Revista nº 9 - Editorial Comuniter

Transcripción

Revista nº 9 - Editorial Comuniter
9
Nº
1
9
Nº
Editor
Manuel Baile Burgos
07
EDITORIAL
Por Herminio Lafoz
08
PÓRTICO
¿Matriz
del siglo XX o
catalizador de
la modernidad?
Pablo Gómez Nogales
Director
Herminio Lafoz Rabaza
Consejo de redacción
Manuel Ballarín Aured
José Luis Ledesma Vera
Carlos Mas Arrondo
Juan Soro Abardía
J. R. Villanueva Herrero
Diseño y maquetación
Montalbán
Estudio Gráfico
Impresión
Huella Digital
Depósito legal:
Z-4043-2007
ISSN:
1888-3907
09
21
e s t u dio s
36
Los relatos
de Odiseo
(El cine en Theo
Angelopoulos)
Miguel Ángel Velasco León
22
La crisis del paso
del reinado de
Isabel II al Sexenio
Democrático en la
escena teatral de
Barcelona
Marie-Pierre Caire Mérida
59
José Laín Entralgo,
traductor de
Mijaíl Shólojov
Antonio Villanueva
100
cerca n í a s
124
doc u m e n to s
125
Isidoro
de Antillón y Marzo:
“Encarnizado enemigo de la
tiranía, atrevido defensor de
la libertad y derechos
del hombre”
Herminio Lafoz Rabaza
132
TESTIMONIOS
101
El destierro
canario de
Víctor Pruneda
(1845-47)
José Ramón Villanueva Herrero
133
El buen
americano
Luis Granell
169
LECTuRAs
143
170
Mariano Viñuales,
La guerra del 14
el último guerrillero Juan Soro
Jesús Inglada Atarés
154
Los españoles
en la resistencia
de Bretaña
Gabrielle García
188
COnTEXTOs
189
Los orígenes de la
Guerra del 14
Max Aub
205
ínDICE DE COLAbORADOREs
9
EDITORIAL
Herminio Lafoz
H
ace unos días, yendo en el autobús, contemplé algo que hacía mucho tiempo que no veía: una niña empezando a leer; silabeaba sobre un papel que le había dejado su padre. El nacimiento de la palabra. Y la potencia de la palabra. De ahí venimos, de la palabra. Y
sin embargo cada vez tenemos más dificultades con ella. A veces, las palabras
no son lo que dicen sino que son planchas enteras, que entre todo el discurso
sólo quieren decir una cosa: nada. Es preciso atrincherarse en las palabras,
volver a decirlas como esa niña, me-gus-ta vi-vir. Iniciar una resistencia, un maquis, convertirnos en partisanos del verso, del verbo, del adjetivo, amalarnos en noemas, tan apenas, socarrar a golpes de metáfora el mundo que nos
atenaza. Xuan Bello, en un libro hermoso, Los cuarteles de la memoria, igual
que el maestro Mariano Coronas, se entretiene con las letras y los abecedarios. En la n, escribe Nieve: “Nieva en mi memoria. Ahora mismo, desde estas
ventanas, veo cómo caen copos cubriendo suavemente los tejados de Oviedo.
Esta nieve real, que se diluye en nada, me trae a la memoria otras nieves ya
perdidas, y la melancolía por un tiempo en que la ilusión saltaba todas las mañanas de la cama a la vida. ¡Qué tendrá la nieve que siempre nos sorprende!
¡Qué tendrán esos copos henchidos de blancura como chispas irreales, que
tienen la virtud como los buenos versos de recuperar parte de la vida pasada
y de volvernos, aunque solamente sea por un momento, niños que miran detrás de los cristales y espían la sorpresa! La nieve, aunque sea este poco que
cae esta mañana, nos recuerda que todavía pertenecemos a un mundo donde
el hombre era hombre y la mirada simple, sencilla. Está nevando en las calles
de Oviedo, en los versos de Villon, en las imágenes de Uxío Novoneira. Me
acuerdo ahora de un poema de este último donde alguien mira la inmensidad
nevada del Caurel y exclama: “Aquí se ve bien lo poco que es un hombre!”.
Ante la inmensidad de la nada, digo de la nieve, uno se siente sobrecogido,
como si uno se volviera pequeño, todavía niño, alguien que observa por vez
primera la eterna novedad del mundo”.
Palabras. Palabras que continuamente se enreden en el deseo y en pensamiento. Pensamiento, memoria, cristales y narices pegadas... Nieve en las almas (En el otro extremo de donde estoy ahora, la radio, en amable soliloquio,
desgrana algunos lamentos de violín).
Editorial Nº9
7
¿Matriz del siglo XX
o catalizador
de la modernidad?
Pablo Gómez Nogales
PÓRTICO
L
Introducción
a Primera Guerra Mundial es un hito fundamental en la historia europea. Durante más de cuatro años el viejo continente se desangró
en un conflicto bélico que implicó a casi todos los estados europeos,
incluidas las principales potencias – Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, Austro-Hungría e Italia. El alcance y la intensidad de la violencia
desplegada superó por mucho todas las experiencias precedentes vividas en
el continente y supuso un golpe definitivo para la hegemonía política de unas
élites económicas cada vez más a la defensiva por la irrupción de las masas.
El desarrollo político y cultural de Europa se vio marcado por el recuerdo de
la Gran Guerra que se convirtió en una referencia fundamental: el Acontecimiento fundacional de una época totalmente distinta a todo lo que Europa
había conocido antes de 1914. Sin embargo, desde nuestra perspectiva cabe
preguntarse ¿fue realmente la Primera Guerra Mundial un Acontecimiento
con carácter matricial? ¿Fue tal la transformación que produjo aquel conflicto en las sociedades que atravesaron aquella experiencia traumática?
En su obra 14-18, retrouver la Guerre, los historiadores franceses Stéphane Audoin-Rouzeau y Annette Becker, reflexionando acerca de la conmemoración de los ochenta años de la firma del armisticio en noviembre de 1998,
destacaban como un fenómeno positivo que la guerra de 1914-1918 “parece
beneficiarse de una nueva vida, y no solamente en Francia”. En realidad, la
satisfacción de los autores tenía que ver con algo que interpretaban como la
confirmación indirecta de una de sus ideas claves, quizás la de más calado de
su obra: estos autores consideran la Gran Guerra como el punto de arranque de un corto y bárbaro siglo XX que llegaría hasta 1989. Esta tesis implica
que la Primera Guerra Mundial es el auténtico campo de experimentación
del totalitarismo y la muerte de masas. Siguiendo su argumentación, la explicación de estos fenómenos no estaría tanto en la evolución económica o
Pórtico
Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
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social de Europa sino en el campo de las representaciones, los sentimientos,
las emociones de los hombres y las mujeres que vivieron la guerra y quedaron completamente transformadas por la misma. Esta historia cultural de la
guerra otorga a la violencia desplegada en los campos de batalla europeos un
carácter matricial. La experiencia de la muerte masiva quedaría impresa en
la cultura de los países beligerantes y de esta forma daría forma a la Europa
de posguerra1.
Esta periodización de la historia contemporánea tiene un amplio recorrido y ha sido empleada por distintos autores, especialmente por Eric Hobsbawm en su monumental Historia del Siglo XX. Hasta tal punto ha tenido
éxito la idea de “siglo corto” que se ha instalado como una especie de lugar
común historiográfico y en buena medida público. No obstante, la elección
de una determinada periodización nunca es inocente y el privilegiar la Primera Guerra Mundial como el acontecimiento fundador del siglo XX implica
decantarse por unas claves explicativas en detrimento de otras y optar por un
enfoque eurocéntrico que olvida las distintas temporalidades de otras zonas
del planeta2. En este artículo pretendemos revisitar la fecha que para muchos
historiadores marca el desarrollo de la historia occidental, sumiéndola en su
época más oscura. Nuestro objetivo es estudiar la historia cultural de la Gran
Guerra, señalar sus puntos fuertes y las contribuciones más importantes que
ha realizado de cara a la comprensión de la IGM, del periodo inmediatamente
posterior y de los fenómenos bélicos en general. Por otro lado, indagaremos
acerca de los límites con los que se encuentra dicho enfoque, e intentaremos
desplazar nuestro foco hacia determinadas cuestiones que resultan en cierto
modo oscurecidas cuando no totalmente ocultadas.
La Guerra Total como acontecimiento matricial
Pese a que el siglo XIX había visto relativamente pocos enfrentamientos armados en Europa, a nadie se le escapa que la historia del continente está recorrida por una gran cantidad de conflictos. La guerra y la violencia no eran
una excepción sino más bien una norma. La centuria comenzó con las guerras revolucionarias que llegaron hasta 1815 y, sin ir más lejos, entre 1870 y
1871 Prusia y Francia combatieron en un conflicto corto pero de gran dureza.
Al incidir en la importancia de la Primera Guerra Mundial debemos explicar
en qué se diferenció esta guerra de otros conflictos anteriores y, sobre todo,
cómo afectó la violencia a los combatientes y a los civiles.
Para comprender la novedad que supuso la guerra total debemos remontarnos al comienzo del conflicto y seguir de cerca la invasión alemana de Bél10
Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
Pórtico
gica. Pocos días después de la declaración de la guerra, entrado ya el mes de
agosto de 1914, un ejército alemán compuesto por un millón de hombres se
lanzaba sobre la neutral Bélgica con la esperanza de barrer de un sólo golpe a
este país y a la más temible Francia antes de que el ejército ruso pudiese abrir
un nuevo frente en el este. Desde el intento de controlar Lieja a comienzos de
mes, los alemanes se encontraron con una encarnizada resistencia belga que
no entraba en sus cálculos y vieron peligrar su plan para poder hacer frente a
Francia y a Rusia en un mismo conflicto. El Estado Mayor alemán respondió
con violencia a lo que interpretó como una resistencia ilegítima por parte de
la población civil. El día 5 de agosto se produjo la primera matanza de civiles
y la quema de edificios sin valor militar y las noticias de las mismas se extendieron rápidamente por toda Bélgica, atemorizando a su población que esperaba con ansiedad la llegada de los alemanes. Durante el mes de agosto hubo
tiempo para que se produjeran hechos que golpearon brutalmente la conciencia de los europeos
aunque luego quedarían eclipsados por la memoDe las 8.928 viviendas
ria de la guerra de trincheras. El día 23 de agosto el
que tenía Lovaina,
pequeño pueblo de Dinant fue destruido y algunos
1.120 fueron pasto
de sus habitantes ejecutados3. Poco después, en
Lovaina, una próspera ciudad universitaria, la bide las llamas junto a
blioteca gótica de la Universidad, un símbolo culun gran número de
tural y religioso que acogía valiosos tesoros ardió
valiosas propiedades.
junto a una gran parte de la ciudad. Todo comenzó
la noche del 25 de agosto, en medio de un clima de
desorden, los soldados alemanes, aturdidos por
las inesperadas dificultades con las que se habían encontrado en su paso por
Bélgica, comenzaron a irrumpir en las casas de los asustados habitantes de
la ciudad4. Al día siguiente comenzaron los asesinatos de inocentes y las deportaciones de civiles en dirección a Alemania. Y, finalmente, el 27 el ejército
alemán anunció que la ciudad iba a ser bombardeada porque sus ciudadanos
habían atacado a los soldados teutones. Se arrojaron pocas bombas pero el
fuego se extendió con velocidad y alcanzó varios edificios importantes de la
ciudad, entre ellos la biblioteca de la Universidad. De las 8.928 viviendas que
tenía Lovaina, 1.120 fueron pasto de las llamas junto a un gran número de
valiosas propiedades. Miles de habitantes buscaron refugio en los bosques
cercanos mientras que los soldados alemanes se lanzaban al pillaje, una práctica que se convertiría en una norma durante la invasión como una método
para mantener abastecido al ejército5. Otros pueblos y ciudades de Bélgica y
Francia corrieron una suerte similar a medida que las tropas alemanas avanPórtico
Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
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zaban: las poblaciones civiles fueron asesinadas, deportadas, despojadas de
sus bienes, las iglesias, bibliotecas, y casas fueron incendiadas, los bienes fueron pillados y las cosechas saqueadas o destruidas cuando el ejército no las
podía aprovechar. Muchos de los deportados fueron obligados a trabajar para
la industria de guerra6.
Como vemos, la invasión de Bélgica marcó el inicio de una escalada de violencia que no sólo afectó a la intensidad de las batallas. Poco después otros
escenarios de la guerra como Rusia, Italia o los Balcanes verían producirse
los mismos abusos contra la población civil. Sin embargo, pese a que los civiles sufrirán la guerra de una forma más directa que en otros conflictos del siglo XIX, la verdadera experiencia de la muerte masiva afectó más que a nadie
a los soldados. Cuando el avance alemán fue finalmente detenido por las numerosas bajas que causaba el armamento moderno los estados mayores decidieron que la mejor opción era cavar en la tierra y enterrarse. Los distintos
ejércitos construyeron defensas y comenzó una guerra estática en la que los
grandes ataques de artillería desempeñaron un papel crucial para desgastar
al enemigo. Los estados mayores intentaron romper las defensas enemigas
con ofensivas inútiles que se cobraron un gran número de vidas humanas y
todavía hoy permanecen en el recuerdo. Las más tristemente célebres son
la batalla de Verdún (febrero - diciembre de 1916), y la contraofensiva aliada
en el Somme ( junio - noviembre 1916). En total, durante los cuatro años de
conflicto perecieron de nueve a diez millones de personas, casi todos de ellos
soldados. Por primera vez, la muerte en la guerra es una muerte en acciones
violentas casi exclusivamente, mientras que en conflictos anteriores las bajas por enfermedad habían sido muy superiores a las de cualquier otro tipo.
Junto a ello debemos añadir el efecto de la potencia de fuego moderna sobre
los cuerpos de los supervivientes; el porcentaje de heridos en relación al total
de soldados movilizados se calcula en torno al 40%; además las heridas sufridas son de una gravedad sin precedentes.
¿Qué fue lo que ocurrió en aquel mes de agosto de 1914 que desencadenó
esta escalada de violencia? Existe un consenso entre los historiadores para
señalar que los principios fundamentales sobre los que se había basado el derecho internacional europeo se vinieron abajo como un castillo de Naipes.
Para Audoin-Rouzeau y Anette Becker una “tradición de autocontención de
la violencia de guerra se derrumbó de un golpe y definitivamente en 19141918.” Los argumentos con los que explican este proceso son varios. Por un
lado, el desarrollo tecnológico permitió crear unas armas con un potencial
mortífero desconocido. Una vez comenzada la guerra, como hemos visto, la
propia dinámica interna del conflicto unida a la capacidad destructiva del
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
Pórtico
nuevo armamento hizo aumentar la violencia del enfrentamiento más allá de
los límites de lo imaginable. Por otro lado, la guerra sufrió un proceso de “democratización” cuyo resultado más evidente fue que las fronteras entre combatientes y civiles se borraron, convirtiéndose los segundos en un objetivo
militar de primer orden. Como señala el historiador John Horne este proceso de democratización de la guerra hunde sus raíces en la idea decimonónica
de la nación en armas, según la cual los civiles, aunque no son combatientes,
tampoco son inocentes en los conflictos que implican identidades nacionales o doctrinas ideológicas para las que el ciudadano puede ser considerado
como el objeto o la fuente al mismo tiempo. Desde esta perspectiva, no combatiente no quiere decir fuera del combate7. Cabe destacar que quedan en
el aire varias cuestiones importantes; por ejemplo, cuál de estos procesos se
inicia antes o cuál es la relación entre ambos.
Sea como fuere, al poner el foco en esta violencia sin precedentes en Europa y en cómo la vivieEn total, durante
ron los individuos la historia cultural de la guerra
los cuatro años de
se formula una cuestión fundamental: ¿cómo fue
conflicto perecieron
posible que las grandes masas de combatientes
movilizados por los estados europeos diesen su
de nueve a diez
consentimiento a una carnicería de semejantes
millones de personas,
dimensiones?. La obra 14-18, retrouver la guerre,
casi todos de
supone un hito de gran importancia; es una lograda síntesis de los resultados obtenidos tras más de
ellos soldados.
diez años de investigaciones llevadas a cabo por
un grupo internacional de historiadores entre los
que se encuentra Stéphane Audin-Rouzeau, Jean
Jaques y Annette Becker, John Horne, Gerd Krumeich, Christophe Prochasson y Jay Winter. Los frutos de este trabajo quedan recogidos bajo el concepto de cultura de guerra: ésta haría referencia a un gran impulso venido
de abajo mucho más que de instituciones como la prensa, el gobierno, etc. y
englobaría la trasformación de la opinión pública y de los imaginarios sociales, la construcción de la figura del enemigo, la acomodación frente a una violencia de una amplitud, intensidad y duración inéditas, la gestión individual
y colectiva del sufrimiento, de la muerte y del duelo, o incluso su memoria8.
La historia cultural de la Gran Guerra ha supuesto un avance cualitativo
en nuestro conocimiento de ese conflicto en particular y de la guerra moderna en general. En primer lugar, supuso la apertura de un vasto campo de estudio. Teniendo como referencia el trabajo pionero del historiador alemán
George L. Mosse y su tesis sobre la brutalización de las sociedades europeas
Pórtico
Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
13
que atravesaron la experiencia de la muerte masiva, los esfuerzos por encontrar respuestas a las preguntas señaladas se centran en el estudio de los “sistemas de representación” de los combatientes9. Se intenta comprender cómo
afectó la guerra total al conjunto de la sociedad y a cada uno de los individuos.
El interés de los historiadores se dirige a los cambios en las identidades individuales o colectivas. Es central la intención por comprender al individuo
que se enfrenta a la violencia con su propio cuerpo como única defensa y que,
a su vez, se ve obligado a matar. Se busca profundizar en los mecanismos que
pone en marcha para su adaptación10. Al mismo tiempo, se intenta captar estos sistemas de representación en los momentos en los que se están transformando por el impacto de la guerra, de ahí la importancia otorgada a los procesos de movilización y desmovilización psicológica de los combatientes11. El
interés por la violencia también alcanza el duelo individual y colectivo de los
muertos y la memoria del conflicto12.
En segundo lugar, al poner el foco directamente en la violencia de la guerra, no sólo en la sufrida sino también en la ejercida, nos ha ayudado a comprender la propia dinámica violenta de la guerra total. Un proceso según el
cual, una vez comenzadas las hostilidades, dos bandos en liza que aspiran a
la victoria completa frente a sus contrincantes llevarán la destrucción más
allá de cualquier límite racional, llegando, incluso a poner en peligro su propia supervivencia13. La mayoría de los historiadores suelen considerar la
IGM como la primera “guerra total”, aunque hay también quien señala que
las guerras de USA, Crimea y franco-prusiana 1870 constituyen importantes
precedentes aunque el nivel de violencia total no se mantiene ininterrumpido durante cuatro años.
Finalmente, la influencia de este giro hacia la cultura – en un sentido amplio que abarca las percepciones, los sistemas de representación, los símbolos, etc. – de los combatientes y de las sociedades en guerra no se limita a una
mera ampliación de los temas de estudio. La apuesta es mucho más ambiciosa: siguiendo la ya citada tesis de la brutalización, estas investigaciones se
plantean las transformaciones culturales provocadas por la experiencia de la
guerra total como una clave explicativa alternativa del triunfo de los dos movimientos políticos que marcaron la historia del siglo XX, el comunismo y el
fascismo – este último sólo hasta su derrota definitiva en 1945 –14. La cultura
pasa al primer plano de la interpretación en una argumentación que ha tenido un fuerte eco entre muchos historiadores del periodo de entreguerras,
incluso en países que no conocieron la experiencia de la muerte de masas durante el periodo 1914-1918.
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
Pórtico
Los oscuros orígenes
Ahora bien, pese al atractivo ejercido por estos complejos conceptos y a los
avances logrados en el conocimiento de la Primera Guerra Mundial y de
sus efectos a nivel individual y colectivo, el enfoque que hemos presentado
previamente presenta serios límites. Tanto el concepto de cultura de guerra
como el de brutalización en el que el anterior se inspira son, a la vez de sugerentes, muy ambiguos. Poco definidos por sus autores, dejan mucho espacio para una utilización más o menos libre, en la que pueden ser invocados
indistintamente como un resultado de la violencia o como la causa de ésta.
Además, su aplicación a contextos espaciales y temporales distintos, muchas
veces sin una profunda reflexión teórica que la sustente, amenaza con reducir la cultura de guerra a una especie de categoría atrapalotodo, quedando su
validez analítica fuertemente afectada. En general, el uso de este concepto,
excepto en casos excepcionales, no ha ido acompañada de estudios empíricos
que permitan avanzar en el conocimiento de las formas en las que se socializa
una determinada cultura de guerra y su verdadero alcance15.
Y no sería un límite de alcance menor de esta historia cultural de la Gran
Guerra su pobre indagación sobre los orígenes y los precedentes de la guerra
total. Resultan sorprendentes las exiguas reflexiones acerca de un fenómeno
en torno al cual articulan todo su análisis posterior. Según los autores que
sigamos aquélla no sería sino el resultado de una evolución secular en la que
los únicos hitos señalados son las guerras revolucionarias de comienzos del
siglo XIX y la guerra civil norteamericana, en el mejor de los casos; o, simplemente, producto de la propia dinámica violenta de la Primera Guerra Mundial. Pero la realidad es que existían precedentes de esta forma de combatir
que habían surgido al calor de dos procesos históricos centrales en el siglo
XIX; nos referimos a las guerras coloniales que se dan en el contexto de la
expansión imperialista y a las luchas sociales provocadas por la configuración del proletariado como sujeto histórico. Perderlos de vista resultara es un
gran riesgo pues afecta directamente a nuestra comprensión de la violencia
en el siglo XX.
Iremos por partes. La carrera imperialista emprendida entre las grandes
potencias occidentales tuvo consecuencias de largo alcance en cuanto al desarrollo de nuevas formas de violencia. La conquista de nuevos territorios
y su control, administración y explotación – tanto de sus habitantes como
de sus recursos – abrió un vasto campo de experimentación en el tratamiento violento de grupos humanos. Como señaló de forma brillante Hannah
Arendt, la violencia desplegada por las potencias imperialistas europeas en
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
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sus ámbitos de expansión colonial fue un precedente claro y directo del tipo
de violencia que se desplegó en Europa desde la Gran Guerra y que culminó
en los campos de exterminio de Auschwitz o en el Gulag16. En efecto, la narración anterior sobre la invasión alemana de Bélgica no sería algo radicalmente nuevo, pongamos por ejemplo, para un argelino que hubiese vivido la
guerra de conquista que llevó a cabo Francia entre 1830 y 1871. Es más, para
los habitantes de esta zona del norte de África la época de guerras, revolución
y contrarrevolución no se limitaría al periodo circunscrito por las fechas de
1914 y 1945 o, si se quiere, 1989. Al contrario, ellos vivieron una experiencia
muy distinta desde 1830, año en el que comenzó la conquista francesa, dando inicio a un ciclo de conflictos intermitentes y diferentes entre sí, pero al
mismo tiempo unidos, que no llegó a su fin hasta 1962. Para el tema que aquí
trabajamos es especialmente interesante el lapso de tiempo comprendido
entre 1845 y 1871 durante el cual el ejército francés, siempre en la dirección
imprimida por Bugeaud, gobernador general entre 1840 y 1847, emprendió
una política de violencia sistemática contra la población civil, continuada
por su sucesor Cavaignac17. Esta estrategia se entrelaza con las campañas militares y comprende la expoliación de la tierra, las matanzas de población y
el desplazamiento en masa de los “indígenas”. Como consecuencia de esta
“estrategia deliberada de terror de masas” la población argelina que se elevaba a los 3 millones en 1830 desciende hasta los 2,3 en 1871. Resulta evidente
que los árabes no se beneficiaron de la distinción sancionada por el derecho
de gentes europeo entre combatientes armados y civiles o soldados desarmados18. Los territorios ocupados por los indígenas, sus ciudades y pueblos, sus
habitantes en conjunto, sus rebaños y sus cultivos se convierten en objetivos
militares en un proceso que, incluso, recibió el apoyo de figuras importantes
de la sociedad metropolitana como Alexis de Tocqueville19. Según todos los
indicios, en esta latitud del globo la guerra total se había practicado, por lo
menos, medio siglo antes de que se exportara a Europa. Aunque quizás esto
no sea completamente cierto: como veremos más adelante hubo algunos ensayos de esta forma de violencia anteriores a la Primera Guerra Mundial.
El caso de la conquista de Argelia, lejos de constituir una excepción es
sólo un ejemplo más de como las potencias colonizadoras pusieron en práctica el principio de la guerra total en distintos conflictos no declarados marcados por el pillaje y la destrucción que sólo finalizaban cuando se alcanzaba
la sumisión total de los territorios conquistados. En todas esas guerras el
enemigo era la población en su conjunto, no un ejército o gobierno reconocido. Como resultado de esta estrategia se produjo un radical descenso demográfico de las áreas afectadas: en el Congo la población inicial de 20 millones
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
Pórtico
en 1880 se redujo a la mitad en 40 años; en Costa de Marfil las cifras cayeron
de 1,5 millones a 160.000 entre 1900 y 1910; en Tahití, Nueva Caledonia, la
población sufrió un descenso del 90%. Según algunos cálculos, las víctimas
de la conquista europea de Asia y África se calculan entre los 50 y los 60 millones, la mitad de los cuales se deben a las hambrunas en la India20. Como
muestran estos datos, mucho antes de que los estados europeos convirtiesen
su propio continente en un campo de ruinas habían adquirido la suficiente
práctica reduciendo a ruinas, o más bien a un cementerio, otros dos continentes, África y Asia.
Los europeos no permanecieron ajenos a este proceso. Empero, una buena parte de la opinión europea, entre los que se contaban los representantes
del liberalismo clásico, estaba convencida de estar realizando una labor civilizadora. Está fuera de toda duda que el racismo moderno es indisociable del
proceso de colonización. Las prácticas violentas que hemos descrito se apoyaban en un discurso deshumanizador, el darwinismo social, según el cual las
razas más avanzadas debían ejercer su dominación sobre las demás. Lo que
subyacía a este discurso era un “intento de racionalizar y proporcionar una
legitimación ideológica para un vasto proyecto de conquista y genocidio”.
Eran el envoltorio de unas injustas y violentas relaciones de dominación establecidas entre las diferentes metrópolis y sus representantes en las colonias por un lado, y los habitantes indígenas de los territorios conquistados,
por otro lado21.
Finalmente, en un nivel más básico si se quiere, es significativo que la mayoría de las obras a las que nos hemos referido en la parte anterior eviten la
pregunta de los orígenes de una guerra que por primera vez desde 1815 implicaba a gran parte de las grandes potencias europeas. Como explica Eric J.
Hobsbawm uno de los factores decisivos que llevaron al enfrentamiento entre el Imperio Alemán y sus aliados, contra el Reino Unido y Francia, fue la
competencia descontrolada por el control de los territorio de África y Asia, de
sus recursos naturales y de las grandes reservas de mano de obra que ofrecían
en un momento del desarrollo capitalista en el que el acceso a aquellos era
fundamental para la modernización de las distintas potencias. Esta competición llevó a un punto en el que no quedaba otra salida que una guerra que, en
principio, todo el mundo quería evitar. El hecho de que se pase por alto una
cuestión tan delicada, ya sea porque se considera superada o simplemente
porque se crea que carece de importancia, revela una cierta incomodidad entre unos historiadores que aunque sea de forma indirecta borran muchos de
los lazos entre el mundo anterior a la guerra y el que sale de ésta. Y la importancia del tema va más allá de la explicación sobre los orígenes del conflicto
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
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ya que apunta, igualmente, a su propia naturaleza: las principales potencias
enfrentadas desde 1914 aspiraban a una victoria total frente a sus enemigos,
no existía la posibilidad de un compromiso, pues del resultado de la guerra
dependía su posición en el escenario internacional22.
Pero como es bien sabido, no sólo había violencia en los territorios colonizados. La Europa del siglo XIX no era ajena a las relaciones de dominación, a
las prácticas violentas y a los discursos deshumanizadores. La propia evolución económica y social del continente fue un excelente caldo de cultivo para
su desarrollo. Su manifestación concreta fue el surgimiento de una amplia
capa de población totalmente desposeída y dependiente de un tercero para
su supervivencia: el proletariado. En 1848, las calles de París fueron testigo
de la definitiva escisión del tercer estado. La burguesía, una vez alcanzados
sus objetivos políticos, dio la espalda al proletariado y colaboró en su brutal represión. El encargado de la misma fue Cavaignac, el mismo militar que
había sucedido a Bugeaud como gobernador general de Argelia en 184723. La
violencia contrarrevolucionaria facilitó que el proletariado europeo tomase
conciencia de que la sociedad estaba partida en dos. Esta idea impregnó una
multitud de proyectos socialistas o anarquistas que se dieron cita de nuevo
en Paris, en marzo de 1871 en la Comuna. Las tropas de Versailles, siguiendo las órdenes de Thiers y bajo la atenta mirada de Bismarck, abortaron la
revolución y aniquilaron a sus partidarios en pocas semanas siguiendo una
lógica que hace pensar en la guerra total. No existe un acuerdo sobre las cifras de muertos pero, entre los combates y la posterior represión, perecieron
alrededor de 20.000 communards. Posteriormente miles de rebeldes fueron
deportados a Nueva Caledonia.
La belle époque, ese periodo que después de la Primera Guerra Mundial
se recordará como un momento de paz y tranquilidad comenzó con la sangrienta represión de la Commune de París en 1871. Su recuerdo, siempre reprimido, volvía una y otra vez para atemorizar a las clases dominantes. Europa vivía una dolorosa transición entre un Antiguo Régimen de base agrícola
“persistente” y una sociedad industrial emergente. Con diferencias según
los países, el proceso de industrialización agudizó los conflictos sociales. La
oligarquía formada por la aristocracia terrateniente y la de función, junto
con los estratos superiores de la burguesía – principalmente industriales y
banqueros – vivía aterrorizada ante el crecimiento de ese “otro” incómodo,
que era al mismo tiempo necesario pero peligroso, al que se dominaba y explotaba pero cuya presencia suponía una amenaza constante: el proletariado.
A medida que el liberalismo iba perdiendo su capacidad para controlar a las
clases laboriosas se fue reforzando con formas de pensamiento más agresivas
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
Pórtico
y elitistas: el darwinismo social y el pensamiento niezscheano. Las distintas
oligarquías nacionales impulsaron la conquista imperialista, la carrera armamentística ya que veían la política internacional y, en concreto, la guerra
como una forma de superar sus problemas internos en una fuga hacia adelante que llevaría a la Gran Guerra. Como señalamos más arriba, las clases
dominantes estaban dispuestas a poner en práctica en el interior de sus estados las tácticas aprendidas en el ámbito colonial. No sólo se exportan las
prácticas de violencia contra poblaciones indefensas, junto a ellas también
viajan a Europa completos sistemas de representación de la realidad social.
Cuando la amenaza de la revolución se extiende, se repite la misma estrategia
que en las colonias. Dando cobertura a las relaciones de poder establecidas
entre los distintos grupos sociales encontramos discursos animalizadores;
un “clasismo racista” en el que el enemigo de clase es definido en términos
de raza, la revuelta política es diagnosticada como el síntoma de una enfermedad del cuerpo social y los revolucionarios son estigmatizados como portadores de un virus contagioso. En definitiva, el enemigo de clase no era reconocido como un contrincante político legítimo, al contrario, era racializado
y animalizado24.
Conclusiones: la guerra como catalizador
Siguiendo las tesis de Arno Mayer, Perry Anderson ha señalado que la coyuntura histórica que explica el modernismo es el resultado de la intersección
de tres coordenadas; “un orden dominante semiaristocrático, una economía
semi-industrializada y un movimiento obrero semiemergente o semiinsurgente”. La primera de estas coordenadas proporcionaría una serie de códigos
elitistas todavía aceptados pero amenazados por la emergencia de nuevos sujetos sociales; la segunda ofrecería la posibilidad de un progreso material de
efectos sociales desconocidos; y la tercera representaría la posibilidad de un
reordenamiento radical de la sociedad cuyos resultados eran igualmente ambiguos25. Creemos que esta argumentación nos puede ayudar a comprender
el periodo de entreguerras y los trastornos sociales, culturales y políticos que
vive el continente europeo. De hecho, es un periodo marcado por la relación
dialéctica revolución-contrarrevolución, un binomio extremadamente fértil
cuando se trata de sembrar violencia y sistemas de representación basados
en la eliminación del contrario. Es en esas coordenadas también donde podemos encontrar respuesta a los aspectos más ambiguos de la ideología fascista, aparentemente dividido entre la nostalgia por un pasado glorioso que
no volverá, el miedo a la revolución social y una carrera desenfrenada hacia el
Pórtico
Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
19
futuro. A este respecto resulta significativo que incluso aquellas sociedades
europeas que no atravesaron el trauma de la Gran Guerra, como es el caso de
España, se viesen inmersos de lleno en la llamada guerra civil europea.
Es innegable que el horror desplegado durante los más de cuatro años de
conflicto quedó grabado en la conciencia de millones de europeos, y no sólo
en los cuerpos de una buena parte de ellos. Retrospectivamente, el periodo
anterior a la guerra se recordaría como un momento de paz y tranquilidad.
Sin embargo, si acercamos nuestra mirada a la segunda mitad del siglo XIX
vemos con claridad que la paz y la tranquilidad que pareció esfumarse en el
verano de 1914 era una imagen distorsionada que sólo se adaptaba de forma
irregular a una pequeña parte de la población mundial, mientras que para el
resto suponía una contradicción diaria con la vida que les había tocado llevar.
El proceso de “democratización” de la violencia al que hacíamos referencia
más arriba se intensificó a lo largo del siglo XIX tanto en el ámbito colonial
como en el interior de Europa al calor de los conflictos sociales. A partir de
1914 se combinó con el desarrollo tecnológico dando lugar a una espiral de
violencia que se engulló a millones de europeos y a tres imperios. En otras
palabras, una vez puesta en marcha, la guerra y su violencia aceleraron unos
procesos sociales que se habían iniciado con la expansión imperialista de las
potencias europeas y la industrialización capitalista y exacerbó los conflictos provocados por éstas, dando inicio a un periodo de treinta años – hasta
el final de la II Guerra Mundial – en el que el viejo continente se vio desgarrado por revoluciones, guerras civiles y dos conflictos internacionales sin
precedentes. En un continente brutalmente desfigurado, sumido en una crisis social, política y cultural de vastas dimensiones, los proyectos políticosociales que intentaron cerrar las heridas abiertas por la emergencia de la
sociedad moderna se terminaron de forjar en medio de la violencia de masas
de la Gran Guerra. Desde esta perspectiva, la Primera Guerra Mundial, no
sería la verdadera matriz del “corto siglo XX” sino un agente catalizador de
primera magnitud.
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Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
Pórtico
Notas
1Stéphane Audoin-Rouzeau, Anette Becker, 14-18, retrouver la guerra, París, Gallimard, 2000. El entrecomillado
en p. 14.
2Eric J. Hobsbawm, Historia del siglo XX, 1914-1991, Barcelona, Crítica, 2005. La crítica a esta periodización en
Enzo Traverso, “El siglo de Hobsbawm”, Pasajes, 31 (invierno 2009-2010), pp. 8-21.
3Alan Kramer, Dynamics of destruction. Culture and Mass Killing in the First World War, Nueva York, Oxford University Press, 2007, pp. 15-16.
4
Ibidem, pp. 6-7.
5
Ibidem, pp. 10-12.
6
Ibidem, pp. 13-45.
7Stéphane Audoin-Rouzeau, Anette Becker, 14-18,..., op. cit., p. 53 y John Horne, “Les civils et la violence de guerre” en Audoin-Rouzeau, Becker, Ingrao et Rousso (dirs.) La violence de guerre, 1914-1918, Bruselas, éditions
complexe, 2002, pp. 135-142.
8Antoine Prost, Jay Winter, Penser la Grande Guerre, Paris, Seuil, 2004, pp. 136-139, Eduardo Gónzalez Calleja,
“La cultura de guerra como propuesta historiográfica: una reflexión general desde el conteporaneísmo español”,
Historia social, nº 61, 2008, pp. 69-70. La definición de cultura de guerra en , Stéphane Audoin-Rouzeau, Anette
Becker, 14-18, retrouver..., op. cit.
9George L. Mosse, Fallen soldiers, Reshaping the Memory of the World Wars, Oxford, Oxford University Press, 1990.
10Joanna Bourke, Sed de sangre: historia íntima del combate cuerpo a cuerpo en las guerras del siglo XX, Barcelona,
Crítica, 2008.
11John Horne (de), State, Society and Mobilization in Europe during the First World War, Cambridge, Cambridge
University Press, 1997.
12Jay Winter, Sites of Memory, Sites of Mourning: The Great War in European Cultural History, Cambridge, Cambridge University Press, 1998.
13Alan Kramer, Dynamics of... op. cit.
14George L. Mosse, Fallen soldiers... op. cit., Stéphane Audoin-Rouzeau, Anette Becker, 14-18,..., op. cit y Alan Kramer, Dynamics of... op. cit.. Este último se muestra crítico con la utilización del concepto de brutalización de
forma general para toda Europa.
15José Luis Ledesma, “Qué violencia para qué retaguardia o la República en guerra de 1936” Ayer, 2009, 4, pp. 92-93.
16Hannah Arendt, Los orígenes del Totalitarismo, Madrid, Taurus, 1998.
17Olivier Le Cour Grandmaison, Conquête de l’Algerie: la guerre totale, en David El Kenz, (dir.), Le massacre, objet
d’histoire, París, Folio/Gallimard, 2005, p. 254-256 y 264-265.
18Ibidem, pp. 266-269.
19Ibidem, p. 271.
20Enzo Traverso, The Origins of Nazi Violence, Nueva York, The New Press, 2003, pp. 64-65. [hay traducción española Enzo Traverso, La violencia nazi. Una genealogía europea, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
2003. Pero seguimos la versión en inglés.]
21Ibidem, p.47-63. Entrecomillado en pág. 63 (traducción propia).
22Eric J. Hobsbawm, La Era del Imperio, 1875-1914, Barcelona, Crítica, 2003, pp. 310-336.
23David Harvey, París, capital de la modernidad, Akal, Madrid, 2008, p. 350.
24Arno Mayer, La persistance de l’Ancien Régimen. L’Europe de 1848 à la Grande Guerre, París, Flammarion, 2010
(1981), pp. 267-316, Enzo Traverso, The Origins of Nazi... op. cit., pp. 106-108 y David Harvey, París, capital... op.
cit., pp. 348-354.
25Perry Anderson, “Modernidad y revolución” en CASULLO, Nicolás (1993) El debate Modernidad – posmodernidad, Buenos Aires, El cielo por asalto, pp. 77-92
Pórtico
Pablo Gómez Nogales // ¿Matriz del siglo XX o catalizador de la modernidad?
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Marie-Pierre Caire Mérida
La crisis del paso
del reinado de
Isabel II al Sexenio
Democrático en la
escena teatral
de Barcelona
ESTUDIOS
Este artículo se presentó en el “xxxvi ème congrès de la société des Hispanistes Français”, celebrado en la Universidad de Estrasburgo los días 7,
8 y 9 de junio de 2013, y el original en francés serà publicado en la revista digital HispanismeS, revue des Hispanistes Français de l’Enseignement Supérieur.
E
***
l siglo XIX es un siglo de transformaciones para España y es, sobre
todo, bajo el reinado de Isabel II (1843-1868) cuando se consolidan
los nuevos modelos político, económico y social: el liberalismo, el
capitalismo y la sociedad de clases con el desarrollo de la burguesía y el nacimiento del movimiento obrero. El nuevo sistema político parlamentario pero no democrático, los gobiernos liberales, permiten el acceso al
poder y la ascensión de un grupo social anteriormente excluido de las decisiones políticas, que se convierte en una nueva minoría privilegiada. La corrupción en las esferas del poder se generaliza y el reinado de Isabel acaba en
una crisis política, económica y social. Grupos de la oposición, con el apoyo
del ejército, ponen en marcha un proceso de sublevación militar, que con la
participación de los movimientos populares adquiere un carácter revolucionario, para poner fin a la monarquía de los Borbones, en septiembre de 1868.
Esta revolución, la Gloriosa, abre una nueva etapa de experiencias democráticas de seis años que suscita muchas esperanzas pero que no parece resolver
la crisis y la inestabilidad.
Diferentes acontecimientos y temas, relacionados con esta crisis son
puestos en escena por unos dramaturgos que se interesan por la actualidad
y desean compartir con los espectadores sus preocupaciones, denunciar los
abusos cometidos por los dirigentes, o expresar sus opiniones frente a los
acontecimientos del momento. Las causas o los efectos de la crisis pueden
ser mencionados de manera marginal con simples alusiones, en obras que
tratan de temas diversos o ser el núcleo central de algunas obras. Antes de
la revolución de septiembre de 1868, la censura obligaba a los dramaturgos
a recurrir a metáforas para introducir en sus obras referencias y críticas a la
Estudios
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
23
situación política. Después de la revolución y de la supresión de la censura, pueden representar de manera
explícita situaciones estrechamente
relacionadas con los acontecimientos del momento e incluso referirse a
personajes políticos concretos.
¿Qué aspectos vinculados a la crisis aparecen en las obras del final de
los años 60 y principios de los 70 ?
¿Qué visión dan los dramaturgos de
la situación del momento ? ¿Qué denuncian ? Un estudio exhaustivo de
la programación de los principales
teatros de Barcelona, publicada en el
periódico Diario de Barcelona de la época, nos ha permitido identificar las
obras representadas en Barcelona en esos momentos. A partir de algunos
ejemplos de obras, algunas de las cuales llevan un título muy explícito, intentaremos aportar respuestas a estas preguntas. Para los dramaturgos que
ponen en escena la actualidad del momento, las causas esenciales de la crisis
de finales de los años 60 son la monarquía como régimen político, la reina
Isabel II y los políticos corruptos.
Crítica de la monarquía
Justo después de septiembre de 1868 se representan obras que rinden homenaje a la revolución y en las cuales el entusiasmo corre parejo con una condena unánime de la monarquía tal como se ejercía antes de su caída, considerada como un régimen tiránico, responsable de todos los males que sufre el
país. Algunos dramaturgos no dudan en recurrir al modelo de las obras religiosas, «autosacramentales», poniendo en escena personajes alegóricos para
representar nociones tales como la Monarquía, el Despotismo, la Libertad, la
Democracia., la Revolución, la República…
Encontramos en algunas de esas obras, la asociación diablo/monarquía/
despotismo. En España libre1, himno a la revolución, el Diablo y el Despotismo firman un pacto. Una de las escenas de La passió política 2, construida
como una obra religiosa sobre la pasión de Cristo, reúne en el infierno al diablo con un grupo de monarcas destituidos por sus pueblos, entre ellos Luis
XVI de Francia, Carlos I de Inglaterra, Napoleón I, Luis Felipe e Isabel II.
24
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
Estudios
Esta alianza monarquía/diablo suscita
el odio del espectador hacia la monarquía asociada al Mal y refuerza su adhesión a la revolución triunfante.
En ¡May mes monarquia!3, representada en 1873 poco después de la
proclamación de la primera república,
la Monarquía, personaje alegórico negativo, entra en escena acompañada de
la Pena de muerte, de la Esclavitud, del
Absolutismo y del Clero, mientras que
los compañeros de la República son las
Artes, las Ciencias, la Justicia…
Corona y gorro frigio4 también recurre a los personajes alegóricos. La Monarquía intenta convencer al pueblo
para que la elija, pero la República se
interpone para impedírselo. El Tiempo ofrece al pueblo un panorama de la
historia de España desde los Reyes Católicos hasta Isabel II, para enseñarle las fechorías de este régimen y llevarlo a escoger la República dándole el
ejemplo de Estados Unidos, donde aportó la prosperidad. Una vez más la Monarquía resulta vencida y tiene que huir.
Crítica de la reina Isabel
Si la monarquía como institución se rechaza, la propia reina es criticada tanto en el teatro como en la calle. La impopularidad de Isabel se debe ante todo
a la situación de crisis económica que afecta a un amplio sector de la sociedad, a las tensiones políticas, a la corrupción que se generaliza en los ámbitos
del poder y de la Corte. Pero esta impopularidad se debe también a la vida
privada de la reina, considerada inmoral. Los amantes desfilan; las personas
que la rodean no siempre ejercen una influencia positiva sobre las decisiones
que conciernen a la marcha del país. La reina es vista por su pueblo como una
mujer caprichosa y ligera, poco digna del rango que ocupa. Algunos autores
dramáticos ofrecen en sus obras, representadas después de la caída de la monarquía, un retrato negativo de la soberana que no es sino una justificación
más de la sublevación. El pueblo ha luchado no sólo por su libertad sino también para poner fin a una monarquía cuya representante es el símbolo de la
inmoralidad.
Estudios
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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Entre las malas influencias ejercidas sobre la reina por sus cortesanos, las
de dos religiosos, el Padre Claret, su confesor, y Sor Patrocinio, son especialmente criticadas. Aparecen por ejemplo en Padre Carlet y Doña Patrocinio5
cuya acción tiene lugar en Madrid el 29 de septiembre de 1868. Isabel es en
esta obra la tutora de Doña Inocencia España. Juan Primo, el abogado de
Doña Inocencia, que ya intentó en vano en tres ocasiones retirar a Isabel su
derecho de tutela, se ve nuevamente metido en un juicio. La obra hace referencia claramente a las tentativas de golpe de estado dirigidas por el general
Prim. El juicio en curso a lo largo de la obra corresponde a la última sublevación, la que empieza en Cádiz y que esta vez tendrá éxito. Isabel es representada en la obra como una mujer superficial, que sólo se preocupa por sus
vestidos, despoja a Inocencia del patrimonio heredado de sus padres, dilapida sus bienes, favorece el crimen, los escándalos y el vicio, con su Corte constituida por aves de rapiña. Se deja engañar por dos indignos representantes
de Dios, que hacen de la palabra sagrada un uso sacrílego para satisfacer sus
ambiciones. Se trata del Padre Carlet (en la realidad el confesor se llama Claret) y de Sor Patrocinio, a los que Isabel recibe cada día y que se han convertido en sus más próximos consejeros. Se han apoderado de la conciencia de
Isabel y la han convencido para que se enriquezca a expensas de Inocencia. A
la espera del resultado del juicio, Isabel se reúne con Carlet, Patrocinio y Luis
González, «procurador» en la obra y que encarna al ministro del último gobierno del reinado de Isabel, Luis González Bravo. Los nombres de la ficción
son casi exactamente los mismos que los de los personajes reales. Luis González (el personaje de la obra) recuerda su objetivo común: el exterminio de
Inocencia España y su propio enriquecimiento. Patrocinio teme la sentencia
del tribunal porque el abogado Juan Primo es muy hábil y además es amigo
de dos de los magistrados, Serrano y Topete, que deben pronunciarse (una
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Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
Estudios
vez más los personajes reales, en este caso los coprotagonistas de la sublevación de la Gloriosa con Prim, son explícitamente nombrados). Por supuesto,
el abogado gana el juicio e Isabel tendrá que huir con sus consejeros.
Volvemos a encontrar la imagen desvalorizada de la reina en El destronamiento de Isabel 6, que la pone en escena con uno de sus amantes mientras su
marido la busca desesperado. Un antiguo amante viene a reprocharle su traición y advierte al recién elegido de la inconstancia de Isabel, una mujer que
falta a sus deberes hacia su marido y su patria y sólo piensa en sus caprichos.
Advierte también a la soberana del riesgo de que el pueblo, aplastado por el
dolor, que no siente más que desprecio hacia su reina, se transforme en bestia feroz. Personajes que representan las diferentes regiones de España (Castilla, Cataluña, Aragón, Andalucía…) salen a escena cantando el himno de
Riego y expresan a la reina sus quejas y el odio que el pueblo siente por ella.
Isabel acaba por arrepentirse de unas faltas que no recuerda haber cometido.
Castilla en nombre de los españoles proclama la victoria del pueblo contra
la opresión y la caída de los Borbones. La obra acaba con gritos de «Viva la
libertad» y el himno de Riego. Este himno está presente en muchas obras de
circunstancias de la época, asociado a la revolución y a la república.
En la obra ya citada, La passió política, Isabel, en el infierno en compañía
de soberanos destronados, baila el «french cancan» con su esposo y con Luis
Felipe, mientras algunos silban y aplauden. El baile del «french cancan» era
muy habitual en espectáculos de operetas, óperas cómicas u óperas bufas de
la época. Era objeto de duras críticas en las crónicas teatrales de la prensa.
Calificado de vulgar e inmoral por los autores de estas crónicas, era asociado
a la mala influencia francesa, acusada de pervertir al público español. En la
obra citada, la inconveniencia de la práctica de semejante baile, símbolo de
inmoralidad, por una reina, contribuye a dar de Isabel una imagen negativa. Unos soberanos, supuestamente representantes de la cumbre de la escala
social y de los valores más nobles, se entregan a una distracción vulgar que
los rebaja social y moralmente. Por otra parte, la representación de Isabel y
Luis Felipe bailando el cancán subraya el paralelismo de los destinos de estos
dos soberanos, ambos destronados por una revolución. Los espectadores que
comparten las ideas políticas del autor asisten, cómplices, a la degradación
de los monarcas, y particularmente a la que era su reina y que han destronado
porque ya no era digna de dirigirlos.
La hostilidad que suscita la reina se nota también en las escenas en las que
se quema su retrato como por ejemplo en La passió política o en la obra Lo 29
de setembre7. Este drama trata de la revolución de forma concreta, mostrando
la participación popular en un pueblo de la costa del Maresme, El Masnou,
Estudios
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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donde unos pescadores se implican
en la conspiración y se preparan, esperando consignas de Barcelona, para
tomar el ayuntamiento y el poder local,
poniendo en peligro sus vidas. Al final,
uno de los personajes descuelga un retrato de Isabel que un traidor tenía en
su casa y lo quema gritando «Abaix els
Borbons!».
En otra obra, Lo primer any republica, ó sia L’any 1872 en una estona8, vendedores ambulantes ofrecen novelas
cuyos títulos muy explícitos se refieren
a la vida disoluta de Isabel : La reina de los 100 amantes, Una nación de bandidos, Isabel II la concubina, Amores de monjes y monjas, el ladrón del honor de
los demás, la esposa adúltera, Francisco o el esposo que no lo es.
Crítica de los políticos corruptos
Si los dramatrugos critican a la monarquía y a la propia reina Isabel, arremeten sobre todo, contra los políticos corruptos, responsables de la situación de
crisis y de la miseria del pueblo. Los acusan de haber hecho desaparecer gran
parte del dinero de las ventas de los conventos (medidas de desamortización
de bienes eclesiásticos), de las minas y de otros bienes vendidos por el estado.
Antes de la supresión de la censura, los autores denunciaban los medios
políticos sin referencias precisas. Pelayo del Castillo, en Un diputado de antaño9, representada en noviembre de 1868, sin referirse a una persona precisa
da una definición del político, en boca de Don Homobono, que quiere ser diputado. Cuando su hija le pregunta por lo que hace un diputado, le contesta : «nada» y añade : «comer turrón ministerial». Esta palabra, «turrón», se
emplea en numerosas obras para referirse a la corrupción. Don Homobono
explica de qué se trata:
“... amasado con el sudor nacional. / (...) /
Suponte un oficinista / que anda de aquí para allá / revolviendo mil
papeles /
sin objeto y sin afán, / dándose tono, llamando al portero sin cesar; /
dando órdenes a este, / gruñendo al de más allá.../ y pegando al
presupuesto /
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Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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un pellizco regular : esto en
España es comer / del turrón
ministerial.” (Esc.2)
Para completar el retrato del político, Juan, amigo de Don Homobono, le explica que para ser diputado
hay que invitar, prometer, saber
gritar, ser atrevido y encontrar empleos para unos y otros. En cuanto a
cumplir las promesas, le recuerda el
refrán: «Del dicho al hecho, dice el refrán que hay gran trecho».
Manuel Ortiz de Pinedo también da una imagen muy negativa de los medios políticos de los años 60 con su comedia Intrigas de tocador10, inspirada
de una comedia francesa de Eugène Scribe. La palabra “tocador” sugiere más
un ámbito doméstico que un contexto político. Pero la obra muestra cómo
la fama, la obtención de un puesto político, no dependen del talento y de las
cualidades de la persona sino únicamente de sus relaciones. Denuncia la manipulación de la prensa, el fraude electoral… La obra se sigue representando
durante el sexenio democrático. La descripción muy negativa de los mecanismos de la vida política del final del reinado de Isabel sigue pues vigente a
pesar del cambio que debía haber traído la revolución.
José María Gutiérrez de Alba es un dramaturgo que se interesa por la actualidad política desde finales de los años 40. La mayor parte de sus obras
anteriores a la revolución son metáforas de la situación política de la época.
Su obra, La dote de Patricia11, representada en 1865, pretende ser una comedia de costumbres. Pero Patricia simboliza España, y su dote mal gestionada
por los administradores representa los bienes del país dilapidados por unos
dirigentes corruptos. Los vecinos son los políticos de la época. Después de la
revolución, Gutiérrez de Alba ya no necesita recurrir a metáforas y escribe
obras políticas con título y contenido muy explícitos y aporta su opinión sobre temas de actualidad como por ejemplo el debate sobre la elección de un
monarca para España, con su obra, ¿Quién será el rey? O Los pretendientes12.
Representados en escena como ministros, diputados, militares o administradores de bienes, los que controlan los mecanismos del poder, ofrecen
una pésima imagen. Tienen en común su cinismo, su desprecio por el pueblo
y por España (a menudo representada en escena por una mujer inocente, a
Estudios
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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veces incluso escuálida) a la que no vacilan en despojar de sus bienes. Expresan sin vergüenza su atracción por el dinero simbolizado por la palabra «turrón». Las críticas apuntan a los políticos en general pero también a personajes concretos de la vida púbica que, tras la supresión de la censura, aparecen
en las obras con su nombre real o con otros nombres o apodos que permiten
reconocerlos perfectamente.
Tres años de revolución en España o la caída de los Borbones13 se refiere a
tres episodios revolucionarios anteriores a la Gloriosa (la noche de San Daniel, la sublevación del cuartel de San Gil, las revueltas en Cataluña en agosto
de 1867), duramente reprimidos. Acaba con una escena que tiene lugar en
casa del ministro de gobernación del último gobierno de Isabel, representado en la obra con su nombre real, González Bravo. Un periodista y representantes de diferentes sectores relacionados con el poder (militar, diputado,
funcionario) lo acompañan. Cada uno se jacta de sus proezas, de sus vicios, de
su desprecio por el pueblo: intrigas, enriquecimiento gracias a las medidas de
desamortización o malversaciones de fondos, crueldad, represión… Cuando
se anuncia la victoria del ejército sublevado contra las tropas gubernamentales en Alcolea (ya se trata del inicio de la Gloriosa), todos se preparan para
huir con los millones que han robado. Y el ministro concluye:
“Me ausento a una patria extraña / pero dejo mi bastón; / Venga la
revolución /
tras ella vendré yo a España.”
Esta frase final aporta una nota pesimista a la victoria del pueblo: el poder
volverá a caer en manos de los que siempre lo han detentado para sacar provecho de él.
El entusiasmo suscitado por la revolución y la esperanza de acabar con la
crisis y la corrupción, y de ver instaurarse un régimen de justicia y de libertad garante de mejores condiciones de vida para el pueblo, no duran mucho
y pronto dejan lugar a una inmensa decepción, la sensación de haber sido
traicionado por los protagonistas de la sublevación militar y por los partidos
políticos. Los ciudadanos toman conciencia de haber sido utililizados y engañados por hombres cuyo único objetivo era elevarse al poder para satisfacer
sus ambiciones y sus intereses personales.
Los políticos procedentes de la revolución son objeto de las críticas de los
dramaturgos y entre ellos Práxedes Mateo Sagasta y Manuel Ruiz Zorrilla
parecen ser los blancos favoritos de estos ataques. Ambos ejercieron funciones ministeriales en los diferentes gobiernos del sexenio y adoptaron medidas autoritarias en algunos momentos para restablecer el orden social. Ruiz
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Zorrilla recurrió al reclutamiento impopular de soldados por el sistema de
sorteo de las «quintas» a pesar de las promesas de los políticos llegados con
la revolución de suprimirlas14. Sagasta creó una especie de policía paralela represiva armada de porras y que actuaba de forma violenta. Estos dos políticos
están presentes en varias obras, por ejemplo en ¡May mes monarquia!15, en Lo
primer any republica, ó sia L’any 1872 en una estona16, y también en El triunfo
de la República17, (las tres de 1873), compitiendo por ser el más bribón para
engañar a España y al pueblo. En esta última obra, sus nombres apenas deformados se convierten en Tadeo Subasta y Miguel Parrilla.
