Caminos reales - testigos de mitología, cultura y

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Caminos reales - testigos de mitología, cultura y
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ATR ACTIVOS TU RÍ STICOS
CAMINO A LA MITOLOGÍA, ENTRE ROCAS Y LAGUNAS
Entre paisajes verdes que se extienden como colchas de retazos, la propuesta
es aventurarse a escudriñar leyendas que hablan de lagunas misteriosas y de
rocas en las que echó raíces la mitología de la región.
L a r u t a propone aden trarse en las leyendas que
se fundieron en el tiempo y que se formaron en
el camino del oriente (si
se par te desde Bogotá),
remontando la cordillera
Oriental de los Andes. El
primer poblado al que se
llega es La Calera, no sin
antes haber atravesado la
zona de “rumba” capitalina, donde no solo la noche
adquiere un matiz cadencioso, sino también desde
donde se tiene una de las
mejores panorámicas de la
capital. Restaurantes, bares
y miradores se encuentran
a lo largo del recorrido.
Ya en La Calera, conviene
detenerse a disfrutar de la
verde topografía, adornada
por varios picos. Muchos
capitalinos tienen sus casas
de recreo en esta zona,
en la que encuentran paz
en un lugar muy cercano
a Bogotá. Si el tiempo no
apremia, visite la cueva de
La Moya, la laguna Brava,
la meseta de las piedras
de Tunjaque y el puente
natural de piedra. Ya en las
entrañas de la población,
Panorámica del municipio de Sopó
no está de más visitar la
casa municipal, la capilla
de la casa de gobierno o el
templo parroquial que en
su interior conserva obras
de Gregorio Vásquez de
Arce y Ceballos, sin duda,
símbolo de los artistas de la
época colonial en el país.
Un bucólico paisaje se abre
en el camino que de La
Calera conduce a Sopó.
Esta población, más allá
de ser un sitio de peregrinación por encontrarse
allí el santuario del Señor
de la Piedra, la iglesia del
Divino Niño y la iglesia
colonial (construida en el
siglo XVIII y en la que no
hay que dejar de apreciar
la bellísima colección de
lienzos llamada los Ángeles
de Sopó) también es destino de fin de semana de
los capitalinos, por encontrarse allí una impor tante
industria láctea que ofrece
exquisitos platos para los
viajeros que disfrutan con
los quesos y toda una amalgama de ricos postres.
Hermosas haciendas coloniales en las que pareciera
que el tiempo se hubie-
se de te nido, el par que
ecológico Pionono (con
s e n d e r os d e b i d a m e n te
ma r c ados , mir ador es y
sitios aptos para la práctica de deportes como el
parapentismo) y el parque
recreacional Sopó (al cual
también se puede acceder
por la carretera central, en
donde el atractivo son sus
lagos, los islotes ar tificiales, las zonas demarcadas
para hacer asados de fin
de semana, el alquiler de
caballos, las llamas…) son
otros de los regalos de esta
población, la cual le sirve
de camino a la próspera
Guasca.
Sí, Guasca es un apacible
poblado (donde vivió Juan
Rodríguez Freyle, cronista
de la Colonia, autor de El
Carnero), con paisajes de
tarjeta postal que se complementan con sitios de
interés turístico como las
fuentes termales, ubicadas
en la finca Aguascalientes;
el cerrito del Santuario,
que sir vió, gracias a sus
escalinatas circulares, en
las justas deportivas de los
muiscas; la laguna de Siecha, uno de los más apacibles y hermosos escenarios
de la región ; las piedras
de Aguascalientes y la alta
meseta de Chingaza.
Guatavita La Nueva es el
próximo destino, que se
abre por entre fincas de
recreo, vacas, verdes interminables y agua, mucha
agua. Esta Guatavita, hoy,
lleva el mérito de haber
reemplazado al anterior
poblado español que quedó sumergido en las aguas
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Arquitectura del municipio de Guatavita La Nueva
del embalse de Tominé.
Aquí conviene detenerse, degustar una exquisita
trucha, comprar artesanías,
acudir a la misa y pasearla
sin prisas, porque los tiempos pretéritos de dioses
y leyendas se quedaron
plasmados aquí.
