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Percepciones a la Parashá
Por Rab
Yaakov Hillel
Rosh Yeshivat Ahavat Shalom
Parashat Ékeb
Apreciando las mitzvot
Clasificando a las mitzvot
“Si (ékeb) escuchas estas leyes, las cuidas y las cumples, Hashem tu D-os
conservará para ti el pacto y la bondad que juró a tus antepasados” (Debarim 7:12).
El uso de la palabra ékeb —que normalmente se traduce como “talón”—, como
un “si” condicional, es inusual. La Torá pudo haber utilizado un término más común
como “Ya que (biglal) escuchas estas leyes…” o “Si (im) escuchas estas leyes…”.
Rashí explica que la palabra ékeb es una referencia a las mitzvot aparentemente
“insignificantes” o “menores” que tendemos a “patear con nuestros talones”.
No obstante, surge la pregunta: ¿cómo podemos dividir y clasificar las mitzvot en
importantes o no importantes? Más aún: ¿cómo podemos siquiera afirmar que
alguna mitzvá no es importante? Cada mitzvá es un mandamiento del Rey que
estamos obligados a cumplir, independientemente de si la percibimos como
importante o insignificante. Con respecto a nosotros, deberíamos ver todas ellas
como si igualmente importantes.
Tendemos a considerar que los mandamientos importantes son aquellos que
acarrean castigos severos y que los mandamientos insignificantes son aquellos que
acarrean consecuencias menores. Por ejemplo, sabemos que algunas trasgresiones
son punibles con karet, que significa el corte del alma de su conexión con Hashem;
algunas otras merecen muerte aplicada por el Cielo; algunas más reciben la pena
capital aplicada por el Bet Din y por otras se aplican latigazos, multas u otras penas
más que el Bet Din aplica.
Aparentemente, esta percepción no es totalmente exacta, pues los sabios nos
dicen acerca de las mitzvot: “Sé cuidadoso con una mitzvá menor como con una
mayor, pues no sabes la recompensa de cada mitzvá” (Pirké Abot 2:1). Sin
embargo, podríamos argumentar que esta mishná no nos informa acerca de la
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posibilidad de clasificar las mitzvot negativas acorde a la severidad de su castigo,
sino que menciona sólo a los mandamientos positivos cuya recompensa, en
general, no nos fue revelada por la Torá. Otra posible explicación es que la
distinción que hacen los sabios entre las mitzvot “menores” y las más “severas” se
refieren al costo monetario de cada una de ellas, acorde a lo cual las mitzvot
“menores” son las menos costosas y las “severas” se refieren a aquellas que
implican un mayor gasto (véase Julín 142b y Abodá Zará 3a).
Acorde a las enseñanzas cabalísticas, el ser humano viene a este mundo a
perfeccionar sus 248 órganos corporales y sus 365 venas que corresponden a los
248 mandamientos positivos y los 365 mandamientos negativos (Introducción a
Shaar haMitzvot).1 Es posible que cierta persona haya venido a este mundo sólo a
cumplir cierto mandamiento específico que le era necesario para rectificar
totalmente su alma. Esta mitzvá, su mitzvá, le puede parecer un tema menor y por
lo tanto “tiende a patearla con sus talones”. Él no tiene idea que la rectificación de
su alma depende de esta mitzvá “insignificante”. Es por esta razón que la Torá nos
dice: “Si escuchan estas leyes…”, pues “escuchar” (shemiá) implica comprensión
(Zóhar, volumen III, página 138b). En este contexto, se refiere a la obligación
humana de comprender profundamente las mitzvot, para apreciar su importancia
en vistas a la adquisición de rectificación personal. Inclusive si piensa que no son tan
importantes, no debe hacerlas a un lado, pues quizás ésa es la que él necesita. Es
por esta razón que los sabios afirman: “…pues no sabes la recompensa de las
mitzvot”: no sabe para qué fue mandado a este mundo y quizás fue para el
cumplimiento de esa mitzvá que él mismo hizo a un lado, la última necesaria para
lograr rectificación de su alma.
Estas palabras también nos indican que el escuchar o, quizás más exactamente,
entender las leyes, es la llave para lograr su cumplimiento pleno. Al entender el gran
significado de las mitzvot, podemos cumplirlas más adecuadamente. Si no
apreciamos su significado e importancia, fácilmente seremos negligentes con ellas.
