repetición - La Docta Ignorancia

Transcripción

repetición - La Docta Ignorancia
La Docta Ignorancia
PSICOANÁLISIS - LETRAS - FILOSOFÍA
NOVIEMBRE 2010 - Año 2 - Nro 4
$10
repetición
EscribEn:
Yafar
Assaneo
Acea
Martino
Gaspar
Fua Púppulo
Falcón
*
DOSSIER
CLÍNICO
Vassallo
»Editorial
La Docta
Ignorancia
nº 4: Repetición
A Beatriz Gené In Memoriam
Con satisfacción presentamos un nuevo número de La Docta, producto
de un gran esfuerzo del equipo editorial, de diseño y fotografía que,
guiados por el deseo, ha resistido e insistido para lograr mantener en
circulación una revista de la cual nos sentimos orgullosos.
Nuevamente agradecemos a quienes han participado con sus trabajos,
y en esta ocasión, seguimos proponiendo nuevas secciones como
“Ensayos”, y anunciando las que se incorporarán próximamente:
“Arte y Psicoanálisis”, “Psicoanálisis y Subjetividad”, “Topología” y
“Traducciones”.
Para este número la propuesta pasa por La Repetición.
La repetición es un concepto que ha sido abordado en más de una
ocasión desde el psicoanálisis y las letras, y que la filosofía desde sus
orígenes ha tratado. Un concepto que se resiste a ser definido y que en
cada época del pensamiento ha mostrado aristas y caminos nuevos.
La repetición insiste de forma “demoníaca”, sumando no solo en su
hechizo al hombre sino también a las cosas. La materia, la psique,
la literatura, e incluso lo que no ha advenido, parece esclavo de la
repetición.
Como una fuerza imposible, inevitable, hace sentir su poder.
Invitamos a los lectores a compartir sus opiniones y sugerencias, para
que no nos quedemos en un simple ejercicio de recordar o repetir, sino
que podamos continuar el recorrido hasta una reelaboración, tarea que
solo es posible con un otro.
Daniel Acea
Juan Corbetta
Jorge Curcio
∙s t a f f ∙
EditorEs: Daniel Acea, Juan Corbetta, Jorge Curcio ∙ ConstruCCion: Daniel Acea, Juan Corbetta y Jorge Curcio
LitEratura: Beatriz Gene, Luciana Espinosa ∙ FotograFia: Leila Simone [email protected] , Cecilia Gardos Carro
[email protected] ∙ disEño graFiCo: Cecilia Lombardo [email protected] ∙ rEvision y CorrECCion dE
EstiLo: Luciana Espinosa [email protected] ∙ susCripCionEs: [email protected] ∙ ComErCiaLizaCion: 46375079-1568707789 [email protected] ∙ CoLaboraron En EstE númEro: Raúl Yafar, Luis María
Assaneo, Daniel Acea, Alejandro Martino, Claudia Gaspar, Violaine Fua Púppulo, Viviana Falcón, María Marta Depalma
Esta EdiCión inCLuyE:EL BARCO EBRIO (poesías) y DOSSIER CLINICO: Viviana B. Vassallo ∙ domiCiLio LEgaL:
Baldomero Fernández Moreno 3678 Dto.3 (1407) CABA.
LA DOCtA IGNORANCIA no se responsabiliza por las opiniones vertidas por los autores de las notas firmadas, así como tampoco por la calidad y cantidad del contenido de publicidades que es
responsabilidad exclusiva de los respectivos anunciantes. Se prohíbe la reproducción total o parcial en cualquier medio, sin autorización. Registro de la Propiedad Intelectual en trámite.
∙La Docta Ignorancia∙
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4
∙s u m a r i o ∙
Editorial
Lo siniestro y los fantasmas
neuróticos (en la clínica
de la repetición).
Raúl A. Yafar
»8
Recordar repetir renegar.
Luis Maria Assaneo
10
La repetición en el
séptimo arte: “Hace un
año en Marienbad”
de Alain Resnais.
Repetición, pérdida e
invención en Marienbad.
Daniel Acea
12
Escribir lo ilegible:
pasos de una espera.
Claudia Gaspar
15
Una muerte necesaria.
Violaine Fua Púppullo
18
La repetición, un hecho
de estructura.
Viviana Falcón
20
Música y repetición.
Cinco pequeños
fragmentos.
Alejandro Martino
21
El barco ebrio
Poesías
Dossier Clínico
Otra mirada
Viviana B Vassallo
4
∙La Docta Ignorancia∙
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LO siniEsTrO Y
LOs FAnTAsMAs
nEUrÓTicOs
(en la clínica de la
repetición)
por Raúl A . Y a fa r
[email protected]
»
En la clínica psicoanalítica hay un momento inconfundible. Es el clima
amenazante de la repetición que Freud ubica “más allá” del principio del placer. Es
el instante donde lo siniestro se despliega según dos modos: por fuera del análisis
en las llamadas “neurosis de destino” y durante las sesiones en los momentos más
resistenciales de la transferencia. Freud la califica de repetición “demoníaca”.
Esa es la zona más opaca del psicoanálisis. Se da en ella la siguiente paradoja:
desde el punto de vista de la práctica cotidiana, es decir, del trabajo que hacemos
día a día, tiene una importancia tremenda. Pero, por el contrario, desde el punto de
vista estrictamente teórico-clínico no termina de encontrar una articulación lo
suficientemente precisa, sino que se dispersa en variantes que parecen no relacionarse
entre sí. Nuestro intento es dar una vuelta más sobre esa opacidad, arrojando un
rayo de luz al menos intermitente. Pero bien espeso... y especificante.
La vamos a nombrar, por lo menos en este breve texto, como apremiofantasmático-neurótico-repetitivo o, acuñando un término que me gusta --- y dada la
característica actuada que la alimenta ----, área del deseo escenográfico.
Hemos aprendido de la experiencia que el analizante ha asociado y asociado,
pero llega un momento en el que ya no rememora más. El saber tiene entonces
sus límites. Hasta ese momento el saber surgente había producido una sensación
de logro, reinaba una sensación de expansión y crecimiento, debida al tiempo
positivo de trabajo. Este clima Freud lo resalta muy bien, inclusive llega a decir
que cuando hay un importante retoño inconciente y aparece el nuevo material, el
atmósfera de ganancia es tal que parecería que todo es posible. Hablamos entonces
de transferencia positiva: ese amor por las palabras que une a dos parlantes durante
el breve espacio de las sesiones. La atmósfera amorosa es decididamente tangible a
los fines del trabajo.
Pero tarde o temprano se produce otra pérdida y éste clima finaliza. Lo
primero a destacar es esta suspensión no es como la que acabamos de describir
anteriormente. No es la repetición de esa primera ausencia de un significante que
causa la producción de ese saber tan especial, tan novedoso y transformador a los
fines de la reconstrucción histórica del analizante. No es el discurso fracturado
que había permitido inicialmente que se produzca un saber. Ahora los disparos
asociativos de esa fractura han terminado. Ni esquirlas quedan. Esta encrucijada,
ínsita en el movimiento generativo del pulso inconciente, este final de la secuencia
discursiva, es una debacle que se produce cuando el saber se agota.
Este es el tema de aquellos sueños en los que Freud reflexiona y dice que existe
lo que denomina el ombligo del material, vórtice que se pierde en lo incognoscible.
Recordemos esa descripción esquemática, pero muy fecunda, cuando dice que
ha partir de un punto-falla inicial se produce una especie de dibujo radiado de
múltiples vectores que se abren desplegando la asociación libre, pero que después
de esa apertura, llega un clímax en que todo comienza a contraerse. Allí se ha de
precipitar un vacío de asociación.
Algunas características muy sutiles que he podido colegir y me gustaría destacar
sobre el clima que acompaña estas situaciones serán ahora el centro de este texto:
1) Cuando Freud en 1920 pretende confirmar la
existencia de un más allá del principio del placer, de un
principio que motorizaría lo más siniestro del psiquismo,
presenta todas sus dudas, avanza por momentos y retrocede
en otros. Inicialmente descarta el principio de realidad, luego
el juego de los niños, y así sucesivamente. Va mostrándose
no convencido del todo en cuanto a ese más allá repetitivo.
Sólo consigue aseverar, como dijimos, su indudable existencia ---y a partir de allí concibe la teoría de la pulsión de muerte
---- mediante dos temas conexos, que son: la repetición
demoníaca fuera del análisis, lo que llamamos “neurosis de
destino” y la repetición demoníaca dentro del análisis, es
decir, la transferencia como resistencia.
2) Vayamos al segundo caso, que es el que nos interesa.
Cuando ante la mudez del analizante Freud piensa que ésta
es transferencial, destaquenos que no se trataría de cualquier
silencio, sino uno muy especial. Es un clima muy rarificado el
que se presenta cuando hay una transferencia negativa. Pero
hay una atmósfera de amenaza también. Algo “ominoso”
estaría por precipitarse: siempre hay una tensión de alerta
previa, que un analista debería, en cierto sentido, poder leer
y anticipar.
3) Sabemos que la Estética Trascendental de Kant tiene
que ver con las coordenadas espacio-temporales. El espacio
y tiempo son aquellas coordenadas con las que se constituye
el imaginario humano, en el momento de la institución
del Estadio del Espejo. Podemos decir que en el área de la
repetición se produce una especie de dislocación post-kantiana
del espacio y del tiempo. Veamos esto más en detalle.
4) Parecería que todo se concentrase y transfigurase allí
mismo, pero también que se acelerase y desacelerase en la
breve puntualidad de ese momento. Como si el espacio y
el tiempo penetrasen en un embudo que, crecientemente
“resistencial”, parece empezar a girar en un punto mudo,
vórtice al que todo conduce, aspirante-impelente, doble
imagen de lo centrípeto y centrífugo al mismo tiempo.
Aunque “todo” va hacia allí, el efecto es de que “nada” es
posible en los intentos para evitar lo que se avecina. Acontece
algo indisoluble, totalizado, único, y eso mismo, dejando
claro…. que es una casi nada, que es algo inaprensible.
5) Supongamos esta secuencia: el analizante ha introducido en su discurso varios sueños, asoció extensamente en
relación a ellos, ha habido un importante clima de hallazgo,
pero al final de ese lapso de producción rica y sostenida…
se calla, se angustia, no sabe cómo seguir y en la puerta del
consultorio, al despedirse de su analista emerge un nítido
tema transferencial, cualesquiera, por ejemplo, algo en
relación a los honorarios, a los horarios, a las vacaciones,
cualquier detalle que incordiosamente deja ese regusto, esa
sensación tan típica que los analistas relatan infinidad de
veces en las supervisiones y que se resume en un… “¡qué
momento molesto!”.
6) Hay algo sobrante, estorbante, pero que se acompaña
al mismo tiempo de la sensación de que allí se juegan
muchas cosas importantes en relación al análisis y que éstas
dependen de lo que el analista conteste. Puede ser que haya
habido muchas sesiones ricas en producción de saber, pero
parecería que todo ha terminado en ese efecto-embudo,
donde en una ligera “pregunta” se condensa dislocada y
alocadamente algo que se avecina, que se precipita con un
aura previa, algo que anuncia que está por sobrevenir algo
especialmente “espeso”.
7) Todo el contenido represantivo-asociativo, todo el
trabajo significativo va a condensarse allí y en un segundo. Al
mismo tiempo descriptivamente parece no tener importancia:
es un detalle, una tontería, algo efímero y lateral. Podemos
decir que no pasa casi nada o que pasa muchísimo en esos momentos.
Porque en esa pregunta que el analizante hace, se juega
todo el mundo de la transferencia y de la repetición, de la
relación de ese sujeto al fantasma que gobierna su mundo, pero
no como un saber dialectizado, lleno de asociaciones, pleno
de la combinatoria que funciona en base a condensaciones
y desplazamientos, sino como un punto opaco, ominoso y
densificado que, de pronto, se le/nos viene encima.
8) Todo el análisis ha ido a parar ahí, concentrado en
un espacio, en un segundo de detención eternizada, hasta
∙La Docta Ignorancia∙
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»
Raúl A. Yafar / Lo siniestro y los fantasmas neuróticos (en la clínica de la repetición)
que un instante después aparece la urgencia de “disparar”
centrífugamente hacia la actuación, se lanza el resorte del
fantasma, se enciende la repetición, nadie sabe qué pasa,
pero cuando quieren darse cuenta... era tarde. Todo se
detiene y concentra en un segundo y después se desencadena
totalmente. El silencio insoportable lo ha augurado, lo
invisible ahora más pleno de relieves…. ha acontecido.
