cerro punta horizonte

Transcripción

cerro punta horizonte
RELATO
CERRO PUNTA HORIZONTE
DESCRIPCIÓN
Primera Salida Deportiva, Cerro Punta Horizonte
OBJETIVO
Alcanzar la cumbre del Cerro Punta Horizonte
FECHA
Sábado 25 y Domingo 26 de Abril, 2015
COORDINADOR
Diego Pacheco
PARTICIPANTES
- Diego Pacheco / Francisco Díaz
- Dager Borvaran
- Martina Krupková / Claudia Scognamillo
- David Gómez / César Díaz
- Jhon Monroy / Gabriel Martínez
- Bernardita Araya / Lorena Guerra
- Camilo Durán / Felipe Morales
- Magdalena Huerta
- Nicolás Villar / Francisco Osorio
RELATOR
Francisco Díaz
Lo que viene a continuación es la suma de aciertos y sobre todo de desaciertos, que
terminaron en la coronación de una cumbre -cuyo nombre aun desconocemos- por parte de uno
de los asistentes a esta salida, su humilde narrador. Y si tuviera que adelantar una enseñanza de
esta experiencia es que la organización, la comunicación y el cuidado tanto de uno como del
grupo, siempre serán fundamentales, independiente de lo sencillo que sea el objetivo.
El plan original era partir por el fin de semana del 25 y 26 de Abril al cerro Puntiagudo,
pero por temas de dinero (los Covarrubias cobran $8,000 por persona en la entrada POR DÍA) y por
dificultades de transporte decidimos cambiar a última hora la salida al cerro Punta Horizonte. Si
bien es una cumbre más sencilla (se puede realizar por el día), se trataba de la primera salida
deportiva del año y la convocatoria reunió a alrededor una quincena de entusiastas rameros.
Partimos la mayoría
en auto desde Santiago a
eso de las 17.30 para
reunirnos en San José de
Maipo, antes de llegar a la
Reserva Coyanco. Con
Diego Pacheco de cordada,
coordinador y piloto al
volante partimos junto con
Daguer hasta dicho pueblo
con una sola cosa presente,
las tripas de la guata
demandando una suculenta
Plaza de San José de Maipo
empanada. Así que apenas
llegamos a la plaza, fuimos directo al Wiken por unas buenas napolitanas mientras esperábamos
que llegaran el resto de los chiquillos. Al reunirnos todos (faltando solamente Berni y Lore que
llegarían a las 9 de la noche en bus y acordando que Osito y John, nuestros ilustres veteranos, irían
en su búsqueda) partimos hasta el sector de El Toyo y de ahí a la Reserva Coyanco, para luego
estacionar los vehículos, cargar las mochilas y… ¡a caminar!
Al poco rato de entrar al
recinto nos encontramos con Nico
Villar y Pancho Osorio que venían
de vuelta de su intento al Punta
Horizonte por el día, aunque sin
conseguir la cumbre ya que
iniciaron el ascenso muy tarde y los
pilló la hora. Nos contaron que las
5 a 6 horas que se requieren para
el ascenso según Andeshandbook,
es para gente muy rápida y que la
ruta es larga pero que el camino
era bastante bonito. Ellos siguieron
Camino a la Administración
rumbo a Santiago y nosotros nos
adentramos hasta llegar a la cabaña donde nos cobraron por la entrada y de ahí, unos 25 minutos
de caminata que nos condujo a unos pocos metros del estero, lugar en el que nos instalaríamos
para pasar la noche. Pusimos unos plásticos en el suelo para vivaquear más cómodos (¿Vivac? Sí,
pue’) y los aprovechamos a modo de mantel de picnic para juntarnos todos, echar la talla y comer.
Nos llamó la atención el menú gourmet que tenían Osito y John: aceitunas sevillanas, queso
camembert, ostras con limón y vino del bueno, “Después de tantas salidas uno sabe lo que
necesita traer” nos decían. Entre la buena comida y un poco de navegado, nos contaron historias
de la rama, de personajes ilustres y de cómo va cambiando la visión del montañismo a medida que
uno va sumando experiencia (y años).
