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Bilboz, giza eta gizarte zientzien aldizkaria
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AURKIBIDEA
INDICE
¿Ocio amurallado? El paso de la sociabilidad local al mundo asociativo internacional. Dos casos comparados: Évora-Madrid, 17891929.
Dra. María Zozaya
7
Jaia eta gatazka: Deustuko Done Peri eguna (1648-1846)
Hektor Ortega
34
Celebraciones en torno a la clausura de los conventos bilbaínos en
el siglo XVII
Nere Jone Intxaustegi Jauregi
48
Fiestas, romerías y bailes en el Bilbao del antiguo régimen:
Mecanismos de control y evolución de la fiesta y la comensalidad
Ana Isabel Prado Antuñez
57
Tamborileros municipales en Bilbao durante el siglo XIX
Iñaki Irigoien
72
La villa de Bilbao a la memoria de Antonio de Trueba: Actos
conmemorativos y elementos para el recuerdo.
Eva Diez Paton
93
Días republicanos: Calendario de conmemoraciones del
republicanismo bilbaíno
Dr. Jon Penche
109
Fiestas nacionalistas en Bilbao a principios del siglo XX: La puesta
en escena de la nación vasca
Dr. Nicolás Ruiz Descamps
118
Dos de mayo en Bilbao. Entre la historia y la política
José Ignacio Salazar Arechalde
128
El kinetógrafo: Denominación con la que las fiestas de 1896 acogieron la presentación del espectáculo cinematográfico en Bilbao
Dr. Txomin Ansola
137
“Bilbao ya es España”. El modelo festivo franquista en Bilbao entre
1938 y 1940
Dr. Aritz Ipiña Bidaurrazaga
153
BIBLIOGRAFIA
2014, Argitaratutako lanak
2014, Obras publicadas
165
25
?
Ocio amurallado? El paso de la sociabilidad
local al mundo asociativo internacional. Dos
casos comparados: Evora-Madrid, 1789-1929.
Dra. María Zozaya
CIDEHUS, Universidad de Évora, FCT
Las marionetas del Santo Aleixo eran un fenómeno de tradición oral cultural rural. Mientras se
exhibieran en dicho entorno, todo funcionaba (más o menos). Pero cuando se tenía el atrevimiento
–o la desvergüenza- de llevarlas a la gran ciudad, inmediatamente la sociedad “bienpensante”
solicitaba al administrador del municipio que las censurase por considerarlas una escuela de
inmoralidad.
Passos, Alessandre. Bonecos de Santo Aleixo1.
Resumen
El presente análisis aborda las modificaciones que tuvieron lugar en materia de ocio durante la llegada del Liberalismo
en el siglo XIX y principios del XX. Se centra en dos casos de la Península Ibérica: Madrid, como representación de
una capital urbana que pasó a convertirse de villa en ciudad, y Évora, (Portugal) como ejemplo de capital de provincia
rural, en este caso del Alentejo. En el proceso de modernización, la primera derribó sus muros, y la segunda se mantuvo
siempre en el límite de sus murallas.
Palabras Clave: Ocio. Sociabilidad. Murallas. Évora. Madrid.
Laburpena
Tokiko gizartekoitasunetik naziorateko elkartze-mundura : Évora- Madril (1789-1929), kasu bi elkarri
erkaturik.
Azterketa honetan XIX eta XX. mendeetan liberalismoaren agerrerarekin batera aisiaren arloan gertatu ziren aldaketei
ekiten zaie. Iberiar Penintsulako kasu bi hartzen ditu aztergai: Madril, hiribildu izatetik hiri izatera igaro zen hiriburu
urbanoaren adibidea den aldetik, eta Évora (Alentejo, Portugal), landa-giroko eskualdeko bateko hibirua den aldetik
horrelakoen adibidetzat hartuz. Modernizaziora bidean lehenak harresiak eraitsi bazituen ere, bigarrenak betidanik
bere harresien barruan iraun du.
Giltza hitzak: Asialdia. Gizartekoitasuna. Harresiak. Évora. Madril.
Abstract
The transition from local sociability to the international associative world: two cases compared, Évora- Madrid
(1789-1929)
The present analysis deals with the modifications that took place in questions of leisure during the coming of Liberalism
in the XIX century and early XX century. It focuses on two cases in the Iberian Peninsula: Madrid, as a representation
of an urban capital that changed from township to city; and Évora (Portugal), as an example of the capital of a rural
province, Alentejo. In the process of modernization the former demolished its city walls, while the latter remained
within the limits of its walls.
Key words: Leisure, sociability, city walls, Évora, Madrid.
Hartua-recibido: 9-I-2014- Onartua-aceptado: 30-XI-2014
1 Traducción de la autora del texto de: PASSOS, Alessandre. Bonecos de Santo Aleixo. A sua (im)possivel História. Evora: CENDREV, 1999; p. 183.
7
8
Introducción. Cambios acompañados e impulsados por los espacios de sociabilidad
En un plano internacional, el proceso de tránsito del Antiguo Régimen al Liberalismo puede contemplarse desde el
punto de vista cultural en la longue durée. Podría englobar el periodo que abarca desde la toma de la Bastilla en 1789
a la crisis de 19292. A mi juicio, tales fechas engloban simbólicamente –y así son aquí tomadas- dos momentos claves
del Liberalismo continental: desde la Revolución Francesa como movimiento que lo inició, hasta su primer gran ocaso
y crisis. Crisis no sólo económica sino también política, por vincularse a la llegada de los fascismos. Bajo ese amplio
rango de fechas se aborda aquel intenso proceso de cambio que afectó a diversas esferas. La que aquí nos concierne es
la vinculada a los espacios de ocio y de sociabilidad. Ahí, el proceso de mudanza se reflejó en el paso del ámbito festivo
local a un mundo mucho más extenso y con visión internacional. Así lo intentaremos plantear en el presente análisis,
en el que nos interesa más ofrecer unas primeras comparaciones de ese proceso de cambio entre ambas capitales, que
profundizar en la cantidad de estudios que se han realizado sobre Madrid, y que por obvios motivos de espacio, aquí
no podemos referir.
La distancia entre el mundo rural y urbano, y la reproducción de los patrones modernos
El texto que encabeza el presente artículo sobre las marionetas típicas de Évora es representativo de un proceso que
tuvo lugar a finales del Antiguo Régimen, en todo el Alentejo, en todo Portugal y -por la difusión que tuvo ese fenómeno
teatral en Europa3-, probablemente en toda España. En este caso, a través de los bonecos de Santo Aleixo se muestra
la gran diferencia que separaba en el terreno del ocio al mundo ordinario del urbano fino. Tales bonecos eran unas
marionetas vinculadas desde la Edad Moderna a los autos religiosos, que progresivamente se fueron trasformando
–deformando para algunos- por el mundo de la superstición, por la tradición oral, por un vocabulario popular y
descaradamente vulgar -del vulgo-, convirtiendo el resultado en algo muy lejano a sus inicios místicos (Figura 1).
1. Bonecos de Santo Aleixo, con Adán y Eva en el centro.
A finales del siglo XVIII, las medidas ilustradas obligaron a quemar dichas marionetas en hogueras públicas, medida
material y simbólica de la que algunas se zafaron. Entre ellas, las que circularon por el Alentejo, que a principios del siglo
XIX lograban armonizar la crítica grotesca contra el poder regio y los gobernantes. El resultado fue una combinación
alarmante contra el poder político establecido, y una expresión muy lejana de los criterios del buen gusto burgués4. Una
imagen muy distante a las nuevas normas que se iban difundiendo e implando entre la sociedad bienpensante del medio
urbano.
Desde la década de 1830, con la llegada del Liberalismo y sus consecuencias, sucedió un fenómeno equivalente en
2 En esta línea concuerdo con la base de las teorías continuistas de Mayer, a la par que insisto en la lenta implantación del Liberalismo durante el
siglo XX, que se muestra en especial al analizar espacios rurales. MAYER, Arno J. La persistencia del Antiguo Régimen. Madrid: Alianza, 1984.
3 El primero que señaló esa difusión fue el especialista. PASSOS, Alexandre. Bonecos de Santo Aleixo. As marionetas em Portugal nos séculos XVI
al XVIII e a sua influencia nos títeres alentejanos. Evora: Cendrev, 1998. Inciden en esa línea europea: MACK ORMICK. “Os bonecos de Santo
Aleixo e o mundo das marionetas”, en: ALMEIDA, Carmen (Coord.). Maestre Salas apresenta… Exposição de Marionetas portuguesas. Évora:
MC, Direção Regional de Cultura Alentejo, 2007.
4 Bourdieu, Pierre. La Distinction: critique sociale du jugement. Paris: Éditions de Minuit, 1979.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
el terreno del ocio en toda la Península Ibérica. Con el crecimiento progresivo de las grandes ciudades y capitales de
provincia, comenzó a ampliarse la distancia entre el ocio rural y urbano. Tal distancia se consagró desde mediados del
siglo XIX y fue aumentando conforme avanzase la centuria5. Para ello, contribuyeron notablemente los fenómenos de
emulación6, o copia de las nuevas formas foráneas de ocio. Para la modificación de los espacios de sociabilidad, esa
reproducción de modelos estuvo impulsada a mi juicio por dos caminos. El primero, de arriba abajo, cuando en la
pirámide social los modelos fueron reproducidos desde las élites económicas hasta los grupos menos pudientes. El
segundo, de fuera a dentro, pues a mi juicio los modelos foráneos colonizaron lentamente las formas locales, para lo que
fueron un motor de cambio las élites de provincias que traían modelos difundidos en un plano internacional7.
Así, durante el siglo XIX, en ese fenómeno de mudanza, se buscaron formas más exclusivas para desenvolver las
relaciones sociales. La flor y nata de la sociedad emulaba las prácticas de finura tomadas de las clases altas, para lo que
escogía sus nuevos espacios de moda8. Se imitaban las modas de las grandes capitales que se consideraban icono del
buen gusto: a principios del siglo XIX, principalmente de París y, desde finales, también de Berlín. A su vez, se copiaban
unas a otras en menor escala. En el caso español, Madrid iba a marcar la tónica del resto de las capitales de provincia
que seguían sus impulsos, así como los importados por las modas extranjeras, esencialmente de París. En el caso luso,
Lisboa, junto a Inglaterra desde 1830, y París desde 1850, actuaron como otro polo de atracción simbólica de la elite
portuguesa de provincias y también colonial, donde se seguían los imperativos de las modas de aquellos países cuyos
modelos se copiaban9. Évora también actuó como capital dirigente de la moda del sur de Portugal en la emulación de las
nuevas formas de ocio, pues las pautas marcadas por sus élites eran reproducidas en el resto de la región alentejana10.
A la par, estaba directamente influida por las novedades lisboetas, debido a las continuas relaciones con la capital de
algunos de los miembros más activos de las altas jerarquías sociales11.
Portugal y España, sociabilidad en mudanza vinculada a los procesos políticos
El transcurso hacia el Liberalismo quedó también reflejado en las numerosas formas consagradas al ocio; en la Península
no cuentan con una monograf ía ni con un estudio completo. Por ello, aquí se hará un recorrido que ayude a explicar
parte de las mudanzas acaecidas en materia de ocio en los casos mencionados, español y portugués. Los cambios
políticos y estatales son un elemento esencial para entenderlos. Sin llegar a la Historia Positivista, es preciso mostrar
un somero panorama, pues las normas que se generaron, en función de que los grupos de poder fuesen de tendencia
conservadora o progresista, darían lugar a cambios sociales de hondo alcance. Cambios que lógicamente se iban a ir
reflejando –poco a poco- en el ocio del siglo XIX.
La lenta instauración del Liberalismo supuso grandes avances. En el plano social, la caída de los estamentos daba
pie al ascenso de la burguesía. La desaparición en el ámbito profesional de los gremios daba cabida a nuevas formas
corporativas y a los lazos por las afinidades electivas. Los nuevos espacios de sociabilidad acercaban al ciudadano al
espacio público y, al ampliarse entre todas diversas capas sociales, supusieron el paso al ocio de masas. En el plano
económico, el desarrollo del libre mercado y del sistema capitalista implicaron que las diversas formas dedicadas al
ocio pasaron a explotarse económicamente “como una empresa”12, a introducir los cambios técnicos de la revolución
industrial y la maquinación.
5 Tenemos en cuenta las primeras aportaciones de los hispanistas respecto al tema de la sociabilidad englobadas en la desaparecida revista Estudios
de Historia Social: Maurice, Jacques; Lecuyer, Marie-Claude; Ralle, Michel; Guereña, Jean-Louis; Brey, Gerard; Morales, Manuel. En: Estudios de Historia Social. La sociabilidad en la España Contemporánea, n. 50-51 (1989); pp. 133-305.
6 Sobre este tema existe el antiguo debate entre qué escala social sigue la copia de los modelos, que a mi juicio en estos casos de modificación de
las formas de ocio (más en concreto el fenómeno de los clubes) en el tránsito al Liberalismo, considero que fueron orientados por las clases altas
de las principales capitales, a su vez copiadas por la alta burguesía, respectivamente por la burguesía y luego las clases menos pudientes. Y en esta
difusión, el movimiento del cosmopolitismo fue esencial.
7 Teoría de la implantación de nuevos modelos que dejan atrás las costumbres y sociabilidad locales, que sostuve en: ZOZAYA, María. “Metamorphoses? A view on the birth of Spanish and Portuguese Clubs, 1830-1930, 45th Conference ASPHS. Módena: Universitá di Modena, 26-29 Junio,
2014.
8 CRUZ, Jesús. El surgimiento de la cultura Burguesa. Personas, hogares y ciudades en la España del siglo XIX. Madrid: Siglo XXI, 2014.
9 CORRADO, Jacopo: The Creole elite and the rise of Angolan Protonationalism, 1870-1920, New York, Cambria Press; p. 43.
10 ADEGAR FONSECA, Helder. “As elites económicas alentejanas, (1850-1870): anatomia social e empresarial”, Analise Social, Vol. 31 (136-137),
1996; pp. 711, 725. Del mismo, un esencial para comprender la sociedad que nos concierne: O Alentejo no século XIX. Economia e Atitudes económicas. Lisboa: Impr. Casa da Moeda, 1996; pp. 202-220.
11 Sobre la ciudad en el contexto portugués, véase: BERNARDO, Maria Ana. Sociedade e elites no concelho de Évora. Permanência e mudança (18901930). Lisboa: Fundaçao Gulbenkian, 2013; pp. 108-117.
12 Incluso proponen analizar la trayectoria de una asociación masculina típica del siglo XIX “como la de una empresa cualquiera”: GUIMERÁ,
Agustín; DARIAS, Alberto. El Casino de Tenerife, 1840-1990, Santa Cruz de Tenerife: Casino de Tenerife, 1992, p. 55.
9
10
A mi juicio, tales cambios desempeñaron una influencia decisiva en la evolución de los espacios de sociabilidad
peninsulares. Ese proceso, vinculado a la caída de las antiguas estructuras y a la lenta introducción de las nuevas, no
fue homogéneo ni continuado. Dependió, sin duda, de los procesos de cambio político que ahora veremos y, en buena
medida, mantuvo las viejas estructuras para la adaptación a los nuevos tiempos.
Ambos terrenos ibéricos evolucionaron de modo parejo e íntimamente relacionado, acompasando sus pasos al ritmo de
la llegada del Liberalismo político. A mi juicio, varias constantes marcaron la evolución de los lugares de esparcimiento.
Las iniciativas ilustradas de mejorarlos quedaron paralizadas en toda la Península por las Guerras Napoleónicas.
También quedaron apagados por la censura entre 1814 y 1820. Tras la Revolución de Riego, fueron reemprendidas
con el impulso de ambos periodos progresistas (1820-1823), durante el Trienio Liberal y el Vintismo Portugués. Las
reformas de los espacios públicos y de los teatros se frenaron con la Guerra Carlista (1836-1839), que tuvo su equivalente
portugués con la guerra de los dos hermanos (1832-1834), don Miguel y doña María, y el subsecuente reinado de
ésta. Desde mediados de siglo, los empresarios impulsaron los espacios de sociabilidad de la burguesía, una burguesía
ahora imperante en ambos países, vinculada política y económicamente al gobierno de monarquía constitucional. Con
los gobiernos liberales de Isabel II -“la década moderada”-, y de María II -con la denominada “Regeneração”-, hubo
un periodo de estabilidad. En él se acondicionaron numerosos espacios para el ocio, procedentes de las sucesivas
desamortizaciones, a la par que se comenzaron a decorar con profusión los dedicados a la alta sociedad.
El poder tradicional, en su adaptación al sistema político del Liberalismo, se hizo mantenedor de las permanencias,
cuyas lacras predominaron en ambos lados de la Península mediante el caciquismo13, el turnismo político concertado del
cambio bipartidal, y el rotativismo portugués. Para reproducir por esas vías el poder, sus élites tendieron a acondicionar
al máximo sus espacios de encuentro, donde discretamente iban a sellar alianzas informales canalizadas a través de
una sociabilidad privada distinguida. Por ello, durante la Restauración Borbónica se impulsó el lujo en los espacios de
recreo, en especial desde 1880, aspecto que también fue favorecido por las elites del sistema monárquico luso.
Desde la década de 1850, en especial con la apertura progresista del Bienio en España, y en Portugal por el anterior
influjo de su alianza Británica, comenzaron a modernizarse los espacios de recreo, introduciendo los avances técnicos,
que se multiplicaron desde el último cuarto del siglo. Asimismo, se difundieron variadas formas de ocio y sociabilidad
que eran popularizadas entre las capas sociales menos pudientes. Esa propagación en el caso español vino dinamizada
por el Sexenio Liberal y la Primera República (1868-1873); en Portugal, por los cambios desde la década de 187014,
que entre otras cosas llevaron a conseguir la libertad de asociación15. En España -aunque con ensayos desde 1869- fue
a partir de 1881 cuando se permitieron definitivamente los derechos en materia de reunión y libertad de asociación,
aunque muchas de las asociaciones ya existían antes que tales derechos16. Con el cambio de siglo, En ambos lugares el
proceso de apertura generó un aumento del acceso para todas las clases sociales a las formas de esparcimiento. Daría
lugar a la denominada “mercantilización del ocio”17, que en Portugal se dinamizó especialmente desde la República de
1910, y en España desde la década de 1920.
La ciudad y la muralla. ¿Un corsé para los nuevos espacios de sociabilidad?
El derrumbe de las murallas es un aspecto que se ha considerado de gran relevancia para la evolución de la ciudad
moderna18. En múltiples ciudades europeas tuvo lugar en el siglo XVIII, y especialmente a comienzos del XIX19. Ese
13 Sobre los mecanismos concretos de reproducción social de las elites caciquiles españolas: CARASA, Pedro. “El poder local en la Castilla de la
Restauración. Fuentes y método para su estudio”. Hispania. El poder local en la España Contemporánea, n. 201 (1999); pp. 9-36.
14 Impulsado por el movimiento asociativo de izquierdas, que tuvo a representantes activos como el iberista Godolfim, quien hizo interesantes
recuentos de las formas asociativas de todo Portugal. GODILFIM, José Cipriano. A Associação. Historia e desenvolvimento das Associações Portugesas, Lisboa: Tip. Universal, 1876. Las del Alentejo que aquí conciernen, a partir de la p. 72.
15 FONSECA, Teresa. A Associação dos Bombeiros Voluntarios de Montemor-o-Novo (1930-2005). Lisboa: Colibrí, 2005; p. 19.
16 ZOZAYA, María. El Casino de Madrid, orígenes y primera andadura (1836-1850), Madrid: Casino, 2002; pp. 111-115.
17 El término fue creado para el siglo XVIII por Plumb, si bien en el caso español puede emplearse para la difusión del ocio entre las masas, el abaratamiento de los precios conseguido a partir del 1900. PLUMB, John H. “La mercantilización del ocio en la Inglaterra del siglo XVIII”, Historia
social. La mercantilización del ocio, n. 41, 2001; pp. 69-88. Jorge Uría, “El nacimiento del ocio contemporáneo” Historia social. La mercantilización
del ocio, n. 41, 2001; pp. 65-68.
18 CERDÁ, Ildefonso. Las cinco bases de la teoría general de la urbanización, Madrid: Electa España, DL 1996. Antonio Bonet Correa, “Ildefonso
19 Cerdá y el Ensanche de Barcelona”, Barcelona moderna: Realidad y utopía del Plan Cerdá, SECC y RABASF. Madrid: El Viso, 2009. En especial,
dentro de los conceptos definidos por el Urban Planning. EBENEZER, Howard. Garden Cities of Tomorrow, London, Swan Sonnenschein, 1902.
HALL, Peter: The Cities of Tomorrow. Oxford, UK: Blackwell Publishing, 2008; pp. 13–141.
20 El caso español que aquí atañe es resumido por: Rueda Hernanz, Germán. España 1790-1900. Sociedad y condiciones económicas. Madrid:
Istmo, 2006; pp. 41-50.
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derrumbe estuvo acompañado por permutas en el trazado urbano, por la desamortización de terrenos, por la apertura
de plazas y bulevares, por la aplicación de los nuevos criterios de salubridad, y cierta reestructuración para aplicar
innovaciones técnicas. Todo ello era guiado por la denominada filosof ía del progreso como motor ideológico del
cambio. Diversos estudios han resaltado la importancia del derrumbe de esas murallas para introducir las nuevas
formas de ocio y sociabilidad contemporánea20. Fue especialmente importante para las que contribuyeron a configurar
la ciudad burguesa, introduciendo jardines, bulevares, teatros, asociaciones o nuevas plazas.
He tenido en cuenta esa clave para realizar este estudio comparativo de los espacios de sociabilidad en estas dos ciudades
ibéricas en proceso de cambio. Considero que las murallas pueden ser un elemento nodal en la comparación. Madrid
y Évora pueden estar representando dos modelos de ciudades en transformación: el de la capital que derriba los muros
y establece su ensanche, frente a la ciudad que permanece dentro de su muralla. Sin embargo, ambas sufrieron una
modernización interna en materia de ocio y sociabilidad que abarcaba elementos similares. Elementos que en última
instancia se iban a incorporar, más tarde o más temprano, en la mayoría de las ciudades europeas.
Cabe entonces plantearse cómo fue la introducción de los cambios en materia de sociabilidad en este tipo de capitales
de provincia que no derribaron las antiguas barreras que las rodeaban, en las ciudades que mantuvieron estos elementos
estructurales tan propios de la arquitectura mediterránea y atlántica21. En ese sentido, algunos estudios han hablado
del papel de las murallas como forma más de separación que de protección22, faceta por la cual pueden dificultar
cualquier expansión23. En el caso ibérico, desde una perspectiva antropológica, María Cátedra se planteó el papel
diferenciador que pudo tener la muralla en un caso tan ejemplar como Ávila, y extendió su proyecto comparativo al
terreno portugués24. En este estudio retomamos una idea base de ese planteamiento. Partimos del caso de Évora como
ciudad cuyas murallas permanecieron casi intactas hasta el siglo XX25, para ver si los cambios introducidos en materia
de ocio y sociabilidad con la llegada del Liberalismo fueron similares o diferentes a los de Madrid, que sí las derrumbó.
Así, intentaremos arrojar luz sobre las posibles divergencias y los factores de cambios en ambas ciudades, capitales de
provincia que contemplaron urbanísticamente sus murallas como un “collar de perlas” o como un “cinturón opresor”26.
Évora y Madrid, dos mundos regidos por el entorno urbano o rural
El perfil de ambas ciudades, Évora y Madrid, era representativo de dos mundos. En Évora dominaba el paisaje rural
frente al urbano, como ciudad principal de provincia agraria y latifundista. Dentro de sus murallas, era constante la
presencia de la arquitectura religiosa sobre la civil, salpicada por los palacetes de la nobleza terrateniente y por las
nuevas casas de la burguesía agraria. Ese perfil de trazado medieval y el dominio del paisaje rural que la circundaba, se
asemejaba a la mayoría de las capitales de provincia de la España del siglo XIX27.
Mientras, en Madrid predominaba -como en Lisboa-, la arquitectura civil. Ésta fue ganando espacio a los terrenos
religiosos con el terreno desamortizado. La capital española, que pasó a ser un centro administrativo de facto, fue
21 Estudios de Historia Social, n. 50-51 (1989). El tema afectó a buena parte del siglo XX también y se convirtió a veces en motivo de enconados
debates urbanísticos y sociales, en concreto en España el derribo de las murallas en Badajoz y otras ciudades de frontera con Portugal, en J. López
Prudencio, “Badajoz, la del cielo hermoso”, Blanco y Negro, Madrid, 1925; p. 30; pp. 28-34. Madrid tuvo narradores que lamentaron ese derribo
de puertas y murallas como López de Hoyos, como relata: RÍO BARREDO, Mª José. Madrid, Urbs Regia, la capital ceremonial de la monarquía
católica. Madrid: Marcial Pons, 2000; p. 78.
22 SOEN, Dan (Ed.). New Trends in Urban Planning: Studies in Housing, Urban Design and Planning. Oxford: Pergamon Press, 1979; pp. 140, 164166, 286-287.
23 Es un tema que ha interesado más a medievalistas y modernistas, por ejemplo el apartado “City Walls”, SILBERMAN, Marc; TILL, Karen E.;
WARD, Janet. Walls, borders and boundaries: Spatial and Cultural Practices in Europe. Germany: Spektrum, Berghan Books, 2012; pp. 25-95. Al
respecto existe interesantíssima bibliografia desde el enfoque del Urban Planning, absolutamente vinculable a esta temática de la distribución y
establecimiento de los nuevos espacios de sociabilidad.
24 No es dif ícil que una muralla establezca una frontera f ísica. Incluso puede hablarse de otra inmaterial que podría existir sin el muro. Desde las
teorias del Urban Planning se habla incluso de los muros invisibles, de cómo se puede generar una segregación espacial sobre las bases legales
entre el campo y la ciudad. WING, Kam. Cities With Invisible Walls: Reinterpreting Urbanization in Post-1949. China: Oxford University Press,
1994. Una digresión sobre los límites invisibles de Évora: BORGES ABELL, António. Os limites da Cidade. Évora: Universidade, Tesis Doutoramento, 2008; pp. 12-22; 67-71.
25 CÀTEDRA, María. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Vol. 59, n. 1 (2004); pp. 203-231. Su estudio del papel de las murallas se
vincula a sus trabajos: CÁTEDRA, María; Tapia, SERAFÍN; SANCHIDRÁN, Jesús M. Para entender las murallas de Ávila: una mirada desde la
Historia y la Antropología. Valladolid: Ámbito, 2007.
26 ALMEIDA, Carmen (Coord). Riscos de um século. Memorias da Evoluçao urbana de Évora. Évora: Cámara Municipal, 2001.
Empleo la terminología utilizada para titular de uno de sus apartados por: SERRANO, María M. “La ciudad percibida. Murallas y ensanches desde
las guías urbanas del Siglo XIX”, Cuadernos Críticos de Geograf ía Urbana, n. 91 (1991); pp. 1-26, p. 4.
27 Salvo Valladolid, como señala al describir el paisaje castellano: VARELA ORTEGA, José. Los amigos políticos. Madrid: Marcial Pons, 2001; pp.
261-263.
11
12
rompiendo los restos de sus últimas murallas desde 183028. Desde la reforma del marqués viudo de Pontejos comenzaron a
modificarse múltiples de sus estructuras urbanas internas29. La ciudad se fue rociando con las modernas construcciones
del hierro, el acero y el cristal, con las nuevas estructuras industriales y sus chimeneas elevadas. A la par, su paisaje
urbano se fue vinculando cada vez más a la sociabilidad burguesa. Los cambios se intensificaron desde 1870, con
el ensanche de José de Salamanca, con la inserción de los nuevos elementos arquitectónicos dentro de la ciudad, el
acondicionamiento de zonas ajardinadas y bulevares, intentando seguir las claves del modelo del París Hausmaniano30.
El culmen urbanístico tuvo lugar cuando se derrumbaron muchas manzanas en medio de la ciudad antigua, para abrir
la Gran Vía entre 1910 y 193031, cuyo patrón arquitectónico a su vez iba a marcar la pauta para la construcción de las
sedes de las principales asociaciones de Madrid (Figuras 2 y 3).
2. Proyecto del Casino de Madrid, 1910. Sección realizada por Gómez Acebo. Proyecto enviado al concurso internacional convocado por el
Casino de Madrid.
28 Sobre el proceso urbano en España en relación con la sociabilidad: CRUZ, Jesús. The Rise of Middle-Class Culture in Nineteenth-Century Spain.
Baton Rouge: Louisiana State University Press, 2011; pp. 1-19, 131-168. Asimismo, las aportaciones del monográfico: Estudios de Historia Social.
La sociabilidad en la España Contemporánea, n. 50-51 (1989); pp. 133-305. La modificación de sus estructuras internas puede decirse que fue
lenta si se compara con capitales de perfil más industrial como Londres, Liverpool, Oporto, Barcelona o Málaga. Hay otras ciudades con marcado
perfil industrial, como Alcoy, caso de gran interés, que invisibilizó muros y torres medievales absorbiéndolos en la configuración de la ciudad
moderna. En el caso alentejano y el entorno Evorense, hay que sacar a colación ciudades similares cuyas murallas estaban derruidas hacia el 1900,
y prefirieron eliminiarlas definitivamente, empleándolas como la materia prima para construir nuevos edificios.
29 En Madrid, el papel del ensanche como continuador de la ciudad existente fue esencial para abrir nuevos espacios públicos (que a la larga se
traducirían en las nuevas formas de sociabilidad burguesa). Ramón Mesonero, Memorias de un Setentón. Madrid: Biblioteca Virtual Miguel de
Cervantes, 2000, T.II. Javier Hernando, Las bellas Artes y la Revolución de 1868. Oviedo: Universidad, Ethos, 1987; pp. 81-83.
30 JULIÁ, Santos; RINGROSE, David; SEGURA, Cristina, Madrid. Historia de una capital. Madrid: Alianza, 1995; pp. 387 y ss. CRUZ, Jesús. El
surgimiento de la cultura Burguesa. Personas, hogares y ciudades en la España del siglo XIX. Madrid: Siglo XXI, 2014; pp. 220 y ss. 31 Sobre los antecedentes y el culmen de dichas reformas: SALANOVA, Santiago Miguel. Del casticismo al cosmopolitismo: el Distrito Centro (19051930). Madrid: UCM, 2009.
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3. Proyecto enviado al concurso internacional convocado por el Casino de Madrid. Plano de Tronchet, 1910.
Hubo un proceso paralelo de introducción de cambios en Portugal, y muchas ciudades terminaron de derribar unos
muros que se veían como cascos antiguos que podían servir de materia prima para las nuevas edificaciones. En Évora,
la planificación del desarrollo urbano se mantuvo esencialmente con las murallas y dentro de ellas. Desde mediados
de siglo, se implantaron algunas reformas urbanas que intentaban mejorar la situación de salubridad. Entre ellas, la
mejora de la canalización del agua –cuyo equivalente a gran escala fue la construcción del Canal de Isabel II-. Otra
de las necesidades fueron los lavaderos, que en la península se incrementaron a finales del siglo XIX32, vinculados a
medidas de higiene y los nuevos criterios de salubridad urbana. En ese contexto, en Évora también a principios de siglo
se consideró un espacio importante para mejorar la calidad de vida intramuros y, dada la inexistencia de unos acordes
con las necesidades de la población, se proyectaron unos dentro de las murallas de la ciudad en 1906 (Figura 4).
4. Lavadero de las Alcaçarias, diseñado en 1906, pues ya desde 1896 vieron que era preciso construir
uno dentro de la ciudad .
32 TATJER, Mercedes: “El trabajo de la mujer en Barcelona en la primera mitad del siglo XX: lavadoras y planchaderas” Scripta Nova, Vol. 6, n. 119
(2002); pp. 1-2.
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Otras infraestructuras siguieron un ritmo cercano a las ciudades de provincia ibéricas33. En 1863, el ferrocarril llegó a las
afueras de la ciudad alentejana; en 1873 se construyó la carretera de circunvalación34. Con la desamortización del siglo
XIX y luego con la República desde 1910, fueron reutilizados numerosos edificios religiosos de la Edad Moderna. Y que
eran abundantes, pues fue ciudad levítica: asiento del cabildo catedralicio y antigua sede del Tribunal de la Inquisición.
Al igual que en muchas otras regiones35, sus edificios pasaron a tener nuevas funcionalidades, la mayoría dedicadas
al ámbito civil, de la enseñanza o la administración. Algunos inmuebles simplemente cambiaron de propietario, lo
que permitió insertar nuevos espacios en el circuito de la sociabilidad cotidiana, cuando palacetes y antiguas casonas
nobiliarias iban a convertirse la sede de asociaciones masculinas que veremos después.
Y es que, en Évora, las reformas, más que urbanísticas, se centraron en la construcción de edificios en antiguos solares,
donde edificaron inmuebles burgueses hasta, aproximadamente, 1900. Si bien estuvieron asociadas a las clases pudientes,
las obras contaban con el aplauso popular porque contribuían a generar empleo36. Fueron contadas iniciativas, cuya
limitación espacial era la de respetar la mayor parte posible de su patrimonio histórico dentro de las antiguas murallas.
Para su mantenimiento, jugó un papel esencial el “Grupo Pro-Évora”, primera sociedad de todo Portugal basada en la
recuperación del patrimonio, nacida con el objetivo de promover el concepto de la “ciudad museo”37. Fue movilizada
precisamente cuando se pensó en tirar las murallas y emplearlas como materia de construcción, lo que impidió este
grupo fundado en 1919 bajo la protección de Leonor Fernández Barahona38, familia de mecenas de la cultura y el ocio
de la ciudad evorense que a la par contribuyó a dinamizar su sociabilidad.
La calle y el jardín: el camino hacia el espacio democratizado
A lo largo del siglo XIX, en las principales ciudades ibéricas se mantuvieron las fiestas tradicionales, vinculadas al
calendario agrícola y a su medida del tiempo39. De manera excepcional, las celebraciones por los santos, las procesiones
y otras tantas festividades encontraban en la calle uno de sus principales lugares de manifestación simbólica. De forma
cotidiana, tanto en zonas urbanas como rurales, la calle sirvió de ámbito diferenciador de las jerarquías sociales. Dentro
del perímetro de ambas ciudades, Évora y Madrid, los espacios públicos actuaron como elemento de segregación, por
ser un lugar donde se era visto en el día a día. En efecto, ya desde el 1800, las clases sociales estuvieron radicalmente
jerarquizadas en la Península Ibérica, lo cual se arraigaba en criterios estamentales arraigados durante la Edad Moderna.
Así sucedía en Madrid como capital de un Estado donde predominaba el sector servicios, y en Évora como capital de
la provincia rural dedicada a la agricultura, pero que también contaba con un importante sector terciario40. En ambos
escenarios se diferenciaban los lugares de esparcimiento de las clases pudientes de las trabajadoras ya desde el espacio
abierto y público.
La calle era uno de los principales escaparates de los grupos sociales acaudalados, era el medidor notorio de las ropas,
de los carruajes y, con ellos, del rango social. Hasta la década de 1830, antes del comienzo del Liberalismo, las zonas por
donde pasearse estaban radicalmente separadas en función de los estratos sociales. En su vida cotidiana, los diferentes
grupos tenían diferentes recorridos y, cuando las clases menesterosas transitaban por donde las pudientes, era a
diferentes horas y de camino a su trabajo. En toda España las vías más amplias, majestuosas y de abolengo, denominadas
el salón, servían para los paseos ritualizados de la alta sociedad. En Madrid era el salón del Prado en la década de 1830,
desde 1850 fue trasladándose hacia la carrera san Jerónimo, desde 1900 se iba a orientar hacia la Gran Vía, con las
nuevas instalaciones, con sus edificios eclécticos y con las nuevas formas de ocio, del cine o de las coctelerías de moda
que se iban a concentrar allí desde 1920.
33 CARASA, Pedro: La reina en la ciudad. Usos de la historia de la visita de Isabel II a Valladolid, 1858. Valladolid: Ayuntamiento, 2007.
34 ALMEIDA, Carmen (Coord). Riscos de um século. Memorias da Evolução urbana de Évora. Évora: Cámara Municipal de Évora, 2001; p. 21.
35 MARTINS SILVA, António: «A Desamortização», en: MATOSSO, José (dir.). História de Portugal, LexiCultural, 2002; vol. V, pp. 339­353; Vol. X,
pp. 38­55.
36 En este caso fue el empresario más popular José Barahona, que entre 1880 y 1910 fue aclamado públicamente por dicha labor, que se concretó tras
su muerte en una escultura pagada por suscripción popular. En Madrid el caso del empresario José de Salamanca era un equivalente, que durante
los períodos de crisis conseguía que sus inversiones en empresas modernizadoras estimulasen la escasa existencia de trabajo en verano, tema por
el cual fue loado en trágicos momentos como 1854. ZOZAYA, Maria. “Moral Revenge of the Crowd in the 1854 Revolution in Madrid”. Bulletin
for Spanish and Portuguese Historical Studies, Vol 37 (2012); pp. 18-46.
37 SAMA, Sara: “Vivir en una ciudad museo: Évora”. En: ABAD, Luisa (Coord.). El patrimonio cultural como factor de desarrollo: estudios multidisciplinares. Cuenca: Universidad de Castilla La Mancha; pp. 318-319.
38 MURALHA, Pedro (Dir.) “O Grupo Pro Evora. Um pouco da Sua Historia”. Album Alentejano. Distrito de Évora; T. II, pp. 318-321, p. 318.
39 LADERO, Miguel A. Las fiestas en la cultura medieval. Madrid: Areté, 2005; pp. 17-21. Sobre las fiestas cívicas y las vinculadas a las corporaciones
y otras de naturaleza asociativa, pp. 63-69.
40 BERNARDO, Maria Ana. Sociedade e elites no concelho de Évora…; pp. 137-204.
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En Évora no hubo ese tipo de cambio urbano. En ese sentido, a mi juicio su mudanza fue más cualitativa que
cuantitativa. Más que sus estructuras o el levantamiento de nuevas avenidas extramuros, lo que cambiaron fueron los
comportamientos en materia de sociabilidad. Es decir, se trababa de una ciudad cuyas elites residieron principalmente en
el marco de sus cuatro kilómetros cuadrados de muralla. En dicho perímetro iba a destruirse bien poco de la morfología
medieval y moderna, conservando los escasos cambios realizados hasta el siglo XVIII. Dentro de la ciudad, y con escasas
reformas, iban a incluirse los nuevos edificios y estructuras representativos de la modernidad. Aquí mencionaremos
tres que fueron significativos en materia de ocio, por estar ligados al espacio público burgués. Aparecieron tres puntos
neurálgicos de la sociabilidad, dinamizados desde el ecuador del siglo XIX. Primero, la Plaza Giraldo, antigua zona de
abastos, se convirtió en un nuevo espacio del encuentro social. Segundo, desde 1864, se creó “El paseo público”, donde se
iba a pasear la burguesía junto al Palacio cortesano de Don Manuel, al nuevo jardín con sus ruinas fingidas, reinventadas
por el arquitecto italiano Cinatti. Tercero, desde 1890, con la construcción del nuevo teatro (por el mismo arquitecto), el
Garcia de Rezende, su plazoleta se convirtió en otro de los espacios por donde iban a pasear los elegantes, ya no solo en
el día que había función. En esos tres ámbitos –que abordaremos en breve-, se fueron dinamizando los nuevos espacios
de encuentro. Produjeron el efecto que podría denominarse de sociabilidad acumulativa, pues se convirtieron en los
lugares de moda donde se sabía que se tenía que ir si se quería encontrar a la buena sociedad.
El paseo y la plaza principal , un nuevo espacio de representación
Desde mediados del siglo XIX, con el triunfo de la monarquía constitucional conservadora en toda la Península y la
consagración de los ideales de la familia victoriana británica, la frontera entre esfera privada y vida pública iba a ir
separándose en el espacio ibérico burgués41. Entonces, el paseo comenzó a ser un momento muy relevante para la vida
cotidiana de la mujer. Esa faceta de esparcimiento cumplía diversos papeles sociales, por las funciones que reunía: verse,
saludarse, encontrarse con la conquista deseada y cruzar unas cartas clandestinas de amor. También era el espacio
complementario de los mentideros, donde se recogía información para la crítica de la tertulia nocturna, permitiendo
establecer otras vías de control de los comportamientos sociales42.
Desde 1860, las clases medias iban a compartir esa forma de esparcimiento, tomando aire fresco y paseándose
al sol ejercitando los músculos, según recomendaban por sus propiedades benéficas los médicos higienistas. Tales
presupuestos científicos iban a dejarse de lado siguiendo las modas, porque se salía para ver y ser visto (en Madrid
principalmente en el circuito de los elegantes mencionado, del Prado a San Jerónimo). Según dicho criterio, en España
se llegaba al extremo de ir a los paseos a la sombra o en los húmedos soportales de plazas de ciudades del norte en pleno
invierno43. El Madrid de los Austrias de la Plaza Mayor también sirvió de cobijo a los paseos en determinada altura.
Lo mismo sucedía en este otro lado de la Península, en el caso de la Plaza de Giraldo, que se puso de moda en la Évora
del siglo XIX. Las arcadas históricas de sus edificios aledaños al acueducto eran útiles para cobijar del viento o de la
lluvia y, pese a que eran húmedos, mantenían en forma social a muchas de las personas dispuestas a pasear.
La Plaza de Giraldo había sido el lugar de mercado, espacio de antiguas celebraciones de festejos y justas en la ciudad,
que se aclamaron hasta 1814 al menos44. En este siglo de mudanzas, pasó a ser uno de los nuevos centros neurálgicos de
la ciudad, probablemente por aunar los valores de la urbe tradicional conjuntados con los signos de los nuevos tiempos.
Es decir, la plaza estaba presidida simbólicamente por la arquitectura levítica de la magna iglesia de Santo Antão. La
decoraba el patrimonio cortesano de la fuente del siglo XVI. Entre sus funciones mantenía el encuentro tradicional de
los mercaderes.
A la par, en dicha plaza se introdujeron elementos de modernidad. Por un lado, del capital económico, pues allí se
trasladó la sede del Banco Nacional de Portugal (fundado en 1846 en Lisboa), que se sumaba al capital humano de los
más de treinta negociantes y comerciantes que ya vivían allí45. Por otro lado, en 1873 se empedró según los modernos
criterios urbanos siguiendo la moda lisboeta, dejando señal de la fecha en su alfombra de piedra. Por último, congregó
la nueva sociabilidad. Allí movió sus reales el Círculo de la Bota Rasa (fundado en 1837). Allí se mudó la Sociedad
41 Seguía aquí los preceptos del orden de la Inglaterra victoriana, aunque siempre hay que contemplar este fenómeno en términos generales, pues el
mundo privado se acercaba estrechamente al de la vida pública, como ha mostrado al cuestionar una radical división de frontera entre lo publico
y lo privado con lo masculino y femenino: DAVISON, Denise Z. France After Revolution. Urban Life, Gender, and the New Social Order, Harvard:
Harvard College Press, 2007.
42 CROLL, Andy. “Street disorder, surveillance and shame: regulating behaviour in the public spaces of the late Victorian British Town”, Social History, Vol. 24, n.3, (1999); pp. 250-267.
43 Rueda Hernanz, Germán. España 1790-1900. Sociedad y condiciones económicas…
44 CARVALHO MONIZ, Manuel. “A Praça do Giraldo. Évora: Câmara Municipal, 1984; pp. 150-151.
45 CARVALHO, Jorge. Íbidem; p. 190.
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Harmonia Eborense desde 1902 (fundada en 1849), dejando constancia de su presencia simbólica en el empedrado
–con sus iniciales- a los pies de su portón nobiliar. Se mudó tal vez atraída por el prestigio emblemático de una de
las más céntricas casas señoriales, el palacio que habían ocupado los Sousa Matos en 1827. A ese conjunto se sumó el
café Arcada durante el primer tercio del siglo XX. Ese moderno bar contaba con una orquesta de jazz, que amenizaba
mientras en sus mesas de mármol y hierro se continuaban los negocios. Negocios del ganado o del acuerdos de las
ventas de los vinos y el grano que se hacían sustituyendo a las tradicionales transacciones realizadas dentro de la
plaza pública. Ahora se hacía en un espacio más acogedor y siempre rodeado de una bebida en un entorno relajado y
prestigioso del moderno café. Todos ellos venían a simbolizar los espacios de sociabilidad de los nuevos tiempos, con
su polivalencia y plurifuncionalidad.
El modelo de las exposiciones Universales en el jardín público y el Retiro
Además de las plazas principales, en las grandes ciudades de la Península se diversificaron los espacios de encuentro y,
como la calle se consagraba con el escaparate público perfecto, hubo que aderezarla. Así, en toda España, entre 1860 y
1900, se acondicionaron espacios propios de la burguesía, como el boulevard, donde una hilera de asientos orientados
hacia el centro del paseo jalonaban el camino de las miradas que iban a examinar a los paseantes46. El jardín público
cumplió otro factor importante. Puede decirse que metafóricamente los jardines públicos se convirtieron en el nuevo
símbolo de la transformación del espacio del sistema constitucional representativo. En el sentido de que, los grandes
jardines, excluidos en espacios privados que antiguamente fueron propiedad de la realeza o de las oligarquías, ahora
pasaban a ser del disfrute público. En Madrid, el parque del Retiro fue democratizado desde la revolución Gloriosa de
186847, y Évora tuvo su equivalente desde el arreglo del jardín del Palacio de Don Manuel como jardín público desde
1864. A esa democratización simbólica, contribuyó que fueron además dirigidos por el gusto de la burguesía imperante.
A partir de 1870, ambos jardines reflejaban las nuevas estructuras de la modernidad, acondicionados siguiendo premisas
que predominaban en todos los espacios que entonces querían vincularse a las ideas del progreso y del cosmopolitismo.
Sus modelos en gran parte estaban creados y difundidos por las exposiciones universales. Gracias al impulso británico
en 1850, se fueron difundiendo aquel modelo, estableciendo una creciente competitividad entre las principales naciones
europeas48. Divulgaban la arquitectura del acero y el cristal, con múltiples elementos vinculados a la sociabilidad
del jardín moderno, cuyos patrones se iban a divulgar desde París hasta Oporto, Valladolid o Cádiz. Los parques se
adornaban con bancos, marquesinas, pajareras, invernaderos o las barcas del lago artificial. Las estructuras de hierro
iban a tomar su primacía en calles, mercados y zonas de esparcimiento.
Madrid es un ejemplo de la implantación a gran escala de esos elementos a la Europea, con las intervenciones realizadas
en el Palacio del Buen Retiro. Las partes antiguas del parque fueron modificadas siguiendo los modelos internacionales
que guiaban a las exposiciones internacionales, en este caso, la dedicada a Filipinas en 188749. Así se construyeron el
Palacio de Cristal y sus grutas de rocalla junto al lago artificial, el kiosko de música, las esculturas y se pusieron los
estancos, las farolas, los bancos y el resto de elementos más o menos variables propios de la época.
En Évora iban a reproducir, en pequeña escala, los elementos básicos de ese modelo de parque ideal burgués. Ese
proyecto ajardinado permitía desenvolver una nueva práctica de sociabilidad elitista. E iba a ser dinamizado por una de
las principales jerarquías de la ciudad, Dinis Perdigão; quien contribuyó a modificar la ciudad acorde con su estilo de vida
y con las tendencias de moda en Lisboa50. En 1864, encargó al arquitecto italiano Cinatti que crease “El paseo público”,
un jardín que rodeaba al Palacio cortesano. Lo decoró con sus ruinas fingidas, mezcla de ruinas del siglo XVI inspirada
probablemente por el romanticismo, muy al gusto de las tendencias historicistas que conseguían la huida del presente
a través de un pasado idealizado. Junto a él, seguía en pie el Palacio cortesano del rey Don Manuel, que recordaba tanto
los momentos álgidos de la historia de la urbe, y la idea de la democratización del espacio de esparcimiento público.
Sus bancos, lago artificial, estructuras de rocalla y kiosko para la orquesta, terminaban de reproducir algunos de los
elementos necesarios para las nuevas formas de ocio burgués.
46 En éste ámbito del ocio es esencial la aportación primigenia de: Uría, Jorge. Una historia social del ocio, Asturias 1898-1914. Oviedo: UGT, 1996;
pp. 38-43. Después lo analizó con el caso madrileño: VILLACORTA, Francisco. “Madrid, 1900. Sociabilidad, relaciones sociales”. Arbor, CSIC, n.
169, Vol. 666 (2001); pp. 461-493, p. 471. Las instantáneas que muestra reflejan con imágenes muchos de los cambios de los que hablamos aquí.
47 SANTAMARIA, Carmen. Balcones, caminos y glorietas de Madrid: escenas y escenarios de ayer y de hoy. Madrid: Sílex, 2005; pp. 75-78.
48 Compendia el proceso: CANOGAR, Daniel. Ciudades ef ímeras. Exposiciones Universales, espectáculo y tecnología. Madrid: J. Ollero, 1992.
49 SÁNCHEZ GÓMEZ, Luis Ángel. Un Imperio español en la vitrina. Madrid: CSIC, 2003; pp. 14, 69-70; 137-139.
50 BERNARDO, María Ana. Sociabilidade e distinção em Évora no Século XIX: O Círculo Eborense. Evora: Cosmos, 2001; p. 59.
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Tres esculturas para el mundo burgués: Camões, Cinatti, Barahona
Otro elemento factor en la configuración de la ciudad burguesa vinculada a esas formas de esparcimiento fueron las
esculturas, como se ha llamado la atención en el caso español51. En el caso francés se ha mostrado además el papel
simbólico que cumplieron en el proceso nacionalizador de la República52. Puede decirse que las esculturas de hombres
de la res pública fueron un elemento esencial durante la fase de desarrollo burgués en toda Europa, que osciló entre
1830 y 1914, según las ciudades. Entonces, se realizaron mejoras del recinto urbano de las principales capitales y se
ornamentaron los espacios públicos con jardines y esculturas. Éstas representaban una forma de proyección pública
del capital simbólico del burgués, pues enaltecían al intelectual, al político o al artista. Frente al anterior dominio de las
figuras regias, ensalzaban el papel del mérito para entronizar al nuevo del poder ciudadano, configurador de la esfera
pública y, en definitiva, entronizar al nuevo representante del Liberalismo.
A mi juicio es muy llamativo en este sentido el caso de Évora porque, de aquel periodo de desenvolvimiento de la
ciudad burguesa, se realizaron apenas tres esculturas públicas que veremos en breve. Esa política escultural es más
interesante aún si se inserta plenamente en el marco del caso alentejano, donde las esculturas de la ciudad burguesa
son casi inexistentes. Habría que esperar hasta la década de 1920 cuando, en cada ciudad principal de la región, se
realizasen las esculturas conmemorativas de la primera Guerra Mundial, vinculadas seguramente al mencionado
fenómeno nacionalizador del Estado. En Évora se puso el correspondiente monumento a los caídos en 1923, si bien con
anterioridad apenas se erigieron tres esculturas burguesas: una que desapareció y dos bustos.
Primero, la escultura de Luis de Camões, escritor del siglo XVI que ya contaba con un busto antiguo que engalanaba
una terraza del Palacio don Manuel. Situada sobre un pedestal de varios metros, engalanó la plaza de Giraldo en 1880;
pero, al estar realizada en cartón piedra, se deshizo un día de lluvia. Es decir, con ella se continuó con la tradición de la
arquitectura ef ímera, y no albergaba el nuevo concepto de la perduración en la memoria de la ciudad.
Segundo, el busto de Giuseppe Cinatti (1808-1879) arquitecto y escenógrafo italiano (Figura 5).
5. Busto del arquitecto y escenógrafo italiano Giuseppe
Cinatti (1808-1879).
51 Estudios de Historia Social. La sociabilidad …; pp. 133-305.
52 Probablemente reproduciendo un fenómeno nacionalizador de construcción de héroes similar al descrito por AGULHON, Maurice. Les métamorphoses de Marianne, L´imagerie et la symbolique républicaines de 1789 á 1880. Paris: Flammarion, 1989.
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Erigido en 1884, su busto de bronce se sitúa sobre un pedestal alusivo a la pintura, y cuyo original de escayola se
encuentra en el Palacio Barahona. La escultura le fue dedicada precisamente por haber realizado desde 1860 reformas
arquitectónicas en Évora; es decir, porque transformó la ciudad siguiendo los parámetros de la modernidad europea,
inmortalizándole para la posteridad en el propio jardín público que diseñó.
Tercero, el busto de quien pagó parte de esas reformas para donarlas a la ciudad, José de Barahona (1843-1905). Este
rico empresario agrícola nacido en Cuba favoreció las obras públicas y el empleo en Évora, estando a la cabeza de
la renovación de los principales espacios modernizadores y cosmopolitas. Es destacable que, en esa faceta, estuvo
acompañado y casi guiado por los deseos culturales de su esposa Ignacia Angélica de Fernandes, viuda de Dinis Perdigão.
De cualquier modo, en reconocimiento por su labor de mecenas, los ciudadanos le homenajearon con una escultura
sufragada por suscripción popular. Para escoger quién diseñaba el mejor monumento para conmemorar su memoria, se
convocó un concurso nacional, que -de nuevo con Barahona aunque fallecido- insertaba a Évora en una dimensión más
allá del marco regional. Los resultados del concurso que recibieron menciones de honor (Figura 6) remitían al mundo
historicista y nacionalista.
6. Diversos modelos que recibieron menciones de honor en el concurso nacional portugués
para conmemorar a José Barahona (1843-1905), del que fue elegido el del centro superior de
José Simões en 1907.
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La escultura ganadora fue diseñada por el cosmopolita José Simoês de Almeida, sobrino del escultor que realizó el
de Cinatti y muchos otros bustos privados para los salones de Barahona53. En 1907 fue erigida en el Jardín de Diana.
Consta de un busto de bronce sobre un pedestal con la escultura alegórica de la ciudad romana, la denominada Ebora
Liberalitas Julia, que portaba una imagen de Giraldo Sem Pavor54. Aquí se retomaban y recreaban esos símbolos que
habían sido fabricados del siglo XVI al XVIII, y que durante el XIX fueron utilizados para construir el pasado glorioso
de la nueva ciudad55.
Una habitación con vistas (a la calle)
La calle, la corrala y el patio de vecinos eran espacios cotidianos de la sociabilidad popular, donde entretenerse, charlar,
difundir noticias y rumores. Sobre la calle y con vistas a la ella, el balcón era otro espacio privilegiado, especialmente
para las mujeres que tenían que controlar mucho más sus salidas al espacio público, pues apenas podían andar solas
por ella según los códigos sociales de la época. Para solventarlo fue muy útil el acristalado mirador, tan propio de la
cultura burguesa desde 1870. Su modelo se repitió en casi todas las provincias en España, desde Cádiz hasta Galicia
pasando por Madrid. En Évora, sin embargo, no existe ninguno. La ciudad medieval –hoy patrimonio de la humanidadconservó sus magníficos ventanales góticos y manuelinos, que casaban perfectamente con el gusto del romanticismo.
A la par eran bien indicativos de la calidad señorial de alcurnia, cuyas casas se regían por otros criterios de distinción
de Antiguo Régimen56. De ese modo, su ciudad burguesa conservó este aire medieval más propio del gusto historicista
que de las modas del acero y el cristal en pequeña medida más acordes con los nuevos edificios de la modernidad que
escaseaban en Évora.
Tanto en Portugal como en Madrid, los balcones fueron espacios donde conversar, verse o registrar el paso de los
vecinos apartando un poco el visillo. Incluso, donde entablar diálogos amorosos al más puro estilo dramático del Don
Juan, o de toda una tradición ampliamente recogida en el género teatral y operístico durante el siglo XIX. También
podían ser el palco para las rondallas y convertir una cantata en una declaración pública nocturna; y más en ciudades de
tradición universitaria y tunera como Évora. De forma extraordinaria, desde el balcón podían contemplarse procesiones,
fiestas locales, desfiles, algaradas callejeras, ver a los feriantes, escuchar a los músicos o tirarles propina, costumbre que
ha permanecido en Évora hasta hoy en día.
En ambos lugares, Évora y Madrid, la ubicación del balcón en el espacio público fue un mecanismo de estratificación
social. Al comenzar el siglo XIX, siguieron reservándose para las clases privilegiadas algunos que daban a la corrala o
la plaza donde se hacían espectáculos. Además, eran un lugar de distinción social, por su ubicación, su arquitectura,
su ornamentación y su decoración cuando se sacaban pendones y alfombras con motivo de las fiestas religiosas o
civiles, tan promocionadas en esta centuria por motivos regios y políticos57. Esta pompa se reprodujo en los nuevos
círculos asociativos, desde el Casino de Madrid hasta la Sociedade Harmonia Eborense, de donde quedan testimonios
fotográficos hasta 194058.
En este sentido, la calle fue uno de los lugares de distinción esencial cuando se adornaba con los engalanamientos
especiales por conmemoraciones populares. Normalmente con motivo de una entrada Regia, los ornamentos eran
más extraordinarios, pues solían hacer obras de arquitectura ef ímera. En el caso de Madrid, la calle de Alcalá fue
53 Las esculturas para Barahona, en vida y en la muerte, fueron realizadas por los escultores José Simões de Almeida, tío y sobrino, respectivamente.
José Simoes de Almeida había sido pensionado en París el año antes de diseñar esta escultura y muchas de sus esculturas pueden contemplarse
en los principales espacios de Portugal y Lisboa.Además de esas esculturas públicas burguesas, la extraordinaria colección privada de Barahona
reunió bustos de escritores e intelectuales. Actualmente se encuentran en el Museo de la Ciudad de Évora y fueron llevadas a su espacio originario
con motivo de la exposición “Um Palácio no final do século XIX. A arte e a literatura de um tempo de mudança”, Évora, Tribunal de Relação, 1830/VI/2014. Agradezco tanto al Palácio Barahona como al Museo da Cidade que me dejasen fotografiar los bustos de sus fondos, necesarios para
mis afirmaciones de esta investigación.
54 ZOZAYA, María. “Bustos e biograf ías”, en: Sociedade Harmonia Eborense, SHE, Évora, 6-VI-2014. Reseña en: “Espejo del yo?”: http://sociabilidad.
hypotheses.org/272
55 CÁTEDRA, María. “La reconstrucción de una ciudad…; p. 310.
56 ADEGAR FONSECA, Helder. O Alentejo no século XIX; pp. 203-207.
57 Bussy, Danièle; Guereña, Jean-Louis; Ralle, Michel (Coords). Fêtes, sociabilités, politique dans l´Espagne contemporaine. Bulletin d´Historie
Contemporaine de l´Espagne. Provence, CNRS, n. 30-31 (1999-2000). Desde el último tercio del siglo, el invento del ascensor dará nueva luz a la
estratificación vertical, y la gran terraza pasará a ocupar gran relevancia para el encuentro social, especialmente en las recepciones de los casinos,
círculos y casas acaudaladas. Mientras, en Évora, ciudad de una altura máxima de tres pisos, no cuenta con ascensores (aspecto del que hay que
llamar la atención).
58 Respectivamente: ZOZAYA, María. El Casino de Madrid, orígenes…; pp. 220-245. Archivo Fotográfico Municipal, Câmara Municipal de Évora
(AFM, CME). Fondo: SHE.
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tradicionalmente escogida para cumplir tal papel en dicho ceremonial59. En el caso de Évora, la entrada del Rossio se
convirtió en una de las preferidas debido a ser la más cercana al jardín público y al palacio Barahona. Aún quedan los
registros de una entrada de las más señaladas de la familia Real en 1893, en la cual se unieron los símbolos del poder
monárquico con los escudos de la ciudad60. Tales decoraciones se siguieron haciendo hasta, por lo menos, principios del
siglo XX, pues quedan registros fotográficos de las murallas con falsas almenas y las torres al más puro estilo medieval,
desde la óptica del historicismo recreador de Castillos propio del 1900 europeo.
Vinculado a este ámbito de la recomposición y recreación de antiguas estructuras, cabe hablar del fenómeno opuesto. De
cuando se tiraron partes de construcciones para dejar visibles las más antiguas. En ese campo destacó la transfiguración
del mal llamado Templo de Diana. A este espacio sacro le habían añadido durante la etapa medieval muros entre las
columnas. Albergó diversas funcionalidades: como casa de la moneda, iglesia o matadero; y en el siglo XIX se consideró
que la utilidad histórica debía ser su principal destino museológico. Desde 1870 se iban a tirar los muros que absorbían
el antiguo templo Romano, en una obra dirigida por el martillo de Cinatti. Con ella, creaban un nuevo símbolo para una
vieja ciudad61, que reutilizaba y reconvertía un pasado histórico grandioso –aunque no se sepa con certeza las partes
mitológicas-, tan necesario para la identidad de la moderna burguesía entonces.
Marionetas y toros. Definiendo un espacio específico en diversos espectáculos
En Madrid la Plaza Mayor y en Évora la de Giraldo, y sucesivamente otras plazas locales más pequeñas, fueron el espacio
preferido para las actuaciones en el medio rural y urbano. Allí eran habituales titiriteros y músicos con instrumentos
varios. También los romances de ciego, cuyo pliego de cordel reflejaba las escenas relatadas. Podían acompañarse de
pequeñas representaciones si se contaba con un lazarillo con títeres, que a menudo las movía escondido bajo la capa
del marionetero62. Asimismo, los cómicos de la legua, actores itinerantes que recorrían las provincias en sus carretas
trashumantes con sus repertorios clásicos y modernos. En España, tras la ley de teatros de 1799, y en Portugal tras
las reformas ilustradas pombalinas63, este fenómeno tendió a disminuir. Los cómicos ambulantes iban a ser cada vez
menos frecuentes debido en parte a su inserción en los circuitos de los teatros fijos64; asimismo, por la progresiva
mejora generada por la multiplicación de escenarios a partir de 1850. Este proceso fue lento y aún más en provincias,
por lo que en ambos lados de la Península siguieron circulando compañías hasta la década de 1930 y después vieron su
desaparición con el fenómeno del cine65.
Algo similar iba a suceder con otros grupos itinerantes que a principios de siglo actuaban en plazas principales. En
tiempos de las ferias locales aparecían barracas de circo en las afueras de la ciudad. Desde 1830 se fueron asentando en
edificios en el extrarradio: en circos, teatros o hipódromos. Tal era su éxito que iban a hacerse en edificios especializados,
y a partir de 1850, los circos estables se implantaron en toda España. En Madrid marcó la pauta el Circo Price en 1858.
En Évora se ponían las carpas ambulantes en las afueras de la ciudad, en el denominado “Rossío”, donde después iba a
instalarse la plaza de toros, espacio que normalmente era polivalente para este tipo de espectáculos.
El circo representaba un compendio del mundo. Se alternaban espectáculos ecuestres (que antes habían estado
restringidos a la aristocracia) con desfiles y actuaciones de animales exóticos o habilidosos. A tales actuaciones se
unía una especie de exposición universal de la capacidad humana, desde la acrobacia y el baile hasta la transfiguración
en otros seres, reales o inventados, manteniendo cierta predilección por las deformaciones f ísicas o fingidas.
59 JULIÁ, Santos; RINGROSE, David; SEGURA, Cristina, Madrid. Historia de una capital. Madrid: Alianza, 1995; pp. 385 y ss. Láminas que siguen
a la página 320; 5 folio vuelto
60 Con cuatro columnas, cuatro capiteles dorados y cuatro pedestales; un arco de madera, una lona sobre él; y decorando, dos escudos representando
la ciudad, con estrellas doradas y 36 letras de zinc conmemorando “A familia Real Portugeza e a cidade de Évora”. En: AME (Arquivo Municipal de
Evora). FGR (Fondo Garcia de Resende): Pasta 1, Capa 9; 1-V-1893. Tales elementos tuvieron que ser guardados en el Teatro Garcia de Resende,
por lo que están en el mismo fondo.
61 CÁTEDRA, María. “La reconstrucción de una ciudad: la restauración del Templo de Diana de Évora”. Revista de Antropología Social, n. 20, 1
(2011); pp. 309-328; p. 312.
62 En el caso portugués son bien conocidos los “fantocheros ambulantes de capote” (dentro de los “presépios” o repertorios populares), donde un
mozo o lazarillo iba mostrando la aventura de las marionetas escondido bajo la capa del marionetero ambulante, PASSOS, Alessandre. Bonecos
de Santo Aleixo…; p. 9.
63 José Antonio Sabio, “La traducción en Portugal durante el Siglo XVIII” en José Antonio Sabio (ed.), La traducción en la época ilustrada (Panorámicas de la traducción en el siglo XVIII: Alemania, España, Francia, Gran Bretaña, Italia y Portugal), Comares: Granada, 2009; pp. 207-249; 209-210.
64 Coquard, Lluís. Los cómicos de la legua. Barcelona, 1974.
65 Fenómeno de los cómicos del que es muy expresiva la obra del gran conocedor de aquel mundo teatral por su trayectoria familiar: FERNÁN
GÓMEZ, Fernando. El tiempo amarillo. Memorias I (1921-1943). Madrid: Debate, 1990. Asimismo, Viaje a ninguna parte. Madrid: Debate, 1985;
por último, de los teatros fijos: La Puerta del Sol, Madrid: Espasa Calpe, 1995.
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Solían terminar, al igual que los toros, con fuegos de artificio66. Estos divertimentos tenían lugar junto a otros tradicionales
ligados a las barracas de las ferias. Se acompañaban de actuaciones, de bandas de música o de apuestas y envites, que
en ambos lados de la península alcanzaron grandes fortunas y propiedades.
Las corridas de toros inicialmente habían tenido lugar en plazas y calles principales, lo cual motivó que los cosos
iniciales fuesen rectangulares. Posteriormente fueron recluyéndose en recintos estables, plazas circulares, que en España
aparecieron en 1750, se generalizaron desde 1840 junto con la moderna fórmula capitalista. En el caso portugués –por
un triste suceso de un padre que viendo morir a su hijo mató después al toro- se prohibieron las corridas en que se
mataba al toro desde 1836, lo que no restó popularidad a la fiesta.
El proceso de la explotación de las plazas en Portugal siguió un itinerario67 probablemente similar al de España. Desde
la Edad Moderna habían dependido de la monarquía o del concejo. Sus recursos se consagraban a prácticas benéficas
ligadas a celebraciones religiosas. Con la expansión del Liberalismo, desde 1840 fueron concediendo su explotación a
pequeños comerciantes y luego monopolios a empresarios. Las iniciativas se multiplicaron en toda la Península. Desde
1880, el número de cosos y de festejos taurinos crecieron de forma asombrosa, debido a su éxito como negocio y a
su popularidad entre el público, que iba desde el pueblo a la realeza. De Portugal se difundieron hasta Brasil y, desde
España, a sus colonias americanas.
A finales del siglo XIX se multiplicaron extraordinariamente. Se construyeron en lugares sin tradición ninguna, pues los
negociantes las utilizaron como forma de dinamización económica local, por su capacidad de atracción de forasteros68.
Cuanto más éxito tenían los toros, más aumentaron sus detractores, quienes fundaron sociedades antitaurinas, algunas
de las cuales eran por extensión antiflamenquistas, dado el abuso que se había hecho de la cultura de los tipos y del
costumbrismo en los espectáculos, rechazo que se vinculaba a las ideas de civilización, progreso y europeísmo69. En
Portugal existió un fenómeno similar pero no tan marcado debido a que en sus corridas no se mataba a los toros, aunque
era común que igualmente muriesen de estupefacción, por lo que también recibían críticas al respecto. Aunque en Évora
eran más bien favorables –especialmente en junio en la feria de São João-, apego que se concretó en la construcción de
la plaza de toros en 1891, en un coso circular muy cercano a la muralla de la ciudad.
El camino a la sociabilidad privada en público.
En las casas de extracción popular, agrícola o artesana –como la predominante en el caso alentejano- la frontera entre el
tiempo de ocio y de trabajo no era tan radical como en los centros industriales. La vida oscilaba entre la casa, las labores
agrícolas y el taller. De día, la visita de un vecino o la llegada de un pariente podían suponer un rato de esparcimiento.
Para las mujeres, un espacio de sociabilidad esencial era el lavadero, el cual, tanto en el espacio Evorense (Figura 4)
como a orillas del Manzanares, no siempre tenía que ser un lugar de convivencia pacífica70. De noche, cabría destacar
entretenimientos como la velada nocturna en la casa familiar o en el patio, acompañada de la lectura en alta voz, un
vaso de vino y el rasgueo de la guitarra. Los grupos de las clases medias con ciertas inquietudes culturales improvisaban
tertulias en las casas, botillerías, dispensarios, trastiendas de librerías o farmacias. Allí, cura, médico y concejal trataban
junto a otros miembros de las profesiones liberales sobre problemas cotidianos o política. Las reuniones improvisadas
se podían repetir, congregadas al calor de diversos entretenimientos. Los pasatiempos comunes eran juegos de ingenio,
prendas o acertijos; cartas y juegos de tablero: las damas o el ajedrez, tradición que ha continuado en Évora hasta hoy
en día.
Ya en espacios formalizados para el ocio, aunque poco acondicionados entre 1840 y 1900, hay que destacar en
ambos casos ibéricos, la tasca, la taberna y el mostrador donde se servía vino. Durante el siglo XIX y XX fueron
los lugares preferidos para la expansión de los grupos menos pudientes. Con un alcohol que aumentaba en algo las
calorías de su escasa alimentación, lograban olvidarse unas horas de la dura rutina diaria71, que a veces se tornaba en
alcoholismo cuando parte del jornal era pagado en especie en las zonas agrícolas. Existían diferentes establecimientos
66 Varey, J. E. Títeres, marionetas y otras diversiones populares de 1758 a 1859. Madrid: IEM, 1959. Simón Palmer, Mª Carmen. “Acróbatas, músicos callejeros, forzudos y seres deformes”. Villa de Madrid. Diversiones del pueblo madrileño en el siglo XIX, n. 60 (1978-III); pp. 71-74.
67 BERNARDO, María Ana. Sociabilidade e distinção em Évora …; pp. 60-61.
68 Shubert, Adrian. A las cinco de la tarde. Una historia social del toreo. Ronda: Real Maestranza de Caballería; pp. 5-48.
69 ANDREU, Xavier. “De como los toros se convirtieron en fiesta nacional”, Ayer. Espectáculo y sociedad en la España Contemporánea, n. 78, 2008
(4); pp. 27-56; y CASTRO, Demetrio. “Tipos y Aires” Ibidem; pp. 57-82.
70 RISCO, Antonio. “Espacio, sociabilidad y control social. La superintendencia general de policía para Madrid y su rastro (1782-1808)”. Santos Madrazo (ed.) Madrid en la época moderna: espacio, sociedad y cultura, Madrid: Casa de Velázquez, p. 111 (pp. 97-127).
71 SIERRA, José, El obrero Soñado. Ensayo sobre el paternalismo industrial (Asturias, 1860-1917). Madrid: Sociología del Trabajo, 1990.
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para el despacho de vino, no todos registrados ni con licencia: chigres, tascas, tabernas, botillerías, alojerías y otros
improvisados en los alrededores de los centros de trabajo. Allí los trabajadores bebían, hablaban, cantaban y, al ritmo de
las reyertas, aparecían las visitas indeseadas de la policía, y con los rumores veían las consecuentes críticas de los grupos
de moralistas recomendando usos más racionales del gasto del tiempo y el jornal.
Los grupos pudientes estipulaban en sus casas tertulias que a principios de siglo perpetuaban el modelo difundido en la
época de la Ilustración, por el cual una aristócrata reunía en su casa a snobs, intelectuales y petimetres. Las recepciones
en las villas de campo tuvieron una gran pujanza entre 1800 y 1840. Entonces, siguiendo la moda francesa, en las quintas
se creó un lugar de cita obligado para la flor y nata de la sociedad, especialmente en las capitales de provincia. Al calor del
dinero y el prestigio de la aristocracia y burguesía, se congregaba la sociedad elegante en torno a la tertulia, la fiesta, el
baile, o una actividad política informal solapada72. Las quintas y sus recepciones se multiplicaron en Portugal y España
a partir de 1880, y si en Madrid las movilizaron la Duquesa de Montijo y la Condesa de Osuna, en Évora la respectiva
mujer dinámica, Inácia Fernandes, primero mujer de José Perdigão y, tras quedar viuda, de Francisco Barahona. Su
palacio de nueva planta diseñado por Cinatti junto a la muralla de la ciudad –de las pocas partes donde derribaron
muralla antigua-, se situaba no casualmente en la zona más moderna de Évora, por el jardín público que ellos mismos
promovieron.
Allí hacían periódicamente recepciones. Las recepciones fueron una costumbre muy común entre la burguesía y la
aristocracia ibéricas del siglo XIX. Los más acaudalados celebraban selectas recepciones en sus salones y palacetes,
cuyo lujo y comodidades eran proporcionales al lugar ocupado en la escala social. Aparte de la visita obligada por
las onomásticas, las familias más señaladas estipulaban un día para recibir a la sociedad. La anfitriona competía con
el resto por el prestigio simbólico que le confiriera el reunir a la concurrencia más prestigiosa, ofrecer los manjares
más exquisitos o importar una moda. Dichas visitas se daban en el mejor salón de la casa. La mediana burguesía,
emulando estas prácticas, recibía en la salita donde nunca se pisaba, que mostraba el quiero y no puedo, el lugar donde
se acumulaban los mejores objetos para contemplación de los invitados73. Era la forma de intentar reflejar un estatus
social que no se poseía, lo cual predominó hasta mucho más tarde en capitales de provincia como Évora.
Ciudadanos adictos al teatro, el espacio dramático
El teatro estuvo muy difundido en toda la sociedad española del siglo XIX, mucho más de lo que se reconstruye
generalmente en las crónicas de la Historia Social. Formaba una parte importante de la vida cotidiana de las clases
medias y altas. Se representaba a menudo como entretenimiento en las recepciones de sociedad. Escenificaban cuadros
vivos, donde los jóvenes de la alta sociedad se ponían atuendos de la época para encarnar conocidos cuadros de artistas
clásicos74. También se representaban obritas. Los prohombres adinerados poseían un escenario donde hacer conciertos
o teatro, y en cada espacio se hacía según las posibilidades. Esto llevó a sociedades recreativas obreras como la SOIR
JAA de Évora a poner su pequeño teatro –pero tenerlo- donde representaba su grupo de amadores. Cuando no se
contaba con una sala adecuada, cualquier espacio servía de escenario; para los grupos medios también existían los
teatros vecinales. Representaban obras a veces encargadas a una pequeña compañía, pero las más de las veces a los
amigos y a los invitados, como las charadas, donde eran sucesivamente actores y espectadores de una acción teatral tan
improvisada como la vestimenta75 y probablemente los argumentos de los textos teatrales en boga en la época.
Ya en el espacio público, a principios de la centuria, muchas de las representaciones teatrales se realizaron en espacios
informales escasamente acondicionados al efecto: solares, terrenos de juego de pelota y otros sitios polivalentes que
a lo largo de la centuria se fueron cubriendo y consolidando como teatros humildes. Además, existían salas de teatro,
pero sus condiciones materiales eran deplorables: bancos sin respaldo, sillas desencoladas, iluminación con candilejas
de aceite y exigua calefacción con braseros de sartén. La ambientación casaba con la actitud del público, que comía,
bebía, silbaba, quitaba la silla a su propietario o tiraba hortalizas a los actores si la representación no era de su agrado.
Sucedió algo parecido al mundo del toreo: que las malas condiciones se relacionaban con la forma de explotación
del teatro. Hasta la década de 1830 pertenecían a los ayuntamientos y corporaciones tradicionales, que tenían el
privilegio de alquilárselo a compañías, cuyos beneficios dejaban para obras de caridad y beneficencia. Con la llegada
72 Ramos Frendo, Eva M. Amalia Heredia Livermore, marquesa de Casa-Loring. Málaga: Universidad, 2001; pp. 188 y ss.
73 Uría, Jorge. “Los lugares de la sociabilidad. Espacios, costumbre y conflicto social”, en: Historia Social y Ciencias Sociales. Lérida: Milenio, 2001;
pp. 201-224.
74 Ramos Frendo, Eva M. Amalia Heredia Livermore....
75 Alas Clarín, Leopoldo. La Regenta. Barcelona: Orbis, 1982; T. I; pp. 148-337. Martin-Fuggier, Anne M., en Ariès, Philippe; Duby, Georges.
Historia de la vida privada. Madrid: Taurus, 1989; T. IV; pp. 220-221.
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del Liberalismo se comenzaron a concebir como una empresa más del capitalismo. En ese proceso de mercantilización
de los escenarios predominaron dos tendencias, la que pretendía su libre explotación privada y la que abogaba por su
protección pública, línea que sentaría las bases ideológicas del proceso de nacionalización del teatro, reorientando las
facetas de comunicación, instrucción y propaganda que tradicionalmente tenía asignado.
Tras la finalización de las guerras monárquicas en España y Portugal, el poder político moderado de los espacios del
gran mundo apoyó el establecimiento de nuevos teatros. Les acompañó una legislación que procuraba la mejora de los
sueldos y condiciones profesionales de actores, cantantes, ayudantes, avisadores, apuntadores y escritores de obras. Se
perfeccionaron las instalaciones de las localidades, se establecieron butacas y palcos cuyos propietarios aderezaban con
cuadros o cortinajes. Se introdujeron adelantos en el aparato escénico, el telón, los decorados, los efectos sonoros y
lumínicos.
Las salas de los teatros –El Español, el Lara, Reina Victoria en Madrid- se ornamentaron con todo lujo de detalles,
escayolas, frescos, quinqués y vistosas lámparas de araña o bolas en tres. En ocasiones la iluminación llegó a ser tan
fuerte que a duras penas se veía a los actores por el contraste con la luz del escenario. La causa: que las clases altas iban a
los teatros a verse y reconocerse. De ahí los planos de teatros de la ópera en forma de herradura -como el Teatro Real de
Madrid-, que facilitaban más la panorámica del resto de localidades y que contaban con asientos con visibilidad nula o
muy reducida del escenario, el famoso gallinero o paraíso de presupuesto inferior. De ahí también los registros gráficos
y literarios donde el público asistente aparece apuntando con los prismáticos a otros palcos y no a la escena. Pues se
iba al teatro a ver y a ser visto. No es de extrañar que en la obra Os Maias, de Eça de Queiroz, estén continuamente
examinando con sus binoculares a los otros asistentes, y tampoco extraña encontrarlo así en los grabados.
Para poder establecer esos palcos simbólicos, el mundo evorense también construyó este “hito” en materia de ocio.
Antiguamente hubo teatros como el más utilizado por la buena sociedad, el denominado Teatro Eborense, que no
terminaba de reunir las condiciones de lo que en puridad se consideraba un teatro confortable hacia 1880. Precisamente
en Évora lograron construir el prototipo de teatro burgués del siglo XIX europeo. Acorde con los cambios urbanos
ya reseñados, se proyectó sobre un antiguo terreno religioso desamortizado. El edificio fue diseñado por el arquitecto
italiano Cinatti, siguiendo los parámetros de la ciudad burguesa moderna, y es muy parecido a cualquiera otro
difundido por la Geograf ía Europea de la época, como el principal de Módena o el Zorrilla de Valladolid. Es decir,
reproducía los modelos de sociabilidad que venían de fuera. Cuenta con la moderna planta a la italiana, tres cuerpos de
palcos principales y el último del paraíso; tiene decoraciones profusas en yeserías, frescos en las paredes, terciopelos y
lámparas para iluminar profusamente su interior. Siguiendo los parámetros del historicismo pujante en la época, recibió
el nombre del humanista evorense que fue poeta, músico, arquitecto y cronista portugués Garcia de Resende.
Su construcción fue dinamizada por los miembros de la Sociedade Harmonia Eborense desde el año 1880, quienes
estaban muy volcados en la dramaturgia. Respecto al pago del coste, se emitieron acciones y se vendieron como una
empresa, pero tirando de los recursos de las redes personales, por lo que encontramos los compromisos de venta
de acciones a través de las tarjetas de visita76. En realidad la mayor parte del capital que permitió su edificación vino
de una gran benefactora de la ciudad, Inácia Fernandes, primero la esposa de José Perdigão y, tras quedar viuda, de
Francisco Barahona, empresarios que pusieron gran parte de los medios. Tuvieron que enfrentarse a múltiples esfuerzos
financieros que no les importó costear, y a problemas que afectaban más a una pequeña ciudad de provincias con poca
educación y formación en los valores culturales: a las envidias y la oposición de algunos oligarcas de la ciudad. Por esas
trabas, la obra fue comenzada en 1881 pero no pudo ser inaugurada hasta 1893.
El contenido dramático
En la Península Ibérica durante el siglo XIX, los teatros tuvieron una programación versátil y sus salas fueron
polivalentes. Albergaban obras dramáticas y líricas: comedias, sainetes, vodeviles, óperas y zarzuelas. También bailes,
conciertos, espectáculos de ilusionismo, de magia, acrobacias circenses y otros espectáculos, combinados con las obras
o alternados en los intermedios. Respecto a las tendencias artísticas del drama, el teatro en ambos lugares estuvo
marcado por el costumbrismo, que retrataba tipos sociales con gran precisión y se convertiría en el portavoz de la clase
social burguesa77. En los albores del siglo XIX, el costumbrismo se mezcló con brotes prerrománticos que se asentarían
76 Compromisos semi verbales firmados en una tarjeta que he encontrado en el Archivo Municipal de Évora y que he podido contrastar con las listas
de accionistas finales. En: AME.FGR: Pasta 1, Capa 6; 1882.
77 UCELAY, Margarita. Los españoles pintados por sí mismos (1843-1844). Estudio de un género costumbrista. Méjico: Colegio de Méjico, 1951.
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entre 1820 y 1850 con el drama romántico, a partir de cuando desembocaría en el teatro realista y naturalista. Derivó
después hacia el costumbrismo. Éste, mostrando los signos identitarios de las diferentes zonas, pasó sucesivamente por
las tendencias localistas, regionalistas y de nacionalismo finisecular. Un fenómeno equivalente tuvo lugar en Portugal
con el resurgir de las diversidades lusas. Y en parte puede verse reflejado tanto en la utilería como en los figurines
del teatro cuando había que representar a tipos de la zona78, o en los trajes de carnaval, cuando vestían a los niños de
campesinos y cazadores con los trajes propios del Alentejo79. Imágenes de vestidos regionales que iban convirtiéndose
en estereotipos de esa Europa tradicional. Estereotipados a través del teatro, de los cuadros costumbristas –esenciales
en el género chico80-, de las estampas, de los grabados publicados en revistas ilustradas y después de las fotograf ías.
Imágenes todas ellas de una realidad que desde mediados del siglo XIX tendió a desaparecer y se intentó recuperar así
en fin de siglo.
En el siglo XIX y principios del XX, de los múltiples nombres y géneros representados en España, cabría destacar el
sainete y el vodevil entre las obras de breve duración. El sainete teatralizaba las costumbres del pueblo llano, y recogía la
tradición popular a veces criticada desde la alta cultura81, pues se adornaba de un exceso de socarronería. La versión final
era muy parecida al vaudeville. Esa pieza jocosa con una parte dialogada y otra cantada se debe a la influencia francesa.
En la España del siglo XIX ocupó una gran parte de las energías del teatro español y de muchos autores, algunos muy
volcados en el género como Larra, Gorostiza, Bretón de los Herreros, Ventura de la Vega, y otros que hicieron grandes
adaptaciones antes de convertirse en los autores de las propias obras82. Se basaban en sátiras de costumbres ligadas a
temas de actualidad, marcados por valores como el pragmatismo, el sentido común, la moralización, el valor del dinero
y de la familia nuclear indivisible; criterios cuyas bases coincidían con los nuevos ideales de la burguesía83.
En el caso portugués y español, la ópera fue de las fórmulas más exitosas del género lírico. En España, en 1799 se
prohibió -con escaso éxito- la música cantada que no fuera en castellano, si bien la mayoría de las óperas se componían
a semejanza de las italianas y en dicho idioma. En Portugal se componía incluso en provincias como Évora el género de
opereta cómica. Pero, en las capitales, en general la ópera italiana triunfaría a lo largo de la centuria, y desde la década
de 1850 se representaba en todas las provincias que se preciaran. Estuvo impulsada por la afición de los reyes y las
preferencias de la alta sociedad, y encarnaba simbólicamente el poder y el prestigio. Allí se continuaba con la tupida
red de relaciones tejidas en otros escenarios de la vida social. Era el escenario ideal donde encontrarse con el gran
mundo de los elegantes. Precisamente generó el denominado furor filarmónico, moda por la cual las damas adineradas
imitaban los vestidos o peinados de sus cantantes favoritas, en las tertulias cantaban sus arias y en las representaciones
operísticas competían por las localidades más lujosas84.
Esa reproducción de los modelos que venían de fuera también se dio en el caso de la moda Eborense. Las imágenes
de las actrices de moda eran fotografiadas vinculadas a uno de los círculos más vinculados al Teatro de la ciudad, la
Sociedade Harmonia Eborense (SHE). Ésta tenía comprometido representar una pieza cada mes, la colectividad pagaba
gran parte de los presupuestos y aclamaba a los actores de Lisboa e España. De allí acudieron renombradas actrices, que
dejaban en recuerdo una foto con autógrafo para la sección dramática de dicha Sociedad (Figura 7).
78 Como puede verse en: AFM, CME: Fondo, SHE, Fotógrafo Ricardo Santos, 17 (1903); campesino, 105; señorito alentejano, 102; señorito rural,
103.
79 Como puede verse en: AFM, CME: Fondo, SHE, Fondo: Ricardo Santos182; y Fondo: Eduardo Nogueira: EDN, 1946; 1533; 15580; 46892; 4601.
80 ROMERO, Alberto. El género chico. Cádiz: Universidad de Cádiz; pp. 41-60.
81 NICHOLAS, Robert L. El sainete serio. Murcia: Universidad, 1992; pp. 17-24.
82 ÁLVAREZ BARRIENTOS, Joaquín; FERRI, José M.; RUBIO, Enrique (Eds). Larra en el mundo: la misión de un escritor moderno. Alicante: Une, 2011; pp. 243-250.
83 Sobre todo ello remito a las investigaciones de Mª Pilar Espín, Ignacio Gil-Díez, Ignacio Iñarrea, J. Miguel Delgado y Juan Aguilera, en:
Muro, Miguel Ángel (Cord.). II Jornadas Bretonianas. La obra de Manuel Bretón de los Herreros. Logroño: IER, 2000; pp. 21-140.
84 Alier, Roger. El gran libro del Liceu. Barcelona: Liceu, 1999. Martínez Ibáñez, Antonia. El Teatro Real en la época de Isabel II. Madrid: CSIC-IEM, 1993.
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7. Grupo dramático de la SHE, 1899. Foto de su salón y fotos autógrafas enmarcadas.
Reproduciendo aquel modelo, en las salas de la SHE, el fotógrafo Nogueiro sacaba instantáneas de los actores amadores
y de los hijos de los socios, disfrazados para representar un amplio repertorio que iba desde comedias escritas por los
socios hasta zarzuelas españolas, y rara vez los clásicos del repertorio internacional.
La zarzuela fue el otro género que tuvo un grandísimo éxito en toda la Península Ibérica. Desde los albores del siglo
XIX, se intentó promocionar una ópera española, proyecto que luego se vincularía al propósito de creación de un teatro
nacional y nacionalizador. Con aquel objetivo, en la década de 1830 se resucitó un género cercano, que pronto se fue
convirtiendo en un espectáculo para todas las clases sociales. En 1856 se inauguraba su primer teatro exclusivo en Madrid,
el Teatro de la Zarzuela, y tuvo grandísimo éxito entre el gran público85. Hacia 1880 causaba furor en España y Portugal,
por varios motivos. Principalmente, por estar escrita en un lenguaje que se comprendía, en castellano o portugués,
al que adaptaron bastantes zarzuelas. Segundo, por la música, por incluir ritmos regionales, más abundantes que los
nuevos códigos de la música internacional. Tercero, en relación con su música regional, por representar personajes eran
mucho más reales. Aunque los perfiles propios del costumbrismo romántico –que cada cual las traspolaba a su propia
región-, al ser exagerados estuvieron demasiado marcados por los tipos. Pronto apareció otra fórmula más comercial, el
género chico, pequeñas obras de corta duración que se escribían para ser representadas en el teatro por horas, lo cual
favorecía la oferta y abarataba los costes, ya de por sí bastante más reducidos que la ópera86.
En el caso evorense, a través de la Sociedad Harmonia, las piezas de Madrid llegaron directamente, con sus actrices,
con sus textos, sus noticias o sus éxitos. Por ellos se adaptaban después desde su grupo dramático, como “La vuelta
del vivero” o, ya un ejemplo más afamado en toda la Península, Los Africanistas, la cual se representó en el García de
Resende al menos entre 1903 y 1906, cuya llegada de nuevo habla de la importación de estos nuevos modelos de
sociabilidad elitista87.
Los bailables, danzas y espacios para moverse al ritmo de la música
Bailar era una de las diversiones preferidas de todas las clases sociales. A principios de siglo en la Península, los bailes
tenían lugar en donde se celebrasen las fiestas: en el paseo de coches, en la plaza del pueblo, en la pradera de la verbena,
en circos, cosos taurinos, teatros, casas o palacios. Desde la década de 1840, en España aparecieron salones de baile
destinados únicamente a este fin, que se multiplicaron conforme avanzó la centuria. En Portugal, se emplearon mucho
los salones de las asociaciones. En ambos lugares encontraron otro espacio abierto en los kioscos de música, que se
instalaron en los jardines desde la década de 1870. Suponían la unión del nuevo y del viejo elemento, donde la banda
85 Alier, Roger. La zarzuela. Barcelona: Ma non Torppo; 2002.
86 Alonso González, Celsa. “La música isabelina: el anverso lírico de un reinado azaroso”. En: Pérez Garzón, Sisinio. Los espejos de la reina.
Madrid: S. XXI; pp. 213-230.
87 Pues el ejemplar de partitura que emplearon en la SHE estaba editado por la casa de música de Madrid de Benito Zozaya. Archivo Distrital de
Évora (ADE). Fondo: Sociedad Harmonia Eborense (SHE): CAIXA 79, Serie 4. SSR. Documentaçao sobre festejos. Festas ITEM 1 a 7. 1903-1963.
Con música de Caballero, y letra de Mariano Hermoso, Gabriel Merino, y Lopes Marin (en la versión portugesa de Marcolino Silva e Silva Reis,
dos esenciales en la representación y adaptación evorense).
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municipal o militar tocaba para amenizar las fiestas públicas. En ellas, el roce de mujeres y hombres, sumadas a menudo
al calor de una noche de verano, provocaron variadas quejas de la burguesía “bienpensante” y los sectores moralizantes,
insistentes en orientar el ocio de los trabajadores bajo los modernos criterios de la familia burguesa.
Tanto en Madrid como en Évora, en la capital como en provincias, los bailes de la alta sociedad siempre tuvieron
lugar en entornos lujosos, palacios, fiestas o recepciones. De ejecución mucho más ordenada y ritualizada que los
populares, en ellos eran imprescindibles los guantes blancos y los abanicos. Éstos se decoraban profusamente, incluso
con espejos para controlar al personal, que además de airear servían para hacer signos que cada cual sabía interpretar.
Otro imprescindible era el carné de baile, cuya modalidad más ansiada era el lujoso cuadernito en miniatura con
su lápiz para anotar los bailes pedidos. Como tantas costumbres, fue importada de Francia, donde lo usaban tanto
hombres como mujeres.
Además de las fiestas públicas o privadas que se celebraban periódicamente, los bailes más conocidos fueron los
de carnaval, que –una vez que dejaron de ser prohibidos por cuestiones políticas o religiosas88- se multiplicaron
desorbitadamente aún fuera de temporada. Los bailes de máscaras fueron representados tanto en España como en
Portugal desde enero hasta la Pascua89. En concreto en Évora, tenían un alcance festivo singular y eran muy anunciadas
en prensa y con los respectivos convites (Figura 8).
8. Convites de Carnaval y fiestas de la SHE desde 1879 a 1929.
En sus fiestas el elemento esencial era el baile, que a la par fue un objeto de atracción en los espectáculos. El ballet, las
danzas típicas regionales u otras internacionales como la valsa o el can-can, tuvieron mucho éxito en los escenarios. En
la zarzuela y el género chico en toda la Península, se integraban diversos bailes entre los cantables: el vals, la mazurca o
la habanera. Además, se bailaba entre las actuaciones teatrales y dentro de ellas, y a menudo se convirtió en el elemento
preferido de la pieza.
Respecto a los estilos musicales, muchos de los que fueron propios de toda la Península han conseguido perdurar
hasta hoy entre los bailables en Évora. Existía una gran variedad a comienzos del siglo XIX. Se heredaron algunos
que provenían de la centuria anterior: el rigodón, la gavota, el galop, la contradanza, el minué y la pavana, vinculados
inicialmente a las altas esferas, al mundo francés y a la rigidez en la ejecución. El vals se difundió en su versión vienesa
y se aceleró su ritmo. También eran muy comunes los boleros, fandangos y seguirillas. Luego se introdujeron las danzas
de origen polaco: polca, polonesa y mazurca. Ésta última, junto al vals y la habanera, se adecuó a los gustos populares
y evolucionaron hacia ritmos más rápidos. Influenciados por el ámbito internacional, en ambos espacios entraron con
fuerza a finales del siglo XIX el frenético can-can francés, la machita y el tango argentino, todos ellos representativos
de la influencia internacional.
A la par se mantuvieron, afianzaron y recuperaron –o reinventaron-, los bailes castizos. En España –y en concreto
Madrid-, fueron los pasodobles, pasacalles y el chotis90. En el caso alentejano, se mantuvieron los cantes de los
campesinos vinculados a la idea del grupo, la dureza del trabajo en el campo, los ideales de la religión y el amor, como
88 Alcalá Galiano refiere cómo en 1808 un baile de carnaval supuso el destierro a la convocante, pues los bailes de máscaras estuvieron prohibidos
hasta 1820. BUEZO, Catalina. El carnaval y otras procesiones burlescas del viejo Madrid. Madrid: Avapies, 1992 ; p. 129
89 BERNARDO, María Ana. Sociabilidade e distinção em Évora …; p. 53.
90 MARIBLANCA, Rosario. Bailar en Madrid, 1833-1950. Madrid: Rosario Mariblanca, 1999.
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aspectos guías del sincretismo de la zona. En ambos lugares, desde el último tercio del siglo fueron ganando terreno
los bailes regionales, jotas, muñeiras, sardanas y otros ligados al resurgir de las culturas de cada territorio y a las
asociaciones que los promovían entre las artes escénicas.
Hubo, por tanto, una mezcolanza representada en los géneros musicales. Por un lado, las evasoras influencias
cosmopolitas que retrataban el ambiente internacional. Por otro lado, la tierra, que hablaba del entorno real campesino
o del trabajador urbano cuyas costumbres y jerga trataban de sus problemas el día a día y podían desaparecer. A mi
juicio, queda perfectamente expresada en una parte de la opereta cómica “O Gato Vermelho” (Figura 9).
