Mercado de trabajo
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Mercado de trabajo
Mercado de trabajo Políticas educativas y mercado de trabajo: en búsqueda de la armonía Gabriel Sanchez Zinny / Formar Foundation – Marzo 2012 El presente estudio tiene por objeto reflexionar acerca de la articulación necesaria entre el sistema educativo y el mundo laboral en la perspectiva del tercer milenio, conjugando los desafíos de la participación democrática y el desarrollo productivo en América Latina. En nuestros días, lograr (o en muchos casos mantener) un empleo decente es el objetivo fundamental de millones de jóvenes en el mundo. Cuando nos referimos a empleo decente estamos aludiendo a un ingreso apropiado, con beneficios sociales y especialmente de dignidad y confianza. Lo que está íntimamente asociado a un derecho vital de todo ser humano: la educación de calidad. Un sistema educativo de calidad mundial es el motor del crecimiento económico, la innovación, la competitividad y la creación de empleos (Bulrich, 2011). Es por ello que el “maridaje” entre educación y empleo debe ocupar un lugar relevante en la agenda regional. Formar Fundation entiende que la articulación flexible y eficiente entre la educación formal en el sistema educativo, la capacitación no formal y el aprendizaje en el trabajo son bases necesarias para responder a los desafíos actuales del mercado laboral. Construir las competencias de empleabilidad que permitan mejorar la formación de recursos humanos, sin duda, mejorará la competitividad del sistema productivo. En este contexto consideramos oportuno señalar (pese a la existencia de iniciativas con muy buenos resultados) la necesidad de continuar fomentando la adecuada relación público-privado. Así, el diseño curricular con competencias laborales en el nivel medio del sistema educativo es una opción para estrechar aún más las relaciones escuela – empresa con el fin de obtener los resultados que se esperan en la formación del personal, capacitado y competente, de cara al mercado laboral competitivo. En este sentido, los desafíos en materia de reforma educativa son muchos y de diversa intensidad. Pese a no ser objeto central del presente estudio, creemos interesante señalar algunos de ellos: 1- La equiparación y articulación equilibrada de una educación técnica y de formación profesional con la educación más “academicista”, en el marco de una educación permanente. Mercado de trabajo 2- El impulso de un sistema educativo de calidad mundial como motor del crecimiento económico - productivo, la innovación, la competitividad y la creación de empleos. 3- La adecuada articulación e integración de esfuerzos de sectores públicos y privados de la sociedad 4- La descentralización de los servicios educacionales con la consecución de la autonomía de los centros educativos. 5- El financiamiento e inversión adecuada de los programas educativos específicos y del sistema de educación en general. 6- La promoción de una eficiente y provechosa relación entre escuela-empresa que satisfaga las demandas de un sector laboral dinámico, en un entorno competitivo y exigente. 7- La promoción, mediante las políticas educativas apropiadas, de la mejora de calificación, competencia profesional y preparación de los educadores. Así, en nuestros días, la comunidad internacional palpita al ritmo de diferentes reclamos. Los jóvenes de diversas partes del mundo piden muy poco, en palabras de Joseph Stiglitz, “oportunidades para emplear sus habilidades, el derecho a un trabajo decente a cambio de un salario decente, una economía y una sociedad más justa” (Stiglitz, 2011). Por su parte, el Informe sobre la Juventud Mundial publicado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (Febrero de 2012) revela la gran frustración de los jóvenes debido a los altos índices de desempleo que les afectan y a los a numerosos desafíos a los que deben sobreponerse para encontrar un trabajo decente. En este sentido y en el contexto actual, nos preguntamos: ¿Dónde trabajan los jóvenes hoy? ¿Se adecuan sus “skills” al mercado laboral actual? ¿Cuál es (o cuál debería ser) el rol del sector privado en el diseño de políticas públicas que contribuyan con la futura inserción laboral de aquellos que no continuarán estudiando? Buscar las respuestas a estos interrogantes nos lleva por un lado a reflexionar sobre la importancia de articular adecuadamente y de manera conjunta, entre los diferentes actores de la sociedad, una solución para la inserción de los jóvenes en el sector productivo. Pero también nos lleva a plantearnos la necesidad de pensar un nuevo modelo educativo que responda a los retos del siglo XXI. Por otra parte, al hablar de la relación entre educación y mundo productivo es preciso destacar dos elementos. Por un lado, la importancia que tiene la formación de las personas en su futura inserción laboral de manera eficiente y su impacto en los niveles de competitividad de las sociedades, y por el otro, es cada vez más necesario abordar el tema de la orientación vocacional (Bullrich, E. y Sánchez Zinny, G., 2011). Sin duda, un servicio de orientación vocacional bien desarrollado y altamente calificado se presenta, en el complejo panorama actual, como uno de los instrumentos más efectivos para enfrentar los vertiginosos cambios y demandas del mercado actual. 2 Mercado de trabajo Diferentes expertos en materia educativa han alertado sobre la necesidad de construir un nuevo modelo educativo en el cual es importante contar con todos los agentes sociales y en primer lugar con los alumnos. Sin duda, los estudiantes del siglo XXI necesitan aprender otro tipo de habilidades (skills) que no son las del pasado, como bien afirma el experto de Harvard Wagner. Estas habilidades hoy no se enseñan en las escuelas. Construir una sociedad que cuide el talento, el pensamiento crítico y la creatividad de los estudiantes es el desafío de los decisores en materia de educación en nuestros días de cara al futuro. 1. Hablemos de números Distintos informes de organismos internacionales tales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indican que los jóvenes constituyen a nivel mundial el grupo poblacional con mayores problemas de inserción en el mercado laboral. Las altas tasas de desempleo juvenil, generalmente muy por encima de las respectivas tasas nacionales, son un fenómeno típico a nivel mundial con fuertes implicancias tanto en términos de las perspectivas laborales y de ingresos futuros como por su relación con problemas de carácter social. Según la OIT, el mundo enfrenta el “desafío urgente” de crear 600 millones de empleos productivos durante la próxima década a fin de generar un crecimiento sostenible y mantener la cohesión social. Al respecto, las cifras son alarmantes. Como consecuencia de la crisis económica mundial de los últimos años, existen 81 millones de jóvenes desocupados en el mundo, lo que constituye la mayor cifra de jóvenes desocupados de la historia. La tasa de desocupación golpea al nuevo y viejo mundo: Europa se encuentra cerca del 24% y en los Estados Unidos, por cada puesto de trabajo hay seis aspirantes. En América Latina, las cifras también son sugerentes: 7 millones de jóvenes se encuentran desocupados. Y los jóvenes que sí están ocupados tienen condiciones mucho peores que los otros grupos de edades: ganan la mitad del sueldo que los adultos y el 68% no posee seguro médico (Kliksberg, 2011). Pese a esta situación, en países como Argentina, Uruguay, Chile y Brasil ha habido grandes avances, aunque las cifras siguen siendo muy lejanas a la situación ideal. En ese marco, la OIT (2010) llama a los jóvenes, en un riguroso informe "la generación perdida", refiriéndose a aquellos que han abandonado la búsqueda de trabajo debido a que no ven posibilidad alguna de encontrarlo. 