PERDÓN I. En el Antiguo Testamento En el ATAT Antiguo

Transcripción

PERDÓN I. En el Antiguo Testamento En el ATAT Antiguo
PERDÓN
I. En el Antiguo Testamento
En el ATAT Antiguo Testamento el concepto del perdón se
expresa principalmente por medio de palabras de tres raíces
diferentes. kpr generalmente trasmite la idea de expiación, y
frecuentemente se emplea en relación con los sacrificios. Su
uso para “perdonar” implica que se lleva a cabo una
expiación. El verbo nsŒ< significa básicamente “levantar”,
“llevar”, y nos presenta un cuadro gráfico en que el pecado es
retirado del pecador e inmediatamente llevado. La tercera es
slh, de derivación desconocida, pero que en su uso se
asemeja mucho a nuestro „perdonar”. La primera y la última
se utilizan siempre para el perdón de Dios, pero nsŒ< se
aplica también al perdón humano.
No se considera el perdón como algo obvio, algo que está en
la naturaleza de las cosas. Abundan los pasajes que nos
hablan de que el Señor no perdona ciertas ofensas (Dt.
29.20; 2 R. 24.4; Jer. 5.7; Lm. 3.42). Cuando se obtiene
perdón se trata de algo que debemos recibir con gratitud, y
considerar con temor y admiración. El pecado merece el
castigo, mientras que el perdón es una gracia asombrosa.
“Pero en ti hay perdón”, dice el Salmista, y añade (lo que
quizás nos resultará sorprendente) “para que seas
reverenciado” (Sal. 130.4).
El perdón es algo que está relacionado con la expiación,
mientras que slh muchas veces tiene que ver con los
sacrificios. Como ya hemos visto, el verbo originado en la
raíz kpr tiene el significado esencial de “hacer expiación”.
Quizás no sea coincidencia el que, además de emplearse para
el perdón de los pecados, nsŒ< se use también para soportar
la pena por el pecado (Nm. 14.33s; Ez. 14.10).
Aparentemente los dos están relacionados. Esto no quiere
decir que Dios sea un ser severo que no perdona sin un quid
pro quo. Dios es un Dios de gracia, y los medios para llevar el
pecado fueron instituidos por él mismo. Los sacrificios
tienen valor solamente porque él ha proporcionado la sangre
como medio de expiación (Lv. 17.11). En ninguna parte nos
dice el ATAT Antiguo Testamento que se haya obtenido el
perdón de Dios a regañadientes, o que se lo haya comprado
por medio del soborno.
El perdón es posible, en consecuencia, solamente porque
Dios es un Dios de gracia; o si empleamos la hermosa
expresión de Neh. 9.17, “un Dios que perdona” (°ci°ci F.
Cantera Burgos y M. Iglesias González, Sagrada Biblia,
versión crítica, 1975, “un Dios pronto a perdonar”). “De
Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar”
(Dn. 9.9). Pasaje muy instructivo para entender el perdón en
todo el ATAT Antiguo Testamento es Ex. 34.6s, “¡Jehová!
¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y
grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a
millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y
que de ningún modo tendrá por inocente al malvado”. El
perdón se origina en la naturaleza benevolente de Dios. Pero
su perdón no es indiscriminado. De ninguna manera “tendrá
por inocente al malvado”. Del lado del hombre tiene que
haber penitencia para ser perdonado. Aunque esto no
aparece como exigencia formal, está implícito en todas
partes. Los pecadores penitentes son perdonados. Los
impenitentes, que todavía siguen en sus malos caminos, no
lo son.
Debemos tener presente que la idea del perdón se trasmite
de un modo sumamente gráfico por otras imágenes, aparte
del uso de nuestros tres términos para perdón. El Salmista,
por ejemplo, dice que “cuanto está lejos el oriente del
occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”
(Sal. 103.12). Isaías dice que Dios echó tras sus espaldas
todos los pecados del profeta (Is. 38.17), y que “borró” las
transgresiones del pueblo (Is. 43.25; cf.cf. confer (lat.),
compárese Sal. 51.1, 9). En Jer. 31.34 el Señor dice, “no me
acordaré más de su pecado”, y en Miqueas vemos que echará
“en lo profundo del mar” todos nuestros pecados (Mi. 7.19).
Lenguaje tan gráfico pone de relieve cuán completo es el
perdón de Dios. Cuando él perdona hace desaparecer
completamente los pecados de los hombres. No vuelve a
verlos más.
II. En el Nuevo Testamento
En el NTNT Nuevo Testamento hay dos verbos principales
que debemos considerar: jarizomai (que significa “tratar
benévolamente”) y afieµmi („despachar‟, „soltar‟). El
sustantivo afesis, „remisión‟, también se encuentra con
alguna frecuencia. Hay, también, dos palabras más: apolyoµ,
„liberar‟, que se utiliza en Lc. 6.37, “perdonad, y seréis
perdonados”; y paresis, „un pasar por alto‟, empleado en Ro.
