La Esperanza del Cristiano

Transcripción

La Esperanza del Cristiano
LA ESPERANZA
DEL CRISTIANO
«...Cristo en vosotros, la esperanza
de gloria.»
Col. 1:27
por
Rev. Norman Holmes
Título original:
“The Hope of the Christian”
Copyright © by Norman Holmes
1998, 2006, 2009
Usado con permiso.
Todos los derechos reservados
Impreso en junio de 2004
Título en español:
«La esperanza del cristiano»
Traducción: Marian Belmonte, Spain.
1ra edición: Equipo de Traducción de Iglesia
Cristiana Jesucristo, Guatemala
2da edición mayo 2009, Marian Belonte, España
Segunda impresión julio 2009
Publicado por:
Zion Christian Publishers
Todas las referencias de la Biblia en este libro han
sido tomadas de
La Biblia, versión Reina Valera 1960, a menos que
se indique lo contrario.
Impreso en:
Zion Christian Publishers
P. O. Box 70
Waverly, New York 14892
ISBN 1-59665-250-0
La Esperanza del Cristiano
3
ÍNDICE
Parte I: una revelación de nuestra meta cristiana
Capítulo 1: El espíritu de revelación
7
Capítulo 2: La esperanza del cristiano
17
Capítulo 3: ¿Cuándo se cumplirá esta esperanza?
27
Capítulo 4: La visión de Sion
65
Parte II: Sabiduría para obtener la esperanza de gloria
Capítulo 5: El espíritu de sabiduría
79
Capítulo 6 Llamado, escogido y fiel
91
Capítulo 7: Participantes de la naturaleza divina
125
Capítulo 8: Carácter y ministerio equilibrados
141
Capítulo 9: Mezcla espiritual en el ministerio
157
Capítulo 10:Desarrollando discernimiento espiritual
177
Capítulo 11: La participación de sus padecimientos
193
Capítulo 12:Contemplando al Señor
205
PARTE 1
UNA REVELACIÓN DE
NUESTRA META CRISTIANA
7
CAPÍTULO 1
EL ESPÍRITU DE
REVELACIÓN
Para entender la esperanza o meta futura del cristiano,
necesitamos la revelación de Dios. El hombre natural
no puede comprender los planes gloriosos del
Todopoderoso a través de mera sabiduría humana.
Leemos en 1 Corintios 2:9-10: «como está escrito: Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de
hombre, son las que Dios ha preparado para los que le
aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el
Espíritu». Por el Espíritu Santo es como los planes de
Dios pueden ser revelados.
Y más aún, las Escrituras dejan claro que el Espíritu Santo
tiene muchas unciones por las cuales Él lleva a cabo sus
diferentes obras. La unción específica que nos puede hacer
ver la esperanza del cristiano es llamada el espíritu de
revelación en Efesios 1:17. El apóstol Pablo oró por los
creyentes de Éfeso: «Que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría
y de revelación…para que sepáis cuál es la esperanza a
la que os ha llamado». La iglesia en Éfeso ya había
recibido el Espíritu Santo hacía muchos años (ver
Hechos 19:1-6), pero el apóstol Pablo sabía que ellos
necesitaban una mayor unción para ayudarles en el
camino hacia la plena madurez espiritual. Nosotros
también puede que seamos cristianos de muchos años
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La Esperanza del Cristiano
llenos del Espíritu, y aun así necesitamos orar pidiendo
el espíritu de revelación para que podamos entender más
plenamente la esperanza del llamado de Dios sobre
nuestra vida.
El ministerio del espíritu de revelación es revelar los
secretos y misterios de Dios. En Efesios 3:3-6, Pablo dijo:
«por revelación me fue declarado el misterio» de que «los
gentiles son… copartícipes de la promesa en Cristo Jesús
por medio del evangelio». Ahora bien, el hecho de que
los gentiles puedan ser salvos ya no es un secreto
escondido o un misterio; esto es algo que todos saben en
nuestro tiempo, cuando casi toda la Iglesia alrededor del
mundo está compuesta por cristianos gentiles. Sin
embargo, los primeros judíos cristianos necesitaron la
revelación de Dios (como en Hechos 10:9-16) antes de
poder comprender una idea tan radical. De igual manera,
hay mucho que el Señor se ha propuesto para nuestro
futuro y que va más allá de la comprensión de nuestras
mentes a menos que Dios nos revele esos planes a través
del espíritu de revelación.
LA VISIÓN NOS MOTIVA
Proverbios 29:18 nos dice: «Donde no hay visión, el
pueblo se desenfrena» (RVA). La versión RV 1909 dice:
«Sin profecía el pueblo será disipado». La revelación nos
da una visión, o una meta que alcanzar, con relación a lo
que el Señor quiere lograr en nuestra vida. Sin esa visión,
las cosas de Dios pueden parecer sin valor. Quitaremos
toda restricción para entrar en un letargo y en falta de
propósito. Peor aún, cuando carecemos de metas
Capítulo 1
9
espirituales, en su lugar nos concentraremos en metas
naturales para nuestra vida. Esto sucede porque cuando
Dios creó al hombre para tener dominio sobre la tierra,
Él puso en el corazón del hombre el deseo de tener
éxito, de ser un vencedor y de hacer grandes cosas (ver
Génesis 1:26).
Las personas en todo el mundo aspiran a ser atletas,
músicos, cantantes y actores populares. Otros buscan
convertirse en empresarios o políticos de éxito. Sin
embargo, por encima de todas estas cosas, necesitamos
tener una visión de los planes eternos y gloriosos de Dios
para nuestra vida. Cuando obtenemos una visión celestial
del llamado de Dios, entonces las metas naturales en las
que muchas personas buscan satisfacción se ven como
cosas insignificantes y de corto alcance. Como ejemplo,
veamos la diferencia entre los objetivos naturales y los
espirituales mencionados en 1 Corintios 9:25. Pablo
escribió: «ellos [los que corren una carrera] para recibir
una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible».
Sabemos que muchos atletas emplean mucho tiempo,
esfuerzo y dinero en intentar ganar premios. Una
encuesta realizada en uno de los Juegos Olímpicos ilustra
los sacrificios que muchos atletas están dispuestos a
hacer. Se les preguntó a los competidores que si existiera
una droga disponible que les garantizara ganar una
medalla de oro, estarían interesados en tomarla aunque
uno de los efectos secundarios de esa droga fuese la
muerte en cinco años. La increíble mayoría de los atletas
respondieron: «¡Sí!».
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La Esperanza del Cristiano
Aunque las medallas olímpicas bañadas en oro cuestan
aproximadamente 26 dólares, un campeón olímpico recibe
honra y honor de este mundo, por los cuales estaría
dispuesto a dar hasta su propia vida aunque sólo pudiera
obtenerlos por unos cuantos años. Sin embargo, ¡cada
cristiano puede prepararse para recibir un mejor y más
excelente peso de gloria!
Esto ayuda a mostrarnos cómo una visión o propósito nos
da motivación. Cuanto más grande sea la meta, mayor
sacrificio están dispuestas a hacer las personas para
alcanzar sus planes. Por eso necesitamos más revelación
de Dios, pues nos motivará a soportar la preparación y a
aceptar los sacrificios necesarios para alcanzar la meta
del supremo llamamiento de Dios para nuestra vida.
Deberíamos ser como el mercader en la parábola registrada
en Mateo 13:45. Cuando ese mercader encontró una perla
de gran valor, vendió todo lo que tenía para obtenerla. De
modo similar, nosotros deberíamos encontrar algo tan
excepcionalmente precioso en el Reino de Dios, que
dediquemos nuestra vida y nuestros recursos para
obtenerlo. Martín Lutero encontró el tesoro de la
justificación por la fe, mientras que Katherine Kuhlman
encontró las riquezas de la sanidad divina. Ellos soportaron
dificultades increíbles para poder llevar a cabo sus
ministerios debido a la grandeza de lo que el Señor les
había mostrado.
Sin embargo, mucho más allá de los pocos años de nuestra
actual vida y ministerio terrenales, ¡Dios tiene planes
mucho mayores para nosotros! Pablo dijo: «Pues tengo
por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
Capítulo 1
11
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse» (Romanos 8:18). ¡Él debió de haber tenido
una vislumbre gloriosa de la esperanza futura del cristiano
para que considerara que tales sufrimientos: tres palizas,
tres naufragios, 196 latigazos y muchos encarcelamientos
(ver 2 Corintios 11:23-28), eran algo insignificante!
Al final de su vida, el apóstol fue capaz de exclamar
triunfalmente: «He peleado la buena batalla, he acabado
la carrera, he guardado la fe. Por lo demás me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor,
juez justo, en aquél día; y no sólo a mí, sino también a
todos los que aman su venida» (2 Timoteo 4:7-8). Pablo
nos dice que una de sus recompensas eternas es una corona
de justicia, mucho más gloriosa y valiosa que la perecedera
corona de hojas de laurel que los atletas olímpicos de su
día luchaban por obtener. ¡Asimismo, Pablo dijo en este
versículo que cada cristiano puede obtener esta
recompensa eterna! Hay un llamado glorioso que se ofrece
a cada hijo de Dios.
UNA VISIÓN DA DIRECCIÓN
Una visión o llamado también nos da dirección. No
podemos llevar a cabo todo lo que soñamos hacer con
nuestra vida. Un niño puede soñar despierto con ser doctor,
piloto, alcalde y un comandante del ejército, pero si intenta
alcanzar todas esas metas, ¡probablemente no logrará
ninguna de ellas! Necesitamos una visión de lo que Dios
quiere hacer en nuestra vida para que podamos enfocarnos
y disciplinarnos para cumplir ese plan específico de Dios.
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La Esperanza del Cristiano
En 2 Timoteo 2:3-4 se nos dice que un buen soldado de
Jesucristo no debe enredarse en los asuntos de la vida que
pudieran estorbarle para cumplir con sus obligaciones.
Al igual que el arquero que apunta al centro de la diana,
nosotros también deberíamos apuntar a «la meta, al premio
del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús»
(Filipenses 3:14). Cualquier cosa por debajo de esto es
pecar, porque de acuerdo al significado de la palabra griega
«hamartia», ¡pecar significa que hemos errado al blanco!
Que el Señor nos ayude a cada uno de nosotros a no pecar
y a no quedar destituidos de la gloria de Dios, sino a
alcanzar la meta para la cual hemos sido creados.
Cuando el Señor nos da una revelación acerca de sus
planes futuros para nuestra vida, esto puede ayudarnos a
estar motivados y enfocados para prepararnos. Entonces,
según con qué rapidez y grado nos preparemos, podremos
calificar para entrar en una medida mayor del
cumplimiento de nuestro llamamiento.
Consideremos esto desde la perspectiva de un ejército.
Parte del plan de Dios es que Él está preparando un ejército
espiritual que traerá avivamiento y salvación a todas las
naciones. Puede que nos sea revelado que estamos
llamados a ser parte de este ejército, pero entonces surge
la pregunta: ¿para qué posición y recompensa estaremos
preparados en ese ejército?
En los ejércitos naturales hay un sistema de rangos por el
que un soldado debe pasar e ir progresando; de soldado, a
cabo y finalmente a sargento. Normalmente, se requieren
muchos años de preparación antes que algunos obtengan
Capítulo 1
13
el rango de coronel o general; sin embargo, si comienza
una guerra, habrá un gran número de nuevos reclutas que
entrarán al ejército. A esos reclutas que no están preparados
se les considerará soldados. En ese momento, los soldados
más maduros serán ascendidos de rango para dirigir a esos
nuevos soldados. Puede que algunos soldados
experimentados sean catapultados varios rangos más
arriba en un corto periodo de tiempo. En la guerra de la
Revolución Americana, hubo un día en el que George
Washington ¡ascendió a tres capitanes y los hizo generales!
El Salmo 110:3 dice: «Tu pueblo se te ofrecerá
voluntariamente en el día de tu poder». La Nueva
Versión Internacional dice que esto será: «En el día de
tu batalla». Esto nos habla sobre el día de avivamiento,
cuando multitud de personas decidirán servir al Señor.
Ellos serán como los nuevos reclutas en el ejército que
tienen que empezar al principio como soldados. Sin
embargo, aquellos que tuvieron una visión de enlistarse
y ser entrenados mucho antes, se verán a sí mismos
preparados para ser ascendidos de rango. Puede ser que
los líderes de estudios bíblicos se conviertan en pastores,
y los que están ganando almas puede ser que asciendan
a ser evangelistas. Por lo tanto, no queremos tan sólo
esperar el día del poder de Dios para «subirnos al tren».
Si Dios nos da una visión de lo que está por venir,
entonces deberíamos dedicar nuestra vida a prepararnos
para ello ahora. Al hacer eso, podemos asegurarnos una
mayor medida de cumplimiento del llamado de Dios para
que no seamos solamente cristianos de treinta o de
sesenta por uno, sino que, por su gracia, seamos
cristianos que dan fruto al ciento por uno.
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La Esperanza del Cristiano
DEBEMOS ESTAR CALIFICADOS
PARA LA REVELACIÓN
Las Escrituras dejan claro que no todos obtendrán
revelaciones de los planes gloriosos de Dios. En Mateo 7:6
nuestro Señor les dijo a sus discípulos: «No deis lo santo
a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los
cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os
despedacen». Cristo nos estaba diciendo que no hay que
mostrar a menudo a los pecadores de este mundo las cosas
maravillosas de Dios, así como no echamos perlas a los
cerdos. Un grupo de cerdos se juntará avariciosamente
alrededor de una persona que venga a darles algo,
esperando ser el primero en meter su hocico en la tan
ansiada comida que tanto les gusta. Si intentas darles de
comer perlas, no entenderán su valor y su propósito; las
morderán, y al ver que son tan duras e insípidas como las
piedras, ¡las escupirán en el lodo mientras te atacan para
encontrar la comida que quieren! De la misma manera,
Dios a menudo escoge no revelar sus riquezas a los que
las desprecian y rechazan. Las revelaciones de sus planes
gloriosos les serán confiadas sólo a aquellos que la
valorarán y procurarán usarlas para el propósito que tienen.
Con relación a esto, Proverbios 25:2 nos dice: «Gloria de
Dios es encubrir un asunto; pero honra del rey es
escudriñarlo». Dios es glorificado escondiendo sus
secretos de aquellos que los despreciarán y abusarán de
ellos; ¿pero quién puede estar calificado para descubrirlos?
Son los reyes, aquellos que ya han obtenido una medida
de sabiduría y responsabilidad. Ellos son los que pueden
Capítulo 1
15
apreciar y utilizar las mayores cosas que Dios puede
revelar. A ellos se les dará la capacidad de descubrir las
cosas ocultas de Dios y obtener una mayor gloria. Como
dijo nuestro Señor: «Porque nada hay oculto que no haya
de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser
conocido, y de salir a la luz. Mirad, pues, como oís; porque
a todo el que tiene, se le dará» (Lucas 8:17-18).
Podemos ver cómo Salomón había aprendido esta verdad
en Proverbios 25:2 cuando acababa de convertirse en rey.
En ese momento su liderazgo se vio desafiado por el
dilema de juzgar justamente a las dos mujeres que
reclamaban ser la madre de cierto niño. Después de haber
investigado el asunto y juzgado justamente, eso le trajo
una nueva medida de gloria, cuando toda la nación
comenzó a respetar su liderazgo.
Sin embargo, este proverbio no se aplica principalmente
a los reyes y gobernantes naturales; es para animar a cada
cristiano, ya que hemos sido llamados a gobernar y reinar
con Cristo. Parte de la preparación para nuestro gobierno
incluye aprender a descubrir los secretos de Dios. Cuanta
más revelación recibamos, más seremos capaces de
levantarnos para ser líderes. Por tanto, si queremos ser
grandes en el Reino de Dios, parte del proceso es el de
aprender a descubrir los secretos de Dios por el espíritu
de revelación.
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CAPÍTULO 2
LA ESPERANZA DEL
CRISTIANO
En Efesios 4:4 el apóstol Pablo escribió que tenemos «una
esperanza de nuestro llamado». Los planes de Dios para
cada creyente están enfocados en una meta final, un
propósito final. Dios nunca ha cambiado y nunca cambiará
su propósito para la raza humana. Dios no se sorprendió
por la caída de Adán y luego, de repente, ¡tuvo que pensar
en un «Plan B» para la nueva situación! No, podemos leer
en Efesios que somos predestinados y escogidos antes de
que fuera formado el mundo (ver Efesios 1:11 y 1:4). ¡Dios
ha planificado una esperanza o meta para cada cristiano!
Varios versículos ayudan a pintar el retrato de lo que es
la esperanza del cristiano. Colosenses 1:27 nos dice que
es «Cristo en vosotros, la esperanza de gloria»; en
Romanos 8:29 se nos dice que estamos «predestinados
para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo». Pedro
escribió que somos «participantes de la naturaleza
divina» (2 Pedro 1:4). El apóstol Juan fue inspirado para
declarar en 1 Juan 3:2 que «seremos semejantes a Él», y
en Hebreos 2:10 está también revelado que el Padre se ha
propuesto llevar «muchos hijos a la gloria». Para intentar
decir todo esto con sencillez, ¡la esperanza del cristiano
es que Cristo en nosotros nos hará crecer y nos
transformará para hacernos hijos de Dios maduros para
la gloria!
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La Esperanza del Cristiano
Necesitamos el espíritu de revelación para empezar a
comprender lo grande que es esta esperanza de gloria,
que seremos conformados a la imagen de Cristo. Nuestra
esperanza o meta cristiana es mucho más grande que tan
sólo ser salvos de ir al infierno, o ir al cielo. Tener un
ministerio exitoso y prepararnos para reinar en el milenio
también son logros muy maravillosos por los cuales el
cristiano puede luchar, ¡pero necesitamos ver que haya
un supremo llamamiento de Dios que sobrepasa todas
estas cosas!
Dios no ha cambiado sus planes para el hombre desde la
primera vez que dijo: «Hagamos al hombre a nuestra
imagen» en Génesis 1:26. Es cierto que la caída del hombre
nos ha dado a cada uno una naturaleza humana adámica
corrupta. Sin embargo, por medio de la redención de Cristo
podemos ser rescatados y cambiados «de gloria en gloria»
a su imagen (2 Corintios 3:18).
LA ESPERANZA DEL CRISTIANO
Colosenses 1:27 Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria.
Romanos 8:29 Conforme a la imagen de su Hijo.
2 Pedro 1:4
Participantes de la naturaleza
divina.
1 Juan 3:2
Seremos semejantes a Él.
Hebreos 2:10 Llevando muchos hijos a la gloria.
Capítulo 2
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UN TESTIMONIO PERSONAL
Recuerdo claramente cuando era un joven cristiano y Dios
empezaba a abrir mi entendimiento espiritual a la grandeza
de este supremo llamamiento de Dios. Una mañana estaba
caminando por un camino rural muy tranquilo, adorando
y amando a mi Padre celestial con todo mi corazón. De
repente, vi que había sido llevado al cielo, escondido con
Cristo en el seno del Padre. Allí estaba yo, contemplando
la gloria que el Padre le había dado a Cristo antes de la
creación del mundo, una gloria que llenaba los cielos. Sin
embargo, la atención de Dios Padre revelado en su gloria
no estaba centrada en el cielo, sino que estaba mirando
hacia abajo. A través de Cristo, Él estaba mirando más
allá de las galaxias y estrellas, observando nuestro planeta
y mirando a una pequeña forma humana que estaba
caminando por un camino, adorando a su Padre celestial.
Mientras estaba escondido con Cristo en Dios, escuché la
voz de la gloria majestuosa mientras Él estaba mirando
abajo a esa forma humana y declarando con la amorosa
admiración de un padre: «Este es mi Hijo amado en quien
tengo complacencia». (Algunas citas que me ayudaron a
explicar esta visión incluyen Juan 17:24; 2 Corintios 12:2-4,
Juan 1:18; Juan 17:5 y 22; Mateo 17:1-5 y 2 Pedro 1:17-18.)
Después de tener esta experiencia, me di cuenta que Dios
el Padre me había hablado las mismas palabras que Él le
habló a Jesucristo. En Mateo 4:17, al momento del
bautismo de Cristo y de nuevo en Mateo 17:5 en el monte
de la Transfiguración, el Padre había dicho: «Este es mi
Hijo amado en quien tengo complacencia». Siendo un
nuevo cristiano que había estado caminando con Dios
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La Esperanza del Cristiano
durante sólo unos cuatro meses, mi mente luchó para
entender cómo Dios Padre podía decirme a mí las mismas
palabras que sólo le había dicho a Cristo en la Biblia. Sin
embargo, mientras mi mente no renovada luchaba, mi
espíritu vivificado abrazaba y se empapaba del recuerdo
de la gloria que había visto, y en el amor del Padre que
había experimentado mientras Él decía esas palabras.
Fueron necesarios muchos meses antes de que mi mente
pudiera empezar a entender la magnitud de lo que me
había sido mostrado en un momento de revelación.
En la época en que tuve esta visión, yo era un hombre joven
que acababa de ser salvo, que había sido músico de rock y
un rebelde de la sociedad. Ahora, más de 30 años después,
soy un misionero preparando a muchos pastores, escribiendo
artículos y libros que son leídos en todo el mundo. ¿Qué es
lo que pudo cambiar tan radicalmente el curso de esta vida?
Tal como un toque de corriente eléctrica puede magnetizar
una pieza de metal para que apunte siempre al norte, de la
misma forma fue esta experiencia de «Cristo en vosotros la
esperanza de gloria» la que fijó para siempre mi espíritu en
dirección al premio del supremo llamamiento de Dios.
El Señor, a través de muchas diferentes formas, puede
revelar a cada creyente cuál es la esperanza futura del
cristiano. Podría ser por medio de sueños y visiones,
mientras leemos la Biblia o mientras escuchamos una
predicación. Venga como venga, todos necesitamos
aprender a orar como oró el apóstol Pablo por los creyentes
de Éfeso: «Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre
de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación...para
que sepáis cual es la esperanza a que él os ha llamado».
Capítulo 2
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EL PLAN ETERNO DE DIOS
Esta esperanza (el que podamos ser conformados a la
imagen de Cristo y ser hijos para la gloria) siempre ha
sido el plan de Dios Padre. El declaró esta intención
cuando dijo en la creación del hombre en Génesis 1:26:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a
nuestra semejanza». Para confirmar esta verdad, la
genealogía de Cristo en Lucas 3:38 declara que Adán fue
«hijo de Dios».
Si Adán y Eva no hubieran pecado, ellos y sus futuras
generaciones podrían haber seguido siendo hijos de Dios,
conformados a su imagen, tal como el hombre había sido
creado en un principio. Sin embargo, después de su caída,
a Adán y Eva se les prohibió comer del árbol de la vida y
fueron echados del jardín del Edén. Esta separación de
Dios, así como la naturaleza corrompida de Adán, pasaron
a todas sus futuras generaciones (ver Romanos 5:12-19 y
Salmo 51:5).
En Juan 8:41-44 leemos cómo nuestro Señor Jesús
reprendió a los judíos religiosos que falsamente se
confiaban en que Dios era su padre. Cristo les dijo:
«Vosotros sois de vuestro padre el diablo» porque «los
deseos de vuestro padre queréis hacer». El pecado sitúa
al hombre bajo el dominio de Satanás, y hará que el
pecador sea espiritualmente parte de la familia del diablo.
Malentender esta verdad todavía hace que muchos, hoy,
crean falsamente que son parte de la familia de Dios.
Muchas falsas religiones y sectas declaran que todos ellos
son «hijos de Dios» porque Dios fue originalmente el
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La Esperanza del Cristiano
Creador y Padre de la raza humana. A menos que
reconozcan las consecuencias del pecado y se vuelvan a
Dios por medio de la salvación de Jesucristo, la palabra
del Señor sobre ellos sigue siendo: «Vosotros sois de
vuestro padre el diablo».
Sin embargo, como ya hemos mencionado, la caída del
hombre en el pecado no sorprendió a Dios ni lo forzó a
idear un nuevo plan. Antes de la creación, Dios, en su
infinito conocimiento de todas las cosas, ya tenía decidido
cómo se iba a llevar a cabo su plan para el hombre. Él
sabía que el hombre, por medio de la creación, no
permanecería como su hijo fiel, sino que moriría
espiritualmente en delitos y pecados (Efesios 2:1). Dios
sabía que Cristo tendría que morir como expiación por
nuestro pecado. Cristo es llamado «el Cordero inmolado
desde la fundación del mundo» en Apocalipsis 13:8
porque, en el previo conocimiento de Dios de los eventos
del mundo, el sacrificio de Cristo era totalmente necesario
¡y se decidió antes de la creación del hombre! Podemos
leer además que desde antes de la creación, el Padre ya
había decidido redimirnos para Él en Efesios 1:4-6: «según
nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para
que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor
habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la
cual nos hizo aceptos en el Amado».
Así que, a lo largo de la Historia, Dios ha estado
redimiendo y restaurando a aquellos que pusieron su fe
en el Mesías, nuestro Señor Jesús. Pablo citó del profeta
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Oseas cómo de entre los gentiles, así como de los judíos:
«Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros nos sois pueblo
mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente»
(Romanos 9:26). Aquellos que creen en el Señor
Jesucristo, ahora son llevados al plan original de Dios,
para que sean llamados hijos de Dios.
Esta es la esperanza del cristiano, en la cual todos podemos
ahora empezar a entrar. La Palabra de Dios declara a todo
cristiano nacido de nuevo: «Mirad cuál amor nos ha dado
el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta
esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es
puro» (1 Juan 3:1-3). Aunque ahora somos los hijos
inmaduros de Dios, ¡las Escrituras nos dan esta esperanza
de que continuaremos siendo transformados hasta que
seamos semejantes a nuestro Señor mismo!
Este plan eterno de Dios -preparar una vasta familia de
hijos- se completará en el futuro después del reinado
milenial de Cristo en la Tierra. En el comienzo de los
nuevos cielos y la nueva Tierra, Dios declara en
Apocalipsis 21:7: «El que venciere heredará todas las
cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo». En ese
momento, todos los cristianos habrán entrado en la
plenitud de su herencia y serán los hijos de Dios, ¡para
alabanza de su gracia redentora!
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La Esperanza del Cristiano
JESUCRISTO SIEMPRE
PERMANECERÁ PREEMINENTE
Mientras que cada uno de nosotros podemos regocijarnos
en esta gloriosa esperanza, también tenemos que saber
interpretar bien esta verdad de cómo seremos los hijos de
Dios. Es importante entender cómo equilibrar la grandeza
de nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, con el
maravilloso llamado de cada creyente a convertirnos en
hijos de Dios. Además, algunas personas se han
desequilibrado tanto que se han declarado a sí mismos
«pequeños dioses», ¡iguales a Jesucristo! Este tipo de
orgullo y engaño satánico ha hecho que otros reaccionen
en exceso y se vayan al extremo opuesto. Estos se han
retirado y han dicho: «Están predicando una herejía, no
van a haber «hijos de Dios», ¡sólo hay un hijo de Dios!
¡Están exaltando la carne y cometiendo idolatría!». Así
que necesitamos entender el equilibrio de cómo el glorioso
plan de Dios para su pueblo (Cristo en vosotros la
esperanza de gloria) de ninguna manera le restará valor a
la única y suprema gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Nuestro Señor Jesús siempre permanecerá preeminente y
exaltado por encima de todos sus hermanos.
La primera forma en la que Jesucristo siempre
permanecerá preeminente tiene que ver con cómo Él se
convirtió en el Hijo de Dios. Las Escrituras nos dicen que
Jesucristo fue el Hijo de Dios desde la concepción, desde
el momento en que empezó Su vida terrenal dentro del
vientre de María (ver Juan 1:14 y Lucas 1:35). En
contraposición, nosotros no somos concebidos ni nacemos
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siendo hijos de Dios, porque hemos heredado una
naturaleza humana adámica pecaminosa. No es desde la
concepción ni desde nuestro primer nacimiento, sino desde
un segundo nacimiento espiritual, como podemos nacer
de nuevo para convertirnos en hijos de Dios. En ese
momento somos adoptados para convertirnos en hijos de
Dios (ver Efesios 1:5 y Romanos 8:15). Por eso Jesús
puede ser llamado el unigénito Hijo de Dios; nosotros no
fuimos engendrados como hijos desde nuestra concepción,
sino que fuimos adoptados en la familia.
Otra manera en la que Jesucristo es mayor que todos sus
hermanos es que Jesucristo tuvo una vida sin pecado,
incluso desde el momento de su concepción. Es un hecho
médico el que la sangre que le llega a un hijo que acaba
de ser concebido viene del padre. Levítico 17:11 nos dice
que «la vida de la carne está en la sangre», ¡y el Padre de
Cristo le dio sangre sin pecado! Por eso el ángel Gabriel
en Lucas 1:35 pudo llamarle «el Santo Ser que nacerá»,
y en 2 Corintios 5:21 Cristo es llamado «Al que no conoció
pecado». En contraste con Su vida sin pecado, el resto de
las personas hemos sido concebidas para heredar la sangre
pecaminosa de Adán nuestro padre. David escribió en el
Salmo 51:5: «He aquí, en maldad he sido formado, y en
pecado me concibió mi madre». En Romanos 5:12 también
leemos: «Por tanto, como el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte
pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron».
Una tercera forma en la que Jesucristo siempre será
preeminente entre sus hermanos se nos muestra en
Romanos 8:29. Aquí leemos que Jesucristo es «el
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La Esperanza del Cristiano
primogénito entre muchos hermanos». Él mantendrá para
siempre la distinción de ser el Hermano Mayor de todos
los hijos de Dios; por el contrario, nosotros somos Sus
hermanos menores.
Otra manera en la que Jesucristo siempre será el más grande
entre sus hermanos, tiene que ver con Su morada original.
Según Juan 3:13, 6:38, 13:3 y otros versículos, Jesucristo
descendió del cielo a la Tierra, para luego volver de nuevo
al cielo. Sin embargo, el resto del género humano empieza
en la tierra para regresar a la tierra, aunque por medio de
Cristo podemos tener la esperanza de obtener una herencia
celestial (ver Génesis 3:19, 1 Corintios 15:49).
Así que, de muchas formas siempre habrá una diferencia
entre Jesucristo y el resto de los hijos de Dios. Él es Dios
que se hizo hombre, mientras que nosotros sólo somos
hombres que ahora participamos de la naturaleza de Dios
por Su gracia y misericordia. No obstante, ¡nuestro
llamado a convertirnos en hijos de Dios para gloria sigue
siendo gracia y misericordia más allá de nuestros más
grandes sueños!
27
CAPÍTULO 3
¿CUÁNDO SE CUMPLIRÁ
ESTA ESPERANZA?
En Efesios 1:17-18 leemos cómo necesitamos el espíritu
de revelación para que «sepamos cuál es la esperanza a
que él os ha llamado». A la promesa de «Cristo en
vosotros» también se le llama en Colosenses 1:27 nuestra
«esperanza de gloria» porque tiene un cumplimiento
condicional y futuro. Dios hará su parte para que esto
suceda, pero a nosotros también se nos ha dado nuestra
parte a cumplir, si es que queremos entrar y obtener esta
esperanza. Según vayamos entendiendo más el proceso
por el cual se llevará esto a cabo, podremos convertirnos
en colaboradores de Cristo y no frustrar la gracia de Dios
que puede hacer que esto se cumpla.
INICIO Y CRECIMIENTO
La esperanza del cristiano empieza a cumplirse en nuestra
vida en el momento en que somos salvos o nacemos de
nuevo. Entonces, Cristo entra en nuestro corazón por su
Espíritu Santo, pero no para revelar instantáneamente todo
Su poder y transformarnos para ser unos hijos de Dios
perfectos, maduros y gloriosos. Si el Señor viniera en toda
Su gloria y poder para mostrarle al nuevo cristiano todos
los pecados e imperfecciones que tienen que ser cambiados
instantáneamente en su vida, ¡sería como hacer explotar
una bomba atómica bajo sus pies y querer que
28
La Esperanza del Cristiano
comprendiera lo que ocurrió! En lugar de eso, el Señor viene
a nuestra vida con benignidad y paciencia, tal como vino
con benignidad a este mundo, como un bebé recién nacido
en Belén. Benigna y pacientemente, el Señor comienza el
proceso por el cual podemos ser cambiados «de gloria en
gloria» a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18). Él nos
invita a entrar con estas palabras llenas de Su gracia:
«Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi
carga» (Mateo 11:29-30).
Cuando somos salvos, Efesios 1:11 nos dice que somos
sellados con el Espíritu Santo. La versión Ampliada de
la Biblia (en inglés) nos dice en el siguiente versículo:
«Ese (Espíritu) es la garantía de nuestra herencia (las
primicias, el préstamo y adelanto, el anticipo en
nuestra herencia), en anticipación de su redención
completa y nuestro adquirir la posesión (completa) de
ello –para la alabanza de su gloria». Aquí leemos que
la obra inicial del Espíritu Santo en la vida de cada
nuevo cristiano es sólo el adelanto (las arras) de lo que
Él cumplirá. Es una situación similar a una persona
que da un adelanto en el pago de un auto o una casa.
Adquiere la posesión legal de lo que ha comprado,
pero a su vez es sólo una pequeña fracción de lo que
tendrá que pagar para poseerla totalmente. De la
misma manera, cuando nacemos de nuevo, el amor,
gozo y paz que experimentamos con nuestra nueva
vida transformada ¡es sólo una pequeña fracción de
lo que Cristo hará más profundamente por medio de
su Espíritu!
Capítulo 3
29
El proceso por el cual entramos en la esperanza del
ristiano continúa en la medida que nuestra vida
cristiana crece y madura. Estudiaremos en detalle
cómo podemos trabajar y ayudar en este proceso en
la Parte II de este libro. Por ahora, sólo queremos
mencionar que necesitamos participar activamente en
lo que Dios quiere hacer en nuestra vida. Cuando el
apóstol Juan nos dice que «seremos semejantes a Él»,
en el siguiente versículo sigue diciendo: «Y todo aquel
que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo,
así como él es puro». Debemos unirnos activamente a la
obra de Dios en nuestra vida, y purificarnos a nosotros
mismos, para que podamos estar calificados para este
supremo y santo llamamiento. Si ignoramos y
menospreciamos nuestra herencia celestial, podemos ser
rechazados al igual que Esaú cuando perdió su
primogenitura (Hebreos 12:15-17). Como nuestro Señor
Jesús dijo, sólo aquellos cristianos que habiten en
Cristo y lleven fruto, permanecerán; el resto serán
rechazados y cortados (Juan 15:1-6).
LOS SANTOS QUE ESTÁN AHORA
EN EL CIELO HAN ENTRADO EN
UN CUMPLIMIENTO PARCIAL
Este proceso de nuestro crecimiento espiritual a la
imagen de Cristo continuará durante nuestra vida aquí
en la Tierra, hasta que lleguemos al cielo. Cada santo
que se ha ido para estar con el Señor ha entrado en un
cumplimiento mayor, pero incluso eso no es aún el
cumplimiento pleno del proceso.
30
La Esperanza del Cristiano
En Hebreos 12:23 leemos que los santos que están ahora
en el cielo son llamados «los espíritus de hombres justos
perfeccionados». En su carácter espiritual, ellos han sido
hechos puros y completos. Como nos dice 1 Juan 3:2:
«Cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque
le veremos tal como él es». Así que cada santo redimido,
cuando llega al cielo y ve a Jesús, es transformado para
ser semejante a Él, santo y puro.
Sin embargo, los santos en el cielo todavía no son
plenamente semejantes a nuestro Señor Jesús en un
aspecto importante. Ellos todavía no han recibido sus
gloriosos cuerpos resucitados, como ya tiene el Señor
Jesús. Sus cuerpos quedaron en la tumba esperando la
última trompeta y la resurrección (ver 1 Corintios 15:52,
1 Tesalonicenses 4:16). Así, aunque los santos en el cielo
se han convertido en espíritus purificados y
perfeccionados, todavía no se han reunido con su cuerpo
resucitado. Como estudiaremos muy pronto, este es un
importante paso posterior que preparará a todos los
redimidos para convertirse en hijos completos de Dios, a
la imagen de Cristo.
Capítulo 3
31
ALGUNOS CRISTIANOS
ENTRARÁN EN UN
CUMPLIMIENTO MAYOR ANTES
DE LA SEGUNDA VENIDA
DE CRISTO
Para aquellos que estén vivos cuando llegue el fin de la
edad de la Iglesia, hay una revelación que es muy
importante que entendamos. Hay un cumplimiento mayor
de la esperanza del cristiano que estará disponible en esos
últimos tiempos. Mientras Dios sigue adelante con Sus
planes, nosotros debemos ver lo que Él está haciendo y
unirnos a ello. Queremos entrar en todo nuevo mover que
Él ofrezca a Su pueblo, para ayudar a preparar el camino
del Señor y estar calificados para reinar y gobernar con
Cristo en su Reino.
