¿Aplanadora del pop o caso patológico de las malas desiciones

Transcripción

¿Aplanadora del pop o caso patológico de las malas desiciones
Rihanna
Talk That Talk
¿Aplanadora del pop o
caso patológico de las
malas desiciones? Rihanna
nos dice que nos
preocupemos por ella.
Nota Josh Eells
Ilustraciones Guadalupe Ferrante
Fotos Terry Richardson
Una estrella pop súper famosa
entra a un boliche de stand-up...
Más que entrar, se desliza. Se cuela
por la puerta de atrás, al estilo Buenos Muchachos, y va derecho a un reserevado con sillones de cuero marrón enfundada en unos jeans Lee
prelavados con un corazón rojo
cosido a la cola como un tatuaje.
Tiene el pelo largo con claritos y
rapado al costado, como Skrillex, y
tiene puesto su propio perfume (el
tercero que sacó, Nude, con notas
de guayaba y sándalo). “Jack Daniel´s con Gingler Ale”, le dice a la
camarera. “Por favor”.
Es viernes a la noche en West Hollywood, en la Laugh Factory, en
Sunset Boulevard. Dane Cook es
el número principal; muchachos
con camisas de vestir afuera del
pantalón hacen cola alrededor de la
manzana. Rihanna no tiene ningún
motivo en particular para ir, salvo
que estuvo trabajando mucho y le
pareció que estaría bueno relajar un
poco. Muchas veces, cuando quiere
relajar, va al vario coreano a hacer
karaoke con sus amigas, a tomarse
unos hots de tequila Don Julio y a
hacer mierda “Livin’ on a Prayer” o
88 - RS - Mayo
algún tema viejo de No Doubt.
Pero hoy tenía ganas de ir a un
show cómico. Enrealidad, tendría
que estar ensayando para su gira
mundial, pero acaba de contratar
a un nuevo director musical, que
todavía está haciéndole ajustes a la
banda, así que más que nada su papel se limitaría a quedarse ahí sentada, algo que la gerente general de
una marca mundial que vale miles
de millones de dólares no tiene por
qué hacer.
Fotos promocionales de su disco:
“Talk That Talk”
89 - RS - Mayo
R
ihanna no comió, así que
mira la carta y
elige unas alitas de polloestilo Buffalo.
También pide ketchup, pero la camarera frunce el ceño. “Disculpe”,
dice, “pero no tenemos ketchup.
¿Quiere que le traiga alguna salsa?”. “¿No tienen ketchup?”, pregunta Rihanna. “¡Que raro!” Pero
no es problemática, puede vivir sin
ketchup. Llegan las alitas y las ataca. Tal vez esté un poco fumada.
Pronto llegará la hora del show. En
el escenario, uno de los teloneros,
un canadiense de cuarenta y pico
con bucito con capucha, que se
llama Jeremy Hotz -un laburante
que se pasó los últimos veintipico
de años haciendo sets de relleno en
el Funny Bone de Obama- se empieza a quejar de la ola de frío que
azotó Los Angeles. “¿Tuvimos un
invierno de dos días!”, dice. “No
me vine a vivir acá para tener invierno. ¿Qué mierda!” “¡Si!”, grita
Rihanna con entusiasmo. “A mi
también me jodió.”
Hotz no parece escucharla, y se
frota los ojos un minuto, como
si el mundo lo abrumara. Luego
sigue. “¿No les pasa que a veces
hablan solos y se preguntan qué
hacer, como unos pelotudos?”. Rihanna vuelve a festejarle el chiste.
“Me pasa todo el tiempo, cuando
estoy fumada”, me dice al oído.
Después apretuja la cara y finge
concentrarse. “Onda, bueno... a
ver, ¡perfume!”
Para ser una estrella, es bueno tenerla de público. Se ríe de casi
todos los remates; muchas veces,
también se ríe en la mitad del chiste. Le gustan los chistes sexuales,
los chiste sobre el cuerpo, el sonido de las palabras “saquito de té”.
