Cambios y caminos de la crianza

Transcripción

Cambios y caminos de la crianza
“Cambios y caminos de la crianza, desde un mirada integradora
de lo individual, lo diádico- vincular, lo social y lo cultural”
Lic. M. Soledad Martín
En un nivel más macro a nivel social, podríamos decir que el concepto de Niñez fue
modificándose de forma dinámica, compleja e intensa a partir del 1900 “En la
Modernidad”, de forma gradual y no en todos los aspectos necesarios, la niñez fue
concebida como el reconocimiento del niño diferenciado del adulto, con necesidades
propias e individuales, logrando de a poco un rol más activo con relación a su desarrollo
y capacidades. Un claro ejemplo de esto surge recién a partir de la Convención de los
Derechos del Niño convertida en Ley Nacional en 1990. A partir de la cuál socialmente se
reconoce al niño como sujetos de derechos propios que deben ser escuchados, mirados
y respetados.
Esto es importante porque como una sociedad piense al bebé, al niño, será el “lugar y el
espacio real y simbólico” que le otorgue y reconozca, e influirá en las pautas o mejor
dicho estilos de crianza que buscará fomentar, con claros objetivos; los cuales
responderán no solo a aspectos sociales (políticos y económicos), sino culturales e
individuales de cada familia. Estos objetivos son transmitidos de múltiples formas y medios,
y los estilos de crianza constituyen ejes centrales para el logro de los mismos. Ya que por
estilos de crianza podemos definir la forma en que los padres e instituciones cuidan de los
niños, con relación a la alimentación, a las formas de dormir, y de vincularse y de
relacionarse con los bebés y niños pequeños, y sobre todo a la forma y estilo de
responder a las necesidades de los mismos.
Un ejemplo de la relación entre los estilos de crianza, las pautas culturales y el sistema de
valores de la cultura a la que pertenece el bebé y su familia es: Las mujeres de una
comunidad pequeña al sur de África cargan a sus bebes en todo momento y le permiten
“mamar” a “libre demanda” (como la definimos nosotros), los niños nunca duermen solos,
estas pautas culturales se contrastan con las norteamericanas, en la cual las madres
llevan a sus bebés en cochecitos durante largos períodos, lo alimentan a horarios
prefijados y la pauta más aceptada es que el niño debe dormir solo. Queda claro como
los niños de una comunidad pequeña y muy vinculada, sostiene como valor la
integración social y las relaciones interpersonales, y la cultura norteamericana sostiene
como valor la independencia social. En estos ejemplos queda claro como las pautas
sociales y culturales están diseñadas para formar cierto tipo de ciudadano.
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Sería muy interesante preguntarnos, pensar y reflexionar en encuentros interdisciplinarios,
cuáles son los valores que como sociedad sostenemos aquí en nuestro país y en nuestra
cultura. Ya que nuestras ideas sobre la crianza crean una red que reúne las experiencias
personales adquiridas en nuestras propias historias y experiencias de crianza, y las ideas y
valores culturales que guían e indican lo que es “normal” o “aceptable” en nuestra
cultura. Como padres llevamos esta red vincular personal y cultural “dentro”, forma parte
de nuestra individualidad y subjetividad, e influye intensamente en la crianza de nuestros
hijos. Cada una de las madres, padres y familias poseen fuertes creencias y valores que
llevan a actuar como lo creen más indicado. Por eso es tan común como la “madre
reciente” no solo recibe “consejos u opiniones” de su propia familia de origen y
ampliada, sino también de vecinos y de desconocidos cuándo sale a la calle con su
bebé.
Por lo tanto podemos plantearnos que existen tantas formas de crianza como personas
existen, lo interesante en el trabajo con las familias es poder acompañarlos a reflexionar,
co-pensar estas formas pudiendo identificar a partir de la observación de sus hijos, si las
formas que eligen son las que realmente responden adecuadamente a las necesidades
de ese bebé y de ese niño, que es único, singular e individual. Y así poder en muchas
ocasiones encontrar caminos alternativos a los que creíamos que eran los “mejores”, los
que se “debían”, o los que se consideraban “normales”.
Los bebés nacen con una intensa necesidad de continuar su desarrollo en la vida
extrauterina junto a su madre y a su padre, tanto desde el punto de vista fisiológico,
neurológico, como psicológico, y el desarrollo de nuestra especie lleva mucho más
tiempo en comparación con otras especies, por lo tanto como madres y padres son
varios años en los que tenemos el desafío de tomar infinitas decisiones (conscientes e
inconscientes) sobre la crianza de nuestros hijos, que tendrán su influencia en el desarrollo
actual del niño y futuro adulto. Podríamos tomar como premisa que los dos primeros años
son fundantes del desarrollo en todos sus aspectos.
Estas vivencias y experiencias de crianza que se generan en el vínculo con la madre, el
padre y otras figuras significativas que le brindan cuidado al bebé, serán las que
generaran la riqueza de experiencias para esa niña/ niño que luego será madre/padre.
Podríamos pensar que uno “es madre y padre” más por lo que “es” y no solo por lo que
“hace”, sería algo así como que cada uno trata a su bebé como se trata así mismo, por
eso nuestras ideas sobre la crianza y el cuidado del bebé/niño son estructuralmente coconstruidas y co-creadas en el vínculo entre el adulto y el bebé, y están fuertemente
influidas por la cultura y la sociedad a la que pertenecemos, tal como lo está nuestra
forma de vestirnos y de alimentarnos.
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Las formas y estilos de crianza fomentadas por profesionales como las Puericultoras
(expertas en los cuidados y crianza de los bebés y niños pequeños), Psicólogas
especializadas en Maternidad y Primera Infancia, Pediatras, Docentes, etc., están
influenciadas por las investigaciones realizadas durante los últimos cincuenta años, en
psicología del desarrollo y evolutiva, en neurociencias, en antropología y en
etnopedíatria entre otras ciencias. Es así como pueden surgir preguntas centrales que
hacen a los estilos de crianza, tales como:

Porque es favorable para la mujer caminar durante el trabajo de parto y lograr
estar lo más sentada o acuclillada posible durante el trabajo de parto y parto?

Porque es importante favorecer el contacto inmediato mamá-bebé durante la
primera hora de vida del bebé?

Porque el bebé necesita de la mirada materna desde los primeros momentos para
activar al máximo su red neuronal?

Cuánto debe dormir un bebé y de qué forma?

Que entendemos por “libre demanda” para el amamantamiento adecuado del
bebé?

Porque es tan importante la lactancia materna y la alimentación complementaria
para el desarrollo de la individualidad y la personalidad?

Como debe ser el proceso de destete? Hasta cuándo amamantar?

Porque el pecho materno constituye una experiencia de mayor riqueza que la
mamadera?

Es necesario el uso del chupete?

A qué edad el niño necesita socializar con otros niños?

Cuál es la importancia del juego y del lenguaje en la crianza?

Cuál es el momento de “dejar los pañales”?

Como el niño construye límites internos y externos? (como opuesto a “poner
límites”)
Y así podríamos seguir con muchísimas preguntas que hacen a los estilos de crianza que
día a día llevamos a cabo durante varios años de nuestros hijos. Gracias a las
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investigaciones realizadas construimos fuertes ideas de cómo responder lo más
adecuadamente posible a las necesidades de los bebés y de los niños. Sin olvidarnos que
estas investigaciones están realizados por investigadores que pertenecen a una
determinada cultura que no siempre es la nuestra. Culturalmente nosotros valoramos más
“lo importado” lo pensado “afuera”, por eso muchas veces adoptamos teorías por
ejemplo “doctrinas de adiestramiento o entrenamientos” sobre el sueño del bebé que no
son homologables con nuestras formas de crianza, o por lo menos para la consciencia
cada vez más instalada en nuestra cultura de madres y padres más sensibles y con
mayores capacidades para responder activa y empáticamente a las necesidades de sus
bebés y niños.
Responder linealmente a cada uno de estos interrogantes nos llevaría a generar un
“manual de crianza”, lo cual nos alejaría más del objetivo de acompañar genuinamente
y respetuosamente a las madres, a los padres y a las familias sobre las necesidades
únicas e individuales de cada uno de ellos, pudiendo reflexionar y co-pensar sobre
aquello que es necesario para ellos.
Establecer “tips” para una crianza adecuada, implica establecer “reglas” de crianza,
que anulan la capacidad de las madres, padres y familias, para pensar caminos
alternativos y válidos para su “hijo que es único y singular”, y que necesita de la
capacidad materna y paterna de observarlo atentamente para que dialécticamente y
vincularmente pueda avanzar en los distintos aspectos de su desarrollo.
Gracias a los conocimientos de los últimos años, los estilos de crianza han evolucionado
muchísimo, se han vuelto dinámicos, más flexibles y cambian a medida que cambia la
sociedad, por eso es importante detenernos a pensarlos, e interrogarnos como sabemos
todo lo que sabemos, ya que como sociedad continuamos manteniendo pautas rígidas
de asistencia, de cuidados y de crianza. Como por ejemplo:
•
Que las mujeres continúen teniendo partos acostadas, que las apuren en el
trabajo de parto y que muchas veces no les permitan estar acompañadas.
•
Desde la década del 70´ contamos con fuertes investigaciones que nos permiten
conocer que los bebés y las mamás necesitan estar juntos y contacto desde el comienzo
de la vida extrauterina, para poder afianzar el apego entre ambos, el vínculo, y
comenzar con la lactancia materna, en la primera hora que constituye un período
sensible diádico y tiene lugar la impronta entre ambos, que quedara como matriz
fundante y como un sello de reconocimiento entre ambos. Entonces porqué cuándo las
condiciones neonatológicas del bebé lo permiten, siguen separando a la díada.
•
Sabemos que el bebé necesita pautas de sueño seguro, entre una de las
