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presentación Escondida, a veces, bajo un velo de tópicos, Castilla y León atesora una rica realidad repleta de pasado, de futuro y, sobre todo, de historias que necesitan ser contadas. Con esta idea nace el segundo número de Nueve Magazine: convertirse en un medio que permita presentar una Comunidad con muchos matices, sentimientos, iniciativas y llena de emprendedores con ideas, con proyectos y con la fuerza que da el ‘sentido común’ de esta tierra. Así Nueve Magazine, la publicación anual de la Agencia de Noticias de Castilla y León, Ical, se hace eco de los esfuerzos de la Comunidad para mirar al futuro en sectores como el enológico que se vertebra en torno al Duero y que ha generado una peculiar cultura del vino desde Soria hasta Oporto; que no desdeña su rica historia, puesta de manifiesto en reportajes como el que recoge su vinculación con Cristóbal Colón; que asiste expectante a los cambios en los modos de vida y producción, como la modernización del sector minero; que muestra orgullosa su indiscutible bagaje cultural en el 50 aniversario de la Seminci y que presume de joyas medioambientales, como El Bosque de Béjar, y culturales, como la Villa del Libro de Urueña o la restauración de los frescos de San Miguel de Gormaz. Nueve Magazine quiere también mostrar una Comunidad que vive el presente, con una mirada abierta al mundo. Capaz de valorar el genio de creadores como Antonio Quintana; de acoger a quienes desde cualquier lugar del Globo han llegado, quieren quedarse y aportar al proyecto común, y de explorar nuevos modos de expresión, como el comic. En definitiva, una región que quiere estar en la vanguardia, con investigaciones como las de José María Eirós, el profesor de la Universidad de Valladolid, que pasa por ser uno de los mayores especialistas españoles en microbiología. Por último, esta publicación pretende recoger siquiera unas gotas de la reflexión pausada de nuestros intelectuales: del humanismo de Jiménez Lozano, a la visión crítica de José Sánchez Carralero, pasando por el ilusionado Jesús López Cobos o del siempre vitalista Ángel Nieto. Es, sin duda, un recorrido por una Castilla y León alejada de los trazos gruesos con que nos pintan y que se hace a sí misma con el esfuerzo de toda la sociedad. De ella es el mérito y a ella es a la que hay que agradecer las gracias por su empuje que nos ha permitido también a quienes formamos Ical cumplir, un año más, con nuestro compromiso de contar lo que pasa desde la verdad. A todos, muchas gracias. Edita: Grupo de Comunicación ICAL S.L. c/ Los Astros s/n, Edf Promecal, 47009 Valladolid Tnos: 983 325 000, 983 325 051/02/03 fax: 983 325 050 www.icalnews.com, www.agenciaical.com Director: Rafael Monje Alonso Coordinador y editor gráfico: Eduardo Margareto Edición textos: Luis Miguel Torres Diseño y maquetación: Alter bi Imprime: Gráficas Varona, S.A. Depósito Legal: sumario 2 20 24 26 42 46 50 52 Ellos también son Castilla y León La esencia de Rusia en Salamanca Juan Bautista Pérez del Blanco Baco nació en el Duero José Luis Solaguren Carlos Domínguez Cidón Juan Manuel González Serna El negro final de 167 años de historia bajo tierra 62 Pilar Silvela 64 Alcaldes para todo 68 Aresa: tecnología de altos vuelos en Boecillo 80 José María Eirós 86 Zangarrón: Mascaradas en Tierra del Vino 93 Emigrantes: Cuando el corazón se queda a este lado del Atlántico 99 El último pescador del Duero 104 Pasiegos burgaleses, nómadas invisibles 112 Ángel Nieto 120 Cristóbal Colón: navegante en la meseta castellana 138 José Sánchez Carralero 144 Villa de Urueña: un paraíso cultural anclado en el Medievo 152 Viñetas: una región de creatividad 159 Se vende moda para cruzar fronteras 172 Juan Antonio Quintana 178 Seminci, medio siglo de cine 192 José Corbacho 195 Elvira Mínguez 198 Un sueño sólo para virtuosos 202 Jesús López Cobos 206 San Miguel de Gormaz redescubre sus pinturas románicas 216 Miguel Delibes de Castro 220 Una vida junto al oso 228 El bosque, un paraíso terrenal en Béjar 236 José Jiménez Lozano Vinieron para encontrar un futuro mejor... y lo encontraron. Aunque, en muchos casos, inmigración es sinónimo de marginalidad, de exclusión, de desarraigo, un puñado de pioneros demuestran, con su experiencia vital, que lo puede ser también de riqueza cultural, de integración y de ver cumplido un sueño. Para unos, es el de la prosperidad; para otros, simplemente, la tranquilidad o la seguridad. A todos, algo importante les empujó a dejar atrás una familia, unas raíces, un país y, sobre todo, una vida, que han tenido que volver a organizar no ya desde cero, sino desde la carga que supone el mayor de los desgarros: abandonar todo lo que has sido y volver a crecer. Ellos también son Castilla y León; sus nueve historias –algunas contadas en primera persona– son breves relatos de una vida que no ha sido fácil, pero que han llevado a un buen puerto en el centro de la Península y en la que –como cualquier otra– los problemas y las alegrías se dan paso. Otros muchos se han quedado en el camino o, a lo peor, luchan contra la incomprensión –cuando no la explotación– de quienes ven en ellos una amenaza más que un grupo de personas que buscan ganarse la vida donde hay la mínima posibilidad de hacerlo. Ángel Alberto Paz, Mazhar Iqbal, Ilidio Suáres y Juliana Almeida, Jovana Andrea Álvarez, Wilfredo Casañas, Witold Uszyñski, Valentín y Aldina Vais, Chin-Su, Salami Badreddine. Ellos son también Castilla y León y, con su esfuerzo y su bienhacer, han reportado a la Comunidad que les acogió lo mejor de sí mismos: su rica personalidad y su contribución, desde la convivencia, al futuro de todos. Nueve historias de inmigrantes que buscaron una vida mejor en la Comunidad... y la encontraron Ángel Alberto Paz: Del corralito argentino al éxito en el negocio inmobiliario Texto: Patricia García. Fotografía: Ricardo Muñoz Ellos también son Castilla y León ÁVILA. Ángel Alberto Paz llegó a Ávila en el año 2001, con las ideas claras para iniciar la expansión de su negocio inmobiliario, Paz Propiedades, ya próspero en su tierra natal, Argentina, pero amenazado por la crisis económica y social del famoso ‘corralito’. Paz y su familia buscaban un “marco más tranquilo” para continuar su exitosa carrera profesional, sin tener que pensar “en que mañana no lo vas a tener porque te secuestraron, te mataron un hijo o todas las cosas horribles que nos tocó pasar”. Este empresario de éxito tanto en su tierra natal como en Castilla y León nació en Argentina en 1960. Está casado, tiene tres hijos y acaba de trasladarse hace apenas dos meses a la capital abulense, puesto que desde 2001 ha residido con su familia en El Barraco, un municipio situado a poco más de 20 kilómetros de Ávila y 2.100 habitantes, en el Valle del Alberche. Ángel Paz asegura que a su familia “le gusta mucho” este pueblo, al que define como “un sitio excelente”. Allí regresan los fines de semana, donde sus hijos y el matrimonio tienen la mayoría de sus amigos. En Argentina, en el año 2000, la situación económica y social dio un vuelco. El año 2001 culminó con la incautación de los ahorros de los argentinos a través de la instauración de lo que popularmente fue bautizado como ‘corralito’. El caos económico y social generado por la retención de los fondos depositados en cuentas de ahorro y corrientes y la prohibición de hacer transferencias al exterior movilizaron a la ciudadanía, y provocaron reacciones adversas como el aumento de secuestros y extorsiones. Sin embargo, Ángel Paz y su familia abandonaron Argentina “no por un tema económico, sino de seguridad”. “Esta- Q Ángel Alberto Paz en el negocio inmobiliario que regenta en Ávila. ba cansado de asaltos, secuestros y robos. Un día estaba en la comisaría porque me robaron de este lado, otro día estaba en otra, y en otra”, recuerda el empresario. Ángel Paz fundó Paz Propiedades en Argentina en el año 1991. La experiencia de la empresa le permitió sortear la tempestad económica derivada del ‘corralito’, pero “hubo un punto en Argentina donde no había forma de hacer una operación inmobiliaria”. “Los bancos se quedaron con el dinero, el famoso ‘corralito’, y el notario que firmaba la escritura tenía la obligatoriedad de contar el dinero de las ventas, dando fe de que ese dinero existió, pero ¿cómo vas a traer el dinero si te lo tienen en el banco?”, lamenta. “Fueron unos seis meses de caos total”, recuerda Ángel. Por suerte, Paz Inmobiliaria poseía una cartera grande de clientes y un negocio de alquileres que le permitieron solventar la situación. “Allá teníamos un marco social un tanto peligroso, y en mis caso particular opté por diversificar el riesgo e insta- (...) Nos fuimos de Argentina no por un tema económico, sino de seguridad. Estaba cansado de asaltos, secuestros, robos (...) larme en un lugar donde ganara igual o más dinero, donde hubiera reglas claras”, alega. Tomada esta decisión, Paz dejó al cargo de sus negocios en Argentina a uno de sus jefes de oficina. Gracias a la informática, uno de los “fuertes” de su negocio, permanecen continuamente conectados. Antes de abandonar Argentina, Paz trabajó durante seis meses en un estudio de mercado para determinar la zona más adecuada para implantar la empresa y trasladarse con su familia. “En Ávila estaba la mejor oportunidad de mercado de la zona centro y el norte del país”, sostiene el empresario. Desde el primer momento se trasladó con su familia a España, tras un breve paso por Australia, donde cursó un máster. Así, pusieron rumbo a España, a una provincia de la zona centro que, en su conjunto, no llega siquiera al ocho por ciento de la población del área metropolitana de la capital argentina, donde residen diez millones de personas. La diferencia de tamaño de la ciudad y la oferta de servicios fue evidente, sin embargo, Ángel Paz destaca que el cambio de clima fue “abismal”, ya que Buenos Aires tiene unas temperaturas similares a las de Sevilla y se fue a vivir a una zona de largos y fríos inviernos. “Muchas veces pasa que viene primero el hombre, hace sus primeros pinitos, extraña la familia, extraña el lugar, su casa. En mi caso, no, porque por suerte la empresa es bastante reconocida y no vendimos absolutamente nada”, asegura. “Por eso, cuando nos vamos de viaje allá, hacemos de cuenta que nunca nos fuimos; pero sí hemos ganado la tranquilidad de estar en un lugar en el que se trabaja, en el que no estás pensando en mañana, qué ganas o qué pierdes”. Paz habla con orgullo de su negocio inmobiliario, una empresa que ha crecido exponencialmente desde su implantación en Ávila en el año 2001, con franquicias en varias provincias. A mediados de marzo, Paz Inmobiliarias abrió su primera oficina en Segovia, que se une a las ya abiertas en Salamanca, donde la empresa se ubicó hace tres años y medio, y El Barraco (Ávila), inaugurada a finales de 2005. Para el verano, prevén abrir dos nuevas oficinas en Alicante y Madrid. “La gran diferencia que hay con el negocio que hacíamos en Argentina está en que en España nos encontramos con un mercado poco preparado y dormido”, advierte Paz. Con ojo experto, señala que en muchos países del mundo la actividad inmobiliaria es una “profesión más, pasada por la universidad”. Por ello, ha ‘importado’ personal argentino cualificado para su oficina de Ávila, donde todos los empleados, menos los del departamento de Administración, son argentinos. “Esa falta de legislación sobre esta profesión es un punto oscuro que hay en España, y sería bueno solventarlo”, dice. Por eso, aboga porque las universidades intervengan en la profesionalización de esta actividad, tomando los programas de estos países. “Acá tienes que saber de materia legal, de economía, de financiación, conocer los materiales, de obra, tasación”. “Hay todo un bagaje de información que no lo hacés en dos días, y eso acá a veces se está haciendo a la buena de Dios”, señala. Para Paz, los clientes “cuanto más extranjeros, mejores pagadores”. A su juicio, “la gente que deja su país, su casa, su familia, no quiere buscarse más problemas; se meten en un piso porque están pagando un alquiler y, por el mismo precio, pueden meterse en una letra”. Q El empresario paquistaní Mazhar Iqbal posa para Nueve Magazine en el Teatro Principal de Burgos. Mazhar Iqbal: El empresario del kebab Texto: Mari Luz Martínez. Fotografía: Félix Ordóñez BURGOS. En menos de tres años ha montado cuatro negocios propios, tres en la capital burgalesa y uno en Pamplona (Navarra). Además, se ha comprado un céntrico piso y una furgoneta para desempeñar su intenso trabajo. Mazhar Iqbal es todo un empresario. Este ciudadano paquistaní nació en 1976 en Gujrat, al Suroeste de Paquistán, y fue en 1999 cuando decidió emigrar a España “para pasar a una mejor vida”, reconoce. Tras un periodo como ‘currito’ en diferentes ciudades del Norte del país, como Logroño, San Sebastián, Vitoria o Bilbao, llegó a Burgos en 2003 dispuesto a convertirse en un verdadero dirigente empresarial y a integrarse en la sociedad burgalesa como uno más. Tres años después, puede decir que lo ha conseguido y no sólo eso sino que ha conseguido el respaldo de su propia comunidad, que le ha elegido presidente de la asociación de paquistaníes de Burgos, que cuenta ya con 350 miembros. Sin embargo, Mazhar no está solo. Le acompañan sus dos hermanos Chaudry Azhar Iqbal y Zafar Iqbal que, en la actualidad, trabajan para él. No hace tanto, en octubre del año pasado, su mujer, Tahira Mazhar (1969) pisó suelo burgalés con su futura hija en el vientre que el 31 de octubre vio la luz de la Ciudad del Cid en el Hospital General Yagüe. Esha Mazhar Chaudry nació el mismo día que la hija de los Príncipes de Asturias y más que probable futura reina de España, Doña Leonor de Borbón. La primera aventura de Mazhar fue un restaurante ‘étnico’ de comida india y paquistaní en la plaza Vega de la capital burgalesa aunque, más tarde, decidió convertirlo en un establecimiento de comida rápida de kebabs o pinchos de carne adobada de origen árabe. Se trata de carne de cordero, pollo o ternera que se asa en un horno giratorio vertical y, una vez cortada en finas lonchas, se sirve en un pan especial -pan pita-, acompañado de cebolla, tomate y otros vegetales además de las típicas salsas de ajo, picante o yogurt. (...) su familia y él se han adaptado “estupendamente” a las costumbres de la ciudad y región a la que califica de “respetuosa” con su religión y hábitos (...) Y es que la cocina internacional está de moda. En España, cada vez son más conocidos los kebabs. En Turquía se los llama ‘Doner Kebaps’, en los países árabes se les conoce como ‘shawarma’ y, en Grecia, se les denomina Gyros. Constituyen una nueva forma de comida rápida. Fue en junio de 2005 cuando decidió embarcarse en otros dos locales de kebabs, uno en la calle Santiago, ubicada en el barrio de Gamonal, y el otro en Arco del Pilar. Además, abrió un cuarto en Pamplona. “De momento con cuatro ya vale”, sonríe. Q Noemi, la nieta de los caboverdianos Ilidio Suáres y Juliana Almeida (al fondo a la izquierda) imita al fotógrafo cuando retrataba a la familia en su domicilio de la localidad leonesa de Villablino. “Vivo bien”, afirma. “No soy muy rico pero vivo bien”, reitera, aunque se muestra “muy agradecido” a los burgaleses y españoles y, en especial, a sus amigos Carlos, Marisa, Ori y Paco que “me han ayudado mucho desde que llegué a Burgos”, dice. “Son como hermanos para mí”, relata. Además, señala que su familia y él se han adaptado “estupendamente” a las costumbres de la ciudad y región a la que califica de “respetuosa” con su religión y hábitos. El azar hizo que Mazhar llegara a esta ciudad de Castilla y León en la que la dureza del clima no ha logrado que sus ideas y espíritu emprendedor se queden frías. Es un ejemplo de integración en una sociedad en la que la imagen del inmigrante se asocia con un nivel de vida más bien bajo que alto. La lucha por los ideales y creencias, así como por una fuerte apuesta por pasar a una “mejor vida” son algunos de los ingredientes que hicieron posible que Mazhar tuviera éxito en los negocios. En tan sólo tres años ha conseguido algo que muchos ‘nacionales’ no alcanzan en mucho más tiempo, si lo logran. Ilidio Suáres y Juliana Almeida: Pioneros africanos en Laciana Texto: Elena Fernández. Fotografía: Peio García LEÓN. En 1975 dos jóvenes caboverdianos salieron de su localidad natal, Sao Nicolau (Ribeira Brava), rumbo a Holanda. Allí esperaban encontrar un trabajo y la calidad de vida que su país no podía ofrecerles. Pero el destino tenía otro plan para ellos, el de convertirse en los primeros mineros del Valle de Laciana (León) llegados de África. Ilidio Suares Monteiro tiene 51 años, está prejubilado de la mina y recuerda, siempre con una sonrisa en su rostro, cómo ha transcurrido su vida desde que hace 31 años abandonó Cabo Verde en compañía de su hermano y un amigo. El viaje que iniciaron en tren en Orense, con Holanda como destino, quedó interrumpido en Hendaya, donde la frontera se convirtió en una barrera inquebrantable. Tuvieron que regresar a Galicia, sin dinero y con la incertidumbre de no saber cómo iba a terminar su aventura. Allí fueron ayudados por el padre de una chica que les dio, a cambio de nada, “300 pesetas, que de aquella eran mucho”, reconoce Ilidio. Con ese dinero pudieron mantenerse y cuando tuvieron conocimiento de que “buscaban gente para trabajar en la mina”, fueron hasta Ponferrada y desde la capital del Bierzo, ya contratados, a la residencia de Caboalles de Abajo (municipio de Villablino). Ilidio comenzó una nueva vida, la de trabajador de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP), donde ejerció como picador durante 23 años. Pero en Cabo Verde había dejado a una jovencísima Juliana Almeida Da Cruz que a sus 16 años era su novia desde hacía dos. Ambos estaban dispuestos a consolidar su relación y, dado que las circunstancias no permitieron otra ceremonia, el 14 de enero de 1978 se casaron por poderes. En casa de Juliana se celebró el acontecimiento con una comida, pero Idilio no lo festejó hasta tres meses después cuando fue a buscar a su esposa a Lisboa . Mientras él recalca que se adaptó perfectamente a la comarca lacianiega, a su paisaje y a su paisanaje, ella reconoce que lloró mucho y que quería regresar a Cabo Verde. El frío y la nieve resultaban difíciles de soportar para ella. Ambos coinciden, sin embargo, en que su integración en Caboalles de Abajo, donde residieron durante 17 años y posteriormente en Villablino, fue total y absoluta, como la de cientos de caboverdianos y portugueses que eligieron esta comarca leonesa para echar raíces. “Me adapté bien, respeté y me respetaron, aquí no hubo racismo ni nada de eso”, afirma Ilidio. A pesar de la dureza del trabajo en la mina, él considera que es “el mejor de los que he tenido”. “Tuve suerte y nunca me pasó nada grave”, explica mientras recuerda que, como todos los del oficio, ha perdido a más de un amigo en algún trágico accidente. Se reconocen afortunados y, con buena parte de su vida por delante, están más que felices de poder compartir todo su tiempo. Tras 28 años de matrimonio, tienen muy claro que quieren pasar el resto de sus días juntos y en Laciana, en contra de la tenden- Q Los caboverdianos Ilidio Suáres y Juliana Almeida observan el paisaje nevado, al que tanto les ha costado acostumbrarse, desde su domicilio en la localidad leonesa de Villablino. cia de los últimos años, ya que son muchas las familias que abandonan la zona, en busca de descanso para quienes han concluido su vida laboral o de futuro para los más jóvenes . Algo parecido ocurre con sus hijos, ya que de los cuatro que han tenido, dos varones –Fernando Jorge y Antonio- y dos mujeres –Luscinda y Neusa-, sólo una chica permanece actualmente en Villablino. Los otros viven en León y en Ponferrada, donde estudian o trabajan. “No están aquí porque no tienen dónde estar, no hay trabajo y ahora ellos tienen que emigrar como lo hicimos nosotros. Es una pena”, lamenta Juliana. “Son emigrantes en su propio país”, matiza él. Luscinda, de 26 años, es madre de una niña de seis, Noemí, y de un bebé de ocho meses, Javier, que lleva el nombre de su padre, un minero jubilado por enfermedad que integra uno de los muchos matrimonios mixtos que existen en la zona y que hacen de ella un evidente ejemplo de convivencia y enriquecimiento mutuo. Lleva 7 de sus 29 años en Palencia “feliz y adaptada” a una ciudad que califica de “pequeña y acogedora” a la que llegó tras un efímero paso de un año en Madrid. Al poco tiempo conoció a un palentino con el que hoy convive como pareja de hecho. “Vine atraída por un amigo de la infancia que residía en la capital de España compartiendo un piso y para afrontar un nuevo reto personal, más que laboral”, sostiene. En Cali (Colombia) -muy a su pesar al no poder sacarla del país por ser menor- dejó a una hija que tuvo de soltera. Hoy ya vive con ella en Palencia desde hace año y medio pero una decisión judicial, tras serle favorable inicialmente, ahora podría arrebatarle a la niña de siete años y medio pese a la opinión contraria de ésta a regresar con su padre. La Abogacía del Estado Español, a instancias de los tribunales colombianos, obliga a la restitución internacional de la menor. Aún le queda la esperanza de poder aplicar el Convenio Internacional de la Haya Jovana Andrea Álvarez: Desde Colombia sin billete de vuelta Texto: José Benito Iglesias Pérez. Fotografía: Óscar Navarro PALENCIA. A la colombiana Jovana Andrea Álvarez Motato, la palabra integración no le es ajena. Llegar a un país con raíces culturales similares y un mismo idioma “han ayudado”, precisa, pero más el hecho de querer y saber adaptarse “poniendo todo de mi parte”. España le brindaba la expectativa de una vida distinta “a la que llevabas antes” y el poder aprovechar su juventud y los planes de futuro “que quieres desarrollar junto a los tuyos”. sobre protección de los derechos de los menores y apela a los informes médicos y psicosociales que demostraron que hace más de un año su hija no recibía un trato adecuado por parte de su progenitor. Sobre él Andrea asegura que no tiene empleo ni medios económicos para cuidar a la niña tras llegar ésta a España de vacaciones con serios problemas de salud. En Colombia, Andrea dejó tras su marcha un buen empleo consolidado desde los 17 años en una entidad financiera de asistente administrativo, además de tres cursos de ingeniería industrial cuyos estudios compaginaba con el trabajo “como alguno de mis cinco hermanos, hoy uno de ellos periodista deportivo en Radio Caracol y otro abogado”, apunta. Las dificultades iniciales en Madrid, “que era totalmente diferente a lo que me habían dicho”, reconoce, pesaron a la hora de trasladarse a Palencia “no por un rechazo al ser inmigrante si no porque con currículum pero sin papeles no eras nadie”. Joven, vivaz y “con buena actitud para adaptarme”, Andrea afirma con vehemencia que trató de “ser partícipe” de su entorno y valorar lo que tenía en Colombia y lo que podía obtener aquí, “a pesar de tenar que limpiar, cuidar niños y personas mayores” en sus primeros trabajos. “Mucha gente está convencida de que proceder de Sudamérica es sinónimo de carecer de cultura y que si vienes de Colombia (...) Mucha gente está convencida de que proceder de Sudamérica es sinónimo de carecer de cultura y piensa que si vienes de Colombia sólo puedes ser narcotraficante, en el caso de los hombres, o prostituta, si eres mujer (...) Q La colombiana Jovana Andrea Álvarez y su hija posan en un parque del centro de Palencia. sólo puedes ser narcotraficante, en el caso de los hombres, o prostituta, si eres mujer”, explica. Igualmente señala rotunda que salió “airosa de ese tipo de insinuaciones” y que pudo comprobar en sus primeros contactos con jóvenes de su edad en Madrid -21 años entonces- “la escasa inquietud cultural” de buena parte de ellos, “ya que no tenían interés” en ir la Universidad tras terminar el Bachillerato. Su llegada a Palencia se produjo cuando el amigo colombiano -hoy militar profesionalcon el que compartía piso se trasladó. “Pensé que, al ser una ciudad pequeña, conseguir papeles era más fácil”. Un anuncio en un periódico, ganas de obtener calidad de vida, junto a una “familia modélica” palentina que le dio trabajo un año y cobijo -para cuidar a una mujer mayor a cambio de consolidar su estancia legal con contrato- “me abrieron las puertas a una consolidación en una ciudad que me encantó nada más llegar”. Una carnicería de la Plaza de Abastos durante dos años, “donde aprendí un oficio”, un breve trabajo de lavandería industrial y otro más en un bar “me forjaron laboralmente” hasta que ingresó hace un año en el supermercado de la cadena Mercadona, “donde tengo turnos de mañana o tarde que me permiten compaginar la vida laboral y familiar”, dice. “Mi progresión ha ido de menos a más, aunque soy consciente de que trabajar en un banco como hacía en Colombia era imposible, al encontrarme en el Instituto Nacional de Empleo (Inem) con respuestas como que ese tipo de puesto era antes para un español que para un inmigrante”, se lamenta pero sin echar la vista atrás. (...) Si los palentinos lo tienen difícil para salir adelante yo soy una más; y varias de mis compañeras de trabajo también están en un supermercado a falta de otras oportunidades laborales (...) Su inacabada carrera de ingeniería industrial le preocupa, pero la falta de recursos económicos y una escasa homologación de estudios “suponen un obstáculo”, al que se añade el hecho de que en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) “no me concedían una beca al no tener la doble nacionalidad, cuyos trámites acabo de iniciar”. La relación que mantiene con el entorno donde trabaja y vive “es perfecta” y señala que su aún marcado acento colombiano no es motivo “de comentarios despectivos”. Sus mejores amigos no están entre los compatriotas que residen también en Palencia, “a los que ni siquiera conozco”, si no gente “de aquí, que entiende tus proyectos e inquietudes” y que considera como si fuera su familia colombiana, con la que se comunica casi a diario “por internet, mediante videoconferencia o correo electrónico”, concreta. La joven colombiana cree que no hay barreras para la integración que no puedan llegar a superarse. “Si los palentinos lo tienen difícil para salir adelante yo soy una más y varias de mis compañeras de trabajo, con sus estudios universitarios e hijos, también están en un supermercado a falta de otras oportunidades laborales”, indica con convencimiento. Ella es ya totalmente palentina y la llegada de su hija “que se ha integrado mucho mejor de la esperado”, según manifiesta, ha colmado sus deseos pendientes. Como cualquier otra familia trabajadora de la ciudad que lo precisa, agradece que “tengamos ayudas para el comedor y los libros”. Concluye con un ruego no exento de cierta tristeza reflejada en su bello rostro: “Sólo le pido a Dios que pueda permanecer muchos años en Palencia junto a mi hija y que, pese a seguir visitando a su padre en Colombia, la Justicia acepte que ahora quiere estar aquí conmigo porque su bienestar, educación y futuro serán mejores”. 10 Wilfredo Casañas: Un viaje tocado por la magia de la televisión Texto: Eva Vicente Sutil. Fotografía: David Arranz SALAMANCA. Su historia no es la un inmigrante convencional. Salió de Cuba en una balsa construida con el motor de un coche, pasó tres meses en Guantánamo y, tras ser reclamado por unos familiares salmantinos, abandonó la base militar junto a su hijo y su hermano rumbo a España, donde retomó su carrera como médico rehabilitador y desde hace nueve años regenta una clínica en la capital charra. Su viaje culminó gracias a la magia de la televisión, ya que fue el programa ‘Lo que necesitas es amor’ el que le permitió que el resto de su familia llegase hasta la ‘madre patria’. Once años después, Wilfredo Casañas no puede reprimir las lágrimas al recordar su peculiar ‘travesía’. Según asegura, la situación en Cuba “está crispada desde hace años”, concretamente desde que la población comprobó que “las promesas de Fidel Castro no eran tales” ni se correspondían con lo que habían defendido varias generaciones de cubanos. Ante esta situación, “no quedaba más remedio que irse del país o enfrentarse al régimen desde la disidencia organizada”. El médico cubano reconoce que es posible que recurrir al éxodo fuera “una solución un poco cobarde”, sin embargo, hoy asume que si hubiera elegido el otro camino “le hubieran molido los huesos en las cárceles cubanas”. Desde su punto de vista, el pueblo que se ha enfrentado al régimen castrista o ha terminado decapitado, o está preso o ha recu- rrido al exilio. Sin embargo, “la gente ya se cansa de engrosar la lista de héroes de la patria”, de hecho, en su caso, sostiene que prefiere “ser un hombre libre y demócrata” antes que acabar en esa lista porque no se considera “tan patriota”. El proyecto de inmigración de Wilfredo Casañas, inicialmente a Miami (Estados Unidos), se vio precipitado por un “desliz” de su hijo Alejandro. El médico recuerda que tuvo un “problema político” por “expresarse contra el régimen en un exabrupto juvenil y decir las cuatro verdades que pensaba toda la gente”. Fue detenido por la policía política y permaneció dos meses incomunicado en las celdas de seguridad del Estado acusado de un delito político y de divulgar propaganda enemiga. Tras celebrarse el juicio, le condenaron a seis meses que debería haber pasado en una granja de trabajo agrícola. Sin embargo, durante el tiempo de espera hasta el traslado a su nuevo destino, padre e hijo aprovecharon el creciente éxodo de balseros cubanos para escaparse de la isla. Más que en una balsa, salieron de Cuba en un proyecto de barco construido con el motor de un coche en el que compartían ‘pasaje’ con otras 46 personas, entre ellos diez niños. Navegaron durante tres días, hasta que la carencia de combustible les obligó a parar en unos callos. Llegados a este punto, los viajeros sabían que si se evadían del rescate norteamericano irían a parar a Q Wifredo Casañas junto a su famila en la Plaza Mayor de Salamanca. Guantánamo, por eso algunos optaron por lanzarse al agua. Tras el rescate, Casañas y su hijo fueron trasladados a la base naval donde, tras las limitaciones de Clinton a la entrada de más población inmigrante cubana, coincidieron con unos 35.000 compatriotas. Allí permanecieron durante tres meses, un periodo de tiempo en el que el cubano colaboró trabajando como médico en la base, donde llegó a disponer de una carpa con aire acondicionado como consulta. Allí “hubo una atención esmeradísima y la gente engordó como puercos”, recuerda Casañas. Según asegura el trato del ejercito norteamericano fue bueno, de hecho, reconoce que muchos de sus efectivos “salvaron a numerosos cubanos de morir en el estrecho de La Florida”. Durante su estancia en la base militar, Casañas pudo optar entre esperar a que fuesen seleccionados para poder asentarse en Estados Unidos un proceso que le hubiese llevado entre seis u ocho meses, o ser reclamado por familiares suyos en un país extranjero. La suerte le llegó de la mano de su abuelo materno, un salmantino que reclamó a su familia cubana. Pese a recibir ayuda en su acogida a España –respaldo económico para pagar un piso, alimentación durante un año, homologación de títulos profesionales y trámites para facilitar la reagrupación familiar– el inicio de su nueva vida en la capital charra no fue fácil. Al no tener sus títulos homologados, algo que se demoró durante once meses en el caso del título de médico general y más de un año en la especialidad, comenzó a trabajar en “plan clandestino” dando masajes en gimnasios y centros de belleza. Su misión era reunir el máximo dinero posible para poder traer a España cuanto antes a su mujer, su nuera y su nieta. Sin embargo, la Administración cubana se afanaba en entorpecer el proceso y siempre alegaba que faltaba algún ‘papel’. Paralelamente a su trabajo, la familia española de Wilfredo Casañas se puso en contacto con el programa ‘Lo que necesitas es amor’ cuyo presentador, entonces Jesús Puente, le sorprendió en el plató. Aunque supuestamente formaban parte del público que asistía a la grabación del espacio televisivo, el presentador primero le invitó a que enviase un mensaje de amor a su esposa, más tarde a conversar tranquilamente en el famoso ‘sofá’ del programa, después simuló una llamada a Cuba y una conversación con la familia y finalmente irrumpió en el programa su mujer, Niurka. “Aquello fue emocionante, la puerta, la música... fue precioso, cuando sonó la música y se abrió la puerta, mi mujer apareció paralizada, no podía caminar”, recuerda emocionado Casañas. Tras once años en España, el inmigrante de origen cubano sostiene que el resultado “ha sido positivo”, aunque extraña su Cuba 11 natal, donde no ha podido volver, reconoce que en España lleva una vida “bastante organizada”. Sin embargo, no pierde de vista su país al que ve “más estancado, carente de libertades fundamentales y de derechos civiles que nunca”. Así, sigue luchando por “aclarar la cabeza a la gente”. Forma parte de la Asociación de Cubanos residentes en España y es la cabeza visible del Foro Anticastrista en Salamanca, un foro que se hizo notar especialmente durante la XV Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno del pasado mes de octubre, donde se encargo de denunciar que la dictadura de Fidel Castro, que “lleva 47 años machacando al pueblo cubano”, no podía pasar inadvertida. Desde su punto de vista, fue “una pena” que durante la Cumbre “no se sancionase el régimen, los abusos y violaciones que todavía se siguen cometiendo en Cuba”. 