9. Portada de la pieza “O Gato Vermelho” (1902), que tuvo gran repercusión en Évora. Recogía variados tipos y músicas regionales Alentejanas, así como las que hablaban del entorno
cosmopolita.
Realizada por diversos miembros de la Sociedade Harmonia Eborense en 1902, tuvo gran éxito y se siguió representando
–al menos- hasta 1910. En general, la obra, es altamente representativa del sistema productivo vinícola de la zona, de
la idealización de las relaciones de clase amo-patrón, y de la emergencia del socialismo planteado desde el ideario
republicano conservador. En ella, iban apareciendo casi todos los géneros musicales mencionados. Incluso, hay un
momento en que se hace alusión expresa a la pérdida de la tradición local por esas músicas mucho más animadas de
signo internacional, tras la cual se esconden planteamientos de naturaleza nacionalista y conflictos de clase.
“-Procopio: (afinado) (Que qué me pasa?) Está claro! Le ha dado a todo el mundo ahora la manía
por esas tales danzas francesas y nos dejan “En avant”, nos grita Crispin (-como maestre de danzas-)
desde el más allá con voz de falsete… y allí voy, como un abobado, con una damisela de la mano
como si la necesitase maestra! ¡y llaman a eso danza, cuando al final no es más que un paseillo en
que todos andan de aquí para allí! (…) (Mira, lo dejo) (…)
-Crispin (A Anacleto). Ya, todo muy bonito, pero al final por causa de los caprichos del Señor
Procopio, termina una cuadrilla de contradanzas en medio de la primera parte! Así yo no puedo
continuar como maestro de danzas.
-Anacleto. Pues que no baile (Procopio)
-Crispin (A Procopio, con recochineo) Es que el Sr. Procopio ignora por supuesto que la cuadrilla
francesa es, hoy en día, en danza, lo que hay más fino y absolutamente más aristocrático!
-Todos: Incontestablemente (dicen unos). Si, eso es verdad (dicen otros)91
-Procopio: Será lo que queráis, pero yo estoy en mi pleno derecho de danzar tan sólo aquello que
buenamente quiera
-Crispin: Señor! Pero la “pragmática” dice… (la etiqueta)
-Procopio: (afinadissimo). Ahí vienes tú con la gramática…! De eso quisiera saber yo más!
91 67651
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Nosotros tenemos danzas nacionales, no necesitamos importarlas del extranjero! Y menos de
Francia! (tachado: como si fuese poco lo que nos hicieron los soldados de Junot y de Massena hace
no tantos años!
-Anacleto: (embriagado): Ahí! Valiente! Así me gusta a mí ver a los portugueses que se precien!
-Procopio: (triunfante) Repito: tenemos danzas nacionales, los bailes de rueda son muy
entretenidos! Y, que me decís de “Pombinha Branca”, por ejemplo, no es preciosa?
-Todos: Adios!
-Simplicio: Para mí es superior “Pirolito que bate que bate”
-Anacleto: cállate la boca, rústico! Muy por encima de todo eso está “María, Cachucha”
-Procopio: Todo, todo, lo que sea menos la efusión del “balancé”
-Crispín: (todo arrogante): Lo que deduzco de todo esto es que el Sr. Procopio no pesca nada de
etiquetas.
-Procopio: (enfurecido, agarra a Crispín por el brazo y, trayéndolo a la boca del escenario, se explaya
a gusto) No pesco, no señor!.. porque, que lo sepa ya para siempre, no soy pescador! Entiende?(la
orquesta, desde el foso, anuncia una polka)
-D. Vicencia: (a los invitados) Esa polka va a poner término a las disidencias
-Todos: A la polka, todos a bailar la polka! (van al salón y polkan ante el espectador) 92
De la banda de la procesión a la banda municipal y las asociaciones musicales
Tanto en España como en Portugal, a partir de mediados de la centuria, destaca entre las varias formas de sociabilidad
musical la creación de coros, orfeones y sociedades musicales, muchas de las cuales se han mantenido hasta el siglo
XXI. La base social era popular. Procedía de las agrupaciones de música que tocaban en las procesiones religiosas o
en las fiestas civiles y laicas, fuesen charangas y rondallas, fuesen congregados en pascua o carnaval, fuesen fiestas
veraniegas o navideñas. A menudo quienes tocaban en las procesiones pertenecían a las bandas municipales, las cuales,
establecidas en el marco de una asociación, iban a proveer del aparato solfeístico –mayormente amador- a los pueblos y
ciudades, del tamaño que fueran. Como la Évora que nos concierne con su sociedad musical en la Sociedad Harmonia
Evorense desde 1870, o el aparato instrumental de la SOIR.
Las sociedades musicales, en ambos terrenos de la Península Ibérica, inicialmente fueron creados como entretenimiento
del escaso tiempo libre que tenían los grupos populares. Aunque de facto muchos terminaron acaparando funciones de
cobertura sanitaria, asistencial o educativa. En España acapararon este papel los coros laicos y orfeones especialmente
en zonas industriales deprimidas. Tuvieron un inmenso éxito en las décadas de 1860 y 188093. Pronto se enfocaron hacia
la instrucción en sentido amplio, la difusión de ideologías o valores morales y la afirmación de identidades colectivas.
También los coros fueron catalizadores de la crítica social de actualidad, especialmente las chirigotas y comparsas
que existían desde Cádiz hasta Ciudad Real y “as brincas” Évora, donde cantaban canciones patrióticas plasmando la
realidad social, mostrando los problemas cotidianos caricaturizados94.
En España, dos de los rasgos principales de las agrupaciones corales fueron la recuperación de las tradiciones y el tinte
político. Mientras, en Portugal supusieron gran apoyo para la cohesión social vinculada a otras formas asociativas de
las que a menudo dependían. Los orfeones hispanos habían canalizado inicialmente una afirmación colectiva de corte
patriótico, que desde la década de 1860 se vinculó al impulso de la cultura regionalista, y desde 1880 nacionalista.
Al unirse a los movimientos sociales de cada zona, mezclaron sus objetivos internos, surgiendo orfeones políticos,
católicos, tradicionalistas, orientando sus actividades hacia el reforzamiento de sus respectivas ideologías. Desde 1890,
se crearon por toda la península orfeones socialistas. Sólo tenían arraigo en los lugares donde no existían sociedades
musicales que ya cumplían la función de asistencia obrera95. Actuaron de manera informal como fuerza sindical,
generando focos de resistencia política en zonas mineras e industrializadas. Cuando eran lideradas por las clases medias
liberales resultaron una forma de control social, pues anteponían las virtudes morales y pacificadoras de la música a las
necesidades de tiempo libre del obrero. En este marco se insertaba el plan de los orfeones de apartar al obrero del ritmo
insano de la taberna, y así lograr su deseada regeneración del proletariado, tan común en las premisas internacionales
92 ADE: Fundo SHE, Fiestas, O Gato Vermelho. Escena tercera (lámina 67650 a 67653) Traducción propiá de la autora.
93 En el caso portugués considero essencial el trabajo aún insuficientemente valorado de: GODOLFIM, José Cipriano. A Previdência. Associações de
socorro mutuo, cooperativas, de pensões e reformas, caixas económicas. Lisboa: Imprensa Nacional, 1889.
94 ALMEIDA, Carmen. Matinées Masquées. Retratos de Carnaval na Coleçao Eduardo Nogueira. Évora: Cámara Municipal, 2004; p. 5.
95 Como los coros catalanes de Anselmo Clavé. Carbonell, Jaume. “Aportaciones al estudio de la sociabilidad coral en la España Contemporánea”,
Hispania, LXIII/2, n. 214 (2003); pp. 485-491.
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del socialismo difundido en la época.
Círculos asociativos: jalones del nuevo sistema marcados por el contexto internacional
Muchas de las manifestaciones de sociabilidad que hemos visto tendieron tuvieron su escenario dentro de los nuevos
círculos implantados en España y en Portugal. Círculos que considero que jugaron un papel esencial para la salida
del Antiguo Régimen desde sus bases sociales. Eran círculos privados y excluyentes que –tanto en Portugal como en
España96- reproducían las estructuras societarias que venían de Francia, Italia e Inglaterra. A mi juicio, en ambos países,
las asociaciones fueron el fenómeno más novedoso y de mayor éxito que se implantó en materia de ocio. Nacían al calor
de los cambios auspiciados por el Liberalismo y participaban de la filosof ía del espíritu de sociabilidad o civilidad que
se expandía por toda Europa97. En ese contexto, en Portugal y España se crearon desde 1840 un relevante número de
asociaciones que se iban a multiplica conforme avanzase la centuria.
Se manifestaron en múltiples variantes de gremios, clubes, peñas, círculos masculinos y asociaciones varias. Todas
contaban con el mencionado patrón –creo que mayormente importado- con la redacción de unos reglamentos, la
reunión en un local, la unión de personas afines en función de la clase, intereses, profesión o ideología. Eran mantenidas
mediante una cuota mensual y actividades extraordinarias. Redactaban anualmente listas de socios para el control
propio o de las autoridades. Contaban a menudo con una revista que servía como órgano de expresión de sus objetivos
e ideología. Tenían espacios propios como el café, gabinete de lectura, auditorio o salas de reuniones y para jugar al
ajedrez, el billar o la ruleta, que contó con muchos asiduos durante el siglo XIX98. Las cartas eran otros de los grandes
entretenimientos, entre las que destacaban el ecarté, la brisca, el tresillo o el bridge, elementos lúdicos que llegaron a
convertirse en parte de los símbolos y emblemas de las entidades99, o incluso figuraron en el anagrama de algunos de
sus documentos (Figura 10).
10. Empréstito de 1895 de la Sociedade União Eborense o Bota
Rassa (1837).
96 ADEGAR FONSECA, Helder. O Alentejo no século XIX; pp. 222. ZOZAYA, María. El Casino de Madrid, orígenes…; pp. 37-62.
97 Zozaya Montes, María. “El origen dieciochesco de los casinos españoles a raíz de los modelos italianos”, en Ocio y vida cotidiana en el mundo
hispánico, S. XVI-XVIII. Sevilla: Universidad, 2008; pp. 617-630. Malatesta, María. “Sociabilità nobiliare, Sociabilità borghese. Francia, Italia,
Germania, Svizzera XVIII-XX secolo”. En: Cheiron (Coord. Maria Malatesta), n. 9-10 (1988); pp. 7-18.
98 Zozaya, María. El Casino de Madrid, orígenes y primera andadura. Madrid: Casino, 2002.
99 Zozaya, María. “Os símbolos da Sociedade Harmonia Eborense. Três fases para a definição de uma imagem pública (1849-2014)”, Boletim do Arquivo Distrital de Évora, num. 1, 2014, pp. 43-45.
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El asociacionismo, que triunfó a partir de 1830 en Europa, iba a transformar y a adaptar las formas de relacionarse de
la sociedad civil. Contribuyó a difundir los motores del cambio social del Liberalismo hasta sus bases más extensas. A
ambos lados de la península los varones se reunían en esos espacios de sociabilidad para pasar un tiempo de ocio, en
cuyos encuentros se terminaban trazando múltiples redes sociales vinculadas a la esfera pública. Por su polivalencia,
a menudo se convirtieron en hervideros informales de la política. Iban a contribuir a la larga, por su acción cotidiana
y desde las bases, a la construcción de la sociedad civil democrática100. Aportó nuevas vías de cohesión social, además
de contribuir a insertar tales relaciones un marco más amplio, más abierto al mundo y a las relaciones cosmopolitas,
pues estos círculos venían siempre por influjo extranjero. Ese aspecto fue especialmente concretado en la creación de
asociaciones de naturaleza internacional. Si bien en dicho campo es posible que sean más conocidas las experiencias
societarias afines a las ideas socialistas con sus premisas del internacionalismo de 1890, a mi juicio, jugaron un papel
esencial en esa difusión los clubes de la elite de naturaleza conservadora del 1800 a 1840101.
La sociabilidad formal elitista ibérica, círculos y casinos
En un plano cronológico, las primeras informaciones sobre las nuevas asociaciones voluntarias de ocio y cultura en
Portugal, fueron los denominados círculos, y datan de 1836. El modelo asociativo que nacía era el “círculo” de la elite,
que se reprodujo en casi todas las provincias desde 1840. Inicialmente fueron sociedades clasistas, por las limitaciones
lógicas del tiempo libre de trabajo, y por la capacidad económica de sus miembros102.
Los clubes lujosos por antonomasia en España fueron los casinos, cuya premisa era ofrecer a personas conocidas los
recreos que proporciona la buena sociedad103. El primero nació en 1836 en Madrid y su modelo se difundió desde 1840
por todas las provincias. Eran lugares de cita obligados para los sectores conservadores de la burguesía y aristocracia,
que entre encuentros en los salones, juegos de cartas o ruletas, trazaban redes sociales de las que resultaban negocios
económicos, vínculos políticos y alianzas matrimoniales104. De manera extraordinaria en la cotidianeidad masculina del
círculo, aparecía el sector femenino cuando realizaban fiestas y bailes de sociedad, resultando ser el entorno ideal para
futuras alianzas matrimoniales, tanto se terminaron consagrando para las puestas de largo o exhibiciones de las jóvenes
en edad casadera105.
Por ello, sus espacios se acondicionaron más siguiendo los criterios del lujo, cuya pauta fue marcando este círculo, al
igual que los principales de España. A la vez, el Casino de Madrid –lo mismo que los círculos más cosmopolitas de
Europa-, iban pensando en modificar su arquitectura y su ubicación en el plano. Por ello, cuando tuvo lugar la reforma
de la Calle de Alcalá y Gran Vía, la institución realizó un concurso a nivel internacional y sus respuestas estuvieron
acordes con los nuevos símbolos de la modernidad. Los planos y alzados presentados reproducían la planta de un
palacio, y sus secciones buscaban conseguir el espacio más lujoso donde las élites se pudieran encontrar. (Figuras 2 y
3)Con diversos modos de marcar la distinción y el habitus nobiliar, las asociaciones peninsulares se convirtieron en
espacios representativos del espectro social de la ciudad. Allí se reunían las élites en un entorno lujoso, encontraban un
lugar para las puestas de largo o los mejores bailes de carnaval. Así, el Círculo Eborense era para las élites de alcurnia
del alentejo lo que el Casino de Madrid para la capital, pues estructuraban los nuevos signos de la diferenciación social
en el entorno urbano106.
En este marco comparativo, puede decirse que la Sociedade Harmonia Eborense (SHE) fue un equivalente a La Gran
Peña de Madrid, un centro de clase burguesa que desde 1900 mostró claras necesidades simbólicas de representación
social de un estatus adquirido. Fundado en 1849, fue un círculo societario masculino de la élite republicana conservadora.
Pronto manifestó una intensa vocación cultural. Se dedicó a la música a través de clases y conciertos de su banda. Se
100 MARÍN, Isabel. Asociacionismo, sociabilidad y movimientos sociales en el franquismo y la transición a la democracia. Murcia: Universidad, Tesis
Doctoral; pp. 541-550.
101 Como sostuve en ZOZAYA, María. “Metamorphoses? A view on the birth of Spanish and Portuguese Clubs,… Sobre los modelos iniciales, en la
línea que sostengo, “de esencia liberal, y de derechas”: AGULHON, Maurice. Le cercle dans la France bourgeoise 1810-1848, étude d´une mutation de sociabilité. París: Armand Colin, 1977 ; p. 83.
102 Contribuían a favorecer las prácticas de ostentación, dando por un lado la razón a las interpretaciones de Veblen, si bien como por otro lado he
sostenido, tenían una vertiente informal de negocios. Respectivamente: Veblen, Thorstein. Teoría de la clase ociosa. México: FCE, 1971; p. 51.
Zozaya Montes, María. Del ocio al negocio. Redes y capital social en el Casino de Madrid. Madrid: La Catarata, 2007.
103 Como dicen los primeros artículos reglamentarios de casi todos los casinos; uno de sus modelos: Casino de Madrid. Reglamento del Casino
del Príncipe. Madrid: Caballero de Gracia, 1838-1842; Art. 1º y 2º.
104 Aquellas alianzas resultaron esenciales para una transición social del Antiguo Régimen al Liberalismo. Zozaya Montes, María. El Casino de
Madrid: Ocio, sociabilidad y representación social. Madrid: UCM, 2009.
105 Pérez Rojas, Francisco J. Cartagena, 1874-1936: Transformación urbana y arquitectura. Murcia: Editora Regional, 1986; p. 337.
106 BERNARDO, María Ana. Sociabilidade e distinção em Évora…; p. 49.
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destacó también su grupo dramático (Figura 7), que representó sus obras inicialmente en el Teatro de las Casas Pintadas
y, desde 1893, en el Garcia de Rezende cuya construcción ayudó a promover. Desde que en 1902 se instalaron en la
plaza Giraldo, pusieron su sede al más alto nivel de la burguesía. Algunos componentes de aquella sociedad de corte
republicano elitista se escindieron en 1900, creando la Sociedad Operaria de Instrucción y Recreo de los trabajadores
que luego veremos.
Dentro del mundo de la élite de corte intelectual, en Madrid se crearon desde 1835 los Liceos y los Ateneos para
servir a la causa pública mediante la difusión de los conocimientos artísticos, culturales y científicos. Abogaban
por la construcción de una cultura sin la tendenciosidad imperante en los fraccionamientos ideológicos ni en las
tendencias artísticas de la época. Los liceos se organizaban en secciones culturales orientadas hacia las letras y las artes,
especialmente musicales107. Los ateneos hundían sus raíces en las reuniones de los cafés durante el Trienio Liberal.
Los cafés eran espacios indicativos de la mentalidad ilustrada y signo de los nuevos tiempos, que conforme avanzase la
centuria iban a ser más refinados, tal y como iba a recoger toda la iconograf ía de la vanguardia intelectual108. A principio
de siglo fueron uno de los modestos espacios de difusión de la opinión pública, cenáculo de las Sociedades
Patrióticas y germen de los partidos políticos109. De ellos nació en 1835 en Madrid el primer Ateneo de España, cuyo
modelo reprodujeron decenas de entidades análogas con múltiples variantes. Eran centros difusores de la ciencia, la
cultura y las modernas corrientes filosóficas. Actuaban como academias desde cuyas cátedras impartían lecciones.
Ante todo, servían como espacios de ensayo en el discurso y el debate público, de tribuna política informal, donde se
dirimían cuestiones de la esfera pública110. Los ateneos solían armonizar su austeridad de medios con los objetivos
intelectuales que las emplazaban, aunque desde 1875 mejorasen sus instalaciones conforme a los deseos de ornato
burgueses imperantes en todas las ciudades peninsulares.
En general, todos esos círculos fueron mejorando progresivamente en un plano arquitectónico, tanto los de la elite
como los de las clases bajas. Una vez que iban adquiriendo una continuidad, acondicionaban sus sedes o se mudaban
a otras mejores. Ese proceso de mejora en provincias111 fue acorde con los cambios del ornato urbano desde 1870. La
mayoría de estos círculos se acondicionaron desde 1880 según las premisas del buen tono burgués112. Hacia 1910, la
mayoría de los círculos contaban con una sede propia, a menudo construida ex profeso (Figuras 2 y 3), con una clara
tendencia hacia la demostración externa del lujo, para proyectar el estatus social elevado de sus miembros. A mi juicio,
la generalización de tales modelos llegaron a influir en las propias entidades obreras, como la sede de la Sociedad
de Instrucción y beneficencia, Voz do Operário, construida entre 1912 y 1932 en Lisboa, o en muchas otras que se
dinamizaron desde los sectores republicanos desde 1911.
Sociabilidad formal entre los grupos menos pudientes
Entre las clases bajas se extendieron los círculos para la defensa de unos intereses, generalmente laborales, económicos
o asistenciales. Las mutuas aparecían en 1839 en España e iban a proliferar como un medio de reforzar la cohesión del
grupo profesional. En las sociedades de resistencia marcó la pauta el Círculo Obrero de Barcelona desde 1840, y en las
dedicadas a la educación obrera, la Velada de Artistas, Artesanos, Jornaleros y Labradores de Madrid desde 1850. Tras
la revolución de 1868 surgirían múltiples asociaciones populares con todos los perfiles, cuyo germen estaba ya fraguado
y sólo necesitaban de la cobertura legal para formalizarse o para salir de la clandestinidad. Tuvieron una gran relevancia
para la difusión del ideario y el reclamo de una cultura, lengua y costumbres propias los círculos regionalistas, a finales de
siglo canalizados hacia intereses nacionalistas. Esta faceta de la evocación de la tierra, dentro o fuera de ella, se difundió
por toda la Península en forma de Círculos que en muchos casos supusieron, pasadas décadas, la perpetuación de unas
tradiciones gastronómicas y unas raíces comunes, en espacios aún existentes que van desde la geograf ía portuguesa
107 El primero de España fue creado en Madrid; si bien el Liceu de Barcelona el más representativo en su evolución y continuidad. Pérez Sánchez,
Aránzazu. El Liceo Artístico y Literario de Madrid (1837-1851). Madrid: FUE, 2005. ALIER, Roger. El gran Libro del Liceu. Barcelona: Carroggio,
1999.
108 NOVALES, Alberto, Las sociedades patrióticas (1820-1823), Madrid: Tecnos; pp. 18 y 51.
109 GIL NOVALES, Alberto, Las sociedades patrióticas (1820-1823). Madrid: Tecnos, 1985, T. I.
110 Villacorta Baños, Francisco. El Ateneo científico, literario y artístico de Madrid: 1885-1912. Madrid: CSIC, 1985. Del mismo autor: “Los
Ateneos liberales: política, cultura y sociabilidad intelectual”, en Hispania. Espacios y formas de la sociabilidad en la España Contemporánea. n.
214, LXIII/2 (2003); pp. 415-442.
111 Mientras, las sociedades de Lisboa a menudo contaron con edificios más nobles desde sus primeras sedes, dado que se habían trasformado notablemente desde el terremoto del siglo XVIII, como señalaba: GODOLFIM, José Cipriano. Visita á Madrid...; p. 31.
112 CRUZ, Jesús. The Rise of Middle-Class Culture in Nineteenth-Century Spain. Baton Rouge: Louisiana State University Press, 2011; pp. 1-19,
131-168.
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(el Grémio Alentejano en Lisboa o el Club de Amigos do Minho), hasta o la española, con la Casa Vasca y el Círculo
Asturiano de Madrid.
En Portugal, las nuevas asociaciones de los grupos populares parten básicamente de 1848113 y se generalizaron desde
la década de 1870. Tenían una marcada orientación informal –y a menudo casi ilegal- hacia la cobertura asistencial,
el cooperativismo y la educación primaria de los socios. A partir de 1880, pero especialmente de 1900, nacieron
asociaciones de la clase operaria que plantearon el ocio como una de sus funciones principales; pero en realidad fue un
ocio canalizado hacia los temas de la cultura e incluso de la educación. De nuevo estaban orientados por los criterios
funcionalistas y a las preocupaciones de la burguesía intelectual por la denominada cuestión obrera. Se pretendía generar
en los obreros conciencia política y de clase a la par que alejarles de los excesos de la tasca y el vino.
El modelo de círculo que reunía a los grupos trabajadores de Madrid, facilitándoles vía asistencial y con actividades
culturales, era la Sociedad del Fomento de las Artes y el Ateneo de Madrid114. Podría encontrar su concreción evorense
en la Sociedad Operaria de Instrucción y Recreo Joaquim Antonio de Aguiar (SOIR JAA). Ésta nació en 1904 disgregada
de la mencionada SHE, inicialmente como un agrupamiento musical, como reflejan los símbolos de su emblema115.
Entre sus objetivos principales buscaba la formación del obrero mediante el recreo y se consolidó como una sociedad de
resistencia ante las desigualdades sociales. Tomó el nombre del político portugués Joaquim António de Aguiar (17921884) que a principios de la monarquía constitucional desamortizó los bienes de la iglesia. El edificio se ubicó desde
1904 en la antigua plaza de Don Pedro, que después fue denominada con el nombre de la propia SOIR JAA. Es decir,
estos círculos se hacían tan relevantes en la vida de la ciudad que tanto podían monopolizar su vida dramática teatral,
como convertirse en el centro de la construcción simbólica en el espacio urbano, reflejada a través del nombre que
reconocía su importancia en la nueva configuración simbólica de la ciudad.
Hay que mencionar que, en ambos lados de la Península, aparecieron hacia 1870 numerosas asociaciones organizadas
por elites religiosas o intelectuales para controlar a feligreses o a las masas. Pues aunque querían mejorar las asociaciones
de los obreros, en España y en Portugal eran criticadas esas propensiones de que unas minorías, siguiendo sus criterios,
dirigiesen a mayorías116. Desde el año de 1868 en España proliferaron los Círculos Católicos, para canalizar el ocio
de los grupos populares hacia la instrucción y la religión. De esa manera, y al amparo de la monarquía Alfonsina,
intentaron contrarrestar la pérdida de influencia social de la iglesia tras la llegada del Liberalismo. Aunque también
consiguiesen reacciones adversas117, en general supusieron un resurgir católico. Desde 1891 quedaron constituidos con
fuerza, cuando las múltiples variantes de círculos de éste carácter fueron agrupadas por la Encíclica Rerum Novarum118.
Desde el Sexenio Liberal aparecieron múltiples sociedades vinculadas a una opción política. Con el libre derecho
de asociación desde 1881 en España, en Madrid se fundaron múltiples ateneos obreros, socialistas y republicanos, a
menudo organizados por esa burguesía intelectual que quería orientar su tiempo de ocio hacia la cultura en vez de hacia
la taberna. El adoctrinamiento se unía a ideologías en otros casos como los círculos tradicionalistas, que contribuyeron
a la resurrección y mantenimiento del carlismo en los últimos años del siglo119.
La cuadratura del círculo: Los jalones necesarios en la configuración de la ciudad burguesa
del Liberalismo
Como conclusión, cabe señalar que hemos dado una visión general de diversos cambios que tuvieron lugar en el
panorama del ocio del siglo XIX en España y Portugal. En concreto, en dos capitales de provincia que tuvieron desarrollos
diferenciados en cuanto a la planificación urbana. Madrid, tirando sus muros, incorporó una serie de novedades en
materia de ocio y sociabilidad. Évora lo hizo intramuros. Estableció las bases de su modernización introduciendo los
113 Esa es la fecha que para Portugal ofrece: GODOLFIM, José Cipriano. A Associação. Historia e desenvolvimento…; p. 68.
114 El primero que realizó este tipo de comparaciones en el associativismo ibérico fue GODOLFIM, José Cipriano. A Associação. Historia e desenvolvimento…
115 En la parte inferior, un arpa alude al carácter predominantemente musical de cuando fue fundada la entidad. El emblema societario se compone
por identificadores del lenguaje masónico, que representan la formación de la persona y e revelan los grados que van de aprendiz a maestro:
mallete o cincel (en realidad es un martillo), plomada, compás, escuadra y la paleta símbolo del perdón.
116 A veces incluso se afirmaba que se aprovechaban de ellas, hombres ilustrados “que se servían de las associaciones operarias para conquistar un
nombre”. GODOLFIM, José Cipriano. Visita á Madrid. Lisboa: Quintino Antunes, 1871; p. 40.
117 LOZAO, Joseba. “La creación de un marco de sociabilidad anticlerical. El caso vizcaíno durante la Restauración”, Historia Social, n. 73 (2012);
pp. 59-79; 60-62.
118 Millán García, J. Ramón. “Asociacionismo católico español en 1900: un intento de aproximación”, Hispania Sacra, CSIC, n. 102, Vol. L, (1998);
pp. 639-665.
119 Canal, Jordi. El Carlisme català dins l´Espanya de la Restauració. Un assaig de modernització política (1888-1900), Vic: Eumo, 1998.
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hitos esenciales para considerar ese cambio: una nueva plaza de toros o unas asociaciones de nuevo cuño pero asentadas
en viejos edificios. Asimismo, un teatro a la italiana, un jardín público reciclando elementos antiguos, y unas esculturas
de corte burgués. Las dos únicas que perduraron (de Cinatti y Barahona), son precisamente de quienes realizaron
varias de esas labores de modernización de sus espacios públicos de ocio siguiendo criterios internacionales, y era
precisamente allí donde iban a perpetuar su memoria en el imaginario burgués.
Esos nuevos lugares del ocio en la ciudad burguesa fueron acompañados de una mudanza en el comportamiento y en la
reubicación del ámbito urbano. En Évora se hizo en los límites de la antigua ciudad, y en Madrid se vinculó a la nueva
estructuración y construcción de la misma y al ensanche. Esas introducciones, en ambos lugares, se acompañaron de
nuevos códigos en la configuración de los espacios simbólicos de prestigio en la ciudad. Coexistieron, a su vez, con
manifestaciones de los ritos y prácticas tradicionales que van desde las romerías, las toradas, la arquitectura ef ímera o
unas marionetas representativas f ísica y simbólicamente del mundo del Antiguo Régimen.
La música, los bailes, y géneros como la zarzuela o la ópera –con sus modas y su estética- supusieron una forma de la
entrada inmaterial en el mundo moderno e internacional. Mundo que a la vez coexistía con la tradición musical que
quedaba concretizada en unos tipos de personajes costumbristas que iban a aparecer juntos en similares escenarios.
Tradiciones, creencias o apego a la tierra y otras prácticas regionales que también iban a contribuir perpetuar las
nuevas asociaciones, creadas por influjo internacional. Ésas, por otro lado, suponían la vía de canalizar la necesidad de
establecer nuevas relaciones en el mundo de las clases sociales, el ámbito de la política o las necesidades asistenciales
que aún no comprendía el Estado.
Hemos visto que se dieron similares cambios con o sin murallas. Que en Madrid y en Évora tuvieron lugar una especie
de hitos aparentemente necesarios para la modernización del ocio y en los nuevos espacios de la burguesía. Elementos
que fueron introducidos por élites que querían reproducir ese modo de vida en la ciudad, adecuándola a la medida
de sus necesidades de sociabilidad. Cabe plantearse entonces, a la luz de dos capitales de provincia que introducen
las nuevas formas de comportamiento en materia de ocio, si los muros coartaron una posible evolución de las nuevas
formas de sociabilidad en el marco de modernización urbana. Aparentemente no, como refleja el caso de Évora. Lo
que hicieron fue restringir las manifestaciones en un aspecto mínimo en un plano cuantitativo, pero de un alcance
perceptible en el cualitativo. Un jardín público, un teatro a la italiana, unas esculturas, una plaza que comienza a ser
el nuevo epicentro y una vida asociativa que reutiliza los espacios anteriormente existentes. Se puede hablar de una
modernización en términos cuantitativos o es mejor delimitarla a los cualitativos? Sobre la base de una modificación
relativa, pero simbólicamente representativa, se puede plantear cuál fue el tipo de mudanza que requirieron las nuevas
formas de ocio para establecerse en la ciudad burguesa.
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Jaia eta gatazka: Deustuko Done Peri eguna
(1648-1846)
Hektor Ortega
Resumen
Fiesta y conflicto: las fiestas patronales de San Pedro de Deusto (1648-1846).
Las autoridades municipales de Bilbao se apoderaron de las fiestas patronales de Deusto, en el marco de las visitas
jurisdiccionales que realizaban a la anteiglesia. En este texto analizamos la evolución de dicho proceso entre 1648 y
1846. Las fiestas visibilizaban el clima de conflictividad entre Deusto y Bilbao y condicionaron su organización.
Palabras clave: Deusto, San Pedro, fiestas, Bilbao, autoridades municipales.
Laburpena
Jaia eta gatazka: Deusto Done Peri eguna (1648- 1846).
Bilbotar agintariak deustuarren patroiaren egunaz jabetuak ziren. Testu honetan prozesu horren nondik norakoak
aztertzen ditugu, alegia, bilbotar udal kargudunak, jurisdikzio eskubidea astinduz, Done Peri eguneko ospakizunetan
lehenengoz agertu zirenetik 1846a arteko ibilbidea. Deustuaren eta Bilboren arteko talkak herriko jai nagusiak
baldintzatu eta itxuraldatu zituen.
Giltza hitzak: Deustu, Done Peri, jaiak, Bilbo, udal agintariak.
Abstract
Festival and conflict: The festival of the patron Saint of Deusto, San Pedro (1648-1846)
The municipal authorities of Bilbao took control of the festival of the patron saint of Deusto in the framework of visits
that they made to assert their jurisdictional power in the Deusto parish. This text analyzes the evolution of this process
between 1648 and 1846. The festival gave visibility to the conflictual relationship between Deusto and Bilbao, which
conditioned its organization.
Key words: Deusto, San Pedro, festival, Bilbao, municipal authorities.
Hartua-recibido: 10-XII-2013- Onartua-aceptado: 15-VI-2014
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Iñaki Irigoienek egin dituen ekarpenetako bat Deustuko andrazkoen aurreskuarena da. Haren testuari esker1 zabaldu
zen antzina deustuar emakume ezkonduek Done Peri jaietan egiten zuten dantzaren albistea eta bere laguntzaz gauzatu
zuten Deustuko dantza taldeek ekandu zaharraren biziberritzea, gaur egungo San Jose jaietara aldatuta. Irigoienek
plazaratu zuen testigantzaren arabera, XIX. mendean dantza hori ez zuten egiten herriko patroiaren egunean, Done
Peri2 egunean alegia, hurrengo domekan baizik, Ofrenda egunean. Arrazoia? Artean Deustua elizatea izan arren, bilbotar
udal agintariak patroiaren egunaz jabetuak zirela. Testu honetan Deustuko jaiegun nagusian bilbotar kargudunen
agerpenaren nondik norakoak azaltzen ahaleginduko gara.
Sarritan boterearen erakusgarria izan dira jaiak. Lege Zaharrean botereen arteko mugak ez ziren oso zehatzak
eta horrek batzuetan anabasarako atea irekitzen zuen. Deustuan horrela gertatu zen. Gauza jakina da Bilbok Lege
Zaharrean jurisdikzio bisitak egiten zituena albo-herrietan, bereziki Abando eta Deustuan. Kontu honen berri eman
dute, besteak beste, Teófilo Guiardek3, Gregorio Monrealek4 eta Jose Ignacio Homobonok5. Bilbok urtean hirutan egiten
zuen Deusturako bisita. Nagusiena San Bartolome egunekoa (abuztuak 24) izaten zen, Berrizko izen bateko ermitara
joaten zirenean. Horrez gain, Jaun Done Peri egunean (ekainak 29) meza nagusian ohorezko lekuan egon eta erromeria
gobernatzen zuten. Azkenik, Luzarrako San Silbestre ermitara joaten ziren Gabonzahar egunean (abenduak 31).
Jakina, etxean bilbotarrak agintari ikustea mingarria zen deustuarrentzat. Eta erakutsi egin zuten:
“Bilbotarren bisitaldiok, deustuarren haserre. 1826an, esate baterako, Bilboko alkatea aginte makila
goian zeramala sartu ei zen Deustuko udaletxeko areto nagusian. Deustuarrek kexaka erantzun
zuten, horretarako ahalmenik ez zuelakoan zeuden eta. Agintari bilbotarren sartu-irtenok
deustuarren jai nagusi bihurtu zuten Ofrenda eguna, hau da, Done Peri egunaren osteko domeka”.6
Ofrenda eguna deustuarren jai nagusia bilakatu zen, herriko patroiaren egunari muzin eginda. 1846an Revista Pintoresca
aldizkarian plazaratu zuen artikuluan –Irigoienen lanaren oinarrietako bat- Pedro Lemonauria deustuarrak alderdi
horretan jarri zuen indarra:
“jendetza batu ohi da Ofrendaren erromeria ospetsuan, Done Peri egunaren osteko domekan. Egun
horretan egiten dute zeren, anakronismo ulergaitzaren bat dela medio, Done Peri egunean Bilboko
alkatea joaten baitzen mezatara buru nagusi gisa, aginte makila goian zeramala; eta deustuarrek,
euren eskubideak urratuta ikusita, edo herritik alde egin, edo jai egun horretan parte hartze txikia
izaten zuten”.7
1846an bilbotarren bisitak amaituta zeuden (1841ean egin zuten azkena). Horregatik idatzi zuen Lemonauriak
iraganaldian. Azken finean, bisita haien gakoa gatazka zen. Homobonok honela azaldu zuen:
“Agintari zibil kanpotarrak, auzotarrik gabe, ekitaldi sinboliko eta praktikoak egiten ditu bere
jurisdikzio ahalmena agerian uzteko baina, aldi berean, bisitatzen duen udalerriaren adierazpen
zibikoarekin talka eginez eta nekazari-munduko jai erritualen eginkizun nagusia oztopatuz, zeina
den ospatzen duen komunitatearen nortasunaren eta integrazio moralaren adierazgarri izatea”.8
1.Bilbotar udal kargudunak eta Deustuko Done Peri eguneko erromeria
Aro Modernoan Bilbok Deustuan eta Abandon egin zituen jurisdikzio bisitak. Bere jurisdikzioaren erakusle izaten
ziren, alegia, Bilboko alkatea epailea ere bazen heinean, eskubidea zeukan Deustuko auzi zibil eta kriminaletan
1 IRIGOIEN, I: Deustuko jaiak eta andrazkoen aurreskua. Prest! aldizkaria. 1. zenbakia. 2001eko martxoa. Jatorrizko testua arinago argitaratu zen
erdaraz. Andrazkoen aurreskua 1999tik aurrera dantzatu da Deustuko San Jose jaietan.
2 Done Peri edo San Pedro berdin-berdin erabil daitezke, gaurko euskara arautuan. Egun arrotzago egiten bazaigu ere, Done Periren aldeko
hautua egin dugu, antzina Deustuan hori izan zelako, inongo duda barik, ohiko izendapena. Ikustea besterik ez dago Domingo Egiaren
omenezko bertsoetako (1640) ondoko pasartea: “Iaun Doneperi Deustuco batiçadua”, edo eliza aurrean egon zen dorretxearen izena:
Doneperiaga.
3 GUIARD LARRAURI, T.: Historia de la villa de Bilbao. Bilbo. 1912. Tomo I, 257, tomo II, 432-37 eta III, 258-59 orrialdeak.
4 MONREAL ZIA, G.: Las instituciones públicas del señorío de Vizcaya hasta el siglo XVIII. Bizkaiko Diputazioa. Bilbo. 1974. 100-113 orrialdeak.
5 HOMOBONO, J.I.: Fiestas y rituales públicos intermunicipales ene l País Vasco (siglos XVI al XX). In Vasconia aldizkaria. 15zkia. Eusko Ikaskuntza.
Donostia. 1990. 271-300 orrialdeak.
6 IRIGOIEN, op. cit.
7 Revista Pintoresca de las Provincias Vascongadas. Adolfo Pean y compañía argitaratzaileak. Bilbo. 1846. 94-102 orrialdeak. Itzulpena gurea da.
8 HOMOBONO, op. cit., 290 orrialdea. Itzulpena gurea da.
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esku hartzeko, Korrejidorearekin eta Uribeko merindadeko alkatearekin batera. Jurisdikzio horren eskutik, Bilboko
kargudunak Deustuan sartu ahal ziren, errege makila goian zeramatela, agintari.
Ostera haietan udal kargudunekin batera eskribaua joaten zen, ekitaldiaren testigantza eman zezan. Aurkitu dugun
testigantzarik zaharrena 1575ekoa da. Bilbotar udal segizioa, Juan Lezama alkatea buru, urtarrilaren 30ean azaldu zen
Deustuan eta lo egiteko oheak eskaintzen zituzten etxeak eta ospitalea bisitatu zituen. Uztailaren 21ean eta 27an itzuli
eta kanpotar batzuei herritik alde egiteko agindu zien Lezamak9.
1577ko azaroaren 6an ere jurisdikzio ekitaldiak egin zituzten Deustuan, Pedro Nobia alkatearen agindupean: tabernak,
errotak eta ospitalea bisitatu, audientzia eskaini, San Bartolome ermitara eta Elorriaga mendira igo, Lutxana parera
joan…10 Badirudi hasiera hartan ez zutela egunik finkatu bisitetarako. 1579an, esate baterako, maiatzaren 11n azaldu
ziren11. Hurrengo urteetan, ostera, udagoienean egin zituzten, gehienbat. Baina XVII. mendeak aurrera egin ahala, San
Bartolome egunera igaro ziren bisitaldiak. Bada, egun horretan ondoko ekitaldi hauek egiten zituen bilbotar segizioak:
Deustuko tabernak, errotak eta ospitalea ikuskatu, Elorrietara jo eta Sepulkro Atxaren azpian harria jaurti uretara,
jabetzaren erakusgarri. Ondoren, Berrizera igo, San Bartolome ermitan meza entzun eta, ondoko landako txosnak
ikuskatu ostean, bazkaltzera joaten zen. Arratsaldean antzeko ekitaldiak egiten zituen.
Agirietan bilatuta, Deustuko Jaun Done Peri elizan ez dugu aurkitu bilbotar kargudunik 1640 arte. Urte hartako San
Bartolome eguneko bisita egiten ari zirela, Juan Herrera alkatea buru,
“entraron en la yglesia parrochial de San Pedro de la dicha anteyglesia de Deustua y hicieron
oración al santísimo sacramento que es acto de juridición como la tiene la dicha villa y su Justicia
en toda la dicha anteyglesia y despues de haver echo oración salieron sus mercedes a proseguir las
demás visitas”.12
Ez dakigu ohitura hori orduan hasi ala lehenagotik ote zetorren. Jakingarri garrantzitsua litzateke. Edozelan be, badirudi
harrez gero ohitura bihurtu zela. Hurrengo bisita dokumentatua 1643koa da eta orduko hartan ere, San Bartolome
eguna izan arren, bilbotar agintariek geldialdia egin zuten Jaun Done Peri elizan, otoitzaren aitzakian.13
Bilbotarrak Done Peri egunean agertu (1648)
Done Peri eguneko bisitarik zaharrenaren testigantza 1648an topatu dugu. Juan Zalbidea alkatearen agindupean,
Bilboko segizioa (hamaika erregidore, sindikoa, eskribaua eta aguazilak) Areatzan batu eta ontziratu zen. Hona hemen
udal idazkariaren kontakizuna:
“todos sus mercedes con dichos sus alguaciles con sus baras altas de justicia en las manos abiendo entrado en dicho
barco a ora de las seis de la mañana del dicho dia poco más o menos en el fueron hasta el desenbarcadero que esta
enfrente de la torre de Leussarra de la dicha anteyglesia de San Pedro de Deusto y en el dicho puesto se desembarcaron.
Y luego entraron en la dicha torre y desayunaron y desde el fueron todos sus mercedes juntamente con mi el presente
escrivano y secretario del ayuntamiento de la dicha villa de Vilvao con los dichos alguaciles y ministros y llevando su
merced, el dicho señor alcalde, y tambien los dichos sus alguaciles sus baras altas de justicia en las manos, se fueron
para la dicha yglesia parrochial desta anteyglessia de Deusto y entraron en la dicha forma todos sus mercedes dentro de
la dicha yglesia donde abía muchos becinos feligreseses della y demás dellos muy gran concurso de jente por aber este
dicho dia en la dicha yglesia gran rregocixo y fiesta por ser la adbocación della y todos sus mercedes abiendo entrado
en la dicha yglesia a la entrada della hicieron y ofrecieron ofrenda y luego se pusieron a rreçar en la capilla mayor de la
dicha yglesia y de allí a un poco se sentaron todos sus mercedes en sus puestos en los asientos que estan dentro de la
dicha capilla mayor de la dicha yglesia y en los puestos y asientos mexores y superiores della en señal de actos de
juridicion que la dicha villa de Bilvao tiene en esta dicha yglesia y en toda la juridicion dela dicha anteyglesia y estando
en la forma dicha oyeron todos sus mercedes la missa mayor”.14
Bilbotarren ontzia Luzarran (gaur Deustuko unibertsitatea dagoen aldea) lehorreratu eta, bertako dorretxean armosua
9
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13
14
BUA, Bilbao Antigua 514-1-2.
BUA Bilbao Antigua 510-1-10.
BUA, Bilbao Antigua 510-1-15.
BUA, Bilbao Antigua 513-1-13.
BUA, Bilbao Antigua 513-1-16.
BUA, Bilbao Antigua 513-1-18
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jan eta gero, multzoan eta aginte makilak goian, elizara jo zuten. Ofrenda eman, elizara sartu eta otoitz egin zuten. Gero,
meza nagusia entzun zuten ohorezko lekutik. Meza amaitutakoan, Luzarrara joan ziren bazkaltzera. Arratsaldean San
Silbestre ermita eta ospitalea (Luzarran bertan) bisitatu eta atzera Bilbora. Hori izan zen, hainbeste urtetan, bilbotarren
bisitetako protokoloa.
Xehetasun bi. Batetik, hurrengo urteetan alkatea ofrendak batzeko mahaiaren buru eseri zen, Deustuko fielekin eta
maniobreroarekin (Jaun Done Peri elizako diruzainarekin) batera. Hona hemen 1649ko agiria:
“…salieron a la puerta primero de la dicha yglesia donde estaban los fieles y maniobrero de la dicha
yglesia sentados en sus sillas y un bufete delante recojiendo la ofrenda de las personas que yban a la
dicha yglesia y por su deboción ofrecían y luego el dicho señor alcalde se sentó en el dicho puesto
que estaba más eminente en una silla de respaldo donde asistió hasta la misa mayor…”15
Bestaldetik, Done Peri egunean Luzarrako ermita eta ospitalea ikuskatzeari utzi zioten (aurkitu dugun azken aldia
1671koa da). Beraz, ikusi dugun legez, Deustuko bisitak egiteko egutegia asko aldatu zen urteek aurrera egin ahala. XVI.
mendearen amaieran, bisitekin hasi zirenean, ez ei zeukaten egun finkorik. Gero, XVII. mendearen lehen herenean,
San Bartolome egunari lotu zioten bisitaldia. Mende erdirako, bisita egunak bi ziren: San Bartolome eta Done Peri. Eta
geroago, hirugarren eguna etorri zen, San Silbestre alegia, XVIII. mendean.
Done Peri eguneko bisitaldiaren egitura horrek argi laga zuen bilbotarrak jai arrotzera joaten zirela eta meza nagusian
lehentasunezko agerraldia egitearekin eta ofrenda mahaiaren buru egotearekin nahikoa zutela. Eskema hori 1648-1723
urte bitartean erabili zuten, gorabehera gutxirekin. Urte guzti horietan ez dugu aurkitu harago joateko ahaleginik. Done
Peri eguneko gainerako jai ospakizunetatik kanpo zeuden bilbotar agintariak.
Argi dago hura ez zela izan deustuarren gustukoa eta, jakina, ahaleginak egin zituzten inposatzeari aurpegia emateko
edo, sikiera, ondorioak leuntzeko. Batzar Nagusietara jo zuten lehenengo (1653) eta auzi bideari ekin zioten ondoren,
(1672 eta 1714). Aurrerago ikusiko dugunez, bietan alferrik.
Bestelako bideetatik ere abiatu ziren deustuarrak. Erresistentzia agertu zuten eta horrela islatu behar izan zuten Bilboko
Udaleko idazkarien testigantza idatziek. Lehenengo aztarna 1671n topatu dugu: urte hartako ofrenda mahaiaren
inguruan ez ei zen deustuarrik eseri, bilbotar alkatea eta bere erregidoreak baino ez.16 Hura ez zen izan, itxura batean,
bilbotarren debekua. Ezagutzen dugun hurrengo bisitan, 1674koan, deustuar fielak eta maniobreroa ofrenda mahaiaren
ondoan eseri ziren, Bilboko alkatearekin batera. Baina hura ez zen bisita normala, Korrejidorea bertan zegoen eta. Hala
ere, Deustuko fielak ez ziren elizara sartu. Juan Bautista Asturiazaga eskribauak fedea eman zuen “de que los dichos
fieles no concurrieron a la dicha missa mayor”.17 Korrejidorea egonda ere, herriko patroiaren eguneko meza nagusira
sartu ez. Protesta agerikoa zen.
1690era arte iraun zuten bilbotarren lehentasunaren aurkako protesta haiek, gutxienez. Urte batzuetan (1674, 168818)
fielak ez ziren meza nagusira joan, edo joanez gero, fiel bakarra eta eserlekurik hartu gabe, zutunik (1676-167819).
Bilbotarren bisita haiek ez normalizatzeko ahaleginak ziren, baina ez zieten luzaroan eutsi.
1690ko hamarkadan tentsioa samurtu zela ematen du. 1699ko bisitak hurrengo hogeita bost urteetan iraun zuen eredua
laga zuen: Jaun Done Peri egunean bilbotar segizioa Deustuko elizara sartu zen otoitz egiteko. Gero Bilboko alkatea
ofrenda mahaiaren ondoan eseri zen, Deustuko fielarekin eta maniobreroarekin. Prozesioak urten zuenean bilbotarrek
leku nagusia hartu zuten. Ondoren meza nagusia, han ere bilbotar kargudunak lehenengo tokian. Elizkizunak
amaitutakoan bazkaltzera joaten ziren eta, ondoren, Bilbora.20
Hala ere, istilurik ez zen falta izan. Adibidez, 1714ko fielak, Lazaro Fanok, Done Peri eguneko meza nagusian Bilboko
alkatearen ondoko lekua eskuratu nahi izan zuen, bilbotar erregidoreen aurretik. Istilua isiotu zen eta preso hartu
zuten.21 Urte batzuk lehenago mezatara sartzen ez ziren fielak elizan bertan borrokatu ziren ohorezko lekuaren alde.
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BUA, Bilbao Antigua 513-1-19
BUA, Bilbao Antigua 514-1-5.
BUA, Bilbao Antigua 514-1-7-1.
BUA, Bilbao Antigua 514-1- 18-2.
BUA, Bilbao Antigua 514-1-10 (1676), 12 (1677) eta 14 (1678)
BUA, Bilbao Antigua 516-1-4.
BUA, Bilbao Antigua 66-1-1, 3499-3506 orrialdeak.
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Ofrenda mahaiaren gatazka (1724-1731)
1724an joera aldatu zuten bilbotar agintariek. Bisitaldiari ohi bezala ekin zioten: elizan otoitz egin eta gero, bilbotar
multzoa kanpora atera zen eta Francisco Antonio San Cristobal alkatea ofrenda mahaiaren ondoan eseri zen, Deustuko
fielen eta maniobreroaren artean. Orduan Bilboko sindikoak gutun betearazlea paratu zuen mahai gainean eta alkateari
betetzeko eskatu zion,
“y en su cumplimiento y ejecuzion como tal señor alcalde y dichos señores rejidores, sindico y io el
dicho escribano secretario pudiésemos ocupar los puestos correspondiente así en el dicho asiento
de frente de dicha yglesia como dentro de ella excluyendo a dichos fieles rejidores”
Fielek mahai ondoko lekua libratu behar zuten, Bilboko erregidoreak eta sindikoa bertan eser zitezen. Deustuar agintariek
protesta bizia egin zuten. San Cristobal alkateak betetzeko esan zuen, baina fielak berriz ere protesta egindakoan –
inguruan zeuden deustuarrek ere egin zuten, Migel Idoiagak kasu-, alkateak bera, sindikoa eta eskribaua baino ez zirela
eseriko jakinarazi zuen. Atzera be deustuarren kexa, sindikoak ez zeukalakoan bertan egoteko eskubiderik. Sindikoak,
ostera, bereari eutsi. Azkenean, “los dichos rejidores y sindico se separaron de dicho puesto quedando el referido señor
alcalde, fieles y maniobrero por aora en sus asientos frente de dicha yglesia”
Bilboko alkatearen iritzi aldaketaren arrazoia begi bistakoa zen. Jendetza zegoen elizaren aurrean eta kalapita galanta
atera behar zen. Egin kontu, meza nagusia ordu erdiz atzeratu behar izan zuten auzia argitu zen arte. Eskribauak berak
hala jaso zuen:
“por evitar los yncombenientes que podían resultar del despojo en atenzion al gran número de vezinos de
dicha anteyglesia y forasteros que estubieron a la mira al acto referido”22
Hurrengo urteetan nork bere lanari eman zion segida: bilbotar agintariek ofrenda mahaiaz jabetzeko erasoari eta
deustuarrek haien lekuari eusteari. Ez dugu aurkitu bisita gehiagoren testigantzarik 1731 arte, baina giroa gori-gori
zegoen. Urte hartako bisita baino arinago Bilboko Udalak aholkua eskatu zion Manuel Diago Mendi legegizonari.
Honek aitortu egin zuen aurreko urteetako gatazka:
“expecialmente en los diez años ultimos en lo que mira a la preheminencia de los señores capitulares
en asiento y ofrenda de la referida yglesia de San Pedro a los fieles de ella sí que se a bariado y
siempre que los señores regidores capitulares an dejado de preceder en los asientos a los fieles a
sido por hevitar desacatos y escandalos expecialmente en lugar sagrado”
Beraz, 1731n borrokak bizirik segitzen zuen. Bilbotarrek legea astintzen zuten –nahiz eta txosten horretan bertan
egileak aitortu zuen sententziek oraindik ez zutela argitu “la precedencia en la yglesia de San Pedro en sus funsiones,
asiento y ofrenda”- eta deustuarrek, legeaz gain –salaketa paratu zuten Korrejidorearen aurrean-, matxinadaren mamua.
Legegizonak aholkua eman zien bilbotar kargudunei:
“esfuerzen buena y razonablemente la precedencia disputada y si por este medio no pudiere
conseguirse obiando escándalo y turbaciones dispongan se haga por esta noble villa y en su
nombre el requerimiento y protestas”23
Biharamunean, Done Peri egunean, bilbotar segizioa elizara heltzean mahaiaren ondoan Juan Deusto zegoen, eserita.
Bilboko alkateak altxatzeko agindu eta gizonak ezetz, bera elizako maniobreroa zela eta mahaia, elizarako eskupekoak
batzeko lekua. Alkateak 500 dukateko isun ikaragarriaz zemaitu zuen baina deustuarrak zirkinik ere ez, eta gainera,
idatzi zuen bilbotarren eskribauak, kapela erantzi barik. Hortaz, “mandó dicho señor alcalde a uno de sus ministros le
llevasen preso”. Orduan Juan Deustok protesta egin zuen, bere eskribauak testigantza jaso eta mahai gaineko erretilua
hartuta joan egin zen.
Alkatea eseri egin zen, sindikoak ofrendako zilarrezko ezkutua bota zuen erretilu berrian eta bilbotar erregidoreek eseri
nahi izan zutenean, “don Joseph Ygnacio de Fano y Aldecoa fiel de esta dicha anteyglesia lo contradijo repetidas bezes
haziendo protestas y pediendo testimonio”. Bilboko alkateak erregidoreei esertzeko agindu zienean, Fanok esan ei zion
22 Bilbao Antigua 515-1-19.
23 Bilbao Antigua 315-1-8-1. Manuel Diago Mendi lizentziatuak 1731ko ekainaren 28an eman zuen txostena.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
“que no podía mandar ni tenía jurisdiczion alguna para ello y a este tiempo el dicho Juan de Deusto (que se mantenía en
dicho ciminterio entre mucho número de vezinos) prorrumpió una boz de alboroto, lo que con gran rrigor le hizieron
cargo dichos alcalde y sindico deziendole qué es eso de alboroto save lo que quiere dezir esa palabra y que vuestra
merced es caveza y formento de él, y ynstantaneamente se humilló y puso sumiso dicho Juan de Deusto y se fue de dicho
paraje, como también don Jose Ignacio de Fano”.
Alegia, fielak alkatearen ahalmena ezbaian jarri zuen eta maniobreroak matxinadarako deia egin zuen. Baina bilbotarrek
zemaika erantzun eta otzandu egin ziren, segurutik bazekitelako lege aldetik ez zeukatena aukerarik.
Azkenean bilbotar erregidoreak eseri egin ziren. Gero meza entzun eta Bilbora itzuli ziren. Bidean zeudela aguazila
atzera bidali zuten Deustura, ofrendako zilarrezko txanponagaz, abadeari edo udal eskribauari emateko, “y dicho
ministro bolbió deziendo no quería rezivir ninguno de ellos”.24
Beraz, 1724-1731 urte bitartean, bilbotarrak ofrenda mahaiaz jabetu ziren, deustuarrak bertatik bota eta gero.
Lehenengo, fielak aienatu zituzten; geroago, maniobreroa. Bazterketaren kontra deustuarrek protesta biziak eta are
matxinada deialdiak erabili zituzten eta ia hamar urtez oztopatu egin zuten.
Beste bide bati ere ekin zioten. Ofrenda barik laga nahi izan zituzten bilbotar agintariak. 1732an bilbotar segizioa Done
Peri elizara heldu zenean ez zegoen ofrenda mahairik:
“y por no aver encontrado puesta la mesa se mandó por dicho alcalde a los ministros llevasen la
que iba de prevención con su carpeta y fuente de plata con las armas desta villa”
Mahai berria ekarri, Bilboko armarridun oihalaz estali eta haren gainean sosak batzeko zilarrezko ontzia paratu zuten.
Mahaitik altxatu zirenean, berriz ere, erretiluan txanpon bakarra: Bilboko sindikoak emandako zilar eskudoa.25
1735ean, lehengo lepotik burua: mahairik ez zegoenez, bilbotarrek eurena paratu zuten, “para que las personas que
bienen a oyr los dibinos oficios puedan ofrendar para la fábrica de ella la limosna que les pareziere”; baina amaieran
“respecto de que no pareció el mayordomo secular de la fábrica para recojer el escudo de plata que se ofrendó de
limosna”, mahaian batutako eskupekoa Deustuko abadeari eman zioten sakristian. Sindikoak emandakoa besterik ez.26
Deustuarren hautua nahikoa garbia ematen du: ofrenda mahaitik kanpo ezarri zituztenez, ofrenda bako eguna izango
zen Done Peri eguna.
Bitartean, bilbotar kargudunen ofentsibak ez zuen etenik. 1732an bertan beste nobedade bat ezarri zuten. Elizara heldu
eta berehala Bilboko Udalaren kapilauak meza esan zuen:
“a vista de mucho número de vecinos de ella [Deustua] que se allavan en el ciminterio, que tamvien
entró la maior parte de ellos a oir la misa que en el altar maior se zelebró por don Joseph Thomas
de Salazar capellan de esta villa”.27
Hurrengo urteko testigantzan (1735) ez zuten meza horren aitamenik islatu, baina harrez geroko guztietan (1741tik
aurrera) ohikoa izan zen. Alegia, 1724-1732 urte bitartean, bilbotarrak elizkizunez jabetu ziren: elizara heldu, Bilboko
udal kapilauak meza esan, kanpora irten eta ofrenda mahaia modu esklusiboan bete eta, azkenik, meza nagusia entzuten
zuten ohorezko lekuan.
Bilbotar kargudunak, jaun eta jabe (1732-1742)
Hurrengo urteetan aldeko sententzia gehiago irabazi zituen Bilbok, Deustuaren kalterako. Besteak beste, 1730an eta
1735ean errege probisio betearazle bana lortu zituen Valladolideko Errege Kantzelaritzan. Haien abaroan, Done Peri
egunaz erabat jabetzeari ekin zion.
Nobedadeetako bat 1732an bertan hasi zen: bilbotarren segizioari osagai berria erantsi zioten. Ohiko alkate, erregidore,
24 BUA, Bilbao Antigua 515-1-22.
25 BUA, BIlbao Antigua 66-1, 3459-3462 orrialdeak. Ez dakar urterik baina, udal kargudunak eta idazkaria zeintzuk diren ikusita, 1732koa dela
esan dezakegu.
26 BUA, Bilbao Antigua 515-1-26.
27 Ibidem.
39
40
sindiko, aguazil eta eskribauaz gain, urte hartan “el clarinero” ere abiatu zen multzoan Deusturantz. Turutariak
tropelaren joan-etorriak iragarri behar zituen, merezi zuten handitasunaz janzteko. 1741ko bisitaldian turutadunak bi
ziren eta, harrez gero, urtero multzoko partaide azaldu ziren agiri ofizialetan.
Urte giltzarria, duda barik, 1735 izan zen. Azaroan Bilbok errege probisio betearazlea irabazi zuen Valladoliden,
zeinaren bidez deustuarrek 1714an Valladoliden jarritako demandatik libre gelditzen baitzen, behin betiko. Bilboren
erabateko garaipena zen hura, atzera egiterik ez zuena. Deustuarrei ez zien zirrikiturik laga erresistentzia egiteko.
Abenduaren 11n eta 12an bilbotar agintariek jurisdikzio bisita egin zuten Deustura, sententzia jakinarazteko, betetzeko
eta hiribilduaren izenean ahalmena jasotzeko. Egun bietan herriko harategia, tabernak, errota zaharra, ermitak eta eliza
bisitatu zituzten. Jakina, lekurik garrantzitsuena Done Peri eliza izan zen. Hilaren 11n azaldu ziren bertan, Korrejidorea
lagun, domekako meza nagusira. Ofrendaren eta meza nagusiaren buru izateko eskubidea aitortu zien Korrejidoreak.28
Aldaketa handiak etorri ziren. 1735 eta 1741 alderatuta, bi antzematen dira. Lehenengo eta bat, deustuarrak ofrenda
mahaia eta erretilua ipintzen hasi ziren berriz ere. Edozelan be, eskupekorik eman barik segitu zuten. Bigarrena, askotaz
garrantzitsuagoa. Artean, goizeko elizkizunetara mugatzen zen bilbotarren jarduna, baina 1741ko Done Peri eguneko
arratsaldean
“pasaron al zementerio de dicha anteyglesia donde deteniendose hasta zerca de la orazion estuvo
mandando y rexentando dicho señor alcalde y negando y consediendo los bayles a los que llegaban
a pedir lizencia”29
Alegia, Bilboko alkateak gobernatu zuen arratsaldeko erromeria. Dantzaldi hura ez zen berria, lehenagotik egiten zen (
‘betidanik’, pentsa genezake) baina Deustuko fielen ardurapean.30
1742an bilbotarren nagusitasunak goia jo zuen. Done Peri eguneko bisitaz gain, Ofrenda egunean antzeko erakustaldia
egin zuten, eskribauaren testigantza eta guzti. Hona hemen, Domingo Oleaga eskribauak 1742ko uztailaren 8an
emandako lekukotza:
“oy dia de la fecha los señores alcalde justicia y Reximiento de ella haviendo llegado a esta noble
anteyglesia de San Pedro de Deusto a efecto de hazer su acto de jurisdicción por tenerle real
omnimodo y a prebención dicho señor alcalde con el señor correxidor de este Mui Noble y Mui
leal Señorío de Vizcaya y alcalde de fuero de la merindad de Urive en las causas civiles executivas
y criminales respectivamente; y poniendo en execución a cosa de las diez oras a corta diferencia al
tiempo de la Misa comventual entrando dichos señores alcalde Justicia y Reximiento a su yglesia
parroquial del señor San Pedro, especial y señaladamente los señores don Nicolas Antonio de
Arechavala y Orue, alcalde y juez
ordinario de dicha villa de Bilbao, su término y jurisdiccion por el rey nuestro señor (dios le guarde),
don Joseph de Zornoza, don Martin Antonio de Josue y Santa Coloma, don Pedro de Ampuero
y Salzedo, Don Manuel Gomez de la Torre y Zubiate, el lizenciado don Roque Joseph de Vorica,
don Martin Thomas de Epalza, don Joseph Francisco de Landa Arbieto y Orue y don Agustin
Hortiz de Zarate rexidores capitulares de ella, don Agustin de Bildosola su síndico procurador
general y io el dicho escrivano secretario y nos pusimos en los bancos que para dicho fin estavan
puestos en los paraxes preheminentes acostumbrados (…) y zelebrada la misa combentual se hizo
la ofrenda acostumbrada haviendo concurrido a ella emprimer lugar y antes que otra persona
alguna los señores alcalde Justicia y Reximiento de dicha Noble Villa de Bilbao y después dichos
fieles y demas personas que quisieron ofrendar que todo lo qual se executó quieta y pasificamente
sin contradicción alguna”.
Beraz, Ofrenda egunean ere hasi ziren bilbotar agintarik agertzen, meza nagusian ohorezko lekuan jarrita eta ofrenda
egiteko lehenengoak izanda. Gainera, kargudun multzo handia agertu zen: alkatea, zortzi erregidore (normalean garai
hartan bi joaten ziren) eta sindikoa. Hala ere, ez ei ziren ofrenda mahaiaren inguruan eseri eta arratsaldeko dantzaldia
gobernatu bazuten, aktak ez zuen jaso.
28 Sententzia Deustuko Udalari jakinarazi ziotenean helegite gehiagorik ez aurkeztea erabaki zuten. BFA, Korrejimendua, 741-12. Abenduko
bisitaren testigantza, BUA, Bilbao Antigua 471-1-5.
29 BUA Bilbao Antigua 515-1-34.
30 Adibidez, 1726an fielen agindupean zegoen. Ikus BFA, Korrejimendua, 2917-31.
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Egiari zor, hori da Ofrenda eguneko bisita dokumentatu dugun urte bakarra, baina baliteke urte gehiagotan gertatu
izana. Zeren, testigantza ofiziala deustuarren erresistentziak eragin zuen auziari zor baitiogu. Zer egin zuten, bada,
deustuarrek? Lagun bik –bietako bat Migel Etxebarria, maniobreroa- lehentasuna kendu nahi izan zioten bilbotar
multzoari. Hona hemen Agustin Bildosola Bilboko sindikoaren salaketa:
“el dia del señor San Pedro veinte y nuebe del proximo pasado y el dia de aier domingo ocho que
se contaron del corriente, haviendo pasado los del Aiuntamiento con asistencia de vuestra merced
como señor alcalde y juez ordinario de esta noble villa [Bilbo] a hacer sus actos de jurisdicción a
dicha anteyglesia [Deustua] y su yglesia parrochial en las procesiones que se celebraron en ella los
por mí acusados de su propia autoridad se yntrodugeron y pusieron detras del preste queriendo
antelarse a los señores del regimiento de esta noble villa usurpando su jurisdicción.”
Abisua eman zieten, leku horretatik kentzeko, baina alferrik
“y llebando su tema propasaron a saver, el dicho día del señor San Pedro a sentarse en uno de
los bancos tocantes sus azientos a los señores del reximiento de esta noble villa y el dia de aier
[Ofrenda eguna] en las escaleras de las gradas del altar maior de dicha yglesia, queriendo persuadir
a que es parage preheminente que le correspondia y quitando en las tardes de ambos días todos
los asientos de dicha yglesia jactándose que lo hacian para que no se sentasen en dichos asientos
dichos señores alcalde Xustizia y regimiento por no tener qué hacer por las tardes en dicha yglesia
ni jurisdicción para ello, con otras diferentes demostraciones que expondrán los testigos en lo que
han cometido graves y atroces delitos dignos de egemplar castigo”.
Horrez gain, Deustuko fielak eskribauarekin ibili ziren, gertatzen zen guztiaren testigantza jaso zezan.31
1743ko Done Peri eguneko aktaren arabera, bilbotarrak ofrenda mahaiaren buru paratu ziren, udal kapilauak meza
esan zuen, meza nagusian ohorezko lekuan jarri ziren eta alkateak arratsaldeko dantzaldia gobernatu zuen. Ez ei zen
istilurik izan.32
Ekaitzaren osteko barealdia (1748-1778)
1748ko Ofrenda eguneko dantzaldian kimera isiotu zen eta hark ekarri zuen auziaren bidez jakin dugu Deustuko fielak
zeudela erromeria gobernatzen. Korrejidorearen Tenienteak bidalitako Bilboko aguazilaren presentziak eragin zuen
istilua. Deustuar batzuek esan egin zioten han ez zeukala zer agindurik eta, iluntzean, txosnak ixteko esan zuenean,
batzuk matxinatu ziren eta, ez hari eta ez fielari, ez zioten jaramonik egin. Bilboko txinelak han ikustea mingarria ei
zen deustuarrentzat, Deustuko fielaren aginduetara egonda ere.33
Hurrengo urteetan giroa apur bat samurtu zela pentsa genezake, aztarnak aintzat hartuta behinik behin. 175834, 175935
eta 1771n36 Deustuko fielak ongi etorria eman zion bilbotar tropelari eta eurekin egon zen ekitaldi batzuetan. Ematen
du urte haietan jai egitura egonkortu zela eta nork bere lekuari eustearekin pozik zeudela alderdi biak. Areago, 1771
eta
1778 bitartean, Deustuko txistulariak ongi etorria eman zien bilbotarrei herriko elizaren parera heldu orduko.
Adibidez, 1773an:
“después de pasado a la cercanía de la yglesia parroquial juntos y congregados salió a recivir el
tamborilero asalariado de la referida anteyglesia [Deustua] tañiendo su ynstrumento”.37
31
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34
35
36
37
1742ko bisita eta istiluak: BFA, Korrejimendua, 958-12.
BUA, Bilbao Antigua, 515-1-46.
BFA, Korrejimendua 1572-28.
BUA, Bilbao Antigua 482-1-15.
BUA, Bilbao Antigua, 483-1-17.
BUA, Bilbao Antigua 446-1-18
BUA, Bilbao Antigua 448-1-21
41
42
Done Peri egunean azken doikuntzak (1778-1841)
Bitxia da Deustuko danbolinteroa orduan agertu izana, 1771n alegia, Bilboko txistularia eta atabalaria aurreko urtean
aipatu zituztelako lehenengoz. 1770eko arratsaldeko dantzaldia alkateak gobernatu zuen, “a son de tamboril y caja que
lo tocavan tamborilero y tambor asalariados de esta dicha villa”.38 Hurrengo urtean txistularia eta atabalaria Bilboko
segizioan zeudela idatzi zuen eskribauak eta harrez gero hori urteroko legea izan zen. 1787an, esate baterako, bilbotar
kargudunen tropela Areatzatik abiatu zen goizeko 8etan
“llebando delante los clarineros y tamborilero y tambor asalariados que tocaron cada uno sus
respectibos ynstrumentos de su ejercicio y llevando también los ministros de vara”39
1778ko aktan aurreko urteetan erregistratu ez zuten ekitaldia aipatu zuten. Meza nagusitik irten eta gero
“salieron a la campa en donde a son de tamboril se hizieron barios bailes haviendo pedido y
concedido lizencia para ello dicho señor alcalde”.40
Alegia, dantzaldia egin zuten eguerdi aldean, bazkaltzera joan baino lehen, baita arratsaldean ere. Harrez gero ohikoa
izan zen.
Done Peri eguneko ekitaldi guztiez jabetzeko joerari eutsita, 1826an bilbotar kargudunak indarraren indarrez sartu
ziren Deustuko Udaletxean. Arratsaldez egin zuten, zezenketa hasi orduko. Urte batzuk ziren erromeriako dantzaldia
baino lehen zezenketa egiten zutela. Hala ere, aurreko urteetako bisitetako aktetan ez zuten behin ere zezenketarik
aipatu. 1826koan, ostera, honela jaso zuen Julian Urkixo eskribauak. Bazkaldu eta gero, Francisco Atxa bilbotar alkatea
“se trasladó a la plaza pública con igual acompañamiento y a breve rato fue a subir a la casa
consistorial o de Ayuntamiento de la misma anteyglesia para presidir desde ella (también
según costumbre observada) la función denovillos que estaba dispuesta. Al entrar en el salón
se presentaron los dos fieles regidores de dicha anteyglesia a quienes atentamente se había
pedido la llabe de él y espusieron que desde luego mediante la armonía con que querían proceder
franquearían la casa consistorial siempre que para entrar y estar en ella recogiese el señor alcalde
la bara real y la guardase en el sombrero u otra parte hasta el tiempo de salir, pues que no podían
consentir que entrase y estubiese en dicha casa consistorial con bara alta. Que el señor alcalde les
contestó que siendo su merced el que regentaba aquel día la jurisdicción en toda la ante y glesia
no pensaba en desairar a la vara Real ni perjudicar a la jurisdicción que regentaba y entraría como
podía y se acostumbraba con vara lebantada para el solo efecto de presidir con ella en sus manos
la función de novillos que iba a celebrarse”
Une hartan Deustun zegoen Eladio Alonso Valdenebro korrejidorea eta, iskanbilaren jakitun, “mandó que el alcalde y
demás individuos que le acompañaban entrasen en dicha casa consistorial y pasasen al balcón a presidir la función de
novillos teniendo aquel la vara alta. Que a este tiempo dichos fieles protestaron no parase perjuicio a la anteyglesia a
quien representaban el cumplimiento de tal mandato porque insistían en que no podía entrar el señor alcalde con vara
lebantada”.41
Alkatea eta bere kideak plaza burura atera ziren eta zezenketa amaitutakoan dantzaldia gobernatu zuten. Hura
nobedadea zen, duda barik. Hurrengo urteetan bilbotar alkateak Deustuko udaletxetik zuzendu zituen hala zezenketa
nola erromeria.
Nobedadeak ez ezik, galerak izan ziren. Bilboko Udalak egin ohi zuen ofrenda 1778an aipatu zuten azkenekoz eta
1830etik aurrera ez zen ofrenda mahairik jarri, edo gutxienez ez zuten aktetan aipatu. Bisitak hasi zirenean hain osagai
garrantzitsua izan zena, 1724-1733 bitartean istilu larriak eragin zituena, oharkabean desagertu zen. Deustuarren
erresistentziak esanahiaz hustu eta balio guztia kendu zion.
38
39
40
41
BUA; Bilbao Antigua 445-1-15
BUA, Bilbao Antigua 458-1-6.
BUA, Bilbao Antigua 453-1-11.
BUA, Bilbao Antigua 517-1-101-4
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Bilbotar kargudunen bisitak 1841ean amaitu ziren, Bizkaia Espainiako estatu berrian integratu zutenean.42. 1820-22
bitartean (Hirurteko Konstituzionala) ere ez zuten bisitarik egin, ezta 1834-39an, guda karlistaren sasoian.
2. Deustuarrak: eusteko borondatea eta arrakalak
Deustuarrek, herri gisa, aurpegia eman zieten Bilboko Udalaren asmoei. Hamaika protesta egin zituzten. Baina aldi
berean, deustuar batzuk, ahaltsuenak, bilbotar agintariekin lerrokatu ziren. Are gehiago, haietako batzuk Bilboko
kargudunak ziren eta, deustuarren aburuz, zerikusi handia eduki zuten hiribilduko ordezkaritzak egiten zituen bisita
haietan.
Nahikoa da irakurtzea Deustuak 1732an egin zuen frogantza. Lekuko asko bat etorri ziren Bilboko udal kargudunen
bisiten jatorria azaltzerakoan. Adibidez, Antonio Basaldua Deustuko abadea:
“havía tenido principio por don Jacobo de Ugaz natural que fue de ella [Deustua] persona poderosa
hallandose alcalde de esta villa se havía yntruzado el suso dicho a executar lo referido en dicha
anteyglesia aunque no save fixamente si fue o no a tolerancia de los vezinos de ella o haverlo
executado el susodicho con el poderío que tenía y ser tal natural de la anteyglesia”.43
Antzera egin zuten berba beste lekuko batzuek ere. Francisco Antonio Uribarri Sondikako abadeak zehaztu zuenez,
“que havía sido el motivo de ello don Jacovo de Ugaz vezino que fue de esta villa y alcalde ordinario
que fue de ella con el motibo de que el susodicho tenía una casa y otra hacienda raiz en dicha
anteyglesia a donde havía pasado siendo tal alcalde de esa villa con dicha bara de justicia y desde
dicha su casa havía ydo a la yglesia de San Pedro de dicha anteyglesia de Deusto algunos de los
días de San Pedro en los tres años que havía sido tal alcalde y que esto havía sido el principio de
haverse yntruzado dichos alcaldes de esta villa en yr todo los años a dicha anteyglesia de Deusto
y su yglesia a preferir a sus fieles en ella lo que havían repugnado y protextado continuamente”.44
Ugaztar haiek leinu boteretsua ziren Deustuan. Luzarra aldean zeuzkaten ondasunak (etxeak eta etxaldeak) eta XVI.
mendean, herriko gainerako abizen ahaltsu ia guztiak bezala, Bilboko auzo bilakatu ziren (ezkontzen bidez edo bertara
joan zirelako bizitzera) baina Deustuarekin harremana galdu barik. XVII. mendearen hasieran bizi izan zen Martin Ugaz
Ormaetxeren gainean esaten zen “que podía mucho en la dicha anteyglesia de Deusto”. Haren seme Jakobe Ugaz ere
itzal handiko gizona izan zen. Kargudun aritu zen Bilbon (gutxienez zazpi bider 1617 eta 1650 bitartean) eta Deustuan
(1628an), baita Bizkaiko foru egituretan ere.
Badakigu jakin bilbotar agintarien bisitak Jakobe Ugazen garaia baino dezente lehenago hasi zirena. Baina egia da Done
Peri egunekoak bere sasoian hasi zirela. Sondikako abadeak esan zuenez, Jakobe Ugaz alkate izan zen hiru aldietan
hasi ziren bisita haiek eta, hala da, hirutan (1636, 1639 eta 1644) aritu zen Bilbon alkate. Elizara dokumentatu dugun
lehenengo bisitaldia 1640koa da; Done Peri eguneko lehenengoa, 1648koa; baina aurreko urteetako asko falta zaizkigu.
Beraz, oraingoz ezin dugu baztertu. Garrantzitsuena, hala ere, honako hau da: deustuarren gogoan iltzaturik gelditu
zela Ugaz jauntxo hura Done Peri eguneko bisita gorrotagarrien hasierarekin.
Ugaztarrak bezala bilbotartu ziren deustuar leinu boteretsu gehienek babesa eman zieten Bilboren asmoei. Eta zeregin
horretan batu zitzaizkien kontrako norabidea eginda leku berdinera heldu zirenak, alegia, erosketa, herentzia edo
ezkontza politiken bidez Deustuan ondasunak eskuratu zituzten bilbotar aberatsak. Xehetasun txiki batek argi apur
bat emango digu: 1640ko bisitan (San Bartolome egunean) bilbotar kargudunak Juan Herrera alkatearen baserrian
bazkaldu zuten, Luzarra auzoan. 1649an Pedro de la Puente Bilboko sindikoaren etxean (Elexalden) eta 1650ean, Jakobe
Ugazen beraren Luzarrako etxean. Egun hartan Ugaz bilbotar segizioan zegoen, hiribilduko erregidorea zen eta.
42 Hala ere, Bilboko Udalak deklarazio erretorikoak egin zituen hurrengo urteetan. Adibidez, 1843an ondokoa onartu zuen ekainaren 27ko udal
batzan: “Teniendo presente el ayuntamiento constitucional que sus ocupaciones le impiden concurrir el dia veinte y nueve del corriente a los
actos jurisdiccionales que le competen ejercer en la anteiglesia de Deusto y puntos que señalan las ejecutorias y documentos que tiene a su
favor, lo mismo que en otros distintos días; acordó protestar en la forma más solemne no le pare perjuicio dicha falta de concurrencia en uno
y otros; y que sin embargo de no considerarse absolutamente necesario a mayor abundamiento y para los efectos que haya lugar se dirija una
copia de este decreto al alcalde de dicha anteiglesia por el presente secretario”. BUA, Akta Liburuak 279. Deustuko Udalari bidali egin zioten.
43 BUA, Bilbao Antigua 315-1-1, 102-102v orrialdeak.
44 BUA, Bilbao Antigua 315-1-1, 131v-133 orrialdeak.
43
44
Bilboko aberats haiek Deustuko hamaika etxalderen jabe ziren XVII. mendean; ia etxalde guztienak XVIII. mendean
(1796ko fogerazioaren arabera, baserritar etxagunak hamar baino gutxiago ziren). Urteak aurrera egin ahala, Deustuaren
gaineko presioa handiagotu zuten. XVII. mendearen amaieratik ahaleginak egin zituzten Deustuko Udala kontrolatzeko
eta, oro har, herria haien agintepean ipintzeko. Horretarako kargu nagusiak haien jomugan ipini zituzten. XVIII.
mendeko bigarren hamarkadan lortu zuten Deustuko fieletako bat eurentzat gordetzea (1716); Elizako maniobreroa ere
urte bitan Deustuko auzoa eta hurrengo bietan Bilboko ugazaba izaten zen sasoi hartan… Elizako sakristaua izendatzeko
bozketa ere ugazabentzat gorde nahi izan zuten, herriko errenteroak (herritar gehien-gehienak) bazter utzita (1739).
Ingurumari horretan, bilbotar ugazaben ofentsiba betean alegia, Bilboko Udalak 1724-1742 bitartean jo zuen erasoa
(Done Peri egunaz jabetu eta Ofrenda egunean ere azaldu arte) mingarria izan zen deustuarrentzat, are gehiago ikusita
ez zeukatela bitarteko eragingarririk aurre egiteko. Baina borrokaren nondik norakoak argi baino argiago ikusi zituzten.
Honela deskribatu zituen Francisco Antonio Uribarri Sondikako abadeak 1732ko frogantzan. Deustuko herritarrek
protesta egin zuten bilbotar kargudunen bisita haien kontra baina ezin izan zituzten eragotzi
“porque los vezinos y moradores de dicha anteyglesia [Deustua] an sido y son la mayor parte
pobres y arrendatarios de diferentes vezinos de esta dicha villa [Bilbo]”.
Barakaldoko Fernando Aranguren Sobradok ere ahoa bete-betean esan zuen, frogantza hartan bertan: “no ampodido
resistir los vezinos de ella [Deustua] por conponerse la maior parte de jente pobre”.45
Deustuar errentero eta etxagun urriek ezin izan zioten eutsi bilbotar ugazaben -nahi handiki, nahi merkatari- oldarrari.
Talkaren oreka eza nabarmena zen. Eta herriko patroiaren egunaz jabetu ziren haiek ez ziren alboko hiribildu harroaren
ordezkari hutsak; askotan deustuarren ugazabak ere baziren.
Edozelan be, deskribapen horrek badu zehazteko premiarik. Batetik, Deustuko fiel jardun zutenean, bilbotar ugazaba
haiek herriaren alde lerrokatu ziren Bilborekiko auzian. 1677an Martin Antonio Mendieta, fiel izanda, garai hartako
Deustuko kargudunen protestari eutsiz, ez zen meza nagusian eseri. Eta 1724an Domingo Izardui izan zen Deustuko
fielen protestaren ahotsa altxatu zuena ofrenda mahaitik egotzi nahi izan zituztenean. Biak ala biak Bilbora aldatutako
familia aberatsetakoak ziren. Izarduik Bilboko sindiko Felipe Andirengoetxearekin ika-mika latza eduki zuen. Sindikoari
esan zionean ez zuela ofrenda mahaiaren inguruan esertzeko eskubiderik, hark gordin-gordin erantzun zion:
“a que le replicó dicho señor sindico que siempre havían estado y estavan en dicha posezion
menos quando fuesen o hubiesen sido algunos propietarios afectos o parciales de dicha anteyglesia
[Deustua] alcaldes o síndicos de esta dicha villa [Bilbo]”.46
Ez zen egia sindikoak eskubide hori eduki zuela, baina haren berbek aditzera ematen dute Deustuan ondasunak
zeuzkatenetako batzuk Deustuaren interesen alde azaldu zirela Bilboko kargudun izan zirenean. Ez dugu jokaera horren
aztarnarik aurkitu, baina ezin da baztertu. Maiorazko eta aberats haien itzala paternalismoaren koordenadetan eratzen
zen eta, beraz, lehentasun soziala aitortzen zion herriari zor zion, arlo batzuetan behintzat, bere alde jardutea.
Hurrengo urteetan (1760ko hamarkadatik aurrera) Deustua garatu egin zen eta herritarrek, jarduera burgesekin lotutako
talde baten gidaritzapean (ontzigileak, hamarrenaren alokatzaileak…), bilbotar ugazaben eskumenak nabarmen
murriztu zituzten.
Ofrenda Egunaren garaipena
Done Peri eguneko bisitak lehenengoz 1648an dokumentatu baditugu ere, 1650eko hamarkadara arte ez dugu
kontrakotasunik aurkitu. 1653an Deustuak eta Abandok Batzar Nagusietan eskatu zuten bisita haiek eragozteko, baina
alferrik: 1654an ontzat jo zituzten.47 Ondoren auziaren bideari ekin zioten deustuarrek, ahalegin ekonomiko itzela
eginda. Alferrik, 1677an Valladolideko Errege Kantzelaritzako Epaile Nagusiak eta Aretoak, sententzia banatan, Bilbori
bisita egiteko eskubidea aitortu zioten.48
45
46
47
48
BUA, Bilbao Antigua 315-1-1, 74 orrialdea.
BUA, Bilbao Antigua 515-1-19.
G. MONREAL, op. cit. 100-113 orrialdeak.
BUA, Bilbao Antigua 57-2-4. 1677ko apirilaren 11n Bizkaiko Epaile Nagusiak eta abenduaren 10ean Aretoak.
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1714an berriro ekin zioten deustuarrek auziaren bideari eta orduan ere luze jo zuen sententziak, 1735ean heldu zen
eta. Valladolideko epaileek Bilboko Udala absolbitu egin zuten eta Deustuko Udalari behin betiko isiltasuna ezarri zion.
Auzitegiaren bidea itsututa gelditu zen, zeharo.49
XVII. mendearen azken laurdenean, ikusi dugun bezala, bestelako erresistentzia bideak frogatu zituzten deustuarrek.
Fielen esku gelditu zen ardura, antza denez, herriaren ordezkari ziren heinean. Baina hautatutako bide horrek ere ez
zion mesederik egin Deustuari. Ofrenda mahaiaren lekua hutsik laga zuten (gutxienez behin) eta, sarriagotan, uko
egin zioten meza nagusian haien lekua hartzeari, are elizan sartzeari ere. Hura herriko patroiaren omenezko ekitaldi
nagusian egitea ez zen huskeria. 1690eko hamarkadan utzi zioten jokaera haiek egiteari begi bistako emaitzarik gabe.
Deustuarren haserrea agerian laga bai, baina ez zuen haragoko helbururik lortu.
Desobeditzeari ere ekin zioten, batez ere unean uneko inposatzeen aurrean. 1724an fielak ez ziren ofrenda mahaitik
altxatu. Eta 1731n, mahai horretan bertan, elizako maniobreroak eman zion aurpegia bilbotar alkatearen jarrera
zanpatzaileari. Matxinadarako deia ere egin zuen eta giroa gori-gori paratu zen, baina ez zen lehertu. Banaka batzuek
ere bilbotarren bisitak oztopatu zituzten 1730an eta 1742an (Marina Aldekoa, Antonio Etxebarria, Juan Deusto...).
1714an Lazaro Fano fielak ez zien aitortu nahi izan elizako ohorezko lekua Bilboko erregidoreei eta istilua eragin zuen.
Matxinadak, desobeditzeak, protesta indibidualak, protesta sinbolikoak, auzibideak… Modu horietan guztietan
ahalegina egin zuten deustuarrek eta ezin bilbotar agintarien garaipena eragotzi.
Baina horiekin ez ziren agortu erresistentzia bideak. Beste bat ere erabili zuten, sotilagoa, herrikoiagoa, auzolanekoa…
eta horrek, epe luzean, fruitu oparoak eman zituen. Ez dakigu noiz ekin zioten bide horri. 1704an (lehenago be bai,
seguru, baina hauxe da dokumentatu dugun lekukotzarik zaharrena) Done Peri jaietan ofrenda birritan batzen zuen
elizako maniobreroak, Done Peri egunean lehenengo eta hurrengo domekan gero:
“en la octava, en la ofrenda del Pueblo”.
Hura Herriaren Ofrenda zen, deustuarrena alegia. Agirietan “la octava”, “la infraoctava”, edo “la ofrenda” gisa idatzi
zuten, Done Peri egunaren zortziurreneko (hurrengo zortzi egunetako) domekan egiten zutelako. XVII. mendean ez
dugu haren arrastorik aurkitu, baina egia da garai hartako Deustuko festei lotutako dokumentazio gutxi gorde dela eta,
beraz, ezin zehaztu jaiegun horren izaera eta ezaugarriak. Baina XVIII. mendea hasi berritan zortziurreneko domeka
Ofrenda eguna zen, Herriaren Ofrenda.
Beraz, ezin dugu zehaztu noiztik zen Herriaren Ofrenda eguna. Argi dago berez Done Peri eguna, herriko santu
patroiaren eguna alegia, egokiena zela haren izeneko elizari ofrenda egiteko. Eta egin egiten zioten. XVII. mendeko
bilbotar agintarien bisitetan behin baino gehiagotan aipatu zuten ofrenda edo limosna asko ematen zituztela herritarrek
Done Peri egunean. 1665eko bisitaren aktan irakurtzen da bilbotar alkatea Deustuko fielekin eta maniobreroarekin
jarri zela: “centados en sendas sillas a rrecibir ofrenda que en semejante día acostumbran a dar los bezinos de la dicha
anteyglesia y las demas personas que van por debozion a ella”.50 Eta 1699koan: “y acudido a la dicha ofrenda muchas
personas echaron limosna a dichas fuentes”.
Done Peri eguneko ofrendaren indarra ahulduz joan zen eta pentsatzekoa da prozesu horretan zer ikusi eduki zuela
bilbotar agintarien presentzia iraingarriak. Deustuko elizako kontuak arakatuta, 1709ko Done Peri egunean 26 errealeko
limosna batu zuten. 1710ekoan, 34 erreal eta 10 marabedi. Urte bi haietako Ofrenda egunean, berriz, 89.17 eta 82 erreal
bildu zituzten, hurrenez hurren.51 Nagusitasuna Ofrenda domekak zeukan, izenak berak salatzen zuenez. Hurrengo
urteetan aldea handitu besterik ez zuen egin.
Hura deustuarren erantzun kontzientea zela pentsatzeko bidea ematen digu beste kontu batek. 1731tik, deustuarrak
ofrenda mahaitik kanpo gelditu zirenetik alegia, Done Peri eguneko limosna bakarra Bilboko agintariek emandako
16 errealak (zilar eskudoa) izan ziren.52 Ez zegoen besterik. Ofrenda mahaia beretzat irabazi zuten bilbotarrek baina
ofrenda mahaia zeregin barik laga zuten deustuarrek.
49
50
51
52
BFA, Korrejimendua, 741-12. 1734ko otsailaren 12an Bizkaiko Epaile Nagusiak eta 1735eko azaroaren 4an Aretoak.
BUA, Bilbao Antigua 514-1-1.
BEHA, Deustuko Done Peri eliza. Fabrikaren inbentario liburua 1702-1787. 1861/001-02.
Ibidem.
45
46
Hain zen horrela ezen, gutxienez 1782tik aurrera53, Bilboko Udalak ere utzi egin zion limosna emateari. Bilbotar
kargudunek amore eman behar izan zuten eta ofrenda barik gelditu ziren. Herriaren Ofrenda erabat nagusitu zen.
Deustuarren garaipena bilakatu zen.
Ofrenda egunaren aldeko hautua erabaki errebeldea izan zen, zanpaketari aurpegia emateko modua. Hala ere,
herritarren erantzun eta jokamolde batzuekin sarritan gertatzen den legez, oharkabean igaro liteke. Bere ingurumariari
erreparatu eta bere dimentsioa aitortu behar zaio. Eta bilbotar kargudunei ofrenda kendu zieten bezala, jai ospakizun
gehiago zapalketatik libratzeko ahalegina egin zuten deustuarrek.54 Zorionekoak gu, oso testigantza zuzen ezohikoa
daukagu, hasieran aipatu dugun Pedro Lemonauriaren artikulua:
“jendetza batu ohi da Ofrendaren erromeria ospetsuan, Done Peri egunaren osteko domekan. Egun horretan egiten
dute zeren, anakronismo ulergaitzaren bat dela medio, Done Peri egunean Bilboko alkatea joaten baitzen mezatara buru
nagusi gisa, aginte makila goian zeramala; eta deustuarrek, euren eskubideak urratuta ikusita, edo herritik alde egin, edo
haien patroiaren jai egun horretan parte hartze txikia izaten zuten. Ofrendaren erromeria Done Peri egunaren osteko
domekan ospatzen zuten eta antzina-antzinako ohitura da meza nagusiaren ostean emakume ezkonduek zortzikoa
dantzatzea; bertan lehenengo postua, alegia aurreskua, herriko andre dantzari onenari ematen zaio. Dantzaldi hori
amaituta jendea bazkaltzera joaten da eta arratsaldeko hiruretan funtzioa hasi ohi da, zezenketarekin gehienetan, eta
ostean, Bizkaiko dantzak egiten dituzte askotan gauerdira arte”.
Horra hor, 1846ko deskribapenean, garai hartako deustuarren jai egun handiena, bilbotar agintarien esku hartzearen
eta herritarren erresistentzia grinaren ondorioa. Bide batez, horra hor galdera: emakumeen aurreskua meza nagusiaren
ostean dantzatzen zen, eguerdian. Bilbotar alkateek 1778an ekin zioten Done Peri eguneko eguerdiko dantza saioa
gobernatzeari. Orduan aldatu ote zuten deustuar emakumeek haien aurreskua Ofrenda Egunera ala lehenagotik egiten
zuten?
3. Jai ospakizunak Done Peri eta Ofrenda egunetan
Ofrenda egunaren deskribapen hori osatzeko, Done Peri eguneko ospakizunak erantsi behar dizkiogu. 1732tik aurrera
lehenengo ekitaldia Bilboko udal kapilauak elizan esaten zuen meza izaten zen. Ondoren eta meza nagusia (goizeko
hamarretan) hasi arte, ofrenda mahaia egoten zen (ofrenda berez 1731n desagertu zen; mahaiak 1830era arte iraun
zuen), hasieran herriko agintariak eta maniobreroak haren inguruan eserita eta, akabuan, bilbotar kargudunak baino
ez. Meza nagusia hasi orduko prozesio txikia egiten zen elizari buelta osoa emanda (gutxienez hala jaso zuten bisitetako
aktek 1674 eta 1744 bitartean). Meza nagusia Deustuko abadeak esaten zuen, diakono eta subdiakono banaren laguntzaz.
Meza ostean, 1778tik aurrera, dantzaldia egiten zen eliza aurreko landan. Ondoren, bazkaltzera eta, arratsaldean, berriz
ere dantzarako tartea. Erromeria hori Deustuko fielek gobernatu zuten 1735 urtera arte. Ondoren, Bilboko alkateak
hartu zuen bere gain ardura hori 1841 urtera arte. Txistularia Deustuko elizako fabrikak ekarri zuen harik eta Carlos
Perez bisitatzaileak 1745ean elizako kontuak ikuskatzean agindu zehatza eman zuen arte:
“que en adelante no se admitan más partidas con ningún pretesto dadas al tamborilero”55
Kontu liburuetako ordainketen arabera, hori baino lehen Bilboko udal txistularia ekarri ohi zuten: Juan Mendiola
(1704, 1706…) eta Bartolome Elorrio (1710, 1712, 1718, 1719, 1720, 1721, 1732).56 Hurrengo urteetan Deustuko Udalak
ordainduko zion danbolinteroari (herriak soldatapeko txistularia zeukan 1760 urte aldean) eta 1770etik aurrera Bilboko
Udalak bere txistulari eta atabalaria ekarri zituen Deustuko erromerian jo zezaten.