En algunas obras catalanas, Laureano Figuerola, ministro de Hacienda
después de la revolución, es también objeto de críticas. Los autores de estas
obras se hacen eco de la opinión de los industriales catalanes, compartida
por un amplio sector de la sociedad catalana, hostil al libre cambio, percibido
como una amenaza contra la prosperidad económica de la región. Laureano
Figuerola encarna esta amenaza ya que tomó medidas de supresión progresiva de las barreras arancelarias para las importaciones. En La passió política, ya citada, todos los personajes bíblicos representan personajes políticos
precisos del momento, y diferentes críticas concretas aparecen a lo largo de
la obra.
Se pasa revista a la situación de crisis general del país en un tipo de obra
que se encuentran tanto a finales del reinado de Isabel como durante el sexenio. José María Gutiérrez de Alba ya había propuesto obras de este estilo:
1864 y 1865, Revista de un muerto: juicio del año 1865, y 1866 y 186718. Cada
una de las tres presenta un balance del año transcurrido en presencia de un
niño que encarna al año nuevo. Estas revistas comentan en tono humorístico
y crítico la situación del país. En 1866 y 1867, un médico diagnostica para España un estado de raquitismo constitucional y receta un tratamiento a base
de dieta, miseria, sangrías y represión política, refiriéndose así a la crisis de
finales de los sesenta.
Dos autores catalanes, Eduard Vidal y Valenciano y Conrad Roure, también recurrieron a esta estructura para hacer un balance del año 1864, en un
texto teatral titulado Antany i engüany19. Las críticas políticas se hacían con
tono humorístico; en aquella época la censura aún estaba en vigor. Para referirse a la miseria y al paro, Silvestre (el anciano que representa el año que se
acaba) explica a Manel (el joven que va a ser el año nuevo) que ha mandado
cerrar numerosas fábricas para que los trabajadores puedan ir a pasear, y si
ya no tienen dinero, se libran de tener indigestiones y de arruinarse gastando
en médicos y comprando píldoras.
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Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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Lo primer any republica, ó sia L’any 1872 en una estona20, sigue el mismo
modelo pero con un tono mucho más virulento. Representada en 1873, muestra un panorama muy negativo de la situación de España desde los últimos
años de la monarquía de Isabel, época de miseria para el pueblo, que Topete,
Serrano y Prim debían remediar. Desde el inicio de la revolución hasta el momento en que se sitúa la acción, es decir, principios del año 1873, todo ha sido
una sucesión de políticos corruptos que no cumplen sus promesas hechas al
pueblo, lo agobian a impuestos, no dudan en emplear la violencia y sólo piensan en su propio enriquecimiento. Se menciona a ministros concretos y se
recuerdan asuntos de corrupción y de actualidad muy precisos. Pero el ámbito político no es el único en ser retratado con severidad. Los autores también
dedican comentarios muy duros al mundo de la cultura y del espectáculo.
Conclusión
Los dramaturgos que se interesan por la actualidad no pueden evitar referirse a la crisis del final del régimen de Isabel II y denunciar a los culpables que
mantienen al pueblo en la miseria y la humillación. De forma más o menos
explícita según el periodo y la vigencia o no de la censura, ponen en tela de
juicio el sistema monárquico a menudo representado por un personaje alegórico, o a la propia reina Isabel cuya imagen aparece muy negativa, incluso
degradada. Pero los ataques unánimes van hacia los políticos tanto los de los
gobiernos de Isabel como los que proceden de la revolución. Las esperanzas
suscitadas por el proceso revolucionario que ha destronado a esta reina indigna y ha puesto fin a la monarquía se ven decepcionadas. Los nuevos regímenes instaurados, los dirigentes que han llegado al poder gracias al apoyo
popular, no resuelven la crisis, la perpetúan y reproducen el modelo de los
dirigentes destituidos, engañando al pueblo, reprimiéndolo y utilizándolo
para enriquecerse. Los dramaturgos que tratan de la actualidad, después de
un corto periodo de entusiamo que expresan en obras de homenaje a la revolución, pronto vuelven a poner en escena a los políticos, a menudo con su
nombre real, para denunciar sus actuaciones.
Frederic Soler autor de teatro catalán muy presente en los teatros de Barcelona durante los años 60 y 70, en una comedia de costumbres sin intención
política, representada por primera vez el 20 de junio de 1874, Lo sagristà de
Sant Roch21, por las palabras del personaje principal expresa su opinión sobre
la evolución política del país:
Estudios
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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“Primer vám tenir la reyna / y anava tot enrenou, / fins que varém
dir: - Cambiemla /
y probém si’ns va millor. / Nombrém regent à’n Serrano, / y, si anava
mal, pitjor; /
Com abans, gresca, y bullanga / y pujar contribucions. / Fán vení al
rey Amadeo, /
y encara mès esbalot, / y mès gresca, y mès empleo / y mès cridar per
turrò. /
Proba’l rey à n’en Sagasta. / -¿Anirém bè? – No Senyor. / Proba’l rey
à n’en Zorrilla /
-¿Anirém bè? – Com ab tots. / ¿Probém ara la república? /
-Probemla – Ja hi som - ¿Y donchs? / Lo mateix qu’abans; sargata /
y volé empleos dels bons.” (Act. I, esc.2)
La desilusión es grande y parece compartida por los dramaturgos. ¿Es esta
desilusión la que conduce a una disminución del número de obras políticas
al final del sexenio, o es el desinterés del público por este tipo de temas en el
teatro? En la lista de las obras representadas, contabilizadas según la programación teatral del Diario de Barcelona para el año 1874, se nota una reducción de las producciones con títulos explícitos sobre la actualidad. El tema de
circunstancia más tratado es el conflicto carlista. La situación política después del golpe de estado del General Pavía, que disuelve las Cortes en enero
para instaurar un régimen autoritario de transición entre la República y la
Restauración, no parece ser objeto de puestas en escena con título explícito.
Puede ser que el nuevo gobierno imponga un clima poco propicio a la libertad
de expresión o que un desencanto general conduzca a dramaturgos y público
a alejarse de los temas políticos. Se nota para el año 1874 una progresión importante de la zarzuela en los escenarios de Barcelona, género que atrae a un
público que prefiere, tal vez, las diversiones ligeras a obras cuyo contenido
recordaría demasiado la crisis que no se acaba y la ausencia de esperanzas.
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Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
Estudios
Notas
1Rodriguez Garrido, José, España libre, “Loa”, Imprenta del diario, Córdoba, 1868.
2 Alonso Del Real, Joan et Roca y Roca, Joseph, La passió política, “Tragi-comedia satírica e històrica an quatre
actes y onze quadros”. Llibreria editorial de Ignocent López Bernagosi, Barcelona, 1870.
3 Arus y Arderiu, Rossendo, ¡May mes monarquia!, “Actualitat política en un acte y en vers català”, Imprenta de
Salvador Manero, Barcelona, 1873.
4 Jackson Veyan, José, Corona y gorro frigio, “Paralelo en 1 acto y 8 cuadros”, Ed. Alonso Gullón, Madrid, 1873.
5 Campoamor, Antonio, El padre Carlet y Doña Patrocinio, “Fotografía improvisada, en un acto y en prosa”, Imprenta de Salvador Amargós, Valencia, 1868.
6 A. N., autor anónimo, El destronamiento de Isabel, “Curiosísimas escenas históricas del año 1868, ejecutadas por
todos los españoles al grito de libertad”, Teatre catalá, vol. 425, Barcelona, 1868.
7Molet, Silvestre, Lo 29 de setembre, “Drama en 3 actos”, Ed. de Salvador Manero, Barcelona, 1871.
8 Arus y Arderiu, Rossendo, Lo primer any republica, Imprenta de Salvador Manero, Barcelona, 1873.
9 Castillo, Pelayo del, Un diputado de antaño, Imprenta de José Rodríguez, Madrid, 1868.
10 Ortiz De Pinedo, Manuel, Intrigas de tocador, “Comedia en tres actos”, Imprenta de José Rodríguez, Madrid,
1864.
11Gutiérrez De Alba, José María, Teatro político-social, “Crítica de los usos y costumbres políticas de nuestra patria, valiéndose de los elementos y alegorías de la fábula”, Imprenta de Manuel Minuesa, Madrid, 1869.
12 Gutiérrez De Alba, José María, ¿Quién será el rey? O Los pretendientes, “Cuadro jocoso escrito sobre un asunto
muy serio”, Imprenta de José Rodríguez, Madrid, 1869.
13 Cartaná, R., Tres años de revolución o la caída de los Borbones, “Apropósito dramático en 4 épocas”, Imprenta M.
González, Barcelona, 1869.
14 Caire, Marie-Pierre, “Quintas” et guerre carliste mises en scène dans le théâtre du “sexenio democrático”, XXXV
Congrès de la société des Hispanistes français, Université Paul-Valéry-Montpellier III, mai 2011, “Guerres dans
le monde ibérique et ibéro-américain”.
15 Arus y Arderiu, Rossendo, ¡May mes monarquia!, “Actualitat política en un acte y en vers català”, Imprenta de
Salvador Manero, Barcelona, 1873.
16 Arus y Arderiu, Rossendo, Lo primer any republica, Imprenta de Salvador Manero, Barcelona, 1873.
17Rubio Lorente, Vicente, El triunfo de la República, “A propósito en 1 acto y en verso”, Imprenta de José Rodríguez, Madrid, 1873.
18Gutiérrez De Alba, José María, 1866 y 1867, “Revista en 2 cuadros y en verso”, Imprenta de Manuel Minuesa, Madrid, 1866. Gutiérrez De Alba, José María, Revista de un muerto, juicio del año 1865, dans Teatro político-social,
op. cit.
19 Dos Gats Dels Frares, Antany y engüany, Llibrería espanyola de I. López, Barcelona, 1865.
20Arus y Arderiu, Rossendo, Lo primer any republica, Imprenta de Salvador Manero, Barcelona, 1873.
21 Soler, Frederic, Lo sagristà de Sant Roch, “Quadro de costums catalanas”, Lliberia d’Eudalt Puig, Barcelona,
1874.
Estudios
Marie-Pierre Caire Mérida // La crisis del paso del reinado de Isabel II al Sexenio Democrático...
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Miguel Ángel Velasco
Los relatos
de Odiseo
El cine en Theo
Angelopoulos
Mi vida es hacer cine y creo que mis películas han sido
mis universidades… sólo vivo realmente cuando estoy
rodando. Y pienso seguir haciendo cine al margen
de corrientes y modas...1
theo angelopoulos
ESTUDIOS
E
l cine de Angelopoulos se encuentra en las antípodas del cine-evasión, producto de consumo efímero al servicio del interés comercial e ideológico (entendido con Marx: mentira al servicio de la dominación y opio que distrae de la miseria cotidiana, vista ya como
algo natural) Es una obra pensada y sentida, exige un trabajo intelectual al
espectador, y no se deja deglutir junto a las palomitas y el refresco. «Yo trato
de contar historias de un modo…, a mi modo: respetando al máximo a esa gente que las va a ver, considerando al espectador no como un consumidor pasivo
sino como otra cosa, alguien que escucha, un interlocutor al mismo nivel.»2
Exige también una sensibilidad desprejuiciada, dispuesta a romper con
cadenas de imágenes compulsivas y sonidos atronantes. Su ritmo pausado
resultará desconcertante para los mirones de hoy en día, sometidos a estética
de videoclip e historias de anuncio televisivo, reducidas a un esqueleto tan
simple que se traga de una vez. Angelopoulos toma el café al estilo oriental,
gota a gota, saboreándolo y, del mismo modo, no bebe el tiempo en sus películas, lo saborea.3 No menos sorprendentes serán sus bandas sonoras para el espectador de hoy, habituado a la saturación de un sonido hipertrofiado en las
salas de cine. Desde estas advertencias hemos de acercarnos a su cine, dejándonos llevar por el poder de sus imágenes y el rico contenido que encierran.
En una de sus películas, La mirada de Ulises, escuchamos unos versos del
poeta Seferis, «al principio creó Dios el viaje, después la duda y la nostalgia.»
El largo periplo de quien, testigo de la historia, quiere retornar a su patria, a
su hogar y a sí mismo. Voy a contar el viaje que, en silencio, he visto y escuchado a este Homero del siglo veinte. Deseo que estas palabras sirvan para
que unos descubran y otros revisiten la monumental obra que Angelopoulos
nos ha regalado.
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
37
Historias frente a Historia
La visión hegeliana de la historia está guiada por un telos que justifica los
momentos anteriores como pasos hasta el presente, el único posible en un
horizonte de sentido. Es la visión que sigue interesando al poder económico,
para mostrar cómo hemos llegado al final de la historia -Fukuyama dixit-, es
decir, a las democracias del mercado financiero. Ante esta óptica cerrada hemos de reivindicar otra abierta, donde quepan diferentes interpretaciones
que permitan nuevas posibilidades de construcción de la realidad. En este
sentido propongo entender el cine de Angelopoulos y su progresión desde la
fractura del ideal marxista, todavía heredero de la linealidad y unicidad hegeliana, hasta plantear una visión subjetiva personal, pero nunca subjetivista:
la mirada de Odiseo.
Odiseo simboliza un doble viaje, el exterior, poblado de peripecias, aventuras y peligros, y el interior, viaje existencial, de autoconstrucción. Mas para
que exista cualquiera de estos viajes, el viajero ha de permanecer identificable a pesar de su metamorfosis, (como ya nos mostró el viejo Aristóteles al
atreverse a explicar el cambio). Penélope exige reconocer las huellas, en el
cuerpo y en la memoria del viajero recién llegado, para estar segura de que es
su esposo. ¿Qué otra cosa nos permite reconocer a un humano sino las marcas de su pasado? Sin las huellas que identifican al viajero el relato del viaje
no sería sino un cuento inventado por un extraño, por alguien que carece de
identidad y, en consecuencia, nada podría ofrecernos, salvo un pasatiempo. También Odiseo necesita mostrar los signos que acrediten su identidad,
pues gracias a ellos podrá su relato ser su historia y de ese modo le permitirá
afrontar el nuevo momento de retorno al hogar, en que llega transformado
por el tiempo y su ausencia. Y así Penélope, la espectadora inteligente de lo
narrado, puede afrontar la vuelta del extraño viajero, gracias a que esa historia nace de las marcas del pasado común.
Si hay un modo de narrar (construir y transmitir relatos) propio del siglo
veinte, dicho modo es el cine. Las películas de Angelopoulos se nos ofrecen
como una historia para entender el presente, no como un medio para disfrazarlo, ni como un pasatiempo para olvidarlo y parten de las huellas que a él
mismo permiten enfrentar su tiempo y su propia existencia.
«Yo no sé si se puede dar una definición integradora de mi trabajo pero, en
cualquier caso, retomaría el final de La mirada de Ulises, el fin de la Odisea,
como una suposición. Un Ulises que se pregunta: Cuando vuelva, ¿qué voy a
contar? Contaré una aventura, la aventura humana, una aventura que no acaba nunca.»4
38
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
Como exigía Ortega y Gasset a la perspectiva vital del humano, Angelopoulos permanece fiel a su circunstancia, es parte de ella y desde la misma
nos cuenta su viaje, que ha ido construyéndola. Son frecuentes en sus películas los travelings de trescientos sesenta grados, señalando el horizonte de su
Grecia natal, el de la Europa del siglo XX y el de la crisis del XXI. Fruto de esta
fidelidad aparece un nuevo sentido, también doble, en el viaje de Odiseo: su
aventura, a fuerza de suya, se le escapa para hacerse universal y ser el viaje de
cualquiera, el de todos, el de la historia humana. Lo más particular resulta ser
lo más universal: «Cuanto más profundizas en tu propio lugar -Grecia, para
mí- más universal resulta para los demás.»5
Sin embargo, podemos apreciar una oscilación entre lo individual y lo
genérico en buena parte de sus obras, así bien se aproximan a un enfoque
brechtiano, como Reconstrucción, El viaje de los
comediantes, Los cazadores o Días del 36, bien a un
Las películas de
enfoque existencial, como El apicultor, Paisaje en
la niebla, El paso suspendido de la cigüeña, La miAngelopoulos se nos
rada de Ulises, La eternidad y un día o El polvo del
ofrecen como una
tiempo. En las primeras analiza la historia lejos de
historia para entender
cualquier psicologismo, pero también del cine documental. «No quiero hacer documentales, sino
el presente, no como un
películas de ficción»6
medio para disfrazarlo,
Antes que cine histórico, podemos considerar
ni como un pasatiempo
su obra el cine de un historiador, entendido, a la
vez, como estudioso de la historia y como contapara olvidarlo...
dor de historias, fabulador emparentando con el
viejo Homero, del cual es deudor. Por ello, aunque
la historia siempre está presente para descubrir los signos de nuestra identidad, no es sino una de las dos coordenadas que perfilan su obra, imposible sin
la otra, la de lo existencial.7
En varias entrevistas Angelopoulos declara considerarse a sí mismo contador de historias, sus historias y narradas a su modo. Es decir, relata lo que
ha quedado en su memoria, que no es sino el resultado de un modo de mirar
apegado a su circunstancia vital. Su cine es memoria convertida en mirada:
«Al fin y al cabo, ¿quién soy yo sino un coleccionista de miradas desaparecidas?» dice por boca de Ivo Levi, el conservador de la cinemateca de Sarajevo,
en La mirada de Ulises. Dicha colección de miradas que son sus películas, no
son una agregación deslavazada, sino que componen un relato unitario, siendo al mismo tiempo una reflexión triple: sobre el viajero que relata su aventura, sobre lo relatado y sobre las posibilidades y modos de hacerlo. Y esta
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
39
última, la de ser metarrelato, cine dentro del cine, es la tercera coordenada
de su obra, la cual otorga relieve a las dos anteriores. Narrador, narración y
narrativa, coordenada existencial, coordenada histórica y coordenada cinematográfica, conforman el mapa de los relatos de Angelopoulos.
El viaje
No es Angelopoulos un cineasta prolífico, en los cuarenta años que separan
su primera obra y la última encontramos tan sólo trece largometrajes, tres
cortos y dos episodios de unos tres minutos dentro de dos películas. La emisión, un cortometraje de 1968, Reconstrucción de 1970, es su primer largo al
que sigue la trilogía histórica, compuesta por Días de 36 (1972) , El viaje de los
comediantes (1975) y Los cazadores (1977). Luego realizó Alejandro el grande
(1980), un documental sobre Atenas Atenas, Retorno a la Acrópolis (1982) y
la trilogía del silencio, con Viaje a Cítera (1984), El apicultor (1986) y Paisaje
en la niebla (1988). La trilogía de la frontera: El paso suspendido de la cigüeña
(1991), La mirada de Ulises (1995) y La eternidad y un día (1998). Se cierra su
obra con la dramáticamente interrumpida, Trilogía: El prado llorando (en este
caso el nombre y la organización en tres partes nació del mismo Angelopoulos)
compuesta por Eleni (2003), El polvo del tiempo (2008) y, la que nunca veremos, El otro mar.
A pesar de este habitual agrupamiento, coincido con Rafael Arias Carrión8
y entiendo toda su obra como una gran película, una película río que desarro40
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
llaría el viaje intelectual y vital del cineasta. Las referencias mutuas, tanto
entre personajes, como entre sucesos, lugares, nombres o símbolos empleados, permiten una lectura cruzada de su obra, que conforma esta visión unitaria. «Cada una de mis películas engendra la otra, en una continuidad. Y este
discurso es el reflejo de mis preocupaciones personales. Quizás sea incapaz
de contar historias de otros. Tal vez sólo pueda hablar de mis experiencias, de
mis traumas y de mis esperanzas. Y todo esto en función de mi evolución.»9
El carácter de gran película río no impide en absoluto el acercamiento separado a cada una de las obras que la componen, las cuales se mantienen completamente en pie como obras autónomas. Discrepo con este autor al dejar
fuera su opera prima por carecer del estilo propio de Angelopoulos. A mi juicio esta no puede ser una razón, porque su estilo no sólo está ausente en esta
primera película, sino que se irá perfilando a lo largo de sus primeras obras,
de toda su primera trilogía también, incluyendo El viaje de los comediantes,
obra considerada madura por la crítica. Un estilo que no aparecerá genuino
hasta Viaje a Citera, y pleno hasta Paisaje en la niebla.
El comienzo esperanzado. Historia y política
Reconstrucción, supone el inicio de este viaje que Angelopoulos/Odiseo emprende tras regresar a su tierra, después de estudiar en la Escuela de Cine
de París. Primero trabaja como periodista cinematográfico en un diario de
izquierdas, pero al ser cerrado por la dictadura de Los Coroneles, se decide
a iniciar su camino como cineasta. Con mirada esperanzada, cifrada en el
compromiso político y en la acción que sobre las conciencias puede ejercer
a través de su obra. Sus convicciones socialistas y los postulados heredados
del teatro de Brecht, le empujan a un cine guerrillero, en el sentido declarado
por boca de Alejandro (el protagonista de Alejandro el Grande) cuando, en la
película, dice lo que es una guerra de guerrillas: «que te escondas, que aparezcas, que ataques.»10
El protagonista de esta opera prima es también un Ulises retornado, en
este caso de Alemania, para morir a manos de su mujer y su amante. Angelopoulos establece un diálogo con la reciente historia griega, cuyo objetivo es
contribuir al cambio de aquel presente, que era el de una nueva dictadura, bajo
la cual filmará sus cuatro primeras obras. Por ello, Reconstrucción no se rueda
en la Grecia turística, sino en la que trata de ocultar el poder, la del retraso
socioeconómico, la emigración, los pueblos donde todavía no llega el agua corriente, ni la electricidad (como sucedía también en la España de la dictadura
esos mismos años setenta. «La historia de España era también mi historia.»11).
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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Los escenarios, la historia, el modo de filmar el último plano, la reflexión
sobre la narración misma de la realidad,12 dibujan una obra que, si bien carece
del estilo Angelopoulos, no es menos cierto que ya lo está perfilando. Tanto en
lo referido a dialogar con la historia reciente de su país como en la posición
que ante ella debe adoptar el cineasta. Aparece también, de manera nítida, un
elemento que escapa de la temporalidad histórica y que, sin embargo, arrojará luz constante en la comprensión del acontecer histórico, la mitología griega. En todas sus películas, el diálogo con los mitos forma parte decisiva de la
comprensión del tiempo en que transcurren y del tiempo del espectador que
asiste a ellas. En estas primeras obras, el diálogo de la historia con el presente
está mediado por la Orestíada, con Clitemnestra, su amante Egisto, Agamenon asesinado al regresar a casa y la venganza de sus hijos Electra y Orestes.
Su cámara, frecuentemente estática, encuadra casi con exclusividad planos generales. Los primeros planos, incluso los planos medios, están completamente ausentes, al igual que el recurso al plano-contraplano; constantes
de su modo de filmar que se mantendrán hasta El apicultor. Sin embargo, el
predominio de los planos secuencia sobre la labor de montaje han de esperar
a su siguiente obra. Como declaró en una entrevista, a partir de su segunda
película, Días del 36, decidió que no haría en dos planos lo que podía hacer en
uno, respetando además de este modo al espectador.13 Dos son los objetivos
que persigue con ello, el primero evitar el psicologismo, que genera una excesiva identificación del público con el/los protagonistas, haciendo olvidar el
mensaje didáctico de la obra. El segundo, permitir una mayor participación
activa al espectador, que ha de aportar su propio enfoque y ha de reflexionar
sobre lo narrado. Como en el teatro, es uno mismo quien contempla el cuadro como una panorámica o se centra en la cara de uno de los personajes, por
ejemplo, o las reacciones y gestos también las debe suponer, al estar ausente
el contraplano.14 Su primera trilogía permanecerá absolutamente fiel a estos
postulados.
Angelopoulos indica que hasta los diecisiete años creía en Dios, creencia
cuyo hueco fue llenado más tarde por la creencia en el socialismo, la cual impulsa una mirada política a la derecha, al fascismo europeo concretado en el
griego.15 La intención es clara, dialogar con esa cruenta historia para transformar al espectador y así contribuir a transformar el presente. El viaje de los
comediantes supone un hito en el cine europeo, es un nuevo modo de hacer
cine comprometido con la circunstancia desde la cual nace, aunque la mostración del sinsentido, del vacío contenido en la hipócrita sociedad impuesta
por la derecha, alcanza la cima en Los cazadores.
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
La crisis. Desengaño y revisión
En las primeras cuatro películas, en especial en la trilogía de la historia griega del siglo veinte, el compromiso político contra la dictadura es tan patente
como la herramienta argumental de la que se nutre, la historia. Sin embargo,
la historia no es entendida como fiel representación de hechos pasados, tampoco como simple apoyo argumental de la narración, sino como conocimiento destinado a la acción. Megalexandros, por contra, es una mirada ideológica a la izquierda. «Es una película política, a pesar de sus diálogos poéticos.
Hablo del final del socialismo, que fue para mi generación la esperanza de
cambio. El final de una época que para nosotros fue de esperanzas: muestro
la transformación de un liberador popular en un tirano local.»16
La película lleva a cabo un ajuste de cuentas con las derivas del socialismo,
surgidas cuando este ha ocupado el poder de modo efectivo, especialmente el
estado estalinista, pero también el eurocomunismo, representado por la figura del maestro. El bandido que se hace partisano y dice ser la reencarnación
de Alejandro, una vez alcanzado el poder en su tierra, se va transformando;
de libertador en caudillo y luego en tirano, cada vez más fiel a una sola cosa,
mantener su posición de poder, a costa de no transformar ni liberar a ese
pueblo, sino someterlo sangrientamente a un nuevo yugo. Ajuste también
con las ideas anarquistas, representadas por un grupo de exiliados italianos
que, víctimas de su propia ceguera, serán aniquilados por el poder instituido.
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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Angelopoulos declara en una entrevista que al final de los setenta tuvo el
claro presentimiento de que la utopía socialista había sido destruida, empezaba otra época, y eso es lo que quiere transmitir en la película.17
Formalmente, en cambio, la película es continuación de la trilogía anterior y sus premisas brechtianas. Ausencia de contraplano, una proximidad de
cámara que sigue sin llegar siquiera al plano medio, larguísimos y cada vez
más complejos planos secuencia, dan muestras de un manierismo que comienza a agotarse en sí mismo.18
Nostalgia. Nuevo modo y ausencia
Tras la bisagra que es Megalexandros, su cine inicia el relato de la crisis, y lo
hace con cambios de gran calado en el modo de construir su discurso. Este
nuevo modo está marcado por la colaboración, que permanecerá hasta su
muerte, con Eleni Karaindrou y Tonino Guerra. La primera será la compositora de la música de sus siguientes películas, las cuales son impensables
sin sus compases, y el segundo colaborará en adelante en todos sus guiones,
aportando una nueva mirada poética a su cámara. El lenguaje que ha ido
construyendo a lo largo de sus anteriores obras se depura y amplía: planos
secuencia, travelings de 360º, empleo del espacio en off, dominio absoluto
de la filmación y la puesta en escena sobre el montaje. Su relato varía sustancialmente también en el modo de contarlo y la música, apenas existente
ni empleada, se va a convertir, junto con las localizaciones y las coreografías
visuales, en uno de los pilares de una obra creciente en poesía y simbolismo.
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
Presenciamos también la aparición de encuadres hasta el momento ausentes
por completo en su cine: primeros planos, e incluso el recurso al plano-contraplano, aparecerán fugazmente en la trilogía del silencio. Compuesta por
Viaje a Citera, que simboliza el silencio de la historia, El apicultor, el silencio
del amor y Paisaje en la niebla, el silencio de Dios.
La trilogía se abre con Viaje a Citera, en la que reflexiona sobre las posibilidades de la acción política en la Europa de su momento. La historia es
omnipresente en la película aunque no sea su protagonista; son los hombres,
sujetos de la historia, y quienes han resultado a la vez ser sus víctimas, los
protagonistas de esta obra. Angelopoulos tiene los ojos puestos en Grecia,
pero nosotros reconocemos lo narrado en la España de La Transición. La
nueva política daba la espalda tanto a las víctimas, como a la historia misma;
en ambas situaciones, con el beneplácito de las democracias occidentales,
hemos presenciado este entierro del pasado, aplicando la estrategia del borrón y cuenta nueva.
La crisis del eurocomunismo, derrotado por las democracias de mercado y ese engañoso consuelo llamado estado de bienestar, están presentes sobre todo en Spyros, el viejo guerrillero comunista, padre del protagonista de
Viaje a Citera, pero también en las otras dos películas. El encuentro de otro
Spyros, el protagonista de El apicultor, con su viejo camarada de luchas perdidas, de las que ya nadie habla, y la disolución del grupo teatral (el mismo
de El viaje de los comediantes) en Paisaje en la niebla, muestran que la política ha dejado de dialogar con un pasado que hay que ocultar porque estorba.
Los viejos luchadores, bien tratan de aferrarse a una utopía ya perdida como
meta política, caso de Spyros con Citera, bien emprenden el camino de la utopía sentimental, caso del Spyros apicultor. En ambos la meta es inalcanzable
y conduce, como un destino implacable, a la propia destrucción.
En otro sentido esta trilogía es también un viaje en busca del padre ausente. De modo explícito en la tercera parte, Paisaje en la Niebla, presenciamos el relato del camino emprendido por dos hermanos, todavía niños, que
buscan un padre al que nunca han conocido. Spyros se llama el padre ausente
que regresa en Viaje a Citera y el padre que abandona el hogar, la mujer y la
hija, para emprender un viaje de ausencias en El apicultor. Spyros es también
el nombre del padre de Angelopoulos.
«En todas mis películas hay personajes que buscan a su padre. No me refiero a los padres reales, sino al concepto de padre como signo, significado o
símbolo de lo que soñamos. Verá, el padre representa lo que queremos o en lo
que creemos. Es decir, la búsqueda del padre significa encontrar la identidad
propia en la vida.»19
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
45
El triple silencio de la historia, el amor y Dios se produce cuando estas
tres fuentes de sentido se han ausentado de nuestra vida, mostrando una
crisis que va más allá de la política y se transforma en existencial. Ha surgido la segunda coordenada vertebradora del relato de Angelopoulos, que se
entrelaza con la histórica, presente desde Días del 36. Por ello a esta segunda trilogía, hija de una mirada desencantada, bien la podríamos denominar
trilogía de la ausencia, y al sentimiento que alberga, nostalgia. Sentimiento
creciente que irá dibujando el resto de su película como una lúcida reflexión
sobre la condición del hombre occidental. La transformación de los personajes es necesaria, Angelopoulos no puede seguir narrando con figuras simbólicas vacías de carne, con arquetipos, la reflexión existencial requiere rasgos psicológicos que den concreción a sus personajes. De modo creciente irá
encarnando, singularizando, haciendo plenamente humanos los personajes
que habitan su cine.
Si la historia y el amor callan, tal vez podamos dialogar con Dios, pero su
respuesta es la niebla. Solo resta el viaje. Aunque presente desde El viaje de
los comediantes, a partir de esta trilogía se convertirá en recurso temático y
símbolo sustancial del resto de su obra. «Mis películas tratan de los viajes que
todos realizamos. Es el problema universal de no tener un lugar. Un hogar
que podamos considerar el nuestro.»20
El desplazamiento en el espacio como excusa y requisito para moverse en
el tiempo, la superación de fronteras, incluso de las físicas y la búsqueda necesaria, lo impregnan todo. Sin embargo, el viaje de este Odiseo no presenta
el carácter de una road movie, estilo Kerouac y la generación beat, sino que
en todo momento es viaje con rostro clásico, manifiesto en la necesidad de
sentido que le empuja, con sus personajes, a una búsqueda incesante, nunca
a una huida, ni a refugios artificiales y domesticados por el poder.
Estas tres desoladoras ausencias abren pausas necesarias en el viaje, que
suponen una vuelta hacia la raíz más material del humano, recordando nuestra condición de especie zoológica. La pérdida del paraíso abrió un camino
sin retorno: es tan imposible volver a la naturalidad original como desprenderse de ella. El encuentro con el cuerpo propio a través del cuerpo del otro,
concreta esta necesidad a partir de Viaje a Citera. Al principio como una línea de fuga, huida que es un encuentro desgarrador con nosotros mismos: «A
veces compruebo con horror y alivio que ya no creo en nada. Por eso vuelvo
a mi cuerpo. Es lo único que hace que me sienta viva.» Son las palabras de la
amante de Alexandre antes de hacer el amor, a escondidas, en un teatro y las
de Voula, su hermana, tras sorprenderla haciéndolo con un marinero desconocido en los baños.
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
La chica, amor loco de El apicultor, desea unirse con Spyros casi desde
su primer encuentro casual y logra al fin satisfacer su deseo en un viejo cine
abandonado. Sin embargo esta consumación, de plenitud frustrada, no logra
sino amplificar una pasión que conducirá hacia la autodestrucción del protagonista. Voula, en Paisaje en la niebla, se descubre mujer, brutalmente, al
ser violada; el encuentro con su cuerpo es tan desgarrador que las palabras, e
incluso el llanto, se hacen inútiles. Todos los contactos sexuales de la trilogía
están marcados por la frustración y el dolor, no logran ser liberadores, pero
resultan necesarios para proseguir el viaje. Será en las siguientes películas
donde esta línea de fuga inevitable irá dando lugar a un encuentro más personal y enriquecedor.
La coordenada del viaje existencial alcanza su máxima expresión en Paisaje en la niebla, tal vez su película más hermosa
y desoladora. Dos hermanos, él de cinco y ella de
doce años, esperan el momento justo y el coraSi la historia y el
je justo para subir a un tren. Ninguno de los dos
aparece y el tren que les conduciría hasta su padre,
amor callan, tal vez
ausente en Alemania, parte sin ellos una vez más.
podamos dialogar
De regreso en casa, acostados, Aléxandros pide a
con Dios, pero su
Voula «¿me cuentas la historia?» . Ella inicia el relato: «Al principio fue el caos. Después se hizo la
respuesta es la niebla.
luz. La luz se separó de las tinieblas, la tierra del
Solo resta el viaje.
mar. Nacieron los ríos, los lagos y las montañas. Y
después las flores y los árboles, los animales y los
pájaros...» Incomodados por la llegada de su madre, se corta el relato y Aléxandros susurra: «Esta
historia nunca acabará, nos interrumpe siempre.»
Junto al mito judío de la creación del mundo, los clásicos de Orestes y Odiseo perfilan el cuento de los dos hermanos. Como Electra y Orestes odian a
Clitemnestra, Voula y Aléxandros desprecian a su madre, asesina de un padre
inexistente, al proyectarlo más allá de sus vidas, en la lejana Alemania. Su negación de la madre es la de lo cotidiano y, a la vez, la búsqueda de las propias
raíces, del origen. Su viaje es cumplimiento de un deber nacido de la exigencia de crecimiento, que impone romper con un pasado, no por más oscuro
menos cómodo. Sin embargo, no será un camino alfombrado con pétalos de
flores, como declara Voula en una de las cartas soñadas a su padre: «Viajamos,
como hojas que se lleva el viento. ¡Qué mundo más extraño!. Maletas, estaciones heladas, palabras y gestos que no se entienden, y la noche, que nos da
miedo. Pero estamos contentos, ¡avanzamos!»
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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En su peculiar Odisea, más próxima a Kavafis que a Homero, los dos hermanos descubrirán un mundo tan hostil como amigable, pero siempre raro,
con la extrañeza de la primera vez. Sin provisiones ni dinero, dependen del
azar y la compasión, representada por el joven Orestes, personaje rescatado
de El viaje de los comediantes, el cual, consumando la crisis de la política dirá
«Yo soy un caracol que se desliza en el vacío. No sé a dónde voy, antes creía saberlo.» Este nuevo nómada les regala, justo antes de despedirse, un pedazo de
celuloide que encuentra tirado en la basura, apenas cuatro fotogramas, en los
que dice verse un paisaje, compuesto por un árbol escondido tras la niebla.
No resulta extraño contemplar la niebla en el paisaje, y se ha hecho recurso
frecuentado por el cine, por contra, resulta imposible contemplar un paisaje
en la niebla, porque lo oculta todo. Y este momento de un fragmento de celuloide sobreexpuesto, trasparente, donde nada aparece, el momento de la
niebla, es el que permite dar sentido a toda la película y componer un paisaje
mítico e interior, a través del tiempo.
Dos puntos de inflexión vital marcarán la maduración de los hermanos,
el primero es el encuentro con la muerte, narrado en la sorprendente escena
del caballo y la boda, que inaugura el fin de la niñez de Aléxandros. El segundo, la secuencia del camionero, supone para Voula el descubrimiento de la
sexualidad, marcado por el dominio brutal, el vacío y la lucidez de una nueva
conciencia, respecto a sí misma y al mundo que la rodea. La secuencia se sitúa, exactamente, en la mitad de la película, y sus efectos sobre Voula, y con
ella sobre su hermano, marcan dos tiempos diferenciados, tanto en el relato
de Angelopoulos, como en el tránsito hacia la edad adulta. El pesimismo de
los mayores, el descubrimiento de que sueños y deseos son tan sólo eso, la
van penetrando hasta encontrarse perdida: «No sabemos si avanzamos o retrocedemos ... Ayer, incluso pensé en abandonar, ¿para qué seguir?» Aléxandros, con la confianza todavía virgen de un niño, contempla frecuentemente
los fotogramas de celuloide y será quien mantenga la tensión de la búsqueda.
Las cartas escritas en sueños a su padre por Voula, se hacen monólogo en alta
voz: «Los dos te escribimos lo mismo y los dos nos quedamos callados ante el
otro. Miramos el mismo mundo, la luz y la oscuridad ... y a ti.»
Orestes, traído nuevamente por el azar, rescatará a los hermanos y los
acompañará hasta la penúltima etapa de su odisea. La última deben hacerla solos y exige el cruce de la frontera que separa un territorio temporal y
psicológico, de otro físico y político. Frontera mítica, de maduración, donde
habitarán los personajes de siguiente trilogía. «¿Cuántas fronteras más tendremos que cruzar para llegar a casa?» exclamará un personaje de El paso
suspendido de la cigüeña, porque el horizonte huye irremisiblemente, con48
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
virtiendo su persecución en vagabundeo. Sólo puede alcanzarse a través del
tiempo sedimentado en vivencia, más allá de las fronteras espaciales y del
espacio mismo.
De noche, Voula y Aléxandros montan en una pequeña barca para cruzar
un tenebroso río que, como el Aqueronte, traza la última frontera. Se escuchan disparos, pero al otro lado no les espera el Averno, sino el fragmento
de celuloide regalado por Orestes, la utopía. Un mítico territorio de radiante
niebla, donde la perspectiva y la visión son anuladas. Si en la primera escena
la luz se abría paso, a través del relato de Voula, para suplantar la obscuridad
y calmar el miedo de su hermano, ahora, en el final, Aléxandros es el narrador
de la historia y con ella genera el paisaje. Ahuyenta el miedo de su hermana,
que se ha hecho adulta, y logra concluir el relato que su madre siempre castraba. La niebla deja paso a un paisaje, un padre inexistente bajo forma de
árbol, que connota el mítico árbol de la vida y de la ciencia, mas una ciencia
nacida de la vida misma, con sus sueños y deseos. El comienzo se ha invertido, en un juego de simetrías abiertas, el relato mítico se ha cerrado para construir un mensaje, no para repetir una historia sino para darle sentido.
Vuelta al origen: cine en el cine
La trilogía de los ochenta no sólo descubre la crisis de la utopía política, sino
también la crisis de su propia labor, la del cineasta y su relato. El protagonista de Viaje a Citera es un director en plena labor de realización; su pasado personal y la película filmada se entremezclan continuamente en esta
obra, ofreciéndonos un doble nivel de ficción. Estamos ante el cine como reflexión sobre sí mismo, como metacine. Y esta tercera coordenada de su gran
película río, es la que gobierna la perspectiva de su siguiente trilogía, de las
fronteras. De «las fronteras humanas, no las del misterio» como canta Silvio
Rodriguez en Testamento. El paso suspendido de la cigüeña desarrollará esta
metarreflexión, La mirada de Ulises será su culminación y La eternidad y un
día cerrará la trilogía, desplazando el centro desde el cine hasta el cineasta.
La crisis de la política supuso también una crisis personal del narrador, que
busca respuestas y, ante la ausencia, ha de replantear las posibilidades de su
relato, es decir, de su cine.
El viaje de Voula y Alexandros parece haberlos situado, al despejar la niebla del tiempo, en el territorio de un campo de refugiados próximo a la frontera griega con Albania, escenario donde transcurrirá El paso suspendido de
la cigüeña. Un periodista televisivo, llamado Alexandros, que está realizando
un documental sobre la frontera, cree descubrir en uno de los refugiados a
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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un importante político griego que dejó todo y desapareció. Tratará de filmar
un reportaje investigando si el refugiado es la misma persona que el político
desaparecido.
Angelopoulos rubrica la muerte de la utopía política del siglo XX con este
personaje del político exitoso, al que hace también autor de un libro titulado
Melancolía fin de siglo donde declara «haber llegado a un fin de siglo en el que
han acabado siendo barridas todas las esperanzas que surgieron con el siglo.
Actualmente, nadie tiene nada que proponer. Pero nuestra alma es como un
pájaro, cuyo pie está alzado: ¿dar un paso o no?» El paso supone cruzar la
frontera que separa el territorio de los políticos del territorio de los humanos, presos en tierra de nadie, privados de futuro y esperanzas, víctimas de la
acción de aquellos. El político desaparecido, promesa de una renovación en
Grecia, no puede sino abandonar su cargo, su cómoda vida, y cruzar al lado
de las víctimas, porque esa renovación no es posible desde dentro. Su última
declaración pública, en su turno parlamentario, anuncia la decisión: «A veces
hay que callar para oír la música que hay tras el sonido de la lluvia». Parece
estar hablando de una película del propio Angelopoulos, donde los escasos
diálogos guardan silencio para dejar que sean las imágenes enlazadas con la
música, quienes nos guíen.
En ningún momento tendrá Alexandros, ni tendremos los espectadores,
la seguridad de que político y refugiado son el mismo, lo cual tampoco importa, porque el reportaje funcionará adecuadamente como material para la
televisión. Angelopoulos está criticando la ficción del periodismo televisivo,
pero, más allá, está cuestionando la veracidad del relato fílmico y las posibilidades de descubrir e interpretar la realidad por ese medio. Está cuestionando
su propia mirada y ese será el gran asunto de La mirada de Ulises.
¿Sigue siendo el cineasta capaz de reflejar la realidad y de interpretarla?
Interrogante que le empuja hacia la búsqueda de la huellas, de las señales que
lo puedan identificar como lo que es. El retorno del protagonista de La mirada de Ulises, un director de cine llamado A, a su Grecia natal, es el retorno
hacia su origen, por tanto hacia su identidad. Su Odisea por toda la región
balcánica, desde Florina hasta Sarajevo, en busca de la primera película del
cine griego, rodada por los hermanos Manakis y perdida, es un retorno al origen del cine y con él a la primera mirada del cineasta. La novedad redentora
situada en lo más viejo, en la mirada original, es lo único que puede curar la
ceguera del director en crisis, de A, es decir, de Angelopoulos.
En su busca, las fronteras que Odiseo atraviesa están marcadas por la guerra y el dolor que provoca, consecuencia de una política que ha dejado de ser
solución para ser el problema. La secuencia de la estatua de Lenin despiezada
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
y trasladada por el río, seguramente hacia algún mercado alemán del arte o
de las antigüedades, muestra tanto el final del sueño comunista, como el nuevo rumbo de la política europea. «Nos dormimos dulcemente en un mundo y
nos despertamos bruscamente en otro.» Dice el periodista amigo de A, en un
Belgrado en guerra.
Pero este viaje lleva mucho más lejos, hasta el fin del símbolo de occidente,
de su cuna: «¿Sabes una cosa? Grecia se muere. Como pueblo, nos morimos.
Se acaba el ciclo, miles de años entre ruinas y estatuas y ahora nos morimos.
Si Grecia debe morir que sea rápido. La agonía es muy larga y muy ruidosa.»
Declara en una parada el taxista con el que A emprende su viaje. En la muerte
de Grecia está condensada nuestra propia muerte, la de una cultura ya gastada que se está devorando a sí misma.
No sabemos si A logra recuperar las señales del
origen, la película de los hermanos Manakis apaLa secuencia de la
rece, pero necesita ser revelada y hemos perdido
estatua de Lenin
la técnica empleada. El olvido del pasado nos impide llegar a nuestro presente. Su llanto ante una
despiezada y
pantalla fuera de campo, donde intenta proyectar
trasladada por el río (...),
esta primera película de los balcanes, puede leerse
muestra tanto el final
como lágrimas de júbilo o de impotencia.
«¿Con qué palabras podríamos dar vida a un
del sueño comunista,
nuevo sueño colectivo?» es el final del libro del pocomo el nuevo rumbo
lítico de El paso suspendido de la cigüeña. Tras el
de la política europea.
periplo de A -Angelopoulos/Odiseo- en los Balcanes, entendemos el paso que aquel se atrevió a dar,
el mismo que todavía tenemos suspendido, como
el propio Angelopoulos y que dará en La eternidad y un día. En esta obra, la
reflexión sobre el cine se desplaza directamente a una reflexión sobre el cineasta, es decir, sobre el rapsoda. No es casual que Alexandros, el protagonista, sea un poeta, ni que esté acabando un libro sobre otro poeta, Dionisos
Solomos, que cantó la independencia de Grecia en el siglo diecinueve.
Alexandros, un poeta viudo, clausura casa, sirvienta, perro … su vida entera, antes de ingresar en un hospital tras haberle detectado una grave dolencia. Intuyendo su falta de futuro parte errabundo por su ciudad, en el que
puede ser su último día. Confirma también que su única hija tiene poco tiempo para él y su yerno está buscando compradores para la que aun es su casa.
Semejante a un espectro, tropieza casualmente, como suele suceder en la
vida con lo más importante, con un niño albanés que limpia parabrisas en los
semáforos junto a otros niños, también ilegales. Cuando ya sólo creía posible
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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un viaje hacia el recuerdo, continuamente emprendido en la película, este
suceso le hará iniciar un viaje nuevo, el del compromiso, y tratará de salvar
al niño, víctima de una red de adopciones ilegales. El narrador ya no busca
el origen dentro de una linealidad histórica, como A en La mirada de Ulises,
sino que ahora busca dentro de la memoria, en su pasado existencial, según
los ritmos, ajenos al tiempo cronológico, que la gobiernan. Y el nuevo viaje se
hace tan humanamente vital que apenas precisa desplazamiento, como en las
películas anteriores; es un completo viaje interior, tanto en sentido espacial
como temporal.
La eternidad y un día, siéndolo, no es una película sobre la muerte. Es la
actitud ante la muerte y ante el mañana la temática que, mediante el poeta,
enfrenta y nos enfrenta Angelopoulos. Rodando La mirada de Ulises, en plena guerra de la antigua Yugoslavia, el actor Gian Maria Volonté falleció de
repente al día siguiente de una conversación en la que Angelopoulos, hablando sobre la muerte, planteaba: «¿qué haría un hombre si tuviera un día más?,
¿iría a beber su café?, ¿cómo pasaría ese día?»21 Un poema en imágenes que
sea reflexión sobre la vida, sobre el modo de vivirla, ha de tener muy presente
la muerte. «¿Cuánto dura el mañana?» la pregunta formulada desesperadamente por Alexandros a diferentes personajes, encierra esos dos misterios,
vida y muerte, encadenados.
El camino de la política como acción liberadora, que ya presenciamos
muerta desde Viaje a Cytera , abandonada desde El paso suspendido de la cigüeña y amenazante desde La mirada de Ulises, ha convertido en seres abstractos a quienes pretendía liberar. El camino poético está sumido en la crisis
del cineasta-poeta, eje central de esta trilogía. Ninguno de los dos es capaz de
decir cuánto dura el mañana. Por ello Solomos, cantor de la independencia
griega y alter ego del protagonista, doble símbolo de una política muerta y
una narración perdida, responde con el silencio a este enigma.
Las palabras que Alexandros dirige a su madre demenciada «¿Por qué
madre? ¿Por qué nada salió como esperábamos? ¿Por qué? ¿Por qué tenemos que pudrirnos indefensos entre el dolor y el deseo?» han de interpretarse tanto en clave política como existencial, en ambos casos fracaso y crisis.
Ante la angustia del último viaje, ante la incógnita del mañana, el camino que
Alexandros emprende salvando al niño albanés, es el de la acción particular,
lúcida de sus circunstancias y comprometida con un tú concreto. Ha seguido
un camino opuesto al que en principio había escogido, la opción por la muerte, que es mirada al pasado sin esperanza alguna de mañana; egoísmo, huida o desolación, en cualquier caso inacción. En su último día ha encontrado
la respuesta, aunque todavía no lo sepa; solamente Anna, su mujer muerta,
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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amor presente en la ausencia y símbolo de la proximidad personal, susurrará
al final de la película la solución al enigma. Con su acción, Alexandros escapará de un presente que, ante la ausencia de futuro se había parapetado en el
recuerdo, y construirá un futuro para el niño albanés, prisionero de un presente sin sentido. Lejos de un fluir temporal congelado, la eternidad se nos
concede ante la muerte y está en nuestra mano, en nuestra opción que puede
hacer que el mañana dure la eternidad y un día.
El relato truncado. El prado que llora
Las últimas películas de Angelopoulos nacen expresamente como una trilogía, a la que él mismo denominó Trilogía, El prado que llora, y está compuesta
por Eleni (2004), El polvo del tiempo (2008) y la obra no realizada El otro mar.
En ella vuelve a la historia, que nunca abandonó, abarcando el siglo veinte y
la actual crisis del veintiuno, contemplada desde la perspectiva de una mujer.
«En Eleni he querido realizar una elegía del destino humano. Mi cine suele
ser catalogado como épico por su aproximación a la historia. Pero creo que,
al mismo tiempo, Trilogía se ocupa de los sentimientos humanos y de la vida
cotidiana de la gente común.»22
Si en la trilogía de las fronteras había abierto el horizonte desde Grecia a
toda la región balcánica, especialmente en La mirada de Ulises, la nueva obra
amplía el espacio de la acción a toda Europa. Los personajes de Eleni, que
vienen a Grecia tras ser expulsados de Rusia con la Revolución, acabarán viajando a Estados Unidos y la URSS. Allí transcurre principalmente El polvo
del tiempo, junto con Berlín y Roma. La ya imposible, El otro mar, cerraría el
periplo regresando a la Grecia de la crisis, que lo es de Europa entera.
Sorprendentemente Eleni es un relato lineal casi por completo, sin los saltos temporales, ni la combinación de diferentes tiempos en la misma escena,
habituales en su cine. No por ello se convierte en un relato al uso, porque el
salto continuo, desde la primera a la última escena, se produce entre unos
personajes que son figuras mitológicas fuera del tiempo y un siglo histórico, el
veinte, donde están habitando para ayudarnos a entenderlo. La protagonista,
Eleni, es una niña adoptada por Spyros, que al quedarse viudo se encapricha
de la muchacha y decide desposarla, ignorante del amor que hay entre ella y
su hijo Alexis. Primero se convertirá en la Elena del mito, dispuesta a dejarlo todo a cambio de su amor, mantenido en secreto por los dos jóvenes por
gratitud y respeto al padre. Vestida de novia emprende una huida con Alexis
que, a su vez, se tornará Edipo al provocar sin querer la muerte de Spyros,
su padre, el cual, al casarse con Eleni la convertía en madre de Alexis/Edipo.
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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Transformada luego en Penélope que trata de tejer su amor en un jersey, destejido por la separación. Por último, los hijos gemelos de la pareja acaban luchando en bandos enfrentados y muriendo ambos (“Los siete contra Tebas”),
convirtiendo a Eleni en Antígona, que llora sin consuelo abrazada al cadáver
insepulto del hijo del bando perdedor, y se enfrenta al cambiante poder victorioso, del cual es víctima. Figuras trágicas dibujando un siglo de continuo
dolor, donde las lágrimas sustituyen a las palabras, que se han tornado herramienta de la barbarie o sonido hueco coreando un ideal que sabemos muerto.
Si en la trilogía de la frontera las tres coordenadas del cine de Angelopoulos, histórica, cinematográfica y existencial, bascularon hacia la última, se
equilibran ahora en un relato comedido, que hace explícitas algunas claves
presentes desde tiempo atrás, como la música. Sus primeras películas siempre ofrecen un uso diegético del sonido y también de la música, la cual, a pesar
de ello, va cobrando progresivamente importancia. A partir de El viaje de los
comediantes encontramos tanto un baile, como melodías y canciones acompañando alguna reunión familiar o de amigos. La trilogía del silencio supone
un cambio cualitativo en sus bandas sonoras y el inicio de la colaboración con
la compositora Eleni Karaindrou, que escribirá las partituras del resto de su
cine. Con Viaje a Citera el empleo extradiegético de la música crece sin cesar
hasta convertirse en un elemento tan necesario como las localizaciones, los
movimientos de cámara o el modo de encuadrar. Y desde Paisaje en la niebla,
cuya banda sonora construye los momentos de mayor expresividad afectiva
de su obra, su relato sería otro sin las notas de esta compositora.
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
En el Sarajevo de La mirada de Ulises, la niebla permite momentos de respiro en medio de la guerra, que son celebrados con el encuentro de músicos
en las calles. Una música nacida en medio de las pausas del dolor, que vincula
y reconstruye comunidad. En La eternidad y un día Alexandros dialoga con un
vecino desconocido mediante una melodía que ambos comparten, permitiendo una empatía que atraviesa las barreras de las costumbres establecidas. No
es una casualidad que Alexis, el amor de Eleni, toque el acordeón y sean los
mismos músicos que iban a tocar en la boda con su padre adoptivo, quienes
ayuden a la pareja en su huida. La música les permitirá ganar dinero y albergar la esperanza de una nueva vida en América, a la cual emigra Alexis junto
a una pequeña orquesta, con la confianza de poder hacer venir enseguida a
Eleni y sus hijos. En El polvo del tiempo, otro hijo de Eleni, llamado A como el
protagonista de La mirada de Ulises, y también director de cine (no podía ser
de otro modo, puesto que ambos son el mismo, un alter ego de Angelopoulos),
se ocupa apasionadamente de la música de su película con una pianista. Es un
homenaje a Eleni Karaindrou y un reconocimiento del papel jugado por su
música en su cine. La compositora no trabajaba a partir de la película concluida, sino que compone al piano y en colaboración directa con Angelopoulos,
cuando este se encuentra en plena construcción de sus películas.
El encuentro corporal, sexual, era una huida necesaria o estaba marcado
por la frustración y el dolor en la trilogía del silencio; aparecía gozoso, aunque
privado de futuro, en El paso suspendido de la cigüeña, y era un deseo irrealizable en La mirada de Ulises, donde todos sus amores se transformaban en
Eurídice, la amada imposible. Presenciamos un giro en La eternidad y un día,
donde el encuentro presente está negado, su amada ya ha muerto, pero no
un encuentro en la memoria, el cual adivinamos personal y cuajado de gozo.
Esta última trilogía prolonga tal concepción del sexo como entrega mutua
ligada al amor y hace hincapié en la vida nueva que genera: primero Giorgos
y Gianis, los gemelos de Eleni, después otro hijo, A, y la hija de éste, llamada
como la abuela, en El polvo del tiempo. Sin embrago, el dolor no está ausente
en torno suyo, mas ahora proviene del exterior como impedimento del encuentro a los amantes, sea causado por la guerra, la deportación, la cárcel o la
distancia. Las palabras de Eleni declaran tanto su necesidad como este dolor:
«todo lo que me falta, tener la posibilidad de tocarte, lo encuentro noche tras
noche en mis sueños.»
