El Madrid de los Austrias

Transcripción

El Madrid de los Austrias
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Cualquier madrileño, y aquellos que han sido recibidos con los brazos abiertos, en algún
momento de su cotidiano transitar por esta ciudad ha tenido un momento en el que se ha
preguntado por los orígenes de la misma.
Con el humilde sentimiento de responder a algunas de estas preguntas, hemos elaborado este
documento para que nuestros alumnos, presentes y futuros, puedan conocer un poco más esta
ciudad que nos acoge sin preguntar procedencia y donde nuestras vidas transcurren a diario.
Como no podría ser de otra manera, queremos comenzar nuestro periplo por la ciudad de
Madrid, en el lugar donde hace 12 siglos surgió un pequeño asentamiento, no más grande que
un cerrillo, y a partir del cual hemos llegado a tener una ciudad de más de 5 millones de
habitantes.
El recorrido de este Madrid de los Austrias comienza en la Cuesta de la Vega y termina frente
al Congreso de los Diputados, de manera que se pueda contemplar con un cierto orden
cronológico el desarrollo de la ciudad de Madrid, desde el siglo IX hasta el siglo XVII.
El itinerario que se marca a continuación se puede realizar a lo largo de una mañana, para
llegar a tomar un rico sustento en el Parque del Retiro.
El orden de la calles a visitar será el siguiente:
.- Cuesta de la Vega.
.- Calle Bailén, hasta los jardines de Sabatini
.- Plaza de Oriente
.- Calle de Bailén para llegar a la C/ Mayor.
.- C/ Mayor
.- Plaza de la Villa
.- C/ Mayor hacia la Plaza Mayor.
.- Plaza de San Miguel
.- C/ Cuchilleros, para entrar en la Plaza Mayor por el arco que lleva su nombre.
.- Plaza Mayor.
.- Plaza de las Provincias
.- C/ Espartero
.- C/ Mayor
.- Puerta del Sol
.- Carrera de San Jerónimo.
.- C/ Príncipe
.- Plaza de Santa Ana.
.- C/ Huertas
.- C/ del León.
.- C/ Lope de Vega.
.- C/ Quevedo.
.- C/ Cervantes
.- C/ San Agustín.
.- Carrera de San Jerónimo.
Y de ahí cruzando el Paseo del Prado subiremos hasta el Parque del Retiro para disfrutar de un
merecido tentempié.
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NUESTRO MADRID
Un cerrillo se alzaba contra una muralla de montañas copiosamente nevadas en invierno y
seca de toda vegetación en verano. En dicho cerro se levantaba un alcázar, un castillo de poca
monta y menor importancia.
Al fondo, la llanura que se pierde hacia la cercana sierra es árida y seca, no hay ningún
riachuelo, ni ninguna huerta, ni tierras fértiles ni pródigas que den producto a los lugareños de
este entorno.
Antes del siglo X, solo este cerro, los paramos y montañas han quedado en la historia de esta
ciudad castellana, ya que su importancia era de carácter insignificante.
Ya en el siglo X, las crónicas cuentan que, en el año 939, Ramiro II se apodera de la fortaleza
mora llamada Mayrit, palabra africana que significa “Venas de Agua”, por la cantidad de
regatos y riachuelos que corren bajo su suelo.
Ramiro II de León
escogió Mayrit para
entrar en territorio de
moros por ser esta cima
la menos protegida de
todas las fortalezas moras
en esta zona de Castilla.
Madrid, perdón Mayrit o Magerit –como derivó el nombre árabe al cristianizarse la palabra-,
no era otra cosa que un puesto avanzado de centinela ante los avances cristianos hacia la
capital de Toledo, que era la corte de los musulmanes, razón por la que éstos procuraron tener
un alcázar fuertemente protegido que dificultaran los ataques cristianos que llegaban desde los
puertos de Guadarrama y la Fuenfría.
Tras la victoria de Ramiro II, es la primera vez que aparece Madrid en la historia de España, y
durante muchos siglos la historia de Madrid es un constante cambio de dueños, ora cristianos
ora moros; hasta que en 1083 el rey Alfonso VI conquistó la ciudad para los cristianos.
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Sin embargo no fue hasta 1561, cuando Felipe II trasladó la capital de España desde Toledo a
Madrid. Hubo un intento por parte de Felipe III de llevar la capital a Valladolid, pero solo
duró 5 años, luego volvió a ser Madrid la capital de España hasta hoy.
Felipe IV fue un rey muy brillante en el esplendor de Madrid. Si su padre, Felipe III había
legado a la ciudad la fabulosa Plaza Mayor, su hijo le dio elegancia, brillantez y la convirtió
en la Corte más animada de Europa. Construyó el Palacio Real, los Jardines del Retiro, entre
otras cosas; pero esto también llevó la decadencia a Madrid.
Así lo cuenta Fernández de los Ríos:
“Con la construcción de inmensos pero destartalados palacios para la
grandeza, y las talas para el concurso de leñas y carbón de la población
cortesana que se instaló en la Villa, comenzó la destrucción de los
grandes Montes de Madrid; con los árboles empezó a desaparecer el
agua, con la falta de humedad se esterilizó el suelo, se hizo un clima rudo
y se perdió este pueblo las condiciones de vida propia que hasta entonces
había tenido”.
Al llegar los Borbones al trono, con Felipe V, comienza una nueva dinastía de Reyes en
España.
Entre ellos y, en Madrid, destaca la figura de Carlos III, al que se ha llamado, y con razón, el
mejor alcalde de Madrid, ya que nos dejó entre otros logros la policía de la ciudad y la
limpieza de la misma (se acabó el “agua...vaaaaa”), el alumbrado de las calles, las escuelas
gratuitas, etc, así como el Banco Nacional de San Carlos (hoy Banco de España), la Lotería
Nacional, la ampliación del Palacio Real, el Museo del Prado, la Puerta de Alcalá, el Museo
de Historia Natural, el Servicio de Correos, etc.
A Carlos IV y Fernando VII se les recuerda, entre otras cosas, por la Guerra de la
Independencia, donde el pueblo de Madrid se levantó en armas contra las tropas francesas de
Napoleón en el día del 2 de Mayo, que tan bien inmortalizó un pintor aragonés que vivía en
Madrid, llamado Goya.
Desde entonces hasta hoy, Madrid ha ido perdiendo el lujo romántico de esas plazas y
callejuelas, y a aquella gente que vivía en una ciudad menos acelerada, más tranquila que la
que hoy, en el siglo XXI, vive en una ciudad que crece cada día, lo mismo que creció antes en
todo un siglo.
1.- LA CUESTA DE A VEGA
Toma su nombre de la desaparecida Puerta de
la Vega, uno de los tres accesos con los que
contaba la antigua muralla árabe.
Esta construcción fue erigida durante la
dominación islámica de la Península Ibérica,
en una fecha indeterminada comprendida entre
los años 860 y 880. Defendía la almudaina,
que puede considerarse como el núcleo
fundacional de la ciudad.
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Fue levantada por el emir cordobés Muhammad I (852-886) para asegurar la defensa de
Toledo ante las incursiones cristianas procedentes del norte peninsular.
De este recinto amurallado se conservan diferentes restos diseminados. Los más importantes
se encuentran en la Cuesta de la Vega y consisten en un lienzo de piedra de caliza y sílex, de
aproximadamente 120 m de longitud, donde se aprecian las pautas habituales de la
arquitectura militar andalusí: torres de planta cuadrangular, con zarpa en la base, y con una
disposición poco saliente con respecto al muro principal.
La muralla musulmana de Madrid, de la que se conservan algunos vestigios es
probablemente la construcción en pie más antigua de la ciudad.
Se edificó en el siglo IX, en un promontorio situado junto al río Manzanares. Formaba parte
de una fortaleza, alrededor de la cual se fue desarrollando el núcleo urbano de Madrid. Fue
declarada Monumento Histórico-Artístico en el año 1954.
Los restos de mayor importancia, con un interés más arqueológico que artístico, se hallan en la
Cuesta de la Vega, junto a la cripta de la Catedral de la Almudena. Han sido integrados en el
parque de Mohamed I, llamado así en referencia a Mohamed I de Córdoba, considerado el
fundador de la ciudad.
La Cuesta de la Vega en Madrid se extiende sobre uno de los barrancos que sirvieron de
defensa natural a la ciudadela musulmana de Mayrit.
Sigue la dirección este-oeste y, tras salvar un fuerte desnivel, pone en comunicación la calle
Mayor con el valle del río Manzanares. Arranca junto a la cripta De la Catedral de la
Almudena y, bordeando la cerca de los jardines del Campo del Moro, llega hasta el Parque de
Atenas, en la zona de influencia de la calle de Segovia.
2.- LA PRIMERA MURALLA DE MADRID
En los primeros tiempos de la insignificante población de Mayrit, como puesto de vigía
avanzado de las tropas moras en la meseta para la defensa de Toledo, Madrid estaba rodeado
por una muralla de poca extensión construida en el siglo IX, y destruida a partir del siglo XV.
