«Una tormenta de Saturno permite el estudio de ciclones en la Tierra»
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«Una tormenta de Saturno permite el estudio de ciclones en la Tierra»
ABC CASTILLA Y LEÓN 45 LUNES, 11 DE JULIO DE 2011 abc.es/castilla-leon «Una tormenta de Saturno permite el estudio de ciclones en la Tierra» ENTREVISTA José Francisco Sanz Requena Doctor en Ciencias Físicas BEl profesor e investigador vallisoletano de la Universidad Europea Miguel de Cervantes ha sido reconocido por la comunidad científica debido a su investigación sobre la «Gran Mancha Blanca» F. BLANCO MARÍA ESPÁRRAGO VALLADOLID La investigación del físico vallisoletano José Francisco Sanz Requena con el Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco acerca de una tormenta gigantesca en Saturno ha sido publicada en la portada de la revista norteamericana Nature, una de las más antiguas y prestigiosas en el ámbito científico. La Gran Mancha Blanca —traducción de la tormenta— tiene una dimensión de 300.000 kilómetros que envuelve el planeta anillado y cuenta con dos peculiaridades en cuanto a las demás tormentas. Este fenómenos se produce una vez cada 29.5 años, el tiempo que tarda Saturno en dar la vuelta al Sol. Sin embargo ésta última se ha anticipado nueve años y se ha producido en una zona poco característica, a 39 grados norte de la situación del Ecuador. —¿Qué supone el descubrimiento de este fenómeno para la comunidad científica universal? —Desde el grupo de investigación hacemos una ciencia básica e investigamos las atmósferas de los planetas. Es una parte de la astrofísica muy relacionada con la meteorología que se da en la Tierra. En este caso, tormentas pequeñas de este tipo se producen muchas, pero las dos particularidades de la Gran Mancha Blanca, diferente a todas las anteriores desde la primera detectada en 1903, nos permite conocer mejor la atmósfera de los planetas gigantes gaseosos y, a partir de éstas, las de nuestro planeta. La mayoría de atmósferas de los planetas solares y extrasolares se parecen mucho. —¿Cuál es el origen de este fenómeno? —La tormenta se inició en el mes de diciembre y aún sigue activa. Después de siete meses, la seguimos estudiando para analizar cómo ha modificado las características de las partículas de la atmósfera de Saturno y el régimen de vientos. Ahora buscamos más causas y para eso tenemos dos investigaciones abiertas: si la tormenta ha modificado la atmósfera o no y cuál es la causa principal que ha generado este fenómeno. Todavía hay mucha investigación por delante. —¿Se puede llevar a cabo una aplicación práctica del estudio a los fenómenos en la Tierra? —Todo lo que hemos aprendido de esta investigación nos ayuda a conocer los modelos meteorológicos de la Tierra. Nos ayuda a comprender los ciclones tropicales que acarrean tantas desgracias en vidas humanas. También fenómenos como el de la gota fría, muy típica en el Mediterráneo en estos meses. Además, aporta cosas interesantes como la causa de la dinámica de la atmósfera de Júpiter y Saturno. —¿Por qué se ha denominado la Gran Mancha Blanca? —En este caso porque la materia de la tormenta es una nube de amoniaco condensada en dimensiones gigan- tes. Y como el amoniaco es muy brillante, es perfectamente visible en el espacio y por eso los americanos la han denominado la Gran Mancha Blanca. También por el tamaño, cuando se descubrió tenía una extensión de 3.000 kilómetros, en una semana creció hasta 10.000 y ahora está en 300.000, de forma que ha dado la vuelta completa al planeta. —¿Se ha calculado cuándo desaparecerá? —Se desconoce, pero hay tormentas que han durado un año terrestre entero y siempre quedan secuelas. Se generan residuos que terminarán desvaneciéndose, como ocurre con las tormentas de la Tierra, cuando cae la granizada en verano y después la tormenta se disipa. —¿Para qué sirven las observaciones y los estudios de investigación en Saturno? —A través de las imágenes de los satélites somos capaces de detectar velocidades de viento, la altura a la que se ha generado la tormenta o de qué está formada. Siempre utilizando modelos matemáticos tratamos de modelar qué es lo que está ocurriendo y de ahí deducimos si se ha modificado la altura de tropopausa —zona que separa la troposfera de la estratosfera— y de la estratopausa —entre la mesosfera y la estratosfera—. En general, los planetas son como laboratorios naturales para los científicos, es decir, que si tratásemos de crear el escenario de un anticiclón o borrasca terrestre sería imposible de realizarlo, pero Júpiter y Saturno nos permiten observar estos fenómenos meteorológicos que son totalmente aplicables a la Tierra. —¿Cómo surgió su participación en esta investigación? —Por casualidades de la vida contacté con el grupo de Ciencias Planetarias del País Vasco en una bienal de física y estuve hablando con el director del grupo Agustín Sánchez la Vega. Le dije lo que yo podía aportar y se interesó. Mi especialidad es física de la atmósfera, y en el grupo nos centramos en la atmósfera de Venus y los gigantes gaseosos como Júpiter y Saturno. En un futuro próximo tenemos expectativas de estudiar a Urano y Neptuno y, a veces, hacemos pequeñas incursiones en exoplanetas, los que están fuera de nuestro sistema solar para detectar sus características. —Por último ¿Qué significa para usted salir en la portada de la revista Nature? — A nivel personal, como buen castellano y muy vallisoletano que soy, es gratificante que se haya publicado nuestro artículo en la revista norteamericana. Además, el tiempo que he necesitado para la investigación ha sido gracias a la libertad que me ha permitido la Universidad Europea Miguel de Cervantes, de la que formo parte. En el ámbito profesional, hacemos investigaciones de buena ciencia y ésta es la mejor manera de reconocimiento de todo el trabajo realizado. En la comunidad científica ahora lo importante es mantenerse. .