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CUADERNOS
POR UNA NUEVA INDEPENDENCIA
Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
2
Noviembre, 2014
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Presidenta de la Nación
Cristina Fernández de Kirchner
Vicepresidente de la Nación
Amado Boudou
Ministra de Cultura
Teresa Parodi
Jefa de Gabinete
Verónica Fiorito
Secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional
Ricardo Forster
Cuadernos por una Nueva Independencia
Dirección general
Ricardo Forster
Dirección de proyecto
Matías Bruera
Gabriel D. Lerman
Coordinación de la edición
Giuliana Mezza
Contenidos
Mariana Casullo
Homero Koncurat
Francisco “Teté” Romero
Diseño de tapa
Carlos Fernández
Diseño de interior
Mario a. de Mendoza F.
Corrección
Juan Martín Rosso
Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no expresan necesariamente la opinión de los
editores. Se permite la reproducción total o parcial de esta publicación en cualquier medio a condición de la mención de la
fuente y previa autorización de los editores. Se agradecerá el envío de copias.
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Geografías
heterogéneas
IMPULSADO POR LA POTENCIA DE UNA CULTURA CON ECOS LOcales, nacionales y regionales, el Gobierno llevó adelante
el necesario desafío de volverla protagonista de la etapa
de transformaciones que atraviesa el país.
Se trata, ni más ni menos, de hermanar la cultura con todas
aquellas tradiciones políticas, estéticas y filosóficas que
definen lo que somos, comprendiendo que no existe la
una sin las otras. Se trata de crear espacios contundentes
que apunten hacia la construcción del futuro con la memoria del pasado. Precisamente, estos foros –bisagra del
pensamiento entre el Bicentenario de 1810 y el de 1816–
se proponen revisar los idearios, los procesos y los actores
que han configurado una serie de discursos a lo largo de
doscientos años de vida soberana. Porque el momento
actual de la Argentina requiere poner en palabras, que hablen el lenguaje de la pluralidad, de las geografías heterogéneas, el país que deseamos ser.
Con los Foros por la Nueva Independencia, ampliamos los
temas de discusión y las perspectivas para abordarlos. La
riqueza de una cultura, justamente, anida en el entrecruzamiento de miradas y puntos de vista. Por eso, como ministra de Cultura de la Nación, me enorgullece abrir aquí
este espacio federal de debate, guiado por los lemas
emancipatorios del pasado, que resuenan, aún hoy, cuando
el pueblo latinoamericano pronuncia con esperanza la palabra “futuro”.
Teresa Parodi
Ministra de Cultura de la Nación
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
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Introducción
a los Foros por
una Nueva
Independencia
>> Ricardo Forster
Secretario de Coordinación Estratégica
para el Pensamiento Nacional
6
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
EL NUESTRO HA SIDO, DESDE SU FUNDACIÓN, UN
país de permanentes controversias entramadas, la mayoría de ellas, con la política;
como si cada segmento de la vida pública
y privada viniera a expresar una manera
de posicionarse ante los modos, distintos,
de pensar y construir la Nación. Ya en el
amanecer de Mayo se pusieron en juego
no sólo alternativas políticas enfrentadas
entre sí, sino que también se abrió una
clara confrontación cultural que irradió
sobre las decisiones económico-políticas
hasta definir los proyectos de país que fueron desplegándose a lo largo de nuestra
historia. Herencias, tradiciones, debates,
conflictos, escrituras y libros estuvieron,
desde el comienzo, en el centro de la política, allí donde las identidades nacientes
requerían de apropiaciones simbólico-culturales legitimadoras. Pocos gestos más
elocuentes y fantásticos como aquel de
Mariano Moreno traduciendo el Contrato
social de Jean Jacques Rousseau y convirtiéndolo en el núcleo de su visión política,
en el sueño de transformar a esa aldea
arrojada en los confines del mundo en una
sociedad jacobino-republicana; como si
allí, en la aurora de nuestra historia, se hubieran cruzado los caminos de la invención
cultural con los de la utopía política.
Anticipar narrativamente a la Nación sería
una constante de nuestro complejo y laberíntico derrotero a lo largo de estos dos
siglos de vida independiente.
Pero en esos relatos construidos con diversos retazos, lo que se buscó, desde el
inicio, fue la solidificación de identidades
políticas fuertemente sostenidas sobre pilares legítimos, culturalmente sobresalientes y capaces de inventar identidades
arraigadas en venerables tradiciones allí
donde poco tiempo antes no había nada,
apenas el esfuerzo de sobrevivir en estas
geografías lejanas e inhóspitas. Por eso,
aunque no exclusivamente, la política en
la Argentina se desplegó no sólo como
construcción de instituciones o como
forma de gestión gubernamental sino
también, y de modo decisivo, como espacio de identidades culturales capaces
de dar el salto por sobre la racionalidad
del relato de origen para arraigarse en
sentimientos míticos.
En esa narración fundacional y extraordinaria que emerge del Facundo, lo que
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viene a poner en evidencia la pluma de
Sarmiento es la convicción de que el combate político sería, fundamentalmente, un
combate por los símbolos, es decir, que
los lenguajes culturales, su capacidad de
generar mitos e identidades colectivas, serían el centro controversial del país, el
punto de inflexión para elegir, desde la mirada sarmientina, el camino de la civilización y/o el de la barbarie. Aunque también
nos permitió descubrir las imbricaciones y
deudas sorprendentes entre visiones y tradiciones intelectuales opuestas y en litigio
permanente. Como si no pudiéramos eludir, y esa sea quizás una de las búsquedas
secretas de estos foros, la necesidad de
interrogar las genealogías compartidas y
los caminos cruzados de quienes pensaron
el país desde visiones enfrentadas. Una riqueza inesperada nos sale al paso cuando
somos capaces de romper los dogmatismos y las miradas unilineales. Poner a dialogar diferentes miradas e interpretaciones
constituye un ejercicio de fecundidad democrática que no anula las discrepancias,
las querellas y los conflictos que nos siguen
atravesando. Simplemente nos permite ser
más agudos y comprensivos.
Desde aquellos días fundacionales de un
país que todavía no se sabía a sí mismo y
se buscaba con intemperancias y violencias, con esperanzas y frustraciones, con
agudezas teóricas e invenciones poéticas,
la política se entrecruzó con lo identitario
cultural generando las condiciones de un
arraigo que, con matices, continúa hasta
el presente: unitarios y federales, alsinistas
y mitristas, liberales y radicales, anarquistas
y socialistas, peronistas y antiperonistas,
han sido algunas de esas cristalizaciones
que vuelven muy difícil separar el discurso
de la política de ese otro que se entrama
con las oscuras amalgamas que definen
las identidades y sus mutaciones a lo largo
del tiempo. Hoy, cuando las identidades
políticas y culturales ya no pueden ser concebidas desde una perspectiva esencialista
y cuando los cambios y el flujo constante
que caracterizan a las sociedades del capitalismo contemporáneo las debilitan, se
vuelve fundamental seguir indagando por
sus cristalizaciones y transformaciones a
lo largo de nuestra historia.
Claro que esas divergencias político-culturales no se dirimieron, por lo general,
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
en ámbitos académicos o en espacios democráticos; más bien abrieron el camino
para distintas formas de guerra civil que
atravesaron parte de nuestra historia y que
siempre volvieron difícil, por no decir casi
imposible, la construcción de una democracia capaz de amparar la diversidad. La
violencia, y los sueños de otro país dentro
de un país carenciado de justicia y de
igualdad, han recorrido como un hilo rojo
el laberinto argentino y han definido la
compleja urdimbre de las identidades políticas y de los lenguajes culturales sostenedores de esas identidades. Tal vez una
de las más significativas, y que todavía
sigue actuando en los imaginarios sociales,
es la antinomia peronismo-antiperonismo,
antinomia que ha sufrido mutaciones significativas a lo largo de más de medio siglo
y que hoy vuelve a emerger en la escena
política aunque metamorfoseada por la
forma kirchnerista del actual peronismo.
Han sido esos antagonismos y la virulencia
con la que se han ido manifestando los
que, en gran medida pero no únicamente,
debilitaron la construcción de una genuina
práctica democrática, transformando por
lo general a la política en un campo de batalla del que sólo se podía salir venciendo
al enemigo (o aniquilándolo, como hiciera
la dictadura videlista que, cómo olvidarlo,
reclamó para sí toda la suma del poder
político-militar para “devolverle” al país
“la democracia contaminada por la corrupción y las ideas subversivas y extranjerizantes”, de acuerdo al léxico espantoso
de la jerga dictatorial). Discutirnos críticamente significa, también, penetrar sin
complacencias en los usos del lenguaje,
en su profundo impacto en las diferentes
construcciones políticas e ideológicas.
Pero también significa darles su lugar complejo a los antagonismos ideológicos y
económicos como expresión genuina de
la democracia y como evidencia de lo no
resuelto y de las desigualdades de nuestra
sociedad, impidiendo que se conviertan
en excusas para violentar la diversidad política y cultural.
El saldo de cuentas, al menos desde 1930
en adelante, no ha sido auspicioso a la hora
de generar las condiciones para una genuina solidificación de las instituciones democráticas, en especial allí donde algunos
de los gobiernos que intentaron beneficiar
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Introducción
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no a los poderes del establishment sino a
los sectores populares, fueron desbancados no sólo por el accionar golpista de los
militares y de los grupos concentrados del
poder económico sino por el deseo, claramente manifestado, de sectores medios
que han sospechado –y lo siguen haciendo– de la política y del Estado como
máquinas de recaudación y de saqueo.
Una poderosa tradición antipolítica recorre
los subsuelos de la historia argentina; una
tradición que desde los lejanos años
treinta hasta alcanzar también nuestra contemporaneidad ha venido, con movimientos espasmódicos, a confluir con aquellos
imaginarios político-culturales inclinados,
de distintos modos, hacia lo destituyente
de esa misma democracia que sólo puede
desplegarse allí donde se afirme la presencia de lo político como forma persistente del litigio y del conflicto, en especial
aquel que gira alrededor de la cuestión,
siempre insatisfecha, de la igualdad. En
todo caso, cuando en algunos de los mojones de nuestra historia ese ha sido el núcleo del conflicto –la visibilidad del litigio
por la igualdad, la exigencia de los incontables por ser contados en la distribución
tanto de los bienes materiales como de
los simbólicos–, lo que inmediatamente
fue atacado por algunos de los portadores
de la “genuina” gramática republicana ha
sido, precisamente, la imperiosa necesidad, convertida en derecho y en afirmación identitaria, de esos incontables por
dirimir los lenguajes con los que se iría a
nombrar esa misma República. No resulta
menor, de cara al Bicentenario de Julio y
a la necesidad de interrogar, al mismo
tiempo, nuestro recorrido como nación y
las perspectivas que se abren en el presente –que suele ser el lugar donde se dirime el futuro–, continuar indagando en
esos modos del decir, en esas tramas del
lenguaje que han guardado, ayer y hoy,
acá, entre nosotros, las claves de una historia atravesada de lado a lado por la querella de los significados.
La dictadura iniciada en marzo del 76 profundizó la proliferación del sesgo antipolítico, algo sordamente arraigado en el
sentido común de amplios mundos sociales, en especial de las clases medias, que
venía a apuntalar la sospecha, nunca disipada, hacia la política y hacia los políticos
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
en beneficio de diversos experimentos autoritarios y relacionados con prácticas que
viniendo de otros lugares (los cuarteles,
los grupos corporativo-económicos, la
Iglesia, etcétera) pudieran escapar de la
“maldición” política. La frustración alfonsinista, golpeada ella también por las acciones destituyentes que recorrieron y
recorren el hilo de la democracia argentina
desde Uriburu en adelante y con diferentes modalidades, dejó abierta nuevamente
la compuerta para que esas aguas antipolíticas vinieran a inundar las conciencias
ciudadanas dispuestas, una vez más, a elegir una opción que les permitiera sumergirse en las aguas puras de una renovación
virginal que acabaría, como las otras, arrasando con derechos y patrimonios del conjunto de los argentinos en nombre del
progreso y de la regeneración de la vida
republicana, eufemismos que escondieron
y esconden el deseo de los pocos de seguir usufructuando las riquezas creadas
por los incontables. Extraña paradoja la
nuestra, que aquellos mismos que siempre
hablaron, y lo siguen haciendo impunemente, de calidad institucional y de recreación de la República sean los que, cuando
tuvieron la oportunidad, se dedicaron a
rapiñar a esa misma República que tanto
reclaman y admiran.
En nuestra historia ha habido una distancia, a veces infranqueable, entre las palabras y las cosas; distancia multiplicada allí
donde la retórica pareció desplegarse con
independencia de los acontecimientos generando las condiciones fantasmagóricas
de una realidad en absoluta oposición a
esa misma trama discursiva que venía supuestamente a legitimarla. Ya no se trató
de aquellas escrituras (como las de Moreno
o Sarmiento, por citar a estos dos paradigmas que atraviesan nuestra memoria histórica) que se anticipaban a lo todavía por
acontecer o que eran portadoras de una
potencia que lograba capturar, desde una
determinada perspectiva que acabaría por
volverse hegemónica, las corrientes profundas de un país en vías de construcción;
ni tampoco de aquellas otras (como las de
José Ingenieros, Leopoldo Lugones,
Ezequiel Martínez Estrada, Jorge Luis
Borges, Carlos Astrada, Arturo Jauretche,
Raúl Scalabrini Ortiz, José Luis Romero,
John William Cooke, Silvio Frondizi,
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Nicolás Casullo, León Rozitchner, David
Viñas, entre otros) que desde el ensayo
político, filosófico y literario buscaban auscultar los latidos de una sociedad indescifrable o definitivamente perdida. Se trató,
y se trata, de ciertos relatos que proyectan
sobre los otros el daño que ellos mismos
han contribuido a infligirle a la Nación; relatos que se escudan en la pureza de un
republicanismo supuestamente virginal e
incontaminado que suele esgrimirse contra
todas aquellas experiencias políticas populares, arraigadas en las napas más profundas de la memoria colectiva que,
atravesando de diversos modos la historia
nacional, tendieron a hacer visibles a los
invisibles de esa misma historia. Por eso
se trata, en estos tiempos de debates impostergables, de hincarle el diente no sólo
al sentido de las palabras, a los modos del
nombrar sino, también, a los entrelazamientos efectivos entre esas mismas palabras y las intervenciones materiales en
los destinos del país.
La experiencia de la década del noventa
(hegemonizada por lo que se ha llamado
el “menemismo”) ha sido, más cercana a
nosotros, el eje de un nuevo giro antipolítico de amplios sectores sociales; una
época caracterizada por el dominio abrumador de la ideología de mercado entramada, ahora, con la retórica de un
movimiento de raíz popular que vino a
deshacer, a través de algunos de sus principales referentes, aquello mismo que
había contribuido, décadas atrás, a construir. El menemismo (la forma que entre
nosotros asumió la ideología neoliberal),
sobre todas las cosas, vació la relación
entre política y bien común, devastó la
trama entre política e identidades culturales transformándola en una retórica
hueca y cínica. Agusanó hasta pudrirla la
relación entre democracia, espacio público
y Estado, multiplicando el mito, tan argentino, de lo que Horacio González ha llamado la ideología de la “emboscadura”,
aquella que cuestiona y sospecha de todo
a partir no de una diferenciación ideológica y política sino a partir del amarillismo
mediático que siempre “desnuda” lo que
hay detrás; la certeza, tan enquistada en
la cultura nacional y con fuerte presencia
en las clases medias, de que todo se hace
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
en función de un cierto negocio. Ya no se
trata de discutir ideas, de entender la relación compleja entre política, cultura y
economía; lo que se busca es reducir esa
dimensión a una cuestión de “caja”, llevando la política hacia ese eterno lugar de
sospecha que, entre nosotros, constituye
todo un gesto cultural. En estos Foros que
buscan indagar los caminos de una nueva
Independencia se tratará –esa es nuestra
aspiración– de poner en juego las diversas
tradiciones argentinas como lenguajes y
prácticas sin los cuales no es posible imaginar caminos emancipatorios.
Se trata, si intentamos colocarnos en la
estela del Bicentenario, de regresar sobre
las antiguas querellas, no para cristalizar
aquello que nos remite a otro país, sino
para reafirmar la convicción tallada intensamente en el cuerpo de nuestra joven
democracia de que no hay posibilidad alguna de recrear la Nación, de refundar la
República, “olvidando” los caminos recorridos, dejando atrás y sin desatar los
nudos de nuestros litigios. Los relatos del
pasado siguen siendo un campo de genuina disputa cultural-simbólica no sólo
porque ello responde a las necesidades
del gremio de los historiadores, sino, fundamentalmente, porque no hay, no puede
haber, un proyecto de país más justo e
igualitario sin redimir la memoria de los
que contribuyeron a hacer visibles a los
invisibles: el litigio por la igualdad sigue
siendo el eje de nuestras controversias.
Buscar la confluencia de los idearios que
se vienen desplegando desde los días de
Mayo sabiendo que, cada época, enfrenta
sus propios espectros y sus propias deudas; pero saber, a su vez, que se vuelve
indispensable hacer cruzar las gramáticas
de la libertad con los lenguajes de la justicia y la igualdad social. En ese cruce,
frustrado una y otra vez por aquellos que
en nuestra historia han buscado, con diversas suertes y de modos brutales y homicidas, impedirlo apelando a la violencia
y al cercenamiento de los derechos, se
juega el destino del país; un destino, insistimos, en el que debemos ser capaces
de pagar algunas de las deudas que
desde hace más de 200 años no hemos
dejado de contraer con los incontables de
nuestra sociedad. •
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Pensar la Argentina desde la región
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Del Puelmapu a la
Patagonia saudí:
de ausencias
y peculiaridades
>> María Beatriz Gentile
SI ANTES DE 1492 AMÉRICA NO FIGURABA EN
ningún mapa, la Patagonia tampoco.
Fueron los españoles quienes denominaron así al Puelmapu, el extenso territorio
habitado por las parcialidades mapuche
y gününa küna, nos dice Adrián Moyano.
Llamada “tierra de gigantes” por un cronista de Magallanes, definida como “árida
y hostil” por el científico Darwin y sentenciada a formar parte del desierto generador de barbarie por Sarmiento, la
Patagonia apenas encontró un lugar redentor en el mito como última frontera.
Pensar la Patagonia desde la Nación evoca
casi siempre a un pensar desde las ausen-
>>
María Beatriz Gentile
Doctora en Historia y profesora regular de
la UNCo. Integra el Comité Académico del
Instituto de Pensamiento y Cultura de
América Latina (Ipecal), con sede en México
D.F. Actualmente es decana de la Facultad
de Humanidades.
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Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
cias. Un pensar donde aquello que no
existe en nuestra sociedad ni en nuestro
imaginario, es producido activamente
como no existente. ¿Qué mejor ausencia
que el ícono del desierto? Imagen poderosa y fecunda para producir otras ausencias: ausencia de orden, de progreso, o de
civilización por sobre todas las cosas.
Ausentes en el relato histórico fundador
de la Patria, ajenas a las luchas civiles por
la institucionalización del Estado, las tierras al sur del río Negro no formaron parte
de esa historia nacional que se fue modelando al ritmo de la guerra y del puerto.
Difícilmente los pobladores originarios
percibieron la extensión y menos aún la
riqueza de la región que habitaban. Tampoco lo hicieron los exploradores del siglo
XVII ni los soldados de Julio A. Roca en
1879, aunque estos últimos sabían que
aquello no era un desierto. De aquí en
adelante el remington y el fiscal se encargaron de su hostilidad mientras el ferrocarril y el ganado convirtieron ese extenso
mar de tierra en promesa exportadora.
Fundar ciudades para “tomar de la garganta a la barbarie patagónica” escribiría
en 1904 un hombre del Progreso como
Eduardo Talero. La Patagonia sin pasado,
se convertía ahora en tierra de futuro.
Por el contrario, pensar la Nación desde
la Patagonia ha sido una forma de elaborar
la peculiaridad. Peculiaridad que se afirma
en la diferencia con el resto de las regiones
que la componen. Escasamente valorada
en sus orígenes, la trayectoria histórica de
la Patagonia se revela en tensión permanente con ese Estado-Nación consolidado
y poderoso. Esa peculiaridad fue en parte
cimentada en la idea del desierto: frontera
y pioneros, dos conceptos que delimitaron
rasgos identitarios que forjaron el carácter
defensivo con que percibió su vínculo con
el conjunto nacional. Su particularismo se
alimentó también de la sospecha de poseer una riqueza sin precedentes a la espera de ser descubierta y explotada, casi
como evocación de aquella leyenda sobre
la “ciudad de oro” buscada incansablemente por los conquistadores españoles.
Hoy, la promesa de estas tierras es su principal recurso: petróleo, el oro negro. De
esta forma, un federalismo cuasi autonomista ha expresado la relación con una
Nación que se asocia, en más de una oca-
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sión, al aparato administrativo del Estado
y a los intereses del gobierno de turno.
Una Nación percibida a veces como madre
protectora de estos nuevos territorios que
tardaron medio siglo en alcanzar su independencia política para constituirse en
provincias. Otras veces, vista como la madrastra cruel que explota el trabajo y la riqueza sin dejar nada a cambio.
Imaginarios y prácticas políticas se han forjado en el cruce de estas configuraciones.
Un particularismo desafiante se expone hoy
con mayor rigor frente a la promesa económica de la Patagonia saudí. “Vaca Muerta,
la nueva frontera del desarrollo” han llamado al descubrimiento de uno de los yacimientos más prolíferos del mundo en gas
y petróleo no convencional: “Cuando la producción de Vaca Muerta alcance a 1.000
pozos explotados, el producto bruto geográfico tenderá a crecer entre 75 y 100 por
ciento en la provincia de Neuquén y eso impactará en el producto interno bruto del
país”, han dicho. También es cierto que
por la baja permeabilidad de la roca generadora, será necesario apelar a la tecnología de la fractura hidráulica, también
conocida por el término inglés de fracking
y ello –según los ambientalistas– acarreará
problemas ambientales.
Desierto, frontera, progreso, desarrollo,
imágenes inconfundibles del paradigma de
la Modernidad con que aquella Argentina
pretenciosa del siglo XIX creyó haber inventado a la Patagonia, generando ausencias
criminales como la de sus pueblos originarios. Para estas comunidades, aceptar esa
novel existencia ha sido la marca de su peculiaridad: nuevos territorios, nuevas provincias, nuevos horizontes de realización.
Sin deudas con el pasado, sin coparticipación del “granero del mundo”, la región se
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
afirmó en la convicción de que sus recursos
económicos y su posición de frontera austral son sus ventajas comparativas para negociar su despoblamiento y su extensión
inabarcable con una Nación que en ocasiones es percibida como un rival. Habrá que
superar estas configuraciones. El paso del
capitalismo globalizado no ha sido en vano
y los efectos de una comunicación también
global han creado la ilusión de cercanía con
un mundo de posibilidades para quien
posea los recursos. Mientras esto suceda,
el sentido de Nación se irá debilitando en
la medida en que esta parezca ser cada vez
menos necesaria para los particularismos
que se pretenden soberanos.
Pensar la Nación como problema y no
como un presupuesto sería una buena
forma de comenzar; entenderla como
construcción histórica y no esperar verla
crecida y madura con atributos invariables.
Incorporar al debate también lo aleatorio,
lo contingente, para sobrepasar los condicionamientos que ha establecido como
definición de Nación una filosofía de la historia –y no tanto la historia misma. Habrá
que repensarla en clave de comunidad política, y en ese sentido volver a vincular la
idea de Nación con la de participación y
representación. Será necesario restablecer
las relaciones de reciprocidad pero sin que
las diferencias regionales/provinciales/locales escondan jerarquías que indiquen el
reparto inequitativo de la riqueza. Recuperar la dimensión plural en el diseño de
las políticas públicas sin convertir la demanda sectorial y/o regional en absoluta,
también es un desafío. Por último, nos
urge pensar la Nación en base a la unidad
en la diversidad y en sintonía con un horizonte más amplio en el que América Latina
comienza a encontrarse. •
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Pensar la Argentina desde la región
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Patagonia:
parroquias
o comunidad
nacional
>> Gabriel Rafart
LOS ACTORES POLÍTICOS Y CULTURALES DE LAS
provincias patagónicas cuentan con su propia memoria de olvidos y presencias. Siempre detrás de una fórmula que se propone
exclusiva, para experiencias egoístas, o enfrascados en la compleja tarea de pensarse
dentro de la Nación. Pareciera que hay
una trampa constitutiva y de futuro en esto
de ser o no ser integrantes activos de una
comunidad nacional.
En la Patagonia, el pertenecer a un mundo
de parroquias dispersas, eventualmente
configurando una unidad de mayores alcances pero autónoma, marca una de esas
pretensiones. Lo mismo que la voluntad
>>
Gabriel Rafart
Profesor y magíster en Historia, docente e
investigador en Historia social y política
reciente de la norpatagonia de la Universidad
Nacional del Comahue y Nacional del Río
Negro. Es columnista en diarios regionales.
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Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
de agruparse dentro de un espacio político
de mayor alcance, común, confiable y legítimo. Es parte de una tensión que algunos resumen en un federalismo de reserva,
defensivo, del regateo permanente en la
disonancia. Mientras tanto, otros piensan
un federalismo de pertenencia en la concordancia, de la unidad de sentidos. Nación y parroquia parecen los polos de una
Patagonia aún en construcción. La proliferación de fuerzas parroquiales –léase
partidos provinciales– es parte del paisaje
político patagónico. Por si fuera poco, las
biografías de esos actores en provincias
jóvenes y territorios igual de recientes, se
enfrentan a un capitalismo globalizado. La
actual batalla por los recursos naturales y
sobre su territorio muestra cuán vivo es el
horizonte de incertidumbres.
