cáritas, testimonio del amor de dios, signo de credibilidad eclesial y

Transcripción

cáritas, testimonio del amor de dios, signo de credibilidad eclesial y
FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA
INSTITUT DE TEOLOGIA FONAMENTAL
ARMANDO CESTER MARTINEZ
CÁRITAS, TESTIMONIO DEL AMOR DE DIOS,
SIGNO DE CREDIBILIDAD ECLESIAL Y
ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN
TESIS DOCTORAL
BARCELONA
2014
A Isabel, mi esposa.
A mis hijos, Jorge y Pablo.
CÁRITAS, TESTIMONIO DEL AMOR DE DIOS,
SIGNO DE CREDIBILIDAD ECLESIAL Y
ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN
FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA
INSTITUT DE TEOLOGIA FONAMENTAL
Tesis doctoral: Cáritas, testimonio del amor de Dios, signo de credibilidad eclesial y
ámbito de evangelización, realizada por D. Armando Cester Martínez, y defendida el 28 de
febrero de 2014 ante el tribunal compuesto por:
Prof. Dr. Joan Planellas i Barnosell, vicedecano
Prof. Dr. Ramón Prat i Pons, director de la tesis
Prof. Dr. Xavier Alegre Santamaria
Prof. Dr. Josep Miralles Massanés
Obteniendo la máxima calificación de Summa cum laude.
Depósito legal: Z430-2014
© Armando CESTER MARTÍNEZ
Zaragoza, 2014
FACULTAT DE TEOLOGIA DE CATALUNYA
Diputació, 231 – 08007 BARCELONA
ÍNDICE GENERAL DE LA TESIS
I. INTRODUCCIÓN : OBJETIVOS Y METODOLOGÍA.
1. Introducción.
II. MIRADA CREYENTE A LA REALIDAD DE CÁRITAS.
2. Documentos institucionales sobre la identidad y la acción de Cáritas.
3. Cáritas como organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativasocial.
III. DISCERNIMIENTO TEOLÓGICO-PASTORAL
4. El "ser" y el "hacer" de Cáritas, testimonio del amor de Dios.
5. Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia: signo y portadora
de la salvación de Dios en Cristo.
6. Constatación en torno a Cáritas desde las encuestas: "La actividad de
Cáritas y su incidencia sobre las personas".
7. Cáritas como signo de credibilidad eclesial.
8. Cáritas como ámbito de evangelización.
IV. DIRECTRICES OPERATIVAS.
9. Treinta y una directrices operativas sobre la identidad y misión de
Cáritas.
V. CONCLUSIÓN.
10. Conclusión final.
7
8
1. INTRODUCCIÓN
Es posible que hoy en día existan suficientes elementos de reflexión
sobre la identidad y misión de Cáritas. Sin embargo, queremos estudiar
como Cáritas desde el testimonio del amor de Dios hacia los más
empobrecidos y como dimensión diaconal de la propia Iglesia que es, se
muestra como signo de credibilidad eclesial, es decir, contribuye a que la
misma Iglesia sea signo perceptible de la llegada de la salvación de Dios al
mundo.
Reflexionar sobre esta circunstancia se torna hoy fundamental y
acuciante ante la grave falta de credibilidad eclesial. La proclamación de la
Buena Nueva de Dios, con obras y palabras, requiere un nuevo estilo
personal y comunitario que hemos de buscar y encontrar, y que sin duda y
como siempre ha de brotar del testimonio del seguimiento del Dios revelado
por Jesucristo mediante el Espíritu Santo.
Esta Tesis quiere, pues, situarse en el horizonte de la Teología
Fundamental, no sólo porque hay una dimensión de frontera en la acción de
Cáritas, ya que su testimonio y servicio a los pobres, puede llevar a los
alejados a la fe; sino porque la revelación y credibilidad forman parte
esencial del objeto de dicha disciplina teológica. A ellas se une el acto de fe
al que se dirigen tanto la revelación como la credibilidad. A todo esto nos
vamos a referir en nuestro trabajo.
Pero existe el peligro de concebir la acción de Cáritas como respuesta a
la coyuntura del momento eclesial que vivimos, o como una forma de
tranquilizar el afán evangelizador en un momento difícil para la transmisión
de la Buena Nueva del Evangelio en la sociedad en que vivimos.
No es este el motivo que nos mueve. La Teología existe como servicio
eclesial. Su tarea consiste en lograr que la Iglesia sea fiel a la misión
recibida. Esa misión se cumple como testimonio del Amor que la ha
llamado a la existencia. La Teología por tanto, no puede cumplir su servicio
más que como Teología que vive del Amor originario y que discierne los
caminos más adecuados –como pretendemos en esta tesis– para que esa
caridad sea visible y experimentada, para que las comunidades eclesiales y
Cáritas en ellas, sean signo del Reino de Dios con una actitud samaritana.
9
Este testimonio eclesial encuentra también su lugar en el ámbito de la
transmisión de la fe. Por ello es necesario reflexionar sobre la posible
recepción positiva, por parte de un destinatario, del testimonio de la acción
caritativa y social, de Cáritas, es decir, sobre la primera aceptación positiva
de la revelación cristiana por parte de un sujeto que percibe a Dios en ese
acto. Se trata entonces de una fase elemental pero primigenia del encuentro
entre Gracia y naturaleza en la historia concreta. Ello da pie a una
interesante relación entre Teología Fundamental y práctica pastoral a
propósito del primer acto de fe al que puede contribuir Cáritas como acción
diaconal de la Iglesia.
Este enfoque, toma muy en serio el misterio de la encarnación y la
historicidad tanto de la revelación como del ser humano al que va dirigida,
determinando el sentido profundamente pastoral que debe estar presente en
la elaboración de la Teología Fundamental y que tendremos muy en cuenta
en nuestro trabajo.
Ahora bien, hay que tener cuidado en no confundir la pastoralidad de la
Iglesia, y la que va inherente a las distintas disciplinas teológicas, con lo que
se denomina como Teología Pastoral.
La Teología Pastoral es la reflexión teológica sobre la globalidad de la
acción a través de la cual la Iglesia se va realizando. Una reflexión que ha
de tener en cuenta, tanto la naturaleza de la propia Iglesia, y sus situaciones
actuales, así como las de la sociedad en la que vive.
Esta autorrealización eclesial es tarea de todos los creyentes, que se va
realizando no solo a través del anuncio de Jesucristo y la celebración, sino
también a través del ejercicio de la caridad, sobre todo con los más
desfavorecidos.
Desde este punto de vista, podemos afirmar, que la reflexión teológica
sobre la acción caritativa-social de la Iglesia, y por tanto de Cáritas,
encuentra su lugar en la Teología Pastoral, que como ciencia autónoma,
tendrá que decir, partiendo de un análisis creyente de la realidad, según unas
categorías teológicas, lo que la Iglesia-Cáritas tiene que hacer en cada
momento.
Por ello, nuestra Tesis, también necesita recurrir a esta disciplina
teológica; porque empleando una metodología de "Lectura Creyente de la
Realidad", reflexionamos sobre lo que debe ser y hacer Cáritas, aquí y
ahora.
La Teología Fundamental y la Teología Pastoral, tienen cada una de
ellas una tarea específica y su propio método, de tal modo que no se pueden
10
reducir la una a la otra, sino que por el contrario, se hace necesaria una
mutua colaboración. Y de esta relación mutua se sirve y en ella se basa la
reflexión de nuestro trabajo, apoyándose en las connotaciones comunes que
presentan ambas disciplinas; ya que por su objeto propio y por su
metodología, deben las dos, establecer un diálogo permanente con otras
ciencias y deben mantener una apertura a los signos de los tiempos,
teniendo muy en cuenta como ya señalábamos anteriormente, la realidad del
misterio de la encarnación y la historicidad de la revelación.
Ambas se insertan dentro del proyecto misionero de la Iglesia y
constituyen valiosas herramientas para la comunicación y recepción del
mensaje revelado; aspectos estos que sin duda, estudiaremos y trataremos en
nuestro trabajo.
Una vez que hemos expuesto las motivaciones y el planteamiento de la
Tesis en relación con las Teologías Fundamental y Pastoral, debemos
mostrar como vamos a estructurar y desarrollar la misma.
En un primer momento, la introducción recoge el planteamiento de la
Tesis, motivaciones de su realización y objetivos que se quieren alcanzar.
Se especifican, así mismo, los documentos institucionales sobre la identidad
y acción de Cáritas que se van a emplear.
En un segundo movimiento se parte de la descripción de Cáritas como
organismo oficial, “visible”, de la Iglesia para la acción caritativa-social
(aspecto histórico); para llegar después de desarrollar todo el apartado a
reconocer su realidad más profunda: Cáritas como expresión del ser
diaconal de la Iglesia (aspecto teológico).
Dentro de este capítulo nos extendemos y reflexionamos sobre el “ser” y
el “hacer” de Cáritas, considerando la identidad y el modo de actuar de
Cáritas para verificar que testimonia el amor de Dios a los hombres y
mujeres de hoy. Este apartado es el que nos hace descubrir que Cáritas no es
sólo una organización, sino y sobre todo, la diaconía caritativo-social de la
Iglesia.
En un tercer momento se analiza la validez y la aportación de Cáritas a
la credibilidad de la Iglesia como signo e instrumento eclesial del amor de
Dios hacia los más necesitados de la sociedad en las condiciones reales y
concretas de las Iglesias locales.
Por último, se reflexiona sobre el lugar de Cáritas en el proceso
evangelizador y su manera peculiar y específica de contribuir a dicha
acción.
11
Para afianzar nuestro discurso sobre la aportación de Cáritas a la
credibilidad eclesial y su lugar en el proceso evangelizador, realizamos una
encuesta que nos proporciona datos muy interesantes para clarificar ambas
cuestiones. Dicho cuestionario pone también de manifiesto aspectos que
planteados teóricamente en los capítulos anteriores toman carta de
naturaleza en la realidad cotidiana de la que forman parte Cáritas y su
acción samaritana con los empobrecidos y marginados.
Terminamos con las conclusiones.
En lo referente a la metodología, es necesario realizar dos
observaciones.
La primera se refiere al alcance de nuestro trabajo, que se circunscribe a
la acción de Cáritas en el territorio español, ya sea a nivel nacional,
diocesano o parroquial.
La segunda, que para este trabajo hemos empleado todos los
documentos programáticos de Cáritas Española, entendiendo que son
aquellos que definen en el marco de la identidad de Cáritas, elementos que
orientan de una manera estable –a medio o largo plazo– la acción de la
Confederación de Cáritas en algunos de los aspectos nucleares de su misión.
Por último, es necesario que expongamos qué pretendemos aportar con
nuestra reflexión.
Desde la importancia eclesial que tiene Cáritas como organismo oficial
de la Iglesia Católica para realizar su acción caritativa-social, nuestra Tesis
pretende hacer tres aportaciones fundamentales:
La primera, realizar un estudio profundo de Cáritas desde su identidad y
acción, para poner de manifiesto que ella no es una ONG o una empresa de
servicios sociales, aunque deba emplear estas mediaciones para cumplir su
misión en la sociedad a la que también pertenece, sino que su realidad más
profunda y verdadera es la de ser dimensión diaconal de la caridad eclesial:
expresión del amor preferencial del Dios de Jesucristo a los más pobres. Es,
pues, la misma Iglesia, no una organización de la Iglesia.
La segunda, poner de manifiesto la aportación de Cáritas a la
credibilidad de la Iglesia. Cáritas es y será signo de credibilidad eclesial en
la medida en que como Iglesia que es, transparente al mundo a Cristo, se
presente ante la sociedad como una comunidad de amor fraterno expresión
provisional de Reino de Dios. Este planteamiento exige que al tratar de
Cáritas analicemos su “ser eclesial” y que al referirnos a la propia Iglesia
quede siempre sobreentendida su esencial referencia a Jesucristo.
12
Así presentadas las cosas, nos preguntaremos y trataremos de responder
por el modo en que Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia,
contemplada en ella misma, es signo de credibilidad eclesial y testimonio
del amor preferencial de Jesucristo por los más desfavorecidos.
Y la tercera, fundamental y absolutamente novedosa, reflexionará sobre
la estrecha relación que debe existir entre el servicio de Cáritas y la
evangelización: el único salvador es Jesucristo, y no la Iglesia, pero la
significatividad –la credibilidad– de la salvación, y del Salvador se presenta
ante los hombres y mujeres de hoy, les reclama y les pone en situación de
optar y de abrirse a la fe a través de la Iglesia. Para ello es necesario que el
sujeto experimente la fuerza de la presencia y de la acción de Dios que sale
a su encuentro en la Iglesia y en ella por medio de Cáritas en cuanto
dimensión diaconal eclesial que es.
Trataremos, pues de establecer con precisión el lugar de la acción
caritativa-social de Cáritas en el proceso evangelizador, haciendo especial
referencia al testimonio explícito de Cristo, que debe mostrar el ejercicio de
la caridad, y la relación intrínseca que debe tener con el anuncio implícito y
explícito de Jesucristo. Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el
proselitismo oportunista, pero debe transparentar siempre a Jesucristo y
estar dispuesta a “dar razón de la esperanza” (1 Pe 3,15) cuando así se lo
pidan. Se trata esta, sin duda, de una de las cuestiones más delicadas en la
actualidad, y por eso la reflexión teológica no debe abdicar de su propia
responsabilidad.
Sobre lo que tratamos de reflexionar y esa es nuestra aportación es la
visibilidad, la inteligibilidad, la credibilidad del amor de Dios de Jesucristo
por los empobrecidos y marginados, encarnado en la Iglesia y realizado por
su diaconía, Cáritas. Y como este testimonio suscita o contribuye al acto de
fe, a la respuesta afirmativa de la persona humana a la iniciativa amorosa de
Dios.
Además, pretendemos que esta Tesis tenga una aplicación práctica y que
anime en cada comunidad cristiana el testimonio de la caridad con los
pobres y excluidos, con los que sufren. De tal manera que contribuya a la
clarificación, renovación y promover un nuevo impulso de la pastoral de la
caridad en nuestra Iglesia.
Por último, decir, que en esta Tesis, seguiremos el método teológicopastoral de la "Lectura Creyente de la Realidad":
Partimos de un problema: que se considere a Cáritas como una ONG,
empresa de servicios sociales o como mera organización de carácter
13
asistencialista; desconociendo su contribución a la credibilidad eclesial y a
la evangelización de las mujeres y los hombres de hoy.
Con posterioridad establecemos unos criterios que evidencien que
Cáritas es, sobre todo, diaconía eclesial, y que como tal "lucha por la
justicia" y "lava los pies" de los últimos y desheredados de la sociedad.
Desde este servicio mostraremos que Cáritas es signo de credibilidad
eclesial y que, con su actividad, ocupa un lugar irremplazable en la
evangelización que lleva a cabo la Iglesia.
Se pretende pues, a la luz de la Palabra de Dios, observar, analizar y
diagnosticar teológicamente la actividad de la Institución, para saber si
responde al proyecto que Dios tiene para ella y, a partir de aquí, proponer
acciones para que sea fiel al designio que Dios tiene para Cáritas.
Para ello, como ya hemos afirmado anteriormente, utilizaremos una
metodología: la "Lectura Creyente de la Realidad", que desde la
observación de la misma, trata de diagnosticar si se encamina hacia el
proyecto de Dios sobre la historia . Como consecuencia de este diagnóstico,
se nos ofrecen las claves para transformar evangélicamente esa realidad
cotidiana mediante una acción consciente, comprometida y evangelizadora.
En la dinámica del método teológico-pastoral, hemos realizado una
investigación, con su correspondiente trabajo de campo, en estas realidades
concretas:
• Analizar los textos programáticos de Cáritas, que formula su
identidad y misión a lo largo de su andadura histórica.
• La realización de una encuesta sobre "la actividad de Cáritas y su
incidencia sobre las personas", que recoge el parecer de cuatro colectivos
poblacionales bien diferenciados: creyentes y no creyentes que no tienen
relación directa con la Institución, y de agentes y usuarios de la misma.
Hemos de señalar que es la única investigación de estas características que
se ha realizado en Cáritas.
• La investigación y el análisis de diferentes encuestas sociológicas de
contrastada validez: "Fundación Santa María", "Centro de Investigaciones
Sociológicas" dependiente del Ministerio de la Presidencia del Gobierno de
España, y "Eurobarómetro para la Comisión Europea", sobre la opinión
pública Europea.
14
• El estudio de la reflexión realizada por teólogos de la caridad,
especialmente a través de la revista especializada en Teología de la Caridad,
"Corintios XIII".
A continuación presentamos los resultados de esta investigación, sobre
todo, los de las encuestas sociológicas y de la llevada a cabo por nosotros, y
hemos elaborado los criterios teológicos-pastorales de discernimiento.
Finalmente, y a la luz de toda la reflexión teológico-pastoral,
presentamos treinta y una directrices operativas y una conclusión final.
15
16
2. DOCUMENTOS INSTITUCIONALES SOBRE LA
IDENTIDAD Y LA ACCIÓN DE CÁRITAS
2.1. Documentos programáticos
Pertenecen a este grupo, aquellos documentos que a lo largo de los años
han ido poniendo de manifiesto y desarrollando la identidad y la manera de
“hacer” de Cáritas. Todos ellos configuran una reflexión sobre Cáritas que
le hace situarse en los principios y fundamentos por los que fue creada,
adaptarse sin renunciar a los mismos en las diferentes épocas históricas que
le toca vivir; y lo que es más importante, profundizar en el misterio del que
es portadora como diaconía eclesial que es.
De todos ellos, tres nos parecen los más importantes: los estatutos, que
regulan, según la ordenación jurídica de la Iglesia, su identidad y misión.
El documento: “Reflexión sobre la identidad de Cáritas” que reflexiona
y profundiza en la propia identidad institucional, para realizar mejor el
ministerio de la caridad que se le ha confiado.
Por último, el “Modelo de Acción Social”, documento esencial para
desde la identidad de Cáritas, poder comprender el presente y actuar en él,
así como saber encarar el futuro con atrevimiento y valentía. Estamos
hablando de definir una manera de intervención social cimentada en la
verdad del Amor de Dios que se plasma en el encuentro entre personas.
2.1.1. Estatutos de Cáritas Española1
Los estatutos de Cáritas Española recogen su identidad y naturaleza. Así
mismo, regulan la organización y vida de la misma2.
Constan de nueve capítulos que se desarrollan en 57 artículos3 y seis
disposiciones transitorias.
1
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos de Cáritas Española (Madrid 1993). Este documento
se citará como Estatutos.
2
No profundizaremos en este momento sobre el contenido de los estatutos. Lo haremos de
una manera más precisa en el apartado 3 de este mismo trabajo: Cáritas como organismo
oficial de la Iglesia para la acción caritativo-social.
3
Los artículos del mismo se referenciarán como Arts.
17
Los capítulos son los siguientes:
Capítulo I: De la naturaleza, institución y domicilio de Cáritas Española.
Capítulo II: De la finalidad de Cáritas Española.
Capítulo III: De la dirección jerárquica de Cáritas Española.
Capítulo IV: De los órganos de Cáritas Española en el plano nacional.
Capítulo V: Del régimen económico de Cáritas Española en el plano
nacional.
Capítulo VI: De Cáritas Española en los planos diocesano y parroquial.
Capítulo VII: De Cáritas Española en el plano regional o autonómico.
Capítulo VIII: De las asociaciones, instituciones y órdenes religiosas de
acción caritativa y social.
Capítulo IX: De la disolución de Cáritas Española.
2.1.2. Reflexión sobre la identidad de Cáritas4
Este documento se crea en el marco de la preparación del Gran Jubileo
del Año 2000 que celebró toda la Iglesia, y con motivo de cumplir Cáritas
cincuenta años de existencia.
Vio la luz tras un laborioso proceso:
a) Se elaboró un dossier con abundante documentación proveniente de
Asambleas Generales, ponencias, publicaciones, reuniones y cursos de
Cáritas, que en la Asamblea del año 1996 se convierte en “Instrumento de
trabajo”.
b) Se remite el “Instrumento de trabajo” a todas las Cáritas Diocesanas
para su estudio y envío de aportaciones.
c) Inclusión de las aportaciones de las Cáritas Diocesanas para elaborar
el documento definitivo.
d) Envío del documento a los obispos de la Comisión Episcopal de
Pastoral Social, que le dan el visto bueno definitivo,
Este trabajo no es el documento de la identidad de Cáritas, sino que lo es
de “reflexión” sobre la misma. La identidad propiamente dicha viene
4
CÁRITAS ESPAÑOLA, Reflexión sobre la identidad de Cáritas (Madrid 1998). Este
documento se citará como Identidad.
18
especificada en los Estatutos y diferentes documentos del Magisterio de los
obispos españoles.
Este documento de reflexión ofrece claves fundamentales: teológicas,
eclesiológicas y pastorales, que en su conjunto presentan una visión global
sobre la identidad y misión de Cáritas estructurada a través de tres ejes:
El primero contempla la fuente teologal, trinitaria de la caridad que
fundamenta el amor preferencial de la Iglesia por los desfavorecidos.
En el segundo se aproxima al ministerio de la caridad en la vida y
misión de la Iglesia, describiendo las dimensiones fundamentales de la
misma y cómo en ellas Cáritas adquiere un rostro peculiar.
El tercer eje, señala a Cáritas como la institución eclesial a la que se le
confía el ministerio de la caridad. Para cumplir con ello, Cáritas ha de
asumir una manera singular en el “hacer” y vivir una espiritualidad que
sustente y sostenga su actividad.
2.1.3. Modelo de Acción Social5
Este documento, no es sólo una metodología para la acción social, ni un
conjunto de recetas o una colección de soluciones.
Es más bien un horizonte, una perspectiva y una presencia para
cualquier acción que pretenda dignificar a los desfavorecidos de nuestra
sociedad. Fundamenta el ser y quehacer de Cáritas y significa la unidad
entre identidad y la acción, el pensamiento y la acción. En definitiva,
muestra un camino para encarnar la Buena Noticia en nuestro tiempo y
cauce para construir un mundo renovado que anticipe el Reino de Dios.
El trabajo se estructura en cuatro apartados: los fundamentos del
modelo, las opciones del mismo, características de la acción que dan soporte
al modelo y como pasar del pensamiento a la acción.
2.1.4. La diaconía de Cáritas en las diócesis6
Este trabajo analiza el servicio de Cáritas en las diócesis españolas desde
la lectura de los resultados de la encuesta que remitieron aquellas y en la
5
CÁRITAS ESPAÑOLA, Modelo de Acción Social (Madrid 2009). Este documento se
citará como MAS.
6
CÁRITAS ESPAÑOLA, La diaconía de Cáritas en las diócesis (Madrid 1996). Este
documento se citará como Diaconía.
19
que contestaban sobre la necesidad de integrar a Cáritas en la Pastoral
diocesana.
2.1.5. Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años7
Este documento estuvo enmarcado en el proceso de análisis y
renovación de la acción sociocaritativa de la comunidad cristiana que la
Iglesia de España puso en marcha en aquellos años y cuyo mayor
exponente, en palabras del Mons. José María Guix, entonces obispo
presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, fue “el Congreso
Nacional sobre los desafíos de la pobreza a la acción evangelizadora de la
Iglesia", celebrado en septiembre de 1996.
Recogiendo la responsabilidad que Cáritas tenía y tiene como organismo
oficial de la Iglesia para la acción caritativa y social, vio la luz este trabajo
en el que además de afirmar la inequívoca identidad eclesial y evangélica de
Cáritas, orienta una labor responsable de reflexión y de análisis de sus
acciones, y de adecuación a la realidad circundante en aquel momento y de
cara al futuro.
2.1.6. Cincuenta años de Acción Social. Cáritas Española (1947-1997)8
Con ocasión de la celebración del Cincuentenario de Cáritas, J. Sánchez
Jiménez realizó este interesante trabajo en el que resume la actividad de la
Institución a lo largo de todo ese tiempo (1947-1997) con una referencia
directa, incisiva e inquietante a la preocupación y objetivos esenciales de su
trayectoria.
Divide este tiempo en seis etapas:
a) En la inmediata postguerra (1942-1947): necesidad, escasez, hambre.
b) La búsqueda de una caridad organizada (1947-1957).
c) La vocación social de Cáritas (1957-1970): “Prevenir mejor que
curar”.
d) En sintonía con el Concilio: optar y luchar por la justicia (19701982).
7
CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años
(Madrid 1996). Este documento se citará como Marco.
8
J. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, 50 años de Acción Social. Cáritas Española (1947-1997)
(Madrid 1997). Este documento se citará como Cincuenta.
20
e) Las consecuencias y resultados de una acción efectiva (1982-1995).
f) Un presente para el futuro: más allá del 2000.
2.1.7. Guía de formación9
Todos los miembros de nuestra Iglesia que colaboran en Cáritas, en
diferentes niveles: ya sea parroquial, diocesano, autonómico; necesitan
formarse, prepararse permanentemente para bien de aquellos que son objeto
de amor profundo por parte del Señor y de su Iglesia.
Con ese fin se redactó esta guía de formación. Instrumento no solo
valioso sino imprescindible para que todos los que colaboran en Cáritas lo
hagan con sentido de responsabilidad.
El documento, desde la formación, trata de promover unos voluntarios
de Cáritas, unos directivos y unas Cáritas en sus diferentes niveles, que se
conviertan en “luz del mundo” y “sal de la tierra” en el campo de la acción
caritativa y social de la Iglesia.
Esta guía se compone de tres apartados:
a) La primera parte es presentación y resumen de todo lo demás y ayuda
a hacerse una idea de que se pretende con ese trabajo.
b) La segunda parte se marcan las cuatro indicaciones de la formación
en Cáritas: a quienes escuchan a los pobres, a quienes reflexionan sobre su
compromiso personal, a quienes descubren y muestran el rostro de Jesús y a
quienes construyen Comunidad.
c) La última parte ofrece todas las pistas posibles para la organización de
los Planes y Programas de formación en las Cáritas Parroquiales y
Diocesanas.
2.1.8. Propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social
(1997)10
Cáritas recoge en este trabajo las propuestas más significativas del
Congreso celebrado en Madrid en Junio de 1997 sobre: “Propuestas de
políticas sociales contra la exclusión social”.
9
CÁRITAS ESPAÑOLA, Guía de formación (Madrid 1997). Este documento se citará
como Formación.
10
CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social
(Madrid 1997). Este documento se citará como Propuestas97.
21
El documento se divide en cinco apartados:
El primero trata sobre la pobreza y exclusión social como fenómenos
estructurales.
El segundo aborda los desafíos de la pobreza en España.
El tercero se centra en la ética.
El cuarto marca los objetivos generales de actuación.
Y por último, el quinto, enumera las diversas propuestas ante los
diversos factores que intervienen en la exclusión social.
2.1.9. La relación de Cáritas con las Administraciones Públicas11
Cáritas debe buscar que sus relaciones con las Administraciones
Públicas se enmarquen en un acuerdo que vaya más allá de lo económicofinanciero, promoviendo espacios de respeto mutuo, aceptación de las
diferencias, y sobre todo, colaboración ante la realidad existente.
Recogiendo esta reflexión, la Comisión de Acción Social de Cáritas
Española elaboró este documento con la finalidad de ofrecer orientaciones
en cuanto a las relaciones que Cáritas debe observar con las
Administraciones Púbicas.
Este trabajo se estructura en tres partes:
a) Contexto social.
b) Fundamentos de Cáritas en su relación con las Administraciones
Públicas: principios, criterios y orientaciones.
c) Formas de relaciones.
2.1.10. Cáritas Española 1942-1997. Acción social y compromiso
cristiano12
Este estudio es el desarrollo del trabajo: “Cincuenta años de Acción
Social. Cáritas Española (1947-1997)”, realizado por el mismo autor J.
Sánchez Jiménez y con la misma estructura capitular.
11
CÁRITAS ESPAÑOLA, La relación de Cáritas con las Administraciones Públicas
(Madrid 1997). Este documento se citará como Administraciones.
12
J. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cáritas Española 1942-1997. Acción social y compromiso
cristiano. (Madrid 1997). Este documento se citará como Compromiso.
22
Recoge muchísima más información que en la anterior obra, y lo dota de
una cronología y un anexo en el que además de incluir los primeros
estatutos de Cáritas, recoge también el Reglamento del Secretariado
Nacional de Caridad (1947); orientaciones prácticas para organizar ese
Secretariado (1942); bases de funcionamiento para un Secretariado
Parroquial de Caridad (1943); primeros estatutos de la Conferencia
Internacional Católica de Caridad (1951) y por último, estipula las
prioridades estratégicas para Cáritas en la perspectiva del año 2000 (1995).
2.1.11. Comunicación Cristiana de Bienes13
Este documento lo elaboró la comisión de formación y animación
comunitaria de Cáritas Española con el objetivo de promover una reflexión
en torno a Cáritas como expresión e instrumento eclesial de la Comunión
Cristiana de Bienes, en su relación con el mundo de la pobreza.
Se revela como un instrumento válido para fortalecer la práctica
cotidiana de la Comunicación Cristiana de Bienes en las Cáritas Diocesanas
y Parroquiales.
Se compone de cuatro bloques.
a) ¿Por qué la Comunicación Cristiana de Bienes? Se ofrecen
orientaciones para fundamentar esta práctica cristiana.
b) ¿Cómo vivimos la Comunicación Cristiana de Bienes? En este
apartado se dan pistas para evaluar esta experiencia en Cáritas
c) ¿Cómo fortalecer nuestra práctica en la Comunicación Cristiana de
Bienes? En este apartado se vislumbra el futuro.
d) Anexo documental, muy valioso para profundizar en esta cuestión.
2.1.12. Directorio de Cooperación Internacional14
En este trabajo se presenta de manera sistemática los diferentes
elementos de carácter programático que, teniendo en cuenta la identidad de
Cáritas, definen el quehacer de la Confederación en materia de Cooperación
Internacional.
13
CÁRITAS ESPAÑOLA, Comunicación Cristiana de Bienes (Madrid 2001). Este
documento se citara como Comunicación.
14
CÁRITAS ESPAÑOLA, Directorio de Cooperación Internacional (Madrid 2002). Este
documento se citará como Directorio.
23
Su finalidad es ofrecer un marco compartido de referencia, para
encuadrar coordinadamente la realidad de Cooperación Internacional en el
conjunto de las Cáritas.
Este documento es un marco de referencia para los planes de
cooperación y de los protocolos de actuación, que permiten concretar en los
diferentes planos de actuación de Cáritas, los principios operativos que en él
se recogen.
Consta de tres apartados.
a) La Cooperación Internacional en la misión de la Confederación.
b) El modelo de acción en Cooperación Internacional.
c) Organización de la Cooperación Internacional en la Confederación.
2.1.13. Propuestas de Cáritas Española para unas Políticas Sociales
2010-202015
En el marco del Año Europeo de Lucha Contra la Pobreza y Exclusión
Social (2010) y la celebración en Madrid del Congreso Europeo sobre
Pobreza y Exclusión Social; Cáritas elabora unas propuestas a las políticas
sociales que se llevan a cabo en nuestro país, conscientes de que unas
nuevas políticas sociales en España enriquecen el Modelo Social Europeo y
que las políticas europeas han tenido, tienen y tendrán una gran incidencia
en las políticas sociales en nuestra sociedad.
Este documento pone de manifiesto que si bien Cáritas ayuda a las
personas en su desarrollo personal, también contribuye a la transformación
social. Aprovechando las nuevas formas de participación en la política, y
como exigencia de justicia y caridad, demandando políticas y formas de
redistribución más justas para todas las personas, especialmente aquellas
que sufren situaciones de marginación social o pobreza.
De esta manera se muestra y queda patente el compromiso de Cáritas
con el proceso de construcción social –en España y en Europa– que el
tiempo actual demanda a todos los actores sociales.
El documento consta de tres partes: un análisis, una visión y las
propuestas a las políticas sociales: finalidad, objetivos y medidas.
15
CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas de Cáritas Española para unas Políticas Sociales
2010-2020 (Madrid 2010). Este documento se citara como Propuestas2010.
24
2.1.14. Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos actuales
de la situación social16
Este documento vio la luz, con el objetivo de ofrecer a todos los grupos
políticos y agentes sociales, con ocasión de la convocatoria de elecciones
generales en España el año 2011, unas propuestas políticas, que desde la
experiencia diaria del trabajo de Cáritas con las víctimas de la exclusión,
permitiera que pudieran adoptar y establecer si lo creían oportuno unos
criterios de actuación pública en materia de política social que
contribuyeran a superar las estructuras de desigualdad existentes en España;
para sentar las bases de un nuevo orden social que los empobrecidos
reclaman.
Cáritas realiza este trabajo, desde el compromiso, derivado, de su propia
misión como servicio organizado de la caridad del conjunto de la
comunidad cristiana a favor de los marginados y excluidos, y por otra, de su
acción como interlocutor cualificado ante los poderes públicos, de una
importante base social involucrada en la defensa de la dignidad y los
derechos de las personas más vulnerables de nuestra sociedad.
Los capítulos que componen este documento son:
a) Propuestas sobre protección social y servicios sociales.
b) Propuestas sobre el acceso a una vivienda digna.
c) Propuestas sobre empleo.
d) Propuestas sobre migración.
e) Propuestas sobre cooperación para el desarrollo.
f) Propuestas sobre financiación y fortalecimiento del Tercer Sector.
2.2. Cuadernos de formación sobre la Acción Social
Este tipo de documentos con la denominación de “cuadernos”,
responden a la necesidad de sistematizar las buenas prácticas y experiencias
de trabajo de las diferentes Cáritas. Están destinadas a técnicos y
voluntarios para que puedan incrementar la calidad de su intervención
social.
16
CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos
actuales de la situación social (Madrid 2011). Este trabajo se citará como Crisis.
25
2.2.1. Documentos marco de Cooperación Internacional de Cáritas
Española17
En el año 2002, la Asamblea General de Cáritas Española aprobó un
Directorio de Cooperación Internacional con la intención de establecer un
marco de comunión para el conjunto de las Cáritas, coherente con su
identidad y especificidad organizativa. Con él se intentaba:
a) Estimular o afianzar la Cooperación Internacional en las Cáritas
Diocesanas como parte integrante del testimonio de la caridad.
b) Promover líneas, objetivos, modos de intervención y lenguajes
comunes en los planteamientos y actuaciones en Cooperación
Internacional.
c) Fomentar la coordinación.
d) Identificar un modelo compartido de acción en Cooperación
Internacional que garantizara una relación adecuada y eficaz tanto
con las Cáritas de los países empobrecidos, como con las
Administraciones y agentes públicos y privados activos en este
ámbito.
El documento marco de Cooperación Internacional de Cáritas Española
se sitúa en la estela de la reflexión ya iniciada y tiene dos objetivos bien
definidos:
a) Resumir las orientaciones fundamentales formuladas en los
documentos previos.
b) Concretar un modelo consensuado de actuaciones en materia de
Cooperación Internacional que clarifique cuestiones pendientes y
articulen bien las responsabilidades de los distintos agentes en el
seno de Cáritas Española.
Esta labor la lleva a cabo a través de cuatro capítulos:
a) La Cooperación Internacional en la misión de la Confederación.
b) El modelo de Acción en Cooperación Internacional de Cáritas
Española.
c) La cooperación fraterna o solidaria y el acompañamiento: una visión
desde nuestra experiencia.
17
CÁRITAS ESPAÑOLA, Documento marco de Cooperación Internacional de Cáritas
Española (Madrid 2008). Este documento se citará como Internacional.
26
d) Organización de la Cooperación Internacional en la Confederación.
2.3. Documentos de trabajo
Estos trabajos pretenden ofrecer de forma didáctica materiales que
abundan en el ser y hacer de Cáritas.
2.3.1. La identidad de Cáritas a la luz de la encíclica “Deus caritas est”18
La atenta y profunda lectura de la encíclica “Deus caritas est”, con que
nos obsequió el Papa Benedicto XVI, confirma y refrenda lo que Cáritas
viene “afirmando y practicando” durante toda su existencia; viene a dar un
espaldarazo positivo a la actualidad y vigencia de uno de los documentos
programáticos más importantes: “Reflexión sobre la identidad de Cáritas”
Se constatan las coincidencias en lenguaje, contenido, doctrina,
afirmaciones, etc.
El trabajo realiza un recorrido por los dos documentos, identificando las
concordancias entre ambos.
Se divide en tres grandes capítulos:
a) El amor preferencial por los pobres,
b) El ministerio de la caridad en la vida y misión de la Iglesia.
c) Cáritas expresión comunitaria del amor preferencial por los pobres.
2.3.2. Nueve temas claves en las Cáritas Parroquiales19
El documento analiza la realidad de las Cáritas en el ámbito territorial y
ofrece unas reflexiones, concretas y operativas para los acompañantes de los
grupos de Cáritas Parroquiales. Se presenta una serie sistematizada de temas
que sirven de guía a los acompañantes de los grupos de voluntarios de
Cáritas en las parroquias, y que son los siguientes:
a) La comunidad cristiana.
b) El sacerdote en Cáritas.
18
C. CALZADA - J. GARCÍA - S. PELLICER - L.M. VILLEGAS, La identidad de
Cáritas a la luz de la encíclica “Deus caritas est” (Madrid 2008).
19
CÁRITAS ESPAÑOLA, Nueve temas claves en las Cáritas Parroquiales (Madrid 2009).
Este documento se citara como Temas.
27
c) El voluntariado.
d) Comunicación Cristiana de Bienes.
e) La coordinación.
f) La acogida.
g) La sensibilización.
h) El acompañamiento.
i) La formación.
2.4. Documentos de reflexión y marcos de acción
Estos trabajos animan a la reflexión y ofrecen pautas y marcos de
trabajo.
2.4.1. Plan Estratégico de Cáritas Española 2003-200920
Este documento recoge el plan director de la acción de la Confederación
Cáritas Española para los años 2003-2009.
El Plan es referencia para la planificación de los diferentes planos de
Cáritas Española, para el desarrollo de planes coherentes con su contexto y
compatibles, al mismo tiempo con el Plan Estratégico de Cáritas Española.
El documento se estructura en tres partes:
La primera parte recoge una síntesis del análisis de la realidad que se
llevó a cabo durante la primera fase, así como las declaraciones de Visión y
Misión que sintetizan los objetivos y estrategias del Plan respectivamente.
La segunda parte desarrolla el Plan, presentando de manera sistemática
los seis ejes (los últimos y no atendidos; las comunidades cristianas; la
sociedad, la ciudadanía y los agentes sociales; modelo de acción social; la
organización y los sistemas de colaboración en Cáritas Española; la gestión
de Cáritas Española), seis objetivos y seis líneas estratégicas en los que se
estructura.
La tercera parte establece el sistema de desarrollo, seguimiento y
evaluación del Plan.
20
CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan Estratégico 2003-2009 (Madrid 2003). Este trabajo se
citará como Plan2009.
28
2.4.2. Las personas que trabajamos en Cáritas21
Este documento recoge los estilos y modos en que Cáritas se debe
relacionar con todos los que formar parte de ella, voluntarios y en especial
las personas con contrato laboral.
El trabajo consta de los siguientes capítulos:
a) Identidad de Cáritas y Doctrina Social de la Iglesia.
b) Las personas en Cáritas.
c) Itinerario de las personas en Cáritas.
d) Carta de derechos y deberes.
e) Espacios de participación y relación
f) Marco legal vigente.
2.4.3. Marco de intervención con personas en grave situación de
exclusión social22
Este trabajo recoge los elementos fundamentales de lo que significa hoy
en Cáritas trabajar con las personas que están en la situación más grave de
exclusión social: aquellas que por sus circunstancias y situación precisan de
una actuación que excede las posibilidades de intervención de una Cáritas
Parroquial.
El esquema del documento es el siguiente:
a) En la primera parte se pone en relación el marco de intervención
propuesto con la concepción de la acción de Cáritas.
b) La segunda parte trata de delimitar el espacio del que hablamos
cuando decimos “grave exclusión social”.
c) El punto tercero hace una reflexión en torno a la finalidad de la
intervención que se realiza y propone otras pautas que subrayan el
acompañamiento a las personas en procesos de desarrollo.
d) El cuarto capítulo define los objetivos de esta acción.
21
CÁRITAS ESPAÑOLA, Las personas que trabajamos en Cáritas (Madrid 2009). Este
documento se citará como RMA1.
22
CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco de intervención con personas en grave situación de
exclusión social (Madrid 2009). Este documento se citará como RMA2.
29
e) El quinto apartado trata sobre la organización de la acción.
f) El sexto punto trata sobre los agentes.
g) El séptimo capítulo sobre los procesos de planificación y evaluación.
h) El apartado final plantea unos retos y propuestas para ayudar a
aplicar esta intervención en la acción social de las diferentes Cáritas
Diocesanas.
2.4.4. El ministerio sacerdotal en Cáritas23
Este documento es un material de reflexión que se ofrece desde Cáritas a
los sacerdotes. Es un instrumento de trabajo con el que se trata de animar y
fortalecer este importante ministerio caritativo y social, en ellos, para bien
de los marginados, de la comunidad cristiana y de toda la sociedad.
Este trabajo se compone de cuatro apartados:
a) Criterios fundamentales para comprender la misión del sacerdote en
el campo caritativo y social.
b) Tareas del sacerdote en el servicio caritativo y social de la
comunidad cristiana.
c) Actitudes y valores a potenciar.
d) Conclusiones y retos.
2.4.5. Documento marco sobre la formación en Cáritas24
Este documento recoge lo aportado por la Guía de Formación y la
experiencia posterior de Cáritas en el ámbito formativo señalando los
elementos programáticos y orientadores para toda propuesta formativa a
desarrollar en el futuro. De esta manera se ofrecen los criterios sobre los que
debe asentarse todo proyecto formativo en Cáritas, de tal manera, que se
facilita desde este trabajo las líneas fundamentales sobre las que se deben
asentar los planes formativos de las Cáritas ya sean Diocesanas o
Parroquiales.
El documento consta de seis apartados:
23
V. ALTABA, El ministerio sacerdotal en Cáritas (Madrid 2010) . Este documento se
citará como RMA3.
24
CÁRITAS ESPAÑOLA, Documento marco sobre la formación en Cáritas (Madrid
2011). Este documento se citará como RMA4.
30
a) Importancia de la formación.
b) Fundamentos teológicos del proyecto marco de formación.
c) Características de los procesos formativos en Cáritas.
d) Opciones metodológicas fundamentales.
e) Una formación multidimensional.
f) Responsables y animadores de la formación en todos los niveles.
2.4.6. II Plan Estratégico de Cáritas Española 2010-201325
Este documento presenta el segundo Plan Estratégico de Cáritas para el
periodo de tiempo 2010-2013, que a través de sus cinco ejes permite que la
Institución centre su acción en lo verdaderamente importante: los últimos y
no atendidos y la comunidad cristiana, potenciando la presencia en la
sociedad, mejorando la disponibilidad de los recursos y la eficacia de los
medios de gestión, y sobre todo poniendo énfasis en la actuación de las
personas de Cáritas, contratados o voluntarios, que son protagonistas de la
acción.
El trabajo consta de los siguientes capítulos:
a) Contexto social y la evolución del Tercer Sector.
b) Misión, visión y valores.
c) Orientaciones para una estrategia.
d) Desarrollo de la estrategia.
e) Implantación, seguimiento, evaluación y revisión.
2.4.7. Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación26
Este trabajo reflexiona sobre lo que se entiende por voluntariado como
vocación a la luz de la Sagrada Escritura. Desde ahí se analizan los gozos y
los retos que se derivan de un voluntariado así vivido.
25
CÁRITAS ESPAÑOLA, II Plan Estratégico de Cáritas Española (Madrid 2011), Este
documento se citará como RMA5.
26
V. ALTABA, Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación (Madrid 2011). Este
documento se citará como RMA6.
31
El texto presenta un tríptico para contemplar ese voluntariado: El buen
Samaritano (Lc 10,30-37); Jesús multiplicando el pan (Mt 14,14-21); Jesús
acompañando a los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35).
Por último, y a modo de corolario, se recoge una pregunta: ¿y los no
cristianos caben en Cáritas?; un texto para reflexionar: “Hacerse Pan”, y una
oración: la oración del voluntario de Cáritas.
2.4.8. El voluntariado en Cáritas27
En el año 1989 Cáritas Española reflexionó, elaboró y publicó su “Carta
del Voluntario de Cáritas”: con motivo del Año Europeo del Voluntariado
2011, la Institución, recogiendo todas las aportaciones y experiencias sobre
el voluntariado a lo largo de los últimos años, reelabora la “Carta del
Voluntario de Cáritas” donde se establecen los principios, derechos y
deberes del voluntario y obligaciones de la Institución. Esta “Carta” es
presentada en este documento, en el cual se incluye también, el “itinerario
de la persona voluntaria en Cáritas” que expone el recorrido educativo de su
voluntariado, así como su fortalecimiento.
2.4.9. Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía
solidaria28
Con este trabajo Cáritas presenta los principios y criterios que sostienen
su visión y acción del Comercio Justo, como una apuesta por un modelo
económico y comercial que se fundamenta en el respeto a la dignidad de las
personas y en establecer relaciones de justicia entre las mismas.
En este documento se señala que el Comercio Justo es un instrumento
clave para conjugar una tarea de:
a) Presentar un modelo económico y social alternativo, construido
sobre unas bases, en que la persona es el centro.
b) Informar, sensibilizar, y sensibilización social sobre otras realidades
existentes.
27
CÁRITAS ESPAÑOLA, El voluntariado en Cáritas. Carta e itinerario de la persona
voluntaria (Madrid 2011). Este documento se citará como RMA7.
28
CÁRITAS ESPAÑOLA, Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía
solidaria (Madrid 2012). Este documento se citará como RMA8.
32
c) Promover un debate sobre las relaciones económicas desiguales y
excluyentes.
d) Fomentar actitudes responsables y solidarias.
El trabajo consta de los siguientes apartados:
a) El Comercio Justo.
b) Comercio Justo en el marco de una economía alternativa y solidaria.
c) Cáritas y el Comercio Justo.
d) La Red Interdiocesana de Comercio Justo (RICJ).
e) Nuestro modelo de Comercio Justo. Principios y criterios.
f) Posicionamiento estratégico de la RICJ: evolución del entorno y
sector del Comercio Justo; diagnóstico y elementos clave;
prioridades estratégicas.
2.4.10. La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social29
Su autor, V. Altaba, presenta esta reflexión en la que responde a las
siguientes cuestiones fundamentales: ¿qué aporta la espiritualidad cristiana
a nuestra acción caritativa y social?, ¿es la espiritualidad la que nos dice lo
que debemos hacer y el modo concreto de como lo hemos de hacer?, ¿cómo
hacer de la acción social una verdadera experiencia espiritual?, ¿qué acentos
o características deberíamos potenciar para que nuestra acción sea una
verdadera experiencia del espíritu?
De esta manera, el documento quiere ayudar a descubrir y abordar dos
desafíos esenciales: cómo una espiritualidad cristiana da calidad humana y
nuevos horizontes a la acción social, y cómo ésta puede y debe ser en sí
misma una autentica experiencia espiritual cuando se realiza desde la vida
en el Espíritu.
Así pues, este trabajo presenta las características básicas que ofrece la
espiritualidad cristiana y que se traduce en motivaciones, actitudes, criterios
y da sentido a todo lo que se hace desde Cáritas en acción social. Y lo
expone desde doce perspectivas diferentes y mutuamente complementarias:
a) Espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña amorosa
de nuestro Dios.
29
V. ALTABA, La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social (Madrid
2012). Este documento se citará como RMA9.
33
b) Espiritualidad histórica, de ojos y oídos abiertos a la realidad de los
pobres.
c) Espiritualidad encarnada que hace de la persona el centro de la
acción caritativa y social.
d) Espiritualidad transformadora que nos sitúa al lado de los pobres y
contra las causas de la pobreza.
e) Espiritualidad de la ternura que nos hace apreciar lo débil y pequeño.
f) Espiritualidad de la Gracia que nos hace vivir el compromiso como
vocación y don.
g) Espiritualidad de comunión para acoger al otro como un regalo y
promover su participación.
h) Espiritualidad de discernimiento para optar a la luz del Evangelio.
i) Espiritualidad pascual que nos hace testigos de fortaleza y
esperanza.
j) Espiritualidad eucarística, alimentada y celebrada en el sacramento
de la Eucaristía.
k) Espiritualidad de la pobreza evangélica que nos hace sencillos y
pobres.
l)
Espiritualidad evangelizadora que hace presente en el mundo la
buena noticia del amor misericordioso de Dios.
2.4.11. Presencia profética de Cáritas en el contexto actual30
Este trabajo, aplicando una metodología de "Lectura Creyente de la
Realidad", analiza la presencia profética de Cáritas en el contexto de la
actual crisis.
Consta de los siguientes capítulos:
a) Introducción: a estas comunidades cristianas toca discernir.
b) Comunidad y últimos.
c) La presencia de Cáritas desde cinco miradas.
c1. La dignidad de las personas: acompañar.
30
A. ABRIL, Presencia profética de Cáritas en el contexto actual (Madrid 2012). Este
trabajo se citará como RMA10.
34
c2. Consecuentes con la centralidad de la persona.
c3. Firmes dejándonos tocar, las personas que formamos Cáritas.
c4. Gestión al servicio de la misión.
c5. Caridad política: anuncio y denuncia.
d) A modo de conclusión... para seguir caminando.
35
36
3. CÁRITAS COMO ORGANISMO OFICIAL DE LA IGLESIA
PARA LA ACCIÓN CARITATIVA-SOCIAL
Cáritas Española es la Confederación oficial de las entidades de acción
caritativa y social de la Iglesia Católica en España31, instituida por la
Conferencia Episcopal en el año 1947. Tiene personalidad jurídica propia
tanto eclesiástica32 como civil33, está sometida a la legislación vigente y
debe garantizar el respeto y cumplimiento de las normas que les sean
aplicables.
La institución tiene como objeto la realización de la acción caritativa y
social de la Iglesia en España y para ello debe utilizar cuantos medios
considere necesarios34.
Cada Cáritas Diocesana y Regional-Autonómica, miembros de la
Confederación de Cáritas Española, tiene su propio estatuto jurídico en su
ámbito territorial y gozan de plena autonomía35.
La superior dirección de Cáritas Española corresponde a la Comisión
Episcopal de Pastoral Social, por delegación de la Conferencia Episcopal
Española36.
Los órganos por los que se rige son: la Asamblea Nacional, el Consejo
General como órgano ejecutivo de la Asamblea, la Comisión Permanente y
la Secretaría General con sus Servicios Generales37.
Cáritas es la diaconía, el servicio de la Iglesia para la realización de la
acción caritativa del Pueblo de Dios. Se identifica con todo él realizando
esta acción e incorporando todas las entidades y personas que desean
31
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 1.
Sus estatutos son aprobados por la LVI Asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal
Española el día 22 de mayo de 1992 y posee Decreto de erección canónica de la Jerarquía
de 17 de marzo de 1960.
33
Inscrita en el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia el 9 de marzo de
1981, con el número 372/0-SEC/C.
34
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 10 y 11.
35
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 38 y 40; 45-50.
36
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 2 y 12.
37
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 14.
32
37
llevarla a cabo, no como simples organizaciones católicas, sino en nombre
de la Iglesia.
Si como hemos visto Cáritas Española38 es una confederación, la unión
de las Cáritas de las Iglesia locales y de instituciones confederadas, cabría
preguntarnos a que se debe esa estructura.
Sabemos que el cristiano responde individualmente a los problemas que
encuentra junto a él: consuela, acompaña y ayuda materialmente. Pero hay
problemas y situaciones que no solo se solucionan mejor desde la
comunidad parroquial sino que solo se pueden abordar desde este nivel.
Hay también necesidades ante los que una Cáritas Parroquial se siente
impotente para afrontarlas, por eso se unen todas en Cáritas Diocesanas
donde se potencia la ayuda al prójimo39.
Por último, la acción coordinada a nivel Europeo o Internacional40,
también es necesario para abordar cuestiones que sólo pueden solucionarse
en dicho ámbito.
Así pues, tenemos una Cáritas conforme a los siguientes niveles:
parroquial, diocesana, nacional, regional (Europa) e internacional.
“Las Cáritas de todos estos niveles tienen un objetivo general que es
«irradiar la caridad y la justicia social»"41, por lo tanto, la organización no
tiene sólo una fundamentación “práxica” o de responder a las necesidades
en diferentes niveles y diversas situaciones, sino que la Comunidad cristiana
38
La red nacional de Cáritas está constituida por más de 6000 Cáritas Parroquiales,
agrupadas en 68 Cáritas Diocesanas. La componen más de 64.000 voluntarios y 4300
contratados. Cáritas son también los 6.364.126 personas, que la Institución ha atendido y
servido; y todos aquellos que apoyan a Cáritas con recursos económicos y con su oración.
Datos extraídos de: CÁRITAS ESPAÑOLA, Memoria 2011 (Madrid 2012). También
pertenecen a Cáritas Española dos entidades confederadas: Voluntariado Vicenciano y la
Conferencia Española de Religiosos (CONFER). Recientemente se han incorporado a
Cáritas Española la Cáritas Diocesana de Terrassa y la de San Feliú; así como la Cáritas
Castrense.
39
CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Art. 34.
40
Desde su constitución, Cáritas Española ha venido manteniendo una estrecha relación
con Caritas internationalis de la que es miembro y donde y desde donde, se ha desarrollado
también su pertenencia y participación en Cáritas Europa: Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA,
Estatutos, Art. 7. Desde el año 1951 el Secretariado Nacional de Caridad Español se
convierte en vocal del Comité Ejecutivo de Caritas internationalis: Cf. SÁNCHEZ
JIMÉNEZ, Cincuenta, 41 y SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 99.
41
A. FELIPE GREGORY, Aportaciones de Cáritas para la constitución de un mundo más
justo y solidario, en: Corintios XIII 84 (1997) 134. La revista de teología y pastoral de la
caridad Corintios XIII se citará como Cor XIII.
38
tiene que tener expresamente la dimensión de la caridad, para ser cauce del
amor cristiano y hacer presente el amor del Dios de Jesucristo.
Tenemos ante nosotros pues, una fundamentación teológica y no solo
organizativa o de responder a necesidades de diferente envergadura.
Por eso, Cáritas no es una mera suplencia de las necesidades que no
están cubiertas por la sociedad, sino que es expresión y cauce de la caridad
como elemento constitutivo de la misma Iglesia, llamada en todo momento
a manifestar el amor de Dios a los seres humanos42.
Por tanto, Cáritas es la expresión del amor preferencial de la comunidad
cristiana por los pobres. Cáritas es el servicio, la diaconía, de la caridad de
la Iglesia. Es algo más que una organización eclesial, es la misma Iglesia43.
Ciertamente, para realizarse este servicio es necesario organizarse, así
nos lo recordaba Benedicto XVI: “La Iglesia nunca puede sentirse
dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los
creyentes”44
De esta manera, Cáritas se inserta en el mundo al que pertenece y
emplea las mediaciones humanas para llevar a cabo su misión en la
sociedad en la que vive y se desenvuelve; pero no es una ONG o una
empresa de servicios sociales45. Cáritas se encarna con su ser Iglesia y con
los valores del Reino de Dios en su territorio ya sea parroquial, diocesano,
nacional o internacional para ser expresión del amor de la comunidad
cristiana respectiva y animar en ella la caridad para que surja gratuita y
generosamente el amor de Dios. Así lo confirman las palabras del Santo
Padre: “Cáritas es la expresión necesaria del acto más profundo del amor
personal por el cual Dios nos ha creado”46.
Sin embargo, y a pesar de la implantación de Cáritas en todos los niveles
de la Iglesia, la referencia eclesial de la Institución ha de ser su realización
42
Cf. CALZADA-GARCÍA (y otros), o.c., 23.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 9.
44
BENEDICTO XVI, Deus caritas est. Carta encíclica sobre el amor cristiano (Roma
2005) nº 29. Este documento se citará como DCE.
45
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 9.
46
BENEDICTO XVI, Vatican Information Service (El Vaticano 2006). Citado en: D.
VIÉNOT, La Cáritas sujeto de la caridad de la Iglesia, en: AA.VV., Deus Caritas est.
Actas del congreso mundial sobre la caridad (El Vaticano 2006) 28. Este congreso se
citará como CUCM06.
43
39
en la comunidad particular. Es en cada diócesis en comunión con el obispo
y pastor, donde Cáritas encuentra su lugar dentro de la Iglesia47.
Por ello, Cáritas no es en la diócesis una organización optativa, ni una
sucursal de una organización supradiocesana. Es, más bien, un ministerio
pastoral con el que el obispo promueve y garantiza autorizadamente la
responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción, armonización y
actualización de la acción sociocaritativa48.
Así lo describen nuestros obispos: “La Confederación Cáritas Española,
no podría entenderse sin la realidad de la Cáritas Diocesana, creada, dirigida
y presidida por el obispo. Él es el presidente nato de la Cáritas Diocesana.
Cada diócesis es competente y, a la vez, responsable de configurar y
gestionar su propia Cáritas, inserta en la totalidad de su misión
evangelizadora. Lo que no debe interpretarse, sin embargo, como si Cáritas
fuera la única forma de acción caritativo-social institucionalizada existente
en la diócesis (…). La Confederación Cáritas Española está llamada a jugar
un papel importante al servicio de las Cáritas Diocesanas como servicio a la
comunión interna y a la apertura universal, que debe caracterizar la acción
caritativa y social de la Iglesia”49.
Es importante la aclaración que nuestros obispos hacen: reconocer, la
importancia y principalidad de Cáritas en el ejercicio de la caridad a nivel
diocesano pero dejan muy claro que ello no agota, ni debe agotar, la pastoral
caritativa-social de una comunidad eclesial. También ponen de relieve la
labor de Cáritas Española en relación a las diferentes Cáritas Diocesanas.
Y nos siguen diciendo: “Como los Apóstoles hicieran en la comunidad
de Jerusalén, los obispos organizan la comunidad cristiana de bienes con los
necesitados, con el últimos” (CCA 23). Años más tarde, es afirmado y
ratificado este Magisterio: “Los obispos como sucesores de los Apóstoles
tengan en las Iglesias particulares la primera responsabilidad de cumplir
también hoy, el programa expuesto en los Hechos de los Apóstoles (Cf. 2,
42-44)” (DCE 32).
El obispo pues, deberá coordinar la actividad y el servicio a los pobres
de su Iglesia –más allá de los propios fieles– y atender a la necesaria
47
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29; CÁRITAS ESPAÑOLA, Estatutos, Arts. 34
y 36; BENEDICTO XVI, Motu proprio sobre el servicio de la caridad (El Vaticano 2012).
Este documento se citará como MPSC.
48
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29.
49
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La caridad de Cristo nos apremia.
Reflexiones en torno a la “eclesialidad” de la acción caritativa y social de la Iglesia
(Madrid 2004) nº 24. En adelante este documento se citara como CCA.
40
coordinación de los diversos aspectos de la acción pastoral en la diócesis.
La Iglesia es una y una es la misión que tiene que cumplir, y todos sus
esfuerzos y trabajos han de ir encaminados a hacer viva y operante la
presencia del Evangelio en medio de los hombres y mujeres de hoy50.
El carácter propio de Cáritas, en tanto que brota del dinamismo
intrínseco de la Iglesia particular, implica necesariamente la presencia y
participación adecuada en la vida y en la acción evangelizadora de la
diócesis.
Con toda razón K. Rahner nos dice: “Cuando una diócesis no pueda
llevar sola un seminario sacerdotal que corresponda a las exigencias de
nuestro tiempo; cuando no es capaz de sostener un sistema formativo
institucionalmente constituido, una Cáritas constituida igualmente, una
influencia sobre la opinión pública, un uso de los medios de comunicación
social, una vida espiritual representativa de toda la Iglesia; no será entonces
una Iglesia articulada que pueda y deba ser dirigida por un sucesor de los
Apóstoles. Con otras palabras, sería más nominal que objetivamente un
obispado”51.
Antes de terminar, hemos de especificar, que si el obispo preside en la
diócesis el ejercicio de la caridad eclesial; el obispo de la Iglesia de Roma
preside la asamblea universal de la caridad52. Así lo manifestó claramente
Pablo VI: “La responsabilidad de tal debe recaer en primer lugar sobre la
Cátedra de Pedro y pertenece al oficio apostólico, a Nos confiado por
disposición divina, ya que por voluntad de Dios hemos sido puesto como
obispo y Pastor a la cabeza de la Iglesia Romana, la cual «preside la
asamblea universal de la caridad»... (San Ignacio de Antioquia, Ad
Romanos, tit; Funk 1. p253)”53.
50
Cf. R. TORIJA, El obispo, animador del servicio a los podres en la Iglesia, en: Cor XIII
117-118 (2006) 414 y 425; CODIGO DE DERECHO CANÓNICO (Roma 1983) c. 394.
Este documento se citará como CIC.
51
K. RAHNER, El obispo en la Iglesia. Sobre el episcopado, en: Escritos de Teología.
Tomo VI (Madrid 2007) 352.
52
Cf. JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su
Asamblea plenaria (El Vaticano 1982) nº 1. Este documento se citará como CU82.
53
PABLO VI, Carta Pontificia “Amoris officio” con la que se crea el Consejo Pontificio
“Cor unum” para la promoción humana y cristiana (Roma 1971). Este documento se
citará como AO.
41
3.1. Cáritas: recorrido histórico en la vida de la Iglesia
Cáritas tuvo su génesis tras la Guerra Civil Española y en medio de la
Segunda Guerra Mundial. Nace en el seno de la Acción Católica que a
instancias del radiomensaje de Navidad de Pio XII, en el año 1941, en el
que el Santo Padre angustiado por los desastres de una guerra muy
sangrienta y cada vez más lejos de su final, hace un llamamiento claro a
que: “Hay que poner la técnica al servicio de la Caridad”54; y por encargo
de la Conferencia de Metropolitanos55, se crea una Comisión cuyo objetivo
no era otro que el de estudiar y redactar unas normas mínimas que dieran
viabilidad y pautas organizativas a los Secretariados Parroquiales de
Caridad56.
Cáritas nace, por tanto, en las comunidades como Secretariado
Parroquial coordinador de todas las asociaciones benéficas de la parroquia.
El Secretariado Diocesano se conforma al servicio de los Secretariados
Parroquiales, a los que debe impulsar, coordinar y auxiliar en sus tareas.
En los inicios, pues, se trata de “organizar la caridad”57 y para ello en
1942, se crea el Secretariado Nacional de Caridad –aun en el seno de la
Acción Católica– para una mayor eficacia y sistematización de la ayuda
caritativa y fomentar las Campañas pro Caridad58.
Sin embargo, hay rasgos y aspectos que merecen ser destacados, pues
sientan las bases de lo que ha sido y es Cáritas a lo largo de la historia: pese
a tener que responder a necesidades vitales y perentorias de las personas, el
entonces arzobispo de Toledo y Primado de España, Pla i Deniel en la
clausura de las Jornadas de Hombres de Acción Católica, en noviembre de
1942, insistía en la urgencia de una “acción social” que traspasará la
vertiente puramente benéfica para trascender a exigencias de “acción
liberadora”: “No podemos estar tranquilos con el catolicismo nominal, que
está en los registros parroquiales, pero no en la vida (…). La justicia había
de preceder a la caridad, porque la caridad no puede ser una máscara que
cubra a la justicia”. ¿No vemos aquí ya, las bases del lema de Cáritas:
“Trabajamos por la justicia”?59
54
Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 11.
La Conferencia de Metropolitanos daría origen posteriormente a la Conferencia
Episcopal Española.
56
Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 17.
57
Ibid., 19.
58
Ibid., 17; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 12.
59
Ibid., 10; J. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cáritas en la vida de la Iglesia Española: Las
respuestas históricas que comprometen, en: Cor XIII 84 (1997) 35.
55
42
Todos los años hasta 1947, se caracterizan por ese esfuerzo, organizador
de la caridad, la respuesta a situaciones de apremiante necesidad y pasa de
una ayuda afectiva a una caridad efectiva; es decir, a lo que entonces
denominaron “acción social organizada”60.
En la Asamblea Nacional de Caridad, celebrada en noviembre de 1947
nace Cáritas61.
En el mensaje final no se opta por una beneficencia de carácter injusto o
una ayuda tranquilizante para la conciencia; es muy al contrario la opción
por un “mundo nuevo” y la “justicia social”. Hacía un llamamiento a los
hombres de empresa: “No se puede ser católico solamente en casa”,
deploraba la consecución de “beneficios económicos mayores de los
normales” y advertía: “La caridad no puede ni pretende encubrir jamás la
violación de los deberes de justicia”62.
Como se puede apreciar, se comienza a inscribir en el código genético
de Cáritas la “lucha contra la injusticia” y se apuesta en favor de una
“caridad inteligente”: “La que cuida mediante la organización conveniente
el resolver de una manera definitiva los arduos problemas de la
indigencia”63.
En los siguientes años se sigue trabajando en la distribución de la Ayuda
Social Americana64, para paliar el hambre; y se profundiza en la
representación a nivel internacional formando parte de Caritas
internationalis65.
En 1953 estando ya formados todos los Secretariados Diocesanos de
Caridad se adopta definitivamente el nombre “Cáritas”: el Secretariado
Nacional se convierte en Cáritas Nacional y los Secretariados Diocesanos
pasan a denominarse Cáritas Diocesana y todos se definen según concluía la
VII Asamblea de la Caridad como “la respuesta al proyecto de acción social
60
Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 33-49; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 2133.
61
Cf. Ibid., 38; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 79. Participan en la Asamblea las
Conferencias de San Vicente de Paul, las Damas de la Caridad, las Luisas de Marillac, la
Hermandad de San Cosme y San Damián y los Consejos de Acción Católica.
62
Cf. Para todo el párrafo: SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 37-39.
63
Cf. Ibid., 40; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 82-83.
64
Para una mayor profundización en lo que significó la Ayuda Social Americana, ver:
SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 109-122.
65
En 1951 y por elección democrática el Secretariado Nacional de Caridad español es
nombrado vocal del comité Ejecutivo de Caritas internationalis: Cf. Ibid., 99.
43
que la Iglesia, por sugerencia de la Santa Sede, pretende instalar en el
mundo”66.
La siguiente época que vamos a analizar67 se caracteriza por el cambio
operado en el “hacer” de Cáritas que pretende dar respuesta al cambio social
que se produce en España en el periodo de 1957-1970.
Se produce en nuestro país un proceso de desarrollo económico que hace
de España una región económica y social moderna, desarrollada y abierta
definitivamente al aprovechamiento de los excedentes económicos y
tecnológicos de los países occidentales más desarrollados.
No obstante, este desarrollo económico trajo desequilibrios sociales
graves: es verdad que en zonas urbanas disminuyeron los problemas de
subsistencia –alimentación y vestido fundamentalmente–, pero dejaron sitio
a situaciones infraurbanas o suburbiales de mayor amplitud y gravedad, a la
escasez y carestía de viviendas, a salarios miserables, escuelas insuficientes
y hacinamientos insalubres.
La complejidad del proceso y de adaptarse a la realidad social que se
impuso obligó no solo a “planificar” sino a emplear nuevos métodos y
técnicas que respondieran a los nuevos retos existentes.
Así se pasa de una Cáritas asistencial a otra en la que la promoción
social, trabajo social y promoción comunitaria se imponen; nos situamos en
lo que nos dice el viejo proverbio: “Más vale prevenir, que curar”, en la
vocación social de Cáritas.
Estamos hablando de la creación y organización de centros y servicios
sociales en los diversos niveles; constitución de Centros de Estudios de
Sociología aplicada; de la utilización inteligente y eficaz de la propaganda,
primordialmente la radio y prensa escrita.
Nos referimos, pues, al paso definitivo de una “acción benéfica” a una
“acción social” que supone a la vez, una transformación interna de la
Institución, que en 1960 se le dota de personalidad jurídica propia, que le
permite acceder, tras la publicación de sus Estatutos, a la plena autonomía.
Cáritas resulta precursora de iniciativas y actividades todavía no
atendidas por política oficial alguna: cursos de formación intensiva
profesional para emigrantes españoles, asistencia en España a sus familias,
recepción de emigrantes en el país de destino; formación de Asistentes
66
67
Ibid., 102; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 43.
Cf. Ibid., 55-82; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 125-181.
44
Sociales para la emigración. También, atención a gitanos y otros grupos en
marginación, obras escolares, enseñanza, roperos, talleres de formación
profesional, cursos de monitores, labor de información, gestión y
tramitación de recursos procedentes de la Administración o instituciones
privadas, etc.
Así se llega a los años setenta y en el siguiente periodo de tiempo que
vamos a ver (1970-1982)68 se constata una gran inestabilidad social-eclesial
derivada del cambio político que se produce en nuestro país y de la
aplicación del Concilio Vaticano II en la Iglesia Española.
El clima social que se respira es conflictivo al unirse en el tiempo las
primeras manifestaciones de crisis económica, la vuelta de emigrantes y la
conflictividad laboral.
A esto se suman factores exógenos internacionales, como fue la
recesión económica del año 1973, también denominada “crisis del
petróleo”.
Los estudios sociológicos, impulsados por Cáritas, los conocidos
informes FOESSA69, ponen al descubierto nuevas formas de crisis:
distanciamiento entre generaciones, rupturas paternofiliales que testimonian
cambios de valores y en las formas de organización de la convivencia,
avances en un proceso imparable de secularización.
En este tiempo, la Comisión Episcopal de Pastoral Social volvía a
insistir que la “acción caritativa” no es sólo acción benéfico social; que a
Cáritas corresponde “realizar una acción promotora del cambio social que
implique la reforma de las estructuras socio-económicas que, de alguna
manera, se opongan al desarrollo integral del hombre”; que los diferentes
órganos de Cáritas pueden y deben en ocasiones hacer declaraciones
públicas sobre cuestiones relativas a sus objetivos específicos” que, como
promotora de la comunicación cristiana de bienes: “Debe estudiar y
colaborar en la aplicación de la misma a nuestro país para que esta se
extienda a los siguientes bienes: vida, libertad, conciencia religiosa y
derechos políticos, económicos y sociales”.
Desde estas indicaciones la labor de Cáritas en este periodo de tiempo se
centra en tres objetivos:
a) Desarrollo institucional: forma parte del Consejo Pontificio “Cor
unum”.
68
69
Cf. Ibid., 185-122; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta, 81-99.
FOESSA: Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada.
45
b) Desarrollo comunitario, abierto a expresiones y formas de
solidaridad más allá de las estrictamente parroquiales.
c) Acción social directa: atendiendo a las nuevas formas de pobreza y
grupos desfavorecidos, como son los ancianos, gitanos, inmigrantes,
disminuidos físicos y psíquicos, alcohólicos, drogadictos, etc.
Esta acción crea servicios sociales: guarderías, escuelas, comedores,
servicios comunitarios, colonias de vacaciones; y actividades de
información, orientación, coordinación, gestión y asesoramiento de
cooperativas, construcción de viviendas, etc.
A partir de 1980, Cáritas define el paro laboral como su programa
preferente y crea asesorías socio-laborales, cursos de formación profesional
y cooperativas, crea bolsas de trabajo, se potencian cursos de desarrollo
cooperativo y rural, encuentros para analizar esta situación y muchas
iniciativas más para reducir este problema creado en parte por la llamada
“reconversión industrial”.
Partimos desde aquí en el análisis del siguiente periodo de tiempo: 1982200070, que podemos denominar genéricamente como de “cambio social”
derivado de un “cambio político” en el que se pasa en España del hambre y
otras carencias vitales al consumismo en muy pocas décadas.
Se produjeron ráfagas de enriquecimiento rápido para algunos, en el
denominado “boom del desarrollo”, con una voraz especulación del suelo
que siguió con la urbanización salvaje; todo ello en el marco de un feroz
capitalismo.
Se originaron grandes desigualdades sociales: de rentas, fiscal,
ocupacional, social.
Ante todo esto, Cáritas trató de conocer cuántos son los pobres en
números absolutos y de forma proporcional, tanto en el mundo suburbano
como en las deprimidas zonas rurales, a partir de una serie de “indicadores”
para poder elaborar los planteamientos básicos de acción social que
intentaran paliar e incluso erradicar la pobreza.
Como podemos comprobar, estamos hablando de realizar un análisis de
la realidad, metodológica que de una u otra manera siempre ha acompañado
el hacer de Cáritas71 y que desde estos años hasta la actualidad ya no sólo
70
Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 231-268; SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Cincuenta,
103-118.
71
Cf. SÁNCHEZ JIMÉNEZ, Compromiso, 253-254.
46
nunca la abandonará, sino que se manifiesta como fundamental e
imprescindible.
En 1988, la Institución cifra en ocho millones el número de pobres en
España; identificando además los diversos sectores sociales que padecían
diferentes grados de carencias que les llevaba a una clara segregación
social: ancianos, minusválidos, transeúntes, alcohólicos; que formaron
auténticos grupos marginados que se caracterizaban por su bajísimo nivel de
instrucción, y renta per cápita muy inferior a la media nacional. Forman las
famosas bolsas de pobreza en muchos barrios de las ciudades donde se
concentran el paro, la mendicidad la delincuencia, las viviendas de ínfima
calidad, mínimos equipamientos sociales, etc.; y que son en la práctica el
reverso de aquellas otras zonas dominadas por la opulencia, el lujo y la
riqueza.
Es necesario aquí, reconocer que antes de iniciase en España el “avance
desarrollista” en estos años, había más pobreza y menor bienestar; pero no
se daba ni se esperaba, porque no era conocido, el fenómeno típico del
desarrollo capitalista que aumenta de forma evidente la brecha entre ricos y
pobres.
La respuesta de Cáritas en este tiempo se lleva a cabo mediante sus
programas de Acción Social centrados prioritariamente en la atención,
estudio y compromiso con las situaciones de paro, con la juventud
marginada, y con la animación y trabajo comunitario a nivel urbano y rural.
Se opta igualmente por la infancia marginada, los transeúntes y como
no, los inmigrantes; así como por otras formas de exclusión que no
desaparecen ni disminuyen: alcohólicos, gitanos, drogadictos, ancianos con
mínimos recursos y sin apoyo social o familiar, presos.
El último periodo de tiempo que vamos a analizar es el principio del
nuevo siglo que ve la luz (2000-2013).
Se caracteriza por una nueva compresión de la pobreza72: en los años
setenta y ochenta, se pensaba que la pobreza era una realidad residual que
desaparecería con el progreso y el crecimiento económico. Sin embargo, la
aparición de cambios importantes en el mercado de trabajo, la
generalización de los avances tecnológicos y, en definitiva, las exigencias
del crecimiento económico, han hecho aparecer nuevas formas de pobreza y
han ido imponiendo la idea de que la pobreza y los mecanismos que la
producen tienen un “carácter estructural”.
72
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas97, 9-11.
47
España, en su proceso de modernización e integración en la economía
mundial, está transformando radicalmente sus estructuras fundamentales, lo
que está produciendo la aparición de nuevas situaciones de pobreza y
exclusión social.
El crecimiento económico y la acumulación de capital son los
principales criterios que sustentan las decisiones económico-sociales y
políticas73.
La introducción de nuevas tecnologías en los procesos productivos ha
reducido las necesidades de mano de obra y provocan un aumento de paro
de carácter estructural y una gran precariedad en el empleo, donde el
principio de competitividad impera de una manera decisiva. La lógica del
crecimiento se impone sobre las personas y los grupos sociales.
En este tipo de sociedad, el éxito se mide por la capacidad de consumo y
el trabajo se siente como una necesidad para garantizar los niveles de vida
que se consideran “apropiados”.
En esta situación, la falta de empleo provoca o acentúa la competitividad
y el individualismo como parámetros de los valores sociales, culturales. Y
estos planteamientos vitales y existenciales acaban vertebrando las
identidades y comportamientos de las personas, las tendencias culturales, las
opciones políticas y los modelos sociales74.
Estamos ante un modelo de sociedad neoliberal, en el que priman el
“tener” sobre el “ser”, donde se potencia y valora la competitividad en lugar
de la cooperación, la fuerza en lugar de la solidaridad y la xenofobia y la
exclusión en lugar de la acogida y la ayuda.
Encontramos pues, la raíz última de la pobreza, en la misma entraña del
sistema socioeconómico.
Durante todos estos años y hasta el comienzo de la actual crisis
económica que azota nuestro país, los diferentes estudios sobre la pobreza
coincidían en señalar una considerable disminución de la pobreza severa, a
costa del aumento del número de personas que se encuentran en situación de
precariedad y vulnerabilidad social.
¿Cuál es el perfil de la pobreza en España hasta la irrupción de la actual
crisis?: la pobreza severa afecta más a los jóvenes (juvenización de la
pobreza) y está en alta correlación con situaciones de separación y viudedad
73
74
Cf. Ibid., 17.
Cf. Ibid., 18.
48
afectando más a las mujeres (feminización de la pobreza). Por otra parte,
existen pensionistas y trabajadores cuyas rentas les sitúan por debajo del
umbral de la pobreza; por ello, podemos afirmar que la pobreza no sólo está
relacionada con el paro, aunque hay que reconocer que es un factor de
capital importancia en la génesis de la misma. Por último, hay una clara
correlación entre baja formación y pobreza; y mundo rural y exclusión75.
Para abordar esta situación tan compleja a partir del año 2001 se
desarrolló en Cáritas un proceso participativo que culminó con la
aprobación de un “plan estratégico” para el periodo de tiempo 2003-200976
y se ha continuado con un segundo plan para los años 2010-201377.
En ambos planes, partiendo de la identidad y el análisis de la sociedad y
desde la visión de que mundo se quiere, se especifica la misión institucional
en uno ejes de la acción que son cinco78:
a) Los últimos y no atendidos como destinatarios preferenciales de la
acción de Cáritas.
b) La comunidad cristiana en la que Cáritas debe ayudar a mantener
vivo y permanente el compromiso personal y comunitario con los
empobrecidos como contribución a la realización de la misión de la
Iglesia.
c) La sociedad, promoviendo en ella cambios tanto en el
comportamiento y las actitudes de las personas como en las
estructuras sociales.
d) Las personas, voluntarios y contratados de Cáritas que también
deben ser objeto de su atención.
e) La Organización y gestión confederal como ámbitos de coordinación
y colaboración.
Cada eje se subdivide en acciones concretas y ésta a su vez en objetivos
estratégicos79.
75
Cf. Ibid., 20-21.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009.
77
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5.
78
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5, 28.
79
Se haría aquí, muy prolijo entrar a detallar cada una de las acciones y objetivos
estratégicos, además de que una descripción tal no se ajusta totalmente al objetivo de
nuestra trabajo y desborda su marco conceptual. Para una profundización en este tema
acudir a: CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5 y CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009.
76
49
Desde estos planes estratégicos, Cáritas establece un específico Marco
de Intervención Social80 y un no menos específico y muy novedoso marco
de intervención con personas en grave situación de exclusión social81 que se
centra “en las potencialidades de las personas y no en sus problemas”82. El
hecho de que Cáritas se plantee una intervención basada, en un proceso de
desarrollo personal y comunitario, sitúa a la Institución en un momento tan
crucial como el que supuso el paso de una Cáritas asistencial a
promocional83.
Como bien hemos venido diciendo, Cáritas ayuda a las personas en sus
necesidades a través del desarrollo personal, pero también contribuye a la
transformación social mediante propuestas sobre políticas sociales y así lo
hizo en 1997, con el horizonte puesto en la siguiente década.
Las propuestas concretas son hechas ante los diversos factores que
intervienen en la exclusión social: sobre las políticas de protección social
(garantías de rentas)84; en torno al empleo85; sobre la cultura86; sobre la
educación87; sobre la vivienda88; sobre la salud89; sobre la actuación de los
Servicios Sociales90.
Por último, mención especial merece por su importancia, gravedad y
actualidad, un comentario sobre la crisis que estamos padeciendo y la
actuación de la Institución.
Decíamos antes que se habían reducido los niveles de pobreza severa y
había un claro aumento de personas en situación de precariedad social. Este
fenómeno era coyuntural debido a la incidencia de tres actuaciones referidas
a la protección social: la mejora de las pensiones, la extensión de la
subsidiación por desempleo y la generalización de los salarios sociales.
Ahora bien, cuando esta protección social ha disminuido con ocasión de
la crisis unida a la mayor carestía de la vida y el aumento del paro; todas las
80
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2.
82
CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 10.
83
Cf. Ibid., 10.
84
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas97, 43-52.
85
Cf. Ibid., 53-57.
86
Cf. Ibid., 58-63.
87
Cf. Ibid., 64-67.
88
Cf. Ibid., 68-73.
89
Cf. Ibid., 74-78.
90
Cf. Ibid., 79-81.
81
50
personas que estaban en situación de vulnerabilidad social han pasado a
ostentar la categoría de pobres ya sea en nivel moderado o severo.
Como venimos diciendo, Cáritas aborda la crisis desde el plan
estratégico aprobado, y con un claro modelo de intervención social. No
obstante las políticas sociales que había propuesto en el año 1997 aunque
algunas son de gran actualidad, otras quedan lógicamente si no desfasadas sí
necesitadas de un nuevo enfoque o propuesta.
Por ello, y a la vista de lo analizado, es de gran importancia plantear
unas políticas sociales adecuadas para abordar la solución de la actual crisis.
En el año 2010, Cáritas propone para España pero dentro del marco
Europeo unas políticas que se prologuen hasta el año 2020, y que se basan
en cuatro objetivos bien concretos:
a) Medidas para erradicar las manifestaciones más graves e injustas de
la pobreza y exclusión social91.
b) Acciones para frenar las causas y círculos generadores de
vulnerabilidad92
c) Actuaciones para fomentar los procesos de integración y
convivencia93.
d) De forma transversal a todas las propuestas contenidas en el
documento, desarrollar y mejorar la gobernanza de las políticas
sociales94.
No obstante la evolución de la actual situación social obligó Cáritas a
elaborar con ocasión de las elecciones generales unas propuestas más
amplias y concretas, ya que como dice S. Mora en la presentación del
documento: “La actual situación social exige respuestas valientes, generosas
e imaginativas. Y creemos que es hora de establecer un nuevo orden de
prioridades por parte del conjunto de los poderes públicos que permita
abordar, con auténtica visión de futuro y de manera sólida, la solución de las
asignaturas todavía pendientes en la estructura económica y social del
Estado, que han impedido de forma recurrente en las tres últimas décadas el
acceso a unas mínimas condiciones de bienestar y de dignidad de una parte
91
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas2010, 10-11.
Cf. Ibid.,11-13.
93
Cf. Ibid.,13-14.
94
Cf. Ibid.,14.
92
51
importante de ciudadanos y ciudadanas que siguen viviendo por debajo del
umbral de la pobreza”95
Las citadas propuestas se realizan sobre:
a) La protección social y los servicios sociales96.
b) El acceso a una vivienda digna97.
c) El empleo98
d) La migración99
e) La cooperación para el desarrollo100
f) La financiación y el fortalecimiento del Tercer Sector101.
Toda esta “crónica apresurada”, que como tal, puede presentar olvidos y
errores, ha pretendido hacer visible de una manera muy sintética más de
cincuenta años de lucha contra la pobreza de Cáritas. En ella y por señalar el
binomio problema-solución, puede aparentar un exceso de activismo y
sembrar la duda sobre si ha faltado en Cáritas la reflexión teológica y
eclesial que sustentara convenientemente su manera de “hacer”.
Esta visión sería no solamente falsa, sino injusta: Cáritas en su andadura
siempre ha estado atenta y acompañada por el Magisterio eclesial, ya fuera
cuando éste se refiere al ejercicio de la caridad en general –y por tanto le
afecta consecuentemente– o bien, cuando alude específicamente a la labor o
identidad de la propia Cáritas; aspecto éste, que vamos a desarrollar en los
dos próximos apartados.
En relación a la reflexión teológica, es de destacar el excelente servicio
que ha ofrecido la revista Corintios XIII, sobre teología y pastoral de la
caridad, y que edita la propia Cáritas; así como los congresos con carácter
nacional e internacional que sobre la misma temática impulsa y organiza
cada dos años la Institución: “Jornadas de Teología sobre la Caridad” y
“Congreso Hispano-Latinoamericano de Teología de la Caridad”.
95
CÁRITAS ESPAÑOLA, Crisis, 2.
Cf. Ibid., 9-14.
97
Cf. Ibid., 15-20.
98
Cf. Ibid., 21-29.
99
Cf. Ibid., 30-40.
100
Cf. Ibid., 41-46.
101
Cf. Ibid., 47-50.
96
52
3.2. Caritas en los documentos de la Conferencia Episcopal
Española102
Tres son los documentos de mayor valor e importancia sobre la acción
caritativa-social de la Iglesia103.
Dos de ellos se gestaron prácticamente en la misma época y en el
contexto de un amplio proyecto que se propuso la Comisión Episcopal de
Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española, que pretendía
promover la pastoral de la caridad en general y más en concreto la diaconía
de la caridad con todas sus exigencias; es decir, que trataba de la animación
y renovación de la caridad en la Iglesia de España104.
En el documento CVI se propone “potenciar y animar la Cáritas como
organismo oficial de la Iglesia para la acción caritativa y social, en sus
diversos niveles: parroquial, diocesano, regional y nacional”105 y exhorta a
la consolidación de la Cáritas Diocesana, como tarea permanente, haciendo
notar que debe ser “lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un
mejor servicio a los pobres”106.
El mismo documento, al hablar de coordinación de las instituciones
eclesiales dedicadas al ejercicio de la caridad, recomienda la creación de un
organismo presidido y animado por el obispo, en el que se le de “a Cáritas
102
Lo primero que queremos aclarar, es el alcance de este apartado, y delimitarlo bien:
siendo Cáritas la diaconía de la Iglesia hacia los más necesitados y empobrecidos de la
sociedad, todo aquello en lo que el Magisterio se refiere al ejercicio de la caridad eclesial,
le afecta y alude a ella. No es este el objeto de nuestro apartado, ya que desborda las
pretensiones del mismo; es más, podría ser la materia de otro trabajo. Aquí destacaremos
únicamente aquellos textos en los que se “nombra específicamente a la Institución”. Somos
conscientes, así mismo, que estas indicaciones pueden no ser tan ricas como otras que
hablan del servicio caritativo-social sin referirse expresamente o nombrar a “Cáritas”, pero
nos parece que en el contexto que nos movemos es más adecuado tratarlo así, en este
momento; dejando el resto de apreciaciones para el discurso y la reflexión a lo largo de
nuestro trabajo.
103
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La caridad en la vida de la Iglesia.
Propuestas para la acción pastoral aprobadas por la LX Asamblea plenaria de la
Conferencia Episcopal Española (Madrid 1993). Este documento se citará como CVI;
COMISIÓN EPISCOPAL DE PASTORAL SOCIAL, La Iglesia y los pobres (Madrid
1994). Este documento se citará como IP. La Comisión Episcopal de Pastoral Social se
citará como CEPS. Por último CCA.
104
Para profundizar sobre este asunto acudir a: F. FUENTES, Un relato sobre la pastoral
de la caridad a partir de los documentos “La Iglesia y los pobres” y “La caridad en la
vida de la Iglesia”, en: Cor XIII 143 (2012) 108-123 y A. CESTER, Introducción: El
documento “La Iglesia y los pobres”, en Cor XIII 143 (2012) 10-15.
105
CVI Propuesta II.1.
106
CVI Propuesta II.1.c.
53
la relevancia que le corresponde”107. Aquí se contempla la posibilidad de
que la coordinación del servicio caritativo-social eclesial lo realice un
organismo distinto a Caritas, pero reconoce la importancia que para el
mismo tiene esta institución.
Así mismo, el documento pone de manifiesto la presidencia y animación
de la Cáritas Diocesana por el obispo como presidente que es de toda la
caridad de la Iglesia local108 y tratando de la calidad de la acción caritativasocial manifiesta sin ningún tipo de dudas que “Cáritas, en sus diversos
niveles, deberá revisar continuamente sus actitudes, actividades y formas
organizativas”109.
Por último, hace una referencia clara y precisa al tema de la formación
de sus agentes y del voluntariado eclesial comprometido en el ejercicio de la
caridad, resaltando la importancia de la misma: “Las instituciones de acción
caritativo social, y particularmente Cáritas, pondrán especial atención en la
formación teórico práctica y en el acompañamiento de sus miembros y
colaboradores”110, y sigue: “Las instituciones caritativo sociales, y en
particular Cáritas, promoverán las escuelas de formación del
voluntariado”111.
El documento IP, sólo nombra a Cáritas, como ejemplo, cuando hace
referencia al gran esfuerzo que realiza la comunidad cristiana112, aunque
todo el contenido del mismo le afecta esencialmente.
En el documento CCA, la referencia que hacen de la Institución está
centrada en su “eclesialidad”: “Cáritas Española ocupa un lugar destacado
por su carácter expresamente eclesial y jerárquico. Instituida por la
Conferencia Episcopal, es la Confederación de las Cáritas Diocesanas de la
Iglesia Católica en España” (CCA 19).
Posteriormente, recalca que el obispo es el presidente nato de la Cáritas
Diocesana113, y que desde ella ejerce su labor pastoral fomentando la
comunicación cristiana de bienes con los necesitados y promoviendo una
107
CVI Propuesta II.3.c.
Cf. CVI Propuesta II.1.c.
109
CVI Propuesta II.3.a.
110
CVI Propuesta III.2.a.
111
CVI Propuesta III.2.b.
112
Cf. IP, 87.
113
Cf. CCA, 23-24; 32.
108
54
más honda vivencia de la comunión eclesial para un mejor servicio a los
desvalidos114.
Seguidamente inciden en la relación que debe existir entre la Cáritas
Diocesana y la Confederación Cáritas Española: “Cada diócesis es
competente y responsable de configurar y gestionar su propia Cáritas” (CCA
24) y Cáritas Española estará al servicio de las Cáritas Diocesanas como
elemento de comunión y de apertura universal, que debe caracterizar la
acción caritativa y social de la Iglesia115.
Por último, hace dos indicaciones bien precisas: Cáritas no es ni debe
ser, la única forma institucionalizada en la diócesis para el ejercicio de la
caridad; y la acción diaconal de Cáritas debe estar inserta en la totalidad de
la misión evangelizadora de la Iglesia116.
En lo referente a otros documentos, en alguno resaltan el prestigio social
del que goza Cáritas y su valía como instrumento eficaz eclesial de ayuda a
los necesitados117 y en otros en los que se refieren a una atención en un
colectivo específico sumido en la exclusión, destacan la labor histórica y
actual que ha llevado a cabo Cáritas en sus distintos niveles para paliar su
marginación118.
Por último, existen otros tipos de documentos, los comunicados de la
Comisión Episcopal de Pastoral Social en el día de la Caridad en la
festividad de Corpus Christi; donde aparece frecuentemente la referencia
explícita a Cáritas.
En muchos de ellos, se señala como objetivo lo que la Institución tiene
establecido en su campaña anual119.
114
Cf. Ibid., 23.
Cf. Ibid., 24.
116
Cf. Ibid., 24.
117
Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, “Para que tengan vida en
abundancia” (Jn 10,10). Exhortación con motivo del 40 aniversario de la Encíclica
Populorum Progressio de Pablo VI y en el 20 aniversario de la Encíclica Sollicitudo Rei
Socialis de Juan Pablo II (Madrid 2007) nº 8. Este documento se citara como PTVA. Y
también CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Una Iglesia esperanzada. Plan
Pastoral (2002-2005) (Madrid 2002) nº 55. Este documento se citará como Plan.
118
Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, “La Iglesia de España y los gitanos”.
En el V aniversario de la beatificación de Ceferino Giménez Malla (Madrid 2002) nº 47.
Este documento se citará como Gitanos.
119
Cf. CEPS, Comunicado en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid
2002). Este documento se citará como MCC02; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la
festividad de Corpus Christi (Madrid 2003). Este documento se citará como MCC03;
CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: Al encuentro de
115
55
Por otra parte, destacan los siguientes aspectos:
Ponen de relieve la gran cantidad de colaboradores voluntarios que tiene
Cáritas, en torno a los 50.000. Da las gracias a los trabajadores y todos los
que colaboran con ella, y señala que mientras haya un pobre, o alguien que
sufra, su tarea no habrá terminado120.
También se hace un llamamiento a los fieles a que se incorporen a la
tarea de Cáritas ya sea a nivel parroquial o diocesano121.
En el año 2006, el Mensaje122 hace hincapié en dos aspectos importantes
de Cáritas: el primero señala que una de las misiones fundamentales de esta
institución es animar las comunidades eclesiales para que irradien el amor
del Dios de Jesucristo por los últimos de nuestra sociedad.
El segundo, manifiesta que Cáritas es el cauce para que la comunidad
cristiana, de forma orgánica y sistemática, desarrolle su ser ministerial o
diaconal.
Por último, y ya en plena crisis económica y social de nuestro país, la
CEPS, destaca que gracias a los informes que proporciona Cáritas, se
conoce el verdadero alcance de la misma y que su labor es signo de
esperanza para tanta persona que sufre123.
En síntesis, podemos afirmar que en los documentos de los obispos se
hace especial referencia a que Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia
Católica, presidido y animado por el obispo para la acción caritativa y
social, que debe llevar a cabo la comunidad cristiana, siendo su lugar el
encuentro “natural” para tal fin. Reconocen, así mismo el prestigio social de
los últimos (Madrid 2004). Este documento se citará como MCC04; CEPS; Mensaje en el
día de Caridad en la festividad de Corpus Christi: La Eucaristía camino de integración
fraterna (Madrid 2005). Este documento se citará como MCC05; CEPS, Mensaje en el día
de Caridad en la festividad de Corpus Christi: Caridad y educación integral (Madrid
2007). Este documento se citará como MCC07; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la
festividad de Corpus Christi: La Eucaristía, esperanza para el pobre (Madrid 2008). Este
documento se citará como MCC08; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad
de Corpus Christi: He visto la aflicción de mi pueblo he escuchado su clamor (Madrid
2009). Este documento se citará como MCC09; CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la
festividad de Corpus Christi: Busquemos el bien de todos (Madrid 2012). Este documento
se citará como MCC12.
120
Cf. CEPS, Mensaje en el día de Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid
2000). Este documento se citará como MCC00.
121
Cf. MCC02; MCC07.
122
Cf. CEPS, Mensaje en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi:
Eucaristía, misión, servicio (Madrid 2006). Este documento se citará como MCC06.
123
Cf. MCC08; MCC09; MCC12.
56
esta institución eclesial y manifiestan que ni es, ni debe ser, la única
organización eclesial de ayuda a los empobrecidos.
3.3. Cáritas en el Magisterio Pontificio124
3.3.1. Carta encíclica Deus caritas est.
El documento nombra propiamente a Cáritas125 cuando trata del perfil
específico de la actividad caritativa de la Iglesia; y manifiesta que ella debe
en los diferentes niveles de actuación: diocesano, nacional e internacional,
hacer lo posible para atender las necesidades inmediatas de los que sufren
hambre, prisión, etc.; mediante los medios humanos y materiales que sean
necesarios.
A continuación, se refiere a los usuarios de Cáritas, que no sólo
necesitan que se aborde su problema desde un ámbito profesional sino que
necesitan también sentirse amados; por ello, y ya refiriéndose a los agentes
de Cáritas, éstos no sólo deben prepararse técnicamente, sino que se les ha
de facilitar y guiar hacia un encuentro con Dios en Cristo que suscite en
ellos el amor, para que desde este “encuentro” y como consecuencia de él,
se sientan impulsados a transmitir ese amor a los desfavorecidos.
3.3.2. Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis126
El documento nombra a Cáritas cuando relaciona la Eucaristía y la
pobreza de las personas127 y manifiesta que Cáritas en sus diversos ámbitos
desarrolla un gran servicio ayudando a las personas necesitadas. Y se añade
que, inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se
convierte en su expresión concreta; por ello merece todo reconocimiento y
estimulo por su compromiso solidario en el mundo.
124
En lo que se refiere al alcance de este apartado, nos acogemos a los mismos criterios que
en el apartado anterior: ver nota 102, recogiendo aquellos párrafos y textos en los que se
nombra específicamente a Cáritas. Un análisis que no tenga en cuenta esta apreciación
desborda el marco de nuestro trabajo.
125
Cf. DCE 31.
126
BENEDICTO XVI, Sacramentum caritatis. Exhortación Apostólica sobre el
sacramento de la caridad (Roma 2007). Este documento se citara como Sc.
127
Cf. Sc 90.
57
3.3.3. Juan Pablo II a Cáritas Española128
Este documento es un mensaje de S.S. Juan Pablo II a la Cáritas
Española con motivo de la celebración de su cincuenta aniversario.
El Papa recuerda que Cáritas nació ante la urgente necesidad de
“organizar la caridad”129, y que, a lo largo de su historia, se ha revelado
como un instrumento válido de la Iglesia Católica para promover el
Evangelio de la caridad y mostrar el rostro de Dios y el amor por los
empobrecidos130.
Y sigue diciendo: en sus actuaciones, que se extienden a numerosos
ámbitos de la exclusión, Cáritas ha puesto en el centro a la persona con su
dignidad inalienable, pretendiendo que la ayuda prestada en modo alguno
signifique humillación para nadie y que el marginado sea protagonista de su
propia inclusión social131.
El documento, destaca que el ejercicio de la caridad beneficia tanto a
quien la recibe como a quien la ofrece, y que estos últimos son verdaderos
apóstoles del Evangelio y discípulos privilegiados del Maestro, de ahí, la
importancia capital de su formación espiritual132.
Por último, es preciso señalar, la importancia que el Santo Padre da a la
lectura creyente de la realidad social y la caridad política: Cáritas Española
“con los estudios sociales de la Fundación FOESSA, ha contribuido
poderosamente a poner de manifiesto los problemas de una sociedad en
desarrollo, sensibilizando así la conciencia de los cristianos ante situaciones
de necesidad a veces larvadas, analizando las causas que producen la
pobreza e influyendo positivamente en la adopción de políticas sociales más
beneficiosas para los menos favorecidos de la sociedad”133.
128
JUAN PABLO II, Mensaje con motivo del 50 aniversario de Cáritas Española.
“Manifestar el amor de Cristo por los necesitados” (Castelgandolfo 1997). Este
documento se citará como MJPII. Este mensaje se puede consultar en: Revista Cáritas 378
(1997) 8.
129
Cf. Ibid., 2 y 5.
130
Cf. Ibid., 1 y 3.
131
Cf. Ibid., 3.
132
Cf. Ibid., 4.
133
Ibid., 3.
58
3.3.4. El servicio de la caridad134
En este documento se hace referencia a Cáritas en dos momentos: en
primer lugar se señala que es una institución promovida por la jerarquía
eclesiástica que se ha ganado el aprecio y confianza, de los creyentes y no
creyentes, por su manera eficaz de responder ante las necesidades de las
personas y por su coherente testimonio de fe135.
En segundo lugar, manifiesta claramente que el obispo debe favorecer la
creación en cada parroquia de su diócesis, una Cáritas que sea la animadora
del ejercicio de la caridad de todo la comunidad136; si bien, en la misma,
pueden coexistir y desarrollarse otras iniciativas de caridad137.
3.3.5. Caritas internationalis
A Caritas internationalis se le concede personalidad jurídica canónica
pública confirmando sus Estatutos y Reglamento en el año dos mil cuatro138
a pesar de que ya es fundada en el año 1951 por el Papa Pío XII, como
organismo de la Iglesia universal para que “reuniera las organizaciones
caritativas nacionales autorizadas por los respectivos Episcopados, para
favorecer su conocimiento recíproco, su coordinación y colaboración en la
realización de la actividad caritativa y social en las diversas partes del
mundo”139.
Se creó con trece organizaciones y ya en 1967, el Papa Pablo VI pudo
testimoniar que “Caritas internationalis actúa en todas partes”140. En la
actualidad la componen 165 miembros; y se configura como una
Confederación de organismos caritativos, por lo general Cáritas Nacionales,
para favorecer en su seno la colaboración de las mismas, desarrollando
tareas de animación, coordinación y representación. Por eso Caritas
internationalis está unida, por su origen y naturaleza, con un vínculo muy
estrecho, al sucesor de Pedro, que preside la caridad universal.
134
MPSC.
Cf. MPSC Proemio.
136
Cf. MPSC Art. 9.1.
137
Cf. MPSC Art. 9.2.
138
Cf. JUAN PABLO II, Durante la última cena. Carta para la concesión de la
personalidad jurídica canónica pública a “Caritas internationalis” (Castelgandolfo 2004)
nº 3. Este documento se citará como CIUC.
139
CIUC 1; Cf. JUAN XXIII, Discurso a los delegados de la “Caritas internationalis”
(Castelgandolfo 1960). Este documento se citará como CIA60.
140
PABLO VI, Populorum progressio. Carta encíclica sobre la necesidad de promover el
desarrollo de los pueblos (Roma 1967) nº 46. Este documento se citará como PP.
135
59
¿Qué nos dice el Magisterio, de Cáritas, en el ámbito de Caritas
internationalis?141
Como es fácil de suponer, estos textos son ordinariamente y en su mayor
parte, de carácter parenético: en ellos el Papa felicita a los miembros de
Cáritas por la labor que realizan y les exhorta y anima a proseguir con
entusiasmo en el ejercicio de la caridad. Sin embargo, en ellos aparece
también –aunque sea de manera desperdigada– elementos esenciales
relativos a su estructura y organización, a sus objetivos, a su campo de
acción, etc.; elementos todos ellos que interesa recoger y que presentaremos
a continuación.
a) En primer lugar se hace referencia al nombre de Cáritas y la
connotación negativa que, en algunos ambientes lleva esa palabra.
El Magisterio es claro al respecto: el título que define e inspira la acción
de “Cáritas” es el mismo con el que el Señor se identifica, Dios es amor142.
Cáritas en su nombre lleva un ideal y un estímulo para su actividad. Es más
significa que “la caridad de Cristo nos apremia” (2Cor 5,14) y los diferentes
Pontífices exhortan a no cambiar la denominación de la Institución143.
En los años siguientes es un tema recurrente: el nombre de Cáritas es
asociado a la ayuda llevada a cabo en todo tipo de pobrezas y con grupos
sociales desfavorecidos144; el Papa Juan Pablo II zanja la cuestión: “El
hermoso nombre que lleváis y que es palabra clave del Evangelio significa
que estáis ordenados a la “caridad”. No permitáis que la palabra caridad y
su realidad se devalúen. No es meramente el fruto de una piedad sentimental
y pasajera. La palabra Cáritas muestra que toda la tarea de sus agentes
141
Nuestro trabajo se circunscribe a la acción de Cáritas en el territorio español, ya sea a
nivel nacional, diocesano o parroquial; tal como señalamos en la introducción de este
estudio. Por ello, no vamos a considerar aquellas cuestiones que el Magisterio expone e
indica sobre Caritas internationalis, sino aquello que se especifica sobre Cáritas en sus
diferentes ámbitos y con los mismos criterios que hemos expuesto en las notas 102 y 124.
Los documentos que vamos a consultar son los discursos que los diferentes Papas dirigen a
los miembros del Comité Ejecutivo o de la Asamblea de Caritas internationalis. Su
localización es sumamente fácil acudiendo a http://www.vatican.va. Una vez en la página
web de la Santa Sede se dirige uno al Santo Padre autor del documento y en el apartado de
discursos se busca por la fecha de realización del mismo.
142
Cf. PAUL VI, Discours au terme de la VIII Assemblée générale de la “Caritas
internationalis” (El Vaticano 1969). Este documento se citará como CIA69.
143
Cf. PAUL VI, Discours au Comité Exécutif de la “Caritas internationalis” (El Vaticano
1972). Este documento se citará como CIE72.
144
Cf. PAUL VI, Discours aux participants a la X Assemblée générale de la “Caritas
internationalis” (El Vaticano 1975). Este documento se citará como CIA75.
60
consiste en vivir en la caridad, en dar testimonio de ella, en ponerla en
“acción” de forma concreta y con otros”145.
b) Desde hace más de cien años, se constata que han proliferado
organizaciones con el nombre de Cáritas a nivel parroquial, diocesano y
nacional, con el objetivo de asistir a cuantos se encontraban en estado de
necesidad146.
Pero estas Cáritas han nacido y crecido en colaboración con los obispos
para actuar y testimoniar el amor de Cristo en cada Iglesia particular147.
El obispo, a nivel diocesano, es el coordinador del ejercicio de la caridad
y las Cáritas participan y colaboran con él para recordar el puesto
primordial de la caridad en la misión de la Iglesia. A nivel nacional la
responsabilidad de la pastoral social recae en las Conferencias Episcopales
de cada país148.
Todo esto conlleva que “a diferencia de tantas instituciones y
asociaciones eclesiales dedicadas a la caridad, las Cáritas tienen un rango
distintivo: "Pese a la variedad de formas canónicas asumidas por las Cáritas
nacionales, todas son una ayuda privilegiada para los obispos en su ejercicio
de la caridad. Esto comporta una especial responsabilidad eclesial: la de
dejarse guiar por los Pastores de la Iglesia”149. Cáritas realiza un papel de
primera importancia en la Iglesia de nuestros días siendo “el instrumento
privilegiado de la caridad de la Iglesia”150.
145
JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en la XI Asamblea general de “Caritas
internationalis” (El Vaticano 1979). Este documento se citará como CIA79.
146
Cf. CIUC 1; CIA 79; BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la XVIII
Asamblea general de ¨Caritas internationalis” (El Vaticano 2007). Este documento se
citará como CIA07.
147
Cf. CIA75.
148
Cf. JEAN PAUL II, Discours aux délégués de l´Assemblée générale de la “Caritas
internationalis” (El Vaticano 1983). Este documento se citará como CIA83; JEAN PAUL
II, Discours aux participants à l´Assembleé générale de la “Caritas internationalis” (El
Vaticano 1987). Este documento se citará como CIA87; JEAN PAUL II, Discours aux
participants a la XIV Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El Vaticano
1991) nº 3. Este documento se citará como CIA91.
149
BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la Asamblea general de Caritas
internationalis en el 60º de su fundación (El Vaticano 2011). Este documento se citará
como CIA11.
150
CIA69.
61
c) Cáritas es como un árbol bien estructurado de ramificaciones
múltiples: las Cáritas Parroquiales confluyen en las Diocesanas y estas se
coordinan en un país o nación151.
Las Cáritas Diocesanas y Nacionales son autónomas y diferentes y
hacen según sus posibilidades152, ahora bien, su estructura presenta la
ventaja de permitir intercambios y ayudas entre ellas153. Esto, no obstante es
insuficiente en orden al llamamiento a realizar la caridad universal ya que
las Cáritas Nacionales deben unirse en la Caritas internationalis154.
d) Para la Iglesia, es una prioridad y urgencia el ejercicio de la caridad,
Cáritas debe involucrarse de una manera total en esta actividad traduciendo
en actos y realizaciones concretas en los diversos países las exigencias de
ayudas y asistencia solidaria para con los pobres155. Ahora bien, debe ser
una labor que tenga en cuenta no sólo el asistencialismo sino también la
promoción de la persona y el desarrollo integral de los desfavorecidos, sin
separar caridad y justicia social156.
Esta acción de Cáritas debe alcanzar a la persona de una manera
integral: debe atender el aspecto material y espiritual del empobrecido157.
e) Estos textos, hacen una referencia clara a la motivación y fundamento
de la acción de Cáritas: Cristo es la fuente de la caridad para Caritas, en su
acción se ven los frutos del amor de Cristo158. Se trata pues, de que Cáritas
sea cauce para que cada cristiano pueda amar a su prójimo con el amor de
Dios que ha recibido159.
Por ello, la actuación y vida espiritual de los miembros de Cáritas deben
poner de manifiesto que Dios es fuente de su compromiso, y la oración se
151
Cf. CIA87 4.
Cf. CIUC, 2; PAUL VI, Discours aux participants à la IX Assemblée générale de la
“Caritas internationalis” (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CIA72.
153
Cf. CIA83 5.
154
Cf. CIE72 y CIA72.
155
Cf. PAUL VI; Discours à la VII Assemblée générale de la “Caritas internationalis” (El
Vaticano 1965). Este documento se citará como CIA65; CIA69.
156
Cf. CIA87 2.
157
Cf. JEAN PAUL II, Discours aux délégués de la “Caritas internationalis” (El Vaticano
1984). Este documento se citará como CIE84.
158
Cf. CIA07.
159
Cf. CIA75.
152
62
convertirá en imprescindible para darles fuerzas a fin de que puedan realizar
su misión160.
Las motivaciones teológicas y espirituales que orientan el “hacer” de
Cáritas, distinguen a esta de otras organizaciones tipo ONG161.
f) No obstante, esta “espiritualización” de Cáritas no la exime de una
necesaria buena organización y estructura de la misma que de soluciones no
solo a las viejas pobrezas, sino también a las nuevas situaciones de
exclusión social162.
Para ello, tendrá un especial cuidado en el aprovechamiento de los
recursos económicos con los que cuenta163.
g) Ahora bien, si es importante una buena organización, mucho más es
testimoniar y manifestar las motivaciones cristianas de la caridad164: todo
acto de caridad debe inspirarse en la experiencia personal de fe que lleva al
descubrimiento de que Dios es amor: “Quien trabaja para Cáritas está
llamado a dar testimonio de ese amor ante el mundo. La caridad cristiana
rebasa nuestra capacidad natural de amar: es una virtud teologal (…) Por
tanto, exige que el bienhechor sitúe la ayuda humanitaria en el contexto de
un testimonio personal de fe, que luego se convierte en parte del don
ofrecido a los pobres. Solo cuando la actividad caritativa asume la forma de
la entrega de sí de Cristo se convierte en un gesto verdaderamente digno de
la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios”165
Por tanto, los miembros de Cáritas deben de dar testimonio del amor de
Dios a los pobres de una manera individual y comunitaria; del que no están
dispensados de ninguna manera y que no pueden en absoluto
monopolizar166.
Cáritas de esta manera participa de la evangelización que lleva a cabo la
Iglesia y con sus acciones muestra el Reino de Dios167.
160
Cf. JUAN PABLO II, Mensaje a los participantes en la XVI Asamblea general de
“Cáritas internationalis” (El Vaticano 1999) nº 4. Este documento se citará como CIA99.
161
Cf. JEAN PAUL II, Discours aux participants a la XV Assemblée générale de la
“Caritas internationalis” (El Vaticano 1995) nº 3. Este documento se citará como CIA95.
162
Cf. CIA65; CIA99 1.
163
Cf. CIA65; CIA79.
164
Cf. CIA83 6.
165
CIA07.
166
Cf. CIA79; CIA11.
167
Cf, CIA99 2 y 4.
63
Por todo esto, es una tarea fundamental de Cáritas reflexionar y
profundizar permanentemente sobre su identidad, así como sobre los
principios y valores que guían su acción; así como sobre su misión en el
seno de la Iglesia168.
h) Dos tareas fundamentales señalan estos documentos a Cáritas:
En primer lugar la animación de la comunidad169; lo que conlleva a la
vez dos tareas: una, la formación de los fieles en general para abrirles los
ojos en su corresponsabilidad en el ejercicio de la caridad170 y la formación
de sus agentes, tanto en el aspecto técnico, como en el espiritual y teológico,
tratando de no perder este equilibrio para que los voluntarios y trabajadores
de la Institución sean plenamente conscientes de ser discípulos y seguidores
de Jesucristo, en su labor caritativa-social171.
En segundo lugar, Cáritas debe sensibilizar no sólo a los miembros de la
propia comunidad eclesial, sino a todos los ciudadanos en la exigencia del
amor y ayuda hacia los marginados, haciendo un llamamiento a la toma de
responsabilidad social de todos, y suscitando una voluntad eficaz de ayudar
y coordinar los esfuerzos tendentes a la inclusión social de los
desfavorecidos172.
Si Cáritas debe abrirse a una cooperación sincera y plena con todos
aquellos organismos, instituciones y personas –con el necesario
discernimiento evangélico– que luchan contra la injusticia y pobreza; esta
colaboración debe avanzar por los caminos del ecumenismo: se deben unir
esfuerzos con cristianos de otras comunidades eclesiales. Este “hacer”
conjunto se convierte en un espacio privilegiado de diálogo ecuménico173.
3.3.6. Pontificio Consejo “Cor unum”
Pablo VI crea el Consejo Pontificio “Cor unum” con la carta-documento
A0 citando dos textos del Magisterio. Uno que recogía los deseos
formulados por el Concilio Vaticano II: es deber de todo el Pueblo de Dios
“socorrer en la medida de sus posibilidad las miserias de nuestro tiempo y
de hacerlo, como era costumbre en la Iglesia antiguamente, no solo con los
bienes superfluos, sino también con los necesarios (…). El modo de allegar
168
Cf. CIA99 2.
Cf. CIA91 2.
170
Cf. CIA87 5.
171
Cf. CIA91 4.
172
Cf. CIA83 3; CIA03 5; CIA79.
173
Cf. CIA91 4.
169
64
y de distribuir los fondos recogidos sin necesidad de ser regulado de un
manera rígida y uniforme, sin embargo, debe ser convenientemente
encauzado a nivel diocesano, nacional y mundial”174.
El segundo texto habla de la sensibilidad que “es propia de la Iglesia,
marcada por una voluntad desinteresada de servicio y por una atención a los
más pobres”175.
Desde estos presupuestos funda e instituye dicho Consejo para la
promoción humana y cristiana, teniendo como objetivos:
a) Coordinar las energías e iniciativas no solo de todas las instituciones
católicas, sino de todo el Pueblo de Dios, mediante una adecuada
cooperación para el desarrollo integral de las personas y pueblos
sobre todo a los más necesitados.
b) En caso de “catástrofes” y desgracias imprevistas, será este Consejo
en nombre de la Iglesia quien aportará una ayuda concorde, eficaz y
puntual para paliar dichas situaciones.
c) Facilitar el entendimiento de las instituciones católicas con las
instituciones públicas e internacionales que trabajan en el campo de
la asistencia y el desarrollo.
d) Ayudar y ser instrumento del Romano Pontífice, cuando crea
oportuno emprender obras especiales o iniciativas en el campo
caritativo para que se ejecuten lo más rápidamente posible.
En lo que concierne a la relación que debe mantener con Caritas
internationalis176 el Consejo Pontificio “Cor unum” debe seguir y
acompañar la tarea de Cáritas tanto en el ámbito internacional como en sus
organizaciones regionales. Para ello, debe ser informado sobre las
iniciativas de la Confederación en los diversos niveles y tiene derecho a
participar en las reuniones tanto de organización como de coordinación de
actividades de la misma.
Así mismo, el Consejo Pontificio contribuirá a mantener vivo el espíritu
eclesial en la Confederación y velará para que la actividad de los miembros
de la misma, se realice en colaboración con las Iglesias locales involucradas
y con sus pastores.
174
CONCILIO VATICANO II, Gaudium et spes. Constitución pastoral sobre la Iglesia en
el mundo actual (Roma 1965) nº 88. Este documento se citará como GS.
175
PABLO VI, Octogesima adveniens. Carta apostólica en el octogésimo aniversario de la
encíclica. “Rerum novarum” (Roma 1971) nº 42. Este documento se citará como OA.
176
Cf. CIUC 4.
65
Por último, Caritas internationalis deberá someter al Consejo Pontificio
“Cor unum”, antes de su publicación, los textos de orientación que quiera
emanar.
Recientemente se ha publicado un Decreto177 que desarrolla lo expuesto
anteriormente.
¿Qué nos dice el Magisterio, de Cáritas, en el ámbito del Consejo
Pontificio de “Cor unum”?178
Dos son los documentos en los que Benedicto XVI se refiere a “Cáritas”
aunque puede entenderse esta como la Organización, o bien, como la
actividad caritativa-social de la Iglesia.
En el primero, manifiesta que “la fuerza de Cáritas depende de la fuerza
de la fe de todos los miembros y colaboradores179.
En el segundo, manifiesta claramente que Cáritas seguirá siendo siempre
necesaria porque persisten situaciones de necesidad que requieren entrega
personal y ayudas concretas180.
En las conclusiones del Congreso Mundial de la Caridad el Presidente
de “Cor unum” se refiere a Cáritas para diferenciarla del ejercicio de la
caridad: Cáritas “es solo una expresión de la caridad y no lo abarca del todo.
177
Cf. T. BERTONE, Decreto general sobre Caritas internationalis (El Vaticano 2012).
Este documento se citará como DecCI.
178
Vamos a seguir los mismos criterios que los expuestos en las notas 102, 124 y 141. Los
documentos que vamos a consultar son los discursos que los diferentes Papas dirigen a los
participantes en las Asambleas plenarias del Consejo “Cor unum” o en sus diferentes
congresos o actividades. Su localización es sumamente fácil: acudiendo a
http://www.vatican.va. Una vez en la página web de la Santa Sede se dirige uno al Santo
Padre autor del documento y en el apartado discursos se busca por la fecha de realización
del mismo. También se puede acudir al apartado: “Curia romana”, después “Pontificios
Consejos”, posteriormente: “Cor unum” y desde allí se debe ir a “Perfil” y a los siguientes
apartados: XL Aniversario de Cor unum; Iniciativas, Asambleas plenarias; Iniciativas,
Caritas internationalis; Actividades, acontecimientos especiales; Actividades, novedades;
Actividades, mensajes del Papa; Actividades, Discursos-Homilías; Archivo histórico,
fundaciones; Archivo histórico, iniciativas; Archivo histórico, publicaciones. Así mismo se
pueden consultar los libros: CUCM06; Actas del Congreso Mundial de la Caridad (Roma
1999). Este congreso se citará como CUCM99; Ars Caritatis. XXX Aniversario de la
fundación del Pontificio Consejo “Cor unum” 1971-2001 (El Vaticano 2001). Este trabajo
se citará como CUAC.
179
BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en un congreso internacional
organizado por el Consejo Pontificio “Cor unum” (El Vaticano 2006). Este documento se
citará como CU06.
180
Cf. BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la 28 Asamblea plenaria del
Consejo Pontificio “Cor unum” (El Vaticano 2009). Este documento se citará como CU09.
66
La “Cáritas” es un instrumento a través del cual la Iglesia realiza su misión
diaconal. Pero existe toda una serie de iniciativas de voluntariado y
asociaciones (…) que se salen de la estructura ya afianzada de Cáritas. Esta
vitalidad es un signo muy positivo y tiene que enseñarnos que los «sistemas
de caridad» creados hasta el momento no agotan la riqueza de las
instituciones”181.
Por último, en una crónica sobre la evolución de “Cor unum” en sus
treinta años de existencia se nombra a Cáritas en diferentes momentos: se
reconoce la insuficiencia de “Cor unum” en la coordinación de las ayudas
en caso de emergencia en diferentes países. Por ello, desde 1975 esta labor
la realiza Caritas internationalis a través de las Cáritas Nacionales que
forman parte de la misma182.
Por otro lado, se dice que la actividad caritativa de la Iglesia encuentra
expresión, en la Cáritas existente en diferentes niveles: local, diocesano,
nacional e internacional; siendo un instrumento de la diaconía eclesial. Este
carácter instrumental significa que Cáritas no es ni el origen ni el fin de la
caridad183.
También hay que tener en cuenta, que si bien, es necesario y deseable
que las Cáritas Nacionales se relacionen en la Caritas internationalis esto no
debe suponer la dependencia ni comprometer la autonomía de ninguna de
ellas. La inserción a nivel internacional debe favorecer la colaboración y
comunión mutua184.
Es conveniente, así mismo, destacar que la acción de Cáritas no debe
sustituir la labor de las demás instituciones públicas, ni pretender abarcar y
solucionar todas las necesidades185.
Por último, se señala la positiva colaboración de Caritas internationalis
con las Cáritas Nacionales de los países afectados por una catástrofe y con
los que se mantienen proyectos de cooperación. La común estructura y
pertenencia eclesial hacen más fácil la intercomunicación y el llevarlos a
cabo186.
181
P.J. CORDES, Conclusiones, en: AA.VV., CUCM99, 249.
Cf. G. DAL TOSO, La evolución del Pontificio Consejo “Cor unum” en sus treinta
años de existencia, en: AA.VV., CUAC, 121.
183
Cf. Ibid., 125.
184
Cf. Ibid., 126.
185
Cf. Ibid., 126.
186
Cf. Ibid., 127-128.
