MIGRACIONES Y TRABAJO DOMÉSTICO

Transcripción

MIGRACIONES Y TRABAJO DOMÉSTICO
Departamento de Sociología 2
Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación
MIGRACIONES Y TRABAJO DOMÉSTICODE CUIDADOS.
El caso de la población andina en el Gran Bilbao
Tesis doctoral presentada por
Gisela Marisa Bianchi Pernasilici
Dirigida por Mª Cristina Blanco Fernández de Valderrama
y Marta Luxán Serrano
Leioa, Diciembre 2014
Departamento de Sociología 2
Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación
MIGRACIONES Y TRABAJO DOMÉSTICO-DE CUIDADOS.
El caso de la población andina en el Gran Bilbao
Leioa, Diciembre 2014
Tesis Doctoral presentada por Gisela Marisa Bianchi Pernasilici bajo la dirección de Mª
Cristina Blanco Fernández de Valderrama y Marta Luxán Serrano para la obtención del
Grado de Doctora en Sociología
La presente tesis ha sido realizada bajo la financiación del programa de Formación y
Perfeccionamiento de Personal Investigador (2010-2014) Nº Ref. BF-2010-366, del
departamento de Educación, Investigación y Universidades del Gobierno Vasco.
AGRADECIMIENTOS
Desarrollar esta tesis doctoral ha sido para mí una experiencia muy enriquecedora, tanto a
nivel académico como profesional y personal. Muchas y muy diversas han sido las personas que
me han acompañado durante este proceso y en esta ocasión quiero agradecer a todas y cada
una de ellas. Con estas palabras quiero decir gracias a todas las personas que han participado
de manera directa o indirecta en el planteamiento y realización de la investigación, que me han
cuidado, que me han animado, que me han criticado, que me han apoyado y acompañado
durante estos últimos cuatro años de mi vida.
De manera espacial quiero agradecer a mis dos directoras de tesis, dos mujeres encantadoras y
profesionales excepcionales. Muchas gracias Cristina y Marta por haber creído en mí, por el
esfuerzo hecho en este último periodo, por haberme apoyado en los momentos difíciles y
estimulado en los momentos de crecimiento. He aprendido mucho con y de vosotras tanto a
nivel académico como personal.
Además, quiero dar las gracias a las compañeras de despacho, a Yolanda, Marina, Idoia, Gioia,
Arkaitz y Esti, y a las compañeras de pasillo, Matxalen, Amaia, Unai, Ane, Zesar, Rafa, Julia e
Iñaki por haber compartido conmigo la cotidianidad del trabajo, por haber estado a mi lado
frente a las dudas e inseguridades propias del proceso de investigación y por haber estado
siempre dispuestas a escucharme y a regalarme una sonrisa. Además, agradecer todas y todos
los profesores que he tenido durante mi trayectoria académica por haber puesto la semilla del
interés, de la curiosidad y de la duda en mi mente y por haber intentado ampliar mi mirada
sobre los fenómenos sociales que se desarrollan a mi alrededor.
También quiero agradecer a Fiona Williams, a Sue Yeandle y a Rosa Mas Giralt por la paciencia
y dedicación que me han brindado durante mi estancia de investigación en la Universidad de
Leeds; a Cristina Vega Solís por los diálogos teórico, por su cercanía y disponibilidad en FLACSOQuito (Facultad Latinoamericana de de Ciencias Sociales), a Annamaria Simonazzi por
compartir opiniones y puntos de vista sobre los datos analizados; y a todas las demás
profesionales a las que he consultado.
Igualmente, tengo que agradecer a todas y cada una de las compañeras de la Asociación de
Trabajadoras de Hogar de Bizkaia, de la asociación Mujeres del Mundo Babel-Munduko
Emakumeak y de SOS Racismo-SOS Arrazakeria por todas las cosas que he aprendido de ellas.
Durante la realización de esta tesis me he replanteado muchos aspectos sobre las experiencias
de vida cotidiana. Me he dado cuenta de que somos seres interdependientes y me he
aproximado a entender la magnitud de trabajo que se requiere para criar y cuidar a los seres
humanos. Por ello no puedo evitar agradecer de manera especial a mi familia por haberme
cuidado durante toda mi vida, por apoyarme y por estar a mi lado a pesar de la distancia y a
Jaime, mi compañero, por cuidarme, por quererme tal y como soy y por enfrentar los
obstáculos, los éxitos y las transformaciones de la vida junto a mí con amor y serenidad.
ÍNDICE DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................11
Estructura de la tesis ............................................................................................................... 15
CAPITULO PRIMERO: ¿Desde dónde investigo? ................................................................... 17
CAPITULO SEGUNDO: Diálogo teórico................................................................................. 27
2.1
Flujos migratorios ........................................................................................................ 27
2.1.1
El estudio de las migraciones internacionales: algunas teorías explicativas ....... 30
2.1.2
La perspectiva de género en los estudios migratorios ........................................ 35
2.1.3
La perspectiva transnacional para dar cuenta de la multidimensionalidad de los
flujos migratorios ................................................................................................................ 41
2.2
Trabajo doméstico y de cuidado.................................................................................. 47
2.2.1
Inicios del debate sobre el trabajo doméstico. ................................................... 48
2.2.2
De trabajo doméstico a trabajo de cuidados ...................................................... 54
2.2.3
centro
La perspectiva de la economía feminista y la sostenibilidad de la vida en el
………………………………………………………………………………………………………………………..59
2.2.4
Interdependencia, ética del cuidado y “social care”............................................ 61
2.2.5
Identidades, emociones y subjetividades en los cuidados .................................. 66
2.3
El género, la clase y el origen en la relación entre las migraciones y el trabajo
doméstico y de cuidados. ........................................................................................................ 72
2.3.1
La nueva división internacional del trabajo de cuidados: reproduciendo
desigualdades ...................................................................................................................... 74
2.3.2
Perspectiva transnacional como herramienta analítica. ..................................... 79
2.3.3
Antigua relación entre la servidumbre y el empleo de hogar: viejas prácticas,
nuevos contextos................................................................................................................. 85
CAPITULO TERCERO: Metodología, técnicas y trabajo de campo .......................................... 95
3.1
Objetivos de la investigación ....................................................................................... 95
3.2
Consideraciones sobre metodologías y técnicas de investigación .............................. 95
3.2.1
Delimitación del objeto de estudio ..................................................................... 98
3.2.2
Metodologías cualitativas y cuantitativas ......................................................... 100
3.3
Protocolos éticos: formales e informales .................................................................. 106
3.4
Apuntes sobre el proceso investigación .................................................................... 107
3.5
Limitaciones del planteamiento metodológico. ........................................................ 108
CAPITULO CUARTO: Una aproximación al contexto estudiado........................................... 111
4.1
La intersección entre régimen de cuidados y de extranjería. ................................... 115
4.1.1
Régimen de cuidados ........................................................................................ 116
4.1.2
Régimen de extranjería ..................................................................................... 134
4.1.3
La crisis económica como escenario ................................................................. 147
4.1.4
Consecuencias e incongruencias de los regímenes de cuidado y de extranjería
………………………………………………………………………………………………………………………150
4.2
Inmigración y trabajo doméstico en tiempo de crisis en la CAE y Gran Bilbao: el caso
de la población andina .......................................................................................................... 155
4.2.1
Población andina en la CAE y Gran Bilbao......................................................... 155
4.2.2
El empleo de hogar y la población andina en la CAE y el Gran Bilbao. ............. 161
4.2.3
Algunas conclusiones sobre el contexto estudiado ........................................... 171
CAPITULO QUINTO: Viviendo la relación entre la migración y el trabajo doméstico y de
cuidados.......................................................................................................................... 175
5.1
Una aproximación a la relación que se establece entre las migraciones y el trabajo
doméstico y de cuidados ....................................................................................................... 176
5.1.1
Condiciones y características de las experiencias migratorias .......................... 177
5.1.2
El trabajo doméstico y los cuidados en las experiencias migratorias. ............... 184
5.2
La influencia del contexto jurídico y social en las vidas de los y las empleadas de
hogar de origen andino ......................................................................................................... 187
5.2.1
Dificultades y malabarismos: Trayectorias laborales entre la legislación de
extranjería y la infravaloración social del trabajo de hogar .............................................. 188
5.2.2
Algunas estrategias para enfrentar los obstáculos legales y laborales .............. 194
5.2.3
Real Decreto-ley en plena recesión económica: reivindicar más derechos en un
momento de desamparo y explotación social................................................................... 197
5.3
“De que te cambia…te cambia”: los rasgos característicos del empleo de hogar y su
influencia sobre la vida de las personas que lo realizan ....................................................... 205
5.3.1
Poniendo el foco en las condiciones laborales en el empleo doméstico y de
cuidados. ………………………………………………………………………………………………………………………205
5.3.2
La multidimensionalidad de las tareas domésticas y de cuidado: trabajo físico,
emocional y psicológico .................................................................................................... 215
5.3.3
5.4
La herencia colonial en el empleo de hogar. ..................................................... 221
Puntos de vista y reflexiones sobre el trabajo de hogar............................................ 228
5.4.1
Sentimientos y valoraciones ambivalentes ....................................................... 228
5.4.2
Reflexiones sobre el tipo de trabajo .................................................................. 234
5.4.3
El género y el origen: una mirada desde las experiencias de las personas
empleadas del hogar andinas ............................................................................................ 237
5.4.4
“Somos las conciliadoras del sistema” .............................................................. 242
5.4.5
Reivindicaciones ................................................................................................ 247
5.4.6
Ideas para el futuro: ¿Tu qué harías para mejorar la situación? ....................... 253
CAPITULO SEXTO: Conclusiones........................................................................................ 257
ANEXO I........................................................................................................................... 277
ANEXO II.......................................................................................................................... 279
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................. 283
INTRODUCCIÓN
Cursando los últimos años de la licenciatura en sociología y, seguidamente, realizando el
Máster en Gestión y Conocimiento de los Procesos Migratorios, nació mi interés por el
fenómeno social de la movilidad humana analizado desde la perspectiva de género. Además,
de manera simultánea a mi formación académica, decido implicarme como participante en
grupos relacionados con el tema y formados por personas autóctonas e inmigradas. Por ello, la
idea de esta tesis surge, por una parte, desde la experiencia investigadora como socióloga
dentro de la academia y, por otra, a través de las prácticas vividas como activista en SOS
Racismo-SOS Arrazakeria Bizkaia y en las asambleas de la asociación Mujeres del Mundo BabelMunduko Emakumeak. Posteriormente, durante el último año de la investigación, decido
participar en la Asociación de Trabajadoras de Hogar (ATH). En este sentido, es oportuno
destacar la importancia de estos tres espacios en el planteamiento y desarrollo de este trabajo
de investigación.
En el marco del tejido asociativo de Bilbao conocí a numerosas mujeres que venían desde
diferentes partes del mundo; muchas de ellas, aunque con formación superior, universitaria o
siendo profesionales, trabajaban o habían trabajado en el sector del empleo doméstico y de
cuidados. Al principio no presté mucha atención a este aspecto pero, posteriormente,
profundizando mis conocimientos sobre las características de los flujos migratorios influenciados por las situaciones vividas en los países tanto de origen como de destino-, y su
relación con el género, apareció claramente frente a mí uno de los temas sociales más
emblemáticos para analizar y entender las desigualdades de género, clase y origen dentro del
actual mundo capitalista y globalizado.
En un primer momento enfoco el tema desde los estudios migratorios, haciendo hincapié en la
manera en la que el género influye en los procesos migratorios (Ariza 2000,2007; Curran et al.
2006; García-Mina and Carrasco 2002; Hondagneu-Sotelo 2007). Seguidamente, me acerco a la
perspectiva transnacional, puesto que nos ofrece la oportunidad de tener en cuenta diferentes
aspectos relativos a la movilidad humana que se desarrollan a caballo entre los países de
11
origen y de destino, y que caracterizan la vivencia de las personas (Blanco 2007a; Levitt and
Glick Schiller 2007; Portes, Landlot, and Guarnizo 2003). De esta manera, se evidencia que las
situaciones que se crean, como por ejemplo las motivaciones de la emigración y los
acontecimientos que ocurren en el país de llegada, obedecen a los mandatos de género,
relacionados con las variables de clase y de origen, de manera concreta según el contexto
tomado en cuenta (Herrera 2007, 2008; 2013; Williams 2010a).
La perspectiva transnacional, conjuntamente con la perspectiva de género, evidencia las
dinámicas que se desarrollan entre el ‘allá’ y el ‘acá’ y que atañen de manera significativa a la
experiencia de las mujeres. En este sentido, una de las líneas de investigación más recientes y
exitosas al respecto es la que pone el foco de atención sobre la manera en la que los
fenómenos transnacionales afectan al trabajo doméstico y de cuidados (Ehrenreich and
Hochschild 2004; Hochschild 2001; Parreñas 2001; Williams 2010b, 2011a). Incluso, numerosos
estudios muestran que la reproducción social y los cuidados de las personas se han convertido
en la actualidad en uno de los aspectos más significativos dentro del panorama de los flujos
migratorios (Zimmerman et al. 2006).
En esta ocasión concreta, finalmente decido poner el foco en lo que ocurre en el país de
destino. Aquí el empleo doméstico se convierte en uno de los ámbitos donde la
internacionalización de los trabajos de cuidado se puede percibir de manera más evidente a
través de la significativa inserción de la población inmigrante en el sector, especialmente
mujeres (Anderson & Ruhs, 2010; Martínez Buján, 2006; Parella, 2000, 2002, 2005).
Frente a este panorama, sale a la luz la importancia que tiene la organización social del cuidado
en las sociedades de destino para el bienestar de la población, y se pone de manifiesto cómo
las deficiencias estructurales en relación a ésta acaban afectando a la inserción de la población
inmigrante, especialmente femenina (Díaz Gorfinkiel and Tobío Soler 2004; García Sainz 2012;
Gutiérrez Rodríguez 2010; Herrera 2008; Jáudenes, Jiménez, and Ocampo 2004; Martínez
Buján 2006).
En este sentido, me apoyo en la perspectiva de la economía feminista con el fin de ahondar de
una forma crítica la manera en la cual se organizan los trabajos domésticos y de cuidados en el
contexto estudiado (Carrasco, 2001, 2013; Pérez Orozco, 2006b; Picchio, 1992). Así se constata
que, por medio del análisis de la llegada de la población inmigrante y su inserción en el país de
destino se sacan a la luz los problemas irresolutos intrínsecos a esta sociedad de destino.
Desde el primer momento, mi intención ha sido aterrizar en una situación en concreto lo que
se está teorizando a nivel global sobre la internacionalización de los cuidados, conectando la
parte global con la parte local del fenómeno. Para ello, decido focalizarme en un grupo de
población, la andina 1, y en un territorio delimitado, el Gran Bilbao. Esto me permite entender
las situaciones que se crean en este contexto planteando un trabajo de investigación
exploratorio, que tiene como objetivo ahondar en las vivencias y percepciones sobre el trabajo
doméstico y de cuidados en el actual contexto social de las personas migrantes andinas
empleadas de hogar en el Gran Bilbao. En otras palabras, me interesa entender de qué manera
1
Procedente de los países pertenecientes a la Comunidad Andina (CAN), cuales: Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú.
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las dinámicas macro, a nivel mundial, conjuntamente con los mecanismos a nivel meso,
relativos al funcionamiento social, legal e institucional en el Estado español y en la Comunidad
Autónoma de Euskadi (CAE), influyen en la dimensión micro, que hace referencia a las
experiencias de vida de estas personas.
A través de esta investigación se plantea llevar a cabo una aproximación a las situaciones
personales y laborales del grupo de personas andinas que trabaja de forma remunerada en el
servicio doméstico, con el objetivo de aportar material empírico y analítico a diferentes
debates que están en boga en la actualidad. Por una parte, se pretende participar en los
debates sociológicos sobre la organización social con datos que evidencian las condiciones en
las que se están satisfaciendo las necesidades de cuidados de la ciudadanía y sobre cómo las
estructuras sociales de los niveles macro y meso influyen en las experiencias de vida de la
personas que desempeñan estas labores. Por otro lado, se intenta contribuir a los debates
pertenecientes a los estudios migratorios a través de relatos que hablan de las experiencias
migratorias y de cómo influye el marco legal de extranjería, dentro de la situación coyuntural
de crisis, en sus vidas laborales y personales. Y, por último, se procura realizar un aporte a los
debates feministas, ahondando en la intersección de las variables de género, origen y clase en
el marco de la reproducción social y del trabajo doméstico remunerado. Tener acceso a las
experiencias de hombres y mujeres que realizan este tipo de trabajo pone de manifiesto la
manera en la que se complejizan las desigualdades de género a nivel tanto global como local.
La perspectiva desde la que me aproximo al fenómeno estudiado en la investigación es
múltiple. En primer lugar, se aborda el fenómeno migratorio y su conexión con el trabajo de
hogar y de cuidados, poniendo de relieve la parte más macro del fenómeno estudiado. De esta
manera se pone en evidencia la forma en la que se está produciendo un trasvase de
desigualdades en función del género, origen y clase de las personas (Parella, 2000), y cómo se
está internacionalizando el mercado laboral en relación al empleo doméstico y de cuidados
(Federici 2012).
En segundo lugar, siguiendo la línea de las investigaciones feministas y de la ‘Teoría del punto
de vista’ (Harding 1987, 1996), lo que se propone es visibilizar las situaciones que están
viviendo mujeres y hombres inmigrantes al realizar el trabajo de hogar de manera remunerada.
De esta manera me acerco al punto de vista de estas personas, conocimiento que considero
experto. Estas personas desarrollan sus vidas entre las limitaciones legales y económicas
determinadas por la dimensión macro y meso, en este caso entre los regímenes de extranjería
y de cuidados en un contexto marcado por la recesión económica. Se decide hacer una
aproximación al punto de vista ‘desde abajo’, de ‘las personas subyugadas’ (Haraway 1995),
porque pueden brindar visiones transformadoras y sustentadas en sus peculiares
características. En este sentido, Donna Haraway (1995) advierte de que mirar ‘desde abajo’
puede implicar problemas. Para evitar estos problemas relacionados al relativismo y al
totalitarismo, se subraya que las visiones sobre el fenómeno estudiado se toman en
consideración como conocimientos parciales y localizados, generados según las características
de cada persona, y no generalizables a la población total.
En tercer lugar, se utiliza una perspectiva amplia de análisis sobre las experiencias laborales y
personales para entender a estas personas no solamente como víctimas del sistema, sino
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también evidenciando su agencia, esto es, poniendo el foco de atención en las estrategias y
resistencias que desarrollan en relación a la estructura social basada en las desigualdades
sociales (Stoehrel 2000). Además, se hace hincapié en los sentimientos y valoraciones
ambivalentes (Merton 1980) implícitos en la realización de estas labores multidimensionales,
que se caracterizan por ser tanto físicas como emocionales, y donde lo profesional y familiar, lo
público y lo privado, se entrecruzan continuamente generando contradicciones y, en algunos
casos, conflictos.
En cuarto lugar, retomando la perspectiva de Gayatri C. Spivak (1988), cabe señalar que esta
tesis no tiene como objetivo hablar sobre y por los subalternos. Mi intención es visibilizar,
denunciar y evidenciar ciertos fenómenos y situaciones que se encarnan en las experiencias de
vida de algunas personas y estudiar cómo factores estructurales, globales y locales, influyen en
sus vidas. Decido abarcar estos aspectos desde la perspectiva académica porque entiendo que
la universidad y las ciencias sociales pueden llegar a ser un lugar estratégico desde el cual
acompañar y generar el cambio social, desde el que avanzar hacia relaciones sociales más
sostenibles e igualitarias. De esta manera considero que visibilizar los obstáculos afrontados y
las resistencias desarrolladas por las personas migrantes andinas que desempeñan el trabajo
de hogar puede llegar a ir más allá de los espacios académicos ya que, como afirma Celia
Amorós (2008), ‘conceptualizar es politizar’. En este sentido, se ha de recordar que hacer
visibles algunos aspectos de la vida de las personas en la sociedad, e ignorar o cubrir otros,
resulta ser un ejercicio de poder, poder entendido en varias dimensiones tanto político, como
cognitivo y social (Haraway 1995) ya que lo que no se visibiliza no existe.
En quinto lugar, se subraya que el panorama en el que se contextualiza esta tesis se caracteriza,
por una parte, por factores estructurales en relación a los flujos migratorios y al sector de
hogar y, por otra, por factores coyunturales como la recesión económica y el cambio de ley que
afecta al sector del empleo doméstico y de cuidado. Por este motivo me intereso por las
percepciones y relatos de las personas que desarrollan sus experiencias de vida a caballo entre
el régimen de extranjería y el de cuidados en esta especial coyuntura de crisis económica y de
cambio de legislación.
En concreto, las preguntas de investigación que guían el proceso de investigación son las
siguientes:
I.
¿De qué manera se relaciona el tipo de migración que emprenden estas personas con
el trabajo doméstico y de cuidados en destino?
II.
¿Cómo afecta el contexto jurídico-laboral (recesión económica, cambio de normativa y
marco legal de extranjería) a la situación laboral y personal de estas personas?
III.
¿De qué manera influye este tipo de trabajo (las condiciones, las tareas desarrolladas,
las relaciones interpersonales que se crean) en sus vidas personales?
IV.
¿Cuál es el punto de vista de estas personas con respecto al trabajo que desarrollan en
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el contexto estudiado?
Durante el proceso de investigación me he apasionado por el tema estudiado cada vez en
mayor medida. Éste ha sido un proceso circular, partiendo por la revisión teórica, pasando por
el desarrollo del trabajo de campo y analizando el material recogido -todo lo visto, percibido,
grabado, escrito- para finalmente cerrar el círculo relacionando el material empírico con lo
teórico. Cuando me he adentrado más en profundidad en el tema del trabajo doméstico y de
cuidados, de pronto mi perspectiva sobre mundo ha cambiado. A partir del comienzo de la
tesis, la organización de las labores domésticas y de cuidados se va poniendo de relieve en mis
actividades cotidianas y en lo que me rodea. Después de haberme despertado de la utopía de
que las personas somos autónomas, y después de haberme dado cuenta de que ni siquiera
deseo ser autónoma, se vislumbran a mí alrededor una serie de interrelaciones de vital
importancia. Así, entiendo que todas las personas estamos interrelacionadas las unas con las
otras y que las labores domésticas y de cuidado son fundamentales para el bienestar de cada
persona y de la sociedad en su conjunto.
Con esta tesis quiero visibilizar las situaciones por las que pasan las personas encargadas del
cuidado remunerado de parte de la población, para evidenciar las condiciones en las que lo
están haciendo, sus percepciones y reivindicaciones al respecto.
Estructura de la tesis
En relación a la estructura, esta tesis se divide en seis apartados principales. En el primer
capítulo se abarcan las cuestiones que han surgido al comienzo de la investigación. La pregunta
a la que necesitaba responder es: ¿desde dónde investigo? A partir de esta inquietud, se hace
un repaso sobre los fundamentos de la ciencia moderna en general, y de las ciencias sociales
en particular, para escoger la perspectiva epistemológica más afín a mis intenciones y al objeto
de estudio en cuestión. En este apartado se explican las bases de la tesis y se sitúa el punto de
vista desde el que desarrollo la investigación, para que los y las lectoras contextualicen este
estudio y puedan entender sus posibles limitaciones y sesgos.
En el segundo capítulo se hace una exposición de las herramientas teóricas utilizadas para
explicar las ideas, conceptos y líneas de pensamiento útiles a la hora de analizar el fenómeno
estudiado. El capítulo se divide a su vez en tres apartados, generando así un dialogo entre tres
bloques teóricos diferentes pero interrelacionados. De esta forma se exponen, por una parte,
las teorías que atañen a los estudios migratorios; por otra, los conceptos básicos en relación al
trabajo de cuidados y, por último, las relaciones que se establecen entre los flujos migratorios y
el empleo de hogar. En esta sección se abordarán las teorías a nivel internacional,
representando lo que está ocurriendo a nivel global.
En el capítulo tercero, dedicado a las metodologías y técnicas de investigación, se explican las
decisiones más significativas tomadas para el desarrollo de esta tesis. La finalidad es aclarar los
diferentes pasos que he seguido, para explicitar la manera en la cual se ha producido el
material empírico. Se explicará, por una parte, el material cuantitativo que se maneja, y por
otra, la técnica cualitativa utilizada para la recaudación de información.
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El cuarto capítulo se focaliza en el nivel meso del fenómeno estudiado, el relativo a los
mecanismos estatales y autonómicos. En este apartado, a través del análisis de series
estadísticas y marcos legales, se lleva a cabo una aproximación al contexto en el que se
desarrollan las vidas de las personas que han decidido participar en este estudio. De esta
manera, se hace una descripción del panorama actual para contextualizar los relatos recogidos
a través de técnicas cualitativas. Este capítulo cuenta con dos apartados, por una parte, se
explica a nivel estatal y de la CAE la manera en la que el régimen de extranjería y el de cuidados
se están intersecando en el actual contexto de crisis. Por otra parte, se focaliza la mirada hacia
lo que ocurre en la CAE y en el Gran Bilbao en relación a la presencia de la población andina en
el sector del empleo de hogar.
En el quinto capítulo se aborda la dimensión micro del fenómeno. Se analizan los relatos de las
personas entrevistadas sobre la base del marco teórico elegido. De esta manera, se entiende la
manera en la cual las dimensiones macro y meso influyen en la vida de mujeres y hombres
andinos empleados en el sector doméstico y de cuidados. Con el fin de organizar la narración
se tomarán como guía las preguntas de investigación, para señalar en cada apartado los
aspectos más importantes en relación a cada objetivo específico.
Finalmente, para concluir, el capítulo sexto está dedicado a la discusión de los principales
hallazgos de la investigación y a destacar algunos aspectos interesantes que se han quedado sin
explotar en el análisis, pero que pueden formar parte de futuras líneas de investigación
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CAPITULO PRIMERO: ¿Desde dónde investigo?
La idea de este apartado nace a partir de las reflexiones que he tenido al comenzar mi tesis
doctoral. Antes de empezar el proceso he sentido necesario preguntarme ¿desde dónde estoy
investigando?, ¿desde donde estoy mirando y analizando la realidad social? Para responder a
estas preguntas me he apoyado en los estudios de sociología del conocimiento (Ceruti 1986;
Latour 1987; Merton 1977; Weinberg 2002; Woolgar 1991) en los estudios feministas
(Castañeda Salgado 2008a; Graf Blazquez 2008; Harding 1987, 1996) y en los estudios
poscoloniales (Grosfoguel 2011a; Gutiérrez Rodríguez 2010; Marchetti 2010; Quijano 2000)
Para comenzar abordaré algunas cuestiones epistemológicas, relacionadas con la crítica y el
replanteamiento del sistema ciencia, para detenerme en algunos aspectos de las diferentes
aportaciones de los enfoques feministas y poscoloniales, puesto que los considero importantes
para mi tesis doctoral y para seguir reflexionando sobre la mejora de las investigaciones y de las
ciencias sociales. Además, retomaré algunos conceptos de sociólogos tradicionales que me
servirán para el desarrollo de la investigación.
Antony Giddens, define la ciencia como “la utilización de métodos sistemáticos de
investigación empírica, análisis de datos, elaboración teórica y valoración lógica de argumentos
para desarrollar un cuerpo de conocimiento sobre una determinada materia” (Giddens 2007,
95). Y considera la sociología como una empresa científica en la que se aplican métodos
sistemáticos de investigación empírica, análisis de datos y valoración de teorías según las
pruebas existentes y con un argumento lógico.
Los fundadores de la sociología apostaron por convertir esta disciplina en una de las ramas del
sistema científico pero, frente a esto, surgen algunas cuestiones como, por ejemplo: ¿Es
posible estudiar la vida social de forma científica, de la misma manera en que se estudian los
componentes del agua? ¿Son el ser humano y sus relaciones sociales fenómenos susceptibles
de objetivación científica o empírica? No podemos obviar la diferencia que hay entre observar
el mundo físico y la sociedad, del mismo modo que tampoco podemos describir las
agrupaciones de personas con exactitud, a menos que no captemos primero el significado que
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esas mismas personas otorgan a sus conductas.
Las ciencias sociales, en su mayoría, estudian sujetos y no objetos, de modo que, se
caracterizan por ofrecer la oportunidad de preguntar directamente lo que nos interesa a los
sujetos estudiados. Pero esta peculiaridad tiene sus inconvenientes, ya que la sociología, desde
mi punto de vista, se fundamenta sobre una paradoja: medir científicamente, y a través de
categorías (que intentan ser estáticas), la realidad social que se caracteriza contrariamente por
ser fluida, diversa, contextualizada, performativa y muchas veces inconmensurable. Con esto
no estoy deslegitimando esta disciplina, sino más bien, quiero poner énfasis en el reto que ésta
conlleva. Hay que seguir agudizando muy bien los sentidos, afinando las herramientas y
recordando el compromiso de las/los investigadoras/es para con la sociedad, para seguir
mejorando las ciencias sociales como las disciplinas descriptoras de la sociedad e impulsadoras
del cambio.
Para ubicarnos, resulta fundamental tener en cuenta que el sistema científico y la sociedad
están estrechamente relacionados, diría que ambos conceptos han sido creados y se
componen por seres humanos. No solamente es evidente que la ciencia es fruto de la sociedad,
sino que también existe una influencia mutua entre ambas, así como retro-alimentación. Así,
son múltiples los efectos que esta relación tiene en la epistemología, como pueden ser las
parcialidades y los sesgos en el conocimiento producido. Dicho esto, se entiende que la ciencia
padece los mismos problemas que las sociedades, no es ni inmune a la represión en todas sus
formas, ni al conservadurismo. Como explican Capitolina Díaz Martínez y Sandra Dema
Moreno: “La ciencia es un producto social que no se limita a explicar una supuesta y
preexistente realidad, la condiciona y es condicionada por ella. Además no juega un papel
neutro dentro la sociedad, sino que a menudo se comporta como institución transmisora y
legitimadora de prejuicios sexistas, racistas, clasistas, etc. Y sirve y ha servido como
fundamento de la hegemonía de las élites” (2013,72)
Haciendo un breve excursus histórico a través de la tradición científica y de los temas que se
han estudiado en los diferentes momentos históricos, salta a la vista cómo la ciencia ha ido
cambiando según la relaciones de poder en la sociedad y según la dirección que toman los
poderes económicos y políticos. Con respecto a esto, es significativo recordar el éxito que ha
tenido el estudio de las dimensiones de los cerebros de mujeres y de negros en el periodo
comprendido desde el siglo XIX hasta el XX (Bhavnani and Haraway 1994) en (Biglia 2005). Sin
duda estos estudios han servido para legitimar las desigualdades entre los seres humanos y,
respaldados por la ciencia, han enfatizando y difundido los valores sexistas y racistas en las
sociedades. Y como este hay muchos más ejemplos emblemáticos.
Eveline Fox Keller denuncia, en el desarrollo de sus estudios, cómo desde la filosofía de Platón
se ha dado por su puesto que la realidad y el mundo están divididos en dos polos opuestos,
masculino-femenino, cuerpo-mente, orden-desorden, conocimiento-creencia, sujeto-objeto.
Además, según la epistemología utilizada y difundida a partir del citado filósofo, y reforzada
por numerosos importantes pensadores de la historia, no solo se le ha negado a la mujer la
capacidad para generar conocimiento válido, sino que además se la ha acusado de influir
negativamente en el conocimiento del hombre (Fox Keller 1991). De la misma manera se han
excluido hombres no reconocidos como ciudadanos de pleno derecho, como pueden ser los
18
esclavos o varones de etnias no dominantes. Las ideas que surgieron de los razonamientos
platónicos han gozado de gran éxito y han pasado a formar parte del sustrato epistemológico y
social de la civilización occidental hasta el punto de que estas herencias están patentes en el
pensamiento científico actual. Entre los continuadores de la línea de pensamiento de Platón,
encontramos a Aristóteles, cuyos escritos fueron la base para las ciencias medievales. A partir
del siglo XIII aparecen las primeras críticas a este modelo, que finalmente acabarían con el
derrumbe del sistema aristotélico y darían vida a la revolución científica de los siglos XV y XVII
(Harding 1996)
Sandra Harding nos explica que “armados con las primeras frágiles ideas de método
experimental y la osadía y el coraje del héroe que solo lucha por la Verdad, los grandes
científicos de los siglos XV al XVII surgen como guerrilleros de la miseria y la corrupción de la
sociedad de la Baja Edad media. Comenzando con las hipótesis matemáticas de Nicolás
Copernico, que reemplazan el universo geocéntrico por el universo heliocéntrico y continuando
con los refinamientos teóricos y la acumulación de apoyos empíricos de investigaciones como
las de Galileo Galilei, la revolución científica culminó, dos siglos después, con las leyes
universales de la mecánica de Thomas Newton” (Harding 1996: 178).
La ciencia de corte cartesiano e ilustrado, que se desarrolla a partir del siglo XVII, se percibe a sí
misma como un proceso revelador, como un mecanismo de descubrimiento de lo otro, donde
el universo es finito y puede ser descrito y definido por el lenguaje. Esta corriente de
pensamiento se fundamenta en unos principios básicos entre los cuales podemos destacar: la
inmutabilidad de las leyes; la convicción de que a través del conocimiento de unas pocas leyes
universales se pueden determinar y prever el desarrollo histórico y natural; la omnipotencia en
la cognición y la búsqueda e identificación del punto de Arquímedes 2 (Ceruti 1986). La
búsqueda de las “leyes universales” se convierte así en la norma de edificación del
conocimiento y, por supuesto, las únicas personas capaces de buscar estas leyes y de encontrar
el punto de Arquímedes son los componentes de la comunidad científica, casualmente todos
hombres, blancos y burgueses, es decir, una pequeñísima parte de la población mundial.
En aquel entonces, esta novedosa metodología de investigación se convirtió en hegemónica
porque aseguraba objetividad, eficiencia y eficacia en la producción del conocimiento. Como
explica Sandra Harding el método científico “impediría la proyección de los intereses y valores
políticos sobre el orden natural. A diferencia de la ciencia medieval, la ciencia moderna busca
un saber independiente de los valores morales, políticos y sociales” (Harding 1996, 178).
Pensándolo bien, aunque sin adentrarnos mucho en el análisis histórico, este proyecto de
ciencia no ha sido tan eficiente como se esperaba, considerando que la relación entre
sociedad, política, economía y ciencia sigue influyendo significativamente la producción del
conocimiento.
En el libro “Leviathan y la bomba de vacío” (Shapin 2005), texto de referencia para los/as
estudiosas de la sociología de la ciencia, se narra la emblemática discusión entre Thomas
2
O punto de vista absoluto representado por la figura del demonio de P.S Lapace (Ceruti 1986), que garantice
definitivamente la construcción de la ciencia y desde donde nada es incierto y todo es claro.
19
Hobbes y Robert Boyle 3 que es metáfora del debate, todavía hoy actual, sobre la relación entre
la representación científica de la naturaleza y la esfera de los intereses políticos.
Con la publicación en el 1916 de la teoría de la relatividad de Albert Einstein se pone en duda y
en discusión la exactitud de la ciencia y su omnipotencia. Más tarde, gracias a los trabajos
hechos desde la filosofía e historia de la ciencia, especialmente con el trabajo hecho por
Thomas Kuhn publicado en el 1962, se ha abierto la puerta a la sociología del conocimiento,
desde donde se estimula el replanteamiento de la ciencia y desde donde se quieren sentar las
bases para la mejora y la renovación de las ciencias.
En el libro “La estructura de las revoluciones científicas” Thomas Kuhn (1971) explica que el
progreso de la ciencia se desarrolla de manera cíclica y, utilizando como ejemplo el cambio de
paradigma desde el modelo newtoniano al modelo de Albert Einstein, argumenta que estos
cambios científicos se asemejan más a una conversión religiosa que a un ejercicio de la razón.
Demuestra que no cambian solo las teorías, sino que cada paradigma tiene sus propios criterios
para juzgarse a sí mismo (Weinberg 2002). Thomas Kuhn, fundamentalmente, con este trabajo
cuestiona el carácter objetivo del conocimiento científico y, según las palabras de Steven
Weingberg, considera las teorías científicas básicamente como construcciones sociales.
Como afirma Sandra Harding, en el primer capítulo de su famoso libro Ciencia y feminismo, “en
cada área, hemos llegado a descubrir que lo que solemos considerar problemas, conceptos,
teorías, metodologías objetivas y verdades trascendentales que abarcan todo lo humano no
llegan a tanto. Son, en cambio, productos del pensamiento que lleva la marca de sus creadores
colectivos o individuales y, a su vez, los creadores están marcados de forma característica por
su género, clase social, ‘raza’ y cultura” (Harding, 1996,15).
Las primeras críticas feministas a la ciencia son fruto de las experiencias de las mujeres que
inicialmente entraron a formar parte de la producción de conocimiento, especialmente en las
ciencias duras. Algunas de ellas, incorporándose a equipos de investigación, encuentran errores
en las metodologías y, a partir de ello, abren el debate sobre la eficacia y la objetividad de
algunos estudios.
Como ejemplo de ello Maria Puig (2009) habla de la primatóloga Shirley Strum que, a finales de
los años setenta incorporándose dentro de un equipo de investigación, por supuesto todo
masculino, denuncia que hasta ese momento se había estudiado mayormente el
comportamiento de los machos y, a partir de esta observación sesgada, desarrollaron teorías
para explicar el comportamiento de los primates en general. En concreto, a través de una
observación más atenta a los babuines kenianos de Pumphouse, ella demuestra que la creencia
de que existía dominación de los machos sobre las hembras, en esa especie en concreto, era un
mito. Ella argumentó que eran las condiciones de observación de los hombres que hicieron a
los babuinos agresivos y jerarquizados, y no las condiciones de vida en las que vivían estos
animales.
3
Robert Boyle contaba con el apoyo de la Royal Society of London que no admitió mujeres hasta el 1945.
20
En aquel momento Shirley Strum no se definía feminista, no obstante, brinda un ejemplo de
metodología feminista. Esta científica evidenció lo que hasta entonces se había ignorado, para
perfeccionar los anteojos con los que miramos la realidad en la búsqueda hacia la mejora de la
descripción e interpretación de la realidad. Si estos científicos, que seguramente trataron de
recoger los datos meticulosa y científicamente, pudieron confundirse en la interpretación del
comportamiento de los primates, se hace patente que lo mismo puede ocurrir a cualquiera,
especialmente si son las “otras” o los “otros” el “objeto” de estudio.
Básicamente, desde la crítica feminista no solo se propone que las mujeres sean sujetos y
objetos del conocimiento, sino que también se propone hacer una mayor crítica de los
procesos de producción del saber y de interpretación los factores sociales. Los estudios desde
la sociología del conocimiento han abierto la caja negra 4, criticando y deconstruyendo el
sistema ciencia, y las epistemologías feministas apuntan en ir más allá; no basta solo con
deconstruir, sino que resulta necesario también (re)construir una ciencia más democrática y
más cercana a las necesidades de la población, aprendiendo de los errores y de los aciertos
cometidos históricamente.
Y, hacia esta reconstrucción sigue el debate. Numerosas son las académicas que desde las
diferentes ramas de la ciencia están tratando de mejorar el estudio de la realidad proponiendo
metodologías y epistemologías más inclusivas y más horizontales. Con respecto a esto,
parafraseando a Norma Blazquez Graf, la critica feminista a la ciencia, a través de la
estimulación de preguntas cualitativamente diferentes, se interesa por descubrir y defender la
viabilidad de las teorías no sexistas alternativas para el estudio de los fenómenos sociales (Graf
Blazquez, 2008).
En algunos aspectos, especialmente en el siglo XIX y XX, “el científico llegó a considerarse
independiente de la sociedad, y [a considerar] a la ciencia como una empresa que se validaba a
sí misma, y que estaba en la sociedad pero que no le pertenecía” (Merton, 1977, 355). Así las
cosas, para mejorar las ciencias sociales y para tomar parte activa junto a la población y a los
movimientos sociales en la transformación y en la creación de sociedades más justas y más
igualitarias, es necesario transformar los valores sobre los cuales se han asentado las ciencias
hasta ahora. De no ser así, desde mi punto de vista, el trabajo que hacemos desde las ciencias
sociales se queda sin sentido y se queda vaciado de su utilidad.
En las primeras décadas del siglo XXI estamos frente a una coyuntura social muy peculiar.
Padecemos una crisis que se desarrolla en varios sentidos; no solo en el económico, sino
también en el institucional, político, social y, por ende, según la relación antes citada, la ciencia
no podrá permanecer ajena al terremoto social que estamos viviendo. La población está
pidiendo que se le escuche, para que se democratice la organización social, para horizontalizar
las decisiones que influyen al conjunto de personas, para compartir el conocimiento y para
tomar parte activa en la formación y performación de nuestra sociedad.
Especialmente en estos momentos de revuelta y crisis social necesitamos pararnos a
reflexionar sobre la situación y preguntarnos, ¿desde dónde conocemos?, ¿cómo conocemos?,
4
Retomando la expresión de Steve Woolgar (1991)
21
¿para qué?, ¿por qué? Actualmente el debate epistemológico se encuentra abierto y creo que
es necesario responder a estas preguntas para pensar hacia donde queremos ir y qué sociedad
queremos construir. Sabemos hasta donde llega el poder que tiene el conocimiento en la
performación de la sociedad y tenemos que asumir nuestra responsabilidad en estas
cuestiones, cómo académicos/as, científicos/as sociales y retribuidos/as económicamente por
la población 5.
El feminismo, en cuanto movimiento político para el cambio social, se hace algunas preguntas
sobre cómo podemos construir un mundo más justo e igualitario y, escarbando en los
diferentes frentes y disciplinas, resulta fundamental hacer un replanteamiento de la
epistemología hegemónica, teniendo en cuenta que la heredamos de la ilustración y del
proyecto moderno de ciencia y de sociedad.
La epistemología feminista no representa una rama o parcela propia de la filosofía, sino más
bien es la suma de las reflexiones introducidas por las teorías y por los movimientos feministas
sobre la cuestión del conocimiento. Se quiere reivindicar que no existe solo una ciencia para
dar cuenta de las experiencias y de la diversidad del mundo y, por esto, resulta necesario
empezar a considerar diversos puntos de vista en el proceso de la construcción del
conocimiento (Nicolás et al, 2009).
Dicho esto, según Sandra Harding la pregunta fundamental es: ¿Cómo se puede incrementar la
objetividad de la investigación siendo éste un proceso tan politizado y que no puede romper su
cordón umbilical con la sociedad y sus relaciones de poder? (Harding, 1996). Son varias las
líneas de pensamiento desde las que se ha intentado responder a esta pregunta y,
básicamente, se pueden reunir en tres grupos (Harding, 1996; Graf Blazquez, 2008).
Empirismo feminista
Este enfoque se basa en la búsqueda de una perspectiva desde donde se puede observar de
manera imparcial y racional y algunas de las teóricas que apoyan esta vertiente son Helen
Longino y Marta González, entre otras. Su postulado es que el sexismo es un sesgo social
corregible mediante la estricta adhesión a las normas metodológicas, y que los métodos
científicos no son en sí androcéntricos, sino lo es su utilización. Básicamente, se confía en que
el sistema ciencia es capaz de eliminar los sesgos determinados por el origen, el sexo y/o la
cultura de la/el investigador. Finalmente, lo que se critica desde esta postura es a la ‘mala
ciencia’ donde se quiere llamar la atención “sobre las profundas incoherencias lógicas y sobre
lo que, paradójicamente, podemos llamar imprecisiones empíricas de las epistemologías
empiristas” (Harding, 1996, 24). Igualmente se piensa que, cuanta más confrontación entre
diversas subjetividades haya, más nos aproximamos a la objetividad y, por esto, proponen la
socialización del conocimiento para asegurar la pluralidad de perspectivas.
Esta línea argumental es criticada por la confianza que tiene en el sistema ciencia. En este
5
Este comentario surge también por mi posición personal. Soy becaria del Gobierno Vasco lo que significa que
durante estos cuatro años la población vasca, con sus aportaciones, ha permitido que realizara este trabajo. Así las
cosas, me siento comprometida con esta comunidad y en deber de retroalimentar (aportando mi granito de arena)
la sociedad vasca, en concreto, y la sociedad mundial en general con mi trabajo.
22
sentido, Sandra Harding argumenta que, históricamente, el incremento de la objetividad
dentro de la ciencia ha sido aportado por la presión de los movimientos de liberación social, y
no por sus métodos científicos. Otra limitación de este pensamiento es que entiende que la
mera presencia de mujeres durante el proceso de producción del conocimiento puede
subvertir las discriminaciones de las mismas.
Teoría del punto de vista (Stand Point Theory)
Este enfoque es el que se utiliza en esta investigación y su principal rasgo es que tiene como
objetivo ofrecer una mirada a la realidad social desde los márgenes, en específico desde el
punto de vista de las mujeres, aportando otra forma de conocer en la que intervienen también
la intuición y los afectos. Esta perspectiva tiene su origen en el pensamiento de Hegel sobre la
relación entre el amo y el esclavo y en la aplicación que hacen Marx y Engels de esta
desigualdad social, evidenciando la parte estructural y material de las desigualdades. En este
sentido, esta línea apuesta por producir conocimientos desde experiencias y situaciones
marcadas por la cultura, el género, el origen, etc., y donde el sujeto epistemológico ideal es
subjetivo y condicionado por sus experiencias sociales. Se evidencia que no hay una
localización desde donde producir conocimiento libre de valores o prejuicios, poniendo de
manifiesto el carácter situado de cada conocimiento y sin otorgar privilegio epistémico a
ningún tipo particular de situación. Entre las teóricas que apoyan esta postura encontramos:
Eveline Fox Keller y Sandra Harding.
La crítica a esta teoría se fundamenta en que se corre el peligro de romantizar el punto de vista
de los/as subyugadas y de caer en posiciones esencialistas. Especialmente sobre los temas de
género, se apunta que no se puede unificar el punto de vista de las mujeres, ya que hay
diferentes maneras de concebir la opresión según las experiencias vitales de cada una,
caracterizadas por la procedencia, rasgos físicos, la orientación sexual, la etnia o la edad, entre
otras. Finalmente la alternativa propuesta es defender el conocimiento situado pero sin
atribuir privilegios epistemológicos, permitiendo el encuentro de perspectivas y situaciones
distintas para fomentar la pluralidad de los enfoques y de los sujetos condicionados (Graf
Blazquez, 2008).
Posmodernismo feminista
El propósito de este enfoque se criticar y desmontar las concepciones esencialistas,
demostrando que el género es construido socialmente y discursivamente. Engloban la cuestión
de la performatividad para evidenciar que las personas no están enjauladas en sus
características (sexuales, étnicas, genéricas, etc.) y el foco de atención se desplaza desde el
“ser” hacia el “estar”. En este las investigaciones de este tipo el sujeto de la investigación tiene
que ser también el objeto de la misma. Algunas de las teóricas más representativas de esta
perspectiva son: Donna Haraway y Susan Hekman.
Si la deconstrucción se queda sin una reflexión en torno a las discriminaciones, sin reflexión
sobre las causas-efectos que viven todas las partes implicadas y sin el análisis de lo que se
(re)construye a partir de ello, este enfoque puede ser criticado de relativista y se puede llegar a
pensar que “todo vale”. Con respecto a esto, resulta peligroso que las instituciones y los
sectores de intelectuales conservadores se apropien de los discursos posmodernos para
23
mantener el estatus quo, transformando este enfoque en un boomerang que se vuelve en
contra de los ideales beligerantes y transformadores desde los cuales ha surgido (Biglia, 2005).
Con respecto a esto, el relativismo socava la autoridad pero no es suficiente para garantizar un
trabajo comprometido con el cambio social, por eso se vuelve tan importante el concepto de
responsabilidad en el análisis posmoderno feminista. Como argumenta Donna Haraway “la
alternativa a los relativismos son los conocimientos parciales, localizables y críticos, que
admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridades en la política y conversaciones
compartidas en la epistemología. El relativismo es una manera de no estar en ningún sitio
mientras se pretende igualmente estar en todas partes. La igualdad del posicionamiento es una
negación de responsabilidad y de búsqueda crítica. El relativismo es el perfecto espejo gemelo
de la totalización en las ideologías de la objetividad” (Haraway, 1995, 329).
En todo caso, a mi entender, es más importante destacar que los tres enfoques rechazan las
teorías totalitarias y totalizadoras para la aproximación y explicación del mundo social.
Para entender realmente cuales son las diferentes aportaciones de las críticas feministas es
necesario hacer una clara diferencia entre método, metodología y epistemología, que a veces
se suelen confundir dentro del proceso de investigación. Parafraseando a Sandra Harding, los
métodos son los tipos de herramientas que utilizamos para recaudar la información y,
básicamente, se pueden agrupar en tres tipologías: la observación de los comportamientos, la
escucha de informantes y el análisis de los datos históricos y estadísticos. (Harding, 1987). Es
importante recordar que los métodos que se eligen “dependen de cuáles son las preguntas que
se hacen y de los tipos de conocimiento que se buscan, ambos reflejan los intereses sociales de
quien los investiga” (Graf Blazquez, 2008, 108). Aunque los métodos siguen siendo los mismos,
en las investigaciones feministas se proponen usos renovados para ir más allá de los simples
métodos y ampliar la mirada, para no quedarnos con una mirada miope causada por los limites
de cada técnica de investigación o, mejor dicho, para no mirar con gafas equivocadas los
diferentes fenómenos sociales. (Graf Blazquez, 2008)
Las metodologías dan las indicaciones sobre como tenemos que manejar las herramientas y
desde que enfoque vamos a analizar los datos. Éstas indican el procedimiento a seguir y la
relación entre teoría y aplicación de las técnicas de recolección de las informaciones
(métodos). Las investigadoras feministas han elaborado versiones de las teorías tradicionales
para reflejar las maneras de hacer y las necesidades de las mujeres, ya que las teorías
mayormente utilizadas no se fijaban en la experiencia de las mujeres y dejaban en la oscuridad
detalles importantes del funcionamiento de la vida social.
Las epistemologías son las teorías del conocimiento, éstas contienen las argumentaciones para
justificar el uso de determinados métodos y metodologías en la investigación científica y, a
través de ellas, se legitiman unos determinados procesos de investigación.
Algunos de los procedimientos claves dentro de las investigaciones feministas son: la
visibilización, la desnaturalización e historización (Castañeda Salgado 2008). La visibilización
consiste en hacer visible lo invisible y, como dice Celia Amorós, el feminismo es una teoría
crítica cuyo “hacer ver” es la única manera de enfocar adecuadamente los fenómenos
24
relacionados con los sistemas sexo/género (Amorós, 2007). Citando las palabras de Martha
Patricia Castañeda “ello permite documentar la exclusión y la injusticia de que son objeto, al
tiempo que sacar a la luz los conocimientos, los saberes, los valores, las formas de producción,
la participación en la reproducción, la estética, los conceptos filosóficos, los cuerpos y las
sexualidades, las concepciones del mundo, las posiciones políticas, los aportes económicos,
materiales y simbólicos, las creaciones artísticas, en fin, todas las experiencias del ser y hacer
de las mujeres que permanecen desconocidas, ignoradas, silenciadas u omitidas” (Castañeda
Salgado, 2008, 90).
Siguiendo con esta línea la visibilización es un procedimiento importante a la hora de quitar los
velos propios del androcentrismo, del racismo y del clasismo, que ocultan y subordinan
importantes cuestiones y acciones sociales de gran parte de la población. Hay que buscar y
encontrar las contradicciones, las confrontaciones y las rupturas que la pluralidad de sujetos
producen en sus cotidianidades en relación a los modelos estereotipados dentro del sistema de
género patriarcal (Castañeda Salgado, 2008). Oír las voces de las mujeres, y/o de los grupos
minorizados e ignorados es un recurso fundamental para no hablar por ellos.
La desnaturalización es importante para cuestionar, denunciar y desmontar la arbitrariedad
sociocultural e histórica en la asignación de características en base a su naturalidad. La
categorización genérica patriarcal es fruto del proceso de naturalización y, es a través de esta,
que se legitiman y se reproducen discriminaciones, de género, “raza”, etnia, clase. En las
investigaciones feministas es importante, además de lo explicado, llevar a cabo un proceso de
historización para revelar los procedimientos a través de los cuales se ha infravalorado a la
mujer y a los otros colectivos ignorados desde las ciencias. De esta manera, se tiene en cuenta
la labor de represión y de legitimación de un sistema basado sobre la desigualdad y que genera
discriminación, retroalimentada por los estados e instituciones públicas (Castañeda Salgado,
2008).
Decido acercarme a las intuiciones que vienen desde las teorías feministas porqué reflejan
muchas de las inquietudes que me surgen desarrollando mi trabajo de investigación en ciencias
sociales y, además, porque pienso que es positiva la conjunción entre las teorías académicas y
las experiencias de los movimientos sociales. Como argumenta Celia Amorós “la teoría
feminista sin los movimientos sociales es vacía; los movimientos feministas sin teoría crítica
feministas son ciegos” (Amorós y De Miguel, 2010, 15).
Las contribuciones desde las diversas investigaciones feministas son varias y se basan en
diferentes tipos de feminismos (Hooks 2004; Suárez-Navaz 2008; Suárez-Navaz and Castillo
2008). Todas ellas no son excluyentes sino más bien se puede entender que son
complementares. Una teoría o una epistemología normativa, por muy buena que sea, no
podrán verlo todo ni explicarlo todo, entonces es bien formar solidaridades políticas (Haraway,
1995).
Pienso que es importante no seguir la manera progresiva y excluyente de construir
conocimiento. La historia, los aciertos y los errores de otras experiencias investigadoras nos
ayudan. No hay ni solo blanco ni solo negro, hay matices y desde las ciencias sociales tenemos
que ser capaces de verlos en las investigaciones. Creo que para aproximarnos a la realidad es
25
interesante tener una mirada multidimensional y a veces ambivalente, para entender la
ambivalencia de muchas situaciones. Ahora las “identidades fragmentadas constituyen una rica
fuente de recursos para el pensamiento feminista” (Harding, 1987, 7).
Finalmente, a través de este apartado se explica desde dónde se investiga y cuáles son los
fundamentos epistemológicos que se encuentran a la base de este estudio. En concreto, utilizo
la Teoría del punto de vista como guía en el planteamiento y ejecución de la investigación y, a
partir de esto, llevo a cabo una aproximación a la realidad focalizándome sobre el punto de
vista de la población andina que trabaja en el servicio doméstico y de cuidados en el Gran
Bilbao.
26
CAPITULO SEGUNDO: Diálogo teórico
2.1 Flujos migratorios
Los movimientos de población no son, ni mucho menos, algo nuevo en el mundo; las
migraciones marcan la historia de cada civilización a través de intercambios, mestizajes y
sincretismos. La población mundial ha tenido siempre la necesidad de moverse, de fluir
dinámicamente hacia territorios desconocidos, por curiosidad, para satisfacer aspiraciones,
para huir de situaciones de peligro, para buscar mejores oportunidades, para soñar, para
conquistar, para escapar, para sobrevivir.
El concepto de ‘migración’ puede resultar ambiguo, por este motivo, como punto de partida se
toma en consideración la definición hecha por J. A. Jackson (1984), quien considera que para
que un traslado pueda ser considerado una migración tiene que cumplir, por lo menos, con tres
requisitos fundamentales: (1) que se produzca un cambio espacial donde el movimiento se da
entre dos delimitaciones geográficas significativas, (2) que el traslado sea duradero y no
esporádico, y por último, (3) que suponga un cambio significativo de entorno, tanto físico como
social (Blanco 1993).
En consecuencia, en esta tesis por viaje migratorio se entiende un traslado que supone para el
sujeto un cambio de entorno político-administrativo, social y cultural relativamente duradero,
que implica la interrupción de actividades en un lugar y su reorganización en otro.
Con el fin de contextualizar los actuales flujos migratorios, y encajarlos dentro del movimiento
milenario de personas, me parece conveniente hablar de la clasificación hecha por Stephen
Castles y Mark J. Miller (1993) en la que se divide la movilidad de las poblaciones en tres
grandes periodos: las migraciones premodernas, modernas y contemporáneas.
Los flujos migratorios premodernos, en concreto los previos al 1850, en general son
caracterizados por desplazamientos involuntarios, bien por condiciones ambientales hostiles,
invasiones, conquistas, exilios forzados, expulsiones de varios tipos (Blanco, 2000; Castles &
27
Miller, 1993). Cristina Blanco (2000), haciendo una revisión de la evolución histórica de las
migraciones, recoge las causas más importantes de este periodo entre las cuales se destacan:
(1) las causas ecológicas, que empujan a las poblaciones a llevar estilos de vida nómadas y los
desplazamientos transoceánicos de la prehistoria; (2) las expansiones de imperios y grandes
civilizaciones tales como los de Grecia, Roma, Egipto y Persia, entre otras; (3) las expansiones
religiosas especialmente las del Islam (s. VII-X) y las cristianas a través de las cruzadas (s. XIXIV); (4) las expansiones y huidas por causas religiosas entre las cuales es significativo destacar
el nacimiento del concepto de ‘asilo’; (5) las colonizaciones 6 que conllevan un importante
transvase de población desde Europa hacia el continente americano y oceánico; (6) el tráfico
de esclavos (s. XVII-XIX), donde se estima que hasta el 1850 quince millones de esclavos
africanos fueron desplazados forzosa y brutalmente hacia el continente americano; (7) y por
último el trafico de trabajadores/as (s. XIX-XX) desde Asia hacia las colonias europeas.
Con respecto a los flujos migratorios modernos, datados entre 1850 y 1973, la autora antes
mencionada entiende que dentro de esta etapa se desarrollan dos tipos de subprocesos. Por
una parte, la primera etapa, que va desde 1850 a 1920, se relaciona con el crecimiento
industrial donde los flujos tienen principalmente tres direcciones: desde Europa hacia las
colonias americanas (migraciones voluntarias), desde las colonias europeas asiáticas hacia las
otras colonias (migración laboral forzada) y desde la Europa menos desarrollada hacia la Europa
en vía de industrialización (migraciones dirigidas). En esta etapa los lugares de destino de las
migraciones son principalmente Estados Unidos en el continente americano y Gran Bretaña en
el contexto europeo. La población se dirige hacia EE.UU en búsqueda de autonomía y libertad,
atraída por la oferta de tierras y autonomía, mientras que en el caso de Gran Bretaña la
población es atraída para fomentar su industrialización, son migraciones definitivas y
caracterizadas por la facilidades en la obtención de la nacionalidad (Blanco 2000).
Por otra parte la segunda etapa, desde 1945 hasta 1973, se relaciona con la condición
económica y política del mundo occidental después de la Segunda Guerra Mundial y se
caracteriza por cambios significativos en la movilidad de las poblaciones. Uno de los
fenómenos más destacables es la diversificación de los sistemas migratorios. A partir de este
momento se amplía el abanico de países, tanto de origen como de destino de las migraciones,
y se desdobla el rol de algunos países del Tercer Mundo que se convierten en países receptores
y emisores de migrantes.
Otro fenómeno de interés es que países como Gran Bretaña, Bélgica, Francia, Suiza, Holanda y
Alemania, empiezan un proceso de reclutamiento masivo de gente dispuesta a trabajar,
principalmente desde Italia, Grecia, España, Portugal, Yugoslavia, Marruecos, Turquía y Túnez,
dando vida así a la figura de “trabajador/a invitado/a”. Arthur Lewis (1954) citado en (Arango,
2003), explica este modelo de migración a través de la teoría del “Desarrollo económico con
oferta limitada de trabajo”. Con este sistema se contrata mano de obra extranjera para que se
quede en el país exclusivamente de manera temporal (guestworker), obstaculizando la
reunificación laboral y su asentamiento pero, al fin, estos traslados se convierten en definitivos,
aun en contra de la voluntad de los gobiernos en cuestión. En esos momentos, la situación se
agrava por la crisis internacional del petróleo y en Europa se inicia la política de cierre de las
6
Asentamientos: s. XVI-XIX; regímenes coloniales: s. XVII-XX.
28
fronteras, que sigue hasta el día de hoy, y que intenta con todos los medios limitar y controlar
los flujos migratorios de personas. Por último, cabe mencionar que, aunque en este periodo la
causa mayoritaria de los desplazamientos de personas es la económica y laboral, no hay que
dejar de lado las migraciones de refugiados y desplazados (Blanco 2000).
El periodo siguiente se refiere a las migraciones contemporáneas, las que se desarrollan desde
1973. En este sentido se evidencia que a partir de este momento las migraciones toman un
nivel de globalización, heterogeneidad y rapidez hasta ese momento inalcanzado (Blanco 2000;
Castles and Miller 1993; Portes, Landlot, and Guarnizo 2003).
Según Stephen Castles y Mark J. Miller (1993) son tres las dimensiones que dan cuenta de este
cambio y de la internacionalización, intensificación y variedad de los flujos migratorios: (1) el
incremento del volumen de migrantes, (2) la ampliación de las redes migratorias, (3) la
diversificación de los tipos migratorios.
Con el pasar del tiempo el número de migrantes crece y se transforman las características de
los movimientos de la población. Por ejemplo, a partir de la década de los años sesenta del
siglo pasado los países europeos meridionales empezaron a atraer personas procedentes
mayoritariamente de África, Asia, el Caribe y Oriente Medio. En este sentido, es emblemático el
cambio experimentado por Italia, España y Portugal que, a partir de 1980, se convierten en
países receptores de inmigración, cuando hasta entonces habían exportado cantidades
significativas de personas hacia los países ricos de Europa del Norte (Massey et al., 1993).
En la actualidad, nos enfrentamos a una fase peculiar de este movimiento milenario de
personas, ahora las tendencias dominantes son los flujos migratorios masivos, especialmente
entre los países asiáticos, desde los países del Sur hacia los del Norte, desde los periféricos a los
centrales (Blanco 2006), pero también desde el Norte al Sur, de Sur a Sur y de Norte a Norte
(OIM 2013).
El conjunto de los flujos migratorios representa, sin lugar a dudas, uno de los fenómenos
sociales más emblemáticos y complejos, ya que en él confluyen numerosas dimensiones de la
vida social. Se entrelazan cuestiones económicas, políticas, culturales, psicológicas, de género,
sociales y familiares, entre otras, de manera tan compleja que si quisiéramos visualizarlas
gráficamente se parecerían más a un “plato de espaguetis” que a un gráfico explicativo
(Macioti and Pugliese 2010, 17)
Este fenómeno es tan heterogéneo que sus causas son muy diversas y numerosas pero, lo que
sí se puede afirmar es que “las migraciones no son fenómenos autónomos, con una lógica
propia e independiente, sino que, por el contrario, están íntimamente conectadas con procesos
históricos, económicos, sociales y políticos de alcance global” (Gil Araújo 2005, 14).
En este sentido, citando a Patricia Zamudio, es importante tener presente que: “las migraciones
internacionales conectan, con sus cuerpos y sus relaciones, territorios que están también
conectados por las dinámicas económicas y políticas globales globalizadoras, que responden a
modelos que privilegian la acumulación desmedida de riqueza por unos cuantos por encima
del bienestar de las grandes mayorías” (Zamudio 2007, 67).
29
Según un reciente informe de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) 232
millones de personas viven fuera de su país en todo el mundo, y el 69% de ellos/as proviene de
los países del “Sur”, llamados también países periféricos (OIM 2013).
2.1.1
El estudio de las migraciones internacionales: algunas teorías explicativas
Como se ha explicado anteriormente, la movilidad humana es un fenómeno social que desde
siempre acompaña a la humanidad. Durante la década de los años sesenta del siglo XX se
empieza a analizar este fenómeno de manera más sistemática, con el objetivo de encontrar
teorías para explicar los desplazamientos de las poblaciones.
Muchos son los teóricos que han intentado definir las causas y efectos de este fenómeno tan
complejo, pero todavía nadie ha logrado aunar, en una única teoría, todos los factores y
dimensiones que entran en juego.
Ésta es parte de las dificultades generales que afrontan las ciencias sociales al intentar explicar
el comportamiento humano, pero, en este caso, es agravado por ser un objeto de estudio tan
polifacético y multiforme. Como explica Joaquín Arango (2003), la contribución de las teorías
en la comprensión de los desplazamientos de las personas ha sido limitada, no solo porque es
casi imposible encontrar un sistema teórico que de explicación a un fenómeno tan
extremadamente diverso, sino también porque se centran mayormente en explicar las causas
dejando de lado el análisis de las otras dimensiones. Según el autor, éstas tienen grandes
pretensiones explicativas que luego no cumplen, ofreciendo explicaciones a posteriori en vez
de guiar la investigación empírica.
A continuación se exponen, brevemente, algunas de las teorías más significativas utilizadas
para explicar los flujos migratorios que ocurren cotidianamente en el mundo. Como he dicho
anteriormente, ninguna de éstas es capaz de explicar exhaustivamente este fenómeno pero,
desde mi punto de vista, tomadas cada una con sus aciertos y sus límites pueden ayudar a la
hora de analizar el contexto en el que nos encontramos. Teniendo en cuenta la heterogeneidad
del fenómeno, podemos utilizar este mosaico de teorías para tener en cuenta diferentes
puntos de vista, ya que los desplazamientos no responden solamente a una motivación sino al
cruce de diferentes motivaciones más o menos explicitas.
Entre los estudios clásicos en migraciones destaca el trabajo hecho por el geógrafo anglo
germano Ernst Georg Ravenstein: “Las leyes de las migraciones” (1889). Él es el primero que
emprendió un análisis demográfico y teórico sobre este tema, rastreando las primeras pautas y
estructuras de las migraciones que tenían lugar en el contexto anglosajón, a finales del siglo
XIX. Los patrones y características del fenómeno migratorio encontrados representan
solamente un punto de partida para los estudios de migraciones, ya que el contexto que él
estudió tenía características muy diferentes al contemporáneo. Pero se le reconoce que, hace
mas de cien años, supo comprender la importancia de las migraciones y legar a la posterioridad
valiosas ideas para su explicación (Arango 1985).
Seguidamente es importante señalar el modelo Push-Pull que surge a inicios del siglo XX con el
intento de entender el mecanismo desencadenante de los flujos migratorios de esa época.
Básicamente, esta teoría explica la migración internacional como una decisión personal que se
30
toma como consecuencia de la conjunción de factores Push (factores de expulsión en el país de
origen) y factores Pull (factores de atracción en el país de destino). De esta manera se
argumenta que el sujeto migrante se encuentra entre un entorno adverso en origen, donde
varias circunstancias lo empujan a salir (push), y otro en apariencia atractivo en lugares de
destino, marcado por las expectativas de mejora (pull). Así las cosas, se entiende que es el
sujeto el que toma la decisión de emigrar o quedarse y, a partir de esta idea, la migración viene
explicada como una decisión individual, basada en una libertad total de acción (Arango 2003;
Blanco 2000).
Las críticas a este planteamiento son numerosas, porqué resulta ser un enfoque demasiado
individualista al no tener en cuenta el entorno social, histórico y político. Además no explica el
porqué, en muchas situaciones, no son los más pobres los que emigran y porqué se eligen unos
destinos y no otros. Finalmente, este planteamiento resulta demasiado simplista ya que pasa
por alto que las migraciones no son fenómenos individuales, sino sociales (Blanco 2000).
Según Joaquín Arango (2003), para hacer un excursus sobre las explicaciones teóricas acerca de
las migraciones se debe comenzar con el enfoque económico neoclásico, puesto que ha sido el
más exitoso. Éste engloba dos perspectivas, una que pone el énfasis en los procesos
macroeconómicos y otra que se interesa más sobre los microeconómicos.
Los mayores exponentes de este enfoque son los economistas Michael Todaro y George Borjas,
que crean la ‘Teoría del mercado del trabajo’, argumentando que las migraciones obedecen
mayormente a las condiciones estructurales del mercado de trabajo mundial. Según ellos,
desde un enfoque macroeconómico, la causa principal de la movilidad humana resulta ser la
diferencia que existe entre la oferta y la demanda de mano de obra en los diversos territorios a
lo largo del planeta. De esta manera, los flujos migratorios de trabajadores y trabajadoras
constituyen un mecanismo equilibrador de los desajustes del mercado del trabajo a nivel
mundial, donde la legislación de extranjería sería un autentico obstáculo para el mercado.
Los teóricos, afirmando que las principales causas de los flujos migratorios son (1) las
diferencias de salario y (2) las diferencias entre la demanda y la oferta de mano de obra,
concluyen que controlando los mercados de trabajo a escala global se puede llegar a controlar
los desplazamientos de las poblaciones.
A partir del enfoque más microeconómico, dentro de la perspectiva neoclásica, el énfasis se
pone en los procesos individuales dentro del fenómeno migratorio concibiendo las migraciones
como la suma de movimientos individuales. La elección personal de emprender la migración es
determinada por el cálculo de coste-beneficio determinado por el desplazamiento y a través
del cual se quiere hacer una inversión económica y de capital humano. A partir de esto se pone
el acento en la heterogeneidad de las expectativas migratorias, donde la parte psicológica
también influye, puesto que, según los teóricos, si las condiciones de vida son
psicológicamente atractivas en el lugar de destino, puede que se cumpla el desplazamiento
aunque a nivel económico el coste sea mayor que el beneficio (Massey et al., 1993).
Tanto el enfoque macroeconómico como el microeconómico han sido objeto de numerosas
críticas. Por una parte, no valoran las dificultades que conllevaría disponer de un mercado de
trabajo internacional en situación de libertad plena, por otra, no tienen en consideración que
31
las personas migrantes no se incorporan al mercado de trabajo en los países de destino en las
mismas condiciones que lo hacen trabajadores y trabajadoras autóctonas (Blanco 1995; 2000).
Además, como crítica a la teoría neoclásica microeconómica, emerge el enfoque de la ‘Nueva
economía de la migración laboral’ 7 y del cual Oded Stark (1991) es su principal exponente. Éste
viene a criticar algunos de los puntos de la anterior teoría enriqueciéndola con algunos detalles
y matices. La aportación más novedosa es el concebir la migración no únicamente como una
decisión personal, sino básicamente como una estrategia familiar para maximizar las
expectativas de renta, mejorar y diversificar las herramientas para enfrentar los riesgos a los
que los hogares suelen enfrentarse.
Según los seguidores de esta línea de entendimiento de las migraciones, los flujos vendrían a
aportar entradas económicas diferenciadas para afrontar las discontinuidades y diferentes crisis
en los países de origen, con el fin de hacer frente a las imperfecciones y/o deficiencias de los
sistemas públicos de salud, educación, cuidados etc. De esta manera las familias intentan
desarrollar estrategias de supervivencias basadas en ámbitos locales e internacionales a la vez.
Además, los seguidores de este enfoque, entienden que se le ha dado una importancia
desproporcionada a las diferencias salariales, ya que las migraciones no se producen
exclusivamente por ese motivo (Massey et al., 1993).
Por su parte, la ‘Teoría del mercado dual’, cuyo máximo exponente es Michel Piore, hace
hincapié en la desigualdad de los mercados de trabajo en los países de destino de las
migraciones evidenciando la creación de dos tipologías de empleos: unos inferiores y con
peores condiciones para inmigrantes, y otros superiores y con mejores condiciones para la
población autóctona. Según esta teoría la causa fundamental de los flujos migratorios viene
representada por las necesidades estructurales de las economías de las sociedades receptoras,
entre las cuales predomina la necesidad de mano de obra barata.
Más precisamente, esta teoría entiende que en las economías desarrolladas se crean puestos
de trabajo inestables para mantener el crecimiento. Cuando las personas autóctonas
comienzan a no estar dispuestas a cubrir esos puestos de trabajo en condiciones precarias,
comienzan a pedir más derechos laborales y mejores salarios. A partir de esto, se produce una
inflación estructural producida por querer mantener la jerarquía salarial a la vez que aumentar
las condiciones laborales de los sectores con menos prestigio. A este punto entra la figura de
las y los trabajadores migrantes que, procediendo de países con ingresos más bajos y/o con
monedas más débiles, están dispuestos a cubrir los puestos de trabajo precarios que ya no se
cubren con los sectores de la sociedad históricamente más vulnerables, como son las mujeres y
los jóvenes.
Las aportaciones de Michael Piore (1979) ponen de manifiesto el papel clave que juegan las
economías de los países receptores a nivel internacional y reconocen que los movimientos
migratorios no tienden a mitigar los desequilibrios de la economía mundial sino que, por el
contrario, representan un mecanismo que tiende a perpetuarlos. A partir de esto las teorías de
orientación marxista evidencian que, teniendo un mercado de trabajo dual, se debilita a la
clase obrera dividiéndola en dos substratos: el de las personas autóctonas y el de las personas
7
En ingles, idioma original: New economics of labor migration.
32
inmigrantes, hecho que comporta un enorme beneficio al sistema capitalista mundial (Blanco
2000).
Las críticas a este enfoque son varias entre las cuales se desataca el sesgo en el análisis del
fenómeno migratorio, derivado del tener en consideración únicamente el contexto de las
sociedades receptoras obviando la situación en origen.
Por el contrario, desde puntos de vista más interdependientes o de la ‘teoría del sistema
mundial’, los flujos migratorios masivos se entienden como uno de los productos de los
desequilibrios económicos mundiales. Estos desequilibrios no son de índole nacional sino que
son el resultado de la división internacional del trabajo que empobrece a algunos países y
enriquece a otros, teniendo en consideración tanto el contexto de destino como el de origen
de las migraciones.
Exponentes de esta teoría, como Alejandro Portes y Saskia Sassen (Portes and Walton 1981;
Sassen 1988) insisten en argumentar que los flujos migratorios de personas son determinados
por los desequilibrios generados por la penetración del sistema capitalista en países ‘menos
desarrollados’, retomando la tradición histórico-estructural que estaba en la base de la teoría
de la dependencia de los años setenta.
Según esta aproximación, las migraciones se entienden como un producto más de la
dominación ejercida por los países ‘centrales’ y ricos sobre los países ‘periféricos’, y por ende,
más pobres dentro de un contexto internacional marcado por estructuras de clases y conflictos
de poder (Arango 2003). Antaño esta dominación era determinada por relaciones coloniales
mientras que, en la actualidad, se desarrolla a través de las interconexiones regidas por el
sistema capitalista. En este sentido, hoy en día son las empresas multinacionales que ponen en
práctica esta dominación que se puede denominar como neo-colonial, puesto que en los países
del ‘centro’ se relacionan con los países ‘periféricos’ en búsqueda de materias primas y mano
de obra barata (Massey et al., 1993).
Saskia Sassen (1988) al respecto argumenta que esta nueva fase de la economía mundial,
basada en lógicas capitalistas y que comienza a partir de la década de los años setenta del siglo
pasado, se desarrolla a través del rápido incremento de las transacciones internacionales y de
las instituciones supranacionales, situándose fuera del viejo sistema de las relaciones entre
estados. Así las cosas, se genera un conjunto de trastornos y dislocaciones que Massey et al.
(1993) explican y sitúan en seis dimensiones:
En relación a las tierras: La agricultura capitalista se basa en la consolidación de la propiedad
privada de la tierra, se mecaniza la producción y se introducen cultivos industriales con los
productos químicos relacionados 8. Por un lado, la consolidación de estas formas de producción
destruye los sistemas tradicionales y hace decrecer la necesidad de mano de obra, por otro, la
sustitución del cultivo de alimentos básicos por los monocultivos de productos para exportar
provoca la escasez de alimentos y, a la vez, no permite a los y las agricultoras no capitalistas
mantenerse en el mercado local. Todo esto produce fuerza de trabajo móvil debilitando los
lazos interpersonales en las comunidades locales.
•
8
En relación a las materias primas: La extracción de materias primas para su venta en el
Para saber más sobre el tema ver: (Shiva 2001)
33
mercado global necesita métodos industriales muchas veces dañinos para la salud de la
población autóctona y de los mismos trabajadores. De esta manera, se generan
dinámicas por las que las y los trabajadores ponen sus propios beneficios económicos
frente al bienestar del medio ambiente y de la comunidad, creando divisiones en la
comunidad y una forma de trabajo y de ganancia sin una postura crítica frente a lo que
se está produciendo y a la manera en la que se está haciendo.
•
En relación a la mano de obra: Las empresas de los países ‘centrales’ establecen plantas
de montaje y producción en los países ‘periféricos’ para aprovechar de los índices
salariales bajos, de las facilidades que los países les dan para atraer capital extranjero, y
de la poca sindicalización de los sectores. Además, la demanda de mano de obra para
las fábricas debilita el mercado laboral local y las relaciones productivas tradicionales.
•
En relación a las conexiones materiales: Los países ‘centrales’ que han invertido capital
en los países lo han hecho también en infraestructuras para facilitar los transportes y la
comunicación, con el objetivo de facilitar la circulación de productos, bienes,
información, capital etc. y consiguientemente han promovido la circulación de
personas.
•
En relación a los lazos ideológicos: La globalización, la circulación de información y de
bienes, los medios de comunicación de masas, las campañas propagandísticas, la
televisión, la música, las películas etc., crean inevitablemente lazos culturales entre los
países centrales y periféricos. En muchos casos esos lazos reflejan un pasado colonial
(por ejemplo: América Latina y España, India e Inglaterra, Senegal y Francia), pero
también se puede producir una influencia cultural y económica profunda en ausencia
de un pasado colonial (por ejemplo: México y EE UU).
•
En relación a las ‘ciudades globales’: La tendencia en concentrar en un mismo territorio
urbano bancos, finanzas, administraciones, servicios y producción de alta tecnología,
da vida a las ‘ciudades globales’ entre las cuales se destacan Nueva York, Los Ángeles,
Londres, París, Tokio, Sídney. En el marco de estas ciudades vive mano de obra muy
cualificada que necesita mano de obra no cualificada para sostener sus vidas.
Así las cosas, se crea una ingente cantidad de mano de obra que se tiene que desplazar hacia
las grandes ciudades para poder sobrevivir y para poder acceder a un trabajo. Se genera así un
proletariado desarraigado que, después de emigrar del campo a la ciudad, es fácilmente
atraído a emigrar al extranjero hacia las ‘ciudades globales’. Una vez llegadas a los países
centrales, estas personas encuentran empleo en los sectores que precisan de mano de obra
barata. Además, la teoría de la interdependencia, o del sistema mundial, evidencia que algunos
de los flujos migratorios conectan antiguas colonias con las ex ‘madre patria’ a causa de
numerosas similitudes, intereses y relaciones que subsisten entre ellas (Sassen 2003, 2001,
1988)
Por otro lado, para intentar dar explicación a la duración y a las características del viaje
migratorio, Douglas S. Massey (1990) propone la ‘Teoría de las redes sociales’ en la que
argumenta que las redes sociales y familiares influyen de manera significativa en la decisión de
34
migrar y seguidamente de retornar o permanecer en el país. En este sentido, las redes sociales
en el destino reducen los costos y riesgos del desplazamiento, favoreciendo con ello la duración
de la migración.
La demógrafa y experta en migración Hania Zlotnik (1992) reunifica las teorías y sugiere que los
flujos migratorios adquieren una estabilidad y estructura a lo largo del tiempo y del espacio,
generando diferentes sistemas migratorios claramente identificables. En sus estudios
demuestra cómo la formación de un sistema migratorio y de redes no depende de la cercanía
geográfica, sino de las relaciones políticas y económicas existentes entre países. Cree que los
sistemas migratorios pueden ser multipolares, y tener un grupo disperso de núcleos. Que los
países pueden generar nuevos sistemas y formar parte de más de un sistema o red migratoria.
Como veremos durante el desarrollo de la tesis, y especialmente en el análisis de las
entrevistas, estas teorías explican solo en parte las motivaciones expresadas por las personas
entrevistadas. En todo caso nos sirven como base para entender la diversidad y complejidad de
este fenómeno.
2.1.2
La perspectiva de género en los estudios migratorios
La internacionalización de la economía y de los flujos migratorios no actúa separada de los
sistemas de creación de desigualdades de género, clase y etnia; consecuentemente, se produce
una brecha cada vez mayor, no solo entre regiones y clases sociales, sino también entre
géneros.
A pesar de que existen datos que hablan, directa o indirectamente, de la presencia de las
mujeres en las migraciones de todas las épocas, hasta hace relativamente poco los estudios
sobre los movimientos poblacionales se han caracterizado por una visión androcéntrica. A las
mujeres migrantes se les ha asignado mayormente un papel pasivo, de acompañantes en
calidad de ‘mujeres’ de o esposas, dando lugar así a estereotipos que les asignaban las
cualidades de inactividad y de dependencia. Esta creencia es uno de los indicadores del poco
interés que han mostrado las ciencias sociales por ver y analizar a las mujeres como
protagonistas de los procesos migratorios (Ariza, 2000, 2007; García-Mina and Carrasco, 2002;
Gregorio Gil, 1998; Hondagneu-Sotelo, 2007; Oso, 1997).
Trinidad Vicente (2008) explica que, la ausencia de las mujeres como objeto de estudio en las
investigaciones sobre la migración se atribuye, según las Naciones Unidas, a un conjunto de
factores, entre los cuales se destacan: la infravaloración de su actividad económica,
infravaloración de los estatus y de los roles representados por mujeres, el hecho de que la
mayor parte de los estudios sobre las migraciones han sido desarrollados por hombres y, por
último, podríamos señalar la insuficiencia de datos registrados desagregados por sexo, tanto en
el nivel macro como micro, en parte por las razones anteriores (Domingo 1998).
De esta manera, tal y como pone de manifiesto Mirjana Morokvasic (1991), nos encontramos,
ante un tema de investigación marginal en el ámbito de las relaciones sociales, a pesar de que,
como ya he señalado, la presencia de las mujeres en las migraciones internacionales no es un
fenómeno nuevo ni residual. Estudios del demógrafo Massimo Livi Bacci (1961) atestiguan que,
desde la última década del siglo XIX, en Europa un número cada vez mayor de mujeres y
adolescentes optó por la emigración de ultramar. En el flujo migratorio a los Estados Unidos la
35
presencia femenina pasó de suponer el 21,1%, en el período 1882-1890, al 30,6% en 1913-20,
hasta alcanzar el 40% entre los años 1923 y 1930. La socióloga Gioconda Herrera, entre otras,
explica y demuestra que ya desde los años sesenta las cifras mundiales reflejan la hoy llamada
“feminización de la migración” (Herrera 2008; Hinojosa 2008).
El nuevo discurso de los estudios sobre la feminización de la migración se explica, no tanto por
un significativo aumento en el volumen de mujeres migrantes sino por la mayor apertura
teórica y conceptual al fenómeno de la migración femenina. Según los datos de las Naciones
Unidas de 2002, desde 1960 las mujeres representaban el 46,6% de la población migrante
mundial, en 2008 eran el 49% (ONU 2010). Más recientemente los datos de la Organización
Internacional de las Migraciones (OIM) de 2013 demuestran que las mujeres representan casi
el 50% del total de las personas migrantes, superan el 50% en la migración Norte-Norte
mientras que son menos numerosas en la Sur-Sur (OIM, 2013). Cabe señalar que en muchos
casos existen dificultades para contabilizar las migraciones femeninas puesto que los datos
estadísticos más antiguos no están desagregados por sexo, consecuencia directa de la escasa
atención prestada a este fenómeno (Domingo 1998).
Además, llama la atención la indiferencia con que son tratadas tradicionalmente las mujeres.
Así, a pesar de que se reconozca su capacidad para migrar de forma autónoma, existe una
tendencia a ignorar muchos detalles significativos de las situaciones que viven y a considerar,
por ejemplo, que las razones para partir y las condiciones de llegada son las mismas para
ambos sexos. En esta línea de pensamiento, hasta hace poco se ha creído y decidido que no era
necesario profundizar demasiado en este asunto.
Según Saskia Sassen (2003), en las últimas décadas se evidencia la presencia de las mujeres en
una gran variedad de circuitos transfronterizos altamente diversos, pero con una característica
común: son rentables y generan beneficios a costa de quienes están en condiciones más
desventajosas. La autora argumenta que la migración se da, fundamentalmente, porque la
economía global promueve la formación de una demanda de mano de obra femenina y el
sistema de género favorece la formación de estos mercados laborales. Existe una firme
conexión entre las necesidades de las ciudades globales de contar con mano de obra a bajo
costo y la feminización de la migración. Reflexionando sobre esto es interesante reconocer que
el género, y las relaciones de poder relacionadas, son variables fundamentales para entender la
constitución de los procesos migratorios concebidos como globalización del trabajo en el
mundo moderno.
Dicho esto, resulta necesario entrecruzar el estudio de los mecanismos de la globalización y el
análisis de las cuestiones de género, teniendo en cuenta que entre los más importantes actores
sociales, en este contexto de intersección entre la economía mundializada y los flujos
migratorios, están las propias mujeres que se movilizan en busca de medios de subsistencia, de
forma autónoma y/o como estrategia familiar. Elizabeth M. Grieco y Mónica Boyd (1998)
citadas en (Kofman 2004), sugieren que la perspectiva de género debería mantenerse en el
análisis de todas las etapas del proceso migratorio, tanto en la etapa previa, como en el acto de
la migración y en las propias decisiones de quedarse, de retornar o seguir la migración hacia
otros territorios.
36
Además, es fundamental subrayar la diversidad y pluralidad de situaciones que esconde el
colectivo de las mujeres inmigrantes, colectivo estereotipado tanto en los países de origen
como en los de destino de la migración. Como se evidencia desde órganos de las Naciones
Unidas, el colectivo de mujeres inmigrantes internacionales es muy heterogéneo, tanto como
las circunstancias por las cuales emigran y los países de los que provienen. Numerosos y
diversos son sus rostros, como numerosas y diversas son sus experiencias. Algunas emigran
para contraer matrimonio, reunirse con esposos y familias que habían emigrado previamente;
otras se desplazan con un proyecto autónomo para escapar de situaciones frustrantes o para
crecer profesionalmente, económicamente, personalmente, entre otras motivaciones. Son
jóvenes y ancianas; casadas, solteras, divorciadas y viudas. Muchas migran con sus hijos, otras
se ven forzadas a dejarlos atrás. Algunas tienen títulos universitarios y buscan oportunidades
más adecuadas a sus calificaciones, otras proceden de situaciones con bajos ingresos o de
entornos rurales pobres y van en busca de una vida mejor para ellas mismas y/o para sus
familias y criaturas. Con frecuencia son las empleadas domésticas, son quienes limpian las
residencias y cuidan a las personas enfermas, ancianas, niñas y niños cuyos progenitores no
tienen tiempo de ocuparse de ellos. Son agricultoras, camareras, trabajadoras en talleres
donde se trabaja de manera muy precaria, son profesionales sumamente cualificadas,
maestras, enfermeras, artistas del espectáculo, trabajadoras del sexo, recepcionistas,
refugiadas, etc (UNFPA 2006)
Pese a su diversidad, existen dos fenómenos que tienden a homogeneizar la situación de estas
mujeres: la realidad política que encuentran en el país de destino y la realidad del rol social y
laboral que se les asigna ligado a su condición de mujeres.
Cuando llegan al país de destino de su viaje migratorio, se encuentran en un contexto nuevo, a
veces extremadamente distinto y lejano al que han experimentado hasta entonces. Las mujeres
se encuentran fuera de su entorno, con una lengua y con costumbres que en muchas ocasiones
no conocen y esto puede conllevar una importante pérdida de seguridad y una perenne
situación de inestabilidad que requiere de apoyos y redes de todo tipo para poder sostener
numerosas situaciones incomodas que, en algunos casos pueden desembocar en situaciones
de violencia 9.
Aunque estas situaciones se asemejan a las vividas por hombres, es necesario reconocer la
condición de discriminación en la que a menudo viven las mujeres inmigrantes, pero hay que
evitar el peligro de que ellas pasen a ser consideradas únicamente como una víctimas del
sistema, sistemáticamente explotadas y, por tanto, débiles, indefensas e incapaces de asumir
las riendas de sus propias vidas. La situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las
inmigrantes no es determinada por su debilidad, sino que más bien representa una situación
de impotencia o desvalimiento (Rodríguez 2000). Según el enfoque de las Naciones Unidas, los
derechos tienen por esencia una capacidad habilitadora, entendiendo por tanto la
vulnerabilidad como una condición impuesta a una persona por la estructura de poder de un
país. Existe una ‘vulnerabilidad estructural’, que deriva de la existencia de una estructura de
poder que establece las inclusión o exclusión de las personas de la ciudadanía con derechos, y
9
En este sentido me refiero a violencia en el sentido más amplio de la palabra, en el que se engloban las violencias
psicológicas, económicas, físicas, sexuales, entre otras
37
otra ‘vulnerabilidad cultural’, producida y reproducida por un conjunto de elementos entre los
cuales se destacan los usos y costumbres, prejuicios, estereotipos, todos éstos con significados
peyorativos que tienden a justificar las diferencias entre los nacionales y los no nacionales o
migrantes (Lagarde 1997).
En este sentido citando a Patricia Cortés Castellanos, se puede afirmar que, “con frecuencia, las
mujeres migrantes enfrentan ambos tipos de vulnerabilidades, justamente en razón de su
condición de género y de migrantes, situación que no necesariamente acarrea costos
económicos, sociales o políticos para quienes incurren en la violación de sus derechos
humanos” (Cortés Castellanos 2005, 12).
La vulnerabilidad aparece por el hecho de que la población migrante, a causa del contexto en el
que se desarrolla la migración actual, está expuesta a caer en situaciones desfavorecidas donde
es posible que se aprovechen de su necesidad de encontrar trabajo para sobrevivir y de la falta
de documentación para regularizar su situación. Además esta característica, que afecta
especialmente a mujeres y niños, los hace extremadamente vulnerables a caer en las redes de
la trata y de actividades clandestinas; como los trabajos domésticos esclavizantes, los trabajos
sexuales o degradantes, con las consecuencias que éstos conllevan para la salud mental, sexual
y reproductiva de las víctimas. Por ello, la diversidad de situaciones que se experimenta en ser
mujer en estas condiciones nos lleva a hablar de ellas en plural.
Como he explicado anteriormente, fuentes acreditadas demuestran que las mujeres no han
empezado recientemente a migrar; quizás hoy lo más novedoso aportado por el concepto de
‘feminización de las migraciones’ sea poner de relieve la importancia de las mismas en los
grupos migratorios, y la pluralidad de situaciones que las lleva a emigrar. Además, cabe
subrayar que en el caso femenino suelen manifestarse varios elementos que no están
presentes en la emigración masculina, evidenciando las desventajas que el grupo de mujeres
experimentan a nivel socio-económico (Hondagneu-Sotelo 1999) citada en (Kofman 2004). Por
ejemplo, en la literatura sobre las desigualdades de género en el contexto migratorio, se
evidencia que las mujeres acceden a trabajos peores que los hombres, relegando éstas a
trabajos poco valorados, mientras que los hombres tienen más acceso a trabajos en las esferas
financiera, científica y tecnológica, cumpliendo de manera más frecuente el rol de ‘gana pan’
(Pratt and Yeoh 2003).
Actualmente no existe ninguna teoría que pueda dar cuenta por sí sola de todos los factores
que operar en todas las dimensiones que entran en juego en el complicado mundo de las
relaciones de género en contextos migratorios, pero sí es cierto que se pueden obtener ideas y
hacer reflexiones sobre las diferentes perspectivas teóricas disponibles.
Desde una interpretación bastante tradicional determinada por la detección de un aumento del
número de mujeres y niños en el espectro migrante, Stephen Castles y Mark J. Miller (1993)
apuntan a que el aumento del flujo femenino obedece al “factor llamada” de una migración
meramente masculina, reservando a las mujeres el papel de reagrupadas. Otra explicación al
aumento de las mujeres en los flujos migratorios la encontramos en el seno de la “nueva
economía de la migración laboral” (Stark 1991), que interpreta el fenómeno migratorio en
función de la familia. A diferencia del individuo, la familia puede adoptar diferentes estrategias
38
para afrontar varios problemas, animando a alguno de sus miembros a tomar la decisión de
emigrar. En este momento entra en escena la mujer, ya que en el contexto de los países
desarrollados la mano de obra femenina es muy necesaria, y se supone que las mujeres
encontrarán trabajo con más facilidad. El modelo contempla una cierta dosis de autonomía
para la mujer que lo adopta, respecto al caso de reagrupamiento familiar, pues ésta se
encuentra lejos tanto del marido como de la familia directa, al menos en un primer momento,
aunque es un supuesto que continúa operando dentro de un marco familiar (Sciortino and
Colombo 2004). Esta emigración está orientada preferentemente al ahorro. El núcleo familiar
permanece en el punto de partida, donde las remesas constituyen el principal modo de mejora
de vida.
Además de estos enfoques hay que citar los estudios que se están interesando en las
motivaciones que conducen a las mujeres a emprender un viaje migratorio que, sobre todo,
son económicas, si bien no faltan las aspiraciones sociales que guardan relación con la
emancipación personal y la libertad. Giuseppe Sciortino y Asher Colombo (2004) insisten en
evidenciar el creciente número de mujeres totalmente autónomas que asumen la decisión de
emigrar. Vivir la experiencia migratoria en primera persona es completamente diferente a
aceptar la emigración como una circunstancia sobrevenida, fruto del proyecto vital del cónyuge
o los progenitores. Ninguno de estos tres enfoques es excluyente y, en el intento de explicar la
feminización de las migraciones, se pueden recoger y aunar ideas de uno y otro enfoque.
También merece la pena ser citado el trabajo de Ofelia Woo Morales (2000) que utiliza los
conceptos de ‘ciclo de vida’ y ‘subordinación’ como categorías analíticas en el estudio de las
migraciones femeninas desde una perspectiva de género. En sus investigaciones comprueba
que los ciclos de vida de las mujeres son factores importantes a la hora de estudiar su
situación. El hecho de estudiar, emigrar, casarse, tener hijos/as, trabajar, etc., en muchos
contextos se encuentran vinculados a la relación de subordinación, que depende de su posición
en la estructura familiar: esposa, madre, hija, hermana. Por ello, esta autora utiliza estos
conceptos para la comprensión de la migración femenina, especialmente la dirigida hacia
EE.UU (Poggio and Woo Morales 2000)
Los cambios reales de los roles de género en el contexto migratorio son difíciles de percibir y
destacar, ya que los factores en juego son diversos y los contextos muy dinámicos. Se puede
intuir que a veces las migraciones resultan ser procesos de empoderamiento para las mujeres y
que, con ello, mejora su condición frente a los hombres en el contexto social y familiar. Sin
embargo, las migraciones también pueden operar en el sentido contrario, que el traslado a un
ambiente diferente y lejano de su comunidad la convierta en más vulnerable con respecto a las
relaciones de género. O, por supuesto, también puede ser un conjunto de situaciones que, por
una parte, mejora su situación y, por otra, la empeora según los casos, subjetividades y
contextos (Ariza 2000).
La corriente etnocentrista habla del ‘impacto modernizador’ de los flujos migratorios sobre las
sociedades tradicionales. Se piensa que la mujer migrante solo por el hecho de tener contactos
con una cultura occidental, puede emprender cambios y mejoras en las relaciones de poder
que vive. La interpretación de que los cambios en las familias de migrantes son el resultado de
la adopción de las nuevas pautas culturales, se fundamenta sobre la falsa noción de que todo
39
cambio se debe a la asimilación o integración cultural. En contextos migratorios (como los que
surgen en EE. UU. o en España), esta afirmación sugiere que todas las familias inmigrantes, sin
excepción, son patriarcales y que solamente los efectos de la aculturación mediante los valores
de la sociedad de acogida pueden transformarlas.
Estas afirmaciones resultan atrevidas considerando que las repercusiones de las migraciones,
en general, y sobre las relaciones de poder, en particular, no son ni unidireccionales ni
permiten construir estereotipos. Marina Ariza (2000) apunta que la migración no conlleva a
priori cambios positivos en las relaciones de género, pero sí abriga al menos esa potencialidad.
Finalmente hay que preguntarse también si el significado de mejoras, de ser libre y de tener
propia voluntad, representan diferentes cosas para diferentes mujeres.
Como apunta Verónica Stoehrel (2000) parafraseando a Michael Foucault (1997a; Foucault
1997b): “Una mujer no encuentra su ‘real’ identidad ni en la familia ni fuera de ella. Como
Foucault nos hace notar, no es una cuestión de “descubrir” nuestras necesidades (nuestra
identidad) sino de crear satisfacciones (identidades) nuevas, y debemos ser “libres” para poder
definir qué es lo que nos satisface” (Stoehrel 2000,8).
Pierrette Hondagneu-Sotelo (1992) hablando en concreto de las mujeres que migran de México
hacia EE UU, atribuye el cambio de las estructuras patriarcales no a los procesos de asimilación
de los valores anglosajones, sino a los cambios en las estructuras familiares que comienzan a
modificarse durante el proceso migratorio. Las migrantes deben hacer frente a varios cambios y
en algunos casos éstos pueden originar conflictos psicológicos, como sucede a la mayor parte
de las personas migrantes, y enfrentar una etapa de desapego-reconstrucción del sistema
socio-económico y cultural (Poggio and Woo Morales 2000).
Además, contrariamente a lo que se entiende desde la perspectiva del impacto modernizador,
Mirjana Morokvasic (1991) puntualiza que las mujeres inmigrantes, a menudo ‘fugitivas de los
países empobrecidos’, suelen realizar labores por debajo de su nivel de cualificación y
competencia, que se caracterizan por la precariedad, un reducido salario y un alto riesgo para
la seguridad y la salud. Aun cuando éste puede ser un elemento común respecto a la situación
de los hombres inmigrantes, la diferencia radica en que las tareas que ellas ejecutan, como
ocurre con las mujeres en general, o no encajan en la concepción dominante de lo que es
considerado trabajo, y por tanto no se reconocen como actividad económica; o bien aparecen
insuficientemente valoradas en las cifras oficiales. Dicho esto, puede que estas mujeres,
aunque vivan en los países más desarrollados y democráticos, experimenten situaciones de
discriminación y precariedad.
Actualmente, las mujeres dan razón de casi la mitad de la población migrante en todo el
mundo. Sin embargo las políticas y disposiciones relacionadas con la migración en países de
origen y/o de destino generalmente no se ajustan a esta significativa presencia. Además
muchas políticas públicas en los países de destino se basan en la presunción de que todas las
mujeres migrantes en sus países de origen vivían en peores condiciones. Como he explicado
anteriormente, estas afirmaciones se caracterizan por la visión etnocéntrica basada en la
convicción de que la migración significa pasar de una sociedad ‘tradicional’ a una ‘moderna’, lo
cual implicaría, sin duda alguna, una mejora para las mujeres. Desde las sociedades receptoras
40
se envían a la vez dos mensajes: por una parte se quiere ‘salvar’ a estas mujeres de las
circunstancias patriarcales que tienen que soportar en los países de origen, pero por la otra se
les encierra en nichos laborales femeninos y precarios, sin considerar su formación y desarrollo
personal.
2.1.3
La perspectiva transnacional para dar cuenta de la multidimensionalidad de
los flujos migratorios
La creciente interconexión mundial, la vulnerabilidad financiera a nivel global, la
reestructuración tecnológica y productiva y las crecientes desigualdades son, entre otros,
aspectos de la globalización que inciden en los procesos económicos, sociales, políticos y
culturales de los países, y que afectan a todas las regiones del mundo. En este contexto se
puede
encontrar
una
constante
que
parece
casi
una
ecuación:
“globalización+pobreza=migración” (Montaner 2005, 6). Con respecto a esto, Ariel Hochschild
(2001), retomando las palabras de Douglas Massey (1998) argumenta que no es el
subdesarrollo la causa de la emigración sino que más bien es el modelo de desarrollo
conllevado por la globalización capitalista. Según la autora la migración internacional no surge
de una falta de desarrollo económico, sino del proprio desarrollo en sí.
Más allá de dialogar sobre las causas de las migraciones, en este apartado quiero fijar la
atención sobre la manera en la cual la perspectiva transnacional es útil para analizar los flujos
migratorios en el contexto estudiado en el marco de mi tesis.
