LA SANTA INQUISICION

Transcripción

LA SANTA INQUISICION
LA SANTA INQUISICION
Apesar de que los argumentos presentados en favor de esa expulsión son de grave
importancia, esta corte juzga necesario considerar el bien de la Iglesia Universal además de el
del demandante.
Cardenal Joseph
Ratzinger
¿Por qué alguien habría
de escandalizarse por la carta
firmada por Ratzinger? ¡Es como
asombrarse por la salida del closet
de Ricky Martin!
Sólo hace falta recordar
que Ratzinger era el Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de
la Fe, la misma dependencia que
siglos antes se llamaba Sagrada
Congregación de la Romana y
Universal Inquisición. Prefecto,
por supuesto, es el nombre del
otrora Inquisidor.
¿Y qué hacían los
inquisidores? Defender “el bien
de la Iglesia Universal” (Vaya
petulancia esto de Universal, por
cierto). En los tiempos en los que
se
les
permitía
actuar
impúnemente, sólo hacía falta un
rumor para detener a alguien y
hacerlo confesar bajo tortura. Si la víctima era inocente, no importaba si moría pues, así lo
justificaban, “iría al cielo”. Todo por el bien de la iglesia católica y, específicamente, del poder
de los hombres que la dirigen.
Creo que el gran error está en pensar que alguna vez la política vaticana dejó de ser
sucia y que los papas, en algún momento de la historia dejaron de ser, como por arte de magia,
las bestias ávidas de poder que siempre han sido. Solo hace falta leer la historia; tener memoria,
sólo eso.
1
EL TRIBUNAL DEL SANTO OFICIO
Desde el primer siglo del cristianismo, se presentaron las primeras disidencias
o herejías, en cuanto a la doctrina cristiana sostenida por los obispos. La lista es
extensa, mencionaré las más importantes en cuanto a la atención que se prestó para
su eliminación: ebionismo, gnosticismo, adopcionismo, montanismo, donatismo,
maniqueísmo, arrianismo, nestorianismo, monofisismo y muchas otras más, hasta
llegar el año de 1520, con la rebeldía del monje Martín Lutero, iniciador de las
corrientes protestantes, que a su vez, se dispersaron en numerosas sectas o
comunidades disidentes. Los motivos de éstas separaciones o herejías, versan sobre
las distintas interpretaciones a los escritos bíblicos, así como a ritos y facultades que
ostenta el Papa de la Iglesia Católica Romana, considerada como la única
mantenedora de la verdad y esencia de las sagradas escrituras. Conviene al lector
saber que el término hereje no es despectivo, pues equivale a selección. La Iglesia
Católica Romana no considera como protestantes a las Iglesias ortodoxas y reconoce
como válidos los sacramentos por ellas conferidos, pues por muchos siglos habían
sido obedientes al Papa y, aún en la actualidad, muchos de sus dogmas siguen
siendo iguales.
Una recomendación del Papa a los obispos era la diligencia para que
desterraran las herejías de sus diócesis. En la Edad Media la influencia de la Iglesia
2
era tan poderosa que más de una ocasión el populacho enardecido por las prédicas
contra herejes y hechiceros, los victimaba sin ningún juicio y en forma atroz;
generalmente eran llevados a la hoguera, convencidos de que los herejes o rebeldes,
con la aceptación de la doctrina imperante, no eran sino representantes del propio
Satanás y por ello merecedores de suplicio y muerte.
El tribunal del Santo Oficio o de la Inquisición, como generalmente es conocido,
quedó formalmente constituido como una dependencia papal en el año de 1223,
siendo Papa Gregorio IX, y existió en gran parte de los países europeos occidentales
católicos. No llegó a establecerse en Escandinavia y fue en la propia Italia, Francia,
Alemania y España en donde tuvo una gran actividad. En un principio fueron las
órdenes de frailes mendicantes y predicadores como los dominicos y franciscanos
designados, quienes por sus propias funciones de predicación debían mezclarse con
el pueblo y detectar posibles herejías para ser denunciadas ante el obispo, quien
tenía para estos menesteres un fraile adjunto. Con el devenir del tiempo, el fraile
inquisidor fue desplazando al obispo, con ello se inicia el origen de los Tribunales de
la Inquisición en las diócesis episcopales. Esta acción independentista les permitió
actuar libremente en su jurisdicción y siempre siguiendo las directrices del Tribunal
Inquisitorial Romano.
Por varios siglos los reyes y príncipes apoyaron decisivamente las actividades
inquisitoriales; con ello, sus gobernados eran sumisos y obedientes, pues a través de
la religión es que se consideraba a un país, a un rey y a otra religión.
En tanto la Inquisición iba en franca desaparición en la mayoría de las naciones
católicas, en España, continuó por condiciones muy propias emanadas de la
reconquista, lo que trajo como consecuencia que desaparecieran las fronteras
geográficas con los reinos moros, originándose una considerable dispersión morisca
por todo el territorio hispano. Con el pueblo judío ocurría algo similar. Aunque de
siglos atrás, las comunidades judías constituían una gran prosperidad para sus
habitantes y muchos de ellos eran funcionarios públicos comisionados en la
recaudación de impuestos, tesoreros y prestamistas, para la nobleza y aún para el
rey, nunca fueron bien vistos por el pueblo, pues por su riqueza y poder eran
arrogantes y prestos al lucimiento de joyas y vistosas prendas.
3
Los mismos reyes sabían que las conversiones obligadas de judíos y moros
eran de conveniencia y por ende falsas. Además, se sabía que herejes perseguidos
en Francia e Italia habían obtenido refugio en España. Así, por Bula del Papa Sixto IV
con fecha del 17 de septiembre de 1480, quedó formalmente establecida la
Inquisición en el Reino de Castilla, que unido al de Aragón, formaban la nación
española, aunque se seguían manteniendo diferencias entre las distintas leyes y
ordenamientos, pues mientras que los aragoneses las defendían por darles libertades
a los conversos, en Castilla eran reducidas. El primer auto de fe de la recién
establecida Inquisición se efectuó en Sevilla. La inquisición española acrecentó más
su importancia, por la necesidad del gobierno español de tener libres de herejes sus
posesiones ultramarinas, especialmente de falsos conversos, así como por la llegada
de protestantes a través de la piratería. Con la aparición de la contrarreforma se
agudizó la lucha contra los luteranos, baste recordar aquella exclamación del rey
Felipe II de España en la que prefería perder sus dominios a tener súbditos
protestantes.
Los procedimientos seguidos por el Tribunal Inquisitorial no se diferenciaban
mucho de los usados por la justicia común, así como las inhumanas cárceles en
donde eran recluidos los condenados. Era frecuente la delación o difamación, en
donde una o varias personas acusaban al sujeto de herejía. En estos casos, se
sometía la averiguación a los calificadores, quienes consideraban si era necesario o
no enjuiciar al acusado. En cambio, cuando las faltas denunciadas eran consideradas
desde el principio como graves, sin más consideraciones el sujeto era aprehendido y
encarcelado. No se le comunicaba el motivo de su detención, ni de quién provenía la
acusación. El primer objetivo era el de obtener una confesión libre del acusado; y
según la misma Inquisición lo que les preocupaba en todos los casos era la salvación
del alma del reo. Cuando los inquisidores concluían que la libre confesión, siempre en
presencia de un escribano que tomaba nota de todo lo que se decía, era incongruente
y por ende falsa, se indicaba la tortura; se ordenaba la presencia de un médico que en
principio examinaba al reo y si lo encontraba saludable se iniciaba la tortura, la cual
generalmente se aplicaba de dos formas: la garrucha y la tina de agua. En el tormento
de la garrucha se ataban por la espalda las manos del reo y la soga era pasada por
una garrucha o polea y el verdugo jalaba la cuerda produciendo dislocación de
hombros y si aún no estaban conformes con la declaración del atormentado, se le
amarraban a sus pies unas pesas y se jalaba la cuerda levantándolo del suelo, con la
consiguiente luxación de miembros superiores e inferiores.
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En la tortura con agua, el reo era colocado en una especie de bastidor,
conocido como la escalera, con travesaños afilados sobre los cuales el reo era
colocado de tal manera que su cabeza quedaba a la altura de sus pies. La cabeza era
introducida en una cubeta agujereada y mantenida en esta posición por una cinta de
hierro en la frente. Se le enroscaban en los brazos y piernas cuerdas muy apretadas.
La boca tenía que mantenerse forzosamente abierta, metiéndole un trapo en la
garganta, se le echaba agua de un jarro, de manera que con la garganta obstruida y
el agua introduciéndose por las fosas nasales, se producía un estado de asfixia.
Cuando el reo llegaba a fallecer durante la tortura los inquisidores declaraban
que el acusado, por su obstinación en reconocer su pecado los obligaba a torturarle.
En ocasiones, no infrecuentes, también eran llevados a tortura uno o varios de los
delatores, así como individuos que se presentaban voluntariamente diciéndose
poseídos por el diablo o hechizados, y que las más de las veces eran dementes.
En honor a la verdad el Tribunal de la Santa Inquisición no perdonaba ni a
clérigos, ni a obispos; en estas situaciones, hasta el Papa intervenía. Los procesos se
llevaban con increíble lentitud, meses o años, y con cierta frecuencia el acusado
moría antes de ser sentenciado. Junto con la detención del presumible herético, venía
la confiscación inmediata de todos sus bienes, dejando a sus familiares en la cruel
pobreza y el oprobio del pueblo, que en adelante los consideraba como apestados.
La Inquisición o el Tribunal del Santo Oficio no entró en los reinos de Castilla y
León sino hasta 250 años después de que se había establecido en toda Europa.
Antes, la vigilancia de los obispos y de otros prelados de la iglesia había sido
suficiente para reprimir la herejía, de hecho, hasta la segunda mitad del siglo XV se
toleraba que moros y judíos celebraran su culto pacíficamente. Tanto las mezquitas
como las sinagogas gozaban de fueros particulares y eran protegidas en sus
derechos.
En América, el Tribunal del Santo Oficio se estableció por primera vez en la isla
de Santo Domingo, llamada en ese entonces La Española, gracias a que el cardenal
Adrián de Utrech, regente del reino e inquisidor general de España, extendió el
nombramiento de inquisidor de todas las tierras descubiertas y a descubrir a don
Pedro de Córdoba, residente de dominicana.
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Tres años después de consumada la Conquista de la Nueva España, fray
Martín de Valencia, franciscano evangelizador, fue nombrado por Pedro de Córdoba
comisario de la Inquisición en México. Aunque los franciscanos no tenían ni bula ni
permiso para ejercer ese oficio que era y había sido siempre privilegio exclusivo de
los dominicos. Ese primer inquisidor ejerció suavemente el empleo, hasta que a la
muerte de Córdoba, llegó de España fray Vicente de Santa María, un dominico.
En 1535 el inquisidor general de España y arzobispo de Toledo, Alfonso
Manrique, expidió el título de inquisidor apostólico al primer obispo de México, Juan
de Zumárraga. Aunque este no creyó prudente establecer aún la Inquisición en
México, cometió el tremendo error de formar proceso a un indio, señor principal de
Texcoco, bautizado ya con el nombre de Carlos y nieto de Netzahualcóyotl, a quien
acusó de seguir sacrificando víctimas a sus dioses. El inquisidor apostólico lo mandó
a quemar vivo en la plaza pública el 30 de noviembre de 1539 para convertirlo en la
primera víctima del Santo Oficio en la Nueva España. Zumárraga recibió regaño y
castigo porque en las disposiciones reales y las reglas del Santo Oficio, se estipulaba
que no se podían ejercer rigor ni pena contra los cristianos nuevos de la raza india.
Sin embargo, no fue hasta 1571 que el doctor Moya de Contreras, inquisidor
mayor de la Nueva España estableció en México el Tribunal de la Fé, este año, se
considera oficialmente, como el del establecimiento del Santo Oficio en México.
Fray Tomás de Torquemada, pariente de Juan de Torquemada, el ilustre fraile que se
ocupó de la historia indiana de México, fue uno de los más crueles inquisidores de
España, Fue él quien desarrolló las reglas más crueles y estrictas para el Santo
Oficio, reglas que se siguieron al pie de la letra en México. Entre sus disposiciones
estaba que el secreto de los testigos fuera inviolable, que se adoptara el tormento y la
confiscación de bienes, que en un corto período de gracia los acusados se
denunciaran a sí mismos y abjuraran de sus errores, que se recibieran las denuncias
de padres contra hijos y de hijos contra padres y que se permitiera la separación del
derecho común y del orden de proceder en todos los tribunales conocidos.
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Luis González Obregón calcula que se pronunciaron 51 sentencias de muerte
en los 235 o 242 años en los que funcionó en México el Santo Oficio, pero esta puede
ser una conjetura: Llorente dice, por ejemplo, que sólo en 1481 hubo 21 mil procesos
y hasta quienes sostienen que la Inquisición no quemó a nadie en tierras mexicanas.
Sin embargo, es muy probable que todos se equivoquen o que el más aproximado en
sus cálculos sea González Obregón ya que, por ejemplo, en el caso contra Luis de
Carvajal, uno de los más célebres de México, murieron ocho personas, siete de ellas
en la hoguera y una en el garrote vil.
Las penas impuestas a los reos de delitos que no se castigaban con la muerte
eran generalmente “el auto, vela, soga y mordaza y abjuración de Levi”, y a veces
también el destierro. Eran de rigor, eso sí, 100 o 200 azotes. Entre los delitos
figuraban no sólo el renegar de Dios, de sus santos y la Virgen, sino también el
amancebamiento, la fornicación y la sodomía.
La indumentaria denunciaba al reo y así lo segregaba: a los judaizantes, por
ejemplo, se les condenaba a llevar ad perpetuum, un hábito penitencial amarillo con
dos aspas coloradas de San Andrés: es lo que llamaban el sanbenito. Remataba el
atuendo un gorro de papel en forma cónica, color azafrán. Para indicar que un preso
iba hacia las cárceles del Santo Oficio se decía que “se lo habían llevado en la
calesita verde”.
Durante la Conquista, al edificio de la Inquisición, después la Escuela de
Medicina, se le llamó la “casa de la esquina chata”. El Patio de los Naranjos era el de
las prisiones y estas celdas medían, por lo general, 16 pasos de largo y 10 de ancho,
contaban con dos puertas de un grosor bastante importante, un agujero con rejas
dobles donde entraba escasamente la luz y una tarima de azulejos que hacía las
veces de cama.
Las cortes generales y extraordinarias que decretaron en España la abolición
de la Inquisición, sesionaron el 8 de diciembre de 1812, y el decreto se pronunció en
México en 1813, sin embargo quedó definitivamente abolida hasta 1820.
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Este Tribunal fue visto generalmente con desprecio, sobre todo después de la
Revolución Francesa, puesto que en realidad se había convertido en una institución
represiva del propio gobierno más que de la Iglesia, aunque es verídico que en
muchas ciudades, en sus principios, los autos de fe eran un espectáculo regocijante.
Por mucho tiempo se escuchó una frase que decía: El que entre a la Inquisición, si no
lo queman, de todos modos sale chamuscado.
Torturas barbáricas en extremo
utilizadas por la "Santa Inquisición",
institución de la Iglesia Católica Romana.
Escena 5, del Acto 7, del "Escandaloso drama convulsionado de la gran
ramera".
"La mujer ebria de la sangre de los santos, y de los mártires de Jesús."
Advertencia. En esta “Escena 5”, veremos aparatos espantosos y procedimientos
horrendos de tortura usados para ejecutar órdenes de los inquisidores católicos
romanos contra “herejes”. Bien
pueden afectar gravemente a personas muy
sensibles de corazón y espíritu, trastornando su mente, provocando repugnancia o
nausea, y además, causando mucha indignación, enojo, profunda depresión o hasta
pesadillas.
Instrumentos de tortura. A la derecha, el sarcófago en posición vertical, se conocía
como “Virgen de hierro”, o “Virgen de Nuremberg”. Las puertas, al igual que el
espaldar, tenían púas largas y afiladas. Forzada la víctima a pararse dentro del
aparato, al cerrarse las puertas, las púas penetraban en el cuerpo, pero no mataban
de inmediato al acusado, pues estaban fijadas de tal forma que no lesionaban
órganos vitales, así prolongándose la tortura hasta causar, con el andar del reloj, una
muerte vilmente cruel. Se agravaba todavía más la tortura al abrirse y cerrarse las
puertas sobre la víctima más de una vez.
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www.sfu.ca Pintura por Hippolyte Delaroche, 1824, Musée des Beaux-Arts, Rouen,
France.
Juana de Arco interrogada por el Cardenal Winchester en la célula donde ella fue
encarcelada.
La vestimenta “escarlata” del Cardenal Winchester lo identifica certeramente como
siervo de la “bestia escarlata” y de “la mujer vestida de púrpura y escarlata”, la
que viene montada sobre la “bestia escarlata” (Apocalipsis 17). Juana de Arco nació
en el este de Francia, en 1412 d. C., siendo sus padres Jacques d’Arc e Isabelle
Romée. Obedeciendo a “visiones”, la joven Juana
logró introducirse en el ejército Francés,
llevándolo al triunfo en varias batallas importantes
durante la Guerra de los Cien Años. Juzgada en
una corte eclesiástica, fue condenada y quemada
en una hoguera. Tenía tan solo diecinueve años
de edad. Veinticuatro años más tarde, el Papa
Calixto III revisó la decisión de aquella corte
eclesiástica, encontrando inocente a la doncella y
declarándola
mártir. (Datos
de www.wikipedia.org. Tomados del artículo en
inglés “Joan of Arc)
-Estimado lector, al considerar usted las
horribles torturas efectuadas por la "Inquisición"
católica romana, tenga presente en todo
momento, se lo suplicamos, que la Iglesia
Católica Romana no es, ni representa de modo alguno, la original iglesia fundada por
Jesucristo.