Amor y sexo estorbados siempre por una tercera ala, perdida por un ángel
que inútilmente la persigue para poder volar de nuevo. Spyros es la ausencia
amenazante que obliga a Eleni y Alexis a un peregrinar continuo en el que han
de renunciar incluso a sus hijos, mantenidos en secreto. En la segunda parte,
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
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Alexis se ha metamorfoseado en Spyros, marido ausente que no renuncia a su
mujer, deportada en Siberia, impidiéndole rehacer su vida con Jacob, nuevo
amor en el destierro. Tampoco va a ser posible la relación con una nueva pareja en Estados Unidos, donde emigró. Cuando al fin se reencuentren los tres,
Spyros Jacob y Eleni, en un Berlín a punto de derribar el muro, la unión será
imposible. También la Eleni nieta sufre dramáticamente una ausencia, la de
su madre al divorciarse de A, su padre. Madre que quiere y no quiere volver
con ellos. Un trío más, el deseado por la ayudante de dirección de A, a la cual
es él quien rechaza. Son los mismos personajes a lo largo de Trilogía y de toda
su gran película. Ángeles caídos que han transformado su aspecto, su vida,
e incluso sus nombres, pero conservan las huellas del pasado, que los hacen
reconocibles y les otorgan su identidad. Un sueño escrito por Alexis, en el
frente del Pacífico, desvela la fecundidad de las lágrimas del dolor de estas
víctimas: «En cada brizna de hierba había una gota de rocío que caía sobre la
tierra húmeda de vez en cuando, “ese prado -dijo el viejo- es el nacimiento del
rio”. Pasaste la mano sobre la hierba húmeda y cuando la levantaste, algunas
gotas rodaron hacia abajo sobre la tierra, como lágrimas.»
El viaje que Angelopoulos quería contarnos es un recorrido circular, no
sólo en el espacio, sino también en las consecuencias dramáticas de un siglo
marcado por la barbarie de diferentes signos. La historia de un siglo y una
cultura, ignorantes de que es la misma el agua triste de las lágrimas y la alegre
de la fuente. Agua presente en toda su obra, del todo envolvente en Eleni, discurriendo hacia la clausura interrumpida de su narración. Nunca veremos El
otro mar, los desgraciados albores del siglo veintiuno, desde los ojos de Theo
Angelopoulos. Nos anticipó que estaba situada en la Atenas de nuestro presente, capital de la primera y modélica víctima de la crisis económica, pero su
relato nos ha sido arrebatado. «El pensamiento vence a la muerte porque la
piensa, pero la muerte vence al pensamiento al acabar con el ser pensante»,
palabras de Jankélévitch adecuadas para este final. Su cine vence al tiempo al
esculpirlo, pero el tiempo ha acabado con el cineasta y lo ha hecho de forma
irónica: mientras trabajaba en los preparativos del rodaje, la motocicleta veloz de un policía fuera de servicio y los retrasos de las ambulancias, afectadas
por los recortes en gastos de mantenimiento, se llevaron su vida. La del cineasta que enfrentaba el silencio y la música sosegada al ruido estridente de
las máquinas, la calma a la prisa, y que estaba trabajando, precisamente, en
una película sobre la crisis en su Grecia natal. Y a pesar de ello, no era posible
un final mejor que el de estar haciendo lo que más le gustaba y mejor sabía
hacer, contarnos su relato.
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Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
Estudios
Notas
1Declaraba a Juan Miguel Company y Francisco Llinás en Contracampo 40/41 Madrid, otoño de 1985.
2 Angelopoulos en una entrevista realizada por Alberto Chessa a finales del 2008, en Minerva: http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=295#leer
3 Como declaró en el coloquio de Barcelona del 10 de diciembre de 2004, contenida en los extras de La eternidad
y un día, en el DVD editado por Intermedio, Barcelona 2005.
4 Entrevista realizada por Alberto Chessa a finales del 2008, en Minerva: http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=295#leer
5 Entrevista recogida en Andrew Horton, El cine de Theo Angelopoulos. Imagen y contemplación, Akal, Madrid,
2001
6Así lo declaraba a Juan Miguel Company y Francisco Llinás en Contracampo 40/41 Madrid otoño de 1985
7 En tal sentido apunta Manuel Vidal. Ver M. Vidal Estévez, Poemas de la desolación, el cine de Theo Angelopoulos,
ed. Festival de cine de Huesca, Zaragoza 2009, pg. 26 y ss.
8Rafael Arias Carrión, Theo Angelopoulos: la poesía, la historia, el cine... en: http://www.cineparaleer.com/punto-de-vista/item/1066-theo-angelopoulos-la-poesia-la-historia-el-cine
9Expresa a Michel Ciment, en Positif, nº 315, mayo de 1987
10De la película de Alberto Morais Un lugar en el cine, Alokatu s.l. y Malvarrosa Media s.l. 2007
11Entrevista en los extras de La eternidad y un día, en el DVD editado por Intermedio, Barcelona 2005.
12Como señala Francisco Llinás en Nosferatu, nº 24, San Sebastián, mayo 1997.
13Entrevista de M. Vidal Estévez para el programa Fila 7, de TVE emitido el 26-2-1987.
14Ídem
15Entrevista realizada por Pere Alberó en Nosferatu, nº 24, San Sebastián, mayo 1997
16De la película de Alberto Morais Un lugar en el cine, Alokatu s.l. y Malvarrosa Media s.l. 2007
17Realizada por Pere Alberó en Nosferatu nº 24, San Sebastián, mayo de 1997
18Como señala Francisco Llinás en Contracampo 40/41 Madrid otoño de 1985
19Entrevista recogida en Andrew Horton, El cine de Theo Angelopoulos. Imagen y contemplación, Akal, Madrid,
2001
20Ídem
21M. Vidal Estévez, Poemas de la desolación, el cine de Theo Angelopoulos, ed. Festival de cine de Huesca, Zaragoza
2009, pg.53
22Declara a Salvador Llopart para Culturas, La Vanguardia, 10 de marzo de 2004.
Estudios
Miguel Ángel Velasco // Los relatos de Odiseo (El cine en Theo Angelopoulos)
57
JOSÉ LAÍN ENTRALGO,
TRADUCTOR
DE MIJAÍL SHÓLOJOV
Antonio Villanueva
ESTUDIOS
Este artículo es continuación de otro anterior, “José Laín Entralgo, traductor del ruso”, que publiqué
en el Boletín Lainiano número 8 (encartado en el Rujiar XII. Miscelánea del Centro de Estudios Bajo
Martín. Año 2011. Híjar, Centro de Estudios Bajo Martín, 2012, pp. XXXIII-LVIII) y forma serie con
otras publicaciones anteriores que he dedicado a la figura del socialista aragonés, natural de Urrea de
Gaén, José Laín Entralgo1. Allí me ocupaba de la tarea versionadora de José Laín Entralgo, a quien debemos las mejores traducciones en español de los clásicos rusos: Dostoievski, Tolstói, Gógol.…Ahora,
continuando aquella entrega, voy a hablar de la tarea de José Laín como traductor del escritor del socialismo soviético Mijaíl Shólojov, premio Nobel de Literatura en 1965, un aspecto que no pude tratar
en mi estudio anterior y que requiere un comentario específico. Antes, quisiera recordar brevemente
quién fue José Laín y cuáles fueron los avatares de su provechosa vida.
José Laín Entralgo
(Urrea de Gaén, Teruel, 1910-Madrid, 1972)
J
osé Laín Entralgo nació en Urrea de Gaén en 1910, dos años después
que su hermano, el célebre Pedro Laín Entralgo (1908-2001, llamado
a ser uno de los intelectuales más importantes de la España franquista). José estudió en los institutos donde su tío Ricardo Pradel, catedrático de Francés, pianista, aficionado al exoterismo, daba clases, en Zaragoza y Pamplona. Tanto a él como a Pedro Laín les dejó una huella profunda
aquel profesor y familiar, hombre de gran cultura y de vida un tanto bohemia,
al que gustaba cambiar de destino con cierta frecuencia.
Al terminar el bachillerato, cursó José estudios de Comercio, estudió Derecho en la Universidad Central de Madrid (de la que su hermano fue más
adelante rector) y se convirtió en abogado y político. Fundó, junto a Santiago Carrillo2, del que fue amigo íntimo, las Juventudes Socialistas Unificadas
(J.S.U.), de las que también fue un destacado dirigente y en las que se habían
fusionado las antiguas Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunistas.
En 1932 ingresó en la Agrupación Socialista de Madrid y publicó en Renovación. Órgano de la Federación de Juventudes Socialistas de España y en
¡Adelante! Semanario Socialista de Teruel. En Renovación, parece que tuvo
buena mano, a pesar de su juventud, como lo demuestra el hecho de que escribiera en 1932 más de diez artículos y que, en el último número del año, se
le concediera la primera página y la letra negrita para su artículo «Bernstein
y el revisionismo».
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Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
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En 1933 sigue colaborando en Renovación y también en Vida Nueva. Órgano de la UGT y del Partidos Socialista Obrero, de Zaragoza.
En 1934 tiene protagonismo como teórico del socialismo en el quinto
Congreso de las Juventudes Socialistas de España. Participó en la revolución
de octubre del 34 en Asturias, por lo que tuvo que exiliarse en Francia y Moscú. Tras las elecciones del 36, con la amnistía decretada por el Frente Popular, pudo regresar a España.
En la Guerra Civil, absorbidas por el Partido Comunista las J.S.U., José
hizo la guerra como comisario político. Fue miembro del Comité Central del
PCE. Cuando el 13 de marzo de 1938 entraron en Urrea las tropas navarras
del Frente Nacional, procedentes de Belchite, al no hallar al “rojo” José Laín,
por entonces en el frente, se ensañaron con su mujer, Carmen González Fresnillo (1915-1990), duramente represaliada. Los bienes familiares fueron
incautados. Afortunadamente, la familia lograría
reunirse de nuevo en el exilio. José se marchó de
España, a Alicante primero, a Orán (Argel) después y, por último, a Odessa y Moscú (Unión Soviética), donde viviría casi veinte años. A la URSS
pudieron llegar Carmen, su esposa, y Carmen Laín
González (nacida en 1937), su hija, en difícil situación en nuestro país, gracias a las influencias de
Pedro Laín.
José trabajó en la Unión Soviética como maestro de los “niños de la guerra” españoles (en Odessa)3 y como profesor de español en un instituto
José Laín Entralgo.
de enseñanza superior (en Moscú) y, desde 1944,
como traductor4 en la editorial del Estado. Pero
cayó en desgracia ante las autoridades estalinistas, sin que sepamos muy bien
por qué5. Es probable que el hecho de que su hermano Pedro fuera un conocido falangista español tuviera algo que ver. Además, durante el avance alemán
en territorio soviético durante la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que ser
evacuados de Moscú hacia Stalingrado y sufrieron, como toda la población
rusa, el frío intenso (45º bajo cero) y la falta de alimentos. A punto estuvieron
de perecer.
Pero en 1957, tras largas gestiones mediadoras de Joaquín Ruiz Giménez
(ministro de Franco, de ideología liberal) y de su hermano Pedro, José Laín
Entralgo volvió a España amnistiado por el régimen, a bordo del buque Cri-
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Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
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mea, en una expedición con destino a Castellón. En Madrid, fue severamente
vigilado por las autoridades durante muchos años6. Para ganarse la vida tuvo
que hacer traducciones de los clásicos rusos (Babel, Bulgakov, Bunin, Chejov,
Pushkin, Maksimov…) para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y para editoriales como Aguilar o Salvat en las que su hermano Pedro
había editado algunas obras y con las que tenía buenas relaciones.
Ideológicamente José Laín fue virando hacia la heterodoxia. Dejó la militancia activa y perdió la confianza en el PCUS soviético (también el PCUS la
perdió en él), pero conservó su fe en una sociedad igualitaria y en sus ideas
comunistas. Falleció en 1972, poco antes que el dictador (Franco murió en el
75). Está enterrado en el Cementerio Civil del Este, en Madrid, donde también descansan Nicolás Salmerón, Giner de los
Ríos, Pablo Iglesias, Largo Caballero, Pío Baroja,
Américo Castro, Xavier Zubiri, Blas de Otero, Dolores Ibárruri, Julián Grimau, Enrique Líster… Los
restos de José Laín están sepultados junto a los de
su mujer, Carmen González Fresnillo (1915-1990).
La lápida carece de signos cristianos; tampoco los
tuvo la esquela que se publicó en Abc en 1972, con
motivo del fallecimiento.
En total, vivió en la URSS veinte años (de 1934
a 1936, antes de la guerra civil, y de 1939 a 1956, en
el exilio posbélico).
Mijaíl Shólojov (1905-1984)
Una vez repasada la biografía de José Laín, voy a Mijaíl Shólojov
hablar de Shólojov, el autor por él traducido en el
que me centraré en este artículo. Lo primero que quiero destacar es que Mijaíl Shólojov (1905-1984) fue casi coetáneo de José Laín, lo cual indica que
el quehacer traductor del español no se limitó a la literatura clásica (Tolstoi,
Dostoievskij, Chéjov, Gógol, Pushkin), sino que incluyó también la contemporánea: Shólojov, Bulgakov (1891-1940), Maksimov (1930-1996), Solzhenitsyn (1918-2008)… Podría esgrimirse que la relación de autores modernos
traducidos por Laín solo incluye los nombres de los escritores ortodoxos del
realismo soviético, los oficialistas del Kremlin. Pero la presencia de los nombres de Bulgakov y Solzhenitsyn7, famosos contestatarios, desmentiría tal
comentario.
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Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
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A Shólojov comenzó Laín a traducirlo en 1965, cuando ya llevaba ocho
años en España, y su atención hacia este autor tiene que ver, claro está, con
que justamente ese año se le concedió el Premio Nobel de Literatura al autor
soviético, lo que movió el interés hacia su obra en el público lector.
Mijaíl Shólojov nació en Kurshlino, a orillas del río Don, en 1905. Tenía ascendencia cosaca. Participó en la Primera Guerra Mundial y en la Revolución
de 1917. Se afilió al Partido Bolchevique y se instaló en Moscú, donde trabajó
como periodista y editor. Ocupó cargos militares, administrativos y políticos
en la nueva URSS surgida de la Revolución y llegó a ser elegido diputado del
Soviet Supremo.
Empezó a escribir en 1925, a los veinte años, y con solo veintitrés publicó,
en 1928, el primer libro de su tetralogía del mismo nombre, El Don apacible,
que luego amplió con otras entregas: La guerra continúa (1929), Rojos y blancos (1933) y El color de la paz (1940). Esta es su obra magna y es la que tradujo
al español José Laín Entralgo desde 19658, al principio a un ritmo de un volumen anual, si bien la última entrega, El color de la paz, fue traducida en 1971,
cuatro años después de la entrega anterior, Rojos y blancos, 19679.
En 1941 recibió Shólojov el premio Stalin y fue también condecorado con
la orden de Lenin, por lo que se convirtió en el más importante de los escritores de su país y en la cabeza visible, junto con Máximo Gorki, del llamado
“realismo soviético”, inspirado en el realismo ruso tradicional (el de Tolstoi,
Dovstoievsky, Gogol, Chéjov…), pero inclinado hacia vidas individuales ubicadas en importantes circunstancias colectivas (como la guerra civil o la revolución), en lugar de retratar la rancia privacidad burguesa, el individualismo
antirrevolucionario, como hacía la novelística decimonónica.
En 1959 acompañó al presidente soviético Nikita Jruschev en su viaje
por Europa occidental y por los Estados Unidos, lo cual demuestra su grado
de implicación en la ortodoxia soviética. El Nobel de Literatura lo ganó en
1965, según se dice como compensación a la URSS y al equilibrio de bloques
en tiempos de Guerra Fría, puesto que en 1958 la Academia sueca había concedido el premio al disidente soviético Boris Pasternak, autor de la famosa
novela Doctor Zhivago.
Shólojov murió en 1984, a los 79 años. A su muerte, el gobierno soviético cifró en sesenta y nueve millones los ejemplares editados de su obra, traducidos a los ochenta y cuatro idiomas de la URSS. Se convirtió en un autor
inevitable en los programas culturales y educativos de su país. Todavía hoy
muchos millones de niños rusos crecen estudiando la vida y obra de Mijaíl
Shólojov.
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El Don apacible, una obra maestra cuestionada
El Don apacible (o El plácido Don, como también se ha traducido el título original, Tijii Don) ha sido comparado por la crítica con Guerra y paz, del conde
León Tolstoi, y se ha hablado del autor como de un Tolstoi proletario. Shólojov fue siempre un comunista convencido, pero su obra relata con fidelidad
el exterminio cosaco, pueblo aliado del Ejército Blanco zarista al que el escritor se sentía unido por un vínculo de pertenencia. El Don apacible es todo un
tratado de las costumbres cosacas, su manera de pensar y de vivir. El autor
relata con objetividad, con precisa ambientación geográfica e histórica, con
trazo magnífico cualifica a los personajes, sin esquematismos. En fin, El Don
apacible es probablemente “la mejor novela rusa del siglo XX”, como dijo de
ella el norteamericano Norman Mailer. Gracias a esta obra, conservamos una
brillante documentación sobre la vida cosaca. Una
obra de aliento épico sobre el destino de un pueblo,
la barbarie de los hombres y las esperanzas en un
El Don apacible
mundo mejor.
ha sido comparado por
El protagonista de la obra es Grigori Melejov,
cosaco del Don y oficial del Zar en el frente de Alela crítica con Guerra
mania. Cuando estalla la revolución, surge la duda
y paz, del conde León
entre los cosacos: ¿de qué parte ponerse? ¿RespeTolstoi, y se ha hablado
tarán los bolcheviques la independencia que les
había dado el zar? Grigori duda entre ambos bandel autor como de
dos: en los dos hay héroes y malvados. Al final se
un Tolstoi proletario.
queda solo entre los unos y los otros, y los suyos
son aniquilados. Grigori pierde a su familia y a su
amante —una mujer audaz, dispuesta a todo por
defender su derecho al amor—, pero lo salva su hijo, que lo ata a la tierra, vínculo eterno superior a todas las circunstancias históricas.
Otras obras de Mijaíl Shólojov son: Cuentos del Don (1925); Campos roturados (1932), sobre la vida campesina en una aldea; Ellos lucharon por la patria
(1942), sobre los heroicos rusos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial; La ciencia del odio (1942); El destino de un hombre (1957).
Sin embargo, todas estas creaciones no han hecho más que completar la
nómina de su obra maestra indiscutible, El Don apacible. Precisamente por
ello, por haber sido capaz de escribir esa opera magna con poco más de veinte años y por haberse agotado después como escritor con libros mediocres,
algunos comentaristas se han preguntado si realmente Shólojov fue el autor
de la novela. El famoso Alexander Solzhenitsyn, disidente soviético y premio
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Nobel en 1970, planteó sus sospechas al respecto, asegurando que El Don apacible habría sido escrito en algún despacho del PCUS, y no precisamente por
su atribuido autor, sino por un equipo de colaboradores.
Pero estas afirmaciones no han podido ser probadas de manera fehaciente
hasta el momento y, aunque ensombrezcan la consideración actual de Shólojov, no cabe duda de que su nombre, guste o no, es imprescindible en la literatura rusa actual, junto con el de Mayakovski, Gorki, Nabókov, Pasternak,
Brodsky o el mismo Solzhenitsyn.
A continuación, voy a transcribir algunos fragmentos de la segunda entrega de la tetralogía, La guerra continúa, traducida por Laín Entralgo en 1966,
casi cuarenta años después de su aparición en ruso10. El hecho de que se tardara tanto tiempo en editar una versión española del
clásico ruso demuestra la lejanía cultural e intelectual, el antagonismo vital y político existente entre
el nacionalcatolicismo de Franco y el comunismo
soviético de Stalin.
Los criterios de selección de los fragmentos han
tenido que ver con la calidad de la prosa en español
(José Laín fue un magnífico traductor, manejaba
perfectamente los recursos idiomáticos de la traslación) y con la significatividad de los fragmentos
elegidos para la intelección de la obra de que forman parte y para la percepción del depurado estilo
realista de Shólojov. Considero que, a los efectos de
este artículo –valorar a José Laín como intelectual
y traductor-, basta con transcribir fragmentos de
Portada de La guerra continua (RBA).
uno de los cuatro volúmenes de El Don apacible.
Espero haber acertado en la selección y, si así no
fuera, sepa el lector disculparme. Allá vamos.
Tiempos de revolución
En este fragmento se refleja el ambiente revolucionario, la división de opiniones pro-zaristas y pro-bolcheviques que había entre los cosacos del Don.
Además, se reproduce un texto donde se habla de organización eficaz del
ejército, una postura que el comunista Laín Entralgo había defendido durante la guerra civil española, frente a los anarquistas11.
“—…el zarismo será destruido, ¡podéis estar seguros de ello!
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Listnitski, que estaba liando un pitillo, se quedó mirando modazmente a
Bunchuk y a Chúbov.
—¡Bunchuk! —exclamó Kalmúkov—. Espere, Listnitski... ¿Me oye, Bunchuk?... Bien, supongamos que esta gue­rra se transforma en guerra civil... ¿Y
después? Sea, habéis derribado la monarquía... ¿Qué forma de gobierno habrá de sustituirla? ¿Qué poder vendrá después?
—El poder del proletariado.
—¿El parlamento, no?
—Eso es poco —sonrió Bunchuk.
—Entonces...
—Tiene que ser una dictadura de la clase obrera.
—¡Ah, ya!... ¿Y qué papel corresponderá a los intelec­tuales y a los campesinos?
—Los campesinos vendrán con nosotros, parte de los intelectuales también... y con el resto... ¡esto es lo que ha­remos! —Bunchuk retorció un papel
que tenía en la mano, lo agitó y dejó escapar entre los dientes—: ¡Eso es lo que
haremos!
—Voláis muy alto... —sonrió irónicamente Listnitski.
—Y también aterrizaremos alto —completó Bunchuk la frase.
—Tendréis que poner antes una brazada de paja en el sitio donde vayáis a
caer...
—Lo que yo no me explico es por qué diablos vino usted de voluntario al
frente y hasta ha hecho méritos para ser ascendido a oficial. ¿Cómo se compagina esto con sus con­vicciones? ¡Resulta asombroso! Un hombre que es
contrario a la guerra... que se opone al exterminio de eso que llama sus hermanos de clase y que, al mismo tiempo, llega a oficial.
Kalmúkov se dio una palmada en la caña de la bota y rió de buena gana.
—¿Cuántos obreros alemanes ha matado vuestra sección de ametralladoras? —preguntó Listnitski.
Bunchuk sacó del bolsillo del capote unos papeles, buscó en ellos un rato
de espaldas a Listnitski y, acercándose a la mesa, alisó con su mano ancha y
gruesa una hoja de periódi­co que el tiempo había puesto amarillenta.
—No sé cuántos obreros alemanes habré matado yo, eso está aún por ver.
Si vine como voluntario al frente es porque de todos modos habría sido movilizado. Creo que los conocimientos que he adquirido aquí, en las trincheras,
me servirán en el futuro... en el futuro. Escuchen lo que aquí dice:
Tomemos el ejército moderno. Es una buena muestra de organización. Y es una organización buena porque es flexible y al mismo tiemEstudios
Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
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po sabe infundir a millones de hombres una voluntad única. Hoy,
esos millones permanecen en sus casas en distintos puntos del país.
Mañana se da la orden de movilización y se reúnen en los centros
previamente designados. Hoy permanecen inactivos en las trincheras, a veces durante meses en­teros. Mañana marcharán al asalto de
las posiciones enemigas. Hoy hacen milagros protegiéndose de las
balas y de la metralla. Mañana harán maravillas en el combate a campo abierto. Hoy, sus avanzadas colocan minas bajo el suelo. Mañana
avanzan decenas de verstas siguiendo las indicaciones que sobre la
tierra les dan sus pilotos. Eso es lo que se llama organización, cuando
en busca de un fin común millones de hombres animados por una voluntad única cambian la forma de sus relaciones mutuas y de su modo
de obrar, cambian el lugar y los modos como despliegan su actividad,
cambian los instrumentos y las armas de conformidad con las nuevas
circunstancias y las exigencias de la lucha. Lo mismo puede decirse
respecto de la lucha de la clase obrera contra la burguesía. Hoy no hay
una situación revolucionaria...
—¿Qué quiere decir eso de «situación revolucionaria»? —le interrumpió
Chúbov.
Bunchuk se removió como si le hubieran arrancado del sueño y, tratando
de comprender la pregunta, se frotó la abultada frente con el artejo del dedo
pulgar.
—Preguntaba que qué significa «situación revolucionaria».
—Comprender, lo comprendo, pero no sé explicarme bien... —Bunchuk
sonrió con una sonrisa clara y sencilla, de niño. Resultaba algo peregrino ver
aquella sonrisa en su cara grande y ceñuda, era como el lebrato de pelaje gris
claro que cruza jugueteando el triste campo invadido por la lluvia de otoño—.
Situación revolucionaria es algo así como un ambiente, un estado de cosas
propicio para la revolu­ción. ¿Me explico?
Listnitski asintió con la cabeza.
—Sigue.
Hoy no hay una situación revolucionaria, no se dan las condiciones
para que las masas entren en efervescencia, para que aumente su actividad. Hoy ponen en tus manos la papeleta electoral: tómala, aprende a organizarte para golpear con ella a tus enemigos, y no para enviar
al parlamento, a cómodas sinecuras, a gentes que se aferran a sus escaños por miedo a la cárcel. Mañana te quitan la papeleta electoral
y ponen en tus manos un fusil y un magnífico cañón de tiro rápido
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construido según la última palabra de la técnica; toma esas armas de
destrucción, no prestes oído a las plañideras sentimentales que tienen miedo a la guerra: en el mundo hay todavía demasiadas cosas que
deben ser destruidas por el hierro y el fuego para lograr la emancipación de la clase obrera. Y si en las masas crece la ira y la desesperación, si se produce una situación revolucionaria, prepárate para
crear nuevas organizaciones y para manejar esas armas tan útiles de
muerte y destrucción contra tu propio gobierno y la burguesía de tu
propio país...
Bunchuk no había terminado la lectura cuando llamaron en la puerta del
abrigo y entró el suboficial de la quinta sotnia.
—Señoría —dijo a Kalmúkov—, ha venido un ordenanza del puesto de
mando del regimiento.
Kalmúkov y Chúbov se vistieron los capotes y salieron. Merkúlov, silbando, se puso a dibujar.” (Primera parte, cap. I, pp. 16-20)
El ejército se bolcheviza
En este nuevo fragmento observamos cómo las ideas bolcheviques se filtraban incluso entre los oficiales:
“Al día siguiente, el suboficial entró confuso en el abrigo de Listnitski y le
comunicó con grandes vacilaciones:
—Los cosacos han encontrado en las trincheras estos papeles. Yo no sabía... He venido a informarle. No quisiera cargar con ninguna culpa...
—¿Qué papeles son ésos? —preguntó Listnitski, incorporándose en su camastro.
El suboficial le entregó unas octavillas que traía arrugadas en el puño.
Eran unas hojas de papel de inferior calidad en el que se destacaban claramente las palabras. Habían sido escritas con máquina. Listnitski leyó sin levantar los ojos:
¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡Camaradas soldados!
Dos años hace que dura esta maldita guerra. Dos años que Pasáis penalidades en las trincheras defendiendo unos intereses que no son
los vuestros. Dos años que se vierte la sangre de obreros y campesinos
de todas las naciones. Cientos de miles de muertos y mutilados, cienEstudios
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tos de miles de huérfanos y viudas: tal es el resultado de esta guerra.
¿Por qué lucháis? ¿Qué intereses defendéis? El gobierno zarista ha
expuesto al fuego enemigo a millones de soldados para apoderarse de
nuevas y oprimir a la población que las habita de la misma manera
que oprime a Polonia y a otras nacionalidades. Los industriales del
mundo no se ponen de acuerdo en el reparto de los mercados donde
encuentre salida la producción de sus fábricas. El reparto se lleva a
cabo por la fuerza armada, y vosotros, ignorantes de todo eso, en la
lucha por defender sus intereses, vais a la muerte y matáis a otros trabajadores como vosotros.
¡Basta de verter la sangre de vuestros hermanos! ¡Recobrad la razón,
trabajadores! Vuestro enemigo no es el soldado austríaco ni el soldado alemán, igualmente engañados como lo sois vosotros, sino vuestro
propio zar, los industriales y terratenientes de vuestro propio país.
Volved contra ellos vuestros fusiles. Fraternizad con los soldados
alemanes y austríacos. Por encima de las alambradas con que os separan a unos de otros como si fueseis fieras, tendeos las manos. Sois
hermanos en el trabajo, de vuestras manos no han desaparecido los
sangrientos callos del trabajo, vosotros no tenéis nada que repartir.
¡Abajo la autocracia! ¡Abajo la guerra imperialista! ¡Viva la unidad indestructible de los trabajadores de todo el mundo!
Listnitski jadeaba cuando leyó los últimos renglones. «Aquí está. ¡Ya empieza!», pensó, dominado por el odio y abrumado por el peso del presentimiento de lo que se venía encima. Se puso por teléfono con comunicación
con el jefe del regimiento y le informó de lo sucedido.
—¿Qué ordena que se haga, excelencia? —preguntó al terminar.
A través de los zumbidos de mosquito y las lejanas lla­madas del teléfono
fueron saliendo del receptor las pastosas palabras del general:
—Ahora mismo, ayudado por el suboficial y por los jefes de sección, practicará un registro. A todos sin excepción, registrará hasta a los oficiales. Hoy
voy a preguntar al Estado Mayor cuándo piensan relevar al regimiento. Les
daré prisa. Si en el registro encuentran algo, comuníquemelo inmediatamente.” (Primera parte, cap. II, pp. 25 y 26)
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Dos hermanos
En el fragmento, a Petró y Grigori les ocurre lo mismo que a Pedro y José
Laín: la guerra los separa.
“Aquellos años la vida se iba sin dejar nada tras de sí, como el agua de las
crecidas en el Don. Los días transcurrían monótonos, pasaban sin que la gente se diese cuenta, siempre preocupados todos por el trabajo, las pequeñas
miserias, las escasas alegrías y la inquietud, siempre grande y despierta, por
los que estaban en la guerra. De tarde en tarde, desde el ejército de operaciones, llegaban de Petró y Grigori cartas acribilladas por los cuños de correos.
La última carta de Grigori había pasado por las manos de alguien: la mitad de
lo escrito estaba cuidadosamente tachado con tinta violeta y en el margen de
la hoja de papel se veía una incomprensible señal.
Petró escribía más que Grigori; en sus cartas dirigidas a Daria la amenazaba y pedía que pusiera fin a sus locuras: al parecer, hasta él habían llegado
rumores de las libertades que su mujer se permitía. Grigori, con las cartas,
mandaba a casa dinero: el del sueldo y el que le correspondía por las cruces,
anunciaba su visita con permiso, pero no acababa de llegar.
Los caminos de los hermanos se iban separando. La guerra doblegaba a
Grigori, había hecho desaparecer el rojo de sus mejillas, que se tiñeron con el
amarillo de la bilis, no esperaba ver el fin de todo aquello. Petró, en cambio,
iba hacia arriba rápidamente y sin tropiezos: en el otoño de 1916 había sido
ascendido a suboficial; sus adulaciones al jefe de la sotnia le habían valido dos
cruces, y en las cartas hablaba ya de sus as­piraciones a ingresar en una escuela de oficiales. El último ve­rano había mandado con Aníkushka, que estuvo en
el jútor con permiso, un casco y un capote alemanes y su fotografía. El trozo
gris de cartón mostraba un rostro satisfecho de sí mismo, un tanto avejentado, con los rubios bigotes enhiestos y retorci­dos, la nariz chata y la sonrisa
de siempre en sus labios firmes. La misma vida sonreía a Petró, la guerra era
para él motivo de contento: ¿cómo, si no, habría podido él, un simple cosaco
acostumbrado desde pequeño a andar detrás de los bueyes, aspirar a ser oficial y a disfrutar de una vida más dulce? Había venido la guerra y al resplandor de sus llamaradas vislumbraba claramente la posibilidad de una vida de
abundancia.” (Primera parte, cap. V, pp. 82 y 83)
Adulterio y violencia doméstica
La vida de cosacos y cosacas no era precisamente poética. El modo de relación habitual entre ellos era la violencia.
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“Una sola cosa preocupaba a Petró: por el jútor se hablaba mal de su mujer. Stepán Astájov, que había estado de permiso en el otoño, volvió al regimiento presumiendo ante toda la sotnia de haberlo pasado muy bien con la
zhalmerka de Petró. Éste no creía las palabras de sus compañeros; se oscurecía su cara, pero replicaba sonriendo:
—Eso son mentiras de Stepán. Lo dice para vengarse de lo de Grigori.
Pero en cierta ocasión, a propio intento o no, cuando salía del abrigo, Stepán dejó caer un pañuelo bordado. Petró, que iba detrás de él, lo recogió y en
sus finos dibujos reconoció la labor de su mujer. De nuevo se apretó el nudo
del odio entre Petró y Stepán. Petró acechaba la ocasión, la muerte acechaba
a Stepán: estaba predestinado a quedar en las orillas del Dvina con el cráneo
marcado por una bala de su enemigo.
Pero al poco tiempo las cosas tomaron otro rumbo. Stepán marchó voluntariamente con algunos compañeros a asal­tar un puesto de los alemanes y
no volvió de este servicio. Los cosacos que habían ido con él contaron que el
centinela alemán, al oír que cortaban las alambradas, había lanzado una granada; los cosacos habían conseguido llegar hasta él, Stepán lo había derribado de un puñetazo, pero un disparo del compañero que montaba guardia con
él había alcanzado a Stepán, que cayó al suelo herido. Los cosacos mataron
a bayonetazos al segundo enemigo y se llevaron al otro, abati­do por el puño
de Stepán. Quisieron cargar también con éste, pero pesaba demasiado y tuvieron que abandonarle. El herido rogaba: «¡Hermanos! ¡No me dejéis aquí!
¡Compañeros! ¿Me vais a abandonar?...», pero una ráfaga de ametralladora
barrió las alambradas y los cosacos hubieron de arrastrarse hasta sus líneas.
«¡Compañeros! ¡Hermanos!», les seguían los gritos de Stepán, mas en semejantes ocasiones en lo que uno piensa es en su propio pellejo.
Al saber todo esto, Petró sintió que se le quitaba un peso de encima, fue
como si se cubriera con aceite de marmota las ampollas de una quemadura.
«¡Cuando vaya de permiso le sacaré las entrañas a Dashka! Yo no soy como
Stepán, no la perdonaré...» Se hizo por un momento el propósito de matarla,
pero enseguida rechazó esta idea: «Si mato a esa víbora, me perderé yo mismo. Me pudriré en la cárcel, mis esfuerzos no habrían servido para nada, lo
perdería todo...». Decidió simplemente darle una paliza que le quitara para
siempre los deseos de correr nuevas aventuras. «Le sacaré los ojos, entonces
ni el mismo diablo sentirá deseos de mirarla.» Así lo resolvió Petró allí en las
trincheras próximas a las escarpadas orillas del Dvina.
El otoño marchitaba las hojas de los árboles y las hierbas, las heladas matutinas las abrasaban, se enfriaba la tierra, las noches eran cada vez más largas y oscuras. En las trincheras, los cosacos montaban su servicio de guardia,
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disparaban sobre el enemigo, se peleaban con los suboficiales a cuenta de la
ropa de abrigo, sentían hambre, pero a nadie se le iba de la cabeza el lejano
Don, tan distante de la inhóspita tierra polaca.
Daría Mélejova se resarció aquel otoño de todas las privaciones de su vida
sin marido. El día siguiente de la Intercesión, Panteléi Prokófievich se despertó, como siempre, el primero. Salió al patio y se llevó las manos a la cabeza: el portón, arrancado de los goznes por alguien amigo de bromas y arrastrado al centro de la calle, yacía en plena calzada. Esto era una vergüenza. El
viejo colocó inmediatamente las puertas en su sitio y después de desayunar
llamó a Daría a la cocina de verano. No se sabe qué le diría, pero Duniashka
vio que pocos minutos más tarde salía Daria corriendo de la cocina con el
pañuelo caído sobre los hombros, desgreñada y llorando. Pasó delante de
Duniashka encogida; los arcos negros y bien trazados de las cejas temblaban
en su cara manchada por las lágrimas y contraída por la rabia.
—¡Espera, maldito!... ¡Te acordarás de esto! —decía a través de los labios
hinchados.
Su chambra estaba desgarrada en la espalda y en el blanco cuerpo se veía
la mancha violácea de un cardenal reciente. Daria corrió hacia la casa, recogiéndose las faldas, y desapareció en el zaguán. Panteléi Prokófievich salió
de la cocina de verano furioso como un demonio y doblando en cuatro las
correas de unas riendas nuevas.
Duniashka oyó la ronca voz de su padre:
—... ¡Más fuerte habría que darte, perra!... ¡Zorra!...
El orden quedó restablecido en la casa. Durante unos días, Daria anduvo
más fina que la seda; por las noches era la primera en acostarse y a las miradas
de simpatía de Natalia respondía con una fría sonrisa, se encogía de hombros
y enarcaba las cejas como diciendo: «No importa, ya veremos».
Al cuarto día sucedió algo que únicamente supieron ella y Panteléi Prokófievich. Después de esto Daria sonrió con aire triunfal y el viejo anduvo
una semana turbado, perplejo, como un gato que hubiese hecho una faena.
A la vieja no le dijo nada y hasta al confesarse ocultó al padre Visarión los
pecaminosos pensamientos que le habían asaltado después de esto.
La cosa sucedió así. Poco después de las fiestas de la Intercesión, Panteléi
Prokófievich dijo a Ilínichna, convencido de que Daria se había corregido definitivamente:
—Tú no seas blanda con Dashka. Hazla que trabaje más. Si la tienes ocupada no habrá ocasión de que se vaya de picos pardos, porque es una desvergonzada... En lo único que piensa es en diversiones y en la calle.
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A este objeto le hizo limpiar la era y amontonar la leña en la parte trasera
del patio; entre los dos pusieron en orden el pajar. A la caída de la tarde se le
ocurrió trasladar la aventadora del cobertizo al pajar. Llamó a la nuera:
—¡Daria!
—¿Qué quiere, padre? —contestó ella desde el pajar.
—Ven aquí, llevaremos la aventadora.
Daria se arregló el pañuelo, se sacudió las pajas que le habían caído en el
cuello de la chambra y salió al patio, dirigiéndose al cobertizo a través de la
era. Panteléi Prokófievich, vestido con un chaquetón guateado y unos calzones rotos, cojeaba por delante. En el patio no había nadie. Duniashka y la madre hilaban la lana cardada aquel otoño. Natalia preparaba lo necesario para
amasar. En el jútor se apagaban las últimas luces del día y tocaban a vísperas.
Una nubecilla purpúrea se mantenía inmóvil en lo más alto de aquel cielo
transparente. Al otro lado del Don los grajos parecían colgar como copos negros de las peladas ramas de los álamos. En la calma sonora y quebradiza de
la tarde, el menor ruido se dejaba oír con toda precisión. De la parte de las
cuadras llegaba un penetrante olor a estiércol fermentado y heno. Panteléi
Prokófievich, carraspeando, llevó, ayudado por Daria, al pajar la aventadora,
descolorida su pintura roja, la colocó en un rincón, amontonó con el rastrillo
la paja que se había caído y se dispuso a salir.
—¡Padre! —le llamó Daria en voz baja e insinuante.
Él se acercó a la aventadora y preguntó sin sospechar nada:
—¿Qué quieres?
Daria, con la chambra desabrochada, estaba frente a él; con los brazos levantados, se arreglaba el pelo. Un rayo sangriento del sol en su ocaso caía sobre ella a través de una rendija abierta en la pared del pajar.
—Aquí, padre, hay algo... Acércate, mira —dijo ella doblándose de costado
y mirando furtivamente por encima del hombro de su suegro la puerta abierta de par en par.
El viejo se acercó hasta casi tocarla. Súbitamente, Daria cruzó los brazos
alrededor del cuello del viejo, entrecruzó los dedos y le arrastró hacia atrás,
murmurando:
—Aquí, padre... Aquí... está blando...
—¿Qué dices? —preguntó asustado Panteléi Prokófievich.
Movió la cabeza, tratando de soltar el cuello de los brazos de Daria, pero
ella atraía cada vez más la cabeza de él a su cara, lanzaba un ardoroso aliento
a la barba del viejo, reía y murmuraba algo.
—¡Déjame, zorra! —exclamó él, haciendo un esfuerzo por desprenderse al
sentir el duro vientre de la nuera pegado contra el suyo.
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Ella se le apretó todavía más y cayó de espaldas, arrastrándole.
—¡Diablo! ¡Te has vuelto loca!... ¡Suelta!
—¿No quieres? —preguntó jadeante Daria, y aflojando los brazos dio un
empujón a su suegro en el pecho—. ¿No quieres?... ¿O es que no puedes?...
¡Entonces no juzgues mal de mí! ¡Para que te enteres!
Se puso en pie de un salto, se arregló presurosamente las sayas, se sacudió
las pajas de la espalda y gritó en las barbas de Panteléi Prokófievich, que había quedado estupefacto:
—¿Por qué me pegaste el otro día? ¿Soy acaso una vieja? ¿No eras tú así
de joven? ¡Hace un año que no tengo marido!... Con quién me voy a arreglar,
¿con un perro? ¡Mira esto, cojo! ¡Toma, muerde!
Daria hizo un gesto indecente y, arqueando las cejas, se dirigió a la puerta.
Allí se pasó revista, sacudió el polvo de la chambra y el pañuelo y sin mirar a
su suegro dijo:
—Sin eso yo no puedo pasar... Necesito un hombre, y si tú no quieres yo lo
encontraré. ¡Y tú a callar!
Llegó contoneándose, con paso rápido, a la puerta de la era y desapareció
sin volver la vista atrás. Panteléi Prokófievich se quedó inmóvil junto al rojizo
costado de la aventadora, mordiéndose la barba y mirando perplejo y con aire
de culpabilidad el montón de paja y las puntas de sus remendados zapatones.
«¿Será posible que tenga razón? ¿Debí pecar con ella?», pensaba desconcertado en aquellos instantes, aturdido por lo que acababa de pasar.” (Primera parte, cap. V, pp. 83-88)
Cantos cosacos a la orilla del viejo y apacible Don
Algunos jefes militares aman las viejas tradiciones y no quieren la Revolución:
“Los oficiales estuvieron hablando hasta el amanecer. Quedó decidido
que tres veces a la semana se darían a los cosacos charlas sobre temas políticos; además, los jefes de sección quedaron encargados de cuidar de que sus
hombres hicieran diariamente gimnasia y sesiones de limpieza del equipo y
armamento para tenerlos siempre ocupados y aislarlos de la pestilente atmósfera de la política.
Antes de separarse cantaron «Se agita y se encrespa el Don apacible y ortodoxo», acabaron de beber el décimo samovar y en medio del entrechocar de
los vasos se pronunciaron brindis burlescos. En el último momento. Atárschikov, que había estado cuchicheando con Dólgov, gritó:
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—Ahora, a modo de postre, les vamos a ofrecer una vieja canción cosaca.
¡Ea, silencio! Y convendría abrir la ventana, porque esto está lleno de humo.
Dos voces —el bajo quebradizo y rudo de Dólgov y el suave tenor de Atárschikov, extraordinariamente agradable— atacaron la canción; en un principio se confundían, cada uno iba por su lado, pero al fin se acoplaron y la can­
ción sonó con una belleza arrebatadora:
... Pero nuestro Don, el Don apacible, nuestro padre, también es orgulloso.
No se humilla ante el musulmán, no pide consejo a Moscú
y saluda al turco con su afilado sable...
De año en año la estepa del Don, nuestra madre,
por la Virgen Purísima, por nuestra fe ortodoxa,
por el Don libre, que corre encrespado, al combate llamó con el enemigo...
Atárschikov, con las manos cruzadas sobre las rodillas, llevaba la voz alta
sin desentonar ni una sola vez, a pesar de que en las variaciones dejaba muy
atrás al impetuoso bajo de Dólgov. Parecía adusto, y sólo al final advirtió Listnitski que por detrás del montículo pardusco de su verruga se concentraba
una lágrima fría y brillante.
Cuando los oficiales de las otras sotnias se habían marchado y los demás
se acostaron, Atárschikov se sentó al borde de la cama de Listnitski y, tirando
de los descoloridos tirantes azules que cruzaban su abombado pecho, murmuró:
—¿Comprendes, Evgueni?... Quiero con toda mi alma al Don, a toda esta
vieja forma de vida de los cosacos que se ha ido acumulando a lo largo de los
siglos. Amo a los cosacos, a las cosacas, ¡lo amo todo! El aroma del ajenjo de la
estepa me produce ganas de llorar... Cuando el girasol florece y sobre el Don
se extiende el perfume de los viñedos mojados por la lluvia, ¡amo tanto todo
eso!... ¿Comprendes?... Por eso ahora pienso si no estamos engañando a los
cosacos. ¿Es acertado el camino por el que queremos llevarlos?...
—¿A qué te refieres? —preguntó Listnitski, poniéndose en guardia.
Sobre el cuello de la blanca camisa de Atárschikov, su piel morena parecía
conmovedoramente juvenil. Sobre la parda verruga colgaba pesadamente el
borde azul del párpado, de perfil se veía la húmeda luz del ojo entornado.
—Pienso si será eso lo que conviene a los cosacos.
—¿Y qué es lo que les conviene entonces?
—No sé... Pero ¿por qué se apartan de nosotros con tanta naturalidad? Parece como si la revolución nos hubiera dividido en ovejas y cabras, como si
nuestros intereses se separasen.
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Mancheta de Renovación en 1934, cuando colaboraba en ella José Laín.
—¿Sabes? —empezó Listnitski con cautela—. Aquí se pone de relieve nuestra diferente manera de reaccionar a los acontecimientos. Nosotros somos
más cultos, podemos valorar críticamente uno u otro hecho, mientras que en
ellos todo es más primitivo, más simple. Los bolcheviques les meten en la cabeza que hay que poner fin a la guerra, mejor dicho, que hay que convertirla
en guerra civil” (Primera parte, cap. XI, pp. 148-150).
Bolcheviques y contrarrevolucionarios
El cosaco Lagutin expone a su superior Listnitski las causas de la revolución:
“—¿Y la tierra?
—Hay tierra para todos.
—¿Sabes tú qué es lo que pretenden los bolcheviques?
—Algo he oído…
—¿Qué crees tú que se debe hacer si los bolcheviques vienen contra nosotros para apoderarse de nuestras tierras, para subyugar a los cosacos? Porque
contra los alemanes has combatido, has defendido a Rusia.
—Los alemanes son otra cosa.
—¿Y los bolcheviques?
—¡Qué dice usted, señor esaúl! —dijo Lagutin, decidido, al parecer, a hablar,
levantando la mirada y buscando insistentemente los ojos de Listnitski—. Los
bolcheviques no me quitarán el último trozo de tierra. Tengo justamente un
lote, no necesitan para nada mi tierra... Otra cosa es usted, pongamos por
caso. No se enfade, pero su padre tiene diez mil desiatinas...
—No son diez, sino cuatro...
—Es lo mismo, aunque sean cuatro, ¿es eso poco? ¿Es eso justicia? Considere usted mismo, señor esaúl, todos quieren llevarse un pedazo de pan a la
boca. Usted quiere comer y todos, cualquiera que sea, quieren comer. Hubo
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un gitano que quería acostumbrar a su yegua a no comer y no le daba nada.
La pobre se iba acostumbrando, pero al cabo de los diez días se murió... Con
el zar las cosas marchaban mal, los po­bres pasaban hambre... A su padre le
cortaron un buen peda­zo del pastel, cuatro mil desiatinas, pero no tiene dos
bocas para comer, sino una, como nosotros, la gente del pueblo. ¡Claro que eso
subleva a cualquiera!... Los bolcheviques tienen razón, y usted dice que habrá
que luchar contra ellos...
Listnitski escuchaba con reprimida emoción. Había acabado por comprender que era incapaz de oponer ningún argumento de peso; sentía que las
palabras del cosaco, con todo su terrible simplismo, le habían puesto contra
la pared; la vaga conciencia, que él pretendía encerrar bajo siete llaves, de que
no tenía razón, le desconcertó. Preguntó irritado:
—¿Entonces eres bolchevique?
—El nombre no hace al caso... —respondió Lagutin irónicamente, alargando las palabras—. No se trata del nombre, sino de la justicia. Lo que el pueblo necesita es justicia, pero todos la entierran. Dicen que murió hace mucho
tiempo.
—Ya veo lo que los bolcheviques del Soviet te meten en la cabeza... Por algo
andas entre ellos.
—No, señor esaúl, nosotros tenemos mucha paciencia, la misma vida nos
ha cargado la cabeza; los bolcheviques lo único que harán será prender fuego
a la mecha...
—¡No me vengas con frases! ¡La cuestión no es para tomarla a broma! —
dijo ya irritado Listnitski—. Tú respóndeme: hablabas de la tierra de mi padre, de la tierra de los grandes propietarios en general, pero eso es propiedad
privada. Si tú tienes dos camisas y yo no tengo ninguna, qué crees, ¿he de quitarte una?
Listnitski no lo vio, pero por la voz de Lagutin comprendió que éste sonreía.
—Yo mismo se la daría. En el frente di, no la camisa que me sobraba, sino
la última, y anduve con el capote sobre mi cuerpo desnudo. Pero en lo que se
refiere a la tierra, parece que nadie está dispuesto a dar nada...
—¿Es que tú tienes poca tierra? ¿Te falta? —levantó la voz Listnitski.
En respuesta, ahogado por la indignación, pálido, dijo Lagutin casi a gritos:
—¿Crees que sufro por mí? Hemos estado en Polonia, ¿cómo vive allí la
gente? ¿Es que no lo has visto? Y los muzhiks, ¿cómo viven todos?... ¡Yo lo he
visto! ¡Le hierve a uno la sangre en el corazón!... ¿Crees que no me da lástima
de ellos? Me duele el pensar en la triste suerte de los polacos y de todos.” (Primera parte, cap. XII, pp. 153-155).
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El odio
En este fragmento se ve cómo la guerra civil produce resquemores profundos
entre los combatientes de uno y otro bando.
“Al pasar junto al edificio de la estación, Kalmúkov se volvió repentinamente y escupió a Bunchuk en la cara.
—¡Miserable!...
Bunchuk esquivó el escupitajo y arqueó las cejas. Durante largo rato sujetó con su mano izquierda la muñeca de la derecha, que trataba de buscar el
bolsillo.
—¡Anda!... —dijo haciendo un esfuerzo.
Kalmúkov siguió adelante maldiciendo desaforadamente, escupiendo los
sucios cuajarones de palabras engendradas en el frente por la mortal angustia, por el miedo, la desesperación y el dolor.
—¡Eres un traidor! ¡Lo pagarás! —gritaba, deteniéndose una vez y otra,
acercándose a Bunchuk.
—¡Anda! Haz el favor... —decía éste.
Y Kalmúkov, apretando los puños, de nuevo echaba a andar; seguía a tirones, como un caballo a punto de reventar. Llegaron al depósito de agua. Rechinando los dientes, Kalmúkov gritó:
—¡No sois un partido, sino una banda formada por los | peores residuos de
la sociedad! ¡Os dirige el cuartel general alemán! Bolcheviques... ¡Puaf! ¡Bastardos! Vuestro partido es una chusma, os compran como si fuerais p... ¡Gentuza! ¡Gentuza!... Habéis vendido a la patria... A todos vosotros os ahorcaría
en el mismo árbol... ¡Ay-y-y!... ¿No ha vendido 1 vuestro Lenin a Rusia por
treinta marcos alemanes? Se ha hecho con un millón y ha desaparecido... ¡Es
un auténtico presidiario!...
—¡Ponte contra la pared! —gritó Bunchuk tartamudeando.
Duguin intervino asustado.
—¡Espera, Iliá Mítrich! ¿Qué vas a hacer? ¡Espera!...
Bunchuk, desencajado por la cólera, lívido, se acercó de un salto a Kalmúkov y le dio un fuerte puñetazo en la sien. Pisoteó la gorra del oficial, que
había caído al suelo, y le arrastró a la oscura pared de ladrillo del depósito.
—¡Quédate ahí!
—¿Qué haces? Tú... No me pegues. ¡No me pegues!... I—aulló Kalmúkov,
resistiéndose.
Su espalda resonó sordamente al chocar con la oscura pared del depósito
de agua; se enderezó, comprendió.
—¿Queréis matarme?
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Bunchuk, encorvado, trataba de sacar el revólver, cuyo gatillo se había enganchado en el forro.
Kalmúkov dio un paso adelante, desabrochándose rápidamente el capote.
—¡Dispara, hijo de perra! ¡Dispara! Mira cómo saben morir los oficiales
rusos... Yo, ni siquiera ante la muer...
La bala le entró por la boca. Al otro lado del depósito, remontándose escalonadamente, subió un eco sordo. Dando un traspiés, Kalmúkov se agarró con
la mano izquierda la cabeza y cayó redondo. Se encogió, formando un arco;
sobre su pecho escupió los dientes negros por la sangre; su lengua chasqueó
levemente. Su espalda se enderezó, tocando apenas la húmeda grava. Bunchuk disparó de nuevo. Kalmúkov se estremeció, se volvió de costado, dobló
la cabeza como un pájaro que se duerme y lanzó un débil gemido. En el primer cruce, Duguin alcanzó a Bunchuk. —Mítrich... ¿Qué has hecho?... ¿Por
qué? Bunchuk apretó con fuerza los hombros de Duguin; clavó en sus ojos
una mirada dura, una mirada que nada podía quebrar, y dijo con voz extrañamente tranquila y apagada:
—O ellos a nosotros o nosotros a ellos... No hay término medio. No hay
prisioneros. Sangre contra sangre. El problema es quién podrá con quién... Es
una guerra de exterminio... ¿Comprendes? A los hombres como Kalmúkov
hay que aniquilarlos, hay que aplastarlos como si fueran culebras. Y a los que
se compadecen de ellos hay que fusilarlos... ¿Comprendes? ¡Nada de compasión! ¡Hazte fuerte! ¡Hay que ser duro! Si Kalmúkov hubiese podido, habría
disparado contra nosotros sin vacilar lo más mínimo. Y tú... ¡Eres un llorón!
Durante largo rato, Duguin no pudo dominar el temblor de su cabeza; sus
dientes castañeteaban y sus pies, embutidos en las descoloridas botazas, tropezaban absurdamente.
Siguieron en silencio por la desierta callejuela. De vez en cuando, Bunchuk miraba hacia atrás. Sobre ellos, en la oscuridad, se amontonaban unas
nubes bajas, como enlutadas, que seguían hacia el este. Entre sus desgarrones, asomándose por un pequeño claro del cielo de agosto, como el ojo verde y
vacío de un muerto, miraba la luna en cuarto menguante, lavada por la lluvia
del día anterior.” (Primera parte, cap. XVII, pp. 223-224).
Un líder visionario
En el fragmento se describe a un líder visionario, carismático, pero condenado al fracaso por utópico:
“Yefim Izvarin era hijo de un cosaco acomodado de la stanitsa Gúndorovskaya; había estudiado en la Escuela Militar de Novocherkassk y de allí fue
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enviado al frente, al regimiento 10 de cosacos del Don. Permaneció en él cerca de un año y, según explicaba, había ganado «una cruz de San Jorge en el
pecho y catorce cascos de granada de mano en distintos lugares apropiados y
no apropiados del cuerpo», yendo a parar, como final de su breve carrera, al
regimiento 2 de reserva.
Hombre dotado indudablemente de una capacidad poco común, bastante
más culto que la generalidad de los oficiales cosacos, Izvarin era partidario
rabioso de la autonomía de Región. La Revolución de Febrero abrió ante él
ancho campo de acción; se puso en contacto con los círculos cosacos defensores de la independencia y realizó una hábil propaganda en pro de la autonomía completa de la Región de las Tropas Cosacas del Don, en la que se había
de volver al régimen imperante antes de ser sometida e incorporada a la Gran
Rusia. Poseía amplios conocimientos de historia, era sensato y de mente lúcida, aunque apasionado, y describía con hermosos colores la vida libre que les
aguardaba en el entrañable Don cuando estuviesen regidos por la Asamblea
Soberana, cuando en toda la Región no quedase ni un solo ruso y los cosacos, con puestos de vigilancia montados en sus fronteras, tratasen de tú a tú
a Ucrania y la Gran Rusia, sin humillaciones, y comerciasen de igual a igual
con ellas. Izvarin mareó con sus prédicas a los cosacos, simples de espíritu,
y a los poco instruidos oficiales. También Grigori cayó bajo su influencia. En
un principio se enzarzaron en acaloradas discusiones, pero Grigori, semianalfabeto como era, se sentía inerme frente a su adversario, al que no costaba
esfuerzo alguno derrotarle en estos combates verbales. De ordinario, discutían en algún rincón del cuartel, y las simpatías de los oyentes se inclinaban
siempre hacia Izvarin, que imponía a los cosacos con sus argumentos y los
cuadros que dibujaba de su futura vida de independencia: tocaba los sentimientos más íntimos, las aspiraciones de la mayor parte de los cosacos acomodados de la parte baja del Don.