A partir de la ‘Teoría de los sistemas mundiales’ se abre el campo de los estudios migratorios a
una mirada más global, teniendo en cuenta que el rasgo característico de esta etapa de
movilidad humana es justamente la continua e inevitable interconexión de las experiencias
locales y globales.
En este contexto la perspectiva transnacional surge como la herramienta que permite dar
cuenta de esta continua interconexión, poniendo énfasis en las dinámicas y espacios sociales
que se crean entre los territorios de origen y destino de las migraciones. Las primeras en
utilizar esta perspectiva fueron las antropólogas Nina Glick Shiller, Linda Bash y Cristina Szanton
Blanc (1992) y con ello se produce una ruptura entre las formas de concebir las migraciones
antes y después de este concepto.
Las autoras describen el transnacionalismo como “el conjunto de procesos por los cuales los
inmigrantes crean y mantienen relaciones sociales multidimensionales que vinculan las
sociedades de origen y las de destino. Llamamos estos procesos transnacionales para enfatizar
que hoy en día muchos migrantes construyen campos sociales que cruzan fronteras
geográficas, culturales, y políticas (Basch, Glick Schiller, and Blanc-Szanton 1994, 7).
Como explica Ludger Pries (1998) citado en (Mezzadra 2005) la particular manera en la que se
están desarrollando los actuales flujos migratorios genera unos espacios virtuales y
supranacionales que superan las barreras de los Estados-nación transformado cualitativamente
las conexiones y tramas sociales tanto en los lugares de destino como en los de origen,
extendiéndose ‘entre y sobre éstos’.
41
Según Alejandro Portes y su equipo (Portes, Landlot, and Guarnizo 2003), la perspectiva
transnacional puede ser considerada como una novedosa herramienta para el estudio de los
flujos migratorios, ya que, aunque es verdad que movimientos de migrantes por el mundo y en
diferentes direcciones han existido siempre, hoy nos encontramos frente a una gran intensidad
en los intercambios, frente a nuevas formas de transición y a múltiples actividades que
traspasan las fronteras nacionales y que requieren de este movimiento geográfico para su
éxito. La creación de espacios sociales transnacionales que unen el ‘aquí’ y el ‘allí’ ejemplifica
una ruptura con el pasado, con la vieja concepción de migración; ahora la desconexión con el
origen ya no es necesaria ni forzada.
Estos espacios sociales transnacionales representan uno entre los diversos ejemplos de la
reconfiguración multi-dimensional de la vida en la actualidad, y su estudio puede ayudarnos a
entender más sobre este fenómeno migratorio tan dinámicamente complejo.
En sus comienzos la multidimensionalidad, la novedad, la difícil delineación y la ambigüedad
del término transnacional ha dado pie a numerosas confusiones sobre su interpretación y a
partir de esta confusión han surgido numerosos y diversos conceptos entre los cuales Yolanda
González-Rábago (2013) destaca: circuitos migratorios transnacionales (Besserer 1999; Kearney
1995; Rouse 1988), sociedades binacionales o referencias biculturales (Vertovec 2003),
formaciones sociales transnacionales (Guarnizo 1998; Landlot 2001), comunidades
transnacionales o desterritorializadas (Besserer 1999; Levitt 2001), espacios sociales
transnacionales (Faist 1999), espacios sociales transnacionales plurilocales (Pries 1999),
campos migratorios transnacionales (Basch, Glick Schiller, and Blanc-Szanton 1994; Levitt and
Glick Schiller 2004), estrategias de vida transnacional (Sorensen and Fog 2002) o vivir
transnacional (Guarnizo 2004).
A partir de esto se hace evidente la necesidad de delinear más concretamente este concepto y
Alejandro Portes apuesta por buscar una definición que delimite este campo de investigación
para analizarlo de forma sistemática, reduciendo el concepto de transnacionalismo a las
“ocupaciones y actividades que requieren de contactos sociales habituales y sostenidos a
través de las fronteras nacionales para su ejecución” (Portes, Landlot, and Guarnizo 2003, 18).
Con este nuevo concepto se abre una nueva perspectiva en la investigación que permite hacer
visible la creciente intensidad y extensión de los flujos circulares de personas, bienes,
información y símbolos, alcanzados por las migraciones internacionales. Éste permite analizar
cómo los/las migrantes construyen y reconstruyen sus vidas de forma simultánea en más de
una sociedad (Blanco 2007a). Estas personas, a menudo, construyen y mantienen una doble
vida, frecuentemente hablan dos idiomas 10, tienen hogares en los dos países, se mueven
fácilmente entre diversas culturas y persiguen intereses económicos, políticos, familiares y/o
culturales que requieren su presencia en ambos territorios (Blanco 2007a; Portes, Landlot, and
Guarnizo 2003). En este contexto, el éxito no depende tanto de abandonar la cultura y el
idioma de origen para adoptar los de la sociedad de acogida, sino más bien ahora el éxito
10
O diferentes formas de hablar el mismo idioma, como suele pasar dentro del sistema migratorio EspañaLatinoamérica, donde es diferente el castellano que se habla en España y el que se habla en cada país de América
latina.
42
consiste en preservar el patrimonio cultural original, mientras se adaptan instrumentalmente a
la sociedad de llegada.
Concretamente, para aproximarnos al estudio de estas realidades sociales es conveniente
basarnos en dos supuestos. El primero, concebir el transnacionalismo como un fenómeno
multiescalar, “entendido como una re-configuración de los procesos y dinámicas sociales a
caballo de distintas escalas espaciales” (Barañano 2005, 5). Segundo, hay que dar cuenta de
que estas múltiples escalas se están entrecruzando todo el rato y forman, destruyen y
transforman relaciones de interdependencia en y desde los procesos sociales; precisamente el
prefijo ‘trans’ 11 se utiliza para subrayar esta dinámica complejidad, donde los limites y los
confines se traspasan permanentemente.
Los enfoques más utilizados, y reconocidos desde el mundo académico, para acercarnos al
estudio de los fenómenos de la globalización y del transnacionalismo son tres: la mirada
hiperglobalista, la opción binaria global/local y el enfoque glolocal.
La perspectiva hiperglobalista fija su atención en la escala global, expone la magnitud del éxito
de la cultura global, que en algunos casos se denomina mcdonalización (Ritzer 2007) a través
de la cual se está llevando a cabo una homogeneización de la población mundial, obviando y,
frecuentemente, restando valor a las diferencias, las potencialidades y las peculiaridades
locales de cada territorio, de cada cultura y de cada estilo de vida.
Lo que se acentúa desde esta perspectiva es el elogio del éxito que han tenido los movimientos
de capital y financieros, librándose de los anclajes territoriales a través de la reconfiguración de
las dimensiones espacio/tiempo en una economía global. Se habla de desterritorialización, ya
que las mayores ganancias del mundo empresarial multinacional han surgido gracias a las
actividades ‘sin suelo’, donde las empresas pueden hacer y deshacer como le plazca
considerando que no tienen ningún compromiso que respetar con ningún gobierno, Estadonación o población. Si alguien les pone trabas, cierran sus establecimientos en un sitio y los
abren en otro sin muchas dificultades (Allard Neumann 2007; Ramiro, González, and Pulido
2007).
Dicho esto, la reconfiguración de la relación espacio-temporal hacia un modelo globalizador
catapulta a las personas en una telaraña de relaciones supranacionales donde, según las
palabras de Anthony Giddens (1995, 68) “la intensificación de las relaciones sociales en todo el
mundo (...) enlazan lugares lejanos de tal manera que los acontecimientos locales están
configurados por acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia y viceversa”.
Es en este contexto donde decisiones tomadas en Nueva York pueden cambiar y transformar la
vida de un pequeño pueblo en la otra parte del mundo.
Se habla de ‘fin de la geografía’, otros de ‘muerte de la distancia’, en todo caso la relación
espacio-tiempo se ha dinamizado, acelerado, relativizado y flexibilizado llegando a un punto de
no retorno. También los confines territoriales han perdido mucha importancia, aunque no
toda. Ahora los Estados-nación tienen cada vez menos poder de decisión frente a las grandes
11
Este prefijo se toma prestado del latín, es una preposición y su significado es “de un lado a otro”, “al otro lado de”,
“a través de” indicando también un carácter de progresivo.
43
empresas multinacionales, que se saben deslizar mejor, más rápidamente y provechosamente
en este tablero global. Y debido a que los Estados-nación pierden su papel referencial, la
economía se globaliza y los mercados de trabajo y de capital se internacionalizan, los
mestizajes aumentan, y las identidades relacionadas con una sola historia, con un solo
territorio y con un solo nombre están dejando espacio a identidades más fluidas y más
híbridas.
El segundo de los enfoques analizados es la dicotomía global-local. Según Manuel Castells
(2006) lo global y lo local son las dos dimensiones principales de la vida social, que se
experimentan a la vez, pero que quedan fundamentalmente separadas. Estas dos dimensiones
dan como resultado complejas transformaciones espaciales y la coexistencia y convivencia de
factores aparentemente en contradicción. En este sentido, en la dimensión global “circularían
las actividades económicas y las elites superiores, ligadas al informacionalismo e instaladas en
un tiempo atemporal” (Barañano 2005, 429), mientras que en la dimensión local se siguen
desarrollando sus vidas y sus trabajos la mayor parte de la población mundial.
Con respecto a esta organización espacio-temporal y desde esta corriente algunos pensadores
evidencian los efectos negativos de la globalización. Bauman (1998) denuncia que si la gente se
queda en lo local y el capital en lo global, seguiremos empeorando las consecuencias
profundamente desiguales de la globalización y de la polarización social. La elite global se
enriquecerá cada vez más gracias a su libertad de movimiento, mientras que las/los
subalternos de lo local se verán cada vez más debilitados, expropiados y dependientes. Con
respecto a esto es interesante subrayar que durante el desarrollo de la tesis se hará patente de
qué manera la población tomada en estudio, como la mayor parte de las personas que
proceden de los países del ‘Sur global’, tienen muchas dificultades para cruzar fronteras y
desarrollar sus vidas a caballo de dos o más Estados-nación.
Doreen Massey (1994) denuncia las desigualdades sociales vinculadas con el auge de la
globalización y apunta hacia el estudio de la nueva ‘geometría del poder’. Ulf Hannerz (1998) y
Nestor Canclini (2000) recuerdan que “no podemos olvidar las profundas asimetrías de la
globalización, ni el hecho de que la versatilidad de sus flujos no clausura sino que crea nuevas
periferias” (Barañano, 2005, 432).
Por último, el enfoque glocal se enmarca más allá de los límites de las dos líneas de estudio
antes citadas para la aproximación a los fenómenos transnacionales. Lo hiperglobal se interesa
por la parte global restando valor al resto de dimensiones, mientras que el enfoque dicotómico
ve solo las dos dimensiones global y local como importantes y las concibe separadas,
simultáneas pero separadas. La perspectiva glocal consigue dar cuenta de las incesantes,
desordenadas y novedosas relaciones entre las varias dimensiones de la vida social, es decir no
solo se interesa por la des-territorialización sino también por la re-territorialización, no solo por
los des-anclaje sino también por los re-anclajes. Presta atención tanto a cómo se desmoronan
los viejos pilares como a la manera en que se modifican y/o construyen otros. No se centra solo
en lo global y lo local, sino que quiere ver y considerar todas las dimensiones de forma
simultánea.
Con respecto a esto, lo glolocal no se construye solo a partir de lo global y lo local, sino
44
contando también con otras muchas escalas diferentes, que son igualmente importantes e
interesantes. Se habla de un salto de escalas, concibiéndolo más como la remodelación de la
vida social, familiar, amorosa, personal en un entramado complejo de las escalas espaciales
superpuestas y conectadas, que como una simple deslocalización. Las personas siguen siendo
de carne y hueso y siguen estando asentadas en un territorio para vivir, este enfoque puede ser
útil cuando se intenta descubrir cuál es el resultado de estos flujos tan rápidos de personas,
comunicaciones, capitales, etc. Para entender de qué manera estas personas viven sus vidas en
el día a día entrecruzando estas diferentes y simultáneas dimensiones (Levitt and Glick Schiller
2007).
Hay muchas incertidumbres con respecto a cómo analizar y enfrentar teóricamente y
empíricamente los procesos transnacionales, y la única certidumbre a la que nos podemos
apoyar es que los actuales flujos migratorios nos ponen frente a procesos de gran complejidad,
que requieren una aproximación igualmente compleja y abierta a la comprensión de su
desbordante versatilidad.
Alejandro Portes y su equipo de investigación (2003) destacan dos tipologías de actividades
transnacionales. Por un lado el llamado transnacionalismo ‘desde arriba’, que se refiere a las
actividades transnacionales iniciadas y llevadas a cabo por actores institucionales poderosos,
tales como corporaciones multinacionales y Estados. Por otro lado, aquellas actividades que
son resultado de las iniciativas de origen popular que realizan los/las migrantes y sus contrapartes en el país de origen representan el transnacionalismo ‘desde abajo’. De esta manera, las
y los migrantes se convierten en agentes de cambio del mundo contemporáneo
transnacionalizando sus vidas y configurando nuevos espacios de interacción, territoriales o
virtuales. Transforman desde abajo naciones, localidades, cuerpos, vidas cotidianas, y lo hacen
de manera más sutil, más silenciosa y más humilde que los actores del transnacionalismo
desde arriba, pero no por ello los efectos son menos importantes.
Es más, es inmensamente significativo cómo estas personas deconstruyen y reconstruyen los
limites y las pautas de sus vidas, una y otra vez. Hasta hace pocas décadas los cambios y las
transformaciones sociales, económicas y culturales tardaban tiempo en desarrollarse y los
resultados se podían ver entre una generación y otra, mientras que ahora todos esos cambios
se han acelerado. Actualmente, una misma persona puede vivir aquí y allí, puede cambiar en
multitud de ocasiones de trabajo, puede soportar situaciones de explotación y a la vez puede
explotar a otras personas para sobrevivir, vive a caballo entre varias dimensiones y aprende a
gestionarlas, encontrando cada individuo su estrategia de supervivencia. Las distancias se
relativizan, los tiempos se deslizan y las personas experimentan, solas o en grupos, la creación
de relaciones político-económico-culturales, familiares, personales y sociales fuera de los
esquemas cartesianos bidimensionales espacio/tiempo, ya que ahora el mundo se abre a otras
dimensiones y la gente necesita sobrevivir en este escenario.
El hecho de que se reconfiguren ciertas relaciones no significa que se vuelvan más justas o que
se transformen sin conflictos. Las desigualdades, las asimetrías y las luchas están presentes
tanto a nivel económico, jurídico, político, familiar y social como cultural.
Como suele pasar en varias perspectivas teóricas, el estudio de las condiciones que afectan de
45
manera más concreta a las mujeres, también en el ámbito transnacional, ha sido dejado
inicialmente de lado. Así las cosas, se entiende el porqué es más reciente la atención que se ha
prestado a los efectos de la movilidad humana en cuestiones relacionadas a las dimensiones
social, familiar, afectivas y subjetivas en el contexto global. El trabajo de Ariel Hochschild
(2001), en el que conceptualiza ‘las cadenas mundiales de afecto y asistencia’ para indicar “una
serie de vínculos personales entre gentes de todo el mundo, basadas en una labor remunerada
o no remunerada de asistencia” (Hochschild, 2001, 188), acompañado por las investigaciones
de Rachel Perreñas (2001) y de Pierrette Hondagneu-Sotelo (2001) solo por citar algún
ejemplo, abren un campo de investigación muy amplio, delicado, multidimensional y con una
fuerte relación con las desigualdades de género.
Hasta entonces no se habían analizado de manera exhaustiva las diferencias de género en las
actividades y relaciones creadas por los flujos migratorios transnacionales, poniendo el foco
más en ámbitos políticos, económicos, comerciales y dejando de lado los emocionales,
familiares y reproductivos, que suelen afectar, por construcción social, más a las mujeres.
Gracias a la aparición de la perspectiva de género en estos estudios, sale a luz el importante
fenómeno de la ‘internacionalización de la reproducción social’ a través de la división
internacional del trabajo doméstico y de cuidados, que explicaré con más detenimiento más
adelante, puesto que según mi punto de vista es un fenómeno emblemático para entender de
qué manera los procesos migratorios, la globalización, junto con la lógica capitalista, están
afectando a las mujeres, aumentando las desigualdades de clase, origen, etnia y género, entre
otras.
Así las cosas, se abre el campo sobre los estudios que intentan aproximarse a las relaciones
familiares que se crean en este espacio transnacional, por ejemplo dando vida al concepto de
‘familia transnacional’, que se define como: “aquella familia cuyos miembros viven una parte o
la mayor parte del tiempo separados los unos de los otros y que son capaces de crear vínculos
que permiten que sus miembros se sientan parte de una unidad y perciben su bienestar desde
una dimensión colectiva, a pesar de la distancia física” (Bryceson and Vuorela 2002, 2).
La familia transnacional, por tanto, se entiende como una comunidad imaginada (Anderson
1993), una construcción que imaginan los miembros y que les condiciona en el desarrollo de
sus vidas cotidianas. A veces incluso existen miembros que aún no siendo ‘familia’, en el
sentido biológico del término, participan de la gestión doméstica de las tareas de producción y
reproducción. Por ello, en ocasiones se tiende a hablar de hogar transnacional (GonzálezRábago, Bianchi, and Piras 2014; Gonzálvez Torralba 2007).
Como explican Gioconda Herrera y María Cristina Carrillo (2009) hay que entender los núcleos
familiares como estructuras que están permanentemente enfrentando circunstancias
cambiantes y no como estructuras fijas de organización social, sean éstas migrantes o no. La
migración es pues un factor más a considerar entre otros de tipo económico, político,
ideológico o accidental, que explican las transformaciones de la familia. Además, según la
crítica feminista al concepto de familia, en muchos casos se tiende a idealizar la familia
tradicional y se entiende la migración, especialmente la migración de la ‘mamá’, como la
ruptura de esta organización heterosexual nuclear idílica. Indudablemente la migración de la
46
madre y/o de otro familiar significa un cambio en las relaciones afectivas y familiares, pero esto
no lleva necesariamente a traumas (Carrillo 2005, Wagner 2008, Paiewonsky 2007, Villamar,
López y Sánchez 2004). Factores como la edad de los hijos e hijas que se quedan en origen, qué
progenitor es el emigrante (madre, padre o ambos), la involucración de la prole en el proyecto
migratorio de los adultos, el ejercicio de afectividad en la distancia, las condiciones familiares
antes de la migración, o la atención en el cuidado y las emociones en la cercanía de los
cuidadores, han mostrado tener gran incidencia (González-Rábago, Bianchi, and Piras 2014)
La elección sobre en quién delegar el cuidado de los menores suele basarse en la experiencia
de las personas a quienes se va a dejar como responsable, obviamente influido por el género
(Izquierdo 2003), y este papel se les asigna, en muchos casos, a las abuelas. De hecho, la
cuestión de las abuelas cuidadoras es un fenómeno compartido tanto en destino como en
origen, en familia migrantes y en familias no migrantes, evidenciando de esta manera que a
nivel global la carga de cuidado sobre las mujeres no se ha disminuido con su inserción en el
mercado laboral, sino que se ha traspasado a las abuelas o a las mujeres inmigrantes (Parella
2000, Pérez Ortiz 2006, Villalba Quesada 2002).
Finalmente, el hecho de que se reconfiguren ciertas relaciones, como he dicho anteriormente,
no significa que se vuelvan más justas o que se transformen sin conflictos. Las desigualdades,
las asimetrías y las luchas están presentes tanto a nivel económico, jurídico, político, familiar y
social como cultural. Por eso, el entender cómo se construyen las experiencias transnacionales
es fundamental para poder aportar herramientas y conocimientos valiosos para que las
transformaciones en este contexto no tengan consecuencias nefastas para las personas
migrantes.
Para concluir, este apartado dedicado al campo de investigación en migraciones tiene la función
de explicar conceptos, teorías y líneas de pensamiento para contextualizar este estudio y la
experiencia de las personas andinas trabajadoras de hogar entrevistadas dentro de un marco
de reflexión más amplio. De esta manera se evidencia, por una parte, que las motivaciones,
causas y efectos de los flujos migratorios son diversos y numerosos y, por otra, la importancia
de las aportaciones de la perspectiva de género y transnacional al estudio de la movilidad
humana en la actualidad.
2.2 Trabajo doméstico y de cuidado
El objetivo de este apartado es dialogar con algunas de las teorías, perspectivas y debates que
tienen que ver con el trabajo doméstico y de cuidados. Sin pretensión de exhaustividad, traeré
a colación el trabajo de algunas autoras y autores que, según mi punto de vista, aportan
herramientas analíticas para reflexionar sobre el contexto social actual.
Como afirman algunas autoras, el estudio de la organización social del trabajo doméstico y de
cuidados es relativamente reciente. Sorprende observar que las labores necesarias para
asegurar el bienestar, tanto personal como emocional, y la supervivencia de la especie
humana, más allá del lado meramente mercantil, se han empezado a estudiar dentro de las
ciencias sociales solo hace cincuenta años (Carrasco, Borderías, & Torns, 2011).
47
Si tenemos en consideración lo explicado anteriormente sobre el androcentrismo social y
académico, que se encuentra en la base de las ciencias en general y, por ende, en las ciencias
sociales, en particular, es más fácil entender las lógicas de poder que han marginalizado este
campo de estudio.
El debate sobre la repartición de las labores domésticas y de los cuidados en las sociedades
occidentales contemporáneas, comienza dentro del movimiento feminista y posteriormente, se
expande también al ámbito de la academia, conllevando en estos últimos años una significativa
producción de textos y libros que evidencia la centralidad de dichas cuestiones (Carrasco,
Borderías, and Torns 2011). Christina Hughes (2002) considera que en pocas décadas el análisis
sobre el trabajo doméstico y de cuidados ha pasado desde la marginalidad al centro del debate
social y, en la actualidad, es considerado un “terreno” emblemático desde el cual estudiar las
desigualdades de género, clase, etnia y generacionales, y por ello lo ha colocado en la lista de
los seis conceptos claves de los estudios de género 12.
2.2.1
Inicios del debate sobre el trabajo doméstico.
A partir de los años sesenta y setenta y en diferentes partes del mundo, desde sectores de los
movimientos feministas y del pensamiento marxista, nace el debate sobre el trabajo doméstico
con el propósito de reconocer la importancia de este tipo de trabajo para la supervivencia y el
bienestar de las sociedades. La finalidad de estos debates, movilizaciones y teorizaciones era
doble: por una parte, contribuir al entendimiento de la subordinación de las mujeres y, por
otra, encontrar estrategias para su liberación (Galcerán 2013; Pérez Orozco 2006a).
Desde mi punto de vista, es imprescindible empezar este apartado contextualizando este
debate, teniendo en cuenta que nace en un periodo histórico particular ya que únicamente de
esta manera podemos entender su desarrollo y características.
La mayor parte de las autoras sitúan la actual organización de los trabajos domésticos y de
cuidado dentro del sistema capitalista (Benston, 1977; Carrasco, 2013; Harrison, Seccombe, &
Gardiner, 1975; Pérez Orozco, 2006b). Se argumenta que en las sociedades pre-capitalistas el
centro productivo estaba en cada casa y se basaba en la agricultura y en la artesanía, mientras
que con la llegada del sistema capitalista el centro de producción se traslada de las casas hacia
las fábricas. De esta manera, el capital rompe el equilibrio anterior donde todas las personas de
la familia cohabitaban y trabajaban en el mismo lugar, y donde no era tan delineada la
separación entre trabajo remunerado y no remunerado (Scott 1993).
En el proceso de cambio hacia la sociedad capitalista, los hombres han sido distanciados de las
familias y situados en el mundo del trabajo asalariado en las fabricas y oficinas, poniendo en
sus espaldas la responsabilidad monetaria sobre las mujeres, criaturas, personas mayores y
enfermas; es decir, todas aquellas personas que no reciben un salario porque están excluidas
del sistema de producción. Así las cosas, en la sociedad en general ocurre una separación entre
hombres y mujeres, los primeros en las fábricas y las segundas en las casas, y entre las
personas adultas y las criaturas, creando así relaciones más tensas y alienadas entre los grupos
(Dalla Costa, James, and Movimento di lotta femminile di Padova 1972). De todas maneras esta
12
Los demás conceptos son en ingles: Equality, difference, choice, time, experience.
48
separación no ha sido tan linear y ha conllevado conflictos sociales y tensiones (Legarreta 2012;
Scott 1993).
Como explica Jean Gardiner (1975) , justamente uno de los prerrequisitos históricos del modo
de producción capitalista es que la economía doméstica-familiar de los trabajadores cesara de
ser auto-suficiente y de autoreproducirse. La aparición de la forma de producción capitalista de
mercancías, con su relativa regularización y generalización, ha transformado radicalmente la
manera de trabajar de hombres y mujeres, y su forma de organizarse en la sociedad. Desde
entonces, los hombres pasan la mayor parte de las horas del día dentro de las fábricas
tomando el papel de 'hombre gana pan' y desentendiéndose de las labores domésticas
(Arbaiza 2000; Pérez Fuente 2003), de cuidado de las criaturas y de la reproducción del hogar,
contando con que las mujeres, personificando el papel de 'amas de casa', se iban a ocupar de
ello. Con respecto a esto Mariarosa Dalla Costa y Selma James (1975) argumentan que la
pasividad requerida a las mujeres en el seno de las casa es muy productiva para el sistema ya
que ellas actúan como la válvula de seguridad para las tensiones sociales causadas por el
capitalismo y para todas las opresiones que viven los hombres fuera de los hogares. Según las
autoras la organización de producción capitalista ha convertido a la mujer en la esclava de un
esclavo asalariado y, de esta manera, su esclavitud se convierte en la base y en la garantía de la
esclavitud del hombre 13.
Por este motivo se habla del 'patriarcado del salario', considerando que las mujeres, no
pudiendo tener dinero proprio debido a su exclusión de los lugares de trabajo remunerado, se
enfrentaban a condiciones materiales que las hacían estar sujetas y dependientes de los
hombres (Federici and Fortunati 1984). El patriarcado del salario ha sido necesario para que
‘las pareja heterosexual’, base de la familia capitalista, no se desmorone y siga reproduciendo
eficientemente seres humanos para llenar los puestos de trabajo en las fábricas y en las casas.
Además, como señala Silvia Federici, el capitalismo, en tanto que sistema económico-social,
está necesariamente vinculado con el racismo y el sexismo; “el capitalismo debe justificar y
mistificar las contradicciones incrustadas en sus relaciones sociales […] denigrando la
'naturaleza' de aquéllos a quienes explota: mujeres, súbditos de las colonias, descendientes de
los esclavos africanos e inmigrantes desplazados por la globalización” (Federici 2010, 32).
La explotación de grupos de personas y de territorios colonizados ha sido la clave para
producir la acumulación de capital necesaria e indispensable para dar inicio al sistema. El
mismo Marx reconoce que “el descubrimiento del las comarcas auríferas y argentíferas en
América, el exterminio, esclavización y soterramiento en las minas de la población aborigen, la
conquista y saqueo de Indias Orientales, la transformación de África en un coto reservado para
la caza comercial de pieles-negras […] constituyen factores fundamentales de la acumulación
primitiva” (Marx, 2006/1867) citado en (Federici 2010, 89).
Cabe señalar que las desigualdades de género no comienzan con el capitalismo y, dentro de
éste las de género no son las únicas desigualdades, pero lo que empieza con esta organización
13
Para más informaciones sobre este tema léase “Care work and the commons” en The commoner, a web journal for
other values. Issue 15, winter 2012. En internet: http://www.commoner.org.uk/
49
social y de producción es una más intensa y peculiar forma de explotación de las mujeres en
cuanto perteneciente al género femenino.
El texto pionero sobre el debate sobre el trabajo domestico es el de Margaret Benston (1977)
Political economy of women’s liberation, publicado por primera vez en 1969. Es un texto más
bien descriptivo que dará pie a numerosos debates, y el merito de éste es que aborda la
cuestión del trabajo doméstico como un problema que atañe a la economía política en un
momento histórico en el que no existe elaboración teórica sobre estas cuestiones. La autora
contextualiza el debate sobre la subordinación de la mujer en las sociedades capitalistas donde
el mercado y el dinero determinan el valor de las cosas. Por este motivo la mujer, encargada de
realizar trabajo que no pertenece a la economía del dinero, queda fuera de la producción de las
mercancías y se le asigna un estatus inferior al resto de la población, comparable al de las y los
esclavos y campesinos.
Citando las palabras de Engels “la emancipación de la mujer, su igualdad de condición con el
hombre, son y seguirán siendo imposibles mientras que la mujer permanezca excluida del
trabajo social productivo y confinada dentro del trabajo doméstico, que es un trabajo privado”
(Engels, 1968/2000, 92–93), la autora reconoce que el nudo de la cuestión no es sencillamente
que las mujeres entren de lleno en la esfera productiva, sino que “se trata de convertir la
producción privada de trabajo doméstico en producción pública” (Benston 1977, 88),
argumentando que “mientras el trabajo de la casa siga siendo un asunto de producción privada
y las mujeres responsables de él, simplemente estarán ocupadas en un doble trabajo” (Benston
1977, 93).
Su postura, menos radical que la de sus sucesoras, es que teóricamente es posible hacer
cambios dentro de la producción del régimen capitalista para sacar a las mujeres de las casas.
Ella brinda el ejemplo de los servicios domésticos industrializados -comidas preparadas,
guarderías, reparto a domicilio, etc. - que en EEUU en los años setenta representaban parte del
desarrollo de la economía, pero a la vez reconoce que esto, dejado solamente en las manos del
mercado, puede conllevar el subempleo y la creación de empleos 'para las mujeres',
convirtiendo al sexo femenino en un elemento muy cómodo y muy maleable para ser el
ejército de reserva de la industria, incorporándose al mercado en tiempos de expansión y
retornando al hogar en momentos de crisis (Benston 1977; Carrasco 2011).
En esta línea Jean Gardiner evidencia que la socialización del trabajo doméstico y el cuidado de
las personas dependen de las diferentes fases del desarrollo capitalista. En un momento de
recesión económica el estado trata de hacer descender los salarios y el consumo obrero, y
además se minimizan los gastos sociales y la producción de mercancías que representan una
sustitución del trabajo doméstico, por eso en estos sectores se produce un declive en
momentos de crisis dado que existen presiones sobre las mujeres, tanto empleadas
remuneradas como amas de casa, para que sustituyan con su proprio trabajo las mercancías o
servicios que antes compraban en el mercado. Tanto Margaret Benston como Jean Gardiner,
argumentan que el trabajo doméstico viene significativamente influenciado por las varias fases
del desarrollo capitalista, expansión o recesión, y sus puntos de vista resultan de gran
actualidad.
50
Simone De Beauvoir, en una entrevista aparecida en Seven Days el 8 marzo de 1972, se
pregunta: “el trabajador doméstico no produce plusvalía: está en una condición diferente a la
del obrero al que se le roba la plusvalía que produce. Yo quiero saber exactamente cuál es la
relación entre los trabajos que ambos realizan. De ella debería depender la estrategia global de
la lucha de la mujer” (Harrison, Seccombe, and Gardiner 1975)
Varias autoras y autores han intentado responder a esta cuestión, y a partir de este debate
sobre el trabajo doméstico, según mi punto de vista se delinean, dos formas de entender esta
relación. Por un lado, John Harrison a través del concepto de economía política del trabajo de
hogar, hace la distinción entre el sistema mundial capitalista y el modo capitalista de
producción. De esta manera, argumenta que el trabajo domestico no es un sistema de
producción capitalista sino que más bien éste se encuentra subordinado a ella, dentro del
sistema mundial. Según él, la relación entre el sistema de producción capitalista y el trabajo de
hogar se establece a través de la transferencia de trabajo excedente desde el sistema de
producción domestico al capitalista, según sus palabras: “el mecanismo por el cual tiene lugar
esta transferencia del trabajo doméstico excedente al sector capitalista es el pago, por parte
del capitalista de salarios que están por debajo del valor de la fuerza de trabajo” (Harrison,
Seccombe, and Gardiner 1975, 25). Dicho de otra manera, el capital gana porque otorga a los
obreros salarios que no serían suficientes para asegurar el crecimiento de las criaturas y el
mantenimiento del hogar si no se asegurara gratuitamente en casa por las mujeres.
Por otro lado, Mariarosa Dalla Costa y Selma James (1975) argumentan que el trabajo
doméstico sí es un sistema de producción capitalista ya que produce bienes de uso y servicios;
no solamente producen comida, ropa, etc. sino que produce el insumo fundamental para el
sistema capitalista, la fuerza de trabajo. Al contrario que John Harrison y Wally Seccombe , ellas
argumentan que el trabajo domestico juega un papel fundamental dentro del sistema
capitalista puesto que es lo que produce esa mercancía tan especial que llamamos, en términos
marxistas, fuerza de trabajo, incorporada en el proprio cuerpo del trabajador, pero que viene
invisibilizada y dada por hecho en un sistema capitalista que solo entiende de bienes de
mercado, excluyendo de toda consideración los trabajos que no entran en el mercado.
Se utiliza el término ‘reproducción social’ para definir las energías, tareas, y trabajos necesarios
para la supervivencia de las personas dentro de las sociedades y para hacer patente, en
contraposición al concepto 'producción' tan utilizado en economía, la estrecha relación entre la
esfera productiva y la esfera doméstica y de cuidados de las personas en las sociedades
capitalistas (Dalla Costa and James 1972; Galcerán 2006; Picchio 1999).
Relacionada a este concepto han sido significativas las luchas para la reivindicación del salario
para el trabajo doméstico al Estado, evidenciando que las y los trabajadores no podrían llegar a
trabajar a las fábricas si realmente nadie les cuidara desde que nacen 14. Este salario, más que el
objetivo último de la lucha feminista para el reconocimiento y la socialización de los trabajos
domésticos y de cuidado, es el comienzo de las reivindicaciones para una repartición más justa
de las responsabilidades sobre la reproducción social (Dalla Costa and James 1972).
14
Uno de los ejemplos es el movimiento que ha empezado en Italia en los años 1974, entre los cuales grupos se
destaca el “Comitato per il Salario al Lavoro Domestico di Padova”
51
Es significativo recordar que el desarrollo capitalista ha sido acompañado y estimulado por un
incremento de la población, pero este fenómeno ha sido discutido de manera marginal ya que
tanto Karl Marx como Adam Smith entendieron este incremento como un 'efecto natural' del
desarrollo económico, considerando la procreación como un 'hecho de la naturaleza' y no
como una actividad social e históricamente influenciada por lógicas de poder, intereses y
desigualdades de género, étnicas, de clase y generacionales, donde hombres y mujeres tienen
diferentes intereses a la hora de tener hijos/as en el transcurso de la vida (Federici and
Fortunati 1984). Dicho esto, se entiende que se daba por sentado que las mujeres tenían que
tener prole para que el sistema de producción pueda seguir creciendo, sin tener en cuenta
todo el esfuerzo que supone hacer llegar a esas criaturas en salud hasta la edad de trabajo. En
consecuencia, en las sociedades capitalistas el cuerpo resulta ser para las mujeres lo que la
fábrica es para los hombres asalariados: el principal terreno de su explotación y resistencia
(Federici 2004)
Desde mediados del XVII el recurso a las nodrizas y al servicio doméstico para el cuidado
empezaron a ser rechazadas por filósofos, médicos y estadistas echándole la culpa de los
problemas a los infantes y de la ‘debilidad material y espiritual de los pueblos’. Las madres
comenzaron a ser vistas como responsables de una población abundante y sana y ésta se
convertía en el símbolo de la riqueza de los pueblos y la garantía de una nación poderosa. Bajo
el influjo del estado y de la iglesia las mujeres llegaron a ser consideradas las ‘amas de cría al
servicio del Estado’ (Carrasco et al., 2011; Nash, 1993).
El desplazamiento de los cuidados desde la comunidad, servicio doméstico y vecindad hacia la
madre fue un proceso difícil, especialmente con las altas tasas de actividad de las mujeres y de
la rigidez de horarios que hacían incompatibles las dos tareas, por este motivo se comenzaron a
considerar como signo de estatus el disponer de una esposa dedicada exclusivamente a los
cuidados del hogar y de la familia (Perrot 1976). Desde finales del siglo XIX, los continuos
cambios en las teorías médicas e higienistas, educativas y, posteriormente, psicológicas, sobre
el cuidado infantil, han incrementado la complejidad de las tareas de cuidados de las madres y
esto ha empezado a definirse menos cómo trabajo y más como producto del amor maternal,
basado en su dimensión emocional, y desde dónde tanto expertos como la sociedad podía
juzgar la labor e identidad de esa mujer/madre (Nash, 1993). Los trabajos de cuidados se han
construido históricamente en una estrecha interrelación entre su dimensión de trabajo (trabajo
experto, cualificado, normativizado), y su dimensión emocional, ligada a la responsabilidad y su
desempeño dentro de un sistema determinado de relaciones familiares y de género (Carrasco
et al., 2011).
Cristine Delphy (1985) critica el modo en que los marxistas han observado históricamente la
opresión de la mujer, asignándole una importancia secundaria en la lucha de clase. La autora
argumenta que en las sociedades contemporáneas existen dos tipos de producción: por una
parte, la producción industrial definida por las relaciones capitalistas de propiedad y
explotación del capital y, por otra parte, la producción basada en las relaciones sexistas
definidas por las relaciones de explotación patriarcal. Así las cosas, derrumbando la lógica
capitalista no se da automáticamente el derrumbamiento de la lógica patriarcal. John Harrison
y Mariarosa Dalla Costa, en desacuerdo en otros aspectos, concuerdan en que hay que luchar
52
contra ambas formas de opresión, contra el capitalismo y contra la familia 15 (Harrison,
Seccombe, and Gardiner 1975). Citando a Mariarosa Dalla Costa: “el marido tiende a leer el
periódico y a esperar a que le cocinen y sirvan la comida, aun cuando la mujer salga a trabajar
como él y llegue a casa con él. Obviamente, la forma específica de explotación representada
por el trabajo doméstico exige una forma de lucha específica y correspondiente, a saber, la
lucha de las mujeres dentro de la familia” (Dalla Costa and James 1972, 10)
Si se habla de los roles de género, y de cómo éstos son el fruto de una construcción social, cabe
mencionar que también el trabajo tiene un significado distinto en cada sociedad. En este
sentido Dolors Comas d’Argemir (1995) argumenta la necesidad de tener en cuenta las
peculiaridades de cada contexto para entender de qué manera el género se relaciona con el
especifico modo de producción, puesto que éste puede tener significados diferentes según las
condiciones de reproducción de un sistema productivo históricamente determinado. De esta
manera se pone en cuestión como las formas de dominación u subordinación entre hombres y
mujeres, entre mujeres y mujeres, entre hombres y hombres se reproducen y se transforman
en el seno de las relaciones de producción particular.
En este sentido, Olivia Harris y Kate Young (1981) evidencian que para hacen una la teoría de
las relaciones de reproducción, se necesita llevar a cabo una deconstrucción de la categoría
mujer, así como de algunos términos analíticos (matrimonio, domestico) puesto que se trata de
categorías empíricas que contienen relaciones diferentes en distintas sociedades. De esta
manera el objetivo es llegar a abordar el problema de la diferencia en sí mismo y, entender por
qué se la reproducción social se desarrolla de determinadas manera en cada sociedad concreta.
Como he dicho anteriormente, el contexto es muy importante, pero no sólo a nivel
cronológico, sino también a nivel territorial, cultural, étnico y, a este respecto, encuentro
interesante el trabajo de Ángela Davis (2004), que brinda el ejemplo del capitalismo
sudafricano, donde el racismo ha llevado la explotación económica a sus límites más brutales, y
los artífices del apartheid creían que el trabajo de las personas negras proporcionaba más
beneficios cuando la vida domestica estaba excluida por completo. Como explica, la
consolidación de las familias africanas era percibida como una amenaza porque la vida
doméstica podría convertirse en la base de la resistencia al estatus quo controlado por la
población blanca. Por eso, “el hecho de que la versión sudafricana del capitalismo pueda
prescindir de la vida doméstica es una consecuencia de la separación entre la economía
privada del hogar y el proceso de producción de la esfera pública que caracteriza a la sociedad
capitalista en su conjunto” (Davis 2004, 233).
Además, hace hincapié en la idea de que el rol del ama de casa a tiempo completo es una
realidad idealizada y no generalizada. La autora recuerda que muchas mujeres blancas pobres
eran parte importante del trabajo que se hacía en las fábricas y las mujeres negras eran
productoras involuntarias en la economía esclavista del sur. Dicho esto, 'ama de casa' reflejaba
la realidad de un número muy limitado de mujeres, mujeres de familias prosperas y que
representaban las clases medias emergentes. Ella sostiene que las mujeres negras esclavas eran
iguales a los hombres en el trabajo, por eso el trabajo domestico no ha sido nunca el eje de la
15
“Familia nuclear y radioactiva” (Pérez Orozco and Lafuente 2013)
53
vida de estas mujeres, pero a pesar que pocas veces han sido solo amas de casa, nunca han
dejado de realizar trabajo doméstico (Davis, 2004).
Se entiende que algunas mujeres no tuvieron la oportunidad de ocuparse exclusivamente de la
casa, mientras que otras deseaban salir de esa exclusividad y adquirir la igualdad con el sexo
masculino a través de la incorporación al mercado laboral. Éstas últimas, como argumentan
Amaia Pérez Orozco y Siria Del Río, han “salido de la sartén para caer en el cazo salarial (con la
sartén incluida)” (Pérez Orozco & Del Río, 2002, 9) considerando que la inserción masiva de las
mujeres al mercado laboral no ha sido seguida por la entrada de los hombres en los espacios
domésticos. De esta manera las labores domesticas siguen siendo vistas socialmente como
tarea exclusivamente femeninas.
De la frecuente observación de estas situaciones se empieza a ver necesario visibilizar y
teorizar desde las ciencias sociales el doble trabajo que hacen las mujeres en cuanto son
trabajadoras ‘fuera y dentro de la casa’, en contraposición al género masculino que
mayormente trabaja exclusivamente en el mercado de trabajo remunerado.
Se habla de ‘doble jornada’ (Hochschild and Machung 1989) y de 'doble presencia' (Balbo
1978) para visibilizar que no existe un repartición equitativa de las cargas de trabajo no
remunerado. Laura Balbo argumenta sobre la condición de la mujer adulta en Italia en la
década de los años 70, evidenciando que esta condición de doble presencia, presencia en el
trabajo remunerado y en el no remunerado en el seno de la familia, se ha convertido en un
mecanismo constitutivo de la organización social, de hecho, la institucionalización de esta
doble presencia de la mujer adulta es una de las características especificas de las sociedades
capitalistas tardías (Balbo, 1978).
Para la detección de este fenómeno han sido fundamentales los esfuerzos hechos para la
cuantificación, medición, delimitación y visibilización de estas labores. Significativo es el aporte
de las encuestas del tiempo donde se hace patente el desigual reparto de las tareas y de los
usos del tiempo (Legarreta 2011)
2.2.2
De trabajo doméstico a trabajo de cuidados
Profundizando los conocimientos, teorizaciones y análisis sobre el trabajo de cuidados, se ha
hecho visible la complejidad y multidimensionalidad de las tareas domésticas. La crítica que se
le puede hacer a las anteriores propuestas, desde una visión feminista, es que se han centrado
demasiado en lo económico, en el valor mercantil y en la producción, dejando de lado la parte
afectiva, subjetiva y emocional de estas labores (Benería 2005).
El término 'cuidados', en ingles care, nace desde las reflexiones de mujeres occidentales dentro
y fuera de la academia para evidenciar la parte emocional de este tipo de labores. El concepto
de trabajo doméstico hace referencia a la dimensión material de los trabajos necesarios para la
reproducción de la especie, como por ejemplo la preparación de comidas, la limpieza de los
ambientes y de las vestimentas, etc., y a su localización en el espacio doméstico. El concepto de
'cuidados' surge para representar el trabajo de reproducción englobando también la parte más
afectiva y relacional de estas actividades (Anderson, 2007; Batthyány, 2009; Pérez Orozco,
2006b). Este concepto nace para evidenciar la transversalidad de las practicas y
54
representaciones definidas como femeninas y mostrar que la parte material e inmaterial,
pública y privada, física y emocional van de la mano y están significativamente imbricadas
(Carrasco 2001b).
Como pasa a menudo en ciencias sociales, los conceptos tienen diferentes significados en los
diferentes idiomas y es interesante fijarnos en la relación entre la palabra elegida y el concepto
que se quiere expresar en los diferentes contextos culturales y lingüísticos (Martín Palomo
2008a). Por este motivo, me parece interesante hablar en este caso del término 'cuidado' en
castellano y care en ingles.
En castellano el verbo 'cuidar' deriva del la palabra latina cogitāre, que significa 'pensar'. Esto
nos recuerda que cuidar a una persona o a un hogar significa pensar constantemente en el
objeto del cuidado, sin olvidar que a veces puede ser a la vez objeto y sujeto de los cuidados.
Este pensar sin parar, el tener siempre en consideración algo o alguien es la esencia de este
verbo y de estas labores. Como sustantivo, en el lenguaje común, tiene varios significados
entre los cuales la necesidad de precaución, señalar una situación de peligro. En todo caso, el
significado más común es el de atención sostenida, identificación con el bienestar de quienes
reciben el cuidado, entrega e incluso sacrificio personal por parte de quien presta el cuidado
(Anderson 2007).
En ingles se puede hacer la distinción entre care for y care about. Care for indica la parte más
afectiva y emocional, indica querer a una persona y ocuparse de ella, mientras que care abaut
es más un preocuparse por algo o alguien que percibimos como importante.
En este caso, para unir las diferentes dimensiones, la más física y la más emocional y otras que
entran en juego pero que no se han explicitado, Patricia Paperman y Aurélie Damamme (2009)
hablan del trabajo de cuidados como un 'proceso' donde entran en juego varias dimensiones,
que pueden entenderse de manera separada o como parte de un todo. El cuidado como
necesidad y que nos importa, ya que es una urgencia o necesidad evidente (care abaut) y luego
está la presión para encontrar estrategias y arreglos para satisfacer estas necesidades a través
de la atención (care for), luego habla de la prestación de cuidados (care giving) y de la
recepción de éstos (care reciving).
En los diferentes idiomas el concepto ‘cuidado’ tiene diversos matices, demostrando la
importancia de tener en cuenta el contexto para realizar análisis, comparaciones y
teorizaciones sobre el mismo.
Definitivamente hemos pasado de hablar de 'trabajo doméstico' a 'trabajo de cuidado' para
hacer más precisa la conceptualización de este tipo de labores, pero sigue el problema de
intentar encerrar un fenómeno social multidimensional y complejo bajo una sola palabra. De
esta manera, avanzando en investigaciones y análisis, salen a luz numerosos problemas a nivel
metodológico y teórico, y en muchos casos se usa el mismo concepto para hablar de diferentes
tipos de cuidados.
Por eso Carol Thomas (2011) invita a especificar a qué tipos de cuidados nos estamos refiriendo
cada vez que se escribe un texto o se hace una investigación. De aquí propone siete
dimensiones para explicar a qué nos estamos refiriendo en el seno de un concepto
55
multidimensional. Éstas son:
•
la identidad social de la persona cuidadora, que remite a las características sociales que
definen a la persona cuidadora, ya sea en función a roles familiares y/o profesionales.
Muchas autoras feministas dan una mayor importancia al mandato de género dentro
de la organización social evidenciando así que tanto profesionalmente como
familiarmente son las mujeres que se ocupan de estas labores, aunque actualmente
después de alguna crítica desde feminismos ‘de los márgenes’ y poscoloniales, se
evidencia la importancia de tener en cuenta también las variables de clase y origen.
•
la identidad social de la persona receptora, que se refiere a las características sociales
de la persona que recibe cuidados y la mayor parte de ellas se definen según su
pertenencia a un grupo. Puede ser por grupo de edades, sociales, etc... y, a nivel más
marco se establece según su grado o situación de dependencia;
•
las relaciones interpersonales entre la persona cuidadora y la receptora de cuidados,
esta categoría se ciñe a la relación que se establece entre las dos partes, la receptora y
la que presta el servicio de cuidado, estas relaciones pueden ser familiares, de amistad
o simplemente contingentes 16;
•
la naturaleza de los cuidados, hace referencia al contenido social de los cuidados, que
puede referirse a una actividad o a un estado emocional;
•
el dominio social en el cual se localiza la relación de cuidados. Esta dimensión remite a
la separación principal en el marco de la división social del trabajo en la sociedad
capitalista, entre los espacios públicos y privados. Los cuidados brindados en estos dos
ámbitos tiene características diferentes;
•
el carácter económico de la relación de cuidados, para entender si es una relación de
carácter asalariado o no asalariado;
•
el marco institucional en el cual se presentan los cuidados, esta remite a la localización
física de las actividades de cuidados, como por ejemplo en el hogar, en el hospital, en
una residencia, etc.
Partiendo de estas dimensiones, el trabajo doméstico y de cuidado al que me refiero es el que
desempeñan personas andinas en el seno de los hogares privados del Gran Bilbao de manera
remunerada. Puede ser dirigido hacia personas mayores, criaturas o personas con diversidad
funcional. Además, cabe mencionar que para fines metodológicos y conceptuales se dividen lo
que son los cuidados de las tareas domesticas siguiendo el enfoque de Rosario Aguirre y Karina
Batthyany (2003) por el que “las tareas domésticas son: cocinar, limpiar la casa, lavar, planchar
la ropa, cuidar mascotas y plantas, las compras de bienes y la adquisición de servicios para la
casa, gestiones fuera del hogar, tales como tramites y el pago de cuentas, y los desplazamientos
16
Por 'relación de cuidados contingentes se entiende una relación entre personas que no se conocen y se establece
bajo condiciones de servicio especificas para unos fines específicos (Thomas, 2011)
56
necesarios para realizarlas. En cambio el trabajo de cuidados se define como la acción de
cuidar a niños, enfermos o personas adultas o ancianas dependientes para el desarrollo y el
bienestar de su vida cotidiana. Si bien implica un trabajo material también se reconoce el
aspecto afectivo y emocional que conlleva”
Otra cuestión sobre el concepto 'trabajo de cuidados' la trae a colación Susan Himmelweit
(2011), evidenciando los aciertos y los limites de conceptualizar estas labores con la palabra
'trabajo', y en concreto como trabajo de cuidados. Ella reflexiona sobre si la mejor manera de
hacer evidente la contribución de los esfuerzos y energías de las mujeres es hacer encajar estas
actividades dentro de la categoría preexistente 'trabajo' tomada de un tipo de economía
capitalista que en ningún momento ha mirado hacia estas actividades. De esta manera,
argumenta la autora, gran parte de la actividad de cuidado, de autorealización y de estímulo
personal resulta excluida.
La preocupación que expresa es que una teoría intente moldear una actividad
multidimensional a categorías con formas estrechas y dicotómicas. De manera que argumenta
que el ‘cuidado’ no encaja del todo con las tres dimensiones fundamentales del trabajo, que
son:
•
se emplea tiempo y energías para un propósito extrínseco, por tanto no es una
actividad de ocio;
•
forma parte de una división del trabajo;
•
no importa quién lo hace, porque puede realizarse una separación entre el trabajo del
hogar y la persona que lo realizaba.
Las actividades de cuidados encajan en las primeras dos categorías pero no lo hace en la
tercera. En la realización del trabajo de hogar, y de cuidado en concreto, las herramientas
personales son muy importantes para el buen éxito de las tareas (Murillo 1996). Por poner un
ejemplo, el simple dar de comer a una criatura pequeña, o a una persona mayor con
enfermedades mentales, depende de manera significativa de las habilidades personales de
quienes realicen estas actividades; preparar la comida para que sea ingerida sin problemas,
prepararla de la manera que guste, dársela de manera que no la rechace, etc. implica que haya
confianza, conocimiento y un vinculo entre las dos personas. Por este motivo, se entiende que
es una labor relacional (Molinier 2008)
En este sentido, también Maxine Molyneux (2005) advierte que una cosa es analizar el trabajo
domestico desde la perspectiva marxista y otra cosa completamente diferente es “tratar de
asimilar el trabajo doméstico dentro del concepto del modo de producción capitalista y de las
leyes del movimiento de la economía capitalista” (Benería 2005, 39).
La utilización de la categoría trabajo y las relativas lógicas de mercado capitalista ha sido el
resultado de investigar estas cuestiones desde el punto de vista de una sociedad basada sobre
el trabajo. Como explica Carlos Prieto (2000), parafraseando a las palabras de Karl Polanyi
(1989), en el orden social liberal el trabajo adquiere una centralidad sin precedentes y lo más
peculiar de las sociedades modernas no es que sus economías se basan en la economía de
57
mercado, sino que lo más característico es que son directamente “sociedades de mercado”.
“Nos encontramos de este modo, por primera vez en la historia, con el trabajo situado en el
corazón mismo de un orden social...una invención social inscrita en un proyecto político, el de
la sociedad liberal” (Prieto 2000, 17). De esta manera el concepto de 'trabajo' asociado a las
labores de hogar y de cuidado ha sido utilizado inevitablemente para que se tome en
consideración, se visibilice y se le de importancia. Con respecto a esto hay que señalar que
cuando se habla de trabajo de cuidados muchas autoras apuestan por un concepto ampliado
de trabajo, que englobe la dimensión moral, emocional y relacional de las actividades,
(Borderías, 2003; Legarreta, 2008; Martín Palomo, 2008a)
Finalmente, la diferencia entre trabajo doméstico y trabajo de cuidado es una distinción
ficticia, que nos sirve a nivel metodológico en investigaciones y teorías, pero que en la
cotidianidad la línea de separación entre estas dos labores es demasiado sutil y no está muy
bien definida. Por ejemplo el trabajo doméstico puede ser concebido como un 'cuidado
indirecto', en el sentido que a través de éste se dan las condiciones para el trabajo de cuidados
directos (Folbre 2006; Razavi 2007).
Además, como nos explica Valeria Esquivel, se entiende que el grado de mercantilización del
trabajo doméstico depende de las tecnologías que se tienen en casa y eso depende del nivel
económico, detalle que nos recuerda que las diferencias de reparto del trabajo no remunerado
depende de la desigualdad de ingresos y de los niveles de pobreza. Y con respecto a esto
argumenta que “la diferenciación tajante entre el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico es
un 'sesgo primermundista', similar a la diferenciación artificial entre el trabajo doméstico y la
producción de subsistencia en contextos rurales (Esquivel 2011, 3).
En este sentido, me parece interesante poner en relieve la tensión que se crea entre lo material
y lo no material, hay quienes abogan por entender el cuidado ‘ante todo como un trabajo’
(Molinier 2011), mientras que hay otras pensadoras que entienden que tratar el cuidado ante
todo como un trabajo deja de lado matices importantes de estas labores (Himmelweit 2011).
Esta tensión no se explicita solamente a nivel teórico, también las personas entrevistadas
ponen énfasis en este aspecto.
Dentro de la producción de conocimiento desde las ciencias sociales se puede hablar de
'cuidado'/care en términos de perspectiva más que de teoría ya que el concepto cuidado nace
con intenciones descriptivas y políticas, pero en principio no es explicativa (Paperman 2011;
Thomas 2011). El concepto de 'cuidado' y 'trabajo de cuidados' es una herramienta para utilizar
en sociología para tener en cuenta actividades, percepciones y preocupaciones centrales para
la supervivencia de la especie humana que, en ausencia de este término, quedaban marginales
y dispersas. Además, a través de éste se orienta la mirada hacia una pregunta, que parece
banal, pero veremos que tiene muchos matices e implicaciones significativas para el
entendimiento de la organización social, y esta pregunta es ¿quién se preocupa de quién y
cómo? (Paperman, 2011)
58
2.2.3
La perspectiva de la economía feminista y la sostenibilidad de la vida en el
centro
La palabra economía deriva del griego “okomos” que es una palabra formada por oikos que
significa casa, en el sentido de propiedad, y nemos cuyo significado es “administrar”. La unión
de estas dos palabras toma el significado de administración de la casa (Durán 2014; Gálvez and
Torres 2010)
Cabe destacar que las economías clásicas y hegemonías, desde sus inicios, han dejado la
cuestión de la organización del hogar al margen de la teorización y del debate, determinando el
obscurecimiento del trabajo domestico dentro de sus análisis. Esto es causa del
androcentrismo en las ciencias y la ausencia de las mujeres, ausencia del punto de vista y de la
toma en consideración de sus necesidades y peculiaridades. Este sesgo ha conllevado una
visión sexista de la realidad considerando que todos los problemas que afectaban a los
hombres eran extensibles al resto de seres humanos, sin plantearse la existencia de diferencias
en el uso del tiempo, reparto de las tareas, acceso a las actividades, percepciones y lecturas
diferentes de la realidad (Durán 2000).
La reducción del objeto de estudio de la economía al ámbito mercantil, sin tener en
consideración todo lo que no entraba dentro del mercado de trabajo y la lógica del dinero, ha
sido una de las causas de la invisibilidad de ciertos aspectos de la vida cotidiana y del trabajo
doméstico. De la misma manera, el concepto de trabajo ha sufrido limitaciones pasándose a
entender exclusivamente como empleo remunerado y, por ende, excluyendo todas las
actividades que no encajan con esa definición (Carrasco et al., 2011; Pérez Orozco, 2006).
La economía feminista en este contexto invita a replantear los enfoques clásicos evidenciando
sesgos que se van reproduciendo en esta mirada estática y androcéntrica. De esta manera, lo
que la economía feminista propone no es simplemente agregar el punto de vista de las
mujeres, sino que más bien aboga por un cambio de paradigma que equivale a 'mirar el mundo
de otra manera' donde casi todo lo aprendido hasta ahora se transforma, generando por eso
importantes resistencias tanto sociales, personales como políticas. C. Carrasco utiliza la
metáfora del mapa al revés para explicar este concepto. Ella toma el ejemplo de los mapas del
mundo elaborados originariamente en Australia que están construidos girando los mapas
comunes, desplazando a Europa del centro de la figura. Estas versiones han sido realizadas
como alternativas a la visión del mundo por parte de los colonizadores europeos, de la misma
manera la economía feminista brinda una forma alternativa y diferente a los enfoques clásicos
sobre la organizaciones de las sociedades (Carrasco, 2013).
Dicho esto, se puede afirmar que los dos aportes claves de la economía feminista han sido, por
una parte señalar que la economía hegemónica tiene un 'otro oculto' invisibilizado en las
teorías y en los análisis y, por el otro lado, demostrar que las relaciones de género son
económicamente significativas. Lo que permanece oculto en los análisis de la economía clásica
son la reproducción de la especia humana, los hogares como institución económica, los
trabajos no pagados y, por tanto, quedan escondidas todas las desigualdades de género que no
son solo a nivel de reconocimiento sino también a nivel de redistribución. De aquí es evidente
que sin tener en cuenta que los sistemas capitalista y heretopatriarcal se basan sobre las
59
desigualdades de género, entre otras, para organizar los recursos y los trabajos, es improbable
poder tener una visión realista y profunda de cómo funciona una sociedad en términos
económicos (Pérez Orozco and Lafuente, 2013).
En breve se puede describir a la economía feminista como un enfoque que otorga significativa
importancia a las relaciones de género dentro de las lógicas económicas. Amaia Orozco (2006)
explica que no existe solo un tipo de economía feminista, ya que existen diferentes enfoques
según el grado de replanteamiento y modificación de los paradigmas económicos
androcéntricos, por ello, hace la distinción entre economía feministas de la conciliación y de la
ruptura. Ante todo hay que hacer una diferencia entre la economía de género y la feminista. La
primera se caracteriza por la estrategia “añada mujeres y revuelva” basada en dos principios:
(1) el análisis de la mujer como sujeto de estudio y (2) como objeto de estudio. Los límites de
esta línea de pensamiento se encuentra en tener un discurso despolitizado y objetivista.
La economía feminista, como he dicho unas líneas más arriba, se podría clasificar en economía
feminista de la conciliación y de la ruptura. La primera se define, a nivel metodológico, por
considerar que el análisis de la situación de las mujeres en nuestras sociedades no puede ser
hecho sin cuestionar los marcos preexistentes en el contexto analizado. Esto se hace a través
de la visibilización del 'otro' marginalizado para luego plantear la manera en la cual es mejor
abordar su análisis económico (Agenjo Calderón, 2011; Pérez Orozco, 2006). A nivel
epistemológico esta propuesta se basa en la línea del Stand Point Theory (Harding, 1996),
donde hacen evidente la necesidad de 'situar' a las mujeres en la posición de sujeto
privilegiado desde donde mirar la realidad para identificar nuevos problemas, datos, relaciones
y modelos.
Por lo contrario, la economía feminista de la ruptura se caracteriza por la crítica que hace a la
economía clásica y androcéntrica, considerando que la invisibilidad de los 'otros femeninos' no
es solo un sesgo heredado del sexismo en las ciencias sino que es también un propósito para
homogeneizar a la población a un modelo de estructura mercantil y masculinizado. Desde un
punto de vista metodológico apuestan por ir más allá de las categorías existentes, superando
los binomios, publico/privado, económico/no económico, trabajo/no trabajo. A nivel
epistemológico se parte del rechazo de la ciencia como herramienta para encontrar una
solución universal para la liberación de todas las mujeres y, por eso, apuestan por la búsqueda
de los conocimientos situados, situated knowledges (Haraway, 1995). El propósito es encontrar
“afirmaciones históricas y culturalmente localizadas que busquen la visualización parcial de los
procesos concretos” (Agenjo Calderón, 2011, 83).
Lo que las economías feministas ponen en evidencia es que hay que hacer una crítica al
modelo hegemónico de economía y apostar por otras visiones más incluyentes, más profundas
y contextualizadas de la realidad. Se apuesta por un cambio de paradigma en el cual se debe
hacer un desplazamiento, quitar del centro del análisis económico la esfera meramente
mercantil y tomar como eje central los trabajos domésticos y de cuidados, para evidenciar la
necesidad de poner la sostenibilidad de la vida como objetivo principal de las sociedades
(Carrasco, 2013).
Lo que algunas autoras proponen es utilizar conceptos como 'mantenimiento de la vida',
60
'aprovisionamiento social', 'reproducción social', 'sostenibilidad de la vida' evidenciando que la
división entre la producción y la reproducción en nuestra mirada no nos permite ver la
cotidianidad de la gente, su bienestar y su interdependencia (Orozco, 2006). Estos conceptos
pretenden “centrarse explícitamente en las formas en que cada sociedad resuelve sus
problemas de sostenimiento de la vida humana” (Carrasco, 2001, 12)
Cuando el foco se amplia y se toman en consideración factores hasta entonces escondidos
salen a luz las incoherencias del sistema. En este caso A. Orozco argumenta que “el capitalismo
implica la imposición de la lógica de acumulación y esto conlleva una amenaza constante sobre
la vida, lo que hemos llamado el conflicto entre la acumulación de capital y la sostenibilidad de
la vida” (Pérez Orozco and Lafuente, 2013, 101).
Otro aspecto muy potente, y muy cercano a las experiencias de las personas, es la metáfora del
iceberg para hablar del trabajo domestico y de cuidados. Esta metáfora evidencia la magnitud
de las energías, trabajos y tiempo necesario para sostener la punta visible del iceberg, que
representaría la parte mercantil y la que es tomada en consideración por la economía clásica,
olvidando u obviando lo que hay debajo. Como explica Orozco, lo que se plantea a través de
esta metáfora no es tanto que las dos partes sean visibles de la misma manera para el análisis y
en cuanto a relevancia social, sino que más bien se quiere mostrar cómo la parte invisible del
iceberg es la base de toda la estructura económica y que obligatoriamente y voluntariamente
tiene que permanecer invisibilizada. Lo que se quiere evidenciar con esto es la imposibilidad de
separar a nivel empírico las dos partes, ya que la parte visible depende de la parte invisible, de
la misma manera la imposibilidad teórica de escindir los procesos de sostenibilidad de la vida
(Orozco, 2006, 237)
La economía feminista muestra que no existe a priori una división entre lo productivo y lo
reproductivo, entre los roles masculinos y femeninos, poniendo el énfasis en que el reparto del
trabajo dentro y fuera del hogar es desigual (Quiroga, 2009). Por este motivo, en la medida en
que el trabajo de reproducción sigue ocurriendo en el ámbito privado se considera que es
necesario vigilar los efectos que las actividades de producción tienen en el bienestar, para
evitar que se externalicen los costes sociales y las mujeres sigan amortiguando con su trabajo
los efectos negativos (Picchio 1999).
El término 'economía del cuidado' surge desde el debate sobre el trabajo doméstico con el fin
de ir más allá de las fronteras del trabajo reproductivo y analizar también de qué manera el
contenido de las tareas de cuidado, en las diferentes ocupaciones, penaliza a las y los
trabajadores que las realizan (England, Budig, and Folbre 2002; Esquivel 2011). Pero, por otro
lado, el foco de la economía del cuidado acaba excluyendo las dimensiones más funcionales y
materiales, como lavar la ropa, la casa, preparar la comida, argumentando que son actividades
que no tienen un contenido 'relacional' y, por ende, pueden ser realizadas y remplazadas
fácilmente por el mercado .
2.2.4
Interdependencia, ética del cuidado y “social care”.
María Jesús Izquierdo parafraseando a Max Horkheimer, miembro de la escuela de Frankfurt,
afirma que “el individualismo es el resultado de un proceso histórico en el que los mecanismos
61
de socialización han alcanzado los niveles más sofisticados que se pudieran imaginar”
(Izquierdo, 2003, 4) ya que nos ha hecho interiorizar la idea de que somos, o podemos ser,
autónomos, autosuficientes y libres de ataduras, aunque la realidad diaria demuestre otra
cosa.
Además, esta idea de individuo autónomo y racionalmente independiente es la base de la
teoría económica ortodoxa, ya que el homo economicus se define como un hombre guiado por
la racionalidad instrumental y por el objetivo de maximizar su propia utilidad minimizando
recursos; un hombre autosuficiente que no necesita de nadie, ni nadie depende de él, un
hombre que es capaz de elegir siempre de manera racional. Y es justamente esta idea de
individuo, que ha sido cogida como modelo, que ha alejado el interés de la ciencia económica
hacia los comportamientos económicos basados en otras relaciones como la de reciprocidad,
solidaridad, altruismo, amor y cuidado entre muchos otras (Quiroga, 2009).
La dependencia de los seres humanos es más evidente en los primeros años de vida, y durante
enfermedades crónicas o degenerativas, especialmente cuando se juntan con la vejez. En
efecto, no es la dependencia o independencia, sino la “interdependencia”, lo que caracteriza
nuestra condición humana (Tronto 1994) en (Esquivel, 2011).
El concepto “cuidados/care”, su problematización y análisis trae a colación una serie de
cuestiones que nos llevan a reflexionar sobre la dimensión social, ética y política de la
vulnerabilidad de todas las personas y de la consecuente interdependencia como aspecto
imprescindible para la supervivencia y el bienestar de la especie humana.
La visión tradicional, y situada en la actual organización social, de los cuidados se basa sobre
tres principios: (1) los cuidados son una cuestión individual, (2) los cuidados se basan en la
dependencia de unos con respecto a otros y (3) los cuidados se prestan de manera
unidireccional (Izquierdo 2003; Pérez Orozco 2006a; Vega Solís 2009). Además, éstos suelen ser
directamente relacionados con el concepto de ‘dependencia/vulnerabilidad’, formando un
binomio donde, por una parte el trabajo de ‘cuidados’ se tiñe socialmente de características
positivas a través de la idea de acción, calor humano, etc., mientras que la ‘dependencia’ se
tiñe socialmente de características negativas relacionadas con la pasividad, la frialdad y la no
deseabilidad (Fine and Glendinning 2005).
La crítica feminista ha puesto en tela de juicio estos principios proponiendo visiones más
complejas y multidimensionales de los cuidados para entender y analizar de manera más
profunda y más encarnada en la vida cotidiana. Como argumenta Amaia Pérez Orozco (2006),
hay que intentar escapar de los binomios como el de altruismo/egoísmo,
independencia/dependencia, persona que brinda cuidados/persona que recibe cuidados, tanto
en el ámbito teórico como en el ámbito practico, para tender hacia la concepción del cuidado
como “cuidado de la vida” que capte las múltiples y diversas interdependencias entre las
personas que tienen lugar a lo largo del ciclo vital y en distintas dimensiones
A partir de eso se entiende que la vulnerabilidad es una característica que no pertenece solo a
ciertas categorías de personas y que las situaciones de dependencia no son situaciones
excepcionales, sino que son rasgos característicos de los seres humanos (Paperman, 2011).
62
Dicho esto es indispensable replantear los conceptos de dependencia e independencia,
teniendo en cuenta que, tanto el concepto “cuidados” como el de “dependencia”, son
conceptos ideológicamente y socialmente determinados (Fraser 1997). Nancy Fraser y Linda
Gordon (1994) argumentan que el concepto de “dependencia” ideológicamente tienen cuatro
dimensiones, o como lo llaman las autoras registers of meaning: (1) dependencia económica,
(2) socio-legal, (3) política, (4) moral o psicológica. De manera similar, pero desde mi punto de
vista más completa, Alan Walker (1982) se centra en categorizar las diferentes formas de
dependencia en edad avanzada, entre las cuales propone: (1) la dependencia del ciclo de vida,
(2) física y psicológica, (3) política, (4) económica y financiera y, por ultima, (5) la dependencia
estructural. Estos “registros” de dependencia, o categorías, no son independientes entre sí y,
además, algunos de ellos están socialmente legitimados solamente en algunas etapas de la
vida (Lloyd 2003) en (Fine and Glendinning 2005)
Al hablar de cuidados también nos preguntamos ¿quién hace qué, dónde y cómo? Resulta que
la mayor parte de las prácticas de atención y cuidado vienen desarrolladas por mujeres;
independientemente de dónde y cómo se realice, éste es un trabajo feminizado. Este dato no
nos sorprende si tenemos en consideración que estas tareas son vistas como parte del
mandato de género, como prolongación de las normas de género (Badgett and Folbre 1999) en
(Vega Solís 2009).
Además, María Jesús Izquierdo (2003) explica que históricamente estas tareas han sido
realizadas por los sectores más pobres de la sociedad, lo cual indica que tener dinero y poder
permite desentenderse de las tareas domésticas y de cuidado. De esta manera se evidencia un
trasvase de desigualdades desde quiénes tienen capacidad económica hacia las “otras” que
precisan entradas económicas y se encuentran en situaciones más desfavorecidas (Tronto
1994), para ganar tiempo con el fin de invertirlo en otros aspectos de la vida. Así las cosas,
como afirma Vega (2009, 37), “desplazarse por el campo social implica que alguien tiene que
quedarse quieta” y por ende la redistribución del cuidado se debe concebir como una cuestión
de justicia redistributiva.
Con respecto a esto me parece interesante incluir en esta reflexión teórica, aunque de manera
muy breve, el debate sobre la ética del cuidado (Gilligan 1982) y su contraposición a la ética de
la justicia (Kohlberg 1963). Por un lado, se habla de “ética de cuidado” para sacar a debate
público la valoración de estas labores, no tanto en cualidad de actividades físicas sino,
poniendo el énfasis en la disposición ética basada en la responsabilidad y atención a las
necesidades de los demás, partiendo del presupuesto que las personas en las sociedades
vivimos sumergidas en una red de relaciones y donde los juicios se forman tomando en
consideración el contexto. Por el otro lado, se habla de “ética de la justicia y de la moral” para
defender los juicios imparciales, el universalismo y el punto de vista objetivo, trascendente y no
encarnado, donde las personas se conciben como unidades separadas, independientes y no
imbricadas en las relaciones sociales.
Sheila Benhabib (1992) interpreta la relación entre estas dos éticas de manera complementaria
más que antagónica. Partiendo de la afirmación de que la filosofía moral moderna y, en
concreto, las teorías universalistas de la justicia, han acentuado el valor de las personas en
cuanto personas con moral a costa del olvido y de la represión de nuestra vulnerabilidad y
63
dependencia como seres corporales, ella critica la concepción del yo autónomo y apuesta por
el reconocimiento de un yo encarnado.
La interpretación que hace la autora de la teoría de Carol Gilligan es que ésta no rechaza al
universalismo en su totalidad, sino más bien intenta hacer una contribución al desarrollo de
una comprensión de la vida moral más sensible al contexto. Ella defiende la idea de que
aunque en temas de cuidado se trate de relaciones interpersonales, la moral juega un papel
importante. Argumenta que las cuestiones relacionadas con las necesidades de cuidado
demandan una valoración a la vez universalista y situada para evitar que una moral basada solo
en el cuidado tienda a considerar moralmente justo todo lo que beneficia a mi grupo, siendo
injustos en relación a quien no pertenece a mi grupo, o una moral basada en el universalismo y
que no tenga en cuenta de la diversidad de las situaciones.
Parafraseando a Sheila Benhabib, cabe poner de manifiesto que no sólo vivimos en el “tejido
de los asuntos humanos", por decirlo en las palabras de Hannah Arendt, o en redes de
“cuidado y dependencia”, por hacerlo con las de Carol Gilligan, cuando somos niñas/os, sino
que también vivimos así durante toda la vida, como seres concretos y corporales que tienen
necesidades, emociones y deseos, y que son vulnerables o potencialmente vulnerables
(Benhabib 1992).
Habermans ha reconocido las observaciones de Carol Gilligan hechas a través del concepto de
ética del cuidado y afirma que el feminismo ha logrado dar un giro significativo en el seno de
las teorías pasando desde un universalismo legaliforme y sustitutorio hacia un universalismo
interactivo. De esta manera se obliga a cuestionar el ideal del yo autónomo y a evidenciar la
necesidad de escuchar a la voz de los/as otros excluidos (Benhabib 1992).
A partir de aquí, se evidencia la necesidad de abordar el cuidado desde una visión más
socializada y global. Tanto Bubeck (1995) como Tronto (1994) entienden la ética del cuidado
como una base sobre la cual fundar los derechos de ciudadanía, considerando los cuidados
como una necesidad y como un derecho (Vega Solís 2009). Por su parte, Nancy Fraser (1997)
nos plantea que el carácter doméstico de los cuidados es la base para su exclusión de los
derechos ciudadanos, ya que al limitar las responsabilidades casi exclusivamente a la esfera
privada, se define como un problema privado y se torna muy dificultoso el convertir este tema
en un objeto de derecho real.
En este sentido resulta interesante el concepto ‘social care’ para evidenciar la
pluridimensionalidad de los cuidados, y en especial su carácter social, y que se puede utilizar
para hacer referencias al “conjunto de las actividades y las relaciones que intervienen en la
satisfacción de las necesidades físicas y emocionales de las personas adultas dependientes y de
las niñas y niños, y los marcos normativos, económicos y sociales en los que se asignan y
desarrollan” (Daly and Lewis 2011, 231). Entre las varias dimensiones merece la pena destacar
tres:
•
Los cuidados como trabajo: Esta dimensión hace reflexionar por una parte, sobre el
concepto de trabajo, en general y en particular en el trabajo doméstico y de cuidados,
y por la otra, sobre las condiciones en que éste se está desarrollando. De esta manera
64
se hace indispensable un análisis de las instituciones o entidades que se encargan de
realizarlo y del papel del estado del bienestar en todo este asunto.
•
Los cuidados dentro de un marco normativo de obligación y responsabilidad: esta
dimensión introduce la complejidad del marco normativo. Resulta inadecuado
considerar únicamente los aspectos laborales de los cuidados ya que la mayor parte de
ellos se desarrollan como parte de las responsabilidades sociales y familiares. Por eso
es deseable hacer un análisis de las normas sociales existentes y de los discursos que
las legitiman para proponer cambios con el fin de mejorar la distribución de las
responsabilidades de cuidado.
•
Los cuidados y los costes que comporta su realización: en esta dimensión se evidencian
los costes causados por la realización de las labores de cuidado a nivel físico, financiero
y emocional, atravesando las esferas de lo público y de lo privado. A este respecto el
reparto de los costes en cuestión entre las personas individuales, las familias y la
sociedad resulta indispensable para la mejora de la organización social (Daly and Lewis
2011, 230–231).
Lo novedoso de este concepto es querer englobar a la vez la perspectiva macro y micro,
evidenciando las interacciones entre lo privado y lo público, lo formal y lo informal, lo
remunerado y no remunerado, las prestaciones en forma monetaria y en forma de servicios,
para analizar de manera más profunda de qué manera se organiza el cuidado y qué
consecuencias tiene para las personas a nivel personal y más íntimo (Daly and Lewis 2011).
Evers y Svetlik (1993) para tratar de entender la manera en la cual se enfrentan las necesidades
de cuidado y atención a las personas, llegan a la conclusión de que los servicios de cuidados
son una economía mixta, y que son diferentes las esferas que intervienen para su satisfacción.
En la actual organización social los pilares para la satisfacción de estas necesidades son: el
Estado, el mercado, la familia y el sector del voluntariado.
Como dice Marcela Lagarde (2003), actualmente, habría que maternizar a la sociedad y
desmaternizar a las mujeres, para que se equilibre un poco el reparto de las tareas de cuidado
entre estos cuatro pilares, ya que el peso recae mayormente en las familias y en el mercado,
mientras que la implicación del Estado queda marginal e insuficiente. En el caso del Estado
español, Constanza Tobío (2013) explica que las familias estás sustituyendo el rol del Estado en
el contexto actual, determinando así un nuevo papel de la familia, dónde se pasa desde un
protagonismo femenino en el seno de la familia nuclear, hacia las redes familiares, dónde
especialmente abuelas y abuelos asumen una parte clave en el cuidado de los menores. Este
fenómeno se explica entendiendo que es el resultado de un proceso incompleto de la
modernización y la normalización de la actividad laboral remunerada femenina no ha sido
acompañada por la ampliación de las políticas sociales del Estado. Dentro de este panorama, se
hace patente la situación de las mujeres que ahora tienen entre 50 y 65 años, llamadas la
generación sándwich, que se encuentran constreñidas entre el empleo y los cuidados de nietos
y/o mayores y que se podrían denominar como “las malabaristas de la vida” (Dones i Treballs
2003; Vega Solís 2009).
Lo interesante del concepto social care, y la manera en la que me parece significativo
65
relacionarlo al caso concreto que estamos analizando, es que nos lleva a legitimar los cuidados
como un derecho de la ciudadanía, como el derecho a la vida en primera persona (Lagarde
2003). Como afirma Gómez Urrutia, el trabajo de cuidados ha sido históricamente excluido de
los debates sobre la justicia y la ciudadanía, y ahora ha llegado el momento de empezar a
concebirlo dentro de los deberes y derechos de la ciudadanía, como “parte de los deberes de
las y los ciudadanos hacia la comunidad política, pero también como un derecho que se
garantice a quienes están en situación de vulnerabilidad” (Gómez Urrutia, 2010, 713). De la
misma manera que se reconoce el derecho al cuidado y el derecho a cuidar, hay que
contemplar el derecho a no cuidar (Tobío 2013), para que estas labores no tengan la
característica de obligatoriedad, sino más bien de corresponsabilidad, justicia y deseabilidad.
Como argumentan Aintzane Saitua y Maru Sarasola (1993) citado en (Esteban 2003), “solo es
posible una posición ética cuando se reconocen los deseos, sentimientos y pasiones contrarios
y contradictorios que habitan en una misma y se elige entre ellos, asumiendo la
responsabilidad tanto para el bien como para el mal. Cualquier acto ético implica
necesariamente libertad de opción en cada situación o circunstancia concreta en la que se
plantea. Sin embargo la ética tradicional femenina del cuidado no se basa en una opción
realizada por cada mujer, sino que se trata de una imposición basada en la virtud femenina por
excelencia, la abnegación, que se da por supuesta y es obligatoria” (Saitua and Sarasola 1993,
29)
Cuando las necesidades de las personas no se asumen socialmente, equivale a desentenderse
de las obligaciones con los ascendientes, descendientes y los/as co-ciudadanos/as, situación
que pondría a dura prueba la supervivencia de la especie. Al contrario, como afirma Glenn
(2000, 84) “una sociedad que diera todo su valor al care no sería solamente una sociedad más
agradable y más amable sino, sobre todo una sociedad más justa e igualitaria” (Paperman
2011).
Con respecto a esto, puede ser explicativo el ejemplo del contexto en el que nos encontramos,
donde la actual crisis sistémica y multidimensional es la culminación del proceso que ha llevado
a la separación entre la actividad mercantil -lo público- y el espacio de la casa -lo doméstico. La
actual crisis de los cuidados pone de relieve que para salir de ésta es deseable unir y relacionar
estos dos espacios, el público y el doméstico (Gálvez and Torres 2010).
2.2.5
Identidades, emociones y subjetividades en los cuidados
En este apartado me voy a centrar en la parte más subjetiva, emocional e identitaria del
trabajo doméstico y de cuidados.
Como anteriormente he explicado, el trabajo doméstico y de cuidados se realiza, por una parte,
a través de actividades físicas y, por la otra, a través de relaciones emocionales e
interpersonales. En éste se espera que las personas que cuidan proporcionen amor, dedicación
y esfuerzo y que más allá de encargarse de los demás se preocupen por ellos (Abel and Nelson
1990).
Comenzando por la dimensión más identitaria, es inevitable hablar de los rasgos característicos
de las identidades socialmente determinadas como femeninas. Entre la inmensa bibliografía
66
sobre este tema, desde los estudios de género y feministas, creo que el texto de María Jesús.
Izquierdo (2003) describe de manera asertiva de qué manera las identidades masculinas y
femeninas se relacionan con las actividades de cuidado de las personas; desde aquí parte mi
reflexión.
Se entiende que la división sexual del trabajo no es simplemente un modo de organizar la
producción, sino que también es un modo de socialización y de interiorización de algunos
valores. Por ejemplo, el rol en el que deberían encajar las personas de sexo femenino es
orientado hacia el cuidado, el reconocimiento de la conexión con los demás y la disposición de
satisfacer las necesidades ajenas, donde la imagen del “otro/a” es clave para su realización.
Como explica la autora este “otro”, además de ser el objeto de la preocupación, “es el
instrumento de realización y de confirmación de la valía de la mujer” (Izquierdo 2003, 123).
Mientras que, el rol en el que los hombres deberían encajar se basa en la consecución de
objetivos predefinidos, eliminar obstáculos para conseguirlos, ser responsable de la provisión y
protección de los más débiles. Es un rol que favorece juicios universalistas y separados del
contexto para encontrar soluciones a problemas, dejando de lado la medición de los impactos.
Obviamente estas dos tipologías de roles no son excluyentes y tanto hombres como mujeres
pueden tener todas estas características pero en diferentes grados.
La división sexual del trabajo se basa en la complementariedad de dos roles, el de ‘ama de
casa’ dedicado al cuidado y el de ‘gana pan’ dedicado a la provisión económica. Mientras que la
identidad de la primera se plasma en la producción de un valor para el disfrute de los otros, y
es contextual y concreto, la identidad del segundo se basa en la acción de trabajar y solo
secundariamente en el producto de su trabajo; la identidad se orienta hacia la consecución de
objetivos prestando poca atención a las valoraciones de los demás (Izquierdo 2003). No
conocerá quién consumirá el fruto de su esfuerzo. Por el contrario, en el primer caso hay una
relación muy personal y directa entre quien brinda y quien disfruta de los cuidados.
Si hablamos de rasgos característicos del rol de cuidador/a, dentro de la división sexual del
trabajo, no podemos evitar hablar de la “ética del cuidado”. Como he expresado
anteriormente, este concepto sirve para hablar de la propensión a interesarnos por el bienestar
de las personas que nos rodean, siendo conscientes de que somos parte de una red y de que
somos interdependientes. Carol Gilligan (1982) abre el debate poniendo de manifiesto que el
desarrollo moral de las mujeres es diferente al de los hombres, pero no por eso menos valioso.
Por una parte, intenta que “los asuntos de mujeres” entren en el debate público y se les tome
en consideración reconociendo su valor, no solo relacional, sino moral y de justicia, pero por
otra parte, el concepto de “ética del cuidado” recibe numerosas críticas, entre las cuales el
hecho de que acaba homogeneizando a las mujeres (Artiaga Leiras 2009; Torns 2007). Algunas
feministas a partir de ello cuestionan ¿Es la voz de las mujeres una voz realmente ‘diferente’?
¿Puede concebirse una ‘voz de la mujer’ independientemente de las diferencias de raza y de
clase y puede esa voz abstraerse del contexto socio-histórico? ¿Cuál es el origen de la
diferencia del razonamiento moral entre hombres y mujeres que Gilligan ha encontrado?
¿Repiten esos análisis, que muestran la tendencia de las mujeres a razonar desde el punto de
vista del «cuidado y la responsabilidad», simplemente los estereotipos establecidos a propósito
de la femineidad? (Benhabib 1992)
67
Efectivamente, no se puede hablar de homogeneidad dentro del grupo de las mujeres, como
tampoco se puede hablar de homogeneidad con respecto a las tareas de cuidados. Como
argumenta María Jesús Izquierdo, cada persona tiene una manera diferente de hacer las cosas,
hay gente más rápida o lenta, más perfeccionista o chapucera, más creativa o repetitiva, y
también de parte de quien recibe los cuidados hay diferentes maneras de disfrutarlos y
reconocerlos, hay personas que aprecian la atención recibida mientras que otras la interpretan
como una intromisión (Izquierdo 2003).
Además, cada mujer vive de manera particular las tareas de cuidado y la tensión relacionada a
éstas entre el deseo de cuidar y el deseo de desarrollarse social y económicamente, el tiempo
para el cuidado y el tiempo para el autocuidado. Con respecto a este aspecto Laura Balbo
(1978) habla de la “doble presencia” ejemplificando la tensión y la doble carga de trabajo que
viven las mujeres que tienen un empleo de jornada completa, que a la vez están pendiente de
lo que los otros miembros de la familia necesitan y que cuando vuelven a casa realizan trabajo
doméstico y de cuidado. Además esta doble presencia podría explicarse también como ‘doble
negación’, considerando que las mujeres cuando están en el espacio laboral remunerado se
esfuerzan en aparecer libres de responsabilidades domésticas y familiares, para no ser vistas
como menos eficientes y disponibles, por el contrario, cuando están en casa, realizan las tareas
de cuidado como si no tuvieran una extensa jornada laboral a las espaldas. O como ‘doble
presencia/ausencia’ (Izquierdo 1998) donde las mujeres que viven esta doble carga de trabajo
se ven limitadas en participar en otros espacios. Así las cosas, Luz Gabriela Arango (2010) habla
del síndrome de las “supermujeres”, el nuevo ideal femenino imposible de alcanzar y muy
dañino a nivel personal, físico, emocional y mental para quien lo intenta
En el caso en que, además, el empleo sea en el sector de los cuidados el estar pendiente de los
otros se convierte en la base del día a día. Pero, como argumenta Dolors Comas (1995) a partir
de los trabajos de la antropóloga Margaret Mead se pone en discusión la determinación
biológica de la decisión del trabajo, y poniendo de relieve la importancia del contexto cultural
en el que las personas desarrollan sus vidas. Por poner un ejemplo, a veces el trabajo
doméstico y de cuidado puede ser una elección, pero muchas mujeres pobres y sin muchos
recursos han realizado históricamente este trabajo por falta de acceso a otros sectores y a la
educación superior.
Además, en la actualidad podemos hacer un análisis más global y más interseccional
evidenciando que a la hora de asignar o elegir el trabajo doméstico y de cuidados, no
solamente el género influye, sino que también el origen, la clase, la sexualidad y la etnia.
Algunos grupos de personas son socialmente destinados a “servir” mientras que otros son
considerados dignos de ser servidos (Arango, 2010).
Con respecto a las identidades de las personas cuidadoras Hilary Graham (1983), a principios
de la década de los 80, fue de referencia para el pensamiento feminista planteando la cuestión
del trabajo de cuidado como un trabajo de amor, haciendo hincapié en su parte identitaria y
emocional. En un primer momento la autora cree que la adscripción al género resulta
fundamental en este sector. Para ella no se trata simplemente de que la mayoría de cuidadoras
sean mujeres sino, más profundamente de que los cuidados forman parte de la identidad
personal socialmente construida de las mujeres (Thomas 2011). Pero con el pasar del tiempo, y
68
tras críticas procedente de los feminismos de los márgenes y black feminist, reformula el punto
de partida de su concepto de cuidados proponiendo que la clase y la raza se consideren igual
de importantes que el género.
Además Roy Parker (1981) argumenta que “puede ser cuidadora cualquier persona que se
ocupe de atender a personas dependientes, independientemente de su género o de sus
vínculos personales con la persona que recibe los cuidados, aunque observa que existe una
división sexual del trabajo de cuidados y que la mayoría son mujeres”(Thomas, 2011, 154). Y
con respecto a esto Sara Arber y Nigel Gilbrt (1989) reprochan a la investigación feminista no
haber tenido en cuenta el número significativo de hombres que prestan cuidados informales.
Aunque no son cuantitativamente muy numerosos, es interesante tenerlos en cuenta y ver las
diferencias entre mujeres y hombres en el desarrollo de estas labores.
Si hablamos de los trabajos de cuidado, me parece pertinente hablar del concepto de “trabajo
emocional”, utilizado por Ariel Hochschild (1979), que hace referencia a todos esos trabajos en
los que se requiere el manejo de los propios sentimiento y emociones y donde se ofrece apoyo
emocional a otras personas, poniendo como ejemplo el papel de la sonrisa convertida en una
herramienta de trabajo. Especialmente en el trabajo doméstico y de cuidados de personas se
necesitan tener conocimientos y herramientas para enfrentar situaciones críticas a nivel
emocional, tanto con niños/as como con personas mayores. De no ser así, los cuidados pueden
generar relaciones interpersonales enfermas y nocivas.
Esta autora, de manera pionera en los noventa, define el cuidado como “el vínculo emocional,
generalmente mutuo, entre el que brinda cuidados y el que los recibe; un vínculo por el cual el
que brinda cuidados se siente responsable del bienestar del otro y hace un esfuerzo mental,
emocional y físico para poder cumplir con esa responsabilidad. Por lo tanto, cuidar a una
persona es hacerse cargo de ella” (Hochschild 1979). Este vínculo es interactivo y bidireccional
y por eso el papel de persona cuidadora y cuidada no son siempre papeles nítidamente
divididos y excluyentes.
Así las cosas, el cuidado implica actos pequeños y sutiles, conscientes o inconscientes en los
que intervienen sentimientos, acciones, conocimientos, tiempo y, como he explicado
anteriormente, este trabajo es muy diverso ya que cada persona tiene su manera de
entenderlo. En éste entra en juego, por una parte, la manera en que la persona cuidadora
realiza estas labores, por otra parte, la manera en que viene percibido el cuidado brindado y,
por último, existe un tercer factor muy importante que es la relación que se establece entre las
dos personas, la que brinda y la que disfruta de los cuidados. Esta relación en principio debería
ser de amor y compromiso, pero también se puede experimentar hostilidad, rechazo,
resentimiento (Izquierdo 2003). La realización y disfrute de las tareas de cuidados pueden ser
una arma de doble filo pudiendo generar sentimientos de gratitud y resentimiento,
generosidad y olvido, deuda y lealtad, autocomplacencia y altruismo, “en definitiva, poder y
explotación” (Vega Solís, 2009, 97).
A primera vista, se podría pensar que las relaciones negativas pueden surgir con más
frecuencia en relaciones remuneradas de cuidados, pero Hazel Qureshi (1990) llega a
cuestionar la contraposición entre los mundos de los cuidados formales e informales
69
argumentando que también las relaciones familiares de cuidado pueden ser deficientes de
amor y de afecto o incluso pueden ser abusivas. Además, la incorporación del cuidado
remunerado cruzado con las lógicas de clase y de raza lleva a replantear el concepto de cuidado
como trabajo y amor, pero sobre estas cuestiones hablaré más en profundidad más adelante.
Teniendo en consideración la parte emocional de este trabajo, para analizar las situaciones y
comportamientos de las trabajadoras domésticas y de cuidados es indispensable considerarlas
como “sujetos sensibles” más que como sujetos racionales, teniendo en cuenta que los seres
humanos en general toman decisiones no meramente racionales sino que también de manera
emocional.
En relación a las emociones que fluyen en las tareas de cuidados Carol Thomas cree interesante
hacer la división en tres dimensiones: 1. El estado emocional o afectivo experimentado
privadamente por la persona que realiza el trabajo de cuidados, 2. El input emocional de la
persona cuidadora expresado públicamente en la relación de los cuidados y 3. El estado
emocional o afectivo experimentado privadamente por la persona que recibe los cuidados
(Thomas 2011).
Si se habla de emociones es fácil hacer la relación con los afectos, pero como argumenta
Encarnación Gutiérrez-Rodríguez (2010) no es lo mismo hablar de trabajo emocional y trabajo
afectivo. La autora explica que las emociones se perciben con respecto a las intenciones de los
sujetos de ser atentos y empáticos con los otros y todas las acciones están direccionadas al
bienestar de alguien, mientras que los afectos son menos racionales y cognitivos que estos. Los
afectos nacen de la interacción de los cuerpos en un determinado entorno donde venimos
afectados y afectamos a los que nos rodean y, muchas veces, a través de éstos toman forma
nuestras acciones que no siempre se revelan racionales y bien orientadas.
En este sentido cabe mencionar que la transmisión de afectos entre la parte empleada y la
parte empleadora se desarrolla en un terreno ambivalente y así lo describe Encarnación
Gutiérrez-Rodríguez (2013, 130): “mientras que las trabajadoras domésticas se ven obligadas a
infundir en el hogar privado energías afectivas positivas, las tareas y las dinámicas alrededor del
trabajo doméstico les recuerdan constantemente su posición subordinada”.
De acuerdo con lo dicho hasta ahora, el trabajo doméstico y de cuidados, con palabras de
Bridget Anderson (2000) no es simplemente otro trabajo remunerado 17 porque, por un lado, la
parte emocional es muy fuerte y, por otro, el ser pagado/a por hacer trabajo doméstico
conlleva estar en un espacio muy intimo dónde la parte empleadora puede ejercer poder y
superioridad especialmente si las personas empleadas son inmigrantes, reavivando así, en
algunos casos, relaciones coloniales dentro de los hogares (Salazar, Jiménez, and Wanderley
2010)
Además este trabajo doméstico conlleva costes indirectos, pero también costes bien directos
como los riesgos relacionados con la salud física y mental. Cuidar a una persona enferma, con
diversidad funcional y/o anciana implica maniobras para levantarla, acomodarla y apoyarla
17
En el idioma original: domestic labour is not just another paid job
70
para caminar o sentarse. En mayor o menor grado, según el caso, todo esto está acompañado
por la sensación de estrés y ansiedad, puesto que se pueden presentar situaciones
desesperantes en las que la persona que recibe el cuidado no reconoce la necesidad de ser
cuidada, y por eso rechaza la ayuda que se le pretende brindar, o incluso ya no reconoce a
quien la cuida.
Repitiendo lo dicho anteriormente, la interpretación de estas labores es muy diversa y depende
de muchos factores. Las relaciones laborales y personales en este sector representan un
abanico muy amplio de situaciones que van desde condiciones basadas en el respeto, en el
reconocimiento y la solidaridad, hasta situaciones basadas en el maltrato, el rechazo y la
hostilidad. Esto crea en los discursos de las y los trabajadores interpretaciones ambivalentes
sobre el trabajo.
La teoría social de la ambivalencia no hace referencia a las características personales de los
individuos sino que “se ocupa de los procesos mediante los cuales las estructuras sociales
generan las circunstancias en las que la ambivalencia queda incorporada a estatus y grupos de
estatus determinados junto con los cometidos sociales que van unidos a ellos” (Merton, 1980,
20) .
Robert Merton habla de diferentes tipos de ambivalencias, algunas de ellas tienen la base en el
contexto estructural y otras en los múltiples tipos de funciones asignadas a un estatus. En
concreto habla también de la ambivalencia experimentada por personas que han vivido en dos
o más sociedades diferentes, que desarrollan sus vidas en grupos de valores y culturales
diferentes y/o que han experimentado movilidad social. Este caso viene ejemplificado por las
personas migrantes entre los que se combinan ambivalencias causadas por el conflicto cultural
y por el conflicto dentro de un grupo de estatus. Desde la sociología el tipo de ambivalencia
que más se ha estudiado es el relacionado a las profesiones y a los varios estatus que puede
experimentar una misma persona dentro de su profesión.
Creo que la ambivalencia como aspecto frecuente dentro en el marco de las subjetividades y
como herramienta analítica en este estudio va a ser significativa, ya que, desde mi punto de
vista, la población de análisis vive experiencias y sentimientos ambivalentes en diferentes
niveles. Por ejemplo, la exclusión-inclusión como ciudadanos/ciudadanas; vienen incluidas/os y
aceptadas/os para que trabajen pero no para que disfruten de sus derechos como personas.
Muchas personas viven entre la legalidad y la ilegalidad administrativa, reciben mensajes
ambivalentes con respecto al género y al concepto de igualdad. Últimamente las mujeres
inmigrantes están en el foco de muchas investigaciones, de varias políticas públicas e
intervenciones institucionales, desde las cuales se las incita a emanciparse y a dejar de lado sus
culturas patriarcales. Pero ellas se encuentran con que la realidad de las sociedades receptoras
no es del todo emancipadora; pueden incorporarse exclusivamente a trabajos feminizados, no
se les reconocen sus capacidades intelectuales y sus títulos de estudio.
Además, las personas trabajadoras de hogar viven la ambivalencia propia de sus trabajos. Es
frecuente que las familias vascas, y occidentales en general, no pudiendo cuidar de las
personas dependientes, quieran comprar cuidados y cariño a través de la contratación de
personas para tapar el hueco de la reproducción familiar y social. Una reflexión muy frecuente,
71
por parte de estas trabajadoras, es que ellas/os son tratadas/os como familia cuando hay que
hacer horas extras o proporcionar cuidados extras, pero son tratadas como personas extrañas o
simple contratadas, cuando se trata de pagas y de derechos laborales.
La idea de tratar a la empleada doméstica como ‘parte de la familia’ puede llegar a ser una
estrategia de la parte empleadora para aumentar el poder de negociación y, de esta manera,
poder ahorrar en salarios y condiciones laborales (Anderson, 2000). Además, en algunos casos,
puede que los ceses de las relaciones laborales no se realizen de la mejor manera. Por ejemplo,
cuando el fin del contrato laboral ocurre por causa de muerte de la persona cuidada, a menudo
no se reconoce la magnitud e intensidad del trabajo que supone brindar apoyo físico y
emocional en los últimos momentos de la vida de esas personas.
En muchos casos tanto la empleada como la empleadora son mujeres 18 y en este sentido es
interesante observar cómo las estructuras patriarcales y las desigualdades de género se viven
de manera diferente porqué intersecadas por variables de clase y origen, entre otras. En
algunos estudios hechos por Débora Gorban (2012) se analizan las relaciones que se crean
entre estas mujeres, y salen a la luz sentimientos contradictorios. Por poner unos ejemplos, en
relación al cuidado de niños/as, pueden surgir sentimientos de celo, de parte de la empleadora
hacia la empleada, puesto que las criaturas pasan más tiempo con ellas que con las madres y
por eso puede que demuestren más cariño a las empleadas que a sus propias madres. Otro
ejemplo interesante me parece la manera en la que la parte contratante, en algunos casos,
percibe la empleada de hogar como un ‘mal necesario’. En este sentido la autora evidencia la
relación de poder y dependencia que se construye entre ambas partes “poder porque se
origina en la desigualdad socioeconómica existente entre una mujer que para buscar su
subsistencia ofrece servicios de cuidado y limpieza en los hogares de otras mujeres que, para
trabajar, requieren de la presencia de ellas, para delegarles tareas y responsabilidades
concernientes a la reproducción de sus hogares” (Gorban 2012, 37).