182
67
3.3.7. Discursos a la Cáritas Italiana
Por último, presentamos aquí una serie de discursos que los Papas han
realizado a una Cáritas Nacional, en este caso a la Italiana. Contiene
elementos, que si bien se repiten; por el hecho de volver a insistir sobre
ellos, demuestran la preocupación y el interés del Magisterio sobre los
mismos.
a) Reafirman la eclesialidad de Cáritas187, su validez, necesidad y
actualidad188 para atender las viejas y nuevas pobrezas con creatividad189.
b) Cáritas para dar una adecuada respuesta necesita una precisa
organización, presencia en el territorio a nivel no sólo diocesano sino
nacional y cuidado en la formación de sus agentes190.
c) Desde esa presencia en el Territorio, Cáritas debe escuchar los
sufrimientos de las personas, indagar las causas de los mismos y buscar
soluciones comunitarias desde el Evangelio. Estamos hablando de la
metodología de la "Lectura Creyente de la Realidad"191.
d) En todos los discursos se insiste en la función pedagógica de Cáritas
consistente en sensibilizar a toda la comunidad cristiana en el sentido y
deber del ejercicio de la caridad para con el prójimo192. Un servicio que no
adormece conciencias porque debe ser profético193.
e) Se insiste en que Cáritas debe existir no solo como una organización
en la que se delegue el ejercicio de la caridad sino, y sobre todo, para que
187
Cf. PAOLO VI, Discorso al partecipanti al incontro nazionale di studi della “Caritas“
Italiana (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CIta72.
188
Cf. CIta72; GIOVANNI PAOLO II, Discorso al Presidenti delle “Caritas” Diocesane
d´Italia (El Vaticano 1982) nº 2. Este documento se citada como CIta82.
189
Cf. CIta82 2; JUAN PABLO II, Mensaje a la Cáritas Diocesana de Roma en su 25º
aniversario de su fundación (El Vaticano 2004) nº 2. Este documento se citará como
CIta04; BENEDICTO XVI, Discurso a los miembros de la Cáritas Italiana en el 40
aniversario de su fundación (El Vaticano 2011). Este documento se citará como CIta11.
190
Cf. CIta82 3; GIOVANI PAOLO II, Discorso al partecipanti ad un covengno della
“Caritas Italiana” (El Vaticano 1991) nº 2. Este documento se citará como CIta91.
191
Cf. CIta11.
192
Cf. JUAN PABLO II, Discurso en el 30º aniversario de la fundación de la Cáritas
Italiana (El Vaticano 2001) nos 1 y 3. Este documento se citará como CIta01; JUAN
PABLO II, Discurso a la asamblea de las Cáritas Diocesanas de Italia (El Vaticano 1979).
Este documento se citará como CIta79; Cf. También: CIta82 2; CIta91 1; CIta11.
193
Cf. CIta11.
68
sea signo de la caridad de Cristo194, para dar testimonio del amor de Dios
por el género humano195.
f) La labor de Cáritas esta profundamente unida a la misma esencia del
mensaje cristiano196. A través de sus acciones inspiradas en los signos de
Jesús de Nazaret, evangeliza. Estas señales hablan de Dios e interrogan a los
hombres y mujeres de nuestro tiempo197.
En la acción de Cáritas se pone de manifiesto el estrecho nexo que existe
entre anuncio de la Palabra, celebración litúrgica y testimonio de la
caridad198.
g) Por último se insiste en lo necesario de la coordinación en la acción
caritativa-social eclesial respetando la propia autonomía de cada Cáritas
Diocesana y de otros grupos inmersos en esta tarea199.
También se hace un claro llamamiento a “no cerrar los ojos ante las
dificultades de otros países” (CIta72). Estamos hablando de la necesaria
cooperación internacional.
194
Cf. CIta11.
Cf. CIta01 2; CIta11; CIta82 2; CIta79.
196
Cf. CIta82 1.
197
Cf. CIta11.
198
Cf. CIta79.
199
Cf. CIta72.
195
69
70
4.
EL “SER” Y EL “HACER” DE CÁRITAS, TESTIMONIO
DEL AMOR DE DIOS
4.1. Reflexión teológica sobre la identidad y la acción de Cáritas
4.1.1. El misterio de la Trinidad y amor a los pobres en el ser y la misión
de Cáritas
Cuando intentamos introducirnos en el inefable misterio de la Santísima
Trinidad y confesamos con la Iglesia la unicidad esencial de amor, el amor
único, infinito de Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo200, los
cristianos no debemos obviar, que antes de estar afirmando una declaración
dogmática o intentando realizar una interpretación teológica, lo que vivimos
es una experiencia del Dios-Amor que se autocomunica gratuitamente como
Padre, Hijo y Espíritu.
El primero que gustó esta experiencia con intensidad única fue Jesús de
Nazaret, no desde una especulación teórica-teológica sobre la divinidad,
sino desde la vivencia de una intimidad singular y especialísima con Dios,
practicada existencialmente.
En esta experiencia nos debemos mover los cristianos, y de ella debe
brotar nuestra reflexión orante y teórica. Y nos advierte J. Espeja, muy
acertadamente al respecto: “Cuando se olvida esta génesis y se pierde la
referencia, fácilmente la doctrina sobre la Trinidad se queda en una
metafísica sagrada, donde las mediaciones conceptuales se absolutizan y no
dejan espacio para que Dios siga siendo escondido y siempre mayor en su
misma cercanía”201.
Así pues, nuestro punto de partida y llegada, va a ser siempre la
experiencia vivida de un Dios misericordioso lleno de amor hacia todas sus
200
Cf. E. YANES, En el Espíritu y la Verdad. Espiritualidad Trinitaria (Madrid 2000) 50;
G.L. MÜLLER, Dogmática. Teoría y práctica de la teología (Barcelona 1998) 455; L.F.
LADARIA, El Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad (Salamanca 1998) 259261.
201
J. ESPEJA, Raíces trinitarias de la solidaridad, en: Cor XIII 94 (2000) 82. Este mismo
autor nos explicita en nota a pie de página que ya Tomás de Aquino insistió en que no
confundamos la explicación del misterio trinitario con la demostrabilidad racional del
misterio.
71
criaturas, especialmente los hombres y mujeres, sobre todo, cuando estos se
encuentran empobrecidos202.
Por eso, cuando exclamamos: ¡Dios es amor!203, significa que lo estamos
experimentando como apertura, don y gracia, como ser personal que se
dirige amorosamente hacia los hombres y mujeres de todos los tiempos.
Y esto, el género humano ha podido ir viviéndolo en la historia de
salvación204: en el principio, Dios saliendo de sí mismo crea el mundo y
cuida de sus criaturas; después, elige a su pueblo en la persona de Abrahán
y lo libra de la esclavitud de Egipto conduciéndolo a la tierra prometida.
Pero el Dios que es amor, se ha manifestado sobre todo en Jesucristo y
fundamentalmente en su muerte en la cruz por la salvación de los
hombres205: así el Hijo de Dios revela el amor de Dios Padre con su vida
que culmina en el cadalso, amando hasta el extremo y entregando su entera
existencia en la cruz como infinito, gratuito y total don de sí: comunión
libre e infinita del Amante, del Amado y del Amor206.
Este amor, que es la vida de Dios “es derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo” (Rom 5,5) y de esta manera podemos reconocer el
amor de Dios y amarnos unos a otros y así, permanecer en el amor de Dios,
por el Espíritu que también es don de Dios207.
Por ello, el origen del amor fraterno y de la experiencia de un Dios
misericordioso lo hemos de situar en el dinamismo trinitario del amor, en el
que, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, cada uno a su modo, manifiestan
el amor de Dios, es decir, que Dios es amor, llamando al género humano a
202
Esta es la síntesis y reflexión central que el documento IP hace sobre el “Dios
Comunidad, Tres personas compartiendo eternamente una vida común” (IP 57). Para ello
acudir especialmente: Cf. IP 11, 18-19.
203
Cf. 1Jn 4, 8.16. Esta afirmación representa una de las mejores expresiones del contenido
esencial de la revelación cristiana. “Dios es caridad: todo proviene de la caridad de Dios,
todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios
ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza” (BENEDICTO XVI, Caritas in
veritate. Carta encíclica sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad
[Roma 2009] nº2). Este documento se citará como CIV.
204
Cf. J.M. DIAZ RODELAS, Por una justicia mayor: origen y formas del amor cristiano,
en: Cor XIII 84 (1997) 96; JUAN PABLO II, Dives in misericordia. Carta encíclica sobre
la misericordia divina (Roma 1980) nº 4. En adelante este documento se citará como DM.
205
Cf. 1 Jn 4, 9-10; DM 7-8.
206
Cf. YANES, o.c., 30; LADARIA, o.c., 266-268; También: E. YANES, Carta pastoral
sobre la Trinidad en nosotros. Fuente y modelo de vida comunitaria (Zaragoza 2000) 30.
Este documento se citará como Ten.
207
Cf. Jn 14, 16; 1Jn 4, 13; S. ALÓS, Dinamismo trinitario del amor preferencial por los
pobres, en: Cor XIII 93(2000) 41.
72
vivir en esa comunión de amor208. Este amor no sólo califica la relación de
Dios con la Humanidad, sino que define el misterio íntimo y la esencia de la
Trinidad como acto puro de amor consciente y personal: Padre amante, Hijo
amado, Espíritu Santo Amor mutuo del Padre y del Hijo; amor que
distingue a las personas divinas y al mismo tiempo las une en un solo ser
divino209.
Un Amor que llama a los cristianos a vivir en la mística trinitaria que ha
de favorecer la apertura a la presencia originante del Misterio de Dios en
nosotros y en nuestro mundo, dando a conocer así el rostro misericordioso
de Dios210. Ese amor recíproco entre Padre, Hijo y Espíritu se manifiesta y
expresa en el mundo como misericordia211. Una misericordia que haciendo
morada en nuestras entrañas, abre los ojos de nuestro corazón para que
podamos descubrir la cara oculta de la realidad sufriente, impidiendo que
pasemos de largo ante ella o la reduzcamos a porcentaje estadístico o
víctimas inevitables de un destino predeterminado.
La misericordia es una forma de amor gratuito que se deja impactar por
la miseria del otro y se compromete con él, para ayudarle a liberarse. Tal
como esta aparece en la Biblia, lleva a solidarizarse con la causa de los
débiles, produce indignación ante los derechos violados y está
estrechamente ligada a la justicia212. La misericordia es la que empuja el
amor hasta extremos que parece que no pueden ser exigidos, incluso hasta
donde ha sido rechazado. La misericordia se convierte así en la resistencia
más eficaz frente al mal, más aún, en su derrota permanente: porque no
208
Cf. DCE 19. “En la comunión de amor que es Dios, en la que las tres Personas divinas
se aman recíprocamente y son el Único Dios, la persona humana está llamada a descubrir el
origen y la meta de su existencia y de la historia” (PONTIFICIO CONSEJO “JUSTICIA Y
PAZ”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia [Roma 2004] nº34). Este documento
se citará como C. Cf también C 54 y CIV 1, 5, 54.
209
Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Dios es amor. Instrucción pastoral en
los umbrales del Tercer Milenio (Madrid 1998) nº 44. Este documento se citará como A;
Ten 71; y también YANES, o.c., 30. En la página reseñada el autor profundiza en la
reflexión de la Trinidad Santa, como esencia de amor; y en el amor de las Personas divinas:
“Sin amor, Trinidad Santa, no habría personas divinas. Dios mío, si no fueses amor no
serías Dios”. Para ello sigue y cita textualmente a San Agustín: De Trinitate, VIII, 10, 14:
vestigio de la Trinidad en el amor: el amante, el amado, el amor.
210
Cf. F. MAYA, Caridad y evangelización, en: Cor XIII 106 (2003) 76. Este trabajo se
citará como Evangelización. La perfección de Dios según Mt 5, 48, queda explicitada en la
misericordia según Lc 6, 36.
211
Cf. E. BUENO DE LA FUENTE, Una Teología profética: el Dios misericordia ante la
pobreza, en: Cor XIII 143 (2012) 61-66.
212
Cf. DM 4-8, 12; J.P. MIRANDA, El Ser y el Mesías (Salamanca 1973) 148; CIV 1.
73
abandona a nadie en su necesidad y en su sufrimiento213. Por eso, la Iglesia
es bien sensible a esta necesidad y vocación, y se lo pide a Dios en la
liturgia: “Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,
inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano sólo y
desamparado, ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente
explotado y deprimido; que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de
amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un
motivo para seguir esperando”214. Y lo pide así la Iglesia, porque sabiéndose
que ella misma es obra de la Trinidad Santa, su tarea no puede ser una labor
individual de cada cristiano, y lo que es más, ni la suma de las diferentes
individualidades, por mucho amor que ellas contengan; sino que debe ser
una misión llevada a cabo en comunión215, por estar –la Iglesia– modelada,
vivificada y sellada como misterio de comunión y misión por el Dios
Trinidad216.
Así pues, la revelación del amor de Dios que se despliega trinitariamente
se prolonga en la Historia, por medio de la Iglesia que permanece fiel a su
vocación y a su misión, en la medida que significa y actualiza el amor del
Dios de Jesucristo en el servicio al marginado y excluido.
La Iglesia se presenta como signo eficaz de la presencia operante de
Dios en la Historia, cuando cultiva su entraña sacramental, cuando su fe
obra por amor y se entrega a construir la fraternidad de Cristo. La
comunidad eclesial tiene pues la misión de desarrollar la comunión filial y
fraterna de los llamados a formar el pueblo de Dios217. “La acción caritativa
y social, por tanto, es una expresión externa de la entraña misma de la
Iglesia” (CCA 5).
El amor de la Iglesia a los pobres es anticipo de la plena comunión de
amor con el Padre, por Cristo en el Espíritu, consecuencia del
desbordamiento del amor Trinitario en su Pueblo y en el Mundo. Dios actúa
213
Cf. Ibid., 61.
Plegaria Eucarística V/b.
215
La Trinidad, un Dios absoluta unidad y pura relacionalidad entre las personas; su
contemplación nos ayuda a descubrir que también nosotros estamos llamados a la mutua
comunión en el amor, y en consecuencia, en el ejercicio de la caridad. Esta koinonía nos
hace verdaderos miembros de una misma comunidad: Cf. CIV 53-55 y también: V.
ALTABA - S. BARCIELA - J.J. LÓPEZ - M.J. PÉREZ, Una lectura de Cáritas in veritate
desde Cáritas, en: Cor XIII 132 (2009) 181.
216
Cf. CCA 5.
217
Cf. JUAN PABLO II, Ecclesia in Europa. Exhortación Apostólica sobre Jesucristo vivo
en su Iglesia y fuente de esperanza para Europa (Roma 2003) nº 84. Este documento se
citará como EiE.
214
74
siempre trinitariamente; la huella de la Trinidad en la acción caritativasocial es y debe ser luz para vivir el amor a los empobrecidos y el misterio
de la caridad, por parte de la Iglesia y de Cáritas.
El fundamento del ser de Cáritas y la fuente de su acción es el amor del
Padre que se nos ha comunicado en Cristo por el efusión del Espíritu. Existe
“Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para
anunciar el Evangelio a los pobres sigue suscitando en la Iglesia el amor a
los pobres”218.
En consecuencia, vivir la caridad implica vivir en Dios, tener una
profunda experiencia del amor de Dios. Un amor que nace de Dios y se
sostiene sintiéndonos hijos amados de Dios219.
La acción de Cáritas solo puede entenderse como “don recibido y
ofrecido” (CIV 5): nacida desde la experiencia del amor de Dios Trinidad,
nos capacita para ofrecer ese amor a los hermanos; y pone al descubierto
algo esencial en el ejercicio de la caridad: que lo primero para los agentes
de Cáritas es que están llamados a “ser instrumentos de la Gracia para
difundir el amor de Dios” (CIV 5).
Como nos dice V. Altaba: Para aquel que desarrolla su ministerio en
Cáritas, es mucha su tarea y mucho su ejercicio oblativo, pero no puede
olvidar que lo prioritario para él es ser instrumento del amor de Dios y dar
amor, porque el amor es lo que salva y la fuente de este amor está en
Dios220.
Así pues, podemos afirmar que el ser y la misión de Cáritas están
radicadas y nacen, respectivamente, de la fecundidad de Dios Padre, del
seguimiento y contemplación de Cristo Jesús y de la acción del Espíritu. De
esta manera Cáritas puede reconocer en cada momento de su historia la
mejor manera de responder a la voluntad de Dios, siendo así signo eficaz
del Amor Trinitario por los hombres y mujeres de nuestra historia.
Este “ser” de Cáritas en la Trinidad Santa hace que se fundamente en la
misma el concepto de fraternidad universal, pues le remite a un Dios Padre
de todos, que le abre a su vez a reconocer fuertemente fundada la dimensión
comunitaria y social del ser humano, que hace que considere al género
humano, como seres sociales miembros de una misma familia humana,
218
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 16.
Cf. ALTABA, RMA9, 20-21; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 16.
220
Cf. ALTABA, RMA9, 21.
219
75
seres llamados a ser los unos en relación con los otros, desde los otros y
para los otros221.
Este “ser” de Cáritas entrañado en la experiencia profunda de Dios
Trinidad, hace que Cáritas en su misión, no se vea en la tesitura de elegir
entre acción o contemplación, individuo o comunidad; ya que
relacionalmente lo integra todo bajo la tutela del amor. Y además “le ayuda
a ejercer el ministerio de la caridad como un servicio, más que como un
trabajo; como un estilo de vida, más que como una actividad; como un
expresión del amor de Dios, más que como un mero servicio social”222.
Terminamos este apartado, con un texto que sintetiza de una manera
muy adecuada lo que significa confesar la Trinidad de Dios y lo que ello
supone; lo que significa para Cáritas y cada uno de sus miembros, creer,
vivir, sentir y hacer desde la comunión de amor de Dios Uno y Trino.
Un texto, que sin duda nos estimula a seguir experimentando al Dios
comunión de amor que se introduce en nuestro interior como el Amante,
Amado y Amor, para que todos y especialmente, por el tema que estamos
tratando, los miembros de Cáritas movidos por su misericordia, la muestren
vitalmente al Mundo en la ayuda y el servicio amoroso a todo el género
humano, especialmente a los más desfavorecidos: “Cuando los cristianos
confesamos la Trinidad de Dios, queremos afirmar que Dios no es un
solitario, cerrado en sí mismo, sino un ser solidario. Dios es comunidad,
vida compartida, entrega y donación mutua, comunión gozosa de vida. Dios
es a la vez el que ama, el amado y el amor (...) Confesar la Trinidad no es
sólo reconocerla como principio, sino también aceptarla como modelo
último de nuestra vida. Cuando afirmamos y respetamos las diferencias y el
pluralismo entre los hombres, confesamos prácticamente la distinción
trinitaria de personas. Cuando eliminamos las distancias y trabajamos por la
igualdad real entre hombre y mujer, afortunado y desgraciado, cercano y
lejano, afirmamos con nuestras obras la igualdad de las personas de la
Trinidad. Cuando nos esforzamos por tener “un solo corazón y una sola
alma” y sabemos ponerlo todo en común, para que nadie sufra necesidad,
estamos confesando al único Dios y acogiendo en nosotros su vida
trinitaria”223.
221
Cf. Ibid., 22.
Ibid., 22.
223
OBISPOS DE NAVARRA Y PAÍS VASCO, Creer hoy en el Dios de Jesucristo. Carta
pastoral de Cuaresma-Pascua de Resurrección de 1986 (Bilbao 1986) nos 47 y 49. Este
documento se citará como ONPV86.
222
76
4.1.2. Cáritas, prolongación en la historia del mismo estilo de vida de
Jesús de Nazaret
Tal como indicábamos en el apartado anterior, la misericordia que
muestra el rostro de Dios y su actuar, se vuelven tan cercanas al género
humano que asumen los rasgos del hombre Jesús, el Verbo hecho carne224.
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9), nos dice Jesús
manifestando de modo tangible y definitivo quién es Dios y cómo se
comporta con los hombres225. El amor que anima la misión de Jesús entre
los hombres es el que el Hijo experimenta en la unión íntima intratrinitaria.
Reconocer ese amor significa para Jesús inspirar su acción en la misma
gratuidad y misericordia de Dios, misericordia liberadora de pobres,
marginados y pecadores a los que invita a seguirlo porque Él es el primero
que, de modo totalmente único, obedece el designio de amor de Dios como
su enviado al mundo,226 y en Él, así, es posible reconocer el signo viviente
del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros227.
Un Dios-con-nosotros228 que se revela en el Hijo hecho carne y en cómo
se ha hecho carne, es decir, en cómo se ha desarrollado ese “hacerse carne”.
En la Encarnación, Dios mismo se ha vaciado, se ha extrañado, extasiado,
ha salido de sí, se ha insertado en la historia humana229.
Este vaciamiento –kénosis– queda patente en el estilo de vida de Jesús,
en la forma de acoger esa vida humana, haciéndose obediente, siervo,
esclavo y pobre, hasta el extremo, muriendo entregado por amor, en la
cruz230.
224
Cf. C 28; CIV 1.
Cf. DCE 17; C 28.
226
Cf. C 29; CIV 5.
227
Cf. C 196.
228
Cf. IP 134.
229
Cf. IP 21; CIV 5.
230
Cf. J. GARCÍA HERNANDEZ, La kénosis, proceso de aprendizaje inexcusable para el
ejercicio de la caridad, en: Cor XIII 81 (1997) 91. Kénosis es un concepto cristológico que
tiene su base bíblica en Flp 2,7, donde se dice que Jesucristo “se vació a sí mismo”
(Heautòn ekénosen), para ser hombre y hacerse obediente al Padre hasta la muerte en cruz.
Este “vaciamiento kenótico” ha tenido diferentes interpretaciones. Algunos han visto la
kénosis en el hecho mismo de encarnase; otros, en el hecho de que ha renunciado a vivir en
su humanidad la condición de gloria y esplendor del Hijo de Dios, que sólo llegaría con la
resurrección (opinión mayoritaria actualmente entre los exegetas); y hay finalmente
quienes ven la kénosis en el camino de sufrimiento que lleva hasta la cruz: Cf. G.
IAMMARRONE, Kénosis, en: L.PACOMIO - V. MANCUSO (edd.), Diccionario
teológico enciclopédico (Estella 1995) 550-552.
225
77
Y, Dios se acercó tanto a los pobres, que en Jesús de Nazaret se hizo uno
de ellos231, naciendo232, viviendo y muriendo como ellos, con una opción
bien meditada e intencionada233. Asumió, no sólo la carne, sino la pobreza,
encarnándose en el mundo de los marginados234. Humanidad y pobreza son
dos dimensiones de su kénosis, Jesús no vive la pobreza como algo casual o
insignificante; la vive como estilo, dimensión y revelación235. Jesús fue
radicalmente y esencialmente pobre por su encarnación, y entregado
principalmente a los pobres por su misión, y sólo así cumplió la redención y
Él mismo alcanzó su glorificación236.
Y todo este proceso de abajamiento tiene un solo objetivo: elevar,
levantar la Humanidad caída; hacer posible el diálogo-encuentro en el
Amor, el acontecimiento de la fraternidad. Dios se hace humano para que el
hombre se divinice237, y se inserta en nuestro tiempo para que se convierta
en tiempo de salvación y vida, y el tiempo pasajero, en “kairos” de
eternidad238.
Jesús cuyo nombre significa Salvador, viene a salvar a todos, a nadie
excluye de su proyecto salvífico239, Él no solamente se abajó acercándose a
nosotros, sino que se solidarizó con nosotros, curando nuestras heridas y
haciéndonos volver al buen camino para llevarnos hacia la casa del Padre240.
Él ha venido “a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10). Y lo hace
con su vida toda ella salvífica y en el momento culminante de su muerte en
cruz como concentración existencial amorosa hacia Dios y el género
humano. Su acto de “morir por los hombres” no es sino la consecuencia
ineludible de los que ha sido su vida kenótica: “Vivir por los otros”. La cruz
es pues, el gesto supremo de servicio, gracia, donación y amor241.
231
Cf. CVI Introducción p11.
Cf. IP 16.
233
Cf. IP 15.
234
Cf. P. CASALDÁLIGA - J.M. VIGIL, Espiritualidad de la Liberación (Santander
1992) 143.
235
Cf. P. JARAMILLO, El “año de Jesucristo” desde el testimonio y la pastoral de la
caridad, en: Cor XIII 81 (1997) 31. Este trabajo se citará como AñoJes.
236
Cf. IP 25
237
Cf. GARCÍA HERNÁNDEZ, o.c., 100-101.
238
Cf. A. INIESTA, Meditación trinitaria ante el Jubileo del año 2000, en: Cor XIII 81
(1997) 7-8; CIV 5.
239
Cf. CVI Introducción p10; IP 140.
240
Cf. IP 135.
241
Para profundizar sobre este aspecto, en el que no nos podemos detener, ver: L. NOVOA,
La cruz como criterio de conocimiento y hermenéutica teológica, en: Stauros 15 (1991) 1232
78
Y la salvación queda sellada con la resurrección: Cristo resucitado nos
desvela el futuro del hombre y abre para toda la humanidad un futuro de
vida plena: es “el primero que ha resucitado de entre los muertos” (Col
1,18), y genera al mismo tiempo, esperanza en una justicia última y nos
revela que hay perdón y gracia para el hombre242.
Una vez realizada esta breve exposición sobre Jesús de Nazaret,
encarnación de Dios y servicio amoroso que libera y salva a los hombres y
mujeres de todos los tiempos, se nos desvela su estilo de vida, su
proexistencia, basada en la encarnación y en su vaciamiento-abajamiento,
para servir y elevar al hombre, especialmente al más herido.
Para que Cáritas, sea prolongación en la historia del mismo estilo de
vida de Jesús de Nazaret, es necesario que sus miembros se configuren con
Cristo, que aprendan a vivir como Jesucristo vivió y a amar como Él amó243.
Pero aun siendo esto cierto, Cáritas no cumplirá con uno de sus cometidos
principales: su labor de animación y sensibilización de toda la comunidad
cristiana; ya que es ésta la que debe vivir una progresiva configuración con
Cristo. La tarea ministerial del grupo de Cáritas Parroquial, de Cáritas
Diocesana, consiste en acompañar a toda la comunidad cristiana a vivir el
ejercicio de la caridad hacia los marginados y excluidos y no de cualquier
manera sino con el estilo de vida que Jesús imprimió a sus acciones.
Por eso, en este apartado, no haremos especialmente referencia a
Cáritas, y sí al estilo de vida que deben tener todos los cristianos
especialmente cuando ejercen el servicio de la caridad con el prójimo que lo
necesita, para hacer presente a Cristo en nuestra sociedad.
Por ello, estamos hablando de que el miembro de Cáritas especialmente,
pero también todo creyente, debe ser cauce del amor de Dios allí donde se
encuentra el desvalido, sirviendo al pobre con una vida modesta, sencilla y
austera, partiendo de la realidad pero abiertos a la esperanza y sabiéndose
peregrinos hacia el definitivo encuentro con Cristo en la eternidad de Dios.
42; L. NOVOA, La cruz como criterio de conocimiento y hermenéutica teológica, en:
Stauros 16 (1991) 1-37.
242
Cf. J.I. GONZÁLEZ FAUS, Al tercer día resucitó de entre los muertos (Madrid 2001)
47-54.
243
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 18.
79
4.1.2.1. Necesitamos el Amor para servir a los marginados
Podemos decir que el amor entre las personas está fundamentado en el
amor a Dios244; la razón de la caridad fraterna se sitúa en el ámbito de la
paternidad de Dios y de la filiación del cristiano245. El amor al prójimo es,
por tanto, la consecuencia del amor de Dios: “Si Dios nos amó así, también
debemos amarnos los unos a los otros” (1Jn 4, 11). La experiencia de ser
amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos; nos da la posibilidad
de regalar ese amor recibido gratuitamente246.
El amor de Dios manifestado en Jesucristo no es únicamente el punto de
referencia o el modelo de amor cristiano, sino que es la “fuente de caridad”
de la que fluye el amor con el que debemos y podemos amarnos los unos a
los otros. Este amor fraterno es de hecho el amor de Dios que se hace
nuestro247, un amor que se hace preferencial hacia los más necesitados. Por
eso, cuando este amor es derramado en la ayuda a los pobres y excluidos,
los cristianos están entregando el propio corazón a Cristo, para que en ellos
y por ellos, Él siga manifestando su amor a los hombres y mujeres de hoy.
Es preciso, que en el servicio de la caridad, los creyentes nos integremos en
comunión con Cristo para que su amor, como lo hizo en su existencia
histórica, pueda seguir siendo actual sobre el género humano sufriente y
doliente248.
Sólo desde el encuentro íntimo con Dios estamos facultados para amar a
nuestros semejantes249. La actuación práxica resulta insuficiente si en ella
no se puede percibir el amor que se alimenta del encuentro con Cristo250.
Si nos falta el amor, nada aprovecha. Si no tenemos amor, nuestro
servicio al necesitado será frío, sin alma, y a nuestra acción caritativo-social
le faltará impulso, entrega, constancia, paciencia, ternura y generosidad;
actitudes todas ellas tan necesarias siempre en este campo de la atención a la
indigencia. Sin amor se cae en un materialismo y pragmatismo
244
Cf. Jn 13, 34; 1Jn 4, 21.
Cf. MAYA, Evangelización, 84.
246
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 7.
247
Cf. DÍAZ RODELAS, o.c., 104; CIV 5.
248
Cf. J. DELICADO, Nueva imaginación de la caridad, en Cor XIII 106 (2003) 23. Este
trabajo se citará como Nueva.
249
Cf. DCE 18.
250
Cf. DCE 31, 34; CIV 4.
245
80
inhumanos251. Necesitamos el amor para vivir y dar la vida, especialmente
para amar y servir a los marginados252.
Es una labor de la que no está dispensado ningún creyente –ya que todos
los cristianos debemos vivir y manifestar el amor entrañable que Dios tiene
hacia los pobres253– tal como Jesús de Nazaret tan especialmente nos
encomendó254.
Todo cristiano, si se considera tal, es agente de caridad, en el sentido de
alguien que ofrece amor, pero sólo lo es si lo hace enraizado en el amor de
Dios Padre que, participado por el Espíritu255, en los creyentes llega a
hacerse real y concreto en la ayuda al necesitado256.
Arraigar el ejercicio de la caridad en el amor misericordioso del Padre,
supone situarnos en una actitud de donación y entrega total: a Dios –desde
la filiación–, y a los hombres –como hermanos en Cristo desde la filiación
común–. Sólo quien se sabe hijo puede sentirse hermano. La filiación y la
fraternidad respecto a Dios y los hombres, nos hace personas nuevas que
participando gratuitamente del mismo ser de Dios –que es amor y relación–
nos abre a la novedad del servicio257, que no se manifiesta sólo en
sentimientos y palabras, sino en hechos: en capacidad de dar258, en la
prontitud para el servicio259 y, en obras de amor260.
La acción caritativo-social de la Iglesia nunca podrá dejar de ser
mediación del amor misericordioso de Dios Padre; si renunciara, podría ser
una actuación social digna y útil pero no una acción caritativo-social261 que
pone de manifiesto su específico arraigo en el amor del Padre, para ser lo
que es y debe ser.
251
Cf. IP 129.
Cf. IP 130.
253
Sólo desde el ejercicio de la misericordia puede revelarse el amor gratuito de Dios que
se ofrece y se entrega a quienes no tienen nada más que su pobreza: Cf. IP 11.
254
Cf. IP 14. La Iglesia y los cristianos de todos los tiempos, como seguidores de Cristo,
hemos recibido el encargo primordial de servir por amor, a Dios y a los hombres con
entrañas de misericordia: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc
6, 36), especialmente hacia los más débiles y necesitados: Cf. IP 13.
255
Cf. IP 83; Rom 5, 5.
256
Para todo el párrafo: Cf. SORO, o.c., 189.
257
Cf. P. JARAMILLO, El año del Padre y la pastoral de la caridad, en: Cor XIII 89
(1999) 267. Este trabajo se citará como Padre; MAYA, Evangelización, 85.
258
Cf. Mt 5, 42.
259
Cf. Mc 10, 42-45; Lc 22, 24-27.
260
Cf. Mt 25, 31-46.
261
La negrita es nuestra. Con ello queremos resaltar la importancia del Amor en la acción
social de la Iglesia como elemento fundamental y constitutivo de la misma.
252
81
4.1.2.2. La presencia en los contextos de marginación
Los contextos de exclusión son lugares de nuestro mundo opulento en el
que viven drogadictos, presos, prostitutas, indigentes, inmigrantes sin
recursos, ancianos en soledad. Responden pues, generalmente, a un lugar
físico: barriada, cárcel; aunque no necesariamente: sin techo que deambulan
y duermen donde pueden, prostitución en lugares “habitables”, etc.
Estos espacios tienen en común la vivencia de situaciones dolorosas, la
presencia de sufrimiento, falta de recursos materiales y económicos, así
como de relaciones sociales o de accesos a los bienes culturales productivos
y de todo tipo de la sociedad con la que “conviven”.
Nos estamos refiriendo a casos desesperados, aparentemente sin
solución, donde abunda la tristeza y la suciedad en muchas ocasiones.
Predomina el anonimato, el desconocimiento y la desconfianza de unos
hacia otros; el silencio, la agresividad y la violencia.
La situación es paradójica, ya que estamos hablando de condiciones de
miseria en un medio social en el que predomina la opulencia.
Una miseria que no tiende a estancarse sino a reproducirse en las futuras
generaciones que emergen en estos lugares de infrahumanidad262.
Jesús, desde su nacimiento en un establo, entre pastores, hasta su muerte
en cruz entre malhechores, fuera de la Ciudad, nos muestra un Dios-hombre
que transita por los márgenes cargando con el dolor de los sufrientes y nos
invita siempre a “pasar al otro lado” para vincularnos amorosamente con la
víctimas allí donde se encuentran263.
Es cierto, como hemos manifestado, que en los márgenes se hace
presente de manera significativa y masiva la muerte con sus múltiples
rostros: delincuencia, enfermedades, malnutrición, maltrato, etc. Se vive allí
y se padece la ausencia de Dios, convirtiéndose así en un auténtico infierno
de este mundo264.
262
Cf. M.C. MARTÍN, Los márgenes como lugar de salvación, en: Cor XIII 135 (2010)
206.
263
Cf. Ibid., 215.
264
Cf. G. URÍBARRI, El mensajero. Perfiles del evangelizador (Bilbao 2006) 218 y 226.
Este autor hace un análisis muy lúcido de como la presencia de los cristianos en los
contextos de marginación y exclusión se asemeja y puede encontrar luz, desde el “descenso
de Cristo a los infiernos”. En la p. 196 de su obra, presenta una bibliografía muy rica e
interesante al respecto.
82
El miembro de Cáritas y todos los cristianos debemos pues descender a
los “infiernos” con compasión, justicia y amor, para “sacar” y “ascender" a
los hermanos que se encuentran atrapados en ese mundo.
Así nos lo dice F. Maya: "Esta es la misión de la pastoral social: bajar a
los infiernos desde el amor y gratuidad para desde allí iniciar todo un
proceso de reconstrucción de las personas y sanación de las heridas; y desde
ese lugar teológico en el que se encuentran los empobrecidos poder articular
nuevos modelos de vida y de organización social que los libere y salve"265.
En este servicio, el agente de la caridad baja, como Jesús, al reino de la
muerte, donde la vida psíquica y social ha muerto, como relatan los
evangelios sinópticos266 o se sumerge en un abismo y en una noche oscura
donde ya no es posible orientarse, para iluminar a los que permanecen en la
oscuridad y llevarlos al camino de la paz267.
La presencia de los cristianos en los márgenes lleva implícita la lucha
contra toda manifestación de pecado y de muerte que se da en estos
contextos y en la sociedad que los genera y sostiene; tal como hizo Jesús de
Nazaret, que pasó haciendo el bien y curando268. Y este combate exige
emplear las mismas armas que Jesús el Cristo: el amor, el perdón, el
ejercicio de la misericordia y hasta la entrega de la propia vida.
Es la manera de que los miembros de Cáritas y todos los cristianos
implicados en esta lucha se conviertan en verdaderos testigos de la
resurrección, y que esta triunfe, gracias el Espíritu de Dios, que levanta a los
muertos.
Podemos concluir con G. Uríbarri: “Descender a la solidaridad y el
trabajo a favor de los pobres de los márgenes está en plena consonancia con
el misterio de la vida de Cristo, el que se abaja por antonomasia, el testigo
de la resurrección, el portador de esperanza en el abismo de la soledad y el
sinsentido. Pues Cristo desciende allí para llevar la vida a los muertos”269.
265
F. MAYA, Pastoral de la Iglesia ante la exclusión social, en: Cor XIII 135 (2010) 45.
Este trabajo se citará como Exclusión.
266
Cf. Mc 5, 1-20; Mt 8, 28-34; Lc 5, 27-32.
267
Cf. Sal 23, 4; Lc 1, 77-79.
268
Cf. Hch 10, 38.
269
URÍBARRI, o.c., 227.
83
4.1.2.3. Mediante una vida modesta, sencilla y austera
La pobreza, además de requerir soluciones de carácter técnico,
económico y político, necesita que las personas cambien su percepción
sobre la misma y, no sólo eso, sino sus actitudes, porque es un problema
también ético y religioso270.
Y esto, no es fácil para aquellos que viven en este primer mundo
capitalista y neoliberal, donde el consumo lo invade todo.
Sin embargo, hay que especificar, tal como nos dice Adela Cortina, que
nuestra sociedad es consumista no porque consuma mucho sino porque hace
del consumo “la dinámica central de la vida social y muy especialmente el
consumo de mercancías no necesarias para la supervivencia”271.
Si además tenemos en cuenta, que esta sociedad del consumo surge en
medio y a costa de la injusticia de este mundo, en el cual unos pocos
consumen lo que otros no pueden hacerlo a lo largo de su vida, vemos
claramente que el derroche consumista se asienta sobre la pobreza y el
sufrimiento de otros, y el supuesto derecho a consumir deja de serlo porque
se convierte en un privilegio a costa del prójimo al que expolia del mínimo
de calidad de vida y dignidad vital272.
Por eso, desde el punto de vista bíblico, el consumo se mueve en el
terreno de la idolatría, en el que una sociedad suplanta al Dios de Jesucristo
por otro dios: el consumo, bien primordial que promete la felicidadsalvación y acapara en exclusiva y para sí el corazón de las personas273.
Ante esta situación, tal como nos dice S. Mora, es necesaria una
conversión del corazón que nace del encuentro con Jesús el Cristo, que debe
transformar nuestra forma de desear, produciéndose una reordenación de
nuestras apetencias274.
270
Cf. OBISPOS DE LAS DIÓCESIS DE ARAGÓN, “¿Qué tenemos que hacer?” (Lc
3,10). Reflexión de los obispos de las diócesis aragonesas sobre la pobreza en nuestros
pueblos y ciudades. Segunda parte (Zaragoza 1994) nº10. En adelante este documento se
citará como TH.
271
A. CORTINA, Por una ética del consumo (Madrid 2003) 65.
272
Cf. S. MORA, Austeridad, calidad de vida y consumo. La “vida en plenitud” según el
Evangelio, en: Cor XIII 109 (2004) 141-142.
273
Cf. Ibid., 137, 144.
274
Cf. Ibid., 138, 151.
84
En el sentido de un vivir la austeridad, no gastando lo que otros
necesitan, trabajando honestamente para vivir con sencillez y sobriedad en
el presente, eliminando la ansiedad del consumir275.
Debemos especificar aquí, que entendemos la austeridad, no como
menosprecio de las cosas materiales, ni la renuncia al uso, posesión o
disfrute de las mismas, sino a una forma determinada de tenerlas y usarlas,
que favorezca el desarrollo integral y equilibrado del hombre que las
necesita. Es una moderación, un mecanismo corrector de la tendencia que
en el hombre existe a tener más de lo que necesita276.
Llegados a este punto, se nos plantea la pregunta: ¿qué nivel de vida,
qué bienes materiales puede permitirse un cristiano ante tanta pobreza?
Si entendemos, por bienes necesarios para la vida, aquellos sin los que
sería imposible subsistir y sobre los que tenemos un derecho absoluto y no
debemos privarnos de ellos; y bienes necesarios para la condición, los que
cubren aquellas necesidades: cultura, ocio, etc., que permiten que la vida sea
verdaderamente humana y plena, por lo que son también legítimos, pero
sobre ellos ya no tenemos un derecho absoluto y están en dependencia del
grado de necesidades que existen en el país en que se vive, por lo que se
debe estar dispuesto a moderar su posesión con el espíritu cristiano de la
austeridad; y, bienes superfluos, son los que no entran en las dos categorías
antes expuestas. Pues bien, siguiendo a González-Carvajal277, que hace un
lúcido análisis de esta cuestión, podemos responder a la pregunta que nos
planteábamos anteriormente: el cristiano debe aspirar a tener todos los
bienes necesarios, algunos de los bienes necesarios para la condición y,
ningún bien superfluo.
Por otra parte, si acudimos al Evangelio, en el milagro de los panes y los
peces, el gesto de recoger la comida que sobra, es una llamada de Jesús a no
derrochar ni malgastar278.
La austeridad evangélica se muestra, así mismo, como exigencia del
amor fraterno. Toda persona que ama a los demás como hermanos se siente
obligada a practicar la austeridad. Pero la vida cristiana debe ir más allá de
275
Cf. IP 1, 62, 120, 123. “Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico. El
consumidor tiene una responsabilidad social” (CIV 66).
276
Cf. J. DOMÍNGUEZ GÓMEZ, La austeridad, condición del amor cristiano en el
próximo futuro, en: Cor XIII 117-118 (2006) 207.
277
Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, El clamor de los excluidos. Reflexiones cristianas
ineludibles sobre los ricos y pobres (Santander 2009) 110-112. Este trabajo se citará como
Excluidos.
278
Cf. IP 128.
85
esta austeridad, aunque debe partir de ella; es preciso dar un paso más y
compartir la pobreza con Cristo desde la solidaridad con los últimos.
Estamos llamados a la dicha de compartir y no a la acritud de la
austeridad279. La práctica del amor fraterno postulado por el Evangelio, se
sitúa preferentemente en aquellos lugares más deprimidos, más
desfavorecidos. La fraternidad cristiana implica proximidad disponible, que
ponga a la persona en condiciones de apostar cuanto tenga y pueda remediar
las necesidades del prójimo; y eso no es posible, sin una dosis alta de
austeridad, sobriedad y sencillez de vida. La posesión de bienes sin
austeridad, es un muro que separa, una atadura a la total disponibilidad de sí
mismo280.
Esta vida modesta, sencilla y austera que se preconiza para amar al
desfavorecido, nace de la necesaria humildad –que quiere servir y no
“servirse del pobre”, que no busca reconocimiento propio, ni se dirige hacia
el marginado con un “amor interesado”– y se sustenta mediante la
oración281.
4.1.2.4. Servir al pobre con realismo y utopía, abiertos a la esperanza
Utopía significa no rendirse ante las diversas situaciones, admitiendo
cómo son y, lanzarse a luchar para conseguir que sean como deberían ser.
Sin utopía no hay progreso social ni futuro. Una definición feliz sobre este
concepto la expuso X. Zubiri: “La utopía no es lo imposible sino lo posible
no realizable aún”282.
La lucha cristiana contra la pobreza debe compaginar realismo con
utopía. El NT nos pide que hagamos presente aquí y ahora, el Reinado de
Dios, pero nos advierte también que, mientras peregrinamos en este mundo,
la salvación nunca podrá ser plena; por eso, los cristianos podemos y
debemos ser a la vez realistas y utópicos, no sólo sin contradicción, sino
viviendo la mutua implicación entre ambos aspectos ya que en la Iglesia de
la historia se vive entre el “ya si” de la llegada del Reino de Dios, y el
“todavía no” de su instauración plena283.
279
Cf. MORA, o.c., 138, 154.
Cf. DOMÍNGUEZ, o.c., 209-210.
281
Cf. P. JARAMILLO, El “año del Espíritu Santo” y la pastoral de la caridad, en: Cor
XIII 85 (1998) 98. Este trabajo se citará como Espíritu; R. BERZOSA, Retos pastorales de
la encíclica “Deus Caritas est”, en: Cor XIII 120 (2006) 125.
282
X. ZUBIRI, Naturaleza, historia y Dios (Madrid 1978) 72.
283
Cf. IP 146; GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 82.
280
86
Sin embargo, nos podemos preguntar: ¿el cristiano debe ser utópico o
esperanzado?, ¿utopía y esperanza son aspectos distintos?, ¿se oponen o
complementan?
Si entendemos por utopía aquellos ideales de dicha y felicidad que
asientan en el corazón de los seres humanos; y si, cuando nos referimos a la
esperanza cristiana, estamos aludiendo a la actitud creyente que hace al
hombre vivir confiado en la obtención de los bienes definitivos ultraterrenos
que Dios tiene preparados para los que aman, parece que utopía y esperanza
si no se oponen sí se refieren a aspectos distintos: la primera, a la
planificación efectuada por el ser humano con vistas al mejoramiento del
mundo, y la segunda, a la expectación de una plenitud sin concurso humano
y proveniente de Dios284.
Sin embargo, se descubre que hay una relación mutua entre utopía
secular y esperanza religiosa. Aunque la esperanza como virtud teologal nos
une y orienta a Dios, ésta se vive en las condiciones de este mundo y suscita
mediaciones que hacen posible tal vivencia. Así, si consideramos a la utopía
como crítica de toda situación injusta y proyecto transformador del presente
–según los valores del Reino– que se abre al futuro, ésta, se convertirá en la
mediación antropológica de la esperanza. Vemos todavía más claro el
vínculo entre ambas si ponemos de manifiesto la función de la utopía
cuando recuerda a la esperanza la necesidad de maniobrar en el más acá, la
fuerza del más allá, de Dios, impulsándola a que se comprometa en la
liberación del hombre que peregrina en la tierra; y la esperanza se torna
fundamental con respecto a la utopía, cuando le recuerda la necesidad de ir
siempre más allá de toda meta lograda y la fortalece y hace que se mantenga
en sus intentos o logros en medio de las condiciones de un mundo que
muchas veces es frustrante285.
No sólo no hay contradicción, pues, entre ambos conceptos, sino mutua
implicación. Es más, desde la reflexión teológica, entendemos que la
esperanza cristiana incorpora plenamente la utopía a su ser, ya que es el
mismo Espíritu el que alienta el deseo presente de un mundo mejor y el
futuro de la plenificación de todo en el Dios de Jesucristo286.
284
Cf. M. GELABERT, El Espíritu aliento para una esperanza utópica, en: Cor XIII 85
(1998) 51.
285
Cf.. Ibid., 53. “Sin la perspectiva de una vida eterna el progreso humano en este mundo
se queda sin aliento” (CIV 10).
286
La esperanza cristiana “ofrece al cristiano motivaciones sólidas y profundas para el
esfuerzo cotidiano en la transformación de la realidad para hacerla conforme al proyecto de
Dios” (JUAN PABLO II, Tertio millenio adveniente. Carta Apostólica como preparación
87
Aunque para el cristiano, es claro que la esperanza es metahistórica y se
basa esta experiencia en sabernos amados y esperados por Dios287 y en que
Cristo ha ido por delante de nosotros preparándonos una estancia en la casa
del Padre288, también es manifiesto para el creyente, que la esperanza es
histórica289 ya que en el presente vivimos ya anticipadamente lo que
esperamos290, y lo que esperamos nos hace trabajar en el presente para hacer
que este se vaya pareciendo a lo que esperamos.
La esperanza no es evasión, se asienta en la correlación del futuro con la
realidad presente. La esperanza y el presente histórico se fecundan
mutuamente. Aquella ofrece al presente un horizonte de futuro que le lleva a
superar su tendencia a instalarse en lo fáctico, y el presente libra a la
esperanza del peligro de deshistorizarse291.
La esperanza atrae al futuro dentro del presente, de modo que este “ya”
no es el puro “todavía no”, sino que es un presente marcado por la realidad
futura. Y así, las realidades futuras repercuten en las presentes y
viceversa292.
Por eso, la esperanza tiene capacidad transformadora, propone
alternativas, se compromete en la construcción del futuro, y es
consecuentemente activa y no pasiva293.
Hace que los creyentes se pongan “manos a la obra” con la confianza
puesta en Dios, tratando de instaurar la vida nueva del amor de Dios –que se
ha manifestado por medio de Cristo– gracias a la fuerza del Espíritu Santo
que infunde en ellos294.
Siendo conscientes de que el deseo que les mueve a los cristianos a
anticipar lo que esperan, no debe decaer por la certeza de que el Reino es
del jubileo del año 2000 [Roma 1994] nº46). Este documento se citará como TMA. El
progreso temporal, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana interesa
en gran medida al Reino de Dios: Cf. GS 38-39.
287
Cf. BENEDICTO XVI, Spe Salvi. Carta encíclica (Roma 2007) nº 3. Este documento se
citará como SS; A. IRIARTE, Aspecto social de la esperanza cristiana, en: Cor XIII 125
(2008) 20.
288
Cf. Jn 14, 1-4.
289
Cf. IRIARTE, o.c., 21.
290
Cf. SS 9.
291
Cf. J. PIXLEY-C. BOFF, Opción por los pobres (Madrid 1986) 122-124.
292
Cf. SS 7.
293
Cf. R. PRAT, Y les lavó los pies. Una antropología según el Evangelio (Lleida 1996)
275. Este trabajo se citará como Antropología.
294
Cf. Ibid., 35; A. CESTER, Entre la ilusión y la esperanza: Walt Disney y Teresa de
Calcuta, en: Revista Aragonesa de Teología 31 (2010) 73. Esta revista se citará como RAT.
88
puro don inalcanzable por la sola fuerza del deseo295. Es más, la esperanza
los impulsa a trabajar como si la construcción del Reino dependiera de ellos,
sabiendo que nada depende de ellos296.
La esperanza aparece o se hace presente cuando colaboramos con
nuestro esfuerzo para que el mundo sea más humano y mejor297. Un actuar
que es, por tanto y sobre todo, compasión ante el sufrimiento ajeno298, y
cuyo lugar privilegiado en el que debe aflorar, es el mundo de la
marginación y exclusión, donde la intervención caritativa-social se torna en
innumerables ocasiones impotente ante las diversas situaciones y el fracaso
aparece muchas veces. Pues bien, es en este ámbito en el que se prueba la
autenticidad de nuestra esperanza, ya que aquí o bien se purifica o fenece299.
Pero, pese a las dificultades y fracasos, en la acción caritativo-social,
debemos trabajar los cristianos con esperanza, porque sabemos que
trabajamos con Dios, por Dios y para el Reino de Dios, y sobre todo, porque
tenemos la confianza de que Dios mismo dará el último y definitivo remate,
a la obra que ha dejado en nuestras manos, al final de los tiempos300. “Dios
es la única fuerza, en el fondo, de la esperanza en medio del sufrimiento”301.
Una Iglesia que quiera ser fiel a lo que Jesús quería y hacer presente su
mismo estilo de vida, debería estar formada por hombres y mujeres
henchidos de esperanza. Una esperanza que es capaz de esperar en Dios,
incluso cuando hay razones para pensar humanamente que no hay
esperanza. Los cristianos tenemos motivos especiales para la esperanza,
sabiendo que desde la Encarnación del Verbo, Dios comparte nuestra vida y
ha convertido nuestra historia en historia de salvación; pero sobre todo, esta
esperanza se basará en la resurrección de Jesús, porque desde este
acontecimiento, el cristiano sabe que a Jesús Dios le dio la razón, y que el
que vive una vida como la de Aquel, tiene una Vida en la que no puede
295
Cf. SS 47.
Cf. IRIARTE, o.c., 35.
297
Cf. SS 35; L. NOVOA, La razón de nuestra esperanza, en: RAT 7 (1998) 19.
298
Cf. J.C. BERMEJO, Esperanza y compasión ante el dolor humano, en: Cor XIII 125
(1008) 134. Este trabajo se citará como Esperanza; CESTER, o.c., 74.
299
Cf. IRIARTE, o.c., 30-31.
300
Cf. IP 148, 151.
301
BERMEJO, Esperanza, 155. “Quien espera no espera en el paraíso como en un mundo
feliz, sino que espera en Dios, el cual, en cuanto se le conquista y alcanza es ya paraíso, es
decir, la realización de todas las aspiraciones del hombre a la comunicación personal, al
amor y la perfección” (G. GRESHAKE, Más fuerte que la muerte [Santander 1981] 28).
296
89
morir jamás, y que nos espera a todos una Existencia donde la justicia se
restaurará para los injusticiados de este mundo302.
En tanto llega ese momento para todos, la voz y la acción de los
miembros de Cáritas y de todos los cristianos, debe ser utópica y
esperanzada, modelo de futuro y proyecto de un mundo mejor, programa de
trabajo y camino hacia una sociedad más justa, más solidaria y más
humana303.
4.1.2.5. Peregrinos hacia la consumación de la historia humana
Aquellos que están involucrados en construir el Reino de Dios, deben
ser operarios metódicos que trabajen a conciencia, que no escatimen
esfuerzos, que perseveren en el empeño; es decir, que lo edifiquen con
laboriosidad, responsabilidad y, fidelidad304; teniendo en cuenta los ritmos
vitales de las personas y de los pueblos, así como el tiempo de la gracia de
Dios305.
En este peregrinar, el cristiano trata de instaurar aquí y ahora, una
sociedad cada vez más en sintonía con la voluntad de Dios. Mientras nos
dirigimos hacia el Reinado de Dios pleno, no estamos solos, el Dios del
Reino ya ha venido a nosotros en nuestro corazón: “¡Si alguno me ama,
guardará mi Palabra, y mi Padre me amará, y vendremos a él, y haremos
morada en él!” (Jn 14, 23)306.
Para este caminar se necesita un encuadre sociológico, cultural y moral
que alumbre un hombre nuevo. La gran dificultad para que emerja esta
nueva manera de ser está en nuestro actual modo de vida y organización
social occidental. Se necesita rechazar el dios dinero y superar la
insensibilidad social hacia los otros, especialmente los más necesitados307.
302
Cf. X. ALEGRE, Memoria subversiva y esperanza para los pueblos crucificados.
Estudios Bíblicos desde la perspectiva de la opción por los pobres (Madrid 2003) 198-199;
IP 63.
303
Cf. IP 54.
304
Cf. IP 150; JUAN PABLO II, Centesimus annus. Carta encíclica en el centenario de la
“Rerum novarum” (Roma 1991) nº32. Este documento se citará como CA.
305
Cf. IP 149.
306
Cf. IP 151, 154.
307
Cf. OBISPOS DE LAS DIÓCESIS DE ARAGÓN, “A los pobres los tendréis siempre
entre vosotros” (Mt 26,11). Reflexión de los obispos de las diócesis aragonesas sobre la
pobreza en nuestros pueblos y ciudades. Primera parte (Zaragoza 1994) nº37. En adelante
este documento se citará como PEV.
90
El creyente, ante esta situación, ha de prepararse para una difícil
travesía, en la que, en la medida que se capaz y con la ayuda de Dios,
conduzca a la sociedad hasta una nueva situación de verdadera
solidaridad308.
Para ello es necesario que, frente a la idolatría del dinero, se fomente
una actitud de austeridad; que, frente al culto a la mentalidad científicotécnica, se anteponga la dignidad de la persona; que, ante el individualismo
insolidario, se fomente la persona racional solidaria; que, en contra del
desamor triunfe la misericordia; y que el fatalismo de paso a la esperanza309.
Esta manera de actuar en el camino apunta hacia una nueva conciencia
de la verdadera imagen que deben tener y mostrar el hombre y la sociedad.
Un hombre y una sociedad en que la dignidad humana esté por encima de
cualquier otra consideración, en el que la fraternidad humana se viva en vez
del individualismo, y que los bienes sean compartidos y no acumulados.
Construir este nuevo modelo humano y social, será el resultado de una
nueva forma de vivir: esta nueva manera de estar en la vida, de resituarnos
existencialmente es lo que en el lenguaje religioso se denomina
“conversión”, un verdadero cambio de orientación en la propia vida310.
Pero, nos surgen las preguntas: ¿a dónde debe conducirnos esta
conversión?, ¿qué debemos hacer en nuestra existencia para alumbrar la
llegada del Reino? El Bautista nos da la respuesta contundentemente: “El
que tenga dos túnicas que las comparta con el que no tiene, y el que tenga
de comer, que haga lo mismo” (Lc 3, 11). Es decir, nos está indicando que
peregrinemos al lado de los pobres.
Ahora bien, hay diferentes maneras de caminar entre o al lado de los
pobres. Decía el P. Arrupe: “Todos para los pobres, bastantes con los pobres
y algunos como los pobres”, cada uno según su vocación311 . Esto es algo
que va apareciendo en el Evangelio: Jesús planteó el discipulado itinerante a
algunos, llamándolos a su seguimiento personal con la exigencia de dejarlo
todo; pero a otros les dice que pregonen la Buena Nueva entre los suyos sin
moverse de su localidad y que acojan a los itinerantes312; pero, eso si, todos
308
Cf. TH 6.
Cf. PEV 25-38.
310
Cf. TH 17.
311
Cf. M. ARRUE, Teología y espiritualidad desde el Cuarto Mundo, en: Cor XIII 79
(1996) 187.
312
Cf. G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería. Dimensión comunitaria de la fe
cristiana (Bilbao 1986) 50. “En Mt 10, 11-14; Lc 10, 5-7; Mc 6, 10; Jesús envía a sus
discípulos diciéndoles que cuando lleguen a una aldea se informen de quien hay en ella
309
91
al servicio del Plan de Dios. Por eso, en este apartado no hacemos especial
referencia, como ya decíamos antes, a los miembros de Cáritas; ya que es
labor de todos los creyentes. Ahora bien, con diferente implicación como
bien nos dice el P. Arrupe.
Seguir a Jesús es plantear la vida desde los pobres, y de esto nadie está
exento. Cualquier decisión cotidiana: elegir una profesión, educar a los
hijos, adquirir o alquilar una vivienda, cuando menos, tendría que llevarnos
a que surgiera en el creyente el siguiente interrogante: ¿cómo va a afectar
esto a los pobres?313 Para poder responder a esta cuestión es necesario que
estemos inmersos en la vida cotidiana y real del pueblo para escuchar e
interpretar el clamor que resuena en lo infrahumano, y saber que Dios actúa
allí y reclama nuestras pobres manos para seguir actuando en el lugar donde
nadie lo tenía previsto y Él ha elegido para hacerse presente314.
4.1.2.6. Al atardecer de la vida nos examinarán en el amor
El amor promete infinidad, una realidad más grande y completamente
distinta de nuestra existencia cotidiana; el amor tiende a la eternidad315.
En el pasaje evangélico de la alegoría profética del Juicio Final, Cristo
se identifica con sus “hermanos más pequeños” (Mt 25,40.45), por eso,
Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres; y
así, éstos quedan confiados a nosotros y en base a esta responsabilidad
seremos juzgados al final316: a la luz de lo que hayamos hecho con los que
tienen hambre, con los que están desnudos y sin techo, con los enfermos y
encarcelados, se juzgará nuestra vida317.
Las palabras de condena de Cristo en el Evangelio las dirige al desamor
hacia los necesitados de ayuda, el “Señor nos advierte que estaremos
separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y
digno, que vayan a su casa y, si les reciben, permanezcan en ella convirtiéndola en centro
de su actividad. Se refleja la existencia de iglesias domésticas y de quien vive su vocación
en ellas, y de los itinerantes misioneros que la viven de otra manera, pero todos en servicio
al Señor” (R. AGUIRRE, Del movimiento de Jesús a la Iglesia cristiana. Ensayo de
exégesis sociológica del cristianismo primitivo [Estella 1998] 90). Este trabajo se citará
como Movimiento.
313
Cf. ARRUE, o.c., 187.
314
Cf. TH 13.
315
Cf. DCE 5-6.
316
Cf. Mt 25, 31-46; C 183.
317
Cf. PEV 22.
92
de los pequeños que son sus hermanos”318. Ignorando al pobre es al mismo
Cristo al que desatendemos y abandonamos319.
Queda pues claro, que la pauta para la Iglesia y los cristianos de
aproximarse y acercarse al necesitado para practicar con él la misericordia,
es el criterio decisivo en el examen del Juicio Final que hemos de pasar al
término de nuestra vida temporal para vivir eternamente con Dios en
Cristo320. El amor es el criterio para la decisión escatológica definitiva de
una vida humana321.
Por todo ello, el servicio caritativo-social sólo puede serlo si es
experiencia de Dios: el marginado, el indigente, son prolongación y
concreción del encuentro con Dios en cuanto objeto de amor322.
La diaconía de la caridad es un modo privilegiado de concretar el amor
al Señor mediante la atención al pobre; por eso, este es lugar de encuentro
teológico con el Dios de Jesucristo. Pero este servicio de la caridad hace
también que el creyente se identifique con Cristo en la ayuda al necesitado
de tal manera que, siendo signo de Su presencia323, lo hacemos actual y vivo
en nuestros días. Para ello, es necesario324:
a) Revestirse de los mismos sentimientos de Jesús, al que se le
conmueven las entrañas ante el dolor y el sufrimiento ajeno.
b) Reproducir los gestos del Nazareno para con los sufrientes, que
pasan a ser normativos para el cristiano.
c) Alimentar, mediante la oración, el amor que surge del encuentro
personal e intransferible con Dios y con el prójimo.
Para terminar este apartado, debemos tener presente, que si tal como
hemos venido diciendo hasta ahora, el definitivo encuentro con Cristo
donde se juega nuestro destino eterno, está condicionado por nuestra actitud
de amor hacia los débiles y necesitados, debemos pasar inexcusablemente
de lo intelectual y conceptual a lo práxico, de lo intencional a lo real, de la
compasión al amor que se derrama sobre los hermanos más doloridos; de tal
manera que, teniendo en cuenta la necesaria adaptación o encarnación del
318
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Madrid 1992) nº 1033. Este documento
se citará como CCE.
319
Cf. IP 9.
320
Cf. IP 16.
321
Cf. IP 15.
322
Cf. PELLICER, o.c., 323.
323
Cf. CCE 2443.
324
Cf. PELLICER, o.c., 325.
93
mensaje cristiano a las condiciones sociales de nuestro tiempo y lugar, el
Señor nos reclame en el día de mañana, en el Juicio y nos diga: venid
benditos de mi Padre, porque estaba parado y me distéis trabajo; era
inmigrante y me acogisteis; estaba enganchado a la droga, el alcohol o el
juego, y me tendisteis una mano para que pudiera deshabituarme; estaba
muy anciano, enfermo y solitario, y vinisteis a limpiarme, hacerme la
comida y a darme compañía; era un niño de la calle, sin familia y sin techo
donde cobijarme y, me buscasteis un hogar donde poder crecer con afecto y
dignidad; era un campesino del Tercer Mundo que, al desplazarse por la
guerra, se quedó sin tierra ni trabajo, y luchasteis para darme cobijo y
defendisteis mis derechos. Todo lo que habéis hecho con estos marginados
y excluidos, conmigo lo hicisteis325.
4.1.3. El Espíritu, aliento del obrar de Cáritas
Toda la obra de Jesús se lleva a cabo en el Espíritu Santo que es el
artífice del proyecto salvífico de Jesús326. El Espíritu surgirá de Él mismo,
el día de Pascua327, aunque la tradición joana deja veladamente entrever que
esto tuvo lugar en la misma cruz328.
Sin embargo, no debemos perder la perspectiva trinitaria, en la que el
Espíritu Santo es don del Padre y el Hijo vistos en su unidad329, sobre todo
cuando Jesús exaltado a la derecha del Padre330, lo envía a los apóstoles y a
la Iglesia toda331, para que puedan cumplir su misión332. Por tanto,
necesitamos subrayar que el don va unido indefectiblemente a la Pascua de
Jesús, ya que es en la Resurrección cuando se percibirá de una manera
325
Cf. IP 154.
Cf. IP 23.
327
Cf. Jn 20, 22; IP 15; PRAT, Antropología, 98.
328
Jesús muriendo “trasmitió el Espíritu” (Jn 19,30) expresión que históricamente significa
devolver al Padre, mediante la muerte, aquel soplo vital que de Él había recibido, pero que
también lo da ahora a los creyentes y a la Iglesia representada por María y el discípulo
amado: Cf. COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, El Espíritu del Señor (Madrid
1997) 65-66. Este trabajo se citará como CoEs.
329
En el NT es claro que son el Padre y Jesús los que dan el Espíritu Santo con diferentes
expresiones en los diversos pasajes: el Padre envía el Paráclito porque Jesús lo pide, o en
nombre de Jesús (Cf. Jn 14, 16.26). También Jesús es el que lo envía de parte del Padre
(Cf. Jn 15, 26; 16,7). Es muy interesante para profundizar en esta cuestión: E. YANES, El
Espíritu Santo como Amor mutuo del Padre y del Hijo, en: RAT 18 (2003) 7-31.
330
Cf. Hch 2, 33.
331
Cf. LADARIA, o.c., 337.
332
Cf. IP 15.
326
94
palpable, pudiendo afirmar que no es dado más que cuando Cristo es
Señor333.
Este don de Dios, que es Dios mismo, es, por consiguiente, la persona
divina más “próxima” a nosotros, pero a la vez, es la expresión de la unión
de amor del Padre y del Hijo, y como tal, lo más íntimo del ser divino334. El
Espíritu Santo es la personificación del infinito amor de Dios, tanto del
amor en Dios335, como del amor de Dios a los hombres manifestado
históricamente por el Verbo encarnado336.
Por eso, El Dios-amor, se hace don en el Espíritu Santo337, por gracia,
uniéndose a cada persona humana. Dios, aunque permaneciendo totalmente
Otro, porque es amor-comunión, encuentra el modo de realizar lo
irrealizable: unirse con sus criaturas “en el Espíritu”, colmando de esa
manera la infinita distancia que separa al Increado del creado, Dios del
hombre, y llega a ser Dios-por-nosotros, Dios-con-nosotros, Dios-ennosotros.
Y así, podemos experimentar una fuerza íntima llena de vida que nos la
manifiesta y comunica en el Espíritu, para que podamos cumplir el
mandamiento nuevo que Jesús nos dio y ser testigos de su amor, reavivando
en nosotros el impulso de los orígenes de Pentecostés338. El Espíritu Santo
es ese maestro interior al que se le debe en sus asistencias y mociones una
docilidad sincera, que ayuda a crecer sapiencialmente en el amor a Dios en
su doble vertiente, filial y fraternal339.
La función del Espíritu es conducirnos a Cristo y hacer de nosotros otros
Cristos, hoy. “Ser en Cristo por el Espíritu” es la vocación de todo
bautizado. “Ser como Cristo por el Espíritu”, es la tarea de todo creyente.
“Hacer de Cristo, por el Espíritu, alguien contemporáneo a todos los
hombres” es la misión de todo cristiano; y lo esencial de Cristo es el amor
preferencial por los pobres, de tal manera que, tener y ofrecer dicho amor,
333
Cf. LADARIA, o.c, 329 y 331.
Cf. Ibid., 327.
335
Cf. JUAN PABLO II, Dominum et Vivificantem. Carta encíclica sobre el Espíritu Santo
en la vida de la Iglesia y del mundo (Roma 1986) nº 10. Este documento se citará como
DeV.
336
Cf. INIESTA, o.c., 13.
337
Cf. A.M. ORIOL, Síntesis pedagógica del libro “El Espíritu del Señor”, en: Cor XIII 85
(1998) 227-230.
338
JUAN PABLO II, Novo Millenio Ineunte. Carta Apostólica al concluir el Gran Jubileo
del año 2000 (Roma 2001) nos 40 y 58. Este documento se citará como NMI.
339
Cf. DELICADO, Nueva, 38; CCA 11; J. RUIZ MARTORELL, El Espíritu Santo en la
Sagrada Escritura (II), en: RAT 8 (1998) 48-51.
334
95
se convierte en clave hermenéutica y discernidora de que el Espíritu de
Cristo está o no con nosotros340. En amor se nos va la vida. En amor nos
jugamos la existencia. Cada vez que surge en nuestro interior el impulso de
amar según Dios, nos lo brota el Espíritu, nos lo mueve con su don341.
Así lo confirma Benedicto XVI: El Espíritu es esa potencia interior que
armoniza el corazón de los creyentes con el corazón de Cristo y los mueve a
amar a los hermanos como Jesús los amó342.
Esa es la fuerza interior que mueve a los agentes de Cáritas para realizar
su servicio. El Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el
Evangelio a los pobres conduce a los miembros de Cáritas hacia la misión
de continuar la obra salvadora entre los últimos de la sociedad, los más
empobrecidos.
Ese mismo Espíritu suscita en la Iglesia el carisma de la caridad,
fundamento del correspondiente ministerio de servicio a los pobres, de
donde nace el hacer de Cáritas y de sus miembros como expresión del amor
preferencial de Dios por los pobres.
4.1.4. Cáritas como dimensión constitutiva de la Iglesia
La acción caritativa-social de la Iglesia pertenece a su mismo ser: la
caridad como servicio y diaconía aparece en el Concilio Vaticano II343 como
una realidad que emana directamente del ser mismo de la Iglesia como
pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Es la dimensión trinitaria la que fundamenta radicalmente toda la
realidad de la Iglesia y, por consiguiente, su servicio a los débiles y
necesitados344.
Entre el Dios trinitario y la Iglesia se da una relación profunda: la
Iglesia enraizada en el misterio de Dios es simultáneamente receptora y
mediadora de salvación. Recibiendo el amor de Dios es servidora cuando
cumple su misión ejerciendo fielmente la función de transmitir el amor de
Dios trinidad. Se trata pues, de que la Iglesia comunique la misma vida de
340
Para todo el párrafo: Cf. S. CASTRO, El Espíritu: Amor y dador de vida, en: Cor XIII 85
(1998) 43 y 46; JARAMILLO, Espíritu, 78.
341
Cf. J. MARTÍN, Conocer e invocar al Espíritu Santo, amar con Él y dejarse hacer por
Él, en: Cor XIII 85 (1998) 181.
342
Cf. DCE 19.
343
Cf. LG 4.
344
Cf. F. DUQUE, Eclesialidad de Cáritas, en: Cor XIII 93 (2000) 60. Este trabajo se
citará como Eclesialidad..
96
Dios que es amor. Así, Dios se sirve de las palabras y de las acciones de la
Iglesia para llevar a cumplimiento su propio plan de gracia y salvación345.
Pero el amor de Dios y el de la Iglesia con el mundo adquieren el rostro
de Cristo: “Dios es amor. En esto se ha manifestado el amor que Dios nos
tiene, en que ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros
tengamos la vida gracias a Él” (1Jn 4, 8-9).
El camino paradigmático de la Iglesia, para el servicio de la caridad, es
el de Cristo. La existencia y la actividad eclesial brotan inmediatamente de
Jesucristo, La Iglesia no puede olvidar que es cuerpo de Cristo y que su vida
y actividad adquieren razón de ser solamente en Él346. Por eso, cuando actúa
en servicio de los pobres y afligidos lo hace siguiendo las huellas de Cristo,
su vida; no hay otro camino que el que nos marcó el mismo Jesucristo:
“Como el Padre me envío a mí, así os envío yo a vosotros” (Jn 20, 21)347.
La Iglesia y los cristianos de todos los tiempos, como seguidores de Cristo,
hemos recibido el encargo de servir a la humanidad con entrañas de
misericordia, especialmente a los más débiles348. “Este es el deber de toda la
comunidad. Así la Iglesia es lo que es” (IP 14); y así, toma una conciencia
más honda y más concreta de que la misericordia hacia los pobres es su gran
misión349.
La vida de la Iglesia es auténtica cuando profesa y proclama la
misericordia350, es decir, cuando su actuación que la identifica socialmente
(profesa), y el mensaje que transmite al mundo (proclama) corresponden a
su propio ser (misericordia), como participación y prolongación del Dios
misericordia. Solamente en esa Iglesia-misericordia puede revelarse el amor
gratuito de Dios, que se ofrece y se entrega a quienes no tienen nada más
que su pobreza351.
Por eso, cualquier desviación de ese amor hacia los empobrecidos, tiene
para la Iglesia sentido de infidelidad a su más profundo ser; y sabe, que ese
encuentro con los marginados y excluidos tiene para ella un valor de
345
Cf. S. MADRIGAL, “Arraigados y cimentados en la caridad” (Ef 3, 17): Fundamentos
eclesiológicos de la caridad política, en: Cor XIII 110 (2004) 53-56. Este trabajo se citará
como Arraigados.
346
Cf. NMI 16.
347
Cf. J. LOSADA, La Iglesia y los pobres hoy, en: Cor XIII 117-118 (2006) 65. Este
artículo fue publicado en Cor XIII (1980).
348
Cf. IP 13.
349
Cf. IP 15.
350
Cf. DM 13.
351
Cf. IP 11.
97
justificación o condena según se haya comprometido o no con ellos352.
Puede afirmarse que el ser y el actuar de la Iglesia se juegan en el mundo de
la opresión, la debilidad y del sufrimiento353.
Por ello, manifiesta Benedicto XVI de una manera categórica: “La
caridad no es una especie de actividad de asistencia social, sino que
pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia
esencia” (DCE 25).
La actividad caritativo-social no es la mera suplencia de aquellas
necesidades que no estén atendidas por la administración, ni por la sociedad,
sino algo que brota de su mismo ser Iglesia, habitada y movida por el
Espíritu Santo para continuar la presencia y la obra de Cristo en el mundo,
manifestando así el amor de Dios a los hombres354. “La acción caritativosocial es una expresión externa de la entraña misma de la Iglesia” (CCA 5).
Esta llamada institucional y comunitaria, se convierte en personal e
interpelante: la caridad no es algo que podamos delegar ni en otros, ni en
ninguna institución, la caridad es parte constitutiva del cristiano que se debe
expresar en la acción caritativa de cada creyente, ofrecida a los sufrientes y
necesitados355.
Así es, si Cristo revela el amor de Dios para los hombres, la Iglesia
unida a Él está llamada a vivirlo y manifestarlo: la Iglesia ha recibido el
ministerio de la caridad que propiamente sólo pertenece a Cristo, y así
aquella se convierte en dimensión constituyente de la misma y no excluye
en su ejercicio a ninguno de sus miembros356.
La acción caritativa-social eclesial como dimensión constitutiva de la
Iglesia, tiene su origen en Cristo como forma interna de la existencia y de su
ser eclesial, y requiere expresarse en formas de existencia y actuaciones
históricas plurales, entre las que se encuentra como más representativa,
aunque no excluye otras formaciones, Cáritas.
Así la Institución con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del
amor del Dios de Jesucristo, y en su actuación histórica, puede considerarse
como dimensión constitutiva de la Iglesia, participando de la dimensión
caritativa-social eclesial o diaconía eclesial.
352
Cf. IP 9.
Cf. IP 10.
354
Cf. IP 110.
355
Cf. S.SORO, o.c., 187.
356
Cf. F. GARCÍA MARTÍNEZ, El Misterio de la Caridad en la Iglesia, en: Cor XIII 139
(2011) 236.
353
98
El ministerio de la caridad se integra en la Iglesia particular y en cada
una de las comunidades como elemento fundamental de su vida y misión,
siendo Cáritas el instrumento que pone en movimiento la corriente del
servicio caritativo –expresión del amor de la Iglesia por los desfavorecidos–
la cual arranca del Cuerpo de Cristo y acaba en Cristo mismo; ya que el
hermano es el lugar teológico del encuentro con Dios, y en especial lo es el
hermano pobre y sufriente357.
4.1.5. La centralidad de la persona como imagen e hijo de Dios, en la
acción de Cáritas
Dios crea todo por amor358, que brota de su mismo ser, y que por ser
esencialmente amor tiende a comunicarse359. En este proceso de
autocomunicación de Dios a lo no-divino, el hombre360 ocupa un puesto
excepcional entre todas las criaturas pues ha sido creado a “imagen y
semejanza” del Hacedor361. Esto no se dice de otra criatura en la Biblia. Si
bien, todas las demás obras de la creación son juzgadas por Dios “buenas”,
sólo después de la creación del hombre, Dios pronunció el superlativo “muy
bueno”. Con el hombre la creación había alcanzado su “completamiento”
porque Dios había hecho una criatura semejante a Él, que reflejaba a su
Creador362. Así pues, el ser humano, imago Dei363, es el señor y centro de
toda la creación364, y por haber sido hecho a semejanza de su Hacedor, tiene
la dignidad de persona365, es decir, que no es solamente algo, sino alguien,
357
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 27.
Cf. CCE 295; DCE 9.
359
Cf. A 33, 44.
360
IP 18 y 62. Dios ha hecho al hombre por amor: Cf. Gn 1, 1-2, 4; “Hombre integral
completo: corporal y espiritual” (IP 112). El magisterio de la Iglesia afirma la unidad del
hombre formado de cuerpo y alma; el espíritu y la material no son dos naturalezas unidas,
sino que su unión, constituye una única naturaleza: Cf. CCE 362-367; DCE 5; CIV 48, 53,
76; J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Imagen de Dios. Antropología teológica fundamental
(Santander 1988) 91-151.
361
Cf. A. MARTÍNEZ SIERRA, Antropología teológica fundamental (Madrid 2002) 6970.
362
Cf. COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, Dios, Padre misericordioso
(Madrid 1998) 47.
363
Cf. IP 117 y 127; CIV 11.
364
Cf. IP 56; GS 12; JUAN PABLO II, Christifideles Laici. Exhortación Apostólica sobre
la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo (Roma 1979) nº 37. En
adelante este documento se citará como ChL.
365
Cf. R. PRAT, Dimensión Misionera de la pastoral social hoy. ¿Interpelación para la
sociedad y para la Iglesia?, en: Cor XIII 105 (2003) 131. Este trabajo se citará como
Dimensión; R. PRAT, Ministerio de la caridad en un mundo globalizado. Caridad y
358
99
que es capaz de conocerse, de darse libremente y entrar en comunión con
otras personas; y es llamado por la Gracia a una alianza con su Creador, a
ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su
lugar366.
Este es el fundamento de la antropología cristiana: la inalienable
dignidad de la persona que tiene su raíz y su garantía en el designio creador
de Dios367 y que hace considerar al ser humano como un valor absoluto y
sagrado368.
La dignidad de la persona es un valor universal, base de todos los demás
principios orientadores de la comprensión del ser humano en relación con
los otros seres humanos de la comunidad. Este principio nos lleva a afirmar
la igualdad esencial de todos los miembros de la familia humana369. Dios no
hace acepción de personas370, porque todos los hombres tienen la misma
dignidad de criaturas a su imagen y semejanza371. La encarnación del Hijo
de Dios manifiesta la igualdad de todas las personas en cuando a su
dignidad372, ya que mediante aquella, Dios está unido de alguna manera con
cada hombre373. La dignidad de todo ser humano ante Dios es el
fundamento último de la radical igualdad y fraternidad374, de la dignidad de
todo hombre ante todo hombre.
Ya hemos visto que la creación del hombre y la mujer375 a imagen y
semejanza de Dios encierra una enseñanza fundamental acerca de su
evangelización, en: Cor XIII 121 (2007) 220-221. Este trabajo se citará como Ministerio;
CIV 18, 29.
366
Cf. CCE 357; C 108.
367
Cf. C 37; CIV 45.
368
Cf. R. PRAT, El hilo de la vida. Quince imágenes de libertad (Lleida 2003) 245; ChL
37; CIV 45.
369
Cf. ALÓS, o.c., 98-99; ChL 37.
370
Cf. Hch 10, 34; Rom 2, 11; Gal 2, 6; Ef 6, 9.
371
Cf. CCE 1934.
372
Cf. Gal 3, 28; Rom 10, 12; 1 Cor 12, 13; Col 3, 11.
373
Cf. GS 22. La Iglesia tiene como tarea principal que esta misión pueda actualizarse y
renovarse: Cf. C 105.
374
Cf. Para todo el párrafo: C 144; también GS 29.
375
Es interesante notar que el autor sagrado, al describir el objeto del cuidado creador de
Dios, ha pasado del singular “hombre”, al plural “varón y mujer” (Gn 1, 27). En el
proyecto de Dios, la presencia de los dos expresa el “completamiento” y la plenitud de la
raza humana. Así pues, desde el principio, el varón y la mujer, existen en comunión
fecunda por una comunicación ulterior en el interior del misterio del amor creador de Dios:
Cf. MARTINEZ SIERRA, o.c., 80-85; JUAN PABLO II, Familiaris consortio.
Exhortación apostólica sobre la misión de la familia cristiana en el mundo actual (Roma
1981) nº 28. En adelante este documento se citará como FC ; JUAN PABLO II, Mulieris
100
identidad, pero contiene también la clave sobre su vocación: en el acto
creativo libre y gratuito de Dios, éste, dota de inteligencia y libertad al
hombre y a la mujer376, constituyéndolos así en el “tú” creado de Dios. Sólo
en la relación con Él pueden descubrir y realizar el significado auténtico y
pleno de su vida377.
Y esta relación se lleva a cabo en Jesucristo, que revela a la humanidad
que Dios es Padre y que todos estamos llamados por la Gracia a hacernos
hijos suyos en Él378, a ser hijos en el Hijo y por tanto hermanos de un
mismo Padre379. Mediante el Espíritu de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado,
en el cual la realidad de comunión trinitaria está ya realizada, los hombres
son acogidos como hijos de Dios en dicha comunión de Amor. Por medio
de Cristo participamos de la naturaleza de Dios380.
De todas las criaturas visibles sólo el hombre es “capaz de conocer y
amar a su Creador” (GS 12); es la “única criatura en la tierra a la que Dios
ha amado por sí misma” (GS 24): sólo él está llamado a participar por el
conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado
como imagen381 del Hacedor y ésta es la razón fundamental de su
dignidad382.
Así pues, en la comunión de amor que es Dios, la persona humana está
llamada a descubrir el origen y meta de su existencia y de la historia383.
“Ser persona a imagen y semejanza de Dios, comporta (...) existir en
dignitatem. Carta apostólica sobre la dignidad y vocación de la mujer (Roma 1988) nº 6.
En adelante este documento se citará como MD; CCE 369-373 y DCE 11. “Ellos, hombre y
mujer, en su complementariedad son imagen del Amor trinitario, son cima de la creación”
(C 36).
376
Dios respeta la libertad que ha donado al género humano, y se la otorga para hacer el
bien y caminar en el amor: Cf. C 19, 141, 145. Los crea libres, conscientes y responsables:
Cf. ChL 37; PP 16; M. GÁLVEZ, Fundamentación teológica de la dignidad del Hombre,
imagen de Dios, en el Concilio Vaticano II, en: RAT 9 (1999) 44-45.
377
Cf. C 64.
378
Cf. C 31; Rom 8,15; Gal 4,6; ChL 37.
379
Cf. IP 139-141; CIV 19.
380
Cf. C 122.
381
Cf. DCE 39; MARTÍNEZ SIERRA, o.c., 98-105. Ser imagen de Dios es en el hombre,
más que una cualidad, la determinación estructural. En todo hombre hay una referencia
desde lo más profundo de su ser a Dios como fundamento y figura de su existencia. Abierto
al mundo y en él al Absoluto, hay una predisposición en el hombre a entablar un diálogo
con ese Absoluto. Su capacidad de respuesta a esa palabra de Dios, le pone frente a Dios
como un “tu”, a quién Dios en su bondad quiere comunicarse y hacerle feliz. En esta línea
resulta muy interesante ver: K. RHANER, Oyente de la Palabra (Barcelona 1967).
382
Cf. Para todo el párrafo: CCE 356.
383
Cf. C 34.
101
relación al otro yo” (MD 7). Y porque Dios mismo es comunión de
personas, y debe existir semejanza entre unión y mutuas referencias de las
personas divinas y la unión de los hijos de Dios en el amor, la persona se
realiza en relaciones de amor justicia y solidaridad con todos, cuando con su
actuar tiende a promover la dignidad de la persona y mejorar sus
condiciones de vida384. El hombre sólo puede encontrar su propia plenitud
en la entrega a los demás385.
Vemos pues, que en el interior de la persona humana, se entrelazan
indisolublemente la relación con Dios reconocido como Creador y Padre,
fuente y cumplimiento de la vida y de la salvación, y la apertura al amor
concreto hacia el hombre; es más, “la apertura trascendental a Dios se actúa,
de hecho y necesariamente, en la mediación categorial de la imagen de
Dios. El diálogo con el tú divino se realiza ineludiblemente en el diálogo
con el tú humano”386. En la dimensión interior humana radica el
compromiso por la justicia y la solidaridad para edificar un mundo mejor
conforme al designio de Dios387.
La Iglesia ve pues, en el hombre la imagen viva de Dios que se
encuentra y tiene su razón de ser en el misterio de Cristo, imagen perfecta
de Dios y revelador de Dios al hombre y del hombre a sí mismo388. Por eso,
debemos saber descubrir a Cristo en todos los hombres, en particular en los
más necesitados389: Jesús se identifica con los pobres, en el más humilde lo
encontramos a Él390, por eso, los excluidos son presencia de Cristo en el
mundo391, son quasi sacramento de Él392, lugar teológico de encuentro con
Dios393; en la persona del marginado hay una presencia especial suya394. En
cada persona que vive en la miseria podemos ver el rostro de Cristo, Hijo de
384
Cf. C 32.
Cf. Lc 17, 33; GS 24.
386
RUIZ DE LA PEÑA, o.c, 180.
387
Cf. C 40.
388
Cf. C 105: A. MILIÁN, Con los pobres :vocación de los creyentes, en: Cor XIII 106
(2003) 138.
389
Cf. C 132. “Todo hijo de Dios redimido por su Hijo unigénito, es sacramento de Cristo,
pero de forma especial lo es del pobre; hasta el punto que Jesús se identifica plenamente
con ellos” (MILIÁN, o.c., 140).
390
Cf. DCE 15.
391
Cf. IP 22.
392
Cf. IP 16.
393
Cf. IP 28.
394
Cf. NMI 49, CONCILIO VATICANO II, Lumen gentium. Constitución dogmática sobre
la Iglesia (Roma 1964) nº8. Este documento se citará como LG.
385
102
Dios y hermano nuestro395, por eso si ignoramos al pobre, ignoramos al
mismo Jesucristo396. Sólo nos podemos convertir en “cirineos” sirviendo y
ayudando al hermano necesitado397, ese es nuestro camino salvíficoexistencial.
Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se
asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las
características que forman el cuerpo del modelo de acción social de Cáritas.
Así lo afirma contundentemente: “La persona, en tanto poseedora de la
máxima dignidad posible, en tanto ser integral y social y en proceso de
hacerse en la sociedad y de hacer sociedad, se torna en eje y centro
fundamental de nuestra acción”398.
Por ello la acción de Cáritas tiende en todo momento a ayudar a la
persona a vivir de acuerdo a su dignidad y a desarrollarse en toda su
integridad, en reconocer su valor y su dignidad inviolable e inalienable399.
El obrar de Cáritas, está pues, al servicio del ser humano; un servicio
que desde el reconocimiento de su dignidad, como decíamos antes, hace de
él el centro de su acción caritativa y social.
Y este ejercicio de la caridad que lleva a cabo Cáritas, no sólo está al
servicio de la persona, sino al servicio de su desarrollo integral400.
La persona –el empobrecido– del que estamos hablando constituye un
todo integral con necesidades que deben ser igualmente satisfechas para no
comprometer su dignidad.
Así lo entiende Cáritas y sus agentes, por eso tratan de servir, atendiendo
a las múltiples dimensiones de la persona: física, psicológica, espiritual, etc.
Una atención que se basa en poner en valor las potencialidades y
capacidades de los excluidos aunque estas no estén completamente
desarrolladas o se encuentren muy condicionadas por la realidad concreta
que le toca vivir al marginado. Por tanto, comprende a la persona necesitada
desde sus posibilidades y no desde sus carencias o negatividades401.
395
Cf. IP 8.
Cf. IP 9.
397
Cf.. IP 137.
398
CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 13.
399
Cf. ALTABA, RMA6, 43; ALTABA, RMA3, 20.
400
Cf. V. ALTABA, La animación de la caridad en Benedicto XVI y en la “Iglesia y los
pobres”: criterios y alertas, en: Cor XIII 143 (2012) 90.
401
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 14.
396
103
Esta conciencia de la dignidad que posee toda persona humana da a los
agentes de Cáritas un “talante contemplativo”402 y el fundamento para no
utilizar al pobre en función de ninguna circunstancia personal, comunitaria
o institucional403.
El talante contemplativo ayuda a los miembros de Cáritas a ver, mirar,
escuchar, a penetrar en el misterio del otro; y hace que el servicio se
entienda no como una demostración de habilidades, o como una donación
de lo que apetece, sino como ofrenda de lo que el desvalido necesita.
Es más este carácter contemplativo hace descubrir en el pobre el rostro
del Señor, tal como decíamos anteriormente. Esto hace que el pobre para el
agente de Cáritas no sea un dato sociológico o el objeto de su acción
caritativa, sino que es el lugar en el que Dios se hace presente, se revela y
nos interpela; el lugar en el que podemos encontrar a Dios, amarle y acceder
a Él.
Por último, la concepción cristiana de la persona humana, pone
sobreaviso al voluntario y técnico de Cáritas para que queriendo servir al
pobre con la mejor voluntad no corran el riesgo de utilizarlo o
instrumentalizarlo.
4.1.6. La espiritualidad de Cáritas
Desde el punto de vista cristiano, los hombres y mujeres “espirituales”
son aquellos que están llenos del Espíritu de Cristo y lo están de una manera
viva y constatable, puesto que la fuerza y vida de ese Espíritu invade todo
su ser e impregna todas sus acciones; de esta manera, Dios se hace presente
de una forma singular en y entre los hombres404.
Espiritualidad es la forma envolvente, unificadora de entender toda la
vida, integración de toda la persona405 desde la fe, la esperanza y el amor406.
402
Cf. ALTABA, RMA9, 34-35.
Cf. ALTABA, RMA6, 52.
404
Cf. I. ELLACURÍA, Espiritualidad. Teología Fundamental, en: C. FLORISTÁN J.J.TAMAYO (edd.), Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 414-415;
PRAT, Antropología, 105.
405
La espiritualidad se entiende en referencia a la estructura de toda la persona desde la
vida teologal, es pues, la misma identidad del cristiano, no algo que se sobreañade: Cf. S.
GAMARRA, Teología espiritual (Madrid 1997) 36-38.
406
La espiritualidad cristiana debe estar cimentada en la fe, orientada por la esperanza y
consumada en el amor, virtudes que ponen en estrecha unidad profundas dimensiones del
403
104
La espiritualidad es obra de Dios, es el resultado de su amor al mundo,
que ha culminado de forma anticipada en la resurrección de Jesús. La vida
espiritual nos conduce a la vida en el amor, incluso más allá de la misma
muerte, plenificándose en el Amor407.
El Señor por su Espíritu nos da el don de la caridad y el modo de vivirlo,
la forma de responder408, es la espiritualidad. El carisma que se traduce en
experiencia eso es la espiritualidad409.
La espiritualidad es acoger la salvación de Dios en el momento concreto
de la vida, lo cual nos lleva a reorientar dicha vida en el hoy que nos toca
vivir y construir, es el modo en que todo cristiano concibe, experimenta y
expresa, en la Iglesia y el mundo, su vida teologal y de relación personal
con el Dios viviente410.
Por eso, la espiritualidad no se puede considerar intimista, entendida
como un mirarse egocéntricamente, en ensimismamiento contemplativo
individualista; sino un mirarnos internamente que nos lanza hacia el
exterior, hacia la acción amorosa, para que ésta, enriquezca a su vez nuestro
corazón. Es un entrar y salir del Amor-amor, en nosotros. Ni activismo, ni
evasionismo, ni una entelequia para pensadores, ni una sucesión de
devociones, sino la obra del Espíritu en nosotros, del cual vienen todos los
carismas, y el don por excelencia del amor411.
Así pues, la espiritualidad cristiana nos remite al Espíritu, nos pone
frente a un don sobrenatural, un don que es gratuito ya que la labor más
importante la hace la Gracia, por lo que no es voluntarismo: no se consigue
sin esfuerzo, pero no es el resultado del esfuerzo412. Transforma a quién lo
experimenta y recibe, genera entusiasmo y opta por la utopía del Evangelio.
Se guía por el criterio de la caridad que lleva el amor hasta las últimas
hombre con la plenitud del Dios trinitario, revelado en Jesús: Cf. ELLACURÍA, o.c., 419420; DCE 39; GAMARRA, o.c., 130-134.
407
Cf. M.L. CASTILLO, La espiritualidad y Cáritas, en: Cor XIII 93 (2000) 332-333.
408
“Los seguidores de Jesús debemos dejarnos mover, asistir, y orientar por el Espíritu
Santo si queremos crecer, vivir y madurar, como cristianos llamados a la perfección de la
santidad” (IP 23).
409
Cf. S. PELLICER, Espiritualidad del documento “La Iglesia y los pobres”, en: Cor XIII
72 (1994) 315.
410
Cf. Ibid., 319.
411
Cf. Ibid., 311-312; L. ARAUZO, Dios es nuestra profundidad, en: RAT 24 (2006) 1920. “Se debe rechazar la tentación de una espiritualidad intimista e individualista que poco
tiene que ver con las exigencias de la caridad ni con la lógica de la Encarnación” (NMI 52).
Cf. CCA 13.
412
Cf. R. PRAT, El dinamismo de la comunión eclesial (Salamanca 1988) 58; CIV 5.
105
consecuencias: se está dispuesto a sufrir y entregar la vida, des-vivirse para
que otros tengan vida. Se sitúa uno en el corazón de la Iglesia413.
La espiritualidad es un caminar según el espíritu de Cristo, es
seguimiento de Cristo414; es encuentro con Cristo, vida en el Espíritu y ruta
hacia el Padre. Un caminar en la historia en la que encontramos el patrón de
vida de Jesús y se nos abre el futuro del Padre, pero entre ambos aspectos
existe un caminar, procesual y cambiante en el Espíritu, que nos lleva a
vivir según el amor y a luchar por la paz y la justicia, los grandes valores del
Reino de Dios415. La espiritualidad del cristiano, tiene pues, una clara
dimensión social, ya que nos conduce al amor hacia todos los hombres, un
amor que implica promover entre toda la humanidad, la justicia, la
solidaridad, la comunión y la paz416. “Existe una profunda unidad entre la
vida cristiana, entre la espiritualidad y la acción caritativo-social” (IP 131).
El mismo compromiso social de la fe es fuente de una extraordinaria
espiritualidad siempre que en nosotros vaya creciendo interiormente la
disponibilidad a las mociones del Espíritu para que Dios siga amando al
género humano a través de nosotros417.
Por eso, para vivir una verdadera espiritualidad, es necesario que el
cristiano se encarne en el aquí y en el ahora418, de tal manera que se
prolongue la incarnación de Cristo por medio del Espíritu Santo en todos los
hombres de buena voluntad, de manera existencial a lo largo de tiempo y lo
ancho del mundo419. La encarnación se da en Jesús, Él es el modelo: Dios
encarnado. En Jesús, Dios se hizo historia. Desde nuestra espiritualidad
tratamos de acercarnos a Él siguiéndolo y entrando en la historia con el
mismo talante y estilo con que Él lo hizo. Tratamos de encontrarlo
413
Cf. PELLICER, o.c, 316-317.
Para profundizar en esta cuestión es muy interesante acudir a: J. LOIS, Espiritualidad
del seguimiento, en: C. FLORISTÁN - J.J. TAMAYO (edd.), Conceptos fundamentales del
cristianismo (Madrid 1993) 420-431. En dicho trabajo tiene en cuenta y articula muy
acertadamente las dimensiones cristológica y neumatológica de la espiritualidad del
seguimiento.
415
Cf. J. SOBRINO, Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad
(Santander 1985) 67-69. Este trabajo se citará como Liberación.
416
Cf. CVI Introducción p18; JUAN PABLO II, Sollicitudo rei socialis. Carta encíclica en
el vigésimo aniversario de la “Populorum progressio” (Roma 1987) nº 40. Este
documento se citará como SRS. “El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la tarea de
la construcción del mundo, ni los impulsa a despreocuparse del bien ajeno; al contrario, les
impone como un deber el hacerlo” (GS 34).
417
Cf. JARAMILLO, Espíritu, 81.
418
Cf. IP 14, 132; PTVA 13-17.
419
Cf. IP 131.
414
106
encarnándonos en el día-a-día de la historia y sus procesos. El camino de
Dios y del hombre, es el de la encarnación en la historia420.
La encarnación de los cristianos en la historia real de los hombres sigue
siendo el primer paso lógico de la existencia cristiana que parte de la
realidad en la que nos movemos. Una espiritualidad encarnada se
caracteriza por una referencia constante a la realidad: parte de ella, para
volver a la misma, siempre en actitud de respeto y honestidad, siendo fieles
a la misma, respetando su verdad y nunca ignorándola, distorsionándola o
falseándola421. Por ello, entendemos por espiritualidad el vivir nuestra
propia realidad, hacerla y padecerla según el Espíritu de Dios que habita en
nosotros. La espiritualidad en concreto no es otra cosa que realizar la fe,
esperanza y la caridad, pero realizarlas en lo concreto de la realidad que nos
ha tocado vivir, tal como el Espíritu lo va posibilitando y exigiendo422.
Sin embargo, hay un hecho trascendental que no debemos ni podemos
dejar pasar de largo: en Jesús, Dios se abajó en kénosis, haciéndose no
solamente, hombre, sino hombre-pobre, servidor. No sólo entró en el mundo
en general –lo que ya supone un “abajamiento”–, sino en el mundo de los
marginados. En la kénosis asumió la carne y la pobreza, la pobreza de la
humanidad423.
¿Dónde somos pues convocados a realizar nuestra labor? Se nos pide
que nos movamos donde se dan los acontecimientos fundamentales de la
vida humana y los salvíficamente determinantes, porque por ellos hay que
pasar para llevar vida en plenitud: el mundo de la pobreza, la exclusión y el
sufrimiento424. Por eso, “nuestra caridad debe acercarnos a los pobres de
todas las maneras posibles pero especialmente en la convivencia,
situándonos entre ellos para poder analizar las situaciones con realismo,
compartir sus problemas y buscar soluciones” (IP 134). Y lo debemos hacer
reproduciendo aquellos valores y actitudes, realizadas y exigidas por Jesús.
Se trata, por lo tanto, de reproducir el espíritu fundamental de Jesús al
servicio del Reino de Dios y el modo de llevarlo a cabo nos lo indica
programáticamente en las bienaventuranzas: ahí se nos dice cómo debe de
ser el seguidor de Jesús, cómo debe ser su vida, su espiritualidad.
Desde esta convocatoria se puede entender la espiritualidad de Cáritas,
cuya fuente y fundamento está en el Dios de Jesucristo que se nos ha
420
Cf. CASALDÁLIGA - VIGIL, o.c., 142.
Cf. Ibid., 160-161: SOBRINO, Liberación., 145.
422
Cf. Ibid., 152.
423
Cf. CASALDÁLIGA - VIGIL, o.c, 143. Ver notas: 228-237.
424
Cf. PELLICER, o.c, 325-326.
421
107
comunicado por la efusión del Espíritu425. No hay pues caridad sin la acción
del Espíritu y no hay acción caritativa-social sin vida en el Espíritu. Sin
espiritualidad Cáritas se reduciría a una empresa de servicios sociales426.
Para el agente de Cáritas, el ejercicio de la caridad implica tener una
profunda experiencia de sentirse amado por Dios. Su amor nace de Dios y
se nutre la vivencia de sentirse hijo amado de Dios. Por eso la caridad es
“don recibido y ofrecido” (CIV 5): primero recibido y desde esa
experiencia, amor ofrecido.
Esta experiencia del amor de Dios es la que posibilita y capacita a los
miembros de Cáritas para amar a los hermanos y nos descubre algo muy
importante427: que lo prioritario y fundamental en el ejercicio de la caridad
es el amor, y que todos los que sirven y trabajan en este campo están
llamados a “ser instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios”
(CIV 5).
De esto deducimos claramente que “Cáritas o será mística o no será.
Una Cáritas sin espiritualidad, sin Espíritu, no será nunca una verdadera
Cáritas”428.
Existe Cáritas como ejercicio organizado de la caridad porque hay
pobres y porque sus miembros han sido ungidos por el Espíritu Santo para
dar la Buena Noticia a los desheredados: el mismo Espíritu que ungió a
Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres conduce a sus
discípulos hacia la misión de continuar la obra salvadora entre los más
abandonados429.
De lo dicho anteriormente sobre la específica espiritualidad que embarga
a los agentes de Cáritas, se deducen los dos polos de referencia que se deben
tener siempre presentes para que la acción caritativa y social se sostenga
sobre “roca firme” y le de sentido y consistencia: el Espíritu Santo que hace
a los miembros de Cáritas testigos de su amor y la realidad de los pobres y
excluidos que claman en su indigencia por la necesidad de experimentar la
fuerza salvadora del Amor430.
Una verdadera vida espiritual que aliente el ejercicio de la caridad evita
caer en diversas tentaciones:
425
Cf. Jn 20, 22; CIV 5.
Cf. ALTABA, RMA9, 20.
427
Cf. Ibid., 21.
428
ALTABA, RMA6, 45.
429
Cf. ALTABA, RMA9, 14.
430
Cf. Ibid., 16.
426
108
a) El riesgo del activismo: es necesario ir más allá de la tarea y
recuperar la mística de la caridad alimentando permanentemente
nuestra experiencia de Dios431.
b) Disociar o contraponer acción-contemplación, compromiso-oración,
lucha por la justicia-vida espiritual. Estas no son realidades
contrapuestas, sino que el Espíritu las integra en cada creyente432.
c) Creer que la espiritualidad es un recetario de técnicas y herramientas
operativas para la intervención social: no es así, esa labor le
corresponde a las ciencias sociales. La espiritualidad es el alma de lo
que tenemos que hacer: nos da motivaciones y convicciones para la
acción y nos ofrece criterios de acción433.
Por último cabe preguntarse ¿cuáles son las características básicas que
ofrece la espiritualidad a los agentes de Cáritas para que lleven a cabo la
acción caritativa y social con los empobrecidos?434
Una espiritualidad que sea:
a) Trinitaria, entrañados en Dios, que haga vivir el compromiso como
vocación, siendo testigos de Jesucristo y transmitiendo así la Buena
Noticia de Jesús.
b) Contemplativa, de ojos abiertos ante la realidad de los pobres, y con
discernimiento evangélico para transformarla.
c) De ternura y sanación del corazón herido, con paciencia y gratuidad.
d) Desde la propia vivencia del Evangelio, con sencillez y pobreza
evangélica.
e) De comunión, unido a otros, para acoger al empobrecido y promover
su participación.
431
Cf. ALTABA, RMA6, 44.
Cf. ALTABA, RMA9, 15.
433
Cf. Ibid., 17.
434
En este punto voy a seguir las intuiciones que V. Altaba señala en su magnifica obra:
“La espiritualidad que nos anima en la acción caritativa y social”, refiriéndose a los
integrantes de la familia Cáritas. También me parece muy interesante acudir a: A.
RODRÍGUEZ TESO, Comunidades cristianas y exclusión social, en: Cor XIII 135 (2010)
89-98.
432
109
4.1.7. Cáritas, un servicio pastoral para ser Buena Noticia para los
excluidos
La actividad caritativa-social de la Iglesia, brota de su mismo ser, ya que
habitada y movida por el Espíritu Santo, continua la presencia y la obra de
Cristo en el mundo435, manifestando así el amor de Dios a los hombres.
En la vida de Jesús encontramos perfectamente unidas sus palabras y
obras, su revelación sobre el Dios amor y sus signos, sus milagros. Por ello,
la acción caritativa-social obra de manera cuasi-sacramental en cuanto parte
integrante de la acción pastoral eclesial436.
Por otra parte, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos, que en la
actualidad la Iglesia en España, tiene una gran vitalidad en su acción
diaconal-amorosa, que se muestra en el compromiso diario de las
comunidades parroquiales, las congregaciones religiosas, las asociaciones
de laicos y, en definitiva, en las numerosas iniciativas socio-caritativas de
cada diócesis437; de una manera especial la manifiestan instituciones
eclesiales con presencia pública destacada, significativa y reconocida en
nuestra sociedad438; así como la ingente labor de los misioneros apoyados
por tantas asociaciones y ONG´s católicas439.
Sin embargo, esta acción no se encuentra suficientemente integrada en la
pastoral de conjunto de las diversas diócesis, y podemos decir, que falta
todavía bastante en nuestra pastoral para que se pueda alcanzar la perfecta
unidad entre Palabra, Sacramento y Caridad440.
Por eso, hace falta un engranaje de la acción caritativo y social con el
resto de las acciones eclesiales y con el conjunto de la comunidad; ya que
aquellas actividades que no se inscriben con claridad en el proceso general
de la acción evangelizadora de la Iglesia, corren el riesgo de aislarse y
desligarse de la comunión eclesial que las debe sustentar. No deben situarse,
435
“Desde el día de Pentecostés todos los discípulos debemos seguir anunciando el
Evangelio de Jesucristo, su mensaje de salvación para todos” (IP 19). La Iglesia y los
cristianos testimonian y anuncian los valores del Reino de Dios y del Evangelio de Cristo:
Cf. IP 95-97, 100-101, 103. “La Iglesia tiene la misión de anunciar a Cristo, y éste anunció
el Reino de Dios proclamando el Evangelio y curando a los enfermos. La novedad del
mensaje evangélico de las bienaventuranzas lo hacía mediante la práctica de las obras de
misericordia (Cf. Lc 10; Mt 5, 1-2; Mt 25, 31-46; Jn 13, 1-7)” (PTVA 11).
436
Cf. IP 110.
437
Cf. PTVA 7.
438
Sirvan como ejemplo: Cáritas, Manos Unidas, Pastoral Penitenciaria, Justicia y Paz,
Pastoral de la Salud.
439
Cf. PTVA 8.
440
Cf. IP 110-111.
110
pues, “aparte” con respecto al resto de dimensiones de la acción pastoral o
del conjunto de la comunidad441.
Es muy esclarecedor lo que Mons. Echarren dice al respecto442: la
Iglesia que sólo enseña, pero no reza y no se solidariza con los pobres,
presenta un cristianismo que se asemeja más a una simple doctrina o
filosofía, que a un mensaje de Buena Noticia revelado por Dios; si por el
contrario, sólo reza y celebra la Eucaristía y los sacramentos, pero no
catequiza y no comparte los bienes con los necesitados, el cristianismo
acaba apareciendo como una “mística de evasión”; si por otro lado, la
Iglesia sólo se dedica a atender y ayudar a los pobres y marginados, pero no
anuncia a Jesucristo, no reza y no celebra la fe, el cristianismo puede
mostrarse como una ideología más, como un grupo filantrópico. Es en el
equilibrio de las tres dimensiones realizadas y participadas por todos como
la Iglesia encuentra su verdadera identidad y ofrece su testimonio
evangélico y evangelizador.
Es verdad, que ya desde el principio del cristianismo, fue necesario
“organizar” el ministerio diaconal y se nombró un grupo de siete personas
para realizar esta labor tan esencial y peculiar de la Iglesia443, pero esa labor
debía ser desempeñada por personas “llenas de Espíritu y sabiduría” (Hch 6,
1-6), de tal manera, que esta espiritualidad y ejercicio de la caridad, no los
separara de las otras dimensiones eclesiales: el servicio de los sacramentos y
el anuncio del Evangelio.
Así pues y ya desde los primeros tiempos, el ministerio de la caridad se
integra en la Iglesia particular y en cada una de las comunidades como
elemento fundamental de su vida y misión; de tal manera que ninguna
comunidad realiza íntegramente su misión si no anuncia el evangelio, si no
celebra la fe y ora, y si no sirve a los hermanos más necesitados444.
Palabra, culto y caridad no son acciones yuxtapuestas. Entre el anuncio
de la Palabra, la celebración litúrgica y el testimonio de la caridad existen
441
Cf. CCA 36.
Cf. R. ECHARREN, Cáritas a la luz de “La Iglesia y los pobres”, en: Cor XIII 72
(1994) 191. Este trabajo se citará como Cáritas.
443
Cf. DCE 21.
444
Cf. CALZADA-GARCÍA (y otros), o.c., 19; S. MADRIGAL, Cáritas es nombre de
Iglesia: lectura eclesiológica de la primera encíclica de Benedicto XVI, en: Cor XIII 123
(2007) 237. Este trabajo se citará como Nombre.
442
111
fuertes vínculos de modo que ninguna de estas tres dimensiones debe
caminar por su cuenta con criterios excluyentes445.
Todas se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial
que es una. Así la Eucaristía se traduce en fraternidad y servicio, y a la vez
es alimento para él. La catequesis y la reflexión teológica iluminan la
acción, pero también se nutren de los signos de los tiempos que desvelan la
acción de Dios y de su Espíritu en el mundo y en la historia446
Por ello, la pastoral de la caridad y Cáritas misma, han de tener
necesariamente una referencia a ese “ser Iglesia” que anuncia a Jesucristo,
que celebra la fe y sirve al pobre y marginado, ya que es Ella el sujeto al
que el Señor confió la misión de evangelizar. No basta afirmar que es en la
Iglesia donde se realiza la tarea diaconal, hay que llegar a descubrir y
manifestar que es la misma Iglesia la que la realiza en la pluralidad de sus
miembros a nivel individual, colectivo e institucional, resaltando de esa
manera su dimensión comunitaria y social447.
Así pues, el ejercicio de la caridad que lleva a cabo Cáritas ha de
integrarse en la pastoral de conjunto. Es condición necesaria para que la
comunidad cristiana exprese su compromiso con los empobrecidos. Estamos
refiriéndonos a un trabajo de diálogo con todos los agentes de la pastoral, de
modo que Cáritas se inserte en los procesos de formación cristiana, así
como en la celebración litúrgica de la comunidad; y por otra parte, Cáritas y
sus agentes han de dejarse interpelar por la fe anunciada y celebrada en la
comunidad, que como indicábamos anteriormente es sujeto de la palabra,
celebración y el servicio448.
Una vez, que hemos situado la pastoral de la caridad y Cáritas en el
conjunto de la acción evangelizadora de la Iglesia y de su pastoral de
conjunto, debemos discernir qué características esenciales deben de reunir
Cáritas para cumplir su tarea diaconal, haciendo de esa manera, tal como
decíamos al principio de este apartado, un servicio pastoral para ser Buena
Noticia para los excluidos.
445
Cf. DCE 25; BENEDICTO XVI, Verbum Domini. Exhortación Apostólica sobre la
Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia (Roma 2010) nº 107. Este
documento se citará como VD; CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 27.
446
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 20.
447
Cf. CVI Introducción p14; F. DUQUE, “La Iglesia y los pobres”. Claves de lectura, en:
Cor XIII 72 (1994) 276. Este artículo se citará como Iglesia.
448
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Cáritas en el proceso evangelizador de la Iglesia.
Ponencia de la 60 Asamblea General, en: Cor XIII 119 (2006) 149. Este trabajo se citará
como Ponencia60.
112
En primer lugar, su acción debe ser mediación del amor de Dios,
teniendo en cuenta que “Él nos amó primero” (1 Jn 4, 19-21) y que por ello
nuestro amor lo es de respuesta al amor que nace de Dios. Un amor que se
expresa en el prójimo –mediación visible en la que Dios mismo se nos da–
de dos maneras: mediante el amor cercano y directo que ayuda de una
manera inmediata; y el amor político, que trata de actuar en la sociedad
abordando y corrigiendo las causas de la pobreza y marginación. Ambas
actuaciones son necesarias y se exigen mutuamente449.
En segundo lugar, debe manifestar el compromiso por la justicia450: en la
acción caritativo y social, no se trata sólo de establecer la relación necesaria
entre caridad y justicia, como dos aspectos fundamentales de la misma; se
trata de mostrar cómo el dinamismo de la caridad va inherente a la
exigencia de justicia y cómo simultáneamente el dinamismo de ésta exige
caridad: “La auténtica misericordia es, por decirlo así, la fuente más
profunda de justicia” (DM 14). Esta concepción es de gran importancia no
sólo para una correcta comprensión de la acción caritativo-social, sino para
orientar adecuadamente las acciones promovidas por la pastoral de la
caridad, evitando que tenga sólo un aspecto social o bien caritativo
asistencialista451 sin incidencia ni implicación en los problemas de fondo
que afectan a los necesitados452.
Son pues, dos claves pastorales, la lucha por la justicia y el servicio a los
pobres mediante la diaconía de la caridad que confluyen en una misma y
única clave: la primacía de la caridad en toda acción evangelizadora y
pastoral453. En este esfuerzo de síntesis, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto
XVI han acuñado fórmulas muy densas y fecundas454.
449
Cf. MAYA, Evangelización, 93-95.
Cf. IP 46. El lema de Cáritas es: “Trabajamos por la justicia”.
451
Cf. IP 112; CIV 6.
452
Cf. IP 113; Para todo el párrafo: DUQUE, Iglesia, 270-271.
453
Cf. Ibid., 266-267.
454
“Entre evangelización y promoción humana existen vínculos de orden eminentemente
evangélicos como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo
sin promover, mediante la justicia y la paz, el verdadero, el auténtico desarrollo del
hombre? No es posible aceptar que la obra de evangelización pueda y deba olvidar las
cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy en día que atañen a la justicia, a la
liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina
del evangelio sobre el amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad” (PABLO VI,
Evangelii nuntiandi. Exhortación Apostólica sobre la evangelización del mundo
contemporáneo [Roma 1975] nº 31. Este documento se citará como EN). “El amor por el
hombre y, en primer lugar, por el pobre, en el que la Iglesia ve a Cristo, se concreta en la
promoción de la justicia” (CA 58). “La Iglesia no pueden ni debe quedarse al margen en la
450
113
En tercer lugar, salir al encuentro del necesitado: “El cristianismo
comienza con la encarnación del Verbo. Aquí no es sólo el hombre quien
busca a Dios, sino que es Él quien sale al encuentro del hombre y a
mostrarle el camino por el cual es posible alcanzarlo”455. Cristo nos lo
indica claramente con la actitud del padre en la parábola del hijo pródigo456.
Desde esta pedagogía divina, el cristiano debe ir allí donde está el
necesitado y realizar una pastoral de inmersión en ese mundo de dolor y
sufrimiento, para poder mitigarlos y atender sus problemas humanos y
sociales; lo que exige cercanía y acompañamiento, así como descubrir las
situaciones de marginación y sus causas, para ponerlas de manifiesto y así
sensibilizar a la sociedad sobre ellas457.
En cuarto lugar, debe tener capacidad de transformar, tanto a nivel
personal como social, manifestando significativamente a través del
testimonio y de los signos históricos que el proyecto cristiano concuerda
con las aspiraciones más profundas y genuinas del género humano: amor,
justicia, solidaridad y paz458.
En quinto lugar, Cáritas debe de ser un servicio pastoral a todos los
niveles: parroquial, arciprestal, diocesano, y sobre todo ser animación de
toda la comunidad.
Una acción que debe apostar por la coordinación, manifestación de la
fraternidad y comunión eclesial. Una coordinación que, en atención a la
complementariedad y colaboración, debe llevarse a cabo con instituciones
extraeclesiales teniendo en cuenta el necesario discernimiento evangélico459.
lucha por la justicia” (DCE 28) “La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de
la caridad, porque el hombre más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre la necesidad de
amor” (DCE 29). “La justicia es inseparable de la caridad, intrínseca a ella” (CIV 6).
455
TMA 6.
456
“Su padre lo vio de lejos y se enterneció: salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió
de besos” (Lc 15, 20). Para profundizar en esta parábola, existe un precioso libro: H.J.M.
NOUWEN, El regreso del hijo pródigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt
(Madrid 1999).
457
Cf. J. JARAMILLO, Padre, 269-273. Y también Cf. P. JARAMILLO, Testimonio de la
caridad/Promoción de la Justicia e identidad cristiana, en: Cor XIII 95 (2000) 178-179.
Este trabajo se citará como Testimonio.
458
Cf. MAYA, Evangelización, 96; JARAMILLO, Padre, 274-275; JARAMILLO,
Testimonio, 180.
459
Cf. JARAMILLO, Testimonio, 178 y 181; JARAMILLO, Padre, 280-281; PTVA 9;
DCE 30; CÁRITAS ESPAÑOLA, Diaconía, 31.
114
En sexto lugar, podemos afirmar que los agentes de Cáritas, deben
formarse en teología de la caridad y métodos actualizados de intervención
social, ya que no es suficiente con la buena voluntad o el voluntarismo460.
Por último, hay que rechazar cualquier tipo de proselitismo, tal como
nos dice Benedicto XVI: “Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia
nunca tratará de imponer a los demás la fe de Iglesia (...). El cristiano sabe
cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él,
dejando que hable sólo el amor” (DCE 31).
4.2. Reflexión sobre el modo de actuar de Cáritas
4.2.1. La acción de Cáritas parte de la observación de la realidad en la
que está inmersa461
Para los creyentes, la realidad es el espacio natural donde leer los signos
de los tiempos, donde atisbar el amor de Dios por su creación; en especial
por los más pobres y desasistidos.
Por eso la creación entera, si sabemos mirarla y leerla desde la fe, revela
el amor de nuestro Dios, que nos llama a colaborar y desarrollar la creación
que ha puesto en nuestras manos462 para construir comunidad y avanzar en
la construcción de justicia y fraternidad, según su proyecto originario y que
la persona humana rechazó463.
460
Cf. CVI Introducción p15; JARAMILLO, Padre, 180; DCE 31.
Para abordar la problemática de fondo que nos ocupa –reflexión sobre el mundo de la
pobreza y acción caritativa-social eclesial– es necesario tal como nos dicen los obispos:
“Hacer un análisis de la realidad: es decir, el conocimiento de las formas más urgentes de
pobreza y marginación y de los procesos sociales que las originan, y hacer su
discernimiento comunitario a la luz del Evangelio” (CVI Propuesta 1.1.). Siendo que IP se
puede considerar hasta este momento el documento magisterial que ha reflexionado con
una mayor hondura y de una manera más extensa sobre la cuestión que estamos tratando, y
teniendo en cuenta que en él se ofrece un modelo muy lúcido y concreto de "Lectura
Creyente de la Realidad", hemos considerado dar a este apartado, la misma estructura que
se presenta en el trabajo: A. CESTER, El documento “La Iglesia y los pobres” a través de
una lectura creyente de la realidad, en: Cor XIII 144 (2012) 224-239.
462
“La creación se corona con el surgimiento de un concreador; el mundo salido de la
manos de Dios no es una magnitud cerrada y conclusa, más bien pasa ahora a manos del
hombre para que éste lo perfeccione y dirija hacia su fin” (J.L. RUIZ DE LA PEÑA,
Teología de la creación [Santander 1998] 45). Cf. Gn 1, 26-30.
463
Cf. Gn 3.
461
115
Pero Dios no abandonará a sus criaturas464, y conducirá al mundo a su
fin último465.
Para ello elige un pueblo y le hace una promesa que abre a la
esperanza466. Y está atento con los ojos y los oídos bien abiertos viendo los
sufrimientos y escuchando el clamor de su pueblo467.
Pero no sólo ve y oye, sino que analiza y discierne la situación. El
sufrimiento de su pueblo no es casual, es consecuencia de la opresión de
unos tiranos468.
Y porque Dios se conmueve ante tanto dolor, pone en marcha un
proceso de liberación469.
Así pues, estos pasajes bíblicos, nos dan las claves para ser concreadores
y desarrollar la creación de Dios, que no puede ser de cualquier manera sino
teniendo en cuenta en primer lugar aquellos que sufren y son sojuzgados,
aquellos empobrecidos por otros.
El primer paso para construir un mundo diferente es tener los ojos
abiertos para ver y los oídos atentos para escuchar y el corazón sensible para
464
“El sombrío cuadro diseñado por la sentencia, contiene, pese a todo un atisbo de luz. Gn
3,15 menciona la enemistad entre la mujer y la serpiente, con sus respectos linajes, e
insinúa un desenlace positivo de la mutua hostilidad. Tómese o no como profecía
mesiánico-mariológica, ese versículo mantiene viva la esperanza en una victoria final del
bien; la fe en la santidad y bondad de Dios no puede admitir el triunfo definitivo del mal.