3 Mercado de trabajo Gráfico 1: PBI real y tasa de desempleo juvenil en América Latina 2007 2010 (%) Fuente: OIT 2010 El informe “Tendencias Mundiales del Empleo 2012: Prevenir una crisis mayor del empleo” (GET 2012 de OIT) señala que 74,8 millones de jóvenes entre 15 y 24 años estaban desempleados en 2011, un incremento de más de 4 millones desde 2007. Este mismo informe agrega que, a nivel mundial, los jóvenes tienen tres veces más posibilidades que los adultos de estar desempleados. Según este estudio, la tasa mundial de desempleo juvenil, de 12,7 por ciento, se ubica en 1 punto porcentual por encima de los niveles anteriores a la crisis. En este contexto, diferentes académicos y expertos en la materia afirman que el acceso a la educación y al trabajo no es sólo una tarea del sector público. El sector privado puede (y en nuestros días podríamos concluir) que posee el deber de colaborar en el diseño de políticas públicas que beneficien la mejor y mayor inserción de los jóvenes en el mercado laboral. Actualmente, en el mundo entero, se están llevando adelante acciones de ese tipo. En Estados Unidos, Alemania y los países nórdicos, por mencionar sólo algunos, las empresas privadas asumen su responsabilidad social empresaria con el fin de crear puestos de entrenamiento en primer lugar, seguido de oportunidades de trabajo para jóvenes excluidos. Estas acciones concretas son las que producen resultados en el mediano y largo plazo. Por otra parte, en América Latina existen iniciativas de esta índole. Ejemplo de esto, es la constitución de una Red de Responsabilidad Social Empresaria y Trabajo Decente, cuya 4 Mercado de trabajo finalidad es la de promover la cultura del trabajo de calidad y el diálogo social como condición necesaria para el desarrollo de una economía inclusiva, sustentable y competitiva. Entre 1990 y 2006, el desempleo en la población joven (de entre 15 y 24 años de edad) ha sido más alto que para el resto de los grupos etarios de América del Sur. En los primeros años de la década de 1990, el desempleo juvenil se ubicó alrededor del 16% para luego incrementarse sistemáticamente hasta alcanzar el 24,1% en 2003. Luego de ese año, la tasa de desempleo juvenil en la región comenzó a decrecer, hasta llegar a un 19,5% en 2006 y finalmente en la actualidad las cifras comienzan a elevarse nuevamente como consecuencia de la crisis económica – financiera internacional. Por otra parte, la tasa de desocupación de mujeres jóvenes en América Latina es del 17%, mientras que la de los hombres jóvenes es del 11%. Otro dato revelador que consideramos oportuno señalar, que preocupa a la OIT, es que un 20% de los jóvenes no estudia ni trabaja, y de ese grupo la mayoría son mujeres (67%). No obstante, en la actualidad, en América Latina, el hecho de tener empleo no garantiza salir de la pobreza (o bien no recaer en ella), situación que se explica en gran parte, por la alta incidencia del empleo informal. El desafío más importante para los países de América del Sur será entonces mejorar la calidad de la educación. En este sentido, los empleadores deben estar indefectiblemente involucrados en el debate, diseño e implementación de políticas públicas educativas debido a que la calidad de la educación que se imparte a los estudiantes determina la futura fuerza laboral de una nación. En este sentido, la calidad de los puestos de trabajo del futuro determinará la eficacia y el alcance de la red de seguridad social ya que su aporte impositivo afectará la atención que los ciudadanos reciben (Bullrich, E. y Sánchez Zinny, G., 2011). Volviendo al caso de Argentina, las tasas de desempleo juvenil han sido históricamente más elevadas que las del total de la población. Según los datos suministrados de manera provisoria por el Censo 2010, entre octubre y diciembre de ese año 833.000 personas buscaron trabajo y no lo encontraron, realizando una proyección a toda la población de la República Argentina, son aproximadamente 1.200.000 personas. La Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales identifica a Argentina como el segundo país de Latinoamérica con mayor desempleo juvenil: el 30,9% de los jóvenes de entre 15 y 24 años está en esa situación. Ello equivale a que uno de cada tres jóvenes no tiene trabajo, de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Sin duda, el empleo joven ha demostrado ser más vulnerable ante la crisis financiera internacional. Según el Banco de Datos y Procesamientos Estadísticos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina, un 20% de los jóvenes está desocupado. Es decir, uno de cada cinco, tiene problemas para conseguir trabajo. Si 5 Mercado de trabajo miramos los índices de los últimos años, observaremos que la tasa de desempleo en Argentina ha sufrido grandes variaciones, tanto entre los adultos como entre los jóvenes. Sin embargo, el nivel de desempleo que afecta a los más jóvenes, tomando en particular las ciudades de Buenos Aires y Mar del Plata, se estima que es un 26% más alta que la tasa de los adultos, según un estudio realizado por el Centro de Estudios y Acción Social, Desarrollo Joven. Se evidencia así que, para los jóvenes, en la actualidad, ingresar en el mercado de trabajo es mucho más difícil que décadas atrás cuando les tocaba el turno a sus padres. Esta afirmación se hace eco de manera repetida entre los reclamos de los jóvenes indignados en diferentes partes del mundo. No sólo las economías en transición en América Latina o el este de Europa experimentan altas tasas de desempleo y, en general, bajos niveles de participación entre la juventud, sino que también ha sido un fenómeno propio de las economías avanzadas. En efecto, desde la década de los 1980s y durante los 1990s, la mayoría de los países de la OCDE han visto un deterioro de sus indicadores de empleo, incluyendo el crecimiento del desempleo juvenil. Asimismo, este fenómeno no es exclusivo de la vieja Europa continental, sino que ha afectado también a los Estados Unidos y a otras economías liberales anglosajonas. Aunque durante esta década los indicadores han experimentado una ligera mejoría en Europa, destacando la recuperación de países como Dinamarca y los Países Bajos, la preocupación persiste entre los responsables de implementar políticas públicas de formación y empleo. En este marco, es oportuno mencionar, algunas de las principales tendencias a nivel internacional que enfrentan los jóvenes al momento de ingresar al mercado laboral. Por un lado, un aumento de la tasa de desempleo en los estratos más jóvenes del mercado de trabajo, desde la década de 1980s a nuestros días. Por otra parte, un deterioro de los ingresos de aquellos que trabajan respecto del mismo estrato de población hace 20 o 30 años atrás. Este deterioro se cristaliza en el hecho que segmentos considerables de la juventud trabajan en empleos calificados con salarios bajos y que la probabilidad de que consigan un trabajo de ese tipo ha aumentado considerablemente. Otra de las tendencias a señalar es un aumento de la proporción de jóvenes que encuentran empleos para los que se requieren menores cualificaciones educacionales que las que ostentan (sobrecalificación). Por último pero no por eso menos importante, es preciso señalar que existe una mayor tasa de desempleo entre las mujeres jóvenes que entre sus pares masculinos. Al respecto, el Informe sobre la juventud mundial publicado en febrero de 2012 del que hicimos mención en párrafos anteriores, recopila comentarios a través de Internet de más de 1.100 jóvenes de todo el mundo y resalta que son las mujeres quienes afrontan más dificultades que los varones, incluida la discriminación para ser elegidas para un puesto, además de que reciben salarios más bajos (ONU 2012). 6 Mercado de trabajo Sumando a ello, en Argentina, el desfasaje que existe entre inversión destinada a la educación y los resultados obtenido por debajo del promedio general educativo de la región deja de manifiesto la necesidad de comenzar un proceso de reforma profundo y basado en un consenso entre distintos sectores de la sociedad civil, con especial énfasis del sector productivo. Por su parte, las reformas educativas (Carnoy y Castro, 1996) y los programas de capacitación de los ministerios de Trabajo de México y de Brasil, así como los proyectos que siguen el modelo de Chile Joven (CINTERFOR, 1997) intentan aportar respuestas a estos condicionamientos. Los gastos promedio por estudiante en el sistema educativo se mantienen por debajo de los países industrializados, las tasas de estudios completos son bajas, el rendimiento en ciencia y tecnología es débil y, sobre todo, existe una gran brecha en el rendimiento de los alumnos de niveles socioeconómicos medios y altos que concurren a escuelas adecuadas, y los de los sectores populares que suelen asistir a escuelas de baja calidad (Puryear, 1997). En estas circunstancias, la segmentación educativa lleva a que los jóvenes provenientes de los sectores más pobres de la población ingresen en un círculo vicioso de exclusión, pues carecen del capital humano y social que les permita competir por los puestos calificantes del mercado de trabajo. Tabla 1: Características de los jóvenes según condición laboral y educativa