Algunas veces se ríe tanto que tiene que agarrarse de algo: la mesa,
su rodilla, el brazo del que tiene
sentado al lado. Suelta la carcajada
más grande de toda la noche cuando otro telonero hace un chiste
tonto y compara su pija con un
90 - RS - Mayo
chizito, y Rihanna se muere de la
risa. “Jajajajajajajajaja”, explota.
“Un chisito!” Se ríe tanto que literalmente se cae del reservado y
tarda un minuto en recuperar el
aliento y enjuagarse las lágrimas. Su
mejor amiga, Melissa, que está una
fila más adelante, se da vuelta y la
mira, como diciendole: “¿Enserio
te causó tanta gracia?”.
De vez en cuando hay momentos
incómodos. Cuando sube Cook,
hace un chiste sobre las chicas que
mandan fotos de ellas desnudas
por mensaje de texto, que a él le
parece una vulgaridad. Rihanna no
se ríe (si googlean van a entender
porqué). Después hace otro sobre
los usos inadecuados de la palabra
“violación”, y tampoco se ríe. Empieza con otra frase: “Muchachos,
hagan lo que hagan, no traten de
pegarles a sus mujeres...”, y durante un momento se hace un silencio
sepulcral en la mesa. (Rihanna fue
víctima de violencia física por parte de su ex pareja, el rapero Chris
Brown), pero después agrega “...
una paliza en algún juego”, y vuelve a estallar en una carcajada. “Uh,
este tipo es terrible”, dice, embelesada. “Este tipo es un asco”.
“La pasé genial.” Dice que lo más
probable es que se vuelva a casa,
para descansar un poco. Sube en
el asiento de atrás de un Escalade
con chofer, va a un boliche de W.
Hollywood y pasa la noche con C.
Brown.
Rihanna en su cuenta de
Instragram sube fotos de su romance con Chris Brown.
Desde hace cuatro años, en no-
viembre Rihanna saca un disco
exitoso. Es una nueva tradición del
otoño borreal, tan predecible en
los Estados Unidos como la cena
de Acción de Gracias: los árboles
cambian su follaje, vuelve el fútbol
americano, y el disco de Rihan“Nunca le diría a una
na vende un millón de unidades.
chica de 10 años que me El último, “Unapologetic”, fue su
primer número uno, y básicamente
imite, porque se que no
surgió de un capricho. “Ni siquiera
soy perfecta. Esa nunca
habíamos planificado sacar un disfue mi intención.”
co el año pasado”, dice unos días
Cuando el show está por terminar, después. “Pero después de unos
se levanta para salir antes que los seis meses, me vuelve a picar el bidemás. Se dirige hacia el fondo, chito de trabajar en el estudio.
donde Hotz, el canadiense de mi- “Para mi hacer música es
rada triste, está ahí parado con su
como salir de compras.”
bucito, las manos en los bolsillos “Me encantan éstos, éstos me quecomo un nene de diez años. “Chau, dan bárbaros, pero siempre necegracias por venir”, murmura tími- sito algo nuevo.” (Dice su ex jefe,
do, mirando el suelo. La mayor es- L. A. Reid: “El ocio no le sienta
trella pop de la década le clava la bien”.) Así, Rihanna sale de shopmirada. “La rompiste”, le dice.
ping: reúne a algunos hit-markers
En la calle, con su saco color verde (Dr. Luke por acá, the-Dream por
menta y hombreras de jugador de allá), se dedican unas semanas a
fútbol americano, se pone a tem- componer temas (con o sin ella),
blar en el frío de Los Angeles. “Es- ella elige sus preferidos y los rocía
tuvo divertidísimo”, dice.
con polvo de Rihanna. Tiene un
gusto tremendo. Las cifras son tan
grandes que llegan a aburrir: doce
simples número 1 en seis años; más
ventas digitales que cualquier otra
persona en toda la historia (100
millones y sigue sumando); 3.200
millones de visitas en YouTube.
Conquistó el espíritu del tiempo
gracias a su fuerza implacable y a su
enorme poder de fuego, un Genguis Khan del Top 40.