Los amigos de la aventura
encontrarán en las orillas
del embalsé Tominé clubes
náuticos en los cuales, con
autorizaciones especiales,
se pueden practicar deportes acuáticos.
Si se toma un desvío de la
carretera, se asciende por
un camino en aceptable
condición hasta la magia
del Dorado: la laguna del
Cacique Guatavita, situada
a 3.100 msnm, lugar donde
los muiscas celebraban sus
ritos.
Enclavada entre paredes
rocosas donde anidan las
águilas, se encuentr a la
población de Sesquilé, la
siguiente parada en la ruta,
que guarda para el viajero el mítico cerro de Las
Tres Viejas, la capilla de
Las Dolores y el templo
parroquial. Si el tiempo lo
permite, visite las fábricas
de muñecos, orgullo de los
pobladores, que hoy los
exportan al mundo.
La ruta lleva hacia Suesca,
tierra custodiada por ma-
jestuosos monolitos y por
la laguna sagrada (un imponente espectáculo ofrece
este lugar invadido de leyendas, dioses y demonios
y rodeado de cultivos de
papa, cebada, trigo, pero,
ante todo, de un silencio
absoluto). A este poblado
también acuden los turistas
a visitar las famosas rocas
de Suesca, ideales para la
práctica de escalada.
Encumbrados en sus rocas,
o sumergidos en sus leyenCONVENCIONES
Centro artesanal
Monumento colonial
Lugar de peregrinaje
Vestigio arqueológico
Lugar histórico
Parque natural
das, desde allí se puede iniciar el retorno a la ciudad,
tomando como punto de
partida la carretera central,
pasando por Gachancipá,
con su capilla de Santa
Bárbara, o disfrutar plenamente de sus encantadores paisajes y senderos
o visitar su vieja estación
del tren.
El recorrido concluye en
Tocancipá, una de las poblaciones más antiguas del
depar tamento.
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ATR ACTIVOS TU RÍ STICOS
LA RUTA DE LA SAL Y EL CAMINO DE LA COLONIA
Ésta es quizá la mejor manera de adentrarse en los pormenores del pasado
indígena, las rancias tradiciones artesanales y el legado colonial impreso en
iglesias y construcciones ancladas en el tiempo.
El punto de par tida es la
autopista Norte, y en solo
media hora exhibe su mejor gala: una amplia sabana
donde se conjugan todos los
verdes y cultivos de claveles,
gladiolos y rosas. Un regalo
para el ojo que sirve de antesala al desvío de la carretera
que conduce a la población
de Chía, en el sitio denominado La Caro, donde se
aprecia el castillo Marroquín,
construido por el arquitecto
Gastón Lelarge en 1902.
La vía bordea el puente del
Común, construido por orden del virrey Ezpeleta.
Viene luego el municipio
de Chía, con su gigantesco
centro comercial Centro
Chía, con sus restaurantes
y tiendas de cadena, y en
donde es imperdonable no
degustar las almojábanas y
los pandeyucas, o comprar
artesanías que ofrecen sobre la vía.
El camino lleva ahora a Cajicá, seis kilómetros más adelante. El oficio textil parece
ser la vocación de sus habitantes, que en su mayoría se
dedican a este arte en el que
manos prodigiosas elaboran
tapetes, tapices y cojines.
Salinas de Nemocón
Bellas haciendas estilo colonial, entre ellas Hato Grande (casa campestre de los
presidentes del país), la
iglesia parroquial, la casa de
la cultura y la iglesia de La
Concepción.
Dice la historia que Cajicá
era el paso obligado para
quienes deseaban llegar al
corazón del imperio muisca.
Hoy sirve de puente para
conquistar la otrora fortaleza del Zipa, la sorpresa
que tiene reservada para el
viajero esta ruta.
Zipaquirá es, sin más preámbulos, el núcleo económico
del departamento, por su
capacidad industrial, sus ricas
minas de sal y la explotación
de las mismas. Sí, la tierra del
Zipa es una moderna ciudad,
de las que surgen numerosas
construcciones que delatan
la influencia del siglo XX, en
conjuntos cerrados.
