Subrayar - filosofiaieslaorden

Transcripción

Subrayar - filosofiaieslaorden
El subrayado
Orientaciones para el subrayado
Subrayar es una técnica de estudio que facilita una lectura
posterior del texto después de comprender bien lo que
expone. La forma correcta de subrayar es trazar líneas
debajo de las palabras que expresan las ideas principales.
Pautas generales
쮿 Tener cuidado de no estropear el libro al subrayar. Es
mejor usar lápiz antes que bolígrafo.
쮿 Si se utilizan lápices de colores, reservar los de colores
más vivos para subrayar aquello que se considera más
importante.
쮿 Si se usan rotuladores fluorescentes, conviene recordar que son muy útiles si no se abusa de ellos. Una
página marcada por completo de amarillo no permite
diferenciar lo importante de lo que no lo es.
쮿 Es conveniente ayudarse con una regla al subrayar.
쮿 Es aconsejable subrayar el menor número posible de
palabras y procurar que lo subrayado tenga sentido,
aunque sea de manera telegráfica.
쮿 Es mejor no subrayar frases que no se entiendan. En
ese caso, volver a leer el párrafo en cuestión, consultar
un diccionario o buscar información aclaratoria en
otros libros o en Internet.
쮿 Mantener el equilibrio a la hora de subrayar: si se
subraya poco, se puede perder información. En cambio,
si se subraya casi todo, no se podrá extraer lo más
importante del texto.
쮿 Es conveniente utilizar distintos tipos de subrayado
en función del contenido a destacar. Por ejemplo: se
puede utilizar el doble subrayado para destacar las ideas
principales, el subrayado sencillo para las ideas secundarias, el subrayado discontinuo para las ideas menos
importantes, el subrayado a ondas para datos…
쮿 Si es necesario subrayar un párrafo entero, es mejor
no subrayar y poner corchetes a los lados de dicho
párrafo.
Procedimiento para subrayar textos
A continuación se exponen los pasos que conviene seguir
a la hora de subrayar un texto:
1. Hacer una primera lectura «rápida» del texto para
obtener una idea general y, a la vez, identificar cada una
de las partes que lo componen.
2. Leer detenidamente el primer párrafo (desde el principio hasta el primer punto y aparte) sin prisa, intentando
entender bien lo que se expone.
3. Cuando se haya comprendido completamente lo que
desea expresar, decidir qué es lo más importante
que explica el párrafo y elegir las palabras que lo
transmiten.
4. Subrayar cada una de las palabras elegidas. Recuerda
que puedes emplear diferentes tipos de subrayado.
5. Repetir la misma operación con cada uno de los
párrafos hasta el punto final. Recuerda que puede ocurrir que en algún párrafo no se explique ninguna de las
ideas importantes del texto. En ese caso, no se debe
subrayar nada.
6. Para terminar, volver a leer todo lo subrayado y comprobar que lo leído tiene un sentido propio, aunque
sea telegráficamente.
Carácter personal del subrayado
El subrayado es una actividad personal, fruto del propio
esfuerzo.
쮿 El subrayado solo es útil si lo hace uno mismo, ya que
debe ser el reflejo de lo que se ha entendido del texto.
Leer el subrayado de terceros no ofrece las mismas
ventajas.
쮿 No utilizar esta técnica en libros prestados. En ese
caso es mejor respetar la propiedad y la personalidad
ajenas y elaborar una ficha, copiando solamente las ideas
principales.
1
TÉCNICA
2
EL SUBRAYADO
Modelo resuelto
Libertad, ¿para qué?
[…] Hace ya bastantes años, un soldado norteamericano, de
diecinueve años, regresó de la guerra del Vietnam con el título
oficial de héroe. Habiéndose puesto su tanque fuera de combate, el futuro héroe salió de la cabina, arremetió contra los
asaltantes y envió a siete de ellos a lo que no siempre sin
razón se llama «mejor vida». En vista de este acto heroico (o
desesperado, que uno no sabe bien dónde está aquí la línea
divisoria) se le otorgó la Medalla de Honor, que recibió de
manos de la más alta autoridad. Al banquete que se le ofreció
para conmemorar la honorífica distinción acudieron las fuerzas vivas. […] Discursos, enhorabuenas, etcétera.
Al cabo de un tiempo el mismo ex soldado pereció con cinco
balas en el cuerpo después de singular batalla, no con los tripulantes de un tanque enemigo, sino con el propietario de
una tienda de comestibles. Nuestro ex héroe había entrado
en la tienda para comprar cigarrillos, y en el curso de la transacción empuñó una pistola con la que amenazó al propietario bajo la tradicional dicotomía de «la bolsa o la vida».