Esta jamás tortura a nadie. Tampoco inicia o participa en "guerras santas" o
"guerras religiosas" de naturaleza carnal. "Las armas de nuestra milicia no son
carnales" (2 Corintios 10:4). Los cristianos fieles al Señor no toman venganza contra
ningún enemigo de Dios o su iglesia verdadera (Romanos 12:19-20).
Por cierto, "cristianismo" no es sinónimo de "catolicismo romano", ni viceversa.
Atribuir "guerras santas" y "torturas de inquisición" al "cristianismo en general" no es
correcto; no es honesto. Hacerlo es implicar que todas las iglesias del "cristianismo",
que todos los integrantes del "cristianismo", sean culpables de "guerras y torturas en
el nombre de Dios". Pero, ¡esto es muy lejos de la realidad! Sencillamente, porque el
verdadero Reino de Dios y de Cristo "no es de este mundo... no es de aquí",
palabras de Cristo dirigidas a Poncio Pilato (Juan 18:36), y lógicamente, hechas
extensivas a todos los habitantes del globo terráqueo.
9
Lamentablemente, el "reino del Vaticano" sí, en definitiva, es del mundo; es
de aquí, es decir, de la tierra, terrenal, y por consiguiente, no es cosa extraña que
actúe como reino terrenal. Lo trágico es que este "reino mundano del Vaticano", con
su disfraz de "cordero", manso, humilde, espiritual (Apocalipsis 13:11), haya crecido
tanto y se haya dado a conocer a tal extremo que los incrédulos e indoctos lo perciban
como sinónimo de "la iglesia", "el cristianismo" o "el reino de Dios en la tierra",
desconociendo ellos a la verdadera iglesia que Cristo fundó y al verdadero evangelio
por el Espíritu Santo revelado (Juan 16:13).
Si usted pertenece a este grupo que adolece de una percepción equívoca
acerca de la Iglesia Católica Romana, lo inteligente sería procurar conocer a la iglesia
puramente bíblica, la que no persigue, no tortura, ni hace alianzas con poderes
seculares, sino que predica y sigue el evangelio de reconciliación y paz revelado solo
y exclusivamente en el Nuevo Testamento.
Permítanos recomendarle"Doctrinas fundamentales del evangelio", donde
se encuentran estudios concisos sobre la iglesia ideal concebida y hecha realidad por
Dios, como además, sobre el evangelio por ella proclamada –evangelio libre de
credos y concordatos humanos, libre de venganzas y torturas, lleno de amor,
tranquilidad, amistad y buena voluntad hacia todo ser humano.
-Referencias. La letra entre paréntesis al final de cualquier información o cita
corresponde al libro identificado con la misma letra en“Fuentes de información
citadas en esta obra”, al final de este escrito, y el número identifica la página donde
se halla la información o cita.
En esta pintura por Joe Maniscalco (Derechos reservados), la celda, donde se
encuentra amarrado a la pared un varón acusado de herejía, se ve bastante limpia.
Según la historia, muchas prisiones de aquellos tiempos eran mazmorras, algunas
subterráneas, llenas de ratones, sabandijas, podredumbre fétida, enfermedades
10
contagiosas, excreta, orina, humedad y frío. ¿Se fija en las dos figuras paradas en
la entrada? La que está vestida de una túnica púrpura es un clero católico
romano. Con sus manitas “inocentes” tomadas en gesto típicamente hipócrita de
“humildad y santidad”, seguramente no acude para consolar al reo, ni suplicar
clemencia, sino para interrogar y condenar.
I. Medios de tortura y muerte cuyo uso fue aprobado por oficiales católicos
romanos, no faltando entre ellos algunos, excepcionalmente diabólicos, inventados
especialmente por los “humildes y santos prelados”, o sus secuaces, con el propósito
de forzar a las infelices víctimas a “confesar sus herejías”. Para colmo, solían inscribir
las palabras “Soli Deo Gloria” (“Gloria solo a Dios”) en los aparatos satánicos
confeccionados para torturar. También rociaban los instrumentos de tortura
con “agua bendita” (B, 122).
A. “La tortura principal fue el encarcelamiento prolongado.” (La Reforma, por
Will Durant. Página 211) Una pintura que ilustra este tipo de tortura aparece en la
página anterior.
B. El “Auto-de-fe”, o sea, “Acto de fe”. “Llegando al lugar preparado para las
ejecuciones, los que habían confesado [su herejía],fueron estrangulados, luego
incendiados; los recalcitrantes [tercos, obstinados] fueron incendiados vivos.
Alimentaron las llamas hasta que nada quedara sino las cenizas de los muertos,
las que fueron regadas por campos y ríos. Los sacerdotes y los espectadores
retornaron a sus altares y hogares convencidos de haber hecho una ofrenda
propiciatoria al Dios insultado por la herejía. El sacrificio humano había sido
restaurado.” (La Reforma, por Will Durant. Página 213)
11
En Bélgica, queman en la hoguera a una dama sospechada de herejía.
www.sfu.ca
Efectuándose un “Auto-de-fe” en Lima, Perú. www.wikipedia.org
12
www.paracompusa.com “Auto de fe” en México. El último fue realizado en 1850
d. C.
a)
Procedimiento. “Al igual que en una representación teatral, los
personajes que participaban en el auto de fe, vestían de acuerdo con su cometido y
categoría. El cortejo que se formaba para llegar hasta el lugar de la representación
tenía también sus normas en cuanto al orden y distribución de los participantes.
Los reos eran conducidos de madrugada desde la prisión de la Inquisición
hasta la capilla del Santo Oficio de donde salía formada toda la procesión. En algunos
lugares llamaban a este desfile la procesión de la Cruz Verde por ser esta cruz el
símbolo de la Inquisición. La cruz iba a la cabeza de la comitiva enarbolada por el
fiscal del Tribunal que solía marchar a caballo.
Detrás de él, a pie, caminaban los reos reconciliados portando cirios
encendidos en señal de penitencia. A continuación iban los frailes
dominicos precediendo a los reos relajados, es decir, a los condenados a muerte.
Estos reos iban vestidos con una especie de casulla llamada sambenito, pintada
con escenas del infierno, con terribles llamas y figuras de condenados. En la
cabeza soportaban la coroza o capirote, una especie de cucurucho también
pintado con símbolos infernales, generalmente hecho de cartón, que resultaba
grotesco y humillante. Tras ellos iban los llamados familiares de la Inquisición que en
algunos escritos figuran como ¨los ojos¨, y cerraban el cortejo, primero los lanceros a
caballo (u otra delegación militar) y después los representantes de las comunidades
religiosas existentes en la ciudad.” (www.wikipedia.org. ArtículoAuto de fe)
b) La Inquisición Española. ¡32,000 personas murieron en las llamas! “El
‘Auto de Fe’, o sea, ‘Acto de Fe’, fue una combinación de ceremonia religiosa y evento
público efectuados para dar a conocer la sentencia contra quienes la Inquisición
Española hubiese encontrado culpables. Demostraba el poder de la Iglesia. La
práctica comenzó en Sevilla en 1481 y terminó en México, en 1850. Durante estos
siglos, cerca de 32,000 personas murieron en las llamas.” (www.paracompusa.com)
13
C. El “Sillón de púas”.
www.corkscrew-balloon.com Museo de Tortura Medieval, San Gimignano, Italia.
El “Sillón de púas”. Púas agudas en el asiento, el espaldar, los brazos y los
descansos para piernas y pies penetraban la carne del acusado. Correas fueron
utilizadas para sujetar al reo en el sillón y apretar su cuerpo contra las
púas.“Frecuentemente, el asiento fue fabricado de hierro, el cual podía ser
calentado. Estos implementos fueron usados en Italia y España hasta fines del
Siglo XVIII, y conforme a algunas fuentes, en Francia, Alemania y otros países del
centro de Europa, hasta fines del Siglo XIX.”
D. El “Garrote”.
www.corkscrew-balloon.com Museo de Tortura Medieval, San Gimignano,
Italia. “El garrote de forma evolucionada, consistía en un collar de hierro que, por
medio de un tornillo, con una bola al final retrocedía produciendo la muerte al reo
por la dislocación de la apófisis de la vértebra axis sobre el atlas en la columna
14
cervical, es decir, se le rompe el cuello a la víctima, que muere de esta manera
rápidamente.” (www.wikipedia.org. Artículo Garrote vil)
E. Las “Pinzas grandes” fueron utilizadas para arrancar las uñas de manos y
pies. (B, 122)
F. Las “Botas españolas” servían para aplastar piernas y pies. (B, 122)
G. La “Virgen de hierro”. Ilustración y descripción al comienzo de este
“Escenario”.
H. La “horca”.
I. El “Tenedor de hereje.”
www.corkscrew-balloon.com Museo de Tortura Medieval, San Gimignano, Italia.
“Tenedor de hereje” El reo, teniendo amarradas las manos, no podía mover su
cabeza o cuerpo sin que penetraran cada vez más las puntas del “Tenedor de
hereje”.
J. “La cama de estirar el cuerpo hasta romper coyunturas.”
15
Haciendo uso de este mecanismo sádico, los verdugos estiraban, poco a poco, los
miembros del cuerpo del culpado hasta descoyuntarlos, procedimiento que
causaba indecible dolor. Pintura por Joe Maniscalco. Derechos reservados.
K. Torturaron y desfiguraron a algunos acusados de herejías, vaciándoles “hierro
candente” en los ojos, los oídos, la boca y hasta en otros orificios del cuerpo. (B,
123)
L. Ojos sacados. A algunos culpados de herejía se les sacaron los ojos.
M. El “Látigo” infligía terrible sufrimiento a algunas víctimas de la “Santa
Inquisición”.
Un acusado de herejía es torturado bárbaramente a latigazos. A la izquierda, dos
cleros católicos observan fríamente la
acción.http://sprintbare.com/radioactive/images/uploads/inquisition.jpg
N. Quemados muchos ejemplares de la Biblia y de otros libros proscritos
por la “Santa Inquisición”. Ejemplo. “En 1731, el conde Leopold Anton von
16
Firmian, arzobispo de Salzburg, siendo también su gobernador secular, inició una
persecución salvaje de los luteranos residentes en las regiones rurales de
Salzburg. No solo desterró a decenas de miles de protestantes, sino que también
ordenó confiscar y quemar todos los libros protestantes, incluso la
Biblia.” (www.wikipedia.org. Artículo, en ingles, Book Burning)
www.nostradamus101.com
Quemando ejemplares de la Biblia y de otros libros condenados por la
“Santa Inquisición”.
A la izquierda, un clero católico romano vestido de “escarlata”, y dos vestidos de
negro y blanco, observan el acto, sancionándolo, mientras feligreses de la Iglesia
Católica Romana se hacen copartícipes de la represión del conocimiento, la
entronización de la ignorancia y la violación de derechos innatos del ser humano
de estudiar, aprender, analizar y determinar para sí mismo el rumbo espiritual de
su vida, sin represalias o persecuciones humanas. Sucedió, pues, que los católicos
romanos fueron los responsables de quemar muchos ejemplares de la Biblia, pero
ni aun así pudieron detener el esparcimiento del la Palabra de Dios, ya que “la
17
palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el
evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:25).
O. Suspendido por manos atadas. Las manos de la víctima fueron atadas a
espaldas; luego la víctima fue suspendida en el aire por una soga atada a sus
muñecas. En esta posición, todo el peso del cuerpo constantemente hacía fuerza
en las manos, las muñecas y los hombres de la víctima. (La Reforma, por Will
Durant. Página 211)
Víctima suspendida de las
manos. http://www.christianisme.ch/images/grandes/corde.jpg
P. Ahogados. Usaron orina o excremento para ahogar a algunos “herejes”. (B,
123)
Q. Lanzados por peñascos. Algunos acusados fueron amarrados a estacas y
lanzados por peñascos. (B, 123)
R. Propiedades confiscadas. “Las propiedades de los herejes fueron
confiscadas y divididas entre los inquisidores y los Papas.” (C, 253)
S. Tortura por agua. En este procedimiento, la víctima fue inmovilizada y luego
dejaban gotear agua por su garganta hasta casi ahogarla. (La Reforma, por
Will Durant. Página 211)
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www.marxmarx.com
En una recámara de tortura, dos tipos, obedeciendo las órdenes de la “Santa
Inquisición” católica romana han colocado el cuerpo de una mujer acusada de
“herejía” sobre un tipo de banco, sujetando sus manos y pies con sogas. Están en
el acto de echar agua en su boca hasta casi ahogarla, mientras observa un monje
y una monja.
T. La “rueda” fue usada para estirar el cuerpo de la víctima, procediendo
entonces los verdugos a romper sus huesos.
www.journeywithjesus.net
19
Mientras un verdugo estira el cuerpo del acusado de “herejía” sobre una rueda,
otro abanica llamas debajo de sus pies. Dos “santos” cleros de la Iglesia Católica
Romana observan atentamente este acto sádico de tortura. El que tiene papel y
pluma está escribiendo una descripción detallada del procedimiento y su efecto en
el desdichado “hereje”.
U. La “santa trinidad” fue un casco de acero calentado a rojo vivo, luego
colocado sobre la cabeza del denunciado. Quitándosela las bestias brutales que se
prestaban para las torturas, la piel quemada quedaba pegada al acero, y también
los ojos mismos en algunos casos.
La “santa trinidad”: casco de acero calentado a rojo vivo.
V. El “Taburete de Judas”. La siguiente ilustración dice más que muchas
palabras.
www.corkscrew-balloon.com Museo de Tortura Medieval, San Gimignano, Italia.
W. La “Guillotina”.
20
www.corkscrew-balloon.com Museo de Tortura Medieval, San Gimignano, Italia.
X. Algunos instrumentos y procedimientos de tortura eran tan y tan
inhumanamente barbáricos y obscenos que optamos por no incluir
descripciones o ilustraciones en este estudio. A continuación, anotamos los
nombres de tres más, para el estudioso que quisiera buscarlos en Internet u otras
fuentes de información. (Palabras claves para la búsqueda en Internet:
“inquisición”, “inquisición española”, “tortura sobre rueda”. Seleccionar la categoría
de “Imágenes” en el programa de búsqueda –Yahoo, Google, Bing.)
1. “Las peras del Papa.” (Pope’s Pears)
2. “La araña de hierro.” (The Iron Spider)
3. “La pata de gato, con uñas.” (The Cat’s Paw)
Y. La Inquisición católica romana comenzó la práctica de torturar en el año 1252.
En 1816, una bula papal prohibió la práctica. “Mientras las cortes seculares
frecuentemente trataban ferozmente a los sospechados, Will y Ariel Durant
argumentaron, en su libro La edad de la fe, que muchos de los procedimientos
más salvajes fueron infligidos sobre herejes píos por frailes todavía más píos. En la
España medieval, los dominicos granjearon fama como los más temibles
torturadores. Usualmente, las torturas fueron efectuadas en secreto, en mazmorras
subterráneas.” (www.wikipedia.org. Artículo en ingles Torture)
II. Tres evaluaciones de la Inquisición Católica Romana.
A. “Mejor ser ateísta que creer en el Dios de la Inquisición” (Católico anónimo).
Desde luego, el “Dios de la Inquisición” no es el verdadero Dios de la Biblia
sino el monstruo creado por la jerarquía católica romana.
B. “La persecución contra los cristianos por los romanos durante los
primeros tres siglos después de Cristo era un procedimiento moderado y
21
humano comparada con la persecución contra la herejía en Europa de 1227 a
1492.” (La historia de la civilización, Tomo IV, por Will Durant. Página 784).
C. “Los católicos romanos creen en el Purgatorio y que allí las almas sufren
más dolor que en el Infierno. Mas sin embargo yo creo que la Inquisición es
el único Purgatorio en la tierra y que los santos padres (sacerdotes, Papas)
son los jueces y verdugos. La barbaridad de ese tribunal... sobrepasa todo
entendimiento.” (La llave maestra del papado, Edición tres, Página 253, D.
Antonio Gavin. Antonio Gavin era sacerdote católico y testigo ocular de los
procedimientos de la Inquisición española.)
III. Mensaje para el católico romano inteligente e intelectualmente honesto.
¡Historia tan terrible y trágica la de la Iglesia Católica Romana! Escrita en
sangre durante gran parte de su trayectoria. La sangre de quienes se negaban
a respaldar u obedecer a los oficiales autoritarios de la Santa Sede, que de "Santa"
muy poco o nada tenía. La sangre de personas que desaprobaban varios ritos de
la "iglesia madre", que denunciaban los atropellos del clero, que criticaban la
secularización y politización de la Iglesia Romana. Ningún católico romano honesto
niega esta historia. Ninguno en sus cabales espirituales intenta justificar los
penosos sucesos desastrosos que ella cuenta. Ni siquiera la suma total de obras
caritativas realizadas por la Iglesia Católica Romana cancela la historia de
sus atrocidades contra incontables millones de seres humanos. No todos los
hospitales, clínicas, programas de bienestar social, retiros para fortalecer el
matrimonio y el hogar, etcétera, de la Iglesia Católica Romana en todo el
mundo nivelan la balanza. Es imposible rectificar tan enorme mal, obviarlo,
recompensarlo, justificarlo.
