La Calzada Romana,desde Augusta Emerita hasta Augusta Asturica

Transcripción

La Calzada Romana,desde Augusta Emerita hasta Augusta Asturica
La Calzada Romana,
desde Augusta Emerita hasta Augusta Asturica
pasando por Salmantice
Autor: Juan-Miguel Montero Barrado
Salamanca
Marzo 2008
Índice
Presentación
Los orígenes de la Calzada .................................................. 1
Las calzadas romanas: construcción y medición ..................... 2
Algunos aspectos de Augusta Emerita ................................... 4
Nuestra llegada a Mérida ....................................................
6
El inicio del camino por tierras extremeñas ...........................
7
En Cáceres .......................................................................
10
En el entorno del río Tajo, el Tagus romano .........................
13
Camino de Cáparra ............................................................ 15
En la Capara romana .......................................................... 17
Aldeanueva del Camino ....................................................... 19
Baños de Montemayor ......................................................... 22
La entrada en la provincia de Salamanca ................................ 24
Calzada de Béjar ................................................................. 29
Entre el río Sangusín y Fuenterroble de Salvatierra ................... 33
Camino de Salamanca .......................................................... 38
Una ruta alternativa entre Fuenterroble de Salvatierra y
San Pedro de Rozados .......................................................... 39
La llegada a Salamanca ........................................................ 40
El paso por Salamanca ......................................................... 45
De Calzada Romana a Vía de la Plata ...................................... 45
Presentación.
Por tratarse de un trabajo muy singular y, a la vez, muy particular
creo que es necesario presentarlo a todos los peregrinos, senderistas
y caminantes, incluidos los de mi queridísima Asociación “Amigos del
Camino de Santiago – Vía de la Plata” de Fuenterroble de Salvatiera /
Salamanca (ACASAN-Vía de la Plata).
Al escribir esta presentación no sólo he pensado en disfrutar sobre lo
que he disfrutado, sino recordar todo lo que he visto y vivido para
que sirva a todos aquellos que habiendo hecho el recorrido del
Camino, en su totalidad o en parte, no hayan tomado notas no hayan
hecho fotos. Que este trabajo sirva al menos para que se puedan
recordar algunas de las cosas tan maravillosas que hemos visto. Y
también para que les sirva de referencia a aquellos que tengan
pensado hacer el Camino.
El trabajo es muy sencillo, pero esta hecho con todo el cariño del
mundo, con toda mi humanidad y basado en mi experiencia,
pensando no solo en mí, sino en todos aquellos que quieran leerlo.
Para hacerlo un poco más vivo, entrañable y entretenido he añadido
algunas anécdotas que, creo, van a hacer que resulte más agradable.
Y para terminar pido a todos los peregrinos y caminantes que
respeten y mejoren los caminos y sendas, sin olvidar que siempre
habrá otros que en sucesivos años seguirán nuestros pasos.
Juan-Miguel Montero Barrado
Los orígenes de la Calzada.
Calzada quiere decir camino empedrado y holgado por su anchura.
Vía, camino por el que se transita. La calzada romana de Mérida a
Astorga es el camino que, enlazando desde África, partía de la actual
provincia de Cádiz, atravesaba Extremadura y León, y llegaba hasta
Gijón (la Gegio romana), hacia el norte, y Finisterre (Finis Terrae, el
confín de la tierra conocida en Occidente), hacia el noroeste. Diversos
pueblos que habitaron la península Ibérica la aprovecharon
principalmente para la búsqueda de oro, plata, cobre y estaño.
Pero mucho antes de que la calzada romana se construyese, fue una
senda o vereda transitada por animales salvajes quienes, en realidad,
la fueron marcando. Con el paso del tiempo también empezó a ser
utilizada por tribus nómadas que llevaban el ganado en busca de
lugares donde poder pastar. De esa forma fue tomando otra
dimensión, esta vez más humana.
Durante el I milenio a. C., antes de la conquista romana, empezó a
ser frecuentada por gentes pertenecientes a otros estados, que
tenían un desarrollo económico, social y político más evolucionado.
Uno de esos estados era el fenicio, proveniente del Mediterráneo
oriental y que fundó Gadir, la actual Cádiz. También estaban los
Tartessos, creado en torno al valle de Guadalquivir. El uso del camino
con una finalidad comercial, destinado al transporte de productos
agrícolas y minerales, le fue dando otra imagen entre los pueblos
ibéricos. Durante la presencia cartaginesa, entre los siglos IV y III a.
C., tuvo además un carácter militar, mejorándose sustancialmente el
camino, lo que facilitó tanto la actividad comercial como el tránsito de
tropas.
Con la dominación romana de la Península, iniciada a finales del siglo
III a. C. y que supuso la culminación del proceso de evolución
económica, social y política, empezó a construirse definitivamente la
Calzada tal como la conocemos hoy. Se habla de la fecha 39 a. C.
cuando, por orden del emperador Augusto, se inició su construcción
en Mérida para terminarla en Astorga, llamándola Iter ab Emerita
Asturicam, que, según mis propias averiguaciones, quiere decir
Camino desde Mérida a Astorga. Augusta Emerita (la actual Mérida)
fue fundada en el año 25 a. C., siendo la capital de Lusitania, una de
las tres provincias en que Augusto dividió Hispania (nombre latino de
la península Ibérica), ocupando el cuadrante suroeste peninsular.
Augusta Asturica (Astorga) fue fundada un poco después, el 25 a. C.,
y alude a la tribu de los astures, situada en las montañas hacia el
norte. La ciudad se convirtió en una de las más importantes del
noroeste peninsular, capital del conventus de Asturum, perteneciente
a su vez a la provincia Tarraconense, primero, y de Gallaecia, desde
el siglo III. Las dos ciudades sirvieron para recompensar a los
veteranos de la fase final de la guerra de conquista de Hispania, que
durante los últimos años del siglo I a. C. dirigió el emperador
Augusto. Sus nombres reflejan, como ocurrió con otras ciudades
(Caesaraugusta, Zaragoza; Lucus Augusti, Lugo; Bracara Augusta,
Braga...), el homenaje al emperador que las fundó. El nombre de
Augusta Emerita lleva en primer lugar el nombre del emperador para
que siempre fuera recordado.
Las calzadas romanas: construcción y medición.
Para construir las calzadas los ingenieros romanos siguieron diversos
pasos, siempre dando signos de un nivel técnico elevado, que
permitió no sólo un uso intensivo en su tiempo, sino también en los
siglos posteriores.
Tras un previo reconocimiento del terreno el primero de los pasos era
el trazado de la calzada, en el que cuidaban los desniveles del
terreno, que no debían exceder del 8%. El segundo paso, conocido
como statumen, consistía en cavar una profunda y ancha zanja, tras
lo cual echaban una primera capa de grandes piedras para cimentar
el terreno y a la vez drenar la calzada. Le seguía, como tercera fase,
el rudus, de manera que sobre la capa anterior colocaban piedras y
guijarros que servían para dar consistencia al firme, que era siempre
apisonado por capas. En el cuarto paso, llamado nucleus, echaban
sobre el rudus nuevas capas de materiales, pero esta vez de grava,
arena y tierra arcillosa, que también eran apisonadas. La calzada
adquiría de esta forma un perfil ligeramente abombado, lo que
evitaba que se encharcase con el agua de las lluvias al deslizarse
hacia el exterior. El último paso, summun dorsum, era la
pavimentación, que no se hacía siempre igual. Una forma consistía en
la colocación de lanchas o piedras lisas, fuertemente apisonadas, con
la intención de ofrecer un firme resistente. Se hacía solamente en los
tramos de calzada que cruzaban las ciudades o los puentes. En el
resto de los tramos el lomo era cubierto por un conglomerado firme,
compuesto de piedras machacadas y esmeradamente apisonado con
arena y arcilla, como lo que ahora llamamos zahorra. Se hacía así
para evitar que durante el camino se hiciesen daño los soldados que
marchaban con sandalias y también para los caballos, que iban por
entonces sin herrar.
El conjunto estaba amparado en los laterales por unas piedras
alargadas que hacían la función de bordillos, a lo que le seguían las
cunetas, que desaguaban a ambos lados de la calzada toda la lluvia
que recogían.
La Calzada de Mérida a Astorga tenía una longitud total de 313
millas, es decir, unos 463 kilómetros, y su anchura oscilaba de cuatro
metros y medio a seis metros. La duración total del tránsito estaba
calculada en unas quince jornadas. Su trazado ha sido utilizado
prácticamente hasta el pasado siglo XIX, en que se empezaron a
construir las carreteras. Numerosos restos originales de la Calzada los
podemos ver todavía repartidos en los distintos tramos.
La medición de las distancias se basaba en la llamada milla romana,
o sea, 5.000 pies, equivalentes a 1.000 pasos militares. Teniendo en
cuenta que a cada pie se le daba una medida de 29,6 centímetros,
una milla romana serían 1.479 metros y 23 centímetros. Hay quienes
hablan de 1.500 metros, que creo que es para redondear y hacer más
sencilla la medición.
Para conocer las distancias se colocaban los miliaria, hoy conocido
como miliarios, que son columnas cilíndricas de piedra hechas de
una sola pieza. Tenían unos 2 metros de altura y de 40 a 60
centímetros de diámetro. Su base era cuadrada e iba enterrada. En la
parte superior se escribía el nombre del emperador que hizo la obra y
en la parte inferior se ponía el número que le correspondiese por la
distancia.
Los miliarios se colocaban a cada milla de distancia y casi siempre a
la izquierda de la calzada. Aunque, como hemos dicho, una milla
equivalía a 1.479 metros, hay miliares situados entre 1.360 y 1.660
metros. Es decir, cada mil pasos dobles (izquierda, izquierda,
izquierda, derecha, izquierda, como los pasos militares).
En la calzada de Mérida a Astorga había entre 180 y 183 miliarios. El
padre Morán 1 menciona que en la capital salmantina estaba colocado
el número 180. No obstante, algunos historiadores defienden que el
número 183 estaría situado por la actual plaza del Corrillo.
Cada 25 ó 35 millas había una mansio, que era un núcleo de
población situado junto a la calzada y en el que había un pequeño
fortín militar para descanso de los soldados o mercaderes tras una
1
P. César Morán (agustino): Reseña histórico-artística de la provincia de
Salamanca. Edición facsímil realizada por la Universidad de Salamanca y la
Diputación Provincial de Salamanca, sin fecha, de la obra original del autor de
1946.
jornada de marcha. En un lugar intermedio se encontraba el mutatio,
que servía para cambiar las caballerías.