—¿Cómo vamos a vivir separados de Rusia, si lo único que tenemos es trigo? —preguntaba Grigori.
Izvarin explicaba pacientemente:
—Yo no concibo el Don separado del resto, independiente, y nada más. En
el nuevo Estado, como una federación, viviremos juntos con el Kubán, el Terek y los montañeses del Cáucaso. El Cáucaso es rico en minerales, allí encontraremos de todo.
—¿Y el carbón?
—Ahí al lado tenemos la cuenca del Dónetz.
—¡Pero eso pertenece a Rusia!
—Todavía está por ver a quién pertenece y en territorio de quién se enEstudios
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cuentra. Pero aun en el caso de que la cuenca del Dónetz pase a Rusia, no es
mucho lo que perdemos. Nuestra Federación no descansará en la industria.
Por nuestro carácter, somos un país agrario, y compraremos a Rusia el carbón que necesitemos para abastecer nuestra reducida industria. Y no sólo
carbón, también le compraremos madera, artículos de la metalurgia y otras
cosas; a cambio, les daremos nuestros excedentes de trigo y petróleo.
—¿Y qué saldremos ganando con la separación?
—Las ventajas son evidentes. Lo primero de todo, nos emanciparemos de
su tutela política, restableceremos el sistema nuestro, que destruyeron los
zares rusos, y expulsaremos a todos los que no son cosacos. En diez años,
importando maquinaria extranjera, levantaremos nuestra economía de tal
modo que nos haremos diez veces más ricos. Esta tierra es nuestra, regada
con la sangre de nuestros antepasados y fertilizada con sus huesos; nosotros,
subyugados por Rusia, hemos defendido durante cuatrocientos años sus intereses sin pensar en nosotros mismos. Tenemos salidas al mar. Dispondremos de un ejército poderosísimo y perfectamente preparado; ¡ni Ucrania y ni
siquiera Rusia se atreverán a atentar contra nuestra independencia!
De elevada estatura, bien plantado y ancho de hombros, Izvarin era un cosaco típico: el color amarillento de la ceba­da a punto de madurar de su pelo
ligeramente rizado, la cara morena, la frente despejada y blanca: el bronce
del sol se había detenido en las mejillas, sin cruzar la raya blanquecina de las
cejas. Hablaba con voz de tenor, obediente a su voluntad, y durante la conversación tenía la costumbre de levantar la ceja izquierda y de mover con un
gesto muy peculiar su encorvada nariz, como dando la sensación de que olía
algo. Su enérgico modo de andar, la seguridad en sí mismo que emanaba de
toda su persona y la mirada abierta de sus ojos castaños le distinguían de entre los demás oficiales del regimiento. Los cosacos le trataban con muestras
evidentes de respeto; su estimación por él era, seguramente, mayor que la
que sentían por el coronel”. (Segunda parte, cap. II, pp. 265-267)
El precio de la revolución
Para hacer la revolución alguien tiene que ensuciarse las manos. Y ese es
Bunchuk, un bolchevique que tiene pesadillas por lo que ha hecho:
“Bunchuk hacía formar a su pelotón y dejaba caer unas palabras sordas y
pesadas como el plomo:
—Contra los enemigos de la revolución... —Y empuñaba el revólver—.
¡Fuego!...
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Al cabo de una semana estaba seco y negro, como si se hubiese revuelto
en la tierra. El nervioso parpadeo no podía ocultar el hambriento y ansioso
brillo de sus pupilas hundidas. Anna le veía únicamente de noche. Trabajaba
en el Comité Revolucionario, llegaba a casa tarde, pero siempre aguardaba el
familiar repiqueteo en la ventana anunciador de su llegada.
Una vez Bunchuk regresó, como siempre, pasada la medianoche. Anna le
abrió la puerta y preguntó:
—¿Vas a cenar?
Bunchuk no contestó: tambaleándose como un borracho, entró en su habitación y tal como estaba, sin despojarse del capote, las botas y el gorro, se
dejó caer en la cama. Anna se acercó a él y le miró a la cara: mantenía los ojos
fuertemente cerrados, en sus dientes brillaba la saliva y el escaso pelo que le
había quedado después del tifus le caía en un mechón mojado sobre la frente.
Ella se sentó a su lado. La piedad y el dolor clavaban las garras en su corazón. Le preguntó en un susurro:
—¿Te resulta difícil, Iliá?
Él apretó su mano, sus dientes rechinaron y se volvió de cara a la pared. Se
durmió así, sin pronunciar una sola palabra, balbuceando en sueños frases
confusas y lastimeras y haciendo esfuerzos para levantarse. Ella advirtió horrorizada, estremecida por un miedo inconsciente, que dormía con los ojos
entreabiertos y las pupilas vueltas hacia arriba, dejando ver el blanco amarillento de la inflamada córnea.
—¡Deja eso! —le suplicó por la mañana—. Es preferible que vayas al frente.
¡Estás desconocido, Iliá! Ese trabajo va a acabar contigo.
—¡Cállate!... —gritó él, pálido y con un rabioso parpadeo.
—No grites. ¿Te he ofendido?
Bunchuk se calmó repentinamente, como si con el grito hubiera expulsado la rabia acumulada en su pecho. Dijo, mirándose con gesto fatigado las
palmas de las manos:
—Resulta que exterminar la basura humana es un asunto sucio. Resulta
que fusilar es perjudicial para la salud del cuerpo y del alma... —Y por primera
vez en presencia de Anna lanzó una soez blasfemia—. A los trabajos sucios
van los tontos, las fieras o los fanáticos. Todos quieren caminar por un jardín florido, pero, ¡diablos!, antes de plantar las flores y los árboles es preciso limpiar la suciedad. ¡Hay que abonar el terreno! ¡Hay que mancharse las
manos! —continuó elevando la voz a pesar de que Anna, vuelta de espaldas,
guardaba silencio—. ¡Hay que acabar con la basura, pero todos sienten asco y
no quieren hacerlo! —acabó Bunchuk a gritos, aporreando la mesa, sin cesar
de pestañear, con los ojos inyectados en sangre.
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La madre de Anna asomó la cabeza y él, calmándose, prosiguió ya en tono
normal:
—¡No dejaré este trabajo! ¡Aquí veo, siento perfectamente que hago algo
útil! ¡Limpio la basura, abono la tierra para que sea más fecunda! ¡Más fértil!
Vendrá un tiempo en que por ella marcharán gentes felices... Acaso marchará
mi hijo, un hijo que todavía no existe... —Rió con risa que crujía amarga—. ¿A
cuántos de esos reptiles, de esas garrapatas, habré fusilado? Porque son garrapatas... La garrapata es un insecto que se pega a la piel y chupa la sangre...
A docenas los he matado con estas manos... —Bunchuk extendió unas manos
duras y cubiertas de pelos negros, ganchudas como las garras del milano; las
dejó caer sobre las rodillas y prosiguió con voz que era un murmullo—: Al fin y
al cabo ¡que se vaya todo al diablo! Hay que arder de forma que salgan chispas,
y no limitarse a humear simplemente... Aunque, la verdad sea dicha, estoy
cansado... Esperaré un poco y me iré al frente... tienes razón...
Anna, que le había escuchado en silencio, dijo dulcemente:
—Vete al frente o busca otro trabajo... Vete, Iliá, de lo contrario... acabarás
por volverte loco.
Bunchuk se volvió de espaldas a ella y tamborileó en la ventana.
—No, yo soy fuerte... No creas que hay hombres de hierro. Todos hemos
sido fundidos de la misma materia... No hay seres que no tengan miedo en
la guerra ni que al matar a su semejante no sientan... un arañazo en su alma.
Aunque no son los oficiales los que a mí me atormentan... Ésos son gentes
conscientes, como tú y como yo. Pero ayer, entre los nueve que llevamos a
fusilar, había tres cosacos... trabajadores... Al desatar a uno... —La voz de Bunchuk se hizo más sorda y confusa, era como si se fuese alejando—. Le toqué
la mano y era dura como una suela... Toda cubierta de callos. Era una mano
negra... llena de cicatrices... de durezas... Bueno, me voy.
Cortó bruscamente su relato, y sin que Anna lo advirtiese se pasó la mano
por la garganta, que un espasmo parecía apretarle como un lazo de crin de
caballo.
Se calzó, tomó un vaso de leche y salió del cuarto. En el pasillo le alcanzó
Anna. Durante un rato retuvo entre sus manos la mano peluda de él, luego la
acercó a su ardiente mejilla y escapó al patio.” (Segunda parte, cap. XX, pp.
430-432).
Pena de muerte
En el fragmento se describe una escena escalofriante, la ejecución de Podtiólkov, con una mezcla de tragedia y comedia:
“Podtiólkov, con la cabeza orgullosamente erguida, subió al banquillo, se
desabrochó la guerrera, dejando al descubierto su cuello robusto y atezado,
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y él mismo, sin que temblase uno solo de sus músculos, hizo pasar su cabeza
por la cuerda recién enjabonada. A Krivoshlíkov lo llevaron, uno de los oficiales le ayudó a subir al banquillo y le echó el dogal.
—Permitidme decir las últimas palabras —pidió Podtiólkov.
—¡Habla!
—¡Que hable! —gritaban los ex combatientes.
Podtiólkov extendió la mano por los escasos grupos:
—Mirad qué pocos sois los que deseabais ver nuestra muerte. ¡La conciencia os remuerde! ¡Hemos luchado por el pueblo trabajador, en defensa de sus
intereses, contra la jauría de los generales sin regatear nuestra vida! ¡Ahora
morimos a manos vuestras! Pero no os maldecimos... ¡Os engañan miserablemente! Vendrá el poder revolucionario y comprenderéis quién tenía la razón.
Habéis arrojado a esa zanja a los mejores hijos del Don apacible...
Se levantó un rumor cada vez más intenso, la voz de Podtiólkov se oía con
dificultad. Aprovechando el momento, uno de los oficiales derribó con hábil
golpe el banquillo a que estaba subido Podtiólkov. El cuerpo, grande y pesado,
cayó violentamente; los pies tocaron en el suelo. El lazo le apretaba la garganta, le asfixiaba, obligándole a mantenerse estirado. Se puso de puntillas,
apoyando en la tierra húmeda y pisoteada los grandes dedos de sus pies descalzos; tragó afanosamente una bocanada de aire y paseando los ojos sa­lidos
de las órbitas por la muchedumbre enmudecida, dijo en voz baja:
—Ni siquiera habéis aprendido a ahorcar... Si me hubiese tocado a mí, tú,
Spiridónov, no habrías tocado el suelo...
De su boca fluía la saliva en abundancia. Los oficiales enmascarados y los
cosacos que estaban más cerca, con grandes esfuerzos, colocaron de nuevo en
el banquillo el pesado cuerpo ya desfallecido.
A Krivoshlíkov no le dejaron terminar: el banquillo saltó bajo sus pies y
tropezó con una pala que alguien había dejado tirada. Seco y musculoso, se
balanceó largo rato, ya encogiéndose de tal modo que las rodillas tocaban en
su mentón, ya estirándose convulsivamente. Todavía se estremecía, todavía
hacía girar su lengua negra que colgaba a un lado de la boca, cuando de nuevo
hicieron saltar el banquillo bajo los pies de Podtiólkov. De nuevo cayó pesadamente el cuerpo, las costuras del chaquetón de cuero reventaron por los
hombros y de nuevo las puntas de los dedos tocaron el suelo. Los cosacos lanzaron una muda exclamación de asombro. Algunos se persignaron y se alejaron del grupo. Tan grande era el desconcierto que durante unos instantes
todos permanecieron como fascinados, sin apartar la vista atemorizada de la
cara ennegrecida de Podtiólkov.
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Pero éste había enmudecido, el dogal apretaba fuertemente su cuello. Se
limitaba a mover a un sitio y otro los ojos, de los que fluían torrentes de lágrimas; con la boca torcida, tratando de aliviar el sufrimiento, se empinaba
horrorosamente hacia arriba.
Alguien tuvo una idea: empezó a quitar tierra con la pala bajo los pies
de Podtiólkov. A cada una de las presurosas paletadas más tieso colgaba el
cuerpo, más se alargaba el cuello y caía hacia atrás la cabeza con sus cabellos
ligeramente rizados. La cuerda sostenía difícilmente los seis puds de peso;
crujía junto al travesaño, se balanceaba suavemente y obediente a su rítmico
vaivén, se balanceaba Podtiólkov girando a un lado y a otro como si quisiera
mostrar a los asesinos su rostro morado y su pecho mojado por los calientes
chorros de saliva y de lágrimas.” (Segunda parte, cap. XXXI, pp. 543-545).
Conclusión
La traducción del soviético Shólojov realizada por José Laín es magnífica, escrita en una prosa fluida y natural. Laín realizó esta traducción ya de vuelta en
España, su país, a salvo del estalinismo que lo persiguió en los últimos tiempos
en Moscú. Es probable que las dudas sobre la revolución obrera que albergaba el protagonista de El Don apacible, Grigori Mélejov, fueran también las de
José Laín, en evolución hacia un socialismo más tolerante y menos represivo.
El acercamiento de José al eurocomunismo o a la socialdemocracia “a la
europea” coincide en el tiempo con el aperturismo de su hermano Pedro hacia las posiciones liberales y el abandono de su vinculación falangista y franquista. Es también la posición que adoptó el antiguo camarada de Pepe Laín,
Santiago Carrillo, defensor de un modo europeo de entender el comunismo,
ajeno a las purgas estalinistas. Eso explicaría también que José Laín emprendiese, en los últimos años de su vida, la traducción desde el inglés de 1984,
obra del conocido periodista y novelista George Orwell (1903-1950); un autor
que también había tenido un periodo profundamente pro-soviético, deslumbrado por la Revolución bolchevique de 1917; pero, tras el obligado viaje de
peregrinación a la URSS de Stalin, Orwell regresó a Occidente convertido en
un furibundo anticomunista, como atestiguan precisamente su libro citado y
otros tan conocidos como Big Brother (Gran Hermano) o Animal Farm (Rebelión en la granja), críticas feroces contra el totalitarismo soviético. Además, en
ese libro el prologuista es, ni más ni menos, el hermano derechista de José, el
célebre académico Pedro Laín, evolucionado ya hacia un liberalismo aperturista. Pues bien, en el prólogo Pedro Laín se despacha a gusto contra el totalitarismo y el régimen de partido único.
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¿Cabría pensar en una evolución del pensamiento político de José Laín similar a la del escritor británico, igual que su hermano Pedro evolucionó hacia
el pluripartidismo y la democracia de partidos?
En los hermanos Laín Entralgo las huellas de la guerra civil española fueron profundas y ambos encauzaron su inteligencia hacia una tarea de concordia, de encuentro del otro, donde la escritura servía de vehículo de expresión de sus ideas y, en cierto modo, de terapia sanadora. Ambos se apartaron
del dogmatismo y militaron en la inteligencia y la comprensión del rival, buscando a través del trabajo intelectual una difícil reconciliación de contrarios.
La tinta vencía así a la sangre, el perdón al odio, la integración a la marginalidad. El “espíritu de Urrea”, invocado por don Pedro Laín en sus recuerdos
de infancia, a orillas del río Martín, es decir, aquellas tardes familiares en las
que el cariño y la convivencialidad se sobreponían a cualquier discrepancia
ideológica, prevaleció siempre entre los hermanos y se convirtió en el modelo de conducta que los Laín Entralgo postularon para la España cainita,
revanchista, en que les tocó vivir.
Bibliografía y anexos
Bibliografía y webgrafía sobre José Laín Entralgo
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José Laín. Reseña en: http://www.noticiasdenavarra.com/2010/05/16/
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Bibliografía y webgrafía sobre Mijaíl Shólojov
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scritores soviéticos: http://www.sanpetersburgo.com/literatos.htm.
• Shólojov: http://es.wikipedia.org/wiki/Sholojov.
• Ciudad Seva, textos de Shólojov: http://www.ciudadseva.com/textos/
cuentos/rus/sholojov/ms.htm.
• Un Nobel de regalo: http://jcplanells3.wordpress.com/2006/07/15/autores-olvidados-11-mijail-sholojov-un-nobel-de-regalo/.
• ABC: El Tolstoi proletario, invento del Comité Central: http://
www.abc.es/ hemeroteca/ historico-27-08-2006/abc/Cultura/mijail-sholojov-el-tolstoi-proletario-fue-un-invento-del-comite-central_1423037834411.html.
• Mijaíl Shólojov, La guerra continúa. (El Don apacible. Libro segundo). Trad.: José Laín Entralgo, Barcelona, RBA, 2010.
• El río Don: http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Don.
ANEXO 1 – Traducciones realizadas por José Laín Entralgo
Gustavo Bueno Sánchez, GBS, en su biografía sobre José Laín Entralgo en el Proyecto Filosofía en español, http://www.filosofia.org/ave/001/a411.
htm, dice de él que
“vertió a la lengua importantes obras de filosofía marxista-leninista,
como la Historia de la Filosofía (История философии, seis volúmenes, 1957-1961) dirigida por Miguel Alejandro Dynnik (Михаил
Александрович Дынник, 1896-1971), editada en español por GriEstudios
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jalbo (Historia de la Filosofía, desde la antigüedad hasta nuestros días,
México 1960-1962, 7 volúmenes), en versión que firmó junto con
Adolfo Sánchez Vázquez, y el Compendio de Historia de la Filosofía
(Краткий очерк истории философии, dirigido por Miguel Trifonovich Iovchuk en 1960), a partir de la segunda edición, Moscú 1967
(que publicó Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo 1969, 2 tomos).
Se da la circunstancia de que, vuelto a España en 1957, estas dos obras
las tradujo en Madrid, desde el interior de la España de Franco”.
Como también allí mismo critica GBS tanto la documentada aportación
de Pilar Martino Alba como la mía propia, por no incluir las traducciones políticas de José Laín, queda hecha aquí la corrección pertinente.
Pilar Martino Alba, de la universidad de Alicante, ha realizado el catálogo completo de las traducciones de José Laín Entralgo, que ofrecemos aquí
como anexo. Aunque su mayor dedicación fue la traducción literaria de los
autores rusos, también tradujo obras médicas y políticas.
Obras médicas
• E
.G. Vatsuro, La doctrina de Pavlov sobre la actividad nerviosa superior,
Barcelona: Vergara, 1959 (neurofisiología).
• K.M. Bykov e I.T. Kurtsin, Patología corticovisceral, trad. con su hija
Carmen Laín González, Madrid: Atlante, 1968.
Obras políticas
• L
enin, El desarrollo del capitalismo en Rusia: El proceso de la formación
de un mercado interior para la gran industria, Barcelona: Ariel, 1974.
• Laín Entralgo, José: Acotaciones a la correspondencia entre Marx y Engels 1844-1883, Barcelona: Grijalbo, 1976.
Obras literarias
• A
ntología: Cuentos rusos: de Pushkin a Chejov. Estella: Salvat.
• Bunin, Ivan Alekseevich (1870-1953), El amor de Mitia: cinco narraciones rusas contemporáneas (Mitina liubov), trad. con Augusto Vidal. Barcelona: Círculo de Lectores, 1963.
• Gógol, N. (1809-1852), Obras completas de Nikolai Gógol, pról. José María Valverde, Barcelona: Planeta, 1964.
• Shólojov, Mijail A. (1905-1984), Cuentos del Don apacible (Donskie
rasskazy), Barcelona: Planeta, 1965 [1966, 1967, 1971]. Reed. en 2010 por
RBA, cuatro libros: El Don apacible (vol.I), La guerra continúa (vol. II),
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Rojos y blancos (vol. III) y El color de la paz (vol. IV).
• B
ulgakov, Mijail A. (1891-1940), Novela teatral (Teatralinii roman), Estella: Salvat, 1969 [1971, 1985].
• Dostoevskij, Fiodor M. (1821-1881), Los hermanos Karamázov (Bratia
Karamazovy), Barcelona: Círculo de Lectores, 1969 [1973, 1987] y edic.
Juan Cano Ballester, Barcelona: Debolsillo, 2003 [2010].
• Dostoevskij, El jugador (Igrok), Barcelona: Salvat, 1969 [1970, 1971,
1982, 1983, 1985, 1988].
• Tolstoi, Leon (1828-1910), La muerte de Ivan Ilich. El Diablo. El Padre
Sergio (Smert’Ivana Il’licha), prol. Arturo Uslar Pietri, Barcelona: Salvat,
1970 [1971, 1982, 1985, 1995]; en 2006, Barcelona: Galaxia Gutenberg,
nueva edic., El Diablo, trad. Ricardo San Vicente.
• Chejov, Anton P. (1860-1904), Narraciones, Barcelona: Salvat, 1970
[1971, 1982]; Duvrovskij.
• Pushkin, Aleksandr S. (1799-1837), Los relatos de Belkin, Estella: Salvat, 1971 [1972, 1983].
• Bulgakov, La guardia blanca (Belaia gvadiia), Barcelona: Destino, 1971
[1991].
• Dostoevskij, El idiota (Idiot), trad. Augusto Vidal, Barcelona: Círculo de
Lectores, 1972.
• Tolstoi, Resurrección (Voskresenie), prol. Gonzalo Torrente Ballester,
Barcelona: Círculo de Lectores, 1972 [1973, 1984]; también Barcelona:
Planeta, 1992, y Altaya, intr. de Natalia Ujánova, 2005.
• Maksimov, Vladimir E. (1930-1996), Los siete días de la creación, Barcelona: Noguer, 1972 [1984];
• Solzhenitsyn, Aleksandr I. (1918-2008), Agosto, 1914, trad. con Luis
Abollado Vargas, Barcelona: Barral, 1972 [1974].
• Gógol, Almas muertas (Miortvye dushi), intr. José María Valverde, Barcelona: Planeta 1980 [1985], y Barcelona: Bruguera 1983, RBA 1993 [2002],
Backlist 2008, y Madrid: edic. Joseph K., 2003.
• Babel, Isaak E. (1894-1941), Caballería roja (Kornarmija), Barcelona:
Bruguera, 1981 [1982].
• Gógol, Almas muertas, El capote y otros relatos, trad. con Augusto Vidal,
Barcelona: Círculo de Lectores, 1991.
• Chejov, Kashtanka: historia de un perrito, Madrid: Gadir, 2008.
• Gógol, Veladas en un caserío de Dikanka (Vechera na jutore bliz Dikan’ki),
Madrid: Alianza, 2009.
• Gógol, El inspector: comedia en cinco actos (Revizor), Madrid: Alianza,
2009.
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• C
hejov, La sala número 6 (Palata nº 6), Madrid: Eneida, 2011.
Muchas de las traducciones de José Laín Entralgo tuvieron éxito y aparecieron en varias editoriales. Pero quizá la más popular haya sido la monumental Guerra y paz (Voïna i mir), de Leon Tolstoij, traducida junto con
Francisco José Alcántara y publicada en diferentes editoriales de Barcelona:
Vergara 1960 [1979], Bruguera 1981, Planeta 1988 [1998, 2003, 2008, 2010],
Círculo de Lectores 1991 [2003] y Backlist 2010. José Laín había compartido
despacho en la editorial estatal soviética con la traductora Lydia Kúper, que
hizo posteriormente su propia y magnífica traducción de Guerra y paz. Ella
misma siempre consideró canónica la traducción precedente de Laín1.
También tradujo del inglés 1984, de George Orwell (1903-1950), Barcelona: Salvat, 1983. La traducción lleva un prólogo de su hermano Pedro Laín
Entralgo, donde el académico, en evolución liberal y ruptura con el franquismo, critica el totalitarismo y el régimen de partido único.
ANEXO 2- Ficha policial de José Laín Entralgo, repatriado de la URSS
El 6 de diciembre de 2009, Virginia Ródenas publicó un reportaje en Abc, disponible por vía electrónica en la hemeroteca de la publicación madrileña12,
titulado “Así se interrogó a los españoles repatriados de la URSS”. La periodista informa de que, entre los millones de legajos que contiene el Archivo
General de la Administración, en Alcalá de Henares, el profesor Rafael Moreno Izquierdo encontró una interesante documentación relativa al retorno a
España de los llamados “niños de la guerra”.
En el reportaje informa de que los americanos, en tiempos de la Guerra
Fría, presionaron a su aliado español para que se interrogase a los retornados y se obtuviese de ellos cuanta información fuese útil para las cuestiones
estratégicas sobre la vida en la URSS. No hay que olvidar que España había
firmado con Estados Unidos el acuerdo de las bases y que los estadounidenses tenían aquí importantes intereses militares. Por otro lado, había también
mucho miedo a que el PCE pudiese aprovechar la situación del regreso para
reorganizar en el interior del país alguna cédula comunista.
El profesor Moreno documenta su estudio, además de en los documentos
encontrados, en diversas entrevistas realizadas con los “niños de la guerra”,
quienes le confirmaron la existencia del seguimiento y acoso de la policía
franquista durante los primeros años del retorno al país.
El reportaje de Ródenas se completa con la transcripción de las fichas policiales de unos cuantos repatriados: Manuel Arce Porres (maestro), Celsa
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García Camblor (a la que se moteja de “elemento del KGB”), Agustín Gómez
Pagola (futbolista, de él se teme que pueda usar el fútbol para hacer propaganda prosoviética, pues el Atlético de Madrid estaba interesado en ficharlo
como jugador), Federico Gonzalo González (piloto y químico, estuvo en un
campo de concentración por criticar al régimen soviético) y, por último, José
Laín Entralgo (tildado de “sujeto peligroso”), que es la parte del artículo periodístico que reproducimos aquí.
“JOSÉ LAÍN ENTRALGO
Sujeto «peligroso»
En el Informe Especial de 31 de enero de 1957 los policías de la División de Investigación Social ofrecen todo tipo de detalles de la V expedición que había llegado al puerto de Castellón abordo del «Crimea»,
con 412 personas, de las que 126 son hijos de repatriados y 45 mujeres
rusas, casadas con españoles. «La clasificación de los repatriados, interrogatorio y operaciones de identificación -decadactilar y fotográfica- se llevaron a cabo en el Preventorio Argentina, perteneciente a la
Sección Femenina y de las JONS, sito en el término de Benicasim (...).
Terminadas dichas operaciones y agrupados los expedicionarios por
regiones, fueron evacuados a los puntos donde fijan su residencia, según se especifica en informe especial, sobre “Recepción, clasificación
y evacuación que se adjunta”».
El funcionario valora el conjunto de la expedición y concluye que «al
contrario que en las últimas, que registraron un mejoramiento paulatino y gradual de las gentes, hay un retroceso absoluto en cuanto
a moral y formación psicológica de los que la componen, excepción
hecha de un escaso número, a los que cabe considerar personas normales, aunque sin olvidar su formación comunista. El resto de contingente está caracterizado por gran número de ex presidiarios o delincuentes comunes en potencia, o beodos, matrimonios de “última
hora” y prostitutas».
Entre los «elementos peligrosos» se destaca a José Laín Entralgo
«traductor» -de Tolstoy y Dostoyeski entre otros-, repatriado junto
a su esposa Carmen González y una hija de 18 años. Se reseña: «Durante la Guerra de Liberación fue comisario político de la 107 Brigada
Roja, VI División y XVII cuerpo de Ejército. Salió de España en marzo
de 1939 por Cartagena. Llegó a Orán y estuvo dos o tres meses en un
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campo de concentración (...) En la Unión Soviética ha gozado siempre de la confianza del Partido, trabajando en el Instituto de Lenguas
Extranjeras y Misiones de Enseñanza del Español a diversos agentes
que preparaban los de servicios de espionaje soviético. Se halla completamente en la línea del comunismo español y últimamente ha realizado trabajos en lo que respecta a la cuestión estudiantil, habiendo
estado en relación con organizaciones internacionales de este tipo.
Su influencia determinó la salida de los niños de las casas donde se
hallaban estudiando para incorporarlos a las Escuelas de Aprendizaje y Fábricas en general. En 1934 ya estuvo en la Unión Soviética
en misión oficial del Partido Español (...) Su esposa quedó en España
tras la Guerra de Liberación, y enviada a Rusia, por gestión de su hermano político, Pedro, ex-rector de la Universidad Central (...)».
Sólo un mes después, el matrimonio volvería a ser objeto de otra
«atención» por parte de la División de Investigación Social en su informe del 7 de febrero, donde ambos vuelven a engrosar bajo el epígrafe «Incorporación a la vida española» la categoría de «sospechosos de peligrosidad». En el informe del 16 de agosto Laín ya es protagonista. En el capítulo de «Historiales» se escribe «hoy estamos en
situación de poder ofrecer en el presente número la historia, vicisitudes y relieve político de tan destacada personalidad en el campo del
Comunismo Internacional»: exactamente siete páginas mecanografiadas a un espacio donde se recoge con pelos y señales su biografía
declarada. Al final, el policía escribe de él: «Actualmente trabaja en
la Editorial Aguilar como traductor y al propio tiempo con idénticas
funciones en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, devengando más de 5.000 pesetas. Es evidente que este repatriado se ha
situado magníficamente por sus propios medios, merced a la influencia del apellido y a la protección de sus familiares y no es de esperar
que a pesar de su relieve político en otros tiempos se dedique a actividades ilícitas que puedan suponer un contratiempo porque son todos
los Laín Entralgo muy hermanados entre sí13 y sacrificará cualquier
voluntario deseo en aras de la tranquilidad propia y de sus allegados
(...) No obstante sigue siendo un comunista convencido (...) y es necesario considerarlo totalmente desafecto a las actuales instituciones
del país».
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ANEXO 3- Los años de Odessa de José Laín Entralgo
En el magnífico estudio de Antonio Palacio Pilacés Tal vez el día. Aragoneses
en la URSS (1937-1977). El exilio y la División Azul, 2 vols., Zaragoza, Comuniter, 2013, encontramos información sobre el trabajo de maestro de José Laín
Entralgo y su mujer en la URSS en condiciones de extrema dificultad:
“La casa nº 3 de Tarasovka en la que trabajaban como profesores el
turolense José Laín y su esposa abandonaría Moscú el 26 de agosto
de 1941 por orden del Comisariado del Pueblo de Instrucción Pública.
Los niños y sus acompañantes adultos llegarían el 9 de septiembre
a su destino en la aldea de Galka, en el distrito de Novo-Dobrimca
(Stalingrado). La prioridad absoluta durante los primeros días pasaría por la búsqueda de comida, pero las clases se reanudarían entre
el 20 de septiembre y el 1 octubre tal y como estaba previsto. Si bien
serían un tanto irregulares hasta que se normalizase el suministro de
alimentos, a partir del 25 de octubre adquirirían un ritmo tan regular
como si los niños permaneciesen en la casa de Moscú. No disponían
de electricidad ni de combustible con el que calentar las aulas, sitas
en un pequeño edificio usado normalmente por los escolares de la
zona. Todas las mañanas pasarían un frío acerbo en su trayecto hasta
ese lugar, y más durante los meses de enero y febrero de 1942, los más
fríos del siglo y en los que el termómetro descendería hasta los 45°
bajo cero. Sin embargo, a pesar de todos los pesares la memoria anual
que se conserva de ese curso nos permite comprobar que hasta en las
condiciones extremas de aquel invierno las clases continuarían de
forma relativamente normal sin que se redujese su calidad educativa.
Los planes de trabajo y los horarios lectivos se mantendrían incólumes, aunque en los peores días de frío la escuela no podría funcionar.
Las memorias anuales de cada casa eran documentos muy minuciosos y en ellos se valoraban aspectos como las actitudes políticas de los
maestros, su capacidad pedagógica, el rendimiento de los alumnos,
etc. Normalmente éste era bueno, a pesar de que las faltas de asistencia a clase se multiplicarían inevitablemente a raíz del inicio de
la guerra. Se evaluaba también la conducta de los niños -algo que a
medio plazo era importante para entrar en los centros de enseñanza superior o en la Universidad- y las previsiones logísticas para el
nuevo curso en asuntos como el combustible, la ropa, etc. En la memoria anual de la casa n° 3 correspondiente al curso 1941-1942 se haEstudios
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ría constar la imposibilidad material de atender bien la salud de los
niños. Se prestaba especial atención a los pequeños más proclives a la
tuberculosis, pero no se disponía de medios efectivos para prevenir
la enfermedad y menos aún para curarles en caso de que llegasen a
contraerla. Además los niños no solían abrigarse bien y enfermaban
a causa del frío, con lo cual sus defensas ya deterioradas tendían a
debilitarse. Se les impartían charlas para prevenir las enfermedades
infecciosas, los resfriados, los problemas gastrointestinales, etc., mas
las condiciones impuestas por la guerra eran demasiado precarias. Si
entre las medidas preventivas se incluían las visitas periódicas de un
odontólogo, en conjunto los medios sanitarios eran pocos y los adultos se veían impotentes para tratar las enfermedades.
Esa memoria redactada en una situación tan extraordinaria, con los
niños evacuados en las planicies del Volga en las que los alemanes
amenazaban con irrumpir en cualquier momento, reproduciría comentarios extraordinariamente elogiosos hacia el trabajo docente
de José Laín, tutor del 6° grado, por haber alcanzado un rendimiento
ejemplar: “...más de la mitad de sus alumnos tiene calificaciones de
sobresaliente y notable, y se esfuerza por inculcar a los alumnos la
ideología comunista”. El 6° grado ocuparía ese curso el primer puesto de la escuela debido a sus resultados en materias como aritmética
y matemáticas y sus alumnos serían premiados con la Bandera Roja
Volante.
La guerra introduciría diversas novedades organizativas. En junio
de 1942 el PCE propondría que un representante del Partido estuviera presente en cada una de las casas, internados o centros profesionales en los que residiesen grupos de españoles. Se encargaría de
la educación política de los muchachos y trabajaría de acuerdo con
los directores de los centros y siguiendo las directrices emanadas del
Narkomprost de cada república, de la Internacional Comunista o de
los centros regionales de las Reservas de Trabajo. En vez de los centros sería la institución correspondiente la que abonaría los sueldos
de los maestros, que vivirían junto a los niños y pagarían su manutención con su propio salario.” (pp. 219-221)
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Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
Estudios
ANEXO 4- ¿Shólojov, autor de El Don apacible?
El 27 de agosto de 2006, Ramiro Villapadierna, corresponsal del diario Abc
en Berlín, titulaba su reportaje: “Mijaíl Shólojov, el Tolstoi proletario, fue un
invento del Comité Central”, y añadía en el subtítulo: “Solzhenitsyn fue el
primero, ya en 1974, en mostrar convencimiento de lo que entonces era un
arriesgado rumor”. A continuación, hace una breve historia de la rumorología sobre Shólojov y El Don apacible, aunque sin aportar pruebas concluyentes acerca de la veracidad de los rumores que niegan a Shólojov la paternidad
de su obra maestra.
“Solzhenitsyn fue el primero, ya en 1974, en mostrar convencimiento
de lo que entonces era un arriesgado rumor. «Tijii Don (El Don apacible)», la trilogía traducida frecuentemente como «Cuentos del Don» y
la mayor expresión literaria oficial del «realismo socialista», ha resultado ser, finalmente, un cuento literal y su autor un escritor clonado
en el laboratorio cultural del partido comunista de la URSS.
El premio Nobel soviético Mijaíl Alexandrovich Shólojov sería en sí
«un proyecto ideal» como se aplica en demostrar el experto en eslavística comparada Felix Philip Ingold en el «Neue Zürcher Zeitung»:
«Pese a ser glorificado públicamente por toda la URSS como el Tolstoi proletario, nunca fue otra cosa que un periodista poco leído y del
todo inexperto, reclutado por los servicios secretos (GPU, la policía
política) y preparado para el papel de gran escritor y hombre de letras
del partido». Fue delegado durante medio siglo en el Soviet Supremo,
vicepresidente de la Unión de Escritores, a cuya presidencia perteneció desde su fundación en 1934, e incondicionalmente fiel como
perseguidor de enemigos del Estado como Pasternak, Solzhenitsyn
o Siniavski.
También el historiador ruso Roy A. Medvedev, que criticó a Stalin en
«Que la historia lo juzgue», y a Shólojov en «Problemas de una biografía literaria», ya había sugerido el plagio y usurpación de escritos del
cronista militar cosaco Fyodor Kryukov, que había muerto en 1920.
Aunque Shólojov (1905-1984) provenía de la región militar cosaca del
Don, y la historia oficial lo sitúa alistado en el Ejército Rojo en la guerra a los cosacos, se antojaba con 21 años demasiado joven e inexperto cuando en 1926 publica la primera parte como «Cuentos del Don»,
Estudios
Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
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tras dos años como estibador y periodista en Moscú. Le tomó luego 14
años proseguir con «El Don apacible».
Nada de lo que escribió luego, ni siquiera «El destino de un hombre»,
que en 1957 se convirtió en un popular filme, o «Popdñataya tselina
(algo así como «Tierra virgen»), que le costó 28 años y también fue
llevada al cine en 1959, alcanzan una calidad literaria comparable a
la obra que le valió el premio Nobel en 1965. Llevaba años sin publicar y tampoco volvió a firmar nada destacado, dejando inacabada a
su muerte en 1984 la epopeya «Lucharon por su país», empezada en
1959. Fue condecorado dos veces como Héroe del Trabajo Socialista.
La lista de incrédulos, tanto en Centroeuropa como en Rusia, fue sumando a I. N. Medwedewa, Zeev Bar-Sella, Geir Kjetsaa, F. F. Kusnezow o Jewgeni Dobrenko. Complicaba los rumores el que Sholojov
no poseyera el manuscrito original del Don, alegando que había sido
destruido en la guerra, aunque en 1987 aparecieron miles de hojas
con notas para el trabajo que fueron autentificadas. El experto suizo
Ingold aclara que en principio «no el propio Shólojov, sino el GPU,
fue el aplicado en expoliar los manuscritos, cuantitativa y cualitativamente fértiles, de Kryukov» y «que se dedicaron a combinarlos con
otros textos a fin de crearle una obra literaria coherente que pudiese
ser considerada ejemplar de la literatura soviética».
El escritor y catedrático de St. Gallen revela la ironía de que, para
ello «se entresacaran textos de Bulgakov y Platonov, escritores decretados como inexistentes en la URSS, lo que añade más descaro al
empeño oficial». El propio «Don apacible» sería revisado, reeditado y
adaptado varias veces a la línea oficial del partido en cada momento.
«Tampoco su otro par de obras tuvieron nunca una forma definitiva»,
pues, al abandonar su mesa, «siempre dependieron de otras necesidades extraliterarias». Así, que no exista un texto totalmente propio
de Shólojov, ni el original de Kryukov, complica las conclusiones textológicas.”
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Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
Estudios
Notas
1 En el número 4 del Boletín Lainiano, del que soy director, publicamos el artículo “Pablo Iglesias, visto por Pedro
Laín Entralgo” (ver Rujiar VII. Miscelánea del Centro de Estudios Bajo Martín. Año 2005, Híjar, C.E.B.M., 2006,
pp. XVII a XXIV), en donde el ilustre polígrafo de Urrea de Gaén traduce, para la Fundación Pablo Iglesias, del
alemán las cuatro cartas que Engels dirigió al padre del socialismo español. Allí deja claro don Pedro su intento
de acercarse a ideas contrarias a las suyas con las que nunca comulgó. Quizá esa voluntad de comprensión del
punto de vista del rival le viniera del ejemplo de su propio hermano, ocupado intelectualmente en el estudio de la
ortodoxia marxista.
Además del ya citado “José Laín Entralgo, traductor del ruso”, otros artículos míos sobre el tema son: “Recordando a José Laín Entralgo” (2006) y “José Laín Entralgo, socialista aragonés” (2010). (Los datos completos figuran en el apartado “Bibliografía”). Para ver una crítica (negativa) del primero de los artículos reseñados, puede
verse GBS [Gustavo Bueno Sánchez], “José Laín Entralgo (1910-1972)”, http://www.filosofia.org/ave/001/a411.
htm.
2 Santiago Carrillo, en Los viejos camaradas, habla de José Laín (su amigo Pepe) y de las cosas que hicieron juntos.
Habla también de la familia liberal e izquierdista de la que provenía y considera, en tono de humor, que Pedro,
falangista, era la “oveja negra” (azul) de los Laín, políticamente hablando. Y en sus Memorias, pp. 66-68, decía
esto: «José Laín, estudiante de derecho, se unió también a nosotros muy pronto. Era hijo de un médico republicano aragonés. Militaba en la FUE y era muy activo en todos los conflictos con los estudiantes derechistas de la
universidad. Entre nosotros era el más experto en cuestiones militares y a veces le llamábamos el General: era el
único que había hecho el servicio militar y seguía interesándose por el tema previendo que habríamos de encontrarnos ante situaciones en que esos conocimientos serían necesarios. José Laín nos hablaba con frecuencia de
su hermano Pedro, por el que sentía gran cariño, pese a que quien avanzada la dictadura había de destacarse en
la oposición liberal, militaba entonces en las filas de Falange y hasta pasaba por ser uno de sus teóricos.». (Ver
“Bibliografía” al final del artículo.)
3 Sobre la estancia de José Laín y los exiliados aragoneses en la URSS, puede verse el magnífico estudio de Luis
Antonio Palacio Pilacés Tal vez el día. Aragoneses en la URSS (1937-1977). El exilio y la División Azul, 2 vols., Zaragoza, Comuniter, 2013. En las pp. 219 y stes. informa de la vida en Odessa y Moscú de José Laín y su esposa,
donde ambos trabajaron como profesores, hasta que en 1941 el Comisariado del Pueblo de Instrucción Pública los
evacuó. Fueron aquellos años muy duros, de frío intenso y gran escasez de alimentos por culpa de la guerra rusoalemana. La prioridad absoluta en la escuela era, por entonces, la búsqueda de comida y leña para alimentarse y
calentarse.
4 De la tarea hispanística que realizaron Laín y otros exiliados en la URSS, se han ocupado Josefina Iturrarán et
alii, en el artículo “La hazaña moral y cultural de los exiliados españoles en Rusia”, que citamos en la bibliografía.
En cuanto a la ficha bibliográfica completa de las traducciones realizadas por José Laín, tanto literarias, como
médicas y políticas, puede verse: Universidad de Alicante-Pilar Martino Alba, “Biografías de traductores. José
Laín Entralgo (1910-1972)”. (V. “Bibliografía”.) Aquí la hemos reproducido en el Anexo 1.
5 Virginia Ródenas, en “Así se interrogó a los repatriados españoles en la URSS”, transcribe la ficha de José Laín
Entralgo, realizada por la policía franquista, y en la que se le tacha de “sujeto peligroso”. De manera que José
acabó siendo sospechoso para el estalinismo en la URSS y para el franquismo en España (V. bibliografía.) La ficha
policial la hemos reproducido en el Anexo 2 de este artículo.
6 En el citado artículo de Virginia Ródenas se explica que los Estados Unidos presionaron a las autoridades militares y policiales españolas para que, en plena época de Guerra Fría, interrogaran a los “niños de la guerra”
repatriados en nuestro país y obtuvieran información sobre el modo de vida en la URSS, la organización militar
y burocrática, etc. Así pues, José Laín, aunque él no era estrictamente un niño cuando se fue a la URSS, fue molestado en varias ocasiones por los policías y militares del régimen, ya que, como repatriado, se esperaba de él
que colaborase facilitando información. Por otro lado, los americanos temían que con la “operación retorno” se
colase en el territorio nacional algún agente del KGB soviético. España era aliada de Estados Unidos y de interés
estratégico para el coloso del Norte, pues había cedido territorio nacional para las bases americanas. También
había recelo por si el PCE aprovechaba el retorno para reorganizar sus bases en suelo patrio.
7 José Laín tradujo a Bulgakov en 1969 y 1971, y a Solzhenitsyn poco antes de su muerte, en 1972, lo que permite especular sobre su evolución ideológica: el estalinismo soviético desencantó a muchos intelectuales europeos, que
incluso acabaron siendo furibundos anticomunistas. Baste recordar los nombres del aragonés Ramón J. Sender
o del británico George Orwell, por poner algunos ejemplos. Por otro lado, a partir de los setenta, España entra en
ebullición política, el franquismo agoniza y se percibe la necesidad de un cambio de rumbo. Pedro Laín evolucionó del falangismo al liberalismo y su hermano, según se aprecia en su labor traductora, del comunismo hacia el
socialismo o la socialdemocracia.
Estudios
Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
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8 José Laín Entralgo tradujo la tetralogía de Shólojov durante varios años: El Don apacible (vol. I) en 1965, La guerra continúa (vol. II) en 1966, Rojos y blancos (vol. III) en 1967 y El color de la paz (vol. IV) en 1971. Su traducción
fue reeditada, los cuatro volúmenes, en 2010 por RBA.
9 El ritmo inicial de traducción de las obras de Shólojov, de un volumen al año en el caso de las tres primeras entregas (1965, 1966 y 1967) pudo demorarse en la cuarta (El color de la paz, 1971, cuatro años después de la anterior,
Rojos y blancos), bien por desinterés editorial, bien por desinterés del traductor o porque Laín priorizara otros
proyectos en lugar de este. Dada la producción traductora de José Laín Entralgo por aquellas fechas (en 1969
tradujo a Bulgakov y Dostoievskij, en 1970 de nuevo a Dostoievskij y a Chéjov, en 1971 a Pushkin y a Bulgakov,
en 1972 –año de su fallecimiento- a Dostoievskij, Tolstoi, Maksimov y Solzhenitsyn), el que relegara a Shólojov
induce a pensar que el interés de los lectores, a medida que se iban apagando los ecos de la concesión del Nobel,
habría ido disminuyendo progresivamente.
10 La guerra continúa fue editada en ruso en 1929, el año del “crack” de Wall Street. Mientras el mundo capitalista
entraba en una crisis especulativa de terribles consecuencias, la Rusia soviética escribía con tintes épicos la historia de la Revolución de 1917. La caída de la bolsa norteamericana obligó al capitalismo a la movilidad política y
al cambio social, mientras la URSS se lanzaba a la maximización revolucionaria que produjo el estalinismo y la
dictadura del proletariado.
11 José Laín Entralgo, en ¡Por un Ejército regular, disciplinado y fuerte! (Valencia, Imprenta Lleonart, 1937), opúsculo del que se hizo una traducción al catalán, Exèrcit Popular (Barcelona, Editorial Joventut, 1937), y que era la
transcripción de un discurso pronunciado por nuestro protagonista ante la Conferencia Nacional de Juventudes, en enero de 1937, defendía precisamente la necesidad de un ejército profesional, frente a las tesis anarquistas que defendían las milicias populares no jerarquizadas.
12 Más detalles en: Nuria Azancot, “¿Guerra y qué…?”, El Cultural, 30-oct-2003, disponible en http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/8108/Guerra_y_que.
13 Ver enlace: http://www.abc.es/hemeroteca/historico-06-12-2009/abc/Historicas/asi-se-interrogo-a-losespa%C3%B1oles-repatriados-de-la-urss_1132377532794.html
14 La ficha policial sirve para corroborar que los hermanos seguían muy unidos, a pesar de sus diferencias ideológicas, y que Pedro, más influyente en el régimen, procuraba ayudar a José. Cabe pensar que Pedro Laín estuviera al
tanto de la vida científica y literaria rusa a través de su hermano y que, también a través de él, obtuviera puntos
de vista contrastados sobre la situación política española, ajenos a los del oficialismo. Por ejemplo, en el tema
estudiantil universitario, que trajo disgustos a Pedro cuando fue rector de la Universidad Central, es posible
que las opiniones de su hermano, las de su propia esposa Milagro Martínez, y por supuesto la suya personal, le
llevaran a distanciarse del régimen franquista y a aislarse, muy fértilmente por cierto, en las tareas docentes y
científicas de su cátedra de Historia de la Medicina.
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Antonio Villanueva // José Laín Entralgo, traductor de Mijaíl Shólojov
Estudios
El
destierro
canario
de Víctor
Pruneda
(1845-47)
José Ramón Villanueva Herrero
C E R C A NÍ A S
E
Un compromiso militante
n la gradual recuperación de la biografía política y la memoria de
Víctor Santos Pruneda Soriano (El Ferrol, 1809 – Teruel, 1882),
destacado dirigente histórico del republicanismo federal turolense, aparecerá en próximas fechas un estudio centrado en un período prácticamente desconocido de su intensa y agitada trayectoria vital cual
fue su destierro en Canarias. En efecto, próximamente, en una cuidada edición del Instituto de Estudios Turolenses, verá la luz una nueva publicación
sobre nuestro personaje con el título de Víctor Pruneda, desterrado en Canarias, de la cual soy autor. Este libro se une y complementa a otras publicaciones anteriores1 en las cuales he pretendido divulgar la dimensión política de
una de las figuras más relevantes de la historia turolense del s. XIX y, desde
luego, de quien podemos considerar como uno de los decanos del movimiento republicano federal de España.
Digamos también que la referida publicación incorpora, igualmente, la
edición facsimilar de Un viage (sic) a las Islas Canarias, libro escrito por Pruneda e impreso en Teruel en 1848 y en el que se recoge este período de su vida
en el cual sus convicciones republicanas le llevaron a un lejano destierro desde sus amadas tierras turolenses, que no sería el último de su vida2, un libro
del que, hasta la fecha, carecíamos de ejemplares en Aragón.
Una biografía republicana
Víctor Pruneda fue un joven gallego a quien el azar quiso que se afincase en
tierras turolenses allá por 1828, que en El Poyo del Cid se casó y que, por
sus ideas liberales, combatió a la reacción absolutista durante la I Guerra
Carlista, lo cual estuvo a punto de costarle la vida. Desde 1835 se estableció
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
101
en la ciudad de Teruel, a la cual amó profundamente y en la que residió
hasta su muerte excepción hecha de sus forzados destierros y exilios políticos.
El ardoroso impulso por la causa republicana de Pruneda le llevó a fundar
el 1 de diciembre de 1841 El Centinela de Aragón3, el primer periódico republicano aragonés y a quien cabe el honor de haber sido el tercer órgano de
prensa en orden de aparición por lo que a la prensa republicana española se
refiere, inmediatamente después de los títulos madrileños La Revolución y
El Huracán, periódico este último del cual fue Pruneda su corresponsal en
Teruel. Desde El Centinela, Pruneda defendió un amplio programa de reformas encarnadas en su ideal de República Federal, sinónimo de plenitud de
derechos democráticos, máxima descentralización de los poderes públicos y
una sociedad secularizada que limitase las interferencias clericales en la vida
política. Ello le supuso un permanente acoso por parte de las autoridades,
por aquellas fechas fieles a la regencia del general Espartero, que le ocasionó
sus primeros encarcelamientos y, finalmente, el cese del periódico a principios de 1843.
Poco después, un nuevo acontecimiento político volvió a dar un destacado protagonismo al joven republicano: la sublevación antiesparterista de la
ciudad de Teruel, la cual fue liderada por Pruneda al mando de la Milicia Nacional y más tarde, como miembro de la Junta Superior de Gobierno Popular
constituida tras el triunfo de la insurrección.
No obstante, la posterior llegada al poder del general Narváez, supuso la
ilegalización de los incipientes núcleos republicanos. Tras unos meses de
clandestinidad, Pruneda y sus seguidores se lanzaron a un nuevo levantamiento armado, esta vez contra la dictadura en ciernes de Narváez. Es por
ello que el 23 de septiembre de 1843, la Milicia Nacional de Teruel, comandada por Pruneda, se unió a la sublevación que, por aquellas fechas, se había
extendido por España. Pero, sofocada la insurrección, se inició un período
político conocido como la Década Moderada (1844-1854), el cual supuso para
los republicanos y, de forma especial para Pruneda, una etapa de dura represión gubernamental.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
Un tiempo de represión
Detenido, juzgado y condenado
Durante las últimas semanas de 1843 y los primeros meses de 1844, el Partido
Moderado, el viejo adversario político de Pruneda, tomó el control efectivo
del Gobierno y, seguidamente, inició una sistemática represión de los grupos
políticos de oposición, tanto progresistas como demócratas-republicanos.
Los responsables de la reacción conservadora fueron Luis González Bravo,
como jefe de Gobierno y el general Ramón María Narváez, jefe del Ejército y
principal “espadón” del Partido Moderado. Con esta situación como telón de
fondo, el 12 de febrero de 1844 fue detenido Pruneda acusado de ser el autor de un escrito anónimo,
“el cual contenía un vasto plan de conspiración
contra el Gobierno”. Concretamente las autoridades turolenses lo acusaron de estar implicado en la
frustrada insurrección republicana del 28 de enero de 1844 ocurrida en Alicante y liderada por Pantaleón Boné, acusación que Pruneda niega pues se
basaba en pruebas falsas.
A partir de ese momento, se inició un largo y
complejo proceso penal contra Pruneda con el
único objeto de lograr la condena del dirigente
republicano. Sometido a un Consejo de Guerra,
el 25 de abril se le condenó a la pena de 4 años
de confinamiento en las islas Baleares. Ante esta
sentencia, el Capitán General de Aragón (Manuel La Alhambra de Granada.
Bretón) manifestó su desacuerdo al considerar
escasa la pena impuesta y, por ello, como el mismo Pruneda señala, “fue del
parecer que se me impusiese si no la pena capital (sic), al menos la de diez
años de presidio”4.
Ante esta situación, la discrepancia entre la sentencia del Consejo de Guerra y los deseos del Capitán General de Aragón, se elevó la causa al Supremo
Tribunal de Guerra y Marina, máximo órgano jurídico castrense del reino,
el cual, el 3 de septiembre de 1844, remitió el proceso al Juzgado de Primera
Instancia de Teruel, dando así la razón a las repetidas alegaciones de Pruneda
y declarando nulas todas las actuaciones del Consejo de Guerra al reconocer
que éste, como arreglo a la ley de 17 de abril de 1821, era incompetente desde
el punto de vista jurídico para juzgar al político republicano.
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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Iniciado el proceso de nuevo, esta vez por la justicia ordinaria, mediante un auto de 22 de diciembre de 1844, Pruneda fue acusado formalmente
de “conspiración contra la seguridad del Estado”: se iniciaba así una nueva
farsa para condenarle mediante pruebas inculpatorias falsas. Pese a la brillante defensa de Pruneda efectuada por el abogado José de Soto que fue
desmontando, una a una, la falsedad de las pruebas presentadas por la acusación, lo cierto es que el tribunal pretendía llevar a cabo una condena política, arbitraria, carente de justicia contra Pruneda. De nada sirvió el alegato
de Soto en el que recordó las numerosas arbitrariedades que salpicaron el
proceso desde su inicio, al poco fundamento y consistencia de las pruebas
acusatorias, a la obsesión del Promotor Fiscal por condenarlo y a los sufrimientos innecesarios que estaban ocasionando a
Pruneda y a sus amigos José Martínez y Guillermo Masfarney, también procesados: recordemos
que, a la altura de estas fechas, Pruneda llevaba ya
un año preso en la cárcel de Teruel en condiciones
muy precarias pues, como señalaba Pruneda en
sus Diarios5, “en nuestro calabozo, cuando llovía
caía el agua como en la calle”6. Además, para hacer
frente a sus penurias económicas, sus amigos políticos allegaron fondos mediante una representación teatral de la obra Españoles ante todo, cuya
recaudación íntegra le fue entregada al dirigente
republicano.
Finalmente, el juicio comenzó el 8 de febrero
de 1845, en el cual el fiscal solicitó para Pruneda la
Córdoba.
pena de 8 años de prisión al acusarle de ser “promovedor de alborotos y motines”, “no tener oficio
ni modo de vivir conocido” y de estar, esta vez implicado en la sublevación del general progresista Martín Zurbano, de todas
las cuales se defendió el mismo Pruneda.