Esta muralla estaba situada alrededor del primitivo castillo en la zona de la Cuesta de la Vega,
el Palacio Real, etc. Fue en esta muralla del Mayrit árabe donde se descubrió la Imagen de la
Virgen de la Almudena.
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Alrededor de esta zona de Madrid se cuentan innumerables leyendas, de las cuales vamos a
referiros dos de ellas:
** MADRILEÑOS GATOS
Ocurrió un día de Mayo, las tropas del rey castellano Alfonso VI, se acercaban a Madrid de
noche para intentar conquistar la Villa a las tropas moras. Debían actuar con diligencia si
querían coger por sorpresa a las tropas enemigas, entregadas al sueño reparador de la noche
sin esperar ataque alguno.
De entre las huestes cristianas salió un soldado, que dirigiéndose a la muralla la escaló con
tanta agilidad que sus propios compañeros dijeron que parecía un gato. Utilizando su daga, la
iba hincando en la junta de las piedras.
Él y sus sucesores tomaron este nombre, “gatos”, por su apellido, y desde entonces “a los
nacidos en la tierra del oso y el madroño se les conoce con el sobrenombre de gatos”.
** LA VIRGEN DE LA ALMUDENA.
En el siglo VIII, la población de Madrid que temía la entrada de las tropas moras en la villa
deciden esconder la imagen de la Virgen de la Almudena (almudaina), patrona de la Villa, en
un lugar donde las tropas musulmanas no pudiesen encontrarla.
La esconden en uno de los cubos de la muralla de Madrid, y tan solo una familia de la Villa
tiene el secreto del lugar donde ha sido escondida la imagen; y este secreto irá pasando de
generación en generación, de padres a hijos en el momento de la muerte.
Las tropas moras no tardan en entrar en la ciudad y conquistarla. Los habitantes huyen, pero
algunos se quedan en la ciudad, muchos abrazan la fe musulmana y, tan solo unos pocos,
siguen manteniendo la fe cristiana. La familia depositaria del secreto permanece en Madrid
rezando por esa imagen que escondieron.
Con el paso de los años, la ciudad ha vuelto a manos de los cristianos tras la conquista en
1083 por parte de las tropas del rey Alfonso VI. María, la hija de un herrero, descendiente de
esa familia que ha guardado durante años el secreto, no recuerda exactamente el lugar, y en
rezos le ofrece a la Virgen su vida a cambio de que aparezca la imagen escondida.
Acude la población de Madrid en procesión por la zona donde se creía que estaba la imagen, y
sucede el milagro: la muralla se derrumba, María muere al caerle los trozos de la muralla
encima, y en ésta queda la Virgen al descubierto, y ante el asombro de los lugareños, aparece
alumbrada por las mismas velas con las que 200 años antes fue escondida.
Cinco puertas estuvieron adosadas a la muralla de Madrid: La de la Vega, de Moros, Cerrada,
Guadalajara y Balnadú. Hoy en día no se conserva ninguna de ellas, pero queda el nombre en
el lugar en el que existieron; Entre ellas destaca Puerta Cerrada.
LA PUERTA CERRADA
Existía, en lo que hoy es la Plaza de Puerta Cerrada, una
puerta en la muralla de Madrid que debió ser cerrada por los
peligros que ocasionaban delincuentes y capeadores que
merodeaban por ella; fue derribada en 1569, y el escritor León
Pinelo la describe así:
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“Año 1569. Hasta este año permaneció la Puerta Cerrada en la forma antigua.
Llamóse la Puerta de la Culebra por una que tenía de piedra encima. Y por ser
estrecha y con revueltas en las que se escondía gente de noche para robar a lo
que entraban y salían y haber mal paso fuera de ella en una puertecilla por
donde se pasaba la Cava que era muy honda; se mandó cerrar y desde entonces
se llamó Puerta Cerrada. Pero habiéndose poblado de casas de la otra parte, se
volvió a abrir para comunicar el arrabal con la Villa. Y por Junio de este año,
para ensanchar el paso, derribaron toda la puerta de la que sólo permanece el
nombre de la plazuela”
La cruz que se encuentra en este sitio no tiene ninguna
significación, es el adorno de un registro de agua, y se
colocó a mediados del siglo XX como replica de la cruz
que existía anteriormente en ese lugar.
En el año 1873 existía para adorno una pirámide. En 1510
se dio orden de que todas las fraguas de la Villa
estuviesen extramuros, y en Puerta Cerrada se
concentraron todas ellas.
A comienzos del siglo XVII el ayuntamiento de Madrid decidió construir 4 fuentes de gran
tamaño en la ciudad, y uno de los lugares elegidos fue la Plaza de Puerta Cerrada. En 1847
quedaban en Madrid 144 aguadores autorizados por el Ayuntamiento a coger agua de la
fuentes y venderlas por la ciudad (la mayor parte eran gallegos y asturianos).
Alrededor de esta plaza se establecieron muchos oficios agrupados en la misma calle, lo que
dio lugar a los gremios en Madrid, y se pueden destacar la calle Latoneros, Tijereteros, ... y
Cuchilleros.
3.- LA CATEDRAL DE LA ALMUDENA
La Catedral de la Almudena está situada en la Plaza de la Armería, frente al patio exterior del
Palacio Real de Madrid. Todo el conjunto se levanta sobre una cripta que tiene su entrada por
el principio de la Cuesta de la Vega.
La historia del templo tiene mucho que ver con sus
peculiaridades. El Emperador Carlos V ya expresó sus deseos
de construir una Catedral en Madrid que sustituyera a la
Antigua Iglesia de Santa María. Más adelante, Isabel de
Borbón, esposa del rey Felipe V, hizo en 1644, un legado de
60.000 ducados para su construcción.
También el Concejo de la Villa (antecesor del Ayuntamiento
de Madrid) aportó 150.000 ducados para la futura obra. Sin embargo todo quedo en aire
durante nada menos que 235 años.
Alfonso XII fue el verdadero impulsor del proyecto tras la muerte de su primera esposa, María
de las Mercedes. Al fallecer ésta sin descendencia, no podía ser enterrada en el panteón del
monasterio de El Escorial. Así, Alfonso XII impulsó la construcción de la catedral de la
Almudena con el fin de que sirviera de sepulcro para su esposa.
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El 4 de Abril de 1883 se inicia la construcción de la nueva catedral de la Almudena, y en 1911
se abre al culto la cripta. Sin embargo, su inauguración definitiva no se produce hasta 1993,
año en que fue consagrada por el Papa Juan Pablo II.
4.- EL PALACIO REAL DE MADRID
El Palacio Real de Madrid es el mayor palacio de Europa Occidental en cuanto a extensión,
con más de 3.418 habitaciones. Su
importancia radica en que alberga un valioso
patrimonio histórico-artístico, como los
Stradivarius Palatinos, así como colecciones
de pintura, escultura y tapicería.
Otra de las denominaciones empleadas para
referirse al edificio es la de «Palacio de
Oriente». Este nombre se origina por la plaza
a la que recae una de las balconadas del
palacio, la plaza de Oriente, en la que
también se encuentra el Teatro Real.
Fue levantado sobre las ruinas del Real Alcázar, destruido por un incendio en 1734, por
decisión del rey Felipe V de Borbón. Su construcción comenzó en 1738, aunque no fue hasta
Carlos III cuando un Rey de España habitó de forma continua el palacio. El último monarca
que vivió en palacio de manera continua fue Alfonso XIII.
El antecedente directo del Palacio de Oriente es el Real Alcázar, fortaleza levantada en el
mismo solar donde hoy se alza. Su estructura fue objeto de varias reformas —sobre todo la
fachada—, pues el rey Enrique III de Castilla lo convirtió en una de sus más frecuentadas
residencias, tras lo que el recinto obtiene el adjetivo de «real».
El emperador Carlos I emprendió una de las más
importantes restauraciones del alcázar, con el
objeto de transformar la obsoleta residencia
medieval en un palacio adecuado para su corte.
Felipe II siguió con las obras y mostró especial
énfasis en la decoración del edificio, para lo cual
contrató artesanos de Italia, Francia y los Países
Bajos. Sin embargo, los aportes más importantes
de tal monarca fueron la Torre Dorada y la Real
Armería, derribada en 1894.
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Felipe V de Borbón llegó al trono de España en 1700. El alcázar de los Austrias, austero en
comparación con los palacios franceses donde el nuevo rey había crecido, fue objeto de varias
reformas.
Lo más llamativo del exterior del Palacio es una serie de estatuas, que en un principio la idea
era que adornasen la cornisa del Palacio Real.
Se elaboraron en piedra blanca en varios talleres u obradores situados en distintos sitios de la
ciudad de Madrid de las cuales se contabilizaron no menos de 94 en el año 1754, sin poder
precisar la fecha.
Las que se muestran aquí son pues una parte de las que actualmente podemos ver colocadas
en las fachadas del Palacio, así como en diferentes lugares, alrededores y fuera de Madrid.