Finalmente, a través de este apartado dedicado a las teorías y debates en torno al trabajo
doméstico y de cuidados se quiere explicar la importancia de este tipo de labores en el seno de
la organización social poniendo de manifiesto su multidimensionalidad. De esta manera se
construye la base teórica de este estudio para analizar de manera integral el papel que
desempeñan las y los trabajadores de hogar en las sociedades occidentales contemporáneas.
2.3 El género, la clase y el origen en la relación entre las migraciones y el trabajo
doméstico y de cuidados.
Las vivencias cotidianas y experiencias de vida de las personas vienen marcadas por numerosos
factores, tanto personales como relativos a los contextos en los cuales se desarrollan. Por
motivos operativos decido abordar las experiencias de las personas que trabajan en el sector
doméstico y de los cuidados teniendo en cuenta solo algunas de las variables que entran en
juego para hacer más viable el análisis.
18
En este sentido merece la pena matizar que en la actualidad no son solamente las mujeres que contratan servicios
domésticos, de hecho, hay muchos señores ancianos y hombres (a veces en calidad de sobrinos, hijos, parientes)
que se encuentran en la necesidad de contratar personal para el cuidado de personas, a causa de la insostenible
organización social y la poca presencia de las instituciones públicas en estos asuntos.
72
Consciente de que existen numerosas dimensiones y características a tener en cuenta, elijo el
género, la clase y el origen porque entiendo que son las que actúan con mayor peso en el
fenómeno estudiado. Así las cosas, es importante precisar que a nivel analítico éstas pueden
ser consideradas tres dimensiones independientes mientras que en las vivencias de las
personas se encuentran intrínsecamente unidas, en sus cuerpos y representaciones. Como
explican Kum-Kum Bhavnani y Margaret Coulson (2004) estas tres variables se estructuran
mutuamente combinándose y retroalimentándose entre sí.
El objetivo de este apartado es hacer una aproximación a la manera en la que, en este mundo
globalizado y regido por lógicas capitalistas y patriarcales (Federici 2012), se entrecruzan las
desigualdades de género, de clase y de origen, en concreto en situaciones relacionadas con los
flujos migratorios y con los trabajos domésticos y de cuidado.
Hilary Graham (1991) en su estudio sobre el servicio doméstico, y gracias a las críticas
formuladas por investigadoras negras y antirracistas, llega a la conclusión de que no se puede
comprender este tipo de trabajo sin remitirse a las divisiones sociales construidas en torno a la
etnicidad y la clase, además del género. Partiendo de esta idea, critica los estudios feministas
sobre el tema por haber brindado escasa atención a las formas en que las divisiones de clase,
étnicas y de origen repercuten sobre los patrones de los cuidados en el seno de los hogares.
El significado que tiene el trabajo doméstico y de cuidados en la vida cotidiana y para el
bienestar de las personas depende de quién hace estas labores y bajo qué condiciones. El
porqué se emplea a otras personas, a quién se emplea, bajo qué requisitos se elije a la persona
empleada, y de qué manera se desarrolla el trabajo, entre otros, condiciona las experiencias de
vida tanto de quien realiza las labores como de quien las contrata y/o recibe.
A este respecto a esto Bridget Anderson (2000) argumenta que el trabajo doméstico es uno de
los mecanismos a través del cual se reproducen las desigualdades. El sentido y los significados
socialmente asociadas a los diferentes trabajos -lo que es apropiado o no según el género, la
clase y el origen- juegan un rol importante en las vivencias de las personas ya que, en las
sociedades capitalistas, es a través del trabajo que las identidades se crean, se reproducen, se
confirman y se reafirman.
La necesidad de externalizar el trabajo reproductivo indica que el coste de su realización es
extremadamente alto ya que, como hemos explicado anteriormente, es un trabajo físico,
mental y emocional en el que se debe invertir tiempo, dedicación y un volumen importante de
energías, y que a menudo requiere una disposición completa. En el contexto estudiado, esta
necesidad se conjuga con la llegada de mujeres migrantes que, en algunos casos, estando
separadas de sus familias están dispuestas a convertirse en “parte de la familia” en los hogares
que las contratan a cambio de una retribución, brindando así su disponibilidad total que, en
casos extremos, puede llegar a ser de veinticuatro horas al día, siete días a la semana y a
cambio de una escasa remuneración. De esta manera, externalizando el trabajo reproductivo
de manera informal y a precios bajos, se facilita a las y los ciudadanos su participación en la
sociedad y la reproducción de su estatus social, dejando a sus espaldas las figuras invisibilizadas
de estas trabajadoras, para que se ocupen de las tareas domésticas, y que a menudo no tienen
acceso a los derechos de ciudadanía (Anderson, 2000).
73
Contextualizando la realidad estudiada dentro del ‘sistema mundo moderno/colonial’ 19
(Grosfoguel 2011a; Gutiérrez Rodríguez 2010; Mignolo and Schiwy 2003; Quijano 2000) en el
que nos encontramos, los conceptos ‘mujeres migrantes’, ‘hombres migrantes’ y ‘trabajo
doméstico y de cuidados’ no solo reflejan una construcción discursiva de la realidad a través de
conceptos, sino que también encierran significados y esconden el lado encarnado de la realidad
social, que se desarrolla a través de los procesos vitales de estas personas.
En este contexto no se puede olvidar que, aunque el sistema institucional colonial haya
desaparecido formalmente, las herencias de este permanecen en las sociedades. Como
argumenta Encarnación Gutiérrez-Rodríguez (2010), retomando el pensamiento de Enrique
Dussel (1995) en relación al idea del ‘otro’ y de la ‘exterioridad’ representada por las colonias
americanas, evidencia que ahora ese ‘otro/a’ se encuentra y se sitúa dentro del territorio del
‘nosotros’, del ‘interior’. El ‘otro/a’ está en las sociedades hegemónicas y hasta incluso, si se
habla del trabajo doméstico, las ‘otras/os’ se encuentran en los espacios más íntimos de las
sociedades, en el espacio privados de los hogares.
Inspirada por las reflexiones de Kum Kum Bhavnani y Margaret Coulson (2004) me intereso por
las vivencias de las personas migradas que trabajan en el sector doméstico para intentar
entender de qué manera en este sistema basado en un capitalismo global, patriarcal y
colonial20, o como dicen las autoras ‘racialmente estructurado’, las variables de origen, género
y clase se estructuran mutuamente; de qué manera estas variables se
combinan/intersecan/retroalimentan entre sí; y cómo el origen, y lo que éste comporta en el
país de destino y en el sector del trabajo de hogar, afecta en la experiencia de género.
2.3.1
La nueva división internacional del trabajo de cuidados: reproduciendo
desigualdades
Puesto que mi intención es ver de qué manera se entrecruza el fenómeno migratorio con la
necesidad de las labores domésticas y de cuidados, teniendo en cuenta las dimensiones antes
citadas, me parece significativo comenzar recordando el cambio que se ha producido en la
movilidad de las poblaciones a lo largo del mundo en los últimos años. En la década de los años
sesenta y setenta los flujos migratorios están protagonizados por trabajadores/as que
alimentaban la producción industrial, mientras que actualmente son trabajadoras/es que se
incorporan masivamente en el mercado laboral de servicios, especialmente servicios de
proximidad y de cuidados (Herrera 2013).
Este cambio cualitativo en los flujos migratorios, como afirma Saskia Sassen (2002), se debe a
las transformaciones dentro del sistema social y económico mundial. Por una parte, si se hace
19
El sistema mundo capitalista/patriarcal, moderno/colonial descrito por R. Grosfoguel (Montes Montoya and Busso
2008), hace referencia al sistema de organización mundial iniciado con la expansión colonial europea en 1942 a
través del cual se justifica la dominación y explotación colonial mediante un discurso racial acerca de la inferioridad
del pueblo conquistado y la superioridad del conquistador y continuado por el sistema neocolonial hasta la
actualidad.
20
Como explica L. Suárez Navaz, entre otras, “Aunque el sistema político de ‘Imperios Coloniales’ en sentido estricto
quedó felizmente en el pasado, sus secuelas están presentes en las nuevas formas de imperialismo económico y
político liderado por capitalistas neoliberales en todos los rincones del mundo” (Suárez-Navaz and Castillo 2008, 24)
74
referencia al contexto actual de los países de destino de las migraciones, es inevitable no hablar
de la ‘crisis de cuidados’ (Carrasquer, 2013; Pérez Orozco, 2006) y, por la otra, con respecto a
los países de origen de los flujos migratorios hay que mencionar la ‘crisis de la reproducción
social’ (Herrera 2007; Quiroga 2009)
El concepto de ‘crisis de los cuidados’ (Benería, 2011; Carrasquer, 2013; Ezquerra, 2011) nace
para poner de manifiesto el funcionamiento deficiente del sistema de organización social y nos
lleva a replantear la validez del modelo de sociedad de los países occidentalizados, organizado
según lógicas patriarcales y capitalistas.
Como evidencia Mariarosa Dalla Costa (2006; Dalla Costa, James, and Movimento di lotta
femminile di Padova 1972), en los años sesenta y setenta, el trabajo doméstico, llamado con
matiz político ‘trabajo reproductivo’, se convierte en el núcleo de las luchas feministas. Desde
este momento se comienza a expandir poco a poco la idea y el consenso de que este tipo de
trabajo resulta ser clave en la determinación de la situación de inferioridad social de las
mujeres frente a los hombres y, por ende, algunos grupos de mujeres para reducir estas
desigualdades comienzan a evitar, cuando y como pueden, la realización de estas labores.
Es a partir de este momento que se inicia a percibir que la oferta de servicios domésticos, de
asistencia y de proximidad no es suficiente para satisfacer la demanda de cuidados diarios del
total de la población, justamente porque hay numerosas mujeres que se están negando,
voluntaria o involuntariamente, a realizar estas labores de manera gratuita y sin la
corresponsabilidad del Estado y de los hombres. Cabe señalar que el Estado a través de las
instituciones públicas, no está cubriendo estas exigencias, dejando así un vacío en el proceso
de reproducción social. El sector público no asume la satisfacción de las necesidades de
cuidados como un derecho de la ciudadanía y, de esta manera, se evidencia el funcionamiento
deficitario del sistema.
Haciendo hincapié en los cambios demográficos, sociales, económicos, familiares, políticos y de
género en las sociedades llamadas desarrolladas durante las últimas décadas, y su relación con
la organización y provisión de cuidados, surge la necesidad de cambiar y transformar algunos
engranajes dentro de la organización de la producción y reproducción social constituida hasta
este momento.
He identificado tres principales cambios a los que la bibliografía experta hace referencia. En
primer lugar hay que destacar la inversión de la pirámide demográfica en estas sociedades,
donde ‘la revolución reproductiva` (MacInnes and Pérez Díaz, 2008) conlleva una baja natalidad
y el alargamiento de la esperanza de vida, que evidencia un incremento de las necesidades de
cuidados (Bettio et al., 2006). En segundo lugar, en la actualidad estamos experimentando
variaciones importantes en las concepciones, las prácticas y la calidad de los cuidados,
relacionadas con los cambios en las formas familiares y de los roles, expectativas e identidades
de género (Tobío, 2012). Por último, estamos frente a una reducción significativa de la
cobertura del Estado de Bienestar para los servicios sociales y de cuidados, justificados con las
políticas neoliberales, la crisis económica y los programas de ajuste (Gálvez and Torres, 2010).
Sin embargo, hay algunos matices importantes con respecto al primer planteamiento donde se
75
afirma que el incremento de la tasa de envejecimiento, determinado por la bajada natalidad y
el alargamiento de la esperanza de vida, por si solo no determina un aumento de las
necesidades de cuidados. Desde esta perspectiva se puede afirmar que hay un aumento de las
necesidades de cuidados en relación a las personas mayores, pero esto no significa que haya un
aumento global de las tareas de cuidado, puesto que se excluyen del análisis los cuidados a las
criaturas que se ven disminuidas a causa del descenso de la natalidad.
Teniendo en cuenta la actual individualización de la crianza y la consiguiente práctica de la
maternidad intensiva, que responde al modelo actual de maternidad, la magnitud de cuidados
sería aún mayor con una tasa de envejecimiento menor, determinado por un aumento del
índice de natalidad aun cuando se mantenga la esperanza de vida (Hays 1998; Imaz 2010). Creo
útil precisar este aspecto para subrayar que la tasa de envejecimiento tiene algunos límites a la
hora de valorar el aumento de la carga global de cuidados.
En el marco de una economía mundial post-industrial, se evidencia un aumento de la demanda
de asistencia a personas dependientes, especialmente personas mayores así como trabajos
domésticos de los países ricos o “ciudades globales” (Sassen 2001) y se constata cómo este
aumento de la demanda ha afectado de manera visible los flujos migratorios de personas a lo
largo y a lo ancho de un mundo cada vez más globalizado (Anderson, 2000; Ehrenreich &
Hochschild, 2004; Hondagneu-Sotelo, 2001; Parella, 2000; Parreñas, 2001; Sassen, 2003)
Esta situación llamada de ‘crisis de cuidados’ se ha resuelto en gran medida con la importación
de trabajadoras procedentes de los territorios pobres del resto del mundo para paliar el vacío
en la organización de la reproducción. En sociedades patriarcales regidas por un capitalismo
tardío, cada vez más mujeres se enfrentan a dos opciones: o pagar los servicios de otras
mujeres más desfavorecidas, o afrontar la doble/triple jornada. Un salario mayor no garantiza
una distribución del trabajo doméstico más igualitaria entre los géneros, pero sí permite la
posibilidad de pagar los servicios de otra mujer (Parreñas 2001).
Maurizio Ambrosini y Luca Queirolo (2007) hablan de la llegada de estas mujeres a los hogares
en términos de una reestructuración del modelo del Estado de Bienestar, asegurando el
mantenimiento de la institución familiar, dentro de un modelo cada vez más insostenible,
sustituyendo el trabajo doméstico no pagado realizado por las mujeres de la familia con el
trabajo escasamente remunerado realizado por las mujeres con necesidades económicas.
Evidentemente el concepto 'crisis de cuidados' visibiliza públicamente el déficit y las
dificultades de provisión de cuidados y, a nivel sociológico y económico, ayuda a analizar la
organización social del trabajo de cuidados arrojando luz sobre los problemas políticos que
acarrea, las disfunciones percibidas y sufridas tanto por quienes realizan como por quienes
reciben cuidado (Paperman, 2011). Sin embargo, como argumenta Beatriz Gimeno (2012), si se
habla de crisis, se puede dar a entender que antes (de la crisis) había una situación de
equilibrio y equidad, donde los cuidados y el trabajo doméstico eran repartidos de manera
igualitaria y no daban pie a ningún tipo de problema, cosa que es no cierta.
De manera simultánea a estos procesos, se va delineando la ‘nueva división internacional del
trabajo’ que es el fruto de una serie de transformaciones que se inician desde la mitad de la
76
década de los años setenta a través de la reestructuración internacional de la producción de
bienes de consumo con el objetivo de reubicar las plantas industriales especialmente textiles y
electrónicas en los países en ‘vía de desarrollo’ (Nash & Fernández-Kelly, 1983; Sassen, 1998). A
partir de estos procesos, los mecanismos relacionados con la globalización causan una
importante crisis en el marco de la reproducción social para las poblaciones de África, Asia y
Latinoamérica, y sobre esta base se establece la ‘nueva división internacional del trabajo’, capaz
de aprovecharse del trabajo de las mujeres y hombres de estas regiones en beneficio de la
reproducción de la mano de obra barata ‘metropolitana’ (Federici 2012) .
Este fenómeno viene presentado como el gran promotor de la interconectividad y equidad a
nivel global, para brindar a los países del sur global, y en especial a sus mujeres, más
autonomía e igualdad en las relaciones interpersonales y el derrumbe de las jerarquías. Sin
embargo, se ha visto que este sistema no ha funcionado y que la introducción de las zonas de
libre comercio no han desarrollado el tejido industrial de estos países, ni han tenido un efecto
positivo en sus niveles de empleo, ni un aumento de la calidad de vida a través de salarios
dignos, ni para los hombres ni para las mujeres (Lim 1983; Sassen 2003).
Lo ocurrido ha sido un expolio de recursos y un mecanismo de subdesarrollo que ha conllevado
formas ocultas de esclavitud (Federici 2012; Lim 1983; McAfee 1991), y ha determinado lo que
se puede llamar ‘crisis de la reproducción’ en los países de origen de las migraciones 21.
Como explica Mariarosa Dalla Costa (2006, 68), “los años ochenta representaron en el mundo
una ‘década crucial’ para la reproducción, sobre la cual, a través del mecanismo de la deuda
internacional y de las correspondientes políticas de ajuste estructural, se había llevado a cabo
una auténtica ‘operación de subdesarrollo’ dirigida a crear en el planeta una pobreza sin
precedentes como prerrequisito para el despegue de la nueva fase de acumulación. En efecto,
la globalización neoliberal que despegaría plenamente en la década de los noventa, necesitaba
de pobreza para que el trabajo rebajase en todo el mundo sus expectativas y para que se
aceptase cualquier condición y la precariedad como requisito del neoliberalismo de cara a que
las empresas pudiesen moverse y competir más ágilmente en cualquier lugar”. Con ello se
entiende que la pobreza y precariedad extendida por los diferentes territorios del mundo
resultan ser el caldo de cultivo ideal para la nueva e internacional división del trabajo
reproductivo.
Para muchas de las personas de los países del sur global las diferencias de salarios en todo el
mundo ofrecen un poderoso incentivo para la movilidad internacional. Tener acceso a una
diversidad de empleos e incluso a una variedad de economías nacionales, por ejemplo, dentro
del espacio de la comunidad europea a través de las tarjetas de residencia y de trabajo y,
sucesivamente, a una nacionalidad europea, puede ser un seguro contra las inestabilidades que
la propia globalización genera, especialmente desde el punto de vista de los países
empobrecidos (Hochschild 2001).
En este contexto, me parece importante subrayar que en vez de pensar las mujeres y hombres
21
Para saber más sobre las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), causa de la
crisis de la reproducción social en los países denominados del ‘Tercer Mundo’ mirar Elmar Altvater (1987) y Dharam
Ghai (1991).
77
migrantes como víctimas, podríamos, por el contrario, entender que emprenden el viaje
migratorio para no ser víctimas de los efectos del capitalismo globalizado en las sociedades en
desarrollo y, a menudo, para asegurar un futuro económicamente y socialmente más favorable
para sus familias.
Además, es significativo reconocer que uno de los efectos más importantes de la globalización
resulta ser la “feminización de la pobreza” (García-Mina and Carrasco 2004; Sassen 2003). En
relación a esto, se evidencia que el sistema económico global actual ha empujado a estas
mujeres pobres a emprender la migración para poder enfrentar los costes y riesgos
relacionados con la reproducción social en sus países, o simplemente para buscar formas de
vidas diferentes o mejores oportunidades. En este contexto, estas mujeres pobres deben
enfrentar las legislaciones de los Estados-nación que, según sus orígenes, limitan y obstaculizan
sus movimientos, posibilidades de trabajo y sus aspiraciones de vida.
Finalmente, se entiende que el mito de la industrialización de los países periféricos del sistema
global ha resultado ser una mentira puesto que, como argumenta Silvia Federici (2012), entre
1980 y 1990 la transferencia de capitales del ‘Primer’ al ‘Tercer Mundo’ se ha visto superada
por el traspaso de capital y trabajo del ‘Tercer’ al ‘Primer Mundo’.
En este contexto el ‘Tercer Mundo’, los países empobrecidos, se convierten de esta manera en
una “inmensa empresa de mano de obra barata” (Federici 2012, 116) y no parece casual que la
salida de la misma venga regulada por un sistema de control, de regulación y de exclusión, para
que se garantice que las y los migrantes cuando lleguen a los países de destino se vean
doblemente devaluados por ser ‘inmigrantes’, por ser trabajadores/as indocumentados y, en
relación a la migración femenina, también por ser mujer (Federici, 2012; Parella, 2003). Con
respecto a este aspecto Encarnación Gutiérrez-Rodríguez (2010) pone el acento sobre la
paradoja que supone que mientras en Europa aumenta la demanda de empleadas/os
domésticas, las posibilidades de entrada y establecimiento para personas que no tienen
pasaporte europeo estén drásticamente restringidas.
Esta paradoja lleva a que mujeres y hombres, que proceden de países empobrecidos y no
comunitarios y que intentan vivir en Europa, necesitan pasar por una etapa en la que van a
estar en el país trabajando de manera irregular, sin la documentación necesaria para estar
administrativamente en regla. Esta es una condición a menudo necesaria, pero no suficiente,
para poder acceder a procedimientos que les van a permitir tener permisos de residencia y de
trabajo por arraigo 22.
Así se puede afirmar que la teoría migratoria del mercado dual (Piore 1979) puede ser útil,
pero no del todo explicativa para analizar el contexto y para entender de qué manera el
contexto internacional y las legislaciones estatales estimulan la inserción de las personas
migrantes en mercados de trabajos más precarios e infravalorados.
En relación con esto, cabe mencionar la perspectiva de la ‘colonialidad del trabajo’ (Quijano
2000) relacionándola al trabajo doméstico, donde según las palabras de Encarnación Gutiérrez22
Se explicarán de manera más detallada las diferentes formas de conseguir los permisos de residencia y de trabajo
en apartados siguientes
78
Rodríguez “la colonialidad del trabajo nos informa de la división racial jerárquica del mercado
laboral que arrastra el legado de un sistema colonial, en el que se defendían, a través de
diferencias fenotípicas, conceptos raciales, que denotan superioridad o inferioridad. La
población afro descendiente esclavizada y la población subyugada indígena representaban en
la pirámide social el último escalón. Las jerarquías raciales introducidas en tiempos coloniales
significaban la deshumanización de parte de la población” (Gutiérrez Rodríguez 2013, 129)
De esta manera, lejos del estereotipo de la inmigración como una “invasión”, la llegada de
trabajadoras extranjeras a los países desarrollados es deseada y promovida por los distintos
actores sociales para solucionar el vacío de la reproducción social, retroalimentando en destino
el sistema de estratificación de clase y de género (Anderson & Ruhs, 2010; Oso, 1998)
Sonia Parella nos hace reflexionar sobre el hecho de que finalmente la división internacional
del trabajo supone, sin lugar a dudas, “un trasvase de desigualdades de clase y etnia desde las
mujeres autóctonas con cualificación, que se incorporan al mercado de trabajo y no pueden
seguir atendiendo al volumen total de cargas reproductivas, hacia las mujeres de origen
inmigrante, que precisan ingresos económicos y, muchas veces, se ven obligadas a dejar a sus
familias y sus países de origen y a desatender sus propias cargas reproductivas” (Parella, 2003,
p. 243).
Cabe advertir que con esta reflexión no se pretende culpar a las mujeres occidentales, ya que
ellas también se encuentran encerradas en un modelo de sociedad sexista sino el fin es más
bien reclamar la corresponsabilidad de los hombres y de los Estados frente a las necesidades
de reproducción de la sociedad. Las mujeres en el ‘Primer Mundo’ están atrapadas en un
modelo profesional masculino que ha demostrado ser resistente al cambio. La mayor parte de
las carreras profesionales se basan en un modelo parecido: ejercer una labor profesional,
competir con otros, obtener reconocimiento por lo que se hace, crearse una reputación, hacer
todo ello mientras se es joven, acaparar un tiempo que escasea y reducir al mínimo la vida
familiar, para lo que hay que encontrar a otra persona que se ocupe de ella (Hochschild 2001).
Como se ha argumentado hasta ahora, las realidades de destino y de origen vienen conectadas
a través de los cuerpos y experiencias de las personas migrantes y, en la actualidad, las labores
de cuidado, la reproducción de la familia y de los seres humanos juegan un papel importante
en la determinación de causas y efectos de los flujos migratorios conllevando, en ocasiones, la
acentuación de las desigualdades de género y desigualdades globales (Escrivá 2004,
Zimmerman, Litt et al. 2006). Por este motivo, en los últimos años se ha intensificado dentro y
fuera de la academia el debate sobre la reproducción social y la internacionalización de los
trabajos de cuidados y de los servicios de proximidad, (Pérez Orozco 2006).
2.3.2
Perspectiva transnacional como herramienta analítica.
En el contexto que acabo de explicar la perspectiva transnacional brinda un punto de vista
interesante, dando la posibilidad de entender los efectos de la globalización y de las actuales
migraciones sobre las labores domésticas y de cuidados y sobre las relaciones personales y
afectivas desde una perspectiva más amplia y multidimensional.
Como hemos mencionado anteriormente, ésta es una herramienta teórico-metodológica que
79
nos permite ver lo que ocurre a nivel global, poniendo el foco de atención simultáneamente en
los países de origen y de destino de las migraciones a través de las relaciones que los propios
individuos migrantes mantienen con ambos contextos. Esta perspectiva pone en el centro las
complejas relaciones, actividades y dinámicas que se crean entre el “allí” y el “aquí”, haciendo
hincapié en las consecuencias que la movilidad de personas tiene tanto en las sociedades de
origen como de destino (Portes, Guarnizo et al. 1999, Levitt, DeWind et al. 2003, Portes 2005,
Blanco 2007).
Se entiende que las migraciones transnacionales no pueden ser consideradas como eventos
estáticos y homogéneos en su duración y desarrollo, sino que más bien hay que entenderlas
como procesos que determinan practicas transnacionales ad hoc para las diferentes situaciones
personales, familiares y/o sociales; fluyendo, formándose y transformándose según las
necesidades de los contextos con el fin de superar y responder a situaciones riesgo y de crisis
(Levitt and Glick Schiller 2007).
En sus inicios, el análisis de estas relaciones y actividades transnacionales ha puesto la atención
principalmente en cuestiones de tipo económico (Blanco, 1993; Carpio, 1999; Izquierdo
Escribano, 1992; Portes and Borocz, 1989), dejando de lado los factores de género que influyen
en ellas y, por ende, las situaciones relacionadas con la organización del cuidado, las labores
domésticas, los afectos, y todo lo que no se mide a través de números y dinero y que
históricamente se han constituido como tareas de mujeres.
Con el pasar de los años y gracias a investigaciones hechas con una sensibilidad de género más
profunda y acentuada que trabajos anteriores (Anderson, 2000; Ehrenreich and Hochschild,
2004; Hondagneu-Sotelo and Avila, 1997; Hondagneu-Sotelo, 2001; Parreñas, 2001; 2002), se
abre la mirada hacia lógicas que habían actuado hasta ese momento pero que no habían sido
explicitadas. Como remarca Pierrette Hondagneu-Sotelo (2001), no se puede concebir la
globalización y las migraciones transnacionales sin la figura de las/os trabajadoras domésticas
migrantes, especialmente si nos fijamos en los flujos migratorios que se relacionan a las
sociedades post-industriales.
Así las cosas, la inclusión de la perspectiva de género llega a evidenciar la influencia de, por una
parte, la crisis de cuidados en los países ‘ricos’ y, por la otra, la crisis de reproducción en los
países ‘pobres’ en la movilidad de personas, en la división internacional del trabajo y en las
nuevas relaciones personales, afectivas y familiares que se crean en un mundo globalizado. A
partir de esta idea, desde diferentes investigaciones se habla del fenómeno de la
transnacionalización de los cuidados (Herrera 2011; Molano Mijangos, Robert, and García
Domínguez 2012; Zimmerman, Litt, and Bose 2006) y, dentro de ésta, la metáfora de las
‘cadenas globales de cuidado’ ha tenido un papel muy importante.
La primera en utilizar este concepto es Ariel Hochschild que expresa la idea de ‘las cadenas
mundiales de afecto y asistencia’ para indicar “una serie de vínculos personales entre gentes de
todo el mundo, basadas en una labor remunerada o no remunerada de asistencia” (Hochschild
2001, 188). El trabajo de esta autora, acompañado por las investigaciones de Rachel Parreñas
(2001), de Pierrette Hondagneu-Sotelo y Ernestine Ávila (1997), solo por citar algún ejemplo,
evidencia las consecuencias diversas y multidimensionales que tienen los flujos migratorios en
80
un mundo globalizado sobre las relaciones personales y familiares, donde cada cadena expresa
una ecología humana invisible de la asistencia, indica la manera en la cual se hace un trasvase
de responsabilidades de cuidados y además muestra que cuanto más se desciende en la
cadena, menor es el valor otorgado al trabajo y poco a poco se convierte en no remunerado
(Yeates 2005)
La creación de estas ‘cadenas de cuidados’, que se encargan de cubrir los desajustes de este
sistema desequilibrado de reproducción social, conlleva la formación de familias
transnacionales, familias cuyos miembros se encuentran repartidos por diversas partes del
mundo, pero en contacto constante. Cuando son las mujeres las que migran solas,
especialmente si tienen prole, las sociedades tienden a culpabilizarlas por ser malas madres al
dejar a sus hijos e hijas al cuidado de otras personas, sin tener en cuenta la motivación de su
migración y los sentimientos de estas mujeres y de las personas que se quedan en origen. En
muchos casos no es fácil abandonar sus hogares, como madres, como hijas, como hermanas
y/o como esposas pero, al mismo tiempo, ellas encarnan y viven la presión que genera la
necesidad de las remesas para mantener o mejorar las condiciones de sus hogares. Por otra
parte, también los países de origen se benefician de esas remesas para cubrir las
responsabilidades que debería satisfacer el Estado. Como señala Amaia Pérez Orozco (2002),
en estos casos la necesidad constante de dinero para cubrir las exigencias de alimentación,
educación, asistencia sanitaria, etc. empuja a las personas a sacrificar parte importante de sus
vidas y esta situación conlleva la mercantiliza de numerosos aspectos de la vida y pone el
dinero por encima de cualquier cosa, estimulando en mayor medida un individualismo feroz.
En sus inicios, el concepto de ‘cadena global de cuidados’ se basa en un tipo específico de
migración, la femenina, y en un solo tipo de cuidado, el de madres migrantes que cuidan a
criaturas en el país de destino mientras el cuidado de sus propios hijos e hijas es ejercido por
una tercera persona en el país de origen que, a su vez, ha dejado a sus criaturas en manos de
otras personas. A nivel teórico, y en el marco de los estudios feministas, ha sido una categoría
muy importante, pero a nivel empírico ha demostrado tener algunos límites considerando que
las relaciones personales y familiares creadas por las actuales migraciones son muy diversas y
complejas y no todas encajan dentro de la categoría de cadena global de cuidado.
El gran acierto de este concepto es el de conectar lo global y lo personal a través de las
relaciones que se establecen y esta conexión se puede analizar desde diferentes perspectivas.
Fiona William (2010a) pone el foco en algunas cuestiones entre las cuales me parece
significativo destacar: (1) las lógicas de explotación, (2) de agencia, (3) la complexidad de las
relaciones de poder y de dependencia, (4) la diversidad y (5) los factores institucionales y
regionales.
Con respecto a la primera, numerosas investigaciones (Anderson, 2000; Ehrenreich &
Hochschild, 2004; Gutiérrez Rodríguez, 2010; Lutz, 2002; Parreñas, 2001) evidencian que son
frecuentes las relaciones laborales atravesadas por dinámicas de explotación, especialmente si
las personas dependen de esa relación laboral para regular su situación en el país. Las
situaciones se acentúan cuando entran en juego prejuicios y mecanismos neocoloniales
aumentando el rasgo servil de estas labores (Caixeta et al. 2004; Vega Solís and Gutiérrez
Rodríguez 2014)
81
Con respecto a la segunda, resulta interesante evidenciar la agencia de estas personas. El acto
en sí de emigrar y enfrentar contextos personales y laborales nuevos indica una gran fuerza de
voluntad y determinación, especialmente cuando dejan personas dependientes en origen. En
estos casos las personas se ven obligadas a crear continuamente diferentes maneras de
mantenerse en contacto y brindar afecto y apoyo incondicional a esas personas. Además,
frente a un panorama legal y social restrictivo, muchas se plantean el trabajo de hoagr como
una etapa pasajera previa a trabajos más cualificados y más afines a sus niveles de preparación
o como un periodo de sacrificio para ahorrar dinero y regresar lo antes posible al país de
origen.
Con respecto al tercer punto, que hace referencia a la complejidad de las relaciones de poder y
dependencia, cabe mencionar la ambigüedad de los vínculos que se crean entre las personas.
Existen múltiples y complejas relaciones de dependencia que vienen determinadas por el
contexto, por ejemplo las personas migrantes en este sector laboral dependen del contrato que
la familia les hace como trabajadoras de hogar, pero a la vez el hogar depende de su trabajo,
aunque no sea valorado, para su reproducción y para que los miembros activos de la familia
trabajen en el mercado laboral formal con la tranquilidad de que hay alguien haciendo las
labores de casa. De igual manera, a menudo, en el proceso migratorio y en el marco de las
relaciones laborales en el sector doméstico, las personas viven experiencias que pueden ser
atravesadas a la vez por situaciones de explotación, donde se es víctima de relaciones de poder,
y/o por experiencias de empoderamiento, donde se rompen los límites impuestos por la
sociedad logrando los objetivos prefijados. Este punto se relaciona con el siguiente que
evidencia la diversidad de las situaciones. Las actuales trabajadoras de hogar provienen de
diferentes y muy variados países con formas de vida, motivaciones, caracteres y aspiraciones
muy diferentes y esto da pie a una inmensa variedad de situaciones difíciles de catalogar con
un solo concepto y/o metáfora.
Y por último, la cuestión relacionada con las especificidades de los contextos sociales y legales
de origen y de destino, donde los factores institucionales y políticos resultan fundamentales a
la hora de determinar las vivencias y los procesos de migración y de asentamiento en la nueva
sociedad.
A partir de lo dicho hasta ahora, a través del concepto de cadenas globales de cuidado, se hace
hincapié en que muchas de las mujeres migrantes dejan sus familias en los países de origen y
de esta manera estos hogares tienen que reorganizar la gestión de los cuidados para
compensar la ausencia de una persona, y si es mujer el hueco dentro de la reproducción diaria
de ese hogar será en teoría más grande. A partir de esto, la Ariel Hochscild (2003) afirma que
existe una “ganancia de cuidados” (care gain) por parte de los países del Primer Mundo
implicando una fuga de cuidados (care drain) 23 en los países de origen de las migraciones.
Así las cosas es interesante preguntarse, ¿qué riquezas se están repartiendo de forma desigual?
Sin duda el dinero, los recursos y el poder, pero también la asistencia y el afecto, considerando
las intuiciones de Engels, que ya desde hace casi dos siglos, reconoce la importancia de la
plusvalía que se gana a través del trabajo gratuito de las amas de casa dentro de los hogares
23
Este concepto surge de manera paralela al brain drain, fuga de cerebros.
82
para el sistema capitalista (Engels, 1884/1968). Si vemos este mismo concepto en el contexto
actual deducimos que son las mujeres y hombres migrantes, especialmente las primeras, las
que brindan esa plusvalía, liberando en parte a las mujeres autóctonas de la obligación de
realizar ese trabajo de manera gratuita. Pero hay que mencionar que, ahora en tiempo de
crisis, es posible que se esté produciendo un cambio de pautas donde se inicia una ‘rehogarización de esos trabajos que en época de bonanza económica habían sido externalizados.
Parafraseando Ariel Hochschild ¿acaso los países del Primer mundo están importando amor y
cariño como importan cobre, zinc oro y otros minerales en el pasado? En estas cadenas
globales, ¿el tiempo que se le dedica a la persona en el primer mundo se le está robando a la
persona en el lugar de origen?, ¿es esta la plusvalía del afecto?
De esta manera, a través de la apropiación por parte de los países ricos de mano de obra
procedente de otras partes del mundo para realizar trabajos domésticos y de cuidado, se
acentúan las desigualdades entre los países centrales y periféricos en este sistema social y
económico global. En este caso, los Estados y las familias de los países del Primer Mundo son
los ‘ganadores’ en esta compra-venta de trabajo doméstico y de cuidado ya que éste conlleva,
en términos más económicos, un superávit no pagado de valor emocional, “emotional surplus
value” (Gutiérrez Rodríguez 2010; Lutz and Palenga-Möllenbeck 2012). Helma Lutz y Ewa
Palenga-Möllenbeck (2012) afirman que finalmente son las criaturas y personas mayores
dependientes que se quedan en los países de origen las que están pagando el precio a nivel
social y emocional de esta internacionalización de los servicios domésticos y de cuidado.
Haciendo referencia a esta fuga de cuidados y este surplus emocional, aparece el concepto de
‘expolio de afectos’, utilizado a partir del concepto más antiguo expolio de materias primas o
de mano de obra industrial. Amaia Pérez Orozco (2009) utiliza el término de expolio para
referirse a lo que está ocurriendo con las relaciones afectivas, pero en este caso nos invita a
utilizarlo con precaución ya que se podrían ocultar dinámicas importantes y se podrían
acentuar estereotipos de género y culturales. Como primera precaución hay que tener en
cuenta que aunque no se puedan desarrollar los tipos de cuidados tradicionales, en algunos
casos se reinventa la manera de brindar cuidados y demostrar cercanía desde la distancia,
además cabe recordar que los cuidados no son exclusivamente relaciones de amor, sino que a
veces pueden ser relaciones violentas, dañinas y puede ser un error sobreidealizarlas. Por
último, la autora argumenta que insistir en el expolio de cuidados y afectividad refuerza el
discurso patriarcal y familista de que la migración de las mujeres produce un empeoramiento
de la calidad de los cuidados, esencializando la capacidad de cuidar de las mujeres más que
contextualizando de manera critica las diferentes situaciones.
Finalmente, la relación entre los flujos migratorios y la reorganización de los cuidados en
origen y en destino, está produciendo, y a su vez está retroalimentando, un contexto que Mary
Zimmerman, Jacquelyn Litt y Christine Bose (2006) llaman de ‘múltiples crisis de cuidados’,
donde se entrecruzan las relaciones de género, los cuidados y la globalización. Por un lado,
aunque las condiciones son muy diferentes, tanto en los países de origen de la migración como
en los de destino existen demandas y necesidades de cuidados que se han convertido en
difíciles de satisfacer. Además la mercantilización de los cuidados, está generando nichos
laborales caracterizados por la precariedad y la explotación laboral. Asimismo, las posibilidades,
83
servicios, herramientas y prácticas en la reproducción social se ven influidas por la lógica
neoliberal y la consecuente reorganización del Estado del Bienestar. Y por último, las autoras
detectan la creación de sistemas de estratificación global basados en la etnia, la clase, el
género y la edad como consecuencia de la globalización de los trabajos de cuidados.
Fiona Williams (2010a; 2011a) intentando ir más allá de los conceptos de cadenas globales de
cuidado y del care drain, invita a hablar de ‘economía política transnacional del cuidado’
(transnational political economy of care) para englobar los diferentes, pero a la vez simultáneos
procesos.
Así quiere enfatizar que la (1) transnacionalización de los trabajos domésticos y de cuidado no
incluye solamente los trabajos realizados en los hogares sino también los trabajos cualificados
en otras esferas más formales como los trabajos profesionales de la salud y/o de educación
relacionado al cuidado en su forma más amplia. En este sentido, hace referencia también a las
(2) dinámicas transnacionales de los compromisos de cuidados donde las personas que emigran
dejan familiares que necesitan ser cuidados desde la distancia (Baldock 2000; Herrera 2013;
Parreñas 2001). Además quiere hacer hincapié en el (3) movimiento transnacional de capital de
cuidado, que se realiza estimulado por la aceleración en la externalización de estas labores y
que ha dado pie a que empresas privadas manejen el fructífero negocio del mercado privado
de la salud y de los servicios de cuidados. Y por último, evidencia la (4) influencia transnacional
de los discursos y las políticas de cuidado, un ejemplo de ello es la influencia que tienen las
políticas públicas sobre cuidados, que invierten dinero público en dar ayudas económicas en
cambio que destinarlo a la creación y/o transformación de estructuras públicas, sobre los flujos
transnacionales de personas.
Por otro lado la ‘economía política transnacional del cuidado’ hace referencia también a la
actividad transnacional de los movimientos sociales, ONGs y otras organizaciones locales que
han sido claves en actividades políticas y legales en defensa de los derechos de las y los
trabajadores de hogar.
La visibilización de la situación y de los problemas de estas trabajadoras/es pone sobre la mesa
temas delicados para nuestras sociedades y que llevan a replantear el funcionamiento de
nuestras sociedades. Las pésimas condiciones de trabajo en este sector están determinadas no
solamente por (1) el marco legal de extranjería (trabajadoras/es sin papeles y sin derechos,
procesos de regularización a través de contratos laborales, etc) sino que también por las (2)
desigualdades de género que experimentan las mujeres dentro de las sociedad, tanto de origen
como de destino, que tienen que hacer frente en solitario a la carga de trabajo de cuidado
dentro de las familias, con poca implicación de los hombres y de las instituciones públicas, y
por el (3) actual sistema económico y laboral, donde las condiciones laborales no tienen en
cuenta necesidades de cuidado de la población haciendo la conciliación casi imposible y donde
la perspectiva económica se niega a abordar el tema de la reproducción social.
De esta manera se hace evidente que las estrategias globales para la erradicación de las
desigualdades mundiales deben pasan por mejorar y transformar las políticas de migración, de
conciliación, de igualdad laboral y de género, entre otras, tanto en los países de destino como
de origen de las migraciones.
84
2.3.3
Antigua relación entre la servidumbre y el empleo de hogar: viejas prácticas,
nuevos contextos
Cuando analizamos detenidamente las relaciones laborales que se crean en el sector del
trabajo doméstico y de cuidado surgen algunas cuestiones: ¿se está pagando a una persona
solo por su trabajo físico o también se le pide que haga trabajo emocional?, si realmente se
está pidiendo a la empleada que utilice sus habilidades emocionales de cuidado en el trabajo
¿se
están
empleando
mayormente
a
personas
que
se
supone
que
“biológicamente”/”culturalmente” son más adecuadas y predispuestas para cuidar o se les pide
que tengan una formación? Además, si realmente se está pagando a cambio de realizar trabajo
físico y psicológico, ¿la remuneración es proporcional al trabajo?
En el trabajo doméstico y de cuidado la parte física, psicológica y emocional se interrelacionan
continuamente, sin poder delimitar dónde empieza una y donde termina la otra. Por este
motivo en este sector se tiende a contratar a personas que se supone tienen el don de utilizar
sus cualidades afectivas mientras desarrollan trabajo físico y por eso la mayor parte de estos
trabajos es desarrollado por mujeres que, siguiendo la idea socialmente extendida, son las más
aptas para desarrollar trabajos relacionados con la parte relacional, afectiva y de gestión de la
casa. De hecho, actualmente a nivel global, dentro del grupo de mujeres, las inmigrantes son
las que realizan con más frecuencia este tipo de trabajo y esto se puede explicar teniendo en
cuenta varios factores.
Por una parte, las mujeres inmigrantes son vistas como más disponibles que las autóctonas
para trabajos ‘de larga duración’, donde se requiere disponibilidad casi total, porque a menudo
llegan al país solas y, por otra parte, los estereotipos racistas y neocoloniales relacionados a sus
países de origen también juegan un papel muy importante.
Numerosos estudios argumentan que en la elección de la trabajadora doméstica influye la idea
preconcebida que se tiene sobre las diferentes culturas y países de origen. Las mujeres
procedentes de América Latina en el Reino Unido son vistas como muy cariñosas y muy
disponibles (Williams and Gavanas 2008), en EE UU se eligen porque se cree que son más
sumisas, más sumisas que las “blancas”, más trabajadoras y más fiables (Hondagneu-Sotelo
2001), mientras que en España se consideran lentas a la hora de desarrollar las tareas, pero a la
vez muy respetuosas y delicadas, ideales para los cuidados a personas mayores (Lister et al.
2007). En general las filipinas son las preferidas para cuidar en Europa, y entre las peor
valoradas se encuentras las africanas, que en Francia son consideradas ‘sucias’ y las
marroquíes, que en España son vistas como poco fiables (Lister et al. 2007; Narula 1999).
Por otro lado, para realizar este trabajo la mayor parte de las veces no se requiere formación
específica. Además aunque son labores muy importantes y que en muchos casos requieren
mucho esfuerzo tanto físico como mental no están adecuadamente remuneradas. A este punto,
considerando que es un trabajo feminizado se podría pensar que es mayormente por
cuestiones de género que la remuneración y las condiciones de trabajo son pésimas, pero la
inserción de los hombres inmigrantes en este sector no llega a cambiar esta pauta. Dicho esto
se evidencia que en este sector también la variable de origen juega un rol importante y que se
cruza con las desigualdades de género. Aun cuando son hombres quienes realizan este trabajo,
85
el estatus de inmigrantes y la normativa de extranjería los debilitan en la negociación.
Los prejuicios relacionados con el género y la procedencia de las personas forman jerarquías
atravesadas por las historias coloniales, antagonismos religiosos e incomprensiones culturales
en las sociedades actuales y en el sector del empleo de hogar. Como argumenta Pierrette
Hondagneu-Sotelo (2001), es significativo señalar que el actual ‘ejercito’ de trabajadoras de
hogar proviene de países muy diversos y de situaciones extremadamente diferentes, pero el
rasgo común es que todas ellas forman la figura de las nuevas trabajadoras domesticas y de
cuidados del siglo XXI, que llegan a los países ricos para hacer el ‘trabajo sucio’, necesario pero
muy poco valorado socialmente (Anderson 2000). Esta nueva figura en el tablero internacional
es genéricamente y étnicamente determinada, por eso me pregunto, ¿es este fenómeno social
la continuación del colonialismo patriarcal?
Anthony Richmond (1994 citado en Hondagneu-Sotelo, 2001) habla de esta situación como de
un nuevo “global apartheid”, donde las diferencias de género, de origen y étnicas sí son
importantes, pero evidencian el hecho de que éstas se desarrollan sobre la base de las
desigualdades de las naciones.
Con respecto a esto Pierrette Hondagneu-Sotelo (2001) nos recuerda que los países de origen
como los de destino vienen caracterizados por su pasado colonial. Las herencias de este pasado
colonial traen hasta el día de hoy significados relacionados a los diferentes trabajos. Los
maestros, los que mandan, los que tienen trabajos muy valorados pertenecen a la población
‘blanca’, ‘pura’ y superior, mientras que las sirvientas y domésticas pertenecen a grupos
étnicamente y socialmente marcados como inferiores. Esta idea sigue vigente y sigue siendo
una motivación todavía utilizada para justificar las explotaciones en las relaciones laborales, en
la privacidad de los hogares, en el espacio público a nivel estatal y en la dimensión macro a
nivel global.
Y es aquí donde las dimensiones macro y meso, regidas por las legislaciones tanto globales
como estatales, se encuentran con la parte micro de las representaciones y los prejuicios que
se encarnan en las vivencias de las personas migrantes. Y es precisamente este aspecto el que
me interesa; entender de qué manera la dimensión macro, meso y micro se encuentran dentro
del espacio privado de los hogares, donde la ‘generizada’ y ‘racializada’ división internacional
del trabajo en el sistema moderno/colonial toma forma en las experiencias de vida de las
personas. A estas cuestiones haré referencia a través del análisis de las entrevistas.
Con estas premisas creo oportuno recuperar la relación que se establece entre el trabajo de
hogar y el concepto de servidumbre 24 que proviene del régimen colonial, teniendo en cuenta
que existen muchas similitudes entre las relaciones que se crean en el periodo colonial y las
que se crean en la actualidad en el sector de los trabajos domésticos y de cuidados,
especialmente si son personas migrantes las que los realizan (Caixeta et al. 2004; Vega Solís and
Gutiérrez Rodríguez 2014)
Andrea Aguirre y Cristina Vega (2013) argumentan que la tradición del servicio doméstico tiene
24
El trabajo o ejercicio propio del siervo o esclavo, a la vez que indica propiamente el estado o la condición de
siervo.
86
sus raíces en la realidad colonial y que actualmente, en el marco de la transnacionalización de
las tareas de cuidado, estas labores se están tiñendo de rasgos neo-coloniales manteniendo
viva la simbología del pasado. Si bien antes de las colonizaciones y en las ‘madres patrias’ ya
existía el trabajo en hogar hecho por personas ajenas a la familia, que eran en su mayoría
mujeres y hombres de clases bajas y pobres, con el periodo colonial se le suma el matiz de la
inferioridad de la ‘raza’ o etnia.
Hoy en día, aunque las instituciones coloniales han sido erradicadas, en este sector quedan
algunas formas laborales en las que las representaciones de la servidumbre están todavía muy
presentes, determinando un servilismo neocolonial.
Si se fija la atención en lo que ocurre a partir del siglo XVI en el ‘Nuevo Mundo’ 25, se entiende
que las formas de servilismo en el trabajo doméstico, en el marco de la consolidación del orden
colonial, tienen características parecidas a las relaciones laborales actuales en el sector del
empleo de hogar en el marco del sistema mundial actual.
Como explica Andrea Aguirre (2013), en aquellos tiempos, en cada expedición de conquista se
produce una repartición de la población indígena. La conquista no se realiza solamente a través
de la posesión de un nuevo territorio, sino que también se explicita a través del sometimiento y
la repartición de la población indígena para obtener productos materiales y servicios
personales.
Parte de esta población sometida, en concreto la utilizada para brindar servicios personales, se
incorpora a la vida y a las labores que tienen lugar en las grandes casas coloniales, donde viven
las familias llegadas desde la ‘madre patria 26’. Eran justamente las casas señoriales, y la esfera
de lo doméstico, el lugar estratégico desde el que se impone la jerarquía colonial y el poder
patriarcal de manera directa. Según Luis Miguel Glave (1992) estas casas representan el núcleo
de los primeros gobiernos coloniales.
En estos ambientes tan íntimos pero, a la vez, en esos tiempos tan públicos, las relaciones que
se establecen son relaciones directas, cuerpo a cuerpo, y es a través de éstas que se plasma la
superioridad de unas personas sobre la inferioridad de otras. Dentro de las casas existen
distinciones espaciales que determinan las jerarquías sociales, donde se entrecruzan las
desigualdades de género con las desigualdades étnicas. Es en este espacio doméstico donde las
mujeres se distinguen de los hombres, pero a la vez también las mujeres blancas se distinguían
de las indígenas y los hombres blancos de los indígenas, naturalizando así las desigualdades en
esta convivencia jerárquica y colonial (Barragán 1996). Es sencillo relacionar esta idea con la de
Bridget Anderson (2000) que argumenta que el espacio del hogar, también hoy en día, es el
espejo de las desigualdades sociales y el mecanismo de reproducción de las relaciones
interpersonales marcadas por las desigualdades de género, la clase y el origen/etnia.
En las nuevas ciudades, estas casas, llamadas por Elizabeth Kuznesof (1993) las casas pobladas,
pertenecían a los encomenderos que sometían a la población indígena a servidumbre,
25
Los conquistadores llamaron así el territorio conquistado, aunque fuese poblado y lleno de historia. De esta
manera se iniciaba a nivel simbólico el ‘epistemicidio’ (Grosfoguel 2011a)
26
Se dice de un país colonizador de otros países, en relación con estos.
87
organizando a las personas dentro de la casa según la potestad paterna y con la imposición de
la voluntad. En estos espacios tan íntimos la relación colonial se realizaba a través de una
relación de servidumbre y se naturalizaba a través de rasgos físicos y a la vez identitarios,
determinando así una incorporación de las desigualdades sociales, lo que era, al fin y al cabo, el
proyecto de las dos republicas, una de blancos dueños de las tierras y del poder y otra de los
indígenas sometidos y dedicados a servir.
Las casas patriarcales también tenían su función de protección, proteger e instruir a las
criadas/os y/o sirvientes. De esta manera se establece una relación de explotación entre los
amos y los sirvientes a la vez que una relación de aprendizaje y de civilización de la población
‘salvaje’. En este sentido me parece significativo subrayar que en ese sistema social los
indígenas no podían permanecer sin dueño, y por eso se fijan relaciones de propiedad, de
tutela y de concertaje 27 (Christiansen 2005). Estas tipologías de vínculos equivalen a contratos
que indican la manera en la cual la persona indígena está ligada a la familia. Si se presta
atención a la última modalidad, el concertaje representa un tipo de contrato, obviamente
basado en la asimetría, que explicita la relación de sujeción. De esta manera, las y los sirvientas
quedan legalmente sujetas a esa familia, no pudiendo de esta manera dejar de brindar servicio,
cambiar de lugar de trabajo ni de hogar ni priorizar sus necesidades personales.
Estas lógicas de sujeción a través del concertaje me hacen pensar en los mecanismos
burocráticos y legales por los cuales tienen que pasar las personas trabajadoras extranjeras no
comunitarias, para legalizar su residencia en el país de destino. Me parece interesante afirmar
que también en el actual contexto del Estado español, de alguna manera, los hogares
autóctonos pueden llegar a tener la función de protección para las trabajadoras de hogar:
protección frente a la marco legal de extranjería, puesto que las personas inmigradas, en la
mayoría de los casos, no pueden residir regularmente en el país sin un mínimo de
contribuciones a la Seguridad Social anuales relativos a contratos de trabajo 28. Esta situación es
análoga a lo que pasa en otros sectores de trabajo, pero lo que se quiere evidenciar es que
cuando se establece una relación laboral en este sector en concreto, la persona trabajadora
viene contratada por uno o más miembros del hogar y no por una empresa o agencia. En este
sentido se evidencian dos aspectos significativos que son característicos de las relaciones
laborales en el empleo de hogar, por una parte, estas familias no disponen de consultores
legales ni de los conocimientos suficientes para estipular contratos teniendo en cuenta todos
los aspectos y derechos laborales. Por otra parte, las relaciones laborales pueden ser influidas
significativamente por las relaciones emocionales y afectivas que se producen en el interior de
la casa.
Además, es necesario que este contrato sea duradero y que implique la afiliación a la Seguridad
Social, sin la cual no es posible renovar el permiso de residencia para permanecer en el Estado.
Ahora bien, este tipo de trabajo se desarrolla mayormente a través de relaciones laborales
27
Contrato mediante el cual un indígena se obligaba a realizar trabajos agrícolas de manera vitalicia y hereditaria, sin
recibir salario o recibiendo mínimo
28
En este caso se hago referencia a las personas inmigrantes que, careciendo de recursos propios, necesitan trabajar
en el país de destino, recordando que las personas que tienen ingresos económicos propios pueden residir
legalmente en el país de destino como rentistas y sin estar sujetos a contratos laborales en España.
88
informales, lo que conlleva dificultades a la hora de pedir a la parte empleadora que formalice
la relación laboral a través de un contrato que cumpla con todas las normas. Como
consecuencia, en muchos casos, para las personas migradas requerir un contrato formal se
parece más a la petición de un favor a la familia que a la reclamación de un derecho. De esta
manera, algunas trabajadoras/es se sienten en deuda con la familia, ya que gracias al contrato
que le hacen ellas/os pueden regularizar su estancia en el país. Si lo analizamos de una manera
más subjetiva este mecanismo implica una desvalorización del trabajo, de sus derechos y de su
identidad como trabajador/a y como persona autónoma.
Igualmente, se evidencia que existe otra lógica perversa y que se acentúa en tiempo de crisis.
Si la regularización de la persona empleada depende del contrato que le hacen, ésta estará
estructuralmente y legalmente constreñida a mantener este trabajo aunque las condiciones
sean dañinas para su bienestar físico y/o mental. En este sentido hay que tener en cuenta que
en etapas de recesión aumentan las dificultades para conseguir un trabajo con contrato formal
y las personas no quieren/pueden arriesgarse a quedarse sin trabajo y sin posibilidad de
renovar sus papeles aceptan cualquier tipo de condiciones.
Por tanto, las posibilidades de autonomía de las personas migradas procedentes de países no
europeos son muy limitadas 29. En este sentido, me parece pertinente decir que, según Andrea
Aguirre (2013), uno de los rasgos característicos de las colonias en los siglos XVI y XVII, es la
construcción del concepto y de la idea de dependencia personal para con su patrón. Es justo a
través de ésta que adviene la normalización de la servidumbre y la imposibilidad de las
personas indígenas 30 de ser autónomas materialmente y personalmente. En el caso estudiado,
es significativa la sensación de dependencia personal a nivel legal para con la parte
empleadora. Dicho esto es importante reconocer que en el trabajo doméstico existe siempre
una relación de poder entre la parte empleada y la empleadora y este poder se incrementa
notablemente cuando los/as empleadas son inmigrantes indocumentadas/os, normalizando la
limitada capacidad de negociación en las relaciones laborales por parte de las personas
trabajadoras.
Andrea Aguirre (2013) habla también del confinamiento como un factor que aumenta esta
sensación de dependencia y de falta de autonomía, ya que la imposibilidad de salir no
acompañadas de las casas coloniales era una barrera infranqueable para conseguir el
empoderamiento. Con respecto a esto el paralelismo con las trabajadoras internas es bastante
claro. Muchas de ellas, en el contexto actual de nuestra sociedad, trabajan más de las horas
legalmente permitidas, sin descanso diario y sin descanso semanal 31, con los problemas de
salud, tanto físicos como mentales, que comporta una relación laboral de este tipo, que
muchas veces llega a ser muy parecida a las servidumbres coloniales.
29
Explicaré con más detalles las limitaciones que la legislación de extranjería impone a las personas extranjeras
procedente de países no comunitarios en el capítulo cuarto.
30
Aunque de manera más significativa en mujeres, considerando que el régimen colonial era además patriarcal.
31
En el capítulo cuarto se explican con más detalles las condiciones laborales de las trabajadoras de hogar internas
en el territorio del Gran Bilbao gracias a las estadísticas anuales de la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia
ATH-ELE.
89
Como ya se ha mencionado, en el marco de la teoría migratoria de la interdependencia, entre
los países de de origen y de destino se crean lazos que se pueden entender como el continuo
de lazos coloniales. En el caso estudiado creo que la herencia de simbologías coloniales se
plasma tanto en la experiencia de la parte empleada como en la empleadora dentro del sector
del empleo doméstico.
Además, a nivel estructural y más macro, análogamente a lo que está ocurriendo desde los
años 90 a través de la ‘nueva división internacional del trabajo’ (Federici 2012) y entendida a
través de la perspectiva de la teoría migratoria de los sistemas mundiales, en el contexto
colonial la servidumbre urbana se creaba como causa del desplazamiento masivo desde los
territorios rurales. La destrucción de formas tradicionales de vida determinó la reestructuración
del mundo rural conllevando la precarización de la población indígena. Así las cosas, muchas
personas dejaron sus comunidades para insertarse en las casas urbanas como sirvientes y/o
mandaron a sus criaturas como criadas para asegurarles comida y supervivencia. A causa de la
pauperización de la población indígena y de su desarraigo se produjo una movilización masiva
de población que conllevó, en palabras de Luis Miguel Glave (1992), un ‘reclutamiento urbano
sistemático de servidumbre indígena’, donde el sometimiento de la población indígena para la
servidumbre desde entonces se empezó a hacer sin utilizar la fuerza.
En los apartados precedentes he hablado de la ‘operación de subdesarrollo’ (Dalla Costa 2006)
dirigida a crear pobreza y desarraigo en algunas partes del mundo para el despegue de la nueva
fase de acumulación y para la obtención de mano de obra barata con el fin de utilizarla para el
crecimiento económico de los países desarrollados. A mi juicio esta lógica más actual, pero
parecida, tiene el mismo resultado, ‘el reclutamiento sistemático de inmigrantes’, que a
menudo son tratados como servidumbre, sin utilizar la fuerza, y además llegando ellos y ellas
mismas a los territorios donde los necesitan enfrentando individualmente el coste que conlleva
el desplazamiento.
A finales del siglo XVII y comienzo del siglo XVIII, la situación de sometimiento total de la
población indígena va estallando, y en las zonas urbanas empiezan a vivirse situaciones de caos
y descontrol. Rossana Barragán (1996), hablando de la servidumbre femenina en el contexto
urbano, argumenta que en ese contexto se van cuajando una serie de “identidades
desarraigadas”, mujeres solas, mujeres que crecen en la ciudad sin familia horizontal, pero sí a
veces con relaciones familiares clientelares. Mujeres fugitivas, que resisten y que enfrentan al
sistema colonial/patriarcal y que, aunque habiendo sido criadas y sirvientas, no son solo eso, y
no han sido solo eso (Glave 1992). Mujeres que tienen historias de vida muy diferentes pero
que les acomuna el hecho de ser migrante, voluntaria o involuntariamente, de lo rural a lo
urbano, como criadas o como sirvientas compradas, como fugitivas o como acompañantes
(Aguirre and Vega Solís 2013). De esta manera se crean nuevas identidades indígenas que
hacen posible la supervivencia de estas personas en contextos tan hostiles, encarnando en sus
propias vivencias situaciones de servidumbre pero también de rebeldía y autonomía.
En el contexto actual también se crean estas nuevas identidades, identidades especificas de
este contexto global marcado por la historia colonial, por los flujos migratorios de masa y por
las lógicas capitalistas, y me parece pertinente en este punto hablar de las identidades mestizas
de las que habla Gloria Anzaldua (1987). A través de su punto de vista se destapan dimensiones
90
afectivas, corporales, identitarias, legales, sociales de las identidades y de las vivencias
personales, pero también se evidencias las múltiples violencias y resistencias encarnadas.
Además, justo a partir de la coyuntura de las opresiones y resistencias, y de cómo cada una/o
las enfrenta y supera, la autora pone sobre la mesa la diversidad de las historias de vida que se
desarrollan a caballo entre las lógicas patriarcales, coloniales, capitalistas y globales, desafiando
y cruzando continuamente las fronteras, fronteras no solo territoriales sino de todo tipo. Estas
historias están caracterizadas de desahucios, persecuciones y violencias de diferentes tipos,
pero también encierran estrategias de liberación, resistencias y desafíos al estatus quo y al
sistema jerarquizado (Anzaldua 1987; Gutiérrez Rodríguez 2010)
Junto con la ‘colonialidad del poder’ se mantiene latente el argumento civilizatorio y a través
del servicio doméstico remunerado se piensa que se está ayudando a priori a esta gente
dándole la posibilidad de estar en el mundo democrático, aunque esta sociedad democrática le
esté negando sus derechos como personas y como trabajadoras/es.
La paradoja es que los países de origen de éstas inmigrantes son definidos como sociedades
tradicionales, etiquetadas como inmóviles y opresivas para las mujeres, en contraposición a las
sociedades de los países del Primer Mundo, que con su modelo occidental, vienen descritas y
representadas como banderas a favor de la libertad y la emancipación de las mujeres. Pues
muchas veces esto no es así, como lo demuestran varias historias personales que analizaré en
siguientes apartados, considerando que la reproducción de las desigualdades de género, de
origen, de clase y de etnia tienen lugar tanto en los países en vía de desarrollo como en los
países desarrollados. El hecho de que la mayor parte de las discriminaciones de las mujeres en
los países occidentales se desarrolla dentro de los hogares, dentro de la zona invisible, no
significa que nuestras sociedades sean más justas e igualitarias.
Laura Oso (1997), en sus investigaciones, incorpora al análisis de la migración femenina las
opiniones y el pensamiento de las empleadoras españolas con respecto a la necesidad de
contratar servicio doméstico y en relación a sus empleadas del hogar. Asimismo, demuestra
que el discurso de las mujeres profesionales sobre la migración indica la racionalización o
legitimación de una relación social desigual entre empleadora y empleada, sin cuestionar el
sistema, el papel del Estado, ni la actitud del género masculino frente a estos temas. Además es
justo en las relaciones personales entre la parte empleadora y la empleada que se encuentra
uno de los mecanismo de opresión y de control de la población considerada subalterna
(Ehrenreich and Hochschild 2004).
Liliana Suárez Navas habla de dos reacciones comunes desde el mundo occidental frente a los
temas de género y migración. La primera, predominante en los sectores feministas, es
caracterizada por la desconfianza hacia la ‘diferencia’ cultural de estas mujeres que se resuelve
haciendo prevalecer las ‘necesidades y derechos de género’ frente a todos los otros tipos de
necesidades y de desigualdades. La segunda, más frecuente en el tercer sector, utiliza la
diferencia como un caballo de batalla derivando, a menudo, en un relativismo cultural que
enjaula a las mujeres en una diferencia construida en base a los imaginarios poscoloniales
populares. Según la autora, estas posturas no son ni incompatibles ni casuales, sino que son
efectos del poder poscolonial en su compleja articulación con el género y las identidades
étnicas (Suárez-Navaz 2008).
91
En este sentido es interesante evidenciar cómo en este contexto las desigualdades de género y
origen se cruzan. Ramón Grosfoguel (2011b) habla de la actual ‘globalización del patriarcado’,
donde una parte de las mujeres demográficamente minoritarias (las mujeres de los países
centrales) van a tener mayor poder, recursos y riquezas que la mayoría de los hombres (los
hombres de los países periféricos), que se diferencia del patriarcado pre-moderno, donde todas
las mujeres eran consideradas inferiores a todos los hombres. Este aumento del poder de un
grupo de mujeres no es debido a la lucha contra el patriarcado, y el consiguiente
desmoronamiento de las desigualdades de género, sino más bien a la globalización del
patriarcado europeo durante su expansión colonial. Ésta es una perspectiva evidenciada por las
feministas negras, indígenas e islámicas, que critican el feminismo euro-céntrico, blanco y
burgués. Éstas evidencian que no se puede entender el patriarcado hegemónico sin entender
cómo el racismo influye en las relaciones de género y sexuales, entre otras (Hooks 2004;
Suárez-Navaz and Hernández Castillo 2008).
En este sentido se habla en la bibliografía del ‘trasvase de desigualdades’ (Parella 2000) y del
‘vinculo de explotación’ (Rollins 1985) entre mujeres, ¿pero qué pasa cuando el empleado
doméstico, mal pagado, explotado es un hombre? En este caso las variables de origen y clase
superan en importancia a las de género. Por una parte las familias y las mujeres siguen
sobrecargadas de responsabilidades de cuidados pero, por la otra muchos hombres,
especialmente migrantes han visto perjudicado su estatus. De esta manera se puede generar
un trasvase de responsabilidades de cuidado de mujeres hacia hombres, y por este motivo se
complejizan y se diversifican las lógicas de poder en las relaciones interpersonales y laborales.
El mecanismo de delegación del trabajo doméstico y de cuidados en función de la
heretonormatividad se invierte cuando se contrata como empleado doméstico a un hombre
con menos recursos. Esta inversión es más bien una pequeña grieta en el sistema patriarcal, y
por eso no indica un aumento de la igualdad entre mujeres y hombres, sino que más bien
indica la significativa influencia de la variable de clase, origen y condición legal para la situación
de los hombres en la llamada ‘globalización de patriarcado’. Esta grieta aparece en el final de la
cadena de trasvase de las responsabilidades del cuidado como consecuencia de la ‘colonialidad
del poder’ (Quijano 2000) y no gracias a un aumento de la igualdad entre los géneros.
Así las cosas, se entiende que los procesos emancipatorios que puedan estar basados sobre la
explotación de otro grupo, o sobre enfrentamientos entre sectores de la población
desfavorecidos, no tienen buenos resultados. En este caso la emancipación de algunas mujeres
a costa de otras mujeres y hombres más desfavorecidos no genera una liberación real del sexo
femenino, sino que produce otros tipos de desigualdades más complejas.
Como dice Frantz Fanon (1999) si las y los oprimidos no se organizan y comienzan a luchar
conjuntamente, es probable que se creen dinámicas de rivalidad entre ellos/as. Esto puede
tener consecuencias nefastas para el bienestar de las sociedades y debilitar las luchas tanto
feministas, como antirracistas, como la lucha contra la desigualdad social y económica en el
mundo.
El desafío actual de la lucha de las mujeres para erradicar las diferencias de género pasa por
liberar a las mujeres, de todas las edades, origen, etnia, religión, etc, del peso de ser las únicas
92
responsables de la reproducción social, pero sin poner en esclavitud a otras personas,
repartiendo estas tareas de manera igualitaria entre todos los actores sociales.
Marcela Lagarde argumenta que las transformaciones de género verdaderamente liberadoras
deben estar íntimamente ligadas a las transformaciones equitativas, de clase, étnicas y
nacionales enmarcadas en un desarrollo sustentable y de una globalización solidaria y
democrática, de no ser así pueden haber distorsiones como por ejemplo la falsa emancipación
del género femenino que construye figuras de “mujeres dotadas de recursos y derechos de
género que son ciudadanas de naciones hegemónicas, militaristas y depredadoras de otras
naciones y pueblos donde habitan mujeres con las que se identifican en la construcción de sus
derechos y oportunidades” (Lagarde 2003, 4).
En conclusión, el objetivo de este apartado es evidenciar la relación que se establece entre los
flujos migratorios y el empleo doméstico en los países de destino. De esta manera se evidencia
la influencia del género, de la clase y del origen o etnia de las personas en la actual división del
trabajo a nivel internacional, y en concreto del trabajo doméstico y de cuidados.
93
94
CAPITULO TERCERO: Metodología, técnicas y trabajo de campo
3.1 Objetivos de la investigación
El objetivo general de esta investigación es explorar la situación laboral y personal vivida por
mujeres y hombres procedentes de los países andinos que trabajan en el sector doméstico y de
cuidados en la comarca del Gran Bilbao.
Decido abordar estas situaciones teniendo en consideración la manera en la que el género, el
origen y la clase influyen en la determinación de las situaciones laborales y personales de las
personas entrevistadas.
Con el fin de cumplir con este propósito se establecen una serie de objetivos específicos para
sistematizar el análisis. En concreto son:
I.
Ahondar en la relación entre las características de las experiencias migratorias y el
trabajo doméstico y de cuidados en la actualidad.
II.
Entender de qué manera el contexto social-jurídico-laboral afecta a la situación
personal y laboral de los individuos entrevistados.
III.
Analizar de qué manera influye el empleo doméstico y de cuidados en sus vidas
personales.
IV.
Profundizar en las percepciones y la visión que estas personas tienen sobre el trabajo
que desarrollan en el contexto estudiado.
3.2 Consideraciones sobre metodologías y técnicas de investigación
Habiendo aclarado en el capítulo primero la diferencia entre epistemología, metodología y
95
técnica de investigación, este apartado tiene como objetivo explicar el enfoque que se utiliza
para el análisis del material empírico y su relación con la elección de las técnicas de recolección
de datos.
Para desarrollar una investigación feminista lo crucial no es la técnica de recolección de datos
que se utilice, ya que todas pueden ser adecuadas, sino la perspectiva en la que se apoya la
utilización de las técnicas de investigación. Como recuerda Javier Callejo Gallego (2009), las
técnicas de investigación social son las prácticas y no los instrumentos, donde lo que importa
no son la entrevista y/o el cuestionario, sino que es el planteamiento desde el cual se
estructuran y la manera en la cual se realizan.
En este sentido, en las investigaciones feministas se pueden utilizar diferentes métodos, desde
los más tradicionales a lo más innovadores, pero lo que sí es necesario es que se mantengan
algunas características básicas en los fundamentos del proyecto, entre las cuales destacan: (1)
la asunción de una posición que plantee cuestiones que atañen en especial a mujeres, (2) la
valoración de las experiencias de las mujeres, y de grupos de mujeres y hombres subalternos,
por su posición en la sociedad; (3) la reflexividad sobre la propia posición social de las personas
que investigan y analizan el fenómeno, que depende del género, del origen, de la etnia, de la
clase y de otros elementos que puedan condicionar la producción del conocimiento (Martín
Palomo and Muñoz Terrón 2014).
Consciente de la importancia de la elección de la perspectiva de investigación, tanto
epistemológica como metodológica, creo que el enfoque que más se adapta a los objetivos de
investigación y a la perspectiva epistemológica que se explica en el primer capítulo de esta tesis
es la teoría del punto de vista, mejor conocido, en inglés, como Stand Point Theory (Fox Keller
1991; Harding 1987, 1996). A partir de este enfoque se reconoce que el conocimiento nunca
está libre de valores y prejuicios, teniendo en cuenta que el sujeto de la investigación es un
sujeto condicionado por las experiencias sociales. Además, el objeto de estudio es
principalmente una situación o situaciones en donde el punto de vista de las mujeres, y de
colectivos subalternos, proporciona una mirada particular, un punto de vista ‘desde abajo’,
puesto que, al tratarse de un grupo desfavorecido, se basa en posiciones marginales dentro de
la estructura social.
¿Por qué género, origen y clase como variables de análisis?
Decido guiarme por metodologías feministas para tener en cuenta el género como variable
significativa para el análisis de la realidad estudiada. Pero además, tomando en consideración
la critica que se hace desde feminismos subalternos (Haraway 1995; Hooks 2004; Lugones
2008; Suárez-Navaz and Castillo 2008), donde se subraya que las experiencias de las personas
no se diferencian solamente por razón de sexo, sino que dependen de muchos otros factores,
decido tomar en consideración también las variable clase y origen, que resultan ser
fundamentales para hacer un análisis más profundo del fenómeno estudiado (Davis 2004;
Gutiérrez Rodríguez 2010; Lutz 2002; Marchetti 2010; Parella 2003).
Hablo de la intersección de estos tres aspectos -género, clase y origen-, y no de perspectiva
96
interseccional 32 porque creo que para hacer un análisis intereccional de las situaciones vividas
por las personas entrevistadas se tendría que tener en cuenta muchos otros factores entre los
cuales destaco: los rasgos físicos, la edad, la sexualidad, la religión, el tamaño corporal,
capacidades físicas, formas de expresión verbal, aspectos espaciales, la tenencia de hijos/as, la
tenencia de pareja, entre otras. Y esto porque entiendo que la complejidad del análisis
interseccional es justamente la inclusión de todas las dimensiones que entran en juego en un
fenómeno.
Como argumenta Lucas Platero (2013), las personas, las relaciones y los problemas sociales
pueden entenderse a través de la imagen de una maraña. De esta manera se evidencia la
complejidad de las experiencias vitales y de los fenómenos sociales y por eso es necesario
mantener una mirada poliédrica para su abordaje. En este caso yo no voy a hablar del conjunto
de la maraña, sino de la manera en que se entrelazan e interseccionan tres aspectos en
concreto.
En resumen, como variables analíticas utilizo el género, el origen y la clase, entendiéndolos
como aspectos simultáneos y enredados, consciente de que hay otros aspectos significativos
que no tomo en cuenta.
El concepto teórico ‘género’ nace de la necesidad de identificar las desigualdades entre
mujeres y hombres que se producen y reproducen dentro de la organización social, y para
explicar su naturalización e invisibilidad. Además, la utilización del binomio sexo/género como
variable de análisis permite diferenciar y separar lo biológico, atribuido al sexo, de lo cultural,
determinado por el género (Martín Palomo and Muñoz Terrón 2014).
Sin embargo, Donna Haraway (1995), entre otras, pone de relieve que el concepto ‘sexogénero’ ha sido construido por las feministas anglosajonas de los años 70 y, a causa de sesgos
en su utilización, se ha convertido en una herramienta a través de la cual se articula la
especificidad de la opresión de las mujeres de manera etnocéntrica, obviando variables y
situaciones significativas. Por este motivo, en la actualidad se apuesta por un análisis que
entrelace cuestiones de sexo, de clase, de origen y etnia 33, entre otras, para problematizar el
sistema analítico y explicativo sexo-género. Según la autora, para aproximarnos a las
experiencias vitales de las personas, es necesario tener en cuenta el complicado entramado de
las “historias modernas de opresiones coloniales, racistas y sexuales” (Haraway 1995, 220).
En este caso, el problema derivado de la utilización de este concepto pone de manifiesto
tensiones dentro del feminismo y dentro de cierto tipo de investigaciones. Este asunto queda
reflejado brillantemente por Donna Haraway en la siguiente frase: “El embarazoso silencio
sobre la raza entre las feministas socialistas y radicales blancas fue una consecuencia
políticamente devastadora (...) no había sitio estructural para la ‘raza’ en la teoría que
proclamaba revelar la construcción de la categoría mujer como un todo unificado y totalizable”
(Haraway 1995, 274).
32
Para profundizar sobre la perspectiva interseccional ver Platero (2012)
33
En la bibliografía anglosajona utiliza el término ‘race’, pero yo prefiero hablar en términos de origen y etnia.
97
En este sentido, grupos feministas no hegemónicos, de ‘los márgenes’, ponen sobre la mesa
que las experiencia de las mujeres de clase trabajadora no son las mismas que las de las
mujeres burguesas, y que tampoco las de las mujeres inmigrantes son iguales a las de las
mujeres autóctonas. Las mismas lógicas de poder estructural influyen de manera diferente si se
es una mujer de 20 años o de 50, una mujer casada o divorciada, con hijos o sin hijos, entre
otros grupos (Stoehrel 2000)
En concreto, la manera en la que se tiene en consideración el sistema sexo/género en esta
investigación, y que se cruza con otras variables, se basa en la definición hecha por Joan W.
Scott (1992), puesto que engloba dos maneras de entender el género, por una parte, (1) como
elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en la diferencia de sexo, y por la otra,
(2) como forma primaria de las relaciones de poder en las sociedades (Lamas 2002).
Por tanto, en esta investigación se tiene en cuenta la clase social y económica de las personas
en el contexto estudiado, para no obviar el modo en que la posición que se tiene dentro de la
organización jerárquica de la sociedad, basada en la diferencia de ingresos y riquezas, influye
en las vivencias y en el poder de actuación de las personas.
De la misma manera, se toma en consideración la procedencia de los individuos, puesto que
éstos viven sus experiencias vitales también en función del país de origen y de la relación que
éste tenga con el país de destino.
3.2.1
Delimitación del objeto de estudio
Como he explicado al comienzo de este capítulo, el objetivo general de esta investigación es
explorar la situación laboral y personas que viven mujeres y hombres andinos que trabajan en
el sector del empleo de hogar en la comarca del Gran Bilbao.
Se toma en consideración el sector del empleo de hogar en general, sin hacer una
diferenciación entre trabajo meramente doméstico y el trabajo de cuidados de criaturas,
personas mayores y con diversidad funcional, porque en la mayor parte de los relatos se
evidencia que en este sector la separación entre estos dos tipos de tareas no suelen quedar
explicita. En este sentido, las personas entrevistadas afirman desempeñar tanto trabajo
doméstico como de cuidado en la mayor parte de los puestos de trabajo. Por otra parte,
tampoco se destaca la diferencia entre el cuidado a los diferentes grupos de personas, porque
la mayor parte de las personas entrevistadas a lo largo de su carrera profesional ha estado
trabajando con más de un colectivo.
A continuación explico la decisión de acotar el estudio al territorio y población tomada en
cuestión.
¿Por qué la comarca del Gran Bilbao?
La delimitación del territorio en el que se desarrolla esta investigación se establece teniendo en
cuenta el objetivo del proyecto, las herramientas necesarias para su consecución y la cercanía
al medio. En un primer momento decido focalizar el análisis en la ciudad de Bilbao, para tener
facilidades en la captación de personas a entrevistar, utilizando redes sociales creadas a través
98
de la participación como activista y como militante dentro del tejido de asociaciones y
movimientos sociales de Bilbao. Sin embargo, posteriormente, se decide ampliar el territorio
tomado en consideración puesto que, durante la primera etapa de la investigación, y haciendo
una exploración del campo para testar las reales posibilidades de contacto, se observa que las
personas que trabajan en este sector tienen, en general, una gran movilidad geográfica. La
mayor parte de ellas había trabajado o estaban trabajando no solamente dentro del municipio
de Bilbao, sino también en sus alrededores.
Relacionando las historias laborales de estas personas con las estadísticas de los municipios
limítrofes a la ciudad de Bilbao, se observa que hay municipios donde el empleo doméstico ha
crecido de manera significativa, como por ejemplo el municipio de Getxo 34.
Para poder englobar también las experiencias vividas por trabajadoras y trabajadores en estos
contextos, decidido ampliar el área territorial de la investigación y, de esta manera, englobar
lugares adyacentes a la ciudad de Bilbao. En concreto decido tomar en cuenta para el análisis la
Comarca del Gran Bilbao.
Esta comarca, también conocida como ‘área metropolitana de Bilbao’, es constituida por el
conjunto de municipios dispuestos a lo largo del Río Nervión entre los cuales se encuentran:
Alonsotegui, Arrigorriaga, Barakaldo, Basauri, Bilbao, Derio, Etxebarri, Erandio, Galdakano,
Getxo, Larrabetzu, Leioa, Lezama, Loiu, Ortuella, Portugalete, Santurtzi, Sestao, Sondika,
Trapagaran, Zamudio, Zaratamo
¿Por qué la población andina? 35
Por población andina se entiende el grupo de mujeres y hombres que proceden de la
Comunidad Andina (CAN) formada por Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú. Elijo este grupo de
personas para mi estudio porque entiendo que es una población numerosa tanto en el
contexto del Estado español como en la CAE y en la Comarca del Gran Bilbao y, además, tiene
una presencia importante en el sector del empleo doméstico y de cuidados.
Según los datos de Ikuspegi- Observatorio Vasco de Inmigración, en 2009 la población en
cuestión representa el 37% del total de la población extranjera en el Gran Bilbao 36. Además,
cabe señalar que la población andina tiene índices de feminización por encima del 50% y que
estas mujeres representan el casi 42% del total de mujeres extranjeras. El 50,67% del total de
las personas extranjeras es de sexo femenino y, si se focaliza la atención sobre la población
andina, este porcentaje aumenta alcanzando el 56,93%.
Las nacionalidades andinas con índices de feminización más altos son la boliviana (59,13%) y la
colombiana (56,80%), mientras que baja levemente la presencia de mujeres en el caso de las
nacionalidades peruana (52,38%) y ecuatoriana (52,20%).
Según los datos recogidos a último día de mayo de 2009 por el Ministerio de Empleo y
34
Ver datos en el capítulo cuarto.
35
Esta decisión se toma a principios de 2010, momento en el que se formuló el proyecto de investigación para
presentarlo a las becas pre-doctorales del Gobierno Vasco. Por este motivo se utilizan estadísticas de años pasados.
36
Las decisiones sobre la población a estudiar y el territorio se toman a principios del año 2010, periodo en el que
presento el proyecto de investigación para la adjudicación de las becas pre doctorales del Gobierno Vasco.
99
Seguridad Social en el contexto de la CAE, la población andina en su conjunto representa el casi
58% de las personas extranjeras dadas de alta en la Seguridad Social en el sector del empleo de
hogar.
En concreto, sobre el total de las personas extranjeras en este sector (6.670), las personas con
nacionalidad perteneciente a uno de los países andinos representan las primeras cuatro
posiciones, por orden de magnitud. Para ser más precisa, en la primera posición se encuentra
la población colombiana con un total de 1.450 trabajadoras y trabajadores, en la segunda
posición está el grupo de bolivianas y bolivianos con un total de 1.101, en el tercer lugar la
población ecuatoriana con 914 personas dadas de alta y, por último, las y los peruanos con
394.
Dicho esto, hay que puntualizar que la gran mayoría de las personas que desarrollan trabajos
domésticos quedan en el mercado laboral informal, por eso estos números representan
solamente una parte de la realidad de este sector.
3.2.2
Metodologías cualitativas y cuantitativas
Para poder contestar adecuadamente a los objetivos, generales y específicos, utilizaré tanto
metodología cuantitativa como cualitativa. Son muchos los y las autoras que en el marco de las
ciencias sociales abogan por la utilización de ambas perspectivas de investigación, entendiendo
que ambos puntos de vista son complementarios y se verifican mutuamente (Alvira Martín
1983).
Como nos indica Enrique Alonso (1998) tenemos que considerar que lo social viene compuesto,
a la vez, por una ‘realidad fáctica’, que genera datos estadístico-cuantitativos, y por una
‘realidad simbólica’, determinada por significaciones y símbolos que conforman el campo de la
discursividad. Por este motivo, desde mi punto de vista, es interesante complementar las
metodologías cuantitativa y cualitativa para tener una visión más completa y amplia de la
cuestión, considerando que cada una de ellas evidencia solo algunos de los aspectos en juego.
No obstante, en esta tesis la perspectiva metodológica privilegiada es la cualitativa, y se utiliza
la cuantitativa para hacer una descripción general del contexto en el que se enmarca este
estudio.
Metodología y técnicas cuantitativas
La metodología cuantitativa ofrece la posibilidad de observar aspectos susceptibles de
cuantificación. En nuestro caso, se recurre a la explotación de datos secundarios procedentes
de estadísticas publicadas. El producto de este tipo de aproximación a la realidad es un
conocimiento descriptivo y, por este motivo, se va a utilizar este enfoque para hacer una
descripción del contexto estudiado, de las pautas y evolución de la población andina y del
empleo de hogar en el territorio tomado en análisis.
De esta manera, los datos estadísticos secundarios se emplean con el fin de poder
contextualizar las experiencias de las personas entrevistadas. Los datos utilizados se refieren a
tres delimitaciones territoriales diferentes y, según lo que se quiera observar y según el acceso
y la disponibilidad, se toman en consideración datos relativos al contexto del Estado español,
de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE) y de la Comarca del Gran Bilbao.
100
Tabla 1. Detalles sobre datos estadísticos secundarios consultados.
INSTITUCIÓN
NOMBRE DE LA ESTADISTICA
AMBITO TERRITORIAL
INFORMACIÓN QUE SE RECOGE PARA LA
INVESTIGACIÓN
INEInstituto
Nacional
de
Estadística
Estadística
del
Padrón
continuo a 1 de enero de
cada año
Estado español y CAEComunidad Autónoma
de Euskadi
Stock o volumen de la población empadronada
en un territorio especifico en un momento
concreto
Estado español
Bajas en las variaciones residenciales por
cambios de residencia con destino el extranjero
registradas en los Padrones municipales, con
fecha de variación del año de referencia.
INEInstituto
Nacional
de
Estadística
Variaciones residenciales
INEInstituto
Nacional
de
Estadística
EPA- Encuesta
Activa.
INEInstituto
Nacional
de
Estadística
Indicadores
básicos
Ministerio
de
Empleo
y
Seguridad Social
Afiliaciones a la Seguridad
Social
demográficos
Gobierno Vasco
de
de
de
Estado español
CAE
Ventaja: Representa la pauta general de la evolución de la población extranjera en el territorio
tomado en consideración, según sexo, nacionalidad y país de nacimiento.
Desventaja: Límites en utilizar el empadronamiento de las personas, puesto que, por diferentes
motivos, no todas las personas se encuentran empadronadas en el lugar de residencia.
Ventaja: Señala el número de personas que se dan de baja en el padrón en el territorio español,
señalando su movilidad hacia el extranjero
Desventaja: Límites en utilizar el empadronamiento de las personas, puesto que, por diferentes
motivos, no todas las personas se encuentran empadronadas en el lugar de residencia.
Además, cuando las personas emigran no es inmediata la baja en el padrón.
Ventaja: Incluye informaciones sobre personas que trabajan en el sector doméstico en el
mercado de trabajo tanto formal como sumergido, según nacionalidad (española/extranjera).
Desventaja: En el acceso público a los datos no se explicita la distinción del empleo de hogar de
los otros tipos de empleo. Acceso limitado a los microdatos sobre el empleo doméstico.
Ventaja: Son indicadores que resumen a grandes rasgos la evolución histórica del
comportamiento de los fenómenos demográficos básicos.
Desventaja: En este caso no explican de manera precisa la necesidad de cuidados de las
sociedades, pero si nos sirven para hacernos una idea.
Ventaja: A partir de estos datos, se observa la magnitud de contratos formales en el empleo de
hogar, según sexo y nacionalidad.
Desventaja: Toma en cuenta solamente las personas que trabajan en este sector de manera
formal, dejando de lado las personas que lo hacen en el mercado de trabajo sumergido
Estado español y CAE
Serie de datos sobre trabajadoras y trabajadores
afiliados a la Seguridad Social en los diferentes
regímenes
CAE
Datos sobre la situación laboral de la población
andina en la CAE y en el país de origen.
Ventaja: Son datos recientes sobre la situación laboral de la población andina residente en la
CAE
Desventaja: Los datos se refieren exclusivamente al año 2012
CAE
Datos sobre la situación en el empleo de hogar
en la CAE
Ventaja: Es un estudio oficial del Gobierno Vasco sobre el sector
Desventaja: Los datos se refieren exclusivamente al año 2011
Estadísticas elaboradas a
partir del Padrón continúo a 1
de enero de cada año.
CAE y Gran Bilbao
Serie de datos estadísticos sobre población
extranjera en la comarca del Gran Bilbao
Estadísticas anuales a partir
de los datos recogidos en las
asesorías a través de una
ficha estandarizada
Gran Bilbao (Bilbao,
Barakaldo, Basauri)
Serie de datos estadísticos sobre condiciones
laborales de las empleadas de hogar
Encuesta a la Población
Andina en la Comunidad
Autónoma del País Vasco
(EPAPV)
Estudio de la situación laboral
de las personas empleadas en
el servicio doméstico de la
CAE
XENIA-
IkuspegiObservatorio
Vasco
Inmigración
ATH-ELE
Asociación
Trabajadoras
Hogar
Población
Serie de datos sobre personas trabajadoras
activas en el sector doméstico y de cuidado. En
referencia a Ocupación 911 y actividad 950
CNAE-93/970, CNAE-2009
Serie de índices de paro según el sexo y la
nacionalidad (española/extranjera)
Se toman en consideración: el índice de
envejecimiento,
tasas
de
dependencia,
esperanza de vida a los 65, proporción de
personas mayores de 64 años
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE SU APLICACIÓN
101
Ventaja: Estas series estadísticas desglosan los datos en función de las Comarcas en el territorio
de la CAE según sexo y nacionalidad
Desventaja: Los datos sobre población extranjera existen solamente en función de la
nacionalidad.
Ventaja: Son datos estadísticos que recogen detalles sobre las condiciones laborales en el
empleo de hogar
Desventaja: Es una muestra pequeña en comparación con otras y puede que hayan variaciones
en la recogida de los datos según los años.
Tabla 2. Características de las personas entrevistadas y forma de contacto
NACIONALIDAD
RESIDENCIA
IRREGULAR
EN ALGÚN
MOMENTO
¿LLEGARON
SOLAS?
SITUACIÓN
LEGAL
SITUACIÓN
LABORAL
¿HAN
TRABAJADO
EN
MODALIDAD
INTERNA?
LLEGADA
AL
ESTADO
FORMACIÓN
¿MIGRACIONES
PREVIAS?
HIJOS/
HIJAS
SEXO
EDAD
PAÍS DE
NACIMIENTO
M
37
Perú
Boliviana
Si
Si
2º renovación
Externa
Si
7 años
Auxiliar
enfermería
Bolivia
En origen
MDMB
M
27
Bolivia
Boliviana
Si
No
2º renovación
Externa
Si
7 años
Bachiller
No
Nacido en
España
Bola de
nieve
M
26
Perú
Peruana
Si
Si
2º renovación
Externa
Si
7 años
Secundaria
+FP
Au Pair
Alemania
Nacido en
España
Bola de
nieve
H
68
Perú
Peruana/
española
No
No
Nacionalizada
Externa
Si
9 años
Administrati
vo+ contador
Japón
En destino y
en origen
Bola de
nieve
H
50
Bolivia
Boliviana
Si
No
1º renovación
Externa
No
6 años
Mecánico
No
En origen
Bola de
nieve
M
60
Ecuador
Ecuatoriana/esp
añola
Si
Si
Nacionalizada
Externa
Si
11 años
Socióloga
No
No
MDMB
M
33
Ecuador
Ecuatoriana/esp
añola
No
No
Nacionalizada
Externa
Si
4 años
Diseño
grafico
No
No
MDMB
M
51
Bolivia
Boliviana/
española
Si
Si
Nacionalizada
Paro
Si
12 años
Técnico
laboratorio
Argentina
En destino
MDMB
M
36
Colombia
Colombiana
No
No
3º renovación
Paro
No
8 años
Bachiller
No
En destino
Bola de
nieve
H
34
Bolivia
Boliviana
Si
No
1º renovación
Externa
No
8 años
Secundaria
No
En origen
Bola de
nieve
102
FORMA DE
CONTACTO
Para identificar las características y la evolución de la población inmigrante, y en especial
manera de la población andina, se utilizan los datos procedentes del INE y de Ikuspegi (tabla1).
La descripción de la situación se hace en base a las variables de sexo, país de nacimiento y
nacionalidad. La distinción entre país de nacimiento y nacionalidad es pertinente puesto que el
colectivo de personas latinoamericanas acceden al proceso de nacionalización con más
facilidad que otros grupos de personas extranjeras 37. Por este motivo, se supone que muchas
mujeres y hombres andinos tienen doble nacionalidad apareciendo en las estadísticas como
población nacional española.
Para hacer una aproximación estadística a la participación de la población inmigrante en el
sector del empleo doméstico existen, dos fuentes principales: la Encuesta de Población Activa
(EPA) 38 y los datos oficiales sobre afiliaciones a la Seguridad Social del Ministerio de Empleo y
Seguridad Social. En nuestro caso, se han utilizado principalmente las estadísticas de las
afiliaciones a la Seguridad Social por dos razones: por una parte, por el fácil acceso a los datos
desglosados por nacionalidades y por CC.AA., por otra, para observar los efectos del Real
Decreto, que regula el empleo de hogar, sobre la contratación formal en el sector. Puesto que la
metodología cuantitativa se utiliza solamente para describir el contexto, no se han pedido los
micro datos de la EPA. Considerando que es complicado representar a la población inmigrante
a través de estadísticas generadas por organismos oficiales, y más aún si estamos hablando de
personas que trabajan en el sector doméstico donde las labores se desarrollan dentro de los
domicilios privados y en gran medida en el mercado de trabajo sumergido, resulta significativo
y enriquecedor tener en cuenta informaciones procedentes de otras entidades. Por este motivo
se decide utilizar los datos estadísticos producidos anualmente por la Asociación de
Trabajadoras de Hogar de Bizkaia (ATH) y los producidos por el Equipo de Investigación Xenia 39
en concreto a la Encuesta a la Población Andina en la Comunidad Autónoma del País Vasco
(EPAPV) (González-Rábago, Bianchi, and Blanco 2014).
Metodología y técnicas cualitativas
La metodología cualitativa, brinda la oportunidad de acumular información sobre las
experiencias de vida, sobre testimonios subjetivos en los que se expresan los diferentes puntos
de vista de los actores sociales y donde los conceptos claves son las actitudes y percepciones,
poniendo de relieve los aspectos interpretativos (Alvira Martín 1983).
Entre las diversas técnicas cualitativas elijo realizar entrevistas en profundidad para ahondar en
las cuestiones relativas a: (1) las características del viaje migratorio, (2) las experiencias
laborales en destino, (3) las reflexiones sobre las peculiaridades del empleo de hogar y (4)
sobre el contexto en el que se desarrolla.
37
Ver capítulo cuarto.
38
En este caso se utiliza la serie de datos extrapolada por Margarita León y Zyab Ibáñez (2014) hasta el 2012, ya que
en las estadísticas de acceso público no se diferencia el empleo de hogar de los otros tipos de empleos.
39
Grupo de Estudios sobre Migraciones, Alteridad y Desarrollo Humano, se inscribe en el Departamento de
Sociología 2 de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Dirigido por Cristina Blanco Fdez. de Valderrama, cuenta
actualmente con miembros procedentes de diferentes disciplinas: sociología, antropología, ciencia política, derecho,
periodismo, psicoanálisis y teología. Esta amplitud disciplinaria permite abordar el fenómeno de las migraciones, sus
causas y sus implicaciones sociales, desde una perspectiva amplia e interdisciplinar.
103
Las entrevistas se plantean considerando que las personas entrevistadas aportan una visión
específica y experta sobre el fenómeno estudiado. Entiendo que estas personas son expertas
por estar trabajando en el sector del empleo de hogar, posición desde la cual experimentan las
trampas y las posibilidades que encierra este tipo de trabajo, pero también son conocedoras de
las dinámicas migratorias, habiendo emprendido y asistido a numerosos procesos migratorios.
Me intereso por sus puntos de vista, sin idealizarlos, puesto que estas personas desarrollan sus
experiencias de vida en el cruce estructural entre el régimen de cuidados y el de extranjería del
contexto estudiado, que se describe en el capítulo cuarto.
La entrevista es la herramienta para excavar (Taylor and Bogdan 2009) y se opta por realizar
entrevistas en profundidad, flexibles, dinámicas y abiertas para lograr hacer una aproximación
profunda a las vivencias de las personas entrevistadas y para dar cuenta de las relaciones de
poder a nivel micro, ahondando en las peculiaridades de cada individuo. A través de este tipo
de entrevista se exploran los aspectos subjetivos en relación al fenómeno estudiado haciendo
hincapié en cuáles son los efectos de la actual situación socio-económico-jurídica y cuáles las
estrategias de resistencia que se desarrollan a nivel micro.
En este sentido, en muchos casos se tiende a generalizar y se olvida cómo el individuo
experimenta, negocia y/o se resiste al poder en sus experiencias cotidianas de manera muy
personal. Por este motivo Verónica Storhrel (2000) invita a estudiar las estrategias de
resistencia, entendiendo éstas no como unas simples consecuencias del contexto sino más bien
como ‘reacciones a las consecuencias de los contextos’.
Otro factor importante que decido tomar en cuenta para mantener una perspectiva
metodológica abierta, para profundizar en las experiencias de vida, valoraciones y reflexiones
de la personas entrevistadas, es poner el foco de luz sobre experiencias y valoraciones
ambivalentes determinadas por las circunstancias sociales. Como explica Robert Merton
(1980), desde la perspectiva sociológica es interesante explorar la manera en la cual la
estructura social llega a determinar la aparición de sentimientos y relaciones interpersonales
ambivalentes. Esta ambivalencia no es determinada por características personales, sino por el
contexto estructural y por el estatus social que se asigna a las personas.
Me intereso por la ambivalencia que se crea en el ámbito del empleo de hogar, puesto que es
un terreno en el cual existen numerosas contradicciones y conflictos tanto subjetivos, como
sociales, normativos y legales.
En relación al trabajo de campo y a la realización de las entrevistas decido hacer la selección
del muestreo por bola de nieve. Se prefiere este método teniendo en cuenta que la población
migrante suelen considerarse de difícil cobertura por ser un colectivo disperso, con gran
movilidad y de difícil localización (Snel, Engbersen, and Leerkes 2006). Además, en este caso
que se trata de personas empleadas de hogar, que desarrollan su trabajo en la privacidad de los
domicilios.
Se activa la bola de nieve en una asociación, en Mujeres del Mundo Babel/ Munduko
Emakumeak, con sede en Bilbao, un espacio de encuentro entre mujeres con perfiles muy
diferentes y que residen y trabajan en la comarca del Gran Bilbao. Tomando en cuenta que
104
iniciar la contactación a través de miembros de una asociación puede conllevar un riesgo de
sobrerrepresentación de perfiles muy participativos, se toman precauciones para que esto no
suceda.
•
Las variables principales utilizadas para seleccionar a las personas son:
•
País de nacimiento: Países andinos (Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia)
•
Nacionalidades: Andinas y/o española
•
Sexo: Mujeres y hombres
•
Empleo remunerado: en el sector doméstico y de cuidados (o que hayan trabajado en
este sector en el último año)
•
Territorio de residencia y trabajo: la comarca Gran Bilbao
La muestra no es representativa, considerando que el fin de este trabajo de investigación no es
representar sino que es bien explorar. A partir de esto, el número de personas entrevistadas no
ha sido decidido a priori, sino que a posteriori, teniendo en cuenta la saturación de
información.
Finalmente la muestra se compone por diez personas y los detalles se explican en la tabla 2.
Son siete mujeres y tres hombres entre 26 y 68 años, y el tiempo de residencia de estas
personas en España varía entre 4 y 12 años. Tres mujeres y un hombre tienen doble
nacionalidad, la española y la de su país de nacimiento, y la mayoría de los individuos
entrevistados ha estado residiendo de manera irregular, por algún periodo de tiempo.
En el momento de las entrevistas, dos personas estaban en búsqueda de empleo y las demás
trabajaban por horas, pero casi todas habían trabajado en algún momento de su carrera
profesional en modalidad de interna, por eso expresan comparaciones y reflexiones en las
entrevistas en relación a las dos modalidades de trabajo.