La sentencia se hizo pública el 11 de febrero, una fecha que, ironías del
destino, años después tendría una profunda significación republicana pues,
en ese mismo día, pero del año 1873, se proclamó la Primera República Española. Como estaba previsto, las sentencias fueron condenatorias: mientras
a Pruneda se la sentenciaba a 5 años de presidio por conspiración contra la
seguridad del Estado, a José Martínez se le condenó a 4 años de prisión y a
Masfarney a 2 años de destierro a 10 leguas de Teruel. Pruneda, como le ocurrirá en ocasiones posteriores, asumió el fallo judicial con absoluta entereza,
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
más aún, declaró sentirse “muy encantado y orgulloso de ir a presidio por
haber sido siempre consecuente con mis principios políticos”7 y, por ello, se
negó a pedir clemencia a la reina Isabel II como le habían recomendado sus
amigos y seguidores.
Pero no acabó ahí este peculiar proceso judicial. El 17 de febrero se presentó en la cárcel de Teruel “un escribano” para notificar a Pruneda el “fallo
definitivo” impuesto por un “tribunal superior” cual era la Sala Tercera de la
Audiencia Territorial de Aragón mediante le cual se revocaba el dictado por
el Juzgado turolense y era finalmente condenado a 6 años de confinamiento
en las islas Canarias donde debía quedar bajo la vigilancia de las autoridades
locales. Desde su detención en febrero de 1844, Pruneda había sido juzgado
por cinco tribunales diferentes y cada uno había pronunciado un fallo distinto. Ahora, la sentencia era firme y definitiva. Pruneda descarta nuevamente
apelar a la reina y, el 20 de marzo de 1845 abandonó la cárcel de Teruel (“la
mansión del crimen” como la cita en sus Diarios) y, después de permanecer
396 días en prisión, partió de la ciudad mudéjar hacia un incierto y lejano
confinamiento en Canarias.
Camino del destierro
El 22 de marzo de 1845 Pruneda abandonó con profundo dolor la ciudad de
Teruel: se encaminaba así a un destierro a 500 leguas de su hogar y “sin un
solo maravedí” de no haber sido por el dinero que consiguieron recaudarle
sus amigos y seguidores.
Se iniciaba un largo y accidentado viaje, lleno de vicisitudes y penurias.
El primer día, camino de Valencia, y a la altura del barranco de Peñaflor, se
rompió el torno del carruaje en el que era conducido Pruneda “y, por una
casualidad, no nos despeñamos, estuvimos en tanto peligro que el carretero
ya se encomendaba a los santos del cielo”8. Tras llegar a Valencia, en donde
permaneció unos días, se dirigió hacia Elche puesto que las autoridades le
prohibieron expresamente que su ruta pasase por las ciudades de Alicante y
Cartagena y llegó a Murcia, lugar donde fue bien acogido y en donde estuvo
desde el 6 al 12 de abril.
Su siguiente etapa le llevará a Granada, pasando previamente por Totana, Lorca, Vélez-Rubio, Cúllar de Baza y Baza: su paso por tierras andaluzas
le condujo a varias prisiones en donde el digno republicano recibió un trato
vejatorio al cual hizo frente con su habitual entereza. No obstante, incluso en
los peores momentos, siempre pudo encontrar el apoyo que le brindaron diversos liberales y correligionarios en diversas ciudades y pueblos de su ruta.
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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Tras quedar fascinado por la belleza de Granada, continuó su viaje hacia
Córdoba, pero desviándose por Jaén, Mengíbar y Andujar puesto que unas
lluvias torrenciales hacían impracticables muchos caminos desde Granada
hasta la ciudad califal.
Después de una breve estancia en Córdoba, siguió su ruta por Écija, Carmona, Mairena y Alcalá de Guadaira hasta llegar a Sevilla, a la que repetidamente llama “gran ciudad”. Finalmente, tras unos días en la capital hispalense, se embarcó en su puerto fluvial y descendió en un vapor el río Guadalquivir y, llegado a Sanlúcar de Barrameda, costeó el litoral hasta llegar a la ciudad
de Cádiz.
En la capital gaditana tuvo conocimiento del Real Decreto de 23 de abril
de 1845 que hacía referencia a la concesión de un indulto político para los
implicados en la insurrección de Alicante, por cuya supuesta implicación
había sido condenado. Ante este hecho, se ilusiona pensando en ello podría
anular su próximo embarque con rumbo a su destierro en Canarias. Por esta
razón, elevó una Exposición al Gobierno acogiéndose a dicho indulto alegando, además, que había sido condenado injustamente mediante pruebas falsas. Pero fueron pasando los días y Pruneda no obtiene respuesta, se hunde
en una profunda melancolía y agota sus recursos económicos. El 31 de mayo
enferma y, gracias a sus amigos gaditanos, pudo hacer frente a las penurias y
tristezas que le embargan. El indulto nunca llegó.
No fue hasta el 2 de julio, tras casi dos meses de estancia en Cádiz, cuando
fue embarcado en el bergantín-correo nº 4 con rumbo a Canarias, momento
en el que Pruneda señala que, “sin más recursos que 450 reales, único dinero
que en mi bolsillo quedaba, mi futura suerte aparecía fatal y por demás sombría”9. Finalmente, el 7 de julio de 1845 el navío atracó en el puerto de Santa
Cruz de Tenerife y, tras el preceptivo reconocimiento sanitario, Pruneda fue
entregado al Jefe Político de Canarias. Habían pasado 108 días desde su salida de Teruel.
Penurias y humillaciones
Según las normas de la época, a la pena de confinamiento había que añadir
los gastos de alojamiento y transporte (incluidos los de la fuerza pública que
escoltaba a los desterrados) generados durante el viaje, los cuales corrían a
cuenta de los flacos bolsillos de los confinados. De este modo, el viaje lo realizó Pruneda en los carruajes llamados “galeras”, carros de gran tamaño que
podían transportar hasta 8 viajeros, incómodos pero económicos.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
Al tratarse de un confinado político sobre el que pesaba una condena en
firme, durante el viaje tenía la obligación de presentarse, en cada una de las
etapas del mismo, ante las autoridades locales, bien fueran éstos los Jefes Políticos10 de las distintas capitales de provincia, o los alcaldes de las ciudades y
pueblos por los que discurrió su camino.
El trato recibido por Pruneda variará en cada caso. Así, contrasta la amabilidad que le brindó el Jefe Político de Valencia, con el recibido cuando llegó a tierras de Andalucía, en donde era costumbre que los confinados fueran
entregados a los alcaides de las cárceles locales, los cuales se hacían responsables de los mismos. Fue entonces cuando Pruneda fue objeto de un trato
vejatorio en varias prisiones andaluzas como las de Vélez-Rubio, donde se le
pusieron grilletes como si de un vulgar delincuente se tratara y fue encerrado
en un lóbrego calabozo y se vio obligado a entregar unos cuantos reales de sus
menguados recursos para no ser maltratado por otros presos. Algo similar le
ocurrió en la cárcel de Cúllar de Baza, donde fue esposado con una cadena de
hierro “de diez o doce libras de peso”.
A las humillaciones sufridas se une su precario estado de salud: se siente
muy débil y “fastidiado de los ojos”, hasta el punto de que, al llegar a Granada
anota que “se hallaba tan débil y abatido que daba compasión, y casi no distinguía los objetos”11.
Pero, frente a tanta adversidad, debemos indicar igualmente que, tal y
como se refleja en sus Diarios manuscritos y en las páginas de su libro, a lo largo de su recorrido, dejó Pruneda constancia del apoyo que, en distintas ciudades y pueblos, recibió de diversos amigos políticos y partidarios, así como
de otras personas que le asistieron, animaron y ofrecieron recursos, haciéndole más llevadero el duro camino hacia su confinamiento. Por su parte, El
Eco del Comercio12, sabedor del destierro de Pruneda, elogió su trayectoria
política (lo define como un hombre “guiado por su corazón puro y virtuoso”
y, a modo de despedida, dijo de él de forma premonitoria:
“Hombre liberal, parte tranquilo. Tu memoria queda aquí y el afecto de
los progresistas te acompañará en tu destierro: donde quiera que vayas, hallarás hombres de bien que con tu aprecio harán llevadera tu suerte”13.
Así le ocurrió en prácticamente todas las etapas, especialmente en Valencia, o en Murcia donde fue muy bien acogido por el abogado Felipe González;
en Córdoba, donde trabó amistad con Antonio Pineda (“joven y entusiasta
liberal, sobrino de la heroína de Granada”); en Écija, donde el 2 de mayo tuvo
ocasión de entrevistarse con el general Juan Prim, más tarde enconado adversario del republicano pero al que en esta ocasión alude como “mi antiguo
amigo”, o en Sevilla donde fue objeto del afable trato de José Marqués.
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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Recuerdos y curiosidades
A lo largo del viaje a Canarias, además de las penalidades y sufrimientos, de la
alusión a sus contactos políticos, Pruneda nos ofrece un ameno e interesante
relato descriptivo de las distintas ciudades y pueblos por los que transitó y
de los lugares singulares que llamaron su atención, que despertaron la aguda curiosidad del confinado republicano. De este modo, recordando las frías
y duras tierras de Teruel, Pruneda quedó fascinado al contemplar, desde lo
alto de la torre del Miquelet, la fértil huerta valenciana, idéntica emoción que
sintió al visitar los “hermosos palmerales” de Elche, las huertas de Orihuela
o la feraz vega del Genil.
En cada una de las etapas de su viaje solía visitar, normalmente acompañado de diversos liberales locales, los principales monumentos. Entre todos los lugares, el confinado sintió una fascinación
especial por la ciudad de Granada: durante los días
que permaneció en ella, tuvo ocasión de recorrer
todos los lugares que hablaban de las pasadas glorias del antiguo reino nazarí: quedó impresionado
con su visita a La Alhambra, que define como “soberbio alcázar”, aprovechando acto seguido para
denunciar el abandono e indiferencia en que se
hallaba este excepcional conjunto arquitectónico.
Una sensación similar volvió a tener nuestro confinado durante los días que permaneció en Sevilla.
La última etapa de su viaje fue Cádiz que, ya por
aquel entonces, tal y como nos recuerda Pruneda,
Habitantes de Fuerteventura
era “apellidada la tacita de plata”. Al visitar su
puerto, dejó nuestro republicano en su libro una
pincelada de nostalgia patriótica al anotar cómo, a la altura de 1845, perdida
ya por España la condición de potencia imperial y emancipadas las antiguas
colonias de la América continental, “faltan [en el puerto de Cádiz] aquellas
fuertes y numerosas escuadras que de él salían a dominar los mares, haciendo tremolar nuestro glorioso pabellón, en los más apartados climas”14.
Un destierro lejano
Tras dedicar un tercio de su libro al relato de su procesamiento judicial y al
viaje que le condujo a su confinamiento en Tenerife, debemos indicar que, ex108
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
cepción hecha del pormenorizado relato que nos ofrece sobre su excursión al
pico del Teide, apenas hallamos datos sobre sus vivencias personales, sobre lo
que fue su vida cotidiana de desterrado político. Por esta razón, la fuente documental a la que debemos recurrir es, una vez más, a sus interesantes Diarios
manuscritos, a través de los cuales podemos conocer su vida diaria, sus contactos políticos y, también, su visión, desde el destierro canario, de la realidad
política de la convulsa España de mediados del s. XIX.
Tristezas, melancolías y penurias económicas
Una vez establecido en Santa Cruz de Tenerife y, durante todo el período del
confinamiento en Canarias, la existencia de Pruneda vino marcada por tres
circunstancias: la insondable tristeza del desterrado que se halla lejos de su
tierra y de sus seres queridos (incluida una enigmática amante), su permanente escasez de recursos económicos que le obligan a buscar nuevos medios
de subsistencia y, pese a todo, sus intensos contactos políticos tanto con otros
confinados como con sus amigos de distintos puntos de España.
Especial preocupación siente por su familia, anhela recibir sus cartas en la
misma medida que se preocupa por el futuro educativo y laboral de su hijo Pedro que entonces tenía 15 años y que bien pronto iba a seguir la senda republicana marcada por su padre y al que ruega “me escriba a menudo”. Y así lo hacía y, en febrero de 1846, Pedro le dio a su padre una buena noticia: había sido
admitido “gratis en el Instituto de 2ª enseñanza establecido en Teruel” y, ante
tal hecho, Pruneda, desde su lejano destierro, anota aliviado: “impaciente me
tenía la suerte de mi hijo, pero esta noticia me ha hecho recobrar la calma”15.
A las tristezas y melancolías, había que añadir el hecho de que, durante su
confinamiento, Pruneda malvive económicamente: come poco, no se afeita y
se acuesta pronto para ahorrar el consumo de velas. Intenta buscar repetidamente un trabajo mediante el cual subsistir pero, dada su condición de confinado y revolucionario, no lo consigue.
Las dificultades para obtener trabajo hacen que se vea obligado a subsistir gracias a los esporádicos ingresos que le remiten desde Teruel sus fieles
amigos, así como el apoyo de los demócratas tinerfeños que, mediante una
suscripción voluntaria, le socorrían con 200 reales mensuales, además de
las aportaciones que, esporádicamente, recibía desde Madrid y Las Palmas.
Aunque Pruneda agradece estos gestos solidarios, los cuales va a anotando de
forma minuciosa en sus Diarios, también reconoce que su amor propio “sufría
demasiado” por verse en la necesidad de depender económicamente de sus
correligionarios.
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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Las dificultades para encontrar un empleo
Al igual que le ocurrió durante los meses que permaneció encarcelado en
Teruel, Pruneda obtuvo algún ingreso económico mediante la realización
de diversas labores de bordado16, las cuales, posteriormente se vendían o
rifaban y, por este medio obtenía unos recursos que le resultaban imprescindibles para subsistir. No obstante, en una ocasión, un empleado de la
Hacienda Militar le propuso “si se atrevía a bordar uniformes”17, propuesta
que fue tajantemente rechazada por el confinado por su absoluta aversión
a tener cualquier tipo de trato con lo que él denominaba “la dictadura del
sable”, esto es, el régimen represivo implantado por el general Ramón María
Narváez.
Para reducir gastos, en septiembre de 1845 se mudó a una casa más económica sita en la calle Norte, nº 15, en la que, como él mismo señala, “me
ajusté por un real de vellón diario, la cama con buenos colchones, pero sin la
ropa blanca”18, casa que compartía con otros dos desterrados políticos.
Durante todo su confinamiento, Pruneda se esforzó por conseguir algún
empleo o trabajo, siendo consciente de las dificultades que ello suponía para
una persona tan señalada por sus ideas: ya se lo había dicho Miguel Rivas, el
Jefe Político de Canarias: “hay contra U. muy serias prevenciones, encargos
especiales: su nombre de U. hace mucho ruido”19. Pese a ello, Pruneda intentó trabajar como escribiente en la oficina de la administración de Correos,
como empleado en la Comandancia de Ingenieros de Tenerife, y en los Juzgados de Primera Instancia de Santa Cruz y, en todos los casos fue rechazado
debido a las presiones que en tal sentido ejercieron las autoridades civiles y
militares de las islas.
Convencido de que no iba a conseguir colocación en ninguna dependencia oficial y, dado que Pruneda era también maestro, empezó a dar clases
particulares de instrucción primaria e incluso intentó fundar una escuela en
Santa Cruz y con tal objeto realizó diversas gestiones pero, finalmente este
proyecto no se llevó a cabo.
Digamos también que el inquieto republicano se propuso, a mediados de
1846, la creación de un Gabinete de Lectura Pública por suscripción, similar
al que él mismo había fundado en 1841 en la ciudad de Teruel20. Las primeras
alusiones a este proyecto aparecen en sus Diarios en junio de 1846, momento
en el cual Pruneda intenta ponerlo en marcha con la ayuda de su buen amigo
José Mª Siliuto Ballester, con quien, por cierto, también planeó el republicano la posibilidad de fundar una Agencia General de Negocios, antecedente
decimonónico de las actuales gestorías administrativas, similar a aquella en
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
la que trabajaba en Teruel hasta que fue encarcelado y posteriormente condenado al presente destierro.
Con objeto de poner en marcha el Gabinete de Lectura Pública emprendió Pruneda una intensa relación epistolar con todos sus amigos y correligionarios que podían facilitarle libros y otras publicaciones con las que constituir el fondo bibliográfico necesario para iniciar la andadura del mismo. Lo
mismo hizo con diversos impresores como Mariano Cabrerizo, la Unión Comercial, el Establecimiento Tipográfico de Francisco de Paula Mellado o con
su amigo el impresor turolense Anselmo Zarzoso y, también, con diversos
políticos y literatos tales como Pascual Madoz, Wenceslao Ayguals de Izco,
Juan Martínez Villergas, Eduardo Asquerino o Manuel García Uzal. Incluso
reclamó que, para tal fin, se le enviase desde Teruel un baúl de libros de su
biblioteca particular, envío que se fue demorando en el tiempo para desesperación de Pruneda en cual, el 28 de octubre, anotaba en sus Diarios: “abriré mi gabinete de lectura por suscripción e iremos pasando”21. Sin embargo,
ironías del destino, el baúl llegó finalmente a Santa Cruz de Tenerife el 13 de
diciembre, cuando ya Pruneda había sido amnistiado como consecuencia de
la boda de la reina Isabel II y estaba a la espera de la autorización gubernativa
para poder volver a Teruel. Por esta razón, el ansiado baúl de libros tuvo que
vendérselo a su fiel amigo Siliuto por la mitad de su precio (395 reales), cantidad que le sirvió para pagar parte de su viaje de regreso a Teruel.
Reclamando un subsidio
Ante sus endémicas penurias durante el destierro, Pruneda, conocedor de
que una Real Orden de 1839 obligaba a las autoridades a socorrer económicamente a los deportados políticos carentes de recursos, elevó en tal sentido una Exposición a José Pidal, el ministro de Gobernación, pero no obtuvo
nunca respuesta.
Su situación resulta angustiosa y, por ello, el 3 de julio de 1846 se entrevistó con Miguel Rivas, el jefe Político de Canarias, el cual había realizado
algunas gestiones ante las autoridades de la Corte a favor del confinado republicano, las cuales también habían resultado infructuosas. Por ello, Rivas,
tras reconocer la angustiosa situación de Pruneda señalando que “se hallaba
usted sin tener qué comer”, le sugiere que solicite el indulto ante la reina y el
Gobierno, proposición que fue rechazada de plano por el orgulloso Pruneda
en los siguientes términos:
“prefiero vivir en la miseria, separado del seno de la familia, a humillarme
a pedir nada. Yo pertenezco a un partido político y tengo por máxima (sic)
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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que el hombre de un partido no debe prosternarse nunca ante sus adversarios, además se me ha condenado injustamente, porque yo no he sido criminal”22.
Después de muchas penurias, Pruneda logró, por fin, en noviembre de
1846, un buen trabajo como escribiente en la oficina de Bienes Nacionales
de Tenerife con un sueldo de 8 reales diarios, momento que coincide con la
llegada a Canarias de la concesión de la amnistía real para los confinados políticos, razón por la cual rechazó este empleo con la intención de regresar lo
antes posible a su querida ciudad de Teruel.
Los nuevos amigos canarios
En medio de sus penurias y adversidades, Pruneda logró la amistad de un nutrido grupo de amigos isleños con todos los cuales compartió paseos, tertulias e ilusiones. Entre ellos, había un grupo de civiles y militares progresistas
deportados, también como él en Canarias como era el caso del general esparterista Pedro Ramírez o los coroneles Guevara, Ramón Dabán y Tudó, Victoriano Ametller, Pedro Tandón, Valcárcel, Villalba y Cayetano Cardero. Entre
los liberales canarios mantuvo una intensa amistad con el confitero Perales
(en cuyo local tenía lugar una animada tertulia liberal), con el comerciante
Miralles o el fiel empleado de correos, José María Siliuto, además del carabinero Román Franco, al cual alude como “uno de mis mejores amigos”. Lo
mismo podemos decir de Isidoro Rivero Peraza y Ayala, deán de La Laguna,
un clérigo de ideas liberales con el cual Pruneda trabó una profunda amistad.
El apoyo de los amigos le mantuvo el ánimo, le hizo poder subsistir y le
salvó la vida. Así ocurrió cuando en la fase final de su destierro contrajo la
fiebre amarilla. En efecto, Pruneda enfermó el 7 de octubre de 1846 y estuvo
15 días postrado en cama y otros tantos de convalecencia. Su situación llegó a
ser angustiosa, tal y como quedaba patente en sus Diarios:
“Cuando caí en cama no tenía un cuarto, y estaba resuelto a que se me llevasen a morir a un hospital; pero habiendo acudido a un amigo, me facilitó
doscientos r[eale]s, con los que he podido hacer frente a la catástrofe que me
amenazaba”23.
Ciertamente, gracias a este grupo de amigos, se hizo más llevadera la vida
cotidiana del republicano turolense pues, no sólo le aportaron afecto y recursos, sino que también le enseñaron las bellezas naturales de Canarias, como
lo prueba la emotiva expedición que realizaron a la cumbre del Teide.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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La vida diaria de un desterrado político
Durante el tiempo de su confinamiento, Pruneda se nos muestra a través de
sus Diarios como un hombre metódico en sus hábitos y costumbres. Al margen de su incesante búsqueda de trabajos mediante los cuales poder subsistir, empleó el tiempo en una amplia serie de lecturas y en mantener una muy
intensa correspondencia con sus amigos políticos, no sólo de Teruel sino de
distintos puntos de España. Además, según anota, a partir de enero de 1846
empezó a escribir su biografía.
Por las tardes asistía habitualmente a la animada tertulia política que tenía lugar en la confitería de su amigo Perales y a la que solían acudir otros desterrados políticos. Además, fue el organizador de diversas recitaciones públicas y representaciones teatrales, las cuales tenían lugar en casa de su amigo
Antequera y de la Sra. Montesoro.
Igualmente, aprovechó su destierro para adquirir una muy amplia formación cultural en base
a muy diversas lecturas, algunas de las cueles le sirvieron para documentarse para la posterior redacción de su libro Un viage (sic) a las Islas Canarias.
Realizaba frecuentes paseos y excursiones y,
además de la que le llevó al pico del Teide y a cuyo
relato dedicó una parte considerable del citado Madrid.
libro, también hizo breves desplazamientos a las
localidades tinerfeñas de La Laguna y Tegueste,
además de a la isla de Las Palmas de Gran Canaria.
La política desde el destierro: contactos y esperanzas
Pese a que subsistir durante su confinamiento se convirtió en la principal
prioridad de Pruneda, no por ello dejó de mantener encendida la llama de la
pasión política quien, en su destierro en Tenerife, era considerado por Nicolás
Estévanez, que allí lo conoció, como el “jefe de los republicanos de Aragón”24.
Pruneda fue retomando gradualmente su actividad política y, de este
modo, escribe artículos para los periódicos El Eco del Comercio, El Clamor
Público, El Correo Nacional y El Espectador, siendo además, desde febrero
de 1846, a propuesta de Eduardo Asquerino, el corresponsal en Canarias del
periódico progresista La Libertad. En sus artículos, Pruneda critica la implacable represión ejercida por Narváez25 y el Partido Moderado, los sucesos de
Valencia, la insurrección antigubernamental de Galicia y denuncia el destieCercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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rro de muchos de sus amigos políticos como el caso de Abdón Terradas, confinado en Guadalajara, o los de los valencianos Fuster y Ample, enviados a
Cuenca y Calatayud respectivamente.
Por otra parte, se mantiene permanentemente informado de lo que sucedía en Teruel por medio de la intensa correspondencia que mantenía con sus
amigos Nazario Anadón, José Ramos o Manuel Lorente, donde, a la política
reaccionaria de Narváez, se une la amenaza latente de una nueva insurrección carlista.
De igual modo, sigue con atención los sucesos políticos isleños. En este
sentido, cuando tuvo lugar el motín progresista ocurrido en agosto de 1845
en la isla de La Palma y del cual se quiso hacer responsable por parte de las
autoridades militares a los confinados políticos, Pruneda desmiente esta
acusación dejando escrito en sus Diarios que “todos los confinados causamos
grandes recelos: se nos mira con prevención odiosa, cada palabra nuestra
es una conspiración y, cada uno con quien hablamos, un conspirador”26. De
igual modo, poco después otros rumores hablaban de que se planeaba desde
La Orotava un levantamiento contra el Gobierno como consecuencia del cual
fue sometido en noviembre de 1845 el general progresista Ramírez, amigo
de Pruneda y desterrado como él en Tenerife, a un Consejo de Guerra. Consecuentemente, fue Pruneda quien se encargó de redactar y supervisar los
argumentos para la defensa legal del general, además de escribir varios artículos en la prensa a favor del militar esparterista.
Cuando empezaron a llegar a las islas confusas noticias de la península
relativas a diversos levantamientos antigubernamentales, un grupo de progresistas barajaron la posibilidad de, en torno a abril de 1846, sublevarse en
la isla de Tenerife. Propusieron a Pruneda que se sumase al supuesto movimiento insurreccional pues sabían del arrojo y capacidad de liderazgo del
confinado turolense. Sin embargo, Pruneda mantuvo una actitud prudente y,
sin embargo, en sus Diarios hallamos una alusión a que debió de haber tenido
contacto con algunos de los enigmáticos promotores del proyectado levantamiento. Pero Pruneda recela de ellos, máxime cuando no se tenían noticias recientes de lo que estaba sucediendo en la península. Por ello, cuando
el barco-correo llegó el 30 de abril con noticias sobre los levantamientos de
Valencia, Sevilla, del Ampurdán, Galicia o Madrid, Pruneda manifiesta su
escepticismo en cuanto al desarrollo de los acontecimientos y confiesa no
tener ninguna confianza sobre el probable buen término (en sentido democrático) de estos confusos sucesos. Finalmente, en torno al 10 de mayo, se
dio por sofocado el levantamiento de Galicia y, fracasada definitivamente la
insurrección en la península, ya no tenía sentido el proyectado alzamiento
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
de Tenerife. El desarrollo de los acontecimientos y la posterior nueva ola represiva, desaconsejaron seguir adelante con una intentona que, como bien
intuyó Pruneda, estaba condenada al fracaso.
El final del destierro: una amnistía real
Como consecuencia de la boda de la reina Isabel II con su primo el Infante Francisco de Asís, la cual tuvo lugar el 10 de octubre de 1846, la soberana,
mediante el Real Decreto de 17 de octubre de dicho año, concedió la amnistía
a los presos que, como era el caso de Pruneda, habían sido condenados por
delitos políticos.
La noticia de la amnistía llegó a Canarias a mediados de noviembre y,
desde el 15 de diciembre, Pruneda fue declarado oficialmente libre. Aunque
inicialmente pensó embarcar el 12 de enero de 1847 con destino a Cádiz, las
autoridades militares presionaron para que no se le concediese el preceptivo
pasaporte. Llegó a pensar que era el mismo Gobierno quien había dado instrucciones reservadas a las autoridades canarias en tal sentido. Para desbloquear la situación, solicitó a los cónsules de Inglaterra y Francia, así como al
Ayuntamiento y al Juzgado de Primera Instancia de Santa Cruz de Tenerife
una certificación sobre su buena conducta observada durante el tiempo de su
confinamiento. Finalmente, no fue hasta el 1 de febrero de 1847 cuando le fue
concedido el ansiado pasaporte.
Superada la fiebre amarilla a la que ya aludimos anteriormente y, siendo
oficialmente libre, las penurias del presente y el incierto futuro le angustian.
No tiene recursos para pagar el viaje que le debía llevar primero a Cádiz y,
posteriormente a Teruel. Pero, una vez más sus buenos amigos acudieron en
su auxilio. De este modo, viajó a Las Palmas, donde estuvo hasta el 10 de diciembre y allí los liberales isleños le entregaron 1.890 reales que habían recaudado para que Pruneda se costease parte del viaje de retorno.
A su regreso de Las Palmas, se fue despidiendo de todos sus buenos amigos y no fue hasta el 6 de febrero de 1847 cuando embarcó en el paquebote
San Pedro rumbo a Cádiz. En el muelle de Santa Cruz quedaron sus entrañables amigos, algunos de ellos con lágrimas en los ojos, las mismas lágrimas
que recorrieron las mejillas de un emocionado Pruneda quien, desde la cubierta del barco se despedía de ellos, anotando cómo “más de una vez derramé lágrimas por separarme de aquella tierra hospitalaria, donde quedaban
tantos amigos queridos”27.
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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De regreso a casa
El viaje de retorno se inició con una azarosa, larga y accidentada travesía.
Para empezar, un temporal desvió el barco hasta la isla de Madeira, posteriormente, una calma chicha redujo la navegación a apenas una milla por
hora y, finalmente, un nuevo temporal hizo que el frágil velero estuviese a
punto de naufragar: fue la “noche terrible” del 24 de febrero, una noche que,
como anota Pruneda, “todo era horror y tristeza”. Finalmente, después de
tantas adversidades, el barco consiguió llegar a Cádiz el 28 de febrero, una
travesía que había triplicado la duración de lo que hubiera sido normal en
dicha ruta con circunstancia marítimas normales.
En Cádiz permaneció hasta el 5 de marzo y allí tuvo ocasión de conocer
a la familia de Juan Álvarez Mendizábal que lo trataron con afecto y Clara,
la hermana del insigne político, le dio una carta de recomendación para que
Pruneda pasase a visitarlo en Madrid, como así hizo éste. Tras dejar atrás Cádiz, embarcó en el rápido Teodosio y, río Guadalquivir arriba, llegó a Sevilla
para partir desde la ciudad hispalense en diligencia en dirección a Madrid,
pernoctando sucesivamente en Écija, Andújar, Valdepeñas y Ciudad Real.
A la capital de España llegó el 11 de marzo en plena crisis del Gobierno de
González Bravo y su sustitución por el de Joaquín Francisco Pacheco, también del Partido Moderado y con Narváez moviendo los hilos de la política
española desde París. En Madrid retoma Pruneda sus contactos políticos y,
además de su prometida visita a Mendizábal, se entrevistó con otras figuras
políticas del momento como Calvo y Mateo, el general Prim, Abdón Terradas
o José Ordax Avecilla.
El 25 de marzo partió de Madrid en diligencia con destino a Teruel pernoctando en Alcolea del Pinar, Molina de Aragón y Pozondón. El 28 llegaba
finalmente a Teruel donde fue recibido de forma entusiasta por su familia y
amigos: habían pasado dos años y 6 días desde su salida de la ciudad mudéjar
camino del destierro en Canarias.
Pruneda era consciente del interés que despertó entre sus paisanos su retorno a Teruel al señalar que, “a mi llegada a la ciudad no se hablaba de otra
cosa y la mayoría, como siempre, lo ha hecho con la mayor deferencia: todos
me miran cuando voy por la calle, todos me saludan y pocos me miran con
prevención”28.
A partir de este momento y, en los meses posteriores a su regreso, la prioridad de Pruneda fue la de escribir un libro dedicado a su destierro.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
Un viage (sic) a las islas canarias
El origen del libro
En primer lugar debemos decir que este libro es una obra de circunstancias
y no se puede incluir entre lo mejor de los textos prunedistas. Sin embargo,
resulta interesante y curioso puesto que a lo largo de sus páginas se nos ofrecen datos biográficos (sobre todo los relativos a su procesamiento y condena
judicial, así como el recorrido y hechos acontecidos durante su viaje al destierro), un conjunto de variada información sobre Canarias procedente de
diversas lecturas que realizó durante el tiempo de su confinamiento en Tenerife y, sobre todo, el relato pormenorizado de la excursión que realizó al Teide
y que fue el origen de la referida publicación. Digamos igualmente que de Un
viage (sic) a las Islas Canarias se publicó una reedición en Tenerife en el año
2006, con un prólogo de Ramón Álvarez Arvelo que, aunque meritoria, ofrece
algunos datos incompletos e incorrectos sobre nuestro personaje29.
Dicho esto, volvamos a la cuestión que nos ocupa: el origen del libro. En
este sentido, al poco de su regreso del destierro, concretamente en septiembre de 1847, Pruneda realizó un viaje a Zaragoza. Allí tuvo ocasión de visitar
a sus viejos amigos políticos y, también a Miguel Alejos Burriel y Braulio Foz,
ambos destacados miembros del Partido Progresista de origen turolense que
residían por aquel entonces en la capital de Aragón. Fue entonces cuando le
surgió a Pruneda la idea de redactar unos apuntes sobre la excursión que, en
su destierro canario, realizó al Teide, apuntes que pensaba remitir al periódico literario valenciano La Esmeralda30. De este modo, estando en Zaragoza,
esto es, durante septiembre de 1847, Pruneda comenzó a redactar un texto
que, inicialmente, tituló Viage (sic) al Teide.
La idea de recopilar sus vivencias durante su confinamiento en Canarias
estaba latente desde su regreso de Tenerife. Además, durante su estancia en
la capital canaria, como él mismo señalaba, dedicó “largos ratos de soledad”
a “adquirir noticias y tomar notas y apuntes acerca de la historia de las islas
Canarias, su situación geográfica, riqueza, comercio y actual división territorial”31. Por ello, fue finalmente en Teruel, a partir de noviembre de 1847,
donde Pruneda empezó a escribir un texto más amplio en el que, convertido
en un libro de 120 páginas, recopiló diverso material sobre su confinamiento.
Pese a ello, su texto inicial sobre la excursión al Teide llegó a publicarse por
entregas en el anteriormente citado periódico literario valenciano La Esmeralda.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
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La redacción definitiva del texto, tal y como se deduce de los Diarios prunedistas, tuvo lugar entre noviembre de 1847 y febrero de 1848. Acto seguido,
el libro se imprimió en el taller de Anselmo Zarzoso, siendo expreso deseo del
republicano que éste se hiciese “en papel de Villarluengo”.
Su contenido temático
A lo largo del libro de Pruneda, se distinguen varios apartados de contenido
e interés diverso. De entrada, la obra se inicia con una emotiva dedicatoria
A los demócratas españoles en la que Pruneda nos ofrece, con su lógica carga
ideológica, una síntesis de las principales ideas motrices que impulsaban su
firme compromiso político, a la vez que aprovecha para recordar a los lectores las diversas penalidades y sufrimientos que le ha supuesto su defensa de
los valores democráticos y republicanos en la convulsa España de mediados
del s. XIX.
A continuación, hallamos un interesante apartado en el cual se nos describe con detalle su detención, ocurrida el 12 de febrero de 1844, y los consiguientes procesos judiciales a los que fue sometido y que dieron como resultado su condena al destierro en Canarias. A este apartado corresponde
también el relato de su largo y azaroso viaje que le condujo a su lejano confinamiento, parte que ocupa las 40 primeras páginas del libro.
A partir de entonces, el contenido se centra ya en cuestiones de temática
específicamente canaria. Como síntesis de diversas publicaciones y lecturas,
Pruneda aborda diversos temas isleños, sin aportar nada nuevo al margen de
puntuales consideraciones personales. De este modo, hallamos apartados
dedicados a la situación geográfica de las islas, Canarias, la etimología de los
nombres de cada una de ellas o el origen de sus primeros habitantes, cuestiones éstas donde la historia queda desdibujada por una excesiva carga de
mitos y leyendas referidos a las que, también Pruneda, denomina “Islas Afortunadas”.
Resulta evidente la admiración de Pruneda por diversos aspectos de la antigua cultura guanche y, por ello, dedica una parte del contenido de su libro
a temas tales como la figura y el carácter del guanche, su idioma, usos y costumbres, la recopilación de algunas dicciones de la antigua lengua indígena,
así como a una detallada descripción de la vestimenta guanche y sus distintas
variantes según las islas, al igual que ocurría con sus tipos de vivienda y los
diversos útiles muebles más usuales de la cultura autóctona canaria, sin olvidar tampoco algunas interesantes consideraciones sobre su religión y forma
de gobernarse.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
De especial interés resulta el análisis que nos ofrece Pruneda relativo a
la historia de la conquista de las Canarias por el reino de Castilla durante el
s. XV. De dicha conquista y posterior colonización, nos ofrece el republicano
una visión crítica en la cual contrapone al conquistador castellano con una
visión idealizada de la nobleza altiva del pueblo guanche en la heroica defensa de su tierra y de su cultura.
Dejando atrás la historia y situándose en la realidad presente, en posteriores apartados, Pruneda dedica un capítulo a una amplia y minuciosa relación
de la extensión, producciones y pueblos de cada una de las siete islas canarias, descripción que, al margen del interés por los datos y cifras que aporta,
resulta un tanto tediosa. Seguidamente se incluye también un apartado que
hemos titulado Situación actual de las islas en el cual Pruneda nos describe el
estado administrativo de las Canarias, sus comunicaciones y los potenciales
recursos isleños, temas éstos en los que el republicano no se priva de hacer
algunas consideraciones críticas.
La parte más personal e interesante del libro es el relato titulado Espedición (sic) al pico de Tenerife llamado Teide y que fue, como ya indicamos
anteriormente, la idea originaria que impulsó a Pruneda a la hora de escribir
la presente obra. En dicho relato, nos describe toda la ruta que le llevaría no
sólo a la ascensión del mítico volcán, sino, incluso, a adentrarse en el interior
de su cráter.
Tras el relato sobre dicha excursión, Pruneda dedicó tan sólo dos páginas
al tema de la concesión de la amnistía que puso fin a su destierro y el posterior camino de retorno a su querida ciudad de Teruel.
La obra concluye con, a modo de agradecimiento, con la relación de todas
aquellas personas (da el nombre de 173) que le ayudaron durante su confinamiento, así como una todavía más extensa lista de los “Señores suscriptores”
de su obra, en la cual aparecen todos éstos ordenados por localidades y en la
que figuran, igualmente, el número de suscripciones que cada uno de ellos
solicitó del libro prunedista.
Los problemas de edición y distribución
En febrero de 1848 presentó, como era preceptivo Pruneda el borrador del
libro a Ramón Membrado32, Jefe Político de la provincia de Teruel, para que
autorizase la impresión del mismo33.
Mientras llegaba dicha autorización, hallamos a Pruneda dedicado con
toda intensidad a la impresión su obra en el taller de su amigo Anselmo Zarzoso, la cual concluyó a principios del mes de mayo. Digamos también que,
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
119
cuando más atareado estaba en las tareas de impresión, nació su hija Emilia,
de la cual bien poco sabemos.
Pero Membrado, enemigo político de Pruneda, hizo todo lo posible por
frenar la difusión del libro y, por ello, no dio el permiso gubernativo para “poder circular” la obra, que por aquel entonces ya contaba con diversos suscriptores.
Detenido y confinado de nuevo
Todo esto ocurría en los días previos a una nueva detención de Pruneda, ocurrida el 19 de mayo de 1848, esta vez relacionada con los sucesos revolucionarios de 1848 y con sus posibles conexiones en la ciudad de Teruel, de todo
lo cual se acusó al republicano. Ello trajo como consecuencia nuevas penalidades para Pruneda el cual sería desterrado, de nuevo y de forma sucesiva, a
Morella, La Cerollera y El Poyo del Cid. En el momento de su detención, hacía 39 días que había sido padre y tan sólo una semana desde que se concluyó
de imprimir su libro sobre Canarias.
Junto a las nuevas penas de destierro, Pruneda manifiesta su desánimo
ya que, al prohibir las autoridades la distribución del libro, ello suponía la
imposibilidad de allegar, mediante su venta por suscripción, unos recursos
económicos que le eran tan precisos tanto para él como para su familia, sobre
todo teniendo en cuenta que, al igual que le ocurrió en Canarias, al tratarse
de un confinado político, se le impedía en los lugares de destierro el obtener
cualquier tipo de trabajo mediante el cual garantizar su subsistencia.
El difícil cobro de las suscripciones
No fue hasta septiembre de 1848 cuando Membrado autorizó finalmente la
distribución del libro, momento que coincide con el tiempo en que Pruneda
se hallaba confinado en La Cerollera34. Pero, para entonces, aunque reconocía el republicano que las suscripciones eran “el único recurso que cuento
para sostenerme en la proscripción”35, se va a encontrar con un nuevo problema: por aquellas fechas, muchos de los suscriptores, amigos políticos de
Pruneda, estaban sufriendo una nueva ola represiva desencadenada por el
general Narváez tras el fracaso de los movimientos revolucionarios ocurridos en 1848 en diversos puntos de España.
A partir de mediados de noviembre, desde su nuevo confinamiento en
El Poyo del Cid, intentará conocer Pruneda la situación personal de muchos
de sus suscriptores, ahora proscritos, razón por la cual buscó nuevos distri120
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
buidores locales de su libro dado que algunos de los anteriores habían sido
detenidos y confinados. Por todo ello, Pruneda tuvo muchos problemas para
cobrar las suscripciones. De hecho, en agosto de 1850, casi dos años después
de que se autorizase gubernativamente la distribución de su libro, aún seguía
el republicano reclamando por medio de numerosas cartas el dinero que muchos suscriptores le adeudaban por este concepto.
Por todo lo dicho, la azarosa edición y distribución de Un viage (sic) a las
Islas Canarias fue tan agitada como la propia vida de aquel político republicano y apasionado, de aquella figura irrepetible en la historia turolense del
s. XIX que se llamó Víctor Santos Pruneda Soriano y cuya memoria y legado
pretende honrar la próxima edición del libro al que hace referencia este artículo.
Notas
1Para conocer en profundidad la biografía política de Pruneda, vid.: Villanueva Herrero, José Ramón, Víctor Pruneda, una pasión republicana en tierras turolenses, Zaragoza, Publicaciones del Rolde de Estudios Aragoneses,
2001; una síntesis de dicha obra puede leerse en Villanueva Herrero, José Ramón, «Víctor Pruneda Soriano: la
trayectoria histórica de un republicano federal», XIX y Veinte: revista de historia y pensamiento contemporáneo,
nº 3 (2010), pp. 71-94.
2A lo largo de su vida, la coherencia política de Pruneda le ocasionó diversos destierros: además de su confinamiento en Canarias entre 1845-1847, Pruneda sufrió destierros en Morella (mayo-junio 1848), La Cebollera
( junio-octubre 1848), El Poyo del Cid (octubre 1848-marzo 1849), la localidad francesa Louvie-Juzon (agostooctubre 1856), Ciudad Real (enero 1857), Vergara y Tolosa (verano-noviembre 1857) y, de nuevo, otro destierro
en Francia, esta vez en la ciudad de Bayona (1870).
3Sobre este importante periódico es de justicia recordar que fue Eloy Fernández Clemente el primer investigador que reivindicó la transcendencia del mismo en su trabajo «El Centinela de Aragón (1841-43 y 1868): historia
de una pasión republicana» en Estudios de historia contemporánea de Aragón, Zaragoza, Facultad de Ciencias
Económicas y Empresariales, 1979, pp. 45-80.
4Pruneda, Víctor, Un viage (sic) a las Islas Canarias por Víctor Pruneda confinado á ellas por seis años en el de
1845, Teruel, Imprenta de Anselmo Zarzoso y Compañía, 1848, p. 8.
5El fondo documental sobre Víctor Pruneda se conserva en el Instituto de Educación Secundaria «Vega del Turia» de Teruel y consta de 136 cuadernillos manuscritos los cuales suman en torno a 4.500 páginas tamaño cuartilla. Existe una copia microfilmada del mismo en el Archivo Histórico Provincial de la capital turolense. Sobre
este tema, vid.: González Fraile, Alicia – Losantos Salvador, Antonio, «Víctor Pruneda inédito», Turia, 46, 1998,
pp. 219-237. Por su parte, resultan también de gran interés los artículos del citado Antonio Losantos, entusiasta
vindicador de la figura del republicano turolense titulados «Fondo Víctor Pruneda. Constitución, inventario y
referencias archivísticas», Teruel, 87 [II], 1999, pp. 107-140 y «Víctor Pruneda: crónica de una recuperación»,
Trébede, 49, marzo 2001, pp. 41-48.
6Fondo Víctor Pruneda (en lo sucesivo, FVP) signatura DIA 1844 C1, cuadernillo Apuntes diarios en la prisión.
7FVP, DIA 1845 C2, cuadernillo titulado Causa, Teruel, 11 febrero 1845.
8FVP, DIA 1845 C3, cuadernillo titulado Causa, Teruel, 22 marzo 1845.
9Pruneda, Víctor, op. cit., p. 40.
10El Jefe Político era, en aquellos años, la máxima autoridad de la provincia en representación de Gobierno Central. A partir de 1852 cambiarán su nombre por el de Gobernador Civil.
11Pruneda, Víctor, op. cit., p. 25.
12
El Eco del Comercio había sido fundado por Fermín Caballero y fue, según opinión de Juan Marichal, el periódico progresista de mayor difusión en España entre 1834 y 1844.
13
El Eco del Comercio, 10 abril 1845.
Cercanías
José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
121
14Pruneda, Víctor, op. cit., p. 39.
15FVP, DIA 1846 C1, Santa Cruz de Tenerife, 14 febrero 1846.
16Según sus anotaciones, ocupaba su tiempo en realizar bordados “picados” y en devanar seda con la cual posteriormente hacía cuadros y paisajes, labor tan sorprendente como curiosa para un ardoroso republicano como
era su caso
17FVP, DIA 1846 C2, Santa Cruz de Tenerife, 11 febrero 1846.
18FVP, DIA 1845 C6, Santa Cruz de Tenerife, 1 septiembre 1845.
19FVP, DIA 1845 C6, Santa Cruz de Tenerife, 18 septiembre 1845.
20Sobre este tema, vid.: Villanueva Herrero, José Ramón, «La cultura, la otra pasión de Víctor Pruneda: actividades y proyectos (1841-1851)», Turia, 62, pp. 283-308.
21FVP, DIA 1846 C7, Santa Cruz de Tenerife, 28 octubre 1846.
22Texto de la Exposición elevada por Pruneda al ministro de la Gobernación Pedro José Pidal y Carniado solicitando recursos económicos recogida en FVP, DIA 1846 C4, Santa Cruz de Tenerife, 4 junio 1846.
23Alusión en FVP, DIA 1847 C1, Santa Cruz de Tenerife, 5 febrero 1847.
24Estévanez y Murphy, Nicolás, Mis memorias, Madrid, Editorial Tebas, 1975, p. 22.
25Aunque el gabinete presidido por Narváez cayó el 5 de abril de 1846, los moderados siguieron en el poder al
formarse el nuevo Gobierno presidido por Francisco Javier Istúriz y Montero. Pese a ello, la estela política de
Narváez siguió marcando buena parte de la historia de la España de mediados del s. XIX.
26FVP, DIA 1845 C8, Santa Cruz de Tenerife, 7 noviembre 1845.
27Pruneda, Víctor, op. cit., p. 106.
28FVP, DIA 1847 C1, Teruel, 2 abril 1847.
29Vid. R. Álvarez Arvelo, «Prólogo» , en V. Pruneda, Víctor, Un viaje a las Islas Canarias, Santa Cruz de Tenerife,
Ediciones Idea, 2006, pp. 11-22. En este prólogo, se ofrece una breve reseña biográfica de Pruneda en la que se
ha utilizado como fuente, tal y como el mismo Álvarez Arvelo indica, mi conferencia titulada «Teruel recupera
a Víctor Pruneda» pronunciada en el I.E.S. José Ibáñez Martín de Teruel el 5 de abril de 2004 con motivo de la
inauguración en la ciudad mudéjar de una calle en memoria del político republicano.
30
La Esmeralda se editó en Valencia a partir de mayo de 1847 y, durante un tiempo, figuraron como redactores de
esta publicación tanto Pruneda como su hijo Pedro que, por aquellas fechas había iniciado la edición en Teruel
del periódico El Pensamiento (alusión en FVP, DIA Teruel, 22 mayo 1847).
31Pruneda, Víctor, op. cit., p. 41.
32Ramón Membrado, enemigo declarado de Pruneda, era en Teruel el símbolo de la dictadura de Narváez y había
sido denunciado públicamente en la prensa por el republicano debido a sus escandalosos casos de corrupción
en su desempeño del cargo de máxima autoridad civil en la provincia de Teruel.
33Mediante el Decreto de 6 de Julio de 1845, Narváez había reformado en sentido muy restrictivo la legislación
sobre libertad de imprenta. De este modo, no sólo se puso fin a la competencia exclusiva que hasta entonces
tenían los juicios por jurado en materia de delitos de imprenta, sino que se coartaba gravemente la libertad de
expresión al instaurarse una férrea censura sobre todas las publicaciones previa a la edición de las mismas
34Sobre este período de la biografía prunedista vid.: Villanueva Herrero, José Ramón, «Un republicano perdido en
tierra carlista: el confinamiento de Víctor Pruneda en La Cerollera ( junio-octubre 1848)», Mas de las Matas, 19,
pp. 325-363.
35FVP, DIA 1848 C8, La Cerollera, 7 septiembre 1848.
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José Ramón Villanueva Herrero // El destierro canario de Víctor Pruneda (1845-47)
Cercanías
Isidoro
de Antillón
y Marzo:
“Encarnizado enemigo de la tiranía,
atrevido defensor de la libertad
y derechos del hombre”
Herminio Lafoz Rabaza
D O C UM E N T O S
L
a corta vida del turolense Isidoro de Antillón y Marzo (Santa Eulalia,
Teruel, 1778-1814) ha sido reivindicada en los últimos años desde los
numerosos campos científicos a los que se dedicó, especialmente
desde el derecho o la geografía1. Pero Antillón fue también un lúcido
hombre de su tiempo que participó con ahínco en los acontecimientos que le
tocaron vivir. Presenció los acontecimientos del 2 de mayo de 1808 en Madrid,
marchándose posteriormente, como muchos aragoneses, a su pueblo natal
donde llega en el mes de junio. La Junta de Teruel se enteró de su presencia
en la provincia y lo reclamó a su seno. No sólo no se negó sino que trabajó
activamente, redactando un Manifiesto de la Junta de Gobierno de Teruel, sobre
el estado actual de los negocios públicos, que se publicó en Valencia ese mismo
año. Pasaría poco más tarde a Sevilla donde en abril de 1809 fue nombrado
director del Archivo de Indias y casi inmediatamente redactor principal de la
Gaceta del Gobierno, órgano de la Junta Central. Colaboró al mismo tiempo
con Quintana en el Semanario Patriótico. En el mes de junio de 1810 lo
encontramos de oidor de la Audiencia de Mallorca, donde fundó el periódico
La Aurora Patriótica Mallorquina. Allí lo encontramos cuando el 23 de agosto
recibió los poderes de la Junta Superior de Aragón para representar al Reino
en las Cortes Extraordinarias de 1810. Si bien en un principio fue anulada su
elección, sería posteriormente admitido, quedando como suplente para las
Ordinarias de 1813 hasta la llegada de los diputados propietarios. Antillón
se incorporó a las Cortes el 13 de septiembre de 1813 y permaneció en ellas
hasta el 15 de enero de 1814. En este breve tiempo su trabajo fue muy intenso,
formando parte de las comisiones de Honor, Justicia, Sanidad y Traslación de
Cortes.
Carlos Forcadell dice de él: “Isidoro de Antillón vivió su época con tanta
intensidad como rapidez, alcanzando una fama y proyección pública que se
Documentos
Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
125
vieron detenidas por su temprano fallecimiento; a ellas contribuyó también
el sorprendente hecho de ser el único diputado gaditano que fue objeto de un
grave atentado, al ser golpeado con sables por tres individuos que lo dieron
por muerto (3.11.1813), lo que dio motivo a sesiones de condena y solidaridad
en las Cortes e investigaciones que no dieron ningún resultado, quedando
impune el intento de asesinato a la vez que causaba gran impacto en la opinión
pública”.
Cuando en mayo de 1814 se publica el Decreto de 4 de mayo por el que
Fernando VII, regresado a España, disuelve las Cortes e inicia la represión
contra los liberales, Antillón se convierte en uno de los objetivos más
señalados. Gravemente enfermo se encontraba descansando en Mora de
Rubielos cuando se le detuvo para ser trasladado a Zaragoza, a la prisión de la
Aljafería. No pudo aguantar el viaje y falleció en su pueblo natal el 3 de julio
de 1814.
Este breve artículo no pretende otra cosa que señalar el carácter de este
turolense que se llamó a sí mismo “hijo de la santa revolución”, transcribiendo
uno de sus escritos más breves, pero más significativos para entender su
pensamiento político. Se trata de la Carta de un representante de Aragón a
sus comitentes2. Beltrán y Rózpide dice que la cita Joaquín María Bover con
otras obras de Antillón en su Biblioteca de Escritores Baleares, en el apéndice
dedicado a los Anónimos, obras impresas en estas islas cuyos autores no
son naturales de ellas, obras escritas por extraños que tratan especialmente
de las Baleares3. Eloy Fernández Clemente cita la Carta pero separada de
otro folleto: Lo que debe preceder a las Cortes, a la Junta Suprema de Aragón
(s.n.); sin embargo, José María de Jaime4, habla de este folleto, Lo que debe
preceder a las Cortes…, como si fuera la Carta, puesto que, dice, está firmado
en Palma de Mallorca el 4 de septiembre de 1810. Efectivamente, Antillón en
la Carta acepta el nombramiento de la Junta de Aragón como “hijo de esta
santa revolución”. Me gustaría destacar algunas ideas que los lectores podrán
ver en el texto; por ejemplo: “…los españoles, por primera vez ciudadanos,
van a fijar la suerte de la nación…”. Jamás callará lo que crea conveniente
para el “establecimiento de un gobierno activo y sabio, a la conservación de
la libertad civil y política y al exterminio de tantos abusos…”. Le parece que
deben establecerse tres condiciones para lograr lo anterior: que las sesiones
sean a puerta abierta, que se imprima un diario o memorial de Cortes, donde
se inserten las mociones e intervenciones de cada individuo y el resultado de
las discusiones, y que se establezca, como Inglaterra, la libertad de imprenta.
Finalmente, que se promulgue una ley que impida a cualquier diputado recibir
del gobierno: “grado, empleo, pensión, prebenda, cruz ni distinción alguna,
126
Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
Documentos
no sólo durante la celebración de las cortes, sino hasta dos años después”. Es
evidente la modernidad de las propuestas.
Hasta aquí, las dos publicaciones parecen la misma. José María de Jaime
dice que hay “un Apéndice durante las cuatro últimas páginas en el que
defiende la importancia de las próximas cortes legislen en defensa de la
libertad de imprenta”, extendiéndose además en el caso del antiguo Reino
de Aragón, “aquella ilustre república donde se pusieron tantas salvaguardas
a la libertad civil, donde los procedimientos misteriosos, las sentencias
y execuciones clandestinas y las prisiones arbitrarias eran desconocidas
y severamente vedadas por las leyes; donde la seguridad personal tenía
garantes aún más sagrados con el proceso de manifestación que en Inglaterra
con el famoso Habeas corpus”. En cualquier caso, creo que la Carta tiene el
suficiente interés para que nuestros lectores la conozcan completa y valoren
las propuestas políticas de este turolense casi desconocido por el gran público
y del que en este año celebraremos el bicentenario de su muerte.
CARTA DE UN REPRESENTANTE DE ARAGÓN
A SUS COMITENTES
EXMO. SEÑOR.= Con el apreciable oficio de V.E. de 23 de agosto, recibo
los poderes que me confiere para representar al reyno de Aragón en las
próximas cortes generales. Hijo de esta santa revolución, y acostumbrado
a no excusar sacrificio alguno en obsequio de la justa y gloriosa causa que a
tanta costa sostenemos, no dudo un instante en aceptar el nombramiento, y
en corresponder con mi obediencia a tanta distinguida confianza. Conozco
bien lo arduo de la empresa, las dificultades que ofrece nuestra situación, los
riesgos que acompañan, ahora más que nunca, a quien se carga de una inmensa
responsabilidad, y sobre todo conozco que no soy para tratar los negocios de
mayor trascendencia que acaso se habrán presentado nunca a la deliberación
de los hombres; todo lo conozco y tiemblo: pero el amor de la patria, el interés
de su salvación, el entusiasmo de mantener su gloria, y el reconocimiento
a la elección con que V.E. me llama en nombre del reyno, sofocan todas las
pasiones y temores, y me arrastran sin arbitrio al congreso augusto donde los
españoles, por primera vez ciudadanos, van a fijar la suerte de la nación más
generosa del orbe, dando mejor dirección o poniendo término a sus sacrificios.
