Redimidos 05 - Ningun temor a ser castigado o

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Redimidos 05 - Ningun temor a ser castigado o
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Redimidos – Parte 5
“Ningún temor a ser castigado o juzgado”
Pastor Erich Engler
Hoy en esta serie estamos tratando el tema de la redención y nuestro deseo es
conocer en detalle todos los aspectos que esta encierra.
La semana pasada hablamos sobre el pacto de gracia que Dios hizo con Noé, y
sobre el arco iris el cual es la señal de dicho pacto. Habíamos mencionado que Dios
no nunca más estará airado con los seres humanos a causa de su pecado porque
toda su ira fue descargada sobre Cristo en la cruz. Por lo tanto nunca más ha de
haber un diluvio.
Jesús, estando sobre la cruz dijo: ¡tengo sed!, pues Él era el cordero inmolado a
nuestro favor. Como holocausto, Él sintió toda la ira de Dios sobre sí mismo.
Dios vació toda su ira sobre su hijo Jesucristo en la cruz, y es por esa razón que
nosotros estamos libres del castigo divino. Cuando vemos el arco iris en el cielo nos
recordamos del pacto hecho con Noé, el cual es el antecesor del nuevo pacto.
Dado a que toda la ira divina fue aplacada en la cruz, nosotros estamos libres del
castigo y juicio divinos. Cristo cargó con el castigo y en Él se llevó a cabo el juicio
que nos hubiera correspondido a nosotros.
Para comenzar con el tema de hoy vamos a ver la conocida historia de Sodoma y
Gomorra. Esas eran ciudades mencionadas en el libro de Génesis, las cuales fueron
destruidas por fuego y azufre a causa del gran pecado que había en ellas. Cuando
estudiamos esta historia en detalle encontramos verdaderas perlas las cuales nos
muestran como es realmente Dios. Él deseaba preservar esas ciudades perdonando
a los hombres si estos se arrepentían de sus pecados.
Al estudiar esta historia vamos a descubrir interesantes detalles que podemos
aplicar para nosotros hoy. Para esto vamos a ir al libro de Génesis cap. 18 y allí
vamos a leer desde el vers. 20 en adelante:
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“Entonces le dijo Dios: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta
más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,
(21) descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha
venido hasta mí; y si no, lo sabré.
(22) Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham
estaba aún delante del Señor.
(23) Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío?
(24) Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no
perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él?
(25) Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo
tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo
que es justo?
(26) Entonces respondió el Señor: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro
de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.
Después de oír esto, Abraham comienza a tratar de negociar con Dios.
(27) Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi
Señor, aunque soy polvo y ceniza.
(28) Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la
ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.
(29) Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo
haré por amor a los cuarenta.
(30) Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y
respondió: No lo haré si hallare allí treinta.
(31) Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán
allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte.
(32) Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez:
quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.
(33) Y el Señor se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su
lugar”.
El pecado era tan grande en aquellas ciudades que ni siquiera se pudieron encontrar
diez justos. Lo que esta historia me muestra a mi es que Dios no está a la caza de
los pecadores para castigarlos, sino a la búsqueda de los justos para ofrecerles su
perdón.
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Dios no está tan interesado en destrucción y castigo, sino en encontrar aquellos a
quienes les pueda ofrecer su misericordia y perdón. Yo estoy seguro que Él hubiese
perdonado la ciudad si hubiera encontrado solo cinco justos o menos aún.
Hoy vemos que Dios encontró un solo justo por medio del cual pudo ofrecer su
perdón a toda la raza humana, y ese justo es Jesús.
Abraham no pudo cerrar el trato con Dios porque Jesús todavía no había venido. Un
solo justo hubiera alcanzado para que Dios perdonara a toda la ciudad.
El juicio divino se desató sobre Sodoma y Gomorra dado a que esos diez justos no
fueron hallados. El pecado era extremadamente grave en aquellas ciudades que no
merece la pena hacer alusión de eso aquí. Por eso es que Dios debe enviar su
castigo a dichas ciudades, pero Él salva a Lot y su familia a causa de Abraham.
De la historia de Lot huyendo de allí, podemos tomar algunos ejemplos para
nuestras vidas hoy.
Sabemos que Lot, sus dos hijas, y su mujer fueron sacados de tal destrucción por la
mano de Dios. Él mismo les reveló lo que iba a suceder, les indicó hacia donde
debían huir para refugiarse, y también les recomendó que no volvieran su mirada
hacia atrás.