Conocemos el nombre de bastantes de las mansiones distribuidas a lo
largo de la calzada y su lugar de ubicación, al menos de una forma
aproximada 2 . En muchos casos se conservan vestigios arqueológicos
de la época. Partiendo de Mérida, en Extremadura se encontrarían,
hasta un total de cinco, las siguientes: Ad Sorores, en Casas de Don
Antonio; Castra Caecilia, en Cáceres; Turmulus, en las cercanías de
Alconétar; Rusticiana, en Galisteo; Capara, en Cáparra; y Banienses o
Banium, en Baños de Montemayor. En la provincia de Salamanca
habría otras cinco: Caecilio Vicus o Caelionicco, en las cercanías de
Puerto de Béjar y Peñacaballera; Ad Lippos, en Valverde de
Valdelacasa; Sentice, (de sentis, zarza), en la finca La Dueña de
Abajo, de Pedrosillo de los Aires; Salmantice, en Salamanca; y
Sibaria, en la Dehesa de San Cristóbal, en Topas. En las provincias de
Zamora y León, hasta Astorga, podrían estar Ocelo Duri, en Zamora;
Vicus Aquarium, en el despoblado de Villareso, en Montamarta;
Brigeco, en Morales del Rey; y Bedusnia, en San Martín de Torres.
Algunos aspectos de Augusta Emerita.
Como ya hemos dicho, los romanos llamaron a la actual Mérida con el
nombre de Augusta Emerita. También se refirieron a ella como la
Roma hispana. Los habitantes de la ciudad son emeritenses, gentilicio
que deriva del nombre romano. Pero como Mérida fue la capital de
Lusitania, a los emeritenses también se les puede llamar lusitanos.
La ciudad está atravesada por los ríos Guadiana y Albarregas,
nombres de origen árabe. El primero fue llamado por los romanos con
el nombre de Anas, que al parecer en algunas épocas llegó a tener
una anchura de un kilómetro. El otro río lo conocían por Albaregia,
siendo un afluente del primero que desemboca en la propia ciudad.
Teniendo en cuenta la importancia que para los romanos tenía el
abastecimiento de agua para sus viviendas o para el riego de los
campos, conocemos de la época varias construcciones, que se
conservan en perfecto estado. El embalse de Cornalvo, próximo al
pueblo de Trujillanos, fue el primero en construirse y aunque hasta
Mérida el recorrido por caminos era de 12 kilómetros, precisaron de
25 para poder llevar el agua mediante canales y acueductos para
2
Miguel Ramos Romero: “La Ruta de la Plata (II)”, en el diario Tribuna de
Salamanca, domingo 6 de agosto de 1995; y P. César Morán (agustino): Reseña
histórico-artística de la provincia de Salamanca.
salvar así los desniveles del terreno. Por cierto, al primer acueducto
que se levantó en la ciudad le dieron el nombre del pantano, es decir,
Cornalvo. Un segundo embalse era el de Proserpina,
situado a 6 kilómetros y cercano al pueblo de Carija. La longitud de
sus canales era de 12 kilómetros y el agua entraba en la ciudad por el
acueducto de Los Milagros, cuyo nombre popular alude al hecho de
haberse mantenido de pie desde su construcción. El acueducto de
San Lázaro, vulgarmente llamado “Rabo de Buey”, recogía las aguas
de todos los arroyos y fuentes cercanas a la ciudad, conduciéndolas
por canalizaciones subterráneas. El río Albarregas pasaba por debajo.
Se dice que tanto las compuertas de los embalses, las canalizaciones,
el alcantarillado, las cloacas con desagües al río etc.,
están
en
buen estado de conservación, y las galerías subterráneas, que
pueden verse en varios tramos, tienen tales proporciones que podían
cruzarse por dos personas andando.
Fue tal la perfección técnica de estas construcciones, que algunas de
ellas, sobre todos los embalses, actualmente se siguen utilizando
para el regadío de tierras de labor, huertas, prados en los que crecen
unos buenos pastos, lugares de recreo, etc.
Según el Presidente del Centro Iniciativo de Mérida y amigo mío,
Ángel Texeira 3 , el miliario 0 no se conoce, pero, de existir, debía de
haber estado en el cruce de las dos calles principales de la ciudad,
que los romanos conocían con los hombres de cardus maximus, en
dirección norte-sur, y decumanus maximus, en dirección este-oeste,
situándose en su confluencia el foro. Éste en Mérida coincide hoy
aproximadamente con el cruce de las calles Santa Eulalia y Juan
Pablo Forner. El miliario I estaría a unos 1.480 metros del punto
donde estuviera el miliario anterior, coincidiendo con la primera
rotonda que hay nada más salir del puente del Albarregas. El miliario
3
Fundación de Augusta Emerita, editado por el autor en el año 1991.
II, ya en la antigua carretera de Cáceres, estaría a unos 700 u 800
metros del hostal Los Milagros. El miliario III estaría próximo al
arroyo de las Arquitas. El IV, a la altura de Val de los Hitos. Y el V, en
la carretera de Mirandilla, que sí existe, pero está caído.
Nuestra llegada a Mérida.
En el supuesto de que una legión romana quisiera ir hacia el norte
desde Mérida, comenzaría su camino desde la milla 0, a la que he
aludido antes. Iría por la hoy llamada calle de Santa Julia, pasaría
debajo del Arco de Trajano (que, se supone, pudo ser una puerta de
entrada a la ciudad), seguiría por la plaza de la Constitución y las
calles Almendralejo y del Calvario, para entrar por el puente del río
Albarregas, desde donde se podría contemplar perfectamente, y a la
vez deleitar, el acueducto de los Milagros. Seguidamente comenzaría
a subir por la hoy llamada avenida Vía de la Plata, cruzando la ronda
de Los Eméritos, para continuar en línea recta por la avenida de Las
Palmeras y seguir ya por la Calzada campo a través.
Los peregrinos de la Asociación “Amigos del Camino de Santiago-Vía
de la Plata de Fuenterroble de Salvatierra” de Salamanca, de la que
formo parte, comenzamos nuestro recorrido recreando en parte los
lugares por donde pasarían las legiones romanas. Nuestra marcha
resultó sumamente interesante. ¿Por qué? Porque teníamos la idea
muy clara de hacer primero el trayecto de la calzada romana hasta
Astorga, para luego retroceder hasta la Granja de Moreruela, en la
provincia Zamora, y continuar caminando por el camino Sanabrés
hasta llegar a Santiago de Compostela.
Antes de iniciar el recorrido desde Mérida fuimos a visitar a nuestro
amigo Ángel Texeira, presidente del Centro Iniciativo de Mérida
(Oficina de Gestión Alba Plata), para que nos sellara las credenciales
correspondientes. Finalizado el trámite, don Ángel, dada su bondad,
nos invitó y acompañó a visitar el Museo Nacional de Arte Romano,
procurando que nuestros conocimientos fuesen más claros, fructíferos
y amplios. Terminada la visita, y después de darle nuestras más
efusivas gracias, comenzamos a cumplir el objetivo que teníamos
marcado.
El inicio del camino por tierras extremeñas.
Caminados seis kilómetros, la primera maravilla que vimos, , fue el
pantano romano de Proserpina, (ver pág. 5) al que ya he aludido.
Después llegamos a Aljucén, donde hicimos la primera parada y nos
dio tiempo a visitar la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación,
con portada renacentista. Una vez dentro tuve que cantar el “Ave
María” de Schubert. Visitando el pueblo nos acercamos a ver un
museo de figuras hechas con hierro y madera por un lugareño, que
es, por cierto, muy curioso. En la parte de arriba están colocados dos
arados antiguos, en algunas de sus calles están colocadas las obras
más representativas, la que más recuerdo es una chapa pintada…
Hay una que recuerdo muy bien y es una chapa pintada de color gris
oscuro, imitando un pergamino, que está perforada con la siguiente
frase:
Camino de Santiago
Vía de la Plata
Km. 740 Aljucén
En el trecho hasta Alcuéscar el recorrido, si mal no recuerdo, fue casi
sin sombras. Podíamos ver a los lados de los caminos algunos
árboles, matas y, sobre todo jaras. Está en mi mente que al llegar a
la Cruz de San Juan aprovechamos para sacar algunas fotos los que
llevábamos máquinas. Unas quedaron fantásticas, aunque a otras les
cortaron la cruz y si se descuidan, en alguna nos hubieran cortado
hasta la cabeza.
Ya en Alcuéscar me llamó mucho la atención por su gran trabajo la
Congregación de María y de los Pobres. Cuidan de una forma muy
especial a personas con deficiencias psíquicas y acogen con mucho
cariño a los peregrinos, como hicieron con nosotros. El pueblo es muy
bonito por sus calles y casas señoriales. La gran parroquia de la
Asunción se encuentra en lo más alto del pueblo. Su estilo es góticorenacentista, construida entre finales del siglo XV y del XVII sobre
una antigua iglesia románica.
En el interior, como es muy normal, dada la belleza de la iglesia y a
petición de los peregrinos, canté el “El Milagro de la Virgen” de
Mariano Pina Domínguez y Ruperto Chapí. Las dos mayordomas que
se encontraban en la sacristía salieron atraídas por la música y me
rogaron que repitiera la canción. Quedaron tan entusiasmadas, que
aplaudieron llenas de emoción y con buenas palabras se lamentaron
no tener un aparato para haberlo grabado.
A tres o cuatro kilómetros se encuentra la basílica visigoda de Santa
Lucía del Trampal, que recomiendo a todos los peregrinos que puedan
se acerquen a visitarla. Nosotros, por circunstancias, nos quedamos
con ganas, pero... Yo al menos me conformo con las fotografías que
tengo, tanto las anteriores a ser renovada, como en el estado actual
que se encuentra.
Como anécdota les diré que fue el pueblo donde trabajó como médico
mi querido amigo don José Almeida Corrales. Allí conoció a doña
María del Rosario, Charo, una joven hermosa y muy simpática, con la
que, pasado un tiempo, contrajo matrimonio. Trabajó mucho. En
algunos casos, durante las veinticuatro horas del día y en otros
tantos, desinteresadamente, de ahí que los vecinos le cogieran tal
cariño, que pusieron su nombre a una de las calles.
Continuando por el camino, y justo antes de entrar en Casas de Don
Antonio, atravesamos por un puente medieval de verdadera belleza
que cruza el río Ayuela. Ya en el pueblo, la antigua mansio de Ad
Sorores, existe un rollo, que los vecinos lo datan del siglo XV ó del
XVI. En su parte superior se pueden apreciar los cuatro ganchos
desde donde dicen que se colgaba a los reos. Por la calle Real
pasaba la Calzada.
Pasado el pueblo en dirección
a Aldea del Cano, a 1
kilómetro aproximadamente,
nos encontramos el miliario
XVII. Está formando parte de
una pared de piedras de
cantería y precisamente a la
derecha de la Calzada.