recomendaciones está el hecho de que duerman en posición supina (boca arriba), y
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que es fundamental comprender que el contacto de la mamá-bebé es beneficioso para
el desarrollo neurológico, fisiológico, y emocional. Y que el contacto directo durante los
primeros meses y durante las horas de sueño favorece el proceso de adquisición y
maduración de las diferentes fases del sueño, las cuáles el bebé regula adecuadamente
si está en contacto con su madre, y también logran una sincronía en sus ritmos
respiratorios. El contacto directo permite también el amamantamiento nocturno que es
uno de los otros factores que protege al bebé del Síndrome de Muerte Súbita, y sobre
todo favorece que la madre pueda descansar estando atenta a las necesidades de su
bebé, entre otros beneficios. Sabemos que los bebés tiene numerosos despertares
nocturnos y no duermen en su mayoría 8 hs seguidas y que necesitan por muchísimos
factores del contacto y de la contención de sus cuidadores durante la noche. Entonces
porqué pensamos que tenemos que enseñar a dormir al bebé, y que debería dormir toda
la noche y no alimentarse seguido?, porque seguimos escuchando y pensando que el
bebé “nos usa de chupete”?, y porque seguimos escuchando que es mejor que el bebé
aprenda a dormir solo?, el bebé durante las primeras horas, los primeros días, semanas y
meses, necesita del contacto materno las 24 hs del día para desarrollarse
adecuadamente y sobre todo de la presencia física y emocional de sus cuidadores. Y
necesita alimentarse y estar en contacto, cada vez que lo requiera.
•
También sabemos que el bebé y el niño pequeño necesita durante su primer año
de vida sobre todo, el contacto, la contención, el sostén, la alimentación adecuada, la
posibilidad de expresar sus propias iniciativas, y del movimiento en los brazos de su
mamá, su papá y su familia. Sin embargo, aún escuchamos que el “UPA malcría”, que
bebé/niño te “toma el tiempo”, que no ayuda a que el niño sea independiente, me
pregunto que entendemos por independiente?, el niño alcanzará su autonomía e
independencia, si previamente respondimos adecuadamente en forma empática,
activa y sensible a sus necesidades. Porque de otra manera lo que lograremos son niños
con altos niveles de acatamiento y sobreadaptación. Lo cual se aleja de la tan valorada
independencia, y da cuenta del altísimo costo emocional que el niño obtiene por la falta
de respuestas ambientales adecuadas, que en la mayoría de los casos responden más a
pautas culturales y déficit individuales de la propia crianza de la madre y del padre, que
a una mala intención consciente de los mismo. Los estilos adecuados de crianza se
aprenden, si nos permitimos como mamás y papás aprender a partir de la observación,
la adaptación e identificación de las necesidades de nuestros hijos.
•
También sabemos que la situación de alimentación específicamente del
amamantamiento, es fundante para el desarrollo individual y vincular de la díada mamábebé, que comprende en sí misma la mayor riqueza y obtención de experiencia a partir
de la interacción entre ambos, por el tiempo que lleva y perdura en la crianza, porque se
ponen en juego de forma directa los intercambios de los cinco sentidos de ambos,
donde tienen lugar las iniciativas de contacto, exploración, experimentación y de juego
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del bebé, y en la cual las respuestas maternas favorables son fundamentales para la
construcción de vivencias, registros, experiencias vinculares, fundantes para el sí-mismo
del bebé. Y también para la adquisición del conocimiento y representaciones del símismo, de los otros significativos y del mundo que los rodea. Entonces es importante que
sigamos promoviendo la necesidad de tomar la situación de alimentación como una de
las más privilegiadas de la crianza para el desarrollo adecuado a nivel individual y
vincular. De aquí el conflicto que muchas madres sienten al tener que conciliar su
