ENCUADRE GEOBOTÁNICO DE LA SIERRA DE GUADARRAMA

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ENCUADRE GEOBOTÁNICO DE LA SIERRA DE GUADARRAMA
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ENCUADRE GEOBOTÁNICO DE LA SIERRA DE GUADARRAMA:
FLORA Y VEGETACIÓN
Versión imprimible en pdf
Emilio Blanco Castro
Doctor e n Biología
Estudio de Botániva
Fátima Franco Múgica
Profe sora de Ecología Te rre stre
Unive rsidad Autónom a de Madrid
Helios Sainz Ollero
Profe sor de Ge obotánica
Unive rsidad Autónom a de Madrid
Mucho debemos personalmente a esta sierra, tanto en el plano personal como profesional, pues ha sido para nosotros fuente de
aprendizaje y disfrute durante muchos años.
SITUACIÓN Y MARCO BIOFÍSICO
La sie rra de Guadarram a, situada e n e l
e x tre m o orie ntal de l Siste m a C e ntral,
form a parte de l zócalo he rcínico ibé rico y
constituye la divisoria natural e ntre Madrid
y C astilla-Le ón. La palabra Guadarram a
pare ce proce de r de l árabe guad-a-ram a
“río de las are nas” y hace re fe re ncia a los
sue los are nosos que origina la e rosión de
las rocas m ás típicas de la sie rra, los
granitos y los gne ise s. Las pe culiaridade s
naturalísticas de l Guadarram a tie ne n que
ve r con su naturale za ácida y con e l pape l
divisorio de l m acizo he rcínico que jue ga e l
Panorama invernal de Peñalara y las Guarramillas desde el Nevero. Foto: autores del artículo.
conjunto de l Siste m a C e ntral. Este , se para
las subm e se tas norte y sur constituye ndo
una barre ra fre nte a las borrascas atlánticas de l noroe ste o suroe ste . La constitución litológica de la sie rra de Guadarram a e s
fundam e ntalm e nte pale ozoica y e stá dom inada por rocas silíce as m e tam órficas y plutónicas: granitos, granitoide s, gne ise s, cuarcitas,
e squistos y pizarras. En e l pie de m onte de am bas ve rtie nte s de la sie rra apare ce n zonas con re stos de las cubie rtas se dim e ntarias
m e sozoicas y ce nozoicas que fue ron m ás o m e nos de sm ante ladas e n e l proce so de la oroge nia alpina. Se trata de rocas carbonatadas
cre tácicas (“cale rizos”), are nas y m argas m ioce nas, inte rcaladas e ntre glacis are nosos o lim osos plioce nos o cuate rnarios. Los e nclave s
calizos se conse rvan de form a aline ada e n las prox im idade s de las fallas principale s que de lim itan, tanto al norte com o al sur, los
bloque s e le vados ce ntrale s (“horst”) de la Sie rra.
La sie rra de Guadarram a pre se nta una orie ntación principal suroe ste -nore ste y e n ge ne ral, la divisoria de aguas coincide con e l lím ite
e ntre las provincias de Madrid, Se govia y Ávila. El lím ite nororie ntal, con la Sie rra de Ayllón, pue de e stable ce rse e n e l pue rto de
Som osie rra. El occide ntal, m ás difuso, coincide con los re lie ve s (com o e l pico de la Alm e nara de 1260m ) que de lim itan la cue nca de l
Albe rche y e l C ofio. Estos valle s constituye n la se paración natural con la Sie rra de Gre dos y supone n una discontinuidad e n la barre ra
de l Siste m a C e ntral. La sie rra se e structura longitudinalm e nte e n dos aline acione s principale s que se funde n e n la zona de las
Guarram as, la Maliciosa y Sie te Picos. Las cum bre s principale s de la Sie rra se localizan e n e sta zona ce ntral (Pe ñalara 2430m ),
flanque ada por dos pasos m uy e le vados (Navace rrada, 1860m y C otos, 1830m ). Hacia e l e ste los dos cordale s (Som osie rra-El Ne ve roPe ñalara y C abe zas de Hie rro-La Najarra-Mondalindo-La C abre ra) de lim itan la fosa te ctónica de l Lozoya (El valle de l Paular), m ie ntras
hacia e l oe ste e nm arcan e l valle de l rio Moros, lim itado por e l norte por la cue rda de la Muje r Mue rta, y por e l sur por e l e je Montón de
Trigo-Pe ña de l Aguila-Abantos, que e nlaza con la sie rra de Malagón.
Las huellas glaciares e n la sie rra de
Guadarram a,
aunque
han
atraído
fue rte m e nte e l inte ré s de todos los
naturalistas, son bastante re ducidas. Sólo
se pre se ntan ve stigios de glaciare s de
circo e n las zonas m ás e le vadas de la
sie rra, e ntre los 1800 y 2300 m de altitud.
El m otivo pare ce se r la e scase z de
pre cipitacione s que se re gistró durante los
pe riodos glaciare s cuate rnarios e n e stas
zonas de l ce ntro pe ninsular. Ello contrasta
con los te stim onios de otros m acizos de l
Siste m a C e ntral, com o Gre dos, Bé jar o la
Se rra da Estre la e n Portugal, m ucho m ás
afe ctadas
por
las
pre cipitacione s
atlánticas.
La
climatología
de
la
sie rra
de
Guadarram a de riva de l e fe cto barre ra de l
Siste m a C e ntral fre nte a las borrascas de l
NW y SW , que son las que provocan la
m ayor parte de las pre cipitacione s e n e sta
parte ce ntral de l a pe nínsula Ibé rica. Pe ro
com o dichas borrascas e ntran de sde e l
Atlántico, lle gan ya “m uy de sgastadas” al
Guadarram a. Sólo e n las parte s altas de
la sie rra se conce ntran las pre cipitacione s,
supe rándose e n las zonas ce ntrale s m as
e le vadas, com o e l pue rto de Navace rrada,
los 1300 litros anuale s, con m áx im os de
1500-1700 algunos años y un pe riodo
se co de tan sólo un m e s e n julio-agosto.
En e l pie de m onte m e ridional, a 900m de
La Pedriza de Manzanares, desde el Collado de la Ventana. Foto: autores del artículo.
altitud,
se
alcanzan
700-750
mm,
m ie ntras que e n la m e se ta norte , algo m ás e le vada (>1000m ), llue ve m e nos de 500 m m y e l clim a e s algo m as frío. A lo largo de l
Siste m a C e ntral se da un gradie nte de cre cie nte de pre cipitacione s de sde las sie rras m as occide ntale s (Estre la, Azor, Gata, Be jar) a las
ce ntrale s (Gre dos, Malagón, Guadarram a) que tie ne e vide nte s re fle jos e n e l paisaje ve ge tal (gran de sarrollo de pinare s, e ne brale s y
piornale s, fre nte a frondosas y bre zale s) y e n los te stim onios de l de sarrollo de l glaciarism o cuate rnario. Sólo e n e l e x tre m o orie ntal, e n
Som osie rra y e l m acizo de Ayllón, se invie rte la te nde ncia por la concurre ncia de influe ncias húm e das, que lle gan de sde e l Golfo de
Vizcaya y e l Siste m a Ibé rico norte , y la incide ncia de im portante s torm e ntas e stivale s. Estos aspe ctos clim áticos tie ne n una e vide nte
re pe rcusión e n su paisaje que contrasta con e l de l Guadarram a por la ause ncia casi total de pinare s y la pre se ncia de haye dos,
abe dulare s, bre zale s o gayubare s cum bre ños, e n lugar de piornale s.