A no mucha distancia hay
otro, con el número XVIII, que
es de máximo interés. Lo
llaman el “miliario correo” o
“miliario del cartero”. Tiene un
hueco hecho ex profeso,
donde en otros tiempos el
cartero
dejaba
la
correspondencia del cercano
cortijo
de
Santiago
de
Bencaliz.
Según algunas versiones está enclavado en su verdadero sitio.
Desde ahí, en uno o dos kilómetros, cruzamos el puente de Santiago,
de origen romano, que atraviesa el regato con su mismo nombre. Un
poco más adelante atravesamos la carretera N-630 y, antes de llegar
a la dehesa de la Atalaya, me detuve para ver el miliario XXX.
Más adelante hice lo mismo con el XXXI y metros más allá con un
fragmento del... ¿XXXII?
Medio kilómetro antes de entrar en el pueblo de Valdesalor
atravesamos el puente romano, llamado de la Mocha, y que, de
verdad, en el año 2002 no estaba en muy buenas condiciones. Pero
al menos nos sirvió para pasar el río Salor. En 2008 ya está
restaurado.
En Cáceres.
Por fin llegamos y entramos en la ciudad de Cáceres, por donde
caminamos hasta la Plaza Mayor. Dimos una vuelta por ella, nos
sentamos en una terraza y tomamos un refresco. Al ver en las
escaleras de enfrente a un grupo de peregrinos, nos acercamos a
saludarlos y acabamos comiéndonos el bocadillo juntos.
Lo cierto es que eran las escaleras que suben al Arco de la Estrella,
donde estuvimos un rato en paz y buena armonía.
Posteriormente nos reagrupamos para visitar la parte antigua de la
ciudad, aunque, bien es verdad, acabamos formando grupos. Cosa
normal, pues cada uno tenía una forma de pensar y de interpretar el
arte. Por mi parte lo que más recuerdo fue la entrada en la plaza de
Santa María, viendo un edificio oficial de frente, anteriormente
llamado Palacio del Mayorazgo y que hoy pertenece a Caja
Extremadura. A la izquierda estaba el palacio de los Golfines, del siglo
XVI y estilo gótico-plateresco. Me fijé en una crestería del estilo que
tanto tenemos en Salamanca y luego en el lateral de la torre. Como
anécdota, se dice que los Golfines fueron unos bandidos medievales,
de ahí el sobrenombre familiar.
También me llamó la atención la concatedral de Santa María, de los
siglos XV-XVI y que, por cierto, tiene diferentes estilos. El tiempo del
que disponíamos era corto y no pude fijarme en muchos detalles.
Subiendo las escaleras de la plaza de San Jorge, cuyo santo me
dijeron que era el patrón de la ciudad, nos encontramos con la iglesia
que lleva el mismo nombre. Más adelante tuvimos la suerte de dar
con la Casa de las Veletas, que en su sótano se conservan aún los
aljibes de la época árabe-musulmana y que realmente es la parte
más impactante.
Desde allí saltamos a la plaza de San Mateo, donde tuvimos la suerte
de descubrir un Jesucristo Crucificado pegado a la pared y que en la
parte superior tenía un tejadillo para cubrirlo de las lluvias. La pared
pertenece al convento de San Pablo, habitado por las Clarisas,
monjas de clausura. Lástima que el Cristo no tenga nombre, como
me dijeron posteriormente las monjitas al llamarlas por teléfono.
Haciendo mis indagaciones, me han informado que puede ser góticorenacentista, de la segunda mitad del siglo XV.
En la Oficina de Turismo de la Junta nos sellaron las credenciales.
Luego paseamos por más calles, fijándonos en sus puntos más
interesantes, todos ellos de gran belleza. Tengo grabada en mi mente
una calle larga, estrecha y con poca claridad en la que, según iban
subiendo los edificios, sus paredes se iban estrechando. En la parte
alta pude ver un arco pequeñito, que me hizo recordar a las antiguas
calles árabes, donde, para que no se junten unas casas con otras,
tienen puestos unos ladrillos.
Finalmente volvimos a la iglesia de Santiago. Si al comienzo del
recorrido lo primero que hicimos fue acercarnos a ella para que el
párroco nos sellase las credenciales, por las maniobras que vimos
sospechamos, con casi seguridad, que no nos quiso atender. La
iglesia estaba abierta y pudimos visitarla. Al salir nos despedimos del
pequeño peregrinillo esculpido sobre la puerta principal,
llamada también de los Peregrinos. Tiempo después un amigo
cacereño, el doctor José-Ramón González Muñiz, me envió un correo
electrónico en el que me decía: es una iglesia de estilo románicogótico, construida entre los siglos XII y mediados del XVI.
A tres kilómetros aproximadamente, se encuentra un yacimiento de
grandes dimensiones, lo que se cree que fue la antigua ciudad
romana, conocida como Castra Caecilia, hoy conocida por Cáceres el
Viejo y se corresponde con lo que fue la ubicación primero de un
campamento militar romano y luego de la ciudad. Según algunos
historiadores se cree que fue fundada en el año 80 a. C. por el jefe
militar Cecilio Metelo, de donde derivaría el nombre romano. Al no
estar en el camino, no pudimos verla, pero creo que es interesante al
menos conocer que existe.
El nombre actual de Cáceres procede del árabe kazris, que puede
muy bien ser una derivación del latino castris. El Cáceres
monumental que hoy conocemos comenzó a levantarse en la época
árabe, a partir del siglo X. En el XII se construyó una muralla para
defenderla de los ataques desde el reino de León y en 1229 el rey
Alfonso IX acabó conquistándola. Desde entonces se fue configurando
todo lo que es hoy la parte histórica.
En el entorno del río Tajo, el Tagus romano.
En una nueva etapa, saliendo desde la plaza de toros de Cáceres, el
primer pueblo que nos encontramos fue Casar de Cáceres, en el que,
según me dijeron, por la calle principal pasaba la Calzada. Allí
sellamos las credenciales, compramos la famosa tarta de queso y
fuimos a ver la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción,
que creo que es del siglo XV. En una plaza adornada de plantas,
árboles y palmeras hicimos un alto para comer un bocadillo, pues
necesitábamos fuerzas para seguir el camino.
Recorridos 8 kilómetros aproximadamente desde el Casar, nos
encontramos con dos fragmentos de miliarios. Fijándome bien, me di
cuenta que habían sido colocados recientemente, pues se notaba que
la tierra que les rodeaba estaba todavía blanda y la hierba no había
hecho su aparición. Lo más curioso es que la distancia de uno al otro
era solamente de unos cuantos metros y además estaban colocados a
la derecha, algo que resulta inverosímil. Comencé a caminar
pensativo, cuando, pasados pocos kilómetros, me encontré con varios
miliarios divididos en dos montones, cada uno de cinco o seis. Lo
llamé cementerio de miliarios. Tras mis averiguaciones posteriores su
nombre exacto es Lomo de la Plata
y me dijeron que no eran miliarios, pero sí el lugar donde se hacían
los verdaderos. Posteriormente, fijándome en las fotografías que
tengo, observé que ninguno estaba cincelado ni marcado y, es más,
tampoco tenían al final la forma cuadrada, que era la que en gran
parte quedaba enterrada.
El final de la etapa fue en el reculaje del río Tajo, un lugar muy
apropiado para ello. A este río los romanos le llamaron Tagus.
Cuando hay poca agua se puede ver perfectamente la torre de los
Floripes, del siglo XV, que estaba antes de cruzar el río, y también los
restos de lo que fuera el pueblo de Alconétar. Hoy todo ha quedado
cubierto por las aguas y dentro de ellas lo que quedaba de la masio
de Turmulus. Mejor suerte han corrido las ruinas de su puente
romano, que pudieron salvarse al ser trasladadas y reconstruidas
hacia el cauce del río Sapo, en la otra orilla del embalse. Puede verse
en el inicio de la subida hacia el pueblo de Cañaveral.
Fue desde el pantano de Alcántara desde donde iniciamos la siguiente
marcha. Primero lo hicimos por la carretera N-630, cruzando por los
puentes del río Almonte y Tajo, éste último, en las cercanías del Club
Náutico. Después cruzamos la carretera y retomamos la marcha por
una vereda. Casi todo este tramo del camino lo hicimos entre jaras y
encinas. Antes de llegar a Cañaveral pasamos por un puente
medieval, llamado de San Benito, y cruzamos después la carretera
para reagruparnos alrededor de la iglesia de Santa Marina, de los
siglos XIV y XV. En este pueblo comimos.
Seguidamente nos salimos de la Calzada y atrochando por el monte
entre árboles y arbustos llegamos al convento franciscano de El
Palancar, fundado por San Pedro de Alcántara en el siglo XVI. Yo
creo, según lo que he leído, que es el monasterio más pequeño del
mundo, pues sólo tiene 72 m2. Además de sus dependencias, tiene
una capilla muy bonita y un claustro de madera muy curioso. Merece
la pena visitarlo. Yo lo he hecho varias veces.
La etapa finalizó en Grimaldo, un pueblo que conserva un castillo con
su torre y dentro de él un miliario, del cual no puedo dar detalles. En
la siguiente marcha gran parte del camino lo hicimos entre encinas y
alcornoques, casi siempre pisando una alfombra verde y de fresca
hierba. En la parte final del trayecto pasamos junto al pantano del
Boquerón y cruzamos su aliviadero, no sin llevarnos unos cuantos
sustos viendo en qué piedra podíamos pisar por si se movía o estaba
fija, porque, de confundirnos, el chapuzón estaba asegurado. Gracias
a Dios todo quedó en risas. La primera vez que lo atravesamos, yo fui
el primero en quitarme las botas y remangarme los pantalones,
pierdo el equilibrio con facilidad.
Al llegar a Galisteo, donde estuvo situada la mansio de Rusticiana,
comimos, para luego despistarme y caminar solito, como es mi
costumbre para poder saborear la villa. En ella vi la muralla almohade
de los siglos XII-XIII, construida con cantos de río; la iglesia
parroquial, con un hermoso ábside mudéjar; la torre del Homenaje o
la Picota, como popularmente la llaman; y la Silla de la
Reina,
con una vista panorámica excelente, y el Rollo colocado detrás de la
silla, donde ajusticiaban al reo cortándole la cabeza. Estas dos
últimas cosas están trabajadas con granito. Finalmente, al visitar la
iglesia parroquial y ante la petición de los peregrinos, volví a cantar,
aunque esta vez lo hice con la “Plegaria” de Álvarez.
Camino de Cáparra.