9) El analista ha convocado a los demonios freudianos,
no ha cedido y ha seguido a Virgilio en su llamado y ahora se
enfrenta a lo que convocó. Ha sentido que algo se aproxima,
ha intuido lo que le aguarda, mientras que analizante
contempla una vez más aquello que detesta tanto como le
fascina, que espera dominar, pero que habrá de dominarle,
que espera jugar aunque será jugado por ello sin piedad. Y
ambos mantienen un saber difuso, en suspenso, sobre lo
que ha de acontecer, suponiendo ---- como el escorpión le
asegura a la rana en el conocido relato ----, que esta vez el
paternizante principio de realidad habrá de dominar sobre la
pulsión de muerte, sobre la repetición, hasta que tenga que
confesarse ---- como le confiesa el alacrán al batracio ---- que
“una vez más no ha podido evitarlo”.
10) Implicados extimamente padecerán --- y la sensación
es que escapar es imposible ----- la angustia que porta lo
siniestro, la pesadilla más conocida e irreparable, el suspenso
que se precipita en una cascada de dolor y sufrimientos
conocidos. Mas no por ello evitables, pues la experiencia,
el aprendizaje no cuentan.Esto no puede ser aislado sin
una maniobra muy específica, ya que ese punto opaco, que
parecería no poder ser separado, “tiene” al sujeto.
11) Tras la anulación de la temporalidad del “habrá
sido”, en la certeza anticipada de ese instante, de golpe se
da...la ESCENA. Pues lo que se desencadena siempre es muy
escenográfico, es una vieja acción repetida. A veces se dice que
la rememoración transcurre en la juntura de lo imaginario de
lo simbólico, pues bien, esta ESCENA es parte de lo real de
lo imaginario.
12) Hay diversas comparaciones posibles que mentan de
esto:
1) La escena demorada una y otra vez, que se ve en
muchos relatos literarios, de la presunta aparición del
doble siniestro.
2) “Esa calma rara que precede a las tormentas”
3) Las diversas recordaciones populares de estos
encuentros: aquel/la que, ésa vez, nos hizo sentir que
se avecinaba “la de terror”.
4) La mención de que cada cual tiene su “escena tan
temida”, precisamente por lo harto supuesta.
5) El mito de la apertura de la Caja de Pandora o el
relato del Aprendiz de Brujo, etc.
6) La idea del “cazador...que termina cazado”.
13) ¿Qué quiere decir esto? Sabemos que cuando hay
una asociación, o sea significantes, al analizante al asociar
se le van ocurriendo escenas. El dice “lo vi en análisis”, es
decir, mientras asocia (simbólicamente) se le van ocurriendo
(imaginariamente) escenas. O sea que las palabras tienen un
efecto imaginario inevitable. Pero en el área de la repetición
ya no hay palabras, o podemos decir que las mismas han
perdido ese valor de crear efectos de sentido. Lo que sí hay
es imagen purificada y un acting-out en transferencia que
es predominantemente escenográfico. Ya no hay escenas (en
plural y con minúscula), sino que LA ESCENA acontece.
14) El clima en general, entonces, tiene que ver con lo
“siniestro”, con el suspenso, pues en estos momentos todo
parece ir a parar ahí, se detiene y se desencadena, en un
auténtico homenaje a las películas de paisaje “hickocktiano”.
Porque entonces la sensación verídica es que en el área de la
6
∙La Docta Ignorancia∙
repetición acaece la certeza de la inminencia del desastre, de
que los “demonios” están ahí por presentarse, se desencadenan
poderes que después no se sabrá cómo tramitar. El aprendiz
de brujo del inconciente, el demiurgo psicoanalítico se
termina sintiendo en problemas ----- por esto decíamos que
la descripción se corrobora especialmente en el relato de los
supervisados ----.
15) Desencadenar la rememoración fue más sencillo y
hablamos de una carencia simbólica en esa área de entrada en
análisis que es productiva. Lacan dice que la interpretación
está a medio camino entre el enigma y la cita ---- seminario
17° ----. El enigma es saber que hubo una enunciación
pero no cual fue el enunciado. En esta área opaca, no hay
propiamente enigma. Una cita es un enunciado que pone en
suspenso cuándo y de qué modo se hizo la enunciación. Pero
aquí tampoco hay una cita. Ni enigma ni cita, entonces, sólo
demonios silenciosos.
16) La otra cuestión, que es arquetípica de la angustia, es
que si bien se quiere escapar de esto lo más pronto posible,
y que lo que ocurre se ha “difundido” entre analizante y
analista, interpenetrándolos uno con el otro en un escenario
único, cuando uno se sitúa en esta área opaca existe también
la certeza de que la implicación es tal... que no se puede escapar.
El obsesivo puede decir de un lapsus que éste no le concierne, pero si está tomado por algún fenómeno repetitivo
en su vida amorosa ---- al estilo degradación amorosa o
“elección especial de objeto” ----, ese neurótico seguramente
“está metido hasta la cabeza”: es el famoso enamoramiento
pasional e hipersufriente del obsesivo.
17) Así como en el área de la rememoración está el
efecto-$, el operador teórico para hablar de este instante es el
objeto “a”. Pero, ¿qué dice Lacan del objeto “a”? Es un objeto
que desea, y es el doliente sujeto el que está tomado por él.
O sea, no se trata de un fenómeno donde un sujeto anhela
un significante, suponiendo un saber, sino que cuando llega
al área de la repetición, el objeto lo devora, pasivizando al
sujeto, víctima de algo que no puede definir subjetivamente.
No hay Otro-sujeto en esos momentos.
18) O sea que el sujeto deja de tener este sentimiento de
actor, de protagonista que busca y rebusca un supuesto objeto,
búsqueda de significar ese objeto mediante un saber. Pues
bien, eso se ha perdido y en la siniestra repetición, el objeto
reina, impera sobre la escena y el sujeto es una especie de juguete:
no es el que juega a los dados-significantes, como en el área
precedente, sino que es “jugado” como una bolilla, una
perinola, un as marcado que no conoce su signo.
19) Resumiendo, lo que constatamos como mudez de la
transferencia es la certeza anticipada de un instante, brevísimo,
antes de que la ESCENA se desate. Tras éste, entonces, hay
un desencadenamiento que se precipita de un golpe. Y una vez
que esa imaginarería se desenfrenó el sujeto es arrancado de
sí mismo ineluctablemente.
20) Entender la importancia de este tema en relación al
“malestar en la Cultura” lo lleva a Lacan, en el Seminario
de la Etica, a definirlo como la “arista dura” de Freud. Su
relación al malestar es obvia: el sufrimiento que se produce
es mucho mayor, el sujeto está mucho más tomado que por
el olvido de una palabra. Lacan llega a decir, entonces, en
ese Seminario, que el malestar neurótico se podría reducir
a esto. Nosotros, de algún modo, podríamos completar la
idea diciendo que las formaciones del inconciente ya son
parte simbolizada de la cultura, perfectamente asimilables al
estudio al que ella las somete, es decir, cuando las encuadra
en todo tipo de investigación de conocimiento. En cambio,
la repetición siniestra… siempre será opaca, irreductible y
demoledora. Sólo produce consternación y silencio.
JUAN MANUEL
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rEcOrDAr,
rEPETir Y
rEnEGAr
- Algunas consideraciones
sobre la globalización
y la subjetividad de la
época, y su incidencia
sobre la particularidad del
discurso, el deseo y el goce
y los interrogantes que nos
plantean-.
p or Lic . Lu is M aría Assaneo
[email protected]
»
Me voy a servir, entre otras cosas, de parte de un título
de un escrito del genio de Freiberg, para abordar el presente
trabajo. No es novedoso que exponga que en la solitaria
escucha de nuestros consultorios hayamos advertido que
últimamente el discurso de muchos de nuestros analizantes
presenta algunas particularidades que nos propone una
pericia auditiva diferente. Me refiero a ese tipo de discurso
de tránsito monótono, reiterativo, sin creatividad, sin
sorpresa, sin quiebres, sin lapsus, sin núcleos de angustia y
con muy poca o nula implicación en la trama. Discurso que
remite en su generalidad a hechos actuales con una llamativa
incapacidad de historización y a una extrema pobreza
relacional. Y por supuesto este discurso no es independiente
del contexto histórico en el que se produce y en el cual todos
estamos implicados. Contexto histórico que hemos dado en
llamar “época de la globalización”. Y que también presenta
algunas particularidades. Es una época en la que asistimos
azorados a los fantásticos avances y logros de la ciencia y
la técnica, como nunca antes había sucedido, dando origen
a un proceso cultural al que he decidido llamar “período
obsceno”.
En los últimos tiempos el asombroso progreso de la
tecnología y la optimización de los medios de producción
han proporcionado a una parte de la población mundial
un confort y un lujo antes inimaginables. No es objeto
de esta exposición el análisis de las condiciones en que se
encuentra “la otra parte” de la población mundial, “el resto”
de aquella.
Decía que en la progresión de estos fantásticos avances
hasta hemos descifrado el genoma humano y muchísimas
otras cosas que sería prácticamente imposible de enumerar.
Pero no todo lo que reluce es oro, y más allá de los aspectos
incuestionablemente positivos, existen otros dramáticamente
negativos. Sobre estos últimos ofrece testimonio la literatura
con obras maravillosas que en forma anticipatoria nos
advertían de sus consecuencias. Tal es el caso de O. Wilde
en su “Retrato de Dorian Grey”, G. Orwell en su “1894”, y
fundamentalmente A. Huxley con “Un mundo feliz”, entre
otras. Pero también en nuestro campo encontramos aportes
de profunda valía. Freud concluía: “El hombre anhela para
sí el poderío, el éxito y la riqueza y menosprecia los valores
genuinos que la vida ofrece... aspiran a la felicidad, quieren
llegar a ser felices, no quieren dejar de serlo (aquí felicidad
remite a experimentar intensas sensaciones placenteras).
Pero la supremacía de la naturaleza, la caducidad
de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de nuestros
medios para regular las relaciones entre los hombres en la
familia, el estado y la sociedad atentan contra ello. Hay tres
modos de hacer la vida más soportable: las distracciones
poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria,
8
∙La Docta Ignorancia∙
satisfacciones sustitutivas que la reducen y los narcóticos
que nos tornan insensible a ella.” Entonces me pregunto: ¿la
sociedad globalizada no se habrá servido de esto al pié de
la letra especializándose minuciosamente en el logro de esas
propuestas?. Veamos.
Los medios de comunicación han tenido un desarrollo tan
impresionante y tan generalizado que decimos vivir en la era
de las comunicaciones, en la que la imagen, incuestionable
y perfecta, se regodea en su reinado indiscutible. Son sin
embargo estos mismos medios, los que nos ponen en contacto
casi en forma cotidiana con los hechos que produjeron la
desaparición de civilizaciones enteras, las calamidades de
las conflagraciones mundiales, las revoluciones, los golpes
militares y otros tipos de tragedias de las sociedades humanas.
¡Si hoy hasta la guerra y sus horrores llega en directo a nuestros
hogares! “Entre los caracteres psicológicos de la cultura,
dos parecen ser los mas importantes: el fortalecimiento del
intelecto que comienza a dominar la vida pulsional y la
interiorización de las tendencias agresivas...ahora bien, las
actitudes psíquicas que nos han sido impuestas por el proceso
de la cultura son negados por la guerra en la más violenta
forma.” (S. Freud: “El por qué de la guerra”)
Constatación de repeticiones que insistentemente
actualizamos a modo de recuerdo, pero que sin embargo
no llegamos a elaborar. Si la repetición siempre conlleva
un encuentro y un fracaso y tiene dos caras; la una real:
compulsiva, demoníaca, enmarcada en el eterno retorno
de lo idéntico; y otra simbólica: producto de su propia
insuficiencia, que permite la emergencia de lo diferente, la
sorpresa, la creación, ¿no es entonces en falencias de esta faz,
en la que se podría ubicar el discurso de nuestros analizantes?
Por otra parte, los “reality shows” han llegado a convertir
nuestra intimidad en una absurda bufa. La privacidad ha sido
proscripta. Se nos presenta el logro, el mérito de una sociedad
sin fronteras.
¿Pero no se ha transformado en una sociedad sin velos
en la que se han derrumbado los “diques”?. En estos tiempos
que corren y a partir, satélites mediante, de la utilización
de internet, los celulares, el chat y los mensajes de texto, la
posibilidad de ponernos en contacto “on line” prácticamente
no encuentra obstáculos, ni de tiempo ni de distancia. La
web se encuentra saturada de palabras y de imágenes. Esto,
paradójicamente, no significa que estemos comunicándonos.
Ni que ello facilite el modo de hacerlo, pues nos consta que
una gran cantidad de seres parlantes sufre de graves y diversas
formas de a-dicciones. Aun así, a lo que se propende y queda
de manifiesto es que todo es comunicable. Que puede decirse
todo, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, sin
fisuras. Rige la premisa de la solidificación institucionalizada
de significante y significado, en la que todo es posible de
transformar en signo. No hay lugar para el mal entendido.