Si el resultado de las cortes no fuese tan lisonjero como nuestra nación
espera y como desean los buenos de las demás de Europa, nunca será culpa
de mi voluntad, ni de tibieza en proponer las medidas saludables, ni de falta
de energía para sostenerlas, sin reparar en respetos humanos ni en riesgos
Documentos
Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
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Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
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Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
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de cualquier clase que sean. Por error o ignorancia podré pensar o decir con
menos acierto; por falta de carácter o de franqueza jamás callaré lo que crea
conveniente al interés, salud y gloria de España, el establecimiento de un
gobierno activo y sabio, a la conservación de la libertad civil y política y al
exterminio de tantos abusos como por todas partes concurren ahora a desecar
las fuentes de la pública y privada prosperidad.
En las deliberaciones de una asamblea, cuyos procedimientos y cordura
deben tener el más señalado influjo en la dicha de muchas generaciones,
tres cosas me parecen absolutamente necesario que se establezcan
preliminarmente: facilidad de saberse lo que cada diputado habla, opina o
promueve en las cortes; acceso libre de las luces y reflexiones de todos hasta
el santuario donde deliberan los representantes; y confianza de la nación en el
desinterés de aquellos a quienes ha cometido la gran decisión de su existencia
y dignidad. Sin la primera, el hombre de bien, de luces y de fortaleza no
tendrá la incomparable satisfacción de que el mundo distinga su voto y no lo
confunda con una pluralidad que a veces él ha contradicho sin fruto. Faltando
la segunda, el congreso nacional carecerá de muchas noticias y observaciones
que le querría presentar el ciudadano celoso y que acaso conducirán al bien y al
acierto. Sin la tercera, cuando algunos decretos de cortes no salgan a gusto de
todos, podrá dudar la malicia si el interés, la adulación o las miras ambiciosas
han doblado la rectitud y honradez que en aquella ocasión deben siempre
ser compañeras de los delegados del pueblo. Pero que se verifiquen estas
tres condiciones preliminares, será preciso: que las sesiones sean a puerta
abierta, que se imprima un diario o memorial de cortes, donde se inserten las
mociones y arengas de cada individuo y el resultado de las discusiones; que se
establezca, como en Inglaterra, la libertad de la imprenta, sin más restricción
que el castigo de los delitos que produzca el abuso de esta facultad, del mismo
modo que sucede con las demás acciones humanas indiferentes; y que se haga
y jure una ley para que ningún diputado pueda recibir del gobierno grado,
empleo, pensión, prebenda, cruz ni distinción alguna, no sólo durante la
celebración de las cortes, sino hasta dos años después, dentro de los cuales
permanezca en su anterior destino.
Con estas disposiciones saludables, y con la ley solemne de la inviolabilidad
de los diputados, tan absoluta y general que jamás sean responsables al gobierno
ni pueda este pedirles cuenta de sus opiniones y conducta en las cortes ni
aún castigarles por sus delitos personales mientras conserven el carácter de
representantes de la nación; pueden esperarse favorables resultas de la junta
representativa legal a quien España fía sus destinos. De otra manera las cortes
serán, solo en el nombre, una asamblea nacional; el funesto misterio quitará
130
Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
Documentos
a sus operaciones la confianza, y a los buenos el estímulo más poderoso para
luchar por la verdad; dominarán la intriga oscura, las mezquinas y miserables
pasiones, los intereses y la ambición del egoísmo; campearán, con mengua de
nuestra gloria, las preocupaciones y la ignorancia; se sancionarán los abusos,
dejarán de adoptarse los únicos recursos que nos quedan para rechazar
al enemigo extranjero y para crear nuestra independencia; se perderá la
singular ocasión que tenemos de ser libres y de echar abajo el despotismo y la
arbitrariedad y el representante virtuoso, ilustrado y fuerte que defienda los
santos derechos del hombre y el honor de la patria, quizá no recibirá de sus
nobles esfuerzos otro premio que el calabozo y la proscripción.
Tales son mis ideas sobre nuestra situación y esperanzas. Mi vida es
nada si a su costa puedo participar en la mejora de nuestra condición y en la
inmortal obra de nuestra libertad. Espero que para no extraviarme en esta
difícil carrera, V.E. me auxiliará con sus luces superiores, insinuándome con
interés y frecuencia cuanto crea conducente en particular a la defensa, gloria
y felicidad de Aragón.
En medio de mi salud que nunca pasa de delicada y de mis atenciones
personales en Mallorca, no perderé momento para trasladarme a la real isla
de León, según V.E. me previene, aprovechando para ello el primer buque
seguro que se presente. Lo avisaré entonces a V.E. a fin de que me dispense
nuevamente sus órdenes, y sentiré no sea tan pronto como deseo.
Dios guarde a V.E. muchos años. Palma de Mallorca, 4 de septiembre de
1810.= Exmo. Señor.= Isidoro de Antillón.= Exmo. Sr. Presidente y vocales de
la junta de Aragón.
Notas
1Una breve selección de la abundante bibliografía existente: Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia
en la recepción pública de Don Ricardo Beltrán y Rózpide el 31 de mayo de 1903. Madrid, Imprenta y litografía del
Depósito de la Guerra, 1903; José María de Jaime Lorén. Isidoro de Antillón y Marzo. Nuevas noticias. Calamocha, 1995; José María de Jaime Lorén. Isidoro de Antillón y Marzo. Epistolario (1890-1814), otros escritos literarios, geográficos y políticos. Calamocha, 1998; José María de Jaime Lorén. “Censura a una censura de la Geografía
de Isidoro de Antillón, con nuevas noticias sobre el gran geógrafo y liberal turolense”. Cuadernos de Ilustración
y Romanticismo, 12, 2004, Universidad de Cádiz, Cádiz, 2004, páginas 79-106; Horacio Capel. “Isidoro de Antillón (1778-1814). Boletín Informativo, Fundación Juan March, nº 166, enero 1987, páginas 3-18; Carlos Forcadell
Álvarez. “Isidoro de Antillón y Marzo: de provinciano ilustrado a mito de la nación liberal”. Jerónimo Zurita, 87,
2012, páginas 41-50; Eloy Fernández Clemente, “Isidoro Antillón: política y economía en un diputado Liberal”,
en Josep Fontana. Història i projecte social. Reconeixement a una trajectòria, Barcelona, Crítica, 2004, tomo II,
999-1022; Isidoro Antillón y Marzo. Noticias históricas de Don Gaspar Melchor de Jovellanos. Edición y estudio de
León Esteban. Valencia, 1994.
2Folleto de 8 páginas. Palma, imprenta de Miguel Domingo, 8º. En la página 2, una advertencia: “Habiendo visto la
junta superior de Mallorca esta carta, ha creido justo permitir desde luego su impresión y publicación, para que
las ideas que contiene puedan ser útiles antes de la celebración de las córtes generales del reyno.
3
Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia…, op. cit., página 54 y nota 94.
4“Censura a una censura…”, op. cit., páginas 83-84.
Documentos
Herminio Lafoz Rabaza // Isidoro de Antillón y Marzo
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El buen
americano
Luis Granell
TESTIMONIOS
E
l pasado mes de julio Javier Díaz y Sussana Anglés, esos agitadores
culturales y magníficos libreros que han creado la Librería de Cazarabet, en Más de las Matas (Teruel), me hicieron llegar noticia
de un libro en cuya portada aparecía el atractivo rostro de un chico
de menos de 20 años, de generosa e hirsuta cabellera negra, bajo cuya frente
sonreían al espectador con simpática malicia dos ojos escrutadores, apenas
entreabiertos, y una boca generosa. Bajo el retrato, el título del libro: Amor y
saludos revolucionarios. Un chico de Ohio en la guerra civil española1.
Confieso que la portada me impactó desde el primer momento, pues solo
un mes antes había presentado mi novela Desfilaron por Hitler, cuyos protagonistas son también jóvenes inmersos en una guerra. Cuando recibí el libro,
editado por la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales, supe
quién era el chico que sonreía en la portada: Sam Levinger, un estadounidense que a los 19 años viajó desde la América profunda a nuestro país, sumido en
plena guerra civil, porque como le dijo a su madre cuando le comunicó su decisión: ”Hoy en día el lugar de un revolucionario de verdad está en España”.
En nuestra época parece imposible que un muchacho norteamericano se
defina como revolucionario, pero en los años 30 había en Estados Unidos un
Partido Comunista fuerte y activo, con importante penetración en los sindicatos, y también un Partido Socialista de América, a cuya organización juvenil, la Liga Socialista de los Jóvenes, pertenecía Sam Levinger. La mayoría de
los miembros de la Brigada Lincoln, unidad de las Brigadas Internacionales
formada por voluntarios norteamericanos, pertenecían a estos dos partidos,
sobre todo al Comunista.
El padre de Sam, Lee, era rabino de la Universidad de Columbus (Ohio)
y su madre, Elma, atendía la casa y escribía; “madre se convertirá en una de
las mejores escritoras de su generación”, diría el chico en una carta. Era una
1 Laurie E. Levinger. Amor y saludos revolucionarios. Un chico de Ohio en la guerra civil española.
Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales. Madrid 2013
Testimonios
Luis Granell // El buen americano
133
familia liberal en la que pronto aceptaron que su hijo se marchara a caminar
solo por los bosques, o se uniera a los mineros del carbón en huelga, junto a
sus compañeros de la Liga Nacional Estudiantil. De hecho fue detenido varias veces, una de ellas cuando intentaba fotografiar a una activista presa en
la cárcel del condado, para ilustrar una crónica de la huelga que le publicaron
en The Columbus Citizen. Hay una anécdota que ilustra perfectamente el ambiente en el que crecía el pequeño Levinger: Tras de que un médico les dijese
a sus padres que su hijo era hiperactivo y necesitaba vivir muchas aventuras, decidieron reunir sus ahorros y viajar. Durante cinco meses recorrieron
Egipto, Siria, Palestina y Europa. En Munich, Sam se vistió con su uniforme
de boy scout y se fue a la Casa Parda (sede del partido nazi en Baviera) para
ver a Hitler. No le dejaron, claro. Tenía solo 13 años.
Elma narra en un emocionante texto, rescatado por su nieta Laurie en el
libro, cómo supo que su hijo quería ir a la España en guerra.
Fui a ordenar la ropa metida en su armario. De repente mis manos,
ocupadas con los calcetines, la ropa interior y las corbatas, temblaron. Porque, al levantar la vista, vi la foto que Samuel había arrancado
del New York Times del último domingo y había pegado en su espejo.
Mostraba dos fotografías de la España en guerra: la primera, un grupo
de refugiados apelotonados; la otra, varios voluntarios ingleses en las
trincheras. De repente, si estudiaba o no era la menor de mis preocupaciones. Me volví hacia su cama. Sam había cerrado su libro y me estaba observando.
“Podría estar bien ir a España”, dijo con toda tranquilidad.
Intenté disimular el pánico de mi voz. “No te necesitan. Tienen soldados de sobra”
“Sabes que no es así. Has leído en la prensa lo mismo que yo, que
hay lugares donde las mujeres cogen un palo o una horca y salen a encontrarse con Franco y los moros”.
“Está bien, quizá tengas razón, pero hay muchos voluntarios sin ti”.
“Suponte que todos los demás dijeran lo mismo. De todas formas,
no hay nada que me obligue a estar aquí”.
“¡Samuel!”
“Estoy harto de la Universidad. Aquí el sindicato de trabajadores
está en las últimas. Quiero hacer un trabajo de verdad”.
“Pero la guerra no es un trabajo. Y tú siempre te has considerado
pacifista”
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Luis Granell // El buen americano
Testimonios
“No madre”, respondió con amabilidad. “Después de lo que he visto, las huelgas, la gente en la calle desesperada, pobre, sin un sitio donde vivir, incluso sin lo suficiente para comer y todo lo demás me considero un revolucionario. Y hoy en día el lugar para un revolucionario de
verdad está en España”.
Puede uno imaginarse la tensa conversación que mantuvieron madre e hijo
y la que, sin duda, debió producirse entre Sam y su padre. Resulta más difícil
comprender que, a pesar de su oposición inicial, acabaran transigiendo. De
hecho, cuando el chico se graduó en el instituto le regalaron un pasaje de barco para Europa y algunos cheques. Pero su amor propio le llevó a permanecer un tiempo en Nueva York, buscando todo tipo de trabajos hasta reunir lo
necesario para el viaje y, así, poder devolverles el dinero a sus padres. En sus
escasos ratos libres tomaba notas o escribía poemas que muestran la imagen
mitificada que se había hecho de España:
En el Madrid de las especias,
Ella habría dejado caer una rosa ardiente, de un rojo flamígero
Y susurrado con suavidad desde un balcón
Pero en Nueva York (barrio del Este),
Ella se reía desde una salida de incendios, y dejó caer
La hoja tiesa de una alcachofa sobre mí.
En Madrid no olía a especias sino a humo de pólvora y al polvo levantado
por los bombardeos, pues el ejército sublevado había hecho de la capital su
primer objetivo. Y a defender Madrid acudieron los primeros voluntarios de
las Brigadas Internacionales, a donde llegaron en diciembre de 1936, cuando
Sam Levinger todavía no se había embarcado para atravesar el Atlántico. Llegó a Le Havre en enero de 1937 y desde allí se dirigió en tren hacia la frontera
española.
Estoy pasándolo de maravilla. Aquí todo el mundo hace el saludo del
Frente Popular (el puño cerrado a la altura del hombro) cuando pasamos en nuestro vagón de tercera clase… Vamos a entrar en la República Española hoy por la noche.
En otra carta cuenta que lo hizo en autobús y por Cataluña, sin muchas dificultades pese a que otros brigadistas tropezaron con la negativa de los gendarmes franceses y tuvieron que atravesar el Pirineo a pie. Sam viajó con
Testimonios
Luis Granell // El buen americano
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obreros metalúrgicos de París, campesinos franceses, trabajadores del textil
de Glasgow, marineros ingleses, irlandeses que habían luchado en el IRA, italianos exiliados, alemanes recién salidos de campos de concentración, estudiantes austríacos, estonios, polacos, búlgaros… Incluso con un albanés y un
etíope.
Así me daba cuenta de que iba a formar parte de uno de los acontecimientos más memorables del planeta, que decenas de miles de hombres,
no tanto poetas e idealistas como simples trabajadores, campesinos y
estudiantes como yo, iban a arriesgar sus vidas en un país extranjero.
El grupo de Sam recaló dos días en el castillo de Figueras, o así cabe deducirlo
de sus descripciones, donde comenzó su entrenamiento militar, y desde allí
viajaron en tren hasta Barcelona. El muchacho descubre una Cataluña rica e
industrializada, y tiene una visión muy crítica de cómo fue allí el comienzo
de la guerra.
En toda Cataluña la revuelta fue aplastada con relativa facilidad. Quizás con demasiada facilidad. Cataluña, una región separatista, simplemente mantuvo su frente sin proporcionar mucha ayuda al resto de
España, que sufría bajo el ataque fascista… Cuando el gran ejército de
Cataluña realmente entre en acción será una ayuda fundamental para
los españoles.
Los brigadistas desfilaron por Barcelona con escasa marcialidad y volvieron
al tren para seguir viaje hacia Valencia. Las comidas eran otra oportunidad
para descubrir cosas de España como los hábitos alimenticios.
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Luis Granell // El buen americano
Testimonios
Conocimos el guisante español amarillo y brillante, llamado judía, que
junto al arroz y las lentejas siempre ha formado el alimento principal
de los obreros españoles. Estaba muy bueno, con vino y pan; más adelante aprendimos que un plato de judías sabe igual que el anterior, y
que al final se vuelve monótono.
Y de Valencia siguieron hasta Albacete, donde estaba el cuartel general de las
Brigadas Internacionales. Sam cuenta que en la estación les vendían navajas
(que él denomina cuchillos) y chisqueros, “un magnífico invento”. Tras un
largo trayecto en camión, llegaron por fin al lugar donde se encontraba la Brigada Lincoln. Durante un tiempo indeterminado, sin duda insuficiente, recibieron instrucción militar y enseguida salieron hacia el frente del Jarama. Allí
oyó el muchacho silbar las primeras balas y tuvo que acostumbrarse a dormir
escuchando el estallido de los obuses. Escribía con frecuencia a sus familiares,
a veces firmando con las iniciales R.P., y también a su novia Clara, siempre
tratando de quitar dramatismo a la situación.
Flores pequeñas y blancas están empezando a brotar a montones, y
el campo estaba precioso. A su manera, este es uno de los países más
hermosos donde he estado jamás, especialmente en primavera… Por lo
general me pongo sentimental por carta, pero quería decirte que desde que me fui he conocido a mucha gente agradable pero a nadie como
tú. Puede que sea una frase torpe, pero pretende ser un cumplido. Creo
que te quiero un montón.
En un artículo publicado en The Nation el 8 de mayo de 1937, Levinger cuenta
un bombardeo de aviones de la Legión Cóndor sobre la localidad en la que se
encuentran y la batalla librada con la aviación republicana, “pequeños aviones de alas rojas que refulgían como el rayo”. Pero cuenta también los destrozos causados por las bombas entre la población civil de la zona republicana,
pobre e inculta, que les atendía mejor que a los mismos soldados españoles.
Ayer fui a beber a una fuente. Había una anciana con un gran jarro de
cerámica delante de mí, pero cuando vio mi insignia de las Brigadas Internacionales no quiso seguir llenándola antes de que yo bebiera. Nos
alcanzan y nos leen cartas en español de sus hijos en el frente, nos entregan naranjas, pan y demasiado vino, y cuando al fin nos dejan marchar, nos piden cuidar de sus hermanos en Montevideo, Uruguay, cuando volvamos a casa. Su concepción del hemisferio occidental es confusa.
Testimonios
Luis Granell // El buen americano
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El artículo terminaba pidiendo ayuda para España. “Se necesita ayuda material, el Comité de No-Intervención ya nos proporciona ayuda moral de sobra”,
ironiza aludiendo al bloqueo impuesto a la República Española por las potencias democráticas.
El Sam escritor aparece en algunos “relatos desde las trincheras”, incluidos también en “Amor y saludos revolucionarios”. La viveza de esos textos
permite al lector conocer los sentimientos que experimentaban o los riesgos
que corrieron en el frente los soldados internacionales: “Trajeron a un chico,
rubio. Tenía la cintura y la barriga tan suaves y delgadas como las de una chica,
pero la parte superior de su pierna, aunque seguía allí, tenía que ser amputada
de un momento a otro. Dios mío, cómo gritaba aquel pobre chico”.
Pero el protagonista hace también agudos análisis políticos. En una carta
dirigida a un “Max” que parece ser un veterano militante socialista, analiza
las posiciones políticas que se dan en la España republicana. Pese a que considera a los trotskistas sus camaradas, critica duramente la revuelta del POUM
porque puede dejar al frente sin suministros: “¿Qué quieren esos revolucionarios, que nos lancemos unos contra otros?”. También lo hace con los nacionalistas vascos, “¿qué pasa con el camarada católico en el País Vasco, que solo
busca la autonomía regional?” y los anarquistas. Elogia la ayuda de la URSS a
la II República e incluso se atreve a transponer a Estados Unidos sus buenas
experiencias con los comunistas en el frente español: “Me he convertido en el
más firme partidario de un frente unido con el Partido Socialista americano”.
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Luis Granell // El buen americano
Testimonios
Sam Levinger fue herido en una mano en el Jarama y luego, más gravemente, en la batalla de Brunete. Trasladado a un hospital de Madrid, sufre los
bombardeos de la aviación alemana y se admira del trato que recibe: “¿Verdad
que los médicos en América fruncen el ceño al ver a las enfermeras besando a
los pacientes? Aquí no”, le cuenta a su novia. En la cama escribe poemas (“La
guerra es larga”) y cartas en las que muestra una lúcida visión del conflicto
pero ya menos optimista: “Aquí hay un pueblo bajo el ataque del fascismo internacional, en buena parte porque han intentado avanzar hacia el cambio
económico”. Y por primera vez no termina su carta con frases cariñosas o divertidas, sino en demanda de ayuda material, “necesitamos ayuda, de todas
maneras, mucha ayuda”, y también personal, “haced que me escriba mucha
gente… Decidles que estoy solo”.
Estando hospitalizado su comandante le comunica que, al haber sido herido dos veces, debe regresar a casa; “son las normas”. Pero como no le ve muy
convencido, le encarga una labor a desarrollar en su país: “Haz que esos tipos
en Washington levanten el embargo”. Sin embargo, Sam se escapa del hospital y camina durante cuatro días, comiendo solo pan y la fruta que encuentra,
hasta alcanzar primero a un batallón español y después a su unidad. Se muestra contento de estar de nuevo entre los suyos y hasta de volver a hablar inglés,
“un idioma que pensaba que había olvidado”, pero ya no es el chico optimista
del principio; la muerte empieza a ser una posibilidad cierta. Y escribe, quizá,
su mejor poema.
Testimonios
Luis Granell // El buen americano
139
No temo al vacío que los hombres llaman muerte,
No recurro a rezos para conjurar un destino apenas adivinado,
No contemplo con malsana desesperación el envoltorio
De las negras tripas de la tumba.
Mi vida goza con la poesía púrpura y con las nubes,
Con los barcos en que navegué, con la cerveza que derramé;
Me esperan la lucha y la esperanza, un mundo que derribar,
Un nuevo mundo que construir.
Y cuando mis ojos comiencen a temblar y a cerrarse
Llegará la tristeza, ¿pero acaso se debilitará mi coraje?
Si lo que aguarda es oscuridad, entonces dormiré,
Si es luz, despertaré.
El relato del protagonista termina en ese punto. La Brigada Abraham Lincoln fue enviada a finales de agosto de 1937 a Belchite, para unirse a las unidades que intentaban tomar el pueblo que había quedado peligrosamente a
retaguardia del avance republicano hacia Zaragoza. El ejército fascista había
fortificado la población y, además, ametralladoras y francotiradores se ocultaban detrás de las ventanas de los edificios, causando un elevado número de
bajas entre los atacantes, que carecían de artillería para protegerles. Sam fue
herido cuando intentaban tomar, no sé si la iglesia parroquial de San Martín
o la del convento de San Agustín. La primera está situada al este, dentro del
viejo casco urbano de la población; la segunda al norte. Probablemente fue
la de San Agustín, porque es de mayor tamaño y algunos combatientes de la
Brigada que escribieron sobre el templo lo llaman “catedral”, y también porque el convento sobresalía del perímetro de la población y, por tanto, debía
hallarse en primera línea.
El muchacho fue herido gravemente en la ingle. Se le evacuó en una abarrotada ambulancia hasta el hospital de campaña habilitado en un almacén
ferroviario de la estación de La Puebla de Híjar. Siento escalofríos al imaginar
su sufrimiento, dando botes en la camilla durante un viaje de 38 kilómetros,
la mayor parte por carreteras sin asfaltar. Combatientes que estuvieron en
ese improvisado hospital narran que había miles de heridos y tantos muertos
que ni siquiera los sacaban de la nave, tan solo cubrían sus cuerpos con una
sábana. Sam Levinger murió el 5 de septiembre de 1937.
Visité ese almacén en septiembre de 2013, con quienes habían participado, un rato antes, en el sencillo y emocionante homenaje que le dedicamos
en el cementerio de esa localidad, donde en una fosa común yacen los restos
de Sam junto a los de otros camaradas. Leímos textos y poemas del “chico
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Luis Granell // El buen americano
Testimonios
de Ohio” que vino a luchar en nuestra guerra civil. El último fue la carta que
llevaba encima, escrita a máquina, con la advertencia de que la enviaran a sus
padres, “solo en caso de muerte, por favor”.
…Ciertamente no me entusiasma la idea de morir. Me lo he pasado
muy bien en mis primeros veinte años a pesar de que, salvo los seis últimos meses, han sido bastante inútiles. Supongo que habría disfrutado igual de los veinte siguientes. De todas formas, quería escribir esta
carta para dejar claro que no hay absolutamente nada de lo que arrepentirme.
Si volviera a vivir creo que me uniría de nuevo a esta lucha, en este
lugar crucial. Había una tarea extremadamente importante que hacer
aquí y fui uno de los hombres que decidieron llevarla a cabo. Es una
lástima que al hacerlo una buena cantidad de nosotros resultáramos
muertos… Sin embargo eso carece de relevancia respecto a la necesidad de emprender esta tarea. La diferencia entre el fascismo internacional y el socialismo internacional es demasiado grande para permitir que nuestra seguridad sea un factor a considerar.
Lo siguiente que quiero pediros es que no veáis esto fuera de contexto. Cambiar el mundo es un asunto muy serio. Ha matado y seguirá
matando a miles de muchachos tan queridos para alguien como yo para
vosotros. Los fascistas quieren guerra y les daremos guerra a muerte…
Creo que mis ideas sobre la inmortalidad coinciden ampliamente
con las vuestras… Así que, si volvemos a encontrarnos, será genial; si
no, hemos disfrutado de muchas alegrías juntos mientras duraron.
En cuanto a mis amigos, hacedles llegar mi cariño si os encontráis con
ellos. Contadles que os dije que solo hay una cosa que merezca recordarse: que hay un camarada menos para hacer el trabajo del soldado
insatisfecho. Algo tendrán que hacer todos ellos para compensar mi
baja…
Ha sido una carta torpe. Solo quería decir que os quiero muchísimo
a los dos y todo eso. Y también que esto no es tan grave. Amor y saludos
revolucionarios. Alegría para el mundo. Sam Levinger.
Testimonios
Luis Granell // El buen americano
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MARIAnO VIñUALEs.
EL ÚLTIMO
gUERRILLERO
Jesús Inglada Atarés
te s ti m o n io s
E
l domingo 13 de octubre de este 2013 nos dejó un hombre bueno,
Mariano Viñuales Tierz, un joven de 94 años, el más veterano del
PCE, el último guerrillero. Mantuvo su carné del partido durante
77 años de guerra, exilio, cárcel, dictadura franquista y democracia.
Caballero del honor, eterno luchador contra todas las injusticias, encarnó
como nadie ese viento del pueblo, siempre maltratado y vejado, pero nunca vencido. Testigo directo y privilegiado del siglo XX, activista pro derechos
humanos y por su benéfica República durante todos estos años del siglo XXI
que le fueron dados vivir, Mariano fue siempre fiel hasta el final a su compromiso político. Aun con los problemas de movilidad fruto de su primera operación de cadera, nunca faltaba a las fiestas anuales de su partido en la capital
zaragozana. En “Casa Emilio”, referencia castiza en la gastronomía maña,
Mariano reponía fuerzas con un buen plato de carne a la pastora y un vaso de
vino, y celebraba por todo lo alto esta cita anual con sus compañeros de partido, en especial con su amigo, y dueño del establecimiento, Emilio Lacambra,
el “empresario comunista”. “Por hombres como él, que sufrió la historia de
España en sus propias carnes, una persona con una disciplina y una entrega
terrible al partido, se justifica que yo siga en el partido a estas alturas de la
vida”, manifestó Lacambra. Era el abuelito de todos nosotros, nuestro referente moral, el rebelde incansable, todo un compendio de dignidad humana.
Murió con la misma decencia con la que vivió. En la hora del quebranto definitivo levantó, cómo no, un túmulo de dignidad. Una desgraciada caída en el
fatídico sábado 5 de octubre, precisamente la víspera del viaje que todos los
Testimonios
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
143
Mariano Viñuales y Luis Maynard: las dos Españas.
años hacía a la lejana población de Santa Cruz de Moya (Cuenca) para participar en las jornadas de homenaje al guerrillero antifascista, le precipitó a esa
muerte que ahora lloramos.
El militante más veterano del PCE, Presidente de Honor del Círculo Republicano “Manolín Abad” de Huesca, participante activo en todas sus queridas Jornadas Republicanas Oscenses y en cuantos actos y conmemoraciones
reivindicativas se organizasen en defensa de los trabajadores, Mariano nunca se resignó ante la explotación capitalista y creyó siempre que otro mundo
era posible.
Carne de yugo
Mariano Viñuales Tierz nació en Huerto el 12 de febrero de 1919 en el seno
de una familia de pequeños campesinos-jornaleros. Su madre, Isidra Tierz,
falleció cuando Mariano sólo tenía dos añitos. Su padre, del mismo nombre
que él, se volvió a casar –en el que era ya su tercer matrimonio– con María
Escudero Lafuente. Pero al poco tiempo don Mariano falleció, quedando Marianito al cuidado de su madrastra, a la que siempre amó y respetó. También
quiso mucho a su único hermano, Leoncio Viñuales Saboya, hijo de un primer matrimonio de su padre. Marianito ni siquiera llegó a pisar la escuela.
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Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
Testimonios
Desde su más tierna infancia estuvo condenado al duro trabajo del campo.
Como denunciara el poeta del pueblo Miguel Hernández, Mariano nació
como “carne de yugo”, como la inmensa mayoría de los hijos del pueblo en
esa injusta y cruel España. Y Marianito, condenado desde la cuna a ser “niño
yuntero”, “empieza a vivir, y empieza/ a morir de punta a punta/ levantando
la corteza/ de su madre con la yunta”. ¡Cómo nos duele recordar los sufrimientos de este niño yuntero, que más tarde perdería su juventud en guerras,
campos de concentración y cárceles! ¡Sería en las trincheras, en los campos
de concentración y en las cárceles donde aprendería a leer y escribir!
Con tan sólo doce años ya aparece uncido a la yunta de mulas en casa Asín
de Huerto. La sublevación de julio del 36 le sorprende trabajando como jornalero en la Venta de Ballerías, posesión del Conde Guaqui. En numerosas
ocasiones nos contó cómo, durante la República, el administrador del Conde ponía a disposición de sus jornaleros y arrendadores un coche para que
fueran a votar. Y además les entregaba como dádiva un duro. A cambio, claro
está, les entregaba la papeleta, con los candidatos de la derecha, que debían
depositar en la urna…
El influjo de los capitanes de Jaca
Padeciendo en sus propias carnes tantos abusos y atropellos, Mariano, y la
mayor parte de sus jóvenes amigos del pueblo, se fueron concienciando de
la necesidad de apoyar a la República para construir un mundo más justo.
En dicho empeño, la joven sangre derramada por los capitanes Fermín Galán y García Hernández actuó de eficaz fermento. Así se comprende que, muy
pronto, un guardagujas de la estación de Sariñena, un tal Gonzalo, fundase
el “radio comunista comarcal” de Huerto. Casi todos los jóvenes vecinos de
Huerto se afiliaron a esta comarcal del Partido Comunista. Y por supuesto
Mariano, que verá en él una agrupación en defensa de los derechos de los
desheredados, una suerte de filantropía universal a la que será fiel hasta su
muerte. Mariano siempre recordaba con emoción el viaje a Zaragoza, en
un camioncito del mencionado Gonzalo, de un grupo de jóvenes de Huerto
que no se quisieron perder un mitin de Largo Caballero. Todos, jornaleros
y pequeños campesinos, comprobaron muy pronto las mejoras que el advenimiento de la República supuso para el campo. Los derechos de terraje que
pagaban los campesinos arrendatarios de las propiedades del conde Guaqui
bajaron del quinto al décimo. También mejoraron los salarios y las condiciones laborales de los jornaleros.
Testimonios
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
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Mariano Viñuales dirigiéndose a los asistentes a las XIII Jornadas de Homenaje al Maquis celebradas en Santa
Cruz de Moya (Cuenca) los días 6 y 7 de octubre de 2012. En dichas jornadas participaron como ponentes autores
de la relevancia de Carlos Jiménez Villarejo (Ex Fiscal anticorrupción), José Antonio Martín Pallín (Magistrado
jubilado del Tribunal Supremo) y Eligio Hernández (Ex Fiscal general del Estado).
A Mariano le precedieron en el uso de la palabra dos representantes de asociaciones de antiguos guerrilleros y la
hija del que fuera jefe de la Agrupación guerrillera de Levante y Aragón (A.G.L.A.). Después de Mariano, la actriz
Pilar Bardem leyó el manifiesto unitario de las asociaciones convocantes. El cantautor madrileño Luis Pastor
cerró los actos con una actuación musical.
El sentido de nuestra guerra
Cuando estalla la sublevación fascista, Mariano, con 17 años, no lo duda:
marchará voluntario a defender la causa del pueblo al frente que tiene más
próximo, la sierra de Alcubierre. Enseguida entrará en combate en el vedado
de Zuera. También trabajó en el acondicionamiento del camino que conduce
desde dicho vedado a Torralba de Aragón. Nadie mejor que Miguel Hernández para describir lo que suponía aquella contienda para aquellos jóvenes del
pueblo como Mariano: “Ha sido una existencia muy arrastrada la suya hasta
hoy. Apenas salía del vientre de su madre cuando empezaba a probar el dolor.
En cuanto ha sabido andar, ha sido arrojado al trabajo, brutal para el niño, de
la tierra. El hambre le ha mordido a diario. Los palos han abundado sobre sus
espaldas… Hoy, el aceitunero, el minero, el mulero, el labrador, que han trabajado estérilmente jornadas de catorce y dieciséis horas se juegan en esta guerra mucho más: no se trata sólo de la independencia de España. El trabajador
español se juega hoy, por todos los trabajadores del mundo, su porvenir y el de
sus hijos”. Mariano lo supo desde el primer momento. Por eso partió presto al
frente. Después de un año de combatiendo como miliciano voluntario por la
sierra de Alcubierre, Mariano es encuadrado en la 137 Brigada Mixta, integrada en la 32 División del XI Cuerpo de Ejército; Cuerpo que llegaría a mandar,
a partir de abril de 1938, Francisco Galán, hermano de Fermín, el capitán de la
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Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
Testimonios
Mariano Viñuales y Luis Maynard, envueltos en la bandera republicana, en la despedida de Manolo Benito
en el cementerio civil de Huesca.
sublevación de Jaca, verdadero referente moral y político para Mariano. ¡Con
qué veneración sacaba Mariano de su bolsito a la bandolera, en todos los actos
conmemorativos de República, las fotografías de los insignes capitanes que
siempre le acompañaban!
Herido en la batalla del Ebro
Al iniciarse la ofensiva franquista de marzo de 1938 en el frente de Aragón, la
137 Brigada recibió la orden de cubrir la orilla izquierda del Ebro en Quinto.
En dicha acción, la Brigada sufrió tantas pérdidas que hubo de retirarse por
los Monegros. Más tarde defenderá posiciones en la cuenca del Noguera Pallaresa y Segre, para participar después en la ofensiva republicana de finales
de mayo de 1938 sobre las cabezas de puente franquistas de Balaguer, Tremp,
Sort y Serós. El fracaso de estas operaciones obligó a la 137, y al resto de las
Brigadas de los Cuerpos X, XI y XVIII, a pasar a la defensiva. En sus posiciones en torno al Segre, el 4º batallón de la Brigada de Mariano recibe la orden
de incorporarse a la 37 Brigada, de la 46 División, del V Cuerpo de Ejército de
Enrique Líster, para combatir en la Batalla del Ebro. Mariano entra en combate el 9 de agosto de 1938 en la sangrienta defensa de las sierra de Pandols,
frente al ataque franquista de la 4 División de Navarra al mando del general
Camilo Alonso Vega. El calor, el polvo, el sudor, la sed y el hedor de los cadáTestimonios
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
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veres putrefactos que no se habían podido enterrar eran omnipresentes en
aquel infierno. Mariano nos comentó que en aquellas durísimas jornadas intentaba paliar su sed echándose a la boca granos de uva verde deshechos por
la metralla. Y cumple fielmente las órdenes de Modesto: “resistir, contratacar,
fortificarse y, llegado el caso, pegarse al terreno y morir”. Interviene directamente en la defensa de la importantísima posición de la Venta de Camposines, consiguiendo mantenerla en su poder desde el 18 de septiembre hasta finales de octubre. Pero el 1 de octubre, sobre las cuatro de la tarde, un vendaval
de bombas y metralla hiere a nuestro protagonista. Días antes había resultado
también herido Valentín González “el Campesino”. La bravura del jefe de la 46
División inspiró al poeta Miguel Hernández unos versos laudatorios que muy
bien hubieran podido ser escritos en honor a Mariano: “cuando perdieron tus
venas/ fuerzas con que sustentarse/ y la sangre te sonaba/ por los bolsillos,
González,/ no pediste un hospital/ como piden los cobardes,/ que pediste una
camilla/ sobre la que reclinarte/ para seguir disparando,/ mandando fuego y
coraje”. De hecho, inconsciente por las heridas sufridas, Mariano fue retirado
a un hospital de campaña, y desde allí al hospital de Reus. La gravedad de las
heridas requirió que fuese trasladado a un hospital que se había improvisado
en las instalaciones deportivas de Montjuic, que habían sido preparadas para
la Olimpiada Popular de Barcelona. En concreto, fue ingresado en lo que había sido el pabellón de Rumanía, donde permaneció hasta el 8 de diciembre.
Todavía no recuperado del todo, le concedieron un permiso de ocho días de
convalecencia en el Monasterio de Monserrat. Pero este aragonés de casta
lo rechazó y pidió su inmediato traslado al frente, reincorporándose a su 137
Brigada, que entonces estaba combatiendo en una posición cerca de Tremp,
debajo del pantano de Talarn.
La derrota y la huida a Francia: campo de Septfonds, C.T.E.
y trabajo agrícola
Inmersos ahora en la Batalla de Cataluña, sin apenas armamento ni munición, con las unidades deshechas y desorganizadas, masacrados por la aviación fascista, Mariano y sus compañeros intentan resistir los duros embates
del enemigo, una empresa que a todas luces parece imposible. En la penosa
retirada por tierras catalanas, a Mariano le pisan los talones fuerzas enemigas que él denomina “ababoles”, en alusión a la gorra roja que portaban. Eran
unidades carlistas; en concreto, el batallón de Cazadores de África, de la 150
División del general Muñoz Grandes. Lo que Mariano no podía imaginar es
que entre esas fuerzas fuera un joven alférez provisional, Luis Maynard, otro
bizarro aragonés, con el que compartiría muchos años después una sólida
148
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
Testimonios
amistad. ¡Todavía nos conmueve recordarlos abrazados a la bandera republicana en los actos de despedida de su malogrado amigo Manolo Benito en el
cementerio civil de Huesca! Mariano, como su amigo Maynard, no entendían
de sectarismos, creían en la bondad del ser humano. La búsqueda de un mundo más justo y solidario fue la bandera de Mariano; el bien, su único norte.
Un bien que, como escribiera el escritor ruso Vasili Grossman, “no está en la
naturaleza, tampoco en los sermones de los maestros religiosos ni de los profetas, no está en las doctrinas de los grandes sociólogos y líderes populares, no
está en la ética de los filósofos. Son las personas corrientes las que llevan en
sus corazones el amor por todo cuanto vive”.
Al final, masacrados y deshechos, a los combatientes republicanos de la
campaña de Cataluña no les quedó otro remedio que cruzar la frontera y refugiarse en Francia. Mariano siempre nos aseguró que la moral suya, y la de
todos sus compañeros, permanecía intacta, y que
gustosamente, de habérselo permitido, se habrían
Al final, masacrados
trasladado a la zona Centro para seguir combay deshechos, a
tiendo. Pero eso no fue posible. Entre el 12 y 13 de
febrero de 1939, Mariano pasa a Francia por Prats
los combatientes
de Molló. Poco tiempo después es internado en el
republicanos de
campo de concentración de Septfonds, el mismo
la campaña de
en el que también fue internado otro ilustre luchador antifascista aragonés, Mariano Constante.
Cataluña no les
Desde Septfonds, Mariano Viñuales saldrá muy
quedó otro remedio
pronto a trabajar, formando parte de una Compaque cruzar la frontera.
ñía de Trabajadores Extranjeros, en unas obras de
contención en el cauce del río Tarn-et-Garonne.
Allí permaneció trabajando durante seis meses.
El mismo día en que regresó a Septfonds tras concluir los trabajos en el río,
Mariano fue contratado para las labores del campo por un agricultor francés.
Con él estuvo hasta 1943.
En la Resistencia
Pero la Francia de Vichy, al dictado de Hitler, empezó a encuadrar la mano de
obra en los llamados Grupos de Trabajadores Extranjeros. Y cuando a nuestro protagonista se le retira la carta de identidad y se le conmina a enrolarse
en el G.T.E. nº 533, decide que ha llegado el momento de integrarse plenamente en la Resistencia. Se traslada a la región de Las Landas, donde desarrolla diferentes trabajos que no son, en realidad, más que una tapadera, para su
verdadera tarea: combatir a los ocupantes nazis y a los colaboradores franceTestimonios
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
149
ses. Huelga comentar los peligros de esta nueva empresa. Viajando en cierta
ocasión en el tren de Burdeos a Hendaya, varios miembros de la Gestapo le
piden a Mariano su documentación. Su final parece inminente. En la próxima
parada, sería bajado del tren y entregado a la Gestapo para su arresto y… Pero
Mariano no se da por vencido. Antes de que el tren se detuviese, se lanzó por
una ventana, escapando de sus captores. Con el cuerpo molido por los golpes,
anduvo escondido por el bosque durante bastantes días. Al final se encontró
con un grupo de carboneros de la zona de Foix, en el departamento del Ariège,
que también pertenecían a la Resistencia. Con ellos participaría en diversos
actos de sabotaje contra los ocupantes alemanes.
Los maquis y la invasión del valle de Arán
Con la liberación de Francia el tiempo del maquis español había pasado: sus
miembros deberían elegir entre seguir en las unidades francesas o reintegrarse en la vida civil. Pero es entonces cuando el binomio PCE-Unión Nacional
organiza una estrategia de acción guerrillera en el interior de España con vistas a articularla con acciones políticas de masas que condujeran a una insurrección popular. Así, en el mes de octubre y primeras semanas de noviembre
de 1944, unos cuatro mil guerrilleros encuadrados en 12 brigadas, mandadas
por el coronel de las Fuerzas Francesas del Interior (F.F.I.) Vicente López Tovar, cruzaron la frontera pirenaica en la popularmente conocida como Invasión del valle de Arán. Mariano será uno de esos guerrilleros que se infiltraron
en España. El 12 de octubre de 1944 pasará, junto a otros compañeros, bajo
el mando del comandante José Cortés, por Somport, descendiendo después
por el río Aragón Subordán, pasando por Aguas Tuertas, Selva de Oza, Boca
del Infierno, Siresa, Echo… El pequeño grupo de Mariano llegó a la zona de
las Cinco Villas, pasando por El Frago, Las Pedrosas, Castejón de Valdejasa,
Luna, Tauste, Gurrea, Alcalá de Gurrea, Almudévar, Santa Quiteria… Después
de varias semanas de deambular por el monte con otro compañero, sin poder contactar con ningún enlace ni con gente dispuesta a continuar la lucha,
agotado y hambriento, Mariano decide acercarse a su pueblo natal, Huerto.
Allí será detenido por una pareja de guardias civiles, vestidos de paisano, del
cuartel de Sesa.
Consejos de Guerra y prisiones
Lo conducen prisionero a Huesca, y desde allí es trasladado a la prisión zaragozana de Torrero, donde permaneció en régimen de prisión incomunicada
durante seis meses a la espera del juicio. El 19 de mayo de 1945 se celebró en
150
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
Testimonios
Mariano Viñuales y Luis Maynard con Jesús Inglada.
Zaragoza el consejo de guerra en el que fue juzgado Mariano y otros nueve
guerrilleros. Mariano y siete más fueron condenados a 12 años y un día de
reclusión menor por el delito de rebelión militar. Los otros dos guerrilleros
fueron condenados a la pena de 14 años por su condición de sargentos. El 23
de septiembre de 1945 se le vuelve a instruir a Mariano una nueva causa por
su actuación “durante el periodo rojo” que fue sobreseída. De cualquier forma, Mariano estará en la prisión de Torrero desde noviembre de 1944 hasta
noviembre-diciembre de 1945. De allí fue trasladado al penal de San Miguel
de los Reyes, en Valencia, donde permanecerá encarcelado hasta el 16 de julio
de 1950.
Desde julio de 1936 hasta julio de 1950, catorce años, Mariano no conocerá
otra cosa que guerra, campos de concentración y prisiones. Después, con el
estigma del vencido, tuvo que abrirse camino en aquella cruel España. Trabajó a lomo caliente en diversas empresas dedicadas a la construcción de canales, acequias y otras obras de infraestructura hidráulica, sintiendo siempre
en la nuca el aliento de las fuerzas policiales franquistas. Pese a todo, nunca
abandonó su compromiso con la lucha del pueblo trabajador. Siguió combatiendo contra la dictadura en la clandestinidad. Pese a los sufrimientos padecidos, nunca se arrepintió del camino elegido ni jamás mostró resentimiento ni odio. Se casó en Marcén (Huesca) con Carmen Abós Fontán, con la que
Testimonios
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
151
tuvo dos hijas, Carmen y Olga. Trabajó duramente para que a su familia no le
faltase nada y sus hijas pudiesen estudiar, algo que a él le fue negado.
Luz de la izquierda para unos tiempos sombríos
Pero Mariano no era un hombre del pasado resignado a rememorar sus antiguas batallas. Era un hombre del presente que seguía plenamente la actualidad, y que desde su sindicato y partido, participaba activamente en la acción política, en el más noble sentido de la palabra. Llegado el momento, se
indignaba, protestaba, se manifestaba y estampaba su firma, siempre que le
era requerida, en cuantos pliegos, manifiestos y memoriales se suscitaban
en apoyo de las justas causas del pueblo. Todas las semanas visitaba a quien
esto suscribe, su vecino del quinto, para charlar un rato y hacerme un certero
repaso de la actualidad. Le generaban sufrimiento
la pobreza en el mundo, los gastos desorbitados en
Mariano vivió
armamento, la explotación del trabajo infantil en
siempre en un estado tantos países, la intolerancia religiosa, los millones
de parados en España, los inhumanos desahucios,
de eterna y sana
los recortes en Sanidad y Educación, la manipularebelión. Soñaba
ción informativa, la desafección ciudadana por la
política, los desafueros de la banca, la falta de hocon la III República
rizonte de nuestros jóvenes, los emigrantes hamcomo el espacio
brientos rebuscando en nuestros contenedores de
desde el que construir basura, el gran cementerio de los desheredados
del Tercer Mundo en que se está convirtiendo el
nuevas alternativas
Mediterráneo… Y le indignaba sobremanera la copara el siglo XXI
rrupción. Una y otra vez me manifestaba su indignación por los grandes escándalos de corrupción
en España, como el caso Bárcenas, Gürtel, los ERE
andaluces y el caso que salpica al propio yerno del Rey, el conocido como caso
Nóos o caso Urdangarín. No se olvidaba tampoco de la ignominia de la “amnistía fiscal”, el caso Malaya, Palma Arena, Palau de la Música, Pokémon, Baltar, ITV, Pretoria, Brugal,…
Cuando lo visité en la habitación del hospital San Jorge de Huesca la tarde-noche del domingo 13 de octubre, nunca pensé que había llegado la hora
de la despedida. Mientras su hija Carmen salía en busca de la ayuda del personal médico ante un súbito empeoramiento de su estado de salud, y me quedé
a solas con este gran amigo, al que tanto debo, en lo que fueron los últimos
estertores de una vida tan plena, no pude por menos que pensar, en medio
de la tristeza profunda que me embargaba, en aquel poeta del pueblo, solda152
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
Testimonios
do voluntario de la República como Mariano, su querido Miguel Hernández,
cuando escribiera los versos que bien pudieran ser el epitafio de nuestro amado compañero: “Aquí estoy para vivir/ mientras el alma me suene,/ y aquí estoy para morir,/ cuando la hora me llegue,/ en los veneros del pueblo/ desde
ahora y desde siempre./ Varios tragos es la vida/ y un solo trago es la muerte”.
Mariano vivió siempre en un estado de eterna y sana rebelión. Soñaba con
la III República como el espacio desde el que construir nuevas alternativas
para el siglo XXI. Con la muerte de este hacedor de sueños, de este tejedor de
esperanzas, de esta luz brillante en la penumbra de estos tiempos sombríos,
nos hemos muerto todos un poco. Descansa en paz, amigo.
¡Querido amigo Mariano: te has erigido, por derecho propio, en luminaria
de todos nosotros, en luz de la izquierda, en tejedor de esperanzas, en hacedor
de sueños! Tras tu partida, un profundo sentimiento de orfandad nos abate, si
bien nos consuela pensar, como dijera el poeta, “que eres de los muertos que
crecen y se agrandan/ aunque el tiempo devaste tu gigante esqueleto”. Consagraste tu vida a un continuo batallar contra las injusticias. Te impusiste, como
una especie de imperativo moral, la tarea de dar testimonio de las atrocidades
del fascismo. Nunca faltaste en ningún acto reivindicativo o conmemorativo
de las luchas de la clase trabajadora. Transmitiste tus experiencias a los alumnos desplazándote a los Institutos, o acompañándolos en viajes a los escenarios de nuestra incivil contienda. Hasta el último día de tu vida reivindicaste
la República como el espacio de libertad desde el que construir nuevas alternativas ciudadanas. Un fatídico 13 de octubre la Parca te secuestró. Un poeta
del pueblo, soldado voluntario de la República como tú, Miguel Hernández,
escribió lo que muy bien pudo ser tu último pensamiento: “Aquí estoy para
vivir/ mientras el alma me suene,/ y aquí estoy para morir,/ cuando la hora
me llegue,/ en los veneros del pueblo/ desde ahora y desde siempre./ Varios
tragos es la vida/ y un solo trago es la muerte”.
Cuando primero España y después casi todas las naciones de Europa yacían exangües víctimas de la barbarie fascista, no dudaste en ofrendar tu generoso esfuerzo para reanimarlas. Sobre tu dolor y sufrimiento, y el de todos
tus compañeros de lucha, fue renaciendo la esperanza en medio de la devastación. El sudor y la sangre que derramaste fueron la savia que ha vivificado la
existencia de los que vinimos más tarde. Y el recordatorio permanente de los
peligros que acechan detrás de las intolerancias, “porque el vientre de donde
surgió la bestia inmunda, todavía es fecundo”. Tu sacrificio en defensa de la
libertad, la justicia y la dignidad humana no caerá en el olvido. Tu recuerdo
nos acompañará siempre.
Testimonios
Jesús Inglada Atarés // Mariano Viñuales. El último guerrillero
153
Los españoles
en la resistencia
de Bretaña
Gabrielle García
te s ti m o n io s
Este trabajo es parte de un capítulo del libro Plaza de los republicanos españoles. Testimonios de exiliados en Bretaña, de próxima aparición en la colección
Es un decir de la Editorial Comuniter. Su autora es Gabrielle Garcia, hija
de un combatiente republicano exiliado en Francia tras la derrota de 1939,
casado con una ciudadana francesa, que no volvió a España. El punto de partida fue la recogida de testimonios de los supervivientes que rehicieron sus
vidas en Bretaña, que era su ámbito familiar y social más próximo. A partir de
ahí reconstruye la trayectoria de aquellas gentes desde los campos de concentración a la Resistencia; de las cárceles a la Liberación, y la lucha posterior por la libertad de España, hasta su muerte en el exilio, en muchos casos.
La autora habla en primera persona y narra su itinerario en la reconstrucción
de la memoria, mientras va dando la palabra a unos y a otros.
E
***
vocar el papel de los republicanos españoles en la Resistencia no
era algo sencillo para alguien que, como era mi caso, poseía escasos
datos sobre el tema. Sin embargo, hubo algunos elementos que me
permitieron llevar a buen término este capítulo.
En primer lugar, conté con la inestimable ayuda de Fabien Garrido. Siguiendo la trayectoria de su padre, Ramón Garrido, miembro de la Resistencia, así como de la Organización Clandestina Española de la Zona Ocupada,
conseguí concretar cómo fue la gestación del movimiento, el desarrollo y
la lucha de los republicanos españoles en la zona ocupada. Ramón Garrido,
que ocupó un cargo correspondiente al grado de capitán de FTP1, organizó
los primeros grupos armados en Bretaña. Fue deportado a Dachau. Su hijo,
que lleva a cabo diversas investigaciones sobre el papel de los españoles en
la Resistencia, me transmitió, «en aras de la Memoria», los resultados de su
trabajo. Sus investigaciones no son las de un historiador, sino las de un investigador escrupuloso cuyas conclusiones son totalmente fiables.
Testimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
155
La segunda razón por la que he podido proseguir y profundizar en este
asunto, es por haber tenido la oportunidad de poner caras a los nombres. El
listado de prisioneros españoles encarcelados en 1944, en la prisión Jacques
Cartier de Rennes, examinado en el Archivo Provincial de Ille et Vilaine, habría permanecido anónimo de no ser por la ayuda de Frutos Arribas y de Waldo Salvarrey. Por una parte, Frutos me entregó los documentos de su padre2,
miembro de la Resistencia deportado. Waldo, por su lado, me suministró información sobre tantos españoles que vio pasar por casa de sus padres, en
el número 8 de la calle Gaillon, de Rennes, durante la ocupación. Su padre,
Marcos Salvarrey, era, en efecto, tesorero de la organización de la Resistencia
española en Ille et Vilaine cuando Pedro Flores fue arrestado por la Gestapo,
el 23 de marzo de 1944.
Las investigaciones llevadas a cabo por Claudine Allende Santa Cruz, hija
de Lucas Allende Santa Cruz3, me han permitido averiguar mucho más acerca de la red de resistentes españoles que operaban en el departamento de Finistère. Sus pesquisas le condujeron hasta los hijos y los nietos de aquellos
guerrilleros, quienes, con emoción y orgullo, por la transmisión de la memoria, le entregaron sus archivos personales.
Por todo ello, este capítulo que trata sobre la lucha de los republicanos españoles en la Resistencia en Bretaña, es el resultado de un trabajo colectivo.
Asimismo, la amistad y el apoyo de Guy Faisant, presidente de la ANACR y
secretario general del Comité de Coordinación de los Movimientos de Resistencia en Ille et Vilaine, han sido de un valor inestimable. Su interés y admiración por los republicanos españoles son inquebrantables.
156
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
Testimonios
Retomar las armas
Con la derrota de Francia y el comienzo de la ocupación alemana, muchos
refugiados españoles experimentaron un profundo desconcierto. El éxodo
de muchos dirigentes políticos había hecho resurgir las querellas que habían
resquebrajado la unidad de los republicanos en el transcurso de la guerra de
España. Así pues, en un primer momento, no hubo una posición común en la
lucha contra el ocupante.
No obstante, el sentimiento antifascista era general por lo que, una vez
superada una primera etapa de desorientación y a pesar de su estado moral
y material, los republicanos españoles retomaron las armas. Y lo hicieron de
diversas maneras. Los socialistas ingresaron en la Resistencia, a menudo a
título individual, así como numerosos anarquistas. En cuanto al PCE4, fue
el único movimiento político español en entrar, en tanto que tal y de forma
absoluta, en la Resistencia; eso sí, tras la rotura del pacto germano-soviético
por la invasión de la Unión Soviética por las fuerzas de Hitler. A partir de entonces impulsó un movimiento unitario, la Unión Nacional Española, que favoreció la implicación de los republicanos españoles en la Resistencia.
Reorganización y primeras adhesiones
¿Qué había sido de la dirección del PCE, refugiada en Francia desde 1939? La
respuesta es que empezó a salir de allí hacia Moscú, México, Cuba o Santo
Domingo, nada más llegar, en un goteo constante. En agosto del 39 se hace público el pacto germano-soviético y el gobierno de la República Francesa ilegaliza al Partido Comunista Francés y persigue las actividades de otros partidos
comunistas europeos cuyos dirigentes se habían refugiado en Francia. Pocos
días después Hitler invade Polonia y comienza la guerra. La Internacional
Comunista (Komintern) da la orden de repliegue y se ejecuta con toda rapidez. No quedan en Francia dirigentes del primer nivel, excepto Francisco Antón al que cazan indocumentado y encierran en el campo de Vernet. (No será
expedido a Moscú tras gestiones soviéticas, en el marco del acuerdo con Hitler, hasta que ese campo no pase a control alemán). A Moscú marcha la mayoría del Buró Político y un elevado número de cuadros seleccionados (hasta
2.000 según algún autor, entre ellos todos los jefes militares de relieve). Al
frente del partido en Francia queda Carmen de Pedro, joven con escasa experiencia política. De la JSU se queda Manuel Azcárate, hijo del diplomático
republicano Pablo de Azcárate. De Pedro se apoyará en Jesús Monzón, que
fue responsable del PCE en Navarra y, durante la guerra, gobernador civil de
Cuenca y Castellón, que no es seleccionado para ir a la URSS. ¿Y qué fue de
Testimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
157
los militantes comunistas desperdigados por toda Francia, que no habían podido salir a otro destino? Sospechosos a los ojos del resto de organizaciones
del exilio, sin comunicación con sus dirigentes, fueron organizándose para
sobrevivir hasta que la invasión de la URSS el año 1941 y el cambio de política
de la Komintern (abandona la denuncia del imperialismo anglo-francés con
apoyo a la Alemania de Hitler y vuelve a pedir la unidad de fuerzas antifascistas), los situó de nuevo en primera línea de la lucha contra el fascismo5.