Sobresalen sitios como las
bocas de Sevilla, las rocas
del Abra (que también forman parte de Tocancipá), el
cerro del Zipa, la capilla de
Los Dolores, la plaza central, las casas de hacienda, el
palacio municipal y la nueva
Catedral de Sal, obra magis-
tral donde se combinan la
ingeniería y el arte.
El recorrido se prolonga por
la ruta de la sal, las cuevas y
los túneles, donde se erige
el orgulloso “lamento del
guerrero”: Nemocón. La
población ofrece, más allá de
sus historias, varios sitios para visitar. Entre ellos la mina
de sal subterránea con sus
hermosas cascadas de estalactitas, la capilla, el corazón
en cristal de sal, el pozo de
los deseos, etc. El Museo de
la Sal, el centro histórico, la
piscina municipal, el templo
parroquial y el cerro de la
Virgen del Carmen. Además
de la posibilidad de disfrutar
de la deliciosa gastronomía
típica de la región, variedad
de artesanías tipo exportación y eventos culturales de
gran interés.
Si el hambre apremia en esta
parte del recorrido, el destino que viene no podía ser
más recomendado: Tausa,
donde se puede degustar
una trucha fresca o conejo
asado en los paradores que
rodean a la población. En sus
inmediaciones se aprecian
los jeroglíficos y las piedras
del Diablo.
Solo cinco minutos la separan de Sutatausa que tiene
más de 350 años y posee
uno de los pocos templos
doctrineros del país, el cual
conserva tres de las cuatro
capillas posas, las cuales se
emplean para las procesiones del Corpus Christi.
Hace algunos años se encontraron varias pinturas
anónimas del siglo XVII que
muestran ocho escenas del
vía crucis.
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Detalle de El Pesebre en el interior de la
Catedral de Sal de Zipaquirá
Entre montañas, chircales
y un verde interminable se
llega a Cucunubá, un hermoso poblado, fiel reflejo
de la arquitectura colonial.
Este colonial pueblo sabanero tiene un parque central
atiborrado de flores, además
de su iglesia y el hermoso y
confortable hotel Posada de
Don Pedro que cuenta con
menos de diez habitaciones,
hermosamente decoradas y
que ofrece, adicionalmente,
comida típica colombiana.
El camino, allí, ofrece dos
alternativas: por un lado
está Carmen de Carupa,
sitio donde se realizaban
impor tantes intercambios
comerciales, dado que antes
de la Conquista fue un cruce
de caminos. Y, por otro, la
vía del nor te hasta conquistar Fúquene, conocido
como el “municipio pesebre”. Sus mayores atractivos
se encuentran en la laguna
que lleva su nombre (allí
hay varias islas, una de las
cuales fue santuario de los
muiscas) y el templo parroquial, considerado joya de
la arquitectura colonial: su
altar mayor tiene talladas
esmeraldas.
Desde la inspección de
Capellanía se llega a Simijaca, donde se disfruta de la
variada geografía, los cultivos, los hatos y las miles de
leyendas que con orgullo
relatan sus habitantes y
que han transmitido por
generaciones.
Un regalo para el viajero
tiene reservado el regreso
de esta ruta que conduce a
Ubaté. La población es una
tienda al aire libre donde se
exhibe todo tipo de quesos.
En sus viejas casonas ubicadas en el marco de la plaza
principal, pareciera que se
escucharan los recuerdos
de la Colonia, impresos
en sus fachadas, en sus
patios, pero, sobre todo,
en su imponente Basílica
Menor, considerada patrimonio nacional, en la cual
reposa la imagen de Cristo
crucificado.
Es una construcción de arquitectura gótica-francesa
que forma parte del rosario
de templos hermosos, como
la capilla de Santa Bárbara,
y de otras construcciones
importantes como el monasterio de San Luis y las
haciendas lecheras.
Viene luego Lenguazaque,
población en la que sobresa-
le la iglesia de estilo barroco
colonial, con una exquisita
colección de cuadros de
pintores neogranadinos.
Los amantes de las compras
encontrarán en este poblado ar tesanías elaboradas
con lana, como cobijas y
alfombras.
