El trabajo sexual - Fondo Centroamericano de Mujeres
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El trabajo sexual - Fondo Centroamericano de Mujeres
El trabajo sexual en Nicaragua Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales Bertha Massiel Sánchez Miranda El trabajo sexual en Nicaragua Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales Bertha Massiel Sánchez Miranda Índice 1. Presentación 3 2. Introducción 5 3. Resumen ejecutivo 7 4. Capítulo 1 · Contexto del trabajo sexual en Nicaragua 13 5. Capítulo 2 · Reflexiones feministas sobre el trabajo sexual 15 6. Capítulo 3 · Historia organizativa de las trabajadoras sexuales en Nicaragua 20 7. Capítulo 4 · Alianzas entre grupos feministas y organizaciones de trabajadoras sexuales 27 8. Capítulo 5 · Reflexiones sobre el trabajo sexual desde los feminismos nicaragüenses 32 9. Capítulo 6 · Conclusiones 37 10. Bibliografía Elaboración: Bertha Massiel Sánchez Miranda Edición y producción: Tania Montenegro Diseño, diagramación e ilustraciones: veinti3.com Impresión: Imprime S.A. Nicaragua, octubre de 2015 40 Presentación Hace casi 12 años que fue creado el Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM), una organización feminista dedicada a movilizar recursos para financiar acciones de promoción y defensa de los derechos humanos de las mujeres. Al momento de definir nuestras estrategias, y viendo que no podíamos cubrir todas las necesidades, decidimos priorizar el trabajo con aquellas que tuvieran menos acceso a recursos y oportunidades, mujeres que han sido marginadas por la sociedad o incluso dentro de los mismos movimientos sociales. Por esta razón, uno de los grupos que apoyamos son los liderados por trabajadoras sexuales demandando sus derechos humanos. Las trabajadoras sexuales constantemente se encuentran en riesgo de abuso, discriminación y violencia, todo ello sin la mínima protección y sin considerarlas sujetas de derechos. En el FCAM estamos convencidas de que las mujeres —en toda su diversidad— son dueñas de sus cuerpos y de sus decisiones y que la sociedad debe respetarlas y protegerlas. Por eso creamos el programa Sexualidad y Derechos, a través del cual apoyamos a grupos con planteamientos cuestionadores que defienden la autonomía de los cuerpos y la sexualidad, como es el caso de las trabajadoras sexuales organizadas. Celebramos que nuestra compañera Bertha Sánchez decidiera escribir su tesis sobre sus apuestas políticas, pues con este trabajo contribuirá a visibilizar a estas valientes mujeres, sus demandas y retos. Ante el vacío documental, consideramos que esta investigación puede ser punto de partida para promover el debate de este tema dentro del movimiento amplio Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 3 de mujeres en Nicaragua y la región, y que se fortalezcan las acciones de solidaridad y sororidad hacia las trabajadoras sexuales. Por nuestra parte, reafirmamos nuestro compromiso con las trabajadoras sexuales para seguirlas acompañando en la lucha por defender sus derechos humanos. Carla López, directora ejecutiva del FCAM 4 El trabajo sexual en Nicaragua Introducción Todas las mujeres hemos sentido la sombra del estigma de “puta” sobre nuestras espaldas. Por eso cada vez que nos vestimos “demasiado provocativas”, nos atrevemos a contradecir a la pareja, estamos solas en la barra de un bar, cargamos un condón en la cartera o simplemente esperamos un taxi de noche, corremos el riesgo de ser asumidas como “putas”, ya sea desde las miradas, las chifletas o los insultos. Y utilizo la palabra riesgo porque el estigma1 de puta conlleva un estatus que implica la exclusión social, invalidación de nuestras capacidades, presunción de desequilibrio sicológico o la categoría de “mala mujer”, por lo que se justifica la violencia y discriminación hacia quien es considerada como tal. Hay una amenaza de sanción permanente en todo acto que cruce la línea de los roles establecidos por el sistema. La palabra se aplica no solo a quienes trabajan con su cuerpo, sino para juzgar a aquellas que rompen la norma sexual y a quienes no cumplen los mandatos machistas impuestos a las mujeres. De hecho no escapamos ni a las sanciones morales entre nosotras, porque en muchas ocasiones se juzga a quien es considerada puta como un escudo protector para reafirmar que se está muy lejos de parecerse a ella. Es así como se gesta esa división entre las buenas y malas mujeres que históricamente ha dividido al género. Ser activista feminista y trabajar en el Fondo Centroamericano de Mujeres facilitó mi contacto con las trabajadoras sexuales. A partir del momento en que tomé conciencia sobre la necesidad de que sus planteamientos sean escuchados, surgió mi objetivo de investigación. El estudio giró alrededor de las organizaciones de trabajadoras sexuales y el movimiento feminista en Nicaragua, dos espacios políticos que han sido 1. Un estigma es una interpretación negativa de la condición, rasgo o comportamientos de algunas personas, considerada inaceptable para las normas sociales. Es como una marca simbólica que se usa para justificar la discriminación, en este caso, de las trabajadoras sexuales. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 5 estigmatizados o marcados negativamente por el sistema patriarcal —o machista como decimos popularmente— dado que ambos demandan los derechos humanos de las mujeres y una sociedad igualitaria. Esta publicación contiene un resumen de los hallazgos de mi investigación de maestría titulada Apuestas políticas de las trabajadoras sexuales organizadas y su conexión con los feminismos en Nicaragua, defendida en agosto de 2015. Como notarán, en el texto me posiciono políticamente desde el reconocimiento de la capacidad de decisión que tienen las mujeres para escoger el oficio al que quieren dedicarse dentro de los márgenes mismos del sistema capitalista y machista, opciones dentro de las que se incluye el trabajo sexual. Tanto a nivel personal como desde el FCAM, la intención de publicar estos resultados es contribuir al debate pendiente sobre el trabajo sexual y animar la reflexión sobre una cultura sexual desde una visión feminista más amplia en el movimiento de mujeres en Nicaragua. Aspiro a que este trabajo contribuya a la práctica de crítica y autocrítica feminista que históricamente nos ha hecho cuestionarnos los mandatos y normas que se daban por hechos o naturales, para proponer otra lógica de ver el mundo desde las gafas violetas. Agradezco la participación de todas las que aportaron con sus historias y reflexiones a la construcción de esta investigación, pues son parte de ese amplio movimiento de mujeres que realizan transgresiones cotidianas y contribuyen a la construcción de un mundo más justo e igualitario. 6 El trabajo sexual en Nicaragua Resumen ejecutivo Realicé la investigación sobre Apuestas políticas de las trabajadoras sexuales organizadas y su conexión con los feminismos nicas, con el propósito de aportar información sobre una temática muy poco estudiada en el país. También lo hice para recoger insumos que generen un debate en el movimiento feminista y en las organizaciones de trabajadoras sexuales. La investigación se realizó de noviembre 2014 a junio del 2015. Durante el proceso investigativo consulté las publicaciones de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles y de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas, las dos únicas organizaciones lideradas e integradas por trabajadoras sexuales en Nicaragua, las cuales reivindican el reconocimiento y la legalización del trabajo sexual. También entrevisté a seis líderes de ambas organizaciones y a dos líderes feministas. Además realicé un grupo de reflexión con activistas feministas para entender mejor el trabajo sexual desde su mirada. Tras un tiempo de análisis de la información los principales hallazgos de mi investigación son: →→ En Nicaragua solo hay dos organizaciones fundadas por y para trabajadoras sexuales: la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles y la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas. Se organizaron como una forma de resistir y hacer frente a la discriminación, violencia y vulnerabilidad ante los clientes, dueños de locales o instituciones estatales. Decidieron defender sus planteamientos con voz propia ya que no se sentían representadas por las organizaciones sociales en las que participaban como “beneficiarias”. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 7 →→ Durante muchos años las trabajadoras sexuales fueron “beneficiarias” o “participantes” de proyectos de organizaciones no gubernamentales “para” trabajadoras sexuales, con el fin de que aprendieran “manualidades” y abandonaran el trabajo sexual, sin tomar en cuenta sus capacidades, intereses y demandas. Ellas querían mejorar sus condiciones laborales, pero no cambiar de trabajo. Por eso decidieron organizarse. →→ Las trabajadoras sexuales sufren violencia y discriminación cotidianamente por el trabajo que ejercen, sobre todo de las instituciones que deberían protegerlas, como la Policía Nacional. La situación de vulnerabilidad se agrava por la situación legal de desprotección en el país. →→ El hecho de cobrar por sexo es una transgresión al sistema que plantea que las mujeres deben hacerlo gratis y para satisfacción masculina, no para obtener un beneficio económico. Las trabajadoras sexuales consultadas reconocen que el estigma social es lo que más les hace daño, es una herramienta de castigo del sistema, el costo por visibilizar sus demandas. →→ Para las trabajadoras sexuales estar organizadas ha facilitado su participación en espacios de formación, intercambio y activismo, no solo del movimiento amplio de mujeres en Nicaragua, sino de la región y del continente. Así contactaron a otras organizaciones de trabajadoras sexuales en Latinoamérica y se sumaron a una red internacional para defender sus derechos. 8 El trabajo sexual en Nicaragua →→ En sus propias palabras, organizarse ha significado: -- Visibilizarse como grupo organizado y lograr el reconocimiento de instituciones estatales y colectivos sociales. -- Vencer miedos y fortalecer sus conocimientos y capacidades en espacios privados y públicos. -- Conseguir el respeto de dueños de locales, clientela y Estado. -- Establecer alianzas y coordinaciones con otras organizaciones para hacer incidencia con el Estado. -- Incidir en cambios a favor de sus derechos humanos. -- Negociar mejor con los clientes y establecer estrategias de seguridad personal entre ellas. Sus apuestas políticas: →→ Producto del proceso de reflexión, formación y fortalecimiento organizacional de las asociaciones Las Golondrinas y Girasoles, sus integrantes dejaron de nombrarse como “prostitutas” para asumirse como trabajadoras sexuales. Este cambio de visión las ayudó a visibilizar sus demandas y a exigir, tanto del Estado como a la sociedad, que el trabajo sexual se reconozca como una opción laboral con todas las garantías y derechos como ciudadanas, para que sus servicios sean reconocidos legalmente como un trabajo y así obtener los beneficios sociales que esto conlleva. →→ Buscan crear leyes que las protejan y garanticen sus derechos humanos para que se reduzcan los índices de violencia y explotación que viven. Como cualquier ciudadana quieren seguro social, ser beneficiarias de programas gubernamentales y poder solicitar préstamos. →→ Como mujeres adultas organizadas defienden el trabajo sexual como una elección donde la principal condición es que debe ser consentido. Advierten que luchar contra la trata de personas y asumir que el trabajo sexual es su equivalente, implica graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres de parte del Estado y las coloca en situación de vulnerabilidad. →→ Tanto Girasoles como Las Golondrinas resaltan como elemento clave en su crecimiento político, haberse integrado a la Red de Mujeres Trabajadoras Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 9 Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (Redtrasex). Conocer las experiencias de otras organizaciones de la región ha enriquecido la reflexión sobre sus apuestas políticas, las ha ayudado a visibilizarse, a participar en espacios regionales y a ser reconocidas como interlocutoras para plantear sus posiciones políticas y demandas. Las coincidencias con el movimiento de mujeres y feminista →→ Defender los derechos de las mujeres frente a la violencia machista ha sido el tema en el que más han coincidido con grupos de mujeres y grupos feministas nicaragüenses, pues ha sido una de las principales reivindicaciones de ambos espacios. La demanda común: erradicar la violencia de género, que se apliquen medidas de protección y prevención del Estado y se mejore el acceso a la justicia. Otros temas con los que también concuerdan son la demanda por la despenalización del aborto y el acceso a la salud. →→ Al contrario del prejuicio social, las trabajadoras sexuales indican que viven más violencia en sus familias y entorno cercano, que de parte de sus clientes. →→ Las trabajadoras sexuales apelan a la alianza entre mujeres. En general, ven a las feministas como aliadas en la lucha por los derechos humanos de las mujeres. Esto ha tendido puentes para que las trabajadoras sexuales participen en espacios de intercambio, reflexión y activismo del movimiento amplio de mujeres nicaragüenses (talleres, encuentros o acciones públicas de grupos de mujeres y grupos feministas). →→ En años recientes se ha dado un acercamiento entre organizaciones feministas y de trabajadoras sexuales y consideran que esta alianza ha sido muy enriquecedora. Ellas identifican que los espacios de reflexión feminista en los que han participado les han traído los siguientes logros: -- Les ha ayudado a tomar más conciencia de sus derechos. -- Reflexionar sobre cómo funciona el machismo o patriarcado y entender qué es el género. -- Han reconocido las trampas del sistema machista que pretende dividir a las mujeres, al ubicarlas como enemigas en posiciones contrarias de santas o putas. 10 El trabajo sexual en Nicaragua →→ →→ →→ →→ -- Se han fortalecido internamente: tiene la autoestima más elevada y se sienten más seguras a la hora de interactuar con otras personas. -- Ha facilitado la construcción de relaciones más sanas con todas las personas y a tener más claro que no deben tolerar situaciones de violencia provenientes de pareja, familia, clientes o instituciones estatales. -- Han mejorado la relación con sus hijas porque aprendieron a verlas como sujetas de derechos y ahora las tratan con más respeto y menos autoritarismo. -- Han aprendido de la experiencia organizativa de las feministas Las trabajadoras sexuales participantes de esta investigación perciben que en general hay desconocimiento de sus planteamientos políticos dentro del movimiento de mujeres en general. En particular reconocen que hay feministas que no están de acuerdo con el trabajo sexual y promueven una posición abolicionista. Este tema las distancia porque representa su demanda política más importante. Las trabajadoras sexuales consultadas comentan que al ser calificadas como víctimas del sistema patriarcal no se reconoce su autonomía para decidir sobre sus propias vidas. Comparten y defienden el lema feminista básico de “Mi cuerpo es mío” y por ello esperan que su lucha sea vista desde ese ángulo y en consecuencia reconocida, respetada y apoyada. Un punto pendiente en la relación entre las trabajadoras sexuales organizadas y las organizaciones feministas es que desean que también se involucren en sus luchas, que participen en sus marchas, foros y plantones, pues consideran que tienen total coincidencia con las demandas feministas. Las trabajadoras sexuales entrevistadas muestran dificultad para identificar y reconocer sus aportes al feminismo nicaragüense, quizá porque no se ven a sí mismas como productoras válidas de conocimientos al no pertenecer a los grupos de “voces autorizadas” más relacionadas con la Academia. Voces feministas →→ Las feministas consultadas reconocen que dentro del movimiento amplio de mujeres en Nicaragua no se ha planteado una reflexión profunda sobre Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 11 el trabajo sexual desde la dimensión de la sexualidad. Aunque ha habido un acercamiento entre organizaciones feministas y de trabajadoras sexuales, esto no se ha traducido en un espacio de reflexión en el movimiento alrededor de la reivindicación del trabajo sexual. →→ Desde el discurso feminista políticamente correcto se las comenzó a nombrar como trabajadoras sexuales, pero esto no significa que se haya dado una discusión conceptual ni dentro ni fuera de la mayoría de las organizaciones. →→ Las posiciones feministas frente al trabajo sexual están divididas, quienes lo condenan plantean que este es una expresión de la opresión del patriarcado hacia las mujeres, pues, según esta lógica, la mayoría no lo elige libremente sino que se ven obligadas a ejercerlo como última opción, empujadas por las condiciones de pobreza. Existen posiciones individuales de feministas nicaragüenses, pero no una discusión política del movimiento al respecto. 