¿Cuántos católicos romanos conocen esta historia de su iglesia? De seguro, no
se la cuentan sus sacerdotes, pues no les conviene enunciar ni una palabra al
respecto. No obstante, el sentido común dicta que es deber de todo ser
humano investigar la procedencia, trayectoria e historia de su fe.
Muy distinta a la historia de la Iglesia Católica Romana es la de la verdadera
iglesia de Jesucristo, auténticamente apostólica y bíblica. Esta iglesia jamás
ha manchado su vestimenta con la sangre de persona alguna. Jamás se seculariza
o politiza. Jamás se embrolla en mercaderías. Jamás ostenta lujos mundanos, ni
reclama autoridad sobre los gobernantes seculares de las naciones. "Mi reino no
es de este mundo... no es de aquí", aclaró Cristo a Pilato (Juan 18:20), y la
verdadera iglesia del Señor entiende esta verdad fundamental, procediendo de
acuerdo a ella. La tergiversación inexcusable de ciertos textos bíblicos tales como
Mateo 16:18 contribuyó, y contribuye aún, a la formación de un reino o dominio
"cristiano" diametralmente opuesto al verdadero reino de Cristo.
Al leer el católico romano inteligente e intelectualmente honesto la historia de su
iglesia, contrastándola con la de la verdadera iglesia bíblica, si ama, de veras, a
22
Dios y Cristo, si ama la verdad y quiere salvar su preciosa alma, dejará de ser
católico romano, obedeciendo al evangelio no adulterado. Haciéndolo, será
añadido a la auténtica iglesia fundada por Cristo (Hechos 2:32-47).
Ciertamente, lo hará si ama la verdad por encima de todas las cosas, aprecia la
transparencia y verticalidad en asuntos espirituales y valúa el innato derecho divino
de cada individuo de creer y practicar religiosamente lo que quisiera, sin ser
perseguido, torturado o muerto. ¡SALDRÁ de la Iglesia Romana! ¿Cómo
quedarse en su seno, tratando vanamente de justificarla? ¿Suavizar o encubrir
la historia? ¿Reescribir la historia de su iglesia, alterando o eliminando hechos tan
feos como innegables? ¡Eso no sería honesto! ¿Perdonarle sus persecuciones,
torturas y matanzas? Perdonar a los católicos romanos ya muertos, los que, en
vida, derramaron tanta sangre, ¿cómo hacerlo o qué sentido tendría? De todos
modos, "perdonar", o "pedir perdón", aunque sea el mismo Papa quien lo haga,no
cambia los hechos, ni cambia las doctrinas o pretensiones, vigentes hasta el
día de hoy, que trajeron tantísimo sufrimiento escalofriante y muchos
millones de muertes crueles en extremo. Por lo tanto, la única opción sabia
es ¡SALIR! "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus
pecados, ni recibáis parte de sus plagas" (Apocalipsis 18:4). "¡SALID!"
"¡SALID!" "¡SALID de ella!"
Tenga presente, se lo suplicamos respetuosamente, que a los que no
reciben "el amor de la verdad para ser salvos... Dios les envía un poder
engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los
que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia" (2
Tesalonicenses 2:10-12). Pues, "¡salid!" Sin demorar, teniendo por más excelente
y necesario "el amor de la verdad" que cualquier otro "amor".
Estimado católico romano abierto a la verdad, le animamos a leer “Salid de
ella, pueblo mío”, mensaje de seis páginas en el que se abunda sobre el
significado y la aplicación práctica de esta exhortación-advertencia divina.
_____________________________________________
Fuentes de información citadas en esta obra
-La “A” corresponde al libro en inglés: “The Two Babylons” (“Las dos
Babilonias”). Subtitulado: “El culto papal”. Autor: Alexander Hislop. Segunda
edición americana, 1959. Publicado por Loizeaux Brothers, Neptune, New Jersey.
-La “B” identifica al libro traducido al español: “Babilonia, Misterio religioso”. Autor:
Ralph Woodrow, P. O. Box 124, Riverside, California 92502.
-La “C” corresponde al libro en inglés: “A Woman Rides the Beast” (“Una mujer
viene sentada sobre la bestia”). Autor: Dave Hunt. Publicado por: Harvest House
Publishers, Eugene, Oregon 97402.
23
-La “D” corresponde a “La historia de la civilización” (“The History of
Civilization”), una obra en inglés que se compone de ocho tomos grandes, contiene
muchísima información histórica que respalda la interpretación de Apocalipsis,
presentada en este estudio. Los autores son: Will y Ariel Durant. La obra fue
publicada por Simon and Schuster, New York.
-La “E” corresponde a “La nueva enciclopedia Schaff-Herzog de conocimientos
religiosos.” Esta obra en inglés consta de unos cuantos tomos. Publicada por Baker
Book House, Grand Rapids, Michigan, Estados Unidos.
-La “F” corresponde a “El debilitamiento y la caída del Imperio Romano.” Dos
tomos. Por Edward Gibbon. Obra publicada por William Benton. Enciclopedia
Britannica, Inc., Chicago, London, Toronto. 1952. Esta obra figura en la serie de: “Los
libros más importantes del mundo occidental”.
La santa inquisición católica Romana.
por JESUS ES EL CAMINO,LA VERDAD Y LA VIDA
¿¿SOLIS DEO GLORIA??
EL DESASTRE INQUISIDOR.
Instrumentos de tortura papista
24
POR EL DR. JAVIER RIVAS MARTÍNEZ. (MD).
«Escrutando entre mis libros, encontré algo interesante en uno de
ellos:
Encontré una gran verdad sobre el sistema inquisidor medieval el
cual surgió del los oscuros adentros de Satanás para destruir por
medio de hombres necios e ignorantes a quienes están hechos a la
misma Imagen y Semejanza del Eterno Rey».
La Edad Media se caracterizó por su oscuridad intelectual y también por su
terrible perversión religiosa. Fue tanta perversión la mencionada, que
millares de buenos cristianos fueron depuestos para muerte por
considerárseles herejes contra el sistema romanista católico apóstata
maligno.
En esa época de incertidumbre e ignorancia, Inocencio IV decretó un
escrito llamadoAd Exstripanda que declaraba que los herejes fuesen
«aplastados como víboras venenosas». Reyes, plebeyos, personas civiles:
pobres y ricos, sin distinción alguna, se juntaron a una para dar inicio a
una de las persecuciones más sangrientas en la historia del mundo,
maquinada bajo los oscuros sótanos de la llamada Santa Inquisición,
auspiciada por el sistema romanista católico. La Ad Extripandaprometía
a los perseguidores de herejes entregar cualquier propiedad confiscada a
quien asesinara a uno de ellos, asegurándoseles, además, la entrada al
cielo directamente sin haber pasado por el candente Purgatorio.
En este Infernal promulgo, se declara oficialmente la tortura contra
los infieles al Papa, y los instrumentos más crueles y martirizantes dejan
ver sus espantosas formas, siendo Satanás la fuente de inspiración para
ser creados.
25
Uno de ellos, es el estante, era una mesa larga en la que se acostaba a la
víctima que era atada con cuerdas y tablones por los brazos y las piernas
para ser estirados paulatinamente, mientras se procedía a presionar al
angustiado martirizado para que negase la verdadera fe, hasta el punto del
llegar al choque neurogénico por el gran dolor que se le producía y el
dislocamiento de las articulaciones óseas.
Se les arrancaba las uñas con pinzas. Objetos metálicos calientes eran
puestos en zonas delicadas del cuerpo, causándoles un increíble dolor por
las
profundas
quemaduras
hechas.
Especies
de barriles grandes,
eran vestidos con filosas cuchillas en los que se amarraban a los
condenados
haciéndoseles
rodar
en
movimientos
de
vaivén
provocándoseles heridas lacerantes serias que llevaban regularmente a la
muerte.
Horroríficos destornilladores de
dedos
se
usaban
para
desarticularlos. Las Botas Españolas, se colocaban en los pies para triturar
piernas y pies. La famosaVirgen de Hierro, era un sarcófago erizado en su
totalidad con aguda y filosas puntas en el que se introducía al inculpado
para ser herido en todo el cuerpo, en una muerte penosa y duradera, ya
que las puntas estaban dispuestas para no causar estragos en órganos
vitales. Eso tornaba más cruel el castigo. Miles fueron quemados en la
hoguera. En 1554, Francisco Gamboa, fue condenado a la hoguera. Un
monje le presentó una cruz y le dijo antes de morir, así: «Mi mente está
tan clara pensando en los verdaderos méritos y bondades de Cristo, que no
requiero de un pedazo de madera sin méritos». A otros se les vació hierro
candente por sus oídos y bocas; a otros más, se les arrancaron los ojos de
manera salvaje con instrumentos agudos punzo-cortantes. Muchos fueron
azotados hasta lograr matarlos por la severidad de la flagelación. A algunas
personas se les amputaba los músculos corporales para ser ahorcados con
ellos mismos, o se les ahogaba en excremento y orina. Los pobres
inocentes culpados de blasfemia eran encadenados en el suelo y en las
paredes para que las ratas los devoraran inmisericordemente. Eran puestas
deliberadamente serpientes venenosas para que fueran mordidos y que a
causa de los efectos de la agresiva toxina inyectada por el reptil, morían
en indescriptibles clamores. Los ahorcamientos no pasaron desapercibidos,
y eran realizados en grupo. El día de San Bartolomé es conocido por la gran
matanza de cristianos, los hugonotes, ejecutados en París en el año 1572.
El rey francés fue a misa a dar gracias por la gran cantidad
de herejes ajusticiados y el Papa Gregorio XIII se regocijo por el
26
acontecimiento «satánicamente divino». ¡Hasta se acuñaron monedas para
conmemorar esta desdicha!
Aunque el Papa pido perdón hace un poco de tiempo atrás por estos hechos
denigrantes ante Dios y la humanidad, el sistema católico romano no ha
dejado de ser el mismo. Su dogmatismo tenebroso que fue levantado hace
menos de dos mil años y que persiguió a los santos cristianos y fieles al
Dios del cielo en la Edad Oscura Medieval, lleva hoy la misma esencia
doctrinal. Nada ha cambiado de él. La iglesia romanista católica emprende
ambiciosa y activamente la búsqueda para la consumación por su
supremacía mundial, no sólo en el ámbito religioso, sino en el político y en
social.
Todo un negocio milenario. Las persecuciones injuriosas y mortales ya no
existen contra los verdaderos cristianos de parte del Papado romanista y
sus desviados seguidores, y le damos gracias a Dios por eso, pero
el Ecumenismo ha surgido como un arma relativamente nueva,
diplomática y demagógica, que están usando los líderes católicos
romanistas de manera artera e inteligente para extraer y poner en sus
dominios de muerte a los creyentes «medio crudos», como lo hace el
pescador con los peces anzuelados en su caña, al ser extraídos del agua
para ser puestos en el bote, y de allí, al plato del comensal, por dejarse
seducir ignorantemente por los modelos católicos expuestos, que son
sincréticamente pseudocristianos y verazmente diabólicos.
Los
católicos
se
han
hecho
ahora carismáticos como
los
neopentecostalistas. Hablan lenguas oscuras o jerigonza, predican como lo
hacen los cristianos y alaban de igual manera que en las congregaciones
que refutan con celo celestial la idolatría mariana. Muchos creyentes han
asentido positivamente los cambios radicales presentados en los católicos,
y por esa razón, por el parecido a lo que religiosamente hacen, han creído
que Dios lo ha aceptado por semejante «transformación» que no tiene
nada de santa. Un punto más para el diablo para engancharlos
directamente hacia el Ecumenismo, que ofende a Dios por las distintas
mezclas doctrinales unificadas en un sentir único que dirige hacia un
cristianismo puramente socializado e insalvable. Dios los condenará «con
mano en la cintura» si no se arrepienten de sus maldades y detracciones. A
decir verdad, creo que Satanás ha dejado la violencia pasada («La Santa
Inquisición»), para tornarse fino y diplomático con el propósito de llevar
27
a la perdición, con paso seguro y firme, a millones de incautos
del Ecumenismoy
del
falso
cristianismo
que
se
del Carismatismo Católico. No dejo de admirar la gran
inteligente de este maligno y marrullero ser, que «se
magistralmente todas».
por medio
desprende
capacidad
las sabe
Dios les bendiga siempre.
Ranking Top 30 de métodos de
torturas de la Inquisición Católica
30. LA PICOTA EN TONEL
Era
una
especie
de
vergüenza pública que se
aplicaba sobre todo a los
borrachos. Había dos clases
de "picotas en tonel": las
que tenían el fondo cerrado,
en las que la víctima se
colocaba dentro, con orines
y estiércol o simplemente
con agua podrida, y las abiertas para que las víctimas caminaran por las calles de la
ciudad con ellas a cuestas, lo que les producía un gran dolor debido a su gran peso.
28
29. LA MORDAZA O EL BARBERO DE HIERRO
Éste artilugio sofocaba los gritos de los condenados para que no estorbaran la
conversación de los verdugos. La "caja" de hierro del interior del aro es embutida en
la boca de la víctima, y el collar asegurado a la nuca. Un agujero permite el paso del
aire, pero el verdugo lo puede tapar con la punta del dedo y provocar la asfixia.
29
28. MÁSCARAS INFAMANTES
Estos artilugios, que existían con gran profusión de formas fantasiosas y, a veces,
francamente artísticas, desde 1500 hasta 1800, se imponían a quienes habían
manifestado imprudentemente su descontento hacia el orden, contra las convenciones
vigentes, contra la prepotencia del poder o, de cualquier forma, contra el estado de
las cosas en general. A través de los siglos, millones de mujeres, consideradas
"conflictivas" por su cansancio de la esclavitud doméstica y los continuos embarazos,
fueron humilladas y atormentadas; así el poder eclesiástico exponía el escarnio público
a los desobedientes y a los inconformistas. La Iglesia castigaba una larga lista de
infracciones menores mediante este método.
30
26. EL CEPO
La víctima, con las manos y pies aprisionados en las aberturas correspondientes, era
expuesta en la plaza pública, donde la chusma, en el mejor de los casos, le
provocaba, abofeteaba y embadurnaba con heces y orina, sustancias procedentes de
orinales y pozos ciegos que se le emplastaban en boca, orejas, nariz y pelo; pero en
muchas ocasiones era también golpeada, lapidada, quemada, lacerada e incluso
gravemente mutilada. También las incesantes cosquillas en las plantas de los pies y en
los costados llegaban a convertirse en una tortura insoportable. Sólo los transgresores
más inocuos podían esperar librarse con no más de unos pocos cardenales. Esta
tortura fue utilizada por catolicos y protestantes por igual.
24. EL TABURETE DE SUMERSIÓN
Las brujas eran sentadas en taburetes y atadas con correas, que colgaban de un
31
extremo para que se balancearan y tambolearan. Las víctima era sumergida en un río
o charco. No solo que las temperaturas heladas podía matarlas, sino que se las
sumergía y se las levantaba por lapsos de cinco minutos o mas. El "taburete del pato"
fue utilizado en América para las brujas, y en Gran Bretaña para castigar a pequeños
criminales y prostitutas.
23. CINTURÓN DE SAN ERASMO
Los orígenes de su denomimación son inciertos, puesto que no se conocen las
circunstancias del martirio de San Erasmo/Eramo/Elmo en el 303 d.C.; probablemente
se trata de una alusión al "fuego de Santelmo", espectacular fenómeno
electromagnético que parece revestir de fuego y centellas los palos de los veleros en
ciertas condiciones atmosféricas. El uso y los efectos de este artefacto son evidentes y
no necesitan comentarios.
32
22. LAS BOTAS O APLASTAPIERNAS
Las bootikens (o botas) o cashielaws era un "ingenioso" dispositivo que consistía en
cuñas que se aplicaban a las piernas de los tobillos a las rodillas. El torturador utilizaba
un martillo para golpear las cuñas hacia dentro. Mientras que el espacio existente
entre las cuñas comenzaba a cerrarse, el espacio de ésta manera comenzaba a
achicarse y el instrumento comenzaba a punzar las piernas de tal manera que las
cuñas comenzaban a entrar en la carne y provocaba el estallido de los huesos y la
salida la médula por las inciciones.
33
21. LA TORTUGA
Comprimir o triturar bajo una madera con peso encima (tambien llamado la tortuga)
era un método común entre los ingleses. En esta foto del siglo XVI se muestra la
"tortuga" con su variación de la "balanza", un tronco puesto en la espalda de la
víctima para que el espinazo se quebrara bajo el peso.
34
20. LÁTIGOS DE CADENAS
No se necesitan comentarios para describir estos artilugios, que parecen más armas
de guerra que instrumentos de tortura; sin embargo, látigos más o menos similares
pero en gran variedad con 2, 3 y hasta 8 cadenas, provistas de muchas estrellas, o
bien hojas de acero cortantes se usaban, y en cierta medida aún se usan, para
flagelar el cuerpo humano.