Arratsaldeko dantzaldi hura zazpiak eta bederatziak bitartean amaitzen zen. Batzuetan labur samarra izan zela ematen
du (1750ean “se hicieron tres bailes por barias personas”)57 eta aktetan orduak zehaztu zituztenenean luzeenak ordu
53 Aurreko urteetako kontuetan Done Peri eta Ofrenda egunetako limosnak aipatu zituzten; 1782tik aurrera, bigarren eguna baino ez. Ibidem.
54 Guiardek Deustuko Done Peri eguneko bisitak auzi asko eragin zituela jaso zuen. Baina auzitegietan galdu eta gero, orain aipatu dugun bidetik
jo zuten hala deustuarrek nola abandotarrek: “elizateek ikusi behar izan zituzten agintari arrotzak nagusi haien botozko jaietan, baina hotsik
handiena errepikapen egunetarako gorde zuten; horiek bilakatu ziren herrietako jai nagusiak, benetako botozkoak”. GUIARD, op. cit., II, 432-37.
55 BEHA, Deustuko Done Peri eliza. Fabrikaren inbentario liburua 1702-1787. 1861/001-02.
56 Ibidem.
57 BUA, Bilbao Antigua 473-1-38
BIDEBARRIETA 25 / 2014
bi eta erdikoak izan ziren (adibidez, 1766an, “desde las seis oras y media pasadas hasta cerca de las nuebe”).58 Azkenik,
1826tik aurrera, urte batzuetako akten arabera, zezenketek irekitzen zuten arratsaldeko erromeria. Deustuko udaletxe
aurreko plazan egiten ziren, ikuskizun horretarako oholez hesituta.
Aipatzen ez badira ere, txosnak paratzen zituzten eliza aurreko landan, Ofrenda egunean egiten zuten bezala. Hala
ere, Ofrenda egunak askotaz izaera herrikoiagoa zeukan. Ikustea besterik ez dago zer ordura arte luzatzen zen. 1818an
deklaratu zuenez, Deustuko udal txistulariak (Felipe Velezek)
“el día de la ofrenda (Domingo imediato a la festividad de San Pedro Apostol) suele tañer por
mandado de los fieles hasta las diez o más de la noche”.59
Eta Lemonauriak azaldu zuenez, 1846 urte aldean gau erdira arte ere luzatzen ziren, “plaza argi betean dagoela,
horretarako beren-beregi izetu dituzten suei esker”.
4. Ondorioak
Deustuan jurisdikzio bisitak gutxienez 1575etik egin bazituzten ere, Bilboko udal ordezkariak ez ziren Deustuan Done
Peri egunean azaldu 1648ra arte. Harrez gero, ia hutsik egin barik, urterik urte agertu ziren, 1841 arte. ‘Done Peri egunean
Bilbok Deustura jurisdikzio bisita egiten zuen’ idazteko aukera ematen digu horrek, baina esaldi horrek iradokitzen duen
aldaketarik gabeko egia fosilizatuaren ordez, begien aurrean azaldu zaigu prozesu luzea, gorabeheratsua eta lantzeanlantzean iskanbilatsua.
Lehenengo fasean (1648-1723), bilbotar kargudunek nahikoa izan zuten Deustuko elizkizunetan nagusi agertu
izanarekin. Bigarren fasean (1724-1841) erasoa jo zuten eta lehenengo elizkizunez jabetu ziren: Bilboko udal kapilauak
meza esan (1732), ofrenda mahaitik deustuarrak egotzi (1731), meza nagusian eta prozesioan ohorezko lekua…
Ondoren, Done Peri egun osoaz jabetu ziren: arratsaldeko erromeria (1741), goizeko dantza saioa (1778) eta zezenketak
(1826). Behin, gutxienez, Done Peri egunaz gain, Ofrenda egunean ere azaldu ziren agintari (1742). Sententziak izan
zituzten bidelagun. Erasoaren gorengo unea (1724-1742) bilbotar ugazabak Deustuan botere-eremuak irabazten ari
ziren aroan gertatu zen.
Deustuarrek aurpegia eman zieten haien patroiaren jaieguneko galera haiei: Batzar Nagusietara jo (1653), auzitegietara
(1672, 1714), fielek protesta formalak eta sinbolikoak egin zituzten, baita herritar batzuek ere. Une batez galdu zuten
Ofrenda egunari eutsi zioten eta Done Peri eguneko ekitaldi nagusiak egun horretara aldatu zituzten. Hura izan zen haien
defentsarik eragingarriena. Ofrenda ekitaldiaz jabetu ziren bilbotar kargudunei ofrenda kendu egin zieten, egin kontu.
Eta, itxura batean, beste horrenbeste egin zuten gainerako ekitaldi nagusiekin. Adibidez, emakumeen aurreskuarekin.
Berrehun urtez Done Peri eguna gatazka eremua izan zen Deustuan. Bilboko Udala nagusitu zen borroka hartan eta
horrek min egin zion Deustuari. Baina, ikusi dugun legez, kaltea eragiteaz gain, herri nortasuna bizkortu egin zuen.
Bilboren erasoaren eta Deustuaren erantzunaren arteko dialektikatik jai berriak sortu ziren eta deustuar kontzientzia
sendoturik atera zen.
58 BUA, Bilbao Antigua 441-1-14
59 BFA, Korrejimendua, 1330-73.
47
48
Celebraciones en torno a la clausura de los
conventos bilbainos en el siglo XVII
Nere Jone Intxaustegi Jauregi
Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea
Resumen
Bajo este título, se recogen los actos, todos ellos de matiz religioso y en los que participó lo más granado de la sociedad
bilbaína, que se realizaron durante la Edad Moderna en Bilbao con motivo del enclaustramiento de las religiosas en los
conventos bilbaínos. Este encerramiento fue una de las consecuencias del Concilio de Trento, y se ejecutó en todos los
conventos de la Monarquía de los Austrias.
Palabras clave: Conventos, monjas, clausura, elite, Bilbao
Laburpena
Bilboko komentuen itxieraren inguruko ospakizunak XVII. mendean
Izenburu horixe eman diogun lan honetan Aro Modernoan Bilbon, lekaimeak hango komentuetan sartu zirela eta, egin
ziren ospakizunak aipatzen dira, guztiak ere erlijio kutsukoak eta bilbotar jendarteko gailenen parte hartzeaz burutuak
izan zirenak. Izan ere Trentoko Kontzilioaren ondorioetakoa izan zen itxian sartzearen hori, Austriarren Monarkiaren
mendeko komentu guztietan bete zen.
Giltza hitzak: Komentuak, lekaimeak, barrutegia, elitea, Bilbo.
Abstract
Celebrations related to the cloistering of nuns in Bilbao convents in the XVII century
This heading refers to the activities – all with a religious nuance and attended by the elite of Bilbao society – that were
held during the modern age in Bilbao on the occasion of the cloistering of nuns in the Bilbao convents. This confinement
was one of the consequences of the Council of Trent and was carried out in all the convents of the Hapsburg monarchy.
Key words: Convents, nuns, cloistering, elite, Bilbao.
Hartua-recibido: 15-XII-2013- Onartua-aceptado: 18-VIII-2014
BIDEBARRIETA 25 / 2014
En la Edad Moderna, la fiesta barroca, en sus diversas modalidades, estaba considerada un instrumento político de
poder y de propaganda. De hecho, la fiesta barroca fue una creación política, más que artística, que surgió como
instrumento de control y disuasión en el siglo XVII ante la posibilidad de desórdenes sociales1. Como expuso en su
momento Bonet Correa, el regocijo popular, la alegría y risa en común fue como una válvula de escape que de vez
en cuando y a su debido tiempo se abría para así mantener el equilibrio y la conexión entre las clases, a fin de que el
edificio “bien construido” del Antiguo Régimen no sufriese resquebrajaduras amenazadoras de su estabilidad. También
fue un eficiente lenitivo que hacía soportable el trabajo y las penalidades de los días laborables. La fiesta, con su mágico
poder, dejaba en suspenso la monotonía grisácea de la vida cotidiana creando un espacio y tiempo utópicos, propiciaba
una evasión indispensable para aliviar del peso de las obligaciones y presión, especialmente de la miseria de las clases
inferiores2.
El ámbito de la festividad nos ofrece una amplia variedad de fiestas, festejos y conmemoraciones, aunque toda esta
diversidad de celebraciones puede ser agrupada en dos grandes conjuntos: por la lado, las celebraciones laicas, que
estaban en estrecha relación con al ámbito local, el territorial y el estatal, y por el otro, las celebraciones de índole
religioso. En el caso bilbaíno, el ámbito laico abarcaría a la Villa, al Señorío y a la Monarquía, mientras que en las
celebraciones eclesiásticas se estaría en estrecha relación con la Iglesia y con las órdenes religiosas.
Respecto a las festividades que se van a analizar en este artículo, su naturaleza era religiosa. Como el título indica,
nos encontramos ante las celebraciones que se llevaron a cabo en Bilbao durante la Edad Moderna para celebrar el
encerramiento en clausura de las religiosas en los conventos de la villa. El artículo va a quedar vertebrado en tres puntos.
En primer lugar, se expondrá a grandes rasgos el papel que los conventos jugaron en la vida cotidiana de la sociedad de
la Edad Moderna, ya que fue precisamente ese papel el que determinó, en gran medida, los sentimientos que los propios
conventos y las religiosas hacían aflorar entre las gentes de la época; básicamente consistirá en ver el porqué de las
celebraciones llevadas a cabo en torno a un episodio tan concreto y singular como es el encerramiento de las religiosas
en los conventos. En segundo lugar, se presentarán y describirán los conventos de Bilbao, esto es, el ámbito en el cual se
llevaron a cabo las festividades. La historia y la trayectoria de estos siete cenobios van a resultar cruciales a la hora de
entender los sentimientos que la sociedad de la época poseía hacia ellos y hacia todo lo que estaba en estrecha conexión
con ellos. Finalmente, se narrarán y detallarán las propias celebraciones, cuestión nada sencilla a tenor de la escasez de
fuentes directas sobre esta temática.
1. El papel de los conventos en la Edad Moderna
El ímpetu expansivo del clero conventual es un fenómeno notoriamente post-tridentino. Uno de los pilares principales
de la ofensiva eclesiástica post-tridentina fue el desarrollo de lo que se ha denominado “religiosidad de la presencia
social”, lo que se logró a través del incremento de los efectivos eclesiásticos, fenómeno en el que las órdenes mendicantes
y los clérigos regulares fueron los protagonistas evidentes y los factores inigualables de difusión social del modelo que
religiosidad que se consagró en Trento3. Hay que tener en cuenta que la reforma tridentina potenció una religiosidad
muy exteriorizada, en la cual la vida conventual, y especialmente las celebraciones llevadas a cabo con la clausura son
un excelente ejemplo de ello.
Es cierto que el Concilio de Trento significó la reglamentación del enclaustramiento, pero tiempo antes, desde comienzos
de la Alta Edad Media, se habían dado pasos en esa dirección. Los ejemplos más significativos al respecto son la Regula
ad Virgines de San Cesáreo de Arlés, del siglo VI, que está considerada como la más antigua de las reglas que se conoce
hecha para las religiosas enclaustradas4; o el Periculoso del Papa Bonifacio VIII realizado en el año 1298, que fue la base
tanto de la legislación tridentina como la del Papa Pío V. También es significativo mencionar las acciones impulsadas
por los Reyes Católicos que tuvieron una influencia importante en el devenir de los conventos femeninos antes de la
legislación tridentina. No obstante, hasta el Concilio las Órdenes femeninas vivieron con una gran autonomía5.
La imposición de la clausura conllevó grandes y variados cambios en la vida de las religiosas. Los cambios giraron
en torno al cerramiento que se tenía que llevar a cabo en el convento, que a su vez supuso transformaciones en otros
1 M.A. EGUILUZ ROMERO. (2012): La transformación artístico-festiva de las grandes villas vizcaínas (1610-1789), Tesis Doctoral, p. 93.
2 A. BONET CORREA. (1990): Fiesta, poder y arquitectura. Aproximaciones al barroco español, Akal, Torrejón de Ardoz, p. 5.
A. ATIENZA. (2003): “La expansión del clero regular en Aragón durante la Edad Moderna. El proceso fundacional” en Revista de Historia
3 Moderna, nº21, pp. 18-19.
4 M.J. ARANA. (1992): La clausura de las mujeres, Ediciones Mensajero, p. 74.
5 E. MARTÍNEZ RUIZ. (2004): El peso de la Iglesia. Cuatro siglos de Órdenes Religiosas en España, p. 228.
49
50
ámbitos. En primer lugar, la clausura conllevó una serie de obras arquitectónicas necesarias para acomodar los espacios
religiosos a las exigencias dictadas en Trento. Así, nos encontramos con cierres de muros, cerramientos de ventanas,
vanos y tragaluces, tornos en las entradas, instalación de dobles rejas de hierro con pinchos y agujeros pequeños para
las visitas. Estos cambios en la fisionomía del edificio tuvieron una influencia directa en las religiosas ya que, como se
dictó desde Trento, a partir del momento de la entrada en clausura las religiosas no podrían salir del convento ya que el
voto de clausura era perpetuo e irrevocable.
Asimismo, el disponer de conventos de monjas fue siempre motivo de orgullo en las ciudades renacentistas y barrocas.
Si en una localidad había varios, su importancia y alcurnia estaban por encima de toda duda, pues eso indicaba que
tenía los excedentes económicos necesarios para sostenerlos y, sobre todo, un buen número de hijas virtuosas, honra
de las familias que daban prestigio a los conventos y que al mismo tiempo lo recibían de ellos6. Por lo tanto, todo lo
relacionado con los conventos era todo un acontecimiento que se celebraba en la localidad que se realizase.
2. Los conventos bilbaínos
En Bilbao7, durante la Edad Moderna, existieron siete conventos8: las clarisas de los conventos de Santa Clara de Abando,
Santa Cruz de Bilbao y la Concepción de Abando, las agustinas de Santa Mónica y de La Esperanza, las dominicas de
La Encarnación, y las mercedarias de La Naja9. No obstante, la cantidad de la documentación relativa a estos centros
religiosos no es homogénea, debido a diferentes motivos. Así, por ejemplo, del Convento de Santa Mónica apenas sí
tenemos información, ya que muchos documentos se han perdido a causa de las guerras que se vivieron en la villa y los
traslados de la propia Comunidad10. Lo mismo sucede con el Convento de la Concepción de Abando, que perdió gran
parte de su documentación original con las invasiones francesas de 1795 y de 1808, y con la Primera Guerra Carlista11.
Por lo tanto, a la hora de analizar este tema, se tendrán como base documental los documentos supervivientes de algunos
conventos bilbaínos ya que en algunos casos, como se verá, no se ha conservado apenas documentación. Hay que decir
que la información apenas varía de un convento bilbaíno a otro, similitud que se da también en la documentación
relativa a las celebraciones llevadas a cabo en otros conventos vascos y de otras regiones de la Monarquía de los Austria,
lo que indica que las celebraciones llevadas a cabo fueron afines. Este planteamiento queda respaldado en la tesis
doctoral de Eguíluz Romero12 en la que recoge que las fiestas tanto del calendario litúrgico como de carácter religioso se
llevaban a cabo de forma rigurosa con lo dicho por la Iglesia. Por consiguiente, “el programa de fiestas” que se siguió en
Bilbao con motivo del enclaustramiento de las religiosas en sus respectivos conventos no varió en exceso en relación al
seguido en otras localidades, por lo que las descripciones que se tienen de esas otras celebraciones pueden ser de gran
ayuda para llenar el vacío documental existente en la capital del Señorío.
Antes de entrar en materia, es imprescindible conocer todos los detalles que rodearon tanto a los conventos como a la
sociedad bilbaína para, así, poder entender mejor el hondo significado que tuvieron las celebraciones realizadas para
conmemorar el encerramiento de las religiosas en clausura en la sociedad bilbaína. Existen, a grandes rasgos, dos tipos
de nacimientos en los conventos de mujeres: uno, fruto de una evolución natural desde un beaterio hasta un convento,
y un segundo, el de una fundación de nueva planta. El primer caso fue el típico del Señorío de Bizkaia, y especialmente
de Bilbao, donde todos los conventos femeninos tuvieron ese origen. Los beaterios eran lugares donde mujeres laicas se
C. TENORIO GNECCO.: Convento de Monjas, p. 4.
Las anteiglesias de Abando, Begoña y Deusto se anexionaron a la villa Bilbao en los siglo XIX y XX.
T. GUIARD. (1974): Historia de la Noble villa de Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, Tomo III, p. 602.
Estos conventos han tenido un devenir distinto. Así, la comunidad de religiosas de Santa Clara sufrió las consecuencias de la Primera Guerra
Carlista tras la destrucción del edificio y se sacó a remate el solar y las ruinas del edificio; después de una estancia con las clarisas de Gernika se
instalaron en Begoña y en la actualidad están en Derio. Las clarisas del Convento de la Santa Cruz, tras la invasión francesa durante la Guerra de
la Convención se refugiaron en Orduña, y en el siglo XIX se trasladaron a Begoña y en la actualidad se encuentran en Derio. Las concepcionistas
de Abando, situadas en Abando-Ibarra hasta1850 cuando se llevó a cabo una expropiación, inauguraron en 1861 el nuevo edificio de la comunidad
en la calle Concepción del barrio Bilbao la Vieja donde se encuentran en la actualidad. Las dominicas del Convento de la Encarnación, tras estar
en la calle Somera, en 1515 se trasladaron a Atxuri donde se encuentran en la actualidad. Las agustinas del Convento de Santa Mónica estuvieron
en el principio de la calle Ascao y en 1860 se trasladaron a Begoña, donde continúan en la actualidad. El convento de la Esperanza, situado en
los arrabales de San Nicolás, desapareció cuando en la década de los 80 del siglo XX se convirtió en un centro de educación secundaria, Colegio
Zabálburu, y esa calle se conoce, precisamente, con el nombre de la Esperanza. Las mercedarias de La Naja se fusionaron en 1674 con las
mercedarias de Deusto y permanecieron en La Naja hasta que a finales del siglo XX, el ayuntamiento de Bilbao compró sus posesiones y en la
actualidad en la iglesia del convento se encuentra la sala de música Bilbao-Rock.
10 E. de LABAYRU.: Historia General del Señorío de Bizcaya, Tomo VIII, p. 313.
11 J. ITURRATE SAENZ DE LAFUENTE. (2000): Guía para visitar los santuarios marianos de los territorios históricos de Álava, Guipúzcoa y
Vizcaya, p. 237.
12 M.A. EGUILUZ ROMERO (2012): La transformación artístico-festiva… op.cit., p. 50.
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juntaban para llevar una vida más cercana a Dios, y realizar labores para la comunidad como el cuidado de enfermos,
encargarse de la educación de las niñas del lugar, o velar por los difuntos. Ya en el siglo XVI, los beaterios tendieron a
desaparecer, a alinearse bajo una Orden religiosa, que los tomó bajo su protección y de la cual se hicieron dependientes
jurídica y espiritualmente, o a su nacimiento ya bajo la influencia de alguna Orden religiosa13.
En el caso bilbaíno todos sus conventos femeninos tienen su origen en un beaterio, y de éste pasaron a un convento
cuando profesaron la clausura. Lo habitual en el caso de los beaterios es que se desconozca su fecha de fundación,
habiendo, por lo tanto, pocos casos en los que esa fecha de inicio está constatada. Así, el Monasterio de la Encarnación
se fundó como beaterio en la calle Somera en el año 1499, trasladándose en 1515 a Atxuri, mientras que del resto de
los beaterios de Bilbao se desconoce esa primera fecha. El beaterio de Santa Bárbara y Santa María de los Ángeles (fue
conocido con ambos nombres) fue el origen del Convento de Santa Clara de Abando, y estuvo situado en un principio
en la zona de San Mamés, aunque con el tiempo las religiosas se movieron hacia las calles actuales de Hurtado de
Amézaga, Alameda de Urquijo, Elcano y Euscalduna. Se desconoce la fecha de su fundación, aunque se cree que pudo
darse hacia 1366. El Convento de la Santa Cruz tuvo su origen en un beaterio llamado de Santa Isabel y estuvo situado
en la calle Zabalbide hasta que se trasladó a la calle Ascao. En 1558 se dio una separación en el seno de la comunidad,
y unas pocas religiosas crearon un nuevo beaterio conocido como el de Santa Isabel junto a las Calzadas de Begoña,
mientras que gran parte de la comunidad permaneció en el beaterio de la calle de Ascao que se pasó a llamar el beaterio
de la Santa Cruz. Estos dos beaterios se fusionaron cuando se instauró la clausura , pasando a denominarse Convento de
la Santa Cruz. El Convento de la Concepción de Abando también tuvo su origen en un beaterio situado en San Mamés,
y se cree que para 1467 ya existía. Desde 1505 estuvo emplazado en la zona de Abando-Ibarra, en los terrenos que en la
actualidad ocupan las estaciones de ferrocarril del Norte y Santander. De los beaterios de agustinas de Santa Mónica y
de la Esperanza se ignora su origen y demás información previa14, y simplemente ha llegado hasta nosotros las fechas en
las que se convirtieron en convento: 1640 y 1563 respectivamente. Por fin, el beaterio mercedario de la villa es de 1532,
fecha en la que se conserva la primera referencia al beaterio de Mercedarias de la calle Somera, que posteriormente se
trasladó al otro lado de la ría, a la zona de La Naja, convirtiéndose en cenobio en 1621.
En Bilbao, estos siete conventos eran muy queridos y apreciados por la población. Los motivos de esta estima eran
diversos, pero siempre en conexión con las excelentes relaciones existentes entre las religiosas y la población, ya que
las religiosas se encargaban de funciones varias como la educación y adoctrinamiento de niños y de doncellas en las
buenas costumbres y las labores de casa, cuidado de enfermos y velaban de los difuntos. Por su parte, la consideración
de la población se refleja en hechos como en la solicitud y entrada de mujeres de tanto alta como baja alcurnia en
los conventos. El de La Encarnación es el fiel reflejo de esta situación, ya que gustó a la comunidad desde el primer
momento, y las hijas de las ilustres familias, como los Ladrón de Guevara, los Bertendona, los Ayarza, los Leguizamón,
los Zamudio, los Villela, los Abendaño, los Arbolancha o los Bilbao la Vieja ingresaron y pasaron el resto de su vida en
él15.
No obstante, el mayor ejemplo de este cariño de la población a las religiosas se dio con el apoyo que estos conventos,
al igual que otros vizcaínos, recibieron del ayuntamiento bilbaíno y, especialmente, de las Juntas Generales del Señorío
ante la obligación de clausura que se decidió en el Concilio de Trento y que la Iglesia impulsó por varias vías. Una de
las consecuencias del Concilio de Trento fue la imposición de la clausura a las órdenes monásticas femeninas, hecho
que fue recibido con descontento e indignación por las religiosas. En el País Vasco, la instauración de la clausura no fue
nada sencillo y a comienzos del siglo XVII aún no se había podido llevar a cabo ya que las religiosas se negaron. Una de
las medidas que se tomó desde Roma para su instauración definitiva fue la prohibición a los centros religiosos de que
recibiese novicias si antes no habían aceptado el régimen de clausura, lo que conllevaba a la extinción del convento.
Ante esta coyuntura, las religiosas solicitaron ayuda a las Juntas Generales y éstas, sin dudarlo, se pusieron de parte de
las religiosas, llegando incluso a escribir a Roma en el año 1604, aunque sin mucho éxito16.
Uno de los motivos principales de la posición belicosa de las religiosas fue su pobreza y escasez de medios para imponer
la clausura, ya que ésta obligaba a adecuar los centros religiosos a las exigencias del enclaustramiento y las obras de
adecuación y aclimatación de los espacios eran costosas. Como ya se ha mencionado, la clausura conllevó una serie
de obras arquitectónicas para acomodar los espacios religiosos a las exigencias dictadas en Trento. En esta situación
también se reflejaron los buenos sentimientos que inspiraban las religiosas ya que, como a continuación se explicará,
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M.J. ARANA. : La clausura… op.cit., p. 114.
E. LABAYRU: Historia General…op.cit., tomo IV, p. 367.
E. ABAIGAR, E. (1971): El Convento de la Encarnación de Bilbao, Publicaciones de la Junta de Cultura de Vizcaya, p. 16.
INTXAUSTEGI, N. J. (2013): “Rebelión de las clarisas vizcaínas frente al Concilio de Trento” en II Encuentro de Jóvenes Investigadores en Historia
Moderna, Madrid.
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a través de los medios económicos de diversos vecinos de la villa, que recibieron habitualmente a través de mandas
testamentarios, fue posible llevar a cabo las obras de enclaustramiento.
Por tanto, nos encontramos ante la siguiente situación: religiosas que fueron obligadas a vivir en clausura, viviesen
en beaterios o en conventos; es decir, desde Trento se legisló sin tener en cuenta que la realidad no era homogénea.
Nos encontramos con mujeres que no habían profesado ningún voto o con monjas que sí habían profesado los votos
de pobreza, obediencia y castidad, pero que, en ningún caso, habían profesado el de clausura, razón por la cual las
religiosas se mostraron en contra de la legislación vaticana. Fuese un beaterio o un convento, indiferentemente de su
naturaleza, si no se imponía la clausura el centro religioso estaba abocado a la extinción, por lo que gradualmente los
conventos bilbaínos, al igual que los restantes, acabaron claudicando hasta acabar instaurándola.
3. Clausura y celebraciones varias
Un detalle importante de estas celebraciones es que se trataba de un acto religioso y una ceremonia extraordinaria, pero
que no constaban en el calendario litúrgico y festivo anual. Por lo tanto, estamos ante una celebración que se realizaba
una vez en la Historia y los años posteriores no se volvía a celebrar ni a conmemorar. Lo habitual, como se verá, era
elegir una fecha que tuviese alguna relación con la orden monástica como, por ejemplo, el día del santo patrón de la
Orden religiosa.
Como indica Ángela Atienza la inauguración del nuevo convento era un acontecimiento religioso, una gran efemérides
social y política en la localidad que lo acogía; era una gran oportunidad para añadir elementos de gloria a las élites, a las
autoridades seculares y religiosas y, por supuesto, a las familias que habían impulsado el establecimiento conventual17.
Como ya se ha indicado, muchas de las razones para la negativa a llevar a cabo el enclaustramiento fueron la pobreza
y falta de medios de las religiosas. Esta situación de carencia económica fue paliada por donaciones que realizaron
vecinos o naturales de la villa, y este acto que dejó ligado el nombre de esa familia a la historia de la villa, aunque en
menor medida que en otras localidades debido al protagonismo de los beaterios.
Tras años de reticencias debido a la negativa de las religiosas a entrar en clausura, el domingo 2 de marzo de 1603,
tercer domingo de cuaresma, se llevó a cabo el enclaustramiento de las religiosas en el Convento de Santa Clara de
Abando. Tal acto, certificado por el escribano numeral Gonzalo de Lopategui, contó con la presencia de ilustres como
del Provincial Juan de Zornoza, su secretario Miguel de Echeverría, los padres frailes Juan de Urrecha, exprovincial y
padre de provincia, Juan de Solaguren, definidor provincial, Antonio de Zornoza, guardián de san Francisco de Bilbao
con toda se comunidad, y Diego de Escalante, guardián de san Mamés18. Las beatas esperaban al padre provincial y a
sus acompañantes congregadas a las puertas del convento, donde para entonces se había reunido una representación
de las autoridades civiles como el licenciado Villabeta de Montoya corregidor del Señorío o el alcalde de Bilbao Simón
Victoria de Lecea, quiénes ejercieron de testigos del acto, y vecinos como Tristán de Aboitiz y Juan de Madariaga y
mucha gente bilbaína que se volcó junto al convento para no perder detalle de la celebración19. El prelado, una vez
elegidos los testigos, hizo fijación de los límites del terreno con vista ocular de los mismos20.
Se trató de un acto de gran solemnidad en el que los religiosos de San Francisco cantaron solemnemente las Vísperas
del día, mientras que las religiosas21, con cirios encendidos, se adelantaron al altar mayor, a la presencia de Jesús
sacramentado y expuesto, e hincadas las rodillas, oyeron la plática que les dirigió el Provincial en alabanza de la religión
y de la clausura. Las diez religiosas22 renovaron su compromiso anterior de encerrarse en clausura, manifestando que la
querían guardar de su propia voluntad, sin ser forzadas a ello. Después de este acto, se realizó el ingreso en el convento
a través de la puerta rejada del coro y dio comienzo la clausura23.
El bilbaíno convento de Santa Cruz abrazó la clausura en el año 1614. En 1604 había muerto en Alcalá de Henares
17 A. ATIENZA. (2012): “Ceremonia y espectáculo en la fundación de conventos femeninos en la Edad Moderna: la llegada y recepción de las monjas
fundadoras” en Campo y campesinos en la España Moderna. Culturas políticas en el mundo hispano, p. 1992.
18 A. URIBE. (1996): La provincia franciscana de Cantabria. Su constitución y desarrollo, p. 341
19 E. LABAYRU: Historia General… op cit., tomo V, p. 23.
20 A. URIBE: La provincia… op.cit., p. 341.
21 María Ortiz de Trauco, Antonia de Libano y Reyes de Villarreal, María de Jesús, Úrsula de Murrieta, María de San Juan de Legazo y Pérez de
Vargas, Ángeles de Ariz.
22 Mari Ortiz de Erauso, madre vicaria, Antonia de Líbano Reyes de Villarreal, María de Jesús, Úrsula de Murueta, Ángeles de Aris, María de la
Piedad de Alza, Asunción de Pila, Ángela de Murueta, María San Juan de Legaso Pérez de Bergara y María Iñíguez de Alzaga.
23 E. LABAYRU: Historia General… op.cit., tomo VIII, p. 243.
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Domingo de Gorgolla, bilbaíno de nacimiento y Mayordomo Mayor de un personaje muy poderoso en la Corte, el
Arzobispo de Toledo cardenal Gaspar de Quiroga24, dejando en su testamento todos sus bienes para obras pías y se
comprometió a ayudar a las religiosas con sus bienes, destinando una manda de 500.000 maravedíes de renta anual.
Además, impuso como condición que el convento recibiera sin dote para religiosas a cuatro doncellas o viudas de entre
sus parientes y recogiera a otras cuatro de su parentela para darlas habitación y sustento hasta que tomaran estado, bien
casándose o bien ingresando en religión25.
Tras un proceso lento de aceptación de la herencia, el 30 de octubre de 1614 las religiosas juraron el cuarto voto, el de
clausura. Como indica Rodríguez Condado, desgraciadamente, no se ha conservado lo que se podría decir “programa de
fiestas” o de actos y celebraciones de tan trascendental acontecimiento, pero sí de los personajes que en él intervinieron.
Así, sabemos que fue promotor y gestor de las diligencias del enclaustramiento de las beatas de la Cruz, el P. Ministro
Provincial de Cantabria Fray Juan de Domaiquia, y él mismo dispuso como monjas reformadoras para iniciar a las
beatas neoprofesas en la vida de clausura viniesen del Convento de la Santísima Trinidad de Bidaurreta de Oñate las
señoras Aldonza de Jauregui y Francisca Lopez de Izaguirre, quienes se encargaron del gobierno y de la dirección del
convento y estuvieron en él hasta el 10 de julio de 1619 cuando regresaron al Convento oñatiarra. Actuó como notario,
dando fe del acto, el escribano de la Merindad de Uribe y de la Audiencia y del Corregimiento del Señorío, Martín de
Leura. En la escena litúrgica de la emisión del voto de clausura, estaba presente el P. Ministro Provincial presidiéndola,
y los frailes de San Francisco y de otras Órdenes religiosas y clérigos de la villa con otras autoridades26, mientras que
tras las rejas del coro, las beatas profesaban que iban a emitir el voto, acompañadas de las fundadoras venidas de Oñati.
Las beatas eran sólo cinco, un número exiguo tras 30 años de prohibición de recibir novicias: sor María de San Juan
y Plencia, sor Anunciación de Lezama, sor María de los Ángeles y Gorgolla (hermana del donante don Domingo de
Gorgolla), sor Juliana de los Ángeles, y sor Águeda de Arbolancha. Además, estaban acompañadas por tres jóvenes
que iban a ingresar en el noviciado apenas se estableciese la clausura: Margarita de Fuica, María Muñoz y Catalina de
la Cruz Plaza (pariente del donante). Hubo una multitud de devotos y curiosos que no quisieron perderse detalle del
acontecimiento, y las beatas pronunciaron una por una, tras la reja, el voto de clausura27.
Respecto a la ceremonia de clausura del Convento concepcionista de Abando, llevada a cabo el 14 de septiembre de
1614, tampoco han quedado demasiados documentos relacionados con tal evento. Sin embargo, como indica Rodríguez
Condado, no resulta dif ícil imaginarse cómo se realizó la ceremonia. El lugar donde se llevó a cabo el juramento, como
en el resto de los conventos, fue en el coro de la iglesia, recién enrejado por la clausura. La vestimenta de las religiosas
fue una túnica y el escapulario de blanca estameña, mientras que llevaban colgada al pecho la medalla de la Virgen
Inmaculada, la cabeza tocada con lienzo blanco, y sobre la toca un velo negro. El calzado eran alpargatas, sobre los
hombros llevaban el manto azul celeste concepcionista, y sobre el hombro derecho del manto, como broche, otra
imagen de la Virgen Inmaculada. Las religiosas pronunciaron, una por una, ante la Abadesa doña Berenguela, venida de
Burgos, el voto28. Asimismo, cabe señalar que María de Abendaño ingresó en este convento a comienzos del siglo XVII,
por lo que las reformas que se llevaron a cabo en el mismo fueron costeadas, en gran medida, por la acaudalada familia
bilbaína de los San Martín de Abendaño29.
El encerramiento de las religiosas mercedarias de La Naja se realizó el año 1621, concretamente el viernes 19 de marzo,
día de San José y del patrón-titular del convento. Como recogió el escribano Gonzalo de Lopategui, a primera hora de la
mañana, sobre las nueve, Fray Melchor Rodríguez de Torres, obispo de Rosen30, acompañado de fray Ambrosio Machin,
maestro general, fray Gaspar Prieto, Provincial en Castilla, del cabildo de la villa y con la asistencia del ayuntamiento
en masa, encabezados por el alcalde Simón Díaz de Lecea, por el preboste Juan Arcentales Manrique y por Iñigo de
Villarreal y el licenciado Pedro de Legasso, beneficiados de las iglesias de Bilbao, celebró de pontifical. Acabada la misa
se bendijeron las candelas y las coronas de espinas que la religión dispone en su ceremonial para semejante acto31,
y procedió A dar el velo negro y las candelas una vez fueron recibidas las coronas con las oraciones del ceremonial.
24 H. PIZARRO LLORENTE. (2004), Un gran patrón en la Corte de Felipe II. Don Gaspar de Quiroga, Universidad Pontificia Comillas de Madrid,
Madrid, p.784.
25 A. URIBE: La provincia… op.cit., pp. 346-347.
26 E. RODRÍGUEZ CONDADO. (1994): El Monasterio de la Santa Cruz, Gráficas Alustiza, Bilbao, p. 24.
27 E. RODRÍGUEZ CONDADO. (1994): El Monasterio de la Santa Cruz, op.cit., p. 25.
28 Ibid, pp. 22-24.
29 A. URIBE: La provincia… op.cit., pág. 352.
30 Enrique García Hernán, director del Grupo de Investigación Misión de Irlanda, se dedica al estudio de las relaciones existentes entre Irlanda y la
Monarquía de los Austrias, y que tuvieron como consecuencia, entre otras, la presencia de obispos irlandeses en la Península Ibérica y viceversa.
31 E. LABAYRU: Historia General… op.cit., tomo V, p. 652.
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Las religiosas se colocaron en el centro de la iglesia con velos blancos, emitiendo el voto de clausura ante el obispo y
entonando el Tedeum Laudamus junto a los religiosos del convento de Burceña, ingresaron en la clausura. En lo que
fueron sus últimos pasos en el exterior del convento, fueron acompañadas por las religiosas mercedarias de Burceña,
por el cabildo de Bilbao, por el ayuntamiento en pleno con su alcalde Simón Díaz de Lecea a la cabeza, por el preboste
Juan de Arcentales Manrique y por el corregidor licenciado Francisco de la Puente y Agüero. Ese día fue de verdadera
solemnidad para Bilbao, y la concurrencia tan extraordinaria de gente no cupo en el templo32.
Respecto a los conventos agustinos de la villa, el de la Esperanza y el de Santa Mónica, la información que se ha
conservado es escasa. Sabemos que el convento de la Esperanza abrazó la clausura en 1563 mientras que las religiosas
de Santa Mónica, convento que atravesaba importantes dificultades económicas, pudieron adecuar en 164033 el edificio
a los requisitos necesarios para el régimen de la clausura gracias a las ayudas de los fieles y de un legado del beneficiado
del Cabildo de Bilbao, el licenciado Bedia34.
Como ya se ha indicado en la Introducción, la imposición de la clausura no fue un acto llevado a cabo sólo tras el
Concilio de Trento, si bien éste supuso su universalización. Existieron figuras y legislaciones al respecto de la clausura
conventual femenina ya desde la Edad Media, y el deseo de la reforma claustral se hizo cada vez más evidente desde
el siglo XIV35. Así llegamos a los Reyes Católicos, para quiénes la cuestión de la reforma de la vida religiosa no fue un
problema marginal dentro de su política y menos, la reforma de la vida religiosa femenina, siendo, dentro de la reforma,
el problema crucial el de la imposición de la clausura36. Ante este panorama hay que situar la clausura de las religiosas del
Convento de la Encarnación y, en consecuencia, las celebraciones que se llevaron a cabo. Estas festividades sucedieron a
comienzos del siglo XVI, un siglo antes del resto de las festividades ya descritas. Esto supuso algunas diferencias, siendo
la principal la inexistencia de las presiones que sufrieron las religiosas un siglo después, lo que permitió que el proceso
de clausura siguiese un ritmo más descansado, aunque como veremos las prácticas y las festividades llevadas a cabo en
el siglo XVII fueron muy semejantes, por no decir iguales, a las del siglo XVI.
El 11 de mayo de 1499, María Ortiz de Madariaga fundó en la calle Somera el beaterio de las dominicas de Bilbao, y
la comunidad de religiosas fue creciendo a tal ritmo que la casa se quedó pequeña, por lo que tuvieron que solicitar a
la reina Juana permiso para la construcción de un convento. El 30 de mayo de 1513 recibieron tal carta y se comenzó
con la construcción en los arrabales de Atxuri, es decir, fuera de los límites de la villa, gracias a las limosnas recibidas
para ese fin, además de las rentas provenientes de las ricas dotes de las beatas; no hay que olvidar que en este beaterio
residían las hijas de las familias más ilustres de Bilbao, como los apellidos Nobia, Arana, Sáenz de Catalinaga, Zurbaran,
Ayarza o Salcedo demuestran. Las obras comenzaron el viernes 4 de agosto de 1513, día de la festividad de Santo
Domingo de Guzmán, y fueron testigos de este acto el preboste Tristán de Leguizamón y el capitán Domingo de
Lazcano37.
El 7 de agosto de 1515 tuvo lugar la bendición del templo, acto recogido por el escribano Fortún Martínez de Bilbao la
Vieja, y en el que estuvieron presentes la fundadora sor María de Santo Domingo y Ortiz de Madariaga38, el reverendo
padre fray Domingo de Montemayor y el prior del Monasterio de Santo Domingo de Vitoria, y se leyó la provisión del
obispado de Calahorra y La Calzada autorizando la edificación. Posteriormente, el reverendo, vestido con vestiduras
sagradas y tañendo la campana, anduvo en solemne procesión con la cruz levantada y con cirios encendidos, mientras
echaba agua bendita y bendecía el edificio. El 25 de marzo de 1515, el día de la Santísima Encarnación, tuvo lugar la
inauguración solemne del convento. Como recoge Guiard, las religiosas pasaron con gran pompa del beaterio al convento,
inaugurando el nuevo templo con fastuosas fiestas39, en las que participó toda la villa40. Se realizó una procesión desde el
beaterio de la calle Somera, bordeando el río Ibaizabal hasta llegar al convento que se encontraba extramuros de la villa.
En la procesión participaron, cantando alabanzas a Dios, las religiosas, los clérigos, las autoridades y los habitantes de
la villa, y entre todas esas personas destacó la figura de Fadrique Álvarez de Toledo, Duque de Alba, quién estaba junto
32 E. LABAYRU: Historia General… op.cit., tomo V, p. 113.
33 En algunos documentos recogidos por Labayru es posible leer la fecha 1621, la cual corresponde con la fecha en la cual recibieron el requerimiento
para instaurar la clausura, pero las religiosas lograron retrasar la fecha hasta 1640; mientras que María José Arana dice que en 1667 seguían siendo
un beaterio, en Clausura de las Mujeres, pág. 249.
34 E. LABAYRU: Historia General…op.cit., tomo V, p. 114.
35 E. MARTÍNEZ RUIZ.: El peso de la Iglesia… op.cit., p. 112.
36 M.J. ARANA. : La Clausura… op.cit., p. 132.
37 E. RODRÍGUEZ CONDADO. (2000): El Monasterio de la Encarnación del Hijo de Dios (1499-1999) y el Convento-colegio de Santo Domingo
(1527-1835) de la villa de Bilbao, p. 24.
38 Al entrar a un convento, lo habitual era tener como primer apellido uno religioso, tomado de un Misterio del Señor, de María o de un Santo
Protector, y como segundo apellido, el familiar, habitualmente el de padre.
39 T. GUIARD: Historia de la… op. cit., tomo I, p. 419.
40 E. RODRÍGUEZ CONDADO. (2000): El monasterio de la Encarnación…op.cit., p. 27.
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a su esposa y su brillante comitiva. El duque, vencedor de los franceses al frente de las tropas vasco-castellanas en la
guerra de Navarra, se hallaba en Bilbao en espera de un navío para ir a Flandes, y realizó una donación de 800 ducados
a las religiosas, quiénes regalaron a la duquesa una imagencita de la Virgen que tenían en gran estima. La Crónica
religiosa no cuenta nada más allá de las celebraciones religiosas, pero es de suponer que, una vez terminó la procesión
y se realizó la misa, hubo festejos más populares, acorde con todas celebraciones41.
El domingo de Pentecostés del año 1522 tuvo lugar la profesión solemne en la Segunda Orden, es decir, consiguieron
la personalidad jurídica de monjas. La ceremonia llevada a cabo revistió una pompa inusitada y fue presidida por
Fray Álvaro de Osorio, obispo de Astorga, y que se encontraba en la villa en espera para embarcar para Flandes, de
donde pasaría a Inglaterra en calidad de Nuncio Apostólico. Además de las religiosas dominicas, estuvieron presentes
el clero secular y regular de la villa y los frailes de la Orden venidos de Vitoria. Al tiempo del ofertorio y después de
una encendida homilía, el Obispo recibió los votos de la fundadora y de otras 63 religiosas, a las que también impuso
el velo negro. Hubo una extraordinaria asistencia que se dio lugar no sólo para ser testigo de una ceremonia de tales
características sino por la curiosidad que existía entre los vecinos de la villa de ver a un obispo42; no hay que olvidar
que las Juntas Generales del Señorío habían prohibido la entrada en su territorio al obispo de Calahorra desde muchos
años atrás, y que éste no podría pisar suelo vizcaíno hasta bien entrada la Edad Moderna. A partir de esta ceremonia,
las religiosas vivieron en clausura hasta el enclaustramiento forzado que se dio con la invasión de los franceses a finales
del siglo XVIII43.
A modo de epílogo
Como recoge Ángela Atienza, los encerramientos de religiosas en conventos, con las ceremonias y festividades que ello
conllevaba, eran funciones solemnes en las que se dieron cita muchos de los ingredientes del espectáculo religiosopolítico barroco; estos, en parte, pueden asimilarse a las ceremonias de entradas reales o episcopales, con las que
compartirían algunas características, pero también presentan sus propias particularidades y significados44, como ya
se ha determinado. Se trata de actos preparados con antelación, en los que nada se dejaba al azar, estaban llenos de
un importante significado y simbolismo, los elementos e ingredientes escénicos tenían como objetivo el lucimiento, el
reforzamiento social y el orden jerárquico y religioso. Era, sin lugar a dudas, una exaltación de los valores tridentinos45.
Además, estas celebraciones, también estaban en estrecha relación con la idea de la consolidación del prestigio particular
de la familia y del apellido al vincularlo a lo sacro; la instauración de la clausura no era algo afrontable económicamente
por todas las religiosas, por eso, la ayuda pecuniaria que realizaron ciertos individuos y familias importantes de la villa
fue tan bien valorado, quedando sus apellidos asociados a la fundación de conventos.
Como se ha podido observar a través de las diversas descripciones, a pesar de haber sido acontecimientos celebrados
en diversos momentos, todos ellos compartieron una serie de elementos. En primer lugar, nos encontramos con que
la fecha elegida para realizar tal acontecimiento no fue un detalle dejado al azar y estaba, por lo habitual, en estrecha
relación con el Santo de la Orden o algún otro acontecimiento señalado. Además, era habitual que fuesen testigos de
estas celebraciones grandes autoridades laicas y eclesiásticas, vestidos con sus mejores galas, y lo más granado de la
sociedad bilbaína, a los que las religiosas solían esperarles fuera del convento. Junto a ellos, solían estar la población
de la villa, quién abarrotaba los templos ya que nadie se quería perder un acontecimiento de esas características e
irrepetible. A continuación tenían lugar una serie de elementos relacionados con la ceremonia religiosa, como eran
las procesiones, los cánticos, la presencia de otras Órdenes religiosas, el sostenimiento de velas, la imposición de velos
negros y la finalización de todo ello cuando las religiosas juraban el cuarto voto, el de clausura, ingresaban en el convento
a través del coro. Es decir, se pueden distinguir en todo este proceso tres momentos: los actos de recepción, la procesión
solemne, y la toma de posesión formal y entrada en clausura.
Asimismo, se puede decir que estas ceremonias fueron un clarísimo reflejo de la sociedad y de los acontecimientos
del momento. Es posible distinguir elementos como los valores por los que se regía la sociedad o quiénes estaban al
mando de ella. Un detalle importante en la historia vizcaína fue la figura del obispo, quién, debido a las malas relaciones
existentes con los jauntxos y las Juntas Generales, estuvo ausente en fechas claves en la Historia del Señorío. Ángela
Atienza señala que la figura del obispo fue clave en las celebraciones llevadas a cabo en otros municipios en torno a la
41
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45
Ibid. p. 28
E. RODRÍGUEZ CONDADO. (2000): El monasterio de la Encarnación… op.cit., p. 42.
E. ABAIGAR.: El convento de… op.cit., p. 40.
A. ATIENZA. : Ceremonias y espectáculos… op.cit., p.1992.
Ibid, p. 2002.
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clausura46, y en estas celebraciones es posible ver que en ningún momento el obispo de la diócesis Calahorra-La Calzada,
a la cual pertenecía Bilbao y la mayoría del territorio vizcaíno, estuvo presente. Desde el siglo XVI se habían llevado a
cabo intensas negociaciones para acabar con la anómala relación entre el Señorío y el Obispado, pero, claramente, las
relaciones tardaron en consolidarse47. Ése es el motivo por el cual las dos únicas celebraciones que han sido celebradas,
efectivamente, por un obispo, nunca fue de la diócesis Calahorra-La Calzada, sino que fueron el obispo de Astorga, Fray
Álvaro de Osorio, y el obispo de Rosen, Fray Melchor Rodríguez de Torres.
Finalmente, si bien es cierto que estas celebraciones son fruto de las decisiones tomadas en el Concilio de Trento en
relación con la clausura, no nos podemos olvidar de que el convento de la Encarnación abrazó la clausura antes de la
celebración del mismo. Eso se debió, como se ha explicado, a que la clausura había sido impulsada desde mucho antes
que el Concilio de Trento tuviese lugar. Como consecuencias directas de esa clausura con un siglo de anterioridad
a las restantes fue el hecho de poder realizar todo el proceso pausadamente, aunque también destaca el hecho que
el convento de la Encarnación fue, precisamente, el único convento que cuando abrazó la clausura estaba situado
extramuros de la villa, mientras que los restantes de los conventos estaban situados dentro de los límites del municipio.
Este detalle que, a primera vista, puede parecer insignificante, está en estrecha relación con la legislación tridentina ya
que en ésta se recoge expresamente que todos los conventos que fuesen a abrazar la clausura debían de estar dentro de
los límites del municipio.
46 A. ATIENZA.: Celebraciones y espectáculos… op.cit., p. 2001.
47 E. CATALÁN MARTÍNEZ. (2000): El precio del Purgatorio. Los ingresos del clero vasco en la Edad Moderna. Servicio Editorial UMP. Bilbao, pp.
41 y ss.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
Fiestas, romerias y bailes en el Bilbao del
antiguo regimen: Mecanismos de control y
evolucion de la fiesta y la comensalidad
Ana Isabel Prado Antuñez
Resumen
Durante el Antiguo Régimen fueron muy numerosas las fiestas y romerías de carácter religioso en la villa de Bilbao. Unas celebraciones a las que había que añadir bailes populares como los de Carnaval, o los espectáculos taurinos o teatrales, entre otros, así como los
bailes y fiestas particulares. Esta serie de eventos festivos profanos levantaron siempre los recelos de las élites y estuvieron sometidos
a un creciente control. Analizamos la evolución y cambios habidos en los principales espacios de sociabilidad y fiesta, así como en
la comensalidad.
Palabras Claves: Fiestas, romerías, comensabilidad, Carnaval, Bilbao
Laburpena
Jaiak, erromeriak eta dantzadiak lege zaharreko Bilbon: Jaiaren eta mahaikidetasunaren bilakaera eta horien kontrol bideak
Lege Zaharraren denboretan Bilbo hiribilduan ugariak izan ziren erlijio izaera zuten jaiak eta erromeriak. Ospakizun horiei Aratuzteetako herri-dantzak edota zezen eta antzerki ikuskizunak, dantzaldiak eta jai partikularrak erantsi behar izango genizkieke, besteak
beste. Ikuskizun profanoen sorta horiek eliteei susmo txarrak eragiten zizkieten eta, ondorioz, kontrol gero eta zorratzago ezarri zitzaien. Elkartze eta jai gune nagusietan bizi izan diren aldaketak eta bilakaerak aztertzen ditugu, tartean mahaikidetasuna ere sartuz.
Giltza hitzak: Jaiak, erromeriak, mahaikidetasuna, Aratuzteak, Bilbo.
Abstract
Festivals, parties and dances in Bilbao in the old regime: Control mechanisms and evolution of the festival and sociability
During the Old Regime there were numerous festivals and parties with a religious character in the township of Bilbao. In addition
to these celebrations there were popular dances, like those of the Carnival, or bullfighting and theatrical spectacles, amongst others,
as well as private dances and parties. This series of profane festive events always aroused misgivings amongst the elites and were
subjected to growing control. The article analyzes the evolution and changes that took place in the main spaces of sociability and
celebration, as well as in sociability itself.
Key words: Festivals, parties, sociability, Carnival, Bilbao.
Hartua-recibido: 20-XII-2013- Onartua-aceptado: 14-IX-2014
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Según los testimonios de la época, a finales del XVIII los bilbaínos eran gente de buen color, alegría y fuerza. Su vida cotidiana estaba
regida por una serie de sonidos que marcaban los “ritmos de las labores productivas y los tiempos de ocio y descanso”. Las campanas
de las iglesias parroquiales y los conventos señalaban cada uno los momentos de la cotidianidad de los bilbaínos. Las Ordenanzas de
la villa marcaban a toque de queda los horarios a los que se podía estar en la calle. Según el capítulo 108, los bilbaínos debían recogerse en sus casas a las 9 de la noche desde el primero de Mayo hasta setiembre, y a las 8 desde los primeros días de Octubre hasta
finales de Abril. Si bien en algunos momentos se permitió tocar música en casa hasta las 10 de la noche en veranos y hasta las 9 en
invierno, en incluso en la calle, siempre con permiso de las autoridades y siendo por una causa honesta.
La fiesta es un tiempo de ruptura, un momento de diversión que permite salirse de las ataduras diarias, pero también las fiesta son
hitos “que sirven para la ordenación temporal de la religiosidad, de las actividades socioeconómicas y de las identidades de los pueblos
1
”.Los días de fiesta eran días de permisividad en los que se acudía a las ceremonias religiosas, se comía y bebía en abundancia, se
jugaba, se bailaba y, en ese entorno, se producían peleas, conflictos y desórdenes que trataron de controlarse por parte de las autoridades locales, tanto civiles como religiosas.
En esos días de fiesta, y según recoge la descripción de BOWLES (1775), la gente de Bilbao era “muy alegre y tiene la villa pagado
tamboril, el que todos los días de domingos y fiestas acude al Arenal, donde van las mozas a bailar…” 2. En la villa se disfrutaba y se
sabía disfrutar de las fiestas; un gusto por la fiesta que quedó patente también en las Ordenanzas de la villa cuando en uno de sus
capítulos sobre el cierre de las tiendas en festivos se puntualiza que “Justa causa es que las fiestas se guarden con puntualidad”. Pero
si justo era guardar la fiesta, también se considero justa su vigilancia y regulación a fin de evitar comportamientos que traspasasen
los límites del decoro impuesto por la Iglesia y la moral burguesa, o que supusiesen una ruptura del orden establecido. Este control se
circunscribía a la villa, fuera de sus límites no existía tanto rigor a la hora de controlar las fiestas y así, en las romerías de santuarios
y ermitas de los alrededores de Bilbao, y especialmente en verano, mozos y mozas merendaban, bailaban y cantaban juntos. Estas
romerías eran multitudinarias y de ellas se regresaba a la noche, la mayoría de los celebrantes a pie, algunos a caballo y cantando por
cuadrillas. Una bucólica y colorida estampa que recogieron magistralmente pintores como José Arrúe o Anselmo Guinea y que ya
son iconos de ese pasado rural y festivo de Euskal Herria.
Los caminos de acceso a la villa fueron también espacios de sociabilidad para la fiesta y la religiosidad. Unos caminos casi impracticables durante el invierno pero que, en primavera y verano, se abrían a la diversión y a una mayor permisividad en las relaciones
entre hombres y mujeres, las distintas clases sociales, así como escenario de la conciliación de los vecinos de la villa y las anteiglesias cercanas. Una de las más romerías más destacadas fue la de Santa Agueda en Barakaldo, una celebración que, según señala J. I
Homobono3 , remonta sus primeras referencias documentales al año 1764. Los romeros de Bilbao y Olabeaga celebraban bailes en
Kastrexana y Basurto, así como una merienda en esta última. Además de ésta, las festividades celebradas en Bilbao y alrededores
eran numerosas y las más destacadas eran las de Santiago, Santa Ana, San Ignacio de Loyola, Santo Domingo, Nuestra Señora de
Begoña, San Bernardo, San Bartolomé, San Luis, San Agustín, Santo Tomás, San Cosme y San Damián, San Diego, Santa Catalina,
San Andrés, San Crispín y San Nicolás, así como las fiestas de las distintas calles del Casco Viejo4 .
Tal y como señala J.I. Homobono, los desplazamientos hasta ermitas, santuarios o a fiestas que gravitan hacia los límites locales
también eran estrategias simbólicas para demarcar el territorio, constituyendo el enfrentamiento de Bilbao con las anteiglesias circundantes uno de los casos más significativos5 . El Alcalde de la Villa con sus síndicos y regidores acudían a las anteiglesias de Begoña,
Abando y Deusto durante las principales festividades a fin de realizar la inspección del buen funcionamiento de mesones, tabernas,
molinos, hornos y ermitas, así como a presidir los actos profanos y religiosos de las romerías. Los caminos y cadenas que marcan los
límites jurisdiccionales adquirían un significado simbólico, eran los símbolos externos de la identidad colectiva de los pueblos. Así,
tras varios disturbios impidiendo la entrada de miembros del regimiento municipal de la villa de Bilbao en la anteiglesia de Abando,
se ordena en 1704 que el Alcalde de la villa, sus regidores y síndicos acudan a Abando “con las varas reales levantadas sin que nadie
se lo impidiese, estando libre el camino de ida y vuelta por el camino de ida y vuelta por el barrio de Ripa adonde se apea desde la
lengüeta y surgidero del Arenal de la dicha villa hasta la anteiglesia de San Vicente de Abando”6 .
En el caso de la anteiglesia de Deusto la ría era el lugar donde se realizaba el acto de dominio simbolizado en el lanzamiento de una
piedra a la ría. La anteiglesia de Begoña fue también una de las zonas más importantes de encuentro y de sociabilidad. Cuando el
Alcalde de Bilbao asistía a las procesiones votivas begoñesas “éste debía depositar su vara de autoridad en la cadena contigua al
convento de la Cruz que señala el límite jurisdiccional”7. A lo largo del Antiguo Régimen el santuario de la Virgen de Begoña se
1 CALVO BRIOSO, B, Mascaradas de Castilla y León. Tiempo de fiesta, Junta de Castilla y León, 2012, pág. 22
2 GUIARD LARRAURI, T, Historia de la noble de la villa de Bilbao, 4 volúmenes, Bilbao, 1971
3 “Está situado en un rellano a 200 m. de altura, en las estribaciones del monte Arroletza (452 m.), sobre la calzada del puente de Kastrexana en
la ruta jacobea de la costa, y a escasa distancia de la que desde Bilbao conducía –por Balmaseda- hacia la Meseta. Estratégica situación que
convertirá al santuario y a su entorno en teatro de operaciones en todas las guerras civiles de los siglos XIX y XX”, en HOMOBONO, J.I, Santa
Agueda en Barakaldo. Romerías, coros e identidades, en Euskonews & Media 111.zbk (2001 / 2 / 16-23)
4 RODRIGUEZ SUSO, C, “Viejas voces de Bilbao. La música en la villa durante los siglos XVIII y XIX”, en Bilbao. Arte e Historia, vol I, Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, Bilbao, 1990
5 HOMOBONO MARTÍNEZ, J.I, “Fiestas y rituales públicos intermunicipales en el País Vasco, siglos XVI al XX”, Primeras Jornadas de Historia
Local: Poder Local, Donostia, 1988, Cuadernos de Sección, Historia y Geograf ía, 15, Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza, San Sebastián-Donostia, 1990
6 AHFB, Judicial, Corregimiento, 2663/19, 1704
7 AHFB, Judicial, Corregimiento, 2663/19, 1704
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convirtió en un centro de peregrinación “de un variopinto ejército de tullidos, campesinos, comerciantes, ferrones,...etc ”8. Tal y como
señala J.C. Enríquez, esta tendencia fue favorecida por el poder, aunando la hegemonía política con el rol protector de la Virgen en
la mentalidad popular al proclamarla en 1735 Patrona del Señorío. Así, el santuario de Begoña fue “el centro de un complejo tejido de
caminos, donde los límites, las ermitas, aparecen marcando una red devocional9” . A lo que habría que añadir el hallarse inscrita en
una red de relaciones comerciales cuyo centro era la villa de Bilbao.
Estas romerías, además de verse afectas a actos de jurisdicción y control político, también fueron controladas para evitar actos que
ofendiesen al decoro, vigilándose especialmente los bailes entre hombres y mujeres, las peleas y otros excesos. Así, y tal y como
recoge el mismo Bowles, en la villa las mozas bilbaínas bailaban entre ellas por estar prohibido por el Corregidor que bailasen con
hombres. Sin embargo, fuera de la villa existía cierta liberalidad para la relación entre sexos, hecho que fue apreciado por los grupos
populares, pero también por la juventud de la élite de la villa que no dudaba en disfrazarse para acudir estas fiestas.
“De todas partes acuden gentes, pues las fiestas prometen ser cosa sonada, no faltando algunos jóvenes de las
mejores familias que dejando tricornio y casaca vienen de tapadillo como un hijo del Barón de Areyzaga que
acude “de capa y gorra” para pasar desapercibido y divertirse en los bailes populares”, pero sus amigos se enteran y deciden montar guardia delante de su puerta, con lo que “se ve sin atreverse a salir de día adonde sea
conocido y con arrepentimiento del descuido”(1741)” 10.
Una costumbre de recurrir a máscaras y disfraces que estaba prohibida dentro de la villa de Bilbao a fin de evitar los excesos que se
vivían tanto de día como de noche en los días “con color de regocijo”. El capítulo 109 de las Ordenanzas puntualizaba que sólo podría
recurrirse al uso de máscaras y disfraces “[…] cuando por mandado del Ayuntamiento, o con su licencia hubiera alguna fiesta o regocijo, y entonces sea sin armas,…”.
Las romerías eran tanto una diversión como un espectáculo donde la danza, las costumbres y juegos de las muchachas constituyen una fiesta “para todo Bilbao”11 . Estas romerías se celebraban a la sombra de los árboles y cercanas a algún txakolí, siendo más
frecuentes en verano, estación en la que se festejaban todos los domingos y fiestas. Humbolt en su visita a Bilbao recoge en varias
pinceladas cuál era el ambiente de estas romerías de finales de siglo XVIII
“Una increíble cantidad de personas había acudido en masa de Bilbao y el espectáculo más agradable era
divisar éstas bajo los umbrosos árboles, en los más diversos grupos, en parte echados, en parte circulando, en
parte bailando. Refrescos, figones de todas clases, nada faltaba...12 ”
Para estos años, y es un hecho que también recoge Humbolt, las romerías eran vigiladas por los alcaldes o fieles de las anteiglesias o
villas. J. Madariaga señala cómo entre 1720 hasta 1840 estos bailes populares fueron atacados tanto por las autoridades civiles como
las eclesiásticas, tratando de evitarse la violencia y la promiscuidad: “Las misiones dirigidas por célebres predicadores como Dutari,
Calatayud, Palacios, Mendiburu, Cardaveraz, Añibarro,… se centraban con frecuencia en aspectos morales que inevitablemente
desembocaban en la demonización de los bailes populares mixtos y la necesidad de suprimirlos o al menos reformarlos13 ”. Otro de
los aspectos a reprimir por parte de las autoridades fue el juego. Así, desde las Ordenanzas de los siglos XIV-XV es contante la prohibición de jugar a ningún tipo de juego de dados, tablas, naipes, ni juegos de dinero en la villa o en sus arrabales antes de las misas
mayores en domingos y días de fiesta.
Asimismo, las anteiglesias de Begoña y Abando también se constituyeron en las zonas con mayor número de tabernas, siendo ambas
áreas de expansión industrial y minera del Bilbao del siglo XIX. Tal y como señala R. Ruzafa, las clases populares bilbaínas del siglo
XIX siguieron lanzándose a los alrededores de la villa- hacia anteiglesias como Basauri14 , Abando, Begoña y Deusto- en busca de
esparcimiento. Así, “[…] casi toda la juventud bilbaína, particularmente obrera y de servicio” se desplazaba a los pueblos vecinos
vestidos con sus trajes de gala. “Durante estas horas de frenética expansión Bilbao queda casi despoblada, se cierran sus talleres, sus
almacenes y despachos y permanece en la mayor quietud, pero así que se aproximan las sombras de la noche, los romeros penetran
de nuevo en ella, discurren por sus calles, ebrios de alegría y le devuelven su normal vida de actividad y movimiento15 ”. El ambiente
de estas romerías quedó plasmado por Villamil en su vista de Begoña en el año 1844, siendo éste es uno de los primeros ejemplos
visuales de la fiesta en Bilbao. Así, en las campas de Begoña se encontraban ambos mundos, el rural y el urbano. Se constata cómo a
8 HOMOBONO, J.I., op cit, pág. 113.
9 ENRIQUEZ FERNÁNDEZ, J.C, “La anteiglesia de Begoña”, en Bilbao. Arte e Historia, Departamento de Cultura de la Diputación Foral de
Bizkaia, Bilbao, Vol I, 1990
10 MANSO DE ZUÑIGA, G, op. cit., pág. 192.
11 “En esto, tienen la costumbre de darse algunos golpes en parte entre ellas mismas y en parte con los espectadores que se dejan atrapar en los
lugares que son los primeros en sentarse y su risueño “tomar la culada” es muy a menudo la incitación inesperada de una caída graciosa. Estas
ligerezas aumentan especialmente tras el comienzo del crepúsculo, cuando el lugar del baile está iluminado con barricas de lumera”, FISCHER,
C.A, op. cit., pág.242.
12 MARTÍNEZ SALAZAR, A, op. cit, pág. 96.
13 MADARIAGA ORBEA, J, op cit.
14 La romería de San Miguel de Basauri: “[…] en la frescura del valle de Basauri, de entre cuyos árboles sale el humo de los hornillos, el chirchir de
las fritangas y el rasgueo de las guitarras.[…], y los gritos y pregones: ¡Cigarros!, ¡Agua, fresca, quién quiere!,…¡Churros, churros calientes!, en
UNAMUNO, M, Paz en la guerra, El Cofre Bilbaíno, Bilbao, 1972, pág. 168.
15 DELMÁS, J.E, Guía histórico-descriptivo del viajero en el Señorío de Vizcaya, Imprenta de J. Delmás, Bilbao, 1864.
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mediados del siglo XIX proliferaron las romerías en torno a Bilbao, asentándose “(…) la costumbre de repetirlas al domingo siguiente
de la celebración o durante varios días consecutivos16 ”. Un hecho que generó críticas en la prensa local pues no se veía la razón de
este comportamiento. Las romerías de esta década de los 60 del XIX de las anteiglesias de los alrededores de la villa son descritas por
Delmás en los siguientes términos:
“El día de San Vicente, que es el patrono del pueblo; el de San Isidro, protector de los labradores; y sobre todo
los de Pascuas de Pentecostés, se celebran romerías muy concurridas en la alameda o campa situada a un
lado de la iglesia parroquial. A ellas concurren, además de los vecinos de Abando, los de Bilbao y otras anteiglesias; y en las tardes de todos los días festivos de verano se repite esta diversión popular, contribuyendo a ella
principalmente los vecinos de la villa que se solazan y esparcían, ya paseándose a la sombra de los árboles que
crecen en la campa o por las veredas vecinas, ya bailando alegremente al compás del silbo y del tamboril, de
las guitarras y panderas17 ”.
La de Begoña, como ya hemos señalado era una de las más brillantes:
“El día 15 del mes de agosto de cada año se celebra en ella una de las romerías más famosas dedicada a la
imagen de Begoña, patrona de los navegantes. No hay puerto en Vizcaya que este día no envíe algunos de sus
hijos a saludar a la excelsa señora; y como tiene además muchísimos devotos, el campo que se extiende alrededor de la iglesia, que es grande, no puede contener la concurrencia. Bilbao, como es natural, presenta el más
numeroso y elevado contingente, y ya desde las cuatro de la mañana se asiste a buscar la hierba-buena. Por la
tarde, el aspecto de la romería de Begoña no puede ser más brillante ni animado”
Asimismo, según Delmás, en la anteiglesia de Deusto se celebraban unas cuatro romerías anuales:
”El día de su patrono, que es titular de la parroquia, y el domingo próximo, se celebran dos concurridísimas
romerías en la gran plaza que está a su frente, y en las que lucen sus gracias las olaveaguesas. Casi todo el
pueblo de Bilbao se traslada a la fiesta en la que reina la mayor fraternidad y alegría. Otras iguales se celebran
también el día de San Antolín y el de la Virgen del Rosario”
Un ansiado e idealizado encuentro del mundo urbano y el rural que Miguel de Unamuno ilustra a la perfección en su obra Paz en
la Guerra; en este caso, una especial romería hecha durante el sitio de Bilbao en los jardines del Arenal, y en la que se trataba de
reproducir el ambiente del mundo rural en la ciudad sitiada:
“Aquello, aquello era lo que quería, el campo en las calles, la romería cerca, el ánimo de la villa. Las bocacalles
que desde ésta desembocan en el Arenal, ostentaban banderas y gallardetes, extendiéndose ante ellos el campamento de la fiesta. ¡Qué hermosura! Habíase llevado un reflejo de campo libre a los mezquinos jardines. En
los jardinillos, tiendas de poncheras, con sus vasos enfilados, su jarro y su batidor de caña; choznas cubiertas
de ramaje, tiendas de campaña, juegos de navaja, de anillos, de dados; (…) ”.18
En estas celebraciones cobraba protagonismo el tamborilero, un músico que siempre fue mal visto por las élites del poder y a menudo fue considerado como una persona conflictiva. En Bilbao también se constata ese rechazo a la relación
personal con el tamborilero, siendo un personaje “deseado en público, rechazado en privado” 19. Así, en Mayo de 1708,
el Corregidor pide a los fieles de la anteiglesia de Abando que no permitan el toque de tamboril a un tamborilero pena
de 200 ducados. Éste acude todas las tardes de los días festivos al barrio de Mena en Abando “a cuyo motivo asisten diferentes personas así hombres como mujeres de dicha anteiglesia y villa de Bilbao de lo cual redundan muchos escándalos
y pecados públicos” . Pese a las medidas y prohibiciones, llega noticia de que el tamborilero ha cambiado de zona, pero
dentro de la misma anteiglesia: se ha puesto en un campo ubicado frente a la ermita de Nuestra Señora de la Peña, en
Arrigorriaga, colindante a Abando. En la zona anterior han pasado a actuar dos alboqueros, “prosiguiendo en los mismos
escándalos y pecados públicos”20. El Corregidor ordena que no se toque ningún instrumento ni dancen juntos hombres
y mujeres en las funciones de dicha anteiglesia pena de 10 ducados y 20 días de cárcel. El conflicto va más allá de la
moralidad, apreciándose también la rivalidad entre la villa y las anteiglesias cercanas.
Además de las romerías existían otras salidas de la ciudad al campo: la salidas a cazar, pescar y las excursiones a los
txakolíes de Artxanda, en la anteiglesia de Begoña, unas expediciones que bien se hacían a pie o que realizaban las clases
medias o acomodadas en carruajes. El abaratamiento de los transportes entre Bilbao y las anteiglesias cercanas gracias
a la apertura del ferrocarril de Orduña en 1861 incrementó el número de asiduos a los txakolís.
16 RUZAFA, R, “Las romerías en Vizcaya en la segunda mitad del siglo XIX: contrastes de cambio social”, en CASTELLS, L (ed.), El rumor de lo
cotidiano, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 1999.
17 DELMÁS, J.E, op cit, 1864, pág. 305.
18 UNAMUNO, M, Paz en la guerra, El Cofre Bilbaíno, Bilbao, 1972, pág. 167.
19 RODRIGUEZ SUSO,C, op cit, pág. 241
20 AHFB, Judicial, Corregimiento, 1223/10, 1708
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Por lo que respecta los grandes bailes, fiestas o saraos de las elites, se constata cómo en el siglo XVIII se llevaba todo el
lujo y la suntuosidad de las decoraciones de los salones privados a los espacios públicos en los que se celebraban, bien
fueran plazas o como en un baile que tuvo lugar en 1756 y que fue descrito por J. Delmás. La fiesta tuvo la originalidad
de organizar el baile en una enorme gabarra anclada en la ría. En su interior se había reproducido un lujoso salón de baile con palco y orquesta “adornado de grandes cornucopias y elegantes mesas y sillas, guirnaldas de frescura y flores en las
paredes y cinco magníficas arañas de cristal recientemente llegadas de Bohemia que pendían del techo, viéndose a popa
y a proa las armas de la Villa sostenidas por genios alados y en la cúspide exterior de la cubierta, varios atributos del
insigne Consulado de Bilbao21 ”. A esta fiesta acudieron las familias más importantes de la villa tanto las más “linajudas”
como las del comercio. De la importancia de estos bailes privados de las élites nos deja constancia la presencia constante de profesores de baile en la villa. Ya en 1712 existía en la villa un matrimonio que enseñaban bailes de las escuelas
española y extranjera. Los profesores de baile del siglo XVIII vieron su labor entorpecida bien por su condición de ser
extranjeros, bien por ser acusados por los clérigos de la villa de seducir a alumnas22 . Sea como fuere, las élites bilbaínas
estaban al día en lo que a bailes modernos se refería, tal y como refiere Iza Zamácola al señalarlos como modelo de esa
juventud sólo preocupada por el vestir y los bailes de moda: las contradanzas.
Las fiestas del Corpus y los Carnavales se mantuvieron como hitos dentro del calendario festivo de la villa. La fiesta del
Corpus, fiesta barroca por excelencia, fue la principal fiesta de la villa. A estas alturas del siglo todo el ceremonial de
esta fiesta se ha hecho costumbre y forma parte del imaginario de todos los bilbaínos: los pasacalles con los gigantes, la
procesión con sus ángeles y estandartes de cofradías, las danzas, las corridas de toros, los fuegos artificiales, los “toros
de fuego”,..etc., atraen a una muchedumbre que se apiñaba en calles y plazas para asistir a todos los actos de una fiesta
popular en la que lo mundano comienza a desbordar a lo religioso. Además, también se aprecia el cambio en la mentalidad de la familia con respecto a los hijos. Los niños pasan entre el XVIII y el XIX a ocupar un puesto principal en la
familia y a ser “objeto de todo tipo de inversiones: de la afectiva, ciertamente, pero también de la económica, la educativa
y la existencial 23”. Esta nueva inquietud queda patente en ese vuelco de las familias bilbaínas en esa procesión de niños
ángeles que abren la procesión principal del Corpus
“Después de ellos venía una multitud de angelotes. Son niños de ambos sexos ricamente vestidos;
llevaban largas alas de cartón, cubiertas de raso. Los padres acomodados se apresuran a vestir a sus
hijos y a hacerlos brillar en esa procesión, lo que es de buen tono, además de piadoso. La emulación,
la vanidad, animan a las familias para ver quién viste mejor a su ángel. Van cargados de joyas, y el
gran arte del peinado es hacer flotar, entre las alas, largas trenzas de cabellos. Cuando pasan por
las calles, los colman de caricias y de bombones, y el pueblo, seducido por el adorno, la juventud, la
gracia y el aire de devoción de esos niños, los mira con sentimientos de admiración, de interés y de
respeto y a menudo se imagina ver a los mismos ángeles24 ”
La celebración de bailes de Carnaval recibió un gran impulso a través del Conde Aranda a partir de 1769. De estas
fiestas del Carnaval bilbaíno teníamos noticia a través de un poema, “Sueño del martes de Carnaval en Bilbao”, de Samaniego en el que se glosa un día del Carnaval de 1788
“La plaza, las calles, el fresco Arenal, comedias graciosas, la Consistorial, y el lucido baile que vi
celebrar.”
Unas fiestas populares en las que participaba el todo Bilbao: comedias, bailes y desfiles congregan también a las élites
de la villa disfrazadas y distinguiendo sus disfraces con divisas que explican la índole del mismo mediante títulos de
comedias: un hecho que nos da medida tanto del deseo de distanciamiento social mediante la cultura, como del interés
por la cultura de las élites.
A finales del siglo XVIII se comenzaron a celebrar bailes públicos en espacios cerrados. Éstos se abrían a partir de las
21 AULEON ISLA, M, op. cit., pág. 234.
22 En 1732, con motivo de la misión del Padre Calatayud se notificó “al maestro de danza extranjero (Juan Bautista Shell) respecto de que también
se ha experimentado con la introducción de bailes, danzas y minuetos extranjeros graves inconvenientes y ofensas a la Divina Majestad…que en
manera alguna use de este ejercicio en esta noble Villa y su jurisdicción y salga de ella dentro de cuatro días con apercibimiento que se procederá a su expulsión y demás que haya lugar”, Ibídem, pág. 234.
23 ARIÉS, P y DUBY, G. (dir), Historia de la vida privada. De la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial, Tomo IV, Ed. Taurus, Madrid,
1990, pág.152 y ss.
24 LANTIER, J.D, Viaje a España del Caballero S. Gervasio, oficial francés, y los diversos acontecimientos de su viaje, por el señor Lantier, antiguo
caballero de San Luis, París, 1802, 2 tomos, en GARCIA MERCADAL, J, Viajes de extranjeros por España y Portugal. Desde los tiempos más
remotos hasta comienzos del siglo XX, Tomo V, Junta de Castilla y León, Salamanca, 1999, pág. 758 -760
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9,30 ó 10 de la noche, cobrándose 8 reales por persona 25 y siendo el salón del Ayuntamiento y el Coliseo, inaugurado
en 1799, algunos de los escenarios de estos bailes.
Otras fiestas de importancia, muy celebradas en la villa, fueron las fiestas reales y los acontecimientos de Estado. Los
tratados de Paz, victorias militares, proclamaciones reales, bodas, nacimientos de infantes,…etc., eran pregonados con
pífanos y clarines por toda la villa y festejados con Te Deum, corridas de toros, luminarias y fuegos artificiales. Las proclamas de los nuevos reyes se celebraban en la Plaza pública o en la Ribera, “delante del consistorio y de la iglesia de San
Antón, en presencia del Corregidor y miembros del Ayuntamiento, levantando el estandarte real, dando vivas al nuevo
rey, disparando arcabuces y chupines y adornando las fachadas de las casas que daban a la plaza26 ”. En esta segunda
mitad del siglo XVIII fueron destacadas las celebraciones de la proclama de Carlos III, en 3 de Noviembre de 1759, la
de Carlos IV, el 5 de octubre de 1789.
El paseo fue otra de las actividades de esparcimiento, una costumbre que se solía realizar a diario. Según Fischer, no
sabemos si con ironía por las dimensiones de la villa o por belleza del paisaje que la rodeaba, toda la comarca de Bilbao
era un solo paseo. Un paseo como el del Arenal que sorprende al viajero John Bramsen “por ser un sociológico escenario
ubicuo de múltiples metamorfosis cotidianas: hasta las dos de la tarde es la bolsa mercantil de los hombres de negocios,
de las dos a las cuatro centro de tertulias públicas y políticas, a las siete sus senderos son transitados por petrimetres,
damiselas y pisaverdes, y ya anochecido desaparecen del Arenal las señoras respetables y lo invaden en cambio otras
mujeres que no tienen precisamente la atención de respirar aire limpio27 ”. Los paseos se constituyeron en buena ocasión
para exhibirse en sociedad, siendo importante la suntuosidad de las ropas y los coches, lujo reservado a los nobles.
En la villa de Bilbao estaba prohibido el paso de carruajes por la villa, pero por la reiteración de las prohibiciones no
debió respetarse mucho la ordenanza. En 1791 se dio fin a las discusiones entre comerciantes y propietarios -a favor
de estos últimos- prohibiéndose el paso de carruajes por las calles. Bowles recoge este sentir de los propietarios en su
descripción de Bilbao. Según su testimonio, no se dejaba entrar carruaje “alguno dentro de la Villa, con lo cual, además
de quitarse un insulto visible de la opulencia a la pobreza, se mantiene igual y unido el empedrado de las calles, que es
de losas delgadas28” . Fischer señala como, además del paseo del Arenal, existían dos paseos en la villa de Bilbao: el de
los Caños, de gran belleza por sus perspectivas y el excelente pavimento de adoquines, “uno de los más amenos que he
visto29”. El otro paseo era el de los Agustinos, ubicado en la ladera de la montaña, “une la novedad y la belleza del lugar”.
En lo referente a la comensalidad, ésta también fue especial en fiestas y celebraciones saliéndose de la monotonía de la
dieta diaria. A través de las descripciones de los viajeros que pasaron por la villa de Bilbao sabemos que el consumo de
pescado era alto y, a parte del bacalao-de consumo extendido entre todas las capas sociales- y otros ceciales de importación, también llegaba al mercado de la villa el pescado fresco: tanto de las villas pesqueras cercanas como Bermeo, como lo
pescado en la propia ría de Bilbao30 . Fischer señala como las sardinas, pescadas en abundancia, eran uno de los principales
sustentos de las clases bajas. La dieta de los pobres está constituida la mayor parte del año por pan de maíz, castañas- se
regalaban a los pobres las que no se hallaban en buen estado para ser embarcadas- y bacalao viejo.
Tanto en las comidas celebradas en el Colegio de la Compañía de Jesús, así como en las de la Cofradía de San Gregorio
Nacianceno, podemos comprobar cómo el cecial y el bacalao se dejaban para el consumo diario, estimándose más el
pescado fresco: merluzas, lenguados, besugos, .etc., en las celebraciones; y especialmente la carne: caza, aves de cría,
25 Para hacernos una idea de lo que suponía el monto de esta entrada para el común de la población podemos aportar el dato de cuáles eran los salarios de los oficiales y peones/as a finales del XVIII. En 1794 un oficial carpintero, cantero, albañil o cerrajero ganaba entre 9 y 7 reales diarios,
los peones 5 ó 6 y las peonas 3. MAULEÓN ISLA, M, op. cit., pág. 203.
26 REGUERA, I, “Espectáculos y diversiones públicas en Bilbao a finales de la Edad Moderna: toros, teatro y fiestas reales”, en Sancho el Sabio, 18,
2003, pág. 11-38.
27 ENRÍQUEZ, J.C, “Viajes y viajeros en el Bilbao ilustrado. De las miradas cultas a las experiencias de los trabajadores pobres”, en Bidebarrieta, 14,
Bidebarrieta Kulturgunea, Ayuntamiento de Bilbao, Bilbao, 2003, pág. 62.
28 BOWLES, W, Introducción a la Historia natural y a la Geograf ía f ísica de España, Imprenta Real, Madrid, 1782, pág. 307.
29 FISCHER, C.A, op cit, pág. 236
30 “Siempre que se trate de pescado fresco debemos considerar que es un producto perecedero, que debe llegar en buen estado al consumidor, y
que debía trasladarse con ciertas precauciones para conservar su buen estado. Posiblemente ésta sea la causa por la que en Bilbao proliferan las
neveras, se regula su venta y el ayuntamiento vigila de cerca su funcionamiento. Pagasarri y Ganecogorta fueron las neveras de la Villa. (…) Será
Bilbao el centro redistribuidor más importante de la costa vizcaína. Se dan en este mercado transacciones de todo calado: pequeñas, para atender a comerciantes de escaso giro; y grandes, con consignatarios o comerciantes de cierta entidad para las ciudades peninsulares. En este tipo de
transacción concurren, como es de suponer, los importantes comerciantes bilbaínos cuyo mayor despliegue se da con el pescado transformado
importado, pero que no descuidan el sector del fresco. Esta función de Bilbao es evidente desde el siglo XV. Villas y ciudades riojanas, como
Nájera o Belorado; burgalesas tal que Hornillayuso; alavesas como Orozco, y Salvatierra; castellanas como Sigüenza, Valladolid, Salamanca o
Madrid son las destinatarias de pescado fresco vizcaíno, claro está que este renglón no es tan representativo, ni significativo como lo será el del
pescado transformado o cecial”, en RIVERA MEDINA, A.M, “Marco jurídico y actividad pesquera en Vizcaya, siglos XV al XVIII”, en Itsasmemoria 3, Untzi Museoa, San Sebastián-Donostia, 2000.
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ternera, regados con vinos franceses y dulces y pastas como postres. Los pescados frescos de mayor consumo y aceptación entre los bilbaínos: los txipirones, en verano, y las angulas31 , en invierno- capturados ambos en menos cantidad
desde mediados del siglo XVIII por haber disminuido su número. Las Navidades se celebraban con capones y besugo.
El consumo de dulces y chocolate encontró también gran aceptación entre la población bilbaína, manteniéndose la
costumbre de agasajar a los invitados con confites y dulces como bizcochos u otros denominados rosados. Los precios
de éstos llegaron a elevarse tanto que desde el Ayuntamiento se procedió en varias ocasiones a regularlos y moderarlos.
Por su parte los notables consideraban de más calidad y mejor precio los dulces de Vitoria, llegando incluso a hacer
encargos de dulces a Francia pese a la carestía del precio final.
Los txakolís de Bilbao se convirtieron para las últimas décadas del siglo XIX en punto de encuentro para los naturales
de esta villa para disfrutar de la fiesta y la comensalidad, siendo ya una parte importante de la cultura popular. La mayoría de estos txakolís se ubicaban en el entorno de Bilbao, en Begoña, Deusto y Albia, locales a los que se acercaban los
bilbaínos los domingos y días de fiesta para degustar txakolí después de la misa, momento en el que se bailaba, comía y
bebía al son del txistu y los atabales. O. Macías recoge una canción que resume la esencia de los txakolís:
“Los bilbainitos
En el verano
chacolígorri
suelen beber;
bajo la parra
merluza frita
macallao salsa
suelen comer 32”.
Unas preferencias culinarias festivas que también confirma Miguel de Unamuno en su Paz en la Guerra, y en la recreación del ambiente de la romería de los jardines del Arenal, una fiesta animada por “el chirchir del aceite, y en el olorcillo
de la merluza al freirse”.
El consumo de txakolí y otras bebidas alcohólicas fue también motivo de preocupación y control por parte de las autoridades. El alcoholismo pasó pronto a ser considerado un problema vergonzante para la sociedad vasca del momento.
La sociabilidad de la taberna y el txakolí era ya habitual en la villa de Bilbao, siendo el vino y el aguardiente dos bebidas
alcohólicas comunes y extendidas entre la población. Si bien en los años de desarrollo económico de finales del XIX
el consumo de alcohol se disparó entre los distintos grupos sociales. Para las clases altas el consumo de determinadas
bebidas alcohólicas como el champan o determinados vinos de lujo fueron símbolo de cierto status. De su extendido
consumo da buena muestra la fundación en el Bilbao de esta época del llamado Kurding Club, una sociedad de culto al
buen beber y buen comer, que pronto paso a ser un símbolo del acelerado tren de vida de los “señoritos burgueses” y que
fue considerada inmoral por la opinión pública de la villa, disolviéndose por la presión social.
Entre las clases obreras fue también habitual el consumo de alcohol, no siendo pocas las denuncias de un alto consumo
entre hombres, mujeres e incluso niños a fin de soportar mejor las duras jornadas laborales de la industrialización. En
los testimonios de los trabajadores de las primeras décadas del XX se recoge cómo, para soportar los trabajos más duros
de los efectuados en la industria siderúrgica, los obreros preparaban jarras de agua con cognac.
En 1885 se comienza a dar la voz de alarma acerca del aumento del número de borracheras públicas unidas a escándalos
y peleas. Éstas solían tener lugar los domingos, día festivo en el que la prevención de la villa se llenaba de borrachos.
31 “En Bilbao, “ciudad bien construida”, tuvo ocasión de comer unas deliciosas angulas: el más exquisito fruto del Océano, fritas en aceite y aliñadas
con limón exprimido sobre ellas”, BARETTI, J, A journey from London to Genoa, through England, Portugal, Spain and France, London, 1770
en MARTÍNEZ SALAZAR, A, Aquellos ojos extraños. Euskal Herria en los libros de viajes, Papeles de Zabalanda, Vitoria-Gasteiz, 2002. “En
color y tamaño parecen finos tallarines y pueden comerse a centenares. Se las envía en botellas a Madrid, donde constituyen un plato favorito de
la Reina”, en FISCHER, C.A., op. cit., pág. 249.
32 Por lo general, los bilbaínos se acercaban a los chacolíes los domingos y días de fiesta, cuando los rigores del tiempo remitían y se podía estar al
raso de la noche deleitándose con una magnífica cena acompañada con una no menos exquisita bebida. Los chacolíes se ubicaban en el entorno
de Bilbao, en Begoña, Deusto y Albia, y entre los más conocidos se encontraban: El Amparo chiquito y grande, Pulcha, Muñagorri, Chaquilante,
Leguina, La puerta roja y Luqui. El programa festivo transcurría del siguiente modo: por la mañana, después de misa, se acudía a los chacolíes,
donde chistus y atabales amenizaban las romerías que se organizaban en las campas de los caseríos. Se comía y se bebía, y de nuevo se entregaban los chacolineros a la danza hasta la hora de la merienda, en la que otra vez se hacía acopio de fuerzas”, en MACIAS, O, “Los chacolíes de
Bilbao a finales del siglo XIX”, en Euskonews & Media 168.zbk (2002 / 5 / 24-31)
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Para ocultarlos del público se construyeron unos carros de manos en los que se les transportaba hasta la prevención.
Según relata Olga Macías, este práctica del Ayuntamiento de retirar en carro a todos las personas bebidas que se encontrasen en la vía pública fue criticada por la prensa madrileña al considerarse que era más un fomento de la bebida
que un freno ya que los borrachos tenían asegurado que alguien velaba por ellos y los retiraría de la calle. La razón
última de esta costumbre era la repulsa social que el alcoholismo y la violencia que traía aparejada despertaba entre la
burguesía vizcaína. El alcoholismo era considerado por tradicionalistas y católicos como un vicio y una degradación
de las buenas costumbres que había que combatir, pero el problema no hizo más que crecer. En 1890 la prensa recogía
como las detenciones por escándalos y borracheras se habían extendido a cualquier día de la semana teniendo también
a las mujeres como protagonistas, concretamente a las cargueras, grupo que terminada su dura jornada laboral solía
reunirse para beber en Barrencalle. La solución siguió siendo la retirada y encarcelamiento de los borrachos y violentos
y multar a los que se tenían en pie.
El alcoholismo generó agrios debates en la prensa bilbaína en un intento de dilucidar las razones por la que los vascos
bebían en exceso. El debate fue planteado en 1908 por el semanario “El Coitao. Mal llamao”, publicación fundada por un
grupo de artistas como los hermanos Arrúe, Gustavo Maeztu y Nemesio Mogrobejo, entre otros muchos. Las respuestas, incluida la de Unamuno, derivaron hacia apreciaciones políticas que reflejan más las tensiones políticas de la época.
Las fiestas en el ámbito privado: Cuarteles, visitas, tertulias y reuniones
Dentro del ámbito privado también se celebraron fiestas y eventos enmarcados en las prácticas de sociabilidad organizadas por personas afines en cultura, educación y status. Las familias notables y burguesas se encontraban y reunían
fuera de los medios populares y públicos, en ámbitos privados o semiprivados. Una amplia gama de asociaciones como
sociedades, salones, cafés, tertulias y otro tipo de reuniones, algunas heredadas del siglo XVII y que alcanzaron un gran
desarrollo a lo largo del siglo XVIII. En Bilbao se distinguen los cuarteles, unas reuniones exclusivamente de hombres
y que cuyo nombre era una pervivencia del espíritu castrense en la vida civil, siendo también llamadas cuarteleras las
mujeres contratadas para la limpieza, cuidado y preparación de las comidas para los tertulianos.
Los cuarteles bilbaínos o tertulias fueron de varios tipos: desde los cuarteles o tertulias populares que tenían marco
en tabernas, ermitas, etc….; a los cuarteles de “los hijos de familia”, suponemos miembros de la burguesía comercial y
notables, ubicados en pisos y casas en las que se reunían para conversar, comer, tocar música e ir a los juegos de pelota,
utilizándose algunos de éstos también como bodegas. Las tertulias o cuarteles organizados por los más privilegiados
se celebraban en habitaciones, entresuelos y lonjas arrendados al efecto. Este es el caso de Don Manuel Antonio de
Iturraran, vecino de Bilbao, que a finales del siglo XVIII arrienda una habitación, el entresuelo y la lonja de una casa de
la plaza de la villa formando sociedad con varios “Amigos33 ”, destinando la habitación para tertulia y recreo y disponiéndose dos Papeles de condiciones: uno para el régimen interno del grupo, y el otro para el de la cuartelera. Este cuartel o
tertulia llegó a estar integrado por 22 contertulios, contribuyendo todos con una cuota. De entre éstos se nombraba un
síndico, miembro comisionado para “encargar los instrumentos necesarios para la conversación de los citados “Amigos”,
disponer las luces, dar órdenes a la cuartelera y otros objetos indispensables en semejantes tertulias”. La actividad de los
cuarteles también se vio vigilada y sometida a normativas, así en 1772 el Alcalde de la villa de Bilbao, Don Manuel de
Villabaso y Egurza, prohibía que se tocase música de cualquier clase a partir de las 10 de la noche en verano y desde las
9 en invierno. El Alcalde advertía a los cuarteleros, y especialmente a la casa cuartel de Don Nicolás de Iribarren, Don
Tomás de Orue y otros, que “no permitan se toque violín, silbo ni otro instrumento bullicioso dentro de su casa después
de las horas expresadas por ofender con ello la quietud de los vecinos”. Asimismo, se avisa a todos los cuarteleros a todos
los cuarteleros de la villa que “no salgan a las calles y paseos con música ni sin ella en cuadrillas, ni se mantenga en ningún cuartel, sino que como hijos de familias todos, o los más de ellos, se recojan a sus respectivas casas a menos que con
alguna causa honesta pidan y logren alguna vez licencia expresa de su Merced34 ”.
Al frente de los cuarteles se hallaba una cuartelera- normalmente una mujer viuda o casada-, a quien se le confiaba la
limpieza, la preparación de las comidas y otras intendencias de las casas o pisos cuartel. En el precitado cuartel de Iturriaran, la cuartelera era Josefa de Acha, mujer de cuyo nivel cultural nos da cierta luz el hecho de que su hija, Gregoria
de Albisua, sepa escribir y remita cartas con quejas a los tertulianos. Josefa fue expulsada por los tertulianos pues “no
preparaba las meriendas con manjares delicados y cosas del tiempo y con mucha abundancia y a costa de poco dinero 35”.
33 AHDFB, Judicial, Corregimiento, JCR 6/08, 1772.
34 AHDFB, Judicial, Corregimiento, JCR 6/08, 1772.
35 AHDFB, Judicial, Corregimiento, JCR 2667/10, 1791.
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Unas quejas que dejan patente la importancia que tenía la comensalidad en el ámbito de las celebraciones privadas. A la
vista del pleito mantenido entre Iturraran y el resto de los tertulianos, queda patente el disgusto del primero tanto por
la expulsión de la cuartelera como por lo reducido de los intereses culturales del resto de los tertulianos36 . Esta observación de Iturraran se puede unir a la del ilustrado Uria Nafarrondo quien censuraba la frivolidad de algunos de estos
cuarteles en los que más que el debate intelectual importaba la comensalidad y el juego.
Además de estos cuarteles o tertulias, existieron otro tipo de tertulias más privadas, de sociabilidad entre familias y
restringida a las clases altas. La tertulia o el sarao tenía lugar en espacios privados y nacían de ese deseo de privacidad
e intimidad propio del XVIII: los salones de las casas y palacios de los burgueses y notables de la villa. Estas tertulias
tienen un matiz cultural más marcado que el de los cuarteles. La generalización de los parámetros burgueses en la sociedad del XIX no sólo tuvo lugar en el ámbito de lo político, la vida cotidiana se vio inundada por el discurso burgués
de la domesticidad. El hogar y la familia se convierten en el centro de la vida urbana. Ya en el Bilbao del siglo XVII los
salones o salas de cortesía eran uno de los principales espacios de sociabilidad en el interior de la casa de los notables.