Por sus condicione s e dáficas y clim áticas, la sie rra de Guadarram a ha sido tradicionalm e nte un áre a de e conom ía de m ontaña basada
e n la m ade ra y la ganade ría, tanto e stante com o trashum ante con ganado vacuno (raza avile ña) y lanar. Al final de la Gue rra C ivil la
e laboración de carbón ve ge tal afe ctó bastante a los m e lojare s tratados e n m onte bajo para la producción de le ñas. Los cam bios
socioe conóm icos de los años 70, que im plicaron un de splazam ie nto de m ano de obra al se ctor industrial urbano y un abandono de l
cam po, invirtie ron e l proce so, iniciándose una re cupe ración de la cubie rta fore stal que pe rsiste e n la actualidad. La baja de l pre cio de la
m ade ra y e l uso re cre ativo pre fe re nte de la zona, por la prox im idad de la capital, han consolidado la te nde ncia, sólo inte rrum pida e n
las zonas m ás acce sible s por la e x pansión de las urbanizacione s re side nciale s.
PIONEROS DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
La prox im idad de la capital m adrile ña facilitó históricam e nte e l acce so te m prano de la
com unidad cie ntífica a la sie rra de Guadarram a. Be rnaldo de Q uirós fue un pione ro e n la
divulgación de los valore s guadarrám icos.
Una tradición cie ntífica que e m pie za a
m anife starse de sde m e diados de l siglo XIX y alcanza su m áx im o e sple ndor a principios
de l XX con los e studios sobre glaciarism o (O be rm aie r y C arande ll, He rnánde z Pache co),
e ntom ología (Bolívar) o lim nología (C e lso Aré valo). Gine r de los R íos y la Institución Libre
de Ense ñanza e ncontraron e n e stos paraje s un am bie nte e ducativo m uy favorable e n e l
que aunar e l conocim ie nto de la naturale za con la se nsibilidad y las e x pe rie ncias
obte nidas e n e l m arco de l e x cursionism o.
En e l cam po de la Botánica m e re ce n citarse las aportacione s pione ras e n e l siglo XVIII de l
prim e r dire ctor de l Jardín Botánico de Madrid, José Q ue r y su suce sor C asim iro Gom e z de
O rte ga. Loë fing, cole ctor e nviado por Linne o, tam bié n he rborizó algunas plantas. En e l s.
XIX Boissie r y R e ute r, o W illk om m y Lange , autore s de la única flora com ple ta de España,
visitaron y he rborizaron e spe cie s nue vas e n la sie rra. C utanda, autor de la prim e ra Flora
com pe ndiada de la provincia de Madrid (1861) cita unas 700 e spe cie s de l Guadarram a,
e ntre e llas hayas e n e l Paular que lue go de sapare cie ron.
Los fore stale s, de sde la Escue la de Monte s situada e n e l Escorial, e m pie zan a trabajar e n
la sie rra: Máx im o Laguna re aliza e l prim e r trabajo im portante de ge stión fore stal,
“Me m oria de R e conocim ie nto de la Sie rra de l Guadarram a, bajo e l punto de vista de la
re población de sus m onte s”. Se que ja de l e stado de de fore stación y sobre pastore o de la
Sie rra. Joaquín M. C aste llarnau hace una orde nación de l Monte de Valsaín y Jordana otra
Joaquín María de Castellarnau y LLeopart (1848e n la garganta de El Espinar, los lugare s e n que se e ncue ntran los m e jore s pinare s. O tros
1943).
botánicos fam osos que tam bié n visitaron la sie rra, aunque con m e nor inte nsidad, son
C avanille s, Lagasca, Lacaita, C olm e iro, Pau y Vicioso. En e l siglo XX se publica e l prim e r
trabajo de scriptivo de l paisaje ve ge tal de l Guadarram a (Em ilio Hugue t de l Villar -1927). Tras e l paré nte sis de la Gue rra C ivil, e n que la
sie rra fue e sce nario de num e rosos com bate s, Salvador R ivas Martíne z (1964) y Fe de rico Fe rnánde z Gonzále z (1988) de sarrollaron allí
sus te sis doctorale s, se ntando las base s de l m ode rno conocim ie nto fitosociológico de l m acizo. Martíne z García re alizó e n 1998 una
re visión m inuciosa sobre la naturalidad y e l pape l ge obotánico de los pinare s e n todo e l Siste m a C e ntral.
LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL PAISAJE
VEGETAL. VEGETACIÓN POTENCIAL
El paisaje de la Sie rra de Guadarram a se ha ido
de finie ndo a lo largo de los últim os m ile nios, por
proce sos e se ncialm e nte físicos, de índole natural.
Sin e m bargo, ya e n é pocas históricas, e ste paisaje
ve ge tal ha sido pe rfilado por una m arcada
inte racción e ntre lo natural y lo antrópico,
configurando un e spacio de m ontaña he te rogé ne o
y dive rso. La ve ge tación actual se dispone
im bricada
en
m osaicos,
dónde
re tazos
de
form acione s ve ge tale s se suce de n, solapan o
supe rpone n. Para valorar y e nte nde r e l paisaje
guadarrám ico actual, no nos que da m ás re m e dio
que re alizar un re corrido por las distintas e tapas o
aconte cim ie ntos que , de m ane ra m ás o m e nos
inte nsa, han m arcado su proce so de m ode lado.
El punto de partida podrían se r las glaciacione s
cuate rnarias y e n e spe cial e l final de la últim a gran
pulsación glaciar, hace aprox im adam e nte unos 15
000 años. El análisis polínico de se dim e ntos,
conocido com o Pale opalinología, e s un m é todo
cada ve z m ás fiable para la re construcción de l tapiz
ve ge tal cuate rnario, los últim os dos m illone s de
años. El grano de pole n pre se nta una e structura
La evolución del paisaje del valle del Paular a través del diagrama paleopolínico de la turbera de
m uy de finida y re siste nte , y una m orfología m uy
Rascafría (Franco Múgica, 1997).
variada, lo que le hace fácilm e nte ide ntificable al
m icroscopio. Ade m ás, se dispe rsan e n gran
cantidad, de positándose una parte conside rable de e sos granos sobre sustratos te rre stre s o lagunas. Si los de pósitos dónde los granos
de pole n que dan e nte rrados, pre se ntan condicione s anae robias, con baja actividad m icrobiana, e ntonce s, la conse rvación de é stos e stá
ase gurada. Se produce una fosilización de los póle ne s que conse rvarán las cubie rtas e x te rnas y por lo tanto, se rá posible su
ide ntificación. Los de pósitos higroturbosos y las lagunas son los yacim ie ntos polínicos m ás habituale s y de he cho, e n Guadarram a, la
m ayoría son de e ste tipo.
Así, una de posición e n un gradie nte te m poral de riva e n la form ación de una se cue ncia e stratigráfica de m ayor o m e nor pote ncia. Si
analizam os una m ue stra de pole n o e spe ctro a dife re nte s profundidade s de l te stigo, sabre m os qué e spe cie s ve ge tale s y e n qué
cantidad se de sarrollaban e n e l e ntorno de l de pósito. Por así de cirlo, obte ndre m os una fotografía de l paisaje e n un m om e nto m uy
concre to de su historia. Unie ndo e stas fotografías conoce re m os los cam bios de la ve ge tación aconte cidos e n e l áre a de e studio.
Ade m ás, e sta colum na se dim e ntológica pue de se r datada a dife re nte s profundidade s, pe rm itié ndonos obte ne r una cronología de la
e volución de l paisaje . Basándonos e n la inform ación de rivada de e stos e studios polínicos y otros análisis com ple m e ntarios de se m illas,
frutos, m ade ras fósile s, se rie s de ndrocronológicas, e tc. se ha podido conoce r la e volución histórica de l paisaje ve ge tal y e stable ce r
m ode los dinám icos.
