La poesíaen la infancia

Transcripción

La poesíaen la infancia
La
poesía
Tuve una mamá que fue maestra algunos años y que
se retiró del trabajo para cuidar a sus hijos. Yo fui
la mayor, y entre las muchas actividades a las que
mi mamá acudía para entretenerme estaba la de
hacernos memorizar pequeños poemas infantiles.
Así fue como me encariñé poco a poco con la
poesía. Mi padre también decía a veces poemas
en voz alta, casi todos de poetas colombianos y
españoles, y recuerdo que me encantaba oír fluir la
música de los versos, descubrir las rimas, y aquella
manera mágica en que se ensartaban en su boca las
palabras, algunas de las cuales no entendía: “Érase
un hombre a una nariz pegado, érase una nariz
superlativa, érase una nariz sayón y escriba…”.
El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.
El lagarto y la lagarta
con delantalitos blancos.
Han perdido sin querer
Su anillo de desposados.
¡Ay, su anillito de plomo,
Ay, su anillito plomado!
en la infancia
REFLEXIÓN
Pero entender no era lo importante, sino lo que
mi imaginación iba creando a partir del poema
de Quevedo. Porque nada tiene más vivo un niño
que la imaginación, esa facultad que tristemente
vamos perdiendo cuando no se incentiva, cuando
la educación impone a las pequeñas mentes el peso
de una lógica cartesiana que nos va sumergiendo,
como una piedra al cuello, en el mundo de las causas
y los efectos; y se olvida de hablar de lo imposible,
de lo metafórico, de lo absurdo, de lo hiperbólico. La
poesía es juego de lenguaje, es música, es misterio,
y también pequeñas historias con las que se puede
conmover a los niños, hacerlos reír y reflexionar.
Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.
El sol, capitán redondo
lleva un chaleco de raso.
¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!
¡Ay, cómo lloran y lloran,
Ay, ay, como están llorando!
Piedad Bonnett
Nació en Amalfi, Antioquia, en 1951. Estudió Filosofía
y Letras en la Universidad de los Andes en Bogotá,
donde fue profesora. Escribe poesía, novela, teatro
y ensayo. Se le otorgó el XI Premio Casa de América
de Poesía Americana en 2011 por su poemario
Explicaciones no pedidas. Publica una columna
semanal en el periódico El Espectador. Es una de las
escritoras más reconocidas actualmente en Colombia.
En el fondo Loqueleo se encuentra La casa en el árbol,
de su autoría, con ilustraciones de Daniel Gómez.
DISPONIBLE EN PDF
Son los versos de García Lorca, y leerlos en voz alta al niño que va a
dormirse tiene que despertar en su mente muchas sensaciones e imágenes.
Pero sobre todo, lo inicia suavemente, con placer, en el lenguaje que se
resiste al análisis racional, que transforma la realidad para hacerla más
vívida, menos gris, más llena de sentido. Los poemas y canciones que
uno aprende de niño jamás se olvidan. Nos acompañan como una huella
indeleble de los ratos placenteros. Y nos permiten, como padres y abuelos,
darles a nuestros niños un retazo de eso tan nuestro, tan entrañable.
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Ruta maestra Ed.14
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