Sobre los gurus

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Sobre los gurus
Sobre los gurus
Francisco: Muchas gracias por tus explicaciones. Ahora
comprendo mejor el significado del maestro, que no es más que
el despliegue de la enseñanza, una fuerza que recibe de muchas
y variadas formas aquel que desea conocer la verdad.
Lo que sucede es que todas las “personas iluminadas” hablan de
su experiencia directa, física, con un solo gurú, de que
tuvieron un gran contacto con él y de que gracias a él
lograron destruir su ignorancia. Entonces es como que yo mismo
me he impuesto esa condición antes de poder realmente
adentrarme en el verdadero conocimiento; la condición de tener
un maestro físico y presente.
Shams: Creo que describes muy bien la situación y la creencia
que eso genera. La bendición de Vedanta es que cada vez deja
más claro que no hay “personas iluminadas”. Solo hay la
Conciencia. Para muchas tradiciones espirituales, la persona
sigue estando y la persona es la que alcanza algo. Pero eso es
solo una creencia. Vedanta demuestra que nunca hubo persona.
No deja a la persona fuera del mapa, pero no olvida nunca su
estatus de parte limitada e irreal. Tú no eres una persona.
Hay una persona aparente que aparece en Ti. Esa persona está
bien como está y no le hace falta nada, más que quizá el
Conocimiento de que todo está bien así, porque el único que
Es, eres Tú. Por eso, es mejor desconfiar de quienes hacen una
gran historia con respecto a su camino espiritual.
Francisco: Me imagino que según lo que dices también ha habido
muchas iluminaciones que han sucedido sin la intervención de
un maestro de carne y hueso, aunque creo que eso puede traer
complicaciones, ya que el individuo está solo, más desamparado
¿no es así?
Shams: “Desamparado” es solo un concepto, y uno incorrecto. El
individuo nunca está desamparado. Mucho menos cuando es un
indagador, porque su mente está cualificada; es decir, sus
emociones y su intelecto se encuentran sanos y en armonía. La
mente cualificada ya es razonablemente feliz y capaz de hacer
frente a todo tipo de miedos y deseos. Además, gracias a su
capacidad creciente para discriminar, puede llevar a cabo su
búsqueda distinguiendo lo útil de lo inútil, acercándose con
facilidad y sin fanatismo a la enseñanza. Solo nos sentimos
desamparados cuando una parte de nosotros se sigue viendo a sí
misma como un niño que necesita a alguien más grande que lo
guíe. Puesto que el buscador es un adulto, dicha situación es
solo una ilusión, la cual puede ser comprendida y resuelta.
Esto no significa que la jerarquía no es importante. Un adulto
puede reconocer la jerarquía de otro adulto en una relación
donde el de aparente mayor rango (es aparente porque solo es
en un ámbito) tiene algo que ofrecer y el otro tiene algo que
recibir, como en la típica relación entre maestro y alumno,
tanto en un ashram como en una universidad. Pero, en esa
relación, ambos individuos funcionan como adultos maduros.
También, quiero llamar la atención sobre el término
“iluminación”. Es una metáfora experiencial; por lo tanto,
puede propiciar la confusión. Por ejemplo, en realidad no hay
“iluminaciones”. Hay, en apariencia, algunos individuos que
reconocen su verdadera identidad. Pero solo hay un Ser
reconocido y este, en realidad, ya lo sabía. En realidad, solo
hay una ignorancia (y es aparente) y solo hay una liberación
(que es aparente, porque tú ya eras libre). También lo hace
sonar como un gran suceso, pero en realidad no es la gran
cosa. Sí, se dice en algunos textos que es la gran cosa para
atraer a buscadores enamorados de la experiencia, pero creo
que, sin peligro a ahuyentarte, puedo decirte que no es la
gran cosa. Solo es conocimiento firme. Sí, te libera para
siempre, pero no es la gran cosa.
Francisco: De todas formas es muy alentador, y me hace valorar
los escritos sobre Vedanta como a un maestro mismo, en cierta
forma vivo, tras cuya lectura se abren nuevas comprensiones
para mí. Es como lo vivo, pero no comprendía que pudieran
tener el valor de un maestro “humano”. Por otro lado, me acabo
de dar cuenta de que también el ego se apropia de ese deseo de
un maestro buscando en él un padre que pueda sentirse
orgulloso de él.