La palabra, en tanto “magia atenuada”, ha perdido todo
su valor. El sujeto ya no es lo que un significante representa
para otro significante. Si bien la metáfora paterna siempre
es fallida, hoy se encuentra en estado crítico. El Nombre del
Padre, como aquello que divide al otro entre lo que es y lo
que le falta, dispositivo fundante destinado a introducir y
sostener el sin sentido, se encuentra devaluado, acorralado
por el discurso de la ciencia empeñada en suturar la falla
estructural de los habitantes del universo del lenguaje.
¿Esto no particulariza un tipo de discurso?. Entiendo que
en estos momentos históricos, el narcisismo de las pequeñas
diferencias se ha desplegado hasta límites insospechados, y
ya que lo que se hace verdaderamente insoportable es que
el otro tenga otra forma de gozar, se sostiene que todos
debemos gozar de lo mismo, generando y promoviendo de
esta forma la igualdad y uniformidad de los individuos. “El
monopolio del ideal”, germen de la violencia y dominio de
la pulsión de muerte.
Una comunidad en la que somos todos semejantes y en
la cuál, identificados especularmente, no se ha segregado el
goce del cuerpo, existen serias dificultades para constituir
formaciones sintomáticas y se evidencia proclividad al pasaje
al acto, ya sea criminal o suicida. Comunidad de individuos
masificados en la que al decir de Freud, se sacrifica el interés
personal en aras del interés colectivo, primitivizándose,
retornando a la barbarie, manifestándose impulsiva, versátil
e irritable. Comunidad donde no se tolera aplazamiento
alguno, en la que la noción de imposible no existe, y donde
no se conocen dudas ni incertidumbres.
¿Podemos hacer de ello una lectura de estructura
endogámica? ¿Acaso, no es esto obsceno? La ficción de
Frankenstein casi se ha transformado en realidad. Hoy
podemos hacer de nuestro cuerpo un artículo de moda,
figura de escaparate. Podemos quitar partes de allí, agregar
algunas por allá, transplantar otras. Hasta nos es posible
renegar de la diferencia sexual anatómica y podemos
cambiar de sexo. También, como todos sabemos, podemos
ser padres sin necesidad de madres, o podemos ser madres
sin necesidad de padres. Aquel latiguillo de “encargar un
hijo” que utilizaban nuestros padres o nuestros abuelos,
parece haberse realizado en toda su dimensión.
El “delivery” no tiene límites!!!. “Para que algo tenga
sentido hace falta que se plantee como normal” sostenía
Lacan. Vuelvo a preguntarme: ¿no es esto obsceno? ¿Qué tipo
de discurso produce? Comparto plenamente que el sistema
global no funda comunidades sino centros comerciales, que
no produce ciudadanos sino consumidores. Y así, en tal
contexto, lo que regula la vida de sus integrantes está en el
orden de la Ética de los Bienes, en la cual prima el deseo de
reconocimiento a expensas del reconocimiento del deseo.
Pero parafraseando a Lacan la relación “no ser sin tener, no
quiere decir que se sepa de que objeto se trata”. Si el objeto
como causa del deseo, efecto de la estructura, se encuentra
por detrás de éste; la ilusión generalizada de la economía de
mercado ¿no intenta invertir esta polaridad?.
Vivimos hoy un mundo caracterizado y afectado por la
caída de los ideales. Ya no son estos los que guían los modos
de vida de los sujetos. Y lo que impulsa toda actividad
humana está bajo la tutela del superyo de la estimulación
extrema y la abolición de todo tipo de regulación.
Comandado por el imperio de lo imaginario y la plenitud
de sentido el sujeto solo persigue su goce, y el sistema le
ofrece y le propone las formas y los objetos. Todo listo,
todo armado, todo está resuelto de antemano en soluciones
“combificadas”, y lo que se ofrece es un inmenso menú de
posibilidades preestablecidas dentro de las cuales uno puede
seleccionar, pero en realidad no puede elegir. Nada hay para
desear por fuera de lo que se ofrece. Lo artesanal, implicado
en todos los campos de la actividad humana, es un concepto
prácticamente impensado, casi imposible, coartando de esta
forma la sublimación como uno de los posibles destinos
de la pulsión. Pulsión que minorizada en su componente
erótico y exacerbada en el mortífero tiende a la repetición
de un placer de otro orden que el sexual, pero más directo.
“Satisfacción ya”, tour pulsional que se puede contratar en
agencias de viaje. Y dado que la pulsión al dar con su objeto
descubre que no es así como se satisface, genera y alimenta
el mecanismo de producción incesante de nuevos objetos.
El falo no está constituido como ese monumento que
conmemora la presencia de una ausencia, no es reserva
operatoria a disposición del sujeto. Ya no ejerce la función
de incorporar al goce, en tanto la realización de la falta, al
campo del significante. El falo positivizado, fetichizado,
siempre está allí, para evitar la emergencia de la angustia,
para aumentar el goce irrestricto. Cito a Lacan: “El perverso
no sabe al servicio de qué goce se ejerce su actividad. No
es en todos los casos al servicio del propio”... ¿Cuando
una sociedad manifiesta una compulsión imperiosa a
experimentar nuevas sensaciones, sensaciones extremas,
aquellas que exceden como plus de goce, no constituye
una evidencia insoslayable y una seria advertencia sobre el
estado de salud del deseo?
Época de la globalización, entonces, en la que
sintetizando, todo parece estar al alcance de la mano en el
momento que uno lo decida. Todo se puede hacer, todo se
puede decir, todo se puede mostrar. Todo es posible. Dios
ha muerto, viva “la cosa”. Lo cierto es que hoy, con nuestros
recuerdos, repeticiones y renegaciones, gustosos, a disgusto
o indiferentes, todos transitamos por las calles de esta aldea
global. Aldea global en la que entre otras cosas, el amor falta
permanentemente a la cita.
∙La Docta Ignorancia∙
9
»
»
La Repetición en el séptimo Arte:
Hace un año en Marienbad de Alan Resnais
repetición,
pérdida
e invención
en Marienbad
p or L i c. Da ni el A cea
Lic. en Psicología. Psicoanalista.
»
Hace un año en Marienbad (L´année derniere a Marienbad)
representa una de las obras cumbre de Alain Resnais, quien
en sus inicios como realizador cinematográfico, se vio
impulsado a trazar este film sobre la memoria, la repetición y
la persuasión.
En este film ambientado en una lúgubre, lujosa y antigua
mansión barroca, con “habitaciones silenciosas, donde
las pisadas son absorbidas por alfombras tan espesas, tan
gruesas, que uno no oye ni sus propios pasos”, Resnais juega
con esos pasos sordos, que dejan marcas borrosas y difusas,
para recrear una historia en la cual un hombre se acerca a
una mujer e intenta persuadirla de que se conocieron hace
un año en Marienbad, se amaron, y juraron volver a verse un
año mas tarde para huir juntos. Ella refiere no recordar nada,
a lo cual él insiste y comienza a rememorar como aconteció
–según él– ese encuentro: en los jardines de Frederiksbad,
ella se encontraba posada sobre una balaustrada de piedra,
él se acercó sigilosamente y comenzaron a hablar sobre
una escultura de una pareja clásica que se encontraba junto
a ellos; empezaron a conjeturar acerca de la historia de la
petrificada pareja: de sus nombres, de lo que percibían, de
sus miedos.
Obra ubicada entre Hiroshima Mon Amour –donde tras
la relación apasionada entre dos desconocidos, emergen los
significantes de un tortuoso recuerdo amoroso–, y Muriel
–donde una cinta sobre los abusos de la intervención
francesa en la guerra de Argelia es el enlace a las huellas casi
imperceptibles de un pasado siniestro y angustiante–, Hace
un año en Marienbad se sitúa en un tiempo de eterno presente,
10
∙La Docta Ignorancia∙
donde la memoria, lejos de constituir un estrato ordenado
y cuantificable, es memoria enlazada al deseo, memoria que
se reversiona, se reinventa, una y otra vez. El film de Resnais
pareciera retomar el camino de los sueños en análisis, donde
importa más la transmisión que el propio recuerdo.
Lo curioso es que el espectador ve repetirse a lo largo del
film el primer encuentro entre los protagonistas, ve retornar
este relato –así como otros– pero con diferentes matices.
Las palabras se repiten, mientras que las imágenes siempre
modulan una diferencia: en una ocasión, el recuerdo es de
ellos bajo la luz del sol junto a la escultura en los jardines
de Frederiksbad, en otro es dentro de la mansión junto a
un cuadro de los jardines de Frederiksbad, en otro es en un
recóndito pasillo oscuro de la mansión.
En los relatos del mítico primer encuentro de la pareja,
lo que se figura como una rememoración, denota el retorno
de los signos; mientras que los matices diferentes con los
que el espectador tropieza en este encuentro, no hacen más
que inscribir la diferencia y, consecuentemente, la pérdida
del mismo.
El film avanza por los recargados pasillos de la mansión
barroca, y la confusión acerca de dicho encuentro, se
acrecienta progresivamente en este recorrido.
De esta manera, si el espectador abraza la idea de
que el encuentro en Marienbad se efectuó y sucumbió al
olvido por parte de la protagonista, la cara simbólica de la
insistencia significante emerge, donde el significante se abre
a la repetición; como también la cara real de la irrupción
de un encuentro con lo inesperado, donde algo nuevo
emerge, establece una diferencia –y marca una pérdida–
con respecto a lo que se repite. De esta manera, Hace un
año en Marienbad enseña dos caras de la repetición, la cual
se sitúa entre el desplazamiento, el automaton de la cadena
significante al servicio del principio de placer, al servicio
del goce petrificado de lo reprimido, y la tyche, como esa
compulsión mas allá del principio del placer, que actualiza
algo nuevo.
Estas dos caras, estos significantes de lo simbólico y estos
retazos de lo real, retornan en el juego constante que Resnais
realiza con planos “estáticos”, con figuras inmóviles en esta
obra. De esta forma, nos encontramos con la escultura
clásica de la pareja, mediante la cual los protagonistas del
film “asocian libremente”, dan palabra a sus temores y
fantasías; escultura que, como toda representación de una
era del hombre, se sitúa como un eslabón en la cadena
de significantes que conforman la historización social.
Simultáneamente, Resnais construye escenas donde los
personajes se encuentran inmóviles; el espectador puede
percibir que el ojo de la cámara no se ha detenido: la cámara
sigue grabando pero los personajes se hallan petrificados.
Tal como los tableaux vivants1, Resnais representa el dolor
de un cuerpo vivo inmovilizado, para luego devolverle su
movimiento; cuerpo que expresa la dualidad de hallarse
amortecido por la colonización simbólica y, a su vez,
portador de un goce irrepresentable que persiste mas allá de
lo simbólico.
A su vez, así como con sus primeras pacientes histéricas,
Freud pasa del “trauma por abuso sexual” al “ya no creo en
mi neurótica”2, el espectador puede pasar del “hace un año
en Marienbad” al “¿Existió tal encuentro en Marienbad?”.
La brecha que prosigue a la convicción de que tal encuentro
no existió efectivamente, sugiere que, tal como las fantasías
histéricas de aquellas pacientes de Freud, es el quantum de
energía sexual que no puede ser cualificado –en términos de
Freud–, la irrupción de goce –en términos de Lacan– lo que
opera como motor de las escenas que relata el protagonista
del film. En esta vertiente, la repetición se sitúa como
elemento de escritura que conmemora la irrupción de goce.
Resnais y su obra dejan vislumbrar como la repetición
no solo actúa como fenómeno de estructura, construyendo
la marca de la diferencia y de la pérdida de aquello que se
repite, sino que enseña también su carácter inventivo, en
tanto, en el “retorno al recuerdo”, este es creado y recreado.
Práctica que se inicia en algunos círculos aristocráticos del siglo XVIII, que
consistía en representar escenas memorables de la historia socio-política o la
literatura, mediante personas que permanecían inmóviles sobre un escenario.
En la actualidad, como representante de esta tradición de tableaux vivant (cuadro
viviente), puede ubicarse en calles peatonales o plazas, al comediante que permanece
inmóvil y, solo se mueve (realizando una reverencia), cuando le entregan dinero.
2
Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo I. Amorrortu Editores, pág. 301
1
∙La Docta Ignorancia∙
11
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Ensayo
Escribir
LO
iLEGibLE:
PAsOs DE UnA EsPErA
»
Ir a hablar a un analista, ante la depreciación de la
palabra2, parece seguir pugnando en posicionarnos como
salidos de una escucha.
Es así que propongo una hipótesis:
no hay otra posición para el analista, dentro de la erótica
moderna, que dar lugar al escritor erótico.