En Romanos 8:19-22, leemos: «Porque el anhelo ardiente
de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos
de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no
por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó
en esperanza; porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad
gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda
la creación gime a una, y a una está con dolores de parto
hasta ahora...»
Aquí, el apóstol Pablo nos dice que la creación tiene
dolores de parto y está esperando que los hijos de Dios
sean revelados. El mundo fue puesto bajo la maldición de
32
La Esperanza del Cristiano
pecado cuando Adán y Eva cayeron en el huerto del Edén
(ver Génesis 3:17), pero tiene la esperanza de que será
librado de esta esclavitud. ¿Cuándo sucederá eso? La
Palabra de Dios no dice que sucederá cuando Cristo, el
Hijo de Dios sea revelado, ¡sino cuando los hijos de Dios
sean revelados! Tal como Adán y Eva trajeron esta
maldición sobre el mundo, la misma será quitada cuando
los hijos vencedores de Adán y Eva sean revelados como
los hijos de Dios.
Mientras tanto, Romanos 8:22 dice que el mundo gime
con dolores de parto, esperando el glorioso «nacimiento»
de esos hijos de Dios. Leí un artículo muy interesante en
la revista Time, hace unos 15 años, que me ayudó a explicar
esto. El artículo decía que un grupo de científicos había
estudiado la creciente actividad sísmica alrededor del
mundo durante el siglo XX. Los científicos habían reunido
toda su información, la cual mostraba que los terremotos
estaban aumentando en intensidad y en frecuencia en todo
el mundo. Al hacer una gráfica de esto, dijeron que se
parecía a la gráfica de los dolores de parto de una mujer,
¡según se van incrementando las contracciones en rapidez
e intensidad antes del tiempo del alumbramiento!
Probablemente, ninguno de esos científicos conociera esa
verdad de la Biblia; sin embargo, nos da otra confirmación
de que el tiempo de la revelación o del «nacimiento» de
los hijos de Dios se está acercando.
Pablo sigue diciendo que no sólo el mundo, sino que
también los cristianos han de sufrir esos dolores de parto.
«Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos
Capítulo 3
33
interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción
como hijos...» Romanos 8:23 (NVI.) El anhelo del Espíritu
Santo dentro de nosotros es por nuestra plena redención,
y ese anhelo puede convertirse en una carga tan real en
nuestros tiempos de oración como cuando una mujer sufre
dolores de parto. Ha habido épocas durante mi caminar
con Dios en que he experimentado este tipo de oración.
Pablo habló más sobre esto unos versículos más adelante,
en Romanos 8:26, como la intercesión del Espíritu «con
gemidos indecibles [o que no puede expresarse
verbalmente]». La carga de oración puede ser tan pesada
sobre un corazón, que sólo el lloro, el gemido y un
profundo dolor de parto, pueden expresarla. Sin embargo,
el propósito de estos dolores de parto espiritual es formar
la naturaleza de Cristo en nosotros, o como Pablo
mencionó acerca los creyentes de Galacia: «por quienes
vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros», esta oración con dolores de parto
también puede ser a favor de otros en los que el Espíritu
de Dios está trabajando en su interior (Gálatas 4:19).
El libro de Apocalipsis sigue diciéndonos cómo la Iglesia
de los últimos tiempos también tendrá dolores de parto por
la revelación de los hijos de Dios. Muchas veces, el libro
de Apocalipsis usa un cuadro o señal para describir a un
grupo de gente. Por ejemplo, en Apocalipsis 17:1-6
podemos leer sobre el misterio de Babilonia la grande, la
madre de las rameras. Los eruditos de la Biblia están de
acuerdo en que esto no se refiere a una persona en específico,
sino a un grupo de personas, aquellos que componen la
falsa Iglesia. De forma similar, leemos en muchos sitios
(como Apocalipsis 19:7-8, Apocalipsis 21:9-10 y
34
La Esperanza del Cristiano
Apocalipsis 12:1-6) sobre un misterio diferente: la Esposa
de Cristo, la Iglesia verdadera. En Apocalipsis 12:1-2,
podemos estudiar acerca de cómo esta mujer, la Iglesia,
dará a luz con dolores de parto en esos últimos tiempos.
Tal como esta mujer es un grupo de personas, la Iglesia,
el hijo que ella dará a luz será un grupo de personas: la
descendencia de la Iglesia. Leemos: «Apareció en el cielo
una señal maravillosa: una mujer revestida del sol, con
la luna debajo de sus pies y con una corona de doce
estrellas en la cabeza. Estaba en cinta y gritaba por los
dolores y angustias del parto... Ella dio a luz un hijo varón
que gobernará a todas las naciones con puño de hierro.
Pero su hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios, que
está en su trono» (Apocalipsis 12:1-2,5 NVI).
Los conocedores de la Biblia han ofrecido varias posibles
interpretaciones de esta gran señal que Juan vio en el cielo.
Debido a las similitudes entre este hijo y Jesucristo, muchos
estudiosos han dicho que este hijo (o «hijo varón «) es el
Señor Jesús. Sin embargo, hay razones claras que muestran
por qué eso no es correcto.
En primer lugar, el libro de Apocalipsis fue escrito como
un libro de profecías futuras, según Apocalipsis 1:1, 1:3 y
22:6. Cuando Juan escribió el libro de Apocalipsis, cerca
del fin del siglo primero d.C., el nacimiento de Cristo ya
era un hecho histórico que había sucedido unos 90 ó 95
años antes. A Juan se le dieron visiones sobre el futuro,
no sobre eventos históricos del pasado.
Una segunda razón por la que este «hijo varón» no es
Jesucristo, se debe a que Juan dijo que esa visión que
Capítulo 3
35
vio era una gran señal en el cielo. Todos sabemos que el
nacimiento de Cristo en Belén fue un evento terrenal,
no una señal celestial. Encontramos una tercera razón
en Apocalipsis 12:5, donde dice que el niño fue llevado
al cielo inmediatamente después de su nacimiento; sin
embargo, Jesús no ascendió al cielo después de su
nacimiento, sino después de Su muerte y resurrección.
Para aquellos católicos romanos que creen que la visión
de la mujer celestial era María, esto contradice sus otras
doctrinas erróneas acerca de María, porque la mujer de
Apocalipsis 12 tuvo otros hijos en el versículo 17.
Cuando examinamos correctamente el libro de
Apocalipsis, encontramos que estos eventos escritos en
el capítulo 12 hablan de algo que ocurrirá en los últimos
tiempos, cerca de la época de la Gran Tribulación. Está
hablando acerca de una mujer celestial, que no es ni María
ni la Israel terrenal, sino la misma mujer celestial de la
que se habla en los capítulos 19, 21 y 22, que es la Iglesia,
la Esposa de Cristo. Esta mujer gemirá con dolores de
parto, y será como los dolores que hemos estudiado en
Romanos 8:18-23, que tanto el mundo físico como los
individuos cristianos padecerán. Además, todos estos
dolores de parto tendrán el mismo propósito: ¡preparar
para la revelación de los hijos de Dios!
La Iglesia de los últimos tiempos tendrá dolores de parto
y dará a luz una compañía de hijos que serán en una mayor
medida conformados a la imagen de Cristo de las
siguientes e importantes maneras.
36
La Esperanza del Cristiano
SIMILITUDES ENTRE
EL HIJO VARON DE
APOCALIPSIS 12 Y JESUCRISTO
La primera similitud que podemos estudiar es que tanto
Cristo como el «hijo varón» se sentarán en el trono de
Dios. Como escribió Pablo en Efesios 2:6, el plan de Dios
para cada cristiano es que Él nos «hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús». Sin embargo, en el
libro de Apocalipsis dice más específicamente quién
obtendrá la totalidad de esto. En Apocalipsis 3:21 Cristo
dijo: «Al que venciere, le daré que se siente conmigo en
mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono». Después, leemos más específicamente
en Apocalipsis 12:5, que es el hijo o «hijo varón» el que
es tomado o arrebatado al trono de Dios. Estos vencedores,
en los últimos tiempos serán un grupo dados a luz con
dolores de parto de la Iglesia, quienes se sentarán con
Cristo en el trono de Dios, entrando a Su gran poder y
autoridad.
Otra similitud entre Cristo y este «hijo varón» es que
ambos regirán las naciones con vara de hierro. Podemos
ver por primera vez esto profetizado acerca de Cristo en
el Antiguo Testamento, en el Salmo 2:7-9. Allí leemos:
«Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré
hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como
posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás
con vara de hierro; como vasija de alfarero los
desmenuzarás». Después, en el libro de Apocalipsis,
¡vemos que Cristo ofrece esta misma herencia a los
Capítulo 3
37
vencedores en Su Iglesia! En Apocalipsis 2:25 y 27 Él
dijo: «Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin,
yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con
vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero;
como yo también he recibido de mi Padre». Finalmente,
en Apocalipsis 12:5, vemos que esto será cumplido en los
últimos tiempos por los cristianos «hijo varón», donde
leemos que la mujer dio a luz un hijo varón que «regirá
todas las naciones con vara de hierro».
Otra manera en la que Cristo y este «hijo varón» serán
similares, es que ambos son elevados sobre el poder de
Satanás. Leemos cómo esto le ha sido otorgado a nuestro
Señor Jesucristo en Efesios 1:20 y 21. Allí vemos que Dios
Padre reveló Su gran poder «resucitándole [a Cristo] de los
muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad y poder y señorío».
Asimismo, cuando estudiamos Apocalipsis 12:1-13, vemos
que aunque el diablo quiso destruir al «hijo varón» cuando
nació (v. 4), no pudo, porque el «hijo varón» fue arrebatado
al trono de Dios (v. 5) mientras que el diablo fue echado
del cielo, v.8-9. El diablo no pudo atacarle más, sólo pudo
atacar a la mujer (v. 13).
Otra similitud muy interesante entre Cristo y este «hijo
varón» es que el diablo intentó matarlos a los dos cuando
nacieron, pero los dos fueron alejados de este peligro. En
el evangelio de Mateo podemos leer cómo Jesús, siendo
un bebé, fue alejado de Belén cuando Herodes intentó
matarlo (Mateo 2:13-16). En Apocalipsis 12:4-5 el hijo
varón fue llevado al cielo, lejos del poder del enemigo,
cuando el dragón quería devorarlo.
38
La Esperanza del Cristiano
También, encontramos que en el nacimiento de Cristo
y en el del «hijo varón» hubo una gran matanza de
niños cuando el diablo intentó destruir a su oponente.
Mateo 2:16 narra cómo Herodes mató a otros niños
pequeños en Belén cuando procuraba destruir a Cristo.
Asimismo, Apocalipsis 12 nos dice que después de que la
mujer dé a luz al «hijo varón», el dragón (el diablo, v. 9)
fue a atacar y a matar a los otros hijos de la mujer. Después,
leemos en el versículo 17: «Entonces el dragón se llenó
de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el
resto de la descendencia de ella, los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesucristo». La magnitud de su éxito al destruir la
descendencia de la mujer está descrito unos versículos
más adelante, en el capítulo 13:7, donde leemos: «Y se le
permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos».
La Palabra de Dios habla de dos anteriores momentos en
la Historia en los que el diablo hizo una gran matanza de
niños, en una época en que Dios estaba preparando a un
gran libertador para Su pueblo. El primero fue en tiempos
de Moisés, cuando Faraón hizo matar a todos los hijos
varones de los israelitas (Éxodo 1:22). La segunda vez
fue cuando Herodes mandó a matar a todos los bebés
varones en Belén; sin embargo, Apocalipsis 12:17 sugiere
que esto ocurrirá una tercera vez, cerca del fin de esta era.
Yo creo que puede que estemos viendo el inicio del
cumplimiento de esto en la historia del mundo presente,
cuando consideramos la multiplicación de abortos que
estamos viviendo a nivel mundial. Las estadísticas ahora
muestran que, en muchas naciones, más de la mitad de
sus niños están siendo asesinados antes de nacer, por
Capítulo 3
39
medio del aborto. ¿Por qué esta nueva matanza de millones
de vidas inocentes? ¿Podría ser que el diablo es consciente,
como en los tiempos de Moisés y de Cristo, de que un
nuevo libertador (o compañía de libertadores) se está
preparando? Mientras la Iglesia y hasta el planeta Tierra
gime con dolores de parto para que ese libertador sea
preparado y los hijos de Dios sean revelados, el diablo,
en su temor y furia, hará todo lo que pueda hacer para
intentar detener el plan de Dios (Apocalipsis 12:12).
TRES CATEGORIAS
DE CRISTIANOS EN LA IGLESIA
DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Algunos buenos cristianos se han opuesto a esta
interpretación del «hijo varón» de Apocalipsis 12, pues
han sentido que equivocadamente ofrece una posición más
alta a un grupo de cristianos, haciendo de ellos una especie
de «elite» orgullosa y selectiva. Sin embargo, la Palabra
de Dios a menudo dice que habrá diferentes herencias, o
categorías, o niveles de madurez entre el pueblo de Dios.
Al igual que diferentes atletas se califican para diferentes
premios y posiciones más altas de acuerdo a sus habilidades
y su dedicación, el creyente que termine bien su carrera
cristiana puede obtener una mayor recompensa que quienes
han tenido su corazón dividido o han sido tibios.
Muchas veces, en la Palabra de Dios se nos muestran
tres diferentes niveles o categorías de madurez y
recompensa. Por ejemplo, Jesús habló acerca de tres
niveles de fidelidad entre sus siervos en la parábola de
40
La Esperanza del Cristiano
los diez talentos (ver Lucas 19:11-27). El siervo más
fiel, que ganó diez talentos para su señor, recibió diez
ciudades para regir sobre ellas, mientras que el siervo
fiel que ganó cinco talentos recibió cinco ciudades. Sin
embargo, al siervo infiel se le quitó lo que se le había
dado y no recibió recompensa alguna. En Mateo 13:23,
Jesús también habló acerca de tres niveles de
productividad que varios cristianos experimentarían,
llamados a treinta, a sesenta y a ciento por uno.
Como otros ejemplos acerca de los tres diferentes niveles
de herencia o madurez, podemos estudiar lo que el apóstol
Juan escribió en Juan 2:12-14. Allí, él menciona tres
niveles espirituales de crecimiento que él llamó hijitos,
jóvenes y padres. En el Tabernáculo de Moisés, tenemos
estos tres mismos niveles de experiencia espiritual
claramente descritos como el Atrio, el Lugar Santo y el
Lugar Santísimo. Además, en Apocalipsis, capítulo 12,
podemos ver cómo estas tres categorías de madurez
espiritual serán reveladas entre el pueblo de Dios en los
últimos tiempos.
Al estudiar sobre el hijo varón de la mujer, podemos ver un
mayor parecido con la imagen de Cristo, lo que ha causado
que algunos estudiosos de la Biblia erróneamente sugieran
que el hijo varón es Cristo. Este hijo varón es un vencedor
pleno a quien el diablo no puede atacar, y representa a los
cristianos de mayor madurez espiritual. Sin embargo, la
mujer, la Iglesia, puede ser atacada por el diablo aunque al
final será librada (Apocalipsis 12:13-16). Podríamos
llamarla una vencedora parcial debido a su triunfo final.
Pero el resto de los hijos de la mujer, de los que se habla
Capítulo 3
41
en Apocalipsis 12:17 y 13:7, son aquellos que serán
vencidos por el diablo en los últimos tiempos. Eso no
necesariamente quiere decir que perderán su salvación,
porque el libro de Apocalipsis deja claro que muchos
santos perderán su vida en los últimos tiempos pero
seguirán teniendo una recompensa celestial (ver
Apocalipsis 7:14, 20:4).
Dos sueños que el Señor me dio para prepararme para el
campo misionero podrían ayudarnos a ilustrar las
diferencias entres estos tres grupos. En el primer sueño,
después de haber estado en el ministerio alrededor de 3
años, el Señor me mostró lo que sucedería si yo me fuera
al campo misionero en ese entonces. Ya me había graduado
de la escuela bíblica y había servido al Señor en diferentes
ministerios de enseñanza, pastorales y evangelísticos. Yo
estaba orando para saber si era el tiempo para mí de ser
misionero y, como respuesta a mis oraciones, el Señor
me dio un sueño.
En ese sueño, yo era un misionero que viajaba por todas
las naciones. Mientras seguía viajando, uno de mis zapatos
se me salió del pie; inmediatamente me di cuenta de ello
y me lo volví a poner, pero un momento después, el zapato
se me salió otra vez, y esta vez me llevó algo más de
tiempo el darme cuenta y ponérmelo de nuevo. Después
de varias veces más, me volví insensible al hecho de que
mi zapato se me saliera del pie, hasta que finalmente los
dos zapatos se me salieron al mismo tiempo. En ese
momento, alcé mi mirada al cielo y vi un poderoso espíritu
del mal que se me oponía; luego, otro espíritu de maldad
detrás de mí se reveló a sí mismo en las regiones celestes;
42
La Esperanza del Cristiano
luego otro a mi lado, ¡hasta que cada vez más de ellos me
rodearon y me cercaron para matarme!
En ese momento, me desperté convencido de que no estaba
aún preparado para enfrentarme a los poderes satánicos que
se me opondrían cuando comenzara a viajar por las naciones
como misionero. Efesios 6:12-15 nos dice que parte de
nuestra armadura cristiana para vencer a los principados de
maldad y potestades en las regiones celestes es: «Y calzados
los pies con el apresto del evangelio de la paz». Mi
preparación ministerial, o mi «calzado del evangelio» todavía
no estaba lo suficientemente seguro como para que yo pudiera
viajar por las naciones. Las diferentes naciones tienen
diferentes principados y potestades que gobiernan sobre ellas,
y cuando un misionero entra en su dominio, esos espíritus
de maldad se les opondrán. De ese sueño, yo sentí que el
Señor me estaba mostrando que necesitaba una mayor
preparación espiritual, porque si yo iba al campo misionero
prematuramente, podría ser vencido por los ataques de esos
principados y potestades y, probablemente, volvería a casa
derrotado. Estoy contento de haber escuchado la advertencia
del Señor en ese sueño, ¡así que sí que experimenté un breve
ministerio misionero con un triste final!
Después de varios años más de crecimiento cristiano y
ministerial, estaba orando de nuevo acerca de si era ya mi
tiempo de apuntar al campo misionero. En ese entonces,
el Señor me dio un segundo sueño para guiarme.
En ese sueño, yo estaba leyendo un relato de cómo un
misionero en Asia había fracasado y se había vuelto a casa.
Mientras leía eso, fui llevado en el espíritu y viajé al Asia.
Capítulo 3
43
Allí, en los lugares celestiales de Asia, estuve de pie frente
al príncipe de las tinieblas que había causado que ese
misionero se volviera a casa derrotado.
Mientras permanecí de pie ante ese gran rey, la fuerte
impresión que tuve no fue concerniente a si era bueno o
malo; más bien fue que tenía poder y autoridad; él era el
gobernante espiritual sobre una nación, ¡un rey poderoso!
Con gran condescendencia, él pareció escoger notar mi
pequeña presencia delante de él. Después comenzó a
decirme cosas como: «¿Qué estás haciendo aquí? Yo no
te invité a venir. ¡No eres bienvenido aquí!». Sus palabras
rápidamente comenzaron a desgastarme hasta hacerme
sentir insignificante y avergonzado. Comencé a abrir mi
boca, intentando disculparme diciéndole que me iría de
allí si así lo quería. Sin embargo, cuando mis labios se
abrieron, la unción del Espíritu Santo salió desde lo más
profundo de mi ser y se levantó para salir de mi boca y
replicar: «Yo no vine aquí por tu invitación, sino que he
sido enviado aquí como mensajero del Señor». Después,
la ardiente batalla comenzó. A cada acusación que este
rey satánico me lanzaba como un dardo de fuego, yo
respondía con un versículo que cortaba su mentira como
una espada.
Esta lucha siguió durante algún tiempo hasta que comencé
a sentir cansancio. Después, el Espíritu del Señor se
levantó dentro de mí con una nueva unción, y me vi a mí
mismo diciendo: «Y además de esto, yo no estoy bajo tu
poder, porque yo he sido levantado y sentado con Cristo
por encima de todo principado y potestad». Luego, desde
las regiones celestes sobre Asia donde yo luchaba con ese
44
La Esperanza del Cristiano
gobernador de maldad, me di cuenta que de nuevo fui
llevado a una esfera en el espíritu mucho más alta, ¡para
sentarme con Cristo en el cielo! Desde allí miré mucho,
mucho más abajo y pensé que quizá todavía podría ver a
ese malvado príncipe de la oscuridad con el que había
estado luchando. Sin embargo, la batalla había terminado;
él era tan insignificante desde donde yo estaba sentado
con Cristo en los cielos, que parecía una hormiga; y ya no
pude oír más sus palabras de acusación.
Cuando me desperté de este sueño, sentí que era la
revelación de Dios para mí de que estaba preparado para
afrontar y vencer a los principados y potestades que se me
opusieran en el campo misionero. Poco después de este
sueño, nos mudamos con mi familia a Asia. En los 23 años
que han transcurrido desde entonces, he visto al Señor
demostrar Su autoridad entre las naciones para hacer que
venciéramos a enemigos tales como rebeldes musulmanes
armados, una revuelta de fanáticos hindúes, guerra civil e
intentos de golpe de estado, enfermedades mortales,
serpientes, amenazas de muerte de comunistas y mucho
más. Sin embargo, más allá de las bendiciones de ser
protegido por Dios, ha sido nuestro especial gozo ver el
poder de Dios desatado para bendecir a miles de pastores,
así como a líderes nacionales, a medida que la Iglesia ha
sido edificada y las puertas del infierno han sido abatidas.
Al considerar estos sueños, he observado en ellos algunas
similitudes en la experiencia espiritual que pueden
relacionarse con los tres grupos del «hijo», la «mujer» y
«el resto de su descendencia» en Apocalipsis 12. Cada
uno de estos tres grupos ocupa un lugar o nivel diferente
Capítulo 3
45
de posición espiritual. El tercer grupo, el resto de la
descendencia de la Iglesia, descrito en Apocalipsis 12:17,
era parecido a mi experiencia espiritual en el momento
de mi primer sueño. Allí estaba yo de pie en la Tierra
cuando los principados y potestades de maldad se
revelaron a sí mismos en las regiones celestes, para
atacarme y debilitarme. Este será el mismo final para
aquellos descendientes carnales de la Iglesia que moran
en la Tierra, quienes serán vencidos por el diablo en los
últimos tiempos (ver Apocalipsis 12:12, 17 y 13:7).
Sin embargo, la «mujer,» o la Iglesia, ocupa un nivel
espiritual más alto que el nivel en que algunos cristianos
viven. En Apocalipsis 12:1 la vemos en los cielos, con el
sol, la luna y las estrellas. Aunque la mujer también es
atacada por el diablo, vemos que está protegida y sale
triunfante en el capítulo 12. Esto me recuerda cuando, en
el segundo sueño, me enfrenté al príncipe de la oscuridad
en los cielos, pero fui librado.
Sin embargo, al «hijo varón» de Apocalipsis 12:5 se le dio
un nivel espiritual mucho mayor que el que tenía la mujer
entre el sol, la luna y las estrellas. ¡El hijo varón fue llevado
hasta el trono de Dios! Este hijo varón nunca tuvo que luchar
contra el diablo, sino que gobernó triunfante con Cristo en
el cielo. Esta experiencia fue similar a la vislumbre que
tuve en el segundo sueño, cuando fui llevado por encima
del rey satánico en las regiones celestes de Asia, para
sentarme triunfante con Cristo en el cielo.
¿Ha oído la frase: «¿Sigue mirando hacia arriba»? Esta es
una buena exhortación, el que siempre estemos mirando
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La Esperanza del Cristiano
hacia arriba, a Jesús en el cielo. Sin embargo, también
podemos tener una perspectiva diferente: «¡Sigue mirando
hacia abajo!». El Salmo 2:4 nos dice que «El que mora en
los cielos se reirá», cuando el Señor mira hacia abajo a
los problemas que hay en la Tierra. Si podemos aprender
ahora a sentarnos espiritualmente con Cristo en el cielo,
también podemos obtener ese gozo de la victoria y estar
preparados para una mayor revelación de ese triunfo en el
que el «hijo varón» entrará antes del fin de esta era.
LOS VENCEDORES A MENUDO
HAN PROBADO LA ERA QUE
VIENE ANTES DE QUE
OTROS ENTREN
No debería sorprendernos el que algunos cristianos, en
los últimos tiempos, serán conformados a la imagen de
Cristo de una manera mayor y más rápida que otros. ¡Dios
siempre recompensará a aquellos que lo buscan y
obedecen diligentemente! Como consecuencia, a menudo
ha habido creyentes que han sido persistentes con Dios y
han recibido una experiencia espiritual que normalmente
no estuvo a disposición de los santos hasta una época o
dispensación futura.
Nosotros podemos ver esto en la vida de Enoc. Él fue un
hombre que aprendió a caminar con Dios y eso lo hizo
apto para entrar en algunas experiencias espirituales
mucho más avanzadas que las de muchos otros creyentes
de su tiempo (Génesis 5:24). Él recibió revelación sobre
la Segunda Venida de Cristo (ver Judas 14-15) y fue
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trasladado o «raptado» al cielo (Hebreos 11:5). Sólo ahora,
cuando la Segunda Venida de Cristo está cerca, la Iglesia
en todo el mundo espera experimentar aquello en lo que
Enoc entró hace miles de años.
David también fue un hombre que entró en las bendiciones
de una época futura antes que la mayoría del pueblo de
Dios. Él vivió en la era de la Ley, cuando los israelitas se
acercaban a Dios por medio de sacrificios que Dios había
ordenado por medio de Moisés. Sin embargo, David era un
hombre según el corazón de Dios, que podía ver más allá
de los rituales del Antiguo Testamento. David entró en la
experiencia de la adoración y las bendiciones de la
dispensación del Nuevo Pacto de la era de la Iglesia. Él
escribió en el Salmo 40:6: «Sacrificio y ofrenda no te
agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no
has demandado». Cuando David pronunció esta profecía,
había quizá muchos sacerdotes y levitas que tendrían
miedo de que su rey pudiera estarse desviando hacia una
herejía. Los sacerdotes enseñaban a todo el pueblo la
importancia de los sacrificios de animales y las ofrendas
del Tabernáculo de Moisés. Cuando David aparentemente
ignoró esas cosas e instituyó una nueva forma de
adoración, por medio de cantos y música en el Tabernáculo
de David, fue porque Dios le había llevado más allá de
las experiencias comunes de su época. La experiencia de
David con Dios fue lo que se iba a convertir en el patrón
en la siguiente era de la iglesia del Nuevo Testamento,
como los líderes de la Iglesia primitiva, reconocieron en
Hechos 15:15-17. David estaba viviendo en la libertad y
el gozo de la era de la gracia 1.000 años antes de que Cristo
lo pusiera a disposición de todo el pueblo de Dios.
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La Esperanza del Cristiano
Otro ejemplo de este principio es la mujer sirofenicia en
Mateo 15:21-28. Cuando ella le pidió ayuda al Señor Jesús,
Cristo le respondió: «No soy enviado sino a las ovejas
perdidas de la casa de Israel». Nosotros sabemos que
fue sólo después de la cruz cuando las bendiciones del
evangelio iban a ser esparcidas a las naciones gentiles
(ver Mateo 10:5-6, 28:19 y Marcos 16:15-18). Sin embargo,
debido a su fe y humildad, esta mujer sirofenicia insistió y
recibió la ayuda ¡antes de que ésta fuera ofrecida a las
naciones gentiles!
El apóstol Pablo fue también un hombre que vivió por
delante de su tiempo. En 2 Corintios 12:2, 4 podemos
ver cómo fue llevado (o raptado) al tercer cielo. Allí en
el paraíso, Pablo «oyó palabras inefables que no le es
dado al hombre expresar». ¡Pablo recibió revelaciones
que Dios no le permitió contar! Como un hombre
espiritual y muy maduro, ¡Pablo oyó y experimentó cosas
que la mayoría de los cristianos no serían capaces de
comprender! Incluso el apóstol Pedro dijo sobre los
escritos de Pablo: «entre las cuales hay algunas difíciles
de entender» (2 Pedro 3:15-16). Debido a nuestra
capacidad limitada para entender la verdad y la revelación,
Pablo tuvo que ser cuidadoso sobre lo que debía escribir
a la Iglesia, porque algunas revelaciones no son fácilmente
comprensibles aquí, durante esta era.
En Hebreos 6:5 se nos dice que algunos santos maduros
han «gustaron... los poderes del siglo venidero». Eso es
lo que Enoc, David, Pablo y otros experimentaron cuando
tuvieron progresos espirituales que les permitieron
experimentar bendiciones que estaban muy por delante
Capítulo 3
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de su tiempo. Sin embargo, la Palabra de Dios sugiere
que este grado avanzado de «progreso» también estará
disponible en estos últimos tiempos. Los cristianos
«hijo varón» de Apocalipsis 12:5 claramente
experimentarán niveles de bendición y autoridad que
la mujer, la Iglesia en general en todo el mundo, no
habrá experimentado aún. No obstante, cualquiera que
se convierta en uno de los que entrarán en estas
bendiciones, no podrá alardear orgullosamente de ser
alguien «especial». ¡Es sólo por la gracia y misericordia
de Dios que cualquiera de nosotros podrá correr una
buena carrera cristiana y calificarse para las
recompensas de Dios!
Por el espíritu de revelación, podemos ver más y más
claramente lo que nuestro Señor está ofreciendo a Su
pueblo en estos últimos tiempos. Cualesquiera que sean
los versículos o las experiencias por medio de las que
el Señor escoja hablarnos, necesitamos tener una visión
más clara y ver la carrera que tenemos por delante.
Después, podremos seguir la exhortación de Pablo en
Filipenses 3:12-14: «No que lo haya alcanzado ya, ni
que sea ya perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo
Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente
lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús».
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La Esperanza del Cristiano
TODOS LOS CRISTIANOS SE
CONVERTIRÁN EN HIJOS
MADUROS DE DIOS EN
LA RESURRECCIÓN
Paso a paso, nuestro Señor se está moviendo hacia el
cumplimiento de Su propósito final para el hombre.
Al estudiar las Escrituras, podemos ver claramente
cuándo se cumplirá este plan y nos convertiremos en
los hijos maduros de Dios. Nuestro Señor Jesucristo
declaró que esto sería en el momento de la
resurrección. En Lucas 20:35-36 Él dijo: «Mas los que
fueron tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la
resurrección de entre los muertos, ni se casan ni se dan
en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues
son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser
hijos de la resurrección».
El apóstol Pablo también confirma esta verdad en
Romanos 8:23. Después de escribir sobre cómo la
creación está esperando la manifestación de los hijos de
Dios en los versículos 19-21, él sigue diciendo: «Y no
sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos
las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos
dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo». Así que, en estos versículos,
Pablo deja claro que el tiempo de nuestra total adopción y
la manifestación de los hijos de Dios serán en la
resurrección. En ese momento, los santos redimidos y
resucitados serán semejantes a Cristo, no sólo en el
espíritu, sino también físicamente.
Capítulo 3
51
Por eso, los santos que están ahora en el cielo aún no
han sido totalmente conformados a la imagen de
Cristo. Como hemos mencionado antes, ellos han sido
purificados y perfeccionados en espíritu. Sin embargo, aún
no han sido perfeccionados en cuerpo, pero cuando a los
redimidos se les dé un cuerpo inmortal glorificado,
entonces seremos totalmente semejantes a nuestro Señor
y Hermano Mayor. ¡Nuestro cuerpo humano será
transformado para ser como el suyo!
LOS SANTOS RESUCITADOS
BRILLARÁN CON LA GLORIA
DE DIOS
En 1 Corintios 15 el apóstol Pablo nos enseña de una
forma extensa acerca de cómo serán los santos después
de la resurrección. Estudiemos ahora esta herencia
gloriosa que nos espera como parte de la esperanza del
cristiano. En 1 Corintios 15:41-43 leemos: «Una es la
gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de
las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en
gloria. Así también es la resurrección de los muertos...
Se siembre en deshonra, resucitará en gloria».
En estos versículos leemos cómo nuestros cuerpos
mortales serán resucitados en gloria. Esto será el
cumplimiento de «Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria» (Colosenses 1:27). ¡En ese momento todos los
hijos de Dios brillarán con la gloria de Dios! Como dijo
nuestro Señor: «Entonces los justos resplandecerán como
el sol en el reino de su Padre» (Mateo 13:43).
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La Esperanza del Cristiano
Cómo tendremos la gloria de Dios brillando en nosotros
quizá se pueda entender mejor viendo cómo, tanto Cristo
como Moisés, tuvieron la gloria de Dios revelada a través
de ellos. En el monte de la Transfiguración, se dice acerca
de Jesús: «y resplandeció su rostro como el sol, y sus
vestidos se hicieron blancos como la luz» (Mateo 17:2).
Después, acerca de Moisés leemos: «Y aconteció que
descendiendo Moisés del monte Sinaí...no sabía Moisés que
la piel de su rostro resplandecía, después de haber hablado
con Dios. Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a
Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente;
y tuvieron miedo de acercarse a él» (Éxodo 34:29-30).
Mientras que todos los santos resucitados participarán
de la gloria de Dios, debemos entender además que
algunos de los hijos resucitados de Dios serán más
gloriosos que otros. Como dijo Pablo: «Una es la gloria
del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las
estrellas, pues una estrella es diferente de otra en
gloria. Así también es la resurrección de los muertos»
(1 Corintios 15:41-42). Aquí, Pablo explicó que al igual
que los cuerpos naturales del cielo brillan con glorias
diferentes, así brillarán con diferentes glorias los cuerpos
resucitados de los santos.
Por supuesto, nuestro Señor Jesús será el más glorioso de
los hijos de Dios. El libro de Apocalipsis nos muestra
esto, cuando Juan escribe que Cristo será la luz de la nueva
Jerusalén. Él escribió acerca de la ciudad celestial: «La
ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en
ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es
su lumbrera» (Apocalipsis 21:23).
Capítulo 3
53
A Daniel también le fue dicho que los santos resucitados
brillarán con diferentes grados de la gloria de Dios. El
ángel le dijo: «Y muchos de los que duermen en el polvo
de la tierra serán despertados... Los entendidos
resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los
que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a
perpetua eternidad» (Daniel 12:2-3).
Para poder entender mejor cómo habrá diferentes grados
de gloria entre los redimidos de Dios, podemos aprender
de una visión relatada por John Bunyan hace varios cientos
de años. John Bunyan fue un predicador inglés, famoso
por su libro El progreso del Peregrino, el cual ha sido
traducido a más idiomas que cualquier otro libro, salvo la
Biblia. Él también escribió muchos otros libros,
incluyendo uno titulado Visions of Heaven and Hell
(Visiones del cielo y el infierno). En este libro, él narra la
historia verídica de cómo un ángel lo llevó a ver el cielo y
el infierno. Estando en el cielo, él tuvo la siguiente
conversación con uno de los santos del cielo:
Yo comenté: «Cuando me trajeron aquí, vi entre los santos
algunos que parecían brillar con un brillo mayor que otros.
¿Hay entre los bendecidos diferentes grados de gloria?».
Él contestó: «La felicidad y la gloria que disfrutan
aquí todos los benditos es el resultado de su
comunión y amor para con el siempre bendito
Dios. Cuanto más lo vemos, más lo amamos; y el
amor cambia nuestra alma para que tengamos Su
naturaleza, y de esto proviene nuestra gloria. Esto
marca la diferencia en los grados de gloria. No
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La Esperanza del Cristiano
hay ninguna murmuración por ver que la gloria
de otros es mucho mayor que la suya. El para
siempre bendito Dios es un océano abundante de
luz y vida, gozo y felicidad, llenando cada vaso
que se pone delante, hasta que ya no le cabe más;
y aunque los vasos son de varios tamaños, como
todos los vasos están llenos, no hay ninguno que
se queje. Mi respuesta, por tanto, a tu pregunta,
es que aquellos que tienen mayor capacidad, aman
más a Dios, y por tanto son cambiados más a Su
imagen. Esta es la mayor gloria que el cielo puede
dar. Que esto no te extrañe, porque incluso entre
los ángeles ardientes de Dios hay diversidad de
orden y diferentes grados de gloria».