12 El trabajo sexual en Nicaragua Capítulo 1 Contexto del trabajo sexual en Nicaragua Poco se ha publicado y debatido sobre el trabajo sexual en Nicaragua, y en menor medida, desde el enfoque feminista. Existen algunas investigaciones con el enfoque de prevención de enfermedades y violencia, y otras con relación a la situación social y económica que viven, lo cual reafirma en cierta medida los estereotipos que ya existen sobre las trabajadoras sexuales: imaginándolas víctimas, afectadas sicológicamente, sobrevivientes de violencia sexual, con VIH o pobres, entre otros aspectos. Hasta el momento ha habido poco eco ante las apuestas políticas o demandas de las trabajadoras sexuales, pero hay esfuerzos como la publicación Ni putas, ni prostitutas, somos trabajadoras sexuales2, que ha sabido reconocer y canalizar la voz de las trabajadoras sexuales para contar su historia. Sin embargo, a nivel de movimientos sociales y de la población en general, poco se debate sobre el trabajo sexual, ni desde el enfoque de la sexualidad ni del “trabajo digno” o división sexual del trabajo. En Nicaragua el trabajo sexual no está reconocido legalmente y tampoco está penalizado, por lo que al estar en condición de desprotección legal, existe un margen de ambigüedad que profundiza la violencia y discriminación hacia quienes ejercen el trabajo sexual. En años recientes y debido al trabajo de las organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales, los medios de comunicación han comenzado a hablar del trabajo sexual y al menos hay más oportunidades para que ellas compartan sus planteamientos. 2. Ni putas ni prostitutas, somos trabajadoras sexuales es una publicación del Programa Feminista La Corriente, publicado en julio de 2015 y disponible en el sitio web lacorrientenicaragua.org Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 13 La falta de datos específicos con relación a los casos de discriminación y violencia hacia las trabajadoras sexuales, es parte de la poca visibilidad de la realidad y necesidades que viven. Ante esta realidad decidieron organizarse para visibilizar los atropellos y exigir el reconocimiento de sus derechos y del trabajo que realizan a través de la legalización. La intención es contribuir a la disminución de los índices de violencia, estigma3 y discriminación hacia las trabajadoras sexuales. En nuestro país solo hay dos grupos organizados: la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles y la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas. Por tanto ellas han liderado sus demandas y ninguna otra organización de mujeres se ha pronunciado públicamente en su apoyo. 3. “El estigma es una marca externa a partir de la cual se determina una conducta social respecto a una persona o grupo. Es lo que ocurre con las personas que se dedican al trabajo sexual. Por el hecho de dedicarse a ello la sociedad considera normal privarles de determinados derechos, se les desvaloriza como personas y ese prejuicio las estigmatiza. Tiene una función represiva”, explica Dolores Juliano, antropóloga y escritora argentina. Entrevista publicada en el diario El País, España, 20 de octubre de 2003. 14 El trabajo sexual en Nicaragua Capítulo 2 Reflexiones feministas sobre el trabajo sexual Planteamientos del feminismo abolicionista Desde mediados del siglo XIX la prostitución se consideró como un mal social que era necesario erradicar, por esta razón movimientos conservadores y feministas realizaron campañas para eliminarlo o abolirlo. Desde entonces a la actualidad, feministas abolicionistas como Ana de Miguel Álvarez argumentan que la prostitución surge de la desigualdad existente entre mujeres y hombres, reafirmando así la idea de “mujer objeto”. En esta lógica, la prostitución es producto del sistema patriarcal que establece mecanismos de violencia hacia las mujeres, acentuado en las relaciones desiguales de poder basadas en la edad, raza, condición migratoria y económica, entre otros aspectos. Por tanto, siguiendo este razonamiento, al estar en situación de desigualdad y vulnerabilidad, las prostitutas no tienen posibilidad de decidir tal actividad, por el contrario, son víctimas del sistema. Aportando a este posicionamiento, la feminista Ana Rubio4 considera que históricamente se ha justificado la prostitución como una institución no deseable pero necesaria para salvar los matrimonios y a las propias mujeres, y para canalizar las necesidades específicas de la sexualidad masculina. Sin embargo, Rubio considera que a medida que las sociedades desarrollan un proyecto social igualitario, la existencia de la prostitución se considera irracional e injustificada. Nuevas posturas sobre el trabajo sexual: feminismo pro-sexo A partir de los años 80 surgen desde el feminismo posturas diferentes a la que predominaron por más de un siglo y empiezan a nacer organizaciones integradas por trabajadoras sexuales, quienes no habían sido consultadas ni escuchadas hasta entonces. 4. Aponte, E &Femenias, M. (Comps.). (2008). Articulaciones sobre la violencia contra las mujeres. Recuperado de http://www.pucminas.br/gpfem/documentos/genero-violencia-livro.pdf Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 15 Desde esa fecha hasta hoy se ha desarrollado un fuerte debate dentro del movimiento feminista sobre el trabajo sexual, renombrado así para dejar atrás el término prostitución debido a la carga de estigma social que ubica a las mujeres en posición de víctimas o de malas mujeres. Desde la categoría del trabajo sexual se plantea la discusión por los derechos laborales de quienes lo ejercen, reconociendo la capacidad de decisión de las mujeres sobre su cuerpo y sus vidas. Los puntos de discusión están íntimamente ligados a la percepción que tenemos en la sociedad sobre la sexualidad. Sabemos que los conceptos y valores asociados a la sexualidad son producto de la historia, de la interacción social entre sus integrantes y que su significado ha cambiado con los tiempos. Cada cultura ha clasificado las diferentes prácticas sexuales como apropiadas o no, morales o inmorales, saludables o pervertidas5. En el caso de nuestra región, ha sido fuertemente influenciada por la cultura judeocristiana, que fomenta como sexo “normal” o “natural” el que se realiza bajo la figura del matrimonio entre una mujer y un hombre adultos que no tienen otras parejas. Es decir, la pareja monogámica heterosexual. Sobre esta lógica, la antropóloga Gayle Rubin considera que existe una escala sexual en la sociedad que determina esos límites y normas que rigen la cultura sexual actual. Dentro de esta escala se clasifica como “sexo bueno” el que responde a los mandatos de la cultura sexual. En esta categoría se tolera como punto intermedio a parejas heterosexuales no casadas y/o promiscuas, parejas estables gays y actividades como la masturbación. Luego en el otro extremo está el “sexo malo” dentro del que cabe el travestismo (usar prendas de vestir del sexo contrario), el trabajo sexual o el fetichismo (excitación u orgasmo con el uso de objetos), entre otros. Esta escala de la sexualidad tiene formas de regulación, instrumentos de opresión que garantizan que todas las personas practiquen el sexo bueno, tal como establece el sistema patriarcal. 5. Weeks, J. (2012). La invención de la Sexualidad. Recuperado de: http://www.dgespe.sep.gob.mx/public/genero/PDF/ LECTURAS/S_01_04_La%20invenci%C3%B3n%20de%20la%20sexualidad.pdf 16 El trabajo sexual en Nicaragua El sexo bueno conlleva respeto social, reconocimiento de salud mental, legalidad, moverse en diferentes espacios sin problemas, apoyo institucional y beneficios materiales. Mientras que en el caso del sexo malo —la escala más baja— se asocia con enfermedades mentales, criminalidad, no es respetable ni da respetabilidad, implica que hay espacios prohibidos para moverse, pérdida del apoyo institucional y sanciones económicas. Este sistema utiliza el premio-castigo para asegurar su funcionamiento. Según esta clasificación, el trabajo sexual se encuentra dentro de los más bajos y degradantes, por lo tanto, el estigma es la principal herramienta de opresión no solo aplicada a las mujeres que cobran por servicios sexuales. También incluye toda actitud o acción que se aleje del rol social establecido por el sistema patriarcal o machista. Los estereotipos que fomentan la discriminación El escarnio sobre las mujeres que ejercen la prostitución cumple dos funciones: advertir a las mujeres desde jóvenes sobre cuál es su papel y cómo deben comportarse, y silenciar a las trabajadoras del sexo. El estereotipo o imagen falsa de las trabajadoras sexuales las coloca como mujeres perturbadas sicológicamente, con grandes necesidades económicas y sin ninguna otra opción laboral o como menores de edad manipuladas, de modo que las desautoriza para hablar desde sus experiencias y necesidades. De esta forma se evita que tengan credibilidad y que cuestionen al sistema. A pesar de que en la realidad la prostitución es una ocupación temporal y en muchos casos se combina con otros trabajos, se convierte en un estigma social exclusivamente femenino que perdura para toda la vida, independientemente de que la mujer cambie de labor o de comportamiento. Existe un doble estándar (medida) para juzgar la sexualidad de hombres y mujeres. Por ejemplo, en el caso de la llamada prostitución, se juzga a los hombres que son clientes o proxenetas6 por lo que hacen, en el caso de las llamadas prostitutas por lo que son. Y esta marca de puta determina la imagen, valor y condiciones de las mujeres por el resto de sus vidas. 