Dar lugar es ir a buscarlo, husmear si allí donde irrumpe
(¿con qué voz, en qué registro?), produce ¿una antítesis, un
equilibrio inestable, un ilegible, una reversibilidad?.
Sugiero que partamos de una pregunta: ¿por qué al escritor
en primer lugar?, a lo cual diría que en el escritor se hace
patente un conflicto/lucha, entre:
- la intensidad3 y lo atópico por un lado.
- el lenguaje con su valor direccional; un elemento al
lado de otro, marcan también posiciones donde signos
y significantes se tornan reversibles e incluso uno señala
la necesidad para llegar al otro, ¿primero el significante
luego el signo o a la inversa?, y es que sólo de esta forma
leemos los cuadrángulos en Lacan, como posiciones
de orden, asì por ejemplo ya desde la situación de la
metáfora tenemos un entrecruzamiento:
que definirá los otros esquemas de Lacan, donde sus
iniciales: JL, marcan una inversión que juega con el
cuadrángulo, deberíamos acudir, por ejemplo, a las
sesiones de mayo 25 de 1955; diciembre 19 de 1962;
mayo 19 de 1965; mayo 11 de 1966; diciembre 14 de
1966; enero 11 de 1967; enero 10 de 1968; junio 19 de
1972; mayo 13 de 1975; marzo 9 de 1976.
Lo erótico suele leerse por su disrupción con referencia a
otro elemento discordante (pero legible). ¿entonces, es un
elemento lo erótico?... de momento digamos: es un contra
– valor.
Así en cada palabra de esta pregunta: ¿qué produce el escritor:
un equilibrio inestable, una reversibilidad?, etc... se juega un
corte que afecta a la producción de una posible historización
del texto, en tanto lo erótico como contra – valor sólo tiene
un peso si hay discordia, de lo contrario cae ese peso, no
puede actuar como memoria histórica, su situación está en
su presencia de elemento, en su lectura.
Esto sería una posición que no consista en tomar partido por
“amigos o enemigos”, sino una apuesta: “hacer hablar a los
registros que subyacen a lo que se ha dicho”.
Tal vez...en el momento en el que los registros hablan como
registros haya algo de J(A).
Tal vez... en el momento dónde los registros hacen su aparición
- forzando4 su extrañeza - ante cualquier sujeto (pretendido tal,
la voz de un “autor”) es que haya algo de J(A).
12
∙La Docta Ignorancia∙
1
p or Cl a u d i a Ga s p a r
Sobre la historización.
Desde Nietzche se propone a la genealogía buscando en las
mismas palabras, un cambio en la voz enunciativa (Nietzche
estudia el paso de los vikingos a los católicos).
Con Foucault, más que ir del lado de una prosecución en
las palabras, tenemos discontinuidad, renovación semántica,
movimientos. Hay una nueva cuenta por hacer.
Por otra parte, parecería que desde Freud el nexo lógico, la vía
asociativa por la cual nace el conflicto psíquico (acumulación
de suma de excitación) liberó a la historia de su sucesión e
imprimió otros registros:
a. el del miramiento por la figurabilidad
b. el de las investiduras y las identificaciones como sedimentos
filogenéticos de lo ya - hecho que guarda su preocupación
patológica por sus efectos, de lo contrario es un reservorio de
intensidad...espera...
Con Lacan, en su uso de la banda de moebius y los nudos,
alguna cosa espera... hay una espera y se abren preguntas:
¿cómo se sostiene una letra china, quién sostiene al nudo
borromeo? y es que “hablar a los muros” es dar a la palabra
su lugar de exclusa, es decir, situarla como un último avatar
del goce.
Así, antes de salir a buscar al “escritor moderno”, tendríamos
que hacer una apreciación literaria entre género y escuela:
“Una cosa es género y otra es escuela. Crear un género
es mucho más dificil que crear una escuela. Veremos la
dificultad: el género resulta de la clasificación a partir de
elementos comunes que están al alcance del lector, la escuela
es el modo de aproximación a la escritura que tiene el autor.
Con ello decimos que al género lo crea la historia y a la escuela
no, a la escuela la crea un escritor a quien luego siguen otros.
Así, por ejemplo, tenemos el género de la novela policial y
las diversas escuelas de dicho género: detección de enigmas
( Holmes, etc) ;detectives duros ( hard boiled, Sam Spade,
etc.)5.
Opto entonces, por una aproximación a un escritor y aquí –
otra vez - hay varios niveles:
a. la función de su escritura (a lo que apunta pero no lo
dice...), donde el erotismo implica una textura, una vía del
significante que no se aleja de sus contingencias:¿desde
dónde habla el erotismo y a quién le habla?: podría ser desde
un registro, desde un sujeto, desde el objeto como atractor
extraño.
b. la nominación de sus placeres:
1. por parte de la literatura, hay un catálogo de los placeres en
varios adjetivos, hay placeres eróticos6, sexuales7, obscenos8,
pornográficos9. (uno no es sin otro).
2. por parte del psicoanálisis: goce, placer, deseo, J(A), A.
enunciado, enunciación, sinn, bedeutung, etc.
En este caso propongo escuchar, dejar hablar a la función
de su escritura (punto a), antes que a la nominación de sus
placeres.
La modernidad narrativa.
Tomemos un trabajo muy valioso sobre tres escritores
“modernos”: Baudelaire, Rimbaud y Mallarmé.
Cito apreciaciones sobre ellos, dadas por un gran literato,
Jacobo Rauskin:
Baudelaire:
LE CHIEN ET LE FLACON.
...AH ! misérable chien, si je vous avais offert un paquet d’
excréments, vous l’auriez flairé avec délices et peut – être
devoré. ainsi, vous . même, indigne compagnono de ma
triste vie, vous ressemblez au public, à qui il ne faut jamais
présenter des parfums délicat s qui l’exaspèrent, mais des
ordures soigneusement choisies.
¿Que propugna Baudelaire?, “la negativización en tanto
crea con la palabra un cerco de inviolabilidad, tiene un solo
núcleo: el mal; es el último de los grandes poetas cristianos”,
su poema es la clave de la literatura simbolista”.
En Rimbaud:
jades, si je me souviens bien.
...ah!. j’en ai trop pris: - mais, cher Satan, je vous en conjure,
une prunelle moins irrité ! et en attendant les quelques petites
lâchetés en retard, vus qui aimez dans l’ écrivain l’absence
des facultés descrptives ou instructives, je vous détache ces
quelques hideux feuillets de mon carnet de damné.
En Rimbaud, “el vacío es extremandamente importante
para entenderlo, en tanto hay una desacralización. Una cosa
buscando otra”.
En Mallarme.
un soneto.
le vierge, le vivace et le bel aujourd’hui
va-t-il nous déchirer avec un coup d’aile ivre
ce lac dur oublié que hante sous la givre
le transparent glacier des vols qui n’ont pas fui !....
“aquí el sonido identificatorio se va fugando, se aleja del
sentimiento como tal, se aproxima a la inutilidad de la
vida”.
En éstos tres poetas que inauguraron la modernidad, tenemos
algún imaginario para el escritor moderno y su función
con el erotismo, (habida cuenta de ir a leer, a Cortazar,
a Osvaldo Lamborghini y a otros), tal vez haya algo así
como un registro de lo inútil en el erotismo, registro que
para algunos es una forma de desestabilizar a las categorías
identificatorias pero para otros es un tiempo (no existe uno
tal que no fi de x), que espera escribirse, positiva, negativa, o
ambiguamente, y allí hay singularidades por decir10.
Por fuera de la literatura.
Tenemos varias alternativas de “narratividad”: en un primer
lugar tomo al texto de Leo Bersani, el recto es una tumba,
para señalar:
a. Narratividad como impulso de apropiación. Aquí el sexo
está dado como promiscuo: cualquier cosa y en cualquier
lugar; se trataría de sobrepasar un umbral.
Si hay un fantasma no sería otro que la identificación
amorosa con el enemigo.
b. Narratividad como hipérbole de sí, en tanto presenta al
internalizado falo masculino como un objeto de sacrificio
infinitamente amado.
En este caso el fantasma literario estribaría en demoler la
identificación. Ejemplo: el recto de un gay.
Éstos son dos momentos dentro del texto de Bersani, ambos
implican imaginarios diferentes.
a. más allá del cuerpo propio. La circunstancia política
invita a sobrepasar un umbral... habría que esperar entonces
al enemigo. Temporalmente remite a contingencias (cesa de
no escribirse).
b. en el recto, en el cuerpo en tanto shattering hay una
historia internalizada; implicaría a las posibilidades (cesa de
escribirse) de usos de las partes del cuerpo.
En Freud, el discurso histórico presenta vacilaciones, posturas
que no terminan de ser tomadas, con respecto a la voz que
narra:
a. en la interpretación de los sueños, (punto B), da una
definición de asociación como percepciones enlazadas en
la memoria por simultaneidad. Implica así una noción de
intensidades adheridas a representaciones, que mediante un
trabajo de condensación determinarán el carácter vívido de
una imagen.
b. en la carta 52. Otorga al mecanismo psíquico una
estratificación sucesiva, la nivelación cuantitativa tiene una
tendencia: inhibe y desvía el proceso exitatorio.
c. en Recordar, repetir y relaborar, la compulsión de repetir
toma como palestra a la transferencia, “donde se le ordena
que escenifique para nosotros todo pulsionar patógeno”... “la
reelaboración de resistencias se equipara a la abreacción de
los montos de afecto (hipnosis)”.
Es decir, Freud se manejaba con una antítesis pulsión/
representación (dos plenitudes):
-la pulsión como “suma de fuerza, como exteriorización de la
inercia en la vida orgánica”.
-la representación como una 3ra transcripción, ligada a lo
denominado “representación palabra”.
Pero va pasando a otra antítesis: la de acto (compulsión de
repetición)/representación.
Aquí es donde Lacan va a hablar de un dialéctica negativa en
Freud, en el sentido de que “por la persistencia de las mismas
antinomias surge el orden propio de aquello que se procura
formalizar”; también será Lacan quien magistralmente leerá,
en el movimiento de trasvasamiento de una intensidad a otra,
a lo real como lo posible esperando que se escriba11.
Valga aquí tener presente el lugar dado a la inhibición – por
Lacan- con el nudo borromeo. Inhibición que toma tanto al
real como al imaginario, sin dejar de lado que el simbólico es
el registro que queda mudo y en el lugar del tercero (hay aquí
una organización de la intervención analítica).
Una voz que no puede ser acallada es aquella que no hace al
conjunto – ni lo niega- en Freud, ya se la leía en la función
que daba lo reprimido primordial pero que “no cesa de no
escribirse” con lo real y marca sus diferencias gracias al resto
de los elementos.
Con respecto a la erogeneidad, Freud dirá:
1. en 1914: constitución del narcisismo: propiedad general
de todos los órganos, aumento o disminución en una
determinada parte del cuerpo... corre paralela una alteración
de la investidura libidinal dentro del yo. zonas erógenas:
subrogar a los genitales y comportarse igual que ellos.
2. propedéutica de 1910, en “perturbación psicógenas de
la visión” dirá: si un órgano que sirve a las dos clases de
pulsiones incrementa su papel erógeno.. cabe esperar que
ello no ocurra sin alteraciones de la excitabilidad y de la
inervación, que se anunciarán como unas perturbaciones de
la función cuando el órgano pasa al servicio del yo.
3. hay otra propedéutica en “pulsiones y destinos de pulsión”.
“...un desplazamiento de la pulsión a su objeto, un lazo
íntimo de la pulsión con el objeto se acusa como fijación...”
En Freud la excitabilidad, la intensidad, la investidura
(activación) esperan su visibilidad, porque el carácter de lo
visible está puesto de partida como un adjetivo de lo móvil
(ver esquema del peine y los sueños). Hay aquí algo que
nos recuerda a la historia de los niños ante lo que “aparece”
(carácter problemático de lo visible). La vivencia, en esta
∙La Docta Ignorancia∙
13
»
»
(Es) S
1
a
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n
io
t
la
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(moi) a
2
En Baudrillard.
Baudrillard, dentro de un estilo símil a Baudelaire, estudia el
fenómeno moderno como una “transparencia del mal”, en
él tenemos dos tendencias narrativas:
a. la afirmación de que estamos en una fase irradiada del
valor, en una metonimia total, viral por definición ( o por
indefinición). Desde donde estamos sería imposible calcular
en términos de lo bello o feo, de verdadero o falso, como
calcular a la vez la velocidad y la posición de una partícula.
