una foca llamada maica

Transcripción

una foca llamada maica
UNA FOCA LLAMADA MAICA
(CUENTO DENUNCIA)
Por:
Pilar López Bernués
(Derechos registrados)
UNA FOCA LLAMADA MAICA.
Maica era una foca joven y vivía en la Antártida con otros sujetos de
su especie. Todo su mundo lo componían los fríos y helados cascotes
de hielo, sus congéneres, las escaramuzas bajo el agua y la pesca
para alimentarse.
Le costó un poco aprender a pescar, esa es la verdad, pero contó con
los consejos de su madre y las enseñanzas de la Naturaleza,
empeñadas ambas, junto a su poderoso instinto, en mostrarle todo lo
que debía aprender... En cuánto logró atrapar su primer pez ya supo
cómo procurarse alimento, de modo que no volvió a sentir hambre ni
frustración.
A Maica le gustaba mucho jugar con su amigo Tom. Mientras fueron
cachorros sus correrías consistían en perseguirse bajo el agua y
luchar mordisqueándose... Pero llegó la Primavera y Maica empezó a
ver a Tom con otros ojos. ¡Era tan apuesto, tan guapo! Se había
convertido en el líder del grupo de adolescentes y todas las focas
estaban locas por él.
Tom y nuestra amiga descubrieron el juego del amor. Juntos
retozaron bajo el agua y sobre la fría tierra antártica, cubierta de
hielo. También juntos pescaron durante unos días y se prodigaron
mordiscos juguetones y caricias amorosas. Unos meses mas tarde
nació Micky.
Cuando Maica vio aquella cosita pequeña y peluda, de hermosa piel
blanca y ojos negros, se sintió feliz. Su instinto maternal se desarrolló
en un instante y la joven foca comprobó que el bebé colmaba su
pequeño mundo de dicha y satisfacción.
Maica era inexperta, pero cuidó de su cachorro como sólo una madre
sabe hacerlo. Le dio de tetar y lo cobijó por la noche protegiéndolo
del frío y acariciándolo mientras dormía. En unos días empezó a jugar
con él y decidió que sólo lo dejaría a "su aire" cuando Micky fuera un
poco mayor y ya supiera desenvolverse por él mismo. Entonces se
separarían, pero sería para que el muchachito viviera su propia vida.
Entretanto, les esperaban muchas semanas de compañía mutua,
conversaciones instructivas, caricias y juegos.
En la pequeña comunidad de focas la vida transcurría apaciblemente.
Micky se había hecho amigo de otros cachorros y juntos jugaban bajo
la atenta mirada de sus madres, que no podían ocultar el orgullo que
sentían por sus retoños.
Pero la felicidad dura poco:
Un día, una foca vieja emitió un grito de alarma y toda la comunidad
tembló de angustia. Maica, asustada, trató de llegar al mar y llevarse
con ella a Micky... ¡Demasiado tarde! Dos humanos habían irrumpido
en medio del grupo. Separaron a las crías de sus madres y,
atrozmente, se dedicaron a golpear en la cabeza a los bebés y
despellejarlos.
Maica intentó ocultar a Micky bajo su cuerpo pero fue apartada
brutalmente. Ella, fuera del agua, era tan torpe que apenas podía
moverse. Cuando la foca vio que un humano atacaba a su pequeño
se sintió desfallecer de angustia. Trató de morder al agresor, pero de
nuevo fue apartada con un golpe brutal.
Unos minutos más tarde, en medio de un charco de sangre, estaba el
pequeño Micky, sin piel. Su corazón todavía latía y Maica,
frenéticamente, trató de lamerlo y darle calor; y se quedó junto a él
hasta que dejó de respirar. Impotente, temblando de angustia y
desesperación, la joven foca contempló aquel espectáculo de sangre
y horror. ¡Todos los bebés estaban muertos! Elevó los ojos al Cielo
sin comprender qué había pasado, qué había hecho mal...
-Es el Destino - le dijo, tratando de consolarla, una foca vieja y sabia.
Tu has sido una buena madre, pero nadie puede luchar contra los
humanos.
-¿Por qué? - lloró Maica.
-Porque son los amos.
-¡Micky y los otros bebés no les habían hecho nada!
-No. Pero los hombres no tienen la piel fuerte, como nosotras,
necesitan vivir en lugares más cálidos y han de protegerse del frío
cuando es invierno.
-¿Y para eso han matado a Micky?
-Nosotras pescamos peces...
-¡Pero ellos no se lo han comido! - vociferó Maica – Eso... eso lo
entendería... – lloró, oyendo la voz de su poderoso instinto, que le
decía que matar para comer era una ley natural.
-El próximo año tendrás otro cachorro.
-Sí. Pero no será él. ¡Yo lo quiero a él!
-Si los humanos son los amos - intervino una amiga de Maica
dirigiéndose a la foca sabia - ¿por qué no han inventado algo para
calentarse?
-Eso es lo terrible… - respondió-. Tienen otros métodos para cubrirse
del frío, porque son inteligentes y saben dominar a la Naturaleza...
Pero he oído que a algunas hembras humanas les gusta lucir un
bonito abrigo de piel ante sus amigos. Por desgracia para nuestra
especie, la pelusa blanca de los bebés es muy apreciada.
Maica no dijo nada más. Se acercó a los restos de Micky y,
amorosamente, trató de sepultarlos con nieve para que ningún
depredador se los comiera, para que su pequeño quedara allí...
Fugazmente, recordó los días vividos junto al cachorro, sus juegos y
caricias, y la curiosidad del bebé por todo lo que descubría a diario. Al
igual que Tom, su padre, Micky también era el líder de su grupo de
amigos y el que organizaba los juegos...
Maica contempló una vez más la helada superficie manchada de
sangre, miró sin ver el montoncito de nieve que ocultaba a su
cachorro y que escondería para siempre aquella carita inocente y
juguetona...
La claridad de la noche antártica sorprendió a la joven foca en el
mismo lugar y si Maica hubiera llorado con lágrimas, en aquel
instante ya las habría agotado todas.
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NOTA: Entre diez y doce bebés-foca son necesarios para fabricar un
abrigo de piel. Semejante atrocidad ¿puede justificarse?
@Pilar López Bernués 

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