de
Obreros Extranjeros decidió construir una barraca muy grande de madera en el sitio donde se
encuentra ahora una mezquita. Más tarde nos
mudamos a la calle Hugo de Grootplein en el
barrio de Strijp, porque la comunidad española
disminuyó y seguían viniendo otros grupos de
inmigrantes, aún más grandes.”
Jóvenes y mayores
En 1979, cuando la reunificación familiar ya iba
en buen camino, se fundó El Comité de Jóvenes de
Eindhoven. Esta asociación ya no existe, debido a la
poca necesidad que experimentan los jóvenes españoles de tener una asociación propia ya que se relacionan bastante bien en los clubes y asociaciones
holandeses.
Otra asociación que ya dejó de existir en 2007
es la Asociación de Padres de Alumnos de Eindhoven, fundada en 1982 que venía a sustituir a la primera Comisión de Padres que se creó a principios de
los 70. Esta comisión coordinaba los programas de
enseñanza, que desarrollaba y pagaba el Ministerio
Debido al enfrentamiento entre los españoles
sobre la forma de gestión del Centro se inauguró el
15 de agosto de 1976 un segundo centro español: el
Círculo Español Strijp. En el terreno de De Breeuwer,
situado en el barrio de Strijp, habían construido un
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
de Educacion Español, para los españoles en Europa. El ministerio español daba su apoyo a la asociación porque ambas partes compartían el punto de
vista de que las familias españolas regresarían. Los
hijos de los emigrantes no deberían tener un gran
atraso en cuanto al idioma o los conocimientos de la
historia y la cultura nacional.
la pista de petanca ayudaría a mejorar los contactos
entre los españole que viven en Strijp y los holandeses: “No quiero hablar de integración porque vosotros ya lleváis viviendo tanto tiempo en el barrio, que
simplemente formáis parte de él.”86
Boletín de contacto
Dentro del marco del programa Enseñanza de
Lenguas Vivas Extranjeras (OALT) los alumnos españoles de la enseñanza básica holandesa recibían también clases en su propia lengua en los colegios, pero
el gobierno holandés suprimió estas clases en 2004.
Hoy día los niños españoles en Eindhoven, que tienen entre siete y dieciocho años, sólo pueden participar en clases de Lengua y Cultura Española fuera
del horario normal de los colegios; estas clases son
organizadas y financiadas por el Ministerio Español
de Educación.
A partir de los años setenta casi todos los españoles en Eindhoven y alrededores recibían cada
tres meses un boletín informativo. Los primeros años
fue editado por la Fundación de Obreros Extranjeros
bajo el título de Un poco más. Cuando las diferencias
de opinión entre los miembros de la redacción se
hicieron demasiado grandes, dejaron de publicarlo y
Centro Español empezó a editar su própio boletín de
información.
La asociación más activa de este momento es
el Hogar del Pensionista, fundado en 1993. Esta asociación para españoles jubilados tiene una existencia floreciente y cubre una gran demanda. Cada semana, por ejemplo, se organiza una actividad gimnástica. Tambíen hay clases de holandés para ayudar a los socios a defenderse en su vejez. Hay excursiones, charlas informativas y diversos cursos temporales. Esta asociación tiene ahora aproximadamente 150 socios.
Último boletín Unión Hispana. (CP)
A finales de los años ochenta se formó la Fundación Unión Hispana, que empezó a editar y publicar un nuevo boletín. En esta fundación estaban representadas casi todas las asociaciones españolas y
dos asociaciones chilenas. El boletín Unión Hispana,
que contaba con cuatro páginas, ofrecía un resumen
de actividades y noticias generales; a veces una necrología, un artículo sobre la historia de la emigración española, un saludo de despedida a alguien que
regresó para siempre a España, un relato o un poema. Durante los últimos años Miguel Angel Luengo
Gimnasia en el Centro Español Eindhoven, 2005. (CP)
El 10 de abril de 2003 se inauguró en la plaza
Hugo de Grootplein la primera Pista de Petanca en
Eindhoven por iniciativa de El Hogar del Pensionista
y el comité de barrio ‘t Ven. En sus palabras previas
el concejal W. Claassen subrayó sus ventajas porque
Eindhovens Dagblad 11-4-2003.
86
6
El asociacionismo
llevaba la redacción de Unión Hispana. El boletín era
de un gran valor social para la comunidad española
de Eindhoven y alrededores. En el mes de enero de
2006 salió por última vez, debido a que sus patrocinadores dejaron de apoyarlo económicamente.
La Colonia Española
La Asociación de la Colonia Española de Eindhoven (A.C.E.E.) es una asociación muy especial y
única en Holanda, de las que casi todos los españoles en Eindhoven y sus alrededores forman parte.
Fue fundada en 1980; la palabra ‘colonia‘, que forma
parte del nombre, es muy característica porque así
es como los españoles hablan sobre su comunidad.
En esta asociación se manifiesta más su sentido de
solidaridad; se trata de una especie de fondo funerario: cada año todos los miembros contribuyen con
una cuota de modo que siempre hay dinero para
ayudar a la familia a costear el gasto fúnebre y la
repatriación del fallecido. El fallecido recibe sepultura en su tierra natal o en el lugar indicado por sus
familiares.
Muchos emigrantes mayores dicen que ya no
queda mucho del ambiente floreciente de las asociaciones españolas y los entrañables contactos de antes. Un emigrante de la primera generación calificó
la situación actual entre los españoles en Eindhoven
incluso como “una paz armada”. Según él la comunidad española ha ido atravesando durante los últimos
treinta años el mismo desarrollo que la comunidad
holandesa: más distancia en cuanto al aspecto social
y una creciente individualización. Por otra parte, en
el caso de que una persona tenga apuros, los españoles todavía están dispuestos a ayudar. Este emigrante lo ilustró con el siguiente ejemplo: “Digamos
que tengo un problema económico; seguro que habrá por lo menos unos treinta o cuarenta españoles
que estarían dispuestos a prestarme cien euros. Si
salgo ahora mismo estoy seguro de que volveré a
casa mañana por la mañana con unos miles de euros
en el bolsillo, sin que nadie me haya pedido firmar
nada.”
Pablo Luengo tuvo la idea de fundar esta asociación después de que el joven español Elías fuese
apuñalado en un bar en el centro de Eindhoven. En
aquellos años la costumbre era hacer una colecta
Esta situación es completamente incomprensible entre amigos y conocidos holandeses pues se
trata también de una diferencia cultural. En Holanda, donde el Estado cuida bien a todos, por lo general, es bastante inusual e incluso un poco tabú, prestarse dinero. En España, donde uno no puede recurrir tan fácilmente al Estado, la gente depende más
de la ayuda de otras personas y se prestan dinero
más fácilmente.
Actual Círculo Español. (CP)
Actual Centro Español. (CP)
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Eindhoven y de otras ciudades de Holanda se hicieron miembros. Algunos no lo hicieron porque pensaban que la asociación pertenecía al Círculo Español.
Hoy día es la asociación con más miembros y no se
limitan sólo a Eindhoven; hay también españoles de
muchas otras partes del país e incluso de Bélgica.
Casi todos los españoles quieren que les entierren
en su país natal. La primera generación de emigrantes siempre tenía la esperanza de volver. Daba miedo la idea de envejecer y morir en Holanda. La idea
de ser enterrado en Holanda era inaceptable para la
mayoría de los emigrantes españoles; había que devolver el cuerpo a su tierra natal.
entre todos los españoles de Eindhoven para ayudar
a la familia a costear los gastos. Cuando el postulador se presentó en casa de la familia Luengo, Pablo
le propuso la idea de crear un fondo de ahorro entre
todos los españoles para evitar así que tuvieran que
seguir pidiendo por todas las casas. El encargado de
recoger los donativos, que en aquellos días era el
presidente del Círculo Español de Strijp, el señor Ignacio Rodriguez, presentó la idea a la directiva del
Círculo. Ésta decidió reunir a la Colonía Española y
en dicha reunión se fundó la Asociación de la Colonia
Española de Eindhoven : A.C.E.E.
Muy rápidamente casi todos los españoles de
Directiva de la ACEE y miembros de la Comisión de Control, Eindhoven 2008. (CP)
8
El asociacionismo
INTERMEZZO
El Evoluón
En el año 1966 – el mismo año en que se inauguró el campamento residencial El Prado – Eindhoven estaba en fiestas. Frits Philips, que acababa de
ser nombrado nuevo presidente de la empresa mundial, celebró, junto con toda la ciudad, el 75 aniversario de la empresa Philips. Una de las mayores festividades fue la inauguración del Evoluón, el espacio
monumental de exposición de Philips en Eindhoven,
que atraería, hasta principios de los ochenta, medio
millón de visitantes al año.
mira donde estamos!, en un mundo que está a una
grandísima distancia de vosotros, no solo en kilómetros sino también en evolución. Cuando venían visitantes de España lo primero que les enseñaban era
el Evoluón. Visitar Eindhoven y no sacar una foto del
Evoluón era algo imperdonable.87
Había, sin embargo, quienes pensaban de forma diferente sobre esto. En 1968 Antonio Herrero le
mandó una postal del Evoluón a su mujer en Extremadura con el texto: ‘En cosas como estas gastan el
dinero en Holanda.’
Para los emigrantes españoles el Evoluón era
más que una atracción turística. Había tres lugares
que eran puntos de encuentro y recreo y que solían
visitar casi diariamente: los centros españoles, el
parque Philips van Lennep y el Evoluón. La gente de
Eindhoven estaba orgullosa del Evoluón, igual que
los españoles, que, además, casi todos vivían muy
cerca de este exclusivo edificio. Era un monumento
con el que podían impresionar en sus casas en España. Casi se convirtió en un símbolo de progreso; ¡
Cuando el tiempo lo permitía muchos españoles daban un paseo diario por el parque del Evoluón;
era una especie de ritual, como el paseo después de
la siesta en los pueblos de España. Les gustaba estar allí sentados tranquilamente en un banco y mirar
el impresionante platillo volante de cemento o los
cisnes del estanque.