Aquí él va a estudiar a M. Jackson, a la vida por internet, etc.
b. la propuesta bajo la forma de una apuesta a la
reversibilidad como una determinación, desde donde
propone a la seducción como a un destino ( hay que fijarse
aquí como el autor en esta fricción entre apuesta y destino
está generando una fricción, un erotismo). Este autor
entenderá a la seducción en la intensidad de la ausencia, o
en la repentina absorción en sus propios signos, sin rastros
de sentido, como si hablara de una puesta en escena artificial
de un cuerpo.... haciendo girar a las apariencias sobre ellas
mismas: más desnudo que el desnudo, más obsceno que lo
obsceno, de lo que se trataría es del gesto paródico (ya lo
supo el teatro Nô).
A utre
Inhibición
(Inhibition)
Impedimento
(Empêchement)
Embarazo
(Embarras)
Emoción
(Émotion)
Síntoma
(Symtôme)
Pasaje al acto
Conmoción
(Émoi)
Acting-out
Angustia
(Angoisse)
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triángulo azul
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Sujeto
Sexo
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(Sujet)
ou je ne pense pas
ou je ne suis pas
Aliénation
Vérité
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Tra
a
1
-φ
Inconscient
3x φ x
8
3x φ x
2 existence
N 1
nécessaire
7
impossible
8
indécidable
contradiction
4
5
contingence
contradiction
6
objet a
x φx
A
P 3
x
φx
A
Schéma correspondant (sans certitude)
9
10
NI
rojo
verde
R
S
azul
I
∙La Docta Ignorancia∙
je ne
suis
pas
-φ
là où c´était
14
u
S
So
¿Qué hemos dicho?: hicimos un bosquejo, pasamos por
autores, por literatos, por cierta historia de lo erótico, de lo
inútil, de lo que espera por escribirse en tanto contravalor.
Hicimos así una contra historia; un movimiento analítico:
el de aquel que deja hablar a otros, porque en el analista,
vale más el movimiento de un cuadrángulo que un decir, o
tomar una posición de analista. De lo que hay, en el analista,
si hay, es del vacío que mueve a otros textos.
Este escrito surgió en diciembre de 2008, ante una propuesta interna de Jean
Allouch, donde preguntaba a los miembros de la école lacanienne de psychanalyse:
¿cuál es el posicionamiento del analista ante la erótica moderna?.
2
Cuando señalo que hay depreciación de la palabra, estoy trayendo a Baudrillard
en su análisis de la inmediatez de la demanda.
3
La intensidad tiene una larga historia en el psicoanálisis, ya en Freud era aquello
pasible de ser inhibido (o no), en el paso de una representación a otra, en este
escrito y con este término también señalo una ausencia porque en la intensidad
el escribiente se ausenta, tal como lo explica Roland Barthes en El grado cero de la
escritura.
4
en esta segunda forma de enunciar pienso en Baudrillard y el artificio.
5
agradezco al profesor Jacobo Rauskin su brillante clase sobre géneros literarios.
6
tal vez decir del erotismo por su valor de contragolpe, por el efecto de cambio de
la voz narrativa del texto, del registro de lo vivido.
7
tal vez, diría de la sexualidad mediante la reproducción, gracias a un isomorfismo,
entre los signos del sexo y el ser biológico.
8
más desnudo que el desnudo, dice Baudrillard.
9
más visible que lo visible, repite el mismo autor.
10
Vaya el lector aquí al brillante libro de Guy Le Gaufey: el notodo de Lacan.
11
trasvasamientos muy puntuales en Freud: elementos latentes son fundidos en
una unidad, sólo un jirón se expresa, elementos latentes se omiten.
12
Recordemos que cuando decimos orden lógico, o quien organiza a quien
remitimos a los esquemas que Lacan da en sus variados seminarios.
una muerte
necesaria
a ´utre
re
ai
n
gi
t
en
ci
ns
co
in
época, no puede ser dicha sin que se suelde de nuevo la
representación con el afecto.
De esta soldadura y sus presunciones de logicismo
obtenemos pistas del mundo del fantasma.
Fijación, Inhibición, no están sino después de un embarras,
dirá Lacan, haciendo así un orden lógico12, y dándole al
corte, al hábito del sastre, la sabiduría de entender que desde
la primer tajadura ya se sabe si hará un saco o un short, y que
con el mismo hace las veces de una presentación del sujeto.
Recordemos aquí que fijación e inhibición se expresan como
un carácter temporalmente opuesto (no contradictorio).
Cuando comencé mi práctica clínica, estando en los
consultorios de Admisión de Psicopatología Infantil del
Hospital Álvarez1, llegó a la consulta una mujer visiblemente
angustiada, pidiendo por su hija de 6 años con alucinaciones. Luego de esa primera entrevista con la mamá –plena
de sucesos terribles y de secretos-, comencé a ver a la niña
durante 6 entrevistas. Llegadas a la 7ma, la niña termina la
descripción de su alucinación, respondiéndole a quien le
daba tanto miedo, una frase que su madre me había relatado
en aquella entrevista primera, y que había pronunciado dirigiéndose a su abuelo (bisabuelo de la niña) luego de haber
sido abusada. Esta frase y la escena, de mas esta decir, nunca
habían sido relatadas a la niña. Al decir esa frase, me miró y
me dijo: “hoy es el último día que vengo. No necesito seguir
viniendo porque ya me curé”. Y fue asi. No presentó –ni aún
años después en que yo mantuve contacto con la mamá- episodio delirante ni alucinatorio alguno.
¿Qué Verdad tocó en ese encuentro con las palabras de
su madre, Verdad que, al ser alcanzada, aun por fuera de la
razón, abrió las puertas de su libertad...?.
Otro caso: Hace unos años, trabajando en la sala de in
internación de Toco-Ginecología del mismo Hospital Álvarez,
me avisan de una paciente oncológica a la cual mantenían
muy medicada, ya que estaba con metástasis. En encuentros
anteriores, ella había llegado a contarme los distintos sitios
donde había aparecido el cáncer (los sucesivos lugares del
cuerpo en que se había ido fijando), y habíamos hablado
de que repetían el recorrido del cáncer que había tenido su
única hermana, fallecida tiempo atrás. Sin embargo, estas intervenciones no parecían tener efecto alguno. Ese día, me
acerqué a su cama, me senté con ella, y le hablé, no estando
muy segura de que pudiera escucharme. Ella respondió hablando blandamente, casi como si estuviera en el medio de
un sueño –recuerden que estaba muy medicada-. No había
nada que perder, parecía todo ya perdido, asi que le pedí que
me contara nuevamente acerca de su hermana y ella. Esta
vez, trajo a colación la escena del fallecimiento. Su hermana
la manda llamar al dormitorio, pide que todos se retiren (los
demás familiares estaban en el comedor) y le pide que no la
deje sola, ella asiente, la toma de la mano y le dice: “yo te
sigo”. Intervengo diciéndole que hay muchas maneras de
seguir a su hermana que no sean “siendo” ella, intervención
metafórica que me reproché mucho porque, me dije, no había capacidad cerebral para procesarla. No supe más de ella,
supuse que había fallecido. A los dos meses, un día, escuchando a otra paciente, me saluda animadamente. Al verla,
le pregunto si recuerda lo que hablamos y me dice que no.
Me pregunta y cuando le cuento, se sobrecoge, desconfía de
lo que le cuento y me pide mas y mas de esas palabras que yo
sabía de ella. Con asombro me cuenta que nunca habló de
“eso” con nadie. Al hablar con los médicos, me dijeron que
nadie entendía bien por que continuaba con vida.
Nuevamente ¿qué Verdad tocó al pronunciar esas palabras “íntimas”, que le permitió tomar otro camino que no
fuera el de la Muerte? ¿Acaso al pronunciar esas palabras, al
tocar esa “mismidad”, algo de eso se deshace? Mismidad a
ser atravesada para encontrar el propio camino…
p o r Li c . Vi o la i n e F u a Púp p ulo
Psicoanalista
Cuándo la niña pronuncia las palabras “silenciadas” de
su madre, cuando la hermana pronuncia las palabras de su
hermana “a punto de morir”, esa persona y la paciente son
UNA. En ambos casos, algo en ellas ha quedado detenido
en una escena intima, intocada -diría que ellas “viven allí”-.
Sus síntomas manifiestos devienen de ese “estar allí”, en esa
identidad de tiempo y espacio.
El análisis viene a introducir casi una báscula por el mero
hecho de que la paciente hable, una báscula que al pendular,
permite que algo de ese “hueso de lo Real” sea tocado.1
Pero ¿qué es ese “hueso”?. Sigmund Freud, en La Interpretación de los Sueños le dá el nombre de “das ding” y lo
ubica como aquello que estaría en la médula de la relación
del sujeto a la Verdad, raíz de nuestro encuentro con lo humano, lo que habría de “más íntimo en el sujeto aunque
extraño a él, estructuralmente inaccesible…”2
Heidegger, en ¿Qué significa pensar? cita un borrador de
Hölderlin y cito: “Un signo somos, indescifrado…”El nombre de ese borrador me sorprende se llama “Mnemosine”
(Memoria). Como si nos interpelara. ¿Acaso no somos una
memoria indescifrada?3
La psicoanalista Silvia Rivello4, fundándose en el planteo de Gottfried Leibniz de la existencia de una invariancia
dentro mismo de las variaciones fenoménicas, plantea que
podríamos pensar que lo que permanece inalterado en las
distintas lenguas es el Fundamento. Y yo agregaría que Lacan
nos recuerda: “el campo freudiano es la Verdad del sujeto”5.
De este modo, la Verdad, como Fundamento, sería aquello
que permanece invariante.
Verdad, Fundamento y Lenguaje.
¿Acaso algo de esa identidad madre-hija, hermana-hermana, cada una en el mismo lugar que la otra, no es lo que
funda su padecer...invariante de la que es preciso recortarse?
Pero; ¿cómo se recorta uno de alguien a quien ama?
Heidegger. En “La Proposición del Fundamento”6 (“Der
Satz vom Grund”). Propone un recorrido etimológico, es decir, que el fundamento no puede ser leído por fuera de una
dirección a los orígenes del lenguaje…”Satz” alude a algo del
orden de lo que se pone allí, en el sentido del ser, y que
es recogido en el habla y la escritura. Por su relación con
Grundsatz alude al principio o proposición fundamental del
orden del ser, aquella que se alcanza “fuera de si”, es decir, apuntando a un tiempo del pasado que hace de suelo,
de base, de “fondo”, tanto en cuanto nos “funda” como en
cuanto podríamos decir “nos desfonda”...tiempo al que se
alcanza solamente cuando el sujeto hace un salto, una trasposición. Ahora bien, ¿De que tenor es dicha trasposición?
¿Cómo lograrla?
Enigmáticamente, el Diccionario de la Real Academia
Española nos dice que la trasposición es la figura retórica
que consiste en alterar el orden normal de las voces en la oración… ¿Acaso la existencia del hablante no comienza como
predicado de Otro/Otros?…La asunción de un sujeto como
tal, sujeto de la oración de su vida, no puede hacerse de otra
manera que mediante un salto, un traspié…
“El asunto del pensar no es nunca otra cosa sino esto:
desconcertante, y tanto mas desconcertante cuanto mas
∙La Docta Ignorancia∙
15
Lic.Violaine Fua Púppulo / U n a m u e rte ne c e s ari a
»
libres de prejuicios estemos al salir a su encuentro. Para
esto se requiere la predisposición de escuchar, que nos
permite saltar los cercos de las opiniones habituales para
llegar al campo libre”7 “Lo no pensado es el don mas sublime que un pensar tiene para ofrecer”8
Si de articular Verdad, Fundamento y Lenguaje, no podemos dejar de lado la Repetición, repetición sintomática,
transgeneracional…
Haydee Faimberg9, plantea una original perspectiva acerca de la transmisión de vínculos entre generaciones. Aborda
distintos tipos de objetos invisibles y de discursos inaudibles.
El trabajo del psicoanalista consistiría, de acuerdo con esto,
en volver estas herencias “visibles” o “audibles”
En el libro “! Ay mis ancestros!”10, Anne Ancelin Schutzenberger (Editorial Omeba, 2006,), cita a Josephine Hilgard,
quien en 1953 describe en un pequeño artículo, algunos casos clínicos y lo que ella llama “reacciones de aniversario” en
el caso de padres e hijos:
“Barcroft, la madre de una niñita de 6 años, Jenny, desarrolla una neumonía, una Marie pleuresía y una psicosis. Cuando ella era una niña de 6 años, su propio padre murió de una pleuresía y neumonía con meningitis
terminal”…”La posibilidad de que se trate de una reacción
de aniversario…esta indicada por el hecho de que los síntomas agudos aparecieron cuando su hija alcanzó la edad
que ella tenia en el momento de la muerte de su padre, y
por el hecho de que su neumonía y su pleuresía copiaron
los síntomas de su padre en el momento de su enfermedad
terminal….En el transcurso de su psicoterapia, la señora
Barcroft relacionó con frecuencia la experiencia de su hija
a su propia experiencia de niña…”.