12 Witold Uszyñski: Del automóvil a la cocina Texto: Florentino Descalzo. Fotografía: Fernando Peñalosa SEGOVIA. Salió de su país con 28 años de edad y con la intención de mejorar su forma de vida ya que la crisis económica en que se sumía su país, Polonia, a finales de los 80, representa un problema de subsistencia. A Witold Uszyñski se le conoce ya en Segovia por ‘Víctor’ y según la pronunciación diferencia inmediatamente si quien le llama es español o un compatriota suyo. Su formación como comercial y experto en Q El polaco Witold Uszyñski, ‘Víctor’ como es conocido en Segovia, cocina en el restaurante La Codorniz de la capital segoviana. vehículos no le garantizaba un futuro en su tierra natal como tampoco los más de ocho años que estudio fuera de casa. “En mi país no había perspectivas de futuro. Eran años de cambio, las cosas cambiaban a peor y todo empezaba a ser incierto. No se podía decir si iba a mejor o peor. Era una incertidumbre”, relata. De esta forma decidió aprovechar su juventud y ganas de prosperar para emigrar al extranjero. “Decidí dar el paso por una aventura pues quería ver cómo se vive en occidente”. “Vine a España por casualidades de la vida, porque yo me había propuesto viajar a Australia, pero al no haber vuelos desde mi país hasta allí tuve que ir primero a Alemania y desde allí intenté salir. Pero llegué a la embajada y se me presentó la posibilidad de venir a España con otros compatriotas”. En total Witold Uszyñski permaneció un año trabajando en Alemania y en mayo de 1989 llegó a España sin olvidar su intención de desplazarse a Australia, una zona donde tenía la impresión por las películas y documentales vistos en su país, que podría ser un país por explorar. En esos años, Segovia se convirtió en la provincia española con mayor volumen de inmigrantes polacos. Aún siguen siendo una de las principales procedencias de los extranjeros afincados en la provincia, sólo superados por marroquíes y búlgaros. “Dentro de unos días cumpliré 17 años en Segovia, pues vivo aquí desde el 10 de mayo del 89, por lo que considero que ya he pa- Q El polaco Witold Uszyñski junto a su mujer Anna Zaorska y sus hijas de 15 y 5 años posan en su domicilio segoviano. (...) Hago la cocina típica segoviana, que está muy rica y no quiero hacer experimentos con platos polacos (...) sado casi la mitad de mi vida aquí”, resume este cocinero. Dentro de su vida española la otra mitad la comparte con su esposa, Anna Zaorska. “Vino después y nos casamos aquí, en la iglesia de la Santísima Trinidad”. El matrimonio tiene dos hijas, de 15 y 5 años de edad. “Están completamente integradas aquí, donde han nacido, tienen sus amigas y sus estudios”, asegura mirando al alto y con la mente puesta en ellas. “Creo que el futuro mío y de nuestras hijas está aquí. Ellas han nacido aquí y de aquí se consideran”, afirma con rotundidad. Su sueldo de cocinero les permite que su esposa no tenga que buscar un trabajo como hacen otros matrimonios procedentes del extranjero. Además confía en la alta demanda que tiene esta profesión en una ciudad en la que el turismo y la gastronomía están garantizados. “Yo nunca había trabajado de cocinero en mi país, pero cuando estuve estudiando fuera de casa tuve que aprender para prepararme mis comidas y ahora lo hago de forma más profesional y con eso me gano la vida”. “Estoy contento”, añade desde las puertas del restaurante La Codorniz, uno de los más populares de Segovia. Aquí comenzó y aquí sigue. Y asegura que no añora el estilo culinario de su país. “Hago la cocina típica segoviana, que está muy rica y no quiero hacer experimentos con platos polacos”. Frente al establecimiento donde trabaja se encuentra la iglesia románica de San Millán, una de las más visitadas de la ciudad. Ante ella pasan cientos de turistas procedentes de Japón, Estados Unidos, Francia, Holanda. Pero también es lugar de encuentro y desayuno de los funcionarios y otros empleados segovianos de cuello blanco que trabajan en la cercana Avenida de Fernández Ladreda, donde se encuentra la mayoría de entidades bancarias. Estudiantes y agricultores que cada jueves acuden a Segovia al mercado de ganados y cereales también son habituales en la clientela de este restaurante cuya carta se encarga de preparar este ciudadano polaco que Witold Uszyñski sólo una vez pensó ir a Segovia. 13 SORIA. Abandonaron una Rumanía natal en plena recuperación tras la caída del duro régimen dictatorial por una esperanzadora España, donde tras una breve estancia en Madrid se ubicaron en un remoto pueblo de la provincia de Soria que supuso el inicio de un proyecto familiar nuevo. 15 años después de que Valentín y Aldina Vasii abandonaran Bucarest con dos hijos menores, han logrado la nacionalidad española y han visto como sus esperanzas y deseos de mejorar su futuro se han visto cumplidos. Corría el año 1991 cuando el matrimonio formado por Valentín y Aldina se dio cuenta de que “nuestras perspectivas de futuro no parecían las esperadas en Rumanía y decidimos intentar plantear nuestra vida en otro lugar”. Después de desestimar destinos como Estados Unidos o Canadá pensaron que España podría ser una buena elección debido a que no era un país excesivamente lejano y su cultura tenía cierta semejanza con Rumanía. Así, en la primavera de 1991 Valentín dejó su empleo de ingeniero industrial en una gran empresa de Bucarest y emprendió viaje a España “para ver sobre el terreno cuáles eran realmente las posibilidades de encontrar trabajo y legalizar nuestra estancia”. El varón del matrimonio Vasii aterrizó en Madrid con parte de los ahorros familiares y un libro para aprender castellano. El entonces joven extranjero se acomodó en la capital española y, a través de unos compatriotas, encontró trabajo en la construcción. Olvidó su formación en ingeniería y comenzó a iniciarse en el oficio de la albañilería al tiempo que aprendía español y las costumbres de su nuevo país y valoraba las posibilidades que podrían tener el resto de los miembros de su familia. “Cuando vio que existían ciertas posibilidades de trabajo legal nos avisó y yo, igual que hizo él, hice 14 Valentín y Aldina Vasii: De la dictadura de Chauchescu a la tranquilidad Texto: J. Ramón Rodríguez. Fotografía: A. Castaño Q Los rumanos Valentín y Aldina Vasii pasean por el centro de Soria. un alto en mi trabajo de ingeniero y junto con los niños, que entonces tenían 5 y 8 años, llegamos a Madrid en septiembre de 1991”, recuerda Aldina con una sonrisa en su rostro. Madrid sólo fue una ciudad temporal en la acogida española. Aldina comenzó a intimar con una holandesa, con la que dialogaba en inglés, que trabajaba de asistente social en Cruz Roja, quien le informó de que un pequeño pueblo de la provincia de Soria que luchaba por mantener la escuela rural abierta ofrecía casa y trabajo a una familia con niños. “Nos trasladamos al pueblo y tras pensarlo detenidamente decidimos dejar atrás las oportunidades de trabajo que podíamos encontrar en Madrid a cambio de una mejor integración, sobre todo de nuestros hijos, y nos fuimos a vivir a un pequeño pueblo de 60 habitantes llamado Arenillas”, relata Aldina, quien destaca que “el pueblo nos acogió con cariño y expectación ya que así se plasmaba un deseo de todos de ayudar al resurgir del pueblo”. Arenillas fue el municipio pionero en la provincia de Soria en ofrecer casa y trabajo a familias foráneas con niños con el fin de mantener la escuela rural abierta. El cambio no fue fácil a pesar de la ayuda de los vecinos, confiesa esta ingeniera ante la atenta mirada de su marido quien apunta que “la amistad nos permitió superar los difíciles momentos del comienzo de nuestra vida en esta tierra”. La valentía del matrimonio rumano y de los vecinos de la localidad posibilitó una estancia que se alargó casi tres años, tiempo en el que los niños, Alicia y Alejandro, aprendieron a integrarse, Valentín y Aldina asimilaron el castellano como un nuevo idioma que añadieron al inglés y el francés y todos experimentaron con una vida en un pueblo. “Guardamos buenos recuerdos de aquellos años y ahora cada vez que visitamos el pueblo rememoramos ciertos acontecimientos que se quedaron en nuestra memoria”, asegura la pareja que valora aquel paso valiente que dio toda la gente con ellos cuando parecía una iniciativa arriesgada y que se consolidó como una experiencia positiva. Fue en 1994 cuando los Vasii se trasladan desde la acogedora Arenillas a Almazán, un (...) En mi país no había perspectivas de futuro. Eran años de cambio, las cosas iban a peor y todo empezaba a ser incierto (...) municipio con una población de unos 5.000 habitantes a orillas del río Duero. “Desde el principio nos gustó la ‘villa del mueble’ en la que los niños empezaron a estudiar en el Colegio Calasancio y en la que la gente, entonces poco acostumbrada a tratar con ciudadanos extranjeros, nos trató bien, lo que unido a que nuestra integración fue rápida explica que sigamos viviendo aquí”, cuenta Aldina con el entusiasmo de una madre de familia. En poco tiempo, ambos comenzaron a trabajar en Soria. Valentín en una fábrica de máquinas de limpieza con vapor y Aldina en Soria Natural, empresa dedicada a la fabricación de productos de Fitoterapia que, al aumentar las divisiones del grupo, creó un laboratorio farmacéutico de Homeopatía. Años después, Valentín se integró en la plantilla de la mercantil fabricante de productos de Medicina Natural como responsable del departamento de Preparación de Medicamentos y Aldina pasó a coordinar el laboratorio de la división farmacéutica de la empresa ubicada en la localidad de Garray. Durante estos años, los niños han ido creciendo y en la actualidad ambos estudian en la Universidad de Alcalá de Henares. Alicia cursa segundo de Farmacia y Alejandro se encuentra en cuarto de ingeniería informática. Hace cuatro años, al cumplir los diez exigidos por la ley, solicitaron la nacionalidad española que les fue reconocida hace un año, aunque aún no tienen los documentos. “Rememorando ahora nuestra historia, creo que no nos equivocamos cuando elegimos esta bonita y tranquila zona para vivir”. Q La pareja posa ante una panorámica de la capital soriana. 15 Chin-Su: Una carrera hacia el mañana Texto: Paco Alcántara. Fotografía: Miriam Chacón VALLADOLID. La primera palabra que aprendió Chin-Su en España fue “mañana”. Era la respuesta que recibía de sus proveedores cuando no incluían en el pedido el producto que les había solicitado para ese día. Este chino de Taiwán ya se ha acostumbrado a la tradicional impuntualidad hispana, sonríe cuando recuerda estas anécdotas que al principio le enojaban enormemente y acepta complaciente que, en estos años, ha asumido como propias muchas costumbres locales: es un apasionado del fútbol, con simpatías hacia el Real Madrid, juega a las quinielas con una peña de amigos, veranea entre la costa cántabra y la gallega, compró una casa de campo en un pueblo cercano a Valladolid, y desbarata todos los tópicos sobre la sempiterna laboriosidad oriental, cuando, entre risas, anuncia, “soy ya muy español, cierro el restaurante durante mes y medio porque marchamos de vacaciones para visitar a la familia en nuestro país”. Chin-Su lleva la mitad de su vida en España, recaló en 1978 en Madrid, recién cumplidos los treinta años con un contrato como cocinero en un restaurante chino. A los seis meses llegó su mujer, “no sabía ni papa de español”, rememora ella soltando una carcajada. “Me enseñó las primeras palabras la cajera del establecimiento donde me contrataron, con un libro de lectura para niños y, como no se aprendía mi nombre, Chu-Lan, me bautizó con el de Rosa”,dice. Y, como Rosa la conocen sus muchos vecinos y amigos del entorno de Felipe Neri, junto a 16 la céntrica plaza vallisoletana de El Salvador, donde esta familia abrió el Restaurante Formosa, hace 25 años. Fueron pioneros, “nos recibieron muy bien, teníamos el establecimiento siempre lleno, no dábamos abasto y, durante los tres primeros años, todo lo que ganamos lo reinvertimos en el negocio”. Antes, residieron otros dos años en Salamanca como empleados de otro restaurante oriental y dedicaron todo el tiempo libre en recorrer ciudades cercanas buscando un local donde abrir su negocio. Lo encontraron junto al Pisuerga y no se arrepienten de la elección. De hecho, lo repiten constantemente, se consideran una familia con suerte, “es verdad que nosotros nos adaptamos muy bien y sabemos vivir con poco”, pero no es menos cierto que, “nos sentimos muy felices en Valladolid, porque es una ciudad que, ni es grande, ni es pequeña, y se respira mucha tranquilidad”. Lo asevera Rosa con otra carcajada de alegría, mientras apostilla alguna de las muchas diferencias culturales y sociales que le separan de la idiosincrasia española, “nosotros cuando llega alguna desgracia, “en lugar de quejarnos, decimos: me ha tocado, mala suerte”. En este cuarto de siglo, a pesar del aumento de la competencia, su negocio hostelero ha aguanto el envite, porque su clientela se ha mantenido fiel a los largo de este tiempo. La primera, fue una señora mayor que ahora viene con sus nietos”, además, “podemos presumir de preparar muy bien nuestros platos, mantener la carta actualizada y de haber conseguido desterrar la idea de que los restaurantes chinos son solo un lugar donde comer rollitos de primavera”, señala. Años de mucho esfuerzo y de continuas sorpresas. Nos llamaba la atención que la gente se besara en plena calle, eso en nuestro país es impensable. Como buenos etnógrafos también han advertido los enormes cambios sociales que se han producido a lo largo de este cuarto de siglo. Antes se hacía la vida en la calle, la gente era mucho más abierta y alegre, asegura. Su hijo Juan tercia en la conversación y afina el comentario: “yo no digo que exista racismo, pero, desde luego, sí que han aumentado los prejuicios hacia los extranjeros y se nota en el trabajo, porque prefieren coger a uno de aquí”. Tampoco entiende el miedo que en el mundo occidental impone el gran gigante que es China y los temores a que sus productos puedan hundir el mercado nacional, “hay mucha manipulación, no comprendo como la gente está encantada en que un vino de Ribera del Duero se pueda vender en China y, sin embargo, critiquen y se opongan a que los productos que se fabrican allí puedan comercializarse en esta parte del mundo. Es el libre mercado”, sentencia este joven empresario. Juan, Chia Hsiung es su nombre, viajó desde Taiwán junto a su hermana, cuando él (...) Nos llamaba la atención que la gente se besara en plena calle, eso en nuestro país es impensable (...) tenía ocho años y ella uno menos. Ambos se matricularon en escuelas de Valladolid, el chaval en el afamado Colegio San José y aún recuerda con nitidez que las primeras letras de español se las enseñó el Hermano Pariente. En ningún momento sintió el rechazo de sus compañeros y la curiosidad de ser el primer oriental en un colegio de frailes, pronto desapareció. En torno a una taza de té, la conversación fluye espontáneamente, se entrelazan las anécdotas, las historias divertidas y el recuerdo a los muchos amigos. También cuando Rosa fue noticia en los medios de comunicación. A la salida de un banco fue atracada a punta de navaja por tres individuos, “pasé mucho miedo, pero solo se llevaron el dinero”. Este incidente también lo asume con “resignación cristiana”, y, aunque mantiene su religión taoista “me gusta mucho entrar en la iglesia de El Salvador y sentarme, porque Dios está en todas partes”. Q El taiwanés Chin-Su, junto a su esposa Rosa, su hijo Juan y la novia de éste, Celín, posan a la entrada del restaurante Formosa de Valladolid que esta familia abrió hace 25 años. (...) No digo que exista racismo pero, desde luego, sí que han aumentado los prejuicios hacia los extranjeros y se nota en el trabajo, porque prefieren coger a uno de aquí (...) Juan también tiene aún fresca en la memoria sus primeras navidades españolas, “claro que las festejamos”, pero no los Reyes Magos, “fue una decepción porque yo pensé que iba a tener el doble de regalos que mis compañeros de clase; unos, cuando se entregan según la costumbre China, y otros, el seis de Enero, pero no fue así”. Hoy, con 33 años, Juan dirige un pequeño negocio de plásticos en un polígono industrial de Valladolid. Su hermana, Eva, “es la más castellana de la familia, incluso, se ha echado un novio de Valladolid y trabaja en Madrid”. La novia de este joven emprendedor, Celín, llegó a España hace tres años e imparte clases de chino. Como buena lectora de periódicos no comprende el por qué prima más la opinión que la información, “de cada noticia, se hace un foro y opina todo el mundo. Al final, no se sabe qué se quiso contar”. 