Este es el sentido de la frase: “Si (ékeb) escuchas estas leyes…”. Ékeb significa
“talón”, la parte más baja del cuerpo: debemos esforzarnos a entender plenamente
las mitzvot, hasta el mismo talón, figurativamente hablando. Si llegamos hasta el
talón de su significado, podremos cumplirlas con la perfección que merecen.
Nuestros sabios afirman: “Una mitzvá conduce a otra mitzvá y un pecado
conduce a otro pecado” (Pirké Abot 4:2). Si cometemos lo que consideramos un
pecado “menor”, prontamente haremos otro y otro más hasta que sin darnos
cuenta violaremos trasgresiones graves. Encontramos este concepto en la
explicación de las palabras del rey David: “Pues me expulsaron hoy del lugar de
Hashem, diciendo: ‘Ve y adora ídolos’” (Shemuel I, 26:19). Aparentemente, la
preocupación de David es exagerada. Es cierto que se le pidió abandonar la tierra de
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Véase Percepciones a la Parashá a Bamidbar y Debarim.
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Israel, pero ¿por qué abandonar Israel lo conduciría a la idolatría, D-os no lo
permita? Nuestros sabios lo afirman: “Este es el arte de la inclinación al mal: al
principio de te dice ‘haz esto’ y después te dice ‘haz esto otro’ y al otro día te dice ‘ve
y adora ídolos’ y uno va y los adora” (Nidá 13b). El rey David temió que dejar la
tierra de Israel sería el primer paso hacia cualquier acto. Él entendió que la
inclinación al mal, la cual es maestra en la manipulación, empieza diciéndonos que
hagamos algo que aparentemente no es grave y poco a poco nos conduce a violar
trasgresiones cada vez más severas. Si caemos en este error, muy pronto estaremos
violando pecados cada vez mayores.
Toda la mitzvá
El Or haJaim nos provee de una enseñanza importante en otro versículo de
nuestra parashá acerca del concepto de las mitzvot importantes y aquellas que no
las consideramos como tales: “Toda la mitzvá que te ordeno hoy, deberás hacerla”
(Debarim 8:1). La Torá ya nos había instruido que debemos cumplir todas las
mitzvot en el versículo previo: “Si escuchas estas leyes, las cuidas y las cumples…”
(7:12) y nos dijo que seríamos recompensados por hacerlo. Siendo así, ¿a qué se
refiere “toda la mitzvá” que deberemos realizar?
El Or haJaim explica que Moshé Rabenu, quien poseía un profundo
entendimiento de los mecanismos de la sique humana, previó el siguiente
fenómeno: quizás la persona puede llegar a ser extremadamente cuidadosa en
ciertas mitzvot que le parecen atractivas; quizás haya una a la que se sienta
particularmente atraído y se entregue verdaderamente a ella. Si es así, puede surgir
un patrón de conducta muy riesgoso: que cuando se presente la oportunidad de
cumplir alguna otra, no tenga prisa alguna en efectuarla. Esta posibilidad es mayor
si la persona tiene varias a las que se siente atraído, pues muy probablemente se
conformará con esas pocas.
Este error es especialmente común entre aquellos que estudian Torá y cumplen
mitzvot diariamente, pues creen que se pueden dar el lujo de ser demasiado
flexibles con aquellas mitzvot que no se le presentan día a día. El Or haJaim nos
advierte que las consecuencias de esto son terribles, pues pueden llegar a pagar por
eso con sufrimiento, humillaciones, degradaciones y gran miseria, D-os nos cuide
de eso. Moshé le enseño al pueblo con la frase “…toda la mitzvá…” que todas las
mitzvot de la Torá forman un todo indivisible. No podemos escoger entre las
mitzvot de la Torá; estamos ordenados a cumplir “toda la mitzvá”.
Perfección a través de las mitzvot
El versículo continua: “Toda la mitzvá que te ordeno hoy, deberás hacerla”. ¿Por
qué debemos cumplir “toda la mitzvá”? El Or haJaim señala que la Torá responde
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a esta pregunta con la continuación del versículo “…para que vivas”.