La historia será a despecho, de la pecaminosidad humana, historia de salvación, no de
perdición; las palabras condenatorias de la sentencia no son, en suma, la última palabra. A
este propósito el v.21 nos sorprende con un rasgo conmovedor: Yahvé mismo viste a los
culpables, mitiga su desnudez con un gesto de premura, tras el que se esconde toda una
promesa de providencia para con el mundo caído” (J.L. RUIZ DE LA PEÑA, El don de
Dios. Antropología teológica especial [Santander 1991] 67).
465
Estamos refiriéndonos a la providencia divina, que se resuelve en último término en una
confesión de la voluntad salvífica de Dios sobre las potencias del mal, victoria que ha sido
revela en Jesucristo de un modo escatológico y definitivo: Cf. D. SATTLER - T.
SCHNEIDER, Doctrina de la creación, en: T. SCHNEIDER (ed.), Manual de Teología
dogmática (Barcelona 1996) 271.
466
Cf. Gn 12, 1-9; 13, 14-17; 15 1-5.
467
“El Señor le dijo: He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra
los opresores, me he fijado en sus sufrimientos” (Ex 3, 7-8)
468
“El clamor de los israelitas ha llegado a mí y he visto como los tiranizan los egipcios”
(Ex 3, 9-10).
469
Le dice a Moisés: “Y ahora, anda, que te envío al Faraón para que saques de Egipto a mi
pueblo, a los israelitas” (Ex 3, 10).
116
conmoverse, para tras percibir la conmoción que provoca la constatación de
la injusticia, actuar como hizo Dios ante su pueblo470.
Para la atención a los últimos y desheredados de la tierra –los preferidos
de Dios– es necesario descubrir su situación y escuchar su clamor, para que
se conmueva nuestro corazón, como se conmovió el de Dios ante su pueblo
en Egipto y como tantas veces, nos dice el Evangelio, se conmovió el de
Jesús ante los pobres. Esto dará paso a una acción liberadora, sanadora,
transformadora y salvadora471.
Por todo ello, Cáritas como diaconía de la Iglesia, está obligada a
analizar la realidad. Su hacer no puede partir de la mera voluntad, de la
ocurrencia o interés. Su quehacer se desarrolla en la realidad y ha de partir
de su comprensión y teniendo como meta su transformación en la línea de la
construcción del Reino de Dios472.
Y Cáritas trata de observar la realidad desde Dios, con los ojos y el
corazón de Dios, y a luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia
para descubrir que está diciendo Dios en ella. Es lo que llamamos una
"Lectura Creyente de la Realidad", que es la metodología fundamental que
emplea la Institución en su modo de actuar473
4.2.1.1. ¿En qué consiste y cómo se realiza una "Lectura Creyente de la
Realidad"?
La realidad es el lugar donde Dios se revela a la humanidad. Por eso,
hacer un análisis de la realidad responde a un interés firme de conocer la
voluntad real de Dios sobre nosotros, que tiene o presenta una traducción o
expresión intrahistórica o intramundana474.
Partir de la realidad significa hacerlo inductivamente desde la
experiencia –no deductivamente desde lo meramente intelectual– tratando
de observar los hechos concretos y globalizarlos para poder descubrir las
causas profundas que los originan y los explican y, de esta manera, poder
incidir en la transformación de la misma realidad475. Se trata de un incesante
470
Cf. ALTABA, RMA9, 27.
Cf. Ibid., 29.
472
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 24.
473
Cf. ALTABA, RMA6, 42.
474
Cf. CASALDÁLIGA-VIGIL, o.c., 173; PRAT, Antropología, 221-225.
475
Cf. R. PRAT, Tratado de teología pastoral. Compartir la alegría de la fe (Salamanca
2005) 253. Este trabajo se citará como Pastoral; R. PRAT, La misión de la Iglesia en el
471
117
partir de la misma para volver a ella, transformándola y, de nuevo, partir de
esta realidad transformada en un continuo proceso cíclico que gira
interminablemente en torno a ella476.
De esta manera llegaremos a una comprensión más profunda de la
misma, evitando tanto la abstracción intelectualista como el activismo
ciego, y nos hace superar la mera interpretación, para hacernos llegar,
mediante el compromiso y la praxis, al cambio social.
Sin embargo no es suficiente con querer analizar la realidad, sino que es
necesario conocerla bien y emplear una metodología adecuada477, que
respete y sea fiel a la verdad, para así conocer adecuadamente la voluntad
divina, que de otro modo quedaría desfigurada478.
Partimos, pues, del convencimiento de que la persona humana es un ser
histórico que vive y desarrolla su experiencia de vida y de fe en el interior
de la realidad; y de que la lectura creyente de esa realidad elabora una
metodología para relacionar la vida cotidiana de las personas con el
proyecto que Dios tiene sobre ellas y la realidad en la que se mueven
existencialmente479.
Nos encontramos, pues, ante una lectura que por hacerse desde la fe, lo
es creyente y crítica de la realidad social y eclesial, intentando interpretar
los signos de los tiempos a la luz del Evangelio; y que reflexiona sobre la
acción cotidiana de manera recurrente y en espiral, para ir cambiando esa
realidad de manera que tienda a la instauración del Reino de Dios480.
Llegado este momento, ya estamos en condiciones de precisar de una
manera más detallada en qué consiste una "Lectura Creyente de la
Realidad"; para ello, vamos a recurrir a la definición que Ramón Prat hace
mundo. Ser cristiano hoy (Salamanca 2004) 128. Este trabajo se citará de ahora en adelante
como Misión.
476
Cf. CASALDÁLIGA-VIGIL, o.c., 51; PRAT, Antropología, 226-227.
477
El análisis de la realidad necesita en muchas ocasiones de un método riguroso que se
sirva de las técnicas de investigación social. De la amplia bibliografía que existe sobre el
tema, queremos destacar dos por su claridad, sencillez y su facilidad de aplicación: F. DE
LA RIVA, Metodologías de análisis de la realidad global y local (Madrid 2003); A.
FRANCIA - A. MARTÍN - H. SALMERÓN - C. ESTEBAN, Análisis de la realidad
(Madrid 1993).
478
Cf. SOBRINO, Liberación, 24.
479
Cf. PRAT, Pastoral, 250-252; PRAT, Misión 128.
480
Cf. PRAT, Dimensión , 142; PRAT, Ministerio, 232-233; R. PRAT, Lectura creyente de
la realidad, en: Cor XIII 84 (1997) 199. Este trabajo se citará de ahora en adelante como
Lectura.
118
de la misma481: la entiende como aquella acción personal y comunitaria
eclesial encaminada a observar la realidad a partir de los hechos concretos
en sus interrelaciones y sus causas más profundas, tratando de averiguar si
la realidad que estamos observando está encaminada adecuadamente hacia
el proyecto que tiene Dios sobre la historia; para así, y según el diagnóstico
realizado, incidir sobre la realidad para transformarla a través de una acción
consciente y consecuente, comprometida y evangelizadora, hacia la
fraternidad evangélica que brota de la filiación divina.
Esta lectura creyente de la realidad presenta una serie de elementos482
que vamos a señalar a continuación, sin los cuales no se puede llevar a
cabo de una manera correcta:
a) Observar la realidad para descubrir las estructuras culturales,
sociales, políticas, éticas, económicas y religiosas, que organizan la
vida social y comunitaria.
b) Analizar de la realidad de modo que nos permita comprender los
acontecimientos en su contexto social, así como entender las causas
personales, ambientales y estructurales de las situaciones que viven
los hombres y mujeres de nuestro mundo.
c) Tratar de descubrir los signos de esperanza presentes en los hechos
cotidianos, ya que son las posibilidades de cambio que llevan en su
seno todas las realidades humanas.
d) Discernimiento evangélico de los retos y signos de esperanza para
formular unos principios y criterios que orienten la dinámica
personal y comunitaria en la dirección del proyecto de Dios sobre la
historia.
e) Elaborar unas líneas de acción que, partiendo de los principios y
criterios orientadores hallados en la anterior fase, conformen un
proyecto operativo con un itinerario concreto y unas directrices, que
encaminen la reflexión e interpretación evangélica y teológica de la
realidad en un proceso en marcha hacia el Reino de Dios.
f) Verificar en la praxis, el proyecto.
g) Valorar periódicamente los resultados para aprender de los aciertos y
de los errores.
481
482
Cf. PRAT, Lectura, 200; PRAT, Pastoral, 254; PRAT, Misión, 129-132.
Cf. PRAT, Pastoral, 254-256; PRAT, Misión, 138-139; PRAT, Lectura, 200.
119
Esta lectura creyente de la realidad no está exenta de dificultades483, que
van a depender de la propia realidad analizada por su peculiar diversidad y
complejidad; y del sujeto o la comunidad que interpreta, ya sea porque el
análisis nunca es neutro, por que hay una fuerte dependencia de la
formación teológico-pastoral que posean los que la realizan, o de la
capacidad que tengan los mismos de relacionar fe y vida.
No debemos olvidar que se necesita una capacitación y unas
determinadas condiciones para poder llevar a cabo una "Lectura Creyente
de la Realidad"484; podemos enumerar las siguientes:
a) Capacidad de observar los hechos, sus causas e interconexiones. Así
mismo, saber trabajar en equipo.
b) Crear las condiciones necesarias para vivir el proceso con
autenticidad, autonomía, responsabilidad, solidaridad y paz.
c) Vivir una existencia teologal-antropologal: fe esperanzada que nos
permite desde la relación con Dios y con nuestros hermanos, un
amor comprometido con Dios, con el prójimo y con el mundo,
abriéndonos a un futuro que se va haciendo presente en cada
momento hasta la plenitud escatológica.
d) Para conseguir todo lo mencionado anteriormente necesitamos
aislarnos de la publicidad, de las modas; hacer lo que Prat denomina
“silencio externo”; así como conseguir acallar en nuestro interior el
egocentrismo, el afán de prestigio social o de poder, eliminar la
superficialidad, las emociones pasajeras, lo que el mismo autor
denomina “hacer silencio interno”.
Esta exposición sobre la "Lectura Creyente de la Realidad" hace que
comprendamos que para abordar la problemática que nos ocupa –reflexión
sobre el mundo de la pobreza, acción caritativa-social eclesial y fe– es
necesario hacer una lectura creyente de la realidad.
Pero no basta con mirar esta realidad desde nuestra posición, debemos
hacerlo desde el lugar del pobre y con los ojos de Dios, mirada que se debe
auxiliar –como ya hemos mencionado anteriormente– de las Ciencias
Sociales, pero que sobre todo debe ser compasiva y misericordiosa485.
483
Cf. PRAT, Misión, 129; PRAT, Pastoral, 257; PRAT, Antropología, 46.
Cf. PRAT, Misión, 129 y 140-141; PRAT, Pastoral, 268-269.
485
Cf. DM 14.
484
120
4.2.1.2. Es necesario definir las situaciones de pobreza y exclusión.
Tipología de las mismas y grupos con mayor riesgo de sufrir
empobrecimiento y marginación
Lo primero que se debe clarificar es la diferencia que existe entre la
pobreza como carencia de algo material, que es necesario para subsistir y
llevar una vida digna, y lo que la Iglesia denomina pobreza evangélica486,
como aquella actitud ideal del cristiano ante los bienes materiales, que hace
que se viva con sencillez y austeridad, no acumulando riquezas y
compartiendo lo que se obtiene con el trabajo, con los necesitados. Este
carácter teologal de la pobreza elegida por amor al Evangelio, hace libre al
que toma esa opción y le conduce a una profunda radicalidad a la hora de
respetar la dignidad inalienable del ser humano así como de poner en
práctica la solidaridad sobre todo con los más necesitados. Es, así mismo, la
fuerza transformadora hacia un orden justo, señalando cuál es la verdadera
función del desarrollo técnico y económico: que todos tengan los bienes
indispensables para su desarrollo integral487.
Pero no nos referimos a este tipo de pobreza que podríamos calificar de
beneficiosa, sino aquella que alude a la carencia no sólo de bienes
materiales, sino de otros aspectos como la cultura, la salud, la formación,
etc.; que provoca que personas, familias o grupos, queden excluidos del
modo de vida mínimamente aceptable del país en el que viven; y por tanto,
se considera a la misma, un mal que se debe erradicar488.
Vemos pues, en esta primera aproximación, que la pobreza no sólo es
individual sino que lo es social, ya que relaciona las carencias materiales, y
de otro tipo, con la distribución de la renta y los bienes y recursos
disponibles en una sociedad que quiere asegurar la dignidad existencial para
sus componentes489.
La pobreza se configura, pues, como un fenómeno que afecta a la
dignidad integral del ser humano y a su modo de vida en una sociedad490.
No es debida a causas naturales o sólo imputable a los propios sujetos, sino
sobre todo a mecanismos y estructuras que producen una distribución
desigual de los medios de subsistencia491, por lo que no es una cuestión que
486
Cf. IP 1; PEV 27.
Cf. SRS 28; PP 19-21; CA 41.
488
Cf. IP 2.
489
Cf. V. RENES, Pobreza y procesos sociales, en: Cor XIII 72 (1994) 11-12.
490
Cf. P. DOMÍNGUEZ PRIETO, El desafío antropológico y la comprensión y praxis de
la caridad: contempladores de Cristo, en: Cor XIII 106 (2003) 44.
491
Cf. SRS 9, 16; RENES, o.c., 14.
487
121
pueda abordarse sólo como situación de los individuos, ni que pueda
combatirse a ese nivel, sino que es un hecho colectivo y social, y debe
tratarse sobre todo desde esa vertiente492.
El desequilibrio se produce en nuestra propia sociedad occidental, en los
núcleos urbanos, donde se van creando bolsas de pobreza que configuran lo
que se ha venido a denominar como Cuarto Mundo493. Barrios enteros van
degradándose progresivamente, convirtiéndose en refugio obligado de
personas cuyos recursos no les permiten instalarse en zonas con mejores
equipamientos; son ancianos con pensiones insuficientes, transeúntes,
emigrantes extranjeros, gitanos, prostitutas. Al problema de la infravivienda
se suma en muchas ocasiones el del paro y el de un entorno familiar
desestructurado, lo que facilita que surjan cuestiones como la drogadicción,
el alcoholismo, la ludopatía, la violencia de género, que hacen que la
búsqueda de soluciones resulte más compleja.
Así pues, podemos afirmar, que la pobreza no puede ser entendida como
un fenómeno puramente de carencia material, sino multidimensional y
estructural, es decir, provocada por políticas que tienen el crecimiento
económico como criterio prioritario, y provocan desigualdad de acceso al
mercado del trabajo, la salud, la educación, o la adopción de decisiones y a
la participación social. Estamos hablando de un nuevo concepto: la
exclusión, donde se produce añadida por lo general a las carencias
materiales, a una pérdida de capacidad para el ejercicio de la ciudadanía y la
participación social.
No nos hemos de olvidar, tras esta mirada local a la pobreza, de que
existe también una dimensión universal de la misma494: países enteros del
llamado Tercer Mundo se ven sumergidos en la miseria y el hambre que se
agravan por la deuda externa que deben soportar en relación a los países
industrializados.
Si, por otra parte, queremos establecer una clasificación de los distintos
niveles de pobreza, deberemos recurrir a la renta media, pudiendo establecer
como umbral de la pobreza, aquella situación cuya renta es inferior a la
492
Cf.. I. CAMACHO, La lucha contra la pobreza, una acción desde la sociedad y desde
la Iglesia, en: AA.VV., Los desafíos de la pobreza a la acción evangelizadora de la
Iglesia. Actas del Congreso Nacional (Madrid 1996) 171. Estas actas se citarán como
Congreso, y el trabajo se citará como Lucha.
493
Cf. IP 6; CIV 22.
494
Cf. IP 5; CIV 22.
122
mitad de la renta media neta por habitante del Estado en el que se vive495.
Una definición más actualizada de dicha medida es la tasa de riesgo de
pobreza: que se refiere al 60 % de la mediana de los ingresos anuales por
unidad de consumo. Los ingresos por unidad de consumo se obtienen
dividiendo los ingresos totales del hogar por el número de unidades de
consumo496.
Se considera pobreza moderada la que se sitúa entre el 50 % y el 25 %
de los ingresos medios, y pobreza severa cuando los ingresos son inferiores
al 25 % de los ingresos medios497.
En el año 2010 la Unión Europea se plantea como uno de sus grandes
objetivos para el año 2020, la reducción de la pobreza en veinte millones de
ciudadanos europeos. Para el establecimiento del umbral de medición de
dicha meta se crea el indicador AROPE (At Rick Of Poverty and/or
Exclusion). Este indicador concreta tres factores498:
a) La renta: la tasa de riesgo de pobreza.
b) Población con baja intensidad de trabajo en el hogar: estipula la
relación entre el número de personas que trabajan en un hogar y el
de las que están en edad de trabajar.
c) Privación Material Severa: se incluyen en este factor a las personas
que viven en hogares y que no se pueden permitir cuatro de las
nueve situaciones siguientes: pagar el alquiler o una letra;
calefacción adecuada del domicilio; afrontar gastos imprevistos; una
comida de carne, pollo o pescado (o sus equivalentes vegetarianos)
al menos tres veces a la semana; pagar unas vacaciones al menos
una semana al año; tener coche; tener una lavadora; tener un
televisor en color; tener un teléfono ya sea fijo o móvil.
495
Cf. L´UNIÓN EUROPÉENNE, Rapport final de la Commisión au Conseil du premier
programme de projets et études pilotes pour combattre la pauvreté (Strasbourg 1981).
496
Cf. FUNDACIÓN FOESSA, VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España
2008. Resumen (Madrid 2008) 40. Este trabajo se citará en adelante como Resumen. La tasa
de riesgo de pobreza, es un indicador que desde el año 2001, en el Consejo Europeo de
Laeken ha sido integrado formalmente en los sistemas de medición estructurales de la
pobreza en la Unión Europea.
497
Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Solidaridad e insolidaridad en la sociedad de hoy,
en: AA.VV., Congreso, 49-51.
498
EQUIPO DE ESTUDIOS DE CÁRITAS ESPAÑOLA, La pobreza en España:
evolución y nuevos retos, en: Cor XIII 143 (2012) 36.
123
Sin embargo, queda claro y patente, que la renta media y el indicador
AROPE miden más las desigualdades que las carencias; por eso, como ya
hemos venido indicando anteriormente, es necesario para abordar mejor esta
cuestión acudir al término exclusión, entendido como aquel proceso social
de pérdida de integración que incluye no sólo la falta de ingresos y el
alejamiento del mercado de trabajo, sino también un debilitamiento de los
lazos sociales, un descenso de la participación social y, por tanto, una
pérdida de derechos sociales499.
De aquí, intuimos que los principales factores de exclusión se
encuentran en la dificultad de acceso al empleo, a la educación, salud,
vivienda, participación política y en la calidad o ausencia de las
relaciones sociales500, siendo muchos los indicadores501 que deben aplicarse
para evaluar la exclusión, si bien se pueden agrupar o derivar de tres
grandes ejes: económico, político y social502.
Podemos deducir entonces, que existen tres grupos del binomio pobrezaexclusión que se pueden producir: pobreza integrada, excluidos con
recursos económicos y excluidos pobres. Éstos deberían ser objeto de
diferentes políticas sociales503, siendo el último grupo el que necesita de una
mayor protección social por parte de los poderes político-administrativos y
una mayor atención caritativo-social por parte de la comunidad cristiana.
a) Pobreza integrada: son los sectores con ingresos insuficientes que les
sitúan por debajo del umbral de la pobreza, pero están integrados
socialmente. Para mejorar su situación, sería suficiente aplicar
políticas redistributivas basadas en los mecanismos clásicos de la
fiscalidad y la seguridad social.
b) Excluidos con recursos económicos: presentan problemas de
integración social aunque se encuentran situados por encima del
umbral de la pobreza. Necesitan la intervención de los servicios
sociales.
499
Cf. FUNDACIÓN FOESSA, VI Informe sobre exclusión y desarrollo social en España
2008. Conclusiones (Madrid 2008) 55. Este documento se citará como Conclusiones; y
también: F. SALINAS, La lucha contra la exclusión social: Tendencias y perspectivas, en:
AA.VV., Congreso, 598-602.
500
Cf. FOESSA, Resumen, 3.
501
No es momento de profundizar en este interesante tema, para una mayor información se
puede acudir a: Cf. FOESSA, Conclusiones, 59-82.
502
Cf. Ibid., 56-57; FOESSA, Resumen, 9.
503
Cf. Ibid., 12; FOESSA, Conclusiones, 84-85; EQUIPO DE ESTUDIOS DE CÁRITAS
ESPAÑOLA, o.c., 38-39.
124
c) Excluidos pobres: se encuentran con problemas de integración social
y por debajo del umbral de la pobreza. Necesitan de las acciones
expuestas para los anteriores grupos.
Vamos a tratar ahora y señalar, los grupos de mayor riesgo de pobreza y
exclusión que son deudores de una mayor atención especializada caritativa
y social de Cáritas y de las comunidades eclesiales.
El último informe Foessa, señala como grupos de mayor riesgo de
pobreza504 a las personas mayores, las mujeres, los niños, los inmigrantes,
los habitantes en el medio rural y ciertos grupos étnicos. Apunta, así mismo,
como procesos de vulnerabilidad y exclusión social505: la carencia de
empleo, enfermos que sufren minusvalías o necesitan asistencia médica
especializada, personas aisladas institucionalmente en centros penitenciarios
y drogodependientes.
Como podemos comprobar y tal como se dijo en la presentación de este
prestigioso informe, en todos estos años de bonanza económica, no sólo no
ha disminuido el número de pobres, sino que ha aumentado, y esto debido
seguramente a que no se ha incidido de manera adecuada sobre aquellos
colectivos y situaciones de especial vulnerabilidad y exclusión social, que
deberían haber sido objeto de unas adecuadas políticas sociales.
Cada campo de acción, sobre el que debería incidir e incide la acción
diaconal de la Iglesia, merecería un capítulo y hasta un trabajo específico
dedicado enteramente al mismo. Por ello, en este apartado nos vamos a
limitar a señalar estos ámbitos que recoge el informe Foessa y, tras un breve
comentario, aportaremos una bibliografía actualizada y especializada que
permita, en todo caso, profundizar en el tema si se considera necesario.
a) Las nuevas forma de pobreza: señala el paro forzoso prolongado o
debido a una jubilación prematura506. También la toxicomanía o
drogodependencia507.
504
Cf. FOESSA, Resumen, 6-7 y 11.
Cf. FOESSA, Resumen, 14-15 y 52.
506
“Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo
humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien
porque se devalúan «los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo
salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (LE 8)” (CIV 63). Cf.
También CIV 25, 32. Para una mayor profundización: J. GONZÁLEZ - ANLEO, Efectos
sociales del desempleo, en: Cor XIII 83 (1997) 151-170; E. ROJO, El problema del
desempleo. Soluciones políticas y sociales, y alternativas fuera del mercado laboral.
Respuestas políticas y sociales al desempleo desde la perspectiva de la creación de
empleo, en: Cor XIII 83 (1997) 171-217.
505
125
b) Ayuda a la infancia y juventud: hoy en día en España, la pobreza
infantil no sólo es mayor que la de la media de la población, sino que es una
de las más altas de la Unión Europea508. Delincuencia precoz, malos tratos,
el ambiente familiar deteriorado, el barrio marginal, el fracaso escolar, y un
largo etc., hacen que estos niños excluidos se conviertan en los jóvenes
marginales de mañana. La nula perspectiva laboral para ellos y, las drogas,
hacen que esa juventud vulnerable sufra especialmente la pobreza y se
someta a un futuro incierto donde la delincuencia parece ser la salida más
lógica para sus vidas.
Se debe trabajar con la infancia509 y la juventud510, desde el apoyo
escolar, centros de tiempo libre y, sobre todo, se debe intervenir socialmente
desde la familia511.
c) Solidaridad con el mundo rural512: el territorio rural sufre
despoblación, disminución de las redes sociales, y ausencia de servicios. Es
necesario contribuir a poner en marcha planes de desarrollo comunitario
integrales.
d) Al servicio de los emigrantes513: es el colectivo con más riesgo de
exclusión. La solución pasa por su acogida e integración y la actuación
solidaria en los países de origen514, así como, por una fuerte y clarividente
política de cooperación internacional que sustentándose en una estrecha
507
Para una mayor profundización: PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE
LA SALUD, Manual de pastoral “Iglesia, Droga y Toxicomanía” (Roma 2001). Este
documento se citará como Toxicomanía.
508
Cf. FOESSA, Resumen, 7.
509
Para una mayor profundización: M.J. MARTÍNEZ, Infancia, en: AA.VV., Congreso,
721-731.
510
Para una mayor profundización: M.D. ARRIETA, Juventud marginada. Reflexión
creyente sobre la evangelización con muchachos marginados, en: AA.VV., Congreso, 733746.
511
Cf. I. SÁNCHEZ CÁMARA, Sociedad del bienestar y familia, en: Cor XIII 112-113
(2005) 257-282.
512
Para una mayor profundización: J. MOAS, Crisis del Estado de Bienestar y medio rural,
en: Cor XIII 79 (1996) 43-73; A. CORNEJO, Mundo rural, en: AA.VV., Congreso, 809830.
513
Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La Iglesia en España y los
inmigrantes. Reflexión teológica-pastoral y orientaciones prácticas para una pastoral de
migraciones en España a la luz de la Instrucción pontificia Erga migrantes caritas Christi
(Madrid 2007). Este documento se citará como Inmigrantes.
514
Cf. B. BURGOS, Los inmigrantes en el origen. ¿Dónde está tu hermano?, en: Cor XIII
103 (2002) 39-54; E. FIGAREDO, El inmigrante: la Acogida, en: Cor XIII 102 (2002) 7181; G. ROSA, La integración de los inmigrantes: un desafío a la imaginación de la
Caridad, en: Cor XIII 102 (2002) 55-69.
126
colaboración entre los países de procedencia y destino de los emigrantes,
establezca normas internacionales capaces de armonizar los diversos
ordenamientos legislativos, con vistas a salvaguardar las exigencias y los
derechos de las personas y de la familias emigrantes, así como los de las
sociedades de destino515.
e) Atención a las etnias con riesgo de exclusión516: los gitanos en España
son la etnia más afectada de exclusión severa, presentando índices elevados
de hasta un treinta y cuatro por ciento517. La Iglesia no debe ver en ellos,
sólo beneficiarios de la acción social, sino también a receptores y agentes de
la evangelización. Sin olvidar la necesidad de la acción social que necesitan,
el Evangelio de Jesús debe inculturarse en sus valores y existencia, para la
promoción integral y evangelización del pueblo gitano.
f) Ayuda a los encarcelados: el aislamiento social institucionalizado es
uno de los indicadores más importantes de exclusión social. La Iglesia
desarrolla una intensa labor tanto dentro como fuera del centro
penitenciario518.
g) Apoyo a la mujer marginada: los malos tratos, el abandono del hogar
por parte del cónyuge, una retribución económica menor que la del hombre
ante el mismo trabajo; son algunas de las razones de que persistan tasas
mayores de pobreza en el caso de las mujeres519. Es necesario que los
Derechos Humanos lleguen con toda su fuerza para todas las mujeres520, y
que ante hechos flagrantes que atentan contra su dignidad, se creen lugares
de acogida y atención para ellas521; de tal manera, que mediante estas dos
líneas de acción, se aporten herramientas para paliar o solucionar dichas
situaciones.
515
Cf. CIV 62.
Cf. Gitanos.
517
Cf. FOESSA, Resumen, 11.
518
Para una mayor profundización: M.A. GONZÁLEZ BARBERO, La intervención social
en prisiones. Ejes centrales y metodología, en: Cor XIII 97-98 (2001) 71-84; E. GARCÍA J.E. LÓPEZ, Apoyo y acompañamiento dentro y fuera de prisión, en: Cor XIII 114-115
(2005) 143-156; J. SESMA, Realidad y esperanzas de la pastoral penitenciara en España,
en: Cor XIII 114-115 (2005) 483-500.
519
Cf. IP 98.
520
Cf. M.J. TORRES, Derechos Humanos... Un derecho de las mujeres, en: Cor XIII 90
(1999) 271-286.
521
Cf. V. GONZÁLEZ, Betania: centro de acogida y promoción para la mujer fuertemente
marginada, en: Cor XIII 90 (1999) 349-360.
516
127
h) Atención a los ancianos522: este grupo de población se mantiene entre
los más vulnerables ante la exclusión, debido principalmente a la
incapacidad del sistema de prestaciones para acercar el crecimiento de sus
rentas al de la media de la población española. La Iglesia trata de actuar con
estas personas mediante servicios que se concretan en edificios y
residencias dedicados al cuidado de mayores y también mediante el
voluntariado que se dedica a atender y acompañar a estos ancianos.
i) Acompañamiento del enfermo: también debemos señalar la actuación
con los enfermos como deudores, por su debilidad y necesidad, de un amor
entregado a su cuidado y acompañamiento. La Iglesia y los cristianos
siempre han estado y están presentes en este campo523 humanizando la
salud524.
j) Ayuda al Tercer Mundo: ya tratamos en este mismo trabajo de la
dimensión universal de la pobreza y a las causas estructurales que la
producen525. Sólo nos queda resaltar aquí, la labor de los misioneros y
misioneras, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicos; que han abandonado
su propio bienestar para vivir con los débiles, explotados y oprimidos del
Tercer Mundo, contribuyendo a la evangelización, llevando la Palabra de
Dios y cooperando al desarrollo de las personas y de los pueblos526.
4.2.1.3. Cáritas ante estas situaciones
La Biblia nos dice: no debe haber pobres527, por ello, la pobreza es un
mal que se debe erradicar528. No es difícil ver en nuestro mundo hoy
muchas personas que esperan ser ayudadas; el amor cristiano impulsa y
apremia al compromiso en la erradicación de la pobreza y exclusión529. Por
522
Cf. IP 101; C. ASENJO, La ancianidad en España. Respuestas y retos, en: AA.VV.,
Congreso, 785-807.
523
Cf. J. ÁLVAREZ, Y Él los curó (Mt 15,30). Historia e identidad evangélica de la
acción sanitaria de la Iglesia (Madrid 1996); L. SANDRÍN, Iglesia, comunidad sanante
(Madrid 2000).
524
J.C. BERMEJO, Qué es humanizar la salud. Por una asistencia sanitaria humanizada
(Madrid 2003).
525
Ver apartado 4.2.2.3.1 y 5.5.3.
526
Cf. A. OLIVARES, El derecho al desarrollo. Un derecho de los pueblos imprescindible
para la dignidad de las personas, en: Cor XIII 88 (1998) 217-234; O. COUGIL, Tercer
Mundo y Caridad: Modelo de desarrollo, en: Cor XIII 107-108 (2003) 203-234.
527
Cf. Dt 15, 4; Hch 4, 34.
528
Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 49.
529
Cf. C 5-6.
128
eso, la Iglesia ha estado históricamente comprometida en la ayuda a los
marginados530.
Este compromiso con los excluidos tiene multiplicidad de formas de
expresión: desde los muy organizados, hasta acciones y gestos de pequeños
grupos o personas que contribuyen a esta labor eclesial en la sociedad. Así
mismo, la gran heterogeneidad que existe entre las acciones, tal como
hemos comentado anteriormente, así como la diferencia existente entre las
instituciones eclesiales que intervienen en esta dimensión diaconal, hace
que este ámbito pastoral no esté claramente delimitado, ni sea fácil de
cuantificar, abarcando acciones de poca relevancia junto a otras de enorme
incidencia social531.
De cualquier manera, ante la urgencia y amplitud de esta labor
caritativo-social, la Iglesia dispone de abundantes medios, aunque siempre
serán insuficientes.
Pero ¿cómo debe de hacerse presente Cáritas en este mundo de
desesperación, sufrimiento y necesidad?532: partiendo del convencimiento y
teniendo en cuenta, la centralidad absoluta de la persona, de su dignidad
inalienable de hijo de Dios.
La acción social de Cáritas es esencialmente un proceso de diálogo entre
sujetos que se reconocen legítimos en la convivencia y que caminan juntos
hacia la construcción de su plena humanidad. No impone, propone y es
proactiva. Invita a la participación. No hace, hace hacer. Es pues, una acción
que promueve en la persona del excluido un sujeto activo del propio
desarrollo humano y no un mero receptor pasivo de ayudas.
Por ello, Cáritas interviene pero no de cualquier manera. Su modelo se
fundamenta en el caminar junto a los marginados y empobrecidos. Un
proceso de acompañamiento que aun teniendo en cuenta que agentes y
usuarios parten de puntos de partida diferentes, y son sujetos asimétricos en
sus condiciones vitales, sin embargo son iguales en dignidad. Un proceso
válido que va ayudando a cubrir todas las necesidades de una manera
humanizadora y digna.
530
“Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la
Iglesia que, desde los orígenes (...) no ha cesado de trabajar por aliviarlos defenderlos y
liberarlos” (CCE 2448). Cf. J.M. LABOA, Por sus frutos lo conoceréis. Historia de la
caridad de la Iglesia (Madrid 2011).
531
Cf. F. AZCONA - J.J. LÓPEZ, La presencia de la Iglesia en la lucha contra la pobreza
en España, en: AA.VV., Congreso, 492.
532
Cf. Ibid., 501-506; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 16-18.
129
Una acción que se basa en la común filiación –somos hijos de Dios– y
tiene su correlato en la fraternidad, somos pues hermanos.
De esta manera el amor se nos presenta como un hecho constitutivo de
lo humano, un amor que se realiza en la justicia, pero se trasciende en la
caridad como manifestación del amor de Dios para el género humano y en
especial para los más pobres.
La acción de Cáritas, es entonces sacramento en sí misma de la acción
de Dios y no puede menos que reconocer la dignidad creatural de la persona
y el máximo respeto hacia ella que se manifiesta en el diálogo y
acompañamiento amoroso533.
La Iglesia, en cuanto comunidad de los hijos de Dios, sacramento y
signo de la acción divina, se convierte en fuente del “hacer” de Cáritas y en
sujeto de la propia acción de la Institución. Cuando Cáritas actúa, lo hace la
Iglesia entera.
Por eso la acción de Cáritas, por ser esencialmente acción eclesial, debe
serlo de toda la comunidad cristiana; y la coordinación de actuaciones no
puede estar ausente, dando lugar no sólo a un planteamiento estratégico,
sino teológico: se alumbra la comunión eclesial.
4.2.2. Análisis de las causas que producen carencia económica y
marginación
El conocimiento de la realidad de la pobreza, de las causas y procesos
sociales que la originan, se hace condición necesaria para responder
eficazmente al reto que la propia pobreza plantea534.
Sin tratar de ser exhaustivos, vamos a exponer algunos aspectos presente
en nuestra sociedad que provocan pobreza y exclusión535:
a) Primacía del interés económico sobre los aspectos políticos
culturales o sociales; y sobre todo desplazando la centralidad de la
persona humana.
533
La acción de Cáritas lo es integral y no fragmentada. El acompañamiento supone
considerar todas las dimensiones de la persona, así como todas sus carencias y necesidades,
abordando la solución conjuntamente desde el punto de vista técnico-social: asistencial,
promocional, estructural; y teniendo en cuenta los aspectos psíquicos y espirituales de la
persona. Y todo ello desde el amor y la ternura.
534
Cf. CVI Propuesta I.1. El que está animado por la caridad trata de descubrir las causas
de la miseria para encontrar los medios de combatirla: Cf. PP 75; CIV 30.
535
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5, 13-14; CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009, 23-26.
130
b) Excesivo debilitamiento del Estado, ante los poderes financieros.
c) Creciente individualismo en la que la persona se cree autosuficiente
e independiente, erigiéndose como paradigma. Esta situación
aumenta la competitividad entre los hombres y mujeres de hoy y
provoca una disminución de la solidaridad.
d) Crisis de las instituciones sociales tradicionales: la familia, la
Iglesia, la escuela, las asociaciones, los partidos políticos, los
sindicatos. Esto conlleva, sino la destrucción, si el debilitamiento de
las estructuras colectivas sociales.
e) Lo público como espacio deshabitado, no hay lugar para el debate y
la participación ciudadana.
f) Vulnerabilidad del modelo económico social actual, tal como se ha
puesto de manifiesto con la actual crisis que padecemos.
g) Los cambios en el Tercer Sector, con la creación descontrolada de
nuevas ONG´s en los ámbitos sociales estatal e internacional,
muchas de las cuales nacen con la voluntad de orientarse
exclusivamente a la presentación de servicios.
Todo esto provoca:
a) Diferencias más acusadas entre unos países y otros, y entre los
propios ciudadanos del mismo país: aumenta la brecha entre ricos y
pobres.
b) Feminización y rejuvenecimiento de la pobreza en España y
feminización e infantilización de la pobreza en el mundo.
c) Mayores flujos de población entre países: migración extensiva.
d) Crisis de valores. Se impone la cultura del consumo y del éxito, el
predominio del “tener” sobre el “ser”
e) Deterioro medioambiental y aniquilamiento de los recursos
naturales.
f) Aparecen procesos de dualización social y económica.
g) Afirmación excluyente de la propia identidad cultural, como
reacción a la globalización, y como consecuencia, rechazo y miedo a
la diferencia.
h) Por último, podemos señalar la precarización de las condiciones de
trabajo, la inestabilidad en el empleo y el paro.
131
4.2.2.1. Una sociedad que genera y gestiona la exclusión social
Debemos descartar el fatalismo como origen de la misma536, señalando a
la insolidaria desigualdad, al reparto inadecuado de los bienes y en
definitiva, a las situaciones injustas, como la génesis de aquella537. La raíz
del problema, se encuentra en la misma entraña del sistema socioeconómico imperante en nuestro tiempo, que está basado exclusivamente en
la concepción utilitarista y meramente funcional del ser humano, incapaz de
fomentar relaciones solidarias y fraternas entre el género humano. Podemos
afirmar, sin miedo a equivocarnos, que la pobreza no acontece de modo
casual, sino que es el resultado de una estructura social injusta que implica
una ruptura de la solidaridad y comunión humanas538. Pero estos
mecanismos financieros y sociales, no están sustentados por el mero destino
espontáneo, sino que se deben al actuar de muchas personas y al apoyo
activo y pasivo que reciben del conjunto de la sociedad; y que se manifiesta
en la corrupción en los negocios, en el despilfarro y el consumismo, y en la
obsesión por la riqueza539. Estamos hablando de la responsabilidad social y
colectiva que todos tenemos en estas estructuras de pecado540.
Hoy en día, esta visión se mantiene vigente; nuestro modelo social
genera situaciones de pobreza y exclusión: a nivel mundial, se hace más
ancha la brecha entre los países ricos y aquellos llamados eufemísticamente
“en vías de desarrollo” y los denominados “pobres”. Así mismo, en el
propio seno de las sociedades occidentales opulentas, el modelo genera
bolsas de pobreza para franjas muy importantes de población. Es un modelo
de desarrollo pobre y empobrecedor que tiene puesta su esperanza en el
paradigma de la modernidad: el crecimiento socio-económico mantenido
por el desarrollo científico-técnico. Un tipo de crecimiento basado sólo en el
incremento material que justifica la acumulación y el uso desmedido de los
bienes y que tiene una concepción de lo humano tremendamente pobre,
536
Cf. IP 45.
Cf. CVI Introducción pp 9 y 12; VD 107. Si la pobreza tiene que ver con la mala
distribución de los recursos y no con la insuficiencia de éstos, la causa fundamental de la
pobreza-exclusión es la injusticia: Cf. CAMACHO, Lucha, 127.
538
Cf. IP 38; CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 17; R. PRAT, La caña de pescar. Un
camino para explorar la vida (Lleida 2009) 217. Este trabajo se citará como Caña.
539
Cf. TH 7-9.
540
Cf. SRS 35-36; CIV 17, 19.
537
132
dificultando la relación igualitaria y fraterna con el otro y la experiencia
trascendente de las personas541.
Si queremos entender y analizar correctamente el papel que juega
nuestra sociedad en la génesis y gestión de la marginación debemos, sin
duda, reflexionar sobre las causas personales y estructurales de la pobreza:
las causas personales explican la connivencia y complicidad que
mantenemos las personas concretas con esta situación; y las causas
estructurales explican la situación planetaria de la pobreza en todas sus
dimensiones, teniendo en cuenta los elementos económicos, sociales y
políticos. Hay una implicación profunda entre ambas causas, de manera que
las dos se refuerzan mutuamente en su dinamismo.
4.2.2.2. Causas personales
La pobreza y sus factores no se pueden comprender independientemente
de las estructuras antes mencionadas, pero no podemos engañarnos
culpabilizando solamente a estas estructuras económico-político-sociales,
hay también una responsabilidad individual, ya sea operando a través de
estas estructuras, o de una manera personal con actitudes de egoísmo e
insolidaridad o estableciendo relaciones con nuestros semejantes basadas en
el interés, utilitarismo, opresión, ostentación, competitividad y
despreocupación por el sufrimiento ajeno542.
Esta actitud personal antifraterna no es éticamente neutra543 ya que
presenta una responsabilidad y una culpabilidad moral para los que la
ejercen existencialmente. Es una situación de auténtico pecado que no sólo
esclaviza a quien la lleva a cabo, sino que produce como efecto la opresión
de los demás544. Estamos asistiendo, desde esta perspectiva, a la quiebra del
hombre mismo y de su dignidad545, lo que está en juego es la dignidad de la
persona546.
541
Cf. CARITAS ESPAÑOLA, MAS, 25-27; CIV 14, 69-70.
Cf. IP 37 y 43.
543
Cf. IP 78.
544
Cf. IP 141-142.
545
Cf. IP 8.
546
Cf. SRS 47.
542
133
4.2.2.3. Causas estructurales: nacionales e internacionales
4.2.2.3.1. Causas estructurales en el ámbito internacional
a) La primera causa la encontramos en las naciones desarrolladas, que
mediante mecanismos financieros y sociales influyen sobre los países no
desarrollados únicamente en beneficio propio547.
b) Los propios países pobres o en vías de desarrollo también tienen
responsabilidad en su situación de indigencia y necesidad, no debemos
olvidarnos de la corrupción que impera sobre todo en los gobernantes y en
la administración pública548.
c) La tercera causa la encontramos en el comercio internacional549: son
los capitales y técnicos de alta cualificación los que ahora se trasladan a los
países de baja renta para producir no lo que necesitan aquellos pueblos, sino
lo que conviene a los países ricos aprovechándose sobre todo de los
recursos naturales y de la mano de obra barata550. Se ha creado hoy en día,
una nueva relación mercado-Estado551: sólo se reconoce al mercado la
capacidad de garantizar la eficacia económica, teniendo como agentes
principales a las empresas multinacionales cuyo poder se ha hecho hoy
avasallador. Éstas, rigen en buena medida el mercado y se anteponen a las
acciones de la sociedad organizada, mirando únicamente su propio
beneficio. No obstante, si algunos países son los beneficiados de este
comercio internacional, lo son nuevamente los llamados ricos o
desarrollados552.
d) La deuda internacional por relaciones comerciales553: se genera por la
incapacidad de los países pobres de negociar tanto los precios de
importación como los de exportación, con aumento de los primeros y
547
Cf. SRS 16; IP 29; CIV 22, 63.
Cf. IP 29; P. JARAMILLO, Amar sin fronteras. La dimensión universal del amor
cristiano en “La caridad en la vida de la Iglesia”, en: Cor XIII 72 (1994) 158-160. Este
trabajo se citará como Amar; CIV 22, 33.
549
Cf. IP 30.
550
Cf. J.M. IBÁÑEZ, Lectura ética del documento. Causas de la pobreza, en: Cor XIII 72
(1994) 292; CIV 25, 40.
551
Cf. I. CAMACHO, Beneficios y desigualdades de la mundialización. Una reflexión
desde la Doctrina Social de la Iglesia, en: Cor XIII 96 (2000) 163-167. Este trabajo se
citará como Beneficios.
552
Para profundizar en toda esta cuestión se puede acudir a: I. BESTARD, Globalización y
solidaridad, en: Cor XIII 96 (2000) 19-52 y J.T. RAGA, El comercio de mercancías y los
flujos financieros: Consecuencias en las economías de los países subdesarrollados, en:
Cor XIII 96 (2000) 241-304.
553
Cf. IP 31-33; CIV 22, 33.
548
134
reducción de los segundos. Esto, se agrava con la presencia de las
compañías multinacionales en estos países deudores, que en vez de dotarlos
de capital y de la tecnología necesaria para su industrialización, se instalan
buscando el beneficio propio, a través de los llamados precios de
transferencia554.
Además, el pago de tecnologías caras y con frecuencia poco adaptables a
los niveles del propio país, las ayudas públicas para el establecimiento
empresarial, acaban endeudando cada vez más al país receptor de la
inversión.555
La consecuencia inmediata es que los países endeudados tienen la
necesidad de destinar los recursos obtenidos de las exportaciones al pago de
la deuda externa, impidiendo esto, la adquisición de determinados productos
de otros países que deberían servir para cubrir las necesidades de su
población.
Por otra parte, los países acreedores, no buscan en realidad otra finalidad
que la de garantizar al máximo el cobro de los créditos exigiendo para ello
unos desmesurados esfuerzos a los países afectados556.
Se trata de una deuda que por su magnitud impide el saneamiento de los
países deudores; por ello, el derecho al desarrollo debe tener en cuenta las
cuestiones vinculadas a la crisis deudora de muchos países pobres557.
4.2.2.3.2. Causas estructurales en el ámbito nacional
En un marco general del libre mercando total, tal como hemos visto
anteriormente, las relaciones de la economía internacional condicionan las
nacionales558; por ello, las causas se encuentran en la lógica económica del
sistema capitalista y del liberalismo económico: economía de mercando, la
libre empresa, la competitividad y la tiranía de los beneficios559.
554
Se denominan precios de transferencia a aquellos que resultan de la venta de productos
en el mismo seno de la compañía transnacional sin aplicar los precios del mercado.
555
Cf. A. OLIVARES, Deuda externa. Aspectos económicos, en: Cor XIII 90 (1999) 116117.
556
Para una mayor profundización en este tema: L. DE SEBASTIAN, El contexto social y
económico internacional. Globalización, exclusión y pobreza, en: Cor XIII 90 (1999) 4565; L.M. VILLEGAS, La inmoral deuda externa, en: Cor XIII 90 (1999) 137-155; R.
BARJA, La deuda externa y su impacto social, en: Cor XIII 90 (1999) 157-170.
557
Cf. TMA 51; C 450.
558
Cf. IP 34 y 37.
559
Cf. IP 36-38.
135
Todo esto ha provocado que el sistema socioeconómico se manifieste
impotente para paliar y eliminar las muchas situaciones de pobreza y
marginación.
Esta crisis estructural a nivel nacional pretenden que se mitigue con
tímidas políticas sociales que, debido a su excesiva improvisación y falta de
solidez, se muestran incapaces de paliar las necesidades de los ciudadanos
más empobrecidos y están muy lejos de resolver los problemas de
marginación social560 .
Si la causa principal parece la economía, no debemos olvidar, como
fundamentales también, la falta de valores en la sociedad como son la
solidaridad, la justicia y la caridad; así como, la ausencia de políticas
capaces de transformar el actual modelo en otro en el que prevalezca la
justicia social y se pueda mantener un crecimiento económico que elimine
los desequilibrios en la distribución de la riqueza, propiciando así una
sociedad más justa.
El actual debilitamiento de los servicios sociales en España y la
reducción de los fondos europeos destinados a las políticas sociales
comunitarias, son factores, si no causas, que hacen que la exclusión y
pobreza aumente en nuestro país.
4.2.3. Discernimiento evangélico y eclesial que realiza Cáritas para
elaborar unos principios y criterios que orienten su acción en la dirección
del proyecto de Dios sobre la historia
4.2.3.1. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia aportan los
elementos que se precisan para valorar las realizaciones humanas
La acción de Cáritas debe siempre salvaguardar y promover los valores
que la Doctrina Social de la Iglesia presenta como fundamentales en el
compromiso social de los cristianos561, entre los que cabe señalar: la
dignidad de la persona humana, y los derechos humanos como expresión
social de esa dignidad humana; el bien común, fundamento del orden
sociopolítico; la solidaridad; el destino universal de los bienes; la
subsidiariedad y la participación consecuencia característica del anterior
principio.
560
561
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 7.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 26.
136
La Doctrina Social de la Iglesia, a través de sus principios, sirve a la
acción de Cáritas como orientadora en la adaptación de las exigencias del
ejercicio de la caridad a las condiciones culturales sociales y económicas de
cada época y la permite valorar y discernir la acción caritativa-social que
realiza.
Los principios que vamos a tratar a continuación son expresión de la
verdad sobre el hombre conocida a través de la razón y de la fe, brotan del
encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias –comprendidas en el
mandamiento supremo del amor a Dios y al prójimo y en la justicia– con los
problemas que surgen en la vida de la sociedad562.
Por su permanencia en el tiempo y universalidad de significado, la
Iglesia señala estos principios como el principal parámetro de referencia
para la interpretación y valoración de los fenómenos sociales y deduce de
ellos criterios de discernimiento y de guía para la acción social y
caritativa563. Estos principios deben ser tenidos en cuenta no de una manera
separada, sino en su unidad, conexión y articulación de unos con los
otros564.
a) La dignidad humana
Partimos como no puede ser de otra manera desde la dignidad565 de la
persona en el que cualquier otro principio y contenido encuentra
fundamento.
b) Los Derechos Humanos566
La raíz de los derechos del hombre se debe buscar en la dignidad de todo
ser humano567. Por tanto, la fuente última de éstos, se encuentra en el
hombre mismo y en Dios su Creador568. La teología considera que la
comprensión del ser humano como imagen y semejanza de Dios es el lugar
de encuentro fe-razón para afirmar la dignidad de la condición humana: la
persona es para el creyente imagen de Dios, y de este modo la dignidad
humana “recibe una calidad todavía más elevada por el hecho de que el
hombre está llamado a asociarse inmediatamente con Dios, que es,
562
Cf. C 160.
Cf. C 161.
564
Cf. C 162.
565
El tema de la dignidad de la persona ya lo hemos tratado y desarrollado suficientemente
en nuestro trabajo: Ver punto 4.1.5.
566
Cf. IP, 56; C 152-159.
567
Cf. GS 27.
568
Cf. C 153.
563
137
sencillamente, el absoluto y el infinito”569. El Concilio Vaticano II coloca en
la cúspide de la dignificación del género humano esta razón: “La razón más
alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión
con Dios” (GS 19).
Los Derechos Humanos responden a las exigencias de la dignidad
humana y satisfacen las necesidades esenciales –materiales y espirituales–
de la persona570, por eso, la Iglesia incluye en su misión la defensa y
promoción de los derechos fundamentales del hombre571.
Así mismo, el ejercicio efectivo de la caridad implica el compromiso a
favor de los Derechos Humanos; ya lo decía el Sínodo de obispos de
1971572 al exponer la estrecha relación entre caridad y justicia, que se
verifica en el reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo, a
quién se ve como imagen de Dios invisible y hermano de Cristo573.
c) El bien común574
El hombre es un ser social vocacionado a vivir en comunidad. Conforme
a esta naturaleza, el bien de cada cual está relacionado con el bien común;
por eso, éste está orientado siempre al bien de las personas y su progreso575.
Podemos decir de él, que es “el conjunto de aquellas condiciones de la vida
social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir
más plena y fácilmente su propia perfección”576; ya que la persona no puede
encontrar realización sola en sí misma, es decir, prescindiendo de un ser
569
K. RAHNER, Dignidad y libertad del hombre, en: Escritos de Teología, Tomo II
(Madrid 2002) 241.
570
Cf. C 154.
571
Cf. CA 54. Podemos encontrar una enumeración o lista de los mismos en GS 26-27 y CA
47.
572
“El amor cristiano al prójimo y la justicia no se pueden separar. Porque el amor implica
una exigencia absoluta de justicia, es decir, el reconocimiento de la dignidad y de los
derechos del prójimo. La justicia, a su vez, alcanza su plenitud interiormente solamente en
el amor. Siendo cada hombre realmente imagen de Dios invisible y hermano de Cristo, el
cristiano encuentra en cada hombre a Dios y la exigencia absoluta de justicia y de amor que
es propia de Dios” (SÍNODO DE OBISPOS 1971, Documentos [Salamanca 1972] 66).
Este documento se citará como SO71.
573
Cf. Para todo el párrafo: M. VIDAL, Teología de los Derechos Humanos, en: Cor XIII
88 (1998) 88.
574
Cf. IP 57; C 164-170; CCE 1905-1927.”Desear el bien común y esforzarse por él es
exigencia de justicia y caridad” (CIV 7). Para una mayor profundización de este tema
resulta clarificador acudir a: I. CAMACHO, El bien común. Una nueva conciencia social
para los cristianos, en: Cor XIII 112-113 (2005) 207-255.
575
Cf. GS 26; CIV 7.
576
GS 26; Cf. GS 74.
138
“con” y “para” los demás. Pero ese ser-para-los-demás, el servicio, es el que
da sentido al bien común que es el bien de todo hombre y de todos los
hombres, lo que significa no excluir o dejar fuera, a ninguno y menos a los
más débiles y necesitados. Es aquí donde el bien común y la caridad se
encuentran en un abrazo que les fecunda mutuamente: “Se ama al prójimo
tanto más eficazmente cuanto más se trabaja por el bien común” (CIV 7).
d) La solidaridad
Las relaciones entre hombres y pueblos deben tender hacia una
verdadera solidaridad577: solidaridad como “principio social” ordenador de
las instituciones mediante la creación o modificación de leyes, reglas de
mercado, etc.; que superen las “estructuras de pecado” siendo transformadas
por “estructuras de solidaridad”. Y la solidaridad como aquella “virtud
moral” que se muestra como la “determinación firme y perseverante de
empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, para
que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (SRS 38).
La solidaridad, la podemos calificar pues de “virtud social” ya que se
coloca en la dimensión de la justicia, virtud orientada por excelencia al bien
común, y en “la entrega por el bien del prójimo que está dispuesto a
«perderse», en sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a
«servirlo» en lugar de oprimirlo para el propio provecho (Cf. Mt 10, 40-42;
20, 25; Mc 10, 42-45; Lc 22, 25-27)”578.
La solidaridad está llamada a ser la nueva conciencia y el principio
inspirador de un nuevo orden social, económico y político. Sólo desde la
solidaridad podemos descubrir caminos justos para construir un mundo
mejor en el que los marginados sean incluidos y los sufrientes ayudados y
consolados579.
577
Cf. C 193; CIV 38, 43, 47, 58. “La palabra solidaridad viene del latín in solidum. No
significa un sentimiento interior filantrópico de cara a los otros, sino que, en su raíz,
significa la labor de construcción del interior y del exterior de la persona y de la sociedad,
pero realizada con profundidad y solidez” (PRAT, Antropología, 85).
578
SRS 38. Cf. CA 57; JUAN PABLO II, Laborem exercens. Encíclica sobre el trabajo
humano (Roma 1981) nº 8. Este documento se citará como LE.
579
Cf. PEV 32. Para una mayor profundización en todo este tema resulta muy esclarecedor
acudir a: J.D.D. MARTÍN VELASCO, Hacia una cultura de la solidaridad, en: AA.VV.,
Congreso, 415-459; J.M. ROVIRA, Solidaridad y Reino de Dios, en: Cor XIII 117-118
(2006) 249-268.
139
e) El destino universal de los bienes
La solidaridad se manifiesta en primer lugar en la distribución de los
bienes que deben llegar a todos580: “Dios ha destinado la tierra y cuanto ella
contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los
bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la
justicia y con la compañía de la caridad” (GS 69). Así, cualquier injusta
distribución de los mismos, su absolutización o su indebida apropiación son
contrarios a la realización de la justicia y provocan pobreza y exclusión.
Por esto, el derecho a la propiedad privada de los bienes de producción
no puede ser algo absoluto y primario, sino relativo y secundario581: el
derecho a la propiedad privada está subordinado al derecho al uso común, al
destino universal de los bienes582. La propiedad privada, cualquiera que
sean las formas concretas de los regímenes y de las normas jurídicas a ella
relativas, es, en su esencia, sólo un instrumento para el respeto del principio
del destino universal de los bienes, y por tanto, en último término, un medio
y no un fin583.
f) La subsidiaridad584
El bien común que no puede olvidarse de nadie y menos de los
necesitados, debe buscarse comunitariamente y corresponsablemente. Toda
institución, asociación, organización, grupo o estamento, debe llevar con
autonomía todo aquello para lo que se encuentra capacitado, sin
impedimento ni suplantación por otra instancia superior, salvo en la
coordinación que está prevista en el juego social. La autoridad y la ley
deberán cuidar que todos los grupos sociales puedan ejercer este principio,
respetando así la legítima autonomía y dignidad de las personas y grupos
humanos; y fomentando también la creatividad, la participación y la
corresponsabilidad social. Este principio permite la participación y la mejor
organización de la actividad de todos en la sociedad.
580
Cf. CCE 1940; C 192-196; PRAT, Antropología, 45.
Cf. IP 59.
582
Cf. LE 14; C 177.
583
Cf. PP 22-23. Para indagar en el tema del destino universal de los bienes y propiedad
privada, ver: C 176-181; GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 55-91; D. VELASCO,
Hacia una visión cristiana de la propiedad. Cuadernos Cristianisme i Justicia 156
(Barcelona 2008).
584
Cf. IP 60; CCE 1883; C 185-188; CIV 57, 60. Para una mayor profundización en la
relación que existe entre este Principio y el ejercicio de la caridad, acudir a: R. MARX, La
Doctrina Social de la Iglesia y la Caridad: relación entre esos dos campos de trabajo en la
Iglesia, en: AA.VV., CUCM99, 170-172.
581
140
g) La participación585
Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación, que
se expresa esencialmente en una serie de actividades mediante las que el
ciudadano contribuye y forma parte de la vida cultural, económica, política
y social de la comunidad a la que pertenece. No poder ejercer este derecho
es un factor de exclusión y marginación para las personas. “Desde esta
perspectiva se hace imprescindible la exigencia de favorecer la
participación, sobre todo, de los más débiles” (C 189).
4.2.3.2. Los tres ejes evangélicos que le permiten a Cáritas tomar las
decisiones adecuadas
4.2.3.2.1. La justicia, el lema de Cáritas: “Trabajamos por la justicia”
La injusticia es la principal causa de la pobreza, generadora a su vez de
otras causas que también actúan en la aparición de la misma. Por eso,
constatando su valor etiológico en la aparición de la marginación nos
plantea la necesidad de erradicarla a base de luchar por la justicia586.
Esta contienda por la justicia lleva implícito un comportamiento
personal justo587, así como realizar una denuncia profética de la injusticia
cuando esta subyugue a personas y estados588.
Estamos hablando en definitiva, de no buscar la solución al problema de
la pobreza y exclusión desde un modelo asistencialista que intenta paliar los
efectos de la misma, sino que tratamos de superar o eliminar la causa que la
produce actuando sobre las estructuras sociales de pecado.
a) Justicia y amor.
Es importante subrayar la estrecha relación que existe entre justicia y
amor como base de actuación de la Iglesia, sus comunidades y de los
mismos cristianos en la lucha contra la pobreza589. Se aprecia claramente
que la caridad y la justicia no sólo no se contraponen sino que se
complementan y se necesitan: el amor incluye necesariamente, el
585
Cf. C 189-191; OA 22.
Esta lucha por la justicia supone para la Iglesia y los cristianos una exigencia
fundamental: Cf. IP 40, 45-46. Por eso, teniendo en cuenta el necesario discernimiento
evangélico, los cristianos debemos colaborar con todos aquellos que luchen por un mundo
mejor y una sociedad más justa y solidaria: Cf IP 50.
587
Cf. IP 48-49.
588
Cf. IP 51-54.
589
Cf. CVI Introducción p 12. Ver cita 454.
586
141
reconocimiento de la dignidad y de los derechos del prójimo, lo que implica
una exigencia absoluta de justicia. No se puede amar sin cumplir lo que
reclama la justicia, que será siempre lo mínimo debido al hombre, y
tampoco pueden cumplirse las exigencias de la justicia si no es desde la
plenitud del amor que busca el bien completo del género humano, más allá
de unas relaciones meramente formales. Separar caridad y justicia equivale
a dejar el amor cristiano vacío de su contenido concreto. La conversión a
Dios y al prójimo implica una exigencia absoluta de justicia; y a su vez, la
justicia alcanza su plenitud en el amor590.
La caridad no se yuxtapone a la justicia, sino que la afirma y, al hacer
esto, le permite ser realmente lo que debe ser sin correr el riesgo de
sustituirla591. La confusión ha podido producirse cuando la caridad de ayer
se ha convertido, en muchos casos, en la injusticia de hoy; acciones
benéfico-caritativas como los subsidios familiares y las pensiones para la
vejez, que antaño eran dominio de la caridad, las leyes las han convertido en
deberes de justicia592. Para que el ejercicio de la caridad sea irreprochable y
aparezca tal como es, se debe cumplir antes que nada con las exigencias de
la justicia593 ya que la caridad no sería verdadera si no estuviera enfocada a
la transformación de la realidad de las personas y pueblos para que cuanto
antes dejaran de necesitar la ayuda que se les presta594. Por eso, las obras de
caridad, no solamente no excluyen sino que presuponen la lucha por la
justicia595. Impulsar la instauración de un orden social justo, corregir desde
el amor los efectos deshumanizadores de las injusticias yendo más allá de la
estricta justicia, son objetivos que definen la verdadera naturaleza de la
acción caritativo-social596. Así pues, amor y justicia deben integrarse y
perfeccionarse en la praxis. Habría que apostar por una integración
dialógica y no dialéctica de ambas: “La justicia tensa el horizonte de lo
590
Cf. ECHARREN, Cáritas, 186 y también J. OSÉS, Exigencia de la opción por los
pobres en la vida de la Iglesia, en: Cor XIII 117-118 (2006) 128: Reedición de un artículo
publicado en: Cor XIII 47 (1988); CIV 6; JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al
Pontificio Consejo “Cor unum” en su Asamblea plenaria (El Vaticano 1983). Este
documento se citará como CU83.
591
Cf. J.M. MADRUGA, El cristiano ¿decisión ética o acontecimiento y encuentro?, en:
Cor XIII 120 (2006) 79.
592
V. GESTEL, La Doctrina Social de la Iglesia (Barcelona 1964) 138.
593
Cf. GS 77; CCE 2446; CIV 6; CONCILIO VATICANO II, Apostolicam actuositatem.
Decreto sobre el apostolado de los seglares (Roma 1965) nº 8. Este documento se citará
como AA.
594
Cf. M.A. SÁNCHEZ, Caridad y Justicia, en: Cor XIII 84 (1997) 401.
595
Cf. IP 81.
596
Cf. CVI Introducción p 13; L. NOVOA, Hacia una civilización del amor, en: RAT 28
(2008) 35-36, 43-44.
142
debido en continuo e inacabado crecimiento, y la caridad es el elemento que
modula el tono y el estilo a la justicia”597. El verdadero amor hacia los
pobres, no es un vago sentimiento de cercanía o compasión hacia ellos que
sustituya a la justicia; es más bien, una verdadera actitud de misericordia
capaz de dar plenitud a la justicia598, por eso, la caridad queda vacía de
contenido concreto si no aparece mediada por aquella. Por esta razón, la
justicia adquiere para el creyente el valor de camino a través del cual se
alcanza la plenitud de la caridad: el amor se concreta y precisa de la justicia,
pero será siempre trascendido en la caridad599; aun en el marco de la
sociedad más justa, la caridad seguirá siendo necesaria600.
Así pues, los cristianos estamos llamados a superar la justicia humana
mediante la caridad601. La justicia es condición indispensable para el
ejercicio de la caridad, ya que brota y nace de la Creación, pero a la luz de
la Revelación, es iluminada por la caridad, que amplía su horizonte: por sí
sola la justicia no basta, más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se
abre a la fuerza más profunda que es el amor602, ya que a la justicia que nos
estamos refiriendo, no lo es solamente en el aspecto legal, sino ético y sobre
todo profético: en la Biblia, para los profetas, la justicia significó la defensa
de los derechos humanos de todos los hombres, en especial de los más
débiles. Los profetas con el término justicia más que referirse a una justicia
distributiva, se refieren a la ayuda al desgraciado y oprimido603. Por esta
razón y desde esta perspectiva, una justicia “Bíblica” sin amor, no permitiría
al hombre volcarse sobre el pobre y marginado como un hermano,
ofreciéndole más de “lo debido”. Justicia sin amor reduce las relaciones
humanas a unas matemáticas deshumanizadas y deshumanizadoras del “a
cada uno lo suyo” reduciendo al hombre a una unidad de derechos en el
plano de una igualdad igualitaria con el resto de seres humanos604.
Podemos concluir sin miedo a equivocarnos que no hay caridad sin
justicia, ni justicia sin caridad.
597
J.L. SEGOVIA, Lo utópico de la cariad y de la justicia, en: Cor XIII 123 (2007) 133.
Cf. PEV 35.
599
Cf. CARITAS ESPAÑOLA, MAS, 19; GUAL, o.c., 19; C 206; CIV 6.
600
Cf. DCE 28.
601
Cf. IP 48.
602
Cf. C 203, 206.
603
Cf. J.L. SICRE, Con los pobres de la tierra (Madrid 1985) 14-15; GUAL, o.c., 20; W.
KASPER, La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana (Santander 2013) 61.
Este trabajo se citará como Misericordia.
604
Cf. R. ECHARREN, Caridad y Justicia. Dimensión social de la caridad, en: Cor
XIII117-118 (2006) 200. Este artículo se citará como Justicia.
598
143
b) Actuar en justicia: la denuncia y el anuncio proféticos
La vida del cristiano exige, en sí misma, la denuncia profética. Dios no
quiere mantenerse en silencio ante la injusticia, por eso, dejó este ministerio
a los profetas del AT y a la Iglesia del NT. Por ello, la Iglesia no puede ni
debe callar ante las injusticias y tiene la misión profética de denunciar la
violación de la dignidad humana, especialmente la de los pobres605.
Así, no sólo lo reconoce, sino que lo propone el documento CVI606: se
deben denunciar las condiciones sociales injustas que excluyan a las
personas del pleno ejercicio y desarrollo de su dignidad, y es tarea no sólo
de las instituciones de acción caritativo-social, sino de toda la comunidad
cristiana.
Los obispos nos dicen las características que debe reunir este
profetismo: “Partidario no partidista, popular no demagogo, sencillo y
evangélico pero no ingenuo, ni simplista” (IP 53). A la vez, nos advierten
del peligro que suponen las subvenciones de las Administraciones a las
organizaciones caritativo-sociales de la Iglesia, que pueden debilitar la
dimensión de la denuncia profética en estas607, por lo cual les hacen un
llamamiento para que salvaguarden su libertad profética. Y por último,
proclaman claramente que “la caridad incluye la denuncia de las injusticias”
(CCA 22).
A la función profética de la Iglesia pertenece tanto el anuncio como la
denuncia608, incluso debemos manifestar que el anuncio es más importante
que la denuncia y que esta no puede prescindir de aquel que le brinda su
verdadera consistencia609. La denuncia descubre las causas de la injusticia,
pero el anuncio ofrece las soluciones ante los problemas detectados. Ambos
aspectos, en definitiva, se necesitan y son inseparables: la denuncia sin
anuncio conduce a la violencia y al pesimismo, y el anuncio sin denuncia
corre el peligro de caer en la ingenuidad.610
Podemos concluir diciendo que la voz profética de los cristianos es
proyecto de un mundo mejor, programa de trabajo y camino hacia una
sociedad más justa y solidaria611.
605
Cf. IP 51.
Cf. CVI Propuesta I.2; Propuestas I.2.a y I.2.b.
607
Cf. CCA 41.
608
Cf. SRS 41; IP 51.
609
Cf. SRS 41; IP 46.
610
Cf. PRAT, Dimensión, 144; PRAT, Ministerio, 234-235.
611
Cf. IP 54.
606
144
c) Caridad política: actuando sobre las estructuras sociales de pecado
que producen pobreza y exclusión.
La acción caritativo-social incluye actuar a tres niveles: asistencial,
frente a una situación de necesidad urgente; a nivel de promoción social,
para incidir sobre las causas que radican en la propia persona y, por último,
por la reforma o cambio de estructuras, que actúa sobre las causas
sociales612. No son tres aspectos incompatibles entre si, muy al contrario,
son complementarios y se debe trabajar simultáneamente en los tres niveles.
Históricamente, se ha trabajado más lo asistencial, la limosna, la ayuda
directa. Sin quitarle valor, hay que manifestar, que la simple ayuda sin
abordar lo promocional o estructural, hace que la situación del pobre se
mantenga permanentemente en dependencia de la ayuda que se le presta,
creando pasividad en él y robándole el protagonismo debido en la acción de
salir de su situación de necesidad. Por eso, los obispos se manifiestan
claramente en contra de esta ayuda paternalista que no considera los otros
dos planos de la acción caritativo-social613. Y, proponen claramente la
necesidad de transformar las estructuras que causan o agravan la pobreza614.
Para ello, advierten, que no se puede echar mano de soluciones simplistas,
es necesario abordar esta tarea desde el trabajo interdisciplinar de
economistas, sociólogos, politólogos y moralistas615. Los cristianos deben
estar formados y ayudados por la Doctrina Social de la Iglesia616.
Existen opiniones dentro de la Iglesia, que pretenden justificar la
abstención de los cristianos en su lucha por el cambio de estructuras
alegando una falta de fundamento bíblico o cristológico, ya que, según
ellos, Jesús no vino a cambiar estructuras sociales. Para otros, como
Aguirre617 o González-Carvajal618 la religión de Jesús era política, porque se
dirigía al conjunto del pueblo de Israel y aspiraba a una transformación muy
honda de su situación y de sus relaciones sociales. Era un proyecto que hoy
clasificaríamos como teocrático, porque consideraba que la aceptación tanto
personal como social de Dios y de sus Mandamientos, supondría y traería
consecuentemente la justicia y la fraternidad al pueblo elegido.
612
Cf. IP 112.
Cf. IP 113.
614
Cf. IP 87.
615
Cf. IP 52.
616
Cf. IP 65; CA 35, 58, 61.
617
Cf. R. AGUIRRE, Reflexiones bíblicas sobre la caridad política, en: Cor XIII 110
(2004) 17.
618
Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 227-228.
613
145
De una manera u otra, el Magisterio es rotundo al respecto, defendiendo
la implicación de la Iglesia en la reforma o supresión de estructuras que
provocan la exclusión y marginación, y no disociando esta tarea de la
conversión personal del corazón en el sentido del amor y de la paz619.
El cambio de estructuras se enmarca para el cristianismo, en la llamada
caridad social y política, que debe desplegarse en la comunidad social y
política interviniendo sobre ésta, para promover el mayor bien posible a la
comunidad en su conjunto.
Esta caridad adquiere el calificativo de “política” cuando incide en las
estructuras sociales de pecado para transformarlas en estructuras sociales de
Gracia que contribuyan al establecimiento del Reino de Dios en nuestra
Historia620.
No podemos olvidar que el desvalido que tenemos que amar se
“encuentra” siempre en “sociedad”, por lo que se le debe amar en el plano
social, lo que significa, según las situaciones, servirse de las mediaciones
sociales para eliminar aquellos factores comunitarios que causan su
indigencia. Es pues, muy claro, que el esfuerzo dirigido a organizar y
estructurar la sociedad de modo que el prójimo no tenga que padecer
miseria, es un acto de caridad621.
Se puede afirmar de una manera rotunda, que es posible amar a nuestros
semejantes mediante unas relaciones cercanas, de persona a persona, pero
también mediante unas relaciones lejanas, que afronten los problemas y
desgracias colectivas, llegando a hacer el bien a muchos individuos a la vez.
Vemos de una manera diáfana, que no se trata sólo de que el amor pueda
tener una dimensión política, sino que debe tenerla, porque el amor a una
persona concreta quedaría incompleto si no intentara modificar las
situaciones sociales que le hacen ser pobre. Ambas mediaciones, la
asistencial y la política, sin olvidarnos de la promocional, son necesarias y
se exigen mutuamente622.
619
“La Iglesia considera importante y urgente la edificación de estructuras más humanas,
más justas, más respetuosas de los derechos de las personas, pero es consciente que aun las
mayores estructuras se convierten en inhumanas si no hay una verdadera conversión del
corazón y de la mente por parte de quienes viven en esas estructuras o las rigen” (EN 36).
Los hombres alcanzados por el amor de Dios son capaces y deben cambiar las estructuras
sociales injustas: Cf. C 4.
620
Cf. A.ESTEVE, La caridad política y Cáritas, en: Cor XIII 110 (2004) 364.
621
Cf. C 208.
622
Para todo el párrafo Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 169-170.
146
El amor político623 no es, pues, una forma derivada ni secundaria del
amor, es más bien, una dimensión fundamental de la caridad que busca el
bien del prójimo a través del servicio público y estructural a los demás,
logrando así que el amor sea verdaderamente universal624.
d) “Buscad primero que reine la justicia” (Mt 6, 33)
“La acción a favor de la justicia y la participación en la transformación
del mundo son una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio”
(SO71 Introd. f). Esta declaración supone el explícito reconocimiento del
estatuto estrictamente teologal que corresponde a la justicia: ésta, al formar
parte de la evangelización misma –como declaraban los obispos– es un
elemento nuclear de la identidad cristiana625.
Por eso, desde su fe, muchos cristianos han promovido acciones en favor
de la justicia para hacer concreta la palabra del Señor, que ha venido a
proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos626 ;
aguardando “unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la
justicia” (2 Pe 3,13).
Dios espera de nosotros en primer lugar, que realicemos obras de
justicia627 en el orden social y nos situemos especialmente al lado de los
débiles y desvalidos; reconociendo las causas de la pobreza y
discriminación, así como que luchemos por lograr unas condiciones sociales
justas que contribuyan a la erradicación de la pobreza y marginación628.
Se debe cuestionar el sistema social injusto con una acción en favor de
la justicia que fecundada por la fe, exprese el amor del Dios de Jesucristo
por los marginados e indefensos629.
623
Con el tema de la “caridad política”, se abre aquí una línea de reflexión cuya
profundización no es procedente abordar en este momento, porque sería desviarnos de
nuestro trabajo, pero que sin duda es muy interesante y es necesario tener presente, para lo
cual remitimos a: J.M. DÍAZ SÁNCHEZ, Dimensión práctica de la caridad política.
Algunas consideraciones, en: Cor XIII 110 (2004) 235-271. Para consultar una amplia
bibliografía sobre este tema, acudir a: J.M. DÍAZ SÁNCHEZ, Alguna bibliografía para
completar los temas tratados, en: Cor XIII 110 (2004) 413-449.
624
Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 171; CIV 7.
625
Cf. SEGOVIA, o.c., 140-141; VD 100.
626
Cf. Lc 4, 18-19; BENEDICTO XVI, Porta fidei. Carta Apostólica en forma motu
proprio con la que se convoca el año de la fe (Roma 2011) nº13. Este documento se citará
como PF.
627
Cf, Am 5, 7-24; 6; 12; Os 2, 21; 12,2.
628
Cf. MARX, o.c., 157.
629
Cf. CEPS, Tu solidaridad es su voz. Comunicado para el día del amor fraterno en la
festividad de Jueves Santo (Madrid 1999). Este documento se citará como CAF99.
147
e) Cáritas: “Trabajos por la justicia”
Ya lo proclamaba claramente Juan Pablo II: Cáritas, en su labor
caritativa hacia los empobrecidos, no debe olvidar jamás la justicia social630.
Por eso en Cáritas se trabaja por la justicia631, que lleva a que cada
persona tenga lo que le corresponde en virtud de su ser y su obrar, y luchar
por ello. Que analiza, denuncia de manera profética y actúa ante las
situaciones de pobreza, de injusticia, de marginación.
La acción de Cáritas trata de incidir y afectar a las estructuras sociales
injustas-pecaminosas con la intención de cambiarlas en estructuras de
justicia y paz desde la finalidad del Reino de Dios que tiende a transformar
las relaciones humanas y favorecer la inclusión social632.
Por ello, desde la justicia, Cáritas trabaja con personas concretas y con
las comunidades de las que esas personas forman parte contribuyendo a la
eliminación de las estructuras de pecado. Así la acción caritativa-social de
Cáritas opta por la transformación de manera integral, abarcando todas las
dimensiones, acompañando personas, animando comunidades y haciendo
anuncio y denuncia profética cuando sea necesaria633.
Esta constatación, toma carta de naturaleza en las Asambleas y Planes
Estratégicos de la Institución.
Así en la 60 Asamblea General, en la décima línea de acción dice:
“Mejorar la dimensión profética de nuestras Cáritas, denunciando las
situaciones de injusticia, ofreciendo y acompañando propuestas realistas y
significativas, suscitando el dinamismo de la esperanza entre los diferentes
sujetos de la acción”634.
Y en los criterios de la misma línea de acción, manifiesta: “Cáritas vive
la caridad como inseparable de la justicia, promueve el cambio social,
denuncia y muestra los sectores más desfavorecidos de la sociedad, a
quienes acoge y con quienes se compromete de forma desinteresada y
gratuita”635.
630
Cf. CIA87, 2.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 33-36; ALTABA, RMA6, 32, 48, 74; ABRIL,
RMA10, 47.
632
Cf. ESTEVE, o.c., 357 y 375.
633
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 41-42.
634
CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 148.
635
Ibid., 148.
631
148
En lo que respecta al “II Plan Estratégico”, en el eje “los últimos y no
atendidos” el punto 1.2 dice: “Generar propuestas adecuadas y eficaces para
la incidencia política, económica, social y de Cooperación Internacional que
contribuyan a la transformación social”636 y como objetivo estratégico
correspondiente a esta estrategia: “Generar propuestas adecuadas para la
incidencia en grupos políticos, comisiones parlamentarias y
administraciones públicas a todos los niveles tanto nacionales como
internacionales en relación con temáticas sociales relevantes”637.
En lo que se refiere al eje: “sociedad” el punto estratégico 3.4
manifiesta: “Promover ante la sociedad propuestas de transformación social,
fundamentadas en el análisis de la realidad la acción social, la denuncia
profética y nuestros valores”638 y en su objetivo estratégico correspondiente
se expresa: “Presentar propuestas ante las administraciones públicas
sociales para personas en riesgo de exclusión, en todos los ámbitos y
niveles”639.
A lo largo de los años, Cáritas ha realizado propuestas sobre políticas
sociales contra la exclusión social640, presentándolas a la sociedad y en los
ámbitos políticos pertinentes, cumpliendo los propósitos que se ha ido
planteando a los largo de los años y realizando una acción de “caridad
política” que entronca identitariamente con su “trabajar por la justicia” y
que hace que su acción no solo sea paliativa, sino de carácter etiológico, es
decir, que trata de eliminar las causas que provocan el empobrecimiento de
las personas y de los países.
4.2.3.2.2. El servicio misericordioso-amoroso para con el prójimo641
La misericordia642: la acción caritativo-social de la Iglesia no puede
prescindir de la lucha por la justicia pero tampoco del amor de los cristianos
hacia los marginados, que hace que los problemas, angustias y necesidades
de estos, sean sentidas como nuestras, y por tanto, nos veamos impelidos,
636
CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA5, 31.
Ibid., 31.
638
Ibid., 37.
639
Ibid., 37.
640
Cf. Crisis; Propuestas97; Propuestas2010.
641
Cf. BUENO DE LA FUENTE, o.c., 50-60, 62-63, 66; CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas,
39; KASPER, Misericordia, 60-62, 68-79, 153-154; M. GESTEIRA, Jesús y los pobres,
en: Cor XIII 117-118 (2006) 42-43. Este trabajo se citará como Pobres.
642
Cf. PRAT, Pastoral, 501.
637
149
lanzados a actuar para solucionarlas como si fueran dificultades
exclusivamente nuestras.
Esta misericordia nace del amor que Dios nos tiene y de la comprensión
que despierta en nosotros, haciéndonos vivir la común experiencia de ser
hijos de un mismo Padre, y por consiguiente, en fraternidad común. De esta
manera el amor “filial” deviene en “fraternal”, y el prójimo cobra una
especial dimensión amorosa para nosotros.
Dios se nos revela como apasionado por el destino y los sufrimientos de
sus criaturas y como disposición a padecer y compartir sus dolores y
angustias. Esta marea de “ser” de Dios la designamos como misericordia y
encontró su realización máxima en Jesús que en su proexistencia acoge al
que se encuentra abandonado, y estando abierto a todos eliminando las
barreras de la exclusión y de la marginación. La vida de Jesús está jalonada
de gestos y opciones que luchan contra la pobreza con una misericordia que
se hace solidaria. Jesús anuncia la misericordia del Padre, pero sobre todo la
vive: la misericordia de Dios se hace real en Jesús de Nazaret.
Las situaciones de pobreza, necesidad o dolor humano, producen en
Jesús un profundo sentimiento de conmiseración y de afecto entrañable: se
le conmueven las entrañas, experimenta una honda compasión643.
Su misericordia también aparece en las parábolas donde él describe sus
propios sentimientos644.
Y Jesús actúa y siente así, porque Dios es así. En la misericordia que
Jesús muestra se plasma y se refleja la misericordia misma de Dios, y la
comunidad de los que creen en Él, deben así mismo mostrar su
misericordia.
El “ser” misericordioso eclesial está fundado en el “ser” misericordioso
de la Iglesia como cuerpo de Cristo. Por eso, la Iglesia y Cáritas como
diaconía eclesial que es, no son una agencia de servicios sociales o una
ONG al uso, sino que como cuerpo de Cristo, la Iglesia-Cáritas es y debe
ser sacramento de la presencia de Cristo en nuestra Historia y, por tanto,
sacramento de misericordia.
La designación Iglesia-Cáritas-misericordia, nos permite acceder a su
“ser” más genuino y profundo: la misericordia como participación del Dios
cristiano, y también ser prolongación del mismo como entrega de su amor
gratuito que se ofrece a quienes no tienen más que su pobreza. En ello se
643
644
Cf. Mc 1, 40-45; 9, 14-29; Mt 9, 35-36; Mt 14, 14-15; Lc 7, 13.
Cf. Lc 10, 25-37; Mt 18,27.
150
hace concreto el seguimiento de Cristo y se descubre al mismo Cristo en el
empobrecido.
Cáritas debe vivir por tanto de la misericordia y para la misericordia:
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).
Misericordia no es un sencillo sentimiento sensiblero, es pasión, es sentircon, padecer-con, es volcarse desde el corazón herido sobre la miseria y el
sufrimiento humano, para compartirlo, interiorizarlo y erradicarlo si se
puede. Es la misericordia, lo que define y manifiesta mejor al Dios de
Jesucristo y lo que debe definir, mover y caracterizar a Cáritas y toda la
comunidad eclesial.
4.2.3.2.3. El seguimiento de Jesucristo
La misericordia cristiana consiste en el fondo en encontrarse con
Jesucristo en la persona del empobrecido y de quien sufre. De ahí que la
misericordia no sea primeramente una cuestión ético-moral, sino de fe en
Cristo, de encuentro con Cristo y de seguimiento de Cristo645
La misericordia, es pues, existencia vicaria cristiana: comunidad de vida
y misión con Jesucristo. La existencia del discípulo es entendida, a
semejanza de la de Jesús, como ser para los demás, como proexistencia.
En la víspera de su pasión, Jesús, ofrece a sus discípulos un ejemplo: Él
les presta el más bajo servicio lavándoles los pies. Así también han de
actuar ellos, siendo servicio hacia los demás646. Eso les puede llevar por la
caridad de Cristo recibida, hasta la entrega extrema. Pues nadie tiene
caridad más grande que quien da la vida por sus amigos647.
Podemos decir que caridad es “el amor de Dios entregado al mundo por
medio de Jesucristo, que actúa por la fuerza del Espíritu”648. Es el amor de
Dios que transforma interior e integralmente a la persona humana dotándole
de una capacidad de amar a los demás, tal como Jesucristo nos amó649.
645
Cf. KASPER, Misericordia, 147.
Cf. Jn 13, 14-17; J. RATZINGER, Jesús de Nazaret. Desde la Entrada en Jerusalén
hasta la Resurrección (Madrid 2011) 80-81.
647
Cf. Jn 12, 25-26; 15, 13-14.
648
PRAT, Pastoral, 501.
649
Cf. CIV 1.
646
151
Y es camino evangélico, es la vía de manifestar la Buena Noticia de que
Dios nos ama personalmente a cada uno de nosotros, porque anticipa en esta
vida temporal lo que es la esencia de la vida eterna650.
Sin embargo, si queremos encontrar la clave hermenéutica de la caridad,
nos debemos volver hacia Jesucristo; ya que Él mismo es la “Buena
Noticia”651 y plena encarnación del amor de Dios; que, a su vez, nos
manifiesta un amor misericordioso a los hombres sufrientes y pecadores652 y
que reclama entrega total al amor incondicional de Dios y al prójimo653. La
caridad, es pues, no sólo el mensaje central de Jesús sino su modo de vida.
Nuestra manera de hacer operante esa caridad está en el seguimiento de
Cristo654, amando a todos655 incluso a los enemigos656.
Por eso debemos lanzar una mirada atenta a la vida de Jesús en la que
su amor se hace preferencial por los más débiles,657 ya que nos traza el
camino de nuestra propia existencia658.
La presentación de algunos rasgos de la vida de Jesús en su relación con
los marginados, tiene como finalidad aquí, que nos ayude a entender cómo
la caridad es verdaderamente camino evangélico, porque es el itinerario
existencial de Jesús; y nos sirva también de discernimiento para un correcto
seguimiento de Cristo que sea prolongación, en nuestro mundo y en nuestra
historia, de la presencia salvadora del Dios de Jesucristo; ya que en la
mirada a la historia de Jesús, el creyente no satisface un anhelo intelectual,
sino que aprende fundamentalmente a ser su discípulo en condiciones
cambiantes, en hacerlo contemporáneo, para que su acción tenga en nuestras
manos los mismos ecos liberadores que tuvo para los pobres de la sociedad
judía de su tiempo.
La lectura atenta de los Evangelios nos permiten recoger los rasgos de
Jesús de Nazaret que fundamentan nuestro seguimiento659:
650
Cf. PRAT, Pastoral, 502.
Cf. A. NOLAN, ¿Quién es este hombre? Jesús, antes del cristianismo (Santander 1981)
76-77. “En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el rostro de su Persona” (CIV 1).
652
Cf. Mc 1, 41; 2, 17; Lc 7, 13.
653
Cf. Mc 12, 28-31. Es inseparable la relación entre amor a Dios y amor al prójimo: Cf.
DCE 16.
654
Cf. Mc 8, 34 ss.
655
Cf. Jn 13, 34-35; IP 18; DCE 18.
656
Cf. Lc 6, 35; IP 18; C 196.
657
Cf. Lc 4, 18-19; J.A. PAGOLA - J.L. ILLANES - R. BERZOSA, Jesucristo, redentor
del mundo, en: AA.VV., Jesucristo, la Buena Noticia (Madrid 1997) 191.
658
Cf. SRS 42.
651
152
a) Llamado por el Padre a anunciar una Buena Noticia: la salvación
para el género humano. Porque el Dios que viene a reinar en la vida
del hombre es un Dios liberador que busca la recuperación de todo
hombre perdido660, que se preocupa por los últimos661, que sabe
acoger y perdonar662, y que llama a una gran fiesta a todos los
hombres y mujeres de todos los tiempos663.
b) Un hombre para servir a los demás: Jesús ha venido a servir y no ser
servido664. No encontramos nunca a Jesús actuando egoístamente en
busca de su propio interés665.
c) Cercano a los necesitados666: siempre está de parte de los que más
ayuda necesitan para ser personas libres.
d) Jesús es liberador y salvador: cura, sana667, garantiza el perdón a los
que se encuentran dominados por el pecado y les ofrece la
posibilidad de rehabilitarse668. Ofrece a las personas esperanza para
enfrentarse a los problemas de la vida y el misterio de la muerte669.
e) Jesús es fiel hasta la muerte: se nos ofrece en los relatos evangélicos
como hombre fiel a su Padre, fiel a sí mismo y fiel a su misión hasta
la muerte. Nos muestra, pues, una radicalidad en el servicio que nos
marca el camino de su seguimiento.
Cáritas, diaconía del ministerio de la caridad de la Iglesia, asume “los
gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de nuestro
tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS 1). Asumir sus
condiciones de vida, apoyar sus justas aspiraciones y cargar con sus
sufrimientos, supone y acredita hacerlo desde el seguimiento de
659
Cf. J.A. PAGOLA, Jesucristo. Catequesis cristológicas (Santander 1997) 17-22. Este
trabajo se citará como Catequesis.
660
Cf. Lc 15, 4-7.
661
Cf. Mt 20, 1-6.
662
Cf. Lc 15, 11-32
663
Cf. Mt 22, 1-14.
664
Cf. Mc 10, 45.
665
No busca dinero ni seguridad (Cf. Mt 8,20; Lc 16,30). No pretender poder alguno (Cf.
Jn 6, 15). No se preocupa de su propia fama (Cf. Mt 9, 10-13; 11, 19).
666
Jesús acoge a los niños (Cf. Mc 10, 13-.16) a las mujeres marginadas por la sociedad
judía (Cf. Lc 8, 2-3; 10, 38-42; 13, 10-17). Se acerca a los enfermos, leprosos, enajenados:
considerados pecadores por la sociedad (Cf. Mc 1, 23-28; 1, 40-45; 5, 25-34). También
defiende a los samaritanos considerados como pueblo extraño e impuro (Cf. Lc 9, 51-55).
667
Cf. Mt 9, 35.
668
Cf. Mc 2, 1-12; Lc 7, 36-50; Jn 8, 2-10.
669
Cf. Mt 5, 3-11; Lc 14, 25-24.
153
Jesucristo670. Y este seguimiento, debe ser tal, que más que una imitación de
su hacer, sea una actualización de Él mismo que acoge, acompaña, sana,
libera y salva a través de las manos de los voluntarios y trabajadores de la
Institución. Así la acción de Cáritas aspira, a que no sea ella la reconocida
principalmente, sino Él, a través del amor: “Le reconocieron al partir el
pan” (Lc 24, 32).
4.2.4. Cáritas elabora unas propuestas de acción que tratan de concretar
los principios y criterios que aporta el discernimiento evangélico-eclesial
4.2.4.1. Cáritas trabaja desde las capacidades y potencialidades de las
personas acompañando procesos
Íntimamente unido al acto de acompañar y previo a él, está el de acoger.
Son dos actitudes estrechamente relacionadas: con la acogida se ama a
alguien por lo que es en sí mismo; el acompañamiento nos lleva a caminar
junto a los demás, compartiendo cuanto tenemos y somos671.
Jesús acogió a todo el mundo en su realidad concreta, con sus
contradicciones y con sus necesidades y expectativas. Por ello, su
Comunidad, no puede ser de otra manera que abierta y acogedora como se
expresa en la parábola del gran banquete del Reino672, en la que se acoge a
todos sin excluir ni discriminar a nadie tal como hizo el Maestro673.
Acoger674 significa compartir las alegrías y sufrimientos de los demás,
intuyendo sus deseos para atender sus necesidades. Es compartir
mutuamente la carga entre todos, rechazando las tentaciones egoístas. Pero
de esta manera no solo se produce una cercanía al sujeto en sus dificultades,
sino al portador de valores, potencialidades y capacidades, haciendo que
valoremos al otro como don.
670
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 56.
Cf. PRAT, Caña, 189.
672
Cf. Lc 14, 7-23.
673
Cf. SÍNODO DE OBISPOS, La nueva evangelización para la transmisión de la fe
cristiana. Instrumentum Laboris (El Vaticano 2012) nº 23. Este documento se citará como
SOIL.
674
Acoger: del latín accolligere, de colligere, recoger; dicho de una persona, como admitir
en su casa o compañía a alguien; servir de refugio o albergue a alguien; admitir, aceptar,
aprobar; recibir con un sentimiento o manifestación especial la aparición de personas o de
hechos; proteger, amparar.
671
154
Por ello, desde esta concepción, la Iglesia-Cáritas, cuando acoge al
empobrecido, no lo puede ver desde la negatividad o carencia, sino desde el
vergel de posibilidades que incluye cada biografía675.
La acogida de Cáritas, forma parte de su manera de “ser”, recorre
transversalmente toda su acción y todas sus actividades; pero toma “carta de
naturaleza” en todos sus puntos de “acogida”, allí donde se recibe al que
demanda ayuda y está necesitado.
Para acoger, el voluntario y trabajador de Cáritas, necesitan cultivar una
serie de actitudes676:
a) Escucha y mirada activa: que no es lo mismo que ver y oír. Es estar
atento, con interés, empleando todo el tiempo posible. Es
personalizar al otro y crear confianza .
b) Empatía: para acercarse al que sufre y comprenderlo, poniéndose en
su lugar, implicándose, afectándose por el otro, pero manteniendo la
distancia emotiva que permite ser uno mismo para acompañar mejor
al excluido en su camino de inserción social.
c) Aceptación incondicional del otro sin ninguna cortapisa.
d) La persona como centro de la acción: lo que significa que en la
relación de ayuda se crea en el otro y sus capacidades,
considerándolo protagonista del proceso de inserción, confiando en
sus recursos, potenciándolos.
e) Confrontación: muy necesaria para promover procesos de
integración de modo particular para estimular los recursos del
necesitado y su protagonismo en el proceso, así como la delicada
destreza de persuadir para promover la afectiva y efectiva adhesión a
programas y pautas adecuadas de afrontamiento de dificultades.
f) Acompañamiento: lo trataremos extensamente a continuación por
ser realmente una prolongación lógica de la acogida.
Ahora bien, si estas deben de ser y son las actitudes de los agentes de
Cáritas en las “acogidas”, éstas también se deben regir por unos
determinados principios677:
675
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 14; ALTABA, RMA9, 58-59. “Es lo que hizo Jesús
con la mujer cananea que se acercó a él pidiendo la curación de su hija: descubrió su valor
como persona, admitió el valor de su fe y a partir de ahí actuó” (ALTABA, RMA9, 59).
676
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 56-57.
677
Cf. Ibid., 58-59; ABRIL, RMA10, 32 y 36.
155
a) Trabajar en equipo, tanto en la decisión como en la ejecución. No se
debe olvidar que la tarea de cada miembro del equipo es parte del
“hacer” de toda la comunidad. Por ello, no se debe considerar al
servicio un asunto personal.
b) Se atienden personas con problemas, no problemas de personas.
Valorar sus capacidades potenciales.
c) Se trabaja con los empobrecidos y no solo por ellos. Los
protagonistas son ellos: sus ritmos, sus necesidades, sus preguntas.
d) No ser simples en el análisis de la situación del que llega, ya que en
su exclusión intervienen al menos factores personales y sociales.
e) Trabajar desde una programación y buscar soluciones, no solo
diagnósticos.
f) No prometer nada, no ser omnipotentes, ni buscar gratificaciones
personales. Saber transmitir esperanza.
g) Tener en cuenta que existe siempre una demanda insatisfecha, que se
identifica con lo urgente, y una necesidad real oculta, que suele ser
lo importante. Se debe compaginar bien una y otra, sin confusión;
tratando de equilibrar en ambos sentidos las soluciones que se
aporten.
h) Por último, el agente de Cáritas debe aprender a descansar y saber
aparcar los problemas, para mejor ayudar. Eso no significa que no
deba darse a los demás o que no le duelan las situaciones, o que no
se sienta implicado; sino que cuando experiencie que la tarea le
sobrepasa, debe compartir sus inquietudes con el resto del equipo y
crear espacios de tiempo en que se pueda hacer un paréntesis en su
labor directa de atención y acompañamiento.
Una vez acogida la persona, el siguiente movimiento es el
acompañamiento: es el método de acción por el que opta el modelo de
acción de Cáritas678 y que consiste en acompañar a los procesos de
crecimiento de las personas y de las comunidades, lo cual centra la atención
más en los “caminos” que en las “metas”.
Acompañar consiste más en “estar” que “hacer”, no puede suplir la
acción del otro, pero tampoco es una mera espera pasiva, es más bien:
sugerir, escuchar, animar, convivir.
678
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 31.
156
Esta acción parte de la situación en la que se encuentra el sujeto y de sus
posibilidades y capacidades, para que se comprometa en la mejora de su
situación y se produzca en él un proceso de personalización679. Ahora bien,
en este paso, el excluido debe sentirse apoyado, sabiendo que alguien
camina a su lado hacia el mismo destino y que forma parte de un “proyecto”
que es común. Y esta es la labor de Cáritas, de sus voluntarios y
trabajadores.
El método de acción de Cáritas –el acompañamiento– trata de
evolucionar desde los llamados itinerarios de inserción a los procesos de
inserción, y a la vez de la inserción al desarrollo680.
Analicemos detenidamente este aspecto: las Ciencias Sociales y también
la Teología, cuando estudian el fenómeno de la pobreza y marginación,
clasifican a las personas en diferentes colectivos, según se considera su
situación de exclusión. Esta división en “colectivos” es útil porque permite
separar la realidad en fragmentos más abarcables. Resultaría muy
complicado no hacerlo de esta manera: aun la situación más peculiar
termina clasificándose en un determinado grupo. Además, las problemáticas
que nos han dado la pauta de división, existen realmente y se convierten en
línea de actuación caritativo-social.
El problema radica en que en muchas ocasiones, esa clasificación ha
terminado dominando la actuación; como hemos dicho ya en este mismo
trabajo: no se ha de trabajar con problemas de personas, sino con personas
con problemas.
Situar a la persona, desde su dignidad inalienable, como eje y centro del
ejercicio de la acción caritativa-social, tiene consecuencias sobre el “hacer”.
Significa que se deben agrupar a las personas por tipo o característica
dominante de su situación de exclusión, pero se deben trascender estas
agrupaciones, es decir, se tienen que emplear los colectivos no como fines
sino como medios.
Los itinerarios de intervención están concebidos como el logro de unos
objetivos organizados linealmente. Los diferentes recursos de Cáritas suelen
tener un rol relacionado con algunas de las metas parciales del itinerario y
vinculados a algunas de las fases del mismo. Y normalmente son los
usuarios quienes han de adaptar sus necesidades a la oferta que plantea la
Institución.
679
680
Cf. Ibid., 34.
Cf. Ibid., 26-32.
157
Frente a este método aun en práctica, Cáritas apuesta hoy en día por el
acompañamiento de procesos integrales de desarrollo, ya que se ha
constatado en el ejercicio de la caridad, que una persona empobrecida no
está nunca en ninguna fase sino en diversas y en distintos grados, lo que
hace que frente a la linealidad de los itinerarios sea necesario la espiral de
los procesos y frente al factor cuantitativo de la inserción, la cualidad del
desarrollo.
¿Cuáles son los objetivos a conseguir con el método de acompañar
procesos de desarrollo de las personas?681
a) Que el acompañamiento debe abarcar la persona en su conjunto en
todas sus dimensiones: física, psicológica y espiritual.
b) Que las personas en situación de marginación social sean sujetos de
su propio proceso de desarrollo e inclusión.
c) Que los propios recursos de Cáritas ofrezcan la mejor calidad
posible.
d) Que los programas de esta Institución trabajen en “red”
complementariamente con otros, con el debido discernimiento
evangélico.
¿Qué implica para Cáritas acompañar a personas empobrecidas?682
a) Centralidad de la persona: el acompañamiento debe situar a la
persona en el centro, ella es el eje sobre el que pivotan el resto de
cuestiones y no al revés.
b) Personalización: consecuencia del anterior punto. La dignidad y la
centralidad de las personas tiene como correlato procesos plenos de
personalización, de respeto, de relación.
c) Perseverancia: el acompañamiento exige incondicionalidad y “estar
al lado” de una manera permanente.
d) Dedicar tiempo.
e) Salir al encuentro fuera de lo conocido y de las seguridades
personales, desde la propia debilidad y vulnerabilidad: si se hace
desde la propia fortaleza se crean relaciones paternalistas.
¿Cuáles deben de ser el perfil y dimensiones de los acompañantes de
Cáritas?683
681
682
Cf. Ibid., 34-35.
Cf. ABRIL, RMA10, 23-24
158
El perfil comprende tener o adquirir un talante educativo en el que se
esté dispuesto a enseñar pero también a aprender; teniendo muy en cuenta
que los conocimientos precisos para acompañar se adquieren
fundamentalmente desde la experiencia y el contacto directo entre personas.
Con todo lo expuesto hasta aquí, podemos concluir señalando cinco
dimensiones que deben cultivar siempre los acompañantes: cognitiva,
afectiva, social, moral y espiritual.
Queremos señalar aquí que la dimensión espiritual integra las anteriores
y nos recuerda que desde Cáritas, el compromiso es trabajar por el Reino de
Dios y por consiguiente con la persona en todas sus dimensiones, también la
religiosa.
¿Cuáles son los retos y dificultades que plantea el acompañamiento de
personas?684
Es necesario conocer a la persona que se quiere acompañar, ayudándole
a descubrir la necesidad de que sea el mismo desde su crecimiento personal,
quien debe salir de su situación.
Para ello, el acompañante debe ganarse la confianza de quien se quiere
ayudar y respetar sus ritmos de proceso. Como se producirán fracasos, estos
se deben interpretar y verlos como una oportunidad de reconducir la crisis
que se ha provocado.
Las dificultades surgen, en general, de no respetar los aspectos señalados
anteriormente: los ritmos de la persona que se acompaña, falta de
dedicación del tiempo necesario a la tarea que se debe realizar, ausencia de
conciencia por parte del acompañante de lo que debe realizar, y finalmente
que los objetivos del acompañante y acompañado no coincidan.
Por último, es necesario presentar aquí algunas claves que clarifican
mucho la metodología del acompañamiento685:
a) La propuesta ha de ser proporcionada a quien ha de desarrollarla: los
procesos son complejos con momentos de estancamiento y avance;
por ello la oportunidad o no de proponer algo, se convierte en
fundamental.
b) Las dificultades nos llevan a la presencia de la necesaria exigencia y
a tener que superar las dificultades.
683
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 74.
Cf. Ibid., 75.
685
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 46-47.
684
159
c) El acompañamiento
acompañado.
es
potenciador
de
la
autonomía
del
d) Ha de ser una propuesta transformadora de la persona y en la medida
de lo posible de su entorno social.
e) Por último, la propuesta ha de ser celebrada, ha de poder entrar en
otra dimensión, contemplar lo simbólico, recuperar otro tipo de
lenguaje no exclusivamente racional, aunque sí muy razonable.
4.2.4.2. Cáritas como animadora de la acción socio-caritativa de la
comunidad eclesial
El Papa Juan Pablo II manifestó en numerosas ocasiones que una de las
labores principales de Cáritas es animar a las comunidades cristianas en el
ejercicio de la caridad686. Nuestros obispos recogiendo ese magisterio
proclaman “Cáritas tiene como tarea animar nuestras comunidades para que
irradien el amor y ternura de Dios por los últimos” (MCC06),
Así lo reconoce la propia Institución: “Cierto que Cáritas tiene que
atender muchas urgencias, tiene que sintonizar con muchos sufrimientos,
pero lo más importante que tiene que hacer es alentar en todos el espíritu de
caridad, sembrar en las comunidades cristianas el espíritu de
misericordia”687.
Cáritas, a través de su actividad y en sus diversos niveles de actuación y
implantación, debe ser una mediación educativa-pastoral que ha de
sensibilizar a toda la comunidad cristiana sobre la supremacía de la caridad
y la opción preferencial por los más pobres, colaborando así, y sabiendo que
"en Cristo y con Cristo la Iglesia está llamada a vivir la opción preferencial
por los más vulnerables de nuestra sociedad y de nuestras comunidades
cristianas" (MCC06 3).
Este hacer de Cáritas, es integrar la animación de la comunidad cristiana
en el servicio a los empobrecidos.
Así la Institución es la “catalizadora” de la caridad de toda la
Comunidad, es quien pone en movimiento la corriente del servicio caritativo
en la comunidad de los creyentes en Cristo, expresión del amor de la Iglesia,
haciendo que todos los cristianos tomen conciencia de que el ejercicio de la
caridad eclesial no es tarea de “unos especialistas” o “voluntarios
686
687
Cf. CIA79; CIA91 2.
CÁRITAS ESPAÑOLA, Diaconía, 16.
160
particularmente concienciados" sino que es un eje vertebrador transversal de
toda acción de y en la Iglesia, que nace de la caridad de Dios y que por ello
llena de amor toda manifestación eclesial sin excepción. La animación de la
Comunidad hace recordar a todos los creyentes que el servicio a los pobres
es un elemento esencial de la identidad de la Iglesia y es, así mismo,
estímulo para que participen en el servicio de la caridad para con los más
necesitados688.
Por eso, “hay Cáritas fundamentalmente porque hay comunidad
cristiana, no sólo porque haya pobres”689.
Por ello, cualquier obra, actividad y servicio de Cáritas, incluso el más
especializado, debe ser expresión del amor de la Comunidad; y debe
también servir, además de a su específico fin, para animar el servicio a los
más necesitados de la sociedad, en la comunidad cristiana. Desde esta
perspectiva, Cáritas es la expresión de un ministerio constitutivo de la
Iglesia, y por eso, entendemos que es más propio hablar de Cáritas como
animadora en la comunidad; que de animadora de la comunidad; y sus
voluntarios deben sentirse enviados en el seno de la propia Comunidad para
ser manifestación y testimonio del amor de Dios a los marginados. Un
servicio de los agentes de Cáritas que aunque es propio de ellos, también lo
es con la misma carta de naturaleza y derivada de ella, de la propia
comunidad eclesial, ya que el servicio para con los excluidos debe ser obra
de toda la Iglesia. Por ello, no se puede concebir la labor de Cáritas si no lo
es en comunión con la vida y misión de la comunidad cristiana690.
De esta manera, el agente de la acción caritativa-social de Cáritas lo es
la Iglesia entera y Cáritas está llamada a animar aquellos procesos que
provoquen un movimiento de conversión en las distintas comunidades
eclesiales y en sus componentes para que asuman su responsabilidad en el
servicio a los empobrecidos. Por ello, una de las dedicaciones
fundamentales y permanentes de Cáritas debe ser poner todos sus medios
688
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 27-28; P.M. GIL, Reflexiones sobre el modelo
de animación de la comunidad, en: Cor XIII 93 (2000) 174 y 181; R. PRAT, Bases para
una propuesta ética a la sociedad española, en: Cor XIII 141 (2012) 141. Este trabajo se
citará como Bases.
689
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29.
690
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 9; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA6, 34-35. La
negrita es nuestra, para resaltar que Cáritas anima a la comunidad cristiana, considerándose
y siendo parte de la misma, no como algo externo a ella.
161
para que la Comunidad se sienta implicada y partícipe del modo más
responsable y activo posible en esta diaconía eclesial691.
La tarea de Cáritas en la animación de la comunidad cristiana
comprende, entre otras, las siguientes tareas:692
a) Trabajar en el sentido de que se cree una verdadera consciencia en
las comunidades cristianas y sus miembros de que el servicio a los
pobres y excluidos es un elemento esencial de la identidad y misión
evangelizadora de la Iglesia.
b) Estimular e invitar a todos los miembros de la comunidad cristiana a
incorporarse, en la medida de sus posibilidades, en el ejercicio de la
caridad con los empobrecidos.
c) Promover la lectura creyente de la realidad, de toda la comunidad
eclesial, sobre las causas de la pobreza y las condiciones de vida de
los excluidos y sus anhelos, para realizar un adecuado
acompañamiento diaconal, a los mismos.
d) Impulsar la comunicación cristiana de bienes a todos los niveles de
la comunidad eclesial.
e) Promover que la Iglesia denuncie las situaciones de injusticia social
y proponga mediante el anuncio profético posibles soluciones.
f) Sensibilizar desde la comunidad eclesial, a toda la sociedad, sobre la
situación de los marginados, los últimos, para mejorar sus
condiciones de vida.
g) Organizar adecuadamente Cáritas, como diaconía eclesial, para que
sea el “motor de arranque” de toda la comunidad cristiana en su
ayuda a los necesitados.
4.2.4.3. Las acciones de Cáritas deben de ser significativas: signos e
instrumentos del Reino de Dios
El documento que reflexiona sobre la identidad de Cáritas ya se
pronuncia claramente y de manera rotunda sobre sus actuaciones y la
significatividad de las mismas693. También el modelo de acción social de
691
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 39-40.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 49.
693
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 51-52. Significar es ser una cosa y hacer
presente otra realidad distinta, en el caso de la Iglesia, es hacer presente el Reino de Dios y
sus valores, en las acciones que realice: Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 225. Es
692
162
Cáritas manifiesta en este sentido que todas sus acciones deben ser
significativas694.
Entendemos por acciones significativas aquellas que no se agotan en sí
mismas, sino que se trascienden y van más allá de sus realizaciones y de sus
pretensiones instrumentales, dejando traslucir procesos de personalización,
humanización y liberación que remiten a una utopía que trasciende
cualquier esfuerzo humano, poniendo de manifiesto la presencia del
Reino695.
La acción de Cáritas, trata de esta manera de alcanzar tres objetivos696:
a) Construir espacios, no sólo geográficos, donde desplegar los procesos
de personalización-humanización, de construcción de la comunidad y la
sociedad, regidos por la lógica del Reino de Dios.
Unos espacios que no están al margen del mundo, sino encarnados en el
mismo y en su parte más sufriente.
Aunque podamos afirmar que se trata de pequeños espacios y de
realizaciones discretas y graduales, son signo del proyecto esperanzado del
amor de Dios.
b) Anunciar que Dios tiene un proyecto para el género humano: que nos
reconozcamos hijos de un mismo Padre y por ello hermanos.
Este anuncio, por serlo, desvela aquello que dificulta la plena realización
del proyecto del Reino, es también pues denuncia profética.
Estamos manifestando que las acciones significativas que realiza Cáritas
se enmarcan en la corriente profética de la denuncia y el anuncio.
c) Que estas acciones al estar impregnadas de valores alternativos que
sugieren la construcción de una sociedad basada en los valores evangélicos,
interesante ver lo que opina V. Renes al respecto: lo significativo no es un algo añadido
externo a las acciones que se denominan significativas; o es una característica de ellas, o no
lo son en absoluto. No se trata de añadir nada nuevo, las acciones significativas tienen
virtualidades que trascienden su pura facticidad, pues desvelan potencialidades e inducen
sinergias que generan nuevas oportunidades y alternativas y, al generarlas, se convierten en
“anuncio”. En tanto significativas “anuncian” lo que pretenden realizar; y, en tanto lo
“realizan”, lo anuncian: esto nos lleva a considerar las acciones significativas como
instrumentos del Reino de Dios cuando generan un espacio relacional, que es mediador de
personalización, humanización, liberación y creador de paz, fraternidad y amor: Cf. V.
RENES, Acciones significativas, en: Cor XIII 93 (2000) 271-272.
694
CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 36.
695
Cf. Ibid., 36.
696
Cf. Ibid., 37-38.
163
se convierten en puntos de referencia, en caminos abiertos que invitan a
otras personas a trabajar en favor de la construcción del Reino de Dios.
Por último, para que las acciones de Cáritas puedan ser consideradas
como significativas y traslucir que otro mundo es posible y necesario deben
reunir las siguientes características697:
a) Estar al servicio de la persona humana concreta y sus problemas,
privilegiando la acción cercana y encarnada.
b) Ofrecer al necesitado un apoyo que no lo humille, ni lo reduzca a ser
únicamente objeto de la asistencia, sino que le ayude a salir de la
precariedad de su situación, teniendo en cuenta y promoviendo su dignidad
personal.
c) Que sea un proyecto basado en la creación de condiciones que
promuevan procesos de inserción social.
d) Acciones que se inserten en la parte más sufriente de la realidad y
desvelen las injusticias sociales.
e) Que apunte desde el terreno de las acciones, de manera efectiva, a un
cambio de estructuras, que promueva la variación de pautas culturales y
proponga un proyecto de sociedad desde la vivencia de los valores del
Reino de Dios.
f) Que la acción transmita y testimonie los valores evangélicos del amor,
la justicia, la solidaridad y la paz; para así, prolongar en el tiempo la misión
de Cristo: anunciar la Buena Nueva de la cercanía del Reino de Dios que Él
mismo inaugura con su presencia.
g) Debe expresar el compromiso de toda la comunidad y estimular en
ella, la vivencia de la fraternidad.
4.2.4.4. Cáritas, espacio de encuentro para personas llamadas a ser
instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios
Nos estamos refiriendo fundamentalmente y en primer lugar al
voluntariado, ya sea realizado de forma individual o junto a otras personas.
Sin embargo conceptualizar el voluntariado es una tarea difícil debido
sin duda a su enorme heterogeneidad.
697
Cf. ECHARREN, Cáritas, 211; MAYA, Evangelización, 93-98; PRAT, Antropología,
194; JARAMILLO, Padre, 277-278; ABRIL, RMA10, 30-32.
164
Algunos expertos hablan hoy del “voluntariado en general”, del
“voluntariado social” y del “voluntariado social cristiano”698.
Entienden por voluntariado aquella tendencia social o movimiento de
ciudadanos que desde su derecho a participar en la sociedad en la que viven
se comprometen organizada y libremente en una actividad solidaria y no
remunerada económicamente, que trata de dar solución a los problemas de
otras personas699.
Consideran voluntariado social al que cumple las anteriores
características pero los destinatarios de su esfuerzo son los pobres y
excluidos700.
Sin embargo, en nuestro trabajo, hablamos de voluntariado al servicio de
los más pobres, no como consecuencia lógica de sentirse miembro de una
ciudadanía participativa, sino movidos por la caridad cristiana que tiene
como base no sólo la solidaridad, sino un fundamento de mayor alcance:
“Los hombres destinatarios del amor de Dios, se convierten en sujetos de
caridad llamados a hacerse ellos mismos instrumentos de la Gracia para
difundir la caridad de Dios y para tejer redes de caridad (CIV 5).
Desde esta concepción, cualquier cristiano comprometido en el ejercicio
de la caridad con los empobrecidos está realizando un ministerio o una labor
de apostolado, no obstante se le sigue denominando “voluntario” por estar
generalizado el uso de esta palabra en nuestra sociedad y permite además
que el cristiano que realiza esta tarea ostente carta de ciudadanía por estar
presente con pleno derecho en el campo de la acción social de nuestra
sociedad701.
El punto de partir para el voluntario de la actividad caritativo-social
eclesial es reconocer su hacer como respuesta a su propia vocación-misión
de llevar a cabo la finalidad dada por Dios a su obra creadora: “Todas las
creaturas, de hecho, no son más que el fruto de la llamada de Dios a la
existencia, a fin de realizar la plena comunión con todos y, en ellos, también
con su Creador. El hecho de que el mundo tenga una finalidad presupone
que entre los seres creados exista una creatura con su propia conciencia y
libertad. Ahora bien, entre todas las creaturas, sólo el hombre es libre y por
ello sólo él puede llegar a ser, en Cristo, a través de la fuerza del Espíritu
698
Cf. M. CABEZAS - S. CASILLAS - D. DE CASTRO, Voluntariado e inmigración, en:
Cor XIII 139 (2011) 112-117.
699
Cf. Ibid., 113-115.
700
Cf. Ibid., 115-117.
701
Cf. ALTABA, RMA6, 15.
165
Santo, el mediador para alcanzar la finalidad del mundo. El hombre es, por
tanto, el sacerdote del cosmos, porque es el único capaz de llevar a Dios los
seres creados a un encuentro personal con Él, como respuesta consciente de
lo creado a Aquel que con su Logos y su Espíritu lo sostiene”702.
El amor y el servicio al ser humano, ya sea espontáneo u organizado, es
un imperativo grabado por Dios en lo más interno de la persona humana.
Las diferentes formas de voluntariado son de gran utilidad en la medida que
contribuyen a desarrollar este imperativo de la persona, pues esta solo se
realiza tejiendo relaciones de amor mutuo y fraterno. Así pues, el servicio
no es una exigencia exterior al ser humano sino intrínseca a su vocación
divina703 .
Ahora bien, si el punto de partida lo situamos en la vocación-misión,
ésta solo se puede llevar a cabo desde Cristo: la raíz del compromiso para el
voluntario se encuentra en Cristo y su actividad no solo expresa buena
voluntad, sino que se funda en la experiencia personal de Jesucristo704.
Nos referimos pues a un voluntariado hecho con un espíritu de entrega a
Cristo en los pobres, que contribuye a hacerlo presente en el tiempo y en el
espacio testimoniando su misión liberadora y salvífica705.
El voluntariado enraizado en Cristo radicaliza cualquier forma de
voluntariado, al dotarle de una narrativa de entrega radical al otro, la
narrativa existencial de Jesús de Nazaret. Por eso, en este trabajo, hablamos
siempre de acción caritativo-social, y no sólo de acción social.
Para entender al voluntariado como tarea cristiana, P. Coduras706
propone acudir a dos fuentes. La primera, al Dios de la Biblia que se revela
como el Dios a favor de los pobres; Dios de misericordia que nos muestra
su identidad divina: amor. La otra fuente dimana del concepto de
discipulado, que otorga al cuidado del prójimo un lugar central en ese vivir
según las enseñanzas del Maestro, sinterizadas en el mandato del amor al
prójimo y la propuesta de las bienaventuranzas hechas existencia en las
obras de misericordia.
702
COMITÉ PARA EL JUBILEO DEL AÑO 2000, CoEs, 47-48.
Cf. A. BRAVO, Notas para una teología del voluntariado, en: Cor XIII 139 (2011) 133.
704
Cf. CU11; CU08; CU02.
705
Cf. J. DELICADO, La caridad en nuestras Iglesias en este fin de siglo para la misión
en el Tercer Milenio, en: Cor XIII 85 (1998). En adelante este trabajo se citará como
Caridad.
706
Cf. P. CODURAS, El voluntariado social: compromiso con la solidaridad, en: AA.VV.,
Congreso, 545-546.
703
166
Por eso, el voluntariado caritativo-social, no es una opción facultativa
para el cristiano, es más bien una llamada y una característica intrínseca del
seguimiento de Cristo. Resulta imposible ser cristiano, pertenecer a la
comunidad que hace memoria del amor de Dios por la Humanidad, sin
darnos gratuitamente en el servicio al otro, al estilo del Dios de Jesucristo y
como respuesta agradecida a su iniciativa y acción redentora-salvífica.
Podemos afirmar, pues, sin miedo a equivocarnos, el papel insustituible
del compromiso del voluntariado en el servicio de la caridad707: desde el
testimonio y la ayuda individual o a través de organizaciones, comunidades
o Instituciones708.
Es verdad, que muchos cristianos de manera individual, actúan
empujados por el amor al prójimo, ofreciendo su tiempo o ayuda material
para mejorar las condiciones vitales de los necesitados; pero, para su bien,
el de la Iglesia, y sobre todo el de los marginados y excluidos, se les
aconseja que se unan a otros cristianos para cumplir obras caritativosociales, aún mayores y mejores en cuanto realizadas comunitariamente709.
La pertenencia a una comunidad evita que la acción individual se
convierta en justificación y legitimación del individualismo, aunque este sea
religioso. La comunidad acompaña al cristiano y le aporta una narrativa, la
de Jesús de Nazaret, y una tradición hecha de la vivencia del Evangelio, y le
predispone a un estilo radical de servicio. Es la comunidad cristiana la que
puede ayudar a una reflexión crítica desde las propuestas de las
bienaventuranzas, sobre los auténticos valores puestos en juego en nuestro
compromiso caritativo-social710.
Por eso, el amor y la acción caritativa, es una tarea para cada fiel, pero lo
es también y sobre todo, para las comunidades eclesiales y para toda la
Iglesia711. El compromiso voluntario es la expresión de una comunidad que
asume su responsabilidad ante los hermanos empobrecidos; es la realización
del compromiso comunitario fraterno y solidario con los últimos. Por ello,
los obispos, ante tanta pobreza, exhortan a los creyentes a que se
comprometan en voluntariado que trate de mitigar los pesares de tantos
sufrientes712, y para ello, la comunidad cristiana fomentará el voluntariado
707
Cf. DCE 30; CCA 4.
Cf. IP 86.
709
Cf. IP 83.
