La ignorancia es la fuerza
Transcripción
La ignorancia es la fuerza
LA IGNORANCIA ES LA FUERZA por Jonathan A. Barmak ganador de la beca "In Libris Carpe Rosam" en Matemática -Año 2001-, donada por Marcelo G. Barroso Mastronardi Cuando a comienzos de la década de los noventa escuché por primera vez sobre la existencia del llamado efecto invernadero, no tuve ninguna duda de que la gente que movía el mundo sería capaz de solucionar el problema. Después de todo, quise y quiero creer que, nadie desea la destrucción del mundo. Pasaron más de diez años sin que volviera a escuchar nada serio sobre el tema. Pero lejos de tener razón en mis anteriores suposiciones, encontré el pasado 24 de febrero un artículo en el diario Clarín que afirmaba que la situación se había agravado en lugar de desaparecer. Este explicaba, que un informe recientemente elaborado por el pentágono aseguraba (porque está redactado en tiempo futuro) que en los próximos años la temperatura del planeta subiría (¡subirá!) y aumentaría el nivel del mar no sé cuantos centímetros. Hasta ahí vamos bien. Pero el artículo sigue detallando cuidadosamente el futuro de la humanidad: la causa de guerras futuras, inmigraciones a países ricos y hasta la inhabitabilidad de Bangladesh a causa de contaminación de aguas continentales. También aprovechaba para criticar a Bush y afirma que este niega la existencia de los cambios climáticos. Un poco asustado por este relato apocalíptico, busqué un poco más de información en la computadora (que tampoco sé cuan fiable es). Varios artículos redactados por científicos en Estados Unidos como en Europa detallaban las quizá no del todo conocidas consecuencias del calentamiento global. Muchos de ellos finalizaban concluyendo la importancia de que las potencias mundiales firmaran el tratado de Kyoto. Este informe data del año 1997. Exige que determinados países cambien drásticamente su economía y adopten nuevas tecnologías que terminen de una vez por todas con la desmesurada producción de los gases invernadero. En otros artículos descubrimos que Estados Unidos aceptó el tratado aunque no hasta después de 2000 (y esto significa que por lo menos conocen los peligros) y espera que Rusia haga lo mismo. Loyola de Palacio, de la Comisión de Energía Europea, el 1 de marzo de 2004, explica la importancia de la firma del tratado por parte de Rusia, pero no cree que esto llegue a suceder. Buscando con más cuidado encontré que el primer ministro ruso, Mikhail Kasyanov, aseguraba finalmente la aceptación inminente del Protocolo Kyoto. Todo iba por buen camino. Pero mi felicidad duró poco, porque la fecha de este artículo era martes 3 de septiembre de 2002. Así que esto va para largo. El famoso informe fue redactado por Peter Schwartz y Doug Randall, que si bien tienen títulos importantes en ingeniería aeronáutica y astronáutica (Schwartz), parecen haber sido tomados más en serio de lo esperado. El mismo Schwartz afirma que they got it all wrong, que el informe no predice ninguna catástrofe, sólo es una investigación sobre el peor caso de eventos futuros. Y que es altamente improbable que sucedan. No obstante, el pentágono pagó a estos muchachos 100.000 dólares por su predicción. Con seguridad podemos afirmar que no existe ninguna seguridad. Aunque no hay que tomar al pie de la letra el tiempo futuro de los redactores del diario argentino, sí debemos tomar en serio este problema, porque evidentemente no vamos por buen camino. En eso coinciden todos los medios. Entonces sólo me quedé con la esperanza de que Rusia firmara en un futuro no muy distante el acuerdo de Kyoto. Todos parecían coincidir en que esa era la dirección de la solución. Pero encontré un último artículo con un enfoque completamente distinto en el Wall Street Journal del 2 de abril de 2001. Se titula "Aire caliente + ciencia defectuosa=emisiones peligrosas", y está redactado por Philip Stott, profesor de biogeografía de la Universidad de Londres. Básicamente, dice que el calentamiento global es un mito que viene a reemplazar otras teorías también fallidas. Que es una especie de religión en Europa, sin fundamentos científicos, que tuvo su auge cuando en 2000 los Estados Unidos se negaron a firmar el protocolo de Kyoto. Y fue usada para desprestigiar al presidente Bush y su gobierno. Asegura que no es posible predecir el clima porque para el modelaje hay que tratar con un par de sistemas no lineales. Afirma que varios diarios liberales en Gran Bretaña prefieren ignorar la evidencia científica y presentar al "calentamiento global" (cada vez que lo nombra lo hace con comillas porque, después de todo, no existe) como el Armaggedon. Un paper del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics señala que los modelos climáticos globales no son capaces de proveer un entendimiento de las consecuencias del CO2 en el clima. Dice que no tiene sentido el acuerdo ya igualmente no hay forma de controlar un clima caótico gobernado por un millón de factores. Finaliza aclarando que Kyoto es peligroso por otra razón: desvía el ojo internacional de la dirección adecuada. Y que en los cambios repentinos que propone el acuerdo tendrían serias consecuencias entre los más pobres. The Kyoto protocol is not the answer. Como muchas veces se ha visto en la historia y la ficción, la gran masa de gente permanece a la sombra de la realidad y quienes mueven los hilos deciden qué debemos saber y qué no, qué debemos creer y qué no. Es interesante darse cuenta de la cantidad de cosas que creemos conocer y de cuántas sabemos con certeza. Del tema del calentamiento global en particular...¿Es todo un invento, o el problema existe realmente?. ¿En quién confiar?. Sólo el tiempo lo dirá. Y ojalá aquí estemos para escuchar lo que venga a decirnos, después de todo no falta tanto. Lo veremos en los próximos veinte años. Fuentes: 1984 (George Orwell), AFP, BBC News, Clarín, OneWorld.net, San Francisco Chronicle, Wall Street Journal.