Dedicado a Barón Rojo.

Transcripción

Dedicado a Barón Rojo.
FOKKER
Dedicado a Barón Rojo.
Todo tiembla, mi cuerpo y mi fokker Dr. I
Aire, velocidad, peligro, tensión, placer... Allá, a lo lejos, los veo.
Me temen, lo sé, pero no por ello dejarán de acercarse
¿Será Éste el final que vine a buscar?
El sonido de los motores me relaja, amo este sonido.
Sin este rugir de motores mi vida no es vida.
El mundo de los hombres queda lejos, allá abajo, y se percibe todo con una
nueva claridad, aquí arriba.
Los enemigos me ven nítidamente, quiero que sepan a quién se enfrentan.
Dos de los ocho se desvían divergiendo hacia derecha e izquierda, PERO
mantenemos la formación, esas son mis órdenes, mantener la formación.
Somos seis.
En tierra, los artilleros despliegan una lluvia invertida de sonoridad sibilante.
Todos sabemos qué hacer.
Están tan cerca que unos segundos más provocarían un impacto kamikaze, no
es eso lo que busco, es su miedo.
yo carezco de él pero siento su terror.
Dos de ellos se desvían de manera aleatoria, atenazados por el miedo que les
provoca ver mi fokker; las alas de ambos aparatos chocan, y se produce una
explosión cuya onda expansiva, cual si del mar se tratara, hace temblar nuestros
aviones.
En el mismo segundo que antecede al impacto me desvío en pirueta invertida
hacia abajo, en picado, y vuelvo a subir apareciéndoles por la espalda.
Dos de los míos suben con anterioridad y siguen a los aviones que desviaron
su rumbo kilómetros antes.
Dos bajan conmigo, imitando mis movimientos.
El último no cambia su trayectoria, haciendo que uno de los enemigos vire de
manera atolondrada, perdiendo el control de su aparato y cayendo al vacío.
Solo quedan tres.
Comienza el ataque, y mientras el temblor de las descargas de mi avión hace
que una especie de terremoto en el aire se apodere de todo mi ser... Un solo
proyectil me atraviesa el pecho.
No puedo respirar.
Caigo en picado.
Placer.
La muerte se acerca.
Mi estómago se contrae.
Todo se oscurece.
El sonido del motor, me relaja...
****
¿Pero dónde estoy?
Con mis manos toco algo duro, aunque no demasiado frío.
No puedo abrir los ojos, los tengo pegados con alguna especie de sustancia
pegajosaaa!,
¿Pero qué...?
¡Mi bocaa, tampoco puedo abrir mi boca!
El ambiente en derredor es opresivo.
Mis piernas sí, las piernas puedo moverlas o qué...
¡No entiendo que me pasa... Estoy viéndome desde arriba...!
¡Estoy embalsamado, estoy muerto, estoy enterrado!
Me asusto y salgo de mi tumba.
Me veo tal cual, como iba antes de morir, pero no puede ser, llevo mi casco,
mis gafas de aviador, todo, incluso la bala instalada en mi cuerpo, todo sigue
ahí.
No siento dolor.
No siento frío, ni siquiera siento cansancio.
Sé que he muerto.
Pero la guerra sigue.
La guerra sigue...
****
24 de Abril de 1918
Un escuadrón inglés sobrevuela el cielo de Francia.
A lo lejos aparece un avión rojo con cruces de hierro acercarse a una velocidad
imposible.
Dentro, un piloto enfundado en su traje de aviador, sonriente y cadavérico
embiste sin piedad acabando con todos ellos en un ataque encadenado de
piruetas en el aire que desafía las leyes de la física...
y después desaparece en el horizonte sin dejar ni rastro hasta su próxima
batalla.
Cuentan algunos que sobrevuela los cielos en busca de enemigos, y que repite
su destino una, y otra, y otra vez...
Porque al Barón, el sonido de los motores le relaja y el mundo de los hombres
siempre le quedó lejos.

Documentos relacionados