No hay que remontarse al momento en
que las fuerzas militares de Julio Roca
avanzaron sobre estos territorios sureños
para reconocer las tensiones entre una parroquia que asoma y una comunidad nacional que busca instalarse. Recuérdese
que hacia el año 2002, frente a la monumental crisis económica, social y política
del país, hubo quienes vislumbraban una
Argentina sin soberanía. Se habló entonces de la entrega del gobierno a una junta
internacional que vendría con suficiente
dinero y un manual de medidas drásticas
dispuesta a un salvataje extraordinario. Se
había pensado en la entrega de recursos
naturales o directamente de territorios a
cambio de la condonación de una importante porción de una deuda externa inmensa, que se había mostrado como una
de las principales responsables del cataclismo de inicios de milenio. Se habló de
un país más pequeño, donde la Patagonia
dejaría de estar en la comunidad de los
argentinos para conformar una nueva unidad en condiciones de inventarse como
nación. No era pura imaginería: la idea de
la secesión de la Patagonia fue nota de
tapa del New York Times el martes 27 de
agosto de 2002. En la región, la polémica
reabrió viejas tensiones propias de una cultura política que intenta reafirmar por vías
diversas una identidad parroquial, cuando
no de una oposición hacia un falso “centro
imperial” ubicado menos en las sedes del
capitalismo globalizado y sí más cerca, en
Buenos Aires. Hubo quienes tomaron el
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 13
hecho como factible. De allí la iniciativa
puesta en marcha por uno de los partidos
gobernantes en una de las provincias hablando de la regionalización patagónica,
que, con un confuso sentido de integración planteado en la disolución de provincias, se proponía liquidar dos entidades
de la norpatagonia y constituir de esa manera una sola. Sin duda había una parte
de las élites locales dispuesta a preparar
un liderazgo para producir una realidad
estatal nueva con un pedazo de aquella
comunidad nacional que se había empezado a construir a fines del siglo XIX.
No era la primera vez que la Argentina se
pensaba como un país dispuesto a fragmentarse. Había ocurrido en los años de
la Segunda Guerra Mundial, cuando la
Alemania de Adolf Hitler se lanzaba a la
conquista de Europa. Aquella historia, conocida como el “complot patagónico”, derivaba de la llamada “causa Müller” sobre
el activismo nazi en el país. En marzo de
1939, mientras la prensa del mundo informaba de la ocupación alemana de la Checoslovaquia debilitada y de la rendición
republicana en Madrid a las fuerzas franquistas, el presidente radical Roberto M.
Ortiz recibía en secreto un dossier. Se le
había advertido de la falsedad de esa documentación, que según la fuente originaria, provenía de la embajada alemana en
Buenos Aires y llevaba la rúbrica de algunos de sus principales funcionarios. Además, comprometía a varios empresarios de
la Cámara Alemana de Comercio y miembros prominentes de las distintas asociaciones civiles de alemanes residentes en
el país. Por si fuera poco, Ortiz se enteraba de que el presidente de la Junta
Central Pro-Autonomía de los Territorios
Nacionales era sindicado como agente al
servicio de Berlín. Aquella junta bregaba
por la rápida provincialización de los territorios patagónicos. Entre los documentos
se expusieron fotos y otros datos sobre relevamiento de recursos estratégicos, de infraestructura militar y comunicacional. Se
consideraba que esos extensos territorios
sureños eran tierra de nadie. Las conclusiones del informe ponían en duda los alcan-
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
ces de la soberanía argentina: la Patagonia estaba en condiciones de ser ocupada
por la Alemania hitleriana. Hubo investigaciones que derivaron en detenciones
de alemanes residentes en el país. Varios
legisladores nacionales, entre ellos el líder
socialista Enrique Dickmann, iniciaron una
pesquisa. Lo único que se obtuvo fue la
confirmación de que la secesión patagónica no era más que un fraude elaborado
por las tribulaciones de la inteligencia de
guerra británica y norteamericana. Si bien
Ortiz desechó la denuncia, hacia 1941 el
presidente de los Estados Unidos, Franklin
D. Roosevelt, exhibió en Washington un
mapa secuestrado a un espía alemán como
prueba irrefutable de la intentona nazi por
establecerse en tan lejanos territorios. A
Roosevelt le era funcional aquella jugada,
ya que estaba decidido a comprometer a
la Argentina ante el cambio de curso de los
sucesos internacionales con su entrada a la
conflagración mundial. El mapa en cuestión informaba de una Patagonia argentina
y chilena bajo la común denominación de
los “Estados Unidos Totalitarios del Sur”.
Más de siete décadas transcurrieron de
aquel episodio fraudulento. Algo más de
un decenio desde que se pensó el desguace de la Argentina. También quedó a
distancia aquel medio siglo en que la
mayor parte de estos espacios obtuvo su
autonomía política. Dos gobiernos de
signo similar iniciaron el actual momento,
que con la creación de cinco provincias,
permitió hablar de esa comunidad política
nacional que llamamos República Argentina. Todo hizo a la definitiva integración
territorial y simbólica. Es que desde los
años del primer peronismo se fraguó el
último de los grandes proyectos de inclusión social y política que las clases dirigentes argentinas pudieron hacer plausible.
También por aquella época se gestó lo
“nacional y popular” como marca de una
nueva experiencia identitaria. Los actores
de la política patagónica, a pesar de su
dispersión y dificultades por pensarse en
un todo, son los protagonistas de una
continuidad que aún tiene en su mira esa
producción de lo nacional. •
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13
Pensar la Argentina desde la región
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 14
El Bicentenario:
repensando el Estado
>> Lorena Cañuqueo
>>
Lorena Cañuqueo
Comunidad mapuche Newen Ñuke Mapu,
licenciada en Comunicación Social, becaria
doctoral del Conicet.
14
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
SI BIEN LA CELEBRACIÓN DE LOS 200 AÑOS DE
la fundación del Estado nacional argentino
retomó un hito histórico particular que reivindica una serie de valores y programas
políticos, en el marco de la propuesta de
pensar la propia historia es necesario reflexionar sobre un momento posterior que
determinó la configuración actual de Estado nacional: las campañas militares al
sur o “Campaña del Desierto” de fines del
siglo XIX. Desde la perspectiva socio-histórica, esas campañas representan un momento de quiebre en las sociedades
indígenas y la reafirmación de un proyecto
político particular.
El proyecto que impulsó la conquista de
los territorios del sur bonaerense y del sur
del río Colorado, tuvo como propósito incorporar un extenso número de hectáreas
de tierra que fueron distribuidas entre
pocas familias, originando un proceso de
concentración de la tierra. Por medio de
distintas leyes sancionadas con posterioridad a la finalización de las campañas, se
remataron y entregaron como premio más
de 40 millones de hectáreas de tierra, a
algo más de 1800 terratenientes y otros
especuladores. Al mismo tiempo, el objetivo del programa político aplicado por las
élites porteñas que conformaban la denominada “Generación del 80”, tenía la finalidad de fragmentar a los núcleos familiares
indígenas. El traslado masivo de población
mapuche hacia centros de concentración
para su posterior aniquilamiento o reparto
hacia los centros azucareros, las estancias
y los polos urbanos emergentes, forma
parte de la continuidad de los objetivos
del programa de la “Campaña del Desierto”, cuyas acciones lo encuadran como un
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 15
genocidio, es decir, como actos “perpetrados con la intención de destruir, total o
parcialmente, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso”, Art. 11° de la Convención para la Prevención y la Sanción del
Delito de Genocidio de la ONU. En tanto,
aquellas poblaciones mapuche que pudieron negociar espacios fueron confinadas
a espacios marginales de tierra. En la actualidad, un gran número de comunidades
permanece en conflicto por la tenencia de
sus territorios. Sin embargo, aun avanzado
el siglo XXI, este proceso sigue siendo silenciado y soslayado en los círculos académicos y políticos.1
Reflexionar sobre la denominada “Campaña del Desierto” permitirá entender que
1
es un proceso que tiene consecuencias en
la actualidad y que no sólo ha afectado a
los indígenas, sino que involucra al conjunto de la sociedad. Las políticas de distribución de la tierra, la aplicación de un
modelo económico profundamente desigual, así como los valores racistas y los
fundamentos autoritarios que guiaron a
los ideólogos de las campañas militares,
explican en parte el origen de los principales conflictos territoriales y socio-políticos en la Patagonia. Comprenderlos en
su real dimensión, abre una puerta hacia
la posibilidad de generar cambios profundos que desanden más de un siglo de injusticias y reparen integralmente a toda
la sociedad. •
Pese a su escasa visibilidad, son numerosos los trabajos de académicos argentinos que, desde la historia
y la antropología, vienen trabajando este período histórico y sus consecuencias actuales. Entre otros, véanse
AA.VV., Historia de la crueldad argentina. Julio A. Roca y el genocidio de los pueblos originarios (O. Bayer,
coord., Buenos Aires, Ediciones El Augurio, 2010, reimpresión); Delrio, W., Memorias de expropiación. Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia (1872-1943) (Bernal, Unqui, 2005); Escolar, D., El repartimiento de prisioneros indígenas en Mendoza durante y después de la Campaña del Desierto (Actas
de las III Jornadas de Historia de la Patagonia, Univ. Nac. del Comahue, 2009); Lenton, D., De centauros a
protegidos. La construcción del sujeto de la política indigenista argentina desde los debates parlamentarios
(1880-1970) (tesis doctoral, UBA, 2005); Mases, E., Estado y cuestión indígena. El destino final de los indios
sometidos en el sur del territorio (1878-1910) (Buenos Aires, Prometeo, 2002); Nagy, M. y Papazian, A., De
la Isla como campo. Prácticas de disciplinamiento indígena en la isla Martín García hacia fines del siglo XIX
(XII Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia, Univ. Nac. del Comahue, 2010); Pérez, P., Estado,
indígenas y violencia. La producción del espacio social en los márgenes del Estado argentino. Patagonia
central 1880-1940 (tesis doctoral, UBA, 2014).
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
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15
La discusión sobre el pensamiento nacional y las tradiciones políticas argentinas
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 16
Notas sobre
la vigencia
del pensamiento
nacional
>> Ernesto Villanueva
“Somos un episodio en la larga lucha por
la Liberación integral del país. Si caemos,
otros nos sustituirán. Nada se pierde del
todo. La memoria de los Pueblos tiene
recovecos muy recónditos.”
Raúl Scalabrini Ortiz
“Hay momentos en la historia en que los
que saben escribir no tienen nada que
decir y los que tienen algo que decir
no saben escribir.”
Cesare Pavese
NO RESULTA SENCILLO ENCONTRAR LAS HUELLAS
del pensamiento nacional en las más calificadas esferas de la política, la ciencia, la filosofía, o en las universidades. Sin embargo,
estamos convencidos de que las transformaciones acontecidas en los últimos once
años en la Argentina serían impensables sin
este horizonte emancipador. Porque más
allá de matices y contrastes inherentes a
una tradición heterogénea y prolífica, el
pensamiento nacional aportó un diagnóstico certero del problema de la dependencia y ofreció resoluciones concretas a los
problemas de la Nación en el difícil tránsito
de, como afirmaba Don Arturo Jauretche,
“ver desde aquí lo universal”.
>>
Ernesto Villanueva
Sociólogo de la UBA, especialista en temas
de educación superior. Tuvo a su cargo el
Rectorado de esa Universidad, fue director
del Conicet y vicerrector de la Universidad
Nacional de Quilmes. Actualmente, es rector
de la Universidad Nacional Arturo Jauretche.
16
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
Las sucesivas cristalizaciones del pensamiento nacional fueron siempre –aunque
en grados variables– emergentes intelectuales de proyectos históricos libertarios
que intentaron dar respuesta a la subordinación del país y a la exclusión política
y material de nuestro pueblo. De hecho,
el énfasis puesto menos en la inscripción
geográfica de la producción intelectual
que en el modo de abordaje –el debate
sobre la Nación–, distingue esta corriente
de ideas de la tradición del pensamiento
argentino en sentido amplio.
En su multiplicidad de expresiones, y sin
ánimo de agotar otros modos posibles de
historizar su desarrollo –atendiendo, por
ejemplo, a aspectos cronológicos de la producción, a la adhesión a escuelas de pensamiento y/o a proyectos políticos específicos
(artiguismo, rosismo, yrigoyenismo, peronismo, etc.), al ámbito disciplinar de la producción (Epistemología, Filosofía, Historia,
Arte, etc.)–, nos interesa mencionar brevemente su carácter multifacético, ligado al
diálogo con gran parte de las tradiciones,
doctrinas y corrientes intelectuales que fueron expresión de la vida política del país a
lo largo del siglo XX.
En este sentido, abrevaron en sus fuentes
figuras provenientes de la diversidad propia
del movimiento nacional. El inventario demandaría páginas enteras, con lo cual, invitamos a visualizar aunque más no sea
esquemáticamente lo antedicho. En las variantes del nacionalismo, podemos mencionar a figuras vinculadas al nacionalismo
de derecha como Julio Irazusta; provenientes del nacionalismo de izquierda, expresiones como Forja y figuras como la de
Rogelio García Lupo, Arturo Jauretche y
John William Cooke. De un nacionalismo
ligado al revisionismo histórico en su variante rosista, podemos mencionar a Fermín
Chávez, José María Rosa y Ernesto Palacio;
en su vertiente federal, a Rodolfo Ortega
Peña y a Norberto Galasso. Vinculados a
la doctrina social de la Iglesia, a Guillermo
Gutiérrez, Arturo Sampay, Conrado Eggers
Lan y Amelia Podetti. Al marxismo nacional de orientación trotskista, a Abelardo
Ramos; de orientación peronista, a Juan
José Hernández Arregui y John William
Cooke; de orientación no peronista, a
Ismael Viñas y Silvio Frondizi.
La conexión entre pensamiento nacional,
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 17
proyectos emancipadores y pueblo, no obstante, aparece muchas veces de manera
subterránea o más o menos invisible. Es un
hecho que el devenir de las ideas dominantes es siempre más sencillo de reconstruir. Las razones son varias. En principio,
es innegable que las tradiciones culturales
y políticas de nuestro pueblo han sido frecuentemente soterradas por el pensamiento
colonial, cuando no lisa y llanamente confinadas al olvido. Además, ha pesado a lo
largo de nuestra historia una sucesión de
ofensivas sobre los movimientos populares
que han debido resistir la violencia de los
bloques de poder. Hace años Rodolfo Walsh
escribió casi como una premonición:
La dignidad y el coraje de nuestro Pueblo
florecen y marcan una página histórica que
no se borrará jamás. (…) Nuestras clases
dominantes han procurado siempre que
los trabajadores no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo,
separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones
se olvidan. La historia aparece así como
propiedad privada cuyos dueños son los
dueños de todas las cosas.
A pesar de aplazamientos, avances y retrocesos del movimiento nacional, el pensamiento nacional permaneció en el
subsuelo de la patria, agazapado, esperando la oportunidad para sublevarse nuevamente. Y resurgió en la tendencia actual
de forjar un porvenir compartido para profundizar una democracia inclusiva con justicia social integrada a nuestra América.
Renació en las políticas de reparación nacional y de avance en la formación de
nuestra conciencia para entregarnos un
espejo donde mirarnos y reconocernos en
nuestros aciertos y contradicciones, pero
abandonando definitivamente toda la serie
de complejos de autodenigración que coadyuvaron a que se apaguen tantos sueños en los argentinos.
En este punto, es dable pensar que el pensamiento nacional en toda su complejidad
ha logrado entrar en los intersticios más
recónditos de nuestra memoria colectiva.
Sabemos que tenemos por delante múltiples desafíos para el pensamiento nacional
y los movimientos populares actuales.
Quizá, uno de los más urgentes tenga que
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
ver con contribuir a la propagación del
ideario nacional hacia el interior de la comunidad y mermar las distancias originadas, las más de las veces, por lo que
consideramos caro a la tradición antiintelectualista de ciertos sectores de nuestra
cultura política que han predicado, ayer y
hoy, cierto recelo y/o desconfianza hacia
lo intelectual.
Sortear este problema nos permitirá atraer
a los sectores vacilantes e imponer los
compromisos sociales y políticos al momento de construir una visión estratégica
asentada en los trabajadores, en las clases
medias y en los sectores políticos más consecuentes de un país en tren de emancipación. La herencia del pensamiento nacional
resulta un aporte fundamental en el proceso de autoconocimiento cultural de las
clases populares y en la clarificación del peligro constante del designio neocolonial del
Norte, sus buitres y sus operadores internos
que pretenden retrotraer el país al pasado
con el recorte de la soberanía nacional y la
entrega de nuestro patrimonio.
La Argentina no concretó aún la conquista
de su plena autodeterminación nacional y
esa es todavía una lucha general de
Latinoamérica. Hurgar entre los recónditos
recovecos de la memoria popular, como
quería Scalabrini Ortiz, y avanzar en la resolución del desencuentro enunciado por
Pavese entre los intelectuales y el pueblo,
son tareas que nos comprometen a todos
aquellos hombres y mujeres consustanciados con el país y que entendemos, con la
característica humildad de Jauretche, que
es momento de emprender la tarea:
Yo no me atrevería a decir estas cosas si
no creyese que hay en los oyentes una predisposición para entender, si yo creyera
que estoy hablando a un auditorio encerrado en lo que sabe como en una torre.
No. Yo creo que estamos en un momento
de gran curiosidad y que esa curiosidad
está construida por muchas dudas. La curiosidad puede llevar al escepticismo, pero
también a la fe. Tenemos que procurar que
nuestra curiosidad nos lleve a que cada
uno se convierta en promotor del descubrimiento de nuestra realidad.
A celebrar este tiempo colmado de conquistas y a trabajar por lo que falta. •
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17
La discusión sobre el pensamiento nacional y las tradiciones políticas argentinas
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 18
La experiencia
socialista
>> Jorge Rivas
>>
Jorge Rivas
Nació en Lomas de Zamora en 1961.
Es abogado, de ideología socialista.
Fue electo en octubre de 2011 diputado
nacional por cuarta vez, mandato que
actualmente cumple hasta diciembre
de 2015. Integra el bloque del Frente para
la Victoria.
18
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
SI CONVENIMOS QUE EL ÚLTIMO SIGLO ARGENtino ha estado atravesado por la experiencia peronista, podemos pensar en la historia
del socialismo como anterior a la irrupción
de ese movimiento, casi al modo de su propia prehistoria. Me refiero, además, al socialismo como conjunto de corrientes que
se proponía la superación del capitalismo
y su reemplazo por una sociedad de iguales. Ese conjunto incluye al partido de cuyas
sucesivas rupturas y desgajamientos provenimos los que hoy nos llamamos Socialistas
para la Victoria, pero no se agota en él.
El socialismo así entendido apareció en la
Argentina a fines del siglo XIX, en medio
de la expansión del modelo de economía
primaria exportadora. Gobernaba el país
un régimen político conservador, de élites,
que se apoyaba en el fraude electoral y
excluía a la abrumadora mayoría.
El partido socialista local tuvo dirigentes
valiosos, que hicieron un notable esfuerzo
intelectual para aplicar la teoría marxista a
la realidad histórica argentina, y combinaron esa teoría con lo más progresista del
liberalismo que habían aprendido en los
ambientes ilustrados en los que se habían
formado. Ellos protagonizaron también, al
lado de los trabajadores no sólo socialistas
sino también anarquistas, y un poco más
adelante, después de la Revolución Rusa
de 1917, comunistas, luchas heroicas por
los derechos laborales y contra la dura represión que los gobiernos oligárquicos prodigaron al movimiento obrero.
De entre aquellos militantes y dirigentes,
baste la mención de Alfredo Palacios, que
en 1904 se convirtió en el primer socialista
que resultó elegido diputado en América,
y su prolongada tarea de elaboración de
una legislación que protegiera y garantizara los más elementales derechos de los
trabajadores, completamente ignorados
en la Argentina de entonces.
Junto a los socialistas que lo eran sin dejar
de ser republicanos apegados a las instituciones de la Constitución liberal de 1853,
había otros que aspiraban a construir una
sociedad justa por la vía revolucionaria,
alentados por las transformaciones radicales que parecía inaugurar la Revolución
Rusa. La práctica política de todos ellos
chocó, a principios de los años cuarenta,
con una nueva y nada venturosa realidad.
La irrupción en Europa del nazismo y del
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 19
fascismo, que de eso se trata el estallido
de la Segunda Guerra Mundial, y la alianza
militar entre las potencias capitalistas occidentales y la Unión Soviética para enfrentar a aquellos regímenes, no sólo alteraron
por completo la escena política mundial,
sino que en nuestro país generaron en las
fuerzas de izquierda algunas confusiones
que tendrían efectos duraderos.
La aparición del peronismo, un movimiento
reformista de masas de inusitada potencia,
liderado por un militar que había sido ideólogo del golpe nacionalista y conservador
de 1943, suscitó el desconcierto entre los
diversos sectores que militaban por el socialismo. Genuinamente confundidos algunos, intencionadamente otros, el grueso
de las fuerzas políticas tradicionales se coaligó contra el peronismo. Comunistas y
socialistas creyeron repetir la estrategia de
la Unión Soviética contra el fascismo y se
aliaron a conservadores y liberales. Se enfrentaron, entonces, con quienes debían
constituir el sujeto social de sus aspiraciones de cambio. También hubo, hay que decirlo, militantes de diversas expresiones de
izquierda que abandonaron las filas de esas
organizaciones que ya no los representaban, y se sumaron al nuevo movimiento, o
buscaron comprenderlo y reelaborar sus
posiciones políticas sin juntarse con los sectores más reaccionarios.
Con la experiencia peronista, que no me
toca explicar aquí, termina una etapa, como
decía al principio, y empieza a forjarse otra
tradición para los socialistas argentinos. El
derrocamiento de Juan Perón en 1955 y la
instalación de la dictadura autodenominada
Revolución Libertadora, encontraron en los
trabajadores una resistencia encarnizada
que dio lugar también a ricos realineamientos políticos.
Al promediar el siglo, además, el triunfo de
la revolución socialista en Cuba significó
una profunda renovación para la izquierda
y los movimientos populares en toda
América Latina. Algo más de diez años después, la lucha por las libertades democráticas y por la justicia social, que en la
Argentina sumaba, aunque en carriles ideológicos diferentes, a sectores del peronismo y de la izquierda socialista, reformista
o revolucionaria, alcanzaba uno de sus puntos más altos con el Cordobazo. En Chile,
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
mientras tanto, la clase trabajadora encaraba la enorme patriada de construir el
Socialismo respetando a rajatabla las instituciones democráticas. Salvador Allende,
su conductor, asesinado por la reacción en
1973, se convertía en bandera de la lucha
por la igualdad, como el Che Guevara.
De esa historia nos sentimos herederos los
que militamos hoy en el socialismo popular, democrático, nacional y latinoamericano, que además reivindica sus raíces
marxistas y su pertenencia a la lucha del
movimiento obrero en todo el mundo. De
esa historia, y de la que se siguió construyendo en la lucha por los derechos humanos durante la última dictadura cívico
militar, y después de ella, por la verdad y
la memoria, y por el castigo penal a los terroristas de Estado, y contra las leyes de
la impunidad. De la historia que escribieron las Madres y las Abuelas de Plaza de
Mayo, y todos los militantes de los organismos de Derechos Humanos, entre los
que evocamos especialmente a nuestro
inolvidable compañero Alfredo Bravo.
Los socialistas participamos de esa lucha,
y de la resistencia contra la aplicación de
las políticas del Consenso de Washington,
que terminaron de devastar al país durante
la década de los noventa y que provocaron
finalmente el derrumbe de fines de 2001.
Una crisis que ningún dirigente político entendió mejor que Néstor Kirchner, que asumió la presidencia el 25 de mayo de 2003,
y que también era heredero, como militante peronista, de aquella historia de luchas populares por la justicia social.
Kirchner hizo durante los cuatro años que
siguieron lo que aquel día dijo que iba a
hacer. Los socialistas entendimos entonces
que ese gobierno, que pertenecía a una
tradición ideológica diferente de la nuestra, estaba llevando adelante, contra
viento y marea, muchas de las causas que
durante años habíamos levantado, y nos
sumamos a él. Este encuentro, en la práctica política concreta, con un movimiento
popular de ampliación de derechos encarnado en una corriente del peronismo, inaugura para nosotros una nueva época.
Hay también quienes se llaman socialistas
y se han alineado con los sectores más reaccionarios de la sociedad. Pero esa es
otra historia. •
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La discusión sobre el pensamiento nacional y las tradiciones políticas argentinas
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 20
Otra vez lo nacional
>> Edgardo Mocca
LA CREACIÓN DE UNA AGENCIA ESTATAL NACIOnal para ocuparse del “pensamiento nacional” dio lugar a una módica polvareda
en el interior de nuestro campo intelectual.
¿De qué se trataba? De la presuposición,
por parte de un sector, de que la palabra
“nacional”, sumada a la de “pensamiento”,
daba cuenta de una predisposición oficial
hacia la promoción de ciertos intelectuales
y de ciertas concepciones –básicamente
las que históricamente se identificaron con
el peronismo– en desmedro de otras. Es
necesario decir que la ubicación actual de
los contendientes no se dispone exactamente a cada lado de las fronteras del peronismo; hubo peronistas y antiperonistas
en ambas veredas. La verdadera división
de aguas no tiene tanto que ver con el pa-
>>
Edgardo Mocca
Politólogo (UBA). Profesor en la Carrera de
Ciencia Política, Universidad de Buenos Aires.
Dio cursos y conferencias en las universidades
de Salamanca y Baleares y en el Centro de
Estudios Iberoamericanos de Sevilla. Publicó
recientemente el libro Un itinerario intelectual,
sobre una conversación con Juan Carlos
Portantiero. Es columnista regular en Página/12
en 6,7,8 y en el programa Una vuelta nacional
en la radio pública.
20
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
sado sino con el presente, es decir, con
estos últimos diez años de historia política.
No sé si en muchos países la referencia al
“pensamiento nacional” y su promoción
por parte del Estado daría lugar a escenas
similares de beligerancia, lo cual podría
merecer alguna reflexión.
Entre fines de la década del cincuenta y
mediados de la del sesenta se desarrolló
entre nosotros un proceso de “nacionalización” de la discusión intelectual. Es
curiosa la alusión cronológica, porque habiendo vivido la experiencia de la primera
década del peronismo en el gobierno, no
es fácil explicar cómo, entre propios y ajenos a esa experiencia, no se había abierto
entonces esa nacionalización. En realidad,
el debate sobre lo nacional no dejó de existir nunca entre nosotros y hasta se podría
decir que se intensificó durante el primer
peronismo. Tal vez lo característico de esta
nacionalización de la discusión después
del derrocamiento de Perón en el 55, fuera
la renovación del histórico intento intelectual de construir una explicación –o un círculo de explicaciones alternativas– de las
especificidades de nuestra historia política;
una explicación que no se limitara a la posibilidad de encajarla en los esquemas
cognitivos creados en otros sitios para explicar otras realidades, sino que reconfigurara parcialmente esos esquemas y
mereciera, por tanto, llamarse nacional.