Son varios los e studios polínicos lle vados a cabo e n
Guadarram a e n los últim os años. (Lópe z Sáe z et
al., e n pre nsa). En total han sido analizados 28
de pósitos, de los cuale s, solo de la m itad se tie ne
un conocim ie nto m ás o m e nos pre ciso de su
cronología. La m ayoría de e llos e stán localizados
e n las áre as de alta m ontaña, son pe que ñas
turbe ras y lagunas de orige n glaciar, a m e nudo por
e ncim a de los 2000m . Los m ás bajos se sitúan
e ntre los 1100 y los 1262 m de altitud. Tam bié n se
ha conse guido e studiar e l pole n de se dim e ntos
proce de nte s de 4 yacim ie ntos arque ológicos.
C uriosam e nte , y e n com paración con otros m acizos
de l Siste m a C e ntral,
todos los yacim ie ntos
guadarrám icos pre se ntan e scasa pote ncia, rara ve z
e x ce de n los 2 m de profundidad y son de
form ación re lativam e nte re cie nte (últim os 30004000 años). La e x ce pción la constituye e l de pósito
de R ascafría situado e n e l fondo de l valle de El
Paular, a únicam e nte 1113 m de altitud que
ade m ás e s e l re gistro datado m ás antiguo de todo
e l m acizo (8410±250 años BP) (Franco Múgica,
1997). En la Se rra da Estre la, por e je m plo, los
de pósitos pue de n alcanzar hasta casi 13 m de
pote ncia y re gistrar 12 000 años de antigüe dad. De
e llo se de duce un gradie nte oe ste -e ste e n cuanto
al inicio de form ación de turba, parale lo al clim ático
de
atlanticidad-contine ntalidad.
La
m arcada
oce anidad de la Se rra da Estre la choca con la
El enebro rastrero o jabino (Juniperus communis subsp. alpina) se extendió al final de la última
contrastada contine ntalidad de l m acizo ce ntral de
glaciación, en el periodo Tardiglaciar, y actualmente persiste en las zonas cumbreñas de la
Guadarram a, m ás se co y poco apto para e l
Sierra. Foto: autores del artículo.
de sarrollo de grande s turbe ras. Este de sarrollo
te m prano de turba e n e l se ctor occide ntal de l
Siste m a C e ntral, se de bió e n un prim e r m om e nto a fe nóm e nos pe riglaciare s pote nciados por e l aum e nto de la hum e dad proce de nte
de l Atlántico. Sin e m bargo, no e s hasta e l Holoce no m e dio cuando, probable m e nte por razone s clim áticas, topográficas y
principalm e nte antrópicas con cam bios hidrológicos e n las cue ncas y de fore stación, se inicia la form ación de de pósitos turbosos e n las
sie rras inte riore s com o Guadarram a.
Para e nm arcar la gé ne sis de l paisaje guadarrám ico, se pue de e stable ce r una fase inicial basada e n los datos pale opolínicos m ás
antiguos disponible s. Entre los últim os 8500 años y los 4000 años, pinare s m ontanos m uy de nsos, form ados principalm e nte por Pinus
sylvestris y e n m ucho m e nor m e dida, Pinus nigra, junto con abe dule s, caracte rizaron e l paisaje de Guadarram a. Sin e m bargo, e n los
fondos de valle com partían e l e spacio m e lojos, abe dule s, sauce s, ave llanos, saucos y ace bos. Es m uy inte re sante de stacar la
im portancia tardiglaciar que los pinare s, sabinare s y e ne brale s tuvie ron e n la re cupe ración de los bosque s tras e l últim o m áx im o
glaciar. Al igual que e n otras áre as de la Ibe ria contine ntal, com o e n e l m acizo Ibé rico o las param e ras inte riore s, e n Guadarram a se
constata la pre se ncia ge ne ralizada de conífe ras a lo largo de todo e l Holoce no, e s de cir, durante los últim os 10 000 años. Lo que nos
lle va a e stable ce r una de las caracte rísticas m ás llam ativas de la e volución de l paisaje de Guadarram a y é sta e s, la inm e nsa ine rcia o
e stabilidad de su paisaje de pinare s albare s de sde e l inte nso frío Tardiglaciar hasta finale s de l Holoce no. La com paración de la
pre se ncia de los pinare s m ontanos con algunas inte rpre tacione s de la ve ge tación pote ncial suge ridas para e sta sie rra, ha sido te m a de
am plio de bate (Martíne z, 1998). A m e nudo se ha ne gado la naturalidad de los pinare s m ontanos e n Guadarram a por de bajo de los
1700 m de altitud, ale gando que e n e sas zonas las m asas de conífe ras proce de n de e x te nsas re poblacione s artificiale s de orige n
antrópico y conse cue nte m e nte , la e tapa clím ax corre sponde ría a m e lojare s. Sin e m bargo, a la luz de los datos pale obotánicos,
de ndrocronológicos e históricos, su distribución actual y re que rim ie ntos e cológicos, que da claram e nte de m ostrado e l carácte r original y
e spontáne o de los pinare s m ontanos e n Guadarram a. Llam a la ate nción la pre se ncia puntual e n e l re gistro polínico de R ascafría de
dife re nte s tax a te rm ófilos com o Olea y Castanea, conside rados árbole s re lictos e n e l valle , cuya pre se ncia se re m onta a 8300 y 8600
años re spe ctivam e nte . Junto a e llos apare ce n otros táx one s de carácte r atlántico-m e dite rráne o com o Sambucus, o e urosibe rianos com o
Betula, Corylus, e tc. De e llo se de duce que e l valle actuó com o áre a re fugio.
A partir de los últim os 4000 años
com ie nzan e n Guadarram a a m anife starse
los prim e ros indicios de pre sión antrópica
sobre e l m e dio. Los datos polínicos
e vide ncian un de sce nso im portante de la
pre se ncia de pole n de pino, indicando una
re ducción significativa de los pinare s
m ontanos, fragm e ntando su áre a de
distribución. A su ve z, asociado a e ste
de sce nso de las conífe ras de m ontaña,
tie ne lugar un incre m e nto de tax one s
he liófilos, rude rale s e indicadore s de
sue los alte rados. Los rodale s de pinare s
pe rsiste n
pe ro
cada
ve z
son
m ás
pe que ños y e stán m ás aislados. Las
zonas
aclaradas
son
ocupadas
por
piornos, ge nistas y re tam as. Los abe dule s
e starían situados e n e l lím ite supe rior de l
bosque y los roble s, sauce s, ave llanos y
ace bos se localizarían e n los fondos de
valle . En e sta fase , otras e spe cie s
fore stale s
com ie nzan
tím idam e nte
a
cobrar
im portancia,
se
produce
la
e x pansión de los m e lojos, e l inicio de l
de sarrollo de las e ncinas o la tím ida
pre se ncia constante
de
Juniperus.
El
de sce nso de la cubie rta arbóre a de las
lade ras de Guadarram a se produce de
m ane ra gradual hasta hace prácticam e nte
1000 años.
Esquema de las series de la vegetación de Madrid con las últimas aportaciones de la Fitosociología. San
Miguel (2009). Inicialmente los fitosociólogos sólo reconocieron la naturalidad de los pinares albares de
la banda altitudinal superior de Guadarrama, donde son abiertos y van acompañados de piornales en
La caracte rística principal que se obse rva
ambientes oromediterráneos (como subasociación pinetosum sylvestris de los enebrales-piornales del
e n los re gistros polínicos durante los
Junipero-Cytisetum purgantis). Actualmente han sido redenominados como Avenello ibericae-Pinetum
últim os 1000 años, e s la re ducción de los
ibericae y también se han diferenciado los pinares umbrosos con sotobosque herbáceo y helecho águila
bosque s.