8 estatuas en la Balaustrada, fachada Este
Estas estatuas de la Balaustrada Este, se dice que están fuera de sitio pues, se han colocado
como sigue: Juan I sobre la basa de Teodorico y Alfonso XI sobre la de Eurico. Alarico
sobre la basa de Leovigildo, Recaredo II sobre la de Recaredo I, Ervigio sobre la de Liuva
II y Teodoredo sobre la de Witerico. Felipe III sobre la basa de Recesvinto y Sancho
Ramírez sobre la de Wamba.
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Juan I y Alfonso XI
•
1 Juan I
•
13 estatuas en el Piso Principal
La situación actual de estas estatuas del Piso Principal, (algunas están fuera de sitio) se
observa que falta una estatua.
Su puesto desapareció con la ampliación del Palacio Real. También que la estatua de
Requiario está sobre la basa de Garci Femández (que está en Burgos), que Teodomiro
ocupa la basa de Requiario y que un Rey godo de la balaustrada sur está sobre la basa de
Teodomiro.
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Por último la estatua de Bermudo I el Diácono, de la fachada norte, ocupa la basa de San
Millán de la Cogolla (que se encuentra en Burgos).
4 estatuas en el Ático, fachada Sur
Las 4 estatuas del Ático de la Fachada Principal, la del Patio de la Plaza de la Armería, están
sobre sus basas de origen. Se recuerda que la estatua de Fernando VI es moderna y por tanto
no pertenece al grupo de las esculpidas en el siglo XVIII. Esta estatua es una copia conforme
de la que está en San Fernando de Henares, Madrid.
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Tras las verjas de la Plaza de la Armería, se puede ver el Cambio de la Guardia Real. A lo
lejos se escucha el trote de los caballos, la unidad de música de la Guardia Real deja oir su
música, y así desfilan lanceros y albarderos, compañías de fusiles, militares a cargo de piezas
de artillería y carrillos de munición durante casi una hora, todos ellos vestidos con uniformes
de gala de principios de siglo XX.
Sobre este palacio, como todos los edificios importantes de Madrid, también tiene sus
leyendas, y como no; vamos a contaros algunas de ellas:
** EL FANTASMA DEL ARQUITECTO DEL PALACIO REAL
Cuando el rey Alfonso VI, que acababa de conquistar Madrid a los musulmanes decidió
construir un Alcázar acorde a su real posición, esto no gustó mucho a los duendes y fantasmas
que se decía que habitaban la muralla de Madrid, así que decidieron manifestarse a los obreros
para ver si paraban las obras.
Desde ese momento, las apariciones fantasmales fueron continuas, pero para su desgracia, las
obras no sólo no pararon sino que acabaron en fecha, tal y como estaba detallado en las
escrituras.
Pasaron varios siglos, pasaron varios reyes y con los mismos fantasmas el alcázar seguía ahí.
Hasta que un buen día, o mejor una buena noche (la Nochebuena de 1737) hartos los
fantasmas de pasearse por los largos pasillos del alcázar prendieron fuego al edificio.
El viejo edificio se quemó completamente, quedando únicamente intactos, dos leones de
bronce que aún pueden verse en el Salón del Trono.
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Este acontecimiento, que pudo verse desde cualquier punto de Madrid, no entristeció al
entonces rey, Felipe V. Este estaba bastante harto de ese viejo caserón, de sus tenebrosos
pasillos, de oscuras estancias y hasta de sus fantasmales presencias, por lo que pensó que con
el fuego purificador, se habría acabado con todo.
Sobre las cenizas del antiguo alcázar, al año siguiente, Felipe V mandó construir el actual
Palacio Real.
Un día, el rey de España, quiso que le hicieran un palacio en que pudiera vivir dignamente, y
al efecto mandó que viniese a la Corte, prometiéndole grandes sumas, el mejor arquitecto que
se encontrara en el mundo.
Respondiendo a su deseo, llegó a Madrid uno muy bueno y muy nombrado, a quien el Rey
encomendó la construcción de su palacio. En seguida empezó la obra, que con gran alegría del
Rey acabó en breve plazo (varios años).
Ya estaba acabado el Palacio, cuando el Rey, a quien cada vez le gustaba más su palacio quiso
tener la certeza de que ningún otro soberano del mundo tuviese un Palacio igual al de Madrid.
Un día en que la marcha del arquitecto estaba próxima, el Rey le invitó a comer a la Sala
principal del Palacio. El Rey, a los postres, le preguntó si podría construir otro Palacio igual; y
éste le dijo que sí.
El Rey le pidió su palabra de que no lo haría y el arquitecto, que deseaba su fama por encima
de todo, se negó a darle su palabra de que no haría otro palacio.
El Rey, mandó a su guardia personal, que apresasen al arquitecto, y mandó que le sacaran los
ojos, para que no pudiera dirigir otra obra, que le cortasen los brazos para que no pudiera
trazar nuevos planos, y que le quitaran la lengua para que no pudiera dar instrucciones a sus
ayudantes.
El Rey le mantuvo como su invitado en las habitaciones del nuevo Palacio hasta que murió, y
después de su muerte, el Rey quiso honrar su trabajo; y dice la leyenda que sobre los pilares
que bordean la cornisa del Palacio se puede ver el busto de un hombre sin cabeza y sin ojos; y
según el pueblo, es la imagen del arquitecto.
** LAS ESTATUAS DEL PALACIO REAL
La reina, Isabel de Farnesio (esposa de Felipe V); que por
cierto era bastante supersticiosa, soñó en varías ocasiones
que Madrid sufría un gran terremoto, y que las estatuas
que adornaban la balaustrada de la cornisa superior
(estatuas de todos los reyes españoles desde los
visigodos), caían sobre ella.
Inmediatamente ordenó que fueran quitadas y situadas en
otro lugar, siendo repartidas por distintos puntos de
Madrid, tal y como se pueden ver en la Plaza de Oriente
delante del Palacio Real, y en el Parque del Retiro.
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5.- LA PLAZA DE ORIENTE
Se trata de una plaza rectangular de cabecera curvada, de carácter monumental, cuyo trazado
definitivo responde a un diseño de 1844 de Pascual y Colomer. Uno de sus principales
impulsores fue el rey José I Bonaparte, quien ordenó la demolición de las casas medievales
situadas sobre su solar.
La plaza de Oriente es de forma rectangular, si bien su cabecera, situada al este, se cierra
formando una curva, presidida por el Teatro Real. Pueden distinguirse tres grandes
cuadrantes: los jardines centrales, los Jardines del cabo Noval y los Jardines de Lepanto.
Los jardines centrales están dispuestos alrededor del monumento a Felipe IV, Están
conformados por siete parterres. Se
encuentran delimitados a ambos
lados por sendas hileras de estatuas,
conocidas popularmente como los
reyes godos.
La plaza alberga una colección
escultórica de veinte reyes
españoles, correspondientes a cinco
visigodos y a quince monarcas de
los primeros reinos cristianos de la
Reconquista.
Estas estatuas, realizadas en piedra
caliza, se distribuyen en dos hileras,
que surcan el recinto en dirección este-oeste, a ambos lados de los jardines centrales.
El grupo de estatuas forma parte de una serie dedicada a todos los monarcas de España,
mandada hacer para la decoración de la cornisa del Palacio Real de Madrid.
En esta Plaza de Oriente se puede observar la
estatua ecuestre de Felipe IV, que representa
al monarca galopando a lomos de su caballo.
Pocos son los que saben que esta escultura
recibe el nombre de “La estatua de los
cuatro genios” :
.- Diego Velázquez, que la pintó;
.- Pietro Tacca que la esculpió;
.- Galileo Galilei que aconsejó que se hiciera
en dos partes para mantener las patas
levantadas.
.- Martínez Montañés que realizó el busto
del monarca (ya que el original no fue del
gusto de su augusta majestad y mandó
cortar la cabeza, a la estatua para que le
hicieran una nueva).
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6.- EL PALACIO DE LA OPERA
El rey Fernando VII promovió la construcción en Madrid de un teatro de ópera incluido dentro
del proyecto de remodelación de la Plaza de Oriente. Para ello, se ordenó la demolición del
antiguo Teatro de los Caños del Peral.
El proyecto fue un edificio con forma hexagonal irregular, cuya fachada principal miraría a la
Plaza de Oriente y la otra, de menor importancia, recaería sobre la actual Plaza de Isabel II. La
escasez de fondos de la Casa Real impidió que las obras comenzaran antes de 1830 y se
inauguró el 19 de noviembre de 1850.
En la decoración interior trabajaron los artistas y decoradores más importantes de la época.
Aparte del coso teatral, con capacidad para 2.800 espectadores, había dos salones de baile, tres
salones de descanso, una confitería, un café, un tocador y un guardarropa. Todas estas
comodidades se habían copiado de grandes teatros europeos como el San Carlo de Nápoles o
La Scala de Milán.