En Génesis cap. 19 vers. 24 al 26 encontramos este relato:
“Entonces Dios hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte
del Señor desde los cielos;
(25) y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de
aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.
(26) Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de
sal”.
Dios les dijo que huyeran sin mirar hacia atrás.
¿Qué es lo que ella ve al mirar hacia atrás? El juicio y el castigo divino.
Muchos creyentes hoy en día se lo pasan mirando constantemente hacia atrás. Ellos
no miran solo sus errores y faltas del pasado sino que ven a un Dios que castiga y
juzga.
Debemos contemplar la Biblia con otros ojos. Debemos observar el antiguo
testamento bajo la óptica del nuevo. Todo lo que está relatado en el antiguo
testamento es aclarado en el nuevo.
En el antiguo testamento encontramos tipologías y simbolismos de Cristo, es por eso
que cuando leemos el nuevo comprendemos el antiguo. Cuando cambiamos la
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perspectiva de nuestra mirada nos damos cuenta que Dios no está buscando
pecadores para castigarlos, sino justos para perdonarlos.
En Jesucristo fuimos hechos justos y es por eso que la ira de Dios fue aplacada en
la cruz de una vez y para siempre, no habiendo más castigo ni juicio para nosotros.
Dios no está interesado en castigarte sino en ofrecerte su perdón y gracia por medio
de Cristo y su obra en la cruz.
Cuando comprendemos esto, vemos la historia de Sodoma y Gomorra desde una
perspectiva completamente diferente.
Tú, como hijo de Dios, no puedes hacer nada que te haga merecer su castigo. No
hay nada que te pueda hacer comparecer ante el tribunal de castigo divino pues
Cristo ya llevó toda la culpa, el único tribunal donde vamos a comparecer es el de la
entrega de las recompensas y premios por nuestra labor.
¡Deja de estar dándote vuelta para mirar hacia atrás para ver el juicio divino! No seas
como la mujer de Lot, sino como la esposa de Cristo.
Nosotros, como creyentes, no somos aquellas vírgenes a las que les faltó el aceite,
nosotros somos la esposa de Cristo. Él no vuelve a buscar a las vírgenes que están
esperando, sino que vuelve para buscar a su esposa y llevársela con Él a las bodas
del Cordero.
El esposo no viene a buscar a las vírgenes que integran el cortejo nupcial, sino que
vuelve para llevarse a su esposa. De allí entonces que la parábola de las diez
vírgenes no tiene validez para nosotros los creyentes. La iglesia es la esposa de
Cristo y no el cortejo nupcial.
Muchos creyentes viven atemorizados por el hecho de escuchar desde los púlpitos
que les falta aceite o que no están preparados para cuando el Señor vuelva, pero
eso no es así. Todos aquellos que aceptaron a Cristo como su salvador,
independientemente a la iglesia que pertenezcan, forman parte de la iglesia
universal y por lo tanto son su esposa.
Nosotros los creyentes, como esposa de Cristo, miramos siempre hacia adelante, y
no hacia atrás como la mujer de Lot.
Delante de Lot y su familia estaba la salvación, sin embargo detrás de ellos estaba el
juicio y castigo.
El deseo del Señor es que tengamos siempre la mirada puesta en el salvador y lo
que Él tiene preparado para nosotros.
Hay una razón por la cual podemos llenarnos de temor al castigo y para ello vamos a
ver lo que nos dice 1 Juan cap. 4 vers. 17 y 18:
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“En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en
el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
Nosotros somos como Cristo pues en Él hemos sido ya castigados o juzgados por
nuestros pecados, por eso tenemos confianza en el día del juicio. Eso es lo que
significa estar en Cristo, en Él hemos sido crucificados, en Él hemos sido juzgados,
en Él hemos sido sepultados y en Él hemos resucitamos a una nueva vida.
La persona de Jesucristo nos otorga confianza en el día del juicio. Él es nuestro
abogado.
Seguimos leyendo el vers. siguiente:
(18) En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque
el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor”.
El temor lleva en sí castigo, pero como estamos en Cristo y ya hemos sido juzgados
en Él, no tenemos temor y estamos en su perfecto amor.
Estar en el perfecto amor no es nada que dependa de nuestros esfuerzos o méritos,
sino es saber que estamos en Cristo. Él nos amó primero, cuando aún éramos
pecadores, y no nos puede amar más. Nosotros no podemos llegar a
perfeccionarnos en el amor por medio de lo que hagamos. Ese perfeccionamiento
viene por medio de conocer más y más a Jesús y comprender lo que Él hizo por
nosotros.