710
Cf. P. CODURAS, Voluntarios: discípulos y ciudadanos. Cuadernos Cristianisme i
Justicia 68 (Barcelona 1985) 21.
711
Cf. DCE 20.
712
Cf. IP 86.
708
167
insertándolo coherentemente en la acción evangelizadora de la diócesis713.
Además, debemos considerar que “el voluntariado si se vive en su verdad de
servicio desinteresado al bien de las personas, especialmente de las más
necesitadas y a veces olvidadas de los servicios sociales, debe considerarse
una importante manifestación del apostolado” (ChL 41).
Una vez realizada esta reflexión sobre el voluntariado y el ejercicio de la
caridad eclesial con los más desfavorecidos, vamos a abordar de una manera
más concreta y precisa el voluntariado realizado a través de Cáritas.
En primer lugar el voluntariado en Cáritas714, por ser vivido desde la fe,
no es mero entretenimiento o actividad que hace que el agente se sienta útil
por hacer algo por y para los demás, es ante todo vocación.
El voluntario de Cáritas es una persona que es llamada a este servicio
desde su identidad y compromiso cristiano por el Dios de los pobres para
junto a Él y con Él, servirle en el servicio a los más empobrecidos.
Pero la vocación no solo consiste en ser llamados, contempla la
respuesta, es decir, el voluntario tiene que ser una persona que quiere ser y
es servidora de los pobres a imagen de Jesús, siguiéndolo y haciendo de su
vida una vida para los demás.
El voluntario de Cáritas, no lo es de una manera lineal, suele pasar por
distintas fases como muy bien describe A. González715: al iniciar su
andadura comienza con la ilusión de que va servir de gran ayuda a los
demás; en un segundo momento sufre el desaliento de la difícil tarea; y por
último, después de tocar fondo comienza un recorrido hacia una etapa más
estable de aceptación de la realidad y asunción de sus propios límites y
posibilidades reales.
Si el voluntario en su caminar sufre fases, también como proceso que es,
debe cumplir unas etapas para que su acción en favor de los excluidos sea
una consecuencia lógica de vivir su voluntariado como vocación:
Volvemos a acudir a A. González716, que describe las mismas de la
siguiente manera:
713
Cf. CVI Propuesta III.2.b.
Cf. ALTABA, RMA6, 17-21; CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 41-43; CÁRITAS
ESPAÑOLA, MAS, 41.
715
Cf. A. GONZÁLEZ PORTILLO, El plus del voluntariado en Cáritas, en: Cor XIII 139
(2011) 209.
716
Cf. Ibid., 210-213.
714
168
a) Una primera etapa que se puede definir como: de “mí” al “otro”, en
la que el voluntario no considera su tarea como fin y descubre en la
persona del prójimo el fin en sí mismo.
b) En la segunda, se pasa del hobby a la responsabilidad y eso se logra
cumpliendo con los compromisos adquiridos, formándose,
trabajando en equipo y siendo constantes a lo largo del tiempo en la
labor.
c) En la tercera etapa, el voluntario recorre un proceso complejo
transformación personal en su encuentro significativo con
marginado. Se transfigura él y consecuentemente su forma
relacionarse con el excluido. Estamos hablando del paso de
actuación a la dimensión.
de
el
de
la
d) Una etapa imprescindible para el voluntario es aquella que podemos
denominar como la del paso del yo personal a la comunidad
cristiana. El voluntario de Cáritas debe saberse instrumento,
administrador de los bienes de la Iglesia para con los más
necesitados. Cuando alguien es atendido o acompañado por el
voluntario, es la misma Iglesia quien lo hace.
e) El voluntario no solo realiza una acción social, sino que
fundamentalmente está contribuyendo a construir el Reino de Dios
aquí y ahora. Nos referimos a una etapa en la que se toma conciencia
de que con la acción social realizada en beneficio del empobrecido
se construye el Reino.
f) Pero para ser un verdadero voluntario de Cáritas, además de
apoyarse en conocimientos, habilidades y saberes, debe sustentarse
su tarea ineludiblemente, en la oración y la Eucaristía, ser lo que se
ha denominado en infinidad de ocasiones: “contemplativos en la
acción”.
Desde la reflexión realizada hasta este momento ¿Cuáles serán los
rasgos de un voluntariado realizado en Cáritas?
Desde la concepción central de considerar el voluntariado como una
vocación que se desarrolla como un proceso podemos enumerar las
siguientes características del mismo717:
a) El voluntario debe “sentir” y entender su labor, no como un deber,
sino como verdadero don, la respuesta. al don del amor. Y la
717
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA7, 18-19; ALTABA, RMA9, 52.
169
conciencia del don lleva directamente al agradecimiento por la tarea
encomendada, a la gratuidad al realizarla y a la generosidad en la
acción.
b) Un voluntariado organizado y que facilite la participación.
c) Un voluntariado que desde el compromiso, está siempre disponible y
activo.
d) Un voluntariado que pone de manifiesto una manera especial de
hacer, desde los valores evangélicos.
e) Un voluntariado que tiene como uno de sus cometidos ineludibles la
formación permanente.
Antes de terminar este apartado sobre el voluntariado en Cáritas y desde
el planteamiento que acabamos de realizar desde una comprensión
explícitamente cristiana tanto en sus motivaciones como en sus tareas y
retos, hace que honestamente se deba plantear el lugar de los no creyentes
en el voluntariado de la Institución718.
A lo largo de nuestro trabajo, ha quedado claro que la acción caritativasocial de la Iglesia y por tanto de Cáritas, tiene su expresión más genuina y
completa cuando es respuesta al amor de Jesucristo; pero hay lugar en
Cáritas para aquellos que sin compartir la fe y la esperanza, pueden
compartir la caridad. De hecho es el propio Jesús quien pone las bases de
esa colaboración al afirmar que “el que no está contra nosotros, está a favor
nuestro” (Mc 9, 40-41) refiriéndose a aquel que hacía milagros en su
nombre.
El Magisterio eclesial sigue esa línea cuando se refiere a la colaboración
con hombres que tengan de la vida una concepción distinta a los cristianos:
los cristianos deben estar “dispuestos a colaborar lealmente en la realización
de aquellas obras que sean por su naturaleza buenas o, al menos pueden
conducir al bien”719.
Ahora bien, como Cáritas es Iglesia y se rige en todos sus
planteamientos y acciones por la doctrina y los principios morales
eclesiales sobre todo por la Doctrina Social de la Iglesia, en la que expresa
la verdad de la misma en cuestiones sociales, no se puede negar que pueden
718
Cf. SORO, o.c., 197-199; ALTABA, RMA6, 65-67.
JUAN XXIII, Mater et magistra. Carta encíclica sobre el reciente desarrollo de la
cuestión social a la luz de la doctrina cristiana (Roma 1961) nº 239. Este documento se
citará como MM.
719
170
surgir diferencias importantes. Por ello se debe tener en cuenta estos dos
aspectos:
a) Solo los cristianos católicos identificados plenamente con la
identidad de Cáritas, pueden participar en niveles de especial
responsabilidad de la misma.
b) Toda persona que desee realizar un voluntariado en Cáritas, debe no
solo conocer la identidad de la misma, sino también, respetarla y
aceptar los criterios y directrices de acción que propone la
Institución.
Antes de finalizar, cuando en este apartado nos estamos refiriendo a
Cáritas como un espacio de encuentro para personas llamadas a ser
instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios, especialmente a los
empobrecidos, debemos decir, una palabra sobre el tema del protagonismo
que debe ejercer esta Institución en la coordinación de los diversos
movimientos eclesiales empeñados en la misma tarea.
Los obispos ya la definen como “lugar de encuentro de la comunidad
cristiana para un mejor servicio a los pobres”720; ahora bien, no parece que
su ámbito de coordinación se tenga que extender a toda la actividad
caritativa social de la Iglesia, ya que para ello, en el mismo documento
proponen la creación de otro organismo que realice esa función721, en el
que, eso sí, Cáritas gozará de la relevancia oportuna en aras de favorecer esa
misma coordinación.
No obstante, eso no significa que la Institución deba abdicar de ese
papel coordinador, lógicamente, en la medida de sus posibilidades. Puede y
debe ser nexo de cooperación e incluso de unión, de todas aquellas
organizaciones, instituciones y proyectos eclesiales, que trabajan a favor de
la justicia y la caridad, sobre todo, para con los empobrecidos y últimos de
la sociedad.
720
CVI Propuesta II.1.c.
Cf. CVI Propuesta II.3.c. Este tema ya lo hemos tratado en nuestro trabajo en el capítulo
3.2, ver notas 106 y 107. Para profundizar en esta cuestión es muy interesante acudir a: P.
JARAMILLO, La Iglesia como sujeto de la evangelización ante los retos de la sociedad y
de los pobres, en: Cor XIII 105 (2003) 56-59; P. JARAMILLO, La coordinación ¿desafío o
amenaza?, en: Cor XIII 93 (2000) 300-303. Este trabajo se citará como Coordinación.
721
171
4.2.4.5. La formación como parte fundamental del ser, el hacer y el
saber hacer de Cáritas
La fundamentación teológica del proyecto de formación de Cáritas viene
perfectamente expuesto en su Documento marco722: la caridad es el amor de
Dios manifestado al mundo por medio de Jesucristo y vivido en la
comunidad cristiana por la acción del Espíritu. Así el creyente descubre que
Él nos amó primero y a partir de esta experiencia mediante la que nos
abrimos a su amor, nos vamos transformando en el sentido de amar como Él
nos amó: Jesús nos amó, mostrando con signos y palabras su amor
preferencial por los pobres. De esta misión participamos los creyentes
bautizados en Cristo.
Por ello, el objetivo final de todo proyecto de formación en Cáritas es la
configuración con Cristo, aprender a vivir como Cristo vivió y a amar como
él amó. No solo referida esta enseñanza a sus agentes, sino a toda la
Comunidad eclesial; desempeñando la Institución un papel catalizador o de
impulso en la propia Iglesia, pero a la vez estando abierta a aquellos
procesos formativos de otros grupos o congregaciones eclesiales que
persigan el mismo fin, para enriquecimiento mutuo entre las diversas
delegaciones e instituciones y proyectos formativos existentes.
La necesidad de formación es una inquietud constante expresada por
todos los miembros de Cáritas y en todos los niveles, debido, seguramente,
a que la realidad social se va haciendo muy problemática y la intervención
caritativa-social altamente compleja.
Es necesaria una formación de sus agentes para723:
a) Conocer que es Cáritas, por que actúa y desde donde actúa.
b) Conocer y analizar la realidad para incidir en ella de una manera
transformadora.
c) Ahondar en el sentido que tiene la pertenencia a la propia
comunidad cristiana.
d) Descubrir la mejor manera de servir a los pobres y defender su
causa.
e) Adquirir habilidades en el empleo de metodología y técnicas.
f) Purificar desde los valores evangélicos las motivaciones que
impulsan al agente de Cáritas a colaborar con ella.
722
723
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 17-18.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 43-44.
172
Desde esta breve introducción se deduce fácilmente que la formación es
parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas.
La formación e identidad en Cáritas se coimplican, existe entre ambas
un flujo bidireccional, si bien, podemos considerar la identidad como la que
inicialmente configura, da forma y contenidos, a la formación y esta da
consistencia a la identidad.
Por eso, en esta relación dialógica identidad-formación, el carácter
primordial le corresponde a la identidad ya que la formación se configura
desde el ser y lo que está llamada a hacer la Institución, A la vez, una
formación así concebida se orienta a facilitar y profundizar la identidad de
Cáritas en su ser y hacer724.
Los obispos españoles coinciden en la importancia de la formación de
los voluntarios y el papel tan importante que debe realizar Cáritas en dicha
tarea, tal como señalábamos más detenidamente en el apartado anterior de
este trabajo.
Centrando la mirada y la atención sobre los voluntarios que en
organizaciones eclesiales realizan su servicio con los empobrecidos, los
obispos hacen hincapié en que la formación además de permanente debe ser
eclesial725 y creen que es necesario y fundamental cuidar la motivación y
finalidad de su acción ya que si se atendiera solo al aspecto técnico y no al
motivacional, se comprometería seriamente la dimensión eclesial del
ejercicio de la caridad.
Los obispos no hacen más que reconocer el magisterio pontificio: “Los
agentes de la caridad eclesial deben ser conscientes de que en su labor son
seguidores de Cristo” (CIA91, 4) “La formación de los agentes debe abarcar
el aspecto humano-profesional así como el teológico, espiritual y pastoral”
(CU08).
Esta reflexión es actualizada por Benedicto XVI cuando se refiere al
perfil específico de los que ejercen el servicio de la actividad caritativa
eclesial: “Las organizaciones caritativas de la Iglesia, comenzando por
Cáritas (diocesana, nacional, internacional), han de hacer lo posible para
poner a disposición los medios necesarios y, sobre todo, los hombres y
mujeres que desempeñan estos cometidos. Por lo que se refiere al servicio
que se ofrece a los que sufren, es preciso que sean competentes
profesionalmente: quienes prestan ayuda han de ser formados de manera
724
725
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 13.
Cf. CCA 28 y 39.
173
que sepan hacer lo más apropiado y de la manera más adecuada (…).
Cuando trabajan en las instituciones caritativas de la Iglesia deben
distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo más conveniente en
cada momento, sino por su dedicación al otro con una atención que sale del
corazón, para que el otro experimente su riqueza de humanidad. Por eso
dichos agentes, además de la preparación profesional, necesitan también y
sobre todo una formación del corazón” (DCE 31).
La reflexión realizada hasta aquí, pone de manifiesto la importancia que
la formación debe y tiene para Cáritas como configuradora de su ser y de su
hacer en el ejercicio de la caridad que le es afín por vocación y misión.
Así se reconoce en el documentos que reflexiona sobre su identidad, en
la que destaca su labor “ad intra” pero también alerta sobre la importancia
de su tarea “ad extra”: “Cáritas debe jugar un papel relevante en el esfuerzo
formativo, para lograr que la comunidad reflexione sobre las implicaciones
que conlleva el ejercicio de la caridad, y situar a todos en un proceso
pedagógico que acierte a combinar el conocimiento crítico de la realidad,
las distintas técnicas de intervención social y el cultivo de un talante
personal y comunitario entrañablemente solidario”726. Así se descubre que
uno de los medios más importantes para la animación de Cáritas en la
comunidad cristiana es, sin lugar a dudas, la formación727.
La formación en Cáritas tiene una metodología y unas características
propias. Así mismo se apoya en unas claves determinadas y desarrolla unas
propuestas formativas que tienen en cuenta: el ámbito que se desea atender,
el perfil de los destinatarios y los contenidos que debe contemplar el
proceso formativo.
La metodología que emplea Cáritas es la de la "Lectura Creyente de la
Realidad"728.
Las características de la propuesta formativa de Cáritas son729:
a) Lectura creyente de la realidad de los pobres.
726
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 50.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Diaconía, 20; F. GARCÍA GUTIÉRREZ, El dinamismo y
la fuerza de un proceso formativo ¿Hasta dónde creemos en la formación?, en: Cor XIII 93
(2000) 208-209.
728
No nos detenemos más en esta cuestión, pues ha sido tratada cumplidamente y de
manera pormenorizada en el capítulo 4.2 de nuestro trabajo.
729
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA4, 19-21.
727
174
b) Que incida en el desarrollo de todas las dimensiones (afectiva,
intelectual, social, religiosa) de la persona, teniendo en cuenta que
ésta es el eje y centro de la acción de Cáritas.
c) Trabajar las aptitudes-actitudes de empatía con el objeto de formar
en la relación de ayuda a los demás desde una clave evangélica.
d) Los agentes se formarán en lo técnico y en lo espiritual, de tal
manera que puedan ser teólogos, técnicos y testigos: nos estamos
refiriendo a que la formación sea integral.
e) Una formación en reciprocidad, es decir, que se da pero también se
recibe.
f) Desde el acompañamiento de procesos.
g) Una formación liberadora y transformadora que hace personas
libres, en diálogo, comunitarias.
Estamos manifestando que la formación, es así, una mediación de la
acción para la transformación de las propias personas y de la sociedad.
Las propuestas formativas de Cáritas deben tener en cuenta730:
a) El perfil de los destinatarios: directivos de la institución,
contratados, voluntarios.
b) El ámbito que se desea atender: parroquial, diocesano, nacional.
c) Los contenidos que se desean abordar: ya sean para profundizar en
la propia identidad institucional o eclesial; nos estamos refiriendo al
“ser”. O bien, que incidan en la actuación de carácter social; estamos
hablando del “hacer”. O ya sean para desarrollar habilidades y
técnicas necesarias para llevar a cabo la específica labor de Cáritas;
estamos en el terreno del “saber hacer”.
El último paso en la formación que se lleva a cabo en Cáritas, es buscar
unos criterios y unas claves que nos descubran si el proceso formativo
cumple las expectativas y los objetivos planteados inicialmente.
La reflexión de la propia Institución propone cinco claves731:
a) Que el proceso permita escuchar mejor el clamor de los
empobrecidos y responder a su sufrimiento.
730
731
Cf. Ibid., 27-28.
Cf. Ibid., 25; CÁRITAS ESPAÑOLA, Formación, 21-27.
175
b) Que haga reflexionar sobre el compromiso adquirido en el ejercicio
de la caridad.
c) Que el agente de Cáritas encarne y muestre el rostro de Jesús de
Nazaret.
d) Que contribuya a construir comunidad.
e) Que permita y facilite trabajar de forma programada y organizada.
4.2.4.6. Algunas propuestas concretas de Cáritas
En el año 2002, Cáritas Española en el marco reivindicativo de la puesta
en marcha por parte del Estado Español de un Plan Nacional para la
Inclusión Social, señalaba algunas medidas específicas que deberían
llevarse a cabo para atajar el fenómeno de la exclusión social732. Estas
propuestas son: en primer lugar, garantizar las rentas y la protección
familiar; en segundo lugar, elaborar un plan de empleo; y en tercer lugar,
una serie de medidas que incluirían: asegurar los niveles educativos básicos
a todos los ciudadanos, favorecer programas de vivienda digna, asistencia a
la dependencia de personas ancianas, y establecer programas sociosanitarios
de atención y prevención de la prostitución y drogadicción.
El reciente informe Foessa, sigue señalando los mismos ámbitos de
intervención: rentas, empleo, educación, sanidad y vivienda733; si bien,
añade la carencia o no de los servicios sociales en un territorio o
sociedad734.
En el año 2010 y en el marco del Congreso Europeo sobre pobreza y
exclusión social, se insiste sobre las mismas medidas pero haciendo un
llamamiento claro a tener una especial atención con los inmigrantes735 en
todas las cuestiones antes referidas. Así mismo se insiste en mejorar la
732
Cf. SERVICIO DE ESTUDIOS Y PROGRAMAS DE PERSONAS SIN TECHO.
CÁRITAS ESPAÑOLA, Asociaciones, Instituciones y ONG´S católicas en la promoción
de un nuevo compromiso ético cristiano. Inclusión social: Un derecho constitucional, en:
Cor XIII 101 (2002) 279-289.
733
Cf. FOESSA, Resumen, 14-15; FOESSA, Conclusiones, 89-144.
734
Cf. Ibid.,145-156. Benedicto XVI nos recuerda el peligro que conlleva que los países
recorten su gasto social, ya que no sólo se mantienen los niveles de pobreza sino que
pueden aumentar: Cf. CIV 25. Proclama de una manera clara que se mejoren los servicios
sociales en todos los países: Cf. CIV 60.
735
CÁRITAS ESPAÑOLA, Propuestas2010, 10-11 y 14.
176
gobernanza de las políticas sociales736 y prestar especial atención a la
cooperación con países del Tercer Mundo737.
En el año 2011 Cáritas hace unas propuestas políticas en el marco de la
actual crisis que vivimos, insistiendo sobre los ámbitos antes indicados pero
incorporando un apartado sobre la financiación y fortalecimiento del Tercer
Sector738.
4.2.5. Claves que Cáritas debe emplear para verificar periódicamente sus
resultados
Es importante analizar lo que se hace y la perspectiva de tales acciones
en el presente y para el futuro. Esta revisión debe valorar cuanto haya de
positivo en lo que se está haciendo, reconocer las deficiencias que se
produzcan y proyectar un programa para el futuro.
Los obispos lo manifiestan claramente: “Cáritas, en sus diversos niveles,
deberá revisar sus actitudes y actividades” (CVI Propuesta II.3.a).
4.2.5.1. La reflexión sobre sus acciones, tarea permanente de Cáritas739
Es preciso y necesario que Cáritas aborde procesos de reflexión sobre la
acción no solo para comprobar que cumple los objetivos marcados, sino
además, debe evaluar “como” los alcanza. En el caso de no lograrlo debe
preguntarse por qué razón no los ha alcanzado.
La reflexión tiene un momento previo antes de actuar, en el que se
analiza y planifica: cuales son las principales necesidades de las personas
que se quiere acompañar y ayudar. Así mismo las causas y consecuencias
del problema que se quiere solucionar. Se debe plantear así mismo, el por
qué y el para qué se actúa, priorizando algunas intervenciones y depurando
las razones y motivaciones del agente comprometido en la acción. Todo
esto hace que se puedan establecer objetivo claros, concretos, que permitan
medir el grado de transformación personal y social que se ha conseguido
con el servicio de Cáritas. La evaluación de estos objetivos es la tarea que
estamos especificando en este apartado. La reflexión sobre la acción
736
Cf. Ibid., 14.
Cf. Ibid., 10 y 18.
738
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Crisis, 59-80.
739
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 64-65; CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 33; ABRIL,
RMA10, 21.
737
177
realizada por la Institución ha de ser un proceso permanente, no una
actividad puntual, y precisa de un método de revisión que lo haga realmente
formativo y no se convierta la reflexión en una mera “evaluación práctica”.
Un proceso que podríamos denominar de “ida y vuelta”, es decir, que
lleva a tomar decisiones y aplicarlas, para mejorar la acción y volver a ser
evaluada.
Es necesario insistir que no solo se debe evaluar si se han alcanzado
“objetivos sociales”, sino si en la acción de Cáritas hay justicia, compasión,
fraternidad, misericordia y pone de manifiesto el amor del Dios de
Jesucristo al género humano, a la vez que contribuye a la construcción del
Reino de Dios.
4.2.5.2. Evaluar el acompañamiento que hace a las personas
marginadas740
El acompañamiento es en sí mismo una propuesta transformadora que
provoca cambios reales y por tanto evaluables, que aunque en ocasiones son
difíciles de medir desde parámetros puramente cuantitativos, sí que son
fácilmente percibidos en un nivel de relación y conocimiento mutuo, por el
acompañante y sobre todo por la persona acompañada.
Cuando Cáritas mediante sus agentes acompaña, acontece que en ese
caminar mutuo, que está sujeto a los aconteceres vitales de la persona y de
la sociedad, surgen permanentemente elementos no previstos, cuestiones
nuevas que se deben saber afrontar.
Acompañar no significa una renuncia a la planificación, muy al
contrario es necesario hacerla; pero teniendo en cuenta que si se desarrollan
procesos de planificación centrados en las actividades en lugar de tener
también en cuenta las estrategias de acompañamiento, se conseguirá un
desarrollo eminentemente programático de las actividades, medios y
recursos. Una evaluación que no tenga en cuenta el acompañamiento
realizado, se circunscribirá a valorar lo que ha realizado y lo que no se ha
llevado a cabo, pero no se llegará a que Cáritas se pregunte por los objetivos
que el acompañamiento persigue741.
Por tanto, para evaluar correctamente lo planificado es absolutamente
necesario valorar todo lo referente al acompañamiento y que abarca no solo
740
741
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 66; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 47.
Ver apartado 4.2.4.1.
178
a la persona acompañada, sino a como Cáritas y sus agentes acompañan y
de qué manera; tratando de incorporar aquellas mejoras que se consideren
necesarias: cercanía, itinerario conjunto, respeto a las decisiones de la
persona a la que se acompaña.
4.2.5.3. Revisar periódicamente la formación de sus voluntarios y
trabajadores742
La reflexión sobre la acción realiza por Cáritas y a la evaluación de los
objetivos determinados, arrojan luz no sólo sobre el rendimiento y labor de
voluntarios y trabajadores, sino que además ayuda a identificar dificultades
que pueden minimizarse con una adecuada formación.
De aquí se deduce que la formación también debe ser sometida a
revisión.
Para ello, debemos preguntarnos si el agente de Cáritas:
a) ¿Sabe realizar una "Lectura Creyente de la Realidad"? Se le debe
dotar en todo caso, de herramientas para que conozca las estructuras
sociales y a la luz del Evangelio sepa establecer acciones que
incidan sobre la realidad para transformarla en la dirección del
Reino de Dios.
b) ¿Establece una adecuada relación de ayuda? Se deben reforzar las
aptitudes-actitudes de empatía.
c) ¿Se forma integralmente aunando lo técnico y espiritual? Debe
formarse en las dos dimensiones.
d) ¿Realiza bien el acompañamiento? La formación incidirá en la
cercanía, el caminar juntos, y el respeto a las decisiones del otro.
e) ¿Lucha por transformar a las personas y hacerlas libres y eliminar
estructuras sociales de pecado? Debe formarse en la lucha por la
justicia.
f) ¿Contribuye a crear comunidad estimulando desde la sensibilización,
la participación social y la implicación de la comunidad cristiana en
el ejercicio de la caridad con los últimos de la sociedad? La
formación en la sensibilización de la sociedad es fundamental.
742
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 20; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 67-68;
GARCÍA GUTIÉRREZ, o.c., 251-252.
179
g) ¿Tiene clara su motivación? ¿y el compromiso? Debe reforzarse su
formación en la relación inseparable que existe entre el Dios de
Jesucristo y el servicio de la caridad.
h) ¿Muestra su diaconía el rostro de Jesús? Para ello debe formarse en
un correcto seguimiento de Jesucristo y la espiritualidad que dimana
de dicho discipulado.
4.2.5.4. Trabajar con otros organismos, instituciones, entidades y hacer
discernimiento evangélico de dicha colaboración
El Magisterio es claro al respecto: “La entidades eclesiales (…), podrán
animar cristianamente también a las instituciones civiles, favoreciendo una
coordinación mutua que seguramente ayudará a la eficacia del servicio
caritativo” (DCE 30).
El mismo documento habla de la colaboración con otras Iglesias y
comunidades no católicas “puesto que todos nos movemos por la misma
motivación fundamental y tenemos los ojos puestos en el mismo objetivo:
un verdadero humanismo, que reconoce en el hombre, la imagen de Dios y
quiere ayudarlo a realizar una vida conforme a esta dignidad” (DCE 30).
Más adelante se dice: “La apertura interior a la dimensión católica de la
iglesia ha de predisponer al colaborador a sintonizar con las otras
organizaciones en el servicio a las diversas formas de necesidad” (DCE 34).
Siguiendo esta línea, Cáritas trabaja “en red” con otras organizaciones,
teniendo presente que en el mundo de la pobreza y exclusión no es la única
que interviene. Existen otros grupos de creyentes y de otros ámbitos que
también lo hacen, así como el conjunto de las Administraciones Públicas.
En esta realidad sufriente, cada organización aporta su estilo peculiar y
su manera específica de hacer, lo que supone en muchas ocasiones una
dificultad para trabajar en común. No obstante, Cáritas, cree que “los
principios de subsidiaridad, participación y solidaridad, enmarcados en una
actitud de diálogo y encuentro colaborador, que no excluye la crítica y la
denuncia, son los elementos que han de articular ese encuentro con otros
agentes”743.
Cáritas desde hace muchos años, trabaja en red con otras organizaciones,
sabiendo que esta labor es dar un paso cualitativo sobre la mera
coordinación, en que las relaciones entre los intervinientes se hacen
743
CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 69.
180
igualitarias, corresponsables y complementarias; sin que nadie renuncie a su
propia identidad. Trabajar en red supone ser conscientes de que la propia
red es objeto de trabajo, que contribuye a que unos aprendan de los otros,
que no se dupliquen acciones, y en definitiva hace que las organizaciones,
organismos y entidades intervinientes pongan por delante del protagonismo
institucional el servicio que se presta a quienes lo necesitan744.
Este trabajo en común debe someterse siempre al discernimiento
evangélico, es decir, se suspenderá si los valores del evangelio son
conculcados.
Un apartado especial merece en este capítulo, la relación que debe
establecer Cáritas con las Administraciones Públicas.
Tanto la protección social como la integración de personas y colectivos
excluidos son derechos reconocidos por las leyes del Estado, aunque no
estén todos garantizados. La responsabilidad de asegurar estos derechos
corresponde a los poderes públicos, para lo cual deben actuar directamente
o bien mediante el apoyo a organizaciones sociales promoviendo así la
participación ciudadana y su contribución al bien común745.
Nuestros obispos animan a que las instituciones eclesiales en su ejercicio
de la caridad colaboren con las Administraciones Públicas: “Las
instituciones de acción caritativo-social crearán los oportunos cauces de
colaboración con las Administraciones Públicas” (CVI Propuesta I.5.b).
Desde un reconocimiento mutuo y democrático, Cáritas y las
Administraciones Públicas establecen recíprocas relaciones en las que no
peligran las propias competencias, ni las identidades específicas, creándose
un marco de colaboración positiva que no invalida la denuncia profética,
cuando sea necesario realizarla746.
Por tanto, la actividad de Cáritas no puede establecer una competitividad
con las Administraciones Públicas, ni considerarse alternativa; es más bien
una acción complementaria747.
¿Cuáles son los criterios que Cáritas tiene en cuenta en su relación con
las Administraciones Públicas?748
744
Cf. Ibid., 69-70.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 25.
746
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Administraciones, 18.
747
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 26.
748
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Administraciones, 22.
745
181
a) No organizar proyectos y servicios, por el mero hecho de que la
Administración aporte fondos económicos para crearlos.
b) La concesión de una aportación económica nunca debe hipotecar la
libertad de Cáritas para realizar la denuncia profética.
c) Que Cáritas no sea mera receptora de la financiación.
d) No crear duplicidades en las acciones.
e) Respeto absoluto a la identidad de Cáritas y salvaguarda de su
independencia.
f) Cáritas no debe comprometerse más allá de sus posibilidades.
g) No suplantar las responsabilidades de otros, especialmente de las
Administraciones Públicas.
Por último, es muy interesante señalar las condiciones que el Pontificio
Consejo “Cor unum” manifiesta como indispensables, para que las
organizaciones eclesiales que se dedican a la actividad caritativa-social con
los empobrecidos, acepten una financiación o subvenciones de las
Administraciones Públicas749:
a) No aceptar condiciones contra la fe cristiana.
b) No crear dependencias de la Administración.
c) Mantener la transparencia en la gestión de fondos.
4.2.5.5. Cáritas no debe suplantar la acción socio-caritativa de la
comunidad cristiana, sino animarla teniendo en cuenta a toda la sociedad
En un apartado anterior de este trabajo, hemos tratado un aspecto
fundamental de la acción de Cáritas, que no es otro que el de animación en
la comunidad cristiana750.
Ahora bien, animar y acompañar la acción caritativa-social de la Iglesia,
plantea a Cáritas un reto fundamental: no suplantar la acción de la
Comunidad, abandonando la intencionalidad de que la comunidad cristiana
únicamente conozca y apoye lo que Cáritas hace, sino que el “hacer” de la
Institución debe dirigirse a que toda la Comunidad se implique en el
749
Cf. P.J. CORDES, Conclusiones de la XXV Asamblea plenaria del Pontificio Consejo
“Cor unum” (El Vaticano 2003) 98. Esta Asamblea de citará como CUAP03; y el trabajo
como ConclusionesCU.
750
Ver apartado 4.2.4.2.
182
ejercicio de la caridad con los empobrecidos, una acción que anime a todos
a hacer. Se trata, pues, de una tarea dirigida antes a la implicación de la
comunidad que a su suplantación o la puesta en marcha de iniciativas al
margen de ella751.
Cáritas es solo representante de la Iglesia, haciéndola presente en medio
de los excluidos y empobrecidos y mediante ella a Cristo. Toda la
comunidad cristiana es responsable en el ejercicio de la caridad y por ello ha
de optar por los pobres.
Cáritas, es pues, solo mediadora en cuanto Institución, no protagonista;
los protagonistas son Dios, la Comunidad y los marginados. Por ello, ni
Cáritas ni sus agentes pueden ni deben suplantar a la comunidad cristiana en
su actividad caritativa-social para con los últimos y desheredados de la
sociedad.
Por otro lado, aunque hasta ahora cuando nos hemos referido a la
Comunidad, queríamos señalar a la Iglesia misma, comunidad significa dos
ámbitos distintos e inseparables: la comunidad cristiana y nuestro sociedad,
nuestro entorno civil.
Ésta, la sociedad, también debe ser animada por Cáritas; así lo
manifiesta claramente Juan Pablo II: “La actividad de Cáritas es trabajar
para sensibilizar a todos los hombres sobre esa tarea” (CIA03, 5).
Esto supone que Cáritas debe denunciar ante toda la sociedad las
situaciones de injusticia, con todos los medios a su alcance y proponer
acciones, para que las personas y la sociedad entera luchen por un mundo
más justo, fraterno y solidario.
La sensibilización que debe llevar a cabo Cáritas, de la sociedad,
consiste en dar a conocer la realidad –en concreto de los empobrecidos–
para que las personas puedan tomar conciencia de las necesidades y
problemas de los marginados; y también conocer oportunidades de mejora
para aquellos. Se trata de despertar sentimientos y desarrollar actitudes
críticas sobre la exclusión y que esto motive a los ciudadanos a implicarse
en una acción de mejora de nuestro mundo y de aquellos que carecen de lo
mínimo para llevar una vida digna.
751
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 40; 70-71. No suplantar la acción de la Comunidad
pasa por que Cáritas no se obsesione con "la titularidad de las acciones", sino que debe
hacerlo con las características y opciones propias de la actividad: Cf. CÁRITAS
ESPAÑOLA, MAS, 71.
183
No se trata únicamente de que Cáritas haga visibles las situaciones de
injusticia, que de voz a los que no la tienen; supone también analizar y
llegar hasta las causas que provocan la pobreza y promover acciones en la
ciudadanía que permitan la desaparición de aquella, haciendo conscientes a
todos, de la necesidad de luchar por los derechos de las personas, la
tolerancia, el altruismo, la solidaridad y la justicia752.
4.2.5.6. Cáritas debe revisar su organización interna, de tal manera que,
esta no entorpezca lo esencial de su acción socio-caritativa
El documento CVI expresa con toda claridad que Cáritas debe revisar
sus formas organizativas753 ¿A qué se refieren, o de qué quieren advertirnos
nuestros obispos con esta propuesta?
Sin duda del enunciado de este apartado: que la organización en Cáritas
–tan necesaria– no suponga un obstáculo para que lleve a cabo su
ministerio, su acción caritativa-social con los empobrecidos, que constituye
lo esencial de su misión.
Para que la acción de Cáritas sea eficaz, ha de estar organizada, las
estructuras organizativas son imprescindibles. Ahora bien, la organización
es una mediación y como tal debe ponerse al servicio de la misión. Si la
organización de la Institución la encierra en sí misma, la distancia de los
marginados, y está al servicio de autoretroalimentarse en un círculo cerrado
y vicioso, entonces se convierte en el mayor obstáculo para que Cáritas sea
lo que debe ser: servicio amoroso del Dios de Jesucristo, para los demás,
especialmente los últimos de la sociedad, los que menos tienen y más
necesitan.
Es claro que la tarea de Cáritas necesita de una compleja organización.
También es patente que ninguna estructura es perfecta. Por ello, sabiendo
que una organización determinada puede facilitar o dificultar la labor a
realizar, Cáritas debe revisar permanentemente cómo se organiza y
estructura su acción, para que lo estructural-organizativo no atente a lo
esencial de su misión.
En ese sentido ya manifestaba el documento que reflexionaba sobre la
identidad de la propia Institución: “Cáritas debe evitar siempre las
asechanzas de una burocratización exagerada o de un profesionalismo
752
753
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 65-66.
Cf. CVI Propuesta II.3.a.
184
extremo, que maten el espíritu y no dejen lugar para la acción de los
voluntarios con carisma para la acción caritativa y social”754.
4.3. Cáritas testimonio del amor del Dios de Jesucristo
En la introducción de este mismo trabajo decíamos que cuando
reflexionamos sobre el “ser” y el “hacer” de Cáritas, considerando su
identidad y su modo de actuar, verificaríamos que la tarea que realiza desde
lo que es, testimonia el amor del Dios de Jesucristo a los hombres y mujeres
de hoy.
Podemos empezar a confirmar que el ser y la misión de Cáritas están
radicadas y nacen de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento de Cristo
Jesús y de la acción del Espíritu. Así pues, el fundamento del ser de Cáritas
y la fuente de su acción es el amor del Padre que se nos ha comunicado en
Cristo por la efusión del Espíritu. Por ello, podemos afirmar, que existe
Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para
anunciar el Evangelio a los pobres sigue suscitando en la Iglesia el amor a
los pobres. De aquí surge, pues, también, la misión.
Y Cáritas testimonia el amor de Dios, actualizando a Jesucristo mediante
su acción en la sociedad que le toca vivir. Pero no de cualquier manera, es
necesario que sus miembros se configuren con Cristo, que aprendan a vivir
como Él vivió y a amar como Él amó; es decir, que el ejercicio de la caridad
que sus agentes realizan con los empobrecidos debe llevar el sello del
“estilo de Jesús”: sabiendo que el Amor fundamenta su acción; que se deben
encarnar en los contextos de marginación; que lo deben hacen desde una
existencia vivida con sencillez, modestia y austeridad; sembrando esperanza
donde solo existe el vacío y la sin razón; sabiéndose peregrinos y que el
servicio configura su vida de proexistencia hasta ser uno con Cristo en el
Amor.
Y es el mismo Espíritu que acompañó a Jesús de Nazaret el que suscita
en Cáritas el carisma de la caridad, el servicio a los últimos y necesitados de
nuestro mundo.
Pero Cáritas testimonia el amor de Dios, desde la Iglesia y porque es
Iglesia: si Cristo revela el amor de Dios para con el género humano, la
Iglesia unida a Él está llamada a vivirlo y manifestarlo: la Iglesia ha
recibido el ministerio de la caridad que propiamente solo pertenece a Cristo,
754
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 58.
185
y así aquel se convierte en dimensión constituyente de la misma y no
excluye en su ejercicio a ninguno de sus miembros.
La acción caritativo-social eclesial como dimensión constitutiva eclesial,
tiene su origen en Cristo como forma interna de la existencia y de su ser
Iglesia, y requiere expresarse en formas de existencia y actuaciones
históricas plurales, entre las que se encuentra como más representativa
Cáritas.
Así pues, la propia Cáritas, con esa doble vertiente de estar radicada y
nacer del amor de Dios y en su actuación histórica, puede considerarse
como dimensión constitutiva de la Iglesia, participando de la diaconía
eclesial.
Y es testimonio del amor de Dios en el servicio a la persona humana:
Dios cuando crea al hombre le da un puesto excepcional entre todas las
criaturas haciéndolo a su imagen y semejanza y dotándolo así de una
dignidad inalienable. Cristo, imagen perfecta de Dios y revelador de Dios al
hombre y del hombre a sí mismo; se identifica con los más pobres, por eso
los excluidos son presencia de Cristo en el mundo, son quasi sacramento de
Él. Por eso, Cáritas en su labor está al servicio del ser humano desde el
reconocimiento de su dignidad haciendo de él el centro de su acción
caritativa-social y así testimoniando el amor de Jesucristo hacia ellos y lo
que es más, encontrándose con Él en su tarea diaconal, posible esta, gracias
a la vida en el Espíritu de todos sus miembros.
De esta manera, Cáritas es un servicio pastoral eclesial, que se convierte
en Buena Noticia para los empobrecidos porque les muestra el rostro de
Jesucristo.
Pero si Cáritas, es testimonio del amor de Dios desde su “ser” también lo
manifiesta en su manera de "hacer", descubriéndolo en la realidad en la que
se desenvuelve la Institución, intentando erradicar el mal desde sus propias
raíces. Tratando como Jesús, de empujar la historia según el proyecto
originario de Dios, desde la justicia cristiana y el amor misericordioso
vivido como lo hizo Jesús de Nazaret.
En su acción Cáritas hace presente a Cristo acogiendo y acompañando a
los marginados; haciendo que sus acciones sean para este mundo signos e
instrumentos del Reino de Dios; animando a la Comunidad de los
seguidores de Jesús, a que tengan su misma preferencia amorosa por los
pobres y luchen por su inclusión, liberación y salvación. También lo
actualiza, cuando la Institución es espacio de encuentro para las personas
que se sienten llamadas a ser instrumentos de la Gracia para difundir el
186
amor de Dios y cuando, formando a sus agentes, les enseña a vivir como
Cristo vivió y amar como Él amó.
Seguir a Jesús en su proexistencia y testimoniarlo, es imposible hacerlo
de una vez para siempre; es un proceso dinámico e inacabado. Es por ello,
que Cáritas para manifestarlo fehacientemente en nuestra sociedad, necesita
verificar periódicamente su “hacer” y ver si su acción es fiel a su “ser”, para
mostrar el amor del Dios de Jesucristo.
187
188
5.
CÁRITAS COMO EXPRESIÓN DEL SER DIACONAL DE
LA IGLESIA: SIGNO Y PORTADORA DE LA SALVACIÓN
DE DIOS EN CRISTO
5.1. El ser diaconal de la Iglesia
Denominamos diaconía al "servicio de la caridad (Cf. SRS 40), de una
caridad que es participación del amor de Dios misericordioso y defensor de
los pobres; que inspira una nueva justicia evangélica y va más allá de lo
justo legalmente; que aporta liberación a los pobres y denuncia las obras
malas de las tinieblas; que tiene una clara incidencia política porque busca
el Reino de Dios, otro «gobierno del mundo» que no deje ya espacio a la
marginación de ninguna persona humana; que demanda «examinar las
relaciones de cada hombre consigo mismo, con el prójimo, con las
comunidades humanas, incluso con las más lejanas, y con la naturaleza»
(SRS 38)”755.
5.1.1. Fundamento de la diaconía eclesial: Jesucristo, que vino para
servir
Ungido por el Espíritu, Jesucristo anuncia en Nazaret la Buena Nueva a
los pobres: el año de Gracia. Gracia y don que ponen de manifiesto la
dignidad de los pobres, las injusticias que sufren los débiles, las
insuficiencias del derecho y la incapacidad de la ley para devolver a todos
los seres, la dignidad velada, la fraternidad y la comunión756.
Desde ese momento especialmente, el amor de Dios lo ocupa totalmente
en favor de los demás, teniendo su corazón a disposición y para las
necesidades y las penas diarias de los pobres757.
Es extraño para un hombre de la antigüedad el respeto con que trata a las
mujeres. Considera que la pobreza y la enfermedad no solo no son castigo
de Dios, sino que más bien, Dios ama preferencialmente a los pobres y
enfermos. Lo más llamativo ya entonces era que admitía en su compañía y
755
ECHARREN, Cáritas, 195.
CÁRITAS ESPAÑOLA, Comunicación, A3p5.
757
Mt 9, 36.
756
189
hasta en su mesa también a los pecadores y marginados, a los socialmente
impuros y a los parias758.
Pero, si algo podemos afirmar también de la existencia de Jesús, es que
es esencialmente entrega y donación a Dios y los hermanos; es decir, su
vida es servicio759 que aparece indisolublemente unida a su misión760: Jesús
no vino a ser servido sino a servir761, entre sus discípulos es como un
servidor, no rehúye ni siquiera el servicio más bajo propio de esclavos, y así
manifestó la misericordia de Dios762. Toda su vida fue una epifanía de ese
amor: “Pasó haciendo el bien” (Hch 10,38). La concentración máxima de
ese amor es el “misterio pascual”: “Sabiendo Jesús que había llegado la
hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1). Y les lava los
pies arrodillándose para indicar que toda la vida ha de ser una pro-existencia
al servicio de los demás, incluso de esa manera humilde y llena de esa
comprensión y mansedumbre que significa esta especie de parábola en
acción763.
Su servicio a los demás vale para que los hombres reconozcan la bondad
de Dios y lo alaben; de modo que no solo es el hombre para los demás sino
igualmente para Dios764.
5.1.2. Prolongar el servicio de Jesucristo en todo tiempo y lugar
El sentido de ser cristiano es prolongar el servicio de Jesucristo, y este
servicio se continúa, en la diaconía de la Iglesia, a la humanidad por medio
del Espíritu Santo que se nos ha dado: “El Espíritu –el que introduce en la
vida, el que abre la novedad– del mismo modo que el agua hace que el trigo
758
Cf. W. KASPER, Jesús el Cristo (Salamanca 1998) 83. Este trabajo se citará como
Jesús.
759
Cf. IP 15; Mc 10, 45.
760
Cf. IP 11-12.
761
Cf. Mc 10, 45.
762
D. SATTLER - T. SCHNEIDER, Doctrina de Dios, en: T. SCHNEIDER (ed.), Manual
de Teología Dogmática (Barcelona 1996) 127.
763
Cf. J. DELICADO, Nueva, 15; R. PRAT, 238. “La metáfora evangélica de «lavar los
pies», es un lenguaje pedagógico dado que explica el sentido evangélico del amor” (PRAT,
Antropología, 286). Lavar los pies desde las actitudes de Jesús es el camino más humano,
armónico y más alegre que existe para vivir el amor y en el Amor: Cf. PRAT,
Antropología, 85-88.
764
Cf. KASPER, Jesús, 83.
190
se convierta en masa y pan, nos hace uno con Cristo. Así como el agua hace
que fructifique la tierra seca, así también el Espíritu actúa en nosotros”765.
Con la trasformación y re-creación que el Espíritu Santo hace en nuestro
interior, somos empujados y misionados hacia el servicio del amor766.
Armoniza el corazón humano con el de Cristo y nos hace amar a los
hermanos767, especialmente a los más desvalidos768, sintiéndonos así
protagonistas de la misión principal de Cristo, que fue –y sigue siendo en
nosotros– la de anunciar el Evangelio a los pobres, liberar a los oprimidos y
curar a los enfermos769, para dar testimonio del amor misericordioso de
Dios770.
La vocación de la Iglesia consiste en prolongar el servicio de Jesucristo
en todo tiempo y lugar; donde actúa Cristo allí toma parte la Iglesia, porque
Cristo no quiso estar solo, sino que acontece, en cierto sentido, un doble
“darse” al tomar también a sus seguidores y hacerlos partícipes en su
servicio. Con ello se hace comprensible el sentido histórico de la Iglesia,
que no es otro que el de ser la presencia del servicio representativo de
Cristo, es decir que cada cristiano como componente de la Iglesia no existe
para sí mismo, sino para los demás, significa salir del propio interés para
situar este en los demás. En este sentido puede manifestarse que la tarea
cristiana se asemeja a la llamada hecha a Simón de Cirene, para ayudar a
llevar la cruz salvadora del Señor a través del mundo. Ser cristiano y
hacerse cristiano significa entrar en el ser-para-los-demás771.
5.1.3. La Iglesia sacramento de amor y fraternidad
Si la Iglesia prolonga el servicio de Jesucristo, entonces, es que existe y
actúa en Cristo, no puede situarse como el origen y la meta de su propia
acción. Tiene la vocación y misión de ser “instrumento de la unión con Dios
765
E. ROMERO - L. TRUJILLO - R. PRAT, Jesucristo resucitado nos comunica el don
del Espíritu, en: AA.VV., Jesucristo, la Buena Noticia. Congreso de Pastoral
Evangelizadora (Madrid 1997) 233.
766
Cf. IP 14 y 130; CIV 5.
767
Cf. DCE 19.
768
Cf. IP 9
769
Cf. IP 14.
770
Cf. IP 24
771
Cf. MADRIGAL, Nombre, 223-224; J. RATZINGER, Sustitución / representación, en:
H. FRIES (ed.), Conceptos fundamentales de la Teología. Tomo II (Madrid 1979) 733-734;
S. MADRIGAL, Iglesia es caritas. La eclesiología de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI
(Santander 2008) 189-191; 469-472. Esta obra se citará como Eclesiología.
191
y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Con ello, el Concilio
Vaticano II nos reenvía al misterio mismo de la Santísima Trinidad: la
comunidad eclesial tiene su origen y es signo del amor divino: por amor, el
Padre envió a su Hijo para salvar a la Humanidad; el Hijo, en perfecta
comunión con el Padre, amó a los suyos hasta dar su vida, reuniendo a los
hijos dispersos. Con el envío del Espíritu Santo, la Iglesia se presenta ante el
mundo con el fruto de la comunión y la caridad divina772. La Iglesia “pueblo
reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
(LG 4) es convocada por el Señor para que viva el amor y la fraternidad, y
permanezca fiel a su vocación y misión en tanto en cuanto significa y
actualiza el amor gratuito de Jesucristo en el servicio al pobre y excluido.
La finalidad y la pedagogía de la acción de la Iglesia como instrumento
sacramental, se ilumina en el hacer de la Trinidad, en la existencia y misión
de la persona del Hijo encarnado. Cuando Jesús instaura el Reino, con su
palabra, acción y entrega de su propia vida, su finalidad era recrear la
comunión filial con Dios y la comunión fraterna-amorosa de todo el género
humano, a la que están invitados especialmente los más desvalidos y
sufrientes de la sociedad773.
Así pues, en su cuerpo, que es la Iglesia, Cristo prosigue su existencia
entregada en favor de todos y especialmente de los más necesitados de pan
y justicia; por eso, la Iglesia en Jesucristo ha sido llamada a ser, en el
tiempo que va desde la Ascensión de su Señor hasta la Parusía, el
sacramento del amor de Dios, siendo la caridad el principio de la vida y del
hacer de la comunidad cristiana774.
De esta manera, el servicio eclesial se reviste de un carácter sacramental
y manifiesta la realidad teándrica de la Iglesia. Del mismo modo que la
humanidad de Jesucristo fue sacramento del encuentro de la humanidad con
Dios, y al mismo tiempo revelación de la misericordia del Padre, así su
sacramentalidad se prolonga en la Iglesia gracias a su compromiso con los
últimos de la sociedad y de este mundo775.
Consecuentemente, el signo diaconal por excelencia del amor de Dios
presente en la Comunidad, será el amor a los pobres, manifestación del
amor compasivo de Dios, que lleva a los congregados en su nombre a sanar
y liberar a los pobres y oprimidos.
772
Cf. CCA 5.
Cf. A. BRAVO, La comunidad cristiana ante los más vulnerables de la sociedad, en:
Cor XIII 121 (2007) 157-158. Este trabajo se citará como Vulnerables.
774
Cf. M. GUAL, La fe actúa por la caridad, en: Cor XIII 86 (1998) 31; CCA 5.
775
Cf. GUAL, o.c., 41.
773
192
Así pues, el signo principal que la Iglesia ha de ofrecer es el signo de lo
que ella es: una comunidad de amor fraterno como expresión del Reino de
Dios776.
5.1.4. El servicio eclesial, por el hecho de ser sacramental, deberá
realizarse en la historia
La Iglesia-sacramento777, para ser fiel a su autocomprensión no puede
estar referida a ella misma, sino que su referencia debe ser Cristo y el
Espíritu, que es lo mismo que decir que su razón de ser no podrá
encontrarse en su círculo cerrado, sino fuera de ella en el mundo. El servicio
eclesial, por el hecho de ser sacramental, deberá realizarse en el marco de la
historia778.
En la humanidad y el mundo, la Iglesia es el sacramento del amor de
Dios y, por ello, la esperanza más grande que activa y sostiene todo
proyecto y empeño de auténtica liberación y promoción humana. Por eso, el
hombre no está solo en su esfuerzo por humanizar el mundo sino que halla
apoyo en el amor redentor de Cristo, que se encuentra de una manera
especialísima en la Iglesia779.
Así pues, la Iglesia es servidora de salvación, no en abstracto, o de una
manera espiritualista-evasionista-desencarnada, sino en el contexto de la
historia y del mundo en el que el hombre vive780; por eso, la comunidad
eclesial debe amar a todo hombre en su situación concreta781 y todos sus
caminos conducen a sanar al género humano782.
776
Cf. MAYA, Evangelización, 91; NMI 49; CONCILIO VATICANO II, Ad Gentes.
Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia (Roma 1965) nº 10. Este documento se
citará como AG.
777
Son varios los lugares donde el Vaticano II define o habla de la Iglesia como
sacramento: Cf. LG 1, 9, 48, 59; GS 42,45; AG 1 y 5; CONCILIO VATICANO II,
Sacrosanctum Concilium. Constitución sobre la sagrada liturgia (Roma 1963) nos 5 y 26.
En adelante este documento se citará como SC.
778
Cf. GUAL, o.c., 32-33; P. JARAMILLO, Prioridades y coordinación de la Pastoral de
la caridad en una Iglesia evangelizadora, en: AA.VV., Congreso, 206-207. Esta obra se
citará en adelante como Prioridades; E.J. BROTÓNS, La Misión de la Iglesia. La imagen
del Siervo de YHWH como paradigma eclesial, en: RAT 29 (2009) 16-17.
779
Cf. C 60.
780
Cf. SRS 1; CA 53-54.
781
Cf. CCA 6.
782
Cf. JUAN PABLO II, Redemptor hominis. Encíclica sobre Jesucristo redentor del
hombre (Roma 1979) nº 14. Este documento se citará como RH.
193
A toda la Iglesia se le confía la misión de significar y actualizar el amor
de Dios en el mundo783, de hacer operativo el amor de Jesús entre los
hombres de todos los tiempos. Misión primordial, permanente, general e
irrenunciable, de ser la Iglesia de los pobres en su doble sentido: en el de
una Iglesia pobre y una Iglesia para los pobres; que en su constitución
social, costumbres y organización, así como con sus medios de vida y
ubicación, esté marcada preferentemente por el mundo de los pobres y que
su preocupación, dedicación y planificación estén orientadas principalmente
por su tarea de servicio hacia ellos784, dando así testimonio del amor
misericordioso del Dios de Jesucristo785.
5.1.5. Una Iglesia al servicio del Reino de Dios
Decíamos en los apartados anteriores que en este caminar por la historia,
a la Iglesia-sacramento le es donada la Gracia y la tarea de actualizar la
misión de Cristo786, y para ello recibe el Espíritu, quien constantemente
“hace la comunidad eclesial”787 y nos convoca a vivir en comunión fraterna:
“Un sólo corazón y una sola alma” (Hch 4,32). Por eso, la Iglesia es ante
todo fraternidad, es decir, un vivir juntos como hijos y hermanos de un
mismo Padre, existencia amorosa de comunión fraterna: “En esto conocerán
todos que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros” (Jn 13, 35); y
así, se presenta como signo eficaz de la presencia operante de Dios en la
Historia, obrando su fe en el amor y entregándose a construir la fraternidad
en Cristo788.
Y el principal y primer signo que la Iglesia ha de ofrecer, es el signo de
lo que ella es: una comunidad de amor fraterno que se presenta ante el
mundo como una expresión del Reino de Dios; que ha de comprenderse
como algo transformador que crea un mundo nuevo, en el que impere la
paz, la justicia y el amor.
La Iglesia, pues, como la comunidad de los seguidores de Jesús, "que
constituye en la tierra el germen y el principio del Reino" (LG 5) debe
ponerse al servicio de su implantación en todo momento y lugar.
783
Cf. CCA 1; IP 13; CIV 9.
Cf. IP 25.
785
Cf. IP 11, 14; EN 26.
786
Cf. IP 14.
787
Cf. JUAN PABLO II, Redemptoris Missio. Carta encíclica sobre la permanente validez
del mandato misionero (Roma 1990) nº 26. En adelante este documento se citará como RM.
788
“La comunidad eclesial tiene la misión de desarrollar la comunión filial y fraterna de los
llamados a formar el pueblo de Dios” (CCA 5). Cf. CIV 19, 54.
784
194
Aunque la Iglesia como señala el Vaticano II, sea el germen del Reino,
no agota plenamente la contribución a su instauración. Es muy interesante
lo que M. Gual manifiesta al respecto: la lucha contra la injusticia y a favor
de la fraternidad y del amor se encuentra en personas y grupos que, fuera de
la fe explícita en Jesús, comprometen su vida por la misma causa; que es la
del Reino. Esto, más que dificultar la comprensión de la Iglesia de Dios, en
cuanto signo y servidora del Reino, ayuda a aclarar su misión: donde quiera
que opere el Reino, aunque sea de una forma anónima, la Iglesia está
llamada a detectarlo, a descubrirlo y ponerle nombre para unirse, a través de
su "diaconía", a la causa de la justicia y del amor en favor del género
humano789.
5.2. Cáritas sólo puede comprenderse como diaconía de la Iglesia en
función de la realidad que ella misma anuncia y significa al género
humano: el amor preferencial de Dios hacia los más pobres
Hay enseñanzas de la Iglesia, que se derivan de una manera más
próxima o lejana de la fuente original, que es el mensaje de Jesús. La opción
por los pobres, no dista ni mucho ni poco, del mensaje de Dios, sino que es
y constituye el núcleo central del mismo. Es la enseñanza y la vida misma
de Jesús de Nazaret y la experiencia fundamental de la primera comunidad
cristiana790.
El término “opción preferencial por los pobres” aparece por primera vez
en el documento del Episcopado Latinoamericano, que en su tercera
conferencia celebrada en Puebla, ahondó en este tema en una doble
dirección: por una parte introdujo el adjetivo de preferencial y, por otra, el
mismo viene a eliminar toda interpretación excluyente. La opción
preferencial por los pobres establece una prioridad en la acción, pero no se
opone a la universalidad del anuncio evangélico y del amor cristiano791.
Para diversos autores, añadir el adjetivo “preferencial” a la opción por
los pobres, no es del todo adecuada; para unos, porque es redundante, ya
que toda opción implica per se una preferencia, y siembra además cierta
789
Cf. GUAL, o.c., 37.
Cf. OSÉS, o.c., 118; PRAT, Antropología, 98. Para la primera comunidad cristiana Cf.
Hch 2, 42-45; 1Cor 1, 26-27.
791
Cf. III CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATILOAMERICANO,
Documento de Puebla (Puebla de los Ángeles 1979) nº 1145. Este documento se citará de
ahora de adelante como Puebla.
790
195
inquietud, ya que podría hacer pensar que la opción por los marginados es
facultativa y no necesitan hacerla todos los cristianos792.
Otros, como para José Mª Vigil, la opción por los pobres pertenece al
ámbito de la justicia; y se fundamenta en la opción de Dios por la justicia;
es pues, una opción disyuntiva y excluyente, que exige tomar partido por los
injusticiados y en contra de los opresores, no siendo pues, “preferencial”793.
Sin embargo, hoy en día, desde el Magisterio y la teología se ha
impuesto la denominación de “preferencial” para referirse a la opción por
los pobres, Así Jon Sobrino dice que la opción por los pobres es preferencial
y no exclusiva: “Jesús no fue exclusivo en ofrecer salvación: la ofreció a
todos. Lo que pasa es que la ofreció de diferente forma. A unos, a los
pobres, en directo, diciéndoles que hay una esperanza, que el Reino de Dios
se va a acercar. A otros, diciéndoles que, para entrar en ese Reino, tienen
que convertirse de una manera específica: dejando de ser opresores”794.
Otros, destacan en la misma línea que a los no pobres también se les
debe anunciar el Evangelio, teniendo en cuenta, en primer lugar, que
debemos establecer una prioridad en la evangelización de los pobres sobre
la de los ricos y, en segundo lugar, que a los ricos se les debe evangelizar en
la verdad, planteándoles las exigencias de las bienaventuranzas y
pidiéndoles conversión795.
El Magisterio, tal como indicábamos anteriormente, también se define
en este sentido: reconoce que en la persona del pobre y marginado hay una
presencia especial de Cristo que impone a la Iglesia una opción preferencial
por ellos796, opción o forma especial de primacía en el ejercicio de la
caridad que no puede dejar de abarcar a las inmensas muchedumbres de
hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre todo, sin
esperanza de un mundo mejor797. Es pues, una preferencia especial de amor
por los más pobres y excluidos798, ahora bien, optando por los últimos se
792
Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos , 137.
Cf. J.M. VIGIL, La opción por los pobres es opción por la justicia y no es preferencial,
en: Selecciones de Teología 174 (2005) 148-154.
794
J. SOBRINO, Opción por los pobres y seguimiento de Jesús, en: J.M. VIGIL (ed.), La
opción por los pobres (Santander 1991) 44.
795
Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 138; S. GALILEA, Aspectos críticos de la
espiritualidad actual (Bogotá 1975) 63.
796
Cf. CCA 47.
797
Cf. SRS 42; TMA 51; NMI 49-50; C 449; JUAN PABLO II, Evangelium vitae. Encíclica
sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (Roma 1995) nº 32. Este
documento se citará como EV.
798
Cf. CCA 4.
793
196
opta para que el amor y la salvación alcance a todos y se instaure la
fraternidad universal799; si se ama con preferencia a los más débiles es para
que el amor llegue a todos. La Iglesia siguiendo y siendo fiel a su Maestro,
no excluye a nadie de su amor800.
Si proseguimos con nuestro comentario del documento de Puebla, punto
de arranque de la toma de conciencia por parte de la Iglesia de hoy sobre la
opción preferencial de los pobres, el texto recoge esta enseñanza por todo
él, pero de modo más expreso le asignó un capítulo propio, el primero de la
cuarta parte801. En el mismo, se reconoce su continuidad con el documento
de Medellín; sigue una descripción de la realidad de la pobreza, y explicita a
continuación su fundamentación cristológica. El documento hace alusión a
los tres sentidos de la pobreza: como privación y marginación, como actitud
evangélica exigida a los creyentes, y por último, como exigencia evangélica
de solidaridad con el pobre y rechazo de la situación de injusticia en la que
se vive802.
No obstante, la categoría “opción preferencial por los pobres” es
recogida por el Magisterio, desde una fundamentación teológica,
cristológica, neumatológica y eclesiológica:
a) Teológica803-Cristológica804: en el AT y NT, Dios revela una especial
predilección por los pobres. Él es el que optó primero y a lo largo de toda la
Historia de Salvación tomando partida y siendo parcial a favor del pobre805.
Se revela no en una situación humanamente neutra, sino de clamorosa
injusticia, en la que unos son ricos a costa de otros que son pobres. Si Dios
se manifestara en esta situación como el Dios de todos no lo sería de todos,
sino de los ricos privilegiados; por el contrario, si se revela como el Dios de
los pobres es para serlo de todos806. Y porque lo es de todos, no quiere ni
consiente que unos dominen sobre otros; además, como Dios Padre-Madre,
quiere con predilección a los más necesitados y desfavorecidos807.
799
Cf. CCA 14.
Cf. CCA 12.
801
Cf. Puebla 1134-1165.
802
Cf. Puebla 1148-1156.
803
Cf. IP 18-20.
804
Cf. IP 21-22.
805
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 16-21.
806
Cf. G. LEAL, Un reto pastoral: Ser buena noticia para los pobres, en: Cor XIII 81
(1997) 118-121; T. CATALÁ, Salgamos a buscarlos fuera de la ciudad. Notas para una
teología y espiritualidad desde el cuarto mundo (Madrid 2010) 61. Este trabajo se citará en
adelante como Salgamos.
807
Cf. ECHARREN, Cáritas, 184.
800
197
El Dios de la Biblia se pone de parte de los pobres808. La diferencia entre
Él y los dioses falsos, es precisamente su implicación o falta de la misma,
ante las injusticias. El Dios de Jesucristo, consciente de que la balanza se
inclina siempre del lado del más fuerte y poderoso, intenta restablecer el
equilibrio, haciendo suya la causa de los empobrecidos809.
b) Neumatología810: la pregunta que nos asalta es: ¿dónde está Dios ante
tanta pobreza? Su acción se manifiesta a través de los profetas y se muestra
como el Dios liberador del AT. En el NT es Jesús tendiendo su mano a los
marginados y excluidos de todo orden y, después de Pentecostés actúa por
su Iglesia811.
La opción de los creyentes por los pobres tiene su fundamento último en
Dios mismo. Es de naturaleza teologal: experimentamos esta opción como
una práctica del seguimiento de Jesús, animada por el Espíritu: es hacer lo
que Él hizo. Es realizar su misión, es llevar a cabo la misión de la Iglesia de
anunciar la Buena Noticia a los pobres intentando acercar la llegada del
Reino de Dios para ellos y, desde estos, para todos812.
La opción por los pobres encuentra pues, su raíz más firme y duradera
en nuestra opción por Dios, Padre de todos, revelado por Jesús, el pobre; es
la experiencia vital y fundamental, interiorizada en nosotros por el Espíritu,
de la gratuidad del Padre que se hizo palpable en Jesús de Nazaret.
Experimentamos por el Espíritu, que estamos haciendo la opción misma de
Dios por el pobre813.
La opción preferencial por los pobres, no es la opción fundamental del
cristiano, que lo es por el Dios de Jesucristo, pero sí se deriva de ella814. No
808
Cf. Ex 3, 7-10; Sal 76, 10; 113,7; 140, 13; 146, 7.
Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 56-57; 126.
810
Cf. IP 23-24.
811
Cf. IP 19; CAMACHO, Beneficios, 188.
812
Cf. CASALDÁLIGA - VIGIL, o.c., 203-204.
813
Cf. PEV 24; ALEGRE, o.c., 191.
814
Cf. PIXLEY - BOFF, o.c., 144. En lo referente a la relación de la opción fundamental de
la persona y el concepto de opción preferencial, es un tema que por su importancia y
amplitud no podemos detenernos aquí. Resulta muy esclarecedor acudir a: A. NELLO,
Teorema de la opción fundamental. Bases para su adecuada utilización en teología moral.
Tesi Gregoriana (Roma 1995). Este autor afirma que la opción fundamental representa una
instancia prioritaria y ontológicamente precedente a la opción preferencial, que si bien, no
puede ser asimilada a la simple decisión particular, tampoco debe confundirse con la
opción fundamental. La opción preferencial constituye una opción refleja, conceptual y
explícita, que representa una personal o social toma de postura frente al abanico de valores.
Prioriza el valor de la justicia y del amor hacia los desfavorecidos y esta toma de postura
ilumina la vivencia del resto de valores. Expresa una perspectiva temática en la
809
198
se puede separar la verdad sobre Dios que salva, fuente de todo don, de la
manifestación de su amor preferencial por los pobres y los humildes, que,
cantado en el Magníficat, se encuentra luego expresado en las obras y
palabras de Jesús815.
c) Eclesiología816: la acción caritativo-social de la Iglesia no se debe
guiar por la mera compasión o sensibilidad ante la miseria, o de la lucha por
la justicia, o el compromiso por construir un mundo mejor. Estas
exigencias, son legítimas, para toda persona de buena voluntad.
Para el creyente deben ser situadas en su verdadero contexto: en el
núcleo del mensaje evangélico, en el que los excluidos y marginados son los
preferidos de Dios. Ese enfoque constituye la diferencia decisiva entre la
acción caritativo-social de la Iglesia y el de otras organizaciones sociales.
La actuación eclesial para eliminar o paliar la marginación, se enraíza en el
Dios de Jesucristo817. Por eso, Joseph Ratzinger afirma categóricamente
refiriéndose a la opción preferencial por los pobres: “No es una opción que
nosotros como cristianos podamos elegir o incluso rechazar, sino una
condición necesaria que nace de la esencia misma del Evangelio”818. La
Iglesia en general y los cristianos en particular deben hacer una opción
preferencial a favor de los pobres y oprimidos, ya que contiene algo de
irrenunciable para ellos y para ella819.
Sin embargo, desde el punto de vista eclesial se nos plantean dos
cuestiones: la primera, que se refiere a que la opción preferencial por los
pobres no ha sido realmente asumida por la comunidad cristiana en
interpretación del mundo y de la vida de los hombres. Es verdad, que esta opción
preferencial configura específicamente y explícitamente el sentido de la vida del hombre; y
se trata de una opción que incidirá en las elecciones concretas, constituyéndose en matriz
de decisiones particulares a propósito de las más variadas cuestiones, pero no se puede
obviar que esta opción preferencial está animada por la opción fundamental que se entiende
como la autodeterminación profunda por la que el hombre se toma a sí mismo en totalidad
y se autodefine frente a Dios, frente al sentido global de la existencia, decidiendo quien
quiere ser y como quiere orientar su vida, autodeterminación trascendental concomitante
con el otro aspecto del acto humano, su categorialidad, su explícita concreción operativa y
resolutiva de la situación. Para analizar esta temática acudir a: pp 290-291 y 321.
815
Cf. JUAN PABLO II, Redemptoris Mater. Encíclica sobre la bienaventurada Virgen
María en la vida de la Iglesia (Roma 1987) nº 37. Este documento se citará como RMa.
816
Cf. IP 25-28.
817
Cf. J. PEREA, Iglesia y voluntariado social. Instituto Diocesano de Teología y Pastoral.
Xirimiri de Pastoral 6 (Bilbao 2001) 31-32.
818
J. RATZINGER, Ser cristiano en la era neopagana (Madrid 2006). Este trabajo se
citará como Cristiano.
819
Cf. IP 45; C 182.
199
general820; y la segunda, formula la pregunta: ¿dónde están los pobres en la
Iglesia, si esta ha hecho opción preferencial por ellos?821.
Nos parece adecuado lo que aporta P. Escartín a estas cuestiones: se
puede afirmar, en primer lugar, que la opción preferencial por los pobres
viene ya empapando la actividad pastoral aunque quede todavía camino por
recorrer822. Por otra parte, el hecho de la incorporación de los marginados a
la comunidad eclesial, no depende únicamente de la acción caritativo-social
que realice la Iglesia con ellos; la cuestión tiene más vertientes, no obstante,
la opción preferencial por los pobres debe seguir siendo la actuación
preferente respecto a las demás tareas pastorales y debe impregnar todas las
otras dimensiones de la acción pastoral para que, haciendo resplandecer el
rostro de Dios, suscite la fe salvadora823. Este es el camino adecuado para su
evangelización, ya que la Iglesia no puede realizar su misión sólo con
palabras, sino con toda su realidad como signo y sacramento de salvación.
Una vez realizada esta disquisición sobre la Iglesia y su opción
preferencial por los pobres, hemos de acudir a lo que dice el documento que
reflexiona sobre la identidad de la Institución: "La razón última de la
existencia de Cáritas es ser expresión del amor preferencial de Dios por los
pobres"824; de esta manera, Cáritas, verifica una de las realizaciones
fundamentales de la diaconía eclesial: ser signo e instrumento del amor de
Dios hacia los más necesitados de la sociedad, no en abstracto, sino en las
condiciones concretas y reales de las Iglesias locales.
El hecho de que la Iglesia sea sacramento de la salvación del mundo,
querida por Dios, hace más exigente la necesidad de que Cáritas
transparente y haga visible en sus estructuras y en su acción el mensaje y
vida de lo que la Iglesia es portadora en lo que al amor preferencial por los
empobrecidos y últimos de la sociedad se refiere.
Cáritas solo será diaconía eclesial, cuando sea signo verdadero del amor
preferencial del Dios de Jesucristo, por los pobres y excluidos.
820
Cf. IP 111.
Cf. IP 115.
822
Cf. P. ESCARTÍN, Un servicio pastoral movido por el amor. Proyección de la Teología
de la Caridad en la pastoral de las Iglesias locales, en: Cor XIII 100 (2001) 206.
823
Cf. ESCARTÍN, o.c., 197-206.
824
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 16.
821
200
5.3. Cáritas signo por excelencia de la sacramentalidad de la Iglesia
5.3.1. Expresión del amor de la propia comunidad de los creyentes
La forma de vivir el seguimiento evangélico es comunitaria. Los
discípulos no siguieron a Jesús por separado, sino que lo hicieron en grupos,
formando una comunidad. Es en esta fraternidad donde los discípulos
encuentran el lugar propio y adecuado para el desarrollo de su fe. Es verdad
que la fe es una respuesta personal a la llamada de Dios, pero ésta se vive
sin lugar a dudas en comunidad.
Al igual que Jesús llamó a sus discípulos para que le siguieran, y éstos
se ponen a vivir con Jesús y como Jesús, creándose un grupo de personas
que conviven compartiendo el destino del Nazareno. De la misma manera,
Jesucristo sigue llamando hoy a que todos, hombres y mujeres, a que le
sigan y hagan comunión de vida con Él y comunión en Él con todos los
hermanos, dimensiones inseparables ambas de la vivencia de fe y de la
comunidad cristiana825.
Considerada así la comunidad cristiana como cuerpo de Cristo, la
identidad eclesial exige que el servicio y la solidaridad no se ejerzan en una
sola dirección: “El Señor pide lavarse los pies unos a otros (Jn 13, 14),
amarnos mutuamente (Jn 13, 35; 2Tes 1, 3) consolarnos y sostenernos
recíprocamente (Rom 12, 10; 1Tes 4, 18; 5, 11); sentir los unos con los
otros (Rom 12, 16; 15, 5); fomentar la paz, el bien y la mutua edificación
(Rom 14,19; 1Tes 5, 15), acogerse mutuamente (Rom 15,14), hacerse
siervos por amor unos de otros (Gal 5,13), llevar cargas unos de otros (Gal
6, 2), soportarse y perdonarse mutuamente (Ef 4, 32; Col 3, 13), progresar
juntos en el amor y las buenas obras (1Tes 3, 12; Heb 10, 24), a esperarse y
preocuparse unos de otros (1Cor 11, 23; 12, 25). En última instancia se
trata de vivir en comunión unos con otros (1Jn 1,7) «A Dios nadie lo ha
visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su
amor ha llegado en nosotros a su perfección»"826.
Cuando Cáritas realiza esto, es expresión del amor en la propia
comunidad de los creyentes que hace comunión. Sin embargo, hemos de
tener en cuenta que ninguna comunidad cristiana podrá afirmar, que vive en
comunión de amor y que sus miembros están unidos en un mismo espíritu,
si no se da en su seno la comunicación de bienes. La Iglesia que Jesús
825
CÁRITAS ESPAÑOLA, Temas, 9.
CÁRITAS ESPAÑOLA, Cáritas y el compartir fraterno de la comunidad eclesial.
Ponencia de la 61 Asamblea General, en: Cor XIII 119 (2006) 180. Este trabajo se citará
como Ponencia61.
826
201
quería se debe caracterizar por la necesidad de compartir, hasta el punto de
que no haya en ella ningún necesitado, como signo del proyecto de Dios
para el mundo827.
Porque la persona humana es un ser relacional, es persona con sus
cualidades y bienes, Los bienes son prolongación de las personas. Por eso,
no es completa aquella comunicación entre personas que excluya de la
comunicación los bienes de que dispone.
San Pablo, al plantearse el contexto de relaciones interpersonales en que
celebra la Cena del Señor la comunidad de Corinto, viene a decir que no
compartir la comida, no es celebrar la Eucaristía, ni se crea Comunidad828.
Por ello, Cáritas es expresión del amor de la propia comunidad de los
creyentes, de una manera más general y a la vez concreta, y como
aportación específica a la Iglesia, cuando dentro de la dinámica de vida de
la propia Institución anima al compartir fraterno entre sus miembros y
cuando estimula y sensibiliza a la propia comunidad cristiana a que
establezca en las relaciones entre sus miembros y comunidades la mutua
comunicación cristiana de bienes.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relata la práctica
generalizada de la comunicación de bienes en la primitiva comunidad829, y
el autor de la primera carta de San Juan se pregunta: “Si alguno que posee
bienes de la tierra ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón,
¿cómo puede permanecer en el amor de Dios? Hijos, no amemos de palabra
ni con la lengua, sino con las obras y según la verdad” (1Jn 3, 17). Estos
pasajes evangélicos muestran cierta idealización de la vida, pero señalan
muy bien la meta hacia la que debe encaminarse toda aquella comunidad
que quiera denominarse cristiana. Pero no es un ideal incumplido sino que,
constituyó una práctica entre los primeros cristianos, no sólo en el interior
de cada comunidad sino entre las diversas comunidades830.
Por eso, los cristianos individualmente y las comunidades e instituciones
eclesiales, deben desarrollar el compartir fraterno831; la caridad proveniente
827
Cf. ALEGRE, o.c., 197; A. PASCUAL, La comunicación de bienes en la comunidad
cristiana de base. Experiencia y teología, en: Cor XIII 119 (2006) 26.
828
1Cor 11, 20-22.
829
Cf. Hch 2, 44-46; 4, 32-35.
830
Un ejemplo es las colectas para la Iglesia de Jerusalén de las que les habla Pablo en
repetidas ocasiones a los cristianos de Corinto y de Roma: 1Cor 16, 1-4; 2Cor 8, 1-14;
2Cor 9; Rom 15, 25-27.
831
Cf. CCA 10; R.A. FLETA, Seguimiento, conversión y economía en la obra lucana, en:
RAT 11 (2000) 24-28.
202
de Dios les exige compartir sus bienes, tanto espirituales como
materiales832, sobre todo con los pobres833, ya que en la comunidad de los
creyentes no debe haber ninguna forma de pobreza, por negar los bienes
necesarios para una vida decorosa a aquellos que los necesiten834.
Por ello, el grado más intenso de comunicación de bienes debe darse
entre los miembros de las pequeñas comunidades cristianas, allí donde el
convivir se hace más cercano, puesto que cada comunidad debe aparecer
públicamente como un signo visible del Reino de Dios835, pero, tal como
indicábamos antes, también debe realizarse entre las diversas comunidades
y, hacia los no cristianos e increyentes. El orden de priorizar la
comunicación de bienes en estos niveles, se modificará según el grado de
pobreza e indigencia que haya en los mismos836.
Las características de la comunicación cristiana de bienes son837:
a) La comunión en la fe, en el “corazón”, es lo primero y, desde aquí,
en un segundo momento, se comparten los bienes. La comunicación
cristiana de bienes brota de la vida en la fe y la caridad de la
comunidad, no de una organización que no tenga esta vivencia
existencial. Una comunicación de bienes que no tenga en cuenta
estos aspectos, haría de la comunidad una cooperativa, no lo que
debe ser.
b) Se sitúa fundamentalmente a nivel de las motivaciones personales;
pero, tal como decíamos antes, también de las comunitarias.
c) Incide más en los problemas asistenciales que sobre los de carácter
estructural, aunque no obvia a estos últimos.
d) Llega más allá de la burocracia de los servicios que ofrece la
comunidad político-social.
e) No es justificable cualquier tipo de acumulación de bienes bajo el
pretexto de ayudar a los necesitados.
832
Cf. CCA 21.
Cf. IP 1, 140.
834
Cf. DCE 20.
835
“Mientras tengamos oportunidad, practiquemos el bien para con todos, pero
especialmente con nuestros hermanos en la fe” (Gal 6, 10).
836
Cf. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 189-190.
837
Cf. J.M. ROVIRA, La eucaristía: exigencia de comunicación cristiana de bienes, en:
Cor XIII 119 (2006) 90-93; GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 190; PASCUAL, o.c.,
30.
833
203
Desde esta perspectiva podemos manifestar sin miedo a equivocarnos
que la comunicación cristiana de bienes es un signo de vitalidad de la
Iglesia, que entra de lleno en el ámbito de la justicia y de la caridad. No es
simplemente un gesto de generosidad, es una acción que debe cuestionar
fuertemente nuestra conciencia y marcar unos comportamientos concretos
de vida que exceden la simple aportación monetaria: crear puestos de
trabajo cuando se pueda, no al pluriempleo ni a las horas extra, compartir el
trabajo; pagar limpiamente los impuestos, adquiriendo conciencia de la
trascendencia social que tienen estos como redistribución de la renta y que
pueden derivarse hacia los necesitados; no al fraude y la corrupción838. Es
decir, todo un nuevo modo de vida que hace capaces a los hombres y
mujeres de hoy, de poner en acto la justicia y la caridad.
Desde esta visión, Cáritas debe movilizar la Comunidad en la
perspectiva de compartir fraternalmente los bienes de todo tipo y no sólo los
económicos, aunque también éstos: compartir los bienes económicos es
expresión de amor y de superación del modelo actual de sociedad
consumista, así como signo de solidaridad efectiva y tangible. En definitiva,
es manifestación de comunión eclesial y señal de su vitalidad839.
La realización de la comunión –koinonía– en el servicio –diaconía– en
la Iglesia, tiene como consecuencia más directa la necesidad de cultivar las
relaciones del compartir fraterno en el seno de la propia comunidad cristiana
local y entre las distintas Iglesias. Ello exige el desarrollo de una auténtica
comunión de bienes en la Iglesia y entre las mismas, a través de Cáritas y
otras instituciones eclesiales840. Cuando esta labor es llevada a cabo por la
Institución es expresión del amor de la propia comunidad de creyentes.
5.3.2. Expresión del amor que viven sus voluntarios y trabajadores
Las personas que son agentes de Cáritas forman parte de una institución,
a la que han sido llamados por Dios a servir a los más desfavorecidos de la
sociedad desde una entidad que es la misma Iglesia organizada en el
ejercicio caritativo-social; y esto lo hacen compartiendo unos valores y
modos de ser y actuar que constituyen la esencia misma de su misión.
Esos valores y manera de “hacer” están sustentados por un amor que no
sólo alcanza a los últimos y empobrecidos sino que teje fuertes hilos entre
838
Cf. CARITAS, Identidad, 327-328; F. EZCURRA, Comunicación cristiana de bienes,
en: Cor XIII 93 (2000) 306.
839
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 54-55.
840
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 56.
204
sus miembros. Si no existiera un real y efectivo amor entre los propios
agentes de Cáritas, se debería dudar del amor de estos por los pobres y
marginados. El amor no es selectivo o excluyente, o lo es para todos o no lo
es, y lo es preferencial hacia lo más necesitados pero necesario con los más
cercanos.
Es muy esclarecedor al respecto lo que dice A. Abril: “Aquello que
profesamos debe reflejarse en la relación entre los agentes de Cáritas ¿Qué
estilo de relaciones fraternas vivimos? Un estilo que implica renunciar a uno
mismo por el otro, generar relaciones de confianza frente a relaciones
competitivas…. Esa lógica diferente, esa vivencia de otros valores, se
desarrolla en lo personal, en lo comunitario, y tendría que estar presente en
las relaciones en Cáritas, siendo testimonio de esa coherencia en el sentir,
pensar, decir y obrar”841 y añadimos expresión del amor entre los agentes de
Cáritas.
5.3.3. Expresión del amor eclesial a todos los hombres y mujeres
El término “católica”, ya alude a la peculiar vocación universal de la
Iglesia y de la caridad; y significa que la acción se dirige a todas las
personas sin excluir a nadie.
Esta vocación universal de la caridad en la Iglesia, es, sobre todo, una
exigencia del Amor: encuentra su fundamento en la paternidad de Dios que
alcanza a todos sus hijos842 y los hace hermanos843; por lo que estamos
llamados a amar al estilo de Dios Padre, que nos impulsa a un deber de
solidaridad, de justicia social y de caridad universal844 que abrace y
envuelva el mundo entero845.
Esta exigencia del Amor se desprende, así mismo, del propio Jesucristo:
“El hijo de Dios viene a llamar a todos, a salvar a todos” (IP 16). Su vida y
palabra nos señalan el camino: la parábola del Buen Samaritano sigue
siendo el criterio de comportamiento y muestra de la universalidad del amor
que se dirige al necesitado846. Transmite de una manera paradigmática lo
que vive Jesús de Nazaret y, da las claves básicas para una Iglesia
841
ABRIL, RMA10, 36.
Cf. C 46; J.J. LÓPEZ - JIMÉNEZ, La caridad universal, en: Cor XIII 93 (2000) 146147.
843
Cf. Mt 23,8.
844
Cf. C 448.
845
Cf. IP 83.
846
Cf. DCE 25.
842
205
samaritana: la práctica de la acción caritativa como algo cotidiano,
capacidad para mirar a los márgenes de la sociedad donde están los heridos
de nuestro tiempo, exigencia de detenernos, dejarnos afectar por la situación
y, por último, exigencia de actuación, ya que nada justifica que se pase de
largo847.
Jesús de Nazaret quiere y luchó, porque las exigencias de justicia y
equidad, alcancen a todos los hombres de cualquier raza y en todas las
circunstancias848.
Por eso, nuestra exigencia de amor se fundamenta y extiende a todos los
hombres y mujeres, por ser hijos de Dios y hermanos nuestros en Cristo849.
Es necesario precisar que la universalidad, lejos de distanciarnos del amor al
prójimo próximo, ensancha las probabilidades del amor cristiano en
términos de construcción de la fraternidad universal850.
La pastoral de la caridad tiene que ser tan universal como el amor
cristiano que la inspira. Una Iglesia que se encerrara en los límites estrechos
de la propia diócesis, región o nación, no sería la Iglesia de Jesucristo851.
Por eso, la actividad diaconal de las distintas Iglesias particulares ha de
tener en cuenta a la hora de desarrollar sus acciones locales, que éstas,
también pueden incidir fuera de sus fronteras, en clave de construir un
mundo más justo852; apoyando, así mismo, a las organizaciones asistenciales
privadas o públicas, incluso las internacionales, para que éstas puedan
proporcionar a todos los hombres y mujeres de los pueblos necesitados una
eficaz ayuda853.
Ha quedado patente hasta aquí, que se debe amar a todos, pero también,
la acción caritativo-social de la Iglesia debe volcarse en donde haya más
necesidad y servir mejor a los que están en peores condiciones, y esto, sin
lugar a dudas, afecta a las personas del Tercer Mundo854. Para ello, el
documento CVI propone las siguientes medidas de comunión y
solidaridad855:
847
Cf. LÓPEZ - JIMÉNEZ, o.c, 149.
Cf. IP 18.
849
Cf. IP 140.
850
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 38.
851
Cf. CVI Introducción p14.
852
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 28.
853
Cf. AA 8; IP 80.
854
Cf. IP 117.
855
Cf. CVI Propuesta II.4; JARAMILLO, Amar, 165-166.
848
206
a) Sensibilizar a la comunidad eclesial sobre las necesidades de los
países en vías de desarrollo.
b) Ayudar a la Iglesias del Tercer Mundo.
c) Crear grupos de apoyo
misioneros diocesanos.
a los proyectos presentados por los
d) Coordinar todas las ayudas para que sean más eficaces.
Desde esta perspectiva, la universalidad del amor que propugna la
Iglesia hace que Cáritas se sienta llamada a traspasar los límites de sus
propios espacios para acercarse a todos los pobres de la tierra de modo
especial a los que soportan las mayores necesidades856; que se abra a las
exigencias del amor fraterno a los pueblos del Tercer Mundo, no sólo en los
casos de emergencia, sino en la ayuda permanente al desarrollo.
La dimensión universal de la caridad ha de llevar a Cáritas a que
desarrolle acciones locales de Cooperación Internacional en la clave de
construir unas relaciones internacionales más justas. No obstante, en sus
trabajos a nivel local, siempre ha de tener en cuenta la capacidad de
incidencia que estos tienen en otras áreas geográficas, para respetar así esta
dimensión universal del ejercicio de la caridad. Es decir, que no sólo se
atiende esta dimensión cuando se actúa en otros países, sino en las labores
llevadas a cabo en el propio país857.
Esta tarea la realiza Cáritas mediante la Cooperación Internacional en
diversas zonas geográficas y donde normalmente actúa y colabora con las
Cáritas de dichos países. Y lo puede hacer en solitario o bien con el apoyo
de Cáritas internationalis858.
Ahora bien, si la caridad es universal, lo es también ecuménica.
Aunque el ecumenismo es el movimiento que promueve la unidad de los
cristianos de toda confesión en consonancia con la oración de Jesús: “Que
856
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 55.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 43.
858
Creemos que no es momento de extendernos en la especificidad de la Cooperación
Internacional de Cáritas. Para profundizar en esta cuestión recomendamos acudir a:
Directorio de Cooperación Internacional (Madrid 2002) y Documento marco de
Cooperación Internacional (Madrid 2008), ambos de Cáritas Española. Son interesantes
también los siguientes trabajos: J. M. GALLARDO, La cooperación internacional y
emergencias desde Cáritas internationalis, en: Cor XIII 107-108 (2003) 251-260; P.
JARAMILLO, El Directorio, impulso y "guía". Claves para su lectura, en: Cor XIII 107108 (2003) 273-302; E. M. CRUZ, Caridad y cooperación internacional desde la
perspectiva de Cáritas Española, en: Cor XIII 140 (2011) 129-142.
857
207
todos sean uno, como tú, Padre, estas en mí y yo en ti” (Jn 17, 21); podemos
entenderlo en un sentido más amplio, tomando su raíz de la palabra
“oikoumene”, que significa la tierra habitada y extendida por todo el orbe,
toda la humanidad y toda la naturaleza859. Se refiere pues a la colaboración
de los católicos, en la acción caritativo-social, con los cristianos de otras
confesiones, con los creyentes de otras religiones y con todos los hombres y
mujeres de buena voluntad.
Veamos a continuación estos tres aspectos:
a) Colaboración entre los cristianos de las diferentes confesiones
(católicos, ortodoxos, protestantes y anglicanos): hay que comenzar
manifestando que: “La Iglesia Católico-Romana admira con gozo entre los
hermanos separados el ejercicio de la caridad hacia el prójimo realizado con
generosidad y entusiasmo” (IP 118).
El decreto sobre ecumenismo del Concilio Vaticano II, reconoce como
impulso de la Gracia el desarrollo de “un movimiento dirigido a restaurar la
unidad de todos los cristianos”860. Es un don del Espíritu para renovar a la
Iglesia hermanada y unida a Cristo, todos hijos de un mismo Padre. La
caridad, universal nos invita a superar la situación de división entre los
cristianos ya que en todos los bautizados está presente el Espíritu Santo que
nos une; y así poder trabajar conjuntamente en la acción caritativo-social
hacia los necesitados. Por lo tanto, se trata de algo más que sentir
admiración por lo que nuestros hermanos hacen en la ayuda al marginado y
excluido, es una seria llamada a la colaboración en común. Coordinación
más necesaria todavía, si reconocemos el desconocimiento y la desconexión
mutua entre las acciones y actividades caritativo-sociales llevadas a cabo
por las organizaciones e instituciones de la Iglesia Católica y las
promovidas por los hermanos de las otras confesiones861.
b) Colaboración de los católicos con los creyentes de otras religiones.
Ya el Concilio Vaticano II reconoce que en las tradiciones religiosas hay
“verdad y gracia” (AG 9) y un “destello de aquella verdad que ilumina a
todos los hombres”862. El Papa Juan Pablo II, ha reconocido explícitamente
mediante sus enseñanzas, la presencia operante del Espíritu Santo en la vida
859
Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 166.
CONCILIO VATICANO II, Unitatis Redintegratio. Decreto sobre ecumenismo (Roma
1964) nº 1. Este documento se citará como UR.
861
Cf. IP 119.
862
CONCILIO VATICANO II, Nostra Aetate. Declaración sobre las relaciones de la
Iglesia con las religiones no cristianas (Roma 1965) nº 2. Este documento se citará como
NA.
860
208
de los miembros de otras tradiciones religiosas863 y la acción universal del
mismo Espíritu, aun fuera del cuerpo visible de la Iglesia864.
Fruto de esta acción neumatológica, en otras Iglesias y comunidades,
han aparecido formas de actividad caritativa con las que la Iglesia Católica
esta llamada a colaborar865; y llama a su vez “a todos los seguidores de las
grandes religiones del mundo” (SRS 47) a trabajar conjuntamente en aras de
la paz, la justicia y, sobre todo, de la dignidad humana.
El problema de la justicia es un problema universal que se suscita ante la
realidad de la injusticia, aunque se capte de manera diferente por las
distintas religiones866. Por ello, la denuncia y el anuncio profético puede
realizarse desde el diálogo interreligioso entre las diferentes creencias867.
Un diálogo, que si bien, puede llevarse a cabo desde la vida, la reflexión
teológica o desde la experiencia mística, también puede hacerse desde las
obras868, y sobre todo, desde aquellas que luchan contra las injusticias y
miserias de nuestro tiempo869.
Las religiones están llamadas a promover conjuntamente la atención a
los sufrientes de este mundo; gran parte de su credibilidad, se juega en
mostrar como la religación con el Absoluto es fuente de implicación con lo
humano, es decir, que desde las entrañas mismas de la experiencia religiosa
brota un torrente de amor hacia los últimos y desfavorecidos de la
sociedad870.
Las religiones tienen que volver su mirada hacia los márgenes de la
sociedad para contribuir conjuntamente a la inclusión de personas y países
en aras del desarrollo integral humano, la justicia social y la liberación
humana871. Al hablar de esta caridad universal interconfesional, es
interesante averiguar qué conceptos y que praxis tienen y realizan las
distintas religiones sobre la ayuda a los necesitados, con el fin de trabajar a
863
Cf. RH 6.
Cf. DeV 53; RM 28.
865
Cf. DCE 30; SRS 32.
866
Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 168.
867
Cf.. C 159.
868
Cf. PONTIFICIO CONSEJO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y
CONGREGACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS, Diálogo y
Anuncio. Reflexiones y orientaciones sobre el diálogo interreligioso y el anuncio del
Evangelio (Roma 1991) nº 42. Este documento se citará como Diálogo.
869
Cf. C 535.
870
Cf. J. MELLONI, Los ciegos y el elefante. El diálogo interreligioso. Cuadernos
Cristianisme i Justicia 97 (Barcelona 2000) 16.
871
Diálogo, 44.
864
209
fondo los puntos comunes en que se confluye872. Un ejemplo podría ser la
relación próxima entre el concepto budista de la compasión o karuna873 y el
cristiano de misericordia. La solidaridad y el descentramiento874 son otros
aspectos compartidos entre las grandes religiones.
Vemos pues, que la dimensión universal de la caridad puede contribuir a
que las diferentes religiones superen sus discrepancias, divisiones, y
contribuya a avanzar, en el diálogo interreligioso. La coincidencia y
colaboración en el servicio a los últimos, es una aportación sólida a la
unidad en el amor y puede conducir a la unidad en la fe en un Dios
misericordioso875.
c) El diálogo con todos los hombres y mujeres de buena voluntad
La actividad caritativo-social de la Iglesia, debe serlo en colaboración
con todos los hombres de buena voluntad aunque no sean creyentes, ya que
en ellos está presente de una manera misteriosa la Gracia de Dios876.
Podemos y debemos unirnos a todos los hombres que luchan desde la
Verdad, la Justicia y el Amor por construir una sociedad más justa, solidaria
y fraternal877.
El fundamento lo encontramos en la certeza de un Padre de todos los
seres humanos, que nos hace confiar en un Amor Incondicional que provoca
ese impulso de fraternidad para pensar y actuar solidariamente a escala
planetaria878.
Desde aquí, se pueden crear lugares donde creyentes de distintas
religiones y no creyentes, colaboren en acciones para la inclusión de los
marginados y la transformación de las relaciones sociales en el sentido de
la solidaridad. Se forman, así, grupos de iguales -que intentan superar el
872
LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 169.
“La compasión de la que habla Buda no consiste en sentir pena por los demás sino en
querer de forma desinteresada el bien y la felicidad de todos los seres” (M. NIKAYA, Los
sermones medios del Buda [Barcelona 2006] 86).
874
J. Melloni habla de un triple descentramiento o trascendimiento: hacia el Otro, hacia los
otros y hacia lo otro. El primer trascendimiento marca el camino místico hacia el Misterio;
el descentramiento hacia los demás indica el camino ético; y el descentramiento hacia las
cosas y la naturaleza indica el camino estético y ecológico. El mismo autor afirma que
estos tres polos están presentes en todas las tradiciones religiosas: Cf. J. MELLONI,
Vislumbres de lo real. Religiones y revelación (Barcelona 2007) 253.
875
Cf. CRISTIANISME I JUSTICIA, Religiones de la tierra y sacralidad del pobre.
Aportación al diálogo interreligioso (Santander 1997) 171.
876
Cf. IP 118.
877
Cf. CA 60; IP 63; C 94; CIV 57.
878
Cf. LÓPEZ JIMÉNEZ, o.c., 170.
873
210
efecto excluyente de las limitaciones por causa de la religión, raza, clase
social, género y cultura, sin anular las diferencias. En estos espacios, donde
se eliminan las diferencias excluyentes y caen las barreras que existen entre
hombres y mujeres, blancos y negros, ricos y pobres, creyentes y no
creyentes; y donde existe la compasión, la búsqueda de equilibrio y la
inclusión, donde se establecen relaciones amorosas; aquí resplandece Dios,
porque se está colaborando al advenimiento de su Reino879.
Por todo ello, Cáritas debe colaborar con los cristianos de otras
confesiones, con los creyentes de otras religiones y con todos los hombres
de buena voluntad, ya que en todos los bautizados está presente el Espíritu,
en todos los fieles de otras religiones las semillas del Verbo y en todos los
hombres de buena voluntad la presencia secreta de Dios. Esta presencia
llama a Cáritas a trabajar en la coordinación de esfuerzos, porque la pobreza
interpela a todo el género humano, no sólo a los católicos o cristianos o
creyentes de otras confesiones religiosas880.
La dimensión universal de la caridad que tiene una vinculación con todo
lo humano no puede obviar al universo.
Dios es el creador de todo, crea al hombre y lo sitúa en la cima de la
creación, pero esta posición dada no lo capacita para ejercer un dominio
salvaje sobre la naturaleza. El significado de las expresiones “someter la
tierra” y “dominar los animales”881, no justifica una explotación arbitraria,
ni una relación destructiva de especies animales o vegetales. El ser humano,
criatura entre las criaturas, está llamado a experimentar una profunda
comunión con los otros seres creados882. Dios entrega al hombre el Paraíso
para que lo cuide y disfrute como rentero administrador883. Existen unos
límites para el género humano, no nos podemos olvidar que siendo Dios el
creador del hombre y del mundo, ambos van unidos irremediablemente.
Todo es para el hombre siendo todo de Dios884. Los bienes naturales han
879
Cf. L. TROCH, El misterio en vasijas de barro. La búsqueda de las imágenes de Dios
en las nuevas experiencias religiosas, en: Concilium 319 (2007) 92, 95.
880
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 43; IP 118.
881
Cf. Gn 1, 28.
882
Cf. A. GARCÍA RUBIO, Crisis ecológica, fe cristiana y derecho de la Naturaleza, en:
Cor XIII 88 (1998) 273; El ser humano está llamado a “dominar” la tierra, no como quiera,
sino como imagen de Dios, esto es, tal como Dios mismo ha querido la tierra y todos los
seres vivientes en ella, en la línea del amor y de la providencia divina: Cf. J. JAIME
NAVARRO, Salvaguardar la creación de Dios es tarea de todos, en: RAT 27 (2008) 55.
883
Cf. Gn 2, 4-17; J.M. SAMPER, Ecología en la Biblia, en: RAT 29 (2009) 40.
884
Cf. J.M. BERNÁRDEZ, “Dominar el mundo” y “el uso de la Naturaleza” y de los
bienes de forma ¿ilimitada? Claves ecológicas, en: Cor XIII 109 (2004) 187-190.
211
sido creados por Dios para ser usados por todos por eso, el ser humano está
llamado no sólo a preservarlos sino a cultivarlos885. Colaboradores, pues, de
Dios, somos administradores del mundo creado por el amor de Él, y concreadores del mismo, con Él.
El hombre como criatura, debe vivir una profunda comunión con los
otros seres creados, pero al ser criatura imagen de Dios debe colaborar en la
obra de la creación de una manera especialísima, asumiendo su
responsabilidad con las otras criaturas y con la naturaleza. Participar del
señorío de Dios, debe traducirse en servicio a la vida y no en la destrucción
y en la muerte. La figura del administrador responsable encaja bien con el
significado de la responsabilidad humana en relación al mundo creado886.
Comunión y responsabilidad son los dos ejes que resumen bien la
actitud que debe tener el género humano en sus relaciones con la
naturaleza887.
Hay pues, una responsabilidad humana de preservar un ambiente íntegro
y sano para todos888: el deber común universal de respetar lo que es un bien
colectivo889, que se caracteriza por los vínculos estrechos que unen entre sí a
los diversos ecosistemas y el valor ambiental de la biodiversidad, que deben
ser protegidos adecuadamente porque constituyen una riqueza única para
toda la humanidad890.
La responsabilidad de salvaguardar el medio ambiente, se extiende no
sólo a las exigencias del presente, sino también a las del futuro; se trata de
que transformemos nuestra concepción de herederos de la tierra, en la de
albaceas de ese legado, con el deber de conservarlo y entregarlo si cabe, en
mejor estado a nuestros hijos, que heredarán la misma condición y el mismo
deber para con sus sucesores891. “Se trata de una responsabilidad que las
generaciones presentes tienen respecto a las futuras” (CA 37).
Si nos volvemos hacia el hombre contemporáneo, podemos observar que
se sitúa ante la naturaleza de una manera “no trascendente”, es decir, sin
referencia alguna a un origen o a un fin; por eso, el uso que hace de los
885
Cf. C 256; 481; Gn 2, 16; Sab 9,3.
Cf. GARCÍA RUBIO, o.c., 272.
887
Cf. Ibid., 274.
888
Cf. SRS 34; CIV 48, 50.
889
Cf. CA 40.
890
Cf. C 466.
891
Cf. C 467; CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 20. Se debe vivir sin colaborar al deterioro
irreversible del planeta, que deja para las siguientes generaciones un mundo inhabitable:
Cf. IP 120; CCE 2544-2547; CIV 48,50.
886
212
bienes de la naturaleza no tiene límites para él, y los considera sólo suyos.
Esta situación que concibe al mundo desligado de Dios, no sólo desvincula
al hombre de la tierra, sino que los bienes naturales, perdiendo su valor
ontológico creatural, se transforman por voluntad de posesión, en deseo
esclavizante para el género humano892.
Por el contrario, la visión bíblica nos presenta una creación obra de Dios
bueno, y que, hecha buena, invita al hombre a reconocer los beneficios de
una naturaleza amiga en la que las cosas que integran el mundo no pueden
ser reducidas a meros objetos manipulables, ya que están penetradas por la
palabra creadora divina y apuntan a la presencia y actuación amorosa de
Dios. Ante esta perspectiva, el hombre no sólo debe respetar al mundo sino
amarlo por haber salido del seno amoroso de Dios893.
Consecuencia de la aptitud secular del nombre actual, que hemos
comentado anteriormente, éste ha intensificado más su deseo de apropiación
desmedida de los bienes y de los mecanismos para dominar el planeta,
considerándose dueño de todo; y que, en posesión de la tecnología
adecuada, se percibe capaz de dominar y someter a la naturaleza para el
propio provecho. Considera al mundo sólo desde el punto de vista de su
propia utilidad894.
La sociedad actual con su sistema organizativo, ha deteriorado
gravemente el medio ambiente a causa de una explotación irracional y
suicida de los recursos naturales, poniendo en grave peligro la supervivencia
del ser humano895. Las riquezas del planeta son limitadas y las energías
renovables necesitan un tiempo para no agotarse. Estamos llegando a una
situación límite del deterioro del hábitat humano896. Queda claro, que el
sistema social imperante hace que no se puedan establecer relaciones
solidarias y respetuosas con el medio ambiente897.
Hay que ver, además, la estrecha vinculación existente entre la injusticia
social y la devastación del medio ambiente, que muestra su cara más
inhumana en los países del Tercer Mundo, donde no disponen de los medios
tecnológicos y económicos para protegerse y donde el hambre y la pobreza
892
Cf. BERNÁRDEZ, o.c., 186; 190-191; C 464.
Cf. C 44; GARCÍA RUBIO, o.c., 277; BERNÁRDEZ, o.c., 186; CIV 48. “La alianza
entre el ser humano y el medio ambiente ha de ser reflejo del amor creador de Dios, del
cual procedemos y hacia el cual caminamos” (CIV 50).
894
Cf. GARCÍA RUBIO, o.c., 269; BERNÁRDEZ, o.c., 187.
895
Cf. IP 93.
896
Cf. CA 37-38.
897
Cf. IP 38.
893
213
hacen casi inevitable una explotación intensiva y abusiva de la naturaleza.
Hay una circularidad entre sociedad injusta y degradación ambiental, y son
inseparables, pues la raíz de ambas es la misma: la injusticia social, que así
queda unida a la injusticia ecológica898. Por eso, debe haber una extensión
de la caridad que llegue también al mundo creado899.
Desde esta visión, surge una exigencia ética: el compromiso para la
transformación de la sociedad que propicie un cambio radical en la relación
con el medio ambiente:
a) La programación de un desarrollo económico que considere “la
necesidad de respetar la integridad y los ritmos de la naturaleza”
(SRS 26), porque los recursos, tal como hemos indicado
anteriormente son limitados y algunos no renovables, existiendo una
verdadera amenaza que nos hace temer que en el presente y sobre
todo en el futuro no se pueda disponer de ellos900.
b) El establecimiento de un nuevo orden económico mundial que,
desde la justicia y la solidaridad internacional, no despilfarre ni
malgaste los bienes de consumo901.
c) Favorecer y promocionar una tecnología descontaminante: las
capacidades científicas conjugadas con una fuerte dimensión ética,
deben tender a la eliminación de la contaminación ambiental902.
Si la acción debe ser decidida y clara sobre el aspecto estructural,
también necesitamos a nivel personal un cambio de mentalidad que propicie
nuevos estilos de vida a favor de la comunión y de la articulación vital entre
el ser humano y la naturaleza903. Este nuevo y distinto modo de estar en el
mundo pasa por una confraternización con la naturaleza, casa y aldea
común, en la cual existe una intimidad entre todas las cosas, en la que el
género humano ya no es el dueño absoluto, sino que comparte con todas las
criaturas la dimensión cósmica y su finalidad. Se produce un “ser cósmico”
en el que se pasa del dominio, al servicio y a la comunión904.
898
Cf. J. CARRERA, El problema ecológico una cuestión de justicia. Cuadernos
Cristianisme i Justicia 161 (Barcelona 2009) 19-27.
899
Cf. GARCÍA RUBIO, o.c., 268; 289-290; C 482; CIV 51.
900
Cf. C 470; SRS 34.
901
Cf. IP 68.
902
Cf. C 465.
903
Cf. C 486; CA 36; JAIME NAVARRO, o.c., 60.
904
Cf. BERNÁRDEZ, o.c., 211. “La naturaleza es expresión de un proyecto de amor, nos
procede y nos ha sido dada por Dios como ámbito de vida” (CIV 48).
214
Por último, la dimensión ecológica de nuestra vida cristiana se ha de
fundamentar en una espiritualidad que, con actitud ascética, asuma
libremente una autolimitación del consumo que favorezca el cuidado de la
Tierra. También, desde la experiencia de Dios, nos debemos educar en saber
contemplar la Creación, llenarnos de una admiración sin límites al intuir en
ella la “causa última de todas las cosas”. Toda criatura, es un signo
sacramental de la bondad, sabiduría, belleza y amor de Dios. Cada criatura
nos debe recordar al Creador del universo905.
Cáritas apela a que todos sus miembros tengan una conciencia ecológica
profunda que debe ser propuesta desde el “ser” y “hacer” de la Institución a
todos los seres humanos estando ésta inexorablemente unida a la
experiencia que deben tener sus miembros, de fraternidad común por ser
hijos de un mismo Padre-Madre y colaboradores de Él en la tarea de la
creación906.
Concluyendo, Cáritas es expresión del amor eclesial a todos los hombres
y mujeres cuando desde la dimensión universal de la caridad atiende a
cualquier persona de cualquier lugar y en cualquier área geográfica distante,
sin tener en cuenta raza, sexo, religión, ideología, etc.; y cuando esto lo
lleva a cabo con cualquier persona de buena voluntad desde la vivencia de
los valores evangélicos y desde el respeto y amor por la naturaleza y el
mundo en que vivimos.
5.3.4. Expresión del amor preferencial por los marginados y excluidos907
El sentido último de Cáritas como institución es ser signo y testimonio
del amor de Cristo encarnado y vivido en la Iglesia, por los necesitados y de
la existencia de un amor verdadero en el mundo.
Ofrecer amor, sobre todo a los que nada tienen es lo que dinamiza y da
sentido a la acción caritativa-social realizada por Cáritas con y a favor de
los empobrecidos908.
La acción de sus miembros no debe fundamentalmente poner de
manifiesto las buenas cualidades de unas personas con buen corazón, sino
que debe significar sobre todo el amor que alienta en la Iglesia, que ha de
905
Cf. BERNÁRDEZ., 209; GARCÍA RUBIO, o.c., 288; JAIME NAVARRO, o.c., 59.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 33-34.
907
No nos vamos a extender en este punto, que ha sido tratado con amplitud en el apartado
5.2 de este trabajo.
908
Cf. ALTABA, RMA6, 35.
906
215
ser, al mismo tiempo, amor que alienta en el mundo: todo verdadero amor
tiene su origen en Dios, en Dios que es amor909. De esa manera Cáritas es
signo de la sacramentalidad de la Iglesia.
5.4. Cáritas para ser fiel a su identidad debe armonizar
adecuadamente su “estructura organizativa” y su “dimensión
sacramental”
Benedicto XVI manifiesta de una manera clara e inequívoca: “El amor
necesita también una organización, como presupuesto para un servicio
comunitario ordenado” (DCE 20).
Mucho antes, el Concilio Vaticano II ya hacía un llamamiento al
ejercicio organizado de la caridad910. Y Pablo VI, en su discurso a los
asistentes a la VII Asamblea general de Cáritas internationalis, refiriéndose
concretamente a Cáritas expresaba la necesidad de que su actividad se
sustentará en una buena organización para dar adecuada respuesta al
fenómeno de la pobreza911
Sin embargo, y también en el marco del Magisterio, Juan Pablo II
advertía en su discurso a los miembros de “Cor unum”: “Las modernas
exigencias técnicas y la búsqueda de una mayor eficacia en una buena
organización no deben hacernos olvidar que las estructuras sólo tiene como
fin ser canales para la caridad”912.
Y tiene mucha razón el Santo Padre, a veces las mediaciones se
convierten o puede convertirse en fines y es precisamente entonces cuando
se pierde el horizonte de la misión. Por el contrario, cuando la finalidad de
la misión es la persona humana como imagen de Dios, la Comunidad como
sacramento de amor, y la salvación como realización plena de la liberación;
la Iglesia en misión, Cáritas en su acción, desarrollan lo mejor de sí
mismas913.
Por eso, “en la vida de Cáritas y en la de sus agentes, además de dialogar
y decidir sobre criterios de organización, de gestión o de racionalización,
deben fluir los planteamientos que conducen a la implicación, la inmersión
909
Cf. ECHARREN, Cáritas, 208-209.
Cf. GS 88.
911
Cf. CIA65 2.
912
JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo "Cor unum" en su
Asamblea plenaria (El Vaticano 1994) nº2. Este documento se citará como CU94.
913
Cf. PRAT, Misión, 42.
910
216
y el ser para los demás en el esfuerzo gratuito, que parte de un sincero amor
a los pobres. Cuando falta ese amor, sobre la burocracia”914.
Cáritas, debe promover un modelo institucional, en el que se armonicen
coherentemente su "estructura organizativa" y su “dimensión sacramental”.
Cáritas es servicio eclesial organizado a favor de los empobrecidos, y para
realizar de manera ordenada y eficaz su tarea debe incorporar todos los
medios necesarios para llevar a cabo una labor eficiente, con la adecuada
técnica y metodología, asumiendo mediaciones humanas de tipo
empresarial915.
Ahora bien, el alma de Cáritas es –como se desprende de todo lo que
hemos dicho hasta aquí– su carácter “sacramental”; es decir, así como la
Iglesia es “sacramento universal de salvación” (LG 48) Cáritas que es la
Iglesia misma en el ejercicio de la caridad con los pobres y marginados,
participa de la condición sacramental de ésta. Lo que equivale a considerar a
Cáritas como signo y portadora de la salvación de Dios en Cristo, por la
práctica del mandamiento nuevo expresión de la comunión eclesial y la
fraternidad en el amor de Dios. Por ello, en su actuar la “dimensión
organizativa” ha de esta impregnada toda ella del “carácter sacramental”916.
5.5. Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el sacramento de la
caridad, se convierte en su expresión concreta
5.5.1. Fundamentación bíblica
En la Eucaristía celebramos la vida entregada de Jesús: Él quiso
dejarnos un memorial917, cuando ya era inminente su muerte, que resumía
perfectamente lo que fue su vida de proexistencia.
914
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 61.
Cf. ALTABA, RMA3, 27; DUQUE, Eclesialidad, 69.
916
Cf. Ibid., 69.
917
Cf. Mt 26, 26-30; Lc 22, 14-21; Mc 14, 22-26; 1Cor 11, 23-25. Existe una clara
diferencia entre los términos "memoria" y "memorial". Hacer memoria, es recordar un
hecho que sucedió y se sitúa fundamentalmente en el pasado, y que puede o no, de una
manera derivada, tener una cierta incidencia en el presente. Memorial, es la vivencia de un
hecho que aunque sucedió en el pasado, sigue aconteciendo en el presente con igual fuerza
y actualidad. El hecho, objeto del memorial, pasa a denominarse acontecimiento, por su
despliegue en el pasado, presente y futuro; y "memorial" equivale a decir presencia activa y
actuante. "La Eucaristía es un acto (...), actualización del misterio, en el cual el pasado,
como acontecimiento de muerte y de resurrección, muestra su capacidad de abrir al futuro,
de anticipar la plenitud final" (FRANCISCO, Lumen fidei. Carta encíclica sobre la fe
[Roma 2013] nº 44). Este documento se citará como LF.
915
217
Cuando Él nos invita a repetir el mismo rito, por encima y más allá del
mismo, está la invitación a hacer efectiva la realidad evocada: siguiendo sus
pasos debemos de dar la vida por los demás de la misma manera que Él, es
decir, por todos y preferentemente por los más pobres918.
Por eso, la celebración eucarística estuvo ligada a la comunicación
cristiana de bienes desde los tiempos más antiguos y fue para los seguidores
de Jesús un momento para compartir fraternalmente con los más pobres919.
Durante el primer siglo, los cristianos celebran la Eucaristía en el marco
de una cena comunitaria, en la que cada uno aportaba los alimentos que le
permitían sus recursos920; de esta manera “el banquete eucarístico
desempeñó una función sacra y profana a la vez: la de procurar los medios
de subsistencia indispensables a los miembros más necesitados de la Iglesia,
en una comunión vital y no abstracta, y la de rendir, de este modo, un culto
grato a Dios por Jesucristo”921.
Por ello, Pablo advierte que sin caridad hacia los más “débiles” no hay
Eucaristía: “Os reunís en asamblea formáis bandos” (1Cor 11, 18-19)922;
“en consecuencia cuando tenéis una reunión os resulta imposible comer la
cena del Señor, pues cada uno se adelanta a comerse su propia cena, y
mientras uno pasa hambre, el otro está borracho” (1Cor 11, 20-21).
Por ello, el Apóstol advierte que “antes de comer el pan y beber el cáliz
hay que examinar bien la situación de la comunidad (11, 28), pues cuando
hay escisiones y se avergüenza a los pobres (11, 22) se «come el pan y se
bebe el cáliz indignamente» y se «será reo del cuerpo y de la sangre del
Señor» (11,27). Pablo dice tajantemente que lo que se hace en esas
condiciones «no es comer la cena del Señor» (11, 20)” 923.
Podemos concluir este apartado manifestando que según la Revelación
donde no hay fraternidad tampoco hay Eucaristía y que la Eucaristía está
indefectiblemente unida a la oblación de vida de cada cristiano unida a la de
Cristo, en favor de todos, especialmente de los más necesitados.
918
Cf. GONZALEZ-CARVAJAL, Excluidos, 262.
Cf. 1Cor 16, 2-3.
920
Cf. G. THEISSEN, Estudios de sociología del cristianismo primitivo (Salamanca 1985)
261.
921
M. GESTEIRA, La Eucaristía, misterio de comunión (Madrid 1983) 91.
922
En aquel tiempo los anfitriones de convites discriminaban a los invitados según sus
recursos y situación social; lo que viene a demostrar que estas escisiones en el banquete
eucarístico tenían una clara raíz socioeconómica: Cf. AGUIRRE, Movimiento, 161.
923
Ibid., 162.
919
218
La Eucaristía, es pues, el sacramento de la misericordia y del servicio;
que es lo que nos quiso indicar el cuarto evangelio al sustituir en la última
cena la institución de la Eucaristía por el lavatorio de los pies, que,
significativamente, concluye también con una invitación a repetir el gesto
de Jesús924.
5.5.2. Eucaristía y caridad a la luz del magisterio eclesial925
Nos dice Juan Pablo II: “Así el Señor, mediante la Eucaristía,
sacramento y sacrificio, nos une consigo y nos une entre nosotros con el
vínculo más perfecto que toda unión natural; y unidos nos envía al mundo
entero para dar testimonio con la fe y con las obras, del amor de Dios,
preparando la venida de su Reino y anticipándolo en las sombras del tiempo
presente. Quienes participamos de la Eucaristía estamos llamados a
descubrir, mediante este Sacramento, el sentido profundo de nuestra acción
en el mundo en favor del desarrollo y de la paz; y a recibir de él las energías
para empeñarnos en ello cada vez más generosamente, a ejemplo de Cristo
que en este Sacramento da la vida por sus amigos (Cf. Jn 15,13), Como la
de Cristo y en cuanto unida a ella, nuestra entrega personal no será inútil
sino ciertamente fecunda” (SRS 47).
Con estas palabras el Papa resalta que la comunión con el Señor en la
Eucaristía produce inmediatamente comunión entre todos y nos hace
partícipes de su misión y testigos de su amor.
En sintonía con lo dicho anteriormente en otros documentos manifiesta
la indisoluble relación entre Eucaristía y caridad: “La Eucaristía significa
esta caridad, y por ello recuerda, la hace presente y al mismo tiempo la
realiza (…). Junto con este don insondable y gratuito, que es la caridad
revelada hasta el extremo en el sacrificio salvífico del Hijo de Dios –del que
la Eucaristía es señal indeleble– nace en nosotros una viva respuesta de
amor. No sólo conocemos el amor, sino que nosotros mismos comenzamos
a amar. Entramos, por así decirlo en la vía del amor y progresamos en este
camino. El amor que nace en nosotros de la Eucaristía se desarrolla gracias
a ella, se profundiza, se refuerza. El culto eucarístico es, pues, precisamente
924
Cf. Jn 13, 1-17.
Se abre aquí una cuestión cuya profundización no es procedente abordar en este
momento y además excedería la pretensión de nuestro trabajo. Esta temática podría ser
objeto, por sí sola, de una investigación teológica que se centrará en ella misma.
Recogeremos, pues, las enseñanzas más actuales y significativas sin la menor intención de
ser exhaustivos.
925
219
expresión de este amor, que es la característica auténtica y más profunda de
la vocación cristiana. Este culto brota del amor y sirve al amor, al cual todos
somos llamados en Cristo Jesús”926.
Y sigue afirmando categóricamente en el mismo documento: “El
auténtico sentido de la Eucaristía se convierte de por sí en escuela de amor
activo al prójimo” (DC 6). “Debemos hacernos particularmente sensibles a
todo sufrimiento y miseria humana, a toda injusticia y ofensa, buscando el
modo de repararlos de manera eficaz” (DC 6). “El sentido del Misterio
eucarístico nos impulsa al amor al prójimo, al amor a todo hombre” (DC 6).
El mismo Papa, nos habla del domingo en relación con la Eucaristía
como el día de la solidaridad: “El domingo debe ofrecer también a los fieles
la ocasión de dedicarse a las actividades de misericordia, de caridad y de
apostolado (…). La Eucaristía dominical, pues, no sólo no aleja de los
deberes de caridad sino al contrario, compromete más a los fieles «a toda
clase de obras de caridad, piedad y apostolado»”927.
Más adelante, en otro documento hace referencia a la relación
Eucaristía-caridad ya presente en la primitiva comunidad cristiana: “Es
también necesario recordar a toda la Iglesia (…) el lazo existente entre la
Eucaristía y la caridad, lazo que la Iglesia primitiva expresaba uniendo el
ágape con la Cena eucarística. La participación en la Eucaristía debe llevar a
una acción caritativa más intensa como fruto de la Gracia recibida en este
sacramento”928.