Guachetá es el último poblado en esta ruta. Una pausa
en el camino sugiere este
lugar invadido de mitos y
leyendas que hablan de un
cacique chibcha que enterró sus riquezas en el cerro
del Son. Adicionalmente,
conviene visitar el templo
parroquial (construido con
piedra labrada), la plaza principal, la hacienda Rabanal y
el cerro Naranjillo, sitio en
donde se escondió Luis Vargas Tejada, escritor y conspirador contra el Libertador
Simón Bolívar y escribió los
textos de una obra literaria
sobre la Nefanda Noche
Septembrina.
Para el retorno se recomienda tomar la misma vía.
CONVENCIONES
Centro artesanal
Monumento colonial
Mbhvob
ef!Gûrvfof
Lugar de peregrinaje
Vestigio arqueológico
Lugar histórico
Mbhvob
Dvdvovcâ
Parque natural
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75
Mbhvob!ef
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ATR ACTIVOS TU RÍ STICOS
TIERRA VERDE, CUNA ABORIGEN
Una ruta en la que la historia, la gastronomía y la naturaleza
lo invitan a disfrutar de los contrastes entre las culturas aborigen,
colonial y contemporánea.
La aventura se inicia en la vía
que conduce a Funza, antigua
capital del imperio muisca. El
poblado está rodeado de numerosas haciendas. Casonas
coloniales que hablan de un
glorioso pasado inmerso en
estas construcciones donde
el tiempo se amañó y que
sus propietarios conservan
incólumes.
Hay que detenerse en esta
población para conocer su
ermita, que data del siglo
XVII, y su museo parroquial,
con obras de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
O también para adquirir
ar tesanías de lana virgen,
tejidos de croché y vitrales y
degustar las colaciones, que
son famosas en la región.
Viene luego la tranquila y
próspera población de Mosquera, llamada antiguamente
Cuatro Esquinas, por ser cruce de caminos y que hoy se
encuentra rodeada de vastas
zonas de cultivos de flores.
Allí se inauguró el primer
telégrafo que funcionó en
Colombia, en 1865. En sus
alrededores se encuentra
la laguna de La Herrera, paraíso de los cazadores, con
su roca La Usca, cubierta
de importantes petroglifos
muiscas y jeroglíficos aún no
descifrados. La región, igualmente, es asiento de destacadas y famosas ganaderías
de toros de casta destinados
a la fiesta brava.
Luego de Mosquera se llega
a Madrid, situada en medio
de paisajes planos y fértiles,
antiguos territorios de grandes feudos, hoy cultivados
de f lores y poblados de
criaderos de aves. El pue-
blo tiene una conformación
moderna, aunque conserva
en buen estado monumentos históricos de su pasado
colonial. En sus alrededores
se encuentran haciendas
como Potrero Grande, Casa Blanca, Las esmeraldas,
Los Árboles, El Riachuelo, El
Molino y El Colegio.
Justo en el sitio denominado
El Corzo se inicia la vía que
conduce a la población de
Bojacá (se debe desviar de
la carretera principal), centro
de peregrinación religiosa,
dado que allí se encuentra
el Santuario de Nuestra Señora de la Salud.
Otros atractivos del poblado son el lago El Juncal y las
piedras de Chivo Negro, así
como las haciendas Cortés,
Tequendama, Santa Librada,
Las Monjitas y La Monja. En
el municipio se pueden adquirir delicias gastronómicas
como los famosos dulces en
variadas figuras, los cotudos
y los liberales.
Ya de vuelta a la carretera
principal, la ruta conduce a
Facatativá. En las inmedia-
Representación de una escultura
precolombina en el municipio de Funza
ciones de esta población se
encuentra uno de los sitios
arqueológicos más importantes del país, denominado
piedras del Tunjo, popularmente conocidas como
piedras de Tunja. Su nombre
hace alusión a los tunjos,
piezas de orfebrería muisca
de formas antropomorfas y
zoomorfas que se han constituido en un impor tante
atractivo turístico cultural.
Se sugiere hacer el retorno a
Bogotá por la misma vía.