19. LA CIGÜEÑA
35
Éste es otro de los instrumentos de tortura que a primera vista no da fe de los
sufrimientos que es capaz de crear, porque su misión no es únicamente la de
inmovilizar
a
la
víctima.
A los pocos minutos de su utilización sobre la persona, ésta sufre fuertísimos
calambres, primero de los músculos abdominales y rectales, luego de los pectorales,
cervicales y de las extremidades. Con el paso de las horas, estos calambres conducen
a un contínuo e insufrible dolor en abdomen y recto. En tal situación, la víctima solía
ser golpeada, pateada, quemada y mutilada a placer.
18. APLASTAPULGARES
También conocido como pinniwinks, éstas herramientas hicieron lo mismo que "Las
Botas", pero en los de los pies y las manos. El instrumento aplastaba la raíz de las
uñas hasta que la sangre saliera a chorros. En el año 1629 en Prossneck, Alemania,
dejaron a una mujer con éstos tornillos puestos de diez de la mañana a la una de la
tarde mientras que el torturador y sus colaboradores fueron a almorzar. Le
aseguramos que la victima se acordo del señor cada minuto de su agonía.
36
17. EL GARROTE
Este tipo de muerte era reservada para aquellos que tenian dinero y podían pagar
para no morir tan dolorosamente en la hoguera o para las víctimas cuya sentencia a la
hoguera ya había sido leída pero que, después de dicha lectura, se arrepintieron. Con
esto se les evitaba morir quemados vivos y todos los dolores atroces que implicaba.
Además obtenian el perdón de sus pecados, lo que si bien no les servía para salvar
sus vidas , si les era útil para "salvar" sus almas.
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16. TORTURA DE AGUA
Estandarizado en Francia pero usado a través de la cristiandad la tortura mantenia al
procesado totalmente inmovilizado sobre una mesa de madera, le colocaban una toca
o un trapo en la boca, deslizándolo hasta la garganta; luego, el verdugo procedía a
echar agua lentamente, produciéndole al infeliz la sensación de ahogamiento. Una
variación incluía alimentar a la víctima solamente con alimentos salados y agua sucia.
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15. LA GARRUCHA
Consistía en amarrar al preso con los brazos hacia atrás, colgarlo y subirlo lentamente.
Cuando se encontraba a determinada altura era soltado bruscamente, sujetándosele
fuertemente antes de que tocase el piso. El dolor producido en ese momento era
mucho mayor que el originado por la subida. Si el preso no confesaba en la segunda
estrapada, le colocaban un sobrepeso en los pies a fin de aumentar el dolor.
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14. LA HORQUILLA
Con cuatro puntas afiladísimas que se clavaban profundamente en la carne bajo la
barbilla y sobre el esternón, la horquilla impedía cualquier movimiento de la cabeza,
pero permitía que la víctima murmurase, con voz casi apagada, "abiuro" (palabra que
se halla grabada a un costado de la horquilla). En cambio, si éste se obstinaba o si la
Inquisición era española, el hereje considerado "impenitente", se vestía con el traje
característico y se le conducía a la hoguera, pero con la condición de la
Extremaunción; si el inquisidor era romano, se le ahorcaba o quemaba, sin el
beneficio del traje pero siempre con el rito cristiano.
13. COLLAR DE PÚAS PUNITIVO
Está provisto de pinchos en todos los lados. El instrumento de la fotografía pesa más
de cinco kilos, se cerraba en el cuello de la víctima, y a menudo se convertía en un
medio de ejecución: la erosión hasta el hueso de la carne del cuello, hombros y
mandíbula, la progresiva gangrena, la infección febril y la erosión final de los huesos,
sobre todo de las vértebras descarnadas conducen a una muerte segura, atroz y
rápida. Aparte de esto, el collar presentaba la ventaja de economizar tiempo y dinero:
su función es pasiva y no requiere el esfuerzo, ni por tanto el pago, de un verdugo;
"trabaja" por sí mismo, día y noche, sin descanso, sin problemas y sin manutención.
Por ésta razón todavía es utilizado en algunos sitios.
40
12. EL ARAÑADO
El arañado era la vercion femenina de la uña de gato. Esta forma de tortura era muy
similar al "masectomy". La araña era un trozo de hierro, en rodillo, con filo en forma
de tenedor y se lo colocaba en los pechos. Nuevamente, ésta era una tortura muy
exclusiva para las mujeres.
41
11. EL TORO DE FALARIS
Se atribuye la quema de seres humanos dentro de la efigie de un toro a Falaris, tirano
de Agrakas (la actual Agriento, en Sicilia), que murió en el año 554 a.C.
Los alaridos y los gritos de las víctimas salían por la boca del toro, haciendo parecer
que la figura mugía.
10. EL APLASTACABEZAS
La barbilla de la víctima se coloca en la barra inferior y el casquete es empujado hacia
abajo por el tornillo.
Primero se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas, hasta que el
cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
Esto aseguraba que el diablo saldría de la cabeza del acusado.
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9. UÑAS DE GATO
Grandes casi como cuatro dedos de hombre, estos artefactos, montados encima de un
mango, se usaban para reducir a tiras la carne de la víctima y extraerla de los huesos,
en cualquier parte del cuerpo: abdómen, espalda, extremidades, senos, etc..
8. LA SILLA DE INTERROGATORIO
Se trataba de un utensilio básico del inquisidor El efecto de los pinchos sobre la
víctima, siempre desnuda, es evidente y no necesita comentarios. Ésta sufre
atrozmente desde el primer instante del interrogatorio, que puede ser más intenso si
43
se aplican sacudidas o golpes en brazos, piernas u otras partes del cuerpo.
El asiento era muchas veces de hierro, de manera que se podía calentar con un
brasero o una antorcha. Hoy en día esta función la realiza la electicidad.
7. LA SIERRA
Observando el dibujo, éste instrumento de tortura no necesita muchas explicaciones.
Sus mártires son abundantes. Debido a la posición invertida del reo, se asegura
suficiente oxigenación al cerebro y se impide la pérdida general de sangre, con lo que
la víctima no pierde el conocimiento hasta que la sierra alcanza el ombligo, e incluso el
pecho, según relatos del siglo XIX.
44
6. LA DONCELLA DE HIERRO DE NUREMBERG
Es un envase, caja cerrada, similar a un ataúd que estaba parado íntegramente y
cerrado firmemente. En uno de sus lados una puerta y sobre ella se añadieron unos
pinchos. Se colocaban a las víctimas paradas allí dentro, cuando la puerta con sus
pinchos se cerraba, éstos últimos se dirigían a los cuerpos de las víctimas. Las garras
no fueron diseñadas para matar, francamente, pero sin embargo la víctima podía
disfrutar de su nuevo hogar varios días antes de morir.
45
5. DESGARRADOR DE SENOS
Ya frías o incandescentes, las cuatro puntas desgarraban hasta convertir en masas
informes los senos de incontables mujeres condenadas por herejía, blasfemia,
adulterio y muchos otros "actos libidinosos", aborto provocado, magia blanca erótica y
otros delitos. En varios lugares en diferentes épocas en determinadas regiones de
Francias y Alemania hasta el siglo XVIII un "mordisco" con dientes al rojo vivo se
aplicaba a uno de los pechos de las madres solteras, a menudo mientras sus criaturas
se contorsionaban en el suelo salpicadas por la sangre materna.
Además de la función punitiva, el desgarramiento de senos servía como procedimiento
inquisitorial y judicial.
46
4. LA CUNA DE JUDAS
En este procedimiento la víctima es izada de la manera que se puede ver en la
ilustración adjunta y descendida sobre la punta de la pirámide; de tal forma que su
peso reposa sobre el punto situado en el ano, en la vagina, bajo el escroto o bajo el
coxis . El verdugo, según las indicaciones de los interrogados, puede variar la presión
desde nada hasta todo el peso del cuerpo. Se puede sacudir a la víctima o hacerla
caer repetidas veces sobre la punta.
3. LA RUEDA PARA DESPEDAZAR
La rueda para despedazar. Era el instrumento de ejecución más común en la Europa
germánica, después de la horca, desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo
XVIII. En la Europa latina el despedazamiento se llevaba a cabo con barras de hierro
macizas
y
mazas
herradas
en
lugar
de
ruedas...
Ver
mas
La rueda para despedazar. Era el instrumento de ejecución más común en la Europa
germánica, después de la horca, desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo
XVIII. En la Europa latina el despedazamiento se llevaba a cabo con barras de hierro
macizas y mazas herradas en lugar de ruedas. La víctima, desnuda, era estirada boca
arriba en el suelo o en el patíbulo, con los miembros extendidos al máximo y atados a
estacas o anillas de hierro. Bajo las muñecas, codos, rodillas y caderas se colocaban
trozos de madera. El verdugo, asestando violentos golpes con la rueda de borde
47
herrado, machacaba hueso tras hueso y articulación tras articulación procurando no
asestar golpes fatales. La víctima se transformaba, según nos cuenta un cronista
alemán anónimo del siglo XVII, "en una especie de gran títere aullante retorciéndose,
como un pulpo gigante de cuatro tentáculos, entre arroyuelos de sangre, carne cruda,
viscosa y amorfa mezclada con astillas de huesos rotos”. Después se desataba e
introducía entre los radios de la gran rueda horizontal al extremo de un poste que
después se alzaba. Los cuervos y otros animales arrancaban tiras de carne y vaciaban
los ojos de la víctima hasta que a ésta le llegaba la muerte.
2. LA PERA ORAL, ANAL, VAGINAL
Eran forzados en la boca, recto o vagina de la víctima y allí expandidos a fuerza por el
tornillo a su máxima apertura. El interior de la cavidad en cuestión era
irremediablemente mutilada, y casi siempre fatalmente. Las puntas al final de los
segmentos servían para cortar mejor la garganta, los intestinos y el cervix. El uso de
la pera originalmente fue ideado para aquellas mujeres que habían sido encontradas
culpables de la unión sexual con el diablo o sus familiares.
48
1. EL POTRO
La víctima es atada al instrumento y estirada rápidamente o gradualmente por
periodos de días. Se reportaron casos de cuerpos estirados hasta doce pulgadas como
resultado de la sistemática dislocación de cada cuyuntura del cuerpo, fuertes ruidos de
huesos dislocados, gritos de agonia y futiles pedidos de misericordia retumbaban por
el taller del inquisidor. Con el prisionero atado a este horrible aparato, el inquisidor
también usaba un variedad de torturas mas sutiles.
49
IGLESIA CATOLICA, CONTINUIDAD DE LA INQUISICIÓN
por sintracianalchoc Saturday, Jan. 26, 2008 at 8:35 PM
Gracias a Juan Carlos Vallejo, podemos compartir con los lectores un buen artículo de
la web para reflexionar.
La
Iglesia
Católica
"mediadora".
Marchan
las
mitras
azules
"Gracias" a ella, el desarrollo de la humanidad se atrasó 500 años, desde la
abjuración de Galileo, cuando gran parte del mundo vivió en el oscurantismo. En la
Guerra Civil Española, se aliaron con Franco y coadyuvaron a la masacre del pueblo
rebelde. En el Holocausto Judío, guardaron un silencio cómplice (el Papa actual fue
miembro de las juventudes hitlerianas y es miembro activo del Opus Dei). Cuando
las dictaduras en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay señalaron a los "rojos", que
luego fueron torturados y desaparecidos.
En Colombia no marcharon ni protestaron sino que voltearon la cara ante el genocidio
de la Unión Patriótica.
50
En Venezuela apoyaron el Golpe de Estado y el Paro Petrolero contra Chávez y
siguen conspirando para su caída. En la toma de la Embajada del Japón por parte del
MRTA, fue el obispo Cipriani (Opus Dei) quien introdujo los micrófonos que
contribuyeron al éxito de la operación militar de rescate y a la ejecución extrajudicial
de los guerrilleros (recomiendo leer Sombras de un Rescate de David Hidalgo y
Secretos del Túnel de Humberto Jara).
A los sacerdotes de la "Teología de la Liberación", los persiguieron, los expulsaron y
si no los obligaron al silencio. ¿Se les olvidó que uno de los cardenales papables de
Colombia, López Trujillo (Opus Dei) tuvo tratos con Pablo Escobar en Medellín? Y que
otro cardenal, igualmente papable, Darío Castrillón (Opus Dei), dijo que el dinero del
narcotráfico se santificaba cuando se lo daban a la iglesia, después de que fue
sorprendido bendiciendo "La Posada Alemana" de Carlos Ledher?
"Que tenemos que asistir a la marcha del 4 de febrero pero sin uniforme, porque será
tomada lista por los profesores", dijo Liliana, una colegiala de una institución
educativa católica en Bogotá. "Debemos marchar en defensa de la vida y de la
democracia que nos quiere arrebatar ese Chávez, engendro del demonio en
Venezuela", afirmó el párroco de una iglesia en un sector exclusivo de Cali. Y así, de
colegio en colegio y de parroquia en parroquia, la Iglesia Católica, Apostólica y
Romana, es consecuente con su tradición: hablar de paz cuando acaba de bendecir
las armas para la guerra; inmóvil ante la barbarie paramilitar, pero presta a marchar al
lado de los ricos y opresores.
El narcopresidente Uribe (Opus Dei) ha querido imponer a la brava la mediación de la
anquilosada Iglesia Católica colombiana. Y ella misma ha hecho lobby para meterse a
"mediar", cuando siempre ha estado con el sector más extremo de la derecha, en el
histórico conflicto colombiano.
Uno de los diez mandamientos de la Ley de Dios dice que no se debe mentir. Y la
iglesia católica, Apostólica y Romana lo acaba de hacer en cabeza del presidente de
la Conferencia Episcopal Colombiana, monseñor Luís Augusto Castro (Opus Dei),
cuando dijo que:
"de diversas maneras hemos tomado contacto con la guerrilla". Afirmación que fue
desmentida por Raúl Reyes: "No entiendo de dónde se asegura de supuestos
contactos recientes con la Iglesia, cuando de darse estos corresponden al
Secretariado (mando central de las FARC). Alguien pretende generar falsas
expectativas con aseveraciones como ésta". (El Tiempo, enero 22, 2008).
En la época de monseñor Builes, "la Mitra Azul", como lo llamó el gran periodista
51
Miguel Zapata Restrepo, muchas mujeres fueron "excomulgadas" porque montaban a
caballo como los hombres y no "de lado", como lo debían hacer las damas de alta
sociedad. Y les repetía la dosis, si pintaban desnudos, como lo hizo con artistas de la
época. Miles de seres humanos que fueron asesinados por "los pájaros" (sicarios de
los conservadores), no tuvieron cristiana sepultura porque pertenecían a "la chusma
gaitanista". Hubo que velarlos en sus casas y enterrarlos en su propio patio. No
bautizaban "hijos de liberales".
En los colegios católicos, a los estudiantes zurdos les amarraban la mano izquierda
dizque porque era "la mano del diablo" y era pecado escribir con ella; les frustraron su
futuro, muchos no volvieron al estudio. Todos los perros que cuidaban las
instalaciones del clero, se llamaban "Trostky".
Dice la escritora Sara Pozos, en su blog, enero 15 de 2008:
"Ni avances tecnológicos ni apertura ideológica ni cambio social; ni siquiera cambio
de un hombre elegido por los hombres para dirigir a una institución como la iglesia
Católica, ha logrado impedir que el actual Papa regrese, sino a las catacumbas, sí al
medievo en franca evidencia de retornar a la época en la que el poder absoluto (el
terrenal y el religioso) eran uno sólo en la persona del Papa.
El pasado domingo, Benedicto XVI, por primera vez en público, celebró una misa de
espaldas a los fieles, tal como se hacía en la antigua liturgia apenas reactivada hace
seis meses".
No es de extrañar que den la misa de espaldas, pues de espaldas siempre han
estado frente al pueblo. Se comportan como un partido político y así deberían ser
tratados: ¡Partido Político Iglesia Católica!
Continúa la escritora:
"El misal que ahora reactiva el actual Papa fue promulgado en 1570 por Pío V luego
del Concilio de Trento. El misal sufrió numerosas modificaciones, la última de las
cuales data de la época de Juan XXIII en 1962.
Ahora bien, la misa es lo de menos porque el punto central no está en las formas sino
en el fondo. Y el fondo del asunto es que el actual Papa ha decidido realizar reformas
a las prácticas y el culto que tenían vigencia en el ritual católico, para retornarlas a las
52
prácticas antiguas datadas en las postrimerías del siglo XVI. Lo hace, claro está,
como máximo jerarca de esa religión. Pero el asunto no queda ahí. El fondo
trasciende más allá del ritual católico porque intenta impactar, con profundo dolo, todo
lo relacionado con la vida política y pública, social y cultural de los países en los que
la iglesia Católica había perdido la mayor parte de sus fueros y prerrogativas para,
simple y sencillamente, recobrarlos. Además de lo anterior, el objetivo central de
aplanadora "celestial", es la instauración de Estados confesionales (obviamente
católicos) en todo el mundo.
Para lograrlo, es decir, para recobrar esos privilegios perdidos e instaurar los Estados
confesionales, el Vaticano impulsa políticas institucionales que destruyen el Estado
laico, por ejemplo; emplea estrategias diplomáticas y políticas, acciones concretas
como el cabildeo para tergiversar el concepto de libertad religiosa, para emplazar al
mundo en materia de comunicación social y derechos humanos, para corromper la
política pública e imponer, con denuedo, su particular forma de ver y concebir la vida.
