Actividad óptica y plasmónica de nanopartículas
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Actividad óptica y plasmónica de nanopartículas
Cuando el futuro de la Nanotecnología nos alcance Cecilia Noguez Instituto de Física, UNAM Unos de los temas de investigación más recurrentes en la ciencia en la última década son la Nanociencia y la Nanotecnología, que sin duda ha tenido un gran impacto y relevancia en la Física actual. Es evidente que a nivel mundial la Nanociencia y la Nanotecnología son áreas de investigación de mucho interés no solo para los físicos sino también para otras disciplinas científicas como la química, biología, ingeniería y ciencia de materiales, así como la biotecnología y medicina. Este interés a nivel global se traduce en políticas de apoyo financiero prioritario a la investigación en Nanociencia y Nanotecnología por parte de algunos gobiernos de países como EUA, la Unión Europea, Japón, Corea del Sur y China, principalmente. Mientras que en nuestro país, a pesar de haberse formado una red temática nacional, la inversión sigue siendo muy tímida, como sucede con la ciencia en general. De tal manera que cada año perdemos presencia en el ámbito internacional, como se ve en la figura 1 en donde se muestra el número de artículos y el porcentaje que contribuye México y otros países a la producción mundial en el 2005 y en el 2010. En 2010 los países sombreados en azul no aparecían inicialmente dentro de los primeros 30 lugares. México cayó del lugar 26 al 31 en el 2010. En el año 2000 tuvo su máxima participación y desde entonces ha estado cayendo en la producción de artículos respecto a los demás países, a pesar de haber aumentado su número total. Es de hacer notar que Irán, Turquía, Rumania y Portugal desplazaron a varios países, incluyendo México. 1 Figura 1. Posición de México respecto al mundo en la producción de artículos científicos en Nanociencia y Nanotecnología. Datos obtenidos en el Web of Science al 30 de septiembre del 2011. La Nanociencia tiene como objetivos el estudio y control de la materia a escala nanométrica utilizando las herramientas de la Física, la Química y la Biología. La materia es todo aquello que nos rodea, ocupa un lugar en el espacio y está compuesta de átomos. En un centímetro cúbico de materia se tiene un número inmensamente grande de átomos (aproximadamente 10 elevado a la potencia 23), sin embargo, en los nanomateriales, es decir, en la materia cuyo tamaño está entre 1 y 10 nanómetros (1 nanómetro es igual a la millonésima parte de 1 milímetro), el número de átomos presente es mucho menor, entre 10 y 1 millón. A estos materiales de tamaño nanométrico les llamamos nanoestructuras o nanopartículas y forman un puente de enlace entre los átomos y moléculas, y la materia macroscópica. Sin embargo, las nanoestructuras no sólo se distinguen por su tamaño y número de átomos que la componen, si no por sus propiedades físicas y químicas que son muy distintas a las que presentarían los mismos materiales a escalas mayores, de micrómetros o milímetros. Por ejemplo, mientras que el color de un pedazo grande de plata es el mismo si éste se corta en diferentes tamaños y tienes diferentes formas ya sea una esfera, un prisma o un cubo; el color de las nanopartículas de plata depende totalmente de su tamaño y su forma. Esto significa que la respuesta de las nanopartículas a diferentes estímulos externos depende no solo de su tamaño, sino también de su forma; mientras que la 2 forma depende de diferentes variables externas tales como el proceso de formación de las partículas, la temperatura, el ambiente, etc. Otra cualidad importante de las nanopartículas es que cuando se reduce su tamaño la relación entre superficie y volumen cambia drásticamente, dominando en algunos casos la superficie sobre el volumen, como sucede con los nanotubos, los fulerenos y nanopartículas de alrededor de 1 nm. Este hecho potencia algunas reacciones, como la catálisis, ya que la superficie expuesta es mucho mayor. En la figura 2, mostramos diferentes tipos de nanopartículas de oro y plata, de diferentes tamaños y formas como se observan en los microscopios de transmisión electrónica. La figura fue tomada de la referencia M. J. Yacamán, J. Comp. Theo. Nanosci. 