LA DANZA DE LA VIDA
Transcripción
LA DANZA DE LA VIDA
LA DANZA DE LA VIDA Yo vengo del mundo de la danza, des de los nueve años fué mi pasión y des de los dieciocho también mi profesión. Estudié diferentes técnicas, danza jazz, clásica y me especializé en la danza contemporánea. Con esas técnicas aprendí lo que en la terapia llamaríamos “protocolos”, es decir cual es la mejor manera de doblar las piernas, de quedarse en equilibrio, de girar, de curvar la espalda, etc. Era un mundo de forma, la expresión era a través del cuerpo humano y la manera correcta en que el cuerpo debía tomar ciertas formas estaba prederterminado por el tipo de técnica. Las distintas técnicas en la danza contemporánea provenían de bailarines concretos, como Martha Graham, José Limon y Merce Cunningham, para citar algunos. Estos bailarines crearon una manera de bailar que resonaba con sus necesidades, su forma física, su cultura y su inspiración, crearon escuela y las generaciones siguientes a través del estudio de la técnica los imitaban. La intención como bailarín era clara, moverte de la manera que más se pareciera a esa forma. Y el hecho era que no se sentía como una imposición, sinó como un placer, porqué el hecho de tener tan clara tu intención, te liberaba la mente de preguntas y dudas, no te cuestionabas quien eras porque tenías una etiqueta muy clara y te permitía tener tu atención totalmente en la forma, en el plano físico de tu cuerpo, con todo su potencial de sensaciones y emociones, como entusiasmo, frustación, exito, placer, esfuerzo, poder… Después de 10 años girando por medio mundo con compañías profesionales a la orden y servicio de los coreógrafos, noté que otra etapa empezaba para mí. Es como con los gatitos que he tenido en casa. Vivo en el campo y he tenido el privilegio de convivir con varias generaciones de animales. Los gatitos durante las primeras semanas estan muy a gusto en su cajita, luego se pasan unas tres semanas donde la cocina y la terraza es su mundo, es todo lo que existe para ellos, un día descubren las escaleras que bajan hacia el jardín, su mundo de repente se extiende y se llena de mariposas y lagartijas. Ellos no se sorprenden, parece como que ya sabían que ese mundo estaba ahí pero aún no era el momento. Y llega otro día que se atreven a descubrir lo que hay más allá de su jardín. Un día intuí que había algo más y me fuí a Nueva York y Amsterdam, y me encontré con grandes maestros de la técnica de improvisación en danza. En esta técnica no podía imitar a nadie, no podía asegurarme de que si hacía una combinación de pasos concreta todo saldría bien. Mi atención ya no podía estar solo observando la forma, debía estar atenta a la composición/coreografía que se estaba creando en el presente. Creo que fué en ese tiempo donde me hice mejor amiga de esa llamada “inseguridad”. En esta técnica de improvisación no hay ensayos para memorizar pasos, pero si que hay una práctica para poder ser observador de lo que estás haciendo en el momento presente. Se trabaja mucho con como nos ayuda la fuerza de la gravedad para sentirse asentado en tu cuerpo y notar tus sensaciones durante el movimiento, la relación con los límites (el suelo, el cuerpo del otro,…), la relación con el espacio y el tiempo, con tu intuición y tu imaginario, en dejarte fluir sin abandonar al testigo. ¿Cuál es la intención entonces en el momento de las actuaciones? La intención es estar presente, en relación y confiar, dejar que lo que se está creando tenga su vida propia y tu poder ser el observador al mismo tiempo que el “hacedor”. He estado creando, actuando y enseñando durante quinze años más en este campo de la improvisación, y durante este periodo también he descubierto otros jardines, como mis gatos, uno de ellos es la terapia craneosacral biodinámica. Preparando la escenografía para un espectáculo, me quedé sin poder moverme, no podía andar. Me acordé de un anuncio que me había llamado la atención de una terapeuta craneosacral y sin saber que era la llamé. Esa primera sesión fué muy especial, ella no hacia “nada”, sólo tenía las manos en mi cabeza, pero yo notaba un calor interno en toda mi columna vertebral. Cuando llegué a casa la temperatura me subió a 39º y así estuve durante cinco días, dos de los cuales viajando hacia la República Checa donde tenía actuaciones. El día del espectáculo, me levanté y fuí al escenario, sin ningún dolor, mi cuerpo era otro, no me reconocía. Al volver recibí más sesiones y me di cuenta de que aunque yo era una “experta” en el movimiento, había toda una danza invisible constante tanto en mi interior, como en el universo, de la cual quería saber más. Me apunté a una formación de terapia craneosacral. Al cabo de los años como terapeuta craneosacral biodinámica, me doy cuenta de que parecido a la danza de improvisación, tu atención en la biodinámica, está en lo que es creado a cada momento sin limitarlo con tu conocimiento, sin expectativas, sin necesidad de reafirmar lo que crees saber, confiando y abandonándote a lo que se está creando y dejándole tener vida propia. Y aunque para esto tampoco hay ensayos, sí hay una práctica y una intención. Cada sesión es aún para mí un espectáculo, donde tu llegas preparado, donde cuidas el espacio, la luz, la duración, donde tu estás presente, pero el protagonista ya no eres tú, tampoco lo es el cliente, quien baila, quien se expresa, es la fuerza de la vida, en formas, en mareas, en quietud. Y donde la pasión por la danza se convierte en amor. Carme Renalias 2010