Lo que no deja de admirarme en todo este asunto es la insistencia y consistencia,
disciplina diría, con que hacen las cosas. En nuestro país hemos sufrido los embates
en y desde todos los puntos posibles en contra del Estado laico. Declaraciones,
provocaciones, acciones específicas, etc., cualquier cosa se vale incluso que los
jerarcas religiosos opinen sobre lo que no es de su incumbencia e inciten a la
desobediencia civil al fin que -dicen los partidarios de regresarnos a vivir tiempos
obsoletos-, la libertad de expresión la tienen también los Jerarcas religiosos".
Que la cavernaria Iglesia Católica quiera ser "mediadora" cuando desde los púlpitos y
las aulas de sus colegios y universidades ha arengado y apoyado la infamia y la
narcodemocracia en Colombia, suena más que sospechoso. Bueno sería que las
FARC-EP abrieran los ojos, pues acá hay algo muy oscuro y no es precisamente la
sotana sacerdotal.
Ante los falsos positivos y el desespero de las rancias oligarquías venezolana y
colombiana, me temo mucho que haya disparos en la marcha del 4 de febrero y luego
le echen la culpa a las FARC-EP o a Chávez.
53
Tribunal de la Inquisición Española
La Iglesia católica romana
Uno de los apóstoles, san Pedro (llamado originalmente Simón o Simeón),
organizó a los cristianos en la Iglesia primitiva. Es decir, parece haberlo
hecho. Los relatos históricos hablan poco de la vida y las obras de Pedro.
San Pablo, judío converso a quien se considera también apóstol, predicó
extensamente entre los gentiles (es decir, no judíos), incluyendo a los
romanos.
La Iglesia católica considera a Pedro el primer obispo de Roma, y allí,
según la leyenda, fue crucificado por los romanos hacia el año 64 d.C. La
Iglesia estableció su sede en Roma, donde los sucesivos papas (de la
palabra latina papa que significa padre) han sido ungidos como los
sucesores de Pedro y representantes de Dios en la tierra.
Convertirse en “la Iglesia”
Hasta la Reforma protestante la Iglesia católica romana era simplemente la
Iglesia, al menos en Europa. La palabra católico significa universal o de
gran alcance. La Iglesia católica romana era la iglesia de todo el mundo.
54
La doctrina católica romana se centra en una Santa Trinidad, en la que un
dios toma la forma de tres personas distintas:
Dios Padre, Dios Hijo (Jesús) y Dios Espíritu Santo. Los católicos veneran
también a la madre de Jesús, María, a quien consideran virgen después de
haber dado milagrosamente a luz. (Los santos son seres humanos cuyas
vidas ejemplares causan milagros divinos y cuya virtud, confirmada por la
Iglesia, los hace acreedores a la condición de santidad.)
Aunque varios emperadores romanos persiguieron a los cristianos,
Constantino el Grande dio media vuelta en el siglo cuarto d.C., y no
solamente ordenó tolerar el cristianismo sino que convirtió a la Iglesia en
una institución rica y poderosa.
Una fuerza unificadora
A la caída del Imperio Romano de Occidente, en el siglo quinto d.C. la
Iglesia permaneció siendo la principal fuerza unificadora y civilizadora en
Europa, llamada también la cristiandad. Los reyes consideraban que su
autoridad era un derecho concedido por el dios de los cristianos. El papa
era no sólo un líder espiritual sino también político. León III (el futuro san
León) coronó al rey franco Carlomagno como emperador de Occidente (o
emperador del Sacro Imperio Romano) en el año 800 d.C.
Cuando el pontífice Urbano II hizo un llamado para la liberación de los
Santos Lugares (el Israel actual) del dominio turco, su poder y prestigio
impulsaron las Cruzadas en 1095.
Enfrentar disidencias y abandonos
Sin embargo, no todo el mundo estaba de acuerdo sobre si el rey respondía
directamente ante Dios o ante el Papa, y esto produjo luchas de poder que
duraron siglos. En la Inglaterra del siglo doce este desacuerdo causó el
asesinato del arzobispo de Canterbury, a manos de los soldados de Enrique
II, lo que fue un desastre de relaciones públicas para el rey. Enrique negó
haber ordenado el hecho, pero se había quejado del arzobispo, Thomas
Becket, quien había sido antes su canciller, y había manifestado en voz alta
su deseo de verse librado de tan “turbulento clérigo”.
A veces surgían disputas acerca de quién era el verdadero papa. Cuando
Federico 1, emperador del Sacro Imperio Romano, estuvo en desacuerdo
con la elección de Orlando Bandínelli como el papa Alejandro III, ocurrida
en 1159, simplemente decidió nombrar por su cuenta, uno tras otro, a sus
55
propios candidatos, que recibieron el nombre de antipapas. Víctor IV,
Pascal III, Calixto IV e Inocencio III se llamaron a sí mismos papas, pero
Roma replicaba: “Vaya! ¡Ninguno de ustedes es el verdadero papa!”
Las luchas de poder entre la Iglesia y los gobernantes nacionales causaron
la Reforma protestante del siglo dieciséis
La Reforma produjo contiendas militares entre protestantes y católicos, la
mayor de las cuales fue la guerra de los treinta años. Esta contienda
comenzó en 1618, cuando los protestantes de Bohemia, región que
formaba parte del Sacro Imperio Romano, trataron de nombrar un rey
protestante. España se lanzó a la guerra, del lado católico, y como
demostración de que las guerras religiosas suelen ocurrir por causas ajenas
a la religión, la católica Francia se alió con los protestantes. (Los franceses
estaban inquietos por el hecho de que los Habsburgo, familia católica que
gobernaba España y el Sacro Imperio Romano, se estaba volviendo
demasiado poderosa.)
Algunos conflictos entre protestantes y católicos, pero sólo de nombre,
habrían de estallar mucho tiempo después. Uno particularmente enconado
se centra en la disyuntiva de si Irlanda del Norte, en donde la mayoría de
la población es protestante, debe seguir formando parte de la Gran Bretaña
o unirse a la democrática y católica República de Irlanda.
Puesta en marcha de la Inquisición
Antes de que el clérigo alemán Martín Lutero desencadenara la Reforma
protestante en 1517, ciertos funcionarios eclesiásticos intentaron abordar el
problema de la percepción extendida y creciente de muchos europeos
acerca de la corrupción, indolencia y arrogancia de sacerdotes y monjes.
Algunos cardenales y obispos trataron de expulsar a los clérigos de
conducta impropia. Estos ensayos reformistas tuvieron poco éxito, excepto
en España, país que, al enfrentar desafíos diferentes de los de gran parte
de Europa, produjo una solución extremista.
Los moros, que eran musulmanes, gobernaron España durante siglos. Los
cristianos tomaron el último reino musulmán de la península en 1492, el
mismo año en que Colón se hizo a la vela. Muchos judíos vivían también en
España. Y como los moros eran más tolerantes que los cristianos europeos
hacia los judíos, éstos preferían vivir en las regiones dominadas por los
musulmanes.
56
Al perder los moros el poder, judíos y musulmanes quedaron paralizados.
Podían salir del país, convertirse al cristianismo o, posiblemente, ser
asesinados. Muchos se convirtieron, pero eran cuando mucho cristianos
tibios: odiaban a la Iglesia y a todo lo que simbolizaba, y practicaban en
secreto sus religiones.
Los cristianos españoles temían que estos cristianos nuevos se rebelaran si
los moros de África del norte o los turcos musulmanes del oriente
atacaban. Por su parte, la jerarquía eclesiástica temía que el resentimiento
de los cristianos nuevos minara la autoridad de los sacerdotes.
Para aliviar estas inquietudes, los monarcas Fernando e Isabel pusieron en
marcha la Inquisición española, campaña para detectar, exponer y castigar
la herejía.
La Inquisición ganó bien su reputación de
minuciosidad, imparcialidad (nobles, religiosos y
gente del común eran todos vulnerables) y
abominable
crueldad.
Operaba
en
secreto,
empleando informadores anónimos y efectuando
arrestos nocturnos, y recurría al confinamiento
solitario y a la tortura para arrancar las confesiones.
La sentencia era pública, sin embargo, y tenía lugar
en una llamativa ceremonia llamada auto da fe, en la
cual los prisioneros aparecían vestidos con una túnica
especial denominada sambenito. Las penas iban desde multas y azotes
hasta el trabajo forzado como remero en una galera y la muerte por el
fuego.
Tales tácticas y castigos no eran inusitados en ese tiempo, y de hecho la
Inquisición era menos cruel que muchas cortes civiles: prohibía la tortura
que produjera daño físico permanente y requería la presencia de un
médico; los condenados a la hoguera debían morir primero, casi siempre
por estrangulación.
Con todo, la institución era temible. Los marineros extranjeros tenían pavor
de un arresto en España por piratería o contrabando, pues estaban seguros
de que terminarían en manos de la Inquisición, y difundían historias sobre
sus horrores.
Simultáneamente, la Iglesia española se volvió más rigurosa. Sacerdotes y
monjes indolentes y corruptos fueron expulsados. Así que cuando las ideas
57
de la Reforma protestante llegaron a España, no encontraron tierra fértil.
La Inquisición se encargó de aquéllos pocos tentados por el protestantismo.
Y sólo para asegurarse, mantuvo alejadas las ideas que consideraba
peligrosas mediante la proscripción de libros y la prohibición, para los
españoles, de estudiar en universidades extranjeras. El asunto funcionó y
las ideas calvinistas y luteranas no encontraron eco en la península ibérica.
Se mantiene la continuidad
La Iglesia permaneció siendo una importante influencia civil en las naciones
firmemente católicas y sus territorios, durante el siglo dieciséis, y en la
actualidad continúa teniendo poder en muchos países. Los sacerdotes, que
figuraron entre los primeros españoles presentes en muchas regiones del
Nuevo Mundo , construyeron misiones y convirtieron a los nativos, con lo
cual el catolicismo se convirtió en la religión mayoritaria de gran parte de
Latinoamérica.
La Iglesia católica sigue ejerciendo influencia política. Sus normas influyen
desde hace tiempo sobre las leyes civiles, especialmente en lo referente a
problemas de orden moral como el divorcio y el control natal, en países
católicos como Italia e Irlanda.
Algunas conductas en los asuntos políticos son contrarias a la política del
Vaticano. En el siglo veinte, la Iglesia católica romana censuró a los
clérigos latinoamericanos que predicaban la teología de la liberación y
participaban en movimientos políticos populares.
Como Actuaban?: Los inquisidores se establecían por un periodo definido
de semanas o meses en alguna plaza central, desde donde promulgaban
órdenes solicitando que todo culpable de herejía se presentara por propia
iniciativa. Los inquisidores podían entablar pleito contra cualquier persona
sospechosa. A quienes se presentaban por propia voluntad y confesaban su
herejía, se les imponía penas menores que a los que había que juzgar y
condenar. Se concedía un periodo de gracia de un mes más o menos para
realizar esta confesión espontánea; el verdadero proceso comenzaba
después.
Si los inquisidores decidían procesar a una persona sospechosa de herejía,
el prelado del sospechoso publicaba el requerimiento judicial. La policía
inquisitorial buscaba a aquellos que se negaban a obedecer los
requerimientos, y no se les concedía derecho de asilo. Los acusados
recibían una declaración de cargos contra ellos. Durante algunos años se
ocultó el nombre de los acusadores, pero el papa Bonifacio VIII abrogó esta
58
práctica. Los acusados estaban obligados bajo juramento a responder de
todos los cargos que existían contra ellos, convirtiéndose así en sus propios
acusadores. El testimonio de dos testigos se consideraba por lo general
prueba de culpabilidad.
Los inquisidores contaban con una especie de consejo, formado por clérigos
y laicos, para que les ayudaran a dictar un veredicto. Les estaba permitido
encarcelar testigos sobre los que recayera la sospecha de que estaban
mintiendo. En 1252 el papa Inocencio IV, bajo la influencia del
renacimiento del Derecho romano, autorizó la práctica de la tortura para
extraer la verdad de los sospechosos. Hasta entonces este procedimiento
había sido ajeno a la tradición canónica.
Los castigos y sentencias para los que confesaban o eran declarados
culpables se pronunciaban al mismo tiempo en una ceremonia pública al
final de todo el proceso. Era el sermo generalis o auto de fe. Los castigos
podían consistir en una peregrinación, un suplicio público, una multa o
cargar con una cruz. Las dos lengüetas de tela roja cosidas en el exterior
de la ropa señalaban a los que habían hecho falsas acusaciones. En los
casos más graves las penas eran la confiscación de propiedades o el
encarcelamiento. La pena más severa que los inquisidores podían imponer
era la de prisión perpetua. De esta forma la entrega por los inquisidores de
un reo a las autoridades civiles, equivalía a solicitar la ejecución de esa
persona.
Aunque en sus comienzos la Inquisición dedicó más atención a los
albigenses y en menor grado a los valdenses, sus actividades se ampliaron
a otros grupos heterodoxos, como la Hermandad, y más tarde a los
llamados brujas y adivinos. Una vez que los albigenses estuvieron bajo
control, la actividad de la Inquisición disminuyó, y a finales del siglo XIV y
durante el siglo XV se supo poco de ella. Sin embargo, a finales de la edad
media los príncipes seculares utilizaron modelos represivos que respondían
a los de la Inquisición.
La Siniestra Inquisicion Catolica
59
Institución judicial creada por el pontificado en la edad media, con la misión de
localizar, procesar y sentenciar a las personas que consideraban culpables. Sus
víctimas eran las brujas, los judíos, herejes, alquimistas, disidentes, homosexuales y
cualquier persona no grata al clero.
Los acusados eran brutalmente torturados y ejecutados, y sus bienes requisados. En
la Iglesia primitiva la pena habitual por herejía era la excomunión. Con el
reconocimiento del cristianismo como religión estatal en el siglo IV por los
emperadores romanos, los herejes empezaron a ser considerados enemigos del
estado, sobre todo cuando habían provocado violencia y alteraciones del orden
público.
San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la
Iglesia en general desaprobó la coacción y los castigos físicos. En el siglo XII, en
respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produjo en el sur
de Francia un cambio de opinión dirigida de forma destacada contra la doctrina
albigense.
La doctrina y práctica albigense parecían nocivas respecto al matrimonio y otras
instituciones de la sociedad y, tras los más débiles esfuerzos de sus predecesores, el
Papa Inocencio III organizó una cruzada contra esta comunidad. Promulgó una
legislación punitiva contra sus componentes y envió predicadores a la zona. Sin
60
embargo, los diversos intentos destinados a someter la herejía no estuvieron bien
coordinados y fueron relativamente ineficaces.
La Inquisición en sí no se constituyó hasta 1231, con los estatutos Excommunicamus
del Papa Gregorio IX. Con ellos el Papa redujo la responsabilidad de los obispos en
materia de ortodoxia, sometió a los inquisidores bajo la jurisdicción del pontificado,
y estableció severos castigos. El cargo de inquisidor fue confiado casi en exclusiva a
los franciscanos y a los dominicos, a causa de su mejor preparación teológica y su
supuesto rechazo de las ambiciones mundanas.
Al poner bajo dirección pontificia la persecución de los herejes, Gregorio IX actuaba
en parte movido por el miedo a que Federico II, emperador del Sacro Imperio
Romano, tomara la iniciativa y la utilizara con objetivos políticos. Restringida en
principio a Alemania y Aragón, la nueva institución entró enseguida en vigor en el
conjunto de la Iglesia, aunque no funcionara por entero o lo hiciera de forma muy
limitada en muchas regiones de Europa.
Dos inquisidores con la misma autoridad nombrados directamente por el Papa eran
los responsables de cada tribunal, con la ayuda de asistentes, notarios, policía y
asesores. Los inquisidores fueron figuras que disponían de imponentes potestades,
porque podían excomulgar incluso a príncipes. En estas circunstancias sorprende que
los inquisidores tuvieran fama de justos y misericordiosos entre sus contemporáneos.
Sin embargo, algunos de ellos fueron acusados de crueldad y de otros abusos.
Los inquisidores se establecían por un periodo definido de semanas o meses en
alguna plaza central, desde donde promulgaban órdenes solicitando que todo
culpable de herejía se presentara por propia iniciativa. Los inquisidores podían
entablar pleito contra cualquier persona sospechosa. A quienes se presentaban por
propia voluntad y confesaban su herejía, se les imponía penas menores que a los que
había que juzgar y condenar.
Se concedía un periodo de gracia de un mes más o menos para realizar esta
confesión espontánea; el verdadero proceso comenzaba después. Si los inquisidores
decidían procesar a una persona sospechosa de herejía, el prelado del sospechoso
publicaba el requerimiento judicial.
La policía inquisitorial buscaba a aquellos que se negaban a obedecer los
requerimientos, y no se les concedía derecho de asilo. Los acusados recibían una
61
declaración de cargos contra ellos. Durante algunos años se ocultó el nombre de los
acusadores, pero el Papa Bonifacio VIII abrogó esta práctica.
Los acusados estaban obligados bajo juramento a responder de todos los cargos que
existían contra ellos, convirtiéndose así en sus propios acusadores. El testimonio de
dos testigos se consideraba por lo general prueba de culpabilidad. Los inquisidores
contaban con una especie de consejo, formado por clérigos y laicos, para que les
ayudaran a dictar un veredicto.