Vamos a ver lo que nos dice 2 Pedro cap. 1 vers. 2:
“Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor
Jesús”.
Aquí no habla que la paz y la gracia nos van a ser multiplicadas porque oremos más,
leamos más la Biblia, u ofrendemos más, o cualquier otra cosa que podamos
mencionar. La gracia y la paz nos van a ser multiplicadas cuando comprendemos
más y más lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz y el amor del padre
celestial.
Si bien en nuestro espíritu ya fuimos hechos perfectos, y perfeccionados en el amor,
en nuestra alma y nuestra carne no nos sentimos así, ¿verdad?
Por esa razón es que no nos basamos en los sentimientos o emociones, sino más
bien en la palabra de Dios. Es por eso que vemos y comparamos tantos pasajes
pues deseamos que su Palabra se arraigue en nuestros corazones ya que es lo
único que nos ayuda de verdad. La palabra de Dios es la que nos da revelación de
Jesucristo.
Habíamos visto que el verdadero amor echa fuera el temor y la manera de
comprobarlo es cuando comprobamos que cada vez tenemos menos temores. Si por
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el contrario, cada vez tememos más del castigo y juicio divinos, que cada vez
estamos más tensos ante cualquier otra situación o persona, estamos en el camino
equivocado. Cuando hablamos de temor no nos referimos simplemente a miedo a
las arañas o a cualquier cosa por el estilo, sino a ese temor ante las personas
pensando que siempre tenemos que agradarles a todos y hacer siempre lo correcto
para que nadie se ofenda, etc. Cuando descansamos en el amor de Dios vamos
despojándonos de todo tipo de falsos temores que nos paralizan, como puede ser el
temor a la muerte. No debemos temer a la muerte porque el Señor nos promete en
su Palabra, que podemos gozar de una larga vida, y además, morir no es lo peor
que le puede suceder a un cristiano, sino lo mejor ya que va a estar con el Señor. De
allí que muchos de los que han muerto en el Señor no deseen volver a esta tierra.
Hay muchos casos de personas que han orado para resucitar a sus familiares
creyentes, pero estos no se han alegrado demasiado al haber tenido que volver a
esta tierra. El día que yo parta a la presencia del Señor, por favor no traten de
resucitarme por medio de la oración porque yo no deseo volver.
Esa es la razón por la cual, la mayoría de las veces, Dios no responde nuestras
oraciones cuando intentamos resucitar a alguien ya que habría muchos que se
enojarían por tener que volver.
Cuando Dios resucita a alguien es porque Él tiene un plan con esa persona por
medio del cual le va a traer la gloria a Él.
Es por eso que nosotros no corremos como locos por los hospitales intentando
resucitar a cualquier persona que haya muerto, sino solo en el caso de una guía muy
especial de parte de Dios sabiendo que Él tiene un propósito con dicha persona.
Habría algunas historias verdaderas que podríamos contar aquí, pero basta con lo
que acabo de mencionar.
Como dije, si bien hemos sido perfeccionados en el espíritu, debemos ahora
perfeccionarnos en el conocimiento de Jesucristo ya que esto es muy necesario, De
otra manera la Palabra no diría que algunos perecen por falta de conocimiento.
El trabajo que hacemos como iglesia local, de difundir este mensaje gratuitamente
por medio del internet es de vital importancia para que el conocimiento de Jesucristo
sea expandido más y más por todas partes.
Ahora deseo mostrarte la manera de perder miedo al castigo y juicio, y como entrar
en el perfecto amor, a la luz del bautismo de Jesús. Para esto vamos a ir al libro de
Lucas cap. 3 vers. 21 y 22:
“Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado…
La gente venía a Juan para recibir un bautismo de arrepentimiento y perdón de
pecados, el cual anunciaba la venida de Jesús. Sin duda alguna que Jesús no vino a
Juan para recibir el mismo tipo de bautismo.
Él no venía para ser bautizado para perdón de pecados ya que Él no tenía pecado.
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Este tipo de bautismo era efectuado de acuerdo a la ley del antiguo testamento. El
bautismo de Jesús llevaba otro propósito en sí. Seguimos leyendo:
… y orando, el cielo se abrió,
(22) y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino
una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”.
Muchos sostienen que ese fue el bautismo de Jesús en el Espíritu santo, y si bien
esto no es del todo erróneo, el verdadero propósito de este bautismo lo encontramos
en las últimas frases de este versículo.