A John se le dijo en esta visión que había diferentes grados
de gloria entre los redimidos en el cielo, pero que ninguno
está celoso ni se queja por eso. Todos están tan llenos de
la gloria de Dios como pueden contener, así que, en este
sentido, todos son iguales y están satisfechos. También es
cierto que algunos santos son vasos más grandes que otros
y pueden contener e irradiar más de la gloria de Dios. Es
de suma importancia que entendamos esto, porque
mientras estamos aquí en la Tierra es cuando
desarrollamos nuestra capacidad para Dios; es ahora
cuando podemos aprender a contemplar la gloria del Señor,
y ser «transformados de gloria en gloria en la misma
imagen» (2 Corintios 3:18). Aquellos que están más
hambrientos del Señor, que lo buscan y lo encuentran en
una mayor medida, habrán aumentado su capacidad de
ser llenos con más de la gloria de Dios en los siglos
venideros. Y cuanto mayor sea nuestra visión de esto, más
Capítulo 3
55
querremos proseguir y usar cada lo que nos es dado en
esta vida para prepararnos para recibir la gloriosa herencia
de los santos. Como dijo Pablo: «Pues tengo por cierto
que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha
de manifestarse» (Romanos 8:18).
LOS SANTOS RESUCITADOS
REINARÁN CON CRISTO
Otra parte de la herencia de los hijos resucitados y
glorificados de Dios será gobernar y reinar con Él. Esto
cumplirá la intención original de Dios para el hombre,
cuando creó a Adán. Esto está registrado en Génesis 1:26,
donde leemos: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre
a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y
señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en
las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra».
Podemos ver que Dios originalmente había creado al
hombre para que gobernara la Tierra; sin embargo, esta
autoridad se perdió cuando Adán y Eva se sometieron al
diablo en vez de someterse a Dios. Ahora, a través de la
salvación de Cristo, estamos siendo redimidos y
preparados para cumplir los planes de Dios para el hombre.
Para entender esto más desde una ilustración natural,
consideremos lo que ocurre a menudo en la familia de un
hombre rico o poderoso. Si el hombre es quizá un rey o
un empresario millonario, él querrá preparar a sus hijos
56
La Esperanza del Cristiano
para recibir la herencia que les entregará cuando maduren.
A medida que los hijos comienzan a crecer, ellos recibirán
autoridad y riqueza poco a poco, mientras son probados y
entrenados por su padre. Los que llegan a ser sabios y
trabajadores, normalmente recibirán una herencia mayor
que los hijos que sean necios o perezosos.
De manera similar, Dios nuestro Padre está ahora
preparando a sus hijos para su futura herencia, para reinar
con Él. Ahora es cuando estamos aprendiendo nuestras
lecciones y preparándonos para nuestra futura posición
en Su Reino. Como se nos dice en Romanos 5:17: «Mucho
más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia». En esta vida presente estamos aprendiendo a
ser «más que vencedores» (Romanos 8:37).
El momento en que los santos empezarán a entrar
plenamente en su posición y autoridad futuras será en la
primera resurrección. Cuando Cristo vuelva en gloria para
empezar Su reino milenial durante mil años, leemos en
Apocalipsis 20:6: «Bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección; la segunda muerte no
tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de
Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años».
Al estudiar el orden del Reino en el milenio, vemos en las
Escrituras que los diferentes hijos de Dios tendrán
diferentes posiciones y niveles de autoridad. Jesucristo,
el Hijo de Dios, será el Rey de reyes (Apocalipsis 19:16).
Durante ese tiempo, los reinos y las naciones del mundo
serán gobernados por nuestro Señor Jesucristo (ver
Capítulo 3
57
Apocalipsis 11:15, Zacarías 14:9). Sin embargo, aunque
Cristo será el Rey de todos los reyes, esto nos dice también
que habrá otros reyes. Cristo gobernará el mundo desde
la capital internacional de Jerusalén (Zacarías 14:16), pero
cada nación tendrá también sus propios gobernantes
locales. Entonces se cumplirá la promesa de Cristo para
sus santos: «Al que venciere y guardare mis obras hasta
el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá
con vara de hierro» (Apocalipsis 2:26-27).
La Biblia nos dice muy claramente quién será el rey de
Israel durante el milenio. Cuando Jeremías estaba
profetizando sobre la restauración de Israel y el milenio,
declaró: «sino que servirán a Jehová su Dios y a David
su rey, a quién yo les levantaré» (Jeremías 30:9).
La Palabra de Dios también nos dice que algunos
gobernarán a nivel de ser gobernantes de estados o
provincias. Cristo mismo declaró que Sus doce apóstoles
gobernarían sobre las doce tribus, o las doce provincias
de Israel. Un día, cuando Jesús estaba enseñando sobre la
recompensa futura de sus siervos, Pedro le preguntó cuál
sería la recompensa de los doce apóstoles. Cristo le
respondió en Mateo 19:28: «Y Jesús les dijo: De cierto os
digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre
se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis
seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para
juzgar a las doce tribus de Israel».
Cristo también enseñó que algunos de sus siervos reinarían
sobre ciudades. En Lucas 19, Él narró una parábola sobre
cómo Él se iba a ir al cielo por un tiempo y después
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La Esperanza del Cristiano
volvería para establecer el Reino de Dios en toda la Tierra.
Comenzando en el versículo 11, leemos: «Oyendo ellos
estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por
cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que
el reino de Dios se manifestaría inmediatamente. Dijo,
pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir
un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio
diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él
una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre
nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el
reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales
había dado el dinero para saber lo que había negociado
cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha
ganado diez minas. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina
ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú
también sé sobre cinco ciudades» (Lucas 19:11-19).
Así que las Escrituras nos hablan de los niveles básicos
de autoridad que se establecerán en el milenio para reinar
sobre el mundo. Habrá un Rey de reyes (Cristo), pero
también reyes individuales que gobernarán sobre cada
nación. Como cada nación a su vez estará subdividida,
habrá gobernadores que reinarán sobre cada estado o
provincia. Después, a un nivel local, habrá diferentes
santos que serán los alcaldes sobre ciudades o grupos de
ciudades.
Aunque la Biblia hace un bosquejo del gobierno de Israel
en el milenio, las Escrituras no nos dicen concretamente
quién reinará las otras naciones. Podemos suponer que
los mejores cristianos y los más piadosos durante la
Capítulo 3
59
historia de esas naciones serán escogidos por el Señor.
Quizá José será el rey milenial de Egipto, al igual que
gobernó con justicia la nación como su anterior primer
ministro. Quizá Daniel recibirá una posición de autoridad
internacional sobre el Medio Oriente, al igual que cuando
obtuvo una herencia entre esas naciones que había
gobernado hábilmente en el pasado (ver Daniel 12:13).
Quizá muchos de los cristianos más piadosos de nuestros
días se convertirán en gobernadores y alcaldes. Una
posible razón por la que las Escrituras no nos dicen más
acerca de quién recibirá las posiciones de autoridad sobre
las otras naciones, sea porque muchas personas puede que
todavía estén en la posibilidad de calificarse para esas
posiciones finales. ¿Quién se calificará para reinar en el
milenio y a qué nivel de autoridad? ¿Podrías tú ser un
alcalde, un gobernador, o un rey? Aquellos que obtengan
una mayor visión y pasen por una mayor preparación,
estarán entre los escogidos por el Señor para estas
posiciones más altas.
LOS TIEMPOS VENIDEROS
Después del milenio, Apocalipsis 20:11-15 registra cómo
el Señor juzgará a toda la humanidad y destruirá los
actuales cielos y Tierra. El capítulo 21 nos dice cómo el
Señor creará nuevos cielos y Tierra nueva en los cuales
continuará otorgando mayor autoridad a Sus santos
redimidos, Sus hijos. En el nuevo cielo y Tierra nueva,
Dios declara en Apocalipsis 21:7: «El que venciere
heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi
hijo». Si hemos de heredar todas las cosas, esto podría
sugerir que la autoridad que Dios confiará a Sus hijos
60
La Esperanza del Cristiano
sólo aumentará en los tiempos venideros. Aunque
nosotros ahora sólo podemos ver estas cosas como «por
un espejo», podemos ciertamente esperar, por nuestro
conocimiento acerca del carácter y los caminos de Dios,
que Sus planes continuarán creciendo y revelándose
durante todo el futuro eterno.
Esta esperanza se ve además confirmada cuando estudiamos
las dispensaciones o eras que el Señor ha creado durante el
periodo de nuestros actuales cielos y Tierra. Los eruditos
de la Biblia generalmente ven siete eras durante las cuales
Dios ha seguido adelante con Sus planes. Desde el jardín
del Edén (a menudo llamado la era de la inocencia) pasando
por el tiempo de los judíos (la era de la ley) hasta el tiempo
presente de la Iglesia (la era de la gracia), el Señor ha
avanzado paso a paso hacia delante y ha levantado a Su
pueblo a niveles más altos de experiencia espiritual. Cuando
Cristo vuelva, la era milenial (o la era del Reino) comenzará.
Esta será la última dispensación o era en nuestro actual
cielo y Tierra, como nos muestra Apocalipsis 20. Después,
justamente después del milenio, en Apocalipsis 21:1 Juan
registró el comienzo de los nuevos cielos y Tierra nueva.
Durante las siete dispensaciones de nuestra Tierra actual,
el Señor ha guiado a Su pueblo a través de experiencias
espirituales progresivamente mayores y más puras.
Podemos ver un mayor desarrollo y cambio cuando
consideramos solamente las tres últimas dispensaciones:
la era de los judíos, la era de la Iglesia, y la era del milenio.
Si hubiéramos sido judíos durante la era de los judíos,
habríamos servido a Dios mediante muchos rituales
Capítulo 3
61
naturales, como la circuncisión, los sacrificios de animales,
y las leyes alimenticias de Moisés. La presencia de Dios
entre Su pueblo estaba simbolizada por el tabernáculo, o
templo de Dios. Ahora, en la actual era de la Iglesia,
tenemos una relación con Dios mucho más espiritual. En
lugar de la circuncisión natural, buscamos la circuncisión
del corazón. Los sacrificios de animales han sido
sustituidos por el sacrificio, una vez para siempre, de
Cristo, el Cordero de Dios. Los rituales naturales han sido
sustituidos por realidades espirituales en nuestra fe
cristiana. El templo de Dios es ahora el pueblo de Dios
por su presencia que mora en ellos.
Sin embargo, se disfrutará un mayor nivel de
experiencia espiritual en la era del milenio. Satanás
será atado (Apocalipsis 20:1). Los santos resucitados
gobernarán las naciones en justicia. Jesucristo estará
entre nosotros mientras gobierna el mundo desde
Jerusalén (Zacarías 14:3-9 y 16, Miqueas 4:1-4).
Habacuc nos habla de ese glorioso tiempo cuando
declaró: Porque la tierra será llena del conocimiento de
la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar
(Habacuc 2:14).
Podemos ver fácilmente cómo cada nueva dispensación
o era ha elevado la experiencia espiritual del pueblo de
Dios a un nivel mucho más alto. Sin embargo, las
Escrituras nos dan una mayor vislumbre de los planes
progresivos de Dios en la eternidad. En Efesios 2:7 se
nos dice que somos redimidos «para mostrar en los
siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia
en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús». Según
62
La Esperanza del Cristiano
el original griego, este versículo dice claramente que
habrá muchas eran aún por llegar en los planes de Dios.
Ya que solamente habrá una era más por llegar en la
duración de los actuales cielos y Tierra, eso significa que
habrá aún muchas más eras por venir en los nuevos cielos
y Tierra. Los planes de Dios para los redimidos no sólo
serán mucho más elevados en los nuevos cielos y Tierra donde no habrá muerte, ni tristeza, ni dolor cuando Dios
haga nuevas todas las cosas-; en esos futuros cielos y Tierra
seguirá habiendo pasos progresivos cada vez más elevados
en los planes de Dios para sus hijos (Apocalipsis 21:4-7).
Sin embargo, ¿qué ocurrirá durante los siglos por venir
en los nuevos cielos y Tierra nueva? Probablemente
seamos demasiado inmaduros y terrenales para poder
comprender mucho de los planes eternamente progresivos
de Dios. Cuando Pablo habló en 2 Corintios 12:2-4 sobre
ser llevado al cielo, dijo que oyó «donde oyó palabras
inefables que no le es dado al hombre expresar». El Señor
tiene mucho preparado para nosotros que es tan celestial
y glorioso que sería imposible que lo entendiésemos y no
tendríamos palabras para declararlo.
Sin embargo, sí que sabemos que nuestro Padre celestial
es infinito en Su sabiduría, poder y amor. Ya que somos
seres finitos, siempre podemos desarrollarnos y
extendernos para ser más semejantes a Él. Por siempre
podremos entrar a nuevas experiencias con Dios y ser
engrandecidos y cambiados «de gloria en gloria». En
las eras venideras, Él seguirá mostrándonos las
abundantes riquezas de su gracia. La esperanza del
cristiano va más allá de lo que hoy somos capaces de
63
Capítulo 3
entender. «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha
preparado para los que le aman» (1 Corintios 2:9). Sin
embargo, los destellos que ahora podemos entender son
tan maravillosos, ¡que deberíamos dedicar nuestras vidas
a la esperanza de obtener esa gloria!
¡Dios siempre
recompensará a
aquellos que lo buscan
y obedecen
diligentemente!
65
CAPÍTULO 4
LA VISIÓN DE SION
Al estudiar los aspectos de la revelación que nos ayudan
a ver con más claridad la esperanza del cristiano, vemos
cada vez más la importancia del término «Sión». El
nombre «Sión» obtiene un significado profético
creciente a medida que recorremos la historia de la
Biblia. Desde su significado original de un monte alto
en Jerusalén, Sión sigue adelante en el Antiguo
Testamento para significar el alto llamamiento de Dios
para Su pueblo. Al final del Nuevo Testamento, revela
el centro de los propósitos y posición del cielo. ¿Qué
significa todo esto para nosotros? Comencemos por el
principio.
La primera vez que aparece el nombre Sión en la Biblia
es en 2 Samuel. Allí leemos:
«Entonces marchó el rey con sus hombres a Jerusalén
contra los jebuseos que moraban en aquella tierra;
los cuales hablaron a David, diciendo: Tú no entrarás
acá, pues aún los ciegos y los cojos te echarán
[queriendo decir: David no puede entrar acá]. Pero
David tomó la fortaleza de Sion, la cual es la ciudad
de David. Y David moró en la fortaleza, y le puso por
nombre la Ciudad de David; y edificó alrededor desde
Milo hacia adentro. Y David iba adelantando y
engrandeciéndose, y Jehová Dios de los ejércitos
estaba con él» (2 Samuel 5:6-7, 9-10).
66
La Esperanza del Cristiano
Al inicio del reinado de David en Israel, él se levantó con
su ejército para atacar a los jebuseos en Jerusalén. Quería
establecer una buena capital para su nación, así que David
escogió esta ciudad con una gran fortaleza que estaba a
tan sólo cinco millas (8 Km.) al norte de su ciudad natal,
Belén. Los jebuseos habían construido una fortaleza sobre
un monte al lado sureste de Jerusalén, llamado monte Sión.
El monte fue llamado así por la fortaleza, ya que el nombre
de «Sión» significa «fuerte o fortaleza».
Una vez que David conquistó esta fortaleza, se convirtió
en la capital de su reino, la cual también llamó «la Ciudad
de David». Mientras David gobernó desde Sion, el Señor
extendió su reino hasta que David gobernó sobre un gran
imperio, desde el río Éufrates hasta Egipto.
Además de ser la Ciudad de David, donde reinaba el rey
con gran autoridad, este monte llamado monte Sión obtuvo
también otro gran significado en el tiempo de David. El
monte Sión fue donde David edificó un tabernáculo y
colocó el arca del pacto. Leemos:
«Hizo David también casas para sí en la ciudad de David,
y arregló un lugar para el arca de Dios, y le levantó una
tienda...Así trajeron el arca de Dios, y la pusieron en
medio de la tienda que David había levantado para ella»
(1 Crónicas 15:1 y 16:1).
Este arca, originalmente colocada en el Lugar Santísimo
del Tabernáculo de Moisés, era la morada de Dios, el lugar
desde donde Él hablaba y revelaba Su gloria a Su pueblo
(ver Éxodo 25:22, Salmo 80:1 y Levítico 16:2). El rey
Capítulo 4
67
David colocó el arca en el Tabernáculo del monte Sion, el
cual constituyó lugar de adoración donde Dios moraba en
medio de Su pueblo (ver 1 Crónicas 16:4-37, Salmo 9:11).
Cuando se colocó el arca en este tabernáculo, Sion se hizo
famosa por dos razones: ¡tanto el trono del rey como el arca
de Dios estaban allí! El trono nos habla de autoridad, mientras
que el arca nos habla de adoración y de la gloria de Dios. Tal
como revelan las Escrituras, lo que el trono y el arca en Sión
representan continúa teniendo un gran significado profético.
En lo natural, entendemos que muchos que viven en la capital
de una nación tienen un nivel social y educativo mayor que
los que viven en aldeas remotas el campo. Además, si uno
vive o trabaja en el palacio nacional, o en la Casa Blanca, es
posible que ocupe una posición muy alta.
Encontramos un paralelismo espiritual muy similar en
las Escrituras. El Salmo 76:1-2 nos dice: «Dios es
conocido en Judá; en Israel es grande su nombre. En
Salem está su tabernáculo, y su habitación en Sion».
Aquí podemos ver un conocimiento espiritual mayor
al ser llevados al centro geográfico del pueblo de Dios.
En las afueras, entre todos los israelitas, el nombre de
Dios es grande. Al cambiar el enfoque hacia la provincia
más importante, encontramos un nivel más alto de
conocimiento espiritual: «Dios es conocido en Judá».
Este es un nivel espiritual más alto, al haber muchas
personas que saben que el nombre de Dios es grande,
pero, sin embargo, ellos no conocen al Señor
personalmente. Después, según vamos reduciendo la
búsqueda para examinar el centro de la nación, llegamos
a la capital. Aquí en Jerusalén encontramos una
68
La Esperanza del Cristiano
experiencia espiritual mucho mayor, porque Jerusalén
tiene el tabernáculo de Dios, y particularmente en el monte
Sión está la morada de Dios.
Todos los israelitas eran el pueblo de Dios y se podían
preparar para recibir una recompensa en el cielo. A algunos
se les ofreció un llamado superior que a otros, como a la
tribu de Judá, que obtuvo el linaje real. Sin embargo, la
gente que vivía en Sión estaba en el centro mismo de la
acción, porque el trono de David y la adoración frente al
arca estaban allí.
Por consiguiente, Sión pasó a ser sinónimo del supremo
llamamiento de Dios, que estaba disponible para el pueblo
de Dios en el Antiguo Testamento. A los que nacían en
Sión se les daba un gran honor (ver Salmo 87:1-6). El
monte Sión era un lugar de gozo y seguridad, la ciudad
del gran Rey (ver Salmo 48:1-14). La gente verá a Dios
en Sión (ver Salmo 84:7). Allí el Señor aparecerá en gloria
(ver Salmo 102:16).
EL SIGNIFICADO DE SIÓN EN LA
ERA DE LA IGLESIA
Muchos de los profetas del Antiguo Testamento pudieron
ver el creciente significado espiritual de Sión en el tiempo
de la era de la Iglesia. Amós 9:11-12 profetizó que el
Tabernáculo de David (en Sión) iba a ser reconstruido.
Los líderes de la Iglesia primitiva comprendieron que
esto se cumpliría espiritualmente en la Iglesia (estudiar
Hechos 15:14-17).
Capítulo 4
69
Isaías vio que el avivamiento de los últimos tiempos
vendría a Sión. Él declaró: «Cuando el Señor lave las
inmundicias de las hijas de Sion, y limpie la sangre de
Jerusalén de en medio de ella, con espíritu de juicio y
con espíritu de devastación. Y crecerá Jehová sobre toda
la morada del monte de Sion, y sobre los lugares de sus
convocaciones, nube y oscuridad de día, y de noche
resplandor de fuego que eche llamas; porque sobre toda
gloria habrá un dosel» (Isaías 4:4-5).
Una interpretación generalmente aceptada de esta profecía
es que será cumplida en la Iglesia de los últimos tiempos.
¡Quienes acepten la limpieza y la obra del Espíritu Santo
estarán preparados para el glorioso avivamiento!
Abdías tuvo una mayor revelación sobre Sión. Él vio
que el conflicto entre los descendientes de Jacob y de
Esaú desembocaría en una victoria final en el monte
Sión. Esto es profético del conflicto entre los impíos y
los justos en los últimos tiempos. La victoria final de
los justos se describe de esta manera, en el versículo
21: «Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar
al monte de Esaú; y el reino será de Jehová». Estos
«salvadores», también traducido como «libertadores»
en muchas versiones de la Biblia, no habla únicamente
de la obra de Cristo al final de esta era, sino que habla
de los santos vencedores, los hijos de Dios, quienes el
mundo está esperando que sean manifestados
(Romanos 8:19-21).
70
La Esperanza del Cristiano
EL SIGNIFICADO DE SIÓN EN
EL MILENIO
Otros profetas del Antiguo Testamento siguieron teniendo
una visión creciente de los propósitos de Sión no sólo en
los últimos tiempos, sino también en el milenio. Miqueas
e Isaías profetizaron que el monte Sión sería exaltado para
guiar y enseñar a las naciones. Leemos: «Acontecerá en
los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová
será establecido por cabecera de montes, y más alto que
los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas
naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová,
y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus
caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion
saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él
juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones
poderosas hasta muy lejos... no alzará espada nación
contra nación, ni se ensayarán más para la guerra...y
Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde
ahora y para siempre» (Miqueas 4:1-3, 6-7).
Esta profecía puede hablar sobre cómo el Señor exaltará a
su Iglesia en los últimos tiempos, pero su cumplimiento
completo será durante el milenio. En el Salmo 2 y 110
podemos estudiar además cómo el rey David profetizó que
el Mesías reinaría desde Sión. Tal como el rey David reinó
sobre su gran imperio internacional desde Sión, de la misma
forma el Señor Jesús, el Hijo de David, gobernará el mundo
desde Sión durante el milenio. Las naciones de la Tierra
enviarán sus delegaciones cada año a Jerusalén para adorar
al Rey de reyes, el Señor Jesús (Zacarías 14:16-17).
Capítulo 4
71
Así que podemos ver a lo largo de todo el Antiguo
Testamento que Sión era el lugar donde la autoridad (el
trono del rey) y la adoración y la gloria de Dios (el arca de
Dios) eran reveladas. Esta autoridad y gloria desde Sión
fue profetizada para ser difundida por todo el mundo a
través de la Iglesia. Después, durante el milenio, seguirá
siendo revelada a las naciones desde el monte Sión en
Jerusalén, donde el Rey de reyes gobernará y será adorado.
EL SIÓN CELESTIAL EN EL
NUEVO TESTAMENTO
Al continuar estudiando el Nuevo Testamento,
encontramos que la visión de Sión es exaltada mucho más.
Desde las alturas del dominio mundial en el Antiguo
Testamento, el monte Sión se revela en el Nuevo
Testamento como el centro celestial del poder y la gloria
de Dios.
En Hebreos 12:22-24 leemos lo siguiente sobre el destino
celestial del cristiano: «Sino que os habéis acercado al
monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la
celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a
la congregación de los primogénitos que están inscritos
en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de
los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada que habla mejor la de Abel».
Aquí vemos que hay un monte Sión y una Jerusalén
celestiales, tal como hay un Sión y una Jerusalén
terrenales. Esta Jerusalén celestial está descrita en
72
La Esperanza del Cristiano
Apocalipsis capítulo 21. Igual que hay un lugar en la
ciudad terrenal de Jerusalén llamado monte Sion, donde
el trono del rey y la adoración de Dios estaban localizados,
encontramos que también esto es cierto en la ciudad
celestial. En Apocalipsis 14:1-3 leemos: «Después mire,
y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion,
y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre
de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del
cielo como un estruendo de muchas aguas, y como sonido
de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas
que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo
delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes,
y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino
aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos
de entre los de la tierra».
Este pasaje revela que los que estarán con el Cordero
en el monte Sión celestial estarán cantando su
adoración delante del trono, de los cuatro seres
vivientes y de los ancianos. Esto nos muestra
claramente que el monte Sión celestial está en el trono
del Dios Todopoderoso, como se describe en el
capítulo 4 de Apocalipsis. Así que, tal como el Sión
terrenal es el lugar del trono y de la adoración, vemos
que el verdadero Sión del cielo está en el trono de
Dios y es el centro de adoración.
Muchas personas han tenido sueños y visiones de
diferentes partes del cielo. Están los jardines de flores y
las áreas de bosque en las afueras del paraíso. También
está la ciudad celestial, con calles, personas y sitios donde
ocurren varios acontecimientos maravillosos; pero el sitio
Capítulo 4
73
más glorioso de todos es el trono de Dios donde Su gloria,
poder y adoración se revelan en su totalidad. ¡Este es el
monte Sión celestial!
Cuando los nuevos convertidos, o «bebés en Cristo», van
al cielo, llegan primero a las puertas exteriores del paraíso.
La belleza y el gozo del que participan allí son
indescriptibles, y ellos puede que estén allí durante un
largo periodo de tiempo para ajustarse a esas glorias
menores del cielo.
Otros santos puede que estén preparados para entrar en la
ciudad celestial cuando mueren. Ellos descubren que allí
hay doce puertas con el nombre de las doce tribus de Israel
(ver Apocalipsis 21:12-13). Esas puertas también nos
hablan de las varias experiencias espirituales que tuvieron
las tribus de Israel. Según sus propias experiencias
espirituales en la Tierra, los santos encontrarán entrada a
las varias partes de la ciudad celestial donde estarán con
los santos con un llamado y un desarrollo similares.
Sin embargo, el lugar más alto de autoridad y de gloria se
le dará a aquellos que estén alrededor del trono de Dios.
No todos estarán preparados o calificados para este nivel
de experiencia. Hemos visto en el capítulo anterior cómo
cada uno de los santos resucitados será lleno con diferentes
cantidades de gloria, al igual que las estrellas, la luna y el
sol brillan en el cielo. Cada uno de ellos estará preparado
para diferentes niveles de autoridad, tales como reyes,
gobernantes y alcaldes. Entre los tres grupos del capítulo
12 de Apocalipsis, vemos que es sólo el «hijo varón» quien
será arrebatado al trono de Dios. Al considerar ahora los
74
La Esperanza del Cristiano
paralelismos existentes con la nación de Israel, vemos que
sólo unos pocos vivían en Jerusalén, y menos aún vivían
cerca del trono, en el monte Sión.
Entender estas verdades sobre Sión nos revelará mucho
de las Escrituras. Al estudiar sobre Sión, la visión puede
aumentar de brillo con la gloriosa esperanza disponible
para cada cristiano que se prepara a sí mismo, de todo
corazón. Puede que algunos cristianos sean salvos y se
conformen simplemente con escapar del infierno. Puede
que otros empiecen a interesarse en obtener las
recompensas celestiales eternas, pero los cristianos que
tengan una mayor visión y un corazón puro no querrán
nada menos que lo mejor de Dios. Seremos atenazados
con el deseo, al igual que el apóstol Pablo de proseguir «a
la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús» (Filipenses 3:14). La esperanza de este
llamamiento está a disposición e todo cristiano que se
entregue a sí mismo a cumplir toda la voluntad de Dios, a
pesar de cuál sea su trasfondo. La clave no es de dónde
provenimos, ¡sino hacia dónde vamos espiritualmente!
LOS CAMINOS HACIA SIÓN
El salmista dijo: «Bienaventurado el hombre que tiene
en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos.
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en
fuente… Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion»
(Salmo 84:5-7). Esto habla al cristiano del Nuevo
Testamento sobre la necesidad que tenemos de que
nuestros corazones estén centrados en obtener la meta de
estar delante de Dios en su trono en el cielo. En medio de
Capítulo 4
75
todas las lágrimas de nuestro peregrinaje terrenal, Dios
puede consolarnos, refrescarnos y levantarnos cada vez
más alto. Si nuestro corazón está fijo en obtener una
herencia eterna en su trono, podemos ir de fortaleza en
fortaleza y de gloria en gloria hasta que aparezcamos
delante de Dios en la Sión celestial. Como dijo nuestro
Señor: «Al que venciere, le daré que se siente conmigo en
mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono» (Apocalipsis 3:21).
¿Has captado la visión de que es posible sentarse con
Cristo en su trono por la eternidad venidera? ¿Estás
prosiguiendo hacia el supremo llamamiento de Dios para
tu vida? ¿Tienes los caminos de Sión construidos en tu
corazón que te conducirán hacia obtener esta meta? Juan
el Bautista fue enviado con un ministerio de
arrepentimiento para construir ese camino en su
generación. Él era una voz que clamaba en el desierto:
«Enderezad calzada…» (Isaías 40:3-5; Mateo 3:1-3). Isaías,
capítulo 35:8-10 también nos habla más sobre ese camino
que sería construido en el desierto. Ahí es llamado «Camino
de Santidad» que guiará al pueblo de Dios hasta Sión.
LA VISIÓN DE LA ESPERANZA
DE GLORIA
El Señor quiere plantar una visión de esperanza en el
corazón de cada uno de sus hijos. Va a haber grandes
avivamientos por todo el mundo en estos últimos tiempos.
Las asambleas del monte Sión, compuestas por cada
iglesia que está prosiguiendo en santidad hacia el supremo
76
La Esperanza del Cristiano
llamamiento de Dios, serán cubiertas de su gloria
(Isaías 4:3-6). El Señor exaltará a su Iglesia a una mayor
autoridad y gloria, para ayudar a preparar el camino para
la Segunda Venida de Cristo. Después de regresar para
juzgar a las naciones y atar a Satanás y sus huestes, el
Señor Jesús gobernará entonces el mundo desde el monte
Sión en Jerusalén por mil años (Isaías 24:21-23;
Apocalipsis 20:1-6). Además, en el cielo, el Señor se sienta
sobre su trono en Sión, donde invita a los vencedores a
sentarse con Él en su trono y reinar con Él en gloria por la
eternidad. Podemos ser conformados a la imagen de Cristo
y morar en el monte Sión, donde podemos participar de
la poderosa gloria y autoridad del maravilloso Cordero
de Dios para siempre.
¿Avivan estas verdades tu corazón para correr tras lo mejor
de Dios? Si es así, dediquemos nuestras vidas a obtener
«la perla de gran precio» que Él nos ofrece. Por el espíritu
de revelación podemos ver cuál es la esperanza de nuestro
llamamiento; sin embargo, necesitamos proseguir para
obtener su cumplimiento. Por esa razón vamos a estudiar
ahora cómo adquirir la sabiduría que también necesitamos
para obtener realmente nuestra esperanza de gloria.
PARTE 2
SABIDURÍA PARA OBTENER
LA ESPERANZA DE GLORIA
79
CAPÍTULO 5
EL ESPÍRITU DE SABIDURÍA
En la primera parte de este libro hemos visto que para
entender la esperanza o la futura meta del cristiano,
necesitamos el espíritu de revelación. A medida que
recibimos la visión de los propósitos de Dios para nuestra
vida, esa visión puede asimismo motivarnos y darnos
dirección para que prosigamos hacia la meta del supremo
llamamiento de Dios.
Sin embargo, conocer la esperanza de nuestro llamado no es
suficiente. Como dijo nuestro Señor Jesús en Mateo 22:14:
«muchos son llamados, y pocos los escogidos». No es
suficiente para nosotros obtener meramente una revelación
de nuestra meta futura; ¡tenemos que llegar allí! Para que
podamos obtener la esperanza del cristiano, necesitamos
también una mayor unción del espíritu de sabiduría. Por
eso el apóstol Pablo oraba por los creyentes de Éfeso, para
que recibieran tanto el espíritu de sabiduría como el de
revelación, para entender la esperanza de su llamamiento.
Su oración fue: «para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y
de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los
ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la
esperanza a que él os ha llamado» (Efesios 1:17-18).
El espíritu de sabiduría es una de las principales unciones
del Espíritu Santo. En Apocalipsis 4:5 el apóstol Juan
escribió: «Y delante del trono ardían siete lámparas de
80
La Esperanza del Cristiano
fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios». Estos
siete Espíritus, o unciones del Espíritu Santo, son
enumerados en Isaías 11:2: «Y reposará sobre él el Espíritu
de Jehová: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu
de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor
de Jehová». La segunda de estas siete unciones es el
Espíritu de sabiduría.
Cuando Pablo oró por los creyentes efesios, en
Efesios 1:15-23, pidió al Señor que les fuera dado el espíritu
de sabiduría y el de revelación. Estas dos unciones trabajan
juntas para equilibrarse una a otra y completar las obras de
Dios. Esto es debido a que el espíritu de sabiduría interpreta
y aplica la revelación, a fin de que podamos saber cómo
llevar a cabo los planes de Dios. En pocas palabras, el espíritu
de revelación comienza la obra de Dios, mostrándonos lo
que Dios quiere hacer en nuestra vida, mientras que el
espíritu de sabiduría ayuda a terminar la obra de Dios,
mostrándonos cómo podemos alcanzar dicha meta.
LEVANTANDO EL TABERNÁCULO
DE MOISÉS
Algunos ejemplos de la Escritura nos ayudarán a entender
esto con más claridad. Primero, consideraremos cómo se
hizo el Tabernáculo de Moisés. Su construcción comenzó
con una revelación de Dios a Moisés. En Éxodo 25:8-9 el
Señor le habló a Moisés y le dijo: «Y harán un santuario
para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo
lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño
de todos sus utensilios, así lo haréis».
Capítulo 5
81
Por el espíritu de revelación, Moisés recibió la visión de
construir un tabernáculo. Sin embargo, Moisés no fue
quien finalmente usó las herramientas que lo construyeron.
Hubo ropas brocadas que tejer, objetos metálicos fundidos
que moldear, piedras preciosas que cortar y madera que
tallar... se necesitaron muchas habilidades complicadas
para poder construir el tabernáculo con su mobiliario. Así
que, aunque Moisés por el espíritu de revelación recibió
los planos para el tabernáculo, fueron otros artesanos
hábiles con el espíritu de sabiduría quienes finalmente lo
construyeron.
En Éxodo 28:3 se le dijo a Moisés: «Y tú hablarás a todos
los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu
de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón...».
Después, en Éxodo 31:2-6 el Señor le volvió a decir a
Moisés: «Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo
de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado
del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en
ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para
trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de
piedras para engastarlas, y en artificio de madera para
trabajar en toda clase de labor. Y he aquí que yo he puesto
con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y
he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón,
para que hagan todo lo que te he mandado».
Aquí podemos ver cómo el espíritu de sabiduría fue
necesario para poder construir el tabernáculo que se le
encargó edificar a Moisés. Moisés recibió los planos por
el espíritu de revelación, pero fue a Bezaleel y a otros
trabajadores a quienes Dios dio el espíritu de sabiduría,
82
La Esperanza del Cristiano
con lo cual el tabernáculo y su mobiliario se pudieron
construir. El espíritu de revelación sobre Moisés, y el
espíritu de sabiduría que llenó a los artesanos, juntos
llevaron a cabo la tarea y permitieron que el Tabernáculo
de Moisés se construyera según el modelo celestial.
Esto nos muestra cómo el espíritu de sabiduría y el espíritu
de revelación trabajaron juntos para hacer un santuario para
Dios en tiempos pasados. Sin embargo, ahora, en tiempos
del Nuevo Testamento, se nos dice que es el pueblo de Dios
quien ha de ser Su templo (1 Corintios 3:16). ¿Cómo
podemos saber lo que Dios quiere construir en nuestra
vida, para hacernos Su santuario? Es por el espíritu de
revelación. Y luego, ¿cómo podemos saber cómo quiere
Dios que sea construido? ¡Es por el espíritu de sabiduría!
LIBERACIÓN DE LOS SIETE AÑOS
DE HAMBRUNA
Un segundo ejemplo en las Escrituras del espíritu de
sabiduría y el de revelación trabajando juntos es cuando
Egipto fue librado de los siete años de hambruna en
tiempos de José. En Génesis 41 podemos leer cómo el
Faraón, el rey de Egipto, tuvo dos sueños inusuales. Él
sabía en su corazón que eran revelaciones importantes,
pero ninguno de sus magos pudo interpretarlos. A su vez,
cuando José fue llamado, el Señor le ungió con la sabiduría
para interpretar los sueños y para aconsejar lo que la nación
debía hacer para poder proveer para los próximos años
problemáticos. Después de que José habló, Faraón le
replicó en el versículo 39: «Pues que Dios te ha hecho
Capítulo 5
83
saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú».
Debido a la obvia unción de sabiduría que estaba sobre
José, Faraón nombró a José como el Primer Ministro de
Egipto para que pudiera implementar su sabio consejo.
En este relato, Dios le dio una revelación a Faraón sobre
los siete años de hambruna que estaban por venir. Sin
embargo, esta revelación, por sí misma, carecía de valor
práctico. Fue cuando Dios ungió a José con la sabiduría
para interpretar y aplicar de una forma práctica la
revelación, que la obra de Dios se llevó a cabo y el pueblo
fue librado.
