Peregrinos Un texto acerca de la libertad religiosa y el papel que

Transcripción

Peregrinos Un texto acerca de la libertad religiosa y el papel que
Peregrinos
Un texto acerca de la libertad religiosa y el papel que toma en el día a día de cada uno.
La vida es un gran camino que todos recorremos —se trata del trayecto que inicia cuando somos
creados, puestos en la existencia—. En él, vemos señales en forma de "flechas" a las que podemos
hacer caso o no, pero de ello depende qué tan eficiente sea nuestro andar —tales flechas nos indican
la regla moral y advierten el buen camino—.
Todo camino termina cuando llega a su final, un lugar al cual podemos o no desear llegar;
pero ese lugar está a un paso del término del camino —tal paso es la muerte—.
Cuando al viajero se le indica una excursión, éste también tiene el derecho, o por lo menos la
inquietud, de obtener un mapa. Este instruye al viajero y por eso él aspira a que tal instrumento sea
el correcto —a dicho mapa lo llamamos conciencia—. La conciencia le indica al sujeto que es
necesario que la vida tenga un destino; que sea razonable.
Pues bien, ese destino ha de ser por fuerza algo que trascienda el tiempo y, de un modo u
otro, venza a la muerte.
Por ello, cuando las personas nos ponemos frente a nuestro mapa, no podemos dejar de
vislumbrar la necesidad de un sentido existencial, y a la mayor parte de los hombres han coincidido
en que tal sentido es religioso.
En efecto, sin religión —sin una lectura que supere el tiempo y la circunstancia—, la vida
humana se empobrece y se vuelve difícil de enfrentar. No sólo porque es complicada, sino porque al
fin y al cabo, está siempre limitada por la muerte.
Entonces, debe de existir una certeza a la cual entregarnos con confianza, incluso si la
muerte parece ser la última palabra —esta certeza es la fe—, de tal modo que podamos usarla para
caminar con la paz necesaria y para afrontar el día a día con el entusiasmo necesario.
Cada cual anhela que la visión religiosa que le fue transmitida o a la cual se acercó por
curiosidad, sea la verdadera. Y es así porque la fe depositada en tales circunstancias es un referente
importante para juzgarlo todo.
Sin embargo, cada "mapa" se fundamenta en quien lo trazó y la tarea de los creyentes —su
obligación— consiste en compartir y explicar tal mapa, por ser considerado una verdad de gran
relevancia.
¿Cómo saber si nuestro mapa es el adecuado? En esta peregrinación que es la vida, todos cargamos
una maleta —nuestra tradición—. En ella encontramos las cosas que nos han dado y aquellas que
decidimos guardar para nuestro caminar —dentro de ella, existe la experiencia y educación que
recibimos—. Se trata de un artículo indispensable para ir con seguridad por el camino de la vida,
porque nadie puede hacer la ruta antes de caminarla.
Todos vamos en grandes o pequeñas caravanas, llenas de gente distinta, que camina en
direcciones diferentes —estos grupos son la localidad de cada persona, como un pueblo o ciudad—.
En las caravanas se viven vidas distintas y se entienden los caminos según cada mapa.
Pues bien. Cuando encontramos a nuestros semejantes, llegados de otra caravana, ¿contamos con
los elementos necesarios para evaluar en profundidad su mapa?, ¿tenemos una idea clara de lo que
ellos y sus predecesores han podido caminar? Estas personas han mirado con sus ojos lugares que
nosotros no conocemos, revisado y corregido sus mapas con interés y rellenado sus respectivas
mochilas a cada parada, y por lo tanto todos han encontrado a su modo las flechas e intentado
descifrar el terreno.
La eficiencia de los mapas, se refleja en la coincidencia que exista con el camino que
indican las flechas que vemos al andar. Sin embargo, hay mapas que no coinciden y esto no es razón
de pleito, sino de corrección. El asunto no es sustituir la búsqueda del otro, sino ser constantemente
corregidos para no extraviarse.
La tradición y el esforzarse de cada uno merece respeto —el respeto no radica en lo que
cree, piensa o hace un individuo, sino justamente en que cree, piensa y hace: por el valor del otro,
por el hecho de ser otro peregrino—. Uno realmente sólo sabe lo que el otro trae en su mochila,
cuando comparte su interior. Y cada cual cae en la cuenta de lo que podría agregar a su equipaje
hasta que prueba equipos realmente más útiles y mapas más consistentes para con el terreno de la
vida.
De hecho, existe la necesidad de los viajeros de encontrar la coincidencia: la verdad. Tal necesidad
corrige la búsqueda y por ello todos somos ocasión para socorrernos y darnos ayuda. Quienes no
intercambian sus mapas o desobedecen las señales, están condenados a vagar sin destino. En
cambio, siempre podemos enseñar lo que pensamos y creemos, compartir nuestros hallazgos,
entusiasmar al que se nos cruza con la belleza de los lugares que hemos visitado o a los que
planeamos ir. La gente cambia solo a partir de mirar la alegría de otros, teniendo "envidia" de lo que
los demás han recorrido, sintiendo sed del agua buena que han bebido.
Eso implica sacar o meter cosas de la mochila, incluso cambiar el mapa. Pero aunque este
cambio sea profundo y pueda causar dolor, nunca es cuestión de imposición. O tú te convences
porque descubres la conveniencia o no te mueves, ni tienes por qué moverte. Entonces tampoco es
razonable, ni siquiera factible, pretender de los demás que cambien, a no ser que "su" conveniencia
se haga manifiesta. Y tal cosa ocurre sobre el terreno, en el ámbito de la geografía que nos grita:
"así no es; busca otro camino, hazte de un mapa mejor, llena tu mochila de otras cosas, que sean
más buenas... renueva tu fe, no te pierdas ni dejes que quienes van contigo se extravíen".
Diego Ortega Álvarez

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