Sólo estudia Total 32,8 Hombre Mujer Sólo trabaja Estudia y trabaja No estudia ni trabaja Total 33,5 12,6 21,1 100 46,2 63,7 58,2 28 49,7 53,8 36,3 41,8 72 50,3 Fuente: Trabajo Decente y Juventud: America Latina. OIT, 2007 Gráfico 2: Distribución de la población juvenil según tipo de actividad 2005 2008 en América Latina (%) 7 Mercado de trabajo Fuente: OIT. 2. Empleo juvenil: una preocupación mundial Según la ONU, 80 millones de nuevos puestos de trabajo serán necesarios durante los próximos dos años para regresar a las tasas de empleo anteriores a la crisis (27 millones en las economías avanzadas; el resto, en países emergentes y en desarrollo) (ONU, 2011), y debido a ello el empleo juvenil sigue siendo motivo de preocupación universal. Como mencionamos en párrafos anteriores, las estadísticas preocupan: uno de cada tres jóvenes en el mundo está buscando trabajo pero no encuentra, otros han dejado de buscar por completo, y muchos, aunque trabajan, viven por debajo de la línea de pobreza (menos de dos dólares al día). La situación se agrava todavía más cuando los jóvenes no participan del sistema educativo y por lo tanto no tienen preparación para poder participar del competitivo mercado laboral. En suma, esto perpetúa el ciclo de insuficiente educación, empleos de baja productividad y pobreza intergeneracional. Los líderes del mundo no están de brazos cruzados. En este sentido, han cristalizado sus esfuerzos en los Objetivos del Desarrollo del Milenio (ODMS) con el fin de mejorar el empleo juvenil. Por su parte, el informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo, presentado en 2010, afirma que a finales de 2009 existían 81 millones de jóvenes desempleados; es decir, 7,8 millones más que en 2007. En América Latina, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay son los países que han desarrollado mayor cantidad de 8 Mercado de trabajo características en común, pero también ciertas diferencias que se han acentuado en la década de los 90, por la distinta evolución económica que estos estados han presentado (Tokman). Si bien en estos últimos años, los países de América del Sur han logrado reducir las situaciones de pobreza, la desigualdad sigue representando una tarea pendiente. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), aunque estos países lograron reducir el coeficiente Gini (que mide la desigualdad) en un 9% entre 1999 y 2009, esta región sigue siendo en nuestros días la más desigual del mundo. Es decir, persisten niveles importantes de desocupación, a lo cual se agrega la alta incidencia del empleo en el sector informal, las fuertes brechas salariales, la precarización de las condiciones de trabajo y la exclusión de una cantidad sustancial de población de la protección social contributiva. De este modo, los países de esta región deben desarrollar importantes tareas para lograr empleos de calidad para toda la población. Así, los problemas de empleo y desafiliación de los jóvenes se han tornado en un verdadero desafío para quienes diseñan políticas públicas. Desde hace tiempo, se implementan programas y estrategias diversas que en gran medida, comparten un diagnóstico inespecífico sobre el trasfondo de los problemas en el mercado de trabajo y los llamados “déficits” de formación. Estos enfoques resultan limitados frente a la compleja trama de dimensiones estructurales, institucionales, familiares, individuales y subjetivas que colocan a los jóvenes, en particular a los más pobres, en situación de desventaja (Jacinto y Millenaar, 2008). Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el desempleo juvenil en América latina y el Caribe asciende al 14%, el doble que la tasa general urbana, y el 60% de los trabajadores jóvenes tiene empleos informales. Además, el 20% de los 106 millones de jóvenes en la región no estudia ni trabaja (Foro Internacional sobre Empleo, Juventud y Gobernabilidad Democrática, 2011). Por su parte, Naciones Unidas (ONU) advierte sobre la fragilidad laboral de los jóvenes a nivel mundial. En todas las regiones del mundo, los jóvenes en edad de trabajar están afectados en forma “desproporcionada” por el desempleo, el subempleo y los trabajos precarios. Según el informe sobre la juventud mundial del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, tal situación supone “un urgente reto con implicaciones de largo plazo tanto para la juventud como para la sociedad”. Incluso cuando encuentran empleos, los jóvenes son más proclives a enfrentarse a inestabilidad laboral, menores oportunidades para desarrollar sus habilidades y para avanzar. Consideramos oportuno señalar algunos datos vinculados a la asistencia escolar. La CEPAL, en diversos informes, señala que entre 1990 y 2005 la asistencia escolar entre 12 a 14 años de edad se incrementó del 84% al 94% mientras que entre los de 15 a 17 años el 9 Mercado de trabajo aumento fue del 61% al 76%. Los datos presentados por el SITEAL son significativos, en Latinoamérica menos de la mitad de los y las jóvenes de 20 años logran completar la secundaria. Asimismo, las cifras indican la presencia de un promedio del 21.2% de jóvenes de 20 años aún escolarizados entre quienes no completaron la secundaria, lo que indica la existencia de un retraso escolar importante, aunque también la posibilidad del incremento del porcentaje de conclusión. El promedio de años de estudio entre los que no han completado la secundaria y están desescolarizados es del 6,7%, lo que implica que muchos de estos jóvenes ni siquiera terminaron la secundaria básica o incluso la primaria. En este sentido, lograr que la educación para todos y todas se concrete- tal como plantean los protocolos y convenciones internacionales y regionales, además de los marcos de Educación para Todos (EPT) de Jomtien (1990) y Dakar (2000)-, nos lleva a debatir el modelo de desarrollo que eligen los países de la región y la concreción del conjunto de derechos económicos, sociales y culturales de las poblaciones. Nos reta, por fin, a debatir también las prioridades presupuestarias de los gobiernos, que suelen ser un espejo del modelo de desarrollo adoptado (Informes SITEAL). En este panorama, el 16 de septiembre de 2011, en el marco del Seminario Internacional Educación, una agenda urgente, organizado por el Movimiento Todos Pela Educação de Brasil, se reunieron en Brasilia varias organizaciones con el propósito de la creación de una red que abarque la región para mejorar la calidad educativa, potenciando los recursos, capacidades y talentos que ya están presentes en cada grupo. La Red reúne a organizaciones de Brasil (Todos pela Educaçao), Perú (Empresarios por la Educación), Argentina (EducAr 2050), Chile (Educación 2020), Colombia (Empresarios por la Educación), Ecuador (Grupo Faro), El Salvador (FEPADE), Guatemala (Empresarios por la Educación), Honduras (FEREMA), Panamá (Unidos por la Educación), Paraguay (Juntos por la Educación), República Dominicana (Acción por la Educación) y México (Mexicanos Primero). Como resultado de las primeras reflexiones de esta red se estimó la existencia de 23 millones de niños y adolescentes entre 4 y 17 años que están sin escolarizar en el continente, donde la calidad de la educación es baja en todos los niveles y desigual entre los grupos étnicos y socioeconómicos, la profesión docente está desprestigiada y tiene incentivos desalineados, y que los padres y la sociedad en general han mostrado una gran irresponsabilidad al no involucrarse activamente en este tema crucial. Es destacable mencionar que el lugar elegido para iniciar esta iniciativa no ha sido casual. Según cifras oficiales, el 10% de la población de Brasil es aún analfabeta; sólo el 44% de los jóvenes de 19 años termina la escuela secundaria, y sólo el 12% de los jóvenes asiste a la universidad. Los estudiantes brasileños ocupan el puesto número 53 entre los 57 países de las pruebas estandarizadas PISA de ciencias y matemática, y no hay ninguna institución de educación terciaria brasileña en el ranking de las 200 mejores 10 Mercado de trabajo universidades del mundo ("Suplemento de Educación Superior" del Times, Londres, 2009). Es por ello que, finalmente y contrariamente a lo que ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos donde los empresarios más grandes tienen cada uno su propia fundación educativa, en Brasil los principales magnates formaron una coalición educativa con una serie de objetivos comunes. Finalmente, debemos hacer referencia a la ausencia de una política educativa orientada claramente a