Mientras esta historia trata de un tiempo pasado de siete
años de calamidad, el mensaje también puede tener
aplicaciones en el presente. La mayoría de los intérpretes
están de acuerdo en que el libro de Apocalipsis nos advierte
de un cercano periodo de tribulación que de manera similar
durará siete años. Igual que José con su sabiduría trajo
liberación a la familia de Dios e incluso a las naciones,
asimismo nosotros necesitaremos el espíritu de sabiduría
en estos últimos tiempos.
LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
Podemos ver otro ejemplo de cómo las dos unciones
de sabiduría y revelación trabajan de la mano en el
Salmo 119:105. Aquí leemos: «Lámpara es a mis pies
tu palabra, y lumbrera a mi camino». De este
versículo, podemos entender que la Palabra de Dios
puede ser iluminada de dos formas diferentes por el
84
La Esperanza del Cristiano
Espíritu Santo. Puede ser como una lámpara a nuestro
lado que da luz al camino en que nos encontramos, y
también puede ser una luz más distante que nos muestra
el camino hacia el cual debemos dirigirnos.
Podemos comparar el espíritu de revelación con una luz
para nuestro camino, mientras que el espíritu de sabiduría
es como una lámpara a nuestros pies. Por medio de la
revelación, vemos el camino distante o la meta hacia la
que debemos viajar. Pero para asegurarnos de que
llegaremos allí sanos y salvos, también necesitamos
sabiduría para dar luz a la caminata diaria; sólo así no
tropezaremos ni caeremos.
Esta verdad fue gráficamente representada para nosotros,
hace unos cuantos años, cuando mi familia vivía en una
isla aislada de las Filipinas. No había carreteras donde
vivíamos, tan sólo un sendero estrecho que usaba toda la
gente y los animales. En una oportunidad, nos visitó un
pastor que estaba enseñando en la escuela bíblica. Para
llegar a la escuela bíblica, teníamos que caminar por ese
camino unos cuantos cientos de metros desde nuestra casa.
En una noche oscura sin luna, nuestro invitado iba a
predicar en el servicio de la noche. La escuela bíblica ya
había encendido su propio generador, y la capilla al final
del sendero tenía su luz brillando. Nuestro invitado quería
ir antes que nosotros, así que yo le ofrecí una linterna. Él
rechazó mi oferta, ya que el camino era recto y él podía
ver la luz al final del camino, pero volvió muy pronto a la
casa, necesitando lavar completamente sus pies antes de
poder seguir. Él tenía la luz para el camino que tenía por
delante, pero no tenía la lámpara (o linterna) para ver
Capítulo 5
85
dónde iba pisando. Si nunca has vivido en Asia,
seguramente no tienes idea de lo grandes que pueden llegar
a ser los montones de excrementos que a menudo dejan
atrás en los caminos los búfalos de agua, ¡pero nuestro
invitado se dio cuenta pronto! Esto nos ilustra lo
importante que es saber no sólo dónde queremos ir, sino
también ver cómo llegar allí sabiamente.
LA ESPERANZA DE GLORIA
Hay muchos otros muchos ejemplos de cómo estas dos
unciones trabajan juntas, pero por ahora centremos nuestro
estudio mirando en Colosenses 1:26-28, con relación a
«Cristo en vosotros, la esperanza de gloria». De ahí
leemos: «...el misterio que había estado oculto desde los
siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a
sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles;
que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien
anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a
todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto
en Cristo Jesús a todo hombre».
El apóstol Pablo comienza revelando este misterio sobre
la esperanza de gloria del cristiano, pero después cambia
de revelación a sabiduría cuando sigue diciendo:
«amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre
en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo
Jesús a todo hombre». Aquí vemos de nuevo que después
que la revelación es dada, la sabiduría debe implementar
la visión. Esto nos ayudará para que podamos llegar a ser
«perfectos en Cristo Jesús». Así que, al igual que Pablo
86
La Esperanza del Cristiano
usó este patrón al escribir por revelación y luego sabiduría
acerca de «Cristo en vosotros, la esperanza de gloria»,
nosotros también seguiremos ese mismo patrón en este
libro, explicando la gloriosa esperanza del cristiano.
CÓMO PODEMOS OBTENER EL
ESPÍRITU DE SABIDURÍA
Cuanto más maduros seamos en el Señor, más veremos
nuestra necesidad de sabiduría. Es algo similar al proceso
natural de madurez de un joven. Cuando un niño empieza
ser mayor y más fuerte siendo un adolescente, se deleita
en sus nuevas habilidades y fuerzas. Al enfrentarse con un
problema tal como el automóvil atascado en el fango,
rápidamente estará listo para resolver el problema a base de
pura fuerza muscular. Pero al ir madurando más, irá
reconociendo el principio del proverbio de Salomón que dice:
«Mejor es la sabiduría que la fuerza» (Eclesiastés 9:16). En
vez de agarrar rápidamente el auto e intentar moverlo por
sí mismo, un hombre mayor examinará sabiamente la
situación e intentará encontrar la manera más fácil de llevar
a cabo la tarea de sacarlo del fango.
Según vayamos creciendo en el Señor, poco a poco
veremos nuestra necesidad de más sabiduría de Dios.
¿Pero cómo podemos obtenerla? La manera principal es
a través de la oración. Cuando el apóstol Pablo quería
que la iglesia de Éfeso recibiera el espíritu de sabiduría,
vemos que él oró por ellos. Cuando el joven rey Salomón
fue visitado por el Señor en un sueño, él pidió sabiduría
(I Reyes 3:5-12). Se nos dice: «Y Dios dio a Salomón
Capítulo 5
87
sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón
como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la
sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y
que toda la sabiduría de los egipcios» (I Reyes 4:29-30).
A través de la oración, también nosotros podemos recibir
la sabiduría de Dios. Como dijo Santiago: «Y si alguno
de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual
da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada»
(Santiago 1:5).
Cuando el joven Josué se convirtió en el nuevo líder de
Israel, obtuvo una nueva sabiduría para sus nuevas
responsabilidades. Moisés oró e impuso sus manos sobre
Josué en el servicio de ordenación. Después leemos: «Y
Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría,
porque Moisés había puesto sus manos sobre él; y los
hijos de Israel le obedecieron» (Deuteronomio 34:9). Por
tanto, aquí vemos que tanto la oración como la imposición
de manos ayudaron a impartir esta unción a Josué.
Proverbios 13:20 también nos dice: «El que anda con
sabios, sabio será; mas el que se junta con necios será
quebrantado». Otra manera importante en que recibimos
sabiduría (o la perdemos), es según con qué compañía
elegimos pasar tiempo. Esto puede incluir no sólo tus
amigos personales, sino también aquellos con los que
empleas tu tiempo cuando los ves en programas de
televisión, cuando escuchas su música o lees sus escritos.
En el libro de Proverbios podemos leer muchos dichos
de alguien que está personificado como la sabiduría.
Ésta clama dichos tales como: «Volveos a mi
88
La Esperanza del Cristiano
reprensión», «Oíd» y «Recibid mi enseñanza»
(Proverbios 1:23, 8:6 y 8:10). Tenemos que volver
nuestro corazón a la sabiduría de Dios, y volvernos a la
Palabra de Dios si queremos recibir más sabiduría. Por
tanto, la oración, mantener relaciones sabias, y seguir la
Palabra de Dios son todas ellas formas valiosas en las
que podemos crecer en sabiduría.
LAS TRIADAS DE LA ESCRITURA
Una fuente importante de sabiduría en las Escrituras, que
mencionamos anteriormente, se refiere a las tríadas o tríos
en la Palabra de Dios. Cada una de estas tríadas nos enseña
sabiduría sobre las etapas progresivas de crecimiento y
madurez espiritual. A continuación, tenemos una gráfica
de lo más obvio de estas triadas.
ETAPAS DE
MADUREZ
1
2
3
Hijos
Jóvenes
Padres
Apocalipsis 17:14
Llamados
Escogidos
Fieles
Apocalipsis 12
Remanente
Mujer
Hijo Varón
Viaje de Israel
Egipto
Desierto
Tierra Prometida
Fiestas de Israel
Pascua
Pentecostés
Tabernáculos
Tabernáculo de Moisés
Atrio
Lugar Santo
Lugar Santísimo
I Juan 2:12-15
Capítulo 5
89
Quizá la más simple de entender de todas las triadas fue
dada por el apóstol Juan en 1 Juan 2:12-15. Allí escribió
tres mensajes diferentes a tres categorías de creyentes:
los hijitos, los jóvenes y los padres. Juan, obviamente, no
estaba escribiendo a estos grupos según su edad
cronológica o madurez natural, sino de acuerdo a su
desarrollo espiritual. Así como fácilmente podemos
categorizar el desarrollo natural de una persona ya sea
niño, adolescente o adulto, en nuestro crecimiento
espiritual podemos ver los correspondientes paralelismos
(1 Corintios 15:46).
Nuestra segunda triada está tomada de Apocalipsis 17:14,
donde se nos da un título para los santos que vuelven del
cielo con nuestro Señor, cuando Él vuelva para establecer
Su reinado milenial. A estos vencedores que reinarán con
Cristo se les llama «llamados, escogidos y fieles».
Estudiaremos esta triada en detalle en el siguiente capítulo
de este libro.
A continuación, pusimos la triada mencionada en
Apocalipsis capítulo doce, la cual ya hemos estudiado.
De nuevo, estos tres estados de madurez espiritual
corresponden a su mismo estado en las otras triadas. El
«hijo varón» victorioso, por tanto, corresponde al nivel
de máxima madurez mencionado en 1 Juan 2:13: los
«padres». La mujer corresponde a los «jóvenes», mientras
que el remanente de su descendencia corresponde a los
«hijitos» que menciona Juan.
Otra clara triada que nos puede enseñar mucha sabiduría
tiene que ver con el viaje de los israelitas. Su viaje natural
90
La Esperanza del Cristiano
desde Egipto hasta la Tierra Prometida es también una
alegoría espiritual para los cristianos del Nuevo Testamento.
Nos muestra cómo fuimos salvos del pecado para dar inicio
a un viaje espiritual que se completará cuando alcancemos
la total madurez y herencia. Para una profunda exposición
de estos principios, recomendamos el libro El viaje de Israel,
por Brian Bailey. Este libro también explica la quinta tríada
en nuestra gráfica correspondiente a las fiestas de Israel.
Nuestra última triada tiene que ver con las tres secciones
del Tabernáculo de Moisés: el atrio exterior, el Lugar Santo
y el Lugar Santísimo. El atrio exterior estaba abierto para
que todos los israelitas entraran a ofrecer sus sacrificios a
Dios. Esto se corresponde con los «hijitos» a los que se
refiere Juan, cuyos pecados han sido perdonados por el
sacrificio del Cordero de Dios. El Lugar Santo era una
sección mucho más selectiva del Tabernáculo de Moisés,
donde sólo los sacerdotes podían entrar y servir. Esto es
un paralelismo con el segundo estado de madurez
espiritual, donde los creyentes están madurando para
convertirse en siervos de Dios. Sin embargo, el Lugar
Santísimo era muy selectivo, ya que sólo podía entrar el
sumo sacerdote. Esto corresponde al estado más alto de
madurez, en el cual entran aquellos que son conformados
a la naturaleza de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote. Para
estudiar esto en detalle, El Tabernáculo de Moisés por
Brian Bailey es una lectura recomendada.
Cada una de estas triadas pueden aportarnos sabiduría con
relación a cómo podemos crecer espiritualmente, paso a
paso, para alcanzar a la plena madurez a imagen de Cristo.
Miraremos ahora una de ellas en el capítulo siguiente.
91
CAPÍTULO 6
LLAMADO, ESCOGIDO Y FIEL
Una clave importante para abrir la sabiduría de Dios de
las Escrituras se nos muestra en Apocalipsis 17:14.
Vemos tres requisitos enumerados aquí para los que
estarán con Cristo cuando Él vuelva del cielo como Rey
de reyes: «Y los que están con él son llamados y elegidos
y fieles». Estudiemos ahora cómo esto revela un patrón
o guía que nos puede llevar a la madurez cristiana y
capacitarnos para unirnos a esos santos victoriosos que
reinarán con Cristo.
1. LLAMADO POR DIOS
Nuestro primer paso hacia la madurez espiritual es
entender cómo somos llamados por Dios. Nuestro Señor
ha creado cada vida con un plan o propósito que está
llamada a cumplir. Incluso la duración de nuestra vida ha
sido planificada. Como dijo el salmista en alabanza a su
Creador: «en tu libro se escribieron todos los días que
[me] fueron dados, cuando [no existía] ni uno solo de
ellos.» (Salmo 139:16, LBA). Hay un llamado y una
herencia, o un ministerio y recompensa, para cada uno de
nosotros, tanto aquí en la tierra como en los siglos
venideros. Por eso el apóstol Pablo oró por los creyentes
efesios, para que conocieran «cual es la esperanza a que
él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su
herencia» (Efesios 1:18).
92
La Esperanza del Cristiano
Algunos de los planes de Dios son los mismos para cada
cristiano, ya que todos somos llamados a salir del pecado
para entrar en el Reino de Dios. Esto se nos muestra con
la palabra del Nuevo Testamento iglesia, que es ekklesia
en el griego. Esta palabra significa «un grupo llamado a
salir». En este sentido, Pablo pudo escribir que los
cristianos son «llamados en una misma esperanza de
vuestra vocación» (Efesios 4:4).
Nuestra vida cristiana comienza cuando oímos este llamado
de Dios y empezamos a seguirle. Como dijo nuestro Señor
Jesús, Él «a sus ovejas llama por nombre... y las ovejas le
siguen, porque conocen su voz» (Juan 10:3-4).
Sin embargo, aunque es cierto que todo cristiano tiene un
llamado similar, también es cierto que cada uno tiene su
propio llamado individual, o lugar especial de servicio en
el Reino de Dios. Podemos ver más claramente los dos
lados de esta verdad al considerar al pueblo de Dios en el
Antiguo Testamento: los israelitas. Todos ellos fueron
llamados a salir colectivamente de Egipto para ir a la Tierra
Prometida, pero luego a cada uno en lo individual se le
dio un lugar o herencia diferente en la tierra. De forma
similar, todos somos llamados a ser miembros del cuerpo
de Cristo, pero, sin embargo, los diferentes miembros del
cuerpo tienen su propio llamado especial o «específico».
Una vez que hemos oído el llamado de Dios para ser
cristianos y seguirle, tenemos que oír aún más a Dios para
saber cuál es nuestro llamado en lo individual. Al igual
que cada miembro del cuerpo humano tienen una posición
y un propósito diferentes, nosotros tenemos que aprender
Capítulo 6
93
cuál debería ser nuestro lugar y función en el cuerpo de Cristo.
Después, según crecemos en el Señor, podemos prepararnos
para servir en el lugar correcto para el cual fuimos diseñados.
Cuando yo era un niño pequeño, los científicos enseñaban
que había dos miembros del cuerpo humano que no tenían
propósito o función. Basados en su equivocada filosofía
evolutiva, ellos decidieron que el apéndice y las amígdalas
habían sido miembros útiles de nuestro cuerpo en una
etapa más temprana del desarrollo de la raza humana. Ellos
pensaban que cuando todos éramos formas de vida más
bajas, el apéndice y las amígdalas probablemente tenían
una función útil, pero ahora que somos seres humanos
desarrollados, estos miembros del cuerpo eran «sobras»
inútiles. Como resultado, los médicos rápidamente nos
quitaban estos miembros del cuerpo cuando se
enfermaban. Temprano en mi infancia, consecuentemente,
hice dos visitas al hospital donde me quitaron las
amígdalas y el apéndice.
En los años siguientes estos «sabios» científicos se han
hecho un poco más sabios. Ahora han encontrado varias
maneras en las que estos dos miembros del cuerpo humano
cumplen tareas útiles. Es cierto, estos órganos no son
necesarios para que el cuerpo humano viva, pero sin ellos
una persona puede afrontar algunas dificultades agregadas
con las infecciones y la digestión. Así que los científicos
declararon que habían «descubierto» que no hay sobras
evolutivas en el cuerpo humano, ¡que cada miembro es
importante! Por supuesto, los cristianos que creen en la
Biblia siempre han sabido esto, porque Dios nos creó
directamente, y nuestro Dios no hace cosas inútiles.
94
La Esperanza del Cristiano
De forma similar, puede haber cristianos que parezcan no
tener un propósito obvio en el cuerpo de Cristo. Un líder
de iglesia que sea ignorante puede tender a pasarlos por
alto o a no importarle si se apartan de la iglesia. Parecería
tan poco importante como cuando los cirujanos solían
quitar las amígdalas o el apéndice, pero el Señor ha
llamado a cada creyente a funcionar y a contribuir al
crecimiento del cuerpo de Cristo. Pablo habló de esto
cuando escribió «crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo, de quién todo el cuerpo, bien
concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que
se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en
amor» (Efesios 4:15-16). Los pastores y líderes cristianos
deberían ser muy diligentes en animar a todos los creyentes
a descubrir, desarrollar y usar los dones y ministerios a
los que el Señor los ha llamado. Un cristiano seguirá
siendo un bebé espiritual o un «hijito» hasta que descubra
su llamado individual y comience a crecer para poder
desarrollarlo y usarlo.
Nuestro primer paso
hacia la madurez
espiritual es entender
cómo somos llamados
por Dios
Capítulo 6
95
DONES Y MINISTERIOS EN LAS
ESCRITURAS
Las Escrituras nos revelan muchos dones y ministerios
diferentes a los cuales los cristianos pueden ser llamados.
Estos incluyen los siguientes:
1. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros
- Efesios 4:11
2. Profecía, ministerio (o servicio), enseñanza, exhortación,
dar, gobierno, misericordia - Romanos 12:6-8
3. Palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe,
dones de sanidad, milagros, profecía,
discernimiento de espíritus, lenguas, interpretación
de lenguas - 1 Corintios 12:8-10
4. Apóstoles, profetas, maestros, milagros, dones de
sanidad, ayudas, gobierno, lenguas - 1 Corintios 12:28
5. Obispos (o ancianos, comparando Tito 1:5 y 7),
diáconos - Filipenses 1:1
6. Intercesores - Isaías 59:16, 62:6,7
7. Criar a un niño para el llamado de Dios en su vida. Jueces 13:3-5, Proverbios 22:6
8. Llamado para una posición en el gobierno, ahora o en
el milenio - 1 Samuel. 16:1,12; Mateo 19:28
9. Misionero -Hechos 16:9-10; Jonás 1:2
10. Mártir - Mateo 24:9; Juan 21:18-19
11. Celibato - Mateo 19:11-12; 1 Corintios 7:7-8
12. Cantores y músicos - 1 Corintios 14:26; 1 Crónicas 15:16
96
La Esperanza del Cristiano
Algunos de estos ministerios y dones pueden incluir varios
trabajos más específicos; por ejemplo, podríamos incluir
bajo el don de ayudar (que significa «asistir, apoyar o
socorrer) trabajos tales como hospitalidad, hacer ropa,
alimentar al pobre y visitar a los enfermos y encarcelados.
Un diácono (o siervo) puede ser asistente del pastor, un
secretario o tesorero de la iglesia, o podría tener muchos
otros trabajos. Alguien con un don de gobierno podría
funcionar en posiciones tales como administrador de
iglesia o director de la escuela dominical.
Lo que acabamos de ver arriba no se sugiere que sea una
lista exhaustiva de todos los llamados de Dios. El Señor
puede dar llamados muy inusuales y específicos a alguien,
sin que sigan un patrón normal, como cuando Noé fue
llamado por Dios para construir el arca. Leyendo sobre
los héroes de la fe en Hebreos 11, vemos cómo Dios puede
hablar y guiar de muchas formas.
¿CÓMO NOS PUEDE REVELAR
DIOS NUESTRO LLAMADO?
Al aprender más acerca de los diferentes dones y
ministerios, nos vamos interesando personalmente más
en saber a qué nos ha llamado específicamente Dios.
¿Cómo puede Dios revelarnos nuestro llamado? Primero
tenemos que buscar al Señor. Por su Espíritu, Dios revela
lo que naturalmente no podemos ver, oír ni entender
(1 Corintios 2:9-10). El apóstol Pablo oró por los creyentes
efesios para que Dios les diera el espíritu de revelación, a fin
de que supieran cuál era la esperanza de Su llamado.
Capítulo 6
97
Puede que el Señor escoja hablar directamente a una persona
por medio de una palabra, sueño o visión. Así es como
Jeremías, José y Ezequiel oyeron a Dios en relación con
sus llamados. Otra manera es que un hombre o una mujer
de Dios sea el primero en discernir y revelar el llamado de
otra persona. Por eso el profeta Samuel ungió a David, el
niño pastor, y también por eso Elías echó su manto sobre
Eliseo, el granjero.
Otras veces, señales o circunstancias naturales pueden
ayudar a mostrar el llamado de Dios. En tiempo de
necesidad, puedes discernir que «para esta hora has
llegado al reino» como hizo Ester (Ester 4:14). Tus
talentos naturales pueden ayudarte a que te prepares para
entrar en trabajos espirituales similares, como cuando
Pedro, el pescador, fue llamado a convertirse en «pescador
de hombres» (Mateo 4:19 y 1 Corintios 15:46). Algunas
veces, los deseos del corazón son depositados allí por el
Señor, porque estamos siendo formados para un llamado
de Dios (Salmo 37:4, 1 Timoteo 3:1).
Los nombres pueden ser proféticos de nuestro llamado o
herencia. Abigail discernió cómo el nombre de su marido
se correspondía con su carácter cuando dijo: «Porque
conforme a su nombre, así es» (1 Samuel 25:25). Si
descubrimos lo que significa cierto nombre, a menudo
podemos obtener entendimiento de cuál es el llamado de
Dios por su significado.
Cuando yo era un joven cristiano, de vez en cuando
deseaba que mis padres me hubieran puesto un nombre
bíblico. Algo como Juan, David, o Josué me inspiraría
98
La Esperanza del Cristiano
en el Señor, ¿pero Norman? Este nombre no significa
nada, o al menos eso pensaba yo. Pero un día descubrí
que «Norman» procede de dos palabras «north» (norte)
y «man» (hombre), mi nombre significa «hombre del
norte». Cuando me enteré de esto, el Señor me habló y
me recordó cómo había sido llamado por Dios para ir al
sur como misionero a las naciones de Asia y
Centroamérica. Después de haber vivido y viajado
durante los últimos catorce años por esas naciones, ahora
me gusta oír mi nombre. He sido llamado por el Señor a
ser un «hombre del norte», ¡un misionero de América
del Norte!
No sólo los cristianos individualmente tienen un llamado
específico y particular, sino también grupos de cristianos
pueden tener un llamado específico. Si descubrimos cuál
es el plan de Dios para el grupo, entonces también
podemos discernir con más claridad cuál es el llamado
para los miembros de ese grupo.
Por ejemplo, el Señor a menudo pone un llamado en una
línea familiar. En el Antiguo Testamento, el ministerio
sacerdotal dado a Aarón era hereditario, al igual que la
corona se le dio a David y a sus hijos; por eso los hijos de
los misioneros a menudo también serán misioneros, y por
eso el hijo de un evangelista puede que también sea
evangelista (como Billy Graham y su hijo Franklin). Para
discernir el llamado de una persona nos puede ayudar mucho
el investigar las vidas y obras de sus antepasados. Esto no
tiene por qué incluir sólo a los antepasados que sirvieron al
Señor, porque alguien que no es salvo a menudo usará los
dones que Dios le ha dado de forma natural. Por ejemplo,
Capítulo 6
99
mi línea familiar incluye autores como Robert Louis
Stevenson; él no era cristiano, pero el don para escribir ha
sido una herencia familiar transmitida de generación en
generación, hasta que yo tomé ese el don y lo utilicé para la
gloria de Dios. Un patrón que a menudo he visto repetirse
en el campo misionero es cuando una línea familiar ha tenido
muchos espiritistas o sacerdotes paganos y un miembro joven
de la familia se convierte a Cristo, a menudo se dan cuenta
de su llamado para predicar o al ministerio profético. Esto es
porque el Señor puso la capacidad espiritual dentro de la
línea familiar para que fueran vasos espirituales, aunque el
Espíritu Santo no pudo utilizar esa capacidad hasta que ellos
se volvieron a Cristo para ser Sus siervos.
A menudo, una iglesia tiene un llamado o visión
específico que cumplir. Podemos leer en las Escrituras
cómo la iglesia en Esmirna fue llamada a padecer
sufrimientos, mientras que a la iglesia en Filadelfia le
fue dada una «puerta abierta» de victoria y protección; y
al igual que las doce tribus de Israel heredaron cada una
un llamado diferente, tanto grupos naturales (como las
tribus y naciones) como las tribus espirituales (como las
denominaciones y congregaciones) pueden participar de
varios llamados de Dios.
La gente que vive en una misma área geográfica, tal como
una ciudad o nación, también puede tener un llamado.
Por ejemplo, recuerdo cuando por primera vez me
invitaron a predicar a una iglesia joven que acababa de
comprar un edificio. Mientras predicaba, el Señor dejó
impreso en mi corazón el pasaje que dice: «son amados
por causa de los padres» (Romanos 11:28). A la mitad
100
La Esperanza del Cristiano
del mensaje, me detuve y le dije al pastor que tenía que
investigar la historia de su ciudad. Aunque la iglesia era
joven, la ciudad era muy antigua, y yo sentí que había una
herencia espiritual que había sido entregada por los
fundadores de la ciudad, en la cual la iglesia podía entrar.
La siguiente vez que volví a predicar en esa iglesia, el pastor
estaba emocionado queriendo contarme lo que había
descubierto. Descubrieron que la ciudad había sido
establecida por gente piadosa y que había sido un centro
misionero para predicadores itinerantes que predicaban el
evangelio. Vivieron allí tantos predicadores y misioneros,
que la ciudad originalmente había sido llamada «Priestville»
(«La villa del sacerdote»). Cuando el pastor descubrió eso,
sintió que el Señor le estaba mostrando que su iglesia tenía
que tomar esa herencia misionera que había sido plantada
por los fundadores de la ciudad.
TRES CATEGORIAS
DE SER LLAMADO
También debemos considerar el peligro de responder a
un llamado que no es originado por Dios, sino por el
hombre. Hay tres categorías o clases de ser llamado: por
Dios, por los hombres o por uno mismo.
El llamado de Dios se da conforme a la voluntad de Dios,
no por nuestra propia elección de las honorables
posiciones que podamos desear egoístamente. Como nos
dice Hebreos 5:4 sobre el llamado del sumo sacerdote:
«Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado
Capítulo 6
101
por Dios, como lo fue Aarón». Sin embargo, puede que
haya oportunidades en las que los hombres nos llamen
para unirnos a obras que harán avanzar planes y
ambiciones meramente humanos. Si un grupo u
organización está construyendo una «torre de Babel» con
su propia gente, ¡siempre buscarán más gente que les
ayude a hacer su torre más alta!
Un segundo tipo de llamado es ser llamado por los
hombres en vez de ser llamado por Dios. Jesús dijo que a
los fariseos les gustaba ser «llamados por los hombres»
para títulos y posiciones respetables (Mateo 23:6-7). Israel
quiso tener un rey cuando no era la perfecta voluntad de
Dios, y el Señor les permitió que tuvieran al rey Saúl.
Tenemos que preguntarle a Dios, cuando alguien nos
ofrezca una posición de ministerio o un título: ¿Viene esto
de Dios, o sólo de los hombres?
La tercera categoría de llamado es ser llamado por uno mismo,
o autonombrarse. Uzías era un rey que, en orgullo, intentó
ser sacerdote. Como resultado, fue castigado con lepra por
su presunción (ver 2 Crónicas 26:16-21). Adonías «se exaltó
a sí mismo» para ser el nuevo rey cuando Dios ya había
escogido a Salomón (ver 1 Reyes 1:5-14). Puede resultar
peligroso intentar hacer aquello que Dios no te ha llamado
a hacer. Si usamos la herramienta incorrecta para un trabajo
determinado, puede que no podamos hacer el trabajo o que
rompamos la herramienta. Nunca uses un destornillador
para cortar leña, y no uses un hacha para reparar un radio.
De igual forma, no permitas que un diácono intente hacer
la obra de un apóstol, y no dejes que un apóstol emplee
todo su tiempo en hacer las obras de un diácono. Encuentra
102
La Esperanza del Cristiano
el llamado espiritual de Dios para tu vida, y después que
«cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede»
(1 Corintios 7:20).
2. ESCOGIDO POR DIOS
Es cuando Dios te escoge para empezar a hacer las obras
para las que has sido llamado. Primero hemos de ser
llamados por Dios; después tenemos que prepararnos para
estar listos para cumplir ese llamado. Después que estamos
preparados, el Señor nos puede escoger para empezar a
funcionar en nuestro llamado o ministerio.
«Porque muchos son llamados y pocos escogidos» es la
advertencia que nuestro Señor Jesús nos da en Mateo 22:14.
Esto es porque muchos de los que son llamados por
Dios no se preparan a sí mismos para ser escogidos
por Dios. Un ejemplo lo tenemos en el ejército de Gedeón,
el cual tenía 32.000 soldados que fueron llamados, pero
sólo 300 fueron escogidos (Jueces 7:1-7). Había también
más de 600.000 hombres israelitas que fueron
llamados a salir de Egipto bajo el liderazgo de Moisés,
pero debido a su rebelión e incredulidad, sólo dos de
esos hombres fueron escogidos para entrar en la Tierra
Prometida.
Hemos de preparar nuestra vida para llevar a cabo el
llamado, o Dios no nos escogerá. En los llamados naturales
(como un médico o un abogado), es necesario un tiempo
muy largo de cuidadosa preparación antes de que alguien
sea escogido; cuanto mayor sea la vocación o el trabajo,
mayor tendrá que ser la preparación. Con los llamados
Capítulo 6
103
espirituales (como el ser un ministro ordenado) puede que
se requieran años de preparación antes de estar listo para
ser escogido. También, cuanto mayor sea el llamado de
Dios, mayor deberá ser la preparación.
Hay dos maneras opuestas en que el Señor con frecuencia
usa preparar nuestras vidas a fin de que estemos listos para
ser escogidos. Una de esas maneras es que Él a menudo
debe antes humillarnos de nuestro orgullo y nuestra
confianza en nuestros propios talentos y capacidades. Como
declara Isaías 40:3-5, para preparar el camino del Señor
cada montaña y monte deben ser allanados.
Vemos esto ilustrado en la vida de Moisés. Él fue llamado
por Dios cuando era el educado, poderoso y noble hijo de
la hija del faraón (ver 1 Corintios 1:26). Cuando tenía 40
años de edad, él ya sabía que era llamado a liberar a los
israelitas, pero cuando intentó dar el paso y cumplir el
llamado de Dios en su propia sabiduría y fuerza, fracasó
(estudiar Hechos 7:22-29). No estuvo listo para ser
escogido hasta después de otros 40 años, cuando, en el
desierto, fue humillado y despojado de su honor, de sus
talentos y de su entrenamiento terrenales. Esto está en
línea con lo que 1 Corintios 1:27-29 nos enseña: «sino
que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a
los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer
lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia».
Dios no necesita a los ricos, los famosos y los talentosos
para edificar su Reino; de hecho, Él escoge lo contrario.
En una ocasión, en un sueño, un ángel me llevó al cielo.
104
La Esperanza del Cristiano
Allí me fueron mostradas varias lecciones sobre cómo
las cosas celestiales son diferentes de las terrenales. Fue
llevado a un lugar que humanamente podría compararse
a un museo. Yo he estado en museos militares en distintas
naciones, y he examinado inmensos tanques, aeroplanos,
artillería y otras potentes armas que se exhibían. Pero en
el cielo me mostraron un lugar que exhibía las poderosas
armas de Dios: la vara de Moisés, la quijada de asno de
Sansón, la estaca de Jael, y hasta la espada de Goliat.
Naturalmente hablando, ninguna de esas cosas tiene el
aspecto de ser un arma poderosa de Dios. La espada de
Goliat hasta parecía ser un arma de maldad hasta que
estuvo en manos de David. Sin embargo, nuestro Dios se
especializa en escoger armas humildes y necias -y a
personas- para lograr grandes hazañas.
Otro ángel me mostró cierto número de libros. Uno de ellos
se titulaba «Grandes hechos de los santos», ¡pero todo lo
que leí en él habría pasado desapercibido para los
historiadores en la tierra! Los actos de bondad, de perdón y
de oración que prevalecen honrados en los registros eternos
del cielo rara vez se habrían mencionado en un periódico
local. Sin embargo, si deseamos llegara ser escogidos de
Dios es importante que aprendamos lo que el Señor declaró
en Isaías 55:8-9: «Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo
Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así
son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más que vuestros pensamientos».
Muchas veces, Dios allana las montañas de orgullo y de
autosuficiencia en nuestras vidas para preparar que su
Capítulo 6
105
gloria sea revelada. Sin embargo, Isaías 40:3-5 también
declara que a veces el Señor hará que todo valle se eleve.
El Señor con frecuencia obra de esta manera contraria
para preparar nuestras vidas levantándonos de nuestros
desánimos, incapacidades y fracasos.
Así fue como el Señor preparó a Simón Pedro para
convertirse en un gran apóstol; él fue llamado por Dios
siendo un pescador sin educación ni dignidad. Pedro
cometió muchos errores y, después de negar a Cristo, estuvo
dispuesto a darse por vencido y nunca llegar a cumplir su
llamado. Sin embargo, Cristo pacientemente siguió
levantándole de sus debilidades y sus fallos hasta que
estuvo preparado y fue escogido para un gran ministerio.
Todo lugar bajo en la vida de Pedro –cada fracaso, pecado
e incapacidad—fue perdonado, limpiado y elevado, hasta
que Pedro pudo estar firme confiadamente como un
hombre de Dios a lo largo del libro de Hechos.
Un ejemplo de nuestros días de la misma gracia de Dios
es un hermano coreano. Cuando era estudiante de la
escuela bíblica, era un pésimo orador, tanto que muchas
personas le aconsejaron no seguir preparándose para el
ministerio, pero él continuó preparándose para el
ministerio al que se sentía llamado. ¡Actualmente, el pastor
Yong-gi Cho tiene la iglesia más grande del mundo!
Después de un tiempo de preparación, el Señor nos probará
para ver si estamos preparados para ser escogidos. Sin
embargo, no siempre sabremos cuándo o cómo nos hará
el Señor nuestro «examen final» para ver si estamos listos
para «graduarnos» o ser escogidos. Los soldados de
106
La Esperanza del Cristiano
Gedeón fueron probados por cómo bebían el agua. Casi
todos los soldados se pusieron de rodillas para meter sus
rostros en el agua, pero sólo los pocos que llevaron el
agua a su boca con sus manos para permanecer vigilantes
fueron escogidos. ¡Su preparación de carácter fue revelada
por cómo bebieron el agua!
En un examen diferente, Abraham fue escogido porque
estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo, Isaac. Debemos
tener cuidado de no guardar nada egoístamente en nuestra
vida como un «ídolo», aun las bendiciones y llamados de
Dios, para que podamos estar plenamente preparados para
ser escogidos.
En Génesis 24, Rebeca fue escogida para casarse con Isaac
por medio de cómo se ofreció voluntaria para dar de beber
a los diez camellos de un extraño. Probablemente tuvo que
sacar hasta 1200 litros de agua del pozo para esas bestias
sedientas. Sin embargo, diez camellos fueron la prueba o
el examen secreto (el número diez en el Biblia a menudo
se refiere a pruebas, ver Números 14:22, Daniel 1:12,
Apocalipsis 2:10). Esas diez «pruebas» que ella aceptó
con agrado se convirtieron pronto en el vehículo que la
llevó a la Tierra Prometida y a su prometido. Muchas
veces, las pruebas en nuestra vida son las herramientas
secretas de Dios que nos acercan más a Él y nos preparan
para Sus propósitos gloriosos.
Cuando los colegios hacen sus exámenes finales,
normalmente están enfocados a probar la preparación
mental o educativa del estudiante. Sin embargo, los
exámenes de Dios en «la escuela del Espíritu»
107
Capítulo 6
normalmente se centran en probar el carácter y el
desarrollo espiritual del creyente. El Señor raramente
nos dice cuando serán «los exámenes finales», o cómo
serán. A los israelitas en el desierto se les dieron diez
pruebas por medio de circunstancias de la vida, tales
como escasez de agua, quejas en contra del liderazgo y
falta de variedad en la dieta alimenticia. Ellos ni siquiera
sabían que estaban siendo probados hasta que hubieron
fracasado y se descalificaron a ellos mismos (estudiar
Números 14). Cuando el Señor busca un vaso preparado
para ser usado, que Él nos ayude a cada uno de nosotros
a ser hallados vasos de honor, preparados para toda
buena obra (2 Timoteo 2:21).
