San Cosme de Galgao*

Transcripción

San Cosme de Galgao*
San Cosme de Galgao*
Hoy celebran en Galgao romería al médico mártir Cosme.
Subienáo desde el valle-cle Mondoñedo. que me es más que
un reino y mi dulzura angevina. hacia-Abadín -donde comienzan las chairas de los lucenses. la Terra Chá con sus lama,s y sus abedules, y las zuecas chinelas-, coronando el
puertó de la Xesta, donde cabalga cotidiano el viento las reáondas cumbres oscuras, tiene ermita, en un descampado,
Cosme, aquí sin la compañía de Damián. Antaño la ermita
estaba en ia ladera de Galgao, pina y áspera, y se subía por
duro camino a ella: camino que lleva a unas tierras pobres,
de ricos nombres: Samordás, As Invernegas: cayendo en ruina
la vieja ermi.ta, se construyó la nueva en lugar más asequible,
en uná plana de brezos a cien varas de la carretera. Los hubo,
fieles rómeros, afectos a la morada antigua del Anárgiro, que
tomaron a mal el traslado del santo, y anunciaron que en la
nueva iglesia Corsme no oiría peticiones ni lástimas' y ya. no
curaría-a doliente alguno. Pero fueron éstas ociosas noticias,
sin fundarnento, exceso de celo de cuatro devotos. Cosme.
en aquella soledad, siguió oyendo, curando y consolando:
cuelgán vera del altar los exvotos de cera virgen, y dura hasta
el lulco y fusco la subasta de las ofrendas: trigo, cera, carne
de cerdo, miel, quesos, ovejas... Los más de los'romeros son
gente mariñán, alegremente cantora: en los claros días setem6rinos pueden ver,-desde el alto solar de la romería, el lejano
horizonte marino, por entre la hendidura de los montes, de
azul cantábrico levemente teñido. De la frontera de las Asturias también vienen ofrecidos. Cosme cuia. Es decir' vivifica,
que éste y no otro es el profundo sentido de toda curación.,
Aprendía'estos días pasados en un hermoso libro que cuando
se lee en el Nuevo Testamento que fue concedido a los apóstoles el don de lenguas, no hay que entender principalmente
*
I
957.
De la ierie .Retra¡os y paisajeso. Funt ¿le ViSo' 27 de septiembre de
que Pedro y Santiago el Mayor y Juan se pusieron a hablar
sánscrito, etíope, celta o eslavo, sin más y tribunos, sino que
les fue concedido el decir a cada hombre la palabra que reclaque
maba su corazón herido. Cosme y Damián
-aseguran los
los han visto, durante varios siglos después de su martirio,
especialmente en el Imperio de Bizancio, en Hungría, en las
episcopales ciudades del Rhin, en Provenza-, bajo la capa
llevan unas pequeñas redomillas que, cuando las muestran,
como oro al sol brillan. Yo no creo que lleven en ellas bálsamo alguno. Llevarán sirnplemente eso, luz dorada. Porque
curan con el espíritu y desde el espíritu, y pr¡ra ello no necesitan bálsamos. Quizá les basta sólo con ineitar a confesar, y
oír amorosamente. Y borrar en el hombre la memoria de la
enoÍne soledad original.
Hablaba de que a los Anárgiros se les ha visto muchas
veces, desde que fueron decapitados en Ciro de Siria. Se les
vio frecuentemente en el campo, después de las batallas, y
donde había peste. Y siempre sonriendo. Lo mismo dicen de
Roque, el peregrino de Montpellier: que no podía hacer huir
la sonrisa de los labios; en Dijon,lo vieron junto a una puerta
de la ciudad, sentado ante una pequeña hoguera de helechos
secos y retama, y el jinete de la peste se detuvo ante é1, y
Roque sonreía: la peste no entró en Dijon y los borgoñones pusieron'en las puertas de sus ciudades imágenes de San Roque
riéndose, le bon jo¡,eux de la plegaria. Me parece que el que
está en hornacina en el Consistorio Viejo de Mondoñedo sonríe igualmente. Esta sonrisa de Roque. de Cosme y de Damián es medicina, forma parte de su capacidad de saludadores. La melancolía siempre ha sido considerada como una en-
y la acidia como pecado. Viendo las cabezas de
que yo llevé,
cera que cuelgan en la iglesia
-semejantes a la
de niño, yendo ofrecido. que me había puesto en vara y media
a los nueve años, y sin carnes ni colores. y creyeron que no
fermedad,
me lograba, y el Reino de la Tiena 1el dulce Reino de la Tie-
rra, que dijo Bernanos) habría perdido el
perpetuamente
asombrado corazón de uno que cree saber amarlo y lo ama-,
me entran deseos de pedirle al Anárgiro Cosme que les evite
a los donantes la soturna melancolía. la sequedad de espíritu
y. la manera aceda. Y les conceda el don milagroso de la sonnsa.
La romería es sonada: se come y se bebel las gaitas cantan
hasta el alba. Pero mucha -eente humilde. enf'erma y pobre,
sube en silencio hasta el santo y en silencio regresa. Yo sé
que algunos han venido a dar las gracias por la recobrada sa-
lud al sonriente Cosme, que allá se queda, en el monte de los
vendavales y las nordesíás, solo, con una lamparilla temblgrosa por todá compañía, hasta la solemne claridad de otro dla
de septiembre. Y quizá todo el secreto de su benéfico poder
esté en que en la sóledad de los montes, en las largas n99!es
invernalés, cuando nieva seguido y silban los vientos y el lobo
aúlla, Cosme, mirando cómo se estremece la lamparilla, sigue
sonriendo.

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