El Lenguaje de las Emociones

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El Lenguaje de las Emociones
 La comunicación no verbal o el
lenguaje silencioso
La La La
Carmela González 19/04/2010 La comunicación no verbal o el lenguaje silencioso
Hay miles de definiciones al respecto, más o menos
técnicas, más o menos científicas. Cuando hablamos de la
comunicación no verbal, a priori, pensamos en el
lenguaje corporal, lenguaje de signos etc. Pero la
comunicación no verbal es mucho más que todo eso.
Podríamos perdernos en las partes de que se distinguen
del lenguaje no verbal, en los porcentajes en el que se
divide un mensaje. Hablamos del famoso modelo, según
Mehrabian, 55, 38 y 7 (el cincuenta y cinco por ciento del
significado de cualquier mensaje proviene del lenguaje
corporal visual-gestos, postura, expresión facial-, el
treinta y ocho por ciento del significado deriva del
elemento no verbal del discurso –vocal-; en otras
palabras, el modo en que se dicen las palabras: tono,
velocidad e inflexión y el siete por ciento del significado
proviene de las palabras en concreto –contenido.) Y así
podríamos extendernos durante una biblioteca de folios
explicando teorías y experiencias. Pero en algo sí estamos
de acuerdo. El lenguaje no verbal es propio del ser
humano y nace instintivamente con él, y además nos
debe de distinguir del reino animal de manera
contundente. Otra cosa es desarrollar técnicas para
poder, incluso enfatizar, posturas, ensalzar posiciones o
incluso atemorizar. Pero esto no es el caso. Después de
cometadigital.com haber leído algo sobre el tema, llegué a la conclusión de
que hablamos mucho teóricamente de todo, pero no nos
paramos en lo sencillo y cotidiano; en los signos
aparentemente insignificantes, pero primordiales en
nuestras relaciones diarias con nuestros semejantes,
nuestro entorno más próximo. No he necesitado leerme
enciclopedias, para saber que una caricia, una mirada o
simplemente una sonrisa, abren puertas, calma llantos o
simplemente provocan risas. Utilizamos tan poco la
ternura y la delicadeza en el trato. La elegancia en los
gestos. Nos hemos olvidado que un apretón de manos
sellaba pactos y acuerdos y, que además, a nadie se le
ocurría romper. Nos pasamos mucho tiempo en escribir
leyes y acuerdos, pero que al final, bajo el amparo de la
interpretación de la misma, según la persona que la lea,
no se llevan a cabo o incluso se mal interpretan. Una
caricia en un momento puntual de desazón acaba siendo
el mejor bálsamo para cualquier persona. Un abrazo el
calmante perfecto para una desesperación de un niño que
le acaban de robar el balón en el parque. En los
hospitales, y especialmente allí, se debería incluir en el
recetario una buena dosis de besos y abrazos, a mi modo
de entender, como base de la terapia farmacológica. Hay
una frase que se me viene a la cabeza de Gilbert Keith
Chesterton (Escritor británico) Hay un camino del
ojo al corazón que no pasa por el intelecto, que
resume de alguna manera lo que pretendo decir. A veces
cuando me comenta alguna persona el trato que han
cometadigital.com recibido por parte de algún “profesional”, no puedo más
que sentir pena, no por la persona en sí, que con su
sabiduría natural es capaz de analizar y de contar la
situación, sino por el “profesional” que no conoce su
papel y que se limita a cumplir con el horario que le ha
tocado en “sorteo”. Por otro lado, siento un profundo
respecto por aquellos que asumen su papel de manera
humana e humanitaria, y no solo se limitan a pasar por el
turno, sino que sabe lo que se traen entre manos y cuidan
con esmero cada detalle. Son los que complementan sus
funciones, llegando a una simbiosis entre lo puramente
profesional (intelecto) y lo humano (corazón)... para ellos
mi agradecimiento. Hemos perdido la parte, por otro
lado fundamental, de ese lenguaje no verbal cargado de
dosis de sensibilidad que no sensiblería. Esta pérdida
hace que actuemos de manera mecánica y sin la parte
emocional, de manera que invertimos los porcentajes del
modelo arriba descrito. Hablamos como verdaderos
robots, como seres inertes y carentes de emociones. La
gente ya no se saluda por la calle, ni se conocen en el
mismo edificio, en el ambiente laboral nos revelamos
como seres extraños, y lo peor en nuestro propio hogar,
a veces parecemos que cada uno aterrizamos de galaxias
diferentes. Lo de pedir sal a la vecina, se ciñe, cada vez
más, a una escena bucólica en alguna película como
referente costumbrista, como algo que pertenece a otro
siglo. Pero sin embargo, tenemos a nuestra disposición
cursos y cursillos que nos hacen mejorar y estimular esa
cometadigital.com comunicación no verbal, para optimizar una entrevista de
trabajo, dicen que para rentabilizar nuestro puesto de
mando, etc.
Y yo me pregunto: ¿no debería ser la comunicación no
verbal algo natural? Nos tocamos muy poco. Rehusamos
de acariciarnos, de transmitir calor o frio. El contacto
cada vez es menor. Hay algo que nos lo impide. Incluso
el entorno social no se propicia a este tipo de gestos.
Tampoco es necesario pasarse al otro extremo, fundando
una ONG, cuyo objetivo es ir dando abrazos a todo el
mundo que se nos cruza por el camino. Como anécdota,
no está nada mal, sobre todo para despertar curiosidad
por el tema. Tenemos un terreno extenso en nuestro
entorno más próximo. Aprendamos a rentabilizar esta
comunicación no verbal, no solo con fines de éxito
laboral, sino simplemente para mostrar nuestro afecto y
hacer sentir que a la persona que tenemos cerca, que son
importantes para nosotros y que ocupa un lugar
interesante en nuestra vida. No nos olvidemos de sonreír
y de la mirada tranquilizadora. También estos elementos
deberían hacerse imprescindibles en nuestras prisas
diarias. Recordemos esto: ¡el lenguaje corporal habla
más alto que las palabras! Pero tampoco descuidemos
el lenguaje verbal. Utilicemos la inteligencia para
construir una balanza equilibrada entre un lenguaje verbal
y no verbal. Intentemos enviar siempre señales
corporales positivas, y no nos centremos tanto en el
cometadigital.com análisis exhaustivo del lenguaje no verbal, que hace que a
veces no seamos tan naturales en nuestras expresiones.
No tengamos reparo en acariciar la cabeza de un niño, o
las manos marcadas por tiempo de un anciano. No
escatimemos una mirada tranquilizadora a alguien
angustiado. Intentemos transmitir tranquilidad y armonía.
Al final lo que transmitimos es lo que somos.
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