6. También conocidos como rufianes o chivos. El art. 202 del Código Penal de Nicaragua reconoce como delito de proxenetismo o rufianería la apertura o explotación de sitios de prostitución, la inducción para que alguien se dedique a este trabajo o lo facilite, entre otros aspectos. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 17 El conflicto moral y social que genera el trabajo sexual está relacionado con la apropiación que hacen las mujeres de su cuerpo. El hecho de acordar un contrato que signifique sexo a cambio de dinero, y no por estatus social o por amor como nos han enseñado, convierte a las mujeres en dueñas de sus actos, rompiendo así con la normativa sexual establecida. Por esta transgresión (romper las normas) se les hace pagar con la carga de discriminación y violencia. Las trabajadoras sexuales viven la opresión no sólo del sistema patriarcal por ser mujeres, sino además por cuestionar ese mandato de género7 y por ejercer como un trabajo los servicios sexuales a cambio de dinero, dado que social y culturalmente no es aceptado. Este hecho, sumado a la desventaja social de las mujeres en relación a los hombres por su género, sitúa a las trabajadoras sexuales en una categoría más vulnerable en relación con las mujeres que no ejercen este trabajo o con los trabajadores sexuales masculinos. Además, no todas las experiencias de las mujeres son iguales y no deben omitirse las diferencias dentro de los mismos grupos o colectivos que comparten alguna identidad o condición social. Hay que tener en cuenta que las trabajadoras sexuales tienen realidades diferentes según sus condiciones sociales, como la situación económica (nivel de pobreza, dependencia de ingresos únicamente del trabajo sexual) y la modalidad en que ejercen el trabajo sexual. No es lo mismo ejercer en la calle donde están expuestas a mayor inseguridad, que hacerlo en locales con condiciones laborales negociadas y respetadas. Además, es importante reconocer que la carga del estigma y la discriminación se ve agravada cuando además de que ya son mal vistas por lo que hacen, encima son migrantes ilegales, indígenas, negras, tienen VIH o una discapacidad, para mencionar algunos ejemplos. Mejor legalizar para poder reclamar Ante la violencia y discriminación que viven las trabajadoras sexuales, las feministas pro-sexo consideran que una forma de avanzar en el reconocimiento social y legal 7. El género es la forma en que nos han enseñado a ser mujeres y hombres partiendo de una diferencia sexual. Es un hecho cultural, no natural, como nos han hecho creer. 18 El trabajo sexual en Nicaragua es nombrar el trabajo sexual como tal, como una ocupación dentro del sistema capitalista igual que los demás trabajos y no como un estatus personal. Esto debido a que la palabra prostitución está cargada del estigma que asocia a las mujeres como víctimas, reduciéndolas y negando su autonomía y capacidad de decisión. Desde esta lógica, plantean que la solución a la situación de violencia y vulnerabilidad que viven no está en prohibir el trabajo sexual, puesto que sus principales problemas están ligados al estigma social y legal, el cual es aprovechado por proxenetas y empresarios del sexo. Al reconocer la autonomía de las mujeres para elegir el trabajo sexual dentro de las opciones que da el sistema económico, se contribuiría a eliminar las situaciones de violencia y extorsión que sufren por el contexto de ilegalidad y sanción social. Es importante reconocer que pocas mujeres tienen la posibilidad de tomar decisiones libres ante el sistema racista, capitalista y patriarcal en el que vivimos. Sin embargo, las mujeres tienen capacidad para tomar decisiones razonadas ante las posibilidades que ofrece el sistema actual, incluyendo el trabajo sexual que para muchas representa una alternativa de sobrevivencia e incluso autonomía económica. Dado que las mujeres somos educadas bajo la amenaza del estigma de puta —lo que nos obliga a tener ciertos modales, actitudes y capacidades que nos alejen de esta categoría— lograr el reconocimiento del trabajo sexual lleva consigo transformar los modelos de sexualidad existentes, contribuyendo a desmontar la jerarquía sexual que argumenta la antropóloga Rubin y el derecho de las mujeres de vivir su sexualidad y tomar decisiones en libertad. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 19 Capítulo 3 Historia organizativa de las trabajadoras sexuales en Nicaragua Ante un contexto adverso de violencia y discriminación cotidiana, las trabajadoras sexuales nicas se organizaron para hacer frente a las situaciones de abuso y explotación. La Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles (Girasoles) y la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas (Las Golondrinas) son las primeras organizaciones lideradas por trabajadoras sexuales en Nicaragua, pues antes sólo existían organizaciones sociales que trabajaban para trabajadoras sexuales pero no integradas por ellas. Las Golondrinas nacieron en el 2004 para buscar salida a las situaciones de violencia que vivían con sus clientes, la Policía y los dueños de locales, además por el deseo de intercambiar sus propias experiencias. Al empezar a reunirse se dieron cuenta que juntas tenían mayores posibilidades de negociar y defenderse de quienes las violentaban y explotaban. En su página web con información oficial afirman que la mayoría de integrantes proviene del campo, especialmente de los departamentos de Matagalpa y Jinotega. Explican que el nombre de “Las Golondrinas” viene porque estos pájaros andan juntos “buscando salir adelante en grupo”, al igual que ellas. Desde el 2010 cuentan con personería jurídica. Para sus fundadoras, un hecho fundamental en su fortalecimiento organizacional es haber conseguido financiamiento del Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM) desde el 2009 a la fecha. Fany Tórrez, fundadora del grupo, nos cuenta que además de financiamiento recibieron capacitaciones y en el 2010 gestionaron su personería jurídica. 20 El trabajo sexual en Nicaragua Ser contraparte del FCAM les ha permitido participar en intercambios y encuentros con colectivos de mujeres y grupos feministas de la región centroamericana. Fany nos explica que en estos espacios han establecido contacto con organizaciones que plantean demandas y propuestas con las que coinciden. Con algunas organizaciones desarrollaron alianzas que perduran, y con otras, coordinaciones puntuales. Además añade que el FCAM también sirvió de puente para movilizar recursos con otras organizaciones, como es el caso del Servicio Judío (conocido como AJWS por sus siglas en inglés) que se convirtió en donante de su asociación. Girasoles La asociación Girasoles surge cuando María Elena Dávila, una de las actuales líderes, asistió al encuentro de la Red de Trabajadoras Sexuales de América Latina y El Caribe (conocida como Redtrasex), realizado en El Salvador en el 2006. Después del encuentro, María Elena empezó a contactar a varias mujeres para fundar una organización de trabajadoras sexuales para trabajadoras sexuales. La iniciativa fue aceptada en 2007 porque querían construir un espacio propio, ya que antes se sentían “utilizadas” por organizaciones que las calificaban como “mujeres en riesgo de prostitución”. Su misión fue mejorar sus condiciones de vida pero también incidir en las políticas públicas. Uno de sus puntos centrales es “luchar contra el estigma la discriminación, la violencia generada por una cultura de doble moral, que por una parte promueve y por otra juzga y culpabiliza”, exponen en una página web con información oficial. Además empezaron a buscar financiamiento y lo consiguieron en el 2009 con el Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas (Unfpa por sus siglas en inglés). Desde el 2012 el Fondo Mundial las apoya y se ha convertido en su principal donante en la actualidad. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 21 María Elena comparte su primer logro como grupo: “Nosotras estábamos buscando organizarnos primero porque en ese momento esa era la necesidad, porque si no nos organizábamos no íbamos a poder plantear nuestras demandas y que tuviéramos un nombre. El derecho a organizarnos era lo primero”. La fortaleza de estar organizadas Para las mujeres de ambas organizaciones existe una clara diferencia entre integrar una organización de trabajadoras sexuales y ser “participantes” o “beneficiarias” de un proyecto que pretende “sacarlas de la calle”. Las integrantes de Girasoles y Las Golondrinas afirman que al tener su propia organización han logrado sentirse parte de una propuesta política y consideran que aportan al fortalecimiento y crecen de esta forma. Algunas integrantes de Girasoles cuentan que en el pasado recibieron capacitaciones de una Organización No Gubernamental (ONG) que les enseñaba oficios alternativos al trabajo sexual. Algunas asistieron entre cinco y 10 años pero ellas nunca abandonaron el trabajo sexual, pues lo preferían a las alternativas presentadas en ese momento. “Yo estuve en una ONG y ahí me tenían como una ‘pobre’ trabajadora sexual… Estuve 10 años pero nunca tomaron en cuenta nuestras habilidades y conocimientos, nunca nos dieron oportunidades de crecer, de fortalecernos, sino que solo nos daban a hacer manualidades”, (Ymogene Omier). En palabras de Ymogene, la ONG a la que asistía no respondía a las aspiraciones de fortalecerse, conocer sus derechos y el respeto a la decisión de no necesariamente dejar de ejercer el trabajo sexual. Luego de escucharlas queda claro que estar organizadas les ha aportado conocimientos sobre derechos humanos, ha elevado su autoestima, se sienten más seguras y han logrado el reconocimiento de otras organizaciones. Así lo considera Fany 22 El trabajo sexual en Nicaragua Tórrez de Las Golondrinas: “Si yo no me hubiera organizado a saber cómo estuviera, a lo mejor estuviera muerta”, nos dice. Para Miguelina Estrada, otra integrante del grupo, también le ha aportado conocimientos y mayor seguridad para expresar sus ideas en público. “Antes yo hasta temblaba cuando hablaba, me ponía nerviosa. Ahora pido la palabra y soy promotora de derechos humanos”, expresa con soltura. Ambas reconocen que estar organizadas las ha convertido en interlocutoras más sólidas ante instituciones y colectivos sociales. A través de este espacio han logrado alianzas con otras organizaciones y hacer incidencia con instituciones del Estado. Para ellas es un hecho que organizadas tienen mayor posibilidad de incidir en cambios a favor de sus derechos humanos. Una de cal y otra de arena Organizarse también les ha ayudado a fortalecer sus procesos de empoderamiento. Ellas cuentan que ahora negocian mejor con los clientes y saben cómo defenderse. María Elena nos comenta que “ya teniendo derechos hasta se puede demandar, pedir ayuda. Yo voy con ese cliente, pero si viola mis derechos yo tengo el apoyo. Puedo decirle si yo no quiero hacer eso”. Además sienten que sus clientes las respetan más porque saben que ellas pueden denunciarlos en caso de violencia. “Si alguien me hace un mal sé dónde ir y cómo defenderme”, nos dice Magdalena García de Las Golondrinas. Esta seguridad las fortalece y hasta han generado estrategias de protección para ejercer el trabajo sexual en condiciones más seguras, por ejemplo, entre ellas miden el tiempo que han establecido con los clientes y se llaman para saber si están bien, apuntan las placas de los carros y establecen lugares en donde prestar el servicio. El problema es que la visibilidad que las protege en relación con los clientes y les da reconocimiento de algunas organizaciones, trae un impacto negativo a nivel personal. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 23 Al hablar públicamente sobre su trabajo y defender su legalización quedan más expuestas al estigma y la violencia social que antes no tenían por mantenerlo en secreto. Ese es un punto clave que las expone y hace más vulnerables. Así lo comparte Fany Tórrez: “En mi barrio cuando me vieron en los canales le decían a mi hija tu mama es una prostituta”. Su experiencia comprueba que el estigma es la principal herramienta de opresión para castigar toda actitud o acción de mujeres que se alejan del rol social impuesto. Este es un recordatorio de que cobrar por sexo es algo prohibido, pues las mujeres deberían ofrecer dichos servicios de forma gratuita para satisfacción de los hombres y no para su remuneración económica. Articulación latinoamericana para el fortalecimiento político Tanto Girasoles como Las Golondrinas resaltan como elemento clave en su crecimiento político, haberse integrado a la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe (Redtrasex). En este espacio han reflexionado sobre sus apuestas políticas y han conocido las experiencias de otras organizaciones de trabajadoras sexuales de la región. Hasta el 2014 ambas organizaciones eran enlaces de la Red en Nicaragua, pero Las Golondrinas decidieron retirarse y mantienen sus demandas de legalización y reconocimiento del trabajo sexual. La Redtrasex es una coalición integrada por organizaciones de trabajadoras sexuales que demandan el reconocimiento del trabajo sexual como trabajo, derechos laborales y el cese al estigma y la discriminación. Su demanda a los estados es que haya leyes que las protejan y garanticen sus derechos humanos. Esta red se creó en 1997 y actualmente la integran organizaciones de 15 países, incluyendo a Nicaragua. Muchas de las integrantes se consideran feministas y participan en espacios del movimiento feminista en sus países. Ambas organizaciones consideran a la Redtrasex como un espacio que les ha ayudado a crecer políticamente. Les ha permitido crear alianzas con otras organizaciones 24 El trabajo sexual en Nicaragua de trabajadoras sexuales y participar en espacios regionales para plantear sus posiciones políticas y demandas. Además, esta red realiza incidencia política a nivel internacional, tanto con expresiones del Sistema de Naciones Unidas, como de otros espacios de toma de decisiones que les afectan directamente, de modo que las coloca como actoras con voz en las discusiones relacionadas a las legislaciones y sobre las medidas para luchar contra la trata de personas. Abogan para que este delito, que también condenan, no se convierta en excusa para extorsionar y violar los derechos de las trabajadoras sexuales. En años recientes las organizaciones de trabajadoras sexuales se han fortalecido políticamente y han participado en espacios de intercambios o reflexión feminista en Nicaragua. Algunas actividades donde han participado y que consideran relevantes son: →→ Encuentro Nacional Feminista realizado en Matagalpa (2013) →→ Encuentro Mesoamericano de Derechos Sexuales y Reproductivos (2014) →→ Encuentro Feminista Centroamericano (2014) →→ Marcha nacional contra la violencia el 25 de noviembre (2014) Las líderes cuentan que han impulsado acciones conjuntas con organizaciones feministas en Chinandega y Matagalpa, y que lo hacen de forma pública: portan sus propias mantas y camisetas además de tener sus propias exigencias. Su crítica es que sienten que sus demandas no se han evidenciado en los espacios de debate del movimiento feminista nicaragüense. Apuestas políticas de las trabajadoras sexuales Inicialmente las apuestas políticas de las organizaciones de trabajadoras sexuales estaban ligadas al acceso a servicios y a la disminución de los niveles de violencia a los que estaban expuestas, tanto por clientes como por funcionarios del Estado. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 25 Debido el crecimiento político que se evidencia en sus argumentos, las trabajadoras sexuales de ambos espacios desarrollaron apuestas más profundas ligadas ahora al reconocimiento, tanto del Estado como de la sociedad, del trabajo sexual como una opción laboral con todas las garantías y derechos como ciudadanas. Su planteamiento común es considerar el trabajo sexual como una elección de mujeres adultas y que su principal condición es que debe ser consentido. Eso sí, advierten que luchar contra la trata de personas y asumir que el trabajo sexual es su equivalente, implica graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres de parte del Estado y las coloca en situación de vulnerabilidad. Por eso demandan leyes y políticas públicas que las protejan y garanticen sus derechos humanos. Sólo con una legislación que reconozca el trabajo sexual se podrá avanzar en la reducción de los índices de violencia y explotación hacia las mujeres que ejercen el trabajo sexual, argumentan. También exigen que el Gobierno las incluya en los programas sociales existentes (Hambre Cero o Usura Cero, entre otros). “Queremos tener seguro social, derecho a préstamos y otros derechos como personas”, sostiene Ymogene Omier de Girasoles. 