No fueron, curiosamente, los intelectuales
peronistas los protagonistas principales de
ese impulso. Claramente, para los que habían apoyado a Perón durante los años de
proscripción y persecución, la “nacionalización” del pensamiento era más una bandera de combate político que la necesidad
de un debate intelectual. Los protagonistas centrales fueron los círculos intelectuales que venían del amplio campo del
antiperonismo; entre ellos quienes provenían de una tradición liberal-democrática
(centroizquierda o lo que hoy llamaríamos
progresismo) y quienes iban cerrando el
capítulo de su pertenencia al comunismo:
las revistas Contorno, nacida en 1953, y
Pasado y Presente, en 1963, son, acaso,
las dos expresiones más significativas de
este proceso. En ambos afluentes latía un
impulso autocrítico: no habían “entendido” el peronismo, su profunda inserción
en la conciencia de los trabajadores y los
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 21
sectores populares y, a partir de esa incomprensión, habían terminado confluyendo
políticamente con quienes, habiéndola entendido perfectamente, consideraron al
peronismo como una especie de locura
colectiva nacida de la seducción de un
genio maligno sobre una multitud atrasada
e ignorante. El frondicismo fue el fugaz
experimento político de una de esas exploraciones intelectuales y la desilusión
que desató la ruptura en la otra.
Solemos pensar las discusiones de esa
época como si pertenecieran a un pasado
remoto y plenamente enterrado. Por momentos puede asaltarnos la sensación de
que es mejor no volver a acercarse a esos
climas de ideas; tan terribles fueron los hechos que se desencadenaron a continuación de aquella escena político-intelectual
que es preferible no volver a desatar aquellos conjuros. Vino el golpe de Onganía
con el control autoritario y la decadencia
cultural. Vinieron a continuación las luchas
de masas que parecían encarnar los sueños
que subyacían a esos debates. La radicalización militarizada fue el penúltimo acto.
Y la clausura definitiva vino con la dictadura del 76, el terrorismo de Estado y la
reconfiguración político-cultural del país
que, según hemos venido descubriendo,
proyecta su presencia hasta nuestros días.
El capítulo del “pensamiento nacional” –no
del “pensamiento nacionalista” adherido
a una particular matriz ideológica, sino la
reflexión sobre el país y su lugar en el
mundo– fue cerrado de un modo que parecía definitivo. La onda mundial del dominio neoliberal dejó la discusión sobre lo
nacional en los márgenes de un discurso
hegemónico cuyos ejes eran (y son) la determinación de lo político por el discurso
económico (sociedades de mercado) y la
reducción de lo político a las reglas de
juego institucionales. Tal vez el episodio
que más contribuyó a la hegemonía de
esta matriz de pensamiento, que decretó
la muerte progresiva de las fronteras nacionales destruidas por los flujos instantáneos del capital financiero, fue el de la
guerra de Malvinas. La humillación nacional coincidió entonces con el diagnóstico
globalizador.
Los mejores herederos de aquellas contiendas político-intelectuales de los primeros años sesenta pasaron por la
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
trágica experiencia de la masacre terrorista estatal. La pagaron con la propia
vida, con la cárcel, la persecución y el exilio. Supieron contribuir a la instalación de
la idea democrática como suelo necesario
para cualquier convivencia civilizada. Y al
mismo tiempo, el fantasma de la amenaza
con la repetición de la tragedia (“la psicología del sobreviviente”, la llamó Carlos
Ominami) facilitó su confluencia intelectual con un discurso de radical atenuación
de los conflictos.
Los años del menemismo profundizaron
ese estado de situación. De alguna manera
significaron la solución de la querella, sustentada en la desarticulación del propio
tejido simbólico-material en el que se apoyaba nuestra idea de nación. Es decir, no
fueron solamente ideas triunfadoras que
circularon masiva y exitosamente en los
medios sino también la plena desnacionalización de nuestra estructura económica,
política y cultural.
Después de la más grave crisis de nuestra
historia, el debate se ha vuelto a abrir. Lo
ha reabierto la lucha política. Aunque se
oculta con frecuencia en los mutuos enconos y descalificaciones, la Argentina discute
otra vez su lugar en el mundo, su rumbo,
su “destino”, como solía decirse dramáticamente en otros tiempos. Reapareció
entre nosotros la discusión sobre nuestra
historia y sobre el patrimonio cultural de
los argentinos. Tal vez se podría decir que
vivimos una época mundial de regreso a la
cuestión nacional. Lo es en nuestra región,
directamente involucrada en un proceso
de recuperación soberana e integración.
Lo es en otros sitios del mundo –en Europa,
señaladamente– donde la insatisfacción
por las duras recetas de las fuerzas rectoras
del sistema financiero global desatan protestas y promueven nuevas iniciativas políticas centradas en una agenda conflictiva
impensable unos años atrás. Está en juego
cuáles son las fuerzas, las ideas y las acciones que se hacen cargo de las renovadas
demandas nacionales y populares. La ultraderecha tiene su propia hoja de ruta
para esta etapa según lo demuestran sus
recientes éxitos electorales.
La recuperación y la revisión del patrimonio cultural nacional en nuestra historia es,
en estas condiciones, una de las necesidades centrales de esta época. •
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21
Pueblos indígenas
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 22
Conquista del desierto
y pacificación de la Araucanía
Antes y después
para el pueblo
mapuche
>> Matías Melillán
DE TODAS LAS NACIONES ORIGINARIAS DE
América, fue el pueblo mapuche el que por
más tiempo resistió a la conquista española.
Era uno de los pueblos más políticamente
independientes, con una economía de
subsistencia balanceada, que le daba autonomía sin descartar la posibilidad de
mantener intercambios con otros pueblos.
Mientras brillantes civilizaciones como la
Azteca y la Inca cayeron en poco tiempo
bajo el dominio de Castilla al quedar sometidas sus cabezas y clases dominantes,
el pueblo mapuche combatió durante más
de tres siglos al invasor, primero español,
luego argentino, y chileno después.
Esta larga resistencia fue posible gracias a
la sólida unidad de la “Gente de la Tierra”,
cuya estructura social, aunque sencilla, era
bastante homogénea: no había ni hay entre
ellos clases dominantes y dominadas, sino
un modo de producción en que predominaba el colectivismo. Su base social siempre fueron las familias, unidas en el lof (la
comunidad). No hubo clases poderosas, a
lo sumo hubo linajes y personas con más
tierras y recursos que otros, sin constituir
grupos y relaciones opresivas.
Antes de la conquista, el territorio mapuche (wallmapu) se extendía desde el río
>>
Matías Melillán
Neuquino, comunicador del pueblo
mapuche. Representante de los pueblos
indígenas de la Argentina en el Consejo
Federal de Comunicacion Audiovisual e
integrante de la Coordinadora Audiovisual
Indígena Argentina (CCAIA). Coordinador del
área de comunicación del INAI.
22
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
Copiapó hasta el archipiélago de Chiloé,
ocupando buena parte de lo que hoy es
Argentina (sur de Córdoba, sur de Mendoza, sur de Buenos Aires, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y norte de Santa
Cruz) y el sur de Chile. En la actualidad, los
mapuches residen entre Chile y Argentina
(Neuquén, Chubut, Santa Cruz, Río Negro).
No es vano recordar aquí que el término
“mapuche” significa ‘gente de la tierra’, es
colectivo, no admite plural y tiene numerosas variantes; puelches, gente del oriente,
pehuenche, de la cordillera, lafkenche, de
la costa, huilliche, del sur, mapuche propiamente, pero todos pertenecen a una familia
común. Y esa tierra a la que pertenecen es
el centro sobre el que gravita su cultura:
es madre y diosa, y ese carácter sagrado
impulsa un vínculo esencial con ella, que
explica el rechazo de cualquier partición
del terreno o título de propiedad privada.
De ahí la intensa virulencia de una conquista que se hizo mucho más larga que la
de otras civilizaciones.
La sociedad del pueblo mapuche se mantuvo independiente, impermeable hasta
la ocupación denominada en Chile “pacificación de la Araucanía” y la “conquista
del desierto” en Argentina en el siglo XIX.
Desde entonces, los mapuches se han convertido en ciudadanos de los respectivos
estados de Chile y de la Argentina.
Sin embargo, esa ocupación del territorio
no se produjo sin la resistencia mapuche,
que se inmortalizaría en las batallas que dieran los Toki Sayhueque, Inacayal, Pincen,
Catriel entre tantos otros, de los cuales se
destaca al toki (Juan Kalfukura, piedra azul),
que lideró la Confederación Mapuche entre
1835 y 1872.
Kalfukura y Juan Manuel de Rosas mantuvieron un arreglo respetuoso de sus respectivas fuerzas hasta su final. El toki mapuche
en 1855, junto a Cachul y Catriel, vencieron
en Sierra Chica al ejército de Buenos Aires,
empañando la reputación militar de su conductor, el coronel Bartolomé Mitre, entonces ministro de Guerra de la provincia.
Arrollaron y obligaron a retirarse a otras expediciones, como la del general Hornos en
1856 y la del coronel Emilio Mitre en 1858.
En la Argentina, distintos sucesos llevarían
a que prime una corriente ideológica eurocentrista, sin “indios salvajes”, de exclusión y aniquilamiento, que encarnaron
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 23
Roca, Sarmiento, Mitre y Martínez de Hoz,
quienes se encargaron de invisibilizar,
negar la existencia de pueblos originarios
valiéndose de las escuelas, libros y los medios de comunicación. La unidad continental, aquel sueño por el que combatieron
codo a codo miles de indígenas junto a
San Martín, Belgrano, Güemes, Artigas fue
aplastada por los intereses de unos pocos.
La ideología eurocentrista en la Patagonia
la reflejó Rodolfo Casamiquela (1932 2008), quien a través de libros como El poblamiento de la Patagonia sintetiza su sentimiento antimapuche. La ideología de la
etnicidad separa a los habitantes de un país
en ciudadanos del Estado con todos sus
derechos y grupos étnicos, con derechos
limitados. Esto es exactamente lo que ha
venido promoviendo el Sr. Casamiquela y
los estancieros argentinos, amparados en
su organización “Sociedad Rural” y por supuesto, los medios de comunicación afines
a estos postulados. Los pueblos indígenas
son para ellos simples minorías étnicas, que
bien pueden ser tratados con políticas de
menor alcance, sin derechos reales en la
sociedad global del Estado-Nación.
El avance en la organización de los incipientes estados de Argentina y Chile no
sólo excluiría y exterminaría a los pueblos
indígenas del sur del continente sino que,
a través de sucesivos golpes militares y
operaciones de exterminio conjuntas
como el Plan Cóndor, aplacarían cualquier
intento de organización del pueblo mapuche, a ambos lados de la cordillera. Sin
embargo, desde principios de la década
del sesenta y setenta se comenzarían a dar
las primeras organizaciones mapuche del
wallmapu como ad mapu en Chile y la confederación mapuche de Neuquén, quienes
posibilitarían a ambos lados de la cordillera
el surgimiento de diferentes organizaciones mapuches, que darían un nuevo impulso a la reivindicación de derechos como
el territorio, la cosmovisión, justicia, derechos en desarrollo, educación, vivienda,
salud y comunicación.
El nuevo orden mundial encontraría no
sólo al movimiento mapuche, sino a los
pueblos a nivel continental, en las celebraciones del Quinto Centenario en 1992 que
desataron discusiones y protestas indígenas que llevaron a cambiar la idea del
“descubrimiento” de América por la del
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
“encuentro de dos mundos”. Mientras
tanto, la Argentina y Chile se sumían en
profundas crisis político económicas que
afectarían a los pueblos y surgirían nuevos
cambios geopolíticos en el continente.
La imposición imperialista de recolonización
dictada desde historiadores, antropólogos,
sociólogos y la revista Billiken (La Nación),
como parte de los monopolios comunicacionales surgidos con la complicidad de los
gobiernos cipayos de la década de los noventa en el continente (Televisa, Venevisión,
O Globo, Líder, El Mercurio, La Nación y
Clarín), se constituyeron en puntas de lanza
de la recolonización en marcha del continente. Una vez más, no pudieron hacer
mella a la resistencia cultural del pueblo
mapuche que continuó resistiendo y trasmitiendo oralmente a través de las generaciones los principios y valores mapuche
como (Norche) ser sincero, (Kumeche) ser
bueno, (Kimche) ser sabio y (Newenche),
hombre y mujer fuerte. Por ello la organización, defensa y proyección del territorio
mapuche está encarnado en miles de mapuches que viven en la ruralidad y urbanidad como producto de los despojos y
desalojos que han llevado a la reinvención
de las identidades territoriales del pueblo.
Para el pueblo mapuche es necesario dar
señales desde los movimientos sociales indígenas para repensar los caminos a seguir, generar bases propias autónomas,
más amplias, pluralistas y representativas,
que terminen con los prejuicios internos,
las descalificaciones, los caudillismos, los
falsos protagonismos y absolutismo, para
que con nuevas estrategias, enfocadas en
la libre determinación como derecho central a reivindicar, pongan fin a los abusos
y atropellos de gobiernos, empresas y en
general de un modelo que atenta gravemente contra los derechos esenciales de
los Pueblos Originarios.
En pos de estar a la altura de los cambios
políticos que se suceden en un mundo
multipolar, deberán estar presentes la dignidad de la lucha y las reivindicaciones por
la defensa del territorio como se han dado
a través de doscientos años de historia. La
nueva independencia nacional deberá encontrar al pueblo mapuche del lado de la
resistencia y reafirmación territorial de lo
que hoy es Argentina, combatiendo al imperialismo dominante. •
——————————————————————
23
Pueblos indígenas
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 24
Territorio
e identidad,
pertenecer
al pueblo mapuche
>> Diego Pereyra
ENTENDER EL TERRITORIO Y LA PERTENENCIA ES
sondear en lo más profundo del ser mapuche, es sumergirse en lo trascendental
de la vida, que a la vez se entrelaza con lo
cotidiano, y dejar los paradigmas colonizadores por un momento, para ser parte
de lo que nos rodea.
También entender las regionalidades que
nos encontramos, por ejemplo Puelche o
Guluche (gente del este y oeste, según el
lado de la cordillera en que se esté), no
corresponde a una división sino a la existencia, permanencia y reconfiguración de
unidades sociales autónomas, pero que
no dejan de ser parte de la concepción de
un todo, el pueblo mapuche.
Las identidades territoriales no son un
compartimiento estanco, hay que entender su dinamismo y modernidad, los
procesos de creación, transformación,
reinterpretación de las prácticas y significados culturales, sin obviar la gran importancia de la cosmovisión. Entender el
territorio desde otra mirada, olvidarnos
de lo folklórico, en lo que muchas veces
se nos quiere catalogar, y desprendernos
de la concepción de la propiedad privada
>>
Diego Pereyra
Fue consejero por la zona andina del
Parlamento mapuche de Río Negro.
En la actualidad es director de Patagonia
Norte de los Centros de referencia del
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
24
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
occidental que fue impuesta luego de
campañas militares, resulta fundamental.
Significa adentrarse en los lugares de la
memoria colectiva que se expresan a través de la oralidad; no por nada es que en
el mapundugun existe un vocabulario extenso y de uso común referido a los lugares o a la organización territorial.
Identidad y territorio están estrechamente
ligados y tienden a reafirmar esta relación
y recordar que es un lazo fundamental
para el sustento del ser mapuche, dado
por su relación espiritual entre él y el
medio que lo rodea, y no sólo por convivencia sino porque para los mapuches
existe un lazo parental con las diferentes
fuerzas que habitan la naturaleza (animales, plantas, montañas, etc.). Por ello la defensa del territorio, y aquí es donde el
significado del nombre Mapuche cobra
toda relevancia; “gente de la tierra”.
Todos los lugares tienen significados relacionados y definidos por el tuwun (ascendencia territorial) y kupalme (ascendencia
familiar) y de ahí también la diferencia, ya
que no hablamos de descendencia, no
bajamos a las profundidades, sino que estamos hablando de ascender, de una prolongación, formando un conjunto con todo
ello y no sólo siendo el hijo de. Acá es
cuando se construye la pertenencia, que
podríamos resumirlo en ser protagonista,
participar activamente, ser parte del conjunto, no como uno más, sino como una
parte especial, como cada una de las partes que conforman este Wall Mapu.
Estamos hablando de lo material y lo espiritual, de las sensaciones, de poder estar
ante el paisaje y ser el paisaje, el estar presente, la contemplación y no fijarnos en lo
bello, no situarnos afuera de lo que nos
rodea, no quedar atónitos, sino todo lo
contrario; comunicarnos con las diferentes
fuerzas de la naturaleza, liberar los sentidos a la percepción del momento.
Podemos decir que la pertenencia al territorio se origina por el simple hecho de
que uno es el territorio. Después de entender esto hablaremos si uno es wiliche
(gente del sur), o pikunche (gente del
norte), si es rankulche (gente del totoral)
o pehuenche (gente del pehuen) y esas
identidades nos hablarán de lo que significa pertenecer a ese territorio, de lo que
significa ser mapuche. •
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 25
Otras actividades de la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional
CONVOCATORIA
Primer encuentro cultural
del Noroeste argentino
Auditorio del Espacio Cultural Tucumán, Suipacha 140
20 de noviembre, de 17 a 19 horas
El Movimiento Cultural para la Integración del Noroeste
Argentino, fundado en abril del corriente año, invita, en conjunto con el Ministerio de Cultura de la Nación, a través de su
Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento
Nacional, y la Casa de Tucumán en Buenos Aires, a participar
del Primer Encuentro para una Planificación Cultural Estratégica
del NOA.
El objetivo de este Encuentro es impulsar, de modo plural, el
desarrollo de un pensamiento crítico sobre la historia cultural
de la región, así como de una conciencia estratégica capaz de
proyectar al NOA con mayor fuerza en los contextos nacional
y latinoamericano. Se convoca especialmente a participar en
él a los escritores, poetas, músicos, artistas plásticos y del espectáculo, intelectuales, científicos sociales y gestores culturales nacidos o establecidos en dicha región. Este primer foro
se continuará con otros, a realizarse a lo largo del año 2015,
tanto en Buenos Aires como en las provincias del NOA, donde
ya se conformaron grupos de trabajo, principalmente en el
ámbito universitario.
Se propone, en tal sentido, la creación del Memorial del
Noroeste Argentino, regido por una Fundación que asegure
por un lado la participación en él de organismos públicos y
privados relacionados con la cultura y la educación, empezando
por las universidades de la región, y lo preserve a la vez de
tiintereses políticos que intenten servirse de él para fines par
medarios. Dicho Memorial tendrá la misión de sistematizar la
moria histórica-cultural de la región, y a la vez ser un fuerte
centro de operaciones dirigidas a consolidar la región y proyectarla al resto del país y el mundo con una programación
estratégica, la que pondrá en diálogo a nuestra región con el
NEA y los países vecinos.
Pueblos indígenas
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 26
Para que el silencio
se convierta en
conciencia del
derecho hecho
palabra y acción
>> Cooperativa campesina.
Central Taquimilán Centro
LA ZONA NORTE DE LA PROVINCIA DE NEUQUÉN
ofrece diferentes relatos de una historia trazada de luchas y soledades, de voces calladas en medio de la inmensidad de sus
cerros y montañas. Integrada por los departamentos Minas, Chos Malal, Pehuenche,
Ñorquín y Loncopué, invita a conocer viejas
tradiciones campesino-mapuche, quienes
tienen su propia versión de la historia fronteriza; diversas formas de resistencia, de
sueños y esperanzas, transmitidos de una
generación a otra, que impulsan una identidad y un proyecto histórico propios.
Pobladores, hombres y mujeres transforman sus condiciones de vida a causa, entre
otros procesos, de la aparición de nuevos
actores sociales, nuevas instituciones y
>>
Cooperativa campesina. Central
Taquimilán Centro
Conformada en febrero de 2011, nuclea
alrededor de 60 familias de las localidades de
El Cholar, Trahilathue,Taquimilán y Vilu Mallin.
Se encuentra ubicada en el Departamento
Ñorquin, norte de la provincia de Neuquén.
26
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
nuevas formas de comprender su entorno.
La división de los territorios, la configuración del Estado nacional, la aparición de
“nuevos dueños de la tierra” y de empresas mineras y petroleras son algunos de
los procesos que ha traído aparejado el
devenir de la historia.
Estas nuevas condiciones a las que se somete la vida en el campo no dejan de ser
acciones tendientes al desplazamiento de
los sujetos de sus territorios, generando
migraciones a centros poblados en busca
de trabajo, lo cual se convierte en oferta
de mano de obra barata, desvalorizando
los conocimientos adquiridos en el campo
tanto en el pasado como en un presente
transformado.
El vaciamiento del territorio implica a su
vez una concepción de la práctica laboral
que contradice día a día los derechos del
trabajador rural. Se impone una nueva relación con los recursos naturales que pretende un máximo de ganancia a costa de
la destrucción del ambiente.
Los crianceros son un amplio sector social
compuesto por productores con rasgos
campesinos dedicados a la cría fundamentalmente de animales menores (chivas y
ovejas), con ingresos que no les permiten
alcanzar el umbral de capitalización. El objetivo del criancero hoy se enmarca entonces en una lógica de trabajo familiar por
medio de la cual obtiene el máximo ingreso posible mediante la aplicación de
su disponibilidad total de trabajo en la producción para el mercado, para el autoconsumo y trabajo extrapredial.
La lucha por la tierra
Sin tierra no hay vida,
no hay trabajo, no hay
un hogar…
El norte neuquino tiene un tipo de producción ancestral basado en la trashumancia de animales caprinos desde los campos
bajos de invernada a la veranada. Hoy, a
causa de esta actividad no es muy difícil
encontrar carteles en los márgenes de las
rutas provinciales o en los medios masivos
de comunicación alertando sobre el inicio
de estos recorridos, otorgándole una imagen responsable a un estado provincial
que omite explicar el porqué de la nece-
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 27
sidad de estas advertencias. Que exceptúa
reconocer que gran parte de las rutas provinciales en el norte neuquino han sido trazadas según el viejo mapa de caminos de
arreo; superposición pintoresca para el turismo que ha dado lugar a grandes accidentes sobre el nuevo asfalto.
Pero, ¿qué es lo que los campesin@s podemos arrear por estos caminos si no tenemos
garantizados nuestros propios campos de
invernada y veranada, o si cada diez kilómetros nos encontramos con tranqueras
con candados extranjeros que encierran
nuestras aguadas? Nuestro modo de producción no es un atractivo turístico; “con
mis chivos mandé mi hija a estudiar”, mencionó una compañera durante una reunión.
A lo largo de estos años, y en articulación
con comunidades mapuche, hemos alzado
la voz contra los grandes terratenientes
que comprenden nuestra tierra como un
bien inmobiliario. Lucha que toma forma
trabajando nuestros campos, sembrando
para que las próximas generaciones continúen con nuestras jornadas enteras de
discusión, de trabajo colectivo, de largos
viajes emprendidos sólo con el fin de compartir nuestra realidad como campesinos
a la totalidad de la región, para que nos
acompañen en este camino.
La Cooperativa Campesina…
Al repensar en conjunto la necesaria transformación de las condiciones de vida en el
campo para (re)generar una mejor calidad
de vida, y reconociendo como indispensable la discusión y acción sobre el acceso a
la tierra y al agua, a la educación y al trabajo junto con la problematización sobre
qué es lo que entendemos en cada uno de
estos ejes que nos forman, las familias de
productores hemos decidido nuclearnos
en nuestra Cooperativa Campesina, generando espacios de trabajo colectivo que
revalorizan viejas prácticas histórico-culturales. Es por eso que hace más de tres
años nos hemos constituido como una organización de base compuesta hoy por 60
familias campesinas-indígenas de las localidades de Taquimilán, Trahilatue, El Cholar,
Vilu Mallin y Chos Malal ubicadas al norte
de la provincia del Neuquén, a 400 km de
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
la capital provincial y a sólo 50 km del límite
con Chile.
Desde nuestros inicios aunamos esfuerzos
para mejorar nuestra calidad de vida, mediante la defensa de nuestro territorio, reflejada en cada una de nuestras acciones:
la generación de procesos socio-organizativos, el reconocimiento de nuestros derechos, la producción colectiva de alimentos
de manera ecológica y autosustentable,
fortaleciendo a su vez la comercialización
de nuestros productos en las redes de comercio justo a partir del trabajo de la totalidad de la familia, reconociendo dentro
de esta las potencialidades de los jóvenes
y niñ@s junto con su lectura de la realidad
en el campo; como así también el rol que
adquiere la mujer rural.
Para ilustrar lo desarrollado, compartiremos un fragmento del testimonio de una
compañera miembro de la Cooperativa:
Bueno, voy a contar cómo empecé en la
Cooperativa. Mi familia tenía problemas
con su tierra y yo decidí ir a trabajar con
ese grupo de personas y comenzamos con
ese tema y también con el del agua. Hoy
me doy cuenta de que el problema de la
tierra no es sólo nuestro sino de todo el territorio y que también es importante estar
unidos en la lucha. Comprendí que estar
sola no servía para aprender a luchar como
mujer y compañera. Que como personas
tenemos derechos, valores a ser respetados, ser nosotros mismos y que la posesión
es un derecho nuestro.
Sin tierra no hay agua, sin agua no hay vida
y sin trabajo tampoco.
Pero quería compartir algo muy lindo que
aprendí de los cumpas: los valores de cada
uno, la convivencia, la tolerancia, el respeto
de los tiempos de cada uno, ayudar al otro
cuando lo necesita y a compartir. Aprendí
a escuchar a las otras personas. Cuando
logré poner todo esto en marcha comprendí lo importante que era todo esto.
Por eso estoy tan orgullosa de haber vivido
todo esto con todos ellos y lo voy a valorar
siempre y recordar porque es algo maravilloso en mi vida.
Rosario Soto, Cooperativa Campesina
central El Cholar.
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Derechos humanos y memoria política
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 28
Género, memoria
y políticas
de justicia
>> María Sonderéguer
>>
María Sonderéguer
Profesora UNQ/UBA, investigadora de la
UNQ y docente de posgrado en varias
universidades argentinas. Fue directora
nacional de Formación en DDHH de la
Secretaría de Derechos Humanos de la
Nación. En 2012 publicó Género y Poder:
violencias de género en conflictos armados y
contextos represivos.