17 Salami Badreddine: En el Líbano no perdonan al fracasado Texto: Juanma de Saa. Fotografía: José Luis Leal ZAMORA. Mohammad Salami Badreddine nació en Beirut, la capital del Líbano, el 9 de julio de 1952 y vino a España con 19 años para abrirse camino y perseguir su sueño de convertirse en médico. Estudió la carrera en Valladolid; la especialidad, en Salamanca, y en la actualidad desarrolla parte de su trabajo como cirujano traumatólogo en el Hospital Virgen de la Concha de Zamora, además de dirigir el Centro de Rehabilitación Alfonso Peña. Su carácter afable y su habilidad como cirujano le han convertido en una persona muy conocida y respetada de la capital zamorana, ciudad a la que asegura deber una gran parte de su felicidad. ¿Cómo era su vida en su país de origen? Era de una familia humilde y era muy difícil pensar en hacer una carrera como medicina, que era lo que yo soñaba. Allí me dedicaba a estudiar lo que podía y a hacer pequeños trabajos, desde vender ropa de segunda mano hasta libros. Como no teníamos poder adquisitivo para que yo estudiase medicina, al final lo único que pude hacer fue estudiar algo de economía que, al menos, me sirvió para dar clases, sobrevivir y ahorrar algo. ¿Por qué esa obsesión con la medicina? Porque para mi familia no había ningún médico. El concepto de la familia es totalmente diferente al que hay en España porque entre padres, hermanos, primos y demás parientes, una familia puede tener entre 50 y 150 personas. En el Líbano no tenemos una sanidad como en España. Todo es privado y 18 muy caro. De hecho, acabo de enviar dinero para que mi madre pudiese operarse allí. En España no sabemos la suerte que tenemos con la sanidad y la educación gratuita y para todo el mundo, que es lo que más preocupa a toda la humanidad. ¿Cómo tomó la decisión de venir a España? Un alumno de familia acomodada al que le estaba dando clase me dijo que iba a es- (...) Prefiero el cristianismo español porque es mucho menos extremista. En el Líbano, los cristianos son ricos y la mayoría de los musulmanes, pobres (...) tudiar Medicina en España y me explicó lo que hacía falta para venir. Para nosotros, los árabes, España es parte de nuestra historia. No quería ir ni a Estados Unidos ni a Inglaterra ni a Francia, por ejemplo, por motivos políticos y porque siendo estudiante vi que los males de Oriente Medio procedían en parte de las grandes potencias. Le dije a mi padre que quería ver cómo era aquello y, nada más acabar los exámenes de segundo de Económicas, me vine para aquí. ¿Tenía algún contacto aquí? Ninguno. Hacía mucho frío y yo venía poco preparado. Hablaba con la gente y nadie me entendía, así que tuve que aprender rápido el castellano y, en tres meses, más o menos, me defendía. ¿Había empezado ya el conflicto bélico en el Líbano? No. Todavía había paz. La guerra empezó tres años después de que yo me fuese. Lo pasé muy mal porque era una guerra de hermanos contra hermanos y, además, provocada por los países árabes. Líbano es un país formado por muchas etnias y muchas religiones y, de hecho, el actual presidente es cristiano, que es una fórmula francesa que ha quedado en la historia de Líbano. En cualquier caso, prefiero el cristianismo español porque es mucho menos extremista. En el Líbano, los cristianos son ricos y la mayoría de los musulmanes, pobres. ¿Dónde estudió Medicina? En Valladolid. Intenté integrarme lo mejor posible en el país y con los compañeros españoles. No me quedaba más salida que triunfar, entre otras razones, porque en el Líbano no se permite el fracaso, no perdonan al fracasado, especialmente en familias como la mía, en la que tenía muchos hermanos detrás. Al final tuve suerte pero, de todas formas, la lotería toca una vez, pero sólo si vas por ella. Para entrar en la facultad de Medicina me examiné junto a compañeros que llevaban tres años aprendiendo y fui yo el que pasó las pruebas, escribiendo (...) No quería ir a Estados Unidos ni a Inglaterra ni a Francia, por ejemplo, por motivos políticos y porque siendo estudiante vi que los males de Oriente Medio procedían en parte de las grandes potencias. (...) todo lo que sabía de las células. Empecé a escribir en francés, pensando en que tenía que acabar las palabras de otras forma. Mi letra es cojonudamente mala pero hice muchos dibujos y esquemas y conseguí transmitir lo que sabía con éxito. Q El médico libanés Mohammad Salami Badreddine posa en uno de los puentes sobre el río Duero de la capital zamorana. ¿Cómo vivía sus progresos su familia desde el Líbano? Mi familia seguía con gran interés lo que estaba haciendo en España. Mi padre dijo que vendería lo que fuera necesario para ayudarme y yo no podía defraudarle. En el tercer año conocí a María de Carmen González, que estudiaba Filosofía y que sería mi mujer. Fue mi gran apoyo. Hice mi especialidad en Salamanca y como ella era de Zamora, terminamos afincándonos aquí y creo que tomamos la mejor decisión posible porque hemos sido muy felices. Tenemos un hijo de 24 años que se llama también Salami y una hija de 21 que se llama Olalla. Con su nombre de pila hay una anécdota especial. Es verdad. Salami no es realmente mi nombre sino el de mi padre, que fue mi gran apoyo y el motor de mi vida al empujarme hacia delante. Él creyó siempre en mí y estuvo convencido de que iba a lograr hacer realidad mis sueños. Al terminar Medicina en Valladolid fui a hablar con el rector y le expliqué que tenía una gran deuda con mi padre y que quería que su nombre figurase en mi expediente. Me dijeron que era imposible y yo aduje que iba a coger mi título y volverme al Líbano, tal vez para no volver nunca más. Al final, conseguí que pusieran mi nombre, Muhammad, seguido del de mi padre y el apellido Baddredine. ¿Qué dijo su padre sobre eso? Cuando tuve ocasión de volver al Líbano, era el año 1978, cogí a mi padre por sorpresa, un hombre muy alto y fuerte que para mí siempre fue un gigante y se sentó, llorando. Le enseñé el título donde ponía su nombre y le dije “ya eres médico”. Me dio un abrazo inolvidable, inolvidable. ¿Qué transmite en España sobre su país de origen? Que es un país maravilloso, con una historia muy densa, que lo ha pasado muy mal y que, hoy día, tiene cierta crisis de identificación. Después de la salida de Siria parece que no sabemos si somos un país libre o dependiente. Hay muchos intereses internacionales y de la zona sobre el Líbano porque es la puerta de entrada a Oriente Medio. Muchas personas han ido conmigo al Líbano. Entre ellos, mi gran amigo, el jefe de Traumatología de Salamanca, artistas y empresarios de Castilla y León, y se han quedado prendados de mi país. En España hay cosas maravillosas pero en el Líbano, también, y yo quería compartirlas. 19 ciera Caja Duero, el centro ha iniciado su andadura hace ya más de tres años y crece con la ilusión de formar en sus aulas a algún heredero del legado artístico de la danza de Anna Pavlova o Maya Plisétskaya y con la esperanza de encontrar entre sus jóvenes valores a los futuros Karpov y Kasparov sin necesidad de ir a buscarlos a la tierra de los zares. La escuela de ballet, y sus instalaciones, son una especie de joya de la Corona para el director del centro, Boris Mayorskiy, quien explica que las clases se basan en la enseñanza tradicional del ballet clásico ruso, partiendo de cero y culminando en torno a los 14 años, cuando los jóvenes tienen que elegir si continúan o no como profesionales de la danza. Las clases se basan en la enseñanza tradicional del ballet clásico ruso, partiendo de cero y culminando en torno a los 14 años (...) (...) Q La rusa Katia Shevzhenko dirije las clases de enseñanza tradicional de ballet clásico ruso en el centro Lermontov de Salamanca. Q Dos niñas durante las clases de ballet que dirije la rusa Katia Shevzhenko en el centro Lermontov de Salamanca. [Texto: Eva Vicente Sutil. Fotografías: David Arranz] El alma de Rusia en el corazón de Salamanca 20 A más de 4.000 kilómetros de distancia, el alma de la cultura rusa ha llegado a Salamanca para quedarse en el centro Lermontov. Se trata de una iniciativa en la que el material escolar tradicional se sustituye por tutús, zapatillas de punta y fichas de ajedrez, para aprender de la mano de profesores nativos los pilares de la cultura rusa: el idioma, el ajedrez, el ballet clásico... Nacido de la colaboración entre la Fundación Pushkin de Madrid y la entidad finan- La formación corre a cargo de Katia Shevzhenko, una bailarina profesional rusa formada en la prestigiosa escuela de Vaganova (San Petersburgo) y cuya labor se centra en intentar que los chicos no sólo aprendan los movimientos característicos de este tipo de danza, sino también a amar este arte y sobre todo “a disfrutarlo por el camino”, afirma la maestra. Su premisa fundamental es “dar calidad de enseñanza”. Sin embargo, reconoce que lo más complicado de sus clases es la “disciplina y la concentración” que exige el apren- dizaje del ballet clásico. Desde su punto de vista, es un arte que “pide trabajo diario”, ya que “el cuerpo es su instrumento” y “la perfección sólo se consigue practicando toda la vida”. Según asegura, tras culminar su carrera como bailarina profesional, fue “el destino” quien la trajo a Salamanca, donde completa su faceta como docente con los alumnos del centro Lermontov. Tras tres años de experiencia, Shevzhenko sostiene que su mayor ilusión es que alguno de sus jóvenes bailarines llegue algún día a ser profesional. Así, cree que en sus alum- nos salmantinos ha encontrado futuros bailarines “muy bien dotados” que le han demostrado que “llevan el ballet en la sangre” y que son “sensibles para el arte”. A diferencia de las escuelas de baile convencionales, en las que el ballet clásico se imparte como mucho dos veces por semana y se combina con salsa, flamenco, tango, etcétera; en el centro Lermontov las clases son de una hora y media diaria. Según Shevzhenko, en las primeras se consigue que los alumnos conozcan un poco de teoría pero muy poca práctica en esta 21 disciplina. Sin embargo en el Lermontov los alumnos finalizan con una “sabiduría de ballet de calidad”. Aunque es consciente de que no todos llegarán a ser profesionales, entre otros motivos porque muchos no pueden dedicarle a la danza el tiempo y la disciplina que exige, la bailarina sostiene que se conforma con que salgan de sus clases con “un nivel y una sabiduría del ballet de calidad”. Para el director del centro, Boris Mayorskiy, uno de los mayores privilegios con los que cuenta el Lermontov son sus instalaciones. En este sentido, destaca la “fantástica sala de ballet” con la que cuentan los alumnos, un espacio profesional, con suelo especial antideslizamiento, rodeado de espejos, equipado con barras para que los estudiantes puedan iniciarse en la práctica de los ejercicios y, habitualmente, con “música en vivo”. Si la formación en ballet corre a cargo de una bailarina profesional, el ajedrez depende de “un maestro internacional”, el catedrático en la Universidad de Deportes de Moscú en esta disciplina, Boris Zlotnik, que se desplaza to- Salamanca se ha mostrado igual de abierta y receptiva hacia la cultura rusa que lo ha sido a las enseñanzas de científicos, eruditos y sabios (...) (...) dos los viernes desde Madrid para enseñar a los alumnos las bases de este arte al que Rusia ha aportado grandes maestros. El centro cuenta con medio centenar de alumnos de todas las edades distribuidos 22 Q El aprendizaje y perfeccionamiento del juego de ajedrez es una constante en en el centro Lermontov de Salamanca. en tres grupos. Dos niveles de iniciación: uno para aquellos con “conocimiento cero”, que como mucho saben el nombre de las fichas y algunos movimientos, y otro para los que cuentan con cierta experiencia. El tercero es el grupo de perfeccionamiento, del que forman parte jugadores que “quieren incrementar su nivel de maestría”. Las enseñanzas de ajedrez se completan cada año con la celebración de varios torneos, tanto para infantiles como para adultos. Se trata de competiciones “absolutamente democráticas”, tanto en edad como por sexos, y abiertos a gente de fuera del centro interesada en competir. Hasta ahora el nivel de participación es bastante elevado, así, en los torneos para adultos suelen jugar entre 80 y 100 personas y en los infantiles unos 70. El tercer pilar de la cultura rusa es su propio idioma, que ha encontrado en Lermotov un importante centro de difusión, como pone de manifiesto el medio centenar de alumnos que se acercan a estos cursos y que, después de pasar por cinco niveles de enseñanza, salen con la posibilidad de leer libros en la lengua de los zares. A diferencia de las universidades, donde la enseñanza de esta lengua “es muy rígida”, en el centro Lermontov se apuesta por hacer las “clases muy vivas” y, más que en las reglas gramaticales, se pone acento en dotar a los alumnos de “habilidades para hablar y componer frases” en un idioma, que resulta “muy difícil” para los españoles dada su gran diferencia con los idiomas latinos. Han sido tres años de duro trabajo, dice Mayorskiy, “pero ha merecido la pena” porque Salamanca se ha mostrado igual de abierta y receptiva hacia la cultura rusa que lo ha sido a las enseñanzas de científicos, eruditos y sabios que han conformado a lo largo de los siglos el alma de la docta Salamanca. La historia, es testigo y un futuro de conocimientos, un nuevo reto. 23 [Texto: S. Calleja. Fotografías: Leticia Pérez] Pérez del Blanco “Castilla y León le ha quitado mercado vitícola a otras regiones por el trabajo que desarrolla” Este leonés, con más de medio siglo de vida en México, es uno de los más destacados embajadores de los vinos de la Comunidad en el país azteca. Juan Bautista Pérez del Blanco (1937) es uno de los muchos castellanos y leoneses que un día emigró a México, aunque, como él dice, su corazón siempre se mantuvo en la Comunidad, en concreto, en la localidad de Barniedo de la Reina (León). De allí partió hace ahora 51 años, el 24 de octubre de 1954, para conquistar la antigua Tenochitlan, la urbe fundada por los aztecas hace casi 700 años y en la que hoy conviven más de 20 millones de mestizos y emigrantes que han encontrado en la “ciudad de los palacios” su lugar de residencia. Tras varios años dedicado a la industria del metal y practicando de “mal novillero”, hoy es uno de los grandes embajadores de los vinos de Castilla y León en México, además de miembro de la activa Agrupación Leonesa Castilla y León e incluso “un ejemplo” de lo que toda- 24 Q Juan Bautista Pérez del Blanco en posa en una calle de México D.F. vía queda “de la patria chica” en este lugar de Hispanoamérica. ¿Cómo llegó a México? ¿Su aterrizaje fue un fenómeno más de la inmigración que sufrió España en los años 50? En cierto modo sí. En el pueblo, en Barniedo de la Reina, había necesidades que ahora yo creo que han aumentado, porque el pueblo se ha ido acabando, ya que no hay turismo, no hay agricultura... Vine, realmente, por necesidad. La historia, sí, es muy larga. Estuve estudiando y, tras trabajar con mis padres en la labranza, me di cuenta de que no era lo mío. Entonces, me reclamaron unos tíos míos que vivían acá y me vine a México. En su experiencia profesional ha tocado los más diversos sectores de la economía, el acero, la venta de vinos... hasta intentó ser novillero... Yo trabajé con mis tíos durante bastantes años en un negocio de ultramarinos, que aquí se llaman navarrotes, bodegas. Con ellos trabajé en una fábrica de acero. cuando me independicé tuve también una fábrica chiquitita, que creció, pero la llegada de la modernidad a México me obligó a cambiar de ramo y me dediqué a la compraventa. También, durante una época fui novillero, un mal novillero al que ayudó Miguel Báez ‘El Litri’ y recorrí algunas plazas chicas aquí en México, pero cuando vi que no era lo mío me dediqué al portafolio. Me dije: “En lugar de la muleta, el portafolio y a trabajar”. Pero cuando mis hijos tomaran las riendas del negocio del acero, conocí en Aranda de Duero (Burgos) los vinos de la Ribera y comencé a vender. ¿Cómo reciben los mexicanos los productos españoles, especialmente el vino? La verdad es que, en México, el