Miguel Angel Luengo Tarrero: “A veces ese es-
Tarjeta postal de Antonio Herrero a su mujer en Extremadura, 1968. (CP)
87
Reverso de la postal. (CP)
www.emigracioneindhoven.dse.nl/Evoluon.htm
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
niños que jugaban allí se inventaban aventuras fantásticas, quizás sobre seres extraterrestres o superhéroes y disponían del mejor decorado que podían
desear. Parejas de enamorados buscaban allí los lugares más escondidos para vivir sus momentos más
íntimos. Grupos de chicos y chicas se encontraban
en el parque y, sentados sobre la hierba, escuchaban la música que salía de un radiocasete portátil
(probablemente de la marca Philips).”88
En la segunda mitad de los años ochenta empezó a disminuir el número de visitantes y en 1989
Philips decidió cerrar el Evoluón como espacio de
exposición y convertirlo en un centro de acogida para
la empresa Philips. Miguel Angel Luengo escribió un
alegato para la reapertura del Evoluón.89 Ibidem.
Opina que les han quitado algo a los habitantes de
Eindhoven, algo de lo que estaban orgullosos. Si
hubieran podido conservar el Evoluón para la ciudad, a Eindhoven nunca le habrían puesto la etiqueta de la ciudad más aburrida de Holanda.
José Gómez Medina, años 70. (CP)
Evolución, grupo español de Eindhoven, 1975. (CP)
tanque parecía la luna. La luna que se había escapado por unos momentos para acompañar durante un
ratito aquel platillo volante que nunca había logrado
volar.” Alrededor del Evoluon se vivía otra vida. Los
88
89
Vítola del Evoluón. (CP)
Ibidem.
Ibidem.
10
9. HUELLAS PROFUNDAS
Pérdida
enterrados en el sureste de Brabante. En el pueblo
de Maarheeze se encuentra la tumba del primer
emigrante que fue enterrado, en 1973, en un cementerio brabantino, Joaquín Aracil Fernández, natural de Alicante, que en vida residía en el campamento El Pinar.
Cuando un miembro de la comunidad española del sureste de la provincia de Brabante fallece, se
celebra un funeral antes de trasladar el cuerpo del
difunto a España. En Eindhoven esta ceremonia suele celebrarse en la iglesia de San Trudo, en el barrio
de Strijp. Al entrar en la iglesia existe la costumbre
de cubrir el feretro con la bandera española ; después, al salir de la iglesia, se quita la bandera. Este
ritual no se conoce en España, es una tradición entre
los emigrantes españoles de Eindhoven.
Tumba de Joaquín Aracil Fernández en el cementerio de
Maarheeze. (CP)
Funeral. (CP)
Inscripción en la lápida. (CP)
En su página www.emigracioneindhoven.dse.nl
Miguel Angel Luengo Tarrero escribió un hermoso homenaje a se amigo Víctor Macias, “El Francés”, que está enterrado en Eindhoven:
Funeral. (CP)
Por más que el individualismo y la distancia
social hayan aumentado en la comunidad española,
a un funeral acuden cientos de españoles ; incluso
los paisanos que posteriormente emigraron a Bélgica, vienen a Eindhoven para asistir a la ceremonia.
Hasta ahora sólo cuatro emigrantes españoles están
“Víctor Macias llegó a Eindhoven en 1975.
Muy pronto y sin ningún problema se integró en
la Colonia Española. Llegó después de haber pasado por la emigración en Francia, por eso le
apodamos “El Francés”. Víctor nació en Quintana
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
pero después tienen que elegir; en general optan
por la nacionalidad holandesa.
del Marco, Léon, y falleció el día 9 de octubre de
2004 en Eindhoven a la edad de 53 años.
Víctor está enterrado en Eindhoven y hay
una anécdota digna de ser mencionada y de ser
dado a conocer. La familie española quería que
Víctor fuera enterrado en la tierra donde nació,
pero su mujer y sus hijas decidieron tener a su
padre enterrado aquí, cerca de ellos. Entonces el
hermano de Víctor, Enrique, dijo: ‘Si Víctor no
vuelve a la tierra donde nació, la tierra irá donde
él descanse.’ Y así lo hizo.
Miguel Angel Luengo: “Creo que nosotros,
los hijos de los emigrantes españoles, hemos
heredado un gen: el ‘gen del regreso’. Aunque
no pensamos en absoluto en volver, nos aferramos a la idea de que un día regresaremos. Mantener la nacionalidad española es como dejar
entornada la puerta que da acceso a nuestras
raices y a nuestro origen; no nos atrevemos a
cerrar esta puerta definitivamente. Soy el producto de la aventura a la que se lanzó mi padre
en 1963. Me siento emigrante, como mi padre, y
esta sensación no desaparecerá nunca. Seguro
que volveré, no sé cuándo pero sí que regresaré,
aunque sea en un féretro, porque quiero terminar donde empecé.”
Enrique trajo hasta Eindhoven la tierra de
Quintana del Marco, donde Víctor vino al mundo
y ,junto con una foto de su madre, la introdujeron en la caja donde Víctor descansa en paz. Esta
es una historia, muy importante, de gran valor
humano que nos hace comprender un poquito
ese sufrido sentimiento emigrante, esa difícil cuestión de arraigo y desarraigo, esa inquebrantable
existencia entra la nacencia y la lejanía. Víctor es
el único español que descansa en paz en Eindhoven, tal vez en toda Holanda, con la tierra de su
pueblo.”
Las mujeres españolas que se quedaban embarazadas en Holanda muchas veces regresaban a
España para dar a luz. Así sus familiares femeninos
podían asistirlas antes, durante y después del parto.
También podían declarar el nacimiento en España y,
como las familias de los emigrantes, partían de la
idea de que regresarían definitivamente al cabo de
unos años, esto les parecía más práctico. En el caso
de que sus hijos necesitaran más tarde un extracto
del registro de nacimiento, no tendrían que solicitarlo en Holanda. Sin embargo, no se trataba sólo de
consideraciones pragmáticas sino que tenía que ver
también con el orgullo español. Del mismo modo que
los emigrantes querían morir en su pueblo natal, también querían que sus hijos nacieran en territorio español.
Los emigrantes que entierran a sus muertos
en el país de origen, a veces producen cambios en el
ritual de la muerte y el luto en el pueblo donde nacieron. Los emigrantes, por ejemplo, no se visten de
luto, razón por la cual sus paisanos van a pensar
también de una manera más abierta sobre este tema.
También ocurre que llevan a sus difuntos en una urna,
enfrentando así a la gente en su pueblo de origen
con la costumbre de la incineración. Durante los últimos años cada vez son vez son más los emigrantes,
fallecidos en Brabante, que se incineran; después sus
familiares se llevan la urna a España para colocarla
en un lugar bonito en el cementerio. Hasta abril de
2005 no se inauguró en Extremadura, en Cáceres
capital, el primer crematorio y aún hoy día esto sigue causando bastante revuelo.90
De todos los emigrantes del sur de Europa los
españoles son los que menos se inclinan a nacionalizarse como holandeses.91 Los pocos que han adoptado esta nacionalidad, suelen tener una pareja holandesa. Los hijos de un matrimonio mixto pueden
tener ambas nacionalidades hasta cumplir los 18 años
90
91
La familia Alvarez en Eindhoven, años 70. (CP)
Luceño, El Periódico de Extremadura, 10-10-2005.
Olfers 2004: 16.
2
Huellas profundas
con el tiempo y algunas costumbres adquiridas en
Holanda eran recibidas con aspavientos.
La migración deja huellas profundas. En 1967
el médico Th. Van Erp, del Servicio Médico de Philips, ya señaló que los obreros españoles tenían muchos problemas físicos.92 Incluso después de la reunificación familiar continuaban abrigando la esperanza de un regreso a España. Poco a poco echaron
raices en Holanda y el regreso resultó cada vez menos realista, pero el deseo seguía vivo, continuaban
pensando en un regreso a ´casa´. Después del calvario de la emigración empezaría la vida real; no vivían los cambios políticos y sociales en España, sus
pueblos habían cambiado mucho y la “remigración”,
en el sentido de un regreso al pasado, era imposible.93
Marcelo Rojo recuerda todavía cómo reaccionó
su suegra al ver que su hija había empezado a fumar: “Mira, ¿ esto es todo lo que has aprendido en
Holanda ? ¡Nada más que fumar y fumar!” La suegra
de Marcelo era una señora enérgica y reaccionó también violentamente cuando vio que sus nietos hablaban entre ellos holandés: “Uf, mi suegra… ¡Como se
enfadó ! ‘¡Aquí hay que hablar español! ¡Se habla
español! ¿Entendéis? ¡Tengo que saber lo que todos
estáis diciendo!’”
La psicoanalista alemana Mechtild Zeul, que
ha investigado el bienestar psíquico de las mujeres
de los emigrantes españoles en Alemania, resume
los resultados, publicados en un artículo de treinta
paginas, en sólo tres palabras: Migration macht
krank (la emigración causa enfermedades).94 Pasar
por una fase de duelo por lo perdido es esencial
para todos los emigrantes, dice Salman Akhtar, catedrático en psiquiatría. Según él la emigración es
un proceso psicológico complicado con consecuencias graves y duraderas para la identidad de una
persona. Incluso bajo circunstancias óptimas es un
acontecimiento traumático y, como todos los demás traumas, inicia un proceso de luto.95 Los españoles que partieron para Holanda como obreros
extranjeros no han estado de duelo en absoluto
porque nunca tuvieron la intención de establecerse
allí para siempre. Incluso los españoles que siguen
viviendo en Holanda en muchos casos no pueden
soportar la idea de que su estancia será para siempre. Esto causa una profunda sensación de descontento que probablemente se puede describir mejor
con la palabra ‘dolor del alma.’
Abuela Simona en Extremadura a principios de los años
80. (CP)
Una mujer de 36 años en Extremadura: “La
emigración significa para mí, sobre todo, el recuerdo del coche del emigrante que antes vivía
enfrente de nosotros. En aquella época no había
tantos coches en el pueblo. Cuando el emigrante
volvió para pasar las vacaciones de verano, todos los niños se agolparon alrededor de su coche. ¡ Podíamos mirar el coche, sí, pero no tocarlo!