4, 195 (2007). El estudio y control de estas nuevas propiedades así como el proceso de entender los nuevos fenómenos físicos que suceden en los nanomateriales es una de las tareas más interesantes y retadoras que tiene la Física y en general la Nanociencia en este siglo. Por otro lado, la Nanotecnología se encarga de utilizar los nuevos conocimientos generados por la Nanociencia para diseñar y fabricar dispositivos con diversas aplicaciones tecnológicas. Actualmente se prevén avances tecnológicos basados en Nanociencia en las industrias química, electrónica, óptica, y a más largo plazo en biotecnología y medicina. En Nanociencia y Nanotecnología, la generación de ideas y de dispositivos contempla al menos 4 etapas que van aumentando en complejidad y por lo tanto también en potencial de aplicación. La 1ª etapa considera la fabricación y manipulación de nanoestructuras sencillas, como nanopartículas metálicas, de óxidos y semiconductoras, con el fin de construir nuevos polímeros, cerámicas, recubrimientos, catalizadores, entre otros, o mejorar los ya existentes. Esta etapa también se caracteriza 3 por el uso de nanopartículas poco complejas en aplicaciones simples en medicina, cosmetología, en la industria textil, como los famosos bactericidas a base de nanopartículas de plata (conocido como nanosilver), en donde lo único que se hace es potenciar las muy conocidas propiedades antimicrobianas de la plata que se conocen desde hace miles de años y que impide el crecimiento de los microorganismos. Otra aplicación en medicina es el uso de nanopartículas metálicas las cuales se pueden calentar fácilmente utilizando fuentes electromagnéticas de relativa baja intensidad, de manera que al calentar las nanopartículas estas queman las células de los tejidos en donde previamente se administraron. La 2ª etapa contempla la fabricación de nanoestructuras llamadas “activas”, es decir, nanoestructuras funcionalizadas con moléculas con el fin de realizar tareas específicas como transistores tridimensionales, amplificadores, para administrar medicamentos, en terapias, como marcadores y etiquetadores biológicos, es decir, estructuras adaptadas. En esta etapa las nanopartículas funcionalizadas tienen como objetivo el reconocer otras moléculas y realizar tareas específicas al recibir un estímulo externo. Por ejemplo, se ha observado que en la vecindad de una nanopartícula metálica la respuesta óptica de una molécula se amplifica, mejorando así la sensibilidad de la espectroscopia óptica de manera significativa. La primera observación de este tipo se hizo a principios de los años 70s, en donde se midió que la radiación Raman de moléculas se veía fuertemente favorecida cuando éstas se encontraban sobre una superficie metálica, llamando el efecto como aumento de la espectroscopia Raman por medio de la superficie o SERS (Surface Enhanced Raman Spectroscopy). Poco después se vio que este aumento se debía a la presencia de los plasmones de superficie que presentan los metales, que son las oscilaciones colectivas de los electrones del metal en presencia de un campo electromagnético externo. Una propiedad particular de las nanopartículas metálicas es que presenta diferentes plasmones de superficie en función de su tamaño, forma y el ambiente en donde se encuentran. Es decir, podemos controlar la frecuencia y la amplitud de acoplamiento de los plasmones de superficie con el campo electromagnético externo, y así encontrar la nanoestructura más adecuada para caracterizar una molécula particular, ya sea por espectroscopia Raman, Fluorescencia o alguna otra espectroscopia óptica. El aumento en la respuesta óptica de la molécula en presencia de nanopartículas metálicas llega a ser de hasta de 10 elevado a la potencia 12, lo cual permite pensar en muchas aplicaciones de este fenómeno. Dentro de estas aplicaciones se encuentra el poder utilizar estas espectroscopias dentro medios poco transparentes, así como la caracterización de moléculas individuales o en concentraciones muy pequeñas. De esta forma, en ciertas nanoestructura se adsorben moléculas que a su vez reconocen otras moléculas y finalmente se puede hacer una imagen al iluminar con luz las nanoestructuras, de tal forma que se puede hacer reconocimiento molecular y así identificar tumores, por ejemplo. En la figura 3 se muestra una tomografía computarizada de nodos linfáticos en un ratón por medio de rayos X de baja intensidad usando como medio de contraste nanopartículas de sulfito de bismuto (figura tomada de la referencia: O. Rabin, J. M. Perez, J. Grimm, G. Wojtkiewicz and R. Weissleder, Nature Materials 5, 118–122 (2006)). 4 Figura 3. Tomografía computarizada de rayos X usando nanopartículas de sulfito de bismuto. La 3ª etapa considera el desarrollo de estructuras mucho más complejas que se puedan ensamblar y auto ensamblar creando redes en una, dos y tres dimensiones, así como nuevas arquitecturas jerárquicas. Un proceso de auto ensamblado se describe como un proceso por el cual un sistema de componentes desordenados se organiza en una estructura o patrón debido a interacciones específicas entre los mismos componentes y el medio en donde se encuentran. La idea principal es crear superestructuras basadas en los mismos conceptos que se utilizan para estudiar los cristales en la física del estado sólido, en donde las interacciones entre los enlaces atómicos a lo largo de diferentes direcciones crean estructuras con simetrías únicas, resultando así en diversos cristales con una gran variedad de propiedades. En este caso, en lugar de átomos se utilizan nanopartículas y en lugar de enlaces atómicos se utiliza el concepto