Su magisterio sigue insistiendo en la relación inseparable entre
Eucaristía y ayuda a los empobrecidos: “Es significativo que el Evangelio
de Juan, allí donde los Sinópticos narran la institución de la Eucaristía,
propone, ilustrando así su sentido profundo, el relato del «lavatorio de los
pies» en el cual Jesús se hace maestro de comunión y servicio (Cf. Jn 13, 120). El Apóstol Pablo, por su parte, califica como «indigno» de una
comunidad cristiana que se participe en la Cena del Señor, si se hace en un
926
JUAN PABLO II, Dominicae Coenae. Carta a todos los obispos de la Iglesia sobre el
ministerio y el culto de la Eucaristía (El Vaticano 1980) nº 5. Este documento se citará
como DC.
927
JUAN PABLO II, Dies Domini. Carta Apostólica sobre la santificación del domingo
(El Vaticano 1998) nº 69. Este documento se citará como DD.
928
JUAN PABLO II, Ecclesia in America. Exhortación Apostólica sobre el encuentro con
Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América
(Ciudad de México 1999) nº 35. Este documento se citará como EiA.
220
contexto de división e indiferencia hacia los pobres (Cf. 1Cor 11,
17.22.27.34)”929.
Benedicto XVI nos dice: “Una Eucaristía que no comporte un ejercicio
práctico del amor es fragmentaria en sí misma. Viceversa –como hemos de
considerar más detalladamente aun– el «mandamiento» del amor es posible
sólo porque no es una mera exigencia: el amor puede ser «mandado»
porque antes es dado” (DCE 14).
Y prosigue con su magisterio “Cada celebración eucarística actualiza
sacramentalmente el don de la propia vida que Jesús ha hecho en la Cruz
por nosotros y por el mundo entero. Al mismo tiempo, en la Eucaristía Jesús
nos hace testigos de la compasión de Dios por cada hermano y hermana.
Nace así, en torno al Misterio eucarístico el servicio de la caridad para con
el prójimo (…). La Eucaristía impulsa a todo el que cree en Él a hacerse
«pan partido» para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más
justo y fraterno” (Sc 88). “El alimento de la verdad nos impulsa a denunciar
las situaciones indignas del hombre, en las que a causa de la injusticia y la
explotación se muere por falta de comida, y nos da nueva fuerza y ánimo
para trabajar sin descanso en la construcción de la civilización del amor.
Los cristianos han procurado desde el principio compartir sus bienes (Cf.
Hch 4, 32) y ayudar a los pobres (Cf. Rom 15, 26). La colecta en las
asambleas litúrgicas no sólo nos lo recuerda expresamente, sino que es
también una necesidad muy actual” (Sc 90).
Nuestros obispos recogen todas estas enseñanzas y las hacen suyas: “El
sacramento de la Eucaristía no se puede separar del mandamiento de la
caridad. No se puede recibir el cuerpo de Cristo y sentirse alejado de los que
tienen hambre y sed, son explotados o extranjeros, están encarcelados o se
encuentran enfermos” 930.
En diversos documentos exponen una serie de sugerencias en las que
indican claramente que celebrar la Eucaristía ha de llevar a un compromiso
hacia el hermano empobrecido y necesitado931.
929
JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia. Carta encíclica sobre la Eucaristía en su
relación con la Iglesia (Roma 2003) nº 20. Este documento se citará como EdE.
930
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La Eucaristía, alimento del Pueblo
peregrino. Instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española ante el Congreso
Eucarístico Nacional de Santiago de Compostela y el Gran Jubileo del 2000 (Madrid
1999) nº 21. Este documento se citará como EaP.
931
No nos vamos a alargar con las citas para no ser repetitivos, basta consultar: MCC98;
MCC99; MCC02; MCC03; MCC09 y sobre todo EaP 69 y MCC06.
221
5.5.3. La imposible separación entre Eucaristía y caridad
La fundamentación bíblica y el Magisterio lo han dejado claro: es
imposible concebir la Eucaristía al margen de la caridad y la caridad al
margen de la Eucaristía. Ambas están unidas en el mismo misterio. La
caridad o es Eucaristía o no es caridad, es filantropía; y la Eucaristía o es
sacramento de amor o no es Eucaristía, se convierte en un rito932.
Si la Eucaristía no se traduce en fraternidad y servicio a los últimos de la
sociedad, pierde su fuerza salvadora y, corre el peligro de reducirse al
“recuerdo” de una salvación ocurrida en el pasado sin ninguna incidencia
salvífica en el presente de nuestra historia.
Pero realizar el ejercicio de la caridad sin que su centro y fuente sea la
Eucaristía, hace que esta pierda su identidad cristiana y la radicalidad del
servicio que brota de la comunión con Cristo933.
Si el sacramento eucarístico es la expresión más real de que el Señor
resucitado se encuentra hoy entre nosotros, el ejercicio de la caridad en
favor de los más necesitados radicada en la Eucaristía, es la manifestación
visible de que el Señor sigue con nosotros dándose en el servicio diario de
los creyentes934. Por ello, Eucaristía y caridad se comprenden y viven como
realidades que se implican mutuamente y que nunca se pueden disociar ni
existir la una al margen de la otra.
5.5.4. Ejercicio de la caridad y Eucaristía: incorporación sacramental a
la entrega de Jesús935
La vinculación principal entre Eucaristía y servicio a los pobres radica
en la incorporación sacramental del creyente a la vida, muerte y
resurrección del Señor, que se hace presente en la Eucaristía mediante el
pan partido y el vino repartido. Cuando el sacramento eucarístico se entraña
en lo más profundo de la vida del creyente, su vida queda cristificada y
transformada por los mismos dones que le impelen a entregar la propia vida
para la construcción de un mundo de justicia, paz y amor.
932
P. JARAMILLO - C. RODRIGUEZ - R. PRIETO, "Daos fraternalmente la paz". La
Eucaristía alimenta al pueblo peregrino, haciéndolo fraterno y solidario, en: AA.VV., La
Eucaristía alimento del pueblo peregrino. IX Congreso Eucarístico Nacional (Madrid
2000) 151 y 162.
933
Cf. Ibid., 152.
934
Cf. Ibid., 154.
935
Cf. Ibid., 153 y 158.
222
De esta manera la vida en Cristo, que la Eucaristía posibilita y
desarrolla, hace de toda la existencia cristiana una vida sacramental y, de
cada cristiano, un sacramento del amor entregado de Jesús. La
incorporación sacramental a Jesucristo es incorporación pues, a su
mediación salvadora.
5.5.5. Eucaristía y opción por los pobres936
El cristiano celebra la Eucaristía, como acción de gracias a Dios y para
hacer presente en el mundo el mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret. Y
lo puede hacer, gracias a que el mismo Espíritu que ungió a Jesús y lo envío
a dar la Buena Nueva a los pobres, se hace presente en la celebración
eucarística transformado los dones y derramándose en los creyentes, que
entran en comunión con su vida, para que a través de ellos Jesucristo pueda
ser contemporáneo a los hombres y mujeres de todos los tiempos y
anunciador permanente del evangelio a los excluidos y marginados de la
sociedad.
Si Jesús desarrolla su vida y se entrega a la muerte desde su amor
preferencial por lo más necesitados, el cristiano cuando en la Eucaristía se
une a Cristo, el amor preferencial que Él tenía por lo más pobres debe
encarnarse en la vida y misión del creyente.
5.5.6. La Eucaristía es la fuerza del ejercicio de la caridad para con los
empobrecidos937
No se puede vivir la caridad sin la fuerza de Dios que nos viene sobre
todo de la Eucaristía, que da la energía y el vigor para amar. Así lo
manifiesta claramente Jesús: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre
verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre sigue conmigo y
yo con él” (Jn 6, 55-57).
Para servir al necesitado, necesitamos entrar en comunión con Cristo, de
tal manera que podamos decir como Pablo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo
vive en mi” (Gal 2, 20). Quien se nutre de la Eucaristía experimenta que su
relación con Jesucristo no es algo externo a él, sino algo que se entraña en
su ser y lo configura “crísticamente”, de tal manera que eso lo habilita para
936
Cf. Ibid., 157.
J. RODRIGUEZ, Dimensión caritativa y social de la Eucaristía, en: AA.VV., La
Eucaristía alimento del pueblo peregrino. IX Congreso Eucarístico Nacional (Madrid
2000) 321; ALTABA, RMA9, 78.
937
223
el servicio a los más débiles de la sociedad, los últimos, tal como lo hizo
Jesús.
5.5.7. En la Eucaristía se anticipa la fraternidad del Reino938
Jesús de Nazaret utiliza el símbolo de la comida para describir el Reino
que anuncia939.
La insistencia de los evangelistas en las comidas de Jesús es
intencionada, ya que en ellas se expresa un modo nuevo de actuar respecto a
las personas y grupos que en Israel eran considerados impuros y marginados
sociales. Por eso, las comidas de Jesús provocaron escándalo ya que eran
abiertas a los excluidos de aquella sociedad. Esta comensalidad supera las
prescripciones legales y apuntan a una fraternidad inclusiva.
Después de su pasión y muerte, el Resucitado sigue apareciéndose en un
contexto de comensalidad940.
Precedida por las comidas del Jesús histórico, signo de acogida e
integración sin reservas; seguida de las comidas postpascuales, lugar
privilegiado de reconocimiento y encuentro con el Resucitado; la Eucaristía
que celebramos como prefiguración del banquete escatológico, anticipa y
realiza un banquete abierto a la participación de todos. Cargada de
fraternidad vivida y celebrada, supone una urgencia para llamar y dar cabida
en la mesa de la humanidad a todos los desheredados de la tierra.
5.5.8. Cáritas y la fracción del pan941
Cáritas y sus agentes (voluntarios y trabajadores) desde su vivencia
eucarística, deben cultivar su configuración con Cristo servidor y con su
vida entregada para la salvación del mundo. De esa manera Cáritas
encuentra en la Eucaristía la fuente y el alma de su servicio a los
938
Cf. JARAMILLO - RODRIGUEZ (y otros), o.c., 163-164.
No podemos detenernos en este interesante hecho, porque sería desviarnos de nuestro
trabajo. Para profundizar en este tema es muy interesante consultar: R. AGUIRRE, La
mesa compartida. Estudio del NT desde las ciencias sociales (Santander 1994). Este
trabajo se citará como Mesa.
940
Cf. Lc 14, 30.
941
Cf. R. PRAT, La propuesta caritativa y social de la Iglesia ante el reto de la crisis, en:
Cor XIII 134 (2010) 97; CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 43-44; ALTABA, RMA6, 45 y
71.
939
224
empobrecidos y verifica en la praxis la unidad indisoluble entre Eucaristía y
acción caritativa-social.
Esta unidad se expresa en el marco de la celebración eucarística con el
simbolismo de la fracción del pan. De la misma manera que en la fracción
del pan, se da Jesucristo a todos, así se debe “repartir Cáritas”. Y en el
“podéis ir en paz” se hace la invitación activa a la entrega total a los demás:
llevar la paz de Cristo, el servicio de Cristo a todos; ya que si Jesucristo se
ha dado y repartido en la fracción del pan; aquellos que eucarísticamente
han entrado en comunión con Él, deben entregarse a los demás y
especialmente a los pobres y excluidos de nuestro mundo.
Por ello, cuando Cáritas se reparte como pan partido se cumple lo que
dice de ella Benedicto XVI: “Cáritas en sus diversos ámbitos desarrolla el
precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más
pobres. (…) Inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la
caridad, se convierte en su expresión concreta; por ello merece todo
encomio y estímulo por su compromiso solidario en el mundo” (Sc 90) 942.
942
La cita nombra textualmente a Cáritas pero se refiere también a las instituciones
eclesiales de beneficencia, a las cuales incluye: "Las instituciones eclesiales de
beneficencia, en particular Cáritas ..." (Sc 90).
225
226
6.
CONSTATACIÓN EN TORNO A CÁRITAS DESDE LAS
ENCUESTAS: “LA ACTIVIDAD DE CÁRITAS Y SU
INCIDENCIA SOBRE LAS PERSONAS”
6.1. Razón de ser de las encuestas
Ya decíamos en la introducción de este trabajo, que esta Tesis quería
situarse en el horizonte de la Teología Fundamental y de la Teología
Pastoral. Dichas disciplinas teológicas, aunque cada una con su propio
estatuto y consistencia dentro de la ciencia teológica, tienen ciertamente
algunas connotaciones comunes en cuanto que ambas, por su objeto propio
y por su metodología deben establecer un diálogo permanente con otras
ciencias y deben mantener una apertura a los signos de los tiempos,
teniendo muy en cuenta además la realidad del misterio de la encarnación y
la historicidad de la revelación.
Para llevar a cabo la investigación en que estamos inmersos se nos ha
hecho necesario acudir a ciencias como la Estadística y la Sociología para
realizar unas encuestas que aportarán luz al tema que estamos tratando, en
lo referente a la actividad de Cáritas y su incidencia sobre las personas,
como signo de credibilidad eclesial y ámbito de evangelización.
6.2. Objetivos
6.2.1. Objetivo general
Analizar y reflexionar que incidencia tiene sobre las personas la
actividad de Cáritas y su conocimiento, en lo referente a la credibilidad
eclesial y la conversión a la Buena Nueva de Jesucristo.
6.2.2. Objetivos específicos
a) Averiguar si se identifica a Cáritas y su trabajo con su pertenencia a
la Iglesia Católica.
b) Saber el grado de conocimiento que tienen las personas de la
actividad de Cáritas.
c) Indagar si la labor de Cáritas hace más creíble a la Iglesia Católica.
227
d) Investigar si la ayuda de Cáritas ha supuesto para aquellos que la
reciben directamente, una mejora en sus vidas y en que grado.
e) Averiguar si el servicio de Cáritas ha sido respetuoso en lo referente
a transmitir explícitamente la Buena Noticia de Jesús a los
excluidos, realizándolo únicamente cuando así lo han demandado los
marginados.
f) Analizar si la actividad de Cáritas hace que las personas se sientan
impulsadas a ayudar a quien lo necesita.
g) Indagar si el trabajo de Cáritas provoca en quien lo observa o recibe,
interrogantes sobre el mismo, que le abren a otra realidad; a la
trascendencia, al Misterio.
h) Analizar si la actividad de Cáritas ayuda a mantener o aumentar la fe
y el sentido de pertenencia eclesial de los creyentes.
i) Por último, ver si la tarea realizada por Cáritas supone para las
personas una conversión a la Buena Nueva de Jesucristo.
6.3. Metodología
Nos encontramos ante una investigación cuantitativa a través de
encuesta943.
Universo de la muestra: población residente en Zaragoza.
6.3.1. Elaboración de las encuestas
Se confeccionan cuatro encuestas; una dirigida a las personas atendidas
por Cáritas y otras tres comunes para el resto de población944. Se comienza
en octubre de 2011 y se terminan de preparar el cuatro de enero de 2012. Es
de capital importancia el asesoramiento recibido por Doña Nuria Espeleta
Fernández, socióloga y técnico del Servicio de Estudios Sociales de Cáritas
Diocesana de Zaragoza.
943
Cf. A. WOHLFARTH, Investigación sobre la dimensión formativa, en: AA.VV.,
CUCM99, 186.
944
Ver cuadros nos 1, 2, 3 y 4. Hay una común para tres grupos: Trabajadores y voluntarios
de Cáritas; creyentes que no son agentes ni usuarios de Cáritas y no creyentes que no son
agentes ni usuarios de Cáritas.
228
Ambas encuestas son fáciles de leer y responder: se trata de siete
preguntas en las que sólo se tiene que señalar con una cruz o un círculo, lo
que se considere válido, excepto en la que se tiene que poner la edad.
La mitad de las respuestas piden decidirse entre si, no y no sabe; y el
resto presenta una alternativa entre cinco grados: poco, algo, regular, mucho
y muchísimo/muy bien.
La encuesta estaba preparada para ser respondida en un intervalo de
tiempo de uno o dos minutos.
6.3.2. Recogida de datos
Se trata de estudiar cuatro poblaciones bien definidas:
a) Personas atendidas por Cáritas.
b) Trabajadores y voluntarios de Cáritas.
c) Creyentes que no pertenecen a las dos poblaciones anteriores.
d) No creyentes que no pertenecen a las dos primeras poblaciones.
La toma de datos para las poblaciones de los agentes de Cáritas y los
receptores de la ayuda se realizó en Cáritas Diocesana de Zaragoza,945 en
una población aleatoria para técnicos, voluntarios y usuarios de once
proyectos y servicios especializados946 ante situaciones de extrema pobreza,
exclusión y vulnerabilidad social y dependencia; todos ellos situados
orgánicamente en el área de Acción Social. La participación activa de los
técnicos responsables de los proyectos fue decisiva para la obtención de
datos.
La recogida de datos para personas no creyentes y que no pertenecieran
a la dos poblaciones anteriores fue realizada en mi ambiente de trabajo947
945
Mi condición de antiguo Director de Cáritas en el periodo de tiempo 2000-2004, facilitó
la recogida de datos. No obstante, recibí permiso del Director en ese momento D. Carlos
Sauras y la ayuda inestimable del Secretario General D. Francisco Yagüe.
946
Estos son los proyectos: Intervención en cárcel, acogida Fogaral (prostitución),
intervención de chabolismo, acompañamiento a personas que están sin hogar, educación
familiar, itinerario de inserción sociolaboral, hecho migratorio, centro de rehabilitación
psicosocial San Carlos, apoyo y acompañamiento en domicilio, residencia de asistidos
Santa Teresa.
947
Desarrollo mi labor profesional como Jefe Médico del Servicio contra Incendios de
Salvamento y Protección Civil del Ayuntamiento de Zaragoza.
229
fuertemente secularizado y con amigos y familiares que se habían declarado
no creyentes.
En lo referente a los creyentes se recogieron encuestas en parroquias de
Zaragoza y Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar948. En
ambas poblaciones la muestra se puede clasificar de aleatoria. El tiempo de
recogida de datos, comprendió los meses de febrero a junio de 2012
inclusive.
6.3.3. Tratamiento informático de los datos
Se prepara un programa informático realizado por D. Jacinto Trallero
para el tratamiento de los datos obtenidos en las encuestas que fueron
introducidos y procesados en una base de Datos Access de la que se
extrajeron valores sumatorios y porcentuales.
También se elaboró una hoja Excel para el tratamiento estadístico de los
datos.
Se introducen los datos en el programa en un periodo de tiempo de dos
semanas.
6.3.4. Tratamiento estadístico de los datos
Es dirigido por el Catedrático de Bioestadística de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Zaragoza, Prof. Dr. Emilio Rubio Calvo949.
Las encuestas realizadas tienen dos tipos de respuestas: una de ellas es:
sí, no, no sabe, y la otra es una valoración tipo Likert (de 1 a 5).
Para la descripción del primer tipo de respuestas, nos hemos centrado en
analizar el número de contestaciones afirmativas.
En el segundo tipo de respuestas, por un lado analizamos la descripción
general, es decir el número de respuestas en cada uno de los 5 grupos
(recordemos que están valorados de 1 a 5 y representan nivel de
conocimiento de poco a muchísimo); destacando la moda (mayor número de
948
En el periodo de tiempo 2008-2012 fui Delegado Episcopal de Apostolado Seglar de la
archidiócesis de Zaragoza, lo que facilitó el acceso a estos Movimientos. En la parroquia de
Nuestra Señora del Portillo de Zaragoza se realizaron bastantes encuestas al ser párroco D.
Manuel Liarte, Consiliario de la Delegación de Apostolado Seglar.
949
Todo lo referente al tratamiento estadístico se encuentra en la obra: E. RUBIO - T.
MARTÍNEZ ( y otros), Bioestadística en Ciencias de la Vida (Zaragoza 2005).
230
respuestas) y, además, hemos creado un índice ponderado medio, con el fin
de representar con un único número, la opinión de cada grupo: usuarios,
agentes, creyentes y no creyentes. Observemos que al haber categorizado
las respuestas en valores de 1 a 5, además de la media podemos calcular
también la desviación típica950 y así, de forma aproximada, podremos
realizar comparaciones, mediante un contraste de medias.
En las comparaciones que se han necesitado realizar distinguimos dos
supuestos.
En el primer supuesto interesaba saber si el número de respuestas
afirmativas era igual, o significativamente distinta. Esto lo hemos
realizado mediante un contraste de proporciones, ya que todos los grupos
tienen cifras iguales o superiores a las cien respuestas. Se ha llevado a cabo
mediante un pequeño programa realizado en Excel, aplicando la siguiente
fórmula951.
Fórmula: Z =
( p1 − p 2 )
⎛
⎞
⎜
⎟
p0∗ q0 ⎜⎜ n1 + n1 ⎟⎟
⎜
2 ⎟⎠
⎝ 1
,
donde p 0 =
p1 n 1 + p 2 n 2
n1 + n 2
Regla de decisión: si el estadístico calculado (z) es inferior a 1,96
decimos que no hay diferencia significativa; si es superior a 1,96 pero
inferior a 3,19 decimos que la diferencia es significativa; si es superior a
3,19 decimos que la diferencia es muy significativa952.
En el segundo supuesto, cuando interesaba, se han comparado las
medias de los índices creados. El contraste realizado es de medias,
considerando varianzas las poblaciones desconocidas y distintas, mediante
la siguiente fórmula953:
Fórmula: z =
x1 − x2
s
s2
+ 2
n1 − 1 n2 − 1
2
1
950
La desviación típica o estándar es una medida de dispersión. Se define como la raíz
cuadrada de la varianza. La varianza promedia los cuadrados de las desviaciones a la
media: Cf. M. MALDONADO, Manual de Medicina Preventiva, Epidemiología y
Bioestadística (Madrid 2009) 72.
951
Cf. RUBIO - MARTINEZ (y otros), o.c., 146.
952
Cf. Ibid., 138, 143.
953
Cf. Ibid., 145.
231
Se ha podido realizar la comparación por tener los distintos grupos
tamaños muestrales superiores a 100 personas (100 usuarios, 111 agentes,
148 creyentes y 128 no creyentes). Este mismo contraste al realizarlo con
cifras inferiores (n=16 y n=69) en el caso en que se analiza el grado de
conocimiento de Cáritas por dos partes del grupo de no creyentes, tiene
menos fortaleza, y por tanto lo que se afirma no es tan concluyente.
6.4. Análisis de los resultados
Se recogen las siguientes encuestas:
-
Encuesta a personas atendidas por Cáritas: 100.
-
Encuesta a trabajadores y voluntarios de Cáritas: 111.
-
Encuesta a personas no creyentes y no pertenecientes a las dos
poblaciones anteriores: 128.
-
Encuesta a personas creyentes y no pertenecientes a los grupos
anteriores: 148.
En total 487 personas encuestadas.
6.4.1. Análisis individual de los grupos estudiados.
a) Personas atendidas por Cáritas954
Son 100 personas encuestadas, prácticamente el mismo número de
mujeres y de hombres, con una media de edad de casi 43 años.
Se definen creyentes católicos el 61 %, no creyentes el 8 % y creyentes
de otras religiones el 30 %, la mayoría de estos pertenecen al Islam.
Es curioso que la mayoría se definan como creyente católico, ya que
viven en ambientes en los que el sufrimiento y el mal consiguen romper
muy a menudo la religación con Dios; y además debemos tener en cuenta
que ese porcentaje sería más alto si elimináramos del análisis aquellos que
pertenecen a otra religión.
La mayoría identifican a Cáritas con la Iglesia Católica (77 %), si bien
un 10 % piensan que no tiene nada que ver con ella y un 13 % no saben
contestar. Sorprende, no obstante, que un 23 %, casi una cuarta parte, no
954
Ver cuadros nos 5, 6 y 7.
232
relacione a Cáritas con la Iglesia, pese al trato que se establece en la
Institución entre los agentes y los usuarios.
En lo referente a que la persona atendida por Cáritas se halla visto
presionada al hablarles del Dios de Jesucristo sin que ella lo pida, responden
el 82 % que nunca, y solo un 14 % se han visto tensionados.
Sin embargo a este análisis cuantitativo debemos añadir, a partir de
ahora, para todas las variables el análisis cualitativo955.
En la pregunta anterior la valoración real que se debe hacer es, el 14 %
sí se han visto presionados y el 86 % no.
El 4 % que responden “no sabe”, se debe asociar al “no”, pues ellos
dicen que contestan de esa manera cuando consideran que no les ha
ocurrido ese hecho, pero que “quizá” les podría suceder. Es decir, no se ha
producido la contingencia, señalada en la encuesta.
En algunas preguntas, –así nos lo comentaron en reuniones tenidas con
los encuestados– cuando contestaban “no sabe”, era porque no se ha había
dado en ellos esa situación. Así cuando se pregunta: “Le han hablado de
Dios, Jesús y su Iglesia, si lo ha pedido”, el que contestaba “no sabe”; era
porque ellos “nunca lo habían pedido” con lo que si desde un punto de vista
cuantitativo, en este caso, solo al 49 % le habían realizado el anuncio
explícito de Jesucristo, ese porcentaje no recoge toda la realidad sobre esa
respuesta ya que sólo un 19 % que lo había pedido no había obtenido
respuesta, el resto sí. Un nuevo cálculo desde esos presupuestos nos diría
que en torno al 68 % si se les ha anunciado a Jesucristo cuando lo han
pedido y a un 32 % no.956
Muchos de los encuestados cuando contestaban esta pregunta
escribieron esta aclaración de su puño y letra en el margen de la encuesta.
Lo mismo podemos decir de la pregunta de si han respetado en Cáritas sus
ideas sobre la religión: solo un 5 % piensan que no. La consideración de
955
La investigación cuantitativa muestra la magnitud de la cuestión que tratamos y tiene un
carácter deductivo. Sin embargo, para investigar experiencias vitales, de fe, se recomienda
acudir a un enfoque cualitativo a través de conversar con personas que aporten nuevos
datos o esclarezcan los aportados cuantitativamente: Cf. WOHLFARTH, o.c., 184-188. Por
ello, se recomienda combinar ambos métodos. Eso es lo que he realizado conversando con
personas de los cuatro grupos para aclarar posibles respuestas. Dicho análisis cualitativo lo
incorporo desde este mismo momento para un mejor análisis de los datos y resultados.
956
Si a los 100 encuestados les restamos los 41 que dicen: “No sabe”, queda un grupo de
59 personas que sí se han visto en la tesitura manifestada en la pregunta, es decir, 59
usuarios han pedido que les hablen de Dios. Con una sencilla operación (regla de tres) en
que 59 = 100 %, nos da los porcentajes hallados.
233
Cáritas en esta cuestión es casi absoluta, el 95 % declaran que sí les han
respetado.
Con respecto a si el voluntario que lo acompaña le parece seguidor de
Jesucristo un 63 % creen que si, un 21 % no saben y un 16 % declaran que
no.
Del análisis de este apartado 4, podemos deducir el alto respeto de
Cáritas hacia la persona que sirve y la falta prácticamente absoluta de
cualquier proselitismo hacia ella. Es bastante alta la identificación que
hacen del voluntario de Cáritas como seguidor de Jesucristo y este, en la
mayoría de las ocasiones anuncia explícitamente a Jesucristo cuando se lo
piden; aunque aun hay un porcentaje importante de los mismos que por
diversas circunstancias no lo realizan aunque se lo demanden (32 %). Este
porcentaje, no obstante, debe de analizarse con más prudencia, porque está
calculado sobre una muestra de 59 respuestas y no sobre 100.
Por otro lado, la ayuda de Cáritas ha mejorado la vida a todos los que
atiende: “Mucho” o “muchísimo” al 86 %, “regular” al 8 %, “algo” al 6 % y
“poco”, a nadie.
En lo referente a si desde el servicio que se les da desde Cáritas
consideran mejor y más auténtica la Iglesia Católica, un 66 % lo creen
“mucho” o “muchísimo”, un 10 % “regular”, un 14 % “algo” y un 10 %
“poco”, La actividad de la Institución aumenta en este grupo la credibilidad
en la Iglesia.
Con respecto a la pregunta sobre los interrogantes existenciales que
suscitan en los usuarios la actividad de los voluntarios de Cáritas, el 60 % se
sienten interpelados, el 24 % bastante, y solo “algo” o “poco” el 16 %.
Podemos afirmar la importancia primordial del testimonio957.
Cuando analizamos si la actividad de Cáritas hace que el excluido piense
en ayudar a quien nada posee, el 78 % responden que “mucho” o
“muchísimo”, “regular” el 12 % y “algo” o “poco” solo el 10 %. La
reacción que se produce en ellos es de ayudar a quien lo necesita, todo un
ejemplo de personas que viven en el sufrimiento y en ambientes
desestructurados y aun así tienen fuerza para sentir solidaridad hacia sus
semejantes. Un sentimiento que de alguna forma toma cuerpo en la pregunta
del apartado 7 cuando trata de averiguar si el servicio que han recibido les
ha hecho integrarse en algún grupo de ayuda a los necesitados,
respondiendo afirmativamente (mucho-muchísimo) un 38 % y
957
Cf. EN 21.
234
ocasionalmente (regular) un 14 %. Eso significa que si 78 personas de la
muestra pensaban en ayudar a sus semejantes dan el paso ha hacerlo 38, casi
la mitad de los que se han sentido interpelados.
Muy pocos se plantean preguntas sobre la religión desde el “hacer” de
Cáritas, un escaso 22 % y solo para un 29 % ha supuesto un acercamiento a
la Iglesia Católica. En estas dos respuestas tenemos que tener en cuenta que
un 30 % de los encuestados son de otra creencia y así lo manifestaban: “No
me planteo preguntas sobre la religión porque tengo ya mi propia fe” y “me
acerco a la Iglesia Católica poco porque soy de otra religión”.
En lo referente al apartado 7 tratamos de analizar la inserción real en la
Comunidad de fe: las respuestas se sitúan entre “poco” y “algo”,
considerándose unos resultados bajos aunque importantes, como
comentaremos más adelante, en el apartado de este mismo trabajo, cuando
tratemos el tema de la evangelización en ambientes en los que se ha
producido la ruptura en la transmisión de toda la simbólica cristiana958.
Podemos decir que la actividad de Cáritas ha hecho que un 16 % se integren
en algún grupo parroquial, un 16 % también van más por la parroquia, un 6
% han querido recibir algún sacramento y un 16 % han acudido con más
frecuencia a la Eucaristía dominical.
La pregunta sobre hacer algún tipo de formación o curso que trataba de
recoger la dimensión formativa en la fe, no responde adecuadamente a esta
cuestión en el colectivo al que nos estamos refiriendo, pues debía de haberse
especificado en la encuesta en ese sentido. En conversaciones con ellos, el
alto porcentaje de formación recibida, 72 % “mucho” y “muchísimo” y 14
% “regular”, se debe a formación no religiosa, por lo que no debemos tener
en cuenta estos altos porcentajes para valorar la adhesión a la comunidad de
fe que se sitúa como hemos visto en torno al 16 %.
b) Agentes de Cáritas: voluntarios y trabajadores959
Son 111 personas encuestadas, un número superior de mujeres 67,57 %
que de hombres 32,43 %, debido a una mayor presencia de la mujer en el
voluntariado de Cáritas y también entre sus trabajadores en Cáritas
Zaragoza. El promedio de edad se sitúa en los 55 años.
El 66 % de los encuestados son voluntarios y en torno al 34 % técnicos.
La inmensa mayoría se definen como creyentes católicos 98,20 %, solo
el 1,80 %, dos personas, dicen ser no creyentes.
958
959
Cf. CATALÁ, Salgamos, 103-106.
Ver cuadros nos 8, 9 y 10.
235
Prácticamente la totalidad de los encuestados, el 99,10 % identifican a
Cáritas como la propia Iglesia Católica, solo una persona piensa que es una
organización dependiente de la Administración Pública.
El 79 % dicen conocer “mucho-muchísimo” la actividad de Cáritas,
“regular” un 18,92 %, “algo” un 1,8 % y “poco”, nadie. El conocimiento del
“hacer” de Cáritas es muy alto en este grupo, debido sin duda a la labor que
ellos realizan en la misma. Coherentemente con la actividad que llevan a
cabo voluntarios y trabajadores, éstos piensan en ayudar a quien nada posee
“mucho-muchísimo”, un 88,20 %, “regular” un 7,21 %, dependiendo este
porcentaje de aquellos voluntarios que están en una fase incipiente de su
servicio o que consideran que “no dan” todo lo que deberían. Esta situación
se repite y agudiza para los que opinan “algo” 0,90 % o “poco” 3,60 %.
El 52,25 % de los voluntarios-trabajadores declaran haberse integrado en
algún grupo de ayuda a los pobres en el seno de la Iglesia. Aquí los datos no
son tan altos como los comentados en la respuesta anterior, porque muchos
técnicos consideran que su labor es un servicio eclesial; pero entienden que
integrarse en algún grupo de ayuda a los pobres, es cuando lo hacen “fuera
de su trabajo”, aunque suben los porcentajes en “poco” 19,82 %, “algo”
3,60 % y “regular” 24,32 %, con respecto a la pregunta anterior.
En la misma línea que estamos comentando, el 92,79 % contestan
afirmativamente a la cuestión de tener presente a los pobres en las acciones
de su vida diaria; el 87,39 % declaran aportar más tiempo, y el 81,98 % más
dinero para solucionar los problemas de los marginados. El 83,78 % afirman
consecuentemente que su servicio en la Iglesia está más centrado en la
ayuda a los pobres, a pesar de que el 16,22 % declaran que no o no saben,
puesto que aunque realizan este ministerio eclesial también llevan a cabo
otros que ellos creen o más importantes o que los consideran más nucleares
en su vida de fe.
El 77,48 % estiman que la actividad de Cáritas aboga en favor de la
credibilidad de la Iglesia Católica. Nadie piensa que no contribuya a ello y
un 22,52 % creen que sí que ayuda, aunque no de una manera destacada.
En lo referente a los cuestionamientos personales que les suscita la
actividad de Cáritas en lo que respecta a por qué hacen ese servicio como
voluntarios, el 59,46 % en algún momento de su vida sí sintieron ese
interrogante “mucho-muchísimo”, el 20,72 % “regular” y solo “poco” o
“algo” el 19,82 %. Los porcentajes son más bajos cuando se les interroga
sobre si la labor caritativa-social les hizo que se plantearan preguntas sobre
la religión: un 52,25 % afirman que “mucho-muchísimo”, el 21,62 % solo
236
“regular”, un 9,01 % “algo”, y “poco” un 17,12 %. Estos porcentajes se
justifican porque muchos de ellos han declarado que cuando entraron a
Cáritas ya eran creyentes convencidos, lo que significó que la actividad que
llevan a cabo en Cáritas, no necesariamente les ha hecho plantearse nuevas
preguntas sobre la religión de una manera determinante.
En el mismo sentido, a la pregunta de si su actividad en Cáritas ha
supuesto un acercamiento a la Iglesia Católica, contestan “muchomuchísimo” un 45,09 %, regular el 27,03 % y el resto 27,98 % no, porque
consideran que ya estaban lo suficientemente integrados en la misma.
Lo mismo ocurre con las cuestiones que se refieren a “ir más a misa”,
“recibir algún sacramento”, “ir más a la parroquia” o “integrarse en algún
grupo parroquial”. Los tantos por ciento altos en “poco” o “algo” se debe a
que voluntarios y técnicos manifestaron cuando hable con ellos, que ya
iban a misa, recibían sacramentos y acudían a la parroquia antes de realizar
su servicio en Cáritas y que “todo esto lo harían siendo de Cáritas o sin
serlo”. Por tanto, no quiere decir que no frecuenten los sacramentos o no
estén en grupos parroquiales, sino que lo hacen en buena medida sin verse
influidos por la actividad de la Institución.
Sí que aumenta el número de personas que hacen algún tipo de
formación o curso, “mucho-muchísimo” el 50,45 %, “regular” el 20,72 %,
“algo” el 10,81 % y “poco” el 18,02 %. Esto se debe a la importancia que le
da Cáritas al aspecto formativo de técnicos y voluntarios.
Por último, el 80,18 % declaran que ser voluntario o trabajador de
Cáritas aumenta o mantiene su fe y sentido de pertenencia eclesial. Un
19,82 % piensan que este servicio no contribuye de una manera definitiva a
esta cuestión y que se sienten Iglesia independientemente de la labor que
realizan.
c) Personas creyentes, no atendidas por Cáritas y que no son voluntarios
ni trabajadores de la Institución960
Son 148 personas encuestadas, el 58,78 % mujeres y el 41,22 %
hombres, con una media de edad en torno a los 50 años.
La gran mayoría, el 97,97 %, reconocen que Cáritas es la diaconía de la
Iglesia Católica, sólo una persona no lo sabe (0,68 %) y otras dos creen que
es un organismo de la Administración Pública (1,35 %). En este grupo sólo
conocen “mucho” y “muy bien” la actividad de Cáritas el 38,51 %,
“regular” el 38,51 % y “algo” o “poco” el 22,98 %. Sorprende estos altos
960
Ver cuadros nos 11, 12 y 13.
237
porcentajes de desconocimiento, cuando en el ámbito eclesial durante las
campañas de Navidad y Corpus Christi se da amplia información de la
actividad de Cáritas en todos los templos y en reuniones específicas con ese
fin; además de la presentación a la sociedad en general de la Memoria anual
de la Institución con gran repercusión en todos los medios de comunicación
social.
Es un grupo que manifiesta claramente que la actividad de Cáritas no ha
hecho especialmente que se plateen preguntas sobre la religión: “Poco” o
“algo” el 51,25 %, “regular” el 26,35 % y sólo “mucho-muchísimo” el
22,29 %. Lo mismo sucede en lo referente a su acercamiento a la Iglesia
Católica: para un 22,30 % sí que supone cierta aproximación, pero para el
resto no. Esto se debe a que se han acercado a la Iglesia Católica y suscitado
en ellos preguntas sobre la religión, por otras cuestiones ajenas a Cáritas, si
bien, no debemos menospreciar que en torno a un 22 % del grupo, en ambos
casos, si que el servicio de Cáritas les ha afectado en estas cuestiones
determinadamente.
Sin embargo, la actividad de los voluntarios si que les produce
interrogantes: “Mucho-muchísimo” a un 43,24 %, “regular” a un 31,76 %,
“algo” a un 16,89 %, y solo a un 8,11 % no les suscita prácticamente nada;
y en consecuencia, provoca en este grupo que piensen en ayudar a quien
nada posee: “Mucho-muchísimo” el 60,81 %, “regular” o “algo” el 31,08 %
y “poco” o “nada” el 8,11 %.
En esta población la actividad de Cáritas hace que, un 45,95 %, su
servicio eclesial esté más centrado en la ayuda a los pobres, un 41,89 %
dicen contribuir más con su tiempo en solucionar los problemas de los
empobrecidos, y hasta un 64,10 % aportan más dinero para la asistencia a
los marginados. Así mismo, un 57,43 % declaran que tienen en cuenta en su
vida cotidiana y en las acciones que realizan la repercusión que estas
provocan sobre los excluidos.
Así pues, nos encontramos ante un colectivo que en torno al 60 % se ven
muy sensibilizados por la acción de Cáritas y que alrededor del 40 %
realizan acciones directas a favor de los que nada poseen, con un repunte de
hasta el 64 % en lo que se refiere a aportar dinero, seguramente
coincidiendo con las dos campañas institucionales anuales de la Institución.
Este colectivo muestra una menor incidencia en integrarse en algún grupo
estable de ayuda a los pobres: “Mucho-muchísimo” solo el 16,89 %,
“regular” el 12,16 % y el resto prácticamente nada.
238
Si que más de la mitad, el 60,82 % creen que la actividad de Cáritas
hace que se considere mejor a la Iglesia Católica, sólo un 15,54 % piensan
que prácticamente la Institución no aporta casi nada en lo referente a la
credibilidad de la Iglesia.
Cuando constatamos la inserción eclesial de este grupo, ya sea desde la
formación que reciben, o de su presencia en la Comunidad, o bien, desde la
práctica sacramental de los mismos; a la mayoría de los creyentes la
actividad de Cáritas parece no influirles y dicen: “Yo voy a misa y a la
parroquia sin tener en cuenta necesariamente a Cáritas”; sin embargo, un
alto porcentaje de personas, el 65,54 %, piensan que la actividad de Cáritas
les ayuda a fortalecer o mantener su sentido de pertenencia eclesial.
d) Personas no creyentes, no atendidas por Cáritas, y que no son
voluntarios, ni trabajadores de la Institución961.
Son 128 personas encuestadas, el 64 % hombres y el 36 % mujeres con
una media de edad en torno a los 44 años.
A pesar de no ser creyentes un alto porcentaje de personas de este grupo,
el 90,63 % identifican a Cáritas como una organización de la Iglesia
Católica; sin embargo, desconocen ampliamente su actividad: los que
declaran conocerla “mucho” o “muy bien” se sitúan en torno al 12,90 %;
“regular” el 33,59 % y más de la mitad dicen conocerla solo “algo” o
“poco”.
La actividad de Cáritas hace que un pequeño porcentaje de personas se
pregunte por qué hacen esa labor los voluntarios: “Mucho-muchísimo” el
5,47 % y “regular” el 13,28 %; al resto prácticamente no les suscita
interrogantes. Y un porcentaje más elevado se ve sensibilizado en ayudar a
quien nada posee: “Mucho-muchísimo” el 19,53 % y “regular” el 18,75 %.
Sin embargo, la labor caritativo-social de la Institución no hace que se
planteen preguntas sobre la religión, ni supone que les suscite ningún
acercamiento a la Iglesia Católica.
No obstante, un 15,63 % del grupo si que considera mejor la Iglesia
Católica (mucho-muchísimo) desde el observar la actividad de Cáritas y un
16,41 % dicen que “regular”; cifras nada desdeñables sobre la credibilidad
eclesial para un colectivo que muestra una gran desafección hacia la Iglesia
Católica. No debemos despreciar que un 20,31 % también consideran
“algo” mejor a la Iglesia. Sin embargo, un 47,66 %, casi la mitad, estiman
que la actividad de Cáritas no hace que consideren mejor a la Iglesia.
961
Ver cuadros nos 14, 15 y 16.
239
6.4.2. Análisis comparativo de los grupos estudiados
Una vez estudiado cada grupo962 de manera individual, vamos a
correlacionarlos y compararlos, para ello dividiremos las variables en dos
clases: aquellas que deben someterse a un tratamiento estadístico y aquellas
que no lo necesitan963.
6.4.2.1. Variables analizadas sin tratamiento estadístico
a) ¿Conoce la actividad de Cáritas? Comparamos los grupos de agentes,
creyentes y no creyentes.
El grupo que mejor conoce la actividad de Cáritas es el de agentes con
un índice ponderado medio de la escala de Likert de 4,01; seguido del grupo
creyentes (IMPL = 3,20); y a gran distancia el grupo de no creyentes
(IMPL = 2,30). Esto significa que la respuesta del grupo agentes se sitúa en
“mucho”; el grupo creyentes en un valor ligeramente superior al “regular” y
el grupo no creyentes en torno a “algo”.
Es razonable que quien trabaja o es voluntario de Cáritas conozca mejor
la Institución, y es lógico también que los creyentes conozcan mejor Cáritas
que los no creyentes por la labor de sensibilización que hace entre la
comunidad eclesial la propia Cáritas y por la pertenencia de los creyentes a
la comunidad de fe, donde existe y vive la Institución.
No parece tan razonable para el grupo de creyentes que su conocimiento
de Cáritas se sitúe en la valoración de ligeramente superior a “regular”, ya
que debería ser superior, debido a que la actividad caritativa-social de la
Institución se da a conocer ampliamente en el ámbito eclesial, sobre todo,
962
Cada grupo poblacional en este apartado va a ser denominado de la siguiente manera:
Personas atendidas en Cáritas: Usuarios. Trabajadores y voluntarios de Cáritas: Agentes.
Creyentes que no son atendidos en Cáritas y no son ni trabajadores ni voluntarios:
Creyentes. No creyentes que no son atendidos en Cáritas y no son trabajadores ni
voluntarios de Cáritas: No creyentes.
963
Para las variables no necesitadas de tratamiento estadístico solamente utilizaremos el
índice ponderado medio de la escala de Likert que se expresará con la sigla IPML y se
calcula para cada población multiplicando el número de cada posición 1, 2, 3, 4 y 5 por el
número de personas que han respondido a esa opción, para sumar los resultados y dividirlo
entre el número de encuestados (IPML = 1xn1 + 2xn2 + 3xn3 + 4xn4 + 5xn5 ÷ número
total de encuestados. Dando el valor 1 a la variable menor y 5 a la mayor = 1 poco, 2 algo,
3 regular, 4 mucho, 5 muchísimo o muy bien).
240
cuando se presenta su Memoria anual en la que rinde cuentas ante la
Comunidad y también ante la sociedad.
b) La actividad de Cáritas ¿hace que me plantee preguntas sobre la
religión? Comparamos todos los grupos.
La respuesta del grupo agentes se sitúa ligeramente superior a “regular”;
los grupos de creyentes y usuarios se sitúan entre “algo” y “regular” y el
grupo de no creyentes muy ligeramente superior a “poco”.
El grupo de agentes es al que más se le plantean preguntas por la
religión (IPML = 3,28) seguramente debido a la labor que realizan con
colectivos tan desestructurados socialmente, en los que impera el
sufrimiento, y su cercanía a los mismos. Esto hace posiblemente que se
formulen muchas preguntas existenciales donde tienen cabida las cuestiones
sobre el sentido, en el que la persona se descubre como sujeto abierto a la
trascendencia, al Misterio.
El grupo creyentes (IPML = 2,47) y el de usuarios (IPML = 2,48)
presentan una posición semejante, aunque seguramente por distintas
razones. El grupo de creyentes no se plantean más preguntas por la religión
porque parten ya de un discernimiento independiente a la actividad de
Cáritas, es decir, ya se habían hecho las preguntas sobre la religión antes de
conocer Cáritas o desde otras actividades eclesiales o experiencias de fe
vividas en diferentes momentos de su vida que no tenían porque tener
relación con Cáritas. Así lo manifestaban varios en las entrevistas que
tuvimos con ellos.
El acceso al Misterio, es más complicado en el grupo de usuarios por la
situación social en la que viven y en el que como ya hemos indicado
anteriormente hay un ruptura de la simbólica cristiana, que unido al
sufrimiento y sus condiciones de penuria hace que sea más difícil plantearse
existencialmente cuestiones sobre la religión, Dios, etc.
Al colectivo de no creyentes no le sugiere la actividad de Cáritas
prácticamente ninguna pregunta sobre la religión (IPML = 1,14).
c) La actividad de Cáritas ¿mantiene o aumenta mi fe y el sentido de
pertenencia a la Iglesia? Comparamos los grupos de agentes y creyentes.
Los agentes responden afirmativamente un 80,18 % frente al 65,54 % de
los creyentes.
d) La actividad de Cáritas hace que en mi actividad diaria, en las cosas
que hago tenga en cuenta que repercusión tiene mi acción para los pobres.
Comparamos los grupos de agentes y creyentes.
241
Los agentes responden afirmativamente un 92,79% y los creyentes un
57,43 %.
e) La actividad de Cáritas hace que aporte más tiempo en solucionar los
problemas de los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.
Los agentes responden afirmativamente un 87,39 % frente al 41,89 % de
los creyentes.
f) La actividad de Cáritas hace que aporte más dinero en solucionar los
problemas de los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.
Los agentes responden afirmativamente un 81,98% y los creyentes un
64,19 %.
g) La actividad de Cáritas hace que mi servicio esté más centrado en la
ayuda a los pobres. Comparamos los grupos de agentes y creyentes.
Los agentes responden afirmativamente el 83,78 % y los creyentes el
45,95 %.
Antes de pasar al análisis comparativo de otras variables, es necesario
destacar en los apartados c, d, f y g en los que comparamos los grupos de
agentes con creyentes, que en todos los casos el grupo agentes da respuestas
altas: c = 80,18 %; d = 92,79 %; e = 87,39%; f = 81,98% y g = 83,78% y el
grupo creyente medio-altas: c = 65,54 %; d = 57,43 %; e = 41,89 %;
f = 64,19 %; g = 45,95 %.
La diferencia es acusada en todas las cuestiones a favor del grupo
agentes excepto en dos que aun manteniéndose la diferencia, esta se reduce
notablemente: la pregunta sobre si Cáritas ayuda a mantener o aumentar la
fe y el sentido de pertenencia eclesial (sólo una diferencia de 14,64 puntos
entre ambos grupos) y la cuestión sobre si la actividad de Cáritas hace que
aporte más dinero en solucionar los problemas de los pobres (17,79 puntos
de diferencia).
h) La actividad de Cáritas ¿ha supuesto para mí hacer algún tipo de
formación o curso? Comparamos todos los grupos.
El grupo usuarios se sitúa cercano a la posición de “mucho”, el de
agentes ligeramente superior a “regular”, el de creyentes entre “poco” y
“algo”, y el de no creyentes se decanta por, “poco”.
El grupo usuarios (IPML = 3,82) es el que más formación realiza junto
con el de agentes (IPML = 3,16) debido a la gran importancia que en
242
Cáritas se da a la formación964. Es necesario esclarecer que no nos estamos
refiriendo a una formación estrictamente religiosa o sobre contenidos de la
fe965.
Los otros dos grupos realizan poca formación, más los creyentes (IPML
= 1,62) que los no creyentes (IPML = 1,04).
i) La actividad de Cáritas ¿ha hecho que me integre en algún grupo de
ayuda a los pobres? Comparamos todos los grupos.
El grupo agentes se sitúa ligeramente superior a “regular”, el grupo
usuarios cercano a “regular”, el grupo creyentes en torno a “algo” y el de no
creyentes se sitúa en “poco”.
El grupo de agentes es el que responde mejor a ayudar a los marginados
(IPML = 3,27). Su servicio está centrado en esta labor. Después le sigue el
grupo usuarios que son los receptores del servicio de Cáritas, ellos también
están sensibilizados con esta cuestión (IPML = 2,72); el que los atiendan les
hace ser sensibles a prestar ayuda a quien lo necesita o por lo menos a sentir
ese impulso. Después se sitúa el grupo de creyentes (IPML = 1,96) y por
último el de no creyentes (IPML = 1,12).
j) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí ir más a misa.
Comparamos todos los grupos.
La respuesta de todos los grupos es baja, oscilando entre “algo” del
grupo agentes (IPML = 2,22), a los que se sitúan entre “algo” y “poco”
como son el grupo de usuarios (IPML = 1,82) y el grupo de creyentes
(IPML = 1,66), y el que se determina como “poco”, que es el grupo de los
no creyentes (IPML = 1,02). Aunque los índices son bajos en todas las
poblaciones las respuestas de los diferentes grupos son por motivos bien
diferentes.
La actividad de Cáritas no los mueve a participar en la Eucaristía y a una
adhesión eclesial manifestada en la vivencia de este sacramento. Sorprenden
las bajas cifras expuestas por los grupos de agentes y creyentes, sin
embargo, como he manifestado ya en este mismo trabajo, ambos colectivos
participan en la Eucaristía: unos antes de ser trabajadores o voluntarios de
964
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA2, 60-61; CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA1, 19-20;
CÁRITAS ESPAÑOLA, RMA7, 32.
965
Para comprender mejor la importancia que le da Cáritas a la formación de voluntarios,
técnicos y usuarios, así como las características de la misma, ver el apartado 4.2.4.5 de este
mismo trabajo.
243
Cáritas y el otro colectivo había llegado a celebrar la Eucaristía en su vida
de fe, no a partir de observar la acción de Cáritas, sino por su lógico proceso
de maduración de la fe. Por consiguiente, sí acuden a la Eucaristía; pero la
acción de Cáritas “no les hace ir más a misa”, o por lo menos no es
determinante en este sentido.
Del grupo usuarios podríamos hacer la misma argumentación para los
que se declaraban como creyentes, aunque si es verdad que la asistencia a la
Eucaristía de este grupo es menor que en los dos anteriores tal como
declaraban ellos mismos; y además, tenemos que tener en cuenta que una
tercera parte de los encuestados es creyente de otras religiones y un 8 % se
declaran no creyentes. Partimos pues, de que un 38 % de ese grupo
poblacional, por sus creencias diferentes a las cristianas o por su increencia,
no pueden ir a misa.
k) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí recibir algún sacramento.
Comparamos todos los grupos.
Igual que en la pregunta anterior la respuesta de todos los grupos es muy
baja: agentes (IPML = 2,10); creyentes (IPML = 1,62); usuarios
(IPML = 1,56); no creyentes (IPML = 1); situándose desde el “algo” de los
agentes al “poco” del resto de grupos.
Para explicar estos resultados sirve el mismo razonamiento que hemos
expuesto en la anterior cuestión, si bien, es necesario resaltar que en cada
grupo se produce un descenso de décimas con respecto a la respuesta
precedente, lo que quiere decir que aun consideran menos probable
acercarse a un sacramento que no sea la Eucaristía.
l) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí ir más a la parroquia.
Comparamos todos los grupos.
Los resultados se sitúan para los agentes (IPML = 2,40) entre “algo” y
“regular”; para los creyentes (IPML = 1,83) cercano a “algo”; para los
usuarios (IPML = 2,02) en “algo” y para los no creyentes (IPML = 1) en
“poco”.
La respuesta de los agentes y creyentes es baja por similares motivos a
los anteriormente expuestos. Sin embargo, si lo que tratábamos de evaluar
con esta pregunta es cierta adhesión eclesial, es cierto, que la actividad de
Cáritas no mueve a los no creyentes. En lo referente a los usuarios si lo
consigue aunque levemente. Se podría argumentar que acuden a la
parroquia por alimentos, ayuda, pero no por querer integrarse en la vida de
la comunidad, sin embargo, la siguiente pregunta nos da la clave de la
sinceridad de este grupo de incorporarse a la vida eclesial.
244
m) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí integrarme o acudir a
algún grupo parroquial. Comparamos los todos los grupos.
Las respuestas que encontramos: agentes (IPML = 2,19); creyentes
(IPML = 1,82); usuarios (IPML = 1,96); no creyentes (IPML = 1); se
corresponden con el análisis antes realizado. Destacar que si el grupo
usuarios decía ir más por la parroquia (IPML = 2,02), ahora declaran que
ese acercarse por la parroquia es para incorporarse a un grupo parroquial, no
ha recibir asistencia (IPML = 1,98). Solo hay seis centésimas de diferencia,
entre uno y otro índice, lo que indica que ese “algo” es sincero en lo que
respecta a la adhesión eclesial.
6.4.2.2. Variables analizadas con tratamiento estadístico
A continuación abordaremos cinco cuestiones que merecen un análisis
más detenido.
La primera trata sobre el conocimiento que tienen nuestros encuestados
sobre la pertenencia o no de Cáritas a la Iglesia Católica, nos situamos en el
ámbito de la identidad eclesial de la Institución.
La segunda se refiere a la influencia que tiene el testimonio caritativosocial de Cáritas sobre la credibilidad eclesial.
Las tres siguientes cuestiones nos plantean el interrogante de si la
actividad de Cáritas hace que las personas se pregunten por los motivos que
fundamentan el “hacer” de los voluntarios, si ese pensamiento mueve a
ayudar a los demás y si todo eso termina acercando a la persona a la Iglesia
Católica.
Es un triple movimiento que incluye el cuestionamiento, la acción y la
adhesión.
Por último, trataremos de averiguar si el grado de conocimiento de la
actividad de Cáritas, para el grupo de los no creyentes, tiene repercusión
sobre las cuestiones antes expuestas.
a) Cáritas es de la Iglesia Católica
La respuesta afirmativa en % en los diferentes grupos es la siguiente;
- Usuarios: 77 %
- Agentes: 99,10 %
- Creyentes: 97,97 %
245
- No creyentes: 90,63 %
El grado de conocimiento en todos los grupos es alto. No obstante, llama
la atención que los usuarios tengan un desconocimiento mayor de esta
cuestión que el de los demás grupos, incluso que el grupo de no creyentes.
El mayor conocimiento de que Cáritas es de la Iglesia Católica lo
muestra el grupo agentes (99,10 %) seguido del de creyentes (97,97 %).
Ambos grupos tienen un conocimiento altísimo de esta cuestión, el de
agentes porque trabajan o realizan su voluntariado en la Institución, y el de
los creyentes por el darse a conocer de Cáritas a la Comunidad.
El grupo de no creyentes también presenta un alto grado de
conocimiento (90,63 %). Hay que decir que Cáritas está presente en los
medios de comunicación con cierta asiduidad ya sea presentando la
memoria de actividades, denunciando alguna situación injusta, o bien
recibiendo algún premio de reconocimiento social por su labor realizada.
Por último, sorprende que, el grupo usuarios que debería conocer muy
bien la Institución que les ayuda –ya que están en contacto con voluntarios y
trabajadores– un 23 % de los mismos no asocian a Cáritas con la Iglesia
Católica. Podría deberse este porcentaje al lugar en que se ha realizado la
recogida de datos que ha sido en “proyectos” de Cáritas y no en
“parroquias”, con lo que la “visibilidad eclesial” podría ser que quedara
menos patente; pero en sentido contrario podríamos argüir que en los
“proyectos” se suele dar una mayor relación entre agentes-usuarios, lo que
debería en teoría facilitar el que la identidad de la Institución –que unos
representan a modo de servicio y otros reciben en el seno de la misma–
quedara manifiesta.
Vamos a realizar un contraste de proporciones para ver si las diferencias
entre los grupos son estadísticamente significativas.
Al comparar usuarios con no creyentes (0,77 frente a 0,9063) al ser el
valor estadístico z = 2,8 podemos afirmar que la diferencia es significativa.
No hacemos comparación ni con el grupo de creyentes, ni agentes, pues al
tener estos porcentajes superiores las diferencias serán más acusadas y la
diferencia será siempre significativa.
Esto quiere decir, que hay diferencias entre el conocimiento que tienen
los usuarios de Cáritas de que la Institución es de la Iglesia Católica con
respecto a los otros tres grupos; es decir, un menor conocimiento de los
usuarios, que los creyentes, no creyentes y agentes. Además este resultado
siempre será similar en grupos de parecidas características a los estudiados
en este trabajo.
246
Realizamos ahora la comparación entre no creyentes y creyentes (0,9063
frente a 0,9797) al ser el valor estadístico z = 2,6 podemos constatar que la
diferencia es significativa; por lo que los no creyentes muestran un menor
conocimiento de que Cáritas es de la Iglesia Católica que los grupos de
agentes y creyentes, en este trabajo y en grupos de similares características
al que estamos estudiando.
Realizamos ahora la comparación entre creyentes y agentes (0,97 frente
a 0,99) el valor estadístico z = 0,50 la diferencia no es significativa, luego el
grado de conocimiento de que Cáritas es de la Iglesia Católica es similar
entre ambos grupos.
Conclusión: conocen más y de manera similar, que Cáritas es de la
Iglesia Católica, los grupos agentes y creyentes con respecto a los no
creyentes y estos tres grupos tienen un conocimiento mayor de la cuestión
que el grupo usuarios.
b) La actividad de Cáritas hace que se considere mejor y más auténtica
la Iglesia Católica.
El grupo usuarios presenta la Moda966 en la posición 4 y con una
puntuación con el índice creado de 3,58, entre “regular” y “mucho”,
El grupo agentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 4,01, lo
que significa “mucho”.
El grupo creyentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,66,
entre “regular” y “mucho”,
El grupo no creyentes presenta la Moda en la posición 2 y un
IPML = 2,03, en torno a “algo”.
Para continuar analizando esta pregunta pasamos a contrastar los índices
ponderamos de las respuestas que se han dado en cada grupo.
Tenemos el siguiente cuadro:
966
Recordemos que estadísticamente se entiende por Moda aquella posición que ha sido
más contestada por los encuestados.
247
n
media
Desviación típica
Usuarios
100
3,58
1,29
Agentes
111
4,01
0,786
Creyentes
148
3,66
1,12
No creyentes
128
2,03
1,20
A continuación realizamos las comparaciones (contraste de medias) que
consideramos de interés:
Al comparar agentes con creyentes (4,01 frente a 3,66) al ser el valor
estadístico z = 2,95 podemos afirmar que la diferencia es significativa. Los
agentes consideran por la actividad que realiza Cáritas, mejor y más
auténtica la Iglesia Católica que los creyentes. Además este resultado
siempre será similar en grupos de parecidas características a los estudiados
en este trabajo.
Si comparamos agentes con usuarios (4,01 frente a 3,58) al ser el valor
estadístico z = 2,89 podemos decir que hay diferencia significativa. Los
agentes consideran por la actividad que realiza Cáritas, mejor y más
auténtica la Iglesia Católica que los usuarios. Además este resultado se
repetirá siempre en grupos de similares características a los estudiados en
este trabajo.
Si comparamos usuarios con creyentes (3,58 frente a 3,66) al ser el valor
estadístico z = 0,50 no hay diferencia significativa, lo que supone que
ambos grupos responden prácticamente lo mismo sobre esta cuestión y este
comportamiento se repetirá en grupos de similares características a los
estudiados en este trabajo.
Por último, la diferencia entre no creyentes y resto de grupos son tan
grandes que no merece la pena hacer contraste estadístico; la diferencia es
muy significativa y todos los grupos consideran por la actividad que realiza
Cáritas, mejor y más auténtica la Iglesia Católica que el grupo de los no
creyentes. Resultado que como venimos diciendo se repetirá siempre en
grupos de similares características a los estudiados en este trabajo967.
967
Que la diferencia entre grupos sea estadísticamente significativa o no, hace considerar
que ese resultado se repetirá siempre en grupos de similares características, por lo que de
248
Conclusión: el grupo agentes considera mucho más que los tres grupos
restantes, que la actividad de Cáritas hace que se considere mejor y más
auténtica la Iglesia Católica.
Los grupos usuarios y creyentes lo consideran de la misma manera, pero
también ambos, mucho más que el grupo no creyentes. Lógicamente el
grupo agentes muchísimo más que el de no creyentes.
c) La actividad de Cáritas hace que me pregunte por qué los voluntarios
hacen esto y qué les motiva.
El grupo de usuarios presente la Moda en la posición 4 y un
IPML = 3,52, entre “regular” y “mucho”.
El grupo agentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,47,
entre “regular” y “mucho”.
El grupo creyentes presenta la Moda en la posición 3 y un IMPL = 3,22,
ligeramente superior a “regular”.
El grupo no creyentes presenta la Moda en la posición 2 y un
IPML = 1,75 cercano a “algo”.
Para continuar analizando esta pregunta pasamos a contrastar los índices
ponderados de las respuestas que se han dado en cada grupo:
n
media
Desviación típica
Usuarios
100
3,52
1,105
Agentes
111
3,47
1,21
Creyentes
148
3,22
1,12
No creyentes
128
1,75
0,91
A continuación realizamos las comparaciones (contrastes de medias) que
consideramos de interés:
Al comparar usuarios con agentes (3,52 frente a 3,47) al ser el valor
estadístico z = 0,31 la diferencia estadística no es significativa, luego los
dos grupos presentan el mismo planteamiento ante esta cuestión.
ahora en adelante no lo voy a repetir, aunque se debe tener en cuenta. Se considera
estadísticamente significativo cuando el valor estadístico z es superior a 1,96.
249
Si comparamos creyentes con agentes (3,22 frente a 3,47) al ser el valor
estadístico z = 2,09, podemos afirmar que la diferencia es significativa y por
tanto los agentes se preguntan más que los creyentes por qué los voluntarios
de Cáritas hacen ese servicio y qué les motiva.
Como el comportamiento ante esta cuestión es similar en los grupos
usuarios y agentes, podemos afirmar que también los usuarios se preguntan
más que los creyentes las motivaciones que les inducen a los voluntarios de
Cáritas a realizar esta vocación-misión.
De la misma manera no hace falta realizar operaciones estadísticas para
aseverar que los grupos usuarios, agentes y creyentes se plantean esa
cuestión mucho más que el grupo de no creyentes.
Conclusión: los grupos de agentes y usuarios se plantean más la
pregunta por la motivación del “hacer” de los voluntarios de Cáritas que el
grupo creyentes; si bien, entre los grupos usuarios-agentes el planteamiento
es similar.
Por otra parte, los tres grupos: usuarios, creyentes y agentes se plantean
la cuestión mucho más que el grupo de los no creyentes.
d) La actividad de Cáritas hace que piense en ayudar a quien nada posee.
El grupo usuarios presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,95
situado en “mucho”.
El grupo agentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,47
entre “regular” y “mucho”.
El grupo creyentes presenta la Moda en la posición 4 y un IPML = 3,54
entre “regular” y “mucho”.
El grupo no creyentes presenta la Moda en la posición 1 y un
IPML = 2,22 ligeramente superior a “algo”.
Para continuar analizando esta cuestión pasamos a contrastar los índices
ponderamos de las respuestas que se han dado en cada grupo:
250
n
media
Desviación
típica
Usuarios
100
3,95
0,96
Agentes
111
4,15
0,88
Creyentes
148
3,54
1,24
No creyentes
128
2,22
1,27
Al comparar agentes con usuarios (4,15 frente a 3,95) al ser el valor
estadístico z = 1,57, la diferencia estadística no es significativa, luego los
dos grupos piensan de forma similar a la hora de querer ayudar a los demás.
Si comparamos agentes con creyentes (4,15 frente a 3,54) al ser el valor
estadístico z = 4,6 la diferencia es muy significativa. El grupo agentes, a
partir de observar la acción de Cáritas piensa muchísimo más en ayudar a
los demás que el grupo de creyentes.
Al comparar usuarios con creyentes (3,95 frente a 3,54) al ser el valor
estadístico z = 2,66, la diferencia estadística es significativa, por ello, el
grupo usuarios a partir de la experiencia de ser acogidos y servidos en
Cáritas se sienten más interpelados a ayudar a los demás que el grupo de
creyentes.
Si comparamos creyentes con no creyentes (3,52 frente a 2,22) al ser el
valor estadístico z = 4,6, la diferencia es muy significativa y los creyentes a
la vista de la acción de Cáritas piensan muchísimo más en ayudar a quien
nada posee que los no creyentes.
Conclusión: a la hora de sentirse impulsado a ayudar a otras personas los
grupos de usuarios y agentes se comportan de manera similar y ambos
grupos piensan en ayudar más a quien lo necesita, que el grupo de
creyentes.
Por último, agentes, usuarios y creyentes se sienten muchísimo más
interpelados, desde el “ver hacer” a Cáritas, en ayudar a los demás que el
grupo de no creyentes.
e) La actividad de Cáritas ha supuesto para mí un acercamiento a la
Iglesia Católica.
El grupo de usuarios presenta la Moda en la posición 1 y un
IPML = 2,41, entre “algo” y “regular”.
251
El grupo de agentes presenta la Moda en la posición 3 y un IPML = 3,22
ligeramente superior a “regular”.
El grupo de creyentes presenta la Moda en la posición 2 y 3 y un
IPML = 2,37 superior a “algo”.
El grupo de no creyentes presenta la Moda en la posición 1 y un IPML =
1,06 situado en “poco”.
Para continuar analizando esta pregunta pasamos a contrastar los índices
ponderados de las respuestas que se han dado en cada grupo:
n
media
Desviación típica
Usuarios
100
2,41
1,51
Agentes
111
3,22
1,31
Creyentes
148
2,37
1,26
No creyentes
128
1,06
0,30
Si comparamos agentes con usuarios (3,22 frente a 2,41) el valor
estadístico z = 4,14, por lo que la diferencia es muy significativa, es decir,
para los agentes ha supuesto la actividad de Cáritas muchísimo más que
para los usuarios, un acercamiento a la Iglesia Católica.
Al comparar agentes con creyentes (3,22 frente a 2,37) el valor
estadístico z = 5,24, la diferencia es muy significativa, y ocurre como en el
caso anterior, para los agentes la actividad de Cáritas ha supuesto
muchísimo más, que para el grupo de los creyentes, una acercamiento a la
Iglesia Católica.
Sin embargo, si comparamos usuarios con creyentes (2,41 frente a 2,37)
el valor estadístico z = 0,21, por lo que no hay diferencia significativa y los
dos grupos se sienten de igual manera acercados a la Iglesia Católica, por la
actividad de Cáritas.
No comparamos por obvio el resto de los grupos con el de no creyentes.
Conclusión: para el grupo agentes, la actividad de Cáritas ha supuesto un
acercamiento bastante mayor a la Iglesia Católica que para los grupos
usuarios y creyentes que se comportan de manera similar ante esta cuestión.
Además los tres grupos agentes, usuarios y creyentes, la actividad de Cáritas
252
ha supuesto un acercamiento mucho más importante a la Iglesia Católica
que el que refiere el grupo de no creyentes.
A continuación, vamos a tratar de averiguar si el grado de conocimiento
de la actividad de Cáritas, en el grupo de los no creyentes, tiene repercusión
sobre que consideren mejor a la Iglesia Católica; se pregunten por las
motivaciones de los voluntarios de Cáritas, si esa actividad hace que se
planteen preguntas sobre la religión y si por fin, se produce en ellos un
acercamiento a la Iglesia Católica.
Hemos de manifestar que de los 128 encuestados no creyentes, solo 16
declaran conocer “mucho” y “muy bien” la actividad de Cáritas y 69 dicen
conocerla “poco” o “algo”. Esto supone que comparamos dos poblaciones
bien diferenciadas968.
Ahora bien, comparar dos grupos con tan poco número de encuestados,
aun realizando las operaciones estadísticas científicamente reconocidas; los
resultados debemos proclamarlos con muchísima cautela y solo los
podemos definir como “indicadores” de una situación y no como
aseveraciones científicamente reconocidas.
f) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de Cáritas,
¿hace que estos consideren mejor a la Iglesia Católica?
Para analizar esta cuestión pasamos a contrastar los índices ponderados
de las respuestas que se han dado en ambos grupos.
n
media
Desviación típica
Conocen “poco” o “algo”
69
1,77
0,95
Conocen “·mucho” o “muy bien”
16
2,56
1,05
Comparando los grupos (1,77 frente a 2,56) el valor estadístico z = 2,76,
por lo que la diferencia estadística es significativa, lo que supone que, si un
grupo conoce mejor la actividad de Cáritas, éste considera mejor a la Iglesia
Católica.
g) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de la
actividad de Cáritas, hace que se pregunten ¿por qué hacen esto los
voluntarios de la Institución?
968
Ver cuadros nos 17 al 22.
253
Pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han
dado en ambos grupos:
n
media
Desviación típica
Conocen “poco” o “algo”
69
1,62
1,01
Conocen “·mucho” o “muy bien”
16
2,18
1,10
Comparando los grupos (1,62 frente a 2,18) el valor estadístico z = 1,86,
por lo que no hay diferencia significativa, lo que significa que conocer la
actividad o no de Cáritas no supone nada para que a ellos les haga
reflexionar sobre cual es la motivación de los voluntarios de Cáritas para
llevar a cabo la misión que realizan.
h) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de la
actividad de Cáritas ¿hace que estos piensen en ayudar a quien nada posee?
Pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han
dado en ambos grupos:
n
media
Desviación típica
Conocen “poco” o “algo”
69
2,17
1,20
Conocen “·mucho” o “muy bien”
16
2,81
1,10
Comparando los grupos (2,17 frente a 2,81) el valor estadístico z = 2,01,
por lo que la diferencia es estadísticamente significativa, lo que supone que
el grupo que conoce mejor la actividad de Cáritas se siente más impulsado a
ayudar a quien nada tiene, que el grupo que conoce poco o nada de la
actividad caritativo-social de la Institución.
i) En el grupo de los no creyentes, según su conocimiento de la actividad
de Cáritas, ¿supone para ellos un acercamiento a la Iglesia Católica?
Pasamos a contrastar los índices ponderados de las respuestas que se han
dado en ambos grupos:
n
media
Desviación típica
Conocen “poco” o “algo”
69
1,40
0,40
Conocen “mucho” o “muy bien”
16
1,25
0,60
254
Comparando los grupos (1,40 frente a 1,25) el valor estadístico z = 0,95,
por lo que la diferencia no es significativa y los dos grupos se comportan de
manera similar ante esta cuestión.
Conclusión: conocer más la actividad de Cáritas solo tiene incidencia
sobre dos cuestiones de las cuatro analizadas: considerar mejor a la Iglesia
Católica y sentirse impulsados a ayudar a quien nada posee, sin embargo, no
parece tener repercusión para este colectivo el que se sientan impulsados a
acercarse a la Iglesia Católica.
Si que tiene incidencia pues sobre la credibilidad eclesial, pero no lo
suficiente como para provocar un acercamiento y menos una adhesión a la
misma.
Queda patente la importancia del testimonio pero también la necesidad
de un anuncio explícito de Jesucristo para la evangelización de los no
creyentes.
6.5. Principales conclusiones de las encuestas969
Objetivo 1: averiguar si se identifica a Cáritas y su labor con su
pertenencia a la Iglesia.
Todos los grupos identifican perfectamente a Cáritas con la Iglesia
Católica sobre todo creyentes (97 %) y agentes (99 %), a algo de distancia
el grupo de los no creyentes (90 %) y a cierta distancia los usuarios (77 %).
Incluso un porcentaje alto de usuarios (61 %) relacionan al voluntario como
seguidor de Jesucristo, y sólo un 16 % no lo relacionan; el resto (21 %) no
sabe responder. Eso supone para el grupo con porcentajes más bajos, el de
usuarios, que identifican bastante a Cáritas y sus agentes con Jesucristo y su
Iglesia.
Objetivo 2: saber el grado de conocimiento de la actividad de Cáritas.
El grupo agentes lo conoce mucho, el de creyentes regular y el de no
creyentes algo.
Objetivo 3: analizar si la labor de Cáritas hace más creíble a la Iglesia
Católica.
969
Lo que hemos ido analizando aportará luz sobre los dos siguientes capítulos de este
trabajo, pero consideramos adecuado para presentar las conclusiones de una manera
ordenada, responder a los objetivos que formulábamos en el apartado 6.2.2.
255
El grupo agentes considera “mucho”, que la labor de Cáritas hace más
creíble a la Iglesia Católica y lo cree mucho más que los otros tres grupos.
Los grupos usuarios y creyentes lo creen entre “regular” y “mucho”, pero
mucho más que el grupo no creyente que sólo lo cree “algo”.
En general los grupos agentes, usuarios y creyentes consideran más
creíble a la Iglesia desde el “hacer” “observar” o “ser atendidos” de Cáritas
que los no creyentes que solo lo consideran “algo”.
Objetivo 4: investigar si la ayuda de Cáritas ha supuesto para aquellos
que la reciben directamente una mejora en sus vidas y en que grado.
El 86 % responden que si (“mucho” o “muchísimo”), “regular” solo el
8 % y “algo” el 6 %. Nadie responde “poco”. La labor de Cáritas contribuye
a dignificar la vida de las personas a las que sirve.
Objetivo 5: averiguar si el servicio de Cáritas ha sido respetuoso en lo
referente a transmitir explícitamente la Buena Noticia de Jesús, a los
excluidos, realizándolo únicamente cuando así lo han demandado los
marginados970.
El 95 % de los usuarios declaran que le han respetado en Cáritas sus
ideas sobre la religión y un 86 % dicen “que no” le han hablado de Dios,
Jesucristo o la Iglesia, tratando de convencerles cuando ellos no lo han
pedido.
Claramente no se ha realizado proselitismo con los usuarios y aunque
bien es cierto que en algunos poco casos, se han podido ver “presionados”,
queda manifiesto que estamos hablando de casos esporádicos: el 5 % que
dice que no le han respetado sus ideas sobre la religión y el 14 % se han
sentido “presionados” en alguna ocasión.
Objetivo 6: indagar si la actividad de Cáritas hace que las personas se
sientan impulsadas a ayudar a las personas empobrecidas971.
La respuesta es totalmente afirmativa para los grupos de agentes y
usuarios, que se sitúan en “mucho” y aunque con cierta diferencia también,
para el grupo de creyentes, que se sitúa entre “regular” y “mucho”.
970
Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 4.1, 4.2 y 4.3
de la encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas.
971
Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 5.3 y 6.2 de
la encuesta: “Incidencia sobre las personas” y la 6.3 y 7.2, idénticas a las anteriores, de la
encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas.
256
El grupo de los no creyentes sólo se siente interpelados desde el “ver” la
labor de Cáritas, a ayudar a los necesitados, un 20 % de los encuestados, es
decir “algo” y la diferencia de respuesta con respecto a los otros tres grupos
es amplio.
Ahora bien, una cuestión es sentirse impulsado y otra pasar a la acción o
hacerlo realidad. ¿Cómo responden las poblaciones estudiadas a integrarse
en algún grupo de ayuda?
Los agentes responden un 52 % afirmativamente, los usuarios un 38 %,
los creyentes un 17 % y los no creyentes su respuesta es prácticamente nula.
Objetivo 7: indagar si el trabajo de Cáritas provoca en quien lo hace,
observa o recibe, interrogantes que le abren a otra realidad que es religiosa,
a la Trascendencia972.
Un 52 % de los agentes responden afirmativamente y un 22 % de los
creyentes también. Se sitúan pues los agentes en la zona de “regular” y los
creyentes en “algo”. Parece que la respuesta es baja para estos dos grupos, y
así es, sin embargo hay que tener en cuenta que su apertura al Misterio, no
tiene que provenir únicamente desde o por la tarea que realiza Cáritas.
La respuesta de los usuarios también es baja 22 % y la de los no
creyentes es de que no se plantean preguntas en este sentido.
Por una razón u otra, la tarea de Cáritas, por si solo provoca pocos
interrogantes que abran a la persona a la Trascendencia; ahora bien, si que
la actividad de los voluntarios cuestiona a nuestros grupos encuestados: así
al 60% de usuarios y agentes se les plantean interrogantes, aunque por
diferentes motivos, sobre que impulsa a los voluntarios de Cáritas a hacer lo
que llevan a cabo. Al 43 % de los creyentes también les surgen
interrogantes sobre esta cuestión; y a los no creyentes prácticamente nada,
solamente a un 5 %.
Aquí queda manifiesta la importancia de la relación directa, del
contacto; en una palabra, de la encarnación.
Objetivo 8: analizar si la actividad de Cáritas mantiene o aumenta la fe y
el sentido de pertenencia eclesial de los creyentes.
Podemos responder que en un alto grado, así es: al 80 % de los agentes y
al 65 % de los creyentes.
972
Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 5.2 y 5.4, de
la encuesta: “Incidencia sobre las personas” y la 6.2 y 6.4, idénticas a las anteriores, de la
encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas.
257
Objetivo 9: indagar si la tarea realizada por Cáritas supone para las
personas una conversión a la Buena Nueva de Jesucristo973.
Para los grupos de agentes y creyentes, si que la actividad de Cáritas
mueve su corazón y lo instala en la misericordia de Dios hacia los pobres y
necesitados así, en el grupo agentes hace que en torno al 81 - 87 % de los
mismos estén dispuestos a emplear más de su tiempo y dinero en la ayuda a
los empobrecidos y su servicio eclesial está más centrado en este ministerio
y hasta un 93 % reconocen que en su vida diaria tienen en cuenta las
repercusiones que pueden tener sus acciones en la vida de los pobres.
Los creyentes presentan porcentajes elevados pero no altos: en torno al
40 % declaran que la actividad de Cáritas hace que empleen más tiempo en
ayudar a los marginados y que su actividad eclesial este más centrada en
este sentido. Hasta un 64 % dicen aportar más dinero para que sean
atendidos los empobrecidos; y un 57 % manifiestan estar atentos a las
acciones de su vida diaria y que repercusión tienen en la vida de los
excluidos.
Si pasamos a analizar la conversión al Dios de Jesucristo que se produce
en estos tres grupos, basado en la práctica sacramental y adhesión a la
comunidad, debemos advertir previamente que éstos son dos indicadores de
un proceso mucho más complejo y que será estudiado más
pormenorizadamente en el capítulo ocho de este trabajo. Aquí simplemente
exponer que aunque las respuestas son bajas en esos grupos, lo son por
motivos diferentes: en agentes y creyentes, porque independientemente de
la actividad de Cáritas ya estaban insertados en la comunidad eclesial y
recibían los sacramentos. Cuando la pregunta incide específicamente en si la
actividad de Cáritas ha supuesto para ellos un aumento en la práctica
sacramental y una mayor adhesión a la Comunidad, consecuentemente
responden que no: “Ya iba a misa, recibía los sacramentos y acudía a la
parroquia independientemente de la actividad de Cáritas”, por ello
responden que no, o sus respuestas fluctúan entre “algo” y “poco”. Eso no
quiere decir que no frecuenten los sacramentos o acudan a la parroquia.
973
Dicha conclusión se deriva de analizar las respuestas dadas a las preguntas 5.5 y 6.3,
6.4, 6.5 y 6.6 de la encuesta: “Incidencia sobre las personas” y la 6.5, 7.3, 7.4, 7.5 y 7.6
idénticas a las anteriores, de la encuesta realizada a las personas atendidas por Cáritas.
Indudablemente que convertirse a la Buena Nueva de Jesucristo, no se recoge sólo y
únicamente cuando desde la conversión del corazón se adhiere una persona a la comunidad
eclesial, pero por ser esta la conclusión lógica del proceso de evangelización, se han
tomado en cuenta estas preguntas que de alguna manera quieren destacar la culminación de
este proceso. Tendremos, no obstante, en cuenta las respuestas 7.2, 7.3, 7.4 y 7.5 de la
encuesta: “Incidencia sobre las personas” para los grupos de agentes y creyentes.
258
En lo referente a los otros dos grupos, en el de usuarios se responde a
todas las preguntas con un “algo”, y los no creyentes con “poco” o “nada”.
En ambos casos, las respuestas son escasas: en el grupo de usuarios, porque
aunque bastantes se encuentran en un proceso de evangelización, este tiene
sus tiempos y ritmos; además la adhesión a la Comunidad significa la última
etapa de este itinerario, lo que supone que lleguen a él menos personas. En
lo referente a los no creyentes, la gran mayoría, por las respuestas dadas,
nos indican que no se encuentran en proceso de evangelización, por lo que
resulta más difícil que alcancen la última etapa.
Objetivo 10: reflexionar sobre si el mayor o menor conocimiento de la
actividad de Cáritas tiene influencia sobre la credibilidad eclesial y sobre el
grado de evangelización de la persona, en los no creyentes.
Conocer más la actividad de Cáritas tiene incidencia aunque no muy alta
sobre la credibilidad eclesial en sentido positivo, y también sobre sentirse
impulsados a ayudar a quien nada posee.
Ahora bien, no parece provocar un mayor acercamiento y menos una
adhesión a la Iglesia. En este sentido parece ser que si bien la actividad de
Cáritas y el conocimiento de ella puede incidir sobre dimensiones del
proceso de evangelización, no lo hace precisamente sobre la adhesión e
incorporación a la comunidad de fe.
259
6.6. Cuadros.
Cuadro 1.
260
Cuadro 2.
261
Cuadro 3.
262
Cuadro 4.
263
Cuadro 5. Usuarios de Cáritas.
Cuadro 6. Usuarios de Cáritas.
264
Cuadro 7. Usuarios de Cáritas.
Cuadro 8. Agentes de Cáritas.
265
Cuadro 9. Agentes de Cáritas.
Cuadro 10. Agentes de Cáritas.
266
Cuadro 11. Creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.
Cuadro 12. Creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.
267
Cuadro 13. Creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.
Cuadro 14. No creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.
268
Cuadro 15. No creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.
Cuadro 16. No creyentes, no agentes ni usuarios de Cáritas.
269
Cuadro 17. No creyentes, conocen poco Cáritas.
Cuadro 18. No creyentes, conocen poco Cáritas.
270
Cuadro 19. No creyentes, conocen poco Cáritas.
Cuadro 20. No creyentes, conocen mucho Cáritas.
271
Cuadro 21. No creyentes, conocen mucho Cáritas.
Cuadro 22. No creyentes, conocen mucho Cáritas.
272
7.
CÁRITAS COMO SIGNO DE CREDIBILIDAD
ECLESIAL974
7.1. La Iglesia en España pierde credibilidad como mediación
religiosa
La situación actual de la sociedad española presente plantea a la Iglesia
una serie de desafíos como no los ha habido en toda nuestra historia. Los
incuestionables valores de la postmodernidad acarrean no sólo un conjunto
de problemas en su propio ámbito, sino una importante crisis religiosa que
produce en las personas una falta de confianza en la Iglesia que se traduce
en pérdida de su credibilidad como mediación religiosa, es decir, no
reconocen a la Comunidad eclesial como un instrumento capaz de permitir a
los hombres y mujeres de hoy hacer el acto de fe con plena libertad; no ven
en Ella, en su dimensión histórica características y valores que revelen su
dimensión escatológica.
Los sociólogos de la religión nos hablan de la funcionalización creciente
de la Iglesia dentro de la funcionalización general de la sociedad: solo se
acepta en cuanto institución competente para asuntos religiosos y ritos de
“paso” (bautizos, bodas, funerales), y en ella se delega la satisfacción de las
necesidades religiosas de la persona o de los grupos sociales.
Estos profesionales nos dicen también de la identificación parcial de
muchos cristianos con la Iglesia, como un reflejo del pluralismo en las
interpretaciones personales de la fe al margen de la ortodoxia; fenómeno
que va unido a un reduccionismo del cristianismo, a un cristianismo light975.
En un tiempo relativamente reciente numerosas transformaciones han
tenido lugar en las creencias actitudes y comportamientos de los españoles
en el terreno religioso y frente a los diversos cambios que se han producido
en la “oferta” religiosa de la Iglesia católica.
974
En este apartado hemos considerado seguir la estructura que se presenta en el artículo:
A. CESTER, "Yo te mostraré la fe con mis obras" (Sant 2,18). La caridad, signo de
credibilidad del mensaje cristiano y de la Iglesia, en: Cor XIII 147 (2013) 75-101.
975
Cf. J. PEREA, Otra Iglesia es posible. Eclesiología práctica para cristianos laicos
(Madrid 2010) 104.
273
Estas transformaciones en la afiliación y en la frecuencia de las prácticas
religiosas, así como en las actitudes frente a la Iglesia y su magisterio
doctrinal, sobre todo en el terreno ético, han sido interpretadas desde la
Sociología de la religión en nuestro país, desde el paradigma de la
secularización. El avance de la secularización en la sociedad española es un
hecho difícilmente cuestionable, y es aceptado por la mayoría de los
estudios de la realidad social española976.
Desde esta situación-eclesial, tal como decíamos antes, se produce una
falta de confianza y credibilidad en la Iglesia que ha ido aumentando en los
últimos años.
Para verificar este aspecto hemos acudido a consultar dos de las fuentes
estadísticas más fiables que existen en la actualidad: el Centro de
Investigaciones Sociológicas dependiente del Ministerio de la Presidencia
de España977 y el Eurobarómetro para la Comisión Europea, sobre la
opinión pública Europea978.
De los diferentes estudios que tienen por objeto analizar el hecho
religioso hemos elegido tres realizados por el CIS en los años 1998, 2002 y
2008 y otros tres por el EUB en los años 1990, 1999 y 2008.
Las seis encuestas tienen en común la misma pregunta a responder y que
interesa a nuestro trabajo: ¿qué grado de confianza le inspira la Iglesia
Católica? y permite ver la evolución que presenta a lo largo de los años979.
A continuación presentamos las tablas de ambos organismos en
porcentaje de respuestas.
976
Cf. P. GONZÁLEZ BLASCO, Sociedad española y religión, en: M. JUAREZ (ed.), V
Informe sociológico sobre la situación social en España. Sociedad para todos en el 2004
(Madrid 1994) 741-746. Este autor hace un análisis muy lúcido de la llamada “teoría de la
secularización”, que a pesar del tiempo que hace que se publicó, sus reflexiones y
conclusiones se manifiestan muy actuales.
977
En adelante lo citaremos como CIS.
978
En adelante lo citaremos como EUB.
979
Hemos revisado todas las encuestas del CIS y el EUB realizadas para la población en
general y la pregunta sobre la confianza en la Iglesia es la única que puede estar
relacionada con la credibilidad eclesial. Únicamente existe una encuesta del CIS que aborda
excepcionalmente esta cuestión. Es el Estudio nº 2440. Valores y creencias de los jóvenes
(Madrid 2001), realizado a 2471 jóvenes en que a la pregunta ¿Crees en la Iglesia?, un
28,6%
respondía
afirmativamente.
Estudio
accesible
en:
www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp?estudio=2331.
274
MUCHA
BASTANTE
POCA
NINGUNA
NOs/NOc
AÑO
CIS (E2301)980
32,6 %
28,2 %
18,9 %
17,1 %
3,2 %
1998
CIS (E2443)981
8,7 %
31,2 %
34,6 %
22,4 %
3,1 %
2002
CIS (E2752)982
11,6 %
26,4 %
34,1 %
24,9 %
3,1 %
2008
EUB983
22,82 %
26,65 %
30,9 %
19,1 %
0,48 %
1990
EUB984
15,5 %
26,30 %
35 %
23,2 %
0%
1999
EUB985
14 %
19 %
32,6 %
34,4 %
0%
2008
Como podemos ver se produce una pérdida de confianza en la Iglesia
con el paso de los años.
Para una percepción mejor de este aspecto, vamos a recurrir al Índice
Ponderado Medio de Likert que ya empleamos en el apartado anterior para
analizar una pregunta con multirrespuestas986.
980
CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS, Estudio nº 2301. Religión I
(Madrid
1998).
Accesible
en:
www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp?estudio=1290. Compuesto por
2488 entrevistas.
981
CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS, Estudio nº 2443. Actitudes y
creencias
religiosas
(Madrid
2002).
Accesible
en:
www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp? estudio=2170. Compuesto por
2487 entrevistas.
982
CENTRO DE INVESTIGACIONES SOCIOLÓGICAS, Estudio nº 2752. Religiosidad
(Madrid
2008).
Accesible
en:
www.cis.es/cis/opencm/ES/2_bancodatos/estudios/ver.jsp?estudio=9200. Compuesto por
1973 entrevistas.
983
EUROPEAN VALUES STUDY, Variable y pregunta q545a/Q545A (Bruselas 1990).
Accesible
en:
http://www.europeanvaluesstudy.en/zacat.gesis.org/webview/index.jsp?objet=http://zacat.g
esis.org/obj/fCatalog/Catalog5. Estudio compuesto por 2637 entrevistas.
984
EUROPEAN VALUES STUDY, Variable y pregunta v200/Q58A (Bruselas 1999).
Accesible
en:
http://www.europeanvaluesstudy.en/zacat.gesis.org/webview/index.jsp?objet=http://zacat.g
esis.org/obj/fCatalog/Catalog5. Estudio compuesto por 1183 entrevistas.
985
EUROPEAN VALUES STUDY, Variable y pregunta v205/Q63A (Bruselas 2008).
en:
Accesible
http://www.europeanvaluesstudy.en/zacat.gesis.org/webview/index.jsp?objet=http://zacat.g
esis.org/obj/fCatalog/Catalog5. Estudio compuesto por 1477 entrevistas.
275
Para ello le daremos un valor 4 a “mucho”, un valor 3 a “bastante”, un
valor 2 a “poco” y un valor 1 a “nada”.
Los resultados son los siguientes:
- CIS (E2301, 1998) IPML = 2,77.
- CIS (E2443, 2002) IPML = 2,27.
- CIS (E2752, 2008) IPML = 2,26.
En el año 1998, la confianza en la Iglesia Católica se situaba entre
“bastante” y “poco”, pero muy cercana al “bastante”.
En el año 2002 la confianza se sitúa en el mismo intervalo, pero
desciende y se acerca más a “poco”.
En el año 2003 la confianza desciende pero casi imperceptiblemente.
Si estos resultados son los recogidos por el CIS veamos lo que nos dicen
los recogidos por el EUB.
- EUB 1990, IPML = 2,53.
- EUB 1999, IPML = 2,33.
- EUB 2008, IPML = 2,12.
La confianza en la Iglesia Católica en el año 1990 se sitúa entre
“bastante” y “poco”, en un lugar que podríamos denominar medio o de
intersección.
En el año 1999 desciende la confianza y se sitúa en la influencia del
“poco”.
En el año 2008 vuelve a descender acercándose a la posición, “poco”.
Ambas encuestas dan resultados semejantes:
a) Muestran un descenso leve pero progresivo de la confianza de las
personas en la Iglesia Católica.
b) Los datos del CIS son ligeramente superiores a los recogidos por el
EUB.
c) La confianza se sitúa entre las posiciones de “bastante” y “poco”.
d) Por último, como las posiciones intermedias entre “bastante” y
“poco” no son nada claras ni definidas, debemos precisar que si
986
Ver nota nº 963.
276
estamos analizando una secuencia numérica del 1 al 4, las respuestas
que se sitúan entre la posición 2 y 3 que es nuestro caso responde a
una confianza de entre el 33 % y 66 %; como los IPML dan
resultados ligeramente superiores al 2, podríamos afirmar que entre
un 49 - 40 % de las personas tienen confianza en la Iglesia Católica
en los periodos estudiados, encontrándonos en el año 2008 con los
porcentajes más bajos de dicho intervalo.
Independientemente de lo que nos dicen las encuestas, los creyentes
somos conscientes de la desafección creciente hacia la Iglesia de muchos de
nuestros contemporáneos. También hemos oído en infinidad de ocasiones
la frase: “Jesús, si; la Iglesia no” con todo lo que ello significa; y no
podemos obviar en esta constatación la búsqueda por algunos de los
miembros activos eclesiales de fórmulas de pertenencia parcial a la
Iglesia987.
Todo esto nos dice que algo está fallando en la realización de la Iglesia
que presentamos los cristianos. Estamos pues ante una crisis de credibilidad
eclesial: la Iglesia está dejando de ser creíble como mediación religiosa y en
su condición de “sacramento de salvación”; de ahí que para que la Iglesia
pueda ser sujeto de evangelización, necesitamos todos los que formamos
parte de ella, trabajar para reforzar su credibilidad988.
7.2. Es necesario reforzar la credibilidad de la Iglesia para que
pueda ejercer efectivamente su condición de sujeto de la evangelización
que el mundo necesita
Antes de avanzar debemos responder a una pregunta que parece
fundamental: ¿para obtener “mejores resultados” en las encuestas, debe
hacerse la Iglesia socialmente plausible?
Decididamente debemos contestar con un no rotundo, ya que para ello
tendría seguramente que renunciar a su propia identidad. Podemos intuir,
que hacer plausible a la Iglesia significaría adaptarla a las circunstancias
sociales del momento histórico que le toca vivir para que respondiera
perfectamente a lo que la sociedad desea de ella. “Hacer plausible al
987
Cf. J.D.D. MARTÍN VELASCO, Increencia y evangelización. Del diálogo al
testimonio (Santander 1988) 146. Este trabajo se citará como Increencia.
988
Cf. Ibid., 147.
277
cristianismo supondría hacerle renunciar a la constitutiva dimensión de
escándalo que comporta la cruz” 989.
Una vez aclarada esta importante cuestión, veamos lo que dicen los
obispos –reunidos en Sínodo– sobre la Iglesia: "La Iglesia es el espacio
ofrecido por Cristo en la historia para poderlo encontrar, porque Él le ha
entregado su Palabra, el Bautismo que nos hace hijos de Dios, su Cuerpo y
su Sangre, la gracia del perdón del pecado, sobre todo en el sacramento de
la Reconciliación, la esperanza de una comunión que es reflejo mismo del
misterio de la Santísima Trinidad y la fuerza del Espíritu que nos mueve a la
caridad hacia los demás" 990.
La Iglesia existe para llevar a todos los hombres al encuentro vital con
Jesucristo –esta es su labor sea aplaudida o no por nuestros
contemporáneos– por eso es signo e instrumento de la salvación obrada por
el Mesías991. La pastoral busca hacer efectiva aquí y ahora esa capacidad de
ser signo e instrumento de salvación. Aquí radica la importancia de la
credibilidad eclesial, ya que Ella debe ser capaz de manifestar el misterio
que porta a lo largo de la historia.
Así pues, reforzar la credibilidad de la Iglesia comporta para los
cristianos no solo afirmar que nuestra Iglesia es la de Jesús y que Él está en
Ella, sino que debemos legitimar y hacer visible esta afirmación para que la
credibilidad eclesial crezca. Solo por medio de la mostración de la
conformidad entre Ella y el fundamento de su existencia –el Señor
resucitado– puede hacerse creíble, para los hombres y mujeres de hoy, la
Comunidad eclesial.
Los creyentes experimentamos y hemos descubierto que la Iglesia está
en continuidad histórica y estructural con Jesucristo y con la historia de fe
que partió de Él. Sin embargo ante la pérdida de credibilidad eclesial, los
cristianos nos hemos de plantear que debemos hacer para que nuestros
contemporáneos descubran la conexión que existe entre la historia de
Jesucristo y las realizaciones de la Iglesia actual, una conexión que acredita
y da credibilidad a la Iglesia como legítima consecuencia de la historia de
Jesús en medio de las cambiantes condiciones históricas del presente. Para
ello, la Iglesia debe justificar su permanente fundamento de existencia,
Jesucristo y el Reino de Dios, de tal modo que brote de Ella la eficacia
989
Ibid., 147.
SÍNODO DE OBISPOS, Mensaje final al Pueblo de Dios del Sínodo de los obispos
sobre la nueva evangelización (El Vaticano 2012) nº 3. Este documento se citará como
SOMF.
991
Cf. LG 9.
990
278
liberadora de la Buena Nueva como sucedió en el tiempo de Jesús de
Nazaret.
Y lo va a acreditar mediante el testimonio, ahora bien, la sensibilidad de
las mujeres y hombres de hoy no se centra solo en la veracidad y fiabilidad
de los testimonios, es más, presentan ideas muy diversas con respecto al
contenido del testimonio: algunas formas como el compromiso social, la
ayuda a los pobres, son exaltadas, mientras que otras son subestimadas.
Actualmente las personas son muy sensibles a los valores que se realizan
en la existencia. La vida cristiana vivida debería manifestar un determinado
modelo de existencia que resultara atractivo por su calidad intrínseca. Es
decir, el cristianismo aparecerá como bueno y creíble en la medida que
descubran en él, que produce personas felices, libres, realizadas,
comprometidas en el servicio al prójimo –especialmente con lo más
necesitados– y constructores de la paz abiertos a la esperanza992.
El cristiano que se compromete a vivir como seguidor de Jesucristo,
sería poco creíble si en su vida no hiciera visibles tales aspectos.
Desde estos presupuestos se verá seguramente reforzada la credibilidad
eclesial, aspecto este fundamental para que lleve a cabo de una manera más
plena su existencia y pueda ser más fiel a su vida y misión. Desde aquí,
debemos reflexionar que papel desempeña la acción caritativa-social
eclesial en el binomio: credibilidad-evangelización.
Ya nos manifestaba el Concilio Vaticano II con rotundidad: “Sepan
todos (los fieles), que su primera y principal obligación en pro de la difusión
de la fe es vivir profundamente la vida cristiana. Así, su fervor en el servicio
de Dios y su caridad para con los demás aportarán nuevo aliento espiritual a
toda la Iglesia, la cual aparecerá como signo levantado entre las naciones
(Cf. Is 11,12), luz del mundo (Mt 5,14) y sal de la tierra (Mt 5, 13)” (AG
36).
El Concilio nos dice que vivir profundamente la vida cristiana, está
ligado indefectiblemente al servicio a Dios y en el amor al prójimo,
especialmente al más necesitado993. El servicio al pobre es una forma de
hacer presente a Jesús, de tal manera que así visibilizamos ante la sociedad
que nuestra Iglesia es la de Jesús y que Él está operante en ella. La llamada
diaconía de la caridad se hace de esta manera parte integrante del anuncio
992
Cf. J. GEVAERT, El primer anuncio. Proponer el Evangelio a quien no conoce a
Cristo. Finalidades, destinatarios, contenidos, modos de presencia (Santander 2004) 60; F.
MARTY, Le témoignage, verification de la foi, en: Catéchèse 92 (1983) 76.
993
Cf. Mt 25, 36-40.
279
de la obra salvadora y liberadora de Jesús y dimensión fundamental de la
credibilidad eclesial 994.
De modo general, se puede aseverar que la capacidad evangelizadora de
la Iglesia y su credibilidad, quedan marcadas por la medida en que toda su
conciencia y misión aparezcan signadas por la caridad.
7.2.1. Creer cristianamente comporta creer en la Iglesia
Un punto de partida ineludible en esta cuestión es la inseparable relación
entre la Iglesia como signo y Cristo: en cuanto signo, la Iglesia remite no a
sí misma, sino al misterio de Cristo. La Iglesia es signo en la medida en que
conduce y transparenta a Cristo995.
Vemos pues, que aunque es claro que el signo que es la Iglesia depende
del mismo Cristo, también se puede afirmar que Cristo depende de la
Iglesia, en cuanto que ella nos proporciona la imagen de Cristo, teniendo en
cuenta que el verdadero acceso a Él se nos da en y a través de la Iglesia: las
razones para creer que presenta la Iglesia llevan al encuentro con Cristo a
través de la incorporación a una comunidad de creyentes donde se entrega
Cristo en la palabra y en el sacramento. Esa comunidad es nuestra Iglesia996.
Este modo de plantear la significatividad de la Iglesia se debe a las
perspectivas eclesiológicas abiertas por el Concilio Vaticano II. Tanto en la
constitución DV como en la LG y la GS, han puesto de relieve que el signo
total es Cristo-en-la-Iglesia997.
Ahora bien, la Iglesia aun formando parte esencial de ese signo total que
es Cristo en la Iglesia, por participar de la significatividad de Cristo, es un
994
"El testimonio de la caridad es el lenguaje más significativo hoy en día a la hora de
anunciar la fe cristiana" (V. VIDE, Comunicar la fe en la ciudad secular. Teología de la
comunicación [Santander 2013] 149).
995
Cf. LG 15.
996
Cf. C. IZQUIERDO, Teología Fundamental (Navarra 2009) 544-545.
997
Cf. DV 4, LG 39, GS 2. “Cristo y la Iglesia, son los grandes signos de la revelación y,
realmente, los dos únicos signos. Todos los signos de la revelación histórica se vinculan al
Cristo histórico; todos los signos desde pentecostés hasta la parusía se vinculan con la
Iglesia de Cristo, en cuanto esposa y cuerpo místico de Cristo resucitado. Los signos son la
irradiación de Cristo y la irradiación de la esposa de Cristo… el signo total es el signo de
Cristo percibido a través del signo de la Iglesia sacramento de Cristo o signo del signo de
Dios” (R. LATOURELLE, Cristo y su Iglesia, signos de salvación [Salamanca 1971] 90).
Citado en: S. PIÉ-NINOT, Hacia una eclesiología fundamental basada en el testimonio,
en: Revista Catalana de Teología 9 (1984) 402. Este artículo se citará en adelante como
EclesiologíaFun.
280
signo diferente: “Cristo, en cuanto signo de la revelación y de la salvación
de Dios, es plenamente expresivo, porque su significatividad no depende de
algo ajeno a Él, sino de la irradiación de su amor, de su poder, de su
sabiduría y de su santidad como Hijo del Padre. A partir de las
manifestaciones concretas se puede pasar directamente a la fuente de la que
proceden. En el caso de la Iglesia, en cambio, los signos que en ella se
encuentran son expresión no sólo de su carácter de “creatura Verbi”, de obra
de Dios, sino también de realidad humana, histórica, con toda la
ambigüedad que caracteriza estas realidades”998. Este planteamiento exige
por tanto que, al tratar de la Iglesia, queda siempre sobreentendida su
esencial referencia a Cristo.
A partir de esta consideración inicial que nos parecía fundamental e
ineludible, vamos a reflexionar sobre el signo que es la Iglesia como signo
de credibilidad.
Creer cristianamente comporta creer en la Iglesia –tal como
expresábamos en el enunciado de este apartado– porque la Iglesia es fuente,
apoyo y norma de los que creemos. En este sentido creemos en la Iglesia,
dentro de la Iglesia y como Iglesia999; la fe cristiana personal está
necesariamente referida y ha sido posible gracias a unas determinadas
condiciones que se encuentran en la fe de la Iglesia1000.
Ahora bien, la Iglesia no es objeto de fe del mismo modo que Dios
Jesucristo y el Espíritu Santo, y para ello solamente debemos recordar la
distinción importante que nos da el Credo Apostólico, ya que cuando se
refiere al creer en la Iglesia, no usa el “credere in” que se aplica a las tres
personas divinas, sino simplemente el “credere Eclesiam”. Por ello, se cree
más bien a Dios en la Iglesia, en el momento que esta se encuentra en el
contexto de la neumatología, al ser el Espíritu quien hace presente la
revelación de Dios por Jesucristo en el mundo y en la historia1001.
998
IZQUIERDO, o.c., 546.
Cf. CCE 748; 975.
1000
“La fe personal ha de reconocer que la Iglesia, a pesar de sus errores y pecados, ha
transmitido con fidelidad el contenido esencial del cristianismo: la figura de Cristo
crucificado y su entero acontecimiento. Con ello mantiene viva la posibilidad de la fe
cristiana a lo largo de los tiempos” (J.M. MILLÁS, La fe cristiana en un mundo secular.
Cuadernos “Institut de Teologia Fonamental” 43 (San Cugat del Vallès-Barcelona 2005)
26.
1001
Cf. PÍÉ-NINOT, EclesiologíaFun, 405. En la misma línea se manifiesta claramente el
Catecismo de la Iglesia Católica: “En el Símbolo de los Apóstoles, hacemos profesión de
creer que existe una Iglesia santa (credo… Ecclesiam), y no de creer en la Iglesia para no
999
281
Aquí se plantea un tema decisivo para la credibilidad de la Iglesia que
nos aboca a las siguientes cuestiones: ¿en qué medida debemos apoyarnos
en la Iglesia para creer? Y ¿hasta qué punto la credibilidad y la fe dependen
de esta mediación eclesial?
Ya hemos manifestado antes que la Iglesia es una mediación, no sólo
capaz sino necesaria, que permite al creyente hacer el acto de fe con plena
libertad. Para ello, el signo que es la Iglesia debe establecer una relación lo
más clara y estrecha posible entre la realidad humana -elemento visible- y la
realidad divina. Es decir, debe poner de manifiesto la continuidad no sólo
histórica, sino teológica entre el acontecimiento de Cristo y la acción de la
Iglesia1002.
Es decir, la Iglesia debe expresar su sacramentalidad como expresión de
su identidad, que la refiere, sin duda, más claramente a Cristo y a la realidad
última que significa: “La íntima unión con Dios y la unidad del género
humano” (LG 1). Por esta razón la Iglesia como “sacramento universal de
salvación” (LG 48) se convierte en mediación de la fe ya que “la fe es inicio
de la salvación humana”1003.
La dificultad mayor con la que nos encontramos a todo lo dicho
anteriormente, es la presencia en la Iglesia de la realidad del pecado y se nos
plantea una nueva cuestión: ¿cómo puede ser la Iglesia, para nuestros
coetáneos una señal que los conduzca a plantearse que ella hace presente a
Cristo, y que es por tanto ámbito de salvación, que ella es una comunidad
que transparenta el amor de Dios por los hombres?1004
Fernando Chica, nos ofrece la siguiente intuición: “Quizás, la respuesta
más que palabras necesite gestos y una vía en donde se verifique empírica y
palpablemente que Dios no es un sinsentido, que las bienaventuranzas no
son una utopía volátil y efímera. Esta respuesta requiere hechos, signos que
revelen que la Iglesia no es como otro tipo de asociación”1005.
Y esto lo podrá hacer presente la Iglesia de una manera privilegiada
desde la radicalidad propia de su acción caritativa-social: podemos afirmar,
según lo reflexionado anteriormente que la Iglesia mediante la acción
confundir a Dios con sus obras y para atribuir claramente a la bondad de Dios todos los
dones que ha puesto en su Iglesia” (CCE 750).
1002
Cf. IZQUIERDO, o.c., 546.
1003
E. DENZINGER, El Magisterio de la Iglesia (Barcelona 1997) nº 801. En adelante esta
obra se citará como DZ.
1004
Cf. F. CHICA, La caridad signo de credibilidad en la vida de la Iglesia, en: Religión y
cultura 45 (1999) 815.
1005
Ibid., 815.
282
caritativa-social, especialmente realizada en los más pobres y necesitados,
se muestra y es signo de salvación de tal manera que puede sugerir la
presencia de Cristo en ella, que es lo que quiere atestiguar manifestando su
credibilidad y presentando como verídica la Revelación.
7.2.1.1. Los signos ofrecidos por Jesús de Nazaret
Jesús realiza “señales y milagros” a lo largo de su vida terrena. Hasta los
críticos más radicales hacia su persona no se atreven a ponerlos en duda: los
signos históricos, se encuentran reflejados en todas las tradiciones y son
mencionados en los estratos más antiguos1006.
Fundamentalmente cura enfermedades y expulsa demonios, y Jesús lo
realiza movido por su misericordia hacia el necesitado. Estos signos se
caracterizan por su “ser” humanizador y su capacidad de recuperar e
incorporar a la persona para la convivencia en la comunidad.
Estas “señales” se realizan en contexto de fe y Jesús los interpreta como
signos de la llegada del Reino de Dios.
Los milagros presuponen la fe en un sentido y en otro la hacen posible:
donde hay signos para creer nace la fe, y donde hay fe se pueden percibir
los signos de Dios. Ahora bien, el milagro no fuerza la fe en la persona, sino
que la abre a la realidad divina, es la mediación para encontrarse con Dios.
Este encuentro es el que nos da aquella certeza que funda definitivamente la
fe1007.
Podemos agrupar estos signos en seis tipos principales1008:
a) Exorcismos: Jesús lucha contra el mal para liberar al ser humano1009.
b) Curaciones de paralíticos, impedidos, tullidos o leprosos, que eran
considerados enfermos por haber pecado. La acción de Jesús,
1006
Cf. R. AGUIRRE, Aproximación actual al Jesús de la Historia, en: Cuadernos de
Teología Deusto 5 (Bilbao 1996) 30. Este trabajo se citará como Aproximación.
1007
“El milagro se experimenta como acción de Dios sólo en la fe. Por tanto, no fuerza la
fe. El milagro más bien la pide y la confirma” (KASPER, Jesús, 117).
1008
Cf. A. GONZALEZ MONTES, Teología fundamental. De la Revelación y de la Fe
(Madrid 2010) 746-748; M. GESTEIRA, Jesús horizonte de esperanza I. Jesús de Nazaret
personaje histórico (Madrid 2011) 91-92. En adelante este trabajo se citará como
Jesucristo.
1009
Cf. Mt 8, 28-34; Lc 4, 33-35; Mc 5, 1-20; Mc 9, 14-29; Mt 12, 22-23.
283
aparece así, en la práctica, como un gesto de curación profunda: de
acogida humana y de perdón divino1010.
c) Como promoción y respaldo de la fe y la esperanza, en el Reino de
Dios1011.
d) Como legitimación del propio Jesús de su autoridad superior al
sábado y la ley antigua; lo que supone una crítica al fariseísmo
legalista y una afirmación de la misericordia de Dios1012.
e) Signos de liberación y salvación para los que carecen de todo o se
hallan en situaciones desesperadas1013.
f) Milagros de vivificación, como muestra del poder de Dios sobre la
muerte1014.
Todos ellos son los signos del Reino que viene. Acreditan a Jesús como
Mesías y tras el reconocimiento de tal función, otorgada por Dios,
comprometen a los hombres y mujeres de aquella época a creer en Él. Son
una señal que muestra la eficacia de sus palabras, reclamando tener una
autoridad dada por el Padre para llevar a cabo su obra en el mundo1015.
Jesús se revela como alguien con poder (taumaturgo) pero que lo emplea
en curar y sanar movido por su misericordia. Y también, en el mismo acto
revela que “el Poder supremo (Dios) es la suprema com-pasión (Dios
solitario y encarnado)”1016. Él revela lo que Dios es y lo que debemos hacer
nosotros: restaurar en los heridos que se encuentran en los márgenes del
camino social, su dignidad y libertad personal.
Los signos de Jesús tienen pues una función liberadora y transformadora
como respuesta eficaz a las más hondas necesidades y esperanzas de las
personas. Jesús no hizo milagros en beneficio propio, ni de castigo; sus
signos son en provecho de otras personas, en especial de los más pobres y
marginados de la sociedad. Lo que indica que estas señales son, expresión
del amor más que gestos de poder1017.
1010
Cf. Mt 8, 5-13; Mc 2, 1-12; Mc 3, 1-6; Mc 1, 40-45; Lc 17, 11-19; Jn 5, 1-9.
Cf. Mc 9, 14-29; Mt 14, 24-33.
1012
Cf. Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-14; Lc 6, 6-11.
1013
Cf. Mc 6, 36; Lc 8, 22-25; Mt 8, 23-27; Mc 4, 35-45.
1014
Cf. Jn 11, 1-45; Mt 9, 18-26; Lc 7, 11-17.
1015
Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Cristología (Madrid 2001) 61.
1016
Ibid., 62.
1017
Cf. Mc 15, 30. GONZÁLEZ-CARVAJAL, Excluidos, 254-255.
1011
284
En la misma línea Jesús no realizó milagros como propaganda de sí
mismo o tratando de ganar adeptos, ni de demostrar su divinidad desde la
omnipotencia; Él los realiza “para” la gente y en su favor, no “ante” ellos.
Desde esta comprensión de los signos que realizó Jesús, –desde la
liberación y salvación que producen en los hombres y mujeres de su época–
la persona es llamada, invitada e introducida en un especial encuentro con
Dios del que puede surgir la fe1018.
Pero no es historia del pasado: lo que es común a la historia de Jesús, a
la historia de la Iglesia y a nuestra historia es la permanente capacidad
transformadora que la persona de Jesús sigue teniendo en el orden físico
(salud), psíquico (sanación) y religioso (salvación). Por Él, toda persona, la
de entonces y la de ahora, se encuentra con poder para levantarse, superar su
historia anterior y vencer los poderes del mal. Jesús restaura a las personas
hacia su posibilidad suprema: ser libres para ser hijos de Dios y prójimos de
sus hermanos1019.
A nosotros nos corresponde colaborar con su tarea, desde Él, con su
misericordia y su estilo, para hacer manifiestos y reales sus signos, gestos y
señales de salvación sobre todo para con los excluidos y empobrecidos de
nuestra historia y sociedad.
7.2.1.2. Los signos de Jesús deben ser continuados por la Iglesia
Como hemos indicado en el apartado anterior, Jesús “pasó haciendo el
bien” (Hch 10,38) y eliminando todas las alienaciones que estigmatizan a
los seres humanos. Él ya no está físicamente presente en el mundo para
sanar, pero sigue haciéndolo a través de la Iglesia; por eso, el signo que
necesita ofrecer la comunidad cristiana para hacerlo presente y prolongar así
sus acciones liberadoras es el servicio a los pobres y excluidos.
La mediación salvadora de Jesús se continúa pues, en la mediación
salvadora de la Iglesia. La Iglesia hace presente a Jesús prolongando su
acción mediadora de la misericordia del Padre1020.
Ahora bien, aunque nuestra misión sea la de continuar los “gestos” y
“señales” de Jesús, igual que en su caso, sería no sólo desproporcionado
sino imposible proponernos erradicar toda la pobreza: “A los pobres los
tendréis siempre entre vosotros” (Mt 26,11). Nuestra vocación de
1018
Cf. GESTEIRA, Jesucristo, 93; GESTERIA, Pobres, 38-39.
Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, o.c., 59.
1020
Cf. JARAMILLO, Testimonio, 157.
1019
285
seguidores de Jesucristo no nos pide semejante tarea, sino que seamos ese
pequeño signo del Reino que actúa. Si además como creyentes tenemos la
certeza de que en la Pascua del Señor todo mal esta vencido, seguramente
podremos vivir más alegres y libres, a la vez que menos obsesionados por
los resultados y el éxito –gran ídolo de nuestra cultura– que en infinidad de
ocasiones atenaza y sume en la desesperación a los miembros de nuestra
Iglesia que vuelcan todos sus esfuerzos en la lucha contra la marginación y
la pobreza1021.
Jesús vino al mundo para curar a los enfermos, liberar a los pecadores,
es decir, para salvarnos, para devolver a los más necesitados su verdadera
dignidad filial y fraterna. Por ello, la comunidad de sus seguidores, en su
condición de signo e instrumento del amor de Dios por la persona humana,
está destinada a ser continuadora de los signos de Jesús de Nazaret y así
hacer operativa y real la salvación de Jesucristo en nuestro mundo y en
nuestra historia: "La proclamación del Evangelio compromete a la Iglesia a
estar al lado de los pobres y compartir con ellos sus sufrimientos, como lo
hacía Jesús" (SOMF 6).
7.2.1.3. Para que la Iglesia sea creíble debe producir signos de salvación
que anuncien y realicen el Reino de Dios
Los cristianos estamos llamados pues, a producir signos reales de la
presencia del amor de Dios; estos, son los que dan credibilidad a nuestra
palabra acerca de Dios que sólo será creíble desde el esfuerzo
permanentemente renovado de construir la fraternidad universal, teniendo
especialmente en cuenta a los empobrecidos y más necesitados1022.
El hecho de hacer cercano y creíble al Dios de Jesucristo, mediante el
ejercicio de la acción caritativa-social de la Iglesia, hace que el testimonio
de la caridad entre el ámbito de lo teológico y no se quede sólo en el nivel
de las exigencias ético-morales1023.
Se pone de relieve, así, la importancia del testimonio caritativo-social
como verdadero “signo de credibilidad” de los cristianos y de la Iglesia hoy;
teniendo además en cuenta que la credibilidad otorgada no recae
1021
Cf. URÍBARRI, o.c., 32-33.
Cf. “La Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble por el testimonio
de sus obras antes que por su coherencia y lógica internas. De esta conciencia deriva
también su opción preferencial por los pobres” (CA 57).
1023
Cf. P. JARAMILLO, Cáritas “en” la Pastoral Social, en: Cor XIII 100 (2001) 132.
Este trabajo se citará como Social.
1022
286
directamente sobre aquello que se cree, sino sobre las personas o grupo de
personas a los que se considera creíbles, en aquellos en los que se percibe la
evidencia de un amor que no tiene necesidad de largas argumentaciones
para convencer1024.
Por ello, adquiere verdadera importancia para la credibilidad eclesial la
acción testimonial-personal del cristiano y su conformidad con el contenido
de lo que testimonia: el amor de Dios Padre manifestado por Jesucristo
mediante el Espíritu: “Quien es creíble es el testigo que desvela sus
condiciones profundas en la distancia corta de la relación personal y sobre
su credibilidad el destinatario puede acceder y confiarse a la misma verdad
que la existencia del testigo manifiesta”1025.
Por eso, es fundamental que el mensajero sea creíble desde su
compromiso y autenticidad personal con el servicio que realiza. Ahora bien,
la credibilidad del mensajero no ahorra el discernimiento de la credibilidad
de la acción caritativa-social de toda la comunidad eclesial. Este testimonio
debe ser expresión de la comunión interna de la propia comunidad cristiana
y de la misión de la Iglesia fiel a su Señor.
El testimonio caritativo-comunitario-eclesial, no es solamente la suma
cuantitativa del testimonio de los individuos, sino un salto cualitativo que
refleja el misterio de Dios presente en la Iglesia1026.
En esta perspectiva podemos comprender la afirmación de K. Rahner: el
testimonio es siempre teológico; lo que varía es solo el grado de
objetivación consciente de la esencia teológica de cada testimonio, por más
“no teológico” que parezca. En efecto, este testimonio, puede ser cristiano
de forma “anónima”, una realización “anónima” del hombre y atestiguar la
revelación salvadora porque está sostenido –aún inconscientemente por
parte del hombre– por la presencia salvadora de Dios1027.
La Iglesia de esta forma produce signos de salvación que anuncian y
realizan el Reino de Dios. Obrando de esta manera el pueblo de Dios
1024
Cf. JUAN PABLO II, Fides et Ratio. Carta encíclica sobre las relaciones entre fe y
razón (Roma 1998) no 32. Este documento se citará como FR.
1025
J.C. CARVAJAL, Pedagogía del primer anuncio. El Evangelio ante el reto de la
increencia (Madrid 2012) 61. Cf. FR 32.
1026
Cf. PRAT, Bases, 142-143.
1027
Cf. PIÉ-NINOT, EclesiologíaFun, 448; K. RAHNER, Interprétation théologique du
témoignage, en: E. CASTELLI (ed.) Le Témoignage (Paris 1972) 173-187.