Yo vivía enfrente y siempre estaba jugando en la
calle. Cuando alguien tan sólo señalaba con el
dedo hacia el coche, el emigrante ya salía corriendo.”
Deseos de vacaciones
Con el curso de los años los emigrantes españoles empezaban a sentirse menos bienvenidos en
su pueblo natal pero el deseo por volver a España no
disminuía. Cada año volvían a España con su familia
para pasar las vacaciones. Su llegada seguía causando revuelo pero la acogida se hizo menos cordial
92
93
94
95
Erp 1967. Véase tambíen Kabela 1980.
Meurs 1996, 93-94.
Zeul 1994: 554.
Akthar, De Volkskrant, 6-3-1999.
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Mujeres que fumaban y llevaban pantalones
largos, niños que hablaban un idioma extranjero cuando estaban juntos, y algunas veces, la ostentación
material con que los emigrantes llegaron a casa, causaron recelo y despertaron envidia en su pueblo natal. Sin embargo no todas las costumbres adquiridas
en Holanda eran condenables. Pablo, un hombre de
29 años de Extremadura, afirmó, por ejemplo, que
los hombres holandeses tenían más cortesía que los
españoles. Puso el siguiente ejemplo: ‘El hijo mayor
de esa familia que vive en Eindhoven estaba aquí de
vacaciones. Había llegado en coche acompañado de
su novia. Al llegar a su casa bajaba, él primero, y
daba media vuelta alrededor del coche para abrirle
la puerta a su novia. Me di cuenta de que ésto lo
debía haber aprendido en Eindhoven porque los hombres aquí no lo hacían’.
Merienda en el camino, años 70. (CP)
Las familias españolas de emigrantes vivían
escatimando desde el principio para ahorrar dinero
para su regreso. Vivían en un país pero con sus pensamientos estaban en otro. La magia del regreso era
su estimulante. Sus aspiraciones, en general, eran
montar un negocio en su país natal o, por lo menos,
construir una casa propia. Muy pocos lograron lo primero pero lo último casi todos lo han realizado. Gastaban muy poco dinero en el interior de la casa en
Holanda pero la casa en España estaba provista de
todo confort, aunque allí sólo pasaban unas semanas al año.
María Isabel Granado, segunda generación:
“Recuerdo de las vacaciones a España que el viaje
era muy largo. Estábamos todos apelotonados
en el coche. Mis padres delante y los cuatro, yo y
mis hermanos, atrás. Era la menor y siempre
estaba colocada encima de mis hermanos. Antes
no era importante llevar el cinturón atrás. Casi
no había paradas de modo que estábamos hechos polvo al llegar al pueblo. Cada vez que llegábamos sentía una sensación muy especial. En
la mayoría de los casos era de noche y no se oía
ni veía a nadie. Llevábamos las maletas adentro
y mi abuela, que todavía vivía en la casa, se levantaba y bajaba corriendo la escalera, nos abrazábamos con mucho entusiasmo y luego nos
echábamos a dormir.
Además, durante esas vacaciones tenían que
recuperar la vida social de un año entero. Lucía Lameiro, miembro de la directiva de la Federación de
Asociaciones de Emigrantes Españoles en
Holanda (F.A.E.E.H.): “¡Durante las vacaciones tiraban el dinero por la ventana, porque estaban en España! No se habían divertido nada en un año y ahora
tenían que recuperar todo en unas semanas.”
Para los hijos mayores de los emigrantes las
vacaciones largas al pueblo natal de sus padres muchas veces no eran divertidas.
Durante el día la gente iba a vernos: ‘¡Ah,
los holandeses han vuelto otra vez !’ Sí, es muy
estúpido decirlo, porque no soy así, pero tenía la
idea que nos admiraban porque en aquella época la situación en España era mala. Pensaban :
vienen de Holanda y allí ganan mucho dinero. Mi
padre casi siempre llevaba aparatos de la marca
Philips, un televisor, o una radio y eso era alucinante para todos. También recuerdo que mi padre tuvo uno de los primeros televisores en el
pueblo. Lo instaló fuera, en la acera, y todo el
mundo iba a ver la tele delante de nuestra casa.
Nuestro coche también atrajo mucho público,
había chicas que iban a casarse en verano y que
nos preguntaban si podían sacarse una foto con
el coche el día de su boda.”
María Isabel Granado: “En el pueblo de mis
padres los únicos amigos que tenía también vivían en otro sitio. Había dos grupos, el círculo de
amigos del pueblo, que se veían durante todo el
año, y los jóvenes de Madrid o de Barcelona, que
sólo estaban allí en verano. Muchas veces había
pelea.
De niño me gustaban esas vacaciones pero
de adolescente mucho menos. Una vez terminada la feria del pueblo, a mediados de agosto,
todos mis amigos partían y yo me quedaba sola
4
Huellas profundas
nómico de Holanda. Hacia 1970 el empleo ya empezó a disminuir y la mayor parte de las empresas dejó
de contratar. Sin embargo, los emigrantes seguían
viniendo a Holanda en busca de trabajo; el número
de españoles iba aumentando cada año hasta que, a
partir de 1974, las autoridades prácticamente dejaron de conceder permisos de trabajo.
porque no mantenía contacto con la gente del
pueblo.
Siempre íbamos de vacaciones a España
pero sólo al pueblo de mis padres en Extremadura. Vi la playa y el mar por primera vez cuando, a
la edad de veinte años, me fui sola de vacaciones. Entonces ya tenía coche propio y podía hacer lo que quería.”
En noviembre de 1974 Philips anunció que,
debido a la recesión económica, no prolongaría el
contrato anual de 73 españoles.97 Los sindicatos creían
que existía una relación con la huelga de la que un
mes antes esos españoles habían formado parte.
Durante los años posteriores hubo más despidos con
la consecuencia de que los obreros españoles (y sus
familias) también tuvieron dificultades. En octubre
de 1983, 46 empleados españoles de Philips fueron
noticia de primera plana en el periódico Eindhovens
Dagblad porque habían recibido de Philips un importe de quince mil florines con motivo de su despido y
su regreso a España.98 Ese arreglo ya existía desde
el mes de abril de 1981 pero sólo valía, en principio,
para los españoles que la misma empresa Philips
había contratado.
Recesión
Según los datos del Anual de Eindhoven de 1976
(Jaarboek Eindhoven) el punto más alto de la emigración de obreros españoles se situaría en 1975. Al
final de 1975, 1393 españoles (847 hombres y 546
mujeres) estaban registrados en Eindhoven. Según
los informes españoles el número total era por lo
menos el doble. Puede ser que los españoles con un
contrato de trabajo temporal no hubieran sido registrados por el municipio. También es posible que los
informes españoles contaran también entre su Colonia Española a todos los españoles que en aquella
época vivían en los pueblos y residencias fuera de
Eindhoven.
Durante la primera recesión económica en los
años setenta, se produjeron los primeros despidos
colectivos en empresas donde trabajaban muchos
emigrantes del sur de Europa. Esta tendencia continuó en las décadas siguientes y también muchos
españoles perdieron su puesto de trabajo. En los años
sesenta y setenta no les faltaba el trabajo a los obreros extranjeros; les faltaba buen alojamiento. En los
años ochenta su situación en cuanto a la vivienda
mejoró pero su posición en el mercado laboral se
hizo peor.
En 2002, 1017 personas de origen español seguían viviendo todavía en el municipio de Eindhoven. El 36 por ciento de este grupo había nacido en
Holanda. Según las previsiones del año 1996 del
Departamento de Investigación y Estadística del
Municipio de Eindhoven, en el año 2010 todavía vivirán 859 españoles en Eindhoven.96
Poco después del período de reunificación familiar se presentó un cambio en el clima socio-eco-
Los hermanitos Merchán en el salón de su casa en
Eindhoven a principios de los años 80. (CP)
96
97
98
El 75 aniversario de la empresa Philips, 1966. (CP)
Hoeven 1996: 4.
Eindhovens Dagblad, 30-11-1974.
Eindhovens Dagblad, 27-10-1983.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Para los emigrantes el despido fue un desastre; el único argumento que tenían para abandonar
su hogar era encontrar trabajo, ahorrar y mejorar el
bienestar de la familia.99 Su posición financiera empeoraba y, como consecuencia de ello, no podían
volver con la misma frecuencia de antes a su país de
origen; además llegaban con las manos vacías. A
veces la gente del pueblo no se lo creía, porque seguían pensando que Holanda todavía era el país donde manaba el dinero y consideraban las visitas menos frecuentes y la reducción de los regalos como un
rechazo. Era algo que podía provocar mucha amargura.100
lips de 1979 ya se habló del climacterium virile (la
menopausia masculina) que sufrirían los hombres
españoles de mayor edad. Los medicos comprobaron cómo obreros que estaban funcionando bien, se
colapsaron de repente porque, por una parte, sentían como sus fuerzas iban disminuyendo y, por otra
parte, se enfrentaban al fracaso de sus ideales. No
sólo a los hombres sino también a las mujeres les
daba mucha pena y era una sensación embarazosa
envejecer en Holanda. Es un golpe muy duro cuando, después de servir fielmente en una empresa durante muchos años, de repente, se recibe la noticia
del despido.
Lucía Lameiro, miembro de la directiva de
la F.A.E.E.H: “Es una de las cosas de las que la
gente en Holanda no se da cuenta : lo importante que era el trabajo para estas personas. Habían venido a Holanda para trabajar y que el trabajo fuera sucio y duro no les importaba porque,
de niños, ya trabajaban duro en el campo. Además la mayor parte progresaba mucho porque
aquí llevaban un mono bonito durante el trabajo
en la fábrica. El hecho de que tuvieran un trabajo muy pesado y estúpido no era de ninguna importancia. El trabajo les proporcionaba ingresos
y seguridad para el futuro. Cuando todo esto
desapareció … En Holanda la gente, al pensar
sobre su trabajo, considera importantes las posibilidades de ascenso y cosas por el
estilo, necesarias, según ellos, para dar valor al
trabajo. ¡Lo ven pues con ojos muy diferentes!”