las necesidades y capacidades que efectivamente deben adquirir los jóvenes para enfrentar los nuevos desafíos de este siglo. Un número creciente de líderes empresariales, políticos y educadores están unidos en torno a la idea de que los estudiantes necesitan "nuevas habilidades del siglo 21" para alcanzar el éxito hoy en día. Un joven que ingresa al mercado de trabajo no tendrá las competencias técnicas que requerirá para toda su vida laboral pero sí puede tener herramientas como la creatividad, innovación y emprendimiento, que lo ayudarán a liderar en los caminos venideros. Tony Wagner, miembro del Centro de Tecnología y Espíritu Emprendedor de Harvard, ha valorado el pensamiento crítico como el arma más importante para enfrentarse a los nuevos tiempos. “Nuevos retos que abren nuevas posibilidades a la educación, conscientes de que los estudiantes de hoy necesitan nuevas habilidades y, la mayoría de ellas, no se enseñan actualmente en las escuelas” (Tony Wagner). Con dicha afirmación, este autor destaca la necesidad de fomentar un pensamiento crítico que puede resumirse en saber hacer las preguntas adecuadas y ser capaz de trabajar en equipo con talento y creatividad. En este marco, Wagner fija siete competencias básicas, necesarias para que nuestros estudiantes tengan éxito en la era de la información y la comunicación. Si bien no deberían ser consideradas como exclusivas, son necesarias para los tiempos que se avecinan: 1. Resolución de problemas y pensamiento crítico 2. Colaboración en redes y liderazgo en las mismas 3. Agilidad y adaptabilidad 4. Iniciativa y espíritu emprendedor 5. Dominio efectivo del lenguaje oral y escrito 6. Acceso a la información y análisis de la misma 7. Curiosidad e imaginación Este es un momento decisivo en la historia de la educación y la competitividad. Los cambios fundamentales en la demanda de la economía requieren de políticas audaces y creativas. La formalización de la relación entre la educación y la competitividad con una agenda centrada en las habilidades del siglo XXI, apoyada por los ciudadanos, empresarios, educadores, investigadores y líderes de opinión es el punto de partida. Frente a este desafío se requiere de un liderazgo fuerte y con visión de futuro de los gobiernos nacionales, de las autoridades estatales y locales. 11 Mercado de trabajo Tabla 2: Perfil de escolarización de jóvenes de 20 años en América Latina Jóvenes con el secundario completo entre aquellos que tienen 20 años de edad (%) País Área Geográfica Clima Educativo del Hogar Sexo Total Urbana Argentina Urbano Bolivia Brasil Colombia Costa Rica Chile Ecuador El Salvador Guatemala Honduras Mexico Nicaragua Panamá Paraguay Perú Uruguay Todos los países considerados Rural 62,1 62,1 - 52,5 46,9 60,5 36,4 76,3 52,2 36,2 15,8 19,8 46,7 26,4 57,3 49,5 64,1 32,6 60,1 51,9 75,9 43,8 78 62,5 48 25,2 33,1 50 36,9 70,5 59,2 75,4 33,1 48,5 54,8 Hombre Mujer Bajo Medio Jóvenes de 20 años aún escolarizados, entre quienes no completaron el secundario Promedio de años de escolarización de los jóvenes de 20 años que no completaron el secundario, y están desescolarizados Alto 57,4 65,7 13,1 51 96,2 20,2 7,8 26,2 20,2 29,6 26,4 63,4 29,8 20,9 5,3 7 32,1 10,3 32,7 32,1 41,5 25 53,3 41,5 53 33,1 75,3 51,1 34,7 17,6 17,8 45,2 21,3 51,5 48,2 63 26,8 51,8 52,2 66,6 39,4 77,3 53,3 37,5 14,3 21,5 48,1 31,8 62,4 50,7 65,4 38,3 1,9 10,4 14,9 1,9 18,2 5,6 6,7 2,2 0,8 6,2 1,8 0,3 2,1 16,5 2,3 50,3 56,5 72,7 30,5 65,6 49,9 43,9 31 28,5 39,8 42,4 50,9 51,6 72,9 19,8 93,8 95,1 96,7 89,9 96,7 97,4 96,8 79,7 81,2 92 92,4 93,1 97,1 95,3 19,8 29,8 32,2 7,2 26,7 28,1 12,9 13,1 14,3 20 8,7 18,6 13,7 17,8 8,8 24 6,8 6,5 6 6,6 8,6 6,6 6 4,6 5,1 7,7 5,1 6,9 6,7 6,4 8 25,3 45 51,8 8,7 52,6 94 21,2 6,7 Fuente: SITEAL, IIPE / OEI, 2008 3. Educación y nuevas políticas públicas de formación para una inserción laboral eficiente. Diferentes estudios destacan el efecto positivo que tiene la inserción laboral temprana de los jóvenes sobre sus posibilidades laborales futuras (Ruhm 1997, D’Amico 1984 y Marsh 1991). Estos argumentan que el empleo temprano puede facilitar la transición entre educación y mercado laboral a través de la incorporación de hábitos de trabajo y habilidades valoradas por los empleadores, así como por la generación de contactos que 12 Mercado de trabajo mejoren el proceso de búsqueda posterior (Michael y Tuma, 1984). En el corto plazo, los jóvenes con experiencia laboral temprana, obtienen mejores empleos y experimentan una menor tasa de desempleo. Producto de la evolución de las economías nacionales, la conformación de sus sistemas productivos, el proceso de apertura comercial y las tendencias del mercado laboral, la relación entre educación y trabajo ha sufrido profundas transformaciones en América Latina en las últimas décadas. Nuevas realidades han surgido en este contexto, como el crecimiento del desempleo estructural y la expansión del sector informal. Tales transformaciones han provocado la revisión de políticas públicas e iniciativas privadas, ante la necesidad de formación de la población, especialmente de los más jóvenes. La participación del sector laboral en el diseño de políticas públicas vinculadas a la educación y en particular de la educación técnico profesional es ampliamente solicitada por los gobiernos y atendida con seriedad por algunos sectores del mundo laboral. Como consecuencia de ello, se han diseñado nuevas estrategias de formación, dando paso a nuevas instituciones y actores al mercado de formación, con diferentes esquemas de financiamiento y provisión (Vera, 2009). No obstante, los lazos y puentes entre la educación y el trabajo siguen siendo difíciles de construir. Entre diferentes académicos existe un argumentos según el cual los mercados de trabajo flexible disminuyen el desempleo general y juvenil al introducir incentivos a la contratación (Nickell, 1997 y 2003). La investigación empírica, sin embargo, indica que escenarios dinámicos de empleo son la consecuencia de determinadas reformas institucionales aplicadas sobre puntos de partida y contextos específicos. Por tanto, una reforma (o una combinación de ellas) tendrá los efectos esperados en la medida que actúe sobre las condiciones correctas. Es decir, sobre un conjunto de instituciones apropiadas, en una determinada coyuntura o punto de arranque. En suma, consideramos oportuno señalar que la relación mercado de trabajo y flexibilización laboral tiene características diferentes en cada uno de los estados latinoamericanos. Sin duda, las características del sistema de provisión de servicios y asistencia social (el “welfare state”) son determinantes al respecto (Esping-Andersen, 1990). Quizás uno de los desafíos más complejos de los años recientes esté relacionado con la necesidad de una participación cuantitativa y cualitativamente diferente de la sociedad civil y las empresas, organizadas en la construcción de las políticas públicas, desde lo local a lo nacional, en materia de educación e inserción laboral. Las tendencias recientes en el mundo del trabajo y la evolución de los sistemas educativos y de formación profesional han colocado a los jóvenes latinoamericanos frente a una compleja paradoja: aún cuando los niveles educativos alcanzados son mayores a los de generaciones anteriores, tanto en años de escolaridad formal como en la diversidad de 13 Mercado de trabajo trayectos formativos, los jóvenes encuentran hoy serias dificultades para lograr una inserción laboral y social plena (Ibarrola, 2004; CEPAL/OIJ, 2004). El objetivo de la capacitación brindada a los jóvenes debería centrarse en parte, en proveerlos de la formación necesaria para que en su vida futura, estén en condiciones de lograr los máximos ingresos posibles. La capacitación en las empresas ha existido desde décadas pasadas, aunque en los últimos años, podríamos afirmar que han evolucionado en organicidad y formalidad. Un rasgo central de este tipo de formación es el desigual acceso que tienen los trabajadores a oportunidades de capacitación. Existe una marcada diferencia entre las grandes empresas y las medianas y pequeñas (Pymes). Asimismo dentro de las primeras, las prácticas de capacitación varían por sector de actividad y jerarquía de los empleados. La competitividad mundial de un país está dada fundamentalmente por la productividad de su población, la cual depende a su vez de las capacidades y destrezas obtenidas a través de la educación y la capacitación. Es decir, la educación en tanto inversión en capital humano debe