Aires que inspiran

Transcripción

Aires que inspiran
UNA TORRE PARA VOLAR. ¿Para que nos subimos a las alturas?
El deseo de volar está presente en la humanidad desde hace siglos y ha
persistido hasta nuestros días. Es cierto que el ser humano no esta preparado
para volar por lo que esto provoca en nosotros sensaciones que mezclan muchos
sentimientos encontrados, libertad, inseguridad, vértigo, paz... que pueden ser realmente atractivos. Ver las cosas desde arriba, cambiar el punto de vista desde el
cual contemplamos normalmente el mundo, inevitablemente nos atrae. Con este
deseo de despegarnos del suelo es con el que comenzamos nuestro proyecto.
Nos proponemos transmitir con nuestra arquitectura el deseo de volar como
una metáfora de la necesidad de sentirnos libres, intentamos con nuestro proyecto
lo que otros han conseguido ya con sus obras de arte, como lo hace el director de cine Albert Lamorisse en su película Le Ballon Rouge, que posteriormente
inspira al fotógrafo Laurent Chehere en su colección de casas voladoras con su
visión poética de edificios que gozan de libertad y que el autor hace flotar como
si de cometas se tratasen.
Pensamos en la persona que habitará este espacio, una persona con ansias de libertad, de observar, de paz y soledad que permita encontrarse con ella
misma. Pensamos en un lugar que reúna las necesidades de esta persona que
va a habitar este espacio, un lugar especial en el que los protagonistas sean el
cielo, la tierra, el mar, el aire, el sol y las estrellas, que nos acompañan en esta
historia desde el comienzo conduciéndonos a una idea vinculada al Mediterráneo
y a una arquitectura que más tiene que ver con los sentidos que con la función
y la forma.
De este modo no nos aproximamos a este proyecto de una forma habitual
sino a través de las sensaciones que nos produce una imagen claramente influida por nuestros orígenes y con esto comenzamos a fabricar nuestra experiencia
desde la intuición. Vamos acotando, poniendo nuestras propias reglas y sentimos
que la persona para la que nos vamos a disponer a construir este sueño somos
nosotros mismos y no podemos desvincularnos de la sensación de bienestar que
nos proporciona el mar, el sonido de las olas, el olor a sal, la brisa, el sol y esa
armonía de colores azules y marrones, siempre con el horizonte de fondo, que al
atardecer van tornando en cálidos para finalmente quedar la luz de las estrellas y
la luna.
Poco a poco estas sensaciones se iban materializando en un lugar físico,
un lugar privilegiado del Mediterráneo, las Salinas de San Pedro, un espacio protegido de Murcia, ya poetisas como Carmen Conde se quedaron encantadas por
este lugar mágico y escribió sobre el y su única arquitectura, los Molinos de viento.
Una imagen que provenía de mi propia experiencia vivida, he crecido viendo a diario estos molinos que parecían haber estado siempre ahí como únicos testigos de
la historia, imaginaba que si les devolvieran sus velas y estas recibieran el viento y
giraran, elevarían el molino haciendo que volara como si de uno de esos inventos
de hace siglos se tratara, y me imaginaba a mí al mando del timón de ese molino,
como si fuera el barco del Barón Munchausen o como Ícaro intentando escapar
de la isla de Minos.
Estos molinos se encuentran en el fino cordón de arena que separa el Mar
Menor del Mar Mediterráneo y gracias a su ubicación privilegiada una visión lejana
de estos nos produce la ilusión de que estuvieran flotando sobre el mar, el efecto
que produce su propio reflejo y el del cielo en el mar nos permite decir que se
encuentran por encima y por debajo de las nubes, entre el cielo y la tierra. Un
lugar para siempre testigo de la historia de los salineros de esta zona, un símbolo
efímero para ser habitado por individuos extraños. Torres de aire, captadores de
viento, luz y agua. Construir en el aire pero tocando el suelo con vértigo. La torre
era lo más parecido a una casa soñada.
Los Molinos de velas
Ellos, siempre tres, son tus ángeles costeros.
Los tres grandes molinos que te vuelan,
se arrebatan de sol, giran ebrios de azul,
salobres velas
en las manos del viento que te baña.
Molinos que en el campo son navíos
y que aquí, ya veleros anclados, te aureolan.
¡Cuánto barco en tu pueblo de oleajes,
derramándose el campo en blancos lienzos!
Agua dulce en la tierra de sembrados,
agua y sol en tus límites extremos.
Ellos giran y giran; remos, jarcias,
sin timón -que eres tú-, sobre los cielos.
Carmen Conde.
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En el paraje natural de las salinas de San Pedro (Murcia) encontramos dos molinos como única edificacion
el molino Quintín y el de la Calcetera en el cual vamos
a centrarnos.
Genéricamente serían molinos de viento de vela latina,
que servían para pasar el agua del Mar Menor a la
zona de las charcas de las salinas aprovechando la
fuerza del viento que mueve las velas y a su vez al
sistema rotor que actúa sobre la rueda o noria . Su
año de constucción es de 1924.
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El molino de la Calcetera lo forma una cubierta tronco-cónica llamada chapitel que es
giratroria lo que permite mediante un largo timón orientar el velamen hacia el viento de
la forma más adecuada. Un sistema de engranajes trasladaba el movimiento hasta la
parte inferior del molino, en la que dos norias de tímpano elevaban el agua desde el
mar a a las balsas. El chapitel descansa sobre la plataforma giratoria o telar, estando
compuesto por cuatro vigas principales denominadas madres, con sus vigas laterales o
cabezualos, los cuales se apoyan con deslizamiento sobre un rail de madera engarzado
a la coronación del muro.
La intervención consistirá por un lado en devolver al molino a su estado
original restaurando todos los elementos mecánicos del molino mejorando
algunos materiales y técnicas de restauración, reparar los forjados existentes y disponer de escaleras que nos permitan acceder a estos e introducir una plataforma mirador en el chapitel giratorio que vuelque al mar
y nos permita tener vistas de todo el conjunto desde todos los puntos.
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1. Muro de mampostería
2. Chapitel
3. Botalón
4. Plalo Guíaº
5. Palos
6. Eje Vertical
7. Rueda del aire
8. Linterna grande
9. Linterna pequeña
10. Rueda del infierno
11. Eje horizontal
12. Tímpanos
13. Piedra fuéllega
14. Piedra rabote
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Planta baja
Planta +1
Planta +2
Planta
cubierta
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volar
libertad
“Tu no necesitaste fe para volar, lo que necesitaste fue comprender lo que era el vuelo” Juan Salvador Gaviota.
reflejo
aire
sol
mar
paz
vertigo
sueño
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