Dentro de estas salas la zona de más lujo era el estrado, “pervivencia del siglo XVII, y que no falta en las casas de alguna
importancia, aún en el siglo XVIII, excepción sea hecha de aquellas, que por su marcado cosmopolitismo adquieren con
mayor rapidez que el resto de los ciudadanos las nuevas modas que llegan de Francia37 ”. El estrado se adornaba con
alfombras sobre las que disponían almohadones de terciopelo y damasco, cuadros, tapices, taburetes, mesillas, braseros,…etc. La casa de Doña Úrsula de Orrantia poseía un servicio de estrado compuesto por 32 almohadas de distintas
telas- terciopelos y damasco-, dos alfombras y tres paños de tapicería de “lana historiada” con 54 varas cuadradas, se
apunta que muy usadas, hecho que nos indica que, al ser bienes de cierto prestigio o calidad, pasaban de generación en
generación, así como un contador con “mesillas embutidas de marfil y grabadas de buril”- el escritorio o mesa donde
se contaban las monedas, símbolo de la riqueza de los dueños de la casa38 . El estrado era el ambiente femenino de las
salas de visitas- aunque también podría haber estrados en las antecámaras de las alcobas o en otras salas-, de ahí que
los asientos fuesen almohadones, más adecuados para facilitar el asiento de las damas dado lo aparatoso de su vestimenta. Don Pablo Francisco de Yrisarri en sus Cartas describe con ironía como transcurrían las reuniones femeninas
durante las ceremonias de las bodas. La novia, tras la petición de mano, ha de recibir múltiples visitas y que no es ésta
floja tarea ni mucho menos, pues como un Buda viviente debe estar “en el sitial del estrado sin poder tomar pluma en
mano39 ”. El ambiente masculino de la sala estaba separado del estrado por biombos, celosías o barandillas y se decoraba
con banquetas, mesas redondas, cuadros, espejos, urnas, mesas pequeñas con badanas para juegos de cartas, relojes,
crucifijos ..etc. Allí los hombres fuman, juegan a los naipes, toman dulces, chocolate, hablan de los precios del mercado,
las noticias del comercio, de la política y se fraguan futuros enlaces matrimoniales y/o comerciales.
La conversación, el juego, el baile, la interpretación de piezas musicales e incluso teatrales eran las principales actividades desarrolladas por los tertulianos40. Las cartas de Yrisarri mencionan varias veces estas tertulias y los mentideros en
los que se fraguaban compras y ventas de hierro, corrían las noticias locales y del extranjero, se arreglaban casamientos,…etc. De las más cultas sería ejemplo la que celebró en 1736 D. Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz con sus amigos
vizcaínos y bilbaínos para presentar y comentar su libro “Cartapacios que escribí de Geometría Sphera y Trigonometría
y otras cosas precisas para la Náutica…” o las que frecuentaron, ya fundada la Real Sociedad Bascongada de Amigos
del País, Samaniego y Jovellanos. Uno de los anfitriones fue Don Ventura Francisco Gómez de la Torre, quien también
36 Don Manuel de Iturriaran se quedará con la llave de la habitación- el alquiler asciende a 2.160 reales anuales-, es por ello que se fuerza la puerta
y se procede a hacer inventario de los bienes. Así, sabemos que los cuarteles se amueblaban con mobiliario viejo, básicamente bancos, mesas,
arcas, escaparates, adornándose las paredes con cuadros-uno de ellos de la Iluminación-, tablas pintadas a color, papeles pintados, tablas con la
lista de los nombres de los tertulianos. El menaje se componía de botellas y vasos. AHDFB, JCR, 2667/10, 1791.
37 MANZANARES, P, op cit, pág. 208-209.
38 “Treinta y cuatro servilletas de granillo de Vitoria, cinco manteles a juego, 9 varas de lienzo crudo de Francia para servilletas y 6 y media varas
de granillo de Vitoria para manteles, 34 reales y medio de mantelería adamascada de Francia, siete pañicos de manos para chocolate (….), ocho
servilletas usadas de Francia, dos manteles adamascados de Francia, 2 manteles de Francia con listas azules y también manteles y servilletas de
Alemania”, AHDB, Judicial, Corregimiento, 3496/2, 1695.
39 MANSO DE ZUÑIGA, G.de, Cartas de Bilbao, Boletín de la Real Sociedad de Amigos del País, año I, cuaderno 1º, San Sebastián, 1949, pág. 37.
40 “Orientada a entretener a los socios de la Bascongada en sus primitivas juntas, tiene las características de los teatros particulares, aún poco
estudiados en el XVIII español, pero que debieron tener una incidencia mayor en la historia del teatro que la que habitualmente se le asigna.
El Conde, que procuraba hacer siempre las cosas lo más perfectamente posible, dispuso hasta de un «Reglamento que se ha de guardar en las
funciones de teatro», que ilumina con claridad el funcionamiento de estos teatros privados. El tipo de obras que representan y lo temprano de
sus creaciones originales permite adscribir esta producción al teatro rococó, fruto de la simplificación de las estructuras barrocas tras la primera
influencia de los criterios clasicistas. Además, la preferencia por el teatro musical abona este destino de la función dramática a las diversiones
de salón al integrar en ella la música, que tanto atractivo tuvo para el hombre dieciochesco, o al consumir óperas cómicas en las que la farsa
facilitaba la intención lúdica”, en ARETA ARMENTIA, L.M, “Obra literaria de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País”, en Biblioteca
Cervantes.
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organizaba tertulias en su Casa Palacio del Arenal. Una de sus sobrinas, Francisca de Mazarredo41 , al igual que otras
mujeres cultas de la época, también organizaba tertulias en su casa todos los días, “pero las más selectas solían ser los
domingos. Quedaban hacia las diez de la noche, y tras mostrar sus respetos a la señora de la casa se sentaban en un
círculo y luego se ponían a bailar bailes franceses o bailes nacionales y hacían juegos. En estas tertulias las señoras se vestían en blanco 42”. Otras tertulias organizadas por mujeres fueron la de Doña Manuela de Salcedo, mujer de Samaniego,
y la de la viuda del comisario Mollinedo: Jovellanos nos da testimonio de ellas y detalla cómo se practicaban juegos de
mesa como el truco, especie de juego de billar 43. Además de estos juegos y bailes, las tertulias también fueron el foco
difusor del pensamiento ilustrado entre las familias de notables. Las relaciones epistolares y las tertulias fueron las vías
de comunicación de ideas, intereses y acciones entre los miembros de la Real Sociedad de Amigos del País o, simplemente, entre los amigos de tertulia y/o socios de compañías de negocios.
En siglos posteriores las visitas de cortesía y las tertulias en los hogares particulares, se comenzaran a desarrollarse
según un estricto protocolo del que da buena medida la generalización del uso de tarjetas de visita, el intercambio
epistolar44 , la adecuación de salones y gabinetes para la recepción de familiares y amigos, la adquisición de instrumentos musicales, básicamente pianos para la animación de tertulias y bailes, toda una estudiada y reglada comensalidad
y servicio de mesa, los carruajes, vestimentas,.…etc., cuyo mayor o menor lujo y modernidad eran símbolos de la respetabilidad y riqueza tanto de los anfitriones como de los invitados. En el caso de Bilbao se añadía una particularidad,
también símbolo de categoría y status social, como era la costumbre de que cada familia se acompañase de un farol en
sus salidas nocturnas a tertulias, bailes, representaciones teatrales, musicales,…etc.
“Aún después de establecido aquí el alumbrado por gas (…) perseveró por mucho tiempo este caso,
ya innecesario. Y es que estos faroles medían el rango social de sus dueños y constituían un signo de
respetabilidad y de riqueza como pudiera serlo el coche o el palco del teatro. Eran una prolongación
del mobiliario suntuoso del interior y complemento de los ricos atavíos de la calle. Su importancia
no residió sólo en las cresterías, volutas rosáceas y demás adornos que hacían de ellos una obra
maestra de la platería decorativa, sino en el número de velas. Desde luego las de una luz estaban
abolidas: las había de dos, de cuatro, de seis, y la cantidad de luminaria, junto con la riqueza ornamental del aparato, eran las circunstancias que se medían y aquilataban cuando al salir de una reunión mundana, y especialmente de una función teatral, una doble fila de domésticas exhibía en el
vestíbulo aquellas especies de urnas, algunas de las cuales alcanzaban proporciones aterradoras45 ”
Además, cualquier evento festivo privado era celebrado con abundantes comidas, siendo el chocolate, en menor medida el café46 y el té, una de las bebidas alrededor de la cual existía un ceremonial y todo un menaje que, según su cantidad
y la calidad del material con el que estuviese fabricado, daban buena medida del prestigio y nivel social de la familia. Las
mantelerías, cuberterías de plata o cobre, así como otros objetos de cocina formaban parte de un profuso menaje que
nos da buena medida del refinamiento y la frecuencia de la comensalidad en los salones y comedores de la adinerada
41 “Francisca de Mazarredo vivió un tiempo en París, era muy culta y educada, era una excelente música, hablaba muy bien francés y siempre
era muy atenta con los extranjeros que venían a la villa. Vestía a la moda francesa y no seguía la moda del lugar, excepto cuando iba a misa”,
ALCORTA ORTIZ DE ZARATE, E, op. cit., pág. 161. Casos como el de esta dama debieron ser únicos en la villa, así Fischer consideraba que en
general, y pese a la vivacidad de modales” y unas excelentes disposiciones, les faltaba cultura: “su señorío sería completo si cierta reserva rígida y
una orgullosa gazmoñería nos oscureciera sus amables cualidades”, FISCHER, C.A., op. cit., pág. 244.
42 ALCORTA ORTIZ DE ZARATE, E, op. cit., pág. 161.
43 “De la que hubo en casa de la viuda del comisario Mollinedo, al día siguiente, nos deja más datos (Jovellanos): “Gran concurrencia, mesa de bisbis,
tres en rocambor y mucha gente sobrante para la conversación”. El juego de más práctica era el truco, especie de juego de billar con tablillas, troneras y barras y bolillo”, MAULEÓN ISLA, M, op. cit., pág. 236-237. De este gusto y de la necesidad de aprender juegos de mesa para participar de
esa sociabilidad de la élite es muestra la presencia de obras lúdicos sobre naipes, lotería, prestidigitación en las librerías de los comerciantes
bilbaínos: “las cotidianas veladas y visitas que en Bilbao eran de obligado cumplimiento entre la sociedad acomodada y en los que, aparte de
representaciones teatrales y las tertulias literarias, se consumían las horas de ocio en juegos y distracciones”, en GONZÁLEZ ECHEGARAY,
C, “La Biblioteca de un comerciante bilbaíno del siglo XVIII”, ANABAD, Madrid, 1973.
44 Las relaciones epistolares son frecuentes y en las cartas se refleja todo el protocolo de las buenas formas en cualquier momento de la vida
cotidiana. Así, cuando los Ybarra se mudan de casa desde el Portal de Zamudio a la calle Bidebarrieta escriben “a todos sus amigos para que
conocieran su nueva dirección y poner su casa a disposición de todos ellos. Corces, por ejemplo, contestó a su amable ofrecimiento desde
Londres:”Doy a Vuestra merced las más sinceras gracias por la oferta de su nueva casa, la que me alegraré disfrute por muchos años”, en YBARRA e YBARRA, J, op cit, pág. 213. También son interesantes algunas de obras como la de J.C. GORTAZAR que recoge el pulso del Bilbao de
mediados del siglo XIX a través de una colección de cartas.
45 GORTAZAR, J.C. de, op cit, 1966, pág. 216.
46 “Debido a sus efectos estimulantes el café se convirtió en un símbolo de la racionalidad y la eficacia burguesa. En esto contrastaba con el chocolate (el cacao se había traído de América), que era más bien una bebida de aristócratas o, lo que hoy puede parecernos extraño, para “resistir”
la vigilia los días de vigilia. Como sucedió con otros productos nuevos, el té, el café y el cacao al principio se emplearon como medicinas y sólo
después pasaron al ámbito alimentario”, en SARTI, R, Vida en familia. Casa, comida y vestido en la Europa Moderna, Crítica, Barcelona, 2003,
pág. 236.
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burguesía comercial y de los notables de linaje. E. Alcorta señala que en 1767 se aprecia una evolución de los utensilios
tanto los de servicio de mesa como la de cocina47 . Entre el nuevo menaje de la familia Gómez de la Torre se destaca “6
cocos embutidos en plata afiligranada con sus tapas también afiligranadas” para el consumo de chocolate, unas piezas
que sólo se veían en las mesas de las familias de alto nivel económico. La cena celebrada por Francisco de Mazarredo
Gómez de la Torre en su casa para invitar al jefe político de la villa, al cónsul británico y al de las provincias hanseáticas
constaba de más cuarenta platos: ensaladas, carne, pescado, ostras, helados, gran variedad de pasteles y frutas. Los
vinos de acompañamiento eran franceses y españoles, rematándose la cena con café, licores y tabaco. Tras la cena las
mujeres tocaban el piano mientras los hombres se retiraban a la biblioteca a fumar.
La mayoría de las tertulias eran “íntimas y familiares”, reuniéndose alternativamente en casa de una u otra familia. En
los testimonios de 1830 se relata cómo, durante el invierno, entre 6 o 10 familias establecían un círculo de visitas: cada
familia escogía una semana durante la cual se reunían todas las otras familias por las tardes, antes de salir tomaban
chocolate y sopa la retornar a su casa. El entretenimiento era de tipo intelectual: música, cartas y bailes. Este testimonio
añade como todo el dinero ganado y perdido en las partidas de cartas se empleaba en celebrar una comida- en el campo
en verano48 . Las tertulias estaban tan estructuradas como la sociedad, destacándose las denominadas tertulias elegantes. En 1822 se destacan en la villa las tertulias elegantes de Doña Juana de Mazarredo y Moyua49 . Esta dama bilbaína
residía en la Estufa, abriéndose sus salones a lo más granado de la sociedad de Bilbao y los visitantes distinguidos:
“La reunión se abre diariamente a las diez de la noche y hay mayor concurrencia los días festivos
y domingos. Primero se saluda a la señora de la casa y luego se sientan todos en círculo para comenzar el baile. Se hacen figuras del cotillón francés o de algún baile español. Más tarde se juega
a prendas. El más elegante de todos los juegos de sociedad consiste en pasarse rápidamente unos a
otros un anillo o moneda diciendo:”El Rey pasa por aquí” y hacerle adivinar al que está en el centro
dónde se halla. El que acierta pasa la círculo con los demás y ocupa el centro, el que tenía el anillo
en sus manos50 ”.
Unas décadas más tarde, más generalizado el discurso de la domesticidad, en la mayoría de las tertulias las mujeres se
dedicaban a hacer labores de aguja o ganchillo mientras comentaban los acontecimientos diarios, mientras los hombres
jugaban a las cartas, charlaban o iban a la Sociedad Bilbaína o la Filarmónica para después recoger a sus mujeres tras
algo de charla, de baile o juego y marcharse hacia las once, hora de volver a sus casas y cenar. Algunas de estas tertulias
estaban muy concurridas, llegándose a reunir más de cincuenta personas. Los documentos de mediados de siglo destacan algunas tertulias locales, siendo novedad en el momento la tertulia del cónsul inglés51 , la de Pilita Sagarminaga,
Luisa Escalera, Isabel Uhagón, la de Zearrote…etc., teniendo todas ellas como elemento común el gusto por la música
y el baile, especialmente la música vocal:
“La noche pasada hubo tertulia en la casa del general. Dicen que hubo sesenta personas y que cantaron Pilita, Luisina, una andaluza, sobrina de Luján, y Aurea. Esta dicen que cantó con mucha
ejecución, pero tan antigua como antes, muy despacio y los adornos como antes. Cantó Pantaleón52”
47 ALCORTA ORTÍZ DE ZARATE, E, op. cit., pág. 172.
48 During the winter, a circle of six, eight, or ten familias form themselves into a society, and agree to visit each other; each chooses a week, and during
each week the circle assembles every evening at the same house; they take chocolate before going out, and sup when they return; the entertainment
is entirely intellectual; music, cards and dancing fill up the evening. Upon one occasion only, does the circle eat together; all the money lost and
won at cards, is made a purse, and is confided to one of the party; and during the summer it is converted into a dinner in the country, of which all
the members of the circle partake”, en ALBERDI, M, “Zenbait bisitari britainiar Bilbon Lehen Karlistada garaian”, en Bidebarrieta XIV, Bidaiak eta
bidaiariak Bilbon barrena, Bilbao, 2003, pág.151.
49 “Don Francisco de Mazarredo se hallaba casado con su prima doña Juana de Mazarredo y Moyua, hija del Teniente General de la Armada, don
José Domingo. Esta extraordinaria mujer, Juanita de Mazarredo, llena con su personalidad acentuadísima toda una época en la historia social de
Bilbao. Doña Juanita debió ser la gran figura femenina del temprano ochocientos vizcaíno. Aficionada a la literatura y a las Artes, con dotes excepcionales de inspiración poética, refinada y culta, lectora infatigable de novedades europeas, irradiaba además, según los coetáneos, simpatía
y gentileza. Goya inmortalizó en uno de sus lienzos (…), cuando era una niña de pocos años”, en AREILZA, J.Mª de, op cit, pág. 61.
50 AREILZA, J.Mª de, op cit, pág. 62.
51 Los lunes hay reunión en la casa del cónsul inglés. Hasta ahora va poca gente, pero se pasa bien. Nosotros hemos estado dos noches; se concluye a las once. La mayor parte de los hombres son ingleses: de señoras, van las hijas del Comandante de Marina, que son cinco y algunas de ellas
guapas, Luisa Ansel, Juanita Ugarte, casada con el noruego, la de Torres, nosotras y otras más. De nueve a diez se baila y hasta las once se juega
a la veintiuna embancada. Tanto el cónsul como su señora son muy amables y reciben perfectamente. Hablan correctamente el español, pues
han vivido muchísimos años en Cádiz. Tienen la casa de Tomás de Arana, en la Plaza Vieja, que hay unas sala hermosísima y un gabinete lo
mismo, perfectamente puesto, con muchos cuadros. A las nueve sirven té y más tarde bizcochos, y a los hombres copas”, GORTAZAR, J.C. de,
op cit, pág. 302.
52 GORTAZAR, J.C. de, op cit, pág. 322.
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Otro de los ámbitos de sociabilidad que se fueron abriendo paso convirtiéndose en nuevo escenario de tertulias, lectura
de la naciente prensa, juegos de mesa, bailes,...etc., fueron los cafés, constituyéndose también en focos de difusión de
la cultura y las costumbres francesas, así como de ideas políticas. Una de las características que más llamaron la atención de los contemporáneos de estos primeros cafés fue “el carácter promiscuo de su clientela: la heterogénea fauna de
asiduos incluye libertinos y jugadores, militares, viajeros y comerciantes, jóvenes estudiantes y petimetres; pero también
aristócratas y profesionales liberales de la clase media, médicos, abogados, sastres, peluqueros, etc53 ”. En 1797 Fischer
señala la existencia de varios de estos cafés en Bilbao, aunque le decepciona su nivel teniendo en cuenta su entidad y
calidad de ciudad comercial. Se destaca un café instalado en el Arenal, propiedad de un sueco y su esposa holandesa,
que también tiene billares en su entresuelo y es lugar de reunión de marineros. El resto de los cafés los considera de
poco interés y anuncia la apertura de un local de más lustre en el Arenal por parte de un francés54 . “Además de los
cafés, hubo otros escenarios semiprivados en los que florecieron tertulias, más o menos politizadas, en número relativamente importante: sobre todo las reboticas y las trastiendas de las librerías55 ”. Si bien Fischer con su tono crítico dice
encontrarse pocos libros y periódicos “en una especie de librerías de viejo que venden igualmente ceras para zapatos
y perdigones”, el autor remite a los “buenos comercios extranjeros” de la villa para poder hallar periódicos franceses y
alguna “juiciosa colección de libros56 ”.
Por su parte, los artesanos mantuvieron las cofradías como ámbito de sociabilidad, fiesta y solidaridad . La cofradía
constituyó un marco de protección y ayuda mutua a los miembros de un mismo gremio o de una misma devoción: las
festividades tenían una mezcla de actos religiosos y profanos (banquetes, bailes, novilladas) que crearon numerosos
recelos entre las autoridades eclesiásticas. La comensalidad, las reuniones, las fiestas eran prácticas de sociabilidad de
acceso restringido que reafirmaban y consolidaban los vínculos de solidaridad del grupo. A lo largo del siglo XVIII las
cofradías se vieron muy mermadas en sus prerrogativas, llegando a prohibirse los banquetes de las cofradías en 1783.
Sin embargo, en estos momentos de retroceso, se documenta cómo si se permitió la fundación de cofradías piadosas,
cuya finalidad era la caridad, y estaban constituidas exclusivamente por mujeres. Es el caso de la Cofradía de Santa
Casilda, fundada en 1798 bajo los auspicios de una “Señora de la Noble Villa de Bilbao” devota de Santa Casilda, santa
a la que atribuye la curación de una enfermedad, y el convento de San Francisco57 . Una constitución que se inscribe en
el ambiente de religiosidad, piedad y caridad respuesta a la influencia de las ideas liberales y revolucionarias francesas
contra las que la Iglesia montó este tipo de “cordones sanitarios”.
En las zonas rurales también se llevaban a cabo tertulias populares, muchas veces organizadas con motivos de las labores anuales del campo y en las que a las conversaciones se unían canciones, relatos, bailes,..etc. Una escena similar a la
que describe el viajero J. Baretti cuando recala en una posada, en medio de un ambiente popular: “El viajero se sentaba
en un banco de tosca madera, o un taburete de dos patas, en compañía de muleros, aldeanos, mendigos o cualquier sujeto que pase por allí mientras las muchachas preparaban el puchero y traían el abadejo. Yo acariciaba los rostros de los
chiquillos, besaba a los niños, estrechaba la mano de las doncellas, llamaba padre a todo anciano; preguntaba a cada
cual su nombre, les pasaba el rapé y les ofrecía un trago de mi borracha. De esta suerte ponía generalmente a todos de
buen humor, y a mí con ellos58 ”. J. Madariaga señala como alrededor de estas celebraciones rurales también se organizaron “pruebas y apuestas de los que desde finales del siglo XVIII empiezan a conceptualizarse como deportes, pero que
emergen de la actividad laboral sustanciada en términos de desaf ío: cortes de troncos, regatas de traineras, pruebas de
bueyes, etc.59 ”. Unas prácticas y una sociabilidad popular cuyos excesos fueron enseguida reprimidos por la paternalista
élite asentada en el poder. En 1787 se denuncia que “como menosprecio de la común tranquilidad, causando punible
escándalo, bajo de pretexto de ferias y prueba de bueyes, aún con presencia y asistencia de sus Fieles, con especialidad de
los días feriados, antes y después de Misa, pasando su desvergüenza a tanto, que después de maltratar; y aún reventar
los animales, quebrantan el precepto con el trabajo; y por último se meten en dichas tabernas con los dichos fieles o con
título de hacer conversación o beber vino en calidad de refresco, se mantienen en ellas aún de noche, bebiendo y jugando..60 ”. A tal efecto ese año se prohíben tanto las pruebas de bueyes como permanecer después del toque de Ave María
de prima noche, ni en días de fiesta ni de labor, en ninguna taberna de los pueblos del Señorío. La mala reputación de
53 FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, J, “Los primeros cafés de España (1758-1808). Nueva sociabilidad urbana y lugares públicos de afrancesamiento”,
en AYMES, J.R, (ed.), La imagen de Francia en España durante la segunda mitad el siglo XVIII, Instituto de Cultura “Juan Gil-Albert”, Alicante,
1996, pág. 66.
54 FISCHER, C.A, op cit, pág. 243.
55 MADARIAGA ORBEA, J, “Espacios de sociabilidad en Euskal Herria, siglos XVIII y XIX”, en Euskonews & Media 219. zbk (2003 / 07 / 18-24)
56 FISCHER, C.A., op cit, pág. 243-244.
57 Constituciones que han de observar los individuos de la Congregación o Cofradía baxo la advocación de Santa Casilda sita en la Iglesia de
Nuestro Padre San Francisco….., Gregorio Marcos de Roble y Revilla, Bilbao, 1798.
58 MARTÍNEZ SALAZAR, A, Aquellos ojos extraños. Euskal Herria en los libros de viajes, Papeles de Zabalanda, Vitoria-Gasteiz, 2002
59 MADARIAGA ORBEA, J, op. cit.
60 AHDFB, Administrativo, AJ00682/3, 1787.
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las tabernas será una constante durante el Antiguo Régimen: las tabernas de los arrabales y las anteiglesias cercanas a
la villa seguirán concitando las suspicacias no sólo de las autoridades, sino de los viajeros que, como Fischer, recogen
cómo tienen una reputación equívoca y suelen ser frecuentadas por marinos y marineros.
La evolución del calendario festivo en el Bilbao del antiguo régimen
Dentro de la continuidad que se mantuvo en el calendario festivo bilbaíno, las fiestas de la ciudad se fueron modernizando, especialmente las fiestas de agosto, las principales de la ciudad y que, sin celebrar un santo concreto, constituían
unas fiestas urbanas, unas fiestas que celebraban a la propia ciudad y que se desde el principio se denominaron solamente las “fiestas de Bilbao” o “de agosto”61 .
El calendario festivo de Bilbao, como en muchas otras ciudades, tuvo una enorme importancia en la vida cotidiana de
finales del siglo XIX. Un calendario festivo que venía marcado por las dos principales celebraciones religiosas como las
Navidades y la Semana Santa, seguida de fiestas laicas como las fiestas de agosto o las de Carnaval, y otras fiestas religiosas como la de Todos los Santos en noviembre, el Corpus, Santiago Apóstol, patrón de Bilbao y la virgen de Begoña. .
A finales del siglo XIX, una caricatura de Gaminde dividía el año en dos mitades: «de Navidad a Corridas y de Corridas
a Navidad». Una sentencia que subrayaba la importancia que las corridas de toros tenían en las fiestas de la villa, un
espectáculo que fue cambiando de manera sutil de popular y algo caótico, a un espectáculo más técnico y estructurado
deteniéndose las crónicas de la época más en la descripción de los carruajes, la belleza y los vestidos de las damas, la
asistencia de las personalidades que en los incidentes. Los cambios en la fiesta de los toros vinieron marcados por la
llegada del tren a la villa: los toros arribarían ya en tren, lo mismo que los toreros llegarían y marcharían de la ciudad
en tren y no ya en diligencias, perdiéndose la costumbre de recibir y despedir a unos y a otros. La construcción de la
nueva Plaza de toros de Vista Alegre, de estilo árabe, en 1882, fue uno de sus últimos hitos del cambio. Será en estos
momentos de finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando se acuñe también esa imagen romántica de los festejos
taurinos de Bilbao, festejos de toros bravos y afición entregada y apasionada.
Es en estos años cuando surge una de las sociedades muy vinculadas a la historia de Bilbao, implicadas en la organización de actividades culturales y benéficas y en la fiesta taurina: el club Cocherito de Bilbao, fundada en 1910, como
homenaje al torero bilbaíno Cástor Jaureguibeitia Ibarra (1878-1928), “Cocherito de Bilbao”. El club nació en esos años
de auge de la ciudad abriendo su sede definitiva en 1925 en la calle Nueva. Será este club el que mantenga con fuerza la
fiesta de los toros en Bilbao, revitalizándola tras la guerra civil y alcanzando el éxito de décadas anteriores a partir de los
años 50. Uno de los episodios más dramáticos de la historia taurina de la villa fue el incendio de la plaza de toros el 4 de
setiembre de 1961, inaugurándose un nuevo coso el 19 de junio de 1962. La crisis de los 70 también afectó al mundo de
los toros, siendo unos años muy duros para la ciudad desde todos los puntos de vista. Tras las inundaciones de 1983, el
club Cocherito y la fiesta de los toros fueron modernizándose mediante actividades culturales y congresos.
Pero además de las corridas de toros, la celebración de las fiestas bilbaínas, al menos las laicas, experimentaron más
cambios desde las décadas finales del siglo XIX. La música, los juegos, los fuegos artificiales y las atracciones empezaron
a ser demandas por una sociedad que demandaba y deseaba unas diversiones más acordes con el nuevo mundo de lujo,
riqueza y gusto por lo cosmopolita acorde con el crecimiento económico de la ciudad. Tras los desastres de la guerra, el
ayuntamiento de Bilbao deseaba restaurar “la fama y renombre de las fiestas populares” y se planificaron unos fastuosos
festejos para las fiestas de los días 17 al 22 de agosto de 1879, siendo el plato fuerte de las mismas la fiesta de la noche
del 22, una fiesta veneciana cuyo tema fueron los desposorios de Foscari. Una fiesta nocturna, con personajes caracterizados al estilo veneciano, fuegos artificiales, iluminación con farolillos y un desfile de góndolas navegando por la Ría
y conformando un fantástico espectáculo, que repitió con variantes entre ese año y 1894. Estas fiestas impactaron en
la opinión pública y en la memoria colectiva, aunque la creciente contaminación de la ría fue haciendo desaconsejable
este tipo de eventos.
61 “El asunto venía de atrás, de mediados del XVIII. Paradójicamente, una intervención de la Iglesia inició esta anomalía. Las primeras noticias de
unas fiestas en Bilbao hablan de la importancia del Corpus, a fines del XVII la principal celebración pública, con procesiones y también actividades
lúdicas no religiosas. Las corridas de toros y los festejos que solían acompañarlas se celebraban en la octava del Corpus, una fiesta religiosa por
tanto. Pues bien, las autoridades eclesiásticas entendieron que la fiesta taurina estaba reñida con la solemnidad espiritual del Corpus. Lograron que
las corridas se desplazasen a otras fechas sin connotaciones religiosas. A la vista de lo que sucedió después, hay que convenir en que el rigor de los
curas bilbaínos, o su celo, resultaron contraproducentes para los intereses eclesiásticos. Fijados los festejos «laicos» de la villa a mediados de agosto,
sin compromisos religiosos inmediatos —más bien con el de no mezclar afición y devoción—, fue posible un desarrollo autónomo de la fiesta, al
margen de los cabildos eclesiásticos, de una fiesta que en su concepción y desenvolvimiento era laica, mundanal y urbana”, en MONTERO, M,
“Despegue urbano y continuidad de las costumbres públicas. Las celebraciones festivas en el Bilbao de la industrialización”, en Revista Historia
Contemporánea, 37, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 2008, pág. 531-556.
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Las fiestas de agosto, por su carácter eminentemente lúdico festivo, sin más connotaciones, fueron un elemento de
identificación urbana tanto para los miles de emigrantes que acudieron a la ciudad, como para los originarios de Bilbao.
Sin embargo, las élites fueron buscando espacios exclusivos en la fiestas, así, en 1894 organizaron un evento hípico paralelo en la localidad de Lamiako y, en años posteriores, se organizaron por iniciativa privada los llamados “jardines de
esparcimiento” o del Olimpo, juegos de tiro al blanco, juegos de la rana, bailes en los Campos Elíseos, actuaciones de la
banda de Santa Cecilia, tamborileros, tientas de torillos, zarzuelas cómicas, entre otras diversiones.
Las fiestas de agosto dieron un giro en el año 1896 al incluir en sus programas los nuevos espectáculos de masas, aunque
sin romper con las tradiciones como los Gigantes de Bilbao y el ya famoso Gargantúa62 , diseñado y construido en 1854
por otro de los conocidos personajes de la villa, Antonio Echániz (1815-1867), el famoso bombero Echániz fallecido
fallecido heroicamente en la extinción de un incendio en la calle Correo. En ese año de 1896 se construye un nuevo
Gargantúa y nuevos gigantes, saliendo a la fiesta Don Terencio, Doña Tomasa y las tres parejas de “Los turcos”, “Los
Moros” y “Los aldeanos” y el precitado Gargantúa acompañado de enanos. Las barracas, incorporadas a las fiestas en
1880, volvieron a instalarse en las fiestas de 1896, está vez en la Plaza del Ensanche, siendo otra de sus ubicaciones el
Campo de Volantín, desde donde se trasladaron a la Casilla hacia 1906. También hubo toro de fuego, demostraciones
de bomberos, juegos infantiles, linterna mágica, partidos de pelota, carreras ciclistas en el recién inaugurado velódromo
y regatas. Pero lo que más destacó aquel año fue la música, la auténtica protagonista de la fiesta: Fiestas Eúskaras, Bertsolaris, dulzaineros, tamborileros, espatadantzaris, orfeones y charangas; rematándose la fiesta con un gran concurso
internacional de Orfeones, Bandas y Charangas .63
“Fue el colofón de las fiestas y culminó en Vista Alegre el sábado (orfeones) y el domingo (bandas).
Acudieron decenas de agrupaciones musicales, de Valencia, Andalucía, Santander, Burgos, Navarra… y de Francia. Fue algo impresionante, espectacular. Baste decir que los músicos franceses
que llegaron a Bilbao fueron más de 1200. Así, desde días antes del concurso la animación era
extraordinaria, según iban llegando bandas, orfeones y charangas y hacían sus demostraciones en
la estación y en las calles. Se les recibió con entusiasmo. Unas 4.000 personas acudieron a escuchar
a la Banda de Libourne, que tocó en la Plaza Nueva”.
Tal y como señala Ramón Zallo, la modernización industrial y la urbana de Bilbao está relacionada con esta rápida
aceptación y el desarrollo de la cultura de masas, aunque también hay que relacionarlo “con algunas prácticas y usos
de la cultura popular vasca”, dando como resultado un alto consumo de medios de comunicación de masas, niveles de
lectura libros, audición de libros, visionado de cine y asistencia a espectáculos64 .
Tras la toma de Bilbao por parte del ejército franquista cambiará por completo la forma de vivir la fiesta. Éstas se plegarán por completo a la imaginería e ideología fascista y franquista. Así, las fiestas de agosto de 1937, apenas dos meses
después de la entrada de las tropas franquistas en Bilbao, fueron un homenaje a Alemania, Italia y Portugal, adquiriendo
un mayor tono religioso con grandes y sentidas ofrendas a la Virgen de Begoña y a San Ignacio. El calendario de fiestas
quedaba profundamente marcado y ceñido al continuo homenaje a la figura de Franco, los hitos de la guerra y una
rigurosa religiosidad: desfiles militares, arengas políticas a las masas, homenajes a los caídos, ofrendas florales y bailes
folkóricos se constituyeron en actos centrales y casi únicos de las fiestas.
Tras la muerte del dictador F. Franco, Bilbao recuperó sus fiestas y todos sus símbolos externo, añadiéndose también
otros nuevos elementos derivados de una gran heterogeneidad política y social. La Aste Nagusia se reinventa y, tras de-
62 “Está basado en las novelas de Gargantúa y Pantagruel, de origen francés. Según José María Busca Isusi, guipuzcoano, el Gargantúa era hijo de dos
gigantes, llamados Grandgoussier y Gagamelle, hija de un rey salvaje. El hijo, al nacer, tenía el tamaño de una ternera y pesaba varias toneladas.
Hubieron que construirle una enorme cuna. De comer le daban terneras y vacas a montones. Al final, sus padres, en vez de en carrito, decidieron
llevarlo montado en un carro arrastrado por bueyes. En 1854 se creó en Bilbao el primer Gargantúa, obra de Bombero Echániz. Este primer Gargantúa es destruido por una bomba en la guerra carlista. Más tarde en 1896, se construye un nuevo Gargantúa, con nueva vestimenta, ya que el
anterior vestía al estilo francés. Es presentando junto a los nuevos gigantes y cabezudos de la villa. Este Gargantúa después de un tiempo, pasa a
ser junto a los gigantes y cabezudos, el Gargantúa de Gernika (Bizkaia).En la época moderna se construyen dos Gargantúas. El primer Gargantua
es creado en Valencia. Se trata de un gigantón, con cara de enfadado y de mucha hambre. Algunos le llaman Ninot por ser de Valencia. Fue creado
en la década de 1970. Más tarde, el Gargantúa quedo abandonado y en muy mal estado. El ayuntamiento encarga a Pedro Goiriena que lo arregle
y que también cree 12 gigantes y cabezudos para Bilbao. El Gargantúa es presentado en el año 1980 junto con los nuevos Gigantes y Cabezudos.
El segundo Gargantúa actual, es creado por Juan Ignacio Urbieta (Deba). Este Gargantúa es mucho más moderno ya que aparte de tragar niños,
también se puede mover (las manos, los ojos…). Es más grande que el anterior, es más gordito y con cara de más gracia”, en Wikipedia, http://
es.wikipedia.org .
63 MONTERO, M, Crónicas de Bilbao y de Vizcaya. El progreso de Bilbao. Los lugares y las fiestas, Ed. Txertoa, Bilbao, 1997, pág. 116
64 ZALLO ELGUEZABAL, R, “Bilbao y sus industrias culturales: una aproximación”, en Revista Internacional de estudios Vascos, 49, 1, Eusko
Ikaskuntza, San Sebastián-Donostia, 2004, pág. 119-143.
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cadas de silencio y tiempo anodino65 , la creación de la única semana de nueve días refleja las ansias de fiesta y libertad,
así como la genialidad de ese espíritu chirene de los bilbaínos. Las fiestas son rescatadas por las comparsas en el año
1978, destacándose entre ellas la ya mítica Txomin Barullo. Vuelven las fiestas populares, con la carismática Mari Jaiak ,
una mujer mayor, de cara sonrosada y feliz, vestida de aldeana, - como símbolo e icono del carácter alegre y popular de
esas fiestas, un símbolo creado en ese mismo año de 1978 por la diseñadora Mari Puri Herrero66 .
“La txozna, la sidra, la zarandaja
la gente come, la gente pasa
una botella de regalo
por tres huevos en la cara
la ría hace una interrogación
y se acaba nublando la visión
jaia bai borroka ere bai
boy I never can say goodbye”
“Bilbao”, Siniestro Total (1995).
La Aste Nagusia está considerada como una fiesta singular por seguir un modelo festivo atípico ya que constituye “la
única fiesta vasca co-gestionada por el colectivo de comparsas y el Ayuntamiento- es decir, por los partidos políticos
representados en el mismo-; ambos participa en su diseño, financiamiento y ejecución”. Unas fiestas declaradas “Patrimonio Cultural Inmaterial” en el año 2009 por la UNESCO y que convocaron ese mismo año a más de 460.000 personas
atraídas por unos 300 espectáculos y actividades culturales y lúdicas totalmente gratuitas 67.
65 “Y en ese mes ocurría, es un decir, la Semana Grande, que ni si quiera tenía eco en la prensa, salvo algún suelto anuncio algún aislado festejo, tal
como combates de boxeo o lucha en un Ring instalado en una balsa fondeada en la Ría, algún alarde de Danzas Vascas de la Sección Femenina,
Las barracas se movían como apestadas de ubicación en ubicación cada vez más marginadas, convirtiéndose para los barraqueros Bilbao en
plaza de segunda. Y los toros, las corridas generales, el único residuo de la Semana Grande y la presencia de algunas compañías de teatro que en
hacían sus giras “por provincias” recalaban en Bilbao”, en www.astenagusia.net.
66 Aste Nagusia bakarra dago hamar gauekoa munduan//.Abuztuan Bilbon denok batera katuak eurak be jaietan.//Mari, Mari, Marija dator Mari,
Mari, Marijaia dator.// Uger, uger,Bilboko uretan Mari, Mari, Marijaia dator.// Abuztuan danok zahar eta gazte gizon eta andre jaietan.// Zapia
lepoa alkar hartut kolore guztiak dantzetan.// Goxa eta erlojua ez ei doaz batera bata edo bestea zoratu egin da.//Hara, hara, hara, hara nor
datorren hara, hara, hara, gure Marijaia.// Ene, ene, ene, oi ai ene bada aste hau pasata barriro joango da.// Marijaia bera gure Marijaia Bilbora
etorri da Aste Nagusira.// Aste Nagusi bakarra munduan bakarra munduan Marijaia.”, canción Marijaia dator de Kepa Junkera. Autor de la
letra, Edorta Jimenez.
67 PERUGORRIA, I, “La Aste Nagusia de Bilbao:génesis y estado actual de una tesis de doctorado”, en Euskonews&Media, 542, Eusko Ikaskuntza,
San Sebastián-Donostia, 23-30/07/2010
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Tamborileros municipales en Bilbao durante el
siglo XIX
Iñaki Irigoien
Euskal Dantzien Biltzarra
Resumen
Tamborileros en Bilbao durante el siglo XIX
El tamborilero municipal y su integración en Bilbao: José Javier de Etxebarria y Azkue, primer tamborilero del siglo
XIX, Julián de Bengoa. Joaquín María de Olasagasti. Francisco María de Arzuaga y Letemendia (Txango), tamborilero
de Bilbao y Begoña, junto a otros familiares suyos, Pedro de Uria y su hermano Julián. Rogaciano Arzuaga, familiar y
ayudante de Francisco María (Txango), que terminó el siglo como tamborilero de Bilbao. Asimismo se analizan las
múltiples funciones sociales del tamborileros con el txistu.
Palabras claves: Tamborilero, Bilbao, txistu, siglo XIX.
Laburpena
Danbolinteroak Bilbon XIX. mendean barrena
Danbolinteroa eta haren gizarteratzea Bilbon, ezagutzen diren lehenengo datuen arabera: José Javier de Etxebarria
eta Azkue, XIX. mendeko lehen danbolinteroa, Julián de Bengoa. Joaquín María de Olasagasti. Francisco María de
Arzuaga eta Letemendia Txango, Bilboko eta Begoñako danbolinteroak, beren sendietako beste batzuekin batera, Pedro
de Uria eta beronen anaia Julián. Mendea Bilboko danbolinteroa izaten amaitu zuen Rogaciano Arzuaga, Francisco
María Txango haren anaia. Era berean danbolinteroek txistua ere erabiliz betetzen zituzten gizarte funtzio anitzak
aztertu dira.
Giltza hitzak: Danbolinteroak, Bilbao, txistu, XIX mendea.
Abstract
Municipal drummers in Bilbao during the XIX century
The municipal drummers and their integration in Bilbao: José Javier de Etxebarria y Azkue, the first drummer of the
XIX century; Julián de Bengoa; Joaquín María de Olasagasti; Francisco María de Arzuaga y Letemendia (Txango), who
was active as the drummer of Bilbao and Begoña, together with other relatives of his, Pedro de Uria and his brother
Julián; Rogaciano Arzuaga, a relative and assistant of Francisco María (Txango), who was the municipal drummer of
Bilbao at the end of the century.The article also analyzes the multiple social functions of the drummers together with
the txistu or flute.
Key words: Drummers, Bilbao, txistu, 19th century.
Hartua-recibido: 11-I-2014- Onartua-aceptado: 30-IX-2014
BIDEBARRIETA 25 / 2014
El Tamborilero
Sobre el tamboril, que da nombre a su ejecutante, tamborilero, el padre Manuel de Larramendi, que escribe en 1754,
nos da la siguiente definición: “con este nombre del tamboril entiendo el conjunto de las flautas y del tambor más corto
y estrecho que el atabal, y se acompañan juntos. Se diferencia de los tamburinos o tuntunes de Francia, en Labort y
Baja Navarra, en que aquí las flautas son más largas, dulces y sonoras y en que en Guipúzcoa usan de tamborcillos y
en Labort una especie de harpa con cuerdas gruesas que, heridas de palo, suenan roncamente y sin tanta bulla como
nuestro tamborcillo”1. Esta es la definición más amplia que sobre el conjunto instrumental encontramos entre nuestros
escritores antiguos. Destacaríamos de ella la mención a dos tipos de instrumentos de percusión, el tamboril y el “Thunthun” o arpa de cuerdas, usada en otras zonas a la nuestra, donde tradicionalmente se ha tocado el tamboril. Con el
nombre de tamborilero se le designa al instrumentista en todos los archivos históricos de Bizkaia.
La definición que sobre el instrumento realiza el Padre Larramendi, de flauta y tambor, tocados por el mismo
instrumentista, no hace sino corroborar la que encontramos en un acta de Markina en 1522 donde se acuerda pagar al
“tambolitero seis reales e medio que anduvo con su atambor e chiflo haciendo fiestas”2. En Bizkaia, este es el instrumento
musical que durante siglos ha acompañado a todos nuestros antepasados en los momentos importantes de su vida
social y festiva, puesto que figura en cuentas tanto de las parroquias o cofradías, como de los ayuntamientos, siendo
muy escasa, casi nula, la mención de cualquier otro. Esto no indica que no se usasen, sino que éste es el principal y, por
ello, se paga con dinero público.
La característica de que un único músico, el tamborilero, sea capaz de hacer sonar la melodía y al mismo tiempo marcar
el ritmo con el tambor ha hecho que sea el instrumentista idóneo para las danzas populares. Esta ha sido la razón de que
en esta pequeña orquesta, se le haya dado más importancia al tamboril. De ahí la denominación de tamborilero para el
ejecutante. Cuando muchos de estos músicos comienzan a mejorar su preparación y destacar por los sonidos sacados
con el chiflo o flauta, posteriormente llamado txistu, es cuando en nuestro pueblo se les llama txistularis.
Probablemente es una invención medieval, que se desarrolla en Europa. Así nos lo indica Mikel Aramburu Urtasun
en su documentado trabajo sobre el txistu y el tamboril en Navarra3. El cambio principal consistió en reducir a tres los
agujeros de la flauta para poder tocarla con una sola mano dejando libre la otra. Su uso se extendió por la mayor parte
de Europa, siendo el camino de Santiago propicio para ello.
Durante el siglo XVI, época en que comienzan a desarrollarse nuestras principales fuentes documentales en archivos
municipales y eclesiásticos, es cuando ya figuran en abundancia las referencias de nuestro instrumentista. En Navarra,
según nos dice Mikel Aramburu, en 1507 se contrata en Tafalla a Pedro el tamboril. En Bizkaia, precisamente durante
dicho siglo es cuando se reflejan los primeros pagos a estos instrumentistas. El primero que hemos encontrado es en
cuentas municipales de Markina en 1519. Dicho año se celebra la buena nueva de que al rey Carlos V se le elige por
emperador de Alemania. Se realizan tres días de fiestas y entre otros actos se acuerda que “en todos estos tres días
anduviese el tamborín por la dicha villa”4.
Desde estas fechas, la figura del músico tamborilero, participando en la vida social y festiva, la encontramos, de forma
casi exclusiva, en los diversos archivos conservados en Bizkaia. Es el músico que no falta en las ceremonias y festejos de
cualquiera de nuestros pueblos, ya sean grandes o pequeños. Durante el siglo XVII, en las poblaciones importantes llega
a ser contratado para todo el año. Ello hace que, muchas veces, sus actividades musicales sean más amplias que las de
tamborilero. Normalmente se le contrata como pífano-tamborilero. No solamente dirige con sus sones los bailes de los
vecinos, sino que participa en los alardes de armas, con su pífano, marcando, junto al tambor, los ritmos a los armados
o, también, acompañando a las autoridades en sus desplazamientos, procesiones, etc.5
Bilbao, al igual que las demás poblaciones de Bizkaia, desde fechas antiguas ha contado con los tamborileros como
músicos para sus actos sociales. La palabra atamborin la encontramos reflejada por primera vez en 1524 al relacionarse
los hombres que de Bilbao marcharon y estuvieron en la toma de Fuenterrabía. Entre la tropa que se desplazó
encontramos como “Atambor, Diego de Alarcón. Atamborín 1º, Martín de Sarañes. Idem 2º, Martín de Aspiunza”6.
1 LARRAMENDI, P.M. de. Corograf ía de Guipúzcoa. Descripción escrita en 1754. Editorial Ekin. Pág. 245.
2 ARCHIVO MUNICIPAL DE MARKINA. Libro de Actas (1517/1531) Sig. C-2. Folio 274. (Acta del 29/7/1522)
3 ARAMBURU URTASUN, Mikel Aranburu Urtasun. “El txistu y el tamboril en Navarra”. Cuadernos de Etnología y Etnograf ía de Navarra. Nº
87. 2012.
4 A. M. DE MARKINA. Libro de Actas (1517/1531) Sig. C-2.
5 IRIGOIEN, Iñaki. “Tambolintero oTxistulari. Una institución en nuestro país”. Revista Dantzariak nº 48. Pág. 28/40.
6 LABAYRU, Estanislao J. de. “Historia General del Señorío de Bizcaya”. Tomo IV. Pág. 127.
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Se distingue perfectamente entre tambor y tamborín, por lo que entendemos que eran instrumentos distintos. Estos
“atamborines” se desplazarían para tocar el pífano, habitual en las tropas. La siguiente referencia la encontramos en
un libro de cuentas de la iglesia de San Antón en 15367. Se le paga al tamborín con lo que se saca de la ofrenda que
se realizaba el día de San Antón. Desde dicha fecha figura en las cuentas de casi todos los años del siglo XVI el pago
a los distintos tamborileros. Esto nos lleva a conocer nombres de ellos. En 1548 y algún año posterior cobra Juan el
tamborilero y en 1554 al que se le hizo venir de Durango, aunque no figura su nombre. Simón el tamborín es el que
cobra en 1556. Al que cobra en 1577 se le nombra como “maese Miguel el tamborinero”. Cuatro años más tarde figura
con nombre y apellido, “maese Miguel de Biar”.
Para finales del siglo XVIII su posición social como músico oficial para fiestas y ceremonias estaba ya consolidada. No
solamente se le señalaba un sueldo fijo a cargo de los propios y rentas del Ayuntamiento, sino que se le añadían otras
funciones para complementar su sueldo. Estos complementos se justificaban muchas veces con la disculpa de haberse
señalado para ello el contar con un criado. Junto a estos ingresos extraordinarios se les autorizaba, como se indica en
el contrato realizado a Sebastián de Zaraza, vecino de Asteasu en Gipuzkoa, el 3 de marzo de 1649, a “llevar para sí
todos los derechos y aprovechamientos de las festividades de santos y cofradías de esta dicha villa, y fiestas y regocijos
particulares y demás aprovechamientos que pudiere tener para que pueda pagar con toda comodidad y servir mejor a
esta dicha villa”8. Una petición realizada por otro tamborilero, Manuel de Otuna, en 1766, solicitando ayuda económica
al Ayuntamiento, al no poder tocar en este tipo de fiestas por los lutos que se mandaron realizar con ocasión del
fallecimiento de la reina viuda doña Isabel de Farnesio, nos ofrece una relación de ellas9.
Como ya se ha indicado, dada la importancia que la música del tamborilero va adquiriendo en Bilbao se les pide el
mantener un criado. Este debía de ser por cuenta del propio tamborilero, por lo que se encuentran pocas referencias de
ellos en documentación municipal. José Antonio de Lizaso, tamborilero que se contrata en 1772, al pedir aumento de
su salario, se compromete a “poner un criado de habilidad suficiente así en el tamboril y pífano, y con buenos principios
en música”. Añadiendo que de esa forma “dar los bordes acostumbrados los días Domingos y fiestas según costumbre,
tocando a duo, que será gusto para todo el pueblo”10. Aquí nos encontramos con uno de los posibles cometidos de estos
criados, el que fueran también diestros con el instrumento, También nos muestra un avance en el desarrollo de la
capacidad de los instrumentistas, pudiendo tocar a duo entre ellos.
Este hecho de contar con dos tamborileros a la vez para amenizar las fiestas se da también en otras localidades. La villa de
Markina ya en 1749, además del sueldo del tamborilero y tambor municipales, Martín de Arenaza (“Quirru”) y Manuel
de Albisu, se pagan “noventa y un reales al tamborilero que se trajo de Aia para Nuestra Señora de Agosto”11. A partir de
dicha fecha, durante muchos años del siglo XVIII, se traen tamborileros para acompañar al propio de la villa en dichas
fiestas de Agosto. Es lógico pensar que estos tamborileros tocarían a duo cuando se juntaban, pues hay que decir que ya
contaban con el tambor o atabalero municipal. Por ello, no es de extrañar que el propio José Antonio de Lizaso y Egaña,
natural precisamente de la villa de Markina, sea el que al ser nombrado tamborilero de Bilbao, se ofrezca a tocar a duo
con el criado que propone. Parece evidente que el conocimiento musical y la capacidad técnica de algunos tamborileros
ya se da para esta época. Así lo manifiesta Manuel de Larramendi en su “Corograf ía de Guipúzcoa”, publicada en 1754,
al destacar su habilidad y el primor y destreza con que tocan la flauta, añadiendo que “si el tamborilero sabe música,
como tal cual vez se ha visto, acompaña diestramente cualquier concierto de otros instrumentos”12.
El que nos ofrece una visión de los diversos tipos de tamborileros de finales del siglo XVIII es Juan Ignacio de Iztueta,
que nace en 1767 y publica su libro sobre las danzas de Guipúzcoa en 1828. Distingue entre los tamborileros, con
conocimientos musicales, que incorporan danzas y sones extranjeros, sin conocer los propios o tradicionales, de los
que mantienen estos últimos sones y que, gracias a ellos, se pueden practicar las viejas danzas. Los primeros aprenden
bailes y melodías extranjeras o crean nuevas, despreciando las melodías propias. Indica que, unos cuarenta años antes,
Pepe Antón fue el primero en poner en escritura la música de txistu.
Otro hecho que se da durante el siglo XVIII es que algunos tamborileros pasan de tocar solamente en la plaza a tocar en
lugares cerrados. Es una época que las gentes pudientes, que antes bailaban junto al resto del pueblo en la plaza, pasan a
organizar sus fiestas, más reservadas para ellos, en lugares cerrados. Manuel de Larramendi ya nos habla de este tipo de
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PARROQUIA DE SAN ANTON DE BILBAO. Libro de Fábrica 1523/67. A.H.E.V. Derio. Sig. 04-02. Cobros.
ARCHIVO MUNICIPAL DE BILBAO-ANTIGUO. Sig. 086/001/035.
RODRIGUEZ, Carmen. Los txistularis de la villa de Bilbao. Bilbao:BBK,1999, pág. 51.
RODRIGUEZ, Carmen. Obra citada, Pág. 70.
A. M. DE MARKINA. Libro de cuentas 1747/1789. Sig. C-30.
LARRAMENDI, P.M. Obra citada. Pág. 245.
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saraos en los que se usan otro tipo de instrumentos musicales. En estos locales cerrados los tamborileros acostumbran
a tocar con el thun-thun, dejando de lado el tamboril.
Según un proceso planteado en 1772, que nos presenta Carmen Rodriguez, conocemos que Juan Antonio de Lizaso, a
título personal, participó con otros músicos en la cena de unas personas importantes en su “cuartel de Albizua”. Según
uno de los testigos, la intervención de éste consistió en tocar “el silbo y el chun-chun” 13. El tamborilero que le sucedió
en 1798 fue José Javier Echevarria y entre los objetos que dejó a su muerte figuraron “dos chun-chunes”. Con ello se
adaptaban mejor, evitando el ruido del tambor, a los lugares cerrados.
JOSE JAVIER DE ECHEVARRIA AZCUE
Comienza el siglo XIX siendo el tamborilero municipal de Bilbao José Javier Echevarria. Es nombrado al jubilarse en
el oficio su antecesor José Antonio de Lizaso. Éste había conseguido la plaza de corredor del puente. El 25 de Mayo
de 1798 el Ayuntamiento trata un memorial en la que solicita dicho puesto. El Ayuntamiento admite su petición. En
el mismo acta se recoge otro presentado por Jose Javier de Echebarria, “natural de la villa de Lekeitio, solicitando el
empleo de tal tamborilero: acordaron conferirle y le confirieron en efecto bajo la precisa circunstancia de que haya de
mantener un criado en los mismos términos que lo ha hecho el nominado Josef Antonio de Lizaso”14. Al día siguiente,
día 26, José Javier, dado que tiene la obligación de mantener un criado, suplica la gracia de corredor del puente para
la próxima vacante.
A José Javier Echevarria, algunos le han considerado nacido en Lekeitio, como se indica en su contrato con el
Ayuntamiento de Bilbao, pero realmente fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de Ondarroa el 26 de junio de
1767, con el nombre de Joseph Francisco Javier Echeberria Azcue. Había nacido a los ocho de la tarde del día anterior.
Era hijo de Francisco Echeberria Estebanot, natural de Urrestilla, jurisdicción de la Villa de Azpeitia, y María Magdalena
Azcue Goitia, natural de Ondarroa, donde a la sazón vivía el matrimonio, probablemente el padre ejerciendo su oficio
de tamborilero. Puesto que, hacia 1770 pasa a ocupar la plaza de tamborilero de Lekeitio. Así se desprende del último
recibo que firma el anterior, Manuel de Buruchaga que cobra “por la mitad del año que sirvió antes de entrar el nuevo”15.
La partida de defunción de José Javier se encuentra en los libros de la parroquia de San Antón en Bilbao, y lleva fecha de
18 de abril de 1809, por lo que vivió casi cuarenta y dos años de una vida bastante azarosa e interesante. El aprendizaje
del oficio lo realizó en casa. No solamente él sino también su hermano Juan Domingo, que sucedió al padre como
tamborilero de Lekeitio. Es probable que Francisco tuviese buenos conocimientos musicales, conociendo la escritura,
puesto que su hijo José Javier dejo una maleta llena de papeles de música a su muerte. Probablemente su padre también
tocaba a duo con otros tamborileros, puesto que en Lekeitio, al igual que en Markina se contrataba otro tamborilero en
fiestas importantes. Por ejemplo, en 1775, Francisco se desplaza a Azpeitia, su pueblo natal, en busca del tamborilero
Vicente Ibarguren, el cual se traslada a Lekeitio en sus fiestas patronales para acompañarle en ellas. No sabemos si este
Vicente es el que posteriormente menciona como extraordinario tamborilero Iztueta en su libro y José Javier en sus
cartas. Francisco, padre de José Javier, firma su último recibo como tamborilero de Lekeitio en 1803. A partir de dicha
fecha es su hijo Juan Domingo el que figura en la nómina, aunque hay cobros anteriores en que se le cita acompañando
a su padre.
Según Carmen Rodriguez Suso, José Javier de Echevarria, quizás fue “el tamborilero de Bilbao que mejor representa
los arriesgados gajes del oficio”16. Su vida fue realmente movida, codeándose con gente pudiente y siendo uno de los
tamborileros que, en audiencia privada, tocó en Madrid ante el propio Rey.
En 1793, a sus 26 años, estando en Madrid, llevado por el Duque de Medinaceli para tocar en el Regimiento de Jaen,
escribe unas cartas muy interesantes y expresivas a su mentor José Antonio del Barrio, Pepe Antón en sus escritos.
Dicho Pepe Antón es el que le ayuda económicamente, como se desprende de sus cartas, las cuales muestran una
gran relación personal, tanto con él, como con su familia y amigos comunes. No conocemos como llegó a intimar con
ellos, importantes comerciantes bilbaínos. De todas maneras, junto a notas de amistad, en los escritos se desprende
cierto grado de dependencia, dando explicaciones de los gastos que realiza, dada la ayuda económica que recibe.
Probablemente fue su calidad de tañedor del tamboril que entusiasmó a su mentor Pepe Antón, aficionado a la música,
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RODRIGUEZ, Carmen. Obra citada. Pág. 61/62.
A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Libro de Actas. Año 1798. Sig. Actas 220. Acta 25/5/1798.
ARCHIVO MUNICIPAL DE LEKEITIO. Registro Iturriza 97. Cuentas 1752/94.
RODRIGUEZ, Carmen. Obra citada. Pág. 83/90.
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puesto que bien pudo ser el que menciona Juan Ignacio de Iztueta, como el primero que puso en pentagrama los sones
del txistu.
No se le conoce esposa, aunque tuvo muchas relaciones con mujeres. “Tuvo dos hijos con dos de ellas, uno de los cuales
se quedó en Lequeitio con su madre, y otro con la hija de su criado, una niña a la que no pudo mantener como parecía
desear”17. Su comportamiento a este respecto fue de una moralidad muy lasa, como prueba una de las cartas que escribe
desde Madrid. Ante una petición al encargado de facilitarle dinero, éste le pregunta en que lo gastaba, si lo hacía con
las putas. Aclara a su mentor que: “y asi me creras que no e gastado con putas que si en mil demonios me lleben y me
condenen si e catado desde la noche que te despedi que encontre una muchacha enfrente de los barcos de Barrencalle
Barrena y la llebe el otro lao que lo qual no la di un quarto que no tenia ningun suelto a no ser los que me distes tu”18.
Como vemos su castellano no es muy perfecto y sus cartas las salpica con frases en euskera, lo que da a entender que
también conocía este idioma el bilbaíno José Antonio del Barrio.
A Madrid fue con otro tamborilero guipuzcoano, llamado Vicente. Así lo indica él en sus escritos y años más tarde
lo corroboran tanto José Antonio de Zamacola en su Historia de las Naciones Vascas, en 1818, como Juan Ignacio
de Iztueta, en su libro de danzas, en 1824. El primero escribe lo siguiente: “Yo conocí hace años en Madrid dos de
estos músicos en el regimiento de Jaen que fueron la admiración de muchos buenos profesores de la capilla del rey”19.
Y el segundo menciona a un tamborilero guipuzcoano, maestro con el instrumento, llamado Vicente. Al parecer,
extraordinario tamborilero.
Echevarria, que tampoco sería manco con el instrumento, ya en su primera carta, informa haber sido recibidos por el
Duque, ante el cual tocan a duo, a la espera de ser recibidos por el Rey. Este Vicente, bien pudo ser el Vicente Ibarguren
que tocó con su padre 18 años antes, viniendo de Azpeitia contratado por el Ayuntamiento de Lekeitio.
Durante el año largo que vivió en Madrid, sigue escribiendo cartas a su mentor, describiendo sus andanzas por la corte.
En carta del 1 de agosto de 1793, cuenta como estuvieron los músicos en casa del Duque, el cual aceptaba las condiciones
que pedían y les mandó hacer trajes nuevos para presentarse ante el Rey. Trajes que describe con entusiasmo a su
mentor. El día 12 escribe la más interesante. “Mi Amigo Pepe Anton te participo como estubimos el dia 6 del presente
mes en el Palacio en uno de los quartos de su Maguestad lo qual nos salio en pernetas y retriangao disiendo nos bengais
biscaiños que aqui tocarais y nos pasemos besandonos en la mano como regular y estubo oiendonos lo menos 3 quartos
de ora que con esto no se contento que solamente por oirnos segun sabes nos lleba a la Granja”. Este es el momento social
más importante que podía vivir cualquier tamborilero, y lo consiguieron Vicente, el tamborilero guipuzcoano, y nuestro
Javier de Echevarria, cuyo padre también era guipuzcoano, aunque él nacido y criado en Bizkaia.
Al de poco las circunstancias políticas cambian. Comienza la guerra con Francia, llamada de la Convención o del
Rosellón, por lo que el Regimiento se ve obligado a desplazarse y ellos se quedan en Madrid, indicando que ya no tiene
contrata con el Duque. Por ello, informa que no se halla con muchos cuartos, “mediante no tenemos balles ni nada por
esta dichosa guerra”. Al parecer, aprende a tocar el clarinete, pues informa que está listo con ello, por lo que se defiende
tocando en los bailes como músico, titulo que pide se le de en sus cartas: “músico vizcaíno”. No sabemos cuanto tiempo
más estuvo en Madrid, solamente que cinco años más tarde, en 1798, lo encontramos en Bilbao, solicitando la plaza de
tamborilero de la Villa, la cual se le concede.
Es lógico pensar que en Bilbao no solamente cumpliría con sus compromisos como tamborilero oficial y en fiestas
públicas, sino más de una vez tocaría privadamente para gente importante. Por ejemplo en 1806, Ignacio de Epalza,
comisionado por el Ayuntamiento de Orozco, suplica al Síndico de Bilbao, se sirviese concederle permiso para que se
desplace a dicho valle, los días primero, segundo, tercero y cuarto del mes de Septiembre20. No faltarían otras muchas
invitaciones, conociendo él, como se ha visto, a gente importante.
En 1806 muere su antecesor Lizaso, que dejando de ser tamborilero quedó como corredor del puente. El Ayuntamiento
nombra para su vacante de Corredor al tamborilero José Javier de Echevarria, pero “entendiéndose con la baja de los
cincuenta ducados que propone dicho Echevarria”21. Al final le tuvieron en cuenta para ocupar dicho cargo, aunque con
rebaja en sueldo.
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RODRIGUEZ, Carmen. Obra citada. Pág. 79/80. CARTAS DE JOSE JAVIER DE ECHEVARRIA DESDE MADRID. Archivo Diputación de Vizcaya - Corregimiento - Legajo 1820-5. Cartas de
Pedro y José Antonio del Barrio – Cartas del 1/6/1793 al 1/8/1794.
ZAMACOLA, José Antonio de. “Historia de las Naciones Vascas”. Tomo II. Pág. 256.
A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Bilbao-Antiguo. Sig. 328/001/123. Nº 879.
A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Libro de Actas. Año 1806. Sig. Actas 227. Acta 22/5/1806.
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En 1809, el 18 de Marzo, muere José Javier a sus casi 42 años de edad. La documentación existente sobre él no termina
con su partida de defunción, María Cruz de Zuvilaga, viuda, vecina de Bilbao, presenta una demanda contra su hermano
Juan Domingo, a la sazón tamborilero en la villa de Lekeitio. María Cruz, en cuya casa había vivido José Javier y con la
que, al parecer, mantenía una relación, intenta cobrar los alimentos y boticas suministradas antes de su fallecimiento.
José Domingo indica a la señora Zuvillaga que su madre nunca había recibido dinero de su hermano y que mantenía
a un hijo natural suyo. Añadiendo que ellos no habían recibido de él nada y que no solamente ella, sino también había
otros de los que era deudor.
Entre los bienes que deja, encontramos, además de sus prendas de vestir, una mesa, un atril, dos ttunttunes, un tamboril,
una maleta de cuero llena de papeles de música y un silbo y un palillo. A destacar la existencia de dos ttunttunes, frente
a un solo tamboril. Prueba evidente que estaba acostumbrado a tocar en lugares cerrados. Fue un representante claro
de la época en que el tamborilero intentó amoldarse a nuevas situaciones, que al final no superó, quedando relegado a
tocar en lugares abiertos, para esparcimiento del pueblo llano.
Fue un momento crítico para el instrumento musical que había dominado la fiesta, cuando ésta se celebraba en la plaza.
O se adecuaba a la nueva situación para acompañar a danzas extrañas en locales cerrados, que según las modas se van
introduciendo y donde toman protagonismo otros instrumentos musicales, o seguir en su entorno clásico de plazas y
romerías, tocando los sones tradicionales para la gente sencilla. Finalmente, las nuevas danzas de moda se introdujeron
al son de otros instrumentos. A éste se le reservó para las danzas tradicionales. Por otro lado, tampoco las nuevas
organizaciones musicales, constituidas en grupos o bandas, fueron propicios a incorporar al tamborilero entre ellos.
Por otro lado, en una época en que comienzan a destacarse los elementos culturales propios de cada pueblo, El txistu
adquiere el título de instrumento patrio. No solamente para los nativos, también para los visitantes extranjeros que
proliferan por dicha época. Este es el papel que ha mantenido hasta nuestros días, siendo por ello, entre otras cosas, el
instrumento que actualmente el Ayuntamiento emplea para agasajar a sus invitados.
JULIAN DE BENGOA
Para la sustitución del tamborilero Echevarria el Ayuntamiento tardó cierto tiempo, puesto que el 22 de Noviembre de
1809 es cuando se nombra a Julián de Bengoa Músico Tamborilero, atendiendo a su memorial presentado “solicitando
la plaza de tal que se halla vacante por muerte de José Xavier de Echebarria, y la de Organista de la Iglesia Parroquial
de San Nicolás de Bari de esta villa, como igualmente la primera vacante de Corredor de Puente que hubiere”22. El
acuerdo del Ayuntamiento le confiere el puesto de tamborilero de la Villa, como igualmente el de organista de la iglesia
de San Nicolás. Respecto a corredor del puente recomiendan a los futuros mandatarios le provean la primera vacante
que hubiere.
Julián de Bengoa se presenta como Músico Tamborilero y al parecer era buen músico puesto que al mismo tiempo
que desempeña el cargo de tamborilero pasa a ocupar el puesto de organista de San Nicolás. Como se puede apreciar,
la calidad musical de estos instrumentistas comienza a ser importante, muy lejos de los tamborileros iletrados, que
como mejores mantenedores de las danzas tradicionales trata de defender Juan Ignacio de Iztueta. No duró mucho
como tamborilero municipal, murió antes de cumplir cuatro años en el cargo. Sabemos que, al de poco de ocuparlo, en
1810, el Ayuntamiento, por problemas económicos derivados por las distintas guerras, trata de rebajar varios salarios,
dotaciones y asignaciones fijas. A los tambores y tamborileros se acuerda suprimir el sueldo por no ser necesarios.
Meses más tarde es el propio Bengoa, “Músico Tamborilero”, el que se ofrece a servir sin sueldo, siendo aceptado por el
Ayuntamiento y acordando no se le satisfaga el mismo. Muere en 1813 y al de poco ya encontramos la solicitud de Juan
López de Uria solicitando el puesto de organista de San Nicolás, la cual es aceptada.
JOAQUIN MARÍA DE OLASAGASTI
Los dos tamborileros anteriores debieron de tener una calidad técnica y musical importante pues fueron nombrados
sin ninguna oposición, teniendo en cuenta solamente su memorial de solicitud. Para el nombramiento del sustituto de
Julián de Bengoa se presentan dos solicitudes la de Joaquín María de Olasagasti y la de José de Bengoa. Por mayoría
de votos fue nombrado el referido Olasagasti, bajo el sueldo y condiciones que el anterior, “y con la circunstancia de
21 A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Libro de Actas. Año 1809. Sig. Actas 230. Acta 22/9/1809.
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agraciarle con la primera plaza de Corredor que vacase”23.
José de Bengoa, al parecer era hermano del difunto Julián y figura cobrando como tamborilero en cuentas de la
Anteiglesia de Basauri, así como de la Cofradía de Nuestra Señora de Begoña, por fiestas de la Virgen. Junto a él, a
veces, también encontramos tocando en estas fiestas al propio Olasagasti, tamborilero oficial de Bilbao24. Años más
tarde José de Bengoa figura cobrando como tamborilero de la Anteiglesia de Deusto, hasta que en 1826, probablemente
por haber fallecido, el Ayuntamiento trata de “los memoriales presentados por Adrián de Urquixo residente en Bilbao,
Francisco de Inurrieta vecino de Plencia y Mateo de Mugarza natural de Tolosa, solicitando la plaza de tamborilero”25,
para sustituirle.
Sobre Olasagasti, tamborilero oficial de Bilbao, no hemos encontrado más información hasta que en febrero de 1824,
presenta un escrito al Ayuntamiento pidiendo aumento de sueldo “hasta que obtenga la plaza de Corredor del Puente
en primera vacante, como lo tiene V.I. decretado”26. La razón es que a Olasagasti, “criado humilde”, no le alcanza para
mantener a su dilatada familia, por cuya causa se ve en la mayor indigencia. En la solicitud presentada se añade al
margen “no ha lugar al aumento de sueldo que pretende”. Tuvo que esperar hasta el 22 de Octubre de dicho año en que
el Ayuntamiento, teniendo en cuenta su promesa de agraciarle con el cargo se le “nombra para la vacante actual de
Corredor a Joaquín María de Olasagasti de ejercicio tamborilero. Es condición expresa que desde el momento que tome
posesión de la correduría, queda vacante la plaza de tamborilero, pero seguirá en dicho servicio dicho Joaquín María
hasta que por el Ayuntamiento se proporcione persona de su satisfacción para el referido objeto”27. Cobró como corredor
durante varios años, hasta su muerte en 1831. Para su vacante como corredor se presentan solicitudes, entre ellas la del
tamborilero en activo Francisco de Arzuaga. No se le concede a éste, pero el nuevo que ocupe el cargo le debe pagar
un real diario.
Al parecer, no era importante el sueldo de tamborilero puesto que había que complementarlo con otros ingresos,
dándose el caso que dos de ellos, Lizaso y Olasagasti, optaron por el sueldo complementario, el de corredor del puente,
dejando su oficio inicial de Tamborilero.
FRANCISCO MARIA DE ARZUAGA Y LETEMENDIA (TXANGO)28
Es en Enero de 1825 cuando el Ayuntamiento trata sobre la sustitución del tamborilero Olasagasti. De una terna de
solicitudes que se habían presentado, se decidieron nombrar a Francisco María de Arzuaga, tamborilero que había sido
de Tolosa. En un momento de tensiones políticas importantes, estando gobernando los realistas, y ante la duda de la
posición que podía mantener el solicitante, en acta del 10 de Enero, el Ayuntamiento acuerda escribir a la Villa de Tolosa
pidiendo informes sobre si entró obligado en la milicia voluntaria constitucional y si es cierto que habiendo salido de
aquella Villa con la columna, la abandonó en Santander y si el servicio que hizo en ella fue en calidad de músico. Una
vez recibido el informe favorable de Tolosa, en acta del día 21, teniendo en cuenta “el arrepentimiento que manifestaba
en memorial de este dia de haber sido inscrito aunque forzadamente en las filas de Voluntarios de la precitada Villa;
acordaron sus Señorías nombrarle para la plaza de Tamborilero con la obligación de mantener un muchacho y de
más condiciones a que han sido obligados los antecesores”29. De esta forma se nombró a uno de los tamborileros más
importantes que ha tenido Bilbao.
Viviendo en Tolosa como tamborilero, probablemente por entender que la plaza de Bilbao presentaba un mejor futuro
para él, el 29 de Noviembre de 1824, firmó la solicitud para optar a la que se hallaba vacante en esta Villa. En ésta se titula
como “músico juglar”, que posee muy bien la música y ejecuta con el silbo toda sonata adecuada a este instrumento con
mucho primor”30. Junto a la suya, hubo otras dos solicitudes, la de Juan Ignacio Echaire, natural de Aizarna y vecino
de Tolosa, y la de Ignacio de Aginaga, músico tamborilero residente en el valle de Orozco. Finalmente fue Arzuaga el
elegido, al considerarle el de más calidad, pero como se ha indicado, hubo de pasar una segunda prueba de carácter
político antes de ser aceptado para el cargo.
22 A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Libro de Actas. Año 1813. Sig. Actas 233. Acta 24/7/1813.
23 LIBRO DE LA COFRADIA DE NUESTRA SEÑORA DE BEGOÑA (1800/1921). Parroquia Sta. María de Begoña. A.H.E.V. - Derio. Sig. 25-1.
Cuentas 1822.
24 ARCHIVO MUNICIPAL DE DEUSTO. Archivo Foral. Acta del Ayuntamiento del 10/12/1826.
25 A. M. DE BILBAO. Arhivo Foral. Expedientes - Sec. 2ª 0534/148
26 A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Libro de Actas. Año 1824. Sig. Actas 246. Acta 22/10/1824.
27 IRIGOIEN, Iñaki. Txango. Tamborilero de la Villa de Bilbao. Beti Jai Alai. Ayuntamiento de Bilbao.
28 A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Libro de Actas. Año 1825. Sig. Actas 247. Acta 21/01/1825.
29 A. M. DE BILBAO. Archivo Foral. Sec. 2ª 0524/005
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Arzuaga era guipuzcoano, nació en Tolosa a las nueve y media de la mañana del 15 de agosto de 1800, según se anota
en su partida de nacimiento. Sus padres, Miguel José (José Miguel en otros documentos) de Arsuaga y Rafaela de
Letemendia, también tolosarras.
Juan Garmendia Larrañaga nos presenta el contrato que firma como “músico juglar” con el Ayuntamiento de su villa
natal a sus diecisiete años. En él se indica que es para “nombrarle por tal para la vacante que había desde el fallecimiento
de su padre José Miguel que sirvió para largos años”31. Ante la falta de su padre fue representado en el acuerdo por su
abuelo materno. Entre las obligaciones que firman, junto a las normales de su oficio, se compromete a vivir bajo la
obediencia de su madre, “entregándole a ella la renta y emolumentos que percibiese”, así como evitar el vicio de
embriaguez, sin que pueda asistir a ninguna de las tabernas, so pena de declararse por vacante la plaza.
Este documento nos muestra claramente que su padre había sido tamborilero de la villa de Tolosa durante largos años,
por lo que parece claro de quién aprendió el oficio de “músico juglar”. Otro escritor tolosarra, Antonio María de Labayen
nos dice que su padre era sastre por lo que supone que Txango aprendería este oficio de niño32. No poseemos datos para
afirmar que hubiese ejercido dicho oficio durante su estancia en Bilbao.
Txango, siendo ya tamborilero municipal de Tolosa, figura en las fuerzas de voluntarios liberales, que posteriormente
se dirigieron hacia Galicia en un momento de luchas importantes entre constitucionalistas y realistas, como fue el año
de 1823. No sabemos si fue su ideología el motivo de su alistamiento o el ser funcionario del Ayuntamiento lo que le
forzó a su inscripción en dichas fuerzas armadas, pero lo que sí es cierto es que al llegar a Santander abandonó dicha
columna y se volvió a su villa natal.
Sobre él se dice en la edición de la Historia General de Vizcaya, escrita por Labayru, al pie del grabado que representa
su magnífica estampa de txistulari que es el más famoso de los tamborileros conocidos. Así lo fue, al menos para los
bilbaínos, a los que sirvió con sus instrumentos musicales desde el 21 de enero de 1825 en que fue nombrado para la
plaza de tamborilero de la villa hasta su muerte el 14 de enero de 1881.
Pocos meses antes de su fallecimiento, la víspera de su ochenta cumpleaños, el 14 de agosto de 1880, una gacetilla del
Noticiero Bilbaino nos muestra la vitalidad que aún conservaba a edad tan avanzada. Dice así dicha gacetilla: “Al bajar
ayer por la mañana de la novena de Begoña el renombrado tamborilero de esta villa conocido desde años en el cariño
de sus admiradores con el nombre de “Pachico” o de “Chango”, recibió una verdadera ovación al llegar a la plazuela del
Instituto, por los arpegios que ejecutó con su silbo durante el camino, tocando un preciosísimo y popular zortzico que fue
aplaudidísimo por la multitud de personas que le rodearon durante la ascensión por las calzadas de Begoña”33. Después
de cincuenta y seis años de servicio fiel y con tan alta calidad artística no es de extrañar la admiración y el cariño de
los bilbaínos.
Muchos e importantes sucesos y grandes transformaciones se dieron en Bilbao durante el transcurso de su vida en la
Villa. Acontecimientos no solamente festivos sino también violentos con las guerras carlistas. El apodo de “Txango”,
cojo en vascuence, creemos que fue porque lo era. Esta cojera se le pudo producir en la primera guerra carlista, en la
defensa de la Villa frente al asedio carlista, puesto que en 1840 figura en una lista de donativos a victimas de la misma,
donde encontramos a Francisco de Arzuaga como contuso34. Es el apodo con el que más se le conoce, aunque algunos,
entre ellos Miguel de Unamuno, también le denominan con el de “Txistu”. Como músico lo hallamos acompañando a
las Autoridades en sus desfiles y ceremonias, así como al Santísimo y a los Santos en las procesiones y al pueblo llano
en sus momentos de fiesta y alegría, y, a veces, animándoles en aquellos en que la situación era mas dolorosa, como
nos lo recuerda Miguel de Unamuno durante el sitio de 1873, o en el Viaje Pintoresco de 1846 Francisco Hormaeche,
recordando el asedio de 1836, en que en medio de escenas sangrientas, grupos de jóvenes salían con instrumentos
musicales y el tamboril como si estuviesen en una fiesta35.
Contrato, sueldos y actividades
El nombramiento de Francisco de Arzuaga, en 1825, indica que se le designa con “la obligación de mantener un
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GARMENDIA LARRAÑAGA, Juan. “El txistulari Francisco Arzuaga “Txango”. Eusko Ikaskuntza Auñamendi entziklopedia-Biograf ías.
LABAYEN, Antonio María. “Irradakoa, Patxi Arsuaga “Txango”ren inguruan”. EGAN 1969 4/6.
EL NOTICIERO BILBAINO. Gacetilla. 14 agosto 1880.
A. M. DE BILBAO. Libro de Actas-1840.Sig. Actas 0273. Pág. 747.
HORMAECHE, Francisco. “Viaje pintoresco por las provincias vascongadas”. Varios autores. 1846.
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muchacho y demás condiciones a que han sido obligados los antecesores”, no realizándose un contrato formal, elevado a
escritura pública, hasta el 24 de diciembre de 1829. En este contrato figura nuestro tamborilero “obligándose a asistir a
todas las funciones que tuviera la noble Villa y demás que se le ordenaren con su criado que se constituyó a mantenerle
a sus expensas según lo han hecho sus antepasados, como igualmente a tañer por las calles y plaza pública en unión de
aquel, con el tamboril y silbo, según costumbre, todos los Domingos y Fiestas del año, a excepción de la Santa Cuaresma
y a concurrir así mismo a los Arenales de esta Villa en persona, o su criado a tañer los citados instrumentos desde Pascua
de Resurrección hasta fin de septiembre de cada año y hasta la oración Angelical sin llevar a las gentes que se divirtiesen
cosa ni emolumento alguno y a calidad de que siempre que quisiere ausentarse de esta Villa a otro Pueblo distinto ha de
obtener precisamente licencia de los Sres. Alcaldes en sus respectivos años, sin que pueda contratar con las Anteiglesias
limítrofes en el caso de que tenga algún perjuicio el servicio de esta Villa, y hallarse exento de asistir a los Arenales
los días que estuviese ocupado en fiestas de calles, Iglesias y demás diversiones que se celebran como por la Octava de
Corpus, Corridas y otras que sean públicas”36.
Aunque en estas obligaciones no se reflejan expresamente todos los instrumentos musicales que Arzuaga debía tañer,
puesto que también debía tocar el pífano, participando en las funciones que tuviera la noble Villa. Con este instrumento
acompañaba a las autoridades en las estancias y recorridos procesionales solemnes. Junto al pífano-tamborilero, los
asalariados para estos menesteres, eran dos clarineros y dos atabaleros. Este hecho nos lo refleja Emiliano Arriaga en un
artículo sobre “Txango”37. Por otro lado, conocemos documentos gráficos donde podemos contemplarle participando
con dicho instrumento, junto a los atabaleros, en la procesión solemne de las fiestas de Corpus Christi de Bilbao. También
añadir que actualmente la banda de txistularis municipales conserva dos pífanos, habiendo sido Boni Fernández, hasta
finales de los años setenta del siglo XX, el último que tocó dicho instrumento en la mencionada procesión del Corpus.
En el Ayuntamiento, al momento de su nombramiento, se le contrata en las mismas condiciones económicas que a
los anteriores. Al de muy pocos meses Arzuaga presenta un memorial pretendiendo un aumento de su salario, “en
atención a que es muy corto el que goza, para tener criado y demás”. Con el tiempo, junto a lo que cobraba de las
arcas municipales, cobra otra parte de algunos corredores del puente. Este era su salario como funcionario, con unas
obligaciones determinadas, al que se añadían lo cobrado por otras actividades fuera de las mismas y que le permitían
atender a su persona y la de su criado, o músico acompañante.
Dentro de la Villa, cada calle tenía su santo patrono, al que se dedicaba unos días de fiesta. En ellas participaba el
tamborilero, pero sin ser obligación de su contrato ni cobrar del municipio cantidad alguna por ello. Las organizaban
los vecinos de las mismas que se encargaban de pagar a los músicos. No faltaba tampoco el tamborilero en las alboradas
dedicadas a ciertos vecinos en momentos de bienvenidas y celebraciones festivas particulares. Aquí tenemos, como
ya se ha indicado, otra fuente económica en sus ingresos. Estos cobros eran un magnífico complemento al salario que
recibían del municipio. Arzuaga, a lo largo de su vida, como ya se irá viendo, trato de defender estas parcelas, así como
extender sus ámbitos de trabajo a otras zonas.
Siguieron los años y en 1860, volvió Txango a reclamar un aumento a fin de pagar al auxiliar que le acompañaba. Dice
en su solicitud que está sirviendo los últimos treinta y cinco años por 8 reales diarios, y “está satisfaciendo al auxiliador
su sobrino cargado de familia con tres reales diarios, y cuatro y cuartillo de la casa en que habita el suplicante, sin que
por ambas cosas no le quede casi nada, hallándose además cargado de fuertes reumas todos los años, como es público y
notorio”. Suplica al Ayuntamiento “se sirva ordenar el que al citado auxiliador su sobrino se le contribuya con tres reales
diarios”38. Este pidió un informe a la comisión de fiestas. El informe hace una pequeña historia de los sueldos cobrados,
a partir de los 1.100 reales iniciales aprobados en 21 de enero de 1825. Indicando que su obligación es mantener a sus
expensas a su criado, pero teniendo en cuenta sus años de servicio, sin haberse entibiado en su oficio, llegándose a
considerársele en su clase de lo más aventajado, suscriben concederle, no como aumento de sueldo que deba regir para
tenerlo en cuenta en caso de jubilación, la cantidad de dos reales diarios. El Ayuntamiento aprueba esta propuesta.
Lo más destacable que se deduce de estas informaciones, es que el ayudante de Txango es otro tamborilero y el cual,
dicho año, es “su sobrino cargado de familia”. Esto nos obliga a un análisis de su familia que trataremos de realizar a
partir de los datos que poseemos.
Junto al sueldo, los músicos asalariados, tamborileros, atabaleros y clarineros tenían derecho a un vestuario por cuenta
35 A. M. DE BILBAO. Expedientes. Sec. Antigua 0505/001/030.
36 ARRIAGA, Emiliano. “Vuelos cortos-Inventados, Emprendidos y Realizados por un Chimbo”. Anales Populares Blbainos. Segunda Serie- 1895Tomo I. Pág. 21/28.
38 A. M. DE BILBAO. Antiguo, Sign, Sec. 2ª 0443/109.
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de la Villa. El año de 1850 se indica como eran estos uniformes, los de los dos clarineros y cuatro tamborileros o
atabaleros: casaca encarnada, pantalón y chaleco de paño azul, sombrero, camisa, corbata blanca, medias y zapatos.
Añadiendo que, “sería muy conveniente el que se adoptase un vivo encarnado sobre el paño azul para que teniendo este
distintivo no pudiese usarlos sino en los actos del servicio público”39. La banda actual de tamborileros municipales se viste
con uniformes parecidos a los que se describen.
Su familia- Saga de Tamborileros
Desde un principio, debió de sentirse enteramente integrado en Bilbao, puesto que justo al de un año de su nombramiento,
en 22 de enero de 1826, contrajo matrimonio, en la iglesia de San Nicolás de Bilbao, con Josefa Vicenta de Murueta
y Larraza, hija legítima de Miguel y de María, naturales y vecinos de la villa, al igual que ella40. Esta falleció el 30 de
diciembre de 1865, a los sesenta y dos años de edad, figurando en su partida de defunción “casada con D. Francisco de
Arzuaga, tamborilero” y dejando una hija soltera, llamada Hipólita.
Emiliano de Arriaga recoge la versión de que de joven era un buen mozo, muy acicalado y perfilado, siendo un gran
partido entre las mozas. Por la rapidez con que se casó parece que no le duraron mucho tiempo sus devaneos de soltero,
a no ser que todos estos dichos no fueron sino creaciones posteriores, dada su fama y porte. Algunos de los que han
escrito sobre Txango han insinuado que era soltero, pero no fue así.
Al año siguiente de su casamiento, el 13 de agosto de 1827, nació una hija que fue bautizada con el nombre de Hipólita
Casiana, también en la iglesia de San Nicolás de Bari, y, algo mas de un año después, en diciembre de 1828, nace un hijo
al que le ponen de nombre Nemesio y del que no encontramos más referencias, por lo que suponemos falleció de niño.
A su vez, la hija de Txango, Hipólita, dio a luz una niña el 28 de marzo de 1856, a la que se le puso de nombre Bernarda
Eustasia, también bautizada en San Nicolás. Con ella vivía el tamborilero en el momento de su fallecimiento. Esta nieta
de Arzuaga, según su partida de nacimiento, era hija natural de Hipólita, por lo que llevaba los apellidos de la madre. Al
considerar que no había tenido hijos, llevó a algunos autores que han escrito sobre él a tomarla como sobrina, cuando
realmente era su nieta.
La venida de Francisco María de Arzuaga a Bilbao tuvo una gran trascendencia entre su familia, puesto que siguiendo
sus pasos vinieron desde Tolosa dos hermanas, Dolores y Manuela, y un primo, Miguel de Arzuaga, además del marido
de una de ellas, Felipe Larraza, afincándose todos en lo que actualmente consideramos Bilbao. No solamente se
incorporaron a la vida bilbaína de su época, sino que crearon una saga importante de músicos tamborileros. Mientras
él actuaba como tamborilero en Bilbao y Begoña, su cuñado lo era en Abando y su primo en Deusto, copando durante
algunos años todo el ámbito del Bilbao actual.
Una de las hermanas se había casado con Silvestre de Arriaran, natural de Vitoria, del cual tenemos alguna referencia de
que era músico. Pudo ser uno de los que en 1829 figura examinándose para ejercer el oficio de sastre, aunque no hemos
hallado referencias de que ejerciese como tal. Cuando falleció, en marzo de 1864, se dice que es cigarrero. Aunque
no tenemos ninguna otra referencia de que hubiese practicado la actividad de músico, se le menciona como tal en la
partida de defunción de uno de sus hijos, llamado Prudencio, el cual también figura como músico en dicho documento.
Relación musical con las anteiglesias vecinas
ABANDO
Manuela, la otra hermana de Txango, murió también en Bilbao en 1871, estando casada con Santiago Felipe de Larraza,
que había sido bautizado en la parroquia Santa María de la villa de Tolosa en 1815, por lo que era paisano de su mujer
y de Txango. Felipe de Larraza era tamborilero, puesto que desde 1848 lo encontramos realizando dicho oficio en
escritos y recibos de la anteiglesia de Abando. Lo fue hasta la primera anexión de parte de ésta a la Villa, es decir hasta
1870. En febrero de 1871 presenta una instancia al Ayuntamiento de Bilbao solicitando “que se le confirme en el empleo
39 A. M. DE BILBAO. Libro actas. Año 1850. Sig. actas 0286. Acta del 21-2-1850.
40 PARROQUIA DE SAN NICOLAS DE BARI. Bilbao. Libro de casados y velados 1804-1837. Sig. 22-02. Pág. 367.
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de tamborilero que durante treinta años ha desempeñado en la anteiglesia de Abando”41. No se le acepta la solicitud y
vuelve a presentar una nueva, esta vez añadiendo que se le conceda “en atención a sus muchos años de servicios y a los
méritos que contrajo sirviendo en la Milicia Nacional”. El Ayuntamiento resolvió aceptarla, pero no para tamborilero
de la villa, sino para la parte anexionada de Abando. Así, en documentos de 1876, fecha de su defunción, cuando
José de Uranga solicita su plaza, menciona ésta como “la plaza de tamborilero de la parte anexionada de Abando”.
El tamborilero Uranga, en su solicitud, indica su situación de refugiado en Bilbao y el haber pertenecido al cuerpo de
auxiliares, añadiendo que, “muerto Felipe tambolinero que fue de Abando, suplió la falta de este el Uranga por espacio
de tres meses por encargo de Francisco de Arzuaga”42. El acuerdo del Ayuntamiento bilbaíno fue de “no ha lugar a lo que
solicita”, dejando vacante dicha plaza que fue cubierta por los tamborileros municipales de Bilbao.
La anteiglesia, para la parte en la que conservaba jurisdicción, construyó nuevos edificios y lugares para ayuntamiento y
plaza en la Casilla y camposanto en Elejabarri, y sacó a oposición el puesto de tamborilero, vacante por haberlo dejado
Felipe Larraza al pasar a la parte anexionada por Bilbao. Según el acta del tribunal de dicha oposición, con fecha de
22 de septiembre de 1871 y firmada por José de Erro, director de la Banda de Música de Abando y Francisco María de
Arzuaga, tamborilero de Bilbao, se colocó en el siguiente orden a los opositores: 1º Leandro Alberdi, 2º Pedro Arsuaga
y 3º Julián Arteche43.
DEUSTO
Otro familiar tamborilero es Miguel Francisco de Arzuaga, también nacido en Tolosa el 21 de septiembre de 1821. A
pesar de haber nacido veintiún años más tarde, es primo de Txango, puesto que en su partida de nacimiento vemos
que sus abuelos paternos son los mismos, Fermin de Arsuaga y Gracia de Echeverria44. Murió en Deusto en 1884, a
los sesenta y tres años de edad, siendo alguacil-tamborilero de dicha anteiglesia, dejando cuatro hijos, entre ellos a
Rogaciano y Luis. A los cuales, sobre todo al primero, muchos consideraron sobrino de Txango, al que acompañó como
tamborilero, y ocupó la plaza de Bilbao con posterioridad a la muerte de éste.
Miguel se casó en Bilbao en octubre de 1854, con Gabriela Ignacia de Iguaran. Es probable que Miguel se afincase en
Bilbao siguiendo los pasos de su primo, al que probablemente acompañó como tamborilero. Nosotros pensamos en
él como el “sobrino cargado de familia” que le acompaña como criado en 1860, puesto que no encontramos ningún
sobrino carnal que responda a estas características en dicha fecha.
Al año siguiente de su casamiento, en 1855, el 10 de julio, nació su primer hijo al que bautizaron con el nombre de
Rogaciano Juan45. Éste terminó desempeñando durante bastantes años el puesto de tamborilero de Bilbao.
En noviembre de 1858 Miguel de Arzuaga fue nombrado tamborilero de Deusto. En la solicitud que presenta dice que
es vecino de Bilbao, y “como músico tamborilero que es hace bastantes años” espera cumplir con las funciones que le
encomendasen. Entre las obligaciones que se le marcan en acta municipal, comunes a los de cualquier tamborilero,
destacaríamos la denominación de “flautín” para el instrumento con el que debía de acompañar a las Autoridades en
sus desplazamientos, lo cual nos trae la imagen del pífano, así como la que se refiere a la obligación de comunicar con
el toque del tamboril a los Ayuntamientos Generales de la Anteiglesia en la que debían de reunirse todos los vecinos,
dando para ello la vuelta completa al pueblo46.
En 1863, solicita la plaza de ministro alguacil de Deusto, siendo nombrado para el cargo, por lo que pasa a ser alguacil,
correo peatón diario, cartero y músico tamborilero de la Anteiglesia. Se le asigna como su vivienda una “habitación
que se halla en el piso bajo de la casa consistorial”47, con lo que pasa a vivir a Deusto, hasta que murió en 1884, siendo
enterrado en el camposanto de dicha Anteiglesia.