Los
diagram as
polínicos
(Pteridio aquilini-Pinetum ibericae). La variedad ibérica de Pinus sylvestris no se reconoce por “Flora
e vide ncian una inte nsa de fore stación de
Iberica”.
las lade ras que lle va asociada una
e x te nsión de e ne brale s y piornale s. La
ocupación hum ana de e ste e spacio m ontañoso había sido puntual hasta e ntonce s, ubicándose la población m usulm ana e n los fondos
de valle . Guadarram a, e sta pote nte barre ra ge ográfica, actuó durante siglos de fronte ra e ntre los R e inos m usulm án y cristiano. En su
afán por la R e conquista de e stos te rritorios, los cristianos avanzan re alizando incursione s e n la sie rra provocando razzias, e m boscadas y
e nfre ntam ie ntos, e n los que se usa a m e nudo e l fue go e n una política de “tie rra que m ada”. Es una Tierra de poco pan, pe ro una
com arca con una vocación e m ine nte m e nte ganade ra, qué rápidam e nte se de sarrolla poco de spué s, con la instauración de la Me sta e n
e l año 1273 DC . Esta cade na m ontañosa lle ga a albe rgar hasta 3,5 m illone s de cabe zas de ganado. Si ade m ás de la pre sión de las
vías de paso y e l pisote o de l ganado, te ne m os e n cue nta las prácticas habituale s asociadas a la ganade ría, com o son la ape rtura de
nue vos pastos m e diante e l fue go o incluso pe que ñas talas, no e s de e x trañar que su e ste la que de re fle jada e n los diagram as
polínicos. En e sta é poca, abundan los tipos polínicos de e spe cie s rude rale s y de e spacios abie rtos e incluso, algunos re lacionados con
cultivos.
De m ane ra sorpre nde nte , que nos conduce a una re fle x ión ge obotánica, e n e l re gistro de R ascafría, dónde actualm e nte no se
e ncue ntra, apare ce de m ane ra m uy puntual pole n de haya (Fagus sylvatica), e n concre to hace 500 y 200 años. Se confirm an así las
citas de ilustre s botánicos de l siglo XIX, cóm o W illk om m y Lange o C utanda, y se constata la e x pansión re cie nte de e sta e spe cie , e n un
e ntorno ya am pliam e nte antropizado, com o ha ocurrido e n otros m acizos m ontañosos pe ninsulare s (C osta et al. 1997). La pre sión
hum ana y la falta de tie m po para pode r com pe tir por un nicho fre nte a pinare s y m e lojare s, fue ron probable m e nte las causas que
im pidie ron que e l haya se instalara de finitivam e nte e n e l valle .
EL PAISAJE VEGETAL
La
ve ge tación
de l
Guadarram a,
re spondie ndo a su latitud, se sitúa a
caballo e ntre las m ontañas de l norte y de l
sur de la Pe nínsula Ibé rica, participando
de am bas influe ncias. A pe sar de una
pre se ncia
hum ana
m ás
o
m e nos
constante de sde e l Pale olítico de staca la
naturalidad de m uchos de sus bosque s.
Un re lie ve com pacto, una disposición
principal e ste -oe ste que provoca solanas y
um brías
contrastadas, y
una altitud
re lativam e nte
e le vada
(num e rosas
cum bre s por e ncim a de 2000m , 2430 e n
Pe ñalara)
condicionan
una
zonación
bastante bie n de finida de su ve ge tación.
R e corrie ndo la Sie rra se apre cia e nse guida
la pre se ncia de distintos nive le s de
ve ge tación se gún se sube e n altitud.
De sde que e n 1927 Em ilio Hugue t de l
Villar de scribie ra la cate na de la sie rra e n
un trabajo pione ro: Una ojeada a la cliserie
de
la Sierra de
Guadarrama,
vie ne n
re conocié ndose
tre s
o
cuatro
pisos
principale s de ve ge tación. Un piso basal
dom inado por ve ge tale s e scle rófilos, otro
m ontano o m e dio de caducifolios de hoja
m arce sce nte otoñal y una franja supe rior
de bosque s aciculifolios bore aloide s. Por
e ncim a de l lím ite de l arbolado se e x tie nde
Debido al ascenso de las temperaturas y la reducción de la presión ganadera los pinares de Pinus sylvestris
están ganando altura en muchas zonas de la sierra. Foto: autores del artículo.
un m osaico de piornale s y e ne brale s
rastre ros (jabinos), ce rvunale s, ve ge tación
rupícola o gle rícola, algunas turbe ras y pastizale s ralos de la alta m ontaña m e dite rráne a. Los lím ite s altitudinale s de e stas bandas de
ve ge tación varían e n am bas ve rtie nte s de la sie rra buscando una m e jor adaptación a los factore s am bie ntale s, e se ncialm e nte
clim áticos. Para las m ism as e spe cie s y form acione s se apre cia una clara localización a m ayor altitud e n las solanas de la cara sur,
re spondie ndo a la fam osa le y ge obotánica de “com pe nsación altitudinal/ latitudinal”.
El Piso basal o de l pie de m onte se rrano (hasta 1000-1200m e n cara sur), tam bié n conocido com o m e som e dite rráne o, e s e l dom inio de
los e ncinare s, los e ne brale s y localm e nte los sabinare s albare s. En fondos de valle húm e dos se ubican m e lojare s-fre sne das,
tradicionalm e nte ade he sados y trasm ochos por su gran valor ganade ro. El Piso montano, inte rm e dio (hasta 1800-2000m e n cara sur),
e s la zona boscosa, fore stal, e n la que convie ne distinguir dos dom inios bie n de finidos: e l de los Rebollares o Melojares (conocidos
localm e nte com o roble dale s) y e l de los Pinares umbrosos supramediterráneos y los pinares abiertos oromediterráneos. El Piso
superior de alta montaña, suprafore stal (por e ncim a de l lím ite de l arbolado, hasta las cum bre s), e stá caracte rizado por los e ne brale s
rastre ros, los piornale s, algunos bre zale s y un m osaico orom e dite rráne o de pastizale s condicionados por la ge om orfologia, hidrom orfía
e innivación. A pe sar de e stas conside racione s ge ne rale s convie ne te ne r e n cue nta que num e rosas pe culiaridade s am bie ntale s
(ge om orfológicas, litológicas, e dáficas, naturale s o antrópicas) introduce n e x ce pcione s e n dicho bande ado, m as o m e nos te órico, y tan
usado con fine s de scriptivos. La he te roge ne idad propia de los am bie nte s de m ontaña da lugar a m osaicos m ás o m e nos com ple jos,
introgre sione s y contactos sinuosos de gran inte ré s. Así por e je m plo las e ncinas pue de n alcanzar grande s altitude s, apare nte m e nte
m ás propias para e l m e lojo, e n las solanas de la C abre ra o la Pe driza de Manzanare s, m ie ntras que e stos lle gan a ocupar e l
pie de m onte de la sie rra m e zclándose con los fre snos e n las zonas llanas con capa fre ática acce sible . De igual m odo los pinos silve stre s
pe rsiste n e n e l fondo de los valle s de l ce ntro de la sie rra e n altitude s que se conside ran m as favorable s para e l m e lojo, re spondie ndo
tanto a la ine rcia postglaciar, com o a una ge stión fore stal e n e spacios públicos que ha prim ado e l aprove cham ie nto m ade re ro y
ganade ro de los pinare s e n Valsaín, R ascafría (Pinar de los Be lgas), Navafría, R io Moros (El Espinar-San R afae l) o Pinare s Llanos
(Pe gue rinos).