3.25 en el sentido de que Dios pasa por alto los pecados
anteriores.
En el NTNT Nuevo Testamento se aclaran varios puntos.
Uno es que el pecador perdonado debe perdonar a otros, lo
que se manifiesta en Lc. 6.37, anteriormente citado, en el
Padrenuestro, y en otros lugares. La disposición a perdonar a
otros es parte de la indicación de que verdaderamente nos
hemos arrepentido. Además, el arrepentimiento debe ser
completamente sincero.
Emana del perdón de Cristo hacia nosotros, y debe ser como
el perdón de Cristo: “de la manera que Cristo os perdonó, así
también hacedlo vosotros” (Col. 3.13). Varias veces Cristo
insiste en lo mismo, como lo hace en la parábola de los dos
deudores (Mt. 18.23–35).
No siempre se relaciona directamente el perdón con la cruz,
aunque a veces ocurre así, como en Ef. 1.7, “en quien
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.
Igualmente, en Mt. 26.28 encontramos que la sangre de
Cristo fue vertida “por muchos … derramada para remisión
de los pecados”. Más usual es encontrarlo directamente
relacionado con Cristo mismo. “Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo” (Ef. 4.32). “A éste, Dios ha exaltado con
su diestra por Príncipe y Salvador … para dar a Israel
arrepentimiento y perdón de pecados” (Hch. 5.31). “… por
medio de él se os anuncia perdón de pecados” (Hch. 13.38).
Junto a estos deberíamos colocar pasajes en los que Jesús,
durante los días que permaneció en la carne, declaró que los
hombres eran perdonados. En el incidente de la curación del
paralítico que fue bajado a través del tejado, el Señor realizó
el milagro expresamente “… para que sepáis que el Hijo del
Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados”
(Mr. 2.10). Pero la persona de Cristo no ha de ser separada
de su obra. El perdón por, o a través de, Jesucristo significa
un perdón que emana de lo que él es y lo que él hace. En
particular, no debe entenderse como algo separado de la
cruz, especialmente desde el momento en que a menudo se
dice que su muerte fue una muerte “por el pecado” (*
Expiación). Además de los pasajes específicos que unen el
perdón con la muerte de Cristo, tenemos todo el impacto de
los pasajes neo testamentarios que tratan la muerte
expiatoria del Salvador.
El perdón descansa básicamente, entonces, en la obra
expiatoria de Cristo, lo que equivale a decir que es un acto de
pura gracia. “Él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados” (1 Jn. 1.9). Una y otra vez se insiste en que el
hombre tiene que arrepentirse. Juan el Bautista predicó “el
bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados” (Mr.
1.4), tema que adopta Pedro con referencia al bautismo
cristiano (Hch. 2.38). Cristo mismo ordenó que se predicase
en su nombre “el arrepentimiento y el perdón de pecados en
todas las naciones” (Lc. 24.47). Igualmente, se relaciona el
perdón con la fe (Hch. 10.43; Stg. 5.15). No debemos pensar
en la fe y el arrepentimiento como méritos que nos hacen
merecer el perdón. Más bien son los medios por los cuales
hacemos nuestra la gracia de Dios.
Debemos mencionar dos puntos difíciles. Uno es el del
pecado contra el Espíritu Santo, que nunca puede ser
perdonado (Mt. 12.31s; Mr. 3.28s; Lc. 12.10; cf.cf. confer
(lat.), compárese 1 Jn. 5.16). Nunca se define este pecado.
Pero a la luz de la enseñanza neo testamentaría, en general
es imposible pensar en él como un acto pecaminoso
específico. La referencia es más bien a la continua blasfemia
contra el Espíritu de Dios de aquel que sistemáticamente
rechaza su misericordioso llamado. Esto por cierto es
blasfemia.
El otro es Jn. 20.23, “a quienes remitiereis los pecados, les
son remitidos”. Es extremadamente difícil pensar que Cristo
habría de dejar en manos de los hombres la determinación
de si deben perdonarse los pecados de otra persona o no. Los
puntos importantes son el plural “quienes” (plural gr.gr.
griego que se refiere a categorías y no a individuos), y el
tiempo perfecto traducido “son remitidos” (que quiere decir
“han sido” y no que “serán remitidos”).
De modo que el pasaje puede significar que, al ser inspirados
por el Espíritu Santo (v.v. versículo(s) 22), los que siguen a
Jesús podrán decir con precisión a qué categoría de hombres
les son perdonados los pecados y a cuáles no.
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L.M.L.M. L. L. Morris, M.Sc., M.Th., Ph.D., ex Director del
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