SHAMA Y LA FELICIDAD (Cuento popular)
Transcripción
SHAMA Y LA FELICIDAD (Cuento popular)
SHAMA Y LA FELICIDAD (Cuento popular) Salomé, una campesina que llevaba una carga muy pesada con su sencilla pero dura vida. Con una pequeña parcela de dos hectáreas, donde sembraban ella y su esposo Roque; maíz, frijol y hortalizas que en conjunto con unas cuantas chivas, cuatro marranos, tres vacas, una mula y dos perros hacían posible llevar una vida de miseria y privaciones. Vivian en una bodega de doce por treinta metros, que además de ser su casa habitación era también granero, donde guardaban granos de maíz para la siembra, alimento para su ganado y utensilios de trabajo. La vida no les había dado hijos, y siempre decían que así era mejor, pues que culpa tenían los pobres niños para ser invitados a nadar en este lago de lágrimas. Salomé siempre triste, no era posible trabajar tanto y tener tan poco, desde que amanecía ordeñando las vacas y dándoles de comer, llevando las cabras a pastar, sacar agua del pozo para llenar los tambos, no quedaba tiempo para nada, mal vestidos, mal comidos y casi sin zapatos pero eso sí, con mucho cariño, Roque siempre con el mismo animo: No te desanimes Mujer, vendrán tiempos mejores. Pero el tiempo pasaba y esos nunca llagaban. En el pueblo se oía hablar mucho de un hombre muy sabio al cual llamaban SHAMA, este vivía a cuatro leguas (quince kilómetros) del pueblo en la parte alta de la sierra, en una choza muy humilde construida con carrizo y lodo, pero a pesar de su pobreza tiene mucha sabiduría y el poder de hacer feliz a todo aquel que se lo pida, y esta felicidad se logra solo con la magia de sus consejos. Salomé con animo y esperanza le comenta a Roque: -Amor, vamos a verlo, Shama nos va a dar la Felicidad, cuentan que a mucha gente a ayudado, porqué no nos ha de ayudar a nosotros?; nos vamos el domingo a las seis y al meter el sol regresamos ¿qué te parece? -No está mal la idea mi amor, pero lo que me pregunto es: Porqué si es tan sabio Shama vive tan pobremente, ¿no quiere o no puede tener dinero?, yo voy de acuerdo que la gente muy rica se pierde así mismo, pero tener para vivir un poco mejor no es ningún pecado ¿no crees? -Es que toda la gente lo dice; yo sé que en nuestra situación todo es difícil, peor que mas da, ni mas pobres ni mas ricos, ¿Qué perdemos con probar? Cargaron la mula con víveres para comer en el camino y salieron el domingo muy temprano como lo habían planeado. La mayor parte del tiempo Cosme caminaba y Salomé al lomo de la mula, mas cuando ya el cansancio lo vencía cambiaban lugares y entonces los pasos de Salomé se tornaban mas veloces, el ansia de ver al personaje casi mitológico la dominaba. -Cálmate mujer (la voz de Cosme), no es para tanto, pronto llegaremos. Por fin se ve la choza de Shama, única en la sierra, no hay vecinos solo unas cuantas cabras, una pequeña parcela sembrada con maíz y fríjol intercalado, alimentos que con perdices y conejos forman parte de los únicos que comiera Shama. El viejo Shama quitando mala hierba de su sembradío mostraba un tristísimo cuadro, más pobreza de la que Salomé se imaginaba. Por un momento los dos sintieron que aquello era un absurdo y pensaron en regresar, pero ya estaban ahí y era mas absurdo dar la vuelta, se acercaron al buen hombre y: -Buenos días(dice Salomé). -Buenos días. -¿Es usted Shama? -¿En qué puedo servirles? -Queremos un consejo. Con una sonrisa amable, una mirada penetrante y una voz clara, fuerte de barítono les contesta. Pasen por favor a mi choza. Ya dentro de la choza Shama adopta la postura de flor de loto sentado en el suelo. Frente a él Salomé y roque lo observan muy atentos, les indica con un movimiento casi imperceptible que tomen asiento en unas sillas de madera y mimbre muy usadas. El mimbre roído daba la impresión de que no aguantarían el peso de ellos por lo que se sentaron con mucho cuidado, el viejo no guardaba ninguna consideración para ellos, ¿porqué no les ofrecía una tasa de café por lo menos? Tal vez no le gustaba su presencia, al fin y al cabo ningún beneficio le traen un par de tontos que vienen de tan lejos. Es lo que piensa roque de Shama. Pasan unos minutos que parecen no tener fin y luego se escucha la voz de Shama, grabe como de alguien que fuma mucho: -¿En que piensan ustedes que yo les pueda servir señores? -Sabemos que usted es muy sabio y queremos ser felices, ¿qué nos aconseja? Tomó la palabra Salomé, con una pregunta sincera y