Shams: Muy bien dicho. Así es en casi todos los casos. Sin
embargo, ahora que lo describes y lo puedes ver, ¿tiene poder
sobre ti? No lo tiene. De cualquier manera, esa tendencia es
común en la mente y no está mal seguirla teniendo a lo largo
de la vida. Lo único que hace el indagador es observarla (no
se entrega a ella, pero no la reprime ni la proyecta). Sirve
también para darnos cuenta de lo importante que es la figura
del padre para el individuo y nunca está de más traer a la
mente a nuestro verdadero padre y rendirle todo el amor y el
respeto que fluye naturalmente en nuestro corazón. Tu padre
como persona también es Ishvara. Por otro lado, la figura del
niño necesitado siempre va a vivir en la psique, pero como
adultos tenemos todas las herramientas para darle lo que
necesita, sin tratar de compensar las necesidades infantiles
con acciones que deberían responder solo a la decisión de un
adulto con mente discriminadora y desapasionada.
Francisco: Sin embargo, no comprendo la frontera entre las
escrituras y el despliegue de las escrituras. ¿Se podría
calificar el libro de James How to attain elightenment como
escrituras o como el despliegue de las mismas? ¿Por qué sólo
se consideran “escrituras” textos antiguos?
Shams: El libro de James Swartz es un despliegue de las
escrituras. La diferencia entre las escrituras y el despliegue
de estas, es que las primeras han sido fijadas, mientras que
el despliegue es una clarificación basada en las anteriores.
Sin las escrituras no puede existir el despliegue. Las
escrituras no se crearon de un día para el otro. Fueron
construidas y revisadas a través de varias generaciones. A
diferencia de otros textos, las escrituras de Vedanta no
fueron “canalizadas” o recibidas como caídas del cielo. Las
escrituras son el testimonio de una experiencia vivida por
varias mentes cualificadas a través del tiempo, traducida
después en Conocimiento. Puesto que los seres humanos
cometemos errores, las escrituras son puestas a prueba y,
cuando expresan de manera adecuada la naturaleza de la Verdad,
son fijadas palabra por palabra. Nuestras escrituras son los
Upanishad, textos que han sobrevivido intactos durante
milenios. Su comprensión es difícil. Cuando no se sabe lo que
quieren decir, la mente tergiversa el significado de manera
automática. Aquí es donde el maestro juega un papel
fundamental, pues él es el responsable de mostrar el sentido
de la escritura para hacerlo comprensible a la mente del
buscador. La forma de desplegar la escritura es
tradicionalmente oral, pero el despliegue también incluye a la
palabra escrita, como el libro de James, estos mails o
cualquiera de los textos de ShiningWorld. Curiosamente, varios
textos escritos de AdiShankara que son la explicación de
algunos Upanishad, después se convirtieron ellos mismos en
textos raíz, por su perfecta claridad en consonancia con la
Verdad. Al desplegar las enseñanzas de Vedanta tradicional (ya
sea oralmente o por otro medio) la base son siempre las
escrituras y todo lo que decimos debe estar en consonancia con
ellas. Esa es la condición.
Francisco: Respecto a Osho, sé que también James lo critica
pero lo cierto es que en su momento me aportó mucho, digamos
que me ayudó a purificar la mente hasta cierto punto su
enseñanza, no su modo de vida que creo que es irrelevante.
Shams: Mi experiencia de Osho también fue muy buena, en
realidad. Sus textos fueron una inspiración y muchas de las
cosas que leí me parecen bellas. Por eso siempre le guardaré
reconocimiento y amor, junto con muchos otros maestros. Vale
la pena aclarar que lo que funciona con Osho (y todos los
maestros espirituales en los que creemos, charlatanes o no) es
que se convierten en un símbolo de algo espiritual y, cuando
entramos en contacto con ese símbolo (gracias al poder que le
confiere la mente), nos sentimos ascendidos y la mente se
purifica. Pero eso no depende del objeto externo (el maestro)
sino del sujeto, así que quienes hacen el trabajo son bhakti
(la devoción) y shakti (la energía), no un poder personal del
maestro. Eso es lo que sucede, por ejemplo, en la iglesia o en
un concierto de rock. Y aunque el maestro tuviera algún siddhi
(poder “mágico”, el cual en realidad pertenece a Ishvara por
completo), eso tampoco eliminaría la ignorancia. Solo se puede
eliminar la ignorancia mediante la aplicación correcta del
medio de conocimiento. Esa es la verdadera función del
maestro.