28
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
EN NUESTRO PAÍS, LA LUCHA POR LA DEFENSA
de los derechos humanos y los reclamos
de justicia, castigo y verdad respecto de
los crímenes del terrorismo de Estado han
ocupado, desde los inicios de la postdictadura, un lugar central en la construcción
de la institucionalidad democrática. En
torno a la demanda de memoria, verdad
y justicia se articuló una trama compleja,
en la cual la problemática de género operó
como una de sus determinaciones estructurales, aunque estuvo invisibilizada. La caracterización de la violencia sexual como
un crimen específico atravesado por la
condición de género de las víctimas en el
marco de prácticas sistemáticas de violencia durante el terrorismo de Estado en la
Argentina fue un proceso largo y complejo,
que presentó y presenta múltiples resistencias. En su reconocimiento han incidido
tanto los avances en la jurisprudencia regional e internacional y la incorporación
del enfoque de género a las indagaciones
sobre pasados represivos, como las reivindicaciones de los movimientos feministas
y algunos temas clave como la trata y tráfico de personas. Este proceso permitió interrogar desde nuevas dimensiones las
lógicas represivas y, en ese recorrido, se
han ido modificando las preguntas que le
hacemos a ese pasado y la delimitación de
los hechos investigados.
Con la reapertura de los procesos penales
por las violaciones a los derechos humanos
y los delitos de lesa humanidad cometidos
durante la última dictadura, luego de la
declaración de inconstitucionalidad de las
llamadas “leyes de impunidad” (la ley de
Punto final, la ley de Obediencia debida y
los indultos), algunas mujeres que sufrieron
distintas formas de violencia sexual en los
campos clandestinos de detención comenzaron a narrar una historia que había permanecido obturada hasta el presente.
En los años ochenta, en el Juicio a las
Juntas, la apelación a la ley supuso el restablecimiento de la vigencia de un código
común, y el relato de las víctimas, sometido
a la transformación de la escucha legal, redefinió la tragedia vivida en un testimonio
ordenado según las normas de producción
de la prueba jurídica. Ese relato, en el que
los y las testigos devenían sujetos de derecho, se construyó sobre la imagen de un
ciudadano abstracto que les escamoteaba
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 29
su condición de varones y mujeres concretos. En ese entonces, las denuncias de
prácticas de violencia sexual hacia las mujeres –o hacia los varones– quedaron subsumidas en la figura de los tormentos y de
las distintas vejaciones. E incluso quedaron
relegadas ante el crimen de la desaparición
forzada, que se consideró el elemento central dentro del plan sistemático de represión y exterminio. Sin embargo, en los años
noventa, la incorporación de la perspectiva
de género en la investigación de violaciones masivas a los derechos humanos en el
mundo (en situaciones de conflicto armado
o en procesos represivos internos) permitió
identificar una práctica reiterada y persistente de violencia sexual hacia las mujeres.
El debate jurídico a nivel internacional
pudo entonces caracterizar la violencia sexual en el contexto de prácticas sistemáticas de violencia como una violación
específica de los derechos humanos y en
1998, el Estatuto de la Corte Penal Internacional la tipificó como crimen de lesa humanidad. En los juicios actuales en la
Argentina, los nuevos testimonios sobre
violencias sexuales hicieron posible visibilizarlas y esa consideración comenzó a reflejarse en la conformación de las pruebas
y en las interpretaciones dadas a los tipos
jurídicos existentes. Desde este punto de
vista, además de identificarlas como un delito autónomo diferenciado de los tormentos, la jurisprudencia avanzó respecto de
la caracterización de los delitos sexuales
como delitos de “mano propia”, al señalar
la responsabilidad de quienes, aun sin ser
sus autores materiales, consintieron desde
sus cargos y funciones jerárquicas la práctica de violencia. Desde el año 2010 –con
la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal
Federal de Mar del Plata a Gregorio
Molina– hasta el 2014, se han producido
varias sentencias que establecieron las violencias sexuales como un delito de lesa humanidad y en las que se ha ido ampliando
el criterio de imputación a sus autores “mediatos”; los autores indirectos.
En las intersecciones entre el género, la
memoria social y las políticas de verdad y
justicia en nuestra historia reciente, se develan relaciones de poder y una mirada
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
sobre la condición humana para la cual los
derechos humanos constituyen el horizonte de referencia. En ese sentido, las
violencias sexuales ejercidas en los campos
clandestinos de detención nos presentan
una experiencia paradigmática en la que
es posible observar cómo la estructura de
género reafirma el sistema hegemónico
masculino y permite que esas violencias
hayan permanecido invisibilizadas durante
casi tres décadas. La impunidad con que
se ejecutó la violencia sexual durante el
terrorismo de Estado pone de manifiesto
los prejuicios sexistas que subyacen en la
valoración de los delitos sexuales. Al dirimirlo en el campo de los derechos humanos, la inculpación construye una versión
normativa que, en los tribunales de justicia,
establece quién es el responsable de los
crímenes cometidos y delimita el sentido
de los acontecimientos. La narrativa legal
expresa una moralidad compartida, sustentada en creencias y expectativas comunes
respecto del bien, lo correcto, lo deseable.
Sin duda, es necesario seguir avanzando
en la incorporación de la perspectiva de
género a la interrogación sobre el pasado
reciente y ampliar la reflexión a los múltiples aspectos que conciernen al impacto
diferenciado de la violencia represiva sobre
mujeres y varones. Tenemos que construir
protocolos de investigación que permitan
a las mujeres reconocer las distintas formas
de violencia sexual a las que fueron sometidas (desnudez forzada, manoseos de carácter sexual, penetración con objetos,
picana en los pechos y genitales, violaciones sexuales) como un crimen específico
marcado por el género. También es indispensable repensar la reparación. Tal como
la conocemos, las categorías de la reparación no resuelven la cuestión de violencia
sexual que sufrieron las mujeres durante
el terrorismo de Estado porque esa violencia no es excepcional. Esa violencia es
un continuum en la vida de las mujeres. Es
preciso preguntarnos por qué se privatiza
la violencia sexual, interrogarnos acerca
de cómo –a contrapelo del profuso aparato normativo que la aborda, la tipifica y
la judicializa– la sociedad consiente o autoriza la violencia de género. •
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29
Derechos humanos y memoria política
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 30
La memoria,
ese testigo
implacable
>> Jorge Eduardo Auat
>>
Jorge Eduardo Auat
Abogado, Universidad Nacional de Córdoba.
Fiscal general. Titular de la Procuraduría
de Crímenes contra la Humanidad.
30
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
LA DECISIÓN POLÍTICA DE DERRIBAR LOS CEPOS
de impunidad, que como un “anillo de
Saturno” cercaban los crímenes más atroces
de nuestra historia, ha sido quizás el gesto
moral más profundo de un gobierno democrático. Sólo desde la comprensión del dolor
de las víctimas se podía terminar con el
oprobio del olvido. Los juicios por los delitos
del terrorismo de Estado eran una deuda
impostergable de la democracia. Marcaron
un antes y un después. Trajeron una nueva
voz a la cultura jurídica y a la sociedad toda,
la voz “Derechos Humanos”. Permitieron la
transmisión del horror en su cabal dimensión
y su principal efecto terapéutico es sin duda
mirar al futuro para prevenirlo. De modo
que no es cierto como se dice livianamente
que con los juicios se mira al pasado. Esa
idea es un fraude intelectual. Está claro que
los hechos ocurrieron en el pasado, y que
en los juicios lo que ocurre es una reconstrucción de ese pasado, pero desde la memoria de las víctimas y de cara al futuro. En
palabras de Theodor Adorno, se trata de
“reordenar el pensamiento para que la barbarie no se repita”.
Está claro que el discurso de “no mirar al
pasado” es estratégico y es la expresión
de un proyecto político de olvido con la
impunidad como centro de impacto. Pero
lo fundamental, su consecuencia más dolorosa, es que banaliza el crimen pensando
en la víctima como costo; al decir de
Walter Benjamin, restarle importancia y
desconocer lo que ocurrió representa una
segunda muerte, la muerte hermenéutica.
Ese es el olvido.
Los juicios en rigor son algo más que un
proceso judicial, son la reedición del pasado pero desde la memoria. Como dice
Manuel Reyes Mate, en el testimonio está
la anécdota como sustancia; y en los juicios
el relato está plagado de anécdotas y esto
es lo esencial. De eso se trata la memoria,
de evidenciar lo que pasó. Una estrategia
para romper la lógica de la construcción
del pasado sobre los vencidos a partir de
la visibilización de la víctima. Esto último,
señala el autor, fue el gran mérito de
Benjamin. Esa fue la clave de bóveda para
desmontar el andamiaje de la impunidad
y el proyecto de olvido.
En definitiva, como genialmente lo expresa Adorno: “La condición de toda verdad es dejar hablar al sufrimiento”. Esa
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 31
visibilización de las víctimas trajo consigo
su resignificación y así operaron en definitiva como prenda de paz. Queda claro que
los juicios son mucho más que un espacio
jurídico o judicial. Allí se terminan las coartadas, se revela y se actualiza la injusticia
pasada y se le otorga legitimidad a la demanda de justicia.
Sin duda fue trascendental el protagonismo de los organismos de derechos humanos que no sólo militaban por un
proceso de memoria, verdad y justicia sino
–y quizás sea lo más importante– por un
cambio de paradigma en la sociedad.
Entonces, si los juicios fueron una bisagra
en la historia porque derribaron los muros
de la impunidad, ¿qué viene después?
¿Alumbraron una nueva realidad? La respuesta es evidente: hay sin duda una toma
de conciencia o, mejor aún, una alarma encendida frente a un enemigo que no abandona su posición rampante. Es decir,
¡estemos alertas, la barbarie puede volver!
A partir de allí se abre un espacio para repensar la sociedad con un nuevo punto de
partida: la dignidad.
Pero retomando la cuestión del olvido, no
son sólo los responsables de los crímenes
los que pretenden borrar lo que pasó. En
el caso de estos grupos, es evidente que
el objetivo no es otro que la impunidad
(sin arrepentimiento); pero en esa estrategia también están empeñados sectores
ideológicamente afines cuya finalidad es
otra; la destrucción del nuevo escenario.
El anticuerpo que dejó la barbarie los inquieta, una nueva sociedad reconstruida
desde la memoria, sobre el valor dignidad,
implica hablar de justicia y esto no es gratis, hay una nueva moral social, que
emerge desde el propio protagonismo de
la sociedad toda, pero fundamentalmente
desde los oprimidos que reclaman. Nos
dice Michel Foucault: “La justica no es la
misma para el opresor que para el oprimido: para los primeros es legitimación;
para el oprimido, reivindicación”.
Ahora bien, ¿en qué se traduce, o cómo
se concreta ese protagonismo? A mi juicio,
en la interpelación o, mejor aún, en “la
pregunta” de los que estuvieron callados
y sojuzgados. Es eso lo que les alborota
el gallinero. “La pregunta es como un cuchillo que rasga el lienzo de la decoración
pintada para que podamos ver lo que se
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
oculta tras ella” (Milan Kundera, La insoportable levedad del ser).
En definitiva se trata del cambio de paradigma del que hablé antes. Los espacios
de discusión se desparraman por la sociedad pese a los esfuerzos incansables de
los grandes medios y de los sectores dominantes en su negación. Con el discurso
perverso de que el Estado de derecho
desprotege a la sociedad, se construye un
enemigo del que hay que protegerse para
lo cual se hace impostergable su destrucción. Es decir, la estrategia es instalar la
necesidad de la violencia represiva. Hay
un prestigio de la violencia. Esa estrategia,
desde luego tramposa pero ingeniosa, impacta de lleno en la conciencia social.
Transmite un mensaje que es patético: “olvídense de los derechos humanos, el ‘otro’
es un enemigo”.
La amenaza criminal –siguiendo a Foucault– opera como coartada para endurecer más el control social. Así como las
brujas justificaron la Inquisición, el delincuente justifica el aparato de policía.
Ahora, ¿qué hay detrás de ese discurso
del miedo? Indudablemente, el que lo
sustenta no puede ser otro que un proyecto que propugna la vuelta al pasado,
es decir, hacia una injusticia sin demanda,
hacia su naturalización y en tal sentido
surge con claridad que la desmoralización
del cuerpo social es su viga maestra. El
objetivo es que todos clamen por un
Estado policial que garantice un modelo
de exclusión sin sobresaltos. Así, el contenido moral de la justicia desaparece con
la negación del “otro” como sujeto imprescindible de esa nueva sociedad nacida del aprendizaje del dolor.
En síntesis, este escenario agonal nos está
indicando que no podemos desactivar los
sensores de la alarma, porque si sucediera
la vuelta del horror, todo habría sido en vano.
A modo de conclusión, pienso que los derechos humanos son la voz de la década y
su paradigma es la consideración del
“otro”. Allí está el mojón de la historia.
Pero igualmente hay que tener presente
un deber de memoria, porque, como dice
Reyes Mate en Medianoche en la Historia
invocando a Benjamin, “mientras el enemigo ande suelto los muertos no estarán
seguros porque ya se encargará él de que
no salgan de sus tumbas”. •
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31
Derechos humanos y memoria política
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 32
El rol de los derechos humanos en la reconstrucción de la memoria política nacional
Las luchas de los movimientos
sociales y la importancia
de un Estado inclusivo
>> Carlos Pisoni
>>
Carlos Pisoni
Hijo de desaparecidos, criado por su abuela,
integrante de Madres de Plaza de Mayo
Línea Fundadora. Fue director general de la
Comisión de Derechos Humanos de la
Legislatura de CABA, y desde 2013 se
desempeña como subsecretario de
Promoción de Derechos Humanos de la
Secretaría de DDHH de la Nación.
32
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
¿QUÉ SERÍA DE NUESTRA HISTORIA SIN LA MEmoria? ¿Qué entendemos por memoria?
En este sentido, es importante destacar
dos definiciones posibles. Por un lado, la
memoria como parte de las políticas públicas para reconstruir el pasado, reparar
el presente y construir puentes hacia el futuro. Por otro, un sentido popular de la
memoria, esa que los pueblos mantienen
en acción para oponerse cuando rigen políticas oficiales de olvido y para mantener
vivo el recuerdo.
En nuestro país, memoria y derechos humanos ya son sentidos mezclados, necesariamente integrados, casi inseparables.
En cuanto a las definiciones de los derechos humanos, también es interesante
pensar en dos dimensiones, articuladas
entre sí: una sostenida por el pueblo y otra
ejercida –u ocasionalmente omitida– por
los gobiernos.
En la Argentina tenemos una historia atravesada por las luchas sociales y populares
que son una referencia a nivel global. Un
caso reciente es el de las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo, símbolo y
ejemplo ante el mundo. A lo largo del
tiempo, distintas organizaciones sociales,
estudiantiles, políticas y sindicales han
ejercido, y lo siguen haciendo, formas de
organización y lucha en reclamo por la
plena vigencia de los derechos.
Los movimientos sociales han levantado
la bandera de los derechos humanos en
reclamo de Memoria, Verdad y Justicia.
Desde el año 2003 a esta parte, esos mis-
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 33
mos ejes son pilares fundamentales de las
políticas de Estado. Esas organizaciones
de defensa y promoción de los derechos
humanos surgieron, en su mayoría, aún en
la plena vigencia del terrorismo de Estado
de la última dictadura cívico-militar. Una
vez recuperada la democracia, han luchado contra la impunidad y, desde el año
2003 en adelante, por la profundización
de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Fundamentalmente, esa protección de la
memoria que ha tenido lugar en nuestro
país, y que se extiende como experiencia
a otros lugares de la región, es la que resguardó nuestra historia, la que le puso límites a la impunidad sufrida durante
décadas, y la que hoy protege al presente
y al futuro ante los intentos de avasallar a
nuestros pueblos. De este modo, la memoria no puede ser más que colectiva y
una acción permanente.
Las formas de la política están atravesadas
por las de la memoria, y viceversa. En definitiva, toda memoria es política. Nuestro
país conoció la proscripción del peronismo, el robo de la identidad de hijos de
desaparecidos, y la cultura del “por algo
será” y el “no te metás” como cartas de
presentación del olvido y el silencio. Por
eso, reconocer y reivindicar la identidad
política de los militantes es un modo de
ejercer la memoria, es parte de nuestro
homenaje.
No puede haber un relato de nuestra historia sin la memoria de las luchas sociales,
porque estas han sido un factor fundamental que propiciaron los cambios a lo largo
de los años. Los derechos humanos, en su
vigencia o privación, son el centro de esas
luchas. Estos no sólo son inherentes a
todas las personas: también son la definición política por excelencia de los proyectos de gobierno. Privilegios para pocos es
una decisión de desocupación y hambre
para muchos. Más derechos para todos es
un objetivo que desde el año 2003 viene
desafiando a los sectores de poder concentrado y conservadores que pretenden
que la acumulación de su riqueza sea a
costa de los derechos del pueblo, de los
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
principios sociales y valores propios del
sistema democrático.
En este sentido, en el marco de esta lectura de la historia, luchas sociales y políticas de Estado no pueden ser más que
pensadas en diálogo o ruptura, en un reconocimiento de las luchas en los derechos
o, por el contrario, en un avasallamiento
de los derechos, en oposición de reclamos
de justicia social.
Es importante destacar que la recuperación
y ampliación de derechos sobre las que trabajamos a diario no son solamente el resultado de un reclamo: son el producto de
una convicción política que se siente parte
de la historia de los olvidados de siempre,
de los desaparecidos, de los excluidos. Ese
es justamente el corazón fundamental de
este proyecto político comenzado por
Néstor Kirchner y continuado por nuestra
presidenta Cristina Fernández.
Este momento de nuestra historia nos
convoca a mirar al presente con la memoria puesta en el futuro. Reconstruir la memoria no es sólo volver a pensar el pasado,
sino que es también participar en el presente. Los 30.000 compañeros detenidosdesaparecidos nos marcaron un camino
que venimos andando desde hace mucho,
de la mano de los pañuelos blancos. Y
para quienes digan que ya no hay esperanzas, para quienes creen que todo está
perdido, siempre diremos que no, que
aunque los poderosos de siempre sigan
aferrados a su acumulación e intenten hacernos creer que son los que escriben la
historia, nosotros les seguiremos demostrando que somos quienes la cambiamos.
Néstor Kirchner así nos convocó, proponiéndonos un sueño: terminar con la impunidad, el sueño de empezar a creer, un
sueño de esperanza. Así comenzamos a
soñar, pero también a darnos cuenta de
que ese sueño era real, palpable, parte del
presente, de este presente que llegó para
quedarse, y hoy se torna irreversible.
La memoria es mucho más que el recuerdo:
es la confirmación de que no nos han vencido y que vamos a seguir batallando hasta
alcanzar todas las victorias. •
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33
Rol de la mujer y luchas de género
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 34
Las imágenes
que faltan
>> Marta Dillon
ES UN DÍA FERIADO MIENTRAS ESCRIBO ESTAS
líneas. A mi lado, entre revistas y diarios
desparramados por el piso, mi hijo de cinco
años recorta y pega imágenes en un collage
que acumula páginas y que viene a mostrarme, orgulloso de su propia revista. Ha
mezclado torsos, piernas y cabezas de distintas figuras, fragmentos de cuerpos, en
su mayoría femeninos. Me impresiona el resultado, es como si supiera sobre qué me
propongo escribir: las piernas desnudas son
de mujeres, los ojos que miran a cámara y
por tanto a quien lee son de mujeres, los
labios entreabiertos, los ombligos chatos,
la ropa interior expuesta; todas representaciones de lo femenino que no sorprenden
porque son el paisaje acostumbrado en
los medios en papel, en los carteles de la
calle, en la televisión. Mujeres en poses
lánguidas de cuerpos abandonados a la
mirada, mujeres que no hacen sino que
ofrecen: electrodomésticos, autos, ropa y
calzado, tecnología, procedimientos para
conseguir “ese” cuerpo, viajes en cómodas
cuotas, alimentos o colchones; todos los
pequeños paraísos del consumo parecen
incluir un cuerpo femenino disponible. No
hay novedad en esto, se viene registrando
y denunciando con voz cada vez más fuerte
y clara –y casi siempre también de mujeres–. Sin embargo, ahí están las imágenes
operando como una plomada que pugna
por mantener sumergidas otras imágenes
posibles y concretas de las mujeres en la
>>
Marta Dillon
Periodista y escritora. Dirige el suplemento
de mujeres del diario Página/12, Las 12. Ha
recibido, entre otros, el premio Lola Mora a
la trayectoria. Publicó Vivir con virus (Norma,
2004), sobre la experiencia de vivir con VIH,
y Corazones cautivos, la vida en la cárcel de
mujeres (Aguilar, 2008).
34
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
vida pública y cotidiana, que podrán ser lo
que quieran pero lo que deben, según el
orden patriarcal que todavía organiza la
convivencia, está ahí en grandes carteles:
sumisas, amantes de la casa, de los hombres y de los hijos, delgadas y preocupadas
por la belleza convencional, trabajadoras
rentadas de tiempo parcial porque su prioridad está siempre en lo doméstico que no
tiene precio. La felicidad está para ellas, entonces, en cocinar rápido lo que le guste a
la familia, limpiar el inodoro con eficacia,
usar toallas íntimas que borren cualquier
rastro de su ciclo menstrual, eliminar gérmenes que amenazan a los niños y niñas, y
tener siempre la sonrisa dispuesta y el
cuerpo listo para las demandas de los otros.
Y esto no aparece sólo en la publicidad,
que a pesar de ofrecer productos cada vez
más modernos, mantiene su discurso anquilosado en modelos completamente
fuera de tiempo. La prensa dedicada a las
mujeres, la primera especialización del mercado de medios que aparece cerca del año
1830, conserva una particularidad que,
salvo excepciones, se cumple siempre: no
se trata de medios dedicados a registrar
los hechos contemporáneos sino a dar fórmulas; consejos para la cocina, para el maquillaje, para el sexo, para retener al
marido, para bajar de peso, para resolver
un problema sentimental. Basta darse una
vuelta por el quiosco de la esquina, mirar
las tapas de las revistas para mujeres o adolescentes y registrar cómo se tutela la vida
de las mujeres desde allí, cómo se las devuelve una y otra vez a ese ámbito que se
supone propio de ellas; lo privado, el adentro, lo doméstico, la crianza, el placer para
otro, para el guerrero que llega cansado
de las contiendas públicas en las que ahora
ellas participan siempre que se hagan el
tiempo para mantener la alegría del hogar.
¿O acaso no es una pregunta que se repite, la que indaga sobre cómo se arregla
tal o cual diputada, la presidenta de una
empresa o una científica galardonada para
realizar su tarea pública y atender las necesidades del hogar? ¿A los hombres se
les pregunta lo mismo?
Las mujeres reales –que no son siquiera
esas que muestran el jabón de turno en
ropa interior y con apenas un par de kilos
más que el resto de las modelos– se rebelan
frente a estos mandatos, aunque la persis-
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 35
tencia de estos modelos sea tan fuerte y
permanente que muchas veces haya que
hacer un ejercicio consciente para entender
qué clase de paraíso inútil es ese de la
panza chata o el multiorgasmo conseguido
con los diez consejos de la revista más piola.
Participan de la vida pública, desoyen el
mandato de sumisión, reivindican el placer
para sí, trabajan con otras contra el supuesto de que sólo los varones saben de
fraternidad, denuncian las violencias, deciden por sí mismas y reclaman el derecho a
decidir sobre sus cuerpos a la hora de tener
hijos e hijas o no tenerlos y con quién, buscan lugares de poder y lo ejercen, viajan al
espacio, construyen sus propias casas; tres
presidentas mujeres en América Latina hablan claramente de que ya no hay techo
para las aspiraciones de las mujeres. Pero
nada de esto ocurre sin costo y el disciplinamiento no tarda en llegar, aunque cada
vez pierda más su eficacia. A la mujer que
ejerce el poder se la tilda de “yegua” y se
explican sus actos por su deseo sexual desenfrenado. O se la muestra en tapas de revistas con moretones y semidesnuda para
exhibir sus debilidades. Con la boca amordazada o de rodillas frente a otros poderes.
Se las desacredita por locas o frágiles emocionalmente –“locas de la plaza” se llamó
a las Madres de Plaza de Mayo para denostar una lucha que cambió la historia–. Los
medios dan cuenta de esto, son escenarios
privilegiados para reproducir estos discursos impotentes que sin embargo siguen tallando la subjetividad de tantas. Tal vez la
operación más cruel de la que hemos sido
testigos en el último tiempo es aquella que
pone la responsabilidad de lo que les ha
sucedido en las víctimas de la violencia sexista. No es una operación nueva. Si el lugar
de la mujer está entre las cuatro paredes
de la casa, siempre se ha mirado con sospecha a quienes desafiaron ese mandato y
si su suerte es ser violentadas, en el relato
casi aparece como una consecuencia lógica
de su rebeldía. Así fue que por años –por
siglos– la voz de las víctimas fue inaudible
públicamente tanto como fue desoído su
“no” en la intimidad. Sin embargo, ahora
el ensañamiento parece directamente proporcional a los logros conseguidos. En
nuestro país cada treinta horas una mujer
aparece muerta por el hecho de ser mujer.
Ya casi no se escuchan descripciones como
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
la del crimen pasional –que pone al victimario como víctima de sus pasiones y no
como responsable–, se habla de femicidios
para dar cuenta de los crímenes en cuyas
causas se encuentran razones de género.
Pero la sospecha recae sobre la víctima;
¿qué hacía tan tarde fuera de casa? Si no
quería tener sexo, ¿por qué se fue con ese
hombre? ¿Por qué vestía con pantalones
cortos o mostrando el ombligo? ¿Por qué
la madre de esa chica no la cuidó lo suficiente? Los medios plantean estas preguntas como si fueran inocentes, interrogantes
que cualquiera se formula. Pero detrás de
ellas está el disciplinamiento, la intención
de volver las cosas al lugar tradicional, la
amenaza para todas las mujeres. La vida sexual de Nora Dalmasso, asesinada en
Córdoba, fue más importante que encontrar un culpable y mereció ríos de tinta. De
una niña de once, Candela, asesinada en
el conurbano, se llegó a decir que tenía
marcas de “relaciones” sexuales de larga
data –a esa edad no hay relaciones sino
violaciones–, de Ángeles Rawson se dijo
en los medios que podría haber tenido
prácticas sadomasoquistas consentidas.
