¿Son las doce uvas de la suerte? ¿Son las doce uvas de la suerte?

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¿Son las doce uvas de la suerte? ¿Son las doce uvas de la suerte?
DIARIO JAÉN SUPLEMENTO DOMINICAL LA SEMANA. DOMINGO 4 / 1 / 2015
34 SALUD
En Nochevieja, los rituales para alcanzar la suerte son
habituales, aunque los propósitos para el nuevo año se
consiguen con esfuerzo y con trabajo, no con fortuna
M. RODRÍGUEZ CÁRDENAS
S
ubirse encima de una
silla, con unos calzones o
unas bragas rojas, con el
anillo de oro en la copa
de champán, con las 12
uvas “de la suerte”, en
una servilleta, dispuestas para ser
engullidas y pronunciar alguna
que otra jaculatoria. Este puede ser
uno de los muchos rituales que las
personas habrán seguido durante la
pasada Nochevieja con el objetivo
de entrar en el año 2015 con buen
pie. Una ceremonia que, aunque varíen algunos pasos, se repite en multitud de hogares con el objetivo de
desprenderse de todo lo malo del
año que se va y hacer una llamada
a la suerte de cara al que llega.
Comerse 12 uvas —cada una simboliza un mes del año— al ritmo de
las campanadas del reloj de la madrileña Puerta del Sol en la medianoche del 31 de diciembre es un ritual español que se ha extendido a
otros países hispanohablantes,
PROPÓSITOS. Y es que las 00:00
horas del 31 de diciembre son, junto
a los sorteos de lotería de Navidad
UVAS, CHAMPÁN Y BRAGAS
ROJAS PARA QUE 2015 SEA
UN AÑO DE MUCHA SUERTE
LOS PROPÓSITOS DE AÑO
NUEVO NO SE CUMPLEN
SOLOS, HAY QUE TRABAJAR
como México, Bolivia, Perú y Ecuador, entre otros. Cuenta la tradición
que se celebraron por primera vez
en el año 1909, cuando Alicante, Almería y Murcia registraron un
gran excedente de la cosecha de
uvas, pero la historia registra que
en el siglo XIX ya eran muchos los
burgueses españoles que despedían
el año con el fruto de la parra y con
una copa de champán.
Sea como fuere, en la actualidad
la realidad es que las 12 uvas llevan
aparejada la esperanza de que el
año que llega sea mejor que el que
se va. Es una llamada a la suerte,
pero, como expone el psicólogo José
Miguel de la ¡Torre, ¿existe la suerte?. Si los acontecimientos se desarrollan de la manera que a uno le
conviene, 2015 será un año de buena
suerte, pero si los deseos no se transforman en realidad, entonces, los
y de El Niño, un ejemplo cristalino
del deseo de las personas de apelar
a la buena o mala suerte, según
como transcurran los acontecimientos, para explicar el porqué de
una u otra cosa. Tener propósitos,
ya sea en Nochevieja o durante todo
el año, es una parte esencial del
éxito, pero no lo es todo. No vale
solo con quererlo o desearlo; hay
que salir a buscarlo y trabajar y esforzarse para conseguirlo.
Aunque es cierto que, exista o no
la suerte, la ilusión de que la respuesta sea afirmativa mantiene la
alegría en muchas personas que siguen rituales durante la Nochevieja con la esperanza de, ya sea con
la compra de décimos de lotería o
con el devenir de los días, poder disfrutar de todo lo bueno que existe
en la vida sin la necesidad de trabajar. Así sí existiría la suerte.
T
odos hablamos de ella.
Está presente absolutamente en todo. Siempre
la tenemos en nuestro vocabulario presta a añadirla a cualquier pensamiento, opinión o
creencia. Pero, ¿qué es exactamente la suerte? Y antes de
esto, ¿existe la suerte? A riesgo
de desilusionar a algunas personas, y honrar a otras pocas,
la suerte, lamentablemente, no
existe. No tiene forma, ni olor,
ni color. No podemos tocarla,
verla, regalarla, o esconderla
para quedarnos siempre con
ella. Así, el debate entre
“mala” y “buena” suerte se antoja estéril y carente de senti-
que apelan a la suerte hablarán de
que este año ha sido mala. Así, si
usted no adelgaza durante 2015 no
será porque se equivocó en algún
paso de las instrucciones para celebrar rituales de Nochevieja; será
porque, a lo mejor, no ha cumplido la promesa de ir al gimnasio a
diario o de recorrer las vías del tranvía fantasma a ritmo de “runner”
desde una punta hasta la otra de la
capital. O, peor aún, que no se ha
resistido a “hincar el codo” en Nochevieja, con los churros y el chocolate vespertinos incluidos. Faltaría más. Del mismo modo, si no es
capaz de soltar el cigarro de entre
los labios durante 2015, será porque
el humo le puede a la salud, no porque las 12 uvas no estuviesen peladas tal y como mandan los cánones
para apelar a la suerte.
¿Son las doce
uvas de la
suerte?
do. Pero bajemos al suelo.
Realmente, utilizamos el término suerte para todo aquello
a lo que no podemos darle una
explicación coherente, lógica,
o que se ajuste a nuestros criterios de raciocinio. También
lo usamos para situaciones en
las que desearíamos que los
acontecimientos hubieran pasado de forma diferente (como
en el deporte, por ejemplo).
Otras veces lo utilizamos tan a
la ligera que acompaña nuestras reflexiones sin ni siquiera
saber muy bien por qué. Pero
ahí lo dejamos. Utilizamos la
suerte para aspirar y conseguir aquello que sabemos que
JOSÉ MIGUEL
DE LA TORRE
Qué es
la suerte
por nuestros propios medios,
capacidades o habilidades no
vamos a conseguir. Y recurrimos a la suerte. Si nos esforzamos al máximo, exprimimos
al máximo nuestras habilidades y capacidades, obtendremos lo más adecuado en ese
nivel, ni más ni menos. No
hay lugar para la suerte. El
gran Voltaire dijo que la suerte es lo que sucede cuando la
preparación y la oportunidad
se encuentran y fusionan. La
suerte no existe.
Vale y ¿si te toca la lotería?
Eso no es suerte. Simplemente
ha salido el número que tú
compraste y punto. En todo
caso, podemos llamarle casualidad, coincidencia. Cosas que
pasan, porque así son. Y para
más absurdo, la llamada suerte nos deja en una posición de
indefensión y vulnerabilidad.
Estamos aceptando que nosotros mismos tenemos limita-
ciones, algo racional por otra
parte, y que siempre habrá un
techo al que lleguemos, y aun
así nunca alcanzaremos lo que
buscamos, lo que se traduce
en una peligrosa indefensión.
Es pues el momento de aceptar nuestros límites, conocer
nuestras capacidades y potenciar nuestras habilidades, incidiendo y disfrutando de este
proceso. Ya que, como me dijo
en una ocasión otro gran compositor, músico y amigo, “la
suerte no existe, vamos fraguando cada batalla”. Pues
eso, a batallar cada reto.
José Miguel de la Torre es psicólogo.

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