287
cumple con su cometido, ya que la Iglesia no existe para sí misma sino para
el mundo, con el fin de transformarlo en Reino de Dios1028.
Lo que predica la comunidad cristiana acerca de Dios con la palabra será
creíble desde el trabajo constante por construir un mundo más solidario y
fraterno luchando contra la exclusión social y la pobreza1029: cuanto más
radical sea nuestro testimonio de amor, más genuina y relevante será la
Iglesia para nuestros contemporáneos1030.
7.2.2. Una fe testimoniada por la caridad que desarrolla su poder
humanizador como “levadura en la masa”, se hace creíble
Una fe testimoniada equivale a decir: fe confesante, fe experienciada, fe
expuesta ante la sociedad. Pero para que lo sea, el testigo es alguien que se
encuentra “con un acontecimiento, con una Persona” (DCE 1); y el valor del
testimonio está en relación con la participación del testigo en el
acontecimiento.
Si ese encuentro es “auténtico” y “veraz” se está dispuesto a testimoniar,
a comunicar a otros, a dar razón de lo que se ha experimentado. El
testimonio comporta un destinatario que generalmente aparece alejado de la
Persona sobre la que versa el testimonio y hasta contrariamente
predispuesto en muchas ocasiones a aceptarlo, sino es que muestra una clara
hostilidad hacia Él.
La función del testigo y el testimonio es aumentar con la autoridad de la
propia experiencia y de la propia vida la credibilidad del “objeto” del
testimonio. Es decir, la función del cristiano y su testimonio de amor es
acrecentar con la autoridad de su acción caritativa-social hacia los excluidos
por el seguimiento de Jesucristo, la credibilidad en su Señor, que es el
fundamento de su actuar y de su fe.
No obstante hemos de tener en cuenta un aspecto muy importante en el
asunto que estamos tratando: la relación que hemos puesto de manifiesto
entre el testigo y la credibilidad del objeto del testimonio explica también
que las deficiencias del testigo pueden repercutir negativamente sobre la
credibilidad de lo testificado, porque la falta de autenticidad del testigo
1028
Cf. C. FLORISTÁN, La Iglesia comunidad de creyentes (Salamanca 1999) 172. El
número nueve de la LG indica genéricamente cual es la misión de la Iglesia: “La dilatación
del Reino de Dios”.
1029
“Todos los creyentes han de comprender la necesidad de traducir en gestos de amor la
Palabra escuchada, porque sólo así se vuelve creíble el anuncio del Evangelio” (VD 103).
1030
Cf. AA 8.
288
repercute inmediatamente sobre la credibilidad de su testimonio y de la
Persona o el acontecimiento testimoniados. Esto constata la tenue línea de
separación que existe entre el testimonio y contratestimonio del testigo1031.
Por todo lo que hemos dicho, cuando la Iglesia rebosa en amor,
especialmente hacia los que más lo necesitan, atrae las miradas del mundo y
llega a ser para la sociedad signo del establecimiento del Reino de Dios
entre nosotros1032. Mientras más ame la Iglesia, más misionera y
evangelizadora será; así lo manifestaban claramente nuestro obispos:
“Cuando individualmente o comunitariamente la Iglesia y los cristianos
vivían con entrañas de misericordia preocupados y entregados a los pobres,
desprendiéndose de las riquezas propias para remediar la indigencia ajena,
han florecido los santos, los grandes misioneros, los carismas de todas
clases, la alegría espiritual y la caridad, la paz y la esperanza, y el evangelio
era más y mejor anunciado, y generalmente más creíble y más creído” (IP
27). Y nos siguen diciendo: “Cuando la Iglesia en sus diferentes estructuras
–parroquias o diócesis, congregaciones u órdenes religiosas, jerarquía– han
acumulado riquezas materiales y vivido en la abundancia, sobrevenía
irremediablemente la decadencia espiritual y se debilitaba o desaparecía el
testimonio evangélico ante el mundo” (IP 26).
En el testimonio de la caridad, nos jugamos pues, la imagen misma de
Dios que transmitimos mediante la dimensión evangelizadora y que
celebramos mediante la liturgia.
7.3. La credibilidad eclesial depende en buena medida del esfuerzo
serio para construir la fraternidad y ayudar a los necesitados siendo fiel
a lo específico de la actividad caritativa-social de la Iglesia
Por lo reflexionado hasta aquí podemos afirmar que la caridad eclesial
se fundamenta en cierta trascendencia que reconoce en cada persona un
hermano y dicha fraternidad tiene su origen en Dios. La Iglesia, es pues,
“comunidad que ama”, “sacramento de Amor”, fraternidad que suministra
razones para vivir y esperar. La existencia cristiana es de este modo una
proexistencia, un ser en el mundo como signo de amor y un ser instrumento
del amor divino para el mundo1033.
1031
Cf. MARTÍN VELASCO, Increencia, 138-139.
Cf. CHICA, o.c., 820.
1033
Cf. CHICA, o.c., 821.
1032
289
El amor proclamado y vivido, –“mirad como se aman”– se convierte en
una invitación a creer. Más allá de los defectos, errores, y pecados de los
cristianos, ha de llegar a todos –dentro y fuera de la Comunidad eclesial– a
través y por medio de la Iglesia el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús
con la fuerza del Espíritu.
Los obispos vuelven a dejar claro su magisterio en este aspecto
concreto: “Sin un esfuerzo serio, renovado constantemente para construir la
fraternidad dentro de la Iglesia y establecer especiales relaciones de
solicitud y de ayuda con los necesitados y desvalidos, estaría privada de
fundamento y carecería de credibilidad nuestra palabra acerca de Dios y de
sus promesas de salvación”. Y continúan diciendo: “Los hombres de nuestro
tiempo y de manera especial los jóvenes tienen necesidad de ver en la
comunidad cristiana el signo de una vida reconciliada, justa, alegre, algo
nuevo y diferente que les ayude a creer en Dios y a buscar en Él la
autenticidad y la plenitud de sus vidas”1034.
Así pues, para que la Iglesia sea signo de credibilidad debe ser una
comunidad cristiana fraterna que comparte en todos los niveles de las
relaciones humanas, que vive en comunicación de bienes espirituales y
materiales como en las primeras comunidades cristianas1035.
Para que siga siendo señal de credibilidad, la Iglesia debe estar al
servicio de los más pobres y necesitados. Una Iglesia alejada de los
empobrecidos no convence ni contagia a nadie, porque no es fiel a sí
misma: el amor a los pobres es el contenido esencial del Evangelio que
Jesús anunció y realizó. Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los
oprimidos y lucha, trabaja por su liberación por su dignidad y por su
bienestar, puede dar un testimonio coherente y convincente del mensaje
evangélico1036. Así, el gozo para los pobres se convierte en indicador de
credibilidad cristiana, habrá cristianismo y habrá evangelización en nuestras
sociedades en la medida en que los pobres vivan la Buena Noticia de su
liberación y salvación1037.
Ahora bien, si un eje que vertebra la credibilidad eclesial es la
fraternidad y otro ayudar a los necesitados, el tercer eje que sostiene el
1034
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Instrucción: Testigos del Dios vivo.
Reflexión sobre la misión e identidad de la Iglesia en nuestra sociedad (Madrid 1985) nº
58. En adelante este documento se citará como TDV.
1035
Cf. Hch 4, 32-35; “Que sean todos uno, como tú Padre estás conmigo y yo contigo; que
también ellos estén con nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste” (Jn 17,22).
1036
Cf. IP 10.
1037
Cf. CALZADA-GARCÍA (y otros), o.c., 13.
290
entramado de la credibilidad, es ser fiel a lo específico de la actividad
caritativa-social eclesial.
La acción caritativa-social debe mostrar su específica inspiración
cristiana: su ser “eclesial”1038. Estamos hablando de la confesionalidad.
Esta, no es una mera “etiqueta” o “marca” para la buena venta del producto
o exhibición de la calidad lograda; sino que es fruto de quienes, con su
entrega y compromiso, tratan de actualizar el amor de Dios por los pobres y
necesitados. Viven la auténtica confesionalidad aquellas instituciones y
personas que tratan de desarrollar en la historia la fuerza liberadora del
Señor que inspira y sostiene la acción social caritativa de la Iglesia1039.
Hablar de confesionalidad-aconfesionalidad del ejercicio de la caridad,
es situarnos en torno a dos aspectos cruciales de la misma: la identidad y la
radicalidad del servicio.
Una praxis de la caridad desligada de su motivación religiosa corta la
raíz de donde le viene al comportamiento creyente la savia que lo fecunda.
La acción caritativa-social debe ser expresión de una identidad que tiene
que ver con el ser y no sólo con el quehacer del creyente1040.
Por otro lado, debemos tener claro que la fe, origen inspirador del
testimonio de la caridad, no merma radicalidad y entrega a la acción
caritativa-social. Muy al contrario, es su ausencia la que puede dejar a la
generosidad a merced de una praxis voluntarista, que se acopla con
familiaridad a los gustos y deseos de quienes la ejercitan pensando más en
tranquilizar su propia conciencia que en mostrar una nueva opción de vida,
radicada en la comunión real con el Señor Resucitado1041.
¿Cuál es la raíz que nutre el comportamiento creyente del servicio a los
demás? ¿Dónde esta enraizada la radicalidad en la atención a los
empobrecidos? ¿Dónde se encuentra la verdadera unión entre la experiencia
de fe y el testimonio de la caridad? Sin duda la respuesta es “Jesucristo”: la
posibilidad de “ser en Cristo” y “vivir en Cristo”1042 hace de la vida del
creyente una existencia sacramental y un sacramento del amor entregado de
Jesús.
1038
Cf. CCA 17.
Cf. Ibid., 43.
1040
Cf. JARAMILLO, Testimonio, 149-150.
1041
Cf. CCA 43.
1042
Cf. Gal 2, 20.
1039
291
La incorporación sacramental a Cristo es incorporación a su mediación
salvadora y así la acción caritativa-social es sacramento viviente de amor
presente y contemporáneo1043.
El ejercicio socio-caritativo de cada creyente y de la Iglesia es
sacramental y remite al amor recibido en la incorporación a Cristo Jesús, a
su vida entregada hasta una muerte de cruz1044.
Para el cristiano, y aquí a mi parecer radica la originalidad y lo
específico de la actividad caritativa-social eclesial, es “ser en Cristo Jesús”,
que aporta al creyente la apertura radical al Padre (filiación) y la apertura no
menos radical a los hermanos (fraternidad)1045, Filiación y fraternidad son
medios de estar enraizados, entrañados en Cristo y es una invitación a tomar
parte en la ofrenda misma de Cristo que fundamenta nuestro servicio al
desfavorecido dotándolo de la identidad y radicalidad “crística” necesaria.
Por eso, cuando los cristianos actuamos en favor de los marginados y
excluidos lo hacemos queriendo ser Iglesia, actuando en nombre de la
Iglesia y somos enviados por la Iglesia. Nuestra acción caritativa-social
presupone la fe, tiene un sentido misionero y es parte de la evangelización:
“El ejercicio de la caridad, realizado en esta óptica, se convierte en
confesión de fe” (CCA 15).
Vemos pues, que la persona de Jesús de Nazaret, contemplada como
fuente de acción, funda la originalidad del compromiso cristiano en la ayuda
a los empobrecidos.
Vivir la caridad y construir la caridad constituyen para el cristiano la
globalidad de su compromiso. Una globalidad que requiere, no obstante,
unas concreciones para su verificación. A continuación vamos a señalar
algunas:
a) Voluntarios y profesionales capacitados técnicamente para abordar
los difíciles problemas que se les presentan.
b) Atención cordial y amorosa, ver en el prójimo la imagen de Dios.
c) Ejercicio de la caridad independiente de partidos e ideologías.
d) Trabajo en red con otras asociaciones, sean confesionales o no,
teniendo en cuenta el correspondiente discernimiento evangélico.
1043
Cf. JARAMILLO, Testimonio, 158.
Cf. Flp 2,8.
1045
Cf. JARAMILLO, Testimonio, 159.
1044
292
e) Acción caritativa no adoctrinante1046
f) Respeta la dignidad de las personas: atiende sin tener en cuenta la
raza, género, religión, etc.
g) Respetuoso con el proceso de cada persona: no sólo se actúa “para”
la persona necesitada, sino también y necesariamente con “ella”. El
marginado debe ser ineludiblemente protagonista de su propia
inclusión social.
h) Una acción que se extiende desde lo asistencial, a lo promocional y a
lo estructural: es decir, que no trata de satisfacer únicamente las
necesidades vitales, sino que se ocupa de los problemas personales
que inciden en la situación de empobrecimiento del individuo y de
aquellas situaciones sociales que mantienen a las personas en la
exclusión.
i) Gratuidad: porque el voluntario o profesional entrega su tiempo
como fruto de una exigencia interior que nace de lo que vive.
j) Ejercer la denuncia y el anuncio profético.
k) Satisfacer las exigencias de justicia para no ofrecer como don de
caridad aquello que es debido a título de justicia.
l) Compromiso personal permanente: acción no reducida
exclusivamente a un espacio-tiempo, sino presente durante toda la
vida de la persona y a realizar en diferentes lugares.
m) Compromiso radical: radicalidad que nace del seguimiento de
Jesucristo, de la narrativa de su vida. Igual que Él dio su vida,
nosotros los cristianos debemos estar dispuestos a entregarla
también.
Por último, decir que la acción caritativa-social que lleva a cabo un
creyente, no es una actividad añadida más al ser de la persona, sino el
propio ser cristiano manifestándose como respuesta al amor de Dios de
Jesucristo.
1046
Estas cinco primeras concreciones (a, b, c, d, e), se encuentran recogidas en: DCE 31.
293
7.4. Cáritas, signo e instrumento eclesial del amor de Dios hacia los
más necesitados de la sociedad en las condiciones reales y concretas de
las Iglesias locales
Cáritas es el ministerio pastoral con el que el obispo de la diócesis
promueve y garantiza autorizadamente la responsabilidad de su Iglesia
particular en la promoción, armonización y actualización de una dimensión
irrenunciable de la Iglesia que preside: la acción sociocaritativa. Así pues,
es en cada diócesis, en comunión con el obispo, donde Cáritas encuentra su
lugar dentro de la Iglesia, actuando como un elemento dinámico e
integrador en la pastoral de conjunto1047. El ministerio de la caridad se
integra en la Iglesia particular y en cada una de las comunidades como
elemento fundamental de su vida y misión. Ninguna comunidad realiza
íntegramente su misión si no anuncia el evangelio, si no celebra la fe, y si
no sirve con amor a los más necesitados1048.
De esta manera, Cáritas ha llegado a ser expresión del ministerio de la
caridad de cada comunidad cristiana y de toda la Comunidad. Todos los
miembros de las comunidades cristianas participan, a través de ella, en la
acción caritativo-social eclesial.
Ahora bien, aunque constantemente estamos refiriéndonos a la Iglesia
particular, hemos de manifestar que el servicio de la Cáritas Diocesana no
debe centralizar todo el ejercicio de la caridad. El mejor servicio que puede
hacer Cáritas Diocesana es promover las Cáritas Parroquiales y
acompañarlas, reservándose únicamente aquellos servicios que las Cáritas
Parroquiales no tienen capacidad de dar1049.
Las Cáritas Parroquiales son las células básicas de la Cáritas Diocesana;
hogar abierto a todos y al servicio de todos; son el rostro visible y orgánico
de la caridad de la comunidad parroquial con la encomienda de coordinar
las iniciativas y actividades que derivan del compromiso que asume la
comunidad cristiana para ejercer el servicio de la caridad y organizar la
comunicación cristiana de bienes a favor de los más empobrecidos1050. Es el
elemento humano más próximo a los marginados con los que comparte vida
y preocupaciones.
1047
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 29.
Cf. Ibid., 27.
1049
Cf. ALTABA, RMA3, 65.
1050
Cf. J. GARCÍA GÓMEZ, Cáritas: expresión del amor preferencial por los pobres, en:
Cor XIII135 (2010) 75.
1048
294
Sin embargo, esta visión podría dar una imagen fragmentada de Cáritas,
y es necesario hacer una importante aclaración: la diócesis es la Iglesia de
Cristo. Toda la Iglesia de Cristo, no una parte; la verdadera Iglesia de
Cristo, que vive y actúa en ese lugar concreto1051. Cáritas Diocesana es toda
la Cáritas de la Iglesia de Cristo vivida aquí y ahora en cada Iglesia
particular1052. Por ello, del mismo modo que la Iglesia Católica es una,
aunque se articula pastoralmente en diócesis, Cáritas también es una,
aunque se divida en circunscripciones territoriales análogas a las eclesiales.
Así como hay una Iglesia Católica Universal, existe también una Cáritas
Universal-Internacional. La diócesis tiene su correspondiente Cáritas
Diocesana y la parroquia cuenta con su Cáritas Parroquial.
Tan paralela a la organización eclesiástica es la Cáritas1053 que cuando la
Iglesia crea organismos intermedios, aparece inmediatamente, –o puede al
menos aparecer– una Cáritas de análogas características. Así en las grandes
diócesis, divididas en vicarias se crea en cada una de ellas una Delegación
de Cáritas Diocesana; en los arciprestazgos es frecuente que se organicen
Cáritas en ese ámbito territorial y en las Comunidades Autónomas donde los
obispos se reúnen, se crean las Cáritas Regionales. Debemos añadir, que
también se pueden crear Cáritas interparroquiales o en una determinada
“zona pastoral”.
Si hemos venido manifestando que Cáritas es el organismo oficial de la
Iglesia para promover, orientar, coordinar la acción caritativa y social de la
Iglesia en la diócesis; Cáritas se constituye como verdadero sujeto de la
misión eclesial1054: todos los miembros de la Comunidad están invitados a
colaborar en el ejercicio de la caridad.
Así, Cáritas –como instrumento de la diaconía eclesial– por medio del
testimonio del amor caritativo, puede expresar como el amor del Dios de
Jesucristo llega a todos, convirtiéndose en signo del Reino de Dios. Y esta
tarea específica de ser “signo e instrumento” del amor de Dios hacia los más
empobrecidos de la sociedad, no lo realiza en abstracto sino, tal como
hemos visto, en las condiciones concretas y reales de las Iglesias
particulares.
1051
Cf. CONCILIO VATICANO II, Christus Dominus. Decreto sobre el Ministerio
Pastoral de los Obispos (Roma 1965) nº 11. Este documento se citará como CD.
1052
Cf. J. LOSADA, Cáritas signo evangélico en nuestra sociedad: el compromiso
comunitario, en: Cor XIII 79 (1996) 91-92. Este trabajo se citará como Signo.
1053
Cáritas no es “una Iglesia paralela” o “una Iglesia al lado de la Iglesia”. Decimos que lo
paralelo es la organización, resultado del “ser” Iglesia de Cáritas.
1054
Cf. AG 10.
295
7.5. Cáritas visibiliza, significa y hace creíble el amor de la Iglesia
por los desfavorecidos
La acción social y caritativa de la Iglesia debe entrañar una opción, llena
de amor, por los excluidos y marginados, por parte de la comunidad
cristiana en cuanto tal y en su totalidad. Nuestros contemporáneos no
entienden, aunque los valoren, los gestos individuales. Como venimos
diciendo en todo este trabajo, uno de los elementos más críticos para la fe es
la mediación eclesial. De ahí que el amor a los últimos y no rentables de
nuestra sociedad, como signo de la gratuidad del amor de Dios y del amor
igualmente gratuito de los cristianos tiene que visibilizarse, significarse,
hacerse creíble, desde la Iglesia en cuanto tal, concretado en sus diferentes
niveles comunitarios, fundamentalmente diocesano y parroquial1055.
Cáritas-diaconía como instrumento de la Comunidad eclesial en la
atención de los desfavorecidos debe ser signo expresivo, del amor de toda la
Iglesia, como servicio al mundo: debe mostrar en nuestra sociedad los
caminos de la solidaridad, de la justicia, de la fraternidad, de la
reconciliación, y los debe mostrar con signos que los hombres y mujeres de
hoy puedan comprender.
Este servicio que el equipo de Cáritas tiene el deber de hacer visible lo
ha de desarrollar desde las siguientes funciones1056:
En la parroquia:
1055
1056
-
Realizar una tarea de asistencia sin olvidar lo promocional que
afecta a las personas y lo estructural-social de incidencia directa en
el barrio o circunscripción territorial de la parroquia.
-
Sensibilizar a la Comunidad cristiana en la caridad y justicia,
descubriendo y dando a conocer las necesidades sociales y los
problemas humanos del entorno geográfico parroquial.
-
Denunciar las situaciones injustas y proponer soluciones posibilistas.
-
Proponer formas prácticas de participar en acciones y proyectos a
favor de los pobres.
-
Estimular a vivir los valores del evangelio del propio equipo de
Cáritas y de la comunidad parroquial para configurar una comunidad
fraterna que testimonie los valores del Reino de Dios.
Cf. ECHARREN, Cáritas, 200.
Aquí seguimos lo que expresa a tal efecto: GARCÍA GÓMEZ, o.c., 77-78.
296
-
Fomentar la coordinación con la estructura de la Cáritas Diocesana.
En la diócesis:
-
Estará al servicio de las Cáritas Parroquiales complementando todas
aquellas acciones que tengan un alcance diocesano.
-
Será elemento de coordinación entre las acciones de las diferentes
Cáritas Parroquiales.
-
Realizará trabajos que superan la capacidad parroquial como son:
servicios de Estudios Sociales; programas de formación;
coordinación con otras instituciones y organismos dedicados a la
atención a los necesitados, sean eclesiales o extraeclesiales;
integración en la pastoral de conjunto de la diócesis; presentación de
la Memoria anual de actividades; relaciones con la prensa y medios
de comunicación, etc.
No ha pretendido ser este elenco de funciones, una descripción
exhaustiva de las mismas, es simplemente, una muestra general que
manifiesta la necesidad de visibilización y de que todas ellas sean
significativas, es decir, muestren la presencia aunque no la plenificación
definitiva del Reino de Dios. Para ello, las acciones de Cáritas se ajustan
cada vez más a un modelo de actuar que se caracterizan por1057:
a) El servicio de Cáritas se centra en los últimos y no atendidos por la
sociedad, desde el reconocimiento de su dignidad personal,
expresado en la acogida y acompañamiento incondicional y
amoroso.
b) Las acciones de Cáritas impulsan la participación social: el
protagonismo de los afectados, el voluntariado y el desarrollo de la
comunidad.
c) El actuar de Cáritas reviste un carácter integral: conectan lo local y
lo global; incidiendo en la promoción de las personas y abordando al
mismo tiempo la transformación de las causas, la denuncia y la
sensibilización social. Se inserta en la Comunidad cristiana y se
relaciona con otros agentes presentes en el territorio y busca incidir
en los factores de exclusión.
d) El “hacer” de Cáritas incorpora la dimensión universal de la caridad.
1057
CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009, 38.
297
e)
Por último, Cáritas favorece y ve fundamental la formación a
todos los niveles, entendida como proceso educativo.
Desde esta reflexión, podemos afirmar que Cáritas es1058:
-
Signo de actualización de los signos de Jesús: acoger, acompañar,
dignificar, liberar, sanar.
-
Signo para reconocer a Jesús encarnado en los empobrecidos y en
los propios agentes de Cáritas.
-
Signo de credibilidad de la Iglesia: creer que Jesús actúa en ella
manifestándose en la fraternidad y servicio a los desfavorecidos.
En la encuesta1059 que hemos realizado, estos tres signos quedan
patentemente demostrados.
En lo referente al primer aspecto, de liberar, sanar, dignificar; los
usuarios manifiestan que la ayuda de Cáritas ha mejorado su vida: “Mucho”
“muchísimo” al 86 %, “regular” al 8 % y “algo” al 6 %. Esta mejoría
experimentada por la mayoría, dignifica a la persona y hace que se sienta
sanada y liberada.
En lo referente a reconocer en los propios agentes de Cáritas a
Jesucristo, un alto porcentaje de las personas atendidas por Cáritas, el 63 %,
responden afirmativamente, un 21 % no lo saben, y un 16 % contestan
negativamente. Vemos pues, que Cáritas es signo bastante evidente para
reconocer a Jesús en sus propios agentes.
Por último, reseñar que para que Cáritas sea signo de credibilidad
eclesial, el primer paso es identificar claramente a esta con la Iglesia
Católica.
Si vamos a la pregunta: “La actividad de Cáritas hace que considere
mejor y más auténtica la Iglesia Católica”, los resultados globales nos dirían
que “regular”. No obstante este análisis no refleja bien el verdadero
resultado, porque el grupo de no creyentes al contestar la mayoría sólo con
un “algo”, baja la valoración global de los otros tres grupos que han
respondido: grupo de agentes de Cáritas (“mucho”), grupo de usuarios de
Cáritas (cercano al “mucho”), grupo de creyentes (cercano al “mucho”).
Es decir para tres grupos: agentes y usuarios de Cáritas y creyentes, la
actividad de Cáritas si que influiría muy positivamente en la credibilidad de
la Iglesia Católica.
1058
1059
Cf. GARCÍA HERNÁNDEZ, o.c., 81.
Ver capítulo 6.
298
Si además, tenemos en cuenta que un grupo poblacional como es el de
los no creyentes, con escasa o nula adhesión a la Iglesia, responden
mayoritariamente que la actividad de Cáritas hace que consideren "algo"
más creíble a la Iglesia Católica, es decir, que el ejercicio de la caridad que
realiza aquella no les deja indiferente; podemos afirmar que la Institución y
su actividad caritativa-social contribuyen a hacer más creíble a la Iglesia.
Dos aspectos más a tener en cuenta: primero, en el grupo de los no
creyentes, aquellos que conocen mejor la actividad de Cáritas, responden y
consideran más creíble a la Iglesia. Esto habla en favor de que se visibilice
la acción de esta Institución de cara a favorecer la credibilidad eclesial.
En segundo lugar, si los usuarios de la Institución reconocen en el
agente de Cáritas al propio Jesucristo (63 %), esto significa que Cáritas es
signo eclesial en la medida que transparenta a Cristo y sugiere la presencia
de Él en ella, que es lo que quiere y debe atestiguar, para ser signo, como
vemos que lo es, de credibilidad eclesial.
Por otra parte, y volviendo a nuestro enunciado inicial, si hablamos de
visibilizar el ejercicio de Cáritas ante la sociedad, nos estamos refiriendo en
el mundo de hoy a los medios de comunicación social. ¿Debemos hacerlo?
H. Carrier1060 reflexionando sobre la imagen que da la Iglesia en sus
principales iniciativas de caridad y de promoción humana, decía “Hay en
ellas un testimonio que vale la pena explicitar y presentar ante la conciencia
universal. Los organismos sociales y caritativos deberían ponerse de
acuerdo para preparar y difundir discreta e inteligentemente, informes
periodísticos relativos a la acción caritativa de los cristianos”1061.
Hoy en día nadie duda de visibilizar por medio de las nuevas tecnologías
(página web) y los medios de comunicación social el ejercicio de la caridad
que realiza la Iglesia. Siempre ha primado entre los cristianos la máxima del
Evangelio de que una mano no debe conocer lo que hace la otra. Hoy sigue
vigente sobre todo en lo que se refiere al desarrollo de la propia acción,
también debemos tener en cuenta aquello de que no se enciende una luz
para ponerla debajo del celemín, sobre todo cuando se trata de actuaciones
colectivas que intentan promover una sociedad más justa y solidaria.
1060
En el año 1983 en el que realiza esta afirmación en la ponencia pronunciada en la XII
Asamblea General de Caritas internationalis, celebrada en Roma, era Secretario del
Pontificio Consejo de la Cultura.
1061
H. CARRIER, Una civilización del amor ¿Proyecto utópico?, en: Cor XIII 117-118
(2006) 324.
299
Por eso, debemos informar teniendo en cuenta una serie de
circunstancias que es necesario especificar1062.
A la hora de plantearnos la visibilidad de la acción caritativa-social ante
la opinión pública hay que tener en cuenta la evolución que han conocido
durante los últimos años los medios de comunicación en España.
Es manifiesto que la fuerte competencia entre los medios para llamar y
mantener la atención del público está produciendo una distorsión de su
propio sentido y naturaleza.
Las noticias más cotizadas suelen ser las más sensacionalistas y la
información se está deslizando hacia el escándalo y la morbosidad. Esto
hace que los ciudadanos se acostumbren ante ciertas imágenes y aumente el
nivel de tolerancia y disminuya el de asombro.
Los problemas y malas noticias ocupan casi todo el espacio informativo
y las actuaciones positivas y los esfuerzos de tantas personas para intentar
que otros vivan dignamente, no son noticiables.
Por eso, es necesario lanzar mensajes positivos que animen a la acción,
ya que con los mensajes negativos solamente se movilizan los que ya tienen
un cierto nivel de concienciación. Se trata de sensibilizar al mayor número
de ciudadanos posible.
Constatamos no obstante, que lo que no forma parte del escaparate
mostrado por los medios de comunicación, queda relegado a un segundo
plano del interés general. Es muy popular el dicho “Lo que no sale en la
televisión, no existe”. En cierta manera, lo que no aparece en prensa, radio,
televisión o redes sociales, parece no formar parte de la realidad social.
Por ello, Cáritas ha creado “gabinetes de prensa y comunicación” que
tienen como objetivo conseguir una presencia suficiente en los medios de
comunicación social.
Ha establecido también sus propias páginas web y sus medios de
comunicación escrita. Y gracias al prestigio social logrado durante tantos
años y al rigor, competencia y seriedad de sus actuaciones, es cierto, que
cuando convoca a los medios de comunicación social, la gran mayoría no
solo acuden a su llamada, sino que trasmiten lo que ha manifestado la
Institución.
1062
En este apartado en el que vamos a tratar de la visibilización de la acción de Cáritas
ante la opinión pública a través de los medios de comunicación social, seguiremos:
CÁRITAS ESPAÑOLA, Marco, 35-38.
300
En la actualidad, la franja cultural dominante se mueve entre dos líneas
aparentemente opuestas, pero igualmente desmovilizadoras: por un lado la
que evita mostrar los problemas y por el otro, la sobreabundancia de datos e
informes que transmiten una crítica social sin alternativas y paralizan
cualquier dinámica de transformación. Ante esto, ¿cual es la estrategia
informativa de Cáritas?
Primero, la descripción de los problemas sociales y la denuncia pública
de las causas e injusticias responsables de los mismos.
Segundo, la elaboración y presentación a la opinión pública de medidas,
acciones y actuaciones sociales viables que sean capaces de paliar o
solucionar las situaciones de pobreza y marginación.
Y por último, el anuncio de mensajes positivos a través de la difusión de
testimonios de personas o grupos involucrados en formas alternativas de
vida, actuación y compromiso; con el objetivo de conseguir unas relaciones
humanas y solidarias más satisfactorias para todos.
7.5.1. Cáritas significa lo que ella es: comunidad de amor fraterno que se
presenta ante la sociedad como una expresión –“ya” pero “todavía no”– del
Reino de Dios
La Iglesia, misterio de amor porque es misterio del Cuerpo de Cristo,
tiene la misma misión que la de su Señor, llevar la salvación de Dios al
género humano; por ello, la Iglesia “sacramento universal de salvación”
(LG1), recibe la Gracia y la tarea de actualizar en la historia la misión de
Cristo con la fuerza del Espíritu que ha recibido. Por eso, es importante que
el primer signo que ofrezca la Iglesia sea el signo de lo que ella es: una
comunidad de amor fraterno que se presente ante la sociedad, como una
expresión –“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios. En ella, los
cristianos comparten su fe y sus bienes, rezan y celebran la Eucaristía, crean
una comunión de vida, actúan a favor de la solidaridad y la justicia; y se
encuentran inequívocamente comprometidos con la causa de los pobres.
De ahí la necesidad de situar la acción de la comunidad cristiana y, en
consecuencia, de Cáritas desde el clamor de los pobres en el mundo para ser
signo eclesial del amor de Dios1063.
Y este servicio, lo realiza Cáritas cuando es signo de la predilección del
Padre por los más empobrecidos, centrando su acción, preferentemente, en
1063
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 21.
301
aquellos con los que nadie trabaja, con los no atendidos, con aquellos que
son calificados socialmente como irrecuperables, inempleables.
Esta opción preferencial por los pobres que está fundamentada en una
adhesión viva a Jesucristo y su Evangelio hace que Cáritas-Iglesia se
presente ante la sociedad como expresión del Reino de Dios inaugurado y
realizado por Jesús1064, aunque no plenificado.
Junto al acompañamiento a los excluidos en su proceso de inserción,
Cáritas, más allá de la prestación de servicios, orienta su acción hacia la
transformación de las “estructuras sociales de pecado” y actúa con valentía
y decisión a la hora de denunciar las situaciones de injusticia y de proponer
un modelo de sociedad alternativo. Lo que está llevando a cabo pues, es
asumir con Jesús la misión de instaurar su Reino de paz, amor y justicia,
como horizonte al que tiende la Iglesia y su acción evangelizadora y
diaconal. Por eso, la transformación como acción socio-pastoral de Cáritas
pretende ser un conjunto de actitudes y prácticas sociales-eclesiales capaces
de afectar e incidir sobre las estructuras sociales injustas y pecaminosas
hasta el punto de cambiarlas desde la finalidad del Reino de Dios, así
mismo tienden a cambiar las relaciones humanas y aquel, se realiza
progresivamente a medida que las personas aprenden a amarse y a servirse
mutuamente1065
Cáritas cauce ordinario para desarrollar la opción preferencial por los
pobres que la Iglesia entera está llamada a vivir, llega a ser así, expresión
del ministerio de la caridad de cada comunidad cristiana y de toda la
Comunidad. Todos los miembros de las comunidades cristianas participan, a
través de ella, en la acción socio caritativa eclesial.
Así Cáritas va construyendo nuevos espacios sociales articulados,
estructurados y organizados solidariamente, donde se pueden iniciar e
impulsar procesos de personalización, humanización y liberación de los
necesitados, es decir, espacios de salvación. Aunque se trata de
realizaciones discretas y graduales, son signos de esperanza que anuncian
que Dios tiene un proyecto para la Humanidad: de filiación que nos hace
hijos libres, y de fraternidad, que nos convierte en hermanos unos de
otros1066.
Así Cáritas-Iglesia, mediante el ejercicio de la caridad, propone otro
mundo, otra concepción de persona y otro tipo de relaciones entre las
1064
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Plan2009, 37.
Cf. ESTEVE, o.c., 357.
1066
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 37.
1065
302
mismas que se va acercando más a ese plan de Dios, haciendo manifiesta la
novedad cristiana como sociedad de contraste, atractiva y de oferta.
De “contraste” porque los cristianos están en el mundo sin ser del
mundo1067; y realizando los valores evangélicos, hacen visible una manera
alternativa de vivir y convivir, que nace de lo más hondo de su experiencia
de fe.
De “atracción”, porque el servicio amoroso hacia los más débiles tiene
un gran poder interpelador, ya que lo que testimonian los agentes de Cáritas
posee una belleza capaz de conectar con los sentimientos más profundos y
verdaderos de todas las personas.
De nada serviría que, en su contraste, la novedad de lo cristiano generara
rechazo. La dimensión caritativa-social de la Iglesia contribuye de manera
decisiva a suscitar provocación, asombro y cautivar a todo aquel que la
observa.
De “oferta atrayente” que deriva de la conjunción de las dos anteriores.
La novedad cristiana del ejercicio de la caridad se hace oferta para los otros
e invita a que ellos participen de la misma.
Es necesario recordar aquí, que en la encuesta que hemos realizado se
abordan los tres aspectos reseñados.
En lo referente al “contraste” que la actividad de Cáritas provoca en
quién la observa y los interrogantes que le suscita: al 60 % de los usuarios
de Cáritas; al 59,45 % de los agentes de Cáritas, al 43 % de los creyentes y
sólo al 5,47% de los no creyentes; este ejercicio de la caridad les produce
“mucho-muchísimo” asombro.
Si nos referimos a la “atracción” que la actividad de Cáritas es capaz de
generar: el 78 % de los usuarios, 88,20 % de los agentes, en el 60,81% de
los creyentes y en un 19,53% de los no creyentes, hace que estas personas
piensen de manera clara y decidida en ayudar a quien nada posee.
Y por último, en lo referente a la “oferta atrayente”, la actividad de
Cáritas invita a que otros se sumen de una u otra manera al ejercicio de la
caridad. Así lo hacen el 38 % de los usuarios, el 52,2 % de los agentes, el
16,89 % de los creyentes que se han incorporado a algún grupo parroquial
de ayuda a los necesitados. Los no creyentes, no viven la actividad de
Cáritas como “oferta”, o no se deciden a incorporarse a ella.
1067
Cf. Jn 17, 14-17.
303
Por último, manifestar que esta visión de “Cáritas-Iglesia” como
“contraste” es buena, sin embargo, creemos que es mejorable, ya que no es
lo mismo ponerse enfrente, como contrarréplica, que ir por delante en el
mismo camino. Cáritas debe aspirar a “prefigurar” con su vida interna
(fraterna y servicial hacia los empobrecidos) el destino de toda la
humanidad y de la sociedad en la que vive. Las comunidades cristianas
primitivas, a las que siempre hemos de acudir como referencia esencial para
nosotros, no sólo fueron “contraste” sino “anuncio” de una nueva forma
más fraterna de convivir y relacionarse los seres humanos. Por ello, frente a
la imagen de “contraste” nosotros preferimos la de “anuncio-prefiguración”,
para definir la manera de “estar” de Cáritas en medio de la sociedad que le
ha tocado vivir, siendo expresión del Reino de Dios.
7.5.2. Reconocimiento social de la labor de Cáritas.
El reconocimiento social a la labor que realizan las organizaciones de la
Iglesia que tienen entre sus fines principales la ayuda a los más necesitados,
es alto. Así lo declaran nuestros obispos en diferentes documentos: “La
sociedad manifiesta una alta valoración y estima de la actividad caritativa
social de la Iglesia” (IP 115) y siguen opinando sobre el dinamismo eclesial
del servicio a los pobres: las instituciones de la Iglesia dedicadas a la acción
caritativo y social gozan de una gran confianza, por parte de nuestra
sociedad1068.
También la asamblea de “Cor unum” dice en el mismo sentido: “El
campo caritativo es un lugar privilegiado en el que se manifiesta la
relevancia social de la Iglesia”1069.
Así lo demuestra la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la
Concordia a Manos Unidas en el año 2010, en el que el acta de concesión
dice: “Que a lo largo de su medio siglo de existencia viene prestando su
apoyo generoso y entregado a la lucha contra la pobreza y en favor de la
educación para el desarrollo en más de sesenta países y, además por su
contribución, en los últimos años, en proyectos específicos cuya meta es
combatir el hambre y reducir la mortalidad materna en el mundo”.
En el año 2005 reciben el mismo premio las Hijas de la Caridad de San
Vicente de Paúl “por su excepcional labor social y humanitaria en apoyo de
los desfavorecidos, desarrollada de una manera ejemplar durante cerca de
1068
1069
Cf. CCA 3.
CORDES, ConclusionesCU, 97.
304
cuatro siglos, y por su promoción en todo el mundo, de los valores de la
justicia, la paz y la solidaridad”.
En el año 1999 le es otorgado a Cáritas Española “teniendo en cuenta su
ejemplar labor en la promoción de la solidaridad en una dimensión a un
tiempo local y universal mediante una lucha tenaz contra la injusticia y la
pobreza, que eleva la conciencia moral de la sociedad”.
Estos, son tres buenos ejemplos de la valencia social positiva que
muestra el ejercicio de la caridad de la Iglesia en nuestra sociedad
contemporánea.
Sin embargo, el reconocimiento de Cáritas no lo es sólo en el ámbito
nacional. Es muy instructivo ver a nivel de las diferentes Cáritas Diocesanas
y Regionales el grado de aprecio y reconocimiento de sus conciudadanos.
7.5.2.1. Premios y distinciones.
a) En las Cáritas Diocesanas
Cáritas Diocesana de Astorga
• Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social 2007,
otorgada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Cáritas Diocesana de Ávila
• Medalla de bronce al Mérito Social Penitenciario, otorgada por el
Ministerio de Sanidad, en 2011.
Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón
• Diploma de Altoaragoneses del año en el apartado de Sociedad, en el
año 2009.
• Premio a Favor de la Igualdad, en el apartado de asociaciones,
otorgado por el Colectivo de Mujeres Progresistas "Clara Campoamor”, en
el año 2011.
305
Cáritas Diocesana de Barcelona
• Premio Ciutat de L’Hospitalet de Cooperación y Solidaridad,
otorgado por el Ayuntamiento de L´Hospitalet a Cáritas Diocesana de
Barcelona, en el año 2009.
• Premio Pont d’Esplugues, que reconoce a personas y entidades que
destaquen en su ámbito de acción, otorgado por el Ayuntamiento de
Esplugues a Cáritas de las parroquias de Santa Magdalena y Sant Mateu, en
el año 2011.
Cáritas Diocesana de Bilbao
•
Premio Gosua 2006, otorgado por la Asociación Mujer SXXI.
• Mención honorífica de “Ilustre de Bizkaia-Bizkaitar Argia",
otorgada por la Diputación Foral de Bizkaia a Cáritas Diocesana, en el
año 2008.
• Premio Alma solidaria, otorgado por El Correo, el Gobierno Vasco y
BBK, al Centro “Hontza” de Cáritas Bilbao, en el año 2010.
• Premio Alma solidaria, otorgado por El Correo, el Gobierno Vasco y
BBK, al Proyecto Hemen, en el año 2011.
Cáritas Diocesana de Burgos
•
Premio Martinillo 1988, otorgado por el Ayuntamiento de Burgos.
• Premio Tito de Oro 2009, otorgado por la Cofradía de San Antón de
Burgos.
Cáritas Diocesana de Cádiz
• Premio Caser Seguros, en reconocimiento a su fecunda labor por los
ancianos españoles, otorgado en el año 2005.
• Premio “Gaditano de Ley”, otorgado por el Ateneo Literario,
Artístico y Científico de Cádiz, en el año 2009.
• Premio otorgado por la Asociación de Vecinos Valle Soto a Cáritas
Chiclana en el año 2009.
306
• Medalla de plata otorgada por el Ayuntamiento de Cádiz, en el año
2011.
Cáritas Diocesana de Calahorra-La Calzada-Logroño
• Premio "por la integración de hispanos y latinos”, otorgado por la
Asociación La Rioja Latina, en el año 2011.
Cáritas Diocesana de Canarias
• Premio Canarias, por Acciones Altruistas y Solidarias, otorgado por
el Gobierno de Canarias en el año 1998.
• Premio Excelencia, en la categoría de Voluntariado Social, otorgado
por el Instituto de Enseñanza Secundaria César Manrique de Santa Cruz de
Tenerife, en el año 2009.
• Premio CEPSA al Valor Social en Tenerife, otorgado a Cáritas
Diocesana de Tenerife, con su programa “Café y Calor”, en el año 2009.
•
Premio Tenerife 2010, otorgado por Mírame Televisión.
• Premio "Bastón blanco" a los valores solidarios de Canarias,
otorgado por la ONCE, en el año 2010.
Cáritas Diocesana de Cartagena-Murcia
• Premio a Los Mejores de Murcia, otorgado por el periódico La
Verdad, en el año 2009.
•
Premio Cartageneros, otorgado por Onda Cero, en el año 2010.
• Premio Al Kazar, otorgado por el Ayuntamiento de los Alcázares, en
el año 2010.
• Premio La Carroza del Entierro, otorgado por la Agrupación
Sardinera de Murcia, en el año 2010.
• Premio Fray Pasqual Salmerón, otorgado por el Centro de Estudios
Históricos Fray Pasqual Salmerón a Cáritas Cieza, en el año 2010.
307
Cáritas Diocesana de Ceuta
• Premio Convivencia, otorgado por la Ciudad Autónoma de Ceuta, en
el año 2003.
Cáritas Diocesana de Ciudad Real
• Premio Solidaridad 2008, otorgado por la Diputación Provincial de
Ciudad Real al Centro “Siloé” de atención a personas drogodependientes en
Ciudad Real.
Cáritas Diocesana de Córdoba
• Premio Averroes de Oro Ciudad de Córdoba a los valores humanos,
otorgado por la Asociación de Informadores Técnicos Sanitarios de
Córdoba “Circulo Cultural Averroes”, en el año 2010.
Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres
• Premio Picota 2010, otorgado por el Ayuntamiento de Jaraíz de la
Vera a Cáritas Diocesana de Jaraíz de la Vera en el año 2010.
Cáritas Diocesana de Cuenca
• Premio Conquense del Año 2011, otorgado por el Rotary Club de
Cuenca.
Cáritas Diocesana de Gerona
• Premio San Félix, otorgado por el Obispado de Girona a Cáritas
Garrotxa, en el año 2011.
Cáritas Diocesana de Getafe
• Placa honorífica, concedida por el Ayuntamiento de Alcorcón, en el
año 2012.
308
Cáritas Diocesana de Granada
• Premio Nazareno, otorgado por Radio Granada y El Corte Inglés,
por su apoyo a las distintas Hermandades, y su labor social dentro y fuera de
las corporaciones nazarenas, en el año 2011.
•
Premio Ideales, otorgado por el Diario Ideal, en 2011.
• Premio simbólico, otorgado por
Universidad de Granada, en el año 2011.
Cuadernos
del
atardecer.
• Premio “Mayores del año”, otorgado por la Universidad de Granada,
en el año 2012.
Cáritas Diocesana de Guadix-Baza
• Premio Baza Joven, otorgado por el Ayuntamiento de Baza a la
sección juvenil de Cáritas en el año 2008.
Cáritas Diocesana de Huelva
•
Premio al Valor Social, otorgado por CEPSA, en el año 2009.
• Premio por la Inclusión Social de Andalucía, otorgado por la
Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDH-A) al
voluntariado del Centro Puerta Abierta de Cáritas, en el año 2010.
Cáritas Diocesana de Huesca
• Diploma de Altoaragoneses del año en el apartado de Sociedad, los
años 2004, 2009 y 2010.
Cáritas Diocesana de Ibiza
• Premios Illes Pitiüses, otorgado por el Diario de Ibiza, en el año
2008.
Cáritas Diocesana de Jaca
• Diploma de Altoaragoneses del año en el apartado de Sociedad, el
año 2009.
309
Cáritas Diocesana de Jaén
•
Premio otorgado por el Diario de Jaén.
•
Premio Bandera de Andalucía, otorgado por la Junta de Andalucía.
Cáritas Diocesana de Jerez de la Frontera
• Premio Ciudad de Jerez, otorgado por el Ayuntamiento de Jerez, en
el año 2007
• Premio Internacional Álvaro Domecq, otorgado por la Orden del
Catavino de Oro, en el año 2009.
Cáritas Diocesana de Madrid
• Premio Enrique Maya, otorgado por las Consejerías de Medio
Ambiente y de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, en el año
2012.
•
Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, en el año 2012.
Cáritas Diocesana de Málaga
• Premios Málaga 2010, otorgado por el Ayuntamiento de Málaga, en
el año 2010.
• Premio Martín Aldehuela a la Convivencia 2010/2011, otorgado por
el IES Martín Aldehuela.
Cáritas Diocesana de Menorca
• Premio "Compromís 2009", otorgado por Cope Menorca, por su
trabajo con los Transeúntes.
Cáritas Diocesana de Mérida-Badajoz
• Premio 'Trujillano del año”, otorgado por la Hermandad de la Virgen
de la Victoria de Badajoz, en el año 2009.
310
Cáritas Diocesana de Mondoñedo-Ferrol
•
Premio Acción Social 2012, otorgado por el Diario de Ferrol.
Cáritas Diocesana de Orense
• Premio Transfronterizo a la Excelencia Empresarial, en la categoría
de Responsabilidad Social, otorgado por la Confederación Empresarial de
Ourense a la empresa «Textil Caritas Ourense, TEXCAR, SL», en el año
2008.
Cáritas Diocesana de Orihuela-Alicante
• Mención honorífica del Consell de la Generalitat Valenciana, en el
año 2011.
• Premio Alicantinos en la Onda 2011 en el Área Social, otorgado por
Onda Cero.
•
Premio Importantes del 2011, otorgado por el Diario Información.
• Premio en la modalidad de Entidades sin ánimo de lucro, otorgado
por el Consejo Social de la Universidad Miguel Hernández de Elche, en el
año 2012.
Cáritas Diocesana de Pamplona
• Medalla de Oro de Navarra, otorgada por el Gobierno de Navarra, en
el año 1993.
•
Galardón de Juventud 2000, otorgado por el Gobierno de Navarra.
• Distinción de la Asociación Coordinadora de Disminuidos Físicos de
Navarra, en el año 2006.
• Premio Corazón de Oro, otorgado por el Club Coronario de
Pamplona, en el año 2008.
311
Cáritas Diocesana de Salamanca
• Premio Castillo de Oro, por la Casa de Acogida de Enfermos de
SIDA, en el año 1995.
• Premio a la Casa de Acogida de Enfermos de SIDA, otorgado por
Cruz Roja Salamanca, en el 2001.
• Premio a la Solidaridad, otorgado por Cruz Roja Salamanca, en el
año 2010.
• Premio del Festival Internacional de Publicidad Social, en el año
2010.
• Premio otorgado por Cruz Roja Salamanca por la creación de la
Empresa de Inserción la Encina.
Cáritas Diocesana de Santander
•
Placa de Instituciones Penitenciarias, en el año 2003.
• Premio Sobresaliente del Año 2008 en el Área de Acción Social,
otorgado por los Colegios Torrevelo y Peñalabra, y la fundación Schola, en
el año 2009.
• Premio Caja Cantabria a los Valores Sociales, otorgados por Caja
Cantabria, en el año 2010.
• Premio Solidaridad 2010 del Festival Intercultural Ciudad de
Santander, otorgado por el Ayuntamiento de Santander.
• Medalla conmemorativa del XXX Aniversario de la UNED en
Cantabria, en el año 2011.
Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela
• Premio Internacional de Acción Social Axuda´10, otorgado por la
Fundación La Rosaleda y Novacaixagalicia, en el año 2010.
•
Premio Pontevedrés 2011, concedido por el Diario de Pontevedra.
312
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón
• Premio ValorS, otorgado por los Scouts de Alcora
Parroquial de Alcora, en el año 2010.
a Cáritas
• Premio a la Solidaridad, otorgado por la Asociación Gregal Estudios
Históricos, en el año 2010.
• Premio "COPE Castellón", otorgado por COPE Castellón, por su
permanente ayuda a los más desfavorecidos, en el año 2011.
Cáritas Diocesana de Sevilla
• Premio San Juan de Dios, otorgado por el Colegio de Enfermería, en
el año 2011.
• Premio de la Delegación del Gobierno de Sevilla, en la categoría
Labor Solidaria, a Cáritas Ecija, en el año 2011.
Cáritas Diocesana de Sigüenza-Guadalajara
• Premio Popular Nueva Alcarria a la labor social del Albergue
Betania, otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 1990.
• Premio Popular Nueva Alcarria a la labor social, otorgado por el
Diario Nueva Alcarria, en el año 1992.
• Premio Popular Nueva Alcarria, otorgado por el Diario Nueva
Alcarria, en el año 1998.
• Medalla de Plata de la Diputación Provincial de Guadalajara, en el
año 2003.
• Premio Popular Nueva Alcarria a la labor social y solidaria,
otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 2007.
• Premio Popular Nueva Alcarria al Proyecto Restaurante Solidario,
otorgado por el Diario Nueva Alcarria, en el año 2009.
• Premio en la categoría de Valores Humanos, otorgado por la
Asociación de la Prensa, al Albergue Betania, en el año 2009.
• Premio Excelencia Empresarial 2010, en su proyecto social,
otorgado por la CEOE-CEPYME Guadalajara, en el año 2010.
313
• Medalla de Plata del Ayuntamiento de Guadalajara, otorgada en
2011.
Cáritas Diocesana de Tarragona
• Medalla CERADAI modelo de información, otorgada por el Colegio
de Periodistas de la provincia de Tarragona, en el año 1993.
• Medalla de plata otorgada por la Asociación CONESTI, en el año
1993.
• Concha de oro otorgada por el Colegio de Periodistas de la provincia
de Tarragona, en el año 1993.
• Diploma otorgado por el Departament d’Ensenyament de la
Generalitat de Catalunya, en el año 2001.
• Premio Tarragona Solidaria, otorgado por la Diputación de
Tarragona, en el año 2002.
• Diploma otorgado por el Ayuntamiento de Tarragona al taller
Filigrana de Cáritas de Tarragona, en el año 2003.
• Diploma otorgado por Mediterránea Centro de Iniciativas
Ecológicas como agradecimiento a Cáritas Diocesana de Tarragona.
Proyecto Filigrana por la colaboración en el XII Encuentro del Medio
Ambiente i de la Cooperación de Tarragona, en el año 2004.
• Diploma de reconocimiento otorgado por el Departamento de
Antropología, Filosofía y Trabajo Social, de la Facultad de Ciencias
Jurídicas de la Universitat Rovira i Virgili, en el año 2007.
Cáritas Diocesana de Tenerife
• Premios Tenerife, otorgado por Mírame Televisión, en su apartado
de labor social, en el año 2010.
• Distinción como Miembro del Patronato Fundador de la Primera
Escuela de Trabajo Social de Tenerife, en el año 2011.
314
Cáritas Diocesana de Teruel y Albarracín
• Premio Solidaridad, otorgado por la Televisión Local de Teruel, en
el año 2011.
• Cruz de San Jorge, otorgada por la Diputación Provincial de Teruel
en el año 2013.
Cáritas Diocesana de Toledo
• Galardón Empresarial 2010, otorgado por la Federación Empresarial
Toledana (Fedeto).
Cáritas Diocesana de Tuy-Vigo
• Premio Pontevedreses a la Labor Social, otorgado por el Diario de
Pontevedra y Novacaixagalicia, en el año 2010.
Cáritas Diocesana de Valencia
• Premio de Participación Ciudadana, en la categoría de
“Ciudadanos”, otorgado por la Consellería de Inmigración y Ciudadanía de
la Generalitat Valenciana, en el año 2008.
• Premio "Quart de Poblet por la defensa de los Derechos Humanos",
otorgado por el Consejo Municipal de Paz y Solidaridad, en el año 2010.
Cáritas Diocesana de Vic
• Premio Anuaria 1995, otorgado por Fomento de Ferias y Mercados
de Igualada, a Caritas Interparroquial de Igualada.
• Placa conmemorativa a Caritas Igualada, en el 50 aniversario de los
Derechos Humanos, en el año 1998.
• Diploma otorgado por el Ayuntamiento de Santa Margarita de
Montbui a Cáritas Arxiprestal de l’Anoia-Segarra, en el año 2007.
• Premio Noi de Tona 2012 otorgado por el Ayuntamiento de Tona a
Cáritas Parroquial de Tona.
315
Cáritas Diocesana de Vitoria
•
Medalla otorgada por la Diputación Foral de Álava, en el año 1991.
•
Premio Landazuri, en el año 1995.
•
Premio otorgado por Punto Radio.
•
Premio otorgado por el Diario de Noticias de Álava.
•
Premio Sevir, otorgado por el Rotary Club, en el año 2010.
•
Premio Koopera al Compromiso Social, en el año 2012.
• Premio Hórreo de Plata del Centro Asturiano, otorgado por el Centro
Asturiano en el año 2012.
Cáritas Diocesana de Zamora
• Premio Promoción de la Infancia, otorgado por la Gerencia de
Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León, al Centro de Atención al
Menor, de Cáritas Diocesana de Zamora, en el año 2008.
Cáritas Diocesana de Zaragoza
• Medalla Santa Isabel de Portugal, otorgado por la Diputación
Provincial de Zaragoza, en el año 1990.
• Medalla de Defensora de la Ciudad de Zaragoza, otorgada por el
Ayuntamiento de Zaragoza en el año 2008.
• Premio Instituciones, otorgado por la Peña Solera Aragonesa, en el
año 2010.
• Premio Heraldo a los Valores Humanos y al Conocimiento 2011,
otorgado por Heraldo de Aragón.
• Premio Solidaridad San Ivo, otorgado por el Real e Ilustre Colegio
de Abogados de Zaragoza, en el año 2012.
•
Premios Solidarios Aragón. Otorgado por la ONCE en el año 2012.
• Premio Lanzón 2012, otorgado por la Asociación Provincial de
Empresarios de Pastelería de Zaragoza, en el año 2013.
316
b) En las Cáritas Regionales-Autonómicas.
Cáritas Aragón
• Medalla a los Valores Humanos de la Diputación General de
Aragón, en el año 1993.
• Insignia de Oro de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Zaragoza, en el año 2010.
•
Premio Emoción 2010, otorgado por Punto Radio.
• Galardón Aragoneses del Año 2010 en el apartado de Valores
Humanos, otorgado por el Periódico de Aragón.
Cáritas Asturias
• Cruz de Oficial de la Orden del Mérito Civil, concedida por el
Gobierno de España, en 2011.
Cáritas Baleares
• Medallas de Oro de la Comunidad Balear, otorgado por el Gobierno
de las Islas Baleares, en el año 2011.
• Medalla de Honor, otorgada por el Parlamento de las Islas Baleares,
en el año 2012.
Cáritas Castilla La Mancha
• Placa al Mérito Regional otorgada por la Junta de Castilla La
Mancha, en el año 2012.
Cáritas Catalunya
• Medalla de honor en la categoría de oro otorgada por la Generalitat
de Catalunya en el año 2012.
Cáritas Galicia
• Premio Fernández Latorre, concedido por la Fundación Santiago
Rey Fernández Latorre, en el año 2012.
317
Cáritas La Rioja
• Premio Excelencia en el apartado Mejor Institución, concedido por
el diario La Rioja, en el año 2010.
• Medalla de La Rioja, otorgada por el Consejo de Gobierno de la
Comunidad Autónoma de La Rioja, en el año 2012.
c) En Cáritas Española
• Gran Cruz del Orden Civil de Sanidad, otorgada por el Ministerio de
Sanidad y Consumo, en 1996.
• Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1999, concedido por la
Fundación Príncipe de Asturias.
• Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social, otorgada por
el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en 1999.
• Gran Cruz del Mérito Militar, otorgada por el Ministerio de Defensa,
en 2000.
• Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, otorgada por el Consejo de
Ministros, en 2006.
• Medalla de Plata al Mérito Social Penitenciario, concedida por el
Ministerio de Sanidad, en 2007.
• Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco, concedida por el
Ministerio del Interior, en el año 2007.
•
Premio ABC Solidario 2007, otorgado por ABC.
• Premio Autónomo del Año 2010, otorgado por la Federación
Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA).
• Premio Valores Humanos y Solidaridad, otorgado por la revista
Cambio 16, en el año 2010.
• Mención Honorífica a la Trayectoria Humanística, Social y Cultural
2010, concedida por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de
Madrid.
•
Premio Plus es más 2010, concedido por la revista Plus es más.
•
Premio Los Nº1 de Cadena 100, en 2010.
318
• Premio a la Solidaridad 2011, otorgado por la Asociación Española
de Editoriales de Publicaciones Periódicas (AEEPP).
• Premio Solidaridad 2011, otorgado por el Ejército del Aire en el I
Centenario de la Aviación Militar Española.
• Premio Amotinado Mayor 2011, otorgado por el Ayuntamiento de
Aranjuez.
• Premio a la Transparencia, otorgado por la Fundación Lealtad, en
2011.
•
Premio Misión 2011.
•
Premio Solidarios del Seguro, otorgado por BBVA Seguros en 2011.
• Premio Senda 2011 a la Responsabilidad Social, otorgado por el
Grupo SENDA.
• Premio Dintel Alta Dirección 2012, otorgado por la fundación
Dintel.
• Premio Vinos Ojos del Guadiana a la Solidaridad 2012, otorgado por
“El Progreso” S. Coop. De C.L.M.-Ciudad Real.
• Premio de Solidaridad 2012, otorgado por el Centro Educativo La
Merced. Jesuitas de Burgos.
• Premio Humanidades 2012, otorgado por ACENOMA (Asociación
de Empresarios de la Zona Norte de Madrid).
• Reconocimiento CECE Educación en libertad, otorgado por la
Confederación Española de Centros de Enseñanza, en el año 2012.
•
Premio HO 2012, otorgado por HazteOir.org.
• Premio ADECOSE 2012, otorgado por la Asociación Española de
Corredurías de Seguros.
• ¡Premio Bravo! otorgado por la Conferencia Episcopal Española en
el año 2012.
• Gran Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad Social 2012, otorgado
por el Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio de Sanidad,
Servicios Sociales e Igualdad.
• Premio Derechos Humanos de la abogacía 2013, concedido por el
Consejo General de la Abogacía Española.
319
7.5.2.2. Lo que manifiestan las encuestas y estudios sociológicos
Los jóvenes, son sin duda, mucho más críticos que los adultos con todas
las instituciones y en consecuencia con la Iglesia. Por eso elegimos este
tipo de población, ya que nos interesa la opinión más radical o extrema
sobre el tema que estamos tratando. Para ello, vamos a analizar en tres
encuestas sucesivas realizadas a los mismos en los años 2000, 2005 y 2010,
para saber su opinión sobre la acción caritativa-social eclesial hacia los más
pobres y su relación con el resto de opiniones que vierten sobre la Iglesia
Católica.
En el estudio realizado en el año 20001070, la imagen de la Iglesia
Católica, como institución que defiende las tradiciones y valores, dedicada a
ayudar a los pobres y necesitados, buena educadora de niños y adolescentes
y solícita de la vida moral del hombre con sus normas de conducta, es
positiva entre los jóvenes españoles. Es más, en estos cuatro valores
coinciden más de la mitad de los jóvenes. En las otras dos variables de la
lista hay más discordancia: solo un 20 % reconocen que la Iglesia Católica
despierta la conciencia de los políticos, y sólo un 37 % están de acuerdo en
que en ella se puede descubrir el sentido de la vida.
En lo referente a investigar las actitudes de los jóvenes frente a la
Iglesia, descubrimos un hecho importante: la persistencia de la adhesión
personal a la Iglesia, debido fundamentalmente a la dedicación de la misma
a los más débiles y pobres.
En el estudio del año 20051071, la imagen de la Iglesia como institución
empeora y no ofrece confianza excepto en su evidente dedicación a los
pobres y marginados, su estilo modesto y sencillo de vida, su prudente
distanciamiento de políticas partidistas –con ocasionales excepciones– y su
apertura a los problemas sociales de la sociedad. De hecho, más de la mitad
de los jóvenes reconocen esa dedicación a los pobres, y entorno a una
tercera parte su papel beneficioso en el terreno moral –“sus normas ayudan
a vivir más moralmente”– y su oferta de un “hogar espiritual” para el
hombre.
1070
FUNDACIÓN SANTA MARÍA, Informe jóvenes 2000 y religión (Madrid 2000).
Accesible en: www.profes.net/rep_documentos/Noticias/Jovenes2000.pdf.
1071
FUNDACIÓN SANTA MARIA, Informe jóvenes españoles 2005 (Madrid 2005).
Accesible
en:
www.profes.net/rep_documeno/Noticias/Resumen_Jovenes_Españoles_2005.pdf.
320
En la encuesta del año 20101072, la primera exigencia que ponen los
jóvenes para considerar a una persona como religiosa es la creencia en Dios;
siguen después dos aspectos: ser honrado y prestar ayuda a los necesitados.
En cuarto lugar aparece el rezar.
En lo referente a las actitudes y opiniones de los jóvenes ante la Iglesia,
esta es una institución poco valorada, en un contexto de una bajísima
confianza en todas las instituciones. No obstante, los datos de esta encuesta
muestran un ligera mejoría respecto a los del 2005. Si en ese año el 21 %
decían confiar “mucho” y “bastante” en la Iglesia, y el 79 % mostraban
“poca” o “ninguna” confianza en ella; en el año 2010 el 25 % dicen tener
“mucha” y “bastante” confianza en ella y el 75 % “poca” o “ninguna”.
En esta última encuesta aumenta considerablemente respecto del anterior
estudio de la Fundación Santa María del año 2005, el porcentaje de jóvenes
que está de acuerdo con las visiones positivas de la Iglesia. Las volvemos a
recordar: sus normas ayudan a los hombres a vivir más moralmente, ayuda a
los pobres y marginados, y ofrece al hombre un hogar espiritual y
sinceramente religioso.
En lo referente al aspecto que más nos interesa analizar, hemos de
constatar que una gran mayoría de jóvenes están de acuerdo con la
afirmación de que la Iglesia ayuda a los empobrecidos: en torno al 60 %. Y
aunque los jóvenes piensan que la Iglesia es demasiado rica, reconocen
mayoritariamente la labor asistencial que esta presta a los más necesitados.
Como resumen podemos afirmar que en un grupo social –los jóvenes–
que presentan como colectivo quizás la mayor desafección y desconfianza
hacia todas las instituciones y consecuentemente hacia la Iglesia Católica;
es de valorar y tener en cuenta la visión positiva y mayoritaria que aporta a
la Institución eclesial, la ayuda que ella hace a los desfavorecidos y más
necesitados.
Es un valor que no solo se mantiene a lo largo de los años sino que sufre
un ligero repunte positivo en la última encuesta.
Todo ello, nos debe hacer pensar en la importancia decisiva que tiene y
va a tener en el futuro la acción sociocaritativa eclesial en la confianza y
credibilidad de la misma y por tanto en la evangelización a la que todos los
creyentes estamos llamados.
1072
FUNDACIÓN SANTA MARIA, Informe sobre las creencias religiosas de los jóvenes
en:
(Madrid
2010).
Accesible
www.donbosco.es/includes/destacados/8/lascreenciasreligiosasdelosjovenes.doc.
321
Hoy en día, la atención caritativa-social de la Iglesia es percibida por los
hombres y mujeres de hoy como un signo de los tiempos, es decir, como
acción de Dios en nuestro mundo; y aunque no todos lo conceptualicen de
esa forma sí que lo experiencian y sienten de esta manera.
7.5.3. La credibilidad del testimonio necesita de la comunión y
confesión eclesial
La comunión es, la participación en el misterio de la vida divina, Dios
Uno y Trino, Una vida plena, nueva y misteriosa, que se revela al hombre
por la Palabra divina y se ofrece y comunica por los sacramentos
especialmente por el bautismo y la Eucaristía.
Un Dios “comunión” que se da por Cristo en el Espíritu Santo, en el ser
del cristiano, y hace que el “ser comunión” tenga en el un carácter primario,
constitutivo de su ser.
Así pues, el ser cristiano incluye siempre a los otros. Pero esa relación
inclusiva a los demás, lo mismo que en el Ser Divino, que se participa en la
comunión, no es una relación meramente conceptual, sino una relación
personal de amor total.
Por eso, afirmar el “ser comunión” del cristiano equivale a afirmar su
“ser amor” y la Comunidad, comunión de los creyentes en Cristo, ha de ser
expresión de aquella koinonía que lleva a todos sus miembros a ser testigos
del amor entregado a los hermanos, especialmente a los más necesitados.
Así se desvela el “ser de Cáritas”, que es el mismo “Ser divino”, “Ser
comunión”, “Ser amor”; un “ser-esencialmente abierto a los demás”,
comunicado por Jesucristo en el Espíritu Santo a toda la Creación. Este “ser
de Cáritas”, su identidad esencial, exige que haga presente este misterio del
amor de Dios en todo tiempo y lugar; en nuestra sociedad actual1073.
Desde esta perspectiva puede decirse que Cáritas es el testimonio de la
intervención de Dios en nuestra historia. En su acción caritativa-social, se
actualiza el acontecimiento salvador de Jesucristo. En ella, el amor
verificado en la comunión y el servicio entre los hermanos actualizan la
presencia de Dios en nuestra sociedad y establecen un lazo sólido y estable
que une al creyente con Dios en Cristo.
Participar de la acción de Cáritas es participar del acontecimiento
salvador de Jesucristo, es introducirse en la vida trinitaria que se ha abierto
1073
Cf. LOSADA, Signo, 86.
322
en la entrega pascual de Jesús. Y así desde esa vivencia eclesial de la
comunión fraterna, el testimonio remite a Jesucristo y a la vida Comunitaria
del “Dios-amor” dotándose de una credibilidad manifestada para los
hombres y mujeres de hoy en día.
Cáritas se ejercita diariamente en el amor, y no un amor esporádico o sin
esfuerzo, sino un amor no exento de sacrificios, de grandes renuncias
realizadas gracias a la fuerza que el Espíritu Santo inyecta en lo más
profundo de cada voluntario o contratado de la Institución. La dificultad,
enormidad de la tarea y constancia en el ejercicio de la caridad, es un signo
manifiesto de la dimensión divina o trascendente de Cáritas-Iglesia y de la
presencia de Dios en Ella. De esta manera Cáritas diaconía eclesial es
misterio de amor, comunión estable en el amor que nos introduce en la vida
trinitaria. La Iglesia se convierte así en sacramento del amor, y el amor
encuentra en Cáritas-Iglesia su heraldo principal, manifestación de Dios
para el mundo.
Tal como vemos, si la vida cristiana es comunión, y comunión
proyectada hacia todos cuantos aun no la participan para darse también a
ellos, se comprende que la caridad posee, en grado superior a cualquier otra
virtud, la fuerza de producir comunión entre los cristianos y de impulsarlos
a que unidos trabajen para llevar el amor de Cristo a todos los hombres1074.
“En el misterio de la Iglesia, la comunión y la diakonía o crecen juntas o
menguan al mismo tiempo. La atención a los más pobres es garantía de
comunión”1075.
La Comunidad cristiana vive en comunión para ser signo efectivo de
comunión con todos aquellos que todavía no forman parte de Ella. Se
presenta como signo que muestra el amor de Dios de Jesucristo, poniéndose
al servicio de ellos y luchando a su lado contra todos los males que les
afligen, aliviando sus sufrimientos y ofreciéndoles así los signos de
liberación mesiánica1076.
Los excluidos, marginados, empobrecidos necesitan de una comunidad
que los acoja por lo que son. Necesidad de caminar con la Comunidad para
readquirir su plena dignidad humana y sentirse amados como hijos e hijas
de Dios. Así lo manifiestan claramente nuestros obispos1077: “Si vamos
creciendo en acoger, compartir y aceptar ira surgiendo una cultura de
1074
Cf. CHICA, o.c., 827.
CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 154.
1076
Cf. MADRUGA, o.c., 88.
1077
MCC02.
1075
323
comunión. La Iglesia está llamada a ser “la casa y la escuela de comunión”:
éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que
comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a
las profundas esperanzas del mundo”1078. Es éste un deseo que conecta con
los signos de los tiempos, los cuáles parecen orientarse decididamente hacia
una mayor solidaridad y unidad. El cristiano tiene suficientes motivaciones
para aceptar al otro sea quien sea. Jesús nos ha enseñado que todos los
pequeños y desvalidos son signos vivos y dolientes de su presencia.1079 Si
aceptamos a un pobre desvalido será Cristo mismo quien nos diga: “Gracias
por aceptarme”.
Antes de terminar este apartado, es necesario hacer una aclaración sobre
el ejercicio de la caridad, y la comunión y credibilidad eclesial.
Si trabajamos en comunión la credibilidad resulta ser una credibilidad
eclesial, no la debe acaparar la persona, el grupo o la institución que la
realiza y menos aún acreditarse particularmente en contra de la Iglesia, en
cuyo seno se trabaja y a la cual pertenecemos: si trabajamos y vivimos en
comunión, la credibilidad resulta ser una credibilidad eclesial, no
particular1080.
1078
NMI 43.
Cf. Mt 25, 31-46.
1080
Cf. JARAMILLO, Coordinación, 289.
1079
324
8.
CÁRITAS COMO ÁMBITO DE EVANGELIZACIÓN
8.1. La sociedad que nuestras Iglesias han de evangelizar
8.1.1. Una nueva situación socio-cultural1081
Vivimos un cambio socio cultural acentuado, de signo secularista que
lleva al extremo la autonomía del sujeto y no solo niega y no se relaciona,
sino que rompe con lo religioso institucional y con el mismo Dios y la
necesidad de un fundamento trascendente de la vida y del mundo.
Esta situación provoca a su vez el retorno de una religiosidad que
podemos denominar “a la carta”, en la que el individuo elige su propio
credo en el escaparate del supermercado de lo sagrado que le ofrece el
mundo global en el que vivimos. Pero todo ello al servicio, del propio “yo”
y la satisfacción de su hiperlativo sentido narcisista.
Una religión cálida, emotiva, relajante; con un Dios nada exigente, sino
confortable, un Dios de bolsillo que ni compromete, ni exige.
Estamos pues, realmente, ante una situación de increencia e
indeferentismo religioso, que deja espacio al neopaganismo: los más
diversos ídolos se adueñan y campan en la sociedad. Podemos enumerar el
excesivo consumo, el culto al cuerpo, el hedonismo, la relación interesada o
utilitarista del otro, etc.
Pero el sujeto de nuestra sociedad actual no solo rompe con lo religioso
y mistérico, continúa con su marcha ruptista criticando incluso las
vinculaciones laicas del sujeto: con la historia, con la patria, con los valores
colectivos e incluso con la familia.
Lo único que importa es el “yo” como sujeto que se dota y escoge por y
para sí mismo los valores, el bien y el mal, incluso si es necesario, la propia
1081
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA), Hacia un nuevo
paradigma de la iniciación cristiana hoy (Madrid 2009) 15-18; T. ÚBEDA, La misión
evangelizadora requiere de los laicos y sacerdotes una formación y un acompañamiento
adecuados, en: COMISIÓN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR, Evangelización
y laicado (Madrid 1997), 23-24; S. PIÉ-NINOT, ¿Cómo cantar al Señor en tierra
extraña?, en: Signo 28 (2009) 26-27; Este trabajo se citará como Cantar., J.A. RAMOS,
Teología Pastoral (Madrid 2001) 240-241; C. TARTAJ. La postmodernidad, en: RAT 2
(1995) 35-37.
325
identidad sexual elegida por opción: ni siquiera la vinculación con el propio
cuerpo como hecho anterior a la propia voluntad es vinculante.
El hombre y la mujer actual –a los que nos vamos a dirigir nosotros
como cristianos– son individuos fragmentados, desestructurados, donde lo
emocional predomina sobre lo racional. Su proyecto vital no se debe a una
coherencia sino a una conveniencia que obedece a lógicas múltiples y
contradictorias entre sí. Se huye de todo compromiso que pueda engendrar
dolor o hacer vulnerable a la persona. Las relaciones se establecen en clave
de utilidad: el individuo tiene al grupo no el grupo al individuo, cuando
aquel no interese se abandona.
Cada cual compone a su acomodo los elementos de su existencia sin
preocuparse demasiado por la mayor o menor coherencia del conjunto
creado.
No se persigue una sociedad mejor basada en una ideología o religión,
se rehúyen las certezas absolutas, todo es relativo e interpretable, ya que
nadie se fía de los metarrelatos, es el momento de lo que se ha denominado
pensamiento débil: falta de fundamento y altamente cambiante.
Si el pasado no tiene relevancia y el futuro es la muerte, se vive sólo el
presente, sin compromiso.
Esta falta de vinculación con “algo”, hace que la ética dé paso a la
estética: lo único que vale la pena es la realización personal basada en el
culto al cuerpo, el sentirse a gusto en la propia piel, y en pasarlo bien. Es la
obsesión por los viajes, las terapias, las dietas, y el fin de semana agotador
que han sustituido al compromiso y la preocupación de ser auténtico; solo
cuenta la autorrealización individual, intimista y vivencialista.
Esta cultura abona las relaciones estructurales injustas ya sean en los
ejes geográficos norte-sur, o en las bolsas de pobreza de nuestro primer
mundo.
Esta cultura hedonista que huye de todo lo que sea compromiso y
vinculación, choca frontalmente con aquellas instituciones, como la Iglesia
Católica, que con su sola presencia recuerdan la existencia de vínculos con
dimensiones más íntimas de uno mismo, con los demás seres humanos y
con un fundamento trascendente de todo. Por eso, el rechazo al cristianismo
hoy y como tradición histórica.
A este “divorcio” entre Iglesia y sociedad también contribuyen ciertos
aspectos o factores de nuestra propia Institución eclesial como son: la escasa
presencia de cristianos en la vida pública que hace que la fe resulte poco
326
significativa en aspectos sociales importantes; la imagen que se proyecta
como institución pasada de moda, caduca y trasnochada, alentada por
ciertos medios de comunicación; la ausencia de información religiosa de
calidad que llegue a las grandes masas de población; la no comprensión de
la doctrina de la Iglesia en moral sexual y en bioética desde las
sensibilidades del hombre y la mujer de hoy, que condiciona la credibilidad
en otros aspectos más nucleares en la profesión de fe; la situación de la
mujer dentro de la Iglesia; la carencia de instancias eclesiales atractivas y
significativas para la sensibilidad actual; y la irrelevancia para la sociedad
de muchas de nuestras preocupaciones internas.
Esta situación descrita, no debe llevarnos a ser lo que el Beato Juan
XXIII llamaba “profetas de desgracias”; no debemos caer en una actitud
negativa y pesimista, porque nuestra sociedad tiene sin duda valores
positivos y esperanzadores como son:
- Fuerte sensibilidad en favor de la dignidad y de los derechos de las
personas.
-
Afirmación de la libertad como cualidad inalienable del ser humano.
-
La aspiración a la paz.
-
Respeto al pluralismo y a la tolerancia como valor.
-
Preocupación por los desequilibrios ecológicos.
-
Respeto y reconocimiento de los derechos de la mujer.
-
El valor del trabajo.
- Repulsa de las desigualdades en los derechos de las clases sociales,
ya sean a nivel local, nacional o internacional.
-
El valor de la lucha contra la injusticia y la pobreza.
Y así podríamos proseguir, nombrando signos en los que los cristianos
descubrimos y reconocemos los designios misteriosos de la Providencia
divina.
8.1.2. Un cambio de época1082
La lectura de la realidad que hemos realizado en el apartado anterior,
nos lleva a constatar que no estamos solamente ante una época de cambios,
sino más bien ante un cambio de época.
1082
Cf. ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CATEQUETAS (AECA), o.c., 22-25.
327
¿En qué nos apoyamos para hacer esta afirmación? Pongamos de
manifiesto algunos posibles elementos significativos:
a) Fin del régimen de cristiandad: vivimos en otra sociedad, cuyos
valores no son ya los valores religiosos. Si bien, es de justicia decir que
muchos valores cristianos se han socializado y ya forman parte fundamental
de la sociedad secular: el valor de la persona, los derechos humanos, la
solidaridad, etc.
b) Un nuevo mundo global: han caído los muros que separaban en dos
bloques el mundo occidental y sus correspondientes influencias. El
neoliberalismo capitalista, y financiero gobierna el mundo, en beneficio de
los países ricos. Es una situación que día a día se hace más insostenible. Por
eso, comienzan a aparecer realidades nuevas, como es el continente asiático
con todo su potencial económico; América Latina, más independiente de
Estados Unidos; o África, que trata de liberarse del explotador
neocolonialismo que aun le atenaza.
Todo ello supone que nos estamos abriendo a una nueva realidad
intercontinental donde los países pobres o en desarrollo, tiene mucho que
decir a nuestro autocomplaciente mundo rico. La problemática de las
grandes migraciones de personas es un claro síntoma de este desajuste
económico-social y de justicia interplanetario.
c) La era de la informática y de la comunicación global. Estamos en la
nueva época de la informática y la comunicación que llega inmediatamente
y a todo el planeta; con todas las posibilidades y peligros que esto entraña.
Afecta tanto al mundo de las relaciones cotidianas como al modo de
entenderse a uno mismo. Es un mundo todavía naciente que pone en tela de
juicio el modo de conocimiento, de entendimiento y de relación de épocas
pasadas.
8.2. La Iglesia que ha de evangelizar esta sociedad1083
Nuestra Iglesia, parte de un claro divorcio1084 con la sociedad actual
postmoderna y su cultura. En este proceso se producen notables pérdidas de
la vivencia eclesial tradicional de los creyentes, lo cual repercute cada vez
más en la estructura de la propia Institución y en la vida de sus
comunidades.
1083
Cf. PIÉ-NINOT, Cantar,
Increencia, 113-114; SOIL 20.
1084
Ver apartado 8.1.1.
25-26; ÚBEDA, o.c., 25-29;
328
MARTÍN VELASCO,
Es patente la dificultad de anunciar el mensaje, no terminamos de dar
con la forma de presencia de la fe y de la Iglesia en la sociedad en la que
vivimos; en palabras de Salvador Pié-Ninot: “Estamos perplejos acerca de
cómo proclamar hoy nuestra fe en Dios”. Cada vez resulta más difícil
transmitir el mensaje cristiano, si no es a través de relaciones personales,
diálogos, pequeños grupos…. Lo cual, naturalmente, es de una eficacia muy
limitada.
La presencia de los cristianos en la vida pública dando testimonio es
escasa, y sus agentes de pastoral están envejecidos. Así mismo cunde el
desánimo de éstos y de las comunidades cristianas en no pocas ocasiones.
Una Iglesia “afónica” cuya voz tiene dificultades para llegar y que sea
escuchada sin deformaciones en grandes sectores de esta sociedad cada vez
más indiferente ante nuestra oferta evangelizadora.
Y también, nuestra Comunidad se presenta ante los ojos de nuestra
sociedad más alejada, como poco testimonial de lo que predica, en parte
debido a su configuración sociológica: observan y reconocen una minoría
fiel y comprometida, si, pero demasiado pequeña y cerrada sobre sí misma y
una gran mayoría de católicos “solo de nombre” cuya práctica religiosa es
ocasional y presentan un fuerte dualismo fe-vida; o de cristianos “a la carta”
que practican y creen solo aquello que les conviene.
Una Iglesia todavía más dedicada al “mantenimiento” de esquemas y
fórmulas pastorales heredadas, aunque se constata la búsqueda incansable
de nuevos caminos para un anuncio directamente evangelizador.
Una Iglesia, no obstante, que va centrando cada vez más su
preocupación y su esfuerzo en la misión, en la evangelización. Una Iglesia
en la que a pesar de todas las dificultades, van creciendo creyentes, grupos,
comunidades y movimientos vivos, seguidores fieles de Jesucristo, cuya
vida y cuyas obras si que son testimonio inteligible y creíble para los
hombres y mujeres de nuestro tiempo. Instituciones eclesiales como Cáritas,
Manos Unidas y Órdenes religiosas que alivian los sufrimientos de quienes
nada tienen y son reconocidos por nuestra sociedad como creíbles
portadores del mensaje de Cristo. Laicos que asumen su vocación y
corresponsabilidad en la tarea eclesial. Cristianos que se forman en
Catecumenados, Escuelas y Facultades de Teología para madurar su fe.
Grupos de liturgia, que buscan animar la participación en nuestras
celebraciones. La motivación cristiana de muchos fieles en la vida diaria,
familiar, profesional, cívica, social y política. Los grupos de oración,
revisión de vida, de lectura comunitaria de la Biblia, que cultivan la
329
espiritualidad. La participación sacramental y especialmente en la
Eucaristía. Y la acción de los cristianos en el servicio desinteresado del
amor al prójimo, especialmente a los más necesitados.
Una Iglesia que intenta salir del desencanto y del desconcierto y busca
nuevos caminos de evangelización, en medio de muchas dificultades. Una
Iglesia, por tanto, en búsqueda y en esperanza1085.
Ante este análisis, ¿qué hacer? No hay fórmulas cerradas, pero si
intuiciones, caminos que se atisban como indicadores de un trayecto que
debemos recorrer para llegar a la sensibilidad de los hombres y mujeres de
hoy y presentarles la Buena Noticia.
Vamos a proponer, aquí, algunas pistas1086:
a) Proponer la fe de una manera clara y significativa para los hombres y
mujeres de hoy; celebrar la salvación, sirviendo la vida de los hombres y,
dar testimonio de Jesucristo, tanto personal, como de una manera colectiva
eclesial.
b) Cultivar la dimensión espiritual y creyente en cada uno de nosotros,
de tal manera que se viva en el plano interpersonal próximo y en el sociallejano, poniendo de manifiesto y alentando una coherencia fe-vida.
c) Que la Iglesia y los creyentes, asuman y sepan situarse
adecuadamente en el tiempo que les toca vivir, reconociendo las dificultades
que les acechan, para anunciar a Jesucristo, y aceptar con humildad su
pequeñez y pobreza. Una Iglesia que sabe dar este paso, tiene más vivo el
sentido del testimonio y está más predispuesta a afrontar la misión con
ilusión y valentía, además, no puede olvidar que el Señor caminará siempre
a su lado1087.
d) Que los propios creyentes acojamos a la Iglesia razonablemente y
cordialmente, sabiendo que es santa por lo que ofrece: la Palabra de Dios
con la profesión de fe y los Sacramentos con su celebración; pero, a su vez
1085
Nuestra visión no es demasiado optimista, pero tampoco pesimista, creo sinceramente
que es esperanzada y estimuladora; porque pienso que identifica necesidades, dificultades,
expectativas y posibles nuevos caminos para la evangelización de la sociedad de hoy; y
porque pone ante nuestros ojos el gran reto que el presente de nuestra sociedad lanza a
nuestra Iglesia y a cada uno de nosotros: ¿con mi estilo de vida y mi servicio concreto en la
Iglesia, fortalezco sus luces o sus sombras?, ¿qué puedo hacer en concreto, desde mi vida y
desde el servicio que tengo encomendado en mi diócesis, para que la Iglesia sea
verdaderamente evangelizadora de la sociedad en la que vivo?
1086
Cf. PIÉ-NINOT, Cantar, 27-34.
1087
Cf. Mt 28, 20.
330
es pecadora “siempre necesitada de purificación” (LG 8). Las cosas
negativas que la Iglesia o sus miembros hayan podido hacer no se pueden
justiciar y hay que reconocerlas, pedir perdón y repararlas en la medida de
lo posible; pero no nos pueden hacer que la abandonemos: signo de
inmadurez de nuestra fe y de no saber reconocer que la Iglesia está formada
a la vez por un elemento divino cual realidad misteriosa expresión del
designio de salvación de Dios, y por un elemento humano al haber “entrado
en la historia de los hombres” (LG 9). Es decir que la Iglesia es santa,
porque tiene dones santos, pero sus miembros que peregrinan en la Tierra,
no son siempre santos, y esto hay que conocerlo y saberlo asumir.
e) Fomentar la comunión eclesial promoviendo una actitud comunional
activa en todos los niveles de la Iglesia1088. Una actitud de sincero diálogo y
colaboración que propicie la integración de las diversas tendencias en una
pastoral común que resalte al sujeto de dicha acción: la Iglesia movida por
el Espíritu.
Una comunión que abarque laicos, religiosos y ministros ordenados,
poniendo de manifiesto la corresponsabilidad de todos en la vida y misión
eclesial.
f) Impulsar espacios de fe comunicativos para que la Iglesia sea
percibida como comunidad de fe viva y acogedora, no como una empresa
dispensadora de servicios religiosos. Crear espacios intermedios y cercanos:
movimientos, asociaciones, grupo de liturgia, catequesis, acción caritativasocial, estudios de Biblia, de oración, etc.; en los cuales las personas sientan
próxima la acogida, el acompañamiento y el amor del prójimo y de Dios.
g) Tratando de alcanzar y cumplir las expectativas que el Concilio
Vaticano II abrió1089:
-
Enraizar la vida eclesial en el Evangelio.
-
Promover la corresponsabilidad eclesial.
-
Dar un verdadero protagonismo al laicado en la Iglesia.
-
La urgencia de una puesta al día de la estructuras eclesiales.
-
La necesaria relación inseparable entre liberación y salvación.
-
La primacía y defensa de la dignidad humana.
1088
Cf. PRAT, Dinamismo. Es muy clarificador al respecto consultar esta obra;
especialmente su capítulo siete: "Sugerencias para caminar aquí y ahora". pp 71-87.
1089
Cf. PRAT, Misión, 75-76.
331
-
La inculturación de la fe en la diversidad de pueblos de la Tierra.
-
El compromiso de la Iglesia en la causa de la Justicia.
-
La opción preferencial de la Iglesia por los pobres.
-
La prioridad de la evangelización.
En resumen: el reencuentro con la sociedad en que vivimos desde el
reencuentro con Jesucristo-en-la-Iglesia. El hoy de la evangelización
implica una vuelta en profundidad a Jesucristo, encarnado, muerto y
resucitado, así la Iglesia es capaz de ser “buena vecina” de la humanidad –
transmitiendo la Buena Nueva que ella “porta en vasijas de barro”– es decir,
aquella Comunidad que sólo pretende dos cosas: intentar amar y transmitir
la experiencia de Jesucristo.
8.3. Se necesita la Iglesia: sin Ella, Jesús y su mensaje no habrían
llegado a nosotros1090
La revelación y la salvación de Dios están destinadas a todos los
hombres y mujeres, de todo tiempo y lugar. Para que ese designio divino
pudiera realizarse la Iglesia ha recibido la acción salvadora de Cristo por
medio del Espíritu Santo; y, continua su misión respecto a lo recibido
consistente en conservarlo y transmitirlo fielmente hasta el final de los
tiempos: “Dios dispuso que lo que había revelado para la salvación de todas
las gentes se conservara íntegro y fuera transmitido a todas las
generaciones” (DV 7). Este doble servicio de conservar y transmitir el
Evangelio lo realiza la Iglesia, que es depositaria y transmisora de la
revelación, y sin ella, Jesús y su mensaje no habrían llegado hasta nosotros.
Esta misión evangelizadora, se dirige y proyecta constantemente hacia
adelante, hacia la escatología.
Ahora bien, es muy importante resaltar que, el servicio de conservar y
transmitir la revelación cristiana que compete a la Iglesia no es el resultado
de una pura determinación histórica. No se trata de que el devenir histórico
haya dado lugar a una institución cuya razón de ser es proteger y transmitir
el mensaje de Jesús de Nazaret; si fuera así, la Iglesia no dejaría de ser
únicamente una realidad humana, provisional y sujeta a posteriores cambios
de la historia. Pero no es así: la Iglesia tiene su origen en Dios Trinidad que
1090
Cf. IZQUIERDO, o.c., 117-118; P. ESCARTÍN, Creo en la Iglesia ¿Porqué? (Madrid
2002) 21-29.
332
la ha querido para llevar a cabo la misión de conservar y transmitir la Buena
Nueva de Jesús; una Iglesia de misterio, comunión y misión1091.
Por eso, la Iglesia sólo se comprende a sí misma y da razón de su misión
en el mundo desde el ser y la acción de Dios Padre, Hijo y Espíritu. La
Iglesia se concibe como expresión y despliegue del dinamismo amoroso
trinitario en el mundo1092.
La Iglesia es misterio porque el amor y la vida del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo son el don absolutamente gratuito que se ofrece a cuantos
han nacido del agua y del Espíritu1093, y por ello son llamados a revivir la
comunión de amor de Dios y a manifestarla y comunicarla en la historia
mediante la misión1094. Así pues, la Iglesia necesariamente vive y refleja el
misterio de la Trinidad. La identidad eclesial es Trinitaria y continúa la
acción salvífica querida por el Padre, iniciada por Jesucristo el Hijo, gracias
a la acción del Espíritu. La Iglesia, en esta perspectiva, autocomprende su
misión como prolongación de la obra salvadora de Jesucristo1095.
La misión de Jesús, denominada acción pastoral1096, a través de su triple
oficio de sacerdote, profeta y rey, consiste en restaurar y llevar a la plenitud
el amor de los hombres a Dios, guiándolos como un pastor a sus ovejas.
En las acciones de Jesús encontraremos el origen de la misma acción de
la Iglesia y de sus pastores: fidelidad amorosa al Padre, haciéndolo presente;
anuncio del Reino de Dios y elección de los Doce, para que compartan y
continúen su misión1097.Tras la resurrección de Cristo y el don del Espíritu
de Pentecostés, la Iglesia comienza su acción, que no es propia de Ella, sino
derivada del Señor Jesús, de quien depende en una continuidad de misión, y
1091
Cf. E. BUENO DE LA FUENTE, Eclesiología (Madrid 2001) 73-82. Desde los
Apóstoles a nuestros días, la Iglesia ha expresado su identidad y misión en el mundo con
diversas imágenes. En la actualidad, tras la asimilación del Concilio Vaticano II, tres
grandes palabras pueden globalmente concentrar la autocomprensión de la Iglesia: misterio,
comunión y misión; y las tres hacen referencia a la Trinidad.
1092
Cf. ALÓS, o.c., 42.
1093
Cf. Jn 3, 5.
1094
Cf. A. FERNÁNDEZ-CASAMAYOR, Anunciar a Jesucristo, reto para la Iglesia hoy,
en: Cor XIII 81 (1997) 144.
1095
Cf. ALÓS, o.c., 44.
1096
Una de las claves de la autoconciencia de Jesús está en la misión del pastor anunciado y
esperado por el AT cuya tarea es la de la fidelidad al Padre para hacer posible su obra, para
ser auténtico mediador. Por eso, la acción de Jesús ha sido llamada acción pastoral y la
acción posterior de su Iglesia ha llevado el mismo nombre, de la misma manera que han
sido llamados pastores aquellos que la sustentaban” (RAMOS, o.c., 21).
1097
Cf. Ibid., 22-25.
333
es, por su misma esencia, trinitaria, fruto de la economía salvífica de toda la
Trinidad1098. Los elementos constitutivos de esta acción son1099: el anuncio
del evangelio, la conversión y la recepción de los sacramentos,
especialmente el Bautismo y la Eucaristía; y, cuyas consecuencias son la
salvación intramundana y escatológica, del creyente, y la formación,
estructuración y edificación de una comunidad con identidad propia1100.
La Buena Nueva de Jesús de Nazaret, por tanto, ha sido confiada a la
Iglesia con la misión –que forma parte de su mismo ser Iglesia– de
conservarla y transmitirla para que llegue a todos.
Por eso, la comunidad eclesial “pueblo reunido en virtud de la unidad
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4), es convocada por el Señor
para que anuncie el Reino de Dios en el mundo. La misión de la Iglesia, es
consecuentemente, siguiendo las huellas de Jesús, contar y relatar –con
hechos y palabras– quién es Dios y dónde está el Dios del Amor. Ello
deberá realizarlo la Iglesia a nivel concreto, acercándose a toda la
Humanidad1101.
En este caminar por la Historia, es el Espíritu quien nos mueve a ser
Iglesia1102 nos convoca a vivir en comunión fraterna, a revestirnos del
amor1103 y con su aliento nos impulsa a ser comunidad misionera. Todos los
bautizados: ministros ordenados, laicos y religiosos, son sujetos activos de
la acción pastoral, colaborando al mismo fin, la misión, según sus propios
1098
Cf. Ibid., 26-27.
Cf. Ibid., 27-30.
1100
Cf. Hch 2, 42-47. Es conveniente resaltar que la Iglesia es de Cristo que sigue amando
y perdonando a cada hombre por medio de Ella. A la Iglesia no la salvamos nosotros, la
salva Jesucristo comunicándole su Espíritu. Es Dios quien construye a su Iglesia quien por
medio de Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo distribuye en su Iglesia los diversos
dones, carismas, servicios, ministerios, vocaciones (Cf. 1Cor 12, 4-11) para edificación de
toda la comunidad, al servicio de la comunión: Cf. E. YANES, Carta pastoral: Cristo
gozo y esperanza de los hombres (Zaragoza 2001) 33-34. En adelante este documento se
citará como Gozo.
1101
Cf. RAMOS, o.c., 85-97 y 147-160.
1102
Cf. RM 26.
1103
Cf. Col 3, 14; DCE 19.
1099
334
carismas y ministerios1104. “Estas tres vocaciones están llamadas a
complementarse en la común tarea evangelizadora”1105.
Si la misión de Jesús fue el anuncio de la Buena Nueva, la misión
de la Iglesia, sacramento de Cristo, es la evangelización.
8.4. La evangelización, acción de la Iglesia.
8.4.1. Concepto de evangelización
El término evangelización,1106 empleado y generalizado en el
vocabulario pastoral, procede de la palabra evangelio, que proviene a su
vez, de la palabra griega euangélion, que en el AT equivale a “mensaje
gozoso” “alegre noticia”, “buena noticia”. Evangelización es derivado del
verbo griego evangelizein que significa predicar el evangelio. Por eso,
evangelizar equivale a “proclamar buenas noticias” o “anunciar hechos
salvadores”.
Si la misión de Cristo ha consistido en traer La Buena Noticia del Reino,
noticia capaz de transformar este mundo y abrirlo a una esperanza de
plenitud con el anuncio de la paternidad de Dios y la comunión fraterna de
los hermanos, la Iglesia vive para continuar su anuncio en medio de nuestro
mundo. La evangelización, es pues, el contenido de la misión de la Iglesia;
su origen y su esencia proceden del paralelismo entre Iglesia y Cristo1107.
Por ello, la razón histórica del ser de la iglesia es fundamentalmente la
evangelización. Es más sin proceso evangelizador no hay comunidad
cristiana, que por su naturaleza propia queda especificada, a su vez, por la
misión.
Los documentos del Vaticano II, entienden la evangelización de dos
maneras: como misión con los no creyentes de cara a su conversión y como
el conjunto de toda la actividad misionera de la Iglesia. La EN la identifica
1104
Cf. RAMOS, o.c., 161-188; ChL 18-20, 32; JUAN PABLO II, Pastores Dabo Vobis.
Exhortación Apostólica sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual (Roma
1992) nº 12. En adelante este documento se citará como PDV; JUAN PABLO II, Vita
Consecrata. Exhortación Apostólica sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y
en el mundo (Roma 1996) nº 74. Este documento se citará con las siglas VC.
1105
FERNÁNDEZ-CASAMAYOR, o.c., 145.
1106
Cf. J.M. GONZÁLEZ RUIZ, Evangelio, en: C. FLORISTAN - J.J. TAMAYO (edd.),
Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 445-461; C. FLORISTÁN,
Evangelización. Nueva evangelización, en: C. FLORISTÁN - J.J. TAMAYO (edd.),
Conceptos fundamentales del cristianismo (Madrid 1993) 461-464.
1107
Cf. RAMOS, o.c.,213.
335
con el anuncio a cristianos y a no cristianos.1108 Según la RM, la misión
eclesial se entiende de tres modos: misión ad gentes con los no cristianos,
acción pastoral (evangelizadora) con los cristianos y “nueva
evangelización” con los bautizados no creyentes1109.
En definitiva, la evangelización abarca toda la tarea de la Iglesia, en
cuanto tiene como fin anunciar y testimoniar el evangelio del Reino.
No es fácil definir lo que es evangelizar por la suma riqueza que encierra
este término1110. Vamos a tratar de hacer una aproximación.
Para los cristianos en concreto, denota el anunciar y hacer creíble la
Buena Noticia que Jesús anunció y realizó entre los hombres.
Evangelizar es ofrecer una Buena Noticia que se presenta a sí misma
como el principio más hondo y decisivo de salvación para el hombre. Esa
Buena Noticia consiste, en definitiva, en que Jesús, el Cristo, que pasó por
el mundo haciendo el bien y que fue crucificado, está vivo, presente y
operante en los creyentes de la comunidad cristiana y es la forma de vida de
esta comunidad y de sus miembros. A través de ellos Él es capaz de incidir
en la sociedad donde esa comunidad cristiana está inserta, de tal forma que
también los de “fuera de la comunidad” pueden llegar a percibir que el
Reino de Dios esta cerca1111.
Así mismo, la evangelización a la que Jesús entrega su vida, implica el
proyecto de un mundo y un hombre nuevos, que enfrentan la historia desde
la sabiduría revelada de Dios, incorporándose de esa manera a lo que el
mismo Jesús ha designado como el Reino de Dios. Ese Reino donde el
hombre y la humanidad encontrarán su salvación y plenitud. Es un Reino en
el que respetándose todo tipo de diferencias y originalidades, se encuentra
regido por la caridad, es decir, por un amor que desencadena que cada uno
esté dispuesto y valore el desprenderse de su vida por sus hermanos, y el
compartir los bienes de este mundo que cada uno posee con los demás1112.
Evangelizar es continuar, en la historia, la acción, la práctica, la historia
salvífica, de Jesús de Nazaret. No se trata sólo de comunicar contenidos
doctrinales, que también son importantes, sino que se trata de vivir una
1108
Cf. EN 17-24.
Cf. RM 33.
1110
Cf. EN 17
1111
Cf. J.A. UBIETA - J.M. ROVIRA (y otros), Ponencia 2 ¿Qué es evangelizar hoy y
aquí?, en: AA.VV., Evangelización y hombre de hoy. Congreso (Madrid 1986) 118.
1112
Cf. A. GONZALEZ DORADO, La nueva evangelización, promotora de la civilización
del amor, en: Confer 108 (1990) 616. También Cf. 1 Jn 3, 16-17.
1109
336
vida; no se trata sólo de confesar a Jesús, sino de continuar en el mundo la
historia salvífica de Jesús, en la que la muerte al hombre viejo y la
resurrección en el hombre nuevo, dentro de la dinámica del misterio pascual
se alterna dialécticamente1113.
Por ello la acción evangelizadora se fundamenta y nace en la experiencia
de fe de la comunidad y del creyente: “Jesucristo no es simplemente una
gran figura del pasado, sino que lo experimentamos por la fe como una
persona real y viviente, presente en la Comunidad y en nuestra vida”1114.
La fe alimenta la misión y, a la vez, la acción misionera es un estímulo
para la fe personal y para la fe comunitariamente vivida1115.
Jesús cuenta con las esperanzas mesiánicas del pueblo de Israel, pero va
más lejos que ellas; así como la evangelización cuenta con los anhelos y las
esperanzas de los hombres, si bien los trasciende porque la oferta
evangelizadora es mayor que la medida del corazón del hombre1116.
Podemos extraer de estas afirmaciones que la evangelización es una
acción
experiencial
compleja
con
diversos
elementos:
“Renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del
corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de
apostolado” (EN 24), que si bien pueden parecer exclusivos o contrastantes
son en realidad complementarios y mutuamente enriquecedores1117.
El Espíritu Santo es el agente y término de la evangelización: impulsa a
anunciar el Evangelio y suscita la nueva humanidad1118.
Esto implica que el mismo ser de la Iglesia, su constitución interna y su
estructura, se ha de clarificar a la luz de su misión evangelizadora, que es la
que justifica su existencia misma en el mundo y en la historia1119.
Sin ningún lugar a dudas, podemos y debemos definir a la Iglesia como
la comunidad de los creyentes en Jesús que, siguiendo al Señor, prosigue su
obra evangelizadora en la historia1120.
1113
Cf. GONZALEZ DORADO, o.c., 617.
UBIETA-ROVIRA (y otros), o.c., 119.
1115
Cf. Ibid.,120.
1116
Cf. Ibid.,122.
1117
Cf. EN 24.
1118
Cf. EN 75.
1119
Cf. GONZALEZ DORADO, o.c. 614.
1120
Cf. Ibid., 617.
1114
337
Ahora bien, “sólo una comunidad evangelizada, y cuyos miembros han
creído personalmente en el Evangelio puede ser evangelizadora. La
evangelización antes de ser acción y tarea, es la dimensión del ser mismo
del cristiano y de la comunidad derivada del hecho mismo de creer”1121.
De esta amplia reflexión podemos concluir, “que entendemos por
evangelización el proceso total mediante el cual la Iglesia, Pueblo de Dios,
movida por el Espíritu: anuncia al mundo el Evangelio del Reino de Dios,
da testimonio entre los hombres de la nueva manera de ser y vivir que él
inaugura, educa en la fe a los que se convierten a él, celebra en la
comunidad de los que creen en él, mediante los sacramentos, la presencia
del Señor Jesús y el don del Espíritu, e impregna y transforma con su fuerza
el orden temporal"1122.
8.4.1.1. La identidad de la Iglesia es la evangelización1123
“Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la
Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14).
Así de rotundo lo proclama Pablo VI, queriendo manifestar claramente
que, esta y no otra, es la razón de existir de la Iglesia; y es por esta misión
por la que perdura como institución a lo largo del tiempo, no tanto por su
propia voluntad de llevarla a cabo, sino por no poder dejar de hacerlo en
función de su propio ser y razón de existir: su origen está en Dios1124 que la
envía a la misión que consiste en anunciar a ese Dios que la envía a predicar
y colaborar en la implantación del Reino de Dios que ya ha sido inaugurado
y realizado por Jesucristo, aunque no plenificado.
1121
MARTÍN VELASCO, Increencia, 328.
COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La catequesis de la
comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España hoy (Madrid 1983).
Anexo 1. Cf. también 24-29. Este documento se citará como CC. En toda esta exposición
queda superada aquella vieja visión de la evangelización en la que esta era entendida como
una etapa en la acción de la Iglesia (la primera: la del primer anuncio de Jesucristo). Una
concepción tal, vista desde nuestra perspectiva de hoy, resulta reduccionista. Actualmente
la entendemos como el proceso global de vida en el interior de la Iglesia; de tal manera,
que podemos hablar de etapas de la evangelización en el camino hacia la plenitud creyente
y se contemplan las distintas acciones que la evangelización abarca. Estamos hablando de
identificar la evangelización con la totalidad del ser de la Iglesia contemplado desde la
misión: Cf. RAMOS, o.c., 214-215.
1123
Cf. F.J. ANDRADES, La Doctrina Social de la Iglesia al servicio de la evangelización,
en: Cor XIII 132 (2009) 64-65.
1124
Ver apartado 8.3 de este mismo trabajo.
1122
338
La razón de ser de la Iglesia es, pues, la transmisión de la Buena Noticia
de Jesucristo a todas las personas de todos los continentes y de todas las
épocas de la historia de la humanidad sin ninguna distinción ni exclusión.
La Iglesia ha de vivir en estado de misión permanente para la
evangelización. Esta misión consiste fundamentalmente en tender puentes
entre los problemas de las personas, de la comunidad por una parte, y del
amor de Dios manifestado en Jesucristo por otra. Cada época vivirá una
problemática diferente, pero el objetivo hasta el fin de los tiempos, es
siempre el mismo: el anuncio del Evangelio1125.
Así pues, toda la acción que la Iglesia desarrolle forma parte de su
actividad evangelizadora.
8.4.1.2. La evangelización, don y tarea de la Iglesia1126
Como hemos indicado en el apartado anterior, la evangelización es don
recibido, pero no para guardarlo, sino para entregarlo, es pues, y sobre todo,
tarea.
Ya lo dicen claramente nuestros obispos: “La Iglesia, misterio de
comunión, tiene la misión de significar y actualizar el amor de Dios en el
mundo y en diálogo con él. El anuncio del Evangelio del Reino de Dios y la
acción en favor de los pobres, son inseparables en la misión del Señor y, por
lo mismo, de la comunidad eclesial” (CCA 1).
Estamos en el nivel en el que la pregunta que nos debemos formular es
por el cómo de la esencia eclesial se convierte en existencia, cómo su
comunión pasa a ser misión, como el anuncio de Jesucristo, el servicio, se
pone en práctica en el mundo que nos ha tocado vivir.
La EN nos ilumina una vez más1127: la Iglesia nace de la acción
evangelizadora de Jesús y es enviada por Él a la misión ya que es
depositaria de la Buena Nueva que debe ser anunciada, ahora bien, para ser
evangelizadora debe antes y permanentemente evangelizarse a si misma
para que pueda ser fuente del envío de sus evangelizadores.
1125
Cf. PRAT, Misión, 31.
Cf. ANDRADES, o.c., 63-64; RAMOS, o.c., 219-220; SÍNODO DE OBISPOS, La
nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Lineamenta (El Vaticano
2011) nº2. Este documento se citará como SOLI.
1127
Cf. EN 15.
1126
339
No obstante, para que la Iglesia pueda llevar a cabo su misión
evangelizadora es necesario que cumpla una serie de exigencias:
a) El seguimiento de Jesús, ya que no hay acción evangelizadora sin
discipulado. Él es la clave de la evangelización.
b) La evangelización no tiende a la transmisión de conocimientos y
saberes, sino que busca la adhesión personal y comunitaria a Cristo,
contenido esencial del evangelio.
c) Es necesario que la Iglesia haga un anuncio explícito del contenido
central de su evangelización.
d) Vivir la comunión eclesial: somos hijos de la Iglesia y también
sujeto activos de la misma, así como participantes de la comunión y
la misión eclesial. Sólo en esta perspectiva se puede llevar a cabo la
dinámica de la acción evangelizadora.
e) Es imprescindible que autentifique con la verdad de su testimonio
aquello que anuncia.
f) Atención a la persona humana concreta y a sus problemas desde la
vivencia de una espiritualidad encarnada: Jesús en el Evangelio
siempre desde la encarnación, actuó con un compromiso total con la
persona concreta.
g) La evangelización ha de ser verificada por los signos concretos de
quienes evangelizan, entre los que destacan la transformación y
promoción de los hombres y mujeres, especialmente de aquellos más
necesitados; y también se manifiesta auténtica cuando aquel que ha
sido evangelizado comienza a su vez a evangelizar. R. Prat, señala
estos tres signos concretos1128: el amor fraterno, la unión y la
comunión eclesial y la evangelización de los pobres. Estos tres
signos se resumen en comunión evangélica que emerge como una
nueva fraternidad universal, fruto de la filiación divina.
Ahora bien, para evangelizar, es necesario dotarse de unas actitudes
básicas y esenciales1129:
a) La evangelización
responsabilidad.
se
debe
vivir
como
gozo
interno
y
b) Evangelizar implica amar nuestra sociedad pluralista y secularizada,
porque es la que Dios ama.
1128
1129
Cf. PRAT, Pastoral, 479.
Cf. Ibid., 480.
340
c) Debemos evangelizar sin vergüenza ni complejo de inferioridad,
pero sin arrogancia o sintiéndonos superiores.
d) Tenemos que ser fieles a Dios y a las personas, respetar sus ritmos,
libertad.
e) Es necesaria la comunión eclesial.
f) No podemos evangelizar si no estamos en una dinámica continua de
ser evangelizados.
g) Evangelizar es sinónimo de acogida incondicional y crítica creadora
eclesial y social.
h) Se evangelizar desde un estilo de vida sencillo, austero, pobre
evangélicamente hablando; pero también con arrojo y coraje.
i) Evangelizar es sinónimo de acompañar: a personas y comunidades.
j) Evangelizar consiste en dejarse conducir por el Espíritu de Jesucristo
resucitado, que nos enseña a amar –como Él mismo nos amó– y nos
encamina a producir los “frutos del Espíritu” (Gal 5, 22).
8.4.1.3. El contenido de la evangelización: Jesucristo1130
El contenido del anuncio de la Iglesia es Jesucristo y su acción salvadora
para los hombres: la salvación querida por Dios para el género humano y
ofrecida en la persona de Jesús es el núcleo de la predicación de la Iglesia;
todo lo que contribuya a ello estará en consonancia con lo querido por Dios,
el resto deberá ser sometido a un riguroso discernimiento evangélico.
Ahora bien, la salvación ofrecida no consiste solamente en un anuncio
teórico o futurista, sino que tiene como criterio central la “liberación de todo
lo que oprime al hombre” (EN 9), es decir, la contribución a la construcción
de una sociedad más justa y fraterna en la línea del Reino de Dios
inaugurado por Cristo.
Así pues, el contenido de la evangelización consta de las siguientes
notas esenciales:
a) Que en la persona de Jesucristo se da la Buena Noticia de la
salvación de todo y a todo el género humano.
b) Que la presencia resucitada de Jesucristo opera en la comunidad de
los creyentes.
1130
Cf. ANDRADES, o.c., 65-66; RAMOS, o.c., 216.
341
c) Que Él, a través de su comunidad, actúa en el mundo y lo transforma
para que se vaya convirtiendo en el Reino de Dios.
d) Que la vida que brota del Resucitado responde a todas las
aspiraciones de la humanidad y lleva a todas las personas a su
plenitud de felicidad.
8.4.1.4. El Espíritu Santo como agente evangelizador1131
No hay evangelización sin la acción del Espíritu Santo. Por la presencia
actuante del Espíritu del Resucitado, cuyo envío por parte del Padre en el
misterio pascual identifica ambas misiones y hace posible la tarea de
Jesucristo perennizándola en medio del mundo a través de la existencia de
la Iglesia. El Espíritu, la impulsa a la misión, transforma el corazón de los
hombres y ayuda a instaurar un mundo nuevo en el que estén presentes las
características del Reino de Dios mientras peregrinamos hacia su plenitud.
Es decir, se trata de la acción del Padre que con el Espíritu Santo, hace
entrañable la persona de Jesucristo para que entre en el corazón de los
destinatarios de la evangelización.
Pero, ¿cuándo podemos intuir que la persona ha sido dócil a la moción
del Espíritu?, ¿cuándo se ha dejado seducir por Jesús el Cristo?, ¿cuándo
esta evangelizado?
Podemos decir que el receptor de la evangelización está evangelizado
cuando responde a esta con la fe y consecuentemente con la conversión y
cambio de vida encarnando el sentido y las actitudes de Jesús de Nazaret.
También cuando como consecuencia de lo anterior transforma la sociedad
en la que vive desde Aquel en el que cree. Y cuando se adhiere a la Iglesia,
lugar fundamental de la presencia del Resucitado en medio del mundo, de
compartir su vida con la de otros creyentes en la comunidad y, donde se da
la Gracia de Jesucristo mediante la celebración de los sacramentos.
8.4.1.5. El fin de la evangelización: la salvación del género humano1132
No podemos entender la salvación de una manera reduccionista, ya sea
liberando a la persona del pecado o pensando únicamente en el “mundo
futuro”, lo cual nos conduce a una “espiritualización soteriológica”; o bien,
1131
Cf. X. MORLANS, El primer anuncio. El eslabón perdido (Madrid 2009) 10 y 96;
RAMOS, o.c., 213-214; 216-217.
1132
Cf. ANDRADES, o.c., 66-68.
342
cuando, concebimos la salvación como la que sólo tiene en cuanta la
promoción humana; como si esta fuera únicamente una ayuda para superar
dificultades materiales; estaríamos ante una “socialización soteriológica”.
Espiritualización o socialización de la salvación son aspectos parciales y
fragmentarios de la misma, en la que tanto una como la otra por separado,
presentan una visión reducida del hombre y consecuentemente del alcance
de la salvación querida por Dios para él, porque no atienden a la globalidad
del ser personal.
Cuando Jesús da la salvación a sus contemporáneos, alcanza la realidad
humana de los mismos en su globalidad: estado físico-psíquico-moralespiritual. Normalmente suele ir acompañada la sanación física de la oferta
del perdón del pecado y de la fe1133, para así expresar como la salvación
querida por Dios es para el hombre en su integridad, en la diversidad de
dimensiones que componen su identidad.
Por ello, la salvación que conlleva la verdadera evangelización es
aquella que pretende conseguir una realización plena de la existencia
humana, una plenitud de la vida humana en toda su amplitud de
dimensiones.
8.4.2. Etapas del proceso evangelizador
Hemos definido la evangelización como proceso, lo cual da siempre idea
de progresividad en una acción con diversas etapas y tareas.
El decreto AG, sobre la actividad misionera de la Iglesia, del Concilio
Vaticano II, describe la dinámica de todo el proceso evangelizador,
mostrando la lógica interna, motivada por el nacimiento y el crecimiento de
la fe, con la que sus elementos se suceden: “Testimonio” (AG 11) y
“presencia de la caridad” (AG 12); “primer anuncio del evangelio y
conversión” (AG 13); “catecumenado e iniciación cristiana” (AG 14); y
“formación de la comunidad y apostolado” (AG 15). Esta dinámica suele
estructurarse en tres acciones concretas:
La acción misionera que, dirigida a los no creyentes y alejados de la fe,
pretende suscitar en ellos la fe y conversión iniciales. La acción catequética
que dirigida a los que ya han optado por el Evangelio, trata de conducirles a
una confesión adulta de la fe. La acción pastoral que dirigida a los fieles de
1133
Cf. Lc 8, 48; 17,19; Jn 8,11; 9, 6-7.
343
la comunidad cristiana ya iniciados en la fe, procurará que crezcan
continuamente en todas las dimensiones de la misma1134.
Este orden ejemplar, propio de los lugares en los que se va difundiendo
el Evangelio, no se da de la misma manera lineal en los países de antigua
tradición cristiana, no obstante “debe ser, también para nosotros, punto de
referencia en el que inspirarnos, ya que el proceso de maduración de la
fe tiene en todas partes una lógica interna que hemos de respetar”1135.
Y es tan fuerte la llamada lógica interna que no es atrevido afirmar que,
entre los bautizados, la falta de una de estas etapas en su proceso de fe es la
causa de que ésta no sea verdaderamente adulta, vital y confesante como
requiere la entraña misma del Evangelio del Reino. Sin conversión personal,
objetivo de la acción misionera, no puede darse la auténtica iniciación que
lleva a la confesión vital de la fe, objetivo de la catequesis, y por supuesto,
solamente desde aquí se podrá desplegar una verdadera acción pastoral que
realice la comunidad creyente y la evangelización.
Todas estas etapas y sus respectivos elementos, aunque deben estar
interrelacionados son diferentes e irreducibles entre si. De la interrelación se
desprende un principio muy importante en la evangelización: el principio de
integralidad, es decir, en cada etapa deben estar presentes e incluidas las
demás, aunque sea implícitamente o de una manera casi imperceptible.
Ahora bien, cada etapa tiene su propia identidad y es diferente a las
otras1136.
También es necesario manifestar, que cada una de las etapas de la
evangelización con sus respectivos elementos son necesarios a su debido
momento, y ninguno es suficiente tomado aisladamente, para propiciar la
experiencia integral de evangelización1137.
8.4.3. Especial referencia a la acción misionera
Tal como hemos analizado en los apartados anteriores, hoy es necesaria,
sobre todo en los países de la vieja Europa, una segunda evangelización
misionera. Muchos bautizados no han llegado a realizar una opción personal
1134
Cf. AG 6; RM 33 y 48; CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General
para la Catequesis (El Vaticano 1997) nº 49. Este documento se citará como DGC.
1135
COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS. Catequesis de
adultos. Orientaciones pastorales (Madrid 1990) nº 38. Este documento será citado de
ahora en adelante con las siglas CtAd.
1136
Cf. MORLANS, o.c., 39-40.
1137
Cf. Ibid., 40-41.
344
de fe, aunque participen de una religiosidad popular, estén familiarizados
con puntos doctrinales, ritos y cultura religiosa. La realidad de cada día nos
está demostrando, con harta frecuencia, que no se puede dar por sentado que
todo bautizado ha sido evangelizado y debidamente catequizado, de modo
que pueda celebrar su fe y comprometerse a seguir a Jesús en una sociedad
llena de dificultades como la nuestra1138.
Así mismo, "constatamos hoy, que sociológicamente siguen siendo muy
numerosos los españoles que se consideran católicos. Pero teológicamente
solo podemos considerar válidos esos elevados porcentajes al precio de
rebajar notablemente los indicadores de lo que es ser católico. Muchos que
piden los sacramentos, apenas pueden ser considerados cristianos y deben
ser evangelizados. Con realismo, con paciencia y tacto, pero con firmeza,
habrá que ir abandonando la actual pastoral en que los sacramentos se
conceden de manera casi indiscriminada. Para ello habrá que lograr una
cierta unidad de criterios"1139.
La clave está en la sincera conversión a Jesucristo, así lo expresa
rotundamente A. Cañizares: “Cuando falla la conversión, es decir, cuando
no se da o no se ha dado, y, sin embargo, se da por supuesta o se le sigue
suponiendo, las consecuencias son lamentables. Éste puede ser el caso en
que nos encontramos en nuestro país, en el que casi la totalidad de sus
miembros han sido bautizados de niños en la Iglesia católica, aun cuando
buena parte de ellos, no habiendo renegado de su bautismo, están totalmente
o bastante al margen del mismo y no lo viven. A mi entender aquí se
encuentra uno de los principales problemas de la Iglesia de España y de los
retos de la evangelización en la actual situación”1140.
“Los cambios operados en la sociedad española y en la misma Iglesia
están exigiendo de nosotros una respuesta pastoral generosa, dinámica,
creativa y misionera”1141.
Esta respuesta estará fundada en la acción misionera, que podemos
definir, como la acción eclesial por la que los cristianos mediante el
1138
Cf. SECRETARIADOS DE CATEQUESIS DEL SUR, El primer anuncio en la
catequesis (Huelva 1998) 14. Esta obra se citará de ahora en adelante como SeCatSur.