De Melina Romero se abundó en su vida
“disipada” como si eso explicara el horrible final de su vida. Ejemplos del último
tiempo, ejemplos que pueden replicarse
en otros según las noticias de cada región
dan cuenta del doble movimiento que se
propone a las mujeres desde los discursos
públicos, mediáticos: por un lado se las
muestra disponibles, se las quiere bellas y
calladas, amorosas con los suyos y siempre
heterosexuales. Por otro se les exige recato,
que estén disponibles sólo hacia adentro
de sus casas, como si a cada una le correspondiera un dueño, porque si salen, ahí estará esperando el escarmiento. Que sufre
una pero le habla a todas, yeguas, locas,
desalmadas.
El collage de mi hijo está terminado. Una
de las imágenes me tienta de risa: es una
cara masculina con barba, con un torso de
mujer amamantando y las piernas de un
futbolista. Debajo del barbudo hay otras
caras recortadas, de mujeres y varones,
“para que elijas”, me dice, y pienso, cuántas más imágenes dislocadas todavía
hacen falta para que todas y todos podamos elegir, decidir sobre nuestras propias
vidas. •
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35
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 36
Voces del Capítulo
Nordeste del Foro por una
Nueva Independencia
¿Qué significa pensar la Argentina entre
dos Bicentenarios? ¿Qué significa pensarla
desde la región nordeste, corazón geográfico de la América del Sur, antaño conocida como el Gran Chaco Americano o
región guaranítica, que incluía el nordeste
argentino pero también el Paraguay y el
sudeste de Bolivia y de Brasil?
Riesgos, desafíos, conflictos; es decir, culturas en su despliegue de dinámicas y tensiones cuyas disputas políticas son, sobre
todo, por el sentido común de nuestros
modos de vivir comunitarios.
“Habremos de ser lo que hagamos con
aquello que han hecho de nosotros”, escribía Jean-Paul Sartre en su célebre prólogo de 1964 a Los condenados de la tierra
de Franz Fanon. Y cómo resplandece esta
idea sartreana en la memoria nordestina
de cómo fuimos percibidos y definidos las
mujeres y los hombres nacidos en las tierras
del norte grande argentino por el poder
hegemónico, material y simbólico, del pensamiento único del nuevo orden internacional. Porque fuimos ayer nomás los
inviables condenados de nuestras tierras.
Porque las fundaciones del pensamiento
mercantilista de la banca extranjera, militante orgánica de la valorización financiera,
nos grabó en el corazón y el cerebro, cual
código de barras y estrellas, la maldita sigla
UGI, Unidad Geoeconómica Inviable, a
36
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
todas y a cada una de las provincias del
norte argentino. Inviables e invisibles, condenadas por la hora de los tecnócratas y
el retiro de la política a no ser, es decir, a
ser refuncionalizadas como “esquemas de
regiones integradas por debilidad estructural de las partes que las componen”.
De esa trágica desventura venimos. Somos
sus hijos.
Somos, entonces, lo que como sujetos colectivos fuimos capaces de decidir ser a
partir del 25 de mayo de 2003.
Por eso, en este primer Foro por una
Nueva Independencia, que hoy está llegando a su fin, un sábado 13 de septiembre aquí en Resistencia, en el Nordeste,
en la Facultad de Humanidades y el Aula
Magna de la Universidad Nacional del
Nordeste, hemos puesto en valor las cuestiones fundamentales que conmueven,
abrazan y promueven los distintos colectivos que han participado en este espacio
plural, diverso y profundamente democrático. Porque fueron muchas las coincidencias en los puntos de acuerdo alcanzados,
luego de debates tan intensos como respetuosos que se dieron en las siete comisiones
del foro y que, notablemente, esbozaron
ideas que se complementan y convergen.
Del mismo modo que se reconoce enfáticamente la ampliación de derechos generada en la Argentina reciente, que tiene
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 37
por protagonistas a sujetos colectivos
otrora acallados, silenciados e indecibles,
en el desarrollo del debate se puso en evidencia también la necesidad de no caer
en discursos autocomplacientes, en el posibilismo o en la conformidad, señalando
en cambio, con claridad y coraje, las deudas y las asignaturas pendientes de los derechos que aún nos falta conquistar o las
dificultades en la aplicación de esos nuevos derechos, aún no concretados en la
realidad social de la región nordeste.
En este sentido, vale la pena decir que
en el nordeste, la tenencia de la tierra y
los modelos de desarrollo son problemas
acuciantes todavía no resueltos, cuya solución nos interpela, urge y compromete.
Pensar la Argentina desde esta región es
reflexionar acerca de que la cuestión de
la tierra se une a una necesaria y profunda
transformación cultural, a la necesidad de
una democracia dinámica. Porque la tierra
es nuestra casa y ella debe ser compartida por hombres y mujeres de todos los
pueblos que la habitan, en el máximo respeto entre unos y otros. El Estado debe
constituirse, por lo tanto, en garante de
ese derecho inalienable, cuyo sentido,
búsqueda y cumplimiento nos llevará a
una nueva independencia, con nuevos
sustentos filosóficos, emancipatorios,
desde una concepción integral, siempre
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
pasible de reinvención, de la soberanía y
la redistribución de la riqueza material y
simbólica.
Somos, entonces, porque venimos decidiendo serlo, las culturas del nordeste, en
cuyo seno los pueblos indígenas son parte
fundamental de nuestra historia a la vez
que sujetos significativos de nuestro presente. Somos la diversidad cultural, étnica
y lingüística, y lejos de pensarnos como
carencia, vergüenza, inviabilidad o invisibilidad-marginación, empezamos a sentirnos y pensarnos como potencialidad,
riqueza, orgullo, dignidad y horizontes
abiertos.
Somos, por ende, como una de las acepciones que significan el Chacú quechua
original que nos nombra y funda, la unidad de lo diverso para la búsqueda del
horizonte colectivo. No un crisol de razas,
no una monoidentidad, no una cristalización de una tradición cultural concebida
como única, esencial y definitiva. Porque
somos tanto la sangre inmigrante que nos
puebla, como la profunda vertiente indígena que nos habita, como el criollo que
llevamos dentro. Porque somos esa notable mezcla, y todas sus reinvenciones posibles. También la vieja utopía guaraní
cuyo horizonte de realización colectiva era
–y sigue siendo en nosotros– la búsqueda
incesante de la tierra sin mal.
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37
Rol de la mujer y luchas de género
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 38
Rol cultural y
político de las
mujeres y luchas
de género en la
historia y el
presente de la
Argentina
>> Pedro Mouratian
>>
Pedro Mouratian
Es Interventor del Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo
(INADI) y miembro del Consejo de
Presidencia de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos (APDH). En agosto de
2014 fue elegido presidente de la Red
Iberoamericana de Organismos y
Organizaciones contra la Discriminación
(RIOOD).
38
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
EN UN BREVE REPASO POR EL ROL DE LAS MUjeres y las luchas de género en el siglo XX,
podemos destacar algunos momentos y
situaciones que trascienden la coyuntura
específica y se inscriben en lo más significativo de la historia de nuestro país. La
Argentina de comienzos del siglo pasado
estuvo signada por profundas transformaciones. En ese marco, los debates en torno
a los derechos civiles, sociales y políticos
de las mujeres se dieron sobre trasfondos
múltiples donde la división sexual del trabajo en la sociedad funcionaba como hilo
conductor de diversas luchas y reivindicaciones de género.
El capitalismo estableció un modelo de sociedad en el que el varón cumple el rol de
“productor”, ocupando el espacio público;
y la mujer de “reproductora”, relegada a
la esfera íntima para ocuparse del cuidado
de personas y el trabajo doméstico no remunerado. Sobre la base de diferentes
funciones biológicas, como el embarazo y
la lactancia, esta división se apoya fundamentalmente en una construcción cultural
que se impone sobre el cuerpo y la función
de la mujer en sociedad.
El peronismo, con su enorme potencial político, implicó importantes avances para
las mujeres: Evita, figura central de esta
construcción, reivindicó el derecho de las
mujeres a ocupar la arena pública. Gracias
a su esfuerzo y lucha incansable, concretó
una de las más importantes reivindicaciones en materia de derechos políticos: el
sufragio femenino. La impronta del peronismo es innegable: además de sancionar
leyes y redefinir las políticas públicas a
favor de las clases trabajadoras, generó
las condiciones para la redistribución del
ingreso. Esta etapa significó un ciclo de
bienestar material y de cambios en la vida
de toda la población. Los trabajadores se
imponen en la escena política y los jóvenes
y las mujeres toman un rol más visible en
la vida pública.
Los años sesenta ven una profunda revolución en las costumbres y hábitos sociales,
tanto en la esfera pública como en la vida
privada. Las mujeres, además de ser sujetos políticos, reivindican sus derechos en
todos los espacios de la vida pública y privada. Dos factores son de gran influencia
en este sentido: por un lado el acceso de
las mujeres a la educación y formación en
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 39
todos los niveles del sistema educativo.
Por el otro, se produce un cambio más silencioso, pero igualmente importante: la
extensión del uso de anticonceptivos implica que, por primera vez, pueden ejercer
con libertad su sexualidad, escindida de
la reproducción.
En el marco de la apertura democrática, la
lucha de las mujeres se relacionó con la democratización de diferentes esferas de la
vida cotidiana de las personas y con una
herencia de resistencia a la dictadura militar
y la lucha por los Derechos Humanos. La
democracia emerge con el protagonismo
central de la lucha de Madres y Abuelas
de Plaza de Mayo, quienes politizaron su
rol familiar y salieron a la calle a reclamar
por sus hijos/as y nietos/as. En un contexto
de incorporación plena a la vida política y
social de nuestro país se entrelazaron logros como el divorcio y la patria potestad
compartida, y se irán conquistando mayores niveles de igualdad en lo que se refiere
a la representación social, sindical y política.
Los años noventa presentarán las luchas de
las mujeres conquistando mayores niveles
de igualdad en lo que se refiere a la representación social, sindical y política. Se sanciona la ley de cupo en 1991, la cara faltante
de la moneda del voto femenino. A partir
de este momento, las listas de candidatos
deben tener al menos un 30% de mujeres
en lugares con posibilidad de resultar electas. La reforma de la Constitución Nacional
en 1994 es otro aporte significativo a la
igualdad ya que otorga jerarquía constitucional a los tratados de derechos humanos,
entre ellos la Convención para la eliminación
de toda forma de discriminación contra la
mujer (CEDAW). Además, hay un reconocimiento de la igualdad de género, de la discriminación como problemática social y se
fijan metas de igualdad y participación política. Frente a estos avances en la vida pública, hay un fuerte retroceso en temas de
salud sexual y reproductiva.
Carlos Menem llevó adelante el mayor plan
de ajuste de la historia argentina en democracia, con costos sociales devastadores.
El mundo del trabajo fue desarticulado; el
1
desempleo y la pobreza crecieron exponencialmente. En ese contexto, las mujeres
acuden masivamente al mercado laboral,
como sostén de familia, en una situación
de por sí desventajosa para cualquier asalariado. Al interior del hogar, se producen
cambios en los roles de género. Frente a
la inacción de los sindicatos cooptados por
el gobierno menemista, los piquetes y los
cortes de ruta, muchas veces encabezados
por mujeres y madres de familia, surgen
como nuevas formas de resistencia. Este
ciclo económico, que comenzó con la dictadura y se profundizó en las décadas siguientes, ya en democracia, culminará con
el estallido del 19 y 20 de diciembre de
2001. Sin embargo, el neoliberalismo reinante en nuestro país y buena parte de
Occidente, dejará huellas difíciles de borrar
en las formas que adoptan las relaciones
sociales, tanto en el ámbito laboral, como
así también en la constitución de los propios núcleos familiares. En esta reconfiguración, un nuevo rol de las mujeres ganará
espacio en forma directa a la fragilidad que
adopta el vínculo social.
El año 2003 señala el comienzo de una
nueva etapa con la elección de Néstor
Kirchner como presidente y los dos períodos de Cristina Fernández de Kirchner que
le sucedieron. Los niveles de pobreza, indigencia y desempleo fueron reducidos
significativamente y se avanzó en la ampliación de derechos y la inclusión social
de un porcentaje creciente de la población.
En la última década, las mujeres adquirieron un inédito protagonismo político. Por
primera vez en la historia del país, una
mujer es electa por voto popular. Hay mujeres al frente de carteras y cargos tradicionalmente ocupados por varones, se
aprueba una ley contra la violencia hacia
las mujeres, contra la trata, una ley de trabajadoras/es de casas particulares, el femicidio es incorporado al Código Penal,
además de la consagración de derechos
como la Asignación Universal por Hijo,
entre otras leyes y políticas públicas.1
Es evidente que los avances desarrollados
a lo largo de la historia son producto de
Ley 26.485, Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. Ley
26.364, Prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas. Ley 26.844, Régimen
especial de contrato de trabajo para el personal de casas particulares. Ley 26.791 que prevé ciertas reformas
al Código Penal, incorporando el femicidio en el cuerpo normativo, como figura agravada del delito de
homicidio simple.
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
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39
Rol de la mujer y luchas de género
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 40
un largo proceso de luchas y conquistas
políticas y sociales, con momentos importantes de legitimación de las mismas
desde el propio Estado. Aun así, quedan
tareas pendientes a desarrollar y profundizar. Persiste la violencia contra las mujeres, a la que nos enfrentamos a diario, con
asesinatos de mujeres y niñas en distintas
partes del país, y a su vez con la violencia
simbólica que culpabiliza sus hábitos y
modos de vida. Asimismo surgen nuevas
necesidades a las que hay que responder
con nuevos derechos.
La agenda de las organizaciones de las
mujeres recoge las viejas tradiciones de
lucha que se combinan con las nuevas realidades que imponen los cambios sociales. Así, la legalización del aborto seguro
y gratuito, especialmente para las mujeres
de sectores populares que se ven expuestas a prácticas de riesgo para interrumpir
embarazos no deseados, conviven con una
nueva redistribución de las tareas de cuidado en el hogar, donde actualmente
existe una fuente de desigualdad social y
de reproducción de la pobreza. Para encaminarse hacia una igualdad efectiva
40
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
entre hombres y mujeres, se requieren políticas que reconozcan a las tareas de cuidado como un bien público, asumiendo
que requieren de responsabilidades sociales colectivas, tanto de mujeres y varones,
como del Estado y el mercado.
En conclusión, se puede observar en las luchas de las mujeres una tensión constante
entre lo privado y lo público, entre los aspectos biológicos y aquellas desigualdades
que son impuestas culturalmente. Si bien
en el largo camino recorrido las mujeres
han adquirido derechos políticos y sociales,
desde el derecho al voto hasta tener una
presidenta mujer, aún falta mucho por
hacer. Los desafíos que tenemos por delante como sociedad tienen que ver fundamentalmente con desanclar a las mujeres
de sus atribuciones biológicas para avanzar
en el camino cultural y político de la igualdad, la libertad y la justicia social.
Sólo será posible profundizando y fortaleciendo la democracia, los derechos humanos y un proyecto político que con
decisión garantice una plena e igualitaria
participación de la mujer en la vida social,
política, económica y cultural del país. •
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 41
El Ministerio de Cultura de la Nación y la Facultad de Filosofía y
Letras (UBA) organizan La letra argentina, con el objetivo de
reflexionar sobre estética, identidad, política y literatura, circulación de libros, y la lengua como escritura y comunicación, entre
otros temas.
PANELISTAS
Mariana Enríquez, Marcelo Figueras, Juan Diego Incardona,
Juan Ignacio Boido, Sebastián Scolnik, Luis Chitarroni, Mariano
Quirós, Roberto Raschella, Jorge Panesi, Luis Gusmán, Américo
Cristófalo, Hernán Vanoli, Sergio Raimondi, Carlos Gamerro,
María Pía López, Daniel Freidemberg, Miguel Vitagliano, Daniel
Link, Josefina Ludmer, Florencia Garramuño, Claudio Zeiger,
Sergio Chejfec, Sergio Olguín, Paula Pérez Alonso, Matilde
Sánchez, Arturo Carrera, Horacio González, José Pablo Feinmann.
CIERRE MUSICAL
Dúo Fuertes Varnerín
6 y 7 de noviembre de 2014, de 11 a 20
Centro Cultural Paco Urondo
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
25 de mayo 201. Ciudad de Buenos Aires
Soberanía energética
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 42
Soberanía
energética:
¿con qué actores?
>> Mariano Barrera
UNO DE LOS GRANDES RETROCESOS QUE IMplicó la denominada “década del 90” –que,
en rigor, se inició con la instauración del patrón de acumulación de valorización financiera del capital, implementado por la
última dictadura cívico-militar– fue construir
el mito de que el mercado regula eficientemente la actividad económica. Desde
esta perspectiva, el Estado, acusado de “ineficiente”, queda relegado al rol de garante
de la justicia, la salud y la educación. En la
medida en que el mercado es considerado
el mejor asignador de los recursos –“siempre escasos”–, para el neoliberalismo el
Estado debe librar al “mercado” el ámbito
de la producción y distribución de los
bienes y servicios.
En la Argentina, la implementación indiscriminada de estos preceptos redundó en
que fuera el único país de la región en el
>>
Mariano Barrera
Lic. Ciencia Política (UBA), Mg. Economía
Política y Dr. Ciencias Sociales (Flacso).
Becario Conicet e investigador del Área de
Economía y Tecnología (Flacso). Autor del
libro La entrega de YPF: análisis del proceso
de privatización, Ed. Atuel, 2014.
1
42
que se transfiriera la planificación del sector
energético en su conjunto al capital privado: se concesionaron la mitad de las reservas petrogasíferas del país, los ductos,
terminales portuarias, se privatizaron refinerías y la empresa líder, YPF, como también Gas del Estado. En relación a la
generación y distribución de electricidad,
se privatizaron represas hidroeléctricas, centrales térmicas y distribuidoras eléctricas.
Se trató de un verdadero “modelo privatizador” en tanto fue una política sistemática
y planificada cuyo principal objetivo era
transferir activos estratégicos y sumamente
rentables a la órbita del capital privado.
Como sostuvo en 1994 José Estenssoro,
impulsor de la reforma energética: “Por primera vez en la historia de nuestro país el
futuro es la entera responsabilidad del sector privado”.
El esquema normativo del complejo hidrocarburífero configurado en los primeros
años del gobierno de Carlos Menem supuso la transferencia de la capacidad regulatoria a un acotado número de actores
–la denominada “desregulación”– que le
permitió operar en función de ampliar la
rentabilidad de la inversión. Los decretos
Nº 1.055, 1.212 y 1.589 de 1989, en lo sustancial, eliminaron la capacidad del Estado
en la fijación de precios internos –que pasarían a estar regidos por el “mercado”,
donde menos de diez actores privados
concentran el 90% de la extracción de petróleo y gas natural–; le otorgaron plena
libertad a las empresas para operar los hidrocarburos extraídos (anteriormente se
controlaba desde la “mesa de crudos”) y
sobre el 70% de las divisas generadas por
la comercialización; y se habilitó la concentración de áreas por parte de empresas privadas.
El supuesto que estaba por detrás de estas
disposiciones era que, en un mundo globalizado con bajos costos de transporte y
sin barreras arancelarias, el mercado internacional operaría como regulador automático de los precios, exportando cuando
hubiera sobrantes o importando cuando
existiera escasez.1
Desde la perspectiva del Poder Ejecutivo,
este proceso de eliminación de la inter-
Mientras en la década de 1990 se exportó el crudo a un precio promedio de 19 U$S/barril, actualmente se
debe importar con un costo de U$S 100, debiendo la sociedad saldar esta diferencia.
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 43
vención estatal propiciaría un “crecimiento
de la producción de hidrocarburos, incremento de las reservas del país y equitativa
participación en la distribución de la renta
petrolera”, con lo que se entraría en un
ciclo virtuoso que duraría décadas.
Sin embargo, las investigaciones realizadas
a este respecto reflejaron que la dinámica
que adquirió el complejo hidrocarburífero
se basó en la sobreexplotación de los recursos “heredados” de la YPF estatal.
Redujeron al mínimo histórico los pozos de
exploración para descubrir nuevas reservas
y centraron las inversiones en la extracción
de los hidrocarburos que adquirieron a muy
bajos precios (0,9 U$S/barril equivalente
de petróleo cuando el crudo cotizaba a 19
y el gas natural a U$S 5), generando amplios saldos –principalmente de petróleo,
aunque también de gas natural– que fueron volcados al exterior. Esta estrategia se
sustentó en la plena libertad que tenía el
capital privado para decidir el monto y
destino de las inversiones. De hecho, esta
política permitió a las empresas alcanzar
ganancias extraordinarias durante las últimas dos décadas y girarlas al exterior, lo
que se tradujo en la descapitalización del
complejo hidrocarburífero nacional. Más
aún, la estrategia desarrollada por las compañías de capital nacional fue volcarse a
aprovechar las áreas concesionadas de
YPF S.E. para posicionarse en el mercado
local y luego vender sus participaciones al
capital extranjero o invertir en otros países
de la región, aprovechando la plataforma
de negocios que le otorgó el proceso privatizador, lo que redundó en la fuerte extranjerización del mercado local.
La reciente aprobación de la Ley N° 26.741
de expropiación del 51% de las acciones
que Repsol tenía en YPF, pero principalmente, la sanción del Decreto N° 1.277/12
le permitieron al Estado retomar la regulación de la actividad. No obstante, aun
2
con aumentos del precio del barril de petróleo, salvo la recuperada YPF –que actualmente representa algo más de un
tercio de la extracción de crudo y gas natural–, los demás actores privados siguen
sin revertir la caída de la producción de hidrocarburos, recursos centrales en el esquema energético nacional que depende
en un 90% de ellos para funcionar.
En el marco de la discusión sobre cómo
recuperar la soberanía energética, surge
como inquietud ineludible si es posible alcanzar un desarrollo autónomo que permita diversificar la matriz energética con
el capital privado como actor dinamizador.
La experiencia argentina enseña que las
actividades estratégicas deben ser comandadas desde el Estado no sólo a través
de regulaciones normativas sino también
de instituciones (como fueron la “mesa de
crudos” o las juntas reguladoras) y empresas estatales insertas en la producción.2
En las sociedades de capitalismo periférico
no es posible el desarrollo de la economía
sin el predominio del Estado en la producción (no sólo la regulación) de sectores estratégicos de la economía. Además de
controlar precios clave de la estructura
económica, permite desarrollar proveedores locales que expandan el entramado
productivo afianzando la sustitución de
importaciones y ampliando las capacidades científicas y técnicas domésticas.
Incluso, dado que se trata de mercados
dominados por el capital extranjero con
inserción de actores locales que operan
de forma transnacionalizada, el predominio del Estado también permite reducir la
fuga de divisas al exterior. De allí que en
esta coyuntura sea necesario repensar el
esquema de funcionamiento del complejo
energético en pos de afianzar el predominio de una YPF de carácter estatal y seguir avanzando en otros eslabones de la
cadena energética. •
La composición societaria de YPF (51% estatal y 49% privado) podrá generar conflictos de intereses a futuro
ante la disyuntiva de seguir una operatoria vinculada al desarrollo estratégico del sector (con baja rentabilidad)
o una dinámica de maximización del beneficio que reclamarán los inversores privados.
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
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43
Soberanía energética
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 44
YPF, inversiones
extranjeras
y soberanía
energética
>> Víctor Bronstein
LAS SOCIEDADES HUMANAS, SUS ORGANIZACIOnes políticas y su sistema productivo requieren de un continuo flujo de energía
que establece las condiciones necesarias
para su viabilidad. Al mismo tiempo, los
mecanismos que utilizan estas sociedades
para obtener y distribuir los recursos básicos para su supervivencia están condicionados e integrados dentro de instituciones
sociopolíticas. Por lo tanto, el flujo de energía y las relaciones políticas y sociales son
términos de una misma ecuación.
En la actualidad, nuestras sociedades se
sustentan en un altísimo consumo energético estructurado a partir de tres flujos que
moldean y posibilitan nuestra forma de
vida: alimentos, combustibles y electricidad. Sin ellos, se derrumba nuestra civilización. En este marco, el petróleo es el
recurso crítico ya que es no renovable, está
distribuido de manera desigual en el
mundo y por el momento es irreemplaza>>
Víctor Bronstein
Ingeniero electromecánico y doctorando en
Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires. Director del Instituto del Gas y
del Petróleo de la UBA. Coordinador de la
licenciatura en Energética, Untref. Director e
investigador principal del Centro de Estudios
de Energía, Política y Sociedad (Ceepys).
Profesor titular de la Facultad de Ciencias
Sociales, UBA.
44
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
ble, por lo que los distintos países tratan
de garantizarse su suministro. Los EE.UU.
y los demás países desarrollados han establecido a partir de la crisis petrolera de
1973, una geopolítica de la seguridad energética con el objetivo de asegurarse la provisión de petróleo a largo plazo. Esta
política explica muchos de los conflictos
armados que sufre el mundo hoy.
El petróleo participa con un 34% en la matriz energética mundial, pero lo más significativo es que el 95% del transporte se
mueve con derivados de este hidrocarburo.
Sin petróleo se para y colapsa el mundo.
Por su parte, el gas participa con un 23%
cuya disponibilidad es fundamental para
la industria, los hogares y la generación
eléctrica. En particular, nuestro país se caracteriza por una matriz energética altamente dependiente del gas, ya que el 51%
de la energía que utilizamos proviene de
esta fuente. Hoy, más del 90% de las reservas mundiales están en manos de los
Estados, pero su producción requiere de
inversiones y tecnología que aportan en
buena medida las empresas privadas.
En las primeras décadas del siglo pasado,
las grandes empresas petroleras salieron
al mundo a buscar reservas, y esta asimetría
generó actitudes imperialistas que lesionaban la soberanía de los países. Es en ese
momento cuando se crea YPF, bajo el impulso del general Mosconi, con el objetivo
de defender el recurso, participar de la
renta petrolera e intervenir en el mercado
de combustibles que estaba dominado casi
monopólicamente por las grandes empresas petroleras extranjeras. YPF fue más que
una empresa. Era el brazo del Estado en
los remotos lugares de nuestro país donde
se encontraban los recursos petroleros. Así,
construyó caminos, escuelas, hospitales y
se ocupaba de tareas que eran propias del
Estado. También tuvo que luchar contra la
falta de recursos y las disputas políticas que
impedían definir y ejecutar una estrategia
clara para su desarrollo como empresa. La
Argentina es un país con petróleo, no un
país petrolero. Esta situación obligaba a
desarrollar un nivel de eficiencia empresarial y de inversiones que YPF no logró alcanzar y que llevó a que el objetivo del
autoabastecimiento, que era otro de los
ideales del general Mosconi, sólo se lograra en breves períodos de su historia. Al
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 45
fracasar en el logro del autoabastecimiento, su lugar como empresa estatal empezó a ser discutido en la sociedad y entre
los distintos sectores políticos, generándose así un círculo vicioso que dificultó aún
más el cumplimiento de este objetivo.