desarrollo profesional y actividad laboral con su desarrollo como mujeres-madres, por
ejemplo: se promueve que las madres amamanten de forma exclusiva y a la libre
demanda por lo menos hasta los seis meses, pero la licencia por maternidad no permite o
mejor dicho no favorece esta recomendación tan aceptada socialmente, ya que la
licencia abarca hasta los 45 días del bebé. Aquí se le presenta aquella mujer-madre que
desea y elige amamantar una situación intensa de conflicto, en la cual muchas veces se
produce una profunda disociación de su sí-mismo más profundo. Quedando por un lado
aspectos de su sí-mismo ligados al desarrollo laboral y profesional, y por otro lado su ser
mujer-madre que va más allá de su capacidad reproductiva, que implica el
enriquecimiento de su identidad, de su desarrollo psicosexual, la ampliación de su símismo y la capacidad de llevar a cabo sus funciones de maternaje adecuadamente, y
de forma reconocida y valorada socialmente y culturalmente. Por este motivo este
ejemplo puede ampliarse para las mujeres-madres que no amamantan pero que desean
y eligen estar presentes y ser las cuidadoras principales de sus bebés durante los primeros
meses de vida.
Alimentar lleva tiempo para ambos miembros de la díada, la crianza en general lleva
mucho tiempo de presencia y constancia, de nuestra presencia tanto física como
psíquica como madres y padres. Aceptar que el tiempo que lleva es el necesario para el
despliegue de la individualidad del ser en desarrollo, es realmente producir un cambio
importante en los estilos de crianza de nuestra cultura, en la cuál el tiempo que más se
valora parecería ser el que usamos de forma individual.
•
Otro de los temas de crianza muy importante a partir de este modelo de pensar la
crianza saludablemente y no desde la patología como ha sido en sus origines de
investigación y estudio, es pensar como el bebé y el niño está preparado desde su vida
intrauterina para co-construir límites durante su crianza. Ya desde el útero materno el
bebé posee la percepción y porque no el registro, las sensaciones del límite, en un primer
momento físico para luego en el encuentro con sus figuras más significativas en principio
la madre, el padre, y demás miembros de la familia, y luego en la institución de la que
formará parte; será un agente activo en el proceso de “co-construcción de límites”,
como opuesto al hecho de “poner límites”. Hoy sabemos con certeza la importancia del
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desarrollo vincular para poder conocer, pensar, sentir, y relacionarse con uno mismo y
con los demás. Los límites no son necesarios ponerlos a partir de los dos años, como se
creía hasta hace unos años, los límites se construyen en forma dinámica y dialéctica con
un adulto significativo a lo largo del proceso del desarrollo (desde la vida intrauterina
abarcando los primero años de la primera infancia). Para esta “co-construcción” es
necesario pensar y reconocer en el bebé y en el niño su capacidad de ser activo y
agente de su propio desarrollo, reconocerlo como único e individual, y tomar la firme
decisión como mamá y papá de cumplir una función central en la crianza de nuestros
hijos, la “función de respeto”. Entendida como la capacidad de adaptación de los
padres (mamá y papá) que cuentan con un nivel mayor de autonomía y de recursos
emocionales y cognitivos, a las necesidades del bebé y del niño que cuenta con un nivel
menor de recursos y de autonomía. Esta capacidad y función de respeto materno y
paterno, implica una decisión consciente de invertir el patrón de autoridad o de poder
que culturalmente estamos acostumbrados. Por eso es necesario que aclaré que no
implica la permisividad absoluta, que sería un “estilo de malcrianza” ya que es
depositado en el bebé y en el niño la responsabilidad de cuidarse y regularse así mismo,
lo que es igual a dejarlo solo para conocer, pensar y sentir a sí mismo, como a las demás