María Peris Herron: “Mi marido se fue a Holanda en 1969 con un contrato anual de Philips.
Al cabo de tres años yo me fui también con la
intención de quedarme medio año. Sólo llevaba
en Holanda seis semanas cuando me dieron un
empleo en la Philips. No hablaba ni una palabra
de holandés pero eso no hacía falta, dijo mi jefe.
Me emplearon en el departamento de Cerámica
Negra, donde trabajaban muchas mujeres españolas y allí seguí trabajando durante treinta años.
En esta foto de 1997 el jefe del departamento de
personal me impone una insignia de Philips con
motivo de mi 25 aniversario de trabajo en la Philips. Cinco años después decidieron trasladar todo
el departamento a Polonia y Taiwán. Después de
treinta años de trabajo, de un día a otro, me
pusieron “de patas en la calle” y con 55 años
tuve que buscarme otro empleo.”
A partir de la segunda mitad de los años setenta los casos de emigración se referían principalmente a la formación o la reunificación familiar. Los niños
iban al colegio en Holanda, hacían amistades, seguían cursos, encontraban un empleo y sus padres
aplazaban de un año a otro la decisión de “regresar”
o quedarse. Las tensiones en cuanto al tema de “nunca haber tomado la decisión de quedarse por propia
iniciativa” se amontonaban y se convirtieron para
algunos emigrantes, a una edad avanzada, en algo
traumático.101
Para los españoles que pensaban quedarse sólo
unos años todo ha salido de forma diferente. Cuando llegaron eran hombres jóvenes, en la flor de sus
vidas; ahora están alcanzando la edad de jubilación
y, en vista de la situación de sus hijos, es probable
que envejezcan en Holanda.
José Gutiérrez: “Al salir de España, hace
cuarenta años, veníamos cantando en el autobús. Esto no me ha pasado nunca más. La segunda vez, cuando volvimos después de pasar
las vacaciones en España, tuvimos que tomar
En una publicación del Servicio Médico de Phi-
Miguel Fernández 2000: 24.
Pascual Delgado 1998.
101
Meurs 1996: 95.
99
100
6
Huellas profundas
unas copas antes de salir para evitar echarnos a
llorar en el autobús. Daba mucha pena abandonar España, muchísima pena. Estábamos contando los días, las horas … Por muy bien que estuviéramos en Holanda seguíamos contando los
días. Todo el año trabajábamos mucho y pensábamos en el verano, en aquellas pocas semanas
que pasaríamos en nuestros pueblos de origen y,
al terminar las vacaciones, regresábamos a Holanda con desgana. Sin embargo, quedarnos en
España tampoco era ya una opción. Todavía me
hace muchísima ilusión pensar en las próximas
vacaciones en España. ¡Volver a mi pueblo ! Ahora
llevo cuarenta años aquí, pero a España la llevo
en mi corazón.”
José Gutiérrez y amigos, Someren 1963. (CP)
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Por herencia
Grita el viejo despertador.
– Vamos venga, que es la hora.
Me avisa mi padre con su voz
cansada por el insomnio.
– ¡Cuídate bien hijo mío! – Me dice ella.
– ¡Cuidao en la carretera y llama cuando llegues!
me dice él.
Me alejo lentamente bajando la cuesta,
con los ojos encharcados,
a penas puedo ver por el retrovisor
sus siluetas saludándome con las manos.
La soledad se hace mi compañera de viaje.
Bajo las maletas de mi habitación
y en el pasillo las dejo junto a la talega
que mi madre me ha preparado:
queso, chorizo, jamón, lomo y como no,
aceitunas aliñás con ajo, romero y oregano.
La madrugada es triste para alejarse de casa.
El pueblo duerme. Las calles están vacias.
El único signo de vida es un perro que cruza la calle
y en la acera se para para verme pasar.
Mi madre, apoyándose en su muleta,
se seca unas lágrimas, que bajo sus gafas
se deslizan por sus mejillas, y suspira.
– ¡Ay Dios, qué vida esta!– y vuelve a suspirar.
Mi padre, nervioso, serio y triste
me vuelve a repetir si tengo todos los papeles
y asegurándose de que no me olvide de nada
controla y vuelve a controlarlo todo.
Las rayas blancas desparecen imparables
por debajo y junto al vehículo.
Mi dirección es el inquebrantable Norte
y cuando las primera luces del amanecer
empiezan a darle forma a las siluetas
serranas en el lejano horizonte,
llego a ese punto en el que la tristeza
vuelve a adueñarse de mi estado de ánimo.
Ese punto que no es otro que el lugar
donde termina mi tierra extremeña
y que siempre me hace jurar que volveré.
Durante muchos y largos años
fue él, quien se iba en las madrugadas.
Ahora ya no tiene que dejar su casa,
la pensión es el premio por sus años de ausencia.
A veces, se queda pensativo,
con su mirada clavada en el recuerdo,
seguramente recordando aquellas madrugadas
cuando con su maleta de cartón y su bolso,
emprendía aquellos largos viajes,
a esa tierra lejana donde un dia decidió emigrar
para sacar adelante a una familia de seis hijos.
Fueron 30 años en aquella extraña tierra,
de extraña cultura, y extraña lengua,
pero que le dió lo que su própia tierra le negó.
Aquí comienza verdaderamente el largo viaje.
Ese viaje que un día de aquellos difíciles años
de los 60, mi padre emprendió cuando yo
en mi cuna me agarraba a la luz que me traía la vida.
Un viaje que de él heredé, así como su profesión:
emigrante extremeño, de segunda generación.
Llega el momento más duro: la despedida.
Abrazos, besos, lágrimas, deseos.
Miguel Angel Luengo Tarrero
[Fragmento]
8
Huellas profundas
INTERMEZZO
Marcelo Rojo Reyes:
‘Todavía no hemos regresado de luna de miel’
‘En España estuve trabajando en hoteles. Luego entré en el servicio militar, lo terminé y me vine
para Holanda. Me despedí del dueño del hotel y éste
me dijo que tendría mi puesto de trabajo allí de nuevo, si quería regresar. Empecé en Philips el 3 de septiembre de 1965. Después de 3 meses de trabajo,
recibí 15 días de vacaciones para pasar las Navidades en España. Me pareció muy extraño, ¿cómo
merecía yo tan pronto vacaciones? Cuando volví fui
a visitar al dueño del hotel y me decía: ‘¡Cómo sabía
yo que no ibas a estar mucho tiempo en Holanda!’
Dije: ‘No, no se equivoque, vengo de vacaciones.’
Dijo él: ‘¿Vacaciones? A mí no me tomas el pelo.’
Pues allí nunca conseguí disfrutar de vacaciones.
Entonces me dijo que seguía el puesto abierto, cuando
quisiera regresar a España.
tonces nos casamos y se vino para acá, de luna de
miel. ¡ Una luna de miel que todavía no ha acabado!
Efectivamente, así empezó nuestra emigración. Pensábamos quedarnos un año. El año se acabó pero el
día del volver no llegó nunca.
Marcelo y Emiliana deborando algún bicho... (CP)
Mi mujer también trabajaba en la Philips pero
luego lo dejó porque empezamos a tener familia. Pedí
al jefe del personal cambiarme de trabajo a tres turnos, porque se ganaba más dinero. Me lo concedió y
me dijo lo mismo: ‘Si no te encuentras a gusto, vuelve aquí con nosotros.’ Fui a la fabricación de alambre; era de donde sacaban la iluminación para las
lámparas. Allí soporté mucho calor y mucha suciedad. Terminado el turno que me tocaba, si era de
mañana tarde, o de tarde, me iba al campo a coger
manzanas cuando era la época; también iba a coger
espárragos o flores.
Desde muy joven en la hostelería. (CP)
La segunda vez que estuve de vacaciones fue
en julio de 1966 y entonces me casé. Celebré el banquete de boda en el hotel donde trabajé. El dueño
me volvió a preguntar si siguía con la intención de
volver a Holanda. Dije: ‘Sí, me caso y me llevo también a la mujer.’ A Emiliana la conocía desde hacía ya
7 u 8 años. Vine solo y estuve solo casi un año. En-
Continué así hasta el año 1970 cuando pasé al
campamento El Pinar como encargado del bar. Cuando cerró El Pinar me trasladaron a El Prado de Eindhoven para encargarme del bar y de la cocina hasta
1983, cuando Philips decidió cerrar definitivamente
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Fui presidente del Círculo Español y miembro
de la directiva del Centro Español. Durante ese tiempo se organizaba el Festival español de la canción de
Eindhoven y lo presentaba yo. También llevé el equipo de fútbol y hacíamos torneos. Una vez participé
como presidente del Círculo Español en un torneo en
el que jugaban todos los españoles en Utrecht, Trofeo Ramón de Carranza se llamaba. ¡Y lo ganamos!
El trofeo fue entregado por el alcalde de Cádiz en
persona.
El Prado. Me encargué de las máquinas de café y de
servir café en el Depto de Asuntos Sociales. En septiembre de 1983 abrí el Bar Restaurante Costa del
Sol. Después de mi trabajo en Philips trabajaba en el
bar hasta las dos o tres de la madrugada, pero no
podía continuar así. Me ofrecieron que probara con
el bar, si no me iba bien, podía volver a Philips. Otra
vez el mismo tema.
Al mismo tiempo ayudaba mucho a los españoles en problemas laborales, como llamar al médico, bajas de enfermedad, también fui con muchos
como intérprete a los examenes de conducir. El idioma creó las mayores dificultades. Una de las cosas
fundamentales cuando te establezcas en un nuevo
país, es que tienes que procurar conocer el idioma y
saber defenderte. Es muy triste si tienes que depender de otras personas contando tu vida íntima a un
médico o un abogado. En mi departamento sólo había tres españoles así que tenía que hablar holandés. He tenido mucho contacto con la sociedad holandesa, aunque no lo hable correctamente, me defiendo muy bien.