Podemos entender esto gracias a la enseñanza del Zóhar acerca de la
constitución del ser humano (Zóhar, volumen I, página 170). Tal como dijimos, el
ser humano fue creado con 248 órganos corporales 365 venas, que corresponden
a los 248 mandamientos positivos y los 365 mandamientos negativos. Siendo así,
pensemos en el siguiente escenario: tenemos un dolor terrible en alguno de
nuestros órganos y lloramos angustiosamente cuando alguien nos dice: “No te
preocupes, ¿de qué te quejas? Tienes 247 órganos que te funcionan perfectamente
y no te causan dolor alguno. Si uno de ellos te duele, no es tan grave, pues todos
los demás te funcionan muy bien”.
¿Qué pensaríamos de este argumento particularmente insensible a nuestro dolor?
Esto se compara a nuestra obligación de cumplir los mandamientos de la Torá,
en el que cada uno de ellos corresponde a cierto órgano o vena. Cuando
trasgredimos alguno de ellos, sufrimos dolor en el órgano o vena que le
corresponde. No nos ayuda saber que todos los demás órganos están bien. Así
también, el cumplir 247 mandamientos no compensará por el que no cumplimos.
Lo mismo sucede con los 365 mandamientos negativos: cumplir 364 no
compensará por el otro que violamos.
Este es el significado de las palabras de la Torá: “…toda la mitzvá…”. Las mitzvot
deben ser cuidadas en su totalidad, sin excepción alguna. Debemos hacer lo
necesario para observar y cuidar tanto los mandamientos positivos como los
negativos. ¿Para qué? Para que vivas. Esto último depende de lo primero. Si
carecemos de algún mandamiento, careceremos de vida y vitalidad en ese órgano
que le corresponde.
El Or haJaim escribe que quizás pensemos que esta comparación no es del todo
exacta, pues cuando uno de nuestros órganos corporales nos duele, el resto del
cuerpo nos duele también, lo cual no es cierto cuando dejamos de cumplir alguno
de los mandamientos. Esta es la razón por la cual Moshé escribió “toda la mitzvá”,
pues todas las mitzvot de la Torá forman una sola unidad, con una estructura y
base única, así como los órganos del cuerpo se combina para formar una sola
unidad.
Con esto en mente podemos entender por qué las palabras de la Torá “Si
escuchas…” se refieren a las mitzvot aparentemente “insignificantes” o “menores”
que tendemos a “patear con nuestros talones”. Cuando la inclinación al mal nos
incita a ser negligentes con alguna mitzvá, inclusive la “menor” de ellas, sabe bien
que cuando carecemos de alguna mitzvá es como si careciéramos de alguno de
nuestros miembros, D-os no lo quiera. Si es así, ¿estaríamos dispuestos a perder tan
sólo alguno de ellos?
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Además, el daño no se limita a un solo órgano, pues causa un defecto (pegam)
en toda nuestra estructura espiritual, así como un solo órgano que está enfermo
provoca que todo el cuerpo se enferme. Tratemos de entender por qué es así. Cada
parte del cuerpo está interrelacionada e interconectada con las otras partes. Así
también, cada una de las 613 mitzvot posee una estructura propia que contiene
dentro de sí todos los demás 612 mandamientos (Asará Maamarot, Maamar
haItim 13). Si falta una sola mitzvá se produce una carencia en todas las demás
mitzvot y, como tal, afecta toda la estructura espiritual. La Torá nos instruye a
escuchar, a entender el significado spiritual de toda mitzvá, dándonos cuenta de su
poder en vistas de desarrollar nuestra propia estructura espiritual y lograr perfección,
así como para evitar afectarla negativamente a través de algún pegam.
Atención al detalle
Rab Shemuel Houminer explica en profundidad este concepto (en su Introducción
a Ébed haMélej) y señala que todo lo que los sabios derivan de los versículos de la
Torá es considerado como si fuese una ley de la Torá, incluyendo los numerosos
detalles de cómo cumplir las mitzvot. Por supuesto que cada detalle no es
considerado como si fuese una ley de la Torá, pues si así fuese, tendríamos miles de
mandamientos. No obstante, cuando cumplimos los detalles que los sabios nos
dicen acerca de cómo cumplir los mandamientos de la Torá, ya estamos
cumpliendo un mandamiento de la Torá.