CONVENCIONES
Centro artesanal
Monumento colonial
Lugar de peregrinaje
Vestigio arqueológico
Lugar histórico
Parque natural
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EL PASO DEL DESIERTO, LAS FRUTAS Y EL SOL
Pasando por los rojos que enmarcan el desierto de Zabrinsky, hasta alcanzar
y disfrutar más adelante de uno de los climas más apetecidos por los
colombianos, la ruta promete mucho paisaje, frutas por doquier y plena calma.
El recorrido es uno de los
más placenteros que se
antojan para los viajeros
que buscan cambios de
temperatura en distancias
cor tas. La travesía se inicia en la vía que conduce
al municipio de Mosquera. Antes de llegar a esta
población la imagen que
ofrecen los alrededores es
la de un verde paisaje con
algunas factorías e innumerables haciendas donde se
conserva intacta su arquitectura de antaño.
La región es muy rica en
ganadería y en ella se asientan los criaderos de reses
bravas de Pueblo Español,
Vista Hermosa y Mondoñedo. Otro de los sitios
naturales de Mosquera son
los cerros de Las Cátedras
y del Mal Paso.
De Mosquer a par timos
hacia Tena a través del paisaje amarillento y rojizo
del desierto de Zabrinsky,
constituido por montañas,
depresiones y hondonadas
cubiertas de arena cobri-
za. (Si tiene tiempo puede
hacer un pequeño desvío
hacia la izquierda, al parque
natural Chicaque, con sus
300 hectáreas, donde se
pueden admirar caminos
coloniales empedrados, senderos ecológicos, quebradas
y manantiales de agua pura;
allí alquilan caballos).
Al retornar a la carretera
se inicia el descenso y por
otro desvío situado a la
derecha se llega a la laguna
de Pedro Palo, mítico escenario ubicado en la cima
de una montaña que por su
topografía ofrece zonas de
camping y caminatas.
De vuelta a la ruta inicial
se llega al municipio de
Tena, zona agrícola donde
se elabora el más exquisito
vino de pitahaya. El general
Francisco de Paula Santander fue alcalde de esta
población, que también
fue la primera en nuestro
país en contar con fluido
eléctrico.
El estilo colonial predomina
en Tena que, no obstante,
Gran variedad de frutas encuentra el turista en este recorrido.
también tuvo fuer tes influjos republicanos en su
arquitectura. Prueba de
ello es la casa del general
Santander. En sus alrededores puede apreciarse un
sinnúmero de puntos de
venta de las más frescas
frutas de la región. Entre
sus atractivos culturales se
destaca la capilla de Nuestra Señora de las Mercedes.
Viene luego la “ciudad de la
cordialidad” o La Mesa de
Juan Díaz, lugar por excelencia, escogido para el
veraneo de los capitalinos.
Desde sus miradores El
Picacho y El Rincón Santo
se pueden observar algunos de los más hermosos
paisajes de Cundinamarca.
Por su clima templado y por
el atractivo que ofrece su
riqueza frutal, que los domingos llena de color y olor
sus caminos y el mercado
público, ha sido un sitio
tradicional de descanso de
los bogotanos.
Pocos kilómetros la separan del “sol”, uno de los
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ATR ACTIVOS TU RÍ STICOS
En el municipio de Apulo sobresale la antigua estación del tren
climas más apetecidos de
los colombianos: Anapoima,
“ El sol de la eter na juventud”, como han osado
llamarla algunos. Región
asociada con la palabr a
“salud”, puesto que en ella
se encuentran las aguas
termales de Santa Ana y
Santa Lucía, consideradas
por muchos como fuentes
curativas y de longevidad;
cuenta, además, con buena
infraestructura hotelera,
abundantes restaurantes,
parques y un excelente clima. Adicionalmente, posee
hermosas fincas de recreo.
CONVENCIONES
Centro artesanal
Monumento colonial
Lugar de peregrinaje
Vestigio arqueológico
Lugar histórico
Parque natural
De Anapoima se llega al municipio de Apulo, pueblo de
tradición como lugar de recreo y parada obligatoria del
hoy olvidado tren de la Sabana. Este antiguo poblado fue
por años lugar de veraneo de
los presidentes de Colombia
y de destacados personajes
de la vida nacional. Su cestería es muy afamada, al igual
que sus fuentes termales de
Catarata.
