La familia, lugar privilegiado de transmisión y vivencia de la fe.

Transcripción

La familia, lugar privilegiado de transmisión y vivencia de la fe.
Hola hermanos. Esperamos que la primera entrega de los temas que se están tratando en la
Semana de la Familia les haya interesado y sobretodo que les haya dejado enseñanza, que la base
de nuestra Iglesia es la familia y la semilla de la fe se siembra en el seno familiar.
Este segundo día, hemos recibido un tema muy importante, la necesidad de concientizar a nuestra
familia para que sea transmisora de la fe en el entorno en el que vive y con quienes se relacionan
nuestros miembros. Deseamos que te sea de utilidad.
La familia, lugar privilegiado de transmisión y vivencia de la fe.
Esto dice el Señor: La congregación de los que
creyeron era de un corazón y un alma; y ninguno
decía ser suyo lo que poseía, sino que todas las cosas
eran de propiedad común. Con gran poder los
apóstoles daban testimonio de la resurrección del
Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos
ellos. No había, pues, ningún necesitado entre ellos,
porque los que poseían tierras o casas las vendían,
traían el precio de lo vendido, y lo depositaban a los
pies de los apóstoles, y se distribuía a cada uno
según su necesidad (Hechos 4, 32-35).
Hechos de Vida.
La semilla de la fe sembrada en los hijos por Dios, no crece sola si los padres no la procuran y
ayudan a crecer y fortalecerse, no solo en sus hijos, sino en ellos también.
Como familia, el primer lugar de transmisión y vivencia de la fe es dentro del mismo núcleo
familiar. Una onda en el agua se expande del interior hacia el exterior, y la fe en la familia es igual,
debe crecer y fortalecerse en el interior para luego transmitirse a los demás: familiares, amigos,
vecinos y toda persona con quien se relacionen.
Como padres podemos alimentar la fe de nuestros hijos haciéndoles ver que Dios es el centro de
nuestra familia, que lo que somos y tenemos es por El y no por nuestras propias fuerzas;
asistiendo a Misa diciendo que lo hacemos no solo porque nuestra religión lo pide sino porque
estamos agradecidos a Dios por la vida, por ellos, por lo recibido, por amor a Cristo.
No es tarea fácil, estamos rodeados por una cultura donde Dios no cabe, pero al ir creciendo en
familia en la fe y como personas vas transmitiendo al exterior esta forma de vida. Nunca puedes
decir que la batalla está ganada; el ser humano es perfectible en todos los aspectos y en la fe
tampoco se termina de crecer y ésta necesita ser fortalecida mediante la gracia de Dios, la sagrada
Comunión (para aquellos que pueden hacerla) y el conocimiento de Su palabra.
Para los hijos, experimentar el amor de Dios a través de sus padres cultiva valores maravillosos
que los mantendrán unidos como familia.
Reflexiona: ¿Cómo es la vivencia de fe en tu familia y cómo la transmites en tu entorno social?
¿Buscas alimentar la fe en Dios y propones prácticas cristianas que ayuden a este crecimiento?
A la luz del Magisterio (del documento PORTIA FIDEI).
“La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor
que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos
hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y
permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la
mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a
aceptar Su palabra para ser sus discípulos”. (PF7) .
La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los
fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia
es la comunidad en la que, desde la infancia, se puede aprender los valores morales, comenzar a
honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La familia debe vivir de manera que sus miembros
aprendan el cuidado y la atención de los jóvenes y ancianos,
de los enfermos o disminuidos, y de los pobres.
Acciones concretas para fortalecer la fe en la familia.
Lograr que los hijos se interioricen en la fe requiere
aprovechar situaciones que muestren la belleza de la virtud y
de una existencia cristiana plena.
Discernir necesidades. La sociedad crea necesidades y los hijos
sienten una enorme presión que les hace desear lo que tienen
otros y hacer lo que “todos hacen”. No es fácil lograr que los
hijos acepten modos de vestir, diversiones y objetos de uso
sanos y desechar “necesidades” falsas que pueden llevarlos a
la ruina personal pero vale la pena el premio: La amistad con
Cristo.
Abrirse a los demás. El corazón que aprende a vivir como
cristiano descubre en cada uno la presencia del amor del
Padre, el deseo de Cristo de acogerlo en el número de los
amigos, la acción del Espíritu Santo que susurra en los
corazones y que los guía hacia la Verdad completa. No hay
amor más grande que el de dar la vida los unos por los otros
(cf. 1 Jn 3,16)
Los hijos que ven en sus padres actitudes profundas y gestos
sinceros de amor al prójimo aprenden, más allá de las
palabras, lo que significa ver a Cristo en los hermanos.
Oración del Papa Benedicto
XVI en el VI Encuentro Mundial de la
Familia
Oh Dios, que en la Sagrada familia nos
dejaste un modelo perfecto de vida familiar
vivida en la fe y la obediencia a tu voluntad.
Ayúdanos a ser ejemplo de fe y amor a tus
mandamientos.
Socórrenos en nuestra misión de transmitir
la fe a nuestros hijos. Abre su corazón para
que crezca en ellos la semilla de la fe que
recibieron en el bautismo. Fortalece la fe
de nuestros jóvenes, para que crezcan en el
conocimiento de Jesús.
Aumenta el amor y la fidelidad en todos los
matrimonios especialmente aquellos que
pasan por momentos de sufrimiento y
dificultad.
Unidos a José y María, te lo pedimos por
Cristo tu Hijo, nuestro Señor.
Amén.

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