vino tuvo un momento donde el más aceptado era el francés. Pero hoy, por la lucha que hacen los españoles, un magnífico trabajo de introducción, yo creo que el número uno en aceptación es el vino de España. En México no se consume mucho vino porque hay más costumbre de cervezas y de bebidas nacionales, pero año con año se ve un gran aumento. ¿Con ello quiere decir que el mercado mexicano es un potencial para los vinos españoles? Sí, yo he mantenido contactos con Excal y con las Cámaras de Comercio de la región y son conscientes de este aumento. Lo particular de esta región es que manda embajadas todos los días y que sus habitantes son personas trabajadoras no sólo con vinos sino también con otros productos agroalimentarios, industrias... Castilla y León hoy, en general, tiene una gran acogida y, en el campo de los vinos, ya no sólo se demandan elaboraciones de la Ribera del Duero. Los vinos de Toro cada vez son más conocidos y los blancos de Rueda son muy queridos en México. Hoy, Castilla y León le ha quitado mercado a otras regiones de España, precisamente por el trabajo tan impresionante que ha hecho. Castilla y León está haciendo un importante esfuerzo por tener presencia institucional, empresarial y social en México... Es muy importante, porque en México los empresarios más fuertes son castellanos y leoneses. Es una oportunidad muy significativa para que haya más unión y más elementos de trabajo. Usted es miembro de la Agrupación Leonesa Castilla y León, ¿Qué carencias y querencias tiene este colectivo? Se trata de una agrupación que pretende conservar las tradiciones. Por ejemplo, en el caso del grupo de baile infantil, los niños han viajado en dos ocasiones a España para acercarse a sus raíces. Las querencias son todas, y las vamos solventando poco a poco. Las carencias, pues pedimos una mayor ayuda económica para seguir desarrollando actividades y acciones porque los cuartos de los socios no llegan para todo. Queremos fundar un club, construir un pequeño edificio... Pero, necesitamos ayuda tanto del Gobierno español como del de México. Si bien, lo que queremos es, sobre todo, que vengan a vernos. En concreto, las actividades, además de centrarse en la consolidación de costumbres y tradiciones, ¿en qué consisten? La más importante, sin duda, es el Hospital Español –conocido también como el Sanatorio Español- donde prestamos asistencia a 400 ancianos que son españoles o están casados con españoles. Esto data del siglo anterior, del antepasado, cuando la colonia española lo fundó. Hoy es el único que tiene jardines, es el que más habitaciones y mejores servicios presta en México. Es todo un orgullo para los españoles. Es una de las cosas de lo que más nos jactamos. Q Juan Bautista Pérez del Blanco a las puertas de la Agrupación Leonesa Castilla y León de México D.F. 25 [Textos: María Martín, Sonia Calleja, Eva Vicente Sutil, Juanma de Saa y José Ramón Rodríguez Fotografías: Miriam Chacón y David Arranz] Baco nació en el Duero A lo largo de casi 900 kilómetros de longitud, el río Duero vertebra la Comunidad de Castilla y León dejando a su paso una tierra fértil para el cultivo de la vid mas, con una superficie de 97.000 kilómetros cuadrados. La cuenca del Duero concede a las tierras que engloba una condición privilegiada para el cultivo de la viña, cuyo origen se remonta a muchos siglos atrás, pero fueron los romanos, durante su ocupación de la Península, los que implantaron la vid de forma estable. Con su forma de vida trajeron también su culto a Baco, el dios del vino, como demuestra la villa romana de Santa Cruz, situada en el municipio burgalés de Baños de Valdearados, que data de los siglos IV al VI y cuya joya es el mosaico del salón, de una superficie de 66 metros cuadrados, centrada en la figura del dios del vino. Q Un agricultor arregla el terreno de las viñas en las Q Mosaico romano del Dios Baco en el municipio inmediaciones de la localidad portuguesa de Freixo de burgalés de Baños de Valdearados. Una Virgen entre vides Espada à Cinta. Ha sido inspiración para poetas como Antonio Machado y Gerardo Diego, espejo para puentes romanos, frontera para los cristianos y musulmanes, asentamiento militar en centenares de batallas, fuente de vida y de riqueza, generador de una tierra fértil en trigo y pan y el lugar donde la uva nace y muere convertida en néctar. Es el río Duero, columna vertebral de Castilla y León, que le ve nacer en los sorianos Picos de Urbión y abandonar España por el municipio salmantino de La Fregeneda. De sus casi 900 kilómetros de longitud, el 80 por ciento discurre por la región, pero su área de influencia abarca mucho más, llegando a otras siete comunidades autóno- Debieron pasar todavía unos siglos para que la influencia de las órdenes monásticas francesas en la zona se extendiera y, con ella, su afición por la viticultura. A principios del siglo XII, una vez que los musulmanes se retiraron al sur del río Duero, el emperador Alfonso VII cedió una finca de recreo llamada ‘El lugar de la vid’ a un grupo de religiosos, 27 para su primer asentamiento. Así, en 1152, se fundó en la ribera del Duero burgalesa, casi en la frontera con Soria, el Monasterio de Santa María de la Vid. Fue el propio emperador quien decretó que la advocación del Monasterio sería la de Santa María de la Vid ya que, según cuenta la leyenda, Alfonso VII encontró la grandiosa imagen que hoy preside el retablo de la iglesia oculta “bajo una frondosa cepa”, explica el padre Serafín de la Hoz, responsable de guiar a los turistas por las dependencias monásticas. Esta escultura, que data de finales del siglo XIII, mide 1,80 metros y en su mano derecha porta un ramo de vides. La infuencia monástica Al llegar a España, la primera fundación de los premonstratenses fue la Abadía de Santa María de Retuerta, ubicada también en plena ribera, en Sardón de Duero (Valladolid) y hoy convertida en bodega. Y es que los religiosos de esta Orden mantuvieron desde sus orígenes la tradición vitivinícola, de hecho, utilizaban un ramo de vid como adorno, plantaban y cultivaban cepas, construían bodegas y elaboraban buenos caldos. Este interés pronto se amplió a las poblaciones cercanas, que asumieron como propio el cultivo de la vid, algo que hoy en día constituye el modo de vida de muchos de los habitantes ribereños. En torno a la uva y su elaboración se celebran también hermosas tradiciones relacionadas con el culto al vino, como la que se produce cada 15 de agosto. “Los vecinos escogen el racimo de uvas más hermoso y lo colocan junto a la Virgen de la Asunción antes de salir en Q Motivo con un racimo de uvas en una de las misericordias del coro del Monasterio de la Vid. procesión, para pedirle que el vino de ese año salga bueno”. Este agustino admite que “el culto al vino es algo que la gente de esta zona lleva dentro”. Arquitectura Sin duda alguna, el rasgo característico de la arquitectura que jalona el Duero está protagonizado por las bodegas. Algunas conservan el mismo aspecto que hace siglos, mientras otras se adaptan a los nuevos tiempos, ampliando el negocio del vino hacia la hostelería y la restauración. Y el futuro parece ir aún más allá, a la vista de una iniciativa privada que pretende instalar en Aldeayuso, una pedanía de Peñafiel, un centro de turismo rural con servicios de ‘wine Q Turistas visitando el Monasterio de la Vid de Burgos. spa’, de forma que se convertiría en el tercero de España en ofrecer tratamientos de belleza y salud con la llamada vinoterapia. Mientras algunos empresarios buscan la forma de darle una vuelta más de tuerca al enoturismo, otros explotan lo antiguo, lo auténtico, lo viejo. Es el caso de las bodegas subterráneas que forman auténticos laberintos en el subsuelo de muchos municipios de tradición vinícola. Son espectaculares por su extensión las que subyacen en el centro histórico de Aranda de Duero (Burgos) y que en su momento “estuvieron todas comunicadas entre sí, ya que se utilizaban como vía de escape o de protección”, explica Javier Alonso, encargado del restaurante El Lagar de Isilla, bajo el que se encuentra una bodega del siglo XV recuperada y conservada aún hoy para su función inicial, a 15 metros bajo tierra. En Aranda, según calcula Javier, actualmente puede haber entre 25 y 30 bodegas subterráneas abiertas, que se enseñan a turistas y curiosos. El subsuelo La presencia de estas bodegas subterráneas se adivina en el paisaje influido por el Duero por las numerosas construcciones de piedra, habitualmente redondeadas, que sirven como elemento de ventilación. En la zona de Aranda se denominan zarceras y, en la de Peñafiel, luceras. Estos respiraderos parten del techo de una de las naves principales de la bodega y llegan a la superficie, lo que permite mantener una temperatura constante durante todo el año. En la zona ribereña de Soria también se está trabajando actualmente para obtener la declaración de dos conjuntos de bodegas ubicadas en Atauta y Recuerda como Bienes de Interés Cultural (BIC) en la categoría de conjunto etnográfico. Como ejemplo de la arquitectura tradicional de la zona, el Ayuntamiento de Peñafiel puso en marcha hace ya seis años un peculiar museo denominado la Casa de la Ribera, instalado en una vivienda del siglo XVI pero acondicionada tal y como se vivía a principios del XX. Una alternativa para el agricultor En esa época solo existía en la ribera del Duero una bodega preparada para elaborar vinos de calidad, más allá del que obtenían los viticultores de la zona con sus escasos y rústicos medios. Vega Sicilia, fundada en la segunda mitad del XIX a partir de cepas 28 La presencia de estas bodegas subterráneas se adivina en el paisaje influido por el Duero por las numerosas construcciones de piedra, habitualmente redondeadas, que sirven como elemento de ventilación (...) (...) internacionales, como cavernet sauvignon o merlot, logró elaborar unos vinos excepcionales. Sin embargo, durante un siglo, esta marca estuvo aislada en las orillas del río, sufrió la terrible filoxera de 1898 que asoló las viñas, y volvió a recuperar su prestigio de la mano del bodeguero vasco Txomin Garramiola. Gracias a Vega Sicilia y al buen hacer de otro amante del vino, Alejandro Fernández, que fundó su bodega en Pesquera de Duero en los años 70, los caldos de Ribera del Duero recibieron el impulso necesario, atrayendo a la zona a viticultores, enólogos y bodegueros, que lograron, en 1982, crear la Denominación de Origen para estos tintos. Así las cosas, con el auge de la Ribera del Duero y el declive de otros cultivos, el negocio del vino en la Comunidad está animando a algunos agricultores, sobre todo los más jóvenes, a dedicarse a plantar vides en lugar de remolacha, patata o cereal. “El ‘boom’ de la Ribera no lo puedes desaprovechar”, explica José Manuel de las Heras, natural de 29 Q Bodega subterránea de El Lagar de Isilla en Aranda de Duero (Burgos). Fuentecén (Burgos), ligado a la tierra toda su vida y a la uva desde hace pocos años. De hecho, en el año 2003 vio nacer su primer vino, bajo la marca Hemar. Mirando orgulloso a sus viñedos, José Manuel recuerda otros tiempos para el campo, cuando el 80 por ciento de la población estaba en el medio rural. “Igual que en Bolivia mascan la coca para poder aguantar todo el día, aquí se bebía vino para soportar el trabajo diario”. De este modo demuestra el arraigo de la cultura vinícola en la Ribera del Duero, que para José Manuel constituye “su pasión”. Inversiones La reestructuración de los viñedos, que ha posibilitado la gran evolución del sector en los últimos años, llegó en 1994 a la lo- 30 calidad soriana de Castillejo de Robledo, de 180 habitantes, que fue la primera en recibir apoyo de la Junta para recuperar 204 hectáreas de viñedos. De esta forma, se cambió el modo de trabajo en las cepas y, aprovechando el microclima que el Consejo Regulador de la Ribera del Duero reconoce en la zona, se creó una bodega de denominación de origen. En la DO Cigales, la última inversión la ha protagonizado el grupo navarro-riojano Barón de Ley, que ha instalado en este territorio la Finca Museum, donde elaboran exclusivamente crianzas y reservas. “Queríamos salir de La Rioja y buscamos en Castilla y León. Vinimos a Ribera del Duero, pasamos por Toro y por el camino nos encontramos con Cigales, que no conocíamos y que fue lo que nos gustó, porque es la denominación de España que más viñas viejas tiene, de 50, 80 e incluso 100 años”, indica Tomás Jurío, gerente de la bodega, que añadió el “proyecto emergente” que supone Cigales, sobre todo en cuanto a vinos tintos. En cuanto a Rueda, es la denominación más antigua de Castilla y León y está integrada por 72 términos municipales de Valladolid, Segovia y Ávila, aglutinando un total Igual que en Bolivia mascan la coca para poder aguantar todo el día, aquí se bebía vino para soportar el trabajo diario (...) (...) 31 Q El agricultor José Manuel de las Heras junto a sus viñedos de Fuentecén (Burgos). Q Una de las hermanas octogenarias de Las Heras que continúa trabajando en sus viñedos de Fuentecén (Burgos). Q Un compañero de las hermanas octogenarias de Las Heras que colabora con ellas trabajando en sus viñedos de Fuentecén (Burgos) Q Imagen de las viñas dispuestas en terrazas o bancales que cubren la ladera de la montaña aprovechando el terreno. concesión de privilegios reales en lugares donde estaba prohibida la venta de vino. De forma paralela a otras importantes zonas vitivinícolas, los vinos de Toro consiguieron desplegar su prestigio dentro y fuera de España, sobre todo gracias al trabajo desarrollado por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Toro, creado en 1987. Q Castillo de Peñafiel en el que se encuentra ubicado el Museo del Vino. Junto a él, las luceras de las bodegas. de 32 bodegas. El vino antiguo de Rueda fue el primero que se cotizó más caro cuanto más viejo, puesto que la mayor parte de los vinos peninsulares se vendían jóvenes. Más tarde, se hicieron habituales las prácticas del envejecimiento. Aunque continúa primando en su elaboración el vino blanco, desde el año 2001 también existen los Rueda tintos. “Es extraordinario que en un espacio geográfico tan pequeño haya tal variedad de vinos tintos, blancos y rosados”, señala Águeda del Val, directora técnico del Consejo Regulador de la DO Cigales, para añadir que “algo así en Europa habría que buscarlo en una distancia entre Burdeos y Jerez”. 32 Toro o la explosión de los vinos históricos La historia de la cultura del vino de Toro hunde sus raíces en épocas prerromanas y no ha parado de añadir capítulos, en especial durante la última década, cuando estos caldos recibieron el empuje definitivo para traspasar fronteras regionales y nacionales. Desde tiempo antes de que los romanos iniciasen sus asentamientos, los vinos procedentes de Toro ya gozaban de una fama que se acentuaría durante la época medieval. De hecho, los caldos toresanos pudieron distribuirse entonces merced a la Clima más extremo La zona de producción de los vinos que se encuentran bajo la Denominación de Origen Toro tiene una extensión total de 62.000 hectáreas, de las cuales, 8.000 se dedican al viñedo (5.500 registradas en el Consejo Regulador), con más de 1.200 agricultores inscritos. Estos terrenos, formados por sedimentos de areniscas y arcillas, y situados estratégicamente entre Rueda y Los Arribes, abarcan el sudeste de la provincia de Zamora, que afecta a las comarcas de Toro, Tierra del Vino, La Guareña y parte de las tierras de Pan y Campos. Los términos zamoranos son Argujillo, Villabuena del Puen- te, La Bóveda de Toro, Venialbo, Valdefinjas, El Piñero, San Miguel de la Ribera, Peleagonzalo, Sanzoles y Toro, además de los vallisoletanos de San Román de Hornija, Villafranca de Duero, Villaester y Pedrosa del Rey. Por lo que se refiere al clima, el hecho de ofrecer unas condiciones más extremas que las que presentan otros puntos de la Comunidad Autónoma repercute en la zona de influencia de Toro en una maduración más rápida de la uva y un resultado final recio y potente. “Hemos alcanzado un gran prestigio a nivel nacional e internacional y trabajamos para seguir distinguiéndonos por la calidad más que por la cantidad”, señala Moyano. Materia prima excepcional Tanto los especialistas como los aficionados aseguran que la materia prima empleada en la DO es “excepcional, comparándola con cualquier lugar de España, aunque también hay que saberla trabajar”, según destaca Carlos Gallego, director técnico del Consejo Regulador, si bien su labor se conoce más como la de ‘veedor’. “Estamos en un momento dorado por ese motivo pero también porque los bodegueros viene con buenos cimientos en la cultura enológica. La tinta de Toro hay que pulirla y trabajarla y para ello hay que acentuar la conciencia de la gente, como todos esos exportadores de Toro que creen en el producto y lo comunican”, apostilla. Por añadidura, si se establece una comparación con vinos de renombre mundial, como Burdeos, Borgoña o Chianti, “la relación calidad precio es superior en los de Toro”. Algunos especialistas hablan de vinos potentes, con color rotundo y gran personali- dad aunque con una elegancia ligeramente inferior a los de la Ribera del Duero pero “el potencial, el alma del vino en cuanto a componentes nos permite decir que son los mejores porque tienen muchos compuestos en una gran medida”. De hecho, según Carlos Gallego, “desde parámetros estrictamente analíticos, los vinos de Toro dan mucho de sí en todos sus campos por lo que podemos decir que la competencia real viene de vinos blandos y más fáciles de beber”. Las Arribes, la apuesta por lo autóctono El clima, el ph ácido del suelo, las variedades autóctonas de la uva y la avanzada edad de las cepas, la mayoría entre 65 y 70 años, han consolidado la zona de Las Arribes de Q Bodega Abadengo (Pereña, Salamanca). 