Las entrevistas en profundidad se han desarrollado en una, dos o tres sesiones según los casos,
y han durado entre 90 y 200 minutos. Además, se ha mantenido el contacto con las personas
para hacer el seguimiento de sus situaciones y para tener algún detalle más a lo largo del
tiempo. Se han efectuado llamadas telefónicas y breves encuentros para comunicarles
informaciones de interés para ellas y ellos en relación al trabajo y, de esta manera, se ha
recogido información sobre las variaciones acontecidas en sus situaciones. Durante el proceso
de investigación algunas de ellas se han quedado embarazadas, otras personas han cambiado
trabajo, otras han pasado procesos familiares dolorosos, otras se han quedado sin trabajo y sin
paro, de modo que he podido apreciar de qué manera les afecta el cambio de ley y la crisis a lo
largo del tiempo.
Para complementar las entrevistas hechas a la población en estudio, decido entrevistar
también a otro tipo de informantes clave. Así, entrevisto a tres personas que trabajan en
lugares estratégicos para obtener información detallada y claves de interpretación extras sobre
105
algunos aspectos.
En concreto: (1) a una trabajadora social del Ayuntamiento de Bilbao para tener información
sobre los servicios públicos de asistencia a personas dependientes ofrecidos a las familias
residentes en la Comarca del Gran Bilbao; (2) a una integrante de SOS racismo, para tener
información más detallada sobre la aplicación del marco legar de extranjería y sobre los
problemas que en mayor medida atañen a la población inmigrante en un contexto de crisis
económica; (3) a una socióloga experta en temas de género en contextos migratorios por su
experiencia como dinamizadora de varios encuentros de mujeres inmigrantes en diferentes
espacios de la CAE, tanto institucionales como militantes, con el objetivo de recibir
informaciones en relación a los aspectos subjetivos de algunos procesos vividos por mujeres y
hombres inmigrantes.
3.3 Protocolos éticos: formales e informales
Con respecto a los protocolos éticos formales e institucionales relacionados con las
investigaciones con seres humanos, dada su reciente implementación en el campo de la
sociología esta investigación no pudo acceder en su momento inicial al visto bueno del Comité
de Ética para las Investigaciones relacionadas con Seres Humanos (CEISH) de la UPV/EHU. Sin
embargo, una vez iniciada la investigación se ha requerido la valoración ética, metodológica y
legal del estudio por parte del CEISH, para certificar que durante todo el proceso se cumple con
los requisitos del protocolo ético a seguir en investigaciones con seres humanos.
En concreto, para permitir que las personas decidan con libertad y de manera fundada si
desean o no participar en la investigación, se les ha informado sobre el proyecto, sus objetivos,
la fuente de financiación, la institución en la que se inscribe, las técnicas de recolección de los
datos, las motivaciones personales por las cuales decido estudiar este fenómeno, así como
informaciones sobre la entrevistadora, que en este caso soy yo.
Las entrevistas han sido grabadas y, antes de comenzar, se firman dos copias del documento
del ‘consentimiento informado’, uno para la entrevistada y otro para la entrevistadora, donde
aparecen los datos más importantes de la investigación y los derechos de las personas
entrevistadas. En concreto, aparece la identificación e información de contacto de la
investigadora principal, la identificación del proyecto, la descripción del procedimiento y de los
derechos de la persona participante entre los cuales se destacan: la cláusula de voluntariedad,
el derecho de revocación del consentimiento y sus efectos, el derecho a conocer los resultados,
el derecho a decidir sobre el destino de las muestras y datos asociados, y el derecho a la
confidencialidad regido por la Ley de Protección de Datos (LOPD).
Además de los protocolos éticos institucionales, durante el planteamiento y desarrollo de la
investigación se han tomado decisiones que implican una serie de cuestiones éticas,
especialmente para el desarrollo del trabajo de campo y análisis del material recogido.
En este sentido se evidencia que, en todo tipo de proceso de investigación la labor de el/la
entrevistadora depende exclusivamente de la voluntad de la persona entrevistada en compartir
conocimientos y colaborar a la realización del proyecto, por este motivo es necesario respetar
en todo momento su voluntad, tiempos, pausas y formas de expresión. Estos principios éticos
106
han de seguirse especialmente si se trata de investigaciones feministas en las que se utilizan
técnicas cualitativas para tratar temas emocionalmente delicados y dirigidas a colectivos en
riesgo de exclusión (Ramaznoglu and Holland 2002; Ribbens and Edwards 1998).
En esta ocasión creo significativo mencionar algunas cuestiones surgidas y decisiones tomadas
durante el desarrollo de la investigación.
Durante el proceso de selección de las personas a entrevistar, la presentación del proyecto y la
obtención del consentimiento informado se realizan exclusivamente cara a cara.
Independientemente de cómo se recibe la información, si a través de la asociación o a través
de la bola de nieve, se hace la primera toma de contacto en persona. Seguidamente se fija el
día, la hora y el lugar de la entrevista.
Las personas que deciden participar en las entrevistas me brindan información muy importante
para la realización de mi trabajo. En ocasiones, me cuentan detalles muy delicados y
emocionantes de sus historias de vida y de sus viajes migratorios para que yo pueda desarrollar
mi investigación. Tanto por estas razones como porque, por una parte, reconozco que estas
personas me dedican tiempo para que yo pueda hacer mi trabajo y, por otra parte, creo
importante no olvidar que estamos frente a una crisis económica muy dura que está afectando
de manera importante al colectivo al que me estoy dirigiendo, decido remunerar las entrevistas
con 20 euros. Esta gente necesita trabajar e invierte su tiempo en la búsqueda de trabajo, por
eso valoro muy positivamente que me dediquen de 2 a 4 horas de su tiempo.
Además, habiendo estado en asociaciones formadas también por personas migradas, percibo
cómo en algunos casos la población extranjera se siente un poco molesta con el tema de las
‘investigaciones sobre población inmigrante’. Muchas veces ellas/os dedican su tiempo,
remueven aspectos importantes y dolorosos de sus vidas, cuentan detalles íntimos de sus
condiciones de ‘forasteros/as en tierras hostiles’ sin recibir nada a cambio o, en el peor de los
casos, dándose cuenta de que sus palabras han sido usadas en estudios, artículos y/o
investigaciones de manera no fiel.
3.4 Apuntes sobre el proceso investigación
Durante el proceso de investigación se ha decidido realizar tres estancias de investigación en
contextos específicos, y desde mi punto de vista interesantes, para ampliar la mirada y
enriquecer mi perspectiva hacia el fenómeno estudiado. Los lugares elegidos son: (1)
Inglaterra, por la importancia/hegemonía del idioma y del mundo académico anglosajón en el
sistema universitario internacional y para acceder a los debates sobre la relación entre los
trabajos domésticos y las migraciones desde el punto de vista de un país del ‘Norte de Europa’;
(2) Ecuador, por la importancia de abarcar el fenómeno estudiado también desde un punto de
vista menos europeo y más postcolonial, para conseguir material bibliográfico sobre el servicio
doméstico en la actualidad y en el periodo colonial en el territorio andino, y para acceder a los
debates sobre la relación entre los trabajos domésticos y las migraciones desde un ‘país de
origen’ de las migraciones internacionales; (3) Italia, por la similitud al caso Español, donde
ambos Estados son regidos por Estados del bienestar ‘familistas’, y para acceder a los debates
sobre la relación entre los trabajos domésticos y las migraciones desde el punto de vista de un
107
país del ‘Sur de Europa’.
Partiendo de la idea de que el conocimiento no se produce exclusivamente en el mundo
académico, he considerado oportuno, como persona comprometida para el cambio social y
como investigadora social, militar en la Asociación de Trabajadoras de Hogar.
3.5 Limitaciones del planteamiento metodológico.
Como toda investigación, esta tesis tiene límites en el análisis y descripción del fenómeno
estudiado.
Una limitación importante se deriva del volumen de entrevistas manejado, especialmente en el
caso de los hombres, lo que impide hacer una comparación mínimamente fundada entre las
situaciones vividas por hombres y por mujeres dentro del trabajo doméstico. A pesar de la
limitación, me ha parecido interesante incorporar a los hombres como colectivo que forma
parte del trabajo doméstico, aunque sea simplemente a nivel simbólico. Considero que es
importante empezar a elaborar comparaciones entre hombres y mujeres para evitar que los
estudios de ‘género’ terminen convirtiéndose exclusivamente en estudios sobre mujeres.
En el caso del empleo doméstico hay que admitir que la incorporación de los varones es aún
muy escasa, por eso, en esta tesis, he decidido tener en cuenta principalmente el punto de
vista de las mujeres pero, con la inclusión de tres entrevistas he querido indicar que ellos
también están desempeñando labores de cuidados y que, en un futuro inmediato, sería
interesante y necesario incorporarlos como sujetos en las investigaciones sobre esta temática.
De hecho, he decidido en un primer momento ahondar de manera más profunda en la
naturaleza de las situaciones vividas por el grupo de personas andinas empleadas de hogar,
poniendo énfasis en la manera en la cual las dimensiones macro y meso influyen en las vidas de
las personas, para seguidamente en futuras investigaciones, profundizar el análisis de género
sobre la base de estos conocimientos.
Además, se evidencia la limitación de tomar en cuenta únicamente tres variables de análisis,
como son el género, el origen y la clase, dejando de lado aspectos significativos para entender
determinadas situaciones vividas por las personas entrevistadas. La investigación se ha
desarrollado de esta manera por la complejidad que conlleva tener en cuenta más variables de
manera simultánea y por la necesidad de acotar el objeto de estudio, pero considero
interesante, sobre la base de los resultados de esta tesis, incorporar otras variables como
pueden ser: (1) tener descendientes en origen y/o en destino, (2) magnitud y tipo de carga de
trabajo no remunerado, (3) rasgos físicos y detalles corporales, (4) edad de las personas, (5)
formación profesional, (6) grupo de población a la que se brinda asistencia y cuidados
(mayores, criaturas, personas enfermas o con diversidad funcional)
En relación a la descripción del contexto merece la pena mencionar, por una parte, los límites
descriptivos de cada serie de datos estadísticos (tabla1) determinados en algunos casos por la
falta de información estadística y en otros por la dificultad en el acceso a datos más específicos.
Por otra, las dificultades que he afrontado en transitar y recoger informaciones en territorios
disciplinares para mi desconocidos, como por ejemplo la legislación en materia laboral, y que
pueden conllevar sesgos o imprecisiones en la exposición del marco legal.
108
Con respecto al muestreo y al análisis de las entrevistas, se evidencia la limitación en tomar en
consideración exclusivamente el punto de vista de las personas trabajadoras en el sector de
hogar, determinada por la necesidad de acotar el objeto de estudio. Sin embargo, con el fin de
entender de manera más integral las experiencias personales y laborales de estas personas,
hubiese sido interesante entrevistar también la parte empleadora, y beneficiaria del trabajo
que se realiza, para ver las mismas situaciones con perspectivas diferentes. Además, por
diversos motivos, no ha sido posible hacer una devolución de los resultados de las entrevistas
antes de la finalización de esta tesis.
109
110
CAPITULO CUARTO: Una aproximación al contexto estudiado
Desde los primeros pasos en esta investigación tenía bien claro que durante todo el proceso
quería mantener una visión a la vez general y particular sobre el fenómeno estudiado, porque
creo que tener presente lo que pasa a nivel global y general nos puede dar claves para hacer un
mejor análisis de las entrevistas y experiencias personales. Al fin de cuentas, nuestras
decisiones y experiencias de vida vienen afectadas por el contexto en el que nos encontramos,
no totalmente determinadas pero sí influidas.
Con el fin de hacer una breve descripción del contexto tomado en cuenta, en este apartado se
aborda la dimensión meso de los fenómenos estudiados. Esto me permitirá tener
informaciones valiosas a la hora de aproximarme a la dimensión micro, para entender y darle
más sentido a las experiencias de vida contadas por las personas entrevistadas.
Como nos explica Fiona Williams (2010a), la dimensión “macro” se refiere a todo lo que está
pasando a nivel global, internacional y supra-estatal. Los aspectos más importantes se han
expresado en el marco teórico, pero en este caso me interesa subrayar la transnacionalización y
globalización del mercado laboral relativo al trabajo doméstico y de los cuidados y traer a
colación algunos detalles relacionados.
La dimensión “meso” representa la manera en la cual las instituciones estatales y autonómicas
implementan y experimentan los fenómenos que se producen a nivel global. Esta dimensión
tendrá un papel importante en este capítulo, con el fin de entender los mecanismos que
actúan en el contexto estudiado con sus peculiaridades. Desde mi punto de vista lo más
significativo es, por una parte, verificar si las teorías de alcance internacional, que se han
expuesto en el capitulo anterior, se asemejan a lo que está ocurriendo en el territorio tomado
en consideración. Por la otra, ver de qué manera están actuando los cambios en la
reglamentación del empleo de hogar, a través del Real Decreto ley (1620/2011), y la crisis
económica. En este caso tomaremos en consideración el contexto del Estado español y, dentro
de éste, las peculiaridades de la CAE y, cuando los datos lo permitan, de la comarca del Gran
111
Bilbao.
La dimensión “micro” se inscribe en las experiencias personales marcadas por el fenómeno
migratorio y el trabajo doméstico y de cuidados, que se abarcarán con más detenimiento más
adelante a través del análisis de las entrevistas. Se realizará una aproximación de las
experiencias subjetivas para entender cómo las demás dimensiones, las macro y meso, se
encarnan en las relaciones y experiencias cotidianas de las personas entrevistadas.
A partir de una revisión bibliográfica, se evidencia que en los últimos años ha crecido
significativamente la literatura sobre la manera en la cual la globalización y las migraciones
internacionales están transformando las prácticas en y del trabajo doméstico y de cuidados,
razón por la cual decido aterrizar lo teorizado a nivel macro en las realidades cotidianas de las
personas a un nivel más micro, especialmente en el caso de las y los trabajadores de hogar
inmigrantes.
En el capítulo segundo se ha hecho una recopilación de los conceptos y líneas de investigación
a mí entender útiles para el desarrollo de esta tesis, donde quedan recogidas algunas de las
ideas más significativas sobre el nivel macro del asunto. En todo caso, antes de comenzar con la
descripción del ‘nivel meso’ para me parece oportuno recordar algunas cuestiones.
Desde los años noventa del siglo pasado aumenta la demanda de servicios domésticos en los
países desarrollados y este fenómeno coincide con una mayor presencia de mujeres en los
flujos migratorios (Dalla Costa 2007; Herrera 2013). Así las cosas, conceptos como el de la
‘división internacional del trabajo reproductivo’ (Parreñas 2001, 2002), ‘el nuevo orden
doméstico, explotador, racializado y generizado’ (Hondagneu-Sotelo 2001), ‘las cadenas
globales de cuidados’ (Hochschild 2001), entre otros, nos ayudan a entender de qué manera se
relacionan los flujos migratorios y los trabajos domésticos y de cuidados en el tablero
internacional actual, uno de los objetivos de esta tesis.
Dicho esto, si se habla del nivel internacional, cabe mencionar la labor hecha desde la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) para vigilar y salvaguardar los derechos de las y los
trabajadores de hogar a nivel mundial. El elocuente interés puesto por esta organización
internacional en reivindicar condiciones decentes para las y los trabajadores de hogar, con
todos sus aciertos y límites, nos demuestra la importancia que está adquiriendo este tipo de
trabajo en la organización internacional del trabajo y de los derechos de las personas (OIT
2014).
En junio de 2011 la OIT establece el Convenio N. 189 y las Recomendaciones N. 201 para
regular los términos y las condiciones del empleo doméstico a nivel mundial. El Convenio, para
que tenga carácter obligatorio, debe ser ratificado por cada Estado, pero el ratificar no es un
imperativo. Por ejemplo, el Estado español no lo ha hecho y por ello no ha tenido ninguna
consecuencia. Por el contrario las Recomendaciones no tienen carácter obligatorio y no se
ratifican, son simples consejos para una mejor y más amplia interpretación del Convenio.
Este Convenio 40 considera trabajador/a doméstico/a toda persona que realice labores de hogar
40
Para ver en detalle todos los artículos del Convenio n. 189 ver (OIT 2014)
112
bajo una relación laboral, excluyendo las personas que desarrollan estas tareas en el ámbito
familiar (Articulo 1). Éste intenta ser un instrumento para que se especifiquen términos y
condiciones del trabajo por escrito de manera obligatoria, haciendo especial hincapié en
horarios de trabajo y de presencia 41, vacaciones, descansos diarios y semanales (Artículos 7, 9 y
10). Para proteger los derechos humanos de las personas trabajadoras a través de la promoción
de los principios y derechos fundamentales en el trabajo 42 (Artículo 3), además de asegurar la
posibilidad de disfrutar de acuerdos laborales justos -basados en condiciones decentes de
trabajo que aseguren su realización en ambientes de trabajo salubres, sin poner en peligro la
salud física y/o mental de las trabajadoras/es, libre de abusos y violencias, conllevando la
recepción del salario mínimo en moneda local y el disfrute de los derechos de protección y
seguridad social, especialmente el de maternidad (Artículos 4, 5, 6, 11, 12, 13, 14).
Se hace hincapié en la necesaria y fundamental misión de inspección por parte de las entidades
públicas para que se verifique el cumplimiento de todas las normas (Artículo 17) así como de
regulación y control sistemático de las agencias de intermediación, que a menudo son las que
acuerdan y legitiman situaciones de explotación en este sector (Artículo 15).
Igualmente, en el preámbulo del Convenio, se tiene en cuenta que una parte importante de
este trabajo es desarrollado por personas migrantes, y por eso en los Artículos 8 y 9 regulan
algunos aspectos que afectan de manera concreta a la población migrante. Por ejemplo se
mencionan el derecho a conservar los propios documentos de viaje e identidad, el derecho en
el caso de contratación en origen de disponer de un contrato de trabajo que sea ejecutorio en
el país donde los trabajadores prestarán servicio, y que incluyan en detalle las condiciones
laborales de manera anticipada a la migración con el fin de incorporarse al empleo, para evitar
situaciones de trata de personas (Albin and Mantouvalou 2012; OIT 2014).
Siguiendo con el nivel macro, si se restringe la mirada del contexto internacional al europeo,
parece interesante hablar de las investigaciones que se están desarrollando con el fin de
comparar las respuestas de los diferentes Estados nación a las crecientes necesidades de
cuidados.
Francesca Bettio y Janneke Plantenga (2004) explican que a lo largo del territorio europeo la
familia es muy importante para la provisión del cuidado. Sin embargo, su rol cambia dentro de
la organización social según las políticas y estructuras públicas ofrecidas por los diferentes
Estados del Bienestar, generando así realidades diferentes, tanto económicas como sociales.
Las autoras advierten sobre las dificultades de hacer comparaciones entre tantos países y con
datos tan poco sistematizados y tan dispares, pero finalmente, aunque la comparación no es
metodológicamente perfecta, nos brindan pautas generales sobre las cuales reflexionar.
Gøsta Esping-Andersen (1999) focalizándose en el rol de la familia dentro del funcionamiento
del Estado del Bienestar argumenta que hay claras diferencias entre los países del sur de
41
Por horario de presencia se entiende “Los períodos durante los cuales los trabajadores domésticos no disponen
libremente de su tiempo y permanecen a disposición del hogar para responder a posibles requerimientos de sus
servicios” (OIT 2014, Art. 10). Éste, según el Convenio 189, deberá considerarse como horario de trabajo.
42
Entre los cuales se destacan: libertad de asociación, sindical, negociación colectiva, eliminación trabajo forzoso,
abolición del trabajo infantil
113
Europa y el resto del continente, no obstante, estas diferencias no son lo suficientemente
acentuadas para poder hablar del ‘régimen mediterráneo’ como de un régimen totalmente
separado de los demás. El autor explica que, si bien estos países del ‘sur’ son más familistas,
debido al déficit de servicios de asistencia para personas dependientes y, como matiza Chiara
Saraceno (1995a), donde lo que se asume no es la figura del hombre ‘gana pan’ sino más bien
la solidaridad familiar y la responsabilidad de las mujeres en la provisión del cuidado, los son
menos en otros aspectos como por ejemplo en relación a los incentivos económico para que
las mujeres se queden en casa y no busquen trabajo (Esping-Andersen 1999) citado en (Bettio
and Plantenga 2004)
Para analizar la situación más en detalle, las autoras Anneli Anttonen y Jorma Siplä (1996) en
(Bettio and Plantenga 2004) ponen en relieve los niveles de servicios sociales ofrecidos por los
Estados del Bienestar, tanto a nivel estructural como económico, encontrando de esta manera
diferencias significativas dentro de Europa y distinguiendo dos principales modelos de servicios
sociales destinados al cuidado: por una parte estaría el modelo del cuidado familiar del sur de
Europa; en el otro extremo estaría el modelo escandinavo; entre ambos habría otros tres
modelos intermedios 43.
En el modelo del sur de Europa, donde los casos más emblemáticos son el de Italia, España y
Grecia, el cuidado de personas dependientes se delega, casi en su totalidad, a las familias.
Cuando éstas se encuentran desbordadas y no pueden satisfacer las necesidades en su
totalidad, la solución pasa por acudir al sector informal del trabajo doméstico y de cuidados. Al
otro extremo está el modelo escandinavo, el de los países del norte (Dinamarca, Finlandia y
Suecia), donde se encuentran niveles altos de recursos para el cuidado de las personas
dependientes y en este contexto la familia juega papel muy modesto en la provisión de estas
tareas, teniendo en cuenta la significativa presencia de las instituciones públicas
Entre los tres modelos intermedios se encuentran: (1) el modelo representado por el contexto
del Reino Unido y Países Bajos, donde el sector informal para el cuidado es igualmente
significativo que en el caso del los países del sur de Europa, sin embargo, las políticas relativas
al cuidado de las personas mayores fomentan la responsabilidad colectiva sobre el asunto y por
eso se brindan más servicios públicos; (2) el modelo que incluye Austria y Alemania, donde se
fomenta el desarrollo de los cuidados en el ámbito privado de la familia, especialmente en el
caso del cuidado de criaturas por cuanta de los progenitores, a través de políticas y servicios
públicos. Con respecto al cuidado de los mayores están más desarrolladas las prestaciones
económicas que los servicios comunitarios y públicos de asistencia; (3) el modelo que engloba
la situación de Bélgica y Francia, donde el sector formal público, tanto para el cuidado de
criaturas como el de las personas mayores, se encuentra bastante desarrollado (Anttonen and
Sipilä 1996).
A pesar de estas diferencias, Francesca Bettio y Janneke Plantenga (2004) ponen énfasis en que
a partir de 1996 en toda Europa la preocupación por el cuidado de las personas mayores
aumenta, de la misma manera que aumenta el envejecimiento de las sociedades (OECD 1996).
43
Para tener una visión más detallada de los 5 tipos de modelos ver el esquema en (Bettio and Plantenga 2004,
100)
114
A partir de esto se destaca que los gobiernos en general necesitan reorganizar la provisión del
cuidado debido a una sobrecarga por parte de las familias.
Fiona Williams (2012), a través de sus investigaciones sobre la inserción laboral de las mujeres
inmigrantes en el sector de los cuidados, encuentra algunas pautas en común especialmente
entre los países del sur de Europa. Entre otras cosas, argumenta que la tendencia general es
que a través de la actual “economía política transnacional del cuidado” (Williams 2011a) los
Estados del bienestar reducen los crecientes costes para paliar las necesidades de cuidado
utilizando estrategias que engloban, directamente o indirectamente, la población migrante en
el sector de la salud y del cuidado. Con respecto a esto se argumenta que los países del sur de
Europa están viviendo una transformación pasando de tener un modelo ‘familista’ a tener un
modelo caracterizado por la figura de la ‘inmigrante en la familia’ 44 (Bettio, Simonazzi, and Villa
2006).
Vistos algunos de los detalles más significativos de la dimensión macro, se pasa a hablar en
detalle de la dimensión meso al que hago referencia en este estudio.
El territorio dentro del cual han trabajado las personas entrevistadas es el de la Comarca del
Gran Bilbao. Ésta se encuentra dentro de la Comunidad Autónoma de Euskadi (CAE), que a su
vez pertenece al Estado español. Dicho esto, si se quiere hacer una aproximación a la parte
institucional, se entiende que el contexto estudiado obedece tanto al marco estatal como al
autónomo de la CAE, a nivel legal y estructural.
En este apartado se pondrá el foco sobre la dimensión meso utilizando datos legales,
institucionales, sociales y laborales. De esta manera no se tendrá una visión exhaustiva del
contexto, pero sí tendremos algunas pistas sobre el funcionamiento actual del sistema y sobre
la manera en la cual se relacionan los flujos migratorios y las labores de cuidado es este actual
momento de crisis, jugando con la delimitación de los tres territorios antes citadas: el Estado
español, la CAE y la comarca del Gran Bilbao.
4.1 La intersección entre régimen de cuidados y de extranjería.
Con el objetivo de profundizar la mirada hacia lo que está pasando en la dimensión meso, la
relativa a la situación social, legal e institucional a nivel estatal y autonómico, decido apoyarme
en el esquema utilizado por Fiona Williams (Lister et al. 2007; Williams and Gavanas 2008;
Williams 2010a, 2010b, 2011b 2011a) para comparar los diferentes contextos de los países
europeos. Creo que es una herramienta apropiada para describir el panorama que estoy
estudiando y para sentar las bases para futuras comparaciones con otros contextos. En esta
tesis no voy a hacer ningún tipo de comparación, ya que es un estudio centrado en un caso en
concreto.
Este apartado no pretende ser un análisis exhaustivo de las políticas y de la actuación de las
instituciones, y de sus consecuencias, sino que es una mera aproximación a las herramientas,
servicios, trabas y beneficios que afrontan las personas en este entorno en relación a (1) la
44
En el idioma original del artículo migrant-in-the -family
115
satisfacción de las necesidades de cuidados y (2) a las condiciones, derechos y libertades de
extranjería, con el fin de entender mejor de que manera la población inmigrante se inserta en
este contexto.
El punto de partida es que el Estado de Bienestar, en general en el contexto europeo, existe y
se desarrolla a través de las dinámicas que se crean entre tres esferas, la esfera de la familia, la
del Estado-nación y la del empleo. De esta manera, las dinámicas que se producen entre estas
tres esferas dan vida a las condiciones, organización y relaciones sociales en el marco de (1) la
reproducción social y lo doméstico (2) del Estado nación y de su población y (3) de la
producción y acumulación de capital.
Fiona Williams (2011a, 2012) argumenta que la relación entre la migración internacional y los
trabajos domésticos y de cuidados, expresada a través de la masiva inserción de las mujeres
migrantes en este sector, puede ser entendida como un fenómeno determinado, o por lo
menos significativamente influido, por el cruce entre el régimen de cuidado (cuidado de
niños/as, personas con diversidad funcional y mayores), el régimen de extranjería (regulación
del flujo, regulación del trabajo y de derechos y deberes de la población extranjera) y el
régimen de empleo (políticas estatales y mecanismos sociales relativos al mercado del trabajo).
El concepto de régimen viene usado para indicar el marco legal, derivado de las leyes estatales
y autonómicas más importantes, a la vez que las prácticas, discursos, relaciones sociales y
formas de resistencia y de cambio.
Así las cosas, más que hablar de un contexto general, se da la posibilidad de entender las
características de cada caso territorial. Para esta ocasión, considerando los objetivos de esta
tesis, se pondrá el énfasis en la descripción de los regímenes de cuidado y extranjería,
poniendo más el foco en el llamado por Shahra Razavi (2007) ‘diamante del cuidado’, donde las
cuatro puntas del diamante son la familia o el hogar, los mercados, el sector público y el sector
sin fines de lucro, y sobre la manera en la cual este diamante se cristaliza en el entorno
estudiado y con la participación de la población extranjera.
Dicho esto, se describirá la manera en la cual se intersecan las cuestiones legales y sociales que
tienen que ver con los cuidados y la extranjería con datos relativos al contexto del Estado
Español, de la CAE y de la Comarca del Gran Bilbao.
4.1.1
Régimen de cuidados
En este apartado se una aproximación a las posibilidades básicas que tiene la ciudadanía para
satisfacer las necesidades de cuidado, tanto se trate de personas mayores, de criaturas o de
personas con discapacidad funcional.
Amaia Pérez Orozco y Sandra López Gil (2011) explican, a través del gráfico 1, cuáles son las tres
tipologías de derecho al cuidado en el Estado español. Por una parte tenemos el derecho de las
personas dependientes a recibir cuidados (explicitado principalmente por la Ley 39/2006 de
Promoción de la Autonomía personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia),
por el otro lado existe el derecho a compaginar trabajo de mercado y trabajo de cuidados no
remunerados (reconocido en el Estatuto de los Trabajadores y la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de
marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres), y por último, el derecho laboral en el
116
empleo de hogar (explicitado principalmente por el Real Decreto Ley 1620/2011, de 14 de
noviembre por el que se regula la relación laboral de carácter especial del hogar familiar y las
normas de Seguridad Social que regulan el Sistema Especial para empleados de hogar).
Gráfico 1. Niveles del derecho al cuidado. Estado Español
Fuente: Elaboración propia a partir del esquema de Amaia Pérez Orozco y Sandra López Gil (2011, 160)
Las autoras evidencian que, en la actualidad, el sistema de reconocimiento de estos derechos
es parcial y además no se ponen medidas suficientes para que este marco legal, aunque
limitado, sea efectivamente puesto en práctica. Por este motivo afirman que “hay una
dificultad enorme de pasar del plano meramente formal a lo real” .
Entrando en detalle en el contexto estudiado, veremos cuáles son las facilidades y obstáculos a
la hora de enfrentar el cuidado de las personas dependientes, para entender más en
profundidad las estrategias utilizadas por los hogares. Además se explicará de qué manera la
crisis ha afectado a cada una de las dimensiones tomadas en consideración.
La extensión y naturaleza de los servicios de cuidado para criaturas, mayores y personas con
discapacidad funcional
Cuidado criaturas
Empezando por las posibilidades relativas al cuidado de criaturas, se percibe una carencia
importante en los servicios para niñas/os, especialmente menores de 3 años, edad a partir de
la cual tienen acceso al sistema de educación pública 45.
En el contexto estudiado, los únicos servicio de carácter público que existen para el cuidado de
infantes son las haurreskolak 46, que son escuelas infantiles para niños/as de 0 a 3 años y que se
45
En la CAE la escolarización pública empieza a los 3 años.
46
Escuelas infantiles que surgen de los convenios de adhesión al Consorcio Haurreskolak establecido entre el
Gobierno Vasco y los Ayuntamientos de la CAE.
117
encuentran en los diferentes municipios de la CAE. Éstas brindan servicio desde septiembre
hasta julio, ambos incluidos y el horario suele ser de 07.30 hasta las 16:30, según la escuela 47.
Las plazas son limitadas y se hace la selección según la renta anual de ingresos, la proximidad
del domicilio, la existencia de hermanas/os ya matriculados, la pertenencia a una familia
numerosa, tener discapacidad, estar en situaciones especiales relacionadas con el empleo del
padre y/o la madre 48. El número de plazas suelen estar por debajo de la cantidad de solicitudes
y, por dar un ejemplo, en el municipio de Bilbao, que es el municipio más grande y más
poblado del territorio del Gran Bilbao con 349.356 habitantes, en 2013 se ofrecieron 312 plazas
para criaturas entre 1 y 3 años y 210 para criaturas menores de un año. Para las familias que
necesiten acudir a instituciones privadas no existen subvenciones para este tipo de servicios.
En el entramado del Gran Bilbao no existen asociaciones sin ánimo de lucro que se ocupan del
cuidado de criaturas de edad inferior a los 3 años, pero sí hay algo para niños/as a partir de los
5-6 años. Para este grupo de edad se ofertan actividades tanto por parte de asociaciones como
de ayuntamientos, pero son más bien actividades extraescolares 49. No tienen la función de
cuidado para las criaturas en horario laboral, sino que son más bien actividades educativas y de
ocio y tiempo libre puntuales. En todo caso, como explica una trabajadora social del
Ayuntamiento de Bilbao (2013), no se brinda el servicio de recogida (llevar y traer) de los niños.
Parece que a causa de la crisis no se han producido recortes significativos a nivel legal en los
servicios para criaturas inferiores a los 3 años, sino que, según la percepción de la trabajadora
social entrevistada (2013), se destina menos dinero para la concesión de becas para niños/as
en edad escolar en los colegios públicos. Aunque no se detecte ningún cambio en las
condiciones de acceso, la administración está actuando de manera más estricta en la concesión
de becas para los comedores, para material escolar, etc. Además, los colegios privados están
teniendo problemas para recibir subvenciones para concertar algunas clases. Con respecto a las
actividades extraescolares, en general los ayuntamientos del Gran Bilbao no han realizado
ningún recorte pero sí se ha destinado menos dinero para las asociaciones que han tenido que
recortar la oferta de cursos (Trabajadora social ayuntamiento de Bilbao 2013).
Cuidado mayores
Con respecto a los servicios destinados al cuidado de personas mayores 50 y/o discapacitadas,
47
El coste es de 1.760 euros al año para el servicio diario de hasta 5 horas, 2.288 euros al año para el servicio diario
de más de 5 horas, y 148 euros al mes para el periodo de adaptación (Gobierno Vasco 2014)
48
Obedeciendo Decreto 35/2008 de 4 de marzo, por el que se regula la admisión de alumnado en los centros
públicos y privados concertados de Educación Infantil Primaria, Secundaria Obligatoria, Bachillerato Y Formación
Profesional y grado medio y Superior de la CAPV, cuyo objeto es establecer las normas reguladoras del
procedimiento de admisión del alumnado, entre otros, del Primer ciclo de Educación Infantil.
49
Por ejemplo: Uneak Kalean, Bakuva, Gugaz Aurrera Asociación socioeducativa, que imparten talleres de apoyo
extraescolar, actividades de ocio y tiempo libre, escuela y/o excursiones de verano.
50
Con respecto a la situación de las personas mayores me parece significativo señalar que la pensión por jubilación
contributiva, en general a partir del 1 de enero de 2013, depende de la edad de la persona interesada (67 años o 65
años cuando se acrediten 38 años y 6 meses de cotización) y de las cotizaciones a la Seguridad Social, éstas deben
ser mínimo 15 años. En 2014 las cuantías de esta prestación oscilan entre 559,40 y 1.171,40 euros mensuales con
prorrata, dependiendo si se trata de una pensión de jubilación para personas mayores o menores de 65 años y/o con
gran invalidez, con cónyuge a cargo, no a cargo o si se considera unipersonal. También existe la pensión por
118
en el territorio estatal éstos dependen de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y
Atención a las Personas en Situación de Dependencia (39/2006), conocida como Ley de
Dependencia.
Esta Ley, a través la creación del “Sistema de Autonomía y Atención a la Dependencia” (SAAD)
representa el cuarto pilar del Estado del Bienestar, detrás del Sistema Nacional de Salud, el
Sistema Educativo y el Sistema de Pensiones. La novedad de esta Ley, que entra en vigor a
partir de 2006, es el reconocimiento del cuidado como un derecho de la ciudadanía basada en
la responsabilidad social y en una nueva relación entre individuo, familia y Estado del Bienestar,
donde la atención es asegurada de manera universal y no contributiva 51. En sus inicios tiene
como objetivos, por una parte, garantizar la asistencia pública a personas que lo requieran por
razones de edad, enfermedad o discapacidad y, por otra parte, crear empleo y fomentar la
regularización del sector de los cuidados (Bofill, 2013; Tobío, Agulló Tomás, Gómez, & Martín
Palomo, 2010)
Lo positivo de esta Ley es que por primera vez se reconocen los derechos de millones de
personas que trabajan en el back-stage de la sociedad, la famosa parte escondida del iceberg,
pero, por otro lado, ha sido criticada por no tener la suficiente fuerza e intención de cambiar
las ineficiencias del sistema para la satisfacción de las necesidades de cuidados y la
reproducción de la sociedad (Pérez Orozco 2006b)
La Ley de Dependencia es estatal y prevé (1) oferta de servicios públicos y/o concertados 52, (2)
prestaciones económicas vinculadas a contratación del servicio en el mercado privado y (3)
compensación económica para las personas cuidadoras del entorno familiar. Estos servicios y
prestaciones se aplican según el grado y nivel de dependencia (moderada, severa, gran
dependencia) y se determinan a través de la aplicación de baremos establecidos por una
entidad estatal en colaboración con distintas administraciones 53. La financiación de estos
servicios se basa en un sistema de copago entre las administraciones centrales y autonómicas,
que sufragan la mayor parte del gasto, y los usuarios, que pagan en base al tipo y coste del
servicio y a la disponibilidad económica personal (Bofill 2013; López Lerma 2012; Roqueta Buj
2009; SAAD 2014).
Los Ayuntamientos más allá de ofrecen asistencia a domicilio previstas por el SAAD, en la CAE
jubilación no contributiva que consiste en una prestación económica individualizada, de carácter periódico, para
mayores de 65 años que no pueden acogerse al sistema contributivo de pensiones y que no tienen recursos
económicos suficientes. Además de esta pensión en la CAE tiene la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Estas
informaciones tienen peso a la hora de entender la capacidad económica que disponen las personas mayores para
acceder a servicios de cuidado en el mercado privado.
51
En este sentido, se asegura la universalidad en el acceso al SAAD en el art. 33.4 de esta Ley, donde se explica que
“ningún ciudadano quedará fuera de la cobertura del Sistema por no disponer de recursos económicos”. Aunque
esto no debe confundirse con gratuita; las prestaciones se pagan según las disponibilidades.
52
Servicio de prevención de las situaciones de dependencia; servicio de teleasistencia; servicio de ayuda a domicilio
que engloba: atención a las necesidades del hogar y cuidados personales (entre 70 y 90 horas mensuales para los
casos más graves); servicio de centro de día (Centro de día para mayores de 65 años, de atención especializada) y
habían previsto también centros de noche, pero que no ha llegado a ponerse en marcha; servicio de atención
residencial (López Lerma 2012).
53
Consejo Territorial del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia
119
ofrecen asistencia a domicilio para personas no consideradas dependientes (máximo 3 horas
por semana) y, según la trabajadora municipal entrevistada (2013), en los casos más urgentes
hacen lo que pueden aunque los servicios son muy limitados.
Además de estos servicios, hay asociaciones que trabajan con colectivos específicos (enfermos
de Alzheimer, de esquizofrenia, etc.) brindando actividades puntuales.
Una informante experta afirma que en el contexto estudiado siempre ha habido mucha
demanda de cuidados para personas dependientes y que los servicios públicos disponibles
nunca han cubierto las necesidades, sobretodo en caso de grandes dependientes. Así las cosas,
la labor de la familia es y sigue siendo muy importante considerando que, aunque existan
servicios de asistencia domiciliaria o centros de día, éstos nunca cubren en absoluto las
necesidades en su totalidad.
A raíz de la crisis económica, los primeros recortes a la Ley de Dependencia han sido
explicitados por la reforma laboral de 2010 a través del Decreto 8/2010, de 20 de mayo, donde
se recortan de manera significativa las prestaciones de cuidados familiares (Otxoa 2010). Más
recientemente, el Real Decreto Ley 20/2012 de 13 de julio, de medidas para garantizar la
estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, explicita los recortes
relacionados a la protección de la dependencia 54. Éste tiene el objetivo de reducir los costes en
asistencia para afrontar los problemas estructurales la de aplicación de la Ley de Dependencia,
así como la sostenibilidad financiera del sistema en su conjunto en un momento coyuntural de
crisis económica 55. Modifica varios elementos sustanciales de la Ley de Dependencia entre los
cuales se destaca la reducción de las horas de atención del SAAD y de prestaciones
económicas, la suspensión del pago de las cotizaciones en el marco del convenio con la
Seguridad Social para el cuidado familiar 56, el establecimiento de un plazo suspensivo de dos
años para el abono de la prestación de cuidados familiares desde la fecha de la resolución, y el
aplazamiento de la oferta de servicios de atención y ayudas económicas del grado de
dependencia moderada hasta el 2015 (López Lerma 2012)
En el Gran Bilbao se ha notado la recesión a través de la disminución del dinero para estos fines
y la disminución de las plazas en los centros públicos. Además, menos gente puede acceder a
estos servicios como consecuencia de la modificación de los baremos para los grados de
dependencia y la restricción de las categorías 57, de las cuales dependen los derechos. Con
54
Recortes en el tratamiento de Seguridad Social de los cuidadores familiares de las personas dependientes; en el
contenido material del servicio de ayuda a domicilio; en la clasificación en grados o niveles; en la fijación de un
mínimo de intensidad prestacional; la reducción de las cuantías máximas de la prestación económica por cuidado
familiar así como de las cuantías del nivel mínimo financiado a cargo exclusivo del Estado
55
Para más información sobre el tema ver Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2014; Comas
d’Argemir, 2013; Fariñas, 2013; González Ortega, 2013; Observatorio Estatal de la Dependencia, 2012; Prats, 2014
56
El Convenio con la Seguridad Social sigue existiendo, pero ahora las personas cuidadoras familiares deben pagar
ellas mismas las cuotas. En este sentido es interesante señalar que en julio 2012 había 180.021 personas dadas de
alta a través de este convenio, de las cuales el 92,5% eran mujeres. Por el contrario en mayo de 2013 había 19.602
personas, de las cuales 89,5% son mujeres.
57
La reforma del RDL 20/2012 no afecta a los grados, que siguen siendo de gran dependencia (III), dependencia
severa (II) y dependencia moderada (I). Pero sí suprime los dos niveles de cada grado.
120
respecto a los servicios de los ayuntamientos que no obedecen a los grados de dependencia,
no se han detectado recortes significativos, pero sí ha habido un aumento importante de las
demandas a las que no se puede hacer frente (Trabajadora social ayuntamiento de Bilbao
2013). En todo caso, en el contexto de la CAE los recortes han sido menores que en otras
comunidades (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad 2014)
Políticas públicas dirigidas a personas con carga de cuidado en el marco del trabajo por cuenta
ajena
La baja de maternidad, regida por la legislación estatal, es de 16 semanas para el primer hijo/a
y de 18 semanas en caso de gemelos/as y para los siguientes partos u adopciones. Este periodo
se puede distribuir según las necesidades de la interesada. Las primeras seis semanas después
del parto son obligatorias para la mujer, pero los demás días se pueden distribuir según las
necesidades, antes o después de la llegada de la criatura, y compartir con el progenitor 58.
La baja de paternidad es de 13 días, o es posible cogerla a tiempo parcial al menos del 50%, en
el caso de primer hijo/a mientas que si son gemelos/as y a partir del segundo nacimiento o
adopción se conceden 2 días más 59. Según la Ley General de la Seguridad Social ambas bajas
laborales son subvencionadas al 100%.
Además cabe señalar el permiso de lactancia explicitado en la Ley del Estatuto de los
Trabajadores, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo, que consiste en 1
hora diaria de ausencia del trabajo que se puede dividir en dos fracciones (dos medias horas) o
bien la persona puede optar por disfrutar este permiso reduciendo media hora su jornada
laboral. Este permiso es un derecho individual de las personas trabajadoras, hombres o
mujeres, pero sólo podrá ser ejercido por uno de los progenitores en caso de que ambos
trabajen.
La Ley de igualdad efectiva de mujeres y hombres reconoce el derecho a la conciliación de la
vida laboral, familiar y personal y tiene como objetivo fomentar la corresponsabilidad entre
mujeres y hombres. En el Artículo 44.1 de la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo para la
igualdad efectiva de mujeres y hombres se explicita que “los derechos de conciliación de la vida
personal familiar y laboral se reconocerán a los trabajadores y las trabajadoras en la forma que
fomenten la asunción equilibrada de las responsabilidades familiares, evitando toda
discriminación basada en su ejercicio”.
En concreto, los permisos no retributivos establecidos son para el cuidado de menores de 8
años de edad o personas con discapacidad que no desempeñen actividad retribuida, así como
para el cuidado de familiares hasta el 2º grado de consanguinidad o afinidad que no puedan
valerse por sí mismos y no desempeñen actividad retribuida: (1) la reducción de jornada, con
disminución del salario, entre 1/8 y la mitad de la misma; (2) excedencias de duración no
58
Se puede disfrutar de la baja de maternidad en los siguientes casos: (1) si la trabajadora es menor de 21 años no
se exige periodo mínimo de cotización; (2) si tiene cumplidos entre 21 y 26 años de edad se exigen 90 días cotizados
dentro de los últimos 7 años o 180 días cotizados a lo largo de la vida laboral; (3) si es mayor de 26 años se exigen
180 días cotizados dentro de los últimos 7 años o 360 días cotizados a lo largo de su vida laboral.
59
Para disfrutar de la baja de paternidad se exige un mínimo de 180 días cotizados dentro de los últimos 7 años o
360 días a lo largo de la vida laboral.
121
superior a 3 años para atender el cuidado de criaturas a contar desde la fecha del nacimiento o
adopción y de duración no superior a los 2 años para atender el cuidado de un familiar hasta el
2º grado o afinidad (Fundación Mujeres 2010).
Estos derechos no se han visto significativamente recortados a raíz de la crisis pero se deduce
que, en un momento de recesión económica y aumento del paro, los y las trabajadoras
perciben en sus puestos de trabajo un ambiente hostil para hacer valer sus derechos de
conciliación, siendo el miedo al despido uno de los sentimientos en aumento en tiempo de
crisis 60.
La naturaleza de las ayudas directas y sus condiciones de acceso
Cuidado criaturas
Con respecto al cuidado de criaturas, desde el 2007 hasta 2010 ha existido a nivel estatal una
prestación económica llamada ‘cheque bebé’ que consistía en una ayuda de 2.500 euros para
enfrentar los gastos del nacimiento o adopción de una criatura. Como consecuencia de la crisis
este cheque se ha suprimido.
En el contexto de la CAE, según el decreto 255/2006, de 19 de diciembre, por el que se regulan
las ayudas económicas a las familias con hijos e hijas, existe una ayuda económica de entre 400
y 900 euros por nacimiento del primer hijo en función de la renta familiar. Para el segundo hijo
se otorgan 1.100 euros al nacer, 1.100 euros cada año hasta que la criatura cumpla 4 años y
400 euros cuando cumpla 5 y 6 años, independientemente de la renta familiar. Para el tercer
hijo se otorgan 1.100 euros anuales hasta que cumpla 4 años y 400 euros anuales hasta que
cumpla 7. Si el niño/a tiene una discapacidad del 33% o superior, estas ayudas se duplican.
Para parto o adopción múltiple se otorgan, en el caso de que fueran dos niños/as, 2.600 euros
anuales hasta que cumplan 2 años y 1.200 euros al año hasta que cumplan 9. Si son tres niños,
4.000 euros hasta que cumplan 2 años y 2.400 euros hasta que cumplan 9 años. Si son más de
tres niños se añaden 1.400 euros por niño hasta los 2 años y 1.200 euros hasta los 9 años. Estas
ayudas no han sido formalmente influidas por la crisis.
Cuidado personas mayores
Con respecto al cuidado de personas mayores y/o con diversidad funcional las ayudas
económicas se vinculan a la Ley de Dependencia. En principio hay tres tipos de ayudas: (1)
destinadas a la contratación del servicio de cuidados en el mercado privado; (2) pensadas como
compensación para la persona familiar cuidadora, (3) destinadas a contribuir a la cobertura de
60
La reciente reforma en el marco de la crisis económica, hecha mediante el Real Decreto-ley 3/2012 de 10 de
febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, ha significado recortes a los derechos laborales y
sociales. En pocas palabras, ahora el gobierno da prioridad a los intereses de las compañías en contra de los
intereses y derechos de las personas trabajadoras. Por dar unos ejemplos, ahora es posible individualizar los
contratos laborales, pagas, días laborales, horarios, turnos y lugar de trabajo; éstos dependerán únicamente de las
decisiones de las empresas. Los despidos devienen cada vez más fáciles y, por ejemplo, la parte empleadora puede
despedir a la parte contratada si hay una caída en las ventas o en las ganancias de la compañía (que no es igual a
perdidas) durante 9 meses, o por bajas en el lugar de trabajo de 7 a 9 días, aunque sean justificadas.
122
los gastos derivados de la atención prestada en un centro residencial, tanto en estancia
permanente como temporal . Las primeras, ‘prestaciones económicas de asistencia personal’ 61
oscilan entre 833,96 y 625,47 euros para personas a las que se les ha reconocido el grado de
‘gran dependencia’, y entre 462,18 y 401,20 euros para las que tienen ‘dependencia severa’. En
el caso de personas consideradas ‘dependientes moderadas’ la cuantía es de 300 euros 62, pero
estas ayudas económicas iban a llegar a partir del 2013/2014, pero con la aparición de la crisis
económica se han disminuido drásticamente los presupuestos y no se ha cumplido con el
programa 63.
En relación a las segundas, ‘las prestaciones económicas para cuidados en el entorno familiar y
apoyo a personas cuidadoras no profesionales’ oscilan entre los 520,69 y 416,98 euros para las
personas con ‘gran dependencia’; entre 337,25 y 300,90 euros para personas con ‘dependencia
severa’; en casos de dependencia moderada se ofrecen 180 euros para las personas que tengan
de 40 a 49 puntos en el Grado I de discapacidad, para las demás personas con dependencia
moderada (de 25 a 39 puntos en el Grado I de discapacidad) no existen ayudas 64. Antes de la
crisis esta Ley preveía el pago de la S.S a la persona familiar cuidadora pero ahora ya no existen
fondos para ello, además con la restricción de las categorías muchas personas dependientes se
quedan sin recibir ningún tipo de ayuda (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
2014).
La terceras, ‘prestaciones económicas vinculadas al Servicio Público Foral residencial para
personas dependientes’, se establecen únicamente para el Grado III y II de dependencia y
oscilan entre 833,96 y 401,20 euros 65.
La crisis económica en el Estado ha determinado una disminución en la cuantía de las ayudas
económicas relativas a la Ley de dependencia, y la CAE ha sido una de las comunidades
autónomas menos afectadas(Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad 2014).
Conciliación
Más allá de la Ley de Dependencia estatal, la CAE no prevé ningún otro tipo de subvención. Sin
embargo, si hablamos de conciliación, la Ley estatal no prevé ningún tipo de ayuda económica
61
Esta prestación está pensada para cubrir los gastos derivados de la contratación de una asistencia personal,
durante un número mínimo de horas semanales según grado de dependencia. (5 horas semanales para los grados III,
4 horas/semanales para los grados II y 3 horas semanales para los grados I). La persona encargada de la asistencia,
asistente personal, prestará sus servicios mediante contrato laboral, en el que se incluirán las condiciones y
directrices para la prestación del servicio.
62
Decreto Foral de la Diputación Foral de Bizkaia 179/2013, de 10 de diciembre, por el que se determinan en el
Territorio Histórico de Bizkaia las cuantías máximas de las prestaciones económicas para cuidados en el entorno
familiar, de asistencia personal y vinculada al servicio foral residencial
63
Los recortes son explicitados en el Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la
estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad.
64
Decreto Foral de la Diputación Foral de Bizkaia 179/2013, de 10 de diciembre, por el que se determinan en el
Territorio Histórico de Bizkaia las cuantías máximas de las prestaciones económicas para cuidados en el entorno
familiar, de asistencia personal y vinculada al servicio foral residencial.
65
Decreto Foral de la Diputación Foral de Bizkaia 179/2013, de 10 de diciembre, por el que se determinan en el
Territorio Histórico de Bizkaia las cuantías máximas de las prestaciones económicas para cuidados en el entorno
familiar, de asistencia personal y vinculada al servicio foral residencial.
123
mientras que en el contexto de la CAE existe el Decreto 118/2007, de 17 de julio, por el que se
regulan las medidas de conciliación de la vida laboral y familiar, que prevé un avance
normativo para la consolidación de las políticas de conciliación (Emakunde 2012). En el Decreto
177/2010, de 29 de junio, sobre ayudas para la conciliación de la vida familiar y laboral, se
establecen una serie de medidas entre las cuales me parece oportuno destacar: (1) las ayudas
económicas para el cuidado de familiares en situación de dependencia o extrema gravedad
sanitaria, que varían entre 3.500 a 2.200 euros anuales, dirigidas a personas que estén
disfrutando de una situación de excedencia o reducción de jornada de un empleo para cuidar
de una persona reconocida como dependiente en virtud de la Ley de Dependencia o en
situación de extrema gravedad sanitaria; (2) ayudas económicas para pagar la cotización al
Régimen Especial de la Seguridad Social del empleo de hogar en la contratación de personas
trabajadoras para el cuidado de hijos o hijas menores, dirigidas a personas o parejas que
trabajen a tiempo completo por cuenta ajena. En ningún caso se puede emplear a el/la
cónyuge y si la renta familiar anual es inferior a 28.000 se financiará el 100% de la parte de
cotización a la S.S que corresponde a la parte empleadora, si se supera ese baremo se
financiará el 75%; (3) ayudas económicas para el cuidado de hijos/as, que varían entre 3.500 y
2.200 euros una tantum, dirigidas a las personas que están en situación de excedencia o
reducción de jornada.
Con respecto a las ayudas en relación a la conciliación en la CAE entendemos que no han sido
afectadas por la crisis, considerando que han sido implementadas justo dentro del periodo de
recesión económica, a partir de 2007.
Culturas de cuidado y servicio doméstico
A partir del siglo XIX en las sociedades europeas se extiende la idea de la mujer, y en especial
de la ‘madre’ como el ‘ángel del hogar’, responsable de la armonía familiar, del bienestar de la
prole y del cuidado de los miembros del hogar. Especialmente en la segunda mitad del siglo
pasado se exalta el amor maternal como valor, a la vez natural y social, y proliferan los
discursos sobre cómo ser una buena madre, sobre la devoción y dedicación total que la mujer
debe brindar a las criaturas y a las personas dependientes (Solé and Parella, 2004 citadas por
Royo Prieto, 2011).
Este ideal de maternidad, que primariamente nace en el seno de la clase burguesa, se
constituye como hegemónico en el contexto occidental y se expande a la clase trabajadora.
Pero esta práctica queda en la dimensión ideal ya que, por una parte, a menudo las mujeres
burguesas encomendaban el cuidado de sus hijos/as a las criadas y, por otra parte, las mujeres
de las clases bajas trabajaban fuera de casa no pudiendo atender de manera exclusiva la
necesidad de las criaturas.
Tal y como demuestran los estudios de Mercedes Arbaiza (2000) y Pérez Fuentes (2003), las
mujeres tenían una intensa actividad laboral. A menudo realizaban actividades en sus propias
casas a cambio de remuneración o desarrollaban trabajo a domicilio como costureras,
lavanderas, etc. Además, a finales del siglo XIX, con el incipiente proceso industrial, las tasas de
actividad femenina aumentaron significativamente creando alarma social por la enorme
presencia de mujeres en las fábricas, talleres, tiendas y otros servicios. Asimismo, el carácter
124
urbano de muchas villas vascas, residencias de rentistas y comerciantes, estimuló el
crecimiento del servicio doméstico (Legarreta 2012).
En la España de mediados del siglo XX el servicio doméstico se convierte en un signo de estatus
de la clase burguesa indicando la posición social que distinguía a quienes podían permitirse
tener criada de quienes no podían afrontar ese gasto. A causa del paternalismo que estaba en
la base de la relación de criadazgo 66, las criadas eran consideradas como ‘una de la familia’; por
ser mujeres, pobres y jóvenes tenían el estatus más bajo dentro de la organización de los
hogares y, por eso, en muchos casos trabajaban por poco más que la manutención y el
alojamiento, siendo las ‘criadas para todo’ del hogar (García Sainz 2012).
Con el pasar del tiempo el concepto de criada quedó en desuso, sustituido por el de
trabajadora de hogar, y seguidamente empleada de hogar, para quitar el estigma de esa
condición y para profesionalizar estas labores y alejarlas de la idea de que quienes las realizan
son ‘las que tienen que servir’.
Si hablamos de la situación de la CAE y en particular del Gran Bilbao me parece interesante
traer a colación el trabajo de investigación hecho por Eider De Dios Fernández (2011) en el cual
se interesa por historias de vida de trabajadoras de hogar entre los años 1958 y 1982. A partir
de la década de los 50, la segunda industrialización vizcaína necesitó de mucho capital humano
procedente de las otras partes más pobres del Estado. Llegadas desde zonas rurales estas
personas se insertaban por la primera vez en un sistema de trabajo fuertemente sexualizado:
los hombres en las fábricas y las mujeres en las casas como empleadas de hogar. El servicio
doméstico resultó ser un sector emblemático, porque fue el que más mujeres agrupó y muchas
de ellas, empujadas por la pobreza, lo utilizaron como una estrategia de emigración para cubrir
los gastos de manutención, alojamiento y, además, con el fin de ahorrar para el matrimonio.
También las nacidas en el País Vasco con pocos recursos económicos entendían el servicio
doméstico como el único trabajo al que podían acceder antes del matrimonio. Es curioso que
ambas mujeres, tanto migrantes como no migrantes, para las que el empleo doméstico era el
paso anterior al matrimonio, a veces eran obligadas a volver a trabajar por motivos económicos
aunque ya estuviesen casadas.
Se argumenta que estas mujeres han sido doblemente marginadas por la sociedad; por una
parte, eran consideradas malas madres y malas amas de casa por trabajar fuera de sus hogares,
pero, posteriormente, cuando el empleo de las mujeres fuera de casa ya se consideró deseable
y emancipador, eran marginadas por trabajar dentro de los hogares y dedicarse a un trabajo
tradicionalmente feminizado e infravalorado (De Dios Fernández 2011).
Historia de la legislación relativa al cuidado y al empleo doméstico
El trabajo doméstico remunerado siempre ha sido desvalorizado frente a otros trabajos dentro
del marco legal. El Régimen Especial de Seguridad Social del Trabajo de Hogar se crea en el
1969 para regularizar y legitimar el carácter excepcional y el trato diferencial con respecto a los
66
Por criadazgo se entiende la práctica social por la cual niñas, y en menor medida niños, provenientes de familias
rurales pobres, pasan a residir en hogares de terceros para prestar servicios domésticos, a cambio de vivienda y
comida. Frecuentemente, no asisten a la escuela y están expuestos al abuso
125
demás trabajos inscritos en el Régimen General de Seguridad Social. En el 1985 se regula como
relación laboral a través del Real Decreto 1424/1985. Según esta legislación el trabajo
doméstico se considera como un trabajo desarrollado en condiciones excepcionales por los
siguientes motivos:” por el ámbito donde se presta la actividad, el hogar familiar, tan vinculado
a la intimidad personal y familiar y por completo ajeno y extraño al común denominador de las
relaciones laborales y por el vinculo personal basado en una especial relación de confianza que
preside, desde su nacimiento, la relación laboral entre el titular del hogar familiar y los
trabajadores del hogar, que no tiene que estar forzosamente presente en los restantes tipos de
relaciones de trabajo” (BOE 2011, 119046)
Las implicaciones que conlleva este trato legal diferencial han sido, por una parte, la negación
de muchos de los derechos del Estatuto de los trabajadores y, por otra parte la subordinación
de los derechos laborales de las personas contratadas a los derechos de las personas
empleadoras, ‘por el bien del derecho constitucional de la privacidad en el contexto familiar’.
Los derechos y obligaciones recogidas por este Real Decreto son muy débiles puesto que no se
requiere contrato escrito, ya que un contrato verbal entre las dos partes es suficiente Además
en relación al correspondiente Régimen Especial de la S.S. del trabajo de hogar no existe el
derecho a la prestación de desempleo, ni a la baja en caso de enfermedad, además de tener
unas condiciones extremadamente precarias para la jubilación.
El 14 de noviembre de 2011 el Ministerio de Trabajo e Inmigración del Estado hace público el
Real Decreto 1620/2011 por el que se regula la relación laboral de carácter especial del servicio
de hogar familiar revisando las condiciones y derechos de este sector. Éste entra en vigor en
enero de 2012 y reconoce por primera vez la necesidad de regular las condiciones y los
derechos laborales de las/os trabajadoras/es domésticas/os asemejándolos a los de las
relaciones laborales ordinarias. Los dos ejes principales de este decreto son: (1) la obligación de
especificar las condiciones laborales, las horas de trabajo, horas de descanso, tareas y la
remuneración en un contrato escrito, (2) asemejar el acceso a los derechos sociales a las
relaciones laborales ordinarias (León 2013).
Además, en relación al Real Decreto, la Ley 27/2011, de agosto, sobre actualización, adecuación
y modernización del sistema de Seguridad Social, engloba el empleo doméstico dentro del
Régimen General de la Seguridad Social a través de la creación del Sistema Especial de Empleo
de Hogar. En este sentido, según la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia (ATH-ELE
2012) los aspectos a valorar son, resumidamente: (1) el reconocimiento al derecho de
cotización desde la primera hora de trabajo; (2) la explicitación de la responsabilidad de la
parte empleadora a dar de alta a la persona contratada desde la primera hora; (3) el
reconocimiento de los accidentes de trabajo; (4) la equiparación al resto de sectores en el
cobro de las bajas.
Sin embargo hay que evidenciar que no se han hecho todos los cambios esperados y que
quedan todavía partes oscuras en la reglamentación de este sector. En concreto esta normativa
no pone el foco en las ambiguas horas de presencia y, de esta manera, se legalizan jornadas
laborales de 60 horas semanales, sin exigir la diferenciación entre las horas de trabajo y de
presencia. Además, este decreto pone como límite máximo para los descuentos en alojamiento
y manutención el 30 % del salario que, según las horas trabajadas, el salario correspondiente y
126
la manutención brindada, pueden llegar a ser descuentos abusivos e injustificados. Igualmente,
siguen sin regularse las condiciones y retribuciones de la jornada nocturna y no se reconoce la
prestación de desempleo para este sector (ATH-ELE 2012).
Este decreto es una herramienta para una primera mejora de las condiciones de las
trabajadoras/es. En todo caso, hay que evidenciar que va a ser difícil su implementación
considerando las limitaciones impuestas por la legislación vigente de extranjería a las personas
extranjeras no comunitarias, la dificultad en hacer inspecciones y controles en el entorno
doméstico y el aumento del importe de la contribución a la Seguridad Social para las familias
afectadas por la crisis, entre otras.
Un año más tarde de su entrada en vigor, el Real Decreto antes mencionado, sufre algunas
modificaciones a través del Real Decreto-ley 29/2012, de 28 de diciembre, de mejora de
gestión y protección social en el Sistema Especial para Empleados de Hogar y otras medidas de
carácter económico y social. Entre los cambios aportados me parece significativo mencionar
que, mientras que en el RD anterior se obligaba a la parte empleadora a dar de alta a la
Seguridad Social a la persona empleada desde la primera hora de trabajo -con el fin de
estimular la contratación formal relacionada a los derechos de las/os trabajadoras/es -, el
nuevo RD de 2012 considera los trabajos de hogar de menos de 60 horas al mes como una
situación singular merecedora de una regulación específica y, por ende, se establece que en
estos casos puede ser la parte empleada la que formule directamente su afiliación, altas, bajas
y variaciones de datos. En estos casos, las partes pueden llegar al acuerdo que la obligación de
dar de alta la Seguridad Social pase a la parte trabajadora, pero la parte empleadora sigue
obligada a realizar su aportación.
Si relacionamos esto con los cambios entrados en vigor a partir de 2013 en relación a los
tramos de las cotizaciones a la Seguridad Social, se pone de manifiesto que a menor horario
laboral mayor es en porcentaje la cuantía de dinero a aportar. Por este motivo, las
trabajadoras/es que trabajan pocas horas al mes vienen desmotivadas en darse de alta,
manteniendo así gran parte de este trabajo en el mercado sumergido.
Mano de obra en el sector del empleo de hogar
Como hemos visto hasta ahora, los servicios públicos para el cuidado de las personas,
especialmente de las personas dependientes, resultan ser insuficientes frente a la magnitud de
horas, energía y de trabajo que requiere cuidar a personas dependientes. A partir de esto, se
deduce que los hogares acuden con mucha frecuencia al mercado privado para satisfacer las
necesidades de asistencia y de cuidados.
Para medir el desarrollo del sector doméstico se dispone de dos fuentes de datos, por una
parte la Encuesta de Población Activa (EPA), hecha por el Instituto Nacional de Estadística (INE),
donde se recogen los datos de todas las personas que se declaran trabajadoras domésticas, sin
matizar si lo hacen de manera formal o no y, por otra parte, los datos del Ministerio de Empleo
y Seguridad Social, donde se recogen los datos de las personas afiliadas a la Seguridad Social.
Si nos fijamos en el gráfico 2 se entiende que a nivel estatal ha habido un significativo aumento
en las afiliaciones al Régimen/Sistema especial del empleo de hogar en los últimos 17 años. Por
otra parte, también los datos de la EPA demuestran un importante aumento de este sector
127
pero se observa una leve disminución a partir del 2007. Considerando que los datos
estadísticos de la Seguridad Social se refieren exclusivamente al empleo de hogar formal,
mientras que los de la EPA recogen información de los trabajos formales e informales, se
deduce que la diferencia entre las dos series equivale a las personas que trabajan de manera
informal.
Gráfico 2. Evolución de personas afiliadas al régimen/sistema especial del empleo de hogar y
de personas empleadas en el trabajo de hogar según la EPA. Estado Español. 1996-2012.
Fuente: Elaboración propia a partir del los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y a partir de
los datos de la EPA (INE) citados por (León and Ibáñez 2014)
Esto se relaciona con la anteriormente mencionada ‘crisis de cuidados’ que se está viviendo y
que viene solucionada de manera transitoria y superficial desde finales del siglo pasado,
aprovechando la precariedad de este sector y a través de la inserción de mano de obra
extranjera en el ámbito de los cuidados.
Con respecto a esto cabe destacar que en los datos sobre afiliaciones a la Seguridad Social hay
un significativo aumento en 2006 y esto puede estar relacionado con la regularización masiva
de las personas extranjeras no comunitarias hecha por el Estado en 2005, que ha dado pie a la
concesión de permisos de residencia y trabajo a las personas que se encontraban en el país
trabajando pero sin tener el correspondiente permiso.
Además, se observa que la diferencia entre los datos de la EPA y de la Seguridad Social crece a
partir de 1999, dando a entender que a partir de ese momento el sector informal de los
cuidados empieza a aumentar.
Examinando en detalle los datos desde 2006 hasta 2013, siempre para el caso español (gráfico
3) y desglosados por sexo y por nacionalidad (extanjera/autóctona), se demuestra que la mayor
parte de las personas que desarrollan este tipo de trabajo de manera remunerada y formal son
claramente las mujeres. Es evidente que son más las mujeres extranjeras aunque, justo a partir
de 2013 se observa un aumento significativo de las mujeres autoctonas. Hasta ese momento el
porcentaje de extranjeras se mantiene por encima del 57%, pero seguidamente acusa una
significativa bajada descendiendo al 52,4% en 2013 y al 48,9% en 2014 (Tabla 3).
128
Gráfico 3. Serie afiliaciones a la S.S en el régimen/sistema especial del empleo de hogar, por
sexo y nacionalidad (extranjera/autóctona). Estado Español. 2007-2014
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Tabla 3. Serie porcentajes de personas extranjeras afiliadas a la S.S en el Régimen/Sistema
especial del empleo de hogar. Estado español. 2007-2014 (%)
Población extranjera
afiliada sobre total de la
población afiliada en
hogar
Mujeres extranjeras
sobre el total de mujeres
afiliadas en hogar
2007
58,2
56,6
2008
58,2
56,5
2009
60,3
58,3
2010
61,7
59,9
2011
61,4
59,7
2012
59,0
57,4
2013
53,6
52,4
2014
50,1
48,9
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Si se habla de los hombres en este sector, es evidente que son una minoría y que la mayor
parte de éstos son extranjeros (gráfico 3). Sin embargo cabe mencionar un tímido aumento de
los hombres autóctonos a partir de 2013, aunque siguen representando el grupo menos
presente en este sector llegando a su máximo en 2014 representando solamente el 1,43% del
total.
Si se fija la atención en el territorio más especifico de la CAE (gráfico 4) se observa que ha
habido un aumento considerable de la demanda de servicios domésticos y de cuidados que se
explicita a través del aumento de afiliaciones en la S.S en este sector. Teniendo en cuenta que
en estos datos se representan solamente las personas trabajadoras en el mercado formal, se
129
entiende que la magnitud del sector es mayor si se engloba también el sector informal.
Gráfico 4. Serie de personas afiliadas al régimen/sistema espacial del empleo de hogar. CAE.
2007-2014
Fuente: Elaboración propia a partir del los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
A través los datos expuestos, se evidencia un aumento significativo de las altas a la Seguridad
Social en 2013 que coincide con la entrada en vigor del Real Decreto 1620/2011 que
reglamenta el trabajo doméstico y a partir del cual se obliga a la parte empleadora a dar de alta
a la Seguridad Social a las y los trabajadores del sector del empleo de hogar.
Gráfico 5. Serie afiliaciones a la S.S en el régimen/sistema especial del empleo de hogar, por
sexo y nacionalidad (extranjera/autóctona). CAE. 2006-2014
Fuente: Elaboración propia a partir del los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Entrando más en detalle con los datos desglosados por género y nacionalidad
(autóctona/extranjera) se entiende que, también en el contexto de la CAE (grafico 5), las
mujeres son las protagonistas de este sector, pero se evidencia un mayor equilibrio entre las
mujeres extranjeras y las autóctonas, con respecto al contexto español. Los hombres son una
minoría, pero se ve un leve aumento de la población masculina extranjera a partir de 2008, que
pasa de representar el 2,8% de las afiliaciones a ser el 3,6%.
130
Si se ponen en evidencia los porcentajes de las personas extranjeras en el sector formal de
hogar en la CAE (tabla 4) y se comparan con la situación del Estado Español (tabla 3) se observa
que los porcentajes son más bajos en la CAE. En el total de las afiliaciones superan el 50 %
exclusivamente en de 2010 hasta 2011, y se nota una significativa disminución a partir de 2012.
Tabla 4. Serie porcentajes de personas extranjeras en las afiliaciones a la S.S el
régimen/sistema especial del empleo de hogar. CAE 2006-2014 (%)
Población extranjera
afiliada sobre total de la
población afiliada en
hogar
Mujeres extranjeras sobre
el total de mujeres
afiliadas en hogar
2007
41,5
40,2
2008
44,8
43,2
2009
48,1
46,3
2010
51,6
50,0
2011
54,6
52,9
2012
50,9
49,2
2013
44,7
43,3
2014
42,7
41,1
Fuente: Elaboración propia a partir del los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Según el último estudio hecho por el Gobierno Vasco en 2011 sobre las personas empleadas en
el Servicio doméstico en la CAE 67, resulta que más del 80% de las tareas demandadas están
relacionadas con la limpieza y el restante 20% tienen que ver principalmente con tareas de
cuidados. Con respecto a las tareas de cuidado el 67% de las trabajadoras no dispone de ningún
título o documento que le capacite específicamente para el cuidado de las personas
dependientes. Sin embargo, el 79% de las empleadas de hogar, contratadas para cuidar,
consideran tener la preparación adecuada para las tareas que realiza y, en el 33,5% de los casos
son ellas las únicas responsables de la persona dependiente. En algunas situaciones, las
trabajadoras cumplen la función de ‘familia’ para la persona dependiente, llegando a tomar
decisiones y a presenciar situaciones muy intimas, por la lejanía o carencia de personas
familiares responsables.
En el contexto estatal, como en el de la CAE y del Gran Bilbao, hay una carencia importante de
medios de intermediación laboral públicos que se ocupan del sector doméstico y de cuidados,
dirigidos a la satisfacción de las necesidades de la población, razón por la cual se utiliza la
intermediación de otras entidades (agencias privadas, ONGs, amistades), con todo lo que ello
conlleva. El 87,1% entre las trabajadoras extranjeras y el 74,6% de las trabajadoras autóctonas
consiguen trabajo a través de conocidos y de manera informal, solamente el 1,1% encuentra
empleo a través de un servicio público de intermediación y el 8,5% a través de anuncios en un
67
Estudio de Situación Laboral de las Personas Empleadas en Servicio Doméstico de la CAPV desarrollado por el
Departamento de Empleo y Asuntos Sociales. Los resultados se obtienen a través de 8 entrevistas personales a
expertas/os, 30 entrevistas personales a empleadas de hogar, 6013 encuestas telefónicas a hogares, 331 encuestas
personales a empleadas de hogar.
131
medio de comunicación. Esta significativa informalidad en el acceso al trabajo determina a
menudo informalidad y poco respeto de las leyes en la contratación.
Con respecto a esto cabe mencionar que el Servicio Vasco de Empleo, Lanbide, o cualquier otro
ente público, debería tomar parte en la gestión de estas necesidades sociales y hacer de
intermediario para asegurar, por una parte, un buen servicio de atención a la dependencia y,
por otra parte, asegurar empleos que cumplan con la ley y con el respeto de las personas
trabajadoras.
En la actualidad esto no pasa y, frente a este vacío en la gestión de los servicios dirigidos a
casos de dependencia, han aflorado agencias con ánimo de lucro que se aprovechan de la
situación, teniendo a disposición un mercado muy lucrativo y sin muchos controles. En este
sentido la ATH ha denunciado diferentes agencias (ATH-ELE 2014). Por una parte, están las
agencias de colocación que se ocupan de hacer intermediación entre la demanda y la oferta sin
tomar parte en la negociación, ya que el contrato viene estipulado entre la persona empleada y
la empleadora. En este caso la el problema más significativo es que estas agencias cobran cifras
desproporcionadas a los hogares para intermediar, hacer las gestiones de la S.S y del pago de
salario, haciendo una selección discriminatoria del personal a ocupar y penalizando la
contratación directa. Además, en este caso las familias están dispuestas a pagar importantes
cantidades de dinero para tener garantizada la sustitución inmediata de la trabajadora que falle
por cualquier motivo. Por otra parte, están las agencias de servicios domésticos que
directamente proporcionan el servicio haciendo éstas mismas el contrato a las trabajadoras,
estableciendo una relación laboral ordinaria. En este caso el aspecto que hay que evidenciar
que a menudo existe una diferencia muy grande entre el cobro de la agencia y el sueldo de la
trabajadora, además de las irregularidades en la forma de contratación. Resulta que,
debiéndose enmarcar los contratos en el marco de las relaciones laborales ordinarias, a
menudo la mayor parte del servicio y de las horas trabajadas se queden en el mercado de
trabajo sumergido, haciendo contratos por menos horas de las que realmente se trabajan 68.
Además, para entender más profundamente la situación de abandono del sector por parte de
la instituciones públicas, cabe mencionar la negación por parte de Inspección de Trabajo a
inspeccionar y controlar lo que ocurre en el sector del empleo de hogar, en relación a la forma
de contratar tanto de manera privada como a través de agencias, amparándose en el derecho
de privacidad de los hogares.
Volviendo a las características de las personas trabajadoras de este sector, según el susodicho
estudio del Gobierno Vasco de 2011, lo que diferencia a las trabajadoras extranjeras de las
nacionales es que las primeras tienen, en muchos casos, mayor carga familiar y mayor
necesidad inmediata de dinero; esto determina un menor umbral de exigencia laboral. A pesar
de que la mayoría de las empleadas extranjeras trabajan en régimen externo, se evidencia que
entre las internas son casi todas extranjeras.
Como tendencia general en los años de la recesión económica ha habido un aumento de las
afiliaciones a la Seguridad Social a partir de 2008, siendo el 2014, con diferencia, el año con
más altas en la S.S en el Régimen Especial del empleo de hogar. En los dos contextos tomados
68
Para saber más sobre el tema ver la pagina web de la ATH-ELE (ATH-ELE 2014)
132
en consideración, el Estado Español y la CAE, se nota un aumento continuado del número de
empleos formales en el sector, cosa que nos lleva a deducir que la crisis no ha afectado de
manera significativa. Pero también podemos deducir que, aunque la crisis haya afectado el
sector disminuyendo las contrataciones en general, el cambio de ley que ha conllevado la
obligatoriedad de hacer contratos escritos y dar de alta a la S.S puede que haya presionado a la
población a hacer contrataciones de manera formal, o también legalizar relaciones laborales
antes informales.
Si se habla de la población extranjera en el sector informal, se entiende que la crisis ha
perjudicado de manera importante a este grupo de personas. Lo que está ocurriendo es que
con la escasez de puestos de trabajo, con la urgente necesidad de entradas económicas, con la
necesidad de contratos para renovar los papeles y con la magnitud del ‘ejército de reserva’, se
están comenzando a vender ciertos puestos de trabajo en el sector de hogar. El rol pasivo de las
entidades públicas en la intermediación para la contratación y la urgente necesidad de trabajo
dan vida a escenarios muy complejos y poco justos.
Organizaciones, movilizaciones y peticiones en relación a los cuidados
Con respecto a la organización del cuidado, son numerosas las asociaciones y colectivos en la
CAE y en el Gran Bilbao que apuestan por un modelo más sostenible de la sociedad, el cual
pasa inevitablemente por un mejor reparto de las responsabilidades y tareas de cuidado.
Empujadas por la fuerza de la perspectiva de la economía feminista, entre otras, se
experimenta un significativo interés sobre el tema. Justo en mayo de 2014, a raíz de la visita de
Silvia Federici al País Vasco, un amplio abanico de asociaciones y movimientos sociales
(feministas, ecologistas, de economía solidaria, asociaciones de mujeres inmigrantes, de
trabajadoras de hogar...), se han reunido para compartir inquietudes, experiencias y reflexiones
hacia la creación de ‘comunes’, objetivos y caminos comunes, para la transformación de la
sociedad poniendo el centro de la atención en las necesidades de recibir y brindar cuidados de
manera más justa y sostenible.
Si se habla de organizaciones dirigidas específicamente hacia el sector del trabajo doméstico y
de cuidado, a nivel estatal son varias las asociaciones existentes. Algunas realizan un trabajo
meramente asistencial mientras que otras llevan adelante también una labor de presión
política y de reivindicación. Existe una plataforma estatal sobre el servicio de hogar; en el caso
especifico de la CAE y del Gran Bilbao la asociación más importante es la Asociación de
Trabajadoras de Hogar de Bizkaia, aunque hay otros grupos relacionados con sindicatos,
organizaciones feministas o ayuntamientos donde las y los trabajadores pueden acudir en caso
de problemas o necesidad de información.
Las reivindicaciones de las organizaciones que tratan en específico el empleo de hogar, con el
apoyo de otras que luchan contra las desigualdades sociales, se pueden destacar las siguientes
reivindicaciones:
•
Que se les reconozcan plenos derechos a las y los trabajadores de este sector.
•
Que inspección de trabajo inspeccione los casos de abusos en las relaciones laborales y
controle el ejercicio de intermediación que hacen agencias privadas.
133
•
Que el servicio público de intermediación laboral, LANBIDE, funcione como referente
también para el trabajo doméstico.
•
Que se investigue sobre las enfermedades relacionadas con este trabajo y que se
incluya este sector en la aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (ATHELE 2014).
4.1.2
Régimen de extranjería
Normativas migratorias de entrada y salida al país
Según la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en
España y su integración social, las personas extranjeras que quieran entrar al territorio español
deben hacerlo por los puestos habilitados y estar en posesión de un documento de
identificación que se considere valido según los convenios internacionales. En caso de tener
una nacionalidad no comunitaria, salvo convenio internacional o posesión de tarjeta de
identidad de extranjero, se necesita un visado 69. Además, hay que justificar el objeto y
condiciones de la estancia, acreditar medios de vida suficientes para el tiempo de la estancia o
estar en condiciones de obtener legalmente dichos medios. En todo caso, las personas deben
presentar diversos documentos según el tipo de viaje.
En caso de viaje de carácter profesional se requiere la invitación de una empresa o de una
autoridad para participar en reuniones de carácter comercial, industrial o vinculado al servicio,
documentos para certificar relaciones comerciales o vinculadas al servicio, tarjetas de acceso a
ferias y congresos.
En el caso de viajes realizados en el marco de estudios, o con fines de formación o investigación
se requiere el documento de preinscripción o admisión de un centro público o de enseñanza
reconocido legalmente y el carné de estudiante o certificados relativos a los cursos seguidos.
En caso de viajes turísticos o privados se requiere el documento justificativo del
establecimiento de hospedaje, la confirmación de la reserva de un viaje organizado, el billete
de vuelta o de circuito turístico y/o la invitación de un particular.
Si se trata de personas extranjeras no comunitarias el tiempo máximo de permanencia es de 90
días, con excepción de los y las estudiantes que cursen enseñanzas por periodos más largos. Si
se entra en el país con visado en ningún caso se podrá prorrogar la estancia, mientras que si se
procede de países que no necesitan visado para su entrada se puede prorrogar solo en casos
excepcionales.
Dentro de las formas de de entrada al país para permanecer y establecerse en el territorio de
manera autorizada, han existido durante varios años las cuotas anuales para trabajadoras y
trabajadores. El 26 de marzo de 1993, el Consejo de Ministros determinaba el contingente de
autorizaciones de trabajadores/as no comunitarios para dicho año, un total de 20.600, pero en
esa primera experiencia se cubrió solamente el 25% de la oferta y casi todos con puestos de
69
Según el Artículo 25bis de la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, existen 7 tipos de visados: de tránsito, de
estancia, de residencia, de residencia y trabajo, de residencia y trabajo de temporada, de estudios, de investigación.
134
trabajo en el servicio doméstico, el 83,2% del total. El año siguiente el contingente fue parecido
y el trabajo de hogar resultó ser el protagonista, por poner un ejemplo, en Madrid el 76% de
los puestos inicialmente ofrecidos por el contingente era relativo a este sector, y a causa del
elevado número de solicitudes en 1994 se ha ampliado el contingente de 3.000 a 6.835 puestos
(López, Planet, and Ramírez 2009). Durante los años posteriores el contingente del trabajo
doméstico sigue siendo significativo, en 1997 el 80% de las ofertas eran relativas al sector de la
agricultura y servicio doméstico (Unzurrunzaga 2003) y en 1998 solo el sector de hogar
representaba el 60% de los trabajos ofertados (Ministerio de la Presidencia 1998).
Hay que señalar que entre el 2002 y 2008 en el Estado se evidencia una disminución de ofertas
de trabajo relacionadas con el empleo de hogar en el marco de los contingentes anuales,
mientras que han subido en hostelería y comercio (Observatorio Valenciano de las Migraciones
2009).
Además, España tiene acuerdos de regulación y ordenación de los flujos migratorios con países
desde los que la afluencia de inmigrantes es especialmente significativa o bien porque poseen
lazos históricos, políticos o geográficos con el Estado y éstos influyen en la elección de personas
para rellenar los contingentes anuales. En concreto se trata de Ecuador, Colombia, Marruecos,
República Dominicana, Polonia, Rumania y Bulgaria (San Martín 2006).
Como explica Cristina Blanco (2007b), en principio estos contingentes permitían contratar a
trabajadores/as extranjeros/as no comunitarios/as residiendo en el Estado aunque estuvieran
de forma irregular. Así las cosas, este contingente anual fue entendido como un método
encubierto para la regularización de la población inmigrante que se encontraba en el país sin
papeles. De hecho, los gobiernos en momentos puntuales producían regularizaciones de forma
sistemática y masiva, y cuando éstas se realizaban el contingente no funcionaba.
Concretamente en el Estado español ha habido seis procesos de regularización masiva de la
población extranjera no comunitaria en situación irregular en: 1985, 1991, 1996, 2000, 2001 y
2005.
Hay que precisar que a partir de 2000 la inserción de la población inmigrante en el mercado de
trabajo a través de contingentes se restringe exclusivamente a las contrataciones que se
formalizaban desde el país de origen. Con ello se trata de impedir dar salida laboral a las
personas que residían en el país de manera irregular y desanimar la afluencia y permanencia
en el país de personas no comunitarias sin permiso de residencia y trabajo. Desde ese
momento se cierra la puerta a la regularización de personas no comunitarias que, residiendo
en territorio español, reciben ofertas de trabajo, impidiendo de este modo la regularización de
su situación por la vía del régimen general. La consecuencia inmediata es la condena a la
economía sumergida de quienes podrían haber obtenido un contrato de trabajo y unas
condiciones de vida legales. Finalmente los contingentes anuales, también llamados cupos,
conciben las personas extranjeras no comunitarias exclusivamente como mano de obra barata,
para cubrir unas necesidades muy parciales del mercado de trabajo, en sectores en baja
cualificación y bajos salarios, como el trabajo domestico y el de los sectores agrícolas
(Unzurrunzaga 2003). Una de las consecuencias más evidentes es el aumento de la población
inmigrante en situación irregular. Este fenómeno viene denominado “irregularidad
institucionalizada” donde se evidencia que las políticas migratoria basadas en permisos
135
temporales y contingentes se fundan en manera explícita en la ilegalidad (Santos 1993) citado
en (Sánchez Alonso 2011). El sistema de contingente es muy difícil de aplicar en la práctica y
resulta totalmente inadecuado en la mayoría de los casos para los objetivos que establece
(Sánchez Alonso 2011).
La Ley de extranjería que actualmente está en vigor es la Ley Orgánica 4/2000, si bien desde su
promulgación ha sufrido varias modificaciones. Una de ellas, la producida por la Ley Orgánica
2/2009, trae unas modificas significativas en materia de autorizaciones de trabajo. Como
primera cosa, el sistema de de "contingente" pasa a llamarse "Gestión colectiva de
contrataciones en origen". En segundo lugar, se establece un régimen especial de
investigadores y de profesionales altamente cualificados, que pueden ser titulares de la ‘tarjeta
azul’.
El derecho a la reagrupación ha sido el resultado de muchos años de luchas y reivindicaciones
de los derechos de las personas migradas no comunitarias y se explicita en Capitulo II de la Ley
4/2000. Según este marco legal los familiares reagrupables son: el cónyuge o la persona con la
que se mantenga una relación de afectividad análoga a la conyugal; hijos e hijas de la persona
residente y del cónyuge menores de 18 años o mayores de dicha edad con discapacidad;
menores de 18 años o mayores de dicha edad que no sean objetivamente capaces de proveer a
sus propias necesidades, cuando la persona extranjera residente sea su representante legal;
ascendientes en primer grado de la persona reagrupante y de su cónyuge en los casos en que
estén a su cargo, sean mayores de 65 años 70 y se justifique la exigencia de la reagrupación.
Para empezar el procedimiento de reagrupación es necesario disponer de una vivienda
adecuada y de medios económicos suficientes 71. El permiso que dispondrán las personas
reagrupadas las habilitará para trabajar y podrán obtener una autorización de residencia
independiente cuando demuestren medios económicos suficientes para satisfacer sus
necesidades.
Hay que mencionar que en la Ley Orgánica 2/2009, de 11 de diciembre, de reforma de la Ley
Orgánica 4/2000, se establecen por primera vez las normas relativas a los casos de violencia de
género, donde se podrá obtener una autorización de residencia y de trabajo temporal cuando
que se haya dictado una orden de protección o informe del Ministerio Fiscal que indique la
existencia de indicios de violencia. Si una mujer extranjera no comunitaria en situación
irregular es víctima de violencia de género se establece que, aunque se abra un expediente
sancionador o de expulsión éste quedará congelado hasta que no acabe el procedimiento
penal. Desde que exista orden de protección o un informe del Ministerio Fiscal que indique la
existencia de indicios de violencia de género se podrá solicitar y acceder a una autorización de
residencia y trabajo que estará vinculada al desarrollo del procedimiento penal. Si éste no
establece la existencia de una situación de violencia de género, continuará el expediente
sancionador que se había suspendido, el cual podrá culminar con la imposición de una sanción
70
Se pueden reagrupar menores de 65 años solamente cuando ocurran razones de carácter humanitario.
71
Los medios de vida suficientes vienen establecidos por el Indicador Público de renta de Efectos Múltiples (IPREM).
En el 2014 es de 532,51 euros/mes, y para reagrupar la persona residente debe cumplir con el 100% del IPREM y el
50% de éste por cada persona reagrupada
136
de multa o expulsión 72.
Dicho esto es importante recordar que las situaciones de violencia de género a menudo son
muy difíciles de probar, especialmente con los métodos de los tribunales, dificultando la
verificación de las diferentes situaciones de maltrato vividas por las mujeres, en mayor medida
si son extranjeras extracomunitarias en situación administrativa irregular.
Permisos de residencia y nacionalizaciones
A grandes rasgos, la actual normativa en materia de extranjería permite vivir regularmente en
el Estado español y, seguidamente acceder a la nacionalidad española -amparándose en el
Código Civil-, a personas que proceden de países no incluidos en la Comunidad Europea a
través de la vía del supuesto arraigo que se realiza según tres situaciones principales: por
arraigo familiar, laboral y social 73.
Arraigo familiar. Es necesario ser descendiente de padre o madre originariamente españoles o
bien ser madre o padre de un menor de nacionalidad española. Este tipo de arraigo se rige
sobre el Jus sanguinis, pero en algunos caso también se recibe la nacionalidad por Jus solis,
dependiendo del país de procedencia de los padres del recién nacido/a y de los acuerdos entre
países.
Arraigo laboral. Es necesario haber permanecido de manera continuada en el Estado español
durante un periodo mínimo de dos años y poder demostrar la existencia de relaciones
laborales por lo menos de seis meses 74.
Arraigo social. Es necesario haber permanecido de manera continuada en el Estado español
durante un periodo mínimo de tres años. Además se requiere tener vínculos familiares con
otras personas extranjeras residentes o con españoles, o presentar un informe que acredite su
integración social emitida por la Comunidad Autónoma o Ayuntamiento del municipio en el
que tenga el domicilio habitual. Es imprescindible, además, estar en posesión de un contrato
de trabajo para 1 año (contrato que debe ser equivalente al salario mínimo ínter profesional
(SMI) que en 2014 equivale a 645,30 euros, pagado en 14 pagas, o un contrato de 750 euros al
mes por 12 pagas) y que la persona empleadora tenga capacidad económica de afrontar el
pago y no ser deudora con la Seguridad Social. También se admite la presentación de varios
contratos en una misma ocupación, trabajando simultáneamente para más de un empleador,
todos de duración mínima de un año y cuya suma debe representar una jornada semanal no
inferior a 30 horas en cómputo global.
72
En Ley Orgánica 4/2000, artículo 31bis. Residencia temporal y trabajo de mujeres extranjeras víctimas de violencia
de género.
73
Estas informaciones se pueden consultar en Secretaría general de inmigración y emigración, (2014a)
74
Serán validos como documentación acreditativa de la existencia de relaciones laborales los documentos: (1)
resolución judicial o acta de conciliación en vía judicial que la reconozca, (2) resolución administrativa confirmatoria
del acta de infracción de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social que la acredite. Ambos documentos son difíciles
de conseguir. En el primer caso hay que considerar que, por una parte, puede que las personas tengan miedo a ser
expulsadas al denunciar a la parte empleadora por estar sin permiso de residencia y, por otra, las relaciones de
deuda y/o afecto que se instauran con el hogar que las contrata estando sin papeles puede llegar a inhibir recursos
legales contra la parte empleadora. En el segundo caso, por la inercia de Inspección de Trabajo en controlar lo que
ocurre en los domicilios privados
137
Si se cumple con los requisitos se da inicio al proceso de regularización por arraigo, y la oficina
de extranjería asigna un permiso de residencia y de trabajo temporal que la persona interesada
tendrá que renovar según lo establecido en la legislación de Extranjería vigente. El primer
permiso de residencia y de trabajo es de un año, sucesivamente la primera renovación dará
derecho a un permiso de dos años, la segunda renovación también dará derecho a otros dos
años de permiso, y a partir de ahí se obtendrá el permiso de larga duración cuya tarjera se
renueva cada cinco años.
En el Artículo 71 del Real Decreto 557/2011, de 20 de abril, por el que se aprueba el
Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000, sobre derechos y libertades de los extranjeros en
España y su integración social, tras su reforma por Ley Orgánica 2/2009 se establecen los
requisitos para obtener las renovaciones. Para obtener la primera renovación y lograr un
permiso por otros dos años es necesario demostrar tener (1) continuidad en la relación laboral
que dio lugar a la concesión del permiso con 12 meses de contribuciones a la Seguridad Social,
o presentar otro contrato que dure por lo menos otro año y que esté vinculado a la afiliación
de la S.S y un mínimo de 9 meses cotizados en el año de permiso. En el caso de primera
renovación con un nuevo contrato, éste deberá ser inscrito en el mismo sector laboral del
contrato con el que se ha formalizado el permiso de residencia.
La segunda renovación funciona de la misma manera, hay que acreditar 18 meses de
cotizaciones, en los últimos dos años y presentar la continuación de un contrato o un nuevo
contrato por al menos otro año.
Después de haber estado 5 años con permiso regular, haber demostrado haber tenido
contratos de trabajo y cotizaciones a la seguridad social, la persona extranjera no comunitaria
puede pedir la tercera renovación que da derecho a un permiso de 5 años, permiso de
residencia de larga duración, que deberá renovar cada 5 años hasta que no obtenga la
nacionalidad o se decida salir del país definitivamente.
La obtención de la nacionalidad 75a través de la residencia es voluntaria y es vinculada a la
residencia legal y continuada durante un periodo de tiempo que depende según los casos,
entre los cuales se destaca:
•
Diez años como norma general.
•
Cinco años para quienes hayan obtenido asilo o refugio
•
Dos años para las personas provenientes de países de América Latina, Andorra,
Filipinas, Portugal, Guinea Ecuatorial y sefardíes.
•
Un año para aquellas personas que hubiesen nacido en territorio español.
•
Un año para quienes hubiesen estado sujetos a tutela, guarda o acogimiento de un/a
ciudadano/a o institución españoles durante dos años consecutivos, incluso si
continuare en esta situación en el momento de la solicitud.
•
Un año para el viudo o la viuda de un ciudadano o ciudadana española, si a la muerte
del cónyuge no existiera separación legal o de hecho.
75
A efectos de adquisición de la nacionalidad española véase el art. 22 del Código Civil reformado por Ley 36/2002
de 8 de octubre.
138
•
Un año para quien en el momento de la solicitud llevare un año casado/a con español o
española y no estuviese separado legalmente o de hecho.
•
Un año para el/la nacido/a fuera de España de padre o madre, abuelo o abuela, que
originariamente hubieran sido españoles.
Existe también la posibilidad de obtener una tarjeta de familiar de ciudadano de la Unión para
residir legalmente en el Estado 76. Para ello es necesario que el cónyuge español o europeo sea
trabajador por cuenta ajena o por cuenta propia en el Estado y disponer para sí y los miembros
de su familia de recursos económicos suficientes, o puede ser estudiante y estar matriculado
en un centro público o privado reconocido o financiado por la administración educativa para
cursar estudios o formación profesional, así como contar con un seguro de enfermedad público
o privado contratado en España.
Si se piensa en los efectos de la crisis se deduce que en un sistema donde la regularización de
la residencia en el país depende del trabajo, el aumento del paro de la población inmigrante
afecta de manera importante a los procesos de regularización en general. En este sentido se
habla de ‘irregularidad sobrevenida’ (Aierdi and Oleaga 2011; Moya 2006; Vono de Vilhena,
Domingo, and Bedoya 2008) para indicar las situaciones en las que habiendo obtenido la
tarjeta de trabajo y residencia -en la mayoría de los casos después de tres años de
irregularidad- no se llega a cumplir con los requisitos indispensables para la renovación del
permiso de trabajo y se cae en situación de irregularidad. Es decir, que aunque se haya
anteriormente accedido a los permisos de residencia y trabajo, se vuelve a estar en términos
legales en las mismas condiciones en las que llegó.
Incorporación de la población extranjera en ámbito laboral
La literatura experta se refiere a la etapa a caballo entre finales de la década de los noventa y
comienzo de dos mil a través del concepto de ‘laboralización’ de la política migratoria en el
Estado español (Rojo and Camos 2005). Esto para decir que, de manera ordinaria y
extraordinaria, se intentaba dar una respuesta eficaz a la creciente demanda de mano de obra
extranjera por ciertos sectores del mercado de trabajo, en contradicción con la postura formal
que era de ‘cierre de las fronteras’ (Santos Pérez 2011)
La legislación determina los distintos tipos de permiso de residencia y de trabajo y, de esta
manera, influye significativamente en los itinerarios de los y las trabajadoras extranjeras no
comunitarias. A grandes rasgos estas personas vienen dirigidas y mantenidas en los sectores de
ocupación menos deseables y con las condiciones más precarias.
Lorenzo Cachón (1995, 2009) denuncia la “discriminación institucional” a la que se tienen que
enfrentar las personas inmigrantes, especialmente si estas son recién llegadas. Argumenta que,
a raíz de la estructura social y legal del Estado, se va consolidando un submercado de trabajo
específico para éstas personas que vienen consideradas como la fuerza de trabajo más débil,
más dócil y más barata.
76
Establecida por la directiva 2004/38/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 29 de abril de 2004, relativa al
derecho de los ciudadanos de la Unión y de los miembros de sus familias a circular y residir libremente en el
territorio de los Estados miembros.
139
Además el autor evidencia que, aunque se superen los problemas y las trabas institucionales especialmente las relacionadas a los límites sobre el sector de la actividad laboral en el primer
año y a un ámbito geográfico-, este marco institucional discriminatorio sigue teniendo efecto
por mucho tiempo (Cachón, 2009).
Tabla 5. Serie afiliación a la Seguridad Social de la población extranjera según el sector
laboral. Estado Español, 2000-2003 (%)
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Régimen
General
Régimen
Especial
de
Minería
del
Carbón
47,4
52,8
53,9
55,1
58,3
57,8
57,3
64,2
61,7
54,9
53,2
51,5
49,7
47,0
0,1
0,1
0,1
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
Régimen/
Sistema
Especial
Agrario
Régimen
Especial de
Trabajadores
Autónomos
19,5
19,5
21,2
21,4
20,4
16,7
14,2
13,1
15,4
21,0
22,0
23,1
23,4
19,7
13,7
11,5
9,4
8,6
9,0
8,3
7,0
8,3
9,5
8,8
8,5
9,0
10,0
10,7
Régimen/
Sistema
Especial de
Empleados del
Hogar
Régimen
Especial de
Trabajadores
del Mar
18,4
15,3
14,8
14,2
11,6
16,7
21,1
14,0
13,0
14,9
15,7
15,9
16,4
22,1
0,9
0,8
0,7
0,6
0,6
0,5
0,4
0,4
0,4
0,4
0,5
0,4
0,5
0,4
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Si miramos los datos de la tabla 5, la serie de afiliaciones a la S.S de la población extranjera nos
demuestra que el régimen laboral con más afiliados extranjeros es el Régimen General. En éste
el porcentaje de extranjeros/as es mayor al 50% desde 2001 hasta 2011, llegando a su máximo
en 2007 con el 64,2%. A partir de 2012 desciende la presencia de extranjeros/as hasta llegar en
2013 casi al mismo porcentaje que en 2000. Además es significativa la cantidad de población
extranjera en el sector agrario, que oscila entre el 13,1% y 23,4%, y en el sector del empleo
doméstico, entre el 11,6% y 22,1%.
Según el estudio sobre las trayectorias laborales de la población inmigrante en España, hecho
recientemente por el Cenre d’Estudis Sociològics sobre la Vida Quotidiana i el Treball (2011),
resulta que la población inmigrante suele encontrar empleo en las categorías de los grupos
inferiores de cotización de manera mucho más acentuada que la población autóctona, y una
persona cada tres considera que su trabajo está por debajo de su formación. Además, se
deduce que realizan en mayor medida trabajos precarios, teniendo una tasa de temporalidad
del 44%, aunque se evidencia que las posibilidades de estabilización aumentan con el tiempo.
Las desigualdades de género se evidencian también en sus trayectorias laborales. Resulta que
140
las mujeres inmigrantes se ven triplemente discriminadas en el mercado de trabajo por razón
de clase, de género y de origen/etnia (Morokvasic, 1984; Parella, 2003). A partir de esto, el
abanico de posibilidades laborales para las mujeres extranjeras no comunitarias es mucho más
reducido que el de los hombres (Parella, 2003).
Con la llegada de la recesión económica, la situación laboral de la población en general
empeora y en el caso de la población extranjera se agudiza el aumento de la tasa de paro.