Francisco: Sin embargo, ahora, al meditar sobre esto, creo
comprender por qué lo criticáis.
Shams: Es algo muy bueno que puedas mirar esto con desapego. A
veces la mente está muy apegada a símbolos e ídolos, lo cual
hace muy difícil indagar sobre las ideas relacionadas con
esto. En Vedanta, además, ninguna crítica es personal. A toda
persona se la ama y se la respeta como tal. El análisis es
siempre en el nivel de las ideas y los actos. Es sano poseer
una mente libre de pasión, no motivada por razones
sentimentales. En el caso de Osho, decimos las cosas como
resultado de una revisión desapasionada de los hechos y
siempre en relación con lo único que nos interesa (moksha),
porque estamos haciendo una indagación. Los hechos y las ideas
se ponen en la balanza de la verdad y del Dharma. Desde ese
punto de vista, se puede ver con total nitidez que los textos
de Osho se encuentran teñidos de opiniones personales que no
están en consonancia con la verdad, aunque emplean muchos
elementos de ella, lo cual los convierte en algo más confuso.
En cuanto a las observaciones sobre sus violaciones
sistemáticas del Dharma, no se trata de juzgar o de
descalificar a una persona, sino de advertir al buscador sobre
la importancia fundamental de respetar las leyes morales del
universo. De lo demás, se encarga Ishvara, que nunca falla a
la hora de entregar resultados proporcionales al tipo de
acciones realizadas. A diferencia de lo que suele creerse en
Occidente, el maestro tiene el deber de ceñirse al Dharma por
sobre todas las cosas. Un buscador cualificado se aleja
instintivamente de quien viola esta premisa.
Francisco: Es porque él pedía una entrega a su persona, no a
su enseñanza. Él hablaba de que el gurú actuaba sobre el
discípulo, le hacía una especie de cirugía interna pero
solamente si este se entregaba. Y consideraba que el no
entregarse era un síntoma de miedo o una barrera por parte del
ego.
Shams: Sí. Eso es una locura, por donde se mire. Un maestro
que pide entrega total al discípulo, en realidad se siente
necesitado. Lo que sucede además es la infantilización de los
devotos y el saqueo de sus billeteras. El ego está bien como
está. Y si algo tiene que mejorar, no lo hará el maestro, sino
la aplicación personal de una práctica. Cuando alguien tiene
un ego infantil, puede obtener buenos resultados en un ashram
(o en psicoterapia), siempre que ese ashram sea administrado
por dharmis (seguidores del Dharma) maduros, no fanáticos de
los reglamentos y las buenas costumbres. El problema es que,
cuando el ego es inmaduro, no puede discriminar entre un santo
y un farsante. El karma es quien decide. En el caso del
indagador con poder de discriminación, su margen de acción es
mucho mayor y, ya establecido en Vedanta, su perspectiva la
más favorable.
Francisco: ¿Entonces él tenía sed de poder, de manipular a los
demás? ¿No aceptaba a los otros como a iguales aunque lo
dijera en sus conferencias?
Shams: No lo sabemos. Pero no es muy importante. El respeto al
Dharma es solo un requisito. Y no es cosa de santos, sino de
personas normales. Lo más probable es que amara a sus
discípulos. Pero, el amor por otras personas, ¿es algo
especial? Osho no era un monstruo, solo era un maestro no
cualificado. ¿Por qué se puso tanto énfasis en su persona?
Cuando el dedo apunta hacia la luna, el tonto mira el dedo. Un
maestro preparado en Vedanta no te permitirá mirar el dedo más
que para que te cerciores de que puedes confiar en ese dedo.
El resto es mirar hacia la luna.
Francisco: ¿Es posible para un ser iluminado cometer tantos
errores?