Esta noche, cena en su restaurante preferido, una cantina italiana
atendida por una familia cerca de la
Pacific Coast Highway que se llama
Giorgio Baldi. Come ahí unas tres
veces por semana; iría más, pero
cierran los lunes. Siempre le tienen una mesa reservada, y el mozo
Marco sabe que adora el parmesano y odia las trufas. Casi siempre
pide spaguetti con salsa de tomate,
y rabas de entrada. Cuando le gusta
algo Rihanna le es fiel, aunque no
sea perfecto. “Tengo que trabajar
en eso”, dice. “Pasito a pasito.”
Esta noche llega unas dos horas
tarde, lo cuál es propio de ella. Marco lo sabe, ni siquiera me cuenta los
platos del día “porque para cuando ella llegue ya te vas a heber olvidado” (¡estos italianos!). Cuando
aparece, con zapatos Manolo Blahnik de 700 dólares y “eau de marihuana”, se la ve un poco cansada.
“Mi cuerpo es raro”, dice, mientras
despliega la servilleta. “Me levanto
cuando sale el sol, y me cuesta dormirme. Mis pensamientos me dominan.” De camino al restourante,
durmió su segunda siesta del día.
Riahanna se mudó a este barrio
hace un par de meses, y estaría
mintiendo si dijera que estar cerca
de Giorgio Baldi no influyó en su
desición (“Delivery”). Antes vivía
en Beverly Hills, en una casa que
nunca la terminó de convencer. “La
pileta era una pesadilla”, explica.
“El fondo era azul oscuro, parecía
un lago.” Su casa nueva también
tiene pileta, pero “normal, con fondo celeste”.
Llegan las rabas y nos ponemos a
hablar del avión de Rihanna. Tal
vez hayan escuchado hablar del
avión de Rihanna: en el marco de
la campaña de marketing de Unapologetic, su séptimo disco, alquiló
un Boeing 777 y visitó siete países
en siete días, con unos 250 fans y
periodistas.
El primer par de días todo anduvo
fantástico, hasta que los blogueros
que habían venido con la expectativa de un viaje con todo pago
lleno de glamour tuvieron que pasarse horas en la pista de despegue,
sin agua y sin baño. Le pregunté si
había seguido el escándalo en internet. “Que?”, pregunta, como si
fuera la primera vez que lo escucha.
“Sé que un par de personas se fastidiaron, pero eso sólo saltó al final”.
¿No te enteraste de lo demás? No podían
dormir, no tenían comida, había mal
olor... ¡Casi terminan amotinándose!
“¿En el avión?, dice ella. “¡Eso es
una locura!” En cualquier caso,
¿cómo la pasó ella? “Yo la pasé
bárbaro”, dice. “No paré de divertirme.”
Rihanna le puso a su disco: Unapologetic:
“Nada de que
disculparse”
en respuesta a los que
creen que debería ser un
mejor modelo de conducta.
Su mentor, Jay-Z, dice que todo eso
forma parte de crecer. “Dentro de
un tiempo, va a reflexionar sobre
algunos de esos momentos y va a
decir: “¿Por qué habré dicho eso?”,
comenta sin entrar en detalles específicos. “Y pienso que todo eso
está muy bien. Así es la vida. Salir
a tomar malas decisiones, cometer
errores. Es mucho más divertido
que si fuera un robot controlado.”
91 - RS - Mayo 2013
S
u última gran
provocación fue
su reconciliación
(al menos transitoria, ya que después volvieron a
distanciarse) con Brown, que a
aprovechado en su música tanto
como en su vida real. El video de
“We Found Love”, de 2011, era un
clip difícil de tragar en el que un
hombre parecido a Brown le agarraba la cara en un auto; la portada de “Stay”, su nuevo simple, una
hermosa balada que también pareciera ser sobre Brown (y que, a
propósito, destruyó por completo
en “Saturday Night Live”). Y hay
otra canción nueva, “Nobody’s
Business”, un dueto desconcertantemente alegre que defiende su relación. En cierto sentido, es la continuación de una tradición musical
que se remonta a Bessie Smith,
hace noventa años (“Prefería que
mi hombre me pegara/ a que se
mandara a mudar y me dejara/ es
cosa mía lo que haga”, cantaba en
1923). Pero las fotos con las pruebas de Bessie Smith nunca salieron
en internet.