de ligandos, es decir, diversas moléculas y macromoléculas unidas a las nanopartículas, cuya interacción entre ellas nos da la misma función que los enlaces. La direccionalidad en este caso puede estar dada por los ligandos o por la anisotropía de las mismas nanopartículas. En este caso, la interacción entre los bloques que se necesitan autoensamblar está dictada por diferentes factores como son el solvente, el tamaño, forma y propiedades de las nanopartículas, así como el tamaño, forma y propiedades de los ligandos. Nuevamente un concepto importante aquí es el reconocimiento molecular y la funcionalización de las nanopartículas. Entre los ligandos más comunes utilizados hasta ahora se encuentra el ADN, CTAB (bromuro cetiltrimetil amonio) y los tioles, ya que con estos es posible controlar fácilmente la longitud de los ligandos, y por las interacciones entre ellos y las nanopartículas. Sin embargo, las principales interacciones involucradas, propiedades físicas y químicas de estas nuevas superestructuras y su ingeniería son un 5 reto para la Nanocienciay Nanotecnología. En la figura 4 mostramos la representación esquemática de algunas estructuras autoensambladas en dos, una y tres dimensiones (de izquierda a derecha). La estructura bidimensional tiene simetría hexagonal y se autoensambló utilizando nanobarras de oro (izquierda); mientras que la estructura unidimensional (en el centro) se autoensambló utilizando nanoprismas de oro. Finalmente, la estructura tridimensional (derecha) se obtuvo usando nanopartículas dodecaedrales de oro. Las gráficas debajo de cada estructura muestran los espectros correspondientes de dispersión de rayos X a ángulos pequeños. La figura se tomó de la referencia: M. R. Jones, R. J. Macfarlane, B. Lee, J. Zhang, K. L. Young, A. J. Senesi and C. A. Mirkin, Nature Materials 9, 913–917 (2010). Figura 4. Superestructuras autoensambladas utilizando nanopartículas de oro y ligandos de ADN. Finalmente, una 4ª etapa contempla el desarrollo de dispositivos moleculares “bajo pedido” diseñados atómicamente, con funciones emergentes. En la actualidad la investigación y desarrollo se encuentran en la 2ª etapa y en los albores de la 3ª, por lo que la mayor parte de estas estructuras complejas están por desarrollarse en los próximos 20 años, con una muy alta proyección de impacto social y económico, existiendo un notable interés a nivel mundial en el estudio de esta clase de sistemas. Con el fin ampliar la versatilidad de los nuevos dispositivos diseñados, gracias a la diversidad en sus propiedades físicas, químicas y biológicas, actualmente se fabrican estructuras nanométricas bien definidas de una gran variedad de materiales y formas. Entre éstas se encuentran las llamadas nanoestructuras quirales. El ejemplo más conocido de estructuras quirales a escala nanométrica es el de los nanotubos (NTs) de carbono. La estructura atómica de los NTs de carbono se asemeja a enrollar una hoja de grafeno, la cual está formada por arreglos hexagonales de átomos de carbono. Esta hoja de 6 grafeno se puede enrollar de diferentes formas, de manera que los NTs que presenten un mismo diámetro tendrán una quiralidad diferente y, por lo tanto, propiedades físicas radicalmente diferentes [42-52]. Otras nanopartículas quirales que recientemente han alcanzado notoriedad, son las formadas por átomos de metales nobles, como plata y oro. Se ha observado que tales nanopartículas metálicas presentan propiedades extremadamente diferentes dependiendo de su composición, forma y tamaño. Estos sistemas, debido a su reciente descubrimiento, se han estudiado menos y el origen de su quiralidad es aun desconocida. Figura 5. Ejemplos de nanotubos de carbono en donde la hoja de grafeno se enrolló de forma diferente. La quiralidad es una propiedad geométrica existente en cualquier arreglo estructural, sean moléculas, nanoestructuras, cristales o simplemente en un conjunto de puntos. Esta propiedad consiste en que la imagen especular del arreglo, no puede hacerse coincidir de ninguna forma con el arreglo original. El ejemplo más sencillo de un arreglo quiral, resulta ser nuestras manos: nuestra mano derecha es la imagen especular de nuestra mano izquierda, no existiendo manera alguna de hacerlas coincidir. Bajo este esquema, siempre es posible denominar a un arreglo, “izquierdo” y, a otro “derecho”, llamados enantiómeros. A pesar de lo simple de su definición, la quiralidad es una propiedad fundamental en física, química y biología. Los seres vivos estamos formados por aminoácidos y péptidos que son enantiómeros izquierdos únicamente, y producimos azúcares derechos de manera natural. De hecho, casi todos los productos naturales como las proteínas, lípidos, ácidos nucleicos, vitaminas, antibióticos, hormonas y muchas substancias activas en los fármacos son quirales. Además, las sustancias quirales reaccionan de manera diferente a otras sustancias que también lo son. Es bien sabido que la sustancia activa de un fármaco puede tener efectos contra producentes, y en ocasiones terribles, cuando no se utilizó el enantiómero correcto. Es decir, aunque molecular y estructuralmente un par de enantiómeros son iguales, al ser simplemente uno la imagen especular del otro, químicamente no lo son. Además, en el laboratorio, al sintetizar un compuesto quiral siempre se obtienen ambos enantiómeros, lo que se conoce como muestras racémicas. Sin embargo, la industria farmacéutica para elaborar algún medicamento sólo utiliza uno de ellos, existiendo el enorme problema de la separación de enantiómeros. 