En la marcha desde Galisteo a Cáparra pasamos por Aldehuela de
Jerte, situado a 5 kilómetros. Poco tengo que contar de esta
localidad, ya que lo único que hicimos fue sellar la credencial, en la
que aparece impreso “Iglesia parroquial de San Blas”.
La llegada a Carcaboso fue muy
distinta. Junto a la iglesia del
pueblo, dedicada a Santiago y
recién
restaurada,
están
colocados, de izquierda de a
derecha, los miliarios números
CIII y CII. Son de la época de
Trajano y están muy bien
conservados. Fue una delicia
poder
recrearme
mirándolos
durante un tiempo. Detrás hay otros fragmentos, aunque se dice que
no pertenecen a la época romana. A la derecha y sobre la pared
están pintados varios miliarios, que describo a continuación, según su
ubicación de izquierda a derecha: el primero, el número CIII, con una
inscripción; el segundo, sin número y marcado sólo con una
inscripción; el tercero, sin señal alguna; y el
cuarto, con la
inscripción en su parte superior, y con la marca de las letras P D y el
número CII debajo, en su parte inferior.
Lo que más me llamó la atención fue ver pegados en las dos esquinas
delanteras de la iglesia otros dos miliarios con el mismo número, el
CIII. Cierto, pero es posible que alguno repetido sea posterior,
realizado por quién restituyó, o reparó la calzada.
Bajé a la plaza a ver otro miliario y cuál fue mi sorpresa que no había
ninguno. Pregunté por él y una persona muy simpática me contestó
que estuvo colocado allí, pero que alguien del pueblo lo cogió y lo
metió en el patio de su casa. Insistí en mis preguntas, por si podía
darme más pistas, y me dijo que vivía en las cercanías de la plaza,
pero que no me podía dar más datos. Terminó diciéndome que en
todo caso el tal personaje no me lo iba a enseñar. Se lo agradecí y
continué el camino.
Dejando Carcaboso, caminamos en dirección a la Dehesa de
Ventaquemada. Antes de saltar la primera de las paredes por las que
nos cruzamos me encontré con otro fragmento de miliario y
curiosamente marcado otra vez con el CIII. Pensé para mis adentros
si es que habían parido varios miliarios con ese número. Posible
porque la calzada fue reparada y reconstruida varias veces. También
pude ver que otro que estaba a su lado había desaparecido. No hace
falta ser muy listo para sacar como conclusión que lo que estaba
marcado era el lugar donde se encontraba originalmente, pues la
tierra estaba limpia, sin que hubiera salido nada de hierba, que es la
alfombra verde que íbamos pisando.
Después de saltar la pared, junto a ella, vi otros dos miliarios,
también caídos y haciendo un ángulo. No pude ver la numeración.
Hasta Ventaquemada tuvimos que saltar un total de cinco paredes,
lo que hizo que la etapa se hiciera un poco más dura, pero a la vez
más alegre por las risas producidas con las ocurrencias que tenía
cada peregrino.
A unos seis kilómetros de Ventaquemada está el hermoso pueblo de
Oliva de Plasencia, el cual tampoco visitamos, pero que no tengo más
remedio que mencionarlo. En la calle Enrollado, junto al Colegio de
San Miguel, hay un miliario muy bien conservado. Está incrustado en
unos peñascos y sujeto con cemento. Está numerado con el CXII y,
como en él consta, fue mandado erigir por Adriano, emperador nacido
en Hispalis (Sevilla) que reinó a principios del siglo II. En un patio del
antiguo palacio de los Condes de Oliva, sito en la calle Pozo Lirón,
hay otro miliario sin numerar y es un tanto extraño. Es más estrecho
de lo normal y algo más alto. Las frases en latín cinceladas las han
repasado con alquitrán. En las cercanías de la iglesia parroquial se
pueden ver fragmentos de los basamentos de más miliarios y otros
restos romanos 4 .
Ya en Ventaquemada solicitamos agua y de paso nos quedamos a
comer, aunque yo me dirigí enseguida al Arco de Cáparra. Tengo la
costumbre de hacer estas cosas en solitario, pues hay momentos en
que necesito pensar, caminar en paz e ir a mi ritmo. En este caso,
como conocía muy bien el terreno, el tramo se me hizo corto: los 6
kilómetros los recorrí en 62 minutos. El piso era una alfombra verde,
atravesé tres regatos saltando pontones y caminé entre las sombras
de algunas encinas y muchos alcornoques. Hacia la derecha pude ver
fincas hermosas con bastantes reses pastando. La hierba estaba muy
fresca y crecida, pues no en vano por ella pasan varios regatos, que
son por los que tuve que cruzar. Al llegar al final pasé delante de la
entrada de la dehesa llamada Casablanca, que pertenece a la familia
de mi amiga Pilar y compañera y peregrina.
En la Capara romana.
Llegando a Cáparra pronto cambió el entorno natural, sobre todo al
tomar contacto visual con las ruinas. El enlosado de la calzada
romana es magnífico, lo que es digno de una foto. No pude hacerla,
pero la venganza será terrible. El final de la vía llegaba hasta el
famosísimo Arco de Cáparra, de la ciudad romana de Capara. En ella
estuvo situada otra mansio y la existencia de un arco de triunfo nos
da una idea de la importancia que tuvo que tener en su época. Se
sabe que fue citada por el escritor y militar romano del siglo I Plinio
el Viejo.
4
Esta información me la han facilitado mi amigo el dr. Jacinto García García,
natural de la localidad, don Julio García Arroyo, de Aldeanueva del Camino, y otros
vecinos.
Pasado el Arco, me encontré con el miliario CX.
Mi emoción fue muy grande e indescriptible, algo que solamente
pocas personas podemos apreciar, ya que la mayoría no se fija o
desconoce que correspondía con las 110 millas que había desde
Augusta Emerita hasta Capara. El miliario se ha reconstruido en
cemento con adornos e inscripciones romanas. En su parte inferior
figura el número que le corresponde. El color con que lo han pintado
puede ser el salmón. La pintura es prudente y para mí está lograda.
La Asociación “Alba Plata” se merece aquí un sobresaliente, no así en
otros puntos, que están dejados de la mano de Dios. Espero que poco
a poco vayan mejorando para definir de una vez por todas lo que fue
la calzada romana. Y no sólo en Extremadura, sino en todas las
provincias por las que discurre. No hay que olvidar que los
yacimientos romanos están cogiendo cada vez más auge, de ahí que
los visitantes y peregrinos que por allí pasamos nos detengamos algo
más para poder ilustrarnos. A pesar de la cantidad de gente que pasa
por el Centro de Interpretación de Cáparra, todavía no tienen un sello
para poder estamparlo en las credenciales. ¡Hay que ser dejados!
En el Centro de Interpretación me trataron con una exquisitez poco
normal. Después de esperar a que llegase el grupo, nos sentamos en
una sala en la que proyectaron el documental “Una visita virtual por
Cáparra”, donde se explica minuciosamente lo que fue la ciudad. Me
quedé extrañado al oír que el Arco era tetrápilo (4 pilares), una
palabra que escuché por primera vez. En otras ocasiones me habían
dicho que era cuadriforme e incluso en un libro leí el nombre de
cuadrifronte. Sobre la población de esta ciudad tan impresionante no
puedo recordar el número exacto y la fuente, pero he leído en algún
libro que llegó a superar los cinco mil habitantes.
Aldeanueva del Camino.
De Cáparra a Aldeanueva del Camino no hay mucho que destacar,
amén de la hermosa naturaleza y la risa que nos pasamos al saltar
algunos regatos, viendo cómo varios peregrinos resbalaban y no sólo
se mojaban las botas, sino que el agua penetraba en ellas. La entrada
en Aldeanueva, sin embargo, recibe a todos los peregrinos con un
llamativo y hermoso azulejo colocado de frente y a la izquierda, en la
entrada de la avenida de las Olivas por donde pasaba la Calzada. Nos
informa sobre el trayecto por el que hemos caminado y el nombre de
las ciudades desde Mérida. La Calzada atraviesa por el medio de la
localidad.
Desde el comienzo de la avenida de las Olivas, por donde pasa la
calzada, nuestro guía y amigo Julio García Arroyo se brindó a
acompañarnos. En su magnífica casa nos estampó las credenciales, el
sello más bonito de todos cuantos tenemos de momento. Con él
proseguimos por la avenida, donde casualmente tengo a tres familias
amigas. La cuarta vive en las proximidades. Hacia la mitad
aproximadamente pudimos ver al lado derecho lo que fue el antiguo
hospital para peregrinos. Casi al final, en el lado izquierdo, pasamos
por el Albergue, un edificio nuevo no muy grande, pero con una
construcción muy bonita, llamativa y muy completa. En la fachada
hay un bonito azulejo, bien visible, donde figura el nombre de
“ALBERGUE”, y otros azulejos.
En el dintel de la puerta está
grabada
la
inscripción
“SANTIAGO DEL CAMINO”,
acompañada por dos conchas
peregrinas al principio y final
de la frase. Todo esto, junto
con los diferentes azulejos del
pueblo, ha sido hecho por
Julio García Arroyo.
En la plaza del Mercado pude deleitarme con la belleza de sus
balconadas, engalanadas por macetas con sus hermosas flores, y con
el color blanco de sus limpias fachadas, que contrastaban con el
verdor de su arboleda. Seguidamente entramos en el famoso café-bar
Español, donde aprovechamos para asearnos un poquillo, pedir la
bebida, sacar las viandas y ponernos a comer.
Después del descanso merecido fuimos a ver con ganas, en el centro
del pueblo, la garganta Buitrera. En la entrada del puente,
posiblemente de origen romano, vi colocado a la derecha el segundo
azulejo.
Después entramos en la Plaza Mayor, donde se encuentra el
Ayuntamiento, y de la que salen dos calles. En la de la izquierda,
llamada Severiano Maside, se encuentra la parroquia de Nuestra
Señora del Olmo, de la que puedo presumir haber llevado en andas
sobre mi hombro unos años antes la imagen de la Virgen. Julio nos
mostró las bellezas de su interior, entre las que se encuentra el mural
pintado por él mismo. Situado en uno de los ángulos del templo, es
una recreación del estilo románico y en el que se representan escenas
de las tribus de Israel y de la vida de Jesús.
En el paseo por las calles vimos azulejos con sus nombres y sus
dibujos alusivos. De vuelta a la Plaza Mayor tomamos la calle de la
derecha, llamada de la Plata,
por donde sigue pasando la
calzada
romana.
Los
peregrinos, y no sé el motivo,
pasan por la calle Severiano
Maside, lo que quiere decir que
la calle de la Plata tendrá que
ser señalizada. La salida del
pueblo nos despidió con otro
azulejo,
esta
vez
en
la
izquierda de la calle.