Siendo así, el cumplimiento de todos esos detalles, inclusive los más nimios,
contribuyen a perfeccionar nuestra estructura espiritual, hasta los más pequeños
componentes de los órganos y venas, produciendo así un todo perfecto.
Aprendemos acerca de la importancia de los detalles en la enseñanza de los
sabios acerca de los nombres que se les agregaron a Miriam y Yojébed, las parteras
judías en Egipto que desafiaron las instrucciones del faraón de matar a los recién
nacidos judíos (véase Shemot 1:15-17). A ellas se les llamó Shifrá y Puá. A Yojébed
se le llamó Shifrá porque ella solía meshafer (embellecer) a los recién nacidos
limpiándolos y bañándolos. A Miriam se le llamó Puá porque tranquilizaba a los
bebés susurrándoles “pu, pu” (Rashí a Shemot 1:15). Tomando en cuenta que estas
dos mujeres arriesgaban su vida para salvar a esos bebés, ¿por qué se les alaba por
hacer algo que cualquier otra partera haría por los bebés que ayuda a dar a luz?
¿Acaso no sería más apropiado que se les llame Hatzalá (rescate) y Yeshuá
(salvación), recordando así sus valientes actos de heroísmo?
Estos nombres nos enseñan la importancia de lo que podríamos denominar
“pequeños actos”. Miriam y Yojébed vivían en una época en la que el pueblo judío
estaba amenazado por la destrucción a causa del decreto del faraón y cada bebé
judío estaba en gran peligro y, aún así, dieron a los bebés y sus madres el mayor
cuidado posible, hasta el mínimo detalle de adornarlos y susurrarles para
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tranquilizarlos. Estos gestos de grandeza las hicieron acreedoras de una
recompensa especial, además del hecho que la Torá las inmortalizó para que nos
sirvan de ejemplo a todos nosotros.
El rol de las midot
Frecuentemente ponemos gran cuidado en las mitzvot que personalmente
consideramos que son importantes, pero no damos tanta atención a otras, que son
las que “pateamos con nuestros talones”. Ejemplos de esto son los numerosos
detalles con los que se cumple algún mandamiento o los actos con los que se
refinan las midot. Tendemos a desestimar estos aspectos, a grado tal que inclusive
aquellas personas que son muy cuidadosas con los mandamientos cometen este
error.
Rabí Jaim Vital escribe que las buenas midot son esenciales para el cumplimiento
de las 613 mitzvot. La razón es porque las midot están relacionadas con la parte
básica del alma que está más estrechamente conectada al cuerpo, que es la que
efectúa las mitzvot (véase Shaaré Kedushá, volumen I, Shaar Bet).
Las buenas midot son importantes en la consecución de la perfección espiritual.
A través de las buenas midot emulamos al Todopoderoso. La Torá nos ordena
“andar en los caminos de Hashem” (Debarim 10:12, 11:22 y 28:9). Nuestros sabios
nos dicen qué es lo que esto implica: “Así como Él es compasivo y misericordioso,
así tú también debes ser compasivo y misericordioso” (Shabat 133b; véase también
Sotá 14a y Debarim 11:22, con Rashí).
Numerosas enseñanzas de los sabios muestran que las buenas midot son
esenciales en la perfección espiritual. Por ejemplo, nos dicen acerca del gran taná
Shemuel que, cuando visitó la tumba de su padre, se topó con el alma de su amigo
Leví, quien había sido un gran sabio muy piadoso. Al verlo, le preguntó por qué su
alma estaba todavía merodeando el cementerio y no había recibido aún la
recompensa que seguramente recibiría en el Gan Edén. El alma de Leví le
respondió que estaba siendo castigado por no haber asistido a las clases de Torá
que Rabí Afas impartía diariamente, razón por la cual Rabí Afas se ofendió. Le dijo:
“Ya que yo no asistí durante siete años, se le prohibió a mi alma entrar a Gan Edén
durante siete años” (Berajot 18b).
¿Qué hizo Leví de malo? El problema no fue que Leví se perdió de la Torá que
pudo haber aprendido de Rabí Afas, pues si así hubiese sido, hubiese sido castigado
por haber perdido la oportunidad de aprender de Rabi Afas. Fue castigado porque
Rabí Afas se ofendió por su ausencia. En otras palabras, pese a que Leví no perdió
nada de estudio por ausentarse de las clases de Rabí Afas, Rabí Afas se ofendió por
haberse ausentado de ellas y sus sentimientos fueron suficientes para impedirle a
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Leví entrar a Gan Edén durante siete años. Tomando en cuenta lo anterior, ¿acaso
podemos ser negligentes respecto a las midot?