7 Por esta razón, el estudio de la quiralidad a escala nanométrica tiene un papel fundamental en bioquímica, farmacología, medicina, y está comenzando a ser un campo de investigación de frontera en Nanotecnología. De hecho, estructuras nanométricas como los NTs, fulerenos y nanopartículas metálicas están siendo funcionalizadas como sensores, etiquetadores, o para transportar medicamentos con diferentes moléculas quirales. Además, cada día se utilizan más y más nanoestructuras para separar o sintetizar los componentes izquierdos y derechos de diferentes sustancias quirales en procesos llamados de selectividad enantiomérica. Las diversas nanoestructuras no sólo sirven para separar o sintetizar sustancias quirales, si no también para explotar sus propiedades que son fuertemente selectivas y así poder ensamblarlas, como ya se hace con nanoestructuras funcionalizadas con ADN, o en la llamada catálisis asimétrica. La utilización de nanoestructuras para explotar las propiedades de las sustancias quirales no es algo fortuito, sino se debe al hecho de que las propias nanopartículas presentan el fenómeno de quiralidad, como los NTs y fulerenos, así como algunas NPs metálicas o semiconductoras. Sin embargo, este fenómeno y sobre todo sus implicaciones, ha sido muy poco estudiados a escala nanométrica, a pesar de su impacto en ciencia básica y aplicada. Sin duda, este será un campo de investigación muy importante en Nanociencia conforme vayan avanzando las aplicaciones en biotecnología y medicina. En México existen varios grupos dedicados a realizar investigación científica en el tema de Nanociencia y Nanotecnología. Desde el año 2002 ha habido varias iniciativas para fomentar y organizar la investigación en este tema. La primera iniciativa fue de varios investigadores del Instituto de Física de la UNAM cuando se fundó en 2002 la Red de Grupos de Investigación en Nanociencia (REGINA). Los objetivos de REGINA son promover la colaboración multidisciplinaria para generar proyectos de investigación en Nanociencia, optimizando el uso de recursos humanos y materiales y organizar eventos académicos (seminarios, conferencias, cursos) para informar y difundir los avances de las investigaciones realizadas por los grupos de REGINA. La información detallada de REGINAUNAM puede consultarse en la dirección de internet www.nano.unam.mx. Posteriormente, las autoridades de la UNAM crearon el Proyecto Universitario de Nanotecnología Ambiental (PUNTA) que comenzó en el 2005. De igual forma, otras universidades como la UAM y el IPN también organizaron redes institucionales, casi al mismo tiempo en que se creó la División de Nanociencia y Nanotecnología (DINANO) de la Sociedad Mexicana de Física. Finalmente en el 2008 el CONACyT creó las redes temáticas, siendo una de ellas la de Nanociencia y Nanotecnología (http://www.nanored.org.mx/). Han sido muchos los esfuerzos individuales, institucionales, así como gubernamentales que se han hecho alrededor de la Nanociencia y la Nanotecnología en México, en donde se puede comprobar que varios centros y universidades que antes no cultivaban esta disciplina ahora lo hacen. Sin embargo, el carácter multidisciplinario de la Nanociencia y la Nanotecnología, cada vez más demandante conforme se avanza en cada una de sus etapas, no se ha hecho patente en México. Por lo que nos hemos quedado estancados en la primera etapa y poco hemos avanzado en la segunda y mucho menos en la tercera. Mas allá de la escasa inversión en ciencia, existen otras barreras que impiden a México ser líder en 8 Nanotecnología, a pesar de contar con grupos de investigadores altamente calificados tanto en fabricación, caracterización y teoría de modelación de nanomateriales. Algunas de estas barreras son la falta de un liderazgo claro que identifique los principales problemas de Nanotecnología que México podría abordar, aunado al desaliento por parte de los sistemas de evaluación científica del trabajo multidisciplinario. La forma de hacer ciencia ha cambiado durante los últimos 20 años, por lo que hoy es un reto reformar los parámetros de evaluación, tanto del Sistema Nacional de Investigadores como los de las universidades y centros de investigación a fin de promover el contacto entre grupos de científicos y que permita identificar los liderazgos y los llamados nichos de oportunidad. 9