Y en el vers. 23 leemos:
“Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se
creía, de José…
Este es el comienzo de su ministerio y no de su vida.
En estos versículos descubrimos tesoros impresionantes. Antes que Jesús
comenzara a hacer cualquier tipo de tarea ministerial para el reino de Dios, su Padre
celestial le confirma que es su hijo amado.
El amor de Dios no viene porque trabajes mucho, sino que Él te expresa su amor
antes que comiences a trabajar.
Lamentablemente hay muchos creyentes que piensan que cuanto más hagan para
Dios, tanto más Él los va a amar. Eso no es lo que vemos aquí, ya que Jesús ni
siquiera ha comenzado su tarea terrenal y el Padre ya lo confirma.
Este es un bautismo de confirmación del amor divino y capacitación para el
ministerio. El Padre le dice que lo ama aún antes de que Jesús haga cualquier tarea
para el reino de Dios.
Cada hijo necesita saber que es amado por su padre antes de que rinda algún logro
o haga algún mérito. Ese amor incondicional que no depende de sus logros es lo
que lo capacita para ser un triunfador en la vida.
¡Padres oídme! ¡Alabad a vuestros hijos por sus logros, pero confirmadles vuestro
amor simplemente porque son vuestros hijos!
Esto es aplicable tanto a la relación padre o madre de hijos varones, como a la
relación padre o madre de hijas mujeres.
Jesús es confirmado por su Padre antes de comenzar su ministerio y esto le permite
salir triunfante ante los ataques del diablo. Lo próximo que vemos en la vida de
Jesús es justamente la tentación del diablo en el desierto.
¿Cuándo es que nuestros hijos pueden resistir los ataques del enemigo y vencer?
Cuando saben que son amados.
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Cuando el diablo viene a tentar a Jesús, uno de sus primeros argumentos es decirle:
“si tú eres realmente el hijo de Dios…”
El diablo omite intencionalmente la palabra “amado”, ya que para él no existe el
amor.
El diablo nunca te va a traer revelación del amor divino ni mucho menos te va a
amar. Él te va a odiar justamente porque eres amado y las armas que usa para
seducirte es haciéndote creer que Dios está enojado contigo y por eso te quiere
castigar y juzgar.
La mayoría de nosotros conocemos la historia de David y Goliat por medio de las
historias para niños en la escuela dominical, sin embargo esta historia es muy
significativa para nosotros los adultos también.
Goliat, el gigante, representa al diablo quien nos viene a atacar y que siempre se
presenta como alguien muy grande e invencible, aunque no lo es. El diablo fue
vencido por Cristo en la cruz y está bajo nuestros pies.
Goliat, el gigante de los filisteos, está burlándose de los israelitas e incitándoles para
que estos envíen uno de sus hombres a luchar contra él. Esto se repite por 40 días
consecutivos.
Esto tiene también una comparación con la tentación de Jesús quien estuvo 40 días
en el desierto y fue probado por el diablo.
Goliat se presentaba cada día a desafiar a los israelitas vestido con una armadura
de bronce y una lanza de hierro.
Cada metal que la Biblia menciona tiene un significado. Oro representa la santidad y
justicia de Dios; plata representa la salvación; y bronce siempre nos habla de juicio y
castigo.
El altar del holocausto, donde los israelitas debían ofrecer sus animales sacrificados
para el perdón de pecados, estaba totalmente recubierto de bronce. Aunque por
dentro era de madera, estaba recubierto de bronce representando el juicio y castigo.
Goliat, totalmente vestido en una armadura de bronce simbolizaba castigo y juicio.
Satanás nos ataca de la misma manera, él siempre viene a castigarnos.
El nombre Goliat deriva de la palabra hebrea: Galah lo cual significa: sacar a luz,
destapar, descubrir. Eso es precisamente lo que el diablo hace, él siempre va a
tratar de robarnos la identidad en Cristo, de hacernos creer que estamos desnudos y
que solo somos simples seres humanos que no podemos lograr nada. Sin embargo,
la Palabra dice que tú procedes de Dios y que Él te ha dado su identidad y
naturaleza.
El diablo vendrá una y otra vez a tratar de poner en tela de juicio nuestra justificación
y seguridad en Cristo, y para eso se presenta con castigo y juicio.