Tabla 6. Serie de índices de paro según sexo y nacionalidad (autóctona-extranjera). Estado
español y CAE. 2003-2014
CAE
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
Población
Población
autóctona
extranjera
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
6,2
13,3
29,6
24,6
8,5
12,7
19,6
23,6
5,9
10,6
10,9
11,1
5,5
9,2
17,3
22,4
4,3
7,6
20,4
19,2
4,2
6,6
10,8
15,2
9,2
9,4
22,5
28,7
9,5
10,8
22,8
20,6
10,2
11,2
28,8
22,6
11,6
13,1
46,4
23,6
15,2
15,5
44,2
30,0
15,3
15,7
50,0
39,5
Estado español
Población
Población
autóctona
extranjera
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
8,3
16,2
14,6
22,2
8,4
15,4
12,0
17,0
7,5
13,0
11,1
17,3
6,4
11,6
10,1
15,1
5,7
10,6
10,4
15,4
7,0
11,0
13,1
16,8
14,3
16,4
31,0
25,2
17,3
18,8
34,2
26,1
18,5
20,1
33,4
30,2
21,5
22,7
39,2
34,2
24,4
25,7
41,8
36,3
23,5
25,1
39,2
36,2
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (EPA)
En la tabla 6 observamos los índices de paro según el género y la nacionalidad. Se evidencia
que la crisis ha afectado de manera más importante a la población inmigrante especialmente
en el caso de la CAE, donde la diferencia entre los índices de paro de la población autóctona e
inmigrante son más evidentes. Los hombres extranjeros parecen ser los más afectados,
llegando en la CAE a tener un 50% de paro, pero también entre las mujeres es evidente la
pérdida de empleo en los últimos años.
Si trasladamos la mirada a la parte más social cabe mencionar que el derecho a la educación, a
la sanidad y a recibir ayudas sociales dependen del empadronamiento que, aunque en teoría
parece más fácil que obtener un contrato laboral, hay que evidenciar que puede ser difícil para
las personas inmigrantes encontrar un piso (compartido o no) con derecho a
empadronamiento 77 (SOS Racismo 2007; SOS Racismo-CEAR 2011).
En crisis el discurso racista de la sociedad aumenta y, casi en su totalidad, las asociaciones y
movimientos sociales en defensa y apoyo a la población inmigrada han visto disminuido
77
Con respecto a los problemas que a menudo tienen que afrontar las personas extranjeras para poder
empadronarse ver la denuncia que se ha hecho al alcalde de Sestao por impedir el empadronamiento al colectivo de
personas inmigrantes (EITB 2014)
141
significativamente su presupuesto. Además, como consecuencia de los últimos recortes
legitimados por la crisis económica, se deniega el acceso a la sanidad pública a las personas con
situación administrativa irregular dentro del Estado. En respuesta a esto una proporción
importante del personal sanitario se ha opuesto a ello y tratan de asegurar como pueden
servicios médicos a quien los necesite, esté o no en situación regular en el país.
Historia migratoria: inmigración, emigración
En relación a la contextualización desde un punto de vista más histórico, es significativo aclarar
que España se considera el Estado europeo en el que más ha crecido la inmigración en menos
tiempo en las últimas décadas. A partir de los años noventa, España deja de ser un país
principalmente emisor de flujos migratorios, hacia el norte de Europa y hacia Latinoamérica, y
se convierte en un importante país receptor, considerándose un lugar privilegiado para el
asentamiento de población migrante internacional o como lugar de paso hacia otros países
europeos (Blanco 2007b).
Aunque el crecimiento sistemático y continuo es evidente, lo que varía de manera significativa
durante los años es la composición de la población inmigrante dentro del Estado. En este
sentido Cristina Blanco (2007b) destaca claramente tres etapas en la más reciente historia
migratoria de España: la primera, desde 1995 hasta 1999, se caracteriza por bajas afluencias
anuales; la segunda, desde 2000 hasta 2003, se destaca por el gran crecimiento de las llegadas
especialmente procedentes de los países latinoamericanos (fundamentalmente andinos)
mientras que la migración desde Europa no deja de crecer de forma sostenida. Y por último, la
tercera etapa, es caracterizada por un dominio de las llegadas desde Europa del Este.
Si restringimos la mirada al contexto de la CAE, se evidencia que éste es un territorio
históricamente familiarizado con las migraciones. En este sentido, cabe destacar la importancia
del fenómeno emigratorio protagonizado por muchos vascos y vascas hacia el continente
americano, conllevando de esta manera el surgimiento de redes y condiciones económicas y
sociales que estimulan el flujo entre estos dos polos migratorios. Seguidamente, entre 1910 y
1980, el saldo migratorio de la CAE crece, convirtiéndose así en el destino principal de las
migraciones internas del Estado. Durante los años 80 y 90 del siglo XX se percibe una
disminución en la afluencia de personas al territorio; pero seguidamente vuelve a crecer
gracias a la entrada en la CAE de personas extranjeras. En todo caso, aunque la inmigración
extranjera empieza a ser un fenómeno muy importante a partir de 2001, en el contexto de la
CAE este tipo de inmigración tampoco es una novedad, puesto que el índice de inmigrantes
extranjeros resulta ser mayor en 1920 que en 2000 (Blanco 2008).
Si nos fijamos en los porcentajes de población extranjera sobre el total de la población, se
entiende que en el contexto de la CAE los porcentaje quedan significativamente por debajo de
la media estatal durante toda la serie anual tomada en consideración.
142
Gráfico 6. Serie de porcentajes de población inmigrante sobre el total de la población. Estado
Español y CAE. 1999-2014
Fuente: Elaboración propia a partir del INE (Padrón Continuo)
La serie de datos a partir del 1999 (gráfico 6) muestra un significativo aumento de la población
extranjera en ambos territorios. En la CAE la magnitud de población extranjera toca su máximo
en el año 2012, fecha a partir de la cual se inicia una leve disminución, mientras que en el caso
español el decrecimiento comienza con un año de antelación, en 2011. La cantidad de mujeres
y hombres se mantienen en equilibrio durante todo el periodo, siendo en general algo superior
el peso de los hombres.
En este contexto de crisis económica las pautas migratorias parecen estar cambiando puesto
que comienzan a tomar peso los flujos emigratorios de personas dirigidos hacia el extranjero
(Navarrete Moreno 2014). Si se hace referencia a las cifras sobre las bajas residenciales
exteriores expuestas en la tabla 7, se observa un aumento generalizado de las bajas en el
padrón en el territorio español. En relación a las pautas de la población en general se evidencia
que a partir de 2004 las personas que dejan el Estado español para dirigirse hacia el extranjero
aumentan de manera significativa, y en 2002 y 2003 son más las mujeres que sus pares
hombres quienes se dan de baja en el padrón. En el caso específico de la población nacida en el
extranjero, también se aprecia un aumento significativo y continuado de las bajas en el padrón,
siendo más los hombres, en comparación a sus pares mujeres, quienes dejan el país,
probablemente para retornar al país de origen o para emigrar a un tercer país.
143
Tabla 7. Serie bajas residenciales exteriores según país de nacimiento. Estado Español.
2002-2013 78
Bajas residenciales exteriores del
total población
Hombres
Mujeres
Bajas residenciales exteriores de
la población nacida en el
extranjero
Hombres
Mujeres
2002
17.848
18.757
5.282
5.056
2003
12.897
13.062
5.994
5.867
2004
30.804
24.288
24.965
17.872
2005
38.246
29.765
29.884
20.970
2006
82.151
60.145
71.491
49.440
2007
132.848
94.217
118.567
80.088
2008
153.475
112.985
136.491
96.916
2009
188.756
134.885
171.095
118.419
2010
218.221
155.733
197.753
136.990
2011
211.620
158.920
185.194
134.677
2012
217.348
159.701
189.944
135.439
2013
255.001
198.542
221.131
168.744
Fuente: Elaboración propia a partir del INE (Estadística de Variaciones Residenciales)
Si dejamos de lado los datos estadísticos y nos centramos en la parte legal y política
relacionada a los flujos migratorios, primeramente se necesita aclarar que la política de
inmigración en el contexto del Estado español es el conjunto de todas las legislaciones,
normativas, programas y actuaciones orientadas a la consecución de tres objeticos: el control
de la frontera, la integración de la población inmigrante y la cooperación con los países
emisores.
En relación al control de las fronteras, el Gobierno español central es el único que tiene
competencias, teniendo así el mando sobre la legislación de extranjería. Mientras que en lo
que atañe a la integración de la población inmigrante y la cooperación con los países emisores,
también tienen competencias las otras administraciones públicas, autonómicas y locales. La
legislación relativa a los flujos migratorios, entendida como un cuerpo normativo específico, se
inicia en 1985, cuando se promulga por primera vez la Ley de Extranjería. Ésta solo es aplicable
para los extranjeros no pertenecientes a la Unión Europea, puesto que los ciudadanos
comunitarios tienen derecho de libre circulación, teniendo los mismos derechos y obligaciones
78
Los datos de esta tabla, procedentes de la Estadística de Variaciones Residenciales del INE, deben ser tomados con
cautela, ya que las personas, cuando se van del país, no se desempadronan y, por lo tanto, no quedan registradas
como “bajas residenciales exteriores” de forma tan precisa como las altas. En el caso de las personas extranjeras, las
cifras pueden tener un desfase de dos años, puesto que sólo cuando una persona extranjera no renueva el Padrón
cada dos años, ésta es dada de baja de oficio. En el caso de personas españolas, las bajas del Padrón sólo constan si
los/as interesados/as se dan de alta en el Registro de Españoles en el Exterior (PERE: Padrón de Españoles
Residentes en el Extranjero). No obstante, estos son los únicos datos que se tienen sobre “emigraciones” exteriores,
y su interés es más de carácter comparativo (temporal, por género...) que de precisión numérica.
144
que los ciudadanos/as españoles 79.
A partir de esta primera legislación Cristina Blanco (2007b) distingue cuatro grandes etapas
marcadas por las maneras de entender y gestionar los flujos migratorios. La primera es la etapa
que va desde 1985 hasta 1993. Ésta es caracterizada por la preocupación sobre el nuevo
fenómeno de la inmigración, que se plasma en la Ley Orgánica 7/1985 de 1 de julio sobre
Derechos y Libertades de los Extranjeros en España. En este marco legal se establecen las
condiciones de entrada, permanencia, salida y expulsión del territorio español.
El objetivo prioritario de esta Ley es regular la entrada y salida de población extranjera no
comunitaria, dejando de lado otros factores relacionados a los flujos migratorios.
Seguidamente, a partir de los años 90 del siglo XX, se ve la necesidad de sentar las bases para
una política de inmigración global dedicada prioritariamente al ‘control’ más que a la
regulación de los flujos migratorios. La finalidad que se encuentra debajo de esta necesidad de
la política de inmigración global es el ejercicio del ‘control’, establecido como objetivo esencial
del Estado “dominar el volumen de los flujos y canalizar por tanto la presión demográfica
creciente” (Blanco 2007b, 232). Para conseguir este objetivo se proponen ocho líneas entre las
cuales se encuentran: el control de las entradas; visados y control de las fronteras; lucha contra
el trabajo clandestino; política de promoción e integración social; el reforzamiento de la
actuación policial; mayor coordinación y centralización administrativa; reforma de los
procedimientos de asilo y refugio; dimensión europea de una política de extranjería y
reforzamiento de la cooperación española al desarrollo 80.
La segunda etapa va del 1993 al 1999. Su inicio coincide con la aprobación del primer Plan para
la Integración Social de los Inmigrantes, donde por integración se entiende: “El largo proceso
dirigido a conseguir la gradual incorporación y participación del los inmigrantes en la vida
económica y social del país de acogida, en un clima de respeto y aceptación recíprocas. De ahí
que sea necesario adoptar medidas de largo alcance, que requieren un lento proceso de
maduración” (Blanco 2007b, 234).
Además, siempre en este periodo, se da inicio a un nuevo sistema de acceso al mercado de
trabajo para la población extranjera no comunitaria que consiste en el establecimiento del
‘contingente anual’. Este sistema estatal es dirigido por el Gobierno español que, mediante
reunión con el Consejo de Ministros a finales de cada año, identifica los puestos de trabajo no
cubiertos por la población autóctona y que quedan disponibles para la población extranjera no
comunitaria. A partir estos se otorgan los correspondientes permisos de trabajo.
La tercera etapa, que se desarrolla entre 1999 y 2003, se caracteriza por el control de los flujos
y la inmigración ilegal. En enero de 2000 se establece la nueva Ley de Extranjería, la Ley
Orgánica 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros y su integración social, donde la
palabra clave es ‘seguridad’, donde ‘seguridad’ significa control de las fronteras.
79
Esto a partir del Acuerdo Schengen en 1985 donde se constituye el primer paso para la construcción de un espacio
comunitario sin fronteras, conllevando de esta manera el incremento de la seguridad y el refuerzo del control en las
fronteras ‘exteriores’, entre las cuales el Estado español juega un rol significativo siendo la frontera natural con el
continente africano.
80
Para más información sobre cada una de estas líneas consultar (Blanco 2002)
145
Uno de los rasgos más significativo de esta legislación es el énfasis que se pone en la
diferenciación entre personas inmigrantes autorizadas e inmigrantes no autorizadas,
‘clandestinas’. Así las cosas, las personas que se encuentran en el país de manera legal cumplen
con los requisitos de planificación y control -para saber en todo momento los recursos
humanos con los que el Estado cuenta, si sobran o faltan individuos-, mientras que las personas
que se encuentran en el territorio español de manera irregular imposibilitan el control de la
población y la planificación para conseguir los objetivos nacionales. De esta manera se prevén
sanciones como multas y expulsión tanto a los traficantes de personas como a los
transportistas, así como a los mismos/as inmigrantes en situación irregular.
La cuarta etapa se desarrolla a partir de la Ley Orgánica 14/2003 de reforma de la Ley Orgánica
4/2000. En ésta se sigue con el objetivo de gestionar los flujos y de luchar contra la inmigración
ilegal pero, cabe mencionar que, uno de los cambios más significativos es el aumento del riesgo
para las personas extranjeras no comunitarias en caer en situaciones de irregularidad. En este
sentido se introducen cambios para la tramitación de documentos, ampliando las condiciones
de inadmisión y aumentando los obstáculos para conseguir los permisos de residencia y trabajo
Seguidamente, se aprueba Ley Orgánica 2/2009, de 11 de diciembre, de reforma de la Ley
Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su
integración. En ésta se explica que la persecución de la inmigración ilegal tiene como objetivo
poder perseguir a las mafias y no a la acogida humanitaria. Establece que las ONGs que asisten
y trabajan para el grupo de personas que se encuentra en el país de manera irregular no
pueden ser perseguidas por la ley. Sin embargo, aumentan las sanciones económicas para
todas las infracciones y prevé nuevas sanciones para evitar actuaciones fraudulentas.
Finalmente, habiendo visto el recorrido de las leyes de extranjería, y los detalles de la actual
legislación en los apartados anteriores, podemos concluir que, desde el principio, la residencia
legal ha estado muy unida al empleo. De esta manera, la figura de la persona inmigrante, en la
mayoría de los casos, termina siendo mano de obra controlada y regulada según las
necesidades del país receptor. Además, es significativa la relación que se hace entre el ‘control
de las fronteras’ y la ‘seguridad’, como si la regularidad o irregularidad en el permiso de
residencia de estas personas atentaran contra la seguridad nacional. Frente a este panorama,
mi intención es poner de manifiesto las limitaciones de acción, tanto de movilidad como de
aspiraciones laborales y personales, que padecen las personas extranjeras no comunitarias en
contraposición a la libertad de movilidad y realización laboral y personal de las personas
españolas y europeas.
Movimientos sociales, organizaciones y movilizaciones en torno a la migración
A partir del año 2000 se institucionaliza la cuestión migratoria como un ‘problema social’ y esta
idea brotó en el seno de las administraciones y del Gobierno, sobre todo a partir del hecho que
la población migrante, ya asentada y parte activa del espacio público, comenzó sus
reivindicaciones para lograr mejores condiciones de trabajo, y de vida en general, y para
disfrutar de los derechos de ciudadanía que a menudo les venían denegados. Frente a los ojos
del gobierno esta situación no se percibió como un problema puntual sino como un problema
estructural deviniendo una cuestión política clave (Santos Pérez 2011).
146
En los artículos 7 y 8 de la actual Ley de extranjería 4/2000 se reconocen a todos los
extranjeros, con independencia de su situación administrativa, y en igualdad de condiciones
con los españoles, los derechos de: reunión y manifestación, asociación, sindicación y huelga.
Son muchas las asociaciones y movimientos sociales a favor de los derechos de las personas
inmigrantes que brindan asistencia jurídica, legal, psicológica, personal de manera militante y/o
gratuita y/o que hacen presión política, sensibilización social y reivindicación en varios frentes.
Una de las reivindicaciones más importantes, y que aglutina a la mayor parte de las
asociaciones, es la iniciativa “Papeles para todos y para todas. Ningún ser humano es ilegal”,
que parte del presupuesto de que todo ser humano goza de derechos inviolables e inherentes a
la propia dignidad de ser persona y, a partir de esto, denuncian que el marco legal de
extranjería es un mecanismo que divide las personas con derechos de las que no tienen
derechos, propiciando así la situación de irregularidad administrativa de las personas y
conllevando la exclusión de éstas de todo tipo de derecho, su sobrexplotación en trabajos de
economía sumergida y su criminalización social. Además, se argumenta que los problemas
sociales tales como el paro, la pobreza o la marginación tienen su origen en la globalización de
la economía y el recorte de los derechos sociales, y los inmigrantes son algunas de sus víctimas
y no los causantes de esta situación. De la misma manera, evidencian que el derecho al trabajo
es un derecho fundamental y no puede estar condicionado por ningún permiso administrativo,
ni puede ser éste un requisito para acceder a otros derechos fundamentales.
Igualmente desde las asociaciones y movimientos sociales se hacen muchas más
reivindicaciones y sobres varios temas, por citar algunas: denuncian el desigual acceso a la
vivienda y acceso a bares y lugares de ocio por motivos racistas (SOS Racismo-CEAR 2011; SOS
Racismo-Gipuzkoa 2014), declaran injustificadas y exageradas las penas y controles contra la
venta ambulante que toca muy de cerca a la población migrante (Plataforma Mbolo Moy Doole
2013), denuncian los abusos policiales, redadas injustificadas y controles de identidad en
espacios públicos determinadas por lógicas racistas (Amnistía Internacional 2011), acusan al
gobierno de las brutalidades que se cumplen dentro de los CIEs (Centros de Internamiento de
Extranjeros) y de las consecuentes expulsiones, hechas a menudo sin respetar la ya débil
legislación en materia (Campaña contra los CIE 2013; Diagonal 2014).
4.1.3
La crisis económica como escenario
Aunque la crisis económica actual es de nivel internacional, en este apartado dedicado a la
descripción de la parte meso no se puede dejar de hablar de las repercusiones de la recesión
económica en el Estado español y el la CAE. El cruce entre el régimen de extranjería y el de
cuidados se contextualiza en este panorama.
Como argumentan Lina Gálvez y Juan Torres (2010), al origen de las últimas crisis financieras,
que han caracterizado nuestra época, se encuentran las condiciones productivas,
institucionales y éticas. Éstas son determinadas por el régimen y los valores del patriarcado y
por las desigualdades que conllevan las políticas neoliberales a escala mundial. En este
contexto la principal perversión del modelo económico resulta ser el propio establecimiento de
valores, donde se realiza la “entronización del dinero”, y éste se convierte en una expresión de
147
poder más que como instrumento para el intercambio (Gálvez and Torres 2010, 80).
La crisis económica actual comienza a partir del verano de 2007 y sus resultados empiezan a
ser visibles a partir de 2008. Resulta que esta no es una simple y puntual crisis hipotecaria,
como se quería presentar en sus inicios, sino más bien es parte de los ciclos económicos
determinados por el sistema capitalista. Es decir, no es un evento excepcional, sino que es más
bien el producto histórico del modo de producción y reproducción de las sociedades.
Desde el punto de vista de la economía feminista de la ruptura (EFR) se intenta ir más allá de
las lecturas tradicionales de la crisis y se abre la mirada a ostros aspectos hasta este momento
ignorados en los análisis economistas. De esta manera se evidencia que estamos frente a una
crisis sistémica, acumulada y multidimensional: una crisis civilizatoria (Agenjo Calderón 2011;
Pérez Orozco 2010; Rodríguez 2013) donde la caída de la demanda global no se considera la
única, ni la principal consecuencia de esta situación, poniendo sobre la mesa la importancia de
las actuales crisis; la ecológica, de la reproducción social y de los cuidados, entre otras.
Por otra parte, el análisis que hace la economía feminista de la conciliación (EFC) se basa en el
trabajo remunerado y no remunerado, argumentando que la crisis afecta de manera más
evidente a la carga de trabajo no remunerado (Agenjo Calderón 2011). Sin embargo los datos
relativos a los índices de paro demuestran que los más perjudicados por esta situación parecen
ser los trabajos más masculinizados, donde el colapso del sector de la construcción juega un
papel muy importante, afectando de manera significativa a los hombres inmigrantes.
Como hemos visto en las cifras del paro en la tabla 6, mostrada en las páginas anteriores, el
significativo aumento del índice de paro en los hombres captura la mirada dejando poca
importancia al aumento del paro en las mujeres. Como explica María Rodríguez (2013) los
efectos de la crisis sobre las mujeres no son homogéneos para todo el colectivo a causa de su
posición en la estructura de producción.
No obstante se observe que la crisis ha afectado de manera más importante a los hombres,
puesto que ha habido un significativo aumento de las tasas de paro masculina, los índices de
paro de más altos son los de la población femenina. La situación se invierte si se mira
exclusivamente el caso de la población inmigrante, donde son las mujeres las que mantienen
más sus empleos, mostrando índices de paro inferiores a sus pares hombres.
En todo caso, el aumento de la tasa de paro masculina genera una convergencia entre los
índices de paro de mujeres y hombres. Esta convergencia no se encuentra en el aumento de la
igualdad de género, sino que se debe al empeoramiento del sector laboral en general. Por este
motivo se habla de igualación a la inversa entre hombres y mujeres donde está aumentando
para ambos sexos la vulnerabilidad de sus empleos (Gálvez and Torres 2010).
Además, hay que señalar que la crisis ha cambiado su pauta; en un principio ha afectado de
manera más importante a la población masculina, pero a partir de 2010 empieza a afectar de
manera importante también a las mujeres, ya que éstas están más presentes en el sector
público y de servicios, que son los que más recortes presupuestarios han experimentado.
Otro efecto significativo de la actual crisis, que merece la pena señalar, es el aumento del
148
número de mujeres en búsqueda de trabajo. En los datos de la EPA se observa un significativo
incremento de las mujeres activas desde el comienzo de la crisis. Sin quitar la importancia y la
deseabilidad para las mujeres de tener ingresos propios, parece ser que este aumento es
debido a la disminución de los ingresos y ayudas sociales en los hogares. En consecuencia, la
necesidad de las mujeres de salir o regresar al mercado laboral aumenta. Más allá de entender
la voluntad de encontrar un trabajo remunerado, María Rodríguez (2013) matiza que es
fundamental considerar las condiciones de esta entrada en el mercado laboral, para entender
mejor la situación de desigualdad entre mujeres y hombres en tiempos de crisis.
Además hay que señalar que la necesidad económica de salir al mercado, en muchos casos
análoga a la de los hombres, no quita a las mujeres la responsabilidad sobre los cuidados en el
hogar. Según el análisis hecho por Matxalen Legarreta (2012) a partir de los datos de la
Encuesta de Presupuestos de Tiempo del Eustat de 2008, resulta que las mujeres empleadas
dedican más tiempo a las labores domésticas y de cuidados (3 horas y 35 minutos) que los
hombres desempleados (2 horas y 29 minutos). Esta situación pone a las mujeres en una
situación de desventaja en la negociación sobre horarios y condiciones de trabajo.
Numerosas teóricas feministas evidencian que esta crisis está aumentando la intensificación
del trabajo de las mujeres e invitan a ampliar la mirada de la economía tradicional basada
únicamente en los aspectos mercantiles, porque si se mira solo al trabajo remunerado se
excluye de la mirada la carga de trabajo total (Ezquerra 2011; León and Ibáñez 2014; Pérez
Orozco 2010; Rodríguez 2013). Lo que está ocurriendo es que la crisis hace trabajar más y en
peores condiciones (Gálvez and Torres 2010) y en algunos casos se realiza la re-hogarización de
labores domésticas y de cuidados que antes de la crisis se habían externalizado (Ezquerra and
Iglesias 2013).
Las crisis producen siempre una caída de los ingresos de los hogares como consecuencia de
cierres de empresas, el desempleo, recortes en prestaciones sociales, et. Si se habla de la
población inmigrante se puede llegar a entender que hay una disminución de ingresos y de
remesas para sus países de origen destinados a paliar las necesidades de reproducción de los
hogares desde la distancia, a través de las antes mencionadas cadenas globales de cuidados. La
caída de los ingresos de las familias autóctonas, como consecuencia del aumento del paro, ha
repercutido en las posibilidades de empleo de estas mujeres migradas que, en tiempos de
crisis, en muchos casos se encuentran todavía más presionadas y desprotegidas por no tener
una red familiar que pueda actuar de colchón en caso de necesidad.
Además de esto, la crisis en el Estado español tiene algunas peculiaridades que cabe
mencionar. Por una parte, la burbuja inmobiliaria aumentó el déficit estructural en el modelo
productivo, donde se invirtió mucho en el sector de la construcción y todo lo relacionado con
él, dejando de lado las inversiones en investigación, desarrollo del sector industrial y de las
medianas y pequeñas empresas. Por la otra, los recortes que se están realizando a la esfera
más social del estado del bienestar, reduciendo así el efecto colchón para disminuir los costes
del momento de recesión (León and Ibáñez 2014).
149
4.1.4
Consecuencias e incongruencias de los regímenes de cuidado y de extranjería
Para empezar este apartado me parece interesante y explicativo traer a colación una cita de un
artículo de periódico sobre una discusión habida en el Parlamento italiano en relación a la
tensión que existe entre el régimen de cuidados y de extranjería: “Nápoles, primer Consejo de
Ministros de la era Berlusconi. El responsable de Interior, Roberto Maroni, anuncia la vuelta de
tuerca de la política de inmigración: endurecimiento generalizado, incorporación del delito de
inmigración clandestina, 18 meses de retención a los sin papeles. Se acabó la displicencia. Es la
hora de la mano dura. En ese momento, se oye una voz femenina. Es la ministra de Igualdad de
Oportunidades, Mara Carfagna, ex modelo, ex estrella de televisión, abogada. “¿Y qué va a
pasar con la asistenta de mi madre?” dice. “¿Y qué quieres? ¿Que legalicemos a todos los
cuidadores para que la tuya sea legal?” replica otro ministro. La cosa termina ahí. Es hora de
dar gusto a los electores que han votado pidiendo seguridad. Acaba el Consejo, Maroni
presenta al mundo su reforma. Pero Carfagna, (…) pide públicamente al Gobierno una
normativa ad hoc para los sin papeles que ejercen tareas de cuidadores y asistentas. “La justa
vuelta de tu tuerca sobre la inmigración” explica “no puede no tener en cuenta el problema
relativo a los cuidadores y colaboradores domésticos que no han sido regularizados y sin los
cuales Italia viviría un drama socio-asistencial que implicaría a las familias con menores,
ancianos y discapacitados”. “Saber distinguir entre inmigrados-solución e inmigrados-problema
es obligatorio para quien quiere garantizar la seguridad de los ciudadanos sin perder de vista el
valor de la solidaridad”, añade. Después de semanas de ruido, furia y tensión, que han puesto
en un brete la relación bilateral España-Italia (con discreta llamada a consultas del embajador
en Madrid y visita informativa del ministro Ronchi incluidas), parece finalmente que la sensatez
y los matices van llegando al fogoso Gobierno italiano. Incluso una ministra proclama las
palabras prohibidas en aras de la nueva imagen de dureza: solidaridad, integración. Al
principio, Maroni hace como que se resiste (“no habrá regularizaciones para los que entraron
irregularmente, eso sería un indulto”), pero con el paso de los días parece empezar a ceder:
“Tendremos en cuenta naturalmente aquellas situaciones que tengan un fuerte impacto social,
como la de los cuidadores”. Otro ministro, el de Cumplimiento del Programa, Gianfranco
Rotondi, matiza un poco más: “El puño de hierro es necesario con los que delinquen, pero... no
tenemos intención de meter en la cárcel a 500.000 personas”. De repente, todos parecen
conscientes de la realidad. La propuesta de Carfagna parece reflejar mejor que cualquier otra la
situación del país y de sus 3,5 millones de inmigrantes legales y 800.000 ilegales” (Mora 2008)
citado en (Martínez Buján 2009).
Después de este breve paréntesis italiano, y volviendo al contexto estudiado, a partir de la
descripción de los regímenes de cuidado y extranjería se entiende que las familias, tanto en el
Estado español como en la zona del Gran Bilbao, no tienen muchas facilidades a la hora de
conciliar el tiempo para el trabajo, los cuidados y para la vida personal. Ni las condiciones de
trabajo ni las infraestructuras públicas parecen atender a las cuestiones relacionadas con los
servicios de proximidad para las personas dependientes.
El marco legal para el reconocimiento del derecho al cuidado es limitado y, además, de muy
difícil aplicación. Las ofertas de servicios públicos son insuficientes tanto para criaturas como
para mayores y, en general, cuando se ofertan actividades para rellenar los ‘huecos’, muchas
veces no se brinda el servicio de recogida, lo que comporta que siempre se necesite de alguien,
familiar o persona contratada, que gestione y acompañe la movilidad de las personas
150
dependientes.
La Ley de Dependencia ha sido el primer paso de un largo camino para valorar y reconocer el
trabajo doméstico y de cuidado. En realidad ésta no contempla la raíz del problema y, por eso,
acaba encadenando todavía más a las mujeres a las labores de cuidado en el seno de la
familia 81. Por una parte, en la Ley de Dependencia se entiende la ‘dependencia’ como una
situación excepcional, dejando de lado la reflexión de que todas las personas somos tanto
cuidadoras como dependientes a lo largo de nuestras vidas. Esto indica que, más que
excepcional, la dependencia y los cuidados, son un aspecto fundamental de la organización
social. Por otra parte, la prestación económica no debe ser la única solución al problema
(Artiaga Leiras 2009).
Con respecto al marco legal que fomenta la igualdad entre hombres y mujeres, también se
entiende que no llega a satisfacer la demanda de cambio en la sociedad. Las bajas maternales y
paternales son reducidas y no aseguran la satisfacción de los cuidados en el periodo más crítico
de un hogar, la llegada de un nuevo miembro. En la práctica, si no se tiene una red familiar de
apoyo se pueden llegar a crear situaciones muy difíciles. Además, cuando se acaban las bajas
maternales y paternales, para afrontar la reincorporación al trabajo de jornada completa, se
perfilan tres soluciones para complementar el servicio de las guarderías: dejar las criaturas a
(1) las abuelas y abuelos, en el mejor de los casos, (2) a una persona contratada en el mercado
privado o (3) a uno de los progenitores tras haber renunciado a su empleo.
La Ley de conciliación también parece ser insuficiente para enfrentar estos problemas, puesto
que no toma en consideración una mayor presencia de las instituciones públicas con el fin de
ofrecer servicios y paliar así las necesidades de las personas que necesitan atención y
asistencia. Simplemente se ofrece la posibilidad a las mujeres de conciliar su vida laboral,
familiar y personal dirigiendo a personas de ambos sexos los permisos y bajas relacionadas con
la provisión de los cuidados. Pero, cómo es evidente, esto no garantiza la paridad de
oportunidades en el acceso al mercado de trabajo para mujeres y hombres. Facilitar una
distribución más justa de las responsabilidades de las labores domésticas no implica grandes
cambios en los roles de género y en el papel de las empresas. Además, en la cultura
empresarial, la mujer sigue siendo considerada todavía como menos productiva, puesto que se
asume que es ‘ella’ la que tiene que lidiar en el día a día con las cuestiones familiares
(Chinchilla Albiol and León LLorente 2011)
Finalmente la Ley de conciliación de la vida laboral, familiar y personal en algunos casos resulta
ser contraproducente para la situación de las mujeres. En el informe “10 años de conciliación
en España” se argumenta que, teniendo en cuenta que muchas mujeres trabajan en pequeñas
empresas, si no hay un incentivo para las empresas, es realmente muy difícil acabar con las
discriminaciones de género en el mercado laboral (Chinchilla Albiol and León LLorente 2011).
Además, cabe señalar que a través de este marco legal no se replantea el modelo de trabajo
actual, aunque éste haya demostrado ser insostenible por lo que a los mecanismos y
necesidades de reproducción social y de la vida cotidiana de las personas se refiere. En este
81
Parece interesante recordar que en julio 2012 había 180.021 personas dadas de alta a través del Convenio con la
Seguridad Social para el cuidado familiar, y el 92,5% eran mujeres (Otxoa 2013).
151
sentido es oportuno recordar que el modelo laboral en el que nos encontramos actualmente se
consolida a partir de la Modernidad, de los procesos de industrialización y urbanización de las
sociedades occidentales, y que se asienta en la idea de un hombre ‘gana pan’ - dedicado
exclusivamente al mercado de trabajo remunerado - que dispone del trabajo gratuito realizado
por una mujer dedicada exclusivamente a la reproducción del hogar, al cuidado de los hijos/as y
del marido (Legarreta 2012). Por ello, en estas situaciones, como evidencia Joan W. Scott
(1993) citada en (Legarreta 2012), la mujer trabajadora se convierte en ‘un problema’.
La organización laboral actual establece de manera general una jornada completa de ocho
horas diarias. Si a ésta se le suman los tiempos de desplazamiento y horas extras, entre otros,
se entiende que si en un núcleo familiar los progenitores se encuentran trabajando no
disponen de suficiente tiempo para cubrir las necesidades de cuidados propias, de sus criaturas
o de sus ascendientes.
En todo caso, la ausencia de políticas públicas que ayuden a enfrentar estas dificultades diarias
como problemas sociales y colectivos empuja a las mujeres a buscar estrategias personales,
como pueden ser la cancelación o retraso de la maternidad, la asunción de la doble/triple
jornada, la contratación de servicios domésticos y/o el soportar situaciones discriminatorias en
el lugar de trabajo.
Como en los demás países regidos por Estados del Bienestar basados en la familia, para
subsanar el vacío de cuidados y para ayudar a las familias en relación a la provisión de
cuidados, se brindan ayudas económicas, algunas vinculadas a la contratación regular de estos
servicios en el mercado privado pero otras no (Simonazzi 2009).
Margarita León y Zyab Ibáñez (2014) explican que la predominancia de las ayudas económicas
es debida a (1) la falta de una preexistente red de servicios para paliar las demandas de
atención y cuidado, (2) la existencia de un extenso y fuerte mercado informal no controlado y
muy poco limitado a causa de la inercia de las instituciones públicas, (3) la conveniencia y la
disponibilidad del servicio en el mercado informal con respecto a los servicios públicos. Las
autoras, apoyadas en trabajo empírico, argumentan que en este contexto los hogares a
menudo prefieren recibir ayudas económicas para invertirlas en el trabajo informal a bajo coste
en lugar de servicios públicos. Parafraseando a una informante se explica que “con 700 u 800
euros al mes puedes contratar a una persona para que esté en tu casa 24 horas al día seis días a
la semana, mientras que si se elige disponer de servicios públicos en vez de ayudas
económicas, lo que se ofrece es un servicio de asistencia por unas pocas horas al día. Muchos
de estos centros tienen unos horarios muy estrictos y que no son muy fáciles de combinar en
el día a día” 82 (León and Ibáñez 2014, 119). Por este motivo no sorprende que las personas
opten por recibir ayudas económicas. Además, teniendo en cuenta la magnitud, urgencia y
seriedad de la necesidades de cuidados de algunas personas, puede que el sistema no deje la
posibilidad de elegir a los servicios públicos, lo que obliga a contratar a alguien para paliar las
insuficiencias del sistema. Por poner un ejemplo concreto, dentro de los servicios ofrecidos por
la Ley de dependencia, antes mencionados, todavía no se han puesto en marcha los centros de
noche. Por esta razón, si una persona necesita cuidados y asistencia de noche, no le queda otro
82
Traducción propia
152
remedio que contratar a una persona que trabaje en modalidad interna o que trabaje por las
noches.
Frente a un Estado que pone a disposición escasos servicios públicos y donde, en algunos
casos, se conceden ayudas económicas para que las familias satisfagan esas necesidades como
puedan, las opciones resultan ser principalmente dos: acudir al mercado de trabajo privado, o
re-hogarizar los cuidados de manera gratuita (Williams 2010a)
En este contexto la figura de la población inmigrante juega un papel significativo y se observa a
través del aumento de la presencia de las personas extranjeras, especialmente mujeres, en este
sector. Las limitaciones conllevadas por el marco legal de extranjería y por el contexto social a
las que se enfrentan las personas extranjeras no comunitarias que quieren entrar al territorio
español para trabajar, influyen de manera significativa en el acceso al mercado de trabajo.
Por una parte cabe destacar el hecho de que las personas se embarcan en importantes deudas
para pagar todo el trámite de visado, para el viaje y demás requisitos. Así, entendemos lo
costoso que es enfrentar un viaje migratorio y la magnitud de la presión para encontrar
trabajo. Obviamente esta presión aumenta si hay alguien en el país que necesita las remesas
para sobrevivir o para paliar gastos médicos o educativos, entre otros. Por otra parte, si las
personas no tienen el permiso de residencia y de trabajo pueden trabajar exclusivamente en el
mercado laboral sumergido y se arriesgan a ser sancionadas con multas o con la expulsión.
En este sentido, me parece oportuno denunciar que el marco legal de extranjería es el
mecanismo más evidente para crear desigualdades sociales en el acceso a los derechos
fundamentales de las personas. Frente a ésta, paradójicamente, el trabajo doméstico,
especialmente en modalidad de interna, resulta ser un refugio para las personas que no tienen
permiso de trabajo y residencia. El espacio interno del hogar es inviolable según la Constitución
y según Inspección de Trabajo, razón por la cual los controles son casi inexistentes. De esta
manera el trabajo en modalidad interna puede parecer más seguro ya que evita salir a la calle y
enfrentar los controles de identidad realizados por la policía en los espacios públicos.
El panorama es complejo: la población tiene pocos recursos para paliar las necesidades de
cuidado y la población inmigrante parece ser la respuesta low cost institucionalmente
legalizada a estos problemas. Como he explicado anteriormente, los premisos de trabajo y de
residencia, y sus renovaciones -a través de los procesos de arraigo-, dependen de los contratos
de trabajo, razón por la cual a menudo se obliga, bajo la ‘amenaza institucional’, a aguantar
cualquier tipo de maltrato y condiciones laborales nocivas para renovar los papeles y no caer
en situación de irregularidad. Son muchas las personas que enfrentan estas situaciones y en el
análisis de las entrevistas hablaré más detenidamente del tema.
Al fin de cuentas, las y los trabajadores de hogar resultan ser las personas que ayudan a
conciliar la vida personal, familiar y laboral en el marco de las sociedades actuales, pero a
menudo lo hacen sacrificando sus vidas familiares y personales (Parella 2005b; Parella and
Brullet Tenas 2005). Esta situación es emblemática puesto que en algunos casos, como
demuestra la teoría de las cadenas globales de cuidados, se está cuidando aquí a personas
ajenas a su familia por dinero, dejando de cuidar y de pasar el tiempo con sus familiares y
personas queridas. En otros casos, donde las personas trabajadoras de hogar tienen algunos
153
familiares aquí en destino, especialmente criaturas, también es difícil la conciliación puesto que
en este contexto la red de cuidados informales sigue haciendo una labor fundamental y para
quien no tiene familia es muy difícil superar los momentos críticos de la vida cotidiana.
Frente a la recesión económica, el Real Decreto Ley 1620/2011, antes mencionado, entrado en
vigor en enero de 2012 y que se regula el trabajo doméstico aportando algunas mejoras a las
relaciones laborales en el sector, puede que tenga algunas dificultades en su implementación.
Personalmente creo que, aunque esta reforma ha sido largamente esperada por la sociedad,
éste no tiene la capacidad para mejorar la situación en relación a los problemas de la
organización social de los cuidados y a las condiciones laborales precarias de este sector. Por
una parte, cabe tener en cuenta que una importante proporción de las personas que trabajan
en este sector proceden de países no comunitarios, cuestión que tiene, al menos, dos
consecuencias. Primero, si estas personas están en situación administrativa irregular no son
receptoras potenciales de estas mejoras en materia laboral y en relación al régimen de la
Seguridad Social. Segundo, muchas de ellas están teniendo problemas en el proceso de
regularización por arraigo. Los despidos, problemas con las cotizaciones o cambios de contrato
están afectando negativamente a gran parte de las/os trabajadores. En más de una entrevista,
las personas me cuentan que, frente a una reducción de horas en el contrato laboral, para
permitir a las personas empleadoras pagar menos impuestos, ellas están encontrando muchos
obstáculos para renovar sus permisos. En estas situaciones se habla de irregularidad
sobrevenida (Aierdi and Oleaga 2011; Moya 2006; Vono de Vilhena, Domingo, and Bedoya
2008)
Por otra, hay que considerar que si se aumenta el coste de las aportaciones a la Seguridad
Social, mucha gente decidirá mantener la relación laboral informal o declarar sólo una parte de
las horas contratadas. Esta actitud es favorecida por la inercia de las entidades públicas y de
Inspección de Trabajo en el control del sector, determinando así la formación de un ambiente
en el que ‘todo vale’. En este sentido, amparándose en la imposibilidad de imponer
mecanismos de control en los hogares, por el hecho de que son lugares íntimos y privados y
que las instituciones encargadas de inspeccionar no pueden entrar en esos espacios, dejan este
sector en la casi completa impunidad. La incapacidad de control determina la imposibilidad de
sancionar y de controlar si la ley se está cumpliendo o no; y por ende, la parte contratante no
tiene ningún miedo de infringir la ley.
Sin embargo, como explica Isabel Otxoa, integrante de la ATH en la comparecencia frente al
Parlamento Vasco (Gobierno Vasco 2013), la imposibilidad de controlar lo que ocurre en el
domicilio privado es una escusa para camuflar una voluntaria pasividad frente a este problema,
considerando que, cuando se ha tenido/querido controlar cuestiones de extranjería sí que se
han desplegado varios medios para verificar si empadronamientos y contratos de empleo
doméstico eran reales o eran ficticios.
Finalmente, relacionado los regímenes de extranjería y de cuidado se verifica que también en
el caso del Estado español y de la CAE, más allá de beneficiarse del trabajo no remunerado
hecho por las mujeres, se recurre a las mujeres inmigrantes procedentes de países
empobrecidos para paliar la ausencia de políticas familiares adecuadas y para que la mujer
autóctona pueda conciliar su vida profesional, familiar y personal, sin ‘molestar’ ni a los
154
hombres ni al Estado. De esta manera se subvenciona un servicio privado de atención a las
personas dependientes (a través de las leyes migratorias) y se deja este problema en la esfera
privada familiar (Stasiulis and Bakan 1997) citadas en (Parella 2000).
4.2 Inmigración y trabajo doméstico en tiempo de crisis en la CAE y Gran Bilbao: el caso
de la población andina
Después de haber hecho la descripción del contexto a nivel meso a través de la exposición de
los diferentes regímenes, me parece oportuno afinar la mirada y centrarme en el caso
estudiado. Como se ha explicado anteriormente, el objetivo general de esta tesis es explorar las
situaciones laborales y personales vividas por las personas andinas que trabajan en el sector
del empleo de hogar. A través de sus relatos se observa la manera en la que sus experiencias
migratorias se relacionan con los trabajos domésticos y de cuidados en la Comarca del Gran
Bilbao, en este momento histórico caracterizado por la significativa recesión económica y por
los cambios derivados de la aprobación del Real-decreto ley.
Adentrémonos ahora en la descripción, utilizando series estadísticas, de las pautas relacionadas
con el trabajo de hogar de la población andina en el territorio estudiado.
4.2.1
Población andina en la CAE y Gran Bilbao
La población andina está compuesta por las personas procedentes de cuatro países: Colombia,
Bolivia, Ecuador y Perú. Como puede apreciarse en la tabla 8, se trata de un colectivo
importante con respecto al conjunto de las personas extranjeras.
En efecto, entre 1998 y 2013 la cantidad de personas nacidas fuera de España pasa de ser
26.334 a 183.283 (tabla 8). A la vez, se evidencia una mayor proporción de personas andinas
dentro del grupo de nacidos/as en el extranjero, pasando de un 4,39% en 1998 hasta un
26,99% en 2007. A partir de 2008, el porcentaje de población andina desciende ligeramente.
No obstante, sigue siendo un porcentaje significativo considerando que es relativo únicamente
a cuatro países.
Como se ha explicado en el apartado metodológico, para analizar la evolución de la población
voy a utilizar tanto las series de datos referidas a las personas nacidas en los países andinos
como las que dan cuenta de las personas con nacionalidad de uno de estos países. Esta
comparación nos permite analizar los procesos de consecución de la nacionalidad española, así
como las diferencias según origen.
A partir de los datos expuestos en el grafico 7 se deduce que durante los años de la crisis no ha
habido una significativa disminución de la población nacida en los países andinos. Parece que
hasta el año 2008 las series de datos según la nacionalidad y el país de nacimiento van de la
mano, mientras que la pauta cambia significativamente a partir de ese momento. Desde
entonces se verifica una ralentización en el crecimiento del número de personas nacidas en
algún país andino y, por el contrario, disminuye significativamente el número de personas con
nacionalidad andina. Esta separación de las líneas en el gráfico puede estar relacionada a la
adquisición de la nacionalidad española.
155
Tabla 8. Serie de población nacida en el extranjero, destacando el grupo de población nacida
en los países andinos del resto de los países en la CAE. 1998-2013
Nacidos en el
extranjero
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Nacidos en los
países andinos
26.334
29.023
35.143
43.823
55.868
67.529
78.206
94.028
108.094
122.196
142.484
159.637
167.382
175.039
183.772
183.283
1.156
1.490
2.419
5.495
11.093
15.581
19.600
23.744
28.105
32.983
37.894
41.645
42.819
43.584
43.960
43.294
Porcentaje población
andina sobre el total
de la población
extranjera (%)
4,39
5,13
6,88
12,54
19,86
23,07
25,06
25,25
26,00
26,99
26,60
26,09
25,58
24,90
23,92
23,62
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (Padrón Continuo)
Gráfico 7. Serie de población andina según nacionalidad y país de nacimiento. CAE.
1998-2013
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (Padrón Continuo)
Detengámonos ahora en la descripción de la evolución de cada uno de los subgrupos
nacionales. Por lo que a la población colombiana se refiere (gráfico 8), las mujeres han sido las
protagonistas. A partir del 2005, en el caso de las mujeres, y en el 2008, en el caso de los
156
hombres, aumenta la diferencia entre las personas nacidas en Colombia y las que tienen la
nacionalidad colombiana, evidenciando así el acceso a la nacionalidad por parte de este grupo
de personas. Además se observa que el crecimiento de la población se acelera a partir del año
2000, pero parece ralentizarse a partir de 2010. En todo caso no se evidencia una disminución
significativa de esta población en los años de la recesión económica.
Gráfico 8. Serie de la población colombiana según el país de nacimiento y nacionalidad. CAE.
1998-2013
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (Padrón Continuo)
Gráfico 9. Serie de la población ecuatoriana según el país de nacimiento y nacionalidad. CAE.
1998-2013
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (Padrón Continuo)
También en el caso de la población ecuatoriana (gráfico 9) se evidencia la importante presencia
de mujeres, situación que se acentúa a partir del año 2003. La magnitud de este grupo de
157
personas crece significativamente desde 2000 hasta 2005, y a partir de ese momento se
ralentiza su crecimiento. Además, parece que el acceso a la nacionalidad, se manifiesta de
manera más nítida a partir de 2008 y de manera más significativa en el caso de las mujeres.
Con respecto a los posibles efectos de la crisis sobre el retorno de estas personas a su país de
origen, se observa que esta población, tanto mujeres como hombres, disminuye a partir de
2012.
En el caso de la población boliviana (gráfico 10) se evidencia la significativa presencia de
mujeres a partir de los años 2004 y 2005, y su exponencial crecimiento hasta el año 2008. La
población masculina también manifiesta un aumento hasta 2008, pero de manera menos
espectacular. Según los datos expuestos parece que esta población no ha tenido un significativo
acceso a la nacionalidad española; el único detalle que se observa es una leve separación entre
la línea de mujeres nacidas en Bolivia y con nacionalidad boliviana a partir de 2013. En los años
de crisis económica no se evidencia un significativo retorno al país de origen, aunque a partir
de 2010 se constata una disminución de la población.
Por último, a través de los datos expuestos en el grafico 11, se evidencia que la población
peruana experimenta un crecimiento menos repentino y más espaciado en el tiempo, en
relación a sus vecinos/as andinos. También en este caso hay una mayor presencia de mujeres,
que parece ser más evidente a partir del año 2011. Por lo que a la diferencia entre los datos
según nacionalidad y según nacimiento se refiere, se observa un acceso a la nacionalidad
española con mayor intensidad a partir de 2010. En los últimos años la población femenina
nacida en Perú no ha parado de crecer, mientras que entre la población masculina se evidencia
una leve disminución a partir de 2012.
Gráfico 10. Serie de la población boliviana según el país de nacimiento y nacionalidad. CAE.
1998-2013
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (Padrón Continuo)
Gráfico 11. Serie de la población boliviana según el país de nacimiento y nacionalidad. CAE.
158
1998-2013
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INE (Padrón Continuo)
Las condiciones de entrada al Estado español para los flujos de personas procedentes de los
países andinos han cambiado a través de los años. Ya hemos señalado la incidencia de las leyes
y los acuerdos internacionales relativos a los flujos de personas en las migraciones. En este
sentido, cabe mencionar que en 2001 se comienza a pedir visado a las personas con
nacionalidad colombiana, en 2003 a las personas con nacionalidad ecuatoriana y en 2007 a las
bolivianas. En el caso peruano la exigencia de visado es más antigua. Cristina Blanco (2007b) en
sus investigaciones detecta que, a nivel estatal, estas pautas legales influyen significativamente
en la afluencia de las personas al Estado español. En el caso de la CAE se evidencia que el flujo
migratorio más afectado por la implementación de visados es el que procede de Bolivia. Se
evidencia que esta población ha experimentado un crecimiento significativo hasta el 2007, año
en el que se requiere el visado (grafico 10). De manera análoga, pero menos acentuada, se
percibe en el caso de Ecuador donde se ha producido un aumento significativo hasta el 2003 y
2004, momento a partir del cual el crecimiento ha sido más leve. En relación a la población
colombiana y peruana se observa un aumento ininterrumpido a partir del año 2000, aunque la
segunda lo ha experimentado de manera menos significativa.
A partir de los datos del Padrón elaborados por el INE, tomados en cuenta para la población
andina en la CAE, se observa que no se produce una disminución significativa de las personas
nacidas en los países mencionados. Lo que si se contempla es una disminución de personas con
nacionalidades andinas, que puede estar relacionado a la adquisición de la nacionalidad
española por parte de esta población.
Analicemos ahora los datos de la Encuesta a la Población Andina en la Comunidad Autónoma
del País Vasco (EPAPV) (Blanco et al. 2014) realizada entre noviembre de 2012 y marzo de
2013 83, aunque estos se refieren únicamente a la población colombiana, peruana y
83
La Encuesta a la Población Andina en la Comunidad Autónoma del País Vasco (EPAPV) es parte de la investigación
Implicaciones sociales de las migraciones transnacionales: más allá de las remesas. El caso del sistema migratorio
159
ecuatoriana.
A partir de estos datos, se entiende que la motivación principal de la migración procedente de
los países andinos es la económica, aunque también las cuestiones familiares tienen un peso
significativo, seguidas por la ganas de aventura y de conocer cosas nuevas. Al principio resulta
que el proyecto migratorio suele ser vivir en España por unos años y luego regresar, pero este
proyecto va modificándose durante el tiempo de permanencia y a veces llega a cambiarse por
completo convirtiéndose en un proyecto migratorio permanente.
Además se demuestra que las personas andinas presentaban al llegar un nivel medio de
cualificación, al menos de carácter profesional: entre el 40-50% de la población procedente de
estos países presentaba al menos estudios secundarios o profesionales. Sin poder decir que se
trata en buena medida de una migración de alta cualificación, tampoco podemos considerar
que estemos ante una población que emigró de su país siendo analfabeta o con escasos
recursos educativos.
Haciendo una comparación entre los empleos que tenían estas personas en origen y los que
tienen en destino los datos muestran que las personas encuestadas han experimentado en
gran medida una movilidad laboral descendente, esto podría estar relacionado a la
discriminación institucional y laboral de la que se ha hablado anteriormente (Blanco et al.
2014).
Para hablar del contexto de la comarca del Gran Bilbao, acudo a los datos de Ikuspegi, el
Observatorio Vasco de Inmigración, donde se facilitan los datos de la población según
nacionalidad y sexo, por comarcas en el territorio de la CAE desde 1998 hasta 2011 84.
Se observa que la población más numerosa es la colombiana hasta el 2006 y la boliviana entre
2007 y 2011. Por el contrario la población peruana es la menos numerosa, siguiendo un
crecimiento lento pero constante. En el caso de las personas procedentes de Ecuador
aumentan repentinamente entre 2002 y 2005 y empieza a decrecer levemente desde 2006.
entre países andinos y España, con referencia CSO2009-08469 (subprograma SOCI). Esta investigación la ha realizado
el grupo de investigación Xenia –Grupo de investigación en Migraciones, Alteridad y Desarrollo Humano bajo la
dirección de Cristina Blanco Fdez. de Valderrama y del cual soy miembro, financiada por el Plan Nacional de I+D+I.
En esta encuesta se han realizado un total de 604 personas nacidas en Colombia, Perú y Ecuador, residentes en el
territorio de la CAE
84
Se decide utilizar los datos estadísticos elaborados por Ikuspegi por la facilidad de manejar los datos desglosados
por Comarcas dentro del territorio de la CAE, tomando en cuenta las limitaciones de tener en cuanta solamente la
nacionalidad y no el país de nacimiento de las personas
160
Gráfico 12. Serie población andina en la comarca del Gran Bilbao.
Fuente: elaboración propia a partir de los datos de Ikuspegi
Tabla 9. Serie de índice de feminización según nacionalidad en la comarca del Gran Bilbao
(%). 1998-2011
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
Bolivia
78,6
76,9
73,3
61,1
71,1
66,7
67,3
65,1
63,2
61,4
59,6
59,1
59,5
60,1
Ecuador
40,9
52,0
59,1
51,1
53,5
54,4
54,0
54,1
53,7
52,4
52,3
52,2
52,6
51,8
Perú
60,2
62,2
67,2
69,9
66,8
63,7
61,3
59,9
59,5
56,6
54,9
52,4
52,2
53,3
Colombia
76,0
78,8
75,1
67,3
62,7
61,9
61,2
60,6
59,4
58,1
57,8
56,8
56,5
56,3
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Ikuspegi
Analizando la composición de esta población se evidencia su feminización (tabla 9). Solamente
el caso ecuatoriano expresa un índice de feminización menor del 50 %, pero se mantiene
exclusivamente por un año. En todo caso, es la nacionalidad que demuestra más equilibrio en
el número de mujeres y hombres. Los demás casos se caracterizan por la significativa presencia
de mujeres, aunque ésta disminuye ligeramente a lo largo de los años.
4.2.2
El empleo de hogar y la población andina en la CAE y el Gran Bilbao.
Antes de pasar a hablar de trabajo doméstico me parece significativo exponer algunos datos
demográficos relativos al contexto de la CAE, ya que nos pueden dar detalles interesantes a la
hora de entender el panorama en el que estamos.
Según los datos del INE en relación a la situación de la CAE (tabla 10), la tasas de
161
dependencia 85, tanto de las personas mayores de 65 como de las menores de 16, aumentan en
el lapso de tiempo tomado en consideración. De manera análoga, la proporción de personas
mayores de 64, sobre el total de la población aumenta y en los últimos cuatro años pasa de ser
el 19,08% del total de la población al 20,91%. El índice de envejecimiento, que expresa la
relación entre la cantidad de personas adultas mayores y la cantidad de niños y jóvenes,
asciende hasta un 139,98. En relación a la esperanza de vida a partir de los 65 años, también se
expresa un leve aumento y se observa que las mujeres tienen mayor esperanza de vida que sus
pares hombres. Por último la tasa de natalidad 86 disminuye, pasando de ser 9,70 en 2010 a
8,80 en 2013.
Tabla 10. Algunos de los indicadores demográficos básico. CAE. 2010-2014
2010
Tasa de dependencia de la población
menor de 16 años
Tasa de dependencia de la población
mayor de 64 años
Esperanza de vida a los 65 sobre el
total de la población (años)
Esperanza de vida a los 65 en mujeres
(años)
Esperanza de vida a los 65 en
hombres (años)
Proporción personas mayores de 64
años
Índice de envejecimiento
Tasa de natalidad
2011
2012
2013
2014
20,97
21,60
22,23
22,79
23,29
29,46
30,30
31,12
32,07
33,40
20,97
21,04
21,06
21,51
23,11
23,24
23,16
23,70
18,48
18,50
18,63
18,98
19,08
19,49
19,88
20,31
20,91
136,07
9,70
136,29
9,68
136,43
9,41
137,33
8,80
139,98
Fuente: elaboración propia a partir de los datos de INE (Indicadores Demográficos Básicos)
Siempre en relación al contexto de la CAE, Isabel Otxoa (2013) evidencia que el 24,7% de las
personas mayores de 65 años vive en un hogar unipersonal y, en el grupo de personas mayores
de 80 años este porcentaje sube al 27,9%. Lo significativo es que entre la población mayor de
70 años el 68,46% de las mujeres y el 31,54% de los hombres no son autosuficientes, es decir,
que son dependientes tanto para el cuidado personal como en relación al mantenimiento de su
medio ambiente. Estas cifras evidencian que, en sociedades como la nuestra, existe un nicho
laboral dedicado a satisfacer las necesidades vitales de estas personas.
Si se dirige la mirada al sector del empleo doméstico, las únicas estadísticas oficiales que
analizan en profundidad este sector son las que proceden del Estudio de la situación laboral de
las personas empleadas en el Servicio doméstico de la CAE de Gobierno Vasco para el año
2011.
Asi, en el total del territorio de la CAE hay un total de 105.527 hogares que contrata los
85
La tasa de dependencia expresa la relación entre la población inactiva y la población activa.
86
La tasa de natalidad expresa la cantidad de niños y niñas que nacieron en un determinado año por cada 1.000
personas
162
servicios de una empleada/o de hogar. Además, se evidencia que son los pertenecientes a la
clase alta los que tienen los porcentajes más altos de contratación del servicio doméstico
(30%). Dentro del grupo de hogares de clase media, este porcentaje baja al 16,4% y en los
hogares de clase media baja desciende hasta el 8,5%.
Atendiendo a las características de las personas empleadas, el estudio del Gobierno Vasco
antes mencionado divide este grupo a partir de dos ejes: la nacionalidad
(autóctona/extranjera), y la modalidad de trabajo (externo/interno). Resulta que, sobre el total
de encuestadas, en el trabajo en régimen interno la mujeres extranjeras son el doble que las
autoctonas, un 5,1% frente al 2,5%, mientras que la situación cambia si se habla de trabajo de
hogar a régimen externo donde son más presentes las autóctonas con el 63,6% frente al 28,9%.
Ya se ha señalado que, tanto a nivel estatal como autonómico, la demanda de trabajo
doméstico y de cuidados ha aumentado significativamente. A la par que crece la magnitud de
este sector, crece la inserción en éste de la población inmigrante.
Tabla 11. Serie de población extranjera y población andina afiliadas a la Seguridad Social en
el régimen/sistema del empleo de hogar. CAE.2006-2014.
Total
afiliaciones
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
13.400
14.057
14.871
15.793
16.331
26.738
27.734
Total población
extranjera
afiliada
Total población
andina afiliada
5.969
6.670
7.686
8.630
9.766
12.036
11.854
3.653
3.859
4.393
4.428
4.489
4.819
3.948
Porcentaje población
andina sobre total de
población extranjera
afiliada (%)
61,20
57,86
57,16
54,01
45,97
40,04
33,31
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
La tabla 11 refleja la importancia de la población andina entre las nacionalidades extranjeras
empleadas en este tipo de trabajo. En particular, hasta el 2012 representan más del 50% de la
población extranjera empleada en este sector, pero en el intervalo de tiempo tomado en
cuenta se observa una continua disminución en los porcentajes. Esto nos hace pensar que
estas nacionalidades están dejando lugar.
En el gráfico 13 se ve más claramente qué está pasando comparando los datos de las
afiliaciones a la Seguridad Social en el régimen/sistema del empleo de hogar diferenciando
cuáles son las relativas a las personas extranjeras y cuáles a las personas andina, según la
nacionalidad, dentro del total de afiliaciones. Se observa que las afiliaciones de las personas
extranjeras están aumentando de forma parecida al conjunto de afiliaciones en este sector,
aunque de manera más leve y con excepción del año 2014, donde se nota una leve
disminución.
163
Si afinamos la mirada hacia el caso de la población con nacionalidad andina, se entiende que
ésta no está siguiendo esta misma pauta. En el lapso de tiempo tomado en consideración el
total de personas extranjeras afiliadas a la S.S. aumenta, aunque lo hace de manera más
significativa a partir de 2012. En el caso de la población con nacionalidad andina se detecta una
evolución diferente, la cantidad de afiliaciones parece quedar estable e incluso descender
tímidamente en 2014. Para leer este dato hay que tener en cuenta que puede que este grupo
haya disminuido a causa de la adquisición de la nacionalidad española por parte de algunas
personas y que éstas hayan pasado de estar englobada en la categoría de personas andinas a
formar parte del grupo de personas con nacionalidad española en el lapso de tiempo tomado
en consideración.
Gráfico 13. Serie de afiliaciones a la Seguridad Social en el régimen/sistema del empleo de
hogar según nacionalidad (andina, extranjera, española). CAE
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Además, si se comparan los datos de esta población con los de otras nacionalidades extranjeras
se observa que, en estos años, en este sector se ha producido un aumento significativo de
personas procedentes de Nicaragua y de Paraguay. En concreto, según los datos de la
Seguridad Social para el caso de la CAE, las personas con nacionalidad paraguaya pasan de ser
562 en 2010 a 1.513 en 2014, y las personas con nacionalidad nicaragüense pasan de ser 750
en 2012 a 1.376 en 2014. En las tablas anteriores a 2010 y 2012, respectivamente, los datos
relativos a estas nacionalidades no vienen desglosados por el poco peso que tenían en el grupo
tomado en consideración.
Además resulta interesante evidenciar que las afiliaciones totales en el régimen/sistema
espacial del trabajo de hogar de la S.S. aumentan abundantemente a partir de 2012, pero no
pasa lo mismo en el caso de las personas con nacionalidad extranjeras y andinas. Esto nos lleva
a deducir que es la población con nacionalidad española la que ha aumentado
significativamente su volumen y la que ha sido beneficiada mayormente por el cambio de
legislación, antes mencionado, que ha entrado en vigor a partir de 2012.
164
A partir de estos datos la población con nacionalidad andina no parece haber sido afectada por
este Real Decreto Ley, probablemente porque una parte importante de las que trabajaban en
este sector antes de su entrada en vigor ya se encontraban dadas de alta, y por eso no ha
habido un significativo aumento de las afiliaciones. Recordamos que la población extranjera no
comunitaria necesita de contratos formales y cotizaciones a la Seguridad Social para poder
acceder y renovar sus permisos de residencia y trabajo, detalle que nos puede explicar el
porqué no ha habido un aumento significativo de afiliaciones en este grupo a partir de 2012,
de manera análoga a la pauta de las afiliaciones generales.
Por este motivo de manera general, y tomado en cuenta las limitaciones de esta serie
estadística, podemos decir que habido un aumento generalizado de las afiliaciones a la
Seguridad Social. Éste se observa especialmente en las afiliaciones de personas con
nacionalidad española y esto puede ser determinado, por una parte, por un efectivo aumento
de las personas autóctonas en el sector pero, por otra, también por la adquisición de la
nacionalidad española por parte de la población andina y extranjera. Esto podría además estar
relacionado a la disminución de afiliaciones de las personas nacionales andinas a partir del
2013.
Fijémonos ahora en las serie de datos de la afiliación a la Seguridad Social diferenciando las
cuatro nacionalidades andinas (gráfico 14), para entender mejor la relación que tiene cada
nacionalidad con este sector de trabajo.
Gráfico 14. Serie de afiliaciones a la Seguridad Social en el régimen/sistema del empleo de
hogar según la nacionalidad. CAE. (2008-2014)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Se observa que en 2008 las nacionalidades más presentes en este sector son la colombiana y la
ecuatoriana, panorama que cambia durante los años siguientes. La población boliviana
protagoniza un significativo aumento en las afiliaciones llegando a ser evidentemente la más
numerosa en este sector, con respecto a sus vecinos andinos a partir de 2010. En el caso de
165
Colombia y Ecuador se demuestra una significativa bajada de las afiliaciones mientras que, por
el contrario, en el caso boliviano se observa un importante aumento y en el caso de Perú
también se detecta un aumento pero mucho más leve que el caso anterior. En todo caso las
cuatro nacionalidades pierden afiliaciones en 2014.
No obstante, cabe recordar que se está hablando de personas según su nacionalidad y que, por
tanto, algunas de ellas pueden haber adquirido la nacionalidad española.
Confirmada la importancia de la población andina en estos trabajos, me parece interesante
traer a colación algunos datos extrapolados a partir de la Encuesta a la Población Andina en el
País Vasco de 2012 (EPAPV) (Blanco et al., 2014; González-Rábago, Bianchi, & Blanco, 2014).
Según estos datos (tabla 12), el empleo doméstico es una de las actividades realizadas con más
frecuencia por las mujeres andinas encuestadas, el 36,9% trabaja en este sector en
comparación al 23,3% que trabaja en otros sectores. Si hablamos de los hombres la situación
se invierte, puesto que solamente el 2,3% de ellos trabaja en el sector doméstico frente al
41,9% que realiza otros tipos de empleos. Además cabe evidenciar que es significativo el
porcentaje de andinos/as que se encuentran sin trabajo, si se comparan las cifras de hombres y
mujeres resulta que son ellos los que más están sufriendo la crisis con un 55,8% de hombres
frente al 39,9% de mujeres que no tienen empleo.
Tabla 12. Población andina según ocupación actual y sexo. (2012)
Situación laboral
Hombres
N
No tiene empleo
Servicio doméstico y de cuidados
Otros sectores
Total
Mujeres
%
169
7
127
303
N
55,8
2,3
41,9
100
%
120
111
70
301
39,9
36,9
23,3
100
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la EPAPV 2012
Estos datos confirman la teorizada feminización de este sector, y si se comparan los empleos
que se desarrollaban en origen y los que se desarrollan en destino se confirma la
‘discriminación institucional’ mencionada anteriormente (tablas 13 y 14).
A partir de los datos de la tablas 13 y 14 resulta que ningún hombre desarrollaba este trabajo
en origen y solamente el 8,1% de las mujeres trabajaba en este sector mientras que la mayoría
de ellas, el 65,8%, trabajaba en otros sectores en origen.
Dejando de lado lo que pasa en el territorio de la CAE, se fija la atención en lo que está
ocurriendo en la comarca del Gran Bilbao con los datos que se tienen a disposición. Por una
parte se observa que también en este caso hay un significativo aumento durante los últimos
años con respecto a las afiliaciones a la Seguridad Social en el sector del trabajo doméstico y de
cuidados (Tabla 15).
Obviamente en la capital, Bilbao, hay mayor número de altas y entre los otros municipios, con
más de 40.000 habitantes, es Getxo el que tiene más afiliaciones con diferencia, con respecto a
los otros.
166
Tabla 13. Mujeres andinas según ocupación en el país de origen y ocupación actual. (2012)
Situación mujeres
en el país de
origen
Situación actual mujeres
Trabaja en servicio
doméstico
N
%
29
26,1
No tiene empleo
N
No tenía empleo
Trabajaba en
servicio doméstico
Trabajaba en otros
sectores
Total
%
Trabaja en otros
sectores
N
%
21
30
54
45
6
5
9
8,1
5
7,1
60
50
73
65,8
44
62,9
120
100
111
100
70
100
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la EPAPV 2012
Tabla 14. Hombres andinos según ocupación en el país de origen y ocupación actual. (2012)
Situación hombres
en el país de
origen
Situación actual hombres
Trabaja en servicio
doméstico
N
%
1
14,3
No tiene empleo
N
No tenía empleo
Trabajaba en
servicio doméstico
Trabajaba en otros
sectores
Total
Trabaja en otros
sectores
N
%
25
19,7
50
%
29,6
0
0
0
0
0
0
119
70,4
6
85,7
102
80,3
169
100
7
100
127
100
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la EPAPV 2012
Tabla 15. Serie de afiliados/as a la S.S en el empleo de hogar según el municipio con
población mayor de 40.000 habitantes. (2008-2014)
Bilbao
Barakaldo
Basauri
Getxo
Portugalete
Santurtzi
2008
2.980
244
89
1.429
180
83
2009
2.975
262
90
1.503
157
87
2010
3.345
298
116
1.698
168
97
2011
3.578
327
130
1.828
208
113
2012
4.148
332
129
2.121
218
138
2013
6.211
512
168
3.268
338
249
2014
6.413
522
181
3.345
335
244
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Después de ver las estadísticas oficiales, tomo en consideración las estadísticas de la Asociación
de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia ATH-ELE que, desde mi punto de vista, son
167
extremadamente valiosas si queremos conocer lo que está ocurriendo en el sector de los
trabajos domésticos en el territorio del Gran Bilbao.
Empecemos prestando atención al porcentaje de extranjeras 87 en el sector, los datos
desglosados según la procedencia existen exclusivamente a partir del 2009. Aún así, me parece
interesante señalar que es significativa la presencia de extranjeras y la necesidad que éstas
tienen de la asesoría legal gratuita, brindada por la asociación.
Tabla 16. Porcentaje de trabajadoras extranjeras en el empleo de hogar en modalidad interna
y externa y porcentaje de trabajadoras en situación irregular. (2009-2013). (%)
Años
2009
2010
2011
2012
2013
Modalidad interna
Porcentaje
Porcentaje sin
extranjeras
papeles
94
47
97
55
100
28
100
25
96
14
Modalidad externa
Porcentaje
Porcentaje sin
extranjeras
papeles
61
45
71
52
75
32
59
18
75
13
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la ATH
En la tabla 16 los datos evidencian la importancia de la población extranjera en este sector,
tanto en el caso de las internas como de las externas. En el primer caso vemos la
preponderancia de las extranjeras que llegan a ser el 100% en los años 2011 y 2012 y se
mantienen en porcentajes superiores al 94% en los otros años. En el caso de las trabajadoras
en modalidad externa, también son muy numerosas las extranjeras, pero en menor medida con
respecto al caso anterior. El trabajo de interna a menudo resulta ser una solución laboral, más
o menos temporal según los casos, para las mujeres inmigrantes que llegan solas al país y que,
en un primer momento, necesiten ahorrar la mayor cantidad de dinero posible y, no teniendo
ni familia ni amistades cerca, queriendo invertir la mayor parte de su tiempo en el trabajo.
Otro dato significativo es la disminución de las trabajadoras en situación administrativa
irregular (tabla 17). Estos casos resultan ser muy numerosos, cerca al 50%, en los años 2008 y
2009, mientras que posteriormente va disminuyendo su magnitud.
Si estudiamos de qué manera ha influido el Real Decreto Ley 1620/2011en las afiliaciones en la
Seguridad Social se nota un leve aumento en las personas que dicen estar dadas de alta (tabla
17)
87
Hablo en concreto de extranjeras porque los datos recogidos por la asociación hablan solo de mujeres
168
Tabla 17. Porcentaje de trabajadoras extranjeras en el empleo de hogar que no se encuentran
dadas de alta en la S.S. (2006-2013).
Años
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Trabajadoras
modalidad interna (%)
29
59
63
56
45
33
25
17
Trabajadoras
modalidad externa(%)
41
42
45
40
52
48
11
31
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la ATH
Tabla 18. Porcentaje de trabajadoras según la tarea principal que desarrollan.
(2011-2013).
Modalidad interna
Modalidad externa
Solo limpieza
Solo limpieza
Años
Cuidado (%)
Cuidado (%)
(%)
(%)
2011
100
0
62
38
2012
100
0
57
43
2013
96
4
66
34
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la ATH
Con respecto a las tareas que desarrollan 88 (Tabla 18) es muy interesante ver que la mayor
parte de las personas que acuden a la asociación se encuentra cuidando a personas, que
pueden ser mayores, con diversidad funcional y/o niñas y niños. En el caso de las trabajadoras
internas en el 100% de los casos en 2011 y 2012 y el 96% en 2013 se dedican como tarea
principal al cuidado de una o más personas dependientes, y en muchos casos se dedican
también a las labores domésticas, como cocinar, limpiar, etc.
En el caso de las trabajadoras en modalidad externa, es probable que las que tienen jornadas
laborales más largas vengan empleadas para satisfacer necesidades de cuidados. El porcentaje
de las trabajadoras que exclusivamente se dedican al trabajo doméstico sin cuidar a ninguna
persona dependiente oscila entre el 38% y 43% durante los tres años tomados en cuenta.
Por último, me parece interesante fijarnos en los datos que hablan de las horas trabajadas y de
los salarios recibidos (tabla 19 y 20). El marco legal relativo al trabajo de hogar establece como
límite máximo 40 horas semanales para los trabajos en modalidad externa, mientras que en la
modalidad de interna se establece como máximo 60 horas semanales. Si nos fijamos en la tabla
19, la mayor parte de las trabajadoras, tanto internas como externas, supera las horas de
trabajo establecidas por la ley. Desde el 2011 se nota una disminución de horas trabajadas, de
manera más significativa en las externas y más leve en el caso de las internas.
88
Se tiene constancia de estos datos solamente desde el 2011.
169
Tabla 19. Porcentaje de trabajadoras que superan las horas de trabajo establecidas por la ley.
(2006-2013).*Ver nota al pie 89
Año
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Modalidad Interna.
Jornada mayor de 60h/semana
(%)
79
100
100
100
100
*81
77
76
Modalidad externa.
Jornada mayor de 40h/semana
(%)
60
74
66
71
83
50
22
45
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la ATH
Tabla 20. Porcentaje de trabajadoras que no llegan a cobrar el SMI correspondiente a las
horas trabajadas. *Ver nota al pie 90
Años
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Modalidad interna
Modalidad externa
94
94
55
82
70
100
39
52
85
*25
44
42
37
43
15
29
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la ATH
Con respecto a los salarios (tabla 20) es evidente que las trabajadoras internas, en su mayoría,
reciben salarios inferiores a lo que establece la ley. Se nota una leve mejora en los años 2008,
2012 y 2013, mientras que los años 2006, 2007 y 2011 son los que registran mayor proporción
de personas que no llegan a cobrar el Salario Mínimo Interprofesional en el caso de las
trabajadoras internas. Con respecto a las trabajadoras externas la situación parece ser mejor,
aunque son significativos los porcentajes de personas que no llegan a cobrar el salario mínimo.
A partir de estos últimos datos se deduce una leve mejora en las condiciones de las
89
Este dato refleja únicamente el porcentaje de trabajadoras que tienen menos de 2 horas diarias de descanso,
como establece la ley. Pero el porcentaje de trabajadoras que excede las horas semanales de trabajo establecidas
por la ley aumenta considerando que en el conjunto de trabajadoras internas el 62% tiene menos de 36h seguidas
de descanso semanal.
90
* Se refiere al porcentaje de trabajadoras a jornada completa que no llega al SMI, mientras que dentro del grupo
de trabajadoras a tiempo parcial el 40% no llega a cobrar el SMI; **se refiere al porcentaje de trabajadoras a jornada
completa que no llega al SMI, mientras que dentro del grupo de trabajadoras a tiempo parcial el 33% no llega a
cobrar el SMI.
170
trabajadoras de hogar, especialmente a partir del 2012, tanto con respecto a las altas en la S.S
como en la cantidad de personas que reciben salarios conformes a la ley.
4.2.3
Algunas conclusiones sobre el contexto estudiado
A partir de los datos expuestos en relación al contexto de la CAE y Gran Bilbao, se deduce que
la población andina tiene un peso importante tanto sobre el total de la población inmigrante
como sobre el total de las personas que trabajan en el sector del trabajo doméstico y de
cuidados.
La crisis no parece haber afectado de manera significativa a los proyectos migratorios.
Tomando en consideración los datos de país de nacimiento y nacionalidades no se observa una
importante disminución de la población andina empadronada en la CAE, solo a partir de 2012
se nota un leve decrecimiento en las personas nacidas en los países tomados en cuenta,
mientras que es mucho más evidente la disminución a partir de 2009 de la población con
nacionalidad andina. Comparando estos dos datos se entiende que muchas de estas personas
en el periodo de tiempo tomado en consideración han adquirido la nacionalidad española.
Como tendencia general ha habido un aumento de las afiliaciones a la Seguridad Social dentro
del régimen/sistema especial del empleo de hogar a partir de 2008, siendo el 2014 con
diferencia el año con más altas. En los dos contextos tomados en consideración, la CAE y la
comarca del Gran Bilbao, se nota un aumento continuado del número de empleos formales en
el sector, cosa que nos lleva a deducir que la crisis no ha afectado de manera significativa al
sector formal de este sector. Por otro lado, hay que tener en cuenta que puede que la crisis
haya afectado mayormente el sector informal disminuyendo las contrataciones. Parece que el
cambio de ley, y la consiguiente obligatoriedad de hacer contratos escritos y dar de alta a la S.S,
ha presionado a la población en realizar contrataciones de manera formal, o también legalizar
relaciones laborales antes informales.
Los datos demuestran que las afiliaciones a la Seguridad Social al régimen/sistema del empleo
de hogar, pertenecientes a la población tomada en cuestión, experimentan una significativa
disminución de peso en comparación al total de afiliaciones en el mismo sector de la población
extranjera. En 2008 las personas con nacionalidad andina representaban el 61,20% del total de
personas extranjeras en el sector, llegando a ser en 2014 el 33,31%. Esto nos indica que están
dejando espacio a la entrada de otras nacionalidades en el sector. Con respecto a esto se
evidencia una mayor presencia de personas con nacionalidad española a partir de 2012.
Dicho esto cabe mencionar que el Real Decreto ley, sobre empleo de hogar, parece afectar en
mayor medida a la población autóctona, donde se nota un evidente aumento de las afiliaciones
a partir de su entrada en vigor. Por el contrario, la población con nacionalidad andina empleada
en este sector no parece haber sido afectada. Probablemente una proporción importante de
las personas que trabajan en este sector ya estaban dadas de alta y por eso no ha habido una
variación significativa. Como he explicado anteriormente, para leer este dato es importante
recordar que las personas extranjeras no comunitarias necesitan contratos formales e inscritos
a la Seguridad Social para poder obtener y renovar sus papeles, por eso se deduce que puede
que estas personas pidieran formalizar sus contratos ya antes de la entrada en vigor del Real
171
Decreto.
Si hablamos de las condiciones en las cuales trabajan las personas en este sector es importante
denunciar que la mayor parte de estas labores se desarrollan en condiciones que no respetan la
legalidad. En su mayoría estas personas trabajan más horas de lo establecido por la ley y con
salarios inferiores al SMI.
Con respecto a las altas en la Seguridad Social en los últimos años, los datos de la ATH para el
contexto del Gran Bilbao demuestran un aumento en las personas que afirman estar dadas de
alta. También con respecto a los salarios se nota una mejora, durante los últimos dos años son
menos las trabajadoras que afirman no llegar a cobrar el SMI por las horas trabajadas. Además
disminuye también el porcentaje de trabajadoras sin papeles.
Me parece oportuno subrayar que en el marco de la crisis sistémica (Pérez Orozco, 2010;
Rodríguez, 2013) que estamos viviendo, y poniendo énfasis en la crisis de cuidado, la mayor
parte de las trabajadoras de hogar representadas por las estadísticas de la ATH está cuidando a
personas dependientes, que si son mayores a menudo viven solas.
También en el caso de la CAE, como en el caso español y en general del Sur de Europa, el
panorama nos demuestra que las familias enfrentan las dificultades conllevadas por las
necesidades de cuidados mayormente de manera privada. A partir de esto se entiende que más
allá de sobrecargar la magnitud de trabajo no remunerado de las mujeres dentro de los
hogares, la solución más barata para las familias es contratar personas migradas que llegan al
país y que están dispuestas a ofrecer servicios domésticos y de cuidados a precios bajos,
presionadas por la necesidad de regularizar su situación a través de renovaciones que
obedecen a contratos de trabajo y cotizaciones y/o presionadas por la necesidad de mantener
sus hogares en origen.
A este punto me parece interesante hacer una comparación con lo que ocurrió en el territorio
de la CAE en las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado y lo que ha ocurrido en estos
últimos años. Como he mencionado anteriormente, en los años del crecimiento industrial la
CAE fue destino de los flujos migratorios procedentes de las otras partes de España. Los
hombres acabaron trabajando en las fábricas mientras que a las mujeres encontraron trabajo
en las casas como empleadas de hogar. La población inmigrante extranjera más reciente se ha
insertado en la sociedad vasca de forma análoga, los hombres en el sector de la construcción,
que estaba en auge gracias a la burbuja inmobiliaria, y las mujeres en el sector del hogar. La
pauta para las mujeres migrantes se repite, y con ella la discriminación y marginación. Las
migrantes de los años 50 venían juzgadas como malas amas de casa por no atender sus hogares
y seguidamente como mujeres poco emancipadas por trabajar en un sector muy feminizado,
pues de la misma manera las mujeres migradas internacionales vienen juzgadas como malas
madres por dejar a sus familias, y especialmente a su prole en los países de origen 91, y como
poco emancipadas por desarrollar trabajos feminizados y socialmente y económicamente poco
91
Las mujeres migradas con criaturas en los países de origen sufren la mirada enjuiciante de las mujeres autóctonas.
En algunas entrevistas las mujeres me han comentado que reciben a menudo comentarios del tipo ‘yo no hubiera
sido capaz de dejar a mis hijos’, ‘que fuerte que eres en dejar solos a tus hijos’, ‘¿cómo puedes aguantar sin verlos?’.
Estos comentarios tienen implícitos mensajes fundados en los estereotipos de género y en el ideal de buena madre.
172
valorados.
173
174
CAPITULO QUINTO: Viviendo la relación entre la migración y el trabajo
doméstico y de cuidados.
Como he explicado en la metodología, la perspectiva analítica privilegiada es la cualitativa y,
por este motivo, la parte dedicada al análisis de las entrevistas realizadas a mujeres y hombres
andinos que trabajan en el sector del servicio doméstico y de los cuidados, en el contexto de la
comarca del Gran Bilbao, toma relevancia sobre el conjunto de la tesis. La revisión teórica y la
descripción del contexto, hechos en los capítulos anteriores, se enriquecen con la parte más
subjetiva y vivencial del fenómeno estudiado, expresada a través de los relatos producidos en
las entrevistas.
Es a través de estas historias y narraciones como se entiende con más profundidad la relación
entre la dimensión macro, la meso y la micro del fenómeno estudiado. De esta manera se
aborda la manera en la que las personas enfrentan situaciones marcadas por el cruce entre el
fenómeno migratorio y el empleo doméstico.
En este sentido, el trabajo de campo tiene como objetivo principal realizar una aproximación a
las situaciones vividas por trabajadoras y trabajadores de hogar andinos, para entender cómo,
por una parte, el panorama estructural de la sociedad y las peculiaridad de este tipo de trabajo
influyen en sus vidas y, por otra, para conocer las reflexiones, percepciones que estas personas
desarrollan sobre el contexto en el que viven.
Este capítulo se estructura en función de los objetivos de la tesis, para responder de manera
ordenada a las preguntas de investigación. Así, la primera parte corresponde al primer objetivo:
“ahondar en la relación entre las características de las experiencias migratorias y el trabajo
doméstico y de cuidados”. De esta manera se abarca la manera en la que el viaje migratorio
emprendido por estas personas se relaciona con el empleo doméstico y de cuidados en el
contexto del Gran Bilbao. Por una parte, se describen las condiciones y las características de las
experiencias migratorias y, por otra, se pone el foco sobre las situaciones que llevan a estos
individuos a entrar en el sector del empleo doméstico.
175
El segundo apartado corresponde al segundo objetivo: “entender de qué manera el contexto
social-jurídico-laboral afecta a la situación personal y laboral de las personas entrevistadas”. En
este apartado se explica de qué manera las situaciones laborales y personales están influidas
por la normativa de extranjería, la desvaluación social de este sector de trabajo y la crisis
económica. Igualmente, se hace hincapié en las percepciones y consecuencias relativas al
actual cambio de legislación que regula el empleo de hogar.
La tercera sección obedece al tercer objetivo: “analizar de qué manera influyen las peculiares
características del empleo doméstico y de cuidados en sus vidas personales”. Así, se aborda la
manera en la cual las singulares condiciones laborales en las que se desarrolla este trabajo, la
multidimensionalidad del las tareas de cuidado y las desigualdades sociales, que se plasman en
las relaciones interpersonales dentro del hogar, afectan a las experiencias de vida y
subjetividades de las personas entrevistadas.
El último apartado hace referencia al cuarto objetivo: “profundizar en las percepciones y la
visión que estas personas tienen sobre el trabajo que desarrollan en el contexto estudiado”. De
esta manera se hace una aproximación a las reflexiones que surgen a partir de las experiencias
de vida de los individuos entrevistados. Entre ellas se hacen valoraciones sobre el tipo de
trabajo y el papel que juegan, en general, las personas inmigrantes en este contexto. Además,
se reivindican algunos aspectos y se lanzan ideas para el futuro, con el fin de mejorar la
situación tanto de las personas trabajadoras como de las personas dependientes que necesitan
cuidados y atenciones especiales.
Los temas que se señalan durante todo el capitulo no se dividen rotundamente en los
diferentes apartados, sino que más bien se entrelazan continuamente. A veces resulta difícil
plasmar en una narración lineal las diversas y simultáneas relaciones que existen entre los
diferentes temas y, por eso, me apoyo en la estructura de los objetivos de investigación, para
que el vaivén sobre algunas cuestiones no afecte al orden y coherencia del texto.
Además se mantendrá una mirada transversal en todos los apartados para evidenciar, por una
parte, la manera en la que influye el género, la clase y el origen de estas personas en las
experiencias laborales y personales y, por otra, para poner de relieve las ambigüedades y
resistencias que surgen en este contexto.
5.1 Una aproximación a la relación que se establece entre las migraciones y el trabajo
doméstico y de cuidados
Si se quiere abordar la relación entre las migraciones y el empleo domésticos y de cuidados,
como primer paso hay que poner el foco en las características de los viajes migratorios. Los
relatos sobre las motivaciones de partida, los procesos que hay que afrontar para viajar, junto
con las características de las sociedades de origen y de destino, brindan enriquecedoras
informaciones para entender de qué manera estas personas viven y encarnan la experiencia
migratoria.
Además, para tal finalidad, cabe evidenciar la importancia del marco legal internacional y
estatal –la legislación en materia de extranjería y los acuerdos entre países- que regulan la
176
movilidad humana a lo largo del planeta. En este sentido, las personas entrevistadas,
consideradas desde el punto de vista del Estado español extranjeras no comunitarias, han
tenido que seguir unos procesos burocráticos específicos para poder entrar en el territorio
español, y éstos han influido significativamente en la toma de decisiones y en las condiciones
del viaje.
5.1.1
Condiciones y características de las experiencias migratorias
Como se deduce de las estadísticas utilizadas en capítulos anteriores y como señalan otros
estudios (Blanco 2002), la imposición de visados afecta de manera significativa a los flujos
migratorios procedentes desde los países andinos. Éstos representan un obstáculo económico y
burocrático a superar, afectando de manera negativa a los proyectos migratorios. En
consecuencia, se despliegan varias estrategias para eludirlos y un ejemplo de ello es el caso de
Ana (E1). Ella, nacida en Perú, decide adquirir a través de trámites extraoficiales y sobornos la
nacionalidad boliviana antes de 2007 92, con el fin de poder viajar a España y empezar así su
viaje migratorio con menos obstáculos.
En otros casos simplemente se anticipa la decisión de migrar, aprovechando el momento
anterior a la imposición del visado, puesto que se considera como la última ocasión para poder
viajar. En este sentido Lucía explica que ella tenía en su imaginario la idea emigrar a España,
pero había pensado hacerlo después de haber acabado sus estudios. La noticia de la puesta en
marcha de los visados desde Bolivia para entrar a España le hizo replantear los tiempos y
anticipar su viaje, impidiéndole así comenzar la universidad en su país.
Lo que me había planteado era terminar mi carrera y venirme para acá, (…) y en ese
instante pues me dijeron que iban a cerrar las fronteras, entre otras cosas, para venir
para acá y que ya no íbamos a poder entrar. Y entonces claro esto también influyó (E2)
Con visado o sin él, el viaje migratorio es un proceso muy costoso y en la mayoría de los casos
conlleva la acumulación de grandes deudas con el fin de poder presentar toda la
documentación y requerimientos necesarios para entrar a través de los aeropuertos en el país,
que para las personas andinas representan la única vía de acceso.
A este punto, merece la pena recordar que el marco legal de extranjería española se caracteriza
por sus estrictos requerimientos dirigidos a las personas extranjeras no comunitarias y a la
dificultad que supone cumplirlos. En este contexto mundial las elites transnacionales 93 y el
capital se mueven con total libertad mientras otras personas vienen legalmente forzadas a
quedarse en lo local (Bauman 1998). Cuando los individuos intentan resistir a esta imposición
de lo local y así desafiar las fronteras de los Estados-nación, en este caso de uno de los Estadosnación de la ‘blindada Europa’, tienen que pagar un alto precio a nivel económico, pero
también a nivel personal.
Como explica Ana, si bien tuvo la ventaja de no necesitar el visado, el viaje le ha generado
92
Año en el que se requiere el visado para entrar al Estado español a las personas con nacionalidad boliviana
93
Por elites transnacionales me refiero a las personas que, gracias a pasaportes de países centrales y ricos, pueden
viajar libremente o con muchos menos problemas que las personas que tienen pasaportes de países periféricos.
177
igualmente muchos gastos y, no teniendo disponibilidad económica suficiente, ha tenido que
pedir dinero prestado con intereses muy altos.
Todo pagándolo, desde la carta de invitación todo ha sido pagando, y para ello pues
tuve que deshacerme de mis cosas, tuve que prestar dinero y con esto me vine, y el
dinero era prestado al 20% (E1).
A raíz de esto, cabe evidenciar que el marco legal de extranjería, intentando defender la
soberanía de las poblaciones dentro de los propios territorios, acaban teniendo numerosas
consecuencias no deseadas, entre las cuales se destaca la creación de redes y organizaciones
que especulan con la necesidad y desesperación de las personas por viajar. Cuando se habla de
estas organizaciones no se está haciendo referencia únicamente a mafias estructuradas sino
que también a personas que, de manera individual o institucional, entienden el fenómeno
migratorio como una oportunidad de negocio para lucrarse.
Si se necesita obtener el visado, las cantidades de dinero se disparan tanto para entrar a
cualquier país de Europa como para entrar a EE.UU., que son los destinos más frecuentes para
la población andina. Ha habido casos en las entrevistas en los que las personas han llegado a
pagar hasta 7.000 dólares para obtener visados, con la ayuda de trámites extraoficiales. En la
gran mayoría de los casos, esta cantidad de dinero corresponde únicamente a la oportunidad
de entrar al país a través de visados de turismo, lo que conlleva la posibilidad de estar
legalmente en el país por tres meses, pero nada más. Con posterioridad, una vez transcurrido
este periodo, estas personas se convierten en los llamados despectivamente ‘inmigrantes
ilegales’ 94.
Como se ha explicado, el no tener el permiso de residencia, que corresponde a una simple falta
administrativa, puede ser sancionada con una multa o con la expulsión. Con este panorama,
entre la presión de la deuda contraída en destino y el riesgo de ser multadas o expulsadas, las
personas que llegan en estas condiciones se encuentran en una situación difícil y
emocionalmente agobiante. Así me lo explica Lucía:
El miedo era en la oficina de migraciones (en el aeropuerto) porque delante de mi había
gente que los iban a retornan y eso, y digo, si me retornan ¡como hago con el préstamo
que es una cantidad! (E2)
La motivaciones para afrontar semejante riesgo y cambio de vida son muchas y muy diversas.
Las teorías sobre los flujos migratorios que se han enunciado no describen con precisión todas
las situaciones, pero nos brindan un marco desde el que tener en cuenta varios puntos de vista
sobre este fenómeno. Parto de la idea que cada viaje migratorio es único y que hay mucha
diversidad tanto en las condiciones de partida como en las de llegada, así las cosas, las teorías
nos pueden ayudar a enmarcar la historia de cada persona en un contexto más amplio.
En el caso de Juan, un factor determinante en su vida resulta ser la crisis económica vivida en
su país, Perú. Su relato puede ser representativo también de las crisis económicas de los países
94
Con las comillas quiero evidenciar el lenguaje despreciativo que utiliza la sociedad, la elite política y el lenguaje
periodístico, reivindicando que ninguna persona es ilegal.
178
andinos en general 95 así como de la actual crisis que se está experimentando en los países del
sur de Europa. Como me explica el entrevistado, con destreza y claridad, tras el boom
económico determinado por la venta de materias primas a EE.UU., destinadas a la fabricación
de armamento de guerra y que dura hasta los años 70 del siglo XX, el país experimentó una
importante recesión económica que ha conllevado la intervención del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) en cualidad de prestamistas. De esta manera,
sigue comentando, lo que se exporta y lo que se produce no alcanza para pagar el débito, de
modo que se subsiguen numerosas refinanciaciones de la deuda, aumentando cada vez más los
intereses. Desde ese momento las instituciones internacionales presionan a Perú en vender las
empresas públicas, con la consiguiente entrada de empresas extranjeras y cambios en las
empresas privadas. Según su punto de vista, a partir de este momento, el descontento en la
población aumenta y comienzan las actuaciones militares conllevando un ambiente de
desordenes. Sucesivamente suben al poder varios gobiernos pero que, con las presiones del
exterior, no son capaces de cumplir con las promesas. En este sentido, como explica Juan:
La economía iba siempre de mal a peor, no había cuando se arreglara, y eso hizo que
mucha gente empezara a emigrar al extranjero, especialmente a EE.UU. (E4)
Como explican Lina Gálvez y Juan Torres (2010), las políticas deflacionistas y sucesivamente las
políticas neoliberales aplicadas a los diferentes países conllevan un aumento de las tasas de
interés de los prestamos, además de un crecimiento desmedido de autonomía y de libertad del
capital a escala internacional, estimulado por la privatización de empresas públicas. De esta
manera, se genera una significativa y continuada disminución de los salarios incrementando así
las desigualdades entre quienes poseen capital y quienes dependen exclusivamente de los
salarios. De forma análoga aumenta la desigualdad entre países prestamistas y países
endeudados (Milanovic 2006).
Con respecto a esto, la situación económica y social de los países de origen puede considerarse
como un factor push, que empuja a la gente a emigrar. La crisis enmarcada en el contexto
peruano, explicada por Juan, tiene analogías con las crisis económicas que comienzan a
expandirse a partir de la década de los 80 del siglo pasado en los países andinos y en muchos
otros países, determinando su repentino y agudo empobrecimiento y conllevando la llamada
por Mariarosa Dalla Costa (2006) ‘operación de subdesarrollo’. Se produce así, por una parte, la
caída de los ingresos de las personas asalariadas, afectando al poder de adquisición de las
familias y a las posibilidades de sus miembros de satisfacer las necesidades del hogar y, por
otra parte, una disminución neta de servicios públicos y del bienestar social prácticamente en
todas sus manifestaciones, afectando de manera más significativa a las mujeres.
Esto se explica principalmente por tres razones: (1) la disminución directa de los salarios reduce
la posibilidad de disponer de servicios y bienes que se sustituyen al trabajo hecho de manera
gratuita por las mujeres y, por ende, aumentan así la carga de trabajo a la que tienen que hacer
frente, (2) la política deflacionista aumenta las tasas de interés de los prestamos
95
La migración desde estos cuatro países aparece fundamentalmente marcada por factores de orden económico y
en este sentido las crisis han tenido un papel significativo, basta pensar que los cuatro países andinos sufrieron
recesiones económicas entre los años 1998 y 1999, y bajas tasas de crecimiento a comienzos de esta década, donde
desde el 45% al 65% de la población vivía bajo la línea de pobreza (Arteaga 2010)
179
ofreciendo/vendiendo créditos como forma de ampliar los negocios e incrementar los
beneficios a la clase asalariada que tiene dificultades económicas y, todo esto, yendo de la
mano de (3) la demonización de la deuda pública destinada a servicios sociales (como
educación, salud, servicios de cuidados), empujando de esta manera a las familias a contraer
deudas privadas para enfrentar la reproducción de sus hogares (Gálvez and Torres 2010).
A partir de esta idea, en los países empobrecidos por estas lógicas políticas y económicas, se
habla de ‘crisis de la reproducción’ (Federici 2012; Herrera 2007) para hacer referencia a la
“exclusión sistemática de amplios sectores de la población del acceso a los recursos
indispensables para satisfacer sus necesidades de reproducción, biológica y social” (Quiroga
2009, 78). En consecuencia, la emigración hacia países más ricos es vista como la única, o la
más viable, solución para poder afrontar económicamente el mantenimiento de los hogares y
satisfacer las necesidades de sus miembros. El resultado es que por una parte se inyecta dinero
y, por otra, se deja un vacío en la organización cotidiana de ese núcleo familiar en origen.
Dicho esto, para asegurar una buena educación que dé la posibilidad de acceso a un futuro
mejor, para paliar las necesidades de curas sanitarias especificas, para asegurarse una
jubilación digna para la vejez, y para muchas otras cosas, las personas perciben la emigración
como una estrategia familiar para mejorar la reproducción del hogar y como seguro para los
posibles riesgos a enfrentar, como es conceptualizado a través del enfoque teórico de la ‘nueva
economía de la migración laboral’ (Stark 1991).
En este contexto Ana me explica la soledad en la que se ha encontrado cuidando de sus
criaturas y la angustia que le ha generado el trabajar mucho y, aun así, no tener lo suficiente
para cubrir las necesidades de su hogar. Es justamente esta angustia uno de los factores más
significativos que la ha empujado a emprender el viaje.
Si yo hubiese tenido un respaldo yo no hubiese salido, me hubiese quedado en mi país,
porque yo ya trabajaba. Yo trabajaba pero no cubría las necesidades de mis hijos los
cuales eran, a medida que crecían, siempre mayores. De cara a que veía que no podía
darles un estudio superior entonces me preparé para ellos (E1)
En este caso se hace referencia a un hogar mono-maternal. Esta mujer se ha separado del
marido que, entre otras cosas, no la apoyaba económicamente ni afectivamente en la crianza
de sus hijos/as. Sin la ayuda de su pareja, sin el acceso a un trabajo digno que le permitiera ser
económicamente autónoma y sin la ayuda de las instituciones públicas para enfrentar esta
situación crítica, se ha visto desbordada por los costes de manutención de un hogar.
Pero también hay muchos otros hogares donde, aunque sean dos los progenitores, el trabajo
que realizan y los esfuerzos que hacen no alcanzan para asegurar un pleno desarrollo del hogar
y de las criaturas. Por ejemplo, Vanesa relata haber sido empujada por la madre a emigrar con
el fin de tener la posibilidad de estudiar, puesto que con el dinero que ganaban, estaban
pagando los estudios del hijo mayor y no había dinero suficiente para todos.