Bar Restaurante Costa del Sol, Eindhoven. (CP)
Me compré dos sartenes, una para hacer tortilla y otra para hacer calamares. Así empecé... y ¡mira
adonde hemos llegado!. Nunca imaginé que llegaría
a ofrecer una carta tan extensa. En septiembre 2008
celebramos mi 65 cumpleaños y el 25 aniversario de
La Costa del Sol. Mientras me encuentre con salud
voy a continuar. Estoy orgulloso de lo que estoy haciendo. Tambíen estoy muy agradecido a mi mujer.
Ha sido mi mano derecha dentro del negocio. Es una
mujer de verdad, todo lo que digas de ella es poco.
Marcelo presentando el Festival español de la Canción de
Eindhoven, años 60. (CP)
Lo más bonito de la emigración era cuando íbamos de vuelta a España para pasar las vacaciones,
ver a tus padres, hermanos y amigos. Ahora siempre
vamos en avión pero antes te metías en el coche con
la mujer y las niñas y había que hacer dos mil kilometros y la ilusión que tenías era llegar lo antes posible a casa. Para ver a la familia, prácticamente te
jugabas la vida en la carretera. Y luego al final, llegabas a casa y eran cinco minutos, cinco minutos lo
que duraba esa alegría. Lo más triste era cuando
teníamos que hacer las maletas para volver a Holanda. Las despedidas eran lo peor. Yo prefería salir de
Marcelo preparando tapas en la cocina del
Bar Restaurante Costa del Sol, Eindhoven 2006. (CP)
10
Huellas profundas
madrugada cuando ibamos en coche, para no ver a
nadie. Me tranquilizaba cuando ya estaba por Burgos.... Eso es la emigración.
tiene usted el pan ese con ajo y tomate que hacen
en Barcelona?’ Digo: ‘Muy bien, pero eso es en Barcelona. Esto es Eindhoven, hombre, ahora mismo se
lo hago, no pasa nada.’
Mis hijas aguantaban 10 días como máximo en
España y ya empezaban a preguntar: ‘¿Papa, cuándo nos vamos a casa ?’ ‘¡Pero si estamos en casa!’
‘No, no, la otra casa.’ Tenían sus intereses en Holanda, allí no tenían nada. Si algun día vuelvo a regresar
a España definitivamente tengo que hacerme a nuevas amistades y a una vida totalmente distinta de la
que llevo aquí. Por ejemplo, yo les digo a mis hermanos: ‘Tenéis todo el día la mesa puesta.’ Se levantan
por la mañana con los churros y el café, a las doce
un bocadillo, a las dos la comida, a las seis la merienda, a las once la cena. Nosotros ya no podemos
con eso, aquí tenemos una vida tranquila. Todo es
completamente diferente: el horario, la comida, el
clima, las costumbres. Lo veo por los viajantes españoles que pasan por aquí; a las diez de la noche
quieren cenar. Me duele decirles que estamos cerrados a las diez de la noche.
Hay una anécdota de mi vida en la hostelería
que me gusta contar. Hace unos cuantos años el Barcelona jugó contra el PSV de Eindhoven y el PSV perdió. Rompieron los cristales grandes del restaurante; no cobré nada del seguro porque era ‘acto de
vandalismo’. Eran unos dos mil y pico de florines.
Unos clientes pusieron una hucha en la barra para
echar dinero como ayuda para pagar los gastos de
los cristales. Funcionaba bien pero al cabo de una
semana quité la hucha. La intención era buena, de
corazón, pero me pareció un poco violento el seguir
hasta conseguir a la totalidad.
Si tuviera que empezar de nuevo haría lo mismo. La emigración a Holanda ha sido positiva para
mí. Puedo decir que Holanda me dió mucho a mí y a
mis hijas también. Mis hijas han vivido en Holanda
muy desahogadamente. ¡Vine solo y ahora somos
14 en la familia! Es bonito. He conseguido construir
mi casa en España, es la ambición que traía y allí
está. Quería la casa, nada más. Mi mujer desea disfrutar de lo que hicimos; la casa lleva hecha 20 años
y la verdad es que la hemos disfrutado 20 meses. Tal
vez vayamos con más frecuencia de vacaciones. Pero
aquí te quedan hijas y nietos, o sea que… Un regreso definitivo para mi no existe.’
Ahora mismo hay mucha gente holandesa que
viene a comer porque se han puesto de moda las
tapas. Los holandeses ahora están acostumbrados a
comer tapas en vez de un menú. La carta de tapas
es una derivación del menú. Hay holandeses que han
estado de vacaciones en las zonas turísticas de Cataluña o Andalucía y preguntan por pan con tomate o
por los pescaditos típicos de esa zona. Dicen: ‘No
Geertje van Os y Johan Pouwels entrevistando a Marcelo
Rojo Reyes, Eindhoven julio 2008. (CP)
Visita de don Alfonso Dastis Quecedo, el embajador de
España en Holanda, al bar-restaurante Costa del Sol,
junio 2007. (CP)
11
10. VIVIR EN HOLANDA Y SOÑAR CON ESPAÑA
“El día fue iluminado por la belleza del país que había abandonado, la noche por el fantasma
del regreso …
Úna cosa era cierta : aquella misma noche miles de emigrantes soñaban todos con el
mismo tema, en numerosas variantes. El sueño de los emigrantes: uno de los fenómenos más
extraños de la segunda mitad del siglo veinte….
En el idioma griego la palabra nostos significa regreso. Algos significa dolor. Nostalgia pues
es el dolor del deseo no cumplido de regresar.”
(Milan Kundera ‘Inocencia’).
Aislamiento social
Los emigrantes de la primera generación ahora se encuentran en la fase de su vida (son mayores
de 60 años) en que empiezan a evaluar el pasado, a
distinguir los sueños de la realidad y a mirar con otra
visión hacia el futuro. Los hombres, en general, tienen su propia manera de sobrellevar el dolor psíquico, que es diferente de la de las mujeres. Los hombres se inclinan más por reprimir tales sentimientos
trabajando mucho o simplemente bebiendo para olvidar. Las mujeres prefieren hablar sobre este tema
entre ellas o llorar cuando están solas. Con todos el
dolor se manifiesta en molestias físicas.
Cena con motivo del décimo aniversario del Hogar del
Pensionista, Eindhoven 2003. (CP)
estos emigrantes de primera hora no estén integrados en la sociedad holandesa y todavía necesiten
medidas especiales. Esta falta de integración ha tenido también consecuencias políticas. En 1995 el
ministerio de VWS eliminó a los emigrantes de Europa del sur como grupo meta y con ello puso fin a las
llamadas organizaciones nacionales independientes
con actividades propias. Los municipios siguieron el
ejemplo del ministerio y decenas de asociaciones
perdieron sus centros de encuentro.102
Lucia Lameiro, miembro de la Federación
de Asociaciones de Emigrantes Españoles en
Holanda: “Todas estas personas que andan como
alma en pena … Una persona bebe para olvidarlo, otra llora y otra no hace nada más que sentarse en casa delante del televisor y ver la tele.
Cuando van de vacaciones a España consultan a
todos los especialistas. Aunque tengan que pagarlo ellos mismos, por lo menos tienen la impresión de que en España les toman en serio sus
quejas. Los médicos holandeses no remiten tan
pronto a un especialista.”
Los españoles mayores veían como iban desintegrándose aún más sus redes de contactos con la
consecuencia de que iban a vivir una vida aislada e
invisible; inaccesible para contactos entre ellos e inaccesible para la sociedad. Para las mujeres el impacto era mayor que para los hombres porque los
hombres frecuentan más los locales públicos y, por
ejemplo, se citan más fácilmente en un bar.
España ha entrado en la CEE, un gran número
de holandeses pasan sus vacaciones en las costas y
van a aprender el idioma. Es difícil de imaginar que
102
Nelissen y Sittrop 2001: 5. Véase tambíen Miguel Fernández y Hernández Pedrero 2005.
1
Me vine con una maleta de cartón y de madera
mujer que se queda viuda en Holanda siente que los
lazos con su marido son cortados de una manera
brusca y definitiva. Ya no puede hacer casi nada por
él. Las viudas que viven en las zonas rurales españolas siguen viviendo las tradicionales costumbres de
duelo, visitas frecuentes al cementerio y el cuidado
ritual del difunto. Esas tareas dan una rutina a su
vida diaria que ha sido perturbada por la muerte y, al
mismo tiempo, dan sentido a la vida.103
Jugar al dómino en el Centro Español Eindhoven, mayo
2006. (CP)
Lucia Lameiro comparó la situación de las
mujeres españolas con la de las mujeres turcas
o marroquies: “Aquellas mujeres quizás se encuentran también muy aisladas de la sociedad
holandesa pero sí tienen su propia comunidad.
Tienen sus propias tiendas y en los centros de
encuentro para mujeres extranjeras encuentran
facilidades específicas para ellas. En el caso de
las mujeres españolas hay ciudades en Holanda
donde sólo están viviendo tres o cuatro familias
españolas. Los emigrantes del sur de Europa que
se queden tendrán una vida muy aislada.”
Josefa Silvo, primera generación: “Fuí
miembro, durante unos años, de un grupo de
contacto de mujeres en Eindhoven. Éramos tres
mujeres españolas, dos mujeres del Surinam y
las demás de Turquía o de Holanda. Un día se
presentó otra monitora que nos prohibió hablar
español entre nosotras, mientras a las mujeres
turcas les permitió seguir hablando turco. Entonces le dije a ella: ‘Aquí todas hablamos holandés
o todas hablamos nuestro propio idioma.’ Una de
las mujeres españolas casi no hablaba holandés
pero teníamos que adaptarnos. Entonces dejé de
ir.”
Mujeres bailando en el Centro Español, años 70. (CP)
Una mujer española en Holanda que pierde a
su marido raras veces regresa a su pueblo si sus
hijos quieren quedarse. Además las costumbres como
el vestirse de luto, a las cuales ha de someterse en
su pueblo natal le asustarán después de haber pasado tanto tiempo en el extranjero, así como el control
social tan intenso al que se enfrentan las mujeres sin
pareja en las pequeñas comunidades mediterráneas.