Nuestro propietario se resistió al dilema empuñando otra
pistola. La breve lucha subsiguiente terminó con un muerto y
un herido; el propietario pudo contar luego la historia, pero
desde la cama de un hospital.
¿Qué ocurrió entretanto; quiero decir desde la recepción de la
Medalla de Honor hasta la muerte al pie de una caja registradora? […]
Los parientes del ex héroe en cuestión proporcionaron algunas informaciones que pueden orientarnos. Nuestro sujeto, a
quien llamaremos Pérez, se sintió durante tres semanas
después de haberle sido otorgada su condecoración «rey
del mundo». Y después de esto, ¿qué? «Después de esto»
—dijo melancólicamente el hermano de Pérez— «nada».
¿Qué quiere decir «nada»? Bueno, se alegará, esas son las
cosas que les pasan a quienes se han visto (estuvieran o no
realmente allí) en la cumbre, y luego la famosa «vida» les ha
dado el consabido batacazo, […]. Cuando se ha estado «arriba», no se puede permanecer «abajo» (y a veces ni siquiera un
poco menos «arriba») sin que lo agarre a uno el demonio de
la Frustración. Pérez […] no tuvo la suficiente sensatez para
adaptarse a las circunstancias y a la «realidad».
[…] Nuestro Pérez estaba recibiendo tratamiento psiquiátrico en un hospital militar. Los médicos que cuidaban de Pérez
han declarado que su paciente «no constituía ninguna amenaza ni para sí mismo ni para los demás». ¿Cómo alcanzó a
hacer, pues, lo que, según su madre (filósofa sin saberlo), «no
podía haber hecho de ningún modo»?
La respuesta que ofrezco es tan improbable (en el sentido de
que no puede ser probada o demostrada) como cualquier
otra, pero no es para tomarla a la ligera: Pérez era un sujeto a
quien la sociedad en la que vivía le ofrecía toda la libertad
apetecible, pero sin darle, en cambio, las posibilidades de
ejercerla.
En «la vida» se nos ofrecen oportunidades que a veces
desechamos, aunque nos atraigan grandemente, por pura desidia, y hasta por mera cobardía. No siempre que fracasamos
en alguna empresa es por culpa ajena, a veces es porque ni
siquiera la intentamos. En este caso, la poca o mucha libertad
de que disponemos no nos sirve para nada, y sería extravagancia quejarnos. Pero la susodicha «vida» no está siempre
tan bien dispuesta. En algunas ocasiones, o en ciertos períodos, tenemos libertad, pero es como una cuchilla embotada:
la manejamos a diestra y siniestra, mas sin producir tajo. Esto
ocurre cuando, según decimos, «se nos cierran las puertas»:
golpeamos en ellas y ni se entreabren.
Así a Pérez se le alimentó con la ilusión de que, después de
haber hecho lo que hizo, podía aspirar a hacer no pocas
cosas más. Podía haber errado en creer que «hacer muchas
cosas más» equivale a «hacer cualquier cosa». Es muy posible que Pérez hubiese llegado a convencerse de que era «rey
del mundo» y de que no podía destronársele. En tal caso,
Pérez hubiera sido víctima de una especie de alucinación.
Pero también es muy posible que Pérez esperara simplemente
que la sociedad que lo había tan liberalmente condecorado
y banqueteado se adaptara a él en la misma precisa medida
en que él se adaptase a la sociedad. En todo caso, era perfectamente normal que, tras haber sido jaleado, no hubiese
sido casi inmediatamente relegado al limbo donde no se
goza ni se sufre, pero solo porque, en rigor, no se vive. En ese
limbo se tiene toda la libertad de hacer lo que se quiera,
pero resulta que no hay nada que hacer. La sociedad no
quiere más héroes.
Alguien dijo: «Libertad, ¿para qué?», y muchos se le han echado
encima por autoritario, iconoclasta, cínico o irreverente. Si
quien lo dijo hubiese tenido simplemente el propósito de
arremeter contra la libertad humana, merecería esos denuestos. Pero a la luz del «caso Pérez» comprendemos que no se
trata siempre de hacer añicos la libertad; puede tratarse de
poner en cuarentena ciertas pseudo-libertades para que no
se repitan las frustraciones producidas por un tipo de sociedad que le permite a uno hacer lo que quiera, pero sin darle la
menor oportunidad de que haga nada socialmente aceptable. Si la sociedad ya no quiere héroes, lo mejor que puede
hacer es abstenerse de condecorarlos. En verdad, lo mejor
que puede hacer es abstenerse de llevar a cabo políticas que
hagan posibles tales héroes.
