“Los jóvenes están perdiendo la capacidad de asombro. Son solo

Transcripción

“Los jóvenes están perdiendo la capacidad de asombro. Son solo
JÓVENES
ENTREVISTA A
NIEVES GONZÁLEZ RICO
Directora del Centro de Acompañamiento Integral
a la Familia de la UFV
“Los jóvenes están perdiendo
la capacidad de asombro.
Son solo espectadores”
Médico, master en sexología y experta en métodos naturales de regulación de la fertilidad,
Nieves González Rico es directora del Centro de Acompañamiento Integral a la Familia, promovido por la Universidad Francisco de Vitoria y gestionado por la Fundación Desarrollo y
Persona, entidad dedicada a la asistencia, ayuda y promoción de la familia, niños y jóvenes
para desarrollar los valores de las personas. Autora de una gran cantidad de artículos y otras
publicaciones –Hablemos de sexo con nuestros hijos, (Palabra, 2013)– nos recibe para repasar
algunas de las cuestiones que nos preocupan sobre nuestros jóvenes.
¿La educación se estrena con cada hijo?
La educación no es un conjunto de normas ni unas
recetas que aplicamos automáticamente. Es una relación, un encuentro personal, un acompañamiento
único e irrepetible y, por tanto, una transmisión del
sentido de la vida de persona a persona. Se estrena con
cada hijo porque cada uno tiene unas características
especiales, un caminar, una historia que recorrerá a
Los padres facilitamos pero
no sustituimos. A veces se va
excesivamente por delante, se les
gratifica demasiado, y entonces la
capacidad de asombro y de valoración
y de entender que hay un camino
que hacer en el que los hijos son
protagonistas se pierde y se
transforman en espectadores.
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través de circunstancias distintas. Los padres también
somos históricos, vamos cambiando, madurando y
aprendiendo.
¿Hasta cuándo nos necesita un hijo?
Un hijo nos necesita siempre. Yo ahora estoy viendo morir a mi madre, está en paliativos. Para mí está
siendo un regalo de Dios y una experiencia de vida. Los
hijos siempre necesitamos a los padres porque realmente aprendemos viéndoles vivir, también viéndoles
morir. Aunque seamos adultos. Es verdad que las tareas
que tenemos son diferentes.
¿Cómo cambian esas tareas?
Cuando son más pequeños los dos grandes pilares
son el amor y las normas. Llegada esta edad, las normas
se van relajando y la fuerza que los padres tienen es la
de la autoridad moral bien entendida. Es una comunicación distinta, en la que ellos deben aprender a ser
responsables, a ejercer esa libertad que no es escoger
entre varias posibilidades sino elegir el bien, enseñarles
a través de los errores que van cometiendo porque son
impetuosos, idealistas en el mejor de los sentidos, no
entienden los riesgos que suponen ciertas opciones de
vida. La labor es esa: dialogar para construir criterios
y sobre todo replantearse a través de los errores los
aprendizajes que tienen que ir haciendo.
¿Por qué ese aburrimiento, ese hastío en tantos
jóvenes?
Hay que cuidar no sobreestimular a los chicos. A
veces lo que les pasa es que lo tienen todo demasiado
pronto, demasiado fácil. Es la educación en la austeridad, que aprendan a dar valor a las cosas, desde las
cosas más sencillas materiales hasta los logros más profundos. Nosotros no podemos tener más interés que
ellos en su vida, aunque lo tengamos, pero no se nos
debe notar. Nosotros facilitamos pero no sustituimos.
A veces se va excesivamente por delante, se les gratifica
demasiado, y entonces la capacidad de asombro y de
valoración y de entender que hay un camino que hacer
en el que son protagonistas se pierde y se transforman
en espectadores.
¿Les faltan héroes en los que fijarse?
Héroes sigue habiendo. Es cuestión de aprender
a abrir los ojos, de mirar y mirarles. Aprenden de
nosotros solamente por el hecho de tenernos delante,
aunque estemos en silencio. Hay que hacer heroicas las
Nuestros jóvenes desean un amor
que dure, lo anhelan, sufren muchísimo
cuando las relaciones se rompen