7 .- PLAZA DE ISABEL II
(PLAZA DE LA OPERA)
En la Edad Media, tuvo una marcada función defensiva. Sus profundos barrancos, formados
por el cauce del arroyo del Arenal, sirvieron de foso natural a la muralla cristiana. En esta
Plaza se encontraba la Puerta de Balnadú, una de las entradas al recinto amurallado. Junto a
ella, se alzaban varias torres, igualmente desaparecidas, encargadas de su defensa.
De esta antigua construcción militar, caso del arco tardomedieval que se exhibe en el sótano
de un restaurante situado en el número 3 de la plaza. Existen restos en algunas de las vías
adyacentes, como los lienzos y torreón de la calle de la Escalinata .
La repoblación de la zona hizo que se fuera allanando el espacio hasta ser más o menos
horizontal. Este fenómeno hizo que se establecieran diversos artesanos en sus alrededores y
comenzaran las actividades mercantiles.
Dentro de la Plaza de Isabel II se ha descubierto, hace relativamente poco, los restos de la
Antigua Fuente que abastecía de agua a Palacio:
LAS FUENTES DE LOS CAÑOS DEL PERAL
En 1567, Felipe II ordenó derribar la Puerta de Balnadú.
La Plaza se denominó inicialmente como Plaza de los Caños del Peral. Este tipo de caños eran
muy conocidos como la fuente de los Caños del Peral (y que se denominó también Fuente del
Arrabal).
Las fuentes desaparecieron cuando se allanaron los terrenos de la Plaza, así como los del
Palacio Real. Las fuentes de los Caños del Peral se alimentaban de los viajes del agua
subterráneas que provenían de bajo la Plaza Mayor de Madrid). Alrededor de ella se
levantaron distintos establecimientos balnearios y un lavadero con 57 pilas, de uso público.
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Reconstrucción por ordenador de cómo era la fuente
original
Imagen de los restos de la fuente que se encuentran
dentro de la estación de Metro de Ópera
La fuente comenzó a dejar de utilizarse en el siglo XVIII y su abandono se produjo
completamente a comienzos del siglo XIX cuando se comenzó la construcción de la Plaza de
Oriente.
Las fuentes se ocultaron debajo de la superficie de la plaza y se construyó cercano el Teatro
Real, y cuando se realizaron las obras del Metro de Madrid relativas a la línea 2 (estación de
Ópera)se descubrieron de nuevo en 1990. Y En Marzo de 2011 se ha reinaugurado los accesos
al metro y en la estación de Opera se puede ver los restos de La Fuente de los Caños del Peral.
8.- LA CALLE MAYOR
La Calle Mayor nace en un Madrid medieval, en el que las principales vías unen puertas de
muralla con el Alcázar.
Trazada entre dos vaguadas, la que posteriormente será Arenal y la que cae hacia la calle de
Segovia; la Calle Mayor es la línea que cabalga sobre la cima de la ladera que unía el Alcázar
con la Puerta de Guadalajara.
En su prolongación se sitúa el centro comercial de la ciudad medieval, la Plaza Mayor,
configurando dos espacios, el entorno del Alcázar y las inmediaciones de la Plaza Mayor.
Desde el Siglo XVII, el eje que comunica las inmediaciones del Alcázar con Sol recibe, en
tramos sucesivos desde Sol, tres nombres distintos: Mayor, hasta la antigua Puerta de
Guadalajara a la altura de la actual Plaza de San Miguel; Platería, hasta la Plaza de la Villa y,
después, Almudena.
De la calle surgen, tanto a derecha e izquierda, un conjunto de vías que comunican con los
conventos e iglesias próximos Descalzas Reales, San Ginés, San Nicolás, San Miguel.... que,
exentos de las construcciones inmediatas, se entienden como auténticos hitos urbanos.
En sus casas y edificios se han vivido historias que de por sí llenarían libros de leyendas y
anécdotas, que no vamos a recoger aquí, pero solo reseñar que en esta calle fue el lugar del
atentado contra el rey Alfonso XIII el día de su boda con Victoria Eugenia de Battenberg.
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9.- LA PLAZA DE LA VILLA
Hay una plaza en Madrid
que es una maravilla
y que no puede ser otra
que la Plaza de la Villa.
La Plaza de la Villa fue uno de los principales núcleos del Madrid medieval, dada su
ubicación equidistante entre la puerta de Guadalajara y la de la Vega, dos de los accesos más
importantes de la ciudad durante la Edad Media.
Antiguamente era conocida como Plaza de San Salvador, por la iglesia del mismo nombre que
se alzaba en la calle Mayor, en cuyo pórtico se realizaban las sesiones del Ayuntamiento. En
el siglo XV la Plaza de la Villa adoptó su actual denominación, coincidiendo con la
otorgación del título de Noble y Leal Villa recibido por Madrid, de manos del rey Enrique IV
de Castilla.
La casa y Torre de los Lujanes son los más
antiguos que se conservan actualmente en la
capital, entre los de carácter civil.
Su construcción data del siglo XV y su nombre
hace referencia a sus primeros propietarios, la
familia de los Lujanes. Según la tradición, en la
torre estuvo alojado el rey Francisco I de Francia.
La Casa de Cisneros Se trata de una casa-palacio,
construida en estilo plateresco en el año 1537. La fachada que da a la Plaza de la Villa fue
alzada a principios del Siglo XX, cuando el ayuntamiento de Madrid adquirió la propiedad del
palacio y procedió a su reforma para integrarlo dentro de las dependencias de la Casa de la
Villa.
La fachada que da a la calle de Sacramento, que inicialmente era la principal, es la que reúne
los mayores valores histórico-artísticos, ya que apenas fue modificada durante las citadas
obras de reforma.
Según la tradición, este palacio sirvió de prisión a Antonio Pérez, secretario del rey Felipe II
La Casa de la Villa es el antiguo Ayuntamiento de la Villa de Madrid (1693-2007). Hoy
trasladado al Palacio de Comunicaciones en la Plaza de Cibeles.
Pero este ambiente tan tranquilo y afable también esconde entre sus muros leyendas
desconocidas, como la existencia de una puerta por la que se accedía a una cárcel, donde eran
encarcelados los ladrones y enemigos de la Corte.
** FRANCISCO I Y SU REVERENCIA
Reinaba en España, el emperador Carlos I de España y V de Alemania, quien disputaba la
hegemonía de Europa al rey francés Francisco I.
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En Italia, los galos habían sitiado la ciudad de Pavía, que defendida por soldados españoles se
hacían fuertes esperando refuerzos. Cuando el Marqués de Pescara acudía al rescate de los
soldados españoles recibió un mensaje del rey de Francia ofreciéndole 200.000 escudos por
abandonar a los españoles.
La respuesta por parte del militar
español no se hizo esperar:
“Decid a vuestro rey que si
dineros tiene, que se los guarde,
que se yo que habrá menester
para su rescate”.
Al acabar la batalla, el rey de
Francia, Francisco I, fue hecho
prisionero por las tropas
españolas y conducido a Madrid.
Según la tradición fue encerrado
en la Torre de los Lujanes (en la
Plaza de la Villa).
Ya preso en la citada torre escribió una carta a su madre, en la que se despedía de la siguiente
manera:
“Todo se ha perdido menos el honor y la vida, que se ha salvado”.
Cuando días después fue trasladado al Palacio Real, tenía que salir de la Torre de los Lujanes
por la puerta que da a la calle del Codo.
Los caballeros españoles conociendo el orgullo y la altivez del monarca francés, decidieron
que le obligarían a bajar su real cabeza ante las tropas españolas y para ello hicieron obras en
la puerta de salida rebajando su altura de manera significativa, tanto que el rey tendría que
agacharse tanto que su cabeza parecería que hiciese una reverencia a los españoles.
El soberano galo, que supo de la trampa tendida por los españoles, salió por la puerta de
espaldas, por lo que no mostró su cabeza agachada ante los españoles, sino que salió
mostrándoles sus reales posaderas.
10.- ARCO DE CUCHILLEROS
En el callejero de Madrid no existe como tal el Arco
de Cuchilleros, pero sí el nombre de Escalerilla de
Piedra. Es un zaguán formado entre la Plaza Mayor y
la calle de Cuchilleros.
Estas escalerillas del viejo recinto de Madrid
acumulan gloria en todos sus peldaños, servían de
comunicación entre el antiguo coso de las fiestas de
toros con las viejas “cavas” y las misteriosas calles
del Madrid de los Austrias.
Era un paraje de lo más típico de Madrid, en los que
la gente del Hampa tenía cobijo y dormitorio. A su
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entrada por la Plaza Mayor, había una taberna llamada “Púlpito” que muchas veces sirvió de
guarida en sus negocios al margen de la Ley al bandolero más famoso de Madrid, Luis
Candelas.
En este arco tuvo durante mucho tiempo su lugar de negocio a los vendedores de armas
durante el siglo XVI, ya que la Villa estaba a oscuras, y era un hervidero de ladrones y
capeadores a mano armada, por lo que era menester que cada vecino fuese provisto por una
recia “Tizona” para andar con cierta seguridad por estas calles.