Yo creo que igual ella pensaba mucho a lo que era sobresalir. Salir de donde estábamos,
que yo mirara a otros caminos porque ella sabía que si yo no salía… ella ya sabía lo que
iba a pasar un poco. Si yo salía iba a mirar otras cosas iba a aprender iba a intentar
180
formarme (…) tienes que estudiar, que tienes que mirar por otro lado que si lo que
queremos es progresar y no quedarnos allí, no seguir lo que han hecho ellos (se refiere
a la madre y al padre), sino con miras a un mejor futuro para todos (E3).
Posteriormente, la madre de Vanesa decidió emigrar a su vez para mantener la familia y para
lograr ahorrar algo de dinero para asegurarse una jubilación digna, considerando los limitados
recursos al que podía tener acceso.
En este sentido, diversos estudios hablan de la figura de la ‘mujer migrante de punta’ (Arteaga
2010) en referencia a las mujeres andinas llegadas a España, para representar y visibilizar el
protagonismo de éstas dentro de un proyecto económico familiar, donde lo colectivo prima
sobre las individualidades.
No obstante, no todas las migraciones son parte de proyectos familiares. Más allá de las crisis
económicas y de reproducción, hay personas que deciden emigrar o que vienen estimuladas a
viajar por razones de otra índole. En las entrevistas también se han detectado casos en los
cuales el proceso migratorio ha sido emprendido por las ganas de viajar y conocer culturas
diferentes.
Pero lo que yo quería era conocer sitios diferentes, siempre ha sido esa de conocer otras
partes, aunque cuando vine aquí tenía que trabajar y no podía viajar mucho. Pero es
desde cuando tengo uso de razón que quiero viajar, cuando veía un avión, aunque me
daba pánico subir, pero yo sabía que iba a subir en avión algún día (E6)
En este caso, Melisa es una mujer con titulación universitaria y con buenas posibilidades de
trabajo en origen que sigue su sueño de viajar, en contra de la opinión de su familia y sin haber
hecho una valoración económica de costes y ganancias. Cuenta que, especialmente las
hermanas, sabían cuál era el trato reservado a las personas inmigrantes en los países de
destino y, por este motivo, trataban de disuadirla diciéndole que iba a acabar ‘trabajando de
sirvienta’. Su deseo de viajar ha sido mucho más fuerte y es así como llega a España en 2002 y
con casi 50 años de edad.
En este sentido, cabe subrayar el papel activo y autónomo de las mujeres en los flujos
migratorios, ya que no solamente deciden viajar en el marco de estrategias familiares sino que
también muchas lo hacen en búsqueda de su propia realización personal (Barraza 2012;
Sciortino and Colombo 2004). Sin embargo, hay que señalar que en los casos abordados en las
entrevistas las ganas de explorar y progresar han sido limitadas por el contexto de llegada (E3,
E6, E7).
En otros casos, son el amor y las relaciones amorosas los principales motivadores del viaje (E7),
pero también el viaje migratorio puede haber sido una buena estrategia para alejarse de
procesos personales difíciles, como por ejemplo una ruptura matrimonial dolorosa y turbulenta
(E10).
Muchos de los procesos migratorios se desarrollan entre dos países, el de llegada y el de
asentamiento, pero hay otros tantos en los que las trayectorias son diversas y se desarrollan
entre varios países. Puede también que se parta del país de origen y se siga hacia otros sin
181
retornar, como es el caso de Juana, que de Bolivia emigra hacia Argentina y que
posteriormente a causa del ‘corralito’ 96 se ve obligada a emigrar de nuevo y, en esa ocasión
decidió como lugar de destino España. O puede que se intente la migración en un país, se
retorne y se vuelva a intentar hacia un tercer país, como es el caso de Juan que emprendió su
primera migración hacia Japón. Este hombre tuvo la oportunidad de ahorrar dinero e invertirlo
en su país pero, a causa de una mala gestión o de causas estructurales, su familia se vio
sumergida en problemas económicos y ha tenido que enfrentar nuevamente el proceso
migratorio de uno de sus componentes.
Juan cuenta que en el segundo caso ha sido su esposa la que ha emigrado a España, a
continuación ha reagrupado a la hija, y después ha sido él el que ha emprendido su segunda
migración, hacia el contexto estudiado, donde según sus palabras, el legado colonial lo hace
sentir como en un país más cercano culturalmente y más cómodo que Japón, donde ha vivido
su primera experiencia migratoria.
Japón, igual es otra cultura otro mundo, en España por lo menos tienes el idioma, la
cultura prácticamente que hemos aprendido de ellos, nos han enseñado (E4)
Como he dicho anteriormente, en los sistemas migratorios son relevantes las relaciones
comerciales, culturales entre los países de origen y de destino, y en este caso el pasado colonial
es importante. Pero en la experiencia de vida de Juan éste no es el único motivo para
emprender la migración. Fundamentales han sido, por una parte, las características del país de
destino y sus factores pull y, por otro, el papel de las redes sociales y, en concreto, el papel de la
hermana, que llevaba cerca de 20 años en España y que había reagrupado de una manera u de
otra a toda su familia.
La idea de que España era un lugar donde se encontraba fácilmente trabajo doméstico y/o de
cuidado se verifica tanto en la literatura utilizada como en el análisis de las entrevistas. Por
ejemplo, en la historia de la familia de Juan se verifica lo teorizado por Gioconda Herrera
(2013) en referencia al cambio cualitativo de los flujos migratorios. En un primer momento es
Juan, el hombre, el que emigra como estrategia familiar hacia Japón para trabajar en una
fábrica, mientras que en un segundo momento ha sido la mujer la que ha emprendido el viaje
hacia España porque aquí había “trabajo para mujeres” en el sector doméstico y de cuidados
(E4).
Con posterioridad este hombre también decide emigrar a España y es aquí donde la red social
mencionada por Douglas Massey (1990), que en este caso es protagonizada por su hermana y
otros familiares, lo motivan a migrar. Juan relata que, un año antes de su emigración, la
hermana había reagrupado al marido que, en un primer momento, no encontró trabajo hasta
que no se decidido a ofrecer servicios de cuidados a personas, y en ese sector sí que pudo
empezar a trabajar. A partir de ese momento la susodicha hermana lo anima a migrar
asegurándole que iba a encontrar trabajo teniendo en cuenta su experiencia y capacidades.
(La hermana le dice) “Porque Miguel ya está trabajando, ya cuidando a una señora
96
Manera informal para referirse a la crisis financiera argentina de 2001.
182
mayor y está muy bien. Y tú que sabes planchar, cocinar, asear la casa…tu sabes todo,
atender a tus niños… tu sabes todo, sabes todas las cosas y aquí vas a triunfar” (E4).
Tanto en estas como en otras entrevistas, se constata que las redes familiares son un aliciente
para migrar. Más allá de la tranquilidad que da saber que alguien los espera en destino, las
redes familiares y sociales pueden ser un canal para entrar con mayor facilidad al país y para
encontrar trabajo. Este resulta ser un factor determinante a la hora de valorar los costes y las
ganancias del viaje migratorio, considerando la ingente cantidad de dinero que se invierte para
el viaje y que, en muchos casos, además hay familiares esperando remesas.
La hermana de Juan, la jefa de la red social transnacional de esa familia, ha reagrupado a toda
su familia y ha conseguido contratos de trabajo ficticios para que, tanto él como su mujer,
entraran al país de manera legal a través de los contingentes de trabajo. Además, teniendo
muchos años de antigüedad en el sector doméstico tenía muy buenas referencias y muy
buenos contactos para encontrar trabajos; de hecho, muchos de los empleos de Juan los ha
conseguido ella y en los primeros empleos ha sido ella la que ha negociado las condiciones con
la parte empleadora.
En este sentido, se deducen algunos cambios en los roles de género. Aunque existe la idea de
que son mayormente los hombres los que reagrupan, en este caso tenemos el ejemplo de una
mujer que ha reagrupado, de manera formal o informal, muchos de sus familiares. Además, el
trabajo doméstico no se percibe como un trabajo de mujeres como era hace unos años, sino
que se convierte en posible sector de trabajo para hombres. No obstante, cabe mencionar que
en este caso el entrevistado ha sido animado a migrar hacia España y a trabajar en el sector
doméstico especialmente porqué se trata de un hombre que en origen desarrollaba las tareas
domésticas y cuidaba a familiares de manera gratuita en el seno del hogar y que no era del
todo ajeno a estas labores.
A partir de las entrevistas realizadas, resulta que son las mujeres las que han llegado solas al
país mientras que los hombres han inmigrado aquí porque parte de la familia, directa o
indirecta, vivía aquí y les ha facilitado la entrada al país y la búsqueda de empleo.
Juana me explica que después de haber emigrado a Argentina, y después de haber enfrentado
allí la violenta crisis económica de 2001, se vio obligada a migrar de nuevo y sola, en búsqueda
de una solución a los problemas económicos y con el fin de enfrentar los desbarajustes
producidos por el sistema capitalista que genera periódicas crisis en los diferentes países. La
primera vez que migró fue hacia Argentina y allí tenía familia que la esperaba, pero la segunda
vez tuvo que viajar sola y ella me lo cuenta así:
Fue como esa sensación de lanzarte a un pozo obscuro, ¿sí?, no sabes si hay fondo, si
hay luz abajo, nada, o hay algo que amortigua. Yo me lance así, sin pensar en las
consecuencias. Un proceso muy duro y ahora que miro un poquito hacia atrás digo
uaaaa… cómo he tenido ovarios para lanzarme. Y sí que tenemos coraje las mujeres. El
hambre, la desesperación, todo hace, te saca fuerza tú no sabes de dónde. La
necesidad, y yo tenía deudas económicas en mi país y eso me estaba agobiando mucho.
Por eso es una de las causas principales (E8)
183
Las mujeres juegan un papel muy importante dentro de los flujos migratorios procedentes
desde los países andinos y rompen con el estereotipo de mujeres sumisas, dependientes y
débiles (Arteaga 2010). Éstas, empujadas por necesidades económicas, familiares, por
conflictos armados 97, por violencias o simplemente por las ganas de viajar, desafían las leyes
migratorias, las discriminaciones y las dificultades de los viajes migratorios y a menudo lo
hacen solas.
Para hacer una recopilación e intentar contestar a la pregunta ¿qué características tienen las
experiencias migratorias analizadas? Hay que señalar que, en cada caso, en la toma de decisión
de emprender el viaje migratorio han influido varias motivaciones, obviamente hay factores
que empujan a salir desde el origen y otros que atraen al país de destino. En esta ocasión, y en
relación a los trabajos domésticos y de cuidados, cabe mencionar las crisis económicas y de la
reproducción social en origen como unos entre los factores push y la demanda de trabajo de
asistencia personal y doméstico determinado por la crisis de los cuidados en los países de
destino como uno de los factores pull, pero hay mucho más.
A veces se habla de la motivación económica en general, pero ésta encierra muchos otros
sueños y objetivos a realizar en un mundo donde ‘todo’ o casi todo se hace con dinero. Por
ejemplo, las teorías neoclásicas hablan de la importancia de los mercados de trabajo y de las
diferencias entre los salarios de un país a otro (Arango 2003; Blanco 2000), pero a través de las
entrevistas se observa que, aunque el factor económico no deja de ser importante, existen
otras trayectorias basadas en otros aspectos, como puede ser el sueño de viajar y conocer
otras culturas, el seguir una relación amorosa o la aspiración de tener acceso a más y mejores
oportunidades. De la misma manera que hay migraciones forzadas, hay migraciones
voluntarias, o semi-voluntarias, donde la decisión se puede tomar de manera solitaria o de
manera conjunta a la familia como proceso personal y/o proyecto familiar.
Muchas de las personas entrevistadas han entrado al país con un visado de turistas, otras por
medio de la reagrupación familiar o con contrato de trabajo, pero casi todas han llegado con
deudas económicas adquiridas para enfrentar el viaje migratorio.
5.1.2
El trabajo doméstico y los cuidados en las experiencias migratorias.
La idea que España y Europa en general eran, antes de la crisis, un yacimiento de trabajos en el
sector de hogar se verifica en los relatos de las personas. Las entrevistas lo confirman,
efectivamente el trabajo doméstico y de cuidado resulta ser el trabajo más fácil y más rápido
de conseguir para las personas inmigrantes, especialmente si son mujeres, y en este caso
andinas. Esto puede estar relacionado con, por una parte, la crisis de cuidados (Benería 2011;
Ezquerra 2011) y, por la otra, a la existencia de un mercado dual de trabajo (Piore 1979), donde
el mercado de trabajo general se divide en dos esferas, la destinada a las personas autóctonas y
la destinada a las personas inmigrantes; esta última caracterizada por empleos informales y
precarios.
97
Si se habla de la población colombiana hay que mencionar que muchas personas, tanto mujeres como hombres,
deciden emigrar por cuestiones de seguridad personal, porque en peligro de vida, intentado huir de conflictos
armados y violencia social. En las entrevistas no se han encontrado casos, pero cabe por lo menos destacar este
aspecto (Ramírez Clemencia, Jiménez, and Perilla 2011).
184
Para personas como yo, que vienen de fuera, es lo más fácil que puedes conseguir (…) si
necesitas buscar, el servicio doméstico y de limpieza es lo más rápido que nosotras
podemos conseguir, (…) luego bueno es que tienes que trabajar, tienes que estar en ello,
mentalizarte de que vienes a esto y si quieres ganar tu dinero pues oye es lo que hay
(E3)
En el siguiente apartado se hace hincapié en los mecanismos legales y sociales que limitan las
trayectorias laborales de las personas extranjeras no comunitarias, y que las dirige hacia el
sector doméstico pero, en esta ocasión, me parece oportuno traer a colación el relato de
Vanesa, para evidenciar las aspiraciones que a menudo se tienen antes de toparse con la
realidad del trabajo doméstico, a la que esta mujer no estaba preparada. Y así lo cuenta:
Mi meta ha siempre sido de salir a estudiar e ir derechita a lo mío, no desviarme, pero
cuando se tienen que hacer las cosas, se tienen que hacer. Hay que apechugar y seguir
y claro en parte me sentí bien, porque piensas que si puedo hacer esto ahora pues
puedo hacer otras cosas más adelante (…) y es como que si quiero llegar allí arriba
tengo que ir subiendo poco a poco. No puedo llegar tan rápido. Entonces claro, dije que
era solo una temporada, bueno ahora se está alargando (E3)
Pero hay que mencionar que las migraciones no se relacionan solamente con las labores
domésticas y de cuidado en forma de empleo en destino, sino que también con las relaciones
afectivas, de atención y de cuidado que se dejan en origen.
En casi todos los casos, al emigrar se dejan personas queridas, se deja un trozo de vida en
origen. Según las situaciones, este proceso de despegue se puede vivir con alivio y con ganas
de girar pagina o con tristeza y con la sensación de que lo que ha sido ya no va a poder ser, con
la certeza de que van a pasar unos cuantos años antes de abrazar de nuevo a las personas que
se dejan en origen, a causa de las normativas sobre los flujos migratorios y de la falta de dinero
y, aunque existan las nuevas tecnologías, va a ser diferente mantener las relaciones afectivas. O
también puede ser una mezcla de excitación por descubrir lo nuevo y tristeza por lo que se
deja, pero especialmente cuando son los hijos e hijas los que se quedan en origen, el
alejamiento se hace más duro. En relación a esto, aunque existan diferencias significativas por
razón de género (Hays 1998; Izquierdo 2003; Royo Prieto 2011; Solé and Parella 2004) y según
las vivencias personales de maternidades y paternidades, en las entrevistas no se manifiestan
diferencias significativas entre los relatos de las mujeres y los hombres. Aquí se exponen
algunos fragmentos de las entrevistas donde explican cómo ha sido el despegarse de sus
criaturas.
Fue triste. Lo más triste fue dejar a mis hijos, pero me vine aquí y también aquí estuve
todos los días llorando, todos los días, pero lloraba así terriblemente sin descansar (E4)
Mal, muy mal, en inicio muy mal, porque claro me venía dejando mi hijo que tenía 10
años, la pequeña que tenía 8 años y la otra que tenía 15 (E1)
Como se ha teorizado hasta ahora y se expone en los capítulos anteriores, los lazos que se
crean entre el contexto de emigración y el de llegada, en algunos casos, toman la forma de
‘cadenas globales de cuidados’ (Hochschild, 2001; Lutz & Palenga-Möllenbeck, 2012; Molano
185
Mijangos, Robert, & García Domínguez, 2012; Pérez Orozco & López Gil, 2011; Yeates, 2005). En
el caso de Ana, ella está trabajando aquí cuidando a personas mayores, y esto conlleva la
reorganización del mantenimiento de su hogar.
Tengo una hija que está enferma y pues su hermana la está cuidando, pero estoy
privando a mi hija mayor de llevar su vida para que pueda cuidar a su hermana menor
porque yo estoy trabajando acá. Esto es como la pescadilla que se muerde la cola, es lo
mismo, yo estoy acá trabajando para otras personas que necesitan mis cuidados y allá
mi hija me necesita a mí, y estoy privando a mi hija la mayor para que cuide a su
hermana. ¡Si por mi fuera yo estaría allí ya! (E1)
Más allá de la implicación de la hija mayor, Ana cuenta también con el importante apoyo de su
madre. Las hijas y el hijo viven con la abuela que se ocupa del trabajo doméstico y de los
cuidados en general, mientras que la hija mayor atiende a los cuidados específicos de la
hermana con problemas de salud. Digamos que todo funciona gracias a la cadena de cuidaos
inter-generacional femenina, pero ¿qué sucede cuando uno de los anillos de la cadena falla?
La madre de Ana, la persona que representa el anillo que está en origen, se enferma
repentinamente de una afección grave y esto la lleva a la muerte en pocas semanas. En
consecuencia, se rompe el equilibrio precario de la cadena y se multiplican los problemas y las
necesidades de cuidados. Son justamente situaciones como esta, situaciones de crisis en el
sentido más amplio, las que ponen de relieve cómo la organización del cuidado depende de un
‘delicado engranaje’ entre una función y otra, entre una persona y otra, en todas las familias
pero especialmente en las familias transnacionales, donde la falla de un lado afecta
inevitablemente toda la cadena (Anderson 2007)
Detrás de estos anillos están las personas, con sus sentimientos y emociones. La persona que
está aquí sufre por no poder estar allí en un momento tan delicado para sus hijos/as y por no
poder despedir a su madre. El dinero, la distancia, los compromisos de trabajo lo impiden.
Como explica Anna, a aumentar la complejidad de la situación está el hecho de que ella aquí
cuida a una señora mayor, cuando lo que más desea es cuidar de su madre en los últimos días
de su vida, no solo para despedirla sino también porque sabe que su familia está desbordada y
no tiene la capacidad para afrontar adecuadamente lo que ocurre.
La señora enferma a la que cuida le recuerda todo el tiempo a su madre aumentando el peso
de los pensamientos. En esos momentos se plantea qué sentido tiene estar aquí lejos de su
hogar para ganar dinero, cayendo en la cuenta que sin ese dinero no puede pagar las
atenciones médicas que necesita la hija enferma, ni la universidad del hijo. De esta manera
pone sobre la mesa la tensión que existe entre ‘la importancia de los afectos’ y ‘la importancia
del dinero’, de manera análoga a como Amaia Pérez Orozco y Sara Lafuente (2013) ponen en el
centro del debate sobre el sistema económico mundial la tensión entre la ‘sostenibilidad de la
vida’ y la ‘acumulación de capital’.
Además, Ana está sola aquí, sin tejido familiar. Su círculo de amistades hace lo que puede pero
no es suficiente, ella está preocupada, por una parte, por las deudas que está contrayendo para
pagarse el billete -que justo en el momento en el que lo necesita el precio está por las nubes-,
186
y, por otra, por cómo se reorganizarán los cuidados en el seno de su hogar sin ‘la abuela en
origen’ anillo fundamental de las cadenas globales de cuidado (Bianchi, González-Rábago, and
Piras 2014; González-Rábago, Bianchi, and Piras 2014). La única solución que se le ocurre es
traerse a sus hijas, pero el marco legal de extranjería se lo impide.
En su gran mayoría, los anillos que forman las cadenas globales de asistencia y de afecto
representan las labores de cuidado realizadas por mujeres. A través de las entrevistas se
destaca que en algunos casos también los hombres participan en ella. Dos de los hombres
entrevistados relatan haberse quedado a cargo de la prole, participando así activamente en la
reproducción de la familia en su cotidianidad, cuando sus esposas emigraron en búsqueda de
trabajo. En estos dos casos, posteriormente ellos también emigraron y se incorporaron al
sector de hogar.
Esto puede indicar posibles cambios en los roles de las personas en función de su sexo.
Además, me parece interesante mencionar que uno de los hombres valoraba el tiempo y las
energías dedicadas al cuidado de los hijos en ausencia de la madre como una experiencia
gratificante.
Para finalizar este apartado se evidencia que las labores domésticas y especialmente de
cuidados, tanto remuneradas como no remuneradas, juegan un papel importante en las
experiencias migratorias de las personas entrevistadas. Por una parte, se evidencia que existe
una reorganización de las relaciones afectivas y de las tereas de cuidado en origen a causa de la
emigración y, por otra, se pone de manifiesto que el empleo doméstico es un sector de fácil
acceso para las personas inmigrantes.
Para contestar a la pregunta de investigación ¿de qué manera se relaciona el tipo de migración
que emprenden las personas andinas entrevistadas con el trabajo doméstico y de cuidados en
destino?, a partir de los relatos recogidos en las entrevistadas, se deduce que el marco legal de
extranjería junto con la ‘crisis de cuidado’ en el país de destino de la migración son factores
relevantes a la hora de entender el mecanismo por el cual estas personas acaban trabajando en
el sector del empleo doméstico y de cuidado. Las limitaciones de entrada y de permanencia en
el país, por una parte, y la magnitud de la necesidad de mano de obra para este sector, por la
otra, hacen visible el nexo entre los flujos migratorios procedente de los países andinos y el
empleo de hogar en el contexto del Gran Bilbao.
5.2 La influencia del contexto jurídico y social en las vidas de los y las empleadas de
hogar de origen andino
Puesto que se han explicado las características de las dimensiones macro y meso del fenómeno
estudiado, en estas líneas se intenta entrelazar las vivencias micro con las dimensiones
superiores, para ver de qué manera estructura legal y social se encarna y se interioriza en las
experiencias vitales de las personas entrevistadas.
187
5.2.1
Dificultades y malabarismos: Trayectorias laborales entre la legislación de
extranjería y la infravaloración social del trabajo de hogar
Para realizar las entrevistas se eligen personas que en la actualidad trabajan en el servicio
doméstico. Entre ellas hay personas que residen en el territorio español desde hace muchos
años y me parece interesante destacar que, pese a que tienen formación tanto académica
como profesional muy diferente 98, casi todas relatan haber encontrado el primer empleo en
destino dentro del sector del trabajo de hogar, y en muchos casos en modalidad de interna.
Solamente una mujer (E7) y dos hombres (E5, E10) han trabajado por primera vez en destino
en otros sectores. Según los relatos, parece que en general los hombres que trabajan en este
sector, inicialmente encuentran trabajo en el sector de la construcción y, seguidamente, como
consecuencia de la crisis, se incorporan al trabajo doméstico y de cuidados (E5 y E10).
El empleo de hogar como primera opción de trabajo
En el caso de las migrantes andinas que llegan sin permiso de trabajo, sin ningún apoyo, sin
habitación y sin recursos, a veces encaminadas por las agencias de intermediación (con o sin
ánimo de lucro) o a veces por decisión propia, encuentran trabajo como empleadas domésticas
en modalidad interna en alguna casa. Sus condiciones y necesidades calzan perfectamente con
la demanda de personal para emplear en tareas de cuidados intensivos y de larga duración en
los hogares.
Ana recién llegada a Bilbao se dirigió a la sede de Caritas y es allí donde le encontraron su
primer trabajo.
O sea yo cuando llegué aquí fue de una forma muy violenta, entonces como no tenía
habitación, no tenia recursos y eso, entonces pues, Caritas para ayudarme me metió en
ese trabajo, y no tenia documentación en regla tampoco (E1)
Otras optan por el trabajo de interna de manera racional y como una oportunidad para
trasladarse a una diferente ciudad. Marisa me cuenta que después de su primera etapa en
Valencia, dónde había trabajado en hostelería y en el sector de los cuidados, decide moverse
hacia Bilbao. Conoce la ciudad por casualidad, le gusta y por eso decide dejar curriculms en
varias agencias, y lo hace pensando en el trabajo de interna que, según ella, era la mejor
opción para iniciar su camino en una nueva ciudad.
Me gusta esta ciudad. No tengo a nadie, no conozco a nadie entonces necesito trabajar
de interna, de interna porque tengo casa, voy a ganar un dinero, voy a tener algún día
libre y en ese día libre me iré abriendo espacios y conociendo a la ciudad, y dejé
curriculums y me inscribí en Caritas como demandante de empleo y también me dieron
de alta en Lanbide (E7)
Para otras mujeres, en cambio, que llegan a destino con otras aspiraciones, con más recursos,
más redes sociales en destino y con titulaciones universitarias, el trabajo doméstico no es una
decisión voluntaria, ni necesaria, sino más bien puede llegar a ser un empleo impuesto por la
98
Ver tabla 2 en el apartado de la metodología.
188
discriminación institucional y social destinada a las mujeres de fuera, en este caso a las mujeres
andinas. Melisa, que trabajaba como socióloga en su país para la universidad y para el
Ministerio de Bienestar Social, me explica:
Bueno, como tú bien sabes, las personas inmigrantes aunque teniendo un titulo o una
profesión acabamos cuidando niños, mayores, limpiando casas, en domicilios o en
residencias. Y la que tiene un poco de suerte irá en hostelería. Es que no te dan la
oportunidad. (…) Aquí te encuentras que aunque teniendo el idioma todas las puertas
están cerradas, entonces como una tiene que sobrevivir, de alguna manera, tienes que
trabajar en lo que te dejan (E6)
Además, me habla del largo y complicado proceso de homologación de los títulos, lleno de
obstáculos y de gestiones que pagar que dificultan el camino hacia encontrar un empleo mejor.
Asegura que, a veces, aunque tengas el título homologado socialmente a las mujeres
inmigrantes se les asigna un tipo de trabajo y no otros. Sin embargo, pese a todos estos
obstáculos me habla también de algunas pocas mujeres que sí han logrado trabajar de lo que
estaban formadas.
La que tiene un título que lo trae de allá y lo homologó y está aquí y está en su
profesión es que se encuentra muy orgullosa de que ha podido a llegar a ejercer de su
profesión porque aquí es muy difícil (E6).
En el caso de los hombres, la opción de trabajar en el sector doméstico y de los cuidados
parece ser bastante reciente. Algunos (E5, E10) han conseguido el primer trabajo en el sector
de la construcción pero, a causa de la crisis del sector, se han reinventado profesionalmente
según las exigencias del mercado de trabajo y se han insertado en uno de los sectores
aparentemente menos afectados por la crisis; el sector del empleo doméstico.
Jorge me explica que él tiene formación en mecanizados y en su país tenía un taller mecánico.
Cuando llegó aquí su expectativa era trabajar de lo suyo pero, aunque le llamaran para hacer
varias entrevistas porque se necesitaba personal en ese sector, no pudo acceder a ningún
trabajo por no tener papeles. Así las cosas, encontró trabajo de auxiliar de albañilería, pero el
empleo duró poco a causa de la crisis de la construcción. Como no encontraba empleo, hace
varios años, optó por el trabajo de cuidado a mayores, que parece ser el sector que más
personal necesita en este momento.
(Para trabajar como mecánico) he dejado mis curriculums en todos lados pero ahora casi
nadie me llama, antes me llamaban pero me decían ¿sus papeles?, ahora que tengo
papeles nadie me llama. Dejas tus curriculums y nadie te llama, ni por sueño te llama.
(Mientras que actualmente en el trabajo de cuidados) me llaman permanentemente, no
puedo decir que no… por ese lado tengo… no me falta a mi trabajo. (…) hay muchos que me
dicen que no hay trabajo pero para mí para personas mayores sí que lo tengo estoy
cotizado para eso (5).
Más allá de ser el único sector que parece estar aguantando la crisis hay que subrayar que,
para las personas extranjeras no comunitarias que no tienen el permiso de residencia y trabajo,
éste es un sector donde hay pocos controles por parte de Inspección de Trabajo y puede
189
considerarse un ‘lugar’ seguro donde conseguir trabajo y los tres años de empadronamiento en
el país que se necesitan para poder acceder a la tarjeta de residencia por arraigo, cumpliendo
con los otros requisitos.
Muchas de las personas entrevistadas han tenido que renunciar a otros trabajos, mejor
remunerados, y en algunos casos más satisfactorios para ellos/as, por no tener papeles. A Luís
después de haber hecho un curso aquí en Bilbao de la EPA (Educación para Personas Adultas)
con óptimos resultados, le han recomendado para un buen puesto de trabajo al que tuvo que
renunciar por no tener papeles. Ana tuvo que dejar un trabajo en hostelería como cocinera, en
el que ella se sentía muy a gusto y apreciada. Había entrado en el restaurante como ayudante
para lavar los platos y, gracias al reconocimiento de sus esfuerzos, había llegado a ser la
segunda cocinera, por orden de importancia. Ella estaba muy orgullosa de ello y además era un
trabajo que estaba bien remunerado, pero me cuenta que tuvo que dejar ese empleo por no
tener papeles.
Porque luego ya empezaron los problemas con la gente que venía de fuera. Empezaron
a ir a los restaurantes a ver si había alguna persona allí trabajando ilegalmente. Y pues
bueno, a mi todavía no me podían hacer el contrato porque todavía no estaba en los
tres años que exigía la ley para regularizar a una persona para tomarlo por arraigo,
pues no, porque yo había entrado sin documentos en regla. Entonces mi jefe por más
que hubiese querido no me hubiera podido hacer el contrato. Ese sí no fue porque no
quiso, sino porque no podía (…) como en vista de que yo ya no podía entré en el servicio
doméstico cuidando a personas mayores (E1)
El hecho de que, como se ha explicado anteriormente, Inspección de Trabajo no se implica en
controlar las relaciones laborales que se establecen dentro de los hogares, tras la excusa que el
domicilio privado es un territorio inviolable para ellos, éste se convierte, por una parte, en un
nicho laboral para las personas sin permiso de trabajo y, por la otra parte, un sector donde la
parte empleadora puede hacer ‘lo que le apetezca’ con la parte empleada, respaldada por una
casi completa impunidad. En todo caso, según los relatos, son las restricciones impuestas por la
normativa de extranjería las que perjudican en mayor medida a las personas en la elección de
empleos según sus deseos y cualidades, y en este contexto el sector de hogar se convierte en el
nicho laboral.
Infravaloración social del sector
A través de las experiencias contadas en las entrevistas, se denuncia que es muy difícil que en
el sector de hogar las relaciones laborales se hagan de manera formal, con contrato y
cotizaciones a la Seguridad Social. Por ejemplo María cuenta haber estado trabajando 8 años
en el sector en España, pero tiene solo 3 meses cotizados a la Seguridad Social.
Resulta que en algunos casos puede que la parte empleadora trate a la empleada como si se le
estuviera haciendo un favor al formalizar la relación laboral y en algunos casos extremos, pero
no por eso poco frecuentes, las y los trabajadores pierden el trabajo por pedir que se respeten
sus derechos o por pedir mejoras de salario.
Me dieron el trabajo con la terciarizadora pero no me hicieron contrato entonces yo
190
cuando empezamos eran 15 días de prueba, y a las tres semanas le dije a la dueña, es
que ya no tenía miedo de nada, es que cuando ya no tienes miedo de nada te da igual
decir o no decir. Y entonces les dije “oye que ¿cuándo me vas a dar de alta en la
Seguridad Social?” y eso no le gustó a esta mujer, y no me dijo nada (días siguientes le
dice) “no, es que sabes lo que pasa que no te vamos a dar de alta porque me sale
demasiado caro que somos ya bastantes y no te puedo dar de alta”, y yo “a vale, por
saber, y sino también tendrías que pagarme algo mas, no?”, entonces no les gustó y me
echaron (E7)
En los casos en los que no se formaliza el contrato por falta de permiso de trabajo de la
persona trabajadora puede pasar que la parte empleadora promete hacer el contrato a la/el
trabajador pasados los tres años en el país pero sin cumplir con la promesa. Como es el caso de
Luis que ha podido acceder al permiso de arraigo solo después de 8 años trabajados en el
servicio doméstico en la comarca del Gran Bilbao. En casi todos los empleos les prometieron el
contrato formal sin cumplir con sus palabras. En la entrevista él me cuenta como la dificultad
de formalizar sus relaciones laborales, junto con las imposiciones de la legislación de
extranjería, han influido en su vida.
Lo he sufrido yo, cerca de 8 años, pero lamentablemente he sufrido mucho, recién es
medio año que tengo mi DNI, voy para el año, para renovar pero me ha costado
conseguir el DNI (E10)
El proceso para conseguir un contrato y el permiso de residencia, ligado a éste, se convierte en
una odisea para muchas personas, marcada por la burocracia, la ayuda de las redes sociales,
favores personales y la sensación de la precariedad, impotencia, injusticia y miedo.
En las narraciones de las personas entrevistadas se percibe que, a causa de los límites
impuestos por la normativa de extranjería y de la infravaloración de este trabajo, la petición de
formalizar la relación laboral a través de contrato y afiliación a la Seguridad Social, más que la
reivindicación de un derecho, este proceso parece obedecer a la bondad de las personas.
En este sentido, Luis habla con mucho cariño del caballero que, por fin, ha aceptado hacerle el
contrato con el fin de pedir la tarjeta de residencia. Está infinitamente agradecido, aunque este
señor le ha hecho el contrato para que trabaje para él con la condición de que el trabajador se
pague su Seguridad Social.
Trabajando con mayores enfermas/os, un aspecto que hay que tener en cuenta es que no se
sabe cuánto tiempo va a quedar en vida la persona que contrata. La parte empleadora en estos
casos no es una empresa, que puede seguir a pesar de la muerte de su jefe/a, presidente, etc.
sino que, siendo una persona física, el contrato pierde validez cuando muere la persona mayor
que hace el contrato.
Por ejemplo, en el caso de Luis, que después de la muerte del anciano había llegado a un
acuerdo con el hijo del señor para poder seguir pagando su cotización, vio invalidada su
afiliación ya que la Seguridad Social descubrió que el señor había fallecido. La anulación de
unos meses de cotización le ha comportado problemas para la renovación, se ha encontrado
con que tenía que buscar otro puesto de trabajo con contrato formal para poder renovar su
191
permiso de residencia, ya que se necesita una cantidad mínima de meses cotizados para
hacerlo, para no caer en una situación de irregularidad sobrevenida (Aierdi and Oleaga 2011).
No trabajaba, ya no trabajaba con el señor, y siguió el contrato con ellos, y yo pagaba
la Seguridad Social....pero esos meses más me los han quitado porque se ha muerto el
señor. Me han quitado dos y medio, cerca de cuatro tenía ya (E10).
Las vidas de estas personas se desarrollan dentro de las contradicciones del sistema y, por este
motivo, puede que se encuentren frente a situaciones complejas, por ejemplo: empleadores y
empleadoras que desprecian este tipo de trabajo, a causa de la influencia del contexto social,
aunque lo necesiten cotidianamente; familias que se encuentran afrontando graves
necesidades de cuidado sin tener suficiente dinero para pagar dignamente a las personas que
lo realizan; trabajadores y trabajadoras que se encuentran limitadas por las reglas no escritas
del mercado de trabajo informal y por la Legislación de extranjería, que conlleva recortes en los
derechos de las personas según nacionalidad y situación laboral.
Como he dicho anteriormente, Luis agradece a la persona que le ‘hizo los papeles’. Explica que
gracias a él ahora puede caminar tranquilo por la calle. Los controles de identidad que efectúa
la policía en lugares públicos dependiendo de los rasgos físicos y étnicos de las personas son
muy frecuentes y, según los casos, pueden tener como consecuencia desde ingentes multas a
la entrada en un CIE con la consecuente expulsión del país.
Gracias a ese caballero yo puedo salir a la calle, a caminar. A veces vienen policías en
paisano y me dicen “muéstreme el DNI” y yo le digo “¿y que he cometido para que te
muestre mi DNI? ¿Han visto que cometí algo o la cámara me ha filmado?” (…) le doy el
DNI y en un aparatito así sale mi nombre y averiguan (…) Sí, muchas veces vas con
miedo, andan mucho en los metros, prefería andar en autobús. (…) ay madrecita ahora
ya tengo los papeles. He visto a otros que les han agarrado en las furgonetas y a sus
países les han expulsado, me he librado de muchas cosas (E10).
A través de estas palabras se intuye el miedo de estas personas al salir a la calle sin la
documentación en vigor. Esta presión continua y constante influye significativamente en el
desarrollo de sus vidas.
Recordando que no hay ningún tipo de control en este sector, el respeto de la ley es dejado al
albedrío de las personas que contratan y a la capacidad de negociación de la persona que va a
realizar el trabajo. Hay personas que contratan de manera legal asumiendo todas las
responsabilidades de la parte empleadora; hay otras que ofrecen puestos de trabajo haciendo
pagar la Seguridad Social a la persona que trabaja. Además, existen algunos otros casos donde
la parte empleadora se aprovecha de la necesidad de esta gente para establecer relaciones
laborales injustas y en condiciones pésimas, sirviéndose del poco poder de negociación de las
personas extranjeras no comunitarias en este contexto. Como es el caso de Lucía, que durante
toda la entrevista, evidencia cómo se han aprovechado de ella trabajando en este sector,
especialmente cuando no tenía papeles. Cuenta que le han empleado para cuidar a dos
personas mayores, una enferma de Alzheimer y la otra muy senil, y en modalidad de interna,
sin descansos y sin festivos ni feriados, por 720 euros al mes. Ella consciente en todo momento
192
de la explotación vivida ha aguantado solo y exclusivamente para obtener los papeles. Y así me
lo cuenta:
“Estas son personas mayores” le digo, “y normalmente hay que ganar más si son dos”.
Y ella (la empleadora) me dice, “720 con los papeles”, y por eso yo necesitaba. Y
entonces por lo de los papeles se querían aprovechar (…) tenía que aguantar más que
nada por los papeles, por el trabajo (E2).
El proceso que lleva a la consecución de los papeles y a sus renovaciones periódicas, con el fin
de residir y trabajar legalmente en el país sin el miedo de ser deportadas, es o ha sido un
agobio para todas personas entrevistadas.
En este sentido, el agobio llega a niveles tan altos que, cuando un individuo se encuentra en
una relación laboral con contrato y Seguridad Social, intenta mantenerla a toda costa para
obtener los papeles y/o renovarlos sin problemas, aunque las condiciones de trabajo no sean
buenas y se esté viendo afectado por ellas tanto a nivel físico como psicológico.
El estrés de renovar los papeles eso también te duele la cabeza (…) la verdad que choca
eso de estar renovando y tener un contrato, y tienes que buscar a alguien que te hace el
contrato y hay muy pocos que te dan el contrato (E2)
Como se ha explicado anteriormente, puede llegar a ser muy difícil conseguir un contrato legal
en este sector. Por eso es frecuente que, aunque se esté trabajando, si la persona empleadora
decide no legalizar la relación laboral, las y los trabajadores se encuentran en la situación de
deber encontrar contratos ficticios y pagarse la Seguridad Social para poder conseguir los
papeles.
Así las cosas es muy frecuente tener que pedir favores personales, ‘hacer malabares’ para que
la gente les ayude sin que sufran consecuencias. Afortunadamente para estas personas, de
igual modo que hay mucha gente sin escrúpulos que se aprovecha de la situación, hay también
mucha gente que por solidaridad, por estar en contra del sistema o simplemente por amistad,
tiende una mano a la gente que se encuentra en este tipo de apuros.
Pero en el lugar donde sí que estaba trabajando sí que no quería (hacer el contrato). Le
dije del contrato y me dijo, “no contrato yo no hago”, me dijo,” porque se involucra la
Seguridad Social y yo no quiero pagar”, y como tampoco estaba en la posición de decir
“a pues lo dejo”, está bien, pues si no quiere no quiere, y entonces fui a buscar en otros
lados (…). Yo tengo que responder el primer año a los documentos al hacerme ellas el
favor (de hacer contratos ficticios). La que tenía que pagar los ciento y pico era yo, cada
mes, estuve así buen tiempo. Es decir, a parte de trabajar por mi lado, para seguir
demostrando de que realmente estaba con ellas, con las personas que había
conseguido el contrato, tenía que responder por la cotización de esos y pagar, y como
estaba con mi nombre la cuenta esa, había que responder allí de donde sea. Y en ese
momento estaba trabajando por 300 euros, y tener que sacar de aquí para allá es tirar
un poco, el primer año sí que me costó (E3)
Para concluir este apartado cabe subrayar que, a partir de las historias de estas mujeres y
193
hombres, se deduce que el contexto les afecta de manera muy significativa en sus vidas diarias:
el tener miedo de salir a la calle por estar sin permiso, el agobio de conseguir y renovar los
papeles, la sensación de que todos sus derechos dependen de la voluntad o no voluntad de las
personas en hacerles contratos, el sentirse continuamente en deuda y pidiendo favores, la
imposición de aguantar las relaciones laborales formales sean como sean las condiciones,
minan el bienestar de cualquier persona. Vivir así años de sus vidas tiene consecuencias tanto
físicas como psíquicas, pero nadie se preocupa del bienestar de estas personas, consideradas
por la estructura legal y social como mando de obra barata a utilizar y tirar cuando no se
necesitan.
5.2.2
Algunas estrategias para enfrentar los obstáculos legales y laborales
En este contexto las personas migrantes son objeto de discriminación pero, a la vez son sujetos
de resistencia. A través de los relatos expuestos en las entrevistas, estas personas pueden ser
vistas, por una parte, como víctimas del sistema y, en este sentido creo que es importante
subrayar las limitaciones y obstáculos que tienen que afrontar solo por proceder de un
determinado país, por no tener un determinado pasaporte, o por tener determinados rasgos
físicos. Pero, por otra parte, se pueden entender como resistentes al sistema, yendo más allá
de los límites que las leyes internacionales y el estatus quo les imponen. Son hombres y
mujeres que se arriesgan por seguir un sueño o por el bien de sus familias y lo hacen
desafiando las normas de un sistema mundial desigual.
Como apunta Verónica Stoehrel (2000), las estrategias de resistencia utilizadas por estas
personas pueden ser consideradas como reacciones al contexto hostil tanto de origen como de
destino. En este caso me interesa evidenciar los procesos dinámicos que se desarrollan para
hacer frente a estructuras las macro -marco legal y discriminaciones laborales-, desde el nivel
micro de las vivencias.
Si hablamos del marco legal de extranjería, cabe subrayar que muchas mujeres y hombres
desafían sus límites utilizando estrategias informales. Por ejemplo, muchas de las personas
entrevistadas han entrado al país con intención de trabajar y de quedarse por unos años con
visados de turismo. Además, como demuestra algún caso ya citado, se han utilizado contratos
de trabajo ficticios para que familiares mayores de edad pudiesen entran al país sin necesidad
de utilizar el mecanismo de reagrupación familiar.
Juan me cuenta cómo ha logrado reagrupar a su hijo. Él trabajaba cuidando a un señor y la
familia estaba muy agradecida porque gracias a sus cuidados el caballero había mejorado
mucho. Así, un día le ofrecieron ayuda en el caso él tenga algún problema, como forma de
agradecimiento, y fue en aquel momento que Juan preguntó si estaban dispuestos a hacer un
contrato ficticio para que su hijo pueda entrar al país a través del sistema de contratación en
origen. Y así fue.
“¿Será que me ayude a traer a mi hijo?”,” ¿y cómo es eso?”, me dijo, entonces le dije
más o menos como yo había venido. “No sabía eso”, me dijo, “esto es un poquito como
jugarse con la ley”, le dije, “no es como jugarse, a ver la ley te dice que tienes aquí y eso
la ley a mi provecho”. “Entonces a ver”, me dijo, “voy a hablar con mi mujer y a ver qué
194
me dice”. Bueno al poco tiempo él me aceptó (E4)
En este sentido también se evidencia que, las y los trabajadores, puede que lleguen a acuerdos
con los hogares para afrontar las limitaciones legales, como por ejemplo mantener el contrato,
aunque se haya acabado la relación laboral, pagando ellos mismos la cuota a la Seguridad
Social para poder renovar los papeles. Esto, a veces, puede llegar a crear relaciones tensas y
sentimientos de deuda. Pero, al fin y al cabo, lo que les importa a estas personas es
permanecer en el país y no perder el permiso de residencia.
Otras estrategias que se han detectado en las entrevistas son las utilizadas en las negociaciones
laborales para definir las condiciones y salarios de trabajo. Como se ha explicado
anteriormente, este sector es caracterizado por la infravaloración y por unas pésimas
condiciones laborales, pero las y los trabajadores intentan mejorar sus situaciones según las
posibilidades que tienen, utilizando estratégicamente unas argumentaciones u otras, para
sacar provecho de los acuerdos con la parte empleadora.
En las entrevistas cada persona me cuenta cómo ha ido cambiando su forma de negociar y,
según sus experiencias, qué factores les han ayudado a ser más fuerte en la definición de las
relaciones laborales. Las tácticas son diversas. Algunas se basan en poner énfasis en la
experiencia conseguida en el sector, sobre la calidad de su servicio certificado por las
referencias de otros hogares. Otras lo hacen explotando el discurso de los derechos laborales,
demostrando un exhaustivo conocimiento de la normativa que afecta tanto a la persona
trabajadora como a la empleadora. Otras ponen énfasis en la necesidad de tener un trabajo
que les permita pagar los medios de transporte para ir y volver del trabajo, para pagar el
alquiler, la comida y más gastos, con el fin de que el salario no baje más de lo debido.
Algunas se han informado desde recién llegadas sobre las condiciones del sector para estar más
preparadas, mientras que otras no, y han aceptado las condiciones que les proponían, porque
se encontraban inhibidas por el cambio de país, de costumbres y por el peso de las deudas
contraídas.
En todo caso, en las entrevistas se hace hincapié en la importancia de preguntar sobre las
tareas y salarios desde el primer momento, para poder llegar a un acuerdo que ambas partes
consideren adecuado. En este sentido se percibe la contratación como una situación de
tensión, donde cada parte quiere sacar provecho y donde, por un lado, la persona empleadora
quiere recibir el servicio por el menor precio posible, mientras que por otro, la persona
trabajadora está interesada en realizar las labores en buenas condiciones y por un salario
digno. Así lo relata Juana a partir de sus experiencias:
Primero escuchar y ver las condiciones, que no pretenda la señora por ejemplo si tiene
un piso de 5 habitaciones que brille eso en 3 horas, cuando eso toma su tiempo. Y
decirle, “a ver señora yo baritas mágicas no tengo ni tengo una escoba mágica”, no se
lo voy a plantear de esa manera se lo pediré de una manera educada, porque ella te
está presionando y te está pulsando para ver hasta dónde puedes dar tú (…), a mi por
ejemplo si me hace un listado de todas las tareas que le tengo que poner, yo en cuanto
me la da le digo venga, le voy tachando, y me dice “¿por qué tacha?” “porque no voy a
195
poder con todo. No tengo una barita mágica, yo no soy bruja ni soy pulpo”...bueno esa
es la palabra que mas aplico: “discúlpeme pero yo no soy pulpo, quiero hacer una cosa
pero lo quiero hacer bien, y para hacerlo bien me tomaré mi tiempo” (E8)
Lo de saber con antelación cuáles son las tereas por las que se viene contratadas puede ser una
manera para vivir mejor la experiencia laboral, para no sentirse, como dice Melisa, una
‘muchacha mandada’. Para reconocer el aspecto más profesional y más laboral de las tareas,
sabiendo cuales son las competencias y los tiempos de los que se dispone para desarrollarlas.
Yo siempre le pregunto qué tengo que hacer porque no me gusta que después me dicen
haga esto y haga lo otro, que me traten como muchacha mandada como yo digo. Yo lo
pregunto desde el principio “¿qué tengo que hacer?” (…) porque lo primero que me
interesa no es cuanto voy a ganar sino que es lo que voy a hacer y según eso yo sé si
está bien o está mal (E6)
Conocer de antemano los quehaceres es fundamental para establecer el salario. Recordemos
que éste es un trabajo muy diverso y según las condiciones y el número de personas
dependientes, según si se trata solo de trabajo de cuidados, en el sentido estricto, o también
de trabajo doméstico y de limpieza, el precio del servicio puede bajar o subir.
Además, cuando se negocia sobre las tareas y salarios también se habla de las condiciones
legales de la relación contractual. Anteriormente se ha hecho referencia a la dificultad para
obtener contratos laborales que respeten la normativa por la situación social y económica en la
que se vive. Las personas trabajadoras extranjeras no comunitarias necesitan contratos en regla
y con aportaciones a la Seguridad Social para regularizar su situación legal en el país y, en
relación con esto, la parte empleadora puede que utilice este aspecto para tener más fuerza en
la negociación sobre las condiciones laborales. Puede pasar que, aunque sea una obligación de
la parte empleadora, la empleada/o se tenga que pagar sus cotizaciones. En algunos casos
puede suceder que se baje excesivamente el salario a cambio de un contrato legal, o que se
asegure verbalmente a la persona empleada de que se están pagando las contribuciones
cuando en realidad no se está haciendo. Para enfrentar estas situaciones de abuso y/o de
chantaje por parte de la persona empleadora, los individuos entrevistados utilizan diferentes
estrategias entre las cuales me parece significativo traer a colación los casos de Ana y Luís (E1,
E10).
Entonces a mí cuando me dijeron “oye mira que se paga tanto pero la Seguridad Social
tienes que poner tú”, yo dije “no, lo siento, o me pagan la Seguridad Social o no”.
Entonces ella dijo, “bueno, si ya está bien. Vamos a probar este mes y ya luego”… Le dije
“no”, y bueno así me quedo. Pero eso desde un principio le dije que no, dije no, yo
trabajo pero a mí ya 400 me parece poco como para que me quites para pagar la
Seguridad Social (…) solo que me sentía segura y siempre en las entrevistas me he
sentido segura cuando he entrado. Eso ha cambiado mucho en mí, porque a medida de
que van pasando los años vas obteniendo experiencia (E1)
Luís ha tenido malas experiencias con los contratos y cotizaciones. En varias ocasiones le
aseguraron el pago de las cotizaciones sin cumplir con las promesas. A causa de esto asume
196
una actitud muy precavida para no tener más problemas de ese tipo. Así, lleva directamente
los papeles del alta a la Seguridad Social a las entrevistas de trabajo, de modo que, si se decide
formalizar la relación de trabajo, rellenan conjuntamente el formulario para comenzar a cotizar
desde la primera hora de trabajo.
A la tarde voy a hacer la entrevista y voy a llevar un formulario, si me dice que si, pues
le hago rellenar y para que ya tenga firmado el contrato, porque hay otros que te dicen
si, si, si y después llegando el momento, pues “no yo no te he dicho”, pero si tu le llevas
el contrato ya te lo rellenan y lo presentas a la Seguridad Social (…) yo ya lo quiero
hacer todo legalmente (E10)
Las personas entrevistadas creen que para abordar temas legales y para tener más poder en la
negociación frente a la parte empleadora es fundamental estar bien informadas y conocer
cuáles son los derechos y deberes de las personas trabajadoras en este sector.
5.2.3
Real Decreto-ley en plena recesión económica: reivindicar más derechos en
un momento de desamparo y explotación social
Más allá de la desvalorización social de este trabajo y de las restricciones de la legislación en
materia de extranjería, el contexto actual es marcado, por una parte, por una galopante crisis
económica, que afecta a casi todos los sectores de la sociedad y, por otra, por algunos cambios
en la legislación sobre el trabajo de hogar impuestos por el Real Decreto 1620/2011, por el que
se regula la relación laboral de carácter especial del hogar familiar. Durante las entrevistas se
ha preguntado sobre la manera en la que la crisis económica y el Real Decreto afectan a sus
experiencias de vida.
Intento de mejora en plena crisis económica
A través de los relatos se deduce que no se pueden abordar las mejoras a nivel laboral
aportadas por el Real Decreto sin tener en cuenta la crisis económica y la normativa vigente de
extranjería. Todo va de la mano, puesto que las personas andinas que trabajan en este sector
están sujetas por el entramado de estas estructuras legales y sociales (el régimen de
extranjería, la legislación del trabajo de hogar y la recesión económica).
A la pregunta sobre cuál es su punto de vista sobre la implementación del Real Decreto ley,
Juana me explica con indignación que éste queda muy bonito en el papel pero en la práctica es
de difícil realización, especialmente en estos momentos de recesión económica. Enfatiza el
hecho de que tanto personas autóctonas como inmigrantes están sufriendo las consecuencias
de esta crisis y que a partir de esto se crea un ambiente de desamparo social general donde no
se respetan ni los derechos de las personas ni las leyes. La situación se agrava en un sector tan
infravalorado como el del trabajo doméstico.
¿Que pienso? que no se está aplicando hoy en nada, total disparate, como todas las
cosas que están pasando ahora. Fíjate si hay trabajos que están más regulados y no los
toman en cuenta, peor es esto ahora. Si es que se está haciendo una explotación de las
personas y no solamente de inmigrantes, también de explotación aquí mismo.
Explotación contra la gente misma de aquí. Hay un desamparo social. Se están
197
ignorando tanto las leyes como a la gente, no sé en qué va a terminar esto (E8)
De manera genérica, según lo que sale en las entrevistas, en este sector la crisis conlleva una
importante disminución de ofertas de trabajo. Casi todas las personas lo confirman; si están sin
trabajo les cuesta encontrar, si tienen actualmente trabajo dicen que han estado periodos
largos buscando y, además, traen ejemplos de amistades que están viviendo las mismas
dificultades o situaciones peores. En comparación, los hombres entrevistados que tenían
buenas referencias, parece que han sido menos afectados por la crisis que las mujeres.
Se advierte que en estos momentos hay un exceso de demandas de trabajo doméstico en
relación a las ofertas de empleos, en comparación al periodo anterior a la crisis. Así lo explica
María:
Ahora me llaman poco porque no hay prácticamente (trabajos), dicen que las ofertas
que entran son muy pocas y somos muchas (E9)
En este sentido podemos deducir que, de alguna manera, se está produciendo una rehogarizacion de los trabajos domésticos y de cuidados, de esas labores que antes de la crisis se
habían externalizado (Ezquerra and Iglesias 2013; Williams 2010b). Este proceso aparece en las
entrevistas en relación al cuidado de niños mientras no se hace ninguna alusión a casos
relacionados a los cuidados a mayores.
Se deduce que puede advenir una re-hogarizacion parcial o total de estas tareas. Hay casos,
como el de Juana, en el que la empleadora pierde su puesto de trabajo y por ese motivo
despide a la trabajadora para encargarse ella del cuidado de sus hijas. También hay otros casos,
como el de Marisa, donde es el padre el que se queda sin trabajo y, a partir de ese momento se
reducen las horas de trabajo a la empleada.
Luego se quedó sin trabajo Joseba entonces ya, como son tres niños también, creo que
decidieron que se quedaba a cargo de sus niños, que también es bastante trabajo el
que tienen en casa, y ahora él se ocupa de sus niños y yo voy para recoger la casa,
hacer la ropa y eso, que es lo que igual a ellos le viene mejor y lo pesado para ellos. Y
eso estoy ahora con dos horas, me hicieron una reducción de jornada de trabajo (7)
Parece que la crisis y el aumento del paro entre la población masculina, está ‘obligando’ de
alguna manera a los hombres a incorporarse, de manera remunerada o no remunerada, a los
trabajos domésticos y de cuidado. Por una parte, los hombres inmigrantes, tras la crisis del
sector de la construcción, se ofrecen para cuidar a mayores de manera remunerada y, por otra,
los hombres autóctonos, que tienen una compañera que trabaja y no pueden pagar los
servicios de otra persona, se toman más responsabilidades con respecto a sus hijos/as.
Es curioso que entre los casos expuestos en las entrevistas, cuando es la mujer la que se queda
sin trabajo se supone que ella ‘puede con todo’ y directamente se despide a la empleada de
hogar (E8), mientras que cuando es el hombre el que se queda sin trabajo se reducen las horas
a la trabajadora para que se encargue solo de las labores domésticas (E7). Esto se puede
relacionar con las diferencias de género en los usos del tiempo señaladas por Matxalen
Legarreta (2012), puesto que en las estadísticas se observa que los hombres desempleados
198
dedican muchos menos tiempo al trabajo doméstico y de cuidados, con respecto a las mujeres
desempleadas e incluso en relación a las mujeres empleadas.
Además, en un contexto social marcado por la recesión económica me parece pertinente
señalar que, a nivel teórico y desde el comienzo del debate sobre el trabajo domestico, se
evidencia la manera en la cual este sector está estrechamente relacionado a las fases del
desarrollo capitalista, más que a las mejoras en la esfera de la igualdad de género. Margaret
Benston (1977) y Jean Gardiner (1975) argumentan que en épocas de expansión capitalista la
externalización de las labores domésticas aumenta. Por el contrario, en épocas de recesión
disminuye a causa de presiones sobre las mujeres para que sustituyan con su proprio trabajo y
de manera gratuita las mercancías o servicios que en épocas de bonanza económica se
compraban en el mercado.
Cabe mencionar que a partir de la crisis económica, como consecuencia de la escasez de
puestos de trabajo y la descomunal cantidad de gente en búsqueda de empleo, en general las
condiciones de trabajo en todos los sectores tienden a empeorar. En este caso, si se habla del
trabajo doméstico, la situación es más acentuada puesto que es un sector ya poco controlado y
poco valorado. Así las cosas, a partir de las entrevistas se observa que es muy frecuente
encontrar ofertas de trabajo con pésimas condiciones, pero que igualmente se cubren debido a
que existe un extenso ‘ejército de reserva’ y que hay muchas personas que necesitan encontrar
un trabajo.
A partir de esto, los precios de los servicios domésticos y de cuidados bajan estrepitosamente,
tanto los ofrecidos por gente extranjera como por gente autóctona. Ana comenta que, frente a
este panorama, la capacidad de negociación sobre las condiciones de trabajo disminuye
significativamente y explica que una de las estrategias utilizadas por la parte contratante, para
que se trabaje más y por menos dinero y para no pagar las horas extras, es contratar una
persona por horas pero sobrecargarla de trabajo poniendo como clausula en el contrato que si
no se terminan las labores en las horas establecidas, la responsabilidad es de la trabajadora.
Hay gente que te hace firmar una cosa allí que te dice yo fulanita de tal estoy aquí por
tantas horas y recibo tanto. Si no llego a hacer todo mi trabajo en ese lapso de tiempo
está bajo mi responsabilidad (...) y además te dicen “¡hombre es que tienes que estar
satisfecha porque tienes trabajo!” (E1)
A veces puede ocurrir que, mientras las personas trabajadoras disfrutan de las vacaciones,
aprovechando de los 30 días acumulados durante el año para viajar a sus países de origen, la
parte empleadora se vale de ese momento para buscar servicios más baratos. En esos casos, a
la vuelta, la persona empleada encuentra que se le ha remplazado con alguien que ofrece esos
mismos servicios pero por menos dinero, como le ha pasado a Jorge.
Igualmente, con la escasez de ofertas de empleo y con la desesperación de la gente por tener
ingresos y contratos, se llega a crear un mercado informal de compra y venta de puestos de
trabajo. Si una persona quiere dejar su empleo se lo ofrece a otra para que la remplace a
cambio de dinero. En ocasiones, se ‘compra’ la información de este puesto de trabajo sin tener
la certeza de que va a durar, sabiendo que si se trata de personas mayores y enfermas pueden
199
morirse o pueden ser desplazadas a una residencia, comportando la perdida de trabajo.
La búsqueda de trabajo se hace más ardua además cuando son mujeres con cargas familiares,
puesto que en este sector la conciliación es casi imposible y las posibilidades de trabajo se
reducen, disminuyendo todavía más la capacidad de negociación de la trabajadora (Parella and
Brullet Tenas, 2005). Un ejemplo de esta situación es el caso de María, que ha recibido algunas
ofertas pero ninguna encaja con sus responsabilidades de cuidados hacia la hija, de modo que,
cuando encuentre un trabajo adecuado a sus necesidades de horarios será ‘obligada’ por la
circunstancia a cogerlo, cualquier sean las condiciones.
Me han llamado pero para trabajo de noche interna, o sea, trabajos que no puedo
coger por mi hija (E9).
Limites del Real Decreto
Con respecto al Real Decreto-ley antes mencionado, casi todas las personas entrevistadas están
de acuerdo en que ahora es un momento difícil para ponerlo en práctica, además se han
evidenciado algunos problemas a la hora de su aplicación y limitaciones en el abarcar temas
muy importantes dentro de este sector.
Como primera cosa hay que hacer una matización en cuanto al punto de vista de las personas
trabajadoras extranjeras en relación a esta cuestión. Como aclara Juan, él llegó a España por
medio de los contingentes de trabajo y por eso ha sido contratado desde el primer momento
de manera regular. De esta manera afirma que a él el Real Decreto no le está afectado pero, en
todo caso, dice estar de acuerdo con éste. El entrevistado percibe este cambio legal como un
avance, para una mejora en las condiciones laborales del sector y para que la parte empleadora
contribuya y aporte al bienestar y a los derechos laborales de las personas empleadas. Sin
embargo, explica que su punto de vista es característico de los individuos que tienen una visión
más amplia y más política sobre el asunto, aclarando que también existe gente que ha venido a
España solo a ganar dinero –trabajando de lo que sea y en cualquier condición-, y por eso
puede que tengan una perspectiva diferente. Esto no es para decir que algunos puntos de vista
son mejores que otros, sino más bien para evidenciar que las personas viven procesos
personales y situaciones vitales con necesidades a corto y a largo plazo muy diferentes.
(El Real Decreto) Me parece bien, porque si uno está recibiendo una atención pues tiene
que de otra manera contribuir a que haya un fondo para la atención, eso es cuando uno
tiene una claridad política económica de las cosas, pero cuando uno solamente viene a
ganar dinero, sea de lo que sea, cueste lo que cueste, esto depende del punto de vista
de cada persona (E4)
A través de las entrevistas y de la exposición de las características de las diversas relaciones
laborales, sale a luz que a menudo, especialmente ahora a partir del Real Decreto, si se hace el
contrato para formalizar una relación laboral ya existente o para iniciar una nueva se pide a la
persona trabajadora que pague la Seguridad Social o, en otros casos más extremos, se despide
a la persona extranjera para contratar y pagar las cotizaciones a una persona autóctona. Los
hogares, siendo obligados a contratar formalmente y sabiendo que hay mujeres autóctonas
que están volviendo o entrando al sector, prefieren emplear a una persona autóctona
200
apoyándose en el discurso de ‘antes lo de casa’. Ana, hablando de la implementación de estos
cambios legales me dice:
A mí me parece esto una trampa vamos. Porque estamos más machacadas. Porque tu
llegas al trabajo y te dicen “mira ¿sabes qué? esto hay y como tengo que pagar esto,
me busco otra y pues lo siento y estas despedida”. Ha habido muchas chicas que han
salido del trabajo por esa normativa. Entonces ya prefieren coger a una autóctona. ¿Por
qué? yo no sé por qué rayos piensan de que las inmigrantes no tenemos derechos a
estas cosas, “ya que tenemos que pagar y esto, pues un autóctono”. Y las que se han
quedado se han quedado porque les han dicho “oye mira yo tengo que pagar esto y
tengo eso pero mira aquí ¿si sale de tu sueldo que te parece?, o sea te voy a bajar el
salario te quedas o te vas”. Y les han bajado el salario para poder pagar ellos la
Seguridad Social (E1)
También hay que mencionar que, por muchas mejoras que aporte este decreto, su
implementación depende y se cruza, por una parte, con las realidades de personas sujetas a las
restricciones y límites de la normativa de extranjería y, por otra, con las situaciones de hogares
que están perdiendo drásticamente sus ingresos económicos y que, sin la ayuda de las
instituciones públicas, no pueden afrontar el coste de las cotizaciones de manera privada.
Por ejemplo, las personas sin permiso de trabajo no van a poder disfrutar de estos derechos
pero, también las personas que tiene sus permisos de residencia y trabajo en vigor puede ser
afectadas puesto que, si se encuentran trabajando para una familia que no puede pagar las
cotizaciones pueden ser despedidas, o pueden ser contratadas por menos horas.
En este sentido, se observa que con la crisis están aumentando las situaciones en las que las
personas trabajadoras extranjeras no comunitarias pierden sus permisos de residencia a causa
de despidos, reducciones de jornadas laborales, problemas con las cotizaciones a la Seguridad
Social, etc., representando de esta manera los casos de irregularidad sobrevenida.
Las situaciones reales muchas veces superan las previsiones y los análisis sobre lo que ocurre
en la sociedad y, aunque este Real Decreto ley ha sido ansiosamente esperado, hay muchas
limitaciones en su implementación.
En las entrevistas se evidencia que quedan muchas más cosas por mejorar en este sector, y que
este Real Decreto Ley ha sido solo un primer paso hacia la mejora de las condiciones laborales.
Como primer aspecto a señalar, este decreto no contempla el derecho a paro. Las personas
trabajadoras de este sector se encuentran totalmente desprotegidas cuando pierden el trabajo,
por no tener acceso a la prestación de desempleo. Especialmente en momentos de crisis los
periodos de búsqueda de empleo se dilatan y hasta que no encuentren otro puesto de trabajo
se quedan completamente sin ingresos. Como segundo aspecto, se evidencia que no se regula
el cese del contrato de trabajo a causa de la muerte del empleador. Estos temas se tratan con
mayor detenimiento en apartados posteriores.
Finalmente, a través de las entrevistas, se pone de manifiesto que existen percepciones
ambivalentes con respecto a la implementación del Real Decreto sobre el trabajo doméstico.
Por una parte se entiende que es una mejora legal para el sector pero, por otra parte, se
201
evidencian las limitaciones en su implementación. Además, se señala que en un contexto
caracterizado por una significativa recesión económica, que está afectando tanto a la población
autóctona como a la inmigrante, la realización de estas mejoras legales se complejiza.
Antes de empezar con el trabajo de campo imaginaba que la idea de retorno al país de origen
iba a salir de manera espontánea en algunos de los relatos, como una estrategia o respuesta a
la crisis, pero no ha sido así. De manera que he sido yo la que ha preguntado por si tenían
pensado regresar a sus países de origen. Especialmente en los casos en los que las personas
entrevistadas se encontraban en paro y en búsqueda de empleo, les he planteado de si la crisis
y sus efectos en la esfera laboral les estaban haciendo replantear sus proyectos migratorios y si
tenían intención de retornar a sus propios países o emigrar a otros.
Las respuestas han sido diferentes, pero todas tenían un aspecto común, la ambivalencia de
sentimientos y valoraciones con respecto al retorno. No voy a entrar en detalle sobre los
sentimientos, estímulos y miedos que conlleva un proyecto migratorio de retorno, pero sí creo
interesante mencionar algunos aspectos.
Lucía habla de que se siente en una situación de estancamiento. Ve que sus intenciones
iniciales, que eran de seguir formándose para aspirar a un puesto de trabajo cualificado,
económicamente y socialmente más valorado, no se están cumpliendo y tiene la impresión de
que las características del contexto en el que vive no la dejan mejorar.
Todo migrante que estamos aquí, en excepción cuando uno ya forma aquí su familia
que se ha conocido con un vasco, yo que sé, pues ya se junta pues puede que sea otro
su pensamiento. Pero hay gente que viene y que dice quiero hacer esto para luego irme,
pues está así un poco estancado, creo que igual que yo, porque si estás trabajando para
sobrevivir entonces piensas ¿qué hago?, yo he venido de tan lejos para salir adelante
para tener un poco más, cosas que no lo puedo hacer allá, entonces dices, mientras
tanto tengo para pagar esta habitación y para la comida y no me quejo, pero es verdad
¿para sacar mis sueños adelante que voy a hacer? (E2)
En esta etapa, que ella define como de estancamiento, surgen sentimientos y valoraciones
ambivalentes, por una parte, siente que no está progresando en el país de destino pero, por
otra parte, cree que se ha acostumbrado a vivir aquí y a ser, como dice ella, un poco más
autónoma. Esta mujer tiene 27 años y en el momento de la entrevista no tenía hijos. Pone
sobre la mesa el agobio de las renovaciones y reflexiona que en su país de origen no tendría
este problema.
A veces prefiero estar en mi país y no estar preocupada que tengo que renovar, que
tengo que buscar tal. Cuando estás en tu país te da igual porque sabes que lo vas a
renovar sin contrato o con contrato, y sabes que vas a renovar y estas más tranquila
(E2)
Lucía después de las entrevistas ha tenido una hija, y por ende ahora la decisión de retornar o
quedarse se complejiza. En este sentido, para las personas que tienen descendientes es más
complicada la toma de decisiones, como lo explica María. En el momento de la entrevista se
encontraba en paro y por eso le pregunté si su situación laboral le había hecho pensar en un
202
posible retorno al país de origen o un posible viaje migratorio hacia otro país. Ella me responde
así:
Si, igual en momento de bajón, o sea pasando trabajo, porque por lo menos en
Colombia está la casa materna, hay techo, comida, y mi madre me dice “hija yo no
tengo mucho pero véngase para su país, yo prefiero aquí que estemos todo juntos y eso
que para estar allí sentado vengase aquí”. Pero (…) yo en 2, 3 meses no puedo tirar la
toalla, digo. Y sí, he pensado bastante en momentos de bajón, de irme, a otro país no,
es que ella (la hija) está muy organizada, está muy integrada y a mi hija le ha costado
mucho el tema del euskera y en el colegio la conocen y saben que es una niña muy
dedicada, yo le pago clases de euskera y ahora que le está cogiendo el truquito yo
moverla... es que claro, es un cambio brusco de Colombia, luego llegamos a Valencia,
aprendiendo a hablar el valenciano, me divorcié, entonces claro le toca el euskera, y le
costó mucho y en tantos años apenas está aprendiendo, como para venir otra vez a
moverla, es que a mí… yo otro país no, de aquí seria para mi casa...por mi no, porque al
final uno se adapta, se busca la vida y bueno, pero por ella, está muy integrada en su
colegio y le conocen, le han ayudado mucho porque es una niña dedicada y está bien,
ella está bien (E9)
Esta mujer está buscando trabajo por todos los medios porque quiere quedarse aquí, quiere
aguantar el momento de crisis para poder permitirle a la hija desarrollarse personalmente y a
nivel educativo en un mismo lugar. Habla de que ya ha sufrido varios cambios, de lugares e
idiomas, y no quiere provocar otro cambio. Ella evidencia que si fuera por ella viajaría a otros
lugares, pero teniendo una hija y siendo jefa de hogar no puede tomar decisiones atrevidas.
En todo caso, también regresar al país puede ser una decisión atrevida, incluso para quien
decida hacerlo sola. Como explica Juana, ella tiene pensado volver a su país algún día, aunque
los hijos quieren quedarse aquí a vivir. Argumenta que el cambio no va a ser fácil considerando
que ha salido de su país de origen ya hace más de 15 años.
Sí, mis hijos quieren hacer su vida acá pero ellos ya que decidan, pero por mi vida
decido yo. Pero si esto continúa así claro que si me replanteo volver a mi país, (los hijos)
dos son mayores de edad y la pequeña todavía es menor de edad, es por ella estoy
esperando. Pero por mi yo ya quiero (…) crees que cuando yo me planteo regresar a mi
país también me tengo que lanzar, porque ya ese país ha avanzado, tiene otras cosas,
porque también todo cambia ....entonces también me voy a lanzar a mi país de origen,
otras cosas habrán con que me voy a identificar yo no sé, porque como me he estado
moviendo somos como nómadas, nos estamos moviendo de un lugar a otro y no nos
identificamos al final con ninguno, somos ciudadanos del mundo y yo sé que cuando
me vaya de aquí lo voy a extrañar muchísimo al País Vasco (E8)
Esta mujer ha realizado dos migraciones en su vida, hacia Argentina y de allí hacia España. A
mucha gente como ella, que ha desarrollado su vida en diferentes países, tiene la sensación de
ser ciudadanas del mundo y de encontrarse a gusto en muchos sitios y en ninguno. Por eso, por
una parte, expresa sus ganas de irse de Bilbao, pero por otra parte reconoce que su país natal
estará cambiado y no será más el lugar que ella recuerda, con todo lo que ello conlleva.
203
En las entrevistas se expone también la tensión entre las ganas de estar con la familia en el país
de origen y la necesidad de asegurarse entradas económicas y proyectos para el futuro. En
relación a esto Jorge cuenta que toda su familia está en Bolivia, su mujer acaba de retornar,
pero él prueba sentimientos ambivalentes frente a su proyecto de retorno considerando que,
en este momento, se encuentra trabajando y si sigue cotizando puede llegar a tener derecho a
la pensión de jubilación, aspecto que podría mejorar la calidad de su vejez a largo plazo.
No sé si me quedaré ya o me regresaré, no sé me lo estoy pensando, porque
actualmente como estoy trabajando, estoy con trabajo y estoy legalmente cotizando y
todo. No sé ya lo pensaré (…) yo empecé a cotizar aquí y si me voy de aquí tendré que
hacer algo para seguir cotizando por lo menos para tener una jubilación digna ¿no?
alguna vez (E5)
Ana también tiene toda su familia allá. Acaba de perder la madre y tienen en su país de origen
tres hijos/as, entre los cuales una con necesidades de salud especial. En este caso ella sabe que
sus hijos dependen de sus ingresos y tiene bien claro que hasta que no tenga algo seguro, no se
plantea regresar con las manos vacías.
Volver a Perú es su sueño. Ahora pues estoy pagando el tratamiento de mi hija que está
enferma, y la universidad de mi hijo, pero en cuanto yo vea que pueda pillar algo para
allá, en plan de hostelería, que es lo que yo pienso montar allí, pues me voy. Me voy
aunque sea con lo que haya podido empezar (E1)
Finalmente, los proyectos de retorno están rodeados de sentimientos ambivalentes. Según las
estadísticas expuestas en apartados anteriores y que se refieren a la realidad de la CAE no se
observa una disminución significativa en el padrón de las personas nacidas en los países
andinos. Como se argumenta en las entrevistas, a la hora de pensar en el retorno al país de
origen hay muchos factores que hay que tener en cuenta y que complejizan la elección, entre
los cuales se destaca: la tenencia de redes sociales y familiares en destino y/o en origen, la
cantidad de años pasados fuera del país, las necesidades económicas a corto y a largo plazo,
entre otras.
A modo de conclusión, en este apartado dedicado a la influencia del contexto jurídico y social
sobre la vida de las personas andinas empleadas de hogar, se evidencia que tanto las
limitaciones legales como sociales reducen la capacidad de acción y decisión de estas personas.
Se habla de la influencia del marco legal de extranjería sobre la elección de los puestos de
trabajo y condiciones laborales, así como la forma en la que la infravaloración social del empleo
doméstico, por parte de la sociedad y de los hogares, afecta de manera significativa a las
situaciones administrativas de residencia y trabajo como a las vivencias emocionales y estados
de ánimo de las personas que lo realizan.
Además, en relación al cambio en la regulación del trabajo doméstico aportada por el Real
Decreto ley antes mencionado, se evidencia una valoración ambivalente. Por una parte apoyan
el cambio pero, por otra, los individuos entrevistados perciben difícil su implementación,
especialmente en un momento de crisis económica. En este sentido se exponen ejemplos de
posibles inconvenientes y se subrayan las limitaciones de la regulación.
204
5.3 “De que te cambia…te cambia”: los rasgos característicos del empleo de hogar y su
influencia sobre la vida de las personas que lo realizan
Después de haber hecho una aproximación a la manera en la cual el contexto social y legal
influye en el desarrollo de las vidas de las personas de origen andino que desempeñan trabajo
doméstico y de cuidados de manera remunerada en el Gran Bilbao, la intención de este
apartado es abordar con mayor detalle (1) cuáles son las condiciones de trabajo dentro de los
hogares, (2) cuáles son las tareas que desarrollan cotidianamente y (3) de qué manera ambos
aspectos influyen en sus vidas y qué emociones y sensaciones desencadenan.
Como evidencia una de las mujeres entrevistadas, este trabajo influye de manera significativa
en la vida de quienes lo realizan, especialmente si son personas inmigradas sin familia en
destino y que desarrollan este trabajo empujadas por las circunstancias y no por decisión
propia o por tener formación para ello. Adaptarse tanto a este tipo de trabajo que implica
esfuerzos físicos y psicológicos, sin tener una preparación adecuada para desempeñarlo, como
a las condiciones en las que se desarrolla, puede ser duro. Melisa explica que los sentimientos
que entran en juego son muchos y muy diversos y que a ella el desarrollar este trabajo la ha
cambiado de manera considerable.
De que te cambia te cambia. A veces te da nostalgia, otras veces te da rebeldía, otras
veces una especie de dolor, otras veces de inconformidad, momentos que te reniegas,
pero otros momentos es un reto. Yo tengo que sobrevivir de alguna manera. Aunque
tengo que limpiar o cuidar de una persona, yo sigo siendo Melisa. Te vas moldeando de
otra forma, de una parte te amoldas, te acostumbras a ello, porque tienes que
sobrevivir, de otro lado también, en el fondo te hace más humana. Para mí esto ha sido
como un martillazo fuerte, porque en tu medio, aunque te falte la opulencia, vives en el
medio del cariño, si tienes el pan de cada día y tienes cariños tú te sientes como una
reina. Y luego llegas a otro contexto donde te falta eso y dices ¡chispa! Cuando te han
atendido a ti, ahora te toca a ti atender (E6)
Los temas que he identificado en relación a la manera en la cual este tipo de trabajo afecta a
las personas que lo realizan, de manera remunerada a personas que no son familiares, son
numerosos. En esta tesis se quiere poner el énfasis en la manera en la que el nivel macro y el
meso influyen significativamente al nivel micro de las experiencias de las personas. De esta
manera se abarca la parte más subjetiva de estas labores y sus consecuencias en las
experiencias de vida de hombres y mujeres andinas.
5.3.1
Poniendo el foco en las condiciones laborales en el empleo doméstico y de
cuidados.
Durante las entrevistas las personas explican las condiciones de los empleos por los que han
pasado, detallándome las tareas realizadas y los salarios cobrados. A partir de sus relatos se
evidencia que dentro de las relaciones laborales no siempre se respetan los mínimos legales.
Como se ha explicado anteriormente, las condiciones de trabajo en este sector son
consecuencia de los condicionantes legales y sociales, y de la impunidad de las personas
empleadoras a la hora de infringir las normas.
205
Horarios
La mayor parte de las personas entrevistadas habían estado trabajando en algún momento de
su trayectoria laboral en el servicio doméstico en modalidad interna y cuentan haber estado
trabajando más de 60 horas por semana, máximo de horas de trabajo establecidas por la ley.
Por ejemplo Ana relata haberse visto obligada a acompañar a la paciente al hospital y haber
estado casi un mes atendiendo a la señora las 24 horas, durmiendo en una silla, sin que le
trajeran la comida y sin cobrar las horas extras. A partir de esta experiencia, evidencia que a
veces las condiciones laborales en este sector pueden tener consecuencias nefastas para su
salud, tanto mental como física.
(…) y eso fue que la señora estaba internada en Gorliz y yo estaba con ella y todo el día
lo tenía que ir a pasar allí. No me daban ni para la comida, todo el día desde la mañana
a la noche y no me dejaban la comida (…) la gente que tenía familia por allí y sabían
cuál era mi situación me alcanzaban algo de comer. (Dormía) En las sillas, y no me
reintegraban nada cuando me quedaba las noches, no me reintegraban nada los fines
de mes (E1)
En este sentido, cabe mencionar que las condiciones de trabajo no dependen solamente del
horario sino también del tipo de tareas que se realizan y de la cantidad de personas a las que se
tiene que atender. Así, Lucía relata haber estado trabajando de interna cuidando a dos
personas mayores, de las cuales una era enferma de Alzheimer, por 700 euros y teniendo solo
un día cada dos semanas de descanso. Me explica que esta situación ha sido muy estresante
por la magnitud de la carga de trabajo, junto con las jornadas laborales interminables, y por el
desgaste psicológico conllevado por no tener descansos. La familia vivía lejos y ella era la única
referente para la atención de las necesidades de la pareja de ancianos, de modo que, sus
descansos dependían de la visita de los parientes y, como a menudo éstos no podían ir, ella se
quedaba sin librar y sin recuperar el día de descanso perdido.
Por las noches no podía dormir porque se quejaban y esto y el otro, bueno era más la
señora, porque tenía, porque no sé si estaba empezando con los dolores o con qué
problema o lo hacía por hacer, porque era bien jodida, como dicen, quería ser el centro
de la atención, ella quería que estuviéramos allí y allí...uy pues nada, sus hijos no
venían. Allí tenía yo que librar pero no solían casi venir (E2)
Legalmente las personas trabajadoras deberían disfrutar de un descanso semanal de 36 horas
seguidas y un descanso diario de 2 horas pero, a partir de las experiencias laborales de las
personas entrevistas, se deduce que en muy pocos casos se respetan estas pautas.
Salarios
Observando las carreras laborales de las personas que han participado a este estudio se deduce
que en una primera etapa los salarios suelen ser más bajos con respecto a las horas trabajadas,
especialmente en los empleos en modalidad interna, mientras que con el pasar del tiempo se
trabajan menos horas pero con salarios ligeramente más altos en proporción a las horas
trabajadas.
En referencia al trabajo interno, es un hombre (E4) el que ha llegado a cobrar el salario más
206
alto, 1.060 euros al mes más la Seguridad Social, para realizar trabajo de cuidados y doméstico
para un señor anciano con movilidad física reducida y teniendo 12 horas de descanso a la
semana. Mientras que el salario más bajo ha sido cobrado por una mujer (E8) que ha trabajado
como interna por 600 euros, sin Seguridad Social, con un día de descanso semanal y 2 horas de
descanso diario.
Si se habla de trabajo por horas (jornada completa, media jornada, horas sueltas) el salario más
bajo y el salario más alto, en proporción a las horas trabajadas, han sido percibidos por mujeres
(E8, E3). Él más alto es de 420 euros, más Seguridad Social, por 21 horas semanales para el
cuidado de un niño y, de manera excepcional plancha y limpieza, mientras que el más bajo es
de 700 euros, sin Seguridad Social, por un empleo de 75 horas semanales para cuidar 2
gemelos, además de realizar tareas de limpieza y cocina.
Según el estudio del Gobierno Vasco de 2011 (Departamento de Empleo y Asuntos Sociales
2011) y los datos estadísticos de la Asociación de Trabajadoras de Hogar de Bizkaia (ATH-ELE
2014) las personas que trabajan por horas, suelen cobrar algo más en relación a las horas
trabajadas, pero como siempre hay excepciones a las reglas, como es el caso Vanesa.
Esta mujer cuenta que su primer trabajo en el Gran Bilbao ha sido en modalidad externa, pero
explica que era como si estuviera de interna porque trabajaba 13 horas diarias. Sus tareas eran
cuidar 2 gemelos de 3 años, uno con síndrome de Down, además de limpiar la casa y preparar
las comidas por 700 euros y con un día y medio de descanso.
Claro era, de lunes a sábado a medio día. Porque claro yo me quedaba a dormir los
viernes, porque me quedaba con los niños y al mediodía pues hasta que se despiertan,
desayuno y dejarlos preparados, pues ya se hacia mediodía. La idea era después de
desayunar, pero entre que una y otra cosa, y tampoco era mi agobio de despertar (E3)
Relata que ha sido una experiencia dura teniendo en cuenta que ella no había desarrollado
nunca este tipo de tareas y se sentía culpable por no tener experiencia, sin valorar si el salario y
el horario de trabajo eran justos o no. Había buscado empleo como tele operadora, ya que
tenía experiencia en eso, y como comercial, por sus conocimientos en técnicas de venta y
marketing, pero no pudo acceder a esos trabajos por no tener papeles. Por este motivo entró
en el sector doméstico y de cuidados. En aquel momento se encontraba residiendo en el país
de manera irregular, lo único que sabía era que necesitaba ingresos mensuales y estar
empadronada, y ese empleo cumplía con sus necesidades y posibilidades.
Tareas
Uno de los problemas que ponen sobre la mesa las personas empleadas es que cuando se
contrata al personal destinado a brindar servicios en el marco del hogar no se hace diferencia
alguna entre el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico.
Haciendo referencia a lo que se ha explicado en el capitulo segundo, la diferencia entre trabajo
doméstico y el trabajo de cuidados parece ser una distinción más analítica que practica,
teniendo en cuenta que la división entre unas tareas y otras no es muy clara y depende, entre
otros factores, del contexto en el que se realizan y de los medios que se dispone (Esquivel
207
2011). Algunas autoras hablan del trabajo doméstico y de limpieza como un ‘cuidado indirecto’
(Folbre 2006; Razavi 2007), pero las y los trabajadores remunerados necesitan establecer estas
diferencias, especialmente cuando el salario es bajo y se les pide que desempeñen un volumen
mayor de trabajo de lo que realmente es posible desempeñar.
Se observa que las características del entorno laboral y de la persona dependiente juegan un
papel muy importante en este sentido. En algunos casos, si se habla con antelación, no es un
problema conjugar trabajo meramente doméstico, de cocina y limpieza, etc., con tareas de
cuidado. El problema surge cuando la persona tiene un grado de dependencia y enfermedad
muy alto y, por ende, necesita cuidados intensivos y especiales. Así las cosas, como argumenta
Ana, no se puede pedir a la persona empleada que cuide, que limpie, que haga la comida y
demás tareas del hogar.
Se separa el servicio doméstico de los cuidados pero generalmente te dicen “mira tienes
que cuidar a la señora” ¡qué va! tienes que cuidar a la señora y al señor, tienes que
limpiar, cocinar. Una cuidadora no debería ir a todo, porque es cuidadora no es una
doméstica, pero está junto. (…) Imagínate tienes una persona que tiene Alzheimer que
eres la cuidadora y la responsable de esta persona, tienes que meter cuatro vueltas de
llaves a la puerta para que no se te escape y tienes que estar al loro para ver qué ha
tomado y qué todo, dónde anda, qué ha tomado y qué ha hecho, porque es una
persona que no sabe lo que hace. Entonces ¿cómo puedes centrarte en cocinarle y
luego que tienes que hacer la plancha y luego que tienes que limpiar la casa, luego
tienes que cambiarle el dodotis y luego le tienes que dar la comida en la boca? O eres
cuidadora o eres doméstica, pero lamentablemente ahora todo está unido y te paga
por una sola cosa (E1).
Además hay que considerar que en muchos casos las condiciones de salud de las personas
mayores tienden a empeorar con el pasar del tiempo y con ellas empeoran las condiciones de
trabajo de las empleadas/os. Las necesidades de cuidado aumentan mientras que, puede pasar
que el horario y el salario queden invariados. Así lo explica María:
Tú coges a una persona, por experiencia, con 91 años, te pagan tanto, y a medida que
la persona mayor se va, va perdiendo facultades, el trabajo a ti se te va aumentando,
(…) ellos creen que las horas son las mismas pero tú trabajas más, tú trabajas más. No
es lo mismo tu ir, dejarles la comida limpiarles, igual tú ahora tienes que ayudarles a
comer, a que se ponga la ropa, estás trabajando más y te van a pagar igual (E9)
Por tanto, cambian las condiciones de trabajo, las tareas por la cuales son contratadas, pero
todo lo demás queda igual. Frente a situaciones como estas, según los casos expuestos, las
posibles opciones son tres; (1) pedir mejoras salariales y laborales según vaya aumentado la
carga de trabajo obteniendo una respuesta negativa, que en algunos casos puede conllevar la
pérdida del trabajo, (2) pedir más horas de trabajo y aumento de salario obteniendo una
respuesta positiva, o (3) aceptar las condiciones.
En relación al caso antes expuesto, María cuenta haber pedido en varias ocasiones el cambio
de sus condiciones laborales, recibiendo siempre respuestas negativas, justificadas por la falta
208
de dinero. Mientras que Juana relata haber perdido el trabajo por reclamar las medias pagas
extras que le correspondían por su trabajo, y así me lo cuenta:
“¿Quién te ha dicho que hay medias pagas? debes haberte informado mal, aquí estas
cosas no existen”, y yo le dije “¿cómo que no existen?, en pleno siglo XXI usted me está
hablando que no existe, cuando en mi país mal llamado tercermundista estos derechos
también existes, y ¿usted me quiere decir que aquí en un país desarrollado no existe?”
Agarré mi revista de la asociación (Asociación Mujeres del Mundo) y le dije “aquí está,
tu eres empleada, ¿no cobras pagas extras?” “no a nosotras nada”. “Mentirosa” le dije,
“mentirosa. Discúlpeme pero usted es una gran mentirosa”. “¡Cómo te atreves!” me
dice, “no me estoy atreviendo se lo estoy diciendo, si no le gusta mi trabajo usted me
paga y me retiro inmediatamente, pero me va a despedir usted, con lo cual yo se lo
aplico a esto”. Se enfado conmigo. Le dije “¿porque te estás enfadando? ¿Porque te
estoy diciendo la verdad? yo soy negrita pero no soy tonta” le dije. “El hecho de que sea
negrita no significa...yo sé leer escribir y muchas otras cosas más que no me harto de
ello, pero tonta no soy. Así que usted me paga lo que me corresponde y si usted no está
contenta con mi trabajo me despide y si está contenta pues continuaremos, pero mis
condiciones son estas” (...) bien al final puso la escusa de que iba a poner a la niña a
una guardería al final la puso, la niña se enfermó muy gravemente, y me llamó de
nuevo para trabajar pero yo no quise volver le dije “¡no, cuídala tu!, tu eres su madre tú
la vas a cuidar mucho mejor que yo”. “Pero es que la niña está acostumbrada contigo”,
“pues eso tenias que pensarlo antes, tú misma me dijiste aquí nadie es imprescindible,
pues yo tampoco” le dije y me fui pero me fui en paz (E8)
Además, Juana me cuenta que, antes de esta conversación, en la casa le trataban como una
componente de la familia pero, cuando ‘la de la familia’ le ha pedido justamente que se
respeten sus derechos laborales ha encontrado una respuesta negativa y ya no ha recibido el
mismo trato. En las palabras de Juana se detecta la relación de poder y de dependencia
descrita por Débora Gorban (2012) donde se pone de manifiesto, por una parte, la desigualdad
socio-económica entre las dos mujeres y, por otra parte, la necesidad de la empleadora de
contar con la presencia de la empleada para delegarle las tareas y responsabilidades
correspondientes a la reproducción de su hogar.
Las tareas que se desarrollan en este sector son muy variadas y obedecen, por una parte, a las
necesidades de los individuos a los que se cuida y, por otra, a la estructura del hogar que
contrata los servicios. El total de las personas entrevistadas afirman haber desempeñado todo
tipo de tareas en el marco de los empleos, desde el cuidado más estricto de las personas, hasta
hacer las compras, cuidar de animales de compañía, hacer recados médicos, preparar la
comida para toda la familia, limpiar toda la casa, planchar, …etc.
Entre las personas que trabajan por horas hay algunas que realizan únicamente trabajo de
limpieza, mientras que las que trabajan media jornada o jornada completa y las internas suelen
realizar también tareas por las cuales no han sido contratadas. Esto, sobre la base de las
entrevistas hechas, puede pasar tanto a mujeres como a hombres, teniendo en cuenta que
ambos sexos afirman desarrollar indistintamente labores de cuidado y domésticas. Incluso un
hombre entrevistado, Luís, ha empapelado una habitación de la casa, aunque había sido
209
contratado para cuidar.
Según el punto de vista de algunas mujeres entrevistadas, teniendo en cuenta que en muchos
casos la contratación de la empleada doméstica responde a necesidad de compensar la
ausencia de la figura de la ‘ama de casa’ dentro de los hogares (Lamas 1995), creen que a ellas
se le pide con más frecuencia que realicen labores extras a los servicios contratados por ser
mujeres. En este caso, teniendo en cuenta el punto de vista de los hombres entrevistados, se
observa que también ellos padecen esta situación. Por ser hombre, pero también por
cuestiones de origen y clase social, a Luís se le ha pedido realizar trabajo masculino extra, ajeno
a los servicios por los cuales había sido contratado.
Trabajar en un espacio íntimo
Lo que se observa a lo largo del conjunto de las entrevistas es que las circunstancias en las que
se desarrollan estos trabajos influyen en las experiencias y en la calidad de vida de estas
personas. Los factores determinantes no son solamente los horarios, el salario y las tareas, sino
lo son también el ambiente laboral y las relaciones que se tiene con la familia de quienes lo
realizan.
Este trabajo se desarrolla, además, en el espacio más intimo de las sociedades y de los hogares,
en las casas y, por muy armónicas que parezcan las relaciones familiares, en estos lugares
íntimos se descubren todas las cartas, se dejan las mascaras y se expresan los enfados,
antagonismos y problemas familiares. Este espacio puede ser considerado como el back stage
de las relaciones familiares y de las sociedades (Goffman 1969). En consecuencia, la
trabajadora se ve en el medio de estos conflictos.
Bueno pues la trabajadora no puede escuchar tantas voces. Ves, que uno te diga, tú
tienes que hacer esto y el otro te diga no, así no, que tienes que hacerlo así, pues
hombre como que te vuelves loca. Entonces pues, eso originó en ellos el querer tener el
poder en esa casa y acabaron liados. Entonces yo pues me hice a un lado y bueno,
cuando me quise ir ¡madre mía! ...se portaron muy mal conmigo (E1)
En este sentido, me parece pertinente hablar del trabajo de cuidados como trabajo afectivo. A
partir de esta idea, Encarnación Gutiérrez-Rodríguez (2013) evidencia que el trabajo doméstico
y de cuidado no es solo un receptor de afectos, sino que es también un mediador y organizador
de los mismos. En referencia a la experiencia de Ana, se entiende que ella desempeñaba
también el papel de mediadora entre los hijos de la persona mayor a la que estaba cuidando y,
por este motivo, se ha sentido desbordada por la situación e incómoda en encontrarse en el
medio de dinámicas de la familia tan intimas. Por tanto quiero hacer referencia al punto de
vista de Teresa Brennan, que argumenta que los afectos pueden vigorizar y alegrar a una
persona pero también pueden hacer lo contrario: “cuando uno soporta la carga afectiva del
otro, sea por transferencia directa, sea porque la ira de otro, se convierte en tu depresión”
(Brennan 2004, 6)) citada en (Gutiérrez Rodríguez, 2013). Hay personas y familias con las que
es fácil y agradable trabajar, mientras que hay hogares donde se crean situaciones hostiles en
las que resulta difícil estar.
Pero también cabe señalar que para algunas personas puede resultar positivo e interesante
210
trabajar en los espacios íntimos de una sociedad, en el interior de las casas, para conocer en
profundidad la cultura y las diferentes formas de vivir de una sociedad. Así lo expresa Marisa:
(Trabajar en los espacios domésticos) me permite conocer esta sociedad, la gente de
aquí y también me ayuda a ver que mi familia no es la única loca, que todas las familias
están locas y también, sí que he visto que casas que dices uy que ideal esta casa, que
ideal esta familia, también tiene sus miserias muy gordas, esta gente me abre sus
puertas para que yo pueda ver sus miserias gordas. Cuando yo pienso que son
ideales...y que también tienen sus cosas, me hacen ver que son humanas (E7)
Ella reflexiona sobre el hecho de que las trabajadoras de hogar entran en la intimidad de las
relaciones familiares, que los hogares ‘abren sus puertas para que pueda ver sus miserias
gordas’ y con ello evidencia la tensión que se crea en ser una persona profesional y ajena a la
familia pero que, sin embargo, entra en los espacios íntimos a desempeñar un papel
importante dentro de las relaciones interpersonales y de la organización de los cuidados.
Condiciones laborales en el empleo de hogar en modalidad interna
Las experiencias y sentimientos relacionados con este tipo de trabajo también cambian según
el número de horas que se pasan en el lugar de trabajo y, por eso, el trabajo en modalidad
interna suele ser el más duro de afrontar.
La mayor parte de las personas entrevistadas ha pasado por el trabajo en modalidad interna y,
a menudo, hablar de esa etapa laboral les trae malos recuerdos. Algunas hablan de ello como
de una experiencia terrible (E8), otras simplemente no se lo desean a nadie (E5) y, aunque la
relación con la persona con la que convivían fuese buena, en cuanto han podido han cambiado
de puesto de trabajo y han comenzado a trabajar por horas.
Por ejemplo, Ana relata que ella en su país había estudiado para ser auxiliar de enfermería y
por eso estaba preparada para asistir a personas enfermas, pero para lo que no estaba
preparada era para el trato que recibió y a la situación de encierro que padeció siendo una
trabajadora de hogar interna. El relato de Marisa apunta también en este sentido. A la
pregunta sobre sus experiencias como trabajadoras en modalidad interna me contestan:
Muy mal.... Traumática (…) de no estar preparada no era eso, el problema era el agobio
que te produce estar encerrada las 24 horas del día. Porque lamentablemente me tocó
con una señora que estaba obsesionada (E1)
Puffff yo pude porque era por voluntad y sabiendo y tal, pero al sexto mes el cuerpo
necesita moverse también (…) te pones a ver afuera, quieres dar un paseo por allí y no
puedes. Y fue por eso, la sensación de estar encerrada; es como la cárcel (E7)
Si pensamos que estas empleadas y empleados domésticos están las 24 horas con personas
que precisan atención y que en muchas ocasiones, como demuestran las estadísticas de la ATH
(ATH-ELE 2014) y las entrevistas, no se respetan ni descansos diarios ni descansos semanales,
se puede llegar a entender que las condiciones de este trabajo afectan de manera significativa
a la propia personalidad y al estado de ánimo. La sensación de encierro afecta no solo al
211
carácter y al humor personal, sino que también afecta a la posibilidad de tener relaciones
sociales. Así lo explica Lucía cuando le pregunto si desarrollar este trabajo ha influido en su
vida:
(…) bueno de interna un poco , porque, la cosa es que eres menos sociable, al estar
interna, claro, estás más con ellos, apenas vas a hacer las compras, estás como igual en
contextos encerrados, porque, claro, no puedes dejarlo, tienes que ver la tele, cuando
son inmóviles pero cuando puedes salir, claro, te vas a dar un paseo, se sientan están en
el parque, en el caso de que son inmóviles no puedes sacarlos, tu también te esclavizas,
entonces, cuando son inmóviles no puedo socializarme, conocer, ver…(E2)
Precisamente la entrevistada llegó al país muy joven, con 20 años, y cuenta que sentía que el
trabajo de interna le estaba quitando la posibilidad de vivir su juventud, de explorar y de
conocer la cultura del país en el que estaba viviendo.
En relación a lo que se ha explicado en el marco teórico, si se pone la atención en las
limitaciones temporales y espaciales de las trabajadoras internas se observan algunas
similitudes entre los mecanismos que se creaban en el servicio doméstico en la edad colonial
con los que se crean en la actualidad (Vega Solís and Gutiérrez Rodríguez 2014).
Como primera observación hay que mencionar que la persona empleada como doméstica
interna representa en el imaginario de la parte empleadora una persona que hace todo tipo de
labores y que se le paga para que esté siempre disponible, priorizando las necesidades del
hogar que la contrata a sus necesidades personales (Anderson, 2000, 2007a; Ehrenreich and
Hochschild, 2004; Lutz, 2002) y de una manera muy similar era concebido el servicio doméstico
desempeñado por la población indígena en las colonias españolas en América, estas personas
debían estar siempre a disposición (Aguirre and Vega Solís 2013). A partir de esta idea se puede
deducir que el origen de las personas empleadas puede que tenga relación con el escaso
respeto por los descansos diarios y semanales de las y los trabajadores.