Lucia Lameiro: “Muchísimos amigos de mi
edad han perdido a su padre durante los últimos
años. En todos los casos se trata de hombres
entre los 55 y 65 años y esta situación tiene
mucho que ver con las circunstancias en que viven estas personas ya que tienen un trabajo duro.
¿Y qué hacen estas viudas al fallecer sus mari-
Viudas sin tumba
Las mujeres de emigrantes que pierden a su
marido se encuentran en una situación extraordinariamente difícil. La mayoría de los difuntos son enterrados en España y como consecuencia de ello, una
103
Os 1997.
2
Vivir en Holanda y soñar con España
España durante gran parte del año o muere, por ello
va disminuyendo también el número de mujeres que
pueden apoyarse mutuamente.
dos? No regresarán a España porque sus hijos
están aquí pero, por otro lado, van a encontrarse
en una posición cada vez más aislada. Conozco a
muchas mujeres que cuidan de los nietos. Por un
lado es fenomenal porque esto significa para ellas
una tarea muy útil. Sin embargo, por otro lado
les impide volver a España o pasar allí, por lo
menos, digamos tres, cuatro o cinco meses. Porque, si lo hacen, se sienten culpables ya que abandonan a los hijos, que tendrán, como consecuencia, problemas con la guardería infantil. … Para
la mayor parte de las mujeres que conozco ser
viuda significa automáticamente que ha terminado la vida porque una viuda no volverá a casarse; la mayoría ni siquiera quiere pensar en
una nueva relación o algo por el estilo. La vida
que te queda es sólo tu familia.”
Lazos familiares y sentimientos de culpa
Los mujeres de los emigrantes se quedaron
atrás, en primera instancia, cuando partieron sus
maridos. Todos pensaban que sería por sólo unos
años pero, al llegar el momento en que sus maridos
habían pensado regresar, las mujeres, en cambio, se
reunieron con ellos en Holanda. Apenas tenían la
posibilidad de aprender holandés aunque conocer el
idioma es un requisito fundamental para establecer
contactos. Cuando no trabajaban fuera de casa existía el riesgo de que facilmente acabaran encontrándose socialmente aisladas, riesgo que aumentó según iban envejeciendo. Desde el principio les faltó el
apoyo de su familia, lo que hizo crecer la tensión en
el matrimonio. Cuando ocurría algo en España, en la
familia, no podían ayudar debido a la distancia, algo
que podía llevar a sentimientos de culpa insoportables.105
Cuando estas mujeres dejaban de tener también su ambiente de trabajo, su red de relaciones se
hacía muy pequeña. En general tenían muy pocas
amigas. En España, en el campo, las mujeres adultas antes casi no mantenían amistades fuera del círculo de la familia. Se desconfiaba las relaciones íntimas, que estaban reservadas a los parientes; si las
mujeres tenían amigas se veían, en general, fuera
de casa.104 La primera generación de mujeres de emigrantes en Holanda igualmente, muy raras veces,
mantienen relaciones estrechas entre ellas. Cuando,
sin embargo, una mujer se enfrenta a un acontecimiento trágico en su vida, como la muerte de su
marido, las demás mujeres de la comunidad española la asisten continuamente, sobre todo al principio.
En el departamento “Montaje” trabajaban muchas
mujeres españoles. (CGN)
El hermano Antonio Collart: “Sobre todo
cuando son de la misma región o del mismo pueblo la disposición a ayudar es muy grande: ‘Venga, vamos al mercado’ o ‘vamos a hacer esto’ o
‘vamos al centro cultural del barrio…”
En España los lazos familiares son muy estrechos y de gran importancia; traen consigo derechos
y obligaciones. La tradición requiere que los hijos
cuiden de los padres enfermos y de edad avanzada,
incluso en los hospitales apelan mucho a la asistencia de los familiares.
Las paisanas del mismo pueblo o de la misma
región sustituyen, en cierto sentido, a las hermanas,
tías o primas, que en España ofrecerían ayuda y consuelo. La comunidad española, sin embargo, se hace
más pequeña porque la gente regresa, reside en
104
105
Josefa Silvo: “Mi madre ha estado hospitalizada muchas veces y, en estos casos, mi hermana siempre se ha encargado de todo. Iba todos los días al
Brandes 1985. Véase tambíen Crissman Uhl 1987.
Bouwmeester y Os 2002: 301.
3
Me vine con una maleta de cartón y de madera
hospital. Yo sólo podía ir durante un mes porque
después terminaban las vacaciones Duele mucho si
vuelves a Holanda y tienes que dejar a tu madre en
el hospital.”
Cuando los padres ya no pueden valerse por si
mismos los hijos adultos muchas veces llegan a un
acuerdo. Puede ser que permanezcan por turno con
su padre o madre o que acojan, por turno, en su
propia casa a sus padres o madres inválidos (con la
consecuencia de que personas de una edad muy
avanzada a veces tienen que desplazarse al otro lado
del país) o que unos hijos se encarguen de todo y
que los demás paguen por ello.
María Peris bailando en la fiesta de su 25 aniversario en
Philips, 1997. (CP)
María Isabel Granado, segunda generación:
“Mi abuela en España tenía una edad muy avanzada y en un momento determinado todas las
hermanas y cuñadas de mi madre cuidaban de
ella durante un mes. Cuando nosotros estábamos de vacaciones en España era el mes de mi
madre. Mi madre, pues, nunca tenía vacaciones.
En Holanda estaba en casa todo el año para criar
a cuatro hijos y cuando se iba de vacaciones a
España tenía que cuidar a su madre y tampoco
podia salir; ¡Si no lo hiciera, seguro que mi abuela y la familia se lo reprocharían!”
Lucia Lameiro: “En el momento en que los
padres de verdad ya no pueden más, los hijos
les relevan y se encargan de cuidarlos o le pagan
a alguien por desempeñar esta tarea. Claro que
uno puede tener la mala suerte de no tener hijos
o tener hijos que no quieren encargarse de cuidarlos; esto es en realidad lo peor que le podría
ocurrir a uno.
Quien tiene dinero podrá optar por una residencia asistida pero el que no tiene dinero tiene que ir a una especie de casa de caridad. Los
emigrantes muchas veces no desean otra cosa
más que cuidar a sus padres. Piensan: simplemente quiero estar con mi madre cuando esté
enferma, ya he perdido demasiado el contacto
con ella.”
Algunos emigrantes llevan a sus padres a Holanda pero, en general, resulta un cambio demasiado grande para ellos.
Marcelo Rojo: “Nos llevamos a mi madre a Eindhoven cuando mi padre acababa de morir pero fue
una pesadilla para ella. Nos dijo: ‘Yo no aguanto aquí
los tres meses; si no me arregláis el billete de regreso abandonaré esta casa.’ Mi madre estaba acostumbrada a ir al cementerio todos los días y esta posibilidad no la tenía aquí. También iba a misa todos los
días pero eso tampoco era posible aquí.”
Para poder asistir a sus padres necesitados las
emigrantes se ven obligadas a dejar solos a sus maridos y sus hijos en Holanda por un tiempo.
Antonia Klerkx – Serrano: “Dentro de dos
semanas me iré tres meses a España. Por ello
estoy haciendo sopa ahora, porque quiero dejarle una buena provisión a mi marido; él vendrá en
coche unas semanas más tarde, yo me iré en
autobús. Voy a mi madre que ya no puede valerse por sí misma. Ahora mi hermana está cuidándola y yo la relevaré durante tres meses.”
Como en España existe la costumbre de organizar el funeral 24 horas después del fallecimiento puede ocurrir que un emigrante llegue tarde al
entierro de su padre o madre. Es una experiencia
muy traumática que la gente lleva consigo toda su
vida.
La segunda generación, que ha crecido en Holanda, mira esta tradición con compasión pero también con un poco de escepticismo.
4
Vivir en Holanda y soñar con España
¿Qué hemos ganado con todo esto?
contribución que la financiera. Los hijos ya han sufrido bastante con la emigración y no quieren otra cosa
más que brindarles una vida mejor que la que han
tenido ellos. El éxito social de los hijos los llena de
satisfacción y ven que no ha sido en balde, mas queda aún por ver si hubieran conseguido salir adelante
en su país de origen, en vista del alto paro entre los
jóvenes en España.
Sobre todo ahora, que la primera generación
está envejeciendo, la gente se pregunta: ¿ha valido la
pena todo este sufrimiento? Muchas veces el padre
ha estado separado de la familia durante muchos años
y esto significa una pérdida que es casi imposible de
compensar. A veces no ha asistido al nacimiento de
sus hijos y tampoco los ha visto crecer.
Florecio Granado: “El 4 de noviembre de
1963 fue mi primer día de trabajo en Holanda.
Exactamente aquel día nació el menor de mis tres
hijos. Yo estaba trabajando, vino el jefe y me dijo:
‘Ha nacido un hijo.’ Como ya tenía dos varones le
dije: ‘¡Madre mía, tres!’ Pues, sí, estaba muy contento. Teníamos vacaciones sólo en verano y cuando vine a casa, mi hijo estaba ya casi criado. Más
tarde tuve una hija pero entonces tuve la suerte
de estar en casa, de vacaciones.”
Comunión en el Círculo Español Strijp, 1987. (CP)
Cuando los emigrantes miran a sus hermanos
y hermanas que se quedaron en España, se impone
la cuestión: ¿De qué nos ha servido? Ellos también
tienen casa propia, también tienen coche. ¡No tienen negocio propio pero nosotros tampoco!
Un deseo llamado España
El deseo hacia España está arraigado profundamente y afecta a todas la generaciones. Una evolución reciente es que la primera generación se queda aquí debido a los hijos pero los hijos o nietos
deciden ir a trabajar o estudiar en España.
María Peris Herron: “Mi hijo menor se ha
criado en Holanda y ahora tiene 24 años pero
quiere ir a vivir y trabajar en España. Muchas
veces me pregunta: ‘¿Por qué fuisteis a Holanda?’ Ve que sus tíos y tías llevan la misma en
España la misma buena vida que nosotros en
Holanda. Cuando mi marido y yo partimos para
Holanda, hace más de treinta años, la mayoría
de la gente en Extremadura era pobre pero ahora ya no. Quizás mi hijo tenga razón y habría
sido mejor quedarnos allí.”