Shams: No existen seres iluminados, porque solo hay un Ser,
que lo ilumina todo. Cuando un individuo reconoce su verdadera
identidad, lo único que cambia es que sabe lo que es real y lo
que es irreal. Es decir, el conocimiento hace claro que el
individuo, junto con el resto de los objetos, es irreal,
mientras que Tú eres real. Así que el cambio es solo en el
nivel del conocimiento. El individuo no adquiere nada
especial. El individuo sigue siendo exactamente el mismo,
incluso con las mismas neurosis, si las tenía. La mitología de
la “iluminación” está basada en premisas experienciales y debe
ser puesta en duda. Nadie es especial y nadie se hace
especial. De hecho, es mucho más fácil que tu vecino se
“ilumine” a que lo haga cualquiera de los maestros
“espirituales” que se anuncian en la web. Y de todas formas tu
vecino seguirá siendo el mismo de siempre.
Sin embargo, la ausencia de ignorancia facilita la
purificación de la mente y hace casi imposible violar el
Dharma. Aún así, hay casos de individuos que reconocen su
verdadera identidad y que siguen cometiendo violaciones graves
hacia el Dharma, sobre todo relacionadas con el sexo y el
poder. ¿Por qué lo hacen? Porque el conocimiento no se
actualizó en su vida y muchos vasanas negativos siguen sin ser
purificados. Explicar eso, como ves, nos sirve para reafirmar
el hecho de que el Conocimiento solo cambia la relación entre
el observador y lo observado.
Francisco: ¿O acaso no estaba iluminado?
Shams: En el caso, de Osho, se puede decir con gran seguridad
que no conocía su verdadera identidad. ¿Por qué compras 100
Rolls Royce y aún piensas que necesitas más? ¿Por qué usas
ropa que te hace lucir más alto y más imponente? ¿Por qué
hablas todo el tiempo sobre tu biografía y tus atributos como
individuo? ¿Por qué necesitas un ejército de guardaespaldas
armados? Porque crees que eres limitado, inadecuado, carente.
Cuando alguien sabe quién es en realidad, deja de querer
cambiar a la persona: si la persona es fea, si es baja de
estatura, si no es sabia o santa, si no tiene habilidades
sociales, si está expuesta a peligros normales y constantes,
nada de eso es tu problema en realidad. Sabes que eres total y
completo, así que dejas de hacer cosas para volverte más apto,
más total o más completo. Ya lo eres.
Francisco: ¿Entonces cómo podía ser tan sabio y hablar con
tanta claridad sobre diversas escrituras?
Shams: Hay personas “sabias” y claras en todos los ámbitos,
personas inteligentes. También hay personas tontas y que
hablan con poca claridad. Eso depende del juego de los gunas
(sattva, rajas y tamas) en relación con los karmas. Tú, la
Conciencia, eres libre de atributos y no tienes nada que ver
con eso. La liberación es el conocimiento firme y constante de
que todo lo que hay es la Conciencia y que tú eres eso. Hacer
tratados, decir bellos discursos y escribir poemas tiene poco
que ver con estar liberado, y más bien es sospechoso cuando se
hace para ganar fama y notoriedad. Se dice que el jnani (quien
conoce su verdadera identidad) no inicia empresas nuevas.
Francisco: Él y muchos otros dicen que un maestro es la
representación del Sí Mismo, y que la entrega al maestro es lo
mismo que la entrega a la enseñanza. ¿Puede que esto sea
cierto al menos para el principio de la búsqueda, en el que el
individuo necesita una referencia fuerte, como una forma de
devoción más primaria que el Vedanta y que puede hacerles bien
a muchos individuos?
Shams: Como comenté en el mail anterior, ese tipo de prácticas
es necesario y muy útil cuando no tienes una mente
cualificada. El indagador (el que sabe que la búsqueda es solo
de Conocimiento), por su parte, lo único que entrega es la
mente, y no al maestro, sino a la enseñanza. Voy a repetirlo
otra vez, porque es fundamental aplicarlo a todos por igual:
todos los maestros son ídolos con pies de barro. Como
buscador, tienes la obligación de verificar que el maestro o
maestra al que te acerques sea una persona respetuosa del
Dharma y tenga la capacidad de desplegar la enseñanza. Osho
está en lo correcto al decir que el maestro es la
representación del Sí Mismo. He ahí el peligro de su
enseñanza. Se cuenta que el diablo viene a la Tierra no para
ocultar la verdad, sino para mostrarla en partes.

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