34 35 Zamora y Salamanca como un espacio óptimo para la producción vinícola, un legado que remonta sus orígenes a la colonización romana, que actualmente centra su producción en la apuesta por la calidad y los valores autóctonos y que espera alcanzar la recompensa a una labor de siglos en la consecución de la ansiada Denominación de Origen. Santiago Castro, director técnico gerente de la asociación Vino de la Tierra Arribes del Duero afirma que, aunque los caldos de la zona actualmente están amparados por la mención Vinos de Calidad de Arribes, lo cierto es que “cumplen con las mismas características que una denominación de origen” y sobre todo, con “los mismos controles” desde que la uva está en el viñedo hasta que sale embotellada. Según asegura, “se ha cumplido con todo para ser denominación de origen” por lo que este año la asociación vitivinícola espera conseguirla. La asociación, de la que forman parte diez bodegas con una producción de 3,3 millones de kilos de uvas, unos 2,2 millones de litros de vino al año, ‘juega’ con cuatro ‘ases’ que hacen del vino de Las Arribes del Duero un caldo de características únicas. Así, Castro recuerda que en la zona confluye el clima continental no extremo, por la proximidad del Atlántico, y el clima mediterráneo en zonas bajas del Duero. Además, el ph ácido del suelo, cargado de pizarra y granito, fundamental para dar toques minerales y telúricos al vino y básicos para retener la humedad durante los periodos de sequía, hacen que esta tierra sea única. A estas virtudes, los enólogos de la zona añaden que la edad media del viñedo es de 65-70 años, lo que garantiza producciones muy pequeñas pero la calidad muy alta, y el trabajo exclusivo con variedades autóctonas como la Juan García, Rufete o Bruñal 36 Q Las bodegas de Fermoselle, un autentico laberinto de tuneles excavados bajo las casas que se comunican entre sí. Q Pachi, un biólogo que se ha retirado a Fornillos de Q Julio Gallo enólogo chileno encargado de la bodega Abadengo en Pereña (Salamanca). Sayago, donde se dedica a hacer queso y una pequeña producción de vino, todo sin abonos Biodinámica Pachi Martínez regenta la bodega La Setera, en Fornillos de Fermoselle (Zamora), una pequeña producción que ha conseguido dar el salto internacional e importar sus caldos hasta Inglaterra, un país donde este año ha conseguido ‘colocar’ el 25% de su producción anual, unas 12.000 botellas. El secreto de su producción está en la técnica utilizada por este biólogo inspirada en la denominada biodinámica. De acuerdo a sus principios, el ciclo vinícola está íntimamente relacionado con el movimiento de la luna y de los planetas. Así, el mejor momento para la poda es la luna menguante, el embotellado debe hacerse con luna ascendente, trasegar en luna descendente, mientras que los días que coincidan con los nodos lunares, lo mejor es dedicarse a “quitar las malas hierbas”, ya que durante esas jornadas “todo es perdido”. Bodegas excavadas De la tradición vinícola en la zona de Las Arribes del Duero deja buena constancia el ‘laberinto’ excavado en las rocas de granito y pizarra que caracterizan el subsuelo de Fermoselle (Zamora), unas construcciones de cuya existencia ya se tuvo conocimiento desde el siglo XII, si bien la mayoría datan de entre los siglos XVI y XVII. Por sus características especiales, no se descarta recuperarlas desde el punto de vista turístico, ya minerales y de una manera naturista. En la foto nos muestra uno de sus más preciados tesoros: una Desde Uruguay botella de su vino “La setera” sería posible volver comunicar todo el municipio de forma subterránea a través de sus bodegas, explica Francisco Delgado. Delgado regenta actualmente la sede de la peña ‘El Pulijón’, un espacio dedicado al ocio cuyo subsuelo esconde una auténtica bodega-museo que en sus orígenes formó parte de las instalaciones del denominado Castillo de Doña Urraca (s. XII), donde hacía las veces de mazmorra y puesto de guardia. Para Delgado, “la ruina” del pueblo llegó con “las partijas”, las porciones de tierra heredadas por varios hermanos que comenzaban a dividirse entre los sucesivos herederos hasta quedar reducidas a porciones tan pequeñas e incapaces de sostener la economía familiar que terminaban por ser abandonadas. El uruguayo Julio Gallo es el enólogo encargado de Abadengo, una bodega que muy pronto sacará a la luz el primer reserva con 19 meses de barrica y con cepas de más de 100 años con el nombre de ‘Gran Abadengo’. Esta producción se sumará a la de Bruñal, una variedad de uva que está en extinción de la que han elaborado las primeras 1.500 botellas en una primera cosecha del año 2003, con 13 meses de barrica, y la de Juan García, cuya producción ronda las 90.000 botellas anuales. Gallo recuerda que el proyecto de Abadengo nació en el 97 como “un vino que se pensaba hacer para los amigos”. Sin embargo, se está consolidando como un “proyecto claro con el objetivo de trabajar con variedades autóctonas”. Desde su punto de vista, los más característico de su apuesta es que se trata de “un producto distinto a los demás”, tan diferente, que le ha llevado a abandonar su Uruguay natal por trabajar junto a los caldos de Las Arribes del Duero. De la tradición vinícola en la zona de Las Arribes del Duero deja buena constancia el ‘laberinto’ excavado en las rocas de granito y pizarra que caracterizan el subsuelo de Fermoselle (...) (...) 37 El macrojardín del Douro “La teoría de la biodinámica expuesta por Rudolf Steiner en una serie de conferencias dadas en 1924 relata que los lugares más indicados para el cultivo se delatan visualmente. Si esta teoría es correcta, entonces, los vinos del Alto Douro en Portugal tienen que ser estupendos porque el paisaje es inolvidablemente bello”. Esta sentencia de Harold Heckle se cumple en Portugal. Aquí, el Duero ya no es Duero, es Douro; las uvas, castas y las bodegas, adegas. La cuenca por la que discurre encajonado el río se convierte en la bacía, y el caudal manso que se deja ver por Tordesillas (Valladolid) y por Toro (Zamora) es bravo y crece. Aquí, la viña se alterna con el cultivo del naranjo, el olivo y el almendro que van perdiendo protagonismo a medida que el río avanza y entra en las zonas productoras de vino de calidad. No obstante, los lugareños siguen yendo a cuidar la viña cada mañana –en carro o tractor-, porque también venderán sus uvas para elaborar el ‘vinho do Porto’ que es licoroso y nada tiene que ver con los vinos tranquilos propios de las denominaciones de origen de Castilla y León. Elemento de desarrollo Ha sido precisamente el Oporto o el Porto, según se prefiera la terminología portuguesa o española, el que ha permitido que los 111 kilómetros de frontera que marca el Duero no hayan sucumbido a la despoblación, al igual que todo el eje que marca el río hasta que muere en el Atlántico. 38 Q Naranjos en el valle de Lagoaça desde donde se divisa la localidad de Aldeadávila en Salamanca. Q El Duero alimenta a su paso a las viñas en las inmediaciones de Pinhao. “Para esta zona la viticultura es la actividad, no una de las actividades porque la región depende mayoritariamente de ella”, explica Jorge Díes, uno de los técnicos del Instituto do Vinho do Porto, que define la zona como el resultado de la “labor de viticultores que trabajaron el terreno y han provocado este macrojardín de autores anónimos”. No sólo se refiere a los de los años 50 y a los de principios de siglo, habla también de los pobladores romanos e incluso sus antecesores que, como en Castilla y León, introdujeron el cultivo de la vid. Entrar en el Duero portugués es también hacerlo en diversas comarcas vitivinícolas y denominaciones. Las más importantes de la ‘bacía’ portuguesa del Douro son la Denominación de Origen Controlada (DOC) Vinho Verde y la DOC Oporto, que da la casualidad que fue, a su vez, la primera demarca- ción vitivinícola del mundo y data de 1757. A estas dos, se unen la DOC Douro, la de Távora-Varosa y Beira Interior, junto a otras comarcas de menor tamaño. Turismo, fuente de riqueza Los alardes del turismo, hasta cierto punto precario, se dejan ver a lo largo de todo el trayecto pero se irán perfeccionando a medida que el Duero se adentra. Las barquitas del lado portugués junto a una choza deshabitada que mira a Aldeadávila se convierten en uno de los primeros ejemplos. Son como David y Goliat si las comparamos con las de Barca d’Alva, en la Fregeneda, donde los navíos que llegan al mar y las embarcacio- nes convertidas en restaurantes muestran que el turismo es otra de las fuentes de generación de recursos hacia donde mira el Duero Lo bueno es que también, en todo el recorrido, hay una nota de dejadez y abandono que tiene su encanto, como la estación abandonada de Barca d´Alva que da cierto romanticismo al río, sobre todo si se divisa desde la mole del puente del hierro, porque en zona lusa los puentes son de hierro. La envergadura del río impidió los puentes romanos que cosen con sus ojos al Duero por ejemplo en Peñafiel. Según avanza el río, las pequeñas explotaciones dan paso a grandes quintas de los 39 Q En las inmediaciones del barrio de pescadores de Foz Belha en Oporto, las mujeres continúan haciendo la colada a mano para secarla después con la brisa del Duero. Q Tres puentes de distintas etapas atraviesan al Duero en Peso da Régua. En territorio portugués la arquitectura popular también se mide en puentes de hierro. (...) (...) Q El río Duero atraviesa el puente de hierro en restauración de Luiz X en Oporto peldaños perfectos que son síntoma de la profesionalización del sector. Aquí, la agricultura de subsistencia desaparece poco a poco y deja ver, entre grandes letreros de quintas y adegas, rayas de majuelos perfectos donde el riego tecnificado es otra prueba de ello. Esta afirmación la corroboran los grandes letreros de la familia Ferreira que, en las inmediaciones de Pinhao, dan cuenta de la extensión de viñedo con que elaborarán sus vinos. Es también, en Pinhao donde algunos barcos rabelos, los que transportaban las pintas de Oporto hasta Vila Nova de Gaia, se mecen en las aguas del Duero a la espera de algún turista que quiera montar. Aquí, de nuevo, otro gran puente de hierro desvela la magnitud del cauce del río que nos lleva a Oporto. En territorio portugués la arquitectura popular también se mide en puentes de hierro. Puentes de hierro Oporto es, sobre el Duero, otro enjambre de puentes. El de Freixo, Sao Joao y el de María Pía que ya no se utiliza y lleva el sello de Eiffel. Es curioso, pero el francés vuelve a ser otro nexo entre las dos orillas del río. Ya antes, en las comarcas de Sayago y Aliste, en el puente de Requejo, aparece otra obra de ingeniería del mismo estilo, en la que un arquitecto español miró las construcciones del francés. Mientras tanto, el “largo regazo abierto hacia el río, que sólo desde el río se ve”, en palabras de José Saramago, en el barrio de la Ribera besa las casas amarillas, ocres, de los colores tierra a excepción de algún azul y blanco oxidado que miran a Vila Nova de Gaia. Allí, no bajo las entrañas de la tierra, sino al mismo nivel duermen los oportos en las bodegas que han visto en el turismo un recurso añadido a la comercialización. Los Calm, Sademan, Kopkey Ferreira son “vinos y turismo”, en palabras de Jorge Díes, para quien no se puede olvidar el valor añadido de la producción del Oporto. Por ello, todavía los barcos rabelos flotan en el río con sus pintas de madera, mezclados con otros que son restaurantes y cafés. En este punto del trayecto, el Duero mira ya al Atlántico. Es un río maduro que ha tejido y teje dos regiones, donde el vino ha sido gran culpable del asentamiento de población, en especial en la zona de Portugal y ha servido para unir dos culturas durante mucho tiempo separadas y ahora con el punto de mira puesto en el gran eje socioculural y económico del gran río. El pequeño Duero soriano de los Picos de Urbión; el manso Duero de Burgos y Valladolid que empieza a dar la cara en Zamora; el Douro encajonado y de terrazas llega al mar. Es entonces cuando deja de rugir y permite escuchar la lengua portuguesa que es, como decía Miguel de Unamuno, igual que la castellana pero sin hueso, más dulce y silabeada. 41 [Texto: David Rodríguez. Fotografías: Juan Lázaro] José Luis Solaguren “Por el bien de la humanidad, es importante que se conozcan las buenas cualidades que tiene el buen vino” Q José Luis Solaguren en su restaurante de la capital madrileña. José Luis Solaguren, 65 años de experiencia en el mundo de la hostelería le han convertido en un referente nacional e internacional de todo lo referido con la buena mesa. Bodeguero de éxito, atesora en sus instalaciones de Rueda una pinacoteca que sería la envidia de muchos museos y coleccionistas porque, para él, la cultura y el vino están unidas de forma indisoluble. Preocupado por el futuro de un sector cada vez más competitivo llama a las empresas a abrir nuevos mercados y al mundo de la enología a preocuparse porque los jóvenes hagan el aprendizaje que les permita exigir los mejores caldos. 42 El Duero, un río de vino... ¿Empezamos a creernoslo? En la península tenemos unos vinos fantásticos y debemos hacer que se conozcan en el exterior, ya que no hemos sabido promocionarlos muy bien. El río Duero es inmenso en su riqueza, pero hasta ahora no se había tomado en serio en su conjunto. Esta es la idea básica de la que ha surgido el proyecto de ‘Vinus Durii’, la promoción conjunta por parte de España y Portugal, de los vinos en torno a este río. Ya es hora de hacer entre todos una unión y lanzarnos a la promoción. Que el mundo entero conozca la gran riqueza que tenemos en torno a los 900 kilómetros del río Duero es muy importante. Junto al vino, la cultura es el otro elemento de unión que persigue este certamen Es que hablamos de una zona culturalmente muy importante en España y Portugal. A través del mundo del vino se van a desarrollar unos conceptos culturales muy amplios e interesantes. ¿El vino es riqueza? (Sonríe) El vino conlleva un movimiento muy grande. Las fábricas de vidrio, el corcho, las imprentas, y un mundo que vive alrededor de las cepas y de la uva. El vino lleva muchos colaboradores en su proceso, y por eso es muy importante que se mueva. Por eso estoy muy feliz de que surja esta idea. ¿Y goza de buena salud? El mundo del vino está pasando por un momento delicado, porque cada día hay más cantidad en el mercado y se consume menos. Ahora se producen caldos buenos en continentes que nunca se pensó que estarían ligados al sector. A esto se une que los consumidores beben menos, aunque se ha producido una selección hacia la calidad. Están saliendo vinos muy buenos en todas las regiones, porque la tecnología ha avanzado muchísimo. Aún así, es necesario mejorar y cuidar más los vinos. Cada día hay más competencia, que no va a parar, sino que va a crecer. 