Introducción a los Ejercicios de Atención Plena

Transcripción

Introducción a los Ejercicios de Atención Plena
Introducción a los Ejercicios de Atención Plena
Habitualmente, la atención suele estar focalizada en pensamientos, en diálogos
mentales, en emociones, en preocupaciones, en el futuro o en el pasado, de tal
manera que casi nunca está presente. Prestar atención en este preciso instante, estar
presente a las cosas que acontecen, sin estar dominado por los contenidos que
surgen espontáneamente en la experiencia mental, es una característica del estado de
mindfulness o atención plena.
Cuando se está atento al presente las cosas no se viven desde el filtro de lo aprendido
sino que se viven como si fuera la primera vez. De esta manera es posible que una
nueva información acerca de todo lo que nos pasa habitualmente pueda desarrollarse
en nosotros. En el estado de atención plena no hay una fijación en los contenidos
emocionales o en los pensamientos; sino que hay una libertad de focalizar la
atención en cualquier punto de la experiencia. En este sentido, es posible observar
como el pensamiento y las emociones surgen sin que por ello el experimentador se
quede fijo en ellas.
El estado de mindfulness se caracteriza también por la habilidad de soltar, de no
apegarse, de no identificarse con los contenidos mentales. Por ello, hay una profunda
aceptación de todo lo que ocurre. Un estado en el cual no hay un juicio de si los
contenidos son buenos o malos, sino que simplemente se observan. La capacidad de
concentración es muy intensa para la persona que ha desarrollado la atención plena,
pues debido a que ya no hay una fijación en los pensamientos ni en las emociones no
hay ningún otro elemento que pueda distorsionar la capacidad de concentración.
En el estado de atención plena no hay una reactividad o una reacción automática ante
las emociones o los pensamientos. Habitualmente, esto no suele ser así ya que por
asociación vamos de un pensamiento a otro, de una emoción a otra y todo ello nos
genera un estado de insatisfacción vital y además bloquea el desarrollo de otros
recursos personales.
En todos los ejercicios de atención plena se propone una postura sentada con la
espalda recta y relajada. Te puedes sentar en un cojín, en un banco de meditación, en
una silla o en cualquier otra postura sentada que sea cómoda para ti.
Es importante guardar quietud en la práctica. Si la necesidad de moverte es intensa,
entonces hazlo de forma consciente, prestando atención a todas las sensaciones que
se desprenden del movimiento. En todos los ejercicios se propone focalizar la
atención en un objeto determinado. Es probable que a medida que pase el ejercicio te
des cuenta de que la atención se ha dispersado y está focalizada en un pensamiento,
una emoción, una sensación o una circunstancia que es ajena al objeto propuesto en
el ejercicio. En el preciso momento que te des cuenta de que la atención se ha
dispersado la instrucción es siempre simple y clara: vuelve a focalizar la atención en el
objeto propuesto. La dispersión de la atención es algo común. Por lo tanto, cuando te
des cuenta de que la atención se ha dispersado tranquilamente vuelves al objeto de la
práctica.
En muchas ocasiones durante todo el ejercicio pasarás dándote cuenta de cómo la
atención se dispersa y volverás una y otra vez al objeto propuesto.
En estas ocasiones es común que se desarrollen estados de frustración. Si es así,
observa la frustración en sí misma sin quedar atrapado en su contenido. De esa
manera será posible que dejes pasar ese estado y experimentes como te puedes
emancipar de los pensamientos, las emociones y demás contenidos.
Este ejercicio potencia un estado en el cual experimentas la atención plena y ésta se
puede experimentar en todo lo que haces a diario: en tu trabajo, en la forma de comer,
en la forma de cocinar, de pasear, de relacionarte con los demás y contigo mismo.

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