Según el propio Julio nos cuenta en una obra reciente suya 5 , durante
varios siglos hubo dos pueblos separados precisamente por la calle de
la Plata. La parte de arriba se conocía como Casas de Aldeanueva, y
pertenecía a la diócesis de Plasencia y al ducado de los Zúñiga. Y la
de abajo se llamaba Aldeanueva del Camino, perteneciente a la
diócesis de Coria y al ducado de Alba. La unión de los dos pueblos se
produjo en 1845. Como anécdota graciosa se dice que Aldeanueva es
el pueblo de las tres mentiras, pues ni es aldea, ni es nueva, ni está
en el camino.
Y para terminar no puedo por menos que transcribir la poesía que con
tanto amor escribió el gran poeta castellano-extremeño José Mª
Gabriel y Galán:
Aldeanueva del Camino,
qué bonita debes ser,
si como tienes la cara,
tienes el alma también.
5
Julio García Arroyo: Aldeanueva del Camino. Historia Paralela. Hervás, Gráficas
Hervás, 2000.
Aldeanueva del Camino,
te quiero desde que sé
que como tienes la cara,
tienes el alma también.
Baños de Montemayor
Quinientos metros antes de entrar en Baños de Montemayor estuve
comiendo con mis amigos Julio García Arroyo y José-Antonio Matías
sobre un pequeño y coquetón puente romano, llamado del Cubo. La
calma del lugar, el sonido del agua de la pequeña cascada que
teníamos al lado y la emoción de estar juntos hicieron que nos
comiéramos los bocadillos, y nos intercambiamos trozos, con ilusión y
alegría.
El nombre de Baños de Montemayor tiene su origen en los baños de
aguas termales con fama de curativas. Fue la localidad de Banienses,
que derivaba de la palabra latina banium. Se conservan restos de la
época romana, si bien algunos han sido restaurados para ser usados
nuevamente. Las aguas utilizadas proceden de dos manantiales
subterráneos, llamados Columna y Arqueta, que se encuentran
debajo del antiguo balneario. Hay otra parte en la que han situado las
salas destinadas al museo, donde pudimos ver muchos vestigios de la
época romana. En un gesto que honra a los propietarios, pudimos
darnos un baño, para luego visitar el museo. Este privilegio se debió
a la labor de nuestros compañeros Alfredo y Bene. En el pueblo existe
además un magnífico Centro de Interpretación, que también
visitamos.
La patrona del pueblo es Santa Rosa de Lima, cuya conmemoración
se celebra el día 23 de agosto de cada año. Al parecer, su padre,
Gaspar Flores, era natural de Montemayor del Río, pero tanto los
habitantes de este pueblo como los de Baños se han disputado el
lugar de su nacimiento. Se sabe que en el siglo XVI Baños era una
pedanía de Montemayor del Río, lo que puede aclarar la disputa. En
ese siglo don Gastar marchó a América y en Lima concibió junto a
una nativa una hija, nacida el año 1586 y a la que pusieron el nombre
de Isabel de Flores. Ésta, años después, ingresó en la Comunidad
Religiosa Terciaria Dominicana, donde permaneció hasta el día de su
muerte en la misma Lima en 1617. Fue canonizada en 1671.
Durante el tiempo que tuvimos libre, yo lo aproveché para subir por
la carretera N-630, junto a mí amigo Julio, hasta el restaurante El
Solitario, a tan sólo 2 ó 3 kilómetros. Allí pudimos recrearnos con un
fragmento de miliario, sito en la parte exterior y que lleva el mismo
nombre que el restaurante. Parece ser que fue encontrado entre unos
escombros y está marcado con el número CXXXI.
Según nos cuenta el mismo Julio en su libro sobre el valle del
Ambroz 6 , se tiene conocimiento de él desde el siglo XVII y puede
leerse, además de su número, la palabra “RESTITV” y las letras “E
CO”. Según me han dicho, su ubicación inicial podría haber estado
más arriba de Baños de Montemayor, ya dentro de la provincia de
Salamanca, pero, claro, no existe certeza de ello.
Nuevamente en Baños nos reagrupamos y comenzamos a caminar
por la reconstruida Calzada, pasamos por un bonito crucero para
llegar a una fuente, desde donde pude deleitarme contemplando el
hermoso valle. Se puede leer en varias publicaciones 7 que en el límite
de las provincias de Cáceres y Salamanca hay una alcantarilla
romana, aunque yo no he sido todavía capaz de verla. Pero creedme,
que en su momento lograré localizarla y fotografiarla. Mientras tanto
me conformo con las fotos que me ha enviado Julio.
6
Julio García Arroyo: Valle del Ambroz. Bóvedas, Gráficas Hervás, 2002.
7
Una de ellas es la obra ya referida de Julio García Arroyo.
La entrada en la provincia de Salamanca.
La entrada en la provincia de Salamanca la hicimos a través de la
Calzada arreglada. Se camina por la izquierda de la carretera N-630,
ya en el término de Puerto de Béjar, volvemos a pisar un poco de
carretera, para llegar a Casa Adriano, que curiosamente el camino
pasa por detrás de ella. Más adelante hay una tapia alta por donde
sobresalen algunos árboles. Nos dijeron que era el Coto de Nuestra
Señora del Carmen, también conocido como Jardín del Conde. Una
señora un tanto arisca nos dejó pasar a unos cuantos peregrinos,
pudiendo contemplar el jardín botánico con diversidad de árboles,
arbustos, plantas, flores, etc. Vicente nos llevó hasta
el primer
miliario de la provincia de Salamanca.
Se trata de una pieza un tanto extraña. Está hecha de granito y se
perciben las tres partes que solían tener las columnas clásicas: la
basa, muy ancha y cuadrada; el fuste cilíndrico; y un capitel con una
concavidad en la parte superior que me recordó a una especie de
florero, pues de vez en cuando los propietarios aprovechan para
colocar flores. Según me explicó, posteriormente, Vicente Sánchez
Pablos, conocedor del tema, está marcado con el número CXXXII y lo
mandó colocar el emperador Constantino, que reinó en la primera
mitad del siglo III. También sabemos que está situado cercano a su
lugar de origen.
Unos metros más allá del Jardín del Conde, en el cruce que marca la
continuación de la Calzada con la carretera de Peñacaballera, vi otro
miliario. Es de nueva construcción y le han puesto también el número
CXXXII. Hace unos meses ha sido trasladado y colocado dentro de la
Calzada.
En
el
lugar
que
aparecieron los restos
romanos de la Calzada,
y sobre una pared de
los nuevos puentes, se
ha colocado un panel de
palastro de unos 20
metros de largo, en el
que se ha calado el
recorrido de la Calzada,
con una forma parecida
a una serpiente, y en el
que se
describe con
todo lujo de detalles el itinerario desde Mérida hasta Astorga. Debajo
está inscrita la famosa frase que algunos peregrinos conocemos y el
anagrama moderno de la Junta de Castilla y León para la Vía de la
Plata.
VIA DE LA PLATA
ITER AB EMERITA ASTURICAM
*
Se puede interpretar de la siguiente manera: la V significa vía; el palo
con la estrella en la parte superior, el camino y las estrellas que
configuran la constelación del Camino de Santiago, Vía Láctea o
cruce de caminos.
Esto es algo que tenemos que agradecer a algunas instituciones, pero
sobre todo al incansable Vicente Sánchez Pablos, Presidente
Honorífico de nuestra asociación “ACASAN-Vía de la Plata” 8 . Sirva
esto como ejemplo para que instituciones y asociaciones de otras
provincias trabajen denodadamente para que el patrimonio cultural
sea respetado. Pese a que se han hecho daños irreparables por
personas y empresas sin escrúpulos, de cualquiera de las maneras
todavía
hay tiempo para salvar algunos tramos en diferentes
provincias.
Siguiendo nuestra marcha, iniciamos el descenso, que es muy
conocido por los peregrinos que formábamos el grupo. Pero he aquí
que me llevé una nueva sorpresa al descubrir otro miliario de nueva
construcción con el número CXXXIII.
Continué observando los restos que quedan de la calzada romana,
entre los que destaca la buena proporción de piedras laterales que
hacían de bordillos. Los tramos de acera y de calzada que fui viendo
me permitieron transportarme en el tiempo, lo que me produjo
mucha emoción.
El recorrido es de gran belleza, discurriendo entre sombras de
castaños y robles hasta llegar al famoso puente de origen romano
con tres ojos y restaurado en varias ocasiones: el conocido como
puente de la Malena, que viene de Magdalena.
8
Su página web es: www.viadelaplata-fuenterroble.com. Y su correo electrónico:
[email protected].
Pasado el puente pude observar un miliario más, pero incompleto por
estar roto, lo que no quitó que lo mirara con cierta admiración en el
pequeño prado en que se encuentra.
Hay otro que sirve de jamba a una cancela paralela al río Cuerpo de
Hombre, al que llamaban los romanos Corpus Hominis, y que sirve de
entrada al corral llamado ahora del Chinato. Se desconoce el número
que le corresponde. A unos cien metros vi otro, mandado erigir por
Caracalla, emperador romano de los siglos II-III. Se encuentra en
magnífico estado y tiene el número CXXXIV. Está ubicado
exactamente en el centro del corral del Chinato, conocido con
anterioridad como el corral de la viuda de Domingo Muñoz. La
inscripción del miliario, según me ha facilitado Vicente Sánchez
Pablos, es la que sigue:
IMP.CAESAR.DIVI/
SEPTIMI.SEVERI PII.
ARAB/ ADIAB.PARTHICI.
MAX.BR/ IT.MAX.FIL.DIVI.
MAR.AVR.ANTONINI/
GERM.SARM.NEP.DIVI.
HADRIANI/ ABNEP.DIVI
TRAIANI.PARTHI.CI.ET.
DIVI.NERVAE. AD/ NEP/ M.
AVREL.ANTONINVS.PI/ VS.
FELIX.AVG.PARTH.MAX.
BRIT.MAX.GERM.MAX.PA/
TER. MILITVM.TRIB.POTT
XX/ IMP.III.COS.III.
P. P/PROCOS/ CXXXIIII/
En la fachada del Caserío Sinforiano hay otro fragmento, que
posiblemente pudiera tener el número CXXXV.
Y en la granja de San Francisco, otro más, al que bien pudiera
corresponderle el CXXXVI.
Unos 500 metros aproximadamente más adelante, en el camino y al
lado derecho, pude ver otro, que fue llevado en 1993 al Museo
Provincial de Salamanca para ser restaurado, siendo devuelto a su
anterior emplazamiento dos años después. En este recorrido, también
podemos deleitarnos viendo varios tramos de Calzada Romana
Calzada de Béjar.
