el flujo representacional de la raza

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el flujo representacional de la raza
EL FLUJO REPRESENTACIONAL DE LA RAZA
Antes de mi aproximación a los estudios feministas y de género, suponía que la ‘raza’ aludía de manera neutral a la
existencia de conjuntos de individuos: negros, mestizos, blancos y tal vez indígenas; le atribuía además un estatus
conmemorable y reivindicable, y racionalmente procuraba anular cualquier atisbo de segregación que pudiera estar
ligado a la configuración fenotípica de las personas. No había historias ni ejercicios de poder, y mucho menos
corporalidades y territorios en disputa. No consideré la emergencia de espacios y posiciones a ocupar y tampoco
me atrevía a hablar de racismo: el mundo seguramente lo habría superado un par de siglos atrás. La raza no parecía
atravesar, circunscribir u orientar mi trayectoria. No obstante, el devenir colonial y moderno de América situó en el
color de piel un dispositivo representacional y valorativo1 que se actualiza y ordena la construcción de subjetividades, alteridades, intersubjetividades y relaciones sociales, y por lo tanto, nuestras pautas de intervención en el
espacio social.
De acuerdo con Hering2, la experiencia colonial estimuló en Europa la construcción de categorías científicas, durante
el siglo XVII y XVIII, que harían inteligible la apariencia de los otros, y conjurarían en la ‘raza’ un reservorio conceptual sobre disposiciones, esencias, hábitos, herencias e incluso máculas que, por oposición y distinción, preconizarían
progresivamente lo ‘blanco’ y le otorgarían la capacidad de mirar y marcar la alteridad. Como lo señalaron las prácticas discursivas de los médicos greco-latinos, los teólogos de la Edad Media y los precursores de la Ilustración, la raza
sigue siendo el lugar de yuxtaposición de imaginarios ligados a la limpieza y a la moral que subyacen, están por
debajo de la piel colorada. Persisten los vínculos entre la pereza, el desenfreno, la malicia, la suciedad, los hedores
y el atraso, y la procedencia geográfica y la encarnación de ciertos hechos fenotípicos 3. En 2010, el diario El País de
Cali publicó un artículo titulado Los costeños, ¿son como los pintan?, en el que se discutían los estereotipos que
promovía una producción audiovisual ambientada en la Costa Caribe, evidenciando las prácticas hegemónicas de
reduccionismo esencial a las que es expuesta la “periferia” y resaltando además la intersección con otras relaciones
de subordinación como la clase: “nos dejan como corronchos y ridículos, como si todos habláramos como el cartagenero vendedor de pescado y bollo o la vendedora de alegría, cocada, caballito y enyucao” 4 .
Por otro lado, Peter Wade señala que, luego de un proceso de institucionalización colonial de la identidad indígena 5,
la sociedad reitera ciertos mecanismos para ratificar la diferencia entre los negros y los indígenas: asimilar el estudio
de los negros al estudio del racismo y las relaciones raciales, y el estudio de los indígenas al estudio de la etnicidad y
los grupos étnicos.6 Lo indígena, de este modo, obtiene un estatus transitorio que puede ser superado mediante la
migración a otro grupo y/o espacio geográfico y la adopción de nuevos hábitos y referentes culturales, y lo negro, en
tanto superficie de marcación racial, sería inamovible y sempiterno. Dicha distinción circula al interior de los dispositivos representacionales que organizan y clasifican el mundo mestizo. Lo ‘indio’ suele ser desarticulado y reinscrito
en cuerpos que parecen ilustrar la inmoralidad, la ejecución de acciones de daño, el engaño y la “mala educación”,
condiciones todas ligadas al despliegue de ciertas prácticas que pueden ser castigadas, evitadas, enmendadas y transadas en términos simbólicos; no ocurriría lo mismo en el caso de lo negro que, a pesar de su uso peyorativo en la
economía lingüística, conserva un estatus fijo ligado sobre todo a la lectura de los bordes de la materia.
Víctor Alfonso Ávila García
Estudiante de la Maestría en
Estudios de Género - UN
Hering, Max. "Colores de piel. Una revisión histórica de larga duración" en Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las Américas negras, Montes, A. L.,
Rosero-Labbé, C. M., & Garavito, C. A. R. Medellín: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 2010.
2. Ibid.
3. El ‘fenotipo’ es, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española y a la Wikipedia, una manifestación del genotipo en un ambiente determinado; hace referencia
a un repertorio hereditario que puede ser modificado por el entorno. Es decir, es un lugar de frontera entre las explicaciones de las ciencias sociales sobre la emergencia
de la ‘raza’ y la ampliación contemporánea del discurso de las ciencias naturales que ubican en la arquitectura genética ciertos marcadores raciales. De algún modo,
señala el carácter eminentemente social de la asignación de color a la piel, de manera análoga al modo en que Ann Fausto Sterling caracteriza el proceso de atribución del
género.
4. Cita de televidente en artículo “Los costeños, ¿son como los pintan?”, en El País, agosto 15, 2010, http://www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/costenos-son-como-pintan
5. Wade, Peter (2000). “Los negros y los indígenas en Latinoamérica”, en Raza y Etnicidad en América Latina, 35-51. Quito: Abya - Yala Editores.
6. Wade, Peter (2000). “Estudiar la raza y la Etnicidad en un mundo posmoderno y reflexivo”, en Raza y Etnicidad en América Latina, 133-143. Quito: Abya - Yala
Editores.
1.

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