Eva Jiménez nació y se crió en Eindhoven
pero se mudó a Madrid mientras sus padres y su
hermano se quedaban en Eindhoven. Ahora ellos
también viven ya en España pero Eva tomó su
propia decisión: “La mayoría de los niños de
emigrantes españoles hemos estado muy unidos
en la Colonia Española ; aunque más adelante
cada uno hemos seguido nuestro camino, nos
conocemos todos. Eindhoven era y sigue siendo
un pequeño pueblo de españoles.
La opinión general es que la emigración no ha
traido una vida mejor. A veces los padres emigrantes
encuentran compensación en el hecho de que los
hijos trabajan o van bien en el colegio.106 Da mucha
satisfacción cuando los hijos terminan una carrera,
encuentran un empleo y consiguen salir adelante;
los padres están preparados para hacer sacrificios
financieros por ello. Ellos mismos nunca han tenido
la posibilidad de estudiar y no pueden aportar más
106
Para nosotros siempre era “Viva España” y
todo lo español era bueno. Y es cierto, pero Holanda nos ha dado muchas cosas buenas también. Lo mas importante, trabajo a nuestros padres para que nosotros pudiéramos disfrutar de
una buena vida y estudiar lo que quisiéramos.
Todos hemos pensado alguna vez en ir a vivir a
España, a ver cómo es la vida allí.
Bouwmeester 1998.
5
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Otros españoles de la segunda generación no
quieren mudarse al país natal de sus padres y opinan con mucha sensatez sobre este asunto.
Después de dejar mi puesto de secretaria
de dirección en la Escuela Superior Fontys en Eindhoven, el 5 de junio de 2001 subí con una maleta a un autobús con dirección a España. Me fui
toda convencida, con muchas ganas de intentar
buscar mi futuro en Madrid pero creo que estuve
llorando hasta París.
María Isabel Granado: “No creo que quisiera
vivir en España. En el fondo tengo aquí todo lo que
quiero, no me falta nada. Sólo echo de menos a mis
padres y mis hermanos, que han vuelto. Cuando miro
a mis hermanos, que viven en España: mi hermano
mayor tiene un buen empleo y gana muy bien también pero ¿qué clase de vida lleva allí? Está simplemente trabajando todo el día, su mujer también y
los hijos están en el colegio. Llegan a casa, bastante
tarde, preparan la comida, cenan, ven un rato la tele
y se acuestan. ¡Pues ésta es exactamente la vida
que llevo aquí también en Holanda! ¿Tengo que tenerles envidia por esto? ¿Tengo que dejar todo por
eso? ¡No! Allí sólo hace mejor tiempo, pueden salir
más e ir a ver más cosas.”
He encontrado lo que venía buscando, mi
futuro, mi felicidad, he hecho nuevos amigos y el
9 de Octubre del 2004 me casé con mi novio al
que conocí en Madrid. Mis padres han esperado
a que mi hermano terminara la Enseñanza Secundaria Preuniversitaria (VWO) en Eindhoven y
se han venido con la “paga del retornado” en
octubre del 2003.
No creo que quiera volver a Holanda, pero
mentiría si dijera que no tengo añoranza. Echo
de menos a mis amigos y muchas veces recuerdo con nostalgia las fiestas que teníamos en el
Centro Español y los partidos de fútbol que solíamos ver en la tele, en el bar Costa del Sol. Un
día, cuando mis hijos tengan la edad de acordarse de las cosas, visitaremos Eindhoven y les enseñaré la ciudad donde su madre se crió.”107
Brecha entre generaciones
La brecha que hay entre la primera y la segunda generación de españoles, en general, es bastante
grande. Contrariamente a sus padres los hijos dominan perfectamente el idioma holandés y se han integrado bien en la sociedad holandesa. Ya de muy jóvenes eran utilizados para solucionar los problemas
de sus padres con el idioma y desde muy jovenes se
enfrentaban a sus responsabilidades. Por este deber
moral y la ausencia frecuente de los padres, que
muchas veces tenían dos empleos, los hijos se sentían menospreciados emocionalmente. Para algunos
de ellos este ha sido uno de los factores que han
contribuido a resultados decepcionantes en el colegio y a una posición más baja en la escala social.
Eva Jiménez ganó el primer premio del concurso de
cuentos organizado por las escuelas españolas de
Holanda. Ante las cámaras del programa ‘Pasaporte’ leyó
su cuento ‘El jersey que habla y pica’. ‘Pasaporte’ era un
programa de noticias en español que se transmitía todos
los viérnes por la televisión holandesa. 1983. (CP)
107
Ivan y su madre en el parque Philips van Lennep,
Eindhoven 1987. (CP)
Véase: http://www.emigracioneindhoven.dse.nl/EvaJimenez
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Vivir en Holanda y soñar con España
vían en un mundo que no sólo se diferenciaba completamente de su vida en España sino también del
mundo en que vivían sus padres aquí. Se hicieron
adolescentes en Holanda en los años setenta con
padres que todavía abrigaban los ideales de la España de los sesenta.
Miguel Angel Luengo Tarrero: “Cuando llegué a Holanda me asombré de las alfombras en
todas las habitaciones y escaleras de la casa; en
España estábamos acostumbrados a las baldosas frías y ahora teníamos alfombras por todos
los lados. Parecía un cuento de las Mil y una noches, mis hermanos y yo pasábamos más tiempo rodando por el suelo que de pie.
Ivan y su padre en el parque Philips van Lennep,
Eindhoven 1987. (CP)
Para ambas partes esta situación era muchas
veces muy amarga y causa de reproches mudos y
problemas sin solucionar mediante el diálogo. Desde
el punto se vista material no les ha faltado nada pero
los padres sienten que han fracasado en otros aspectos y les da mucha pena que sus hijos no hayan
conseguido más éxito social. Los hijos, al contrario,
se sienten culpables por no haber podido satisfacer
las expectativas de sus padres. Es difícil tocar este
tema y sobre todo son las madres las que sufren
mucho por esto ya que se sienten alejadas de sus
propios hijos.
También me asombré de las columnas militares que a veces maniobraban por Eindhoven
con tanques, eran soldados melenudos, mujeres
y hombres juntos. Yo sólo conocía las cabezas
rapadas de los soldados españoles.
Enfrente de nuestra casa había una zona
verde con bancos para sentarse. En estos banquillos los chicos y las chicas solían sentarse de
vez en cuando para besarse. Según mi padre era
una vergüenza, se encocoraba y cerraba las cortinas para que no lo vieramos.”
Lucia Lameiro, vocal de la Federación de
Asociaciones Españolas de Emigrantes en Holanda: “Se nota esto sobre todo con las mujeres, los
hombres se encierran más en sí mismos y no
reconocen tan pronto cuánto les afecta también
a ellos. Con las mujeres, sin embargo, se nota
muy claro que piensan: es que simplemente no
puedo comunicar con los hijos, he tratado de
darles todo…”
María Isabel Granado: “Tenía una amiga holandesa y a veces, cuando iba a recogerla, su
padre abría la puerta en canzoncillos. Voy acostumbrándome muy rápido a las nuevas situaciones pero al principio pensaba: ¡Esto nunca lo haría
mi padre !Abrir la puerta principal en canzoncillos! Se lo dije a mis padres – un niño cuenta
todo – y la respuesta fue: ‘¡Es una vergüenza!
¡No es normal! ¡Holandeses tenían que ser…!”
Esta sensación es aún más fuerte cuando los
hijos han venido a Holanda al cabo de unos años y
hasta entonces han vivido en España con sus abuelos u otros familiares. Un grupo pequeño de padres
no ha llevado nunca a sus hijos a Holanda, esos niños sólo conocen a sus padres de las vacaciones.
Fuera de casa los jovenes entraban en contacto con las libertades holandesas de los años setenta,
pero dentro de casa los padres se imponían y reinaba la disciplina de la España de los sesenta.
Los niños españoles que se mudaron a Holanda a finales de los años sesenta o a principios de los
setenta, a veces iban de sorpresa en sorpresa. En el
colegio o en el barrio hicieron amigos, por lo que - a
diferencia de sus padres – visitaban frecuentemente
los hogares de la gente local de Brabante. Se familiarizaron muy rápido con el idioma y pronto ya vi-
Gerrit Nijhof, jefe de Asuntos Españoles de
Philips: “Teníamos en nuestro departamento un
colega español y recuerdo muy bien que nos invitó a mi mujer y a mi a conocer a su esposa y
sus cinco hijos. Fuimos a su casa en Veldhoven,
entramos y los hijos estaban sentados en el cuarto
7
Me vine con una maleta de cartón y de madera
Los jóvenes españoles mantenían mucho contacto entre ellos, se veían en las clases de español,
en la misa española o en el Centro o Círculo Español
donde sus padres iban a jugar a la kina, a bailar o a
tomar una copa. Para los niños mayores todas las
semanas había discoteca española.
de estar, en el sofá donde nosotros teníamos que
sentarnos. ¡No sé si les hizo una señal pero de
repente todos se levantaron y se alejaron! Luego
le dije: ‘Si eso se vuelve a repetir no volveré nunca más. En Holanda no estamos acostumbrados
a cosas como estas.”
Lucia Lameiro: “Antes a nosotras, las chicas españolas, nuestros padres no nos permitían
ir a la discoteca holandesa en Eindhoven. Pero sí
a las discotecas españolas que eran super-tradicionales. Regía la norma española: a las diez en
casa, ya es bastante tarde. A la édad de 16, 17,
18 años teníamos sobre todo contacto con españoles y muchos se han casado entre ellos.”
Los hijos que nacieron en Brabante o se fueron
a Holanda en una edad jóven, en general tenían más
amigos holandeses y preferían divertirse fuera del
círculo de las asociaciones españolas.
