«Buscando Al Autor De Toda Solución» (2 Reyes 20:1–11)
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«Buscando Al Autor De Toda Solución» (2 Reyes 20:1–11)
«Buscando Al Autor De Toda Solución» (2 Reyes 20:1–11) INTRODUCCIÓN Hoy en día nadie que excepto de tener problemas, no importan si es rico o pobre, no importa si es inteligente o ignorante, no importa si es religioso o no, creyente o no creyente, siempre vamos a tener problemas y desgracias. Pero hay una esperanza, hay una salida, hay una solución, para aquellos que saben Buscar Al Autor de toda solución. Es por ello que el tema en esta ocasión es: «Buscando Al Autor De Toda Solución» I. CUANDO HAY NOTICIAS IMPACTANTES Y TRISTES (20:1) «En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás» A. Se le Comunico a Rey Exequias que Iba a Morir. B. Se le Ordeno Ordenar su Casa. «Ilustración Apoyos Inseguros» De pie en un atestado autobús urbano, regresaba a su hogar una señora tras un día de fatigosa labor. Mientras recorría las calles llenas de baches, el vehículo oscilaba violentamente, de modo que para mantener su equilibrio, la señora se sostuvo de una barra metálica que supuso que era uno de los soportes del autobús. Por varias cuadras siguió tranquila y confiadamente apoyada, hasta que los pasajeros que iban a su lado comenzaron a bajarse. «Señora —le dijo uno de los pasajeros, —perdone, pero me tengo que bajar aquí.» Sólo entonces se dio cuenta de que se había estado apoyando en un tubo que aquel pasajero había sostenido verticalmente con el fin de no incomodar a los demás. ¡Se había sentido tan segura, aferrada a un apoyo inseguro! Al igual que esa pobre señora, que se puso tan roja como el sol de un atardecer de primavera, también nosotros ponemos nuestra confianza en apoyos inseguros. Los apoyos nuestros suelen ser la salud, el trabajo, las riquezas y el prestigio. ¿Cuántos no hay que se apoyan en su salud, tanto que parece que ni se les ocurre que pueden perderla en un instante? La cultivan mediante el ejercicio, el mantenimiento de su estado físico y la buena nutrición, todo esto definitivamente encomiable y sin embargo inseguro, pues puede esfumarse en un abrir y cerrar de ojos. De igual modo, hay quienes se apoyan en su trabajo. Se dice que los hombres en particular derivan hasta su amor propio del empleo con el que se ganan la vida y sostienen a su familia. Por eso es tan desastroso para ellos cuando pierden ese empleo. No sólo pierden su fuente de ingresos, sino también la fuente de su identidad personal. Otros, a los que generalmente consideramos los más afortunados, se apoyan en sus riquezas. Llegan a confiar tanto en su dinero que si escasea no saben cómo vivir. ¡A cuántos no les ha ocurrido que, por perder su fortuna a raíz de un descalabro económico, se deprimen a tal grado que deciden suicidarse! Y eso que, aun en medio de la quiebra económica, bien pudieran tener más dinero en ese momento que el noventa y nueve por ciento del mundo que los rodea. Por último tenemos a los que se apoyan en el prestigio. Si llegan a perder su buena fama o su influencia, ya sea por razones sociales, políticas o económicas, se sienten tan desprestigiados que es como si carecieran de valor alguno como seres humanos. Lo que todas estas personas desconocen es que hay un solo apoyo seguro en este mundo. Ese apoyo es Dios nuestro Creador. Cuando Él nos diseñó, quiso mantener una relación personal con nosotros, así que nos hizo de tal modo que necesitáramos apoyarnos en Él para poder sentirnos totalmente seguros. Más vale que reconozcamos que ese apoyo divino está a nuestro alcance todo el tiempo y no sólo cuando nos sentimos desesperados, con nuestras ilusiones derrumbadas y nuestros planes frustrados. Aferrémonos a ese apoyo permanente que es nuestro Dios, tanto en las bonanzas como en las tormentas de la vida. II. DE UNA MANERA QUE NO FALLA (20:2–3) A. Oro a Dios «Entonces él volvió su rostro a la pared y oró a Jehová y dijo» 1. «Te ruego, oh Jehová, te ruego que hagas memoria de que he andado delante de ti en» Primero, caminaba en verdad (confiabilidad, estabilidad) o con lealtad; tenía una relación sincera con Dios; había sido confiable. Había servido siempre al verdadero Dios y nunca a los dioses falsos que eran representados por imágenes. 2. «…y con íntegro corazón…» Segundo, caminaba delante de Dios con un ―corazón íntegro". Su conciencia estaba enteramente limpia; estaba bien con su Dios. No había nada de duplicidad o engaño en su fe. 3. «…y que he hecho las cosas que te agradan…» Tercero, había hecho lo bueno ante los ojos de Dios. B. Lloro como Ana (1 Sam.1:10) «Y lloró Ezequías con gran lloro» 1. Fue un lloro no solamente de su alma, sino de todo su ser. 2. Su amargura y tristeza, hicieron que entregara toda su pena al único que podía solucionar su problema. 