A un kilómetro aproximadamente, antes de llegar a Calzada de Béjar,
por el lado izquierdo de la carretera, vi otros dos miliarios que
estaban a escasos metros uno del otro. El primero se conserva
completo, fue mandado erigir por Adriano y está numerado con el
CXXXVII. El segundo miliario es un fragmento. Ambos fueron
rescatados hace algunos años por los “Amigos del Museo de
Salamanca”, subiéndolos desde el fondo del valle hasta el lugar desde
donde se supone que habían rodado. Donde se encuentran es el
prado de Regajo.
Antes de llegar Calzada de Béjar pude recrearme con las vistas del
desfiladero Tranco del Diablo, donde la leyenda dice que perdió su
bota. Este paraje está en el curso del río Cuerpo de Hombre.
También quiero resaltar que justo en la cuesta antes de entrar en el
pueblo hay un tramo que pudiera ser de la calzada romana.
La parada la hicimos finalmente en Calzada de Béjar, un pueblo muy
representativo, como refleja su nombre. La ermita del Santo Cristo
de la Misericordia es del siglo XVI, recientemente rehabilitada gracias
a la labor del párroco Jesús Luengo Galán. La iglesia de Nuestra
Señora de la Asunción, restaurada por iniciativa del mismo párroco,
es del siglo XVII y tiene un hermoso retablo barroco, en el que
destaca la Virgen de madera policromada. Aún se conservan por la
plaza del pueblo y la calle por donde pasaba la Calzada las casas
medievales
con las balconeras de madera y las fachadas blancas. En el buen
tiempo las macetas se llenan de flores multicolores, que hacen del
pueblo un lugar muy hermoso.
Según dicen los vecinos hay tres fuentes romanas. La primera la
encontré cerrada con una puertecita metálica. Su nombre es el de
San Ignacio de Loyola,
pero actualmente la llaman la fuente de Arriba. Años atrás también la
llamaban Fuente de los Enamorados, porque dicen que cuando iban
las mozas a buscar agua, lo primero que hacían era bañarse en el
pilón, que todavía existe, luego cogían los cántaros, que se colocaban
al cuadril, y finalmente bajaban contentas, limpias y aun más
hermosas con la ilusión de que los mozos las estaban esperando.
Algunas tenían novio declarado y otras iban a ver a los mozos que
eran de su agrado. La segunda fuente estaba abierta, es de piedra de
granito y la llaman del Rebollar. La última es de las mismas
características, pero no fui a verla.
A la salida del pueblo, por el lado izquierdo, hay un tramo de calle
porticada. De la última piedra que sujeta la balconada se comenta
que bien pudiera ser otro miliario, un poco desfigurado, seguramente
para adaptarlo y hacer su actual función.
A pocos metros de la salida, sobre de un pedestal colocado encima
del caño que sirve para aliviar la sed de los caminantes, han colocado
un peregrino de chapa de hierro negro que pone debajo y en letras
blancas “BUEN CAMINO”.
Metros más arriba del caño, hay un edificio medio derruido del cual
dicen, como corrobora Manuel Gómez Moreno 9 , que fue un fortín
romano. Otras personas, también muy entendidas, lo relacionan con
9
Manuel Gómez Moreno: Provincia de Salamanca. Valencia, Gráficas Soler, 1967.
un almacén de nieve o nevero. Yo lo he visto un poco endeble para
ser una obra romana, a parte de que las llamadas “saeteras” son
auténticos desagües y que todas las señales de la entrada dan que la
puerta se atrancaba hacia el exterior.
Siguiendo por la calzada romana, aparecen dos alcantarillas, una a
poca distancia de la otra.
Y continúo refiriéndome a más miliarios. El primero, muy difícil de
localizar, lo encontré en el interior de una tenada, en un lugar muy
escondido para ser localizado.
Sujeta el techo de una tenada en la parte central a modo de columna.
Durante gran parte del año está cubierto por heno empacado. Así me
explico las dificultades que tuve para localizarlo, pero, de verdad, me
encuentro muy satisfecho.
Metros más adelante me fijé en las jambas de las puertas de entrada
de un prado, pensando si eran las dos mitades de un miliario. Un
poco más adelante y a la derecha del camino, me paré para observar
como dentro del prado, llamado Laguna de la Dehesa, había una
especie de... ¿miliario?. Tuve que pasar entre unos alambres de
espino, algo que ya había experimentado en otras ocasiones, e hice
varias fotografías. Según personas más entendidas podría tratarse de
un mojón o poste granítico. Creo que sería oportuno el hacer un
estudio para averiguarlo.
Al siguiente miliario, que estaba a la derecha del camino, le faltaba el
basamento, por lo que dudo que pueda serlo. Después me quedé
observando otro no solo por la perfección y belleza que tenía, sino
por el buen estado que se encontraba, sin olvidarme del lugar.
Un kilómetro más allá logré ver dos más en el prado de la Ollera.
Uno, más grande, donde se ve claramente la letra N, que
corresponde a Navalmoral.
El otro, más pequeñito, con las letras CX marcadas, pero sin saberse
a qué corresponden. Están a dos metros aproximadamente de
distancia uno del otro y sobre un mismo basamento. Creo que éste
descubrimiento, ha sido para mí de los más impactantes durante el
recorrido por la Calzada. Tengo que aclarar que tanto estos dos
últimos fragmentos y el anterior miliario, fueron traídos y colocados
por la Asociación San Gil en lugares muy próximos al original.
Entre el río Sangusín y Fuenterroble de Salvatierra.
Después de luchar durante mucho tiempo nuestra Asociación de
Fuenterroble de Salvatierra ha logrado que se colocase una pontonera
para el paso de los peregrinos en el río Sangusín.
Del miliario CXLII, situado junto a dicho río, disponemos de bastante
información sobre los avatares sufridos desde 1962. Siguiendo el
trabajo de G. Guillani y M. Santonja 10 , su ubicación pudo estar junto
al cauce del río hasta que en dicha fecha lo trasladaron a Madrid para
formar parte de la “Exposición Histórico-Cultural de la Carretera”.
Lejos de ser devuelto, quedó colocado en el
patio de operaciones de los Nuevos
Ministerios de la capital, donde ha
permanecido hasta febrero de 2006, en que
se volvió a colocar cerca de su lugar de
origen.
Debo aclarar que después de llevarse el
original colocaron una réplica de cemento.
Al volver a reinstalar el original se hizo mal,
pues está a la derecha de la calzada
romana, donde nunca lo ponían los
romanos. Con el debido respeto, deben
darnos una explicación quienes sean
responsables de ello.
Voy a detenerme un poco en el miliario a modo de ilustración sobre
las características que tenían. Para ello seguiré utilizando la
información de los anteriores autores. Atendiendo a sus dimensiones,
la altura total es de 2’345 metros; la del fuste, de 1’85; el diámetro
tiene 0’545; la circunferencia, 1’715; y la basa mide 0’49 por 0’58.
La inscripción se ve mal en sus dos primeras líneas por efecto de la
erosión, pero también ha sido dañada por intervenciones posteriores.
10
G. Guillani y M. Santonja: Arqueología en la Vía de la Plata. Béjar, Ediciones de
la Fundación Premysa, 1971.
Se han añadido en la parte superior las letras P y V, y en la inferior, V
S, aunque estas últimas no afectan a la inscripción. Se sabe que el
miliar fue utilizado durante un tiempo como delimitación de los
términos municipales de
Peromingo, Valverde de Valdelacasa y
Valdefuentes de Sangusín, correspondiendo las letras a las iniciales
de cada municipio.
Entre el río Sangusín y el pueblo Valverde de Valdelacasa localicé el
miliario CXLIII, que además está marcado con una gran V en la parte
superior, lo que indica que está en la linde de Valverde de
Valdelacasa. Se encuentra entre una pared de piedras de granito,
unas zarzas y una alambrada de espino, dentro de un prado llamado
Fusillo. Las fotografías que he hecho han resultado bonitas. La
importancia de este miliario está en que señala la mitad de la
distancia de la calzada romana de Mérida a Astorga y por todos los
indicios está en su lugar original.
A cien metros de Valverde de Valdelacasa, y antes de pasar un
puentecillo, al lado izquierdo, se encuentra otra fuente, llamada del
Chapato. Desde el principio creí que podía ser romana y por mis
averiguaciones posteriores, parece ser positivo. Pero ahí queda.
En el mismo pueblo, en el jardín
de la casa de Leoncio García
García, sita en la calle las
Campanas, número 13, hay otro
fragmento de miliario, que está
tumbado a la derecha según se
entra en el jardín. El hombre,
muy amable, me dijo que estaba
dispuesto a entregarlo en el
momento que se lo solicitaran.
El número CXLVIII se encuentra incompleto y a la derecha del
camino, fue repuesto en el año 1993 por nuestra Asociación. Está a
unos 50 metros de la fuente de la Calera,
también de origen romano y de la que también podemos saciarnos de
agua para mitigar la sed acumulada en el camino. A pocos metros de
ella hemos construido una choza y plantado unos árboles autóctonos
pensando en las inclemencias del tiempo. Exactamente el 5 de agosto
de 2006, en homenaje al equipo salmantino de baloncesto femenino
Avenida, que estuvo presente en el acto, plantamos diferentes
especies de árboles con el nombre de cada jugadora. Son jóvenes
que nos han dado muchas alegrías, al haber sido en varias ocasiones
campeonas de la liga y copas españolas. En febrero de 2008 se
plantaron más árboles, esta vez por un grupo de alumnos del Colegio
de los Maristas de Salamanca. Este trabajo sirve para que los
peregrinos podamos hacer un alto en el camino, que en tantas
ocasiones es necesario, y poder así descansar.
Siguiendo con nuestros miliarios, hay otro fragmento en las cercanías
de Fuenterroble de Salvatierra, colocado en un lugar adecuado para
salvar una parte importante de la Calzada. Equivalente al CXLIX.
Espero que limpien un poco la zona, porque quien no conozca su
ubicación le resultará difícil localizarlo.
Entramos en Fuenterroble de Salvatierra y vimos enseguida el
Albergue Parroquial construido por el Páter y Presidente de nuestra
Asociación
Blas
Rodríguez
Boyero,
conocido en todo el
mundo
entero.
Los
peregrinos
son
atendidos
de
tal
manera que, por donde
pasen, el nombre de
Blas lo llevan en su
mente. Además es un
hombre muy dedicado
a todo que lo conlleve
el nombre de Camino
Mozárabe de Santiago
o Vía de la Plata.