Les estaba permitido encarcelar testigos sobre los que recayera la sospecha de que
estaban mintiendo. En 1252 el Papa Inocencio IV, bajo la influencia del renacimiento
del derecho romano, autorizó la práctica de la tortura para extraer la verdad de los
sospechosos. Hasta entonces este procedimiento había sido ajeno a la tradición
canónica. Los castigos y sentencias para los que confesaban o eran declarados
culpables se pronunciaban al mismo tiempo en una ceremonia pública al final de
todo el proceso. Era el sermo generalis o auto de fe. Los castigos podían consistir en
una peregrinación, un suplicio público, una multa o cargar con una cruz. Las dos
lengüetas de tela roja cosidas en el exterior de la ropa señalaban a los que habían
hecho falsas acusaciones.
En los casos más graves las penas eran la confiscación de propiedades o el
encarcelamiento. La pena más severa que los inquisidores podían imponer era la de
prisión perpetua. De esta forma la entrega por los inquisidores de un reo a las
autoridades civiles, equivalía a solicitar la ejecución de esa persona.
Aunque en sus comienzos la Inquisición dedicó más atención a los albigenses y en
menor grado a los valdenses, sus actividades se ampliaron a otros grupos
heterodoxos, como la hermandad, y más tarde a los llamados brujas y adivinos. Una
vez que los albigenses estuvieron bajo control, la actividad de la inquisición
disminuyó, y a finales del siglo XIV y durante el siglo XV se supo poco de ella. Sin
embargo, a finales de la edad media los príncipes seculares utilizaron modelos
represivos que respondían a los de la inquisición.
PUBLICADO POR JOSE ALBINO TAPIA GA LLARDO
62
TORQUEMADA Y LOS CRÍMENES DE LA
INQUISICIÓN
Los cátaros fueron duramente perseguidos por su firme oposición a las doctrinas de la
Iglesia. Ellos pretendían formar una nueva iglesia, y llegó un momento en que su
fuerza era tan grande que la Iglesia católica los vió como rivales peligrosos. En
principio, el Papa Inocencio III convocó una cruzada en la que participaron muchos
nobles franceses y mandada por el rey Felipe II.
Fue después de la conquista de Carcasona cuando los cátaros fueron condenados a
morir en la hoguera. Evidentemente, en nombre de la religión se han cometido
muchos crímenes y asesinatos, y la Inquisición fue culpable de la muerte de miles de
supuestos herejes.
Solamente en los años que estuvo al frente de la misma Torquemada, fueron
quemados en la hoguera entre 4. 000 y 8. 000 judíos y moriscos. Igualmente ocurría
en muchas zonas de Europa, en Francia ocurrió la famosa matanza de la Noche de
San Bartolomé, en la que soldados católicos asesinaron a 5. 000 hugonotes.
Hacia el Siglo XIII la Iglesia Católica de Roma comenzó a reprimir la herejía con tal
violencia y crueldad que hasta nuestros días se saborea la amargura que se derivó de
esa medida. Entre los llamados herejes se contaban a practicantes de la hechicería,
judíos, indios peruanos y mexicanos, musulmanes, masones y miembros de otras
organizaciones secretas, etc.
Digamos que la medida política instaurada para combatir la supuesta herejía
significaba una serie de regulaciones mediante las que la Iglesia y/o el reino tomaba
en propiedad las pertenencias del supuesto hereje para financiar sus guerras contra
los musulmanes.
Fue el Papa Gregorio IX quien ordenó la persecución y enjuiciamiento de herejes e
instauró la Inquisición, dando comienzo a un período prolongado de terror durante el
cual fueron asesinados, por tortura o ejecución, muchos seres humanos
principalmente en las zonas norte de la actual Italia y en el sur de Francia. Hay, sin
embargo, algunos antecedentes que indican al Papa Inocencio IV como el autor
intelectual de las atrocidades porque dicho pontífice publicó una bula en la que
ordenaba a los gobiernos de los países católicos a perseguir, arrestar y ejecutar a los
herejes. Aquellas autoridades que se negaran a cumplir los mandatos de papales
sufrirían la excomunión y se les acusaría de herejía. España -fielmente- eligió la
barbaridad.
63
Unos 200 años despues que Gregorio IX tomara aquellas decisiones, los reinos de
Castilla y Aragón en España vivían un agitado clima político con frecuentes
rebeliones, segregación racial, censura literaria y amenazas contra la estabilidad
política. Fueron culpados los árabes, llamados moros, quienes resultaron
deportados, los judíos, los conversos a los que se les denominó "marranos" y otros
más. Para frenar esta situación las autoridades de Castilla y Aragón persuadieron al
Papa Sixto VI, en 1478, para que -basado en la Bula de Inocencio IV- autorizara una
versión autónoma del Tribunal del Santo Oficio que fue conocida como la Inquisición
Española.
Como Inquisidor General fue designado el sacerdote dominico Tomás de
Torquemada. El Tribunal del Santo Oficio extendió sus poderes hacia los territorios
conquistados en America, principalmente hacia el Perú y Mexico, lugares donde el
sadismo de los inquisidores tambien instauró centros de torturas, hogueras, garrotes,
horcas y otras macabras formas para dar muerte a personas con propiedades,
acaudalados comerciantes, indios rebeldes contra los abusos de los conquistadores
en el Perú, indios ricos acusados de no contribuir con la Iglesia, hechiceros,
masones, judíos, etc., la mayoría de los que encontraron la muerte, o quizá todos,
por una acusación falsa o calumnia.
Se puede afirmar que la evangelización de los indios americanos fue un acto de
crueldad e imposición. Para los miembros de la Inquisición en España todos eran
sospechosos de herejía e infundiendo el temor, la amenaza y la ejecución lograron
tambien que los reinos de Castilla y Aragón alcanzaran la estabilidad política
deseada.
Tomás de Torquemada, el Primer Gran Inquisidor de España, fue un sacerdote de la
orden de Santo Domingo a la que ingresó contra la opinión de su padre, un noble que
guardaba la esperanza de que su único hijo contrajera matrimonio para que
continuara con la descendencia y el linaje. Nació en Valladolid en 1420 y murió de
muerte natural en Ávila en 1498. Los años anteriores a su deceso constituyeron un
período de preocupación porque Torquemada pensaba que moriría envenenado,
razón por la que siempre tenía en su plato un cuerno de unicornio para usarlo como
antídoto de inmediato.
La Iglesia inició la Inquisición, ¿qué es la Inquicisión?
El término Inquisición (latín: Nestoris Herectus Pravitatis Sanctum Officium) hace
referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el seno de la
Iglesia Católica. La herejía en la era medieval muchas veces se castigaba con
la pena de muerte, y de ésta se derivan todas las demás. La Inquisición
medieval fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para
combatir la herejía de los cátaros o albigenses, que en 1249 se implantó también en el
reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la
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unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición
española (1478-1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de
acción se extendió después a América; la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la
Inquisición romana (1542-1965). Aunque en los países de mayoría protestante
también hubo persecuciones, en este caso contra católicos, contra reformadores
radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería, los
tribunales se constituían en el marco del poder real o local, generalmente ad-hoc para
cada caso concreto, y no constituyeron una institución específica.
Torturas:
La Inquisición fue un tribunal eclesiástico establecido en Europa durante la Edad
Media para castigar los delitos contra la fe. Sus víctimas eran las brujas, los
homosexuales, los blasfemos y los herejes (cristianos que niegan algunos
de los dogmas de su religión). En algunos casos, también eran castigados los
judíos, pero esto no era corriente. Los acusados eran brutalmente interrogados,
mediante torturas, y ejecutados sin ninguna piedad, requisándose sus bienes.
Torturas para el castigo ejemplarizante y la humillación pública
-Se trataba de objetos que se le colocaban al reo para humillarle ante los
ciudadanos; éste era insultado y maltratado por la muchedumbre mientras
el verdugo multiplicaba su tormento, de distintas maneras, según cuál fuera el
instrumento que se impusiera. Estos instrumentos de condena se imponían por las
causas menos graves, como desobediencia, desorden público, a los vagos, borrachos
y a quienes no cumplían con sus obligaciones religiosas.
- Un ejemplo de este tipo de tortura es la flauta del alborotador: en este instrumento,
hecho de hierro, el collar se cerraba fuertemente al cuello de la víctima, sus dedos
eran aprisionados con mayor o menor fuerza, a voluntad del verdugo, llegando a
aplastar la carne, huesos y articulaciones de los dedos.
Flauta del alborotador
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Objetos vinculados al castigo físico y tortura de los reos
La finalidad de estos objetos era causar un largo dolor, y en su mayoría provocaban
una muerte agonizante. Hay dos instrumentos llamativos:
- La dama de hierro, que consistía en un gran sarcófago con forma de muñeca en
cuyo interior, repleto de púas, se situaba a la víctima y se cerraba, quedando todas las
púas clavadas en su cuerpo.
- El otro instrumento a destacar es la cuna de Judas, una pirámide de madera o
hierro, sobre la cual se alzaba a la víctima, y una vez arriba, se la dejaba caer sobre
ella, desgarrando el ano o la vagina.
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Instrumentos que tenían como objetivo final la ejecución
Están diseñados para causar la muerte, pero dejar al reo sentir el tormento que se le
aplicaba. Dos de los instrumentos de este grupo son:
- El aplasta cabezas, un instrumento que primero rompía la mandíbula de la víctima,
después se hacían brechas en el cráneo y, por último, el cerebro se “escurre” por
la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
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- También está la sierra, más que un instrumento es una forma de tortura y ejecución.
Es muy sencilla pero a la vez muy eficaz, consistía simplemente en colgar a la víctima
“boca abajo” y cortarla por la mitad partiendo de la ingle, con una sierra muy afilada.
El reo siente todo el proceso hasta que la sierra avanza un poco más del ombligo, en
ese momento la víctima muere. A este proceso eran condenados los
homosexuales, sobre todos los hombres.
Aparatos creados para torturar específicamente a las mujeres
No fueron escasos los objetos ideados para torturar y hacer sufrir a mujeres acusadas
de brujería, prostitución o adulterio. Normalmente, pocas mujeres eran acusadas de
herejía.
- El cinturón de castidad es el instrumento más destacado en este bloque, aunque no
fuera exactamente un medio de tortura,sino que más bien se usaba para
garantizar la fidelidad de las esposas durante los períodos de largas
ausencias de los maridos, y sobre todo de las mujeres de los cruzados que
partían para Tierra Santa. La fidelidad era de este modo asegurada durante
períodos breves de un par de días o como máximo de pocas semanas, nunca por
tiempo más dilatado. No podía ser así, porque una mujer trabada de esta
manera perdería en breve la vida a causa de las infecciones ocasionadas por
la acumulación tóxica no retirada, las abrasiones y las magulladuras
provocadas por el mero contacto con el hierro.
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- La pera oral, rectal o vaginal: era un instrumento con forma de “pera al revés”,
hecho de hierro que terminaba con una llave de bronce y un gran tornillo. Fue creado
para torturar a las mujeres, pero más adelante se descubrió que también era muy
eficaz para los hombres. Se embutían en la boca, recto o vagina de la víctima, y
allí se desplegaban por medio del tornillo hasta su máxima apertura. El
interior de la cavidad quedaba dañado irremediablemente. Las puntas que
sobresalen del extremo de cada segmento servían para desgarrar mejor el fondo de la
garganta, del recto o de la cerviz del útero. La pera oral normalmente se aplicaba a
los predicadores heréticos. La pera vaginal, en cambio, estaba destinada a las mujeres
culpables de tener relaciones con Satanás o con uno de sus familiares, y la rectal a los
homosexuales pasivos
.
Cifras
Algunas cifras (estimadas) de las ejecuciones por tribunales civiles y por procesos
inquisitoriales constatados , por proporcionalidad en relación ejecutados/población:
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Suiza: 4000 personas ejecutadas de un total de un millón de personas (4 por cada
mil).
Polonia-Lituania: unas 10.000, en una población de 3.400.000 (casi 3 por cada mil).
Reino Unido: miles de ejecutados. Destacar además que en este país protestante
existió la figura de los punzadores, los cuales se dedicaban a cazar y ejecutar brujas
de forma lucrativa.
Alemania: donde más gente es ejecutada, hasta un total de 25.000 personas de unos
16 millones (1,5 personas por cada mil).
Dinamarca-Noruega: 1.350 de 970.000 personas (1,4 por cada mil).
España: 59 brujas (de unos 125.000 procesos llevados por la inquisición).
Italia: 36.
Portugal: 4.
En total la mayoría de las cazas de brujas se produjo en el norte de Europa, con más
de 50.000 ejecuciones y en la gran mayoría de los casos por tribunales civiles. La
mayor parte de los ajusticiados por brujería fueron mujeres.
Ilustraciones de la Inquisición
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MÉTODOS DE TORTURA
Las Torturas en la Antigüedad - Los
diversos instrumentos utilizados
INSTRUMENTOS DE TORTURAS:
Instrumentos de tortura y muerte
INTRODUCCIÓN
Se dice que la Edad Media fue la edad de oro de los torturadores y de la
imaginación puesta al servicio de los mismos, desbordándose y
agudizándose al máximo, inventando los mejores y más prácticos medios
de tortura. Si bien existe un atisbo de realidad en esta idea sobre la
tortura, podemos desmitificar a los inquisidores como los mayores
torturadores de todos los tiempos, puesto que otros, en etapas posteriores,
han sido mucho más eficaces y han aplicado la tecnología punta de su
época para crear instrumentos de terror y de aniquilación masiva. No nos
llevemos a engaño, ya que la tortura, desde que el mundo es mundo,
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existe y desafortunadamente sigue existiendo, solo que hay que quitarse la
venda, abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor.
El uso de los medios de tortura se ha ido aboliendo poco a poco en todos
los países durante los siglos XVIII y XIX, siendo condenado por la
Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Desgraciadamente, aún
persisten en muchos países, aunque en sus Constituciones se prohíban
expresamente.
Los métodos más recientes de tortura y muerte, como son la electricidad;
los productos químicos, drogas, y fármacos; la presión psicológica... evitan
las marcas en el cuerpo, pero no la destrucción del ser humano torturado.
Existen diversas organizaciones, tales como Amnistía Internacional o la
A.C.A.T. (Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura), que
luchan contra la tortura denunciando a los países que la practican. En
España, la Constitución de 1978 declara expresamente en su artículo 15
"que nadie puede ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o
degradantes". También el Código Penal español, en virtud de la reforma de
1988, establece un aumento en las penas por delitos de esta índole y
amplía los supuestos de tortura incluyendo los insultos, amenazas y
coacciones, que forman parte de lo que se ha denominado tortura
psicológica. Desgraciadamente, aún queda mucho camino por andar en
nuestro país y en el resto de países occidentales, ya que los malos tratos
domésticos, por ejemplo, siguen siendo un continuo en nuestras
sociedades.
En muchas ocasiones, los torturadores utilizaban animales para ayudarles
en sus torturas, este el casó del método de la cabra, que no faltaba en
ninguna de las mazmorras de los castillos medievales europeos. Se ponían
las piernas de la víctima en un cepo, para que le fuera imposible el
movimiento, y a continuación se le untaba los pies con grasa o sal. La
cabra comenzaba a lamer con fuerza y con la aspereza de su lengua
levantaba la piel de los pies de la víctima, provocando un terrible dolor.
En la antigua China ya se tenía constancia del tormento de la rata, aunque
fue en el occidente medieval donde se consagró. En esta tortura, se
colocaba sobre el abdomen de la víctima una jaula abierta por su base. En
el interior se encontraba la rata que venía a ser molestada por los
torturadores, con fuego principalmente. El animal despavorido buscaba la
manera que fuera para escapar y terminaba por excavar un túnel en las
entrañas de la víctima.
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Los elementos naturales, también se han utilizado para torturar en distintos
tiempos de la humanidad. El gota a gota, era un método de tortura basado
en el agua, fue muy utilizado durante la Edad Media, y se usaba
fundamentalmente para arrancar la confesión o información a la víctima.
Era una tortura larga, en la que el torturador no tenía prisa ninguna y lo
único que tenía que hacer, era esperar a que la víctima se viniera abajo.
Consistía en amarrar al reo a un poste o a la pared, atarlo fuertemente de
pies, manos, cuello y frente; colocándose la cabeza debajo de un caño o
grifo que dejaba derramar una gota a un ritmo continuado. Esto provocaba
un estado de locura además de terminar erosionando el hueso del cráneo
hasta producir la muerte.
La Doncella de Hierro
La Cuna de Judas
Aplasta Cráneos
La Pera
La Guillotina
Instrumentos de tortura y muerte:
Agua, Inquisición española, Toalla, El toro de Fálaris y La cuna de
Judas
El método del agua, en el que a la víctima se le obligaba a ingerir la mayor
cantidad de agua posible, ayudándose el torturador, de un embudo que se
le coloca en la boca. En estas sesiones se les hacía tragar
aproximadamente unos diez litros, provocando un terrible sensación de
ahogo, produciéndose en la mayoría de las ocasiones la explosión del
estómago.
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El método de la toca fue muy utilizado por la Inquisición española de los
siglos XV y XVI. Su nombre procede de uno de los elemento necesario para
esta tortura, la toca, que era una tela blanca de lino o seda con la que se
hacían en aquella época las tocas o pañuelos que cubrían la cabeza de las
mujeres. Esta toca, se introducía en la boca de la víctima, intentado que
incluso llegara hasta la tráquea, y posteriormente se vertía agua sobre la
toca, que al empaparse, provocaba en el reo una sensación de ahogo e
innumerables arcadas.