En 1990, George Bush, preocupado por la
creciente importación de petróleo de los
EE.UU., presenta la “Iniciativa de las
Américas”, donde, entre otras cosas, desarrolla la idea de facilitar el ingreso de las
empresas petroleras de su país en el mercado energético de América Latina. Esta
iniciativa tuvo una amplia e inesperada acogida por parte del menemismo, lo que
llevó a la desregulación del sector hidrocarburífero y a la impensable privatización
de YPF, símbolo de nuestra nacionalidad y
empresa insignia de nuestro país. Nace así
en 1993 una nueva YPF, que era en realidad
una empresa mixta; ya que si bien no tenía
mayoría accionaria estatal, tenía cierto control por parte del Estado. En esta nueva
etapa, YPF consigue atraer capitales, se
organiza como una empresa privada con
gran capacidad de gestión y pone en producción muchas de las reservas que la YPF
estatal había descubierto, pero que por
falta de inversión no había podido explotar. De esta manera, en pocos años, la
Argentina logra el autoabastecimiento e
incluso se convierte en exportadora de hidrocarburos. Sin embargo, la concepción
liberal de su gestión hace que no se tengan
en cuenta las cuestiones estratégicas que
hacen al manejo del recurso petrolero. Se
esfuma así la empresa que ideó Mosconi
y el país se queda sin una herramienta fundamental de política energética.
En 2012, ante la caída de la producción y
el aumento de las necesidades de consumo –producto del sostenido crecimiento económico– el gobierno de Cristina
Kirchner decide un cambio radical en materia petrolera con el objetivo de recuperar
el autoabastecimiento, que es la clave para
nuestra soberanía energética. Pero para
ello necesitaba una herramienta que permitiera llevar a cabo esa nueva política; y
esa herramienta era YPF. Se retoma entonces el control de la empresa, expropiando
el 51% de las acciones de Repsol y dando
origen así a una nueva YPF, portadora de
un desafío fundamental: lograr poner en
producción los recursos no convencionales
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
que nuestro país tiene en abundancia. Para
lograrlo, son necesarias grandes inversiones, y es en este contexto que debe entenderse el acuerdo de YPF con Chevron
y los distintos acuerdos que se están firmando con otras empresas petroleras.
Nuestro país fue el propulsor del llamado
nacionalismo petrolero que asociaba la defensa del petróleo a la defensa de la soberanía, entendiendo como defensa del
petróleo que sólo YPF pudiera explotarlo.
Esta ideología era comprensible a principios del siglo XX, pero sería un error tomarlo de forma dogmática. Este error ha
generado muchos desencuentros y ha dificultado el desarrollo económico de nuestro país. Así ha sido históricamente. El
primer gobierno peronista sufrió una grave
crisis energética, por eso Perón entiende
que la soberanía petrolera no se ejerce declamando el monopolio estatal para la explotación del petróleo, sino estableciendo
una política energética y abriendo la posibilidad de inversión extranjera, intentando
firmar entonces el contrato con la Standard
Oil de California para lograr el autoabastecimiento. Sin embargo, los “nacionalistas
de opereta”, como los llamaba Perón, se
oponen tenazmente y logran impedirlo.
Uno de los grandes opositores en aquel
momento fue Frondizi, quien luego, en
1958, comprende también que la defensa
de la soberanía pasa por lograr el autoabastecimiento y firma contratos con varias
empresas norteamericanas, logrando ese
objetivo en poco tiempo.
Esta tensión permanente que vivió nuestro
país entre soberanía y autoabastecimiento,
vuelve a repetirse en la discusión pública
ante la necesidad que tenemos de desarrollar los recursos no convencionales.
Lamentablemente, esta discusión se sostiene con falsas consignas propias del pasado y con muy poco conocimiento de la
situación petrolera mundial. Hoy el mundo
tiene dificultades para satisfacer la creciente demanda de crudo y esto genera
importantes turbulencias geopolíticas. En
este contexto, el petróleo será cada vez
más crítico, y conseguir el autoabastecimiento nos va a garantizar la energía que
necesitamos para nuestro desarrollo. Las
petroleras extranjeras que vienen a asociarse con YPF no lesionan nuestra soberanía, la falta de autoabastecimiento, sí. •
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45
Soberanía energética
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 46
La soberanía
incompleta
>> Enrique Martínez
>>
Enrique Martínez
Ingeniero químico egresado de la UBA.
Presidente del Instituto Nacional de
Tecnología Industrial (2002-2011).
Actualmente, es coordinador del Instituto de
Producción Popular, organismo del
Movimiento Evita.
46
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
LA BANDERA DE LA SOBERANÍA ES DE ANTIGUA
data, levantada cada vez que la nación argentina se vio amenazada por algún imperio. Durante el gobierno peronista de
la posguerra pasó de la dimensión nacional a ser nacional y popular, ligándose fuertemente a la idea de que el poder del
pueblo, al interior de una nación independiente, era la meta a defender.
Poco ha estado la soberanía en el centro
de la escena social desde entonces, en un
país que ha debido sobrellevar crisis institucionales de variada y dura dimensión,
acompañadas por enormes cimbronazos
en la calidad de vida de gran parte de la
población. El concepto reapareció con
fuerza en 2005, cuando la cancelación de
la deuda con el FMI y el desendeudamiento como objetivo superior fueron asociados –con total razón– con la recuperación
de la soberanía nacional. Esta, por entonces,
estaba condicionada al extremo por irresponsables y mafiosas conductas de funcionarios vinculados a las peores prácticas de
especulación financiera, en un mundo
donde hacer dinero con dinero se convirtió
en la actividad dominante.
El conflicto con los fondos buitre es, si se
quiere, el eslabón final de una cadena que
se rompió, y que deberíamos ser conscientes de la necesidad de nunca reconstruir.
Este éxito estratégico, sin embargo, abre
un escenario de debate muy extenso –que
en buena medida está pendiente– acerca
de la aplicación del sentido amplio del concepto de soberanía nacional y popular,
abierto a todos los espacios de actividad
e interés de una comunidad. Al presente,
las exportaciones de granos y aceites las
determinan compañías multinacionales. Las
semillas que compran nuestros productores también son definidas de igual manera.
El modo de producción minero, gran parte
de la producción petrolera, los autos o los
televisores que compramos, hasta lo que
encontramos en las góndolas de los supermercados, depende de decisiones que
toman compañías cuya sede e interés central no están en nuestro país. Si la soberanía
es ejercer de manera independiente el
poder de decisión sobre el presente y el
futuro, no tenemos soberanía productiva
o energética o comercial plenas.
Podríamos discutir si la meta original se
desgastó y es pertinente cambiarla. Co-
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 47
rres ponde analizarlo. Sin embargo, la
conclusión es inmediata. Si no hay soberanía productiva, energética o comercial,
a la extranjerización se le adiciona la concentración, que permite que pequeños
grupos se apropien de los intentos de
aumentar los salarios reales a través de
aumentos nominales, por el simple expediente de generar inflación y adelantarse
a ella. Del mismo modo, los giros de utilidades no sólo tienen peso en nuestra balanza de pagos y restringen nuestras
inversiones, sino que además las cadenas
de valor controladas por multinacionales
tienen los segmentos más valiosos en el
exterior, empezando por la I&D, con lo
cual la productividad media se resiente y
aparece un techo concreto a los salarios
reales, que se pueden aceptar sin llevar
la economía al desorden. Además de eso,
finalmente, las importaciones de insumos
y partes son mayores que las que podrían
ser si se tomaran decisiones con autonomía para producir aquí todo lo que eficientemente se pueda hacer.
En suma, la restricción externa, la inflación
y el bloqueo a la mayor equidad, que son
los problemas centrales actuales de la economía argentina, son fruto directo o indirecto de esta soberanía incompleta en la
que vivimos. Veamos con mayor detalle el
plano energético.
En términos absolutos, la soberanía energética se perdió en la Argentina en 1959.
Durante el período anterior, el país –a través de YPF– controlaba los recursos del
subsuelo y su explotación. La insuficiencia
de su inversión, cuyo análisis excede este
documento, no garantizaba la demanda
nacional y había que importar parte de
nuestro consumo. Pero es necesario no
confundir abastecimiento con soberanía.
Los contratos petroleros firmados por
Arturo Frondizi aseguraron abastecimiento
a cambio de la soberanía. ¿Era necesario
ese canje? Lo analizaremos en tiempo presente, antes que retrocediendo más de
medio siglo. Lo concreto es que desde entonces hasta ahora, con diversos gobiernos y algunos cambios legislativos, el
sistema se afianzó: se concesiona territorio
para explorar y explotar; se otorgan beneficios especiales a las empresas y se
abastece la demanda interna y/o de ex-
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
portación en función de la ecuación de negocios que hace cada concesionario.
Con esa política, el país pasó de importador a exportador de hidrocarburos y hace
pocos años volvió a ser importador neto.
Otra vez aparece el dilema: ¿dejamos la
soberanía casi definitivamente de lado y
aplicamos instrumentos para recuperar el
abastecimiento? Por las dudas, ¿jugamos
con las palabras y cuando buscamos recuperar el abastecimiento local decimos que
eso será alcanzar la soberanía energética?
¿Tenemos opciones?
El Estado nacional ha recuperado la mayoría del capital de YPF, lo cual le permite
condicionar desde dentro del mercado la
política futura en el área. ¿Tiene opciones
YPF para mejorar nuestra soberanía energética, sin caer en ser un vehículo promotor
de nuevas concesiones a multinacionales?
Las tiene. Tiene tecnología propia importante y la que le falte la puede contratar.
Tiene capacidad propia de inversión y la
que le falte –que podría ser mucha– la
puede ante todo buscar entre los centenares de miles de argentinos a los que las
crisis de décadas los han acostumbrado a
ahorrar en dólares, la mayoría sin renta alguna. Este camino es de franca recuperación de soberanía, a la vez que conduce a
recuperar el autoabastecimiento y a eliminar la restricción externa, por incorporar a
las reservas miles de millones de dólares
que podrían salir de las cajas de seguridad
y los colchones.
Es una alternativa válida y necesaria, cuya
factibilidad –en todo caso– debe ser comprobada en la práctica antes de seguir el
curso indicado por la reforma a la ley de
hidrocarburos, que refuerza el camino de
canjear soberanía por petróleo, con una
fuerza inusitada para los tiempos del
mundo en que vivimos. La reforma de la
ley permite reducir las regalías a valores
impensados del 5%, cuando la tendencia
mundial es la inversa, permite disponer de
volúmenes importantes de producto para
la exportación directa y hasta impide que
el Estado en cualquiera de sus formas de
participación –incluye a YPF– se reserve
futuras zonas sin participar en licitaciones
con el capital privado. No es el camino. Al
menos no lo es sin probar antes con fuerza
mejores opciones. •
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47
Soberanía política y económica
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 48
La desregulación
atenta contra el
sistema financiero
internacional
>> Santiago Fraschina
>>
Santiago Fraschina
Es economista (Universidad de Buenos Aires)
y posee una maestría en Sociología
Económica (Unsam). En el ámbito de la
educación, se desempeñó como docente en
las universidades nacionales de Buenos Aires,
Morón y Lomas de Zamora. Actualmente es
coordinador nacional de la Red Comprar.
48
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
EN LOS MÁS DE 200 AÑOS DE PERSISTENCIA DEL
capitalismo, sistema económico rector de
todas las dimensiones de nuestro comportamiento en sociedad, nunca se había vislumbrado una situación tan concreta de
crisis sistémica como la actual. Además de
los pesares económicos que soportan los
pueblos de los países periféricos por las
fluctuaciones en los valores de activos abstractos de los que nunca fueron partícipes,
se empieza a poner en duda la sustentabilidad de un sistema excesivamente cimentado sobre el capital financiero. Echemos
algo de luz sobre este tema.
Actualmente en la economía mundial existen,
entre los diferentes países, flujos comerciales
de bienes y de servicios, entre los cuales se
encuentran los servicios financieros. Para dar
una idea de la magnitud de estos últimos,
se calcula que mueven diez veces mayor
monto de operaciones que los primeros.
Estas operaciones incluyen contratos entre
privados, como la apertura de una cuenta
bancaria, la adquisición de un seguro o la
compra de un bono. Es importante en este
momento preguntarnos si semejante volumen de transacciones no deberían estar sujetas a una regia supervisión, que establezca
con claridad el mecanismo de resolución de
diferendos ante cierta irregularidad.
La cuestión de la regulación podría ocuparnos un extenso debate. Hay quienes creen
que la mejor forma de funcionamiento de
los mercados es cuando los mismos están
liberalizados. En este sentido, consideran
que la existencia de una institución de control
sólo agrega distorsiones a su correcto funcionamiento. Por otro lado, existen posturas
teóricas volcadas para el lado de la supervisión activa. Estas evalúan que el funcionamiento perfecto de los mercados es un tipo
puro ideal, que no se presenta en la realidad.
Creen que la liberalización siempre deja
agujeros donde se filtran prácticas abusivas
de alguna de las partes (como la concentración, las barreras a la entrada y la competencia desleal).
Ahora bien, vamos a poner en debate el caso
patente de la cuestión del sistema financiero
internacional. Los flujos de instrumentos financieros entre países e inversores de distintas
partes del mundo se rigen por la legislación
que cada contrato determine. Esto no pareciera acarrear mayores problemas si es aceptado por las partes, y en la práctica se traduce
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 49
en que ciertas “plazas financieras” se consideran como las más apropiadas y terminan
acaparando la mayoría de las operaciones.
Es interesante, en tal sentido, comprender
que ante un conflicto de tipo legal, será el
tribunal de alguna determinada jurisdicción
local el que falle a favor de una u otra parte.
No está latente la posibilidad de recurrir a
una instancia superior “a las partes” que entienda sobre la naturaleza del conflicto y aplique un criterio normativo.
Para el caso particular de la negociación por
la deuda argentina del default de 2001 esta
cuestión adquirió la mayor relevancia por
varios factores, entre los que se cuentan:
– Se trató del impago de deuda más grande
de la historia.
– Derivó en el proceso de reestructuración
de deuda más exitoso de la historia, en términos de porcentaje de aceptación de las
condiciones ofrecidas por el país deudor.
– Involucró a inversionistas y fondos de inversión de todo el mundo, cobrando relevancia el rol de un nuevo actor, que hasta
el momento no había sido tan altamente
nocivo para el sistema: los fondos buitre.
Harto conocido ya es el accionar de estos
fondos especulativos. Su accionar se puede
sintetizar en que compran deuda a precio
vil, mayormente de países que ya han caído
en cesación de pagos, con el único propósito
de litigar en tribunales afines y obtener la
totalidad de los valores adeudados (previo
a la renegociación), sumado a los intereses
y a los punitorios por el impago. En este
punto nos preguntamos: ¿qué sucede cuando el tribunal de la jurisdicción que tiene
que entender en la resolución del conflicto
de deuda no sólo falla a favor de estos fondos especulativos sino que además pone
en riesgo la totalidad del proceso de negociación? Este es el caso.
Es entonces que surge la necesidad de una
regulación superior. Una institución, organismo o sistema que reglamente la resolución de conflictos en caso de obligaciones
incumplidas cuando una de las partes involucradas es un país soberano. Y esto último
no es un dato menor, porque detrás de la
capacidad actual de capitales internacionales
voraces, como los fondos buitre, de poner
en riesgo un proceso entero de reestructu-
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
ración de deuda se encuentra una nación
entera, que ve afectada su posibilidad de
crecimiento y el bienestar de su población.
Por otro lado, el caso argentino demuestra
la imposibilidad de los mercados de autorregularse. La cantidad de agujeros legales
que se detectaron, tan sólo por la aparición
en escena de los fondos buitre, muestra a
las claras la imposibilidad del sistema financiero internacional de funcionar de manera
desregulada. Y la causa tiene una razón de
ser que se puede encontrar en los manuales
de economía más convencionales: los supuestos de funcionamiento perfecto del
mercado no se cumplen. Esto se debe al
desbalanceo de peso entre las partes y la
capacidad de una de ellas de trabar la resolución del conflicto, aun con la anuencia negociadora de la mayor proporción de inversores involucrados en el proceso.
Para finalizar entonces, una breve mención
a modo de disparador sobre las perspectivas
a futuro. Nuestro país, gracias a la prolija
gestión en materia de deuda de esta última
década, ha logrado instalar el tema en la
agenda internacional. En vez de atenerse a
la absurda sentencia que pone en jaque las
posibilidades de desarrollo de nuestra economía a largo plazo, se sostuvo una postura
firme y consistente en pos de enfatizar que
la amenaza del accionar de los fondos buitre
es sobre el correcto funcionamiento de todo
el sistema financiero y no sólo sobre un país
en particular. Así, la Argentina llevó el reclamo a la ONU y ya obtuvo dos resoluciones
favorables, en una de las cuales el organismo
llama a establecer un marco legal para los
procesos de reestructuración de deudas soberanas. Se piensa, a futuro, en una instancia
“supranacional” que logre entender en última instancia, cuando algún tribunal específico atente contra la estabilidad del sistema
con su fallo.
Seguramente la problemática seguirá en debate por un buen tiempo. Lo importante es
que a partir del caso argentino el sistema no
funcionará igual. El mundo ahora pasó a mirar
de reojo y poner en duda la falta de regulación,
entendiendo que, cuando existen jugadores
del peso político y poder de lobby propio de
los fondos buitre, ningún supuesto de funcionamiento perfecto y desregulado de los
mercados financieros puede lograrse. •
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49
Soberanía política y económica
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 50
Por otro
“Nunca más”
>> Fernanda Vallejos
EL EXTREMISMO DE LA VALORIZACIÓN FINANciera encarnado en los fondos buitre abrió
debates profundos. En el plano internacional porque empujó a los Estados a discutir la sustentabilidad del sistema-mundo
como lo conocemos desde mediados de
los 70 y la necesidad de contar con instrumentos para restablecer el control político
sobre los mercados financieros desregulados. En el local porque, junto con la reafirmación del ejercicio de soberanía, la Ley
de Pago Soberano Local creó una comisión bicameral con el objeto de analizar la
deuda, cuyas secuelas aún trabajamos
para reparar. Una materia sobre la que ya
se ha investigado pero que merece emerger a la luz pública, y cuyos hechos y actores ameritan ser incorporados al juicio
social a la hora de interpretar la historia
nacional y justipreciar el presente, pero
más de decidir sobre el futuro.
La última dictadura cívico-militar abrió las
puertas al neoliberalismo, coincidentemente con la inauguración del estadio de
valorización financiera dentro del desarrollo capitalista mundial, que marcó el ritmo
de las crisis recurrentes padecidas, en las
décadas del 80 y 90, primero por las naciones en vías de desarrollo, y hoy, por las
desarrolladas. El mecanismo de la deuda
devino determinante para el despliegue
de la valorización financiera.
>>
Fernanda Vallejos
Economista (UBA). Docente de la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad de
Buenos Aires. Investigadora del Observatorio
de la Energía, Tecnología e Infraestructura
para el Desarrollo. Columnista económica en
Revista Veintitrés. Asesora en el sector
público nacional, tanto en el ámbito ejecutivo
como legislativo. Miembro-fundadora del
Foro del Pensamiento Económico para el
Proyecto Nacional.
50
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
Como señalaba Rodolfo Walsh al cumplirse un año de aquel 24 de marzo:
(…) han restaurado ustedes la corriente
de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas
productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo
puede imponerse (…) implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
Esa restauración impuso el programa de
los poderes fácticos: la transformación
brutal de la economía nacional, planificada por Martínez de Hoz, parte insoslayable de los crímenes de la dictadura, con
la deuda como parte de la lista criminal,
hecho plasmado en la causa Olmos.
La deuda que en 1976 ascendía a US$ 7.600
millones, en siete años se multiplicó seis
veces, mientras el PBI creció apenas 7 puntos, deteriorando severamente los indicadores de sustentabilidad. La deuda creada
–según los peritos designados por la Justicia, careció “de justificación económica,
financiera y administrativa”– constituyó un
implacable dispositivo de sojuzgamiento
que se perpetuó a lo largo de las décadas
siguientes. Se formó mediante la fragua de
deuda inexistente, la carencia de registración oficial o de la debida autorización o
justificación de operaciones. Con el agravante de que la toma de decisiones del
Banco Central, con Adolfo Diz a la cabeza,
se hizo bajo el asesoramiento de técnicos
del FMI. Las empresas públicas fueron sobreendeudadas y desviado el destino de
las divisas para financiar la vocación fugadora de algunos sectores (cada dólar de
deuda tiene como contrapartida un dólar
de fuga, tal como se indica en Basualdo y
Kulfas, La fuga de capitales en Argentina).
A esto hay que sumar la deuda contraída
por corporaciones a las que se otorgó avales del Tesoro Nacional a través de los bancos Nación y Nacional de Desarrollo, sin
controles de incobrabilidad y que a la postre fueron pagadas con fondos públicos.
Finalmente, se estatizó la deuda privada
de grandes empresas y bancos, vía seguros
de cambio ideados por Cavallo en 1982.
Entre los beneficiarios se cuentan Autopistas Urbanas, Acindar, Banco Río, Banco
Galicia, Bridas, Macri, Alpargatas, Pérez
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 51
Companc, Citibank, Siderca, Chase Manhattan Bank, Ford, Banco Francés, Swift,
Esso, por sólo nombrar algunos.
El primer gobierno democrático aceptó
los lastres de la dictadura, asumiendo la
totalidad de la deuda y absorbiendo la
privada. A partir de allí, la pesada carga
se traspasaría, incrementada, de gobierno
en gobierno, junto con el bastón y la
banda, hasta 2003. Para ilustrar, apúntese
que, durante 1983-1989, atender servicios
de la deuda por US$ 4.600 millones demandaba el 6% del PBI, o el 22% del
gasto público, mientras el superávit comercial promedio era de 4.000 millones
(600 millones menos que los intereses).
En 1992 nuestro país suscribió al Plan
Brady, un diseño estadounidense que implicó el reconocimiento del total de la
deuda con los niveles de tasas de interés
aplicadas unilateralmente por los acreedores y su conversión en bonos, transformando el perfil de los acreedores. Más
adelante, parte de esa deuda sería canjeada, rifando los principales activos del país,
a través de las privatizaciones. El régimen
de Convertibilidad, de déficit crónico de
cuenta corriente, impuso la profundización
del sobreendeudamiento, al tiempo que
en 1996 el jefe del Departamento de
Deuda Externa, Carlos Melconian, terminó
de convalidar la estatización de la deuda
privada, a pesar de que los auditores del
Banco Central habían detectado autopréstamos, créditos ficticios y otros fraudes cometidos con los seguros de cambio por, al
menos, US$ 6.000 millones (en el momento en que fue contraída).
La fuga de capitales, una estructura de
deuda insostenible y la profunda recesión
–acentuada por los planes de ajuste impuestos por el FMI, que tras alentar el endeudamiento y avalar la fuga, exigió
ajustes en el gasto, con el que el Estado
da respuesta a las necesidades de los argentinos, y superávit fiscal, para el pago
de la deuda a los acreedores externos–
conducían indefectiblemente al default
durante el mandato de De la Rúa. Sin embargo, el blindaje y el megacanje, con Cavallo nuevamente al frente del Ministerio
de Economía, y Federico Sturzenegger en
la Secretaría de Política Económica, sumaron otros US$ 55.000 millones a la deuda
(además de escandalosas comisiones pa• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
gadas a los agentes financieros) antes de
que el radicalismo dejara el gobierno en
medio de la crisis. A fines de 2001, Rodríguez Saá declaró la cesación de pagos
sobre US$ 81.800 millones. La Argentina
estaba en quiebra y la deuda ascendía a
US$ 145.000 millones, un 113% del PBI.
La creación del Boden en 2002, como respuesta al corralito y el corralón, otra política
de Cavallo, sumó US$ 31.000 millones que,
junto con los intereses impagos, llevaron la
deuda hasta el 166% del PBI cuando Néstor Kirchner asumió la presidencia.
En 2003 comienza el capítulo del desendeudamiento. Un 22 de septiembre el gobierno
anunciaba la quita nominal del 75% sobre
la deuda defaulteada. La propuesta fue histórica. Por la cuantía, y porque el país se
plantaba frente al establishment financiero
con una propuesta soberana. El primer
canje se produjo en 2005 –tras dos años de
presiones del FMI y otros lobbistas– con el
ingreso del 76% de los acreedores. En
enero de 2006, la Argentina canceló su
deuda con el Fondo, que nos había sometido durante cinco décadas (el país ingresó
al FMI tras el derrocamiento de Perón en
1955, iniciando el derrotero de préstamos
stand by y condicionamientos de política
económica). En 2010 se realizó el segundo
canje, alcanzando al 92,4% de bonistas.
El desendeudamiento fue pilar estratégico de una política que permitió, entre
2003 y la actualidad, reducir el desempleo
desde el 22% al 7,5%, la informalidad
desde el 51% al 33%, la pobreza desde el
54% al 10% (según datos del Banco Mundial), redistribuyendo el ingreso con un
Gini que pasó de 0,54 a 0,41. La caída de
la deuda desde aquel 166% al 40% del
PBI, mejorando su composición (menos
de un 10% es en dólares con privados) y
perfil de vencimientos, posibilitó disponer
de los recursos para financiar las políticas
públicas con las que se construyeron esos
resultados. También aportó la autonomía
para desplegarlas, a contramano de las
prescripciones de la ortodoxia y el FMI.
Bienvenido el debate bicameral y su reflejo en nuestra sociedad. Sirva como base
de un renovado NUNCA MÁS. Donde
Memoria, Verdad y Justicia sobre las responsabilidades políticas y económicas del
pasado sean el dique definitivo para su
restauración en el porvenir. •
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51
Soberanía política y económica
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 52
Identidad y territorio
Tierra que es
vida campesina
>> Mesa Campesina del Norte Neuquino
>>
Mesa Campesina del Norte Neuquino
Organización campesina de base que forma
parte del Movimiento Nacional Campesino
Indígena, CLOC-Vía Campesina,
conformada por 200 familias criancerascampesinas del norte neuquino.