directa. -Primero que nada díganme a que se dedican, como viven, que comen en fin díganme todo de ustedes. Ellos cuentan, unas veces Roque otras Salomé todo lo que les sucede, las faenas diarias, el sembradío, los animales, el cansancio, el hambre como nunca lo habían hecho en su vida, Shama les da confianza para desahogarse y ellos se desahogan. Después de contar toda su vida sin excluir nada los esposos quedan con los ojos ahogados en llanto y el ritmo cardiaco muy alterado, después de tanto decir cosas y mas cosas se escucha un fuerte silencio, casi ensordecedor, Shama les busca los ojos a uno y a otro pero ellos los esconden tal vez por pena, nunca hablaron así antes, después de algunos minutos cuando las cosas ya están en paz se vuelve a escuchar la voz de Shama: -Primero quiero decirles si alguna vez se han puesto a pensar cuanta gente vive con humildad en la tierra, eso no es motivo para no ser feliz, ustedes se tienen el uno al otro y es una enorme riqueza, sin embargo desean como todo el mundo LA FELICIDAD, para que la puedan lograr tienen que hacer algo que no van a querer hacer, por lo tanto no vale la pena ni decirlo, así que buenos días y mucha suerte. -Oiga yo no veo la razón para no decirnos el remedio, yo creo que después de caminar tantos kilómetros tenemos derecho a saberlo, si no podemos realizarlo no lo hacemos, pero por lo menos lo vamos a intentar ¿no cree usted? (dijo Roque). - Roque tiene razón, de nosotros dependerá el hacerlo o no (comentó Salomé). - El camino que los conducirá a la felicidad se los digo pero con una condición (dijo Shama). _Cual condición- preguntaron al unísono. -Que me prometan que sea lo que sea ustedes lo harán. En el rostro de Shama se notaba una muy leve sonrisa irónica, y en las mentes de Salomé y Roque una curiosidad tan grande que no cabía en la humilde choza por lo que sin decir palabra Roque tomo a su esposa de la mano y la sacó para dialogar. Mientras platicaban Shama espera con paciencia sin cambiar su posición de flor de loto, de repente e inesperadamente entran y toman asiento en las desvencijadas sillas, ya sin temor de romperlas como anteriormente lo hicieran. Salomé tomó la palabra. -Mire Shama, con tal de intentar encontrar la felicidad sea lo que sea lo haremos, así que usted dirá. De nuevo el estridente silencio hizo su presencia, Shama los observaba, los miraba a los ojos como esperar el si o el no real, como preguntándose, ¿lo harán? o solo quieren satisfacer su curiosidad, no hay mas que arriesgar, después de todo el no era el del beneficio, los beneficiados o perjudicados con la acción son Salomé y Roque. Shama se pone de pié y al estar frente a ellos parece mas alto, menos paupérrimo, se podría decir que hasta acaudalado y así rompe el silencio: -Vuelvan a su casa y las siguientes siete noches duerman con todos sus animales dentro del cobertizo, el domingo que entra lo mas temprano que puedan los espero. Roque se puso de pie enojadísimo y haciendo esfuerzo para ocultar su cólera: - Pero señor ese es precisamente el problema, nosotros somos muy pobres como quiere que acentuemos mas nuestra pobreza viviendo con los animales, es de locos con el perdón de usted –en ese momento Salomé lo jaló del brazo como suplicándole no ser ofensivo con el maestro- que manera de querer resolver un problema agrandándolo. Shama se encamino a la única puerta que había en la cabaña y como si no escuchara bien lo que dijo Roque, con la misma serenidad de costumbre al abrirla los despidió: -Promesas promesas son, he sabido de Reyes que no las cumplen, los espero el próximo domingo si así lo desean ustedes y sin siquiera dar su diestra recia por las labores del campo los despidió sin aceptar ninguna otra palabra. Como lo pronosticó Roque esa semana fue de locos, afuera el cobertizo estaba para cubrir las vacas, los perros, las cabras y los marranos; pero no en el galerón de ellos. Que peste tan fuerte de los marranos, y la sinfonía infernal de las cabras y vacas y sobre todo el sobresalto de los ladridos intempestivos de esos dos enormes perros, nunca se habían percatado de lo grandes que eran hasta esas siete terribles noches de insomnio, como si fuera poco también la mula dormía con ellos, esa era la promesa todos sus animales, tanto a Roque como a Salomé se les veía marchitos por la falta de sueño y por el excesivo trabajo además de las labores de por sí duras ahora había que limpiar todas las mañanas la habitación bodega, apenas tienen tiempo