Anteriormente, Francisco María de Arzuaga, Txango, al de poco de incorporarse a BIlbao, al menos para 1832, ante
problemas que tiene Deusto para buscar tamborilero de plena confianza, es requerido para desempeñar en ella dichas
funciones. Pasado cierto tiempo será su primo Miguel el que ocupe dicho cargo durante bastantes años. Nos falta
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A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1871. Sig. Actas 0304. Acta del 23-2-1871.
A. M. DE BILBAO. Sec. 1ª. Sig. 194/130.
A. M. DE ABANDO. Sig. 6-1-65 (Escrito).
PARROQUIA SANTA MARIA DE TOLOSA. Libro de bautizados nº 17. Folio 24-nº 145. microf. 101.
PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL DE BILBAO. Libro de Bautizados 1850-1868. A.H.E.V.-Sign. 19-1.
A. M. DE DEUSTO. Libro de actas. Acuerdo del 16-9-1858
A. M. DE DEUSTO. Libro de actas. Acuerdo del 8-2-1863.
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Begoña, pero en esta Anteiglesia llegó a ser el mismo Txango tamborilero contratado.
Poco a poco, fue controlando, con la ayuda de la saga tolosana de tamborileros familiares, el mercado musical de dicho
instrumento en Bilbao y su entorno. En lo que hoy en día constituye el Bilbao moderno. La muestra más expresiva de
su interés por controlar el espacio festivo limítrofe a la Villa es la solicitud que presenta en Abando en 1839. En ella
dice que “hallándose vacante la plaza de tamborilero de esa Anteiglesia, se propone a servirla en los mismos términos y
condiciones que lo han hecho los anteriores, por si, o por medio de un muchacho que tiene muy instruido en su casa”48. El
muchacho, bien pudiera ser Felipe Larraza, con veinticuatro años a la sazón, casado dos años más tarde con su hermana
Manuela, y que finalmente pasó a desempeñar el oficio durante muchos años en dicha Anteiglesia.
BEGOÑA
Donde participó directamente es en Begoña. No sabemos si por ser tamborilero de Bilbao o por ser contratado
directamente por la Cofradía de Nuestra Señora de Begoña, lo encontramos en los pagos que la misma realiza por
gastos de la novena a la Virgen en 1829. Desde dicha fecha no faltó a la fiesta mientras vivió, puesto que en las cuentas
de la Cofradía de 1880 aún figura el pago “al tamborilero Arzuaga, según costumbre”. Solamente las guerras impidieron
su asistencia a la novena y fiesta solemne en honor de la Virgen. Asistencia que recoge magníficamente en un hermoso
cuadro el pintor Manuel Losada, acompañando al Txango su inseparable atabalero Pablo Gorriaran, alias “Sorgin”.
No solamente tocó en esta novena y romería tan entrañable para los bilbaínos, sino que el Ayuntamiento de la
Anteiglesia también le contrata para otras fiestas. En 1840 encontramos un recibo del mismo por su asistencia como
músico tamborilero y tambor el día de San Juan de Letran49. Es el primero que hemos encontrado, pero es probable
existan recibos anteriores. No faltan desde esta fecha, figurando en alguno de ellos, que acudía acompañado de un
tambor o atabalero.
En este punto hemos de destacar que el año de 1844, en que Jenaro Pérez de Villamil realiza el dibujo titulado “Aurresku
en Begoña”, Francisco Arzuaga figura en las cuentas, tanto en las municipales como en las de la Cofradía de Nuestra
Señora, como tamborilero de las fiestas de la Anteiglesia, por lo que es razonable imaginar su efigie entre los músicos
del cuadro.
De esta situación de recibos sueltos por trabajos concretos realizados, llega un momento en que las relaciones de
Txango con la Anteiglesia se modifican. A 31 de diciembre de 1848 hallamos un libramiento en el cual se paga de
los fondos públicos a “Francisco Arzuaga tamborilero del pueblo mil reales vellón por su asignación total del presente
año”50, pasando con ello a ser tamborilero municipal de Begoña. No podemos precisar si éste fue el primer año de esta
nueva condición. Más amplia es la nota que figura en el libramiento del año siguiente. Dice así: “satisfará de los fondos
que obran en su poder a Don Francisco de Arzuaga Músico Tamborilero mil reales, según presupuestado, con obligación
de tañer por todos los barrios para que sirva de aviso a todos los vecinos al Ayuntamiento y tañer en las funciones del
pueblo”. No solamente en las romerías y fiestas, sino en las funciones del pueblo y en los avisos a los Ayuntamientos
Generales, como encontramos realizando en Deusto a su primo Miguel, tocó Arzuaga su tamboril y txistu por todos
los barrios de Begoña.
Con Txango como tamborilero de Bilbao y Begoña, su cuñado en Abando y su primo en Deusto, podemos decir que
la familia, capitaneada por nuestro músico, intuyó la formación del futuro Bilbao, abarcando los cuatro municipios que
terminaron por formar definitivamente la nueva urbe.
Sorgin su acompañante durante muchos años
Así le denominaban al acompañante de Txango que formaba con él una estampa tradicional en Bilbao. Manuel Losada
los pinta junto a la basílica de Begoña un día de novena a la Virgen. Fiesta a la que, al menos Txango, acompañado por
su compañero Sorgin, no faltó desde sus primeros días en Bilbao, subiendo y bajando ambos las escalinatas y alegrando
con los sones del txistu y atabal a los bilbainos que hacían la novena. Txango lo hizo hasta el último agosto que estuvo
con vida.
48 A. M. DE ABANDO. Sig. 6-1-66. (Documento).
49 A. M. DE BEGOÑA. Legajo nº 43. Cuentas-Recibos. Sig. 7-43-1.
50 A. M. DE BEGOÑA. Legajo nº 44. Cuentas-Recibos. Sig. 7-44-3.
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Algunos, entre ellos Manuel Basas, se equivocan al darle el sobrenombre de Sorgin a su “sobrino” Rogaciano. Éste había
nacido en Bilbao en julio de 1855 y bautizado en la parroquia de Santiago Apostol51, por lo que tampoco es cierto que le
mandó venir de Tolosa su pariente Txango. Se casó en Begoña en 1878 con Melitona Josefa de Sagarduy, tuvieron hijos
que fueron confirmados en la parroquia de San Pedro de Deusto, por lo que su domicilio figuraba en dicha Anteiglesia.
Un hermano de Rogaciano, mas joven que él, llamado Luis, también vivió en Deusto y es interesante resaltar que en su
partida de casamiento figura su hermano como testigo: “D. Rogaciano de Arzuaga, natural de Bilbao, casado, zapatero”.
Es la única vez que hemos visto un oficio distinto al de tamborilero aplicado al mismo.
Razones para no equivocarse las tuvo Francisco de Uriarte, presbítero durangués afincado en Deusto, que conoció a
Luis Arzuaga, del cual recoge datos sobre la familia, y escribió en la revista Txistulari sobre Txango en 1932. Uriarte nos
dice que “Txango, como en otro tiempo sus antecesores, subía las Calzadas en compañía del atabalero Pablo Gorriarán
(a) Sorgin”52.
Sorgin, Pablo Thomas de Gorriaran, era bilbaino, nació el 26 de noviembre de 1805, siendo bautizado en la parroquia
de los Santos Juanes53. A sus veintiocho años, en 1834, en plena guerra carlista, el Ayuntamiento de Bilbao trata sobre
el nombramiento de tambor de la villa, y en acta del 22 de octubre de dicho año se recoge lo siguiente: “un memorial
presentado por Pablo de Gorriaran tambor de la Milicia Urbana de esta Villa, en que solicita se le confiera la plaza de
tambor del Ayuntamiento, vacante por muerte de Francisco de Aldecoa, acordaron acceder a su solicitud en atención a
su notoria adhesión a la legítima causa, con el mismo sueldo y emolumentos que su antecesor”54. Desde dicha fecha hasta
su muerte en 1883, es decir durante cuarenta y nueve años, fue atabalero de la Villa. Aquí tenemos a otro hombre que,
al igual que Txango, dedicó toda su vida a las fiestas y acontecimientos de Bilbao. No es de extrañar que sus vecinos
terminasen por ponerle el apodo cariñoso de Sorgin, brujo. Siendo Arzuaga tamborilero de Begoña, encontramos recibos en los que Gorriaran cobra como atabalero por funciones
de la Anteiglesia. Unas veces lo hace por tocar el tambor en las novilladas y otras veces por participar en las romerías de
la Virgen, de San Roque y San Juan de Letrán. En una ocasión el recibo correspondiente a Gorriaran lo firma Francisco
de Arsuaga, por su orden. Estos hechos nos muestran claramente que él es el atabalero que le acompañaba también en
Begoña y que figura en el cuadro de Manuel Losada.
Pablo Gorriaran y Begoña murió el 18 de mayo de 1883, tres años más tarde que Arzuaga, a la edad de setenta y ocho
años55. Era cinco años mas joven que aquel, y desde 1834 hasta la muerte de Txango convivieron durante cuarenta y seis
años sirviendo con sus oficios a la Villa de Bilbao.
La fama de Txango
SALIDAS FUERA DE LA VILLA
Antes de su llegada a Bilbao Francisco de Arzuaga ya era un tamborilero consolidado en su oficio. Tolosa, villa muy
importante en Gipuzkoa, lo había nombrado como instrumentista oficial a sus diecisiete años. En Bilbao terminó por
formarse como un gran tamborilero, como lo reconocen aquellos que han escrito sobre él, llegando a crear alguna
música propia.
De sus salidas fuera de la Villa conocemos principalmente aquellas que están reflejadas en las actas municipales. Es
probable que existan más, sobre todo las que fueron realizadas a zonas mas cercanas, o a casas particulares del mismo
Bilbao.
Su pueblo natal tenía una gran predilección por él, no perdiendo ocasión para tenerlo de nuevo. Son numerosas las
solicitudes que desde Tolosa llegan al Ayuntamiento de Bilbao, para que se le permitiera acudir a sus fiestas de San
Juan. En todas ellas se pone como pretexto el que tienen programadas varias novilladas o corridas para las que, al
parecer, es importante nuestro músico. El interés de su villa natal por contar con su presencia se pone de manifiesto,
a veces, cuando en alguna solicitud indica el Alcalde “por el aprecio que se hace de él y de su distinguido mérito, por
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PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL DE BILBAO. Libro de bautizados 1850-1868. A.H.E.V.-Sig. 19-1.
URIARTE, Francisco de. Revista Txistulari. Escrito el 3-2-1932.
PARROQUIA DE LOS SANTOS JUANES DE BILBAO. Libro nº 10 de bautizados 1800-1818. Sig. 12-2. Fol. 68-vtº.
A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1834. Sig. Actas 257. Acta del 22-10-1834.
PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL DE BILBAO. Libro de finados. 1872-1886. Sig. 37-2. Pág. 386.
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este vecindario de cuyo afecto particular no puedo desentenderme”56. En 1829 es “para dar mayor realce a las funciones
públicas y que están de costumbre los días de las Juntas Generales de esta M.N. y M.L. Provincia de Guipuzcoa con
arreglo a fuero celebrar en esta Villa el mes de Julio de este presente año”57. La mayoría de estas solicitudes son contestadas
afirmativamente, pero algunas son negativas por necesitar la Villa la presencia del tamborilero para sus propias fiestas.
Sobre todo cuando las de San Juan coinciden con las del Corpus.
También Oñate, con motivo del tránsito de personajes reales al Santuario de Aránzazu, cree indispensable contar con
“algunos tamborileros acreditados del País, y noticioso que reúne esta cualidad Francisco de Arzuaga”, le invita para
participar en los festejos que se van a realizar, para ello “se ha ofrecido con otros dos compañeros”. Aquí ya lo tenemos
participando con una banda de tamborileros, suponemos que con la incorporación del silbote. Para entonces ya se
menciona su existencia. En la visita que en 1828 realiza Fernando VII a Durango participa una “ hermosa banda de
tamborileros (los mejores del país) que con zortzicos, y aun piezas de óperas ejecutadas a tres silbos y silbote”58. También
se deduce su existencia de un escrito facilitado a Humbolt sobre música vasca y que se cree fue escrito por Juan Antonio
Moguel que muere en 180459.
El Ayuntamiento de Aramayona, en Alava, el año 1844, pide la permanencia del músico en dicho pueblo, para solemnizar
las fiestas del mismo, puesto que se había decidido “que la única diversión del presente año fuese el tamboril, como
sonido tan agradable es a los oídos vascongados, y que la banda contase de tres, con la precisa circunstancia de que uno
de ellos había de ser Francisco María de Arzuaga, tamborilero de esa Invicta Villa”60.
En 1848 tenemos a Francisco de Arzuaga en Madrid. Don Francisco de las Rivas, diputado a Cortes, pide “a nombre de
una Sociedad Vascongada que para el día de S.M. la Reina” se conceda permiso al tamborilero de Bilbao para que pase
a la Corte a la función que en ella preparan. El Ayuntamiento concedió el permiso.
Estas son algunas de las salidas fuera de Bilbao del gran tamborilero Francisco de Arzuaga. Las que se encuentran
reflejadas en actas y documentos del Ayuntamiento. Creemos que fueron más numerosas, puesto que le vemos tocando
en Begoña y también en las famosas romerías de San Miguel y San Fausto de Basauri, donde participó durante varios
años. Para ello no figura ninguna autorización de la Corporación bilbaína.
SU NOTORIEDAD ENTRE LOS BILBAINOS
Esta llegó a ser importante. Al menos varios pintores que le conocieron en vida, como Anselmo Guinea en 1875,
Antonio María Lecuona en 1872 y posteriormente Manuel Losada, recogen su figura en alguno de sus cuadros. También
el historiador Estanislao de Labayru publica en la edición de su Historia General de Vizcaya un dibujo, que muestra
el magnífico porte de nuestro txistulari, en cuyo pie se le designa como el más famoso de los tamborileros conocidos.
Dibujo que con algunas fotograf ías suyas se pueden ver en libros publicados por Emiliano de Arriaga, que nació en
1844, por lo que tuvo ocasión de conocerle. Este autor del Lexicón bilbaino escribió artículos sobre costumbres y
personajes de la villa. Entre ellos hay que resaltar el que dedica a Txango, del que hace una magnífica semblanza. De él
dice que es famoso en los anales del tamborilerismo vascongado, designándole como poeta del silbo ya que lo manejaba
a las mil maravillas. Confirmando que siendo miliciano en la guerra del 33, una bala le alcanzó en una pierna, por lo que
cojeaba y refiriendo anécdotas, más o menos ciertas sobre él.
Miguel de Unamuno, al escribir sobre su país o sus recuerdos de niñez y mocedades, lo menciona con el sobrenombre
de “Chistu”. En su imaginaria romería de Basauri celebrada en el Arenal, en plena guerra carlista, cuando Bilbao estaba
asediada y rodeada por el enemigo, nos dice que “Pilili” baila el aurresku, a los “ecos agridulces del pito de Chistu”.
También lo recuerda en las procesiones, con su casaca roja.
Juan Mañé y Flaquer, que publica en Barcelona, en 1880, “El Oasis, Viajes al País de los Fueros” lo recuerda tocando el
txistu en unos jardines, “especie de Campos Elíseos, donde mediante una módica entrada, van a bailar los artesanos
de Bilbao ”. En su escrito presenta un futuro incierto para el txistu frente a los nuevos instrumentos musicales. En
uno de los lados los jóvenes iban a bailar polcas íntimas y americanas al son de una orquesta, muy concurrido, y en
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A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año de 1845. Sig. actas 0281. Acta del 16-6-1845.
A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año de 1829. Sig. actas 251. Acta del 18-5-1829.
BEITIA Y ECHEZARRETA. “Noticias históricas de Tavira de Durango”. Gerediaga. Pág. 124.
PAPELES DE HUMBOLDT. Cancionero Vasco. P. Donostia. Volumen VIII. Pág. 1535.
A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1844. Sig. actas 0280. Acta del 21-6-1844.
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el otro, bailes y músicas propias tocadas por los tamborileros, a los que no prestaban atención. Finalizando con este
comentario, “yo también mire con tristeza los dos campos, el concurrido y animado sitio donde se bailaban los bailes
exóticos y el desierto en que, ante una soledad absoluta, el Chango lucia su indisputable maestría, exclamando para mis
adentros: “aquello matará esto””61.
Posteriormente, entre 1929 y 1932, publicó en la Revista Txistulari el presbítero durangués Francisco de Uriarte, varios
artículos documentados sobre Txango. Manuel Basas, le dedico un artículo documentado, con motivo de elegir la figura
de Txango para cartel anunciador de las fiestas de Bilbao.
1880. SU ULTIMA PARTICIPACION EN FIESTA
Con sus ochenta años aún conservaba suficiente vitalidad para subir a la novena de la Virgen de Begoña. Así lo recoge el
Noticiero Bilbaino del 14 de agosto, mencionado al principio, indicando que durante el camino ejecutaba arpegios con
su silbo, siendo aplaudidísimo por la multitud.
Murió poco después, el 14 de enero de 1881. En su partida de defunción se le designa como Tamborilero, falleciendo
de hemorragia cerebral, siendo viudo de Vicenta de Orueta62. El Ayuntamiento de Bilbao, en reunión del día 20, registra
la solicitud de socorro de su nieta, y por no ser precaria su situación económica solamente se le conceden cincuenta
pesetas. Al mismo tiempo se acuerda el anuncio de la vacante de tamborilero, “ por fallecimiento del predicho Arzuaga,
y se nombró para cubrirla interinamente a D. Robustiano (Rogaciano) Arzuaga, sobrino del finado”63.
PEDRO DE URIA
Rogaciano Arzuaga, que había actuado muchas veces junto a su pariente Francisco como criado, ocupó el puesto
de tamborilero hasta que se nombrase el definitivo. Se crea una comisión que había de encargarse de realizar las
oportunas oposiciones entre los numerosos tamborileros que se presentan. Manuel Basas, en un artículo que escribe en
el periódico “El Correo” en 1981, ofrece abundantes referencias de dichas oposiciones, así como de los que concurren
a ellas.
Los músicos que se presentan son diez. Manuel Basas nos da detalles sobre ellos. Estos son:
Sinforiano Vergareche, Eusebio de Azpeitia e Iturrioz, Vicente Gil de Azpeitia y Unzueta, Romualdo Gochicoa y
Lazcano, Rogaciano de Arzuaga e Iguaran, Pedro de Uria y Aizpun, Leandro de Alberdi y Gallastegui, Eusebio Basurco
y Venancio Vergareche y Beiztegui64.
En Acta del Ayuntamiento del 10 de Marzo se recogen las deliberaciones de la Comisión, presidida por Juan E. Delmas.
Ésta presenta, cumpliendo el encargo recibido, una terna en orden de puntuación: 1º Pedro de Uria, de Irun, 2º Sinforiano
Bergareche, de Durango y 3º Eusebio Basurco, de San Sebastián. A la vista de dicha propuesta, el Ayuntamiento acuerda,
“en su vista y teniendo en cuenta que D. Pedro de Uria, vecino de Irun, figura el primero en la terna y que para ser
colocado en este lugar obtuvo por unanimidad los votos de todos los individuos del Jurado, vino en nombrarle músico
tamborilero de esta Villa”65. De nuevo se elige a un músico con otras aficiones y no solamente las de ser tamborilero.
Uria había sido, además de tamborilero, tenor de la capilla parroquial de Irun, lo que indica su afición al canto y, al
parecer bastantes cualidades para ello. Así vemos que a los dos años de su incorporación, su afición le lleva a trasladarse
al extranjero a perfeccionarse en el estudio del canto.
JULIAN DE URIA
En acta del 21 de junio de 1883, se recoge la solicitud de Pedro Uria pidiendo que se admita a su hermano Julián como
sustituto, para que él pueda pasar al extranjero con el objeto de perfeccionarse en el estudio del canto. En ella se indica
que la ausencia tendrá “un término, que puede ser por ejemplo de dos años, dentro del cual manifestará si renuncia al
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MAÑE Y FLAQUER, Juan. El Oasis. Viajes al País de los Fueros. Barcelona. Tomo V. Pág. 148.
PARROQUIA DE LOS SANTOS JUANES. Libro de finados 1867-1882.
A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1881. Acta del 20-1-1881.
BASAS, Manuel. “Reñidas oposiciones a la plaza de tamborilero”. Bilbao hace un siglo. El Correo español del 12-7-1981.
A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1881. Acta del 10-3-1881.
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destino o intenta volver a hacerse cargo de él, a fin de que en su vista el Ayuntamiento determine lo procedente”66. El
Ayuntamiento admite como su sustituto a su hermano Pedro de Uria por tiempo de dos años. Con ello tenemos un
tamborilero que accedió a la plaza para dos años sin pasar previamente ninguna oposición.
Pasados los dos años, en acta del 30 de Julio de 1885, se recoge la carta de dimisión de Pedro de Uria como músico
tamborilero de la Villa. El motivo es por haberse dedicado al arte lírico dramático. La carta informando de su decisión
la envía desde Padua en Italia, donde, al parecer, estaría preparándose para ello. La Comisión de Instrucción Pública
opina que debe de admitirse su renuncia, “acordando que la plaza que resulta vacante por esta determinación se provea
por oposición con las mismas obligaciones que ha tenido el dimitido”. Para ello se debe anunciarse la vacante, señalando
20 días de término para la presentación de solicitudes. La Comisión, si se le autoriza, se encargará de practicar cuantos
preparativos sean necesarios hasta que se verifiquen los ejercicios de la oposición, y propondrá a V.E. lo que a su vista
proceda”67. Así finaliza la participación de Julián de Uria como tamborilero municipal de Bilbao, aunque aún le quedaba
la posibilidad de superar las oposiciones que se habían de celebrar..
ROGACIANO DE ARZUAGA E IGUARAN
No tardaron mucho en realizar las oposiciones. La Comisión presenta una relación de los exámenes realizados el día 30
de Septiembre y que es tratada en el Ayuntamiento el 1 de octubre. Califican de la siguiente forma a los presentados que
son Sinforiano Vergareche, Julián Uria, Venancio Vergara, Bonifacio Cubas, Pedro Meacas y Martín Tellería. Añadiendo
que “Don Sinforiano Vergareche ha superado en los distintos ejercicios a todos los opositores, y creemos en nuestra
opinión puede desempeñar su cargo regularmente”.68A continuación se creen obligados a poner en conocimiento de la
Comisión de Instrucción Pública, que los ejercicios presentados han sido poco brillantes, por lo que se acuerda repetir
la oposición.
Al de un mes, el día 5 de noviembre, se trata en Ayuntamiento sobre el informe de la Comisión de Instrucción Pública a
cuenta de la nueva oposición de la plaza de tamborilero. Se leen las decisiones del examen realizado. Vemos que no son
los mismos opositores que en el anterior. Algunos desaparecen y figuran otros nuevos. Por ejemplo, ya no se presenta
el tamborilero anterior, Julián Uria, y sí en cambio el que estuvo desempeñando provisionalmente el puesto a la muerte
del anterior, Rogaciano Arzuaga. Entre los miembros del jurado encontramos a Marcos de Alcorta, natural de Durango
y autor que publica las músicas de la Dantzari Dantza y del Aurresku.
El jurado, en sus conclusiones, destaca a dos de los opositores, Sinforiano Bergareche y Rogaciano Arzuaga. El primero
más brillante y el segundo muy correcto en las ejecuciones. Añadiendo que los dos están, en conjunto, en iguales
condiciones69. Por otro lado, el examen comprendía “dos partes esencialmente diferentes, la una relativa al silbo y la
segunda al tamboril”. Cosa que, al parecer no se dio en la oposición en que fue agraciado con la plaza Pedro de Uria.
A esta presentación del informe del jurado examinador siguió una larga controversia entre los asistentes. Unos
partidarios de dar la plaza a Sinforiano y los otros a Rogaciano. Del primero se dice que ya fue segundo en las oposiciones
anteriores, y del segundo que era bilbaíno y sobrino del que fue notable músico tamborilero de la Villa. Finalmente,
declarando el asunto suficientemente discutido, se procedió a la votación, dando el resultado de diecisiete votos a favor
de Rogaciano Arzuaga y cuatro a favor de Venancio Bergareche. Así tenemos al tamborilero municipal que tocó los
últimos años del siglo XIX, Rogaciano Arzuaga.
Al analizar a los tamborileros que Bilbao tuvo durante el siglo XIX, podemos apreciar la evolución que ha tenido el
oficio y la importancia que se le da a cada uno de los instrumentos que usa el ejecutante. Es la época que de denominarse
el ejecutante tamborilero pasa a llamarse Txistulari, destacando la capacidad de usar el txistu para designar al mejor.
Actividades del Tamborilero - Pifano en Bilbao durante el siglo XIX
Con pífano
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A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1883. Acta del 21-6-1883.
A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Año 1885. Acta del 10-9-1885.
Archivo anterior. Acta del 1-10-1885. Pág. 162.
Archivo anterior. Acta del 5-11-1885. Pág. 202-vto.
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MUSICO MILITAR
Los tamborileros desempeñaban diversas funciones que quedan reflejadas en sus contratos. Estos indican muchas
veces que sus obligaciones son de Tamborilero-Pífano. No solamente el tamboril y el silbo, también tenían que tocar
el pífano, una flauta travesera usada anteriormente en todos los ejércitos, el cual requería ser acompañado por otra
persona tocando el tambor para marcar el ritmo. Tocando este instrumento debían de intervenir en los momentos de
muestras, alardes y levantamientos de armas de los vecinos cuando el Señorío se hallaba en peligro. A su son desfilaban
las Compañías armadas que se constituían entre los vecinos de los diversos Ayuntamientos, bajo el mando de las
autoridades locales. Fue la forma de defensa que se desarrollo durante siglos, hasta que desapareció finalizadas las
guerras Carlistas.
A principios del siglos XIX esta participación era normal, pero poco a poco fue sustituyéndose el pífano por otros
instrumentos, constituyéndose charangas o bandas de música, sobre todo para acompañar a las fuerzas regulares.
Suprimiéndose totalmente al desaparecer en Bizkaia el sistema tradicional de formar compañías armadas, y regularse
un servicio militar obligatorio con participación de los jóvenes en regimientos estables, con sus propias bandas de
música.
Cuando a sus veinticuatro años vino a desempeñar su oficio a Bilbao Francisco de Arsuaga, gracias a la información
facilitada por las autoridades de Tolosa, justificando su alistamiento forzoso por ser empleado público, y al
arrepentimiento de haber participado con las fuerzas constitucionales, suponemos que también realizaba esta función.
Su empleo en Tolosa también había sido el de tamborilero municipal, por lo que parece seguro que en la mencionada
compañía de Voluntarios participaría tocando el pífano para los desfiles y marchas.
Los tamborileros de Bilbao también desarrollaban estas funciones. En 1591, en un torneo en la que participaron los
caballeros mas importantes del Señorío se pagó a 3 pífanos y atambores de Bilbao y 7 que se contratros de fuera70. El
historiador Teófilo Guiard, al presentarnos el estado de las fuerzas realistas de la Villa en 1826, nos dice que entre ellas
se encuentran “trece tambores, cinco pífanos, cuatro cornetas ...”71.
Esta función de música militar, realizada exclusivamente con pífano y atambor, se desarrolló en nuestro país durante
varios siglos. En Bilbao, a pesar de la oposición popular a constituir batallones estables en el Señorío, después de las
guerras napoleónicas, y ante los cambios sociales y problemas políticos posteriores, comenzaron a formarse algunas
fuerzas militares estables. Estas fueron asentándose durante el siglo XIX, y paulatinamente incorporando bandas de
música a su organización. Bandas con mucha más sonoridad y fuerza que los pífanos anteriores y más acordes con
lo que se llevaba en las compañías militares de la época, como algunas de las foráneas que por motivos de guerra
estuvieron asentadas con anterioridad en la Villa.
En Bilbao, según Guiard, los milicianos Voluntarios Constitucionalistas, fuerzas armadas estables de vecinos bilbaínos,
constituyeron, el 9 de abril de 1821, una banda de música formada por 21 individuos. Probablemente fue la primera
banda militar creada en la Villa.
ACOMPAÑANDO A LA CORPORACION MUNICIPAL Y PROCESIONES
Otros momentos de la vida colectiva también requerían la participación del pífano. Así, el Ayuntamiento en sus
desplazamientos y actos solemnes, en cuerpo de comunidad, era acompañado por los sones de este instrumento, junto
al de los clarines y tambores.
Con el tiempo, en estos traslados y ceremonias realizadas en Cuerpo de Comunidad por la Villa, también se incorpora
la banda de música o fanfarria. Una de las primeras referencias la encontramos, finalizada la guerra, en 1839, en la
participación de la fanfarria de la Milicia Nacional de la Villa en la celebridad de la confirmación de los fueros. En la
cuenta que presentan detallan todos los movimientos diarios y en ellos observamos que dicha música acompaña a las
Autoridades al solemne Tedeum, con salida de la Diputación y regreso a la misma. También tocan de día por las calles,
animando al vecindario, por la noche en la plaza vieja, y por la tarde en los novillos72. Con anterioridad, en todos estos
momentos festivos, solamente actuaban los tamborileros o pífanos, y desde la creación de estos nuevos conjuntos
70 IRIGOIEN, Iñaki. “Las fiestas de Bilbao: danzas y musicas entre los siglos XVI y XIX”.Bidebarrieta nª. XVII-2006. Pág. 344.
71 GUIARD Y LARRAURI, Teófilo. “Historia de la Noble Villa de Bilbao”. Tomo IV.Pág. 427.
72 ARCHIVO GENERAL DEL SEÑORIO DE BIZKAIA. Funciones. Registro 1. Leg. 4, nº 2.
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musicales, participan también éstos. Señalaremos que para este fin los primeros conjuntos musicales conocidos
pertenecen a compañías militares.
Hace no muchos años aún sonaba el pífano tocado por Bonifacio Fernández (Boni) en la procesión del Corpus bilbaíno.
Actualmente, aun se conservan dos de estos instrumentos en el archivo de los txistularis municipales. Finalmente
encontramos en las procesiones, junto al pífano, una banda de música, que es la que definitivamente se constituye como
pieza importante en todos los programas de fiestas.
Con Txistu y tamboril
ALEGRANDO LAS CALLES Y PLAZAS
Una de las condiciones del contrato de Arzuaga dice claramente, a tañer por las calles y plaza pública en unión de su
criado, “con el tamboril y silvo, según costumbre, todos los domingos y fiestas del año”. Con una excepción, la de la época
en que las fiestas se suprimen, la Cuaresma. Al igual que en los demás Ayuntamientos de Bizkaia, aquí el tamborilero
contratado ha sido el principal productor de música pública festiva durante siglos. Al alba, comenzaba la fiesta con
repiques de campanas y el sonido del tamboril recorriendo las diversas calles.
Aún hoy en día no faltan en los programas de fiestas, solamente que se han añadido otros grupos instrumentales, entre
los que destacaríamos las bandas de música, las charangas o los dulzaineros. Al surgir las bandas de música como
elementos festivos, al principio alrededor de fuerzas militares como ya se ha indicado, los nuevos conjuntos consiguen
introducirse en los actos que con anterioridad dominaba el tamborilero, aunque sin desplazar enteramente a éste.
Una de las primeras referencias que hemos encontrado de esta nueva situación es la del programa de festejos preparado
para obsequiar a los Infantes Reales en 1830. Dice así: “La brillante música de los paisanos armados de esta Villa
se establecerá todas las noches frente de Palacio, para aumentar el regocijo general con piezas escogidas y del mejor
gusto, que tocará alternando con los tamborileros mas acreditados del país; para la plaza pública en que se encenderán
hogueras, según costumbre, se destinarán otros tamborileros”73. Citas semejantes, en las que figuran las bandas de música
y tamborileros recorriendo las calles en alboradas festivas o en conciertos, encontramos en abundancia a partir de la
mencionada referencia en los diversos programas, no faltando aún hoy en día.
MUSICA DE BAILE EN LAS PLAZAS DE LA VILLA
Otra de las condiciones contractuales que debía cumplir Arzuaga era la de acudir “así mismo a los Arenales de esta
villa en persona, o su criado a tañer los citados instrumentos desde Pascua de Resurrección hasta fin de septiembre
de cada año hasta la oración angelical”, para diversión de las gentes sin cobrarles nada por ello. Se trata de tocar
principalmente música de danza, habiendo pasado el Arenal, durante los domingos y fiestas, a ser el lugar principal
para ello. Anteriormente el lugar de danza de la villa era la plaza vieja, es decir, frente al ayuntamiento, junto a la iglesia
de San Antón, emplazamiento también donde las noches de fiestas especiales, a la luz de fogatas, tocaban aún los
tamborileros en la época de Txango.
No solamente en la plaza pública y a cuenta de la Villa, también actúan los tamborileros en otros lugares, contratados
por empresas privadas, como nos indica Juan Mañé y Flaquer en su viaje al País Vasco74. En dichos jardines alternaba
con otros músicos, formados en orquesta. Este modelo de alternancia entre bandas de música y tamborileros se ha
conservado hasta bien avanzado el siglo XX, sobre todo en los lugares públicos de danza.
Hemos de añadir, que con la creación de las bandas de música nos encontramos con un nuevo mobiliario en nuestras
plazas. Son los kioskos desde los cuales tocan su música los nuevos conjuntos musicales. El tamborilero no necesitaba
recurrir a este estrado para tocar sus instrumentos, no así la banda, que al contar con un director, tenía que situarse
de forma que sus componentes pudieran atender al mismo, además de oírse mejor al conjunto. En 1865, para el viaje
de SS.MM. la Reina, se construyó un kiosko en el Arenal a medias entre la Diputación y el Ayuntamiento. Al liquidar
las cuentas la Diputación estima que “el kiosko construido en el Arenal para la colocación de la música produciría bien
73 A. M. DE BILBAO. Antiguo. Sign, 0291/001/054.
74 MAÑE Y FLAQUER, Juan. “El Oasis. Viajes al País de los Fueros”. Barcelona, 1880.
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poca utilidad si se deshiciera para vender los materiales de que se compone, su conservación y cuidado exigiría además
gastos y molestias para la Diputación al paso que tiene un objeto de recreo para el vecindario de Bilbao”, por lo tanto
“cede a ese benemérito Ayuntamiento la parte que en el referido Kiosko pudiera comprender al Señorío”75. Con ello ya
tiene Bilbao un kiosko en el Arenal, construyéndose para los días de invierno y lluvia también otro en la Plaza Nueva,
como se indica en algún momento. Por otro lado, en la Plaza Vieja o del Mercado no hemos encontrado referencias de
este mueble urbano.
EN FIESTAS DE TOROS Y NOVILLOS
Durante siglos el músico de la fiesta alrededor del toro o novillo ha sido el tamborilero, ya sea en la soka-muturra ya sea
en corridas formales. Si leemos el contrato de Txango también se deduce su intervención en corridas, puesto que es una
de las diversiones que le eximen de asistir a los Arenales. En una escritura de obligación para corrida de toros firmada
en Bilbao en 1827, en zona de la futura Plaza Nueva, una de las condiciones señala que será “de cuenta de la empresa los
tamborileros para las corridas y los fuegos de barricas que dispusiese haya en la plaza el Ayuntamiento”76.
Con la creación de las nuevas bandas musicales, como ya se ha indicado, éstas van ocupando un lugar musical importante
en dichas corridas, así en 1839, en las fiestas por la celebración de los fueros, la fanfarria de la Milicia Nacional local
cobro por asistir por las tardes a las corridas celebradas. Mas tarde, construido el puente de Isabel II, se contó con una
plaza de toros mas estable en la zona de Abando, y sus empresarios contrataban para las corridas una banda de música,
también mas o menos estable.
Otros músicos como los clarines y timbales o atabales municipales nunca han dejado de participar en estas corridas en
plazas de toros. Tampoco el tamborilero faltaba en los toros ensogados que se corrían entre calles y en la Plaza Vieja,
donde siempre ha continuado como músico de esta fiesta. Emiliano de Arriaga, en su artículo sobre novillos callejeros,
después de echar de menos a Txango y Sorgin, ya difuntos cuando escribe, nos dirá que “los tamborileros marchaban
por delante y aceleraban o retardaban el paso y el compás, a medida que el buen Tomás aflojaba o recogía la cuerda
(del novillo) y la multitud empujaba más o menos”. Estos músicos han conservado piezas musicales especiales para este
evento.
LAS FIESTAS DE CALLES EN LA VILLA
La participación en fiestas de calles también permitía a Txango, según su contrato, estar exento de acudir a sus
compromisos dominicales al Arenal. Éstas tenían una gran tradición y raigambre entre los vecinos de la villa. Ya en
1690, el famoso obispo don Pedro Lepe, en su visita a la villa, nos deja en su auto redactado en el libro de fábrica de la
parroquia de Santiago, una nota que se refiere a ellas. Al parecer muchachas de buen ver se dedicaban a pedir limosnas
para su celebración77. La misma redacción, conminando a que no se pida tales limosnas, encontramos en el auto de
visita de 1723 de Joseph de Cisneros.
Cuando, por alguna razón, el Ayuntamiento acuerda no autorizar dichas fiestas, los tamborileros protestan y piden se
les compense por la falta de ingresos que para ellos supone.
En 1846, Francisco Hormaeche, el cual describe la costumbre en su artículo sobre Bilbao, dice lo siguiente: “cada una
de las calles de Bilbao tiene su santo patrono, y cosa singular, casi todos son de verano. Hasta poco hace se celebraban los
días de estos santos adornando vistosamente los nichos en que están colocados, colgando de balcón a balcón banderas
y gallardetes de colores, bailando por la tarde al son de tamboril y corriendo novillos de cuerda. En el baile, hasta que
anochecía, no tomaban parte los varones. Puede decirse que esta costumbre ha desaparecido, fuera de los barrios o
arrabales en que todavía se conserva”78.
Un amante de las viejas costumbres de Bilbao como Emiliano de Arriaga, nos las describe en sus “Vuelos Cortos”,
detallando los Santos de cada calle: “Así tenemos a San Lorenzo martir español en Barrencalle, la Concepción en Correo,
la Magdalena en Belosticalle, San José y Santa María en la de este último nombre, San Antonio en Achuri, el Apóstol
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A. M. DE BILBAO. Libro de actas. Sig. actas 0301. Pág. 30. Acta del 5-7-1866.
ARCHIVO HISTÓRICO DE PROTOCOLOS-BILBAO. Notario Diego de Arribalzaga. Legajo 3042. Año 1827. 6-8-1827.
PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL. Bilbao. Libro de Fábrica (1656-1736). A.H.E.V. Derio. Sig. 36-2.
HORMAECHE, Francisco. Artículo sobre Bilbao. Viaje Pintoresco por las provincias Vascongadas. J.E. Delmas. Bilbao, 1846.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
Santiago en Bilbao-la-Vieja.”, a las que añade las de la calle Somera, “que gozaba de patronato doble, con sexo diferente”,
San Pedro y Nuestra Señora del Socorro79. Este autor, que nació en 1844, habla de estas fiestas a finales de siglo como
hecho pasado.
ACOMPAÑANDO EN SUS RECORRIDOS A LOS GIGANTES Y CABEZUDOS
Los primeros datos sobre Gigantes que hemos encontrado en el archivo bilbaíno son de 1654. Están en la primera
página del libro de la Cofradía del Santísimo Sacramento de San Antón, que comienza dicho año. En ella figura el
inventario de bienes de la misma y entre ellos destacan cuatro vestidos de los Gigantones. No se conservan los libros
anteriores por lo que no podemos precisar su origen. Participan en la procesión del Corpus Christi que organiza dicha
Cofradía y en las cuentas, junto a gastos originados por ellos, y desde el primer año, figuran pagos al pífano y atambor,
que como ya se ha indicado es el instrumento musical, junto a la capilla, que suena en dicha manifestación religiosa.
En el relato de Juan Carlos de Cortazar sobre el Bilbao a Mediados del siglo XIX, tomando de cartas de la época, el año
1854, cuando los Gigantes surcaron la ría en lanchas, se menciona que “salieron los Gigantes del muelle, en medio de
chupinazos, doce docenas de cohetes y tanborileros y dulzaineros”, por lo que podemos decir que alguna vez, y hace años
de esto, han desfilado y bailado también al son de este otro instrumento.
ALBORADAS A PARTICULARES
La costumbre de recibir a la gente que llega a la Villa obsequiándola con música es muy antigua. En cartas escritas
desde Bilbao en 1742 leemos “en cuanto llega algún raro forastero, como Orbe, se apresuran a festejar tan poco frecuente
suceso, acudiendo todos a saludarle, enviándole como embajador un tamborilero a la casa donde se aloja para que “esté
gozando de esta música que dise ser mui aficionado”80. No solo al recibir a la gente sino en momentos importantes en
la vida de algún vecino, el tamborilero, acudiendo a su casa a primera hora, comenzaba obsequiéndole con su música
anunciando con ello el día tan señalado.
Hasta épocas muy recientes, se ha mantenido la costumbre de que el tamborilero acuda a las casas de ciertas personas a
obsequiarlas con una alborada el día de su onomástica o cumpleaños. Tanto Manolo Landaluce como Boni Fernández,
tamboriteros municipales recientes, mantenían una lista de conocidos a fin de cumplir con esta tradición.
TOCANDO EN ROMERIAS FESTIVAS, A MENUDO JUNTO A OTROS INSTRUMENTOS
Según los viajeros y escritores que han tratado sobre Bilbao resaltan la afición de sus habitantes a participar en romerías.
Así lo manifiesta en 1797, uno de ellos: “una romería es una fiesta para todo Bilbao y es para el espectador no menos
fiesta que para el bailarín, porque es general la pasión hacia esta diversión. El lugar del baile por lo general se encuentra
a la sombra de los árboles, en la proximidad de una casa de chacolí”81.
En estas romerías no solamente el tamborilero, también participaban otros instrumentistas musicales. Así nos lo indica
Fray Gerundio en 1842, distinguiendo entre el baile largo y los bailes cortos. Al son del tamboril y del chilibitu o silbo se
ejecuta el baile largo, llamado Aurresku. Para los cortos se juntan los bailarines en corros al son de otros instrumentos,
realizando bailes más de moda en el momento. En 1860, el diario político de Bilbao, Irurac Bat, realiza una descripción
de la romería de San Roque, donde acudía la Corporación Municipal. Después de mencionar la de Begoña, nos dirá
que “La romería de San Roque ofrece otro cuadro no menos interesante. Es la juventud llena de vida y de alegría la
que hace el gasto absolutamente: allí despliega todas sus galas: -graciosos atavíos de mil colores, -una expansión sin
límites, -la agilidad y el contento representados en danzas y en saltos envidiados por los acróbatas, -las músicas de
guitarras y violines, zarrabetes y panderas, el tamboril y el silvo que hienden el aire sin descanso y provocan a millares de
bailarines a ejercitar sus elásticos miembros: -todo es placer y alegría; -y cuando llega la noche y se toca la retirada no es
menos animado el cuadro que se descubre desde Bilbao hasta la empinada colina. Se diría que una enorme serpiente se
desprende desde la ermita para penetrar en la villa. Tal es el conjunto de gentes que apiñadas regresan prorrumpiendo
alegres sansos que repite el eco de los montes, y que silenciosas pocas horas después, viven con el recuerdo de la agradable
79 ARRIAGA, Emiliano. “La fiesta de la Calle”. Vuelos Cortos de un chimbo. Ediciones el Tilo. Bilbao, 1994. Pág. 136.
80 MANSO DE ZUÑIGA, Gonzalo. Cartas de Bilbao. Boletín de la R.S.V.A.P.- 1949-Año V-Cuaderno 1º- Pág. 193.
81 FISCHER, Christian August. “Descripción de Bilbao en el verano de 1797”. Estudios Vizcaínos nº 7-8. Bilbao 1973.
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impresión que les ha producido la fiesta dedicada al abogado de la peste”82. Como vemos los tamborileros eran piezas
importantes en las romerías, aunque no imprescindibles.
CONVOCAR CON TAMBORIL A LOS VECINOS A SUS AYUNTAMIENTOS GENERALES
Una de las obligaciones de los tamborileros contratados por las Anteiglesias vecinas era la de llamar a Ayuntamiento
a los vecinos. En Deusto, en 1832, se trata en reunión municipal que su “Ayuntamiento debe haber un tamborilero
tanto para llamar a Ayuntamiento y funciones que son indispensables en esta Anteiglesia cuanto para las romerías de
costumbre”83. Es interesante resaltar que para dichas funciones se nombró al que lo era en la Villa, es decir, a Francisco
de Arzuaga. Cuando años más tarde, en 1858, se contrata a su primo Miguel, entre sus obligaciones se recoge “cuanto
los que sean necesarios señalar ayuntamientos generales, será obligación del tamborilero comunicarlo con el toque del
tamboril dando la vuelta completa al pueblo”84.
Lo mismo ocurría en Begoña. El recibo que firma Francisco de Arzuaga en 1849 dice que el Ayuntamiento le pagará
, según presupuesto, “con obligación de tañer por todos los barrios para que sirva de aviso a todos los vecinos al
Ayuntamiento y tañer en las funciones del pueblo”.85Años más tarde, en 1877, en las condiciones que se ponen para
la provisión de la plaza de tamborilero municipal, en su apartado cuarto se indica que “queda obligado también el
tamborilero a tocar en todo el pueblo en los días en que el Ayuntamiento mandare convocar a Ayuntamiento General”86.
En la villa de Bilbao no figuran estas obligaciones en los contratos de estos músicos. Probablemente esta función sería
realizada por el pregonero.
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IRURAC BAT. Diario político de Bilbao. Gacetilla del 14-8-1860.
ARCHIVO MUNICIPAL DE DEUSTO. Libro de actas nº 286. Ayuntamiento del 2-12-1832. Archivo Ayuntamiento de Bilbao.
ARCHIVO MUNICIPAL DE DEUSTO. Libro de actas (1849-1862). Ayuntamiento del 16-9-1858.
ARCHIVO MUNICIPAL DE BEGOÑA. Legajo nº 44 (Cuentas-Recibos). Sig. 7-44-3.
ARCHIVO MUNICIPAL DE BEGOÑA. Legajo nº 104. Sig. 104-29.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
La villa de Bilbao a la memoria de Antonio de
Trueba: Actos conmemorativos y elementos
para el recuerdo.
Eva Diez Paton
Resumen
Desde el mismo instante de la muerte de Antonio de Trueba en 1889 la villa deseó guardar la memoria de uno de
sus escritores más leídos y queridos. A lo largo de los años se fueron sucediendo homenajes y celebraciones a los que
se sumaron importantes personalidades de los siglos XIX-XX: Juan E. Delmas, José María de Lizana, Carmelo de
Echegaray, Miguel de Unamuno, Juan José de Lecanda o Alfredo Laffitte, entre otros. Analizamos la configuración de
un espacio en la villa de Bilbao a la memoria de Antonio de Trueba.
Palabras Clave: Antonio de Trueba. Bilbao. Homenajes. Siglos XIX-XX.
Laburpena
Bilbo hiribilduak Antonio Truebaren oroitzapenetan: Oroimen ospakizunak eta gomutetarako gaiak.
Antonio Trueba hil bezain laster -1889an zendu zen-, hiribilduak berak irakurrienetakoa eta maitatuenetakoa zuen
idazlearen gomutua iraunarazi gura izan zuen. Urteak joan eta urteak etorri, omenaldi eta ospakizunen kateak ez
zuen amaierarik. Horietara XIX-XX. mendeetako izendun asko batu ziren, hala nola, Juan E. Delmas, José María de
Lizana, Carmelo de Echegaray, Miguel de Unamuno, Juan José de Lecanda eta Alfredo Laffitte. Bada, lan honetan Bilbo
hiribilduan Antonio Truebaren omenezko balizko gune baten nondik norakoaz dihardugu.
Giltza hitzak: Antonio Trueba. Bilbo. Omenaldiak. Oroimena.
Abstract
The township of Bilbao to the memory of Antonio de Trueba: Commemorative activities and elements for
remembering
From the moment of Antonio de Trueba’s death in 1889, the township wished to preserve the memory of one of its
most read and beloved writers. Over the years tributes and celebrations were held with the participation of important
personalities of the XIX and XX centuries: Juan E. Delmas, José María de Lizana, Carmelo de Echegaray, Miguel de
Unamuno, Juan José de Lecanda and Alfredo Laffitte, amongst others. The article analyzes the shaping of a space to
the memory of Antonio de Trueba in the township of Bilbao.
Key words: Antonio de Trueba, Bilbao, tributes, memory
Hartua-recibido: 12-XII-2013- Onartua-aceptado: 10-IX-2014
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1. Introducción
La relación de los individuos con las ciudades que habitan va mucho más allá de un vínculo entre espacio y vida, es
algo más rico y complejo que la simple idea del lugar donde transcurre nuestra existencia. La actividad cotidiana de
los conciudadanos transcurre en un conjunto conformado por calles, edificios, plazas o parques que interpretados de
manera práctica y funcional constituyen lugares de tránsito, de habitación o de esparcimiento. Lejos de limitarse a
esta lectura los espacios urbanos están dotados de significación simbólica, bien sea política, histórica, social, hasta las
más personales y emotivas. Una mirada curiosa por nuestras ciudades percibe un sin fin de nombres, inscripciones,
monumentos conmemorativos que convierten a las urbes en espacios de la memoria, siempre parcial y selectiva, que
van configurando nuestro imaginario colectivo. La ciudad presenta así una compleja escenograf ía a veces de dif ícil
lectura, pues su proximidad hace que su significación se diluya entre lo cotidiano y el paso de los años conlleve cierto
distanciamiento y pérdida de valor.
La relación entre la villa de Bilbao y el escritor Antonio de Trueba puede relacionarse con este último caso. Desde
1889, año de su muerte, Bilbao ha rendido diversos homenajes en su recuerdo, se dio su nombre a plazas y calles,
se colocaron lápidas conmemorativas, se erigió un monumento y el pueblo llenó en varias ocasiones las calles de
la villa en público homenaje a su memoria. Sin embargo, algunos de estos elementos han ido desapareciendo y los
actos conmemorativos, significativos y de destacada participación ciudadana en el pasado, se convirtieron en puntuales
celebraciones de carácter institucional. Hoy día, tras asistir al paulatino olvido de los bilbaínos hacia una de las figuras
literarias más leídas y queridas de mediados del siglo XIX, quizás nos resulten incomprensibles aquellas celebraciones
en las que la sociedad en su conjunto se unía para evocar un nombre y un recuerdo. Para comprender el porqué de
aquellos actos conmemorativos es imprescindible conocer lo que el nombre de Antonio de Trueba significó para Bilbao
y para Bizkaia a finales del siglo XIX.
2. Lo que significa el nombre de Trueba.
Tras la muerte de Antonio de Trueba los periódicos y revistas ilustradas fueron invadidos por semblanzas y
descripciones del poeta. Con extraordinaria familiaridad se le describía como un amigo entrañable, un maestro o un
generoso consejero, guardando algunos una imagen aún más próxima, de abuelo eterno o de “tío Antonio”. Las figuras
más heterogéneas detallaron todos los aspectos de su persona, su carácter, su f ísico, su vida, su obra literaria: Juan E.
Delmas, José María de Lizana, Vicente Arana, Ricardo Becerro de Bengoa, Carmelo de Echegaray, Alfredo Laffitte,
Oscar Rochelt, Miguel de Unamuno, Juan José de Lecanda, Tomás Camacho, Benita Asas, Manuel Polo y Peyrolon,
Herminio Madinaveitia, Diego Mazas, Joaquín Octavio Picón, Antonio Rubió i Lluch, José Ortega Munilla o el poeta
Rubén Darío, entre otros. Todo el mundo parecía conocer a Trueba, todos le habían tratado, todos habían leído su obra
y todos le guardaban un gran cariño y agradecimiento.
De su lectura surge ante nosotros un montañés alto y fuerte, de complexión recia pero con un aspecto exterior modesto
y sencillo, como de “aldeano vestido de señor humilde”. Lleva un gabán de entretiempo y sus maneras algo torpes,
encorvado y la cabeza un poco caída hacia adelante, le dan el aspecto de un paseante distraído y caviloso. Anda por
Bilbao con las manos cruzadas a la espalda y contempla el mundo con mirada melancólica, pero pronto surge en sus
labios una sonrisa y una mirada cariñosa al encontrar a las personas que aprecia. Nunca lleva cuaderno para tomar notas,
como lo ha eternizado Marinano Benlliure. En realidad siempre le acompaña un cigarro pues, fumador incorregible,
consumió más tabaco que tinta1.
“Trueba debería haber vivido siempre, para que los vascongados hubiéramos podido encontrarle paseando por los
campos que rodean a Bilbao”, se lamentaba el escrito Oscar Rochelt mientras recordaba a Trueba paseando por los
jardines de Albia o soñando entre dos pilares de la Plaza Nueva mientras bullía la multitud de niños, soldados, niñeras
y barquilleros: “Se me figura ver aún al poeta con su bondadosa sonrisa, embelesado, contemplar aquellos árboles y oír
aquellos trinos, olvidado de todo lo que le rodeaba, hasta de la pipa que tenía en la boca, y del bastón que tenía entre
las manos cruzadas sobre la espalda”2.
Figura familiar y simpática, el nombre de Antonio de Trueba se sumaba al de los miembros de la familia, era “uno de los
1 BECERRO DE BENGOA, Ricardo. “Antonio de Trueba”. En: La Ilustración de Álava, tomo VIII, núm. 7, publicado el 30 de abril de 1889, pp. 311.
2 ROCHELT, Óscar. “Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XV, núm. 4.609, publicado el jueves, 21 de marzo de 1889, pp. 1.
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de casa”3. Sus libros podían encontrarse en buena parte de los hogares vascos y numerosos autores recordaban haber
tomado por primera vez los poemas y narraciones de Trueba de la biblioteca de sus padres. Dos generaciones se habían
educado a partir de sus obras, hallándose tan unidas a sus vidas que la simple evocación del nombre de Trueba les
devolvía a sus años de infancia y juventud.
“En tiempos en que mi alma estaba en flor, y un ruiseñor, ¡mentiroso! me hacía oír por la melodía de
la dicha; en tiempos en que ayudaba a misa, y en el campanario de mis amores se tocaba a gloria,
leí todas las obras del tío Antonio. Guardo de ellas un delicioso perfume, entre los recuerdos de mis
bellas horas de adolescencia.
Hoy, ¡pecado! no me atrevería a abrir un volumen de esos cantares, o «cuentos de color de rosa» con
estas mis manos que han hojeado tanto libro pérfido y traicionero, tanto filósofo malhechor, ladrón
de ilusiones, tanto poeta loco, perverso, o condenado.Así, Trueba es para mí un viejo amigo de mis
años primaverales, un sencillo poeta paternal que puso algún grano de bien en mi corazón, [...]”4.
Esta cercanía con la obra y figura de Trueba explica la continua utilización del término nuestro asociado a su persona.
Fue considerado como nuestro cantor y nuestro poeta, “como eran nuestros los Fueros, como son nuestros los valles, las
montañas y los mares de la patria euskara”5. El mejor pintor de los paisajes vascos, de nuestras patriarcales costumbres,
nuestros caseríos, nuestros bosques y nuestros árboles. Fue el poeta de la raza euskara que ensalzó sus virtudes e hizo
volver los ojos de los vascos hacia su entorno, “para que nos deleitásemos contemplando la belleza que exhalaban cosas
que, sin duda por humildes, se nos antojaban desprovistas de significación”6.
Su visión serena y optimista de la vida era un descanso tras la lucha diaria y ofrecía una excursión plácida a la vida en
el campo, las costumbres, las escenas del hogar, la familia. La obra de Trueba construyó en el imaginario colectivo una
personal e idealizada imagen del paisaje vasco: los valles, los maizales, la casita blanca, la plaza del pueblo, el establo,
la heredad, los robledales, las romerías, los cerezos, la iglesia, “todo lo que constituye la vida del campo vascongado lo
describió Trueba con pincel inimitable y por lo inimitable de su pincel impuso su nombre en la literatura castellana”7.
Y es que, como afirmara Carmelo de Echegaray, Antonio de Trueba había dado a los usos y costumbres del País Vasco
carta de ciudadanía en la literatura del mundo, despertando a las letras vascas a la manera de ser propia y peculiar del
pueblo8.
Ejemplo moral y modelo de virtudes, los cuentos del poeta, a ojos de sus admiradores, inclinaban a los hombres a hacer
el bien, santificaban el hogar y embellecían las almas9. En ellos se mostraban las bondades de los vascos, su hospitalidad y
laboriosidad, la sencillez del campesinado, su religiosidad y respeto por los antepasados y tradiciones. Gratitud, justicia,
despertar, deuda, resurrección, reparación y olvido son las ideas más repetidas en los homenajes que se dedicaron a la
memoria de Antonio de Trueba. Agradecimiento por escribir y popularizar cuentos inspirados en la tierra, por sentir
como el pueblo y hablarle de sus propios paisajes y vida; deuda de gratitud por el nexo que su nombre suponía con la
infancia; resurrección porque según avanzaban los años y la sociedad se alejaba de aquella visión idílica de la Bizkaia de
mediados del siglo XIX iba a poco a poco perdiendo el vínculo con la figura y con la obra de Antonio de Trueba.
Las narraciones idílicas de Trueba donde el tiempo se había detenido desentonaban con el presente de Bilbao, con el
movimiento de su industria, de sus líneas férreas, del puerto o las minas. El caserío, objeto predilecto de Trueba, ya no
era blanco, sino empolvado de rojo mineral10. Sin embargo, la villa aún dedicó cuatro grandes actos conmemorativos al
hombre que plasmó su peculiar visión del paisaje y la familia vasca: en 1889 con motivo de su muerte, la inauguración
de su estatua en 1895, la celebración del 25 aniversario de su muerte y el primer centenario de su nacimiento. El Bilbao
dinámico, próspero e industrial se detenía algunas horas a honrar la memoria de Antonio de Trueba.
3 ECHEGARAY, Carmelo de. “Lo que significa para nosotros el nombre de Trueba”. En: Hermes. Revista del País Vasco, núm. 57, publicado en
marzo de 1920, pp. 111.
4 DARÍO, Rubén. “Al Señor Director de «La Vasconia»”. En: La Vasconia. Revista Ilustrada, año III, núm. 81, publicado el 1 de enero de 1896, pp.
102.
5 ROCHELT, Óscar. Op. cit., pp. 1.
6 ECHEGARAY, Carmelo de. “Homenaje a Trueba, en marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIII, núm. 7.716, publicado el jueves, 5 de junio de
1913, pp. 1.
7 HERRÁN, Fermín. Trueba literato y vascongado. Discurso pronunciado en la Sociedad El Sitio en la noche del 13 de noviembre de 1891. Bilbao:
Imprenta del Ensanche, 1891; pp. 7.
8 ECHEGARAY, Carmelo de. “Trueba”. En: De mi tierra vasca, Bilbao, Imprenta de José Gros, 1917, pp. 278 y 293. Discurso pronunciado en la
velada celebrada en el teatro de los Campos Elíseos el 22 de marzo de 1914 para conmemorar el XXV aniversario de la muerte del poeta.
9 JAIZQUIBEL, Luis. “Trueba”, En: La Vasconia. Revista Ilustrada, año II, núm. 52, publicado el 10 de marzo de 1895, pp. 190.
10 MAZAS, Diego. “Homenaje a Trueba, en marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIII, núm. 7.720, publicado el 10 de junio de 1913, pp. 1.
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3. La muerte de Trueba.
Antonio de Trueba fallecía la tarde del 10 de marzo de 1889 en su casa de Ibáñez de Bilbao. Murió como vivió, pobre a
pesar de dejar tras de sí novelas, cuentos, poemas, estudios históricos y numerosísimos artículos periodísticos11, y lejos
de la consideración que podía esperarse, algo que el poeta aceptaba con resignación, aunque a veces se quejara de la
atención algo compasiva que se le guardaba12.
Sin embargo, Trueba fallece y las páginas del periódico El Noticiero Bilbaíno, del que había dirigido su Hoja Literaria,
se llenan durante días de telegramas, semblanzas y artículos dedicados a su memoria. Las autoridades provinciales y
municipales no dudan en asistir a su entierro. Pablo de Alzola, presidente de la Diputación, preside el duelo y, junto
a él, Julián de Irurozqui, hijo político del poeta. El ataúd lo conducen cuatro ordenanzas de la institución provincial
y las cintas del féretro las portan dos padres de la provincia, Fidel de Sagarmínaga y Manuel María de Gortázar, y
el vicepresidente de la comisión provincial, Ángel de Uría. La corporación provincial acude en pleno, mientras que
representando al Ayuntamiento de Bilbao asiste Celestino Ortiz de la Riva, alcalde de la villa, y José María Lizana
Hormaza13, teniente alcalde y amigo íntimo de Trueba. El duelo resultó imponente y solemne y a él acudió “la población
entera de Bilbao”14.
El Ayuntamiento de Bilbao fue la primera institución pública que rindió homenaje a Trueba. Si bien la corporación
municipal consideraba que no le correspondía la iniciativa de honrar su memoria, Celestino Ortiz de la Riva propuso
dar el nombre del poeta a una de las calles de la villa, “que no tuviera mucha edificación”, proponiendo la vía en que
murió, la calle Ibáñez de Bilbao, “que no fue hombre de gran notoriedad”, o la de Berastegui, “que parece que fue un
Corregidor poco notable”15. Finalmente, y gracias a la Comisión de Gobernación, se aprobó dar el nombre de plaza de
Trueba a los terrenos que comprendían el paseo y jardines entre las calles Ibáñez de Bilbao, Alameda Mazarredo y
Colón de Larreategui16, es decir, a los jardines de Albia. Curiosamente, unos días antes, Juan E. Delmas proponía desde
las páginas de El Noticiero Bilbaíno erigir un monumento conmemorativo en aquel mismo espacio. Una estatua que
recordarse cómo allí vivió y murió Trueba y embelleciera el jardín tantas veces por él contemplado17.
Mientras las instituciones vizcaínas no parecían dispuestas a dedicarle un gran homenaje público, los actos en su
memoria se sucedía por todo el País Vasco. Así, en el Ateneo de Vitoria Fermín Herrán pronunció un elogioso discurso
en su recuerdo18, en San Sebastián la Sociedad Coral dedicó la parte final de una de sus fiestas a honrarle19 y el Instituto
Vizcaíno de Bilbao, de la mano de su director Fernando Mieg, ofreció una “manifestación de cariñoso recuerdo y
respetuosa admiración a la memoria del vate vascongado” aprovechando la entrega de premios a los alumnos, a la que
el poeta tenía costumbre asistir. Fue precisamente este último acto el que marcó en adelante la unión de la figura del
poeta con la de los niños, presentándose como un modelo para la juventud, un ejemplo de hombre que supo abrirse
paso por la vida a base de honradez, trabajo y estudio, y elevarse por encima de sus contemporáneos.
La ceremonia estuvo presidida por Pablo de Alzola, presidente de la Diputación provincial, en sustitución del Gobernador
civil de la provincia, y junto a él se encontraban representantes del Ayuntamiento bilbaíno, de la Escuela Normal y de
la Junta de Instrucción Pública, así como el claustro de profesores del Instituto. El acto contó con lectura de poemas de
Trueba a cargo de Rochelt, presentación de la romanza La Primavera, con letra del poeta y música de Manuel Villar, y
discursos a cargo de Fernando Mieg, Tomás Escriche, catedrático del Instituto, y Pablo de Alzola. Y aunque este último,
11 De esta situación se quejaba el escritor al final de sus días. Ver: TRUEBA, Antonio de. “Notas autobiográficas”. En: Euskal-Erria. Revista
Bascongada, publicado el primer semestre de 1914, pp. 250.
12 UNAMUNO, Miguel de. “Homenaje a Trueba, en Marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIII, núm. 7.726, publicado el martes, 17 de junio de
1913, pp. 1.
13 “Don Antonio de Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XV, núm. 4.600, publicado el martes, 12 de marzo de 1889, pp. 1.
14 “Noticias”. En: La Iberia. Diario Liberal, año XXXVI, núm. 11.545, publicado el jueves, 14 de marzo de 1889, pp. 3.
15 AFB - BFA. Sección Municipal. Bilbao Quinta 0557/010. Propuesto por el alcalde en sesión de 14 de marzo de 1889 y pasado a informe de la
Comisión de Gobernación.
16 AFB - BFA. Sección Municipal. Bilbao Quinta 0557/010. Informe de la Comisión de Gobernación fechado el 23 de marzo de 1889 y aprobado en
sesión de 28 de marzo de 1889.
17 “Si yo fuese Diputado Provincial de Vizcaya, ya que no Diputado General de su noble y leal Señorío, propondría en el primer Concejo que se
celebrase en su Consistorio, la erección de una estatua de este insigne y popular poeta en el Jardín Público que se extiende al frente de la casa que
habitó y en la que acaba de exhalar el último suspiro”. Artículo firmado el 12 de marzo de 1889. Ver: DELMAS, Juan E. “La muerte de Trueba”. En:
El Noticiero Bilbaíno, año XV, núm. 4.603, publicado el viernes, 15 de marzo de 1889, pp. 1.
18 Memoria del curso de 1889. Leída el día 23 de diciembre de 1889. Vitoria: Ateneo Científico, Literario y Artístico de Vitoria, 1890; pp. 18-20.
19 Celebrada el 11 de mayo de 1889 presidía el acto retrato de Antonio de Trueba elaborado por Francisco López, a sus pies fueron depositándose
hasta once coronas de flores ofrecidas por la Diputación provincial, el Ayuntamiento de San Sebastián, el Consistorio de Juegos Florales, o el
periódico La Voz de Guipúzcoa, entre otros. Ver: “La muerte de Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XV, núm. 4.605, publicado el domingo, 17
de marzo de 1889, pp. 1; “La velada de anoche”. En: La Voz de Guipúzcoa, año V, núm. 1.479, publicado el domingo, 12 de mayo de 1889, pp. 2.
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después de felicitar a la organización por rendir culto al pasado y al porvenir a través de Antonio de Trueba y los jóvenes
escolares, señaló que también la Diputación honraría su memoria20, lo cierto es que aún pasarían algunos años sin que
la corporación provincial hiciera algo en este sentido.
También en el ámbito personal se sucedían los recuerdos al poeta. Por ejemplo, el pintor Anselmo Guinea realizó su
personal homenaje en la obra “Antón el de los Cantares” (1889), que refleja perfectamente su proximidad y familiaridad
con la figura de Trueba, al que debió conocer en el taller de Antonio María de Lecuona y cuya literatura influyó de
manera decisiva en su plasmación idealizada del campesinado vasco21. Allí, Antonio de Trueba, sentado a la sombra
de un frondoso árbol, con aspecto dulce y bondadoso, aparece junto a sus temas más característicos: rodeado de
una esplendorosa naturaleza nos introducen en la obra unas flores rosas, como sus cuentos, de enorme delicadeza y
exquisitez; al fondo, un caserío cortado por la composición y en la lejanía, la anteiglesia de Deusto y sus campos, donde
los layadores trabajan la tierra.
La obra de Guinea se aleja de las concepciones clásicas y academicistas que predominaban en las representaciones
conmemorativas, a diferencia de la lápida que en esas mismas fechas realizó el escultor Joaquín Anglés, “Alegoría a
la memoria de Trueba” (1889). Basada en elementos alegóricos, muestra al genio alado de la inmortalidad portando
en una de sus manos la antorcha de la vida mientras que con la otra escribe la dedicatoria “A Trueba”, y a un joven,
“representando al pueblo euskaro”, que lee con atención los libros del poeta. La efigie de Trueba inserta en un medallón
corona la lápida junto a ramas de laurel y el escudo de Bizkaia22.
En lo que respecta a la Diputación provincial, lo cierto es que ya en los días posteriores a su muerte se hicieron diferentes
propuestas de homenaje a la memoria de Trueba, que no debemos olvidar fue también Cronista y Archivero del Señorío,
además de padre de la provincia. Sin embargo, aunque Pablo de Alzola propuso levantar un mausoleo para agrandar
el recuerdo del poeta y rendir tributo a su persona, Darío de Areitio colocar su retrato en el salón de sesiones, “al lado
de los varones insignes como Novia de Salcedo, Egaña, Barroeta-Aldamar, Lersundi y el Conde de Ibarra”, y, finalmente,
colocar una lápida conmemorativa en su casa natal23, un año después nada se había hecho, circunstancia que aprovechó
Juan E. Delmas para criticar con dureza el olvido e ingratitud mostrados:
“[...] ¿cómo no le ha consagrado ya su madre patria un recuerdo, una de esas memorias con que
perpetúan todos los pueblos cultos los gloriosos nombres de sus preclaros hijos? ¿Cómo el autor de
ese cúmulo de obras, el cantor de los tiernos cantares de su patria, el que ha dado tanto nombre a
Bizcaya, el creador de esa literatura especial, única, característica, no tiene ya un público testimonio
que traiga a la memoria sus méritos literarios?”24
Si bien Delmas señalaba como responsable de la inactividad a la Diputación vizcaína, lo cierto es que concretar los
acuerdos resultó complejo debido a que la comisión especial encargada de llevar a cabo las últimas voluntades de
Antonio de Trueba, formada por José María Lizana, José R. de Olaso, Julián de Olaso y el propio Juan E. Delmas, quería
que la Diputación asumiese la impresión de sus obras completas y destinase gran parte del producto de sus ventas a
su hija, Ascensión Trueba. Para conseguir cumplir el principal deseo del poeta antes de morir, los albaceas literarios
informaron a la corporación de que el mausoleo que proponían iba a ser costeado por la familia y que José R. de Olaso
sufragaría el retrato con destino al salón de sesiones25, dejándoles por lo tanto pocas alternativas.
Así las cosas, la Diputación provincial acordó conceder una subvención de entre 10.000 y 12.500 pesetas para la
20 La velada literaria tuvo lugar en el salón de actos del Instituto Vizcaíno el 20 de abril de 1889. Ver: “Homenaje a Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno,
año XV, núm. 4.639, publicado el martes, 23 de abril de 1889, pp. 1-2.
21 LERTXUNDI GALIANA, Mikel. Anselmo Guinea (1855-1906). Los orígenes de la modernidad en la pintura vasca. Bilbao: Museo de Bellas Artes
de Bilbao, 2012; pp. 142.
22 La obra del escultor catalán se dio a conocer en las páginas de La Ilustración Española y Americana. Ver: “Alegoría a la memoria de Trueba”. En:
La Ilustración Española y Americana, año XXXIII, núm. 21, publicado el 8 de junio de 1889, pp. 331 y 344.
23 Debatido en sesión de la Diputación Provincial de Vizcaya el día 13 de marzo de 1889, tras aprobarse dichas propuesta se nombró una comisión
especial para rendir homenaje al poeta formada por Alzola, Uría, Galazar, Areyzaga y Areitio. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración. Sección
Educación y Cultura. Caja 1223, Expediente 1.
24 DELMAS, Juan E. “¡10 de marzo de 1890! Primer aniversario de la muerte de D. Antonio Trueba”. En: Euskal-Erria. Revista Bascongada, tomo
XXII, núm. 348, publicado el primer trimestre de 1890, pp. 201.
25 Escrito dirigido a Pablo de Alzola y firmada por Julián de Olaso, José R. de Olaso, el marqués de Casa Torre y Juan E. Delmas, fechado el 16 de
mayo de 1889. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración. Sección Educación y Cultura. Caja 1223, Expediente 1.
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impresión de las obras completas26, pero transcurrido casi un año y vistas las dificultades para llevar a la práctica la
empresa, los albaceas plantearon transferir la ayuda a una suscripción con el objetivo de erigir en la plaza de Trueba
una estatua, “a fin de que las generaciones futuras rindan culto a la memoria del citado escritor”. Esta cantidad se
sumaría a las 10.000 pesetas recaudadas por la Sociedad Laurak-Bat de Buenos Aires entre los vascos residentes en
Argentina, Paraguay y Uruguay, cuyo destino inicial había sido obsequiar con una casa en vida a Trueba como símbolo
de agradecimiento27.
De esta manera se retomó la idea primera de Juan E. Delmas de erigir una estatua en los jardines de Albia, formándose
entre miembros de la corporación y los albaceas una comisión especial para fijar las bases definitivas del proyecto28. Esta
comisión, tras solicitar la ayuda económica de los ayuntamientos vizcaínos29, recibiendo del Ayuntamiento de Bilbao
la principal aportación30, encargó la obra al escultor Mariano Benlliure, que contaba en la villa con el monumento
conmemorativo dedicado a su fundador Don Diego López de Haro31. El arquitecto bilbaíno Severino de Achúcarro, por
su parte, asumió el diseño del pedestal sobre el que se alzaría la escultura. La prensa al conocer las características del
monumento aplaudió que finamente “Trueba quedará como memoria viva y palpitante entre nosotros”32.
El 10 de noviembre de 1895 tuvo lugar la inauguración oficial de la estatua con un acto solemne: “Hoy es un día grande
para el pueblo de Bilbao; para Vizcaya toda, para el país vascongado”33. Las autoridades provinciales y municipales
acudieron en cuerpo de comunidad recorriendo parte de las calles de Bilbao hasta unirse en los jardines de Albia.
El festejo contó con una cuidada escenograf ía: la presidencia la ocuparon José María de Arteche, presidente de la
Diputación, y Emiliano de Olano, alcalde de la villa; frente a la estatua se colocó la “Comisión especial del Monumento
a Trueba”, formada por Fernando de Olascoaga, José María Lizana, José R. Olaso y Plácido Allende; el resto de la
corporación provincial se situó a la derecha de la estatua y el cuerpo municipal a la izquierda, todos ellos precedidos
por maceros. Entre los invitados se encontraban destacados representantes civiles, militares y eclesiásticos, de los
ayuntamientos vizcaínos, de la prensa bilbaína, de la Escuela de Artes y Oficios, del colegio de abogados, etc.34 Y junto
a todos ellos el pueblo que, como si un cuento de Trueba se tratase, fue descrito de la siguiente manera:
“Aldeanos, que cual los azores viven en las cumbres vizcaínas, bajaron en tropel a los jardines de
Albia, para demostrar su cariño intenso hacia el bardo insigne que cantó con sencillez paradisíaca
sus costumbres aldeanas. Y el pobre minero envuelto en polvo rojo, el industrial en estado próspero, el
comerciante opulento, el burgués y el magistrado, la dama aristócrata y la humilde sirvienta, el anciano
y el adolescente, todo el pueblo, en fin, concurrió a contemplar el monumento [...]”35.
José María de Arteche dio inicio al acto con el descubrimiento de la estatua e hizo entrega de la misma a la villa. José
26 El acuerdo constaba de los siguientes compromisos: 1. La misma Comisión, o quien se designase, se comprometía a gestionar los derechos de
propiedad de los editores así como la dirección y administración de los trabajos. 2. La Diputación recibiría a cambio 500 ejemplares de las obras
a libre disposición. 3. El contrato entre la Comisión y editores sería aprobado por la Diputación. 4. En caso de llevarse a cabo la publicación de
las obras completas la Diputación desistiría de levantar un mausoleo y aceptaría el donativo ofrecido por José R. de Olaso, un retrato al óleo de
Antonio de Trueba, “que no deberá desmerecer de los que adornan el salón de sesiones de V.E”. Informe de la Comisión especial de la Diputación
provincial, firmado por Pablo de Alzola, Aureliano de Galarza, Juan C. de Areyzaga y Ángel de Uría, fechada el 30 de diciembre de 1889. Ver:
AFB - BFA. Fondo Administración. Sección Educación y Cultura. Caja 1223, Expediente 1.
27 La publicación de las obras completas quedaba a partir de este momento en manos de la familia de Antonio de Trueba. Escrito fechado el 21
de septiembre de 1890 y aprobado por la Diputación provincial el 11 de noviembre de 1890. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración. Sección
Educación y Cultura. Caja 1223, Expediente 1.
28 La Diputación nombró en sesión de 20 de enero de 1891 a los señores Ángel de Uría, Juan Carlos de Areyzaga, Manuel Galíndez y Pablo de
Sagarmínaga para formar la Comisión del Monumento a Trueba.
29 Para recaudar fondos se remitieron sendas circulares a los ayuntamientos vizcaínos con fecha de 11 de enero y 11 de junio de 1892. Se recaudaron
entre los mismos en torno a 3.500 pesetas.
30 En sesión de 14 de enero de 1891 el Consistorio aprobó contribuir con una ayuda de 5.000 pesetas. Ver: AFB - BFA - Sección Municipal. Bilbao
Cuarta 0130/017.
31 En sesión de mayo de 1892 el diputado Sr. Palacio mostró su desacuerdo en encargar la estatua a Mariano Benlliure, “yo desearía que, a ser posible,
se sacase a concurso entre artistas españoles, haciendo la estatua en España, en vez de hacerla en el extranjero”, especificando más adelante “puesto
que se trata de levantar una estatua a un vascongado, yo me felicitaría de que el autor fuera hijo de estas provincias, y la estatua se fundiera en
talleres de Vizcaya”. Ver: Boletín Oficial de la Provincia de Vizcaya, publicado el martes, 31 de mayo de 1892.
32 “La estatua de Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XX, núm. 6.208, publicado el sábado, 16 de junio de 1894, pp. 1.
33 “Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XXI, núm. 6.716, publicado el domingo, 10 de noviembre de 1895, pp. 1.
34 Las crónicas describen un inmenso gentío en los jardines de Albia, entre los invitados al acto se encontraban Fernando Masriera, Landecho,
Pablo de Alzola, Ángel de Uría, Vilalonga, Real de Asua, Lasala, el comandante de Marina, el general de la brigada de Vizcaya, el senador Zabala,
los representantes de los ayuntamientos de Portugalete, Barakaldo, Santurtzi, Loiu, Erandio y Abanto y Zierbena, el presbítero Estanislao J. de
Labayru, representantes de la audiencia provincial, del colegio de abogados, de la Escuela de Artes y Oficios, del Instituto Vizcaíno así como de la
prensa bilbaína. Ver: “La estatua de Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XXI, núm. 6.717, publicado el lunes, 11 de noviembre de 1895, pp. 1.
35 ERRANDONEA, Javier. “La estatua de Trueba. Entusiasmo Bilbaíno”. En: La Vasconia. Revista Ilustrada, año III, núm. 81, publicado el 1 de enero
de 1896, pp. 104.
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María Lizana, marqués de Casa Torre, concluyó los discursos aportando una nota emotiva y de sincera amistad. Para
el presidente de la Diputación el monumento simbolizaba la gratitud de Bizkaia hacia uno de sus hijos más ilustres y
pagaba una “deuda sagrada” con Antonio de Trueba 36. Una deuda reprochada a la Diputación en más de una ocasión
en los seis años transcurridos desde la muerte del poeta en 188937.
Periódicos y revistas vascas, nacionales e incluso americanas dieron noticia del acto y llenaron sus páginas de imágenes
de la obra acompañadas de expresivos elogios hacia la figura del poeta: El Noticiero Bilbaíno, El Nervión, El Porvenir
Vascongado, Euskal-Erria, Nuevo Mundo, La Época, El Liberal, La Ilustración Artística y especialmente La Vasconia,
que llegó a dedicar dos números a Trueba. Nada mejor que la portada de El Porvenir Vascongado para resumir el
sentimiento y el espíritu de aquel acto conmemorativo: “¡Loor a Trueba!”.
Con la erección de la estatua quedó definido en Bilbao el primer espacio dedicado a la memoria de Antonio de Trueba:
los jardines de Albia. La obra de Mariano Benlliure resultó ser uno de sus trabajos más elogiados, con la que obtuvo
la medalla de honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1895 y que llegó a ser mostrada en la Exposición de
Universal de París de 1900. Consciente de la necesidad de alejarse de representaciones severas y distantes debido al
carácter y significación de los escritos de Trueba, el escultor iniciaba, como señala Carlos Reyero, una “iconograf ía de
la naturalidad”38. Benlliure abandonó la severidad propia del monumento conmemorativo con la inclusión del banco
rústico, la chaqueta desabrochada, la posición relajada de la figura y la ruptura con los límites espaciales gracias al gesto
del pie del poeta que sobresale del pedestal. Así y todo, son inevitables las referencias al oficio de escritor a través de sus
útiles de trabajo o la solemnidad del bajorrelieve en el que la efigie de Trueba, inserta en un medallón, es coronada con
ramas de laurel por una figura clásica femenina que se apoya en el escudo del Señorío39.
La escultura de Benlliure comparte su cercanía en la representación con la pintura que años atrás realizara Anselmo
Guinea, que es muy posible que conociera, tal como señala Mikel Lertxundi40. Sin embargo, mientras la estatua
representa magistralmente y con gran naturalismo la figura del escritor Antonio de Trueba, Guinea nos sitúa frente
a aquel Antón el de lo Cantares que todos los bilbaínos conocían, de aspecto bondadoso, ensimismado y vistiendo su
característico levitón. Ambas obras se complementan por tanto, aunando el espíritu del hombre y del poeta.
4. La iniciativa del periódico El Nervión para el XXV aniversario de la muerte de Trueba.
Tras la inauguración del monumento conmemorativo a Trueba su figura y su literatura fueron poco a poco quedando
en el olvido. Sin embargo algo parece cambiar en el año 1913, cuando se inauguró el teatro Trueba y el periódico El
Nervión empezó a promover la conmemoración del próximo 25 aniversario de su muerte.
“Y en esta vida tumultuosa y frenética conque abandonamos el siglo XIX y hemos comenzado el
actual, al ir apresurados al telégrafo, o al bajar a la Aduana, al salir de orar en San Vicente o antes
de pasear por la Gran Vía, ¿hemos dirigido siquiera una mirada cariñosa al gran Antón que amó
este pedazo de tierra por encima de todas las cosas?” 41
El 5 de junio de 1913 abría sus puertas el teatro Trueba42. Situado en la calle Colón de Larreategui, próximo a la plaza
Trueba, contribuyó de manera significativa a que su nombre arraigase en la memoria colectiva de varias generaciones
de bilbaínos. A los pocos días de su apertura se celebró un acto conmemorativo en honor al poeta en el que participaron
nombres muy destacados de la intelectualidad bilbaína: Diego Mazas, Enrique Orbe, Rafael Sánchez Mazas o Fernando
36 “La estatua de Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XXI, núm. 6.717, publicado el lunes, 11 de noviembre de 1895, pp. 1.
37 Además de la crítica antes comentada de Juan E. Delmas, ver nota 24, el periódico El Noticiero Bilbaíno recordó a la Diputación la deuda
contraída con la figura del poeta: la publicación de las obras escogidas y la erección de una estatua. “Ejecútese el acuerdo, y reciba el ilustre Trueba
el homenaje que el país le debe por sus altos títulos y merecimientos como esclarecido hijo de este solar”. Ver: “Deuda sagrada”. En: Euskal-Erria.
Revista Bascongada, tomo XXV, publicado el segundo semestre de 1891, pp. 404.
38 REYERO, Carlos. “Realismo y escenograf ía en la escultura monumental de Mariano Benlliure”. En: Los Benlliure. Retrato de familia. Valencia,
Bancaixa, 1997 pp. 47. Citado por: PALIZA MONDUATE, Maite. “El monumento al poeta Antonio Trueba, obra de Mariano Benlliure y su
influencia en la escultura conmemorativa vizcaína del siglo XX”. En: Ondare. Cuadernos de Artes Plásticas y Monumentales, núm. 23, 2004, pp.
437.
39 Sobre la influencia de esta obra remitimos al trabajo de Maite Paliza, ver: PALIZA MONDUATE, Maite. Op. cit., pp. 437-453.
40 LERTXUNDI GALIANA, Mikel. Op. cit., pp. 142.
41 MAZAS, Diego. Op. cit., pp. 1.
42 LÓPEZ ECHEVARRIETA, Alberto. “Cine Trueba: ahora hubiese sido centenario”. En: Bilbao. Periódico Municipal, publicado en junio de 2013,
pp. 34.
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de la Quadra Salcedo43. Sin embargo el evento fue duramente criticado por algunos sectores de la prensa, que lo tildaron
de excesivamente intelectualista y poco cercano al espíritu sencillo e ingenuo de Trueba44.
Unos meses antes, concretamente el 10 de marzo, coincidiendo con la fecha de la muerte del poeta, Tomás Camacho,
director del periódico El Nervión, había comenzado a publicar una serie de artículos estimulando su recuerdo en la
opinión pública, consciente de que estaba a punto de cumplirse el 25 aniversario de su fallecimiento45. A su llamada
acudieron personalidades tan relevantes como Miguel de Unamuno, Antonio Rubió i Lluch, Alfredo Laffitte, Manuel Polo
y Peyrolon, Benita Asas, Juan José de Lecanda, Herminio Madinaveitia, Diego Mazas, Joaquín Octavio Picón, Francisco
de Ulacia, Narciso Díaz de Escovar o Carmelo de Echegaray: “¿Homenaje a Trueba?... Sí se lo debemos”, sentenciaban46.
De esta manera, una iniciativa independiente trataba de crear el ambiente propicio para que las autoridades municipales
y provinciales tuvieran el impulso, o la presión necesarias, para comprometerse con el aniversario.
“Será una justicia y a la vez una reparación. Una reparación digo, porque Trueba en sus últimos
años, la verdad ante todo, no gozaba ahí, en ese nuestro Bilbao en que murió, de la consideración
que merecía”47
En todas estas adhesiones se percibe la ilusión y el deseo de crear un homenaje amplio y complejo que resurgiera
la memoria de Trueba y la perpetuara entre los ciudadanos. Consideraban además un deber despertar en aquella
generación el cariño y admiración de quienes habían crecido leyendo sus obras y lograr que por fin Bilbao rindiera un
homenaje digno a lo que el nombre de Antonio de Trueba había significado.
Para llevar a la práctica estos objetivos se constituyó una “Comisión preparatoria del homenaje” que estuvo formada
por Carmelo de Echegaray, presidente, Teófilo Guiard, vicepresidente, y Fernando de la Quadra Salcedo y Manuel
Aznar como secretarios. El plan inicial constaba de siete puntos: publicar una antología con el objetivo de popularizar
su obra; celebrar un certamen literario y artístico; organizar un desfile escolar ante la estatua del poeta; organizar una
exposición con objetos (autógrafos, ediciones, revistas, fotograf ías, etc.) que evocaran no sólo su persona sino los
lugares poéticos que los nuevos tiempos habían transformado por completo; construir un mausoleo en el cementerio de
Mallona; colocar sendas lápidas conmemorativas en la casa natal de Trueba en Montellano y en la casa en que falleció
en Bilbao; y finalmente, realizar actos benéficos48.
Una vez definidos los objetivos la Comisión solicitó el auxilio de la Diputación de Vizcaya y del Ayuntamiento bilbaíno,
aunque la implicación económica no fue la esperada. La corporación provincial se comprometió únicamente a la
colocación de dos lápidas conmemorativas en las casas donde nació y donde pasó su infancia el poeta49. El consistorio,
por su parte, dispuso de todo lo necesario para la celebración del desfile escolar y la colocación de una lápida en la casa
donde murió Trueba, concediendo además una ayuda de 5.000 pesetas para una mejor organización del homenaje50. Así
las cosas, los actos principales quedaron organizados de la siguiente manera: el 10 de marzo de 1914 tendría lugar una
ofrenda floral ante la tumba de Trueba en el cementerio de Mallona; el 22 de marzo se celebraría en el teatro Campos
Elíseos una velada literaria; finalmente, el 25 de marzo un desfile escolar y la inauguración de la lápida conmemorativa
en la casa donde murió el poeta.
43 El homenaje tuvo lugar el 24 de junio de 1913, el discurso inaugural corrió a cargo de Diego Mazas, continuando con la lectura de versos de
Trueba por parte de Enrique Orbe y el señor Carreras, Rafael Sánchez Mazas leyó unas cuartillas de Mourlane Michelena, se cantaron algunas
melodías de Jesús Guridi con letras de Trueba y, entre otros actos, Fernando de la Quadra Salcedo (Sabino de Ayala) leyó un tríptico de Ángel
Ugarte Revenga. Ver: “Homenaje a Trueba”. En: Euskalerriaren Alde. Revista de Cultura Vasca, año III, tomo III, núm. 60, publicado el 30 de junio
de 1913, pp. 380.
44 ITURBE, Luis de. “Cuartillas sueltas. El homenaje”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XXXIX, año 12.876, publicado el jueves, 26 de junio de 1913,
pp. 3.
45 Recordaba cómo tras la consecución de la estatua quedaban acuerdos por cumplir: la publicación de sus obras y la colocación de una lápida
conmemorativa. Ver: “Para el XXV aniversario de la muerte de Trueba”. En: El Nervión, año XXIII, núm. 7.643-7.645, publicado los días 10, 11 y
12 de marzo de 1913, pp. 1.
46 MADINAVEITIA, Herminio. “Homenaje a Trueba, en marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIII, núm. 7.732, publicado el martes, 24 de junio
de 1913, pp. 1.
47 UNAMUNO, Miguel de. Op. cit., pp. 1.
48 La reunión para constituir la Comisión preparatoria se celebró en el propio periódico El Nervión, para llevar a efecto las citadas ideas se
constituyeron diversas secciones: “Certamen artístico, literario, velada y publicación de la antología” compuesta por Carmelo de Echegaray,
Tomás Camacho y Olea; “Exposición de autógrafos, objetos y obras artísticas” formada por Teófilo Guiard, Diego Mazas, Darío de Areitio y
Fernando de la Quadra Salcedo; “Festival escolar y actos benéficos”, Carabias, Manuel Aznar, Naverán y Mourlane Michelena; gestión con la
Diputación y Ayuntamiento, Sobrino, Terán y Nieva. Ver: “Preparando un homenaje a la memoria de Trueba”. En: El Nervión, año XXIII, núm.
7.794, publicado el miércoles, 3 de septiembre de 1913, pp. 1.
49 AFB - BFA. Sección Administración. Educación y Cultura. Caja 1221. La Comisión de Hacienda propuso destinar 2.000 pesetas a este fin.
50 AMB-BUA 353106. Actas. Aprobado en sesión de 19 de diciembre de 1913, fol. 144v-145r. Se nombró a Ramón Echevarría y Pedro Villar para
que, en representación del Ayuntamiento, formaran parte de la Comisión preparatoria del homenaje.
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El homenaje comenzó por tanto con el cementerio de Mallona como primer espacio de tributo. Allí treinta niños de
las escuelas municipales de Bilbao, acompañados de sus maestros y del alcalde de la villa, Benito Marco Gardoqui,
depositaron flores ante la tumba de Trueba51. Curiosamente y de manera paralela, los alcaldes de Sopuerta y Galdames
descubrían una lápida en la casa natal del poeta en Montellano, donde se leía: “El pueblo de Galdames / A su hijo
predilecto / y / Eximio escritor y poeta / D. Antonio Trueba / En el XXV aniversario de su fallecimiento”52. Si bien ni en
vida del escritor ni durante los 25 años que habían transcurrido desde su muerte se llegó a colocar ningún elemento que
recordase que allí había nacido, ahora, en 1914, la fachada del caserío de Montellano pasó a contar con dos lápidas que
recordaban la efeméride: la instalada por el Ayuntamiento de Galdames y otra de la Diputación provincial, que cumplía
lo acordado colocando una segunda placa en el caserío donde pasó su infancia en Santa Gadea. En ellas, sobre mármol
blanco con hojas de laurel y el escudo de Bizkaia en bronce, puede leerse: “Antonio de Trueba / Nació en esta casa /
24 de diciembre 1819” y “Antonio de Trueba / Pasó su infancia en esta / Casa N. En Galdames Mes 24 Dic. / 1819 † En
Bilbao 10 Marzo 1889”53.
El teatro Campos Elíseos acogió el 22 de marzo una velada literaria con la música, los discursos, la lectura de poemas y la
entrega de premios del certamen literario como elementos principales. En el escenario se sucedieron el orfeón Euskeria
y la Sociedad Coral, mientras que entre los asistentes se encontraban importantes representantes de la política, cultura
y sociedad bilbaína: Benito Marco Gardoqui, alcalde de la villa, José María Murga, presidente de la Diputación, Máximo
Abaunza, director de Instituto Vizcaíno, María Berasategui, director de la Escuela Normal de Maestras, el ex alcalde de
la villa Emiliano Olano, los miembros de la Comisión organizadora del homenaje, los directores de la Sociedad Coral
y el Orfeón Euskalerria, Faustino Prieto, delegado del Ateneo de Madrid y, como una de las principales invitadas del
acto, Ascensión Trueba, hija del poeta, ocupó uno de los palcos centrales acompañada de sus hijos. Antonio de Trueba
estuvo además f ísicamente representado puesto que en el escenario y rodeado de flores destacaba el busto que el
escultor Seraf ín Basterra realizara en 188154.
Tras la lectura de los discursos de Carmelo de Echegaray y Faustino Prieto llegó el momento más esperado de la velada.
Darío de Areitio fue el encargado de anunciar los nombres de los ganadores del certamen literario. Un concurso que
al ser analizado destaca por diversos motivos: las temáticas propuestas, la calidad de los miembros del jurado, que
los premios fueran otorgados por los próceres de la industria vizcaína y la vinculación de los ganadores con la revista
Euskalerriaren alde, quien se adhirió inmediatamente al homenaje organizado desde el periódico El Nervión y ofreció
una amplia difusión de todos los actos.
El jurado, formado por Resurrección María de Azkue, Pedro Guimón, Teófilo Guiard, Oscar Rochelt, Darío de Areitio,
Emiliano de Arriaga, Emiliano Amann, Francisco de Iturribarria, Carmelo de Echegaray o Diego Mazas, entre otros,
había propuesto un total de diez cuestiones asociadas con la figura de Trueba (biograf ía, bibliograf ía, significación
en la literatura vasca moderna, etc.) o con temáticas vinculadas con su extensa labor (cantos infantiles, monograf ías
históricas, estudios económicos, etc.). Entre los ganadores se encontraban tanto el director de la revista Euskalerriaren
alde, Gregorio de Múgica, como algunos de sus colaboradores, siendo tan intenso su entusiasmo que definieron una
parte de la crónica de la velada como “Nuestro triunfo”55.
El hecho que más llama la atención del certamen es que las principales figuras de la industria vizcaína, como José María
Chávarri, Tomás de Zubiria o Ramón de la Sota, patrocinaran algunos de los premios otorgados, vinculando así sus
nombres, por ejemplo, con el estudio de la reconstitución del caserío vizcaíno o con el análisis comparativo entre la
ferrería tradicional y la siderurgia moderna56. De esta manera, partiendo de la figura de Antonio de Trueba y de aquellos
elementos característicos de su literatura, podemos hablar de una intencionalidad de traer el pasado al presente y de
reforzar los lazos que aparentemente debían unir la modernidad del presente con una imagen histórica preconcebida.
Bilbao y Bizkaia trataban de demostrar que no habían perdido sus vínculos con la tradición.
Por fin, el día 25 de marzo de 1914, la memoria y el recuerdo a Trueba invadieron las calles de Bilbao con la celebración
51 “Homenaje a Trueba. Reseña de los actos celebrados”. En: Euskalerriaren alde, tomo IV, núm. 79-80, publicado el 15 de abril de 1914, pp. 242-243.