En agosto de 1940, José Miret publicó en París un manifiesto apelando a la
resistencia contra el ocupante. En octubre de ese mismo año, tuvo lugar en el
campo de internamiento de Argelès una importante reunión clandestina de
militantes comunistas. En ella se dieron cita los delegados de los principales
campos de internamiento y de las organizaciones externas. Tras examinar
detenidamente la situación política y militar, se tomaron una serie de decisiones, entre ellas, la de luchar al lado del pueblo francés contra el régimen de
Vichy y contra el ocupante nazi.
Actividad de los españoles en la Zona Ocupada, año 1941
Esta etapa constituye una fase de movilización y de organización, en la que
priman las actividades de propaganda y de reclutamiento. Destaca la puesta
en marcha de una imprenta en Villejuif, en los alrededores de París, donde
se imprimían regularmente cinco periódicos en español o en catalán, entre
ellos «Reconquista de España», así como diversos panfletos y publicaciones
de la Resistencia polaca.
Pero muy pronto se puso sobre la mesa la cuestión de la lucha armada.
Lise London evoca aquel verano de 1941:
Yo estaba en contacto con el Partido Comunista de España, que permanecía
bien estructurado y conservaba su autonomía en suelo francés. Mi misión era
la de servir de enlace con uno de sus dirigentes, que no conocía: el camarada
Emilio Nadal Gómez. Cada vez que contactaba con él, me insistía en que transmitiera a la dirección del Partido Comunista Francés el deseo de los comunistas
españoles de unirse lo antes posible a la resistencia armada, engrosando así las
filas y potenciando las operaciones de la Organización Especial6. Yo le hice
saber que dicha cuestión estaba en el orden del día. En el transcurso de nuestro
último encuentro, en un rincón del parque Montsouris, en París, le transmití la
tan esperada directiva del PCF: la puesta en marcha de la lucha armada. Debía,
por ello, dar parte a las organizaciones del PCE, movilizarlas y seleccionar a
los mejores militantes con el fin de integrarlos en los grupos FTP que se estaban
creando.
158
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
Testimonios
A raíz de este encuentro, Emilio Nadal se entrevistó con el coronel Jules
Dumont, antiguo voluntario de la 14ª Brigada Internacional. Nadal hizo venir
de Burdeos a Antonio Buitrago, antiguo Jefe de Estado Mayor del 14º Cuerpo
del Ejército de la República en España. Por su parte, José Miret puso a disposición de Jules Dumont a su hermano Conrado, antiguo comandante del
Ejército de la República, quien, poco después, se convertiría en el primer responsable de los grupos armados de la OS-MOI7 de París y su región. Bajo el
impulso de José Miret, en 1941 y 1942 fueron creados numerosos triángulos
clandestinos en los grandes puertos de la fachada atlántica (Brest, Lorient,
St. Nazaire), así como en varias ciudades de provincia (Rennes, Le Mans,…),
allá donde estaban implantadas las CTE. A través de dicha organización clandestina, diversos grupos especiales llevarían a cabo, con escasos medios materiales, los primeros sabotajes contra instalaciones ferroviarias, de telecomunicaciones y de distribución de energía.
Conviene aclarar que en la Zona Ocupada nunca existió un auténtico Estado Mayor de guerrilleros autónomo, como sucedía en el sur. La dirección
política, desde París, organizaba y controlaba directamente la lucha armada,
nombrando en su seno a un delegado militar.
La andadura de Ramón Garrido en Bretaña y las primeras
acciones armadas
Varios españoles de la base submarina de Brest ingresaron en la Resistencia,
algunos después de evadirse como fue el caso de Ramón Garrido o de Antonio
Muñoz Zamora. Desde muy pronto, en el seno de las CTE/GTE presentes en
las bases submarinas del Atlántico, se desarrolló una sólida organización política clandestina. Dicha organización está en el origen del desarrollo de la Resistencia española en Bretaña. Ramón Garrido fue uno de sus protagonistas.
El 30 de julio de 1941, la 211ª CTE, a la cual pertenecía, fue entregada a
los alemanes por los gendarmes franceses y trasladada a Brest. Los detenidos
españoles trabajarían en adelante para la Organización Todt, en la construcción de la base de submarinos. Ramón Garrido, recluido en el campo de Saint
Pierre Quilbignon8, se convirtió en su responsable clandestino. Organizó
simultáneamente los primeros grupos armados españoles de Brest y se encargó de difundir octavillas en francés entre la población local. En enero de
1942, la dirección del PCE le dio orden de evadirse y dirigirse a la ciudad de
Lorient, teniendo como misión asumir la responsabilidad del trabajo político
entre los españoles de esta ciudad y estructurar la organización clandestina
de la Resistencia. Hace poco, su hijo Fabien halló por azar una libretita negra
Testimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
159
con notas escritas por su padre en las jornadas que siguieron a su evasión.
Dichos apuntes dan testimonio de las terribles dificultades materiales que
conocieron los refugiados españoles sin papeles ni trabajo durante la Ocupación. Comienzan así:
Hoy, 14 de enero de 1942, paso la jornada en Lorient. Hace un frío horrible. No se puede ni andar por la calle. He hecho el viaje desde Brest sin documentación. Si un gendarme me lo llega a pedir, estoy perdido. Esta mañana no
ha aparecido mi contacto. Tengo que esperar a que salga del trabajo, hasta las
19 horas. Hoy no he comido nada, puesto que no tengo tiques, y no me puedo
arriesgar, pues no tengo documentación. Son las dos y tengo hambre, hambre
con mayúsculas. ¿Qué estará pasando en este momento en mi casa? (nota: en
El Grove, Galicia) No creo que naden en la abundancia, pero estoy seguro de
que no tienen tanta hambre como yo. Pero ¿qué le vamos a hacer? Ya vendrán
tiempos mejores. Por ahora, esto es una vida de perros, no de hombres.
El 17 de enero, ha de regresar a Brest. Para ello toma un tren con transbordo en Quimper. Al llegar a esta ciudad, todo lo que tenía era 40 Fr. (el equivalente a menos de diez euros actuales). Escribe:
Con este dinero, tengo que pasar la tarde y cenar. Cansado, después de deambular por la ciudad, entro en un bar a tomar unos vinos y unas galletas que me
he comprado. Me quedan unos veinte francos, así que me quedo sin cenar. Llego
a Brest hacia las veintitrés horas. Duermo en casa de Jeanne (podría tratarse
de Jeanne Goasguen, militante del PCF, detenida unas semanas después). A
principios de febrero de 1942, escribe:
A día de hoy, no he encontrado solución a mis problemas. Me he dirigido a
varias empresas en busca de trabajo. Y ya sea porque no tienen ninguna obra
en marcha, ya sea porque no tengo papeles de identidad, el caso es que aún no
he encontrado trabajo. ¿Hasta cuándo va a durar esto? El 3 de febrero, voy a
Quimperlé. Tras haber visitado varias empresas, una de ellas me dice que me
presente en la obra al día siguiente. El 4 de febrero, me presento en la obra que
tienen en el campo de aviación. Esta empresa tiene dos inconvenientes: hay que
dormir en el campo (lo cual no facilitaba la actividad clandestina, que solía
realizarse durante la noche) y pagan muy poco. Por desgracia, no tengo elección. Tengo frío y hambre. El 19 de febrero, me notifican que no puedo seguir
trabajando en la empresa porque soy un «rojo». He ido a ver al ingeniero, quien
me ha dicho que continúe trabajando. Hoy, 2 de marzo, a la hora del almuerzo,
mientras los trabajadores franceses comen panceta y mantequilla en abundancia, yo tengo que conformarme con un trozo de pan y margarina. Y lo más triste
es que eso es todo lo que tengo para pasar el día. Estoy condenado a morir de
hambre en este país.
160
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
Testimonios
En Lorient, Ramón Garrido se alojó en el número 73 de la calle Ratier,
con Íñigo Portillo Pastheuros. A la vez que responsable de los grupos de Brest
-ambas ciudades pertenecían al mismo sector operativo de la organizaciónse encargó de la formación de los primeros grupos de combate y de sabotaje,
en coordinación con Jean Louis Primas, antiguo combatiente de las Brigadas
Internacionales.9 Así, a finales de febrero de 1942, se habían constituido más
de una veintena de grupos de acción, españoles y franceses.
Los grupos de acción y las detenciones de junio y julio de 1942 La movilidad entre los dirigentes era notable, tanto por razones preventivas,
como a consecuencia de detenciones. En enero de 1942, José Miret Musté
envió a Rafael Salazar (alias Rafael Laborda o Juan García) a Bretaña para
dirigir la organización española. Ramón Garrido, su sucesor a partir de julio
de 1942, estableció contacto, desde Saint-Malo, con los deportados en las islas de Jersey y Guernesey. En Rennes, por su parte, estaban Juan Montero,
llamado Domínguez, y Joaquín Barrio, como responsables en la ciudad.
A partir del 15 de marzo de 1942, las acciones contra el ocupante se multiplicaron notablemente. Uno de sus principales objetivos eran las fuentes
de energía. En Rennes, los transformadores eléctricos del Puente de Alma
fueron destruidos. El 15 de marzo, más de diez transformadores y distribuidores eléctricos quedaron fuera de servicio en la ciudad de Lorient y sus alrededores.
La formación de los grupos de acción era algo real. En sus memorias, Antonio Muñoz Zamora rememora las circunstancias de su ingreso en la Resistencia. Durante el verano de 1942, dos meses después de su evasión del
campo Montbarey, de Brest, consiguió, gracias a un amigo, papeles falsos y
un empleo en el arsenal de Brest, esta vez como trabajador libre. Contratado
como carpintero por una empresa francesa, cada día se dirigía a un edificio
situado cerca de la base submarina. Durante meses, Antonio Muñoz Zamora se encargó de distribuir por la base octavillas antifascistas. Se trataba del
“Llamamiento a la Resistencia” elaborado por el Partido Comunista Francés.
Cierto día de aquel verano de 1942, Antonio Muñoz Zamora cruzó el umbral de un pequeño taller de zapatero, en Brest. En su interior, se encontraba
un joven sentado en una banqueta. Estaba concentrado en la reparación de
un viejo zapato de cuero. Tendría más o menos su edad. Antonio Muñoz reconoció enseguida a Antonio Moreno10, jefe de los grupos armados en Brest,
de quien Armengol le había hecho una descripción exacta. Tras unos instanTestimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
161
tes de cautela, durante los cuales el «zapatero comunista» se aseguró de las
intenciones del recién llegado, admitió a Antonio Muñoz en sus filas. Su primer trabajo consistió en cortar la línea telefónica de una empresa alemana
de carpintería metálica. Antonio Muñoz precisa que, cuando los españoles
debían ocuparse de los cables telefónicos, Antonio Moreno, que conocía los
puntos vitales de la línea, detallaba al milímetro los golpes que debían darse. Los franceses de la Resistencia les proporcionaban la información y ellos
actuaban.
En junio de 1942 la policía inició en París la gran ofensiva (3ª Sección de
Informes Generales) contra los miembros españoles de la Resistencia. Para
ello, llevó a cabo una vigilancia exhaustiva. Lo esencial era localizar el domicilio de los combatientes clandestinos. El 27 de junio de 1942, al alba, comenzaron los arrestos. En total, hubo 42 detenciones en París. Su dirigente, José
Miret Musté, que pernoctaba la noche del 26 al 27 de junio en casa de Luis
y Montserrat Marrase11, escapó de la redada por los pelos. En provincias, los
envíos urgentes de paquetes que contenían prensa clandestina, detectados
los días 13 y 20 de junio en diferentes estaciones parisinas, y su seguimiento
por parte de la policía, fueron la causa de numerosas detenciones del 27 de
junio en adelante. Fabien Garrido nos lo explica:
El seguimiento de los paquetes de propaganda, enviados desde París con
destino a la estación de Nantes, se tradujo en numerosas detenciones en todo
el departamento de Loire Inférieure. Efectivamente, a raíz de un fallo en las
medidas de seguridad de la organización, la policía se enteró del estado de sus
contribuciones y de sus efectivos. A pesar de los códigos utilizados y de que los
militantes no aparecieran mencionados más que por su número de matrícula,
la policía intentó recrear un organigrama de la organización. Dicho organigrama estaba formado por triángulos, compuestos por tres clandestinos, y en cada
célula, un responsable en contacto con el escalafón inmediatamente superior.
Esta organización parece a simple vista completa, pero encierra numerosos
errores en la composición de los triángulos. Tuve la ocasión de entrevistarme
con dos supervivientes de la organización: Juan Escuer, durante mucho tiempo
presidente de honor de la Amical de Mauthausen en Barcelona, y Thomas Urbiztondo, superviviente de Buchenwald.
El error más flagrante tiene que ver con Alfredo Gómez Ollero, que figura
en el organigrama de la policía como responsable de triángulo, mientras que
en realidad se trataba de un responsable militar español del departamento de
Loire Inférieure. Entregado a los alemanes, juzgado por un tribunal militar
nazi, será fusilado en Nantes junto a cuatro camaradas españoles el 13 de febrero de 194312.
162
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
Testimonios
El organigrama de la policía comprendía 79 militantes censados por su
número de matrícula secreta. De todos ellos, 43 fueron arrestados, mientras
que otros 13, igualmente identificados, pudieron huir. El resto de militantes
no fueron identificados. La represión fue feroz en Loire Inférieure. De los 72
españoles de los que tengo información, 21 fueron deportados a los campos de
concentración nazis; 5 fueron fusilados el 13 de febrero de 1943 en Nantes; a
uno lo dispararon en el transcurso de su traslado de La Rochelle a Nantes; otros
siete fueron fusilados el 27 de junio de 1944 en el bosque de Saint Sauvant, junto
a Poitiers… A punto de ser detenido, Ramón Garrido huyó de Lorient el 17 de
julio y se refugió en París, y más tarde en Rennes, donde permaneció durante
seis meses, en el número 20 de la calle Lobineau. Allí se hizo con papeles falsos,
concretamente un certificado de nacionalidad, con el nombre de León Carrero
Mestre (en honor a su abuela, Leonor Carrero Mestre). Ramón Garrido, que se
convirtió en «Permanente» de la organización bajo el seudónimo de León Carrero, era por entonces el responsable de los militantes españoles de cinco departamentos: Finistère, Côtes du Nord ( hoy Côtes d’ Armor), Morbihan, Sarthe
y Loire Inférieure, lo que suma un total de 450 miembros.
Por la misma época, Rafael Salazar, responsable regional, tuvo que marcharse de Rennes y dirigirse a Tours, donde tomó la identidad de Rafael Laborda.
Del mismo modo, Joaquín Barrio se fue a París bajo el nombre de Ricardo
Díaz. Eusebio Rojo fue interceptado en la estación de Rennes cuando se disponía a recoger un paquete de propaganda. En cuanto a Francisco Garzón
Trapero, fue detenido a la salida del campo de aviación de Saint-Jacques,
donde trabajaba. Francisco Garzón estaba en posesión de explosivos procedentes del campo de aviación. ¿Acaso alguien lo había denunciado? Eso fue lo
que oyó decir su hijo mayor. Nos aclara:
Mis padres se habían conocido en el campo de aviación de Saint-Jacques
cuando mi madre, francesa, iba a llevar víveres y correo a los obreros que trabajaban en las pistas. Mi padre nunca me habló de sus actividades en la Resistencia. Fue con motivo de la muerte de mi abuelo, en 1952, cuando me enteré de
ciertas cosas. Entre otras, y esto ha sido confirmado por otras personas, que mi
padre había sido denunciado por un comerciante del barrio. En aquella época,
toda mi familia, abuelos, tías y tíos vivían en el Foyer Rennais13, cerca de la calle
de Nantes. Mi abuela me contó que su marido también estuvo a punto en varias
ocasiones de caer en manos de los alemanes. En el jardín había armas escondidas. Mi abuela afirmó entonces que si mi padre, Francisco Garzón, había ido a
la cárcel, había sido a causa de ese comerciante. Puede que se hubiera percatado de las actividades de mi padre, o puede que le hubieran tirado un poco de
Testimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
163
la lengua, sea como fuere, mi padre, que por entonces vivía en el Foyer Rennais,
con su compañera y sus futuros suegros, fue detenido y enviado a la prisión de
Fresnes.
Francisco Garzón había sido perfectamente identificado por la Policía, ya
que en su organigrama del mes de julio de 1942, lo citan como «correo regional», seguido de la letra A (arrêté, arrestado). Pasó dieciocho meses en la
prisión de Fresnes. ¿Acaso lo juzgaron? ¿Cómo puede ser que se encontrara
entre los condenados por derecho común? No tenemos ningún documento
relativo a esto. Su hijo mayor había comentado lo siguiente:
Fue mi madre quien me dijo que habían sido mezclados con los internos de
derecho común, a pesar de ser presos políticos. Ya que mi padre no era el único
español en Fresnes, había otros. En la cárcel, habían fabricado un ajedrez con
pequeños trozos de madera y de cartón. Allí uno se vuelve ingenioso.
En el entorno de los antiguos miembros españoles de la Resistencia, Waldo Salvarrey oía hablar de Francisco Garzón. Nos transmite lo que se comentaba:
Durante el traslado de Francisco Garzón de Rennes hacia París, hubo una
parada en Le Mans. Allí, bajó del tren y fue conducido a un despacho de la estación. Francisco Garzón aprovechó un instante en que se quedó solo en la ha164
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
Testimonios
bitación para apoderarse de su acta de acusación, que habían dejado sobre la
mesa. Dicho documento le condenaba y le deportaba a Alemania. Acto seguido,
Francisco Garzón se lo tragó. Al llegar a París, los alemanes no sabían a qué
pena había sido condenado. En ocasiones, uno podría pensar en que eran bastante lerdos.
Al cabo de dieciocho meses en la prisión de Fresnes, Francisco Garzón fue
deportado a Alemania, pero consiguió fugarse arrancando el suelo del vagón
en el cual iba encerrado con sus camaradas. Dicho episodio me fue confirmado por su hijo, que precisó: “Su fuga debió de producirse por la zona de Vitry
Le François. Pudieron escapar varios de ellos.”
Durante la redada de junio de 1942, las detenciones en Rennes fueron muy
limitadas, de modo que pronto hubo una nueva dirección. Es entonces cuando aparece Pedro Flores Cano, futuro jefe de grupos armados FFI-FTP, que,
dos años más tarde, será ejecutado por los alemanes. Todo parece indicar
que cuando Francisco Garzón es detenido, Pedro Flores ya estaba en activo
en los GE (Grupos Especiales), encargados de acciones armadas. En un informe de Louis Pétri14, aparece citado junto con Antonio Barrio Urez: «Los
primeros grupos de resistencia de la UNE fueron creados y organizados en
Testimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
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Bretaña a principios del mes de abril de 1942, bajo la dirección de los responsables Antonio Barrio Urez15 y Pedro Flores Cano.»
Cuando se produjo la redada, Pedro Flores Cano trabajaba en el campo
de aviación de Saint Jacques. ¿Conocía ya entonces a Francisco Garzón? Es
muy probable que sí. Más allá de que trabajaran juntos, en la misma época,
en el campo de aviación, (nota: Pedro Flores fue contratado en Saint Jacques en noviembre de 1941), ambos eran originarios de la provincia de Jaén.
Francisco Garzón había nacido en 1912 en Vilches16. Pedro Flores Cano, por
su parte, vino al mundo en La Carolina, más concretamente en Las Navas de
Tolosa, el 20 de febrero de 1917.
La redada de noviembre de 1942 en París
Esta segunda redada del año 1942 fue igualmente severa, ya que decapitó la
dirección de la Resistencia española en la zona ocupada. Nos lo aclara Fabien
Garrido:
El personaje principal al que apuntaban todas las pesquisas, en los meses
de octubre y noviembre de 1942, era Francisco Perramón, antiguo responsable
de Burdeos y de la región suroeste de Francia. Había llegado a París tras las
detenciones de junio para asumir el cargo de secretario de la organización. La
Policía llevó a cabo el mismo sistema de seguimiento aplicado en junio: la prioridad era localizar el paradero de los miembros de la Resistencia. En el caso
que nos ocupa, los principales hilos conductores partieron del lugar donde se
alojaba Perramón17. Este fue objeto de 15 seguimientos en octubre y de otros 13
en noviembre, hasta su detención el 30 de ese mes. Aquel día, Perramón recibió
a Miret Musté a las nueve. Una hora después, mantuvo un encuentro con los
susodichos Carrero y Laborda en un café situado en la esquina de la calle de la
Gaîté con el bulevar Edgar Quinet, cerca de la estación de Montparnasse. Por
primera vez figuraba el nombre de León Carrero en un informe de la Policía.
Hasta entonces, no había sido ni localizado, ni identificado.
La detención de León Carrero, totalmente desconocido por los servicios de
la policía, fue muy desafortunada. Había venido a París a dar parte de las actividades del mes en la Zona Oeste y a recibir instrucciones y directivas de la
dirección clandestina. Se metió literalmente en la boca del lobo.
En total, se contabilizaron 28 detenciones en la dirección española, siendo
la más importante la de José Miret Musté, dirigente de la organización clandestina para el conjunto de la Zona Ocupada.
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Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
Testimonios
***
Notas
1Francotiradores y Partisanos Franceses. Organización armada creada por el PCF para luchar contra el ocupante
nazi y sus cómplices.
2Frutos Arribas fue Presidente de la Asociación de Antiguos Miembros de las FFI-FTP de la Resistencia Española
de Ille et Vilaine (Asociación autorizada por decreto de la Prefectura, el 16 de diciembre de 1946). Los informes
y certificados que han llegado a mis manos llevan, por un lado, la firma de Frutos Arribas, así como la del comandante Louis Pétri, ex comandante « Tanguy », Caballero de la Legión de Honor y Presidente de la Asociación de
Antiguos Combatientes FFI-FTP de Ille et Vilaine.
3Miembro de la Resistencia en Brest, integrante del grupo FTP español-UNE, entre el 01/01/1943 y el 28/03/1944,
fecha en que Lucas Allende Santa Cruz fue detenido y deportado a Dachau.
4Partido Comunista Español, al cual se unió, en la clandestinidad, el Partit Socialiste Unificat de Catalunya
(PSUC).
5Notas de J. Soro. Para ampliar información, Azcárate, Manuel: Derrotas y Esperanzas. La República, la Guerra
Civil y la Resistencia. Tusquets Editores, Barcelona 1994. Moran, Gregorio: Miseria y grandeza del Partido Comunista de España/1939-1985 Planeta, Barcelona 1986.
6La Organisation spéciale (O.S.) es una denominación que engloba a diversas estructuras clandestinas pertenecientes al Partido comunista francés (P.C.F.).
7OS-MOI : OS= La Organisation Spéciale se integró, en 1941 en el grupo FTP - MOI=Mano de Obra Inmigrante.
Conrado Miret i Musté fue detenido el 12 de febrero de 1942. Tras dos semanas de interrogatorio, murió bajo
tortura el 27 de febrero de 1942, en la prisión de La Santé.
8Fuerte de Montbarey.
9Jean Louis Primas será detenido, brutalmente torturado y fusilado el 17 de septiembre de 1943 en Mont-Valérien.
10Se trata de un seudónimo. Su nombre verdadero era Antonio García Martín, nacido en 1913 en Casavieja (provincia de Avila).
11Louis Marrase, catalán bretón, nacido en Ploubazlanec, departamento de Côtes du Nord, ( hoy Côtes d’ Armor)
pero criado en Barcelona. Encargado de la impresión y difusión de octavillas y periódicos clandestinos.
12Alfredo Gómez Ollero (nativo de Paderne, Galicia) era capitán en el Ejército de la República.
13Conjunto residencial colectivo de alquiler moderado dirigido a ayudar a los obreros, fundado a partir de 1912.
14Archivo Provincial, Expediente 1439 W 72 (n°5784)
15Antonio Barrios Urez fue fusilado en Rennes en el cuartel del Colombier, el 8 de junio de 1944, con ocho compatriotas y 23 franceses. En Brest, el resistente catalán, Francisco Fernández Miró, (quien fue arrestado y deportado a Dachau), afirma en sus memorias (archivos personales) haber estado bajo las órdenes de Antonio Barrios
Urez.
16Durante la Batalla del Ebro, Francisco Garzón fue Comisario del 3° batallón de la 9 Brigada (35 Batallón), lo que
equivale al grado de Comandante. Fuente Fabien Garrido.
17 Una habitación, alquilada a nombre de Dupuis, situada en el número106 de la calle del Théâtre, distrito XV.
Testimonios
Gabrielle García // Los españoles en la resistencia de Bretaña
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LA GUERRA
DEL 14
Juan Soro
lect u ra s
L
os aniversarios, cualesquiera que sean, tienen seguidores de una
gran fidelidad. Conferencias, simposios, artículos, publicaciones y
demás van apareciendo en cuanto se vislumbra una fecha redonda en el calendario. Nos toca la Gran Guerra. A nosotros en xix y
veinte nos viene bien; somos una revista de historia y como el impacto de
aquello fue tremendo para europeos y coloniales de las naciones en conflicto,
pero también para algunos asiáticos y americanos, nos va la reflexión sobre
el asunto. Casi todas las opiniones que aparecen en los medios sobre la primera guerra mundial coinciden en señalar la amnesia que el transcurso del
tiempo provoca en las nuevas generaciones. “La última guerra intra-europea
(exceptuando la última de los Balcanes) ha desaparecido de la memoria colectiva. El sufrimiento se ha ido diluyendo. La paz en Europa se ha convertido
en algo que se da por supuesto”1. Como a cada generación hay que recordarle
cosas importantes al menguar el interés por su conocimiento conforme se
alejan en el tiempo, y en este siglo XX, del que somos hijos, nuestros antepasados cometieron una gran cantidad de atrocidades, es preciso recordárselas
a quien se deje. A las editoriales también les ayuda a vender y a estas fechas
(enero de 2014) han aparecido trabajos nuevos. Casi todos ellos son refritos
o desarrollos de publicaciones anteriores pues pocas novedades se han descubierto sobre un tema tan cercano y sobre el que se ha reflexionado tanto.
Cada editorial de historia en España presenta o prepara su 1914 del centenario; alguna hasta dos. La ventaja es que introducen al público en general en
el estado de la cuestión y, de paso, van incorporando lo aparecido desde las
anteriores obras canónicas.
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
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Y si para los ciudadanos a cuyos países afectó directamente el conflicto, aquella guerra ha podido alejarse de su interés, por motivos diferentes como es
comprensible, cabe preguntarse cuanto va a interesar hoy a los españoles,
cuyos abuelos y bisabuelos no participaron directamente. Pero la verdad es
que hay motivos para conocer y entender aquellos acontecimientos. Aquella guerra influyó en la vida de esos antepasados nuestros, les afectó, aunque
menos que a los que participaron, y sus simpatías se dividieron entre los dos
bandos. Muchos las llevaron hasta el punto de arriesgar ahorros en bonos de
guerra de unos y otros. Además España, país neutral, fue lógicamente proveedor de los beligerantes y los españoles que pudieron hicieron grandes negocios; la producción creció, y a la vez los precios de las cosas, y hubo escaseces que afectaron a las capas populares. El descontento y la necesidad llevó a
las organizaciones obreras a convocar una huelga general en 1917, que es contemporánea, pero otra historia. Hay otro factor que nos afectó, mucho más
importante. En los años previos, las grandes potencias concedieron a España
un papel subalterno en sus disputas por el norte de África. La Conferencia
de Algeciras, realizada para dirimir la primera crisis marroquí entre aquellas
(1905-1906), en la que participaron Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia,
España y Estados Unidos, consolida el papel secundario de España (e Italia)
en este asunto de Marruecos, que tan doloroso iba a ser para los españoles en
los años siguientes de guerras interminables (y primera dictadura), sin contar la peor herencia posible: la construcción de una casta militar formada en
la guerra colonial, una parte de cuyos altos mandos, Sanjurjo, Mola, Franco,
Varela, Yagüe, Cabanellas… iban a determinar la vida y la muerte de los españoles unos pocos años más tarde. Pero, además, es de interés porque forma
parte de la historia de Europa, o sea, de la nuestra.
La guerra del 14 fue un desastre como no se había conocido otro en el continente; un desastre de la condición humana, en el que nada tuvieron que ver
las fuerzas de la naturaleza, y al finalizar, cuatro de los seis imperios en liza
desaparecieron (el Alemán, Austro-húngaro, Ruso y Otomano); el Británico
quedó tocado y su economía llena de deudas pese a la victoria; Francia inició
el deslizamiento desde 1919 a potencia de segundo orden y, en Italia, que se
apuntó al asunto cambiando de alianzas por la promesa de ganar territorios,
al poco de finalizar la guerra irrumpe el fascismo. Sólo los Estados Unidos de
América aparecerán como potencia emergente a partir de ese momento, interviniendo en los asuntos extra-americanos. Otra de las consecuencias de la
conflagración, la revolución bolchevique, que tantas esperanzas levantó entre los desposeídos de la tierra, devino en pocos años en régimen totalitario.
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Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
La guerra supuso una carnicería extraordinaria, ejercida fundamentalmente sobre los soldados de infantería, y fue la última de sus características con
mayor número de víctimas militares que civiles. Permitió además constatar
el fracaso de los partidos socialistas organizados en la Segunda Internacional, que no pudieron o no supieron contrarrestar las iniciativas bélicas de los
dirigentes de las naciones respectivas. Y las consecuencias de su resolución
sentaron las bases del siguiente enfrentamiento europeo, que terminaría
siendo mundial, y que convierte ese periodo de treinta y tantos años en una
sucesión de hecatombes.
Y todo ello organizado por gentes como usted y como yo, es decir, de la misma naturaleza, que se emocionan posiblemente con la música, el amor, la
familia, que eran amables y educados… y que se movían, como dice Zweig,
en un mundo de seguridad, en el que la opinión pública, como se la conoce
ahora, comenzaba a tener cierto peso, y en el que las clases desfavorecidas en
el proceso productivo iban entrando en las políticas nacionales imponiendo
sus sindicatos y su presencia en los parlamentos, aunque el proletariado y
la mayoría de campesinos vivieran en unas condiciones que hacían posibles
levantamientos revolucionarios en buena parte de las naciones de Europa.
Se ha escrito y se sigue escribiendo sobre las causas, culpabilidades y responsables, así como de los llamados “enigmas” que llevaron a la Gran Guerra, pero
el mayor interés está en analizar por qué no se paró. Manifiestan, quienes han
escrito sobre los antecedentes y años previos, que hasta 1914 todas las crisis
entre las potencias se habían resuelto sin llegar a las manos y se preguntan
por qué esa vez no hubo forma de arreglarlo. Antes de llegar a acuerdos, las
cancillerías sacaban pecho, alardeaban de poder militar, amagaban con la
movilización general (un elemento clave en los mensajes de entonces, pues
tener preparados a millones de hombres en armas era una tarea de organización formidable, que no se improvisaba), y esperaban a que el otro cediera
ante un peligro mayor. Eso, que era un gran teatro, aunque extremadamente
peligroso, como se pudo comprobar, se repetía constantemente.
En realidad los militares, todos ellos, como indica Haffner (de cuyas obras
se habla más adelante), querían una guerra. La guerra era considerada entonces un elemento más de la relación entre naciones o entre imperios; no
parecía la abominación extraordinaria como se la consideró tras esos treinta
y un años del siglo XX (de 1914 a 1945). Todo el mundo quería una guerra, por
una u otra razón, pero una guerra pequeña, corta, no general, para mejorar
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
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posiciones estratégicas, ganar territorios, levantar el orgullo patrio, vengarse
de agravios anteriores, consolidar peso en el conjunto internacional... Y todas las naciones estaban más o menos cubiertas por sus alianzas y tenían la
esperanza de que los adversarios no iban a ser tan insensatos de lanzarse, que
no se atreverían a ir más allá, que cederían. “El Imperio Alemán y el Británico
están obligados a entenderse. No vamos a enfrentarnos por los restos balcánicos del Imperio Otomano…”
Rarezas. Pasa un mes desde el atentado de Sarajevo hasta el ultimátum a Serbia del imperio austrohúngaro. ¿Qué les pasó a los militares austriacos en
ese intervalo? Todo el mundo pensaba que la muerte del archiduque2 era un
magnicidio más, digerible como la media docena de años anteriores (dos de
ellos en España, Canalejas y Cánovas). O quizá en julio los cancilleres relajaron su actividad y no frenaron la carrera que seguían, esperando que parase
el otro primero…, y no paró ninguno. Quizá el agotamiento de una fórmula
que obligaba, a fuer de ser potencia responsable, a ceder ante las crisis antes o
más que los otros, cuando todo gobierno tenia a los estados mayores del ejército detrás esperando el momento, pues una estructura militar tiene su razón
de ser en la guerra y, como escribe Ferlosio: Cuando la flecha está en el arco,
tiene que partir: “Tensado el arco, la fuerza que dará impulso a la flecha ha
dejado de estar en los brazos del arquero y está ya en el arco mismo.”3 Este supuesto proverbio chino nos remite a la larga experiencia de los casos en que
los hombres se han visto de pronto frente a una tragedia que nadie preveía ni
deseaba y que, una vez sobrevenida, se les impone como una fatalidad (todos
los autores consultados coinciden en manifestar que antes del invierno de
1914, a los cuatro o cinco meses de comenzar, todo el mundo estaba harto de
la guerra; el asunto no iba como habían previsto).
Y en 1914 la flecha partió. ¡Vaya si partió! Nadie pensó que se llegaría a eso,
naturalmente. Todos creyeron que el otro cedería antes. Y nadie cedió. Y todos al carajo. Pero la pifia mayor fue la de las organizaciones obreras cuando
no activaron los mecanismos de aplicación de uno de los principios rectores
de las políticas de clase, el de que los trabajadores no tienen patria y no participan en guerras de la burguesía. Los militares, al fin y al cabo, están para eso,
ya se sabe, no hay que esperar otra cosa (los ministerios militares de entonces se denominaban con toda propiedad “de la guerra”, no como ahora que,
en el lenguaje de madera habitual, se dicen “de defensa”), pero la Internacional obrera tenía su razón de ser en la defensa de clase, que pasaba entonces
porque los obreros se negaran a participar en los enfrentamientos armados
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Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
entre naciones. La base de los ejércitos, la carne de cañón, correspondería a
esa parte de la población (mayoritaria) cuyos intereses defendían las organizaciones de la Internacional.
Del oprobio se libró Jaurès, por ser asesinado poco antes, aunque los socialistas franceses, como los alemanes, votaron los créditos de guerra que les presentaron sus gobiernos y cerraron filas con éstos. De huelga general, nada.
De eso nos habla Margaret Macmillan, en el libro que comentamos a continuación, englobándolo en el capítulo de los movimientos pacifistas, pero la
mejor aproximación al tema, la más desarrollada la encontramos en Barbara
Tuchman, en el capítulo 8 de La torre del orgullo 1890-1914, de 1962, que dedica a “Los socialistas: 1890-1914”, y que con sus Cañones de agosto de 1964,
cubre de forma ampliamente ventajosa, casi todo el espacio histórico tratado
por los dos libros del centenario que vamos a reseñar.
La mayor parte de los autores se han movido buscando a quién echar la culpa.
Buena parte de ellos se la adjudican a Alemania. El caso de Max Hastings es
extremo pues no solo la responsabiliza en exclusiva de la Gran Guerra, sino
que manifiesta que la misma legitimidad moral hubo para oponerse a la Alemania del Kaiser que para oponerse a la de Hitler. Hay dos autores que deben
leerse en relación a este tema: Hobsbawm y Haffner, como contrapunto a la
rotundidad de Hastings.
Pero estamos ya entrando en materia de las aportaciones al centenario y
estamos refiriéndonos a dos de los libros aparecidos en español, que son las
novedades más reseñadas hasta el momento. Estos libros son de divulgación
avanzada, pero de historia, perfectamente legibles cualquiera de ellos para
entrar en materia. Lo que deberíamos preguntarnos es si de este tema hay
alguna novedad conocida recientemente que justifique varias obras de tanta envergadura (casi mil páginas una y más de seiscientas otra), procedentes
ambas del mundo cultural anglosajón, y la respuesta es que sólo por el aprovechamiento comercial del centenario.
Estas lecturas nos han llevado a otras. Y las vamos a contar, pues hay que presentar otras opiniones, expresadas en libros no tan extensos y más antiguos,
pero hay que completar la información y contrastar criterios. ¡Y vaya si era
necesario hacerlo! Un centenario tiene un medio-centenario y las editoriales funcionaban ya como ahora… Total, que vamos a irnos refiriendo a unos
cuantos autores.
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
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1914. De la paz a la guerra
Margaret MacMillan.
Editorial Turner. Madrid, 2013.
Edición original en inglés: The War that Ended Peace. How Europe Abandoned Peace for the First World War. Profile, octubre de 2013.
Historiadora que trabaja en las universidades de Toronto y Oxford. Impresionó en 2001 con su trabajo París, 1919 sobre la conferencia de paz
que desarrolló el armisticio que puso
fin a la confrontación bélica y que
prefiguró la siguiente confrontación.
Gran libro editado en España por
Tusquets en su colección “Tiempo de
Historia” en octubre de 2005.
Hasta el momento (enero de 2014)
este trabajo es uno de los celebrados
en España, junto con el Hastings (dos
páginas enteras de EL PAÍS, el 16 de
diciembre de 2013, de Jacinto Antón,
con pseudoentrevistas a cada uno).
La autora menciona en el capítulo
de agradecimientos, que recibió el
encargo (le dieron la idea) de la editorial Profiles Books; que le costó decidirse, por lo trillado del tema y porque estaba en otros proyectos, pero
terminó enganchándose. Es pues un
material de encargo y el libro se edita
en inglés y en castellano el mismo octubre de 2013, lo que indica que hay
acuerdos de edición internacionales que justifican la inversión de contratar
un libro de centenario con una autora reconocida. Ese capítulo nos confirma
algo que deducimos durante la lectura: que esa obra es un trabajo de equipo; mucha gente se ha sumergido en bibliotecas por cuenta de la autora y eso
contribuye a que el material resultante sea solvente.
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Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
Macmillan informa del estado actual del conocimiento, que existe para un
equipo anglosajón, de los antecedentes de la Gran Guerra. Para de contar
cuando empiezan a oírse los cañones de agosto de 1914. Comienza con la exposición de París de 1900, aunque debe remontarse, obviamente, a 1870/71
y la guerra Franco-Prusiana pues algunos de los hechos posteriores sólo se
entienden si se tienen en cuenta tanto los resultados como el desarrollo de
los movimientos bélicos. Para ejemplos, tres: las previsiones del Estado Mayor alemán de neutralizar al ejército francés con una maniobra envolvente
(que resultaron erróneas); la expectativa del ejército francés de lavar el desprestigio militar del 71; y la aparición de movimientos tanto pacifistas como
interesados en humanizar la actividad bélica (creación de la organización internacional de la Cruz Roja) sin olvidar la más importante que fue la ausencia
de enfrentamientos bélicos hasta el 14, tiempo en el que las potencias resolvieron las crisis mediante acuerdos; digamos que los espantos de la guerra
Franco-Prusiana favorecieron el equilibrio.
El libro alcanza casi las mil páginas en la edición de Turner y aborda exhaustivamente en veinte capítulos todo lo que puede ser de interés para conocer
y comprender aquellos años previos al conflicto. Es una puesta al día general
desde una perspectiva anglosajona, lo que se aprecia en la bibliografía y documentación. Cada capítulo toca un tema y analiza la situación general y la concreta de cada potencia en conflicto, así como las relaciones entre ellas, de dos
en dos y desde las futuras coaliciones. Señala los movimientos diferentes que
llevaron a lo que, desde la perspectiva del historiador, pueden considerarse
como errores en la formación de alianzas por intereses compartidos que no
se respetaron, y a las posiciones que dieron lugar al enfrentamiento en la forma como se hizo. Todo ello con una gran amplitud, de manera que cada uno
puede leerse en sí mismo.
Hay una introducción donde MacMillan se aproxima al asunto, que tiene
gran interés (mucho más que el epílogo que en una obra tan grande como
ésta parece que pueda aportar poco más a lo dicho) y que señala su posición.
“La tragedia de Europa y el mundo, vista desde hoy, estuvo en que ninguno de los actores clave de 1914 fue un líder con la suficiente grandeza e imaginación, ni con el suficiente coraje como para oponerse a
las presiones que empujaban hacia la guerra. Cualquier explicación de
cómo se desencadenó la Gran Guerra deberá tener en cuenta que en
el pasado los hombres se han visto a veces arrastrados por las grandes
corrientes pero también a veces han logrado alterar su cauce.”
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
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No considera que la guerra fuera inevitable y aporta materiales para apreciarlo, desde cifras de comercio internacional a información de las formas
como los mismos protagonistas resolvieron crisis anteriores más graves mediante la negociación. Las mismas potencias que se enfrentarían el 14.
“El hecho de que estas potencias hubiesen resuelto pacíficamente
otras crisis muy graves, a propósito de las colonias o en los propios
Balcanes añadió otra variable a la ecuación de 1914. La amenaza de
la guerra se había esgrimido ya antes, pero entonces terceras partes
presionaron decisivamente, se hicieron concesiones, se celebraron
exitosas cumbres en las que se logró sortear el riesgo del conflicto. La
temeridad política había obtenido resultados. Seguramente esta vez,
en 1914, volvería a funcionar el mecanismo. Pero no fue así. Esta vez
el imperio austrohúngaro sí declaró la guerra a Serbia, respaldado por
Alemania; Rusia decidió apoyar a Serbia y entró en guerra con el imperio austrohúngaro y Alemania; Alemania atacó a Francia, aliada de
Rusia; y Gran Bretaña intervino en defensa de sus aliados. Así se vinieron abajo los límites.”
La autora va a meterse a explicar el enigma analizando los hechos, que son
perfectamente conocidos, teniendo en cuenta las fuerzas que aparecen en
juego: los nacionalismos, las organizaciones obreras (algunas con gran presencia política), el internacionalismo proletario, la revolución, el papel de las
colonias, las potencias emergentes… planteando que las decisiones las tomaron pocos individuos en realidad.
“La guerra, cuando finalmente llegó, fue tan espantosa que dio pie a
una búsqueda de los culpables que aún prosigue. Mediante la propaganda y la publicación de documentos históricos, cada país beligerante proclamaba su propia inocencia, al tiempo que acusaba a los demás.
… La Gran Guerra, o bien fue culpa de nadie, o bien fue culpa de todos.
… Se trata de una búsqueda que probablemente nunca tendrá fin. Yo
misma intentaré mostrar que algunos países, y sus líderes, fueron más
culpables que otros. La insensata determinación del imperio austrohúngaro de destruir Serbia en 1914, la decisión de Alemania de apoyarla incondicionalmente, la impaciencia de Rusia por movilizarse,
cargan en mi opinión con la mayor responsabilidad en el estallido de
la guerra. Ni Francia ni Gran Bretaña deseaban la guerra, aunque para
detenerla tal vez podrían haber hecho más. Pero al final, lo que encuentro más interesante es la pregunta de cómo fue posible que Europa, en
el verano de 1914, llegara a un punto en que la guerra fue más probable
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Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
que la paz. ¿En qué pensaban los que tomaron las decisiones? ¿Por qué
en aquella ocasión, como habían hecho antes, no e echaron atrás? En
otras palabras: ¿por qué fracasó la paz?”
Esas intenciones que la autora manifiesta podemos decir que tienen respuesta en el libro, de manera que el lector puede hacerse un criterio sobre el asunto. La información que aporta y la capacidad de sugerencia de cada uno de
los capítulos lo permiten. Tiene particular interés la información sobre los
movimientos por la paz, en ese punto (veinte congresos entre 1898 y 1914);
las posiciones de las organizaciones obreras de la IIª Internacional, con las
resoluciones de sus congresos y las diferentes sensibilidades dentro de los
partidos socialdemócratas más fuertes (Alemania y Francia). Informa también del momento de aparición de la idea nacional (excepto en los imperios
austrohúngaro y otomano, obviamente plurinacionales) cuando la mayoría
de la población europea no concebía otra unidad afectiva mayor que su localidad natal o su comarca, de la que mayoritariamente no saldría en su vida…
Pero una obra tan extensa, con tantas colaboraciones manifestadas por la autora, presenta ¿reparos? Hay repeticiones de información, ideas y conceptos
que no se justifican y que no han sido eliminadas en las lecturas obligadas
antes de dar el texto a la imprenta. Basta con nombrar una vez o dos al darwinismo social para que entendamos que fue una teoría ampliamente utilizada
en la época (nos aparece en bastantes de los veinte capítulos). También encontrarnos más de cuatro veces la crisis por Samoa, descrita desde la misma
perspectiva, sin diferenciar fuentes, en los diferentes capítulos que dedica a
Gran Bretaña y Alemania. Y la crisis por Marruecos … Hemos leído en varios
capítulos, soportando diferentes tesis, “el peso de la opinión pública” (sin
más desarrollo del concepto) como elemento novedoso en esos años del siglo
XX previos a la guerra. Y otras más. No son errores históricos; lo son de estilo del relato y podrían haberse corregido con poco esfuerzo eliminando las
repeticiones. Mayor importancia tiene que MacMillan se introduzca en un
jardín (o permite que en el capítulo ¿En qué pensaban? Esperanzas, miedos,
ideas y presuposiciones, alguien se extravíe) al tratar a Nietzsche de la manera
más banal posible, definiendo a su obra “incoherente y compleja” a lo largo
de varias páginas, a la manera de un estudiante no excesivamente afortunado
en la comprensión del pensamiento europeo del momento4. Este sí que es un
error difícilmente excusable.
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
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1.820 notas y 23 páginas de bibliografía completan el libro que, recordamos,
ha elegido para la celebración del centenario de la guerra, el estudio de los
preliminares. En la edición española hay fallos atribuibles a la producción
del libro: si buscan las ilustraciones (muy buenas) en las páginas mencionadas en el índice, van ustedes a perderse.
1914. El año de
la catástrofe
Max Hastings.
Editorial Crítica. Grupo Planeta.
Barcelona, 2013.
No indica casa editora en inglés pero
da la misma fecha para la edición en
ese idioma, lo que indica que es otra
operación coordinada de editoriales
de diferentes países.
Hastings es periodista y ha publicado materiales sobre la 2ª Guerra
Mundial. En esta obra se centra en
las operaciones bélicas, esto es, la
guerra propiamente dicha, de agosto
a diciembre de 1914. Un enfoque diferente que el de MacMillan. Este autor no es historiador; es un periodista
con una dilatada carrera profesional
recorriendo países como corresponsal de diversos medios y de la BBC. Sus libros han tocado casi exclusivamente
temas bélicos. En la contraportada de éste se le menciona como Sir Max…, y
se afirma que alguna de sus obras son obras maestras y que en ésta nos ofrece una visión innovadora de la primera guerra mundial, que se basa en los
resultados de las investigaciones más recientes y que el autor es propietario
de una riquísima documentación de cartas, diarios y testimonios de oficiales
rusos, artilleros serbios, soldados franceses o belgas… Como todos sabemos
que no hay que hacer mucho caso de las solapas no lo vamos a tomar en consideración salvo para identificar aquello que el lector va a encontrarse si se
enfrenta a este material.
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Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
Especialista en narraciones de guerra, nos cuenta el desarrollo de las actividades bélicas en Europa hasta finales de 1914. Dedica los tres primeros capítulos a los antecedentes; bien narrados pero convencionales y en el prólogo
relata el atentado de Sarajevo. La prosa es adecuada y Hastings escribe bien,
intercalando voces de protagonistas que fortalecen el discurso, aunque sirvan más de alivio de éste que de aporte de evidencias pues, ¿quién no encuentra una cita en el océano de papel (memorias, diarios, biografías, cartas..) que
generó la Gran Guerra? Estamos leyendo a un especialista en contar batallas
y la verdad es que lo hace bien, pero no encontramos aquí lo que ofrece la
editorial en la solapa del libro, esas novedades tan remarcables. Ya sabemos
que es muy difícil encontrar algo nuevo de esta conflagración, pero aquí, de
haberlo, es tan limitado que no se aprecia. Los mapas, bien.
En la brevísima introducción, Sir Hastings dice que frente a la literatura del
tema especializada en los antecedentes y la especializada en actuaciones
bélicas, intentará aunar esas dos tendencias para ofrecer a los lectores respuesta a la pregunta de ¿qué le pasó a Europa en 1914? Esto tiene interés y lo
vamos a ver. Entra en el asunto manifestando que sus antepasados (los británicos) no estaban por la guerra y que los franceses tampoco y que frente a
los debates recientes y antiguos sobre las responsabilidades es de la opinión
de la culpa de Alemania. Hay que decir que señala las diferentes opiniones y
controversias de diferentes autores, algunos recientes. Pero en algún punto
Sir Hastings se pierde. Cita a un “historiador sabio”, Kenneth O. Morgan, ni
conservador ni revisionista según él, que en una conferencia en 1966 acerca
del legado cultural de los desastres mundiales del siglo XX (da referencia),
sostuvo que “la historia de la Primera Guerra Mundial fue secuestrada por
los críticos en la década de 1920”. Y sigue, sin comillas, por lo que deduzco
que la opinión es suya, que entre esos destaca J. Maynard Keynes, un germanófilo apasionado que denunció la supuesta injusticia e insensatez del tratado
de Versalles de 1919, sin dedicar un momento a pensar qué clase de paz habría
tenido Europa si la hubieran diseñado un Kaiserreich y sus allegados. ¡Aggg!
Pero es que Sir Hastings no es historiador, es periodista… Es difícil encontrar
en historiadores o en periodistas serios, argumento tales, aunque puedan
leerse en algunos periódicos u oírse en tertulias. Algo más adelante manifiesta que él forma parte de los que rechazan la idea de que el conflicto 14-18
perteneciera a un orden moral distinto al del 39-45 y que si Gran Bretaña se
hubiera mantenido al margen mientras las potencias centrales conquistaban
el continente, sus intereses se hubieran visto directamente amenazados por una Alemania cuya victoria habría alimentado, sin duda, las ansias
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
179
de dominación. Para que quede claro. Por referirnos nuevamente al asunto,
justificar Versalles diciendo que peor habría sido una paz dominada por Alemania no es ni siquiera un argumento. El problema es que parece que lo dice
en serio.
Bárbara Tuchman, la de los Cañones de Agosto, de quien Sir Hastings se considera admirador hasta el punto de defenderla con efectos retroactivos (la
dama y sus cañones están por encima del bien y del mal en este asunto), manifestaba en esa obra que en su elaboración había huido de las hipótesis improbables (Fulanito pudo pensar entonces…, si Menganito hubiera llegado a
tiempo hubiera podido pasar…,); pues bien, nuestro Sir Hastings no considera necesario llevar su adhesión a la Tuchman hasta el punto de que no quede
clara su defensa del imperio (del suyo, del británico).
1.182 notas y doce páginas de bibliografía, en 687 páginas.
Una vez vistos estos materiales, y tras decir que cada editorial ha sacado el
suyo por el centenario (a saber: debate, Stevenson; edhasa, John Morrow
Jr.; akal, Pierre Renouvin; La Esfera de los Libros, Martín Gilbert y las crónicas de Blasco Ibáñez;…), proponemos para descongestionar, una aproximación de otro tipo, la de un dibujante de tebeos que ha dedicado atención a la
época y las consecuencias de la Gran Guerra y la siguiente (como a la Comuna
de Paris, los militares franceses prisioneros de guerra en los Stalag de la 2ª
Guerra), en colaboración siempre con autores, guionistas e historiadores de
la mayor solvencia. Si no conocen a este autor, aprovechen el momento.
¡PUTA GUERRA! 1814-1919
Jacques Tardi y Jean-Pierre Verney.
Título original: Putain de Guerre!
Norma Editorial, Barcelona 2010
Tardi es un dibujante extraordinario de tebeos (bande desinée, en francés,
comic en inglés o literatura dibujada en otra denominación española). Tiene
una amplia obra en Francia que, afortunadamente, ha sido casi totalmente
publicada en nuestro país. No es que sea un clásico, es que nos ha acompañado o viceversa, desde hace casi cuarenta años. Su tratamiento de los escena180
Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
rios está muy cuidado en toda su obra, desde el París posterior al 1900 (con
la arquitectura que dejó su exposición universal donde sitúa “Las extraordinarias aventuras de Adele Blanc-Sec”, que finalizan en medio de la Gran
Guerra), a la recreación de la Francia de los años 50, cuando dibuja textos
policíacos de Leo Malet y otros novelistas de postguerra. Pero su trabajo es
lo mejor que hemos visto sobre la Gran Guerra hasta el momento.
Jean Pierre Verney, historiador, es el colaborador
necesario de esta obra, que causó sensación en el
Salón del Cómic de Barcelona en 2010. Es autor del
texto final de 38 páginas que denominan “dossier” y
que resume perfectamente bien lo que fueron aquellos años desde la perspectiva francesa, identificada
con los desgraciados que sufrieron en campos de batalla y trincheras los afanes de revancha y supuesta
gloria de los militares franceses de aquél momento.
Putain de Guerre! (queda mejor en el francés original) es una colección de postales en color. Todo
ilustraciones, con textos sin bocadillos, excepto algún símbolo de perplejidad, que se reparten entre
el pensamiento del protagonista que ejerce de hilo
conductor y las explicaciones de lo que se ve, como
si fuera la voz de narrador en una película. Tardí dibuja las trincheras, la salvaje lucha de los soldados de infantería por sobrevivir más que por matar
al adversario. Son ilustraciones de una guerra hechas por un enemigo de la
guerra. Para que conste el horror que fue aquello, el magma de barro, sangre,
mierda y vísceras que se tragó a varios millones de europeos. Postales que comienzan a todo color en el verano del 14 y que el dibujante va obscureciendo
a largo de los meses que dura la contienda. Algunas podemos reconocerlas,
fueron fotografías publicadas, otras proceden de fotogramas de noticiarios;
en otras sale el dibujante de tebeos. Es un trabajo fascinante.
En la serie Blanc-Sec pudimos apreciar el entusiasmo popular a partir de la
orden de movilización general del ejército francés. Aquí los vemos metidos
ya en faena, o sea, en morirse, en sus uniformes de la guerra anterior (guerrera azul, pantalones rojos) tan adecuados para ser un blanco fácil.
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
181
Cada capítulo (hay seis, uno para cada año más el 1919 que también dio lo
suyo) tiene una referencia textual, una cita, de alguno de los escasos individuos que decidieron en la guerra desde el bando de la Entente y al final, el extenso texto de Verney, con abundantes fotos poco conocidas, es un resumen
lleno de rigor histórico, muy accesible.
Una aproximación diferente al tema, por el medio utilizado, pero eficaz y rigurosa, desde la perspectiva francesa, que ajusta cuentas sobre todo con sus
propios dirigentes, a diferencia de los autores anglosajones antes reseñados.
Los siete pecados capitales
del Imperio Alemán
Sebastian Haffner
Editorial Destino. Barcelona, 2006
Edición original: 1964
En 1964, en el cincuentenario del inicio, Sebastian Haffner (Berlin, 1907-1999) escribe un breve
ensayo de siete capítulos más una declaración de
intenciones en el prólogo y un epílogo en el que reflexiona sobre la situación de la República Federal
de Alemania a esa fecha.
“… Los alemanes han omitido preguntarse
qué hicieron mal y, por tanto, han repetido
los mismos errores. En lugar de cuestionarse por qué se embarcaron en la guerra y luego la perdieron, se han
convencido una y otra vez de que ellos no fueron culpables y de que, en
realidad, la habían ganado. El resto, todo lo demás, fue fruto del ‘destino’. Pero ni la guerra ni la derrota fueron fruto del ‘destino’, sino el
resultado de cálculos erróneos, de decisiones equivocadas y medidas
incorrectas por parte de unos gobiernos alemanes que, en su mayoría
contaron con la aprobación de la opinión pública…”
Dice en el prólogo. También menciona que la responsabilidad de los alemanes es la de aprender de sus errores y no justificarse con los de otros.