personas significativas de su entorno.
Llevar a cabo la capacidad materna y paterna de respeto tal como la definimos, implica
reconocer al niño como un ser con sus propias iniciativas, con sus propias decisiones,
gustos, sentimientos, preferencias y elecciones, que muchas veces se alejan de nuestras
expectativas como madre y como padre, por lo cual surge así en el proceso de crianza y
de co-construcción de límites la necesidad de aprender a “negociar”. Lo cual implica
por parte del adulto la firme decisión de reconocer al bebé y al niño como un ser con sus
propios derechos y su propia forma, que por su nivel de desarrollo necesita de la
presencia y compañía constante de su madre y de su padre para aprender en está coconstrucción a reconocer y tomar registro de sus propias emociones, sus propios
sentimientos, de sus propios pensamientos, y también con el paso del tiempo poder
reflexionar las consecuencias de las negociaciones. El niño aprende así a tomar
decisiones, a tomar gradualmente consciencia de cómo funciona este proceso de ser
agente y autor de sus propias decisiones, pero en compañía de sus padres, en este
proceso se encuentra como valor el respeto hacia uno mismo y así los demás, además
del valor de tener un propio pensamiento con capacidad y sentido crítico del mismo. Es
claro que hay temas que no se negocian como meter los dedos en el enchufe, tocar la
plancha de la ropa, etc. Pero estos no son los que se repiten con mayor frecuencia en la
crianza, en el día a día del niño, los que si se repiten son aquellos momentos de la crianza
donde es necesario que nos detengamos, que busquemos reflexionar y pensar junto al
niño sobre lo sucedido, sobre lo planteado y sobre lo deseado, y lo realizado. Pensar en la
“co-construcción de los límites” lleva tiempo en comparación con el grito acompañado
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de la afirmación: “No, porque yo lo digo”, pero todo depende nuevamente de los
valores de crianza que sostengamos si queremos niños con iniciativas, seguros, confiados,
y felices, para que continúen su desarrollo de forma integrada y llegar a ser adultos y
ciudadanos con capacidad crítica, con iniciativas propias, con autonomía de
pensamiento, solidarios, creativos, empatitos, respetuosos, con la capacidad de
intercambiar y reflexionar con otros con una actitud respetuosa ante lo diferente o
alejado de las propias expectativas.
Parecería entonces, que “ese tiempo de mamá y papá” invertido y ofrecido para
acompañar, co-pensar, co-reflexionar, y negociar con el niño vale la pena y pasa a ser
un valor que sostiene un camino posible de crianza.
Los temas de sueño, alimentación, control de esfínteres, y el proceso de construcción de
límites, producen grandes, intensas e interesantísimas discusiones y reflexiones, quizá
porque son temas de crianza centrales de la primera infancia que son constitutivos para
la formación del sí-mismo, del Ser y de la Persona, y finalmente del tipo de sociedad que
nos proponemos crear.
Consideró que nos detenemos a pensar y reflexionar sobre los distintos aspectos y estilos
de crianza porque de una forma u otra (más conscientes o más inconscientemente)
estamos comprometidos con este tema y deseamos intensamente una sociedad, una
comunidad, instituciones, familias y niños, con niveles de desarrollo más integrados y
saludables tanto psicofísicamente, emocionalmente, cognitivamente como socialmente.
Acompañar a los padres en los procesos y caminos de crianza elegidos, implica llevar a
cabo un trabajo único e individual y por eso artesanal. Promoviendo pautas de crianza
adecuadas y saludables para cada familia, partiendo de la observación, la
contemplación y el respeto de la individualidad de aquel con quien trabajamos; desde
la atención a la díada mamá-bebé y padre del bebé, como al resto de la familia, y con
relación a los demás profesionales con los que trabajamos.
Como sociedad estamos acostumbrados por nuestro paradigma cultural a pensar y