En e l piso basal, m uy afe ctado por e l hábitat hum ano, e n e l pie de m onte de la sie rra que dan re stos de e ncinare s (Quercus ilex subsp.
ballota = Q. rotundifolia) m as o m e nos ade he sados, e ne brale s, carrascale s arbustivos, y sus m atorrale s acom pañante s (jarale s,
cantue sare s y tom illare s) e n zonas rocosas con bajo inte ré s pascícola. En las zonas m as e scarpadas, a m e nudo coincidie ndo con la falla
de l Guadarram a, los e ne brale s (Juniperus oxycedrus) e stán inte grados por vie jos e je m plare s y pare ce n e stable s. Tam bié n apare ce n
be rce ale s (he rbazale s dom inados por las grande s m acollas de Stipa gigantea). En los fondos de valle húm e dos e l paisaje e stá inte grado
por form acione s m ix tas de fre snos (Fraxinus angustifolia) y m e lojos (Quercus pyrenaica) que han sido tradicionalm e nte m uy valoradas por
los ganade ros por sus e fe ctos be ne ficiosos sobre e l pasto y por la posibilidad de utilizar e l ram ón com o suple m e nto forraje ro.
De m odo salpicado apare ce n e n e ste piso algunos bosque te s o rodale s de sabina albar (Juniperus thurifera), e n la cara sur e n e l valle
de l Lozoya (Gargantilla de l Lozoya), e n El Boalo o la cue rda de la Alm e nara, y e n la norte sobre las calizas m e sozoicas de Arcone sPe draza-Sigue rue lo. En la parte baja de l piso montano dom inan e n e l paisaje los re bollare s o m e lojare s de Quercus pyrenaica. Son
bosque s m uy caracte rísticos de l arco he rcínico ibé rico, dom inados por una e spe cie de roble e ndé m ico de la Ibé ria ácida, que sólo de
m odo finícola apare ce e n e l suroe ste de Francia y e n e l R if m arroquí. Estos bosque s re sultan m uy be llos e n e l otoño por sus tonos
ocre s y be ige s, cuando sus hojas m uy pe losas, m arce sce nte s, (de marcescens/tis, que se m architan) no se de spre nde n de l árbol. Los
m e lojare s han sido a m e nudo e x plotados com o m onte bajo para la e x tracción de le ñas y la producción de carbón ve ge tal. Bajo los
roble s se instala un corte jo he rbáce o e n e l que abundan las gram íne as y los ge ófitos. C uando los bosque s son alte rados dan paso a
form acione s de jara e ste pa (Cistus laurifolius) o ge niste as (Cytisus scoparius, Genista florida, Genista cinerascens, Adenocarpus hispanicus, A.
complicatus). Los m e lojare s se im brican a m e nudo con los pinare s (Pinus sylvestris) a partir de los 1300 -1600m . La re lación e ntre e stas
dos form acione s tie ne m ucho que ve r con la re cupe ración postglacial de los paisaje s de frondosas y e l asce nso de los pinare s a m e dida
que las condicione s van sie ndo clim áticam e nte m ás favorable s. En las zonas m as afe ctadas por las glaciacione s de l ce ntro de la sie rra
los pinare s m ue stran un de sarrollo óptim o y una gran e stabilidad fre nte a la e x pansión de los m e lojos. En e ste proce so se ve n
re forzados históricam e nte por una ge stión que re conoce su valor m ade re ro y los prote ge e n los te rre nos públicos. En otras zonas de la
Sie rra su supe rficie se vio re ducida progre sivam e nte por e l uso de l fue go e n e l piso m ontano para la e x te nsión de los pastizale s y la
pre sión e x pansiva de los m e lojare s. A principios de l siglo XX la de fore stación e n e l piso de los pinare s lle gó a se r tan drástica que se
lle varon a cabo e x te nsas re poblacione s.
Los pinare s son sin duda los bosque s m ás
e m ble m áticos
y
caracte rísticos
de l
Guadarram a,
con
una
pre se ncia
claram e nte e spontáne a, y no re poblados
com o se inte rpre taron e n ocasione s. Es
inconfundible la im age n de los vie jos
pinos
sobre salie ndo
con
su
tronco
anaranjado
y su
porte
abande rado,
m olde ado por e l vie nto y la nie ve . Una
im age n asociada íntim am e nte a los
pue rtos de l Guadarram a y a las lade ras
rocosas con indicios de hue lla glaciar.
De staca la im age n de l m anto de pinare s
e n las lade ras de la sie rra, por e je m plo
cuando m iram os de sde e l Pue rto de
Navace rrada hacia Se govia o de sde e l
Pue rto de los C otos hacia la cabe ce ra de l
valle de Lozoya. En las zonas m as
húm e das e l pinar e s de nso, m uy um broso
y
su
sotobosque
es
he rboso,
con
num e rosos he le chos (Pteridium aquilinum) y
algunas e spe cie s ne m orale s de l corte jo de
los haye dos. Espe cialm e nte inte re sante
re sulta una variante m uy húm e da de pinar
que pre se nta un sotobosque continuo de
ace bos, y a ve ce s algunos te jos (pinar de
la Ace be da, Barondillo, Hoyo C e rrado). En
la banda supe rior de e ste am bie nte
fore stal m ontano los pinare s albare s son
m as abie rtos y ge ne ralm e nte com parte n
e l e spacio con piornale s, dom inados por
Cytisus oromediterráneus (=Cytisus purgans),
Los pinares albares son la vegetación forestal más emblemática de la Sierra de Guadarrama y la mejor
e n los que a ve ce s apare ce tam bié n
representada en el área propuesta como Parque Nacional. Foto: autores del artículo
Adenocarpus hispanicus, otro e nde m ism o
ibé rico cuyo ce ntro de dispe rsión e s
guadarrám ico. Se trata de una form ación m uy bie n adaptada al clim a rudo de la alta m ontaña que cabe im aginar com o m ucho m ás
e x te ndida, y a m e nor altitud, durante los pe riodos glaciare s.
En e ste piso se pre se ntan algunos e nclave s de alta significación bioge ográfica y carácte r re líctico, e ntre los que de stacan aque llos e n
que apare ce n rodale s de abe dule s (Betula alba = B. celtibérica), ave llanos (Corylus avellana), ace bos (Ilex aquifolium), chopos te m blone s
(Populus tremula), olm o de m ontaña (Ulmus glabra), te jos (Taxus baccata) y pinos salgare ños (Pinus nigra subsp. salzmanii).
El haya (Fagus sylvatica) fue citada en Gredos y en la sierra de Guadarrama (Valsaín, valle del
Paular) por autores clásicos pero luego no volvió a encontrarse. Recientemente se han detectado
algunos ejemplares aislados en Segovia y una pequeña población en un barranco de acceso
complicado en la Serna de Braojos (Madrid). Como se aprecia en la foto, las hayas sufren a
menudo las consecuencias de las heladas tardías, frecuentes en la Sierra. Foto: autores del
artículo.
Por e ncim a de la zona fore stal se e stable ce la
ve ge tación de la alta m ontaña (oromediterránea),
e n cum bre s y cordale s. Se trata de un com ple jo
m osaico de form acione s ve ge tale s, m ás o m e nos
rastre rahostil,
tie ne n
una
gran
im portancia
e cológica. La ve ge tación e stá dom inada por e l
piorno se rrano (Cytisus oromediterraneus = C.
purgans), una m ata alm ohadillada de colore s
oscuros, m uy re siste nte a los rigore s de l clim a y a
los fue gos. Sólo llam a la ate nción e n la prim ave ra
tardía, cuando flore ce y pinta las cum bre s de
am arillos, que re sponde n a pe que ñas variacione s
ge om orfológicas y m icroclim áticas. Estas, e n un
m e dio tan , ce die ndo su e m briagador olor
avainillado al am bie nte . En las zonas m e nos
afe ctadas por los fue gos provocados e n e l pasado
por los pastore s, acom paña al piorno e l jabino
(Juniperus communis subsp. alpina), un e ne bro
e nano de cum bre s y pe dre ras, m uy be llo y útil. En
las zonas m as e x pue stas de las cum bre s se
e x tie nde n
pastizale s
psicrox e rófilos
rastre ros
dom inados por gram íne as duras (Festuca grex
ovina). Ex iste n otros pe que ños e nclave s con
“tram pale s”, re stos de turbe ras y lagunas alpinas,
ce rvunale s (de la hie rba ce rvuna- Nardus strictaque no se “agosta” e n ve rano, y e n Guadarram a
de pe nde de la hum e dad e dáfica), nace de ros de
arroyos y ve ntisque ros, roque dos, gle ras, canchale s
y cingle ras. En e llos se asie nta una ve ge tación
e spe cializada con abundante s e spe cie s e ndé m icas
y algunas bore oalpinas.