de comer y asearse, pero promesas son promesas y la recompensa es muy gratificante, LA FELICIDAD siempre se veía tan lejana, alguna vez Salomé le dijo a Roque que era exclusiva de los ricos, en su mente no cabe la posibilidad que un pobre fuera feliz, no, eso no es posible si no se puede comprar lo que uno quiera ¿cómo se puede ser feliz? Simplemente no se puede, cualquier persona lo entiende. En esa ocasión Roque no le contestó solo se limitó a escuchar porque hasta cierto punto se sentía culpable de esa pobreza que padecían, pero cada vez que Salomé se expresaba de ese modo Roque entristecía silenciosamente. El no podía darle lo que ella quería, sin embargo muy adentro de sí pensaba que no hacía falta. El domingo llegó y cuando Roque abrió los ojos a las tres de la mañana, frente a el Salomé estaba ya vestida cual si fuera una estatua sacada de la melancolía de un tristísimo tango Argentino; que se puede esperar después de siete noches casi sin dormir, cualquier persona podría creer que en vez de 28 años tenía 50; pero tanto Salomé como Roque dispuestos a seguir la aventura. El camino hacia la Montaña era pesado, tanto el como ella lo seguían firme y seguro; a diferencia de la semana anterior que caminaron de prisa por estar bajo el impulso de la ilusión. Al divisar la choza de Shama se les dibujó en sus rostros una sonrisa que dibujaba esperanza, resignación, incredulidad y complicidad con el maestro Shama. Amarraron la mula y entraron a la cabaña, Shama los esperaba de pie, las sillas frente a una mesa de madera de roble (muy vieja) y encima dos tasas grandes de café y un pan de elote que el señor preparaba, a este le faltaba un grado para ser incomible pero a Roque y a Salomé les pareció delicioso, ya que por estar sin desayunar y haber caminado tanto no les fue difícil entrar en armonía. -Bien-les preguntó Shama- ¿Como les fue con su experiencia. Eso bastó para que unas veces Salomé, otras veces Roque se soltaran contando su triste aventura, la peste de los marranos, el quejido de las cabras, el mugido de las vacas, la mula y su nerviosismo pero sobre todo los ladridos de los feroces perros; porque hay que entender que si los dos humanos la pasaban mal, los animales también estaban castigados viviendo en esas condiciones. -Quiero entender que lo peor de este encierro fueron los perros-les dice Shamaentonces los siguientes siete días dormirán con los marranos, las cabras, las vacas, y la mula pero sin los perros. Sin decir ni una palabra mas se encamina a la puerta y con una sonrisa amigable y fraternal se despide diciéndoles que los espera el siguiente Domingo. En silencio Roque y Salomé emprenden el regreso a su ranchito, pero en sus mentes vive la incertidumbre: ¿cuál será el pensamiento de ese enigmático hombre y como terminara todo, Shama realmente será tan sabio como dicen o solo es un loco sadico y ellos son su experimento. Los siguientes siete días fueron menos tormentosos, los perros afuera hacían parecer un poco menos cruel la vida, sin embargo las chivas formaban una sinfonía infernal, además había que amarrarlas muy bien pues eran capaces de comerse cualquier cosa; sabanas, ropa, el alimento de las vacas y cerdos, etc. El hedor de los marranos también era insoportable, las vacas parecían unos músicos contratados para tocar desafinados y a altos decibeles, sin embargo Salomé y Roque dentro de su infeliz resignación podían dormir a ratos, pero eso sí, apenas amanecía y a trabajar duro, aseando su bodega, ordeñando vacas y cabras, dando de comer a todos los animales, arreglando su parcela, en fin. Al llegar el domingo como ya se estaba haciendo costumbre se enfilaron a ver a Shama, esta vez iban acompañados de un quesito de cabra y un galón de leche de vaca, después de todo Shama fue muy amable la pasada ocasión, brindándoles café y pan, hay que recordar que cuando dos pobres se hacen regalos sobra Amor. Shama los esperaba en la puerta de la choza con una sonrisa que no se sabía si era de maldad o de cariño, entró a la choza para dejar pasar a la pareja y al entrar fueron recibidos por el olor del café y el pan que al igual que la semana pasada fueron muy bien recibidos. Cuando le ofrecieron sus presentes, Shama les ofreció una sonrisa solamente en señal de agradecimiento, pero cero palabras. Una vez que terminaron el café y el pan, sentados en las desvencijadas sillas Shama con una voz sonora de barítono tomó la iniciativa: -Y bien muchachos, ¿como la pasaron esta