26 El trabajo sexual en Nicaragua Capítulo 4 Alianzas entre grupos feministas y organizaciones de trabajadoras sexuales En años recientes se ha dado un acercamiento entre organizaciones de trabajadoras sexuales y feministas. Tanto las integrantes de Las Golondrinas como de Girasoles valoran de forma positiva esta alianza, pues consideran que las ha fortalecido a nivel personal desde la conciencia de derechos, y a nivel colectivo, pues se sienten más respaldadas y han aprendido de la experiencia organizativa de las feministas. Las Golondrinas cuentan que se han relacionado con el Grupo Venancia, el Colectivo de Mujeres de Matagalpa, Puntos de Encuentro, el Programa Feminista La Corriente, el Movimiento de Jóvenes Lidia Espinoza y la Red de Mujeres de Matagalpa. Con algunas organizaciones la relación ha estado a nivel de coordinaciones y participación en actividades, en otras, son miembras activas, con voz y capacidad de propuesta. Expresan que su primer acercamiento con el feminismo fue a través del Grupo Venancia (Matagalpa) en el 2008, cuando fueron invitadas a hablar sobre “la situación de prostitución” en la que vivían al programa de radio La Hora Lila, que estaba al aire en ese momento. Fany Tórrez cuenta que para ella fue una situación difícil hablar sobre “prostitución”, por el contenido político que incluye el término, pero decidió participar para aclarar las diferencias entre el trabajo sexual y la trata de personas. Días después el mismo grupo invitó a Fany un conversatorio con sus integrantes para hablar sobre la diferencia de los términos trabajo sexual y prostitución. A partir de este acercamiento, las integrantes de la asociación Golondrinas asistieron a talleres y actividades organizadas por el Grupo Venancia. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 27 Para la asociación Girasoles, el Programa Feminista La Corriente es su principal aliado dentro del movimiento feminista. La relación comenzó hace cinco años producto de una invitación de La Corriente para que dos de sus integrantes participaran en un proceso de formación feminista de un año. Ymogene y María Elena expresan que al principio ellas sentían que los términos utilizados y las discusiones eran lejanas a su realidad. Ymogene rememora entre risas que los innumerables conceptos feministas les parecían ajenos, una lluvia de palabras con las que no se identificaban: patriarcado, transgresión, politizar el cuerpo, deconstruir, normatividad, sororidad y un largo etcétera. Pero durante el proceso encontraron puntos de coincidencia entre las mujeres que participaban y siguieron asistiendo a las sesiones. Al terminar el curso, La Corriente siguió invitándolas a otros procesos de formación feminista y a los espacios convocados por esta organización. El proceso de integración El establecimiento de alianzas entre organizaciones de trabajadoras sexuales y organizaciones feministas no ha sido parejo. La asociación Golondrinas ha establecido alianzas con varias organizaciones en el departamento de Matagalpa, para Girasoles el Programa Feminista La Corriente es su único aliado. En palabras de María Elena Dávila se debe a que no ha habido acercamiento mutuo ni de su asociación ni de las organizaciones feministas, aunque están claras que es necesario empezar a crear alianzas. En la experiencia de las Golondrinas establecer coordinaciones y alianzas con organizaciones sociales y feministas ha sido una de sus principales estrategias. Fany Tórrez comenta que desde sus inicios empezaron a participar en actividades de otras organizaciones, a pedirles que las invitaran a los talleres y han acompañado reivindicaciones lideradas por colectivos feministas y de mujeres. La motivación de formar parte de un espacio feminista como la Red de Mujeres de Matagalpa se debe a las coincidencias políticas, pues las Golondrinas también se reconocen como defensoras de los derechos humanos de las mujeres. 28 El trabajo sexual en Nicaragua Por esta afinidad, en febrero de 2015 Las Golondrinas solicitaron a la Red de Mujeres de Matagalpa ser integrantes activas de este espacio. Desde entonces participan en las reuniones, en la toma de decisiones y se sienten parte de esta Red. Fany comenta que en este espacio aún no se ha discutido sobre el trabajo sexual ni existe un posicionamiento explícito al respecto, por lo que como organización ya propusieron debatir este tema y está metido en la agenda. Los beneficios de la reflexión feminista Varias trabajadoras sexuales comparten que la relación con sus hijas ha mejorado desde que participan en espacios de reflexión feminista. Aprendieron a verlas como sujetas de derechos, y en algunos casos, como cómplices, aliadas por su condición de género. Consideran que han aprendido a relacionarse con sus hijas desde el respeto y han reconocido las trampas del sistema machista que pretende dividir a las mujeres, al ubicarlas como enemigas en posiciones contrarias de santas o putas. Vida Francis Jiménez de Girasoles nos cuenta: “Aprendí mucho, yo ahora sé que mis hijas son mis hijas pero tengo que respetar las decisiones que ellas quieran tomar. No puedo vivir encima de ellas, les puedo dar un consejo como madre, pero no les puedo decir qué tienen que hacer”. Ymogene agrega que el feminismo le ha ayudado a entender las agresiones del sistema patriarcal contra un género. Eso la ha impulsado a ser más solidaria con las mujeres y afirma haber apoyado a varias para salir de situaciones de violencia. Otro punto que estas líderes añaden es que el feminismo les ha facilitado la construcción de relaciones más sanas y a no tolerar situaciones de violencia. Ellas aseguran que muchas de las agresiones que viven no provienen de los clientes, como se cree erróneamente, sino de sus familiares o parejas, situación que comparten con otras mujeres que no ejercen el trabajo sexual, pero que en sus circunstancias se acentúa por la discriminación a la labor que realizan. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 29 El valor simbólico de los espacios Todas las trabajadoras sexuales entrevistadas mencionan con bastante facilidad los aprendizajes que rescatan del feminismo o las reflexiones feministas que consideran un aporte a su vida personal y política, sin embargo les resulta más difícil identificar y reconocer sus aportes al feminismo nicaragüense. Esta dificultad para reconocer sus aportes podría estar ligada a que, desde el punto de vista simbólico, no se reconocen a sí mismas como productoras válidas de conocimientos al no pertenecer a los grupos de “voces autorizadas” más relacionadas con la Academia. De este modo, feministas académicas representarían voces autorizadas para los análisis relacionados al género y situación de las mujeres, y el discurso de las trabajadoras sexuales podría ser tomado como ingenuo o falto de veracidad, como sugiere la investigadora feminista Toril Moi. Esto no sólo aplica para la sociedad en general, que legitima o descarta dichos discursos, sino también para las participantes de ese campo, en este caso las trabajadoras sexuales mismas. Ambas organizaciones sí reconocen como un aporte importante su participación en actividades promovidas por organizaciones feministas, sean talleres, encuentros o acciones públicas. Las trabajadoras sexuales desean que las feministas también se involucren en sus luchas, que participen en sus marchas, foros y plantones, pues consideran que tienen total coincidencia con sus demandas. Para Magdalena García su razonamiento es sencillo: “Ellas (feministas) entienden que cada persona vive su vida como quiera, es decir mi cuerpo es mío y yo decido. Nosotras también defendemos eso”. Vida Francis de la asociación Girasoles dice que otro de sus aportes como trabajadoras sexuales es compartir sus historias, haciendo referencia a que sus vivencias ayudan a la reflexión feminista. Esto se debe a que muestran una realidad sobre la sexualidad y las condiciones de vida de muchas mujeres que no han sido objeto de reflexión del movimiento feminista en Nicaragua. 