43 La clave entonces está en la comercialización. Debemos dar el salto al exterior, porque aquí el mercado está llegando a la saturación. Antes de que se sature, debemos tener bien avanzados los contactos fuera. Eso nos afianzará, porque ya se conocerá la calidad de nuestros caldos. ¿Se hace lo suficiente? No. Hay que gastar en promoción y debemos acostumbrarnos a pensar en conjunto. Tradicionalmente cada uno ha pensado sólo en su casa, algo lógico, pero hay que tener sentido común y aunar las fuerzas para salir fuera. ¿Qué mercados son los que presentan mayores perspectivas de futuro? China se hará con el consumo del vino, será uno de los mercados más grandes y esperanzadores. Más próximo, debemos seguir luchando en Europa porque tenemos cabida y calidad para conquistar esos mercados. También tenemos América, toda la parte latina nos respeta y nos quiere. Ahí hay que intentar introducirlo. Hablábamos antes de cultura, ¿qué hay de la cultura del vino? Se ha producido un receso. Es necesario preparar a los jóvenes. Cuando uno empieza, bebe un vino normal, pero cuando vas aprendiendo ya vas exigiendo y te vas metiendo en un mundo que es una cultura. Vas disfrutando cada vez más. Es un aprendizaje como otro cualquiera, pero noble y justo. Debemos seguir extendiendo la cultura del vino como el producto estupendo y sano que es. ¿Cómo lograr eso? Todas las bodegas nacionales y algunas internacionales deberían unirse para hacer una defensa de lo que significa el vino en todo el mundo. El vino es buenísimo para el organismo tomado con medida. Eso lo deberían decir los científicos, que lo saben. Eso 44 (...) En la Península tenemos unos vinos fantásticos y debemos hacer que se conozcan en el exterior. Hasta ahora, no hemos sabido promocionarlos muy bien (...) Q José Luis Solaguren es el propietario de Bodegas Antaño en Rueda (Valladolid). habría que promoverlo. Creo que por el bien de la humanidad, sería importante que se conociesen las buenas cualidades que tiene el buen vino, independientemente de que nos ayudaría a vender más. ¿Los precios pueden ser un condicionante? Todo tiene sus costes. Es cierto que los reservas son caros, pero no hay que empezar por ahí. Hay que empezar por vinos normales, que son asequibles. Pero para llegar a los reservas, hay que tener un tipo cultural, de paladar, gastronómico y económico. Tampoco con 18 años uno tiene dinero, también debe ganárselo. ¿Cómo está la restauración en España? Su estado es bueno, porque hay mucha competencia, y siempre que hay competencia se agudiza el ingenio. Nadie puede dormirse, porque es un sector muy competitivo. Ahora en el mundo gastronómico se defienden varias culturas y todas están bien y tienen su sitio. Está la cocina de la abuela, que no se podrá quitar nunca, y luego la de autor y creativa, que tiene una vida paralela. Si el autor es bueno, pues la obra será buena. Carlos Domínguez Cidón (Astorga, 1959), compagina su labor al frente del restaurante Vivaldi de la capital leonesa –único de la provincia con una estrella en la Guía Michelín- con una intensa tarea editorial, didáctica e investigadora. Su cocina, moderna y elaborada, es reconocida en los foros gastronómicos más relevantes y los platos que salen de sus fogones reflejan el empeño por combinar modernidad y sensatez. Prepara la apertura del restaurante del Museo de Arte Contemporáneo, Musac, de León, colabora con la Universidad en el estudio de la transformación física de los alimentos y trabaja en una enciclopedia sobre setas. En Alimentaria 2006 los Príncipes recordaron su forma de cocinar los garbanzos, uno de sus ingredientes favoritos. Q Carlos Domínguez Cidón a la entrada de su restaurante en León ‘Vivaldi’ reconocido con una estrella Michelín. [Texto: Elena Fernández. Fotografías: Peio García] Carlos Domínguez Cidón, cocinero 46 (...) Aporto una dosis de sensatez a la cocina moderna (...) ¿Cómo empezó en esto de la cocina? La afición viene desde pequeño por parte del abuelo materno. Empecé como aprendiz cerca de mi pueblo y luego inicié un seguimiento de las cocinas españolas, que me interesan mucho, sobre todo la vasca, con Pedro Subijana y Juan Mari Arzak. Me dediqué a conocer lo que hacían Ferrán Adriá y otros. Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Gracias sobre todo a Subijana me interesa mucho la cocina moderna, puesta al día. Es un seguimiento que vengo haciendo hasta hoy. La cocina moderna está de plena actualidad. ¿Supone eso un aliciente o frena la creatividad de sus autores? El cocinero ha salido de los fogones y está en los medios de comunicación. Eso es importante porque se da a conocer un mundo que es muy apasionante para los que vivimos dentro, pero sí tenemos esa precaución de sentir que en cualquier momento todo esto se puede derrumbar. Nos están obligando, sobre todo a algunas personas más en boga que yo, a sacar al mercado platos nuevos, platos modernos que no son coherentes con lo que ellos mismos hacen, quizá por la presión mediática. Es como que todo tiene que ser nuevo, que no vale nada de lo anterior. ¿Es compatible la cocina actual con la tradicional? La cocina tradicional de Castilla y León es la que me ha dado los platos creativos más importantes. Partiendo de esa base, de una cocina tradicional bien elaborada, edifico una cocina con modernidad. Ya no tenemos que comer como los abuelos pero tampoco evitar ser alimentados de otra manera sin perder nuestro criterio y responsabilidad. La mía pasa por entender que nuestra cocina tradicional sigue enriqueciendo la cocina moderna. Yo mantengo el pulso de edificar sobre lo que está hecho, nunca destruir. Dicen que está usted muy comprometido con la materia prima... Una buena cocina en cualquier ámbito, sea nacional o mundial, tiene que tener una base en el producto. La mitad de mi cocina se la debo al producto, un producto de calidad que genera condiciones óptimas para trabajar con él y sin él es muy difícil que sintamos que hay una buena cocina. En mi caso todos los platos pasan por reconocerse con productos de Castilla y León. Es un criterio en el que me he sentido cómodo y la gastronomía de mi tierra es la que me permite valorar estas posibilidades que son nuestras y que tenemos que dar a conocer nosotros, no que vengan de fuera a hacerlo. Q Carlos Domínguez Cidón en los fogones del ‘Vivaldi’. 47 ¿Por qué tienen tantos apellidos los platos? Cuando escribes el nombre de un plato quieres identificar todo lo que haces. Si incluyes una dosis de poesía y jugar a saber escribir el enunciado de la receta, encuentras una tendencia a poner demasiados apelativos. Pero es importante, sobre todo en Castilla y León, reconocer que los productos tienen nombre y apellido. Es un guión que no quiero saltarme. Tampoco son excesivos, aparecen las texturas, las condiciones que tú marcas. En la cocina moderna cada plato lleva varias cocciones. Si no explicas eso al comensal, realmente no le dices lo que está comiendo. ¿Considera que la cocina es un arte? Partiendo de que nos alimentamos tres veces al día, donde podemos permitirnos este lujo, la cocina se convierte en arte, en una manera de sensaciones, de sentirse delante de un plato, de una mesa, con emociones y sentimientos y eso es lo que persigue la cocina evolucionada, que la gente que se siente a comer no se siente a alimentarse sino a degustar, a disfrutar. Es la diferencia entre comer y disfrutar del placer de poder hacerlo. Es de lo poco que podemos disfrutar solos, aunque mejor acompañados. ¿Cuál es su aportación a este mundo? Aporto una dosis de sensatez. Me gusta trabajar en la cocina moderna pero con los pies en el suelo. Los triples saltos mortales hay otra gente que se los puede permitir, y lo hacen, pero en mi caso lo importante es lo que podemos elaborar con un criterio sensato. Sentarte a comer unos garbanzos modernos, muy diseñados, pero que sean garbanzos. Esa es la cocina que me gusta elaborar. Precisamente disertó sobre esa legumbre en el encuentro mundial Madrid Fusión... Trabajo con la Universidad de León en un proyecto sobre el uso de la reología -estudio de los principios físicos que regulan el movimiento de los fluidos- en los alimentos. Sería 48 la transformación físico-química del producto crudo, en qué se convierte una vez cocinado. Consigues saber cómo podemos cocinar unos simples garbanzos de manera absolutamente perfecta, sin equivocarte en temperatura, cantidad de agua o de caldos. ¿Qué lugar ocupa la cocina española en el escalafón mundial? La gente envidia la cocina española. La cocina mundial viene a reflejarse en la cocina española de vanguardia, la que hacen cuatro genios. El resto hacemos una cocina moderna, intentando estar a la altura de las circunstancias. Madrid Fusión es el evento gastronómico más importante del mundo y por allí pasean los mejores chef. Que este año por primera vez haya habido un jefe de cocina de Castilla y León me parece un pri(...) Yo mantengo el pulso de edificar sobre lo que está hecho, nunca destruir. (...) vilegio, cuando es la cuarta edición y cada año pasan solo 30 cocineros. Nos dejan hablar, decir qué tenemos. Apareces con un producto como el garbanzo, trasladas sensaciones y se paran a pensar en ello. Un americano, un japonés, entienden que has ido a la Universidad para saber cocerlos perfectamente. Actualmente prepara una enciclopedia sobre setas... Ese mundo me apasiona, descubres que de la disección de una seta vienen dados muchos componentes y ves cómo se comportan. Sirve para poder decir que con un producto puedes elaborar sensaciones que quiero trasladar al público. Lo publicará la editorial Everest e incluirá un centenar de setas comestibles valoradas gustativamente y reológicamente y con componentes de diferentes preparaciones. No vamos a enseñar a coger setas, sino a que cada una tenga un criterio gastronómico. ¿Qué supone para ‘Vivaldi’ contar con una estrella en la Guía Michelín, como otros cinco establecimientos en Castilla y León? La estrella Michelín es la Biblia para los cocineros. A los que no la tienen a lo mejor les parece que no es el no va más. Los que la tenemos disfrutamos de una experiencia única en el mundo gastronómico. Reconocen tu trabajo. Aunque haya sido muy arduo y bonito antes, hasta entonces muy poca gente se acuerda de que existes. En Castilla y León hay un bagaje de cocineros importante. No sólo las seis estrellas de la Comunidad sino gente joven que hace cosas interesantes y creo que no tardaremos en tener más estrellas. El movimiento que apareció en el 94 vía Euro-toques supuso un revulsivo. Apoyados por Subijana y Arzak se inició un hervidero de personas que hacemos que esta región se mueva y otras comunidades quieran hacer lo que nosotros. ¿Qué papel juegan las instituciones en la promoción de la cocina actual? La Dirección General de Turismo ha tomado las riendas y tiene muy claro que tenemos algo en el mercado que podemos vender con mucha calidad y honestidad y que somos el turismo gastronómico que también se necesita para comercializar los monumentos que tenemos en Castilla y León. El apoyo institucional es razonablemente suficiente, nunca del todo. Se tendría que potenciar más para vender una imagen turística moderna. Habría que apostar más porque ese turismo funciona en muchos países y aquí está empezando de forma muy coherente. ¿Alguna vez se ha sentido incomprendido en su forma de hacer cocina? La incomprensión viene dada por las as- (...) Me queda un pequeño pesar, que mi pueblo, la gente de León, tenga claro que aquí se hace una cocina dedicada a dar calidad en la mesa y cariño especial a la tierra (...) fixias económicas. A veces el intentar que la gente te entienda como tú quieres no es fácil cuando no eres una persona pudiente. Económicamente me he sentido incomprendido porque los principios fueron durísimos, tuve deudas ingentes de dinero pero apostamos, mi hermano y otras personas de mi entorno que querían y creían en esto y que también sufrieron las inclemencias de la cabezonería de Carlos Domínguez Cidón. Le han definido como ‘gurú’ de la restauración, renovador, brillante y creativo, ¿prefiere ser reconocido o conocido? Me gusta un reconocimiento de la cocina más que de la persona porque a mi alrededor hay gente que hace tanta labor como yo y no se les conoce. Prefiero el reconocimiento porque es parte de ellos también. Me queda un pequeño pesar, que mi pueblo, la gente de León, tenga claro que aquí se hace una cocina dedicada a dar calidad en la mesa y cariño especial a la tierra. No quiero ser profeta en mi tierra sino que lo que hago guste también a la gente de mi tierra. El Ayuntamiento de León tiene en un rincón olvidado lo que hace Carlos Domín- guez Cidón en su tierra, cuando ‘Vivaldi’ es referente a nivel nacional. Habrá tenido ocasión de vivir diversas situaciones anecdóticas e imprevistos. ¿Alguna especialmente relevante? Fui a Nueva York a hacer unas jornadas gastronómicas y queríamos poner vinos de nuestra región así que los llevamos. Los controles son muy rígidos y pensamos que nos los quitarían. Según presento el pasaporte me dicen ¿De Astorga? Yo también. Era un chico de una familia de mi barrio. Nos dejó pasar el vino. También tuve una experiencia interesante en Londres. Era una comida para 1.800 personas y casi no llegó a tiempo el camión que traía ingredientes desde España. Tuvimos que aventurar unos hornos imprudentes, no con hogueras pero casi, para acabar justo a tiempo y que pudieran comer lechazo. ¿Tiene alguna costumbre o ritual en la cocina? Ponerme muy nervioso antes de que empiece el servicio de sala, de que comiencen a sacar los platos. Es un estado emocional, te sientes con tensión a la hora de salir al público con tus platos. Es como salir a un escenario un actor, que siempre está nervioso antes de la función. Eso me hace sentir vivo dentro de la cocina, porque la presión que creo en ese momento es para que después la gente pueda disfrutar de ella. ¿Qué retos y planes tiene a corto plazo? La puesta en marcha del restaurante del Museo de Arte Contemporáneo, Musac. Es el reto que me he propuesto, intentar que salga adelante una cocina muy de vanguardia, más que la que hacemos en el Vivaldi. No hemos marcado plazo, estamos en el principio y quiero llegar al final muy bien, no con mediocridad. Aspirar a una segunda estrella de la Guía Michelín, tampoco pasa nada, creer que mis compromisos van a ir unidos a la capacidad de creación de la gente que trabaja conmigo y poder dar alegrías al cuerpo a quien se quiera permitir el lujo de disfrutar de una cocina que tiene el gancho de coincidir con una gastronomía regional pero muy moderna. Llega una visita inesperada a casa y queremos preparar unos aperitivos. ¿Alguna sugerencia? Tan sencillo como coger un trozo de queso de Ambasmestas, de cabra, calientas una sartén, tuestas por ambos lados y lo presentas sobre una loncha de tomate a la que le pones una película de miel. Seguro que hay una lata de sardinillas. Trituras un par de ellas con un punto de aceite de oliva emulsionado, queda como mayonesa ligera y lo metes en panecillos tostados, pero calientes. Si tienes un espárrago verde puedes ponerle una loncha fina de un queso como un Arzúa-Ulloa. Lo envuelves en una loncha de jamón y le das un golpe de calor en el microondas. Podemos ponerle un vino Don Suero, que le ha dado elegancia al Prieto Picudo y es muy interesante para aperitivos o platos sabrosos con potencial gustativo en la boca. 49 [Texto: Paco Alcántara. Fotografía: Eduardo Margareto] Juan Manuel González Serna Presidente del Grupo Siro Juan Manuel González Serna deja durante la conversación frases parecidas a los “haikus”, ese minimalismo literario que idearon los poetas japoneses para explicar con precisión una idea en un centímetro cuadrado. Habla en plural para referirse a los éxitos y llama a los trabajadores de su grupo empresarial “colaboradores”. El Presidente del Grupo Siro ha iniciado el 2006 “abrumado” por la concesión de dos importantes galardones, el Premio Empresa y Sociedad a la Mejor Acción Social de Integración Laboral, que recibió de manos de los Príncipes de Asturias, y el que le entregó quince días después el Presidente del Gobierno, que reconoce al Grupo Siro como Mejor Empresa con Corazón. Usted hace bueno el dicho “es de bien nacidos, ser agradecidos”. Su querencia a Venta de Baños es evidente. En esta localidad palentina se encuentran los orígenes del Grupo Siro. En el año 91 tuve la fortuna de comprarle a Danone la planta de galletas Siro y aquí empieza nuestra andadura. Hablo en plural, por mi mujer, y por quienes forman la empresa que hoy son más de mil personas. Hace 15 años comenzamos con 85 colaboradores. Pero, además, Venta de Baños es un lugar estratégico, es mi sitio, es mi tierra, es de donde soy hijo adoptivo y uno invierte en el 50 sitio donde es querido y donde agradece con su presencia los apoyos, el ánimo y el trato recibido. Imagino que no todo son parabienes, ¿dónde hay que incidir para mejorar esta zona? Para poder hacer negocios hay que estar bien comunicados. Sin duda, la estación del AVE, deberá construirse lo más cerca posible. Me da igual que sea en Magaz de Pisuerga, que en Venta de Baños, y, por supuesto, un aeropuerto bien comunicado. Hay que mejorar el de Valladolid, tiene