Después de haber pisado tanto tiempo la Calzada solamente he visto
un parque temático al aire libre, que es el que está en el mismo
pueblo. Se encuentra a la derecha de la iglesia parroquial Santa María
la Blanca, del siglo XVIII. En el parque, los peregrinos y visitantes
podemos conocer mediante paneles las fases por las que pasó
durante su construcción, pisar in situ la reproducción de un tramo de
la calzada, la elaboración de la misma pasando por las diferentes
fases y ver la reproducción de un miliario.
Camino de Salamanca.
Después de la visita de Fuenterroble de Salvatierra, en el lugar
conocido por Fuente Santa o Fuensanta están los restos de un
antiguo monasterio franciscano.
Desde aquí comenzamos a subir al pico de la Dueña, el más alto de
Calzada y en el que se alza la cruz de Santiago, hecha en hierro
forjado y con un peso aproximado de 80 kilogramos. Su fuste es de
madera, formado por un palo central creosotado y reforzado
perimetralmente con otros seis en apretado haz, que representan los
siete municipios que colaboraron en la obra. Su autor es Salvador
Castellano, peregrino de Zafra. La cruz la colocamos en 1998 los
miembros de nuestra Asociación.
Bajamos hasta llegar a la carretera, caminamos en gran parte sobre
ella, llegamos a la dehesa de Calzadilla de los Mendigos, lugar de
descanso y donde los peregrinos nos abastecemos de agua. Detrás de
las casas de la dehesa se puede apreciar un buen trecho del lomo de
la calzada romana.
En San Pedro de Rozados entramos en Casa Carmen, un bar en el
que dicen que se comen las mejores tortillas de la Calzada y donde
hace años tenían un sello muy bonito para las credenciales. En
Morille, alternativa del camino y antesala de la entrada en la ciudad
de Salamanca, pudimos descansar y dormir en un albergue
construido recientemente e inaugurado por nuestra Asociación en
2001. Ahora parece están a punto de construir otro mayor y con un
espacio adicional con el fin de utilizarlo como multiusos.
A la derecha de la carretera desde Aldeatejada hacia Salamanca
pudimos apreciar nuevamente el lomo de la calzada romana hasta el
terraplén que conforma el paso de la vía del ferrocarril de Portugal,
paralelo al arroyo del Zurguén. Los restos fueron salvados de su
destrucción gracias a las buenas gestiones de miembros de ACASANVía de la Plata.
Una ruta alternativa entre Fuenterroble de Salvatierra y San
Pedro de Rozados.
Lo que voy a contar ahora lo hago como un inciso en mi relato.
Ocurrió después de lo que han sido mis caminatas a lo largo de la
Calzada, más exactamente el día 19 de abril de 2008. Para ese día
organizamos una marcha alternativa entre Fuenterroble de
Salvatierra y San Pedro de Rozados, evitando pasar por el pico de la
Dueña. La verdad es que fue un “día de perros”, porque llovió mucho.
Desde Fuenterroble pasamos por Endrinal de la Sierra, Frades de la
Sierra y llegamos al término municipal de Pedrosillo de los Aires.
En la finca de La Dueña de Abajo pudimos ver dos miliarios
levantados. Los han colocado en la entrada, a unos 20 metros de la
casa, que pertenece a Jesús. En la finca cercana de La Dueña de
Arriba, perteneciente a Germán Sánchez Ruipérez, sabemos de la
existencia de otros dos miliarios, que están catalogados, pero que no
pudimos ver. Tenemos previsto una próxima visita.
Dentro de Pedrosillo de los Aires no pude por menos que acercarme a
la dehesa de Castillejo, donde hubo unos fusilamientos al principio de
la Guerra Civil. Digo esto porque precisamente estoy realizando
desde hace unos meses un trabajo de investigación, a instancias de
mi hermano Jesús, sobre un familiar lejano que murió en ese lugar y
del que he conseguido saber muchas cosas, como su nombre
completo, el lugar y la fecha de nacimiento, o el lugar y el día que le
mataron. Para la visita a ese lugar conté con la compañía inestimable
del actual Alcalde, Ángel.
Después fuimos a Monterrubio de la Sierra, donde estaba prevista la
comida. Y aquí me ocurrió un percance que voy a contar con detalle.
Cuando estaba buscando sillas para sentarme, como estaba el suelo
mojado, resbalé y del golpe perdí el conocimiento. No me enteré de
lo que ocurrió después, pero me lo han contado. Estuve atendido por
varias enfermeras de la Asociación, intentaron reanimarme, dándome
agua e incluso comida. La cosa acabó llamando a una ambulancia,
que vino a buscarme y me llevó al Hospital Clínico. Después de las
exploraciones y radiografías correspondientes, me diagnosticaron una
rotura del hueso colles, en la muñeca.
El resto del grupo llegó a San Pedro de Rozados, donde estaba
previsto el final de la marcha. En la siguiente que se hizo dos
semanas después, en esta ocasión ya hasta Salamanca, se celebró
una comida de confraternidad en Miranda de Azán, un pueblo que
está muy cerquita de la capital. Como me encontraba bien después
del percance, no me perdí ni la compañía de mis amigos ni la de los
manjares que nos ofrecieron.
La llegada a Salamanca.
En Salamanca entramos por el barrio del Arrabal. Lo primero que vi
fue la iglesia de Nuestra Señora de Rocamador o de Roncesvalles, del
siglo XII, con mucha tristeza para mí, descubrí que han eliminado el
azulejo que había a la izquierda de la puerta de entrada, donde
estaba inscrito el nombre de “Nuestra Señora de Rocamador”. Ahora
solamente queda el hueco donde estuvo colocado.
La fábrica se concluyó en el año 1257 y posteriormente fue atendida
por la Cofradía de Nuestra Señora de Rocamador. Como era
costumbre de esta cofradía, junto a ella, en la parte izquierda y ya
cerca del arroyo del Zurguén, se construyó un albergue-hospital, para
atender a los peregrinos que llegaban cansados o heridos después de
caminar por el Camino Mozárabe a Santiago, ahora llamado también
Vía de la Plata.
La
pequeña iglesia ha sido reconstruida en varias ocasiones,
principalmente como consecuencia de las crecidas del río Tormes. La
mayor de todas fue la del 26 de enero de 1626, día de San Policarpo,
y la más reciente, a principios del siglo XX.
Siglos después el albergue-hospital fue convertido en viviendas, hasta
hace pocos años que fue derruido, quedando sólo la iglesia, que
actualmente ha quedado rodeada por edificios de nueva construcción,
separados de ella por escasos metros. Y lo que tantas veces se ha
dicho: el capitalista especula y el dinero es el que manda.
Sobre este asunto he estado haciendo mis averiguaciones, llegando a
entrevistarme con Jesús Terradillos, responsable de obras en el
obispado. Sin embargo, no ha podido responderme sobre la
desaparición del azulejo ni de la imagen de la Virgen, que, según me
dijo, no sabía nada de ella.
Según me ha contado una feligresa que ha vivido toda su vida, como
buena parte de su familia, en el barrio del Arrabal, al parecer la
imagen no era grande y tenía color oscuro. También me aseguró que
la iglesia ha estado abandonada y en ruinas durante 56 años, para
terminar contándome, con la alegría que la caracterizaba, que por fin
el templo fue abierto al culto el día 23 de diciembre del año 2006.
¡Gracias simpática feligresa o parroquiana!.
El día 30 de junio de 2008 fui a visitar al sacerdote Antonio Martín
Olivera, coadjutor de dicha iglesia, pero mejor es dejarlo en el olvido.
Por fuentes ligadas al Archivo de Salamanca, he obtenido los datos
siguientes: la imagen fue vendida por 20.000 pesetas por D. Ramón,
en aquel entonces sacerdote encargado del templo, a un miembro de
la familia Cobaleda, que también era propietario de la Casa de la
Muertes. Posteriormente fue revendida por este señor, junto a otras
obras de arte que tenía, en Madrid. A partir de ahí, se ha perdido
toda referencia sobre el paradero de la imagen de Nuestra Señora de
Rocamador.
Sí quiero hacer hincapié que, viendo su imagen en el libro de Santa
María la Real de Sangüesa1 observo está representada sedente,
frontal, en trono sin respaldo; su rostro es ovalado y sonriente de
finas fracciones y de gran belleza; sujeta al niño con la mano
izquierda y sostiene su manzana con la derecha. También la Virgen
tiene apoyados sus pies sobre la luna menguante, como era usual en
este tipo de imágenes.
Dado el lamentable estado de la iglesia, el 7 de julio de 1947
comenzó a construirse otra nueva a muy pocos metros de distancia
de la antigua. Después de un periodo de tiempo en que quedó
paralizada la obra, por fin quedó terminada la nueva. El día 7 de
diciembre de 1959 fueron entregadas las llaves. El momento culmen
fue el día 6 de marzo de 1960, que fue inaugurada por el entonces
Obispo de la Diócesis de Salamanca Francisco Barbado Viejo.
El nombre que se le dio a la nueva iglesia fue el de Parroquia
Santísima Trinidad. Exteriormente lo más llamativo son las dos torres
simétricas de su fachada. En el interior lo más sobresaliente es poder
contemplar el maravilloso mural pintado en el frontal del altar mayor
por el magnífico artista salmantino Genaro de No, conocido tanto
nacional como internacionalmente.
Desgraciadamente con el nuevo trazado de carreteras ha quedado
aislada, de ahí que no hayan tenido más remedio que remodelar,
como antes dije, la iglesia antigua.
Sobre ésta no tengo más remedio que hacer mención a unos
fragmentos de un interesantísimo artículo de Jesús Málaga 11 :
“Pertenecía a la encomienda de San Juan de Barbalos y posiblemente
se fundó una vez repoblada Salamanca por Raimundo de Borgoña, en
el siglo XII o a principios del siglo XIII. De lo que sí estamos seguros
es que reinando Alfonso X la ermita de la Virgen de Rocamador era
una santuario famoso en el reino, ya que el monarca la cita en su
Libro de las Siete Partidas”.
El nombre de la Virgen procede de una pequeña localidad francesa,
Rocamadour, situada en el departamento de Lot. Esta población
conoció en la edad media una abadía dedicada a una imagen negra
de Nôtre Dame de Rocamadour, construida, según leyenda, por un
ermitaño servidor de la virgen.
(…) “El hospital, situado al lado de la iglesia, atendía a los pobres
peregrinos que pasaban por la ciudad a través de la Calzada de la
Plata, por el llamado camino Mozárabe a Santiago. De esta ruta, en
el tramo cercano al Puente Romano, solamente nos queda restos
desde Aldeatejada hasta la vía del ferrocarril Salamanca-Fuentes de
Oñoro”.
Jesús Málaga: “El hospital de la Cofradía de Nuestra Señora Santa María de
Rocamador”, en la revista Salamanca MEDICA, número 20, diciembre 2006 y enero
2007.