El lím ite de l bosque e s con fre cue ncia m ás o
m e nos difuso, o se pre se nta e n form a de “die nte
de
sie rra,”
de bido
a
pe que ños
alude s.
Actualm e nte , de bido al cam bio clim ático, y a la
m e nor incide ncia de l pastore o e n las cum bre s de la sie rra, se apre cia una clara te nde ncia al asce nso de l arbolado. Hay zonas com o e l
Montón de Trigo, Pe ñalara, e l Ne ve ro, cabe zas de Hie rro o la Pinare ja, donde e l asce nso de l pinar e s ya m uy e vide nte , aprox im ándose
a las cum bre s. Junto a los arroyos y ríos, e n la zona basal, cre ce n las fre sne das-sauce das, llam adas sotos e n Se govia, En e l Paular
e stas form acione s e stán m uy e nrique cidas con e spe cie s e urosibe rianas (Corylus avellana, Prunus padus, Populus tremula, Viburnum opulus,
Betula alba, Euonymus europaeus). En la zona m e dia y alta las sauce das, llam adas ve rgue ras o gardave ras, son sobre todo de Salix
atrocinerea y e n m e nor m e dida S. salvifolia. Junto a e llos son fre cue nte s e l rabiacán (Frangula alnus) y los rosale s silve stre s, que son
m uy abundante s tam bié n e n los se tos e n las linde s de las fincas y e n los prados. En la Sie rra casi no hay alisos de bido a la
contine ntalidad.
LA FLORA
Aunque se pue de afirm ar que e l Guadarram a no pre se nta una gran rique za florística, sin e m bargo se e stim a que e x iste n ce rca de 1500
e spe cie s o sube spe cie s de plantas vasculare s, contando silve stre s, cultivadas y asilve stradas. Sólo e n e l e studio de tallado de l Valle de l
Lozoya (Fe rnánde z Gonzále z, 1989) se catalogaron 1205 tax one s, de spué s algunos m ás han sido incorporados a e ste catálogo. Por
tanto la Flora de l Guadarram a e n se ntido am plio re pre se nta algo m ás de l 20% de la flora total de la Pe nínsula Ibé rica.
Por su situación, la flora de l Guadarram a re cibe e spe cie s de dive rsas influe ncias o elementos florísticos. Al e le m e nto m e dite rráne o y
m e dite rráne o de m ontaña dom inante , hay que sum ar un im portante continge nte de flora norte ña, ya se a bore oalpina, e urosibe riana,
atlántica o te m plada. Tam bié n e stá m uy bie n re pre se ntado e l e le m e nto e ndé m ico ibé rico, con algunas plantas bastante com une s y
am pliam e nte distribuidas (“panhe rcínicas” com o Digitalis thapsi, Carduus carpetanus, Sedum pedicellatum, Crocus carpetanus, Narcissus
rupícola o N. pallidulus). C onvie ne te ne r pre se nte que e sas e spe cie s que lle van la de nom inación e spe cífica cie ntífica de guadarramica o
carpetanus, com o ocurre
tam bié n con Gagea
guadarramica (hoy de nom inada Gagea nevadensis) o
Doronicum carpetanus, no son ne ce sariam e nte
e ndé m icas de l áre a citada. O tros e le m e ntos com o
e l luso-e x tre m adure nse , e l le vantino o e l bé tico
e stán por e l contrario m uy poco re pre se ntados.
Dom inan claram e nte las e spe cie s silicícolas o
calcífugas (acidófilas),
y las
indife re nte s al
sustrato, aunque
e x iste n pe que ños e nclave s
basófilos m uy inte re sante s para la flora, que
aum e ntan
conside rable m e nte
la
dive rsidad
ve ge tal.
Entre la flora m ás rara e inte re sante , e ncontram os
num e rosos
e nclave s con
e spe cie s pire naicocantábricas o incluso bore oalpinas, que e ncue ntran
aquí, e n algunos casos, uno de sus lím ite s
m e ridionale s ibé ricos, com o por e je m plo, Androsace
vitaliana subsp. assoana,
Phyteuma spicatum o
Pedicularis schizocalix. A su ve z algunas e spe cie s,
propias de clim as m ás cálidos de l sur se re fugian
e n solanas rocosas, com o te stigos de un pasado
m ás té rm ico, com o por e je m plo e l alcornoque , e l
m adroño o e l rusco (La Pe driza, La C abre ra). En
cuanto a e nde m ism os ibé ricos se habla de la
pre se ncia de unos 107, algunos tan com une s com o
la m e jorana (Thymus mastichina), e l cantue so
(Lavandula pedunculata) y la pe onia o rosa de
re jalgar (Paeonia broteri). C uare nta de e llos se
La dedalera (Digitalis thapsi) es un endemismo ibérico ampliamente distribuido en el zócalo
re stringe n casi e x clusivam e nte al Siste m a C e ntral,
hercínico que abunda en la sierra de Guadarrama. Foto: autores del artículo.
com o e l cam broño (Adenocarpus. hispanicus), la
jarilla (Halimium. umbellatum), la arm e ria (Armeria
caespitosa) y dive rsos tom illos (Thymus bracteatus y Th. praecox). No hay ningún e nde m ism o e x clusivo, lo m ás próx im o se ría Ranunculus
valdesii, de l pue rto de l R e ve ntón y Navafría, que se gún “Flora Ibe rica” apare ce tam bié n e n Álava. No obstante hay algunos autore s que
re conoce n la e x iste ncia de tax one s e x clusivos de l e ntorno de l m acizo de Pe ñalara, que e stán todavía e n fase de e studio y
re conocim ie nto, com o Sedum pedicellatum subsp. pedicellatum, Erysimum penyalarensis (próx im o a E. gorbeanum), Silene boryi subsp.
penyalarensis o Allium schoenoprasum subsp. latiorifolium. Hasta hace unos años se conside raba Erodium paularense, un pe que ño ge ranio
silve stre de los cale rizos de l valle de Lozoya, com o e l único e nde m ism o de l Guadarram a, pe ro se ha e ncontrado poste riorm e nte e n
varios puntos de Guadalajara y Se govia. Tam bié n e s m uy singular e l caso de Senecio boissieri, e nde m ism o ibé rico guadarrám ico, bé tico
y cantábrico. Es inte re sante hace r notar que se sigue n e ncontrando nue vas citas de plantas, incluso árbole s, a pe sar de se r una sie rra
tan fre cue ntada por botánicos y naturalistas, com o Betula pendula (Se govia), Fagus sylvatica (La Se rna), Galium odoratum (=Asperula
odorata), Aconitum vulparia, Astrantia major o Streptopus amplexifolius, (Blanco et al., 2012; Baonza et al., 2013)
En cuanto a e spe cie s amenazadas y/o protegidas, algunas lo
e stán e n dife re nte s grados. Se pue de de cir de un m odo
aprox im ado que un ce nte nar de e spe cie s o sube spe cie s son
m uy e scasas o e stán am e nazadas de e x tinción (incluso
árbole s), la m ayoría e stán prote gidas aunque con crite rios
dife re nte s se gún las Autonom ías afe ctadas. En total e stán
prote gidas por le y 65 e spe cie s e n la parte de Madrid y otras
tantas e n C astilla y Le ón, pe ro no e stán todas las que son, ni
son todas las que e stán, un e studio se rio, global y profundo de
las e spe cie s ve ge tale s am e nazadas de la Sie rra, e n su conjunto,
e stá por hace r. Hay algunos casos de plantas re e ncontradas,
que se daban por e x tinguidas, com o los he le chos Polystichum
lonchitis e n Pe ñalara y Lycopodiella inundata e n e l Paular. En e l
caso de l abe dul pé ndulo (Betula pendula), se ha confirm ado su
pre se ncia re cie nte m e nte e n la parte se goviana (Blanco et al.