3. FIEL
Hemos visto cómo el creyente que va hacia la madurez
primero tiene que responder al llamado de Dios. Después
de haber terminado su preparación, puede ser escogido
por el Señor para funcionar en su ministerio. Sin embargo,
aun después de este segundo paso de ser escogido, para
completar nuestro llamado debemos seguir adelante para
llegar a ser fieles en cumplir ese ministerio. Ese es el tercer
paso que debemos cumplir antes de «dar en el blanco» y
entrar en la plena madurez y poder dar frutos.
Nuestro Señor dijo: «Muchos son llamados, pero pocos
son escogidos». Verdaderamente se puede decir también
que muchos son llamados, pocos son escogidos, ¡y menos
son fieles! Vamos a considerar ahora a tres personas que
se calificaron para ser llamados y escogidos, pero que no
llegaron a ser fieles en su llamado.
108
La Esperanza del Cristiano
En I Samuel, capítulos 2-4, leemos que Elí fue llamado y
escogido como sumo sacerdote de Israel. Sin embargo, él
no fue fiel para completar adecuadamente el ministerio al
que había sido llamado y escogido para llevar a cabo. Él
no disciplinó correctamente a sus hijos inmorales ni los
quitó del ministerio, sino que les permitió corromper la
casa de Dios, y murió bajo el juicio de Dios por su falta
de fidelidad. De esta historia, aprendemos la lección de
que somos responsables no sólo de nuestra propia vida,
sino también de los hijos naturales y espirituales que el
Señor ha confiado a nuestro cuidado.
Sansón fue un hombre de una gran fe, llamado y luego
escogido por Dios para ser juez sobre Israel; sin embargo,
no permaneció fiel a su llamado al cometer fornicación,
perdiendo su consagración y llegando a ser un prisionero
ciego. ¡El pecado también puede cegarnos si no
caminamos en el temor de Dios!
Saúl fue el rey de Israel, pero fue rechazado cuando se
enorgulleció, y por temor obedeció la voz del pueblo, en
vez de la voz de Dios (ver I Samuel 15:24). Su fracaso
nos enseña que tenemos que permanecer fieles al Señor
cuando la gente trata de influenciarnos para desobedecer
la voluntad de Dios.
TRES CLAVES PARA SER FIELES
El Señor Jesús nos enseñó tres claves para aprender a ser
fieles en Lucas 16:10-13. Allí leemos: «El que es fiel en
lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy
Capítulo 6
109
poco es injusto, también en los más es injusto. Pues si en
las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará
lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os
dará lo que es vuestro?».
En el versículo 10, el Señor Jesús nos dio la primera clave
cuando dijo que tenemos que ser fieles en lo muy poco.
Es importante que no despreciemos las pequeñas
responsabilidades, pues pueden edificar en nuestro interior
la sabiduría, el carácter y la perseverancia por medio de
los cuales estaremos preparados para cosas mucho
mayores. Sin embargo, el orgullo nos dirá que merecemos
algo mayor y más importante. Naamán se sintió así cuando
no quiso obedecer las simples instrucciones de Eliseo de
lavarse en el río para ser sanado. Sin embargo, los
pequeños comienzos pueden ser las semillas que se
convertirán en algo grande. El joven David ya había
aprendido esto, pues sabía que haber matado al león y al
oso le había preparado para poder matar a Goliat. Nuestro
Señor dijo que a los siervos que son fieles en sus pequeñas
responsabilidades se les darán ciudades para que las
gobiernen (ver Lucas 19:17-19).
Un pastor amigo mío me contó que un visitante llegó a su
iglesia un domingo. Después, se presentó como un nuevo
graduado de la escuela bíblica; dijo con entusiasmo que
le gustaba la iglesia, y que quería hacerse miembro de
ella y servir al Señor allí. Luego le dio un papel al pastor,
que enumeraba todos los ministerios que él estaba
calificado para desarrollar, ¡hasta ser el pastor principal!
Mi amigo entonces le dijo al visitante que habían estado
orando para recibir más ayuda para la iglesia, y le invitó a
110
La Esperanza del Cristiano
comenzar como el conserje de la iglesia. Aunque él tenía
en mente ministerios mucho más elevados, primero quería
ver si ese joven sería fiel en aquella pequeña tarea. Sin
embargo, el joven nunca más regresó.
En el siguiente versículo, Cristo nos dio una segunda clave
cuando dijo que tenemos que ser «fieles en las riquezas
injustas». Estas «riquezas injustas» a las que Él se refería
significan los bienes de este mundo o posesiones naturales.
La clave que se nos enseña aquí es que tenemos que ser
fieles en las responsabilidades naturales. Esto puede
edificar el carácter piadoso en nuestro interior, el cual
nos preparará para estar listos para las responsabilidades
espirituales. A lo largo de las Escrituras, los que fueron
llamados por Dios ya eran fieles y diligentes en sus
responsabilidades naturales. David estaba atendiendo a
las ovejas cuando Samuel lo llamó y lo ungió como el
siguiente rey. El Señor Jesús llamó a Pedro y a Andrés
mientras estaban ocupados pescando; a Mateo, mientras
estaba en su trabajo recaudando los impuestos. Eliseo
estaba arando la tierra con sus bueyes cuando Elías echó
su manto sobre él; Moisés estaba pastoreando el rebaño
cuando el ángel del Señor se le apareció en la zarza
ardiente. Ellos no estaban siendo holgazanes ni perezosos
cuando fueron llamados por Dios. Ni siquiera leemos que
alguno de ellos estuviera orando, aunque, por supuesto,
es bueno hacer eso. Lo que sí leemos en la Biblia es que
ellos estaban siendo fieles en sus responsabilidades
naturales.
En Lucas 16:12, nuestro Señor nos enseña una tercera
clave para ser fieles con las posesiones ajenas. Esto
Capítulo 6
111
puede incluir tanto cosas naturales como espirituales.
Si estás sirviendo bajo un líder cristiano que tiene una
visión de cómo se debería llevar a cabo el trabajo,
mientras trabajes con él, deberías ser fiel en ayudarle a
cumplir su visión. Esto te ayudará a calificarte para el
día en que el Señor le dé tu propia visión y trabajo.
Josué, Eliseo y Timoteo comenzaron su entrenamiento
siendo siervos fieles para ayudar en el llamado y
ministerio de su líder. Sin embargo, después que fueron
fieles en ayudar en el ministerio de otra persona, ¡a
ellos se les dio su propio ministerio!
Puedo recordar un servicio en la escuela bíblica a la que yo
asistía cuando era joven. Se anunció una petición de oración
por una escuela bíblica en las Filipinas. Tropas rebeldes
musulmanas habían avanzado hasta cerca de la escuela, y
las personas allí, en especial los misioneros, corrían un gran
peligro. La mayoría de los alumnos oraron durante un breve
rato y luego se fueron. Sin embargo, algunos de nosotros
estábamos decididos a «orar hasta el final» por esa escuela
bíblica. Yo oré hasta que tuve la seguridad de que el Señor
había intervenido y había expulsado a los rebeldes.
Yo había buscado ser fiel para defender a algunos
misioneros que no conocía, en una escuela bíblica de la
que conocía muy poco. Yo no sabía que, al estar siendo
fiel en apoyar el ministerio de otra persona, más adelante
se me daría a mí ese mismo apoyo en ese mismo
ministerio. Diez años después, me encontraba como
misionero en aquella misma escuela en las Filipinas,
afrontando el mismo peligro. Los rebeldes musulmanes
habían avanzado de nuevo, ¡y nosotros éramos los únicos
112
La Esperanza del Cristiano
extranjeros que quedaban en aquella zona que no habían
sido secuestrados! Sin embargo, tuve la seguridad de parte
del Señor de que Él había levantado el apoyo en oración
que necesitábamos. Yo había sido fiel en ayudar a proteger
a los otros misioneros y su escuela bíblica hacía diez años,
y, por tanto, ¡el Señor me dio a mí ese mismo ministerio y
esa misma protección!
SANTOS QUE FUERON
LLAMADOS, ESCOGIDOS Y FIELES
Para alcanzar la meta de nuestra vida, hemos mencionado
que tenemos que entrar y cumplir con las tres etapas del
crecimiento cristiano. Hemos visto la vida de algunas
personas en la Biblia que sólo alcanzaron la etapa uno o
la etapa dos; sin embargo, Dios quiere que cada uno de
nosotros cumplamos nuestro propósito en la vida, y Él
puede darnos la gracia y la guía para terminar
victoriosamente. Para animarnos a correr bien nuestra
carrera, la Biblia contiene muchas historias de la vida de
hombres y mujeres que fueron llamados, escogidos y
fieles. Algunos de los ejemplos más claros se muestran
en la siguiente gráfica:
Capítulo 6
113
114
La Esperanza del Cristiano
MOISÉS
La vida de Moisés se puede organizar claramente en tres
periodos de cuarenta años. Al término de cada unos de
estos periodos, él entró primero a ser llamado, después a
ser escogido y luego fue fiel.
Durante los primeros cuarenta años de su vida, Moisés
fue el hijo adoptado de la hija de Faraón. Al término de
estos cuarenta años, Moisés mató a un capataz egipcio
(ver Hechos 7:23-24). Su motivo para hacer esto fue:
«Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que
Dios les daría libertad por mano suya; mas ellos no lo
habían entendido así» (Hechos 7:25). En ese momento,
Moisés sabía que era llamado por Dios, pero los israelitas
no lo sabían aún. Aunque Moisés era llamado por Dios,
todavía no estaba preparado para ser escogido. Él tuvo la
mejor formación que Egipto podía ofrecer, pero más
importante aún, Moisés todavía necesitaba la preparación
que sólo Dios podía darle. En lugar de usar su espada y
sus capacidades de liderazgo como rey para liberar a Israel,
él necesitaba aprender: «No con ejército, ni con fuerza,
sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos»
(Zacarías 4:6).
Moisés tuvo que pasar por un segundo periodo de cuarenta
años antes de estar adecuadamente preparado por Dios.
Él fue despojado de las grandes habilidades que le habían
hecho «poderosos en sus palabras y obras» (Hechos 7:22).
Ya no pertenecía a la realeza, sino que era un humilde
pastor. De hecho, las Escrituras registran:»Y aquél varón
Moisés era muy manso, más que todos los hombres que
Capítulo 6
115
había sobre la tierra» (Números 12:3). Eso fue todo lo
que Moisés adquirió durante esos cuarenta años en el
desierto, pero era exactamente lo que él necesitaba para hacer
la obra de Dios. Cuando Moisés se convirtió en un hombre
humilde y quebrantado de corazón, entonces el Señor pudo
escogerle en la zarza ardiente (Hechos 7:30-35, Mateo 5:5).
En nuestros días, también hay muchas personas con grandes
talentos y habilidades que han sido llamadas por Dios, como
lo fue Moisés. Pero nuestros propios talentos y habilidades,
por sí mismos, no pueden hacer las milagrosas obras de
Dios. Hasta que no pasemos por la experiencia del
«desierto» en nuestra vida, donde seamos humillados y
quebrantados ante Dios, no estaremos preparados para ser
escogidos y usados por Dios para sus grandes propósitos.
Recuerda el dicho: «Sin cruz no hay corona».
Después que Moisés fuera escogido por Dios, pasó por
un tercer y último periodo de cuarenta años en su vida.
Durante este tiempo, él sacó a los israelitas de Egipto a
través del desierto. Él murió a la edad de ciento veinte
años, momento en el cual obtuvo el siguiente testimonio:
«Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios»
(Hebreos 3:5).
Por tanto, podemos ver en la vida de Moisés que él sabía
que era llamado por Dios cuando tenía cuarenta años de
edad; sin embargo fue sólo cuando tuvo ochenta años de
edad cuando fue escogido por Dios porque se había ganado
su clave de la humildad. Además, Moisés tenía ciento
veinte años de edad cuando cumplió su ministerio, y murió
con el testimonio de que fue llamado, escogido y fiel.
116
La Esperanza del Cristiano
JOSÉ
José fue otro hombre en la Biblia que pasó por tres etapas
muy claras en su vida. Las posiciones sociales que obtuvo
durante esos tres periodos hablan de cómo él también fue
llamado, escogido y fiel.
Cuando era joven, José tuvo la posición de ser un hijo
amado. Su padre le favoreció y le dio una túnica de
muchos colores. Aunque él fue el hijo amado en la casa
de su padre, le fue revelado por medio de dos sueños
que él era llamado por Dios para gobernar. Sus celosos
hermanos intentaron detener el cumplimiento de su
llamado, vendiéndole a unos mercaderes, quienes lo
llevaron a Egipto.
En el segundo periodo de su vida, José fue un siervo.
Primero en la casa de Potifar y luego en la cárcel, José fue
fiel a sus responsabilidades y a su Dios. Al final de esta
etapa, José fue escogido por Faraón para convertirse en el
primer ministro de Egipto, debido a la sabiduría y las
bendiciones de Dios sobre su vida.
Durante el tercer periodo de su vida, José fue exaltado
para convertirse en un gran gobernador. Todos tuvieron
que doblar sus rodillas ante él, incluso sus hermanos que
años antes había intentado evitar que eso ocurriera. Todas
las naciones vecinas vinieron a José en busca de salvación
en el tiempo de la calamidad. José fue fiel en cumplir su
llamado de gobernar y proteger, tanto a sus hermanos,
como a las naciones.
Capítulo 6
117
La vida de José nos muestra el mismo patrón que Cristo
cumplió. La segunda persona de la Trinidad fue siempre
el hijo amado de Dios. Él luego dejó su casa celestial
para convertirse en un siervo sufriente, rechazado por
sus hermanos. Después que Su ministerio terrenal
terminara, fue tomado de la prisión de la muerte. Cristo
entonces fue exaltado como un gran Gobernador para
sentarse a la diestra de Dios, ante quien toda rodilla se
doblará. Al igual que José, Jesucristo fue llamado el Hijo
amado, escogido como el siervo sufriente y fiel como
Salvador y Señor.
Una clave muy clara que nos muestra cómo José pudo
cumplir la voluntad de Dios para su vida se encuentra en
Génesis 41:51-52- Ahí leemos sobre los dos hijos que le
nacieron: «Y llamó José el nombre del primogénito,
Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi
trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre
del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar
en la tierra de mi aflicción».
Los nombres de los dos hijos de José hablan de las
experiencias espirituales que él tuvo que atravesar en su
propia vida. Su primer hijo, Manasés, significa en el
idioma hebreo hacer olvidar. José tuvo que perdonar y
olvidar las ofensas hechas contra él y los sufrimientos
que causaron. Pero debido a que hizo eso, también fue
capaz de entrar en la experiencia espiritual revelada por
el nombre de su segundo hijo. Su nombre, Efraín, significa
fructificar. Debido a que José había aprendido a perdonar
a quienes le habían ofendido, Dios pudo entonces
bendecirlo con un gran fruto.
118
La Esperanza del Cristiano
Hay momentos similares en muchas de nuestras vidas en
los que solamente seremos liberados a la bendición de
Dios después de que hayamos aprendido a perdonar a
otros. A Job se le dio una doble porción cuando él oró por
sus amigos que de modo tan insensible le habían insultado
y acusado (Job 42:10). Necesitamos ser capaces de decir,
como José: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios
lo encaminó a bien» (Génesis 50:20). Además,
necesitamos reconocer que todas las cosas obran para bien
(Romanos 8:28).
JACOB
El testimonio de que Jacob fue llamado, escogido y fiel,
está indicado por los tres nombres que recibió en las
Escrituras. Al nacer fue llamado Jacob. Este nombre
significa «usurpador», o «alguien que ocupa el lugar de
otro». Esto habla del carácter natural de Jacob, porque
planificó cómo tomar la bendición de la primogenitura de
su hermano. Primero tendiéndole una trampa a su hermano
y después engañando a su padre, Jacob recibió la bendición
profética y la herencia que se le debería haber dado a su
hermano, Esaú (ver Génesis 25:27-34; 27:1-36).
Como consecuencia de su engaño, Jacob tuvo que huir
lejos de la ira de su hermano. Aun así, incluso en su huida,
Dios le dio un sueño y confirmó que él era, sin duda,
llamado por Dios para convertirse en una gran nación (ver
Génesis 28:10-16). Recuerden, Jacob acababa de mentir
a su padre, robado a su hermano y estaba corriendo para
salvar su vida. ¿Acaso puede Dios llamar a un hombre
Capítulo 6
119
como Jacob, un usurpador mentiroso? Sí, Dios puede
poner su llamado sobre la persona más mentirosa y torcida,
pero la persona tendrá que ser cambiada totalmente antes
de poder ser escogida.
Dios comenzó esa transformación cuando Jacob se convirtió
en el empleado y yerno de Labán. Al igual que Jacob había
engañado a su padre, Labán engañó a Jacob. Mucho
sufrimiento vino a la vida de Jacob como consecuencia del
engaño de Labán (ver Génesis 31:38-42). Sin embargo, el
Señor estaba usando eso para llegar a la raíz del problema
en la propia vida de Jacob, que también era el engaño
(estudiar Abdías 15, Salmo 18:25-26, Gálatas 6:7-8).
Después de muchos años de sufrimiento, el Señor habló a
Jacob y le dijo que volviera con su padre. Cuando viajaba
Jacob hacia su casa, temió por su vida cuando oyó que su
hermano venía a reunirse con él con cuatrocientos hombres
(Génesis 32:3-23). Al principio, Jacob intentó de nuevo
obtener el favor de su hermano, enviándole algunos
regalos muy caros, pero en su corazón, Jacob sabía que
no podía manipular otra vez a su hermano. Jacob sabía
que cuando su hermano llegara, él sería hombre muerto.
En ese momento de desesperación, Jacob luchó con el
Ángel del Señor para obtener la bendición de Dios (ver
Génesis 32:24-28). ¿Cómo lo bendijo el Ángel del Señor?
El muslo de Jacob fue dislocado, ¡por lo que no podía ni
siquiera huir de su hermano! Todas las tácticas y sueños
de Jacob fueron destruidos, excepto su fe en Dios. En su
extrema desesperación, arrepentido de todo su pasado de
torcido, Jacob clamó a Dios buscando ayuda. Como
120
La Esperanza del Cristiano
respuesta, el Señor le dio a Jacob un nuevo nombre y un
nuevo carácter. Su segundo nombre, Israel, significa
«Príncipe de Dios». Al cambiar su nombre y su carácter,
Israel pudo ser escogido por Dios para entrar en las
promesas de Dios y convertirse en una gran nación.
Después de su muerte, Jacob / Israel recibió un tercer
nombre (ver Deuteronomio 33:5 e Isaías 44:1-2). Recibió
el nombre de «Jesurún» que significa «derecho» o
«íntegro». Este tercer nombre habla de cómo su carácter
fue cambiado de ser un hombre torcido y mentiroso a
convertirse en un santo recto y justo. También habla de
cómo llegó a ser fiel para dar en el blanco y levantar la
nación de Israel. Él fue llamado siendo Jacob, escogido
como Israel y declarado fiel como Jesurún.
La clave de Jacob que lo capacitó para cumplir todo el
llamado de Dios sobre su vida fue que fue limpiado y
purgado por medio de los sufrimientos que soportó.
Gálatas 6:7 nos advierte de que cosecharemos lo que
sembremos; ¡y normalmente cosechamos mucho más de
lo que sembramos! Pero Dios permite eso para nuestro
beneficio, para que al sufrir por nuestros pecados
aprendamos a aborrecer esos pecados y desear la rectitud.
Como explica Hebreos 11:5-11, el Señor ama a quienes
castiga, y lo hace para que crezcamos hasta Su santidad
por medio de la disciplina que recibimos.
121
Capítulo 6
DAVID
David es otro claro ejemplo de alguien que entró en estas
tres etapas del crecimiento espiritual. Sus tres unciones
le llevaron a la misma experiencia de ser llamado, escogido
y fiel.
La primera unción de David ocurrió cuando era un niño
pastor que vivía en Belén. El profeta Samuel fue enviado
allí por el Señor para ungir al joven David para convertirse
en el próximo rey (ver 1 Samuel 16:1 y 11-13). Por medio
de su primera unción, David sabía que él era llamado
por Dios. Sin embargo, necesito muchos años y
experiencias antes de estar preparado para ser escogido.
Esto comenzó a cumplirse cuando los hombres de Judá
le dieron su segunda unción, para hacer a David rey de
Judá (ver 2 Samuel 2:4).
La tercera unción de David, como rey sobre todo Israel,
lo capacitó para conquistar Sion y reinar sobre las
naciones vecinas (2 Samuel 5:1-10). Aunque David
tropezó gravemente por medio de su pecado con
Betsabé, él se arrepintió y obtuvo una restauración total.
El hecho de que Dios lo contó como fiel se confirma
por medio de dos fuertes testigos. En primer lugar, es
indicado por el propio testimonio de Dios de que Él
halló a David un «varón conforme a mi corazón, quien
hará todo lo que yo quiero» (Hechos 13:22); y en
segundo lugar, como hemos estudiado previamente,
David también ha sido escogido por Dios para ser el
rey de Israel durante el milenio.
122
La Esperanza del Cristiano
ESTER
Ester es otro ejemplo de alguien que fue llamada, escogida
y fiel. Son las tres casas en las que vivió las que nos ayudan
a revelarnos esto.
Al comienzo del libro de Ester, vemos que vivía en la
casa de Mardoqueo, el tío de su padre (ver Ester 2:5-7).
La primera casa podría llamarse su «casa de adopción»,
porque ella era huérfana. De forma similar, en el momento
en que somos salvos somos adoptados y llevados a la casa
de Dios, la casa de la fe.
Mientras estaba viviendo en esa casa de adopción, Ester
recibió un llamado inusual. Los siervos del rey la llamaron
para unirse al concurso para elegir a la nueva reina. La
llamaron para dejar la casa de Mardoqueo y entrar en la
casa de las mujeres del rey (ver Ester 3:8-9). Esta segunda
casa podría llamarse la «casa de preparación», porque allí
muchas mujeres eran preparadas para presentarse ante el
rey. Debido al espíritu sumiso de Ester, ella permitió que
los siervos del rey la prepararan para ser presentada con los
vestidos que más le agradarían al rey (ver Ester 2:15). De
forma similar, el rey Jesús está ahora buscando a aquellos
que serán su novia, para reinar con Él. ¿Cómo podemos
prepararnos mejor para ser elegidos? Tenemos que
someternos a la preparación del Espíritu Santo, porque Él
es quien mejor sabe cómo hacernos hermosos ante los
ojos de nuestro Rey.
Cuando Ester fue elegida para convertirse en la nueva
reina, fue llevada a la tercera casa en la que vivió (ver
Capítulo 6
123
Ester 4:13). Esa era la casa del rey, la cual podemos llamar
la «casa de reinado». Fue ahí, como reina, donde Ester
fue fiel para traer liberación a su pueblo de las artimañas
del malvado Amán. De igual forma, cuando somos
escogidos por el Señor para entrar en su autoridad, tenemos
que ser fieles en usar esa autoridad no para nuestro propio
beneficio, sino para ayudar al resto del pueblo de Dios. Y
al igual que la clave de Ester para la victoria fue su actitud
continua de sumisión, así también muchos de nosotros
seremos probados de modo similar.
Estas lecciones que aprendieron Ester y los otros
vencedores que acabamos de ver pueden, en ciertos
momentos, ser claves muy específicas para ayudarnos
durante nuestro desarrollo cristiano. Recuerdo que
estaba orando por una hermana filipina en el Señor,
hace algunos años. Ella se estaba enfrentando a una
decisión difícil con relación a si debía someterse a los
ancianos de su iglesia y vivir en cierta casa. De muchas
maneras, la casa estaba lejos de ser un lugar ideal para
vivir; sin embargo, el Señor me dio una profecía para
ella. El Señor dijo que si ella se sometía a sus ancianos
y vivía allí, con el tiempo, esa casa se convertiría en
una casa de preparación, y de allí el Señor la llevaría a
la casa del rey. Esta hermana se sometió a los ancianos
y se fue a vivir allí. En menos de un año, el Señor le
dio un ascenso poco común como cumplimiento a esa
palabra. Ella se convirtió en la líder de una reunión de
oración semanal en «la casa del rey»: en el Malaca yang,
¡el palacio presidencial filipino! Ella también fundó un
movimiento de oración nacional como una «Ester» para
su pueblo.
124
La Esperanza del Cristiano
Junto con estos santos que acabamos de estudiar, hay
muchos otros hombres y mujeres de la Biblia que fueron
llamados, escogidos y fieles. Juntos componen la «gran
nube de testigos» de Hebreos 12:1, cuya fe triunfante ahora
nos puede animar a nosotros que corremos nuestra propia
carrera cristiana.
¡Procuremos seguir el testimonio de todos estos vencedores!
Así, nosotros también terminaremos nuestra vida oyendo
cómo el Señor nos saluda con las palabras «Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mateo 25:23).
¡Alabado sea el Señor! Entonces seremos competentes
tanto para estar, como para reinar con el Rey de reyes
cuando vuelva para establecer Su Reino en toda la tierra.
Bien, buen siervo y fiel; sobre
poco has sido fiel, sobre mucho
te pondré; entra en el gozo de tu
señor» (Mateo 25:23)
125
CAPÍTULO 7
PARTICIPANTES
DE LA NATURALEZA DIVINA
Al aprender más de la grandeza de la esperanza de nuestro
llamado cristiano, nuestra pregunta más latente es: «¿cómo
puedo entrar?». Nuestra meta es muy gloriosa, ¿pero cómo
llego allí? En 2 Pedro 1:4-11 se nos dan instrucciones de
cómo alcanzar nuestra meta deseada y ser participantes
de la naturaleza divina. Leemos: «…por medio de las cuales
nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que
por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el
mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también,
poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra
fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento,
dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la
paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto
fraternal, amor...Pero el que no tiene estas cosas tiene la
vista muy corta; es ciego...Por lo cual, hermanos, tanto
más procurad hacer firme vuestra vocación y elección;
porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de
esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada
en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo».
En 2 Pedro 1:4 comenzamos nuestro caminar con el Señor,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a
causa de la concupiscencia. Según vamos subiendo los
siete escalones mencionados en los versículos 5 al 7,
126
La Esperanza del Cristiano
llegamos a una entrada amplia y generosa en el Reino
eterno de nuestro Señor. En el versículo 10 se nos promete
que, si seguimos estos pasos y somos diligentes en hacer
estas cosas, nunca caeremos. Qué preciosa promesa es
esta, porque en estos últimos tiempos, Dios está
comenzando a sacudir todas las cosas y muchos están
cayendo. Asimismo, según ascendemos por estos peldaños
para participar de la naturaleza de Cristo, nuestro llamado
(o lugar eterno) entre los hijos de Dios estará asegurado.
Esto nos da instrucciones detalladas de cómo participar
de la naturaleza divina para que podamos entrar en la
esperanza del cristiano. Estos pasos están dibujados abajo
como una escalera desde lo terrenal hasta lo celestial.
Capítulo 7
127
LA FE, NUESTRO FUNDAMENTO
La fe es revelada en el versículo 5 de este pasaje como
nuestro fundamento, el comienzo de nuestra experiencia
cristiana. Cristo es la roca de nuestra salvación, y por fe
podemos huir de la corrupción que hay en el mundo para
estar firmes y seguros en Cristo. David habló de esto
cuando escribió: «Y me hizo sacar del pozo de la
desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre
peña, y enderezó mis pasos» (Salmo 40:2). Sin embargo,
2 Pedro 1:5 dice que seamos diligentes en «añadir a
vuestra fe». De forma similar, Hebreos 6:1-3 dice que
tenemos que guardar nuestro fundamento de la fe y
después «seguir adelante hacia la perfección... si Dios
en verdad lo permite».
El propósito de Dios es que aprendamos a participar de
Su naturaleza divina, sigamos hacia la perfección y seamos
conformados a la imagen de Cristo; sin embargo, Dios es
el juez que determina si ya estamos o no preparados para
ir al siguiente escalón de «gloria en gloria». Al igual que
el maestro pone exámenes para ver si el estudiante está
preparado para graduarse y pasar al siguiente nivel de
instrucción, así el Señor nos probará para ver si estamos
preparados para llevarnos más alto. Si reprobamos
nuestros exámenes, no se nos permitirá seguir adelante.
El pueblo de Israel se descalificó a sí mismo para seguir
hacia la Tierra Prometida, y vagó por el desierto durante
40 años hasta que todos murieron. Dios les había bendecido
con una protección sobrenatural, milagros, sanidades y
provisión, pero Dios no les permitió seguir hasta la
perfección. El hecho que el Señor nos esté bendiciendo
128
La Esperanza del Cristiano
con provisión, sanidades y milagros no nos garantiza que
estemos progresando con Dios. Al igual que los israelitas
en el desierto, nosotros podemos estar vagando en círculos
espiritualmente, en vez de seguir adelante para entrar en
la plenitud de los planes de Dios para nuestra vida.
Hace algunos años, yo era uno de los directores de una
comunidad de 50 iglesias, en un momento en que algunos
de los pastores no habían dispuesto su corazón para seguir
totalmente al Señor. Durante ese tiempo de lucha, el Señor
me mostró un ángel que Él había enviado del cielo para
examinar el corazón de cada uno de los ministros. El ángel
sostenía un libro y estaba escribiendo los nombres de
algunos de los pastores en él. El nombre del libro era «A
los que Dios permitirá seguir». (Para ver algunos ejemplos
en las Escrituras de ángeles anotando datos y sobre los
distintos libros del cielo, estudiar Malaquías 3:16-17,
Ezequiel 9:1-6, Daniel 12:1 y Apocalipsis 7:2-3 y 20:12). Al
darme cuenta de que los nombres de cada ministro tenían
que ser escritos en ese libro para que Dios les permitiera
seguir en su crecimiento espiritual, el espíritu de temor del
Señor cayó sobre mí y clamé al Señor: «Escribe también mi
nombre en el libro». Sin embargo, lamentablemente, algunos
de los ministros no tenían su nombre escrito en el libro.
Poco tiempo después de haber recibido esta revelación,
ese puñado de ministros no aprobados por el ángel se
separó de la comunidad para seguir su propio camino.
Ellos comenzaron una escuela bíblica e intentaron hacer
un gran trabajo para Dios; sin embargo, el Señor no bendijo
su trabajo y en un corto periodo se cerró la escuela, sus
obras se vinieron abajo, y hasta la iglesia central se
Capítulo 7
129
disolvió. Todos esos ministros tenían fe en Dios, pero no
añadieron adecuadamente a su fe. Por lo tanto, el Señor no les
permitió seguir en sus vidas y ministerios espirituales hacia la
vida abundante del Reino que se nos ofrece en 2 Pedro 1:11.
Aprendamos todos a temer al Señor y a ser diligentes en
«añadir a vuestra fe» los siguientes 7 peldaños:
Peldaño 1 - VIRTUD O EXCELENCIA
MORAL
Se nos dice que debemos añadir virtud (o pureza moral) a
nuestra fe para subir al siguiente peldaño. El Espíritu Santo
pone en el corazón de cada cristiano nacido de nuevo el
deseo de tener virtud. Después debemos proponer en el
corazón abrazar esta etapa en nuestro crecimiento
cristiano. Leemos cómo Daniel hizo esto desde joven
cuando «propuso en su corazón no contaminarse» con la
comida del rey de Babilonia (Daniel 1:8). Hoy vivimos
en un mundo lleno del espíritu de Babilonia, y también
debemos proponernos en nuestro corazón no
contaminarnos con las cosas malas que nos rodean.
Sansón es un ejemplo de un hombre que tuvo fe, pero no
añadió virtud a su vida. Tenía fe en el poder de Dios y
tenía un gran ministerio de liberación; sin embargo, amaba
a muchas mujeres, rompió su voto de consagración y
descubrió que su fe no era suficiente. Como nos advierte
2 Pedro 1:9, por no añadir virtud se quedó ciego.
Hoy día los cristianos (aun cristianos con ministerios
poderosos) pueden quedarse ciegos espiritualmente y caer si
130
La Esperanza del Cristiano
no añaden virtud a su fe. Los ministros están en peligro si
confían en su fe o en el poder de su ministerio, como Sansón.
¡Sólo porque Dios esté bendiciendo un ministerio no es
garantía de que esté complacido con la vida del ministro!
Peldaño 2 - CONOCIMIENTO
El deseo de una vida virtuosa no es suficiente; debemos
también obtener conocimiento de cómo llevar una vida
virtuosa. El Viernes Santo, la gente en muchos países lleva
pesadas cruces, gatean por el suelo o se flagelan a sí
mismos, procurando ser cristianos virtuosos. Pero como
no tienen el conocimiento de Dios de cómo vivir vidas
virtuosas, sus obras son vanidad y esclavitud.
Ese fue el problema de muchos de los fariseos. Pablo
escribió acerca de ellos que tenían un celo por Dios,
pero ese celo no estaba en consonancia con el
conocimiento. Muchos desean una vida virtuosa, pero los
que no siguieron buscando conocimiento de quién era
Jesús, se quedaron espiritualmente ciegos. ¡Cayeron de
la gracia para convertirse en enemigos de la verdadera fe
y virtud! Seamos transformados por la renovación de
nuestra mente, para que podamos ser llenos del
conocimiento de Su voluntad (Romanos 12:2).
Peldaño 3 - DOMINIO PROPIO O
TEMPLANZA
Ahora que sabemos cómo llevar una vida de virtud,
debemos aplicar este conocimiento por medio del dominio
Capítulo 7
131
propio o templanza. Es posible para una persona saber
que no está llevando una vida virtuosa y, a la vez, no
ejercitar la disciplina necesaria para obedecer a su
conocimiento de cómo tener virtud. 2 Timoteo 2:3 nos
recuerda que tenemos que aprender cómo «sufrir
penalidades como buen soldado de Jesucristo». Podemos
enredarnos en el mundo y ser inútiles en el ejército de
Dios, heridos, débiles o desertores. En 1 Corintios 9:25
Pablo también nos recuerda cómo un atleta necesita
disciplinar su cuerpo para ganar una prueba. Nosotros
necesitamos un fuerte dominio propio para vencer al
mundo, la carne y el diablo. Esto incluye disciplinar tanto
nuestros hábitos naturales (como comer, dormir y trabajar)
como nuestros hábitos espirituales (como oración y lectura
de la Biblia a diario). ¡Se requiere de mucho ejercicio
diario y dominio propio para convertirse en un campeón!
Salomón es un ejemplo de alguien que cayó porque le faltó
dominio propio. Comenzó con una fe y virtud verdaderas,
y siguió añadiendo una gran sabiduría y conocimiento a
su experiencia espiritual (1 Reyes 3:3-12). Sin embargo,
¡Salomón nunca añadió templanza! Cerca del final de sus
días él escribió: «No negué a mis ojos ninguna cosa que
desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno»
(Eclesiastés 2:10). Sus muchas esposas, riquezas y vida
desenfrenada le llevaron a la idolatría y al juicio. Tengamos
todos cuidado de obedecer lo que sabemos que está bien
y practicar lo que predicamos.
132
La Esperanza del Cristiano
Peldaño 4 - PACIENCIA O
PERSEVERANCIA
Tenemos que aprender a seguir disciplinando
pacientemente nuestra vida y a obedecer nuestro
conocimiento de cómo ser cristianos virtuosos. El premio
no se le da a la persona que empieza bien la carrera, sino
a aquel que corre con paciencia y persevera durante toda
la carrera para terminar triunfante. No tenemos que
desanimarnos y permitir que nos falte el dominio propio,
porque, en el tiempo de Dios, cosecharemos las
recompensas si continuamos pacientemente hasta el
tiempo de la cosecha (Gálatas 6:9). Algunas clases de
árboles frutales tardan mucho en crecer y producir sus
frutos. De forma similar, puede llevar años de paciente
trabajo el desarrollar algunos frutos espirituales en
nuestra vida.