Los sabios también nos dicen que “El mundo se sostiene sobre tres pilares: la
Torá, el servicio [a Hashem] y la bondad” (Pirké Abot 1:2). Estos tres conceptos son
los tres pilares que mantienen al mundo.
El pilar de la Torá abarca las mitzvot entre la persona y D-os y también las
mitzvot entre la persona y su prójimo. El pilar del servicio divino, que se refiere a los
rezos y la unión con D-os, es solamente entre la persona y D-os. El pilar de la
bondad, resultado de las midot ya refinadas, es entre la persona y su prójimo. La
combinación de las mitzvot entre el hombre y D-os y las mitzvot entre las personas,
que incluyen las buenas midot, conducen al hombre a la perfección espiritual.
Esta mishná enseña el concepto más esencial de la religión judía. En el mundo
ajeno al judaísmo, un erudito puede ser famoso y admirado por su gran
conocimiento científico, para citar un ejemplo. Además, también puede llegar a ser
conocido por su terrible carácter, pero eso no es visto como un problema. La
sociedad valora los logros académicos o tecnológicos, pero no pone tanta atención
a las buenas midot o a la perfección moral. La Torá no es así, pues exige perfección
de la mente y de las midot.
Mitzvot con pureza
Nuestros sabios describen que cuando el taná Rabí Yosé ben Kismá enfermó,
Rabí Janiná ben Teradión fue a visitarlo. Rabí Yosé ben Kismá expresó cierta
preocupación por las actividades riesgosas que Rabí Janiná llevaba a cabo y le dijo:
“Janiná, hermano, ¿acaso no te das cuenta que el dominio [de los romanos] viene
del Cielo [pues pudieron destruir Su casa, quemar Su santuario y matar a Sus
piadosos]? Escuché que tú estudias Torá y reúnes multitudes con un rollo de Torá
en tus brazos [desafiando los decretos romanos]”.
La respuesta de Janiná no aplacó los temores de su colega y simplemente dijo:
“Que del Cielo tengan misericordia”.
Rabí Yosé le contestó: “Estoy hablándote con sentido común ¿y tú me respondes
‘Que del Cielo tengan misericordia’? Me sorprendería si no te queman a ti junto con
el rollo de la Torá”.
Rabí Janiná le preguntó: “Rabí, ¿en dónde estoy respecto al mundo venidero?”
Rabí Yosé le preguntó: “¿Alguna vez hiciste una obra de especial mérito?”
Rabí Janiná le contestó que una vez dio equivocadamente de su propio dinero
para la comida de Purim a la caridad. En vez de reembolsar tomando del dinero de
la caridad, tomó más dinero suyo para la comida de Purim.
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Rabí Yosé ben Kismá le dijo: “Si es así, ojalá que mi parte [en el mundo venidero]
sea como la tuya y mi porción sea como tu porción” (Abodá Zará 18a).
Este diálogo motiva una pregunta obvia. Rabí Janiná ben Teradión ponía
constantemente su vida en peligro al enseñar Torá en público, lo cual era un acto
punible con la muerte en esos años terribles. ¿Acaso este taná no tenía otro mérito
especial aparte del hecho de poner un poco más de dinero en la kupá de caridad?
¿Por qué él, más que cualquier otra persona, estaba preocupado por su porción en
el mundo venidero? ¿Acaso la dedicación que invertía en el estudio de la Torá no era
más que suficiente para proveerle de una porción en el mundo venidero?
Una posible explicación es que los sabios nos enseñan con este incidente que las
mitzvot deben ser hechas exclusivamente para honor de Hashem y libres de
intereses ulteriores y personales. En ocasiones podemos cumplir con una mitzvá
con enorme sacrificio, pero recibimos cierto beneficio personal del honor o
publicidad que recibimos de nuestros esfuerzos. Este ligero beneficio es suficiente
para afectar la perfección de la mitzvá.