En estos días, prolongación del siglo XX y nacimiento del XXI, en esta calle de Cuchilleros
siguen estando los llamados “Mesones” cada uno de los cuales se caracteriza por un ambiente
único que invita a conocerlos y sentir el alma de la Plaza Mayor bajo sus piedras, e intentar
descubrir cuántos secretos, amores, y negocios se han llevado a cabo entre sus muros de
piedra centenaria.
11.- LA PLAZA MAYOR
Los orígenes de la plaza se remontan al siglo XV, cuando en la confluencia de los caminos
(hoy en día calles) de Toledo y Atocha, a las afueras de la villa medieval, se celebraba en este
sitio, conocido como “Plaza del Arrabal”, el mercado principal de la villa, construyéndose en
esta época una primera casa porticada, o lonja, para regular el comercio en la plaza.
En 1580, tras haber trasladado la corte a Madrid en 1561, Felipe II encargó el proyecto de
remodelación de la plaza a Juan de Herrera, comenzándose el derribo de las «casas de
manzanas» de la antigua plaza ese mismo año.
La construcción del primer edificio de la nueva plaza, la Casa de la Panadería, comenzaría en
1590, en el solar de la antigua lonja y concluyeron las obras en 1619.
La Plaza Mayor ha sufrido tres grandes incendios en su historia, el primero de ellos en 1631.
El segundo de los incendios ocurrió en 1670 El último de los incendios, que arrasó un tercio
de la plaza, tuvo lugar en 1790.
Se encargó la reconstrucción a Juan de Villanueva, que rebajó la altura del caserío que rodea
la plaza de cinco a tres plantas y cerró las esquinas
habilitando grandes arcadas para su acceso.
En 1848, se colocó la estatua ecuestre de Felipe III en el
centro de la plaza, En 1880, se restauró la Casa de la
Panadería.
La última de las actuaciones en la Plaza Mayor, llevada a
cabo en 1992, consistió en la decoración mural que
representa personajes mitológicos como la diosa Cibeles.
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El nombre de la plaza ha variado a lo largo de la historia, del primigenio nombre de «Plaza del
Arrabal» pasó a llamarse «Plaza Mayor».
En 1812, cumpliendo el decreto que disponía que todas la plazas mayores de España pasasen a
llamarse «Plaza de la Constitución», cambió de nombre, pero solo duraría hasta 1814, año en
que pasó a llamarse «Plaza Real».
En 1873, cambió su nombre por el de «Plaza de la República», y otra vez a «Plaza de la
Constitución» desde la Restauración de Alfonso XII en 1876 hasta la Dictadura de Primo de
Rivera en 1923.
Tras la proclamación de la II
República se volvió a cambiar al
nombre de «Plaza de la Constitución»
hasta el final de la Guerra Civil
española cuando se recupera el popular
nombre de «Plaza Mayor», nombre
que perdura hasta la actualidad.
La Plaza Mayor se convirtió desde sus
inicios, no solo en el principal
mercado de la villa, (instalándose en
sus soportales los principales gremios);
sino también en el escenario de
numerosos actos públicos, como
corridas de toros, autos de fe, ejecuciones públicas, colocándose el patíbulo delante del portal
de pañeros si la pena era de garrote; frente a la Casa de la Panadería, si era de horca, y ante la
Casa de la Carnicería, si era de cuchillo o hacha. También se celebró en la Plaza Mayor la
beatificación de San Isidro, santo patrón de Madrid.
12.- CARCEL DE LA CORTE
Situada en la plaza de la Provincia, fue mandada construir por Felipe IV en 1629 para albergar
las dependencias de la Sala de Alcaldes y de la Cárcel de Corte.
El Palacio de Santa Cruz es tal vez el
edificio más importante del reinado de
Felipe IV (r. 1621-1665).
Fue concebido como Cárcel de Corte y
como Sala de Alcaldes de Casa y Corte
o, dicho en términos más actuales, fue
el Palacio de Justicia y el lugar desde
el que se garantizaba la seguridad, el
orden y el abastecimiento de la ciudad.
El edificio se construyó para ser la
Cárcel de la Corte, estaba destinado a
los delincuentes de las clases altas,
sobre todo nobles.
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En esta cárcel estuvieron encerrados personajes como Lope de Vega, Quevedo o Espronceda.
Dos de las calles que rodean el edificio son, la calle de Santo Tomás y la calle del Salvador.
En estas calles había unas puertas por las que salían los presos dependiendo de su suerte.
Los presos que salían por la puerta de la Calle de Santo Tomás tenían la peor de las suertes,
por allí salían los condenados a muerte; por eso la calle fue popularmente llamada “del
Verdugo”. Allí vivía el ejecutor de la justicia y por ella salían los reos en dirección a la Plaza
de la Cebada para su ejecución.
Por la puerta de la calle del Salvador, curiosamente, salían los presos que quedaban en
libertad.
La vida en esa prisión era muy dura, las medidas higiénicas brillaban por su ausencia y las
penalidades que debían padecer los presos eran terribles, aunque aquellos presos que
“pagaban” a los carceleros conseguían mejores celdas y un trato menos duro.
Con la instauración del liberalismo durante el siglo XIX, el edificio pasó a albergar
instituciones más acordes con el nuevo sistema constitucional. En la actualidad alberga las
dependencias del Ministerio de Asuntos Exteriores.
13.- LA PUERTA DEL SOL
La Puerta del Sol fue en sus orígenes uno de los accesos de la cerca
que rodeaba Madrid en el siglo XV. Esta cerca recogía en su perímetro
los arrabales medievales que habían ido creciendo extramuros, en torno
a la muralla cristiana del siglo XII.
El nombre de la puerta proviene de un sol que adornaba la entrada,
colocado ahí por estar orientada la puerta hacia levante. Entre los edificios que le daban
prestigio en los comienzos se encontraba Iglesia del Buen Suceso y San Felipe el Real.
Aunque desde los siglos XVII al XIX la puerta tenía importancia como lugar de encuentro
(aquí se encontraba uno de los mentideros más famosos de la villa desde el Siglo de Oro, las
famosas gradas de San Felipe), no era una plaza definida, como la Plaza Mayor, y ocupaba la
mitad del espacio actual.
La Casa de Correos fue construida entre 1766 y 1768; la misma fue posteriormente Ministerio
de la Gobernación (Interior) y, la temible, Dirección General de Seguridad del Estado durante
la dictadura franquista y, actualmente, es sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.
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Tras la conversión de la Casa de Correos en sede del Ministerio de Gobernación, se decide
derribar algunas casas de la zona para realzar el edificio y darle seguridad. El resultado sería la
creación de una gran plaza.
Para ello, se derriban, entre otros, los conventos de San Felipe y Nuestra Señora de las
Victorias allí ubicados.
Entre 2004 y 2009 se realizaron las obras de construcción de un intercambiador de transportes,
inaugurado en 2009, La estación se ha convertido por sus dimensiones en la más grande del
mundo.
EL MENTIDERO DE SAN FELIPE
El Convento de San Felipe el Real (Denominado más abreviadamente como San Felipe el
Real) fue un antiguo convento madrileño situado junto a la Puerta del Sol. Construido entre
los siglos XVI y XVII, estaba edificado sobre un gran pedestal (que protegido con sus
barandillas) en el que se encontraba el más célebre mentidero de la villa (las Gradas de San
Felipe).
La fachada daba lugar a una superficie con
gradas que se denominaba: lonja de San
Felipe. En dicha superficie se agregaban los
habitantes de Madrid para intercambiar
noticias, rumores, calumnias, inventos,
secretos y opiniones. Es por esta razón por
la que se denominó "mentidero" de Madrid.
Las gradas de San Felipe eran también el
sitio de reunión de los soldados procedentes
de la guerra de Flandes. Era un lugar idóneo
para reclutar soldados destinados a los
países Bajos Españoles. Un día el balcón de
la lonja se hundió debido al peso debido
causado por la aglomeración de gente que
había en ella.
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se
levantó contra los franceses que habían
invadido España, dando comienzo a la guerra
de independencia española contra Napoleón,
que había ocupado España en 1808 e iba a
poner como rey a su hermano, José.
Uno de los principales enfrentamiento que ese
día se produjeron se produjo en la Puerta del
Sol, y quedó representado en el cuadro “La
carga de los mamelucos”, de Goya; donde los
insurgentes españoles atacan a los mamelucos,
mercenarios egipcios que combaten al lado del
ejército francés.
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Esta revuelta fue aplastada de forma sangrienta por el ejército de ocupación. En
conmemoración del día en el que el pueblo de Madrid se unió para enfrentarse al invasor
francés buscando la libertad de España, el día 2 de Mayo es el día de la comunidad de Madrid.
EL BARRIO DEL PARNASO
El esplendor literario español se desarrolla en el siglo XVII. Los géneros más famosos fueron
la Novela y el Teatro, aunque la Poesía fue el eje de muchas de esas obras. Por eso a este siglo
se le llamó EL SIGLO DE ORO DE LAS LETRAS ESPAÑOLAS.