1139
SECRETARIA GENERAL DEL CONGRESO. Documento final del congreso, en:
Evangelización y hombre de hoy. Congreso (Madrid 1986) 542. El texto que reflejamos se
corresponde con la conclusión número nueve, a la primera ponencia.
1140
A. CAÑIZARES, Catequesis misionera, en: Teología y Catequesis 1 (1985) 59.
1141
G. DÍAZ MERCHÁN, Hacía unas pastoral misionera de la Iglesia en España, en:
Evangelización y hombre de hoy. Congreso (Madrid 1986) 59. También Cf. CC 28 y 51 así
como DGC 18.
345
testimonio de su vida y el anuncio explícito del Evangelio1142, tratan con
la ayuda de la Gracia, de suscitar en los no creyentes y alejados de fe la
conversión a Jesucristo1143.
“Acción misionera es todo lo que la Iglesia vive testimonialmente,
anuncia explícitamente y hace por el mundo para establecer el Reino de
Dios y para que las personas comiencen a interesarse por Jesucristo y su
Evangelio” (CtAd 40). “El primer anuncio que el creyente hace al no
creyente a través de su vida y su testimonio de vida, en lenguaje vital y
experiencial” (CtAd 41).
8.4.3.1. Testimonio
Existir en el mundo como creyente es, en definitiva, ser misionero,
es poner la vida toda al servicio de la llegada del Reino. “Un testimonio de
calidad evangélica es capaz de suscitar interrogantes en quienes lo ven y
hace posible y más creíble el anuncio explícito del Evangelio”1144.
Los testimonios sencillos de la vida, las opciones decisivas, la vivencia
de nuevos valores, el compromiso de la caridad, son un lenguaje penetrante,
profundo y significativo en el anuncio del mensaje salvador de Jesús.
Estos signos testimoniales serán captados cuando respondan a los
centros de interés, a la problemática existencial que viven los destinatarios.
Por eso deben poseer una actualidad histórica, psicológica y de alcance
social.
El testigo no demuestra, sino que testifica con su palabra y sobre todo
con su persona; entonces es cuando se produce el contagio y los valores
presentados atraen de verdad al espíritu humano1145.
Dentro del testimonio de la vida de fe hay que ser señal de una serie de
valores que se desprenden del mismo Evangelio y que son sentidos como
necesarios por los hombres de nuestro tiempo. A partir de la fe, la esperanza
y la caridad se dibujan unos grandes valores que hay que poner de relieve:
la solidaridad, la libertad, la justicia y la paz. Con éstos hay una
constelación de valores que se pueden expresar de la siguiente manera: ser
1142
La negrita es nuestra. Queremos con ella destacar los elementos fundamentales de la
acción misionera. Mediante ellos se busca la conversión de la persona a Jesucristo.
1143
Cf. CC 44-43; 49-55 y CtAd 40-44.
1144
SECRETARIA GENERAL DEL CONGRESO, o.c., 543. El texto que reflejamos
pertenece a la conclusión número once a la primera ponencia.
1145
Cf. B. CABALLERO, Bases de una nueva evangelización (Madrid 1993) 117.
346
personas acogedoras, auténticas, coherentes, respetuosas, comprensivas,
entregadas, serenas, decididas, optimistas, esperanzadas, renovadas, aptas e
ilusionadas en su trabajo, participativas, corresponsables, en comunión con
los demás, comprometidas, inmersas en la realidad y con una opción
preferente con los marginados. La transmisión de estos valores ayuda a la
transmisión de la fe. La no transmisión, o las dificultades a estos valores,
dificulta aquella misión1146.
Junto al testimonio de la vida creyente que planteará preguntas
significativas a quién lo detecte, hace falta el anuncio del mensaje, la vida,
las promesas, el misterio de Jesús de Nazaret1147.
8.4.3.2. Anuncio explícito.
El primer anuncio es el anuncio explícito del Evangelio dirigido al no
creyente, sea no bautizado o alejado, en orden a su conversión.1148 Hay que
proclamar abiertamente “lo que se ha visto y oído” (Hch 4,20). Es la Palabra
anunciada y oída lo que invita a creer.
El primer anuncio busca suscitar inicialmente la fe, la conversión y la
aceptación global al Evangelio del Reino; trata de conseguir en el hombre
una adhesión1149 inicial, radical, global al Reino de Dios y a la nueva
manera de ser y de vivir que inaugura el Evangelio. El hombre, por el
testimonio que descubre en los cristianos y por la palabra de Jesús y su
mensaje que escucha, ve como importante unirse a ese Evangelio y a la
comunidad que intenta vivirlo y dejarse en ella sorprender y llevar por el
plan de Dios manifestado en Jesucristo.
Está dispuesto a cambiar su orientación de vida por lo que va
descubriendo, se convierte inicialmente1150.
1146
Cf. M. BARBARÁ, La crisis de los modelos tradicionales de transmisión de la fe, en:
Teología y Catequesis 30 (1989) 179.
1147
Cf. EN 21.
1148
Cf. CC 40-43.
1149
Toda adhesión a una persona, comunidad, ideal, lleva consigo, sentido de pertenencia,
reconocimiento del valor que aporta, confianza en ella, afecto y compromiso activo.
1150
Esta conversión inicial lleva consigo: la aceptación de Dios vivo, sentirse arrancado del
pecado e introducido en el amor de Dios, la voluntad de seguir a Jesús con un nuevo estilo
de vida y el deseo de incorporarse a una comunidad cristiana: Cf. CC 41.
347
8.5. El testimonio en el proceso evangelizador
8.5.1. El testimonio primer paso y etapa clave del proceso evangelizador
Es interesante lo que opina Martín Velasco al respecto: "el testimonio es
el lenguaje por excelencia para transmitir la realidad, la presencia de una
persona y la fidelidad a la misma. En la comunicación de doctrinas existe
una distancia entre el contenido de la transmisión y la persona que lo
transmite; en el testimonio, en cambio, la implicación entre el contenido de
la transmisión y el medio por el que se transmite es tan estrecha que el
medio de transmisión es la persona misma del testigo"1151.
De aquí se sigue la eficacia del testimonio religioso, ya que refleja el
absoluto de Dios como no podría reflejarlo ninguna otra realidad humana;
transparenta la Presencia que el creyente-testigo consiente como ninguna
otra acción podría hacerlo: el testigo pone la propia vida como garantía de la
fidelidad a la Persona de la que da testimonio, y se manifiesta ante los
destinatarios de su testimonio, como una persona que no sólo acepta a Dios,
sino que colocado éste como centro de su existencia, transparenta el
descentramiento absoluto de sí que caracteriza a la actitud creyente. De esta
forma, el testimonio constituye la más adecuada y eficaz invitación a la fe y
el medio por excelencia de la comunicación religiosa.
El testimonio de cualquier cristiano hunde su raíz en el conocimiento y
la vivencia de Jesucristo, por ello, no es una tarea más del creyente, sino
una dimensión fundamental de su vida: manifestación de la fe y la vida en
Cristo por la acción del Espíritu Santo; el testimonio es por tanto, en cada
cristiano y también en la Iglesia, obra de Cristo y del Espíritu Santo y al
mismo tiempo de la persona creyente1152.
Es pues, a partir del encuentro con Jesucristo como Él se hace presente y
actuante en nuestra historia por medio del testimonio de los cristianos, de
cada uno personalmente y de la Iglesia en su conjunto1153.
Por todo ello, el testimonio que todo cristiano está llamado a dar, con
sus obras y palabras, es reflejo de la luz de Cristo y actuación de su vida1154.
Así pues, si el testimonio cristiano está indefectiblemente unido a
Jesucristo, es naturalmente “evangelizador”. Ya el Concilio Vaticano II
1151
J.D.D. MARTÍN VELASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea
(Santander 2002) 98-99. Este trabajo se citará como Transmisión.
1152
Cf. J. HONORÉ, La fuerza del testimonio cristiano, en: Scripta Theologica 38 (2007)
367.
1153
Cf. NMI 20.
1154
Cf. EiE 49,67.
348
redescubrió el enorme valor evangelizador del testimonio cristiano aun el
más sencillo y cotidiano1155.
Posteriormente, el documento eclesial más importante sobre el
testimonio cristiano, la EN destaca dos aspectos fundamentales del mismo:
a) Es el primer elemento de la evangelización1156.
b) El testimonio tiene un aspecto eclesial: “Será sobre todo mediante su
conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará el mundo,
es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo”
(EN 41)1157.
Después, la RM exalta la función del testimonio en la transmisión del
evangelio: “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los
maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los
hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera e
insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos
continuadores, es el “testigo” por excelencia (Ap 1,5; 3,14) y el modelo de
testimonio cristiano. El Espíritu Santo acompaña el camino de la Iglesia y la
asocia al testimonio que Él da de Cristo” (RM 42).
El testimonio, es pues, un factor clave del proceso evangelizador, ya que
es comprensible para todas las personas; y en él se juega algo vital para la
evangelización; la credibilidad1158 y un previo necesario para el anuncio de
Jesucristo1159. Por ello, Dios nos sigue invitando permanentemente “a ser
testigos de su nombre” (SOMF 6).
8.5.2. El testimonio como condición de posibilidad del anuncio de
Jesucristo
Según lo dicho en el apartado anterior testimoniar es afirmar un hecho,
un acontecimiento, una realidad que se ha experimentado. Es decir, que
nadie es testigo de una teoría o de un sistema doctrinal ya que se testimonia
lo vivido, lo visto u oído. Por eso, en el testimonio no va únicamente la
afirmación oral de la realidad testimoniada, sino y sobre todo, se manifiesta
1155
Cf. LG 10, 11, 31, 33, 35, 36.
Cf. EN 2.
1157
Cf. También RM 42-43.
1158
El testimonio dimensión visible de la experiencia religiosa, manifiesta la caridad, le da
credibilidad al anuncio y hondura a la celebración.
1159
Cf. MORLANS, o.c., 20-21.
1156
349
la realidad en la que el mismo testigo está comprometido, como realidad
vivida por él y de la que indefectiblemente forma parte.
El testimonio, lleva en sí mismo un dinamismo constituido por tres
elementos1160: la acción testimonial que da una persona, después el
contenido de lo que testimonia y, por último, el destinatario que recibe el
testimonio.
Considerado así, se elimina una concepción reduccionista del mismo,
que carga todo su valor en la subjetividad del sujeto, sin valorar el
contenido o a quien se dirige la acción testimonial.
El testimonio según lo dicho hasta aquí, no es sólo mera presencia sino
como bien dice I. Camacho: “Es un estar activo en medio del mundo,
cargado de significado”1161.
Por eso es capaz de platear interrogantes en las personas1162 y es solo
entonces cuando estamos en condiciones de realizar el anuncio oral de
Jesucristo. El testimonio, es pues, aquel que crea las condiciones de
posibilidad para que podamos realizar el anuncio explícito de Jesucristo y
este sea recibido por nuestros interlocutores.
Ahora bien, para estar “activo en medio del mundo y cargado de
significado” el testigo debe poner a Dios y el Evangelio como su primer
valor existencial, con todo lo que esto supone de radicalidad evangélica y de
manifestar los siguientes aspectos fundamentales1163:
a) Una intensa relación de fe, amor y esperanza con Dios y la venida de
su Reino; es decir, que el testigo seducido por el amor y misericordia
de Dios, hace visible en su vida la oración y la celebración de su fe,
unida al compromiso de lucha por un mundo más justo y humano,
según Dios.
b) El amor mutuo entre los cristianos1164.
c) Comportamiento éticamente correcto en las circunstancias normales
de la vida.
1160
Cf. R. FISICHELA, La Revelación y su transmisión: fundamento y fuente de la
catequesis, en: A. CAÑIZARES - M.D. CAMPO (edd.), Evangelización, Catequesis,
Catequistas (Madrid 1999) 122; CARVAJAL, o.c., 61-64.
1161
Cf. CAMACHO, Lucha, 138.
1162
Cf. EN 21.
1163
Cf. GEVAERT, o.c., 57-58.
1164
Cf. Jn 13, 34-35.
350
d) Un amor extensivo a las demás personas sean creyentes o no y de
modo especialísimo a los más sufrientes, necesitados y excluidos de
la sociedad.
Un testigo que manifiesta estas realidades no sólo prepara el camino a
un anuncio de Cristo sino que lo realiza, pero, se nos plantean los siguientes
interrogantes: ¿siempre?, ¿necesita de la palabra? Sigamos, pues,
reflexionando sobre el testimonio.
8.5.3. El testimonio por si sólo no realiza el anuncio de Jesucristo
A mediados del pasado siglo en Europa y especialmente en España,
apareció un cierto movimiento de renovación eclesial que a la vista del
distanciamiento que se había dado entre la Iglesia y los trabajadores, así
como con los estratos sociales, más populares y humildes; propugnó una
evangelización basada sobre todo en el testimonio silencioso con las obras
de encarnación en aquellas condiciones sociales y culturales. Un
cristianismo comprometido que incorporaba una especie de prejuicio
asumido inconsciente por el que la transmisión propia de la fe se suponía
que se daría solo por el testimonio vital y práxico, es decir, sin palabras1165.
Aun hoy, al hablar de testimonio, algunos cristianos tienden a exagerar
de diferentes modos la fuerza y relevancia del mismo.
El testimonio puede ser causa de asombro y motivo de invitación, pero
ciertamente no fuerza una opción.
Diferentes especialistas sobre este tema aducen las siguientes
razones1166:
a) El testimonio cristiano se ve obstaculizado en no pocas ocasiones
por la influencia de los medios de comunicación y por el propio
ambiente social que se respira.
b) El testimonio de generosidad y de entrega solidaria en los ambientes
laborales y sociales no remiten por sí mismo directamente al Dios de
Jesucristo, ya que debido a la multirreligiosidad existente en nuestra
sociedad dicha actitud humanitaria y generosa puede tener su
fundamentación no solo en multitud de referentes religiosos, sino
también, en los no religiosos.
1165
1166
Cf. MORLANS, o.c., 21-22.
Cf. MORLANS, o.c., 22-24; GEVAERT, o.c., 60-63.
351
c) El testimonio global de los cristianos nunca tendrá una transparencia
perfecta, porque por cada testimonio ejemplar, también será posible
constatar que algún cristiano no solo no da testimonio, sino que pone
de manifiesto un mal ejemplo.
d) El testimonio cristiano no es fácilmente reconocible o no se le
etiqueta como “cristiano”. Ese buen “hacer” es porque esa persona
es “excelente”, pero no porque se la reconozca que lo que la hace
excelente es su seguimiento de Cristo
e) Ninguna causa humana se ha transmitido por simple contagio de
vida y de acción.
f) El testimonio, pese a ser atractivo, no hace que el Evangelio rebaje
su grado de exigencia, compromiso y esfuerzo para la mujer y el
hombre de hoy.
g) La difusión del cristianismo no depende únicamente del testimonio,
ya que si fuera así, no se habría difundido por el mundo.
Por todo ello, podemos afirmar que el cristianismo, si quiere sobrevivir,
debe tener su propio anuncio oral del Dios de Jesucristo, eso si, sobre el
soporte del testimonio del amor y de fraternidad caritativa. No podemos
olvidar que el cristianismo es la religión que cree en la autocomunicación
de Dios a la humanidad con hechos y palabras1167 y que pertenece a lo más
genuino del mismo, y su realización y comunicación a través de la palabra
indefectiblemente unida a la acción.
8.5.4. El testimonio para hacer visible y significativo a Jesucristo
necesita anunciarlo implícitamente: testimonio explícito
El testimonio cristiano es la primera forma de la evangelización ya que
posee en nuestro tiempo una fuerza especial, no sólo porque la ha tenido
siempre durante la historia, sino por la actual mayor sensibilidad por lo
vivido. Sin embargo, no estamos hablando de cualquier testimonio, sino por
aquel que lleva en su esencia hacer visible y significativo a Jesucristo, así
nos lo hace notar Pablo VI: “No es superfluo recordarlo: evangelizar es,
ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa de Dios, revelado
por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26).
También nos dice P. Domínguez: “El cristianismo es un acontecimiento
presente y vivo en la Iglesia. Es Cristo mismo. Por eso, si nos preguntamos
1167
Cf. DV 2.
352
cómo es posible hablar de Dios en el siglo XXI, la respuesta solo es una:
desde el testimonio, que no hable solo la razón, sino la persona entera (…).
Que la vida, que nuestra vida, la vida de todos y cada uno de nosotros sea
expresión viva de la pasión por Dios vivo y presente en su Iglesia en la
persona de Jesucristo”1168.
¿Pero en qué medida el testimonio cristiano tiene que ser tal, para ser
realmente un estímulo que acerque, a quienes lo contemplan, a la fe
católica?
Existen pocos estudios al respecto; entre los pocos datos posibles hay
una encuesta realizada en Francia a unos siete mil catecúmenos. La inmensa
mayoría contesta que comenzaron el catecumenado por el testimonio de
otros cristianos y cuando este ejemplo era dado por personas cercanas a
ellos. Sin embargo, no parece ser el testimonio de vida cristiana aislado, ni
tampoco la relación humana interpersonal como tal, lo que les hacia tomar
la decisión de formarse cristianamente; esto sucedía cuando el testimonio
estaba enmarcado en una relación concreta entre las personas y suscitaba
interés por conocer el misterio que hacía patente ese testimonio1169.
Es decir, que el Misterio hecho vida es lo que provoca la atracción.
Del mismo modo se encarga de expresar, el testimonio de Pin Queralt:
“He dado crédito al testimonio recibido de otros, porque no era absurdo y
porque era un testimonio creíble, (…) no me daban testimonio de sí
mismos, de su voluntad o de su coherencia, sino de su experiencia, de como
se sabían amados y salvados por Jesucristo”1170
Es pues necesario que el testimonio “anuncie implícitamente a
Jesucristo”1171 ya que así permite percibir qué es el Evangelio. Mediante el
testimonio explícito de Jesucristo el cristiano hace visible, en sus actitudes y
en su vida, cuál es el camino de Jesucristo1172. Efectivamente, en el
testimonio, la realidad atestiguada se hace presente en la medida que se
1168
P. DOMÍNGUEZ PRIETO, Raíces de la cultura actual. De la increencia al realismo
cristiano, en: Teología y Catequesis 100 (2006) 33.
1169
Cf. B. SEIBEL - C. SEIBEL, Résultats de lénquête réalisée avec les catéchumènes et
les acompagnateurs, en: Croissance de l´Église 111 (1994) 25.
1170
Este testimonio es recogido del libro editado por Cristianismo y Justicia dedicado
monográficamente al acto de creer, desde una perspectiva testimonial de los autores: P.
QUERALT, Un combate contra nuestras idolatrías, en: AA.VV., ¿Qué creo? ¿Cómo
creo? ¿Por qué creo? (Barcelona 2008) 36.
1171
Cf. GEVAERT, o.c., 58-59.
1172
Cf. B.L. MARTHALER, Evangelization and Catechésis: Word, Memory, Witness, en:
The Living Light, 16 (1979) 33-45.
353
cumplen dos condiciones: que el mismo testimonio transparente la
realidad que atestigua, es decir, su origen o de donde; en este caso
Jesucristo; y que, a su vez, tal testimonio consiga interpelar efectivamente a
sus destinatarios, es decir, su finalidad o hacia donde, en este cado los
hombres y mujeres de nuestra sociedad.
Es esto lo que diferencia el testimonio de una pura narración de unos
hechos y le posibilita ser mediación y categoría ontológica que sea “capaz”
y apunte hacia el “absoluto” y, a su vez, sea camino para poder explicitar
también su dimensión teológica, ocultamente presente en todo testimonio,
cuando éste es verdaderamente una autocomunicación de donación generosa
y servicial hacia el prójimo1173.
Así expuesto, la eficacia del testimonio cristiano es a la vez humana y
divina, temporal y escatológica. Se traduce en contribuir en la
transformación de la sociedad a través del servicio al bien común; pero en la
tarea de colaborar con el advenimiento del Reino de Dios en este mundo, se
manifiesta y comunica una salvación que no procede del hombre, sino que
viene sólo de Dios: un amor divino que se encarna y un amor humano que
es divinizado.
Por último, es necesario destacar, que el testimonio de vida cristiana no
solo contribuye a la evangelización “ad extra” de la Iglesia, sino que tiene
una función insustituible también dentro de la comunidad, tanto en lo que se
refiere a la transmisión del Evangelio a una nueva generación de cristianos
como para sostener o hacer madurar en la fe a quienes ya son cristianos, y
esto tiene una clara función evangelizadora, porque entre otras cuestiones
para que la Iglesia sea evangelizadora antes y siempre debe ser
evangelizada1174.
8.6. Evangelización y servicio a los pobres
8.6.1. Jesús de Nazaret evangelizador de los pobres
Antes de abordar la cuestión que nos ocupa, vamos en un primer
momento a averiguar qué tipo de personas pertenecían en tiempos de Jesús
a la categoría de pobre1175: podemos comenzar diciendo que si bien para
1173
Cf. S. PIÉ-NINOT, La Teología Fundamental. "Dar razón de la esperanza" (1Pe 3,15)
(Salamanca 2001) 635-636, 654.
1174
C. CESBRON, Vous serez mes témoins, en: Catéchèse 109 (1987) 101-109.
1175
Cf. J.A. PAGOLA, Jesús de Nazaret. El hombre y su Mensaje (San Sebastián 1985)
130-132. Este trabajo se citará como Nazaret. Es interesante acudir para profundizar en esta
cuestión: GESTEIRA, Pobres, 11-24.
354
nosotros, en nuestra sociedad la pobreza se asocia a la privación de bienes
económicos, sin embargo, en la sociedad judía los pobres son no sólo los
que padecen necesidad, están hambrientos, sedientos, desnudos, enfermos o
encarcelados, sino que se encuentran en esa situación porque sufren
opresión de los poderosos y no se pueden defender de ellos; están
desprovistos de toda protección y de todo amparo ante la injusticia de los
violentos. Es, por tanto, una situación de inferioridad social, no fáctica
únicamente, sino provocada por alguien para su propio beneficio y
enriquecimiento.
El pobre es, pues, despreciado y rechazado por la sociedad; aquella
persona sin prestigio y sin recursos, impotente para librarse de los abusos,
porque no tiene a quien recurrir en busca de justicia.
Esta concepción de pobre, aleja bastante a los mismos de que se les
conceptualice de una manera reduccionista como “pobres de espíritu” y no
como “pobres físicos”. Una franca y verdadera aproximación a los mismos
hace que los consideremos claramente en una situación de desesperanza
material y de marginación social, a la que se une la mayoría de las veces
una penuria espiritual derivada muchas veces de aquella situación1176. Por
tanto, debemos hablar de una pobreza que abarca aspectos económicos,
sociales, físicos, psíquicos, morales y religiosos.
Así pues, nos encontramos con que el pobre de la Biblia sufre un estatus
social similar al marginado o excluido de nuestra sociedad opulenta, ya que
este se encuentra en los márgenes de la sociedad viéndose privado
injustamente del acceso a unos bienes y servicios como la salud, la
enseñanza, la vivienda, etc., a los cuales tienen derecho en justicia por su
dignidad de ser humano. Ambos, el pobre del tiempo de Jesús y el excluido
de nuestro tiempo, están en inferioridad social injusta con respecto al resto
de sus contemporáneos.
Una vez que hemos aclarado quien eran los pobres, debemos exponer la
relación amorosa existencial que Jesús establece con ellos y que nos señala
el camino que nosotros debemos recorrer: un Jesús para los pobres, junto a
los pobres, que dice acerca de los pobres que libera y salva, y con los pobres
como modelo de evangelización1177.
1176
Cf. J.I. GONZÁLEZ FAUS, La Humanidad nueva. Ensayo de Cristología (Santander
1984) 84.
1177
Cf. JARAMILLO, AñoJes, 34-44; G. LEAL, Jesús, esperanza y salvación de los
excluidos, en: Cor XIII 135 (2010) 226-230. Este trabajo se citará como Salvación.
355
a) Jesús para los pobres
En el discurso programático con el que comienza Jesús su ministerio en
Galilea1178, manifiesta no sólo la conciencia de su ser y de su obra sino que
también señala los destinatarios privilegiados de su misión: los pobres, y lo
va a repetir el mismo Jesús en la respuesta al Bautista1179. Siempre que
Jesús anuncia programáticamente el Reino de Dios, afirma que es una buena
noticia para los pobres1180, a ellos se dirige preferentemente porque son los
que más le necesitan. La llegada de Dios es necesariamente una buena
noticia para los que son tratados injustamente, porque Dios no puede reinar
sino como un rey justo, es decir, manifestando su justicia a favor de los que
están necesitados de ella1181.
Este advenimiento de Dios como providencia amorosa, acogida de
excluidos, defensor de los desvalidos, perdón de los pecadores, valedor de
la justicia, se explicita y hace transparente en la persona y acciones de Jesús.
El Reino de Dios es una metáfora para expresar a Dios en acción, y cuya
clave interpretativa es Jesucristo dándose preferencialmente a los pobres1182.
La novedad del mensaje de Jesús no consiste en la certeza de que estaba
cerca la llegada del Reino, porque esta certeza la compartió Jesús con
muchos de sus contemporáneos. La novedad radica en que Jesús promete el
Reino a los pobres. En el corazón del discurso de Jesús sobre el Reino está
precisamente el anuncio de Jesús a los pobres: el Reino de Dios les
pertenece, es para ellos1183.
b) Jesús junto a los pobres1184.
Jesús se mueve rodeado de publicanos, ladrones, prostitutas, personas
todas ellas despreciadas por las clases más selectas de la sociedad judía1185;
y se acerca a los pequeños, los incultos, los que no pueden cumplir la Ley
1178
Cf. Lc 4, 16-21; IP 24.
Cf. Lc 7, 22.
1180
Cf. R. AGUIRRE, Aproximación, 36.
1181
Cf. PAGOLA, Nazaret, 50-53, 133, 136-139; LEAL, Salvación, 221. “Dios es el rey
justo y fiel que defiende y protege a los pobres y a los últimos de la escala social. Sobre
este punto hoy hay un acuerdo de todos los estudiosos” (LEAL, Salvación, 225).
1182
Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, o.c., 53.
1183
Cf. J. JEREMIAS, Teología del Nuevo Testamento I (Salamanca 1974) 144-148.
1184
Cf. PAGOLA, Catequesis, 20; L. NOVOA. Dios es un escándalo. El Dios de Jesús:
¿escándalo para la razón o propuesta de vida?, en: RAT 10 (1999) 32-33; COMITÉ PARA
EL JUBILEO DEL AÑO 2000, Jesucristo, salvador del mundo (Madrid 1997) 84-89. Este
trabajo se citará como CoJe.
1185
Cf. Lc 7, 36-50.
1179
356
porque ni siquiera la conocen y por ello son despreciados por los cultos de
Israel1186.
Él acoge a los niños1187 y a las mujeres marginadas por la sociedad
judía1188. También se acerca a los enfermos, leprosos, enajenados, e
impuros, considerados pecadores a los ojos de todo judío1189.
Sin embargo, lo que más escandaliza de Jesús no es verle en compañía
de estos desheredados sociales, sino que se sienta con ellos a la mesa. Este
es uno de los rasgos más sorprendentes y originales de Jesús, un gesto
simbólico que viene a significar que el gozo de Dios es que los pobres y
pecadores puedan disfrutar junto a Él y que nadie es excluido de su relación
amorosa. Jesús lo está viviendo ya desde ahora, por eso celebra con gozo
cenas y comidas con los que la sociedad desprecia y margina1190.
No obstante, Jesús se encuentra más próximo a los pobres cuando se
identifica con ellos, y lo hace de la manera más radical en el capítulo
veinticinco del evangelio de Mateo. En él, encontramos una presencia de
identificación especial y voluntaria de Jesús con los pobres, en cuyo
servicio y amor Él mismo se siente servido y amado.
c) Jesús dice acerca de los pobres que libera y salva
Entre todos los dichos de Jesús acerca de los pobres, destacan las
bienaventuranzas. En la tradición Mateana1191 Jesús pronuncia cuatro
bienaventuranzas sobre los que padecen situaciones aflictivas o de
privación: pobreza, tristeza, sentir necesidad imperiosa de hacer la voluntad
de Dios, o el hecho de ser perseguidos por ser justos como Jesús. Las otras
cuatro bienaventuranzas se refieren a cuatro cualidades muy apreciadas por
Él: sencillez, misericordia, limpieza de corazón y amor por la paz.
De esta visión surge mucho más que un programa, surge toda una
manera de ser y de vivir; porque las bienaventuranzas no son ni un itinerario
puramente ético, ni una súper-ley, más bien expresan la alianza que Dios
está haciendo con nosotros: nos consolará, saciará, será misericordioso con
nosotros y nos dará la tierra, se nos mostrará, nos dará el Reino de los
1186
Cf. Jn 9, 34.
Cf. Mc 10, 13-16.
1188
Cf. Lc 8, 2-3; 10, 38-42; 13, 10-17.
1189
Cf. Mc 1, 23-28; 1, 40-45; 5, 25-34.
1190
Cf. J.A. PAGOLA, Jesús. Aproximación histórica (Madrid 2007) 198-209. Para una
mayor profundización de la importancia de las comidas de Jesús, acudir a: AGUIRRE,
Mesa, 17-133.
1191
Cf. Mt 5, 1-12.
1187
357
Cielos. La bienaventuranza es el compromiso y la aportación gratuita de
Dios a la alianza con los hombres, la cual consiste en que Dios quiere
acompañar siempre al género humano1192.
El sermón de la montaña en la versión Lucana1193, es más conciso,
directo, provocativo y dialéctico1194. Hay cuatro bienaventuranzas que se
refieren a situaciones de aflicción material: pobreza, hambre, pena, así como
padecer odio, rechazo, insulto y menosprecio. Su tonalidad es más realista
que la visión de Mateo en la que las condiciones tienden a convertirse en
cualidades: así se da en la visión Mateana una ampliación del concepto de
pobreza. No estamos, sin embargo, ante dos versiones que hubiera que
contraponer, sino que debemos interrelacionarlas. El pobre económico y
social de Lucas no está excluido del “pobre de espíritu” de Mateo.
Bienaventurados son los pobres en su doble dimensión material y espiritual.
La bienaventuranza de los pobres, significa que con la llegada del Reino,
que, como hemos visto, a ellos pertenece, se acerca el momento de su
liberación y salvación, que consistirá en que llegue a imperar en el hombre
y por el hombre el amor de Dios que se autocomunica. Cada individuo
puede esperar que el amor sea lo último y definitivo1195.
Las bienaventuranzas nos muestran claramente que Jesús ha percibido el
dolor del mundo y quiere solidariamente hacerse cargo de ese
1192
Cf. J.M. ROVIRA, Jesús, el Mesías de Dios (Salamanca 2005) 102, 113-114. Este
trabajo se citará como Mesías.
1193
Cf. Lc 6, 20-26.
1194
Bienaventuranzas contra malaventuranzas. Para entender esta contraposición
correctamente es necesario ver lo que dice González Faus al respecto: “Las maldiciones de
Lucas se dirigen todas a conceptos que son relativos; y ello permite que haya perfecta
correspondencia entre los cuatro grupos que son señalados como malditos y los cuatro que
son señalados como bienaventurados. Esto quiere decir que no es dichosa la pobreza en sí,
ni el llanto en sí, sino que es dichoso el pobre en una situación en la que hay ricos, y
maldito el rico en una situación en la que hay pobres. No la riqueza en cuanto abundancia,
ni la risa en cuanto plenitud es maldita, sino la riqueza en cuanto relativa y aquella riqueza
que es correlativa de una pobreza. Correlativa no quiere decir meramente coexistente o
simultánea, sino que implica alguna relación mayor que la pura coincidencia temporal:
implica que uno de los miembros se apoya en el otro o lo necesita para poder existir él. Este
tipo de correlación es el único que permite hablar como lo hace Lucas: bienaventurados los
que lloran-malditos los que ríen. Sin esta correlación, lo único que habría en el Evangelio
sería una valoración masoquista del llanto o la pobreza por sí mismos; valoración que es
ajena a la promesa adjudicada a cada bienaventuranza”: GONZÁLEZ FAUS, o.c., 91-92.
También es partícipe de esta visión: E. NARDONI, Los que buscan la justicia. Un estudio
de la justicia en el mundo bíblico (Estella 1997) 250.
1195
Cf. W. KASPER, Jesús, 106.
358
sufrimiento.1196 Desde ahí, promete que los pobres llegarán a la felicidad
plena. Dios se compromete a hacer felices a todos los desheredados,
marginados y excluidos de este mundo; pero este compromiso pide nuestra
colaboración, nos hace seguidores de Cristo con la lógica de la implicación:
si Dios es solidario de nuestro dolor, los hombres, hechos a su imagen y
semejanza, también lo hemos de ser1197.
d) Jesús con los pobres como modelo de evangelización1198
Lo expuesto en los apartados anteriores, en el que hemos podido
verificar el estilo de relación de Jesús con los pobres nos muestra el modelo
de evangelización que debemos encarnar sus seguidores.
En primer lugar Jesús ama a los pobres, amor que se traduce en compasión, que lleva a compartir el sufrimiento de ellos1199 y los acoge1200.
En segundo lugar la ayuda de Jesús no les resulta humillante porque el
respeta su dignidad1201 y les proporciona nuevas oportunidades que
culminan en la invitación a no pecar más e incluso a que les sigan; y esto lo
realiza sin suplantar su responsabilidad y apoyándoles para que puedan
ejercerla. Jesús siempre parte de las necesidades de los sufrientes y en
diálogo con ellos les abre nuevas posibilidades1202. En definitiva ellos
acudían con sus expectativas humanas concretas, a través de las cuales
mostraban su confianza en Jesús y Él respondía a sus expectativas y les
habría los horizontes de la fe1203, les invita a ser partícipes del Reino y
alcanzar la vida eterna.
Todo un programa evangelizador: amor a los excluidos que se concreta
en la acogida, respeto a su dignidad, estímulo de su responsabilidad y
protagonismo, acompañamiento, respuesta a sus necesidades concretas e
invitación a la fe.
1196
Cf. Heb 4, 15; 5, 8-10.
Cf. ROVIRA, Mesías, 110-111; IP 125. El amor al prójimo no se reduce a una actitud
genérica y abstracta, sino que requiere el compromiso práctico de cada uno aquí y ahora:
Cf. DCE 15.
1198
Cf. LEAL, Salvación, 229-230.
1199
Cf. Mc 6, 30-44.
1200
Cf. Lc 15, 2.
1201
Cf. Jn 8,3-11; Lc 7, 36-49.
1202
Cf. Jn 4, 1-30.
1203
Cf. Mt 15, 28; Mc 9, 23 ss.
1197
359
8.6.2. La caridad origen y contenido esencial del mensaje evangélico1204
Si partimos de una reflexión que tenga en cuenta la naturaleza de la
evangelización, descubrimos que en el origen de la misma está la caridad,
así nos lo recordaba Juan Pablo II cuando ha llamado a la caridad “el
corazón de toda auténtica evangelización”1205 y que el contenido es la
misma fuente amorosa desplegándose: “Necesitamos redescubrir en la
caridad el eje transversal de toda la acción evangelizadora de nuestra
Iglesia” (CCA 44).
También nos lo recuerda Benedicto XVI: “Es el amor de Cristo el que
llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar” (PF 7).
De aquí la indivisibilidad del binomio caridad-evangelización:
a) Evangelizar es anunciar la Buena Nueva de la proximidad del Reino
de Dios, de la cercanía de Dios que transforma todas las cosas: es el amor
de Dios, simbolizado en el amor de un padre hacia sus hijos, el que explica
y da sentido a la nueva situación de proximidad del Reino de Dios,
anunciada por Jesús. El Dios que se ha aproximado llega movido por el
amor y se nos revela en actitudes de amor.
b) Evangelizar es la misión que Dios confió a Jesús: lo que está en el
origen de la misión de Cristo y lo que se expresa en ella es el amor que Dios
tiene a su Creación; amor que se entrega a un mundo necesitado de
salvación y que lo hace de una manera total hasta dar la vida por todos.
La misión eclesial nace del amor de Cristo a los hombres y debe
expresarse, como se manifestó en Jesús, en la forma de una entrega total que
revele el amor de Dios y de Jesucristo. Por eso, para que esa entrega sea
posible, la misión de la Iglesia arranca de la comunicación del Espíritu, que
pone el amor en nuestros corazones1206.
Podemos pues, afirmar, que la caridad mueve, da sentido y eficacia a la
misión.
c) Evangelizar es dar testimonio de aquello que se proclama: Cristo es el
“testigo fiel” (Ap 1,5) que “pasó haciendo el bien” (Hch 10,38)
revelándonos que “Dios es amor” (1Jn 4,8) y cuya expresión máxima
testimonial se da en su muerte en la cruz: “Nadie tiene mayor amor que el
que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).
1204
Cf. J. LOSADA, Caridad y evangelización en la Iglesia, en: Cor XIII 117-118 (2006)
157-177. Este trabajo se citará como CarEvan.
1205
Mensaje 5.
1206
Cf. Rom 5, 5.
360
Podemos concluir que el origen y contenido del testimonio
evangelizador cristiano es el mismo testimonio de Jesús expresado en
palabra y en vida: amor misericordioso de Dios, sobre todo manifestado en
el mundo de la pobreza y marginación; por eso la caridad es fundamento y
sentido del testimonio cristiano.
8.6.3. La comunidad de los discípulos prolonga la misión de Jesús como
testigos convincentes del Evangelio1207.
La comunidad de los discípulos de Jesús se reúne en torno al Maestro y
a su proclamación de la Buena Nueva. Jesús hizo partícipes a los discípulos
de su misión, transmitiéndoles tras la resurrección su condición de enviados:
“Como el Padre me ha enviado, os envió yo también. A continuación soplo
sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 21-23).
La llegada del Paráclito a la Iglesia naciente esta unida a la misión. Él es
la garantía de la posibilidad de cumplimiento y también la garantía de que
esa misión de la Iglesia continúe real y fielmente la misión de Jesús. El
Espíritu Santo es el que da el amor a la Iglesia, de tal manera que pueda
manifestar el amor del Padre al mundo y el amor con que Jesús entregó su
vida por todo el género humano1208. Comunidad del Espíritu, para la misión,
en una vida que se entrega al mundo para manifestar el amor infinito de
Dios.
“Jesucristo atrae hacia sí a los hombres de cada generación: en todo
tiempo, convoca a la Iglesia y le confía el anuncio del Evangelio, con un
mandato que es siempre nuevo” (PF 7). “Por tanto, para la Iglesia la misión
evangelizadora, continuación de la obra que quiso Jesús nuestro Señor, es
necesaria e insustituible, expresión de su misma naturaleza”1209.
Cuando la evangelización es vista desde la perspectiva de la misión:
misión de Cristo recibida del Padre y misión de la Iglesia confiada por
Cristo en el Espíritu, lo comunitario se manifiesta en el origen, en el
misterio trinitario de Dios; aparece en el término, la reunión en la unidad de
los hijos de Dios dispersos para la comunión1210.
1207
Cf. LOSADA, CarEvan, 168-170.
Cf. Jn 11, 52.
1209
BENEDICTO XVI, Ubicumque et semper. Carta Apostólica en forma de motu proprio
con la cual se instituye el Consejo Pontificio para la promoción de la nueva evangelización
(Castelgandolfo 2010) nº 1. Este documento se citará como US.
1210
Cf. 1 Jn 1, 3.
1208
361
Así pues, los seguidores de Jesús, para serlo auténticamente deben dar
testimonio de “la Palabra de vida” expresión de su comunión con el Padre y
con su hijo Jesucristo. Pero su testimonio es también llamada de comunión
en los hombres que aceptan su testimonio.
El testimonio cristiano tiende en su dinamismo a hacer comunidad de
comunión testigo de comunión-comunidad cristiana.
A este aspecto evangelizador de la comunidad cristiana se referían las
palabras de Jesús cuando le pedía a su Padre: “Como tú en mí y yo en ti,
que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me
has enviado” (Jn 17,21).
Si lo que se anuncia y testimonia es la comunión de Dios con los
hombres, que se nos ha revelado en el anuncio y en la vida de Jesús, es
necesario que ese anuncio se testimonie en una comunidad de comunión,
abierta a todos, sin límites, y con especial predilección por los pobres y
marginados, tal como vivió Jesús su comunión con los hombres y mujeres
de su época; para que sus seguidores sean testigos convincentes del
Evangelio.
8.6.4. La evangelización lleva consigo una especial preferencia por los
pobres
Ya hemos venido manifestando que la Buena Noticia que anuncia Jesús
como evangelizador equivale a la presencia del Reino de Dios, aquí y ahora,
para todos, pero de un modo preferencial para los pobres, marginados y
excluidos de toda salvación y buena noticia. La evangelización es anunciar
lo que proclamó con todas sus fuerzas Jesús: el Reino de Dios a los pobres,
e intentar hacerlo como lo realizó Jesús. Así se llega a considerar a Jesús
como Buena Noticia, hecha definitiva con su resurrección.
Jesucristo es la buena noticia que, en definitiva, anuncia la
evangelización. Con otras palabras, la evangelización como salvación va
dirigida a todos los hombres a partir de las exigencias del Reino de Dios.
Por esta razón tiene unos destinatarios privilegiados, que son los
marginados, a los que Dios ama y defiende por que quiere que se implante
la justicia de su Reino.
Por ello, si nuestra Iglesia no estuviera al servicio de las personas no
podría denominarse “Iglesia de Jesucristo”. Su misión es continuar la labor
humanizadora, liberadora y salvadora de Jesucristo, evangelizador de los
pobres.
362
Los pobres son destinatarios y portadores de evangelización. En esta
opción radica una de las claves fundamentales de la denominada “nueva
evangelización”. La urgencia de anunciar el Reino de Dios se hace mayor
si está ausente. Los pobres son precisamente ese lugar donde esa ausencia se
hace mayor1211.
De esta manera opinan nuestros obispos y así lo manifiestan en un
documento que si bien, ya tiene algunos años, conserva una perenne
actualidad en muchos de sus apartados, especialmente en el que a
continuación vamos a transcribir: “La evangelización y la vida cristiana
llevan consigo una especial preferencia por los pobres de este mundo. No
basta con atender a los pobres de la comunidad cristiana. Los pobres de la
sociedad, personalmente considerados, así como las zonas, los grupos
étnicos o culturales, los enfermos, los sectores de la población más pobres y
marginados tienen que ser preocupación constante de la Iglesia y de los
cristianos. Es preciso aumentar los esfuerzos para estar con ellos y
compartir sus condiciones de vida, sentirnos llamados por Dios desde las
necesidades de nuestros hermanos, hacer que la sociedad entera cambie para
hacerse más justa y más acogedora en favor de los más pobres” (TDV 59).
8.6.5. La evangelización depende en buena medida del testimonio
comunitario del amor fraterno
Si volvemos los ojos hacia las primitivas comunidades cristianas y su
forma de vida, ésta nos orienta a como ellos evangelizaban y
consecuentemente como nosotros podemos evangelizar, pese al paso del
tiempo.
Las primeras comunidades testimoniaban una forma de vida, en el que
desempeñaban un papel preponderante la caridad, el amor mutuo de sus
miembros, la hospitalidad y el cuidado de los pobres, las viudas y enfermos.
Esa existencia, se fue irradiando; vivencia de unas comunidades que
poseían un sentido comunitario más fuerte que cualquier otro grupo social
de aquel tiempo, y en el que el amor al prójimo era practicado por los
cristianos con mayor efectividad que por ningún otro grupo1212.
Estas reflexiones nos orientan hacia el contenido primero del testimonio,
medio por excelencia para la transmisión de la fe. Casi siempre hemos
1211
Cf. AZCONA - LÓPEZ, o.c., 500.
Cf. E.R. DODDS, Paganos y cristianos en una época de angustia (Madrid 1975) 173179.
1212
363
orientado la comprensión del testimonio hacia la obtención del asentimiento
del otro a la existencia a favor de la cual atestiguamos. Ahora bien, la
conexión inseparable de la caridad con la fe como dimensión constituyente
de la actitud teologal, es razón también para desplazar lo esencial del
testimonio cristiano hacia una forma de vida en la que se manifiesta el amor
y sobre todo hacia los más necesitados1213.
Por eso, no hay probablemente lenguaje más eficaz para anunciar al
Dios de Jesucristo, que el testimonio de las obras de amor para con los
hermanos y sobre todo si están necesitados de dicho amor: “La actividad
caritativa ocupa un lugar central en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Es lugar privilegiado de encuentro con Cristo de personas que no lo
conocen” (CU08).
Ya nos lo decía Juan Pablo II cuando se refería al gran reto que debía
abordar la Iglesia en la Europa actual: “Ayudar al hombre contemporáneo a
experimentar el amor de Dios Padre y de Cristo en el Espíritu Santo,
mediante el testimonio de la caridad, que tiene en sí misma una intrínseca
fuerza evangelizadora” (EiE 84) y sigue: “En esto consiste en definitiva el
«Evangelio» la buena noticia para todos los hombres: «Dios os ha amado
primero» (Cf. 1 Jn 4, 10.19); Jesús nos ha amado hasta el final (Cf. Jn 13,1).
Gracias al don del Espíritu, se ofrece a los creyentes la caridad de Dios,
haciéndoles partícipes de su misma capacidad de amar: la caridad apremia
en el corazón de cada discípulo y de toda la Iglesia (Cf. 2 Cor 5, 14).
Precisamente porque se recibe de Dios, la caridad se convierte en
mandamiento para el hombre (Cf. Jn 13, 34). Vivir en la caridad es, pues, un
gozoso anuncio para todos, haciendo visible el amor de Dios” (EiE 84).
Estos textos nos confirman el enunciado de nuestro apartado: la
evangelización va a depender en buena medida del testimonio comunitario
del amor fraterno, de una Comunidad que da testimonio como nos dice R.
Prat de los valores típicamente evangélicos1214.
Estos valores están recogidos en todas las páginas del Evangelio, pero de
una manera clara están sintetizados en las Bienaventuranzas1215 y se hacen
reales y operativas por medio de las Obras de Misericordia1216, en la oración
activa del Magníficat1217 y en la oración paradigmática, para todos los
1213
Cf. MARTÍN VELASCO, Transmisión, 103-104.
En este punto vamos a seguir la reflexión que hace al respecto R. Prat, y que se
manifiesta a lo largo de sus diferentes trabajos. Cf. PRAT, Antropología, 229-233.
1215
Cf. Mt 5-7.
1216
Cf. Mt 25, 31-46.
1217
Cf. Lc 1, 39-56.
1214
364
tiempos y para todas las generaciones, del Padrenuestro que nos enseño el
Maestro1218.
Las Bienaventuranzas son un modelo de vida, una nueva configuración
interna de las personas en la que se aprecia lo absoluto y totalizante de Dios
y la emergencia de una nueva manera de pensar, de sentir, de ser y de actuar
al estilo de Jesús de Nazaret.
Las Obras de Misericordia concretan eficazmente la bienaventuranza
aquí y ahora, son la actuación comprometida, real y precisa de la actitud
interna de aquella, ante un problema personal concreto.
El Magníficat es una oración trascendente y poética que alaba la realeza
de Dios porque actúa en todos los que abren su existencia a la acción divina
que actúa y actuará siempre de cara a reconstruir la humanidad de acuerdo
con la igualdad, la justicia, el amor y la libertad. Y esa es la labor de la
comunidad que quiere acoger y recibir la acción de Dios.
En el Padrenuestro, se pone de manifiesto la plena confianza en la
existencia y la acción de Dios en la primera parte del texto, y le siguen unas
peticiones concretas que aseguran la dignidad de la persona, construida en
la filiación divina y en el amor universal.
En los cuatro textos –Bienaventuranzas, Obras de Misericordia,
Magníficat y Padrenuestro– está siempre presente el amor de Dios que nos
transforma y se hace expansivo a toda la humanidad por medio del
testimonio personal y comunitario. Dar testimonio, con hechos y con
palabras del amor de Dios no deja a nadie indiferente. Es una profunda
interpelación dirigida a todas las ideologías contemporáneas, a todas las
escalas de valores existentes, sin ninguna exclusión.
El modelo perfecto de esta vivencia del amor es Jesucristo y es verdad
que nosotros no podemos vivir una actitud de amor con ese grado de
perfección, ni personal ni como la familia de sus seguidores que somos,
pero podemos y debemos ir avanzando con decisión y con coraje por este
camino amoroso y evangelizador.
A ello nos exhorta el Papa: a que acojamos cada día el don de la caridad
que Dios nos ofrece y que nos hace capaces de dar testimonio de su amor,
para que seamos la Iglesia de las Bienaventuranzas, siempre en conformidad
1218
Cf. Lc 11, 1-3.
365
con Cristo1219 y así evangelizados seamos evangelizadores de las mujeres y
hombres de hoy.
Y esa caridad, preferencial para con los últimos, es evangelizadora, y de
ella depende en buena medida el anuncio de Jesucristo. Así lo manifiesta
claramente el Presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la
nueva evangelización: "en un ámbito peculiar de la nueva evangelización,
es sin duda alguna, el de la caridad, donde muchos hombres y mujeres,
fieles al Espíritu, presentan múltiples signos que hacen visible y actual la
Palabra del Señor y ofrecen un testimonio en el que se juega, de hecho, su
credibilidad en lo que constituye el núcleo mismo del anuncio: el amor"1220.
8.6.6. La acción caritativa-social no es preevangelización es una
dimensión constitutiva de la evangelización
La acción en favor de los excluidos y marginados se nos presenta
claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del
Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género
humano y la liberación de toda situación opresiva.
Ya el Sínodo de los obispos de 1971 afirmó: “La misión de predicar el
Evangelio en el tiempo presente requiere que nos empeñemos en la
liberación integral del hombre ya desde ahora, en su existencia terrena”1221.
Esta afirmación Magisterial resultó todo un hito ya que la caridad y la
lucha por la justicia de la comunidad cristiana, se solían considerar en
aquella época como preevangelización, acciones que predisponían
favorablemente a las personas para escuchar el Evangelio, que era
únicamente el anuncio verbal del mismo.
El Sínodo de los obispos, del año 2012, hablando de la evangelización y
de las obras de caridad, dice sin ningún género de dudas al respecto: “Se
trata de evangelización en sentido general, como actividad habitual de la
Iglesia” (SOIL Prefacio).
El Magisterio de la Iglesia no va a abandonar nunca ya esta afirmación y
así lo proclaman claramente los obispos españoles cuando en la
presentación que hacen del documento “La Iglesia y los pobres” manifiestan
que la atención y cuidado amoroso de los pobres es “una dimensión
1219
Cf. EiE 105.
R. FISICHELA, La nueva evangelización (Santander 2012) 68-69.
1221
SO71 66.
1220
366
fundamental de la evangelización”1222 y recogen la enseñanza del Concilio
Vaticano II: como el Buen Samaritano, la Iglesia evangeliza, ofrece la
buena noticia sobre Dios, cuando libre de falsas seguridades (Lc 9, 57-58;
10,37) busca y salva lo que estaba perdido (Lc 19,10), abraza con su amor a
todos los afligidos por la debilidad humana, reconociendo en los pobres y en
los que sufren la imagen de su Fundador, pobre y paciente, sirviendo en
ellas a Cristo1223. Finalizan diciendo después de instar a todos los creyentes
a asumir la solidaridad humana y cristiana, que ésta, es “parte integrante de
la acción evangelizadora”1224.
También en el documento CVI, manifiestan: “La llamada «diaconía» o
servicio de la caridad, se hace así parte integrante del anuncio de la obra
salvadora y liberadora de Jesús” (CVI Introducción doctrinal p 11).
Años más tarde J. Ratzinger1225, después de señalar que el Evangelio
vale sobre todo para los pobres y citando al Catecismo, manifiesta: “El
Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir, a los que lo acogen
con corazón humilde. Jesús fue enviado para «anunciar la Buena Nueva a
los pobres» (Lc 4,18; Cf. 7,22) (…) Jesús desde el pesebre hasta la cruz
comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (Cf. Mc 2, 23-26; Mt
21,18), la sed (Cf. Jn 4, 6-7; 19,28) y la privación (Cf. Lc 9,58). Aun más:
se identifica con los pobres de todas las clases y hace del amor activo hacia
ellos la condición de entrar en su Reino (Cf. Mt 25, 31-46)”1226, nos dice
que el Evangelio no es sólo palabra, es también acción y por tanto
evangelizar es acción de transmitir el Evangelio especialmente ayudando a
los más necesitados.
Ya más adelante y como Santo Padre nos decía hablando de la
evangelización global: “La evangelización es como un proceso complejo y
comprende varios elementos. Entre estos, la animación misionera ha
prestado siempre una atención especial a la solidaridad (…). La Iglesia
también contribuye a la mejora de las condiciones de vida de las personas
en países en los que son más graves los fenómenos de pobreza, malnutrición
sobre todo infantil, enfermedades, carencia de servicios sanitarios y para la
educación”1227.
1222
IP Presentación p 31.
Cf. LG 8; AA 8.
1224
IP Presentación p 32.
1225
Cf. RATZINGER, Cristiano, 71-72.
1226
CCE 544.
1227
BENEDICTO XVI, Mensaje del Papa en la Jornada Mundial de las Misiones (El
Vaticano 2011). Este documento se citará como MJMM11.
1223
367
Sigue y afirma: “También esto forma parte de la misión de la Iglesia. Al
anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en sentido
pleno”; para terminar diciendo que no hacer esto: “No estaría en sintonía
con el comportamiento de Jesús, el cual «recorría todas las ciudades y los
pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena nueva del
Reino y curando todas las enfermedades y dolencias» (Mt 9,35)”1228.
Por último, concluye con rotundidad: “El testimonio de la caridad de
Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo, forma parte de la
evangelización” (CIV 15).
Así pues, además de quedar claro que la evangelización no es
transmisión de mera información conceptual, la situación actual exige
encontrar cauces que hagan más significativo el Evangelio de Jesús. Entre
las nuevas formas evangelizadoras, hoy se valora la vivencia de la caridad
en favor de los marginados y el compromiso creyente que intente la
transformación de la realidad social para que se pueda vivir en un mundo
más justo.
Esta acción caritativa social que contribuye a la liberación integral de la
persona, no sólo no es algo extrínseco o sobreañadido a la evangelización,
sino un momento intrínseco y esencial de la misma.
Esta insistencia en constatar que la acción caritativa-social es
evangelización en “acto”, se debe a que sin ella sería difícil que se
visibilizara e hiciera significativo y eficaz el amor de Dios al mundo, sobre
todo con aquellos que sufren marginación; lo que supondría que el anuncio
perdería toda su fuerza profética.
La evangelización como Buena Noticia e instauración del Reino de Dios
se promete como un acontecimiento futuro (los hambrientos saciarán su
hambre…) pero es también una realidad presente, porque se pueden sentir
sus efectos: “Al anunciar el Reino, los cristianos tenemos que hacerlo ya
realidad entre nosotros y con todos los hombres especialmente con los más
pobres y necesitados de manera que aparezcan signos reales de la presencia
del amor y de los dones de Dios como invitación a la fe, estímulo para la
esperanza, anticipo de la paz y de la felicidad eterna que Dios ha preparado
para todos (Cf. Mc 16,20)” (TDV 55).
Podemos concluir diciendo de la misión caritativa-social, como parte
constituyente de la misión evangelizadora de la Iglesia hace visible y creíble
el Dios amor que anunciamos: “A través del amor interpersonal y de aquel
1228
RATZINGER, Cristiano, 72.
368
que está organizado comunitariamente, estamos dando a conocer a Dios,
estamos haciendo presente su Reino”1229, estamos evangelizando.
8.6.7. El testimonio de la acción caritativa-social eclesial no es toda la
evangelización. La caridad de las palabras y de las obras se postulan
mutuamente, es el camino de una verdadera evangelización
En los apartados anteriores ha quedado claro que el ejercicio de la
caridad es auténtica evangelización y que “en ella y por ella quedan
manifiestas y confirmadas la verdad de nuestra fe, la vigencia del Evangelio
de Jesucristo y la comprobación de su eficacia humanizadora”1230.
En la lógica del anuncio del Reino, que es la substancia de la
evangelización, la acción caritativa-social eclesial cumple el contenido
análogo al que cumplían los milagros en la predicación de Jesús. La caridad
con el prójimo es signo de que el amor de Dios ha llegado al mundo y de
que el Espíritu de Dios ha venido a nuestros corazones creando personas
“nuevas” que se relacionan de forma diferente con Dios con los hermanos y
con su entorno natural.
Pero Jesús evangelizó también con la palabra una palabra que era hecha
veraz por el signo y que explicaba y clarificaba la acción.
Los semitas consideran que todo anuncio requiere tanto de palabras
como de obras y por eso el término hebreo “dābār” significa palabra y
acontecimiento1231, de tal manera que todo anuncio verbal debe verificarse
con la obra de lo dicho y viceversa.
Por eso, la presencia sacramental1232 y significativa de la Iglesia en la
sociedad sanando a los heridos y desterrados de la misma, debe ser
clarificada mediante el mensaje. Así pues, el hacer amoroso y el decir sobre
el fundamento de ese nuestro hacer, son inseparables1233.
Es verdad que “la caridad es el lenguaje que en la nueva evangelización,
más que con palabras se expresa en las obras de fraternidad, de cercanía y
de ayuda a las personas en necesidades espirituales y materiales” (SOIL
124) pero profesar la fe implica a la vez un testimonio público y el anuncio
1229
Cf. F. MAYA, Exclusión, 41.
F. SEBASTIÁN, Evangelizar (Madrid 2010) 356.
1231
Cf. J. LONGTON - R.F. POSWICK, Diccionario enciclopédico de la Biblia
(Barcelona 2003) 1160.
1232
Cf. IP 110.
1233
Cf. NMI 49.
1230
369
con la palabra1234. El anuncio de la Palabra de Dios requiere del testimonio
y viceversa, creándose una circularidad entre palabra y testimonio, no sólo
necesaria, sino imprescindible, para que exista una evangelización
verdadera1235.
La visualización de la caridad desinteresada y efectiva en servicio a los
desfavorecidos es el mejor argumento a favor de la verdad de Dios y de su
enviado Jesucristo, el mejor argumento en favor de nuestra fe, pero si no es
anunciada debidamente por la palabra puede remitir a nosotros mismos o
nuestra organización, pero no al Dios de Jesucristo.
8.6.8. La acción caritativa-social, al ser expresión de la fe que obra por
la caridad no es estrategia pastoral o misionera, pero si es llamada a la
conversión e invitación a formar parte de la Comunidad1236
En la vida de las primeras comunidades cristianas la puesta en común de
los bienes es presentada como el ideal a conseguir1237. La concepción de la
Iglesia como una familia y el reconocimiento recíproco de todos los
bautizados como hermanos, constituía el presupuesto para que nadie
considerara cosa alguna como propiedad particular. La experiencia de fe,
que debía ser celebrada en común, implicaba la participación en los bienes
de este mundo, es decir, la experiencia salvífica debía conducir a un modo
concreto del ejercicio de la caridad: “La fe que actúa por la caridad” (Gal
5,6); una fe como experiencia de un amor que se regala porque previamente
se ha recibido gratuitamente.
El testimonio de la caridad no es por ello estrategia pastoral o técnica
misionera; es expresión espontánea de la fe, que no puede más que obrar
por la caridad. Pero, por ello, es interpelación y llamada a la conversión,
disposición a la acogida, invitación a los de fuera para que se integren en un
nuevo estilo de vida capaz de renovar a las personas y las estructuras
sociales1238.
La acción evangelizadora traspasada por el amor ha de despertar el
deseo de encontrarnos con Jesucristo. Este deseo, que nace de lo que se ha
visto, oído y experimentado, debe penetrar en los propios deseos e intereses
1234
Cf. PF 10.
Cf. VD 98.
1236
Cf. E. BUENO DE LA FUENTE, La Teología y el testimonio de la caridad, en: Cor
XIII 100 (2001) 78-81.
1237
Cf. Hch 2, 44-46.
1238
Cf. CU02.
1235
370
de la propia persona a fin de poder llegar al reconocimiento de una
Presencia amorosa que des-centra, atrae y pone en actitud de búsqueda y
respuesta a su llamada1239.
La acción caritativa-social permite de esta manera iniciar un proceso
evangelizador de la fe que hoy puede inducir a reconocer, acoger y
consentir al Dios de Jesucristo, dando voz a la silenciosa presencia de Dios
en nuestras vidas, llegando a la verdad de nosotros mismos, propiciando un
despliegue de conversión personal y de compromiso comunitario y liberador
de los excluidos que conlleva la invitación a quien se encuentra fuera de la
Comunidad a que abra su corazón a Cristo y entre a formar parte de la
misma1240.
8.6.9. La caridad también es camino evangélico hacia la fe
No hay más Dios que el Dios que ama, y por ser su imagen, no hay más
hombre auténtico que el que se instala y cobija en ese amor y permanece en
él como en una morada de donde saca su fuerza, su vida y su sentido. Para
la comunidad cristiana y para el cristiano, el centro nuclear desde el que
mana su inteligibilidad religiosa y desde el que deben nacer todas sus
manifestaciones cristianas, es el amor1241.
Pero, para “ser amor” como “Dios es amor”, no basta con proclamarlo
para que “todo oído lo oiga”, sino que es necesario expresarlo
vivencialmente y, para ello, debemos seguir lo que alguno ha denominado
escala de realización del amor1242: no se puede amar a Dios sin amar al
prójimo1243, y no se puede amar al prójimo sin amar al pobre1244. La
verificación del amor a Dios se patentiza en el amor al hermano y
especialmente al necesitado y así amándolo se autentifica el amor a Dios. El
amor a Dios, es diferente del amor al hombre pero se encuentran
1239
Cf. J.M. VELASCO, La experiencia cristiana de Dios (Madrid 1995) 19-37.
Cf. F. MAYA, Evangelización, 64. Ya nos lo dicen los obispos españoles refiriéndose a
la diaconía de la caridad y evangelización: “No significa replegamiento de la Iglesia en
posturas espiritualistas o desencarnadas, sino que busca la conversión del corazón y con
ello la transformación de la vida personal y, a partir de ella, el compromiso y el trabajo para
la transformación de la vida real según las exigencias del Evangelio, con especial atención
de los pobres y de los más débiles” (CVI Introducción doctrinal).
1241
Cf. ECHARREN, Cáritas, 181.
1242
Cf. Ibid., 186.
1243
Cf. 1Jn 5, 20.
1244
Cf. Mt 25, 31-46.
1240
371
inseparablemente unidos en Jesucristo. Por ello, Él es la clave hermenéutica
y clarificadora de esta escala de amor, de la vivencia existencial del Amor.
Pero Dios está en los creyentes no para establecer una relación cerrada
con ellos –ya que una relación de amor que se realiza así dejaría de serlo–
sino como encarnación visible para los otros de lo que Dios quiere para toda
la Humanidad1245. De aquí nace la misión de la Iglesia de anunciar la Buena
Noticia de Jesucristo, que es liberación de todo lo que oprime al hombre1246,
dando a conocer un Dios amor. Y esto lo hace la Iglesia si es acogedora y
compasiva “proyectándonos hacia la práctica de un amor activo y concreto
con cada ser humano” (NMI 49). Por eso, la acción caritativo-social de la
Iglesia, se convierte en elemento imprescindible de la evangelización1247,
siendo la “primera e insustituible forma de la misión” (RM 42).
Y este amor al prójimo que no busca el propio interés sino el bien del
hermano y la liberación de sus sufrimientos, es el signo distintivo y la nota
característica de la Iglesia, que hace que las personas la perciban de una
manera inmediata como sacramento de comunión de los hombres con Dios
y entre ellos1248. La Iglesia se ha difundido siempre gracias al testimonio del
amor mutuo de sus fieles y al servicio de la caridad. Aquí reside el secreto
de la fecundidad apostólica de la acción misionera que, traspasando
fronteras e inculturándose, llega a los pueblos y se extiende hasta los
confines del mundo. Será siempre la caridad la que dará nueva vitalidad y
fuerza misionera a nuestra Iglesia1249.
1245
Cf. CAMACHO, Lucha, 131.
Cf. EN 9.
1247
Cf. MAYA, Evangelización, 65.
1248
Aquí se nos plantea la pregunta: ¿qué es lo que posibilita la percepción del amor de
Dios? Indudablemente si Dios quiere mostrar el amor que ha tenido al mundo, es preciso
que ese amor sea cognoscible para el mundo. Y esta es la misión de su Iglesia, que debe
testimoniar el amor de su Señor; ya que el amor, en su realidad, sólo puede ser conocido
por el amor. Sin embargo, tal como nos dice H.U.v. Balthasar, la iniciativa siempre en esta
dinámica amorosa es de Dios, no sólo en su comunidad de creyentes, sino en cualquier
persona: la percepción del sujeto por medio de la cual se capacita para conocer el objeto de
la revelación es, para cada persona, aquella disposición que se puede designar por la
trilogía fe-esperanza-caridad, que debe preexistir, al menos incoativamente, en todo primer
encuentro auténtico, y que puede existir en la medida en que es el amor de Dios; amor que
ya es Gracia y que lleva en sí necesariamente las condiciones de su propia cognoscibilidad:
Cf. H.U.v. BALTHASAR, Sólo el amor es digno de fe (Salamanca 1999) 67-68.
1249
Cf. MADRUGA, o.c., 80-82.
1246
372
La comunidad cristiana no tiene sentido más que cuando se hace
testimonio del Amor1250. La evangelización es siempre irradiación,
comunicación de la experiencia amorosa de salvación que vive la
comunidad cristiana. Por eso, la Iglesia evangeliza a su vez anunciando y
viviendo la caridad fraterna en una sociedad donde las relaciones que
imperan son, con frecuencia, utilitaristas, interesadas e incluso opresivas; y
donde van en aumento el individualismo y la exclusión1251.
La caridad cristiana posee en sí misma una gran fuerza evangelizadora,
en la medida que sabe hacerse signo y transparencia del amor de Dios. Abre
mentes y corazones y tendrá como fin no sólo las necesidades materiales y
el bienestar temporal de aquel que ha sido alcanzado por ella, por su signo
tangible, sino la totalidad de la persona, ya que, a través del compromiso
concreto del servicio, se abre el camino para descubrir el amor infinito de
Dios Padre. “La promoción humana y la atención a los desvalidos desde la
caridad es evangelizar” (C 66).
Por ello, el primer signo que debe ofrecer la Iglesia, es el signo de lo que
ella es: una comunidad de amor fraterno que se presenta ante el género
humano como una expresión provisional y no plena del Reino de Dios1252.
El problema pastoral está en cómo visualizar en este mundo y en esta
sociedad el amor de Dios al hombre y particularmente al pobre. El signo por
excelencia del amor de Dios presente en la comunidad cristiana será el amor
a los pobres, que la Iglesia deberá hacer visible a través de su acción
caritativo-social, dando así testimonio ante la sociedad del amor fraterno y
solidario1253.
Es indispensable, pues, dar testimonio de lo que se anuncia mediante la
práctica de la caridad fraterna con los excluidos y marginados. Esta acción
es parte esencial del proceso evangelizador como visibilidad, garantía y
fuerza convincente de lo que se proclama y vive1254. La gente no cree en el
mensaje ni en los principios que lo sustentan cuando estos no están
acreditados por el testimonio auténtico del servicio de amor1255.
1250
La caridad es la más grande y eficaz presentación de la Buena Nueva del Reino: “El
anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido
o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos
somete cada día. La caridad de las obras, corrobora la caridad de las palabras” (NMI 50).
1251
Cf. ECHARREN, Cáritas, 188-189.
1252
Cf. Ibid., 192.
1253
Cf. Ibid., 194-195.
1254
Cf. DUQUE, Iglesia, 247.
1255
Cf. PRAT, Antropología, 104.
373
Hay que ofrecer a la sociedad el testimonio de una vida fundada en el
compromiso total con los demás, como expresión del amor que viene de
Dios y actuar consecuentemente como promotores de un desarrollo
verdaderamente humano. Esto nos hará hombres y mujeres solidarios que,
siguiendo las huellas de Cristo, asuman como proyecto y estilo de vida la
opción preferencial por los pobres como signo de verificación del
seguimiento de Cristo1256 y de fidelidad a la Iglesia en su condición de
“Iglesia de los pobres”1257.
Sólo una Iglesia que se acerca a los pobres y a los oprimidos y se pone a
su lado y de su lado, lucha y trabaja por su liberación, por su dignidad y por
su bienestar, puede dar testimonio coherente y convincente del mensaje
evangélico1258. Cuando la Iglesia y los cristianos han vivido o viven con
entrañas de misericordia, preocupados y entregados a los pobres,
desprendiéndose de las riquezas propias para remediar la indigencia, han
florecido y florecen los santos, los grandes misioneros, los carismas de toda
clase, la alegría espiritual y la caridad, la paz y la esperanza, y el Evangelio
era y es más y mejor anunciado, y generalmente más creíble y más
creído1259. “La Iglesia es consciente de que su mensaje social se hará creíble
por el testimonio de sus obras antes que por su coherencia y lógica internas.
De esta conciencia deriva también su opción preferencial por los pobres”
(CA 57). La Iglesia sólo será creíble en nuestro mundo contemporáneo y en
el futuro, si ama incondicionalmente1260.
El ejercicio de la caridad es, pues, explicación narrativa y vital del
misterio de Dios, haciéndonoslo cercano y creíble. El testimonio de la
caridad entra así, en el ámbito de lo teológico y no se queda sólo en el nivel
de las exigencias ético-morales1261.
Pero si la caridad tiene una dimensión teológica, posee también una
dimensión cristológica como explicación, a través de la praxis amorosa con
los desfavorecidos, del misterio de Cristo1262: si actuamos iluminados por la
1256
La comunidad cristiana –y los creyentes en ella– serán expresión de Jesucristo en la
medida en que respondan de manera sociológicamente significativa y evangélicamente
profética a la situación de pobreza y exclusión social injustamente impuesta a los pobres e
injustamente padecida por ellos: Cf. IBÁÑEZ, o.c., 281.
1257
Para todo el párrafo: Cf. DUQUE, Iglesia, 277-278.
1258
Cf. IP 10.
1259
Cf. IP 27.
1260
Cf. PRAT, Antropología, 91; F. FELIPE, Experiencia de Dios y servicio al mundo, en:
RAT 8 (1998) 31-32.
1261
Cf. JARAMILLO, Social, 133.
1262
Cf. NMI 49; Mt 25, 31-46.
374
caridad de Jesucristo y conformados con Él, nos vemos impelidos y
lanzados a la instauración del Reino de Dios y a mostrar al mundo a Cristo
en el ejercicio de la caridad1263.
Amar a los pobres con Cristo, desde Cristo es ser mediadores del amor
de Dios. Como siempre lo hizo, Dios llega hoy a los pobres a través de
alguien. Llegó de una manera definitiva por medio de Jesucristo y llega de
una manera continuada hoy a través de quienes, en Jesucristo, son hijos y
hermanos1264. Cristo infundiendo su Espíritu y cambiando los corazones de
los hombres y mujeres del mundo instaura el Reino de Dios que hace
posible una nueva convivencia en la justicia, en la fraternidad, en la
solidaridad y el compartir. Toda persona puede continuar la obra de Jesús de
Nazaret con la ayuda de su Espíritu: hacer justicia a los pobres, liberar a los
oprimidos, consolar a los afligidos, buscar un nuevo orden social en el que
se ofrezcan soluciones adecuadas a la pobreza material y se contrarresten las
fuerzas que obstaculizan los intentos de los más débiles para liberarse de la
condición de miseria y esclavitud. Entonces se hace presente el Reino de
Dios y el Dios de Jesucristo1265.
El anuncio de la Buena Nueva del Reino exige hacerlo ya realidad entre
nosotros para todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo, especialmente
para los más pobres y necesitados. Estamos llamados a producir signos
reales de presencia del amor de Dios: obrando así invitamos a la fe1266. El
testimonio del amor es la mejor manera de comunicar la fe a otros y
también la mejor forma de descubrir la acción transformadora del Espíritu
de Dios en el corazón de los que realizan el ejercicio de la caridad1267.
El Espíritu hace que nuestro amor a los hermanos sea teologal, que hable
de Dios, que diga cómo y quién es Él. De ahí su fuerte impacto testimonial
y su fuerza para suscitar la fe1268.
Unos de los elementos más críticos para la fe hoy es la mediación
eclesial. De ahí que al amor por los que no cuentan, por los últimos, como
1263
Cf. C 58.
Cf. JARAMILLO, Espíritu, 78.
1265
Cf. C 325.
1266
Cf. JARAMILLO, Social, 131.
1267
Cf. PRAT, Antropología, 289.
1268
Cf. JARAMILLO, Espíritu, 178. Así lo afirma J. Flaquer: “No pocos han llegado a la
fe después de practicar la justicia al lado de personas profundamente creyentes como
ciertos misioneros que entregan su vida a tareas sociales en remotos lugares del Tercer
Mundo” (J. FLAQUER, Una mística de ojos abiertos, en: AA.VV., ¿Qué creo? ¿Cómo
creo? ¿Por qué creo? [Barcelona 2008] 40).
1264
375
signo de la gratuidad del amor de Dios y del amor igualmente gratuito de
los cristianos, tiene que significarse, visibilizarse, hacerse creíble desde la
comunidad, mostrándole al mundo los caminos del amor, la solidaridad, la
justicia, la fraternidad, la reconciliación, y se deben mostrar con signos que
el mundo pueda comprender1269.
Este esfuerzo por la fraternidad y solidaridad con los excluidos y
necesitados, hecho en nombre y con el Espíritu de Dios, será nuestra mejor
respuesta a quienes piensan que Dios es una palabra vacía o una esperanza
ilusoria1270. La acción caritativo-social es como el sacramento para los no
creyentes: así como los sacramentos de la fe manifiestan la presencia
salvífica de Cristo dentro de la comunidad de los creyentes, el ejercicio de
la caridad es como el sacramento para los no creyentes1271.
Si el divorcio entre fe y vida de los creyentes es una de las causas del
ateísmo contemporáneo, la coherencia entre fe y vida de aquellos es la
primera puerta abierta a la credibilidad de la fe. La vida en el amor da
cuerpo a la fe, la entraña, la verifica: la fe se verifica en el amor1272.
Para evangelizar la sociedad y la cultura de hoy, es necesario dar
testimonio a la vez de Jesucristo y del compromiso por la justicia y el amor
que brota de la fe. La mentalidad actual de nuestra sociedad secular, antes
que plantearse la credibilidad de un mensaje, observa y exige la credibilidad
de los mensajeros1273.
Tal como hemos reflexionado hasta aquí, podemos decir sin miedo a
equivocarnos que el ejercicio de la caridad, radicado en Cristo, ha de
despertar no sólo en quién lo recibe sino en quien lo realiza, el deseo de
encontrarse con Aquel que es el Amor1274.
Este deseo que nace de la praxis y de lo experimentado en ella, debe
profundizar en el propio ser de cada persona para que, transformando los
propios intereses personales, éstos se conviertan en los de Él y en los del
prójimo, a fin de que así quede en cada uno de nosotros el suficiente espacio
interior para que podemos albergar en él el reconocimiento de esa Presencia
amorosa que atrae y descentra y nos pone en camino hacia el Otro, los otros
1269
Cf. ECHARREN, Cáritas, 200-201.
Cf. TDV 60.
1271
Cf. IP 110.
1272
Cf. JARAMILLO, Espíritu, 79.
1273
Cf. PTVA 11; PF 14.
1274
Cf. A 36-37.
1270
376
y el mundo, con una actitud de búsqueda y de respuesta afirmativa a su
llamada en el amor1275.
Es verdad, que tal como nos dice Juan Pablo II, a veces no es el
imperativo cristiano del amor lo que motiva la intervención a favor de los
demás, sino una compasión natural. Pero quien asiste a los necesitados –nos
sigue diciendo– goza siempre de la benevolencia de Dios1276. Para aquellos
creyentes que se encuentran alejados de la vivencia cristiana, así como para
los no creyentes, el servicio a los pobres puede ser un camino providencial
para encontrase con Cristo, porque el Señor recompensa con creces cada
don hecho al prójimo1277.
Ya lo dicen también nuestros obispos: “La solidaridad (…) es la mejor
disposición que puede ofrecer el hombre, aparte de la fe, para recibir el
bautismo de fuego y de Espíritu”1278.
El ejercicio de la caridad nos puede inducir, pues, a reconocer y acoger
al Dios revelado por Jesucristo, dando voz en nuestras vidas a su silenciosa
presencia, haciéndonos llegar a la verdad de nosotros mismos, propiciando
un despliegue de conversión personal y de camino iniciático a la fe o de
maduración de la misma1279.
Este proceso nos ayudará con seguridad a conocer a Dios, recibirlo y
abandonarnos en Él, haciendo que sintamos la felicidad ante ese encuentro
que llena y da sentido a nuestra existencia, permitiéndonos que mostremos
su rostro bondadoso, tierno y misericordioso, al mundo entero1280, y
1275
Cf. VELASCO, o.c., 19-37; J. RATZINGER, Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la
Transfiguración (Madrid 2011) 212.
1276
Cf. Mensaje 5.
1277
Cf. CCA 40. Esta afirmación tiene una base muy real, así nos dice J.P. Cordes, Expresidente del Pontificio Consejo “Cor unum”, recogiendo un testimonio de Jean Vanier,
fundador de Arche, y una de las personas con mayor experiencia en la supervisión y
acompañamiento de voluntarios: “Cualquiera que sea la motivación que lleve a los
voluntarios a trabajar con Arche, el hecho de encontrarse con los más desfavorecidos deja
una huella imborrable en sus corazones; su forma de ver al hombre, a la sociedad y al
mundo cambia, casi todos redescubren su fe de la infancia; estoy sorprendido por la
cantidad de gente joven que ha descubierto a Jesús en los pobres” (P.J. CORDES, ¿Qué
hace “cristiana” a la caridad?, en: Cor XIII 100 [2001] 237).
1278
CEPS, Comunicado en el día de la Caridad en la festividad de Corpus Christi (Madrid
1998). Este documento se citará como MCC98.
1279
Cf. MAYA, Evangelización, 64.
1280
Cf. Ibid., 63, 65.
377
desarrollando acciones significativas caritativo-liberadoras que hagan
desear al hombre y a la mujer de hoy esa vida de Dios que viene de Él1281.
Se trata en definitiva, de seguir a Jesús de Nazaret, que poniéndose al
lado de los pobres, manifestó el verdadero rostro de Dios; y de hacer este
seguimiento junto a otros, ya que Él buscó no sólo la respuesta individual,
sino sobre todo la comunitaria de un grupo de seguidores radicales de su
estilo de vida y de su enseñanza, que viviendo en comunidad los valores del
Reino de Dios, fueran alternativa al mundo injusto, para ser signo eficaz,
interpelador y atractivo, del amor gratuito y sin límites de Dios al género
humano1282.
Debemos optar pues por una Iglesia servidora de la humanidad, que
como Jesús ante el dolor del mundo, prefiere arrodillarse a “lavar los pies”
de todas las personas, de todos los necesitados y de una manera especial a
dar una respuesta a las carencias de los pobres y de los necesitados1283. El
camino futuro de la Iglesia, no puede ser otro que el de ofrecer la Buena
Noticia del amor de Dios a todos y, especialmente, a los pobres de la tierra
mediante la oferta sincera y concreta del amor, tal y como Cristo lo hizo1284.
La ternura de Dios es la que nos hace capaces de vivir en el amor, que
como tal, se convierte en servicio. Esta actitud del amor es el resumen y la
cumbre de todas las actitudes1285. La caridad y el ejercicio de la misma que
cura el dolor en nuestra sociedad y el mundo entero –lavar los pies– es la
imagen del horizonte de la fe, el camino de la fe, que nos abre a una vida
esperanzada en el amor a los hermanos y en el Amor de Dios.
8.7. Cáritas evangeliza anunciado y viviendo la caridad fraterna
8.7.1. Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es
evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio
Cáritas es expresión del amor fraterno de la comunidad, especialmente
hacia los más pobres, que son los primeros destinatarios del Reino. Así la
acción de Cáritas es evangelizadora al mostrar el designio de Dios: la
fraternidad. También lo es porque lleva en su seno y en su acción el
1281
Cf. OBISPOS DE NAVARRA Y PAIS VASCO, Transmitir hoy la fe. Carta Pastoral
de Cuaresma. Pascua de Resurrección de 2001 (Bilbao 2001) nº 3. Este documento se
citará como ONPV01.
1282
Cf. ALEGRE, o.c., 177.
1283
Cf. PRAT, Antropología, 258.
1284
Cf. Ibid., 34.
1285
Cf. Ibid., 283.
378
contenido esencial del Evangelio: el amor a los pobres1286. La diaconía de
Cáritas es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización,
cuando sirve y ama al necesitado.
Es necesario exponer aquí, que nos encontramos en un punto crucial de
la relación servicio caritativo-evangelización.
Hemos podido ir desentrañando que el testimonio de la actividad
caritativa-social es evangelizadora por si misma –siempre que remita a
Jesucristo– y que puede poner en un proceso de conversión a la persona no
creyente, sea pobre o no, llevándolos como nos decía la EN, a incorporarse
a la comunidad eclesial.
Sin embargo, el propio hacer caritativo-social, de Cáritas, evangeliza a
los pobres, aunque en estos no provoque un proceso de incorporación a la
comunidad eclesial. Es lo que de una manera muy lúcida y acertada T.
Catalá denomina: “Cristificar a las criaturas”1287.
Este autor parte de su experiencia en contextos de pobreza, en nuestro
primer mundo en los que ha habido una fractura de la simbólica cristiana y
la ruptura con el sistema de creencias cristiano-religiosas, que hace
prácticamente imposible la evangelización en el sentido corriente de la
expresión.
Constatamos todos los que estamos implicados en el ejercicio de la
caridad eclesial, que los contextos de pobreza y marginación de nuestro
primer mundo no son creyentes a diferencia de los del tercer mundo; nos
hallamos pues ante una realidad en la que muchas veces no cabe la Palabra
explícita, porque nos encontramos en otro código cultural-existencial1288.
¿Qué hacer? Como siempre, debemos volver la mirada hacia Jesús de
Nazaret: Él ve a las personas de su tiempo como lugar –que no medio–
inmediato para percibir a Dios, lo que supone en Jesús que nunca las utiliza
en su propio provecho: nunca cura y alivia el sufrimiento para tener
seguidores, no fomenta clientelismo, su itinerancia es pura desinstalación.
La cruz, vuelve a ser momento privilegiado de sabiduría y clave
hermenéutica de lo que estamos tratando: “La cruz es la radicalización de
una percepción de Dios que no exige méritos ni necesita mediadores
1286
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 30.
En esta reflexión vamos a seguir el artículo: T. CATALÁ, Pastoral en contextos de
cuarto mundo: cristificar a las criaturas, en: Cor XIII 135 (2010) 189-201. Este trabajo se
citará como Contextos; y también seguiremos del mismo autor: CATALÁ, Salgamos, 103124.
1288
CATALÁ, Contextos, 198. Cf. CATALÁ, Salgamos 117.
1287
379
interesados. El abandono de los suyos es consecuencia de un seguimiento
que no ha dado beneficios: ni primeros puestos en el Reino, ni tan siquiera
la posibilidad de administrar las nuevas mediaciones alternativas que podían
esperar de Jesús como un hacedor de milagros. Este momento es de
depuración radical de la percepción de Dios: sólo en la medida en que las
criaturas nos importen por sí mismas y no porque nos reporten beneficio,
por santo y bueno que sea, habrá evangelización, se generan espacios de
Buena Noticia”1289.
Por tanto, en la evangelización, debemos tener en cuenta, que las
personas que tenemos delante, son criaturas de Dios, no las hacemos
nosotros criaturas de Dios, son hijas e hijos de Dios aunque no se adhieran a
la comunidad cristiana. Por ello evangelizar, no es sólo ingresar en la
Comunidad, sino también, cuidar a las criaturas y aliviarlas desde la
compasión gratuita; cuando las personas perciben esto, muchas empiezan a
hacerse cristianas. “Cristificar a las criaturas, más que cristianizar, en
nuestra cultura, consiste en que empiecen a notar que valen la pena y que se
las toma en serio, no como posibles objetos para otras cosas. En un mundo
tan interesado, sólo el desinterés puede ser evangelizador”1290.
Evangelizar en estos contextos es aliviar el sufrimiento y crear espacios
en los que emerja la dignidad expoliada. Cuando Cáritas, en los ambientes
de exclusión y marginación, intenta recomponer vidas rotas, está haciendo
que aflore la dignidad, que hombres y mujeres que son hijos de Dios se
descubran como tales.
Por eso, Catalá, afirma: “Antes de llegar a la Palabra explícita hay
mucha tarea, muchísima por hacer. Hay que acoger, cuidar, crear dinámicas
de dignificación personal, fomentar contextos en los que se pueda llegar a
poseer la palabra, también conseguir el pan de cada día, querer y esto son
prácticas del Reino. Estamos demasiado condicionados por una concepción
evangelizadora catequética y doctrinal, y como queda dicho, en los
contextos en los que no se puede pronunciar la palabra siempre queda el
gesto”1291.
Es necesario generar procesos en el que los empobrecidos van
experimentando que todo lo que van viendo les lleva a ser un poco mas
felices y solo desde ahí pueden sentir que la felicidad que experimenta no la
da el mundo.
1289
Cf. CATALÁ, Salgamos, 103; 109.
CATALÁ, Contextos, 197. Cf. CATALÁ, Salgamos, 113-115.
1291
CATALÁ, Contextos, 201. Cf. CATALÁ, Salgamos, 123.
1290
380
Analicemos detenidamente los datos que aporta nuestra encuesta, a todo
lo que venimos afirmando.
En primer lugar, la actividad de Cáritas con los empobrecidos ¿ha
aliviado su sufrimiento y ha contribuido a mejorar su vida? ¿les ha ayudado
a reencontrarse con su dignidad velada, pero nunca perdida? Un 86 %
responden, que “mucho-muchísimo”, un 8 % que “regular” y un 6 % dicen
que “algo”. Nadie responde "poco" o "nada". Nos encontramos, pues, ante
una respuesta mayoritaria y afirmativa de los usuarios de Cáritas, que
consideran sin duda, que Cáritas ha mejorado su vida.
Pero ¿estamos ante un proceso evangelizador? Si atendemos al hecho de
“inserción en la comunidad eclesial” como momento conclusivo del proceso
evangelizador los datos podrían ser desalentadores: para un 29 % de los
empobrecidos, la actividad de Cáritas ha supuesto un acercamiento a la
Iglesia Católica y solo a un 16 % de los mismos les ha hecho integrarse en
algún grupo parroquial. Otro 16 %, declaran que le ha animado a ir más a la
Eucaristía dominical y a un 6 % les ha movido a recibir algún sacramento.
Sin embargo, hay otros dos aspectos sobre los que debemos reflexionar.
El primero, se refiere a lo que manifiesta Cáritas en su modelo de acción
social, cuando afirma que sus procesos de acompañamiento han de provocar
las preguntas acerca del sentido y que deben ayudar a recuperar el
sentimiento de religación y experiencia trascendente1292.
Con respecto a esto, en nuestra encuesta, cuando se pregunta a los
usuarios de la Institución sobre los interrogantes existenciales que suscita en
ellos la actividad de los voluntarios de Cáritas; el 60 % se sienten
interpelados “mucho-muchísimo” por dicho servicio, el 24 % “bastante”, y
sólo “algo” o “poco” el 16 %.
Si la pregunta se refiere a si la actividad de Cáritas y la de sus
voluntarios hace que el empobrecido se plantee preguntas sobre la religión,
la trascendencia: un 22 % responden afirmativamente que “muchomuchísimo", un 27 % “regular”, un 22 % “algo” y un 29 % “poco”. Si
además tenemos en cuenta que de los encuestados un 30 % pertenecen a
otra religión diferente a la Católica, en concreto profesaban la religión
islámica, un nuevo cálculo haría subir el porcentaje de los que responden
afirmativamente “mucho-muchísimo”, a un 31 %.
El segundo aspecto, acerca de la llamada que se produce en el interior de
la persona atendida por Cáritas, que lo mueve a ayudar a quien nada posee,
1292
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 33.
381
el 78 % responden que “mucho-muchísimo”, el 12 % que “regular” y “algo”
o “poco” el 10 %. Un sentimiento que toma cuerpo y se hace real cuando se
les pregunta si se han integrado en algún grupo de ayuda a los necesitados,
respondiendo afirmativamente un 38 % y ocasionalmente (regular) un 14 %.
Podemos concluir, que se cumple lo que anunciaba T. Catalá: cuando
Cáritas intenta recomponer vidas rotas, los empobrecidos son evangelizados
y empiezan ha hacerse cristianos. Se insertan en el proceso evangelizador y
sufren un proceso de conversión progresivo: el 86 % ven mejorada su vida;
el 78 % piensan en ayudar a “otros”; al 60 % la actividad de Cáritas hacen
que se planteen interrogantes sobre el sentido; el 38 % de los usuarios se
incorporan a un grupo de ayuda a los demás; el 29 % se acercan a la Iglesia
Católica; el 22 % de los mismos se plantean preguntas sobre la religión y el
sentido trascendente de la vida; el 16 % acuden con más frecuencia a
participar en la Eucaristía dominical; otro 16 % se integran en la comunidad
parroquial; y un 6 % piden la recepción de algún sacramento.
Por ello, y tal como ha quedado patente en las respuestas de los
atendidos por la Institución, Cáritas cuando ama y sirve a los empobrecidos
forma parte del ministerio de evangelización de la Iglesia.
“Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los
mismos pobres son también agentes de evangelización” (VD 107).
Esto se debe sin duda a que en la persona del marginado y excluido hay
una especial presencia de Cristo1293, por eso, el hecho evangelizador
también surge del que sufre, con sus carencias y potencialidades1294. “Los
pobres interpelan constantemente a la comunidad eclesial invitándola a
dejarse convertir y evangelizar ella misma. La comunidad «oyente de la
Palabra» debe ser también oyente de la Palabra que habla en y a través de
los pobres”1295. Los desvalidos son los destinatarios del Reino. Su existencia
denuncia que la fraternidad humana está fracturada y por ello su presencia
es una llamada y provocación para la conversión de todos los miembros de
la comunidad eclesial.
En su situación de indigencia, nos muestran muchas veces como
comparten y ponen en común lo poco que poseen, distribuyendo según las
necesidades de cada uno. Esto supone toda una interpelación –a la sociedad
y a la propia Iglesia y Cáritas– a una forma de ser comunidad1296.
1293
Cf. Mt 25, 31-46.
Cf. LF 57.
1295
CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 108.
1296
Cf. ABRIL, RMA10, 16-17.
1294
382
No me resisto en este momento a plasmar el testimonio de dos
creyentes, que como muchos otros, han sido evangelizados por los pobres,
no de una manera conceptual o intelectual, sino cuando han servido junto a
los empobrecidos, cuando han encarnado y expresado su amor con los
marginados.
Así nos narra su experiencia F.J. Vitoria: “Me resultó imprescindible
confrontar mi fe con los pobres, Vicarios de Cristo. Necesité dejar que las
víctimas tomarán la palabra para escuchar el eco menguante de los gemidos
de Dios. Esta confrontación me ha puesto en contacto de manera nueva con
la sabiduría de la cruz y el poder del Crucificado (Cf. 1Cor 1, 22-24). La
«memoria de la pasión y resurrección de Cristo» me permitió reactualizar en
mi vida cristiana el dolor del mundo como dolor de Dios. Este
desvelamiento del Espíritu (Cf. Jn 14,26), el de la permanente presencia
anonadada de Dios en la historia, supuso un giro copernicano en mi
imaginario y praxis creyente”1297.
Y dice otro testigo: “En la cárcel aprendes a dejar de mirarte a ti mismo,
a salir de tu cómoda instalación espiritual y humana, para centrarte mejor en
el Dios que se revela desde las entrañas de los presos. La cárcel es un lugar
que la presencia de Dios y del hombre hace sagrado”1298 “Llevando a cabo
el amor al prójimo descubres y amas a Dios. Entonces tendrás la vida. El
amor a Dios y al prójimo van unidos para tener vida, para alcanzar la vida
eterna”1299.
En la encuesta que hemos realizado a los trabajadores y voluntarios de la
Institución, debido al contacto y la relación que establecen con los
necesitados, hace que un 80 % afirmen rotundamente que este servicio
caritativo mantiene y aumenta su fe y el sentido de pertenencia a la Iglesia,
es decir, son evangelizados por aquellas personas a las que están sirviendo.
Todo lo expuesto hasta aquí, nos indica que Cáritas evangeliza cuando
ama y sirve a los empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo
acto de amor y servicio: porque Cristo está presente en los voluntarios de
Cáritas, que obran "in persona Christi"1300, que lo hacen actual en el acto
oblativo de amor hacia los excluidos, y también en los pobres se realiza una
1297
F.J. VITORIA, Dios es bueno y hay que hacer algo, en: AA.VV., ¿Qué creo? ¿Cómo
creo? ¿Porqué creo? (Barcelona 2008) 72.
1298
S. VALERO, Estaba en la cárcel y fuisteis a verme (Mt 25,36), en: Cor XIII 135 (2010)
184.
1299
Ibid., 188.
1300
H. POMPEY, Fundamentos bíblicos y teológicos de la actividad caritativa, en:
AA.VV., CUCM99, 125.
383
especial presencia de Jesucristo tal como Él nos lo ha revelado1301. Por ello,
en ese encuentro se produce la doble presencia sacramental de Cristo, en el
usuario y en el agente de Cáritas, y consecuentemente surge una especial
concentración cristológica vivencial amorosa que lo manifiesta y actualiza
ante el mundo que así es evangelizado, porque el contenido esencial de la
evangelización es Cristo mismo.
8.7.2. Cáritas evangeliza cuando muestra el designio de Dios que es el
amor fraterno, vivido en su seno e irradiándolo hacia el mundo
Cáritas nace del amor del Señor y forma con Él una unidad de vida y
misión; en esta dinámica de amor que se extiende de forma natural hacia los
marginados, se teje la comunidad eclesial que brota del servicio y desarrolla
su identidad en el servicio al pobre.
Cáritas y la comunidad cristiana no tienen sentido más que cuando se
convierten en testimonio del amor fraterno que siempre quiso Dios para sus
criaturas. Cuando provocan la admiración y la conversión porque ven como
se aman1302 y como se ama a todos, especialmente a los más necesitados1303.
La evangelización es siempre irradiación comunicación de la
experiencia de salvación que vive la comunidad cristiana; por eso, la Iglesia
y su ser diaconal Cáritas, evangeliza a su vez, anunciando y viviendo la
caridad fraterna1304 en una sociedad donde las relaciones son, con
frecuencia, utilitarias, interesadas, competitivas e incluso opresoras y donde
va aumentando el individualismo, el consumismo, la corrupción, la
violencia, la ostentación, la insolidaridad y la exclusión social de las
personas.
Cáritas expresa el amor de Dios viviendo en su seno la comunión
fraterna que sustenta y envía a la misión –servicio a los desheredados del
mundo– y ante todo, siendo un cauce eclesial privilegiado y concreto de la
koinonía y diaconía con los más pobres y, por tanto, contribuye ya de modo
eficaz al proceso evangelizador del pueblo de Dios en la historia1305.
La Iglesia y Cáritas serán evangelizadoras en la medida que transparente
unas comunidades en las que la vida sea compartir en todos los niveles de
1301
Cf. Mt 25, 31-46.
Cf. Jn 13, 34-35.
1303
Cf. Mt 25, 31-46.
1304
Cf. CIUC 1.
1305
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 109.
1302
384
las relaciones humanas: la comunión de bienes materiales y espirituales, es
verdadero indicador de la realidad de la comunión eclesial. En este sentido
hay que pensar que todo crecimiento en fraternidad, igualdad y verdadera
corresponsabilidad en el interior de la comunidad cristiana, –de la propia
Cáritas– significa una mayor profundización en la comunión y,
consiguientemente, en su capacidad evangelizadora.
En el anterior apartado ha quedado confirmado que la actividad de
Cáritas que muestra el designio de Dios que es el amor fraterno de la
comunidad cristiana irradiado hacia el mundo, contribuía a la
evangelización de los marginados y excluidos atendidos por la Institución y
a sus propios agentes.
Sin embargo, sería oportuno reflexionar sobre cuál es su capacidad
evangelizadora en otro tipo de población, o dicho de otra forma, de qué
manera real incide la labor de Cáritas en el proceso de conversión del no
creyente que no es asistido por ella; nos referimos a los no creyentes que no
son usuarios de la Institución.
En un principio los datos que muestran nuestra encuesta son muy
desalentadores: la actividad de Cáritas hace que un pequeño porcentaje de
personas se pregunten por qué hacen esa labor los voluntarios: “muchomuchísimo” el 5,47 % y “regular” el 13,28 %, al resto prácticamente no les
crea interrogantes.
En este grupo, la labor caritativo-social de la Institución no hace que se
planteen preguntas sobre la religión, solo el 3,13 % responden que
“regular”; y se produce en ellos un acercamiento a la Iglesia Católica: un
1,56 % "regular” y un 3,13 % “algo”. Así mismo, no incita en ellos a que
participen de la vida sacramental de la Iglesia, ni a integrarse en la vida
parroquial.
La actividad de Cáritas sí que los mueve o hace que deseen ayudar a
quien nada posee: “mucho-muchísimo” a un 19,53 % y “regular” al 18 %;
aunque éstos, se acaban integrando efectivamente en algún grupo de ayuda
a los necesitados solo un 1,56 % “mucho-muchísimo” y “regular” otro 1,56
%; es decir, suscita la inquietud, pero no provoca que den el paso definitivo
a ayudar de una manera efectiva y real.
¿A qué se debe la poca incidencia que tiene la labor de Cáritas, en este
grupo poblacional, en lo referente a su evangelización? Seguramente puede
influir que aunque “Cáritas” muestra el amor fraterno irradiado al mundo,
especialmente hacia los más pobres, es necesario “tener ojos” para verlo,
tener una mirada de fe. Ven el amor e incluso les incita a darlo, pero no lo
385
asocian al amor del Dios de Jesucristo. No ven el fundamento de la caridad
cristiana que es lo que abre a la fe.
Quizá también incida que la gran mayoría desconocen, por una causa o
por otra, la actividad que lleva a cabo Cáritas: solo un 12,50 % conocen
“mucho-muy bien” la tarea de la Institución; aunque debemos tener en
cuenta, que el tratamiento estadístico de los datos no ha dejado claro este
punto: cuando comparamos al grupo de no creyentes que conoce la
actividad de Cáritas con el que no la conoce, el resultado nos dice que ese
conocimiento de la labor de la Institución no tiene incidencia sobre el
ingreso en la comunidad cristiana. Ahora bien, al ser una comparación
estadística entre dos grupos muy reducidos en el número de componentes,
16 frente a 69, esta conclusión debe ser recogida con muchísima cautela.
En este sentido parece ser, que si bien la actividad de Cáritas y su
conocimiento puede incidir sobre dimensiones del proceso evangelizador,
no lo hace precisamente sobre la adhesión e incorporación a la comunidad
de fe.
Todo esto habla en favor del testimonio explícito de Jesucristo que debe
llevar a cabo Cáritas, para que el no creyente descubra al Dios cristiano en
esa labor; y de la necesidad del anuncio explícito de Jesucristo para la
evangelización del no creyente.
8.7.3. Cáritas contribuye al proceso evangelizador animando a la
comunidad cristiana a vivir una real opción preferencial por los más pobres
y acogerlos en su seno
8.7.3.1. Es tarea primordial y prioritaria de Cáritas reavivar en la
comunidad eclesial su opción preferencial por los más débiles y oprimidos
El mensaje de vida de Jesús está destinado a todo el género humano a
ricos y pobres. Ayuda a la suegra de Pedro1306, a la hija de Jairo, jefe de la
sinagoga1307, al hijo del funcionario real1308. Aconseja y dirige con solicitud
a la mujer que se acerca al pozo de Jacob1309, a Nicodemo, el fariseo1310,
también al joven rico1311 y a los ricos publicanos1312. Ellos no se encuentran
1306
Cf. Lc 4, 38-39.
Cf. Lc 8, 40-56.
1308
Cf. Jn 4, 43-54.
1309
Cf. Jn 4, 4-42.
1310
Cf. Jn 3, 1-21.
1311
Cf. Mt 19.16-22.
1312
Cf. Mc 2, 15-17; Lc 5, 27-31; 19, 1-10.
1307
386
entre los más pobres de la sociedad de la época, pero sí que encuentran
amor en Jesús. Ahora bien, como hemos venido especificando a lo largo de
todo este trabajo, Jesús de Nazaret muestra una clara preferencia por lo más
necesitados: su prioridad en el amor, corresponde a los pobres1313.
Por ello, el Magisterio de la Iglesia se manifiesta claramente: “No debe
olvidarse, ciertamente que nadie puede ser excluido de nuestro amor, desde
el momento en que «con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en
cierto modo a cada hombre» (GS 22). Ateniéndonos a las indiscutibles
palabras del Evangelio, en la persona de los pobres hay una especial
presencia suya, que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos”
(NMI 49).
Y nos sigue diciendo: “El testimonio de la caridad tiene en sí mismo una
intrínseca fuerza evangelizadora” (MCC06 3). “La opción preferencial por
los últimos es ya una expresión de la acción evangelizadora” (CCA 12). Y
refiriéndose a las cualidades que deben reunir hoy en día los cristianos
lanzados a la tarea de la nueva evangelización recoge entre ellas la de
“predilección espontánea por los pobres y excluidos” (SOIL 115).
Desde estos presupuestos magisteriales deducimos que, cuando Cáritas
anima el ejercicio de la caridad en sus diversos niveles sobre todo
parroquial y diocesano, la Institución se inserta en el proceso evangelizador
eclesial estimulando a la comunidad cristiana a vivir una real y verdadera
opción preferencial por los más pobres y, contribuyendo también de esa
manera, a que el sujeto de la propia acción evangelizadora sea la totalidad
del Pueblo de Dios.
Cáritas tiene muy claro que “el testimonio que reclama la evangelización
cuando se confronta con la situación de nuestro mundo, es la opción
preferencial por los pobres”1314.
Desde esta perspectiva, Cáritas deberá preocuparse de una manera
permanente de promover el amor en la comunidad cristiana y, desde ese
amor, dar sentido cristiano a todo amor que pueda darse en el mundo, lo
realice quien lo realice, poniendo de manifiesto así la presencia implícita del
1313
Ya hemos tratado este tema en nuestro trabajo, ver: apartado 5.2 y citas 749 y 795.
Consultar también POMPEY, o.c., 130-131 y BRAVO, Vulnerables, 165-166. A todos se
les debe anunciar el Evangelio, a ricos y pobres, estableciendo una prioridad en la
evangelización de los pobres sobre la de los ricos; y además a los ricos se les deben
evangelizar anunciándoles la totalidad del Evangelio y pidiéndoles conversión.
1314
CÁRITAS ESPAÑOLA, Identidad, 31.
387
plan de Dios allá donde se dé un verdadero amor1315. Esto también y sobre
todo, es evangelizar.
Llevando a cabo Cáritas esta labor, animadora en la Comunidad, para
que se reavive en la misma una decidida opción preferencial por los últimos
de la sociedad; verifica una de las realizaciones fundamentales de la
diaconía eclesial: su tarea específica de ser signo e instrumento del amor del
Dios de Jesucristo hacia los pobres y marginados de la sociedad, no en
abstracto, sino en las condiciones concretas y reales de las Iglesias locales,
sensibilizando a la comunidad cristiana en la atención a los desfavorecidos.
Nos dice S. Madrigal: Se puede aplicar a la condición de signo e
instrumento eclesial propio de Cáritas, las tres dimensiones que la teología
aplica al sacramento: signo rememorativo (evocación), signo demostrativo
(convocación) y signo pronóstico (provocación)1316.
Por ello, cuando Cáritas sensibiliza a la Comunidad sobre su opción
preferencial por lo pobres, realiza un triple movimiento: en primer lugar,
Cáritas rememorará en la Iglesia la Buena Noticia de Jesucristo, para quien
los pobres son bienaventurados, sus preferidos y a quienes sirve
preferencialmente; y por ello recordará que esta diaconía se convierte en
misión para la comunidad cristiana.
En segundo lugar, Cáritas animará al servicio hacia los más pobres en la
propia Comunidad.
Por último, con su acción en la comunidad cristiana, el signo de Cáritas
encarna lo que permanecerá y no acabará nunca: la caridad, y muestra la
fraternidad futura querida por Jesús, que es el modo de la Humanidad
reconciliada con Dios y el género humano.
Hasta aquí, hemos desarrollado un marco reflexivo sobre la necesidad de
que Cáritas anime en la comunidad eclesial su opción preferencial por los
más pobres, pero, ¿qué dice nuestra encuesta? Acudamos, lógicamente al
grupo de creyentes.
La actividad de Cáritas hace que los miembros de este grupo, que
representan aquí a la comunidad cristiana, piensen en ayudar a quien nada
posee: “Mucho-muchísimo” el 60,81 %, “regular-algo” el 31,08 % y
“poco-nada” el 8,11 %.
1315
ECHARREN, Cáritas, 203.
Cf. S. MADRIGAL, Diaconía de la Iglesia y diaconía en la Iglesia: El lugar de
Cáritas en la misión eclesial, en: Cor XIII 95 (2000) 142-143. Para los siguientes párrafos
seguimos sus intuiciones.
1316
388
El 45,95 % de los encuestados de este mismo grupo declaran que la
actividad de Cáritas hace que su servicio eclesial esté más centrado en la
ayuda a los pobres; el 41,89 % dicen que esa labor caritativa-social les hace
aportar más de su tiempo en solucionar los problemas de los empobrecidos,
y comprobamos que, ante ese ejercicio de la caridad, hasta un 64,10 %
aportan más dinero para la asistencia a los marginados. Así mismo, la labor
de Cáritas, hace que un 57,43 % tengan muy en cuenta en su vida cotidiana,
las acciones que realizan y su repercusión sobre los excluidos.
Así pues, nos encontramos con que la acción de Cáritas anima en la
Comunidad la opción preferencial por los pobres, y mueve conciencias y
esfuerzo (tiempo, dinero), en los creyentes, haciendo que opten por el
servicio a los últimos de la sociedad.
Es cierto, que hallamos porcentajes más bajos en lo referente a
integrarse de una manera estable en algún grupo de ayuda a los pobres, que
lo hacen en torno al 17 %, pero debemos tener en cuenta que esta cifra no es
nada desdeñable, dado el compromiso que entraña y exige dicha opción.
8.7.3.2. Cáritas debe contribuir a hacer de la comunidad cristiana, una
casa –parábola de una integración fraterna– para los excluidos
Dice Juan Pablo II: “Tenemos que actuar de tal manera que los pobres,
en cada comunidad cristiana, se sientan como «en su casa»" (NMI 50).
¿Qué está pidiendo el Papa? Sin duda un estilo del ejercicio de la
caridad que se haga hogareño, y, para ello, emplea el símil de la casa con la
comunidad cristiana. La casa-comunidad cristiana abierta y compartida es
un símbolo expresivo de la integración de los que han quedado fuera o en
los márgenes de la sociedad.
No se trata pues, de ayudar a los pobres haciendo que únicamente los
lugares de marginación no sean tan hirientes o tengan un aspecto más
amable, sino de realizar procesos de verdadera inclusión e integración de los
necesitados en la propia comunidad eclesial1317.
La casa es el espacio fraterno donde se da y se recibe, donde cada uno de
sus componentes tiene la posibilidad, y se le ayuda para ello, de desarrollar
su vocación y misión. En la casa familiar los débiles, al experimentar el
amor y apoyo de los padres y hermanos, se sienten seguros y, a la vez que
se desarrollan, aportan sus riquezas según sus posibilidades y ritmos. Esto
1317
Cf. JARAMILLO, Social, 130.
389
es lo que debe hacer la comunidad eclesial y Cáritas, pero supone, sin
ningún lugar a dudas, reaccionar contra la mentalidad programática y
productiva, para entrar en el sentido de la gratuidad divina1318.
La comunidad cristiana y el pobre han de experienciarse como dos
sujetos en interacción. Aquella no es una simple suma de personas, es un yo
comunitario que acoge en los pobres a su Señor. Así se manifiesta como el
cuerpo de Cristo en la historia, que acoge a los empobrecidos en su seno
como miembros de la familia de Cristo Resucitado1319.
Ahora bien, que el ejercicio de la caridad eclesial en general y el de
Cáritas en particular, tienda a que la comunidad sea acogedora hogareña, no
disculpa, ni minusvalora la lucha por la justicia y el compromiso
transformador de las estructuras sociales de pecado. Al contrario, no
contemplar esta acogida amorosa de la Comunidad, puede convertir la
caridad política, como algo exterior y extraño a la propia comunidad
eclesial, sin una implicación radical y fundante de la esfera nuclear e íntima
del cristiano y de la Iglesia.
Y a esta tarea, debe contribuir Cáritas, que además, es evangelizadora:
“Tenemos que actuar de tal manera que los pobres en cada comunidad
cristiana se sientan como en casa”1320.
El mensaje final del Sínodo de los obispos sobre la nueva
evangelización, pone de manifiesto el valor evangelizador de la acogida de
los últimos, de nuestra sociedad, en la Iglesia: “A los pobres les
reconocemos un lugar privilegiado en nuestras comunidades, un puesto que
no excluye a nadie, pero que quiere ser reflejo de como Jesús se ha unido a
ellos. La presencia de los pobres en nuestras comunidades es
misteriosamente potente: cambia a las personas más que un discurso, enseña
fidelidad, hace entender la fragilidad de la vida, exige oración; en definitiva,
conduce a Cristo” (SOMF 12).
1318
Cf. BRAVO, Vulnerables, 167-168.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 124.
1320
Así lo manifiesta Cáritas en sus "líneas de acción", "bloque I", "los pobres": CÁRITAS
ESPAÑOLA, Ponencia60, 146.
1319
390
8.7.4. Cáritas y el anuncio implícito y explícito de Jesucristo a los
empobrecidos
8.7.4.1. Se constata que algo no funciona, cuando los excluidos acuden a
las acogidas de Cáritas y a las puertas de las Iglesias, pero no se sitúan en
los primeros bancos de las mismas
Comencemos por reflejar lo que piensa C. García de Andoin al respecto:
“En el terreno de la solidaridad con personas que sufren exclusión social es
particularmente notable la renuncia a la propuesta de fe. Hay dos hechos
que me han hecho pensar. Las mujeres gitanas que acuden con sus hijos al
despacho de Cáritas a la puerta de la casa parroquial, celebran a la tarde su
fe con la Iglesia de Filadelfia. Y los jóvenes extoxicómanos de la
comunidad cristiano-benéfica de Remar rezan y cantan a Dios en su
pequeño y pobre templo con una vitalidad que da envidia. La Iglesia
católica está ofreciendo solidaridad a los pobres y deben seguir haciéndolo.
Sin embargo, ¿no está privando a los pobres del anuncio de la Buena
Noticia que es su mayor tesoro? Que los pobres sean evangelizados es signo
de la llegada del Reino de Dios. Algo no funciona cuando los excluidos
están en las puertas de la Iglesias en lugar de estar sentados en los primeros
bancos”1321.
En efecto, todos aquellos que realizamos el ministerio de la caridad
eclesial con los empobrecidos, vemos de una manera clara y manifiesta que
los pobres y excluidos acuden a las acogidas de Cáritas para resolver sus
problemas, se sienten bien acogidos y socorridos en sus necesidades, pero
parecen no sentirse en la Iglesia como en su propia casa. Experimentan a la
parroquia y a Cáritas, como una institución de caridad y de apoyo donde
pueden recibir ayuda ante sus necesidades pero no la perciben como una
comunidad viva y fraterna, como un verdadero hogar de comunión. Ven a
Cáritas y la Iglesia como albergue, refugio, más que como su propia casa,
donde todos pueden convivir como hijos y hermanos.
Surgen, pues, en nosotros estas cuestiones: ¿Por qué no se integran en la
Comunidad? ¿Por qué nos ven más como albergue que hogar? ¿Debemos
hacer algo, los cristianos, al respecto?
Ante todo esto, y refiriéndose a la comunidad eucarística, A. Rodríguez
Teso, aporta esta interesante reflexión: “Será por eso que en ocasiones nos
encontramos con situaciones un tanto confusas. A veces, como en el caso de
la parroquia en la que estoy ahora, el Señor ha ido llamando a muchos desde
1321
C. GARCÍA DE ANDOIN, El laicado en la acción caritativo-social: mediación o
presencia, en: Cor XIII 86 (1998) 88.
391
lejos, mientras que los que viven cerca no se hayan sentido, en su mayoría,
invitados a participar de este banquete que no es sino el lugar desde el que
servir otra mesa mucho más amplia, mucho más universal: la mesa del
Reino. La de la Eucaristía tiene invitación acotada (aunque yo no sé por qué
Dios se empeña en llamar a unos y no a otros), pero en la del Reino es de
entrada libre. Como en otras tantas cosas, Dios, que es el que invita, sabrá
por qué”1322.
También A. Bravo, aporta una clave muy clarificadora a esta cuestión:
“Pero la oferta de salvación es siempre dramática. También los pobres
pueden rechazar la invitación al banquete de la comunión. La
muchedumbre, que buscó con entusiasmo a Jesús, lo abandonó ante la
palabra dura que les había dirigido. La Iglesia no puede bloquearse por ello
en el anuncio de la verdad proveniente de Dios”1323.
Y nos dice J.C. Carvajal: "No obstante, la respuesta afirmativa a la
propuesta del Evangelio no depende de la acción eclesial, viene como
consecuencia de la libre acogida que el sujeto hace a la acción de la Gracia
que le alcanza bajo la mediación eclesial"1324.
Ahora bien, independientemente de la respuesta que el empobrecido de a
la Gracia, la mediación –Cáritas-Iglesia– por el hecho de serlo, debe de
cumplir lo mejor posible su cometido, en cuanto tal.
Por ello Cáritas y la comunidad cristiana deben compartir los bienes
materiales con los últimos de la sociedad, pero también los bienes de la fe.
El paso de que Cáritas, y la Iglesia misma sean percibidas como unas
instituciones de caridad, a ser casa de los pobres, es un desafío que se
plantea con carácter de necesidad y urgencia en la Institución y en la
comunidad eclesial. La fe como oferta sin ningún atisbo de imposición,
intercambio o ganancia, ya sea personal o institucional; debe ser invitación,
para que los desheredados de la sociedad, entren en la fiesta del Señor.
No debemos olvidar, que los mismos necesitados pueden demandarnos
no haberles transmitido lo que a los cristianos nos hace felices. No me
puedo resistir, a transcribir el siguiente testimonio que recoge A. Bravo:
“Un joven africano se expresaba un día en estos términos: «Para mí, la
Iglesia de los misioneros fue muy buena, pues me ayudó y socorrió en todo
momento. A ella le debo en gran parte mi promoción social. Le agradezco
1322
RODRÍGUEZ TESO, o.c., 101.
A. BRAVO, La Iglesia, casa y escuela de comunión para los pobres, en: Cor XIII, 106
(2003) 109. Este trabajo se citará como Casa.
1324
CARVAJAL, o.c., 49.
1323
392
cuanto hizo por mí y los míos. Hoy le reprocho que no se presentara como
la familia de Dios»”1325.
Vamos a continuación a tratar con más detenimiento ésta interesante
cuestión.
8.7.4.2. Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo
oportunista
El Magisterio de la Iglesia siempre ha sido claro y contundente en este
sentido. Ya Pablo VI hablando del ejercicio de la caridad, nos dice: “Un
corazón que late al ritmo del corazón de Cristo cuya misericordia hacia las
multitudes hambrientas llegaba a descubrir incluso su hambre espiritual. Sin
despreciar a los demás sin proselitismos superados”1326.
Juan Pablo II, incide en la misma línea: “El sentido de la caridad
requiere que, cualquier intervención de ayuda, socorro y asistencia, se
realice con espíritu de servicio y don gratuito, en beneficio del conjunto de
las personas, sin segunda intención de eventual paternalismo o
proselitismo”1327.
Benedicto XVI, escribe una de las páginas más rotundas sobre la
gratuidad del ejercicio de la caridad eclesial: “Además, la caridad no ha de
ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es
gratuito; no se practica para obtener otros objetivos (…). Quien ejerce la
caridad en nombre de la Iglesia nunca tratara de imponer a los demás la fe
de la Iglesia” (DCE 31).
Esta enseñanza es recogida por nuestros obispos: “La misión no es
sinónimo de proselitismo o colonización (…). El amor, en su pureza y
gratuidad, es el mejor testimonio de Dios en el que creemos y que nos
impulsa a amar” (MCC06 2).
Y Cáritas en uno de sus documentos programáticos más importantes,
hablando de su labor en el marco de la tarea evangelizadora de la Iglesia
manifiesta con rotundidad: Cáritas “no ha de hacer proselitismo”1328.
1325
Ibid., 100.
PABLO VI, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su
Asamblea plenaria (El Vaticano 1972). Este documento se citará como CU72.
1327
JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su
Asamblea plenaria (El Vaticano 1997) nº 2. Este documento se citará como CU97.
1328
CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 21.
1326
393
Por último, y recientemente, el Papa Francisco sanciona lo dicho
anteriormente: “La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino
testimonio de vida que ilumina el camino”1329.
¿Por qué es tan claro y determinante el Magisterio en esta cuestión? Sin
duda, porque para que sea lo que es, solo puede estar inspirado en Jesús:
cuando Él actúa, lo hace desde la pura gratuidad. No indoctrina a los
beneficiarios de las prácticas del Reino –los milagros– sino que
desinteresadamente los sana de sus dolencias y les dice “vete en paz”,
habilitándolos para vivir con la dignidad de los Hijos de Dios1330.
Esta propuesta de gratuidad de Jesús nos lleva a considerar que, frente a
los diversos intereses que pueden crearse ante el ejercicio de la caridad para
con los empobrecidos, Cáritas debe ejercer y manifestar en su tarea una
generosidad y entrega desinteresada que evite invertir en caridad para que se
produzcan beneficios de eclesialización de los empobrecidos1331.
Las señales de que la acción caritativa es gratuita y no busca prosélitos,
las podemos observar cuando1332:
a) Es respetuosa con otros proyectos de salvación: otras creencias
religiosas.
b) No utiliza al empobrecido:
b.1) Instrumentalizándolo en el propio beneficio del que realiza la
acción: buscando únicamente una sensación de satisfacción personal, o de
prestigio social, o de justificación de la tarea que se realiza para calmar la
conciencia, o como medio de salvación escatológica.
1329
FRANCISCO, Mensaje del Papa en la Jornada Mundial de las Misiones (El Vaticano
2013) nº 4. Este documento se citará como MJMM13.
1330
Cf. A. RODRÍGUEZ TESO, Preñados de esperanza. Sentir pensar y gozar a Dios
desde la exclusión (Madrid 2001) 27-28. Este autor pone como ejemplo paradigmático de
lo que estamos diciendo la curación del endemoniado de Gerasa: “El endemoniado le
suplicaba que le permitiese acompañarlo. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo:
vete a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia ha hecho
contigo «Mt 5, 18-19»” (Ibid., 30).
1331
Queremos hacer notar aquí, que para nosotros es un concepto diferente el de
evangelización al de eclesialización. Entendemos por eclesialización, la incorporación más
o menos forzada, de una persona, a la comunidad cristiana, sin un verdadero proceso de
conversión personal.
1332
Cf. CATALÁ, Salgamos, 54; CATALÁ, Contextos, 196-197, 200; POMPEY, o.c., 125;
B. ADOUKONOU, Evangelización y caridad, en: AA.VV., CUCM99, 137-140; A.
ESTEVE, La identidad cristiana de Cáritas desde la Deus caritas est, en: Cor XIII 123
(2007) 183.
394
b.2) Instrumentalizándolo en beneficio de la Institución por la que es
atendido: justificación de la actividad (medios humanos y materiales),
prestigio social, justificación de subvenciones de las Administraciones
Públicas o de empresas del sector privado.
c) No se aprovecha de la situación de vulnerabilidad y debilidad del
pobre y excluido para hacer proselitismo.
d) No presiona, condiciona u obliga al marginado a que se sume a
ninguna actividad eclesial, ya sea de culto, formación o de otro tipo, y
mucho menos, a su incorporación forzosa a la comunidad cristiana.