ser rentable no solo para los sujetos, sino también para las empresas y el país. En este marco, la contribución de la educación a la economía de una región se puede calcular por su efecto en la productividad, la cual se mide comparando la diferencia de ingresos a través del tiempo de las personas con y sin un tipo determinado de educación con el costo para la economía de producir esa educación. Esta medida, desarrollada por el Banco Mundial, es conocida como la “tasa de rentabilidad social de la inversión en educación”. En este marco, algunos países han desarrollado importantes programas públicos que tienen por objetivo propiciar la formación de los trabajadores, tanto los activos como aquellos que enfrentan problemas de empleo, con el fin de lograr desarrollar herramientas que permitan una rápida y eficiente inserción en el mercado laboral, atendiendo las necesidades del sector productivo. Estos programas son llevados adelante por los Ministerios de Trabajo y han tenido en la región diferentes expresiones. Argentina y Brasil, por ejemplo, llevan adelante programas de formación que otorgan financiamiento público directo a planes previamente acordados, con los sectores productivos en el primer caso y con los gobiernos locales en el segundo. Por su parte, Chile subsidia las actividades de capacitación de las empresas a través de un mecanismo conocido como la franquicia tributaria. Como mencionábamos anteriormente, las pequeñas y medianas empresas (Pymes) enfrentan problemas estructurales en materia de capacitación, debido a que no tienen ni el tamaño crítico ni los recursos para afrontar una política de formación. Es por ello que diferentes gobiernos latinoamericanos han desarrollado diversos programas de formación, o mecanismos de financiamiento específico, destinados a este tipo de empresas. Los programas en general son llevados adelante por las carteras de trabajo o bien por economía, siendo la tendencia la de abordar la empresa en su totalidad como 14 Mercado de trabajo sujeto de intervención, y ofrecer una propuesta integral de mejora en su competividad, lo que lógicamente incluye instancias de capacitación, tanto para los empresarios como para los trabajadores. Un ejemplo de este enfoque fue el Programa de Calidad Integral y Modernización (CIMO) en México, que alcanzó una importante cobertura durante las décadas del 80 y 90, continuado luego por el Programa de apoyo a la Capacitación (PAC) y el Programa de Apoyo a la Productividad (PAP). En este punto, sería oportuno detenernos a pensar la relación sector productivo, sociedad civil y Estado y las posibles acciones a implementar en materia de inclusión en el mercado laboral, teniendo en cuenta las necesidades del sector productivo, de manera tal que facilite el ingreso de los jóvenes al trabajo con solidez y al mismo tiempo con flexibilidad. Diferentes organismos internacionales, entre ellos la OIT por medio del Proyecto Promoción del Empleo Juvenil en América Latina, fomentan estrategias para la inclusión laboral de los jóvenes, poniendo énfasis en la relación con el mercado productivo. Una de las iniciativas es el sistema de pasantía o de inclusión temprana en el mercado laboral, donde el Estado en conjunto con el sector privado ofrecen prácticas pre-profesionales con el objetivo de que los jóvenes se familiaricen con las ramas de actividad o necesidades de las empresas en las áreas que se encuentran capacitando de forma temprana. En este sentido, y a modo de ejemplo traemos la experiencia del PREAL, cuyos objetivos han sido impulsar la descentralización de la gestión, la educación con equidad, y promover la calidad educativa, el perfeccionamiento docente y el financiamiento compartido por diversos actores sociales; la desconcentración de la gestión educativa hacia las municipalidades y la vinculación del sector empresarial con el sector social, los gobiernos locales y los padres de familia (Gajardo, 1999). Sus dos programas institucionales son “Empresa y educación”, diseñado para vincular la educación con los procesos productivos y para que el sector empresarial ejerza el liderazgo en el mejoramiento de la calidad educativa, y el programa de “Pasantías para docentes en América Latina y el Caribe”. Otra iniciativa es la de propiciar la participación activa de las organizaciones de empleadores en la gestión y planificación de liceos técnicos. Resultan aconsejables dos iniciativas: por un lado estimular la participación del sector empresarial en los liceos técnicos que presentan menor tasa de inserción de sus egresados y, por el otro, identificar las razones de esta asimetría, comparando dos grupos de liceos técnicos (con y sin participación empresarial). Asimismo resultaría interesante, frente al problema del desempleo y sub-empleo juvenil, identificar cuáles son las ocupaciones en el ámbito formal del mercado de trabajo donde los jóvenes lograron empleos de calidad. La finalidad es utilizar estos datos como 15 Mercado de trabajo instrumentos de acciones políticas, basándose indicadores del mercado de trabajo con el fin de orientar la formación hacia la demanda específica. Sin dudas, consideramos necesario institucionalizar un sistema de educación y trabajo con recorridos flexibles para los jóvenes. Esto implica desde revalorizar los liceos técnicos (la percepción es que el sistema favorece claramente las carreras profesionales frente a las técnicas), pasando por la retención escolar, hasta posibilitar compatibilizar el estudio y la formación permanente con el trabajo. Es necesario revalorizar el aprendizaje y la educación también fuera del sistema de enseñanza formal, es decir, abrir la mirada a distintos ámbitos de formación no formal, como generadores de credenciales válidas para el logro de la inserción laboral. De acuerdo a lo mencionado anteriormente, observamos que se debe prestar especial atención a las instituciones de regulación del mercado de trabajo (sistemas de educación y entrenamiento de jóvenes, sueldos e impuestos al trabajo, y los modelos de relaciones industriales), el ciclo económico general de un país, y el impacto de “shocks” económicos. En tal sentido, la evolución de fenómenos tales como los modelos familiares y las estrategias y expectativas de inserción laboral de los jóvenes, son considerados como la consecuencia de una determinada situación del mercado de trabajo. (Weller, 2006). Sin dudas, las tendencias mencionadas hasta aquí, nos llevan a reflexionar acerca del marco institucional que regula el mercado de trabajo. En términos generales, es importante prestar especial atención, como ya mencionáramos, a las instituciones y organizaciones que regulan tanto el mercado de trabajo agregado como el de jóvenes. En este sentido, en los diferentes países latinoamericanos, se implementan políticas públicas específicas de promoción y reinserción laboral, así como aumentos salariales para el grupo de población joven. Siguiendo con la compleja relación educación-trabajo, otro de los temas que ha vuelto al debate regional, dentro de los que conciernen a la diferenciación institucional y/o curricular, se refiere a si una reformulación del lugar de los saberes del trabajo en la escuela secundaria puede ampliar las oportunidades laborales de los jóvenes. Actualmente, en algunos países de la región, el debate reside en una reformulación del lugar de la formación para el trabajo en los liceos, tanto la técnica como la académica. En efecto, si se repasan las iniciativas recientes en la región latinoamericana en relación a la educación técnica, nuevas tendencias apuntan a reintegrar el modelo institucional y curricular y a articularla con un sistema de formación continua y de certificación de competencias. La tendencia en nuestros días busca revalorizar la articulación de la educación con la preparación para el trabajo de un modo que podría denominarse intermedio “entre el generalismo y la formación profesional específica”. Se advierte una corriente de contribuciones teóricas y de iniciativas en las políticas públicas que 16 Mercado de trabajo comienzan a revisar las posturas acerca del significado de la formación para el trabajo en el nivel medio de la educación. Las complejidades y tensiones de los mercados de trabajo latinoamericanos (diversos y segmentados) y su vínculo con la educación han instalado interrogantes en torno a: ¿Qué contribución puede realizar la escuela a la comprensión del mundo del trabajo, sus reglas de juego y sus vinculaciones con el desarrollo del país? ¿Cuál debe ser el papel de la escuela en la orientación a los jóvenes egresados que se enfrentan a un mercado duro e incierto? ¿Cuál es el rol del sector empresarial? ¿Es conveniente proponer generalizadamente que la escuela secundaria no forme para nada específico? ¿Cómo canalizar el desarrollo de competencias emprendedoras? (Jacinto, 2007). 