Solo veinte kilómetros la
separan de Tocaima, antigua población levantada
en el centro de la región
panche, que, además de
sus pozos azufrados, posee
algunos de las más importantes fuentes termales de
Cundinamarca, provistas
de infraestructura, como
las de Santa Lucía, La Hedionda y Acuatá. De su gastronomía caben resaltar los
bizcochuelos, el salpicón,
los jugos naturales, la avena, el masato y los quesos.
Imperdonable no hacer un
alto y degustar estas delicias, únicas en la región.
Si se hace un desvío hacia la
izquierda, de Tocaima se llega a la cálida Agua de Dios,
cuya historia se remonta
a los primeros años de la
Conquista cuando, atraído
por las aguas medicinales
de la región, el adelantado
Gonzalo Jiménez de Quesada estuvo allí, alivió sus
males y marcó el destino de
esta región para siempre.
Allí también vivió el gran
maestro de la música colombiana Luis A. Calvo y
aún se conservan en este
lugar su casa y algunos de
sus objetos personales. El
municipio guarda edificios
de la mejor arquitectura
republicana, mantiene un
atractivo movimiento comercial y están asentadas
en él pequeñas industrias.
Con exóticos paisajes, pequeñas cañadas y un sinfín
de ár boles fr utales que
rodean el casco urbano,
Nilo recibe a los viajeros
que concluyen el recorrido
justo en este municipio. Allí
termina esta ruta, en un
poblado donde también se
encuentra una piscina natural. Se puede concluir el recorrido con la degustación
de una gallina criolla o una
mojarra al horno. Cualquiera de las dos opciones será
una buena alternativa.
El camino del retorno a
Bogotá puede hacerse por
la misma vía.
CORRE DORE S TU RÍ STICOS
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ENTRE LAS CUMBRES Y EL IMPONENTE MAGDALENA
De la mole de cemento, pasando por pueblos hechos de flores, frutas y sol,
hasta alcanzar el río Magdalena con atarrayas y leyendas.
Lo primero con lo que se encuentra el viajero en esta ruta
es Soacha. Allí puede parar a
conocer la iglesia de San Bernardo, el estadio Luis Carlos
Galán, el coliseo, el teatro
Súa, el parque ecológico de La
Poma y la zona arqueológica,
entre otros.
En poco menos de una hora
se topará con la población de
Silvania, la cual se destaca por
sur parques ecológico y arqueológico, el balneario Pozo
Azul, el camino real, el templo
parroquial, el cementerio, las
muestras de artesanías de
cerámica, los muebles tejidos
con mimbre, la cestería, los
artículos de cuero y lana;
así como los abundantes
puntos de venta de frutas y
comidas.
A 11 kilómetros, por un ramal
de la carretera, a mano derecha, se encuentra Tibacuy.
Deténgase en la cueva de los
Panches, visite los petroglifos
de Tibacuy, el museo rupestre
Los Pocitos, la pila del parque
municipal, la parroquia de Santa Lucía, el parque principal y
la hacienda San José.
De vuelta a la carretera central, se llega a Fusagasugá, “ciudad jardín de Colombia”, que
por su diversidad de climas
cultiva todo tipo de flores y
plantas ornamentales.
En esta hermosa población,
donde el cultivo de las flores
es todo un arte, también sobresalen los caminos reales, el
templo parroquial, el centro
recreacional, la zona arqueológica, la quinta de Coburgo y
la hacienda de Coloma.
El camino lo conecta, haciendo una desviación hacia la
derecha, con Arbeláez, Allí
hay que visitar la meseta de
Paramillo, el
alto de Bochica, el cerro de
Fátima, los caminos reales,
la reserva forestal, el alto
de la Virgen,
su templo parroquial y sus
múltiples fincas de recreo. Puente del antiguo ferrocarril sobre el río Magdalena en el
Muy cerca de municipio de Girardot
allí se encuenPara llegar a Ricaurte se retra San Bernardo, famoso por torna a Pandi y de ahí a la vía
sus momias, cuevas naturales, que conduce a ese municipio.
lagunas, caminos reales y su En las inmediaciones de esta
templo parroquial.