Peldaño 5 - PIEDAD
En el momento en que alcanzamos este peldaño,
empezamos a cosechar nuestra diligencia en los primeros
cuatro pasos. Repasemos cómo estos primeros peldaños
trabajan todos juntos para llevarnos a la piedad:
Peldaño 5 – para ser PIADOSOS
Peldaño 4 - debemos PERSEVERAR
Peldaño 3 – para tener DOMINIO PROPIO
Peldaño 2 - obedecer a nuestro CONOCIMIENTO
Peldaño 1 - ser un VIRTUOSO
FE - Cristiano CREYENTE
133
Capítulo 7
La verdadera piedad no es simplemente una forma o ritual
externo, sino que está producida por el poder de una vida
espiritual interna creciente. Podemos entender esto con
mayor claridad considerando nuestra siguiente gráfica de
la obra externa de la naturaleza divina:
CUERPO
ALMA
ESPIRITU
FE
1. añadid Virtud
2. Conocimiento
3. Dominio propio
4. Paciencia
5. Piedad
6. Afecto fraternal
7. Amor “Agape”
Al ser salvos, Cristo viene a morar en nuestro corazón (o
espíritu) por fe. Ahí es donde comienza el proceso mediante
el cual podemos participar de la naturaleza divina y ser
conformados a la imagen de Cristo. Sin embargo, el nuevo
134
La Esperanza del Cristiano
cristiano puede tener aún mucha mezcla y pecado en su
vida (ver Jeremías 17:9, Romanos 7:15-24). Cristo en
nosotros quiere levantarse y dispersar a sus enemigos;
Él quiere renovar y santificar nuestro espíritu, alma y
cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). El primer peldaño de
añadir virtud empieza este proceso, haciendo que nuestro
espíritu sea más puro y limpio. Al añadir conocimiento,
nuestra mente es renovada por la obra de la naturaleza de
Cristo desde nuestro espíritu pasando por toda nuestra
alma. Después, con los siguientes peldaños de añadir
dominio propio y paciencia, nuestro cuerpo es guiado por
el espíritu y es santificado.
Según continuamos permitiendo la obra de la naturaleza
de Cristo por medio de estos cuatro primeros peldaños en
nuestro espíritu, alma y cuerpo, la obra de Dios continuará
hacia el peldaño 5. Es aquí donde comenzamos a alumbrar
a otros con el testimonio de una vida de piedad. Esto no
se puede alcanzar por nuestras propias obras de justicia o
por rituales religiosos. Es Su poder divino el que nos hace
piadosos al participar de la naturaleza divina. Sin embargo,
este carácter cristiano de piedad es tan deseable, que el
apóstol Pablo nos advierte que muchos en los últimos
tiempos querrán tener alguna clase de piedad siguiendo
formas religiosas (2 Timoteo 3:5). Sin embargo, la
verdadera piedad sólo está disponible para aquellos que
han sido diligentes en añadir a su fe peldaño a peldaño
una creciente vida espiritual interna.
Al añadir estos 5 primeros peldaños a nuestro desarrollo
cristiano, la naturaleza divina ha transformado nuestro
espíritu, alma y cuerpo de manera que nos mostramos
Capítulo 7
135
piadosos para quienes nos rodean. Esto habla de nuestro
madurar para llegar a tener el carácter de Cristo. Aun así,
esto todavía no es la totalidad de la vida de Cristo, porque
hay dos partes en la vida cristiana: carácter y ministerio.
Primero debemos concentrarnos en recibir el carácter del
Señor, pero también tenemos que seguir adelante para
compartir Su ministerio con otros. Este ha sido el plan de
Dios desde el principio, cuando dijo: «Hagamos al hombre
a nuestra imagen» (hablando de carácter), «... y señoree...
en toda la tierra» (hablando de ministerio), Génesis 1:26.
Veremos este orden divino también revelado en los
peldaños en el bosquejo de 2 Pedro 1:5-7. Mientras que
los cinco primeros peldaños de 2 Pedro desarrollan nuestro
carácter interno, los dos últimos peldaños que
estudiaremos ahora conciernen al desarrollo de nuestro
ministerio externo.
Peldaño 6 - AFECTO FRATERNAL o
AMOR «PHILEO»
En este siguiente peldaño de la obra externa de la
naturaleza de Cristo, vemos el fluir de la naturaleza divina
expresada en el amor fraternal (phileo en el original griego
del Nuevo Testamento). Aquí canalizamos el flujo de
nuestro carácter cristiano hacia un ministerio que alcanza
a otros. Debemos continuar en este peldaño para que la
obra del Espíritu de Dios dentro de nosotros no se
convierta en una piscina estancada, sino en un río vivo y
corriente. Esta es la diferencia entre el mar de Galilea
(que está lleno de vida) y el mar Muerto. Ambos reciben
la misma agua del río Jordán, pero sólo el mar de Galilea
136
La Esperanza del Cristiano
tiene una salida que da lo que le ha sido dado. El mar
Muerto no tiene salida de agua, y se ha estancado tanto y
es tan salada que nada puede vivir en él. Si nos
convertimos en cristianos egocéntricos que siempre
buscan las bendiciones pero nunca dan a otros, podemos
estancarnos como el mar Muerto; por tanto, añadamos a
nuestra creciente vida cristiana este siguiente paso de
extendernos a otros en afecto fraternal.
Peldaño 7 - AMOR «AGAPE»
Este es el último peldaño de nuestro desarrollo, la
perfección de la vida de Cristo dentro de nosotros. Cuando
el amor de Dios es derramado de nuestro corazón y a través
de nuestra vida en un ministerio hacia Dios y al hombre,
entonces somos conformados a la naturaleza de Cristo,
porque «Dios es amor» (1 Juan 4:8). Nosotros
participaremos totalmente de la naturaleza divina,
aseguraremos nuestro llamado y elección y estaremos
preparados para una generosa y amplia entrada en el Reino
eterno de nuestro Señor (2 Pedro 1:4, 10-11). ¡Alabado
sea el Señor! ¡Estas grandes y preciosas promesas son
para todo cristiano!
¡Alabado sea el Señor! ¡Estas
grandes y preciosas promesas
son para todo cristiano!
137
Capítulo 7
SER DILIGENTE
En los versículos 5 y 10 de 2 Pedro capítulo uno, se nos
anima a ser diligentes en todos estos peldaños. Un cristiano
que no es diligente en añadir todos estos peldaños a su vida
cristiana todavía puede llegar a grandes alturas, como
Sansón y Salomón; sin embargo, corre el peligro de
desarrollar puntos ciegos en su visión espiritual y caer en
seria ruina. Busquemos la gracia de Dios, para que podamos
ser diligentes en todos estos peldaños, a fin de poder tener
la confianza en el Señor de que nunca caeremos.
SUBIENDO LA COLINA DEL
SEÑOR
Al comienzo de este capítulo vimos que hay 7 peldaños
que siguen un claro orden. Al seguir ese orden, nos guiarán
paso a paso a ser participantes de la naturaleza divina, a
nuestra esperanza de gloria. Sin embargo, hay otra manera
de ver esta verdad que también nos enseñará sabiduría.
Al igual que al subir por una escalera, estos peldaños de
crecimiento cristiano son también similares a escalar una
alta colina o una montaña. En la página siguiente tenemos
la ilustración.
138
La Esperanza del Cristiano
Capítulo 7
139
Así como una carretera no se construye en línea recta para
subir una montaña porque sería muy difícil ascender,
también nosotros no podemos aprender todo sobre cada
uno de nuestros peldaños de una vez. Vez tras vez, línea
sobre línea, el Señor nos enseñará más sobre estos 7
peldaños para participar de Su naturaleza divina. En
diferentes épocas, Él nos llevará a enfatizar de nuevo
ciertos peldaños que habíamos aprendido en un nivel
inferior. Por esta razón, no podemos decir que siempre
tendremos sólo siete diferentes peldaños hacia nuestra
madurez plena (o sólo los tres diferentes peldaños de ser
llamados, escogidos y fieles), porque el Señor lleva a
algunos creyentes por estos peldaños en muchos niveles
progresivos. Sin embargo, el propósito de Dios es
edificarnos para ser cristianos maduros y equilibrados;
con cada peldaño estamos más cerca de la gloriosa meta
de participar de Su naturaleza divina.
«Y a aquel que es poderoso para guardaros sin
caída, y presentaros sin mancha delante de su
gloria con gran alegría, al único y sabio Dios,
nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio
y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén»
(Judas 24-25).
141
CAPÍTULO 8
CARÁCTER Y MINISTERIO
EQUILIBRADOS
(LOS CUATRO ROSTROS DE UN
SIERVO DE DIOS)
En el libro de Ezequiel leemos sobre las criaturas
celestiales llamadas querubines. De todos los seres
creados, podemos estudiar cómo los querubines están entre
los siervos más grandes y exaltados de Dios:
1.) Los querubines llevan el trono y la gloria de Dios –
Ezequiel 1:26-28, 10:1,18-20; 11:22-23.
2.) Dios mora entre los querubines - Salmo 80:1,
Números 7:89.
3.) Los querubines vigilaban el Edén - Génesis 3:24.
4.) Son similares o idénticos a los serafines en Isaías 6 y
las 4 bestias en Apocalipsis 4:6-9.
Los querubines nos pueden enseñar importantes lecciones
a cada uno de nosotros que deseamos vivir cerca del Señor
y ser Sus siervos. Según aprendemos los secretos de su
carácter y vamos siendo como ellos, el Señor también
podrá confiarnos un ministerio similar al de ellos.
Una clave importante que abre estos secretos se nos
muestra en sus rostros. Ezequiel 1:10 nos dice: «Y el
142
La Esperanza del Cristiano
aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león
al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda
en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de
águila». Aquí vemos que cada querubín tiene cuatro caras,
una en cada lado de su cabeza. Esas cuatro caras de
hombre, león, buey y águila nos enseñan cómo podemos
convertirnos en siervos de Dios con un carácter y un
ministerio equilibrados. Se debe a que el rostro a menudo
revela el carácter. La manera más fácil de ver si una
persona está feliz, triste o enojada es mirando su cara.
Las cuatro caras del león, buey, águila y hombre hablan
cada una de tipos opuestos de carácter. Pero cuando
trabajan juntos en equilibrio, el resultado es un equilibrado,
poderoso y piadoso ministerio. Nuestro siguiente diagrama
muestra la relación entre estas cuatro caras y el carácter
que revelan.
(celestial)
ÁGUILA
BUEY
LEÓN
(siervo)
(líder)
HOMBRE
(terrenal)
143
Capítulo 8
Las naturalezas de estas cuatro criaturas son totalmente
opuestas. El león es un líder, el valiente rey de los animales.
El buey tiene la naturaleza de un siervo al trabajar
pacientemente para su amo. El águila puede volar hasta
el cielo, mientras que el hombre vive por su trabajo
terrenal. Sin embargo, cuando estos cuatro opuestos
trabajan juntos, descubrimos que se complementan o
equilibran unos a otros; y como los querubines, cuando
cualquier siervo del Señor tiene un carácter equilibrado,
el Señor puede confiarle un gran ministerio que revelará
la autoridad y la gloria de Dios.
EL LEÓN
El león es un líder, conocido como «el rey de la selva». Es
fuerte, valiente y no teme a nadie (Proverbios 30:30, 28:1,
Isaías 31:4). Las Escrituras nos dicen que el rugido de un
león es como el temor de un rey, y también como la
proclamación de la palabra de Dios con autoridad
(Proverbios 20:2. Oseas 11:10, Apocalipsis 10:3). De esto,
podemos ver que para tener el carácter y ministerio de un
león, necesitamos ser líderes valientes, que hablen la
palabra de Dios con la autoridad real del rugido de un
león. Es como cuando el profeta Natán dejó al descubierto
el pecado del rey David, diciendo: «Tú eres ese hombre»
en 2 Samuel 12:7.
Al rey Saúl le faltaban las características de un león. Por
tanto, Dios lo rechazó como rey. Cuando Saúl debió haber
llevado a la gente a obedecer la palabra de Dios, en su
lugar tuvo miedo de la gente, obedeció su voz y rechazó
144
La Esperanza del Cristiano
la palabra del Señor (1 Samuel 15:24-26). Hay veces en
que el pecado y la derrota reinan sobre los cristianos y
sobre iglesias completas, porque su ministerio es débil y
carecen del rugido de un león.
Esto me fue ilustrado de forma gráfica una vez que fui
invitado a compartir en cierta iglesia. La alabanza tuvo
lugar al principio del servicio, fue hermosa y la presencia
del Señor estaba allí. Después, antes de que me tocara
predicar, el pastor preguntó a los miembros si alguien tenía
un testimonio. Una señora mayor se puso en pie en el
fondo de la iglesia y comenzó a hablar.
Comenzó contando acerca de algunos crímenes recientes
que había habido en su vecindario. Habló y habló sobre
ladrones, violadores y asesinos, pero nunca mencionó al
Señor. Esto se prolongó durante 20 minutos, luego 30
minutos, y yo estaba cada vez más preocupado por la
atmósfera espiritual del servicio de la iglesia. La sensación
de la presencia de Dios había desaparecido y, en su lugar,
estaba siendo reemplazada por espíritus de temor e
inmundicia. Comencé a mirar cada vez más al pastor, el
cual estaba sonriendo y asintiendo con su cabeza para
animar a la mujer en su testimonio.
Finalmente, miré al pastor con mis ojos bien abiertos.
¡Intentaba decirle que creía que algo malo estaba
ocurriendo! Estaba preocupado por la iglesia, porque el
servicio no sólo se estaba haciendo aburrido, sino también
muy opresivo. Me hubiera gustado predicar justamente
después de la alabanza cuando la presencia del Señor era
manifiesta, pero ahora sabía que sería una batalla cuesta
Capítulo 8
145
arriba para poder lograr algo en el Espíritu. También estaba
pensando que se le estaba permitiendo al diablo hablar a
la congregación durante 30 minutos, mientras quizá yo
tendría sólo una cantidad igual de tiempo para predicar y
permitir que el Señor hablara a Su pueblo.
Después, una señora de la iglesia se levantó y comenzó a
profetizar; tenía una fuerte unción, y con el rugido de un
león profetizó que los espíritus malvados que estaban
obrando a través de la otra mujer debían permanecer en
silencio y no hablar en los servicios de la iglesia. Después
yo intenté obtener la atención del pastor, para confirmarle
que la profecía era del Señor, pero él ignoró la profecía, y
se levantó para tomar el micrófono. Entonces el pastor dijo:
«El hermano Holmes nunca había visitado nuestra iglesia
y quizá no entienda lo que acaba de ocurrir. Nosotros somos
una iglesia de amor, y permitimos que esa mujer hable cada
domingo para compartir sus preocupaciones con nosotros.
Le dejamos hablar durante media hora, algunas veces
durante 45 minutos, para mostrarle así nuestro amor».
Yo no podía creer lo que estaba oyendo. A una mujer con
espíritus de temor e inmundicia se le permitía «predicar»
en cada servicio, mientras que la otra mujer con la palabra
ungida del Señor era ignorada. Después que el pastor
defendiera a la otra mujer con los espíritus malvados, fue
muy poco lo que yo podía hacer para ayudar en ese
servicio. Intenté hablar en privado con el pastor cuando
acabó todo, pero él no estaba dispuesto a callar a la mujer
en los servicios, y todo en el nombre del «amor». Yo sentí
que probablemente el verdadero motivo para no querer
corregir a la mujer era que ella era rica.
146
La Esperanza del Cristiano
Todo ministro se enfrentará a situaciones en las que tendrá
que escoger entre agradar a Dios o a los hombres. Cuando
Dios nos da un mensaje para que lo hablemos,
¿intentaremos cambiarlo si una persona rica o muy
importante en la iglesia puede sentirse ofendida? Dios
quiere darnos a cada uno la cara de un león para declarar
con valentía Su palabra.
Sin embargo, un león puede hacer mucho más que sólo
rugir. Con su fuerte dentadura y sus garras es capaz de hacer
pedazos a sus enemigos (Miqueas 5:8). Un ministro debe
tener algo más que fuertes palabras, debe tener también
acciones fuertes. Cuando el pecado esté tratando de reinar
sobre el pueblo de Dios, es nuestra responsabilidad actuar
con la autoridad de Dios. Ejercer la justicia y la disciplina
en la iglesia puede, a veces, hasta llegar al punto de dejar de
hablarle a alguien (Mateo 18:15-17, 1 Corintios 5:11),
profetizar juicio (estudiar Hechos 5:9-10, 1 Samuel 12:10-11,
Hechos 13:9-11), o entregar a alguien a las garras de
Satanás (1 Corintios 5:3-5, 1 Timoteo 1:20). Nuestro
Señor nos ha dado la responsabilidad de ejecutar Sus
juicios y usar las llaves del Reino para atar y desatar
(ver Salmo 149:9; Mateo 18:18-19). ¿Sabe cómo usar la
autoridad de un león en su ministerio? Cuando aprenda a
tener la cara de un león, los pecadores empezarán a temer
al Señor, y la gente se someterá a su liderazgo.
Cuando yo era pastor adjunto hace muchos años, tuvimos
un miembro de la iglesia que periódicamente recaía en
pecado. Vez tras vez vivía una vida cristiana consistente
durante unas semanas o unos meses para volver al juego
y la bebida. Cuando caía, el pastor principal y yo
Capítulo 8
147
pasábamos horas y días intentando ayudarle a volver al
Señor. Esto siguió así durante años sin ninguna victoria
final a la vista, hasta que finalmente sentimos que era
necesario un cambio en los planes de batalla. La siguiente
vez en que el hombre cayó, fue «entregado a Satanás para
la destrucción de su carne» (1 Corintios 5:5). Oramos:
«Señor, deja que sufra en su cuerpo para que aprenda a
temerte y aborrezca su pecado».
Esa noche él estaba bebiendo y apostando. Como de
costumbre, ganó mucho dinero jugando a las cartas, y según
fue avanzando la noche, sus compañeros de juego perdieron
todo su dinero. Finalmente empezó a juntar todo el dinero
en la mesa y dijo que mejor se retiraba. Antes de que se
pudiera ir, los hombres que habían perdido todo su dinero se
levantaron y sacaron sus navajas. Nuestro amigo caído fue
apuñalado varias veces, y tuvo que dejar el dinero al salir
tambaleándose del bar y arreglárselas para llegar a su casa.
Él permaneció en casa durante varias semanas,
recuperándose de las heridas. Mientras estaba en cama
sufriendo, tuvo mucho tiempo para pensar en la necedad
de sus caminos. El dolor de sus heridas le predicó más
fuerte que cualquier otro sermón que nunca hubiera
escuchado. Este acontecimiento se convirtió en un punto
de cambio en su vida. Ahora, lleva viviendo ya muchos
años una vida limpia como un hermoso cristiano. No fue
el rugido del león lo que le ayudó a abandonar esa vida,
¡sino la mordida del león!
148
La Esperanza del Cristiano
EL BUEY
Sin embargo, el ministerio de «león» puede ser desequilibrado
si está solo. Si es un pastor y está en la puerta de su iglesia un
domingo en la mañana, ¿debería rugir y morder como un
león a todos los miembros de su iglesia cuando ellos se
disponen a entrar? Si quiere intentarlo, déjeme asegurarle
que el siguiente domingo se habrán ido todos los problemas
de la iglesia, ¡y todos los miembros también!
Nuestro Señor Jesús declaró que el ministerio de un líder
debe estar equilibrado con el ministerio de un siervo. Él
declaró: «y el que de vosotros quiera ser el primero, será
siervo de todos» (Marcos 10:44). Esto se muestra en
nuestro diagrama previo a través del rostro del buey
equilibrando el rostro del león.
El buey es un siervo, un animal domesticado que trabaja
para su amo. Es muy fuerte para trabajar y aportar
ganancias por medio de su trabajo (Salmo 144:14;
Proverbios 14:4). El apóstol Pablo se refiere al buey como
un tipo de un ministro que espiritualmente trabaja en la
obra del Señor (1 Corintios 9:9-11; 1 Timoteo 5:17-18).
Un ministro del Señor debe aprender a trabajar
pacientemente día tras día, llevando las cargas y
atendiendo a las necesidades de la gente (Gálatas 6:1-2,
2 Timoteo 2:24). Servicio tras servicio, trabajo tras trabajo,
hemos de arar pacientemente sin quejarnos. La naturaleza
del buey es opuesta a la del león, el cual estará presto a
rugir, atacar y reinar. Pero juntas, estas naturalezas opuestas
pueden dar equilibrio a nuestro carácter y ministerio.
149
Capítulo 8
EL LEÓN Y EL BUEY
Podemos ver los rostros del león y del buey en el
ministerio de Cristo, cuando limpió el templo. Leemos
en Mateo 21:12-14:
«Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó
fuera a todos los que vendían y compraban en el
templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las
sillas de los que vendían palomas; y les dijo:
Escrito está: Mi casa, casa de oración será
llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y
cojos, y los sanó.»
En esta historia, Jesús entró con el rugido de un león,
echando a los mercaderes y cambistas, reprendiéndolos
con la Palabra de Dios. Luego, justamente después, lo
vemos como un buey ministrando pacientemente y
ayudando a la gente, sanando a todos los enfermos. Como
un león y un buey, como un líder y luego como un siervo,
estos dos ministerios juntos llevaron a cabo un trabajo
completo y equilibrado.
EL ÁGUILA
El tercer rostro del querubín que miraremos ahora es el del
águila. Cuando miramos en las Escrituras, vemos un
carácter exaltado y celestial revelado en el águila. Job 39:27
nos dice que el águila hace «su nido en las alturas», así
como nosotros hemos de morar «en lugares celestiales
en Cristo» (Efesios 2:6). Luego, Proverbios 23:5 dice:
150
La Esperanza del Cristiano
«Como alas de águila, y volarán al cielo». También podemos
aprender a hacer esto, porque «los que esperan en el Señor...
levantarán alas como las águilas» (Isaías 40:31). El águila
también tiene una visión notable y puede ver desde muy
lejos, al igual que nosotros necesitamos ser hombres y
mujeres de visión espiritual (Job 39:29, Proverbios 29:18,
Efesios 1:17-19). ¡Que el Señor nos ayude a todos a tener
el carácter y el ministerio celestial ilustrado por el águila!
EL HOMBRE
La última cara que vio Ezequiel, la cual es opuesta al
águila, es la del hombre. El carácter del hombre es
representado en las Escrituras como terrenal. Leemos
que, de Adán, «hemos traído la imagen del terrenal»
(1 Corintios 15:49). Mientras permanezcamos aquí en la
tierra en esta vida presente, tendremos que preocuparnos
por las cosas de la vida terrenal como la comida, el techo,
el trabajo y el sueño. Necesitamos ser gente práctica que
tenga «los pies en la tierra», no sólo para existir, sino
también para relacionarnos y ministrar a otras personas.
Como dice Romanos 12:15: «Gozaos con los que se
gozan; llorad con los que lloran».
Sabemos que Dios mismo se hizo hombre para
relacionarse y ministrar a los hijos de los hombres
(Filipenses 2:5-8, Lucas 19:10, Hebreos 4:15). El apóstol
Pablo dijo: «A todos me he hecho de todo, para que de
todos modos salve a algunos» (1 Corintios 9:22-23).
Debemos también aprender que es apropiado tener la cara
de un hombre para que podamos relacionarnos y ministrar
las necesidades de la humanidad.
Capítulo 8
151
EL ÁGUILA Y EL HOMBRE
Estos dos rostros de un águila y un hombre tienen que
estar equilibrados en nuestro carácter y ministerio. Un
«santo águila» será visionario y espiritualmente
consciente. Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos
oído el dicho: «Piensa tanto en el cielo que no sirve en la
tierra». Una persona puede volar en las alturas celestiales
y, a la vez, no saber cómo transmitir sus experiencias para
darles algún beneficio práctico a otros. En el otro extremo,
un cristiano puede estar excesivamente absorto en las
cosas de esta vida, siempre afrontando las situaciones que
le rodean como un hombre natural. Aunque pueden ser
personas prácticas «con los pies sobre la tierra», no serán
capaces de ministrar nada que aporte un beneficio
espiritual a otros porque no tienen el rostro del águila.
Jesús ilustró cómo estas caras opuestas del águila y del
hombre pueden trabajar juntas y aportar un equilibrio al
ministerio cuando Él se encontró con la mujer en el pozo,
en Juan 4:6-26. Al principio de la historia vemos cómo
Jesús primero se relacionó con ella con la cara de un
hombre: «Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús,
cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como
la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua;
y Jesús le dijo: Dame de beber».
Probablemente, lo primero que notó esa mujer
samaritana de Jesús fue que estaba cansado y sediento;
sin embargo, había algo más sobre este hombre que
captó su atención. Leemos: «La mujer samaritana le
dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber,
152
La Esperanza del Cristiano
que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos
no se tratan entre sí» (v. 9).
Aquella mujer samaritana rápidamente comenzó a ver que
Jesús no era un hombre corriente. Ella vio que Él era un
judío inusual que estaba por encima de los prejuicios
normales que los judíos tenían contra las otras naciones
de «perros» gentiles. Cuando ella comenzó a mirar a Jesús,
Él la elevó aún más con la siguiente respuesta: «Respondió
Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quien es el
que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría
agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué
sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el
agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre
Jacob...?».
Aquí vemos a Jesús convirtiéndose en algo mucho más
que un hombre cansado y sediento para esa mujer del pozo.
Cuando Cristo comenzó a usar la cara del águila para volar
en los cielos, Él comenzó a hablarle sobre cosas
espirituales. La mujer samaritana comenzó a tener una
visión más elevada y entendió que Jesús podía ser mayor
que Jacob, ¡y Jacob era uno de los grandes patriarcas!
Cuando la mujer empezó sentir sed espiritual y le pidió a
Jesús que le diera el agua de vida eterna, el Señor la miró
con la mirada penetrante de un águila para ver lo que la
impedía recibir Su agua viva. Cuando Jesús acertadamente
expuso la inmoralidad de ella, la mujer elevó aun más su
visión para decir: «Señor, me parece que tú eres profeta»
(v.19). A medida que su conversación se elevaba aún más
y más a las regiones celestes, Cristo comenzó a profetizar:
«Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
Capítulo 8
153
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad»
(v. 23). Finalmente, la visión de la mujer se elevó lo
suficiente como para que Jesús pudiera compartirle la
revelación de que Él era el Cristo, en el versículo 26.
Jesús no se acercó inicialmente a la mujer del pozo con
la cara del águila para declarar que era el Cristo celestial,
pues ella no hubiera sabido cómo relacionarse con Él,
¡y probablemente habría pensado que estaba loco! Cristo
primero se relacionó con ella como un judío con sed
pero sin prejuicios, y le habló sobre un tema que ella
entendía bien: el agua. Sin embargo, al final de su
conversación ella pudo verlo como el Cristo exaltado
de Dios. Un buen uso de estas dos caras de hombre y de
águila provocaron el inicio de una hermosa obra de
salvación entre los samaritanos (estudiar Juan 4:39-42,
Hechos 8:5-25).
LAS CUATRO CARAS DE LOS
QUERUBINES SON
LAS CUATRO CARAS DE CRISTO
Al estudiar estas cuatro caras de los querubines, podemos
ver cómo su equilibrado carácter y ministerio les capacitan
para ser esos grandes siervos de Dios; sin embargo, sus
cuatro caras tienen un significado más profundo. ¡Estas
cuatro caras revelan la naturaleza de Cristo! Podemos ver
esto al estudiar cómo los cuatro evangelios representan a
nuestro Señor. De hecho, cada evangelio revela un aspecto
o cara diferente del carácter de Cristo, que corresponde
con cada una de las cuatro caras de los querubines.
154
La Esperanza del Cristiano
El evangelio de Mateo revela a Cristo como el Rey. En el
primer versículo del evangelio, lo primero que se nos dice
es que Jesús es el Hijo de David, de linaje real. Al
comienzo del capítulo dos, podemos leer sobre los sabios
del Oriente que vinieron a adorar al Rey de los judíos. A
lo largo de todo el libro, vemos a Cristo revelado como
un rey, como el León de la tribu de Judá.
El evangelio de Marcos se escribió para revelar a Cristo
como el Siervo. Una palabra clave usada más en Marcos
que en el resto del Nuevo Testamento es
«inmediatamente», mostrando la disposición de Cristo
para servir a las necesidades de los que le rodeaban. Este
es también el evangelio que registra el menor número de
los propios dichos de Cristo, enfatizando, en cambio, Sus
milagros y actos de servicio. En el evangelio de Marcos
vemos a Cristo con la cara de un buey.
Lucas revela el carácter de Cristo desde una perspectiva
diferente, como el Hijo del Hombre. Su humanidad queda
enfatizada, comenzando con los dos primeros y largos
capítulos que hablan sobre las circunstancias habidas en
torno a Su nacimiento. La genealogía en el capítulo 3 nos
señala Su naturaleza humana al ser un descendiente de
Adán. El título favorito de Cristo, que Él en repetidas
ocasiones usó para describirse a sí mismo en este
evangelio, es «El Hijo del hombre». Aquí vemos que el
Señor se presenta con la cara de un hombre.
El evangelio de Juan retrata al Señor como el celestial
Hijo de Dios. Aquí inmediatamente vemos su deidad en
el principio como el Verbo que era Dios, que más tarde
Capítulo 8
155
descendió para también hacerse carne como un hombre.
Juan describe a Cristo como: «El que descendió del cielo...
que está en el cielo» (Juan 3:13). Cristo es denominado
el pan de Dios que vino del cielo en Juan 6:33, como la
Luz del mundo en Juan 8:12, y como la Resurrección y la
Vida en Juan 11:25. A lo largo de todo este evangelio
vemos a Cristo como el Ser Celestial con la cara de un
águila.
Por lo tanto, al terminar este estudio de las cuatro caras
de los querubines, vemos cómo sus caras en realidad
revelan cómo ellos participan de la naturaleza de Cristo.
Nuestro Señor obviamente no tiene cuatro caras en su
cabeza, pero Él claramente tiene estos cuatro aspectos de
personalidad como se nos muestra en los cuatro
evangelios.
Esto nos enseña cómo nosotros también necesitamos
tener cada una de estas cuatro caras o caracteres en
nuestra propia vida. Al ser formados y equilibrados por
el Espíritu de Dios, estas cuatro personalidades opuestas
pueden edificar el carácter de Cristo en nosotros. Juntas,
pueden llegar entonces a revelar el poder y la gloria de
Dios a través de nuestra vida, para la gloria de Su
sabiduría y su gracia.
157
CAPÍTULO 9
MEZCLA ESPIRITUAL
EN EL MINISTERIO
Nuestra vida cristiana se desarrolla por medio de la
profunda obra del Espíritu Santo dentro de nosotros. Esto
es tan básico para nuestro llamado que hasta la palabra
cristiano significa que somos seguidores de Cristo, «el
Ungido».
Sin embargo, a medida que crecemos en Cristo,
comenzamos a ver que puede haber distintas fuentes de
poder espiritual, que son utilizadas no sólo por personas
malvadas sino también por cristianos bien intencionados.
Y a menos que aprendamos cuándo está operando la
mezcla espiritual, podemos descubrir que esta mezcla
obstaculizará nuestro crecimiento espiritual.
En 1 Tesalonicenses 5:19-21 se nos dice: «No apaguéis
al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo
todo; retened lo bueno». Necesitamos las potentes obras
del Espíritu Santo, pero las manifestaciones espirituales
deben ser probadas antes de ser recibidas y repetidas, pues,
de otro modo, la mezcla que frecuentemente se produce
puede ser dañina. Debido a la mezcla y el abuso, muchos
cristianos son demasiado cautos con respecto a los dones
y ministerios espirituales. Algunos cristianos sinceros
hasta menosprecian la profecía, y no se debe
necesariamente a que sean carnales o duros de corazón
158
La Esperanza del Cristiano
hacia el Espíritu Santo; ¡a veces es debido a que desean
una pureza y certeza en el ministerio que faltan entre
quienes intentan operar en esos ministerios pentecostales!
Sin embargo, si «examinamos todas las cosas» y sólo
«retenemos lo bueno», entonces la obra del Espíritu Santo
entre nosotros aumentará en pureza y poder. Esto alentará
hasta a los cristianos más escépticos (pero sinceros) a
recibir más del Espíritu y a crecer en Cristo.
TRES FUENTES DE UNCIONES
ESPIRITUALES
Antes de poder probar las manifestaciones y profecías
espirituales es importante entender las diferentes fuentes
que pueden producir esos efectos. Las Escrituras nos
enseñan que hay tres tipos distintos de espíritus que pueden
operar por medio de un ministerio. Son: 1) el Espíritu
Santo, 2) espíritus demoníacos, y 3) el espíritu humano.
Cuando el Espíritu Santo fluye mediante el espíritu de
una persona, Él puede liberar un ministerio piadoso. Es
así como funciona la verdadera profecía. En 2 Pedro 1:21
se nos dice que las profecías de la Escritura fueron traídas
cuando «los santos hombres de Dios hablaron siendo
inspirados por el Espíritu Santo».
Sin embargo, también es posible que un espíritu malo obre
por medio de la vida de una persona. Es así como funciona
un falso profeta. Podemos leer en 2 Crónicas 18 de cuando
Sedequías y los 400 profetas del malvado rey Acab
profetizaron por la unción de un espíritu de mentira. En
Capítulo 9
159
Hechos 16:16-18 también podemos leer sobre la muchacha
esclava en Filipos que profetizaba por el poder de un
espíritu de adivinación. Espíritus malos ungieron a
aquellos falsos profetas para tener poder en su
«ministerio», pero produjeron engaño, maldad y muerte.
Cuando yo era un creyente joven, un evangelista mormón
visitó en una ocasión nuestra casa. Yo ya sabía que los
mormones eran una secta que, entre muchas herejías,
rechazaban la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Por lo
tanto, mientras ese «evangelista» me estaba «testificando»,
¡yo trataba de testificarle a él del verdadero evangelio!
Cuando él se frustró ante mi conocimiento de la Biblia,
me señaló intensamente con su dedo y declaró con
autoridad: «En el nombre de Jesús, por el poder del
Espíritu Santo», y en aquel momento me golpeó un fuerte
poder demoníaco. Sin embargo, en el mismo momento el
poder del verdadero Espíritu Santo se avivó en mi espíritu
para rechazar y repeler aquel ataque demoníaco. Como
declara Isaías 59:19: «porque vendrá el enemigo como
río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra
él». Aunque aquel evangelista mormón había citado una
buena frase de la Escritura -en el nombre de Jesús, por el
poder del Espíritu Santo-, fue realmente el poder de un
espíritu de mentira el que fue liberado por su falso
ministerio (estudiar 2 Corintios 11:3-4 y 13-15).
Hay una tercera fuente espiritual que puede liberar
ministerio. No proviene del Espíritu Santo ni tampoco de
espíritus malos, sino de la liberación del espíritu humano
de la persona que está intentando ministrar. Esto puede
suceder involuntariamente cuando cristianos y ministros
160
La Esperanza del Cristiano
tratan de ser canales del Espíritu Santo. Si el Espíritu Santo
no escoge moverse y capacitar su ministerio, el ministro
puede que trate de «avivar las cosas» o hacer «avanzar las
cosas» por medio de su propia fortaleza humana. Esto
puede liberarse desde el espíritu de una persona, porque
parte de nuestra naturaleza humana es que cada uno de
nosotros estamos compuestos de espíritu, alma y cuerpo
(1 Tesalonicenses 5:23). Desde su propio corazón (o
espíritu), una persona puede buscar liberar ministerio,
¡aunque, desde luego, la fortaleza y la sabiduría de nuestro
propio espíritu humano son muy inferiores a la obra del
Espíritu Santo!
Como ejemplo escritural de esto, vemos que los profetas
necios tratan de operar por el poder de su propio espíritu.
El Señor le dijo a Ezequiel: «Di a los que profetizan de su
propio corazón: Oíd palabra de Jehová. Así ha dicho
Jehová el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan
en pos de su propio espíritu, y nada han visto!». Aquí
vemos a un grupo de profetas que no fueron categorizados
como verdaderos o falsos, sino como necios. Ellos no
operaban en sus intentos ministeriales por el Espíritu
Santo, ni por un espíritu demoníaco, sino que, por el
contrario, lo hacían por la dirección de su propio espíritu
humano.
Unas cuantas ilustraciones actuales pueden ayudarnos a
entender cómo puede operar esto. Un ejemplo sería cuando
un grupo de mujeres jóvenes ha estado orando para que
Dios les muestre a sus futuros cónyuges. Si el Espíritu
Santo no les da revelación, hay veces en que ellas, por la
motivación de su propio corazón o espíritu humano, se
Capítulo 9
161
sentirán conmovidas por alguien. Quizá haya una carga
en su corazón que tomen erróneamente como la carga del
Espíritu Santo, o quizá sueñen naturalmente con algún
joven y neciamente atribuyan que es una revelación de
Dios. A veces, dos o tres mujeres reciben cada una de
ellas «una palabra del Señor» ¡de que se casarán con el
mismo hombre! Ahora bien, probablemente ninguna de
ellas fuera engañada por espíritus malos; sin embargo,
como mucho, sólo una de esas jóvenes había recibido una
verdadera revelación del Espíritu Santo. Las otras fueron
engañadas neciamente por sus propios corazones para
creer que tenían una palabra profética del Señor.
Otros temas sobre los cuales los cristianos comúnmente
profetizan por su propio espíritu humano son: que alguien
será bendecido con riqueza, será elegido o ascendido a
un alto puesto, o será sanado milagrosamente. Aunque el
Señor puede declarar proféticamente cualquiera de esas
cosas y hacer que sucedan, necesitamos tener cuidado de
que sea el Espíritu Santo quien esté motivando una
verdadera profecía y que no estemos simplemente
declarando nuestras propias esperanzas y sueños humanos.