4. Algunos casos internacionales a tener en cuenta En años recientes, varias evidencias en América Latina parecieran indicar que en la medida en que el diseño y ejecución de los programas de formación e inserción laboral de jóvenes responden o se ajustan a los diferentes perfiles productivos locales, aún con precariedades, cuentan con mayores probabilidades de “éxito”. En este marco, en América Latina y el Caribe se constatan incipientes resultados cuando se examina la existencia de políticas públicas en materia de inserción laboral con miras al mercado productivo. Una iniciativa que consideramos oportuno señalar a nivel regional es el programa de Tecnología para la Inserción Laboral. Este programa comenzó en noviembre del 2011 y su novedad reside en dos puntos importantes, por un lado en su alcance regional (abarca Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Uruguay, El Salvador, México y Paraguay) y por el otro la cooperación entre actores relevantes de la sociedad civil: empresas y emprendedores capaces de colaborar en la inserción laboral de los jóvenes (Redetis, 2011). Se deben subrayar los esfuerzos de los gobiernos, ya sean nacionales como locales, y la prioridad dada por la OIT a la puesta en marcha de dichas iniciativas. Algunos países latinoamericanos han diseñado y/o implementado planes de empleo juvenil con cierto éxito, entre otros: Brasil, Uruguay y Argentina. Programa Trabajar en Argentina (OIT, 2001) Desde la perspectiva de la demanda, el instrumento más reciente son las leyes referidas al primer empleo que brindan incentivos a las empresas por la contratación de jóvenes, mediante la reducción de los costos laborales. Estos sistemas también se encuentran vigentes en México y Chile, mientras que en el Brasil existieron hasta 2007. En el Paraguay rige una legislación de esta índole pero aún no se puso en marcha, mientras que en la República Dominicana se está discutiendo un proyecto de ley sobre el tema. Por 17 Mercado de trabajo su parte, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina enfatiza la terminalidad de la educación básica en sus programas de formación, entre ellos el más reciente es “Jóvenes con más y mejor trabajo”. Chile: subsidio al empleo joven En el caso de Chile, el subsidio al empleo de jóvenes es directo sobre la remuneración, a diferencia de México, donde la ley de contrato de primer empleo (2007) establece que el Estado se hace cargo del pago de los aportes de seguridad social de estos jóvenes. En este último programa los incentivos se activan luego de un período mínimo de contratación, situación que tiende a lograr una mayor estabilidad de los jóvenes en su primer trabajo. En todos los casos, estas políticas tienen como objetivo insertar a los jóvenes en el sector formal. Brasil: Escola de Fábrica, “Escuela – Empleo” y “Conexiones” En cuanto a las acciones desarrolladas en Brasil, en la órbita de la sociedad civil, se destaca el Programa del “Centro de Integración Empresa-Escuela” (CIEE) y “Projovem”. Asimismo se lleva adelante el “Programa Nacional de Calificación”. Desde 2004 se viene implementado a través del Plan Plurianual 2004-2007, a cargo del Ministerio de Trabajo y Empleo de Brasil. Este programa se encuentra articulado a nivel nacional y al mismo tiempo, conducido de manera descentralizada por medio de los Planes Territoriales de Calificación (PlanTeQs) y de los Proyectos Especiales de Calificación (ProEsQs). Consideramos oportuno señalar, los siguientes proyectos: - Escola de Fábrica: A nivel nacional, desde el 2004, la Secretaría de Educación Profesional y Tecnológica (SETEC) dependiente del Ministerio de Educación y Cultura de Brasil (MEC) lleva adelante este emprendimiento dirigido a los jóvenes con baja renta de entre 16 y 24 años que estén matriculados en la escuela pública, en un curso de educación básica o en un programa de educación para jóvenes y adultos. Los objetivos de esta “Escuela de Fábrica” se centran en incluir a los jóvenes en el mercado de trabajo mediante cursos de iniciación profesional en unidades formadoras, fortalecer la descentralización de las políticas públicas mediante actores sociales, públicos y privados y apoyar las acciones de responsabilidad social de los sectores productivos. En el programa participan empresas estatales, sociedades de economía mixta, administración directa, autárquica y fundacional en todas las esferas del gobierno, instituciones privadas sin fines de lucro, empresas privadas, instituciones educativas certificadas. - Centro de Integración Escuela-Empresa: Siendo una de las iniciativas más antiguas de la región, desde 1965 en Brasil, a nivel nacional, se implementan estos centros de integración, dirigidos a los jóvenes estudiantes de nivel medio, técnico y superiores con el objetivo de encontrar para ellos una posibilidad de pasantía. Este centro cuenta con 42 años de experiencia, que le han permitido establecer vínculos entre 28114 empresas y 18 Mercado de trabajo 20661 instituciones educativas, ofreciendo (redetis.org.ar- www.empresas.ciee.org.br) 7722 oportunidades de pasantías - Programa de Educación para el Trabajo – Nuevas Conexiones: desde 1996, el SENAC de San Pablo (Servicio Nacional de Aprendizaje Comercial) lleva adelante el Programa de Educación para el Trabajo dirigido a los jóvenes socialmente desfavorecidos, con reducidas posibilidades de ingreso y permanencia en el mundo del trabajo. La originalidad de este programa radica en la importancia de la tecnología como medio para la adquisición de una cultura libre. Su estrategia principal es la creación de un blog en el cual se llevará adelante la construcción de un plan de desarrollo profesional o de negocios, buscando la formación integral del alumno y a su participación en la comunidad. El programa arrojó resultados interesantes: capacitó a más de 40.000 alumnos; luego de un año de concluido el curso 57% de los jóvenes se encuentran empleados; 76.9% de ellos en el sector formal, 64% llevan más de 6 meses en el mismo empleo, 49% en comercio y 37.4% en grandes empresas. Entre los socios del programa se encuentran empresas privadas (tales como Coca-Cola, Femsa, Instituto Eurofarma, Azucar Guaraní), organizaciones sociales (Instituto Educacional Francisco de Assis, Legión Mirim de Catanduva) y oficinas municipales del Estado de San Pablo (SENAC San Pablo) La importancia de este caso reside en el papel clave que tienen hoy en día las tecnologías de la información y comunicación (TICs). Este caso deja en evidencia la necesidad de incluir recursos y recursos didácticos electrónicos que han mejorado la portabilidad del aprendizaje, logrando una mayor accesibilidad para los usuarios. Las asociaciones no gubernamentales y el sector empresarial tienen entonces un papel importante a la hora de contribuir a la cobertura de las TICs, debido a su mayor uso y especialización en esta área (Bullrich, Sánchez Zinny 2011). Colombia: “Programa Educativo Líderes Siglo XXI” Con respecto a las buenas prácticas de Colombia, en un país donde la sociedad civil lamentablemente sufre los avatares de la violencia y en muchos municipios la ausencia del Estado, se vienen desarrollando diferentes iniciativas con gran impacto en la juventud. Uno de los programas con resultados destacados es el Programa Educativo Líderes del Siglo XXI, desarrollado por Empresarios por la Educación. Es el sector privado ante la falta de oportunidad para las jóvenes y jóvenes de Colombia quienes toman la iniciativa de colaborar en generar condiciones de equidad, a través del mejoramiento de la gestión del sistema educativo y de la calidad de la educación preescolar, básica y media, atento a lo que ocurre en la primera infancia y en alianza con el sector educativo y con actores relevantes de la sociedad civil (www.fundacionexe.org.co). 