52 El acto, entre otros festejos y discursos, fue completado con una velada artística celebrada en la casa consistorial de Galdames y un banquete en las
escuelas donde los niños, protagonistas también de la conmemoración, realizaron una ofrenda floral y leyeron poemas de Trueba. Ver: “Homenaje
a Trueba. Reseña de los actos celebrados”. En: Euskalerriaren alde, tomo IV, núm. 79-80, publicado el 15 de abril de 1914, pp. 244-247.
53 El diseño de las lápidas fue encargo al arquitecto provincial Mario Camiña y fueron realizadas y colocadas por el escultor Jesús Larrea. Ver: AFB
- BFA. Fondo Administración. AJ 02304/010.
54 “Homenaje a Trueba, en marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIV, núm. 7.963, publicado el lunes, 23 de marzo de 1914, pp. 1.
55 “Homenaje a Trueba. Certamen literario”. En: Euskalerriaren alde, tomo IV, núm. 79-80, publicado el 15 de abril de 1914, pp. 237 y 240.
56 “Homenaje a Trueba. Certamen literario”. En: Euskalerriaren alde, año III, núm. 68-69, publicado el 30 de octubre de 1913, pp. 701-702.
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del desfile escolar y el descubrimiento de una lápida conmemorativa en la casa donde falleció. De nuevo, el espacio
elegido para honrar su memoria fueron los jardines de Albia y las calles de su entorno: Ibáñez de Bilbao, Colón
de Larreategui y Alameda Mazarredo, engalanadas con “banderolas y gallardetes”, se llenaron de gente y las casas
aparecían decoradas con colgaduras. La escultura de Mariano Benlliure, adornada con coronas de flores obsequiadas
por el consistorio bilbaíno, la Diputación y particulares, se convirtió en el símbolo ante el que rendir tributo. Las
autoridades municipales y provinciales, junto a la familia del poeta y la Comisión preparatoria del homenaje, se situaron
junto a ella. El acto comenzó con música y lectura de poemas a cargo de los niños de las escuelas de Bilbao, dando inicio
posteriormente el desfile escolar en el que niños y niñas, separados, fueron conducidos entre estandartes ante la estatua
de Trueba: “más de 8.000 escolares pasaron ante la estatua del poeta, inclinando la cabeza frente a él y arrojándole, en
lluvia brillantísima, los ramos y flores adquiridos con el importe de una suscripción abierta entre las damas bilbaínas”57.
Una vez concluido el desfile, y rodeados de un inmenso gentío, la comitiva se trasladó a la casa donde había fallecido el
poeta en la calle Ibáñez de Bilbao. Precedidos por maceros, clarineros y atabaleros abría el grupo el Ayuntamiento, con
Benito Marco Gardoqui a la cabeza. A continuación, antecedidos por el cuerpo de miñones, se situaron los miembros
de la Diputación provincial y, tras ellos, representantes de Navarra, Álava y Aragón, miembros de los sindicatos de
obreros católicos, de obreros tranviarios y de mineros, entre otros. El alcalde, en su discurso, agradeció que un grupo de
personas “amantes de lo bueno, de lo bello” hubiera revivido en aquella generación “un poco distraída” la dulce memoria
de Antón el de los Cantares58, descubriendo a continuación la lápida realizada por el escultor Quintín de la Torre. En
ella, sobre una inscripción que nos recuerda que “Antonio D Trueba / Murió en esta casa el 10 de Marzo de 1889 / Nació
en Galdames el 24 de Diciembre de 1819”, en un bajorrelieve protegido por un pequeño alero se desarrolla una escena
alegórica enmarcada por un arco escarzano:
“Bajo un roble corpulento de grandes y extendidas ramas que cobijan a los personajes, una aldeana
está en actitud de dulce ensimismamiento; al otro lado, un pastorcillo reposa, teniendo a su lado,
apacibles y mansos, unos recentales. El carácter idílico y geórgico que caracteriza la obra de Trueba,
ha sido simbolizado por el joven escultor con extraordinario acierto”59.
El interés por los actos se tradujo en una gran difusión en las revistas y periódicos de la época, destacando El Nervión,
promotor del homenaje, con un número especial ilustrado, y las detalladas crónicas ofrecidas por Euskalerriaren alde.
De la misma manera publicaciones ilustradas de carácter regional y nacional, como Novedades o El Mundo Gráfico,
llenaron sus páginas con fotograf ías del evento. Hoy no sólo sorprende la expectación por el homenaje, sino ver las
calles de la villa repletas de gente, consiguiendo, quizás por curiosidad o por un deseo de participar en aquella “cariñosa
resurrección de los recuerdos amortiguados”, que la memoria de Antonio de Trueba pareciera más viva que nunca.
5. La Junta de Cultura Vasca en el centenario del nacimiento de Antonio de Trueba.
Apenas cincos años después de la conmemoración del 25 aniversario de la muerte de Antonio de Trueba se presentaba
una nueva oportunidad de hacer resurgir su memoria: el centenario del nacimiento del poeta. La coincidencia de esta
fecha con otras especiales circunstancias derivó en que el traslado de sus restos del cementerio de Mallona a la iglesia
de San Vicente Mártir de Abando propiciara un nuevo homenaje de la villa de Bilbao a su figura.
Si recordamos, la erección de un mausoleo en el cementerio de Mallona fue una de las primeras propuestas que se
realizaron a su muerte. Los albaceas del escritor, apoyados en la prensa bilbaína, trataron de que el Ayuntamiento
cediese parte de sus terrenos y erigiese a su costa el anhelado panteón60. Sin embargo, la construcción del nuevo
cementerio de Vista Alegre en Derio determinó la negativa del Consistorio, dejando a pesar de ello una puerta abierta a
su futura construcción. A pesar de que en 1903 la Corporación municipal acordó el carácter irrevocable de la clausura
del cementerio, el traslado de restos e inhumaciones fue un proceso lento. Este hecho propició que en 1918, ante una
nuevo acuerdo para su cierre definitivo, la Junta de Cultura Vasca, organismo dependiente de la Diputación provincial,
se interesase por las intenciones de la familia Trueba en relación al traslado de sus restos61.
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“Homenaje a Trueba. Reseña de los actos realizados”. En: Euskalerriaren alde, tomo IV, núm. 79-80, publicado el 15 de abril de 1914, pp. 254 y 257.
“Homenaje a Trueba, en marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIV, núm. 7.965, publicado el miércoles, 25 de marzo de 1914, pp. 1.
“Homenaje a Trueba, en marzo de 1914”. En: El Nervión, año XXIV, núm. 7.965, publicado el miércoles, 25 de marzo de 1914, pp. 1.
“El panteón de Trueba”. En: Euskal-Erria. Revista Bascongada, tomo XXXII, primer semestre de 1895, pp. 297; AFB - BFA. Sección Municipal.
Bilbao Quinta 0169/013. Petición dirigida por Julián y José R. de Olaso al Consistorio bilbaíno el 5 de abril de 1895.
61 AFB - BFA. Sección Administración. Educación y Cultura. Caja 1221, Expediente 1. La Junta de Cultura Vasca remitió una misiva a Ascensión
Trueba con fecha 9 de abril de 1918.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
“Descansan actualmente los restos de Trueba en una tumba más que modesta, aunque no olvidada,
del cementerio de Mallona (Bilbao) que en breve será secularizado y es aspiración de todos los
Vizcaínos que uno de los actos principales del homenaje con motivo del centenario de su nacimiento
se pretende celebrar, consiste en la traslación de los restos a la Parroquia de San Vicente Mártir
(Bilbao), última feligresía del poeta”62.
La Junta de Cultura Vasca asumió la organización de la conmemoración, logrando en poco más de tres meses organizar
una velada literaria, publicar una breve antología popular de las obras de Trueba, gestionar el traslado de los restos
del cementerio de Mallona a la iglesia de San Vicente Mártir de Abando63 y encargar una lápida para ornar la nueva
sepultura.
Los actos se iniciaron el 9 de marzo de 192064 con la comitiva fúnebre marchando desde la plaza del Instituto. Una
suntuosa carroza, decorada con coronas, transportaba el cuerpo, y junto a ella marchaban seis palafreneros y una
escolta formada por miembros del cuerpo de forales y del de miñones. Encabezaban la marcha importantes figuras
institucionales portando hachas de respeto65 y, precedidos por maceros de la Diputación y clarineros y atabaleros
de la villa, una columna formada por personalidades de las corporaciones provincial y municipal. Hubo además
representantes de la Diputación de Guipúzcoa, eclesiásticos, militares, gobernadores, maestros, alcaldes, delegados
regios, diputados, concejales, síndicos, es decir, todas las autoridades se encontraban rindiendo público homenaje a la
figura de Antonio de Trueba.
“Todo cuanto se diga en elogio de la demostración de cariño y de respeto que hizo ayer el pueblo de
Bilbao, resultaría pálido. A pesar del tiempo crudo, la gente se agolpó en todo el largo trayecto y en
los balcones de todas las casas. El Comercio, sin excepción alguna, cerró sus puertas durante dos
horas”66.
Las reseñas describen un inmenso gentío en las calles de Bilbao, y es que existió un fuerte deseo por parte del
Ayuntamiento de que los vecinos de la villa participaran en los actos. Prueba de ello es que el día 9 de marzo se declaró
festivo para las escuelas municipales, con el objetivo de que todos los niños pudieran participar, y además se publicó un
bando en el que se animaba al vecindario a unirse a la celebración “cerrando, como señal de respeto, de 4 y media a 6 de
la tarde del día de mañana, los comercios de las calles que ha de recorrer la fúnebre comitiva, dando con ello una prueba
de su reconocida cultura y de su predilección por el excelso cantor de nuestra tierra”67.
De esta manera, entre una gran expectación, la comitiva fúnebre recorrió las calles de la Cruz, Banco de España,
Correo, Arenal, puente de Isabel II, Estación, Gran Vía y Alameda Mazarredo hasta llegar a la iglesia de San Vicente,
donde encontraron dificultades para acceder al templo debido a la multitud congregada. El acto trasmitía una estudiada
imagen de respeto y solemnidad, con las autoridades ocupando los bancos del presbiterio y las hachas de respeto en el
centro de la iglesia, mientras los restos de Trueba eran trasladados al altar del Santo Cristo y custodiados y velados hasta
el día siguiente por individuos del cuerpo de miñones.
Los niños y niñas de las escuelas municipales, como en las ocasiones anteriores, volvieron a tener un papel protagonista.
Parte integrante de la comitiva fúnebre, portaron coronas y ramos de flores que, una vez llegados a los jardines de Albia,
62 Escrito dirigido al Ministerio de Gobernación, con fecha 14 de enero de 1920, solicitando autorización para el traslado de los restos del poeta.
63 A pesar de que la primera idea del organismo fue trasladar los restos al cementerio de Galdames, Tomás Camacho propuso a la Junta la iglesia de
San Vicente Mártir de Abando o, en su defecto, el cementerio de Derio, construyendo en el primero de los casos una arqueta para depositar los
restos o, si se optaba por la segunda de las opciones, erigir un panteón en memoria del poeta. Ver: AFB - BFA. Sección Administración. Educación
y Cultura. Caja 1221, Expediente 1. Sesión de 4 de noviembre de 1919.
64 Los restos del poeta fueron exhumados del cementerio de Mallona el día anterior ante una comisión de la Junta de Cultura Vasca y velados en una
improvisada capilla. El día 9 de marzo se trasladaron a la plaza de Instituto para dar comienzo al acto. Ver: “Homenaje a Trueba”. En: El Noticiero
Bilbaíno, año XLVI, núm. 16.208, publicado el martes, 9 de marzo de 1920, pp. 1-2; “El homenaje a Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XLVI,
núm. 16.209, publicado el miércoles, 10 de marzo de 1920, pp. 3; “Homenaje a Trueba” En: El Noticiero Bilbaíno, año XLVI, núm. 16.210, publicado
el jueves, 11 de marzo de 1920, pp. 3; “Homenaje a Trueba” En: El Noticiero Bilbaíno, año XLVI, núm. 16.211, publicado el viernes, 12 de marzo
de 1920, pp. 3.
65 Las hachas de respeto fueron llevadas por José Ortega Munilla, representando a la Real Academia Española, Juan Arzadun, el padre de la provincia
Mario Adán Yarza, Ramón Echevarria, director del periódico El Noticiero Bilbaíno, Tomás Camacho, director del periódico El Nervión, Victoriano
Poyatos, Adolfo Gabriel de Urquijo, expresidente de la Diputación, los ex alcaldes de Bilbao José Horn y Felipe Alonso de Celada, Ricardo
Bastida como delegado Regio de Bellas Artes, Darío de Areitio, bibliotecario de la Diputación, Esteban Bilbao, senador por Bizkaia, así como un
representante de la Sociedad Vasca en Argentina, la Asociación de Artistas Vascos, Círculo de Bellas Artes y Ateneo, Asociación de la Prensa,
Biblioteca de Buenas Lecturas, Sociedad Filarmónica, Sociedad Coral y Orfeón Euskeria.
66 “Del homenaje en memoria de Trueba”. En: El Nervión, año XXX, núm. 9.812, publicado el miércoles, 10 de marzo de 1920, pp. 1.
67 AFB - BFA. Sección Municipal. Bilbao Sexta 0135/005.
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depositaron ante la estatua de Antonio de Trueba, acompañados de música y cánticos.
La mañana del 10 de marzo, coincidiendo con el día de su muerte, se celebró el funeral en la iglesia de San Vicente con
la asistencia de sus familiares y autoridades civiles, militares, eclesiásticas y principales representantes de entidades
culturales, como los miembros de la Junta de Cultura Vasca. Los restos Trueba fueron depositados aquella tarde en un
nicho de la nave de la epístola, guardando su memoria una lápida funeraria labrada por el escultor Manuel Basterra.
Compuesta por una relieve y una inscripción, representa un cisne moribundo inspirado en los últimos versos del poeta:
“Dicen que el cisne cuando muere canta / y hoy tanto de mortal mi dolor tiene / que acaso es la del cisne mi garganta; /
La voluntad de Dios es justa y santa. / ¡Hágase en mi, Señor, lo que ella ordene!”. El escultor consiguió crear una acertada
correspondencia entre el sintetismo de la forma escultórica y la intensidad de las palabras de Trueba. Huyendo de
fórmulas académicas y composiciones arquetípicas, el autor concentra toda la atención en un único elemento, el cisne,
dando como resultado final una obra de enorme lirismo que transmite el drama y pesar de los versos del poeta.
Por la noche el homenaje se trasladó al teatro Arriaga donde se celebró la velada literaria. La presencia institucional fue
de nuevo de primer orden. Presidió el acto Benito Marco Gardoqui, Delegado Regio de Primera Enseñanza, situándose
a su derecha Luis Echevarría, presidente de la Diputación, Leopoldo Eijo, Obispo de la Diócesis, Fernando González
Regueral, Gobernador Civil, y el comandante de la marina. A su izquierda se encontraban el gobernador militar, el
alcalde de Bilbao, Gabino Orbe, el delegado de Hacienda y el director de Instituto Vizcaíno, Máximo Abaunza. Además,
lamentaron su ausencia el ministro de Instrucción Pública, Natalio Rivas, y el presidente del Consejo de Ministros,
Manuel Allendesalazar68, evidenciando la repercusión e importancia que se quiso dar a estos actos. La música y la
lectura de poemas y narraciones fueron de nuevo elementos esenciales, invitándose en esta ocasión a Juan de Arzadun
y a José Ortega Munilla a analizar la vida y obra de Antonio de Trueba.
Las artes plásticas también tuvieron un papel destacado. En el escenario, un retrato, que bien podría tratarse de la obra
“Antón el de los Cantores” (1889) que Anselmo Guinea realizó en homenaje al escritor tras su muerte, recordaba al
público la imagen del poeta69. Además, Aurelio Arteta se encargó de ilustrar el programa de la velada con una sencilla
escena en la que una risueña niña aparece sentada a los pies de un árbol frente a un característico caserío vasco. Con
estos tres elementos Arteta es capaz de sintetizar el espíritu de la obra del escritor: el paisaje vasco idealizado, la
juventud alegre y sana y sobre todo el caserío. Objeto central en la literatura de Trueba, es la imagen de la familia, de la
laboriosidad, del respeto a las tradiciones y de la hospitalidad ancestral de los vascos simbolizada en su gran portalón.
El caserío era para el poeta el espacio donde aún se conservaban los usos y costumbres, vínculo inquebrantable con el
pasado que el presente estaba obligado a conservar y transmitir a las generaciones venideras.
Los actos concluyeron el 11 de marzo con sendas veladas organizadas por la Comisión del Estudio del Niño y por la
Asociación de Buenas Lecturas. En la primera de ellas, los palcos y butacas del teatro Arriaga fueron ocupados por los
niños de las escuelas bilbaínas, dándose a conocer la antología de Trueba que la Diputación provincial se disponía a
publicar y que estaba especialmente destinada al público infantil. Presidiendo el acto se encontraban Tomás Camacho,
Benito Marco Gardoqui, Máximo Abaunza, Juan de Arzadun y José Ortega Munilla, quien presentó la figura del poeta
como un modelo de virtudes a seguir por los niños. La velada necrológica organizada por la Asociación de Buenas
Lecturas en su salón de actos cerró el amplísimo programa con la lectura de poemas y un elogiado discurso del escritor
Oscar Rochelt 70.
De nuevo los periódicos y revistas, como El Noticiero Bilbaíno, El Nervión o Euskalerriaren alde, difundieron
ampliamente los actos conmemorativos. Otras publicaciones optaron por contribuir con sus números de marzo a
rememorar su figura y participar así en los homenajes, como La Vasconia y Hermes, que invitó a escritores, periodistas
e historiadores, como Carmelo de Echegaray, Enrique Coll o Tomás de Echevarría, a analizar y evocar al poeta.
Nadie faltó al centenario del nacimiento de Antonio de Trueba. Desde las más altas figuras políticas hasta el más
humilde de los representantes públicos, pasando por todos los estamentos de la sociedad y llegando hasta los vascos
68 Benito Marco Gardoqui dio la noticia al auditorio lamentado especialmente la ausencia de Allendesalazar: “formado a la sombra del árbol de
Guernica y entusiasta de Trueba, con cuya amistad se honró, hubiera querido asistir al homenaje porque admira la obra del poeta, al deberse de
su cargo no se le hubiese impedido”. Ver: “Del homenaje a la memoria de Trueba”. En: El Nervión, año XXX, núm. 9.813, publicado el jueves, 11 de
marzo de 1920, pp. 2.
69 La siguiente descripción nos lleva a inclinarnos en este sentido: “En el escenario se destacaba en primer término, a la izquierda, un retrato a gran
tamaño de don Antonio de Trueba, en el cual, el insigne cantor de Vizcaya aparece sentado al pie del famoso «árbol gordo»”. Ver: “Homenaje a
Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XLVI, núm. 16.210, publicado el jueves, 11 de marzo de 1920, pp. 3.
70 “Homenaje a Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año XLVI, núm. 16.211, publicado el viernes, 12 de marzo de 1920, pp. 3.
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residentes en América. José Ortega Munilla rememoraba cómo todas las clases sociales invadieron las calles e
intervinieron activamente en las celebraciones, y cómo el Bilbao de las fábricas, de los negocios, la villa siempre en
movimiento se detuvo ante el solemne cortejo fúnebre dejando paso libre a la glorificación del poeta: “Bilbao, la gran
villa, la villa de las industrias, la rica y potente, se olvidaba un punto de los negocios y se entregaba a la admiración del
poeta aldeano, del pobre muchachuelo de Galdames, el que fue con la mula a buscar pedazos de piedras negras en las
minas...”71.
6. Un mausoleo y un retrato, últimas deudas con la memoria de Trueba.
Pasado el centenario aún restaban dos cuestiones que venían demorándose desde la muerte de Trueba: su mausoleo y
el retrato para el salón de sesiones de la Diputación. La Junta de Cultura de Vasca decidió saldar esa deuda y encargó las
obras a los artistas Manuel Basterra y Aurelio Arteta.
Desde que en 1889 lo propusiera Darío de Areitio por primera vez, se venía reclamando la realización de un retrato de
Antonio de Trueba con el fin de colocarlo en el salón de sesiones de la Diputación, junto a las representaciones de otros
padres de la provincia, como Pedro de Egaña o Joaquín de Barroeta. Aurelio Arteta ejecutó asimismo para la Diputación
el retrato de Mario Adán de Yarza, que guarda gran similitud con la que nos ocupa: ambos son retratos de cuerpo entero
situados en un espacio exterior que subraya sus aportaciones a la historia de Bizkaia. Así, mientras la figura de Adán de
Yarza enmarcada por pinos nos remite a sus iniciativas para la repoblación de los montes, Antonio de Trueba, vistiendo
su eterno gabán y con el sombrero en la mano, es colocado frente a un amplísimo paisaje vasco salpicado de caseríos.
Aunque el pintor debió inspirarse en fotograf ías y en el cuadro de Anselmo Guinea72, la actitud con la que le representa
se aleja de las descripciones que de él nos han llegado. Si bien Guinea enfatizaba el aspecto candoroso e incluso
ensimismado de Trueba, Arteta lo presenta en actitud más segura y dinámica, mirando directamente al espectador y
con una de sus piernas avanzada. Se añade a todo ello la invitación que el escritor parece hacernos a contemplar aquello
que tanto amaba: el paisaje y el caserío vasco. De esta manera, siguiendo el sentimiento común de la época, vuelve a
asociarse la figura del poeta con esta construcción.
La obra debió concluirse a finales de 192173, siendo expuesta en el III Congreso de Estudios Vascos celebrado en
septiembre de 1922 en Gernika. Allí compartió espacio con retratos de ilustres nombres de la Historia del País Vasco:
“Fray Juan de Zumárraga” de Alberto Arrue, “Juan Sebastián Elcano” de Ignacio Zuloaga, “Juan Martínez de Recalde”
de Álvaro Alcalá Galiano y la citaba obra “Mario Adán de Yarza” de Aurelio Arteta. El retrato de un personaje relevante
conlleva algo más que la interpretación de su carácter. Como señalaba Joaquín de Zuazagoitia, el artista tiene ante si
la “iconograf ía que el tiempo” ha conservado, su propia “sagacidad para percibir la interpretación histórica y su poder
creador para poetizar la figura”.
“Nos parece ese retrato una obra maestra. El pintor ha sabido colmar de emoción el lienzo. El poeta
–figura de un noble y humilde romanticismo– apoya tímidamente una mano sobre el pecho, caja
sonora del rumor del paisaje circundante. La cabeza se inclina con un buen aire melancólico sobre
el pecho emocionado. La figura del poeta no avanza con la característica petulancia del retratado
al asalto de la admiración del espectador sino que se sumerge en el paisaje verde y brumoso. La
emoción del lienzo viene como de un acorde trémulo entre el paisaje y el hombre. Pintado con
una delicadeza que es maravilla de los ojos, el lienzo despierta en nosotros la más delicada de las
simpatías. Ha sabido Arteta condensar en su obra el alma candorosa y sentimental del poeta
depurándolo y exaltándolo. El eco poético que el tiempo repite en diversas modulaciones, se ha
hecho línea y color. Ese es el «Trueba» de Arteta, que no podrá ser superado”74.
71 ORTEGA MUNILLA, José. “Después del centenario. Bilbao y Trueba”. En: La Esfera, año VII, núm. 325, publicado el 27 de marzo de 1920, pp. 7.
72 La Junta de Cultura Vasca solicitó a la hija de Antonio de Trueba una fotograf ía de cuerpo entero de éste y dirigieron una petición a la propietaria de
la obra “Antón el de los Cantares” de Anselmo Guinea para que se la prestara algunos días a Aurelio Arteta. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración.
Educación y Cultura. Artes. Caja 1209.
73 En la misiva, fechada en mayo de 1921, dirigida por la Junta de Cultura Vasca a la propietaria de la obra “Antón el de los Cantares” de Anselmo
Guinea, se da cuenta de cómo el retrato está prácticamente terminado. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración. Educación y Cultura. Artes. Caja
1209.
74 ZUAZAGOITIA, Joaquín de. “Una exposición en Guernica”. En: Obra Completa. Bilbao: Junta de Cultura Vasca, 1978; pp. 33-34. Publicado
originalmente en el periódico El Pueblo Vasco en septiembre de 1922.
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En lo que respecta al anhelado mausoleo, cuando en enero de 1920 la Junta de Cultura Vasca encomendó el diseño
de la lápida funeraria al escultor Manuel Basterra, ya se previno la futura celebración de un concurso público para
su erección75. Sin embargo nunca se celebró y fue el mismo Basterra quien se encargó de un proyecto que sufrió
innumerables variaciones y contradicciones.
El primer cambio que se encontró el escultor fue que el mausoleo no iba a ser sólo para Antonio de Trueba, sino también
para su esposa Teresa de Prado. Y es que cuando se exhumaron los restos del cementerio de Mallona, se descubrió que
el poeta estaba enterrado junto a su esposa. Su deseo, como expresó su hija, fue siempre descansar junto a su mujer, de
ahí que la Junta de Cultura Vasca, una vez enterrado en la iglesia de San Vicente Mártir, tratara de subsanar este hecho
trasladando los restos de Teresa de Prado en febrero de 192376.
Una vez conocidas las nuevas condiciones, Manuel Basterra presentó un proyecto y presupuesto que fue del agrado de
la Junta77. A partir de este momento comienzan una gestiones marcadas por continuas “irregularidades y anomalías”78.
El cura párroco de la iglesia de San Vicente Mártir de Abando solicitó la modificación del proyecto para adaptarlo a las
necesidades del culto y, pocos meses después, su completo traslado, junto a los restos de Trueba, a la pared inmediata de
donde se hallaban. Las desavenencias entre Basterra y la Junta de Cultura Vasca respecto a los cambios y el presupuesto
llevaron a que el escultor solicitara aquello que se le debía, y a los encargados de gestionar el asunto, Manuel María
Smith y Federico Sáez, a negarse a visitar el taller del artista para informar sobre la conclusión del mausoleo. Toda
esta situación nos lleva a preguntarnos por qué no se concluyó debidamente el mausoleo, ¿fueron los desacuerdos en
su ubicación, discrepancias económicas o cierto rechazo al proyecto final? Lo cierto es que en la documentación se
señalaba cómo la Junta dejaba entrever la inaceptabilidad del mismo a pesar de que en varias ocasiones habían afirmado
su agrado y la perfecta concepción79.
Para dar salida a la situación el organismo decidió convertir el mausoleo en un monumento a la memoria de Antonio
de Trueba, acordando en noviembre de 1925 su traslado a Montellano, pueblo natal del poeta. A su decisión se sumó
el estado ruinoso en que había quedado la casa de Trueba tras sufrir un incendio, momento en que la Junta aprobó su
adquisición con la idea de construirlo en su entorno. El monumento, según se desprende de la documentación, estuvo
años desmontado en las inmediaciones de la iglesia de San Vicente80 y, posteriormente, en terrenos propiedad de la
Diputación en Galdames, al borde de una carretera81.
A mediados de 1930 la Junta decidió concluir el proyecto encargando la dirección de las obras al arquitecto Manuel
María de Smith, con el que colaboró el escultor Manuel Basterra. La inauguración tuvo lugar el 24 de agosto de 1930,
festividad del santo de la barriada, dando entrega el vicepresidente de la Diputación, Rafael María de Zubiría, al concejo
de Galdames el Monumento a Trueba. Asistieron algunos miembros de la Junta de Cultura Vasca, el escultor Manuel
Basterra y una amplia la representación local, encabezada por el alcalde José María Umaran, teniente alcalde, concejales
y miembros eclesiásticos. Aunque fue un homenaje de menor envergadura a los analizados hasta el momento, contó
con los elementos esenciales y característicos. Hubo celebración de un misa, lectura de poemas, música, discursos
elogiando la obra de Antonio de Trueba, y una barriada que en “en masa se sumó al acto, destacando los niños de las
75 AFB - BFA. Fondo Administración. Educación y Cultura. Caja 1221, Expediente 1. Debatido en sesión de 13 de enero de 1920.
76 AFB - BFA. Fondo Administración. Educación y Cultura. Artes. Caja 1209, Expediente 5. El traslado tuvo lugar el 20 de febrero de 1923.
77 AFB - BFA. Fondo Administración. Educación y Cultura. Artes. Caja 1209. Manuel Basterra se comprometió a realizar un mausoleo dedicado a
Antonio de Trueba y su esposa en la cantidad de 19.500 pesetas, cuyas dimensiones eran 3,85 metros de alto por 4,20 de ancho, en piedra caliza
de Arratia. Fechado el 30 de septiembre de 1920.
78 AFB - BFA. Fondo Administración. Educación y Cultura. Artes. Caja 1209, Expediente 5. Informe fechado el 8 de mayo de 1924, fol. 93r.
79 Manuel Basterra, en misiva dirigida a la Junta de Cultura Vasca notificando haber recibido el importe que se le debía, especificaba que la
modificación efectuada en la obra “en nada se relaciona con la interpretación artística” de la misma. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración.
Educación y Cultura. Artes. Caja 1209, Expediente 5, fol. 102r.
80 Los vecinos de la villa habían denunciado en alguna ocasión el estado de abandono del monumento a Trueba: “Hace algún tiempo leí en El
Noticiero que la Junta de Cultura Vasca había acordado el traslado de dichas piedras a Montellano para erigir el Monumento. Será verdad, no lo
dudo; pero es el caso que van pasando los años y las piedras siguen en los alrededores de la parroquia de San Vicente”. Finalmente, en mayo de 1926
la prensa anunciaba que las piedras del monumento habían sido retiradas de las inmediaciones del templo. Ver: “De mi buzón”. En: El Noticiero
Bilbaíno, año LII, núm. 18.103, publicado el sábado, 3 de abril de 1926, pp. 1; “Las piedras del monumento a Trueba”. En: El Noticiero Bilbaíno, año
LII, núm. 18.128, publicado el domingo, 2 de mayo de 1926, pp. 2.
81 La Junta de Cultura Vasca acordó en sesión de 7 de noviembre de 1925 trasladar el mausoleo a Montellano, designando en sesión de 1 de
diciembre de 1925 a Manuel María Smith y Eugenio Leal para que dieran cumplimiento al mismo. La misma en sesión de 8 de abril de 1926 acordó
trasladar inmediatamente el monumento “a los terrenos propiedad de la Diputación” en el término de Montellano. Finalmente en el informe del
26 de junio de 1930 se afirmó cómo los reunidos “examinaron los materiales del futuro monumento y dieron las órdenes oportunas al personal
de Caminos provinciales para que custodiaran aquellos con verdadera atención hasta que desde el lugar en que se hallan al pie de la carretera de
Montellano, se trasladen a este punto para su adecuada colocación”. Ver: AFB - BFA. Fondo Administración. Educación y Cultura. Artes. Caja
1209, Expediente 5,
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escuelas”82.
“Faltaba en las Encartaciones el recuerdo de Trueba, en la piedra que lo inmortalizara ante las
venideras generaciones. La Diputación provincial ha subsanado esta deficiencia lamentable. Desde
el domingo, alzase ya en Montellano el monumento conmemorativo del poeta”83.
Antonio de Trueba, muchos años después de su muerte, contaba con un monumento en Las Encartaciones y Manuel
Basterra por fin vio su obra alzada en su lugar definitivo. Las críticas al monumento fueron elogiosas al encontrar una
perfecta similitud entre sus cualidades artísticas y la esencia de la obra y personalidad de Trueba: las líneas y planos
recordaban su alma serena y fuerte, y su carácter, sencillez y sobriedad evocaban la memoria del poeta. Sin embargo, lo
cierto es que el primitivo proyecto de mausoleo se vio ampliamente desvirtuado. En primer lugar no estaba concebido
para un espacio exterior, sino para uno interior, en un lugar de recogimiento como un templo. Por otro lado el mismo
carácter de la obra se perdió al dejar de ser un mausoleo y convertirse en un monumento conmemorativo.
La obra de Basterra, de aspecto primitivo y monumental, es de gran sintetismo, recayendo su expresividad en los
grandes bloques casi ciclópeos y de talla ruda, sin ninguna concesión a lo decorativo más allá de cuatro pequeños
detalles geométricos que aumentan la sencillez y sobriedad del conjunto. Debemos de tener en consideración que
el arco debía cobijar, a modo de tímpano, la lápida que el escultor ejecutó en 1920, “La muerte del cisne”, dotando de
significado tanto a su destino de mausoleo como a la presencia de los últimos versos de Antonio de Trueba. En su
lugar aparece la placa que la Diputación colocó en 1914 en la casa natal del poeta y que fue el único elemento que la
corporación provincial quiso salvar al tener noticia de su incendio y ruina. Así a la imagen del cisne moribundo le ha
sustituido una fría inscripción: “Antonio de Trueba / Nació en esta casa / 24 de diciembre de 1829”.
7. Antonio de Trueba, ¿el olvidado?
Aquellos grandes homenajes que a finales del siglo XIX y primeras décadas del XX la villa de Bilbao dedicara al escritor
nos han legado espacios y elementos que honran la figura de Antonio de Trueba, configurando dentro de la escenograf ía
de la villa un lugar de la memoria. Aunque el nombre de plaza de Trueba que el Ayuntamiento bilbaíno diera en 1889 a
los jardines hoy se ha perdido84, en apenas unos pasos nos encontramos con tres elementos para el recuerdo: la lápida
conmemorativa en Ibáñez de Bilbao, la estatua en los jardines de Albia y la lápida funeraria en la iglesia de San Vicente
Mártir de Abando.
El vinculo que Bilbao forjó con Antonio de Trueba en este espacio ha perdurado hasta nuestros días. Ante su estatua se
le rindió tributo en el Día del Escritor Vizcaíno que se creó durante la primera Feria del Libro, celebrada en Bilbao entre
mayo y junio de 1968. De la misma manera, en la reinauguración de los jardines de Albia en agosto de 1985, la escultura
fue de nuevo protagonista en un acto en memoria del poeta presidido por el entonces alcalde José Luis Robles.
Finalmente, en el centenario de la muerte del poeta en 1989, una comitiva presidida por el alcalde José María Gorordo
y el escultor Jorge Oteiza volvió a recorrer los tres espacios a su memoria. Este último homenaje sintetizó como ningún
otro el espíritu de los organizados en el pasado, contando además con una lectura de poemas, interpretación del
preludio de “El Caserío” a cargo de la Banda Municipal, discursos y ofrendas florales. De importante repercusión en la
prensa85, la ocasión propició la aparición de publicaciones dedicadas al escritor así como de una antología de sus obras.
Precisamente, en uno de aquellos artículos Manuel Basas se lamentaba de que la villa no conservara ningún espacio
urbano dedicado al escritor. Hace apenas una década, en diciembre de 2000, Bilbao volvía a poner su nombre a una de
sus calles, muy lejos esta vez del lugar de la memoria construido en torno a su figura. El tiempo transcurrido y el espacio
elegido reflejan cómo el nombre de Antonio de Trueba ha quedado en nuestros tiempos relegado.
¿Qué queda en la memoria de los bilbaínos del nombre de Trueba? Es posible que para cada uno de nosotros tenga
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“El monumento a Trueba en Montellano”. En: El Noticiero Bilbaíno, año LVI, núm. 19.477, publicado el martes 26 de agosto de 1930, pp. 2.
“El monumento a Trueba en Montellano”. En: El Noticiero Bilbaíno, año LVI, núm. 19.477, publicado el martes 26 de agosto de 1930, pp. 2.
En 1963 la plaza pasó a denominarse jardines Berastegui y en 1983 adquirió el actual nombre de jardines de Albia en 1983.
El homenaje ha sido recordado por el cambio de posición de la escultura que desde su colocación en 1895 miraba a la calle Alameda Mazarredo.
Fue en 1989 cuando el Consistorio aceptó la sugerencia de Jorge Oteiza de girarla para que no diese la espalda al Palacio de Justicia y los jardines
de Albia.
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su propia significación personal: quizás evoque tardes en el cine, otros podrían relacionarlo con años en el colegio,
y a alguno quizás su imaginación le traslade ante la estatua que se alza los jardines de Albia. Poco queda en nuestra
memoria de Antonio de Trueba, del hombre, del escritor y de su obra. Si para Echegaray, Unamuno, Laffitte, Rochelt,
Mazas y tantos otros el nombre de Trueba les devolvía a las lecturas de su infancia, si les hacía soñar con tardes en
el campo, con escenas del hogar, el caserío o las montañas, hoy nadie posee ese sentimiento. Aunque estos vínculos
afectivos con su obra han desaparecido, no queremos creer que Antonio de Trueba esté olvidado. El 10 de marzo de
2014 se conmemora el 125 aniversario de su muerte y 100 años de que una serie de personalidades sumaran fuerzas
para que las autoridades se implicaran con su recuerdo. Una fecha que determinará la relación de nuestro tiempo con
el poeta. “Bilbao te guarda” dice uno de los versos que le dedicó Ramón de Basterra, ¿guardará este nuestro Bilbao
también su memoria?
BIDEBARRIETA 25 / 2014
Dias republicanos: Calendario de
conmemoraciones del republicanismo
bilbaino
Dr. Jon Penche
Eusko Ikaskuntza – Sociedad de Estudios Vascos
Resumen
Los republicanos de Bilbao, al igual que sus correligionarios del resto de España, crearon un cuerpo simbólico específico,
poniendo en marcha un calendario de conmemoraciones alternativo al establecido por el sistema restauracionista:
Desde el aniversario de la I República (el 11 de febrero) hasta la conmemoración del levantamiento del sitio de Bilbao
(2 de mayo).
Palabras clave: 2 de mayo, Bilbao, republicanos, conmemoraciones.
Laburpena
Egun errepublikanoak: Bilbotar errepublikazaletasunaren oroimenezko egutegia
Bilboko errepublikoanoek, Espainiako gainerako lekuetako beren irizkideek legez, berariazko ikur-multzo bat sortu
zuten, errestaurazio sistemak ezarri zuen egutegiaren aldean oso berea zuten egutegi eta guzti. Horretan sartuak ziren
datak I. Errepublikaren urteurrenetik (otsailaren 11a) Bilboko setioa altxatu zen eguna arteko (maiatzaren a) euren egun
gogoangarri guztiak zeuden aipaturik.
Giltza hitzak: Maiatzaren 2a Bilbo, errepublikanoak, oroipenak.
Abstract
Republican commemorations: The calendar of Bilbao Republicanism
The republicans of Bilbao, like those in the rest of Spain, created a specific symbolic corpus, setting up a calendar of
commemorations as an alternative to that established by the regime of the Restoration: from the anniversary of the I
Republic (11 February) to the commemoration of the lifting of the siege of Bilbao (2 May).
Key words: 2 May, Bilbao, republicans, commemorations
Hartua-recibido: 11-XII-2013- Onartua-aceptado: 15-X-2014
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Es a partir de 1875 cuando los republicanos articularon un conjunto de fechas y conmemoraciones con el que quisieron
construir su propio cuerpo simbólico al margen de las festividades del sistema restauracionista y para diferenciarse de
otros grupos políticos que tenían ya su propio calendario de conmemoraciones, caso del carlismo. Sin embargo, fue a
partir de la consecución de la Unión Republicana de 1903, cuando el republicanismo da un salto desde la fórmula de
comités de notables a la política de masas, el momento en el que la conmemoración de estas fiestas va a ser más cuidada
y van a tener más seguimiento popular.
Por tanto, a semejanza de otras culturas políticas, el republicanismo también necesitaba de sus representaciones y
reconstrucciones periódicas, de estructurar y conmemorar aquellos hechos y comportamientos heroicos o reivindicar el
papel de aquellos tribunos que lideraron el movimiento para mantener viva la llama de la esperanza en la reinstauración
republicana1.
El objetivo no era otro que mantener vivo el espíritu republicano, no sólo entre los propios militantes, sino que a
través de ese conjunto de elementos culturales que suponían la conmemoración y celebración de una fecha significativa
pudieran incorporarse nuevos elementos a la causa republicana.
¿Qué fechas fueron las que los republicanos españoles celebraron de forma anual? Destacan sobremanera tres de ellas
que no faltaban en el calendario conmemorativo de cualquier club, casino o círculo republicano. Estas fueron el 11 de
febrero de 1873, el día de la proclamación de la I República por las Cortes; el 14 de julio de 1789, la toma de la Bastilla
en París, que daba inicio a la Revolución Francesa; y el 29 de septiembre de 1868, cuando Isabel II fue destronada y se
inició el Sexenio Democrático.
Pero, aparte de estas fechas, las comunes para la totalidad del republicanismo español, hubo muchos más días
republicanos. Cada cultura política republicana añadía en su calendario conmemorativo nuevas fechas. La izquierda
del republicanismo, por ejemplo, celebraba anualmente la proclamación de la Comuna de París, el 18 de marzo de 1871.
Los federales, por su parte, recordaban las sublevaciones federales de 1869, la insurrección del arsenal del Ferrol de
1872 o el inicio del cantón de Cartagena el 12 de julio de 1873.
De la misma forma, en cada provincia o, incluso, en cada localidad, los republicanos fueron añadiendo nuevas fechas
al calendario conmemorativo para recordar hechos heroicos como batallas, levantamientos o resistencias, a la vez que
evocaban la memoria de sus líderes carismáticos coincidiendo con la fecha de su muerte.
Los días republicanos conllevaban una serie de actos para dar contenido a la fecha conmemorativa. En este sentido,
los centros de sociabilidad republicanos – casinos, círculos y ateneos – se engalanaban para la ocasión con banderas,
estandartes o cuadros de los líderes republicanos nacionales. En ellos se celebraban veladas que incluían banquetes,
discursos, narraciones épicas de los hechos a conmemorar, conferencias, representaciones teatrales y musicales o bailes,
siendo casi siempre imprescindible la entonación de La Marsellesa, el principal y unitario himno del republicanismo
español. De la misma forma, durante los días previos a la fiesta, los periódicos vinculados al republicanismo realizaban
crónicas de los hechos a celebrar, incluyendo habitualmente números extraordinarios en los que se recurría a la apología
y al recuerdo martirológico. Al día siguiente, esos mismo periódicos realizaban una detallada crónica de lo sucedido el
día anterior en los locales republicanos, ensalzando el número de asistentes y el espíritu republicano reinante durante
la velada2.
La ocupación de la calle por parte de los republicanos con motivo de esas efemérides era la forma que tenían de
afirmar su compromiso y hacer visible su presencia pública en los pueblos y ciudades, era una demostración de su
fuerza. Esta salida a la calle se producía con motivo de procesiones conmemorativas, recibimientos a grandes tribunos
republicanos, durante las efemérides conmemorativas de la muerte de los grandes líderes locales o durante los entierros
de los correligionarios.
Nuestro objetivo en este artículo es estudiar el calendario de conmemoraciones del republicanismo bilbaíno, sus
pautas formales de celebración, su periodicidad y su significado dentro de la cultura política republicana. Desde
conmemoraciones de tipo nacional, como el aniversario de la I República el 11 de febrero, hasta las de índole local,
como el aniversario del levantamiento del sitio de Bilbao el 2 de mayo, pasando por un amplio abanico de celebraciones
de todo tipo.
1 MUÑOZ ZAFRA, M.: “El calendario republicano local, 1898-1909”, en MORALES MUÑOZ, M. (ed.): República y modernidad. El republicanismo en los umbrales del siglo XX, Málaga, Diputación Provincial de Málaga, 2006, pp. 175-176.
2 GABRIEL, P.: Los días de la República. El 11 de febrero. AYER, 51 (2003), p. 42.
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1. El 11 de febrero
La conmemoración anual de la proclamación de la I República, el 11 de febrero de 1873, fue una de las dos grandes
festividades para el republicanismo bilbaíno. Con ella se pretendía recordar y recuperar la memoria histórica de un
período en la que por primera vez España no estuvo regida por un sistema monárquico. La celebración anual de esta
fecha daba sustrato político para motivar a los correligionarios a la consecución de una nueva implantación republicana,
redentora y regeneradora con respecto a la monarquía, llena de corruptelas y vicios3.
En ella se recuerdan de forma ideal y mítica – algo que con el paso del tiempo se acentúa aún más – los acontecimientos
sucedidos a lo largo de los meses que duró aquella experiencia republicana. Se exaltaban los principales hitos de aquel
tiempo así como el papel de los cuatro presidentes de la República sin reparar, claro está, en los errores que pudieron
cometer.
Las primeras celebraciones del 11 de febrero se dieron en la década de los 80 del siglo XIX, de forma discontinua4.
Por nuestras informaciones, fueron los federales quienes, en 1882, primero conmemoraron en la capital vizcaína el
aniversario de la proclamación de la I República5. A partir de ahí, lo hicieron el resto de los partidos políticos – Unión
Democrática, posibilistas y el pequeño grupo de zorrillistas – durante el resto de la década, de forma separada y, como
decimos, discontinua6. Estas primeras celebraciones eran sencillas, un banquete en algún restaurante de la ciudad en
la que se reunía el comité del partido con otros militantes y se dedicaban a lanzar proclamas y a enviar telegramas de
adhesión al líder de su partido a nivel nacional.
En la década de los 90, la apertura del Casino Republicano de Bilbao y su voluntad de constituirse en centro de
sociabilidad de todos los republicanos de la Villa independientemente del partido en el que militasen hizo que las
pautas de celebración mudaran un tanto, si bien el esquema era el mismo, un banquete en el que se realizaban discursos
de carácter político. Así, en 1893, coincidiendo con su reciente apertura7, se reunieron en al Casino Republicano 700
personas en un banquete de confraternización republicana, al que asistieron todas las facciones del republicanismo
vizcaíno. A partir de entonces, cada 11 de febrero se empezaron a combinar los banquetes realizados por cada partido
con una reunión posterior conjunta en el Casino, a modo de encuentro republicano.
A partir del cambio de siglo y, más concretamente, a partir de la formación de la Unión Republicana de 1903, se observa
una clara discontinuidad en lo que a las celebraciones del 11 de febrero se refiere frente a las realizadas durante el último
cuarto del siglo XIX. Si bien en estas últimas todo giraba en torno al banquete y los discursos políticos, tal y como
hemos visto, a partir de 1903 el banquete pierde protagonismo en el programa para dar paso al té de honor que podía
ir seguido de una conferencia, una velada artístico-literaria y un baile8, predominando así el elemento lúdico sobre el
político.
Así, lo habitual era que días antes se comunicase en los diarios el programa de actos a desarrollar, anunciándose en
ocasiones la edición de números extraordinarios en la prensa más af ín a los republicanos en los que se recordaban
los hechos sucedidos en el año 18739. El banquete, como decimos, aunque se sigue organizando en años puntuales,
es sustituido por un té popular o familiar tras el cual los dirigentes del partido republicano tomaban la palabra para
recordar someramente los hechos de la I República y lanzar proclamas en pro de la futura consecución de un nuevo
período republicano. Tras los discursos se daba paso a las veladas, bien musicales, con la celebración de un concierto,
bien teatrales, con la representación de alguna obra de autores como Blasco Ibáñez o Pérez Galdós, bien literaria, con la
lectura comentada de libros, o bien una combinación de actividades, tras lo cual se acababa la conmemoración del 11 de
febrero con un baile para los socios y sus familias. En este sentido, hay que remarcar que desde 1903 se empieza hacer
3 MUÑOZ ZAFRA, M.: “El calendario republicano local…”, p. 181.
4 La fiesta del 11 de febrero estuvo explícitamente prohibida por los primeros gobiernos de la Restauración. Fue a partir de la entrada al poder de
Sagasta cuando hubo permisibilidad total. GABRIEL, P.: Los días de la República…, pp. 46-47.
5 El Noticiero Bilbaíno, 18-02-1882.
6 Sobre los partidos políticos entre 1875 y 1890 en España consultar DARDÉ MORALES, C.: “Los partidos republicanos en la primera etapa de la
restauración (1875-1890)”, en JOVER ZAMORA, J.M. : El siglo XIX en España: Doce estudios, Barcelona, Planeta, 1974, p. 433-464. Para Bilbao
PENCHE, J.: Republicanos en Bilbao (1868-1937), Bilbao, UPV, 2010, pp. 50-66.
7 Se fundó formalmente a finales de enero de 1893. El Noticiero Bilbaíno, 29-01-1893.
8 Los bailes, nos recuerda Ramón Batalla, tenían un papel clave en la relación entre chicos y chicas, porque constituían, además de una actividad
recreativa, el mejor lugar para encontrarse y establecer relaciones. BATALLA i GALIMANY, R.: Els casinos republicans: política, cultura i esbarjo.
El casino de Rubí 1884-1939, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 1999, p. 146.
9 Así ocurrío por ejemplo en 1908, cuando un grupo de republicanos editó la publicación 11 de febrero para conmemorar esa fecha. O en 1910,
cuando el semanario Juventud sacó un número especial con la colaboración de publicistas como Álvaro de Albornoz o Francisco Gascue.
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constar la participación del elemento femenino en estos actos con frases como “con la presencia de bellas señoritas”10.
Tras la llegada al poder de Primo de Rivera en 1923, los republicanos dejaron de celebrar el 11 de febrero temporalmente
para volver a hacerlo a partir de 1926, aunque de forma más íntima, dado el carácter del régimen dictatorial, si bien
en 1931 el acto tuvo que ser suspendido debido a la presión policial11. Con la proclamación de la II República, el 11 de
febrero pasó a ser una celebración que se siguió recordando de una forma más débil y aislada, por razones obvias, claro
está.
2. El 2 de mayo
La otra gran celebración del republicanismo bilbaíno, pero también del conjunto del liberalismo de la Villa, fue la
conmemoración del levantamiento del sitio carlista el 2 de mayo de 187412. Ese día era celebrado como la fiesta de la
libertad por todos los liberales – sin diferencia de matices – de la Villa, quienes se unían así en el recuerdo de los héroes
de la libertad – los que habían participado en la defensa de la capital vizcaína – frente al enemigo común, el carlismo.
Consecuencia de esa resistencia frente al carlismo y del espíritu liberal que imperó entre los sitiados fue la creación de la
Sociedad “El Sitio”, la más importante sociedad de libre adhesión de la capital vizcaína entre 1875 y 1937. Aunque no se
trató de una organización específicamente republicana, sino liberal en el sentido más amplio de la palabra, fue un lugar
frecuentado asiduamente por la élite política republicana, la cual, acabó por dominar la sociedad.
La sociedad “El Sitio” fue fundada oficialmente el 1 de octubre de 1875 bajo el recuerdo de los cercos a los que fue
sometida la capital vizcaína en 183613 y 187414, y que le valió a la Villa el título de Invicta. Su origen proviene de las
reuniones que un grupo de voluntarios auxiliares empezaron a realizar ya durante el sitio que sufrió Bilbao entre 1873
y 1874. Al parecer, uno de ellos, el republicano Aureliano Jaufret Olalde15, bautizó a aquella tertulia entre colegas con el
nombre de “El Sitio”16.
El objeto de la sociedad fue desde un principio la evocación anual del levantamiento de los sitios del 25 de diciembre de
1836 y del 2 de mayo de 1874, además del fomento del recreo e instrucción de sus socios:
“La sociedad El Sitio es un centro liberal creado para conmemorar los hechos gloriosos que han
valido a la Villa de Bilbao su título de Invicta, y un círculo de instrucción y de recreo. Para responder
a los fines de su fundación celebrará solemnemente los aniversarios del 25 de diciembre de 1836
y 2 de mayo de 1874, asociándose además a cualquier acto público que con el mismo objeto se
celebre en Bilbao; organizará en sus salones conferencias instructivas y fiestas artísticas, tendrá una
biblioteca para uso de sus socios, y llenará por último los servicios propios en centros de esta índole,
autorizándose en sus locales toda clase de juegos, excepto los de azar y envite.”17
10 Sobre la presencia femenina en el republicanismo bilbaíno consultar PENCHE, J.: “Mujer y republicanismo en Bilbao”. Trocadero, 21-22 (20092010), pp. 151-164.
11 Cuando iban a dar comienzo los actos en el casino republicano, y ante el gran despliegue de fuerzas de seguridad concentradas en los alrededores
del local, los republicanos decidieron suspender el acto. El Liberal, 13-02-1931.
12 Celebraciones similares al 2 de mayo bilbaíno, conmemorando el triunfo de la libertad, se produjeron en otros lugares de la geograf ía española.
Ejemplo de ello era el aniversario del 7, 8 y 9 de julio de 1837 en Castellón, o el recuerdo del 3 de julio y 4 de agosto de 1874 en Teruel. Consultar:
ARCHILÉS i CARDONA, F.: “Una nacionalización no tan débil: patriotismo local y republicanismo en Castellón (1891-1910)”, en Ayer, 48 (2002),
pp. 283-312 y VILLANUEVA HERRERO, J. R.: El republicanismo turolense durante el siglo XIX (1840-1898), Zaragoza, Mira editores, 1993, p.
290. Sobre el sitio de Bilbao consultar RUIZ DE AZUA, E.: El sitio de Bilbao en 1874. Estudio del comportamiento de una sociedad en guerra,
Bilbao, Ed. La gran enciclopedia Vasca, 1976; TORO MÉRIDA, J.: El gobierno del general Serrano y el Sitio de Bilbao, Bilbao, Sociedad El Sitio,
2000; AZAOLA, J. M.: Sitio y bombardeo de Bilbao (1873-1874), Bilbao, El Sitio, 1981.
13 Sobre el primer sitio de Bilbao BACON, J. F.: Historia de la revolución de las provincias vascongadas y Navarra. Desde 1833 al 1837, con una
reseña política y religiosa de España, San Sebastián, Txertoa, 1973.
14 Sobre el segundo sitio de Bilbao consultar RUIZ DE AZUA, E.: El sitio de Bilbao en 1874. Estudio del comportamiento de una sociedad en guerra,
Bilbao, Ed. La gran enciclopedia Vasca, 1976; TORO MÉRIDA, J.: El gobierno del general Serrano y el Sitio de Bilbao, Bilbao, Sociedad El Sitio,
2000; AZAOLA, J. M.: Sitio y bombardeo de Bilbao (1873-1874), Bilbao, El Sitio, 1981.
15 Aureliano Jaufret (1839-1888) fue un destacado dirigente republicano bilbaíno en el Sexenio Democrático y la primera parte de la Restauración.
Fue elegido concejal del Ayuntamiento de Bilbao en 1883.
16 TALASAC HERNANDEZ, R. y AZCONA PASTOR, J. M.: La tribuna de El Sitio: 125 años de expresión libre en Bilbao (1875-2000), Sociedad El
Sitio, 2001.
17 Primer artículo del reglamento de la Sociedad “El Sitio” de 1896. Fuente: Reglamento de la Sociedad El Sitio establecida en Bilbao, Bilbao, Imprenta
y encuadernación Viuda de E. Calle, 1896.
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“El Sitio” tuvo incontestables vínculos con el republicanismo. En primer lugar, la práctica totalidad de la élite republicana
bilbaína pertenecía a la sociedad, siendo muchos de ellos presidentes de la misma. En segundo lugar, “El Sitio” hizo las
veces de centro de sociabilidad republicano cuando la legislación en materia de derechos de reunión y asociación de
comienzos de la Restauración prohibía la constitución de centros políticos republicanos; se constituyó en un centro de
sociabilidad oficioso para los republicanos, en el cual podían discutir ideas y participar en las actividades relacionadas
con la instrucción y el ocio organizadas por dicha sociedad. Por último, hay que señalar que a partir del cambio de siglo
el republicanismo fue poco a poco, y progresivamente, dominando la sociedad, de la misma forma que el liberalismo
monárquico iba perdiendo peso político en Bilbao en favor de los republicanos. Ese proceso es coincidente con el
cambio de coyuntura política en Bilbao a principios del siglo XX, cuando se pasa de la división entre liberales y carlistas
a la oposición entre izquierdas y derechas. El culmen de este proceso llegaría en los momentos previos a la II República,
cuando se presentaron por primera vez dos candidaturas a dirigir la Comisión Directiva de la sociedad enfrentadas
entre sí, una representando el quietismo liberal frente a la Dictadura de Primo de Rivera, y otra encabezada por los
republicanos y socialistas, que a la postre resultaría vencedora. Una vez proclamada la II República el dominio de las
izquierdas sobre “El Sitio” se hizo más fuerte, como lo evidencia la carta de agradecimiento por los servicios prestados
a la causa republicana enviada y firmada por el Gobierno Provisional republicano en pleno18, la inclusión del 14 de abril
en el calendario de celebraciones de la sociedad al mismo nivel que el 25 de diciembre y el 2 de mayo, o el hecho de que
poco a poco los socios más conservadores se fueran dando de baja de la sociedad ante el apoyo de “El Sitio” a la política
izquierdista llevada a cabo por los gabinetes Azaña19.
Debemos remarcar aquí la importancia que tuvo para los liberales bilbaínos, en el más amplio sentido del término,
el recuerdo del sitio y del papel que tuvieron en él los voluntarios enrolados tanto en el Batallón de Voluntarios de la
República como en el Batallón de Auxiliares. Las repercusiones para la mentalidad bilbaína de la época fueron por
una parte la existencia de un “liberalismo universal” que hermanaba de un lado a los vencedores de la guerra frente a
los carlistas, que se vieron excluidos de la vida pública, y por otra, la manifestación de un “anticlericalismo acentuado”
como consecuencia de identificar al carlismo con la iglesia20.
El 2 de mayo fue una celebración a la que los republicanos siempre asistieron e integraron de forma inmediata en su
calendario de conmemoraciones. Desde la misma formación de los comités republicanos en la Restauración encontramos
representación republicana en las celebraciones de Mallona. El programa de actos republicanos desarrollados ese día no
varió sustancialmente desde la década de los 80 del siglo XIX hasta la II República. En primer lugar, semanas antes se
anunciaba en los periódicos locales la apertura de una suscripción para sufragar la corona de flores que los republicanos
iban a dedicar a los héroes de la libertad. Al principio la corona era única, mas cuando se formaron tanto los casinos
republicanos como las organizaciones de carácter juvenil o femenina lo habitual fue que cada una de estas sociedades
abriese sus propias suscripción para llevar su propia corona al margen de la del partido.
Días antes del 2 de mayo se daba a conocer en los diarios el programa que los republicanos habían preparado para
conmemorar la fiesta de la libertad. Lo habitual era que se desarrollara el mismo día 2, pero a partir de la segunda
década del siglo XX fue corriente que los actos dieran comienzo la tarde del día 1, con la celebración de conferencias.
Ese mismo día 1 de mayo también era empleado para recibir a invitados ilustres que se solían sumar al homenaje que
tributaban los republicanos bilbaínos al día siguiente. Ese fue el caso de Melquiades Álvarez, Pérez Galdós, Menéndez
Pallarés, Guerra del Río o Buylla. De la misma forma también era el día elegido para recibir a correligionarios de otras
provincias, que venían a dar fuerza a la representación republicana, a la vez que servía para hacer relaciones.
El día 2, los republicanos se daban cita en el casino o en la sede de sus respectivos grupos juveniles o femeninos para
unirse desde allí a la procesión cívica que ascendía por las escaleras que desde el Casco Viejo llegan hasta el cementerio
de Mallona, donde se encontraba el panteón dedicado a los héroes de la libertad. A la cabeza del grupo, a modo
de identificación, los republicanos llevaban la bandera de su partido. El grupo municipal republicano, por su parte,
participaba en la procesión institucional que partía desde las escalinatas del Ayuntamiento.
En el cementerio de Mallona, delante del monumento dedicado a los defensores de Bilbao, tras dejar depositadas las
18 Dicha carta, recuperada hoy en día por “El Sitio” y que se encuentra depositada en los locales de la sociedad, dice lo siguiente: “A la Sociedad El
Sitio, de Bilbao, los que desean no verla en nuevo trance por la libertad, y los que de llegar este f ían en la gloriosa decisión. Madrid 17 de octubre
de 1931”. Firman, seguidamente, todos los miembros del Gobierno de la República encabezados por Niceto Alcalá-Zamora.
19 PENCHE, J.: “República y republicanos en Bilbao”, en Sociedad El Sitio. Conferencias año 2011, Bilbao, Sociedad El Sitio, 2012, pp. 39-52.
20 RUIZ DE AZUA, E.: El sitio de Bilbao en 1874…., op. cit., pp. 213-215.
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coronas de flores, los líderes de cada facción liberal de la capital vizcaína, encabezados por el presidente de turno de la
sociedad “El Sitio” – muchas veces republicano – y un representante del Batallón de Auxiliares, realizaban discursos en
recuerdo de los que dejaron su vida en defensa de la libertad en Bilbao. Por los republicanos tomaba la palabra el líder
de la minoría municipal o un representante destacado del partido, que se extendían en el discurso, mientras que las
intervenciones del presidente de turno del Casino, el representante de las juventudes republicanas y el de la agrupación
femenina21 lo hacían más brevemente.
Tras el acto de Mallona, los republicanos volvían al casino, en donde se celebraban conferencias históricas o veladas de
carácter artístico y/o musical que acababan frecuentemente con un baile para los asociados y sus familias.
3. El 14 de julio
La conmemoración de la toma de la Bastilla, cada 14 de julio, fue una celebración imprescindible dentro del calendario
del republicanismo no sólo bilbaíno, sino español en general.
La toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, representó el fin del Antiguo Régimen, del absolutismo monárquico, y el
inicio de la Revolución Francesa. Para los republicanos españoles el 14 de julio representaba una festividad netamente
antimonárquica; Francia era un país vecino, un espejo en el que mirarse, una nación que derrocó a una dinastía y a una
aristocracia corruptas y llenas de vicios. Era, pues, una festividad para reafirmar la ideología republicana22.
La toma de la Bastilla se celebró por los republicanos bilbaínos a partir de 1901, de forma anual según las noticias de
la prensa, aunque es probable que se viniera conmemorando desde años antes. Se dejó de celebrar desde el golpe de
Estado de Primo de Rivera, en 1923, y no se retomó en la II República, suponemos que por razones obvias.
Lo habitual en esta conmemoración republicana era que el Casino izara las banderas francesa y española, la tricolor.
Esta bandera, en ocasiones, había sido confeccionada por el elemento femenino republicano, esposas de militantes
sobre todo, y se estrenaba ese día, coincidiendo con la festividad.
A la celebración era usual invitar a los representantes del Consulado francés en Bilbao y a la colonia francesa que residía
en la capital vizcaína y alrededores, a los que se les obsequiaba con un té de honor, se proferían discursos relatando lo
sucedido el 14 de julio de 1789 y se acababa entonando la Marsellesa.
Seguidamente, se realizaba bien una velada carácter literario musical, bien una conferencia de carácter políticohistórico, bien un baile, o bien una combinación de actividades.
4. El 29 de julio
La ley del 29 de julio de 1837, por la que Juan Álvarez Mendizabal ampliaba la desamortización a los bienes del clero
secular, fue otra de las conmemoraciones del republicanismo. Por recapitular someramente, la principal novedad de
este texto legal consistió en vincular la conversión en “bienes nacionales” de los bienes del clero secular a la extinción
de la contribución eclesiástica más rentable: el diezmo. Al suprimir la más sustanciosa de las rentas eclesiásticas al
mismo tiempo que se declaraban bienes nacionales sujetos a inmediata enajenación casi todos los del clero secular –
los del regular ya habían sido sometidos al mismo régimen desamortizador –, la iglesia quedó privada de su soporte
económico, del patrimonio constituido por bienes y rentas. Las bases de su poder quedaron arruinadas: supresión de
la Inquisición, extinción de la renta principal constituida sobre bienes ajenos, desamortización de los bienes del clero
regular y secular y disolución de gran número de Órdenes regulares.
Se trataba, pues, de una fiesta con un claro matiz anticlerical que era celebrada por el republicanismo bilbaíno como
el “jubileo de la libertad”23, tildándose a Juan Álvarez Mendizábal como “gran patricio”24 que había conseguido “la
expulsión de los frailes de España”. Los republicanos, firmes defensores de la separación entre iglesia y estado, de la
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La primera vez que una mujer habló en Mallona fue el 2 de mayo de 1933, que lo hizo la representante de la Unión Republicana Femenina.
MUÑOZ ZAFRA, M.: “El calendario republicano local…”, pp. 190.
Así denominaban los republicanos a esta efeméride. El Liberal, 29-07-1908.
El Liberal, 29-07-1909.
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laicidad de la educación y de los matrimonios y entierros civiles, entre otras cuestiones, veían en la conmemoración de
la ley de Mendizábal una forma de situarse frente a la iglesia y frente a otras fuerzas políticas con vinculación católica,
como los nacionalistas vascos.
Se trató de una conmemoración que se desarrolló durante las dos primeras décadas del siglo XX, entre 1904 y 1919,
según nuestros datos, justo cuanto el conflicto entre la derecha católica y la izquierda laica en Vizcaya llegó a su punto
álgido de expresión. Sin embargo, se trató de una celebración ocasional para el republicanismo bilbaíno, no se organizó
de forma anual, como ocurría con otras conmemoraciones, si bien fue más frecuente durante la primera década del
siglo XX, momento en el que el conflicto entre clericales y anticlericales fue más intenso, fruto del nombramiento de la
Virgen de Begoña como patrona de Vizcaya, la “Ley del Candado” o la Semana Trágica25.
El primera vez que los republicanos bilbaínos festejaron esta fecha fue en 1904, al año siguiente de formar la Unión
Republicana, mientras que la última vez que se realizó fue en 1919, según los datos de la prensa. Durante los primeros
años lo habitual fue que la celebración constase de discursos y conferencias de tipo anticlerical en los casinos
republicanos, como la que pronunció Nicolás Salmerón hijo en 190426. Con posterioridad, las celebraciones dejaron a
un lado los discursos organizándose veladas musicales, esto es, conciertos de una orquesta que frecuentemente eran
seguidos por un baile.
5. El 25 de marzo
El 25 de marzo de 1903, en una asamblea en el Teatro Lírico de Madrid se acordó fundar un nuevo partido que agrupase
a las dispersas fuerzas republicanas. Con la asistencia de 3.840 representantes de todas las provincias españolas se
fundaba la Unión Republicana, el último y más serio intento de los republicanos españoles durante la Restauración
por concentrarse en torno a una única formación política. La dirección política del nuevo partido se puso en manos de
Nicolás Salmerón, el último de los presidentes de la I República que, en aquel momento, estaba con vida. A la Unión
Republicana se adhirieron los fusionistas que lideraba el propio Salmerón, la Federación Revolucionaria de Alejandro
Lerroux y Vicente Blasco Ibáñez, la Unión Nacional del regeneracionista Joaquín Costa, una parte de los federales y
personalidades independientes, quedando fuera únicamente una parte de los federales y una facción de los antiguos
progresistas27.
La Unión Republicana supuso para el republicanismo español un intento de modernización y regeneración que, sin
embargo, no tardó demasiado en verse frustrado por la anodina gestión de Salmerón al frente del partido y por el
surgimiento de dos tendencias contrapuestas dentro del mismo, los radicales y los reformistas, que provenían de
culturas políticas muy diferentes entre sí, que con el tiempo cristalizarían en nuevos partidos políticos.
En Bilbao, la Unión Republicana dotó de nuevos bríos al republicanismo local, aletargado desde 1895 a causa de
la división entre los diferentes partidos republicanos y sus divergentes estrategias electorales. Para los bilbaínos la
constitución de la Unión fue muy importante, puesto que agrupó a la totalidad del republicanismo local y supuso el
paso de una política caracterizada por los comités de notables a la política de masas, una modernización de la forma de
hacer política, en definitiva. Además, la Unión Republicana bilbaína siguió funcionando a pesar de la crisis que sufrió a
nivel nacional y fue un instrumento muy eficaz para mantener unidos a los republicanos locales y entablar una alianza
con los socialistas para hacer frente al enemigo común nacionalista28.
Por tanto, para los republicanos, el 25 de marzo de 1903 era una fecha muy destacada por lo que supuso en cuanto
al espíritu unitario del siempre fragmentario republicanismo español. Para los republicanos bilbaínos, además, la
formación de la Unión inauguró una larga época en la que el grueso del movimiento estuvo agrupado detrás de una
única sigla tras la división del último cuarto del siglo XIX, que empezó en 1903 y siguió en 1913 con la formación del
Partido Republicano Autónomo de Vizcaya29.
25 Sobre el conflicto clerical/anticlerical en Vizcaya consultar LOUZAO, J.: Soldados de la fe o amantes del progreso: catolicismo y modernidad en
Vizcaya (1890-1923), Genueve ediciones, 2011.
26 El Liberal, 30-07-1904.
27 SUÁREZ CORTINA, M.: “La quiebra del republicanismo histórico, 1898-1931”, en TOWNSON, N. (ed.): El republicanismo en España (18301977), Madrid, Alianza Universidad, 1994, p. 145-146.
28 PENCHE, J.: Republicanos en Bilbao (1868-1937), Bilbao, UPV, 2010, pp. 92 y ss.
29 PENCHE, J.: “Respuestas locales a la desunión republicana nacional: el Partido Republicano Autónomo de Vizcaya (1913-1932)”, en CASAS SÁNCHEZ, J.L. y DURÁN ALCALÁ, F. (eds.), V Congreso sobre el republicanismo. El republicanismo ante la crisis de la democracia. Una perspectiva
comparada (1909-1939), Córdoba, Diputación Provincial de Córdoba, 2011, pp. 185-204.
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116
El aniversario de la formación de la Unión Republicana de 1903 se celebró durante las dos primeras décadas del siglo
XX. La primera conmemoración sucedió al año siguiente, en 1904, como no podía ser de otra forma, mientras que la
última mención de la que tenemos constancia por la prensa ocurrió en 1917. Por la información que tenemos, fue una
celebración que se desarrolló de forma discontinua, es decir, que no fue conmemorado de forma regular o anualmente,
si bien su celebración fue habitual durante los años siguientes a 1903, mientras que fue mucho más eventual a partir de
1910.
Al principio, durante los años inmediatamente posteriores a 1903, con la Unión Republicana en pleno auge, consiguiendo
grandes resultados electorales y el republicanismo extendiéndose por toda la provincia, las celebraciones se basaron
en la realización de giras campestres con el objetivo de hacer una demostración de la fuerza que estaba cobrando el
republicanismo en Vizcaya. En esas giras campestres se combinaba la formación de una excursión al monte con el
desarrollo de actividades lúdicas y deportivas.
Una vez que el primer impacto de la Unión había pasado, la conmemoración del aniversario de la Unión Republicana
pasó del espacio público al privado, mediante la organización de veladas artístico-literarias.
6. Veladas necrológicas del 28 de febrero y 28 de abril
En el calendario republicano, aparte de conmemorarse fechas que evocaban momentos históricos míticos, también
se recordaba a aquellas figuras que habían sido importantes para el desarrollo de la cultura política republicana. A
medida que pasaron los años fueron incorporándose al almanaque republicano el recuerdo a los líderes republicanos,
aquellos patricios que encabezaron el movimiento político y que dejaron tras de sí una labor encomiable. Algunos
de estos dirigentes o caciques del republicanismo histórico, después de su muerte, eran recordados con veneración,
eran tildados como apóstoles de las ideas republicanas y la fecha de su fallecimiento integrada, como decimos, en el
calendario republicano.
Este fue el caso en Bilbao tanto de Cosme Echevarrieta30 como de Gaspar Leguina, fallecidos el 28 de febrero 1903
y el 28 de abril de 1904 respectivamente, cuyo recuerdo pervivió en el imaginario del republicanismo local durante
las siguientes décadas. Echevarrieta fue el gran patriarca del republicanismo bilbaíno del último tercio del siglo XIX.
Él formó parte del primer comité demócrata en Bilbao en 1865 y dejó en las páginas de El Eco Bilbaíno escrita la
doctrina que, sobre el tema foral, sostuvieron los republicanos bilbaínos prácticamente hasta la II República. Dirigió
al republicanismo vizcaíno durante el Sexenio Democrático, fue concejal en el Ayuntamiento de Bilbao, Diputado a
Cortes en 1873 y fue comandante del cuerpo de “voluntarios de la República” que defendió Bilbao del ataque carlista,
pasando luego al cuerpo de auxiliares. Ya en la Restauración, el grueso del republicanismo bilbaíno le siguió en su
tránsito del republicanismo fuerista al centralismo salmeroniano.
Leguina, por su parte, destacó por su papel como periodista y como activo concejal del Ayuntamiento bilbaíno, donde
destacó por su firme republicanismo y feroz anticlericalismo, si bien su episodio más recordado fue le pelea que
sostuvo con Facundo Perezagua en el propio salón de plenos. Coincidió con Echevarrieta en la fundación de la Unión
Democrática de 1879 para unir al republicanismo bilbaíno tras la restauración monárquica, si bien el estaba adscrito
al republicanismo progresista, seguidor de las tesis Ruiz Zorrilla. A su muerte, en 1904, ostentaba la presidencia del
Casino Republicano de Bilbao y de la Unión Republicana de Vizcaya.
El recuerdo de los dos grandes líderes republicanos del siglo XIX tenía un matiz totalmente diferente al de otras
festividades republicanas, puesto que no entrañaban actividades de tipo lúdico sino que se trataba de veladas de tipo
necrológico, en las que predominaba el recuerdo al finado, el homenaje a su memoria y la reivindicación de su obra
política.
Fueron estas unas fechas, el 28 de febrero y el 28 de abril, que el republicanismo bilbaíno conmemoró de forma anual a
partir de 1904, si bien en la época de la II República estas veladas necrológicas pasaron a un segundo plano.
Estas veladas necrológicas solían responder a un mismo esquema. En los días previos se anunciaba en los diarios
la celebración de la velada necrológica, ofreciéndose datos sobre la vida del personaje. En las veladas, normalmente
30 Sobre Cosme Echevarrieta consultar PENCHE, J.: “Cosme Echevarrieta (1842-1903): el patriarca del republicanismo bilbaíno”. Bidebarrieta, 21
(2010), pp.81-91.
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celebradas en los casinos, antiguos correligionarios del homenajeado daban discursos recordándole, evocando cómo se
conocieron, su trayectoria personal y las querellas políticas.
Tras esas evocaciones, el conjunto de los republicanos iban en procesión cívica desde el Casino Republicano, sito en la
calle Nueva, hasta la tumba de homenajeado en el cementerio de Mallona, subiendo por las Calzadas de Mallona, donde
colocaban una corona de flores en su memoria. Allí se pronunciaban discursos políticos, se exhorta a los compañeros a
trabajar por el republicanismo como el homenajeado hizo y se le califica como líder de una época. Era habitual que se
aprovechara la visita al cementerio para realizar ofrendas florales a otros correligionarios finados.
Hecho destacable en estos homenajes es que también se produjeron con motivo del traslado de los restos mortales del
personaje de un cementerio a otro. Así sucedió por ejemplo en octubre de 1912, cuando los restos de Gaspar Leguina
fueron trasladados del cementerio de Mallona a un nuevo panteón en el cementerio de Vista Alegre de Derio. Los
republicanos hicieron un llamamiento extraordinario para acompañar a la comitiva fúnebre31.
Otro hito en esta clase de conmemoraciones ocurrió diez días después de la proclamación de la II República en 1931,
cuando los organismos directivos republicanos se trasladaron a Vista Alegre para hacer un homenaje a todos los
correligionarios fallecidos, Echevarrieta y Leguina entre ellos32.
7. Balance final
En definitiva, todas estas fechas que conmemoraron los republicanos bilbaínos constituyeron un calendario de
celebraciones propio, ajeno a las fiestas oficiales y de carácter religioso, que vinieron a construir un cuerpo simbólico
nuevo y diferenciado tanto de la cultura oficial de la Restauración como de otras culturas políticas, como carlistas,
nacionalistas, socialistas, etc.
El objetivo era mantener enhiesta la bandera republicana en la ciudad y hacerse visibles, para así reafirmar la ideología
propia entre la militancia y atraer a nuevos simpatizantes hacia el partido.
Como hemos visto a lo largo del texto, hubo fiestas que fueron comunes en el calendario republicano español, como la
del aniversario de la I República, de la Toma de la Bastilla, de la Ley de Desamortización de Mendizabal de 1837 o de la
Unión Republicana de 1903, a las que se sumaron otras fechas propias de la cultura local, como las conmemoraciones
del levantamiento del sitio carlista el 2 de mayo de 1874 y el recuerdo a los líderes carismáticos locales a través de las
veladas necrológicas.
31 El Liberal, 12-10-1912.
32 El Liberal, 24-04-1931.
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Fiestas nacionalistas en Bilbao a principios del
siglo XX: La puesta en escena de la nacion
vasca.
Dr. Nicolás Ruiz Descamps
Resumen
Se ha utilizado como modelo de estudio a la Juventud Vasca de Bilbao, la organización juvenil del Partido Nacionalista
Vasco, ya que fue la que más hizo para la propaganda y el desarrollo del nacionalismo vasco en la Villa, así como en
el resto de Bizkaia a principios del siglo XX. Juventud Vasca basó todas sus actuaciones en la consecución de lo que
se llamó “la regeneración del pueblo vasco”, y, en este aspecto, las fiestas jugaron un papel relevante, como se va a
comprobar a continuación.
Palabras clave: nacionalistas vascos, Juventud vasca, Bilbao, fiestas.
Laburpena
Jai abertzaleak Bilbon XX. mendeko lehen urteetan: Euskal nazioa Eszenatokira
Ikerketa honetarako Eusko Alderdi Jeltzalearen Euzko-Gastedi, Bilbokoa, hartu da aztergaiaren eredutzat, berori izan
baitzen Hiribilduan ez ezik Bizkaiko gainerako lekuetan ere euskal abertzaletasunaren aldeko propagandan eta haren
garakuntzan gehien egin zuena. Euzko-Gasteriak bideratu zituen ekimenen euskarri nagusia “Euzkadi’ren berpizkundea”
leloan zetzan eta, alde horreri begira jaiek jokoaren alde garrantzitsua bete zuten, hurrengo lerroetan ikusiko denarekin
bat.
Giltza hitzak: euskal abetzaletasuna, Euzko-Gastedia, Bilbo, jaiak.
Abstract
Nationalist festivals in Bilbao at the start of the XXcentury: Staging the basque nation
The Bilbao section of Basque Youth, the youth organization of the Basque Nationalist Party, was taken as the model for
this study as it was the organization that did most to propagandize and develop Basque nationalism in the township, as
well as in the rest of Biscay at the start of the XX century. Basque Youth based all its activities on achieving what was
called “the regeneration of the Basque people” and, in this aspect, festivals played a relevant role, as we shall see.
Key words: Basque nationalists, Basque Youth, Bilbao, festivals.
Hartua-recibido: 7-XII-2013- Onartua-aceptado: 15-V-2014
BIDEBARRIETA 25 / 2014
La creación de un calendario nacionalista
Muchos autores han subrayado la importancia de las fiestas y de la elaboración de un calendario propio para la
construcción de la identidad nacional1. Resumiendo, se puede decir que permiten afirmar la identidad y establecer
una frontera con otras comunidades. Por medio de las fiestas, la comunidad imaginada en el discurso toma vida y los
miembros que la componen tienen la oportunidad de celebrar libremente su identidad. En el caso que nos interesa
aquí, el calendario creado por el PNV a principios del siglo XX recuperaba fechas que coincidían con el propio lema del
partido: “Jaungoikua eta Lagizarra” (JEL).
Por una parte, se encontraban fiestas relacionadas con el primer término del lema, es decir fiestas de carácter religioso.
En su reglamento, Juventud Vasca de Bilbao incorporó tres fechas con estas características: el día de san Ignacio de
Loyola (31 de julio); el día de Nuestra Señora de Begoña (15 de agosto); y el día de la Inmaculada Concepción (8 de
diciembre). El 31 de julio fue el día elegido por Juventud Vasca de Bilbao para celebrar su fiesta más importante; un
festival anual durante el cual demostraba a todos su fuerza y su labor a favor de la cultura vasca. La inclusión de esta
fecha en el calendario oficial de la Juventud Vasca de Bilbao resultaba lógica a la vista de la importancia que tuvo san
Ignacio de Loyola para Sabino Arana y para el movimiento nacionalista2, que fue plasmada por el propio fundador del
PNV en la versión del himno dedicado al santo, en el que aparecía como el protector de la patria vasca y el jefe de su
ejército liberador3. Otra fecha importante para Juventud de Bilbao era el 8 de diciembre, día en el que rendía homenaje
a su patrona con una gran misa, que reunía a todas las autoridades del partido. Aparte de estas fechas señaladas, cabe
añadir que se celebraban asimismo actos festivos el día de Reyes y durante los Carnavales.
En relación con la segunda parte del lema, Juventud Vasca dispuso en su calendario varias fechas. De las “cuatros
glorias patrias”, es decir de las cuatro batallas recordadas por Sabino Arana en su libro Bizcaya por su independencia, se
conmemoraban las de Munguía (27 de abril) y de Arrigorriaga (el día de san Andrés, 30 de noviembre)4. El 25 de octubre
se conmemoraba también otro acontecimiento señalado por Sabino Arana, concretamente como aniversario de la ley
que fue votada aquel día del año 1839. Si las “cuatro glorias patrias” debían servir para que los vascos se acordasen de
la lucha de sus antepasados por mantener su independencia, el 25 de octubre tenía como objetivo recordar a los vascos
el día que habían perdido esta independencia5. A esta lista de efemérides se añadió lógicamente el 25 de noviembre,
día del fallecimiento de Sabino Arana, el que todos los nacionalistas recordaban como su “Maestro”. A estas fechas con
fuerte carga simbólica se añadieron otras, más propias para recordar la historia de la organización juvenil, como el 14 de
febrero, día de su inauguración oficial en 1904, o el 19 de marzo, día de su reapertura en 1907 tras su cierre por decisión
judicial. Por otra parte, Juventud Vasca de Bilbao decidió organizar todos los años actos para la noche de San Juan desde
1907 y, a partir de 1912, se añadió al calendario la celebración de los coros de Santa Águeda, la noche del 4 de febrero.
Cabe también señalar que Juventud Nacionalista de Bilbao, que actuó como organización juvenil de la Comunión
Nacionalista Vasca tras la escisión de 1921 con los aberrianos, añadió al calendario la conmemoración del juramento de
que hizo Sabino Arana en el caserío de Larrazabal el 3 de junio de 1893, que ya celebraba la Juventud Vasca de Begoña
con carácter anual. Además, Juventud Nacionalista completó el calendario con dos fechas importantes: el 24 de mayo,
como efeméride de las ejecuciones del año 1634 tras la llamada “rebelión de la sal”, y el domingo de Pascua de 1923,
con un gran acto “pro integridad vasca”. Estos dos acontecimientos adquieren mayor relevancia a la vista de lo sucedido
posteriormente, ya que, por una parte, la conmemoración de la “rebelión de la sal” se convirtió en una celebración
importante para la Juventud Vasca de Bilbao durante la segunda República y que, por otra parte, a partir de 1932 el
domingo de Resurrección de Pascua fue el día elegido para celebrar el Aberri Eguna, el día de la Patria vasca, por lo que
el acto de la Juventud Nacionalista de 1923 podría considerarse como un antecedente.
A estas conmemoraciones que jalonaban el calendario se añadieron otros actos festivos. Se trataba de eventos
ocasionales, como las llamadas “excursiones nacionalistas”, cuando la Juventud Vasca de Bilbao salía de la Villa para
organizar o participar en actos en distintas localidades de Bizkaia. Sin embargo, porque se celebraron con mucha
frecuencia muchos los fines de semana, y porque, como se verá más en adelante, tuvieron siempre la misma
1 En el caso del nacionalismo vasco, véanse, José Ignacio Homobono Martínez, “Fiesta, ritual y símbolo: epifanías de las identidades”, en Roldán
Jimeno Aranguren y José Ignacio Homobono (eds. lits.), “Fiestas, rituales e identidades”, en Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnograf ía, nº26,
vol. 1, 2004, pp.33-76; y Jesús Casquette, “El calendario conmemorativo del nacionalismo vasco radical”, en Cuadernos Bakeaz, 99, pp. 1-16.
2 José María Tapiz, “San Ignacio de Loyola”, en Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco, S. de Pablo, J. L. de la Granja, L. Mees y J.
Casquette (coord.), Tecnos, 2012, pp. 696-706
3 “Oñaz –Loyola Iñaki Deuna”, Baserritarra, 31 de julio de 1897, con traducción al español en Euzkadi, 10 de marzo de 1914.
4 Para más detalles sobre estas dos fechas, véase José Luis de la Granja, “Batallas de Arrigorriaga y Munguía”, en el Diccionario ilustrado de símbolos
del nacionalismo vasco, op. cit.,pp. 187-202.
5 Véase Coro Rubio Pobes, “25 de octubre de 1839”, en el Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco, op. cit., pp. 786-800.
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programación, su importancia fue grande en la propaganda del nacionalismo vasco y en la creación de la identidad
nacional. Algunas de estas excursiones, por el lugar donde se celebraron y por la importante masa de militantes y de
autoridades que participaron, consiguieron un lugar particular en el imaginario nacionalista. Fue sobre todo el caso de
las dos excursiones organizadas por la organización juvenil bilbaína en 1907 y en 1922 en la localidad de Sukarrieta, en
cuyo cementerio reposan los restos mortales de Sabino Arana.
Calendario nacionalista e imaginario político
Es interesante poder comprobar cómo las fechas elegidas para formar el calendario nacionalista coincidían con los
grandes temas del imaginario político. Se encontraban efemérides relacionadas con la Edad de Oro del pueblo vasco,
como las batallas de Arrigorriaga y de Munguía, recuerdos de una época en que los vascos estaban dispuestos a sacrificar
sus vidas por su libertad. Con sus misas de homenaje a los vascos caídos y sus conferencias y poemas, Juventud Vasca
tomaba el relevo de la labor empezada por Sabino Arana para despertar al pueblo vasco y para hacerle conocer su
pasado. En relación con la batalla de Arrigorriaga, cabe recalcar que Juventud Vasca de Bilbao lanzó en 1922 una gran
campaña para que el 30 de noviembre, día de la festividad de San Andrés, fuera declarado día de la fiesta nacional vasca.
La elección de esta fecha se sostenía sobre la argumentación siguiente:
“Otras naciones, con menos motivos, celebran brillantemente fiestas conmemorativas de hechos
históricos en que sus hijos tomaron parte. También Euzkadi es una nación que, cual ninguna, se
vio obligada a derramar la sangre de sus hijos en defensa de su suelo, contra las acometidas de
ambiciosos invasores. El día de San Andrés se grabó en Padura, por vez primera y con caracteres
sangrientos, el sello de nuestra independencia nacional, hasta el extremo que entonces lleva el
nombre de Arrigorriaga, que quiere decir “el lugar de la piedra roja o ensangrentada”. Ninguna
fecha, pues, mejor que esa para ser celebrada como fiesta nacional de los vascos. Así lo entendió el
Maestro cuando la simbolizó en la bandera nacional, con la cruz aspada de San Andrés”6.
El PNV aberriano apoyó esta petición y la organización juvenil nacionalista publicó una moción pidiendo a la Diputación
y a todos los Ayuntamientos que declarasen fiesta nacional el 30 de noviembre con sus respectivos actos oficiales y
que, además, las Instituciones públicas financiasen la construcción de un monumento conmemorativo en el lugar de
la batalla, así como que el libro de Sabino Arana Bizkaya por su independencia fuese editado a gran escala para ser
estudiado en las escuelas de barriada, que dependían de la Diputación7. No sólo el 30 de noviembre debía ser fiesta
nacional, sino que Arrigorriaga debía acceder al rango de lugar de memoria colectiva del pueblo vasco y el libro de
Arana al de manual de historia.
La Edad de Oro era también recordada cuanto los jóvenes militantes salían a la calle la noche del 4 de febrero con sus
makilas para formar los coros de Santa Águeda, o cuando se reunían para cantar y bailar alrededor de una hoguera
la noche de San Juan. Se trataba de tradiciones rurales cuyo origen remontaba a esta “no historia” característica de la
Edad de Oro, cuando los vascos vivían puros y libres. Y estas tradiciones, legado directo de los antepasados, estaban a
punto de desaparecer, sobre todo en las ciudades vascas como Bilbao. Por estas razones Juventud Vasca había asumido
su salvación, pero introduciendo en ellas nuevos elementos. Así, se cambió la letra de los cantos para otorgarles un
contenido más acorde con la ideología nacionalista. Y, en el caso de Santa Águeda, se destinó los beneficios conseguidos
a través de los donativos de la gente a la financiación del partido.
Asimismo, los actos para la noche de San Juan podían interpretarse como una referencia directa a otro pilar del
discurso imaginario; el de la Conspiración, en la medida que las fiestas eran consideradas como una de las herramientas
utilizadas para españolizar a los vascos, para corromperlos. Existía la necesidad de dar la oportunidad a los jóvenes
vascos de tener una alternativa a las fiestas que se celebraban, por ejemplo la de Sondika durante la noche de San Juan,
que simbolizaban este complot que estaba matando al pueblo vasco. Y he aquí una constante en el discurso nacionalista
de la época: existía un “nosotros” y un “ellos”. Cada uno tenía su manera de actuar y, en este caso, de divertirse. Más
aún: no se podía pertenecer al grupo de “nosotros” si se participaba a las fiestas de “ellos”. Resumiendo las referencias a
las características de las fiestas auténticamente vascas –es decir: organizadas por entidades nacionalistas–, se trataba,
aparte de entretener, claro está, de: rendir público homenaje público a la cultura y a la gentileza de la raza vasca”8; “rendir
6 “Deun Ander”, Aberri, 21 de octubre de 1922
7 Aberri, 30 de noviembre de 1922
8 “Azules y rojos”, Patria, 26 de junio de 1904.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
culto a una tradición”9; rendir “culto a Jaun-Goikua y a propagar el amor a Lagi-Zarra”10. Eran fiesta caracterizadas por
la “fraternidad”, la “alegría sana”, “el honrado esparcimiento”, “la franqueza” y el “compañerismo”11; eran “divertidas”,
“vistosas” y “atrayentes”12; “donde decorosa y honestamente los jóvenes de ambos sexos pudieran expansionar su natural
alegría”13. En cambio, las fiestas no nacionalistas se caracterizaban por: el “libertinaje” y el “desenfreno”14; las “costumbres
depravadas”, “los malos instintos” y “la carencia absoluta de educación”15; “la chulería”, el “descaro”, “la inmoralidad” y el
mal olor16; “la falta de pudor”, y “la falta a la dignidad de católicos y vascos”17. En mucha ocasiones, las fiestas organizadas
por Juventud Vasca de Bilbao se hacían para “contrarrestar” (este verbo apareció en numerosas ocasiones en la prensa
nacionalista en este contexto18) otras fiestas. Así las cosas, existían dos modelos de fiestas bien definidos: uno basado en
la cultura vasca y en la religión (misa, bailes vascos, deportes vascos, cantos vascos) y otro en la cultura española, aunque
en este caso esto se resumía a: una corrida de toros; una “música chacavana y afeminada” y bailes “agarraos indecentes
e indecorosos”19. Las fiestas eran el reflejo de los pueblos que las celebraban, el reflejo de la superioridad del pueblo
vasco sobre el pueblo español, pero también el reflejo del peligro que tenía la presencia de los españoles en el suelo
vasco, por ejemplo cuando se hablaba de “la enorme diferencia de nivel moral que existe entre el vasco y el ultraibérico,
así como el relajamiento de costumbres que en los vascos trae consigo el contacto y roce con los extraños”20. A través
de las fiestas, los vascos dejaban de serlos para convertirse en españoles. Era urgente actuar contra esta metamorfosis.
Sin embargo, en los hechos, no parece que fuera tan fácil. En una carta de Javier de Gortázar a Luis de Arana de 1914,
el presidente de Juventud Vasca explicaba al presidente de su partido que su organización había preparado unas fiestas
para la noche de San Juan, para que los jóvenes nacionalistas no fueran a las fiestas que el mismo día se celebraban en
Sondika21. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, los nacionalistas –jóvenes pero también autoridades del partido–
seguían prefiriendo acudir a Sondika y presenciar una corrida de toros. En consecuencia, y porque no era la primera
vez que esto ocurría, Gortázar pedía que todos ellos fueran amonestados por cooperar “a espectáculos disolventes y
en nuestra Patria francamente latinizantes”. Pero existía algo todavía peor: que españoles bailasen bailes vascos, y para
más inri, acompañados por vascos. Viendo esta escena, el militante nacionalista testigo de la escena se exclamaba:
“nos pareció ver en aquellos bailes y en aquellos vestidos y en aquella mezcla y nocivo codeo de vascos y no vascos, la
imagen desgarrada de nuestra infeliz Euzkadi”22. Los actos celebrados la noche de San Juan no eran la única expresión
de la decadencia del pueblo vasco. Ocurría lo mismo con la Semana Grande de Bilbao, o con el día de San Ignacio. De
nuevo se encontraban “dos razas en competencia de costumbres”23, de nuevo Juventud Vasca organizaba actos paralelos
para que los vascos pudieran juntarse y librarles de los “ultrajes (…) al alma de la Patria”, a la “ola del más repugnante
exotismo”, al “aire infecto de antivasquismo”24. Además de estas fechas en el calendario nacionalista, la conmemoración
de la ley de 25 de octubre de 1839 servía, como se ha aludido anteriormente, para recordar a los vascos, el momento
preciso en el que habían empezado a perder su libertad y que fue el desencadenante de su decadencia.
Tras este periodo de oscuridad aparecía otro, más luminoso, en el que un Salvador tomaba la iniciativa de liberar a
su pueblo. Era Sabino Arana, recordado el día de su muerte con una gran misa en su honor y con una velada literaria
destinada a inmortalizar su legado. Por otra parte, Juventud Vasca de Bilbao organizó en dos ocasiones una gran
excursión a Sukarrieta para honrar a Sabino Arana, con actos multitudinarios cargados de referencias al imaginario
político. En 1907, en un contexto interno dif ícil para el PNV, 25 000 personas se reunieron y se constituyó una gran
comitiva que recorrió las calles hasta el cementerio, formada por la autoridades del partido, representantes de todos
los centros nacionalistas con sus respectivas banderas, seguidos por los militantes. Ya delante de la tumba de Arana, se
procedió a un homenaje con flores, discursos y el himno creado por el propio Arana fue cantado en coro. El impacto
sobre los asistentes fue muy fuerte y dejó huellas en muchos de ellos, como fue el caso de un chico de 14 años, que
decidió aquel día dedicar su vida al nacionalismo25. Se trataba de Elías Gallastegui, futuro presidente de Juventud Vasca
de Bilbao y dirigente del sector más ortodoxo y radical del nacionalismo vasco hasta el final de la IIª República. Años
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Euzkadi, 23 de junio de 1915.
“Resurrección”, Aberri, 12 de mayo de 1906.
Revista Euzkadi, julio de 1907.
Revista Euzkadi, julio de 1908.
Bizkaitarra, 2 de julio de 1910.
Aberri, 14 de marzo de 1908.
Revista Euzkadi, julio de 1907.
Revista Euzkadi, julio 1908.