El segundo aspecto, similar a la condición del servicio doméstico en época colonial puede ser el
confinamiento al hogar como lugar de trabajo, que conlleva la disminución de la capacidad de
empoderamiento de las personas empleadas y la posibilidad de comparar su situación con la
de otras personas. Como argumenta Rina Cohen (1991), y como se percibe a partir de algunos
comentarios en las entrevistas, el trabajar de interna puede parecer como estar en una cárcel,
con la diferencia que en una institución totalitaria hay un número mayor de reclusos y poco
personal, mientras que en el trabajo doméstico la persona presa está sola y comparte su
cotidianidad con muchos jefes y jefas. En este sentido las personas pueden llegar a probar
aislamiento y soledad por no poder compartir su situación y sus malestares con nadie en la
cotidianidad.
Al desempeñar trabajo doméstico en modalidad interna, las personas se encuentran limitadas
a la hora de conocer otras personas, encontrar nuevas oportunidades laborales y sociales, y en
acceder a un mayor conocimiento de sus derechos a través de redes de apoyo. En algunos
casos, la limitación de la autonomía personal de estas trabajadoras llega a límites que rozan las
condiciones de esclavitud (Salazar, Jiménez, and Wanderley 2010).
212
Para Lucía ha sido doloroso comparar su situación laboral con la de las otras personas, porque
ponía en evidencia la explotación que estaba viviendo pero, al mismo tiempo, ha sido una
forma de ver que hay otras posibilidades de trabajo también en este sector. Como se ha
explicado anteriormente, ella ha trabajado cuidando dos personas mayores, sin casi tener
descansos.
(…) estar interna es muy estresante, porque estas en casa, les sacas a pasear y
encuentras gente donde a ellas les han contratado por tantas horas y les dan tantas
horas de libertad y es donde se des-estresan. Hay algunas que libran desde el viernes
por la noche, o sábado al mediodía y también normalmente están un poco más. En esa
parte yo me he sentido un poco como decir, ¡joooo tanto estoy aguantando! porque hay
personas que solamente trabajaban 8 horas con contrato, y esto y lo otro, venían los
hijos, pero yo trabajaba de interna, ¿me entiendes?, aparte de que me estaban
pagando menos, entonces pues allí, claro, me sentía de que estaba más encerrada no
podía hacer nada, ni disfrutar aunque sea solo un poco de la juventud y conocer otras
partes de España (E2)
Para hacer una aproximación a la manera en la cual las particularidades de este trabajo
influyen en la vida de estas personas, resulta significativo el relato de Lucía puesto que para ella
ha sido muy doloroso ver la manera en la cual la gente autóctona se aprovechaba de ella y de
su trabajo.
Esto me chocó ¿entiendes? (…) porque se aprovechaban porque estaba ilegal, no tenia
o porque no podía pedir derechos y esas cosas. Así me toco aguantar (…) como no soy
tampoco tonta ¿me entiendes?, sí veía un poco el aprovechamiento o con algunas
palabras. Es verdad, cuando uno está ilegal pues se calla, vas aguantando (E2).
A partir de estas palabras, se evidencia la manera en la que el marco legal de extranjería limita
la posibilidad de actuación y de negociación de las personas trabajadoras extranjeras no
comunitarias, y de cómo esta limitación vienen asumida e interiorizada por las personas.
En todo caso, hay que señalar que en este contexto existen también familias que tienen una
buena relación con sus empleadas/os y que respetan los derechos laborales. Pero, la dejadez
por parte de Inspección de Trabajo así como la poca consideración social hacia estas labores
determinan que las condiciones y derechos laborales sean establecidos según el libre albedrío
de cada individuo, determinando así un amplio abanico de relaciones laborales que van desde
unos empleos basados en el respeto reciproco a otros basados en la explotación de unas
personas en beneficio de otras.
Otros aspectos significativos sobre las condiciones laborales de las personas que trabajan en
modalidad interna y que cabe destacar son: el control y la falta de privacidad (Anderson, 2000;
Phizacklea and Anderson, 1997). En las entrevistas sale a luz el agobio de las personas
trabajadoras al sentirse que están continuamente bajo control. Hay casos en los que la parte
empleadora controla cuantas veces se duchan, si gastan más agua o más luz de lo debido, si
comen más de lo que deben y qué alimentos comen y qué no, y esta situación de control
perpetuo puede llegar a hacer sentir a las personas incomodas. Además, los controles que más
213
molestan son los que no tienen relación con el trabajo desarrollado, sino más bien con
necesidades y hábitos personales. Aquí se exponen algunos ejemplos:
Por comenzar, el aseo personal no lo puedo hacer tranquilo, (…) segundo lugar, su papá
medio que estaba fastidiado en la hora de la comida (E4)
No podías estar con la luz encendida, hay que apagar las luces, vivir en penumbra que
no gastes el agua, no te permitía ni siquiera ir a su baño, hasta de no darme el papel
higiénico, me lo tenía que llevar yo de mi cartera. Y hay otras mujeres que la pasan
terrible (E8)
Me controlaba la comida, quería que yo comiera lo que a ella le apetecía, comidas que
yo las había probado pero no me llegaban a gustar (E2)
En el artículo 6 del convenio de la OIT se especifica que la parte empleadora tiene que asegurar
condiciones de trabajo decentes que respecten la privacidad de las personas empleadas, pero
en la legislación española esto no se contempla, debido a la falta de ratificación del susodicho
convenio. Las personas entrevistadas cuentan que en algunos casos han tenido que compartir
la habitación con la persona a la que cuidaban, no pudiendo tener de esta manera un espacio
privado con cerradura para asegurar un mínimo de intimidad y, en casos extremos se ha
llegado a carecer de una cama decente donde dormir (Urieta 2014).
Tener un espacio propio es fundamental para tener un refugio donde poder estar, y para poder
dedicar tiempo para ellas y ellos mismos. La falta de espacio aumenta la sensación de agobio
relacionada con tener que estar siempre a disposición así como no tener un espacio íntimo
acrecienta la sensación de estar siempre dedicadas/os a las necesidades de los demás.
(El trabajo de interna)…le priva de su espacio y libertad a la mujer y muchas de éstas se
enferman a lo largo del tiempo, si tu las ves tienen una cara de tristeza, de frustración,
de amargura, no están felices por mucho que ganan dinero (E8)
Además, en relación con la ausencia de espacios privados y descansos, diarios y semanales,
surge la reivindicación de que también las trabajadoras y trabajadores domésticos tienen una
vida sexual de la que disfrutar. Y así la explicita Juana:
Una mujer que trabaja interna ¿en qué momento puede tener vida sexual?, no es
posible, ¿entonces esa mujer cuando vive? Si no tiene, se olvida, y eso es parte de lo que
es una persona (E8)
La necesidad de desarrollo personal de las personas que trabajan, que pasa también por las
relaciones sexuales, debería ser correspondidas por condiciones y horarios de trabajo justos. A
partir de esto se reivindica el respeto de las 36 horas de descanso semanal, para que se pueda
cumplir por lo menos una noche fuera de casa, y la posibilidad de tener habitaciones
individuales y descansos diarios.
Según los relatos de hombres y mujeres andinas, hay quien aboga por la desaparición del
trabajo en modalidad interna, por lo que comporta a nivel psicológico, por las condiciones de
214
trabajo y sus consecuencia en la persona, pero otras personas defienden esta forma de trabajo
porque brinda la posibilidad de vivir en un hogar a personas recién llegadas, que no tienen un
lugar donde estar ni tampoco tienen dinero para pagarse una habitación.
Según algunas el problema surge cuando las condiciones son precarias y no se respetan los
derechos personales y laborales. La cuestión no es la modalidad de trabajo sino más bien las
condiciones en las que se desarrolla. El debate sigue abierto y cada persona lo vive desde su
punto de vista y según sus necesidades, el trabajo de interna bien como una cárcel o el trabajo
de interna bien como un primer refugio (Campani, 1993; Phizacklea, 1998 citadas en Lutz,
2002)
En todo caso, estén de acuerdo o no por la abolición del trabajo en modalidad interna, todas
las personas entrevistadas dejan este tipo de trabajo en cuanto tienen la posibilidad, para
pasar a la modalidad por horas. Por cuestión de tranquilidad, se deja de vivir en el mismo lugar
de trabajo y en compañía de la parte empleadora (García Castro 1993). Aunque se encuentre
un empleo a jornada completa, el poder volver a sus casas y poder tener un espacio propio se
siente como un alivio, tener más tiempo para una/o misma/o y tener la posibilidad de entran
en contacto con redes de apoyo conlleva en muchos casos un aumento en la calidad de vida.
Ya cuando pude pagar mis deudas creí que era el momento de también independizarme
de estar en esa casa metida 24 horas. Porque yo no tenía un poco de espacio para mi,
quería ver otras cosas solamente, con ver un domingo uno, yo creía que me estaba
perdiendo otras cosas y yo misma renuncié. Dije, me voy porque quiero otras cosas.
Claro, la señora dijo “Juana, me abandonas cuando ya nos habíamos encariñado”, “no”,
le dije, “yo voy a venir siempre, pero también estoy buscando otras cosas”. Y, claro, esas
otras cosas me dieron opción de ganar mucho más dinero y también tener un poco de
libertad para saber qué hacía yo con ese tiempo. Tener un poco de tiempo mío (8)
Parece que el trabajo en modalidad interna es una etapa inicial y pasajera por la que han
pasado las y los empleados de hogar entrevistados, y de la que han salido en cuanto han
podido pagarse una habitación y cuando han visto disminuida la presión económica.
5.3.2
La multidimensionalidad de las tareas domésticas y de cuidado: trabajo
físico, emocional y psicológico
En la parte teórica se ha hablado del giro conceptual que se ha dado al pasar de usar el
concepto de ‘trabajo doméstico’ a enunciar también el trabajo de ‘cuidados’, para evidenciar la
parte más subjetiva, emocional y psicológica de estas labores.
En las entrevistas se pone de manifiesto cómo éste es un trabajo físico, de cuerpo a cuerpo,
pero también psicológico y emocional. No se necesita solamente tener herramientas y
conocimientos para saber cómo cambiar un pañal a una persona mayor o para saber cómo hay
que moverla para medicarla, cambiarle de postura etc., sino que también hace falta tener
herramientas psicológicas para tratar con personas que necesitan cuidados y que están
pasando un momento delicado, así como afrontar situaciones complicadas determinadas por
las enfermedades seniles o mentales y, además lograr mantener una actitud adecuada para
215
relacionarse con las personas del hogar en su conjunto.
Desconocimiento de las especificidades de ese trabajo
Como demuestran las estadísticas del Gobierno Vasco de 2011 (Departamento de Empleo y
Asuntos Sociales 2011), la mayor parte de las cuidadoras que trabajan en la CAE no tiene una
formación adecuada para desempeñar trabajos de cuidado específicos e intensivos.
Por una parte, la necesidad de encontrar trabajo y, por la otra, la poca disponibilidad
económica de los hogares, y/o la infravaloración de estas tareas, conllevan el establecimiento
de relaciones laborales para cuidar enfermos/as con necesidades específicas sin que existan los
conocimientos adecuados. Para muchas de las personas entrevistadas, el no poder acceder a
otro trabajo y ser obligadas por las circunstancias a trabajar con individuos que necesitan
cuidados dentro de los hogares sin tener formación ha sido una experiencia dura. Así lo relata
Jorge:
Entonces entré inocentemente en el trabajo y el hombre tenía Alzheimer, estaba en una
etapa bastante sulfurosa, de todo te hacía. Lo pasé muy mal yo porque era muy
agresivo, muy agresivo, yo no sabía qué hacer, pero tenía que aguantar porque no tenía
otro trabajo y de qué pagar el alquiler y todo, entonces tenía que aguantar y un sueldo
muy poco, me daban por 8 horas al día 600 euros (E5)
En las entrevistas se exponen muchas historias, y la mayor parte de ellas ponen énfasis en una
cuestión: el choque que produce tener que cuidar a una persona con necesidades específicas
sin tener conocimientos sobre ello. Algunas/os en sus países habían tenido experiencias con
personas mayores, por ejemplo atendiendo de manera no remunerada a algún familiar, pero
no tenían conocimiento sobre enfermedades especificas.
Claro, yo tenía un desconocimiento total sobre el Alzheimer, sobre la demencia senil,
porque en los países latinoamericanos no existe todavía eso. Hombre tenemos gente
mayor pero como la gente muere tan joven allí, no llega a esas situaciones. Entonces
para mí fue un choque, uff, a veces la gente lo asocia como está loco, está mal de la
cabeza, claro que no es así, simplemente tiene que investigar todas esas cosas (E8)
Trabajo físico
Vanesa cuenta que ella llegó aquí con otras miras y no habiendo cuidado a nadie, más que de sí
misma, en su país de origen. La necesidad de tener un trabajo con contrato la lleva a trabajar
con un joven de 30 años esquizofrénico. Me habla de lo dramática que ha sido esa experiencia
para ella a causa del desconocimiento de la enfermedad, el miedo a las frecuentes agresiones y
del malestar que le quedaba en el cuerpo después de los ataques de ira que la enfermedad
producía al chico. Además, pone el énfasis en aspectos físicos como la diferencia de tamaño
corporal, ella es muy minuta mientras que el chico era alto y corpulento, por este motivo era
intenso el miedo y la presión durante los ataques.
De pronto, era que me agarraba de los brazos, y me daba unos pellizcos que buaaa. Y
claro, él era bastante corpulento, tenía su peso y era tan, tan tiernito a momentos y
216
como que no te hacía nada, pero de pronto uuuuffff. Y claro, intentar calmarlo sí, pero
yo me quedaba un poco, porque no me lo esperaba. Y claro, estaba un poco con miedo,
a ver cuándo le vuelve a pasar otra vez. La verdad es como si te quiere atacar alguien, y
es enfermo y sabes cómo calmarle, pero salir de la situación era un poco sí incomodo,
pero claro... no quería perder el trabajo (E3)
Se deduce que este trabajo puede dejar secuelas tanto emocionales como físicas,
especialmente si se superan los límites físicos y mentales de las personas a causa de presiones,
de varia natura, que impiden dejar el trabajo.
Con las personas agresivas es más evidente la posibilidad de que se produzcan daños físicos,
Vanesa habla de pellizcos pero, a veces, si pierden el control, pueden hacer mucho daño. No
obstante, no hay que olvidar que, en muchos casos, las personas que demandan cuidados son
personas que tienen movilidad reducida y esto conlleva que el/la cuidador/a necesite hacer
esfuerzos físicos cotidianamente, con facilidad de coger malas posturas pudiendo conllevar
daños musculo-esquelético. Al respecto Melisa explica que:
Cuando estás cuidando a otra persona puedes también ponerte en una mala posición
para agarrar y levantar a las personas que están imposibilitadas y que puedes
molestarle a la columna o cualquier parte del cuerpo, te puedes caer (E6)
En algunos cursos de preparación al trabajo de cuidados con personas mayores,
subvencionados por ayuntamientos y/o entidades de orientación laboral, enseñan a utilizar
técnicas específicas para mover a las personas sin hacerse daño o perjudicar su propio estado
físico. Las y los entrevistados argumentan que puede que las personas empleadas no tengan
esos conocimientos o, en casos muy graves, que conozcan las técnicas pero no tengan las
herramientas suficientes, como grúas, por ejemplo, para mover al paciente.
Otro aspecto fruto del escaso reconocimiento social y del poco control legal sobre este tipo de
trabajo es la exclusión del sector en la aplicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
Esto conlleva un desconocimiento sobre las enfermedades relacionadas a este trabajo y la
ignorancia tanto de la parte trabajadora como de la empleadora sobre los riesgos, medidas de
seguridad y afecciones del sector.
Lo que se observa es que las enfermedades relacionadas a este trabajo no son solamente
físicas sino que son también psicológicas y se agudizan en situaciones extremas, por ejemplo,
como se ha explicado anteriormente, cuando no se puede dejar el empleo por motivos
económicos y/o legales. La mayor parte de las personas entrevistadas afirman haber trabajado
en condiciones laborales que atentaban a su salud mental y/o física para no tener problemas
con la concesión o renovación de los papeles.
Trabajo emocional y afectivo
Si se presta atención a la parte emocional y psicológica de estas labores los factores a
considerar son numerosos. Para empezar, el hecho de que las relaciones afectivas estén tan
imbricadas en la realización de este trabajo no es a priori ni negativo ni positivo. Todo depende
de las condiciones laborales, de las necesidades de las personas dependientes y del momento
217
personal y las herramientas psicológicas de la persona que realiza los cuidados.
Hay casos en los que tener estrechas relaciones afectivas con la persona a la que se cuida
puede resultar un apoyo moral importante, especialmente para las personas inmigrantes que
llegan al país solas y sin ninguna red de amistades. Esto cuenta Ana:
Ella sabía cuando estaba triste, cuando estaba alegre. Y cuando estaba triste, ella
siempre venía y me hacía caricias en la cara, se me recostaba así. Era muy mimosa. A
pesar de tener Alzheimer, imagínate. Pero sabía quién era yo (E1)
Además explica que el hecho de poder ayudar a una persona a sentirse mejor le resultó una
labor muy gratificante. En concreto, ver mejoras en las personas mayores gracias a las
atenciones y al apoyo psicológico que ella les brinda la hace sentir bien.
Tú puedes ofrecer afecto, es un trabajo que, bueno, que puedes hacer que una persona
se sienta bien, que no es tan solo llevarle la comida a la mesa, y limpiarle y ya está. No,
no, no, una cuidadora es capaz de hacer que un enfermo se recupere con el afecto, con
la atención, entonces es algo que imagínate. Que hagas que un ser humano pueda salir
adelante, que le puedas ayudar entonces eso es algo muy bonito. Muy bonito, muy
gratificante. Con esta persona que tenía Alzheimer yo me sentía muy bien, porque
cuando la conocí era una persona muy agresiva y reacia, y a medida de que el tiempo
fue pasando fuimos tratándonos y eso, conmigo aprendió a salir de paseo y no corría,
salía de paseo y ya volvíamos, le daba la cena y ella se sentaba luego a ver televisión
conmigo y a veces me comentaba la película. Y después muy sencillamente me decía,
ya me quiero ir a la cama. Cosa que antes no hacía (…) y eran momentos que yo la
miraba a ella, el hecho de haber podido ayudar a esta persona que se sienta mejor, que
no esté tan asustada, que no esté tan nerviosa. Porque cuando le venían esos
momentos, porque tenía ella momentos en que tenia bajones y se deprimía mucho y
lloraba y se acordaba de los padres y de todo ello, y estar con ella y lograr que pasara
todos esos momentos, son cosas que te vas a casa y ya sintiéndote bastante bien (E1)
Se percibe que trabajar con personas mayores y enfermas es duro, cada una tiene su
personalidad y sus límites, según qué enfermedades tengan pueden ser más o menos fáciles de
convencer y por eso es necesario tener herramientas psicológicas y emocionales aptas para
todas las situaciones. Cada trabajador/a tiene sus estrategias para que las labores no se hagan
muy pesadas. Juan aclara que, después de un trabajo psicológico continuado, al final ha
logrado convencer al señor en dejarse cuidar y éste le ha demostrado toda su gratitud, de esta
manera se ha ganado el respeto de toda la familia. Según él, cuando se cuida con cariño a una
persona, atendiéndola con dedicación, y cuando esa labor viene reconocida, este trabajo
puede ser muy gratificante.
Así que empecé así a curarle y la inflamación se fue, y decía “Juan me siento bien, usted
sí que tiene una mano, usted es un ángel”, me decía. “Pero lo importante es cuidarse y
permitir que lo cuiden también, no se olvide, no hay que tener ni falsas vergüenzas ni
falsos pudores” le dije. “Ya Juan voy a hacer lo que usted dice” (…) y así hasta que un
día comenzó a decir que estaba muy contento, que “todo se lo debo a Juan” (E4)
218
Además este cuidador explica que para hacer este trabajo hay que sentirse en cierta forma
como el padre de la persona a la que se está cuidando, para tener paciencia y para ver algún
resultado. Lo que se les pide a estas personas es que actúen como ‘personas’, miembros de la
familia, como padres o madres en caso de cuidado de criaturas y como hijos e hijas en caso de
cuidados a personas ancianas, para brindar atención, no en la manera en que lo haría una
maquina, sino en la manera en que lo haría un ser humano (Anderson, 2000; García Castro,
1993); ese es el superávit de afecto que solo las personas saben dar.
Te están pagando dinero y al hacerte cargo de ellos pues, es como que te pones en su
lado y esos son mis hijos y estoy acá como si fueran mis hijos y también quiero lo mejor
para ellos (E3).
En este sentido, se observa que los hogares contratan a estas personas con el fin de que cuiden
físicamente y emocionalmente a criaturas y/o mayores y para que utilicen ese surplus de
afecto, pero el conocimiento y el punto de vista de éstas no siempre ha sido tomado en cuenta.
A raíz de esto algunas personas reclaman que las decisiones las toman las personas que no
están cotidianamente con los individuos que precisan cuidados, como por ejemplo parientes
que pasan poco tiempo con ellos.
El sentirse como ‘una de la familia’, tan cercana a la persona a la que se cuida, tiene también
sus partes negativas. Justamente Vanesa, que trataba a los dos gemelos a los que cuidaba
como si fueran sus hijos, estuvo aguantando unas condiciones de trabajo deplorables por amor
a los niños y por no querer despegarse de ellos.
Al estar tanto tiempo con ellos, estar allí, simpatizamos tanto que me costaba mucho
dejar el trabajo, porque me sentía muy agotada, ¿sabes?, que llegaba a casa a dormir,
me levantaba y otra vez al trabajo y era como que no, lo tengo que dejar. Si a ver en
septiembre, y me costó separarme mucho, porque yo lo tenía pensado y dije ¡no, hay
que dejarlos!, pero decía ¡ay no! los niños me va a costar. Hasta que dije, ¡no! tengo
que dejarlo, tengo que empezar a ver por mí porque también quiero un poco descansar,
estar un poco respirar ver lo que quiero hacer porque quiero estudiar (E3)
En diversas situaciones, especialmente mujeres, dicen trabajar más horas de las que vienen
contratadas a causa del cariño que prueban por la persona a la que cuidan. Al ver la persona
necesitada y desatendida se sienten responsables y no pueden dejarla de atender. Un ejemplo
es el caso de María, que cuidaba una persona mayor y consideraba que el hijo no le prestaba
mucha atención. Ella tenía contrato por 4 horas al día pero sabía que el señor no se podía
mover solo de la cama. Había avisado al hijo de que su padre necesitaba de una cuidadora
interna, porque ya necesitaba cuidados intensivos, pero el hijo no contrató a nadie más, ni le
aumentó las horas de trabajo. Así las cosas, María regresaba por las tardes fuera del horario de
trabajo para ver cómo estaba y para acompañarlo al baño y darle la merienda. Pero, además de
esto, relata haber estado tres años sin coger vacaciones porque el señor le decía que prefería
estar con ella y que con otra persona se hubiera sentido incomodo.
Mis vacaciones, tenía derecho a cogerlas y no las cogí porque su padre estaba muy
malito, y también me encariñé mucho con el señor. Él estaba muy mal y le decía “bueno
219
voy a coger vacaciones y le voy a encontrar una chica”, y él me decía, “no, no, no, hija
trabaja tu, quédate tu, que me viene mal otra persona” (E9)
A partir de las historias contadas, resulta ser muy difícil separar la vida personal e intereses
laborales de las personas trabajadoras de las relaciones afectivas que se crean con los
componentes del hogar. En este sentido este trabajo, por una parte, puede ser considerado
alienante en términos sociales, teniendo en cuenta que vivir y/o trabajar en una misma casa,
configurada como un espacio privado, comporta el alejamiento de la vida social pero, por otra
parte, es un trabajo que opera sobre la subjetividad, que genera relaciones interpersonales
cercanas y genera expectativas sobre acciones, sentimientos y actitudes. El problema surge
cuando esta dedicación se convierte en (auto)explotación (Vega Solís 2009)
Son relaciones muy cercanas, construidas sobre la base de experiencias fuertes, profundas,
relacionadas con la vida y la muerte, con el dolor y las enfermedades en la cotidianidad. Por
ejemplo, Marisa me explica que viviendo todos los días con una persona enferma le costaba
desconectar y, aunque tuviese horas libres durante el día, seguía pendiente de ella. A partir de
la creación de una relación más estrecha entre las dos, se preocupaba todo el rato por ella y
por su bienestar.
Era un descanso como un no descanso, salía una horita en la noche, bueno también me
despejaba, pero con el pendiente de que tengo que volver, ¿cómo estará? yo siempre
intentaba decirme: “el trabajo es trabajo y aquí es aquí”, pero en un momento me
empezó eso, ¿estará bien? bueno voy a volver rápido. Que ya se empezó a meter en mi
vida y también iba a la piscina estaba bastante bien, pero no dejaba de pensar, ya es
quitarte tu vida personal, (…) empecé eso a preocuparme, me entraba el malestar de
“uuuuu tengo que volver ya porque a ver cómo estará”, a preocuparme por ella, no por
el tiempo, sino “¿estará bien estará mal? bueno voy a ir rápido” (E7)
Además, las situaciones difíciles por las que se pasa cuidando a personas mayores y enfermas,
que en algunos casos pueden llegar hasta la muerte, son muy frecuentes y si una persona no
está preparada para ello puede pasarlo muy mal. En este sentido Lucía relata que en una
ocasión, trabajando de interna, acompañó hasta la muerte a una anciana, viéndola agonizar y
morir. Habla de esta experiencia como la peor que ha tenido, porque no estaba preparada y,
además, porque le da mucho respeto y mucho miedo la muerte.
Este sí que ha sido el trabajo más fuerte porque hasta la vi agonizar y todas esas cosas,
y ya no quise vivir allí (…) falleció en mi cara desgraciadamente (E2)
Diferencias en el cuidado de niños y de ancianos
Los hombres entrevistados habían trabajado en el empleo de hogar solamente cuidado de
manera remunerada a personas mayores, mientras que las mujeres exponen haber
desempeñado labores tanto domésticas como de cuidado a personas mayores y/o a criaturas.
De esta manera ellas explican las diferencias que perciben entre el cuidado a personas mayores
y el cuidado a criaturas. Las entrevistadas afirman que con ambos grupos hay que tener mucho
cuidado pero, casi todas, cuando me explican la diferencia afirman preferir cuidar a niños/as.
Hablan del desgaste psicológico que causa la convivencia con las personas mayores, mientras
220
que las criaturas, aunque siendo caprichosos, son mucho más alegres.
Lo más gratificante es cuidar a niños, me encanta. Trabajé casi 4 años con una familia
cuidando 3 niños pero encantada de la vida, (…) me niego un poco a trabajar con gente
mayor, hombre, no todos serán, porque yo también trabajé con una gran dama
encantadora, pero los abuelos tela, es muy duro (E8)
También cabe mencionar el sentido y los sentimientos relacionados a ellos, un grupo
representa la vida que nace, que crece y que tiene todo el tiempo por delante y muchas cosas
por descubrir, mientras que el grupo de las personas ancianas dependientes simboliza la vida
que está muriendo, que decrece y que está llegando al fin. En todo caso, trabajar con personas
dependientes recuerda el proceso del ciclo de la vida, que en algún momento vamos a ser
dependientes y que el ser humano puede perder capacidades con el pasar de los años o por
algún accidente inesperado (Izquierdo 2003). En este sentido, Melisa habla de manera positiva
sobre la experiencia de cuidar de ancianos/as. Dice haberse vuelto más humana a través de
esta experiencia.
(…) eso es lo que me ha aportado este trabajo; ser más humana. Sí, que te cambia la
vida de alguna manera. Sí, te ayuda a ser más humana, más condescendiente, más
sensible y bueno. A mí me ha hecho bien trabajar con las personas mayores (E6).
5.3.3
La herencia colonial en el empleo de hogar.
Las relaciones interpersonales dependen del contexto en el que se desarrollan y en el caso
estudiado, están influidas significativamente por las variables de sexo, clase y origen, entre
otras (Lutz, 2002; Parella, 2003). Este tipo de discriminaciones se expresan en las entrevistas
evidenciando su importancia en el desarrollo de las vidas de estas personas. Éstas no se
experimentan solamente en la relación con la estructura y con las instituciones, sino que
también en las relaciones interpersonales y más a nivel subjetivo.
En este sentido Encarnación Gutiérrez Rodríguez (2010) considera interesante analizar las
relaciones laborales en este sector utilizando el concepto de “colonialidad del trabajo” sugerido
por Aníbal Quijano (2000). Este autor argumenta que es a partir de la era colonial que se crea
un determinado tipo de control sobre el trabajo, basado en las diferencias raciales y de
identidad geo-cultural dentro del mercado mundial.
En concreto, en el caso estudiado, este tipo de colonialidad que se desarrolla dentro de las
relaciones entre las personas trabajadoras andinas y sus jefes y/o jefas, se explicita y se
reproduce a través de los mecanismos propios de las políticas migratorias, que representan
unos de los ejes principales del sistema mundo moderno/colonial (Grosfoguel 2011a; Quijano
2000).
En este sentido se señala que, las regulaciones estatales en materia de extranjería, de carácter
público, se conectan con el espacio íntimo de los hogares a través del trabajo doméstico, de
carácter privado. Es aquí donde la dimensión más macro y meso se inscriben y se encarnan en
la dimensión micro de las vidas de las personas.
221
Aunque legalmente no se expliciten las desigualdades por motivos ‘raciales’, herencia del
periodo colonial, dentro del sistema legal de extranjería se establece la diferencia entre las
personas con nacionalidad europea y no europea, determinando así su inclusión o exclusión en
el conjunto de la ciudadanía con derechos.
Si se abarca el trabajo de hogar a partir de la colonialidad del trabajo es interesante destacar la
evolución que ha tenido este sector pasando de ser ‘trabajo de sirvientes’ a ‘trabajo precario’,
subrayando de esta manera la devaluación permanente de estas labores (Precarias a la deriva,
2004 y Rollins, 1985) citadas en (Gutiérrez Rodríguez, 2013).
Haciendo referencia a las similitudes que existen entre el empleo de hogar en la actualidad y el
servicio doméstico del el periodo colonial, me parece significativo traer a colación los casos en
los que la parte empleadora utiliza las amenazas, basadas en la legislación de extranjería, para
limitar la autonomía de las personas trabajadoras extranjeras en situación irregular, de manera
análoga a cómo los colonos utilizaban la legislación y los discursos paternalistas y moralistas 99
(Christiansen 2005).
En el sector del empleo de hogar, los contratos laborales se establecen entre la/el trabajador y
la persona representante del hogar, que no tiene las mismas características que una empresa o
agencia 100. En este sentido, cuando se contrata a una persona extranjera no comunitaria, que
se encuentra sujeta a la Ley de extranjería, puede que estos hogares desempeñen un papel
parecido al que desempeñaban las antiguas ‘casas coloniales’ en la América colonial, donde las
y los indígenas sometidos desarrollaban trabajo doméstico a cambio de protección
(Christiansen 2005).
En la actualidad, hablando en estos términos, la protección que brinda el hogar puede ser, por
una parte, formal a través de un contrato legal de trabajo que posibilita el acceso a las tarjetas
de residencia y trabajo a las personas empleadas o, por otra parte, a través de contratos
informales a personas que no poseen el permiso de trabajo y que necesita permanecer 3 años
en el país de manera irregular, para seguidamente poder tener acceso a la residencia por
arraigo social.
Así las cosas, según lo expuesto en las entrevistas, puede ocurrir que si las y los trabajadores sin
papeles deciden dejar un puesto de trabajo, por ejemplo por no aguantar las condiciones o a
99
En este sentido Tanja Christiansen (2005)explica que la autonomía de las personas indígenas esclavizadas por
medio del servicio doméstico era significativamente restringida por los mecanismos de deuda y por el sistema de
tutelaje. Cuando se producían fugas, los patrones de las casas junto con la administración pública hacían un
considerable esfuerzo para recapturar las personas fugitivas, especialmente en el caso de mujeres jóvenes. En las
cortes se utilizaba el discurso paternalista basado en el supuesto que los padrones actuaban en el lugar de los
padres, haciendo hincapié en la provisión de material y de la enseñanza de la moral sexual, para legitimizar su
demanda de autoridad paterna sobre las jóvenes.
100
Se entiende que todas las personas trabajadoras extranjeras no comunitarias tienen el mismo problema con la
legislación de extranjería y, por este motivo, pueden ser amenazadas. Sin embargo, en este caso, se evidencia la
peculiaridad de la relación laboral que se establece para desempeñar el trabajo doméstico dentro de un hogar,
puesto que, al desarrollar labores tanto físicas como emocionales y psicológicas, conlleva la formación de relaciones
interpersonales en un contexto íntimo. Así las cosas, a nivel personal no es lo mismo trabajar para un hogar que para
una empresa o para una agencia, aunque sean de gestión familiar.
222
causa de abusos, la parte empleadora se vale de la posibilidad de denunciar a la policía la
situación de residencia irregular de la persona trabajadora. De esta manera, la parte
contratante tiene el poder en la relación laboral, limitando significativamente la capacidad de
actuación y de negociación de la parte empleada.
Así, Ana me cuenta lo que le ocurrió en su primera experiencia laboral en el sector donde, no
pudiendo aguantar más las pésimas condiciones de trabajo, decidió dejar el empleo. Como
respuesta la parte empleadora la amenazó con denunciarla a la policía por ‘ilegal’.
Cuando yo quise dejar el trabajo, eeee, me amenazaron con denunciarme a inmigración
(…) me dijeron muchas cosas, que me iban a denunciar, que me iban a detener y que
me iban a echar del país. Entonces yo me asusté mucho pero para esto un señor que era
esposo de una de las señoras enfermas que estaban ingresadas, pues dijo: “mira, tú
recoge tus cosas y te vienes aquí conmigo y a ver qué cosas me dicen a mí”. Y así
hicimos, ese señor me recogió las cosas y todo, y me sacó de esa casa. Y a él no le
dijeron nada (1)
Ana, en aquel entonces, había estado casi un mes durmiendo en una silla en una residencia
acompañando a la señora que cuidaba, sin tener ni comida, ni un reemplazo para poder ir a
casa a ducharse, ni con el pago de las horas extras, pero en esos días había tenido la posibilidad
de conocer a familiares de las otras personas ingresadas. Gracias a ellas, y en concreto gracias
al señor que la acompañó a recoger sus cosas, ella pudo afrontar y desactivar la amenaza.
Esta situación es fruto del sistema legal y del estatus que les otorga éste a las personas
autóctonas en contraposición a las personas que no tienen residencia legal. La protagonista del
relato es mujer y las personas empleadoras sabían que no tenía una red de amistades, porque
acababa de llegar de su país y había estado trabajando de interna sin poder salir, y esto les hizo
creer que podían tratarla sin respeto y sin tener consecuencias legales por ello.
Además de haber sido amenazada, Ana sentía que había sido humillada varias veces, y me
cuenta que la señora a la que cuidaba le hacía sentir inferior. Así, relata un pasaje que a ella le
dolió mucho. Un día le preguntan:
“Ester y tu ¿dónde vives?” y yo les dije, “yo vivo en Perú”. Y me dicen “¿y cómo es?, es
una ciudad es un pueblito o ¿cómo es?”, entonces la señora no me dejó responder y dijo
“¿Ésta? Si estas viven en chabolas viven así en unas chozas como los negritos que ves
en la tele”. Esa era la idea de ella, o sea ni siquiera me dejó contestar. Imagínate, me
pareció de muy mal gusto. Y ella era siempre así, no te pedía nunca las cosas de buena
manera. Yo entiendo que es una persona enferma, que está impedida y todo esto, debe
estar un poco amargada. Pero es que tampoco es ser tan hiriente ¿no? y siempre era
eso, siempre estaba burlándose de mí. (…) Te hacen sentir tan, tan por debajo, te hacen
sentir también inferior porque te tratan como a que si fueras...ser humano no, nada.
Porque te tratan como tonta, como algo que no tiene ni cultura, cuando sabes tú
perfectamente de dónde vienes ¿no? pues entonces te hacen sentir muy mal (E1)
Como ella dice, esta situación puede estar relacionada con la edad y con el estadio de la
enfermedad de la persona que cuida pero, en los relatos que salen de las entrevistas se
223
entiende que tanto las familias como las personas cuidadas pueden llegar a tratar con
desprecio a las y los trabajadores. Se observa que esto tiene consecuencias en las emociones y
en el desarrollo personal de los individuos. En este sentido, como demuestran otros estudios
cualitativos hechos sobre el tema, las trabajadoras/es pueden llegar a sentirse invisibles, por no
ser tomadas en consideración (Gutiérrez Rodríguez 2010) y ser tratadas sin respecto casi como
si no fueran seres humanos (Cohen 1991; Ong 2009).
Claro testimonio de ello son las condiciones laborales que se han expuesto en el apartado
anterior pero, también palabras, acusaciones y amenazas ejercen un papel significativo en la
influencia que este tipo de trabajo tiene en las vidas de las personas entrevistadas. Por
ejemplo, Jorge se ha sentido humillado varias veces, pero una de las cosas que más le molestan
es que, si se pierde algo, siempre le acusan de ser el ladrón. Y así lo cuenta:
El problema es que aquí siempre te están tildando de ladrón. Cuando entras en las
casas siempre estás a la sospecha de si se ha perdido alguna cosa, que tiene que
aparecer y eso. Yo trabajo actualmente como unas 8 casas, será o 10 casas, con
personas mayores y toditito siempre te ponen esa traba que si te están mirando
siempre, que tú eres el directo responsable de lo que se ha sacado, un monedero que se
ha perdido, alguna cosa pequeña, pero igual están siempre con la idea, ya eso te pone
malo, te pone mal entonces siempre lo tienen eso, eso es lo que más me molesta. En
este país esto lo tengo grabado (E5)
Si no son las personas con las que se trabaja directamente, pueden llegar a ser los familiares los
que acusan y los que cuestionan las intenciones de los empleados/as. Por ejemplo, Juan explica
que en una ocasión ha sido el hijo del señor al que cuidaba el que le ha acusado de estar
robando el dinero al padre y de querer robarle la herencia.
Cabe señalar que este no es un hecho aislado, hay muchas experiencias de este tipo en los
relatos recogidos en las entrevistas. Éstas situaciones nacen principalmente del prejuicio que se
tiene con respecto a los ‘otros’, estos “otros/as” que idealmente y conceptualmente son
diferentes y separados del “nosotros/as” pero que al fin y al cabo están en espacios íntimos
desarrollando trabajo afectivo y compartiendo la cotidianidad con las personas autóctonas.
La discriminación en función del origen no se nota solamente en este sector sino en la sociedad
en general, sin embargo es significativo evidenciar que el hogar es un lugar emblemático donde
las relaciones tienen un componente afectivo muy acentuado y se desarrollan cuerpo a cuerpo.
El hogar es el territorio donde se plasma la superioridad de unos frente a la inferioridad de
otros (Anderson, 2000; Gutiérrez Rodríguez, 2013).
Dicho esto quiero poner el acento en la manera en la que el desprecio se transmite a través de
diferentes aspectos: a través de la poca consideración del trabajo que se desarrolla, de las
malas condiciones laborales, a través del acto de desatender, ignorar, invisibilizar, culpar,
cuestionar, infravalorar la otra persona. Es así, como argumenta Encarnación Gutiérrez
Rodríguez (2013), que se transmite el sentimiento de inferioridad a las y los trabajadores
extranjeros no comunitarios, y en este caso andinos.
Melisa habla indignada del racismo que se percibe en la sociedad, en los discursos de la
224
televisión y en las calles.
Lo que se te reserva cuando tú vienes acá, (…) que a los inmigrantes los ponen como lo
peor. Yo me recuerdo alguna vez que una (presentadora en la televisión) que habían
traído la escoria, pero era la peor que había llegado aquí, como yo le comenté a mi
hermana digo, escoria son los que vivieron acá a colonizarnos, allí si que se dice que
fueron la escoria, porque venían criminales y de todo (E6)
Las personas inmigrantes que trabajan en el servicio doméstico experimentan en su propia piel
las discriminaciones tanto basadas en el origen, como en la clase. Si estas son de sexo femenino
experimentarán además el sexismo de la sociedad; la triple discriminación (Parella, 2003).
Como se ha explicado anteriormente, las mujeres vienen empujadas socialmente a este sector.
A la pregunta de si les había pasado algo extraño o anecdótico en la búsqueda y/o realización
de este trabajo, muchas me han hablado del acoso sexual recibido cuando ofrecen servicios
domésticos. De las entrevistas se concluye que éste resulta ser un suceso muy común, más que
anecdótico.
Buscando trabajo uy madre...uuuuyyy. Unas ofertas que no tenían nada que ver con el
trabajo. Que te llamaban y te decían: “oye mira que yo quiero pa que cuides a mi hijo
que está impedido”, y yo “vale ¿qué es lo que necesita?”, “Es que ¿sabes lo que pasa?
que como es impedido le tienes que lavarle el pito tienes que frotárselo y eso de vez en
cuando tú ya sabes lo que tienes que hacer porque es joven y necesita”… imagínate. Ves
cosas así...a ver en las entrevistas cara a cara era, “que sí, que yo necesito una persona
que me haga la limpieza y que me planche la ropa, pero también es que necesito algo
de sexo” (E1).
Dentro del imaginario social determinado por el patriarcado y por la herencia colonial, una
‘interna’ representa una mujer dispuesta a cumplir con las funciones de ‘ama de casa’. En las
residencias coloniales las mujeres indígenas, obligadas a trabajar como servidumbre, estaban
además expuestas a abusos sexuales por parte los hombres blancos y dueños de las casas
(Aguirre and Vega Solís 2013).
Este es un mecanismo que afecta de especial manera a las mujeres inmigrantes, por su
condición de mujer, por su origen y por la clase social en la que se encuentran en destino,
mientras que los hombres no han tenido estos problemas. Según el informe “Violadas y
expulsadas: mujeres víctimas de violencia sexual en situación administrativa irregular” (Naredo
Molero 2013) se demuestra que a la base de los abusos sexuales a las trabajadoras de hogar
están los prejuicios en relación a la nacionalidad, la cultura y la forma de vestir, entre otros.
Citando este informe, resulta que a las inmigrantes se les ofrece un trato muy diferentes que a
las trabajadoras de hogar autóctonas a causa de los prejuicios, entre los cuales se destaca: “a
las morenas, las caribeñas, en el fondo le gustan que las toquen, las del Este que vienen a
quitar maridos, etc. En general el estereotipo es que con estas mujeres está permitido lo que
no está con las españolas” (Naredo Molero 2013, 22)
En algunos casos el acoso sexual directo e indirecto se produce en el interior de la casa y
mientras se está desarrollando el trabajo. Según las personas entrevistadas, teniendo que
225
cuidar a personas con demencias seniles, puede pasar que los mecanismos de pudor y de
vergüenza se desactiven y se dé libre desahogo a las pulsiones sexuales y, por este motivo,
expresan no vivir y percibir como acoso sexual estas situaciones. Pero, cuando las personas no
son muy mayores y no tienen ningún tipo de enfermedad mental, el acoso sexual tiene que ver
con las lógicas machistas y racistas que perpetuán la idea de que las mujeres, especialmente si
son de fuera y latinas, están a disposición para satisfacer las necesidades sexuales de quienes
las contrata y de los hombres blancos y con poder económico y legal.
Para traer algún ejemplo Ana y Jorge, me cuentan que en algunas ocasiones las personas
mayores a las que cuidaban han intentado tocarlas y besarlas, pero afirman que esto no les ha
molestado porque sabían que era a causa de la enfermedad que padecían. En relación a esto
cabe mencionar que las personas ancianas eran de su mismo sexo.
Ana lo cuenta como una anécdota rara y que le ha hecho gracia. Me explica que la señora de
90 años a la que cuidaba estaba obsesionada con lo sexual y que se reía mucho con ella, pero
que en un momento tuvo que ponerse seria y ponerle límites.
Una señora mayor que decía pues ven acuéstate conmigo, que te hago un hijo, ven
aquí, jejejeje, siempre estaba queriendo meterme mano (…) ella era un poco rara,
porque siempre estaba ella allí con lo sexual en la cabeza, jejejje. A veces me decía a mi
“porqué no te buscas un novio que tu eres joven, que tú tienes” y esto jajajajaja. Y pues
yo me reía con ella. Pero ya a veces ya la tenía que parar, porque la iba a acostar y
estaba allí ya queriendo meterme mano, imagínate (E1)
En este caso la mujer entrevistada utiliza la burla para hacer referencia a este suceso. En este
sentido me parece interesante hacer referencia a lo que dice Pascale Molinier en relación a
esto. La autora, a partir de investigaciones hechas sobre el caso de las enfermeras, hace
referencia a la burla como estrategia defensiva para hablar de aspectos difíciles de abordar, y
así lo explica: “Si las enfermeras y las auxiliares de enfermería se concentraran con describir la
realidad “cruda”, un poco como se esperaría de un testigo objetivo, la evocación de su vivencia
sería insoportable tanto para sus interlocutores como para ellas mismas (…). Para hacer
soportable la evocación de la experiencia de cuidado, es necesario distanciarse, es decir
liberarse de la carga de ansiedad. Este alivio, este desprendimiento, se realiza por medio del
humor” (Molinier 2011, 58–59). De esta manera, puede que la mujer haya sido afectada de
manera significativa por el suceso, pero me lo cuenta de manera superficial en el marco de la
entrevista.
Jorge ha pasado por una situación parecida con un señor enfermo de Alzheimer. Cuando le
pregunto si se ha sentido acosado sexualmente en alguna ocasión me contesta así:
No, no, jamás, este hombre, el que le digo de los cuatro años, tenía Alzheimer pero es la
locura. Porque él te quiere agarrar, piensa que yo soy mujer, pero eso es parte de su
enfermedad. Te quiere agarrar, te quiere hacer cosas, está volando con la mente, no
puedes decir que te está acosando (…) como está mal entonces ya es otra historia, pero
tampoco tienes problema de acoso ni nada (E5)
Obviamente, la manera en la cual estas personas ahora seniles y con enfermedades mentales
226
hayan vivido su sexualidad a lo largo de toda su vida es determinada por los estereotipos y
lógicas patriarcales de la sociedad, y esto, a su vez, influye en la manera en la que se da libre
desahogo a las pulsiones sexuales en el momento actual.
Además, hay que subrayar que en los casos expuestos ha sido una señora mayor que quería
‘meterle mano’ a la cuidadora mujer y un señor mayor el que quería besar al cuidador hombre.
Si la situación hubiese sido a la inversa, puede que los relatos hubiesen sido diferentes. En las
entrevistas no ha habido ningún relato de acoso sexual por parte de familiares o de
empleadores con plenas capacidades mentales, por este motivo no voy a entrar en el tema 101.
Finalmente, en este apartado se hace hincapié sobre dos aspectos: por una parte, los rasgos
característicos de las tareas y, por otra, las condiciones laborales en el que se desarrollan. En
relación al primero, cabe poner de manifiesto la multidimensionalidad de las tareas, siendo
éstas tareas tanto físicas como psicológicas y emocionales. En relación al segundo aspecto, es
importante evidenciar que en muchos casos las condiciones laborales no cumplen con los
requisitos establecidos por la ley en relación a los horarios, salarios, descansos, etc. De esta
manera, se deduce que este tipo de trabajo puede tener consecuencias significativas sobre las
personas que lo realizan, tanto a nivel físico como psicológico y anímico.
En este sentido, y en especial haciendo referencia al empleo doméstico en modalidad de
interna, me parece interesante traer a colación la cita de Mary García Castro donde explica
que:
Lo que se compra y lo que se vende en el servicio doméstico no es solamente la fuerza
de trabajo de una ‘muchacha’, o sea su trabajo y energía para producir, sino su
identidad como persona. Esto es lo más especifico del servicio doméstico (García Castro
1993, 114)
En esta situación creo que esta idea se puede matizar y entender de dos maneras diferentes.
Por una parte, se vende la propia condición de persona, porque los hogares necesitan que se
desarrollen labores estrechamente relacionadas con la condición humana. No es solo cambiar
el pañal o dar la comida, sino brindar cuidados holísticos y completos con la capacidad de
responder prontamente a cada tipo de necesidad de la persona, tanto física como psicológica.
Esto no se puede hacer a través de una maquina, sino que es justamente una de las
capacidades características de los seres humanos. A partir de esta idea, varias autoras
argumentan el motivo por el cual la revolución tecnológica ha afectado más a otros sectores y
menos al sector de la asistencia a personas (Dalla Costa and James 1972; Lutz 2002) 102.
Por otra, cabe destacar que se puede entender la venta de la condición como persona en el
101
Para saber más sobre el tema ver: Naredo Molero, 2013; Sortzen Consultoría, 2011
102
En referencia a esto me parece significativo citar a Mariarosa Dalla Costa y Selma James(1972, 6): “En la medida
en que la mujer debe procrear, criar y responsabilizarse de los niños en aislamiento, la alta mecanización de las
labores domésticas no le deja más tiempo libre. La mujer está siempre en servicio porque no existe la máquina que
haga niños y se preocupe de ellos. La mayor productividad del trabajo doméstico mediante la mecanización
únicamente puede relacionarse con servicios específicos como, por ejemplo, lavar y limpiar. La jornada de trabajo de
la mujer es interminable no porque carezca de máquinas sino porque está aislada”
227
sentido de que, estando a completa disposición tanto física como emocional se llega a vender
la posibilidad de tener derechos, tantos humanos como laborales. Estas personas, a cambio de
dinero, que se necesita para pagar deudas contraídas, para ayudar a la familia y/o invertir en el
futuro de los hijos e hijas, renuncian a sus derechos.
Para concluir y responder a la pregunta ¿de qué manera las características de este trabajo
influyen en sus vidas? se observa que tanto las condiciones de trabajo como las relaciones
interpersonales tienen influencias significativas en el desarrollo personal de las personas
andinas. Se destacan sentimientos de agobio, de infravaloración, se sienten atadas por la
situación legal y económica y, todo esto se desarrolla a causa de la mescla de las relaciones
estrictamente laborales con relaciones afectivas y emocionales, creando sentimientos
ambivalentes.
5.4 Puntos de vista y reflexiones sobre el trabajo de hogar
En este apartado se exponen las reflexiones y puntos de vista de las personas entrevistadas en
relación al trabajo que realizan y sobre las experiencias que han vivido en el contexto
estudiado.
Las y los trabajadores domésticos y de cuidado andinos encarnan en sus propias vivencias las
lógicas de poder y estructuras tanto internacionales como estatales, y lo hacen en los lugares
más íntimos de la sociedad de destino; en los hogares. Es aquí donde las dimensiones macro,
meso y micro se encuentran para dar vida a las experiencias laborales, personales y
emocionales de estas personas.
5.4.1
Sentimientos y valoraciones ambivalentes
Durante las entrevistas se pregunta sobre cuáles son los lados positivos y los lados negativos de
este trabajo. Se pide a las personas que relaten algunas anécdotas, experiencias significativas y
que expliquen cuáles son sus ideas y percepciones sobre el sector del empleo de hogar y sobre
las condiciones en las que desarrollan el trabajo.
Los relatos son muy diversos y, a veces, en las propias historias hay aspectos contradictorios.
Estas diversidades y contradicciones no se pueden explicar sencillamente haciendo referencia a
las personalidades y a los caracteres de los individuos, sino que estas emociones y valoraciones
ambivalentes, que a veces llegan a ser contradictorias, son fruto del propio sistema; son el
producto de la estructura social en el que desarrollan sus vidas.
En este sentido Robert K. Merton (1980) explica que existen varios tipos de ambivalencias en el
marco de las actitudes y comportamientos humanos, y que éstos han sido mayormente
investigados desde la mirada psicológica. No obstante, la perspectiva sociológica es muy
importante con el fin de poner el foco de atención sobre los mecanismos de la estructura
social. Éstas influyen en la posible aparición de ambivalencias en determinadas clases de
relaciones. Dicho esto, el autor remarca que las circunstancias sociales contribuyen a vivir una
experiencia ambivalente.
Veamos el tipo de vivencias y valoraciones ambivalentes y contradictorias que se crean en el
228
marco de los trabajos domésticos y de cuidados remunerados a través de los discursos de las y
los trabajadores andinos entrevistados.
La relación con el hogar: protección/explotación
El caso de Lucía me parece emblemático. Ella durante la entrevista pone de manifiesto la
manera en la que las familias por las que ha trabajado se han aprovechado de su trabajo y de
su situación, inicialmente por ser extranjera no comunitaria sin permiso de residencia y,
seguidamente, por ser inmigrante. No obstante ella admite que esto, por muy doloroso que
haya sido, le ha permitido ayudar a sus familiares y conseguir los papeles.
Se aprovechaban porque estaba ilegal, no tenía o porque no podía pedir derechos y
esas cosas, pero bueno, es dejarlo a lo de dios, pero gracias a ellos pude ayudar a mi
familia pude salir adelante, tuve una casa, comida, porque estaba de interna y nada, no
digo que es justo o injusto, es lo que ha sido (…) mmmm, me he sentido bien, como ya
te he comentado he aprendido cosas y he estado bien, cada casa son diferentes formas
de vivir, diferentes costumbres, pero me he sentido bien. Lo único que no me he sentido
bien ha sido en la forma de sus aprovechamientos (E2)
Por una parte, agradece a estas personas por haberle dado casa y comida pero, por otra,
reconoce el hecho de que no valoraron su trabajo y la hicieron trabajar en pésimas
condiciones.
Cabe recordar que, como señalado anteriormente entre las experiencias que ha tenido esta
mujer, en una ocasión ha estado trabajando en modalidad interna sin descansos y con dos
personas mayores (una con Alzheimer y otra 'muy jodida' -por utilizar sus palabras- con
demencia senil) por 700 euros, y todo esto porque en aquel momento tuvo la oportunidad de
regularizar su situación a través de un contrato de trabajo, y la familia le prometió hacerle el
contrato formal. En la negociación sobre las condiciones de trabajo y salario, Lucía no tuvo
mucha fuerza para presionar, puesto que la parte empleadora era consciente de que ella
necesitaba el contrato con el fin de conseguir el permiso de residencia por arraigo.
Las dinámicas que se instauran entre la persona que trabaja y la que contrata pueden tener
rasgos parecidos a las dinámicas que se instauraban entre la servidumbre indígena y los
señores coloniales, donde ‘la casa’ representaba un lugar de explotación pero también de
protección (Christiansen 2005). Lucía ha vivido una relación laboral explotadora pero a cambio
ha obtenido la protección del hogar frente a la normativa de extranjería a través de un
contrato. En este sentido se evidencia que el papel desempeñado por los hogares puede llegar
a ser percibido de manera ambivalente por las personas trabajadoras; por una parte se
aprovechan de su trabajo de cuidadora, del surplus de afecto que ponen en las labores que
desarrollan (Gutiérrez Rodríguez 2010), beneficiándose de su situación económica y legal pero,
por otra parte, permiten la regularización de la situación de residencia a través del permiso de
trabajo por cuenta ajena.
Esta situación puede ser parecida a la de otros tipos de trabajos en los que las personas
trabajadoras extranjeras no comunitarias necesitan del contrato para obtener los papeles. Pero
es necesario recordar que este sector tiene algunas peculiaridades que hay que destacar, y que
229
lo han convertido en un nicho laboral para las mujeres inmigrantes (Martínez Buján, 2006;
Parella, 2000, 2002). Por un lado, este sector tiene menos controles por parte de las entidades
públicas y, por ende, la parte empleadora tiene menos miedo en contratar de manera informal.
En relación con esto, en las entrevistas se observa el malestar que experimentan las personas
trabajadoras en pedir la formalización de los contratos, ya que según los relatos, esta petición
se asemeja más al ruego de un favor que a la reivindicación de un derecho, con todo lo que ello
comporta. Por otro lado, las relaciones laborales se desarrollan en espacios muy íntimos, las
casas, realizando labores muy relacionadas con lo afectivo y emocional, y a estrecho contacto
con la parte empleadora (Abel and Nelson 1990; Anderson 2007a; Ehrenreich and Hochschild
2004; Hochschild 2003)
En estos territorios domésticos, especialmente para las y los trabajadores internos, las
relaciones interpersonales se viven de manera muy intensa entremezclando el trato profesional
con el trato familiar. Estas personas a menudo vienen consideradas como ‘parte de la familia’
por el trato cercano que tienen con la persona cuidada y demás familiares, y por el compartir
espacios muy íntimos pero, a la vez, dentro de la casa se establecen jerarquías que se expresan
tanto en lo espacial como en el trato interpersonal (Anderson, 2000; Christiansen, 2005;
Gutiérrez Rodríguez, 2010). Es justo este aspecto otro de los parecidos con el servicio
doméstico en la época colonial. En las casas coloniales el poder colonial se encarnaba y se
asimilaba a través de estas relaciones tan intimas, era en el ambiente doméstico donde se
producía y se reproducía la superioridad de unas personas con respecto a otras (Barragán
1996).
Ana expresa otra forma de sentimiento ambivalente y contradictorio. Ella reivindica que no se
puede pretender que una trabajadora de hogar haga de todo y que sea cuidadora y trabajadora
doméstica a la vez. Ella explica que, dependiendo de las condiciones mentales y de salud en
general de la persona a la que atiende, una cuidadora no puede llevar toda la carga de trabajo
sola. Sin embargo, a la pregunta de si en algún momento se ha sentido orgullosa de sí misma,
me responde que la enorgullece el hecho de ser una cuidadora absoluta, de llevar delante de
manera individual la salud de una persona y el mantenimiento de la casa.
Soy una cuidadora absoluta (…) medicación, comida, que la compra, o sea que lo tengo
que llevar todo, que el hijo es incapaz, entonces imagínate, sientes eso de que tienes al
cuidado una persona y que puedes manejar perfectamente una casa, que puedes llevar
adelante una persona que te necesita tanto. Imagínate el hecho de poder llevar
adelante la salud de esta persona (E1)
Aunque consciente de las injusticias de algunas situaciones, busca el lado positivo de las cosas.
Así, se da sentido a la vida dentro de las posibilidades y experiencias que se viven. Ana, por una
parte, denuncia los abusos pero, por otra, valora su fuerza de ánimo, su voluntad y su
capacidad de superar las adversidades y de salir adelante pese a los obstáculos.
Ambivalencia en las valoraciones de este tipo de trabajo
Más allá de las experiencias personales, si se habla del trabajo doméstico y de cuidados en
general, durante las entrevistas no emerge una valoración marcada y homogénea frente a éste.
A menudo se hace énfasis en que las condiciones en las que se desarrollan las tareas y el
230
reconocimiento del hogar por el trabajo realizado influyen significativamente en la satisfacción
con el puesto de trabajo. Así lo explica Juana:
Mira cuando conectas con un buen trabajo, cuando estás a gusto claro que te quedarías
y dices “bueno me jubilo acá”. Porque has conectado con esa gente, esa gente te
aporta, crece el afecto y te valora el trabajo, te dice “yo estoy encantada contigo”, eso
te motiva...y claro que lo haces con ganas, y encima de eso si tienes un buen sueldo, en
el sentido de que estás a gusto, claro que sí. Pero si encima, si la parte negativa seria
cuando estás en un trabajo que te pagan mal, te explotan y encima te están jodiendo
todo el tiempo y tú tienes que aguantar, porque desgraciadamente en este momento de
crisis es un buen momento para decir, “a ésta la explotamos y no te importa,
saquémosle hasta el hueso”, ¿así quién va a trabajar?, pero está allí por la necesidad
(E8)
Como se ha dicho anteriormente, las negociaciones se hacen dentro de la privacidad de los
hogares cara a cara, de modo que las condiciones laborales suelen variar muchísimo. En este
sentido se hace referencia a la suerte: suerte en encontrar una buena familia y que trate bien a
sus empleados/as. De esta manera sí que es posible disfrutar del trabajo, de manera contraria
estas labores se convierten en experiencias negativas para las personas que las realizan.
Yo digo que depende de la suerte, los que vengan, depende de qué gente les toque, hay
gente mala y buena, hay gente que no quiere que hagas ruido mientras duerme, ¡pero
tú tienes que limpiar y hacer tu servicio de hogar! Viene el hijo y te dice “perdona que
no has hecho nada”, “¿cómo crees que limpie la casa, si el otro no quiere que haga
ruido?”, alguna gente se agobia, se salen de ese trabajo van a buscar otro
trabajo...pero hay gente que se queda en un solo trabajo y se ganan el cariño de la
familia (E10)
Desde su punto de vista Luís habla de suerte porque ha estado trabajando 8 años en el servicio
doméstico y no ha sido hasta hace un año que ha conseguido el permiso de residencia, a causa
de familias que no cumplieron con sus promesas. Cuenta que le han estafado varias veces, le
han hecho trabajar duro con la promesa de un contrato para pedir los papeles, pero al final
esas promesas se revelaron falsas.
Los relatos y vivencias personales en relación a este tipo de trabajo son muy diversos. Por una
parte se habla de experiencias desagradables, mientras que por otras, se hace referencia a
buenos puestos de trabajo. Un ejemplo es el caso de Marisa, ella trabaja cuidando a un niño y
realizando labores domésticas por las tardes, en una casa donde cobra un salario justo, está
dada de alta a la Seguridad Social y donde se le reconocen festivos y vacaciones. Ella dice que
le tratan muy bien, que la familia es muy acogedora. Explica que lo que más le gusta es que
todo se lo piden por favor, y gracias a ello mantiene una muy buena relación con la parte
empleadora y dice que es tan agradable trabajar es este ambiente que a ella no le parece estar
trabajando.
Con ellos me encanta trabajar, porque es un trabajo muy… es que no es trabajo.
Cuando me piden algo es como por favor siempre y agradecen siempre y me dejan que
231
haga lo que necesite, con ellos es muy agradable trabajar. No sé, es que no me pesa, ya
llevo bastante tiempo con ellos y es súper ligero (…) también es gustoso que te digan
eso, que no hagas más de lo que tienes que hacer (…) Sí que me dan mucha libertad y
confianza, eso me deja sorprendida más que nada (…) no quiero estereotipar, no sé si
será solo de los vascos pero son muy acogedores (E8)
El trato personal y el reconocimiento influyen significativamente en las percepciones y
valoraciones de este trabajo (Izquierdo 2003). Pero según los casos analizados, no todas las
relaciones son buenas o malas y hay que considerar también situaciones más complejas, como
por ejemplo cuando las personas trabajadoras se encuentran muy bien con las personas a las
que cuidan pero tienen problemas con los familiares, o a la inversa.
Luís relata que con uno de los señores por el que ha trabajado tenía una relación muy buena,
éste le trataba como si fuera su hijo adoptivo. El problema lo tenía con los familiares que no
confiaban en él y que tenían la sospecha de que estaba estafando al anciano. En muchas
ocasiones, en presencia de Luís, la familia reprochaba al padre dar demasiadas comodidades a
sus empleados domésticos:
Ella (la hija del señor) decía “¿cómo que 80 euros tú le vas a dar de comer?, eso tienen
que poner ellos de sus bolsillos, tú le estás pagando tanto dinero y con ese dinero ellos
tienen que saber”. Y el padre le decía “¿sabes qué? ¡Cállate tú! yo le voy a dar lo que
me da la gana con mi dinero porque es mi dinero”, y ella, “¡ellos se están
aprovechando!”, “no, no se están aprovechando”. Que si supiera Nerea (la hija del
señor) que su padre me hizo los papeles uuuf…esa sí que es racista racista (E10)
En este caso el señor había decidido dar a los empleados 80 euros semanales para gastar en la
compra de alimentos, y lograba mantener su voluntad gracias a que él era el que manejaba su
dinero, pero no todas las situaciones son así. Por ejemplo, María me cuenta que tenía una muy
buena relación con el señor al que cuidaba y que éste valoraba mucho sus esfuerzos pero,
quién le pagaba y se ocupada de las cuestiones relacionadas con el trabajo era el hijo. Éste
nunca le quiso dar de alta a la Seguridad Social, no le pagaba las vacaciones que ella no cogía
por petición del señor mayor, ni las horas extras que hacía. Además ella le comunicaba las
necesidades del anciano y éste ignoraba completamente sus observaciones. En este caso el
señor sentía cariño y agradecimiento hacia la trabajadora, pero éste no podía hacer nada ya
que su jubilación era manejada completamente por el hijo.
Este es uno de los problemas que surgen cuando los servicios de cuidados dependen
exclusivamente de la familia, y cuando son los familiares, y no el Estado, quien contrata y
establece las condiciones laborales según las necesidades de los pacientes. En este sentido,
cabe recordar que los cuidados familiares y no familiares pueden estar marcados por lógicas de
poder, por intereses y resentimientos (Vega Solís 2009). Según las personas entrevistadas hay
familiares, especialmente sobrinos y/o familiares lejanos, que tienen poca consideración tanto
por la persona mayor como por la persona que trabaja para ella, demostrando tener como
prioridad el gastar lo menos posible para recibir una mayor herencia cuando se muera la
persona anciana, comprometiendo de esta manera la calidad de las relaciones de cuidados.
232
Trabajo físico y emocional y sus ambivalencias
Las valoraciones ambivalentes en estos casos surgen también por ser éste un trabajo físico y
psicológico. En este sentido, resulta curioso señalar que algunos rasgos característicos de estas
labores pueden ser percibidas por las personas que las realizan como positivos, o por el
contrario, como negativos.
Por ejemplo, Jorge habiendo trabajado también en otros sectores, valora positivamente el
hecho de que el empleo de hogar conlleva poco esfuerzo físico en relación a otros trabajos
masculinizados. Mientras que valora negativamente la parte emocional y psicológica, puesto
que se ve obligado a aguantar caracteres, personas y situaciones que no le agradan.
El lado positivo puede ser que casi no haces esfuerzos físicos, no es como llevar un saco
de cemento por 5 pisos, y subir y bajar, en cambio aquí no te sientes así pero tienes que
aguantar las estas condiciones (…) que este trabajo es psicológico no es físico,
físicamente casi no trabajas nada, es en la cabeza. Lo que te están diciendo, lo que el
hombre te está diciendo, te quiere hacer levantar la patita, lo que sea, tienes que
hacerlo, cualquier mimo tienes que hacerlo y eso te da una bronca, que tal, que estás
durmiendo a su lado cualquiera cosa está haciendo tú tienes que escucharlo (E5)
Otras personas también evidencian que tener un trato tan cercano con personas demandantes
de cuidados, especialmente si son ancianas, tiene sus complejidades y en algunos casos puede
que afecten negativamente a las personas que realizan los cuidados.
Este trabajo pues necesita de mucha comprensión y las personas si no lo comprenden lo
sufren (…) Es la parte negativa quizás, la parte psicológica, que uno tiene que tratar de
convencer a aquella persona que se deje atender. Se sufre mucho, se sufre en
convencerlo, en tratarlo bien. De repente que es si se queja o esto o aquello vas a
perder el trabajo, y cuando uno viene de fuera pues tiene una presión grande porque
tiene que cumplir mensualmente con enviar un dinero que ya pues eso no puede dejar
de ser, entonces esto puede ser un contra digamos que uno lleva la parte psicológica, la
parte anímica (E4)
Cuidar gente mayor es muy agobiante, cuidar a una persona mayor es muy, no todos
los abuelos son un abanico de dulzura, los abuelos también tienen sus cosas, se vuelven
egoístas, son muy posesivos, muy mezquinos, en particular a mi pues me toco una muy
humillativa (E8)
Por el contrario, otras personas aprecian la parte emocional de este trabajo, poniendo de
relieve los enseñamientos y lo que aporta a nivel personal trabajar con personas. Según las
palabras de Melisa este trabajo la conecta con la esencia de los individuos, le recuerda el
funcionamiento del ciclo de la vida por el que pasan todos los seres humanos, que
probablemente todos y todas vamos a acabar así o que en algún momento de nuestras vidas
necesitaremos recibir cuidados. Gracias a este trabajo entiende que es fundamental poner la
sostenibilidad de la vida en el centro de la organización social y al centro del desarrollo
cotidiano de nuestras vidas. Ella evidencia que los seres humanos no somos autónomos sino
que más bien somos inerdependientes (Carrasco 2011).
233
Este trabajo aunque tiene inconvenientes te da muchísimo, a veces te crea esa
amargura, esa nostalgia, porque las personas cuando se hacen mayores tienden a
volverse egoístas, ellos están siempre en el tema de ellos, como si las demás no nos
cansamos, no sentimos dolor. Este tipo de trabajo te hacen la vida más humana, saber
que todas somos personas, independientemente de lo que tu ganes, otra cosa también
es aprender cómo tratar a las personas mayores, que todas vamos a llegar a esos
momentos, todas las personas vamos a envejecer, y siempre se nos ve como un
estorbo.(…) Hacer este trabajo, escucharlas, darle la mano, hacerle una sonrisa le hace
feliz a una persona que ni su familia tiene tiempo o no quiere verla, entonces eso me ha
llenado mucho (E6)
Las valoraciones y los sentimientos generados a partir de las experiencias en este sector son
diferentes. Además como se ha explicado en el apartado teórico existe una tensión continua
entre la parte física y afectiva de las tareas de cuidado.
Refiriéndome al conjunto de las entrevistas, la interpretación de un mismo trabajo, el
doméstico y de cuidado, llega a ser ambivalente. Se observan sentimientos ambivalentes tanto
si se habla de experiencias laborales específicas como a nivel general del sector de hogar en su
conjunto. En este sentido, se deduce que la satisfacción depende de las condiciones laborales,
que pueden variar enormemente entre un puesto de trabajo y otro.
5.4.2
Reflexiones sobre el tipo de trabajo
La diversidad de las tareas
Como ya he señalado, las labores cambian según las necesidades de las personas
dependientes, según el lugar y condiciones de trabajo. Cada hogar, cada persona y cada
situación requieren diferentes servicios y atenciones. En este sentido, parece ser que todas las
personas entrevistadas creen que la diversidad es uno de los rasgos característicos de este tipo
de trabajo. Sin embargo, hay que mencionar que, como explican Josefina Roco, Oihane García y
Angie Larenas (2014) éste puede llegar a convertirse, en algunos casos, en un trabajo
monótono.
Tanto si la tarea principal es exclusivamente doméstica y de limpieza como si es de cuidado de
personas, las condiciones y formas de hacer el trabajo varían enormemente. Por ejemplo,
Vanesa reflexiona sobre las manías por la casa y las tareas de limpieza que cada persona tiene.
Pero bueno en cada casa siempre se aprende algo nuevo. Siempre son manías son
costumbres y tu vas y lo haces a tu manera y no siempre les gusta a todos lo mismo y
entonces quieren que lo hagas más o menos como a ellos les guste. Sin más, diferentes,
diferentes personas, costumbres y maneras (E3).
El hogar es el territorio personal y familiar donde se explicitan las obsesiones de cada uno.
Cuando se contrata a alguien para que haga el trabajo doméstico se requiere de una persona
que lo haga como la parte empleadora lo haría y, a partir de este aspecto, puede que se creen
algunas tensiones. Cómo argumenta Pascale Molinier (2012), sobre la base de trabajo empírico
hecho con empleadoras, lo que se pide es que se limpien los ambientes, pero que no se
234
perturbe el estilo y la organización de la casa y de sus objetos. Cuando esto no se cumple, se
pueden crear sentimientos de insatisfacción y de tensión. A menudo en el empleo de hogar se
requiere que el trabajo sea ‘transparente’, que se limpien los ambientes sin que la trabajadora
deje su ‘marca’. Además, Débora Gorban (2012) saca a la luz que, en algunas situaciones, para
las personas que contratan empleadas/os domésticas/os la presencia de éstas en sus hogares
puede llegar a percibirse como algo incomodo, pero del que no pueden prescindir. Por este
motivo se hace referencia a la contratación de estas personas como un ‘mal necesario’, puesto
que éstas son necesarias para que todo funcione y para que todo esté limpio.
Por otra parte, si se habla de las tareas estrictamente relacionadas con el cuidado de personas
dependientes, éstas suelen variar muchísimo dependiendo del estado de salud de la persona.
Ana lo expresa de esta manera:
Tienes que irte adaptando de acuerdo a las dolencias de las personas. No es lo mismo
una persona que está operada de la cadera o una persona que tiene cáncer de huesos,
que tienes que tener mucho más cuidado. No es lo mismo son más frágiles (E1)
Tensiones entre el cuidado como trabajo y el cuidado como afecto
Pero las diferencias no vienen marcadas exclusivamente por la condición de salud de sino
también por las necesidades emocionales de estas personas. En este sentido, Ana pone sobre
la mesa la tensión entre considerar
el cuidado como un trabajo profesionalizado y
estandarizado y el cuidado como un trabajo afectivo y flexible.
Trabajar en un centro comercial está muy bien, perfecto, pero es algo muy mecánico, es
un trabajo mecánico, vas como una moto. Acá te relacionas afectivamente. Imagínate
que ahora estaban en esto de los ayuntamientos, el servicio éste que dan para las
personas impedidas y todo eso, pues es la normativa de que una persona que es
cuidadora no puede ir a la misma persona muchas veces y eso lo hacen para evitar
relación afectiva con el cuidado. ¿Puedes creer tú eso?, pero a mí no me toca eso, pero
es lo que se está haciendo. Entonces pues imagínate eso es muy triste, tratar de impedir
una relación afectiva. Eso conmigo no sucede porque soy una persona que está
permanente con una sola, pero cuando ya vas cuidando así pues evitan ese tipo de
roce, para no favoreces a unos más que a otros. Bueno en parte es...pero ya es triste
para la personas que están allí ansiosamente esperando la hora que llegue fulanita que
me tiene, porque estas personas están solas necesitan hablar, necesitan enfadarse,
necesitan, entonces ¿qué tiempo tienen? o porque al día siguiente uuuy pues ¿esta
quien será?....imagínate tu (E1)
Las tareas de cuidado tienen muchas dimensiones, evidenciando cómo la parte material e
inmaterial, la pública y la privada, la física y emocional están íntimamente imbricadas (Carrasco
2001a). A partir de esta idea, Ana evidencia las tensiones que se crean al estandarizar un tipo
de labor tan diverso. Ella habla de que existen personas dependientes que necesitan cuidados
físicos pero también emocionales y las asistentas enviadas por el ayuntamiento, que tienen la
función de ir a varias casas en un tiempo determinado, no pueden prestar atención a las
peculiaridades de cada paciente de manera profunda y emocional, atendiendo a una
concepción de estas labores más profesional.
235
Como aparece en otros estudios (Vega Solís 2009), las trabajadoras de hogar no profesionales
extranjeras, en muchos casos, por una parte reconocen la importancia de la profesionalización
de estas labores, basada en la técnica y en la experiencia pero, por otra parte, critican los
servicios públicos por ser impersonales, rígidos y deficientes de cariño. A ella le parece muy
triste que se impida la creación y desarrollo de las relaciones afectivas entre la persona enviada
por las instituciones públicas y la/el paciente porque entiende que la parte afectiva es uno de
los ejes de su trabajo.
En este sentido me parece significativo además subrayar que en algunos casos la crítica a estos
servicios pasa por abarcar también el tema cultural. Las entrevistadas hablan del personal
público que brinda asistencia a domicilio también en términos culturales, comparando la forma
de cuidar y de ser de aquí con la forma de cuidar y de ser de allí. De esta manera se
entrecruzan dos aspectos, por una parte la división entre el cuidado profesional y profano y,
por otra, la diferencia entre el cuidado allí en mano de las familias, especialmente de las
mujeres familiares, y el cuidado aquí donde las personas mayores vienen cuidadas, siempre por
mujeres de la familia pero también por ‘las otras mujeres’ y, en menor, medida por
instituciones (Vega Solís 2009).
En todo caso, hay que señalar que existen personas dependientes que prefieren no tener
relaciones emocionales y afectivas con sus cuidadoras/es, pero hay otras que sí lo necesitan
(Foro de vida independiente y Agencia de Asuntos Precarios Todas a Zien 2011). De la misma
manera hay personas cuidadoras que quieren evitar establecer relaciones afectivas mientras
que otras se benefician de éstas. Durante las entrevistas se pone énfasis en la diversidad de los
individuos y a través de eso se explica el amplio abanico de situaciones que se crean en las
relaciones de cuidado.
Hablando sobre qué es lo que necesitan las personas dependientes que han cuidado a lo largo
de sus carreras profesionales, los hombres y las mujeres entrevistadas hablan mayormente de
las personas ancianas. Ponen el énfasis en que necesitan compañía y precisan sentirse
consideradas.
La atención como persona, porque pasan a ser invisibles, una persona dependiente, una
persona mayor, y todo eso, (…) escuchar lo que necesita, escuchar, porque hay personas
que escuchan el ruido pero no toman atención a lo que está diciendo esa persona. Ves,
entonces pues, a mí eso me parece muy importante el hecho de poderles tratar como
seres humanos que son, no, porque si eres mayor ya te desechan, apenas te van a ver,
ni siquiera te dan un abrazo, ni siquiera te dan un beso y no saben lo agradecidos que
se quedan los mayores cuando les escuchas y le sigues la conversación (E1)
La soledad de las personas mayores es un tema recurrente en las entrevistas y se evidencia
también en otras investigaciones con empleadas de hogar (Vega Solís 2009). Por otra parte,
cuando se les pregunta sobre qué necesitan las personas trabajadoras para realizar
adecuadamente este trabajo, hablan de la importancia de tener herramientas psicológicas para
enfrentar situaciones difíciles, capacidad de adaptación, mucha comprensión, paciencia y
buena capacidad para comunicar tanto con la persona dependiente como con la parte
empleadora. Así lo relatan en las entrevistas:
236
(…) adaptación y comunicación también, porque si no te gusta, hablarlo y ya, tratar de
no salir mal, decirle, mira señora pues esto no me gusta, esto no se qué, porque hay
veces que se aprovechan, a veces que son conscientes y es mejor decirlo y claro (E2)
Estas personas están dedicadas al cuidado de las otras, por esto motivo resulta fundamental
que sepan cuidar de sí mismas y poner límites para no verse afectadas de manera negativa por
las situaciones tensas y emocionalmente significativas que se crean desarrollando estas
labores.
5.4.3
El género y el origen: una mirada desde las experiencias de las personas
empleadas del hogar andinas
En el empleo de hogar las protagonistas son las mujeres, puesto que es un sector
extremadamente feminizado, sin embargo se ha decidido englobar también las experiencias de
los hombres. Los datos estadísticos no reflejan un gran aumento de la población masculina en
este sector 103, pero socialmente existe la percepción de que muchos hombres inmigrantes, a
causa del significativo aumento del índice de paro, están ofreciendo servicios de cuidado
especialmente dirigidos a personas mayores.
Aunque la intención de esta investigación no es hacer un análisis diferencial de género, durante
las entrevistas se les pregunta a todas las personas, a partir de sus propias experiencias y
conocimientos, si creen que en la realización de estas labores influye el sexo y la procedencia
de la persona trabajadora.
Percepciones sobre cómo el género influye en el empleo de hogar
Comenzando por las diferencias entre los géneros en relación a si un hombre puede hacer este
trabajo de la misma manera que una mujer, todas las personas me contestan de manera
afirmativa. Ponen énfasis en el machismo que existe en las sociedades, tanto la de origen como
la de destino, y que está a la base de la creencia de que las mujeres tienen más capacidades
para desarrollar este trabajo y que son ellas las responsables de la reproducción de los hogares,
de manera remunerada o no remunerada. Pero más allá de eso, que es una mera restricción
social puesto que hombres y mujeres tienen las mismas capacidades para desarrollar las
labores domésticas y de cuidados.
Afirman que lo único que se necesita para realizar estas labores es la fuerza de voluntad, ‘si uno
quiere puede’, tanto siendo hombre como siendo mujer. Además se evidencia el papel
fundamental que tiene la educación (Izquierdo 2003); según las personas entrevistadas la
educación es el quid de la cuestión. Más que ser hombre o mujer lo que influye, según ellas y
ellos, es la manera en la que han sido educados/as.
Juan pone su ejemplo. Él es un hombre pero desde pequeño afirma haber ayudado a la madre
en las labores de casa de la misma manera que cuando se ha casado ha cuidado de sus hijos y
de parientes mayores enfermos, de manera no remunerada, y por eso para él es un trabajo
como cualquier otro. Dice que disfruta haciéndolo y el único problema que le ve a este sector
103
Ver estadísticas sobre porcentajes de mujeres y hombres en el sector en apartados anteriores.
237
es el desprestigio social que tiene y las pésimas condiciones en el que se realiza. Para explicar
su postura él compara su capacidad de hacer este trabajo con la capacidad que tiene su hija
que, aunque siendo mujer, no ha sido educada para desarrollar las labores domésticas y ni para
cuidar a nadie.
Pero a mí sí me ha nacido serlo, porque desde niño he ayudado a mi padre a mi madre
que diga y a las personas con las que he vivido y cuando he vivido solo pues me ha
gustado hacer, cocinar (…) y cuando he tenido a mis hijos, pues a mis hijos les he
atendido como a reyes, entonces claro cada uno tiene un sentimiento particular (…)
Claro, si una mujer no lo hace desde cuando es pequeña y no sabe por dónde, el caso de
mi hija, por ejemplo, no sabe ni cocinar, no sabe porque no les hemos enseñado, porque
no ha sido parte de su vivencia, ella ha sido que ya para ser servida, y hasta ahora sigue
siendo servida (E4)
Incluso algunos de los hombres entrevistados reivindican que ellos hacen de todo cuando les
contratan en el servicio doméstico: cocinan, limpian la casa, planchan, asean a las personas, del
dan de comer, les hacen mimos cuando lo necesitan, etc. afirmando que, en algunos casos
pueden llegar a hacerlo mejor que muchas mujeres.
Tanto el discurso de los hombres como el de las mujeres es que para hacer este trabajo no
influye el sexo de una persona. Pero lo que sí influye es la percepción que tiene la parte
empleadora y los prejuicios sobre los cuales se fundamenta la elección de la persona a
contratar. Los hombres me dicen que pueden aspirar únicamente a puestos de trabajo donde
se busca especificadamente a un hombre o donde requieren hombres o mujeres, pero en
todos los otros empleos donde se requieren exclusivamente a mujeres no tienen alguna
esperanza. A paridad de capacidad y voluntad de desarrollar las labores domésticas y de
cuidado las mujeres son las socialmente valoradas como las más aptas, así lo relata Vanesa:
A ver hay personas por ejemplo para el cuidado de las personas mayores, de una
persona, de un señor que está mal, a veces por ser hombre prefieren que sea hombre
(…) claro si va a ser una mujer, prefieres que sea chica si va a ser una mujer la que va a
ser cuidada. En cuanto a la limpieza hay personas que sí, pero si vas por allí queriendo
buscar trabajos por horas por casa y si encuentras un chico como que no, yo me he
dado cuenta que lo poco que he visto pues no están muy, prefieren que sea una chica,
pero de que un hombre lo pueda hacer si, un hombre que sepa lo puede hacer
perfectamente (E3)
Con respecto al trabajo de cuidado de personas mayores con movilidad muy reducida, algunas
mujeres creen que igual los hombres tienen alguna ventaja por tener en general más fuerza. El
hecho de mover, levantar, cambiar a una persona mayor, según su tamaño, requiere un
esfuerzo físico muy importante. Esto puede estar relacionado con lo que comenta Jorge. Este
hombre afirma que, según su punto de vista:
Cuando nos contratan a las personas, a nosotros a los hombres, siempre nos contratan
cuando ya el hombre está en una etapa terminal. Para eso si te contratan a los
hombres, nos contratan para eso, te pongo este ejemplo de este hombre que he
238
mirado 4 años, por ejemplo, a ese le estaba mirando una mujer, pero la mujer ya no
podía controlar al hombre entonces llegan a contratarme a mí y para hacer el mismo
trabajo me han pagado menos que a la mujer. Yo me he enterado porque a mí me
pagaban 700 y a la mujer le pagaban 800 y más trabajo para mí, imagínese, para mí
aquí el hombre es más discriminado que las mujeres, siempre. En este tipo de trabajo
prácticamente lo pasan mal los hombres, y como no consigues trabajo te dejas todo
tipo de cosas, te pones a hacer (…) eso es lo que te digo que si nos van a buscar a
nosotros especialmente lo hacen porque no los pueden tener en residencias los quieren
tener en las casas y con menos recursos nos contratan a los hombres (E5).
Jorge afirma que los hombres vienen discriminados en este sector y que les contratan menos
con respecto a las mujeres. Además, percibe que a ellos se les contrata para desempeñar
trabajos más duros y a precios más bajos. Por el contrario, otra entrevistada no está de acuerdo
con esta afirmación, puesto que cree justamente lo opuesto. Juana argumenta que a los
hombres les pagan más para hacer el mismo trabajo.
En esta ocasión no se puede contrastar empíricamente cual de las dos versiones podría ser más
cercana a la realidad general de mujeres y hombres. Sabemos que verídicas son las dos, ya que
cada individuo percibe la realidad a su manera y según sus experiencias de vida pero, por no
tener datos suficientes, no se puede hacer ninguna afirmación representativa. Lo que sí se
puede decir es que tanto hombres como mujeres andinas en este sector experimentan
discriminaciones laborales por razones de procedencia, pero las mujeres además son
discriminadas por ser mujeres en un contexto patriarcal (Parella, 2003).
La complejidad en analizar estas situaciones parte de la dificultad en entender de qué manera
se cruzan las desigualdades de género, con las de origen y etnia. Tanto desde la teoría
decolonial como desde los feminismos no hegemónicos se evidencia que no se pueden explicar
las lógicas de poder del patriarcado hegemónico sin tomar en cuenta la manera en la cual el
racismo influye en las relaciones de género (Hooks 2004; Lugones 2008).
Se observa que tanto hombres como mujeres han entrado en este sector por no tener otras
alternativas laborales, pero también ha habido casos en los que las personas han emprendido
el viaje migratorio estando preparados/as a trabajar en este sector. La imagen que les ha
llegado a estas personas de Europa y de España, como se ha visto anteriormente en otros
apartados, es que ‘había trabajo para mujeres’. Sin embargo, a través de los relatos se observa
que el trabajo en el sector doméstico se convierte en una posibilidad laboral también para
hombres que, con un mínimo de experiencias en la realización de las tareas domésticas,
deciden emigrar a Europa.
Percepciones sobre cómo el origen de las personas influye en el empleo de hogar
A la pregunta de si creen que la procedencia de las y los empleados influye en el desarrollo de
las labores domésticas y de cuidado, las personas entrevistadas dan respuestas muy diversas.
Hay quienes afirman que no existen diferencias, mientras que otras hablan de la ventaja que
supone saber el idioma y poseer algunas características culturales para el caso de las personas
procedentes de América Latina.
239
Lucía por ejemplo, refiriéndose a las personas inmigrantes, argumenta que una vez que los
individuos salen de sus contextos y de sus culturas, están preparados para entender y aprender
las costumbres de la sociedad de destino y porque, de la misma manera, se aprende a realizar
las labores domésticas y de cuidado según el contexto cultural, las peculiaridades de la persona
dependiente y de los hábitos de la familia.
Yo creo que todos podemos hacer las mismas cosas fuera de tus costumbres, porque yo
creo que el trabajo está aquí pues, aparte de que tenemos que adaptarnos a lo que
están acostumbrados ellos también aprender, y no porque uno venga de marruecos no
lo va a hacer a la costumbre de ello, si no como esté el paciente o la persona (E2)
Puede que efectivamente no existan diferencias según la procedencia, pero como se ha
señalado en apartados anteriores, la población andina, y en general la población
latinoamericana, tienen un peso importante en este sector. En este sentido algunas personas
entrevistadas explican este fenómeno apoyándose en la idea de que las personas procedentes
de estos países son más afectuosas, mientras que otras lo explican por el hecho de que el
lenguaje utilizado en Latinoamérica parece más respetuoso y, por eso, más acorde para el
trabajo de cuidado, tanto de niños como de mayores. Otras explican el gran número de
latinos/as en este sector incidiendo en el hecho que se comparte el mismo idioma y que ésta es
una ventaja en comparación con los otros grupos de nacionalidades.
Juana habla de la ventaja del idioma, pero también reflexiona sobre las discriminaciones que
sufre el colectivo de mujeres africanas en el acceso al trabajo. De esta manera pone de relieve
los prejuicios de la sociedad de destino en aceptar o no aceptar determinadas personas para
determinados trabajos.
Nosotros por el idioma tenemos una leve ventaja, se podría decir, pero las chicas que
vienen de África, por su color de piel lamentablemente son muy discriminadas, en ese
sentido la discriminación o el racismo o una serie de elementos pues hacen que, por
ejemplo que estas mujeres que son fantásticas, el trabajo este no puedan desarrollarlo,
se ven desplazadas discriminadas, eso entonces y desgraciadamente la asocian con la
prostitución. ¿Negra? a prostitución y no, no creo que sea así, porque no creo que estas
mujeres vengan directamente a esa función. Ellas como nosotras también quieren
trabajar yo lo sé por testimonios vivos (E8).
Otro testimonio interesante al respecto es el de Marisa, que reflexiona sobre las posibles
diferencias entre los géneros y procedencias, y menciona el estereotipo muy difundido en
destino de que las personas latinas son más cariñosas. Resulta curioso que ella no se reconoce
en este estereotipo, poniendo en discusión la veracidad del mismo.
La gente me hablaba que las latinas somos más cariñosas y ¿yo mas cariñosas?? ¡Qué
yo no soy cariñosa! que tratamos con más respeto entonces veo que la gente le gusta
que le trate, bueno claro a todos nos gusta que nos traten con respeto y con cariño
entonces por eso creo que los hombres también pueden trabajar. Porque es una
persona que si puede dar respeto y puede dar cariño también puede trabajar en esto
porque es un trabajo directo que trabajas con unas personas con emoción, no es
240
maquina, entonces pueden trabajar, entonces también aplicando lo mismo aunque sea
asiática, africana, o de aquí, si cumple estos requisitos de respeto cariño y tranquilidad
sí, yo creo que si (E7)
Ana explica la presencia de este grupo de nacionalidades en el sector apelando a rasgos
culturales, argumentando que en Latinoamérica es muy fuerte el sentido de la familia y la
relación con los progenitores y, por este motivo, parece que las personas son más afectuosas
en comparación con las personas autóctonas. Como se ha explicado antes, es frecuente que las
trabajadoras/es de hogar hagan comparaciones culturales sobre cómo se cuida aquí y como se
cuida allí. En la siguiente cita esta mujer compara el tipo de cuidados realizado por trabajadoras
autóctonas por cuenta de instituciones públicas, con el tipo de cuidado que brinda ella siendo
trabajadora ‘latinoamericana’ contratada en el mercado privado y en peores condiciones.
Desde mi punto de vista aquí se mezcla la profesionalización y la estandarización de los
servicios de cuidados con la procedencia de las personas.
Yo creo que las personas, sobre todo los sudamericanos somos más afectuosos que los
autóctonos, porque hay cuidadores que son autóctonos, entonces pues incluso ahora
se da el caso que como vienen de empresas y esto pues van a la hora. Mira esta es mi
hora y a esta hora me voy aunque te estés muriendo de depresión. También un día, lo
hablo a título personal, a mi me da pena irme si la veo que está tan deprimida si la veo
que, ya sé que se ha pasado mi hora. Ha habido personas que me han dicho, oye
nosotras no somos ONGs, y la hora es la hora (…) yo creo que los sudamericanos
estamos más.... que te digo, será porque estamos ligados a los padres que siempre
estamos allí sobre ellos, y vemos una persona mayor y como que nos da eso, como si
fuera tu padre o tu madre (E1)
En este sentido creo oportuno recordar la tensión que existe entre concebir el cuidado como
un trabajo solo físico y entenderlo como trabajo físico y emocional. Se ha discutido en
apartados anteriores pero cabe mencionar esta tensión y evidenciar que el cuidado de algunas
personas no puede ser estandarizado, a causa de la naturaleza flexible, imprevisible, cambiante
y multidimensional del tipo de atención personal que se requiere. Ella percibe esta tensión y la
explica en términos de actitudes culturales personales.
El trabajo doméstico y de cuidados en el imaginario de las personas está íntimamente
relacionado con las tareas de la servidumbre y, por este motivo, no todos están dispuestos a
hacerlo. Esto lo evidencia Jorge que, al responderme sobre la motivación por la cual algunas
nacionalidades son más presentes que otras en este sector, me habla de que algunos
individuos que él conoce no han querido entrar en este sector, aunque necesitaran empleo, por
entender este trabajo como no adecuado para ellos y para sus expectativas. Así lo relata.
Los argentinos y brasileros poco abocan a esta profesión, es como decir no me voy a
bajar a hacer esto (E5)
Como se ha mencionado, en las entrevistas se evidencia la importancia de los estereotipos e
intereses que tiene la gente a la hora de contratar. Por ejemplo, Juan argumenta que a veces
puede que los hogares prefieran que sea una persona ajena a la familia la que cuide de las
241
personas mayores para evitar malos tratos en la relación de cuidados y, en esos casos, se
prefiere a personas inmigrantes puesto que, según él, influye mucho el estereotipo sobre el
‘carácter de los españoles’ en comparación al ‘carácter de los latinoamericanos’.
Bueno cuidan de sus padres pero unos cuidan bien y otros cuidan mal, por como son
aquí. El carácter de los españoles, que suelen gritar, cosa que nosotros no hacemos.
¿Por qué prefieren a un chico latinoamericano? Porque nosotros somos personas que
no estamos todo el rato discutiendo, no levantamos la voz para convencer o para
imponer tal o cual criterio, entonces le damos la razón, “vale está bien pero no se
enfade no se altere”, pero un familiar lo manda a la porra, entonces hay una diferencia
grande (E4)
En este sentido puede que el ‘carácter de los latinoamericanos’, al que hace referencia Juan sea
determinado no solamente por su cultura de procedencia, sino también por la situación en la
que se encuentran cuando llegan y se establecen en destino. Cabe recordar que, como ya se ha
referido en el contexto estudiado, este grupo de personas son consideradas más dóciles porque
se encuentran constreñidas por las estructuras legales y sociales dirigidas hacia a las personas
extranjeras no comunitarias.
En este sentido, Jorge reflexiona sobre las diferentes situaciones en las que puede que se
encuentren las personas inmigrantes haciendo referencia a las diferentes actitudes entre el
grupo de autóctonos e inmigrantes frente a las negociaciones laborales.
En esos casos donde la gente no quiere gente española y la gente vasca, creo que le
conviene más la gente extranjera: Uno, porque la gente que esta ilegal no puede pedir
derechos; dos, cuando estas legal, creo que la gente española o vasca creo que saben
más de sus derechos y saben más lo que tienen que pagar porque encuentro la
diferencia que nosotros los sudamericanos o los latinos o los inmigrantes, pues te dicen
te voy a pagar a 6 la hora, pues nosotros les decimos que es maravilloso, pues vale
bueno, pero con los españoles no, te dicen 6 y te dicen, ¿de qué vas tú? me da 8 (E5)
A través de los relatos se entiende que las personas entrevistadas creen que la procedencia de
las personas influye en el acceso a los puestos de trabajo y en el poder de negociación. Como
se pone de relieve, el contexto macro y meso afectan significativamente sobre el poder de
negociación de las personas inmigrantes no comunitarias frente a las personas autóctonas, y
dentro del grupo de inmigrantes también puede ser importante el origen especialmente en
relación a las ideas y prejuicios que tiene la parte empleadora. También hay que mencionar
que existen personas extranjeras no comunitarias que se niegan a desarrollar ese tipo de
trabajo, aunque lo necesiten.
5.4.4
“Somos las conciliadoras del sistema”
La crisis de cuidados en destino
Tomando en consideración la dimensión macro y meso del fenómeno estudiado, lo que se
deduce es que el sistema dentro del cual desarrollamos nuestras vidas no toma en cuenta los
esfuerzos, energías y labores que hacen falta para que se realice la reproducción de la
242
sociedad. El sistema capitalista determina sociedades basadas sobre el trabajo remunerado y
dirigidas hacia situaciones de pleno empleo (Prieto 2000), pero a su vez estas situaciones
resultan ser insostenibles en relación a la reproducción social (Carrasco, 2001a; Pérez Orozco,
2010). Por decirlo de otra manera, si en una familia nuclear formada por una pareja con hijos
e/o hijas, ambos progenitores trabajan destinando una media de 10 horas diarias a las
actividades laborares (horario de trabajo y traslados) ¿quién se ocupa de las tareas del hogar y
de cuidado de las personas dependientes (hijos/as y mayores)?
Cuando en las entrevistas se abarca el tema de la ‘crisis de cuidados’, algunas personas apuntan
a la falta de tiempo en la organización de la vida cotidiana para dedicar al cuidado doméstico y
de los familiares y/o a la preferencia de los individuos en realizar otros tipos de trabajos mejor
remunerados y con mejor valoración social.
Bueno esto puede ser también porque si ellos no trabajan no tienen ingresos también, a
parte porque el trabajo será mejor pagado porque tienen carrera, y también porque,
como para compaginar con la vida de mujer, igual yo también lo haría para si tuviera
mi carrera, si sería que no llegue con mi hijo, o con las cosas, yo creo que por eso
también (E2)
Como argumenta Laura Oso (1997) la mayor parte de las mujeres, tanto las de aquí como la de
fuera, todavía tienen interiorizada la idea de que son ellas las encargadas de realizar el trabajo
de manutención del hogar, y que si por motivos laborales no llegan a cubrir con todas las
necesidades de cuidado y reproducción de la familia, contratan a otra mujer para que lo haga,
sin cuestionar ni el papel de los varones ni el del Estado en el asunto.
No obstante, se ponen de relieve las dificultades que afrontan las familias en la actualidad para
conciliar las tareas laborales, familiares y personales a causa de la variedad de situaciones
impuestas por las carreras profesionales y por la flexibilidad de horarios y geográfica que
demanda el mercado laboral actual.
Los padres era un jaleo de vida que tienen, o que tenían. Porque el padre trabajaba en
Madrid y la madre en Vitoria y vivían aquí en Bilbao y el padre venia los fines de
semana, y la madre salía a las 7 y yo entraba a las 6.30, porque ella tenía que llegar allí
pronto (E7)
A la luz de los testimonios conocidos, en el caso en que las familias dispongan de tiempo y de
recursos económicos suficientes, a menudo prefieren contratar a alguien para la realización de
las labores domésticas con el fin de tener más tiempo para otras actividades. También aparece
la idea de que las personas de aquí más formadas y con acceso a mejores empleos y mejores
salarios no están dispuestas a desarrollar estos trabajos, aunque en los últimos años el
panorama está cambiando en consecuencia de la recesión económica.
“Somos las conciliadoras del sistema”
Según la percepción de las personas entrevistadas, antes de la crisis los hogares de clase media,
donde las personas laboralmente activas tenían empleo, necesitaban empleadas/os de hogar
mientras que ahora, en plena recesión económica, se nota una disminución significativa de las
243
contrataciones, debida al aumento del desempleo y a la disminución de la capacidad
económica de las familias. De hecho se habla, por una parte, de re-hogarización de los trabajos
domésticos y de cuidados, en mayor medida cuidados de niños (Ezquerra and Iglesias 2013) y
por otra, de un regreso de las personas autóctonas, especialmente mujeres, al sector del
empleo doméstico y de cuidados, como demuestran las estadísticas expuestas en apartados
anteriores.
Pese a los cambios conllevados por la recesión económica, las y los trabajadores entrevistados
reflexionan sobre el papel que tiene el trabajo que desarrollan dentro del sistema. De manera
consciente o inconsciente reivindican ser, y haber sido, los y las conciliadoras del sistema,
puesto que gracias a la labor que desarrollan dentro de los hogares a precios muy accesibles,
hacen posible que muchas personas se des-responsabilicen del trabajo doméstico y de cuidado
para invertir ese tiempo en el mercado laboral y en los espacios públicos de la ciudadanía
(Anderson, 2000).