182
Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
“El primero de los grandes errores que cometió Alemania fue, para
empezar, provocar la Primera Guerra Mundial … lo que no tiene nada
que ver con la cuestión de la responsabilidad de la guerra. Después de
la Primera Guerra Mundial hablar de ‘responsabilidad de la guerra’
por parte de los vencedores es falso e hipócrita. Este tipo de responsabilidad presupone un delito y, por aquel entonces, la guerra no constituía delito alguno. En la Europa de 1914 la guerra era todavía un instrumento legítimo, bastante honorable e incluso glorioso. Tampoco es
que fuese en exceso impopular; de hecho, la guerra de 1914 no lo fue
en ningún sitio. En el mes de agosto de 1914 se oyeron gritos de júbilo
no sólo en Alemania, sino también en Rusia, Francia e Inglaterra. En
aquel momento todos los pueblos tuvieron la sensación de que volvía a
tocar una guerra así que recibieron su estallido con un sentimiento de
liberación. Sin embargo la responsable de que hubiese llegado el momento fue Alemania…”
Y así comienza el primer capítulo, que trata el alejamiento de Bismarck por
el Kaiser, que marcaría el inicio de la política imperial alemana destinada a
sustituir o repartirse la hegemonía mundial con el Reino Unido, y analiza las
previas al conflicto.
Los capítulos siguientes repasan los denominados errores o decisiones equivocadas, empezando por el apoyo a los austriacos en el ultimátum a Serbia
que daría lugar a la incorporación al conflicto de todos los demás gobiernos
en liza; sigue con los planes del Estado Mayor alemán (Schlieffen); las actuaciones en Bélgica y Polonia; la guerra submarina; el apoyo y financiación de
los bolcheviques rusos; los errores tras la firma del tratado de Brest-Litovsk
y finaliza con lo que los militares prusianos definieron, y la opinión pública
alemana hizo suya, como ‘la puñalada por la espalda’ o sea, la petición de armisticio.
“… En el último momento, también desaparecieron en silencio y sin
dejar rastro (Ludendorff, máximo responsable militar y político de los
últimos años de guerra, se había marchado antes a Suecia) el emperador, los príncipes regionales, el nuevo canciller y los ministros burgueses. Sólo quedaron los socialdemócratas ‘enemigos del Reich’ antes de
1914 y ‘aguafiestas’ después; entonces se les dejó solos con la derrota
en la mano, ya verían ellos cómo arreglárselas. … Tan solo un año más
tarde volvieron a presentarse los que en octubre y noviembre habían
huido tan miserablemente de su responsabilidad y lo hicieron en calidad de acusadores. Los socialdemócratas a quienes ellos habían carLecturas
Juan Soro // La guerra del 14
183
gado con la responsabilidad de la derrota se convirtieron entonces en
los ‘criminales de noviembre’ que habían ‘apuñalado por la espalda al
frente victorioso’ y provocándola… Esa idea es un veneno que perdura
hasta hoy y sigue haciendo efecto…”
Y termina el ensayo manifestando “que los culpables de la guerra y de la derrota, tras rehuir su propia responsabilidad, dividieran además al pueblo alemán y lo volvieran contra sí mismo, todo eso fue una infamia de la que sólo
podía surgir una tremenda desgracia, tal y como ocurrió. En eso consistió la
verdadera puñalada.”
La edición alemana de 1964 tenía un epílogo y la siguiente, de 1981, dos. Haffner mantiene ambos en la española pues el primero refleja la situación de
la República Federal, heredera voluntaria de la Alemania unificada del siglo
XIX y lo que para el autor era su incapacidad (de la RFA) de aprender de la experiencia reciente; y el segundo precisa que el paralelismo que el autor percibía en las políticas del Imperio y la República Federal en 1964 ya no existía
en el 81. Leer esos textos ayuda a conocer el proceso de desarrollo de la Alemania moderna.
Este es un ensayo que se merece ser leído, aun hoy, y puede complementarse con una obra de juventud del autor, publicada póstumamente: Historia de
un alemán. Memorias 1914-1933, (de la que hay traducción al español en Editorial Destino, Barcelona 2003), donde podemos encontrar alguna explicación a las situaciones que condujeron a Alemania a ser dirigida por el partido
nazionalsocialista. Es un texto altamente recomendable que está muy bien
escrito. Pero, ¿Quién es Haffner? La nota biográfica de este último libro menciona que nació en Berlín, donde estudió Derecho. En 1938, considerándose
una víctima aria del nazismo, emigró a Inglaterra, donde trabajó como periodista para The Observer. En 1954 regresó a Alemania y hasta su muerte colaboró en los más prestigiosos periódicos alemanes. Han sido editadas en España, además de las reseñadas, su Biografía de Winston Churchill, Alemania:
Jeckyll y Hyde (1939-1940) y El pacto con el diablo (pacto germano-soviético);
todas en Destino excepto esta última que publicó Austral.
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Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
LOS CAÑONES DE AGOSTO, TREINTA Y UN DIAS
DE 1914 QUE CAMBIARON LA FAZ DEL MUNDO
Barbara W. Tuchman
Título original: The guns of august
RBA editores. Madrid, 2012
Este libro apareció en 1962 y desde el principio
tuvo un éxito extraordinario; conoció gran cantidad de ediciones, fue recomendado por eminentes políticos5 y consiguió el premio Pulitzer en la
categoría de ensayo. Tuvo críticos entre los reseñadores del ámbito académico, anglosajón principalmente, pero se sigue editando y leyendo. La
penúltima en español es de Península del 2004.
Dice el prologuista Robert Massie:
“¿Qué es lo que le da a este libro –básicamente una historia militar del primer mes
de la Primera Guerra Mundial- un sello tan
especial y la enorme reputación de la que
goza? En él destacan cualidades: la aportación de numerosos detalles…; un estilo
diáfano, inteligente, equilibrado y lleno de
ingenio; y un punto de vista alejado de los
juicios morales…”
La prensa de 1962 en los Estados Unidos describió a la autora como un ama
de casa cincuentona con tres hijas y un marido médico. Pero había más, lógicamente. En ese mismo prólogo aparece una referencia biográfica que hace
de la autora un personaje muy interesante. Pero lo que importa es su trabajo
y éste no solo es solvente en la investigación y acumulación de datos, sino por
la presencia física en los escenarios que relata y en el objeto de su trabajo:
“averiguar lo que había sucedido y, en la medida de lo posible, determinar
cómo percibió la gente esos acontecimientos”.
Este libro también fue un encargo editorial. Tiene entre 20 y 32 páginas de
bibliografía, principal y secundaria, según la edición, y 1.011 notas. Los autores reseñados más arriba, Margaret MacMillan y Sir Hastings, manifiestan su
deuda con esta obra.
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
185
Casi simultáneamente y en la misma editorial que le encargó Los cañones de
agosto, Barbara Tuchman publica La torre del Orgullo. 1890-1914 Una semblanza del mundo antes de la primera guerra mundial que le permite explicarse (y explicarnos) los antecedentes de ese agosto de 1914 del libro anterior.
Lo estructura en ocho capítulos que dedica a Inglaterra, el 1 y el 7; el 2 a los
anarquistas; el 3 a los Estados Unidos; a Francia el 4; el 5 a las conferencias de
La Haya; el 6 a Alemania y a los socialistas el 8. Todos tienen gran interés y están tratados con profundidad. El dedicado a los socialistas contiene la información necesaria para que asistamos, perplejos, al fracaso de la 2ª Internacional. Con estos dos libros se tiene información suficiente para hacerse una
idea de lo que fue el comienzo de la Gran Guerra
y sus antecedentes, pero un centenario no es algo
que pueda desaprovecharse y cada editorial tiene
su política. Las dos lecturas reseñadas al principio
no nos parecen extraordinariamente superiores a
estos dos libros de la Tuchman.
Pero aún puede leerse más. Aún debe leerse más.
El campo de las experiencias vividas es otra forma
de entrar en lo que fue aquella carnicería. Hay obra
literaria biográfica de autores británicos (Graves),
franceses (Barbusse), alemanes (Remarque)…
pero la que más impacto sigue teniendo es la de
Ernst Jünger, memorias a partir de unos diarios
meticulosamente escritos a lo largo de su experiencia en las trincheras. Tempestades de acero es el título y tiene edición en
Tusquets. Casi todo Jünger habita entre nosotros, podríamos decir, a través
de Tusquets y tiene obra abundante. Lo último en aparecer, quizá para completar un esfuerzo editorial extraordinario, han sido los diarios originales,
que aportan poco a lo relatado, magníficamente escrito, en Tempestades de
acero (Tusquets, Barcelona 1987. Edición original en alemán de 1920, última
edición revisada por el autor en 1961). En una nota aclaratoria del traductor
al castellano de esta obra, Andrés Sánchez Pascual, se menciona una cita del
Diario de André Guide del 1 de diciembre de 1942: El libro de Ernst Jünger
sobre la guerra de 1914, Tempestades de Acero, es incontestablemente el más
bello libro de guerra que haya leído; de una buena fe, de una veracidad, de una
honestidad perfectas.
186
Juan Soro // La guerra del 14
Lecturas
A modo de conclusión
De la incapacidad de ver lejos. Los responsables alemanes de la catástrofe que
fue la Gran Guerra, el Kaiser, Ludendorff, los militares… dejaron el muerto, en
1918, en manos de un gobierno de civiles (socialistas, liberales de izquierda,
…), se pusieron a buen recaudo en el extranjero y volvieron a Alemania meses
después a exigir cuentas a éstos con la tesis de la “puñalada en la espalda”. En
Versalles, las potencias machacaron a los gobiernos salidos de la derrota en
Alemania, Austria y Turquía, impidiendo la consolidación de quienes eran la
negación de los que habían llevado a sus países a la guerra y en los que se podían apoyar en la futura paz. Y no digamos lo que
hicieron con el régimen bolchevique; a Rusia enviaron cuerpos expedicionarios, sin más. Esas políticas dieron alas a las fuerzas que iban a dominar
la segunda parte de la representación.
Habla Hobsbawm: “La Segunda Guerra Mundial
tal vez podía haberse evitado, o al menos retrasado,
si se hubiera restablecido la economía anterior a la
guerra como un próspero sistema mundial de crecimiento y expansión.” Hobsbawn, en su Historia
del Siglo XX, se alinea con quienes sostienen que el
enfrentamiento que comienza en 1914, se mantiene hasta el 45, y no piensa como Sir Hastings, que
las dos confrontaciones habidas en ese intervalo
fueran moralmente parecidas.
Notas
1Luuk van Middelaar El paso hacia Europa (Galaxia Gutemberg) citado por César A. Molina en EL PAIS de 14 de
diciembre de 2013.
2Francisco Fernando, sobrino del emperador y heredero, estaba mal considerado por el estado mayor austriaco,
la alta nobleza y hasta por su tío. Dícese que no era belicista y pretendía dialogar en resolución de los problemas
nacionales que aparecían entre las minorías del imperio austro-húngaro.
3Conferencia leída en la 5ª Semana de ética y filosofía política en el Instituto de filosofía del CSIC, el 25 de marzo
de 1988. Publicado en Ensayos y artículos Destino. Barcelona, 1992
4Dice MacMillan: “Parte del atractivo de Nietzsche residía en que su trabajo se prestaba a múltiples interpretaciones, con lo que cada cual hizo la suya, incluidos los socialistas, los vegetarianos, las feministas, y más tarde los
fascistas. Nietzsche ya no estaba presente para explicarse: había perdido la razón en 1889, y falleció en 1900, el
año de la exposición de París.”
5“El presidente Kennedy entregó un ejemplar al primer ministro británico Macmillan y le comentó que los dirigentes mundiales debían evitar cometer los errores que condujeron al estallido de la Primera Guerra Mundial”,
dice el prólogo de Robert Massie.
Lecturas
Juan Soro // La guerra del 14
187
ORÍGENES DE
LA GUERRA DE 1914
Max Aub
Conferencia De Max Aub
en la Casa del Pueblo el día 2 de febrero de 1930
EL SOCIALISTA, 5, 6 y 7 de febrero de 1930
188
CONTEXTOS
“N
La guerra y la paz
o, cándidos amantes de la paradoja; no puede haber socialistas burgueses, como no se puede encender una vela a san
Miguel y otra al diablo; ser con los mamíferos ave y con las
aves ratón, como el murciélago de la fábula; jugar con dos
barajas; ponerse al sol que más calienta; estar al caldo y a las tajadas y dar
gusto a tirios y troyanos. No hay más remedio que hablar claro y decir si se es
partidario de la renta o del producto íntegro del trabajo, de la explotación del
hombre por el hombre o de la emancipación del proletariado. Lo demás es
palabrería, todo lo literaria que se quiera, pero palabrería. Por algo los trabajadores miran a los literatos profesionales con cierta prevención. Suelen ser
paradojistas y, según la última moda vanguardista, apolíticos, asociales, arreligiosos y arre que es tarde, a alcanzar cuanto antes la renta, el empleo, el casamiento ventajoso o la subvención descarada. La cuestión es hurtar el cuerpo al trabajo, y para ello la literatura suele ser un recurso excelente, cuando
la literatura no tiene un contenido humano y al mismo tiempo espiritual.”
Así escribe un viejo liberal que nosotros, los jóvenes, no solemos leer con
gran frecuencia -Antonio Zomya, en un artículo recientemente publicado.
Que no hay ley sin excepción, compañeros, es lo que os quería decir en este
primer contacto.
Compañeros, yo he venido al Socialismo porque es el único Partido hoy y
en España que ofrece la posibilidad de un mundo mejor. Todos los otros, viveros de intereses creados, de personalismos, no injustificados dada la pobreza
de sus componentes, se glorían de mantener la vida en las mismas circuns-
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
189
tancias de hoy; sus reformas se suelen referir a cosas superficiales. Que las
hondas y verdaderas también las engloba, además, el Socialismo.
En estos tiempos turbios de conservadores que se dicen liberales, de jóvenes que se proclaman reaccionarios, de intelectuales coqueteos con la fuerza
de revolucionarios de café o manzanilla, os aseguro, compañeros, que en ningún sitio se encuentra tan a gusto un universitario, ni en un medio que más le
esperance, como entre vosotros.
Tengo la completa seguridad de no tener exactamente las mismas ideas ni
pulsaciones que gran parte de vuestros compañeros; pero, ¿qué importa eso?
Al contrario, de esos múltiples y pequeños choques tiene que surgir esplendoroso y magnífico el cauce arrollador del Partido Socialista Obrero Español.
No es un tema nuevo este de que hoy voy a hablaros; antes al contrario,
viejo, manido, en su esencia. Las circunstancias son las únicas que han variado. Otros hombres, otros pueblos; pero desde que la Historia es Historia,
no es más que la relación de guerras. Una tras de otra, seguidas, implacables.
Ni un día, desde que el hombre ha podido dejar testimonio de su existencia,
en el cual no haya habido en el pequeñísimo globo que habitamos, un choque entre dos pueblos, es decir, entre dos intereses. Abrid cualquier Historia
universal: la historia de la paz ocupa bien poco sitio al lado de la historia de
las guerras. Y los retratos de caudillos vencedores casi siempre ocultan, si es
que las hay, las efigies de los posibles mantenedores de la paz. ¿Qué terrible
sino pesa sobre los hombres y los pueblos que así se entremataron y entrematan sin interrupción?¿Os habéis puesto a considerar algún momento, en
estos últimos años de esta época nuestra, civilizadísimas épocas de grandes
trasatlánticos, soberbios vuelos, rascacielos y “jazz-bands”?¿Os habéis fijado
alguna vez en las guerras, en la enorme cantidad de guerras “eso que se repudia como la última barbarie- que en este civilizadísimo mundo ha habido
nada más que en estos últimos cincuenta años?
¡Compañeros! Desde el Japón al último rincón de los Balcanes, pasando
por Rusia hasta el cabo de Buena Esperanza, volviendo al Asia por Norteamérica, fijaos que ni un día han dejado de entreasesinarse pueblos contra pueblos.
Todos los días, en esta maravillosa época de ciudades urbanizadísimas,
de cosmopolitismos integrales, cada día, y hoy, y ayer, y mañana, un hombre mata a otro hombre, su hermano, su compañero. Desde que el mundo es
mundo, y en todas partes, si legara a nuestro planeta un viajero extraordinario, seguramente preguntaría qué ofensa grave había inferido un pueblo a
otro pueblo, una ciudad a otra ciudad. Figuraos su asombro cuando, posiblemente, nadie le pudiese contestar con claridad.
190
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
La paz y el Socialismo
Contra esta terrible aberración, contra este azote profundo de la Humanidad, mucho peor que todas las tuberculosis y cánceres posibles, se ha alzado
en el mundo, desde hace relativamente pocos años, un luchador. Un luchador
que nació del aire, débil, pero inmortal: el Socialismo.
A los proletarios del mundo entero toca acabar con la guerra, haciéndola
desaparecer como una enfermedad, absolutamente. Yo quisiera “mi ambición es infinita- que mi vida sirviese para algo; no pido más que sea un jalón
en el camino de la paz perpetua. Y, a ser posible, ilusión completa, crear o
ayudar a florecer otros jalones más fuetes que yo.
Habréis aprendido que la esclavitud se abolió. Cuando en el cine, en el
periódico, en la revista veáis desfilar largas filas cuadriculadas con fusiles y
cañones, filas y cuadros formados por proletarios de todos los países, pensad
si lo que os enseñaron era exacto. Yo lo dudo. Mejor dicho, no lo dudo. Estoy
seguro de que no se ha abolido.
Esperemos que un próximo día nos deparará la oportunidad de abolirla.
Veamos entre tanto alguna de sus últimas facetas. No os voy a revelar ningún
hecho nuevo. A lo sumo, una nueva coordinación.
Los hechos
Después de la guerra francoprusiana de 1870, el equilibrio continental europeo descansaba casi íntegramente sobre Bismarck. El gigantesco canciller de
hierro lo era en todas las acepciones. Él, naturalmente, se daba cuenta de ello;
por esto no es extraño que le dijese a Ballin, poco antes de su muerte (1898):
“Yo no veré la guerra mundial, pero usted la verá, y empezará en Oriente”. Sin
duda su gran inteligencia le hacía prever, incuestionablemente, la tormenta.
El que no se hubiese ratificado “por culpa de Holstein y Caprivi- el Tratado
secreto con Rusia, encerraba los elementos del problema. Alemania, unida
por alianza a Austria e Italia y secretamente a Rusia, no tenía, continentalmente, nada que temer. Al dejar Rusia libre, todas las combinaciones en el
tablero europeo se hacían posibles. Francia no lo desaprovechó.
Alemania, gobernada personalmente por un sujeto voluble, crédulo, amigo de todo relumbrón, hambriento de aplausos como cualquier comediante,
con excelente memoria, capaz de disfrazar la ignorancia con un barniz discreto; Alemania, sobrante de energías, con una industria ya importante y de
floración creciente, estaba excelentemente abonada para la “Welt-politik”
-política mundial-, que comienza, efectivamente, en 1900 con el adveniContextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
191
miento del príncipe Bülow a la cancillería. Entonces empieza, -amén de las
lamentaciones del emperador por los doce años perdidos “de 1889 a 1900esa sarta de discursos “más de 400-, agresivos los más, dominados todos por
un único afán de aparecer como el señor y dueño del mundo entero. Nunca
histrión alguno representó más concienzudamente su papel, y lo que en cualquier otro caso hubiese sido fuente de burlas y sonrisas compasivas, fomentó
la gran hecatombe del 14, ó, por lo menos, fue la pimienta o bien el fuelle que
no dejó de reanimar un solo momento la llama de una conflagración posible.
Veremos cómo algunas veces, asustado de su palabras, se vuelve a tras, escudándose en sus ministros, lo que generalmente suele costarles la cartera.
En Austria “es tradición-, los ministros eran tontos, frívolos, incapaces.
Fue para Bismarck un bocado fácil, tan fácil como Francia, en la cual, muerto
Morny, Napoleón III no halló el hombre necesario.
Cuando en 1884 se formó el acuerdo secreto con Rusia, Bismarck creyó
que en los dirigentes del gran imperio se había esfumado el resentimiento
que les produjo en 1877 el que Alemania “quien dice Alemania decía Bismarck- les hubiese impedido sacar todos los frutos de su campaña contra los
turcos. Sin embargo, recuerda, recuerda el ex káiser que, siendo él todavía
kronprinz, le enviaron a Rusia con una oferta en firme acerca de Constantinopla y los Dardanelos. El zar Alejandro III le contestó: “Si yo quiero Constantinopla, me apoderaré de ella sin necesidad del permiso o la aprobación
del príncipe Bismarck”.
Esta vieja aspiración rusa es otro de los fundamentos de la guerra del 14.
En 1890, el káiser despide a Bismarck. “No era, después de todo, más que
tu empleado”, le dice el zar el mismo año. Caprivi, su sucesor, un soldado incoloro, por no hacer nada, no renueva, como queda dicho, el acuerdo con Rusia. El acontecimiento más importante de aquellos años es la alianza defensiva rusofrancesa. El káiser no volvía de su asombro. Acostumbrado a tratar
los asuntos de Europa como pertenecientes a personas de su familia “sobrino
del rey de Inglaterra, primo del zar-, no se explica la alianza de un imperio
con una República democrática. A Caprivi le sucede el príncipe Hohenlohe.
Estando éste en el Poder es cuando el káiser envía su famoso telegrama a
Krüger. Armó una confusión extraordinaria y es una de las ocasiones en las
cuales se atrinchera tras sus ministros. La impresión en el país era, sin embargo, excelente: todo el mundo estaba con los boers contra Inglaterra. Un
momento cruzó por su imaginación una unión con Francia contra Inglaterra.
Porque Guillermo II ha tenido siempre un odio despierto contra Inglaterra, sea porque nunca se entendió con su madre, la princesa Victoria, o únicamente por sentirse impotente frente a la flota inglesa. El caso es que este
192
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
sentimiento le lleve irremediablemente a desear una flota igual a la del país
odiado: es otra de las fuentes de la guerra mundial.
De este incidente del telegrama a Krüger dice Bülow en “Alemania imperial”, publicado en 1914: “Durante la guerra surafricana, que trajo una gran
tensión en las fuerzas del imperio británico y puso a Inglaterra en serias dificultades, pareció ofrecerse la ocasión de herir hábilmente a esta potencia,
que se oponía secretamente a nuestra política exterior”. Pero luego aduce:
“Aun si Inglaterra hubiese sido vencida en África del Sur, hubiese podido
ahogar nuestra naciente flota. Es después de haber maduramente pesado
los intereses nacionales de Alemania cuando nos decidimos por la neutralidad durante la guerra de los Boers”. “No hubiésemos podido llegar a nuestra
meta, dice luego, que era la de poseer una marina importante”
Este hombre, Below, había conseguido ocupar Kiao-Tehéeou y Samas.
Además lleno de fantásticas promesas, sueño maravilloso, fomentaba la idea
del ferrocarril de Bagdad. Se votan las leyes navales de 1897 y 1898. Fracasa la
primera Conferencia de La Haya acerca de la limitación de los armamentos.
Este hombre, no viejo, con talento, políglota, muy culto, secretario de Estado
en los negocios extranjeros desde 1897, llega a la cancillería. Es uno de los
forjadores de la guerra del 14. Los liberales votan bajo su férula todos los créditos necesarios.
“El equilibrio europeo podrá decir dentro de poco el káiser-, el equilibrio
europeo soy yo; yo y mis veinticinco cuerpos de ejército que podrá doblar el
día en que estalle la guerra”. Y habla de una posible alianza con Inglaterra.
Como en un paso de comedia, dos veces Alemania v a intentar aliarse con
Inglaterra sin resultado y luego, otras dos veces, Inglaterra buscará el apoyo
de Alemania, sin encontrarlo.
En Kiel, en 1904, es Alemania “Bülow- quien indica la conveniencia de una
alianza. El rey Eduardo contesta “que un pacto de esa naturaleza no era necesario en esta circunstancia, ya que no existía ningún motivo serio de hostilidad o de discordia entre los dos países”. Declaración llena de lealtad y de buen
sentido, dice lord Asquith; más llena de lo segundo que de lo primero, comento, sin llegar a pensar, como el káiser, “que esta negativa… lleva el sello evidente
de la política de acercamiento (de Alemania) que perseguía Inglaterra”.
Antes de esta apertura hubo un incidente Bülow-Chamberlain que no hay
que olvidar. Fue en 1899. El káiser hace un viaje a Inglaterra; ha empezado ya
la guerra surafricana; las relaciones de los dos pueblos no son muy cordiales, y el emperador invita a míster Chamberlain a hacerle una visita. Bülow
está presente. Se habla de una aproximación germano-inglesa. Bülow invita
a Chamberlain a dar el primer paso “para tener abonado el terreno cuando
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
193
hable él en Alemania”. Unos días más tarde, el 1 de diciembre de 1899, pronuncia Chamberlain en Léicester su anunciado discurso. A él pertenecen los
párrafos siguientes, que será curioso confrontarlos con los que se pronunciaría diez años más tarde “en 1909- en la Conferencia imperial reunida en
Londres. Dijo míster Chamberlain:
“Creo que todo hombre de Estado británico, por poco previsor que sea,
desea que nuestro aislamiento europeo no se prolongue. Dicho lo anterior,
cada cual debe pensar que la alianza más natural para nosotros sería la que
nos uniese al gran imperio alemán…
***
¿Qué es lo que une a las naciones? El interés y el sentimiento. ¿Cuáles son
los intereses británicos opuestos a los alemanes? Yo no me puedo figurar, en
un inmediato porvenir, ninguna causa de antagonismo entre los intereses de
Alemania y los nuestros”.
Luego habla de una posible alianza con América, que uniría la raza germánica con las dos ramas de la anglosajona.
La impresión que este discurso produjo en Alemania fue extraordinaria,
pero en sentido inverso al que Bülow pudo prever. Se indignó todo el mundo
y Bülow, dejándose influir por el ambiente, pronunció el 12 de diciembre un
discurso en el Reichstag desautorizando todo rumor de alianza y pidiendo un
aumento en los presupuestos para la marina de guerra.
Inútil describir el estado de ánimo del Gobierno inglés.
La otra tentativa de acuerdo entre Inglaterra y Alemania ocurre en 1912.
Es lord Haldame el portavoz. En 1914 estaba listo para firmar un vago acuerdo. Pero seamos, no mucho, fieles a la cronología.
El 28 de octubre de 1908, el “Daily Telegraph” publica una interviú con
el káiser. En ella, sencillamente, se asigna el papel de salvador de Inglaterra;
el trazó el papel victorioso que lord Roberts puso en ejecución contra los
Boers. En todas partes hizo la información un efecto desastroso, y en Alemania igualmente. En el Parlamento “si así se puede llamar el existente en
Alemania en esa época-, el canciller censura la actitud del káiser. Aunque de
momento este calle, unos meses después “el 28 de junio de 1909- deja Bülow
la cancillería. Llega al Poder von Bethmann-Hollweg. Voy a dejar para después el examen de la cuestión naval, que es, a mi juicio, si no la piedra angular,
una de las razones principales de la guerra de 1914. Es indiscutible que si la
rivalidad naval entre Alemania e Inglaterra hubiese tenido en 1908 el mismo
volumen que las leyes navales alemanas de 1912 vinieron a crear, hubiese In194
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
glaterra tenido las mismas causas que motivaron su intervención seis años
más tarde.
Alemania, lo reconoce Bülow en su libro, no había oído sonar todavía la
hora de su política mundial sin restricciones. Sin embargo, amplía su política
en África, en Extremo Oriente, en Asia Menor; intenta apoyarse en los Estados Unidos y Japón.
La triple alianza “Alemania, Austria, Italia- parece todavía firme. Sin embargo, no se ignora que en 1902 Italia prometió a Francia su neutralidad en
toda guerra en la cual no fuesen los franceses los agresores. El tiempo lo confirmó. En estas condiciones, Austria-Hungría, por medio de Aerenthal, su
mejor “en el peor sentido de la palabra- ministro, anexiona, se incorpora la
Bosnia y la Herzegovina. “Era una violación cínica del derecho público”. Esta
frase es de lord Asquith, entonces en el Poder en Inglaterra. Entonces y en
1914. La ocupación de Bélgica no era un crimen peor. Sin embargo, entonces no se amenazaban las costas del Canal de la mancha, tan próximas a la
metrópoli. Por eso quizá no surgieron los brillantes caballeros servidores del
Derecho y se callaron. Como se calló Rusia, la que seis años más tarde no va
a permitir que sus hermanos eslavos sean sojuzgados por Austria-Hungría.
Calló Rusia porque Aerenthal engañó a Iswolski prometiéndole el paso por
los Dardanelos. Este engaño había de hacerlo pagar caro el diplomático ruso
a la doble monarquía. Embajador de Rusia en París en 1914, es uno de los que
con más ahínco y feroz alegría empujó a Europa hacia el abismo.
Es posible que las reclamaciones de las potencias europeas hubieran sido
más eficaces y duras si Alemania, como dice Bülow, “no hubiese echado en la
balanza el peso de su espada”.
El káiser resplandecía; gracias a su fuerza, un crimen quedaba impune.
La Weltpolitik marcha a su apogeo. La Hamburg-Amerika ha visto subir
su tonelaje de 3.000 a 50.000 toneladas, sus velocidades acrecentadas de 14 a
25 nudos. Desde 1898, en el cual el káiser dijo en Damasco que “los 300 millones de musulmanes pueden estar seguros de que el emperador de Alemania
será siempre su amigo”, no ceja en su política turcófila, tan acendrada como
su antieslavismo. Los emperadores de Rumanía y Bulgaria son germanos.
Desde el mar del Norte a Bagdad sueña el emperador un camino triunfal
que le permita asestar un golpe en el corazón de Inglaterra: la India. El mariscal Von der Goltz merece bien de su emperador: él manda, hace y deshace
en el imperio otomano.
Seguro, rey absoluto en tierra, el káiser mira con confianza el mar. Llega el
momento de hablar de las escuadras.
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
195
La política naval
A su advenimiento al trono de Alemania “en 1888-, la marina de guerra se
compone de 27 acorazados y 23 cruceros. Ya en 1891, el presupuesto de marina aumenta en un 80 por 100. El Reichstag, sin embargo, lo reduce algo.
Se llega al año 1897, y el almirante Hollmann dimite y entra en escena otro
comparsa, uno de los más tristemente célebres: el almirante Tirpitz. Hasta
entonces, la marina alemana no tenía importancia alguna. El acorazado mayor tiene 9.874 toneladas y los modelos son antiguos. La marina se compone
de 25.000 hombres. Nadie se interesa por las cosas del mar.
Entonces “ejemplo clarísimo de organización capitalista y bélica- se recurre a “una prensa bien organizada y dirigida” “son palabras textuales- y a
una “enérgica propaganda”. El 4 de abril de 1897, el káiser habla en Colonia.
Dice: “Neptuno, con su tridente, es el símbolo de la nueva tarea que tenemos
que cumplir, y este tridente debemos ponerlo entre nuestros mares”. El 10
de abril de 1898 se vota la nueva ley naval. En este año, Inglaterra tiene 54
acorazados y 104 cruceros; Alemania, 14 y 13, respectivamente. En 1900, un
incidente con Inglaterra sirve de pretexto para reformar la ley naval. Se vuelve a reformar el 6 de abril de 1908. Ya en vísperas de la segunda Conferencia
del Desarme en La Haya, Inglaterra propone una limitación, o, mejor, una
reducción. El káiser califica todo tese proceso con una palabra: “tontería”.
Lord Asquith dice en la Cámara de los Comunes, el 29 de marzo de 1909:
“Nuestra marina es para nosotros lo que el ejército es para Alemania. Una
marina poderosa daría a este país un medio de aumentar su prestigio, la influencia de su diplomacia, y le facilitaría la protección de su comercio; pero
no es para ella, como lo es para nosotros, una cuestión de vida o muerte”. Y
comenta luego en sus Memorias: “Las variaciones llevadas a cabo en la ley de
1908 mostraban claramente que si la Gran Bretaña no aumentaba sus construcciones navales, Alemania podía adquirir una superioridad de navíos de
línea en 1914 (¡)”. Y luego añade: “Fuimos, pues, llevados a poner en construcción ocho navíos de línea en 1909”.
El 14 de junio de 1912 se votaba en Berlín una nueva enmienda que aumentaba la flota. Sin embargo estaba lejos Alemania de poseer una marina
comparable a la del Reino Unido. Tenía 25 cruceros, e Inglaterra 49. Pero Inglaterra los repartía por el globo entero, y los alemanes enfilaban sus cañones sobre la isla capital.
La “Entente cordiale” se afirma. Había nacido en 1904, cuando “dice
Poincaré- monsieur Delcassé firmó con el gobierno inglés un acuerdo que
suprimía los últimos rozamientos, arreglando con concesiones mutuas los
196
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
intereses de las dos naciones, allí donde más expuestas a enfrentarse estaban: En Egipto y en Marruecos”. En 1907 firma la Convención anglorusa. Es
curioso ver cómo van estrechando sus lazos los tres países a medida que Alemania, subida en el tornillo sin fin de su orgullo y su poder, aumenta ejército y flota en proporciones descomunales. El Reino Unido y Rusia hallan un
arreglo relativo a Persia, Afganistán y el Tibet.
Mientras tanto, el káiser organiza otra payasada. Cita al zar, se encuentran en Bjoerkoe en julio de 1905, y el káiser hace firmar a su primo el borrador de una alianza rusoalemana. Callan todos el asunto. ¡Qué diría Francia!
El absurdo nace muerto.
Otro asunto presenta ya las fuerzas en sus respectivas posiciones: es el de
Marruecos. Fue el káiser “con su inconsciencia brillante, vocinglera y fanfarrona- el que, con su desembarco en Tánger, levantó la liebre. Como siempre
que un asunto motiva consecuencias desagradables, se escuda en su canciller. Sus discurso “estamos en 1905- , uno de los más provocativos, “proclamó “dice Bülow- , en un lenguaje desprovisto de todo equívoco, el principio
de la soberanía e independencia de Marruecos. Anunciaba de esta manera al
mundo que Alemania creía deber ser consultada en el asunto marroquí.
Obtuvo Alemania un triunfo diplomático con la dimisión de Delcassé y
la reunión de la Conferencia de Algeciras. Este modesto triunfo fue borrado
en 1911 con el envío del cañonero “Panther” a Agadir. Esta vez es BethmannHollweg el que debe salir responsable. De las conversaciones que siguen
entre Francia y Alemania, esta última abandona toda influencia oficial en
Marruecos “Poincaré la acusará luego de fomentar las rebeliones- y gana
una estrecha faja en el Congo francés. No fue tan fácil, y es de mucha mayor
importancia, el roce que motiva el asunto de Agadir con Inglaterra. Las palabras que siguen son de Lloyd George, pronunciadas en un banquete dado
por el alcalde de Londres a los banqueros de la City. Habló de la voluntad
de paz, y luego dijo: “Pero si se nos quisiera imponer una situación donde
la paz sería salvaguardada únicamente arrastrando a la Gran Bretaña en un
asunto en el cual están en juego sus intereses, como si no contase en el equilibrio europeo, entonces, lo digo categóricamente, la paz a este precio sería
una humillación que un gran país como el nuestro no tendría el humor de
soportar”.
El 27 de noviembre de 1911 se firma el acuerdo entre Alemania y Francia.
Al mismo tiempo, lord Asquith hace que la Comisión de Defensa del imperio
“haga un examen profundo y completo del papel que nuestro ejército y nuestra armada tendrían que representar… el día en el cual nos viésemos arrastrados a una guerra europea”. Son palabras textuales.
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
197
Dice el que luego fue lord Oxford: “No es exagerado decir que en esta fecha -1909- el Gobierno había estudiado todos los problemas que levantaba
la eventualidad de un aguerra contra Alemania, a saber: la situación naval, el
bloqueo, la invasión, la guerra continental, la defensa de Egipto”.
Las órdenes de movilización, todas las proclamas necesarias están impresas. En 1914 no se perdió un minuto en preparativos. Todo estaba perfectamente engranado.
He insistido tan largamente en las relaciones germanoinglesas porque,
además de ser el punto menos tratado de los orígenes del crimen de 1914,
creo que es una de las razones principales. Transcribo para dejar este asunto,
palabras de sir Edward Grey, pronunciadas en 1909 en la Conferencia imperial reunida en Londres: “No corremos riesgo alguno de vernos mezclados
en graves complicaciones europeas “dijo-, a menos que una potencia o coalición de potencias europeas viniese a dar en lo que yo llamaría una política
napoleónica”. Y luego: “Sin embargo, digo que el caso extremo que acabo de
exponer se puede presentar, y entonces se plantearía la cuestión de saber si
tendríamos que intervenir con las armas en los asuntos de Europa. Si llegásemos a eso sería únicamente porque nuestra potencia naval y la necesidad de
mantenernos dueños del mar nos harían combatir”.
El mapa europeo en 1914
Repasemos el mapa europeo en 1914. En Alemania, el partido militar manda dictatorialmente; no se vive más que para el ejército. Todo el mundo está
satisfecho de obedecer a un ejército tan perfecto, tan colosal. En marzo de
1913, la Memoria para la nueva ley militar lleva en su preámbulo las siguientes frases: “Hay que acostumbrar al pueblo a pensar que una guerra ofensiva
es una necesidad de nuestra parte. Hay que llevar las cosas de tal manera,
que bajo la fuerte impresión de armamentos potentes, de sacrificios considerables y de una situación política precaria, la guerra “no emplea esta palabra, sino desbordamiento- sea considerada como una salvación”. Se lleva
a la saturación. Todos los que mandan desean la guerra. La situación de los
posibles enemigos es bastante precaria. Francia, según el senador Humbert,
acaba públicamente de declarar que carece de artillería pesada y no está sobrada de municiones.
Hasta el año 1916 ó 17, Rusia no tendrá pronta su red de ferrocarriles estratégicos. Inglaterra tiene bastante que hacer con intentar poner paz en Irlanda. Por eso el káiser va a escribir en el margen de un documento diplomático en el cual se le da cuenta de la situación austroserbia: “Ahora o nunca”.
198
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
Austria se siente morir. Baila y sonríe. Pero el archiduque heredero tiene
ciertas simpatías por las minorías eslavas, que nadie le perdona. El emperador menos que nadie. Y se deja fríamente que se vaya a hacer asesinar en
Sarajevo. Conrad, el general en jefe, ansía la guerra. El Tratado de Bucarest
no puede ser definitivo. Ya le dijo el káiser al marqués de Pallavicini, su embajador en Turquía: “Las potencias centrales no pueden aceptar el Tratado
de Bucarest como una solución definitiva a la cuestión balcánica: sólo una
guerra general podrá conducir a una solución conveniente”. Dirige la política
un hombre frívolo, mediocre, sin sentido alguno de responsabilidad: el conde
Berchtold. La posteridad será muy severa con él.
Rusia sueña siempre con los Estrechos; la camarilla que rodea al ser sin
voluntad que es el zar, quiere “no tiene nada que perder- la guerra.
En enero de 1914 “declararon el ministro de la Guerra ruso y el jefe de
Estado Mayor, categóricamente, que Rusia estaba absolutamente preparada para el duelo con Alemania, sin referirse ya al suelo con Austria”. Será la
única manera de llegar a Constantinopla, sueñan los generales. El servicio
militar se lleva a tres años y tres meses de duración.
He hablado muy poco de Francia. Voy a decir dos palabras. Perdonad que
subjetive un momento mi exposición. Yo he estudiado en Francia mis primeras letras, y os puedo dar fe de que la enseñanza toda de la Historia tendía
y tiende, desgraciadamente, a arraigar en los muchachos el más hediondo
chauvinismo “éste es tema para otro día-. Conservo algún libro de entonces.
De la Historia de Francia, que en 1913 enseñaban en los colegios y liceos de
París, son los siguientes párrafos:
“La Alsacia y la Lorena, estas provincias, francesas por el corazón, han
sido robadas a Francia por Alemania victoriosa. Allí están Metz y Estrasburgo, esos dos baluartes de Francia”.
***
Los alsacianos y los loreneses no han dejado nunca de protestar contra su
anexión a Alemania. Francia no lo olvidará. La guerra de 1870, que fue tan
cruel para nuestro país, debe inspirarnos pensamientos patrióticos. Para defender la patria, aunque no sea atacada, debemos cumplir con todos nuestros
deberes, y particularmente con nuestros deberes militares.
Los pueblos que pierden sus virtudes militares son pueblos condenados a
desaparecer… ¡No olvidemos la guerra del 70!”.
Si esto se enseñaba a los niños de diez años, pensad en el estado de ánimo de la nación. Nación dirigida por un hombre que siempre, como lorenés
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
199
francés, había soñado con la “revancha”: Poincaré. Basta ojear un libro negro
publicado por los Soviets, referente a la política francorrusa de 1910 a 1914,
para verlo y comprobarlo.
“La verdadera causa de la guerra “dice William Martin-, es que todo el
mundo creyó fatalmente que ocurriría; la elección de monsieur Poincaré a la
presidencia de la República ha podido responder a esta convicción. Los alemanes se creyeron cercados y se armaron para romper el cerco. Los franceses
se creyeron amenazados y se armaron para contener la amenaza. Y así se llegó, poco a poco, a la víspera de la guerra”
En su viaje a Rusia, días antes de la contienda, Poincaré habla a cada momento de fidelidad a las alianzas y de que “Francia no teme la guerra”.
Se vuelve al servicio obligatorio de tres años. Bélgica también adopta el
servicio militar obligatorio. Los Balcanes pueden servir siempre de pretexto.
Austria teme a la Serbia engrandecida por Pachlich. A Berchtold cabe la deshonra de haber querido el estallido. A Alemania, el deshonor de haber dado
alas con el propósito claro de las consecuencias. A Rusia, el de haber movilizado primero. A Francia el de no haber pensado un momento en la posibilidad de evitar la hecatombe. A Inglaterra… De Inglaterra ya hemos hablado
bastante. No llegaré a decir que Inglaterra deseó claramente la guerra. Pero
es indiscutible que estaba entre sus previsiones, para más tarde o temprano,
una guerra con Alemania, y estos es decir una guerra europea. Las vacilaciones postreras de sir Edward Grey pueden imputarse, con un sencillo juego
psicológico, a este hondo y fatal convencimiento.
Las vísperas de la guerra
Veamos rápidamente el calendario de los hechos del 28 de junio de 1914 al 4
de agosto. Remito al que quiera ampliar su interés por estas fechas vergonzosas al excelente libro de Emil Ludwig, “Julio de 1914”, que acaba de aparecer
en castellano.
28 de junio.- Asesinato del archiduque en Sarajevo.
30 de junio.- “Ahora o jamás”, escribe el káiser en el margen del informe de
Tachirsky, su embajador en Viena.
5 de julio.- El káiser embarca en su yate.
7 de julio.- Consejo de ministros austrohúngaro. Se decide enviar un ultimátum a Serbia. Tisza protesta. “El pueblo húngaro “dice- no puede ir a la
guerra antes de recoger la cosecha”. Protesta de la inutilidad de la anexión de
Serbia.
13 de julio.- Von Wiesner, enviado a Sarajevo para compulsar los docu200
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
mentos referentes al atentado, dice: “Que nada demuestra explícitamente la
complicidad del Gobierno serbio”.
16 de julio.- Poincaré y Viviani embarcan hacia Rusia.
23 de julio.- Poincaré marcha a Rusia. Unas horas antes (a las seis), las
precisas para que no llegara a conocimiento del presidente francés, en suelo
ruso, se entrega el ultimátum austriaco a Serbia. Se exige la contestación en
las veinticuatro horas.
24 de julio.- Sir Edward Grey propone que Alemania, Francia, Italia e Inglaterra median en el asunto.
25 de julio.- El Gobierno ruso dice que no puede seguir indiferente el curso de los acontecimientos. Respuesta de Serbia a Austria. El embajador de
Austria rompe las relaciones con Serbia.
26 de julio.- Sir Edward Grey quiere proponer una reunión de embajadores. Cree que, como en 1913, eso le va a bastar para contener el conflicto. Este
será el cargo mayor con que luego se le acusará: el no haber dicho claramente
desde el principio que Inglaterra, si Alemania atacaba a Francia, no tendría
más remedio que intervenir. Austria moviliza. Inglaterra ordena a su flota
permanecer reunida. Rusia entabla una conversación con Austria.
27 de julio.- El káiser llega a Postdam. El Gobierno alemán no acepta la
idea de sir Edward Grey. Es un asunto a resolver entre Rusia y Serbia, objeta.
28 de julio.- Austria declara la guerra a Serbia.
29 de julio.- Rusia moviliza sus circunscripciones meridionales. Poincaré
llega a París.
30 de julio.- Un poco de esperanza. Se vuelve a iniciar una conversación
entre Petrogrado y Viena. Villaint mata a Jaurès. Los socialistas flaquean en
todos los frentes.
31 de julio.- Movilización general en Austria y Rusia. Ultimátum de Alemania a Rusia exigiendo la desmovilización en las doce horas siguientes.
1 de agosto.- Moviliza Alemania. Declara la guerra a Rusia, no habiéndosele contestado al ultimátum. Francia moviliza a la misma hora.
2 de agosto.- Ultimátum a Bélgica. Inglaterra asegura a Francia que protegerá sus costas norte y nordeste.
3 de agosto.- Alemania declara la guerra a Francia.
4 de agosto.- Entran las tropas alemanas en Bélgica. Inglaterra declara la
guerra a Alemania.
Este mes terrible está lleno de episodios grotescos y vergonzosos. Otro día
los comentaremos; yo o uno de vosotros. Merecen, para no volver a repetirse,
una exposición constante.
Dirijamos una rapidísima ojeada a Italia. Su postura es de las más feas y
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
201
repugnantes. Sencillamente se vende al mejor postor. Pide primero a Austria
que le diga lo que le da por permanecer neutral; luego pregunta a la “Entente”, y como éstos le conceden más, declara la guerra a sus antiguos aliados. Y
cuando en la Conferencia llamada de la Paz Sonnino quería que las irrealizables promesas se materializaran y le demostraban su imposibilidad, contestó: “Vosotros, que habéis sido atacados o provocados no habéis tenido
que escoger al hacer la guerra. Nadie os lo puede reprochar. Pero yo, que sin
imperiosa necesidad he llevado a mi país a esta terrible guerra, haciéndoles
firmes promesas; yo, que tengo 600.000 vidas italianas sobre mi conciencia,
¿qué le diré a mi pueblo si no cumplo mis promesas?”. Y añadía: “Soy un criminal”. Más vale no mentallo.
Y entre tanto, los pueblos…
He aquí los hechos. ¿Han oído nombrar en ese desfile “que yo he querido
hacer imparcial- alguna vez al pueblo?¿Ha influido en los acontecimientos
relatados, aunque solo fuese un momento, la voluntad de los obreros y de los
campesinos? Si alguna vez se ha recurrido a ellos ha sido después de haberlos
adobado con las salsas patrióticas más violentas después de haber condimentado los artículos más furibundos, redoblando los tambores del más fácil, barato y suntuoso nacionalismo.
Los periódicos, la gran mayoría de ellos, en el momento oportuno, cuidadosamente elegido, han ordenado las más vistosas galas de los lugares comunes.
Los regimientos han desfilado por las calles con músicas bullangueras.
Nada se ha escatimado. Y los vítores de los chauvinistas no eran contrarrestados.
En ningún momento se ha tenido en cuenta más que lo que se llamaba intereses del Estado, sin pensar que este Estado está virtualmente formado por
la nación. ¡Qué el Gobierno X ha enviado un barco al Polo Este! En seguida,
el honor patrio peligra. Unas notas, un ultimátum. ¡Sí, señor! Una guerra. ¿Y
qué?¿Es que se va a permitir que el país vea hollado su honor? “su honor en el
Polo; ¡quien dice el Polo, dice una isla desierta en el Pacífico!-. Y tú, herrero,
y tú, labrador, y tú, albañil, os veis, agitando banderitas, contra otro herrero, contra otro labrador, contra otro albañil, embaucados por el olor de los
artículos “eso sí, elocuentísimos- de la prensa burguesa, a entreasesinaros.
Es posible que en el Consejo de administración haya un buen señor a quien
interesen unas posibles minas existentes sea en el Polo, sea en la isla desierta
del océano Pacífico.
202
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
Contextos
Alsacia y Lorena son francesas como eran alemanas: a la fuerza. La Silesia,
gran parte de Polonia y toda Yugoslavia “nombre providencial- yacen bajo el
yugo de Gobiernos artificiales creados por el Tratado de Versalles, Lituania,
Polonia, Yugoslavia, Italia, viven en régimen de dictadura. No hablemos de
Rumanía. En Alemania, los partidarios de Hitler ganan terreno. En el mundo,
compañeros, haz diez millones de soldados más que en 1914.
Este es el balance. Si a este desenfreno no pone barrera el Socialismo, creo
que nosotros mismos conoceremos otra gran guerra. Esta sólo se puede evitar con una inteligencia entre los pueblos; pero entre los pueblos verdad, no
entre los Gobiernos que representan únicamente los aspectos capitalistas de
la nación, muchas veces interesados en la consumación de las matanzas.
Bien está la Sociedad de las Naciones; pero las guerras se acabarán únicamente cuando todos los proletarios de todos los países digan de una vez: “No
queremos más guerras”. Es posible que para llegar a eso se hayan de sacrificar
algunas vidas.
Tengo la seguridad de que todo buen socialista sacrificará generosamente
la suya, como yo ofrecería la mía, si en algo pudiera servir para este resultado.
Eso es todo.
Contextos
Max Aub // Orígenes de la Guerra del 14
203
e n e s te n ú m ero cola b ora n :
P
ablo gómez nogales es licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza
y titular de un Máster en Historia Contemporánea, y en la actualidad disfruta
de una beca de investigación en la misma universidad para la preparación de su tesis doctoral, que versa sobre la imagen que de la zona republicana y de la revolución
social se construyó y difundió en la España franquista. Ha realizado una estancia de
investigación en la Universidad de Toulouse-Le Mirail y es miembro del consejo de
redacción de la revista Turba. Revista de filosofía política. M
arie-Pierre Caire Mérida Profesora en la Universidad de Perpiñán, Département d’Etudes Hispaniques et hispano-américaines.
M
iguel Ángel Velasco León (Arnedo, Rioja, 1963). Licenciado en Filosofía
y profesor en el Instituto Avempace de Zaragoza. Miembro fundador de la Sociedad Aragonesa de Filosofía y coordinador de la Olimpiada de Filosofía de Aragón.
Sus últimas líneas de trabajo se centran por un lado en las relaciones entre ética, poder e irracionalidad, concretado en las relaciones ética, holocausto, exilio y deportación en España. Por otro en las relaciones entre pensamiento y medios de comunicación, centrada en la relación de la filosofía con las nuevas tic. Asímismo desarrolla
aplicaciones de dichas líneas de trabajo para el alumnado de bachillerato ([email protected]).
J
osé Antonio García Fernández (Oviedo, 1962), que acostumbra a firmar sus
artículos bajo la advocación “Antonio Villanueva”, es profesor de Lengua y Literatura en el IES Avempace, de Zaragoza. Ha impartido clases en Asturias y Aragón, ha
colaborado en distintos medios de comunicación y se ha especializado en didáctica de
la lengua y la literatura. Es fundador y director del “Boletín Lainiano”, dedicado a los
Laín Entralgo (Pedro y José), que se edita anualmente encartado en Rujiar. Miscelánea
del Centro de Estudios del Bajo Martín. La mayor parte de sus publicaciones están disponibles en la web http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez.
204
e n e s te n ú m ero cola b ora n :
J
osé Ramón Villanueva Herrero (Alcañiz, 1959) Licenciado en Historia Contemporánea por la Universidad de Zaragoza. Miembro del Instituto Cultural del
Bajo Aragón (ICBA) y de la Fundación “Bernardo Aladrén” de UGT-Aragón. Es autor
de varios libros y diversos artículos en revistas especializadas sobre la historia del republicanismo, el socialismo y el movimiento obrero aragonés. Colaborador habitual
de El Periódico de Aragón y Diario de Teruel en donde publica artículos de opinión
sobre temas históricos o de actualidad política.
H
erminio Lafoz Rabaza (Teruel, 1952) es Doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza, y Catedrático de la misma materia en el IES “Avempace”, de
Zaragoza. Parte importante de su tarea investigadora se ha centrado en la Guerra de
la Independencia sobre la que ha publicado varios artículos y libros como La guerra
de la Independencia en Aragón. Del motín de Aranjuez a la capitulación de Zaragoza
(Zaragoza, IFC, 1996), El general Palafox, héroe de la Guerra de la Independencia, (Zaragoza, Delsán, 2006). En estos momentos está trabajando en la edición de las Actas
de la Junta Superior de Aragón y parte de Castilla.
J
esús Inglada atarés (Sangarrén, Huesca, 1958) Licenciado en Filosofía y Letras. Profesor de Geografía e Historia en el Instituto de Enseñanza Secundaria
“Pirámide” de Huesca. Consejero del Instituto de Estudios Altoaragoneses (Diputación Provincial de Huesca), en el Área de Historia. Su actividad investigadora se
ha repartido entre la historia de Huesca en el siglo XVII, siendo autor de numerosos
artículos sobre el tema, y más recientemente ha trabajado sobre la historia del primer cuarto del siglo XX: guerra civil, exilio, campos de concentración, deportación.
Entre sus publicaciones recientes, “Historia, memoria e imágenes de Mauthausen”,
en Aragoneses en el infierno de los campos de concentración, Diputación General de
Aragón, Zaragoza, 2010, pp. 35-113; “Mariano Viñuales: de niño yuntero a guerrillero
antifascista”, en Diario del AltoAragón, 20-10-2013, pp. 18-19.
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e n e s te n ú m ero cola b ora n :
L
uis Granell Pérez (Zaragoza, 1948), es licenciado en Geografía e Historia por
la Universidad de Zaragoza y en Periodismo por la Universidad Complutense de
Madrid. Trabajó como periodista desde 1970 en Aragón Exprés, Informaciones, Diario de Barcelona, Cambio 16 y Diario 16, viviendo en primera línea el final del franquismo y la transición a la democracia. En 1982 participó en la fundación del periódico aragonés El Día, en el que fue responsable del área de Cultura y Sociedad durante
dos años. Actualmente colabora con Heraldo de Aragón y El Periódico de Aragón.
Su principal actividad periodística se desarrolló en el semanario Andalán, a cuya Junta de Fundadores perteneció desde 1973, siendo secretario de redacción y, de 1979 a
1981, director. En 1988 fue elegido presidente de la Asociación de la Prensa de Zaragoza, creando el Centro de Prensa de dicha ciudad. En 2012 la Asociación de Periodistas de Aragón le concedió el premio a la trayectoria profesional. Desde 1983 hasta su
reciente jubilación trabajó en las Cortes de Aragón como jefe de Prensa (hasta 1987)
y del Servicio de Publicaciones.
G
abrielle García, Licenciada en lengua castellana por la Universidad de Rennes (Francia), fue profesora de Enseñanza Secundaria. Hija de un combatiente
republicano exiliado en 1939, investiga sobre la presencia republicana española en
Bretaña (Francia). Es coautora del libro La mémoire retrouvée des républicains espagnols (Ed. Edilarge), en el que entrevista a combatientes republicanos supervivientes
sobre su recorrido desde el principio de la guerra civil hasta el fin de la segunda guerra mundial. El libro fue prologado por Francisco Espinosa Maestre y galardonado
con el Premio Ecrivains de l’Ouest. Acaba de publicar Pour entrer dans Grenade (Ed.
Mare Nostrum) en el que escribe la historia de los jornaleros de la Vega de Granada,
compañeros de su padre. Preside la Asociación Memoria del Exilio Republicano Español, MERE 29, del departamento de Finistère, y prosigue el trabajo de recuperación de la memoria republicana .
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e n e s te n ú m ero cola b ora n :
J
uan Soro Abardía (Zaragoza, 1950) Licenciado en Historia por la Universidad
de Zaragoza, forma parte del consejo editorial de la revista XIX y Veinte, y con
Carlos Mas dirige la colección es un decir de historia, ensayo, memoria, etc., del siglo XX, de Editorial Comuniter.
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