que estar abierto por las noches y dotado de aparatos para que no cierre por las nieblas. No es lógico salir de casa a las 4 de la mañana, para coger un avión en Madrid cuatro horas después. Pero convendrá que, además de buenas comunicaciones, es necesario contar también con empresarios que tengan interés por invertir aquí. Eso es importante, cómo se obtienen vocaciones de empresarios en Castilla y León. Ahí es determinante el trabajo de las familias, universidades y colegios. Hay iniciativas como la Empresa Familiar de Castilla y León y otras que animan con sus Cátedras en las Universidades a convertirse en empresario familiar y ser emprendedor. Yo creo que esas son las acciones que en Castilla y León nos hacen falta. Tenemos buenos ejemplos a seguir, como Pascual o Campofrío, modestamente nosotros, o algunos de nuestros competidores. Castilla y León empieza a tener un liderazgo en empresas agroalimentarias que fijan en el territorio empleo y población. Precisamente, fue en Venta de Baños donde comenzó también ese interés por integrar a personas con discapacidad en la plantilla. Actualmente, alcanza el 20%, en torno a unas 220 personas. Surgió hace más de ocho años. Contábamos entonces con una plantilla de 400 personas y teníamos la obligación legal de contratar un 2% de personal con discapacidad. Por tanto, debíamos de admitir a 8. Le pedí consejo a un amigo, miembro de la Fundación Once. Cuando vino a visitarnos a la fábrica de Venta de Baños, él se mueve en una silla de ruedas, no pudo entrar en la planta. De ahí surgió la idea de hacer una factoría adaptada a este colectivo. Idea- Hay que investigar, desarrollar, pero tienen que ser ideas innovadoras y diferentes (...) (...) mos construir una pequeñísima planta de patatas o de “snacks” para dar ocupación a 25 discapacitados. Recibimos 1.242 solicitudes. Aquello nos impactó y procuramos enterarnos un poco más. Conocimos que el 8% de la población española tiene alguna discapacidad. Son 3.200.000 de ciudadanos, de los que el 70% están en paro. Pensamos que teníamos que hacer algo más y ahí estamos, produciendo en este Centro Especial de Empleo más 10.000 toneladas Q Juan Manuel González Serna, presidente del Grupo Siro, en su factoría de Venta de Baños (Palencia). anuales de patatas y “snacks” y siendo el primer productor de patatas del país. ¿Ese compromiso de integración social ha calado entre sus trabajadores? En muchos estamentos se habla de Responsabilidad Social Corporativa, nosotros lo definimos como Compromiso Social Rentable. Hay que integrar estos conceptos dentro de la cultura de la compañía. Convertirlo en un activo para impedir que sea caridad. Porque si es así, alguien podrá cuestionarlo en algún momento. Mientras que si es rentable, se convierte en un proyecto más de la compañía. La otra gran apuesta de su grupo agroalimentario es la innovación. Habitualmente se habla de I + D (investigación más desarrollo). Nosotros vamos un poco más lejos y apostamos por el I+D+I+D, las otras dos letras se refieren a la innovación, y la diferenciación. Hay que investigar, desarrollar, pero tienen que ser ideas innovadoras y diferentes. ¿Cuáles son esas últimas innovaciones del Grupo Siro? Por ejemplo, con “snacks” saludables, freímos rodajas de manzana, de cebolla y tomate. Intente freír en casa una rodaja de tomate y verá la dificultad que eso conlleva. Inventamos envases de tetrabrik para nuestras galletas saladas que hasta hace cuatro días eran privativos de la leche, les abrimos una ventana para que se vea su contenido, es una novedad mundial, y le colocamos un dispositivo para que vuelva a cerrarse una vez abierto. Hemos presentado no hace mucho unas galletas de fruta, bajo la marca Río, que son de manzana y te verde, van en envases individuales y, por supuesto, están fantásticas. Hacemos mil y una innovaciones cada día en nuestras marcas y en las que fabricamos para otros. 51 [Texto: José Benito Iglesias. Fotografías: Eduardo Margareto] El negro final de 167 años de historia bajo tierra... No es un día cualquiera. Son las ocho de la mañana de un sábado 30 de julio de 2005. Un turno exiguo de mineros sale de la bocamina en un tren-vagoneta. Será la última vez de una extirpe laboral cincelada a base de polvo, sudor y muerte bajo tierra en la cuen(...) A sus espaldas, en las entrañas de la tierra, dejan reservas de mineral para ocho años más, que nunca serán explotadas (...) ca de Orbó y Santullán. Pertenecen al grupo ‘Peragido’, con sede en Barruelo (Palencia) y alejado en 115 kilómetros de la capital. En sus caras -negras como el carbón que han extraído durante décadas- subyace la nostalgia. A sus espaldas, en las entrañas de la tierra, dejan reservas de mineral para ocho años más, que nunca serán explotadas a razón de unas 270 toneladas diarias de hulla de gran pureza. Atrás, todavía muy presentes, en la comarca de mayor riqueza minera de la proQ Entra el último turno que trabajará en el pozo Peragido de Barruelo de Santullán (Palencia). 52 vincia, quedan 167 años de historia que entrañan varias generaciones de trabajadores aguerridos, enfermos de silicosis y el fantasma del gas grisú a modo de guadaña mortal pendiendo sobre muchos de los que bajaron a la mina a ganar un jornal y no volvieron a subir vivos. Extraer el carbón de las capas fue siempre sinónimo de tragedia y centenares de familias lo padecieron más de siglo y medio. Los únicos 40 mineros de Unión Minera del Norte (Uminsa) en Barruelo no se prejubilan aún. Lo harán en el único pozo de interior palentino en Velilla del Río Carrión cerrando un capítulo que atisba un futuro incierto y negro para una amplia comarca. “Nuestro ciclo de trabajo en los pozos desde 1838 en Barruelo termina aquí y ahora dependemos del nuevo Plan del Carbón. Hay que reagruparse en las minas rentables con los pocos que quedamos en la cuenca palentina para sacar adelante la producción”, señala no exento de incertidumbre Fernando Gómez de Cos, director facultativo del grupo ‘Peragido’. Pleno de recuerdos, apunta que el hoy propietario de la explotación, el empresario leonés Victorino Alonso, trabajó varios años en la cuenca de Barruelo como picador antes de ser ingeniero de minas y convertirse en poco tiempo en el dueño de la mayor parte de las explotaciones mineras privadas de España, con tentáculos en Palencia, León y Asturias y 5.500 mineros en nómina. Orgullo minero Gómez de Cos, 22 de sus 47 años en la mina e hijo y nieto de mineros, narra con orgullo sus orígenes como ayudante de picador y vigilante auxiliar hasta trabajar como ingeniero. De muy niño, conoció Barruelo en la década de los 60 con una cifra cercana a los 9.000 habitantes. Era la localidad más poblada de la provincia. Corría el dinero y la dureza del trabajo en el interior de la mina se tornaba ya en el exterior en el jolgorio que podía sentirse en decenas de bares, dos teatros, cines y salas de baile. Hoy quedan pocos lugares de ocio, muchos prejubilados de la mina y apenas 1.600 habitantes. En Barruelo de Santullán se acabó el ‘oro negro’. La pujanza económica deja una estela de decenas de pozos cerrados junto a escombreras de carbón que impactan visualmente en un paisaje plagado de robledales plenos de vida, que lamentablemente contrastan con la lenta y agónica muerte del sector del carbón. Bajar al interior de una mina impone mucho respeto. Ser el último medio periodísti- 53 en los pozos e irradia una bonhomía poco dada en un responsable de una explotación, que combina con la firmeza inherente a los hombres que se juegan la vida si cometen el más mínimo error. “Hemos demostrado, sin que seamos mejores ni peores que los de Guardo, que los para el que la trabaja debe pensar Juan Carlos Abad, ‘Vitines’, un picador de raza como su padre, quien maneja con soltura una rozadora de carbón cuyo ruido ensordece el ambiente. Lleva 20 de sus 39 años en la mina “y espero prejubilarme a los 42 o cuando me toque”, enfatiza, quitando hierro 15 y 17 compañeros fallecidos, el último de ellos en diciembre, de los que aún recuerdo nombres y apellidos”. a la ardua tarea en el tajo, que apenas da respiros. Miguel Ángel Llorente, vigilante de plantilla, “un ‘crack galáctico’ de la minería que fichamos cuando cerró la última mina de Guardo hace un año”, tal y como lo define su jefe de explotación, se encarga de repartir la tarea en los tajos y supervisar el trabajo de la rozadora de carbón que envía el mineral a las tolvas para su salida al exterior en vagonetas. “He visto morir a muchas gen- (...) 150 Q Entra el último turno que trabajará en el pozo Peragido de Barruelo de Santullán (Palencia). co en acceder a una explotación que cierra definitivamente sus puertas tras 167 años de minería de interior supone un privilegio y hasta una osadía. La escena, tétrica para los que bajan por primera vez con disfraz de minero, se produce en un taller de 150 metros de profundidad, 52 grados de pendiente y sólo un metro de altura, que en alguna zonas se reduce a medio. El pronunciado descenso literalmente tumbado no es un asunto baladí. La oscuridad y el sentirse atrapado –condiciones muy malas para el menor síntoma claus- 54 trofóbico– y los pocos puntos de apoyo de pies y manos suponen un auténtico infierno y sacan a relucir muchas carencias físicas, al tiempo que agudizan hasta el más recóndito de los instintos de supervivencia. Dureza y seguridad “Aquí hay personas que, pese a la dureza del oficio, nunca han faltado al trabajo salvo que la nieve invernal se lo impidiese. Doce metros de profundidad, 52 grados de pendiente y sólo un metro de altura, que en alguna zonas se reduce a medio (...) la mayor parte de los hombres que tiene a su cargo, intrínsecamente unidas al sector carbonífero. “En esta plantilla todavía hay muchos mineros en activo cuyos abuelos, padres y hermanos bajaron a estos pozos e incluso alguno murió”, explica, al tiempo que lamenta el pesado lastre de ver ente de ellos se trasladan a diario desde Prioro (León), cerca de Velilla, donde ahora iremos todos”, precisa el director facultativo de Uminsa en Barruelo. La comunión con su plantilla -“alguno es como un hijo” asevera- es total. Fernando cuida con mimo cualquier aspecto relativo a la seguridad Q El director facultativo del pozo Peragido, Fernando Gómez, a la entrada del mismo. mineros de Barruelo tenemos denominación de origen”, sostiene con vehemencia, además de recordar como en los años 70, tras el cierre de los primeras explotaciones en los valles de Orbó y Santullán, muchos picadores de la comarca -hoy ya prejubilados en su pueblo natal- se marcharon a pozos franceses “y nunca les faltó trabajo”. De picador a director facultativo, repasa -no sin cierta crudeza y a modo de hemeroteca viviente- sus profundas raíces y las de Tierra y trabajo La tragedia en la mina sigue latente sin que por ello se detenga la extracción de mineral pata obtener un sustento. La tierra 55 (...) Ya no es como antes y hemos perdido mucho poder adquisitivo. Lo que ganamos hoy no paga el riesgo que asumimos (...) te y este oficio es más que duro”, relata, al tiempo que recuerda sus orígenes leoneses y el hecho de que “ya he visto cerrar muchos grupos mineros”. Hijo de vigilante minero, Llorente cuenta con cierto resquemor que su padre jubilado hace varios años “acabó con silicosis y hoy vive gracias al oxígeno”. Sus veinte años en la mina le llevan a asegurar con certeza que “ya no es como antes y hemos perdido mucho poder adquisitivo. Lo que ganamos hoy, no paga el riesgo que asumimos, ya que aunque se considere un buen sueldo el dinero te sale de las costillas”. “Falta voluntad política y gente que sea de aquí y conozca la realidad de la Montaña Palentina. El turismo, como nos han querido vender durante años, no es una panacea. Es fácil traer industrias de reciclaje de pilas y tubos fluorescente o residuos porque en otros sitios nadie las quiere, pero faltan proyectos serios con fondos europeos que reactiven la pérdida sucesiva de empleos en la minería”, sostiene con vehemencia Gómez de Cos. Los mineros del Valle de Santullán –unos 3.000 incluyendo las contratas en los cuatro pozos de interior, dos planos y 25 pequeñas minas y chamizos de montaña en los años 60- son tan sólo hoy 40. La falta de rentabilidad de la explotación ‘Peragido’ les expulsa de forma inexorable de su interior con un obligado traslado a una hora de 56 camino de sus monos, botas, cascos, linternas, baterías, martillos y máquinas rozadoras de carbón. Los pozos planos de ‘Mina Luisa’, ‘Mina Cocoto’ y ‘Mina Peragido’, situados en cotas de montaña que oscilan entre los 900 y 1.200 metros de altitud, dejan de funcionar por el reagrupamiento de todos los mineros de la cuenca palentina en el grupo ‘El Abuelo’, en Velilla del Río Carrión, para seguir extrayendo carbón en el denominado túnel de ‘Las Cuevas’. Ida sin retorno En un mes, tras las vacaciones de agosto y la recogida del material útil en su explotación minera durante varios años, los últimos mineros barruelanos tendrán un nuevo des- tino laboral. La mina donde han trabajado no ha parado de tener actividad las 24 horas del día desde noviembre de 1980, fecha en la que sus pozos fueron reabiertos por la empresa Hullas de Barruelo –luego fusionada con Uminsa- tras haberse cerrado en 1971 después de varias décadas de intensa extracción de mineral. En Velilla les espera la mina más moderna de Europa, posteada con hierro en lugar de la tradicional madera de eucalipto y un acceso en vehículos todo terreno hasta el mismo tajo para picar carbón. Los últimos mineros barruelanos compartirán la explotación con otros 180 reagrupados tras el progresivo cierre de las minas de Guardo, Cervera de Pisuerga, Santibáñez de la Peña, La Pernía y San Cebrián de Mudá. En Guardo, situado a tres kilómetros de Velilla y cabecera de la cuenca minera Q Dos mineros controlan el corte de la rozadora y la calidad del carbón en un taller del pozo Peragido. palentina, sus 8.200 habitantes –más de 10.000 hace poco más de una década- vieron como cerraba la última mina de interior hace un año. Hoy, la empresa Unión Minera del Norte (Uminsa) tan sólo mantiene allí una explotación a cielo abierto y otra pendiente de concesión. El último turno de minería de interior deja caras de profunda tristeza en Barruelo. Los rostros curtidos por la dureza del trabajo y la mirada perdida hacen que sobren las palabras. “A más de uno se nos han humedecido los ojos al irnos de esta explotación, a la que se acaba queriendo como si fuera tu hijo”, sentencia Carmelo Rodríguez, ‘Melo’, encargado de las tareas de mantenimiento en el exterior de la mina ‘Peragido’, cuyo cierre es, si cabe, una puntilla más en el corazón de la despoblada Montaña de Palentina. del pozo denominado ‘Las Cuevas’. El progresivo reagrupamiento de los trabajadores después del cierre de los yacimientos de Guardo, Cervera de Pisuerga, Santibáñez de la Peña, La Pernía, San Cebrián de Mudá y Barruelo ha dejado en Velilla del Río Carrión “una explotación única en su género donde se ha hecho una apuesta de futuro hace años impensable”, sostiene con Gómez de Cos. El rostro curtido de Fernando Gómez de Cos y el semblante triste por el cierre definitivo de la cuenca barruelana ha cambiado meses después. “Los mineros de Barruelo y Guardo se están integrando en el trabajo sin problemas. Son estilos distintos, pero al fin y al cabo conocen un oficio que aún puede mantenerse vivo varios años en una explotación que combina modernidad y seguridad, controlada por varias videocámaras”, asevera. La primera visita de un medio de comunicación al pozo plano ‘Las Cuevas’ en Velilla se produce entre algunos copos de nieve y con dos grados de temperatura exterior, La dureza laboral persiste que contrastan con una media de 17 grados en el interior, descendiendo al interior de la tierra a través de una pendiente de algo más de un 14 por ciento. La entrada se sitúa en un túnel similar al de una autopista que fue perforado después Q Con tristeza abandonan los últimos mineros el pozo Peragido. ... De un futuro incierto a la mina más moderna de Europa Cuatro meses después, la escena es a la inversa. Un turno de mineros accede a la explotación ‘El Abuelo’, en la localidad de Velilla, a seis kilómetros de Guardo, y en el único pozo plano de interior de la provincia con amplias reservas de antracita. Esta mina, propiedad del empresario leonés Victorino Alonso, se ha convertido en la última esperanza laboral con garantías de supervivencia en la cuenca palentina. Una inversión de 18 millones de euros ha permitido que desde hace poco más de un año funcione “la mina más moderna de Europa”, en palabras de Fernando Gómez de Cos, responsable 58 59