Para establecer la realidad del síndrome de aniversario,
Josephine Hilgard realizó estudios sistemáticos de las admisiones de dos hospitales de California: 8680 enfermos
ingresados en Agnews State Hospital, entre 1954 y 1957.
Comprobó que el llamado “síndrome de aniversario” es estadísticamente significativo: hay una constatación clínica de
las sincronías de fechas nacimiento-muerte, significativas en
numerosas familias y repeticiones familiares indiscutibles.
Estamos indiscutiblemente en el dominio de lo originario11.
Ahora comprendemos mas fácilmente los descubrimientos de Noam Chomsky cuando nos dice que el niño posee en
si mismo “principios generales” comunes a todas las lenguas,
y “principios de transformación” por medio de los cuales va
construyendo su suya propia. Asi, cada lengua funcionaría
como una restricción respecto de las reglas mas generales
atinentes a todas las culturas y que se hallarían inscriptas
en el niño desde su inclusión en el mundo simbólico. De
este modo, nuevamente las teorías más modernas confirman
las percepciones freudianas: la represión originaria de la que
Freud nos hablara, seria la consecuencia lógica del proceso
de restricción que da origen a nuestra lengua. Los psicoanalistas hubiéramos dicho “la consecuencia de la inclusión del
sujeto en lo simbólico”…distintas palabras, mismas ideas…
Fundamento…
Si pensamos que la lengua deriva de esa restricción inicial
¿Qué sucede con lo que queda por fuera de la lengua? Y en
todo caso. ¿Dónde toma existencia lo que queda del lenguaje
por fuera de la lengua materna? ¿Se inscribe en el cuerpo necesariamente? ¿O se basta con “realizar-se” como malestar?
Cuando la niña pronuncia las palabras “prohibidas” de su
madre, y a continuación me dice: “ya me curé”, denuncia que
su relación al todo de la lengua ha cambiado: ese saber que
ella ha pronunciado es ahora un saber desprovisto de cuerpo y
fundamento, porque ese era un fundamento en la madre que
tomaba el cuerpo de la niña, obrando como signo a ser descifrado. Ahora, una vez pronunciado, incluido en un entrama-
16
∙La Docta Ignorancia∙
do y un linaje escénico (fantasmático), puede ser exorcizado.
La otra paciente de la que les hablé, también. Ese secreto
casi se cobra su cuerpo.
Ciertamente la clínica psicoanalítica nos muestra que
“eso” que queda por fuera de la lengua, aparece como exsistencia, es decir, por fuera, insistiendo en realizarse. ¿De
que tenor es esta ex-sistencia?
Tomaré ahora un caso en el que la muerte se torna real.
Se trata de una paciente que retoma su análisis preguntándose por sus somatizaciones, debido al aumento de gravedad
de las mismas. En su tiempo anterior de análisis, siempre se
había negado a hablar de eso, testimoniando que hubiera
debido hacerlo y que, ahora si, esta dispuesta a trabajar en
eso. Relata que las somatizaciones comenzaron a producirse
a partir del aborto que permite le sea practicado, contra su
voluntad, en orden a no perder a su pareja de aquel tiempo.
De ese aborto, del cual durante mucho tiempo eludió hablar
tanto como de su infancia (llamativo en una persona como
ella, que habla todo el día con todo el mundo y “de cualquier
cosa”) dice: “me traicione a mi misma”. Había decidido tener
al niño pasara lo que pasara, y su pareja la castiga tan ferozmente a lo largo de un mes, que logra llevarla al consultorio
para practicarse el aborto bajo la consigna de que así no podrán seguir estando juntos…Momento de traición para con
ella misma que la quiebra en lo mas profundo de su alma en
tanto siempre sostuvo que su valor residía en que era capaz
de sostener sus convicciones.
A lo largo de las sesiones surge que al momento del embarazo de su madre, sus padres se peleaban todo el tiempo…De
a poco iremos construyendo la pulsión de muerte presente
en las escenas, tanto en su “no haber querido nacer-no haber
querido que nacieras”, asi como en los intentos de suicidio
de su madre, al ser abandonada por el padre.
¿Qué resemblanza despierta el aborto en ella? ¿Podríamos
reducir sus síntomas corporales a la cuestión de la culpa? Hay
algo de esto, pero no todo. Multitud de pequeños indicios,
imposibles de transmitir, dan cuenta de que no se trata de un
síntoma de una hechura mayormente simbólica…El aborto
lleva a la realidad la escena incumplida en el pasado. Siendo
ella su madre, matando a su hija, matando-se, yendo contra
si misma traicionándose dice, siendo ella esa niña, muriendo,
cumpliendo además el mandato familiar en el que su padre la
coloca, como debiendo ser “madre de su madre”...
Nuevamente madre e hija en el mismo lugar, muerte de
un hijo que pone en escena la filigrana de una intimidad
nunca hablada…
“El lenguaje es la morada del ser y la casa donde habita
el hombre, el gran intérprete que responde a esa llamada
y que en ella y desde ella desvela la inconclusión de su
propio decir”12.
¿Es esa identidad de la que hablábamos, la morada de la
cual nos habla Heidegger?
En ocasión de una supervisión, la analista relata que su
paciente llega al Hospital con las piernas amputadas. El recorrido de las escenas previas es francamente impactante. La
paciente se tira a las vías del tren y viendo que sus piernas, que
habían quedado en la hondonada de tierra entre las vías, podían no ser tocadas por el tren, las coloca sobre las vías…. Lo
que continúa a partir de allí es aun mas impactante: a partir
de allí, ella –que es rubia, alta, muy linda, puede comenzar
a tener amantes, a considerarse sexualmente interesante dejando atrás una vida de sufrimientos en los que ella quedaba ubicada como “sirvienta”… ¿De que tenor es este Acto?
En estos casos, la amputación dirige la rehabilitación hacia
el”equipamiento”, par de piernas ortopédicas. También esto
nos da a pensar: equiparse…dotarse, ¿de qué se dotó? ¿Acaso
la dote no es algo que el padre de la niña entrega al iniciar
ella un camino nuevo? .Según el Diccionario de la Real Academia Española, el verbo “dotar” tiene entre sus acepciones,
el “equipar o proveer a una persona o cosa, de alguna característica o cualidad que la mejore” De que hablamos cuando
decimos que un miembro coloca a otra parte de si sobre las
vías, para ser amputado? No puedo evitar las resonancias con
lo que sucede en las enfermedades autoinmunes donde las
células se destruyen unas a otras, aun perteneciendo al mismo
cuerpo…
Pareciera que el corte propiciado por las vías, o aquel
propiciado por la búsqueda de un analista tuviera relación
con la búsqueda de un nombre propio, pila bautismal que
sanciona un tiempo nuevo…
¿Será acaso la muerte, la única manera en que lo nuevo
puede hacerse posible?...No puedo mas que acercarme a la
idea del acontecimiento en Deleuze…
En este escrito me he referido especialmente a casos
donde lo Real nos muestra su cara mas mortífera. No todos
son asi: hay casos en los que el bautismo, si bien requiere la
muerte de un tiempo primero, toma las vías de una elaboración en orden a las asociaciones y las palabras, es decir,
en el ámbito de lo mas propiamente simbólico, aunque su
inmixtion con lo Real siempre este presente. Sin embargo, es
justamente en los casos como los que les relato hoy, en los
que a mi entender, vemos el “hueso de lo Real” descarnado
y crudo…
Esa muerte, metafórica en algunos casos, como muerte
de “los mundos posibles” de Leibniz, mundos en los que
esos padres efectivamente hubieran donado, acompañado,
celebrado…, muerte de aquello que en la madre no cesaba
a pesar de no haber sido nunca pronunciado a una hija…,
muerte de esa promesa: “yo te sigo”, promesa hecha por una
hermana a la otra, de no dejarla nunca sola, aun en la muerte…Muertes que, de no efectuarse, quedan a la espera de
su acontecimiento…Muerte que nunca es cualquiera, pues
en cada uno de nosotros yace algo profundamente único y
singular…
La clínica psicoanalítica nos muestra una y otra vez, lo
fructífero de retomar la pregunta por la Verdad como Fundamento, puesta en relación del sujeto a aquello que lo determina a la vez que lo desfonda. Para aquellos que lo presenciamos, el lugar del análisis es el del duelo por aquello que
estaba en espera en el sujeto, y que no se ha cumplido, y a la
vez, lugar de la efectuación de su pérdida…para que no tome
mas el alma…
A veces, ese duelo estaba detenido porque ese otro que
podría haber dado una respuesta ya no esta ni volverá a estar.
El sujeto queda, asi, pendiendo todo-él en una pendiente
que no termina de tocar su fondo. Al decir de Derrida
“ley inflexible y fatal”….”uno de nosotros dos, llegara ese
día, se verá ya no viendo al otro”13
Momento deseado tanto como aborrecido, donde el sujeto queda solo, abandonado a ser un trazo –solo uno- en
el torbellino de su repetición, trazo que no traza, trazo que
no enlaza, recuerdo que no cesa, muerte que no termina de
matar…
Otras veces, la muerte se instala en el sujeto, en su cuerpo
o en su alma, justamente porque todo permanece estando…
Se trata de situaciones en las que los acontecimientos –como
bellamente dice Deleuze-, reclaman trazarse en un cuerpo14
y enfrentarse al dilema de si el sujeto será digno o no de ese
acontecer…¿Moriré a la misma edad que mi padre? se preguntaran algunos...Podré alguna vez sentir amor por un hijo
si me animara a concebirlo, o repetiré el odio de mi madre
por mi?...Palabras iniciales de un borde que no siempre busca –por ahora solo se pregunta- si podrá dar a luz un nuevo
tiempo…
En los casos en que felizmente el paciente logra atravesar
con éxito esta hazaña, el analista tiene la fecunda experiencia
de asistir a un nuevo nacimiento. Muchas veces, este nuevo
nacimiento se conmemora –sin que el paciente sea conciente
de ello-, con un cambio de nombre o de apodo, un cambio
de dirección postal…un cambio en las condiciones simbólicas de ubicación del sujeto. Era necesario que algo muriera
para que, allí, brotara algo de otro orden…
No es fácil. Nada lo es. La Repetición nos coloca en un
borde a unos y otros. Borde de desfondarse para el paciente,
borde de nuestro deseo como analistas….pero sin esa Repetición ¿habría alguna posibilidad de que esa Verdad, tan
ex-sistente como extranjera acontezca?
El acontecimiento solo puede surgir en el borde de ese
vacío y desde allí… ¿Qué me funda sino mi propia posibilidad, ora como analista, ora como paciente? ¿Y qué me
desfonda más que ese imposible que insiste en mí? En este
sentido, me recuerda cuando Badiou afirma que la filosofía
debe ubicarse fuera de la representación, fuera del lenguaje.
¿No es acaso el mismo lugar que se nos requiere, como analistas, cuando nos hallamos en presencia de estas herencias?
Cómo no recordar las palabras de Freud respecto a nuestro
oficio como imposible…
A diferencia de Badiou, los casos clínicos nos muestran
que el acontecimiento nunca es al azar. Solo es posible desde un fundamento que (lo) esperaba, pero al que, a su vez,
conmueve, subvierte….Refundación que solo es posible por
la insistencia misma de la Repetición que lanza al sujeto en
picada hacia su desfondamiento y la presencia de un analista
que soporte, en tanto tal, la función “causa” a lo largo de la
travesía.
Producir el acontecimiento, hacerlo visible (dirá Faimberg), construir (dirá Freud) para poder, in memorian, olvidar…operaciones necesarias para que ese incorporal, del que
hablaban los estoicos, venga a encarnarse y suceder.
Deleuze lo dice mejor que nadie “Toda cura es un viaje al
fondo de la repetición”15. Solo que tiene un precio: soportar
la travesía (y en todo sentido los invito a buscar el significado
de esta palabra), travesía del acontecimiento que convoca.
1 Geometrías de un Torbellino, escrituras de un acontecimiento. Lic.Violaine
Fua Púppulo. 2007. Publicado en revista Texturas No.7 de la Fundación Paremai
Fractal.
2 Diccionario del Psicoanálisis bajo al dirección de Roland Chemama. Amorrortu
Editores. 1995. Buenos Aires. Argentina.
3 ¿Qué significa pensar? Martin Heidegger. Trànsito de la 1ra. A la 2da.lecciòn,
página 20.Editorial Caronte Filosofía.