Bizkaitarra, 2 de julio de 1910.
Véanse, por ejemplo, Aberri, 14 de mayo de 1908; y Bizkaitarra, 22 de junio de 1912.
Revista Euzkadi, julio de 1908.
Revista Euzkadi, julio de 1907.
Fondo Luis Arana, HAG 8 37.
Gipuzkoarra, 6 de julio de 1907.
Aberri, 26 de agosto de 1922.
Euzkadi, 21 de agosto de 1915.
Véase José María Lorenzo Espinosa, Gudari, una pasión útil. Eli Gallastegui (1892-1974), Tafalla, Txallaparta, 1992, p. 26.
121
122
después, en 1922, fue el instigador de la segunda excursión a Sukarrieta, que bien puede considerarse como el apogeo
de la fiesta nacionalista durante esta época. Durante la mañana se celebró una gran misa al aire libre en la cual se
procedió a la bendición de las banderas de dos nuevas organizaciones nacionalistas –la Federación de Mendigoizales
y el Emakume Abertzale Batza–, oficializando de este modo su entrada en la comunidad nacionalista. Una gran
comitiva recorrió las calles del pueblo hasta llegar al cementerio, donde se celebraron varios actos de homenaje. Los
ezpatadantzaris en uniforme hicieron una demostración a la salida del camposanto y se inauguró una placa en la
fachada de la casa de Sabino Arana. Y, tras un banquete, se celebró una gran romería vasca con música y bailes. Fue una
jornada para “renovar al Maestro, frente a su tumba, la promesa de fidelidad a su doctrina”26. Para recordar los actos, y
como demostración de su importancia, se publicó un número extraordinario del Aberri con numerosas fotograf ías y
textos hagiográficos. Se puede decir que Sukarrieta accedía al rango de lugar de memoria para los nacionalistas vascos.
Otras fiestas relacionadas con el Salvador eran las conmemoraciones propias a la historia de Juventud Vasca, como el día
de su inauguración o el día de su reapertura. En estos casos, era importante recordar la importancia de la organización
en el seno de la comunidad nacionalista: “la vanguardia de los vascos perfectos, y sus miembros los soldados de primera
línea, los mártires de mañana”27. Evidentemente, el gran festival que se organizaba para la San Ignacio tenía como
objetivo conmemorar a otro Salvador del pueblo vasco, como se ha dicho anteriormente. A esta lista se añadieron actos
para recordar a la “rebelión de la sal” y a los vizcaínos ejecutados, convertidos en “patriotas vizcaínos” muertos “por
defender los derechos de la Bizkaya contra las ingerencias del poder extraño””28.
La última gran referencia al imaginario político presente en las fiestas se encontraba en la Unidad. Se podía tratar de
algunas fiestas a las que no se ha aludido aquí porque no fueron muy numerosas, pero que tenían que ver con este tema
del imaginario: las fiestas organizadas para simbolizar la solidaridad y la fraternidad con otras nacionalidades. Durante
la Primera Guerra Mundial, Juventud Vasca de Bilbao organizó varios actos (conferencias seguidas de música vasca y de
bailes vascos) para recaudar fondos para las victimas de la guerra en Lituania o en solidaridad con los vascos que luchaban
en Francia29. Asimismo, aparte de otras muestras de solidaridad con el pueblo belga, el día de la conmemoración de
la batalla de Munguía en 1915, se organizó la despedida de un ciudadano belga que había simpatizado con los socios
y tenía que volver a su país para luchar30. En lo que se refiere al caso del nacionalismo irlandés, que influenció mucho
al sector aberriano y a Juventud Vasca de Bilbao, cabe recordar los actos organizados por la entidad juvenil en 1922
con motivo de la estancia de Ambrose V. Martin O’Daly, durante los cuales se formalizó la idea de crear una sección
femenina en el seno del partido31. Aparte de numerosas conferencias en distintos centros nacionalistas de Bizkaia, se
programaron dos veladas en “honor a los héroes de Irlanda”, una de ellas siendo prohibida por las autoridades32. Por otra
parte, Juventud Vasca de Bilbao se hizo cargo de parte de la organización de la estancia del catalán Francisco Cambó en
Bilbao en enero de 1917, entre otras cosas con un banquete y una velada con música y bailes vascos33.
En lo que se refiere a la Unidad del pueblo vasco en sí, las fiestas organizadas por los nacionalistas debían ser un lugar de
encuentro donde los vascos podían entretenerse de manera respetuosa con unos valores preestablecidos en el discurso.
Los dirigentes de Juventud Vasca de Bilbao tenían claro que la consecución de la libertad del pueblo vasco pasaba
obligatoriamente antes por su regeneración, por la recuperación de su idiosincrasia, por una “restauración nacional”34.
El pueblo vasco tenía sus fiestas, el pueblo español las suyas. No eran compatibles, ya que estos dos pueblos tampoco lo
eran. Este razonamiento era una constante en el discurso. Con sus propios actos, los vascos recuperaban la unidad y el
equilibrio que se habían perdido, actuando tanto sobre la moral individual como sobre la conciencia colectiva35. Con la
repetición de los actos y la creación de un ritual, como lo veremos a continuación en el análisis de la programación, se
imponían nuevas costumbres morales, normas de disciplina colectiva, que ayudaban a la unificación del pueblo y a que
el alma de la nación vasca que se describía en el discurso entrara en las almas y en los corazones de la gente.
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“Sukarrieta”, Aberri, 17 de febrero de 1922.
“Sociedad de Juventud Vasca”, Euskalduna, 3 de enero de 1904, y Patria, 25 de octubre de 1903.
Irrintzi (Bilbao), 27 de mayo de 1922.
Véanse, por ejemplo, Euzkadi, 17 de junio de 1916 para los actos para Lituania; y Euzkadi, 14, 15 y 16 de enero de 1918, para el caso de los
vascos en el ejército francés.
Euzkadi, 27 y 28 de abril de 1915.
“La estancia en Bizkaya de un gran patriota irlandés”, Aberri, 19 de mayo de 1922.
Ibíd.
Euzkadi, 25 y 28 de enero de 1917; y Aberri, 27 de enero de 1917.
Véase la carta de J. de Gortazar, op.cit.
Véase Raoul Girardet, Mythes et mythologies politiques, París, Seuil, 1986.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
La programación de los actos
El contenido del programa cambiaba según la naturaleza del acto. En los actos programados en Bilbao para fechas
concretas del calendario elaborado por Juventud Vasca, había siempre una misa cantada por el orfeón y una velada,
que podía ser músico-literaria, con la lectura de textos o poemas relacionados con la fecha recordada, o con una velada
teatral en la que el cuadro dramático de la organización juvenil representaba obras de carácter patriótico. El festival
de San Ignacio representaba un caso distinto. Desde 1904 hasta 1923 se repitió casi sin interrupción el mismo diseño
en la programación: se empezaba por cantar el himno de San Ignacio –versión de Sabino Arana– y después tenía que
haber siempre números relacionados con los bailes vascos (aurresku, ezpatadantza, hilanderas), otros con los deportes
vascos (casi siempre pelota vasca, pero también concursos con palankaris o aizkolaris) y otros con la música vasca
(banda de música, tamborileros, orfeón de adultos o de niños). Podía también haber en la programación un lugar
para los berstolaris, y el festival acababa con una gran romería vasca. Si bien Juventud Vasca se esforzó por centrar su
festival en la cultura y los deportes vascos, se salió del guión en 1913 y 1914. En ambas ocasiones el tradicional partido
de pelota fue substituido, respectivamente, por un partido de rugby contra el Aviron Bayonnais (el primer partido de
rugby jugado oficialmente en Bizkaia) y un partido de fútbol que enfrentó a jugadores de Bilbao contra jugadores de
Las Arenas. El caso de las excursiones nacionalistas organizadas por Juventud Vasca de Bilbao para hacer propaganda
fuera de la ciudad resulta particularmente interesante, ya que muy rápidamente se estableció un ritual, que se repitió
desde la creación de Juventud Vasca en 1904 hasta 1923: desfile de los nacionalistas por las calles del pueblo con sus
banderas e insignias; misa cantada por un orfeón; aurresku a la vieja usanza; demostración de ezpatadantza; mitin con
la presencia de bertsolaris; banquete popular; romería vasca. A estos actos se podía añadir un partido de pelota y/o un
concierto de música vasca.
Al comprobar que la programación de los actos no sufría cambios y que se repetía de manera sistemática, se puede
hablar de la creación de un ritual cuyo contenido poseía mucha carga simbólica y que participó en la construcción de
la identidad nacional. Por una parte, se puede observar la omnipresencia de la música coral en los actos, y no resulta
una casualidad, ya que este tipo de música jugó un papel determinante en la construcción de las identidades nacionales
en Europa. En el siglo XIX, la canción colectiva, con la creación de sociedades corales, la producción de himnos y la
difusión del folklore por medio de las canciones populares, se había convertido en un medio de expresión privilegiado
del sentimiento nacional36, y se operó el mismo proceso en el País Vasco37. Los nacionalistas habían creado en Bilbao el
orfeón Euskeria en 1896, y cuando se fundó Juventud Vasca de Bilbao, su orfeón y sus coros de niños se convirtieron en
la referencia en el seno de la comunidad nacionalista. Era importante demostrar que la imagen del pueblo vasco como
un pueblo que canta era una realidad, pero era también importante crear un repertorio de cantos que fuera adecuado
con el mensaje que se quería difundir. Fue el propio Sabino Arana el que empezó un proceso, que generalizó después
Juventud Vasca de Bilbao, que consistía en crear un repertorio de cantos patrióticos, aprovechándose del renacimiento
musical vasco basado en la recuperación de los cantos populares vascos emprendida por personas como el Padre
Donostia o Resurrección María de Azkue. A Sabino Arana se le debía la autoría de la letra del himno del PNV EuzkoAbenda’ren Ereserkija, escrito en 1902, y de Itxarkundia, que Juventud Vasca de Bilbao adoptó como himno propio, y no
había acto nacionalista ninguno en el que no se cantaba uno de ellos. Además de estos dos cantos, los orfeones y coros
de niños disponían de un amplio catalogo de cantos, que fueron publicados por Juventud Vasca en los cuadernos Euzkel
Abestijak, en 1915, 1916 y 1917. En estos cuadernos se encontraban cantos populares auténticos, a veces solos, pero en
general acompañados por versiones de carácter patriótico, o nuevas creaciones nacionalistas. En estos cantos estaban
presentes muchas referencias del imaginario político, lo que significa que cuando se hacía referencia en los programas
de los actos a “música vasca”, muchas veces se trataba en realidad de música vasca con letra patriótica. Un buen ejemplo
se encuentra en la versión que cantaban los jóvenes militantes la noche del 4 de febrero para los coros de Santa Águeda.
Mezcladas con estrofas de índole tradicional, se podían encontrar otras claramente nacionalistas, como esta que decía:
“Somos los hijos de la Patria/ Euzkadi es nuestra madre/ Al igual que los hijos quieren a su madre/ Nosotros queremos
a la Patria”38. Un proceso similar se produjo en el caso del canto que acompañaba las hogueras de la noche de San Juan,
con referencias en el canto a la patria y a los nacionalistas.
La elección de los deportes respondía también a esta voluntad de “regeneración del pueblo vasco” emprendida por el
PNV mediante las fiestas. Como se ha visto, se daba preferencia a los deportes vascos, sobre todo la pelota y los bailes.
En ambos casos, eran manifestaciones de la cultura vasca descritas como encontrándose en riesgo de desaparición y
36 María Nagore Ferrer, La revolución coral. Estudio sobre la Sociedad Coral de Bilbao y el movimiento coral europeo (1800-1936), Madrid,
Ediciones del ICCMU, 2001.
37 Nicolás Ruiz Descamps, “Música y nacionalismo vasco. La labor musical de Juventud Vasca de Bilbao y el uso de la música como medio de
propaganda política (1904-1923)”, Musiker, 17, 2010, pp. 151-210.
38 Euzkel Abestijak, Euzkeltzale Bazkuna, Bilbao, 1917.
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cuya salvación había asumido el nacionalismo. Y en ambos casos, pelota y bailes, se trataba de deportes creados en
el pasado –en la Edad de Oro– por y para los vascos en exclusividad. La pelota vasca era “un juego perfectísimo”39,
“viril, artístico, higiénico, compendio de fortaleza e inteligencia”40, “el deporte nacional de los vascos”41, que se había
corrompido a causa del dinero. Programándolo casi todos los años como acto central de su gran festival de San Ignacio,
Juventud Vasca pretendía devolverle el sitio que le correspondía. Por otra parte, los bailes vascos eran también una
“bellísima manifestación sportiva (sic) del pueblo vasco, (…) suma de pureza, agilidad y armonía”42. Estas tres referencias
resultaban muy acertadas, ya que los bailes vascos, como los demás deportes vascos, eran demostraciones de pureza,
inventados por una raza caracterizada en el discurso como pura y cuya decadencia era causada por las influencias
extrañas. Eran demostraciones de agilidad, pero de una agilidad solamente propia a los vascos, ya que ningún extranjero
podía ganar a un vasco jugando a la pelota, o que ningún extranjero podía bailar los bailes vascos sin hacer el ridículo. Y
eran demostraciones de armonía, ya que simbolizaban la armonía de la comunidad vasca, “el reflejo del orden privado,
la exaltación y respeto a la mujer y a la castidad del hogar”, entre otras cosas43. Los bailes vascos eran también descritos
como viriles, lo que coincidía con la elección del baile de la ezpatadantza como el baile predilecto de Juventud Vasca
de Bilbao. Este hecho no fue tampoco casualidad, ya que con sus demostraciones de ezpatadantzaris, y se llegaron
a juntar más de 500 dantzaris en el festival de San Ignacio con sus uniformes blancos y sus espadas, Juventud Vasca
quería poner en escena un baile “eminentemente guerrero”44, recuerdo de la Edad de Oro antes citada, la demostración
en vivo de que “el vasco se preocupó, en tiempos mejores, de la independencia de su suelo, ensayándose en la paz para el
arte dif ícil de la guerra”45. Recuerdo del pasado, pero también preparación a una nueva guerra… Otros deportes vascos
fueron programados durante los actos de Juventud Vasca, como concursos de aizkolaris (cortadores de troncos), de
palankaris (lanzadores de barra), de lokotxas (recogida de mazorcas) o de barrenadores (con una barra de hierro hacen
un agujero en una roca). Todos ellos eran manifestaciones del mundo rural vasco, que se encontraba en proceso de
desaparición, y Juventud decidió programarlos en sus actos para que fueran recordados por el público. Es interesante
observar que en 1913 y en 1914 Juventud Vasca de Bilbao optó por reemplazar el partido de pelota por uno de rugby
y de fútbol, respectivamente, como se ha dicho anteriormente. En el caso del partido de rugby, aunque tratándose de
un deporte que no era vasco, fue presentado como un deporte viril, que se adaptaba a las características f ísicas de los
vascos. Además, como jugaban una selección de jugadores de Bizkaia contra el equipo del Aviron Bayonnais, el partido
permitía simbolizar la fraternidad entre vascos de ambos lados de la frontera. En el caso del partido de fútbol de 1914, se
puede interpretar a una concesión al deporte más practicado por los jóvenes en aquel entonces, militantes nacionalistas
incluidos, como demuestra la cantidad de clubes formados por ellos en el seno de Juventud Vasca. El fútbol era aceptado
en el discurso nacionalista, ya que, al fin y al cabo, no era un deporte inventado por los españoles.
Además de la música y de los deportes, bailes incluidos, que eran dos elementos centrales de los actos festivos, existían
otros que también resultaban evocadores. Fue el caso de los bersolaris, que participaron varias veces en el festival de
San Ignacio pero, sobre todo, en los mítines celebrados los fines de semana durante las fiestas nacionalistas. El bersolari
más activo y popular en esta época fue Kepa Enbeita, y no es de extrañar que cuando, hacia 1922, tuvo problemas
económicos, la comunidad nacionalista se volcara para ayudarle. Juventud Nacionalista organizó para la CNV un gran
acto de homenaje en 1922 al que era presentado como el “bardo” del nacionalismo, un acto:
“(…) en honor del gran poeta de nuestra Patria, en la que siempre ha puesto su inteligencia al servicio de la
misma, llegando a encender con sus improvisaciones los corazones adormecidos de amor patrio, descorriéndoles
el velo que les cubría para darles a conocer su verdadera Patria, olvidada de sus malos hijos”46.
Para acabar, es asimismo interesante observar el papel jugado por el teatro en algunos actos festivos. Por una parte,
muchas veces las veladas tenían lugar en teatros de la Villa, como el Arriaga o el Campos Elíseos, y no en centros
nacionalistas, lo que facilitaba la presencia de personas ajenas a la militancia y, de paso la propaganda. Por otra parte,
en las mismas obras se hacía referencia a las fiestas vascas. Así, en la obra Itxasondo, se recuperaba la dicotomía entre
fiestas auténticamente vascas y fiestas extranjerizadas, y que se animaba a los vascos a elegir las buenas para él: “Vamos,
amigos, a la romería: bailaremos al son del tamboril (…) Como vascos fieles portémonos, pues, sin ofender a Dios
ni a nuestra Patria”. En Alma Vasca, el dialogo intergeneracional entre el abuelo y su nieto era facilitado gracias a las
39 “Ventajas de los sports, higiénicamente considerados para la juventud”, conferencia del Dr. Abechuco de mayo de 1910, publicada en la revista
Euzkadi, mayo-junio 1910.
40 “Nacionalismo y sport. La pelota”, Euzkadi, 27 de octubre de 1915.
41 Ibíd.
42 “Nacionalismo y sport. Bailes vascos”, Euzkadi, 19 de octubre de 1915.
43 “El festival”, Patria, 24 de julio de 1904.
44 Ibíd.
45 Ibíd.
46 Euzkadi, 16 de septiembre de 1922.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
fiestas. En esta obra, el nieto vivía en Bilbao y era socio de Juventud Vasca, y se explicaba que para un joven de la Villa
las romerías eran para los aldeanos y que ellos tenían sus fiestas en Sociedades. Los jóvenes nacionalistas rompían con
este esquema y participaban en las romerías. De hecho, aprovechaban para hacer propaganda y enseñar a los propios
aldeanos cosas que habían perdido o de lo que no eran conscientes.
Y es que el papel propagandístico de las fiestas celebradas por Juventud Vasca de Bilbao fue un factor determinante.
Resultaba evidente que se era consciente de la eficacia de este tipo de actos. En 1921, se explicaba que, hablando de
las fiestas, eran “una de las cosas que más intensamente se gravan en el alma sencilla del pueblo”, es decir una “arma
formidable de propaganda”, que los nacionalistas nunca habían dejado de aprovechar47. Del mismo modo, se añadía que
“la organización de estos festejos es uno de los mejores medios de penetración pacifica y de propaganda de nuestros
ideales, porque se predica con el ejemplo”. He aquí otro aspecto importante: el del ejemplo. Ejemplo, porque se exigía
a los participantes a estos actos que tuvieran un comportamiento ejemplar en lo relacionado con el orden y los buenos
modales. En numerosas ocasiones se les recordaba que se debía expulsar “al que no se comporte dentro de ella (ndlr
de la fiesta) como un buen vasco”48. Esto pasaba por “el cumplimiento más estricto de las reglas elementales de cultura
y civilidad”49, por no blasfemar, no bailar el “agarrao”, no beber alcohol, no cantar cantos que no fueran vascos, etc. En
definitiva, un “buen vasco” era el que reproducía el modelo que las fiestas proponían: tenía que ir a misa, conocer los
cantos vascos –bajo esta denominación se encontraban los cantos patrióticos–, saber bailar los bailes vascos, entre
otras cosas. Las fiestas eran un modelo de sociedad, un ejemplo a seguir en la vida diaria. En este aspecto, se puede decir
que las fiestas actuaban hacia dentro de la comunidad nacionalista, y también hacia fuera.
Hacia dentro, ya que para poder participar en las fiestas, los militantes tenían que prepararse durante todo el año.
Para ello estaban todas las actividades de Juventud Vasca, que pretendían formarles para que sean “buenos vascos”. La
comunidad nacionalista nació de este proceso, de esta voluntad de proponer a los militantes una alternativa en todos los
aspectos de su vida. No era solamente votar nacionalista, sino vivir nacionalista. Un joven socio de Juventud Vasca tenía
a su disposición toda una serie de clases para aprender a bailar los bailes vascos y a cantar las canciones del repertorio
creado por Juventud Vasca. Tenía también la oportunidad de participar en el cuadro dramático de la organización, o de
formarse ideológicamente con charlas, conferencias y con un Círculo de Estudios Vascos. Había también la voluntad de
fomentar el uso del euskera entre los socios, con clases y la publicación de libros y revistas en este idioma. Para facilitar el
uso del euskera, Juventud Vasca distribuyó insignias con la forma de un lauburu, que tenían que llevar los euskaldunes.
Además, la Federación de Juventudes Vascas, en su Asamblea celebrada en 1920 en Bilbao, llegó a proponer sanciones
para los que sabían hablar el euskera pero que no usaban. En este aspecto, se puede añadir que el Euzkeltzale Bazkuna,
la sección de euskera de Juventud Vasca, había organizado en 1914 el “Día del Euskera”, con una serie de actos, “un
día de hermanación (sic) vasca, fundamentada en el lazo más firme que une a los individuos de una raza: la lengua”50.
Asimismo, las mujeres y los niños tenían sus organizaciones para facilitar su formación. Todo eso, y son sólo algunos
ejemplos, daba vida a la comunidad, y también le daba sentido. Toda la semana ensayaban y se preparaban para el
acto que se iba a celebrar. Las fiestas eran el momento durante el cual los militantes podían comportarse según las
normas que regían sus vidas dentro de la comunidad, el momento durante el cual se recreaba el mundo tal y como se
describía en el discurso. Para cerrar el círculo, estaba la prensa nacionalista, que anunciaba todos los actos que se iban a
celebrar, que informaba sobre la evolución de los preparativos y, tras el acto, sobre su desarrollo con amplias y detalladas
crónicas. La comunidad nacionalista ya no era únicamente una voluntad en el discurso: existía en la realidad, tenía
nombres y apellidos, personas reales que actuaban según las normas preestablecidas. Otro aspecto a tener en cuenta,
y que participaba en la cimentación de la comunidad nacionalista, era el de la represión y de la violencia durante los
actos. En numerosas ocasiones, los nacionalistas tuvieron que sufrir la represión de las fuerzas del orden, obligándoles a
retirar sus banderas e insignias, impidiéndoles proceder a algunos actos, generalmente los mítines o cargando de forma
violenta. Otras veces, eran enemigos políticos que intentaban sabotear sus actos, lanzando octavillas desde balcones,
insultando a los asistentes o, directamente, agrediéndoles f ísicamente. Un buen ejemplo fue durante una excusión
en Durango en 1905 en la que participó activamente Juventud Vasca de Bilbao, ya que sucedieron ambas cosas: las
autoridades locales prohibieron la celebración del mitin programado; la comitiva nacionalista fue insultada por niños y
le tiraron papeles en los que se podía leer “¡Viva España!”; la policía municipal impidió a los nacionalistas tirar cohetes o
cantar; y la Guardia Civil les amenazo con dispararles51. Estos actos producían una radicalización en la percepción que
los nacionalistas tenían de vivir en una sociedad dividida entre “ellos” y “nosotros”, en dos mundos cuyo único modo de
dialogo era la violencia y el desprecio, que en ningún caso podían entenderse y convivir. La prensa nacionalista se hacía
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Aberri, 31 de agosto de 1921.
“La recomendación de siempre”, Euzkadi, 24 de junio de 1914.
Euzkadi, 19 de junio de 1921.
Euzkadi, 1 de agosto de 1914
“La excursión a Durango”, Patria, 4 de marzo de 1905.
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eco de este tipo de acontecimientos siempre que ocurrían, colocando constantemente a los nacionalistas en el lado de
las victimas. Se pedía a los jóvenes militantes que no hicieran uso de la violencia, ya que el PNV insistía en presentarse
ante la sociedad como un partido de orden. De hecho, las autoridades tuvieron que tomar medidas para controlarlos
a la vista de la espiral de violencia desatada durante los actos festivos, en los que era muy habitual ver altercados entre
jóvenes nacionalistas y socialistas, republicanos o carlistas. Altercados que no se limitaban a puñetazos, sino que se
sacaban armas blancas y hasta armas de fuego, con sus heridos y sus muertos. Frente a esta espiral de agresiones y
venganzas, el Consejo Supremo del PNV publicó en agosto de 1910 un decreto para prohibir a sus militantes que
profesaran insultos a España. Sin embargo, algunas pocas veces, sobre todo en el órgano juvenil, se aceptaba que los
militantes agredidos respondiesen a las provocaciones. En el caso de los actos de Durango ya citado, se contaba cómo
a unos carlistas que había gritado “¡Muera Euskeria!” y “¡Muera Bizkaya!”, “al no ser castigados por los representantes de
la autoridad lo fue con mano dura por los justamente escandalizados”, sobreentendido que los nacionalistas les habían
pegado. Por otra parte, existían también pruebas que militantes nacionalistas hubiesen reventado actos organizados
por sus enemigos políticos, pero, aún y cuando su responsabilidad fuera evidente, la prensa nacionalista siempre les
defendía, haciéndoles pasar por victimas, como cuando el socio de Juventud Vasca de Bilbao Julián Ormaetxea había
abatido a tiros al presidente de la Juventud Republicana52.
Sin embargo, las fiestas podían ser también un factor de división interna. Por una parte, porque, al establecer normas
tan estrictas y cerradas, se corría el riesgo de excluir a muchas personas que no las respetaban al pie de la letra, como
fue el caso del que se ha hablado anteriormente en el que el presidente de Juventud Vasca pedía una amonestación para
los que acudían a la fiesta de San Juan de Sondika, o cuando se expulsaba a socios por haber acudido a una corrida
de toros, lo que ocurrió por ejemplo 1914 con Esteban Makazaga y Araminto Beaskoetxea. A menudo, se pedía a los
participantes a los actos nacionalistas que delatasen a los que no respetaban las normas para que la organización les
expulsase, pero aclarando que estas personas eran ajenas a la comunidad nacionalista. Por otra parte, después de la
escisión de 1921, la CNV reprochó abiertamente al nuevo PNV aberriano su uso de las fiestas. Lo cierto es que desde el
momento en que el sector aberriano se hizo con las riendas de Juventud Vasca, a partir de 1920, se generalizó el proceso
de sectorización de la comunidad nacionalista y que se amplificó el ritmo de los actos festivos. Como se ha explicado,
ambos iban de la mano: cada sector dentro de la comunidad tenía que tener su escaparate, su momento durante el cual
podía actuar. Más secciones había en Juventud (mujeres, niños, mendigoizales, etc.), más necesitaban actos para dar
sentido a su actuación. En cualquier caso, en 1922, Irrintzi, portavoz de Juventud Nacionalista, decía de los aberrianos:
“Ya veis a qué se reduce vuestra labor, a infundir en el joven nacionalista la idea de rebelión, de
desacato a la autoridad (…), a pasear nuestra enseña con un loco frenesí de propaganda sin dirección
ni finalidad, a ganar a los nacionalistas por el número de fiestas y excursiones que celebráis como
el pugilato que nadie presenta, en vez de ganar a las gentes con la enseñanza doctrinal de que tanto
habéis hablado; a explotar sin finalidad adecuada la fibra, la hermosa fibra de la masa vasca”53.
Los de Juventud Nacionalista, en clara desventaja con Juventud Vasca, explicaban con ironía a los que desde El Liberal
decían que existían diferencias ideológicas entre el PNV y la CNV, que lo único que les diferenciaba de los aberrianos
era que estos “bailan la ezpatadanza mucho mejor que nosotros, celebran más romerías, tiran más cohetes y mejor
que nosotros, muchas más bengalas, más que nosotros…”54. Y cuando Juventud Vasca de Bilbao organizó su acto en
Sukarrieta en 1922, la CNV, muy molesta porque muchos de sus militantes habían participado en él a pesar de las
prohibiciones, lo describió como un “alarde de pobreza ideológica, de romanticismo cursi, de cobardía de pensamiento”,
la “prueba del desviamiento religioso iniciado por los aberrianos en el nacionalismo”55.
Las fiestas actuaban también hacia fuera de la comunidad nacionalista, ya que eran un escaparate en el que la sociedad
civil podía ver la propuesta de nación vasca de los nacionalistas. Los lugareños podían ver cómo los nacionalistas eran
personas que iban a misa, que no creaban alborotos, que se divertían de manera sana y respetuosa con la tradición. La
voluntad del PNV era ampliar su modelo a toda la sociedad, por ejemplo pidiendo al Ayuntamiento de Sondika que
permitiera a Juventud Vasca de Bilbao organizar una fiesta en lugar de la que se celebraba anualmente en su municipio
y que atentaba contra los valores del pueblo vasco, o pidiendo que una celebración nacionalista como la de San Andrés
fuera generalizada a toda la sociedad y que se convierta oficialmente en fiesta nacional. El calendario establecido por los
nacionalistas aspiraba a convertirse en el calendario de todos los vascos.
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55
Véanse los artículos sobre este caso en Euzkadi, 20 y 21 de junio de 1919, y El Liberal, 15 de julio de 1919.
“Del mitin de Begoña. Un incidente. Comentarios”, Irrintzi (Bilbao), 10 de junio de 1922.
“Formidable fracaso de los aberrianos en Sukarrieta”, Irrintzi (Bilbao), 8 de julio de 1922.
Euzkadi, 18 de agosto de 1922.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
En definitiva, las fiestas nacionalistas funcionaban como un espejo donde la comunidad nacionalista podía mirarse
y donde todas sus actividades confluían. Y funcionaban como un escaparate donde la sociedad civil podía ver esta
comunidad actuar. En ellas se recreaba el mundo tal y como había sido idealizado e imaginado en el discurso. Con sus
repetidas referencias a la cultura vasca interpretada desde un prisma nacionalista, participaron en la elaboración de la
identidad nacional y permitieron dar forma a una nación vasca que aún no existía.
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Dos de mayo en Bilbao. Entre la historia y la
politica
José Ignacio Salazar Arechalde
Eusko Ikaskuntza
Resumen
El 2 de mayo de 1874 Bilbao levantaba el sitio al que había sido sometido por el ejército carlista. Ese hecho histórico fue
objeto de recuerdo y celebración por parte de las autoridades del municipio y buena parte de su vecindario. Se analiza
la evolución de la fiesta en sus diversas etapas.
Palabras clave: 2 de mayo, fiestas, Bilbao, prensa.
Laburpena
Maiatzaren bia Bilbon. Historia eta politikaren artean
1874ko maiatzaren 2an Bilbok karlistar armadak ezarria zion setio altxatu zuen. Historiako jazoera hori gomutagarri eta
ospagarri bihurtu zuten hala udaleko agintariek nola auzotarren multzo polit batek ere. Bada, aldiz aldi jaiak bizi izaten
joan zen bilakaera dugu hemen aztergai.
Giltza hitzak: Maiatzaren 2, jaiak, Bilbo, prentsa.
Abstract
The second of May in Bilbao. Between history and politics
The 2 May 1874, saw the lifting of the siege to which Bilbao had been subjected by the Carlist army. That historical fact
became an object of recollection and celebration by the municipal authorities and a large part of the residents. The
different stages of the festival’s evolution are analyzed.
Key words: 2 May, festival, Bilbao, press.
Hartua-recibido: 25-I-2014- Onartua-aceptado: 28-XI-2014
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Dos de mayo en Bilbao. Entre la historia y la política
El 2 de mayo de 1874 Bilbao levantaba el sitio al que había sido sometido por el ejercito carlista. Ese hecho histórico fue
objeto de recuerdo y celebración por parte de las autoridades del municipio y buena parte de su vecindario.
A la rememoración propiamente histórica se fueron agregando consideraciones e intereses políticos que se fueron
complicando con la incursión de las nuevas fuerzas sociales a finales del siglo XIX.
De este modo se examinarán las características que la fiesta fue adquiriendo y su evolución analizando tanto la información que aporta la documentación municipal como la de los medios de comunicación de la Villa en sus diversas
expresiones ideológicas.
Los hechos que se conmemoran. El levantamiento del sitio
Preguntad hoy a los vecinos de Bilbao sobre la fiesta del dos de mayo y una gran mayoría se remitirá a un año, 1808, y a
un lugar, Madrid.
Si la pregunta la hubiésemos formulado entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX no hubiese habido
bilbaíno que se precie no supiese que nos referíamos al año 1874 y al levantamiento del sitio carlista. Con mayor o
menor rigor nos explicaría como Bilbao en la última guerra carlista fue sitiada por las tropas del pretendiente Carlos
VII desde el 28 de diciembre de 1873 y en 125 días tuvieron que soportar hambre sin cuento, temor ante la derrota y
un bombardeo tan controlado que hasta se llegó a contabilizar el número exacto de bombas caídas en las calles, plazas,
casas y puentes de la localidad.
La interpretación liberal de la historia lo considera un acontecimiento memorable. Fue el triunfo de la libertad sobre la
reacción, condición necesaria para iniciar el progreso y la manifestación del heroísmo y el sacrificio de todo un pueblo.
Con esos elementos, el liberalismo considera el levantamiento el hecho central de la Historia - con mayúsculas- de la
Villa.
De esta manera las clases dirigentes bilbaínas establecieron un día de fiesta local en el que los símbolos y rituales de
la villa renovaran una especie de sentimiento patriótico de sus vecinos Ese ritual pretende alentar y mantener la solidaridad de la comunidad, intento que resultó infructuoso porque si bien una serie de ideologías diversas se agrupan
en torno a la fiesta, otros la rechazarán con mayor o menor contundencia. Se produce de ese modo, como dice Don
Handelman “ un laberinto de disonancia en lugar de ofrecer una visión unificadora de la sociedad”.
A través, especialmente, de la prensa local bilbaina iremos desgranando las principales características de una fiesta y su
evolución desde el primer año de su celebración, 1875, hasta el ultimo, 1937.
Establecimiento de los ritos festivos
La fiesta, esta fiesta, esencialmente dinámica soporta bien la comparación biológica. Nace, se desarrolla y muere. Es una
fiesta acotada en el tiempo, tiene un año de nacimiento, 1875, y un año de defunción, 1936. En el primero se conmemora por vez primera la liberación de la villa del sitio carlista levantado el dos de mayo. En el segundo, dos meses antes del
inicio de la guerra civil, por última vez se celebra una fiesta oficial con procesión cívica que podamos calificar como tal.
Como toda fiesta incorpora unos rituales y unos símbolos que con modificaciones se irán sucediendo a lo largo de
aproximadamente 62 años. El inicio de la fiesta se localiza en la casa consistorial como sede de la institución local representativa del vecindario. Aquí el cambio más importante se produce con el traslado del originario edificio municipal en
la plaza vieja al nuevo edificio del antiguo solar del convento de San Agustín. El ayuntamiento en cuerpo de tal preside
la ceremonia. Hubo años en que no asiste el alcalde o en que el propio ayuntamiento decidió no formar parte de dicha
comitiva acudiendo solo los concejales que así lo decidiesen.
Las coronas simbolizan el recuerdo de los héroes caídos en la defensa de Bilbao. Primero se colocan en las escaleras del
ayuntamiento, luego son recogidas por las distintas agrupaciones participantes para, finalmente, ser depositadas a los
pies del monumento levantado en el cementerio de Mallona,
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El epicentro de la fiesta, el espacio que representa mejor el acontecimiento histórico que se conmemora, lugar de
memoria, es Mallona. Allí se encuentra el monumento erigido en 1870 a la memoria de los muertos de los sitios anteriores. Allí, en el cementerio, se hallan los restos de los caídos en la batalla. Allí se pronuncian los discursos donde
se recuerdan los hechos de 1874, se hace presente la política del momento y se palpan las tensiones entre las propias
fuerzas que apoyan la procesión. Se trata, por tanto, del lugar de la memoria que mejor representa el acontecimiento
que se conmemora.
De vuelta la comitiva se detiene en la basílica de Santiago donde se celebra el acto religioso. El Te Deum, acto de alabanza y acción de gracias se mantendrá unos años pero terminará por desaparecer de la fiesta oficial a partir de 1906 y solo
se celebrará de manera particular por una parte de la comitiva, sin republicanos ni socialistas.
Los primeros años
En los primeros años las referencias al hecho histórico constituyen la base de la celebración. La liberación es un evento
casi constitutivo del nuevo Bilbao, del Bilbao que se abre a la modernidad. En ese sentido, aunque carlismo y tradicionalismo nunca dejaron de estar presentes en la villa, y como es obvio rechazaron la conmemoración, no se observan
grandes discrepancias en la celebración del dos de mayo.
En la justificación de la fiesta los monárquicos pretenden darle un toque que sobrepasa lo local para enlazarlo con un
contenido patriótico español. Aprovechando la coincidencia de fechas, se busca relacionarla con la guerra de independencia de 1808 y con la batalla de Callao de 1866. 1
Lo cierto es que aun estando presente ese tono patriótico español, cada vez se incide más en el carácter bilbaíno del
acontecimiento. En los cuatro primeros años se centraba la ceremonia en la celebración del Te Deum en la Basílica de
Santiago. Hasta allí llegaba una comitiva que partiendo de la casa consistorial se dirigía por la Ribera, Arenal y Bidebarrieta. La comitiva se abría con clarines, atabalas, alguaciles y zapadores. Portaban banderas históricas y era presidida
por el alcalde, gobernador militar y gobernador civil. Música, romería, fuegos artificiales y toros por la tarde completaban el día festivo.
El año 18792 se introduce una novedad de gran importancia simbólica. La procesión que solo llegaba a Santiago se prolonga hasta el cementerio de Mallona. Allí acudía el ayuntamiento y el resto de representaciones a depositar las coronas
de flores y a pronunciar los consabidos discursos por parte del alcalde, representantes de los auxiliares, de la sociedad
El Sitio y de las agrupaciones políticas participantes .
Él Te Deum se mantenía pero ya después del acto de Mallona que a partir de ese año se convierte en el eje de la fiesta.
El pasado, en el recuerdo de los muertos, y el presente en las palabras de los oradores, se conjugaban en el cementerio
en torno al monumento a la libertad, convirtiendo a estos actos en los principales del día.
Desde 1879 el esquema de la fiesta se mantiene casi inalterable con novedades concretas como, por ejemplo, la que se da
en 1887 al incorporar a los actos la inauguración del puente de la Merced o la que tuvo lugar en 1895 con el traslado de
los restos del general Castillo, defensor de la villa en el sitio,desde la iglesia de San Nicolás hasta Mallona. Este traslado
adquirió especial solemnidad. La presencia del ejército, banda de música, niños de la Misericordia y representantes del
Sitio, atravesando las calles de Bilbao y deteniéndose enfrente de la fachada del edificio de Bidebarrieta, con un gran
retrato del general, desde donde arrojaban pétalos de flores, fue el pórtico a su enterramiento en el lugar de los heroes:
El cementerio de Mallona.3
Los discursos de estos años presentan un tono historicista en recuerdo de la guerra y una cierta retórica en defensa de
conceptos como la libertad, progreso, paz..... Un ejemplo de ese tono son las palabras del marqués de Casa Torre, José
María Lizana, utilizando una retórica que en ciertos sectores ya se calificaba de arcaica. Hablaba del amanecer de la paz
y la libertad, del heroísmo de los auxiliares solo superado por el de las mujeres bilbaínas y de la lucha del trabajo y del
esfuerzo dignos del pueblo de las Ordenanzas
y del Consulado.
Solo circunstancialmente se realiza alguna alusión que denota ataques al antiguo enemigo. Así, en el discurso del
1 Noticiero Bilbaino, 2-05-1875,2-05-1876,2-05-1877
2 El Noticiero Bilbaino 3-5-1879
3 El Noticiero Bilbaíno 3-5-1895.
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representante del Sitio Eusebio Sacristán protesta de manera firme contra los carlistas criticando unos papeles que
habían sacado a la luz contra “los beneméritos bilbaínos que formaron el batallón mandado dignísimamente por mi tío
Luis Sacristán”. También el discurso del alcalde Victoria de Lecea en 1883 suscito controversias porque días después de
pronunciado, el concejal radical republicano Unzurrunzaga4 se sintió en la obligación de defender las palabras de la
primera autoridad municipal.
Con todo, dentro del ayuntamiento las primeras grietas a una celebración en buena parte unitaria se dejan ver pronto.
Con ocasión del acuerdo municipal de 1880 5y ante la opinión del alcalde Manuel Lecanda que negaba el carácter político de la fiesta, el concejal republicano Gaspar Leguina se opone con su característica vehemencia y se reafirma en ese
carácter, no meramente conmemorativo proclamando que se trata de una “protesta solemne, enérgica y anticarlista en
que se recuerda el triunfo de la libertad”.
Las nuevas fuerzas políticas
Esa relativa cohesión en la celebración de la fiesta se quiebra pronto no solo, como hemos visto, por el choque entre los
liberales dinásticos y los republicanos de Gaspar Leguina sino, sobre todo, por la aparición de nuevas fuerzas políticas,
socialistas y nacionalistas. Como sabemos, los primeros socialistas elegidos lo son en las elecciones municipales de
1891. Finalmente solo uno de sus candidatos accedió al cargo de concejal. Manuel Orte el concejal del partido socialista
en 1894 votó en contra de la celebración que finalmente obtuvo un resultado favorable con una votación muy ajustada, 15 a favor y 13 en contra, lo que da idea de la división que ya existía en el ayuntamiento y por ende también en la
sociedad.
Será en 18976 cuando se produce la máxima tensión en el ayuntamiento. Los carlistas proponen, como siempre, que
se desista de celebrarlo. El socialista Facundo Perezagua7 pide que los gastos que genera se destinen a los soldados
heridos de Cuba y Filipinas e incluso un sector de los republicanos encabezado por Leguina también aboga por la no
conmemoración al denunciar la connivencia entre liberales y carlistas. Otro sector republicano mayoritario propugna
el mantenimiento de tan gloriosa fecha, símbolo de la causa de la libertad. El hecho es que se producen graves altercados
en el pleno municipal que acabara con la suspensión de 12 ediles bilbaínos.
Por vez primera en la historia de la fiesta el ayuntamiento se había opuesto a la celebración y, por tanto, no acude como
tal institución a las laderas de Mallona. Por eso el alcalde que sí asistió, reprochaba a carlistas y socialistas, en sus palabras, los mal llamados católicos y los intransigentes racionalistas, la responsabilidad de no celebrar un acto en recuerdo
de los héroes bilbaínos de 1874.
En los años siguientes, los concejales socialistas vuelven a mostrar su disconformidad por tratarse de una fiesta contra
un partido político y considerar que debía celebrarse de manera particular, como ellos lo hacían con la fiesta del primero
de mayo. Lo decía Facundo Perezagua con su estilo inconfundible : “La fiesta del 2 de Mayo representa la peor de las
políticas , la política del insulto que representa la poco noble y generosa tarea de recordar una y otra vez el vencedor al
vencido que lo fue en el campo de batalla y que aun no se había extinguido el rencor y se le recuerda con infinito deleite
y machacona insistencia”.
A partir de 1899 se unirán a los socialistas, por motivos distintos, los concejales nacionalistas. Los cinco concejales
elegidos ese año se oponen a la celebración al considerar que supone resucitar el recuerdo de una guerra fratricida que
solo trajo dolor y perdida para el pueblo vasco. Sirva de ejemplo la posición del semanario Euskalduna que mantuvo una
linea editorial siempre crítica hacia la fiesta8 . La postura del partido nacionalista vasco se mantuvo inalterable y solo en
la época de la república, como veremos, modificó parcialmente esa posición.
La oposición del nacionalismo vasco suscitó una animadversión en ciertos sectores que provocaron hechos graves
como el asalto al Centro Vasco en 1902. Finalizada la procesión, militares de uniforme irrumpieron en los locales, hirieron a varios de los presentes y desgarraron la bandera vasca.
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A.M BIlbao Libro de Actas 10-5-1883.
A.M.Bilbao Libro de Acta 8-4-1880.
A.M.Bilbao Libro de Actas 14-4-1897.
A.M.Bilbao Libro de Actas 14-4-1897
Euskalduna, 11-5-1901 “La fiesta del extraño”, 8-5-1904 “Lo ficticio y lo real”, 6-5-1905 “Por la boca muere el pez”, 4-5-1907 “En Mallona”.
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Distinto fue el caso de los socialistas. Opuestos inicialmente a la fiesta cambiaron de opinión en 1904, año en que unieron sus votos a liberales y republicanos cuando estos últimos decidieron suprimir el aspecto religioso, el Te Deum de
la basílica de Santiago. También la apoyaron en 19059 argumentando el concejal Cerezo que siempre habían estado de
acuerdo con la parte cívica de la fiesta cuestión que, como hemos visto, no se ajusta a lo que recogen las actas municipales. Lo más curioso es que al año siguiente el concejal socialista Carretero corrige acertadamente a su compañero
de partido afirmando que siempre habían estado en contra del aniversario del dos de mayo y únicamente cuando se
prescindió del Te Deum votó a favor la minoría socialista.
Así fue que en 1906 10 el ayuntamiento volvió a votar en contra de la celebración (17frente a12) merced a los votos de
nacionalistas, socialistas y carlistas. Gregorio Balparda, a la sazón alcalde de la villa, no pudo presidir la procesión en
nombre del ayuntamiento. La prensa derechista 11 protesto airada la decisión municipal que genero un interés inusitado
con un público que abarrotaba los aledaños de la casa consistorial desde las tres y media de la tarde hasta las diez de la
noche. Decía El Noticiero Bilbaíno que el pueblo de Bilbao tenía obligación de conmemorar esa fecha gloriosa y que, por
tanto, todos los liberales debían unirse para su celebración. La desafección municipal fue compensada con la presencia
del ministro de marina, Coucas, en representación del gobierno español y de numerosas agrupaciones locales liberales
y republicanas. El largo y patriótico discurso de Balparda afea primero la ausencia de la mayoría de concejales para
pasar después a criticar a tradicionalistas y bizkaitarrras “que son fundamentalmente lo mismo...cizaña reaccionaria,
advenediza e importada”.
A partir de la formación de la conjunción republicano socialista en 1909 la continuidad de los socialistas se consigue
merced a una especie de pacto, un do ut des, en virtud del cual los republicanos apoyaban la fiesta del uno de mayo a
condición de que los socialistas hiciesen lo propio con la del día dos.
Periodo convulso 1907-1923
El tono de los discursos en el cementerio de Mallona se hace cada vez más enconado a medida que el nacionalismo
se expande en Bilbao, tanto a nivel social como en la representación municipal. Sabemos que en esta época crece de
manera considerable el número de sus concejales hasta el punto de llegar a ostentar la alcaldía con Gregorio Ibarreche,
Gabino de Orbe, José Horn y Mario Arana. La ausencia de los alcaldes nacionalistas en las procesiones cívicas y en los
discurso de Mallona es criticada de forma feroz por monárquicos y republicanos llegando estos últimos incluso a pedir
al ministro de la gobernación el cese de Mario Arana en 1916.
En lo que se refiere al contenido de los discursos destaca el ataque al nacionalismo vasco. En la derecha monárquica
españolista destacaron Gregorio Balparda y Fernando Ybarra y entre los republicanos Nicolás Bengoa, Tejero y Madariaga, con alguna incursión del inefable Esteban Calle Iturrino quien años más tarde cantara las glorias de Franco, Hitler
y Mussolini. Es interesante profundizar en lo que se decía en Mallona. Es verdad que no faltaban referencias históricas
a lo acaecido en 1874, pero estas cada vez adquirían o bien un tono retórico entre los políticos del momento o bien un
cierto regusto nostálgico entre los pocos supervivientes que seguían acudiendo a los actos conmemorativos. El interés
de la disertación se encontraba en las referencias al trepidante presente político más que al olvidado pasado histórico
haciendo buena la idea de que la historia siempre habla del presente. Así, Balparda, representante de El Sitio en su
alocución de 1910 prácticamente esboza un programa político desde su sempiterna posición antinacionalista. Con la
prosa que le caracteriza aboga por “la conquista” de la provincia, la “extirpación“del bizkaitarrismo y la unión de todos
los liberales12 .
El lenguaje antinacionalista no es patrimonio de la derecha españolista. El republicano Bengoa en el año 1908 como
alcalde accidental, se presenta como liberal salvador de la nación “ de la descomposición orgánica que la amenaza, con
el vaticanismo en el orden de las conciencias y el separatismo en la relación del territorio13” . Dos años más tarde, da un
paso mas allá y presenta al nacionalismo vasco como “engendro del carlismo ojalatero, plutocracia antibilbaina amancebado por el liberalismo antisocialista”.
La conmemoración de 1920 vino precedida de graves incidentes que habían ocasionado la muerte de un republicano en
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A.M.Bilbao Libro de Acta 14-4-1905.
A.M.Bilbao Libro de Actas 13-4-1906.
El Noticiero Bilbaino, 15-4-1906 y El Nervion 14-4-1906.
El Noticiero Bilbaino 3-5-1910.
El Noticiero Bilbaino 3-5-1908.
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la calle Somera y que sus correligionarios achacaban a jóvenes nacionalistas. El diario Euzkadi afirmaba se trataba de un
miembro de los llamados jóvenes bárbaros provocadores de una reyerta en una taberna de la calle citada14 . El Noticiero
Bilbaino 15 por su cuenta opinaba que era consecuencia lamentable del estado de exaltación al que había llegado la lucha
política. Sea lo que fuere, ese hecho tuvo fuerte repercusión en los discursos de Mallona
En otras ocasiones se producen tensiones entre los mismos partidarios de la fiesta. De tal calibre fue la controversia en
1912 que los republicanos decidieron no acudir en la comitiva oficial al reprochar a los liberales la política de acercamiento con los carlistas. Y es que en el mismo discurso pronunciado por Ybarra habla de los enemigos de entonces- los
carlistas- como luchadores abnegados que perseguían un noble ideal. Los republicanos subieron por su cuenta y su
representante Madariaga hizo suyos a los héroes del sitio “y no de la barbolla oficial que osara turbar la paz de estos
sepulcros”. El diario El Liberal16 también apoyaba las palabras de Madariaga y denunciaba la actitud de los mauristas,
autentico escarnio dirigido a las víctimas de la guerra.
El año 1922 el conflicto se produjo en el mismo cementerio. La guerra de África,con el desastre de Annual, había
generado fuertes protestas en amplias capas sociales cercanas al republicanismo y al socialismo. Aquel dos de mayo
intervino en representación de los republicanos el joven abogado Ramón Aldasoro cuyas palabras contra la guerra
estuvieron a punto de provocar la retirada del estamento militar que participaba en el evento. En efecto, sus palabras,
contrarias al espíritu imperial del ejército español son interrumpidas por el gobernador militar presente en el acto. Este
hace amago de retirarse y ordena el desalojo del piquete que allí se encontraba. Finalmente la intervención del Alcalde
y del exministro Silvela logran que el incidente no fuese a mayores. Con todo, el ambiente enrarecido de la jornada se
reprodujo en el banquete que ese mismo día se celebraba en los locales de la sociedad El Sitio. El catedrático republicano
Buyllo propuso que se tocase La Marsellesa a lo que el Marqués de Alhucemas replicó con la petición de la Marcha Real
española y ante un grito de Viva la República se impusieron los del gobernador militar de Viva España y Viva el Rey 17
Estas controversias denotan la evolución de la fiesta entre sus propios partidarios. El Noticiero Bilbaíno cuando describe la que se celebra en 1923 la considera una adulteración y pide reformas en el futuro para que no se convierta “aquel
sagrado recinto en tribuna de ideas políticas- no pocas veces expresadas en tono violento, censurables e irresponsables
para todos- así como ayer no prestaron su concurso las autoridades, otro año no lo prestaran las entidades obligadas
a hacerlo o lo efectuaran en forma muy distinta a la actual con lo que la tradicional procesión cívica y los discursos de
Mallona acabaran por desprestigiarse en absoluto”.
Se anunciaban así unos tiempos en los que la derecha monárquica se iba a desligar completamente de una fiesta que, en
el futuro,iba a ser patrimonio casi exclusivo de republicanos y socialistas.
La dictadura de Primo de Rivera
La imposición de la dictadura en 1923 provocó que la celebración del cincuenta aniversario del dos de mayo se realizase en un régimen de ausencia de libertad. Aun así, se quiso dar a esta ceremonia un especial realce contando con la
presencia del propio dictador en la villa. Se descubren dos lapidas en memoria del que fuera alcalde durante el sitio,
Uhagon, y del jefe de auxiliares Luis Sacristán, y se imponen en el salón árabe de la casa consistorial diversas medallas
conmemorativas.
Se celebró en 1924 la tradicional procesión y se pronunciaron los consabidos discursos. Es importante resaltar las palabras del presidente de El Sitio el doctor San Sebastián pidiendo para Miguel de Unamuno el indulto. La petición fue
respondida por el dictador en su línea populista. El señor Unamuno, decía Primo de Rivera, no había sido castigado por
sus ideas sino por sus extravagancias, dando a entender que si estas desaparecen se aceptaría la petición. Terminaba su
intervención colocándose la medalla del liberalismo al afirmar con prepotencia que”hasta de nuestros actos os damos
explicación”.
Posteriormente, en el banquete que se organiza en su honor se dedica a dar a la Sociedad El Sitio instrucciones varias.
Por un lado debía encauzar sus aspiraciones apoyando a la Unión Patriótica.Por otro, y en relación con la fiesta del
Dos de mayo sugería, si ese verbo puede conjugarlo un dictador, que debía celebrarla de tanto en tanto “para borrar el
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Euzkadi 2-5-1920.
El Noticiero Bilbaino 4-5-1920.
El Liberal 4-5-1912.
El Noticiero Bilbaino 3-5-1922
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recuerdo de luchas fratricidas”, pensando solo en una nueva celebración dentro de cincuenta años.
De tal modo que los dos de mayo de la dictadura pasaron prácticamente desapercibidos. Te Deum en Santiago, ofrenda
de coronas en el monumento y actos particulares en la Sociedad El Sitio “con el carácter íntimo impuesto por la superioridad” 18.
La celebración de 1924 fue saludada con gran satisfacción por sectores que siempre se habían manifestado en contra.
Es el caso de La Gaceta del Norte que decía en su portada que por primera vez en los 24 años de vida que tiene su periódico “no ha sido aprovechada la fiesta del 2 de Mayo para ofender a las gentes, para agraviar las ideas, para servir de
plataforma a los logreros y vividores de la vieja política19” .
República: Auge, caída y fin de una fiesta.
La fiesta del Dos de mayo en época republicana pierde prácticamente toda connotación histórica como conmemoración del levantamiento del sitio carlista. Lejos de celebrar ese hecho histórico la fiesta es un espejo de la situación política del momento. Proclamación de la República, tensiones sociales, autonomía, supresión de ayuntamientos y triunfo
del Frente Popular son hechos que tienen su correspondiente reflejo en la celebración y en los discursos de Mallona.
La proclamación de la República y el nombramiento del alcalde Ercoreca suscita un clima de entusiasmo entre la ciudadanía por el cambio político que se había producido. Dos días después de la constitución del nuevo ayuntamiento se
nombró una comisión especial para conmemorar las fiestas del uno y dos de mayo. En esa comisión se otorgó un puesto
al PNV (Basterra) que aceptó la plaza. Por vez primera el nacionalismo vasco no mostraba oposición a la celebración, si
bien es cierto que su incorporación tampoco era entusiasta . 20
El entusiasmo se encontraba en socialistas y republicanos y en su órgano de expresión El Liberal. El periódico resaltaba
la “extraordinaria grandiosidad” de los actos a los que además habían acudido dos ministros, Indalecio Prieto y Marcelino Domingo, el general Queipo de Llano-de tan triste memoria posterior- , Miguel de Unamuno y el comandante
Ramón Franco que al decir del pensador bilbaíno Jose Miguel Azaola fue el más aplaudido por la multitud que abarrotaba las calles de la villa.
La prensa nacionalista(Euzkadi) describe el acto de forma aséptica e incluso con cierta simpatía como lo podemos advertir en las palabras del vespertino La Tarde 21 que habla de animación, afluencia de público y, sobre todo, remarcaba
las palabras de Prieto prometiendo conceder al País Vasco sus libertades autonómicas.
Gran boato adquirió la celebración de 1933. Republicanos y socialistas - los monárquicos habían desaparecido ya del
escenario festivo- pusieron todo el empeño en realzar la fiesta a la que asistió el presidente de la República Niceto Alcalá
Zamora. Un gran arco triunfal en la plaza de los auxiliares abrió el ascenso por las calzadas de Mallona donde se oyeron
los discursos de Arzadun, representando al Sitio, Indalecio Prieto y el presidente republicano quien resalto la grandeza
de la Republica y la fórmula autonómica para resolver el problema vasco.
La victoria de la derecha en 1933 tuvo un reflejo inmediato en la siguiente celebración a la que no asistió representación
del partido socialista que argumentaba que “en este dramático momento político por el que atravesamos, no queremos
unir nuestra presencia y muchos menos nuestro espíritu a la de representaciones de un poder que intensifica la persecución a nuestros hombres y a nuestras organizaciones y se enmarida con las fuerzas que vencieron aquellos muertos
a quienes ahora se pretende honrar¡ Terrible sarcasmo22!” .Por vez primer en este acto interviene una mujer, la oradora
de la Unión Femenina Republicana Elisa Salazar.
Peor, mucho peor, fue la celebración de 1935. Como sabemos, habían sido disueltos los ayuntamientos vascos a raíz
del conflicto del impuesto del vino y el concierto económico y sustituidos por unas gestoras nombradas por el poder
central.
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Euzkadi 4-5-1926.
La Gaceta del Norte 3-5-1924.
A.M.Bilbao Libro de Actas 20-4-1931
La Tarde 2-5-1931
El Liberal 3-5-1934
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Esteban Calle Iturrino concejal en ese ayuntamiento adquiere todo el protagonismo en la organización de la fiesta. El
otrora joven radical republicano opina ahora que la conmemoración no tiene matiz político alguno y se trata solo de
evocar una gesta admirable propia de unos héroes. Intenta incluso involucrar en la celebración a Miguel de Unamuno
que finalmente no acudió. Con todo no fue el éxito el que acompañó a la iniciativa de Calle Iturrino y así la mayoría de
la prensa (El Liberal, La Tarde, Euzkadi, La Gaceta del Norte) coinciden en señalar la baja participación y el ambiente
de indiferencia en que se vivió la fiesta.
Tras el triunfo del Frente Popular se celebra en 1936 una fiesta que nos retrotrae a la proclamación de la República con
la presencia del ministro de agricultura Ruiz Funes y una marcada significación política. Será la última. El 2 de mayo de
193723 la Sociedad El Sitio hacia publica una nota en El Liberal donde recordaba que en la situación bélica que se vivía
no había motivo para la expansión banal. En pocas semanas conquistaran Bilbao las tropas de Franco, encabezadas de
manera premeditadamente simbólica por los requetés carlistas, en su mayoría navarros. Para siempre quedaba suprimida una fiesta que durante décadas fue la de mayor significación en el calendario civil de la villa.
Reflexión final
En el largo periodo de tiempo que va del 2 de mayo de 1874 al 19 de junio de 1937, la celebración del levantamiento
del sitio carlista vive diferentes etapas acorde con los tiempos y los cambios que acaecen en la villa.
Con la generación protagonista de la victoria el,hecho histórico se re marca con mayor intensidad. Las vicisitudes
bélicas, el bombardeo continuo, el hambre sufrida, los héroes muertos, son los protagonistas en el recuerdo de las
fiestas que se celebran.
Con la irrupción, a fines del siglo XIX, de nuevas fuerzas políticas y la paulatina desaparición de los autores de la
guerra carlista, el presente va sustituyendo al pasado y la política se apodera de la celebración. De esta manera, los
discursos que se escuchan en los aledaños al monumento de Mallona se convierten en el eje principal, aunque no
único, de la fiesta.
Desaparecida la generación que había luchado en la última contienda civil, el hecho histórico del levantamiento del
sitio pasa a ser un simple escenario de la celebración. Tras el 14 de abril de 1931, la sociedad vive con intensidad la
proclamación de la segunda República, la visita del presidente Niceto Alcala Zamora, el triunfo del Frente Popular o,
en otras ocasiones, con indiferencia la fría celebración conducida por un ayuntamiento impuesto.
La conquista de Bilbao por el ejército de Franco elimina para siempre la celebración del levantamiento del sitio de
1874. En esa victoria militar, finalmente y de manera simbólica, los sitios carlistas del siglo XIX habían dado sus frutos. Lo decía con voces inequívocas El Correo Español a través de su colaborador Jose Luis Nebreda de Miguel el 1
de agosto de 1937 . La presencia de los carlistas en El Sitio significa “ lo mas emotivo y simbólico de la liberación de
la villa”. Las fiestas del dos de mayo eran para Nebreda aquellas “en las que todo lo fétido, grosero y repugnante lucia
por las calles su bajeza y su ruindad”. Para concluir con voz profética “Pero se terminaron los Dos de Mayo tristes y
amargos” .
La foto de los veteranos carlistas ocupando el salón principal del edificio de la calle Bidebarrieta, jaleados por el alcalde Areilza, ponía broche final e imagen a la ocupación de la invicta villa.
Fuentes y Bibliograf ía
Fuentes Hemerográficas:
El Correo Español (1937-1938)
Euskalduna (1901-1909)
Euzkadi (1913-1936)
23 El Correo Español 1-08-1937
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136
La Gaceta del Norte (1924)
El Liberal (1901-1937)
El Noticiero Bilbaíno (1875-1936)
Nervion (1891-1936)
La Tarde (1931-1936)
Archivos:
Archivo Municipal de Bilbao
Libros de Actas (1874-1937)
Bibliograf ía:
AREILZA, J. M: Tres batallas por Bilbao y otras paginas, Bilbao, 1997.
HANDELMAN, D.:Models and Mirrors. Towards an Anthropology of Public Events, Cambridge, 1990.
HOMOBONO, J. I.:Espacio y fiesta en el Pais Vasco, en Lurralde. Investigación y espacio, 1982.
HOMOBONO, J.I,: Fiesta, ritual y símbolo: Epifanía de las identidades, en Zainak.26, 2004.
JUARISTI, J.:El chimbo expiatorio, Madrid, 1999.
MUIR, E: Fiesta y rito en la Europa moderna, Madrid, 2001.
RIDOLFI, M.: Las fiestas nacionales. Religiones de la patria y rituales políticos en la Europa liberal del “largo siglo
XIX”, en Pasado y Memoria. Revista de historia contemporánea numero 3.
SALAZAR, J.I.:1937.Bilbao conquistada. Crónicas, memorias y propaganda, Bilbao, 2013
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El kinetografo: Denominacion con la que las
fiestas de 1896 acogieron la presentacion del
espectaculo cinematografico en Bilbao
Dr. Txomin Ansola
Resumen
Las fiestas de Bilbao incorporaron en 1878 el ferial: punto de encuentro para todo tipo de barracas, puestos de baratijas y
espectáculos. A partir de entonces, las fiestas acogieron museos de figuras de cera, linterna mágica, cuadros disolventes,
cosmoramas, polioramas, fantasmagorías, fonógrafos... En este sentido las fiestas de agosto de 1896 fueron el marco
para la presentación del Kinetógrafo, denominación con la que el Cinematógrafo llegó a Bilbao. Comenzaba de esta
manera la historia del espectáculo cinematógrafo en la Villa.
Palabras clave: Kinetógrafo, Bilbao, ferias, fiestas.
Laburpena
Jai abertzaleak Bilbon XX. mendeko lehen urteetan: Euskal nazioa Eszenatokira
Bilboko jaiek, 1878an, feria-gunea atondu zuten. Harrez gero bertan ezarri ziren hala barrakak, nola purtzilkeriasaltokiak edo ikuskizunak. Aurrerantzean jaietan denetarikoak ikusiko ziren; besteak beste, argizarizako irudien
museoak, linterna magikoak, koadro urtzaileak, kosmoramak, polioramak, mamukeriak eta fonografoak. Ildo horretan
1896ko jaietan aurkeztu zen Zinematografoa, Kinetografoa izenaz aurkeztu ere, asmakizun berriak Bilbora etortzean
izen horixe ekarri baitzuen.
Giltza hitzak: Kinetografoa, Bilbo, azokak, jaiak.
Abstract
Nationalist festivals in Bilbao at the start of the XXcentury: Staging the basque nation
In 1898 the Bilbao festival incorporated the fairground: a meeting place for all types of rides, stalls selling trinkets,
and spectacles. From then onwards the festival included waxworks museums, magic lanterns, musical performances,
cosmoramas, polioramas, phantasmagorias, phonographs… Thus, the 1989 festival was the framework for the
presentation of the kinetograph, the term by which the cinematograph was known when it arrived in Bilbao. In this
way the cinematographic spectacle began in the township.
Key words: Kinetograph, Bilbao, fairs, festival.
Hartua-recibido: 15-XII-2013- Onartua-aceptado: 3-XI-2014
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Primeros pasos del ferial
Las fiestas de Bilbao habían girado hasta 1878 en torno a las corridas de toros y a los festejos populares organizados
por el Ayuntamiento. De hecho, las corridas eran el elemento fundamental de las mismas, gozando de un reconocido
prestigio y habiendo llegado a convertirse en un poderoso elemento de atracción, tanto para los bilbaínos como para
muchos de los visitantes que durante el mes de agosto se acercaban a la ciudad.
A partir de ese año las fiestas incorporaron una novedad importante: el ferial, lugar de encuentro de todo tipo de
barracas, puestos de baratijas y espectáculos. El ferial se convirtió rápidamente en un componente indispensable de las
fiestas, ya que aportó a éstas una dimensión hasta entonces inédita: un espacio festivo propio que, con el paso de los
años, se transformó en un punto de referencia inexcusable del ambiente de relajación y diversión en que se sumergía la
ciudad durante esos días de agosto.
El ferial contribuyó, igualmente, en algunos momentos a dotar de una seña de identidad propia a las fiestas, puesto
que era el único esparcimiento con el que contaba la ciudad durante su periodo festivo, si exceptuamos, claro está,
las corridas de toros y el teatro. La importancia que alcanzó el ferial fue una consecuencia directa del desinterés con que
se veían las fiestas, tanto desde instancias municipales como desde algunos sectores de la industria y del comercio de
la Villa, poco propensos a apoyarlas. Una actitud que, en numerosas ocasiones, se materializó en la ausencia de festejos
organizados por el Ayuntamiento.
Frente a este talante poco interesado en potenciar las fiestas, lo que a la postre significaba hacer lo propio con la ciudad,
como la prensa se encargaba de recordar repetidamente, se postulaba, también, la necesidad de que Bilbao contase con
una comisión de fiestas estable. El Noticiero Bilbaíno presentaba en sus páginas, en agosto de 1879, una propuesta en
ese sentido:
“Nosotros creemos que el Ayuntamiento de Bilbao debe tener con carácter permanente una
comisión especial de festejos que cuente con todo un año para idear y disponer los festejos del mes
de agosto, y aún creemos que los ayuntamientos de Portugalete, de Santurce y de Guecho deben
nombrar comisiones que se pongan de acuerdo con la de Bilbao en este asunto más importante
de lo a que a primera vista parece. Contribuyan todos los citados municipios, en la proporción
de sus recursos y su ingenio, a idear y preparar las fiestas de agosto y estas fiestas tendrán aquí
una originalidad, un encanto, una grandiosidad que haga a nuestra Villa y nuestro valle el centro
predilecto del veraneo español”1.
Una iniciativa que no se llegó a materializar en ningún momento, a pesar de los beneficios que, la organización de
diferentes festejos, habrían podido representar para el conjunto de la ciudad, como J. Sobrino, desde El Nervión, se
encargaba de subrayar en 1904:
“En el presente año y durante la segunda quincena de Agosto, se han recaudado por arbitrios
149.545,37 pesetas. En 1903, que no hubo festejos se recaudaron 150.057,91. En 1902 que hubo
aunque pocos algunos festejos se recaudó 157.805,91. En 1901 que hubo festejos de alguna
importancia alcanzó la recaudación a 175.762,16 pesetas. Con los datos apuntados creo que basta
para demostrar a esos señores capitulares, que los festejos son, han sido y serán siempre beneficio
para el pueblo y para el Municipio”2.
La idea de dotar a las fiestas de un ferial partió de un grupo de feriantes. El Nervión contaba, tiempo después, cómo
éstos, procedentes de las fiestas de Santander, pidieron al Ayuntamiento permiso y un lugar en el que establecer sus
puestos para vender sus mercancías. El Alcalde de la Villa, Pablo de Alzola y Minondo, les concedió la autorización que
solicitaban, proporcionándoles para instalarse los terrenos “ganados a la ría en el paso conocido por San Agustín, o sea
en la Sendeja”3.
La primera experiencia del ferial fue muy positiva tanto para la ciudad como para los propios feriantes, como lo prueba
el hecho de que al año siguiente se incrementase de manera significativa el número de puestos de baratijas de a real y
1 “Las fiestas de agosto”, El Noticiero Bilbaíno, Bilbao, 24 de agosto de 1879, p. 2.
2 Sobrino, J.: “Bilbao”, El Nervión, Bilbao, 4 de septiembre de 1904, p. 1.
3 X: “Los feriantes”, El Nervión, 13 de agosto de 1903, p. 1.
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medio la pieza, concurriendo por vez primera diversos tipos de espectáculos4. Ya desde los días previos a las fiestas,
en el espacio reservado al ferial, es decir, en el paseo de la Sendeja, desde el Arenal hasta el Campo Volantín, fueron
instalándose numerosas barracas destinadas a la venta de objetos de arte, y algunos espectáculos, como una galería de
figuras de cera, cosmoramas5 o el palacio encantado6.
En El Noticiero Bilbaíno, después de la inauguración del ferial, fijaban su mirada en dos de los espectáculos para indicar
que estaban “muy concurridos y que realmente lo merecen”7. En el primero, llamado Galería Histórica de Figuras de
Cera, cuyo propietario era Vicente Miralles Pelayo8, se podían ver distintas figuras de cera, que no detallaban, y una
“numerosa y bella colección de vistas estereoscópicas9 y panorámicas”, que tampoco enumeraban, aunque debían ser
atractivas y curiosas, ya que por si solas valían “más de lo que cuesta la entrada”.
Un precio que el 24 de agosto experimentó una reducción significativa, según recogía en sus páginas El Noticiero
Bilbaíno: “Llamamos especialmente la atención de nuestros lectores hacia la gran rebaja de precios que los dueños de
las figuras de cera y estereóscopos americanos han establecido desde anteayer en la seguridad de que cuantos visiten ese
local, sito en el Arenal, han de salir satisfechos, atendido lo económico de su entrada que cuesta sólo un real”10.
El segundo, que correspondía al denominado Palacio Encantado, era menos interesante que las vistas, aunque sin ser
un “espectáculo de relumbrón”, merecía la pena visitarlo para poder contemplar una “porción de agradables efectos
obrados sólo con ayuda de la electricidad”. Una vez más el redactor de la noticia no es más explicito, por lo que nos ha
privado de conocer de manera más pormenorizada lo que se podía ver en el mencionado pabellón.
A estos espectáculos hay que sumar la presencia en el ferial, también, de la “magnífica” Galería-Óptica-Pintoresca
de Pascual Vignali y el Teatro Mecánico y Gran Fotograf ía de A. Baldomero, Esta última, según se detalla en la
documentación municipal, se caracterizaba por ser “de buena forma y decoración”11.
Al año siguiente el ferial, instalado en el Campo Volantín, volvió a erigirse en el protagonista de las fiestas, ya que se
consolidó como un espacio de encuentro y de entretenimiento para todo tipo de público. En su tercera visita a la ciudad
el ferial ofrecía al visitante desde el día 8, fecha de su apertura, un amplio repertorio de espectáculos y barracas, que
animó a la gente a concurrir al mismo. En el recinto ferial se dieron cita, tal como recogía Argos en El Noticiero Bilbaíno,
“figuras de cera, figuras de movimiento, monos sabios, mujeres y animales fenomenales, fieras,
cuadros, vistas, payasos, música, organillo, bombo, platillos y charlatanería; mucho, muchísimo
polvo y ni una sola gota de agua: todo a real y a real y medio la pieza”12.
Dos fueron los pabellones dedicados a exponer figuras de cera. El primero, el Museo Malagarriga, cuyo propietario era
Francisco Malagarriga, se anunciaba como Gran Museo de Figuras de Cera y otras Preciosidades13, y como el mejor
y más completo de los que en aquellos momentos viajaban por Europa. Los visitantes pudieron contemplar distintos
motivos históricos (la ejecución de los comuneros de Castilla, la Caridad romana y el asesinato de Marat por Carlota
Corday); varias escenas populares (la curación del herido en campaña, la lechera francesa y el juego de los cinco pilletes);
una colección de manjares que destacaban por su realismo; y una serie de personajes célebres contemporáneos, que se
caracterizaban por ser “muy notables”14. La entrada costaba dos reales para el público en general, aunque los niños y
militares sin graduación pagaban la mitad, y se podía visitar todos los días de 7 a 11 de la noche.
4 Ibídem.
5 Al igual que los panoramas o los dioramas, los cosmoramas también conocieron versiones móviles, que se caracterizaban por la aplicación de
un juego de lentes y una cámara oscura a una serie de imágenes pintadas por lo general a la aguada, a la acuarela o al óleo, aunque todas ellas
serían sustituidas posteriormente por fotograf ías.
6 Preludios de fiestas”, El Noticiero Bilbaíno, 15 de agosto de 1879, p. 2.
7 “Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 23 de agosto de 1879, p. 2.
8 Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 1, Caja 29, Expediente 2.
9 La aplicación a los cosmoramas del estereoscopio, aparato inventado por Charles Wheatstone, que permitía crear la sensación de profundidad
y tridimensionalidad en las fotograf ías, dio lugar a la aparición del estereoscopio cosmorámico, lo que hizo posible que a las tradicionales vistas
que proyectaban los cosmoramas se incorporasen las fotograf ías estereoscópicas.
10 “Gacetillas”, El Noticiero Bilbaíno, 26 de agosto de 1879, p. 3.
11 Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 1, Caja 29, Expediente 4.
12 Argos: “Pasavolantes”, El Noticiero Bilbaíno, 22 de agosto de 1880, Hoja literaria, núm. 30.
13 “Anuncios preferentes”, El Noticiero Bilbaíno, 8 de agosto de 1880, p. 3.
14 Argos: art. cit. y “Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 17 de agosto de 1888, p. 3.
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El segundo, que pertenecía al aragonés Mariano Belio, se encontraba ubicado en la tercera barraca del paseo de la
Sendeja, destacando en “primer término la figura grave, pero apacible del pontífice León XIII”15 y, después, una amplia
muestra de los principales personajes españoles de la época.
En el mismo espacio donde se encontraban los pabellones de las figuras de cera hay que situar al Panorama
con regalo, de Félix Soria y la Gran Exposición Universal de París de Eduardo Gimeno16, que estaba ubicada
en el primer pabellón del Campo Volantín. En ella se proponía, bajo el enunciado de “Un paseo por Europa”, la
exhibición de una serie de vistas en las que se podía contemplar escenas de “los países más lejanos, sin necesidad
de las molestias y gastos que los viajes originan”17. El precio de la entrada era más económico que la del Museo
Malagarriga, ya que costaba la mitad: un real para el público en general y medio real para los niños y soldados.
Las vistas, que se cambiaron totalmente el día dieciocho18, se mostraban en un pabellón edificado con tal motivo,
que se caracterizaba por estar “dignamente decorado, cubierto con un pañón a cuadros, que es de buen efecto”19.
En esta ocasión el Ayuntamiento se sumó también a las fiestas e incluyó en el programa de fiestas elaborado por el
consistorio la exhibición de un poliorama20, que se pudo contemplar el 24 de agosto a partir de “la siete de la noche en
la nueva y espaciosa plaza del Mercado (Abando)” 21.
El espectáculo, que fue presentado en la Villa por Mr. Auboin Brunet22, estaba formado por 32 vistas. En ellas se recogían
escenas de paisajes y monumentos célebres tanto de ciudades españolas como extranjeras, que se iluminaban con luz
oxi-hídrica (una mezcla de oxígeno e hidrógeno), de las cuales 18 se exhibieron en la primera parte y 1423 en la segunda.
Entre las primeras vistas se pueden citar: la Catedral de Málaga (tomada desde el Faro), el Monasterio de Yuste, el
Acueducto de Segovia (de día y de noche), y entre las segundas: la Esfinge colosal y las Pirámides de Egipto, un pueblo
esquimal en las inmediaciones de Arkangel, el Gran Teatro de la Opera (París), El Vesubio (en calma y en erupción),
una Iglesia católica en Odessa (Rusia), el Palacio del Serrallo (Constantinopla) y el Puente de las Ranas en el parque de
Potsdam (Prusia).
Además de las vistas se incluyeron también abundantes caricaturas, para cuya proyección se utilizó un cromatropo. Era
este un artilugio que permitía combinar varias placas de colores, que al girar una sobre otra daban lugar a la elaboración
de varias formas caleidoscópicas. Igualmente se conseguía, mediante la yuxtaposición de diferentes haces luminosos,
la formación de transiciones temporales (como pasar del día a la noche) y la representación simulada del movimiento.
Algo de lo que era un buen paradigma varias de las vistas que se mostraron esa noche24.
El espectáculo se completó con la exhibición de una colección de fuegos artificiales, que se pudieron ver de manera
alternativa con la proyección de las diferentes vistas. Todo ello fue amenizado por una banda de música, que actuó
durante los intermedios.
Las vistas estereoscópicas y panorámicas, las figuras de cera, la linterna mágica, dioramas, polioramas y cosmoramas
fueron algunos de los espectáculos que, en mayor o menor grado, estuvieron presentes en las fiestas de agosto durante
las dos décadas siguientes. Su presencia en las fiestas empezó a remitir tras la presentación del cinematógrafo en agosto
de 1896, momento en el que éste comenzó a reemplazar a los espectáculos precinematográficos en la atención del
público.
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Argos: art. cit. y “Diversiones públicas”, El Noticiero Bilbaíno, 13 de agosto de 1888, p. 3.
Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 1, Caja 163, Expediente 4.
“Diversiones públicas”, El Noticiero Bilbaíno, 8 de agosto de 1880, p. 3.
“Diversiones públicas”, El Noticiero Bilbaíno, 18 de agosto de 1880, p. 3.
Argos: art. cit.
El poliorama era un espectáculo en el que se empleaban “linternas mágicas de cierta complejidad, que llegaban a tener hasta tres objetivos y
permitían efectos de proyección bastante elaborados”, Véase Sánchez Vidal, Agustín: Los Jimeno y los orígenes del cine en Zaragoza, Zaragoza,
Patronato de las Artes Escénicas y de la Imagen (Archivo de la Filmoteca de Zaragoza). Área de Cultura y Educación del Excmo. Ayuntamiento
de Zaragoza, 1994, p. 106.
“Fiestas en Bilbao”, El Noticiero Bilbaíno, 24 de agosto de 1880, p. 2.
La presencia en España de Mr. Aubion Brunet, fundador y propietario del Teatro Mágico de París, se ha detectado en Sevilla (1875); Santiago,
Vigo y Pontevedra (1878); y Zaragoza (octubre de 1880). Véase Colón, Carlos: Los comienzos del cinematógrafo en Sevilla (1896-1920), Sevilla,
Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento, 1981, p. 26; Cabo, José Luis: Cinematógrafos de Compostela 1900/1986, Coruña, Xunta de Galicia,
Consellería de Cultura e Xuventude, Dirección Xeral de Cultura, 1992, pp. 25-26; y Sánchez Vidal, Agustín, op. cit. pp. 107, 110-111.
“Fiestas en Bilbao”, El Noticiero Bilbaíno, 8 de agosto de 1880, p. 2.
Burch, Noël: El tragaluz del infinito, Madrid, Cátedra, 1987, p. 102.
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Desarrollo económico
Durante ese tiempo, que se corresponde con el último tercio del siglo XIX, se produjo en Bizkaia, en concreto en el área
que comprende la ría del Nervión, un importante y acelerado desarrollo económico, que tuvo su punto de partida en la
minas de hierro situadas en la margen izquierda de la misma, para extenderse, posteriormente, a la industria siderúrgica,
la naval y a la actividad comercial. Esta revolución industrial, llevada a cabo con cincuenta años de retraso respecto a la
de otros países europeos, supuso el inicio de una serie de cambios sociales que afectaron de forma sustancial al conjunto
de la población vizcaína. Consecuencia directa de ello fue el aumento significativo de la población y su asentamiento
en las zonas urbanas que se estaban empezando a configurar. El amplio fenómeno de movilidad social que este hecho
provocó se tradujo en el acelerado tránsito de una sociedad tradicional rural a otra urbana e industrial, a la cabeza de
la cual se encontraba Bilbao, que vio cómo su población pasaba de los 32.734 habitantes de 1877 a los 83.306 de 1900.
En esta sociedad industrial ya habían empezado a cristalizar una serie de descubrimientos científicos y tecnológicos:
“Desde 1878 los hombres ya creían llegar el progreso modernista insuperable, el apocalipsis: la
televisión de Carey, el coche eléctrico ¡de Siemens!; el barco de vapor de acero, la cosechadora
mecánica, las toxinas aisladas; el motor de Otto, tetrafásico, la radiación calórica de Goldstein, el
micrófono de Edison, las propiedades bactericidas de la luz, el oxígeno líquido, el teléfono eléctrico,
el punto a punto para televisión de Sawyer, el fonógrafo (Todas las revoluciones sociales empiezan
por la música); el microscopio de Zeiss, la lámpara de filamento-carbono de Edison, el ferrocarril
eléctrico (metro de Nueva York) el aislamiento del parásito del paludismo, el ascensor (otra vez
Siemens), el canal de Panamá, el microbio de la rabia de Pasteur, el proyector de cine, los rayos X, el
neumático Michelín, el cine de los Lumière, Becquerel y su radiactividad, la radio, el automóvil, el
teléfono de larga cobertura de Pupi.... Era el fin del mundo. No se podía progresar más. Pero Bilbao
bate el récord en 1902 con sus Altos Hornos y la aplicación Bessemer para el acero”25.
A finales del siglo XIX la máquina se había convertido en la imagen dominante de la época en “Francia, Inglaterra,
Alemania, los Estados Unidos, Japón y, con menor, intensidad en Rusia, Italia y el sudeste de Europa”26. La maquina
estaba presente en el conjunto de la sociedad tanto en su forma metafórica como en su presencia en la vida cotidiana
como testimoniaban de forma fehaciente y concreta las “fábricas, tranvías, buques de vapor, locomotoras, bombas
hidráulicas, dinamos, cosechadoras, ascensores, rotativas, dispositivos eléctricos, máquinas de coser, teléfonos, y las
máquinas herramientas y las matrices que producían todas las anteriores con un precisión uniforme y en cantidades
prodigiosas”27.
La máquina fue igualmente la gran protagonista de la profunda transformación que experimentaron los espectáculos
precinematográficos durante los últimos veinticinco años del siglo XIX. Un buen paradigma de esos cambios fueron
el progresivo perfeccionamiento de los espectáculos precinematográficos, la profundización en los estudios sobre la
visión y los avances que se registraron en el campo de la fotograf ía.
La consecuencia de todo ello se materializó en una máquina con la que fascinar la mirada de la gente: el cinematógrafo,
“escritura en movimiento”, aunque no fue la única ya que en ese afán se venía trabajando además de en Francia, en el
Reino Unido, Italia, Alemania y Estados Unidos.
En este contexto de transformación radical de la sociedad, en el cual se empezaba a dibujar una nueva realidad social
de la que iba a ser imposible sustraerse, los espectáculos precinematográficos, primero, y el cinematógrafo, después,
desempeñarán un importante papel en la socialización e integración del individuo en la misma.
El cinematógrafo, que había logrado materializar la búsqueda de la reproducción del movimiento, y los diferentes
espectáculos precinematográficos, que habían ayudado a prefigurar ese deseo en las personas, contribuyeron a la
“recomposición de la realidad por procedimientos artificiales (....) en un momento histórico en el que la realidad estaba
cambiando brutalmente como consecuencia de la revolución industrial. El sujeto tenía una necesidad psicológica de
reproducir la realidad, precisamente cuando esa realidad se estaba disolviendo”28.
25 Castellano, Rafael: La fiebre del hierro, Bilbao, núm. 97, 1996, p. 4.
26 Sanford, Charles L.: “Tecnología y cultura a finales del siglo XIX: La voluntad de saber”, en Kranzberg y Pursell jr. (eds.): Historia de la
tecnología. La técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, Gustavo Gili, p. 806.
27 Ibídem.
28 Canogar, Daniel: “La realidad virtual y la sociedad el espectáculo”, en Exposito, Marcelo y Villota, Gabriel (eds.): Plusvalías de la imagen.
Anotaciones (locales) para una crítica de los usos (y abusos) de la imagen, Bilbao, Rekalde, 1993, p. 87.
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Igualmente, ambos colaboraron en la preparación de la mirada de la gente, obligada a afrontar “una nueva vivencia
del espacio, del tiempo y del movimiento, ligada a su vez a las grandes exploraciones y viajes y a tecnologías que
procuraban un consumo más acelerado del vector espacio temporal”29.
Esperando al cinematógrafo
La aceleración del espacio y del tiempo se hizo más patente en los últimos años del siglo XIX, precisamente en aquéllos
que precedieron a la llegada del cinematógrafo. Así, por la calles de Bilbao comenzó a circular en agosto de 1894 un
“coche sin caballos”, un “extraño vehículo, movido por gasolina”, que llamó “grandemente la atención de la gentes y
especialmente de los cocheros, que ven un rival temible en el nuevo carruaje”30.
El automóvil no fue la única novedad que suscitó el interés de los bilbaínos. Durante las fiestas de agosto de ese año se
presentó, por partida doble, el fonógrafo, “uno de los maravillosos inventos de Edison”, como se le calificaba desde las
páginas de El Nervión31.
Tras esta adjetivación inicial, claramente elogiosa, el periódico bilbaíno proporciona algunos otros detalles explicando
como el fonógrafo era “una máquina que nos habla y nos canta, y hace las veces del piano, de la flauta, etc., y hasta de
una banda de música, sencillamente, merece.....oírse”.
El primero que se pudo admirar y escuchar correspondió al fonógrafo Pertierra, situado en la galería Mateu, calle
Berastegui. Antes de su apertura al público se celebró una audición para la prensa. En El Nervión, que asistió a la
presentación, encontramos esta reseña del acto:
“Anoche galantemente invitados por el señor Pertierra, acudimos a la galería Mateu, para asistir a la
inauguración de las audiciones fonográficas, que tanto éxito han alcanzado en algunas capitales de
España.La instalación del fonógrafo es perfecta, cómoda y elegante, y según pudimos apreciar, el
fonógrafo del señor Pertierra es realmente notable, pues se perciben con mucha exactitud cuantas
piezas reproduce.Después de un saludo a la prensa, el fonógrafo nos hizo escuchar la deliciosa voz
de la Pinkert32, algo de cante flamenco, el dúo del Mantón de Manila, de la Verbena de la paloma y
otra multitud de piezas que agradaron mucho a los concurrentes”33.
Una información más detallada sobre el fonógrafo Pertierra, en relación con su estancia en Madrid, donde estuvo
pocos meses antes de que se trasladase a Bilbao, la podemos encontrar en La IIustración Española y Americana34.
En esta revista, que califica a Pertierra como “quizás el principal vulgarizador del fonógrafo en España”, se describe
detalladamente el salón donde se encontraba situado el fonógrafo:
“Está colocado sobre una vitrina, entre dos estatuas que sostienen dos luces eléctricas, y de él
parte un tubo que transmite el sonido-voz hablada, canto, orquesta, etc., a diez y seis tubitos
más que terminan en dos auditores de cauchú o cristal, los cuales se aplican a los oídos el
público colocado alrededor de una barandilla cubierta de peluche. En medio se ve un hermoso
busto de mujer en actitud de escuchar. Finalmente, al medio de un lienzo del salón está el
retrato de Edison, que parece presidir el acto”.
El éxito de público obtenido por el fonógrafo llevó a Pertierra a ampliar el número de audiciones. Las sesiones que,
con una duración de treinta minutos, se sucedían de cinco a once de la noche, se ampliaron, desde el 7 de agosto, a la
mañana, de diez a una de la tarde, comenzando las de la tarde a las cuatro.
El segundo fonógrafo, perteneciente a Colis, estaba ubicado en la calle Bailén, en los terrenos de la Concordia, frente a
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Sánchez Vidal, Agustín: op. cit., p. 56.
“De ayer a hoy”, El Nervión, 3 de agosto de 1894, p. 2.
“De ayer a hoy”, El Nervión, 7 de agosto de 1894, p. 2.
Se refiere a la soprano polaca Regina Pinkert (Warsaw, Polonia 1869 – Milan, Italia 1931).
El fonógrafo de Pertierra, El Nervión, 23 de julio de 1894, p. 2.
“Espectáculo científico del Sr. Pertierra.-La sala del fonógrafo Edison”, La Ilustración Española y Americana, Madrid, 22 de mayo de 1894, p.
311.
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la estación de Portugalete. La prensa apenas ofreció información sobre él. En El Nervión se indicaba que “cada día era
más visitado” el fonógrafo de Colis: “Deseoso el señor Colis de que todas las clases de la sociedad puedan admirar el
maravilloso invento de Edison, ha rebajado notablemente el precio de las audiciones. Cada sesión no cuesta ahora más
que dos reales, por cuya cantidad puede pasarse un delicioso rato oyendo trozos de ópera, canciones populares, discursos,
chascarrillos, etcétera”35. Mientras que en El Noticiero Bilbaíno se limitaban a señalar que el público salía fascinado tras
escuchar el maravilloso aparato de Edison, un invento que “todos pueden admirar, porque al alcance está de todos”36.
Las discrepancias que surgieron entre los feriantes y el Ayuntamiento sobre la ubicación del ferial, que en esta ocasión
se encontraba ubicado en el Campo Volatín, y de los días en que iba estar abierto, provocó que la mayoría de los
feriantes tomaran la decisión de no concurrir con sus espectáculos a las fiestas. De hecho a los dos fonógrafos ya
reseñados hay que sumar tan solo dos espectáculos más, correspondiendo éstos a dos barracas que ofrecían el mismo
tipo de atracción: sendas colecciones de figuras de cera, que estaban instaladas frente a la estación de Portugalete37, la 0
De la amplia y variada colección de vistas que se exhibieron, que se caracterizaban por la “verdad y exactitud” de los
paisajes que reproducían, se encontraban las imágenes de los Salones del Vaticano, las Tullerías, la Alhambra, el Alcázar
de Sevilla y las “hermosísimas catedrales”, de las ciudades de Cordoba, Sevilla y Segovia. A ellas había que sumar los
panoramas “admirables y asombrosos” de Gibraltar, Venecia y Nueva Cork, Cádiz, Toledo, Alicante y la “celebérrima
feria de Sevilla, llena de colorido y las encantadoras ramblas de las flores y paseo con estatuas de Barcelona”38.
El Salón Express ofrecía, también, a su visitantes, la posibilidad de contemplar la Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo, en catorce cuadros. Comenzaba esta representación con el momento en que el “populacho se impone y
pide una sentencia injusta, apareciendo el infame Pilatos lavándose las manos”, y finalizaba con el “descendimiento y
del entierro de Jesús, lleno de piedad y que conmueve hondamente”39.Pertierra, por su parte, regresó de nuevo con su
fonógrafo Edison aunque, en esta ocasión, varió su emplazamiento pasando a ocupar los bajos del Nuevo Teatro. No
obstante, siguió revalidando los éxitos del año anterior, tal como lo reflejaba El Noticiero Bilbaíno tras girar una visita
al mismo:
“En este magnífico fonógrafo, que emite los sonidos con gran perfección y claridad, se puede oír
desde los aires ejecutados por bandas de música, hasta óperas cantadas, por las más distinguidas
vicetiples, así como también jotas, cuentos, chascarrillos, etc. El público sale altamente satisfecho
de las audiciones, cada vez más concurridas, y haciendo elogios de la instalación”40.
Junto a las audiciones fonográficas los asistentes pudieron contemplar unas vistas panorámicas, que eran calificadas por
el mismo rotativo de “excepcional mérito”41.
Además del fonógrafo de Pertierra hay que anotar la estancia de dos fonógrafos más. Correspondieron éstos a Valentín
Rancelant (ubicado en el número 14 de la Plaza del Mercado del Ensanche)42, y a José González, sobre el que se escribía
en El Nervión lo siguiente: “Hemos tenido el gusto de oír el notable fonógrafo Edison que nuestro distinguido amigo
D. José González ha expuesto al público en el café del Crucero del Campo Volantín, número 12, habiendo quedado
maravillosamente sorprendidos de la perfección con que trasmite los discursos de nuestros más ilustres tribunos y las
voces de los más renombrados cantantes”43.
Con el mismo nombre de Salón Expréss, aunque acentuado en la segunda “é”, se presentó también ese año otro
espectáculo que, emplazado “en la calle de la Estación, antigua fotograf ía de los señores Carabias y Ribot”44, se
inauguró el dos de julio. En El Nervión, periódico que dio la noticia, encontramos esta breve nota: “Este aparato que
tanto llama la atención, es tan recreativo para las señoras de buen tono, como instructivo a todas luces para caballeros,
del cual toman apuntes de Geograf ía, Escultura, Arquitectura, etc”45.
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“De ayer a hoy”, El Nervión, 14 de agosto de 1894, p. 2.
“Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 21 de agosto de 1894, p. 2.
“Espectáculos”, El Nervión, 11 de agosto de 1894, p. 3.
“El Salón Express”, art. cit.
Ibídem.
“Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 28 de agosto de 1895, p. 2.
“Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 19 de agosto de 1895, p. 2.
Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 3, Caja 152, Expediente 9.
“De ayer a hoy”, El Nervión, 8 de agosto de 1895, p. 2.
“De ayer a hoy”, El Nervión, 2 de julio de 1895, p. 2.
Ibídem.
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En 1895 volvieron a instalarse de nuevo las barracas de espectáculos, tras quedar superado el litigio que el año
anterior había enfrentado a los feriantes con el Ayuntamiento. Los panoramas, en sus diferentes variantes, fueron
los protagonistas mayoritarios entre los pabellones de espectáculos. A nombres habituales en el ferial como Antonio
Ramírez (Panorama), Higinio Baldazo (Panorama con vistas) y Enrique Emanuel (Panorama y otros efectos de óptica),
hay que sumar los de Isabel Sepúlveda (Panorama y otras diversiones), Gabriel García García (Panorama)46.
Estos panoramas se completaron con dos pabellones, que comparten nombres similares. Antonio de la Rosa, un habitual
de las fiestas de Bilbao, que tras varios años de ausencia retornaba al ferial con un pabellón, de 108 metros cuadrados,
denominado Teatro de los Espectros y Salón de Zoroastro. En su reencuentro con el ferial bilbaíno tuvo que competir
con el Teatro de los Espectros Vivos de José Montes, cuyo pabellón ocupaba una extensión de 110 metros cuadrados47.