Nuestras banderas de lucha son la defensa
de la tierra y la trashumancia, la soberanía
alimentaria, la reforma agraria integral.
[email protected]
1
52
HISTÓRICAMENTE EL SECTOR AGRARIO SE RECOnoce como un campo en disputa entre clases y sectores dominantes y la resistencia
por parte de los campesinos y pequeños
productores frente a los procesos de exclusión del capitalismo global.
La profundización de las políticas neoliberales implementadas en las últimas décadas ha producido cambios en la estructura
social y productiva del sector agropecuario
argentino, lo que implicó mayor concentración económica, mayor especialización
productiva y progresiva subordinación de
las producciones primarias a la industria.
Así las decisiones relativas a la producción,
las opciones tecnológicas (en íntima relación con la sustentabilidad y el cuidado
del medio ambiente) y las divisas de exportación quedan en manos de las grandes transnacionales.
Esta nueva configuración puso de relieve
las disputas existentes en los territorios y
tierras rurales, en tanto en las provincias
de Santiago del Estero, Salta, Jujuy, La
Rioja, Catamarca, norte de Córdoba y
Santa Fe, Corrientes, Misiones, Formosa
y Chaco entre otras, es común que quienes
han vivido y trabajado históricamente en
esas tierras no coinciden con los nuevos
adquirentes o titulares registrales. Al intentar estos últimos tomar posesión de las
propiedades que no ocuparon, ni trabajaron ni deslindaron durante largo tiempo
se encuentran con parajes, pueblos,1 familias y comunidades campesinas que
viven y trabajan estas tierras, y allí entonces se produce el conflicto.
Desafiando los procesos de exclusión, los
crianceros y crianceras del norte de la provincia de Neuquén hemos estructurado
nuestra producción a partir de tener un
campo de veranada, uno de invernada y
una ruta de arreo que nos permite circular
entre estos. Las grandes extensiones de
tierras fiscales y la integración de campos
que se encuentran en distintos espacios
de esta región, han sido la base sobre la
que hemos conformado nuestro escenario
agrario. Sin embargo, los condicionantes
socio-institucionales que se han venido su-
Resulta en este caso importante destacar el caso del remate del lote El Ceibal, en la región del Salado
Norte de la provincia de Santiago del Estero; este lote, de 11.500 hectáreas, fue rematado por el Banco
Platense en el juicio de quiebra que se llevaba adelante en la ciudad de La Plata sin atender que en él habitaban unas 400 familias (2000 personas), había una escuela, un hospital, iglesia, ruinas jesuíticas además
de una comisión municipal.
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 53
cediendo, hablan de una falta de claridad
en la distribución de tierras, y dificultan
cada vez más esta forma de vida.
El alambrado de campos temporada a
temporada, los callejones y alojos reducidos de extrema aridez para desplazar
nuestros piños (majadas) y las autorizaciones para veranar en zonas cada vez más
alejadas, son claros gestos de marginación
en pos de otros proyectos productivos.
Desde la Mesa Campesina del Norte
Neuquino sumamos organización y seguimos denunciando la conflictividad opacada
intencionalmente con destellos culturales
y negación de una identidad que no nos
reconoce como sujetos productivos. El no
resolverse la situación de tenencia de la
tierra contribuye a expulsarnos de nuestros
campos, y esto deviene de un respaldo ideológico y político que lleva a un proceso
de apropiación en pocas manos, completando la ocupación posterior a la conquista.
Las estrategias políticas impulsadas por
el Estado neuquino han hecho de nosotros, hombres y mujeres luchadores, sólo
una imagen pintoresca, una postal, una
idea de historia cristalizada y paralizada
como pasado. Nosotros buscamos comprender qué significado tiene el territorio,
la vida campesina, la identidad viva de
este sector históricamente condicionado
por la política provincial neuquina a constituirse desde la marginación o la inclusión
subalterna.
Desde el Movimiento Nacional Campesino
Indígena decimos que es tiempo de que
se nos reconozca, es tiempo de que la tierra sea considerada un Territorio como bien
común de nuestros pueblos donde ancestralmente vivimos las familias campesino
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
indígenas que lo cuidamos, lo producimos
y lo multiplicamos construyendo la soberanía alimentaria en el campo y la ciudad.
Luchamos contra las representaciones que
ejercen su dominio expresadas como palabra autorizada, como imágenes legítimas. Los discursos –cuando se convierten
en palabra racionalizada desde proyectos
y planes de desarrollo, por ejemplo– ejercen un “aplanamiento” de las concepciones territoriales, una anulación de nuestra
identidad y de nuestra vida. Bajo la condición de pequeño/a productor/a nos anulan como actores políticos e históricos;
niegan el conflicto y simulan el consenso.
El territorio simplificado parece orientarse
por una estrategia más general que legitima el consenso como forma de estabilización del sujeto político.
Queremos que se reconozca a la tierra como
un bien social y no como una mercancía.
Esto quiere decir que la permanencia en
el territorio sea para quien garantice la sustentabilidad ambiental, la salud, la producción y el trabajo digno.
Volver a pensar en nuestro territorio tal
como lo vivimos, como bien común, como
espacio para la vida campesina, con sus
luchas y su historia, es parte también de
una transformación histórica.
Una historia que, si rumbea sin grandes
relatos, es puro olvido. Una historia donde
los discursos de planes y proyectos de integración en lo simbólico resultan altamente expulsores en lo político. Por eso
recuperamos nuestra historia viva, hecha
de identidad y memoria, de lucha y futuro.
Historia que hoy más que nunca escucha
nuestro grito de ¡JUSTICIA! NI UN METRO
MÁS, LA TIERRA ES NUESTRA. •
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Cultura y comunicación
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 54
Vecindades
>> Juan Raúl Rithner
>>
Juan Raúl Rithner
Escritor, comunicador, cuentista para niños y
adultos, autor de teatro, guionista de TV y
cine, profesor titular regular e investigador de
la Universidad Nacional del Comahue.
Especialista en Planificación y Gestión Social.
Obtuvo más de veinte premios a nivel
regional y nacional.
[email protected] / www.juanrithner.com.ar
54
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
MILENARIAS CULTURAS INTANGIBLES “BAJARON
de los barcos”. Atrás: hambre, miedo y
muerte. Ahora: la esperanza en un lugar
para vivir en paz y con dignidad. Pero ¿y
aquí, quiénes, qué? Los criollos, ocupados
en la ilusión de independencia aunque
atentos al mandato europeo en lo político,
social, estético, arquitectónico, estilo de
vida… Y algunos, ya jugando a favor de
las potencias de turno con la miope y soberbia visión del entreguismo que cree,
además, estar haciendo favores a la Patria.
Hacía más de tres siglos que Europa había
invadido y saqueado Abya Yala, rebautizándola América y alterando el sentido de
sus espacios, rituales y figuras modélicas.
Ya próximo, el inicio de la segunda conquista genocida ocurrida al sur, en la mitad
de abajo del “maldito” –diría Darwin– sur
de nuestro país… A dos décadas de iniciado el siglo XX, la matanza salvaje de los
obreros (muchos de ellos, “llegados de los
barcos”) que reclamaban derechos y, paralelamente, la silenciosa y cruel matanza
del pueblo tehuelche mediante cazadores
a quienes se pagaba por oreja, y por un
par de testículos. Doble exterminio a cargo
de los representantes del poder y de la
oligarquía con intereses puestos en el sur
que necesitó de historiadores distraídos y
maestros ingenuos modeladores de nuevos obreros y ciudadanos al servicio del
orden y organización del país.
Como estrategia se califican reuniones
abiertas y asambleas como desorden y
tiempo perdido. Se desvaloriza lo grupal
y también los saberes y la lengua de las
culturas pisoteadas hasta solidificar el mandato familiar de no transmitir la lengua a
los hijos y prohibirles hablar de su origen
para que puedan aspirar a integrarse a la
sociedad dominante. ¿Adónde los saberes
de las otras culturas reinantes en estas tierras? ¿Adónde sus fiestas y su por qué?
¿Adónde la cosmovisión propia de esas
naciones? ¿Adónde la manera de entender
la vida y la muerte y el amor y el para qué
estamos en este planeta? ¿Adónde los espíritus que suelen aparecerse y contarnos
y advertirnos y aconsejarnos? Nada de ese
caudal cultural servirá para la educación
hegemónica que busca sólo hacernos útiles para la sociedad imperante.
Se desconoce, descalifica, sinonimiza con
prototípico de lo vulgar e ignorante a todo
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 55
lo que hace a imaginario popular, universos míticos y canonizaciones populares.
No se ve la afirmación callada de los pueblos cuando amplían el territorio de culto
a su correntino Gauchito Antonio Cruz Gil
Núñez. ¿Por qué? ¿Fue casualidad que
esta amplificación masiva y espontánea de
un santo sanador de una región se inicie,
calladamente, al decretar Alfonsín el “todo
está bien, amnistía y olvido”? ¿Por qué
nuestros tantos y vigentes bandoleros sociales latinoamericanos fueron apoyados
por las clases sociales más disminuidas y
luego santificados por el pueblo fuera de
los templos? ¿Por qué las víctimas de la
injusticia (niños que trabajan, niños maltratados por los patrones, mujeres
golpeadas…) alimentan la aparición de
otros modelos?
¿No será el momento de detenerse, y
desde una mirada más amplia, reflexionar
grupalmente acerca de las vecindades
entre Cultura y Comunicación? ¿Pensamos
qué iniciativas de esta vecindad estimulamos desde el centro, los barrios, clubes
sociales, centros profesionales, Casas de
Cultura pero también desde los fogones,
las villas, las tomas, y hasta de las esquinas
con cerveza y otras yerbas?
¿Por qué no abunda el diseño de políticas
culturales que promuevan encuentros y
expresión, a la inversa de lo vivido en tiempos de la dictadura ¡perdón! del Proceso
de Reorganización Nacional? ¿Por qué no
estimular la poesía y el teatro entre quienes tal vez no sepan de Proust, Enrique
Molina o Saint-John Perse pero sí de estremecerse ante una amanecida junto al
río, o de gozar del beso de la llovizna
cuando, calma, recién se inicia? ¿Por qué
no estimular la creación musical no sólo
desde auditar a un maravilloso concertista
de piano sentado en su butaca sino desde
ensayar sonidos con la garganta hasta
poder crear uno que entienda la calandria
para que, desde entonces, empiece a venir
siempre a la terraza?
¿Qué función tiene el arte además de la
expresión y la producción de algo bello o
conmocionante? ¿Por qué tan pocos zapateros, camioneros, comerciantes, médicos e ingenieras, además de ejercer
seriamente sus profesiones y oficios no
cantan, escriben, pintan, esculpen, hacen
música, bailan y se reúnen para escuchar
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
las canciones de sus abuelas para luego
cantárselas a esos niños que ahora están
en sus brazos?
¿Nos detenemos a discutir con profundidad en lo pertinente a la concepción del
cuerpo como soporte y modo comunicativo? ¿Nos detenemos a reflexionar acerca
de la jerarquización de lo lúdico como factor liberador y de desarrollo de la creatividad? ¿Ana li za mos cuán saludable es
promover la ejercitación de los cinco sentidos para ampliar el rasgo perceptual de
estudiantes y docentes, incrementando
la receptividad de toda manifestación
universal que busca conectarse, reciclarse, expandirse?
¿Tenemos en cuenta que la percepción
nos vincula con nosotros mismos y con los
otros? ¿Y que la creatividad transforma
desde uno hacia los otros? ¿Seguimos
promoviendo el “para qué” aún vigente
de la Educación (que el ser humano sea
educado para llegar a ser lo que no es y
se adapte a un ideal predeterminado por
lo instituido de una sociedad a la cual nos
hemos incorporado involuntariamente) o
al otro saludable para qué, instituyente:
cada persona tiene potencialidades individuales y diferentes, y el ser humano
debe ser educado para ser lo que naturalmente es y poder insertarse en una sociedad “que permita una variedad infinita
de tipos” (H. Read)? ¿Cuál de las dos concepciones promovemos al valorizar la participación, el autorreconocimiento y la
independencia? ¿Sólo los saberes adquiridos y la capacidad de postular conceptos son garantía de un profesor eficaz?
¿Es con la metodología educativa tradicional con la que hay que formar a profesores y maestros?
Al pensar conceptualmente todo proceso
comunicativo interpersonal y grupal, además de Herbert Read, Buber y Lowenfeld,
Ander-Egg, Juan Díaz Bordenave y Mario
Kaplún, entre otros, surge un concepto
que aporta más a este pan de la “común
unión” (Uranga): la “autocalificación cultural” de Daniel Prieto Castillo. Su “autocalificar” es quererse y valorarse –barro y
cielo, fango infecto y alas translúcidas–,
para querer y valorar al otro y no sólo
aceptarlo. ¡O tolerarlo! “Autocalificar” y
“calificar” es respetar diferencias, potenciar lo singular propio y ajeno (géneros,
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CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 56
Cultura y comunicación
actitudes, saberes, opciones, percepciones, racionalidades), potenciar lo singular
desde la integración. La autocalificación
se vincula con la identidad cultural de cada
persona, grupo, comunidad… Es identidad cultural entendida como conciencia
de sí mismo en un universo de significaciones interactuantes.
El aprendizaje de la calificación cultural
demanda una mirada amplia fuertemente
vinculada a la memoria personal, familiar,
grupal y comunitaria que contiene el proceso de autoafirmación de ese ser humano. Este ejercicio cotidiano de mirar al
otro, y de mirarse a través de los otros,
permite autocalificarse (Prieto Castillo),
poder valorizar lo singular de la otredad.
Estos conceptos se vinculan estrechamente en los espacios públicos, “espacios
(…) para practicar el ejercicio de la ciudadanía” (López de Lucio); allí se hilan.
¿Con quiénes? Con los inmersos en promover el “volar en bandada” (Tejada
Gómez): psicólogos, agentes sanitarios,
educadores, trabajadores sociales, comunicadores, bibliotecarios, animadores y
artistas que apuestan a la diversidad y no
a la tolerancia:
Juan Núñez (porteño, 42 años): “Perdí mi
familia, dos casas y empecé a vivir en la
calle. Fui a parar al Hospital Rawson y al
56
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
Hogar Monteagudo. Me esforcé por estudiar computación y jardinería. Estuve
en un taller de dibujo para gente de la
calle. Ahora soy pintor. El arte me devolvió la dignidad”.
“Y mire, señora, el Óscar empezó a tocar
la guitarra con el Menduco ahora. ¡Cómo
voy´aflojar ahora! Vale la pena todo. El
Óscar canta también ¿sabe?” (Vecina a la
nutricionista Beatriz Llórens; “Menduco”
Araujo, músico, General Roca, Río Negro).
“Si te metés en el sindicato para pelear de
adentro o te metés en la sucia política, seguro que terminás crucificado. Y traicionando. Con el arte sos libre, hermano…
¿Quién me para acá? ¿Quién me pone en
duda?” (Juanjo, changuista, 20 años).
¿Podremos construir y fomentar la aparición de espacios públicos ocupados por
locutores y oyentes, por interlocutores
(Kaplún, 1997), por plataformas de juegos
y encuentros, y (como propone Augusto
Boal desde una dramaturgia social y política latinoamericana) promover la gestación de “espect-actores” y ambicionar
receptividad, creatividad, diálogo y participación mediante la gestación de “espect-actores” y “espect-autores” de una
realidad en transformación? •
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 57
Otras actividades de la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional
Programa
Imaginación política
Colección
Manifiestos
Se trata de una antología de manifiestos, proclamas y escritos
políticos de la historia argentina. Una edición en dos volúmenes
de los textos fundamentales de la cultura política argentina
de los siglos XX y XXI. Un diálogo de coincidencias o discrepancias que reúne a sujetos políticos, intelectuales y artistas de
tradiciones y trayectorias disímiles: radicales, sindicales, socialistas, anarquistas y peronistas, todos los cuales han sido
partícipes, con sus escrituras, de la perpetua querella por los
significados, la memoria y la búsqueda de un sentido para la
Nación Argentina. Que con sus ideas configuraron y configuran, en parte, el imaginario político, económico, social y cultural
de nuestra escena presente. El primer volumen se inicia con
la Revolución del Parque en 1890 y finaliza con el Golpe de
1955. El segundo continúa desde 1955 y la Resistencia peronista y concluye en el Bicentenario de la Revolución de Mayo.
Cultura y comunicación
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 58
Los nuevos
desafíos de las
radios nacionales
en la Patagonia
>> Pirén Gutiérrez
CUANDO OBSERVAMOS EN EL MAPA DE NUESTRO
país la distribución de las radios nacionales
en la Patagonia, queda claro que en la mayoría de los casos la idea era fijar los límites
geopolíticos a propósito del conflicto surgido con el país hermano de Chile. Hoy,
estas radios, en un giro crucial, se han consolidado en puntos de integración acordes
al contexto sociopolítico de interacción latinoamericana, aun por encima del propósito para el cual fueron creadas.
En ese marco, resulta indispensable entender también que los procesos políticos que
atravesó la Argentina fueron vividos con la
>>
Pirén Gutiérrez
Comunicadora social, dedicada a la
comunicación audiovisual, radiofónica,
institucional y política. Se desempeñó como
comunicadora política para gestiones locales
y provinciales. Desde el año 2010 es directora
de Radio Nacional Chos Malal.
58
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
misma intensidad en las radios nacionales.
Especialmente en las radios ubicadas en la
cordillera patagónica, que no sólo fueron
la cúspide de la propaganda dictatorial,
sino también –y menos mal que así fue–
de la explosión de la primavera democrática; y por supuesto, de los vaivenes económicos y sociales subsiguientes. Las
políticas de desguace ocurridas en la década de los 90 también se vieron reflejadas
en las radios nacionales. El neoliberalismo
económico dejó como saldo una estructura
mínima de personal, equipamientos sin
mantenimiento y tecnología obsoleta, con
el consecuente vaciamiento de contenidos.
Todo ello contribuyó a generar una concepción de radios de frontera, ligadas a la
idea de aislamiento, desfasadas con la industria del entretenimiento y despojadas
de la producción de contenido. Hacia lo
más profundo, se las asociaba a la ruralidad
por el alcance que tenían, pero con la
doble intención de quitarles presencia en
los centros donde se generaba la información y donde efectivamente se ubicaban.
Idea que en algunas emisoras se fue consolidando en busca de una identidad que
pudiera sostenerlas en ese escenario de
neoliberalismo económico. Como una fortaleza, los servicios de mensajes entre pobladores sin ningún tipo de comunicación
más que la radio, habían subsistido y hasta
se habían constituido como la estructura
más importante de las emisoras.
A partir del proceso social y político reconstructivo que se dio en el país con la
asunción del presidente Néstor Kirchner y
la continuidad del modelo, junto al impulso económico que consolidó la presidenta Cristina Fernández, se generaron
condiciones impensadas para los medios
de comunicación. La masividad de la telefonía celular y el acceso a internet obligó
a repensar las definiciones con las que en
este caso, las radios públicas de frontera,
eran conceptuadas.
¿Cabía, entonces, la anquilosada división
entre radios rurales y urbanas que empujaba al encasillamiento? ¿Qué contenidos
eran necesarios, ahora, en estos nuevos
escenarios y cuál era el sujeto al que debían emitirse? Estos cuestionamientos,
entre otros, eran parte de un permanente
debate entre los propios trabajadores de
las emisoras. Sólo permanecían como es-
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 59
tructura sobreviviente, los mensajes entre
pobladores y esto había sido, en algunos
casos, a costa de los servicios informativos,
columna vertebral de cualquier radio informativa. La necesidad de sostenerlos
contrastaba con el nuevo escenario tecnológico y las posibilidades que brindaba.
Fue necesario –y aún lo es– repensar el
lugar que ocupa la radio –especialmente
las públicas– por la ampliación de su alcance, que ya no está supeditado tan sólo
a las potencias de los transmisores, sino
que también está ligado al acceso a internet. En tanto la masividad ha servido para
homogeneizar contenidos e instalar discursos centralizados, también representa
la posibilidad de llegar a lugares y públicos
impensados con la tecnología analógica.
Las radios nacionales cordilleranas tienen
el desafío y la responsabilidad de lograr
contenidos plurales y de calidad, ya no
dentro de su propio medio sino dentro de
un ámbito mucho mayor, entrelazado y
abrumado por una exuberante cantidad
de contenidos, que sin embargo, dan la
enorme ventaja de ser similares entre sí.
Es precisamente en ese punto donde se
abre la puerta a una nueva dimensión que
no debemos dejar de atravesar. Y para ello
resulta fundamental que entendamos,
quienes participamos activamente de estas
emisoras, que las radios nacionales no podemos ser parte (y nunca lo fuimos) de la
estrecha conceptualización de radios “rurales”, radios “locales” y radios “de frontera”. Conceptos, todos, que han sido la
consecuencia de políticas que no abordaron
las posibilidades de comunicación democrática que brinda la red de radios nacionales en un proyecto maestro nacional.
El alcance hacia las zonas rurales nos coloca en la complejidad de entender que
nuestro público es diverso y disperso, y
que lo “local” debe ser entendido como
regional. Que debemos lograr incluir e interpretar a los sectores rurales desde sus
necesidades comunicacionales, informativas, discursivas, pero no acotarnos a ese
único enfoque. La Patagonia rural, además, atraviesa ya desde hace varios años
un contexto multimedial dado por la instalación de antenas de televisión digital y
de internet en escuelas rurales, más un incipiente acceso a telefonía celular que ha
cambiado el contexto en el que se escucha
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
la radio. Así han dado cuenta los propios
mensajes al poblador rural, que se emiten
por Radio Nacional. Del “vengo a poner un
comunicado”, típico de los primeros años
de las emisoras hasta entrados los 90, pasando por “quisiera dejar un mensaje”, de
mitad de los 90 hasta entrado el nuevo
siglo; hasta el más reciente “quisiera mandar un mensajito”, en un claro lenguaje asociado a los mensajes de textos de celulares;
así, se percibe de modo general la interacción con otros medios. Incluir a los sectores
rurales no sólo significa poder llegar a ellos
sino también poder darlos a conocer, difundir hacia otras regiones, hacia el resto
del país, lo que allí ocurre. Visibilizarlo. A
su vez, comprender que “lo que llega”
debe ser reconstruido hacia lo regional.
Y esa idea es la que debe guiarnos al momento de pensar en el significado de lo
local en una radio nacional, entendiendo
que su identidad la trasciende desde el
momento en que forma parte de una red
de emisoras distribuidas en todo el país.
Pero por sobre todo, teniendo en cuenta
que allí donde el alcance de la emisora llegue, y desde donde pueda establecerse
un diálogo con el oyente, con sus intereses
y sus expectativas, seguirá siendo “local”.
Mucho más clara es la idea completamente obsoleta de “radios de frontera”,
que debemos abandonar. El contexto político que desde hace una década estamos atravesando en América Latina nos
empuja al fortalecimiento de los vínculos
con los hermanos de los países limítrofes
y la construcción de una comunicación
más solidaria y creativa. Las radios nacionales, por tanto, ya no pueden ser consideradas como una frontera, sino como
puentes que fortalezcan lo que siempre
ocurrió: el intercambio cultural y la solidaridad entre vecinos.
Dar por terminada esa etapa de rigidez
conceptual es el mayor y primer desafío
que debe plantearse la radio pública, al
tiempo que deberá asumir su carácter
nodal en el mapa general de las emisoras
nacionales. En definitiva, dar cuenta de
una radio nueva, en sintonía con los intereses populares y plurales, y como parte
de un proyecto nacional integrador que
atienda las posibilidades que brinda la tecnología, y en un escenario geopolítico
mucho mayor como es Latinoamérica. •
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59
Cultura y comunicación
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 60
La radio: posible
combustible para
el diálogo social
>> Ricardo Haye
>>
Ricardo Haye
Docente-investigador de la Universidad
Nacional del Comahue. Doctor en
Comunicación Audiovisual por la Universidad
Autónoma de Barcelona. Es autor de varios
libros sobre radio. Publicó artículos en
periódicos y revistas de Argentina, Ecuador,
Venezuela, España, Brasil y México. Fue el
primer coordinador del Nodo Tecnológico
Audiovisual “Ríos & Bardas”. Es miembro del
Comité Académico de la Bienal Internacional
de Radio de México.
60
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
RAÚL TREJO DELARBRE ES UN INTELECTUAL MExicano que durante un encuentro académico
en la Universidad Nacional Autónoma de
su país suelta sin inmutarse: “En nuestra sociedad el diálogo está en decadencia”.
La aseveración tiene como receptora a la
amplia audiencia que asiste a un coloquio
de “Radio & Cultura”. Muchos de los asistentes, la mayoría, son estudiantes.
Uno no sabe cuáles serán las resonancias
de la frase en ese recorte etario crecido en
medio de un desarrollo tecnológico vertiginoso que nos hace transitar hacia un mundo desmaterializado y virtual donde la generación del átomo deja cada vez más
espacio a la del bit.
A la muchachada en cuestión le ha tocado
vivir en un tiempo en el que la profecía nietzscheana se ha vuelto realidad: ya estamos viviendo en la cultura del fragmento que vislumbraba el filósofo alemán. Abundan los
refucilos textuales; las redes sociales imponen
una discursividad de concisión extrema. Los
tiempos siempre escasos que tenemos para
el divague y la socialización suelen irse por
el vertedero de los mensajes telefónicos,
que tampoco descuellan por el florilegio.
Recuerdo una frase que acabo de ver estampada en una pared de México: “La semilla rebelde de la juventud está ocupada
con su celular”.
¿Se habrá extinguido definitivamente aquel
hábito gregario, tan caro a nuestra tradición
latina, de charlas colosales en la mesa de
un cafetín?
Carece uno de constatación científica que
lo pruebe o lo desmienta. Pero, inquietante,
asoma la imposibilidad de recordar cuándo
fue la última vez que uno mismo desgranó
palabras y se dejó atravesar por las de su
interlocutor junto a sendas tazas humeantes.
¿Acaso tendrá razón Trejo?
La sola posibilidad de que su diagnóstico
resulte cierto es motivo más que suficiente
para que quienes trabajamos, enseñamos o
estudiamos la radio, extrememos nuestra
atención e invirtamos energías en pos de insuflar vitalidad a la práctica conversatoria.