4 Clases inéditas dictadas durante el año 2007 en Buenos Aires, Argentina
5 Seminario 1 “Los escritos técnicos de Freud”. Jacques Lacan. 1953. Buenos Aires.
Editorial Paidós
6 La proposición del fundamento. Martin Heidegger. 1956. Colección La Estrella
Polar. 2da.edición 2003. Ediciones del Serbal. (especialmente la Nota de los
Traductores Félix Duque y Jorge Pérez de Tudela. Madrid 1990)
7 ¿Qué significa pensar? Martin Heidegger. Trànsito de la 1ra. A la 2da.lecciòn,
página 21.Editorial Caronte Filosofía.
8 ¿Qué significa pensar? Martin Heidegger. 7ma.lección, página 79.Editorial
Caronte Filosofía.
9 El telescopaje de las generaciones. Haydee Faimberg. 2006- Editorial Amorrortu
10 Ay! Mis ancestros. Anne Ancelin Schutzenberger. Páginas 194. 4ta.edición.
2006. Buenos Aires. Editorial Omeba.
11 Ay! Mis ancestros. Anne Ancelin Schutzenberger. Páginas 184 citada ut supra
12 Carta sobre el humanismo. Martin Heidegger. Traducción de Helena Cortés y
Arturo Leyte, publicada por Alianza Editorial, Madrid, 2000
13 Filósofos en la tormenta. Elizabeth Roudinesco. 2007. Buenos Aires. Fondo de
Cultura Económica.
14 Exasperación de la filosofía: El Leibniz de Deleuze. Gilles Deleuze (Clase XIV,
página 352, correspondiente a los años 1986 y 1987, dictadas en la Universidad de
Vincennes) 1ra.edición. Buenos Aires. Cactus. 2006
15 Diferencia y Repetición. Gilles Deleuze. 1968. Edición 2002. Amorrortu
Editores.
∙La Docta Ignorancia∙
17
LA rEPETiciÓn,
un hecho de estructura
»
“no hay necesidad de tener el plano de un apartamento para golpearse la cabeza contra las paredes”1.
»
Que los seres hablantes nos golpeamos la cabeza contra
las paredes una y otra vez es un hecho por todos conocido.
Es la estructura de la neurosis la que nos conduce por ese
sendero, ya que existen determinaciones a las que estamos
sujetos pero, es la dirección de un análisis la que apostando
al deseo deja un margen para la aparición de algo nuevo.
¿QUÉ FUNDA LA REPETICIÓN?
Freud escribe el artículo “Recordar, repetir, reelaborar”
en el año 1914 y en el mismo introduce el concepto de
“compulsión de repetición”. Dicha compulsión se le presentaba
como un obstáculo a la asociación libre en el curso de un
tratamiento, ya que para él la cura consistía en “llenar las
lagunas del recuerdo” y “vencer las resistencias de represión” por
ser las responsables de que el analizante no recuerde lo
reprimido sino que lo actúe, lo repita en el terreno de la
transferencia.
La compulsión de repetición “es su manera de recordar” y
el agieren constituye un recuerdo en acto. Este “actuar” que
Freud llama agieren es el mismo actuar que aparece como
fundamental en la transferencia y que busca satisfacción en
el nivel de la pulsión.
En este sentido, Freud en “Sobre la dinámica de la
transferencia” –texto de 1912- habla de una “resistencia
transferencial”, de la transferencia como resistencia y de la
cara pulsional de la misma, allí donde se pone en juego la
búsqueda de una satisfacción en la cura misma.
La irrupción de este actuar en el marco de la cura implica,
por un lado, el detenimiento de esta última y, por el otro,
la transferencia ya no como motor, sino como obstáculo a
las asociaciones –es momento de cierre del inconsciente-,
porque es allí donde aparece la resistencia haciendo emerger
la repetición.
Se repite cuando hay resistencia y hay resistencia cuando
se dirige al analista una transferencia hostil o amorosa
hiperintensa (punto de detención de las asociaciones). O sea
que, a esta altura de su obra, Freud considera que aquello
que funda la repetición es la resistencia, ya que al existir una
resistencia a todo recordar, aparece la transferencia misma
como recuerdo o repetición en acto.
Así, es que Freud establece una relación entre
compulsión de repetir, transferencia y resistencia, siendo
para él transferencia y repetición –en este momento- dos
conceptos indisociables (cuestión que será retomada luego
a partir de los desarrollos de J. Lacan). La manera en que
concibe la repetición es simbólica-imaginaria –del lado del
principio del placer-, ya que el recuerdo es un significante y
la repetición –mediante el manejo de la transferencia- puede
ser sustituida por el recuerdo.
Distinta, por cierto, es la concepción freudiana de
1920. En el artículo “Más allá del principio del placer”,
acorde al vuelco que da en su teoría, cambia el concepto
de la repetición ya que lo ligará a la pulsión de muerte y
lo colocará del lado del más allá del principio del placer.
Es, precisamente, la compulsión de repetición aquello que
lo lleva a dar semejante viraje en su teoría, debido a que es
ella quien cuestiona o “destrona” el imperio del principio de
placer sobre el decurso de los procesos anímicos.
En este marco, tendrán un papel fundamental la
18
∙La Docta Ignorancia∙
J. Lacan
concepción energética freudiana y la del trauma. Un suceso
como el trauma provoca una importante perturbación
económica a nivel del aparato, ya que los grandes volúmenes
de estímulo lo inundan produciendo la ruptura de la
protección antiestímulo. Esta ruptura exterior libera un
quantum pulsional interior imposible de ser ligado por el
aparato. En ese punto, hay fracaso del principio de placer y
el trauma nos da cuenta del carácter repetitivo de la pulsión
y de la preponderancia de la energía no ligada que empuja
hacia la descarga.
Aquí, estamos frente a la cara real de la repetición, ya que
aquello que la funda es la insistencia de la pulsión que obliga
al aparato a un trabajo constante. O sea que hay repetición
porque lo que no puede ser ligado -lo pulsional, la pulsión de
muerte- irrumpe y frente a eso se intenta la ligazón.
La compulsión de repetición evoca no sólo deseos
inconscientes censurados por el yo, sino aún experiencias
vividas en el pasado que no supieron provocar placer a ningún
nivel. Particularmente –comenta Freud-, las decepciones
ligadas a la disolución del Edipo donde no es el displacer
del yo el que está en cuestión sino el sufrimiento debido al
doloroso renunciamiento impuesto a la vida pulsional.
Retomando, todas esas dolorosas situaciones mencionadas
aparecen en los sueños de los enfermos de neurosis traumática
y en los juegos infantiles. Y, también son repetidas por los
neuróticos en la transferencia pero el “eterno retorno de lo
igual” se observa no solo en la transferencia sino en el destino
implacable que se repite en la vida de muchas personas y da
la impresión de una influencia demoníaca que las rige.
Como ya se dijo, la repetición que Freud plantea a esta
altura de su obra está ligada a lo real, una repetición en relación
a lo traumático, al más allá y a lo no ligado que insiste.
En el Seminario XI Lacan se pregunta qué es la repetición,
cuál es su función y cómo se relaciona con lo real. Tomando
los términos de Aristóteles plantea dos maneras de concebirla:
tyché –como el encuentro con lo real-, y automatón –como la
red de significantes-.
Lacan sostiene que la repetición tiene que ver con el
recuerdo, la rememoración, pero hasta un cierto límite: lo
real. Así, retoma al Freud de “Recordar, repetir, reelaborar” y
sostiene que “cuando todo acontecimiento parecería estar a punto
de ser revelado, precisamente en ese momento vemos manifestarse lo
que llamaré la resistencia del sujeto, que se convierte en ese momento
en repetición en acto”2.
Lacan es enfático al distinguir repetición de transferencia
y sostiene que la repetición se vio obstaculizada como
concepto para el psicoanálisis porque fue homologada con
la transferencia. En este sentido, se diferencia nuevamente
del Freud de 1914 cuando afirma que la repetición no es la
rememoración actuada.
La repetición, la tyché, es una repetición que nada tiene
que ver con la lógica del recordar y que no se deja absorber
por la transferencia, ya que siempre hay un resto.
De esta manera, como ya se mencionó, se aleja del Freud
de 1914 y se aproxima al de 1920. Plantea que la función de la
tyché –de lo real como encuentro, como encuentro siempre
fallido- se presentó primero en la historia del psicoanálisis
bajo la forma del trauma. En ese sentido, toma la función
de los sueños traumáticos y analiza el sueño “Padre no ves
que ardo” para dar cuenta del encuentro con lo real –del
encuentro fallido-. En ese punto habla del “despertar a lo
real” y dice que dicho sueño lo alcanza. El sujeto se despierta
para volver a dormir -a dormir en las representaciones-, para
evitarse dicho encuentro con lo real.
De este modo, puede pensarse la tyché desde la insistencia
de la pulsión, como la cara traumática de la misma; y el
automatón como la cadena significante y la posibilidad de
ligar. La tyché como una repetición ligada al más allá del
principio del placer y el automatón como una repetición
simbólica sostenida en tal principio.
Lacan dice que lo se repite es la función de la tyché -el azar. Es un azar que no sigue la línea de la sobredeterminación
significante. Siempre tras el automatón
hallamos la tyché, el objeto a que subyace
tras la repetición como automatón.
Entonces, la repetición implica: por
un lado, una búsqueda (se repite una y
otra vez la búsqueda del objeto) y por
el otro, una evasión (se intenta evitar lo
que no se puede alcanzar).
También es importante situar que
Lacan plantea que “la repetición exige lo
nuevo” 3. En la repetición como tyche hay
repetición de lo nuevo, ya que lo que no
cesa de no inscribirse -lo imposible- insiste.
El Seminario XVII: “El reverso del
psicoanálisis” supone un verdadero
franqueamiento: habla del saber como
una repetición conectada al goce y dirá
que el saber es un medio de goce (porque
la repetición se presenta como un saber
repetido y en tanto saber repetido es
medio de goce).
Sostiene que en la repetición ligada
al más allá hay búsqueda de goce. Afirma
que “la repetición se funda en un retorno del
goce” 4, ya que a nivel de la repetición se
produce un “fracaso”: lo que se repite está
en posición de pérdida con respecto a lo
que es repetido. Para Lacan, hay pérdida
del goce y la función del objeto perdido
-del objeto a- surge en el lugar de esta
pérdida que introduce la repetición.
La repetición es pensada aquí como
recuperación (ya que en tanto hubo
pérdida de goce la repetición es intento de
recuperación). Se trata de la repetición de
la diferencia, de la pérdida. En ese punto,
el objeto a funciona como plus de goce.
Finalizando, en tanto se genera una
pérdida (dimensión de la entropía) habrá un plus de goce
que recuperar: busca compensar y, por ello, produce goce
y goce a repetir.
ACERCA DEL RETORNO…
En todo retorno algo se repite y algo escapa y, lo que se
escapa es la causa de lo que se repite.
Lacan sostiene que su posición es la del retorno a Freud.
Si Lacan enunció que lo real es lo imposible y la dimensión
de la causa siempre es real: ¿Podemos pensar que el retorno
a Freud por parte de Lacan es causado por la profesión
imposible que implica analizar? Por otra parte, ¿Retorno
a qué? A los principios fundamentales del psicoanálisis.
Principios que para ese momento habían sido dejados de
lado por los postfreudianos. Hablamos de cuestiones para
nosotros cruciales tanto para la teoría como para la clínica:
la función de la palabra, del deseo, de la pulsión de muerte,
del más allá…
Ahora bien, ¿Qué retorno podemos ubicar en la clínica?
¿Con qué se opera en un análisis?
Algo se actualiza en los tratamientos -ya Freud lo había
postulado como neurosis de transferencia- y frente a eso
contamos con el manejo de la transferencia. Nada puede
hacer el psicoanálisis contra lo que está ausente o in efigie,
es por ello que aquello con lo que tenemos que operar es
con la repetición. Esta es la indicación clínica que nos da
Lacan: “No es lo mismo comenzar por la rememoración y vérselas
con las resistencias de la repetición, y comenzar por la repetición
para obtener un esbozo de rememoración” 5. Es necesario trabajar
a nivel de la repetición, no del recuerdo. Uno no se cura
porque recuerda, sino que recuerda porque se cura.
En Seminario XI Lacan articula la aparición del orden del
inconsciente con la repetición y afirma que “el análisis está
orientado hacia el hueso de lo real”. ¿Dónde
encontramos ese real? En la repetición
como tyché: en la cita siempre reiterada
con un real que se escabulle. Y, en el
encuentro fallido con lo real se halla
comprometida la pulsión, el objeto
a. Así, en el punto donde alguien va a
encontrarse con el objeto de su deseo
el encuentro es fallido. Lacan afirma
que si lo real va del trauma al fantasma
y, por ende, es el camino que realiza
el sujeto, la dirección del análisis debe
consistir en ir del trauma al fantasma,
en tanto el fantasma obtura el posible
encuentro con el objeto, con el agujero.