La toalla mojada es un método moderno de tortura, basado en otros más
antiguos como el método de la toca, y consiste en colocar una toalla sobre
la boca y la nariz de la víctima, después se vierte agua sobre la toalla
provocándole la asfixia momentánea. La sensación de ahogo es terrible;
pero si se hacía bien, era un método que no dejaba marcas, por lo que el
reo, no podía en ningún momento demostrar que había sido torturado. A
partir del siglo XX, este método ha sido usado por los ejércitos y por ciertos
cuerpos de policía secreta y paramilitar, que se han dedicado a reprimir
tendencias políticas contrarias al régimen establecido en aquellos países.
Como ejemplo, podemos decir que ha sido un método muy extendido entre
las dictaduras sudamericanas, aparentando de este modo normalidad en
sus actuaciones.
Fálaris (siglo VI a. de C.) fue Tirano de Agrigento durante el 570 a. de C. y
555 a. de C. Ascendió al poder con el apoyo popular, gobernando
sanguinariamente. Extendió los dominios de Agrigento y combatió en
Himera a los cartaginenses. Tan macabro personaje ideó un método de
eliminación de opositores a su tiranía, que más tarde fue adoptado por la
Inquisición durante los siglos XVI al XVIII.
Este método, era conocido como el toro de Fálaris; y consistía en meter a
los herejes dentro de una esfinge de bronce o hierro con forma de toro,
quemándolos vivos. Esto divertía especialmente a los espectadores, ya que
los alaridos de las víctimas se podían escuchar a través de la boca del toro,
asemejándose a los mugidos de dicho animal. Dentro de los métodos de
tortura más eficaces para sacar una confesión verdadera o falsa, se
encontraba la Cuna de Judas. Este método, consistía en atar a la víctima de
las muñecas y elevarla, para luego dejarla caer sobre una pirámide muy
puntiaguda para que con su propio peso se le clavara en el ano, escroto o
vagina. Ni que decir tiene, que la confesión se conseguía en las primeras
veces, ya que esta operación se repetía sucesivamente hasta que el
condenado hablara o muriera, caso este último, que confirmaba su
culpabilidad.
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Mucho antes de que Galileo enunciara las leyes del péndulo simple, el
Péndulo, era utilizado como método de tortura. Era el aperitivo con el que
se abría una buena sesión de tortura. Las manos de la víctima eran atados
a su espalda y por ellas, era elevado. Al balancearse se producía la luxación
de los hombros, codos y muñecas. Era habitual añadir peso adicional
atando pesas a los pies del reo. La fustigación, que consistía en azotar a la
víctima con una fusta o vara, era un castigo extendido en la mayoría de los
ejércitos, desde la Antigüedad hasta la Revolución francesa. Se aplicaba en
caso de las penas consideradas graves, como podía ser la deserción o el
robo; aunque si tenemos en cuenta que la deserción se podía pagar con la
vida, este castigo, era muy bien recibido.
Instrumentos de tortura y muerte:
La garrucha, El potro, La rueda, El borceguí, El casco y La Doncella
de Hierro
La garrucha era el nombre con el que se
conoció en la España del siglo XV, al
método de tortura conocido como el
estrapado, propio de la época medieval.
Consistía en atar al reo con las manos
atrás e izarlo con una cuerda por medio
de una polea, de ahí el nombre de
garrucha. A la víctima se le colocaban
pesos en los pies, para después cuando
se encontraba elevado, dejarlo caer de
golpe contra el suelo. Esto se repetía varias veces. Al izado, que podía
provocar las luxaciones de las articulaciones de hombros, codos y muñecas,
hay que sumar las posibles fracturas y magulladuras, en todo el cuerpo y
piernas fundamentalmente, que producían las múltiples caídas.
El potro, es un instrumento de tortura en el que la víctima, atada de pies y
manos con unas cuerdas o cintas de cuero, a los dos extremos de este
aparato, era estirada lentamente produciéndole la luxación de todas las
articulaciones -muñecas, tobillos, codos, rodillas, hombros y caderas-. Este
método, se tiene constancia que se aplicó durante todo el período que duró
la Inquisición en los países de Francia y Alemania; si bien ya se conocía
desde mucho antes y por supuesto se utilizaba frecuentemente en las
lúgubres mazmorras de castillos, prisiones y palacios de justicia.
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La rueda, era un instrumento que fue introducido en Francia en el siglo
XVI, y que era muy utilizado en la zona germánica de Europa. Sin duda
alguna, fue el aparato más versátil de la Edad Media, ya que la víctima se
encontraba a merced total del torturador. El reo era ataba desnudo a la
rueda, de pies manos y cuello; mientras que el torturador le rompía poco a
poco los huesos de sus miembros, que era el objetivo de esta tortura,
pudiendo aderezarla con hierros candentes, cortes, mutilaciones y algunas
cosas más, que se le pasara por la imaginación. También era habitual,
colocar un miembro de la víctima o todo el cuerpo, entre los radios de la
rueda y hacerla girar, quebrantándole los huesos. Como remate se podía
dejar al reo atado en la rueda a la intemperie, para que los animales
carroñeros se lo fueran comiendo poco a poco. Ha sido uno de los
instrumentos de tortura más crueles
inventados por el hombre.
El borceguí era el tipo de calzado más
popular del siglo XV, cubría el tobillo y
era abierto por su parte delantera y se
ataba con correas o cordones. Pues
bien, en este período se popularizó un
método de tortura que se denominó con
el nombre del calzado, puesto que
consistía en apretar el tobillo de la
víctima por medio de varias maderas
enlazadas por unas correas o gatos de hierro, para administrar presión,
hasta quebrantar los huesos.
Existían métodos para dar tormento de manera general y para tan solo
ciertas partes del cuerpo. Este era el caso del aplasta cabezas ó cráneos.
Este instrumento estaba compuesto por un casco finalizado en un torno con
una manivela. El casco, a su vez estaba colocado en una estructura
metálica que permitía que al girar la manivela, fuera bajando. Pues bien, la
víctima se tumbaba boca abajo con la mandíbula apoyada en el suelo,
colocándosele entonces el casco y se comenzaba a girar la manivela,
provocándole la ruptura de los dientes, el quebranto de la mandíbula y de
los huesos del cráneo, antes de estrujar su cerebro. El mecanismo por
tanto, actuaba como una prensa.
La Doncella de Hierro era una especie de sarcófago provista de estacas
metálicas muy afiladas en su interior, de este modo, a medida que se iba
cerrando se clavaban en la carne del cuerpo de la víctima que se
encontraba dentro, provocándole una muerte lenta y agónica. Las más
sofisticadas disponían de estacas móviles, siendo regulables en altura y
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número, para acomodar la tortura a las medidas del "delito" del torturado.
Además, podemos encontrar desde el modelo más básico, que es un
sarcófago de hierro puro y duro; hasta las más refinadas obras de arte,
ricamente decoradas con relieves.
Instrumentos de tortura y muerte:
La horca, Garrote vil, La cuerda y La sierra
Condenas a Muerte: El Garrote Vil
La horca, instrumento de
muerte
que
todos
conocemos, formado por
una
barra
horizontal,
sostenida sobre dos barras
verticales, de la que pende
una soga con un lazo en la
que eran colgados los
condenados a esta pena.
En la Edad Media era la
pena que los señores
feudales reservaban a sus
vasallos plebeyos, de ahí,
que el ser ahorcado fuera la manera más vil de morir. En España, las
Cortes de Cádiz de 1812 la abolieron, siendo ratificada en 1828 por
Fernando VII; aunque no nos engañemos, puesto que este método de
muerte fue sustituido por el de garrote vil desde1832.
Entre los instrumentos sencillos utilizados en pos de la "justicia y la
verdad", la Inquisición aplicó el método de la cuerda a muchas de sus reos.
Este método era sencillo pero muy doloroso, consistía en colocar a la
víctima sobre una mesa o en el suelo, con unas cuerdas atadas a sus
miembros o cualquier miembro sobresaliente del cuerpo humano y girar
dichas cuerdas hasta tensarlas.
La tensión de la cordada que provocaba el estiramiento de los miembros,
daba lugar a la luxación de las articulaciones.
El garrote consiste en un aro de hierro, con el que se sujeta contra un
poste fijo, la garganta de la persona que se va a ejecutar; oprimiéndola por
medio de un tornillo de paso muy largo hasta conseguir la estrangulación.
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También el tornillo penetraba en la parte trasera del cuello rompiendo las
vértebras y por tanto, la espina dorsal. La muerte podía sobrevenir por dos
medios, asfixia o por el quebranto de la columna vertebral de la víctima. En
cualquier caso, el sufrimiento estaba garantizado.
El garrote vil, es el nombre con el que se conoce
en España al garrote. Se introdujo en nuestro país
a raíz del código penal de 1822. En 1832, se
suprimió la horca y fue sustituida por el garrote
vil, estando vigente desde entonces hasta 1978,
como uno de los procedimientos utilizados para
administrar la pena capital. Por fortuna, en 1978,
se abolió la pena máxima en este país, en virtud
de lo que se expresa en nuestra Constitución.
El garrote, además de ser el nombre con el que
se conocía un método de muerte, era la
denominación que tomó un aparato de tortura,
propio de la Inquisición. Este instrumento consistía
en una mesa, a la que se le adosaban unos
"garrotes" o prensas, que oprimían las piernas de la víctima, por un lado; y
los brazos y pecho, por otro. Aplicando presión lentamente en aquellas
zonas del cuerpo, se producía un intenso y agudo dolor al provocar el
quebranto de los huesos.
La sierra, fue un método de muerte utilizado ya en tiempos del bíblico Rey
David. Esta pena, consistía en colgar boca abajo a la víctima para que el
cerebro estuviera bien regado y no muriera el condenado desangrando
antes de lo previsto; y se le comenzaba a serrar desde el ano y los
genitales hacia el pecho. El acero de dientes agudos de la sierra cortaba
fácilmente el cuerpo de la víctima provocándole un gran dolor, si bien el
reo no comenzaba a perder el sentido hasta que se había llegado por lo
menos al ombligo. Era sanguinolento y muy cruel y fue aplicado
fundamentalmente contra homosexuales, de ahí que la tortura comenzara
por el ano y los genitales, objetos fruto del pecado.
Instrumentos de tortura y muerte:
La sierra, Las jaulas colgantes, Los grilletes, El Cepo y La Cigüeña
El método de la sierra ha sido muy utilizado, pero parece
ser, que muerte tan macabra ha sido eludida por la
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memoria selectiva de la Historia. En España, este método fue usado en el
ejercito hasta el siglo XVIII como medio de ejecución. Goya captó de
manera magnífica, mejor que cualquier reportero de guerra actual, los
"Horrores de la guerra" -Guerra de la Independencia española-, que
enfrentó entre 1808 y 1914, a franceses y españoles fundamentalmente,
por el domino de nuestro país. Durante la contienda los guerrilleros
españoles cometieron crímenes contra las soldados de las tropas
napoleónicas terribles, empleando el método de la sierra con los prisioneros
entre otras muchas crueldades.
De todos modos, el método de la sierra, era ya conocido por los franceses
que lo empleaban contra las brujas embarazadas, supuestamente por el
mismo demonio. En Alemania, en tiempos de Lutero también se empleó
esté método contra los cabecillas de las sublevaciones campesinas.
Las aulas colgantes eran armazones metálicos que quedaban suspendidos
en el aire por un cable. Formaban parte del mobiliario urbano de los
ayuntamientos, palacios y cortes de justicia de las ciudades europeas,
hasta que poco a poco a finales del siglo XVIII decayó su uso. Era el lugar
de honor de aquellos que hubieran cometido alguna acción, que tuviera que
servir de escarmiento y ejemplo para el resto del pueblo; o a veces, cuando
el pueblo requería justicia sobre algún hecho que hubiera conmovido a toda
la comunidad, la manera de manifestar que la autoridad se encargaba de
impartirla. El caso es que la víctima, semidesnuda, que quedaba condenada
a morir de inanición, tenía que soportar las inclemencias del tiempo. En
ocasiones, tenía también que compartir su jaula con gatos salvajes y otros
animales que eran azuzados por los torturadores; otras veces, eran las
gentes del pueblo los que, entre otras cosas, lo
apedreaban.
Los grilletes han sido utilizados desde época antigua.
Según diversas fuentes, ya los egipcios conocían las
cadenas y las utilizaban para engrilletar a los esclavos
y a los reos de delitos de cualquier índole. En las
mazmorras medievales era muy habitual tener
colgados de brazos o muñecas a los presos, por medio
de unas cadenas adosadas al muro, finalizadas en
argollas. Las víctimas podían permanecer de esta
manera durante tiempo indefinido, provocando a corto
plazo, inmensos dolores, calambres y luxaciones; y a
largo plazo, la invalidez total de las extremidades
superiores e inferiores.
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El Cepo, era un método más que de muerte, de castigo por delitos de
robo, disturbios o pendencias; aunque en un momento dado se podía tener
expuesta a la víctima hasta la muerte, si así se decidía por la corte de
justicia. También fue utilizado como método de tortura para conseguir una
confesión en las mazmorras de castillos, palacios de justicia o cárceles
inquisitoriales. El Cepo era un instrumento que servía para sujetar al reo
por la garganta y las muñecas; y según el modelo también por los tobillos,
consistente en dos maderos ajustables. La víctima quedaba expuesta al
público en la plaza de la ciudad, encontrándose a merced del populacho
que lo vejaba y goleaba, a veces incluso hasta la muerte, con el
beneplácito de la autoridad.
Los métodos de tortura han sido siempre expeditivos y han conseguido la
confesión de la víctima. La Cigüeña era un método infaliblemente cruel, que
consistía en someter al reo a este aparato. La Cigüeña, en sí, es un aparato
hecho de hierro que sujetaba al condenado por cuello, manos y tobillo, y lo
sometía a una posición incomodísima que provocaba calambres en los
músculos rectales y abdominales; y a las pocas horas de todo el cuerpo.
Pero esto no terminaba aquí, ya que se acompañaba de golpes de todo
tipo, mutilaciones, quemaduras...
Instrumentos de tortura y muerte.:
La Pera, Garras de Gato, La Crucifixión, La Flagelación y La
Fustigación
Aparatos dedicados a fines médicos, como era el caso de la pera, que
servía para los estreñimientos, se modificaron y adaptaron a las mil y una
necesidades de los torturadores del siglo XV. La Pera, era un instrumento
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con forma de pera que una vez introducido en boca, vagina o ano,
comenzaba a abrirse gracias a un mecanismo giratorio. Además en sus
puntas gozaba de unos pinchos o púas que desgarraban la traquea, útero o
el recto, dependiendo por la zona en la que fuera introducido. La modalidad
oral de este invento, era aplicada a las personas que habían obrado mal de
palabra, es decir, herejes, ortodoxos...; la anal, como no, a los
homosexuales; y por supuesto la vaginal a las brujas que habían
mantenido relaciones sexuales con el diablo, prostitutas, adulteras o
mujeres que habían mantenido relaciones
incestuosas.
Utensilios que hoy en día nos parecen la mar
de
inocentes,
fueron
utilizados
como
elementos de tortura física ciertamente
inhumanos, dejando secuelas corporales y
psicológicas terribles en los reos que lograban
sobrevivir. De este modo, lo que hoy
conocemos como rastrillo de jardinero, eran
conocidos en otros tiempos como las Garras
de Gato. Esta especie de rastrillo de puntas
afiladas arrancaban la carne a tiras de las
víctimas desnudas, que colgaban por sus
muñecas suspendidas en el aire. En ocasiones, dependiendo de la destreza
del torturador se llegaba incluso a separar la carne de los huesos. Cualquier
instrumento sencillo, ha servido a los torturados, como han sido unas
simples tenazas, que servían para arrancar de cuajo, dientes y cualquier
otro miembro sobresaliente del cuerpo humano. El fuego y los hierros
incandescentes servían también, al igual que las tenazas, de un
complemento perfecto. El famoso escritor francés, Julio Verne (Nantes,
1828-Amiens, 1905), inmortalizó en su famoso obra Miguel Strogoff
(1876), su uso, describiendo como el personaje de su obra era cegado
utilizado un hierro al rojo vivo.
La crucifixión consiste en fijar o clavar al reo en una cruz. Generalmente la
víctima moría por inanición, aunque sufría las inclemencias del tiempo al
encontrarse a la intemperie, además de estar expuesto a los escarnios del
pueblo, que ocasionalmente podía apedrearlo. Este método de muerte fue
muy utilizado en época romana y en principio era la pena para sancionar a
ladrones reincidentes, violadores... Desde la crucifixión de Cristo comenzó
a ser la pena para castigar a los cristianos, pero cayó en desuso al igual
que caía el Imperio Romano. Esto se debió sin duda alguna, al triunfo del
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Cristianismo, comenzando a considerarse una herejía el uso de la
crucifixión como método de muerte.