19 Mercado de trabajo Desde 2004, el Programa Líderes del Siglo XXI trabaja de manera conjunta con empresas e instituciones educativas basada en un enfoque de mejoramiento continuo con el fin de lograr mejores rendimientos en el proceso educativo y transformación de la cultura de trabajo (Redetis , 2012) La Fundación Empresarios por la Educación (ExE) tiene su origen en el “Latin American Basic Education Summit”, realizado en marzo de 2001 en Miami, el cual fue convocado por un grupo de corporaciones norteamericanas para promover una vinculación más activa del sector privado con el educativo y contribuir, así, al mejoramiento de la educación en Latinoamérica. Los empresarios y dirigentes gremiales colombianos, con el fin de ratificar su compromiso y estudiar la situación de la educación en Colombia consensuaron un documento, conocido como el Manifiesto del Empresariado Colombiano sobre la Educación Básica. De esta manera, en 2002 se creó la Fundación Empresarios por la Educación, como un movimiento para que los empresarios participen en la transformación del sistema educativo de Colombia. El punto interesante a resaltar es que proyectos como “Campañas Fundación – Éxito: Campaña Educativa Creciendo Junto a Mi Tierra” tienen presencia en más de 100 municipios de Antoquia. Las campañas educativas Creciendo Juntos y Mi tierra son alternativas pedagógicas para abordar, de manera sencilla, temáticas relacionadas con el conocimiento profundo del departamento y del país. Nos interesa señalar la importancia particular de este caso: los jóvenes por medio de un aprendizaje lúdico – participativo, estudian las necesidad de su sector productivo, cultural y social local, situación que permitirá una inserción acorde al mercado laboral. Este programa realiza actividades de sensibilización en los colegios y de formación, visitas a diferentes municipios de Antioquia, foros temáticos, eventos culturales, además de capacitaciones dirigidas a estudiantes y docentes. Las campañas involucran a autoridades locales y educativas, así como al sector privado. Aunque la entrega de sus materiales no es gratuita, éstos son donados, sin costo alguno, a 50 instituciones educativas. La sostenibilidad de la experiencia se garantiza con la vinculación de nuevos actores a las campañas. El caso de “Sembrando Semilla Empresarial” cristaliza la preocupación del sector privado en resolver una problemática local. La escasa participación de los habitantes de Sabaneta (Antioquia) en el mercado laboral y la preferencia de los empresarios locales por empleados de otros municipios, llevó a la necesaria participación de los empresarios al abordaje de la problemática. La necesidad de una inserción laboral de los jóvenes sabateños al mercado laboral local llevó a los empresarios al diseño de estrategias de formación laboral acorde con las necesidades locales e intereses de los jóvenes. La Cámara de Comercio de la zona Sur del Valle de Aburrá y el Centro de Orientación y Gestión para el Trabajo-CEOGET realizan mensualmente conferencias y actividades académicas. En ellas participa un empresario que socializa su experiencia en la creación 20 Mercado de trabajo de empresa entre los jóvenes de 9° a 11° grado. Además se selecciona un grupo de alumnos con perfil de liderazgo y calidad académica, para que conozcan los procesos productivos de algunas compañías. En 2003 se realizó la Primera Muestra Universitaria de Sabaneta, en la que se trataron temas como: proyecto de vida y empresa, emprendimiento empresarial y mercado laboral, entre otros (www.fundacionexe.org.co). Ecuador: “Jóvenes Productivos – Entra 21” En las ciudades de Quito y Guayaquil en Ecuador desde 2008 se están implementando diferentes programas. Entre ellos se destaca “Jóvenes Productivos – Entra 21” dirigido a jóvenes que no hayan terminado el liceo. Con el objeto de proveer a las organizaciones y empresa empleadoras de mano de obra joven y mejor capacitada para realizar diversas actividades laborales. Este proyecto cuenta con una certificación la cual otorga la organización sin fines de lucro que busca elevar la calidad en la prestación de servicios turísticos con el apoyo del Ministerio de Turismo (Redetis). Uruguay: “Primera Experiencia Laboral” En lo que respecta a las iniciativas desarrolladas desde Uruguay se destaca la “Primera Experiencia Laboral”. Esta experiencia, comenzada en 1993, a nivel nacional, por el Instituto Nacional de Juventud, se dirige a Jóvenes de entre 16 y 24 años que no están insertos en el mercado de trabajo, fundamentalmente aquellos provenientes de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). El programa ofrece herramientas para que los jóvenes enfrenten una primera entrevista laboral y para una adecuada preparación del currículum vitae. También brinda conocimientos sobre derechos laborales y previsionales. Además se busca insertar a los jóvenes en una primera experiencia laboral de 9 meses de duración. Esta experiencia se realiza tanto en empresas públicas como privadas. y cuenta con el seguimiento y el respaldo del Instituto Nacional de Juventud (INJU). El Programa se encuentra organizado a partir de una Taller Ocupacional que se encuentran a cargo del equipo técnico del INJU y de pasantes universitarios. Otros ejemplos de estas políticas en la región son el “BonoEmprende” del Perú, el “Youth Entrepreneurship Success Programme” (YES) de Trinidad y Tobago, el Fondo “Emprender” de Colombia y el programa “Chile Emprende” (Camacho, 2009). Todas ellas son iniciativas del sector público con apoyo del sector privado. Sin embargo, también existen programas no gubernamentales como el Colectivo Integral de Desarrollo en el Perú, que se basa en la evidencia de que para iniciar un negocio, la capacitación empresarial y de gestión resulta más importante que el crédito, dado que la mayoría comienza utilizando ahorros propios o familiares (Chacaltana, 2009). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Estrategia Joven y Aprender trabajando 21 Mercado de trabajo Con respecto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las tasas de desempleo son comparativamente mayores para el grupo etario más joven. Es importante señalar que mientras por un lado la tasa de desempleo para la población de 25 años en adelante es de 7,4%, para los jóvenes de 15 a 24 años ese porcentaje aumenta a 22%. Por otro lado, el 22,4% de los jóvenes de 13 a 17 años de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no asiste al nivel secundario o lo hace con sobre-edad. Esta situación se agrava para los estratos en condiciones de pobreza en el que el 71% de los jóvenes no asiste al secundario. Por su parte, la participación femenina en el mercado de trabajo es muy inferior en comparación con la masculina entre los jóvenes. De aquí la importancia que adquiere el incentivar desde la esfera pública, políticas y mecanismos tanto en el incremento de la participación en el mercado de trabajo como la formalidad del mismo, ya que la primera experiencia laboral de muchos jóvenes es fundamentalmente en el sector informal (Velasco Gálvez, 2011). En este sentido es fundamental la generación de normas específicas en cuanto a las posibilidades de formación y capacitación, desde la inclusión laboral y social de manera conjunta desde la esfera local como la nacional, con el sector productivo propio de cada región o ciudad. En este marco, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires ha iniciado el proceso de elaboración del Perfil del Egresado del siglo XXI, tomando como punto de partida la reforma de la nueva escuela secundaria. Dicha reforma es parte de la nueva política pública realizada por el Ministerio de Educación de la República Argentina en el año 2010. La iniciativa Perfil del Egresado Siglo XXI se presenta en la Ciudad de Buenos Aires como una oportunidad propicia para fomentar iniciativas orientadas a la innovación de la enseñanza y la reforma curricular e institucional. Dentro de dicho programa cabe destacar el rol asignado a las TICs en todos los ámbitos sociales. Por otra parte, y en consonancia con las nuevas habilidades del siglo XXI descriptas anteriormente por el experto Tony Wagner, el proyecto busca priorizar saberes tendientes a la promoción de: pensamiento crítico y resolución de problemas: analizando rigurosamente la información, los conocimientos y saberes disponibles; el aprendizaje autónomo y la comunicación efectiva: haciendo referencia al manejo de diversas estrategias comunicativas y su aplicación de forma clara y concisa en función de los objetivos propuestos, el contexto y las características de los interlocutores; el trabajo colaborativo: como la capacidad de participar activamente en equipos diversos, presentado abiertamente las opiniones propias y manteniendo una actitud respetuosa hacia los puntos de vista de otras personas; la adaptabilidad e iniciativa: como la capacidad de adaptarse a nuevos contextos y nuevas ideas de manera flexible e innovadora, entendiendo el cambio como una oportunidad para el desarrollo personal; la ciudadanía responsable: en tanto pleno ejercicio de los derechos y obligaciones culturales, políticas, civiles y sociales, reconociendo su valor para el bienestar y el desarrollo democrático de una sociedad. 