José FERRATER MORA
Libertad ¿para qué?
www.ferratermora.com/news_vent_lib.html
2
TÉCNICA
2
EL SUBRAYADO
Propuesta de subrayado
Sobre la libertad
Sé que es empresa inútil discutir sobre juicios de valor fundamentales. Si alguien aprueba, por ejemplo, como objetivo, la erradicación del género humano de la Tierra, nadie puede refutar tal punto de
vista sobre bases racionales. Pero si hay acuerdo sobre ciertos objetivos y valores, uno puede discutir
racionalmente sobre los medios por los que pueden alcanzarse estos objetivos. Indiquemos pues los
objetivos sobre los que quizás estén de acuerdo casi todos los que lean estas líneas.
1. Los bienes instrumentales destinados a sustentar la vida y la salud de todos los seres humanos
deberían producirse con el mínimo trabajo posible.
2. La satisfacción de las necesidades físicas es sin duda la condición previa indispensable de una
existencia satisfactoria, pero no es suficiente por sí sola. Para que los hombres estén satisfechos
deben tener también la posibilidad de desarrollar su capacidad intelectual y artística de acuerdo
con sus características y posibilidades personales.
El primero de estos dos objetivos exige la difusión de todos los conocimientos relacionados con las
leyes de la naturaleza y de los procesos sociales, es decir, el estímulo de todas las investigaciones
científicas. Pues la tarea científica es un conjunto natural, cuyas partes se apoyan mutuamente de
forma que nadie puede, en realidad, prever. Sin embargo, el progreso de la ciencia exige que sea posible la difusión sin restricciones de opiniones y resultados: libertad de expresión y de enseñanza en
todos los campos de actividad intelectual. Por libertad entiendo condiciones sociales de tal género
que el individuo que exponga opiniones y afirmaciones sobre cuestiones científicas e intelectuales,
de carácter general y particular, no corra por ello peligros o riesgos graves. Esta libertad de comunicación es indispensable para el desarrollo y crecimiento de los conocimientos científicos, una consideración de gran importancia práctica. En primer lugar, debe garantizarla la ley. Pero las leyes solas
no pueden asegurar la libertad de expresión; para que un hombre pueda exponer sus puntos de vista
sin sufrir castigo, debe haber espíritu de tolerancia en toda la sociedad. Un ideal de libertad externa
como este jamás se logrará de modo pleno, pero debe perseguirse con denuedo si queremos que
avance lo más posible el pensamiento científico, y el pensamiento filosófico y creador en general.
Para alcanzar el segundo objetivo, es decir, que sea posible el desarrollo espiritual de todos los individuos, hace falta un segundo género de libertad exterior. El individuo no ha de tener que trabajar tanto
para cubrir sus necesidades vitales que no le queden fuerzas ni tiempo para actividades personales.
Sin este segundo tipo de libertad externa, de nada le servirá la libertad de expresión. El progreso
tecnológico haría posible este tipo de libertad si se logra una división racional del trabajo.
La evolución de la ciencia y de las actividades creadoras del espíritu en general exige otro tipo de
libertad, que puede calificarse de libertad interna. Es esa libertad de espíritu que consiste en pensar
con independencia de las limitaciones de los prejuicios autoritarios y sociales así como frente a la
rutina filosófica y al hábito embrutecedor en general. Esta libertad interna es un raro don de la naturaleza y un objetivo digno para el individuo. Sin embargo, la comunidad puede hacer también
mucha labor de apoyo en este sentido, como mínimo no poniendo trabas. Las escuelas y los sistemas
de enseñanza pueden obstaculizar el desarrollo de la libertad interna con influencias autoritarias o
imponiendo a los jóvenes cargas espirituales excesivas; las instituciones de enseñanza pueden, por
otra parte, favorecer esta libertad fomentando el pensamiento independiente. Solo si se persiguen
constante y conscientemente la libertad interna y la libertad externa existe posibilidad de progreso
espiritual y de conocimiento y con ello de mejorar la vida externa e interna del hombre.
Albert EINSTEIN
On Freedom, its meaning
(Recopilado por Ruth Nanda Anshen, Nueva York: Harcourt, Brace, and Company, 1940)
www.ucm.es/info/bas/utopia/html/einst.htm
1 Realiza el subrayado de este texto siguiendo las indicaciones dadas.
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