Las obras de Teatro se representaban en Palacio bajo el encargo de los nobles, pero
paralelamente había muchas otras que se llevaban representando para el pueblo desde hacía
siglos por cómicos ambulantes. Con el tiempo aparecieron los locales que se dedicaban
únicamente a la representación de obras de teatro.
El origen de estos teatros se cimenta en los patios de vecinos que se usaban de manera
esporádica para representar obras de los dramaturgos españoles. Estos patios se llamaron
CORRALES y su distribución era peculiar.
El centro del patio estaba destinado a las clases más bajas de la sociedad, y las ventanas de las
casas que lo rodeaban se alquilaban para aquellos que querían algo más de comodidad.
Con el tiempo surgieron en Madrid dos locales
construidos expresamente para la
representación de obras teatrales; fueron el
CORRAL DE LA CRUZ (en la calle de la
Cruz) en 1579, y como consecuencia del éxito
de este local, se levantó otro para competir con
él que fue el CORRAL DEL PRINCIPE.
El primero de ellos fue el preferido de LOPE
DE VEGA, lugar donde estrenó la mayor parte
de sus obras.
El barrio al que nos estamos refiriendo ha tenido a lo largo de la historia múltiples nombres,
“Barrio de la Musas”, “Barrio de los literatos”, “Barrio del Parnaso”, etc.
El origen de este barrio se remonta a la época de los Reyes Católicos, pero no será hasta
finales del siglo XVI y principios del XVII cuando el barrio se convierte en residencia oficial
de muchos autores literarios de renombre, debido a la proximidad de los Corrales allí
establecidos.
Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca. Durante el Siglo de
Oro estos célebres literatos y otros muchos compartieron algo más que profesión: alguna
vez vivieron en el barrio que se extiende en torno a la calle de Huertas..
Madrid, siglo XVI. Corrían años difíciles para la Corte y más duros para el pueblo llano que,
poco a poco, veía cómo la ciudad, hasta entonces villa medieval, se convertía en la capital del
Imperio español. Carlos I encabezó un reinado continuado por Felipe II que fue determinante
en la evolución de todos los aspectos históricos, sociales y económicos de Madrid.
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La Plaza de Santa Ana -centro de gran interés turístico por concentrar teatros, cervecerías,
restaurantes y pubs- ha llegado a ser lo que es hoy gracias a Álvarez Gato, un alto funcionario,
mayordomo del rey Carlos I, que compró los terrenos cerca de la plaza del Arrabal, actual
Plaza Mayor.
Teatro en los corrales
Entre los nuevos vecinos que accedieron a esa nueva zona se encontraba María Pacheco, muy
popular tras ceder su corral de gallinas para pequeñas representaciones teatrales, que se
sucedían desde el mediodía hasta bien entrada la noche.
El Corral de la Pacheca, que más tarde pasaría a llamarse Corral del Príncipe, fue el lugar de
esparcimiento de los madrileños, que acudían cada vez en mayor número a ver las obras de
Calderón de la Barca y, posteriormente, de Lope de Vega.
En la actualidad, siguen interpretándose obras clásicas en el mismo enclave, transformado en
el Teatro Español (1849), ubicado en la misma plaza de Santa Ana que hoy acoge las
estatuas de Calderón de la Barca y Federico García Lorca. Muy cerca, en la calle del Príncipe,
se levanta el Teatro de la Comedia, inaugurado en 1875 y en estos momentos en proceso de
restauración.
En el lado opuesto a la plaza de Santa Ana se encuentra el moderno Me, uno de los hoteles
más sugerentes de Madrid, situado al lado de la plaza del Ángel. En ella destaca el Café
Central, uno de los templos del jazz de Madrid.
Huertas se ha convertido en el centro favorito de reunión de los turistas y estudiantes
extranjeros por su gran animación nocturna, heredada del Madrid del Siglo de Oro.
Aunque queda para nuestra imaginación cómo era aquel ambiente, tenemos como referencia
sus casas bajas y sus calles estrechas, además de algunos edificios históricos como la iglesia
de San Sebastián, declarada Monumento Nacional no por el edificio sino por sus archivos.
En ella consta gran parte de la vida de ilustres personajes que se bautizaron –Ramón de la
Cruz, Jacinto Benavente-, casaron –Larra, Zorrilla, Bécquer- o recibieron homenaje tras
su fallecimiento. Entre sus actas de defunción figuran las de Lope de Vega –enterrado allí
mismo-, Ruiz de Alarcón y Espronceda.
En su antiguo cementerio, actual vivero, fue donde José Cadalso, uno de los nombres más
destacados de la literatura española del siglo XVIII, trató de desenterrar el cuerpo de su
amada, la actriz María Ibáñez. Aquella experiencia le sirvió para narrar sus célebres Noches
Lúgubres.
Palabras en el suelo
Bajando por la calle Huertas, el paseante puede detenerse a leer alguna pieza de Luis de
Góngora, Francisco de Quevedo o Gustavo Adolfo Bécquer que vivieron o trabajaron en
estas calles, y que han sido reconocidos plasmando algunas de sus obras en el solado del
barrio.
Historias de Cervantes...
Entre la calle Huertas y la antigua calle Cantarranas -hoy calle Lope de Vega-, se encuentra el
Convento de las Trinitarias.
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Fundado por Felipe III en 1612, de línea sobria y austera, obra del arquitecto Marcos López,
debe su supervivencia a la Real Academia de la Historia. En el convento, convertido en parte
en sede de la Universidad de Alcalá, se encuentra enterrado Miguel de Cervantes, el cual
estuvo muy unido a la orden de las Trinitarias después de que pagaran su liberación de las
mazmorras argelinas donde pasó cinco años de cautiverio.
El autor de El Quijote compartió mil veces escenario con su gran y joven rival Lope de Vega.
Ambos formaban las dos caras de una moneda. Lope era un dramaturgo de éxito, adinerado,
amado por el pueblo y por las mujeres. Cervantes era un novelista poco reconocido y sin
dinero.
Tan paralela discurrió su vida que, además de vivir separados sólo por unos metros, se dice
que compartieron amante como compartieron también devoción por el convento de las
Trinitarias donde, además, se encontraban ordenadas sus hijas.
...y Lope de Vega
Su rivalidad era por todos sabida: era público que
se intercambiaban puyas y mal intencionadas
muestras de respeto en sus escritos.
A pesar de todo, Cervantes y Lope se hablaban y
se veían continuamente en las tertulias, en la congregación y, sobre todo, en la calle.
Durante la recta final de su vida, Cervantes vivió en la calle Huertas y luego en la de
Francos -ahora llamada calle Cervantes-, frente al mentidero de los Comediantes y muy
cerca de su enemigo, Lope de Vega, que vivió en una casa desde donde salió una vez muerto
seguido por todos los madrileños hacia la iglesia de San Sebastián, en la que está enterrado.
La calle Lope de Vega desemboca en la iglesia del Cristo de Medinaceli, durante mucho
tiempo venerada por las actrices de la época que llenaban de falsos devotos masculinos la
iglesia de Jesús.
Objeto de devoción de miles de madrileños aún en nuestros días, es una capilla que formaba
parte de los Padres Trinitarios Descalzos y que con asiduidad era visitada por Lope de Vega,
Calderón de la Barca y Tirso de Molina, escritores ordenados sacerdotes que trasladaron sus
obras dramáticas, antes representadas en los alrededores de las iglesias, a los corrales de
comedias.
Quevedo versus Góngora
Estas calles que mil veces fueron pisadas por hombres tan ilustres, se convirtieron también en
el escenario de sonoras peleas entre Francisco de Quevedo y Luis de Góngora. Frente al
Convento de las Trinitarias, haciendo esquina con la calle Lope de Vega, se encuentra la que
fue casa de Quevedo.
Así se recuerda en una gran placa en la fachada donde no se tiene en cuenta que antes fue el
hogar que Góngora se compró con mucho esfuerzo cuando se estableció en Madrid.
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Nos encontramos también aquí con dos hombres opuestos. Quevedo tenía una gran
personalidad, era asiduo a los prostíbulos y a los ambientes marginales de la época, y muy
querido por ser un hombre cercano al pueblo. Góngora, por su parte, generaba antipatía en la
gente de su alrededor.
El final del barrio se encuentra en el Paseo del Prado y la Plaza de las Cortes, donde se
erige una estatua de Miguel de Cervantes y los hoteles Palace y Villarreal.
A pocos metros se localiza, desde 1884, el Ateneo de
Madrid, famoso centro madrileño de charlas, foros y
reuniones culturales. Los museos de El Prado, ThyssenBornemisza y Reina Sofía ocupan una zona que fue
testigo de la vida y milagros de nuestros escritores del
Siglo de Oro.
Comediantes, escritores y toda la vida social de la época
se dieron cita entre estas calles. Era el Madrid del Siglo
de Oro, donde el honor estaba sobrevalorado y muchos
gestos no ofensivos eran tomados por insultos que se saldaban en medio de la calle.
Pero para conocer este barrio, es necesario hablar paso a paso, calle a calle de cada uno de sus
edificios y de sus historias, que entre todas forman parte de la historia de este Madrid.