2012) y la de l haya e n La Se rna.
Solo e n e l m acizo de
Pe ñalara, hay m ás de 40 e spe cie s de plantas que pue de n
conside rarse e scasas o com prom e tidas e n cuanto a su
conse rvación, m uchas de e llas re lícticas (Montouto, 2000).
De flora alóctona y naturalizada com e ntar que de bido a la
contine ntalidad de e ste se ctor de l Siste m a C e ntral e x iste n pocas
e spe cie s que se aclim ate n y lle gue n a se r invasoras.
R e firié ndonos a los árbole s o arbustos, se han obse rvado
asilve strados e l arce re al (Acer pseudoplatanus), las falsas acacias
(Robinia pseudoacacia) y la bola de nie ve (Symphoricarpos albus)
e n Valsaín. En la zona de San R afae l algunas conífe ras e x óticas,
e ntre e llas la se quoia (Sequoiadendron giganteum), e stán
parcialm e nte asilve stradas y otro caso e s e l de las arizónicas
(Cupressus arizonica) e n La Pe driza.
En cuanto a flora cultivada de cir tan sólo que e x iste n algunos
cultivare s y e tnovarie dade s que se cultivaban por su valor
agrícola e n la Sie rra, y que se han ido pe rdie ndo, de stacando
algunas razas de frutale s y plantas hortícolas inte re sante s, que
re cie nte m e nte se tratan de e studiar y conse rvar e n bancos de
se m illas , o al m e nos re alizar inte rcam bios para que no se
pie rdan.
Los ve rdade ros nom bre s de las plantas de l Guadarram a son
aque llos que utilizaban de sie m pre las ge nte s de los pue blos
se rranos, nom bre s que se han ido pe rdie ndo o caye ndo e n e l
olvido por la e m igración, la influe ncia de los libros, e l turism o, o
La peonia o rosa de rejalgar (Paeonia broteri) es un endemismo ibérico
la pre sión urbana. Los pastore s y los paisanos conocían y
relativamente común, que suele aparecer en el ambiente umbroso de los mejores
nom braban sobre todo la flora útil, con nom bre s tan curiosos
melojares de la Sierra. Foto: autores del artículo.
com o e spantapastore s o sim ie nzas (Merendera montana), com o
jabino conocían al e ne bro, zuzón, sacape os o “be le ño” a Senecio
jacobea y castañe te ro o áce re al arce (Acer monspessulanum). Esta labor de re copilación de ve rdade ros nom bre s de las plantas de la
Sie rra de Guadarram a e stá por hace rse y e n e llo nos e ncontram os algunos. La Fitotoponimia e s una bue na he rram ie nta para e l
e studio de la flora, por e je m plo al abe dul se le llam aba antiguam e nte vie zo e n algunos puntos de Guadarram a y Ayllón, e x istie ndo e l
topónim o Los Vie zos, la Pe ña Be le sar pue de corre sponde r a la pre se ncia de Senecio pyrenaicus subsp. carpetanus, llam ada “be le sa”. El
C e rro de l Este par se corre sponde con la pre se ncia de Celtica gigantea (=Stipa gigantea) o Los C am bronale s con la de Adenocarpus
hispanicus. El conocim ie nto de plantas m e dicinale s u otros usos, que form a parte de la etnobotánica, tam bié n se va pe rdie ndo a gran
ve locidad e n la Sie rra, aunque la ve rtie nte se goviana aun e s rica e n e stos sabe re s; de staca la tradición de l uso de la m anzanilla, la
m alva, la ge nciana (o junciana), e l pole o; o e l consum o e n e nsalada de las pam plinas, pe rifollos (Montia fontana), ace de ras, e tc. Por
últim o, sólo nom brar la e x iste ncia de una se rie de jardine s y re cintos históricos de alto inte ré s (sobre todo e n El Escorial o La Granja de
San Ilde fonso), donde se pue de n adm irar árbole s e x óticos de gran de sarrollo y únicos e n España, algunos de e llos de clarados
m onum e ntale s o singulare s. O tros e je m plare s notable s de árbole s, ya se an silve stre s o cultivados se pue de n adm irar por toda la
Sie rra, algunos de e llos con nom bre propio, com o e l Pino de la Pinosilla, e l Alcornoque de los Bandole ros o e l Fre sno de la R e gue ra,
e ste últim o e n Braojos.
10 SINGULARIDADES DE LA CUBIERTA VEGETAL DE LA SIERRA DE
GUADARRAMA
La Sie rra de Guadarram a no pre se nta una e spe cial rique za florística, sin e m bargo su
posición ce ntral pe ninsular y su carácte r de barre ra y e ncrucijada e ntre las dos Me se tas
condicionan una se rie de originalidade s que re sum im os a continuación:
• Pre se ncia natural fragm e ntaria de pinares de Pinus sylvestris, e n su variante
contine ntal y e n lím ite de áre a. Bosque s bastante originale s y caracte rísticos que
ocupan una banda actual, discontinua y pujante , aunque de sde antiguo han sido
m ane jados para su e x plotación. La pre se ncia de e je m plare s te stigo m uy vie jos de
pino, dispe rsos por todo e l núcle o ce ntral de la Sie rra y los e studios polínicos
re alizados, apoyan claram e nte e sta naturalidad e indican una m ayor pre se ncia e n e l
pasado.
• Gran de sarrollo de un piso de piornal, que ocupa grande s e x te nsione s suprafore tale s
y se ase m e ja bastante al de Gre dos. Dom inan e l piorno se rrano (C. oromediterraneus) y
e l jabino (Juniperus communis subsp. nana), pe ro falta e l cam brión gre de nse
(Echinospartum barnadesii = E. ibericum). Este paisaje de cum bre s se continúa e n altura
o alte rna con e l m osaico de com unidade s ve ge tale s de la alta m ontaña, que tie ne n e n
Guadarram a una ace ptable re pre se ntación, a pe sar de la lim itada altura de la Sie rra.
Alte rnan allí los pastos de cum bre con ce rvunale s, canchale s, gle ras, turbe ras,
roque dos, ne ve ros y com unidade s de salpicadura (m e gaforbios), con pre se ncia de una
flora sie m pre inte re sante , ya se a oroe ndé m ica ibé rica, e urosibe riana o bore oalpina.