Esto se debe a que las declaraciones proféticas y los
ministerios espirituales pueden crear poderosas
bendiciones cuando son liberados por el Espíritu Santo,
pero también pueden desacreditar un ministerio y causar
mucho dolor y decepción si sólo son el producto de las
esperanzas humanas de una persona.
Otra forma en la cual el espíritu humano puede buscar
crear manifestaciones espirituales puede mostrarse por
algo que observé hace algunos años cuando asistía a una
162
La Esperanza del Cristiano
convención. El pastor de una iglesia grande había acudido
desde otro país para dirigir una reunión. Después del
mensaje, ese pastor invitó a los delegados locales a pasar al
frente a fin de que él pudiera bendecirlos con un ministerio
personal. Cuando ellos se alinearon delante, el pastor fue
pasando por la fila y soplando en cada una de sus caras; sin
embargo, nada visible sucedió a ninguno de los delegados.
Entonces, el pastor visitante hizo ponerse en fila en la
plataforma a algunas personas que habían acudido con él
de su propia iglesia. Mientras había personas a sus espaldas
esperando para agarrarlos, el pastor fue pasando por la
fila y sopló en cada una de sus caras. Esta vez, cuando él
soplaba sobre los miembros de su iglesia, ellos fueron
cayendo hacia atrás.
Después de demostrar aparentemente lo que debería ser el
resultado de su «ministerio», el pastor entonces regresó a
la fila original de delegados locales. Esta vez, cuando él
sopló sobre ellos, también cayeron hacia atrás. Sin embargo,
esa nueva respuesta de los delegados locales no fue una
reacción verdadera a la liberación del Espíritu Santo; por
el contrario, fue una respuesta o ritual aprendidos que el
pastor les había enseñado. Por su propio espíritu, el pastor
puede que hubiera querido darles una buena bendición
espiritual, o quizá por el orgullo de su corazón puede que
hubiera querido demostrar a todos que él era un hombre de
Dios con una poderosa unción. Cualquiera que hubieran
sido sus motivos humanos, yo sentí que no era un verdadero
ministerio por el Espíritu Santo, ni un falso ministerio por
un espíritu malo; era un ministerio necio producido por el
espíritu humano de ese pastor.
Capítulo 9
163
He visto esa misma dinámica obrar de muchas formas
parecidas a lo largo de los años. Aunque deberíamos orar
y regocijarnos cuando el poder del Espíritu Santo es
revelado, es fácil desarrollar un ritual de lo que debería
suceder cuando buscamos liberar el mover del Espíritu
Santo. He visto iglesias que han sido aparentemente
entrenadas para que, cuando el predicador esté
concluyendo su mensaje, la gente siempre debería
comenzar a gemir y a llorar. A otros grupos les han
enseñado que, cuando alguien comienza a reírse, entonces
el Espíritu Santo se está moviendo. A algunas iglesias se
les enseña que todos deberían caerse hacia atrás cada vez
que oren por ellos; y, si no lo hacen, ¡la persona que ora
por ellos podría ayudarles empujándoles un poco! Aunque
llorar, reír y caerse hacia atrás como muerto son todas
ellas manifestaciones escriturales del modo en que el
Espíritu Santo puede obrar, a menos que Él acuda y se
mueva entre nosotros, todas esas actividades puede
degenerar y convertirse meramente en rituales muertos.
Y si el Espíritu Santo no se mueve pero la gente espera
acción, puede ser una tentación para los líderes actuar
como si Dios se estuviera moviendo en poder aunque es
sólo su espíritu humano, y no el Espíritu Santo, lo que
está orquestando el espectáculo. ¿Cuál es el resultado de
este ministerio impuro? En lugar de que los cristianos sean
edificados en Dios por la obra cada vez mayor del Espíritu
Santo, son guiados erróneamente a obras no beneficiosas
espiritualmente que pueden realmente obstaculizarles para
ser conformados a la imagen de Cristo.
164
La Esperanza del Cristiano
MEZCLA EN EL CORAZÓN Y
MINISTERIO DEL CRISTIANO
A veces, a los cristianos les resulta difícil entender cómo
un creyente puede ser un canal de cualquiera de estas tres
fuerzas espirituales. ¿Es posible que un cristiano sea
engañado por su espíritu humano, o por un espíritu
demoníaco, a fluir en áreas equivocadas de declaración o
impartición espiritual? Algunas personas dirán: «No».
Sin embargo, la Biblia está llena de advertencias de que
necesitamos guardarnos del engaño y su mezcla resultante.
Este engaño puede provenir en primer lugar de nuestro
propio corazón, o espíritu. Abdías 3 dice: «La soberbia
de tu corazón te ha engañado», mientras que Jeremías
nos advierte que «engañoso es el corazón más que todas
las cosas» (Jeremías 17:9). Un ejemplo de esto en el
Nuevo Testamento es cuando Pedro con celo declaró en
la Última Cena que él nunca negaría a Cristo, sólo para
descubrir, para su vergüenza, que negó a Cristo aquella
misma noche. De forma similar, podemos declarar
profecías necias por nuestro propio corazón humano, y
más adelante descubrir que el Espíritu Santo puede que
no escoja obrar o capacitarnos para cumplir esa celosa
profecía.
Otra área que puede causar engaño espiritual es por medio
de espíritus demoníacos. Cristo y los apóstoles nos
advirtieron claramente que debemos guardarnos de los
falsos ministros y del engaño satánico, aún más justamente
antes de la Segunda Venida de Cristo (estudiar Mateo 24,
Capítulo 9
165
1 Timoteo 4:1-3, 2 Tesalonicenses 2:1-12, Apocalipsis 13).
Un ejemplo de cómo un espíritu malo puede engañar a un
creyente puede verse también en la vida de Pedro, en
Mateo 16: 17 y 23. Poco tiempo después de que Jesús
elogiara a Pedro por recibir una revelación de Dios, el
Señor lo reprendió por declarar las palabras de Satanás. Y
si el apóstol Pedro pudo ser engañado satánicamente,
¡también puede ser un peligro para nosotros!
Las Escrituras nos muestran claramente que puede haber
muchas actitudes obrando en el espíritu o el corazón de
una persona. Algunas de esas características incluyen:
estar contrito y humillado (Isaías 57:15), ser manso y
humilde (1 Pedro 3:4), inocente (Salmo 32:2), refrescado
(1 Corintios 16:18), turbado (Juan 13:21), herido
(Proverbios 18:14), malo (Jeremías 3:17), endurecido
(Marcos 6:52), adúltero (Ezequiel 6:9), engañado
(Isaías 44:20), necio (Romanos 1:21), enojado con rapidez
(Eclesiastés 7:9), y no arrepentido (Romanos 2:5).
Estas diversas actitudes de corazón pueden causar que
seamos influenciados, y después nos convirtamos en
canales del Espíritu Santo o de espíritus malos. Y aun
cuando ninguna de esas unciones sobrenaturales esté sobre
alguien, esa persona puede seguir influenciando o
manipulando a otros por la fortaleza de su propio espíritu
humano. Por eso las Escrituras nos alientan a que, sin
queremos ser sabios, deberíamos juntarnos a personas
sabias y evitar tener amigos necios (Proverbios 13:20).
De modo similar, Proverbios 22:24-25 dice que no nos
juntemos con personas enojadas porque podríamos
volvernos como ellas. Las actitudes de corazón que hay
166
La Esperanza del Cristiano
entre las personas con las que usted se rodea ayudarán a
moldear las actitudes de su propio corazón.
Por estos motivos necesitamos proteger la condición
espiritual de nuestro corazón. La Escritura nos exhorta:
«Así que cuídense ustedes en su propio espíritu»
(Malaquías 2:15-16, NVI), y «Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la
vida (Proverbios 4:23). A medida que guardemos puro
nuestro propio corazón, protegerá nuestro propio
desarrollo espiritual al igual que la pureza de nuestro
ministerio a otros.
UNA VIDA CAMBIADA RECIBE
UNA NUEVA UNCIÓN
Las Escrituras contienen muchos ejemplos de personas
cuyos caracteres cambiados también produjeron un
cambio en su unción. Podemos verlo en la vida del
apóstol Juan, a quien Cristo se refirió como «hijo del
trueno». Como joven, Juan tenía un espíritu crítico y
duro que quería hacer descender fuego del cielo sobre
los samaritanos. Juan pensaba que ellos tenían la unción
de Dios para lograr eso, pero el Señor Jesús le corrigió
y le dijo: «Vosotros no sabéis de qué espíritu sois»
(Lucas 9:55). Sin embargo, a medida que Juan continuó
caminando con Jesús, vemos que el corazón de Juan fue
cambiado hasta que al final la Iglesia lo denominó «el
apóstol del amor». De ser un celoso destructor con un
espíritu erróneo, Juan llegó a ser ungido por Dios como
sanador y edificador.
Capítulo 9
167
Saulo de Tarso fue otro joven que pensaba que estaba
sirviendo a Dios con un corazón recto. Sin embargo, su
corazón era orgulloso y farisaico, y probablemente estaba
motivado por espíritus malos cuando perseguía y
encarcelaba a los cristianos (Hechos 9:1 y 26:9-11). Sin
embargo, en medio de esa maldad, Cristo tuvo un encuentro
con él y cambió a Saulo. Tras años de preparación, él se
convirtió en el humilde apóstol Pablo que recibió una
poderosa unción del Espíritu Santo (Hechos 13:9-11).
Sansón tenía una vida inestable que le hizo ganar, perder, y
finalmente recuperar la unción del Espíritu Santo. Cuando
era joven, Dios le ungió con el espíritu de fuerza; sin
embargo, para sorpresa de él, perdió esa unción. Cayó
repetidas veces en inmoralidad y causó que su voto nazareo
de consagración a Dios fuese roto cuando le cortaron el
cabello. Aunque él pensaba que seguiría manteniendo su
unción, en Jueces 16:20 leemos: «Pero él no sabía que
Jehová ya se había apartado de él». Sansón perdió la unción
y se convirtió en un esclavo ciego de los filisteos. Sin
embargo, a medida que su cabello comenzó a crecer de
nuevo, también lo hicieron su fe y su consagración; fue
entonces cuando él recuperó la unción del Espíritu de Dios
para lograr su mayor victoria (Jueces 16:21-30).
QUIENES SE APARTAN
PUEDEN RECIBIR
UNCIONES DE MALDAD
Los cristianos generalmente entienden la verdad de que una
vida nuevamente consagrada puede recibir una nueva
168
La Esperanza del Cristiano
unción del Espíritu Santo. Como declara Hechos 5:32, Dios
da el Espíritu Santo «a los que le obedecen». Sin embargo,
el lado contrario de esta verdad no se entiende de modo tan
común. Dios también puede permitir que espíritus malos
ataquen a quienes le desobedecen. Esto se nos muestra en
la vida del apartado rey Saúl, y 1 Samuel 16:14 nos dice:
«El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba
un espíritu malo de parte de Jehová».
La Biblia nos da muchas advertencias sobre siervos
desobedientes de Dios que descubrieron que su unción
de Dios fue sustituida por un espíritu de maldad. Esto
puede sucederle a cualquiera -hasta a grandes reyes,
apóstoles y santos ángeles-, como podemos ver en las vidas
del rey Saúl, Balaam, Judas y Lucifer.
La mezcla resultante de unciones que pueden llegar a la vida
y el ministerio de una persona puede ser muy confusa. Piense
en lo difícil que debió de haber sido para el pueblo bajo el
liderazgo del rey Saúl evaluar su ministerio. Él comenzó
ungido por el Espíritu Santo en 1 Samuel 10:9-12. Saúl
profetizó con los profetas, y el pueblo que observaba
comenzó a clamar: «¿También Saúl entre los profetas?».
Pero después de su repetida desobediencia a Dios, el Señor
quitó la unción del su Espíritu Santo del rey Saúl y en
cambio envió un espíritu malo sobre él (1 Samuel 16:14).
La siguiente ocasión en que leemos de Saúl profetizando,
descubrimos que estaba bajo la unción de un espíritu malo.
El pasaje de 1 Samuel 18:10 (NVI) nos dice: «Al día
siguiente, el espíritu maligno de parte de Dios se apoderó
Capítulo 9
169
de Saúl, quien cayó en trance en su propio palacio». Saúl
entonces trató de matar a David mientras profetizaba bajo
la unción de ese espíritu maligno.
Tras aquello, David escapó de Saúl y acudió al profeta
Samuel en busca de protección. En 1 Samuel 19:18-24 se
nos dice que el rey Saúl envió hombres para arrestar a
David, pero el Espíritu Santo cayó sobre ellos y no
cumplieron sus órdenes. Por tanto, Saúl mismo salió a
arrestar a David, pero el Espíritu de Dios también vino
sobre Saúl de modo que comenzó a profetizar bajo la
unción del Espíritu Santo. Una vez más, el pueblo dijo:
«¿También Saúl entre los profetas?».
Cuando Saúl profetizó otra vez bajo la verdadera unción
de Dios, el pueblo podría haber estado muy confuso.
¿Seguía siendo Saúl un hombre de Dios, quizá hasta un
profeta? Solamente cuando estudiamos el resto de su vida
queda claro que la profecía de Saúl no era una señal de
que Dios se agradara de él y que le estuviera restaurando.
No, Saúl fue ungido de nuevo sólo porque Dios se
agradaba de David, ¡para evitar que matase a David!
Después de eso, Saúl estuvo continuamente bajo la
influencia de espíritus malignos, como cuando mató a los
sacerdotes de Dios, cuando en repetidas ocasiones
persiguió a David, cuando consultó a una bruja, y cuando
finalmente cometió suicidio. Pero aun durante aquellos
años apartado, el rey Saúl siguió dirigiendo al pueblo de
Dios y con frecuencia hablaba como un buen hombre
religioso. Debió de haber sido muy difícil para el pueblo
decidir si Saúl seguía siendo un hombre de Dios o era un
líder que se había desviado. Sin embargo, muchas veces
170
La Esperanza del Cristiano
ese mismo tipo de mezcla y de confusión existen en el
Cuerpo de Cristo en la actualidad. Y si permitimos que el
pecado se infiltre en nuestra propia vida, también estamos
personalmente en peligro de perder la unción del Espíritu
Santo. Por el contrario, puede que lleguemos a ser turbados
por espíritus malignos, ¡los cuales tratarán de derribar
todas las cosas buenas que Dios haya estado edificando
en nosotros y por medio de nosotros!
A lo largo de los años he tenido el privilegio de trabajar
con muchos grandes hombres y mujeres de Dios. Ha sido
un gozo conocer a la mayoría de ellos y ministrar juntos;
sin embargo, también he conocido a poderosos ministros
que han abandonado las sendas de justicia, para ser en
cambio ungidos por potestades demoníacas. Una de las
tentaciones de Satanás a nuestro Señor Jesús fue que le
ofreció el poder y la gloria de los reinos del mundo si Él
adoraba a Satanás. Ya que esta táctica fue utilizada para
tentar el Señor mismo, deberíamos estar advertidos de
que Satanás también tentará a los siervos de Dios de
maneras parecidas.
Hace veintitrés años, mi familia se trasladó a una oscura
zona de la isla de Palawan, en Filipinas. No había
carreteras, electricidad, teléfonos ni otras comodidades
modernas allí. La gente vivía en pequeñas aldeas o en la
jungla. Tampoco había doctores ni tratamiento médico
disponible, y por eso los locales normalmente confiaban
en médicos brujos cuando necesitaban curación.
Varias noches después de que llegásemos allí, un jefe tribal
local llegó caminando por el sendero desde la jungla hasta
Capítulo 9
171
la casa donde yo estaba. Cientos de seguidores suyos le
acompañaban. Cuando llegó a visitarme, puso en mi mano
una piedra con muchas caras. En cada una de las caras de
esa piedra había extraños dibujos o letras; y después me
dijo sus únicas palabras: «Si acepta usted esto, le daré
poder para curar a todos los misioneros enfermos por los
que usted ore».
En aquel momento, el Señor abrió mis ojos para entender
que aquel gobernante local no era una persona, sino un
espíritu. Entendí también que la piedra era un amuleto
mágico que podía darme poder demoníaco. El espíritu
del temor del Señor cayó sobre mí, y tiré aquel amuleto
con todas mis fuerzas a la vez que gritaba: «¡No!» como
respuesta. ¡El temor de Dios que se había apoderado de
mi corazón era que podría haber habido algo en mis deseos
humanos y egoístas que habría dado la bienvenida a esa
oportunidad satánica de llegar a ser honrado y poderoso
entre la comunidad de misioneros!
Cada una de nuestra naturaleza humana tiene áreas de
debilidad y de deseos pecaminosos. Sin embargo, a medida
que seguimos al Señor, esa pecaminosa naturaleza
adámica progresivamente será crucificada con Cristo. La
pureza de la creciente naturaleza de Cristo puede hacer
que cada uno de nosotros nos convirtamos en vencedores,
pero hasta que esa obra de transformación sea completada,
el temor del Señor puede ayudarnos a mantenernos
alejados de caer en tentación y pecado.
172
La Esperanza del Cristiano
RECUPERAR LA UNCIÓN
Como hemos visto, los creyentes pueden perder la unción
del Espíritu Santo en sus vidas. Sin embargo, si eso sucede,
el Señor con frecuencia usará el juicio para alentarlos al
arrepentimiento y la restauración.
Ya hemos considerado cómo Sansón perdió el poder de
Dios y se convirtió en un esclavo ciego en la cárcel filistea.
¡Qué gran humillación para Sansón! Estaba indefenso y
se burlaban de él mientras el dios de los filisteos era
declarado triunfador. Sin embargo, Sansón permitió que
esa humillante experiencia obrase arrepentimiento y
rededicación en su vida. A medida que su cabello (el
símbolo de su consagración a Dios) comenzó a crecer otra
vez, también lo hicieron su fe y su consagración. Recuperó
la unción del Espíritu de Dios al final de su vida y logró
su mayor victoria cuando derribó el Tabernáculo de Dagón
(Jueces 16:21-30). Sansón no sólo recuperó la unción, sino
que también se aseguró un lugar eterno para sí mismo en
«el salón de la fama» de los héroes de la fe en Hebreos 11.
De su fracaso, fue capaz de rescatar un testimonio noble.
David cayó en pecado y en mezcla espiritual durante
la época de su vida en que había llegado a ser rey en
sus años de mediana edad. Probablemente fue
motivado por espíritus malignos cuando se ocupó de
que matasen al esposo de Betsabé, y claramente tenía
esta motivación cuando Satanás le movió a hacer un
censo de Israel en 1 Crónicas 21:1. Pero recuperó su
liderazgo y su posición delante de Dios por medio de
esas dificultades.
Capítulo 9
173
Cuando Natán el profeta sacó a la luz por primera vez los pecados
de David y profetizó los juicios de Dios, David respondió
con confesión y arrepentimiento (2 Samuel 12:5-20).
Cuando leemos el Salmo 51, podemos ver además cómo
él buscó un corazón limpio y rogó a Dios que no quitase
de él su Santo Espíritu. También podemos estudiar cómo
respondió David a Dios en los siguientes años de juicio
mediante la humildad, aceptando los castigos, y mediante
buscar a Dios (2 Samuel 12-19 y 1 Crónicas 21). El resultado
fue que la mezcla espiritual fue purgada de la vida de David.
Él no sólo mantuvo su liderazgo y su unción hasta el final
de su vida, sino también durante los siglos venideros. Porque
cuando estudiamos las profecías acerca del próximo reinado
milenial de Cristo en la tierra, descubrimos que David de
nuevo gobernará como el rey de Israel (Jeremías 30:9 y
Ezequiel 37:24-25). Aunque David sufrió mucho por sus
pecados, como un hombre según el corazón de Dios fue
capaz de alcanzar la meta del supremo llamamiento de
Dios para su vida y para la eternidad.
Las Escrituras comparan nuestros corazones con
jardines. Debemos tener cuidado con lo que plantamos,
porque obtendremos una cosecha, sea buena o mala.
Gálatas 6:7-8 declara: «No os engañéis; Dios no puede
ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Porque el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción…». Podemos ver cómo
obró este principio en la vida del rey David. Él cometió
adulterio una sola vez; sin embargo, recayó sobre él diez
veces (2 Samuel 12:11-12 y 16:21-22). Él sólo mató a un
hombre, y sin embargo dos de sus hijos fueron asesinados
cuando la guerra se extendió por su reino (2 Samuel 12:9-10,
174
La Esperanza del Cristiano
13:28-29 y 18:5-15). David obtuvo una cosecha
multiplicada de castigo y de dolor; sin embargo, esos
juicios de Dios también fueron su misericordia para ayudar
a traer sobre David pleno arrepentimiento y limpieza.
MANTENER UN CORAZÓN PURO
Aunque el juicio puede ayudar a traer arrepentimiento
y restauración a un creyente desobediente, Dios tiene
un plan mejor para aquellos que le sigan totalmente.
Su plan es que nunca tengamos ninguna época de estar
apartados. El Señor quiere llevarnos hacia delante a lo
largo de nuestra vida, «de gloria en gloria» y «de poder
en poder» (2 Corintios 3:18 y Salmo 84:7). El Señor
ha puesto a nuestra disposición todo lo que necesitamos
para ser vencedores en cada batalla de la vida. Podemos
mantener un corazón puro y mantener la unción pura
del Espíritu Santo.
El Señor Jesús dijo en Juan 14:30: «viene el príncipe de
este mundo, y él nada tiene en mí». Si tenemos un corazón
puro, como Jesús, entonces el diablo no encontrará nada
en nosotros que pueda controlar. Aun el día de la cruz, el
Señor Jesús seguía teniendo el control cuando, por voluntad
propia, entregó su vida para traer salvación a la humanidad.
Nosotros, de igual modo, también podemos ser más que
vencedores en todas las dificultades de la vida si solamente
mantenemos un corazón puro que esté lleno de su Espíritu.
Hebreos 1:9 menciona dos razones por las cuales a Cristo
se le dio una gran unción. Leemos: «Has amado la justicia,
y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios
Capítulo 9
175
tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros». El
Señor Jesús tenía esa unción superior porque amaba la
justicia y aborrecía la maldad. Estas son también dos
importantes claves para que nosotros seamos muy ungidos
y tengamos el gozo del Señor como nuestra fortaleza. No
es suficiente con amar la justicia; ¡muchas personas aman
la justicia pero también aman el pecado! Por ejemplo,
Sansón y Salomón amaban a Dios, pero también amaban
a mujeres impías. Debemos amar la justicia y también
aborrecer la maldad si queremos obtener, mantener y
desarrollar las obras del Espíritu Santo en nuestras vidas.
177
CAPÍTULO 10
DESARROLLANDO
DISCERNIMIENTO
ESPIRITUAL
Debido a la mezcla espiritual que impregna el Cuerpo de
Cristo, es crucial para nuestro crecimiento cristiano que
maduremos en discernimiento espiritual. Dios nos da el
tiempo que necesitamos para cumplir su voluntad y
desarrollarnos a semejanza de Cristo. Sin embargo, si
somos despistados por actividades espirituales
infructuosas, podemos perder un valioso tiempo que puede
obstaculizar nuestra capacidad para desarrollarnos y ser
maduros cristianos fructíferos al ciento por cien.
La primera clave hacia discernir la mezcla espiritual es
entender que debemos probar espiritualmente todas las
cosas. En 1 Tesalonicenses 5:21 se nos dice: «Examinadlo
todo; retened lo bueno». También se declara en 1 Juan 4:1:
«Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus si son de Dios». Hebreos 5:14 nos dice además
que los cristianos espiritualmente maduros son: «…los
que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal».
Algunos cristianos no consideran correcto el deber probar
o juzgar las cosas espirituales. Una razón es que no sienten
que son lo bastante maduros espiritualmente; sin embargo,
Hebreos 5:14 nos dice que una manera de llegar a ser
178
La Esperanza del Cristiano
maduros es ejercitar discernimiento. Use el discernimiento
que tenga, y al igual que cuando se ejercita un músculo, se
hará más fuerte. ¡Eso no significa que un cristiano joven
debería intentar ver un demonio oculto detrás de cada silla!
Sin embargo, siempre podemos orar por cada manifestación
espiritual que veamos. Podemos examinar las Escrituras
para obtener sabiduría, y hablar con cristianos más maduros
para aprender del discernimiento que ellos tienen.
Otros cristianos a veces son renuentes a probar o juzgar
las cosas espirituales debido a la enseñanza de Cristo
cuando dijo: «No juzguéis, para que no seáis juzgados»
(Mateo 7:1). Aunque es cierto que no debemos juzgar
condenatoriamente a las personas, la Palabra de Dios
también declara: «el espiritual juzga todas las cosas»
(1 Corintios 2:15).
A medida que busquemos probar espiritualmente todas
las cosas, descubriremos que varias experiencias de la vida
nos enseñarán importantes lecciones de discernimiento.
Podemos ver esto en lo natural. Un niño pequeño comienza
sabiendo muy poco sobre su cuerpo, pero un adulto
maduro habrá pasado por enfermedades y accidentes, los
cuales puede que le hayan enseñado a discernir muchas
partes de su cuerpo, como quizá su corazón, sus riñones,
sus pulmones o sus rodillas. Otra área en la que una
persona aprende discernimiento natural es cuando huele
algo por primera vez, quizá canela, o una rosa, ¡o cuando
pisa lo que el perro dejó atrás! Tras aprender a asociar
cierto olor con una cosa concreta, la persona normalmente
será capaz de discernir la presencia de esa cosa aun años
después, cuando huela el mismo aroma.
Capítulo 10
179
De modo similar, podemos desarrollar nuestro
discernimiento espiritual mediante nuestras diferentes
situaciones en la vida. Quizá usted asistió a un servicio
maravilloso en el que sintió una presencia inusual y en el
que alguien tuvo una visión de ángeles. Si supo que la
inusual presencia que sintió era angélica, entonces la
próxima vez que sienta esa misma presencia puede
discernir que hay ángeles allí, aunque nadie tenga una
visión de ello. Quizá comience a aprender sobre diferentes
unciones del Espíritu Santo a medida que desarrolla su
vida de oración. Puede que aprenda sobre varios tipos de
espíritus demoníacos al encontrarse con personas poseídas
por demonios o por ocasiones de guerra espiritual.
Una segunda clave hacia discernir la mezcla espiritual es
que debemos aprender a juzgar el ministerio espiritual
por su fruto, y no por sus dones. En Mateo 7:15-17 el
Señor Jesús nos dijo que conoceríamos a los falsos profetas
por sus malos frutos. Un buen ministerio que libere al
Espíritu Santo producirá buenos frutos, mientras que
quienes ministran solamente desde el espíritu humano o
desde espíritus demoníacos darán malos frutos, como
confusión, división, opresión y pecado. Por lo tanto,
primero tenemos que observar las vidas de quienes
ministran: ¿son rectos, amorosos y están adecuadamente
sometidos en el Cuerpo de Cristo? ¿Están sus finanzas y
su familia en orden? Además, también deberíamos
comprobar cuál es el fruto de su ministerio. ¿Cuál ha sido
el resultado de su ministerio en su propia iglesia local?
¿Es su predicación doctrinalmente sana? Cuando viajan
a otros lugares, ¿deja su ministerio una bendición duradera,
o problemas?
180
La Esperanza del Cristiano
Es muy importante que juzguemos a los ministros por sus
frutos en lugar de por los dones, porque algunas personas
con dones espirituales puede parecer que tienen
ministerios muy impresionantes; ¡pero los dones no nos
hablan acerca de la persona que los tiene tanto como los
dones nos hablan sobre la persona que los dio! Los dones
espirituales nos hablan sobre la bondad del Dios que los
dio, mientras que el fruto que se produce en la vida de la
persona nos habla sobre la bondad (o maldad) de su propio
carácter personal. Si el carácter de una persona tiene fallos
o pecado, no importa lo impresionante que puedan ser
sus dones, pues liberará mezcla espiritual por medio de
su ministerio. En las Escrituras encontramos poderosos
dones proféticos y unciones en hombres como el rey Saúl,
Balaam y Sansón; sin embargo, también encontramos
deficiencias de carácter que fueron peligrosas y hasta
mortíferas.
En Mateo 7:21-23 el Señor Jesús habló sobre un grupo
grande de muchas personas que profetizaban, echaban
fuera demonios, y hacían muchos milagros; sin embargo,
en el día del juicio, el Señor les dirá: «Nunca os conocí;
apartaos de mí, hacedores de maldad». Aquí vemos que
el Señor juzga según el carácter, y no según los dones, y
si queremos ser semejantes a Cristo deberíamos entonces
hacer lo mismo.
Sin embargo, juzgar el fruto de un ministerio no siempre
nos dará la ayuda que necesitamos para discernir la mezcla
espiritual, y se debe a que con frecuencia puede necesitarse
mucho tiempo para que el fruto crezca y se haga visible.
Por lo tanto, una tercera clave hacia discernir la mezcla
Capítulo 10
181
espiritual es que debemos volvernos sensibles al
testimonio del Espíritu Santo dentro de nuestro corazón.
Colosenses 3:15 nos dice: «Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones». La palabra traducida aquí como
gobierne también puede traducirse como arbitrar o
árbitro. El Espíritu Santo, que mora en el corazón de cada
creyente nacido de nuevo, debe actuar como un árbitro.
¿Y cómo opera un árbitro? Mientras el evento deportivo
se está jugando adecuadamente, el árbitro estará en
silencio mientras supervisa el juego; sin embargo, cuando
se quebranta una regla del juego, el árbitro intervendrá y
detendrá el juego. Hará sonar el silbato, mostrará una
tarjeta, o levantará una bandera. Cuando él interrumpe,
todo se detiene mientras explica cuál fue el fallo, y luego
lo corrige. Después de eso, el juego puede continuar
mientras el árbitro guarde silencio.
De modo similar, el Espíritu Santo nos da paz en nuestro
corazón mientras todo esté funcionando correctamente.
Pero si algo va mal -si un espíritu maligno se manifiesta,
o si alguien ministra erróneamente por su propio espíritu
humano sin la liberación del Espíritu Santo-, entonces el
Espíritu Santo quita su paz de nuestro corazón. ¡Esa
inquietud de nuestro espíritu ha de decirnos que algo va
mal! Y si somos sensibles a esta guía, descubrimos lo que
anda mal y corregimos las cosas, entonces el Espíritu Santo
volverá a llenar nuestro corazón de paz.
Un ejemplo de esto podemos verlo en Hechos 16, cuando
Pablo y su equipo estaban evangelizando en la ciudad de
Filipos. Leemos en los versículos 16-18: «Aconteció que
mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una
182
La Esperanza del Cristiano
muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba
gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a
Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres
son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el
camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días;
mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al
espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas
de ella. Y salió en aquella misma hora».
El mensaje que aquella muchacha profetizaba parecía ser
muy acertado, y Pablo y su grupo evangelístico podrían
haber recibido bien esa buena publicidad. Pero mientras
todo en el nivel natural parecía ir bien, vemos que Pablo
comenzó a operar en un nivel diferente; su espíritu fue
inquietado por lo que aquella muchacha decía. El Espíritu
Santo había quitado su paz del corazón de Pablo y le había
advertido de que algo iba mal. Pablo necesitó «muchos
días» antes de entender plenamente el problema y
abordarlo, pero cuando lo hizo, la liberación de la
muchacha de aquel espíritu maligno se convirtió en un
punto decisivo hacia el establecimiento de una iglesia en
aquella ciudad. Especialmente quitó el peligro de que
aquella muchacha y su don falsificado pudieran haber sido
aceptados en la joven iglesia, el cual, tras la partida de
Pablo, podría haber causado mucha destrucción.
Hace años, el Señor me enseñó una lección parecida sobre
cómo el testimonio de la paz del Espíritu Santo puede ser
útil para detectar la mezcla espiritual. Me invitaron a
predicar a una iglesia en la que el pastor se jactaba de que
uno de los miembros de su iglesia era una estupenda
profetisa. Ella escribía profecías, hacía que alguien las
Capítulo 10
183
pusiera dentro de la caja de seguridad de su banco y luego,
tras cierto periodo de tiempo, hacía que abrieran la caja y
leyeran la profecía después de que acabara de cumplirse.
Después de oír aquello, yo tuve interés en conocer a aquella
persona con ese don, y hablé con ella al finalizar el servicio.
Por nuestra conversación pude decir que ella era una mujer
espiritual; sin embargo, el Espíritu Santo en mi interior
estaba muy inquieto. Yo sentía que había algo en aquella
mujer que iba muy mal; todas sus palabras parecían
espirituales, y su precisión profética estaba demostrada;
pero el Espíritu Santo estaba «haciendo sonar el silbato»
y diciendo que algo iba mal. Por lo tanto, mientras
hablábamos, yo comencé a orar en mi corazón, y entonces
en silencio desde mi corazón ordené al espíritu malo en
el nombre de Jesús que se revelase. Justamente entonces,
ella cambió lo que estaba diciendo, y comenzó a hablar
sobre su difunto esposo, que había muerto hacía seis
meses. Dijo que ella visitaba su tumba cada día, donde
hablaba con él, ¡y que él le respondía! En aquel momento
el Espíritu Santo testificó a mi corazón que el espíritu
que estaba obrando en su «ministerio» acababa de
revelarse, y que ella era una médium espiritualista, y no
una profetisa del Espíritu Santo. Sin embargo, mientras
que yo fui advertido y después me protegí a mí mismo
contra la mezcla espiritual de ella, el pastor no escuchó
varias advertencias sobre ella. El resultado fue que aquella
señora más adelante causó un gran daño en la iglesia.
Una cuarta clave hacia discernir la mezcla espiritual es
el don del Espíritu Santo de discernimiento de espíritus
(1 Corintios 12:10-11). Este es un don carismático del
184
La Esperanza del Cristiano
Espíritu Santo que es dado a algunos, mediante el cual se
puede discernir cuál es la fuente que está detrás de una
manifestación espiritual. Cuando este don está operando,
una persona puede ver, oír, sentir, oler o gustar algo que
revelará la fuente espiritual que está obrando en una
situación. Quizá un sueño o visión puede revelar
visualmente una potestad espiritual en operación, como
en 2 Crónicas 18:18-22 y Zacarías 4. Quizá ellos oirán
audiblemente una palabra del Espíritu Santo o un espíritu
maligno, o lo que una persona esté diciendo en silencio
en su espíritu humano (Marcos 2:6-8). A veces las personas
pueden sentir que se les eriza el cabello cuando un espíritu
malo está presente, como en Job 4:15, o gustarán u olerán
algo muy desagradable o sulfuroso. En otras ocasiones,
personas han gustado o han olido algo maravilloso, lo cual
ha indicado la obra de Dios (Salmo 34:8, Hebreos 6:4 y
Salmo 141:2). Esas revelaciones pueden producirse
cuando el don de discernimiento de espíritus unge los
cinco sentidos naturales de la persona para darle
percepción espiritual.
Muchas veces, el don de discernimiento de espíritus me
ha ayudado a entender los poderes espirituales que están
obrando tras diferentes situaciones. A veces he tenido este
don funcionando en mi propia vida, o he recibido una
revelación de alguna otra persona que sé que tiene este
don espiritual. En ocasiones, se ha discernido al Espíritu
Santo obrar como una paloma, o fuego, o viento; en otras,
se han visto ángeles o demonios. De vez en cuando, mi
propio espíritu humano oirá directamente lo que otra
persona está diciendo en silencio en su corazón (leer
Marcos 2:6-8 y Lucas 9:47). En cada una de esas ocasiones
Capítulo 10
185
en que he sido hecho consciente de las fuerzas espirituales
que estaban obrando en una situación, me ha ayudado a
ser mucho más eficaz en el ministerio, ya sea ayudándome
a liberar la obra del Espíritu Santo, a obstaculizar las obras
de demonios, o a ayudar a corregir los problemas en el
corazón de una persona.
Después de darnos una lista de dones espirituales en
1 Corintios 12:28-30, el apóstol Pablo nos dice en el
versículo 31: «Procurad, pues, los dones mejores». El
discernimiento de espíritus es un don valioso para nuestro
crecimiento espiritual, y vale la pena que busquemos al
Señor para obtenerlo. Aunque sigue siendo soberanía de
Dios escoger qué dones se les dan a los cristianos, también
es cierto que el Señor normalmente da sus tesoros a
quienes los apreciarán más plenamente y los utilizarán.