30 El trabajo sexual en Nicaragua El punto de coincidencia entre todas las mujeres organizadas Trabajadoras sexuales y activistas feministas participantes de la investigación coinciden en temas como la lucha contra la violencia, pues ha sido una de las principales reivindicaciones de ambos espacios, especialmente las medidas de protección y prevención del Estado y el mayor acceso a la justicia para las mujeres que viven violencia. Las trabajadoras sexuales no escapan a situaciones de violencia de pareja, de familiares u otros hombres cercanos, y además se suman las condiciones de inseguridad del trabajo que realizan y el estigma que implica el ejercicio del trabajo sexual. Por esta razón, las demandas por la erradicación de la violencia de género las ha llevado a reclamar justicia en las calles y ante las instituciones del Estado junto con otras mujeres organizadas. Además consideran que la despenalización del aborto y el acceso a la salud son luchas en las que coinciden con el resto del movimiento de mujeres organizadas. Para ellas, las feministas con las que se han relacionado en los últimos años son aliadas en la lucha por los derechos humanos de las mujeres, pues las consideran cercanas a sus planteamientos. Sin embargo, reconocen que no todas las feministas están de acuerdo con el trabajo sexual y algunas las consideran “víctimas del sistema patriarcal”, sin posibilidad de decidir como opción ejercer el trabajo sexual. María Elena opina que existen organizaciones abolicionistas que no han estado interesadas en conocer sus planteamientos. Este es el principal punto que las distancia, pues representa la demanda política más importante de las trabajadoras sexuales para lograr garantías laborales y cumplimiento a sus derechos humanos. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 31 Capítulo 5 Reflexiones sobre el trabajo sexual desde los feminismos nicaragüenses Sexualidad: del miedo al placer En el movimiento feminista (en su sentido amplio no referido a la red con ese nombre) no se identifican espacios de reflexión o debate sobre el trabajo sexual. Se reconoce que es un tema que se ha omitido y que la agenda del movimiento feminista ha estado centrada en temáticas como el derecho a vivir libre de violencia, la despenalización del aborto, la eliminación de la violencia sexual, entre otros. Las entrevistadas admiten que a partir de los años 90 el movimiento feminista nicaragüense se planteó reflexiones alrededor de la sexualidad de las mujeres en el encuentro Unidad en la diversidad (1992). Ahí surgieron diversas redes como la Red de Mujeres contra la Violencia, la cual sigue siendo un espacio de articulación fuerte a nivel nacional. También se creó la Red de Mujeres por una Sexualidad Libre de Prejuicios, aunque esta no tuvo la misma fuerza y se desarticuló al poco tiempo. Ese mismo año se fundó el Comité Nacional Feminista en el que participaban 24 grupos y ahí crearon la Comisión de Derechos Sexuales, integrada por cuatro feministas entre las que estaban María Teresa Blandón, Hazel Fonseca y Magaly Quintana. Esta comisión promovió durante cuatro años (1993-96) las históricas Jornadas por una sexualidad libre de prejuicios, con la intención de promover el debate y la reflexión sobre el tema. Durante el mes de junio se organizaban actividades diversas que además ayudaron a visibilizar la celebración del Día del Orgullo Lésbico y Homosexual. En ese momento, la mayoría de organizaciones de mujeres y feministas abordaron el tema desde el enfoque de la salud sexual y la salud reproductiva. 32 El trabajo sexual en Nicaragua La comisión organizaba charlas, conferencias, debates y talleres en universidades y colectivos, incluyendo el sindicato de maestros y maestras (Asociación Nacional de Docentes de Nicaragua). Esta comisión funcionaba con trabajo voluntario y pocos recursos. Desde ahí promovía debates sobre el derecho al placer y reflexiones sobre los mandatos de la cultura sexual imperante que establece una norma sexual, sin embargo, no se planteó una reflexión profunda sobre el trabajo sexual, pues en ese momento el tema más complejo de abordar era el lesbianismo, sostiene la investigadora feminista María Teresa Blandón, directora de La Corriente. La experiencia de esta comisión no era generalizada. El movimiento feminista marcaba una agenda centrada en problemas como la pobreza, la discriminación y la violencia sexista. En relación a la sexualidad su enfoque estaba dirigido a la prevención de enfermedades como el VIH y a la maternidad voluntaria. La dimensión del placer y el cuerpo erótico se difuminaron de la agenda del movimiento a partir de la segunda mitad de los años 90 y ha sido retomado en la década más reciente (2005 a la fecha). Para María Teresa Blandón, el enfoque de prevención de riesgo con que se abordó la sexualidad dentro de la agenda del movimiento feminista está ligado a dos factores. Por un lado, la influencia de la moral cristiana en relación a la sexualidad, y por el otro, al impulso de los discursos oficiales de las agencias de Naciones Unidas para prevenir las Infecciones de Transmisión Sexual —y en particular el VIH además de los embarazos en adolescentes. Como es evidente, los recursos económicos fueron canalizados en función de la salud sexual y la salud reproductiva desde un enfoque de peligro y no del disfrute de la sexualidad. Ante este panorama, ni antes ni ahora se ha reflexionado sobre el trabajo sexual desde la dimensión de la sexualidad. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 33 ¿Qué piensan las feministas nicas sobre el trabajo sexual? Aunque ha habido un acercamiento entre organizaciones feministas y de trabajadoras sexuales, esto no se ha traducido en un espacio de reflexión en el movimiento alrededor de la reivindicación del trabajo sexual. Todas las participantes del grupo focal y feministas entrevistadas reconocen que existe mucho desconocimiento sobre los planteamientos de las trabajadoras sexuales y que es necesario reflexionar en mayor profundidad sobre las implicaciones en la vida de las mujeres. Sobre la misma línea, Ernestina Mendoza, feminista del Norte del país, apunta que aunque no se ha dado una reflexión política sobre el tema, en los últimos años se usa el término “trabajo sexual”, pero sin asumir el trasfondo político de este concepto, sino desde una posición “políticamente correcta”. Desde el surgimiento de organizaciones de trabajadoras sexuales que reivindican el trabajo sexual como una ocupación laboral, se les ha dejado de nombrar prostitutas o prostitución, sin embargo esto no ha pasado por un análisis político en relación a los términos y a la carga reivindicativa que contiene. Para María Teresa Blandón es importante reflexionar sobre nuestras concepciones alrededor del cuerpo. En su opinión, deberíamos cuestionarnos cómo se ha naturalizado la explotación del cuerpo para el trabajo de la maquila o la maternidad, pero nos parece inconcebible que se presten servicios sexuales a cambio de dinero. Ella también considera que se deben rescatar las estrategias de resistencia de las trabajadoras sexuales, en condiciones tan adversas hacen frente al estigma y la discriminación: “La agencia que tienen las trabajadoras sexuales para gestionar sus vidas, para resistir a toda la violencia sistemática que sufren, para sostenerse con un 34 El trabajo sexual en Nicaragua enorme nivel de dignidad, para pensarse el cuerpo y la sexualidad básicamente cuestionadora de toda la doble moral que impera en nuestra sociedad”. Por el contrario, Ana Quirós, integrante de la coordinadora política del Movimiento Autónomo de Mujeres, plantea que el trabajo sexual es una expresión de la opresión del patriarcado hacia las mujeres, pues la mayoría no lo elige libremente sino que se ven obligadas a ejercerlo como última opción, empujadas por las condiciones de pobreza en que viven. Debate político para la madurez del movimiento feminista Algunas feministas participantes del grupo de reflexión, como la activista María Félix Morales, consideran que el primer paso para establecer alianzas es reconocerlas como interlocutoras en igualdad, pues hasta ahora han sido participantes de acciones y procesos promovidos por organizaciones feministas, aunque esto no se ha dado a la inversa. Es decir, existe poca implicación de feministas en las reflexiones sobre el trabajo sexual, y menos aún, en su defensa y reconocimiento como trabajo. María Teresa Blandón expresa que “es necesario un acercamiento para entender esa dimensión de la sexualidad y la vivencia del cuerpo de las trabajadoras sexuales que a muchas feministas nos resulta ajena”. Y añade que el primer paso para entender sus luchas es escucharlas, pues se debe partir desde sus aportes y experiencias. En la opinión de Ana Quirós es necesario realizar un debate profundo dentro del movimiento feminista sobre este y otros temas pendientes, como la participación de mujeres trans en el movimiento feminista y el liderazgo y relación entre feministas. Ana considera que estos debates aportarían al crecimiento y madurez del movimiento, ya que a la fecha éste se ha colocado en una posición bastante cómoda, con una agenda política ocupada por temas que no son de controversia feminista, como el derecho al aborto o la lucha contra la violencia. Y agrega que estas reflexiones deben realizarse primero dentro del movimiento feminista previo a crear espacios de encuentro o interlocución con organizaciones de trabajadoras sexuales. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 35 Alondra Sevilla, comunicadora feminista, considera que se deben abrir espacios de reflexión “que no nos coloquen a nosotras versus las otras”, pues el primer paso es crear un debate franco, abierto e inclusivo. Algunas ideas plantean que al debatir el trabajo sexual se genera no sólo la reflexión sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres, sino también en relación con la sexualidad masculina. “Esto abre interrogantes sobre la sexualidad de los hombres que pagan por sexo, pues deberíamos preguntarnos si la idea de degenerados que tenemos sobre ellos, no será un reflejo del estigma hacia las mujeres trabajadoras sexuales. ¿Es porque pagan por sexo o porque tienen sexo con mujeres que cobran por ello?”, se pregunta María Teresa Blandón. El debate en relación al trabajo sexual nos abre múltiples interrogantes en relación a los cuerpos, el género y la sexualidad, tanto de hombres como de mujeres. El movimiento feminista ha sido crítico por excelencia y se ha caracterizado por cuestionar y reflexionar todos los mandatos y costumbres que se daban por “normales”, por lo que esta discusión pendiente abre la posibilidad de iniciar un rico debate en los feminismos nicaragüenses. 36 El trabajo sexual en Nicaragua Capítulo 6 Conclusiones El ejercicio del trabajo sexual ha estado condenado socialmente por considerar que banaliza el acto sexual, pues lo convierte en una transacción económica y lo saca de la posición aceptable culturalmente ligada al amor, la reproducción y bajo el matrimonio. De modo que la sanción social se hace sentir mediante el estigma hacia las mujeres que ejercen el trabajo sexual, por romper con el mandato estipulado por el sistema patriarcal y encima atreverse a cobrar por un acto que debería ser gratuito desde esa perspectiva. Es así como el estigma se traduce en la invisibilización y omisión de las demandas de las trabajadoras sexuales, ubicándolas en el papel de víctimas, sin posibilidad de elección de otro trabajo y sicológicamente inestables. Además, cuando afirman ejercer el trabajo sexual por decisión propia se les considera “malas mujeres”, justificando así la violencia y discriminación en su contra. Las trabajadoras sexuales participantes de esta investigación conocen de primera mano las múltiples opresiones cotidianas que viven las mujeres que cobran por sexo, tanto de las instituciones estatales, los clientes y dueños de locales, así como de las comunidades y familias de las que son parte. Organizarse para enfrentar mejor la violencia social e institucional fue la razón por la que en 2005 y 2007 se fundan la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas y la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles respectivamente. En la demanda de sus derechos, las trabajadoras sexuales organizadas han establecido alianzas y coordinaciones con grupos de mujeres y colectivos feministas en el que resaltan aprendizajes importantes, como el reconocimiento del sistema patriarcal que las oprime, mayor fortalecimiento político a nivel organizacional y haber integrado a sus vidas la posibilidad de relacionarse con otras mujeres desde la sororidad. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 37 Sin embargo, esta relación entre las trabajadoras sexuales y las feministas no se ha traducido en un debate dentro del movimiento sobre el trabajo sexual. No han existido espacios de discusión abierta en los diversos feminismos del país y tampoco existe un claro posicionamiento sobre este tema que cruza la vida de todas las mujeres, puesto que el estigma de puta nos afecta a todas, independientemente de que se ejerza el trabajo sexual o no. Hasta la fecha se ha omitido la discusión del trabajo sexual en el movimiento feminista, a pesar de que las trabajadoras sexuales organizadas han participado en actividades impulsadas por organizaciones feministas. Las principales razones estructurales de la omisión de este debate giran alrededor de: 1. La concepción moralista de la sexualidad influenciada por la cultura judeocristiana al que no escapamos las feministas. 2. Las condiciones de clase entre las líderes del movimiento feminista que en su mayoría pertenecen a la clase media y las trabajadoras sexuales de extracción social pobre. 3. El poder simbólico del conocimiento en el que los argumentos de las trabajadoras sexuales carecen de autoridad académica y reconocimiento por hablar desde un sector ubicado en la periferia, a pesar de ser las protagonistas de esta historia. 4. El estigma de doble vía, pues no sólo las feministas tienen una idea muchas veces errónea sobre las mujeres que ejercen el trabajo sexual y sus planteamientos, considerándolas en algunas ocasiones como víctimas y sumisas, también para las trabajadoras sexuales existen prejuicios sobre las mujeres que se asumen feministas. En ambos casos los prejuicios son alimentados por el sistema patriarcal que apuesta por la división de las mujeres, colocando a ambas en la posición de “malas mujeres” por transgredir la norma. El trabajo sexual no es el único tema pendiente en la agenda de discusión política del movimiento feminista, también es necesario debatir sobre otras reivindicaciones que continúan en la periferia, como el trabajo doméstico e inclusión de mujeres trans feministas en el movimiento amplio de mujeres. 38 El trabajo sexual en Nicaragua Abrir estos espacios de reflexión pendientes contribuirá a la madurez política del movimiento, en el que se escuchen los posicionamientos políticos de la diversidad de mujeres que conforman este espacio. Aspiro a que este sea el inicio de un debate en relación al trabajo sexual, pues no se podrá omitir por más tiempo la existencia de mujeres con planteamientos políticos a favor de su reconocimiento como un trabajo. Sin duda, embarcarnos en un debate profundo sobre la construcción de una política sexual radical, nos llevará a reflexionar sobre nuestras ideas en relación a la apropiación del cuerpo, el concepto del trabajo digno, el trabajo sexual y por supuesto, cuestionarnos a qué nos referimos cuando todas decimos “Mi cuerpo es mío”. Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 39 Bibliografía →→ Aponte, E & Femenias, M. (Comps.). (2008). Articulaciones sobre la violencia contra las mujeres. →→ Arévalo, C. (2014). Ni putas, ni prostitutas, somos trabajadoras sexuales. →→ Blandón, M., Murguialday, C., & Vásquez,N. (2011). Los Cuerpos del Feminismo nicaragüense. →→ Coria, C. (1988). El sexo oculto del dinero. →→ Crenshaw, W. (1991). Mapping the Margins: Intersectionality, Identity Politics, and Violence against Women of Color. →→ Dávila, M. (2014). Análisis de Situación de la Población de Mujeres Trabajadoras Sexuales en Nicaragua. Nicaragua. →→ De Miguel, A. (2012). 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Entrevistas a participantes de la investigación →→ María Teresa Blandón, activista feminista, docente e investigadora →→ María Elena Dávila, directora de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles →→ Miguelina Estrada, feminista e integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas →→ Magdalena García, feminista e integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas →→ Vida Francis Jiménez, integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles →→ Ana Quirós, fundadora del Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud e integrante de la Coordinadora Política del Movimiento Autónomo de Mujeres →→ Ymogene Omier, integrante de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles →→ Fany Tórrez, feminista y coordinadora de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Las Golondrinas Apuestas políticas y caminos compartidos con los feminismos locales 41 Grupo de reflexión con mujeres feministas →→ Alondra Sevilla, comunicadora y activista feminista →→ Reyna Rodríguez, abogada, feminista y defensora de derechos humanos →→ Teresita Hernández, activista feminista →→ Ernestina Mendoza (seudónimo), activista feminista →→ María Félix Morales, activista feminista →→ Cristina Arévalo, activista feminista 42 El trabajo sexual en Nicaragua