• Dom inancia de las genisteas, de la fam ilia de las le gum inosas, e n los m atorrale s y
form acione s arbustivas de sustitución de los bosque s. Pre se ncia de e scobonale s,
cam bronale s y re tam are s e n e l paisaje arbustivo, e n contraposición a los bre zale s que
dom inan las m ontañas ve cinas por e l e ste (Ayllón, Siste m a Ibé rico) y que aquí, e n
Guadarram a, ocupan m ínim as supe rficie s o se re fugian aisladam e nte e n de te rm inados
arroyos. Algunos m atorrale s de sustitución, si bie n no e x clusivos, son m uy
caracte rísticos de l paisaje de algunos se ctore s de l Guadarram a y e stán íntim am e nte
unidos a e lla, nos re fe rim os por e je m plo a los code sare s o cam bronale s (Adenocarpus
hispanicus y A. complicatus). Son tam bié n m uy caracte rísticos los e x te nsos cantue sare s
(form acione s dom inadas por Lavandula pedunculata y Th. mastichina), los botonale s de
tom illo pe rruno (Santolina rosmarinifolia y Artemisia campestris) o los be rce ale s de la
gram íne a C e ltica gigante a (= Stipa gigantea).
• El carácter refugio norteño de e stas m ontañas, e spe cialm e nte los num e rosos re lictos
de flora y ve ge tación e urosibe riana, atlántica y bore oalpina, condicionados por su
historia ge ológica y pale oclim ática. La e x iste ncia de un conjunto de e spe cie s fore stale s
de óptim o e urosibe riano, de fine n con su pre se ncia m uchas de e stas zonas. Hasta 15
e spe cie s arbóre as de e stas caracte rísticas pode m os e ncontrar com o indicadore s
m icroclim áticos. La m ayoría de e stos e nclave s e stán asociados con arroyos, ríos,
torre nte ras, grie tas de rocas um brosas, zonas higroturbosas o fontinale s.
• Bosques singulares o bosque te s puntuale s se pre se ntan e n am bas ve rtie nte s
Estudios re cie nte s re alizados e n la parte se goviana (Blanco et al. 2012) han dado
com o re sultado e l hallazgo de nue vos e nclave s de e ste tipo y han re valorizado su
im portancia para la dive rsidad de hábitats de la Sie rra. Entre é stos incluim os:
abe dulare s, ace be das, te m ble das (Populus tremula, “alam illo”), ave llanare s, roble dale s
albare s (Quercus petraea), te je das (Taxus baccata), ce re ce das (Prunus avium, P. padus) y
bosque te s m ix tos con otras e spe cie s arbóre as com o Fraxinus excelsior, Malus sylvestris,
Ulmus glabra, Sorbus aria, S. aucuparia o S. latifolia. En e stos e nclave s apare ce n casi
sie m pre un bue n núm e ro de e spe cie s ne m orale s, form ando un corte jo de gran inte ré s.
Muchas de é stas e spe cie s se e ncue ntran am e nazadas e n Guadarram a.
• Las formaciones submediterráneas transicionale s, com o los que jigare s (Q. faginea),
los sabinare s albare s (llam ados “e ne brale s” e n la Sie rra, Juniperus thurifera), o las
agrupacione s de arce (Acer monspessulanun). Son bosque te s singulare s que apare ce n
dispe rsos por la Sie rra, “cubrie ndo hue cos”. Los que jigare s ocupan pe que ñas zonas e n
la base de la sie rra, e n la zona de contacto e ntre e ncinare s y roble dale s, e n las
prox im idade s de las calizas, pe ro tam bié n fue ra de e llas. Los sabinares albares tie ne n
una pre se ncia m uy local, form ando una am plia m ancha basal (sobre todo calcícola) e n
la ve rtie nte e ste se goviana y algunos e nclave s puntuale s m adrile ños. La pre se ncia de
e je m plare s dispe rsos de e sta sabina de olor por otras zonas, indica una m ayor
e x te nsión de e stos bosque s e n e l pasado. No se de be n confundir e stos bosque s con
los enebrales casi puros de Juniperus oxycedrus, a ve ce s salpicados de cornicabras
(Pistacia terebinthus) que sue le n e ncontrarse e n la cara sur de la Sie rra, e n e l piso de l
e ncinar, fre cue nte m e nte asociados a be rrocale s graníticos m uy x é ricos.
• El alcornoque e s un caso m uy inte re sante de pre se ncia re licta e n la sie rra de
Guadarram a, re lacionada con su principal distribución luso-e x tre m adure nse . Apare ce
salpicado e n toda la ve rtie nte suroe ste de la Sie rra, e n e nclave s rocosos té rm icos,
incluso e n rodale s, indicando una pre se ncia m ucho m ás abundante e n e l pasado, con
un clim a m ás cálido. En La Pe driza Ante rior que da incluso e l topónim o Sie rra de El
Alcornocal, no le jos de l pue blo de Manzanare s El R e al, y hay bastante s otros puntos
donde tam bié n apare ce , com o la sie rra de Hoyo de Manzanare s, La C abre ra o La
C ue rda de los Porrone s, hacia El Boalo.
• Los otros pinares. No sue le se r m uy conocida la pre se ncia de pe que ñas
m anife stacione s de otras e spe cie s de pinos nativos, que alcanzan e l Guadarram a de
form a re licta. Nos re fe rim os al pino pudio (Pinus nigra subsp. salzmannii), de l que que da
un pe que ño bosque te con e je m plare s vie jos (m ix to con pino silve stre ), e ntre los 1000
y 1500 m e n C ue lgam uros y la cara sude ste solana de C abe za Lijar, En e sa m ism a
zona, e n la Jarosa, apare ce n e je m plare s vie jos de pino ne gral (Pinus pinaster), que
podrían te ne r tam bié n un carácte r e spontáne o, aunque
fue ron re poblados
am pliam e nte e n la com arca por parte de la Unión R e sine ra (años 50-70). Igualm e nte
e ncontram os rodale s naturale s de pino piñone ro (Pinus pinea) e n e l e x tre m o occide ntal
de la sie rra, sobre batolitos graníticos, e n la Alm e nara, San Martín de Valde igle sias,
C adalso de los Vidrios y C e nicie ntos, ya e n la cue nca de l C ofio y e l Albe rche .
• De staca e norm e m e nte la originalidad de los se ctore s de la Sie rra de l tipo de La
Pedriza, paisaje é ste de gran inte ré s ge ológico y paisajístico, por todos conocidos.
Dom ina e l m undo de la roca y las form as de l re lie ve de snudo, pe ro la ve ge tación
constituye tam bié n allí algo e x ce pcional, por la fre cue nte inve rsión de pisos y la m e zcla
de e le m e ntos florísticos m uy dispare s, con una flora rupícola re lativam e nte rica. Allí
pode m os e ncontrar por e je m plo, e ncinas a 1.800 m de altitud, cre cie ndo junto a
abe dule s, te jos junto a jaras com une s, m adroños y ruscos colgados junto a bre zos, u
originale s m antos de gayuba (llam ada allí “navajue lo”). Me nos conocidas son las
Sie rras de La C abre ra o de Hoyos de caracte rísticas sim ilare s.
• En cuanto al paisaje humanizado, aunque toda la Sie rra tie ne una gran influe ncia
antrópica de sde m uy antiguo, de stacare m os la originalidad de sus paisaje s rurale s e n
m alla o bocage, situados sie m pre e n las prox im idade s de los pue blos de l pie de m onte
de la Sie rra. Son é stos, paisaje s re ticulados, con alte rnancia de se tos arbustivos y
arbóre os e ntre prados de sie ga y die nte favore cidos por antiguas re gue ras y ace quias,
donde dos e spe cie s arbóre as tie ne n e l total protagonism o: e l fre sno y e l roble , que
fre cue nte m e nte se trasm ochaban para aum e ntar la productividad y favore ce r e l pasto.
Paisaje s m uy originale s y valiosos que actualm e nte se e ncue ntran e n crisis, por e l
abandono de la actividad ganade ra y e l aum e nto de las se gundas re side ncias. Son
sie m pre te rre nos com unale s, de nom inados “La De he sa”, De he sa Boyal o Soto. Todavía
se pue de n ve r e n m últiple s puntos de am bas ve rtie nte s.
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