1.- CALLE DEL PRÍNCIPE
Empezaremos el recorrido por la Plaza de Canalejas, que es uno de los accesos al barrio y que
nos permitirá conocer algunos de los lugares más emblemáticos del mismo.
Desde esta plaza podemos elegir entre dos calles; la calle del Príncipe y la calle de la Cruz.
Vamos a elegir la calle del Príncipe, llamada así por el Príncipe Felipe (que luego reinaría con
el nombre de Felipe II); o según otros autores, a causa del Palacio que existía en dicha calle
donde vivía el Príncipe Negro (Príncipe de Marruecos).
En esta calle podemos ver que hay numerosos
locales comerciales, algunos de los cuales
representan parte de la historia literaria y cultural
del Madrid histórico.
Así, encontramos la Óptica Villasante (donde se
producían tertulias literarias y políticas a las que
asistían, entre otros, Pío Baroja y Ramón
Carande).
En el número 14 de esta calle se encontraba el
Teatro de la Comedia, lugar en el que estrenaron sus obras autores como Galdós, Dicenta, los
Hermanos Álvarez Quintero, etc.
Hoy en día este teatro se encuentra cerrado, sin un uso cultural, estando en restauración.
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2.- LA PLAZA DE SANTA ANA
El Teatro Español está construido en lo que
fueron el Corral del Príncipe y el Corral de la
Pacheca.
En este teatro se organizó durante los primeros
años del romanticismo la tertulia literaria
llamada Tertulia del Parnasillo.
Es un edificio de corte neoclásico, donde se
pueden ver los bustos de Benavente, Lope de
Rueda, Lope de Vega, Calderón, Tirso de
Molina y Ruiz de Alarcón.
El teatro tiene su fachada principal en la Plaza de Santa Ana, que ostenta ese nombre porque
en tiempos allí estuvo ubicado el Monasterio Real de Santa Ana.
En el centro de la plaza se encontraba la estatua de Carlos V venciendo al furor, de Leoni.
Estatua que fue llevada al Palacio del Retiro y que actualmente se encuentra en el Museo del
Prado, en la entrada de la Puerta de Goya.
Una estatua muy
curiosa, ya que la
armadura del Emperador
se forjó separada de la
imagen del monarca, por
lo que se puede poner o
quitar.
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En reformas
posteriores, se
colocó en su lugar
una estatua de
Calderón de la
Barca, que en sus 4
lados presenta
alusiones a sus
obras más
importantes tales
como “La vida es
sueño” o el
“Alcalde de
Zalamea”.
3.- CALLE NUÑEZ DEL ARCE, Y EL CALLEJÓN DEL GATO
Al final de la Plaza de Santa Ana; se encuentra la calle Nuñez de Arce, lugar donde se
imprimió la primera edición académica de “El Quijote” en 1780.
De esta calle sale un pequeño
callejón, donde hubo una
ferretería con una serie de espejos
cóncavos y convexos, que
aparecen recogidos en la obra de
Valle-Inclán “Luces de
Bohemia”, en los cuales, los
madrileños podían ver sus reflejos
desfigurados.
4.- IGLESIA DE SAN SEBASTÍAN
Ha sido durante siglos el centro religioso de este barrio. Originalmente fue una ermita y con el
paso de los años fue creciendo hasta convertirse en la Iglesia del barrio.
Lo más importante de esta iglesia, no es su arquitectura, ni sus pinturas, sino que es la
documentación que guarda y que recoge multitud de nombres de personajes ilustres de la
historia española que fueron sus feligreses.
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Así podemos encontrar:
BAUTIZOS: Fernández de Moratín, Ramón de la Cruz, Jacinto Benavente.
BODAS: Larra, Zorrilla, Simón Bolívar, Bécquer, Valle-Inclán, Buero Vallejo
DEFUNCIONES: Lope de Vega, Miguel de Cervantes.
A su muerte, Lope de Vega, fue enterrado en el cementerio añejo a esta Iglesia, pero sus restos
han desaparecido.
5.- LA CALLE DE HUERTAS
Esta es una calle muy importante, y hoy centro de la vida nocturna del barrio. En esta calle,
entre el antiguo cementerio de la Iglesia de San Sebastián y la plaza de Matute vivió durante
un tiempo Miguel de Cervantes con su mujer y su sobrina.
PALACIO DEL PRINCIPE NEGRO
Aquí vivió el Príncipe de Marruecos, Muley Xeque,
que se convirtió al cristianismo, y que en Madrid,
popularmente, se le conocía como El Príncipe Negro.
Hoy en día este palacio es la sede de la Cámara de
Comercio de Madrid.
6.- LA CALLE DEL LEON
El nombre de esta calle viene de la existencia en ella
de un indio, que en su vivienda exhibía un león previo
pago de 2 maravedíes.
Debió ser tan popular que la calle tomó el nombre de
esa atracción de feria.
En esta breve pero intensa vía vivió durante varias
temporadas nuestro escritor más universal, Miguel de
Cervantes, exactamente en el edificio que hace
esquina con la calle que lleva su nombre, Calle de
Cervantes.
Además la Calle del León, antes de denominarse así se
llamaba Calle del Mentidero pues fue aquí donde estuvo uno de los mentideros más
importantes de la Villa, el de los Cómicos. (Los mentideros eran los puntos de encuentro en
los cuales, durante el Siglo de Oro, la gente de Madrid se reunía para hablar y conversar de
cualquier tema).
El idilio de la Calle del León con la literatura no termina aquí y es que en el número 27 nació
todo un Premio Nobel como Jacinto Benavente.
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7.- CALLE DE LOPE DE VEGA
En la calle Lope de Vega nos encontramos en
Convento de las Trinitarias, donde profesó
una hija de Lope de Vega y otra de Cervantes
que además fue enterrado aquí, aunque sus
restos se han perdido.
Lope de Vega, el llamado Fénix de los
ingenios y Monstruo de la Naturaleza (por
Miguel de Cervantes) renovó las fórmulas del
teatro español en un momento en el que el
teatro comenzaba a ser un fenómeno cultural
de masas.
Máximo exponente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco
español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas
cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue también uno de los grandes líricos
de la lengua castellana y autor de muchas novelas.
Se le atribuyen unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas
didácticos, y varios centenares de comedias. Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón,
enemistado con Góngora y en larga rivalidad con Cervantes, su vida fue tan extrema como su
obra. Fue padre de la también dramaturga sor Marcela de San Félix.
Niño muy precoz, leía latín y castellano ya a los cinco años. A la misma edad compone
versos. Siempre de acuerdo con su testimonio, a los doce escribe comedias.
Cursa después cuatro años (1577-1581) en la Universidad de Alcalá de Henares, pero no logra
ningún título. Quizá su conducta desordenada y mujeriega le hace poco apto para el
sacerdocio. Sus altos protectores dejan de costearle los estudios.
Así, Lope no consigue el grado de bachiller y para ganarse la vida tiene que trabajar como
secretario de aristócratas y prohombres, o escribiendo comedias y piezas de circunstancias. En
1583 se alista en la marina y pelea en la batalla de la Isla Terceira a las órdenes de su futuro
amigo don Álvaro de Bazán.
A lo largo de su vida, Lope de Vega, tuvo innumerables mujeres, e hijos (dentro y fuera de sus
matrimonios y relaciones), lo cual le llevó a ser perseguido por la Iglesia y desterrado de
Madrid en varias ocasiones.
Precisamente esas persecuciones religiosas le hicieron profesar como sacerdote, para evitar las
condenas de la Iglesia (por ser uno de ellos y de gran prestigio literario), pero en sus últimos
años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que puede considerarse
"sacrilegio" dada su condición de sacerdote.
En 1627 ingresó en la Orden de Malta, y, esta pertenencia supuso un honor enorme para Lope,
en cuyo retrato más difundido viste precisamente el hábito de San Juan.
A pesar de los honores que recibió del rey y del papa los últimos años de Lope fueron
infelices. Sufrió que Marta se volviera ciega en 1626, y muriera loca, en 1628. Lope Félix,
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hijo suyo con Micaela de Luján y que también tenía vocación poética, se ahogó pescando
perlas en 1634 en la isla Margarita. Su amada hija Antonia Clara, fue secuestrada por un
hidalgo, novio suyo, para colmo apellidado Tenorio. Feliciana, su única hija legítima para ese
entonces, había tenido dos hijos: una se hizo monja y el otro, el capitán Luis Antonio de
Usategui y Vega, murió en Milán al servicio del rey. Sólo una hija natural suya, la monja
Marcela, le sobrevivió.
Lope de Vega murió el 27 de agosto de 1635. Doscientos autores le escribieron elogios que
fueron publicados en Madrid y Venecia. Durante su vida, sus obras obtuvieron una mítica
reputación. "Es de Lope" fue una frase utilizada frecuentemente para indicar que algo era
excelente
En el año 1635, año de la muerte de Lope de Vega, el cortejo fúnebre se desvió de su
recorrido para pasar ante las rejas de este convento de clausura para que la hija de este gran
autor pudiera dar el último adiós a su padre antes de ser enterrado.