Una quinta clave hacia discernir la mezcla espiritual es
que deberíamos permitir que los líderes espirituales
implicados en la situación den su consenso, o su
discernimiento colectivo, acerca de la manifestación
espiritual que se esté examinando. En 1 Corintios 14:29
Pablo escribió: «Asimismo, los profetas hablen dos o tres,
y los demás juzguen», mientras que Proverbios 24:6 nos
dice: «en la multitud de consejeros está la victoria». Si
una profecía o manifestación espiritual es liberada en un
servicio, es responsabilidad de los líderes allí aprobar o
cuestionar su fuente y su fidelidad. Eso podría tener lugar
mediante la silenciosa aprobación de los líderes, o al decir
ellos «amén» o «gloria a Dios». Podría producirse un
moderado cuestionamiento de la situación si los líderes
se consultasen unos a otros y luego dijeran por el
186
La Esperanza del Cristiano
micrófono: «oremos sobre eso», o «quizá eso provenga
del Señor». Si los líderes se sienten muy inquietos por
una manifestación espiritual que se haya producido,
podrían dirigir el servicio hacia una dirección distinta y
más adelante (quizá en privado) realizar una sesión de
consejería o de liberación con la persona que liberó la
manifestación.
En Efesios 4:11-14 se nos dice que Cristo ha puesto
ministerios en el Cuerpo de Cristo para ayudar a la iglesia
a madurar: «para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres». La palabra viento en este pasaje
también puede traducirse como espíritu. Ahora bien,
cuando consideramos las posibles fuentes espirituales de
esos vientos de doctrina, está claro que aquí no se está
refiriendo al viento del Espíritu Santo. Esas doctrinas, en
cambio, podrían estar ungidas por Satanás, a quien Pablo
había llamado «el príncipe de la potestad del aire» dos
capítulos antes, en Efesios 2:2. Esos vientos de doctrina
también podrían ser meramente enseñanzas
desequilibradas fomentadas erróneamente por el espíritu
humano de los hombres, como podría sugerir la frase «por
estratagema de hombres». Sin embargo, es el ministerio
de los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros el que puede ayudarnos a madurar a fin de que
no seamos engañados por todo viento, o espíritu. No
queremos ser como un barco que es movido por todo
viento y que, sin embargo, sólo vaga y nunca llega a su
destino. Queremos ser como un diestro piloto que sabe
cómo navegar contra los vientos para llevar al barco (la
iglesia) a su meta deseada de madurez y victoria.
Capítulo 10
187
Nuestra sexta clave es que deberíamos probar todas las
cosas espirituales por las Escrituras. En Isaías 8:19-20 se
nos dice: «Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores
y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No
consultará el pueblo a su Dios?... ¡A la ley y al testimonio!
Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido». La «ley y el testimonio» a los que se hace
referencia aquí son los escritos del Antiguo Testamento
de la Palabra de Dios que ya estaban disponibles en la
época de Isaías. Si una persona con dones espirituales no
habla de acuerdo a las Escrituras, se debe a que la
verdadera luz del Espíritu Santo no está obrando por medio
de él o ella. Serán otros espíritus los que estén obrando.
Como ejemplo de esto, en años recientes ha habido un
libro que se ha difundido por el mundo y que hasta se ha
convertido en éxito de ventas en algunos países. Es el
testimonio de una mujer que afirma haber sido llevada al
cielo muchas veces; también afirma que Jesús la visitó
cada semana durante muchos años, y que el Espíritu Santo
ha estado controlando su cuerpo de maneras inusuales.
Pero cuando uno compara sus visiones con las Escrituras,
descubre que no encajan.
Esa mujer de mediana edad afirma que, por años, el Señor
Jesús la ha llevado en un cuerpo transformado a una playa
cada lunes en la mañana. A lo largo del libro dice que, en
su cuerpo transformado, cuando camina con Jesús, ella
tiene unos 15 ó 16 años de edad. Los dos caminan por la
playa, con frecuencia tomados de la mano, mientras el
Señor repetidamente le llama «cariño». El Señor toca el
cabello de ella y le dice que es hermosa. Cada lunes en la
188
La Esperanza del Cristiano
playa, ella danza para el Señor, y «después de que termina
la danza, el Señor me hace tantos hermosos cumplidos
que siempre me siento avergonzada». Después, antes de
que el Señor le envíe de regreso a casa cada semana,
siempre se despiden con un gran abrazo.
Cuando consideramos las Escrituras, ¿hay muchos relatos
de personas que ven a Jesús cada semana en una visión,
que agarran su mano, que les llaman «cariño», y que se
despiden con un gran abrazo? Pablo vio a Cristo una vez
en el camino de Damasco, y cayó al suelo, cegado y
arrepentido (Hechos 9:3-9). El apóstol Juan vio al Cristo
resucitado, y cayó a sus pies como muerto (Apocalipsis 1:17).
Todos los encuentros divinos en la Escrituras revelaron
una gloria y un respeto que hicieron a las personas caer
postradas al suelo, ¡y no agarrar de la mano y abrazar a un
«cariño celestial»!
Esta mujer también escribió extensamente sobre cómo su
cuerpo era controlado por el «Espíritu Santo». Sin embargo,
sus descripciones sobre cómo ella pierde el control de su
cuerpo muestran que es poseída por demonios. Una vez
más, sus descripciones no siguen ningún patrón bíblico en
cuanto a cómo obra el Espíritu Santo; sin embargo,
¡multitudes de cristianos leen su libro como revelación
divina de Jesús en lugar de percibirlo como una falsificación
demoníaca! En los últimos 35 años he visto cierto número
de casos parecidos, en los que personas escribieron libros
de testimonios acerca del cielo, el infierno, o varias otras
experiencias espirituales que afirman haber experimentado,
sólo para que más adelante se demuestre que sus
afirmaciones eran fraudulentas o demoníacas.
Capítulo 10
189
Por lo tanto, lo primero que debemos hacer para juzgar
las cosas espirituales es ver si están de acuerdo a la
Escritura. Es así como nuestro Señor Jesús venció las dos
primeras tentaciones de Satanás, tal como se registra en
el capítulo 4 de Lucas. Cristo rechazó aquellas sugerencias
(convertir las piedras en pan y adorar a Satanás) como no
bíblicas, a la vez que citó pasajes que decían lo contrario.
Sin embargo, en la tercera tentación, el diablo intentó una
táctica distinta. Cuando tentó a Cristo a saltar desde el
templo, entonces citó dos pasajes bíblicos que sugerirían
que Cristo sería protegido por los ángeles. Por lo tanto,
aunque Cristo derrotó al diablo en las dos primeras
tentaciones citando pasajes bíblicos, ¡ahora vemos que el
diablo también cita las Escrituras mientras intenta derrotar
a Cristo!
El modo en que Cristo venció esa tercera tentación fue
respondiendo con un pasaje bíblico que era el versículo
correcto para esa situación concreta: «No tentarás al Señor
tu Dios», de Deuteronomio 6:16. De esta manera vemos
que no sólo necesitamos saber si algo es de acuerdo a la
Escritura, sino también si es una aplicación equilibrada
de las Escrituras. Por eso el apóstol Pablo le dijo al joven
Timoteo: «Procura con diligencia presentarte a Dios
aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse,
que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15). Si
erróneamente equilibramos y aplicamos versículos
bíblicos concretos, como hizo el diablo durante su tercera
tentación a Cristo, podemos encontrarnos siendo
desaprobados por Dios y avergonzados. Por eso debemos
ser diligentes en estudiar la Biblia, a fin de que nunca
190
La Esperanza del Cristiano
seamos engañados al hacernos las dos siguientes
preguntas: «¿Está de acuerdo a la Escritura? ¿Es la
aplicación equilibrada de las Escrituras?».
En consonancia con esta necesidad de mantenernos
equilibrados, una séptima clave final para desarrollar
discernimiento espiritual es que no deberíamos enfocar
nuestra atención hacia «el lado oscuro» y siempre buscar
demonios. Algunas personas buscan demonios detrás de
cada silla o de cada árbol; ¡pero una persona que esté
creciendo en Dios siempre debería buscar más de Jesús!
Cristo debería ser el centro de nuestra vida, y aunque Él
pueda en ocasiones dirigir nuestra atención hacia algo que
sea malvado, sin embargo debemos permanecer en Él.
Mientras nuestro corazón espere con expectación que el
Espíritu Santo se mueva, no seremos defraudados ni
estaremos desequilibrados; sin embargo, si alguien
siempre está buscando espíritus malos, ¡habrá muchos
demonios que se ofrecerán voluntarios para distraerlo!
Las iglesias y los ministerios que regularmente realizan
servicios de liberación, con frecuencia ven que las mismas
personas repiten la misma liberación una y otra vez. Muchas
veces las personas no están siendo progresivamente
liberadas de sus anteriores problemas demoníacos, sino que,
por el contrario, solamente repiten la misma liberación, o
hasta añaden nuevos problemas demoníacos que tratar.
Nuestro Señor Jesús enseñó en Lucas 11:24-26 que cuando
un espíritu malo deja a una persona, puede que regrese
más adelante. Si la vida de la persona no ha sido llena de
Dios -si la vida de la persona sigue siendo igual que cuando
Capítulo 10
191
fue liberada-, entonces el espíritu malo puede regresar y
hasta llevar a más demonios con él. Pero si una persona
centra su vida en llegar a ser cada vez más llena de Cristo
y de su justicia, entonces muchas veces los problemas
demoníacos en la vida de la persona se irán de modo
permanente, no debido a una sesión de liberación, ¡sino
porque no queda lugar para que un espíritu malo
permanezca en la vida de esa persona!
Un pariente mío trabajó en un banco por muchos años.
Cuando la contrataron, ella pasó una semana aprendiendo
cómo se veía, se sentía y sonaba el dinero verdadero. No
le enseñaron cómo era el dinero falso; ella debía
concentrarse sólo en el verdadero. Entonces, cuanto más
entendió cómo era el dinero real, más natural fue para
ella detectar los billetes falsos cuando más adelante
llegaron. Esa misma sabiduría nos hará bien para
desarrollar nuestro discernimiento espiritual.
En 2 Reyes 6:15-17 podemos leer acerca del siervo de Eliseo
que tenía temor porque veía que el enemigo les había
rodeado. En cambio, necesitamos tener la visión y la fe
equilibradas de Eliseo. «Y se levantó de mañana y salió el
que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía
sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces
su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? El le
dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con
nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo:
Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea.
Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he
aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de
carros de fuego alrededor de Eliseo».
192
La Esperanza del Cristiano
Eliseo sabía que sus refuerzos angélicos eran mucho
mayores que el enemigo, y en tranquila confianza pudo
ver el poder de Dios causar la victoria. Del mismo modo,
¡necesitamos recordar que estamos en el bando vencedor!
Y a medida que sigamos a nuestro triunfante Señor, Él
nos guiará a una vida y un ministerio espirituales puros y
edificará la naturaleza de Cristo en nuestras vidas.
193
CAPÍTULO 11
LA PARTICIPACIÓN
DE SUS PADECIMIENTOS
Otro aspecto importante de ser formados a la imagen de
Cristo tiene que ver con padecer con Él. Leemos en
Romanos 8:16-18: «El Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha
de manifestarse».
Para que podamos entrar en nuestra herencia como los
hijos de Dios, aquí se nos da un requisito. Nuestra herencia
es condicional: la esperanza del cristiano todavía no ha
sido obtenida. El requisito es si padecemos con Cristo. Si
entramos en Sus padecimientos, entonces también
seremos coherederos que serán glorificados con Cristo.
El que entremos en la esperanza de gloria depende de esto.
La obra de la cruz en nuestra vida es una preparación
crucial para obtener madurez espiritual y entrar en
nuestra herencia eterna. El apóstol Pablo deseaba conocer
«la participación de sus padecimientos» para poder
entrar en su supremo llamamiento en Dios. Leemos en
Filipenses 3:10-14: «A fin de conocerle, y el poder de su
194
La Esperanza del Cristiano
resurrección, y la participación de sus padecimientos,
llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna
manera llegase a la resurrección de entre los muertos. No
que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, para ver si logro asir aquello para lo cual fui
también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome
a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús».
Aquí Pabló escribió sobre cómo estaba prosiguiendo para
alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios. Él
ya había entrado en el llamado de llegar a ser un gran
apóstol que había traído avivamiento a las naciones; sin
embargo, Pablo sabía que había un llamado más alto que
aquel en el cual él había entrado en su vida terrenal. Él
quería estar calificado para la resurrección de los muertos.
Pablo no estaba hablando aquí sobre la resurrección general
de los muertos en el día del juicio, al final del reinado milenial
de Cristo sobre la tierra (ver Apocalipsis 20:11-13). En ese
momento, todos los muertos resucitarán para presentarse
ante Dios, tanto los impíos como los justos. No hay
requisitos especiales para ser parte de esa resurrección.
La Biblia dice en Filipenses 3:11, según hemos citado
anteriormente, que Pablo quería calificarse para la
resurrección de entre los muertos, no con los muertos. El
griego original deja esto más claro, al decir que Pablo
quería obtener la resurrección fuera de los muertos. Él
estaba diciendo que quería entrar en la primera
resurrección que ocurrirá al comienzo del milenio. Leemos
Capítulo 11
195
esto en Apocalipsis 20:4-6: «Y vi tronos, y se sentaron
sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las
almas de los decapitados por causa del testimonio de
Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado
a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca
en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a
vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera
resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte
en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene
potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y
de Cristo, y reinarán con él mil años».
El apóstol Pablo sabía que estaba corriendo una carrera,
buscando entrar en llamados cada vez más elevados como
parte de su esperanza y herencia cristiana. Después de
haber cumplido su vida y ministerio terrenales, quería
calificarse para la primera resurrección; no sólo quería
entrar en su recompensa cristiana después del milenio, en
el momento de la segunda resurrección general. Como
hemos estudiado anteriormente, todos los cristianos serán
llamados hijos de Dios durante los nuevos cielos y tierra
nueva, después de que resuciten todos al final del milenio.
Pero Pablo no se conformaba con estar entre los últimos
que ganan la carrera y cruzan la línea de meta. Él quería
calificarse para la resurrección fuera, para poder estar entre
los primeros resucitados, hijos glorificados de Dios que
reinarán con Cristo durante su Reino milenial sobre la
tierra. Sin embargo, Pablo dejó bien claro cómo se podía
obtener este alto llamado: entrando en la participación de
los padecimientos de Cristo y siendo semejante a Él en su
muerte (Filipenses 3:10).
196
La Esperanza del Cristiano
El cristiano que desea una entrada rápida y abundante
en la esperanza del cristiano tiene que aprender a
abrazar la obra de la cruz en su vida. Como declaró
nuestro Señor Jesús, en Mateo 16:24-25: «Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome
su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su
vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa
de mí, la hallará».
El apóstol Pablo aprendió cómo tomar su cruz. Él escribió en
1 Corintios 15:31: «que cada día muero». En Gálatas 2:20
escribió las palabras inmortales: «Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por
mí». Aun durante su vida terrenal, Pablo había entrado en
una experiencia poderosa de cómo Cristo vivió en él y
por medio de él, porque había aprendido cómo permanecer
estando crucificado con Cristo.
TRES TIPOS DE PADECIMIENTOS
Cuando consideramos cómo entrar en la participación
de los padecimientos de Cristo, tenemos que distinguir
primero que hay tres tipos diferentes de padecimientos.
¡No todos son padecimientos de Cristo! Muchas de las
aflicciones que padecemos en nuestro peregrinaje por
esta tierra son el resultado de nuestro propio pecado y
desobediencia. Otros pueden ser obra del enemigo, que
a menudo se opone al trabajo de Dios en la vida de los
cristianos.
Capítulo 11
197
El primer tipo que vamos a ver es el padecimiento por
nuestros pecados. Muchos de los padecimientos que
experimentamos vienen de esto. Puede ser tan natural
como el proceso de la siembra y la cosecha. Gálatas 6:8
nos advierte: «El que siembra para su carne, de su carne
segará corrupción». Si comete repetidas veces un pecado,
a menudo tendrá como consecuencia la correspondiente
aflicción. Los fumadores con frecuencia padecen cáncer
de pulmón, mientras que los jugadores pueden sufrir
pobreza. Los que murmuran, a menudo verán que los
demás murmuran de ellos, y la gente violenta a menudo
sufre violencia.
Sufrir estos padecimientos cosechados de nuestro pecado
no nos dará ninguna garantía de recompensa ni de justicia.
Puede que nos animen a buscar al Señor, obtener
arrepentimiento y restauración, pero, en sí mismos, estos
padecimientos no tienen poder o gracia para
transformarnos.
Otro tipo de padecimientos viene de la opresión satánica.
Todo cristiano se enfrentará a oposición de las fuerzas del
enemigo. Los espíritus malvados pueden buscar atacarnos
en cada esfera de nuestra vida natural y espiritual. Cuando
sufrimos estas opresiones satánicas, no debemos
someternos a cada ataque y resignarnos a decir: «¡Que se
haga la voluntad del Señor!». Es verdad que el Señor a
menudo quiere mostrarnos la razón por la que Él ha
permitido que esos ataques vengan sobre nosotros. Lo
primero que debemos hacer en esas circunstancias es
someternos de nuevo a Dios. Sin embargo, después de
habernos sometido a Dios, Santiago 4:7 nos dice que
198
La Esperanza del Cristiano
tenemos que «resistid al diablo y huirá de vosotros».
No tenemos que ser pasivos ante el diablo, sino que
tenemos que «fortalecernos en el Señor y en el poder de
su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para
que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo» (Efesios 6:10-11). Este tipo de padecimiento no
tiene poder inherente para hacernos santos. Pero, al mismo
tiempo, si nos levantamos contra estos ataques y los
resistimos apropiadamente, entonces el aspecto de la
naturaleza de Cristo como «Hombre de Guerra» será
edificado en nuestro carácter (ver Éxodo 15:3).
Participar de los padecimientos de Cristo es un tercer tipo
muy diferente de padecimiento, que viene como consecuencia
de tomar nuestra cruz para seguir al Señor. Entramos en este
tipo de padecimiento no como algo que nos ha sido impuesto
por nuestro pasado o por el enemigo, sino como una opción
que voluntariamente aceptamos. Podemos escoger negarnos
a nosotros mismos por el Espíritu y entrar en los
padecimientos de Cristo, o rechazar estas gloriosas
oportunidades y así seguir como un cristiano carnal.
Siempre que abracemos los padecimientos de Cristo,
nuestro propio ser será «crucificado». Esto es debido a
que escogemos seguir el Espíritu de Dios para que nos
guíe hacia delante para cumplir la voluntad de Dios.
Decidir en cada circunstancia «no se haga mi voluntad,
sino la tuya», es nuestro Getsemaní que nos llevará hacia
la cruz (Marcos 14:36).
Este tercer tipo de padecimiento, la participación de los
padecimientos de Cristo, es el más difícil y doloroso de
Capítulo 11
199
todos. Es sugerido por los sufrimientos naturales de la cruz,
que era la más dolorosa de las ejecuciones romanas. No es
un padecimiento que merezcamos justamente, no es una
opresión que podamos resistir, pero a la vez los resultados
son gloriosos a medida que la gracia y el poder de Dios son
desatados por medio de nuestra obediencia voluntaria.
Cuando escogemos aceptar la participación de los
padecimientos de Cristo, obtendremos resultados
incomparables en nuestra vida. ¡En la economía de Dios,
la cruz siempre prepara el camino para la resurrección!
Algunos pasajes que nos ayudan a explicar esto incluyen
los siguientes:
«Porque si fuimos plantados juntamente con él
en la semejanza de su muerte, así también lo
seremos en la de su resurrección»
(Romanos 6:5).
«Llevando en el cuerpo siempre por todas partes
la muerte de Jesús, para que también la vida de
Jesús se manifieste en nuestros cuerpos... De
manera que la muerte actúa en nosotros, y en
vosotros la vida... Porque esta leve tribulación
momentánea produce en nosotros un cada vez más
excelente y eterno peso de gloria»
(2 Corintios 4:10, 12, 17).
«Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la Gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse»
(Romanos 8:18).
200
La Esperanza del Cristiano
«Si sufrimos, también reinaremos con él»
(2 Timoteo 2:12).
«Porque aunque fue crucificado en debilidad, vive
por el poder de Dios. Pues también nosotros somos
débiles en él, pero viviremos con él por el poder
de Dios para con vosotros»
(2 Corintios 13:4.)
«A fin de conocerle, y el poder de su resurrección,
y la participación de sus padecimientos, llegando
a ser semejante a él en su muerte, si en alguna
manera llegase a la resurrección de entre los
muertos»
(Filipenses 3:10-11).
Cuanto más entendamos la obra eterna de la gracia y la
gloria que se lleva a cabo en nuestra vida al abrazar la
participación de los padecimientos de Cristo, más
estimaremos y desearemos este gran privilegio. Durante
los primeros siglos de la Iglesia primitiva, no había honor
más grande entre los cristianos que ser un mártir. En
nuestra sociedad próspera y moderna, demasiados
cristianos llegarían a la conclusión de que nada sería tan
necio o vano como morir por causa de Cristo. Sin embargo,
la magnitud de nuestra herencia eterna, la medida con la
que entraremos en la esperanza del cristiano, es
determinada por la medida con la que abrazamos la cruz
y entramos en la participación de sus padecimientos.
Capítulo 11
201
CÓMO SOPORTAR LOS
PADECIMIENTOS DE CRISTO
Mientras que cualquier tipo de padecimiento es una prueba
que nos puede debilitar y desanimar, en Hebreos 12:1-3
se nos dan varias claves de cómo podemos soportar de
una manera victoriosa los padecimientos de Cristo. Allí
leemos: «Por tanto, nosotros también, teniendo en
derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia,
y corramos con paciencia la carrera que tenemos por
delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador
de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra
del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que
vuestro ánimo no se canse hasta desmayar».
La primera clave mencionada en estos versículos tiene
que ver con esta «nube de testigos». Estos son los grandes
hombres y mujeres de fe mencionados en el capítulo previo
de Hebreos 11. Ellos nos animan a correr nuestra carrera
cristiana con perseverancia, así como ellos lo hicieron.
La mayoría de ellos soportaron unas dificultades
increíbles, pero sin embargo vencieron para entrar en una
herencia gloriosa y eterna. El primero, Abel, murió como
un mártir; el tercero, Noé, aguantó la burla y peligro
durante muchos años por parte de su generación violenta
y pecadora. El siguiente héroe de la fe, Abraham, se
convirtió en un peregrino y extranjero por seguir a Dios;
también tenemos a José, traicionado por sus hermanos y
202
La Esperanza del Cristiano
la mujer de su jefe para convertirse en un esclavo y luego
en un prisionero. Todos estos héroes de la fe del pasado
vencieron grandes padecimientos para entrar en su
recompensa. Ahora, como los espectadores de un evento
deportivo que animan a los competidores, sus ejemplos
victoriosos pueden animarnos mientras corremos la carrera
que tenemos por delante. Las pruebas que tenemos que
soportar, ¡a menudo parecen ser mucho más pequeñas y
fáciles cuando consideramos sus victorias triunfantes!
Después, somos animados a mirar a Jesús. Esto nos dará
varias claves para liberar de una forma nueva la gracia de
Dios en nuestra vida. La primera clave se puede ver cuando
consideramos cómo venció Cristo. Leemos que «por el
gozo puesto delante de él», nuestro Señor soportó la cruz.
No había nada merecedor de gozo en el día que Cristo fue
crucificado. Sin embargo, nuestro Señor fue capaz de mirar
más allá del padecimiento y la vergüenza para ver un final
lleno de gozo. Pudo ver las multitudes que serían salvas
por medio de Su muerte sacrificial. Cristo pudo ver cómo
el poder de Satanás sería destruido por la obra de la cruz;
sabía que tomaría las llaves de la muerte y del infierno,
¡para volver al cielo y sentarse triunfante en Su trono de
gloria! Debido a que miró más allá de los padecimientos
de Su muerte para ver los resultados gozosos, Cristo
obtuvo la fuerza necesaria para soportar la cruz.
También hay veces en nuestra vida en que sufrimos, y
nuestras circunstancias presentes no tienen ningún gozo.
Es entonces cuando también necesitamos levantar nuestra
vista más alto y ver más allá de nuestras dificultades
presentes. Nehemías 8:10 nos dice que el gozo del Señor
Capítulo 11
203
es nuestra fuerza. Al igual que Cristo, nosotros también
podemos obtener la fuerza necesaria para soportar la cruz
cuando vemos los resultados futuros de gozo de nuestros
padecimientos presentes.
Cuando se nos dice que «miremos a Jesús», se nos da
otra clave, cuando comprendemos la costumbre de las
carreras en los tiempos del Imperio Romano. Cuando los
corredores se aproximaban a la línea de meta, veían al
juez de la carrera allí de pie, sosteniendo la recompensa
del vencedor. Por eso, cuando el cristiano mantiene su
vista en la línea de meta, verá al Señor allí de pie para
recompensar al vencedor; ¿y cuál es esa recompensa? Aquí
a Cristo se le llama «al autor y consumador de la fe». Él
terminará su obra en nosotros cuando crucemos la línea
de meta que separa la tierra del cielo. ¡Obtendremos
nuestra esperanza de gloria!
205
CAPÍTULO 12
CONTEMPLANDO AL SEÑOR
Terminamos el capítulo anterior viendo la importancia de
«mirar a Jesús». Nuestro entendimiento de esta verdad
se puede expandir aún más al estudiar en profundidad el
tema de cómo contemplar al Señor. Veremos que esta área
de sabiduría es otro de los preparativos cruciales para
poder entrar en la esperanza del cristiano. Sin embargo,
hay varias perspectivas diferentes a través de las cuales
podemos ver los abundantes recursos que hay en esta
verdad.
Quizá la manera más simple de entender el poder de este
principio es leer 1 Juan 3:2. Allí se nos dice: «Amados,
ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos
tal como él es». Aquí encontramos que la manera en que
nos hacemos semejantes a Cristo es cuando le vemos.
Cuando Cristo es revelado en Su gloria y poder, ¡esa
revelación tiene el poder transformador para cambiarnos
para ser semejantes a Él!
EN LA SEGUNDA VENIDA
Un cumplimiento importante de este versículo tendrá lugar
para los que vean a Cristo volver en Su Segunda Venida. Las
Escrituras nos dicen cómo este evento cambiará a los santos
206
La Esperanza del Cristiano
que se reúnan con Él en el aire. En 1 Tesalonicenses 4:16-17
leemos: «Porque el Señor mismo con voz de mando, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá
del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire». También en
1 Corintios 15:51-53 seguimos leyendo: «He aquí, os digo
un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de
ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y
los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros
seremos transformados. Porque es necesario que esto
corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista
de inmortalidad».
Cuando Cristo sea revelado en la Segunda Venida, todos
los santos que vivan serán arrebatados para reunirse con
Él en el aire y serán transformados en un abrir y cerrar de
ojos. El poder de Cristo resucitado cambiará sus cuerpos
naturales por cuerpos resucitados inmortales. La gloria
del Hijo de Dios también transformará sus espíritus, y
llevará a los hijos de Dios a la gloria. Como dijo el apóstol
Juan: «cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2).
APRENDIENDO A CONTEMPLAR
AL SEÑOR AHORA
Sin embargo, hay otro cumplimiento muy importante de
1 Juan 3:2 que no tiene que esperar hasta la Segunda
Capítulo 12
207
Venida. ¡Podemos ver a Jesús ahora! Cuanto más vemos
al Señor, más somos cambiados para ser como Él: ahora
mismo. Como leemos en 2 Corintios 3:18: «Por tanto,
nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un
espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria
en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor». Esto es algo que debería estar ocurriendo en
nuestro desarrollo cristiano a medida que aprendemos a
caminar con el Señor día a día.
Somos transformados cada vez más a la imagen de Cristo
cada vez que le contemplamos. En nuestros devocionales
privados, durante los servicios en la iglesia y cada vez
que miramos al Señor, queremos verlo de una forma mayor
y más clara. Eso, como consecuencia, nos transformará
«de gloria en gloria». Esto es debido a que cuando Su
gloria es revelada, puede impregnar y transformar nuestro
espíritu para que seamos como Él.
Cuando 2 Corintios 3:18 nos dice que somos
transformados al ver Su gloria, la palabra usada para
«transformados» en el griego original es «metamorphoo».
De aquí viene la palabra «metamorfosis». Esta palabra se
usa para describir el proceso en el que un gusano se
transforma en mariposa. Igual que una insignificante oruga
lentamente puede ser transformada en una hermosa
mariposa, ¡nosotros podemos ser transformados de la
naturaleza terrenal de Adán a la naturaleza celestial de
Cristo!
Esta misma palabra traducida en 2 Corintios 3:18 como
«transformados» es también la misma palabra traducida
208
La Esperanza del Cristiano
en Mateo 17:2 como «transfigurado». Allí leemos sobre
Cristo en el monte de la Transfiguración: «Y se transfiguró
delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus
vestidos se hicieron blancos como la luz». Por lo tanto, no
sólo es bíblico decir que los santos sufren una metamorfosis
cuanto más le contemplan, sino que podemos también decir
que seremos transfigurados a su gloriosa imagen.
En Isaías 6:1-8, Isaías fue cambiado cuando vio al Señor
en Su gloria. Sus labios pecadores fueron limpiados, y él
fue transformado para convertirse en un profeta. Esto fue
una porción de la imagen de Cristo en la que él entró en
ese tiempo, porque Cristo es el Profeta.
En Lucas 5:4-11 podemos leer la historia de cuando Cristo
les dio a sus discípulos su primera pesca milagrosa.
Cuando Pedro vio un destello mayor de quién era Jesús,
cayó a sus pies y dijo: «Apártate de mí, Señor, porque soy
hombre pecador». Luego el Señor le habló amablemente
a Pedro y le transformó de pescador de peces a pescador
de hombres. Aquí Pedro fue transformado por el
Evangelista, para participar de una porción de su
naturaleza y convertirse en un evangelista.
En los Evangelios, leemos cómo el apóstol Juan era
originalmente llamado «Hijo del trueno» para describir
su carácter natural (ver Marcos 3:17). Pero a medida que
Juan caminó con Cristo, su carácter fue transformado,
hasta que la iglesia más tarde le dio el título de «el apóstol
del amor». Juan entró en esa porción de la naturaleza de
Cristo, porque había visto que Cristo era Dios, y que «Dios
es amor» (1 Juan 4:8).
Capítulo 12
209
Puede que el Señor decida revelarse por el Espíritu cuando
Él escoja. Podría ser en nuestro tiempo de alabanza y
oración; como con Pedro, podría ser cuando estemos
pescando. Cuando sea que Él escoja aparecérsenos,
querremos ser sensibles a verlo y a responder a lo que Él
quiera hacer en nuestra vida.
Sin embargo, una manera muy común en que el Señor se
nos revela a sí mismo es en nuestra vida devocional
privada. No queremos solamente tener un tiempo formal
y diario de oración y lectura de la Palabra, sino que
queremos ver a Jesús. Sin embargo, por encima de nuestro
deseo de verlo, está Su deseo de revelarse a nosotros.
Siempre que Él llame a la puerta de nuestro corazón y
nos invite a tener comunión con Él, deberíamos aprender
a responder rápidamente. No debemos ser como la novia
que respondió lentamente a la invitación de su amado a
reunirse con él. Ella dijo en Cantar de los Cantares 5:2-6:
«Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi
amado que llama: Ábreme, hermana mía, amiga mía,
paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena
de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche. Me he
desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado
mis pies; ¿cómo los he de ensuciar? Mi amado metió su
mano por la ventanilla, y mi corazón se conmovió dentro
de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado... pero mi
amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar
salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé, y no me
respondió».
Aquí podemos ver que la novia respondió demasiado
despacio a su amado cuando vino a visitarla; por eso, él
210
La Esperanza del Cristiano
se fue antes de que ella lo invitara a entrar. Esto contiene
un principio espiritual valioso para nosotros. Cristo,
nuestro Amado, no tiene ninguna obligación de reunirse
con nosotros a una hora determinada, o a nuestra manera.
¡Nosotros no somos el Señor, y Él no es nuestro siervo!
Es cierto que Él es muy gentil al reunirse con nosotros a
pesar de nuestras debilidades y defectos. Sin embargo, Él
es el Señor, ¡y nosotros somos los que tenemos que
aprender a responderle! Si Él nos llama a media noche,
no deberíamos ser como la novia y decir: «Señor, es
medianoche y necesito dormir. ¿Cómo quieres que salga
de mi cama calientita para pasar tiempo contigo ahora?».
Si el Señor despierta nuestro espíritu en mitad del día,
para que nos acerquemos a pasar tiempo con Él, no
deberíamos responder: «Señor, mi hora habitual de orar
es justo antes de irme a la cama». Nuestra creciente
comunión y unión con Cristo depende de nuestra respuesta a
Él cuando decide venir a nosotros. Aprender esta lección
rápidamente nos ayudará a reunirnos con Él de maneras más
elevadas que nos transformarán para ser más como Él es.
DISCERNIR AL SEÑOR
EN SU CUERPO
Además, existen también otras formas en que podemos
ver al Señor y Su gloria transformadora. En Juan 17:22 el
Señor Jesús dijo al Padre: «La gloria que me diste, yo les
he dado, para que sean uno, así como nosotros somos
uno». Tal como la gloria de Cristo puede unirnos con Él,
también puede unir a todo el Cuerpo de Cristo. ¿Dónde,
pues, podemos ver esta gloria unificadora? ¡Podemos verla
Capítulo 12
211
en cada uno de nosotros! Cuando veamos la gloria de
Cristo dentro de cada verdadero creyente, esa visión nos
transformará para ser más semejantes a Él.
En Proverbios 17:6 leemos: «La gloria de los hijos son
sus padres». Una interpretación de este principio es que
nuestros padres espirituales son nuestra gloria. Cuando
vemos a Jesús a través de sus vidas y ministerios, somos
transformados para ser más como el Señor.
En 1 Tesalonicenses 2:19-20 el apóstol Pablo también dijo
sobre sus convertidos: «Porque ¿cuál es nuestra
esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo
sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su
venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo». Aquí
podemos comprender que nuestros hijos espirituales
también pueden ser nuestra gloria. Cada cristiano maduro
que es un padre o madre espiritual recibe una medida de
gloria a través de los discípulos que les siguen.
EL CUERPO DE CRISTO,
UNIDO Y MADURO
Al final del Antiguo Testamento hay una profecía sobre
cómo el Señor preparará a Su pueblo para Su visitación.
En Malaquías 4:5-6 leemos: «He aquí, yo os envío el
profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y
terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia
los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no
sea que yo venga y hiera la tierra con maldición». Esto
se cumplió parcialmente en la primera venida de Cristo,
212
La Esperanza del Cristiano
cuando el ángel Gabriel profetizó sobre Juan el Bautista:
«E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,
para hacer volver los corazones de los padres a los hijos»
(Lucas 1:17.)
Juan fue ungido con el espíritu de Elías para predicar
arrepentimiento. Este arrepentimiento unió al pueblo de
Dios, cuando los corazones de los padres y de los hijos se
volvieron unos hacia otros. ¿Entonces cuál fue el resultado?
Según Isaías 40:3-5, ¡fue revelar la gloria de Dios!
Sin embargo, la profecía de Malaquías 4:5-6 tendrá un
cumplimiento más completo justamente al final de la era
de la Iglesia. Esto es porque «el día grande y terrible del
Señor» del que se habla en Malaquías no es la primera
venida de Cristo, sino la segunda. Para preparar al pueblo
de Dios para Su Segunda Venida, el Señor levantará de
nuevo el ministerio profético con el espíritu y el poder de
Elías. Por toda la tierra, el mensaje de arrepentimiento y
restauración preparará a la Iglesia para que la gloria del
Señor sea revelada. Cuando los corazones de los padres e
hijos espirituales se vuelvan los unos hacia los otros, ya
no habrá más cismas, celos, orgullos o peleas entre los
creyentes. El Cuerpo de Cristo se unirá para fortalecerse
y alcanzar la plena madurez, conformado a la gloriosa
imagen de Cristo.
Como dijo el apóstol Pablo en Efesios 4:12-14, los
ministros (o padres espirituales) trabajarán: «a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
213
Capítulo 12
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos
niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento
de doctrina». ¡El Cuerpo de Cristo llegará a la madurez
total y la gloria de Dios será revelada! Cada creyente
obtendrá la esperanza del cristiano. Cristo en vosotros (que
en el presente es nuestra única esperanza de gloria) se
convertirá en Cristo revelado en gloria, por toda la
eternidad, ¡en la vida de cada santo redimido! Que cada
uno de nosotros dediquemos totalmente nuestra vida al
Señor, para alcanzar esta visión. Que por medio de Su
sabiduría, cada uno de nosotros nos preparemos también
para una entrada rápida y amplia en la gloriosa esperanza
del cristiano.
«¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría
y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son
sus juicios, e inescrutables sus caminos!...Porque
de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él
sea la gloria por los siglos. Amén».
- Romanos 11:33, 36
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