11
(…) “Los peregrinos cristianos que se dirigían a Santiago de
Compostela desde el Sur de la península, cuando estaba ocupada por
los reinos sarracenos, descansaban y eran curados de los males
contraídos en el camino en este hospital, cuya fama debió de ser
mucha si hacemos caso a los componentes de la cofradía que lo
atendía y a la gran cantidad de benefactores atraídos por la milagrosa
imagen de la Virgen de Rocamador, venerada en la ermita adjunta al
hospital de su mismo nombre”.
En los extramuros de la ciudad se ha
colocado un miliario reconstruido,
marcado con el número CLXXXII y
que se supone que fue el último de
la Calzada, aunque también hay
opiniones e indicios de que en el
Corrillo, zona cercana a la Plaza
Mayor, existió otro con el número
CLXXXIII.
Para entrar en Salamanca hay que salvar el famoso río Tormes por el
dignísimo Puente Romano, mandado levantar en el siglo I por el
emperador Trajano. Según nos han detallado Rubén Martín Vaquero
y Miguel A. Rodríguez García 12 , “está construido con sillares al seco y
sin argamasa. Las crecidas de 1256, 1275, 1482 y 1499 (entre otras)
perjudicaron seriamente su estructura, pero será la avenida del 26 de
enero de 1626 (festividad de San Policarpo) la que se llevó una parte
de él (diez arcos). Actualmente tiene 176 metros de largo y 26 arcos.
Los 15 más próximos a la ciudad son romanos, los otros once fueron
construidos en el siglo XVII para reponer los que se llevaron las
aguas. En 1833 se derribaron las almenas que tenía la parte romana
y el castillete que había en la unión de la parte antigua y nueva.
Forma parte del escudo de la ciudad. Los arcos tienen 9,5 metros de
luz”.
12
Rubén D. L. Martín Vaquero y Miguel A. Rodríguez García: Diccionario curioso de
Salamanca. Recopilación de textos. Ciudad Rodrigo/Salamanca, Impresión Lletra,
2001.
No hace muchos años pusieron un nuevo piso en el Puente Romano y
arreglaron las paredes laterales, pero, siento decirlo, no ha podido
ser más denigrante. Se puede ver mortero bastardo color moreno en
las paredes y creo que el suelo adoquinado no es lo más apropiado
para lo que fue una calzada romana.
Pasado el puente, a unos 200 metros, junto a la muralla y tras pasar
la puerta de Aníbal, se puede decir que ya se ha llegado a
Salamanca. Según el padre César Morán “el miliario correspondiente
a Salamanca tendría el número CLXXX, pero no se conserva ninguno
por estas cercanías, a pesar de que hay noticias de tres. Estarán tal
vez metidos en una casa o en una obra, y es como si no
existiesen” 13 .
Nuestra entrada en Salamanca estuvo pletórica de alegría. Era la
última etapa de la temporada, y el sol y los kilómetros nos habían ido
haciendo mella. El Presidente de la Asociación y director-sacerdote,
Blas Rodríguez Boyero, nos llevó hacia la Catedral Nueva. Él mismo y
el Deán, como estaba previsto, dijeron una Santa Misa en el mismo
Altar Mayor para dar gracias por lo bien que había resultado la
marcha. Después de la Comunión, en el momento de silencio que
tenemos para dar gracias a Dios, canté un nuevo “Ave María”, esta
vez de Gounod, que fue el último de la temporada.
Y terminada la misa, los saludos efusivos y llenos de recuerdos que
nos dimos entre todos los peregrinos sirvieron de despedida hasta la
siguiente temporada.
13
P. César Morán (agustino): Reseña histórico-artística de la provincia de
Salamanca.
El paso por Salamanca.
El tramo de la Calzada Romana de Mérida a Astorga hasta Salamanca
capital, llamada por los romanos Salmantice o Helmantike, es el que
concentra mayor número de restos. De la importancia históricocultural que tiene el tramo que pasa por Salamanca da fe que en
1931 fue calificado por como Monumento Nacional 14 . Y más
recientemente, en 1985, la Junta de Castilla y León ha declarado al
tramo de la Vía de la Plata como Bien de Interés Cultural 15 .
El tramo de la calzada romana que atraviesa la provincia de
Salamanca es de 109 kilómetros, casi la cuarta parte del total de 463
kilómetros. Desde el límite sur de la provincia hasta la llegada a la
ciudad están catalogados de 30 a 33 miliarios. Unos están situados
en su emplazamiento original o cerca de él, otros lo están en
diferentes pueblos cercanos o fincas particulares, y el resto, en
lugares desconocidos o desaparecidos.
Para concluir, y al igual que hice con el comienzo de este relato, voy
a intentar recrear el itinerario que utilizaría una legión romana en su
paso por la capital salmantina a lo largo de sus calles actuales:
Una vez pasado el Puente Romano, subiríamos por la Ribera del
Puente, sin olvidarnos que a la derecha
está la Cruz de los
Ajusticiados, con su pequeño basamento que servía de tajo.
Atravesaríamos el arco de Aníbal y giraríamos por la izquierda para
subir por la calle Vera Cruz. A la derecha recorreríamos la calle
Libreros, para entrar en la plaza de San Isidro. Por la izquierda
tomaríamos la calle Compañía, para desviarnos enseguida por la calle
Meléndez y desembocar en el Corrillo. Desde éste entraríamos en la
Plaza Mayor y saldríamos por el arco de la calle Zamora. Seguiríamos
a lo largo de la calle hasta el final, cruzaríamos la Puerta de Zamora y
en línea recta nos dirigiríamos por el paseo de Torres Villarroel hasta
llegar al acuartelamiento del General Martínez Arroquia, conocido
popularmente como cuartel de Ingenieros. Desde aquí saldríamos de
la ciudad y proseguiríamos por la Calzada camino de Zamora.
De Calzada Romana a Vía de la Plata.
14
Monumento Nacional R.D. Orden de 3 de junio 1931.
15
BIC (Ley 16/1985). Patrimonio Histórico Castilla-León.
En el tramo hasta Astorga no hay miliarios, pero sí muchos vestigios
romanos. Sólo Astorga, ciudad donde finalizaba la Calzada, está llena
de grandes muestras de su pasado romano. Y es que, como dijimos al
principio, Augusta Asturica, fue una ciudad importante.
La Calzada Romana que iba de Augusta Emerita a Augusta Asturica
fue la principal vía de comunicación por el oeste peninsular de norte a
sur. Con la llegada de los árabes a la Península a comienzos del siglo
VIII el nombre cambió y comenzó a conocerse popularmente por la
palabra árabe Balata, Balatha o Al Blatha. Quiere decir camino ancho
empedrado y al pronunciarse suena “plata”. Vía, del latín, equivale a
camino por el que se transita. De ahí que desde la Edad Media la
antigua Calzada Romana tomase el nombre de Vía de la Plata.
Se sabe que los primeros peregrinos que iban a Santiago de
Compostela no llegaron del continente europeo desde el otro lado de
los Pirineos, sino desde el sur de la Península. Eran los mozárabes,
los cristianos arabizados que vivieron en Al Ándalus, la parte de la
Península integrada en el mundo árabe-musulmán. Se sabe de los
mozárabes que en distintos momentos o bien huyeron de Al Ándalus
o bien se fueron quedando en los territorios conquistados por los
reinos cristianos del norte. El escritor árabe Algacel llegó a decir en
el año 852 lo siguiente: “son tantos los peregrinos que van a
Santiago por la Calzada Occidental, que difícilmente se anda por ella”
16
.
También he oído decir que ya en los siglos III y IV, había cierto
movimiento de comunidades cristianas en encuentros con las
orientales y viceversa.
Mucho se ha escrito y se sigue escribiendo sobre el Camino. Miguel
Ramos Romeros ha dicho que “la Ruta de la Plata tiene un corazón de
peregrino jacobeo, de buhonero, de trotamundos de pies ligeros, de
aceiteros y pimentoneros, de saltimbanquis, de chatarreros y de
carbonerillos, de tratantes de ganado, de esquiladores y de
castradores de cerdos, de frailes predicadores, de mendigos, de
segadores gallegos, de carreteros maragatos, de señores
terratenientes y de gentes de malvivir... Un corazón que latió con
fuerza hasta el antesdeayer del siglo pasado, en que le vino el relevo
con la nueva carretera real y con el nostálgico ferrocarril. Tiene un
corazón dormido y usurpado, lleno de telarañas, cubierto con la
pátina dorada del tiempo, que se le ha quedado dormido entre las
16
Entrevista a Alfonso Ramos de Castro, separata del diario El Mundo de Castilla y
León, nº 38, viernes 16 de julio de 1999.
manos” 17 . El viejo trazado ha durado hasta apenas menos de un
siglo. Hoy está despertando, para poder ser en breve uno de los
caminos de senderismo europeo más transitados.
Y para terminar nada mejor que unas palabras de Vicente Sánchez
Pablos salidas de su corazón y que transcribo tal cual me las
mencionó: “La Calzada Romana tiene un corazón universitario: 22
universidades fueron fundadas con los estatutos de la Universidad de
Salamanca y quienes lo hicieron, caminaron por la Calzada Romana.
Tiene un corazón de descubrimiento y conquista, pues Colón y luego
los conquistadores la usaron para salir y volver, llevando y trayendo”.
Salamanca, 12 de junio 2008
17
Miguel Ramos Romero: “La Ruta de la Plata (I)”, publicado en el diario Tribuna de
Salamanca el miércoles 2 de agosto de 1995.
Notas finales
Para finalizar este escrito no tengo más remedio que mencionar a: mí
gran hermano Jesús Mª, el cual ha sido el corrector de estilo para que
podamos leer el escrito con mayor facilidad.
A D. Vicente Sánchez Pablos: por todos los importantísimos datos
aportados para el enriquecimiento de éste pequeño y corto opúsculo.
A D. Alfonso Ramos de Castro, por las notas tomadas de suma
importancia del suplemento del periódico “EL MUNDO DE CASTILLA Y
LEÓN Nº38, VIERNES 16 DE JULIO DE 1999.(LA POSADA).
A D. Miguel Ramos Romero: por los apuntes sacados de su escrito
publicado en el periódico “TRIBUNA DE SALAMANCA”, en el
suplemento, La Ruta (ojo, La Vía) de la Plata, (I), del 2 de agosto de
1995.
A D. Jesús Málaga Guerrero: por permitirme a hacer mención de
algunos fragmentos de su escrito reflejado en la revista”Salamanca
Médica”, nº 20 de diciembre 2006 - enero 2007.
A todos, por igual, les quedo muy agradecidos.

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