Entre medio de eso se tiraron esta frase/mantra/paya:
No fuimos grandes montañistas
Y nunca lo seremos
Tan solo una copa queremos
Para estos viejos rameros
A eso de las 11 de la
noche ordenamos todo y nos
metimos en nuestros sacos para
dormir bajo el cielo despejado
que nos ofrecía a pleno
resplandor, sus estrellas. Para
muchos era nuestro primer
vivac y, la verdad, poder mirar
los astros en esa cálida noche le
dio todo un nuevo sabor a la
ascensión.
El
plan
era
despertarse a las 7 y comenzar
el ascenso a las 8 para no llegar
tan tarde a Santiago… sí, claro.
(Suena la alarma de mi celular)
¡Son las 7 de la mañana, todo el
mundo a despertarse! Esperen,
¿por qué está tan claro?
Compartiendo historias, risas, comida y un vasito de navegado
Chascarro N°1: Despertador
Me habían dejado de encargado de la alarma y fijé el despertador para las 7 de la mañana,
pero justo, justo, JUSTO! esa noche el bendito celular tenía que cambiarse automáticamente de
hora. Al final terminamos despertándonos una hora después. A otros chiquillos también les sonó
el despertador pero siguieron durmiendo esperando a que alguien (yo) los despertara. Bueno,
nada que hacer. A desayunar y ordenar todo rápido. Finalmente terminamos partiendo a las 9.05
de la mañana cuando ya estaba claro e incluso llegaba a hacer un poquito de calor.
Chascarro N°2: La ruta
Cruzamos el estero que traía poca agua así que no presentó ninguna dificultad y de ahí a
iniciar la marcha por un notorio sendero. Sabíamos que habían dos rutas para la primera parte del
ascenso, por arriba cerca del filo
de una meseta y por debajo cerca
del estero. Decidimos seguir la
segunda opción pero al poco
andar tuvimos que ascender
derecho pa’ arriba tratando de
conectar con la primera ruta ya
que el camino que seguimos se
iba estrechando cada vez más y
presentando pasadas expuestas.
La subida nos costó bastante ya
que el suelo era de pésima
calidad, botamos muchas piedras,
nos embarramos, hasta que por
fin conectamos con el sendero de
la ruta de arriba. Definitivamente
este sendero era mucho más simple e incluso bonito ya que sus árboles alegraban el pasar y nos
protegían del sol.
Llegando al sector para el depósito, de fondo el cerro Punta Horizonte
Después de unos 15 minutos de caminata encontramos un buen lugar para dejar el peso
extra de nuestras mochilas, así que organizamos todo, descansamos y entre medio de eso
apareció la Magda Huerta que venía desde Santiago a hacer el Punta Horizonte por el día con
nosotros.
Ya con el equipo listo y el
grupo entero reunido continuamos
caminando siguiendo siempre el
sendero más notorio. Al poco rato
de caminar nos encontramos con
un portón por el que había que
tomar un desvío por un sendero
menos evidente ¿Y qué hicimos
nosotros? Seguir caminando por el
sendero más “obvio”. Nadie se
aprendió bien la ruta así que
cometimos el error de caminar
siempre por donde nos parecía
más lógico seguir. Fueron pasando
los minutos y el camino parecía
que nunca conectaría con el filo
del cerro, luego pasamos un
segundo después portón y las Adentrándonos en el cajón del Estero Coyanco, de fondo el Cerro el Plomo
dudas comenzaron a aparecer. Aun
así, seguimos caminando ya que después de un rato vimos que el sendero llevaba a un filo que
conectaba con el cerro que creíamos, era el Punta Horizonte (porque ni eso teníamos muy claro).
Estando en el filo decidimos salirnos de la ruta y ascender por éste, Camilo y Felipe se
adelantaron para buscar una ruta segura entre los paredones de roca que asomaban más arriba.
Sorteado este inconveniente, seguimos
subiendo hasta llegar a un punto
suficientemente alto y con mayor
visibilidad que hizo darnos cuenta de la
evidente tragedia: nos habíamos
desviado un montón y el Punta
Horizonte se mostraba lejos de nosotros,
inaccesible desde donde estábamos.
Siendo las 2 de la tarde, discutimos
entre seguir intentándolo por un
supuesto camino que se veía bastante
duro o seguir subiendo entre unas rocas
que estaban cerca y que podrían
llevarnos a alguna cumbre más cercana.