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La Biblia nos dice que cuando Goliat salía a desafiar al pueblo de Israel, todos se
turbaban y se llenaban de gran miedo. Pero, también nos dice que había un joven
llamado David que se atrevió a enfrentar al gigante. Él vino al campamento para
traer comida a sus hermanos cuando oyó lo que este filisteo vociferaba, así que se
ofrece para luchar contra él. El rey Saúl, luego de tener que ser convencido por
David que él verdaderamente estaba en condiciones de pelear contra el filisteo, le
ofrece su armadura, pero David, que no tiene experiencia con ella, la deja de lado. Él
recoge 5 piedras lisas del arroyo y su honda y se fue hacia el filisteo.
Ya conocemos lo que sucedió, si bien David recoge 5 piedras, 4 están de más
porque ya la primera es la que surte efecto y derrumba al gigante. Habíamos visto
anteriormente que el número 5 representa a la gracia divina. Eso nos habla que Dios
nos ofrece su gracia de manera tan abundante que la mayor parte de ella ni la
llegamos a utilizar. Cada vez que el diablo nos haga pensar que somos unos pobres
indefensos, debemos recordar que la gracia de Dios está derramada sobre nosotros
en forma más abundante de lo que podemos llegar a utilizar.
Así es que David, con una sola piedra en su honda derrumba al gigante sin
atemorizarse cuando él le grita cosas terribles desde el otro lado. David no se
atemoriza ni del tamaño del gigante ni de su armadura de bronce.
Es posible que el diablo se presente ante ti como un poderoso gigante, pero no
necesitas ser un gigante en la fe para vencerlo sino solo un amado por Dios.
El nombre David significa precisamente eso: el amado de Dios.
Repito este concepto: para vencer al diablo no es necesario que seas un gigante en
la fe, sino solo que sepas que eres amado por el Señor.
Volvamos al pasaje de Lucas cap. 3 vers. 22:
(22) y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino
una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”.
¿Comprendes ahora porqué es que Jesús pudo vencer al diablo en el desierto? Él
era el amado de Dios.
Estar seguros del amor de Dios nos hace vencedores en la vida.
La historia de David y Goliat es una tipología de la lucha de Jesús contra Satanás
cuando le tentó en el desierto. Goliat provocó al ejército de Israel por 40 días
consecutivos; Satanás tentó a Jesús durante 40 días. David venció al gigante; Jesús
venció a Satanás y salió victorioso.
Cuando el Padre celestial le dice a Jesús que es su hijo amado y que tiene
complacencia en Él, le está dando su completa aprobación, la cual permanecerá
para siempre.
9
¿Sabías que el Padre celestial te dice exactamente las mismas palabras a ti? Por
eso es que debemos ser perfeccionados en el amor por medio del conocimiento de
Jesucristo.
Cuando nosotros tenemos revelación de la persona de Jesucristo el amor del Padre
es afirmado en nuestros corazones. ¿Cómo funciona esto? Es algo muy simple y
sencillo.
Aquí hablamos del bautismo de Jesús, el cual, como habíamos visto, no es un
bautismo para perdón de pecados o de arrepentimiento, sino uno de confirmación.
Lo mismo sucede con nosotros hoy. Veamos lo que nos dice Gálatas cap. 3 vers. 27:
“porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos”.
Nosotros fuimos bautizados en aquel bautismo de Jesús y esas palabras que el
Padre le dijo a Él son válidas para nosotros también. Nosotros estamos en Cristo y
todo lo que el Padre le dice a Él es válido para nosotros también.
Jesús recibió la confirmación de parte del Padre, y eso es válido para nosotros
también.
Nosotros estamos revestidos de Cristo y esas palabras nos pertenecen. Nosotros
somos sus hijos amados también.
Cuando somos atacados por el enemigo, nos revestimos de esas palabras y
podemos vencer a los gigantes que se presenten en nuestras vidas.
No se necesitan gigantes de la fe para vencer al enemigo, sino solo hijos amados.
No hay juicio ni castigo divino para nosotros porque somos sus hijos amados. Los
hijos amados son educados por el Padre, pero nunca castigados. Aquí hay una
enorme diferencia.
El Padre celestial nos educa con amor. Él nos lleva cerca de su regazo y nos dice
como tenemos que actuar correctamente. Eso es educación de parte de un padre
amante.
Nosotros estamos en Cristo y las palabras del Padre también son válidas para
nosotros: “tú eres mi hijo/a amado/a, en ti tengo contentamiento”.
Cuando ponemos nuestra mirada en esto no miramos hacia atrás como la mujer de
Lot para ver solo castigo y juicio.
El que mira hacia atrás ve solo castigo y juicio, sin embargo el que mira hacia
adelante ve su salvación.
¡Amén!
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