trabajar con el objetivo de prevenir la patología o la disfuncionalidad, porque
respondemos a modelos pensados y desarrollados desde la patología y no desde
modelos de salud que nos permitan llevar a cabo acciones concretas de Promoción de
la Salud para la Primera Infancia. Sosteniendo estas acciones en valores tales como la
observación, el respeto, la escucha, la comprensión, la empatía, la generosidad, la
autenticidad y el amor.
Manteniendo estas acciones sostenidas en estos valores culturales, podríamos afianzar y
también lograr co-construir nuevos recursos y herramientas de pensamiento y abordajes
de la crianza, enriqueciéndonos como personas y profesionales, en la experiencia
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vincular que implica el intercambio y la reflexión con las distintas familias, sobre los
diversos caminos de crianza posibles. Esto suena también a “algo así como un Antídoto”
que nos ayudará para prevenirnos de “viejos estilos de crianza” responsables del
individualismo, comprendiéndolo como una de las patologías más actuales, y como lo
opuesto a la autonomía y al respeto por la individualidad, ambos pilares para dos logros
fundamentales, que comprometen aspectos individuales, como sociales y culturales:
1.
Una crianza y desarrollo favorable de los bebé y de los niños
2.
Modelos de promoción de la salud que favorezcan formas de maternaje, de
crianza, de atención en salud, de educación, acciones sociales y normas legislativas,
sostenidas en valores y funciones tales como el amor, la ternura, la empatía, el cuidado,
la cooperatividad, reflexividad, y el respeto.
Lic. M. Soledad Martín
Directora de la Tecnicatura Universitaria en Puericultura y Crianza (FUNDALAM-UNSAM)
Directora del Centro de Orientación y Asistencia para la Primer Infancia (COAPIFUNDALAM)
Bibliografía recomendada para profundizar y ampliar:
Bowlby, J. (1998a). El Apego. Barcelona-Buenos Aires: Paidos.
Hoffmann, J.M. (1994a). Nuevo Campo, Revista Psicoanálisis ApdeBA. Vol. XVI, Nº 3, 511541. Buenos Aires, Asociación Psicoanalitica de Buenos Aires.
Hoffmann, J.M. (1994b). Espejamiento. Revista de la Asociación Argentina de Psicoanálisis
de Grupo. XVIII., Nº 1, 81-115. Buenos Aires.
Hoffmann, J. M. (1997). Experiencias de una Investigación. Psicoanálisis APdeBA, 69-93.
Hoffmann, J.M., Popbla,L. Duhalde, C. (1998a). Early Initiative and Environmetal Response.
Infant Mental Health Journal, 1-32.
Hoffmann, J.M. (1998b). ¿De quién es la cuchara? La relación de alimentación padresbebé, La Alimentación en la Primera Infancia, y sus efectos en el desarrollo, Asociación
Psicoanalítica Mexicana A.C.
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Hoffmann, J.M. (1998c). El Respeto Madre-Bebé. Revista Relaciones. Montevideo Uruguay.
Martín, M. Soledad. (2007). Iniciativa Infantil y Respuesta Materna: determinantes del símismo temprano. Revista Clínica e Investigación Relacional, 1, N° 1, 240-245. Madrid,
España.
Martin, M. Soledad. (2005-2010). Iniciativas Infantil y Respuesta Ambiental durante la
lactancia materna de 0-4 meses, matrices fundantes del sí-mismo temprano. Universidad
de Salamanca, España- Salamanca: Tesis doctoral.
Martín, M. Soledad. (2011). La promoción y la prevención primaria de la salud en la
primera infancia, desde la “Mirada” y el “Hacer” del agente comunitario. (no publicado)
Centro de Orientación y Asistencia a la Primera Infancia- FUNDALAM. Buenos Aires.
Small, Meredith. F. (1999). Nuestros hijos y Nosotros. Argentina: Ediciones B Argentina S.A.
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Argentina: Paidós. (2003).
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Winnicott, D. (1963b). De la dependencia a la independencia en el desarrollo del
individuo. Los procesos de Maduración y el ambiente facilitador. (p. 108-120). Argentina:
Paidos. (1993).
Winnicott, D. (1998). La dependencia en el cuidado del niño. Los bebés y sus madres.
(pp.111-117). Barcelona: Paidós.
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