población se encuentran sitios
Un desvío de la carretera, a de interés como las aguas termano derecha, lleva a Pandi, males Casa Blanca, el cerro de
cuyas tierras están rodeadas Loma Gorda, la hacienda Pepor sitios naturales, como ñalisa, los centros vacacionales
las aguas termales, la Piedra y numerosos hoteles.
del Equilibrio; y de interés El último tramo de este tracultural y recreativo, como el yecto conduce a Girardot o
arte rupestre de El Helechal, “ciudad de las acacias”, segúnentre otros.
da población en importancia
Hacia el sur, se hallan las pobla- del departamento.
ciones de Venecia y Cabrera, El regreso se puede realizar
que se destacan por sus pa- por la misma ruta, hasta Pandi
rroquias, cascadas y caídas y empatar con la vía principal
naturales.
hasta Bogotá.
CONVENCIONES
Centro artesanal
Monumento colonial
Lugar de peregrinaje
Vestigio arqueológico
Lugar histórico
Parque natural
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ATR ACTIVOS TU RÍ STICOS
TRAVESÍA INMERSA EN LAGUNAS,
PÁRAMOS E HISTORIA
Un recorrido que se interna en el suroriente de Bogotá, alcanza páramos,
lagunas, un parque natural y llega hasta pueblos atiborrados de historia y
con una gran vocación panelera.
Laguna sagrada de Siecha en el parque natural de Chingaza
El punto de partida de este
trayecto es el suroriente
de Bogotá, constituido por
una larga cadena de picos
que sobrepasan los 3.500
msnm y también se caracteriza por sus climas cambiantes y su gran riqueza
ganadera y agrícola, donde
se destacan los cultivos de
maíz, trigo, cebada, fique,
café y caña de azúcar.
A la primera población a la
que se llega es Choachí, luego de pasar las estribaciones
del cerro de Guadalupe y
del páramo de Cruz Verde,
donde se encuentra el parque natural El Verdón.
En este poblado vale la
pena visitar sus fuentes termales, que prestan servicio
al público desde 1810 y que
cuentan con una excelente
infr aes tr uc tur a . La r uta
sigue a Ubaque, tierra que
posee entre sus atractivos
naturales la Laguna Sagrada de Ubaque Car vianza , donde se realizaban
impor tantes ceremonias
religiosas muiscas.
De Ubaque se pasa a Fómeque, un pueblo que se
destaca por su industria
panelera y la producción de
cerámica, fique y lana. Es un
punto de partida al parque
natural nacional Chingaza o
a la laguna del mismo nombre, plena de frailejones
que, igualmente, pueblan la
laguna de Fómeque.
El paisaje se complementa
con el páramo de Ching a z a y v a r ia s cuchilla s .
Las fuentes termales de
Guane son otro atractivo
de Fómeque. La iglesia de
la I nmaculada Conce p ción de María tiene una
variedad de estilos en su
arquitectura y es digna de
admirarse.
Quetame es el próximo
destino, con su clima templado, de territorio montañoso, gran producción
de panela y sus aguas termales. Desde allí se inicia
el ascenso a Bogotá.
En el trayecto se pasa por
Cáqueza, impor tante municipio rodeado de mon-
tañas con algunas zonas
planas y cerros donde se
encuentra gran cantidad
de fósiles. Entre sus atractivos tur ís ticos es tán el
yacimiento de fósiles, localizado a tres kilómetros del
pueblo; el lago Largo, de
importante riqueza biótica
y el río Cáqueza.
A partir de Cáqueza, siemp r e a s ce n d i e n d o h a ci a
Bogotá, por un desvío a la
izquierda se llega a Une,
ter r itor io mont añoso y
paisaje verde, apaciblemente bañado por las
aguas de los ríos Guativar,
La Mesa y Rincón.
El r egr eso se hace por
la carretera principal. Se
llega al último destino de
la ruta: Chipaque, una de
las primeras fundaciones
española s en el Nuevo
Reino de G r anada . Sus
tierras fér tiles y sus fuentes termales de la vereda de Aguascalientes son
sus principales atractivos.
Son 123 k ilóme tr os de
recorrido.

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