En cierto sentido, Rihanna, parece
más grande, y en otro parece mucho más chica. No se anima a ir al
Chateau Marmont porque les tiene
miedo a los fantasmas (“Se siente,
man. Es un lugar que no nos pertenece.”) También está aprendiendo
a disfrutar del sushi y las verduras.
También es capaz de reirse de sí
misma, como cuando hablamos de
un rumor que afirma que se peleó
con su amiga Katy Perry porque
ella decidió salir con John Mayer.
“Katy Perry puede salir con quien
le antoje”, dice.
Capturas del video clip: “We found Love”
(“Es seductora, pícara, y a la vez
simple”). Cuenta lo que quiere
hacer cuando salga de gira, como
ponerse al día con “Breaking Bad”
o aprender italiano con el programa “Rosetta Stone”, que se compró hace dos años. (“Siempre surge algo.”) Habla del regalo que le
compró a Blue Ivy, el bebé de Jay-Z
y Beyoncé, una versión en miniatura de una campera que Rihanna se
puso en “The X Factor”, y sobre
la posibilidad de tener hijos en el
futuro. “Claro que quiero tener hijos”, dice, y se ríe. “Pero me gustaría poder encargarlos.”
Llega la cuenta.
“Además ¿quién carajo soy
yo para decir nada? No poasific Palisades es uno de los
dría darle consejos román- barrios más exclusivos de Los Anticos a nadie”
geles, hogar de Steven Spielberg,
P
Mientras Marco se lleva los platos,
Rihanna habla sobre su nueva colección de ropa, que sale este mes.
92 - RS - Mayo 2013
Tom Hanks, Matt Damon, Ben
Affleck y Jennifer Garner. La casa
de Rihanna, una mansión de estuco
que parece la guarida de un villano
Bond metida al costado de un barranco, como una porción de la
torta del Trivial Pursuit, es una de
las menos discretas. Hay dos Escalades estacionados en la entrada,
con guardias de seguridad, y en el
garage hay un Jeep Wrangler negro
y un Porshe convertible plateado,
ambos regalos de Jay-Z (todavía no
probó ninguno. Todavía no sacó
el registro. “Siempre surge algo”,
dice.
Adentro, sentadas a la mesa de la
cocina, dos amigas y una prima,
todas de Barbados, comen Froot
Loops y conversan con un fuerte
acento de las Indias Occidentales.
Parecen chicas plantadas, Rihanna
dice que cuando está con ellas es
cuando está más feliz. “Boludeando, cagándonos de risas, haciendo
jodas, puteándonos como locas.”
También, cuando está con ellas se
le nota un montón el acento. Una
de ellas, Melissa, es la mejor amiga de Rihanna desde que tenían 14
años, cuando RiRi usaba zapatillas
y shorts de marimacho. (“Me enseñó a usar tacos, maquillaje, me
peinaba, me hacía las uñas... Ella ya
tenía tetitas”, recuerda Rihanna.)
Pero ni siquiera Melissa tenía permiso para hablarle de Brown.
“Pensaba: ¿Para qué molestarse?”,
dice Rihanna. “Ninguna otra persona está apsando por lo mismo.
Nadie entendería.”
Su reconciliación ha sido muy moderna. En mayo de 2011, volvieron
a seguirse en Twitter. En febrero
del año pasado, cuando cumplió
24, Rihanna editó un remix de su
canción “Birthday Cake”, donde
cantaba Brown.
En agosto de este año, le contó a
Oprah que todavía sigue enamorada de Brown; en octubre, éste declaró en una conferencia de prensa
que se había separado de su novia,
porque “No quiero lastimarla con
mi amistad con Rihanna”. En navidad, se sentaron juntos al lado de la
cancha de un partido de los Lakers,
y a la mañana de año nuevo los dos
subieron fotos a Instagram tomadas en la cama de Brown.
-¿Te puedo ser franco?- le pregunto-. No
soy amigo tuyo, ni puedo hacer de cuenta
que entiendo por lo que estás pasando.