Cuando los jovenes estudiantes holandeses, han terminado sus estudios satisfactoriamente, al final del curso
escolar, cuelgan en la fachada principal de sus viviendas
la bandera holandesa y junta a esta, la cartera escolar
con los libros y todas las cosas que durante sus estudios
han utilizado. Antonio Montero Marín, nacido en Eindhoven, de padre extremeño y madre andaluza ha adoptado
esta tradición holandesa, solamente que la bandera que
ondea en el asta no es la holandesa sino la española.
Esto lo suelen hacer cada vez más jovenes españoles.
Estos han adoptado esta tradición, pero eso sí… “a la
española”. Eindhoven 2004. (CP)
María Isabel Granado tenía sólo dos años
cuando se mudó de España a Holanda: “Con 18
o 19 años ya salía los fines de semana pero prefería ir con españolas para evitar el cotilleo. .. Me
gustó mucho ir a Bélgica, a la discoteca Dockside
en Hasselt y los padres españoles, en general,
no les daban permiso a sus hijas. A mí me daban
bastante libertad, quizás porque tengo tres hermanos mayores. La gente aquí en Eindhoven
siempre iba a la discoteca del Centro Español. Yo
también iba a veces pero no tenía la sensación
de: eso me alucina, aquí quiero pasar todos los
fines de semana. Prefería ir con mis amigas holandesas a Bélgica o a la discoteca Galaxy en
Den Bosch.”
María Isabel habla y escribe el holandés mejor
que el español y esto pasa con la mayoría de los
hijos de emigrantes españoles que nacieron aquí o
que eran muy jóvenes cuando llegaron.
María Isabel: “En casa hablábamos español. La
verdad es que mis padres vienen de un pueblo y sólo
dominaban el español de su pueblo. No aprendieron
palabras nuevas. Su conocimiento del español quedó sin actualizar y por aquel entonces todavía no
teníamos acceso a la televisión española en casa.
Estábamos hablando español con las palabras del
Un año después su hermano hace lo mismo, Eindhoven
2005. (CP)
8
Vivir en Holanda y soñar con España
aprende mucho, te haces vaga. No sigues reflexionando y, cuando no puedes decir algo en español,
simplemente lo dices en holandés. Ahora, cuando
estoy chateando con una amiga en España o cuando
estoy escribiendo una carta, voy traduciendo del holandés al español porque estoy pensando en holandés. Cuando no estoy segura de algo lo busco en el
diccionario. Sin embargo, todo el mundo puede notar por la estructura de mis frases, que escribo mis
cartas a la manera holandesa.”
pueblo. En realidad teníamos nuestro propio idioma
de nuestro pueblo y nuestra propia lengua de familia.
En un momento dado yo ya dominaba el holandés y desde entonces casi solo hablaba este idioma. Estás en casa para comer y dormir y el resto del
día estás en el colegio o estás jugando con tus amigas. En casa cambiaba al español pero con mis hermanos hablaba una mezcla de español y holandés.
La verdad es que hablando lenguas mexcladas no se
9
Me vine con una maleta de cartón y de madera
INTERMEZZO
Rosa Iglesias Redondo:
‘Lo más bonito que puedes hacer’
También he hecho muchos manteles de ganchillo;
los sigo guardando todavía. Casi todas las chicas tenían visita todos los martes pero a mí me visitaban
sólo muy raras veces porque mis padres estaban en
Holanda y mi abuela vivía en la sierra. En los días de
visita las monjas me llevaban para evitar que me
pusiera triste. He llorado muchas veces, pues sólo
veía a mis padres y a mi hermano durante las navidades y en verano.
“En 1971 mi padre viajó desde Extremadura a
Holanda para trabajar en la Philips; yo tenía 6 años
entonces. Partió, como casi todos, con la idea de
que sería por un año, sin embargo el trabajo le gustaba mucho. Los sábados y domingos no hacía falta
trabajar y ese no era el caso en España, sobre todo
cuando se trabajaba en la agricultura. Al cabo de un
año mi madre decidió partir también y mi hermano
menor y yo nos quedamos atrás. Mi abuela no podía
cuidarnos porque tenía cabras y vivía en las altas
montañas. Mi hermano y yo fuimos a un internado,
yo a las monjas en la ciudad más cercana y mi hermano a los monjes en un pueblo vecino.
Cuando cumplí catorce años mis padres decidieron que partiéramos para Holanda. Al principio
fue muy difícil para mí. No hablaba holandés y no
sólo había sido educada de manera distinta de la de
los niños holandeses, sino también de los niños españoles que no habían estado en un internado. En
aquella época quería ir a trabajar en las misiones
pero en Holanda esto resultó un ideal inalcanzable.
Me encontré en una sociedad completamente diferente.
Primero fui a la Escuela Internacional Floor
Evers durante un año y luego pasé al grupo cuatro
de MAVO (Enseñanza Media de Carácter General).
Fue un período difícil. Estaba acostumbrada, por
ejemplo, a levantarme de la silla cuando entraba el
profesor y lo hacía también aquí en Holanda, pero
era la única. También hablaba de usted a todas las
personas y lo sigo haciendo todavía. Además era una
de los mayores de la clase mientras que en España
era una de los más jóvenes. Después de terminar el
MAVO seguí el curso de Formación Internacional y
luego he tenido varios empleos de oficina.
Mis padres no querían que mi hermano y yo
acabáramos en una fábrica. No es que fuera algo
malo, pero ellos mismos ya lo habían hecho y querían algo mejor para nosotros. Quería demostrar, ante
los holandeses y mis padres, que podía hacer algo
Rosa en el internado de monjas. (CP)
Desde los siete hasta los catorce años estuve
en un internado con 250 chicas más. A mis siete años
tenía que barrer escaleras y limpiar mi propio cuarto.
10
Vivir en Holanda y soñar con España
ces bien un producto y lo llevas en el corazón, lo
transmites a la gente. No debes poner un producto
en la tienda y luego ver si lo vas a vender o no.
Explico a mis clientes, por ejemplo, que el pimentón
es algo muy específico porque ha sido tostado sobre
carbón y da un sabor muy especial a la comida.
más que sólo trabajar en una fábrica. Tenía acento,
mi holandés no era perfecto y esto significaba que
tenía que luchar por un buen empleo. Pero siempre
he seguido trabajando, incluso cuando tuve hijos. Mis
padres lo han hecho también. Quiero a mis padres y
les tengo tanto respecto como un hijo que siempre
ha vivido con ellos. Por eso siempre he trabajado tan
duro. Casi todos los españoles aquí trabajan 40 horas a la semana, no sólo los de la primera generación sino también los de la segunda. Han sido educados así. La mayor parte de los hijos españoles tienen un empleo de oficina y no trabajan en una fábrica. Creo que todos los padres les han dicho lo mismo
a sus hijos.
No tengo muchos clientes españoles, probablemente porque éstos se llevan las cosas de España. Estoy más orientada, por ello, a los holandeses y
siempre estoy contando historias sobre Extremadura. No vine a Holanda por decisión propia, no porque
yo quisiera sino porque mis padres estaban aquí.
Haciendo este trabajo me encuentro más a gusto y
puedo mostrar que Extremadura no es tan pobre
como todos piensan. Mis padres tuvieron que emigrar pero Extremadura tiene mucho que ofrecer. Tiene una superficie que es dos veces mayor que la de
Holanda y tiene productos de muy buena calidad.
Esto es lo que quiero mostrar en Holanda. Y la gente
en Extremadura también lleva una vida feliz. Me encanta Extremadura y creo que, en cierto sentido,
quiero demostrar también que la emigración no fue
algo “necesario”. Si el gobierno español hubiera dedicado más atención a esas personas, a lo mejor no
habrían tenido que dejar su país.
Cortando jamón, Eindhoven 2006. (CP)
Desde hace unos años tengo un negocio própio, es una tienda española de comestibles y una
empresa de catering. También estoy organizando
talleres de cocina. Esto es lo que siempre he querido
hacer, esto ha sido mi sueño. Pero no sabía cómo
abordarlo. Hace unos años di el gran paso al poner
mi propio negocio. Una de mis mejores amigas tuvo
cáncer de mama y esto fue el momento para decir:
ahora vas a hacerlo, esto también puede ocurrirte a
tí y entonces tu vida habrá pasado sin que hayas
hecho lo que te hubiera gustado hacer.
Pimentón de la Vera. (CP)
En el internado aprendí a defenderme sola y
no tener miedo. Para empezar este negocio dejé mi
trabajo y renuncié a todo. Cuando estábamos mirando el edificio, antes de entrar para firmar el contrato
de alquiler, mi marido me dijo: “¿Estás segura de
que es esto lo que quieres?” Le contesté: ”¡Estoy muy
convencida, lo haremos!” Ahora tenemos la oportunidad de presentar algo de la región de donde soy.
Es lo más bonito que puedes hacer. Creo también
que es lo mejor para vender porque, cuando cono-
Mis padres se han separado al cabo de los años.
No quiero decir que la emigración haya sido la causa, pero han echado en falta muchas cosas, el contacto conmigo y con mi hermano pero también con
sus propios padres. La cultura española es una cultura de lazos muy estrechos, toda la familia está junta. Han trabajado muy duro para poder comprar una
casa en España pero ¿para qué sirve? Estoy casada
con un holandés, mi hermano está casado con una
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Me vine con una maleta de cartón y de madera
Rosa vendiendo pimentón, Eindhoven 2006. (CP)
holandesa. Mis padres todavía viven aquí. ¿Para qué
han hecho todo esto? ¡Esto es algo que me da pena,
mucha pena!
gente en España. Muchas cosas, que son normales
en España, ya no lo son para mí. Hago negocios, por
ejemplo, con España pero a las dos de la tarde se
han ido todos. Me cuesta aceptar eso. Y los resultados de los exámenes médicos del hospital, tardas
siglos en recibirlos. Y esa manera tan fácil de pensar: ‘Pues, ya veremos, todo saldrá bien’. Así ya no
estoy razonando.”
Quiero a toda costa que mis hijos aprendan el
español porque es mi lengua materna y mi familia
vive allí. Estoy feliz aquí, con mis hijos y mi marido
pero ¿sabes cuál es el problema? No soy holandesa
pero tampoco española porque no pienso como la
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