–lo digan o no–, pero la gran pregunta es
“¿Es esto que deseo posible?”
Ahí está el acompañamiento, porque
si no es posible, no buscan algo
que creen que no existe y se
contentan con lo superficial.
cosas pequeñas del día a día. Esta es la gran lección:
que lo heroico sea cotidiano. Esto se descubre en casa:
en la ilusión con la que vamos a trabajar, la fortaleza
ante las dificultades, la alegría que se trasmite y se
comparte, el compromiso con los más necesitados y la
forma de emplear el tiempo y el dinero. Y procurarles
entornos y ambientes y enseñarles a mirar.
¿Cómo podemos abrirles los ojos, enseñarles a
pensar?
La manipulación nos paraliza y nos quita libertad.
A través del diálogo familiar. No se trata de censurar
lo que nos rodea, sino de dialogar sobre lo que está
pasando, qué está en las noticias de actualidad. A ellos
les encanta opinar, son edades donde quieren arreglar
el mundo, son impulsivos, críticos en general. No ser
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JÓVENES
Nuestros hijos aprenden de nosotros
solamente por el hecho de tenernos
delante, aunque estemos en silencio.
Hay que hacer heroicas las cosas pequeñas
del día a día. Esta es la gran lección:
que lo heroico sea cotidiano. Esto se
que
descubre en casa: en la ilusión con
vamos a trabajar, la fortaleza ante las
dificultades, la alegría que se trasmite
y se comparte, el compromiso con los
más necesitados y la forma de emplear
el tiempo y el dinero.
políticamente correcto es complicado, y un joven que
es auténtico, que va contracorriente, lo tiene complicado. Facilitárselo, valorarles cuando son capaces de
hacer este camino, escucharles cuando se atreven en
casa a ser críticos y sostenerles es fundamental.
¿Saben amar los jóvenes o nos han ganado la
batalla las relaciones fugaces?
Ese tipo de relaciones lo que reflejan es el miedo a
la intimidad, porque nos hace vulnerables. Así, hay
quienes se esconden en lo periférico y superficial,
basándose solo en lo físico, convirtiéndolo en un pacto.
Sin embargo, si algo son los jóvenes son deseo de amar
y ser amados. Añoran tener relaciones estables y las
buscan. Otra cosa es que se pregunten si es posible.
Desean un amor que dure, lo anhelan, sufren muchísimo cuando las relaciones se rompen –lo digan o
no–, pero la gran pregunta es “¿Es esto que deseo
posible?”. Ahí está el acompañamiento, porque si no
es posible no pueden buscar algo que no existe y se
contentan con lo superficial. El fondo es esta pregunta
honda. “Si existe, yo, con mis dificultades, con mis
tropezones, y con mis ilusiones puedo ir haciendo el
camino. Pero ¿qué pasa si no existe? Pues de rebajas”.
Necesitan esta certeza en medio de tanta ruptura y de
tanta superficialidad. Necesitan ser tomados en serio.
Dirán lo que sea, dirán que están bien porque no
mostramos nuestras heridas, pero saben reconocer,
cuando rompen, el dolor. ¿Por qué duele el desamor? Porque estamos hechos para el amor, ni más ni
menos.
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¿Cómo afectan las etiquetas del tipo ‘oveja negra’?
Las etiquetas se acaban cumpliendo, son profecías
autorrealizadas. Lo primero que hay que saber es qué
hay en el corazón de este hijo y qué en el de los padres.
Todo hijo busca y necesita el reconocimiento de estos.
Otra cosa es que a veces la forma en que buscan esta
mirada sea completamente equivocada. En estos casos
hay que ser sencillos y pedir ayuda especializada, de ahí
los centros de acompañamiento a las familias, los centros clínicos, porque la vida de un hijo... A nivel de fe yo
siempre digo que es el hijo que se nos da para convertirnos, para entender que somos limitados, pequeños,
que no lo podemos todo y que necesitamos también
la ayuda de Dios para acompañar a los hijos y mucha
humildad para reconocer que algo nos desborda.
Isabel MARTÍNEZ ALEMÁN
HABLEMOS DE SEXO
CON NUESTROS HIJOS
Nieves González Rico
Ed. Palabra (4ª edición)

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