Lo importante será situar en cada sujeto
cómo lo obtura, cómo evita fallidamente
ese encuentro con lo real.
En este sentido, en el curso de un
análisis mientras se trate de la repetición
significante todo marcha en el registro
de lo simbólico pero, cuando aparece la
repetición por el lado de lo real, ahí el
objeto a se hace presente y ocupa toda
la escena (no como tendría que estar:
perdido y operando como causa), es el
momento de cierre del inconsciente y
donde el analista debe poner el cuerpo.
La pulsión, la compulsión repetitiva,
puede llevar al sujeto a formas
insospechadas de autodestrucción y
el analista no poder detenerlo ya que,
sabemos que el sufrimiento del sujeto
implica un goce que no se resigna
fácilmente. Por lo tanto, se tratará
mediante la producción significante de
cernir ese real y de reordenar el goce.
Finalizando, la repetición se trata de
aquello que nunca termina de inscribirse y que exige al aparato
que lleve a cabo un trabajo: el de escribir constantemente,
intentando ligar lo imposible, ya que la repetición como
intento de ligadura es un intento de ligadura que fracasa –no
puede ligarlo todo-; y esa cantidad o ese real que no logra
ligarse es continuamente causa de la repetición. De este
modo, sería la insistencia de lo no ligado o en términos de
Lacan, lo que no cesa de no escribirse, aquello que funda la
repetición.
Entonces, la apuesta de un análisis será el intento de
producir una escritura y, lo que se escribe, como lo señala
Lacan, es contre-nature.
Lacan, J. Seminario, Libro VIII: “La Transferencia”. Paidós, Bs. As., p. 209.
Lacan, J. Seminario, Libro XI: “Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis”. Paidós. p. 59.
3
Op. Cit., p. 68.
4
Lacan, J. Seminario, Libro XVII: “El reverso del psicoanálisis”. Paidós. p. 48.
5
Lacan, J. Seminario, Libro XI: “Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis”. Paidós. p. 48.
1
2
∙La Docta Ignorancia∙
19
»
Música y repetición
cinco
pequeños
fragmentos
po r Al ej a nd r o M a r t i no
Músico y Escritor
»
Traeré a estas páginas algunas
repeticiones que de tan cercanas se
han vuelto invisibles:
arriba-abajo-arriba-abajo-arriba-abajoarriba-abajo
fuerte-débil-fuerte-débil-fuerte-débil
tira-empuja-tira-empuja-tira-empuja
tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac-tic-tac
tomar-dar-tomar-dar-tomar-dar-tomardar
inspirar-exhalar-inspirar-exhalarinspirar-exhalar-inspirar-exhalar
Todas ellas pertenecen a la música,
aunque no exclusivamente. Imagino
ahora cuántas imágenes acudieron al
lector. Doy las mías: el sonido de un
reloj o de un metrónomo, la dirección
de la mano del director de orquesta en
un compás de dos tiempos, los acentos
interiores de un tiempo y los de sus
subdivisiones, la dirección del arco en
los instrumentos de cuerda o del plectro
que tañe las cuerdas de una guitarra y
dos de las tres fases de la respiración.
Suerte de sístole y diástole o de día y
noche, son la cuerda de la música, el
motor, porque lo son —también— de
toda actividad, de toda vida.
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20
∙La Docta Ignorancia∙
Recuerdo mi extrañeza cuando
oí por primera vez unas canciones
rituales de los mataco-chané, gente
tan argentina como yo. Me llamó la
atención que algo tan antiguo haya
podido ser grabado y me resultó muy
curiosa cierta forma de emitir la voz.
Es decir, como ven, permanecí fuera
del mensaje de su música y no pude
más que apreciar su superficie. Porque
la música exige frecuentación. Sus
códigos emocionales sólo se abren a
nosotros si la oímos una y otra vez y
mejor aún, si su audición se repite a
través de los años y —qué mejor— si esa
repetición se da en distintas etapas de
nuestra propia vida. No es cierto que la
música tenga un mensaje inequívoco,
más bien todo lo contrario, la música
tiene tantos mensajes como oyentes,
e incluso tantos como las distintas
audiciones que cada uno de ellos
haga, pero para percibir su mensaje los
oyentes deben estar calificados. Somos
ignorantes absolutos para entrar en los
secretos de la música ajena. Todo ser
humano está capacitado para hacer
propia cualquier música del mundo,
pero hacerla propia significa frecuentar,
vivenciar, profundizar, relacionar. Y
esto nos lleva la vida.
----------------------------------
Forma y contenido musicales
—por pertenecer a un arte en el estado
más puro— son indivisibles. Para que
exista la forma debe existir la repetición,
la vuelta a casa, el volver a oír. Ello
descansa. Toda simetría implica orden
y toda simetría existe para ser rota. Un
fragmento ya oído, al reaparecer, nos
da sensación de seguridad, sabemos
a qué atenernos. Un fragmento
levemente variado pone en juego la
música que suena en la memoria con
la que suena en tiempo real y esto
divierte y emociona. Un fragmento
levemente diferente, o igual en su
melodía y diferente en su armonía u
orquestación —o viceversa— nos enseña
la noción de matiz. Claro-oscuro,
liviandad-pesadez. Me veo tentado a
escribir tristeza-alegría pero no lo hago
(o lo hago con esta salvedad): tristezaalegría, para la música, es como decir
blanco-negro. Si escucho sólo blanconegro no escucho los millones de
colores que juegan en ella.
----------------------------------------
Por la hermandad del corazón con los pulmones respiramos. Latido es oxígeno
que fluye. Respiro y late. Late y vibra. Ambos ritmos son pulso y pulso es música
en estado mínimo.
Pongámoslo en palabras. Nuestras corazón y cuore, la francesa cœur, la italiana
cuore y la portuguesa coração, son formas romances de la latina cordis. Cordis nombra
al órgano (también órgano es instrumento músico) pero cordis, etimológicamente,
dice —además— cuerda… cuerda que vibra. El corazón, esa cuerda que vibra. Vibro
(vivo) al ritmo de mi cuerda. Cuando aprenda a escuchar su voz sabré mucho más sobre
mí. Esto dicho en sentido físico, no sentimental.
El pulso musical es el latido de base. Sobre su pedestal regular, a la manera de
pasos equidistantes —la isocronía— se construye todo el edificio. Sólo podré variar
y hacer complejo hasta el infinito el ritmo de las alturas si el pulso, en la base, es
firme y claro, sin que ello signifique rigidez. Juan Sebastián Bach construyó su
majestuosa e imponente arquitectura apoyándola en un tic-tac.
Pongámoslo en signos matemáticos. A un pulso cualquiera podemos dividirlo
por dos y ya tendré dos sonidos en un tiempo, que a su vez podrán continuar
dividiéndose por dos sucesivamente. Así son los compases binarios. Pero a un
pulso cualquiera también podré dividirlo por tres (tengo tres sonidos de igual
duración en un solo tiempo) en una primera instancia, ya que luego a cada una
de esas divisiones sólo le cabe la división por dos. He aquí los compases ternarios.
Este principio científico de la música es su repetición más sostenida, reiterada e
inquebrantable, pero el arte radica en jugar con ella y no en sufrirla. El ritmo más
complejo que existe es simplemente el uso o descarte de ciertos y determinados
puntos de esta progresión hacia lo pequeño (o poco duradero), la exaltación de
unos y el menosprecio de otros —cuando no— su lisa y llana eliminación. El arte de
la música es poner un tres donde todos esperan un dos, o en demostrarnos que un tres sobre
un dos no solo es viable sino que puede tener belleza.
Causa extrañeza que la humanidad, intentando medir el tiempo, tardara tanto
en alcanzar la escala cotidiana del segundo y lo hizo casi como una convención.
El corazón desde siempre nos lo viene cantando. Cuando estamos despiertos en
reposo y relajados, esa es la velocidad del pulso. En cambio, sí supimos pronto que
las figuras celestes se mueven a ritmo y pudimos ver en el espacio algo intangible,
insípido, invisible e inodoro: el tiempo. La sombra que en la tarde da una pared,
Serrat dixit. Los antiguos mirando las estrellas no escuchaban su corazón.
Por sobre todas las cosas, y debajo o dentro de ellas, reina el pulso.
---------------------------------
Al cabo, tres repeticiones hartantes:
los menos de cien tangos reiterados
hasta el cansancio por los medios de
comunicación, ocultando un tesoro
de decenas de miles que se han
creado. La canción de moda —siempre
multiplicada— como polución sonora
en espacios públicos. La vigencia y
acatamiento a ideas falsas sobre el
arte.
Para ilustrar lo mencionado en
último término, traeré a estas páginas
un dialogo atribuido a Pablo Picasso y
a una persona innominada:
(En una exposición del pintor, una
señora mira largamente una de sus
obras. El pintor se encuentra cerca.
Al percatarse de que ella no lo ha
reconocido le pregunta:)
—¿Le agrada el cuadro, señora?
—Pues sí, hombre, sí… pero no lo
entiendo.
—¿A la Señora le gustan las ostras?
—Claro, claro… Cómo no.
—Quisiera decirme qué entiende
usted sobre ostras.
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∙La Docta Ignorancia∙
21
el
barco
ebrio
POEsÍAs
DuoDéciMa Poesía VerticaL
Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.
Podría quizá olvidar algo que he escrito
y volver a escribirlo de la misma manera.
OliveriO GirOndO
JazMines*
Podría olvidar la vida que he vivido
y volver a vivirla de la misma manera.
Podría olvidar la muerte que moriré mañana
y volver a morirla de la misma manera.
Pero siempre hay un grano de polvo de luz
que rompe el engranaje de las repeticiones;
podría olvidar algo que he amado
pero no volver a amarlo de la misma manera.
rObertO JuarrOz
oLViDar, rePetir Y subLiMar
sonidos renacen, lejanos recuerdos
pasado arco iris y vida sin miel,
te busco en las cuevas
que dieron asilo al fruto de un hombre
que amó una mujer...
te espero después de una copa de vino
te llevo en el templo que porta mi piel
te espero a la orilla del viento en febrero
te acaricia el sueño de mi amanecer
te busco en la arena cuando se desliza
por el cuenco roto que calma mi sed
y me precipito por tus fantasías
hasta el firmamento que tus ojos ven,
desde tu mirada, fuente cristalina,
agua de un “nosotros”
ríos de un Edén...
Maria Martha de PalMa
La Docta Ignorancia
Él es un joven judío de quince años. Por judíos y por polacos sus padres y sus
dos hermanas menores murieron en un campo de exterminio. Él los vio ingresar
en la cámara de gas. Las hermanas tuvieron la suerte de poder hacerlo juntas,
tomadas de la mano; sus padres, no.
no soporta seguir con vida pero no quiere matarse.
Años más tarde viaja al sur de América.
Tiene un sueño espantoso. sueña que dos soldados altos y vestidos de negro se
burlan de él diciéndole: “Vení, judío. ¿buscás a tus padres? Ahí los tenés. (señalan
el humo que sale de una chimenea.) ¿buscás a tus pequeñas hermanas? Ahí las
tenés. (señalan el humo.)”. Flota en el campo olor a carne quemada.
cada noche, al acostarse, tiembla pensando que el sueño se repetirá y ello
sucede tantas veces que adopta la forma de una tortura.
El olor del sueño se pasa a la vigilia y él cree que lo lleva enredado en la nariz. no
existe en el mundo otro olor más que el de su pesadilla. El rostro se le transforma
en una mueca atroz que espanta a cada ser humano que quiere acercársele.
Una noche, después de varios años de soñarla idénticamente, la pesadilla varía:
dos soldados altos y vestidos de negro se burlan de él diciéndole: “Vení, judío.
¿buscás a tus padres? Ahí los tenés. (señalan el humo que sale de una chimenea.)
¿buscás a tus pequeñas hermanas? Ahí las tenés. (señalan el humo.) Y aquí el
sueño se extiende. Él mira el humo, sonríe, aspira hondo por la nariz y le dice a
los soldados: “¡Qué hermoso perfume! Mis padres y mis hermanas siempre olieron
a jazmín. Tienen razón, ésa es mi familia. La que perfuma el aire que nosotros
respiramos.”
cuando despertó, el aroma de los jazmines todavía estaba allí, envolviéndolo,
acompañándolo.
aleJandrO MartinO
*(Veinticinco variaciones
sobre un tema de Augusto Monterroso Relatos Musicales)
Editorial Sigmurg
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Con valentía, gracia, buena rima,
poesía cabal, indeclinable inspiración
e intuición rítmica, Alejandro Martino
logra en Bravía una odisea operística
y trasatlántica en la que el idioma y la
esencia de las canciones jalonan la ruta
de sus héroes amados, de inmediato,
por el lector-espectador.
Horacio Ferrer, poeta

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