La flagelación es un castigo consistente en azotar a una persona. Los
concilios cristianos de Agde en el 506 y Mâcon en el 582 adoptaron la
flagelación como castigo y posteriormente la aplicaron diversas reglas
monásticas como penitencia. Este método se adaptó también como medio
de tortura, utilizado para conseguir cualquier tipo de confesión. A veces, las
heridas provocadas por los látigos y flagelos, eran tratadas con sal o
vinagre, que por un lado servían para desinfectar y evitar que el reo
muriera; y a la par, le proporcionaban un dolor tremendo que servía de
doble castigo.
La fustigación, que consistía en azotar a la víctima con una fusta o vara,
era un castigo extendido en la mayoría de los ejércitos, desde la
Antigüedad hasta la Revolución francesa. Se aplicaba en caso de las penas
consideradas graves, como podía ser la deserción o el robo; aunque si
tenemos en cuenta que la deserción se podía pagar con la vida, este
castigo, era muy bien recibido.
Fray Tomás de Torquemada
Torquemada, el terrible inquisidor A finales
del siglo XV, los reyes Católicos, en su afán
de construir un Estado unitario y acorde con
su apelativo, necesitaban erradicar de España
a las otras religiones monoteístas. La
reconquista ya tenía acorralados a los moros,
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que morían en combate, se replegaban a fincas o se convertían.
El gran problema eran entonces los judíos, arraigados desde hacia siglos en
toda la Península. La solución fue el dominico fray Tomás de Torquemada,
confesor de la reina Isabel, que en 1483 fue nombrado inquisidor general
de Castilla y Aragón. Poco después, el tremendo fraile reorganizó la
inquisición española y fue el mayor inspirador del decreto de expulsión de
los judíos en 1492.
Dictó entonces nuevas ordenanzas que le daban carta blanca, y actué con
feroz ensañamiento y crueldad contra aquellos que no aceptaban
convertirse o contra los «marranos», como se llamaba a los que seguían
practicando su credo en secreto.
La Santa Sede lo llamó varias veces a! orden, pero los cónyuges reinante
siempre lo defendieron en su cargo y su forma de actuar. Se calcula que
Torquemada condenó a unas 1011000 personas de ambos sexos a distintas
penas, de las cuales alrededor de 4.000 fueron condenas de muerte? Murió
en 1498 sin haber mostrado un signo de arrepentimiento, quizá porque él
mismo era hijo de un judío converso.
La historia señala a Fray Tomás Torquemada como el símbolo de la
intransigencia del catolicismo cristiano, un adelantado de las leyes racistas
y de limpieza de sangre, que aparecieron después de él.
En el inconsciente colectivo, su nombre permanecerá ligado al de hoguera
y Auto de Fe, y a una fecha particular: 1492. En ese año Torquemada
estuvo a cargo de la expulsión de los judíos españoles, los cuales no
pudieron regresar. Además, en esa misma fecha, se sucedieron dos hechos
cruciales, la conquista de Granada y el “descubrimiento” de América.
Incluso, el papel de Torquemada seria trascendental en el Tribunal de la
Inquisición. En este actor se conjugaban su pasión por ejercer el poder,
incluso sobre los monarcas a los que repetidas veces sobrepasó, y su
desapego a los mandatos del evangelio. Torquemada impulsó la gran purga
que empobrecería y arruinaría los reinos de España recién reunificada.
Tomás de Torquemada nació en Valladolid y se convirtió en el primer Gran
Inquisidor español después de su nombramiento en 1483. Este fraile
dominico realizó una carrera política brillante: era confesor de los Reyes
Católicos y a la vez, miembro del Consejo Real de ambos monarcas. A los
14 años ingresó al convento de los dominicos de San Pablo en su ciudad
natal, obtuvo allí el titulo de bachiller en Teología y a la edad de 22 años se
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convirtió en prior del convento de Santa Cruz en Segovia. Estos primeros
pasos en su formación, lo convirtieron en responsable del Tribunal de la
Inquisición o Santo Oficio, establecido en 1478, que hasta ese momento
llevaba a cabo actividades de fiscalización de judíos. Con la asunción de
Torquemada (en sustitución de los dominicos Juan de San Martín y Miguel
de Morillo) la gama de actividades y de perseguidos de la inquisición se
amplió considerablemente, siendo procesados todos los herejes y gentes de
fe dudosa en general.
Para poder evidenciar las atrocidades cometidas bajo la Inquisición, se
transcribe el formulario de la parte dispositiva de las sentencias de tortura
dictadas por la Inquisición bajo el mandato de fray Tomas de Torquemada:
Christi nomine invocato. Fallamos atentos los autos y méritos del dicho
proceso, indicios y sospechas que del resultan contra el dicho..., que le
debemos condenar y condenamos a que sea puesto a cuestión de
tormento, en el cual mandamos esté y persevere por tanto tiempo cuanto a
Nos bien visto fuere, para que en él diga la verdad de lo que esté
testificado y acusado; con protestación que le hacemos, que si en el dicho
tormento muriere, o fuese lisiado, o se siguiere efusión de sangre, o
mutilación de miembros, sea a su culpa y cargo y no a la nuestra, por no
haber querido decir la verdad. Y por esta nuestra sentencia, así lo
pronunciamos y mandamos.
Presidido por Torquemada, el Santo Oficio extendería su jurisdicción por los
reinos peninsulares desde Castilla. La situación de los reinos peninsulares
se agravó porque en ellos no había tradición inquisitorial anterior, a
diferencia de Europa, no habían implantado la anterior Inquisición Papal, de
manera que a la brutal represión se le añadía el “factor sorpresa”.
No obstante, la acción de la Inquisición en otros reinos peninsulares estuvo
expuesta a problemas: en Aragón se opusieron a las medidas, obligando al
Gran Inquisidor a enviar a Zaragoza el canónigo Pedro Arbués, que antes
de poder actuar fue apuñalado misteriosamente (se estima que a manos de
conversos) en la catedral de la Seo mientras realizaba sus oraciones.
Este asesinato no impidió expandir el control de la Inquisición, imponiendo
el reino del terror por toda España. Al mismo momento se produjo una
reacción que resaltaba las bondades de la Inquisición, intentando justificar
su presencia, igualándola con el poder de Dios de la Biblia: “La Inquisición
—afirmaba un monje llamado Macedo— se fundó en el Cielo. Dios ejerce la
función de primer inquisidor, y, como tal, castigó con el fuego celeste a los
ángeles rebeldes». Esta teoría justificaría las acciones del Santo Oficio.
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Fray Tomás fue un déspota, evitó e ignoró la ayuda que, legalmente, debía
prestarle el Consejo Supremo o de la Inquisición (conocido como la
Suprema), dependiente de Fernando e Isabel. Así, Torquemada dictó sus
Instrucciones Antiguas a su libérrimo albedrío, sin consultar con nadie y
según su parecer obsesivo para con los no puros en materia de religión. En
algunas ocasiones, solía asistir a los autos de fe, y a la terrible puesta en
escena de los mismos, se sumaba la figura angulosa y espectral de
Torquemada, asegurándose de que, a los que él había condenado,
fenecieran efectivamente en la hoguera.
Envestido de plenos poderes por los Reyes Católicos, Torquemada se
propuso conseguir la unidad religiosa de una España recién “inventada y
conformada”, para lo cual aconsejó la expulsión de los judíos en 1492. Esta
petición se realizo en la emblemática ciudad de Granada, con cuya
conquista se había culminado la unidad peninsular, y en la cual residían por
entonces Femando e Isabel.
Su proyecto de expulsión podía considerarse hasta absurdo, porque según
algunos historiadores, él mismo y el propio rey Fernando de Aragón,
pertenecían al pueblo hebreo a través de sus antepasados. Sin embargo,
como todos los puros (más si son conversos), el dominico no dejaba de
enviar al brazo secular para el cumplimiento de las penas a toda clase de
víctimas, tocadas con el sambenito negro, camino de la hoguera
purificadora. Esta cuestión se puede observar al comienzo de la parte
preceptiva del edicto dado en Granada por los Reyes Catolicos el 31 de
marzo de 1492, expulsando de sus reinos a los judíos: Por ende, Nos en
consejo e parecer de algunos prelados e grandes caballeros de nuestros
reynos o de otras personas de ciencia e conciencia de nuestro Consejo,
aviendo ávido sobre ello mucha deliberación, acordamos de mandar salir a
todos los judíos de todos nuestros reinos, que jamás tornen ni vuelvan a
ellos, ni alguno delios; e sobre ello mandamos dar esta nuestra carta, por
la qual mandamos a todos los judíos e judías de cualquier edad que seyan,
que viven e moran e están en los dichos nuestros reynos e señoríos, ansí
los naturales delios como los non naturales (....) salgan con sus fijos e
fijas, e criados e criadas e familiares judíos, ansí grandes como pequeños,
de quaiquier edad que seyan, e que no seyan osados de tornar a ellos (...)
so pena incurran en pena de muerte e confiscación de todos sus bienes
para la nuestra cámara e fisco...
Este inquisidor actuó como un déspota en estado puro, evitó dar cuenta de
la expulsión a las Cortes, como era preceptivo, trabajando desde la
impunidad de los hechos ya consumados. Fueron expulsados unos 165.000
judíos, se bautizaron a la fuerza 50.000 y murieron en el éxodo más de
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20.000. Sin embargo, no todo el mundo estaba de acuerdo con las medidas
adoptadas, porque el más perjudicado, después de los propios expulsados,
era el reino de España que se veía empobrecido por aquella sangría
humana. No obstante, la decisión era inclaudicable sobretodo por la
ceguera y la inflexibilidad de fray Tomás.
Esta ceguera se extendía hasta sobrepasar la voluntad de los propios
monarcas. En este sentido, una vez conocido el expediente de expulsión,
algunos judíos habían ofrecido a los reyes hasta 30.000 ducados, por lo
menos para prolongar el plaza de expulsión y morigerar el transito hacia el
exilio. Cuando Torquemada se enteró de esta propuesta, irrumpió en la
audiencia portando un enorme crucifijo que había extraído de los pliegues
de su habito de dominico, y amenazó a los monarcas: «Judas Iscariote
vendió a su Maestro por treinta dineros de plata; vuestras altezas le van a
vender por treinta mil...! ¡Ahí le tenéis; tomadle y vendedle!». Fray Tomás,
de inmediato se retiro de la estancia, dejando a todos los presentes
sorprendidos ante aquella interpelación. La acción de Torquemada fue
efectiva ya que los reyes desestimaron el pago de esa suma de dinero y la
posibilidad de minimizar los efectos de la expulsión. Sobre España recién
unificada se abría una era de horrores, que sólo finalizarían en 1834, en la
ciudad de Cádiz, y en el enunciado de su Constitución, que abolía el
tribunal inquisitorial. Sin embargo, esto se produciría tres siglos después,
en 1492 los obligados a marcharse debieron sufrir el exilio, mientras que
los que se quedaron no tuvieron mejor suerte, pues fray Tomás exigía
obsesiva y tajantemente la limpieza de sangre, una aberración que, cinco
siglos después, retomaría el nazismo.
Las purgas inquisitoriales afectaron a más de 150.000 personas. Para
comprender el alcance de esta medida, se transcribe un segmento del
estatuto de la Inquisición:
Los hijos y los nietos de tales condenados no tengan ni usen oficios
públicos, ni honras, ni sean promovidos a sacros órdenes, ni sean Jueces,
Alcaldes, Alguaciles, Regidores, Mercaderes, Notarios, Escribanos públicos,
Abogados, Procuradores, Secretarios, Contadores, Chancilleres, Tesoreros,
Médicos, Cirujanos, Sangradores, Boticarios, Corredores, Cambiadores,
Fieles, Cogedores, Arrendadores de rentas algunas, ni otros semejantes
oficios que públicos sean.
Incluso Torquemada propició otras medidas, adelantándose al edicto del
Papa de 1521 que imponía que todos los libros prohibidos debían ser
entregados a la Inquisición y quemados públicamente. Fray Tomás, ya en
1490, había entregado a las llamas más de 600 volúmenes repletos, se
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dijo, de ideas heréticas y judaizantes. Por otro lado, personalmente fray
Tomás fue un asceta que vivía modestamente y presumía de incorruptible.
Pero si la parte del león en la represión correspondía a herejes y falsos
conversos, el largo brazo del inquisidor llegaba también a la de los delitos
comunes, aunque él los justificaba y bautizaba como herejías implícitas. En
estas figuras confusas entraban los bígamos, los curas que se casaban, los
que se acostaban con mujeres haciéndoles ver que eso no era pecado, los
que preparaban filtros de amor, los guardianes que violaban a sus
prisioneras, los místicos y los embaucadores, entre otros muchos.
De esta forma, Torquemada pasó a la Historia por su acción al frente de
esta institución macabra, conjugando frente a él el odio de muchos siglos y
de muchas personas.
No obstante, su vida privada es casi desconocida, no se sabe si en ella
prolongaba el dominico aquel sadismo frío e inhumano que utilizaba en lo
público. Algunos historiadores rescataron una curiosa historia, según
aquéllos parece que fray Tomás, un hombre al fin y al cabo, sintió una gran
pasión por una joven llamada Concepción Saavedra. De tal manera que
ordenó a sus agentes que la buscaran allá donde viviera y la llevaran a su
presencia. Cumplida la orden y estando la joven frente a él, el frío e
insensible monstruo intentó seducirla, pero antes solicitó los servicios de
una matrona para ver si, como creía, era virgen. La matrona asintió tras
examinarla. Al día siguiente, y tras una noche de pesadilla, la joven fue
trasladada a una estancia ricamente adornada en la que, además,
aparecieron ante su vista ricos vestidos y costosas joyas. En un primer
momento, se ilusionó frente a aquellos presentes, pero enseguida se dio
cuenta en qué situación y en qué lugar se hallaba, y se puso a temblar.
Concepción era una bellísima joven andaluza, morena, de cuerpo grácil y
atractivos innatos. Su padre había muerto en una emboscada tendida por
las tropas castellanas a los moriscos, con los que su progenitor se hallaba.
Entonces, comprendió que la habían llevado a la sede de la Inquisición y
que se hallaba a merced del Gran Inquisidor.
Sin embargo, a la mañana siguiente la despertó el roce de unos labios y el
olor penetrante de un perfume. Al abrir los ojos, vio junto a ella a
Torquemada. Muy asustada, se tiró del lecho y se arrodilló ante el
dominico, besándole el anillo que adornada su huesuda mano. La joven
preguntó cuál era el motivo por el cual se encontraba allí. Al instante, le
respondió con sentidas alabanzas a su belleza y a su cuello nacarado, a
esos ojos turbadores y otras lindezas de enamorados. La víctima intentó
huir, pero el inquisidor la persiguió y acorraló. Entonces llamó a sus criados
y les ordenó que la desnudaran y ataran al lecho. Allí mismo acabó con la
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doncellez de Concepción. Tras aquel atentado al pudor de la joven, el
monje pudo asegurarle que le había hecho feliz y que, sin duda, ella
también lo había sido con él. Poco tiempo después, Concepción Saavedra
moría achicharrada en una hoguera levantada en una céntrica plaza de
Sevilla.
Fray Tomas de Torquemada, fue uno de los ocho inquisidores nombrados
por el Papa Sixto IV en 1482. Durante sus quince años de mandato hizo
funcionar con fiereza al Tribunal de la Inquisición. Incluso, fue relevado del
cargo por el propio Pontífice, ya que Torquemada, con el consentimiento de
los Reyes Católicos, hicieron funcionar la Inquisición de manera autónoma
respecto al papado y en su exclusivo beneficio político. Es necesario
destacar que Torquemada, atiborrado de poder, había traspasado ciertos
límites al procesar a dos obispos, que según él, tenían contacto con los
protestantes. Ante tanta arbitrariedad, y aunque fuesen voces en el
desierto y se jugaran la vida, algunas, como las de fray Hernando de
Talavera (confesor de la reina) y Hernando del Pulgar (secretado real),
resonaron con fuerza denunciando los abusos del dominico. Es así que el
Papa decidió poner fin a los abusos cometidos por este dominico.
Como compensación por su defenestración, le fueron ofrecidos los
arzobispados de Sevilla y Toledo, que rechazó. Torquemada era un hombre
contradictorio, combinaba su sed de sangre y de pureza por el fuego con
una vida oficialmente “ejemplar”: vivía la vida conventual de manera
similar a la del último lego, durmiendo sobre una tarima desnuda. Además,
nunca comía carne y sus signos exteriores de riqueza eran inexistentes.
Su retiro se produjo al convento de Santo Tomás de Avila, donde murió en
1498. Su sucesor fue fray Diego de Deza, de su misma orden dominica,
que siguió los pasos despiadados de su antecesor y hermano de orden fray
Tomás.
Al morir, Torquemada, dejaba como herencia un abultado número de
víctimas entre un desgraciado pueblo español: más de 100.000 procesados
y cerca de 3.000 condenados a muerte y ejecutados en 15 años de
actuación despiadada contra cualquier desviación de la más absoluta
ortodoxia religiosa y política.
Las acciones del Santo Oficio nunca alcanzaron la crueldad y el desprecio
por la vida humana como las que se cometieron en la época del dominico
Torquemada, quien impulso la política de mano férrea. Los documentos
demuestran que en sus primeros veinte años de existencia, el Santo
Tribunal de la Inquisición, conminó a la muerte a las tres cuartas partes del
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total de víctimas en toda su historia de tres siglos. Quizás estas cifras
representaban para Torquemada, el aval a las puertas de un Cielo que,
seguramente, creyó merecer.
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