Esta fue la pregunta de Rabí Yosé ben Kismá: ¿alguna vez Rabí Janiná ben
Teradión hizo una mitzvá sin imperfección alguna? Sí, pues una vez dio
voluntariamente de su dinero a la caridad, aparte de lo que originalmente ya había
dado y lo agregó a la caridad. Esta fue una mitzvá realizada en total secreto. Nadie
sabía lo que estaba pensando en su corazón o en su bolsillo y aún así, se comportó
con excepcional piedad y dio ese dinero extra a la caridad. La perfección de esa
mitzvá tenía las cualidades que le conceden mundo venidero a la persona que la
lleva a cabo.
Lo mejor que podamos
Rambam cita este diálogo entre Rabí Yosé ben Kísmá y Rabí Janiná ben Teradión
para fundamentar un concepto muy importante (en su Comentario a la Mishná, en
Makot 3:16): “Nuestros nos dicen: ‘Rabí Jananiá ben Akashiá dice: ‘El Santo,
bendito sea, quiso darle mérito a Israel y para eso le dio abundante Torá y mitzvot,
tal como está escrito: ‘Hashem lo deseó por Su rectitud, para aumentar Torá y
glorificarla’” (Yeshayáhu 42:21).
Rambam explica que es un concepto fundamental en nuestra religión que toda
persona viene a este mundo para cumplir perfectamente alguno de los 613
mandamientos, sin motivaciones ulteriores ni intenciones impropias. Para ayudarnos
a lograrlo, Hashem nos proveyó de una gran cantidad de opciones de mitzvot. Con
esa gran variedad de opciones a nuestra disposición, seguramente podremos
cumplir por lo menos alguna de ellas a la perfección, como debe ser.2
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Podemos entender este concepto acorde los principios citados anteriormente: las 613 mitzvot
corresponden a los órganos y venas del cuerpo y necesitamos cumplirlas todas para rectificar
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Esto es lo que la Torá nos enseña con las palabras: “Si escuchas estas leyes…”.
Tal como dijimos, “escuchar” implica mucho más que simplemente captar las
ondas sonoras de las palabras. Escuchar implica entender. Debemos estudiar y
entender profundamente los detalles de cada mitzvá para que podamos cumplirla
tan perfectamente como sea posible, sin motivaciones ulteriores. Tendemos a
minimizar este aspecto de los mandamientos, pues creemos que lo que importa es
el acto mismo, no las intenciones detrás. Pero las intenciones de una mitzvá no son
irrelevantes, sino que al contrario: completan la mitzvá a grado tal que merece el
mundo venidero.
En todo lo que hacemos
Nuestros sabios hablan de las mitzvot “menores”. En ciertos momentos de la vida
se nos presenta la oportunidad de realizar innumerables e invaluables mitzvot
Divinas. Cada paso que damos es una elección entre el bien y el mal:
¿convertiremos ese momento en una mitzvá o en lo contrario, D-os no lo quiera? Si
somos lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta que esas decisiones
diarias son oportunidades para cumplir la voluntad del Todopoderoso, no las
desperdiciaremos. En el Sidur Or Shoshanim de Rabí Arié Leib Epstein, se muestra
cómo podemos transformar las actividades diarias en mitzvot, pues cada vez que
hacemos lo correcto, ganamos doble: al hacer el bien y al no hacer el mal.
Por ejemplo, al inclinarnos frente al Arón haKódesh al entrar a la sinagoga, nos
estamos absteniendo de inclinarnos ante ídolos, con lo cual cumplimos con
muchos mandamientos negativos. Cuando vamos a la tienda y escogemos comida
que tiene certificación rabínica, ya nos estamos absteniendo de comprar alimentos
no kasher, con lo cual estamos cumpliendo decenas de prohibiciones relacionadas
con alimentos prohibidos. A mayor conciencia nuestra, más mitzvot podemos
acumular. Estas son las mitzvot menores que tendemos a patear con nuestros
talones; si las procuramos, están a la mano para ser tomadas.
Este ensayo contiene dibré Torá.
Por favor trátelo con el debido respeto.
todas sus respectivas partes corporales. Por otro lado, cada mitzvá es una unidad completa en sí
misma que contiene en ella todas las demás mitzvot. Cuando cumplimos una de ellas a la
perfección, es como si en cierto sentido cumplimos todas las demás.
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