Pero como creo que le pasó a mucha genre, cuando los ví juntos denuevo, me cayó
mal.
Asiente, entiende. “Visto desde
afuera, no es lo más lindo del mundo. La gente nos ve caminando, en
auto, en el estudio, en el boliche, y
piensa que entiende. Pero ahora es
diferente. Ya no tenemos esas peleas. Hablamos las cosas. Nos valoramos. Sabemos exactamente lo
que tenemos ahora, y no queremos
perderlo”.
-Claro -le digo-. Pero también lo vemos
insultar y amenazar a otra gente. Lo vemos enojarse y romper cosas. Y pensamos:
“El tipo no cambió”.
Vuelve a asentir y cierra los ojos.
“Ya sé que da esa impresión. Y no
ayuda. El estuvo enojado muchísimo tiempo, y sentía que no podía
escaparse de eso, sin importar lo
que hiciera. Pero hay muchísimos
motivos por los que me planteé
volver a tenerlo en mi vida. No es
el mounstro que todo el mundo
piensa. Es una buena persona. Tiene un corazón increíble. Es generoso y cariñoso. Y es divertido. Eso
es lo que me encanta de él, siempre
me hace reír. Y yo lo único que
quiero hacer es reirme, y con él, me
río.”
-¿Qué hacés si vuelve a pasar?
“Escuchame” me dice. “Te lo digo
clarito: no tengo por qué bancarmelo. Si vuelve a hacerme eso, me
voy. No puede darse el lujo de volver a meter la pata. No tiene alternativa. No puedo decirq ue nunca
más vamos a tener un problema.
Pero estoy convencida de que él
siente asco por lo que hizo. Y no
habría llegado tan lejos si pensara
que existe la más mínima posibilidad.”
Rihanna sabe lo que la gente piensa, que es un cliché, y tal vez tenga
razón. Pero eso no significa que
sea una pusilánime, y eso no significa que no se pueda confundir su
amor con debilidad. “Nunca podría identificarme con la palabra
‘débil’”, dice. “No habría podido
salir de esto si fuera débil. Ni por
casualidad.”
Al cierre de esta edición, había
fuertes rumores de que la relación
se había terminado.
Los diamantes de la
princesa
Ninguna cantante de la última década
dominó el Top 40 como ella. Estos 5 hits
muestran la evolución de su sonido, que
tomó las radios por asalto.
UMBRELLA- 2007-
Aquí le mostró al mundo toda
su furia de diva. Es la gran
power ballad de la década, cruda y soñadora, con una letra que
muestra quién lleva los pantalones y explica de qué manera
su hombre, excepcionalmente
afortunado, puede prosperar a
su lado.
WHAT’S MY NAME?2010- Técnicamente, Rihanna
no es Beyoncé. Pero tiene todo
lo que necesita una gran estrella
pop, un sonido completamente
reconocible; con un dejo de aspereza, un toque blusero y una
entonación caribeña muy seductora. Explora sus contornos en
este sensual tema, en el que habla de amor y de sexo.
S&M- 2010-
La piedra funamental de Loud, el disco cachondo de Rihanna de 2010, es una confesión
sin pelos en la lengua sobre sus gustos sexuales: “Los palos y las piedras me podrán romper
los huesos/ pero las cadenas y los látigos me
excitan”.
WE FOUND LOVE- 2011-
Lo que le faltaba en matices y en sutileza lo
compensa con la intensidad de un tsunami.
Acá ofrece una actuación perfectamente acorde con el esplendor europop que está en todas
las radios, haciendo círculos sobre el hielo de
los sintetizadores como una Katrina Witten en
clave crunk.
DIAMONDS- 2012-
A primera vista, Diamonds parece un hit más:
una balada R&B escrita en el cielo que echa
mano a los viejos toques europeos de Rihanna. pero la canción fue editada cuando se hizo
público que Rihanna podría haber vuelto con
Chris Brown, lo cual resignifica el verso en que
proclama: “Elijo ser feliz”.
RS
93 - RS - Mayo 2013

Documentos relacionados