En tiempos lejanos, la radio sustituyó a los fogones en la centralidad hogareña que convocaba a la familia a departir en derredor. Su
texto sonoro convocaba tanto como los leños
crepitantes. “Ronda nocturna” permitía seguir
los sucesos policiales; el “Glostora Tango Club”
ponía a discutir a los abuelos acerca de qué
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 61
cantante ensamblaba mejor en la orquesta
de Alfredo De Angelis; “Los Pérez García”
terminaban por abrumar con sus peripecias
interminables. Y de todo se podía hablar. A
cada momento ese bello mueble de madera
lustrosa emitía un estímulo que despertaba
reflexiones, comentarios, polémica.
La radio no se calló nunca desde entonces.
Pero su escucha se individualizó después
de que los ingenieros japoneses inventaran
los transistores y facilitaran la miniaturización
y abaratamiento en los costos de los aparatos receptores. Cada miembro de la familia
pasó a tener su propia radio y la audiencia
grupal dejó paso a la escucha aislada.
Aunque ahora sea irremediablemente tarde
para volver a escuchar en compañía que
“fue vencido por Jack Dempsey el futuro
campeón del mundo, Luis Ángel Firpo”, no
deberíamos transigir en la exploración de
construcciones sonoras que devengan en
generadores discursivo-dialécticos.
Lo que proponemos es investir a los textos
de la radio de una profundidad y consistencia
que no renuncie a la expresividad y la gracia.
Se trata de edificar una poética radiofónica
que reivindique la fruición estética y el deleite
perceptual y que se sobreponga a la oquedad significante de tantísimos parlamentos
insignificantes.
Es preciso recuperar la figura de enunciadores “con tesis”, con ideas, que le den a
sus oyentes en qué pensar y que los pongan
en diálogo con su familia, el vecino, la compañera de trabajo. Que induzcan el debate,
que propongan la puesta en común, que
no retrocedan ante el desafío de cultivar
sentido(s) y de forjar valores.
Nada de esto es posible sin inteligencia,
sensibilidad e imaginación. Esas son las destrezas que deben reunir los realizadores de
una radio “de autor”.
Hoy, cuando tanto se especula sobre el definitivo deceso de esa figura, no está mal
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
reivindicarla desde un medio que acostumbró a sus escuchas a prácticas de repentización e improvisación constantes.
El reclamo de “que vuelvan las ideas” debe
ir acompañado de la exigencia de recuperar
una conciencia acerca del valor del trabajo
de pre-producción (y también de post-producción, allí cuando corresponda).
Las consecuencias inevitables (y deseables)
de esta transformación serán de dos tipos.
Por un lado, el ensanchamiento de las agendas del medio, a cuyo torrente discursivo
hay cantidades ingentes de temas que no
ingresan; y, por otro, la diversificación estilística de unas programaciones que se encuentran tan cómoda como inexpresivamente ancladas a la fórmula exasperantemente
reiterada de los magazines o radio-revistas.
En un continente que la pluma luminosa de
Antonio Pasquali caracterizó como “la ciudadela de la libre empresa” y que, por consiguiente, padece de una radiodifusión excesivamente comercial y caótica, tenemos
que poner en discusión la regla que preside
la conducta de los propietarios: “obtener
la máxima utilidad con el mínimo esfuerzo”.
Pero, al mismo tiempo, es imprescindible
confrontar la actitud de muchos trabajadores
que se han entregado a conductas de patética “pereza intelectual”.
En su formato tradicional y desde los nuevos
dispositivos telefónicos e informáticos que
ahora nos la acercan, la radio continúa siendo
ese medio de formidable penetración popular y tan altas cotas de credibilidad social
(en algunos casos más justificados que en
otros). Revitalizarla y ponerla al servicio del
desarrollo a escala individual y comunitaria,
hacer que sirva para que retrocedan nuestras
zonas de ignorancia y para que en nosotros
florezcan apetitos superiores, resulta tan imprescindible como recuperar la dinámica
del diálogo social, en caso de que alguien
logre confirmar su presunta declinación. •
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61
Arte y pensamiento estético
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 62
La Argentina
inclusiva de los
hermanos Mansilla
>> María Rosa Lojo
>>
María Rosa Lojo
Escritora. Doctora en Letras (UBA).
Investigadora principal del Conicet.
Publicó cuatro libros de cuento, ocho
novelas y cuatro libros de poema en prosa.
Como investigadora, es autora de seis libros
de ensayo, tres ediciones críticas y
numerosos trabajos en medios académicos.
1
62
LAS FALSAS DICOTOMÍAS OCASIONARON DISTORsiones, fragmentaciones y mutilaciones varias en el cuerpo de una Argentina total que
muy rara vez nos hemos mostrado capaces
de aceptar en su integridad. Predominaron
las antítesis irreconciliables, las operaciones
de exclusión. Con todo, la literatura, con su
ambivalencia simbólica y su capacidad de
apelación e identificación afectiva, excedió
largamente los propósitos partidarios de
sus autores.
La “seducción de la ‘barbarie’”, para usar
la acertada expresión de Rodolfo Kusch,
ejerce su magnetismo desde adentro de
las escrituras de Sarmiento, de Mármol,
de Echeverría. Ante el grandioso titanismo
de Facundo, con un pie en el mito, empalidece la pulcra imagen de Paz, adalid de
la civilización. Los héroes de Amalia o de
El Matadero, Daniel Bello o el joven unitario, no son, si se lee atentamente, menos
violentos que sus enemigos. Sarmiento
mismo afirma en el Facundo: “Pues si solevantáis las solapas del frac con que el argentino se disfraza, hallaréis siempre el
gaucho más o menos civilizado, pero siempre el gaucho”.1
No obstante, en la segunda mitad del siglo
XIX, se impone, con optimismo triunfante, un
proyecto nacional “civilizador y modernizador” que irá adquiriendo perfiles claramente
racistas, enmarcados en el positivismo filosófico y político. Se oyen, pese a ello, algunas voces disidentes, más proclives a la
apuesta compleja de una síntesis que a las
facilidades de la mera negación. Como las
de los hermanos Mansilla: Lucio Victorio
(1831-1913) y Eduarda (1834-1892), hijos
del general Lucio Norberto Mansilla, y de
la bella Agustina Ortiz de Rozas, hermana
del entonces Gobernador de Buenos Aires.
Ambos escritores representan, en el mapa
de nuestro siglo XIX, no sólo una mirada diferente sino el modelo posible de una
Argentina que aspira a integrar sin aplastar,
superando conflictos, lo arcaico y lo moderno, lo indígena y lo hispánico, los criollos
y los europeos afincados en el país (los inmigrantes cruzan Mis memorias de Lucio V.;
inmigrante es el Dr. Wilson, protagonista de
El médico de San Luis,2 primera novela pu-
Me referí a estas cuestiones en María Rosa Lojo, La “barbarie” en la narrativa argentina (siglo XIX). Buenos
Aires: Corregidor, 1994.
2
El médico de San Luis (1ª ed 1860). Buenos Aires: Eudeba, 1962.
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 63
blicada de Eduarda). Una república donde
los marginados y excluidos: clases populares, minorías étnicas, y –traspasando verticalmente los estamentos sociales– las
mujeres en general, podrían aspirar a un
lugar propio, y evitar la aniquilación física
y/o simbólica (gauchos e indios) o la desintegración espiritual (las “parias del pensamiento”, las “madres” en las novelas de
Eduarda, condenadas a la locura cuando el
poder les asesina los hijos).
Los Mansilla nos recuerdan que hay dos
“barbaries”: la de quienes, desde una mirada eurocéntrica, son juzgados como
“primitivos” e “inferiores”, y la barbarie
de la misma civilización, que pretende imponer la libertad a golpes de sable y utiliza
el ideal de justicia como instrumento opresor. Los ranqueles que describe Lucio
Victorio –desde una óptica desusada en
nuestra literatura del siglo XIX– pertenecen
ciertamente al ámbito de la cultura, e incluso aventajan en algunas facetas a la
“arrogante civilización”.3 Los timbúes de
Lucía Miranda integran el tejido fundador
de la futura sociedad argentina, y las mujeres de los conquistadores (como su Lucía)
pueden ejercer un protagonismo cultural
de transmisión, recreación y mediación,
que aparece como contracara no violenta
de la épica masculina.4
Para ambos, antes de juzgar a los gauchos,
hay que considerar la situación de ignorancia, descalificación e iniquidad a la que
viven sometidos. Si los dos fueron amigos
de Sarmiento, también debatieron con él.
En algunos aspectos estaban de acuerdo
–como en la educación igualitaria para
todos, y en particular (insiste Eduarda) para
las mujeres, el sector más postergado en
este rubro–, pero en otros disentían. Creían
firmemente en la posibilidad de rescatar,
como integrante activo y ciudadano de la
Argentina moderna, al gaucho e incluso al
aborigen (esta era la posición de Lucio, en
la etapa de Ranqueles...). Ambos desconfiaban de la teoría de la “tabla rasa” –limpiar al país del supuestamente inservible
elemento autóctono para buscar sólo en
la inmigración ejemplares humanos mejor
constituidos–; ambos relativizaron la obstinada imputación de “barbarie” que se
lanzaba sobre Hispanoamérica. La violencia
fratricida no es únicamente nuestro patrimonio –dice Eduarda, en francés y para
ilustrar a los franceses, en su novela Pablo,
ou la vie dans les Pampas (1869)–.5 Si tantos europeos buscan refugio en América es
acaso porque llegan huyendo de males que
a nosotros nos son desconocidos. Es hora
–remata– de que aprendan a dejar de vernos como salvajes. O de proyectar sobre
los sudamericanos su propio salvajismo.
La particular sensibilidad de los Mansilla
hacia quienes habitan los márgenes de una
civilización hegemónica tiene que ver con
su propia experiencia de haber estado en
esa franja, como viajeros. Un jovencísimo
Lucio descubre que para el imaginario de
los europeos de Calcuta o de Madrás,6 él,
un “niño bien” de la alta burguesía porteña, no es menos “salvaje” que los aborígenes de la pampa central sobre quienes
escribirá, de primera mano, veinte años
más tarde. O Eduarda, diplomática consorte, será vista como rara excepción a la
“barbarie” sudamericana, por un desdeñoso senador estadounidense (al que devolverá la gentileza).7
Los dos se revelaron capaces de construir
nuevas imágenes de su sociedad de origen
en relación con otras culturas, y de perforar la coraza de los prejuicios con letras lúcidas, de actualidad sorprendente. •
3
Una excursión a los indios ranqueles (1ª ed. 1870). Estudio preliminar y notas de Guillermo Ara. Buenos
Aires: Kapelusz, 1966.
4
Lucía Miranda (1860) de Eduarda Mansilla, con estudio preliminar, notas gramaticales, léxicas e históricas,
glosario, bibliografía, iconografía y apéndices de María Rosa Lojo (directora) y equipo (Madrid/Frankfurt:
Iberoamericana/Vervuert, Colección Teci –Textos y estudios coloniales y de la independencia–), 2007.
5
Véase Pablo, o la vida en las Pampas. Estudio preliminar de María Gabriela Mizraje. Buenos Aires: Colección
Los Raros, Biblioteca Nacional, 2007.
6
Diario de viaje a Oriente (1850-51) y otras crónicas del viaje oriental, de Lucio V. Mansilla. Introducción y
notas gramaticales, léxicas e históricas de María Rosa Lojo (directora) y equipo. Buenos Aires: Ediciones
Corregidor, Colección EALA (Ediciones Académicas de Literatura Argentina, siglos XIX y XX), 2012.
7
Mansilla, Eduarda. Recuerdos de viaje. Prólogo de María Rosa Lojo. Colección Las Antiguas. Córdoba:
Buena Vista, 2011.
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
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Arte y pensamiento estético
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 64
El dibujo
en el marco
>> Fernando “Cany” Soto
LAS POLÍTICAS CULTURALES EXPRESAN SIEMPRE
ideologías. Tanto en la acción como en la
omisión, en los acompañamientos respetuosos o direccionamientos groseros como
en las delegaciones o desentendimientos.
Por un lado está el Estado que impulsa un
conjunto de valores y símbolos, también el
mercado –con su lógica–, y por otro están
los artistas que, en ejercicio de su libertad
creadora –pudiendo o no estar en sintonía
con esos postulados–, eligen expresarse
de modos más o menos explícitos.
Esta tensión modela la calidad y la autenticidad de las producciones y determina
el perfil cultural de un país.
Son los artistas los que deben establecer
los límites de esa legítima relación dialéctica. No los operadores oficiales que suelen
promover panfletos superficiales, ni los
mercaderes, que tratan siempre de empujar las producciones hacia los territorios de
la moda. Ambos son culturalmente peligrosos porque auspician falacias artísticas.
>>
Fernando “Cany” Soto
Nació en Chaco en 1964. Vive en Ushuaia y se
desempeña como muralista y editor.
Creó y dirigió las revistas Fuego! y Kuanip. Es
uno de los creadores de los Murales del
Museo del Fin del Mundo y de los Hospitales.
Dirige las muestras Pescados, Pájaros,
Bichos y Humanos.
64
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
La amenaza externa
En la Argentina –y en América Latina– por
razones que no viene al caso detallar,
hubo intentos más o menos violentos pero
constantes de sometimiento cultural. Las
persecuciones, la censura, el exilio y los
asesinatos de artistas efectuados por las
dictaduras producen reacciones artísticas
admirables. La solidaridad y el sentido de
pertenencia se activan ante un enemigo
común produciendo arte comprometido
y genuino. En tiempos de libertad los anticuerpos se relajan, favoreciendo paradójicamente la penetración que no lograron
mediante la fuerza.
Desde 1983, cada gobierno tuvo urgencias
que atender y dispuso una parte de los presupuestos de Cultura a las “expresiones populares”, y otra a las “expresiones elevadas”,
cediendo la autorregulación al mercado y a
las élites culturales respectivamente.
El problema es que muchas “expresiones
populares” suelen ser diseñadas por zares
del entretenimiento para imponer modas
y prácticas de consumo y poco tienen que
ver con lo genuino que dicen representar
y que contribuyen a envilecer.
Proliferan folcloristas melifluos o disfrazados de gaucho vociferando patriotismo,
muralistas repitiendo las fórmulas de personajes hipertróficos y gritones, mal dibujados pero políticamente correctos; poetas
sumariantes de paisajes, cumbieros, raperos y bachateros misóginos que suenan
feo, graffiteros, estencileros replicadores
de modas pasajeras, etc. Y los aristócratas
del hermetismo, poetas, teatreros, artistas
visuales y músicos cultores de la inaccesibilidad; autolegitimados, autolaureados
pero financiados por un Estado que los
contiene con respetuosa prescindencia.
Mientras tanto hay muchos creadores honestos cuya supervivencia artística está en
riesgo permanente.
Optimismo
Este gobierno, encaminado a reconstruir
el Estado, sanear el entramado social, recuperar soberanía política y económica,
afronta el desafío de refundar la autonomía
cultural.
La creación de un Ministerio y la persona
elegida para conducirlo expresan consis-
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 65
tencia en ese sentido: una artista folclórica
respetada por músicos y poetas, cuyos
pergaminos no provienen de un cenáculo
de iniciados sino del aval popular.
La vigencia de Teresa Parodi demuestra
que para lograr excelencia artística no es
preciso vivir actualizándose y mirando al
Norte. Y que abordar la localía con actitud
patriotera o paternalista no produce arte
genuino.
y “exportador” de dibujantes a nivel global
–como pasa hoy con los futbolistas–.
El arte argentino fue entregado a un clan
de iniciados cuyo mayor mérito es la actualización permanente y su ejercicio más
sobresaliente, la negación de nuestra historia y el desprecio por los oficios.
El problema no es tanto su ignorancia, sino
la ilusión de conocimiento y la descarada
arrogancia que los distingue: proponen
abiertamente desterrar al dibujo y prácticas análogas de las currículas de la enseñanza artística y de los salones a la vez que
impulsan cualquier réplica de las estéticas
importadas (comics, graffitis, street art,
performances, digital art; en fin: lo “contemporáneo”), construyendo un arte falaz,
homogéneo e incapaz de enamorar o siquiera inquietar al público.
Si consideramos además que el dibujo es
la disciplina que disciplina a todas las artes
visuales –ya que sin este no hay pintura ni
escultura ni diseño gráfico o industrial– es
un asunto preocupante. •
El dibujo argentino
La caricatura y la historieta, hasta principios
de 1990, habían sido elementos distintivos
de nuestra cultura de masas. Desde El
Mosquito, Caras y Caretas, pasando por el
boom de la historieta de los años 50 a los
80, hasta las revistas de humor político, diversos formatos editoriales que tuvieron al
dibujo como protagonista han sido exitosos
y eficaces divulgadores del arte, la historia,
la literatura y el pensamiento; además de
posicionar a nuestro país como productor
Anexo localista: Tierra del Fuego
Esta es una comunidad
insular, alejada, trashumante y multicultural, traccionada por el fácil ascenso social y con la mirada puesta en el regreso.
Una ciudadanía rotativa
observada con inquina
por un pequeño grupo
de pioneros, y con curiosidad por los turistas.
Los provincianos e inmigrantes limítrofes pugnan
por mantener sus rasgos
culturales, participando
en desfiles populares con
sus trajes típicos, con sus
vírgenes, santitos, su música, sus radios y sus comidas. No obstante, su
descendencia tiende a
despegarse y sumarse a
los ritos y modas globales
con mayor intensidad
que en otras provincias.
La inestabilidad, la baja
resistencia a la frustración
y la premura se reflejan
en las conductas cívicas y
culturales. Desde la provincialización, aquí han
sido electos gobernantes
de todos los colores. La
dinámica cultural no está
ajena a esa lógica.
Los artistas, con la casi nula
posibilidad de ventas locales o de participación
del mercado nacional del
arte, se ven compelidos a
producir falacias pintoresquistas para el turismo o a
satisfacer funcionarios que
demandan evidencias localistas y patrioteras o a
seguir los fatales trayectos
del “arte contemporáneo”.
Esta es la provincia menos
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
invitada a eventos de intercambio artístico que
se realizan en el país y la
más mencionada cuando
se habla de territorialidad
y soberanía. Y las esporádicas y superficiales visitas de emisarios culturales oficiales que vienen
a enseñarnos cómo mirar,
qué contar y cómo producir para ser actuales y
desarrollar “pertenencia”
sólo engendran mímesis
artísticas circunstanciales
e irreales.
En este territorio en riesgo
permanente, sólo una intervención del Estado decidida (pero respetuosa)
ayudará a consolidar un
perfil cultural en armonía
con los principios de soberanía declamados. •
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65
Arte y pensamiento estético
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 66
Garantizar el
acceso igualitario a
la exhibición es
democratizar la
producción
audiovisual
>> Adrián Caetano
EL ÚLTIMO PASO EMPIEZA AL DAR EL PRIMERO.
La distancia recorrida entre un espacio artístico subsidiado por el Estado y su distribución debería ser la más corta, el
camino más lógico y breve. El Estado, al
subsidiar, intenta no discriminar –en función de su más honesto sentir democrático– y sería interesante poder debatirlo,
en tanto discriminar es individualizar el
análisis y no aplicar reglas masivas que no
son necesariamente igualitarias.
Hoy la producción se ha masificado, pero
no aún democratizado. La democratización
requiere de principios cívicos y sociales,
para terminar en hechos culturales, que
incluyan la participación de todos los estratos de la sociedad. Incluso de aquellos
que acceden como espectadores frente al
hecho artístico. Al momento de concretar
el hecho cultural, que es cuando un artista
logra exponer su obra a la sociedad, el
hecho democrático no se materializa. La
cuestión del acceso a la obra no es considerada a la hora de pensar la distribución
igualitaria de la cultura. La distribución, en
>>
Adrián Caetano
Director de cine y TV. Dirigió Pizza, birra y
faso; Bolivia; Un oso rojo; Crónica de una
fuga; Francia; NK y Mala. En TV dirigió la
miniserie Tumberos. Fue premiado en los
festivales de Toulouse, San Sebastián,
Rotterdam, Huelva, La Habana y Cannes.
66
Cuadernos por una Nueva Independencia • Nº 2
el caso de la abundante producción cinematográfica que tiene lugar actualmente
en nuestro país, no tiene una política consecuente con la del apoyo masivo y generalizado a la producción. Allí el Estado se
rinde ante el monopolio extranjero en las
principales salas de distribución de cine y
pantallas alternativas (piratas y no piratas)
que responden al capital foráneo. En esa
instancia todo se diluye. Suele decirse, de
modo falaz, que se hacen gran cantidad de
películas pero se estrenan muchas menos,
o que las que se estrenan se acompañan
con un pobre lanzamiento. Quienes señalan
la escasa repercusión en la taquilla para criticar la política de subsidios, lo hacen sumergidos en la lógica de la sociedad de
consumo. Para estos críticos seriales de las
políticas públicas, es válido sostener el “por
algo será” para referirse a las falencias en
la distribución, suponiendo falta de calidad
en las obras, o sospechas de corrupción en
el mecanismo de asignación de fondos.
Lamentablemente nunca logró erradicarse
esa lógica cipaya y extranjerizada.
En realidad, lo que explica especialmente
esta situación es que el Estado no propicia
el espacio democrático para que las obras
que él mismo ayuda a producir tengan la
difusión correspondiente. Para que el proceso completo sea realmente democrático,
también tendría que propiciar igualdad de
oportunidades en el acceso a la exhibición
y circulación en las diversas pantallas.
En ese sentido, el cine argentino logró un
acuerdo con las salas de cine, que finalmente resulta muy pobre: la cuota de pantalla. Las condiciones del mismo son tan
amplias que los monopolios extranjeros
han encontrado la forma de cumplir esa
premisa sin que su negocio se vea afectado. En ningún momento han intentado
desarrollar una estrategia de mercado que
les permita que las películas argentinas
sean atractivas como una fuente genuina
de recaudación. Para ellos son solamente
películas que están obligados a exhibir en
una sala, por lo que lo hacen en horarios
incomprensibles y en una sola función. Si
la película no logra vender las entradas requeridas por la “media” establecida para
la sala, inmediatamente se la baja de cartel.
Hay oportunidades, miles, que otorga el
Estado subsidiando la creación, pero ninguna real preocupación para que el cine
CuadernoNº2:Maquetación 1 10/11/14 16:03 Página 67
nacional ocupe un espacio de llegada al
público en igualdad de condiciones ante
la peor película extranjera. La Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual no
sólo protege el derecho de expresión individual y la igualdad para acceder a los
medios. Tutela esencialmente el derecho
del pueblo a informarse con acceso a medios y fuentes diversas. En el caso de la
exhibición cinematográfica, el acceso del
público al cine argentino está limitado y
no existen políticas consistentes para evitar la concentración en las pantallas.
Ante una película argentina exitosa, se
computan las semanas en cartel de la
misma como si con ella se cumpliera la totalidad de la cuota de pantalla. De modo
que con un puñado de películas exitosas
en el año, las salas cumplen su obligación
de exhibición de cine argentino, dejando
fuera del circuito comercial un centenar
de obras que podrían ser exhibidas. Si tienen que completar algunas semanas, lo
hacen con películas que convienen según
acuerdos de distribución que las propias
empresas extranjeras tienen con algunos
productores. Obviamente el cine nacional
independiente desaparece de esas pantallas masivas. El monopolio sobre las salas
no se ve afectado en absoluto. El acuerdo
es endeble. No es que no se cumple, se
cumple porque es endeble.
La construcción, compra o expropiación
de una sala por complejo cinematográfico
serían opciones, radicalmente diferentes
una de otra, para que el cambio tibio de
la cuota de pantalla deje de estancar el
progreso del cine argentino.
Es conocida la existencia de los espacios
INCAA y la reapertura de muchas salas.
Pero los productores están destinados
al fracaso con la recaudación que de allí
se obtiene.
Quisiera dar un ejemplo: existe la actitud
caritativa de llevar la ópera a lugares donde
la ópera no llega. El discurso es perverso
porque está planteado al revés: hay que
lograr que quien no pueda concurrir a la
ópera pueda hacerlo. La ópera se ve en el
teatro, ahí radica su origen y su encanto.
Podría también citar otro del extranjero: el
cine B en los EE.UU. no refiere únicamente
a los medios de producción escasos, sino
también a las salas B de cine. El mercado
de exhibición contaba con un segmento
• Pensar la Argentina entre dos Bicentenarios
más adinerado con un precio alto, y salas
de cine clase B con entradas más económicas. El espectador descubrió entonces
no sólo a ese cine como opción económica
sino también como opción cinematográfica. Todo el cine estadounidense de hoy
se nutre de realizadores influidos por ese
cine antes condenado. Ese cine es actualmente el pilar de la industria cinematográfica de ese país, un cine con identidad
pétrea más allá de las diferencias ideológicas que pueda sostener con los discursos
impuestos por el imperio.
En nuestro país, como en todos, el espectador concurre a las salas más como un hábito que por la programación. Así florecieron
los cines de barrio. Lo que ocurrió es que
durante los años noventa, con la desaparición de salas en las ciudades, los pueblos y
los barrios, las multipantallas monopolizaron
la exhibición cinematográfica. De modo que
son los cines en los centros comerciales, básicamente, los que se apropiaron de ese hábito. Hasta que el espectador no sea asiduo
concurrente a los escasos y poco estratégicos espacios INCAA, hay que ocupar pantallas en los lugares donde el cine ocurre
hoy, que son las salas de los monopolios.
El cine debe verse en el cine, con el mismo
sonido que cualquier película extranjera,
en igualdad de condiciones. Si bien el futuro de los espacios INCAA es promisorio
y realmente democrático, el monopolio no
se ve afectado y sigue reservándose la
mayor recaudación posible pagando un
nimio porcentaje por dicha presencia conquistadora. El espectador tiene que tener
una opción para ver el cine argentino –todo
el cine argentino– donde se sitúan las salas
que dominan el mercado, no sólo en espacios marginales.
Se necesita un apoyo real, una acción conjunta entre supervisar las cuotas de pantalla, exigir mejores horarios, y que un éxito
argentino no merme al cine de menor presupuesto que se realiza en el país, un impuesto mayor que el irrisorio que pagan
hoy día, y una difusión para los lanzamientos proporcional al aporte que ha hecho el
INCAA para asistir a la producción.
Asegurar la exhibición de lo que se produce, alentando lo promisorio, es fundamental para generar un campo emergente
de artistas y profesionales como base formadora a futuro. •
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