22 Mercado de trabajo Lo que se busca con esta nueva propuesta formativa es motivar la participación de diversos actores de la comunidad para consensuarla, convocando a miembros de la comunidad educativa (docentes, directores, supervisores, familias, referentes de las universidades) y representantes del mercado laboral (sector privado, tercer sector y sector público), con el fin de asegurar que el perfil propuesto reúna los principales atributos que los alumnos egresantes deberán poseer para poder continuar sus estudios y desempeñarse satisfactoriamente en el mercado laboral, convirtiéndose así en personas íntegras y ciudadanos comprometidos. Finalmente y en lo que respecta a los abordajes institucionales en tanto intervenciones en las esferas sociales, económicas y educativas dirigidas a favorecer la inserción laboral de los jóvenes, el gobierno de la CABA ha desarrollado diferentes acciones en los últimos años. Entre ellas, la aplicación de programas que responden a necesidades y demandas de la sociedad relativas a la educación y el trabajo. El organismo encargado de coordinar estas políticas y programas es la Gerencia Operativa de Educación y Trabajo (GOET), dependiente del Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuya visión se traduce en la dignificación de las personas y mejoramiento de su calidad de vida a través de la educación y el trabajo. La GOET se propone desarrollar los saberes y competencias necesarias para que las personas logren, equitativamente, obtener y mantener un trabajo digno. En este sentido el gobierno de la CABA ha implementado diferentes estrategias entre las cuales se destacan el programa de Formación Profesional (FP), el programa de Educación No Formal (ENOF) y Programas Especiales, que comprenden la Estrategia Joven y Aprender Trabajando. 5. Políticas educativas y mercado de trabajo: en búsqueda de la armonía. En el caso de los jóvenes, la deserción o expulsión escolar temprana, la falta de congruencia entre educación - formación y las características de la demanda, las grandes inequidades intra generacionaes y la elevada precariedad de la inserción laboral juvenil, entre otros factores, tienen consecuencias económicas y sociales que ponen de relieve la necesidad de contar con políticas públicas que logren enfrentar efectivamente estos problemas y sus causas. Creemos entonces que es prioritaria la generación de estudios que indaguen sobre cuál es la demanda del mercado laboral, con el fin de elaborar un perfil de trabajador joven que responda a dichas necesidades. La vinculación entre educación, capacitación y mercado laboral, debe ser específica y acorde a las 23 Mercado de trabajo necesidades particulares de los jóvenes y el modelo productivo a nivel local. Parece necesario y prioritario entonces pensar un cambio de la educación media. El modo en que ésta debería estructurarse es aún una pregunta por responder, aunque sí es posible plantear algunos criterios básicos, como punto de partida, como los aquí descriptos. En el actual contexto social y cultural de la región, es importante plantear un modelo de escuela que posea objetivos claros, pensados desde las necesidades específicas que se presentan hoy ante los jóvenes; en otras palabras desde las demandas de formación de las propias empresas y organizaciones. Del grado de coordinación alcanzada entre ambos mundos (oferta y demanda de empleo) depende, en gran medida, el logro de una mayor y mejor inserción laboral de los jóvenes, aumentar el impacto de las intervenciones y al mismo tiempo hacer más rentables los recursos que se invierten en los programas. Pareciera que para alcanzar mejores resultados, es preciso diseñar sistemas formativos, pensados como trayectorias de aprendizaje que agreguen valor, que contemplen diferentes estrategias y etapas, articulados con proyectos de desarrollo local o sectorial, que se retroalimenten entre sí y con ciertos niveles de interdependencia y flexibilidad interna. Es necesario entonces, realizar un replanteamiento en profundidad de los saberes o habilidades (skills) necesarias hoy en día, evitando reduccionismos y tratando de esbozar también los del próximo futuro: “hacia dónde vamos” (Alfons Cornella). En este sentido, debemos dirigir la mirada hacia los ejes de este nuevo currículum: leer y escribir de manera comprensiva, construir el propio conocimiento, interpretar-contextualizar, comunicar, aplicar, tener mente abierta y una opción ética, y la importancia de las operaciones cognitivas: capacidad de análisis, síntesis, creatividad, juicio crítico y educación emocional. En este marco, una primera etapa de definición de los llamados “nichos de mercado” debería integrar las demandas laborales locales o la generación de “nuevos empleos” con las motivaciones, expectativas personales, intereses y saberes previos que los jóvenes tienen. Asimismo, a lo largo de todo el trayecto de formación parece ser necesario incluir diferentes estrategias que colaboren con el incremento del capital social y de relaciones con que los jóvenes se integran en el proceso de formación. Este aumento de las oportunidades de desarrollar un capital social se vincula a la variedad y calidad de experiencias de vinculación a las que acceden los jóvenes, tanto con el sector privado como con otras organizaciones, emprendimientos y organismos del sector público. Finalmente, una serie de cuestiones a tener en cuenta han surgido de este breve análisis, que pueden ser interés para la pensar nuevas de políticas públicas educativas en América Latina: 24 Mercado de trabajo a) Los jóvenes y principalmente las mujeres jóvenes son más vulnerables en el mercado de trabajo respecto de la población adulta, aún en períodos de estabilidad económica. b) Las crisis económicas agudizan el desempleo juvenil, deteriorando con ello la calidad del empleo obtenido. c) Entre las medidas para generar empleo se destaca la rápida respuesta desde los gobiernos que apostaron por políticas contracíclicas, entre ellas los gastos adicionales en infraestructura, los subsidios, el crédito para las pequeñas empresas, los programas y servicios de formación, la celebración de consultas con las organizaciones de empleadores y de trabajadores, y la protección social. d) La importancia y necesidad de promover y garantizar la retención en el sistema educativo de los más jóvenes e) A nivel de las políticas e instituciones del mercado de trabajo, se destacan como respuestas eficientes ante las crisis y situaciones coyunturales de deterioro económico: el fortalecimiento de los servicios públicos de empleo para reinsertar a las personas al sistema; el desarrollo de las calificaciones orientadas a propiciar una preparación; la aplicación de medidas para mantener el poder adquisitivo de los trabajadores con salarios bajos a fin de evitar que aumente la pobreza o se ahonde la recesión. f) Fomentar el diálogo social entre organizaciones de la comunidad Estado, sector privado y g) Las crisis como oportunidades de crecimiento: Los jóvenes representan un valioso e irremplazable recurso para la economía, las empresas y la sociedad misma. En este sentido las crisis deberían ser percibidas como oportunidades para abordar y resolver estratégicamente el empleo en general y particularmente el empleo juvenil, con una mirada de largo plazo. 25 Mercado de trabajo • • Biggart A. (2004): Families and transitions in Europe: State of the art report, FATE Research Project, School of Social and Community Sciences, University of Ulster. • Bullrich, E; Sanchez Zinny, G (2011): Ahora…Calidad. Apuntes para el debate sobre politica educativa en Argentina Equipo Pearson. • Cachon, L. (2000): Juventudes y empleos: perspectivas comparadas, Madrid, INJUVE. • Camacho, M. (2009): “Empleo para Jóvenes en las Américas: estrategias y recomendaciones de política”, en Boletín Técnico Senac. • CEPAL y otros (2005): Objetivos de desarrollo del milenio. Una mirada desde América Latina y el Caribe. Santiago de Chile: CEPAL. • Chacalta NA, J. (2009): Inserción Laboral de Jóvenes en Perú. Proyecto Regional “Integración de jóvenes al mercado laboral”. 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