semana ya sin los perros, pudieron dormir mejor? -Ya sin los perros no hubo sobresaltos tan fuertes (dijo Salomé) pero las cabras, las cabras Señor Shama, que animales tan perversos no se callan nunca, y el olor de los marranos, y el mugir de las vacas santo dios, que difícil cumplir nuestra promesa. -Y tempranito párate a arreglarlo todo (intervino Roque) estamos trabajando fácilmente mas del doble de lo que trabajábamos antes. -Esta semana vamos a ver los primeros resultados, me van a hacer el favor de sacar las chivas de su aprisco y volver aquí el próximo domingo. Y como la pasada vez se dirigió a la puerta y de una forma poco sutil los invito a que se marcharan. La enigma seguía en sus pensamientos, ¿que pretendía Shama con todo aquello? Y su mística personalidad. Lo cierto es que muy en el fondo de sus corazones había dos satisfactores. 1-El haber cumplido su palabra hasta ahora y 2-El ya no dormir con esos animales tan engorrosos como son las cabras. Los días transcurrieron sin novedad, solo que ahora se dormía mejor ya que el ruido que producían los puercos, las dos vacas y la mula era muy tolerable comparado con el que producía la infernal orquesta completa, pero el tener que retirar los excrementos de los animales por la mañana seguía siendo por demás fastidioso, aunque por comparación; aceptable. El pensamiento de nuestros amigos sufría una METAMORFOSIS, ella pensaba que la bodega no era nada pequeña para vivir en ella, no señor, se diría que por el contrario era espaciosa, fresca y por los granos y pacas de forraje que ahí había se percibía un grato olor, aunque el estiércol de los animales cambiaba la situación, ella ama todo lo que posee, y tiene mucho que amar: Las vacas, las cabras, la mula , los perros, los puercos, su parcela, el sol de la mañana que al salir anuncia que un ciclo comienza y termina al irse, dando paso a otro ciclo oscuro de descanso, diseñado para cargar energías, y así uno tras otro nos muestra que el ciclo de la vida humana tiene que ser igual, y al terminar empieza otra vida igual, además ella tiene mucha vida por delante, veintiocho años, un cuerpo escultural, unos ojos de ensueño, el color de su piel bronceado, que una vez dijo Roque era el color del AMOR; además tenía lo que para ella era lo mas preciado (después de su salud) su conyugue, su media naranja, el hombre que estaba con ella siempre, en las buenas y las mejores, porque no podría haber malas con un hombre bueno, guapo, fuerte y sobre todo amoroso y consecuente, nunca había habido una discusión que pusiera en peligro su matrimonio, realmente no y es porque el separarse era una ocurrencia que jamás había existido, porque los dos eran adictos a sus pieles. Roque pensaba igual porque sus mentes funcionaban sin darse cuenta ellos en la misma frecuencia, como si fueran dos corazones en armonía, dos instrumentos musicales en manos de dos muy buenos ejecutantes, ellos saben que lo mas hermoso e impactante de mañana es la presencia su conyugue; la energía necesaria para vivir. Los días pasaron y el domingo llegó y emprendieron el viaje acostumbrado a la Montaña. Ella arriba de la mula el caminando, parecía que no se cansaba y es que sus pensamientos no estaban en el cansancio, estaban en su vida, la parcela, los animales Salomé, Shama y sus puntadas y muchas otras cosas mas, el cansancio no cabía. Por fin llegaron, Shama los invitó a entrar, como las otras veces café, pan, queso y leche que llevaban ellos; pero ahora en la mesa se veía una botella de vino que Shama prepara con maíz y hierbas del monte. Se sientan y por primera vez Shama los acompaña a comer. Cuando terminan: -¿Como la pasaron en estos últimos días, pudieron dormir mejor?-Les preguntó Shama. Roque-Los marranos son muy sucios y las vacas y la mula muy ruidosas pero comparado con las otras semanas, esto fue mas soportable, si es que a eso se refiere usted, pero con esto le estamos demostrando que sabemos cumplir nuestra promesa Salomé-Debo admitir que este sacrificio nos ha hecho entender lo mucho que tenemos y también lo que valemos y por mi parte me ha dado mucho gusto conocerlo. Shama sirve tres vasos de vino y con una franca sonrisa les dice: -Esta semana y todas las demás dormirán sin animales, y disfrutaran de su hogar y de su compañía y sepan que la felicidad no es exclusiva de los ricos. Y levantando su vaso les dijo salud amigos y por primera vez los abrazó. Los tres rieron a carcajadas, estaban contentos y FELICES. FIN