Creo que somos el último eslabón, es un trabajo despreciado, antes era despreciado por
las oriundas de acá y ahora no, están volviendo a retomarlo. Porque siempre se nos ha
catalogado como una competencia desleal, yo no creo en eso, es un trabajo que en su
momento no querían hacer, y nosotros vinimos a cubrir esas necesidades, nosotras
somos trabajadoras de hogar unas conciliadoras de esos trabajos que la gente no lo
quiere hacer. Que las mujeres de acá se preparan, se han preparado, muy bien me
parece, estupendo pero también tendrían que mirar un poco atrás y decir oye esa mujer
hace posible que yo pueda salir de mi casa, me cuida a los niños y me los cuida muy
bien, que hay mujeres que prácticamente nos empapamos de ese trabajo, y hacemos
mil cosas, somos grandes conciliadoras del sistema porque ¿qué pasaría si un día las
trabajadora de hogar dijeran, oye huelga?, a ver cómo se va a mover esto. A ver quién
va a poder ir a trabajar, corriendo a decirle al jefe que no voy a ir porque me tengo que
ir con todos mis hijos, tendríamos que plantearnos también estas cosas. Las condiciones
laborales cada vez están peor, y hay explotación en silencio y nadie habla de eso (E8)
Juana lo explica muy claramente con estas palabras; las empleadas de hogar son las
‘conciliadoras del sistema’. Por este motivo, el trabajo de hogar es un sector emblemático para
visibilizar las desigualdades de género y los límites del sistema que actualmente rige la
organización social a nivel mundial. En relación a esto, se subraya que el trabajo doméstico y de
cuidados, asignado socialmente a las mujeres, juega un papel muy importante a la hora de
generar y reproducir las desigualdades sociales entre mujeres y hombres (Benston 1977; Dalla
Costa, James, and Movimento di lotta femminile di Padova 1972). Es un trabajo fundamental
para la reproducción de las sociedades, no obstante es infravalorado (Federici 2012).
La entrevistada señala que las mujeres autóctonas han tenido acceso al mundo laboral
masculino, y lo han podido hacer liberándose de sus obligaciones ‘como amas de casa’
contratando a otras mujeres, sin que haya un efectivo cambio en las actitudes y compromisos
ni de los hombres ni del Estado (Parreñas 2001). De esta manera, como argumenta Sonia
Parella (2000), se ha producido un trasvase de responsabilidades siguiendo la lógica de las
desigualdades de género, clase y de origen, donde en una organización social patriarcal las
mujeres formadas y con recursos económicos se incorporan al mercado laboral gracias al
244
trabajo que hacen otras mujeres contratadas a poco precio, mujeres con necesidades
económicas y procedentes de países económicamente menos desarrollados, como es el caso
de Juana.
Ella a partir de su experiencia personal, y de otras compañeras, reflexiona sobre la importancia
que tiene este trabajo y sobre el papel que juega en la sociedad; es el engranaje que hace que
todo funcione bien, es el engranaje que permite la conciliación de la vida laboral, personal y
laboral. Es una contradicción que este trabajo tan fundamental para las sociedades tenga un
valor tan bajo, sin embargo, se entiende que es justamente esta infravaloración que permite
que estas labores se realicen de manera gratuita y/o me manera mal retribuida, especialmente
por mujeres.
Estas personas son conscientes del valor del trabajo que realizan y experimentan frustración
por el poco reconocimiento que la sociedad y las familias empleadoras le asignan.
A las madres de hogar les sale un chollo, porque (las trabajadoras de hogar) te cuidan a
los hijos, te cocinan, te limpian la casa y tu ya llegas cuando todo está hecho, tres en
uno (E8)
Estás cuidando la casa, estás cuidando a la madre de cierta persona o a los hijos de
cierta persona. Yo creo que a un hijo como le suceda algo pues imagínate que cuadro.
¡Qué bien es llegar a casa y tener esa seguridad de que llegas y todo está limpio, todo
está hecho, ¡todo! y que tu hijo está bien atendido o que tu madre no está sufriendo
maltrato. Eso le parece tan poco a la gente como para menospreciar ese sector de los
trabajos domésticos y de los cuidados (E1)
Del análisis de las experiencias laborales expuestas en las entrevistas, se desprende que puede
que estas personas acaben actuando como ‘familia’ para la persona dependiente.
Esta situación es más evidente en los casos en los que las personas mayores viven solas y sin el
apoyo de familiares cercanos. En esos casos se contrata a un/a empleado/a de hogar para que
se ocupe de todas sus necesidades. Así las cosas, suele pasar que se produce una sobreresponsabilidad, especialmente cuando la relación entre los familiares y la persona trabajadora
no es directa ni fluida, como en el caso de María.
Esta mujer cuenta que un día al llegar a su lugar de trabajo, se encontró al señor en el suelo
porque se había caído y, a raíz de eso, necesitó estar en observación durante 24 horas en su
domicilio. La trabajadora llamó al hijo de este señor, único referente, sin tener respuesta. Ella
estaba contratada para trabajar 4 horas y tuvo que dejar todas sus obligaciones para quedarse
las 24 horas con el señor, puesto que ella sentía que era la única responsable.
Claro, te quedas sola con el marrón, hombre, ¿el porqué? bueno a mi no me importaba
pero me sentía con un marrón, y bueno si le pasa algo y al hijo le da la gana de decir
“pues tu a mi no me has llamado, debías llamarme”, porque tenía un carácter. Y yo
decía moralmente tampoco podía dejarle a este señor porque el médico dijo que las 24
horas había que vigilarlo, cualquier cosa que tu notas diferente me llamas, lo que sea,
que si deja de respirar, que si le duele algo, tú me llamas, había que estar allí, así de
245
sencillo estar allí. Y yo con un señor de 95 años tumbado en una cama, la noche así
sentada en su habitación, y el hijo ni se entera (…) yo necesitaba el apoyo psicológico,
moral, que su hijo este allí, uno al final se convierte para esa personas mayores en una
personas de confianza porque se apoya mucho en uno porque no los tienen, no tienen a
los que de verdad deberían hacerlo (E9)
Ella se sintió sola y sobrecargada de responsabilidad. El centro de salud no disponía de un
servicio para estas ocasiones y por eso la única opción que tenía era llamar a los familiares del
señor. En un Estado del Bienestar basado en la institución familiar, cuando hay algún problema
es la familia la que lo enfrenta, y en especial manera las mujeres de la familia (Saraceno 1995).
En este caso el horario de trabajo de María era de 4 horas diarias, pero en definitiva ella era la
que tenía más contacto con el anciano y la que, por ende, sentía la responsabilidad sobre su
salud.
En aquella situación, por falta de apoyo, tuvo que reorganizar los cuidados de su hija para
poder quedarse con el señor. El hecho de ser y de ejercer como ‘familia’ para la persona
dependiente, que significa estar siempre pendiente a pesar de la hora y de otros compromisos,
hace casi imposible la gestión de la propia conciliación de la vida laboral, familiar y personal,
más aún en un caso como este en el que ella es la jefa de un hogar mono maternal.
La sensación de sobreresponsabilidad, la impresión de quedarse ‘con el marrón’ es frecuente
en las historias de estas personas. No es solamente el quedarse más del horario preestablecido,
sino que es también el estar pendiente y tener que tomar las decisiones en solitario. En este
sentido María pone énfasis en la necesidad de basar las relaciones laborales en el sector de los
cuidados sobre la comunicación con los familiares de la persona dependiente, para no sentirse
ella con toda la carga de responsabilidad; para no ser el único referente de la persona a la que
cuida.
Yo creo que es muy importante la comunicación y el apoyo de los familiares,
comunicación con uno que está allí metido (…) o sea hacer todo de común acuerdo (…)
entonces yo pienso que la comunicación porque claro es como, ayudarle tú y yo,
ayudarles a esa persona, una comunicación una buena relación eso es muy importante,
porque hay mucho ¿no? todo te dejan allí a ti y ellos a su bola, y uno no lo puede hacer
todo,(…) que no lo dejen a uno con todo el marrón. No es fácil (E9)
Además, en algunos casos, las personas contratadas perciben que su trabajo alivia a la parte
empleadora porque cubre las necesidades de atención y psicológicas de las personas mayores,
‘aguantando’ la parte peor de una persona, liberando así a los familiares de preocupaciones al
respecto.
El caso de Juan es un ejemplo. Este hombre decide dejar el trabajo por no soportar más el mal
carácter y los malos tratos que el anciano dependiente dirige hacia él. Los hijos que
representan la parte empleadora no quieren que deje su puesto de trabajo considerando que,
gracias a sus cuidados y paciencia, ellos sienten menos la presión de las necesidades del padre.
Así me lo cuenta:
Le digo, sabe que me voy, empiecen a buscar a una persona para que me remplace.
246
¿Pero porque Juan? ¡Porque su padre tiene un carácter! ...pero nuestro padre siempre
ha sido así, el padre siempre ha sido un desgraciado, siempre nos ha tenido así, a usted
le debemos mucho porque desde que está usted aquí nos llama menos (E4)
Dentro de las familias muchas veces las relaciones no son solamente de amor, sino que
también puede haber rencor, odio y rechazo (Izquierdo 2003; Vega Solís 2009), y las personas
empleadas del hogar se encuentran en el medio de estas relaciones intrafamiliares. Aquí se
entrecruzan el derecho a ser cuidados, el derecho a tener un trabajo digno y el derecho a no
cuidar si no se quiere.
Juan sugiere que para que este señor reciba buenos cuidados, para que se respeten las
condiciones laborales de las personas trabajadoras y el derecho a no cuidar de la familia, las
soluciones podrían ser la estancia en una residencia con una estructura y personal adecuado
para estas situaciones o recibir cuidados en casa pero por parte de dos o tres personas
contratadas, y no empleando a una sola persona y además en régimen interno.
5.4.5
Reivindicaciones
Poner en valor el trabajo doméstico y de cuidados
Las personas entrevistadas ponen de manifiesto la infravaloración que sufre este trabajo a nivel
mundial y, en algunos casos, se preguntan él por qué la precariedad y la desvalorización son
unos comunes denominadores del trabajo doméstico en diferentes contextos.
¡Es que no sé por qué, es en todas partes del mundo que el servicio domestico está tan
tan abandonado! No sé porque, porque es un servicio que se debería, de verdad, que se
debería valorar. Porque es tu casa, porque es tu familia, le pagas al seguritas para que
te ponga cámaras en la casa y puedes ver a través del móvil, eso pagas, pero la
asistenta, que va (E1)
Ana, indignada por el trato recibido en los diferentes puestos de trabajo en este sector,
consciente del valor de las labores que realiza, y por los problemas que tiene que enfrentar a
diario para mantener la reproducción de su hogar en el país de destino, expresa su enfado en
estas palabras. Denuncia que, desde su punto de vista, las familias priorizan otros gastos al
pago de la empleada doméstica, que es la que en ocasiones se ocupa de llevar adelante el
trabajo de la casa y el cuidado de las personas.
Tal y como se ha señalado en el capitulo segundo, la valoración de este trabajo no depende de
la cantidad de tiempo utilizado para realizarlo, sino más bien depende de la cualidad atribuida
a éste por la sociedad. A partir de esta idea, el escaso valor del trabajo doméstico es
consecuencia de un sistema cultural, histórico y sociopolítico caracterizado por desigualdades
de género, de clase, de origen y de etnia. En este sentido, Encarnación Gutiérrez Rodríguez
(2010) argumenta que el trabajo doméstico tiene un estatus muy bajo, en comparación con
otros trabajos, porque se define a través de facultades femeninas relacionadas con la
colonialidad del trabajo (Quijano 2000) citado en (Gutiérrez Rodríguez 2010)
La reivindicación más frecuente y más sentida es la del reconocimiento: reconocimiento de la
247
importancia y la dificultad de este tipo de trabajo. Por ejemplo, Lucía pone de relieve la carga
de trabajo, físico y emocional que implica el servicio doméstico y de cuidados, tanto si se habla
de niños como de mayores. A partir de esta idea denuncia que debería existir más consciencia
sobre la magnitud de las labores desarrolladas por parte de la familia, reconocimiento social y
especialmente reconocimiento económico. Ella no pide ganar más, pide ganar lo justo, y con
respecto a esto menciona una cuestión muy importante: la diferencia de salario según las
tareas a desarrollar.
El trabajo de cuidados, con niños y con personas mayores debería de ser un poco más
considerados porque, los niños también atienden cuidados, me entiendes, hay que
aguantarles, tú sabes que cuando no son tus hijos son más caprichosos, mas rebeldes
(…) los estás tratando como si fueras la madre. Hacer la casa y esto y lo otro siempre
estás en movimiento es un trabajo donde estás con muchas cosas que hacer. Y con las
personas mayores también estar aseando la casa y esto y lo otro y luego tener que
hacer la comida, cambiarles. No deberían bajar los sueldos, deberían estar normal, ni
mucho ni menos pero lo que es justo, porque realmente, conscientemente, hay
personas mayores que están bien que es solo acompañamiento, es darle de comer y eso
no es un trabajo tan difícil, pero hay casos donde la persona está mal, necesita
cuidados y esto y lo otro y es que debería de ser mas considerado y bueno, me
entiendes, no es pagando una miseria porque al final, lo que yo he notado eso si con las
personas mayores porque están mal, porque los que están bien no tengo ningún
problema (E2)
Las labores a desarrollar en este sector dependen de las necesidades, condiciones y
personalidades de las personas dependientes, por eso el salario debería depender del tipo y de
las condiciones de trabajo. En otros contextos 104, donde la legislación sobre el tema está más
desarrollada, existen convenios colectivos del sector y existen categorías de empleos según la
dificultad y la situación de dependencia de la persona que necesita cuidados. En el caso del
Estado español no existen estas diferenciaciones. En consecuencia, son las personas
trabajadoras que tienen que negociar el salario según su capacidad de negociación.
Diferencias con otros trabajos
Algunas de las personas entrevistadas han desarrollado otros trabajos de manera remunerada
aquí en destino y, por este motivo, en las entrevistas hacen comparaciones evidenciando la
infravaloración del sector del trabajo doméstico. Se afirma que otros trabajos, aunque sean
menos importantes para la sostenibilidad de la vida y menos duros, están mejor pagados y
conllevan más derechos laborales.
En este sentido, cabe destacar la inexistencia de la prestación por desempleo en contraposición
con las otras relaciones laborales ordinarias, en las que sí está reconocido el derecho a esta
prestación. Esto tiene como consecuencia para las trabajadoras/es de este sector, el quedarse
104
Por ejemplo en Italia existe un convenio colectivo estipulado entre los sindicatos y las asociaciones de
empleados/as de hogar, donde se diferencian 8 categorías de empleo que van desde la simple limpieza de la casa
por horas hecha por personas que tienen menos de un año de experiencia (Nivel A), hasta las personas que brindan
cuidados integrales (Nivel D super). Para ver más: http://www.assindatcolf.it/public/inquadramento-domestici.php
248
sin ingresos mínimos hasta encontrar otro trabajo remunerado. Así lo denuncia Ana en la
entrevista:
Bueno en cuidados de hogar el problema que siempre ha sido muy mal pagado, ha sido
muy mal pagado, el aspecto de la Seguridad Social ni te cuento, o sea ese sector es el
que menos aportan mensualmente, porque hostelería y los demás aportan 400 euros
mensuales, una doméstica aporta, no sé cómo va ahora, 176 euros mensuales.
Entonces claro tú no tienes paro, te quedas así sin trabajo y ya está. Si trabajas en un
supermercado o eres hostelera u otra cosa pues tienes paro, un colchoncito, pero la
doméstica no. Se quedó sin trabajo y sin trabajo a la puñetera calle, no tienes nada, eso
es lo malo de trabajar en el servicio domestico o de los cuidados. Que no tienen ese
respaldo que tienen los demás sectores (E1)
El no tener derecho a la prestación de desempleo pone en una situación de total desamparo a
las personas trabajadoras, especialmente en momentos de crisis donde la dificultad de
encontrar trabajo aumenta. En el artículo segundo del Convenio 189 de la OIT, se establece la
necesidad y la obligatoriedad de brindar protección social por lo menos de manera
equivalentes a los otros sectores a este grupo de trabajadoras/es. El Estado Español no lo ha
ratificado 105 y por eso no está obligado a garantizar la prestación de desempleo y las
prestaciones del Fondo de Garantía Salarial en caso de insolvencia del empleador (OIT 2014;
Otxoa 2014).
Este aspecto tiene varias consecuencias negativas para las y los empleados de hogar. No
solamente deja desprotegidas a estas personas cuando vienen despedidas, sino que también,
por poner un ejemplo que ocurre en el contexto estudiado, el no tener derecho a la prestación
de desempleo puede conllevar errores en la definición de las bajas a la Seguridad Social. Éstas,
no estando relacionadas al cobro del paro, vienen trabajadas por las instituciones públicas con
menos detenimiento y atención. Prueba de esto son los errores -debidos a la desinformación
de la parte empleadora y a la poca consideración y control sobre el sector por parte de los/as
funcionarios/as- que llevan a establecer ‘bajas voluntarias’ a la seguridad Social cuando
realmente el motivo del cese de la relación laboral ha sido por despido, o por otras causas no
decididas por la parte empleada. La consecuencia de esto es que muchas personas pueden ver
denegadas sus peticiones de prestaciones sociales y pueden encontrar obstáculos en el proceso
105
El Estado español no ha ratificado el Convenio 189 de la OIT. De esta manera, el marco legal del trabajo de hogar
no corresponde a lo establecido y recomendado a nivel internacional. Apoyándome en el análisis que hace la ATH
(ATH-ELE 2014; Otxoa 2014) sobre el incumplimiento del Convenio, se evidencia que son varias las normas que no se
recogen en el actual reglamento destacando la ausencia de: (1) la obligación a especificar en el contrato los detalles
del alojamiento subministrado a la persona trabajadora en modalidad de interna; (2) la obligación de registrar
exactamente las horas realizadas, incluidas horas extraordinarias y horas de presencia; (3) la regulación del trabajo
nocturno para especificar las condiciones y remuneraciones especiales para este tipo de servicio; (4) la protección de
los créditos salariales en las mismas condiciones de otros sectores en caso de no cobro por insolvencia de la parte
empleadora; (5) la garantía sobre condiciones de seguridad y salud laboral, informando tanto la parte empleada
como empleadora sobre prevención de riesgos en el lugar de trabajo; (6) la adopción de medidas eficaces para
garantizar el cumplimiento de la legislación a través de un sistema de inspección duradero y eficaz. Además, se
denuncia que se incumple con la obligación de controlar y proteger eficazmente las personas trabajadoras de este
sector frente a los abusos de las agencias de colocación y con la obligación de asegurar las mismas condiciones en
relación a la protección de la Seguridad Social que en otros sectores.
249
de renovación y consecución de los permisos de residencia y trabajo 106.
En relación con otros aspectos de la relación laboral que las y los entrevistados exigen cambiar,
se encuentra la normativa que regula el cese de la relación laboral a causa de la muerte de la
persona contratante. En otros sectores estas situaciones son muy poco frecuentes y, en
general, las empresas o sociedades no dependen de la muerte de los empresarios. En el sector
doméstico es muy frecuente el cese de la relación laboral causado por muerte de la parte
empleadora, considerando que muchas veces se cuida a personas mayores enfermas que según
pasa el tiempo, por lo general, va empeorando su salud física. Por este motivo se reivindica un
tratamiento especial.
Se les muere por cualquier circunstancias o porque es una persona mayor y las dejan en
la calle, sin indemnizarlas, en este aspecto por ejemplo el trabajo de esto debería
regularse y contemplarse eso, de decir si esta persona ha trabajado durante 17 años,
que también conozco, y se ha muerto la persona ¿por qué no se la indemniza a esa
persona de los 17 años? si prácticamente se ha dejado la vida y la piel allí, y quien te
llama ya con 55, 60 años, dónde va a encontrar trabajo, si eso es lo único que ha
conocido (E8)
Como cuenta Juan, en algunos casos la relación laboral es muy antigua y, en consecuencia,
cuando muere la persona dependiente, la trabajadora únicamente tiene derecho a un mes del
salario, sin recibir la liquidación acorde a los años trabajados. La situación se complica porque
las y los empleados de hogar no tiene derecho a la prestación por desempleo y dependiendo
de su estado de ánimo -después de la muerte de una persona a la que ha estado acompañando
muchos años- de la edad, del mercado laboral y de las ofertas de trabajo, puede que no sea
fácil encontrar otros trabajos, especialmente en tiempos de crisis.
El Real Decreto ha sido un primer paso hacia la mejora de las condiciones laborales en este
sector pero todavía queda mucho por hacer, y el derecho a paro y una mejor reglamentación
de los ceses de trabajo por muerte del empleador son un ejemplo, entre otros más.
‘La sostenibilidad de la vida en el centro’
Entre las reivindicaciones que se hacen a partir de las entrevistas me parece significativo
destacar las reflexiones de una mujer que ha pasado por una enfermedad grave y que, a causa
de su peculiar condición de salud, se replantea muchos aspectos de la vida.
Ella ha cuidado a personas enfermas, pero también se ha visto ella en situaciones de
dependencia y de necesidad de cuidados. Habiendo transitado por los dos estados, de
cuidadora y de cuidada, reflexiona sobre el sentido que le damos a la vida en la cotidianidad y,
por supuesto, sobre las relaciones laborales. Aboga por replantear todo tipo de relación
laboral, pero especialmente las que se establecen en el trabajo de cuidados. Enfatiza la
importancia de vivir la vida cuidando de una misma y no aceptando injusticias y relaciones
laborales explotadoras.
106
Cabe destacar que en el proceso de renovación del permiso de residencia y trabajo, la baja voluntaria puede
conllevar la denegación de la renovación.
250
Yo tengo que darle sentido a mi vida. Hay gente que dice el sentido no te dará de
comer, para mí sí. Es importante para mí sentirme bien y estar a gusto, el dinero no lo
es todo porque yo no me voy a dejar la piel ni mi salud en eso. Porque la salud no se
compra y yo no tengo repuesto. Los seres humanos desgraciadamente no tenemos
repuesto, vivimos una sola vez, y si ya estamos aquí pues vivamos bien, no bajo una
explotación (E8)
El discurso de esta mujer se asemeja al de la perspectiva de la economía feminista que apuesta
por cambiar la organización social actual desplazando el dinero y las relaciones mercantiles
para poner al centro la sostenibilidad de la vida (Pérez Orozco, 2006b).
Partiendo de esta idea se pone el énfasis en el mantenimiento de la vida, y todo lo que ello
comporta, pero también se pone de relieve la cuestión de la calidad de la vida. Juana, de
acuerdo con varias economistas y sociólogas feministas (Carrasco, 2013; Ezquerra, 2011; Pérez
Orozco & Del Río, 2002; Picchio, 1992), apuesta por unas sociedades en las que las personas
puedan desarrollar ‘vidas que merezcan la pena de ser vividas’ y no vidas explotadas para los
beneficios del capital y del sistema capitalista.
Ella hace referencia al dinero y reclama que éste ‘no lo es todo’, de forma análoga a como
algunas economistas feministas critican el exceso de valor y la “entronización” (Gálvez and
Torres 2010) que se le ha atribuido a esta herramienta de intercambio. El dinero-poder acaba
por convertirse en la expresión de todos (o casi todos) los aspectos de la sociedad, imponiendo
de esta manera una ética de la avaricia y de la acumulación frente a la necesidad. Todo se hace
y se compra con dinero, y éste se convierte en lo que más importa en esta vida, dejando de
lado la parte más relacional, más anímica y que tiene que ver con el sentido que se le da a la
vida.
Resulta que las lógicas de la acumulación del capital se encuentran en antítesis con las
necesidades de preservar y cuidar de la vida (Pérez Orozco & Lafuente, 2013), como se ha
podido ver a través de las historias y experiencias de las personas entrevistadas. Las cadenas
globales de cuidado son una expresión de esta tensión. Recordando el caso de Ana, ella se ha
visto obligada a emigrar para poder mantener la reproducción de su hogar y hacer frente a las
necesidades de salud de su hija. En destino ha encontrado trabajo como cuidadora a causa de
la crisis de los cuidados y por este motivo se puede decir que ella encarna uno de los anillos
fundamentales de la cadena global de cuidados.
Ana es plenamente consciente de la importancia de su papel en su contexto familiar, pero
también en el contexto mundial. Por un lado, la anciana a la que cuida está sola y ella es la
única que se ocupa y se preocupa por su bienestar. Por otro lado, la supervivencia de sus hijos
depende del dinero que ella envía, especialmente para los cuidados especiales que necesita su
hija enferma. Además, desea para sus descendientes un futuro mejor y por eso entiende que si
ella no envía dinero para que puedan estudiar y crearse un futuro mejor, sus criaturas tendrán
pocas probabilidades de ‘éxito’ económico.
Estas tensiones, y la importancia de la posición que ella y otras mujeres inmigrantes ocupan
dentro del contexto global, se evidencian en las siguientes palabras.
251
Buena pregunta, ¿a mi quién me cuida? pues tengo que hacerlo yo misma, quererme yo
misma porque si no estaríamos perdidos todos, la cuidadora que cuida, imagínate es
una uuuoooooffff ¿pero si al final de la cadena se rompe? Las personas que estamos en
este tipo de situación, que tenemos que dejar nuestras casas para poder ganarnos la
vida y lo hacemos acá como cuidadoras, pues tener mucho cuidado con nosotras,
porque si nosotras fallamos ya lo hemos fastidiado todo (E1)
Ella es perfectamente consciente de que representa un anillo muy importante dentro de la
conciliación y reproducción social a nivel mundial. Ellas cuidan incondicionalmente, pero
paradójicamente nadie cuida de ellas.
Hablo en femenino porque, aunque se evidencia una tímida presencia de los hombres en estos
sectores, son las mujeres las protagonistas en este tipo de trabajo y además son las que
mantienen de manera más significativa y constante los hogares en destino. En este sentido es
interesante destacar que diversos estudios han demostrado una progresiva “feminización de las
remesas”, y ello en tres sentidos. Por un lado, en relación con un aumento de la proporción que
representan las remesas enviadas por mujeres en el volumen total (Gálvez, Torres 2010). En
segundo lugar, por una mayor frecuencia en el envío de remesas, a pesar de la desigualdad
salarial que sufren a causa de la discriminación laboral por razón de género (Moré 2008). Y por
último, por una mayor estabilidad del envío por parte de las mujeres, con independencia del
tiempo de residencia en destino y de la composición familiar en el país de origen (GonzálezRábago 2013).
Retomado algún aspecto teórico (Izquierdo 2003), cabe mencionar que todas las personas
brindamos y recibimos cuidados. La idea de autonomía es una ficción creada por el ideal de
individuo moderno, masculino y burgués, que puede ser autónomo gracias a que las demás
personas trabajan de manera remunerada y no remunerada para que lo sea. La cotidianidad
evidencia que los seres humanos no somos seres autónomos sino que más bien somos seres
interdependientes. De esta manera en algunos casos las personas se encuentran en la posición
de ofrecer más que recibir cuidados, mientras que en otras ocasiones es lo contrario.
En relación a esto, la mayor parte de las personas entrevistadas, a la pregunta ¿tú actualmente
estás cuidando, (en destino y/o en origen) y a ti quién te cuida?, responde que se cuidan solas,
a veces cuando tienen tiempo, y perciben que nadie las cuida. Estas personas no se sienten
cuidadas ni en ámbitos sociales ni en ámbitos laborales, afirmando sentirse dejadas de lado e
infravaloradas. En este sentido, como pone de manifiesto Andrea del Pilar Comelin Fornés
(2014), es necesario comenzar a considerar a las personas cuidadoras, y no solamente a las
personas que necesitan los servicios de cuidados, como sujetos centrales en el diseño de las
políticas públicas.
En el caso de los y las trabajadores de hogar extranjeras, éstas reciben afecto de amistades y de
los familiares, pero tienen la percepción de que tienen que aguantar ellas solas, de que no
pueden parar porque muchos de los aspectos de la vida cotidiana, tanto en destino como en
origen, dependen de ellas y, por este motivo, puede que se sientan sobrecargadas de
responsabilidades.
252
Estas personas, especialmente las que se encuentran cuidando ‘aquí y allí’, experimentan el
sentimiento de sobrerresponsabilidad por ser las personas de las que depende el cuidado de
otras. Esta sensación es producto del mecanismo que deja las responsabilidades de los
cuidados a las personas para que las afronten individualmente. Este mecanismo afecta en
mayor medida a las mujeres.
Algunas autoras apuestan por el concepto de ‘social care’ para que se produzca una
socialización de los cuidados, con el fin de evitar que los costes y preocupaciones de la
reproducción de las personas se vivan de manera individual.
Lo interesante de este concepto es la propuesta de entender los cuidados como un derecho de
la ciudadanía. Como afirma Gómez Urrutia (2010), el trabajo de cuidados se debería concebir
dentro de los deberes y derechos de la ciudadanía, como “parte de los deberes de las y los
ciudadanos hacia la comunidad política, pero también como un derecho que se garantice a
quienes están en situación de vulnerabilidad” (Gómez Urrutia, 2010, 713).
Las crisis económicas y, especialmente, la crisis multidimensional que se está viviendo
actualmente, tanto en los países de origen como de destino de la migración, son la culminación
del proceso que ha llevado a la separación entre la actividad económica (lo público) y el
espacio de la casa, lo doméstico. La actual crisis de los cuidados pone de relieve que para salir
de ésta es deseable unir y relacionar estos dos espacios, el público y el doméstico (Gálvez and
Torres 2010). Como explicitan las personas entrevistadas, todo comienza con el reconocimiento
de la importancia de estas labores.
5.4.6
Ideas para el futuro: ¿Tu qué harías para mejorar la situación?
Durante el desarrollo de las entrevistas se aportan reflexiones sobre la actual organización de
los cuidados e ideas sobre cómo poder mejorar la situación.
En un contexto de crisis marcado por la política de austeridad, los recortes a los servicios
públicos y a los derechos sociales y por mensajes de que ‘no hay dinero para nada’, es difícil
pensar en alguna mejora. No obstante las personas entrevistadas lanzan algunas ideas a partir
de sus vivencias.
Las y los trabajadores aprecian el intento de mejora del Real Decreto pero a la vez denuncian
las consecuencias negativas de éste. Como argumenta Ana, ella cree necesario expresar las
normas de manera más clara y combatir el fraude realizado por la parte empleadora contra los
intereses de las personas trabajadores.
En primer lugar lo que haría sería cambiar esas normativas, ser más claro, porque a mí
me parece que este gobierno está metiendo trampa. (…) Entonces ser más clara más
precisa para que sea el empleador, es el empleador el que tiene que tener conciencia de
esto. Porque, a ver, lo que te he dicho antes si tu sabes que es una persona a la cual le
dejas responsable no solo responsable de la casa sino también de tu familia, ya sea
padres o hijos, entonces ¿por qué te duele tanto pagar? (…) se supone que la nueva
normativa es para ayudar. Pero que ha pasado, ha habido mucha gente que ha sido
despedida, hay mucha gente a la que se le ha bajado el salario. Entonces contemplar y
253
meter allí donde está esa sombra, donde se ocultan todos aquellos que hacen aquello
de quitarle al empleado para poder pagar la Seguridad Social. Allí es donde yo
intentaría entrar. Es allí donde quisiera entrar (E1).
Las consecuencias negativas del marco legal salen a la luz por la infravaloración social y la
dejadez de las instituciones en relación a este sector. Además, como se ha dicho
anteriormente, cabe señalar la influencia de la crisis económica sobre algunos hogares que se
ven incapaces en afrontar los gastos económicos que comporta contratar regularmente al
personal de hogar y/o de cuidados en debidas condiciones, sin la ayuda de las instituciones
públicas.
Los problemas económicos surgen especialmente en hogares con personas ancianas que no
poseen una pensión suficiente para pagar todos los gastos necesarios para cubrir las
necesidades de cuidado, tanto en el domicilio como en residencias. Este tema es traído a
colación por Juan, que ha trabajado en muchas casas con ancianos que no tenían mucho
dinero y que le pagaban poco no por falta de consideración ni por la intención de explotar, sino
porqué no tenían los recursos suficientes.
Él afirma haber conocido de cerca la pobreza y la escasez en la que viven algunas personas
mayores autóctonas a través del empleo de hogar en modalidad interna. Por este motivo
entiende que la pensión por jubilación en muchos casos no alcanza para paliar esta
insuficiencia, en su opinión, se necesita un fondo especial de dinero para asegurar una vejez
digna a quienes no tiene recursos suficientes. Y así lo explica:
Yo diría por ejemplo, para poder tener acceso a una seguridad de vejez debía haber una
seguridad como el sistema de salud. Sí, existen las pensiones, pero no llegan y más allá
de éstas debería haber un monto para la seguridad a la vejez, porque hay muchos
viejos que llegan a viejos sin haber cotizado, porque antes siempre se ha trabajado en
negro, y nunca han tenido un recibo (…) ahora recién hace 5, 10 años están empezando
a trabajar con la Seguridad Social, pero ¿cuántos años tienen esas personas?, 45, 50,
60. Hay muchas mujeres de 60 que están trabajando y españolas. Mayormente aquí
viene gente joven, los inmigrantes son gente joven, los que primeros se
aventuran…entonces lo que ha pasad, en la inmigración, han venido los jóvenes
primero, luego han venido los mayores… y luego cuando te ves en una edad que ya no
puedes trabajar…Yo he llamado a algún trabajo y me han preguntado ¿cuántos años
tiene?, y yo le digo sesenta y tantos y me dicen ay no, buscamos alguien más joven…es
que la edad es ya un condicionante para cualquier trabajo y para cualquier lugar (E4)
Varios temas se ponen sobre la mesa a través de estas palabras. Por una parte, se habla de las
personas autóctonas mayores que no reciben o no podrán recibir una pensión digna por varios
motivos entre los cuales se destacan el haber trabajado en un sector infravalorado con
cotizaciones a la Seguridad Social mínimas o por no haber llegado a cotizar los 15 años
necesario para acceder a la pensión de jubilación mínima retributiva.
Por otra parte habla específicamente de las personas inmigradas, que habiendo llegado al país
siendo ya mayores, están envejeciendo en el país de destino, como es su caso. Para estas
254
personas, que a menudo tienen acceso a trabajos en el mercado sumergido, resulta
complicado llegar a los 15 años de cotización. Como expone en la entrevista, la edad suele ser
un condicionante en la búsqueda de trabajo.
El miedo a no tener una pensión digna afecta no solamente a la población inmigrante, sino que
también a la población autóctona a causa de la crisis económica y social que está afectando a la
sociedad en su conjunto. La ciudadanía en general percibe que sus posibilidades de tener una
jubilación digna están disminuyendo con el paso del tiempo y a causa del empeoramiento de
las condiciones de trabajo y del mercado laboral. Sin embargo, las personas inmigrantes parten
en desventaja, especialmente las mujeres, por tener en general acceso a sectores laborales más
precarios (Parella, 2003).
El papel del Estado en estos temas resulta imprescindible, ya que es éste el que tiene que
asegurar el bienestar de su ciudadanía. Como se ha dicho anteriormente, el sector de los
cuidados es un sector emblemático desde el cual se pueden evidenciar las desigualdades
sociales, especialmente las de género. En la entrevista Juana alude a la necesaria implicación
del Estado en los aspectos relacionados con la reproducción de la sociedad y de cómo las
instituciones públicas se aprovechan del trabajo informal de las mujeres, que lo hacen de
manera gratuita o precios muy bajos.
Porque el Estado no se quiere hacer cargo, y el estado para generar trabajo en
residencia es carísimo y por menos, mucho menos de la mitad, están haciendo ese
trabajo las mujeres (…) el estado debería intervenir generando más residencias,
generando más guarderías (E8)
La demanda de una mayor presencia del Estado a través de la generación de servicios públicos
gratuitos o accesibles a la población es una petición que los movimientos feministas llevan
haciendo desde hace mucho tiempo (Castro et al. 2008). De esta manera, las familias no se
encontrarían solas a enfrentar las necesidades de cuidados de las personas dependientes y se
produciría una mayor socialización de los cuidados, un mayor control de las condiciones
laborales de las personas que cuidan y una mejor repartición del tiempo en los hogares entre
mujeres y hombres.
En relación a las condiciones laborales, María explica que desde su punto de vista sería
deseable tener que pasar obligatoriamente por entidades que brinden servicios de
información, seguimiento y asesoría laboral cada vez que se comienza una relación laboral,
teniendo en cuenta la desinformación que hay, el desamparo en el que se encuentran muchas
trabajadoras/es y la dificultad de acudir a organizaciones a causa de los horarios de trabajo
extremadamente flexibles.
Tener como una empresa o como ATH alguien que dé la cara con nosotros, creo que eso
es muy fuerte porque al final te ven solo y saben que es una chica de fuera que se tiene
que buscar la vida, te quieren pagar lo que a ellos les apetece y encima es que tú no
sabes, tú llegas aquí con la intención de buscarte la vida de trabajar y crees que cuando
consigues un trabajo que eso es todo que es lo que tú quieres para sobrevivir y te
quedas allí y te olvidas que tienes derechos (…) al final es como algo o alguien, sea lo
255
que sea, trabajador del hogar vengan y apúntense aquí, ¿tú cómo estás trabajando?,
¿qué te piden?, tu responsabilidad es hacer las cosas como más transparentes, porque
hay muchas trabajadoras del hogar en negro y no se las ve, no se las siente y la gente
se aprovecha (E9)
Esta inquietud nace del hecho de que ella encontraba trabajos a través del servicio de
orientación gestionado por la iglesia. En éste, las personas se encargan simplemente de poner
en contacto de manera voluntaria y gratuita las demandas y las ofertas de empleo, explicando
las normas y las condiciones de contratación pero no entrando en la negociación y estipulación
del contrato de trabajo, como dice María ‘sin dar la cara con ellas’.
Finalmente, a modo de conclusión, a partir de las reflexiones y percepciones de las personas
entrevistadas se observa que éstas tienen valoraciones ambivalentes sobre el empleo de hogar.
Las personas andinas que han participado en esta investigación ponen de manifiesto las
tensiones que se crean en realizar de manera remunerada labores domésticas y de cuidado y
evidencian la importancia del papel que están desempeñando en la sociedad de destino. Éstas
afirman ser las ‘conciliadoras del sistema’ y, por este motivo, reivindican recibir más
consideración y reconocimiento por parte de los hogares contratantes y por parte del conjunto
de la sociedad.
256
CAPITULO SEXTO: Conclusiones
El objetivo principal de esta tesis ha sido ahondar en la situación que están viviendo las
personas andinas que trabajan en el empleo doméstico en el Gran Bilbao, para observar de qué
manera las estructuras globales afectan a sus situaciones personales y laborales locales. Así, he
establecido cuatro objetivos específicos, con el fin de analizar la multidimensionalidad de la
relación que se establece entre las migraciones y el trabajo doméstico y de cuidados, y que se
expande a través de tres dimensiones, la macro, la meso y la micro 107.
Las preguntas a las que se intenta dar respuesta a través del la investigación son:
1. ¿De qué manera se relaciona el tipo de migración que emprende la población andina
con el trabajo doméstico y de cuidados en destino?
2. ¿Cómo afecta el contexto jurídico-laboral (cambio de normativa sobre el empleo de
hogar, el marco legal de extranjería, recesión económica) a la situación laboral y
personal de mujeres y hombres andinos que trabajan en el sector del empleo de
hogar?
3. ¿De qué manera influye este tipo de trabajo (las condiciones, las tareas desarrolladas,
las relaciones interpersonales que se crean) en las vidas personales de la población
andina que lo desarrolla?
4. ¿Cuál es el punto de vista de trabajadores y trabajadoras andinas en relación al trabajo
doméstico que desarrollan en el contexto estudiado?
A partir de estas preguntas de investigación me propongo entender a través de los casos
107
La dimensión “macro” se refiere a todo lo que ocurre a nivel global, internacional y supra-estatal; la dimensión
“meso” representa la manera en la que las sociedades e instituciones estatales y autonómicas experimentan e
implementan los fenómenos que se producen a nivel global, la dimensión “micro” hace referencia a las experiencias
personales cotidianas influidas por las dimensiones macro y meso.
257
particulares de las personas entrevistadas de que manera van apareciendo los diferentes
aspectos de las dimensiones macro, meso en sus relatos. A través de la primera pregunta, se
conecta la dimensión macro con la meso, con la finalidad de entender de qué manera las
migraciones internacionales, personificadas en este caso por la población andina, se relacionan
con el empleo doméstico y de cuidado en el país de destino. De esta manera se puede verificar
la analogía de este nexo con lo que ocurre en otros países. Con la segunda, se pretende hacer
hincapié en la relación que se establece entre el panorama meso y las experiencia micro, para
abordar la forma en la que el contexto del Estado español y de la CAE influye en sus relaciones
laborales y experiencias personales. Por medio del tercer interrogante se ahonda en la
dimensión más micro del fenómeno, para hacer una aproximación a la manera en la que las
características específicas de este tipo de trabajo y las condiciones en las que se desarrolla
están teniendo consecuencias en sus experiencias vitales. La cuarta pregunta de investigación
se relaciona con las percepciones y puntos de vista del grupo de población tomado en estudio
en relación al trabajo que desarrollan en este concreto contexto
Con el objetivo de responder a estas preguntas, a lo largo del proceso de investigación se ha
comenzado con un repaso de la bibliografía sobre los estudios migratorios, sobre los trabajos
domésticos y de cuidado desde una perspectiva feminista y sobre la relación que se crea entre
los flujos migratorios y las labores de hogar. De esta manera se abarcan los aspectos más
relevantes de la dimensión macro del asunto.
Seguidamente se hace una panorámica sobre las características de la dimensión meso del
ámbito estudiado, utilizando el análisis de series estadísticas y la descripción de algunas
características del marco legal. Esto tiene como finalidad describir el contexto en el que las
personas andinas trabajadoras de hogar desarrollan sus vidas.
A continuación, se analizan los relatos recogidos a través de entrevistas en profundidad para
entender la situación personal y laboral del colectivo antes mencionado, en este momento
coyuntural de crisis económica y de cambios en el marco legal que afecta al trabajo doméstico.
En este capítulo se exponen los principales hallazgos de este estudio siguiendo el orden de las
preguntas de investigación, para que queden explicadas las cuestiones que, según mi punto de
vista, resultan más interesantes. Además, se da cuenta tanto de los límites de este estudio
como de futuras posibles líneas de investigación relativas al fenómeno estudiado.
¿De qué manera se relaciona el tipo de migración que emprenden estas personas con el
trabajo doméstico y de cuidados en destino?
A través de esta pregunta de investigación se quiere entender la manera en la que las
características de los viajes migratorios emprendidos por la población andina tienen relación
con el empleo doméstico y de cuidados en destino.
A partir de los relatos recogidos durante las entrevistas se observa que, dentro del grupo de
empleadas y empleados de hogar, las motivaciones que han impulsado el viaje emigratorio son
diversas, si bien podemos destacar tipologías principales. Por una parte, hay quienes
emprenden la emigración como estrategia familiar para asegurar la reproducción de sus
258
hogares en el país de origen. De esta manera, se verifica la influencia de la relación que se
establece entre la ‘crisis de la reproducción’ en los países de origen (Quiroga 2009) y la ‘crisis
de los cuidados’ en el país de destino (Herrera 2007) sobre la movilidad humana en la
actualidad (Zimmerman, Litt, and Bose 2006). Por otra parte, hay personas que vienen
estimuladas a emigrar por las ganas de explorar, de conocer otras culturas (Sciortino and
Colombo 2004), por amor, o por huir de rupturas o situaciones emocionales difíciles. Por
último, hay individuos que deciden emigrar a causa de las crisis económicas (Arteaga 2010) y
por la falta de oportunidades laborales en los países de origen.
En este sentido, y acorde con la perspectiva seguida en esta tesis, cabe mencionar que uno de
los entrevistados explicita las relaciones que se crean entre la dimensión macro, meso y micro,
para explicar las motivaciones de su propio viaje migratorio y las causas por las que se
encuentra trabajando actualmente en el empleo de hogar. En este caso concreto, este hombre
hace referencia a la crisis económica peruana, determinada por dinámicas internacionales,
conectándola con el fenómeno de la emigración en su país. Además, describe el proyecto
migratorio del que forma parte como una estrategia familiar explicitando que, en un primer
momento, ha sido su esposa la que ha emprendido el viaje, como ‘mujer migrante de punta’
(Arteaga 2010), puesto que en España había abundancia de trabajos para mujeres.
Seguidamente, él también emprende el viaje migratorio y acaba trabajando en el sector de los
cuidados a mayores porque entra en el país a través de un contrato estipulado en origen para
cubrir un puesto de trabajo en el sector del empleo de hogar. A partir de ese momento, y
acumulando experiencia laboral, decide seguir desarrollando este tipo de trabajo porque según
su percepción, éste es uno de los sectores que mejor resiste en tiempo de crisis económica en
el Gran Bilbao.
A través del análisis de las entrevistas se desprende que, en el caso de la población andina, la
legislación en materia de extranjería influye de manera significativa en el acceso al mercado
laboral. En este sentido, las personas entrevistadas afirman estar en este sector porque el
empleo doméstico resulta ser la opción laboral que más se ajusta a sus posibilidades y
necesidades. Se destacan dos características en concreto. Por una parte, la magnitud de la
demanda de estos servicios en el mercado laboral privado, influida por la llamada ‘crisis de
cuidados’ (Benería 2011). Por este motivo en las entrevistas se argumenta que el trabajo de
hogar es ‘el más fácil de encontrar’ (E2). Por la otra, el hecho de que este trabajo se desarrolla
dentro de ambientes privados y, por este motivo, las personas empleadas están menos
expuestas a los controles de identidad en los lugares públicos, aspecto especialmente
importante para quienes no tienen papeles 108 y, además, tienen lugar menos controles por
parte de Inspección de Trabajo, que en otros sectores laborales. En este sentido, a causa de las
limitaciones del marco legal de extranjería, diferentes personas durante las entrevistas afirman
haber tenido que renunciar a puestos de trabajo en otros sectores a causa de su condición
administrativa y, por eso, dicen haberse visto obligadas a optar por el empleo de hogar.
A partir de esto, lo que se quiere señalar es que las trayectorias laborales de las personas
inmigrantes vienen determinadas legalmente por las normativas de extranjería. Además, según
108
Justamente en la actualidad, a causa de la crisis y por petición de los organismos de la Unión Europea, se están
intensificando los controles de identidad y las redadas policiales (Sánchez 2014)
259
los relatos, el acceso al trabajo en estos momentos también viene afectado de manera
significativa por el contexto de crisis.
¿Cómo afecta el contexto jurídico-social a la situación laboral y personal de estas personas?
La segunda pregunta de investigación pone de manifiesto el interés en entender de qué
manera el contexto de destino afecta a las situaciones personales y laborales de mujeres y
hombres andinos empleados de hogar en el Gran Bilbao.
Primeramente, cabe destacar que el contexto al que se hace referencia se caracteriza por
aspectos tanto estructurales como coyunturales. Entre los estructurales se destaca la normativa
de extranjería y la histórica infravaloración social del trabajo doméstico (Dalla Costa and James
1975; Galcerán 2006); entre los coyunturales se señala la crisis económica y el cambio de
normativa que afecta al empleo doméstico.
En relación a los primeros, y como he mencionado anteriormente, a partir del análisis de los
relatos recogidos se entiende que la legislación en materia de extranjería influye de manera
importante en el acceso al trabajo remunerado y, en este sentido, el sector del empleo
doméstico resulta ser el trabajo que más se ofrece a la población inmigrante, especialmente
mujeres, y que más se adecua a las necesidades y posibilidades de estas personas.
Esta limitación de actuación y de elección afecta de manera significativa a los individuos a nivel
personal. Se detectan situaciones en las que las personas se encuentran trabajando en
condiciones laborales nocivas, perjudiciales para su salud física y mental, y que afirman sentirse
obligados a mantener la relación laboral con el fin de poder obtener y renovar las tarjetas de
residencia y trabajo.
Como argumenta Silvia Federici (2012), solamente si la población inmigrante está social y
legalmente limitada se podrá utilizar su fuerza de trabajo en beneficio de la sociedad de
destino de la migración. Estas personas encarnan la paradoja de estos tiempos donde, por una
parte, las poblaciones europeas necesitan mano de obra para realizar los trabajos de cuidado y
domésticos pero, por la otra, se restringen las condiciones de entrada y de residencia en los
Estados-nación europeos para las personas trabajadoras extranjeras no comunitarias
(Gutiérrez Rodríguez 2010). De esta manera la población inmigrante acaba en sectores
laborales precarios e infravalorados (Centre d’Estudis Sociològics sobre la Vida Quotidiana i el
Treball 2011), experimentando de esta manera una doble discriminación, por ser extranjeros y
por ser pobres, y en el caso de las mujeres una triple discriminación (Parella 2003), donde a las
dos anteriores se les añade la discriminación por ser mujer.
La infravaloración social que perciben las personas andinas trabajadoras de hogar entrevistadas
no está ligada solamente de las trabas legales, sino también se vincula con las relaciones
interpersonales que se crean en el empleo doméstico. En más de una ocasión cuentan haber
tenido problemas para formalizar sus relaciones laborales. Señalan que, según los casos, pedir
la estipulación de un contrato legal con cotizaciones a la Seguridad Social puede llegar a
asemejarse a la petición de un favor. De esta manera sale a la luz la dificultad/rechazo social
que existe para considerar el empleo de hogar como una relación laboral ordinaria. En este
260
sentido se menciona que, a causa de las particularidades de este trabajo y del espacio en el que
se realiza, a veces se confunden las relaciones personales con las laborales, y el cumplimiento
de los derechos laborales parece depender más de la voluntad de las personas que de la
estipulación de una relación laboral.
Si se hace referencia a los aspectos coyunturales, se evidencia la significativa influencia de la
crisis y del Real Decreto sobre la regulación del trabajo doméstico en las situaciones laborales
de las personas entrevistadas. Como argumentan Margaret Benston (1977) y Jean Gardiner
(1975), el trabajo de hogar, tanto remunerado como no remunerado, tiene una estrecha
relación con las varias fases del desarrollo capitalista. Los momentos de expansión o recesión
económica influyen en la externalización de los trabajos domésticos.
En este sentido, los datos recogidos para esta tesis parecen mostrar evoluciones contradictorias
sobre la forma en la que el trabajo doméstico remunerado está siendo afectado por la crisis.
Las series estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social demuestran un aumento en
las afiliaciones a la Seguridad Social dentro del Sistema Especial del Empleo de Hogar, que
crecen de manera extraordinaria a partir de 2012, mientras que la población andina
entrevistada habla de una drástica disminución del las ofertas de trabajo en este sector.
Por una parte, las personas entrevistadas evidencian que las ofertas de trabajo en este sector
abundaban antes de la crisis, mientras que ahora escasean. Estas personas perciben que en
estos momentos existe un exceso de demandantes de trabajo frente a las reales ofertas de
empleo. Además, mencionan algunos casos en los que se ha experimentado la re-hogarización
(Ezquerra and Iglesias 2013), parcial o total, de las labores de hogar, que anteriormente se
habían externalizado, produciendo así despidos y recortes en las horas de trabajo. También
hablan de caída de los salarios y empeoramiento de las condiciones de trabajo.
Por otra parte, a través de las series estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, se
observa un continuado aumento de las afiliaciones a la Seguridad Social, demostrando que el
sector no ha sido afectado mínimamente por la recesión económica. En este sentido, para leer
estos datos hay que tomar en cuenta la entrada en vigor del Real Decreto, antes mencionado,
que aporta cambios en la normativa que regula el empleo de hogar y que, a partir de 2012,
hace obligatoria la estipulación de un contrato escrito y el alta en la Seguridad Social de las
personas empleadas desde la primera hora de trabajo. De esta manera se explica que, pese a la
percibida disminución de los puestos de trabajo a causa de la crisis y de la disminución de los
ingresos económicos de las familias en la actualidad, las afiliaciones experimentan un
significativo crecimiento.
Desglosando los datos estadísticos relativos al contexto de la CAE, según la nacionalidad de las
personas, se observa que el aumento de las afiliaciones se observa principalmente en el grupo
de personas con nacionalidad española. Se nota un leve aumento también en el grupo de las
personas que tienen nacionalidad extranjera pero, en el caso de la población con nacionalidad
de uno de los países andinos la pauta es diferente. En este caso, las afiliaciones no
experimentan un crecimiento significativo e incluso se evidencia un leve descenso a partir de
2013. Creo que es importante mencionar que, en este caso, por falta de datos de las
afiliaciones a la Seguridad Social por país de nacimiento, se habla de población andina según la
261
nacionalidad. Por este motivo la mirada resulta ser parcial, teniendo en cuenta que esta es una
población que ha tenido amplio acceso al proceso de nacionalización y en estas series de datos
estadísticos no sabemos cuántas personas con nacionalidad española son de origen andino.
En relación al Real Decreto 1620/2011, que aporta mejoras en el reconocimiento de los
derechos laborales y modifica las normas de Seguridad Social que regulan el Sistema Espacial
para Empleados/as de Hogar, se desprenden valoraciones ambivalentes. En todo caso, las
personas entrevistadas argumentan que no se puede hacer una valoración de los efectos de
este Real Decreto sin tener en cuenta la actual crisis económica puesto que, en el contexto
estudiado, está conllevando recortes a los derechos laborales y sociales al conjunto de la
población.
Según las condiciones vivenciales de cada persona, este Real Decreto puede ser percibido como
una mejora o como un obstáculo. A partir de los relatos se percibe que, por una parte, éste
puede conllevar un aumento de poder para la parte empleada a la hora de requerir la
formalización de la relación laboral y de reivindicar los derechos laborales pero, por otra parte,
se evidencia que éste puede acarrear varios inconvenientes entre los cuales merece la pena
destacar: (1) la disminución del sueldo, para que finalmente la parte empleada pague su cuota
de la Seguridad Social, (2) despidos y reducción de las horas laborales, en los casos en los que
los hogares no puedan afrontar el gasto, (3) preferencia en contratar a personas autóctonas a
las que pagar las cotizaciones, (4) las personas extranjeras no comunitarias que se encuentran
en situación irregular en el país no pueden disfrutar de las mejoras legales, y ahora los hogares
tienen más miedo en contratar a personas sin papeles.
Además, las personas entrevistadas ponen de relieve aspectos que no han sido tomados en
cuenta por la nueva legislación, y que son muy importantes para las personas trabajadoras de
este sector, como ahora son: la inexistencia del derecho a la prestación de desempleo; la
deficiente regulación en relación al cese de contrato laboral por muerte de la parte
empleadora; la ambigüedad en la estipulación de las horas de presencia y las horas de trabajo
en los contratos laborales, entre otras.
Para concluir este apartado me parece significativo evidenciar la tensión que se crea entre, por
una parte, la necesidad de mejoras de las condiciones laborales de las y los empleados de
hogar y, por otra, la legislación de extranjería. En este sentido se pone de manifiesto que el
aumento de controles en el sector y de vigilancia por parte de Inspección de Trabajo se cruza
con la legislación en materia de extranjería, determinando así consecuencias nefastas para las y
los trabajadores de hogar extranjeros no comunitarios sin permiso de residencia y trabajo. De
esta manera se evidencia que no se pueden mejorar las condiciones laborales del conjunto de
las personas que trabajan en el sector del empleo domestico sin tener en cuenta las
limitaciones y situaciones determinadas por el marco legal de extranjería.
¿De qué manera influye este tipo específico de trabajo en sus vidas personales?
Con esta pregunta de investigación se abordan las implicaciones que tiene este específico tipo
de trabajo sobre las personas empleadas de hogar. Además, destacando los rasgos
característicos de éste, se hace una aproximación a las condiciones en las que estas personas
262
están cuidando y atendiendo a las necesidades de parte de los hogares del Gran Bilbao.
A partir de las entrevistas hechas se destacan tres dimensiones características de estas labores
que pueden afectar de manera significativa a las personas que las realizan, especialmente si se
trata de cuidado de personas: (1) las condiciones en las que se desarrollan, (2) las tareas que se
realizan y (3) las relaciones interpersonales que se crean cuando la persona trabajadora es
andina.
En relación a la primera, se destaca que las condiciones laborales en el empleo de hogar
pueden llegar a ser perjudiciales para la salud de quienes lo realizan. En los relatos se habla de:
jornadas laborales interminables; la ausencia de descansos diarios y, en algunos casos,
semanales; los bajos salarios; la desproporcionada carga de trabajo a la que, en ocasiones,
resulta difícil hacer frente; la ausencia de privacidad, en el caso del empleo en modalidad
interna y la poca comunicación con la parte empleadora, entre otras cosas.
Las condicione laborales empeoran cuando se trata del empleo en modalidad interna por la
cantidad de horas laborales, por vivir en el mismo espacio donde se trabaja, y en algunos casos
por percibir tener que estar continuamente a disposición de las personas del hogar (Ehrenreich
and Hochschild 2004; Lutz 2002). Por este motivo, a veces, cuando en las entrevistas se
pregunta sobre el trabajo en modalidad interna salen a la luz malos recuerdos, se expresa la
sensación de encierro vivida y se explica la manera en la que este tipo de trabajo ha limitado
sus relaciones sociales.
Con respecto a la segunda dimensión, que hace referencia a las tareas, se denuncia que, en
general, no se explicita la diferencia entre las labores de cuidado y las meramente domésticas,
y por eso muchas veces acaban ‘haciendo de todo’. Algunas autoras hablan del trabajo
doméstico y de limpieza como un ‘cuidado indirecto’ (Folbre 2006; Razavi 2007), pero las y los
trabajadores remunerados necesitan establecer esta diferencia para organizar las labores a
desarrollar según el salario, las horas de trabajo y las capacidades personales. Algunas personas
entrevistadas además hacer referencia al hecho de que, en general, si se trata de personas
mayores enfermas, con el pasar del tiempo puede que las situaciones de salud empeoren y se
modifiquen las condiciones laborales. En algunos casos, la carga de trabajo aumenta pero el
salario y el horario quedan invariados. Otra característica que merece la pena mencionar es
que estas tareas se realizan dentro de los espacios más íntimos de la sociedad: los hogares, que
representan el back stage de las relaciones familiares (Goffman 1969), y por este motivo, en
ocasiones, estas personas se perciben a sí mismas en el medio de los conflictos intrafamiliares.
Siempre haciendo referencia a las tareas, se destaca la existencia de tensiones generadas por
un tipo de trabajo que, según los testimonios recogidos, es ‘muy diverso’. Haciendo referencia
a la bibliografía sobre el trabajo doméstico y de cuidado se pone de relieve la
multidimensionalidad de estas tareas (Benería 2005), donde las labores físicas están
íntimamente vinculadas con las labores psicológicas, donde el trato profesional se mezcla con
el familiar y donde las relaciones laborales se relaciona con las relaciones afectivas. Por una
parte, el trabajo físico puede conllevar daños esqueleto-musculares por coger mal a la persona,
por hacer esfuerzos en malas posturas, o puede que se produzcan otros tipos de daños físicos
cuando se cuida a personas agresivas. Por otra parte, el trabajo afectivo puede ser vivido de
263
manera positiva o negativa. En algunos casos se evidencia el peso de la carga emocional que
implica el tratar con personas y la necesidad de tener herramientas psicológicas para enfrentar
las situaciones tensas. En este sentido, cabe mencionar que, a veces, se crean relaciones
afectivas tan estrechas que las personas empleadas llegan a aceptar condiciones de trabajo
dañinas y a crear situaciones de auto explotación por el bien de la persona cuidada (Vega Solís
2009).
En todo caso cabe señalar que hay también quien se ve beneficiada/o por las relaciones
emocionales intrínsecas a estas labores. Hay quien afirma que este trabajo le ha enseñado a ser
más humilde, a estar a contacto con el ciclo de la vida y a entender que todas las personas
estamos interrelacionadas y que nadie puede considerarse totalmente autónomo en los
diferentes aspectos de la vida.
En relación a la tercera dimensión, se percibe que las relaciones interpersonales en este tipo de
trabajo pueden estar marcadas por el origen de las personas que lo realizan. Se evidencia la
existencia de lógicas de poder entre las cuales algunas de ellas pueden estar determinadas por
las herencias coloniales . En este sentido, a lo largo de las entrevistas las personas entrevistadas
relatan haberse sentido infravaloradas y despreciadas por los hogares contratantes en varias
ocasiones. Estos sentimientos no surgen únicamente a causa de las condiciones laborales salario, horarios, tiempos de descanso-, que a veces pueden ser perjudiciales para las personas
empleadas, sino también por el trato personal que reciben. De esta manera, se relacionan las
experiencias de estas mujeres y hombres con bibliografía que argumenta la existencia de
herencias coloniales en el marco de las relaciones que se establecen en este sector en la
actualidad (Chaney and García Castro 1993; Gutiérrez Rodríguez 2010; Marchetti 2010).
Las personas entrevistadas expresan haberse sentido infravaloradas por ser de fuera y por
proceder de países más empobrecido. En relación con esto, se destaca: las amenazas,
utilizando la normativa de extranjería, el trato despreciativo, las pésimas condiciones de
trabajo y la criminalización de las personas, en función de su origen. En el caso de las mujeres a
esto se le suma el acoso sexual que pueden recibir (Naredo Molero 2013; Sortzen Consultoría
2011). En el marco de las entrevistas se han identificado estas situaciones especialmente a la
hora de buscar trabajo, pero no se niega la importancia de abusos sexuales dentro de los
hogares durante la realización de las labores domésticas y de cuidado.
En todo caso, a lo largo del análisis de las entrevistas, se han destacado algunos mecanismos
dentro de las relaciones interpersonales basados en formas de poder explicitadas por actitudes
de superioridad de algunas personas a través de la infravaloración de otras. A partir de estas, se
evidencian las discriminaciones vividas por estas personas por razón de origen y clase, y en las
que la herencia colonial cumple un papel importante.
¿Cuál es el punto de vista de estas personas con respecto al trabajo que desarrollan en el
contexto estudiado?
Por medio de la cuarta pregunta de investigación, se lleva a cabo una aproximación a las
percepciones y reflexiones de estas personas en relación al empleo doméstico y de cuidados en
la actualidad.
264
Cuando se pregunta a la población andina entrevistada sobre el empleo de hogar en general,
las valoraciones que surgen son ambivalentes. Esto se debe, en mayor medida, a que
entienden que éste puede ser un trabajo agradable o desagradable según las condiciones
laborales. A partir de los relatos, éstas parecen depender del estado en el que se encuentra la
persona que necesita cuidados y/o de la ‘suerte’ o ‘mala suerte’ en relacionarse con un hogar
que respete los derechos laborales. Las ambivalencias surgen también por el tipo de relación
que se establece entre la parte empleada y empleadora. En este sentido se pone de manifiesto
que, en muchos casos, el trato profesional se confunde con el afectivo, y que según las
sensibilidades y expectativas de las personas se pueden llegar a crear tensiones en este
sentido.
Además, las personas entrevistadas, pese a las dificultades impuestas por el contexto tanto
legal, laboral como social, expresan su actitud proactiva, su capacidad de agencia, y ponen el
énfasis en las ganas que tienen de seguir mejorando, de progresar y de superar los obstáculos
desarrollando diferentes estrategias, según las posibilidades de cada una. Afirman estar
desempeñando un papel muy importante para el desarrollo de la sociedad en la que viven y
trabajan (Díaz Gorfinkiel 2010) , percibiéndose a sí mismas como ‘conciliadoras del sistema’.
Por este motivo, conscientes de la importancia de las labores que realizan, reivindican merecer
más reconocimiento, tanto por parte de las familias empleadoras como por la sociedad en su
conjunto.
Finalmente, las personas entrevistadas apuntan algunas ideas para el futuro, para lograr la
mejora de las condiciones tanto de las personas empleadas como de las personas que
requieren servicios domésticos y de cuidados. En primer lugar, proponen aumentar la claridad
de la legislación, con el objetivo de que las informaciones lleguen y sean entendidas por todos
los estratos de la sociedad, puesto que son los hogares particulares los que hacen los contratos
y no todos tienen la posibilidad de tener consultores legales. En segundo lugar, se plantea crear
un servicio de intermediación laboral para que se verifiquen todas las relaciones laborales y por
la que tengan la obligación de pasar las partes que estipulen los acuerdos, tanto la empleada
como la empleadora. De esta manera ambas partes estarán debidamente informadas y se
podrán controlar de manera más eficaz las irregularidades.
La situación general de población andina que trabaja en el empleo doméstico y de cuidados
El objetivo general de este estudio ha sido llevar a cabo una aproximación a las situaciones
vividas, tanto a nivel laboral como personal, de la población andina que trabaja en el empleo
de hogar.
En este sentido, uno de los hallazgos generales es la constatación de que las experiencias
vitales de estas personas en destino parecen estar marcadas principalmente por el marco legal
en materia de extranjería. De esta manera, esta investigación supone una aportación a los
debates relativos a los estudios migratorios, puesto que recoge experiencias personales de
personas inmigradas en los países de destino en tiempo de crisis.
A nivel personal, durante las entrevistas se expresa el sentimiento de agobio y preocupación
por obtener y renovar los permisos de residencia y de trabajo. Se percibe que, en numerosos
265
casos, cuando se está en el país en situación irregular, las personas experimentan miedo al salir
a la calle, al estar en espacios públicos y de tránsito y ser identificadas por la policía, o ser
denunciadas por otras personas. Cuando las personas migrantes andinas entrevistadas llegan a
destino, saben que sin papeles pueden ser multadas o expulsadas y, por este motivo,
experimentan sentimientos de miedo y precariedad. Teniendo en cuenta las deudas contraídas
para cubrir los gastos del viaje migratorio y, en algunos casos, las necesidades de las personas
que se quedan en origen, se entiende la aparición y el peso de estos sentimientos.
Esta situación afecta también al ámbito laboral. Según la legislación vigente de extranjería en
vigor, para las personas trabajadoras extranjeras no comunitarias, la forma de permanecer y
trabajar legalmente en el país puede obedecer, (1) al proceso de contratación desde origen
para un puesto de trabajo en destino, teniendo en cuenta la situación estatal de empleo 109, (2)
a los diferentes procesos de arraigo, que se pueden iniciar después de haber residido años en
el país sin papeles, (3) o al proceso de reagrupación. Algunas personas entrevistadas llegan al
país a través de un contrato de trabajo, otras llegan gracias al proceso de reagrupación, otras
entran al país con el visado de turista, y en los tres casos mencionados, las personas afirman
estar, o haber estado, sujetas a los mecanismos de renovación de los papeles.
Como se ha explicado anteriormente, los procesos de obtención y renovación de los permisos
de residencia y trabajo son bastante complejos y obedecen a la posesión de contratos de
trabajo en vigor y un mínimo de meses cotizados a la Seguridad Social. En este sentido, las
personas entrevistadas expresan su continua y permanente preocupación en relación, por una
parte, a la búsqueda de contratos legales para quienes tengan que obtener o renovar las
tarjetas de residencia y trabajo y, por otra parte, a la búsqueda y mantenimiento de puestos de
trabajo sin tener papeles, asegurando el acceso al empadronamiento para poder en futuro
acceder al proceso de arraigo.
Dentro de este panorama, en algunas situaciones, estas personas se sienten obligadas a
mantener relaciones laborales dañinas y con consecuencias nefastas para su salud. Esto ocurre
por el miedo a caer en situación de irregularidad. Son varios los testimonios que afirman haber
‘aguantado’ condiciones laborales poco saludables a cambio de amparo frente a la normativa
de extranjería. Por poner un ejemplo, para aceptar trabajar de lunes a lunes, sin descansos
diarios, dentro de una casa con un enfermo de Alzheimer y con una anciana con demencia
senil, realizando trabajo doméstico y de cuidado sin el apoyo de ningún familiar, por 700 euros,
sin vacaciones ni festivos, se debe estar sujeta a mucha presión. La mujer a la que hago
referencia, ha estado trabajando en estas condiciones a cambio de que la parte empleadora le
hiciera un contrato legal de un año para obtener los papeles, pasados los tres años de
residencia irregular en el país.
A través de los relatos se observan muchos ejemplos como éste y, desde la mirada sociológica
se evidencia que el trabajo doméstico se convierte en un nicho laboral para las personas
andinas, especialmente mujeres, (Anderson 2007b; Anderson and Ruhs 2010; Martínez Buján
109
En el artículo 39 de la Ley de extranjería 4/2000: “El ministerio de Trabajo e Inmigración, teniendo en cuenta la
situación nacional de empleo, podrá aprobar una previsión anual de las ocupaciones y, en su caso, de las cifras
previstas de empleos que se puedan cubrir a través de la gestión colectiva de contrataciones en origen en un
periodo de terminado, a los que sólo tendrán acceso aquellos que no se hallen o residan en España
266
2006; Parella 2003, 2005a) como conjunción de, por lo menos, tres factores. Por una parte, (1)
que el sector del empleo doméstico ha sido históricamente infravalorado, tanto a nivel de
derechos, como a nivel económico y social (Carrasco, Borderías, and Torns 2011; Dalla Costa
and James 1975; Federici 2012). En consecuencia, este sector se acaba caracterizando por la
precariedad y por las pésimas condiciones laborales. Por otra parte, (2) el aumento de las
necesidades de acudir al mercado de trabajo privado para satisfacer las necesidades
domésticas y de cuidados por parte de los hogares en el país de destino. En este sentido se
hace referencia a la llamada ‘crisis de cuidados’ (Benería 2011; Ezquerra 2011). Por último, (3)
la existencia de grupos de personas legalmente limitadas, en este caso por el marco legal de
extranjería, para que tengan poco poder de negociación y mucha necesidad de ingresos
económicos y contratos laborales. De esta manera, como afirma Lorenzo Cachón (2009), se
crea mano de obra débil, dócil y barata. Esta infravaloración de la mano de obra se identifica en
los discursos de las personas entrevistadas, un ejemplo es la frase “venimos a lo que venimos y
esto es lo que hay” (E3).
Otro hallazgo general de la investigación, y que puede contribuir a los debates sociológicos en
relación al trabajo doméstico y de cuidado, es la identificación de tensiones, complejidades y
contradicciones dentro de las relaciones laborales, determinadas por las características mismas
del trabajo de hogar, y agravadas por el hecho de que son personas inmigrantes quienes lo
desarrollan.
En primer lugar, se destaca la estrecha relación que existe entre las labores físicas y psicológicas
y la vinculación entre las relaciones laborales y las afectivas en este sector. Por ello, se pueden
crear situaciones de tensión según los sentimientos y expectativas de las personas. En segundo
lugar, cabe poner de manifiesto las consecuencias que tiene la carga emocional implícita de
este tipo de trabajo en las vidas de las personas trabajadoras, especialmente si la relación
laboral se basa en tareas de atención a individuos (Graham 1983; Vega Solís 2009). En
ocasiones, puede que las personas trabajadoras experimenten sentimientos de cariño y afecto
tan profundos hacia las personas que cuidan, que acaban poniendo las necesidades de éstas
por delante de las suyas. Además, cuando se cuida a alguien con enfermedades dolorosas y
degenerativas, las personas entrevistadas afirman que no es nada fácil despegarse de ese dolor
o de la situación difícil por la que está pasando la persona. Hay quienes afirman interiorizar esa
angustia y dolor en sus vidas personales. En tercer lugar, merece la pena hacer referencia a las
lógicas de poder que las personas andinas entrevistadas perciben en el marco de las relaciones
interpersonales que se crean en este sector. En este sentido algunas autoras hacen referencia a
la herencia colonial dentro del empleo de hogar (Anderson 1993; Barragán 1996; Christiansen
2005; Gutiérrez Rodríguez 2013).
Los hallazgos generales mencionados hasta ahora hacen referencia a aspectos estructurales,
pero en este caso es interesante mencionar las aportaciones que se hacen al debate
interdisciplinar sobre el empleo doméstico, puesto que se recoge material empírico de
relevante actualidad sobre la manera en la que las personas andinas empleadas de hogar están
siendo afectadas por la situación coyuntural, marcada por el cambio de legislación relativa al
trabajo doméstico en tiempo de crisis económica (Benston 1977; Briones Vozmediano et al.
2014; De Villota, Ferrari Herrero, and Vázquez Cuperio 2011; Gardiner 1975). En este sentido,
en relación al contexto de recesión, se percibe que las personas con nacionalidad andina se
267
han visto más afectadas que el resto de la población en este sector 110. Además, estas personas
vienen afectadas doblemente; por una parte, aumenta la dificultad para encontrar y mantener
trabajos, por otra parte, el aumento de los despidos y la carencia de puestos de trabajo
dificultan las renovaciones de las tarjetas de residencia y trabajo. Si no se cumple con los
requisitos establecidos por la normativa de extranjería actual, que se rige fundamentalmente
sobre contratos de trabajo y cotizaciones a la Seguridad Social, estas personas pueden perder
sus permisos y caer en situaciones de irregularidad sobrevenida (Aierdi and Oleaga 2011; Moya
2006; Vono de Vilhena, Domingo, and Bedoya 2008)
Según Gerald Caprio y Danila Klingebield (2003), entre 1970 y 2003 ha habido 117 crisis
bancarias sistémicas en 93 países diferentes. Esto evidencia que las crisis económicas a nivel
mundial no son una excepción. En este sentido, en los relatos se aprecia que estas personas
puede que hayan vivido diferentes crisis que su vida y durante sus procesos migratorios en
varios países. Así, me parece interesante evidenciar como los procesos migratorios vienen
caracterizados e influidos por situaciones de crisis, y que pueden ser de diferente índole no
solo exclusivamente económicas.
En relación al Real Decreto 1620/2011, a partir de los relatos, parece que la población andina
no ha sido especialmente afectada por su entrada en vigor, en todo caso, las valoraciones sobre
éste son ambivalentes. Por una parte, lo perciben como un cambio positivo, pero por otra,
ponen en evidencia los límites en su implementación en un momento de crisis.
Finalmente, en esta investigación se ha decidido tomar en cuenta el punto de vista de mujeres
y hombres que trabajan en este sector pero, puesto que la muestra es limitada no se pueden
hacer evaluaciones profundas sobre las diferencias de género. En todo caso cabe mencionar
que tanto mujeres como hombres creen que no existen diferencias a la hora de realizar este
trabajo según el sexo. El total de personas entrevistadas pone el énfasis en el machismo de las
sociedades, tanto las de origen como las de destino, y evidencian el papel fundamental de la
educación recibida y de la fuerza de voluntad a la hora de desempeñar el trabajo doméstico.
La aportación que se hace al debate feminista sobre la intersección de las desigualdades de
género, clase y origen, es que en el marco de la internacionalización del mercado del trabajo
doméstico y de cuidado las lógicas de poder se complejizan. En este sentido Sonia Parella
(2000) habla del trasvase de desigualdades según la clase y la etnia entre mujeres autóctonas
con cualificación hacia mujeres pobres, pero en este caso podemos observar cómo el trasvase
heterosexual de responsabilidades en relación al cuidado se desquebraja, encontrando
hombres inmigrantes en el empleo de hogar. Esta pequeña grieta en el sistema patriarcal no es
debida al aumento de igualdad entre mujeres y hombres, sino que más bien responde a lo que
Grosfoguel (2011b)llama globalización del patriarcado.
El género femenino sigue siendo el responsable de la reproducción social y de los cuidados,
pero en este caso hay un grupo de mujeres que adquiere mayor poder, riquezas y recursos que
muchos hombres, ocupando puestos hegemónicos dentro del sistema patriarcal mundial. En
110
Cabe recordar que a través de las estadísticas no podemos observar la manera en la que la crisis está afectando a
las personas nacidas en los países andinos y que poseen la nacionalidad española.
268
otras palabras, la emancipación de las mujeres y la conciliación no son el fruto de una mayor
presencia de las instituciones públicas y del género masculino en las tareas de reproducción
social, sino que se debe a un proceso de emancipación que se basa sobre la explotación de
otro grupo de personas más desfavorecidas. En este caso el cruce de las variables de género,
clase y origen explica la aparición de los hombres inmigrantes no comunitarios, los hombres
más pobres, en el infravalorado y feminizado sector del trabajo doméstico y de cuidados.
Limitaciones del estudio
Las expectativas que tenía en el comienzo de mi proceso de investigación eran muy ambiciosas,
quizá incluso demasiado. Con el pasar del tiempo, y una vez sumergida en el trabajo de campo,
he tenido que redimensionar mis expectativas, puesto que a través de una investigación se
puede abarcar solo una pequeña parte de la realidad. Por este motivo creo fundamental
explicar en este apartado algunas de las limitaciones más significativas de este estudio.
A nivel teórico, he tenido que hacer una selección muy limitada de las herramientas teóricas;
de esta manera han quedado fuera de la redacción conceptos, teorías, autores y autoras
igualmente importantes para el entendimiento del fenómeno estudiado. Cabe mencionar
además, la dificultad que me ha supuesto entrar en disciplinas para mi desconocidas, como el
derecho laboral, motivo por el que podría haber alguna limitación en la descripción del marco
legal en vigor en el contexto estudiado.
En este sentido, he dejado para futuros estudios la descripción del régimen laboral general en
la descripción del contexto. Aunque hubiese sido muy enriquecedor hacer referencia al cruce
entre el régimen de cuidado y el de extranjería con el régimen laboral general, para acercarme
a las condiciones laborales y posibilidades reales de los hogares demandantes de servicios de
cuidado, he decidido no entrar en un terreno tan técnico y tan desconocido para mí.
Otro límite que tiene la mirada que se hace de las situaciones de las personas andinas que
trabajan en el empleo de hogar radica en que me he centrado, exclusivamente, en el contexto
de destino, sin tener en cuenta las características de los países de origen y las situaciones
concretas de las que proceden las personas entrevistadas.
A nivel metodológico, se evidencia la limitación de tomar en cuenta únicamente tres variables
de análisis, género, sexo y clase, dejando de lado aspectos significativos para entender
determinadas situaciones vividas por las personas entrevistadas. El hecho de tener
descendientes dependientes, familiares en origen y/o en destino, la edad, tener pareja o no
tener pareja, también parecen influir en las experiencias de vida de estas personas. Además,
durante el proceso de investigación se toman en consideración fundamentalmente las series
estadísticas del Misterio de Empleo y de Seguridad Social. En este sentido, creo que hubiese
sido mejor utilizar, junto con éstas, las series estadísticas del INE, en concreto la Encuesta de
Población Activa, para ver la evolución del empleo de hogar en el mercado de trabajo formal y
en el sumergido.
Con respecto al muestreo, se evidencia que, con el fin de entender mejor las experiencias
personales y laborales de la población andina que trabaja en el empleo de hogar en el Gran
Bilbao, hubiese sido interesante entrevistar también a la parte empleadora y a las personas que
269
reciben cuidados, para tener una mirada más integral sobre el asunto y ver las mismas
situaciones desde perspectivas diferentes.
A nivel analítico, no se pueden evidenciar las diferencias entre hombres y mujeres en las
percepciones y desarrollo de estas labores de manera clara y evidente por el reducido número
de entrevistas.
Otro aspecto que merece la pena destacar es la “contemporaneidad” de la situación
coyuntural. Es decir, dentro de los aspectos coyunturales del contexto tomados en
consideración se encuentra la entrada en vigor a partir de enero de 2012 del Real Decreto
sobre el empleo de hogar. Por este motivo puede que, por ser un fenómeno muy reciente,
todavía no se observen claramente y de manera integral sus consecuencias.
Futuras líneas de investigación
El fenómeno social al que me he aproximado es amplio y complejo. Intentar abarcar la relación
multidimensional que se crea entre las migraciones internacionales y el trabajo doméstico y de
cuidados y, seguidamente, entender la manera en la que ésta se encarna en las situaciones de
las personas a nivel micro, abre un amplio abanico de perspectivas de estudio.
A través del desarrollo de esta tesis se ha dado una respuesta a las preguntas de investigación
planteadas al comienzo del proceso de investigación, pero han quedado muchos temas y
aspectos sin aclarar y sin explotar lo suficiente.
Entre las líneas de estudio que se pueden abrir a partir de los resultados obtenidos, y para
complementar la mirada parcial que se hace, se destaca:
1. Identificar las diferencias de género en la realización del empleo doméstico. El empleo
de hogar ha sido históricamente un sector laboral fundamentalmente femenino pero,
en la actualidad, se percibe una tímida entrada de los hombres en este sector a causa
de la crisis económica. De esta manera, es interesante ahondar en las vivencias de
éstos para detectar posibles diferencias de género en la realización y percepción del
empleo de hogar. La teoría sobre el trabajo doméstico y de cuidados habla
mayormente sobre la perspectiva de las mujeres, por este motivo, creo interesante
abrir una nueva línea de estudio en este sentido para aportar el punto de vista y las
prácticas de los hombres en este sector. Además, sería interesante incorporar también
las experiencias de las y los empleadores que han establecido relaciones laborales con
empleadas y empleados de hogar, para detectar posibles diferencias de género
también desde la perspectiva de la parte empleadora y de quien recibe los cuidados.
2. Abordar la manera en la que la discriminación por razón de género, clase y origen en el
empleo de hogar afecta a las identidades de las personas. A través de los relatos
recogidos en esta tesis, se entiende que las personas entrevistadas perciben la
infravaloración social y legal que menciona Silvia Federici (2012)y de la ‘colonialidad del
trabajo’ explicada por Quijano (2000). Creo que a partir de los hallazgos de esta
investigación en referencia (1) a las lógicas de poder en las relaciones interpersonales
en el marco del sector del empleo doméstico, que pueden llegar a estar marcados por
270
herencias coloniales, (2) las angustias acarreadas por las limitaciones de la legislación
de extranjería, a nivel laboral y personal, (3) y las diferentes estrategias que se
desarrollan para hacer frente a este panorama, se puede abrir una línea de
investigación para entender más en profundidad la manera en la que se crean y se
transforman las identidades de estas personas que incorporan, encarnan y resisten a la
estructura macro y meso desde sus experiencias micro y a través de sus cuerpos.
3. Detectar las consecuencias sobre la salud, tanto física como mental, del empleo
doméstico sobre las personas que lo realizan. Según los datos manejados en este
estudio, parece que las condiciones de trabajo en este sector no siempre son
adecuadas y justas. Además, teniendo en cuenta que las tareas de cuidado son muy
diversas y multidimensionales, y que en algunos casos pueden llegar a ser muy pesadas
-especialmente cuando se habla de cuidados intensivo-, es importante y necesario
detectar cuáles son las enfermedades relacionadas al sector y su influencia en la salud
de las personas que lo realizan.
4. Analizar de qué manera la crisis afecta a los varios grupos de personas en el empleo
doméstico. A partir de los datos tomados en cuenta en esta tesis se evidencia que la
población andina se está viendo afectada por la crisis de manera diferente en relación
las otras nacionalidades. En este sentido me parece interesante, para futuras
investigaciones, ahondar en el aumento de las afiliaciones a la Seguridad Social en el
Empleo de Hogar de las mujeres con nacionalidad española. A través de los relatos y la
explicación de las motivaciones de las mujeres autóctonas que regresan al empleo de
hogar, se puede hacer una aproximación a la manera en la que la crisis y el Real
Decreto está afectando a este grupo concreto de mujeres.
5. Investigar sobre las agresiones o acosos sexuales que reciben las mujeres en el ámbito
del empleo doméstico. En las entrevistas las mujeres ha comentado que ofreciendo sus
servicios para el trabajo doméstico, en la búsqueda de ingresos económicos, habían
vivido experiencias de acoso sexual, probablemente por ser mujer, pobres y
extranjeras. Por este motivo me parece interesante profundizar el análisis sobre las
agresiones y acosos sexuales dentro del empleo de hogar y las consecuencias sobre las
mujeres.
6. Profundizar los conocimientos sobre la herencia colonial en el empleo doméstico.
Entender de qué manera la ‘colonialidad del trabajo’ se experimenta en el sector
doméstico y de cuidados, realizado por personas migrantes. Cuáles son las lógicas de
poder y cuales las dinámicas interpersonales que se producen.
271
272
GLOSARIO
Inmigrantes y Extranjeras/os: Desde el punto de vista demográfico, el concepto ‘persona
migrante’ refleja la realidad de todo individuo que traslada su residencia de un lugar a otro,
para reorganizar su vida en un lugar diferente al de su nacimiento. Ésta es una categoría
demográfica que implica movimiento geográfico y, dependiendo de la perspectiva desde la
que se mira, una persona puede ser: inmigrante desde el punto de vista de la sociedad de
destino; emigrante desde el punto de vista del país de origen. Se utiliza el concepto de
‘persona extranjera’ haciendo referencia a la nacionalidad de los individuos. Extranjera es toda
persona que no posee la nacionalidad del país en el que se encuentra. En esta tesis doctoral se
utilizan ambos términos para hacer referencia a la población andina.
Países del Tercer mundo/Primer mundo: El termino Tercer Mundo fue acuñado por Alfred
Sauvy, demógrafo francés, a comienzos de los años cincuenta del siglo XX, con el fin de
representar a las áreas pobres y populosas del mundo. Este término forma parte de las
representaciones y narrativas que surgen sobre la otredad en la era de la globalización y del
desarrollo económico. Arturo Escobar, en el libro “La invención del Tercer Mundo.
Construcción y deconstrucción del desarrollo” (2007), explica la manera en la que los países
englobados en esta categoría -casi toda América Latina, gran parte de África y de Asia-, se
convierten en países caracterizados únicamente por su pobreza. A partir de esto, se crean
narrativas y representaciones para evidenciar que la única solución que existen para luchar
contra la pobreza en estos territorios radica en el crecimiento económico y en el desarrollo. De
esta manera, se establece un orden político para organizar jerárquicamente las diversidades, a
través de la negociación de fronteras, acentuando las desigualdades de género, etnia, clase,
nación, entre otras. En este texto se utiliza el término Tercer Mundo consciente de la
simbología que conlleva pero sin compartirla. No he podido evitar usarla por la importancia
que tiene este concepto en el lenguaje actual pero he intentado sustituirla donde he podido
por ‘países empobrecidos’, para hacer explícita la relación que estos países tienen con los
‘países enriquecidos’ y del Primer Mundo.
273
Países centrales/periféricos: Los economistas latinoamericanos Raúl Prebisch y Celso Furtado,
tras la segunda guerra mundial, utilizan el binomio centro-periferia para explicitar el sistema
de relaciones económicas internacionales que se crean entre los países. De esta manera se
quiere evidenciar la manera en la que la división internacional del trabajo atiende
prioritariamente a las necesidades de los países a la cabeza del proceso de industrialización
(Furtado 1990). Los países centrales son los que exportan productos industriales y tecnología
de alto valor, realizan inversiones en otros países a través de filiales de sus multinacionales y se
imponen mediante el control de precios de sus productos. Entre los países centrales se
destaca: Estados Unidos, Japón y los países de Europa occidental. Los países periféricos son los
que están especializados en la producción y exportación de materias primas o productos
industriales de escaso valor. Son países que se basan fundamentalmente en la explotación de
una mano de obra barata, pero que necesitan importar capital y tecnología, lo que suele
provocar un elevado endeudamiento y un escaso control sobre sus propios recursos. Entre
ellos se encuentran.
Países occidentales/occidentalizados: Hablar de países occidentales tiene una connotación
eurocentrica, ya que es desde Europa que se habla de occidente y oriente (Said 2008). Aunque
no exista ningún occidente y no estando de acuerdo con este concepto y su tinte colonial,
puesto que es producto de una visión colonial del mundo, en esta tesis se utiliza el término
para hacer referencia a los países que comparten un sistema cultural, social y económico, que
en este caso es la separación entre el Estado y la religión y que se rigen económicamente sobre
las leyes del capitalismo. Se hace referencia a los países pertenecientes a Europa, algunos de
América, a Australia y Sud África.
Trabajo/empleo: Por ‘empleo’ se entiende el desarrollo un trabajo a cambio de remuneración.
Por ‘trabajo’ se entienden todo tipo de acciones, remuneradas y no remuneradas, que tienen
como fin la producción y reproducción de bienes, servicios y bienestar (Legarreta 2012). En
este texto se utilizan indistintamente ambos términos, para que no se haga muy repetitiva la
redacción, puesto que en este escrito se habla principalmente de trabajo de hogar
remunerado.
Colonialismo y colonialidad: Según las palabras de Ramón Grosfoguel (2011a), el colonialismo
es la usurpación de la soberanía de un pueblo por otro pueblo a través de la dominación
político-militar de su territorio y su población a través de la presencia de una administración
colonial. A través de éste se ejerce la dominación y explotación política, económica y cultural
sobre otro pueblo. Por otro lado colonialidad tiene una relación estrecha con el colonialismo,
puesto que se refiere a un patrón de poder que se inicia a partir de éste en 1942, y donde la
idea de raza y jerarquía etno-racial global atraviesa todas las relaciones sociales existentes,
tales como la sexualidad, el género, el conocimiento, la clase, la división internacional del
trabajo, la epistemología, la espiritualidad, etc. Este orden sigue vigente aunque las
administraciones e instituciones coloniales han sido erradicadas del planeta (Montes Montoya
and Busso 2008).
Diversidad funcional: Desde el Foro de Vida Independiente (Romañach and Lobato 2005) se
apuesta por utilizar el término ‘diversidad funcional’ como alternativa a los términos limitantes
o despectivos como ‘discapacidad’, ‘minusvalía’, ‘invalidez’. En este sentido se intenta desplazar
274
el “problema” de la diversidad funcional de la ‘persona’ al ‘entorno’, evidenciando que el
medio en el que vivimos no da cuenta de la diversidad de movimiento y necesidades de la
ciudadanía en su conjunto.
Empleo de hogar régimen interno y régimen externo: Se habla de régimen interno para indicar
las situaciones laborales en las que las personas empleadas residen en el mismo puesto de
trabajo. Con régimen externo se definen las relaciones laborales en las que las personas no
residen en el lugar de trabajo, en este caso pueden realizar horas de trabajo sueltas, media
jornada o jornada completa.
Tener/no tener papeles: El término ‘papeles’ se utiliza de manera informal para indicar el
permiso de residencia y de trabajo necesario para poder permanecer en España de manera
legal, siendo persona extranjera no comunitaria. Por este motivo, tener papeles indica estar en
posesión de los papeles burocráticos necesarios para poder vivir y residir de manera regular en
el Estado.
275
276
ANEXO I
DOCUMENTO CONSENTIMIENTO INFORMADO
Identificación investigadora principal:
Gisela Marisa Bianchi Pernasilici
Departamento de Sociología 2
Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación
Universidad del País Vasco. UPV/EHU
Barrio Sarriena, S/N. 48940. Leioa. Bizkaia
Euskal Herria. España
Móvil: 697583023
e-mail: [email protected]
Identificación del proyecto:
Título: Migraciones y trabajo doméstico/de cuidados. El caso de la población andina en el Gran
Bilbao.
Financiación: Gobierno Vasco, beca pre-doctoral (FPI).
Descripción del proyecto: El objetivo general de esta investigación es entender la situación que
viven las/os trabajadoras/es en el sector del trabajo doméstico y de cuidado, provenientes de
los países andinos (Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia). Se hace hincapié en (1) la manera en la
que el contexto jurídico-laboral (crisis económica, Real Decreto sobre empleo doméstico, etc.)
influye en sus experiencias laborales y personales y (2) cómo las características de este tipo de
trabajo influyen en sus vidas.
Duración: Enero 2011-Diciembre 2014
Lugar de realización: Gran Bilbao
Método: Cualitativo, análisis de entrevistas en profundidad. Cuantitativo, análisis serie datos
estadísticos
Descripción del procedimiento
Se realizará una entrevista en profundidad con posibilidad de nuevo contacto.
Si usted quiere leer la transcripción de la entrevista o tiene alguna duda sobre el
procedimiento, no dude en contactar con la investigadora principal en la dirección que consta
en este documento.
Derechos del participante
Cláusula de voluntariedad.
Su participación en este estudio es voluntaria y puede revocar el consentimiento dado en
cualquier momento, sin dar explicaciones y sin que ello suponga ningún prejuicio para usted.
Vendrá remunerada/o con 20 € como agradecimiento del tiempo donado.
Derecho de revocación del consentimiento y sus efectos.
La reiterada del consentimiento para la utilización de la grabación de la entrevista podrá
hacerla efectiva poniéndose en contacto con la investigadora principal en la dirección que
consta en este documento
Derecho a conocer los resultados
Si usted colabora en este proyecto una vez haya finalizado, usted tendrá a su disposición toda
la información relativa a los resultados obtenidos en el mismo, respetando la confidencialidad
de las/os participantes. Puede obtener los datos poniéndose en contacto con la investigadora
277
principal.
Usted tiene derecho a conocer las observaciones relevantes que se obtengan a partir del
análisis de las entrevistas, siempre que así lo desee, lo solicite y no hayan sido anonimizados
poniéndose en contactos con la investigadora principal.
Deseo ser informada/o SI
NO
Derecho a decidir sobre el destino de las muestras y datos asociados.
Una vez finalizada la investigación usted puede decidir si:
Destruir la entrevista o
Autorizar su utilización en futuros proyectos relacionados con esta linea de investigación por
parte la investigadora principal.
Derecho a la confidencialidad.
Todos los datos personales que usted ha proporcionado para esta investigación son
confidenciales. Estarán protegidos, tal y como obligan las leyes, y solo se utilizarán para la
investigación que se explica en este documento, aunque esto puede requerir que los enviemos
a otros grupos de investigación que colaboran en el proyecto. En este caso, nunca les enviaré tu
nombre o cualquier dato que pudiera identificarte.
Si quieres consultarlos o modificarlos, o que los eliminemos o no los utilicemos para alguno de
los objetivos de la investigación, ponte en contacto con:
Responsable de seguridad LOPD
REF: “Migraciones, género y trabajo de cuidados”
Rectorado UPV/EHU
Barrio Sarriena s/n
48940 Leioa-Bizkaia
Identificación de la persona que informa: Gisela Marisa Bianchi Pernasilici (Investigadora
principal)
Identificación del que presta el consentimiento: _____________________________________
Fecha y firma
278
ANEXO II
FICHA PERSONA ENTREVISTADA
Fecha:
Nombre:
Sexo:
Edad:
País de nacimiento:
Nacionalidad:
Situación legal actual:
Situación laboral actual:
Llegada a España:
GUIÓN ENTREVISTA
Situación laboral
Antes de la migración
¿Cuál es tu formación? (primaria/ secundaria/ universitaria/ FP)
¿Antes de emigrar que trabajos desarrollabas en tu país?
Aquí recién llegada
Y aquí ¿Cuál ha sido el primer trabajo que has encontrado?
¿De qué manera lo has encontrado?
¿El trabajo ha sido dentro de tus expectativas?
¿Cuáles eran tus funciones?
¿Te sentías preparada para desarrollarlas?
¿Cuánto cobrabas?
¿Qué relación tenías con tus empleadores/as?
¿Te ponían algún tipo de condiciones para desarrollar tu trabajo? (ej. uniforme, formas de
vestir, limitación en los paseos, etc.)
¿De qué manera se ha acabado esa relación laboral?
¿Tenías contrato?, ¿quién pagaba la seguridad social?
¿Después de ese trabajo han salido otros? ¿de qué manera? ¿qué tipos de trabajos?
Cuéntame un poco tu experiencia laboral a partir desde ese primer trabajo hasta ahora.
¿Has asistido a algún curso de formación o preparatorio para desarrollar este trabajo? Si
contesta si ¿Qué curso era?, ¿Cuál era el objetivo del curso? ¿Te ha gustado? ¿Te ha
servido de algo?
¿Te acuerdas de alguna anécdota y/o situación en particular relacionada a tu trabajo o
mientras estabas en búsqueda de trabajo? (Algo que te ha hecho gracia, que te ha
parecido extraño, algo que te ha gustado o no gustado, algo que te ha llevado a laguna
reflexión en particular)?
Sólo si trabaja actualmente
¿Y ahora estas trabajando?
¿Para cuantas personas?
¿Cómo has encontrado este/estos trabajo?
¿Cuántas horas trabajas al día?
279
¿Cuantos días a la semana?
¿Puedes contarme en el detalle qué tipo de trabajo desarrollas?
¿Te sientes preparada para desarrollarlas?
¿Te ponen algún tipo de condiciones para desarrollar tu trabajo? (ej. uniforme, formas de
vestir, limitación en los paseos, etc.)
¿Te acuerdas de alguna anécdota o situación en particular en este/estos trabajos
relacionados con las tareas que desarrollas? (Algo que te ha hecho gracia, que te ha
parecido extraño, algo que te ha gustado o no gustado, algo que te ha llevado a laguna
reflexión en particular)?
¿Cuál es tu salario?
Preguntas sobre contexto
¿Conoces el Real Decreto ley que ha entrado en vigor desde enero de 2012 y que regula los
trabajos de hogar?
¿Cómo te has enterado?
¿En este momento te gustaría/necesitarías saber más sobre el decreto y sus consecuencias?
¿Qué piensas del este Decreto Ley? (es positivo, negativo, ¿en qué?)
¿Te has visto afectada de alguna manera por estos cambios de ley?
¿Desde de tu punto de vista cómo ha afectado a la situación de las personas inmigrantes?
Y a ti, ¿te ha afectado directamente?, si, si ¿de qué manera? (trabajo, vida personal,
proyectos de vida, proyecto migratorio)
(Si este cambio de ley resulta ser un obstáculo), ¿como estas enfrentando esta situación?
¿Y la crisis económica crees que te ha afectado de alguna manera?
¿Cómo enfrentas esta situación?
¿Ha cambiado tus planes de vida?
Reflexiones sobre trabajo
¿Cuál crees que es el mayor problema de este sector?
¿Cuál crees que es la mayor potencialidad de este trabajo?
¿Qué piensas sobre el trabajo que desarrollas (trabajo de cuidados)? ¿te gusta? ¿cuáles son
los aspectos positivos y negativos?
¿Crees que mujeres y hombres pueden desarrollar de la misma manera este trabajo?
Si ha contestado no. ¿En que son diferentes?, ¿por qué?
Si ha contestado sí. ¿Por qué crees que hay más mujeres que hombres desarrollando estas
labores?
Crees que este trabajo influye de manera diferente en la vida de un hombre o en la vida de
una mujer? Si sí, ¿en qué?
¿A ti como te influye?
¿Crees que las personas que vienen de diferentes países desarrollan este trabajo de
maneras diferentes?
Si ha contestado sí. ¿En qué se diferencian?
Si ha contestado no. ¿Por qué crees que son tan numerosas en este sector las personas que
provienen América Latina con respecto a los otros países?
¿Te has encontrado alguna vez en una situación en la que te sentías que invadían tu espacio
vital, con miedo?
Si responde que si, ¿qué situación? ¿qué es lo que te incomodaba? ¿cómo has resuelto esa
situación?
¿Te has encontrado alguna vez en una situación en la que te has sentido muy empoderada
y/o muy apreciada?
Si responde que si, ¿qué situación? ¿qué es lo que te hacía sentir así?
¿Por qué crees que las personas que viven aquí, en estas sociedades, necesitan de personas
280
contratadas para cuidar de sus mayores y niños/as?.
¿Tienes alguna idea sobre cómo solucionarías los problemas que tienen que ver con el
trabajo de cuidados a mayores y a niños?
Partiendo de la afirmación de que las personas somos cuidadoras y a la vez necesitadas de
cuidados. ¿tu a quien cuidas? Y ¿quién te cuida a ti?
¿Qué crees puede ayudarte a ti como trabajadora a la hora de negociar?
Viaje migratorio en general
¿Cuál ha sido el motivo principal de tu migración? Si dice solo una motivación, ¿hay alguna
otra motivación secundaria?
¿Cómo has tomado la decisión? Sola/o o hablándolo con alguna otra persona?
¿Has pasado por otros países antes de llegar aquí?
¿Has viajado sola/o, acompañada/o o alguien te esperaba?
Si acompañada/o, ¿con quién?
Si te esperaban, ¿quién te esperaba?
¿Tienes pensado volver a vivir a tu país?
Si dice sí, ¿Dentro de cuánto tiempo?, ¿Por qué?
Si dice no, ¿tienes pensado quedarte aquí o piensas ir a otro país? (¿Cuál? ¿Por qué?)
¿De qué depende tu decisión?
281
282
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