3. ¿Estamos también nosotros derramando nuestra alma al único que nos puede ayudar? O ¿Estamos buscando otros medios? Recordemos, solo Dios es la solución a nuestros problemas. III. HAY RESPUESTA DE DIOS (20:4–7) A. La Oración Contestada (20:4-6) 1. Dios, escucha nuestras oraciones «4 Y antes que Isaías saliese hasta la mitad del patio, vino palabra de Jehová a Isaías, diciendo: 5 Vuelve, y dí a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración…» 2. Dios, ve nuestras lagrimas «…y he visto tus lágrimas;…» 3. Dios, contestas la oración humilde y de corazón «…he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. 6 Y añadiré a tus días quince años, y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria; y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo» 4. La respuesta de Dios, es prueba de su amor «…y ampararé esta ciudad por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo» B. El Milagro Realizado (20:7) «Y dijo Isaías: Tomad masa de higos. Y tomándola, la pusieron sobre la llaga, y sanó» 1. Dios se vale de muchos medios para contestar a nuestras oraciones. 2. Lo importantes no son los medios, lo importante es: que Dios lo hace conforme a su Divina y Santa Voluntad… Amén. IV. HAY CONFIRMACIÓN SEGURA (20:8–11) A. La Petición de Señal (20:8) «Y Ezequías había dicho a Isaías: ¿Qué señal tendré de que Jehová me sanará, y que subiré a la casa de Jehová al tercer día?» 1. Ezequías quería estar seguro para confirmar la respuesta, no era falta de fe. 2. Hoy nosotros podemos pedir señales, pero la Fe, es más que suficiente. B. La Señal Otorgada (20:9) «Respondió Isaías: Esta señal tendrás de Jehová, de que hará Jehová esto que ha dicho: ¿Avanzará la sombra diez grados, o retrocederá diez grados?» 1. Se le da a escoger sobre la señal. 2. ¿Qué señal estamos buscando nosotros? O ¿Nos conformamos con la Fe? C. La Decisión de Escoger la Señal (20:10) «Y Ezequías respondió: Fácil cosa es que la sombra decline diez grados; pero no que la sombra vuelva atrás diez grados» D. La Confirmación del Poder de Dios (20:11) «11 Entonces el profeta Isaías clamó a Jehová; e hizo volver la sombra por los grados que había descendido en el reloj de Acaz, diez grados atrás» 1. Señal o no señal, Dios es poderoso para hacer todas las cosas. 2. Señal o no señal, debemos creer en Dios y esperar a que él haga la obra conforme a si voluntad. «Ilustración: Cirugía A La Brava» «Es un tumor —anunció fríamente el médico—, un tumor creciente en el cerebro.» Y agregó, como remachando una sentencia de muerte: «Es inoperable.» Así comenzó la odisea de Arpad Zekeres, ciudadano húngaro conductor de camiones. Siguió trabajando un tiempo, pero se le hacía cada vez más difícil conducir con seguridad el inmenso vehículo. Llegó el día en que decidió que, antes de seguir sufriendo y terminar su vida en una agonía atroz, se volaría los sesos. Así que tomó un revólver, se lo apuntó a la cabeza y disparó. La bala hizo volar el tumor canceroso, dejando intacto el resto del cerebro. Hubo, por supuesto, un período de recuperación, pero Arpad quedó sano, como si hubiera sido operado por el neurocirujano más hábil del mundo. Hay casos como éste que no sabe uno si calificarlos como providenciales o circunstanciales. Este hombre, que no tenía la filosofía ni de los estoicos ni de los epicúreos, sino que sufría como cualquier mortal del mundo, decidió cortar de raíz sus sufrimientos antes que se hicieran mayores. Pero como que hubo algo que se valió de ese disparo para que la bala extirpara el tumor y dejara sano al enfermo. ¿Milagro? ¡Quién sabe! Pero eso fue, cuando menos, lo que pensó el doctor Balint Rady, que lo atendió. ¡Cuántos hombres hay, cargados de problemas, pesares y angustias, que apelan a un tiro de revólver para —según ellos— terminar con todo. Pero un tiro de revólver sólo cambia un problema por otro. Matarse uno es entrar de una vez en el juicio de la eternidad, y comparecer ante el Juez con el delito moral del suicidio. Hay otro poder mejor, más justo, más bondadoso y más sabio, que el poder brutal de una masa de plomo disparada por una carga de pólvora. Es el poder divino. Dios, en la persona de Cristo, se ofrece para ayudarnos en todos nuestros problemas. Él es la fuente de la vida que vale. Es el manantial de toda bendición verdadera. Él cambia, si no la circunstancia, nuestra actitud. Cuando hacemos de Cristo el Señor de nuestra vida de modo que rige nuestra voluntad, tomamos contacto con esa fuente poderosa de ayuda. Al hacer entrar a Cristo en nuestra vida, cumpliendo sus ordenanzas, siguiendo sus consejos y confiando en Él con la confianza de un niño, encontramos la paz que hemos perdido. Jesucristo no quiere nuestra destrucción sino nuestra salvación. Por eso dejó la gloria del cielo y vino a este mundo. Él sabía que con el sacrificio de su vida vencería al maligno. No busquemos la paz en la muerte. Busquémosla en la vida. Cristo quiere y puede ser nuestra paz en esta vida. CONCLUSIÓN Para concluir. Solo Dios es el autor de toda solución. ¡Busquémosle hoy!