8.- CALLE QUEVEDO
Un poco más abajo se encuentra la calle de Quevedo porque en la esquina de esta con la calle
Lope de Vega vivió durante muchos años. Quevedo, antes de ir a vivir a esta calle se ocupó de
desalojar a Góngora, inquilino de la misma y rival personal.
Fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la
historia de la literatura española y es especialmente conocido por su obra poética, aunque
también escribió obras narrativas y obras dramáticas.
Ostentó los títulos de señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago.
Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres
desempeñaban altos cargos en Palacio.
Estudió en lo que hoy es el Instituto de San Isidro de Madrid. y estudió Teología en Alcalá sin
llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en
Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o
parodiaban los de Luis de Góngora y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que
minaba su reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie de
poemas; Quevedo le contestó y ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la
muerte del cisne cordobés
La enemistad de los dos poetas llevo a situaciones como la de un Quevedo que compra la
casa, en el Madrid de la época, donde vivía un arruinado Góngora. Una casa tan pequeña, que
el propio Gongora se refirió a ella como:
“He alquilado una casa que en tamaño es un dedal, y en el precio de plata”
Los poetas tuvieron también aliados en su particular lucha. Quevedo era protegido por el
Conde-Duque, valido de Felipe IV.
El rival del Conde-Duque en los favores del rey, el también poeta y cortesano Juan de Tassis,
Conde de Villamediana, mantuvo una relación hostil con Quevedo ( y con el propio monarca,
ya que se dice que fue amante de la misma reina) y guardó gran admiración por Góngora.
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Parece que el poder y las intrigas se cuelan en estas disputas "formales". Lo que se percibe en
estos dos "bandos" son unas filosofías de vida contrapuestas.
Góngora y el donjuanesco Conde de Villamediana eran personajes que gustaban de la buena
vida, llena de sabores y sensaciones; por contra el Conde-Duque fue un estadista mucho más
astuto y despiadado y Quevedo un hombre religioso, recto, rígido y profundamente voraz en
sus afirmaciones.
Sin duda se puede decir la frase de "corrieron ríos de tinta..." ¡Bebamos en ellos!
Esto fue lo que se dedicaron para la posteridad. Extensas y refinadas composiciones que se
pueden tildar de "pavoneo poético" en el que despliegan sus mejores plumas, nunca mejor
dicho.
Primer asalto. Ataca Quevedo.
CONTRA DON LUIS DE GONGORA Y SU POESIA
Este cíclope, no siciliano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;
este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;
el minoculo sí, mas ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;
éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,
que un bujarrón le conociera apenas.
Segundo asalto. Ataca Góngora.
Anacreonte español, no hay quien os tope.
Que no diga con mucha cortesía,
Que ya que vuestros pies son de elegía,
Que vuestras suavidades son de arrope
¿No imitaréis al terenciano Lope,
Que al de Belerofonte cada día.
Sobre zuecos de cómica poesía
Se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
Dicen que quieren traducir al griego,
No habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
Porque a luz saque ciertos versos flojos,
Y entenderéis cualquier gregüesco luego
Tercer asalto. Ataca Quevedo.
Yo te untaré mis obras con tocino
Porque no me las muerdas, Gongorilla,
Perro de los ingenios de Castilla,
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Docto en pullas, cual mozo de camino.
Apenas hombre, sacerdote indino,
Que aprendiste sin christus la cartilla;
Chocarrero de Córdoba y Sevilla,
Y en la Corte, bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
Aunque aquesto de escribas se te pega,
Por tener de sayón la rebeldía.
Cuarto asalto. Ataca Góngora.
A don Francisco de Quevedo
Cierto poeta, en forma peregrina
cuanto devota, se metió a romero,
con quien pudiera bien todo barbero
lavar la más llagada disciplina.
Era su benditísima esclavina,
en cuanto suya, de un hermoso cuero,
su báculo timón del más zorrero
bajel, que desde el Faro de Cecina
a Brindis, sin hacer agua, navega.
Este sin landre claudicante Roque,
de una venera justamente vano,
que en oro engasta, santa insignia, aloque,
a San Trago camina, donde llega:
que tanto anda el cojo como el sano.
Dicho esto solo queda decir la palabra fin.
9.- CALLE CERVANTES
Llamada así porque aquí tuvo uno de sus domicilios (antes vivió en Huertas y en la plaza de
Matute).
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 1547 –1616) fue un soldado, novelista,
poeta y dramaturgo español.
Es considerado una de las máximas figuras de la literatura española y universalmente
conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como
la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal, además de ser
el libro más editado y traducido de la historia, sólo superado por la Biblia. Se le ha dado el
sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios»
No existen datos precisos sobre los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que, sin duda,
no llegaron a ser universitarios.
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Más adelante, seguramente por una herida que causó a un maestro de obras, tuvo que irse a
Italia, y allí Embarcó en la galera Marquesa. En 1571 participó en la batalla de Lepanto, "la
más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros",
formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria.
De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que
quedó estropeado de la dicha mano. De ahí procede el apodo de el manco de Lepanto. La
mano izquierda no le fue cortada,
Durante su regreso a España, la embarcación donde
venía fue apresada por los turcos y Cervantes estuvo
cautivo en Argel durante 5 años, hasta que por medio
de las Hermanas Trinitarias se logró pagar su rescate.
Al regresar a España desempeño multitud de trabajos
que compaginaba con la literatura. Trabajos que en
muchas ocasiones le llevaron a las cárceles españoles
(recaudador de impuestos, etc).
En la cárcel «engendra» Don Quijote de la Mancha,
según el prólogo a esta obra. No se sabe si con ese
término quiso decir que comenzó a escribirlo
mientras estaba preso o, simplemente, que se le ocurrió la idea allí.
Cervantes muere en Madrid a la edad de 69 años de diabetes, en la conocida Casa de
Cervantes, situada en la esquina entre la Calle León y la Calle Francos, en el ya citado Barrio
de las Letras o Barrio de las Musas, en el entorno del conocido Madrid de los Austrias.
Cervantes deseó ser enterrado en la Iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas, en el
mismo barrio, ya que cuando él fue llevado preso en Argel la congregación de los Trinitarios
ayudó, hicieron de intermediarios y recogieron fondos para que él y su hermano Rodrigo
fueran liberados .
El Convento actual fue construido en distintas fases. En el momento en que Cervantes fue
enterrado allí el Convento tenía una capilla pequeña con acceso por la Calle Huertas, pero
posteriormente fue edificada una iglesia mayor en el mismo sitio y se trasladó a este nuevo
templo a las personas que se encontraban enterradas en el anterior.
El cuerpo de Cervantes también fue trasladado pero se desconoce el lugar exacto en el que se
encuentra . En julio de 2011 una serie de investigadores españoles se proppusieron encontrar
los restos de Cervantes explorando las diferentes partes del Convento, de 3.000 metros
cuadrados, para investigar mejor su aspecto físico y las causas de su muerte, pero no dio
resultado.
En el año 1833, el propietario del inmueble donde murió Cervantes, don Luis Franco, quiso
derribar la casa que estaba muy ruinosa, para edificar una de nueva planta.
El 23 de abril de ese mismo año, en el momento en que se procedía al derribo de la casa en
cuestión, Ramón de Mesonero Romanos escribió en el único periódico literario de la época un
articulillo en memoria del escritor y sobre el suceso del derribo.
Dicho artículo llamó la atención del rey Fernando VII quien propuso que se suspendieran las
obras para que el Estado comprase el inmueble. Pero el propietario no cedió de ninguna
manera y el derribo se llevó a cabo.
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Una vez terminada la nueva construcción, cuya entrada ya
no estaría por la calle del León sino por la de Francos, se
puso en la fachada un relieve con el busto de Cervantes y
una inscripción rememorando su estancia y muerte en aquel
lugar. Así mismo, se cambió el nombre de la calle de
Francos por el de calle de Cervantes, y así prevalece en la
actualidad.
Paradojas del destino, en esta misma calle se encuentra, un poco más abajo del edificio que se
construyó en el solar de la casa del escritor del Quijote, la Casa Museo de Lope de Vega.
La Casa Museo Lope de Vega está ubicada en plena
calle De Cervantes, justo a escasos metros de la Calle
León, donde se encontraba el famoso “mentidero de
representantes”, lugar de reunión de los dramaturgos,
actores y poetas de la época.
Aquí vivió Lope los últimos años de su vida, luego fue
abandonada hasta que la Real Academia la compró y la
reconstruyó con primor.
“Mi casilla, mi quietud, mi güertecillo y estudio”, así definió su casa el escritor, conocido
como el “Fénix de los ingenios”.
Tras abandonar la calle de Cervantes, nos dirigimos, por la Calle San Agustín, para dejar este
Barrio de la Letras y acercarnos hacia el Congreso de los Diputados, donde entraremos en el
Madrid de los Borbones, pero esa es…… otra historia.
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