Es posible que ambos espectáculos sean similares a las conocidas “fantasmagorías” que el belga Etienne Gaspard
Robert, conocido como Robertson, popularizó en París a finales del siglo XVIII y durante los primeros años del siglo
XIX. Posteriormente, en 1799, las perfeccionó mediante el avance y retroceso de una linterna mágica móvil, a la que
denominó Fantascopio, lo que le permitió variar la distancia entre la lente y la imagen. La linterna “estaba oculta al
público de manera que la imagen -proyectada sobre una delgada pantalla transparente- producía la extraña impresión
de una aparición sobrenatural”48.
La prensa no fue muy explícita sobre el tipo de espectáculos que se pudieron contemplar en el ferial, limitándose tan
sólo a constatar su presencia. Por ello, no es fácil determinar la clase de espectáculos a los que se refiere Enríquez en
El Nervión, cuando los describe como “fenómenos raros y museos espeluznantes”49, aunque, si nos basamos en lo que
escribió Argos en el mismo periódico y en la misma sección un mes antes de comenzar las fiestas, podemos tener una
idea algo más clara de lo que se podía ver en barracas similares y del tipo de público que las frecuentaba:
“Cuiden ustedes, señores de la comisión, cuando sea nombrada, si llega el caso, cuiden
que no se construyan las barracas, en que se exhiben fenómenos más o menos auténticos
y monarcas de cera y percalina, que no se levanten digo, esos cajones con tablas que, por
lo viejas y apolilladas, debieron pertenecer al primer crucero del mundo, o sea, a la arca de
Noé. Hágase, que como en Sevilla, Algeciras y algún otro pueblo de menos pretensiones
que éste en que vivimos, guarden un aspecto decoroso, a fin de que no sean sólo niños,
niñeras y soldados los que las visiten”50.
Agosto de 1896: el Kinetógrafo llega a Bilbao
Al igual que había sucedido durante los años precedentes, en los que las fiestas de Bilbao se habían convertido en el
marco propicio para la presentación de las diferentes novedades que se iban produciendo en el campo de los espectáculos
precinematográficos, las fiestas 1896 acogieron, por vez primera en la capital vizcaína, la novedad del cinematógrafo.
La prensa bilbaína no informó sobre la primera exhibición pública, de pago, del Cinematógrafo de Auguste y Louis
Lumière, hecho acaecido el 28 de diciembre de 1895 en el Salón Indien del Grand Café de París. En cambio, en abril
de 1896, El Nervión publicaba la noticia del último invento de Thomas Alva Edison: un nuevo sistema de proyección
cinematográfica llamado Vitascopo, y no Vitoscopo como erróneamente se decía en la misma:
“Edison es tan incansable en punto a inventos, que continuamente nos está dando muestras de su
gran valor intelectual.Ahora acaba de crear otro aparato, que con el nombre de “vitoscopo”
dará muy pronto a conocer al público. Es una mejora del kinetoscopio51, que por medio de luces y
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Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 3, Caja 152, Expediente 36.
Ibídem.
Ceram, C. W.: Arqueología del cine, Barcelona, Destino, 1965, p. 36.
Enríquez: “Bilbao”, El Nervión, 18 de octubre de 1895, p. 1.
Argos: “Bilbao”, El Nervión, 7 de julio de 1895, p. 1.
El Kinetoscopio era un aparato que unicamente permitía la visión individual de las vistas animadas. Edison lo registró en la Oficina de Patentes
de Estados Unidos en 1891, aunque no le fue aceptada la patente hasta 1893. Su explotación comercial comenzó al año siguiente, cuando se
abrió el 14 de abril de 1894 en Nueva York el primer Kinetoscope Parlour. En el País Vasco se pudo contemplar en San Sebastián durante el
verano de 1895, según informaba La Voz de Guipúzcoa el 6 de julio de 1895, p.1, en un artículo titulado: “El Kinetoscopio”.
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poderosas lentes lanza sobre una superficie las figuras en tamaño natural de personas y animales,
señalando sus menores acciones y movimientos.En unas pruebas realizada por el mismo Edison,
se vio que las fotograf ías de una bailarina, tomadas mientras ésta bailaba, arrolladas a un cilindro,
aparecían, cuando funcionó el aparato con el mismo vigor y naturalidad que si se hallaran en
un escenario.Las fotograf ías originales desarrolladas en un cilindro son del tamaño de sellos de
correos, y se agrandan nada menos que unas 600 veces merced al nuevo aparato.Edison propónese
además perfeccionar el fonógrafo y combinarlo con el vitoscopo de modo que sea posible para el
público la audición de una ópera, observándose al mismo tiempo los movimientos de los artistas
que la cantan”52.
A pesar de que en la noticia se adjudicaba la paternidad de la versión del sistema de proyección estadounidense a
Edison, en realidad, el invento correspondió a Thomas Arnat y Frank Jenkins, limitándose Edison únicamente a su
comercialización con el nombre de Vitascopo. Igualmente hay que señalar que su presentación pública había tenido
lugar el 23 de abril de 1896 en el Koster and Bial´s Music Hall, “un prominente teatro neoyorquino de vodevil”53, cinco
días antes de que el rotativo bilbaíno publicara la noticia.
Por su parte, El Noticiero Bilbaíno se hizo eco a través de su corresponsal en Madrid, aunque de forma tardía, de la
presentación del espectáculo cinematográfico en el Estado español:
“Vivimos en una época que muchos creen de apogeo científico, en vista de los descubrimientos
que un día y otro realizan los sabios, y que, probablemente, solo equivalen a los resplandores
crepusculares de un día de luz intelectual que la presente generación ni puede imaginar siquiera.
(.....). Ahora, concretándonos al asunto de esta Instantánea, que no es otro que una serie de
novecientas instantáneas por minuto, diremos que uno de los inventos más curiosos de estos
últimos tiempos es, indudablemente, el aparato llamado animatógrafo, por unos, y por otros,
con más propiedad, cinematógrafo.Fijar fotográficamente un momento de la vida en el movible
escenario de la naturaleza y reproducirlo después, cuantas veces se quiera, hasta sus más
imperceptibles movimientos, es el objeto del aparato antes mencionado, del que no hemos de
hacer una minuciosa descripción, que sería impropia del carácter de esta croniquilla diaria. Baste
decir que todo el secreto del invento consiste en descomponer el movimiento en una serie de
fotogramas que, al pasar ante los ojos del espectador con la rapidez con que aquél se ejecutó, lo
reproducen exactamente. El acto de subir una persona a un coche, por ejemplo, aparecerá en
cualquier fotograf ía de las que constituyen la serie sin diferencia apreciable con la inmediata; pero
siempre hay entre ellas algo distinto, que es lo que hace reconstruir el movimiento cuando se las
hace pasar a una velocidad determinada”54.
Las dos denominaciones a que se alude en la crónica, Animatógrafo y Cinematógrafo, corresponden a los dos sistemas
de proyección que se pudieron contemplar en Madrid, de forma simultánea, durante las fiestas de San Isidro. Así
tenemos que la primera exhibición cinematográfica pública que se vio en el Estado español correspondió a la que
ofreció el día 11 de mayo de 1896 Edwin Rousby, en el circo Parish, con el Animatógrafo:
“Anoche, después de la función verificada en el circo de Parish, tuvo lugar el ensayo general de
El Animatógrafo presentado por Mr. Rousby, produciendo en las muchas personas invitadas al
acto un gran efecto, por la propiedad con que el aparato reproduce los movimientos humanos, el
reflujo de las olas y otros cuadros dignos de admiración. Este espectáculo llamará seguramente la
atención de las personas ilustradas y del público en general”55.
Este sistema de proyección (también conocido como Teatrograph) fue patentado por el inglés Robert William Paul en
mayo de 1895 a partir del Kinetoscopio de Edison.
Dos días después, el 14 mayo, se presentaba en un local situado en el número 34 de la Carrera de San Jerónimo, el
sistema de proyección patentado por los hermanos Lumière:
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“Otro invento”, El Nervión, 28 de abril de 1896, p. 1.
Allen, Robert C. Y Gomery, Douglas: Teoría y práctica de la historia del cine, Barcelona, Paidós, 1995, p. 38.
“La fotograf ía en movimiento”, El Noticiero Bilbaíno, 22 de junio de 1896, p. 2.
“Sección de espectáculos”, El Imparcial, Madrid, 12 de mayo de 1896, p. 3.
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“Desde el miércoles cuenta Madrid con un espectáculo de tanta novedad como atractivo.El
Cinematógrafo, o sea la fotograf ía animada, es verdaderamente notable y constituye uno de los
adelantos más maravillosos alcanzados por la ciencia en el siglo actual.La exhibición de cuadros
y vistas panorámicas, reproducidos por medio del Cinematógrafo, se hace en un espacioso local
(Carrera San Jerónimo, 34), que en la noche del miércoles estuvo muy concurrido por las muchas
y distinguidas personas invitadas a la inauguración. La proyección de la fotograf ía animada sobre
un telón blanco no pudo hacerse con más precisión que la que vimos, estando reproducidos todos
los movimientos de personas y objetos que atraviesan la escena”56.
Manuel Galindo presenta el Kinetógrafo
El 2 de agosto, algo más de siete meses después de la première parisina del Cinematógrafo, El Noticiero Bilbaíno
recogía la noticia de su próxima llegada a Bilbao:
“Con la denominación de Eliseo-Express57, recorre en la actualidad las principales ciudades del
mundo civilizado, y se inaugurará en Bilbao uno de estos días un selecto museo de curiosidades e
inventos modernos que viene precedido de justa fama, y que a juzgar por las excelentes referencias
que de él nos han dado merecerá, seguramente, la más predilecta acogida del público bilbaíno”58.
A renglón seguido se ofrecía una detallada descripción de lo que representaba el nuevo espectáculo:
“.... el kinetógrafo, llamado también cinematógrafo o fotograf ía viviente, modernísima aplicación
de la fotograf ía instantánea, y que por medio de una ingeniosa multiplicación de clichés tomados
del natural y desarrollados a través de potentes focos eléctricos y de sutiles objetivos, permite
obtener una verdadera solución de continuidad en la reproducción más gráfica de cuanto en la
Naturaleza ó en su vida sintetiza la animación o el movimiento, presentándose a la vista del
espectador con completa ilusión de proporciones y con todos los pormenores de la realidad de la
misma”.
Un día después, el 3 de agosto, El Nervión también se hacía eco de la misma información:
“La celebridad del ingenioso descubrimiento se ha hecho ya universal en los pocos meses que han
transcurrido desde su aparición, y Bilbao59 va a ser una de la primeras poblaciones de España en
que se darán a conocer los atractivos de ese trascendentalísimo adelanto en el arte fotográfico, que
ha causado la sorpresa y admiración del mundo civilizado”60.
Manuel Galindo, “inteligente empresario y estudioso amateur” y propietario del Salón Eliseo-Express, el cual se
anunciaba como Museo Artístico, Científico y Recreativo, fue el primero en dar a conocer el espectáculo cinematográfico
al público bilbaíno, cuya “reconocida cultura y plausibles aficiones aseguran de antemano la más favorable acogida de
las experiencias de la maravillosa máquina”61.
La presentación del Kinetógrafo en Bilbao tuvo lugar el 6 de agosto de 1896, en el primer piso del número uno de la calle
Los Jardines, un local que antes había ocupado la sociedad El Sitio. El Nervión, presente en tan señalado acontecimiento
en la vida social de la villa, publicaba la siguiente reseña sobre el nuevo espectáculo:
“Anoche se inauguró en los salones de la sociedad “El Sitio” (sic) el kinetógrafo, fonógrafo y
diorama, que durante estas fiestas se expone al público. Se notaron algunas deficiencias en las
fotograf ías animadas, se conoce que fue debido a no haber ensayado anteriormente, suponemos
56 “Entre bastidores”, El Liberal, Madrid, 15 de mayo de 1896, p. 3.
57 Este salón había estado en San Sebastián durante el verano de 1895, con un espectáculo que incluía el fonógrafo y vistas diorámicas. Véase La
Unión Vascongada, San Sebastián, 6 de julio de 1895, p. 2.
58 “Un nuevo espectáculo”, El Noticiero Bilbaíno, 2 de agosto de 1896, p. 1.
59 Bilbao fue la séptima ciudad en la que se presentó el espectáculo cinematográfico, tras Madrid (12 de mayo), Barcelona (5 de junio), Zaragoza
(28 de junio), Valencia (22 de julio), San Sebastián (24 de julio) y Santander (25 de julio).
60 “El kinetógrafo aquí”, El Nervión, 3 de agosto de 1896, p. 2.
61 Ibídem.
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que en las noches sucesivas se corregirá este defecto, así como también el que entre los cuadros
haya escenas que puedan pasar en otro país más libre que el nuestro. La dirección de este salón,
subsanando estas faltas, creemos tendrá gran entrada en las noches sucesivas”62.
El hecho de que El Noticiero Bilbaíno escriba Kinetógrafo o Cinematógrafo y El Nervión Kinetógrafo, se debe sin duda
a que el sistema de proyección utilizado no correspondía al inventado por los hermanos Lumière. Con el nombre de
Kinetógrafo se patentaron en Francia varios aparatos por los hermanos Eugène y Michel Werner, Joseph Rous, Georges
Méliès-Lucien Korsten-Lucien Reulos, George William de Bedts63, mientras que en Italia lo hizo Filoteo Alberini.
Aunque cabe también la posibilidad de que dicho Kinetógrafo fuera el modelo de proyección estadounidense.
De hecho, el 1 de julio de 1896, el periódico madrileño El Imparcial publicaba un anuncio informando sobre su venta y
sobre la posibilidad de adquirirlo en París:
“El cinefotógrafo americano. La fotograf ía viviente, tamaño natural. Ilusión absoluta de movimiento
sin ruido y sin trepidación. Gran surtido de FILMS-EDISON con color y sin color. COMPAÑIA
AMERICANA DE FONOGRAFOS EDISON, 30, rue Bergere, 30. Paris (Francia)”64.
La circunstancia de que en el anuncio no se mencione el término Vitascopo, sino que se escriba “cinefotógrafo
americano”, permite aventurar la posibilidad de que en Europa se utilizase para su comercialización un término similar
a Kinetógrafo, nombre también de la primera cámara de filmación que William Kennedy Laurie Dickson puso a punto
para Edison. Es factible, por tanto, que al adoptar este nombre se buscara la similitud fonética con cinematógrafo, el
sistema de proyección francés que en ese momento sólo era utilizado por los delegados de Lumière, ya que no fue
puesto a la venta al público hasta mayo de 1897, tras la negativa inicial de los hermanos Lumière a ello.
Unos días antes, el 22 de junio El Liberal de Madrid insertaba, también, un anuncio en el que se publicitaba la venta el
Cinetógrafo de los hermanos Werner:
“Nuevo aparato perfeccionado para las proyecciones animadas sobre la pantalla. Fortuna asegurada
para las personas que quieran hacer exhibiciones públicas. Magníficas escenas tomadas de la vida
parisien. Los aparatos preparados, provistos de doce cintas, enviarianse inmediatamente. M.M.
Werner et C.ª 85 rue de Richelieu. París”65.
Eduardo Gimeno presenta un nuevo Kinetógrafo
Dos días después de la inauguración del Kinetógrafo de Manuel Galindo, el 8 de agosto según El Nervión, o tres, el 9
de agosto según El Noticiero Bilbaíno, abría sus puertas un nuevo Kinetógrafo. Este último periódico lo reflejaba en
sus páginas de esta forma: “Hoy se inaugura el precioso kinetógrafo instalado en la planta baja del teatro Arriaga, y
que tanto ha llamado la atención en cuantas poblaciones lo ha presentado su propietario D. Eduardo Gimeno. Es una
maravilla digna de ser visitada por las personas de gusto”66. Años después, Eduardo Gimeno Correas escribía acerca de
los inicios de su actividad cinematográfica en la Villa lo siguiente:
“Venciendo muchos inconvenientes y haciendo muchos sacrificios se logró debutar en Bilbao
en un local del Teatro Arriaga. Mas el aparato en cuestión no dio su rendimiento por su mala
construcción y condiciones (cosa que por aquellos tiempos, el ser perito en ello, era casi imposible)
y sólo se veía el efecto apetecido, que la fotograf ía se animaba y movía; en fin, que resultó
un timo. Mas así y todo, se fue presentando en Valladolid, Zaragoza, y otras, a costa de unos
trabajos y astucias inexplicables para poder hacerle funcionar. Tanto que el Señor Jimeno (padre)
lo descalificó y se quiso volver a su anterior industria, a su museo de figuras de cera”67.
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“De ayer a hoy”, El Nervión, 7 de agosto de 1896, p. 2.
Todas las patentes francesas sobre el cinematógrafo se pueden consultar en http://cinematographes.free.fr/index-brevets.html.
El Imparcial, 1 de julio de 1896, p. 3.
El Liberal, 22 de junio de 1896, p. 4.
“Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 9 de agosto de 1896, p. 2.
Testimonio de Eduardo Jimeno Correa, reflejado en “Libreta destinada a apuntes, memorias y toda clase de asuntos de interés para su recuerdo,
fechado el 1 de enero de 1938. Véase Martínez, Josefina: “El cine Proyecciones de Madrid: las memorias de Eduardo Jimeno”, Secuencias,
Madrid, núm. 3, 1995, p. 3.
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Sin embargo, no ocurrió así y la solución a todos los problemas planteados por esa primera cámara de proyección se
logró con la adquisición en Lyon, al año siguiente, de un modelo Lumière.
Tras las informaciones iniciales dando cuenta de la presentación del cinematógrafo, la prensa no se volvió a ocupar del
mismo, salvo dos pequeños comentarios publicados en El Nervión. En el primero se dice lo siguiente: “El kinetógrafo
que se exhibe en el Salón Mercantil en la planta baja del Nuevo Teatro se vio anoche concurridísimo. El director del
espectáculo, Eduardo Jiménez, dio gran variedad de fotograf ías en acción que presentó al público”68.
Mientras que el segundo, publicado al día siguiente, se insiste en el éxito del espectáculo: “A pesar de lo desagradable
de la noche última (se refiere al mal tiempo que hizo), el kinetógrafo instalado en la planta baja del Teatro, se vio
concurridísimo. Cada día va ofreciendo mayores novedades el Kinetógrafo, pues las fotograf ía animadas son
variadísimas”69.
Aunque en la prensa solo se menciona el nombre de Eduardo Gimeno, cabe plantearse la posibilidad, en base a la
información contenida en el Archivo Municipal de Bilbao, que el promotor de las sesiones del Nuevo Teatro fuera Fidel
Canto Diez y Cía., ya que desde el 2 de febrero de ese año era el arrendatario de varios locales de la planta baja, donde
abrió su Salón Mercantil, dedicado a la exposición y venta de obras de arte.
El 6 de agosto dirigió se dirigió por carta al Gobernador civil y al Ayuntamiento. En la primera solicitaba permiso
para exhibir al público un aparato titulado Kinetógrafo en la planta baja del Teatro Arriaga, que le fue concedido, al día
siguiente, “siempre que con dicha exhibición no se ofenda la moral y las buenas costumbres”70.
En la segunda misiva detallaba que deseaba dar sesiones con el Kinetógrafo en local que tenía arrendado en el Nuevo
Teatro pedía permiso para colocar dos anuncios provisionales en el exterior del edificio, cuyas dimensiones era de 2,50
metros de alto por 0,98 de ancho, en los laterales de la entrada, con el siguiente texto: “Kinetographe = Proyectionsanimes = Ultimo Modelo – Vida Real – La más sorprendente Maravilla del siglo = Gran éxito = Sesiones cada treinta
minutos – Entrada 1”71. Las sesiones, según se indicaba en ella, estaban programadas para comenzar a las 7:30 de la tarde
y finalizar a la 12 de la noche. El Ayuntamiento no concedió el permiso que solicitaba, argumentando el reglamento del
Nuevo Teatro establecía que no se podían colocar el anuncio en el lugar que se solicitaba.
De la participación activa por parte de Fidel Canto Diez y Cía. en la gestión de las mencionadas autorizaciones para la
exhibición de las vistas animadas con el Kinetógrafo se puede inferir dos posibilidades: 1) Contrató a Eduardo Gimeno
para exhibir el Kinetógrafo y 2) Llegó algún tipo de acuerdo para explotar conjuntamente el Kinetógrafo.
Dada la escasez de noticias, no se ha podido establecer ni las películas que se proyectaron, ni la reacción del público
ante las mismas, más allá de la leve aproximación que se desprende de los comentarios anteriores, en los que resalta más
su carácter publicitario que el informativo en sentido estricto.
En cuanto al tiempo que permanecieron en Bilbao, sólo podemos indicar que el Salón Eliseo-Express se mantuvo hasta
el 4 de septiembre, último día en que aparecerá en El Nervión un anuncio del espectáculo, en el que se señalaba que
junto al Kinetógrafo, o fotograf ía animada tamaño natural, se incluía también un Fonógrafo Edison perfeccionado, en el
que se podían oír “cuentos baturros y rondallas aragonesas, las bandas militares y los cantos y diálogos de artistas líricos
y dramáticos muy conocidos de nuestro público”72.
El espectáculo se completaba con una colección de vistas diorámicas, “verdaderas preciosidades, a cual más perfecta y
acabada, en el arte iconográfico”, entre las que podemos citar “la arquitectura pagana de los Césares y la cristiana de los
Papas en Roma, y desde el modernismo de Londres y París y sus boulevares hasta los poéticos valles y lagos de Suiza
y los gallardos trazos del Renacimiento en Pisa y Bolonia, todo puede admirarlo el visitante con un realismo increíble
al que solo se ha podido llegar merced a los grandes esfuerzos realizados por las industrias y por el progreso del siglo”.
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“De ayer a hoy”, El Nervión, 10 de agosto de 1896, p. 2.
“De ayer a hoy”, El Nervión, 11 de agosto de 1896, p. 2.
Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 3, Caja 164, Expediente 65.
Archivo Foral de Bizkaia, Fondo Archivo Municipal de Bilbao, Sección 3, Caja 163, Expediente 58.
“Un nuevo espectáculo”, art. cit.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
Enrique Farrús en la Gran Vía
A los nombres de Manuel Galindo y Eduardo Gimeno, padre e hijo, hay que añadir el de Enrique Farrús. Todos ellos
configuran el bloque principal de los pioneros de la exhibición cinematográfica en Bilbao.
En el caso de Galindo y de los Gimeno está probada documentalmente su presencia en la Villa en agosto de 1896, tal
y como hemos expuesto en las páginas precedentes. En lo que hace referencia a Farrús, más conocido como Farrusini
tras italianizar su nombre, el único testimonio que podemos aportar son las declaraciones de un antiguo trabajador
de su pabellón cinematográfico, de nombre Mariano, operador del cine Príncipe Alfonso de la ciudad de Barcelona, a
finales de la década de los veinte.
Su testimonio fue recogido por Juan Carranza para el Servicio Español de Prensa, a raíz de la muerte de Enrique Farrús,
ocurrida el 25 de diciembre de 1929. En la entrevista, que se publicó el 1 de febrero de 1930 en La Voz de Cantabria, el
tal Mariano manifestaba que la primera vez que Farrusini plantó su pabellón cinematográfico fue “en Bilbao, allá por el
año 1896, en unos terrenos de la Gran Vía”73.
En efecto, durante las fiestas de ese año el ferial volvió a instalarse en la Gran Vía, y no sin polémica, ya que no hubo
acuerdo en el Ayuntamiento sobre la idoneidad del lugar de ubicación de las barracas, tras haber sido colocadas en el
Campo Volantín durante los últimos dos años. El asunto fue tratado por el Pleno municipal, ante el cual se leyó un
informe de la Comisión de Gobernación en el que se manifestaba que ésta “se abstiene de proponer lugar alguno para la
instalación de barracas durante las fiestas de Agosto, por entender que no le hay en la villa en condiciones a propósito
para ello”74.
Tras presentarse diferentes propuestas, como la Alameda de Mazarredo, Basurto o El Arenal, y llegarse incluso a
plantear la posibilidad de no instalarlas por no existir un lugar adecuado para su emplazamiento, finalmente se aprobó,
por siete votos contra seis, que “el Alcalde de acuerdo con la comisión de Fomento, designe el sitio donde han de ser
colocadas las barracas”.
El lugar elegido, la Gran Vía, fue duramente criticado desde las páginas de El Nervión, por considerar que
“las han colocado en el peor punto de la población, en calles angostas, donde es cuasi imposible
que pueda transitar un carruaje; lo de menos sería el que se hubiera permitido colocar las que
venden quincalla ú otros objetos por el estilo, porque si bien es verdad que impiden el tránsito de
carruajes y del tranvía urbano, en cambio no molestan al vecindario, como sucede con las barracas
establecidas entre los dos pabellones de la plaza del Mercado del Ensanche, allí están establecidas
tres barracas, una de ellas de los Espectros, otra de animales, dos Tíos Vivos (....) como si no fuera
bastante el ruido infernal que producen los organillos han colocado una inmensa barraca de fieras
que con sus bramidos aumentan el tormento del vecindario”75.
Ni la prensa de Bilbao de 1896, como se puede deducir del anterior comentario, ni la de los años inmediatamente
posteriores, como se desprende de las noticias referentes a los espectáculos presentes en el ferial registraron la estancia
del pabellón cinematográfico de Farrusini en la ciudad durante el período de las fiestas.
De ser correcta la fecha que se aporta en la entrevista antes citada, Farrusini habría sido de los primeros en España
en reconvertir su barraca de espectáculos -dedicada en su caso a presentar una función teatral con perros y monos
amaestrados, “cuyo argumento siempre igual solía ser de una sencillez y una ingenuidad grandísimas”76, al naciente
espectáculo cinematográfico.
Una descripción de la barraca de Farrusini a su paso por las fiestas de Pamplona, de donde era asiduo, siendo posible
que trajese la misma o similar a Bilbao, nos la aporta José S. de Ocaña y Elio:
“En la parte exterior de la barraca y a uno de los costados del pórtico, pero dentro de él, había una
pequeña mesita cubierta de terciopelo granate, franjeado de galón de oro, que hacía las veces de
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Carranza, Juan: “Farrasini (sic) fue, entre otras cosas, un precursor del cine sonoro”, La Voz de Cantabria, Santander, 1 de febrero de 1930.
“Ayuntamiento de Bilbao”, El Noticiero Bilbaíno, 25 de julio de 1896, p. 1.
“Las barracas”, El Nervión, 18 de agosto de 1896, p. 1.
José S. de Ocaña y Elio: “Calidoscopio barraquero”, Pregón, Pamplona, núm. 12, 1947.
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taquilla, y en la cual, unas veces la mujer y otras la cuñada de Farrusini eran las encargadas de
cobrar el precio de la entrada, mientras la que de las dos quedaba libre se dedicaba a anunciar el
espectáculo con voz poderosa. (....) también tenía la Barraca, en el centro del pórtico y a la vista del
público, un magnífico órgano de figuritas de bulto muy bien hechas, que figurando, una de ellas
dirigir la orquesta, y las demás tocar distintos instrumentos se movían al compás de la música,
formando todo ello reunido, mujeres, vestido, sombreros, joyas y órgano, un conglomerado que
despertaba la admiración y llenaba de contento al ingenuo público de aquellas Barracas, el cual
se estacionaba delante de la de Farrusini en gran cantidad, contemplando y comentando, durante
horas y horas, lo que desde la calle podía contemplarse, al par que escuchaba embelesado las
marchas de Aida y del Profeta; la sinfonía de Guillermo Tell; el ‘Ven Rodolfo ven por Dios” del
Anillo de Hierro; y otros diversos trozos musicales de las óperas y zarzuelas más en boga en
aquellos ¡¡ay!! lejanos tiempos”77.
En la entrevista anteriormente citada se decía también que las películas exhibidas por Farrusini tenían una extensión de
diez metros y se compraban en Francia a cuatro pesetas el metro. “Había dos que tenían un éxito loco cada vez que se
representaban. Riña de mujeres y Choque de trenes. Para esta última Farrasini (sic) contaba con un truco estupendo. Verá
usted. Cuando chocaban los dos trenes, de detrás del lienzo salía un ruido infernal, que nosotros hacíamos arrojando al
suelo cacerolas, hierros, maderos...”78.
En cuanto al coste de la entrada y a la aceptación de la gente, el antiguo trabajador de Farrusini señalaba que era de “diez
céntimos la general y quince la preferencia. Cabían en la barraca unas ochocientas personas y se hacían tarde y noche
infinidad de sesiones. Yo recuerdo que en Bilbao un día entre tarde y noche hicimos veintiuna sesiones”.
Teatro, circo, partidos de pelota… y espectáculos precinematográficos
En su primera visita a Bilbao el cinematógrafo tuvo que competir con una amplia nómina de espectáculos que estaban
presentes, durante todo el año, en la vida cotidiana de la ciudad, conformando una oferta de ocio, que durante la etapa
estival cobraba una especial actividad con la llegada de las fiestas. Fecha en la que espectáculos como las corridas de
toros encontraban un especial relieve al tener un gran predicamento entre los aficionados taurinos.
Los amantes de la música tenían una cita cotidiana en cafés como el Arriaga, Méndez Muñoz y Barrera, que ofrecían
actuaciones musicales, en la que intervenían pianistas, violinistas o sextetos. En el campo de los deportes los bilbaínos
podían disfrutar de su tiempo de ocio con los partidos de pelota que se celebraban en los frontones Euskalduna,
Zabalbide y Deusto, y las carreras de velocípedos, una competición deportiva en alza en aquellos años79. Otro lugar
de entretenimiento, que congregaba a un público más familiar era el paraje de diversiones al aire libre denominado
Campos Eliseos.
Agosto era un mes propicio para los espectáculos teatrales y circenses que tenían una buena acogida popular. Entre los
primeros destacaban los que recalaban en el Nuevo Teatro, que era el principal teatro de la Villa, a donde acudían las
principales compañías de teatro. Ese año la elegida fue la compañía dramática dirigida por el actor Emilio Mario, que
debutó el día 13 de agosto, con El si de las niñas, obra teatral de Leandro Fernández de Moratín.
El Teatro Circo del Ensanche, por su parte, acogía a los mejores espectáculos circenses como eran los que trajo a Bilbao
la compañía Ecuestre, Gimnástica, Acrobática y Mímica dirigida Mr. Hugo Herzog, que tras su estancia en Madrid en
el Circo Parish y en Barcelona en el Teatro El Dorado, debutaba el día 15 de agosto. La compañía estaba formada por
más de 50 aristas y un nutrido grupo de caballos, con los que Herzog realizaba brillantes ejercicios ecuestres con los que
deleitaba a la concurrencia. “Entre los artistas que formaban la trouppe destacaban el japonés Sadakichi Namaikari, los
excéntricos musicales Hermanos Revelly, los clowns Cerdani, Broza, Tonito Grico y Selffar, Mr. Arthur Methena con
sus cabras amaestradas y otros varios notabilísimos”80.
77 Ibídem.
78 Juan Carranza: art. cit.
79 Un reflejo de ello lo encontramos en la prensa, como lo testimonia el periódico madrileño El Deporte Velocipedico. Organo Bisemanal del
Ciclismo y de Todos los Deportes.
80 “De Ayer a Hoy”, El Nervión, 31 de julio de 1896, p. 2.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
A los que había que sumar la presencia de Edwin Rousby con su Animatógrafo o lo que era lo mismo “las fotograf ías
animadas que es una de las mayores novedades del mundo”. Hecho que no ocurrió pues Rousby tras concluir las sesiones
cinematográficas en el Circo Parish, dejó la compañía incumpliendo el compromiso que tenía con Herzog, para exhibir
el Animatógrafo en la gira que la compañía tenía programada por varias ciudades españolas, tras concluir su actuación
en Madrid, entre las que se encontraba Bilbao, Vitoria y San Sebastián, presencia de la que la prensa vasca se hizo eco
en sus páginas81.
El abandono de Rousby de la compañía de Herzog vino motivado por su contratación por parte del empresario
portugués, Antonio Manuel Dos Santos, del Real Coliseo de Lisboa. Donde el 18 de junio presentaba su Animatógrafo,
comenzando una gira por Portugal, Tras permanecer en la capital portuguesa hasta el 15 de julio viajo a las ciudades de
Porto, Espinho y Figueira da Foz, donde también presentó el Animatógrafo. Tras lo cual volvió a Lisboa, comenzando
una nueva etapa de exhibiciones del Animatógrafo, que se prolongaron desde el 27 de agosto hasta el 6 de enero de
1897, fecha en la que dejó Portugal para retornar al Reino Unido82.
Durante el verano de 1896 junto a la llegada del espectáculo cinematográfico hay que anotar igualmente la presencia de
varios espectáculos precinematográficos, como fueron el Salón Universal Express, las sesiones de linterna mágica que
programó el Ayuntamiento y el pabellón denominado Teatro de los Espectros.
El Universal Exprés, el otro salón presente en la fiestas, se instaló en la calle Alameda de Mazarredo, en el número
3, “donde estuvo la Exposición Rovira”, y combinó la exhibición de vistas diorámicas con el Fonógrafo Edisson (sic),
constituyendo un espectáculo “de lo mejor y más culto que viaja por España”, tal y como se recogería en un anuncio
publicado en el periódico El Nervión83. Su estancia en Bilbao se prolongó desde el 10 de agosto hasta el 8 de septiembre.
Es posible que este salón fuera el mismo que se había instalado en Pamplona durante las fiestas de julio de ese año y que,
tras éstas, viajase a Bilbao, ya que, aunque el nombre de Salón Exprés no coincide totalmente con el que se instaló en
la capital vizcaína, el Salón Universal Exprés, ambos comparten el doble carácter del espectáculo: las vistas diorámicas
y el fonógrafo de Edison.
De la estancia del Salón Exprés en el ferial pamplonés recordaba, años más tarde, José S. Ocaña y Elio la novedad que
representó lo que él llama “El micrófono de Edison”, unas impresiones extrapolables al salón que pudieron visitar los
bilbaínos durante las fiestas de 1896:
“El aparato en cuestión era muy diferente a lo que luego fueron los fonógrafos de cilindros, e
infinitamente más de los gramófonos que salieron posteriormente a aquellos, y no se diga nada con
respecto a las gramolas modernas.El primitivo carecía de altavoz y en vez de discos se utilizaban
unos cilindros, los cuales quedaban ocultos en una caja grande y vistosa por cuatro patas, todo ello
de madera. De la parte superior de la caja salían 8 ó 10 pares de tubos de goma a cuyos extremos
iban unidas unas pequeñas boquillas de hueso o ebonita que se introducían una en cada oído y de
esa forma se podía escuchar lo que había impresionado en el cilindro. (....).
Los oyentes, en número de 8 ó 10, se colocaban alrededor de la caja citada; el resto del público
colocado detrás de los oyentes, esperaba pacientemente a que quedase vacante alguna pareja de
tubos para ir ocupando los sitios vacíos por riguroso turno y meterse en los oídos las boquillas,
previo el pago de 0,15 pesetas por individuo y audición de cilindro. (....).
Las marchas, las canciones, los chascarrillos, etc. etc., que se escuchaban en aquel aparato
misterioso, producían en los ingenuos oyentes el asombro, el contento y, algunas veces, la hilaridad
más ruidosa y explosiva”84.
En cuanto al pabellón denominado de los Espectros es posible que corresponda a un espectáculo similar al que presentó
Antonio de Larrosa durante las fiestas de 1883. En ese año instaló en el ferial un barracón llamado Teatro de los
81 Véase La Unión Vascongada, San Sebastián, 1 de agosto de 1896, p. 2; y El Anunciador Vitoriano, Vitoria, 12 de julio de 1896, p. 2.
82 Para tener una información más detalla del periplo portugués de Rousby se puede consultar los libros de Ferreira, Antonio J.: A fotograf ía
animada en Portugal 1894, 1895, 1896, 1897, Lisboa, 1986, Cinemateca Portuguesa; y de Videira Santos, A.: Para a historia do cinema em
Portugal, do diafanorama a os cinematógrafos de Lumière e Joyl-Normandin, Lisboa, 1990, Cinemateca Portuguesa.
83 El Nervión, 10 de agosto de 1896, p. 3.
84 S. de Ocaña y Elio, José: art. cit.
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Espectros, en el que se pudieron contemplar varias “funciones de espectros vivos e impalpables y reproducciones
mágicas disolventes”85.
La presencia de espectáculos precinematográficos durante las fiestas se completó con las exhibiciones de linterna
mágica que, organizadas por el Ayuntamiento, se pudieron ver durante los días 23, 24, 25 y 28 en la Plaza Elíptica.
El “agradable espectáculo de la linterna mágica”86, tal como se anunciaba en la prensa, duraba una hora, entre ocho
y media y nueve media de la noche, y estaba amenizado por una banda de música, pudiéndose observar “en toda la
extensión de la Gran Vía”.
El Noticiero Bilbaíno, que siguió con atención el acontecer del espectáculo, informaba en jornadas sucesivas sobre que
la sesión de linterna mágica del día 23 se “aguó”, al igual que algunos otros festejos, mientras que la del día siguiente
“entretuvo agradablemente a la numerosa multitud de personas que acudieron a la Gran Vía”; por último, sobre la
correspondiente al día 25 se señalaba que “acudió numerosa concurrencia para presenciar los cuadros disolventes87 de
la linterna mágica”.
Coda final
Las fiestas y el ferial desempeñaron un papel clave en la difusión de los espectáculos precinematográficos, primero,
y del espectáculo cinematográfico después. La presencia de éstos fue fundamental ya que contribuyó a forjar una
mirada visual, que sirvió para crear una línea de continuidad entre éstos y el cinematógrafo. Ya que permitió al nuevo
espectáculo heredar los principios teóricos, los sistemas ópticos, los motivos visuales, los espacios de proyección,
el itinerario del circuito ferial y por supuesto los espectadores que habían acompañado las proyecciones de linterna
mágica, los cuadros disolventes, dioramas, panoramas y esterioramas, entre otros espectáculos precinematográficos.
La recomposición de la realidad por medios mecánicos era lo que suscitaba admiración y asombro entre el público
de las primeras sesiones cinematográficas, más que lo que las propias imágenes mostraban. La transformación que
impulsaba la emergente sociedad capitalista, que había hecho de la máquina el instrumento mediante el que el entorno
cotidiano estaba cambiando con una rapidez como no había sucedido en ninguna época anterior, encontró en los
espectáculos precinematográficos y en el cinematógrafo el medio idóneo para educar la mirada de la gente ante un
entorno urbano e industrial poblado de múltiples imágenes nuevas.
Este espacio tenía una de sus manifestaciones más paradigmáticas en la sociedad urbana que durante el último tercio
del siglo XIX estaba plasmándose en Bilbao y su área de influencia, las dos márgenes de la Ría del Nervión, como
consecuencia del impulso provocado por su acelerada industrialización.
La irrupción del cinematógrafo en la vida espectacular de Bilbao marcó el inicio de la exhibición cinematográfica en la
Villa. Su continuidad vino determinada en los primeros años por las fiestas, ya que durante las mismas el ferial acogió
la presencia constante y continuada de diferentes cinematógrafos ambulantes. Asegurando de esta forma su presencia
en la ciudad, al menos, durante el mes de agosto.
A partir de ese momento se abrió un espacio y un tiempo para el espectáculo cinematográfico, que tienen en 1905
un hito fundamental con la construcción del primer cinematógrafo estable de la Villa: el Salón Olimpia, con el que se
inicia la exhibición estable. De esta forma el cinematógrafo comenzó a congregar de manera progresiva a un público
numeroso y heterogéneo, contribuyendo de esta manera a la formación de un imaginario colectivo común del que
participaron varias generaciones de espectadores.
El cine, como más tarde se le conoció, iniciaba a finales del siglo XIX un lento pero decidido caminar hasta pasar a
formar parte indisoluble de la vida espectacular de la ciudad y del entretenimiento de los bilbaínos, una situación, que
con los lógicos avatares que más de cien años de historia proporcionan, se prolonga hasta la actualidad.
85 “Gacetilla”, El Noticiero Bilbaíno, 21 de agosto de 1883, p. 2.
86 “Espectáculos. Para mañana. Festejos populares”, El Nervión, 24 de agosto de 1896, p. 1.
87 Los cuadros disolventes se inventaron en 1811 por Henry Langdon Childe, para su aplicación a la enseñanza. Su cuidada elaboración técnica y
su sofisticación permitían que con dos, tres e incluso seis linternas se pudieran conseguir los más variados efectos visuales, como la transición
de la noche al día o la erupción de un volcán.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
“Bilbao ya es Espana”. El modelo festivo
franquista en Bilbao entre 1938 y 1940
Dr. Aritz Ipiña Bidaurrazaga
Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea
Resumen
El objetivo es analizar el modelo festivo que impusieron las nuevas autoridades franquistas en Bilbao tras su conquista
militar en 1937. Para ello nos centraremos en los actos y discursos realizados durante la conmemoración más importante
de todas, La Fiesta de Liberación de Bilbao, que rememoraba la victoria de los sublevados y la entrada de éstos en Bilbao.
Esta fiesta no era únicamente lúdica, sino que constituía uno de los mecanismos coercitivos y vengativos que el Nuevo
Estado y las autoridades vizcaínas utilizaban para recordar a los vencidos que el poder y la autoridad franquista eran
omnipresentes.
Palabras clave: Franquismo, fiesta, Bilbao, victoria
Laburpena
“Bilbo jada Espainia da”. Jai eredu frankista 1938-1940 urte tartean
Helburua 1937an Bilbo mendean hartu ondoren agintari frankistek hirian ezarri zuten jai-eredu berriaren azterketa
da. Xede horrekin, orduko jaietan oroitzapenezko ekitaldi eta mintzaldien arteko gailurrekoa, matxinatuak zelan
garaitu ziren eta Bilbora nola sartu ziren gogorazten zuen La Fiesta de Liberación de Bilbao izaten zen eta, huraxe
hartuko dugu aztergaiaren erdigunetzat. Jaia ez zen huts-hutsik ludikoa; aitzitik, Estatu Berriak eta bizkaitar agintariek
menderatuei aginte eta botere frankista nonahikoa zela gogorarazteko, mendeku egarriz eta era hertsagarriz, erabiltzen
ziren mekanismoetako bat zen.
Giltza hitzak: Frankismoa, jaia, Bilbo, garaitza.
Abstract
“Bilbao is now Spain”. The francoist festive model in Bilbao between 1938 and 1940
The aim is to analyze the festive model promoted by the new Francoist authorities in Bilbao following its military
conquest in 1937. To this end it focuses on the activities and speeches carried out during the most important
commemoration of all, The Festival of the Liberation of Bilbao, which recalled the victory of the insurgents and their
entry into Bilbao. This festival was not only ludic, but was also one of the coercive and vindictive mechanisms that
the New State and the Biscayan authorities used to remind the vanquished that Francoist power and authority were
omnipre
Key words: Francoism, festival, Bilbao, victory.
Hartua-recibido: 10-VII-2014- Onartua-aceptado: 9-I-2015
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Introducción
A las dos de la mañana del 19 de junio de 1937, José María Leizaola ordenó que los puentes que cruzaban la ría de Bilbao
fuesen dinamitados con el fin de retrasar el avance del ejército franquista y dar tiempo a la retirada de las tropas del
Cuerpo de Ejército del País Vasco hacia Santander1.
Tras varios días de fuertes combates en Artxanda, sobre las 17:00 horas del 19 de junio de 1937, la V Brigada de Navarra,
a las órdenes de Juan Bautista Sánchez, entró en la capital vizcaína, conquistándola y recuperándola para la España
Nacional.
Dos días después, el 21 de junio de 1937, se constituyó el primer ayuntamiento franquista en Bilbao. Bajo la presidencia
del gobernador civil de Vizcaya, Miguel Ganuza, José María de Areilza Martínez fue nombrado alcalde. Desde su toma
de posesión, la presencia de Areilza en la vida pública y ciudadana fue reiterada como representante y garante de los
valores de la Nueva España, que eran los de Dios, Patria, Caudillo y Ejército2.
Durante los meses siguientes a la conquista de Bilbao los homenajes de los vencedores inundaron la vida pública en
Bizkaia y en Bilbao. Estos homenajes fueron dirigidos al Ejército, a la memoria de las víctimas franquistas, tanto a los
asesinados en los barcos prisión Cabo Quilates y Altuna Mendi como a los asesinados en las cárceles de la villa el 4
de enero de 1937, al general Emilio Mola, a José Calvo Sotelo… El 8 de julio de 1937 en el Coliseo Albia José María de
Areilza ofreció el discurso más repetido de la historia de Bilbao. Con un tono virulento, y tal y como manifiesta Salazar
Arechalde, nueve veces fue citada la villa conquistada, once la España vencedora y liberadora y dos la Euzkadi siniestra
y derrotada3.
En estos homenajes las nuevas autoridades, al igual que en el resto de ciudades conquistadas por el Ejército Nacional, fabricaron un discurso mitificado, plagado de símbolos y ritos, en el que la Guerra era mostrada como una lucha del Bien
contra el Mal, la verdadera España contra la antiespaña, donde la única solución era la derrota total del enemigo. Para
ello manipularon la Historia, mostrándose como continuadores de los grandes hombres de España. Caracterizaron la
sublevación como “Cruzada”, “Guerra de Liberación”, dirigida por un Caudillo enviado por Dios, Francisco Franco. Las
conmemoraciones y fiestas, con la guerra todavía en marcha, sirvieron para crear espacios de comunión política entre
el régimen y las masas. La utilización de cualquier espacio público hizo posible que la concentración de ciudadanos,
que con sus espontáneos vítores y aplausos, parecían respaldar a las autoridades y se identificaban con la “verdadera
España” 4.
Según la versión de los vencedores, la conquista de Bilbao significó la derrota del republicanismo, el nacionalismo vasco
y el socialismo prietista, el triunfo de la España imperial y el reingreso de lo español en Vasconia. Por todo ello, la fiesta
de la “Liberación de Bilbao” debía celebrarse por los siglos de los siglos todos los 19 de junio de 1937. Así se decidió en
la sesión celebrada por el Ayuntamiento franquista el 25 de junio de 19375, convirtiéndose en la fiesta franquista más
importante en Bilbao durante la dictadura del general F. Franco.
Las conmemoraciones de la liberación se dieron en todos y cada uno de los pueblos de Bizkaia y del Estado español,
pero en este artículo únicamente analizaremos las ocurridas en Bilbao en la inmediata postguerra.
1 Luis Mª JIMÉNEZ DE ABERASTURI CORTA, Crónica de la Guerra en el Norte, 1936-1937. Edición ilustrada (Donostia-San Sebastián: Editorial Txertoa, 2003). Pág. 246.
2 Joseba AGIRREAZKUENAGA, URQUIJO, Mikel, ed. Bilbao desde sus alcaldes: diccionario biográfico de los alcaldes de Bilbao y gestión municipal
en la dictadura (1937-1979) (Bilbao: Ayuntamiento de Bilbao,2008). Pág. 125.
3 José Ignacio SALAZAR ARECHALDE, 1937. Bilbao conquistada. Crónicas, memorias y propaganda (Bilbao: Sabino Arana Fundazioa, 2013).
Pág. 103.
4 Claudio HERNÁNDEZ BURGOS, Granada azul. La construcción de la “Cultura de la Victoria” en el primer franquismo (Granada: Editorial
Comares, 2011). Págs. 36 – 58.
5 SALAZAR ARECHALDE, 1937. Bilbao conquistada. Crónicas, memorias y propaganda. Pág. 27.
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1.Las fiestas de la Liberación de Bilbao de 1938
La celebración de estas fiestas se produjo en el contexto de la Guerra Civil, aunque militarmente en dicha fecha, el bando sublevado ya contaba con una clara ventaja sobre el republicano. A este contexto hay que añadirle que tras la entrada
de las tropas sublevadas en Bilbao y la conquista de Bizkaia, se desató una importante represión f ísica y laboral contra
los vencidos. Miles de personas sufrieron consejos de guerra, siendo encarcelados y fusilados centenares de ellos en las
cárceles y cementerios de la villa6. Las depuraciones laborales afectaron también a miles de funcionarios en Bizkaia, ya
fuesen estatales, provinciales o municipales y más de 2.600 de ellos fueron destituidos en Bizkaia7.
El 24 de febrero de 1938 José María González de Careaga fue nombrado nuevo alcalde de Bilbao, sustituyendo a José
María de Areilza. Ambos participaron activamente en las fiestas, a pesar de no estar f ísicamente en Bilbao, los escritos
de Areilza impregnaron la prensa bilbaína durante esos días.
Antes de celebrarse en Bilbao, las denominadas fiestas de Liberación se conmemoraron en otros pueblos vizcaínos que
habían sido conquistados con anterioridad. En junio de 1938 se celebraron en Arrankudiaga, Galdakao, Areatza, Getxo,
en Basauri donde hablaron Luis Gaytán de Ayala y José María Oriol, jefe provincial de FET y de las JONS. Estas fiestas
previas sirvieron para calibrar y poner a punto la maquinaria propagandística franquista en Bizkaia antes de las fiestas
que debían de producirse en Bilbao.
Acercándose la fecha del 19 de junio, la prensa de la época recoge los festejos celebrados en cada pueblo y comienza a
llenar las páginas de Gestas de la Guerra en las que se narran los combates que tuvieron lugar en las proximidades de
Bilbao. En estos artículos se habla de la conquista de Santo Domingo y de los combates allí acaecidos, haciendo hincapié
en la valentía de las Brigadas de Navarra y la derrota de los rojo-separatistas. Se ensalza al vencedor, mientras que se
ridiculiza y deshumaniza al perdedor8.
El sábado 18 de junio de 1938 comenzaron los actos y fiestas conmemorativos, organizados por el Ayuntamiento de
Bilbao, la jefatura de FET y de las JONS y la jefatura provincial del Servicio Nacional de Propaganda. A las 12:30 se inauguró la exposición de Frentes y Hospitales en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles con la asistencia de las nuevas
autoridades de las instituciones. A las 17:30 se celebró un Te deúm en la Basílica de Santiago, y a las 18:45 la comitiva
se desplazó hasta el Cementerio de Vista Alegre a rendir homenaje a los mártires de la villa, asesinados por los rojo-separatistas en Bilbao.
El recurso al terror rojo fue una constante durante el régimen franquista, y sus víctimas siempre fueron recordadas en
todas y cada una de las conmemoraciones que se celebraron. Nada podía mantener tan abierta la brecha entre vencedores y vencidos como el recuerdo de la destrucción y asesinatos cometidos por los republicanos y nacionalistas9. En
cambio, no se hizo ninguna referencia a la represión practicada por el bando rebelde durante la guerra y postguerra.
Estas víctimas, de una forma totalmente premeditada, fueron relegadas al olvido, además de a la exclusión social.
El 19 de junio de 1937, en todas la portadas de la prensa bilbaína aparece Francisco Franco, ya que fue quien devolvió
Bilbao a España. Abundan las crónicas bélicas y hazañas del Ejército Nacional, en las que se resalta la importancia de
la conquista de Bilbao10, y se ridiculiza al Cuerpo de Ejército Vasco11.
6 Sobre la represión f ísica empleada por los franquistas en Bizkaia existen a día de hoy importantes lagunas, ya que no hay monograf ías científicas
sobre ella. Existen varios trabajos sobre la represión en Euskal Herria pero al no citar las fuentes en las que se basa su estudio hay que analizarlos
con mucha cautela, como por ejemplo, Iñaki EGAÑA, Los crímenes de Franco en Euskal Herria. 1936-1940 (Tafalla: Txalaparta, 2009).
7 Aritz IPIÑA BIDAURRAZAGA, “La depuración franquista de funcionarios públicos en las instituciones democráticas de Bizkaia (1936-1977),” in
VIII Trobada Internacional d’Investigadors del Franquisme (Barcelona2013).
8 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 15 de junio de 1938. Conquista y defensa de Santo Domingo, por Cosme de Oiz. Pág. 1.
9 HERNÁNDEZ BURGOS, Granada azul. La construcción de la “Cultura de la Victoria” en el primer franquismo. Pág. 112.
10 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 19 de junio de 1938. “Franco decidió en Bilbao la Guerra Española”, por Manuel Aznar. Pág. 5.
11 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 19 de junio de 1938. “19 de junio: ¡Liberación!”. Pág. 6
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También aparecen artículos que hablan sobre la expiación de la villa y de su vuelta a España.
(…) Once meses de crueldad y de ridículo padeció la villa por culpa de sus errores y de su estupidez.
(…) La espada de Franco devolvió Bilbao a España y con ello devolvió a Bilbao la dignidad de la
vida civilizada y cristiana. (…) Bilbao ha aprendido por experiencia que sólo en el círculo de la paz
que traza una espada victoriosa es posible la civilización (…) Se fueron los fantasmas que perturbaron con un sueño de pesadilla su vida española, se fueron para no volver12.
Pero lo más significativo de la prensa de este día son los artículos escritos por las autoridades municipales de Bilbao y
los que hacen referencia a la Diputación Provincial de Vizcaya. En ellos se ensalza el primer año de mandato nacional,
en el que Bilbao ha recuperado su antiguo orgullo y esplendor industrial, además del recuerdo a sus víctimas. En estos
artículos tampoco falta la crítica a las autoridades republicanas ni a las fuerzas políticas que compusieron el Gobierno
de José Antonio Aguirre.
Tanto en la Gaceta del Norte13 como en El Correo Español14, encontramos el artículo firmado por José María González
de Careaga, que se titula “Un año de labor del Ayuntamiento Nacional”. Las primeras palabras del alcalde son en recuerdo a los mártires vinculados con el Ayuntamiento, tanto personal político como funcionarios asesinados durante
el mandato del Gobierno Vasco. Además, se abordaron materias de competencia municipal que el Ayuntamiento de
Bilbao trató durante su primer año en la España de Franco, como la depuración de funcionarios, la reconstrucción de
los puentes destruidos por los republicanos, la reconstrucción del Pantano de Ordunte, y los destrozos producidos por
la guerra en los edificios municipales, entre otras cosas.
(…) Una vez terminada la depuración correspondiente, mediante la que se destituyó al 60% aproximadamente del personal, los funcionarios del Ayuntamiento bilbaíno, forjadores de la gestión municipal, han demostrado ser perfectos
servidores del Estado, conscientes de que el Municipio habrá de ser, sin duda alguna, célula fundamental de la Nueva
España (…) Hemos tratado de orientar la dirección de los negocios municipales a cargo de Concejo en el sentido de Gerencia, llegando al máximo rendimiento en el trabajo en lo que respecta, sobre todo, a efectividad, agilidad y control, y a
la delimitación de actuaciones y responsabilidades, prescindiendo en consecuencia de las viejas prácticas democráticas,
de los discursos, de las votaciones y de la política menuda.
La depuración de los funcionarios municipales que se realizó bajo el mandato de José María de Areilza, ocasionó que
el 58% de la plantilla fuese destituido, mientras que el 17% fue sancionado económicamente. Estos datos indican que la
mayor parte de los trabajadores del Ayuntamiento no eran completamente afines a los postulados franquistas y únicamente el 22% de la plantilla fue repuesto sin sanción15.
Otro de los símbolos de la villa, el Athletic Club, también fue utilizado durante estos días para reflejar el nuevo Bilbao
que se comenzó a forjar tras la conquista de la capital vizcaína el 19 de junio de 1937. En una entrevista con su presidente, Luis Casajuana, en El Correo Español, destacó las penalidades que sufrió el Club durante la Guerra y que las
autoridades republicanas incautaron sus bienes, mientras que tras la liberación el Athletic comenzaba una nueva etapa
de reorganización16.
En la fiestas de Liberación de Bilbao de 1938 estuvieron presentes en la villa altas instancias del régimen franquista.
12 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 19 de junio de 1938. “Bilbao de España”. Pág. 2.
13 La Gaceta del Norte. 19 de junio de 1938. “Un año de labor del Ayuntamiento Nacional”, por José María González de Careaga. Pág. 20
14 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 19 de junio de 1938. “Un año de labor del Ayuntamiento Nacional”, por José María González de Careaga.
15 Sobre el proceso de depuración sufrido por los empleados del Ayuntamiento de Bilbao vid. Andoni VERGARA, “Depuraciones en el seno de
la guardia municipal de Bilbao durante la Guerra Civil (1936-1939),” Bidebarrieta: Revista de humanidades y ciencias sociales de Bilbao, no. 18
(2007). Págs. 247-268.
16 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 19 de junio de 1938. “El Athletic, en la época roja pasó amargura y desengaño”.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
Entre ellos Ramón Serrano Súñer, ministro del Interior, Prensa y Propaganda, el general Dávila, ministro de Defensa
Nacional y el conde de Rodezno, ministro de Justicia, el ministro de Obras Públicas y el de Industria y Comercio, además de generales y distintos mandos del ejército.
Los actos del 19 de junio comenzaron a las 8:00 de la mañana, cuando las bandas de música desplazadas desde Iruñea y
Segovia comenzaron a tocar. La prensa de la época afirmó que absolutamente todos los edificios de la villa lucían colgaduras con los colores de la enseña nacional. Igualmente se encontraba engalanado por el Ayuntamiento todo el trayecto
desde el Arenal hasta el final de la Gran Vía17. Zira Box, afirma que los tres símbolos nacionales del Nuevo Estado son: la
bandera, el himno nacional y el escudo, además de la omnipresencia del Movimiento y el Caudillo18. Estos tres símbolos
se reflejaron en Bilbao desde el 19 de junio de 1937, pero durante las fiestas de Liberación ocuparon un mayor espacio
público, estando presentes en cada uno de los actos que se realizaron.
A las 11:00 de la mañana comenzó una misa en el Arenal, a la que acudieron en primer lugar el gobernador Militar de
Vizcaya, el general Lafuente y el obispo de la Diócesis, el Dr. Laucirica. Cinco minutos antes del comienzo de la misa
llegaron las autoridades municipales y nacionales. También estuvieron presentes en la misa las jerarquías de “FET y de
las JONS de Vizcaya.”
Tras la misa de campaña en el Arenal, los siguientes actos y discursos tuvieron lugar en los cuatro puentes fijos destruidos por los republicanos un año antes, y que las nuevas autoridades iban a inaugurar coincidiendo con la fiesta de
Liberación. La destrucción de los puentes sirvió a las nuevas autoridades franquistas para instrumentalizar su discurso
y deshumanizar a las fuerzas leales al Estado republicano. Asemejaron la destrucción de los puentes a la destrucción
que había sufrido Bilbao y el resto de España por parte de las autoridades rojas, y se convirtieron en los garantes de su
reconstrucción, con esfuerzo, trabajo y sacrificio. Obviamente no hay referencias a los bombardeos que el bando sublevado sometió a Bilbao Por eso centraron los actos de la fiesta de Liberación en torno a los nuevos puentes reconstruidos
y renombrados, porque el futuro de los puentes era el mismo que el de la España Nacional. El 4 de septiembre de 1937,
el alcalde José María de Areilza estableció un paralelismo entre la Roma Imperial y la Nueva España y convirtió a los
puentes de Bilbao en manifestación externa de la “resurrección vital” de España ante Europa.
Todos los puentes cambiaron de nombre, salvo el de San Antón, que conservó su nombre y su aspecto clásico. La
antigua pasarela de hierro del Conde de Mirasol pasó a llamarse del Coronel Ortiz de Zárate; el puente de la Merced
se sustituirá por el del General Sanjurjo y el de Isabel II será llamado el de la Victoria19. Los cambios no se produjeron
únicamente en la denominación de los puentes, sino que también se aplicaron a multitud de calles en Bilbao. Estos cambios se produjeron desde el nombramiento de la nueva corporación, y trataban de ensalzar la memoria de las figuras
del bando sublevado. Las nuevas autoridades mostraron su interés en borrar con celeridad las huellas más visibles del
reciente pasado republicano-nacionalista, e incluso de la destacada impronta liberal de la villa20.
El primer acto se celebró en el Puente de la Victoria, que se encontraba engalanado con banderas nacionales y con el
nombre de “Franco”. El alcalde José María González de Careaga fue el encargado del discurso. Las primeras palabras
proferidas fueron en recuerdo de nuestros mártires, como ocurría en la mayoría de los discursos ofrecidos. Tras ello,
recordó las últimas horas de dominio del Gobierno Vasco sobre Bilbao y la voladura de los puentes. Las críticas, los
insultos y el odio que procesaba a éstos quedó patente a lo largo de su discurso, además del resurgir de Bilbao bajo el
mando nacional.
17 La Gaceta del Norte. 19 de junio de 1938. “Solemnísima inauguración de los cuatro puentes fijos de Bilbao, que destruyó la horda en su cobarde
huida”. Pág. 5.
18 Zira BOX VARELA, España, año cero. La construcción simbólica del franquismo (Madrid: Alianza Editorial, 2010). Págs. 286-316.
19 Para conocer los aspectos técnicos de la reconstrucción de los puentes vid. AGIRREAZKUENAGA, ed. Bilbao desde sus alcaldes: diccionario
biográfico de los alcaldes de Bilbao y gestión municipal en la dictadura (1937-1979). Págs. 120 – 122.
20 Jesús Javier ALONSO CARBALLÉS, “La memoria de la Guerra Civil en el espacio urbano de Bilbao,” Bidebarrieta: Revista de humanidades y
ciencias sociales de Bilbao, no. 18 (2007). Pág. 401.
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(…) Acaso en el oscuro fondo de la conciencia bestial de aquellos bárbaros latía un rencor subterráneo, de seres mezquinos, estrechos, amargados en quienes la ruptura de la vida civil bilbaína satisfacía una vieja y burda apetencia contra
la villa grande y esplendorosa (…) Contra Bilbao se alzó siempre el odio y la estupidez vizcaitarra. Al volar los puentes
su rencor anti-bilbaíno quedaba satisfecho.
(…) Frente a la degeneración criminal de separatistas y rojos. A los primeros les decimos: Sobre estos puentes volverá
a lanzar su ímpetu hacia el mañana la capital de Vizcaya. La villa será grande y llegará hasta el mar, en el que sus navíos
volverán a surcar todos los rumbos arbolados con la cruz y la bandera española, símbolos de universalidad. A los rojos
les decimos también: La villa será grande, pero cuando haya restablecido sus puentes con el pasado, con la tradición,
que es la única base fecunda de actuación histórica21.
Tras el discurso del alcalde, el general Solchaga tomó la palabra en representación del general Dávila, ministro de Defensa Nacional, y tras él el Obispo procedió a bendecir el puente.
A las 12:40 horas, la comitiva llegó al Puente del General Sanjurjo. En la tribuna que allí se instaló Alfonso Churruca,
presidente del Centro Industrial, fue el civil encargado de pronunciar el discurso y tras él tomó la palabra el general
Moscardó, héroe del Alcázar de Toledo, que recordó a los mártires y al general Sanjurjo.
Tras el breve discurso del general Moscardó las autoridades se desplazaron hasta el Puente del Coronel Ortiz de Zárate.
Allí tomó la palabra el comandante Pradal, para hacer una reseña biográfica sobre el homenajeado. El último puente en
ser inaugurado fue el de San Antón y allí hablaron el Conde de Superaunda, que realizó una breve historia del puente,
y el general Dávila.
A las 14:00 de la tarde, las autoridades se trasladaron al palacio de la Diputación Provincial de Vizcaya para asistir a
una comida de plato único. El encargado del primer discurso fue el presidente de la Diputación, el tradicionalista Luis
de Llaguno. Su discurso estuvo plagado de referencias a un pasado glorioso y común, en el que los vizcaínos siendo
parte de España llevaron a cabo hazañas como la colonización de América, la Reconquista, la lucha contra la Reforma.
Además de ser conocidos por ello, auguró que lo serían también por esta guerra que libramos contra todas las fuerzas
coaligadas del mal. Si el deber patriótico fundamental era amar a la patria, lo primero que los buenos españoles debían
hacer era conocerla. Por ello las autoridades nacionales llenaron sus discursos de relatos y mitos históricos, aunque no
siempre fueran ciertos22.
El siguiente acto en la Diputación corrió a cargo del alcalde de Bilbao. González de Careaga anunció ante las autoridades que el Ayuntamiento designó al Caudillo como alcalde honorario de Bilbao y que se le haría entrega de la Medalla
de Oro de la Villa, máxima distinción de Bilbao.
Para cerrar la fiesta en la Diputación, Ramón Serrano Súñer, ministro del Interior, Prensa y Propaganda pronunció el
último de los discursos. Sus duras palabras fueron dirigidas contra los perdedores, en especial contra el nacionalismo
vasco, a los que manifestó cuál sería su destino, una suerte que miles de ellos estaban cumpliendo en las cárceles de la
villa y en las del resto del Estado español.
(…) Por eso la cosa está clara. Para nosotros no hay ni puede haber más meta que la meta de la victoria. Ni pactos, ni
abrazos, ni transiciones que fueran traición. La voz limpia y serena de nuestro Caudillo lo dijo con la firmeza que en él es
norma, y aquella voz encontró amplia resonancia en todos los ámbitos de España. (…) Vivimos en una gran Patria, que
21 La Gaceta del Norte. 19 de junio de 1938. “Solemnísima inauguración de los cuatro puentes fijos de Bilbao, que destruyó la horda en su cobarde
huida”. Pág. 5.
22 Sobre mitos y conmemoraciones del franquismo vid. Javier MORENO LUZÓN, “Mitos de la España inmortal. Conmemoraciones y nacionalismo
español en el siglo XX,” in Discursos de España en el siglo XX (Valencia : Universitat de Valéncia, [2009], 2009). Y Alberto REIG TAPIA, “Los mitos
políticos franquistas de la guerra civil y su función: el espíritu del 18 de julio de 1936,” in Guerra Civil: mito y memoria (2006).
BIDEBARRIETA 25 / 2014
se llama España, y esta es una entidad indisoluble. Es para nosotros un dogma indeclinable, una unidad irrevocable. ¡La
Patria! No aceptamos contra ella ni el sufragio, ni el plebiscito, ni la quiebra por los Estatutos, y, por consiguiente, jamás
admitirá España, después de esta gran prueba a la vez dolorosa y gloriosa, el menor intento de cercenarla o mutilación23.
Tras el almuerzo en la Diputación, las autoridades se dirigieron hacia el monumento del Sagrado Corazón, en el que
frente a él se levantó una tribuna para los jerarcas y oradores, engalanada con las banderas nacionales y coronada por
un retrato del general Franco. En las proximidades del Sagrado Corazón, en la Avenida de Sabino Arana que en adelante
la denominaron de José Antonio Primo de Rivera, se congregaron las formaciones de la Sección Femenina, las secciones de FET y de las JONS, las Organizaciones Juveniles, los afiliados de la Central Nacional-Sindical, y tres legionarios
convalecientes. Tras ser interpretados el Cara al Sol, el Oriamendi y el himno de la Legión se procedió a iniciar el acto.
El encargado de pronunciar esta vez el discurso fue el Conde de Rodezno, ministro de Justicia, que centró su discurso
en profesar una venganza contra los perdedores de la contienda y alentar a las masas a que cumplieran su deber con el
Caudillo cada uno en su radio de acción.
(…) Rescate como el de esta tierra que venía sufriendo una doble esclavitud: la de la barbarie roja, igual que todas las
demás tierras de España, y la proterva del nacionalismo vasco, cien veces maldito por antiespañol y traidor a la Madre
Patria y cien veces maldito por antivasco y por deformador de los sentimientos de España tal y como conforme a su
esencia histórica24.
A las 18:00 de la tarde, las autoridades regresaron al palacio de la Diputación Provincial para seguir el último acto de
las fiestas de Liberación, el desfile que se inició en el Sagrado Corazón. En éste no parece que participasen militares en
activo, debido a que la guerra todavía se estaba librando.
Las primeras fiestas de la Liberación, según la prensa de la época fueron un completo éxito de público, pero La Gaceta
del Norte no dio una cifra de asistentes a estos actos, mientras que El Correo Español los cifró en 250.000.
Tras la celebración de estas fiestas, la conclusión que podemos obtener es la siguiente: la voluntad de castigar y humillar al vencido. El recuerdo y homenaje de los muertos y asesinados nacionales se transformó en ataques contra
sus verdugos y enemigos políticos. Las autoridades, con sus discursos desde los púlpitos, instigaron el odio hacia los
rojo-separatistas por considerarlos los únicos responsables de las destrucciones ocurridas en Bilbao, siendo su máximo
exponente los puentes destruidos el 19 de junio de 1937. En ningún discurso se habló del perdón, sino todo lo contrario. La iconograf ía imperante en todos los puntos de la villa, con retratos de Franco, banderas nacionales etc., también
estaba encaminada a demostrar la absoluta victoria obtenida por ellos. El Correo Español, puntualizaba el 22 de junio
de 1938 que la antiespaña ha muerto del todo en Vizcaya, nuestro deber, de todos, es poner cuanto de cada uno dependa
para que no resucite25.
2.Las fiestas de la Liberación de Bilbao de 1939
Las fiestas de la Liberación del 19 de junio de 1939 tuvieron una característica fundamental, el bando sublevado había ganado la Guerra Civil, dándola por terminada el 1 de abril de 1939. La victoria militar fue total y los vencedores
aplicaron una represión institucionalizada a través de consejos de guerra, depuraciones laborales, y procedimientos de
responsabilidades políticas a los vencidos26. Los consejos de guerra y las depuraciones laborales que ahora afectaban a
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La Gaceta del Norte. 21 de junio de 1938. “Bilbao celebró, con una grandiosidad imponente, el primer aniversario de su liberación”. Págs. 1 y 2.
La Gaceta del Norte. 21 de junio de 1938. “Palabras del Conde de Rodezno”. Pág. 2
El Correo Español. El Pueblo Vasco. 22 de junio de 1938. “¡Bilbao, por España!”. Pág. 1.
Sobre la represión ejercida por el bando sublevado vid. Gutmaro GÓMEZ BRAVO and Jorge. MARCO, La obra del miedo. Violencia y sociedad
en la España franquista (1936-1950) (Barcelona: Editorial Península, 2011). Y Santiago VEGA SOMBRÍA, La política del miedo. El papel de la
represión en el franquismo (Barcelona: Crítica, 2011).
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las nuevas zonas conquistadas, como Barcelona, Madrid y Valencia, ya habían sido aplicados en Bilbao desde el mismo
momento de su conquista y miles de personas seguían en prisión y seguían apartadas de sus puestos laborales.
Los actores principales de las fiestas de Liberación de 1939 cambiaron respecto a las del año anterior. El protagonista principal de las fiestas fue Francisco Franco, el Caudillo victorioso, que además estuvo presente durante la conmemoración de
estas. El segundo protagonista fue el nuevo alcalde, José María Oriol y Urquijo, que había sido designado por el gobernador
civil Miguel Ganuza el 11 de abril de 1939. Su cargo como mandatario municipal lo simultaneó con el de jefe provincial de
FET y de las JONS que venía desempeñando desde la primavera de 193727. Su impronta se reflejó notablemente en estas
nuevas conmemoraciones, que fueron estéticamente similares a las llevadas a cabo en la Alemania nazi y en la Italia fascista.
Al igual que en 1938, la celebración de la fiesta se publicitó a través de la prensa local de Bilbao. Debido a la victoria
militar y a la magnitud que las autoridades quisieron darle a la fiesta, las noticias sobre ella abundaron en prensa los
días previos a su celebración. Desde el 11 de junio de 1939 se comenzó a publicar el programa de fiestas en El Correo
Español, que comenzaban oficialmente el 17 de junio y duraban hasta el 22, por lo que tuvieron una mayor duración
que el año anterior28.
Las noticias sobre las hazañas bélicas llevadas a cabo para la conquista de Bilbao se mezclaron junto con los homenajes
tributados a distintos mandos militares y la inauguración de nuevas instalaciones médicas que estaban programadas
durante las fiestas. El 15 de junio de 1939 se tributó un homenaje al general carlista Zumalacarregui y al general Mola.
Se trataba de evocar un relato que justificara la fusión del carlismo con el falangismo dada las resistencias de un sector
de los carlistas a la integración en el partido único de la FET y JONS. El alcalde de Bilbao ensalzó el genio político y militar de Zumalacarregui y los primeros instantes de Mola en Pamplona, como si fueran dos caras de la misma moneda29.
Los homenajes a los carlistas supervivientes (1.1.1938) que sitiaron a la villa en la guerra de 1872-1876 y las autoridades
franquistas procuraban contentar a los tradicionalistas con reiterativas referencias al valor de las Brigadas de Navarra
como si fueran los auténticos artífices de la conquista de la villa. 30
Para los sublevados 1939 fue un año de triunfos militares, en el que se trató de edificar un país acorde con el colosalismo que implicaba haber conseguido la victoria. Esto suponía vitalidad, fuerza y entusiasmo, pero también uniformes,
gritos y consignas; grandes rituales y multitudinarias ceremonias; orden, templanza y jerarquía31. Para ello el fascismo
de Falange resultó extremadamente útil. Todos los afiliados a FET y de las JONS de Bilbao fueron movilizados para
participar en las fiestas de forma obligatoria, por disciplina y patriotismo. En la prensa de la villa aparecieron multitud
de requerimientos dirigidos a los militantes de FET y de las JONS, por lo que éstos debían acudir a “El Sitio” para tratar
sobre las próximas fiestas de la Liberación de la villa32.
Las fiestas de 1939 comenzaron oficialmente el sábado 17 de junio, con un concierto de música. Desde el Monte Artxanda, último bastión republicano en el que gudaris y milicianos lograron contener varios días a las tropas sublevadas
mientras Bilbao era evacuado, se dispararon varios cañonazos anunciando la festividad. Las iglesias y conventos hicieron sonar sus campanas, mientras que a lo largo de la Ría del Nervión se izaron sobre 560 mástiles la bandera bicolor,
o nacional. El símbolo franquista por excelencia era la enseña nacional, Franco y el Movimiento Nacional condensaban
los diferentes valores que conformaban la Nueva España y que simbolizaban en la enseña roja y gualda: el espiritual concepto de la raza hispana, la religión católica y su pasada y gloriosa historia. En definitiva, se aludía a los valores y gestas
27 AGIRREAZKUENAGA J.-URQUIJO M.(dir.) Bilbao desde sus alcaldes: diccionario biográfico de los alcaldes de Bilbao y gestión municipal en la
dictadura (1937-1979). Bilbao, Ayto de Bilbao, 2008. Pag. 192
28 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 11 de junio de 1939. “Las Fiestas de Liberación de la Villa”. Pág. 4.
29 El Hierro. Diario de Falange Tradicionalista y de las J.O.N.S. El 16 de junio de 1939. “Homenaje a la memoria de los generales Mola y Zumalacarregui”. Pág. 3.
30 Véase una detallada relación de los actos de homenajes en SERRANO S., “José María Areilza” En AGIRREAZKUENAGA J.-URQUIJO
M.(Dir.) Bilbao desde sus alcaldes. Bilbao, 2007. Pag. 126
31 BOX VARELA, España, año cero. La construcción simbólica del franquismo. Pág. 365.
32 El Correo Español. El Pueblo Vasco. 11 de junio de 1939. “A los afiliados de Falange Española Tradicionalista y de las JONS de Bilbao”. Pág. 2.
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áureas que formaban parte de la España por la que se había luchado33. Los artículos en la prensa local sobre la bandera
roja y gualda no faltaron durante estos días. José María de Areilza, primer alcalde de la villa y máximo responsable de la
depuración que sufrieron sus empleados públicos y funcionarios, escribió el 13 de junio lo siguiente:
Lo que nos entró por Archanda y Arraíz hoy hace dos años con los soldados gloriosos de las Brigadas
de Navarra fue el triunfo de esa otra Libertad, no individualista, sino nacional, española, la que
invocamos al hablar de una Patria libre (…). Otra vez, como en el verso conocido: “la libertad nos
vino con la española bandera”34.
A las 12 del mediodía, en el Palacio de la Diputación, el ministro de Industria y Comercio, Juan Antonio Suances Fernández, entregó a 40 marineros seleccionados por el Estado Mayor de la Armada una condecoración creada por las
Cámaras de Comercio. A este acto acudieron los responsables de la Diputación, así como el presidente de la Asociación
de Navieros, Enrique Astigarraga, y el presidente de la Cámara de Comercio, por lo que la festividad de la liberación
sirvió para que las elites políticas y económicas despachasen diversos asuntos35.
El deporte también ocupó un espacio este primer día de fiestas. La vigorosidad de la juventud nacional se plasmó a
través de una regata entre Portugalete y Sestao y una carrera ciclista que partió de la avenida José Antonio Primo de
Rivera de Bilbao.
A las 8 de mañana del domingo 18 de junio, las dianas sonaron por distintas barriadas de Bilbao, anunciando gigantes
y cabezudos para los niños, pero sobre todo movilizando a los hombres y mujeres que debían acudir a los actos programados por las autoridades. A las 10 de la mañana se celebró una carrera de motos en la que participaron diversos
enlaces motorizados del ejército.
El acto religioso más importante de la jornada tuvo lugar a las 18:15 de la tarde. Desde la plaza de Primo de Rivera se
partió a la Basílica de Begoña. Una hora más tarde, y tras terminar la procesión, Francisco Franco, acompañado del
Conde de Jordana, vicepresidente del Gobierno, y varios ministros, así como de responsables militares, se presentaron
en Begoña. Tras rezar bajo dosel en el interior del templo Franco, en un coche abierto, y sus acompañantes se dirigieron
al Ayuntamiento.
La dictadura franquista tejió una tela de araña repleta de imágenes, consignas y símbolos con la que dar omnipresencia
al nuevo régimen y a sus valores impuestos. El espacio público, nunca neutral, se transformó en un calculado escenario
en el que la vida comenzaría a transcurrir amparada por los nuevos nombres y monumentos36, siendo omnipresente la
figura de Franco.
En el Ayuntamiento, además de las autoridades municipales, esperaban al dictador miles de personas. Acompañado de
los ministros Dávila, Rodezno y Suances, Franco entró en el Ayuntamiento. El alcalde, José María Oriol, entregó al dictador el acuerdo por el que se le nombraba alcalde honorario de la villa y pronunció un discurso que analizó las gestas
de la villa y de sus habitantes, criticó la política aplicada en Bizkaia durante el siglo XX, ya que bajo su prisma ésta nunca
había apoyado a las minorías heroicas, que habían sabido crear tras de sí cuadros patrióticos, monárquicos, carlistas o
de un nuevo y juvenil sentido nacional37, en clara referencia a Falange.
El discurso pronunciado por Franco frente al alcalde fue más corto, en él, tras manifestar que no temblará mi mano en
las tareas de la paz, como tampoco tembló en las horas de guerra vislumbró para Bilbao un horizonte claro, un horizonte
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BOX VARELA, España, año cero. La construcción simbólica del franquismo. Pág. 290.
El Correo Español. El Pueblo Vasco. 13 de junio de 1939. “El porvenir de la villa”. Pág. 2.
El Correo Español. El Pueblo Vasco. 18 de junio de 1939. “Acto de ayer en el Ministerio de Industria y Comercio”. Pág. 12.
BOX VARELA, España, año cero. La construcción simbólica del franquismo. Pág. 317.
MARTÍNEZ ORTIZ, Nicolás. Libro de Oro de Bilbao 1937 - 1939. Editado por la Jefatura de Propaganda de Vizcaya. Bilbao, 1940. Sin paginar.
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de trabajo, de unidad38. La guerra y la posterior represión militar franquista aplicada en Bizkaia, y en el resto del Estado,
supuso para el bando republicano miles de fusilados, encarcelados y exiliados, por lo que el sometimiento del bando
perdedor supuso un horizonte claro para el dictador.
Tras este acto, Franco abandonó la casa consistorial y se dirigió a pie hasta un muelle que había sido habilitado al pie del
puente del Ayuntamiento, que fue destruido en la retirada de las tropas republicanas, donde embarcó en el torpedero
número 7. Mientras esto ocurría, las bandas de música hicieron sonar el himno nacional, siempre presente en todas
y cada una de las conmemoraciones. El himno, al igual que la bandera bicolor o el escudo nacional, fueron tres de los
símbolos del Nuevo Estado, que pretendían dar forma, continuidad y definición a la noción de España que el franquismo defendía, moldeándola en símbolos con capacidad para crear emociones colectivas y para funcionar como agentes
de movilización39.
Desde Bilbao, Franco viajó en barco por la Ría hasta Algorta y desembarcó en el embarcadero del Club Marítimo,
siendo recibido por el Ayuntamiento de Getxo. Desde allí el dictador se dirigió a la casa de Emilio de Ybarra a pasar la
noche, donde le esperaba el alcalde de Bilbao40.
El 19 de junio de 1939, aniversario de la conquista de la villa, fue el día más importante de todas las fiestas. Franco
partió de Algorta en un coche descapotable y llegó a Bilbao a las 10:30 de la mañana, siendo anunciada su llegada con
el himno nacional. El primer acto consistía en celebrar una misa a los pies del Sagrado Corazón de Jesús, donde el dictador impuso medallas a combatientes mutilados naturales de Bilbao. La conmemoración de la victoria franquista debía
estar dedicada a quienes habían perdido la vida o habían quedado mutilados, pero al contrario que en otras guerras, los
vencidos fueron estigmatizados. Junto al recuerdo de los caídos o los heridos, la otra lección capital que se debía extraer
de la victoria era la unidad inquebrantable de los españoles frente a este enemigo, bajo el férreo mando de Franco y la
sombra de la Cruz41.
Tras la misa Franco y las autoridades militares y políticas se dirigieron al Ministerio de Industria y Comercio, ubicado
en la Diputación. El balcón principal estaba engalanado con un gran escudo imperial. El soporte elegido para el escudo
franquista fue el águila, símbolo de la idea imperial desde tiempos de la Vieja Roma, y figura incorporada al blasón de
España en las épocas más gloriosas de su historia42.
El desfile militar comenzó una vez las autoridades habían tomado posición, arrancando éste con el paso de las Brigadas
de Navarra, seguidos de enlaces motoristas, la Cuarta División del general Hidalgo de Cisneros, el Tercio de Begoña,
servicios de zapadores y unidades de artillería. Desde el balcón del Palacio Provincial, Franco manifestó que el pueblo
de Bilbao había visto desfilar a una parte del ejército que rompió el Cinturón bilbaíno y que el sacrificio de los oficiales
y soldados caídos en combate había constituido la victoria en Bilbao y en otras partes de España. Las referencias hacia
la Historia, la raza, la religión y la unidad fueron la base de su discurso:
Al amparo de estas banderías se fue amañando y falseando la Historia de España. La Historia
de vuestra tierra no es distinta a la de otras regiones de España. (…). Era la raza española la que
daba carácter y forjaba la historia del Occidente europeo y en ella tenéis vosotros vuestro lugar.
(…). Y en la Religión española no cabían tampoco las mezquinas y ridículas fronteras que querían
marcarle43.
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MARTÍNEZ ORTIZ, Nicolás. Libro de Oro de Bilbao 1937 - 1939. Sin paginar.
BOX VARELA, España, año cero. La construcción simbólica del franquismo. Pág. 285.
El Correo Español. El Pueblo Vasco. 20 de junio de 1939. “Los actos del domingo”. Pág. 3.
HERNÁNDEZ BURGOS, Granada azul. La construcción de la “Cultura de la Victoria” en el primer franquismo. Pág. 185.
BOX VARELA, España, año cero. La construcción simbólica del franquismo. Pág. 311 – 313.
La Gaceta del Norte. 20 de junio de 1939. “¡¡Bilbao, por Franco, para España!!”. Pág. 1.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
Terminado el desfile las autoridades almorzaron en el Palacio Provincial de la Diputación, donde se encontraba el Ministerio de Industria y Comercio. El coste del banquete fue sufragado por la Diputación Provincial, que tras la abolición
del Concierto Económico por parte de Francisco Franco, había perdido casi la mitad de su presupuesto. El total de los
banquetes sufragados por la Diputación, que se produjeron desde el 10 de junio ascendió a 19.301 pesetas. El 19 de
junio almorzaron 150 comensales y el menú por persona ascendió a las 104 pesetas. Además de la comida se sirvieron
distintas botellas de vino como por ejemplo vino Riscal o vino Paternina Rhin. La comisión de Hacienda, encargada de
sufragar el gasto manifestó que en todas las cuentas figuraba un número superior de cigarros habanos al de comensales,
por lo que éstos también fueron pagados por la institución. La cuantía económica de la comida, la bebida y los cigarros
fue cargada al presupuesto destinado a los peones eventuales de la Diputación, por lo que el dinero dedicado al pago o
la contratación de personal eventual fue destinado a pagar parte de la fiesta44.
Después del almuerzo las autoridades se trasladaron a otro espacio emblemático de Bilbao, el Campo de San Mamés.
Este espacio deportivo, símbolo de unión de los bilbaínos, fue nuevamente utilizado con fines políticos y reeducativos.
El campo fue rodeado de banderas bicolor y en uno de sus fondos podían leerse tres invocaciones de Franco, Franco,
Franco. Las organizaciones juveniles de Falange hicieron una demostración al estilo fascista y mientras desde los altavoces se lanzaban distintas órdenes los niños y niñas las fueron cumpliendo.
Tras la demostración, las autoridades se trasladaron nuevamente a la Diputación, donde presenciaron otro desfile de las
organizaciones juveniles y todos los elementos del Movimiento en Vizcaya45. El último acto al que acudió Franco fue a la
representación de la obra Aída, en el Teatro Arriaga. Tras el segundo acto, Franco, el alcalde de Bilbao y el gobernador
civil recorrieron en coche parte de Bilbao incluyendo los barrios populares. La prensa local informó que este acto no
estaba programado, pero que la población de estos barrios reaccionó desbordándose en entusiasmo46.
En resumen, el 19 de junio de 1939 comenzó con una misa, siguió con un desfile militar, un banquete, una demostración
de obediencia por parte de los más pequeños y terminó con otro desfile de personal civil, completándose así la movilización de todos los estamentos de la sociedad que mostraron su agradecimiento y sumisión al Caudillo.
A las 11:30 de la mañana del 20 de junio de 1939, Franco, vestido con el traje de capitán general de la Armada, desembarcó en el muelle de La Vizcaya, en Sestao, con la intención de visitar Altos Hornos y la Constructora Naval. Tras pasear por los talleres, reunirse con los respectivos consejos de administración y almorzar, Franco pronunció un discurso
ante, según manifestó la prensa local, 20.000 obreros. Su discurso varió sensiblemente, no haciendo referencia a los
propios caídos ni en combate ni a la religión. En cambio, mantuvo su discurso sobre la grandeza de la Historia, la unidad
y la estigmatización de los líderes obreros vencidos, a los que culpó de arrastrar a los obreros a la miseria y a la muerte47.
Una vez terminada su visita, Franco se trasladó hasta el Club Marítimo. El último acto se produjo en el Puente de Vizcaya, donde el dictador presidió la regata de traineras que ponía final a la fiesta. Tras ello, embarcó en un vapor rumbo
al Canarias, crucero pesado que aterrorizó el Cantábrico durante la Guerra Civil, que le esperaba para llevarle hasta
Ferrol.
Conclusiones
Las Fiestas de la Liberación o el Día de la Victoria, sirvieron para extender la guerra más allá de 1939, con el fin de reproducir la continuidad del clima bélico. La conmemoración anual justificó la represión de los vencidos, al ser conside
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Archivo Histórico Foral de Bizkaia. Secc. Administrativo. AJ-02365/006. Banquetes con motivo de actos oficiales.
El Correo Español. El Pueblo Vasco. 20 de junio de 1939. “Los actos de ayer”. Pág. 4.
La Gaceta del Norte. 20 de junio de 1939. “Un delicadísimo gesto del Caudillo Franco”. Pág. 16.
La Gaceta del Norte. 21 de junio de 1939. “El Caudillo habla a 20.000 obreros vizcaínos”. Pág. 1.
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rados culpables de todos los males de la nación, de la destrucción del matrimonio, así como de los camaradas muertos
o heridos en combate. El franquismo encontró en este tipo de festividades el mejor vehículo para honrar a sus mártires
y publicitar sus logros, como la reconstrucción de los puentes destruidos por los republicanos en su huida de Bilbao.
La masiva utilización de los símbolos del Nuevo Estado, como la bandera bicolor, el himno nacional, el escudo imperial
o la omnipresente figura del Caudillo fueron utilizados como herramienta adoctrinadora de la población y cohesionadora de las diferentes corrientes que integraban al bando vencedor de la guerra. Con la mirada puesta en una visión
dualista e irreconciliable, de vencedores y vencidos, estas fiestas fueron utilizadas para consolidar el relato ideológico
de los vencedores que apelaban a un sentido de comunidad de los “nacionales” y de sacrificio que ayudaría a construir
la Nueva España.
Bibliograf ía
AGIRREAZKUENAGA, Joseba, URQUIJO, Mikel, ed. Bilbao desde sus alcaldes: diccionario biográfico de los alcaldes
de Bilbao y gestión municipal en la dictadura (1937-1979). Bilbao: Ayuntamiento de Bilbao, 2008.
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Revista de humanidades y ciencias sociales de Bilbao, no. 18 (2007): 399-439.
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In Discursos de España en el siglo XX, 123-46: Valencia : Universitat de Valéncia, [2009], 2009.
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1936.” In Guerra Civil: mito y memoria, 201-44, 2006.
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VEGA SOMBRÍA, Santiago. La política del miedo. El papel de la represión en el franquismo. Barcelona: Crítica, 2011.
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BIDEBARRIETA 25 / 2014
Bibliografia
Bilbori buruz 2014. urtean argitaratu diren lanak
Obras publicadas sobre Bilbao en 2014
Arantza Arberas (Bilboko udal liburutegiak)
Bibliografia hau Bilboko Udal Liburutegietako Erabiltzailearentzako Sekzioak prestatu du, koordinatzailea Arantza
Arberas izan delarik.
Bilbao, bere historia, bere biztanleak eta bere kulturak inspirazio iturri izaten jarraitzen dute, eta horren adierazle da gai
hauei buruz urtero idazten den liburu kopurua, bai inprimakiak bai digitalak.
Bibliografia honekin lan guzti horiek ezagutzera eman nahi ditugu, gehienak monografiak, baina baita 2014an lehen
aldiz argitaratu ziren aldizkakoak ere. Gure asmoa da etorkizunean Bilbori buruz idazten, ikertzen, hau da, ideia eta
ezagupen berriak ekarriko dituzten lagunentzat akuilu izan daitezen.
Erabili ditugun iturriak bibliografia hau egiteko hauek izan dira:
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Bilboko Udal Liburutegien Katalogoa
Bizkaiko Foru Aldundiko Liburutegiaren Katalogoa
Euskadiko Liburutegien katalogo Kolektiboa (Bilgunea)
Gasteizko Sancho El Sabio Fundazioaren Liburutegiaren Katalogoa
Donostiako Koldo Mitxelena Kulturuneko Liburutegiaren Katalogoa
Donostiako Udal Liburutegien katalogoa
ISBN (International Standard Book Number) datategia
Madrilgo Biblioteca Nacionalaren katalogoa
REBIUN Españako Unibertsitate-Liburutegiek osatzen duten sareko katalogoa
Washingtongo Kongresoko Liburutegiaren Katalogoa
Nevadako Unibertsitateko Liburutegiaren Katalogoa
Oro har, UNE 50-104-94 (ISO 690:1987 Norma baliokidea) araua izan da erabili dugun irizpidea, ordenarako egileen
abizena eta arduradunik egon ezean, titula hartu dugularik.Lehendabiziko edizioa denean edo eta lana gazteleraz
soilik idatzita dagoenean, ez dugu horren aipurik egiten.
Datuen zuzentasuna edo zuzentasun eza dela eta, kontuan hartu behar da askotan ez ditugula dokumentu originalik
erabili, eta datuak iturrietan agertzen diren bezala mantendu ditugula.
Esta bibliograf ía ha sido realizada por la Sección de Servicios al Usuario de la Red de Bibliotecas Municipales de Bilbao
bajo la coordinación de Arantza Arberas.
Bilbao, su historia, sus gentes y su cultura, son fuente inagotable de inspiración tal y como lo demuestra la cantidad de
publicaciones que se escriben sobre ella y que año tras año ven la luz en forma de materiales impresos y digitales.
Con esta bibliograf ía queremos dar a conocer los títulos de esas obras, en su mayor parte monograf ías, pero también
incluimos aquellas publicaciones periódicas que comenzaron su andadura en 2014. Que todas ellas sirvan para que
en el futuro otras personas se animen a seguir escribiendo, investigando, en definitiva, a seguir aportando ideas y
conocimientos sobre Bilbao.
Las fuentes utilizadas para la recuperación de los registros que incluye esta bibliograf ía han sido:
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Catálogo de la Red de Bibliotecas Municipales de Bilbao
Catálogo de la Biblioteca de la Diputación Foral de Bizkaia
Catálogo Colectivo de Euskadi (Bilgunea)
Catálogo de la Biblioteca de la Fundación Sancho el Sabio de Vitoria-Gasteiz
Catálogo de la Biblioteca Koldo Mitxelena Kulturunea de Donostia-San Sebastián
Catálogo de las Bibliotecas Municipales de Donostia-San Sebastián
Base de datos del ISBN (International Standard Book Number)
Catálogo de la Biblioteca Nacional de Madrid
Catálogo REBIUN de la Red de Bibliotecas Universitarias de España
165
166
•
•
Catálogo de la Biblioteca del Congreso de Washington
Catálogo de la Biblioteca de la Universidad de Nevada
Los registros se ofrecen ordenados alfabéticamente por el apellido del autor o autora, y por el título, en caso de que la
obra carezca de persona responsable. Para su redacción se ha seguido la Norma UNE 50-104-94 (equivalencia de la ISO
690:1987) de referencias bibliográficas.
En el campo edición, cuando ésta es la 1ª se ha omitido, y asimismo, se omite el campo lengua, cuando ésta es únicamente
el castellano.
En cuanto a la posible incorrección de datos, debe tenerse en cuenta que en ocasiones no se han manejado los
documentos originales y se han mantenido los datos tal y como figuran en las fuentes consultadas mencionadas.
BIDEBARRIETA 25 / 2014
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h. de 30 x 43 cm.
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mapas en 1 h. pleg. Escala 1:12.500.
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1:25.000.
BILBO = BILBAO : plano callejero y turístico. [Bilbao]: Sua edizioak, 2014. 1 plano : col. ; 45 x 98 cm. en h. de 68 x 98
cm. Escala 1:9.000. ISBN 978-84-8216-540-0
BILBOKO udaletxea = La casa de la Villa de Bilbao. Bilbao: Ayuntamiento de Bilbao, 2014. [30 p.]. Texto en euskera
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167
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GIORDANO, Carlos. Palmisano, Nicolás. Museo Guggenheim Bilbao : la obra más original del arquitecto Frank O.
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169
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