Tomamos esta última opción y seguimos
Portezuelo, descanso y almuerzo
el ascenso con el cansancio ya presente
en nosotros, hasta llegar a un portezuelo donde descansamos y tuvimos una segunda discusión:
estábamos muy cerca de una cumbre pero no estábamos seguros de cómo acceder a ella y si
tendríamos tiempo para lograrla. Osito vio un sendero -según Pacheco, formado por el recurrente
paso de cabras- que podría ser útil pero no generaba mucha confianza. Cuando ya parecía que
íbamos a tomar nuestras cosas e iniciar el descenso, sentí el impulso de intentar ver que tal era
otro camino que atravesaba unos gateos de roca.
Sin
mochila,
sin
haberme hidratado bien y sin
almorzar partí sabiendo que
si queríamos hacer esa
cumbre teníamos que hacerla
cortita. Subiendo por el
camino que me parecía
conectar con la cima vi una
pasada accesible, por ende
traté de avisarles a los
demás. Hice toda clase de
señales y grité varías veces
“VENGAAAN, SI SE PUEDEE”
Montículo de piedras en la cima del “cerro del lado”, atrás el Punta Horizonte
pero la distancia no permitía
entendernos. Estaba indeciso
si seguir subiendo hasta que escuche un “SIGUEEE!”, así que no la pensé más y subí tan rápido
como pude entre los gateos y trepas hasta llegar a la cúspide. Allí, descubrí solamente una pirca
con manchas blancas como si hubiera sido cagada por gaviotas… ningún testimonio, o una placa
que dieran señales del nombre del cerro en que estaba.
Baje rápido hasta donde estaba esperándome el grupo y ahí les comenté que
efectivamente nos metimos por un lugar nada que ver y que desde esa cumbre se podía llegar al
Punta Horizonte caminando por el filo pero ya era muy tarde para intentar eso. Me decían que
querían acompañarme a subir conmigo a la cumbre pero nunca entendieron las señales que hacía.
A las 15.45 tomamos unas fotos de grupo y de ahí a comenzar el descenso por la misma ruta que
seguimos en la subida. Bajar este cerro se hizo lento y cansador, sobre todo porque veníamos con
poco líquido y la parte final del cerro que hicimos estaba desprotegida del fuerte sol. Por otro
lado, como no descansé nada al bajar de la cumbre, bebí poco líquido y comí casi nada, terminé
agotándome, por consiguiente demorando la vuelta. Llegaba a ser desesperante darnos cuenta de
todo el camino que nos faltaba de regreso y aun más, sabiendo el torpe desvío que tomamos ¡casi
al inicio de la ruta! Al final llegamos a eso de las 20.30 a los vehículos, ordenamos todo y partimos
rumbo al primer local que vendiera empanadas para reponernos y subir los ánimos fatigados.
Literalmente pasamos al primer local que vimos y “le hicimos el día” al dueño, entre empanadas,
chocolate caliente, dulces y bebidas que pedimos. Hicimos la evaluación de la salida y después nos
despedimos entre abrazos partiendo a nuestros hogares en Santiago. Fatiga
¿Cuál fue la evaluación? La verdad es que a pesar de todo lo pasamos bastante bien y el
grupo mantuvo un muy buen ánimo durante toda la salida. Pudimos compartir mucho en el
campamento y disfrutar de maravillosas vistas a medida que tomábamos altura en el cerro. Sin
embargo, todos acordamos en que cometimos muchos errores, siendo el exceso de confianza la
principal razón. Como pensamos que era un cerro “fácil” nos despreocupamos de la planificación,
del trabajo grupal y la concentración que implica una salida deportiva. En lo personal, si bien
conseguí llegar a esa cumbre, la poca conciencia que tomé de la situación provocó que fuera mal
preparado y eso me condujo a la fatiga que terminó atrasando a todo el grupo, además de darme
un extenso mal rato por estar apenas bajando el cerro. Así son las cosas, debemos tomar estas
experiencias como parte del continuo aprendizaje como montañistas y por sobre todo, rescatar los
buenos momentos vividos que son los que nos motivan a regresar a la cordillera para disfrutar con
nuestros amigos. Nos vemos en la próxima salida!
Aguante RAMUCH!!

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