Dicho, esto, queda claro que la dignidad de la persona no se puede ver
conculcada: no se pueden “comprar cristianos” con “atención a sus
necesidades”. Dice K. Hackett: “Estamos llamados a ayudar a los demás no
porque sean creyentes, o porque puedan llegar a serlo, sino porque nosotros
somos creyentes”1333.
Y así se constata en nuestra encuesta: en Cáritas se es sumamente
respetuoso con el necesitado y no se lleva a cabo proselitismo alguno:
cuando se pregunta a los usuarios de Cáritas si, ésta y sus agentes, han
respetado sus ideas sobre la religión, el 94 % responden afirmativamente. Si
la pregunta es si le han hablado, sin que lo pida, de Dios, Jesucristo o la
Iglesia, tratando de convencerle y sintiéndose presionado, el 86 % contestan
negativamente.
Un 6 % de los usuarios piensan que no le han respetado sus ideas sobre
la religión y un 14 % piensan que le han hablado de Dios, Jesucristo y la
Iglesia, sintiéndose presionados. Hubiera sido interesante poder hablar con
estas personas para evaluar el verdadero alcance de sus afirmaciones, pero
el hecho de que las encuestas sean anónimas, supuso que no pudiéramos “a
posteriori” aclarar esta cuestión. No obstante, queda patente el profundo
respeto de Cáritas por los que son atendidos y acompañados por sus
voluntarios y trabajadores, y por el rechazo más absoluto que hacen éstos, al
proselitismo oportunista en la persona del pobre y excluido, servido por la
Institución.
1333
K. HACKETT, Fondos públicos y actividad caritativa católica: cumplir la promesa de
la Iglesia en el mundo, en: AA.VV., CUAP03, 59.
395
8.7.4.3. Cáritas y la acción socio-caritativa de la Iglesia es, la mayoría de
las veces, la puerta de entrada en la Comunidad, para los marginados
Voy a transcribir los testimonios, de dos personas, Toñi y Alfredo, que
estando en la cárcel son atenidos por Cáritas y su vida sufre un cambio
absoluto. Ambos casos parte de vidas azotadas por la droga, abusos
sexuales, delincuencia y un largo camino de sufrimiento y marginación.
Dice Toñi: “Ahora estoy en tercer grado, viviendo en Cáritas gracias al
Padre Silvestre, que me tendió su mano como un padre; también todas las
chicas responsables del Piso de Acogida, “Vía libre” que me ayudan cada
día. En Cáritas me encuentro muy bien, no me falta cariño. Les estoy muy
agradecida. Ahora estoy esperando la condicional para poder empezar a
trabajar en la hostelería o en la limpieza, que me gusta. Ahora estoy
haciendo cursillos en Cáritas y estoy aprendiendo cosas nuevas que me
gustan. Estoy aprendiendo a vivir de otra manera y me siento muy feliz”1334.
Nos dice Alfredo: “Conocí al sacerdote, el Padre Silvestre1335, ¡qué
descubrimiento!, me sentí escuchado, que interesaba a alguien, que no me
señalaba, ¡caramba! ¡incluso me confesé! Y muy a gusto. Recuerdo esa
sensación, ese alivio, esa descarga. Algo me decía que iba por buen camino,
participaba enormemente en sus homilías, incluso le pedí un Nuevo
Testamento en donde leía lo que después oiríamos en la misma (…). Llegué
a escribir en una revista de Cáritas porque quería que mi testimonio llegase
a más gente, tanto de fuera como dentro de la prisión. Fue entonces cuando
hice un gran descubrimiento: la Providencia. Ahora entendí qué grande es la
sabiduría del Señor. No me otorgó la libertad que le pedía de rodillas ese
primer día, porque lo que realmente necesitaba era la libertad de mi alma, la
libertad que, aun estando entre cuatro paredes, ya sentía (…) ¡Como había
cambiado todo!, pasé de tener como única compañía a la soledad a disfrutar
del amor, que en muy diversas facetas se me presentaba: el buen quehacer
del voluntariado de Cáritas …. (…). Hoy en día, estoy fuera, esperando el
juicio, pero no salí con las manos vacías, mi alma está fortalecida, sé que no
fallaré, mi Fe está renovada y siento que Dios es mi aliado”1336.
En los dos testimonios que hemos recogido se aprecia una conversión
del corazón: Toñi siente a Cáritas no como una empresa de servicios
sociales, sino como a esa casa acogedora de la que hablábamos en los
1334
VALERO, o.c., 170.
S. Valero es Capellán del Centro Penitenciario de Cuenca y Director de Cáritas
Diocesana de Cuenca.
1336
VALERO, o.c., 175-176.
1335
396
apartados anteriores; y Alfredo, tras la atención de Cáritas, se adhiere e
incorpora a la comunidad eclesial.
No son extraños estos testimonios, aunque, es verdad, que no muy
frecuentes. En nuestra encuesta sólo un 16 % se adherían a la Comunidad y
Cáritas significaba para ellos la puerta de entrada a la Iglesia.
Así pues, el ejercicio de la caridad eclesial con los más pobres y a la
labor que realiza Cáritas con ellos, le es propio, no sólo la tarea de atender
sus necesidades más vitales, sino también llevarlo esto a cabo con cercanía
y cariño, con amor, así como invitarlos a integrarse en la comunidad
cristiana1337.
Esta invitación a que el empobrecido se incorpore en la comunidad
eclesial, no debe entenderse únicamente como una oferta directa, sino que
forma parte, en la mayoría de las situaciones, de la consecuencia lógica y
del desarrollo normal del proceso de evangelización que se inicia con la
atención amorosa de las necesidades más básicas del pobre y excluido.
Volvemos a señalar que estamos hablando más de “cristificar” y no de
“eclesializar”. Ahora bien, en ese camino evangelizador, no puede obviarse,
como meta final del mismo, la adhesión a la comunidad cristiana; ni la
oferta –cuando se deba, se pueda, proceda y de manera adecuada– de invitar
al excluido de una manera directa a incorporarse a la Iglesia.
8.7.4.4. Que los pobres sean acogidos en las comunidades cristianas es
labor, de toda la Iglesia y de su acción evangelizadora, no solo de Cáritas
La tarea que lleva a cabo Cáritas en la Comunidad, es una labor que se
debe realizar en comunión con la vida y misión de la propia comunidad
cristiana, ya que el ministerio de la caridad compete a toda la comunidad
eclesial.
El servicio de Cáritas, pues, debe generar espacios de acogida,
humanización y encuentro, que reclama la implicación y responsabilidad de
todos los miembros de la Iglesia, experiencia comunitaria, para que esta
misión del ejercicio de la caridad para con los empobrecidos, no quede
como una tarea de unos pocos “especialistas”, mientras que la Comunidad
se realiza fuera de esa dimensión diaconal1338.
1337
1338
Cf. POMPEY, o.c., 114-115.
Cf. CÁRITAS ESPAÑOLA, MAS, 21-22.
397
Que los pobres sean acogidos en la Iglesia, es obra de toda la comunidad
cristiana1339, por eso dice el Magisterio: “Hemos de construir comunidades
acogedoras en las cuales todos los marginados se encuentren como en su
casa, con experiencias concretas de comunión que, con la fuerza ardiente
del amor –“mirad como se aman” (Tertuliano, Apologético, 39, 7)– atraigan
la mirada desencantada de la humanidad contemporánea” (SOMF 3).
Si es tarea de toda la Comunidad, como venimos diciendo, la acogida de
los pobres y marginados, en la misma; se debe articular en el seno de la
Iglesia local, parroquias y movimientos, una pastoral que vaya suscitando
una comunión eclesial accesible y abierta a todos, sobre todo a los excluidos
que no forman parte de ella, sin distinciones ni discriminaciones.
Comunidades fundamentadas en la gratuidad, tolerancia, diálogo,
solidaridad, etc., es decir, en la fraternidad, la comunión y el amor. Y para
llevar a cabo esto, se requiere la acción de Cáritas en cada comunidad, que
sepa sensibilizarla y acompañarla en esta labor1340
8.7.4.5. Los excluidos tienen derecho a que les llegue el gozo del
Evangelio a través de la labor de Cáritas
8.7.4.5.1. El testimonio de la acción de Cáritas debe estar unido
intrínsecamente al anuncio implícito de Jesucristo, de tal manera que pueda
reflejar fehacientemente su pertenencia eclesial, su ser de Cristo, para la
evangelización
Afirma el Magisterio: “Las organizaciones caritativas de la Iglesia
tienen el cometido (…) a través de su actuación –así como por su hablar, su
silencio, su ejemplo– que sean testigos creíbles de Cristo” (DCE 31). Y
sigue diciendo de los colaboradores de las organizaciones caritativas
católicas: “Por su participación en el servicio de amor de la Iglesia, desean
ser testigos de Dios y de Cristo y, precisamente por eso, hacer el bien a los
hombres gratuitamente” (DCE 33).
Ya refiriéndose específicamente a los agentes de Cáritas manifiesta:
“Los miembros de Cáritas deben dar testimonio del amor de Dios a los
pobres” (CIA79 y CIA11) y esto tiene una razón de ser: “Objetivo de los
miembros de Cáritas es dar a conocer el rostro misericordioso de Dios
Padre” (CU09). Está claro: “Nosotros podremos evangelizar la sociedad y la
1339
1340
Cf. DCE 20.
Cf. MAYA, Exclusión, 46-47.
398
cultura de hoy, a condición de que demos testimonio a la vez de Jesucristo y
del compromiso por la justicia y el amor que brota de la fe” (PTVA 11).
El testimonio cristiano, es anuncio implícito1341 de Jesucristo ya que
permite percibir que es el Evangelio; se ve en él a Cristo y su amor por Dios
y el género humano. Es decir, el miembro de Cáritas tiene que hacer visible
con sus actitudes y su obrar cual es el camino y vida de Jesucristo. Ellos son
mediación de una Presencia y cualquiera de sus actos con los empobrecidos
solo adquirirán calidad de signo en la medida que remitan a la vida y acción
de ese Otro1342.
Esto ¿lo consigue muestra Institución y sus miembros? Veamos que
responden las personas atendidas por Cáritas en nuestra encuesta: en lo
referente a reflejar su ser eclesial, el 77 % contestan que Cáritas es de la
Iglesia Católica; y a la pregunta sobre “si le parece que el voluntario que le
acompaña es seguidor de Jesucristo”: el 63 % responden afirmativamente, el
21 % declaran que no lo saben, y solo un 16 % se manifiestan en sentido
negativo.
Podemos asegurar que tras analizar la cuestión, Cáritas testimonia
bastante bien su ser eclesial, aunque debe de mejorar este aspecto en el que,
sin duda, se puede avanzar considerablemente sin excesiva dificultad.
Hemos traído aquí la respuesta por el ser eclesial de Cáritas porque “si la
acción caritativa y social fuera realizada o percibida como perteneciente a
grupos o instituciones eclesiales que, en su trabajo, no hacen, sin embargo,
de la propia Iglesia el sujeto de esa acción pastoral, la Iglesia dejaría de
mostrar el verdadero rostro solidario y misericordioso de Dios” (CCA 46).
Y en lo referente a transparentar o actualizar a Jesucristo, el porcentaje
hallado de respuestas positivas es muy alto, para una población que por
1341
Hoy en día se consideran similares el anuncio implícito de Jesús y el testimonio
explícito de Jesucristo. Veamos la interesante explicación que de esos conceptos da J.
Gevaert: “Para casi todos los hijos nacidos en una familia cristiana, el cristianismo vivido
diariamente por los padres constituye el primer y más penetrante contacto con el Evangelio.
A través de la simbiosis con toda la vida de los padres se asimila también un conjunto de
palabras, símbolos, gestos, ritos, celebraciones, actitudes de fe, esperanza y caridad,
indicaciones concretas de comportamientos marcados por la fe cristiana… Aunque no se dé
una explicación del catecismo ni se digan muchas palabras explícitas sobre Jesucristo, el
niño aprende de sus padres convencidos y practicantes muchos elementos esenciales de la
fe cristiana. Este testimonio asume principalmente la forma y la función de anuncio
implícito del Evangelio. Aunque se acentúen poco los aspectos verbales, se trata de un
anuncio cristiano muy eficaz y concreto. También entre los adultos el testimonio cristiano
puede cumplir la función de anuncio implícito” (GEVAERT, o.c., 58-59).
1342
Cf. CARVAJAL, o.c., 146.
399
diferentes motivos –entre los que hemos destacado el de la rotura o quiebra
de la simbólica cristiana– se hace muy difícil dicho reconocimiento.
Debemos además tener en cuenta, que no es posible escindir de la
caridad cristiana a Cristo, no se puede hacer abstracción de Él porque ese
servicio hacia los empobrecidos proviene de Él, y en Él tiene su fundamento
y su raíz. Prescindir de Jesucristo en esta diaconía para con los últimos de la
sociedad, comportaría necesariamente alguna desnaturalización y
desfiguración de la acción caritativa-social eclesial1343.
Por ello, es absolutamente necesario que el testimonio de la caridad lo
sea “explícito de Jesucristo”, ya que este testimonio nos muestra a
Jesucristo, que a su vez nos revela al Dios cristiano y dice como es,
haciéndolo próximo y creíble, y por ello digno de ser recibido en el acto de
fe; colaborando de esta manera en la evangelización de los necesitados y
últimos de la sociedad.
8.7.4.5.2. Sin un adecuado testimonio explícito de Jesucristo se corre el
riesgo de que el testimonio se agote en quien lo realiza o en la organización
que lo lleva a cabo –sin que remita a quien lo fundamenta: Jesucristo, que es
el único que libera y salva– obstaculizando de esa manera a la
evangelización
El anuncio cristiano se hace en forma de testimonio antes de que llegue
la palabra explícita y, luego acompaña a esta, dotándola de veracidad; de la
misma manera, que la palabra explica el testimonio. Lo que se anuncia es un
hecho, un acontecimiento, no una doctrina, y un hecho se anuncia
testificándolo.
Ahora bien, como decíamos en el apartado anterior, el testimonio tiene
que reflejar fehacientemente su ser eclesial y, sobre todo, su ser de Cristo.
Nos dice Auxiliadora González con respecto al ser eclesial de Cáritas y
su voluntariado: “Cuando alguien es atendido por nosotros, debe saber que
es la Iglesia la que le ayuda a pagar los recibos, o le da una ayuda para
alimentos, o la ayuda a pagar el alquiler y no Antonio o Patricia”1344. Ya
hemos dicho en el anterior apartado, que si la institución eclesial, que sirve
1343
Cf. G. TEJERINA, Dinamismo de la caridad. Teología y espiritualidad de la caridad
eclesial, en: Cor XIII 123 (2007) 263.
1344
GONZÁLEZ PORTILLO, o.c., 212.
400
a los empobrecidos, no muestra a la propia Iglesia como sujeto de esa
acción, está velando el rostro misericordioso de Dios1345.
También es muy significativo un hecho que viví en primera persona: en
una visita que hice como director de Cáritas a una parroquia, una voluntaria
dijo delante de todos: “Yo ahora soy de Cáritas porque se ha muerto mi
marido”. Todos quedamos sorprendidos, parecía que la razón fundamental
de su compromiso en la Institución fuera la muerte de su marido. Los que la
conocíamos lo entendimos bien, sabíamos de su fe y empeño cristiano.
Entendimos que quería decir: "Yo creo en Jesucristo y soy su seguidora,
ahora que tengo tiempo tras la muerte de mi marido, quiero dedicar parte
del tiempo que me queda libre, en ayudar a los demás por medio de
Cáritas”.
Naturalmente que no puede decirlo de una manera tan especificativa,
pero algún voluntario y varios usuarios de la Institución que estaban
presentes en la conversación, no captaron que “movía” la voluntad de
aquella persona. Se debe cuidar el testimonio explícito de Jesús: podía haber
dicho: “Yo he sido siempre de Iglesia, por eso….”, “igual que Jesús, lo
hacía, ahora que tengo tiempo voy…”. De una u otra manera es necesario
transparentar y hacer visible en nuestro “hacer” y en el hablar de nuestro
“hacer”, a Jesucristo. Se trata de que el testimonio no se agote en uno
mismo o en la organización que lo sostiene o vehiculiza, ya que de ocurrir
esto se obstaculiza la evangelización. Se está ocultando el contenido de la
evangelización, que no es otro que Jesucristo: “Evangelizar es, ante todo,
dar testimonio, de una manera sencilla y directa de Dios, revelado por
Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26).
8.7.4.5.3. Algunas pistas para una anuncio implícito-testimonio explícito
de Jesucristo, en Cáritas
Muchos y variados son los lugares de acogida y donde realiza su labor
Cáritas. Por ello, este apartado no puede, ni pretende ser una “receta” que de
solución a lo que legítimamente se quiere lograr. Se trata tal como se
expone en el enunciado, de proponer algunas pistas que puedan orientar, en
cada caso particular, como hacer de la mejor manera un adecuado anuncio
explícito de Jesucristo a los usuarios de la Institución.
También es posible, que algunas sugerencias que aquí se indican,
puedan no solo no ser aplicables en un determinado proyecto o situación,
1345
Cf. CCA 46.
401
sino que no se deban llevar a cabo. Por eso, todas ellas, sin excepción,
necesitan de la reflexión y el discernimiento pastoral adecuado antes de
aplicarlas para valorar su oportunidad.
Se trata, en definitiva, de expresar la fe de una manera natural y
cotidiana en el ejercicio de la caridad con los empobrecidos: manifestar la
identidad creyente y sus señas, sin llegar a la propuesta verbal explícita de
Jesucristo.
Debemos tener en cuenta, que lo que no se expresa en la propia vida va
dejando de existir, no solo para las demás personas, sino también para aquel
que no lo pone de manifiesto.
Pasamos a sugerir algunas propuestas indicativas1346:
• Colocar signos religiosos –especialmente el crucificado– en sitios
visibles de los locales de Cáritas, ya sea en salas de acogida, despachos,
lugares de reunión, talleres, locales de proyectos, etc. No se trata,
obviamente, de llenar todo de imágenes religiosas como si se tratara de un
museo, una capilla, o una sala de exposiciones, se pretende simplemente
mostrar claramente la identidad de la Institución y de los miembros que
formar parte de la misma.
• El miembro de Cáritas tampoco debe avergonzarse u ocultar los
signos cristianos que pueda llevar: cruces, anillos, libros religiosos, la
Biblia, carpetas de materiales de Cáritas, etc.; y debe mostrarlos con
naturalidad en su relación con los usuarios de Cáritas. No nos referimos a
enseñar los signos ostentosamente, ni portar los libros como se traslada el
Evangelio en una procesión litúrgica. Se trata de no esconderlos y llevarlos
con sencillez.
• No ocultar la relación existente entre la vida cotidiana y la litúrgica,
es decir, cómo influye la liturgia en la existencia de cada miembro de
Cáritas: especial consumo responsable en Navidad, ayuno solidario en
Cuaresma, alegría en Pascua, etc.
• En cualquier intervención de Cáritas, el voluntario o técnico, debe
manifestar una objeción radical a un planteamiento anticristiano: acciones
delictivas, consumo de drogas, violencia de género, el aborto. Debe
explicar, así mismo, las razones evangélicas de su toma de postura ante esa
determinada situación.
1346
Nos ha servido de inspiración lo que al respecto dice García de Andoin en: C. GARCÍA
DE ANDOIN, El anuncio explícito de Jesucristo (Madrid 1997) 92-93. Este trabajo se
citará como Explícito.
402
• Explicar al usuario de Cáritas, si es oportuno y necesario, el por qué
de un determinado criterio en la Institución, y además, si está basado en el
Evangelio, le aclarará que no solo es razonable sino coherente, con lo que se
cree y con lo que guía el “hacer” de la Institución.
• En determinados proyectos y locales de Cáritas, puede ser necesario
en algún momento hacer oración comunitaria para aquellos que lo deseen,
lógicamente en un lugar adecuado que no fuerce la libertad de quien no
quiera hacerlo. También se puede favorecer los momentos de oración para
otras creencias religiosas. No olvidemos, que no propiciar estos espacios
oracionales, hace que neguemos los mismos a aquellos agentes y usuarios
de Cáritas que anhelan orar y amputamos, de alguna manera, ese desarrollo
integral del que tanto se habla y en el que se encuentra recogida la
dimensión espiritual.
• No tener reparos en que en una conversación de un agente de Cáritas
con un usuario de la misma, pueda emplear un lenguaje cotidiano religioso
al que está acostumbrado: ¡Dios mío! ¡Ve con Dios! No se pretende
inventar, o provocar este tipo de expresiones o lenguaje, se trata de no
autocensurarse.
• El agente de Cáritas no está obligado en su relación con el usuario
de la Institución, a ocultar su vida religiosa: debe hablar con naturalidad y
cuando sea oportuno –no a la fuerza– de su grupo eclesial, de su parroquia,
la vida que hace en estos ambientes; o bien, de una actividad puntual que va
a realizar o ha hecho: “Me voy a misa”, “vengo de dar catequesis”, “voy a
rezar”.
• Si el voluntario es preguntado por un usuario sobre la razón o el
fundamento de por qué hace esa labor en Cáritas, aquel debe contestarle de
una manera rotunda –si es así– “por el seguimiento de Cristo”, dejando de
lado cualquier otra causa, que lógicamente debe tener un rango
motivacional mucho menor que el que hemos expuesto.
Una vez enumeradas todas estas “indicaciones”, se debe tener en cuenta,
que el mayor testimonio explícito de Jesucristo que puede hacer el miembro
de Cáritas es el de expresar en toda su acción una inmensa ternura,
misericordia y amor hacia el empobrecido que es acompañado. Este amor,
es el que da significación y sentido a todas las indicaciones que hemos
propuesto anteriormente. De esta manera, el servicio amoroso da
inteligibilidad a los signos y al testimonio, y estos explicitan a su vez el
Amor.
403
8.7.4.6. Cáritas debe "saber dar razón de nuestra esperanza" (1 Pe 3,15)
cuando así lo demanden los empobrecidos
8.7.4.6.1. No hacer proselitismo, no significa que Cáritas, no pueda o no
deba anunciar explícitamente a Jesucristo
Recientemente el Papa Francisco nos ha dicho: “La Iglesia –lo repito
una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una ONG,
sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu
Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y
desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje
de salvación que el Señor nos ha dado” (MJMM13 4). “Podemos edificar
muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, algo no funciona.
Acabamos siendo una ONG asistencial pero no la Iglesia (…) cuando no se
confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad
del demonio”1347.
Si además, y tal como venimos diciendo a lo largo de este trabajo, hay
que considerar a la persona en su totalidad, teniendo en cuenta todas sus
dimensiones, no podemos obviar “la dimensión no material (es decir,
espiritual) de las personas necesitadas”1348.
Debemos tener en cuenta que “el Evangelio del amor de Dios por
nosotros, así como la llamada a participar en Jesús y en el Espíritu, en la
vida del Padre, son un don destinado a todos los hombres. (…) Sobre todo a
los marginados de la sociedad” (SOIL 28). “En efecto, al llevar ayuda a
quien está hambriento, enfermo, sólo, al que sufre, no hay que descuidar la
íntima aspiración que palpita en toda criatura humana de encontrar y
conocer a Dios”1349.
En el apartado anterior en el que hemos tratado el tema de que Cáritas
debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista, no
queríamos decir, ni hemos dicho, que Cáritas no deba hablar de Dios: el
mismo texto que prevenía a la Institución para que no fuera un medio para
realizar proselitismo, no afirma que no se hable de Dios: “Esto no significa
que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo
(…). El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios” (DCE 31).
1347
FRANCISCO, Homilía del Papa en la Santa Misa de clausura del Cónclave (El
Vaticano 2013). Este documento se citará como HoFran.
1348
P.J. CORDES, Presentación, en: AA.VV., CUAP03, 4.
1349
JUAN PABLO II, Discurso del Santo Padre al Pontificio Consejo “Cor unum” en su
Asamblea plenaria (El Vaticano 2003) nº 2. Este documento se citará como CU03.
404
Juan Pablo II –desde un claro no al proselitismo– nos decía: “Es preciso
no tener miedo de asociar la palabra de Cristo a las actividades caritativas,
sin acudir al pretexto del respeto a las convicciones de los demás. No es
caridad auténtica dejar a los hermanos fuera de la verdad; no es caridad
alimentar a los pobres o visitar a los enfermos, llevándoles recursos
humanos, pero negándoles la palabra que salva”1350.
Por ello, afirmamos junto a F. Chica: “Anunciar a Jesucristo es el mayor
servicio que la Iglesia puede hacer a los hombres, a los de hoy como a los
de cualquier otro tiempo. Y este anuncio de Cristo Salvador debe ir de una
manera privilegiada destinado a los pobres”1351. Creemos, pues, que Cáritas
no debe obviar esta parte de la evangelización.
8.7.4.6.2. Los pobres y marginados tienen necesidad y derecho a que se
les anuncie explícitamente a Jesucristo
“Toda persona de nuestro tiempo, lo sepa o no, tiene necesidad de este
anuncio” (VD 91). Al anunciar a Cristo, el evangelizador está convencido de
que existe ya en la persona receptora del mensaje, una espera, aunque sea
inconsciente, por reconocer la verdad sobre Dios y sobre el sentido de la
vida1352.
Pero es algo más que necesidad lo que tienen los pobres, atendidos por
Cáritas, es derecho al anuncio: “Toda persona tiene derecho a escuchar la
«buena nueva» de Dios, que se revela y se da en Cristo, para realizar en
plenitud la propia vocación” (RM 46). "Los primeros que tienen derecho al
anuncio del Evangelio son precisamente los pobres, no sólo necesitados de
pan, sino también de palabras de vida” (VD 107).
En nuestra encuesta, a la pregunta de: “Si usted lo ha pedido le han
hablado de Dios, Jesús o la Iglesia” un 40 % contestan afirmativamente, un
41 % no se han planteado dicha cuestión, pero un 19 % sí que lo han
demandado y no han obtenido respuesta. Es decir, ese 19 % tenían derecho
al anuncio de Jesucristo, o a hablarles sobre la Iglesia o Dios, y no han
obtenido respuesta por parte de los agentes de Cáritas. Es un pequeño
porcentaje, pero al ser un derecho, adquiere una importancia valorativa
extraordinaria. Una sola persona que pida el anuncio de Jesucristo, y no se
le ofrezca, estará Cáritas, y sus miembros, obstaculizando la evangelización;
1350
JUAN PABLO II, Discurso a los obispos de la región italiana de Emilia-Romagna, en
visita “ad limina apostolorum” (El Vaticano) nº 5. Este documento se citará como DIS91.
1351
CHICA, o.c., 841.
1352
Cf. RM 45.
405
y por tanto, no siendo fieles al “ser” y el “hacer” de la Institución,
deformando su esencia y misión: ya que Cáritas es la Iglesia y su vocaciónmisión es la evangelización, su identidad más profunda.
8.7.4.6.3. El anuncio de Jesucristo es responsabilidad de todos los
bautizados y, por ello, de los miembros de Cáritas
Todos los cristianos tienen la responsabilidad de transmitir lo que, a su
vez han recibido por la Gracia; ya que no sólo son destinatarios de la
revelación divina, sino que eso precisamente los convierte en anunciadores
de Cristo1353. Es pues, “necesario que cada cristiano se sienta llamado a esta
tarea –anuncio y de la transmisión de la fe– que la identidad bautismal le ha
confiado” (SOIL 119).
Todo el que recibe amor quiere darlo, el que ha sido hecho partícipe de
la alegría de la salvación de Dios está obligado a comunicarla para que otros
puedan sentirla. Una experiencia gozosa de este tipo no puede ser vivida
egoístamente, sino que demanda ser compartida con otros para que
participen en ella el mayor número de personas posibles1354.
Cada cristiano, y por ello cada miembro de Cáritas, debe asumir de un
modo personal el imperativo de la misión: la acción evangelizadora, que
aunque es obra de la Iglesia en su conjunto, en realidad es llevada a cabo a
través de la acción apostólica de cada uno de sus componentes, allí donde se
hallen. Y los agentes de la Institución que están acompañando al
empobrecido, hace falta que sean mediación de Jesucristo, para que los
desfavorecidos puedan encontrarse con Él.
Una mediación que comprende el testimonio y el anuncio, explícitos de
Jesucristo, que es misión recibida –“Id pues y hacer discípulos a todas las
gentes” (Mt 28, 19)– y que se debe cumplir: “¡Ay de mí si no lo anunciara!”
(1Cor 9, 16).
Pero ante todo, el anuncio de Jesucristo, más que mandato y temor a no
realizarlo, es amor que se desborda: si el cristiano en su experiencia de fe,
cree que Jesús el Señor es lo mejor que le ha pasado en su vida, y que es lo
único que le da felicidad existencial; entonces, esa vivencia no puede ser
callada. Si junto a ella y por ella, nace un amor apasionado por el prójimo y
misericordioso por el que nada tiene, como ocurre en los voluntarios y
contratados de Cáritas, éstos, seguro que no pueden, ni deben, dejar de
1353
1354
Cf. VD 91 y 94.
Cf. ANDRADES, o.c., 65.
406
ofrecer a los usuarios, lo mejor que tienen, lo único que puede colmar su
dicha: la posibilidad de conocer y amar a Jesús el Señor, el único Salvador
del género humano1355.
Desde este presupuesto, y sabiendo que el anuncio explícito no suple la
iniciativa de Dios, que en todo caso la vehiculiza, y que no obliga la libertad
de la persona, ya que no fuerza a la fe, al destinatario del mismo; cabría que
nos preguntáramos ¿cuál es la razón para que cualquier cristiano o agente de
Cáritas abdique de esta responsabilidad, aun sabiendo que es oportuno
llevarla a cabo y no se enmarca en lo que se denomina proselitismo? Y a
partir de esta cuestión surgen las siguientes: ¿no es importante para él,
realizar el anuncio de Jesucristo? o ¿es el miedo a ser inoportuno,
rechazado, o a no saber realizarlo? La decisión de anunciar a Jesucristo,
quizá se aclara con la siguiente pregunta dirigida a uno mismo: ¿qué hubiera
pasado en mi vida, si no me hubieran ofrecido la posibilidad, mediante su
anuncio explícito, de tener acceso a la persona de Jesucristo?1356
Indudablemente la respuesta que encontremos, llevará a solucionar las
otras cuestiones, superar dificultades y reencontrar el compromiso
apostólico, que se ha recibido con la recepción del Bautismo, y el ardor para
la misión evangélica, robustecido con el sacramento de la Confirmación;
todo ello alimentado en la Eucaristía.
8.7.4.6.4. Algunas indicaciones para realizar el anuncio explícito de
Jesucristo
a) Ser conscientes de la importancia del anuncio explícito en el proceso
evangelizador.
A lo largo del capítulo, en el que hemos reflexionado sobre la relación
existente entre la labor que realiza Cáritas con los pobres y su
evangelización, hemos podido constatar que ni mucho menos todo es
anuncio explícito de Jesucristo, pero es verdad, que sin la acogida de este
anuncio y del Dios que en él se revela, difícilmente la labor que lleva a cabo
la Institución y sus miembros, será reconocida como el amor del Dios de
Jesucristo que se da por medio de Cáritas, a todo el género humano, pero de
una manera preferencial a los más pobres, sufrientes y desvalidos.
1355
Cf. G. LEAL, La misión de los cristianos laicos en favor de los empobrecidos, en:
CorXIII 106 (2003) 188. Este trabajo se citará como Laicos.
1356
Cf. PRAT, Antropología, 233-235 y 285.
407
Hemos de tener en cuenta que “el anuncio tiene la prioridad permanente
en la misión: la Iglesia no puede sustraerse al mandato explícito de Cristo;
no puede privar a los hombres de la «buena nueva»" (RM 44).
Una buena noticia porque el hombre y la mujer de todos los tiempos se
sienten amados y salvados por Dios: “La evangelización debe contener
siempre –como base, centro y a la vez culmen de su dinamismo– una clara
proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y
resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la
gracia y de la misericordia de Dios” (EN 27).
Aquí radica la importancia del mismo1357: sólo por el anuncio explícito
de Jesucristo se ofrece la salvación y se da el amor de Dios como gracia y
misericordia. Y este amor que se ofrece, cambia la vida de quien lo acoge.
b) Proclamación breve y clara del anuncio explícito1358.
El anuncio tiene como objetivo suscitar la inquietud religiosa y el interés
por la figura de Jesucristo, por ello, debe ser realizado de una manera breve,
clara y siendo fiel al contenido del mismo: Jesucristo, es Hijo de Dios que
se ha hecho uno de nosotros –por ello es Dios y hombre verdadero– para
liberarnos de todo lo que nos oprime y darnos así la felicidad; con su vida,
muerte y resurrección nos ha abierto el acceso a Dios y por medio del
Espíritu Santo nos ayuda para seguir sus pasos en esta vida.
La proclamación, aunque debe tener, en cuenta a todo el anuncio, hará
notar más unos aspectos que otros del mismo, teniendo en cuenta las
especiales circunstancias y consideraciones de las personas a las cuales va
dirigido el mismo.
Generalmente, el aspecto liberador de Jesucristo, es muy tenido en
cuenta por los excluidos. También su capacidad de acoger sin reservas para
la salvación, así como, ser fuente de felicidad si se le sigue.
c) El anuncio explícito se realiza desde la encarnación que da lugar a un
proceso diagonal.
“La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona,
como una llama enciende otra” (LF 37): solo desde la cercanía, el
acompañamiento, la convivencia, se puede producir entre el agente y el
usuario de Cáritas, un proceso diagonal en el que tenga lugar el anuncio
explícito de Jesucristo.
1357
1358
Cf. CARVAJAL, o.c., 73-74.
Cf. Ibid., 77-78; 154.
408
Esta relación cercana seguramente puede hacer posible que ambos
interlocutores salgan del anonimato y se vaya manifestando lo que en
verdad consideran que da sentido y valor en los acontecimientos que
comparten; estamos hablando de que se produzca en ambos, agente y
usuario, un proceso personal de desvelamiento mutuo; que los hace pasar
del comentario de un hecho puntual o narración de una anécdota, a
adentrarse en la densidad de la vida, donde la persona se siente inclinada a
expresar sus convicciones y compartir sus anhelos1359.
Este diálogo seguramente puede conducir a que se planteen
interrogantes y cuestiones profundas sobre el sentido de la vida, existencia
de Dios, que el no creyente se cuestione su “no fe” y la confronte con la fe
de su interlocutor.
Nos dice J.C. Carvajal: “La humildad en la comunicación, la sencillez en
sus expresiones y la narración de su experiencia en primera persona serán la
llave que pueda abrir el corazón del no creyente y llevarle a interrogarse,
ahora sí, sobre sí mismo y sus propias experiencias”1360.
Posiblemente este es un momento adecuado de realizar el anuncio
explícito de Jesucristo, ahora bien, eso no significa que el creyente, el
voluntario de Cáritas deba ser el protagonista; dicho de otro modo: sus
palabras van a señalar más a Jesucristo y él, sólo es reflejo de la acción
salvadora que Jesús ha realizado en su persona.
d) Actitudes que caracterizan la práctica del anuncio explícito1361.
Se debe realizar la proclamación de Jesucristo desde el amor a quienes
se dirige el anuncio, realizando un testimonio explícito de Jesús que resulte
significativo, junto a los empobrecidos, creyendo en lo que se anuncia,
desde la humildad en el ofrecimiento y la debilidad por el “tesoro que
llevamos en vasijas de barro” (2Cor 4,7), con fervor y valentía ante el
ambiente, y por último, con esfuerzo pero con gratitud por la tarea recibida.
8.7.4.6.5. El anuncio explícito del Evangelio también es caridad
El anuncio explícito del Evangelio también es caridad, porque
fundamenta la dignidad de la persona en su raíz más profunda y le ofrece
1359
Cf. Ibid., 71.
Cf. Ibid., 72.
1361
Cf. GARCIA DE ANDOIN, Explícito, 56-57.
1360
409
sentido y esperanza, a la vez que crea fraternidad y promociona la
convivencia y el desarrollo de todo el género humano1362.
Si la caridad consiste en amar como Jesús nos amó, transmitir su
mensaje no es solamente dar información a alguien, por muy importante que
esta sea, sino también, el descubrimiento de las raíces de la propia dignidad
de la persona: el anuncio de Jesucristo nos revela un Dios amor que nos crea
por amor, y que es enviado por el Padre para nuestra salvación; que invita a
los hombres y mujeres de todos los tiempos a que le sigan, creando así
fraternidad; y a que estos se conviertan y trabajen por la implantación del
Reino de Dios en nuestra sociedad, contribuyendo así a la promoción,
convivencia y desarrollo de nuestro mundo. Pero Jesús con su muerte y
resurrección nos ha abierto el acceso a Dios, lo que da sentido y esperanza a
todas las personas.
Sin embargo, para que el anuncio explícito del Evangelio sea
significativo, debe ir acreditado por el ejercicio de la caridad hacia los más
pobres; de tal manera que esta acción caritativa social ejerza así, una
función hermeneútica sobre el anuncio. Por otra parte, el anuncio de Jesús
explícita el servicio de la caridad con los desvalidos. El anuncio explícito de
Cristo y la acción caritativa social eclesial se coimplican mutuamente al
servicio de la persona humana,
8.7.4.6.6. Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos,
con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana:
mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio
explícito, sólo cuando se den las condiciones adecuadas para proclamarlo
Cáritas es consciente de que debe mejorar y encontrar acciones
pastorales, que ayuden en la evangelización de las personas que son
atendidas por sus técnicos y voluntarios, así se manifiesta en la ponencia
marco de su 60 Asamblea general: “Se constata la necesidad de mejorar
nuestra atención a la «dimensión trascendente de la persona» (nos referimos
a las personas que atendemos). Se trabaja desde el testimonio, la calidad de
la acogida, el acompañamiento; pero no existe en nuestras comunidades
tanta creatividad para buscar, de manera sistemática, qué cauces usar para
despertar la dimensión de la trascendencia. Necesitamos, por tanto, mirar
armónicamente a la persona y considerar que tiene hambre de pan y sed de
Dios: la caridad evangélica sana, cura y salva. La acción caritativo-social
1362
Cf. Jn 13, 12-17; PRAT, Ministerio, 231; PRAT, Dimensión, 140-141; ALTABA,
RMA6, 51-52.
410
levanta al caído, socorre al inmigrante, recupera la autoestima de una mujer
maltratada…, pero ha de ser una acción abierta a Aquel que libera, salva
radicalmente. Jesucristo mira integralmente a la persona y esto es lo que
debemos hacer nosotros como Cáritas. Cáritas debe tener muy presente a la
totalidad de la persona”1363.
El ejercicio de la caridad eclesial es parte constitutiva de la
evangelización. Hoy en día, creemos, que son muy pocos los cristianos que
no se atreverían a suscribir esta afirmación.
Esta unanimidad se debilita cuando se trata de ver la aportación
específica que tienen que hacer, Cáritas y las demás instituciones eclesiales,
cuya actividad fundamental es la atención a los pobres y excluidos, a la
evangelización1364. Por un lado está la opinión mayoritaria de quienes
sostienen que la contribución de estas instituciones a la evangelización es
implícita, no se necesita, ni se debe hacer anuncio explícito de Jesucristo; el
propio ejercicio de la caridad que realizan, considerado en una globalidad
más amplia junto a la dimensión evangelizadora y litúrgica, que no alcanzan
propiamente a los marginados, conformaría y contribuiría a una pastoral de
conjunto con la que se llevaría a cabo la evangelización.
Esta postura recuerda y asume la dificultad de realizar una
evangelización, que respete y cumpla las diversas etapas del proceso, en un
ambiente fuertemente descristianizado y en el que se ha roto la “simbólica
cristiana”.
Por otra parte, otros opinan que lo dicho anteriormente no es
evangelizar, es llevar a cabo una buena acción eclesial, que en todo caso no
hay duda que se debe hacer, pero que no hay verdadera evangelización si no
se anuncia explícitamente a Jesucristo. Consecuentemente, Cáritas y todas
las organizaciones de la Iglesia que atienden a los marginados, deben
anunciarles a Jesucristo, eso si, desde el respeto más exquisito, para no
realizar proselitismo.
Nuestra aportación en esta cuestión, es integradora: optamos por una
nueva vía que une las dos anteriores. Creemos honestamente que las dos
tienen razones argumentativas suficientes, pero estamos en contra la
exclusión que cada una hace de la otra.
Consideramos que Cáritas cuando atiende a los excluidos, aliviando su
sufrimiento y recomponiendo sus vidas fracturadas, estos, son
1363
1364
CÁRITAS ESPAÑOLA, Ponencia60, 114.
Cf. LEAL, Laicos, 176.
411
evangelizados: se insertan en un proceso de conversión generalmente lento
y progresivo en el que algunos se adhieren al mensaje y seguimiento de
Jesucristo y se integran en la comunidad eclesial. Todo el camino que
emprenden y sus diferentes etapas son, y es, evangelización.
Ahora bien, en ese proceso de acompañamiento, el marginado siente y
desea, en ocasiones, desde las cuestiones vitales que le suscita su existencia
y la de otros –muchas veces el testimonio del agente de Cáritas– que le
hablen de Dios, del sentido de la vida.
En este momento, desde el derecho que tiene el empobrecido a que le
anuncien a Jesucristo, desde el deber que tiene el agente de Cáritas como
bautizado a realizarlo, sin proselitismos1365, y llevándolo a cado de una
manera correcta y adecuada1366, entonces sí, hay que proclamar claramente
y sin miedo a Jesucristo. No podemos ni debemos olvidar, que el anuncio
explícito de Jesucristo también, y sobre todo, es caridad.
1365
1366
Ver punto 8.7.4.2 de este mismo trabajo.
Ver punto 8.7.4.6.4 de este mismo trabajo.
412
9.
TREINTA Y UNA DIRECTRICES OPERATIVAS SOBRE
LA IDENTIDAD Y MISIÓN DE CÁRITAS
Después del recorrido efectuado en los capítulos anteriores, podemos
elaborar ahora una serie de directrices operativas. Se trata de hacer un
elenco justificado de aquellos aspectos de Cáritas –como diaconía eclesial,
signo de credibilidad de la Iglesia y sobre el lugar que ocupa en el proceso
evangelizador– que consideramos esenciales para su justa comprensión.
Con ello, pretendemos construir un marco reflexivo que contribuya a
que Cáritas sea fiel a la misión recibida: ser dimensión diaconal de la
caridad eclesial, es decir, expresión del amor preferencial del Dios de
Jesucristo por los empobrecidos.
Este mismo marco conceptual, expondrá, como Cáritas siendo fiel a la
misión que ha recibido, contribuye decididamente a la credibilidad eclesial,
es decir, pone de manifiesto la continuidad no sólo histórica, sino teológica
entre el acontecimiento de Cristo y la acción que realiza de amor hacia los
pobres y excluidos de la sociedad. De esta manera sugiere la presencia de
Jesucristo en ella, que es lo que quiere atestiguar, manifestando su
credibilidad y presentando como verídica la Revelación.
Todo ello contribuye a establecer con precisión el lugar de Cáritas en el
proceso evangelizador, es decir, la posible recepción positiva, por parte de
un destinatario, del testimonio de la acción caritativa y social de Cáritas.
Nos estamos refiriendo a la primera aceptación positiva de la revelación
cristiana por parte de una persona que percibe a Dios en esa tarea.
Aunque en todo momento planteamos un discurso teórico, debemos
hacer notar, que el mismo, no carece de encarnación ni de la experiencia
vivida: parte de una sólida encuesta realizada tanto a agentes de Cáritas
como a usuarios de la Institución, así como, a colectivos de creyentes y no
creyentes que no están implicados en las labores de Cáritas, pero que
observadores de la misma, exponen su opinión desde diferentes puntos de
vista sobre dicha acción, contribuyendo al enriquecimiento de nuestra
reflexión. Además no debemos despreciar la experiencia, de quien esto
413
suscribe, de más de diez años de servicio en diferentes cargos directivos en
Cáritas1367.
Nuestra aportación novedosa en muchos aspectos, como corresponde a
todo intento investigador, se ha apoyado y ha tratado de recoger, no
obstante, la reflexión realizada por muchos teólogos, ya sea en la revista
Corintios XIII, en los documentos programáticos de Cáritas, o bien, en
monografías, libros y ponencias a Congresos o Jornadas.
Con ello, hemos querido ser fieles a la rica reflexión teológica que nos
precede y que ha ido poniendo de manifiesto y desarrollando la identidad y
la manera de “hacer” de Cáritas. Todo ello a la luz de las afirmaciones
doctrinales del Magisterio de la Iglesia, a propósito de los temas tratados en
nuestro trabajo.
Pero si hemos sido fieles al “pasado” somos conscientes que este trabajo
no puede ni debe considerarse como un punto y final sobre las cuestiones
que aquí se tratan. Muy al contrario, creemos y nos gustaría que estuviera
cargado de “futuro”, que supusiera un acicate y un impulso para posteriores
reflexiones que quisieran profundizar sobre los temas aquí analizados.
Si el texto que presentamos está sustentado sobre el “pasado” y cargado
de “futuro”, aspiramos humildemente a que en el “presente” tenga una
aplicación práctica que anime en cada comunidad cristiana el ejercicio de la
caridad con los empobrecidos y últimos de nuestra sociedad. De tal manera
que contribuya a la clarificación, renovación y promover un nuevo impulso
de la acción caritativa-social en Cáritas y consecuentemente en nuestra
Iglesia.
La presentación del capítulo en forma de “directrices operativas” quiere
subrayar la unidad de cada una de ellas. De hecho pueden ser estudiadas
independientemente y desarrolladas en sus implicaciones. Pero debemos
notar que es el conjunto de todas ellas quien compone, de una manera
armoniosa, lo que es Cáritas como dimensión diaconal de la Iglesia que es,
y lo que eso supone para realizar fielmente la misión recibida y a la que es
enviada.
1367
Director de Cáritas Diocesana de Zaragoza (2000-2004), Vicepresidente de Cáritas
Aragón (2004-2006), Presidente de Cáritas Aragón (2006-2010), Miembro del Consejo
General de Cáritas Española (2006-2010), Vicepresidente de la comisión de comunicación
de Cáritas Española (2008-2010).
414
1ª Directriz operativa: Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia
para la acción caritativa-social, en sus diversos niveles: parroquial,
diocesano, regional-autonómico y nacional
Cáritas Española es la Confederación oficial de las entidades de acción
caritativa y social de la Iglesia Católica en España, cuya dirección
corresponde a la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia
Episcopal Española.
Existen Cáritas a nivel parroquial, diocesano y regional-autonómico.
Cada Cáritas diocesana y regional-autonómica –miembros de la
Confederación de Cáritas Española– tiene su propio estatuto jurídico en su
ámbito territorial y gozan de plena autonomía.
Sin embargo, y a pesar de la implantación de Cáritas en todos los niveles
de la Iglesia, la referencia eclesial de esta Institución ha de ser su
realización la Comunidad particular. Es en cada diócesis en comunión con
el obispo, donde Cáritas encuentra su lugar dentro de la Iglesia.
Por ello, Cáritas no es en la diócesis una organización optativa, ni una
sucursal de una organización supradiocesana. Es, más bien, un ministerio
pastoral con el que el obispo promueve y garantiza autorizadamente la
responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción, armonización y
actualización de la acción socio caritativa.
Las Cáritas de todos estos niveles tienen un objetivo general y común
que es irradiar la caridad y la justicia social; y ciertamente, para realizar este
servicio es necesario organizarse: “La Iglesia nunca puede sentirse
dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los
creyentes” (DCE 29). Ahora bien, atendiendo al objetivo señalado, la
organización no tiene sólo una fundamentación “práxica” o de responder a
las necesidades en diferentes niveles y diversas situaciones, sino que la
Comunidad cristiana tiene que tener expresamente la dimensión de la
caridad, para ser cauce del amor cristiano y hacer presente y actual el amor
del Dios de Jesucristo. Tenemos pues ante nosotros, una fundamentación
teológica de la estructura organizativa de Cáritas, que no se debe,
únicamente, a responder de una manera adecuada a las necesidades de
diferente tipo y dimensión.
Por último, señalar, que Cáritas debe revisar periódicamente su
organización –por otro lado, tan necesaria– de tal manera que ésta no
suponga un obstáculo para que lleve a cabo su ministerio, su acción
caritativa-social con los empobrecidos, que constituye lo esencial de su
misión.
415
2ª Directriz operativa: el fundamento del ser de Cáritas y la fuente
de su acción es el amor del Padre que se nos ha comunicado en Cristo
por la efusión del Espíritu
Existe Cáritas, ante todo, porque el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo
para anunciar el Evangelio a los pobres, sigue suscitando en la Iglesia el
amor a los pobres.
Así pues, podemos afirmar que el ser y la misión de Cáritas están
radicadas y nacen, de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento y
contemplación de Cristo Jesús y de la acción del Espíritu.
El amor que anima la misión de Jesús entre los hombres es el que el Hijo
experimenta en la unión íntima intratrinitaria. Reconocer ese amor significa
para Jesús inspirar su acción en la misma gratuidad y misericordia de Dios,
misericordia liberadora de pobres, marginados y pecadores.
Para que Cáritas realice su misión, es necesario, pues, que sus miembros
se configuren con Cristo, que aprendan a vivir como Jesús vivió y a amar
como Él amó, De esa manera, entroncados en el amor Trinitario, mediante
la mediación de Jesucristo, serán prolongación en la historia del mismo
estilo de vida de Jesús de Nazaret y manifestación-actualización del amor
del Dios de Jesucristo.
Pero esa comunión con Cristo, no es posible sin el Espíritu Santo: la
función del Espíritu es conducir a las personas a Cristo y hacer de ellas
otros Cristos, hoy. Ser en Cristo por el Espíritu, es la vocación de bautizado.
Ser como Cristo por el Espíritu, es la tarea de todo creyente. Hacer de
Cristo, por el Espíritu, alguien contemporáneo a todos los hombres, es la
misión de todo cristiano.
Esa es la fuerza interior que mueve a los agentes de Cáritas para realizar
su servicio. El Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el
Evangelio a los pobres, conduce a los miembros de Cáritas hacia la misión
de continuar la obra salvadora de Jesucristo, entre los últimos de la
sociedad.
3ª Directriz operativa: Cáritas servicio misericordioso para con el
prójimo, como consecuencia del seguimiento de Cristo
Dios se nos revela como apasionado por el destino y los sufrimientos de
sus criaturas y como disposición a padecer y compartir sus dolores y
416
angustias. Esa manera de “ser” de Dios la designamos como misericordia y
encontró su máxima realización en Jesús de Nazaret que en su proexistencia
acoge al que se encuentra abandonado, eliminando las barreras de la
exclusión y marginación. La vida de Jesús está jalonada de gestos y
opciones que luchan contra la pobreza con una misericordia que se hace
solidaria. Jesús anuncia la misericordia del Padre, pero sobre todo la vive:
la misericordia de Dios se hace real en Jesús. Las situaciones de pobreza,
necesidad y dolor humano, producen en Él un profundo sentimiento de
conmiseración y de afecto: se le conmueven las entrañas, experimenta una
honda compasión.
La misericordia cristiana consiste en el fondo en encontrarse con
Jesucristo en la persona del empobrecido y de quien sufre. De ahí que esta
no sea principalmente una cuestión ético-moral, sino de fe en Cristo, de
encuentro con Cristo y de seguimiento de Cristo.
Cuando Cáritas actúa desde la compasión, nos permite acceder a su
“ser” más genuino y profundo: la misericordia como participación del Dios
cristiano, y también ser prolongación del mismo como entrega de su amor
gratuito que se ofrece a quienes no tienen más que su pobreza. En ello se
hace concreto el seguimiento de Cristo.
Cáritas debe vivir por tanto de la misericordia y para la misericordia:
“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36).
Misericordia no es un sencillo sentimiento sensiblero, es pasión, es sentircon, compadecer-con, es volcarse desde el corazón herido sobre la miseria y
el sufrimiento humano, para compartirlo, interiorizarlo y erradicarlo si se
puede. Es la misericordia, lo que define y manifiesta mejor al Dios de
Jesucristo y lo que debe definir, mover y caracterizar a Cáritas.
4ª Directriz operativa: no hay verdadera Cáritas sin la acción del
Espíritu y su servicio no es auténtico sin vida en el Espíritu
Desde el punto de vista cristiano, los hombres y mujeres “espirituales”
son aquellos que están llenos del Espíritu de Cristo y lo están de una manera
viva y constatable, puesto que la fuerza y vida de ese Espíritu invade todos
su ser e impregna todas sus acciones; de esta manera, Dios se hace presente
de una forma singular en y entre los hombres.
Para que Cáritas sea lo que tiene que ser y fiel a la misión encomendada
–“expresión” del amor preferencial de los creyentes y de la comunidad
cristiana por los pobres como manifestación y actualización del amor del
Dios de Jesucristo por los empobrecidos y marginados– debe ser dócil y
417
acoger en su entraña al Espíritu, para que siendo transformada por Él, opte
de una manera radical por el Evangelio de Jesús y se guie por el criterio de
la caridad que lleva el amor hasta las últimas consecuencias: estar dispuesto
a sufrir y entregar la vida, des-vivirse para que otros tengan vida.
Para Cáritas y sus agentes, el ejercicio de la caridad implica o debe
implicar, tener una profunda experiencia de sentirse amado por Dios. Su
amor nace de Dios y se nutre la vivencia, de sentirse hijo amado por Dios.
Por eso la caridad es “don recibido y ofrecido” (CIV 5): en primer lugar
recibido y desde esa experiencia, amor ofrecido.
Esta experiencia del amor de Dios es la que capacita a Cáritas y sus
miembros para amar al prójimo y descubre algo muy importante: que lo
prioritario en el ejercicio de la caridad es el amor, y que todos los que sirven
y trabajan en este ámbito están llamados a “ser instrumento de la Gracia
para difundir el amor de Dios” (CIV 5).
De esto deducimos que si Cáritas se cierra a la acción del Espíritu, será
una mejor o peor ONG o empresa de servicios sociales, pero no será fiel al
fundamento que la sostiene y a la fuente que la envía a la misión. Como
dice V. Altaba, parafraseando a K. Rahner: “Cáritas o será mística o no
será”.
5ª Directriz operativa: Cáritas expresión externa de la entraña
misma eclesial, es dimensión constitutiva de la Iglesia
La actividad caritativa-social de la Iglesia pertenece a su mismo ser: “La
caridad no es una especie de actividad de asistencia social, sino que
pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia
esencia” (DCE 25).
El ejercicio de la caridad no es la mera suplencia de aquellas
necesidades que no estén atendidas por la administración, ni por la sociedad,
sino algo que brota de su mismo ser Iglesia, habitada y movida por el
Espíritu Santo para continuar la presencia y la obra de Cristo en el mundo,
manifestando así el amor de Dios a los hombres.
Si Cristo revela el amor de Dios para los hombres, la Iglesia unida a Él
está llamada a vivirlo y manifestarlo: la Iglesia ha recibido el ministerio de
la caridad que propiamente sólo pertenece a Cristo y así, aquella, se
convierte en dimensión constituyente de la misma.
La acción caritativa-social eclesial como dimensión constitutiva de la
Iglesia, tiene su origen en Cristo como forma interna de la existencia y de su
418
ser eclesial, y requiere expresarse en formas de existencia y actuaciones
históricas plurales, entre las que se encuentra como más representativa,
aunque no excluye otras formaciones, Cáritas.
Así esta Institución, con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del
amor de Dios de Jesucristo y en su actuación histórica, puede considerarse
como dimensión constitutiva de la Iglesia, participando de la dimensión
caritativa-social eclesial o diaconal eclesial.
Si además podemos afirmar –que la Iglesia entera está presente en cada
diócesis y que todas las diócesis hacen la Iglesia– la especial presencia
diocesana de Cáritas como organismo oficial eclesial para la actividad
caritativa-social y ministerio pastoral con el que el obispo promueve y
garantiza el ejercicio de la caridad en su Iglesia particular, así como, su ser
diaconal eclesial: expresión del amor preferencial de la comunidad cristiana
por los pobres, que le hace ser algo más que una organización eclesial, es
decir, que es la misma Iglesia en el ejercicio de la caridad; podemos
concluir que Cáritas, expresión externa de la entraña misma de la Iglesia, es
dimensión constitutiva de la misma.
6ª Directriz operativa: la persona, en tanto poseedora de la máxima
dignidad posible, se torna en eje y centro fundamental de la acción de
Cáritas
Dios crea todo por amor, que brota de su mismo ser, y que por ser
esencialmente amor tiende a comunicarse. En este proceso de
autocomunicación de Dios a lo no divino, el hombre ocupa un puesto
excepcional entre todas las criaturas pues ha sido creado a “imagen y
semejanza del Hacedor”.
Así pues, el ser humano, imago Dei, es el señor y centro de toda la
creación y por haber sido hecho a semejanza de su Creador, tiene la
dignidad de persona, es decir, que no es solamente algo, sino alguien, que es
capaz de conocerse, de darse libremente y entrar en comunión con otras
personas; y es llamado por la Gracia a una alianza con su Hacedor, a
ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su
lugar: sólo él está llamado a participar por el conocimiento y el amor, en la
vida de Dios. Para este fin ha sido creado como imagen del Creador y ésta
es la razón fundamental de su dignidad.
Estos principios teológicos y antropológicos son la base sobre la que se
asientan todas las afirmaciones fundamentales, las opciones y las
características que forman el cuerpo del modelo de acción social de Cáritas.
419
Por ello, el “hacer" de esta Institución tiende en todo momento a ayudar
a la persona a vivir de acuerdo a su dignidad y a desarrollarse en toda su
integridad, en reconocer su valor y su dignidad inviolable e inalienable.
Y esto lo realiza Cáritas desde una triple perspectiva: primero, teniendo
en cuenta que estar al servicio de la dignidad de la persona, supone estarlo
al servicio de su desarrollo integral, de las múltiples dimensiones
constitutivas del ser humano: física, psicológica, espiritual, etc. No
satisfacer las necesidades que se asientan en el todo integral que es la
persona, hace que quede comprometida su dignidad.
En segundo lugar, la atención de Cáritas se basa también en poner en
valor las potencialidades y capacidades de los empobrecidos, aunque estas
no estén desarrolladas o se encuentren muy condicionadas por la realidad
concreta que le toca vivir al excluido. Por tanto, comprende a la persona
necesitada desde sus posibilidades y no desde sus carencias o negatividades.
Y por último, esta conciencia de la dignidad, que posee toda persona, da
a los agentes de Cáritas un talante tal, que les impide utilizar al pobre en
función de ninguna circunstancia personal, comunitaria o institucional. Es
más, esta manera de ver al marginado, hace que para los miembros de
Cáritas, el excluido no sea un mero dato sociológico o el objeto de su
acción, sino que es el lugar en el que Dios se hace presente, se revela e
interpela, el lugar en el que se puede encontrar a Dios, amarle y acceder a
Él.
7ª Directriz operativa: la acción de Cáritas ha de integrarse en la
pastoral de conjunto
Es imprescindible un engranaje de la labor de Cáritas con el resto de la
tareas eclesiales y con el conjunto de la Comunidad; ya que aquellas
actividades que no se inscriben con claridad en el proceso general de la
acción evangelizadora de la Iglesia, corren el riesgo de aislarse y desligarse
de la comunión eclesial que las debe sustentar.
Palabra, culto y caridad no son acciones yuxtapuestas. Entre el anuncio
de la Palabra, la celebración litúrgica y el testimonio de la caridad existen
fuertes vínculos de modo que ninguna de estas tres dimensiones debe
caminar por su cuenta con criterios excluyentes.
Todas se complementan, se dan sentido y conforman la tarea eclesial
que es una. Así la Eucaristía se traduce en fraternidad y servicio que a la vez
le otorga fuerza salvífica en el presente de nuestra historia. La catequesis y
420
la reflexión teológica iluminan la acción, pero también se nutren de los
signos de los tiempos que desvelan la acción de Dios y de su Espíritu en el
mundo y en la historia.
Por ello, Cáritas y su acción, han de tener necesariamente una referencia
a ese “ser Iglesia” que anuncia a Jesucristo, que celebra la fe y sirve al
pobre y marginado, ya que es la comunidad cristiana el sujeto al que el
Señor confió la misión de evangelizar. No basta afirmar que es en la Iglesia
donde se realiza la tarea diaconal, hay que llegar a descubrir y manifestar
que es la misma Iglesia la que la realiza.
Así pues, el ejercicio de la caridad que lleva a cabo Cáritas ha de
integrarse en la pastoral de conjunto. Es condición necesaria para que la
Comunidad exprese su compromiso con los empobrecidos.
8ª Directriz operativa: la "Lectura Creyente de la Realidad", es la
metodología fundamental que emplea Cáritas en su modo de actuar
Para los creyentes, la realidad es el lugar donde Dios se revela a la
humanidad. Por eso, hacer un análisis de la realidad responde a un interés
firme de conocer la voluntad de Dios sobre nosotros, que tiene o presenta
una traducción o expresión intrahistórica o intramundana.
Partimos, pues, del convencimiento de que la persona humana es un ser
histórico que vive y desarrolla su experiencia de vida y de fe en el interior
de la realidad; y de que la lectura creyente de esa realidad elabora una
metodología para relacionar la vida cotidiana de las personas con el
proyecto que Dios tiene sobre ellas y la realidad en la que se mueven
existencialmente.
Entendemos por "Lectura Creyente de la Realidad", recurriendo a la
definición que R. Prat hace de la misma: aquella acción personal y
comunitaria eclesial encaminada a observar la realidad a partir de los hechos
concretos en sus interrelaciones y sus causas más profundas, tratando de
averiguar si la realidad que estamos observando está encaminada
adecuadamente hacia el proyecto que tiene Dios sobre la historia; para así, y
según el diagnóstico realizado, incidir sobre la realidad para transformarla a
través de una acción consciente y consecuente, comprometida y
evangelizadora, hacia la fraternidad evangélica que brota de la filiación
divina.
La "Lectura Creyente de la Realidad" que realiza Cáritas presenta una
serie de elementos que vamos a señalar a continuación:
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a) Observa y analiza la realidad para definir las situaciones de pobreza y
exclusión, tipología de las mismas y conocer los grupos con mayor riesgo
de sufrir empobrecimiento. Así mismo, trata de descubrir las causas que
generan marginación social. Esto lo realiza desde los Servicios de Estudios
Sociales y Observatorios de la Realidad Social.
b) En un segundo momento Cáritas trata de descubrir los signos de
esperanza presentes en los hechos cotidianos, para articular en ellos parte de
su acción.
c) Desde el discernimiento evangélico de los retos y signos de
esperanza, Cáritas parte de unos principios que son los de la Doctrina Social
de la Iglesia que aportan los elementos que se precisan para valorar las
realizaciones humanas; y formula unos criterios que orienten su acción:
• El servicio amoroso-misericordioso para con el prójimo:
manifestación del “ser” más genuino y profundo de la Institución como
participación del Dios cristiano y como prolongación del mismo como
entrega de su amor.
• El seguimiento de Jesucristo como la forma en que Cáritas hace
operante su servicio.
• Trabajando por la justicia: actuando sobre las estructuras sociales de
pecado que producen pobreza y exclusión y realizando la denuncia y el
anuncio proféticos.
d) Cáritas elabora unas líneas de acción, partiendo de los principios y
criterios orientadores de la anterior fase, conformando directrices, que
encaminan la reflexión e interpretación evangélica y teológica de la
realidad, en un proceso en marcha hacia del Reino de Dios.
Cáritas presenta las siguientes propuestas generales de su actuar:
• Desde la acogida incondicional de las personas, Cáritas trabaja desde
las capacidades y potencialidades de los usuarios, acompañando procesos.
• Cáritas es animadora de la acción socio-caritativa de la comunidad
eclesial.
• Sus acciones deben de ser significativas: signos e instrumentos del
Reino de Dios.
• Cáritas, es espacio de encuentro para personas llamadas a ser
instrumento de la Gracia para difundir el amor de Dios.
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• La formación es parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer
de Cáritas.
e) El siguiente paso es que verifique en la praxis, lo realizado.
f) Por último, valorar periódicamente los resultados –ya que la reflexión
sobre sus acciones es tarea permanente de Cáritas– para aprender de los
aciertos y de los errores.
9ª Directriz operativa: los principios de la Doctrina Social de la
Iglesia portan los elementos que se precisan para que Cáritas valore las
realizaciones humanas
La Doctrina Social de la Iglesia, a través de sus principios, sirve a la
acción de Cáritas como orientadora en la adaptación de las exigencias del
ejercicio de la caridad a las condiciones culturales, sociales y económicas de
cada época y le permite valorar y discernir la acción caritativa-social que
realiza.
Por ello, la acción de Cáritas debe siempre salvaguardar y promover los
valores que la Doctrina Social de la Iglesia presenta como fundamentales en
el compromiso social de los cristianos: la dignidad de la persona humana, en
el que cualquier otro principio encuentra su fundamento; los derechos
humanos como expresión social de esa dignidad humana; el bien común,
fundamento del orden sociopolítico, la solidaridad como principio
inspirador de un nuevo orden social, económico y político, desde el empeño
por el bien común; el destino universal de los bienes que deben llegar a
todos justamente; la subsidiariedad para que toda institución, asociación,
organización, grupo o estamento, pueda llevar con autonomía todo aquello
para lo que se encuentra capacitado, sin impedimento ni suplantación por
otra instancia superior, salvo en la coordinación que está prevista en el
juego social; y la participación consecuencia característica del anterior
principio.
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10ª Directriz operativa: Cáritas trabaja por la justicia, denunciando
las condiciones sociales injustas que excluyen a las personas del pleno
ejercicio de su dignidad y propone el anuncio de la Buena Noticia del
Reino de Dios, incidiendo y afectando a las estructuras sociales
pecaminosas con la intención de cambiarlas en aquellas que
transforman las relaciones humanas que favorecen la inclusión social
La injusticia es la principal causa de la pobreza, generadora a su vez de
otras causas que también actúan en la génesis de la misma. Por eso,
constatando su valor etiológico en la aparición de la marginación, le plantea
a Cáritas la necesidad de erradicarla a base de luchar por la justicia.
La justicia a la que nos referimos, no lo es solamente en el aspecto legal,
sino ético y sobre todo profético: en la Biblia para los profetas, la justicia
significó –más que referirse a una justicia distributiva– la defensa de los
derechos humanos de todos los hombres, en especial de los más débiles.
Es necesario manifestar claramente, que por sí sola la justicia no basta,
más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza
profunda que es el amor; por ello, Cáritas está llamada a superar la justicia
humana mediante la caridad; pero sabe bien, que la justicia es la condición
indispensable para el ejercicio de la caridad: no hay caridad sin justicia, ni
justicia sin caridad.
Dios no quiere mantenerse en silencio ante la injusticia, por ello, Cáritas,
no puede ni debe callar ante las injusticias y tiene la misión profética de
denunciar la violación de la dignidad humana, especialmente la de los
pobres.
Pero no solo debe hacer la denuncia, sino también el anuncio profético:
la denuncia descubre las causas de la injusticia, pero el anuncio ofrece
soluciones ante los problemas detectados. Ambos aspectos se necesitan y
son inseparables: la denuncia sin anuncio conduce a la violencia y el
pesimismo, y el anuncio sin denuncia corre el peligro de caer en la
ingenuidad.
Pero la lucha de Cáritas por la justicia quedaría sin efecto, si no tratara
de incidir y afectar a las estructuras sociales injustas-pecaminosas con la
intención de cambiarlas en estructuras de justicia y paz desde la finalidad
del Reino de Dios que tiende a transformar las relaciones humanas para
favorecer la inclusión social.
Por ello, desde la justicia, Cáritas opta por la transformación de manera
integral, acompañando personas, animando comunidades, haciendo anuncio
424
y denuncia profética y contribuyendo a la eliminación de las estructuras
sociales de pecado que crean pobreza y exclusión.
11ª Directriz operativa: Cáritas trabaja desde las capacidades y
potencialidades de las personas acompañando procesos, para posibilitar
la participación de los pobres en su propia inclusión social y, que así, se
sientan sujetos y protagonistas de su futuro
Íntimamente unido al acto de acompañar y previo a él, está el de acoger.
Son dos actitudes estrechamente relacionadas: con la acogida se ama a
alguien por lo que es en sí mismo; el acompañamiento nos lleva a andar
junto a los demás, compartiendo cuanto tenemos y somos.
La acogida de Cáritas forma parte de su manera de “ser”, recorre
transversalmente toda su acción y sus actividades; pero toma “carta de
naturaleza” en todos sus puntos de “acogida”, allí donde se recibe al que
demanda ayuda y está necesitado. Esta significa para Cáritas tener empatía
con el que sufre, escuchándolo y aceptándolo incondicionalmente. Supone
considerar al empobrecido como el centro de la acción a desarrollar y como
protagonista de su proceso de inserción, confiando en sus recursos y
potenciándolos; desde ese caminar uno al lado del otro.
El acompañamiento es el método de acción por el que opta el modelo de
acción de Cáritas y que consiste en acompañar los procesos de crecimiento
de las personas y comunidades, lo cual centra la atención más en los
“itinerarios” que en las “metas”.
Acompañar consiste más en “estar” que “hacer”, no puede suplir la
acción del otro, pero tampoco es una mera espera pasiva, es más bien:
sugerir, escuchar, animar, convivir.
Esta acción parte de la situación en la que se encuentra el sujeto y de sus
posibilidades y capacidades, para que se comprometa en la mejora de su
situación y se produzca en él un proceso de personalización. Ahora bien, en
este paso, el excluido debe sentirse apoyado, sabiendo que alguien va a su
lado hacia el mismo destino y que forma parte de un “proyecto” que es
común. Y esta es la labor de Cáritas, de sus voluntarios y trabajadores.
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12ª Directriz operativa: Cáritas es animadora de la acción sociocaritativa en la Iglesia, siendo lugar de encuentro de la comunidad
cristiana para un mejor servicio a los empobrecidos
Es cierto que Cáritas tiene que atender muchas necesidades, pero lo más
importante que tiene que hacer es sembrar en la comunidades cristianas el
espíritu de misericordia, es decir, integrar la animación de la comunidad
eclesial en el servicio a los empobrecidos.
Por ello, Cáritas es la “catalizadora” de la caridad de toda la Comunidad
llamada a vivir como Cristo vivió y amó; haciendo que todos los creyentes
tomen conciencia de que el ejercicio de la caridad no es tarea de unos
cristianos especialmente interesados en este servicio, sino que es un eje
vertebrador transversal de toda acción de y en la Iglesia.
La animación de la Comunidad hace recordar a todos sus miembros que
el servicio a los pobres es un elemento esencial de la identidad de la Iglesia.
Por todo lo dicho, podemos afirmar que hay Cáritas fundamentalmente
porque hay comunidad cristiana, no sólo porque haya pobres.
Desde esta perspectiva, Cáritas es la expresión de un ministerio
constitutivo de la Iglesia y sus voluntarios deben sentirse enviados en el
seno de la propia Comunidad para ser manifestación y testimonio del amor
de Dios a los marginados.
Un servicio de los agentes de Cáritas que aunque es propio de ellos,
también lo es con la misma carta de naturaleza y derivada de ella, de la
propia comunidad eclesial, ya que el servicio para con los excluidos debe
ser obra de toda la Iglesia.
De esta manera, el agente de la acción caritativa-social de Cáritas lo es
la Iglesia entera y Cáritas está llamada a animar aquellos procesos que
provoquen un movimiento de conversión en las distintas comunidades
eclesiales y en sus componentes para que asuman su responsabilidad en el
servicio a los empobrecidos.
Y la acción de Cáritas, por ser esencialmente acción eclesial y de toda la
comunidad cristiana, debe tener en cuenta la coordinación de actuaciones,
que no puede está ausente, dando lugar no sólo a un planteamiento
estratégico, sino teológico: se alumbra la comunión eclesial.
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13ª Directriz operativa: las acciones de Cáritas deben de ser
significativas: signos e instrumentos del Reino de Dios
Las acciones significativas de Cáritas son aquellas que no se agotan en sí
mismas, sino que trascienden y van más allá de sus realizaciones y de sus
pretensiones instrumentales dejando traslucir procesos de personalización,
liberación y salvación, que remiten a una utopía que trasciende cualquier
esfuerzo humano, poniendo de manifiesto la presencia del Reino.
De esta manera, Cáritas, construye espacios, no necesariamente
geográficos, donde despliega procesos humanizadores de construcción de la
comunidad y la sociedad, regidos por la lógica del Reino de Dios.
Así anuncia que Dios tiene un proyecto para el género humano; y este
anuncio, por serlo, desvela aquello que dificulta la plena realización del
proyecto del Reino, es también, pues, denuncia profética; y manifiesta que
estas acciones significativas que realiza la Institución se enmarcan en la
corriente profética de la denuncia y el anuncio.
Por último, estas acciones que realiza Cáritas al estar impregnadas de
valores alternativos que sugieren la construcción de una sociedad basada en
los valores evangélicos, se convierten en puntos de referencia y en caminos
abiertos que invitan a otras personas y organizaciones a trabajar en favor de
la construcción del Reino de Dios.
14ª Directriz operativa: la raíz del compromiso para el voluntario de
Cáritas se encuentra en Cristo y su actividad no sólo expresa buena
voluntad, sino que es vocación y misión
Podemos decir que el amor entre las personas está fundamentado en el
amor a Dios; la razón de la caridad fraterna se sitúa en el ámbito de la
paternidad de Dios y de la filiación del creyente. El amor al prójimo es, por
tanto, la consecuencia del amor de Dios: “Si Dios nos amó así, también
debemos amarnos los unos a los otros” (1Jn 4,11). La experiencia de ser
amados por Dios nos posibilita amar a los hermanos; nos da la posibilidad
de regalar ese amor recibido gratuitamente.
El amor de Dios manifestado en Jesucristo no es únicamente el punto de
referencia o el modelo de amor cristiano, sino que es la “fuente de la
caridad” de la que fluye el amor con el que debemos y podemos amarnos
los unos a los otros.
Este amor fraterno es de hecho el amor de Dios que se hace nuestro, un
amor que se hace preferencial por los más necesitados. Por eso, cuando este
427
amor es derramado en la ayuda a los pobres y excluidos, los voluntarios de
Cáritas están entregando el propio corazón a Cristo, para que en ellos y por
ellos, Él siga manifestando su amor a los hombres y mujeres de hoy.
Nos referimos pues a un voluntariado en Cáritas, hecho con un espíritu
de entrega a Cristo en los pobres, que contribuye a hacerlo presente en el
tiempo y en el espacio testimoniando su misión liberadora y salvífica.
Este voluntariado enraizado en Cristo radicaliza cualquier forma de
voluntariado, al dotarle de una narrativa de entrega radical al otro, la
narrativa existencial de Jesús Nazaret.
Por eso, el voluntario de Cáritas, es una persona que es llamada a este
servicio desde su identidad y compromiso cristiano por el Dios de los
pobres para, junto a Él y con Él, servirle en la diaconía a los más
empobrecidos. Estamos manifestando claramente, que el voluntariado en
Cáritas es ante todo y por encima de todo, vocación.
Pero la vocación no solo consiste en ser llamados, contempla la
respuesta, es decir, el voluntario tiene que ser una persona que quiere ser y
es servidora de los pobres a imagen de Jesús, siguiéndolo y haciendo de su
vida una vida para los demás.
Por ello, el voluntario de Cáritas, no solo es una persona vocacionada,
sino llamada a la misión.
En el voluntariado de Cáritas la vocación se expresa en la misión y la
misión autentifica y da veracidad a la vocación. Se establece, pues, una
relación necesaria y de circularidad entre ambas.
15ª Directriz operativa: la formación como parte fundamental del
ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas
La necesidad de formación para los agentes de Cáritas es necesaria, ya
que la realidad social se va haciendo muy problemática y la intervención
caritativa-social altamente compleja.
Pero no es el hacer o saber hacer, quien primero la reclama, sino más
bien el ser: la formación e identidad en Cáritas se coimplican, existe entre
ambas un flujo bidireccional, si bien, podemos considerar la identidad como
la que inicialmente configura, da forma y contenidos, a la formación y ésta
posteriormente da consistencia a la identidad.
Por eso, en esta relación dialógica identidad-formación, el carácter
primordial le corresponde a la identidad ya que la formación se configura
428
desde el ser y lo que está llamada a hacer la Institución. A la vez una
formación así concebida se orienta a facilitar y profundizar la identidad de
Cáritas en su ser y hacer.
En lo referente al hacer y saber hacer, Benedicto XVI dice refiriéndose a
Cáritas: “Por lo que se refiere al servicio que se ofrece a los que sufren, es
preciso que sean competentes profesionalmente: quienes prestan ayuda han
de ser formados de manera que sepan hacer lo más apropiado y de la
manera más adecuada (…). Cuando trabajan en las instituciones caritativas
de la Iglesia deben distinguirse por no limitarse a realizar con destreza lo
más conveniente en cada momento, sino por su dedicación al otro con una
atención que sale del corazón, para que el otro experimente su riqueza de
humanidad. Por eso dichos agentes, además de la preparación profesional,
necesitan también y sobre todo una formación del corazón” (DCE 31).
Por ello, las características de la propuesta formativa de Cáritas son:
desde una lectura creyente de la realidad de los pobres; que incida en el
desarrollo de todas las dimensiones (afectiva, intelectual, social, religiosa,
etc.) de la persona, teniendo en cuenta que ésta es el eje y centro de la
acción de la Institución; trabajando las aptitudes-actitudes de empatía con el
objeto de formar en la relación de ayuda a los demás desde una clave
evangélica; que los agentes se formen en lo técnico y en lo espiritual, de tal
manera que la enseñanza sea integral; una formación en reciprocidad, se
recibe para darla y viceversa; desde el acompañamiento de procesos; y que
tiene que ser transformadora haciendo personas libres, en sociedad y que se
sientan alcanzadas por la salvación.
La labor formativa de Cáritas, no sólo tiene esta dimensión “ad intra” de
la propia organización, sino que es muy importante su labor “ad extra” en la
Comunidad: Cáritas debe jugar un papel relevante en el esfuerzo formativo,
para lograr que la comunidad eclesial reflexione sobre las implicaciones que
conlleva el ejercicio de la caridad, y situar a todos en un proceso
pedagógico que acierte a combinar el conocimiento crítico de la realidad,
las distintas técnicas de intervención social y el cultivo de un talante
personal y comunitario entrañablemente solidario. Así se descubre que uno
de los medios más importantes para la animación de la comunidad cristiana
que lleva a cabo Cáritas es, sin lugar a dudas, la formación.
429
16ª Directriz operativa: Cáritas debe fomentar la sensibilización de
la sociedad sobre las circunstancias de las personas en situación de
exclusión social y sus causas, así como trabajar junto con otros
organismos, instituciones o entidades no católicas, para buscar en
común la inclusión social de los marginados
La sensibilización que debe llevar a cabo Cáritas en la sociedad, consiste
en dar a conocer la realidad de los empobrecidos, para que los ciudadanos
pueden tomar conciencia de las necesidades y problemas de los marginados;
y también mostrar las oportunidades de mejora para aquellos. Se trata de
despertar sentimientos y desarrollar actitudes críticas sobre la exclusión y
que esto motive a las personas a implicarse en una acción de mejora de
nuestro mundo y de aquellos que carecen de los mínimo para llevar una vida
digna.
Ahora bien, no se trata solo de sensibilizar a la sociedad, sino de,
trabajar “en red” con otras organizaciones, teniendo la Institución presente,
que en el mundo de la pobreza y exclusión no es la única que interviene:
existen otros grupos de creyentes y no creyentes, que también lo hacen, así
como el conjunto de las Administraciones Públicas.
En la realidad sufriente de la marginación, cada organización aporta su
estilo particular y su manera específica de hacer, lo que supone en muchas
ocasiones una dificultad para trabajar en común. No obstante, Cáritas, cree
que los principios de subsidiaridad, participación, solidaridad, enmarcados
en una actitud de diálogo y encuentro colaborador, que no excluye la crítica
y la denuncia, son los elementos que han de articular ese encuentro con
otros agentes.
Este trabajo “en red” con otras organizaciones, es dar un paso cualitativo
sobre la mera coordinación, es decir, que las relaciones entre los
intervinientes se deben hacer igualitarias, corresponsables y
complementarias; sin que nadie renuncie a su propia identidad. Ahora bien,
este trabajo en común debe someterse siempre a discernimiento evangélico,
es decir, se suspenderá si los valores del Evangelio son conculcados.
17ª Directriz operativa: Cáritas debe hacerse presente en los
contextos de pobreza y marginación
Jesús desde su nacimiento en un establo, hasta su muerte en la cruz entre
ladrones, nos muestra un Dios-hombre que transita por los márgenes
sociales cargando con el dolor de los que sufren. Cuando muere desciende a
los infiernos, al reino de la muerte, para dar vida.
430
La presencia de Cáritas y sus agentes en los márgenes sociales lleva
implícita la lucha contra toda manifestación de pecado y de muerte que se
da en estos contextos y en la sociedad que los genera y sostiene; tal como
hizo Jesús de Nazaret, que pasó haciendo el bien y curando. Y este combate
exige emplear las misma armas que Jesús el Cristo: el amor, el perdón, el
ejercicio de la misericordia y hasta la entrega de la propia vida.
Los miembros de Cáritas deben, pues, descender a los “infiernos” con
compasión, justicia y amor, para “sacar” y “ascender” a los hermanos que se
encuentran atrapados en ese mundo. De la misma manera que Cristo
descendió allí para llevar vida a los muertos, Cáritas debe articular nuevos
modelos de vida y organización social que libere y salve a los
empobrecidos.
Este encarnarse donde hay pobreza y sufrimiento, es la manera de que
los miembros de Cáritas implicados en esta lucha se conviertan en
verdaderos testigos de la resurrección, y que esta triunfe, gracias al Espíritu
de Dios, que levanta a los muertos.
18ª Directriz operativa: Cáritas debe impulsar la comunicación
cristiana de bienes en la comunidad eclesial
El libro de los Hechos de los Apóstoles, nos relata la práctica
generalizada de la comunicación de bienes entre los primeros seguidores de
Jesús, y aunque muestra cierta idealización, señala muy bien el proceder que
debe llevar a cabo toda aquella comunidad que quiera denominarse
cristiana. Además no es un ideal incumplido, sino que, constituyó una
práctica que realizaron los primeros cristianos, no sólo en el interior de cada
comunidad, sino también entre las mismas.
Todo ello respondía a construir una Iglesia como Jesús quería, que se
debe caracterizar por la necesidad del compartir, hasta el punto de que no
haya en ella ningún necesitado, como signo del proyecto de Dios para el
mundo.
Por ello, Cáritas es expresión del amor de la propia comunidad de los
creyentes, de una manera más general y a la vez concreta, y como
aportación específica a la Iglesia, cuando dentro de la dinámica de vida de
la propia Institución anima el compartir fraterno entre sus miembros y
cuando estimula y sensibiliza a la propia comunidad cristiana a que
establezca en las relaciones entre sus miembros y comunidades, la mutua
comunicación cristiana de bienes como signo visible del Reino de Dios.
431
La comunicación cristiana de bienes animada por Cáritas, no debe
quedarse en la propia comunidad eclesial, sino que debe tener una
traducción externa hacia los no cristianos e increyentes. El orden de
priorizar la comunicación de bienes en los diversos niveles, se modificará
según el grado de pobreza e indigencia que haya en los mismos: será
atendido en primer lugar, quien menos tenga y más lo necesite.
19ª Directriz operativa: Cáritas, atendiendo a la dimensión
universal de la caridad, debe intensificar la comunión y la solidaridad
con las sociedades más empobrecidas del Tercer Mundo
La vocación universal de la caridad en la Iglesia, es, sobre todo, una
exigencia de Amor: encuentra su fundamento en la paternidad de Dios que
alcanza a todos sus hijos y los hace hermanos; por lo que los cristianos están
llamados a amar al estilo de Dios Padre, que los impulsa a un deber de
solidaridad, de justicia social y de caridad universal que abrace y envuelva
el mundo entero.
Esta exigencia del Amor se desprende, así mismo, del propio Jesucristo:
“El hijo de Dios viene a llamar a todos, a salvar a todos” (IP 16). Su vida y
palabra nos señalan el camino: la parábola del Buen Samaritano sigue
siendo el criterio de comportamiento y muestra de la universalidad del amor
que se dirige al necesitado.
Por eso, la exigencia del amor de Cáritas, se fundamenta y extiende a
todos los hombres y mujeres, por ser hijos de Dios y hermanos en Cristo,
todos.
Desde esta perspectiva la universalidad del amor hace que Cáritas se
sienta llamada a traspasar los límites de sus propios espacios para acercarse
a todos los pobres de la tierra, de modo especial, a los que soportan las
mayores necesidades; que se abra a las exigencia del amor fraterno a los
pueblos del Tercer Mundo, no sólo en los casos de emergencia sino en la
ayuda permanente al desarrollo.
La dimensión universal de la caridad lleva a Cáritas a desarrollar
acciones locales de cooperación internacional en clave de construir unas
relaciones internacionales más justas.
No obstante, en sus trabajos a nivel local, siempre ha de tener en cuenta
la capacidad de incidencia que estos tienen en otras áreas geográficas, para
respetar así esta dimensión universal del ejercicio de la caridad. Es decir,
432
que no solo se atiende esta dimensión cuando se actúa en otros países, sino
en las labores llevadas a cabo en el propio país.
20ª Directriz operativa: Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el
sacramento de la caridad, se convierte en su expresión concreta.
Cáritas y sus agentes (voluntarios y trabajadores) desde su vivencia
eucarística, deben cultivar su configuración con Cristo servidor y con su
vida entregada para la salvación del mundo. De esa manera Cáritas
encuentra en la Eucaristía la fuente y el alma de su servicio a los
empobrecidos y verifica en la praxis la unidad indisoluble entre Eucaristía y
acción caritativa-social.
Esta unidad se expresa en el marco de la celebración eucarística con el
simbolismo de la fracción del pan: de la misma manera que en la fracción
del pan se da Jesucristo a todos, así se debe “repartir Cáritas”. Y en el
“podéis ir en paz” se hace la invitación activa a la entrega total a los demás:
llevar la paz de Cristo, el servicio de Cristo a todos; ya que si Jesucristo se
ha dado y repartido en la fracción del pan; aquellos que eucarísticamente
han entrado en comunión con Él, deben entregarse a los demás y
especialmente a los pobres y excluidos de nuestro mundo.
Por ello, cuando Cáritas se reparte como pan partido se cumple lo que
dice de ella Benedicto XVI: “Cáritas en sus diversos ámbitos desarrolla el
precioso servicio de ayudar a las personas necesitadas, sobre todo a los más
pobres. (…) Inspirándose en la Eucaristía, que es el sacramento de la
caridad, se convierte en su expresión concreta; por ello merece todo
encomio y estímulo por su compromiso solidario en el mundo” (Sc 90).
21ª Directriz operativa: Cáritas signo por excelencia de la
sacramentalidad de la Iglesia
La vocación y misión de la Iglesia es ser “instrumento de la unión con
Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Con ello, el Concilio
Vaticano II nos reenvía al misterio mismo de la Santísima Trinidad: la
comunidad eclesial tiene su origen y es signo del amor divino: por amor, el
Padre envió a su Hijo para salvar a la Humanidad; el Hijo en perfecta
comunión con el Padre, amó a los suyos hasta dar su vida, reuniendo a los
hijos dispersos. Con el envío del Espíritu Santo, la Iglesia se presenta ante el
mundo con el fruto de la comunión y caridad divina. La Iglesia “pueblo
reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
433
(LG 4) es convocada por el Señor para que viva el amor y la fraternidad, y
permanezca fiel a su vocación y misión en tanto en cuanto significa y
actualiza el amor gratuito de Jesucristo en el servicio al pobre y excluido.
De esta manera, el servicio eclesial se reviste de un carácter sacramental
y manifiesta la realidad teándrica de la Iglesia. Del mismo modo que la
humanidad de Jesucristo fue sacramento del encuentro de la humanidad con
Dios, y al mismo tiempo revelación de la misericordia del Padre, así su
sacramentalidad se prolonga en la Iglesia gracias a su compromiso con los
últimos de la sociedad y de este mundo.
Así como la Iglesia es “sacramento universal de salvación” (LG 48)
Cáritas que es la Iglesia misma en el ejercicio de la caridad con los pobres y
marginados, participa de la condición sacramental de ésta. Lo que equivale
a considerar a Cáritas como signo por excelencia de la sacramentalidad de
la Iglesia y portadora de la salvación de Dios en Cristo, por la práctica del
mandamiento nuevo expresión de la comunión eclesial y la fraternidad en el
amor de Dios.
El hecho de que la Iglesia sea sacramento de salvación del mundo,
querida por Dios, hace más exigente la necesidad de que Cáritas
transparente y haga visible en sus estructuras y en su acción el mensaje y
vida de lo que la Iglesia es portadora en lo que al amor preferencial por los
empobrecidos y últimos de la sociedad se refiere, es decir, que sea signo
veraz y manifiesto de la sacramentalidad de la Iglesia.
22ª Directriz operativa: Cáritas sólo puede comprenderse como
diaconía de la Iglesia en función de la realidad que ella misma anuncia
y significa al género humano: el amor preferencial de Dios hacia los
más pobres
La opción por los pobres encuentra su raíz más firme y duradera, para
los cristianos, en su opción por Dios Padre de todos, revelado por Jesús, y
que como experiencia vital y fundamental, es interiorizada en los creyentes
por la acción del Espíritu.
Así pues, la opción de los creyentes por los pobres tiene su fundamento
último en Dios mismo. Es de naturaleza teologal: el creyente experimenta
esta opción como una práctica del seguimiento de Jesús, animada por el
Espíritu; es hacer lo que Él hizo, es realizar su misión, es llevar a cabo la
misión de la Iglesia de anunciar la Buena Noticia a los pobres intentando
acercar la llegada del Reino de Dios para ellos y, desde estos para todos.
434
Si la razón última de la existencia de Cáritas es ser expresión del amor
preferencial de Dios por los pobres, de esta manera Cáritas verifica una de
las realizaciones fundamentales de la diaconía eclesial: ser signo e
instrumento del amor de Dios hacia los más necesitados de la sociedad, no
en abstracto sino en las condiciones concretas y reales de las Iglesias
locales.
Si el signo diaconal por excelencia del amor de Dios presente en la
Comunidad, es el amor a los pobres, manifestación del amor compasivo de
Dios que lleva a los congregados en su nombre a sanar y liberar a los pobres
y oprimidos; y Cáritas es animadora del ejercicio de la caridad eclesial;
siendo lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor servicio
a los empobrecidos, podemos concluir que Cáritas solo será diaconía
eclesial, cuando sea signo verdadero del amor preferencial del Dios de
Jesucristo, por los pobres y excluidos.
23ª Directriz operativa: Cáritas significa lo que ella es, comunidad
de amor fraterno que se presenta ante la sociedad como una expresión
–“ya” pero “todavía no”– del Reino de Dios
Cáritas realiza su servicio amoroso con aquellos a los que nadie atiende,
con los que son calificados socialmente como irrecuperables, inempleables.
Esta opción preferencial por los pobres hace que Cáritas-Iglesia se
presente ante la sociedad como expresión del Reino de Dios inaugurado y
realizado por Jesús, aunque no plenificado.
Junto al acompañamiento a los excluidos en su proceso de inserción,
Cáritas, más allá de la prestación de servicios, orienta su acción hacia la
transformación de las estructuras sociales de pecado y denuncia las
situaciones de injusticia proponiendo un modelo de sociedad alternativo.
Trata, pues, de incidir sobre las estructuras sociales injustas hasta el punto
de cambiarlas desde la finalidad del Reino de Dios. Así mismo, tiende a
cambiar las relaciones humanas, para que el Reino se realice
progresivamente a medida que las personas aprendan a amarse y a servirse
mutuamente.
Así, Cáritas, va construyendo nuevos espacios sociales articulados,
estructurados y organizados socialmente. Aunque se trata de realizaciones
discretas y graduales, son signos de esperanza que anuncian que Dios tiene
un proyecto para la Humanidad: de filiación que nos hace hijos libres, y de
fraternidad, que nos convierte en hermanos unos de otros.
435
De esta manera, Cáritas mediante el ejercicio de la caridad, propone otro
mundo, otra concepción de persona y otro tipo de relaciones
interpersonales, que se va acercando más a ese plan de Dios, haciendo
manifiesta la novedad cristiana como sociedad de contraste, atractiva y de
oferta.
La visión de Cáritas como “contraste” es buena, sin embargo, creemos
que es mejorable y debe aspirar a “prefigurar” con su vida y acción, –
fraterna y amorosa hacia los empobrecidos– el destino de toda la humanidad
y de la sociedad en la que vive.
No es lo mismo ponerse enfrente, como contrarréplica, que ir por
delante en el mismo camino. Las comunidades cristianas primitivas, no sólo
fueron “contraste” sino “anuncio” de una nueva forma más fraterna de
convivir y relacionarse los seres humanos. Por ello, frente a la imagen de
“contraste”, nosotros preferimos la de “anuncio-prefiguración” como
sociedad atractiva y de oferta y para definir la manera de “estar” de Cáritas
en medio de la sociedad, siendo expresión del Reino de Dios.
24ª Directriz operativa: Cáritas con su actividad –que produce
signos de salvación que anuncian y realizan el Reino de Dios–
contribuye a que la Iglesia sea creíble
Los creyentes, experimentamos y hemos descubierto que la Iglesia está
en continuidad histórica y estructural con Jesucristo y con la historia de fe
que partió de Él. Sin embargo ante la pérdida de credibilidad eclesial, los
cristianos nos hemos de plantear que debemos hacer para que nuestros
contemporáneos descubran la conexión que existe entre la historia de
Jesucristo y las realizaciones de la Iglesia actual, una conexión que acredita
y da credibilidad a la Iglesia como legítima consecuencia de la historia de
Jesús en medio de las cambiantes condiciones históricas del presente. Para
ello, la Iglesia debe justificar su permanente fundamento de existencia,
Jesucristo y el Reino de Dios, de tal modo que brote de Ella la eficacia
liberadora de la Buena Nueva como sucedió en el tiempo de Jesús de
Nazaret.
Y esto lo podrá hacer presente la Iglesia de una manera privilegiada
desde la radicalidad propia de su acción caritativa-social: podemos afirmar,
según lo reflexionado anteriormente que la Iglesia mediante la acción
caritativa-social, especialmente realizada en los más pobres y necesitados,
se muestra y es signo de salvación de tal manera que puede sugerir la
436
presencia de Cristo en ella, que es lo que quiere atestiguar manifestando su
credibilidad y presentando como verídica la Revelación.
El servicio al pobre es una forma de hacer presente a Jesús, de tal
manera que así visibilizamos ante la sociedad que nuestra Iglesia es la de
Jesús y que Él está operante en ella. Y esta labor la realiza en la Iglesia de
una manera privilegiada Cáritas, a través de su actividad: es expresión del
ministerio de la caridad en cada comunidad cristiana y de toda la
Comunidad. Todos los miembros de las comunidades cristianas participan, a
través de ella, en la acción caritativa-social eclesial; por ello con su servicio
a los últimos de la sociedad, Cáritas, contribuye a que la Iglesia sea creíble
para los hombres y mujeres de hoy.
25ª Directriz operativa: Cáritas, como instrumento de la comunidad
eclesial en la atención a los desfavorecidos, debe ser signo expresivo del
amor de toda la Iglesia al mundo: tiene que hacer visibles en nuestra
sociedad los caminos de la solidaridad, justicia, fraternidad y
reconciliación
Los hombres y mujeres de hoy no entienden o traducen correctamente,
aunque los valoren, los gestos individuales. Si además tenemos en cuenta
que uno de los elementos más críticos para la fe es la mediación eclesial; de
aquí se deriva que el amor a los últimos y no rentables de nuestra sociedad,
como signo de la gratuidad del amor de Dios y del amor igualmente gratuito
de los cristianos, tiene que visibilizarse desde la Iglesia en cuanto realizado
por la propia Comunidad.
Si hablamos de visibilizar el ejercicio de Cáritas ante la sociedad, nos
estamos refiriendo en el mundo de hoy a los medios de comunicación
social.
Siempre ha primado entre los cristianos la máxima del Evangelio que
dice que una mano no debe conocer lo que hace la otra, sin embargo,
también debemos tener en cuenta, aquello de que no se enciende una luz
para ponerla debajo los celemín, sobre todo cuando se trata de actuaciones
colectivas que intentan promover una sociedad más justa y solidaria.
Para ello, Cáritas ha creado “gabinetes de prensa y comunicación” que
tienen como objetivo conseguir una presencia suficiente en los medios de
comunicación social.
Ha establecido también sus propias páginas web y sus medios de
comunicación escrita. Y gracias al prestigio social logrado durante tantos
437
años y al rigor, competencia y seriedad de sus actuaciones, es cierto, que
cuando convoca a los medios de comunicación social, la gran mayoría no
solo acuden a su llamada, sino que transmiten fielmente lo que ha
manifestado la Institución.
No obstante, la comparecencia pública de Cáritas, debe reunir una serie
de principios que enumeramos a continuación:
a) La descripción de los problemas sociales y la denuncia pública de
las causas e injusticias responsables de los mismos.
b) La elaboración y presentación a la opinión pública de medidas,
acciones y actuaciones sociales viables que sean capaces de paliar o
solucionar las situaciones de pobreza y marginación.
c) El anuncio de mensajes positivos a través de la difusión de
testimonios de personas o grupos involucrados en formas
alternativas de vida, actuación y compromiso; con el objetivo de
mostrar unas relaciones humanas y solidarias más justas y
satisfactorias para todos, y que pueden llevarse a cabo por más
personas en nuestra sociedad.
26ª Directriz operativa: Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los
empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y
servicio
Cáritas es expresión del amor fraterno de la comunidad, especialmente
hacia los más pobres, que son los primeros destinatarios del Reino. Así la
acción de Cáritas es evangelizadora al mostrar el designio de Dios: la
fraternidad. También lo es porque lleva en su seno y en su acción el
contenido esencial del Evangelio: el amor a los pobres. La diaconía de
Cáritas es acción evangelizadora aunque no agote toda la evangelización,
cuando sirve y ama al necesitado.
El testimonio de la actividad caritativa-social es evangelizadora por si
misma –siempre que remita a Jesucristo– y puede poner en un proceso de
conversión a la persona no creyente, sea pobre o no, llevándolos como nos
decía la EN, a incorporarse a la comunidad eclesial.
Sin embargo, el propio hacer caritativo-social, de Cáritas, evangeliza a
los pobres, aunque en estos no provoque un proceso de incorporación a la
comunidad eclesial.
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Constatamos todos los que estamos implicados en el ejercicio de la
caridad eclesial, que los contextos de pobreza y marginación de nuestro
primer mundo no son creyentes, a diferencia de los del tercer mundo; nos
hallamos pues ante una realidad en la que muchas veces no cabe la Palabra
explícita, porque nos encontramos en otro código cultural-existencial: ha
habido una fractura de la simbólica cristiana y la ruptura con el sistema de
creencias cristiano-religiosas, que hace prácticamente imposible la
evangelización en el sentido corriente de la expresión.
Evangelizar en estos lugares es aliviar el sufrimiento y crear espacios en
los que emerja la dignidad expoliada. Cuando Cáritas, en los ambientes de
exclusión y marginación, intenta recomponer vidas rotas, está haciendo que
aflore la dignidad, que hombres y mujeres que son hijos de Dios se
descubran como tales. Entonces los empobrecidos son evangelizados y
empiezan ha hacerse cristianos, se insertan en el proceso evangelizador y
sufren un proceso de conversión progresivo tal como se manifiesta en la
encuesta que realizamos: el 86 % ven mejorada su vida; el 78 % piensan en
ayudar a “otros”; al 60 % la actividad de Cáritas hace que se planteen
interrogantes sobre el sentido; el 38 % de los usuarios se incorporan a un
grupo de ayuda a los demás; el 29 % se acercan a la Iglesia Católica; el 22
% de los mismos se plantean preguntas sobre la religión y el sentido
trascendente de la vida; el 16 % acuden con más frecuencia a participar en
la Eucaristía dominical; otro 16 % se integran en la comunidad parroquial; y
un 6 % piden la recepción de algún sacramento.
“Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los
mismos pobres son también agentes de evangelización” (VD 107).
Esto se debe sin duda a que en la persona del marginado y excluido hay
una especial presencia de Cristo, por eso, el hecho evangelizador también
surge del que sufre, con sus carencias y potencialidades. Los empobrecidos
interpelan constantemente a la comunidad eclesial invitándola a dejarse
convertir y evangelizar ella misma. La comunidad «oyente de la Palabra»
debe ser también oyente de la Palabra que habla en y a través de los pobres.
Los desvalidos son los destinatarios del Reino. Su existencia denuncia que
la fraternidad humana está fracturada y por ello su presencia es una llamada
y provocación para la conversión de todos los miembros de la comunidad
eclesial.
Podemos afirmar pues, que Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los
empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y
servicio: porque Cristo está presente en los voluntarios de Cáritas, que
obran "in persona Christi", que lo hacen actual en el acto oblativo de amor
439
hacia los excluidos, y también en los pobres se realiza una especial
presencia de Jesucristo tal como Él nos lo ha revelado. Por ello, en ese
encuentro se produce la doble presencia sacramental de Cristo, en el usuario
y en el agente de Cáritas, y consecuentemente surge una especial
concentración cristológica vivencial amorosa que lo manifiesta y actualiza
ante el mundo que es así evangelizado, porque el contenido esencial de la
evangelización es Cristo mismo.
27ª Directriz operativa: Cáritas contribuye al proceso evangelizador
animando a la comunidad cristiana a vivir una real opción preferencial
por los más pobres y acogerlos en su seno
El Magisterio de la Iglesia se manifiesta claramente: “No debe olvidarse,
ciertamente que nadie puede ser excluido de nuestro amor, desde el
momento en que «con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto
modo a cada hombre» (GS 22). Ateniéndonos a las indiscutibles palabras
del Evangelio, en la persona de los pobres hay una especial presencia suya,
que impone a la Iglesia una opción preferencial por ellos” (NMI 49).
Y nos sigue diciendo: “El testimonio de la caridad tiene en sí mismo una
intrínseca fuerza evangelizadora” (MCC06 3). “La opción preferencial por
los últimos es ya una expresión de la acción evangelizadora” (CCA 12).
Desde estos presupuestos magisteriales deducimos que, cuando Cáritas
anima el ejercicio de la caridad en sus diversos niveles sobre todo
parroquial y diocesano, la Institución se inserta en el proceso evangelizador
eclesial estimulando a la comunidad cristiana a vivir una real y verdadera
opción preferencial por los más pobres y, contribuyendo también de esa
manera, a que el sujeto de la propia acción evangelizadora sea la totalidad
del Pueblo de Dios.
Cáritas tiene muy claro que el testimonio que reclama la evangelización
cuando se confronta con la situación de nuestro mundo, es la opción
preferencial por los pobres.
Desde esta perspectiva, Cáritas deberá preocuparse de una manera
permanente de promover el amor en la comunidad cristiana y, desde ese
amor, dar sentido cristiano a todo amor que pueda darse en el mundo, lo
realice quien lo realice, poniendo de manifiesto así la presencia implícita del
plan de Dios allá donde se dé un verdadero amor. Esto también y sobre
todo, es evangelizar.
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28ª Directriz operativa: el testimonio de la acción de Cáritas debe
explicitar
a Jesucristo, de tal manera que pueda reflejar
fehacientemente su pertenencia eclesial, su ser de Cristo. Sin un
adecuado testimonio de Él, se corre el riesgo de que éste se agote en el
propio agente de Cáritas o en la propia Institución, sin que remita a
quien lo fundamenta, obstaculizando de esa manera a la evangelización
“Las organizaciones caritativas de la Iglesia tienen el cometido (…) a
través de su actuación –así como por su hablar, su silencio, su ejemplo–
que sean testigos creíbles de Cristo” (DCE 31).
“Los miembros de Cáritas deben dar testimonio del amor de Dios a los
pobres” (CIA79 y CIA11) y esto tiene una razón de ser: “Objetivo de los
miembros de Cáritas es dar a conocer el rostro misericordioso de Dios
Padre” (CU09). Está claro: “Nosotros podremos evangelizar la sociedad y la
cultura de hoy, a condición de que demos testimonio a la vez de Jesucristo y
del compromiso por la justicia y el amor que brota de la fe” (PTVA 11).
El testimonio cristiano, es anuncio implícito de Jesucristo ya que
permite percibir que es el Evangelio; se ve en él a Cristo y su amor por Dios
y el género humano. Es decir, el miembro de Cáritas tiene que hacer visible
con sus actitudes y su obrar cual es el camino y vida de Jesucristo. Ellos son
mediación de una Presencia y cualquiera de sus actos con los empobrecidos
solo adquirirán calidad de signo en la medida que remitan a la vida y acción
de ese Otro.
Por ello, es absolutamente necesario que el testimonio de la caridad lo
sea “explícito de Jesucristo”, ya que este testimonio nos muestra a Cristo,
que a su vez nos revela al Dios cristiano y dice como es, haciéndolo
próximo y creíble, y por ello digno de ser recibido en el acto de fe;
colaborando de esta manera en la evangelización de los necesitados y
últimos de la sociedad.
Si el agente de Cáritas no realiza el testimonio explícito de Cristo, sus
actos y acciones le señalará a él o en todo caso a Cáritas, pero no a quien
fundamenta su “hacer”: Jesucristo, que es único que libera y salva. En ese
caso se está ocultando el contenido de la evangelización y, por tanto,
obstaculizándola: “Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera
sencilla y directa de Dios, revelado por Jesucristo mediante el Espíritu
Santo” (EN 26).
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29ª Directriz operativa: Cáritas debe rechazar de una manera
absoluta el proselitismo oportunista
Benedicto XVI, escribe una de las páginas más rotundas sobre la
gratuidad del ejercicio de la caridad eclesial: “Además, la caridad no ha de
ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es
gratuito; no se practica para obtener otros objetivos (…). Quien ejerce la
caridad en nombre de la Iglesia nunca tratara de imponer a los demás la fe
de la Iglesia” (DCE 31).
¿Por qué es tan claro y determinante el Magisterio en esta cuestión? Sin
duda, porque para que sea lo que es, solo puede estar inspirado en Jesús:
cuando Él actúa, lo hace desde la pura gratuidad. No indoctrina a los
beneficiarios de las prácticas del Reino –los milagros– sino que
desinteresadamente los sana de sus dolencias y les dice “vete en paz”,
habilitándolos para vivir con la dignidad de los Hijos de Dios.
Esta propuesta de gratuidad de Jesús nos lleva a considerar que, frente a
los diversos intereses que pueden crearse ante el ejercicio de la caridad para
con los empobrecidos, Cáritas debe ejercer y manifestar en su tarea una
generosidad y entrega desinteresada que evite invertir en caridad para que se
produzcan beneficios de eclesialización de los empobrecidos.
Dicho, esto, queda claro que la dignidad de la persona no se puede ver
conculcada: no se pueden “comprar cristianos” con “atención a sus
necesidades”. Cáritas y sus miembros están llamados a ayudar a los demás
no porque sean creyentes, o porque puedan llegar a serlo, sino porque ellos
son creyentes.
30ª Directriz operativa: no hacer proselitismo, no significa que
Cáritas no pueda o no deba anunciar explícitamente a Jesucristo, ya
que los pobres tienen necesidad y derecho a que les sea proclamado.
Teniendo en cuenta además que, llevarlo a cabo, es responsabilidad de
todos los bautizados y, por ello, de los miembros de la Institución
En la conclusión anterior en la que hemos manifestado claramente que
Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo oportunista,
no hemos dicho, que ésta no deba proclamar a Jesucristo: “esto no significa
que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo
(…). El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios” (DCE 1).
El agente de Cáritas debe tener en cuenta que “toda persona de nuestro
tiempo, lo sepa o no, tiene necesidad de este anuncio” (VD 91).
442
Pero es algo más que necesidad lo que tienen los pobres, atendidos por
Cáritas, es derecho al anuncio: “Toda persona tiene derecho a escuchar la
«buena nueva» de Dios, que se revela y se da en Cristo, para realizar en
plenitud la propia vocación” (RM 46). "Los primeros que tienen derecho al
anuncio del Evangelio son precisamente los pobres, no sólo necesitados de
pan, sino también de palabras de vida” (VD 107).
Todos los cristianos tienen la responsabilidad de transmitir lo que, a su
vez han recibido por la Gracia; ya que no sólo son destinatarios de la
revelación divina, sino que eso precisamente los convierte en anunciadores
de Cristo. Es pues, “necesario que cada cristiano se sienta llamado a esta
tarea –anuncio y de la transmisión de la fe– que la identidad bautismal le ha
confiado” (SOIL 119).
Cada cristiano, y por ello cada miembro de Cáritas, debe asumir de un
modo personal el imperativo de la misión: la acción evangelizadora, que
aunque es obra de la Iglesia en su conjunto, en realidad es llevada a cabo a
través de la acción apostólica de cada uno de sus componentes, allí donde se
hallen. Y los agentes de la Institución que están acompañando al
empobrecido, hace falta que sean mediación de Jesucristo, para que los
desfavorecidos puedan encontrarse con Él.
Una mediación que comprende el testimonio y el anuncio, explícitos de
Jesucristo, que es misión recibida –“Id pues y hacer discípulos a todas las
gentes” (Mt 28, 19)– y que se debe cumplir: “¡Ay de mí si no lo anunciara!”
(1Cor 9, 16).
Pero ante todo, el anuncio de Jesucristo, más que mandato y temor a no
realizarlo, es amor que se desborda: si el cristiano en su experiencia de fe,
cree que Jesús el Señor es lo mejor que le ha pasado en su vida, y que es lo
único que le da felicidad existencial; entonces, esa vivencia no puede ser
callada. Si junto a ella y por ella, nace un amor apasionado por el prójimo y
misericordioso por el que nada tiene, como ocurre en los voluntarios y
contratados de Cáritas, éstos, seguro que no pueden, ni deben, dejar de
ofrecer a los usuarios, lo mejor que tienen, lo único que puede colmar su
dicha: la posibilidad de conocer y amar a Jesús el Señor, el único Salvador
del género humano.
443
31ª Directriz operativa: Cáritas contribuye a la evangelización de los
empobrecidos, con el ejercicio y animación de la caridad en la
comunidad cristiana: mediante el testimonio explícito de Jesucristo,
siempre; y su anuncio explícito, sólo cuando se den las condiciones
adecuadas para proclamarlo
El ejercicio de la caridad eclesial es parte constitutiva de la
evangelización. Hoy en día, creemos, que son muy pocos los cristianos que
no se atreverían a suscribir esta afirmación.
Esta unanimidad se debilita cuando se trata de ver la aportación
específica que tienen que hacer, Cáritas y las demás instituciones eclesiales,
cuya actividad fundamental es la atención a los pobres y excluidos, a la
evangelización.
Existen dos opiniones contrapuestas: los que afirman que el propio
ejercicio de la caridad que realizan es ya evangelización y no se debe llevar
a cabo el anuncio explícito de Jesucristo con los marginados y excluidos; y
la de aquellos que creen que lo dicho anteriormente no es evangelizar, es
llevar a cabo una buena acción eclesial, que en todo caso no hay duda que
se debe hacer, pero que no hay verdadera evangelización si no se anuncia
explícitamente a Jesucristo.
Nuestra aportación en esta cuestión, es integradora: consideramos que
Cáritas cuando atiende a los excluidos, aliviando su sufrimiento y
recomponiendo sus vidas fracturadas, estos son evangelizados, es decir, se
insertan en un proceso de conversión generalmente lento y progresivo en el
que algunos se adhieren al mensaje y seguimiento de Jesucristo y se
integran en la comunidad eclesial. Todo el camino que emprenden y sus
diferentes etapas son, y es, evangelización.
Ahora bien, en ese proceso de acompañamiento, el marginado siente y
desea, en ocasiones, desde las cuestiones vitales que le suscita su existencia
y la de otros –muchas veces el testimonio del agente de Cáritas– que le
hablen de Dios, del sentido de la vida.
En este momento, desde el derecho que tiene el empobrecido a que le
anuncien a Jesucristo, desde el deber que tiene el agente de Cáritas como
bautizado a realizarlo, sin proselitismos, y llevándolo a cado de una manera
correcta y adecuada, entonces sí, hay que proclamar claramente y sin miedo
a Jesucristo. No podemos ni debemos olvidar, que el anuncio explícito de
Jesucristo también, y sobre todo, es caridad.
444
10. CONCLUSIÓN FINAL
Cáritas es el organismo oficial de la Iglesia para el ejercicio de la
caridad, en sus diversos niveles: parroquial, diocesano, regional-autonómico
y nacional. Sin embargo, y a pesar de esta presencia en todos los niveles
eclesiales, su referencia ha de ser su realización en la Comunidad local,
donde es un ministerio pastoral con el que el obispo promueve y garantiza
autorizadamente la responsabilidad de su Iglesia particular en la promoción,
armonización y actualización de la acción caritativa social.
Ahora bien, el origen y la existencia de Cáritas no tiene su fundamento
primigenio en un deseo humano de organizar la atención a los
empobrecidos, más bien podemos decir, que existe Cáritas ante todo, porque
el Espíritu del Padre, que ungió al Hijo para anunciar el Evangelio a los
pobres, sigue suscitando en la Iglesia el amor a los excluidos. Así pues,
podemos afirmar que el ser y la misión de Cáritas están radicadas y nacen,
de la fecundidad de Dios Padre, del seguimiento y contemplación de Cristo
Jesús y de la acción del Espíritu.
Para que Cáritas realice su misión, es necesario que sus miembros
acojan en lo más profundo de su ser al Espíritu, para que siendo
trasformados por Él, se configuren con Cristo y puedan vivir como Jesús
vivió y amar como Él amó. De esa manera, entroncados en el amor
Trinitario, mediante la mediación de Jesucristo, serán prolongación en la
sociedad, del mismo estilo de vida de Jesús de Nazaret y manifestaciónactualización del amor del Dios de Jesucristo.
El amor de Cáritas, nace pues, de Dios y se nutre de su vivencia, de que
sus agentes se sientan hijos amados por Él, de tal manera, que experimenten
la caridad como don recibido y, que como tal, se vean impulsados a
ofrecerlo; siendo así, instrumentos de la Gracia para difundir el amor divino.
Ahora bien, si la Iglesia “pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 4), es convocada por el Señor para que
viva el amor y la fraternidad y permanezca fiel a su vocación y misión; en
tanto en cuanto significa y actualiza el amor gratuito de Jesucristo en el
servicio al marginado, el ejercicio de la caridad, no es la mera suplencia de
las necesidades que no están atendidas por la propia sociedad sino algo que
brota de su mismo “ser Iglesia”, habitada y movida por el Espíritu Santo
445
para continuar la presencia y obra de Cristo en el mundo, poniendo así de
manifiesto el amor de Dios al género humano.
La acción caritativa-social eclesial, es pues, dimensión constitutiva de la
Iglesia y Cáritas con esa doble vertiente de estar radicada y nacer del amor
de Dios y de su actuación histórica como forma de existencia eclesial –
expresión externa de la entraña misma de la Iglesia– es dimensión
constitutiva eclesial, participando de la dimensión diaconal de la Iglesia.
Cáritas, que es la Iglesia misma en el ejercicio de la caridad con los
pobres y excluidos, participa de la condición sacramental –unión con Dios y
unidad en el amor de toda la humanidad– de ésta. Lo que equivale a
considerar a Cáritas como signo por excelencia de la sacramentalidad de la
Iglesia y portadora de la salvación de Dios en Cristo, por la práctica del
mandamiento nuevo, expresión de la comunión eclesial y la fraternidad en
el amor de Dios.
Si el signo diaconal por excelencia del amor de Dios presente en la
Comunidad, es el amor a los empobrecidos, manifestación del amor
misericordioso de Dios, que lleva a los congregados en su nombre a sanar y
liberar a los oprimidos; y Cáritas es animadora del ejercicio de la caridad
eclesial; siendo lugar de encuentro de la comunidad cristiana para un mejor
servicio a los desvalidos, podemos afirmar que Cáritas no es una ONG, ni
una empresa de servicios sociales, ni tan siquiera una organización eclesial
de atención a los más necesitados, es algo más profundo, es diaconía
eclesial: signo e instrumento del amor preferencial del Dios de Jesucristo
hacia los más necesitados, no en abstracto sino en las condiciones concretas
y reales de las Iglesias particulares.
El hecho de que Cáritas sea diaconía eclesial, hace que su modo de
actuar este determinado por esta circunstancia.
En primer lugar, considera a la persona, en tanto poseedora de la
máxima dignidad posible, el eje y centro de su acción. Esto motiva que
Cáritas trabaje desde las capacidades y potencialidades de los pobres
acompañando procesos, para posibilitar la participación de éstos en su
propia inclusión social y sean sujetos y protagonistas de su futuro.
En segundo lugar, la metodología fundamental que emplea Cáritas en su
manera de “hacer”, es la "Lectura Creyente de la Realidad", observando y
analizando la sociedad para conocer las situaciones de pobreza existentes,
su tipología y los grupos humanos con mayor riesgo de sufrir marginación.
Así mismo, trata de descubrir las causas que generan exclusión social.
446
La Institución, en esta "Lectura Creyente de la Realidad", parte de los
principios de la Doctrina Social de la Iglesia que portan los elementos que
se precisan para valorar las relaciones humanas y formula una criterios
orientadores de su labor que son:
• El servicio amoroso misericordioso para con el prójimo,
manifestación del “ser” más genuino y profundo de Cáritas.
• El seguimiento de Jesucristo como la forma en que Cáritas hace
operante su servicio.
• Trabajando por la justicia: denunciando las condiciones sociales
injustas que excluyen a las personas del pleno ejercicio de su dignidad, y
proponiendo el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios, incidiendo y
afectando a las estructuras sociales pecaminosas con la intención de
cambiarlas por otras en las que las relaciones humanas que imperen
favorezcan la inclusión de los rechazados socialmente.
En tercer lugar, Cáritas es animadora de la acción socio-caritativa en la
Iglesia, haciendo que todos los creyentes tomen conciencia de que el
ejercicio de la caridad no es tarea de unos determinados cristianos
especialmente vocacionados en este servicio, sino que es un eje vertebrador
transversal de toda acción de y en la Iglesia, y que por ello, responsabiliza y
compromete a todos.
Es cierto que Cáritas tiene que atender muchas necesidades, pero lo más
importante que debe hacer, es sembrar en las comunidades cristianas la
opción preferencial por los más pobres, es decir, integrar la animación de la
comunidad eclesial en el servicio a los marginados.
Cáritas es, consecuentemente, lugar de encuentro en la Comunidad para
un mejor servicio a los más necesitados. Desde esta perspectiva, la
Institución, es la expresión de un ministerio constitutivo de la Iglesia y sus
voluntarios debe sentirse enviados en el seno de la propia comunidad
cristiana para ser manifestación del amor del Dios de Jesucristo a los
pobres. En Cristo encuentran los miembros de Cáritas la raíz de su
compromiso, por lo que su tarea es vocación y misión.
Una misión no solo difícil, sino complicada, que hace muy necesaria su
formación, ya que la realidad social se va haciendo muy problemática y la
intervención caritativo-social altamente compleja. Por ello, la formación se
revela como parte fundamental del ser, el hacer y el saber hacer de Cáritas.
Ésta, para que sea integral, debe tener en cuenta no solo la enseñanza de las
técnicas de intervención social o el cultivo de un talante personal y
447
comunitario entrañablemente solidario, sino también, la educación de la
dimensión espiritual: una verdadera “formación del corazón”.
En cuarto lugar, las acciones de Cáritas deben ser significativas, es decir,
que no se agoten en sí mismas, sino que vayan más allá de sus realizaciones
y pretensiones instrumentales, desplegando procesos de personalización,
liberación y salvación, que remitan a una utopía que trasciende cualquier
esfuerzo humano, poniendo de manifiesto la presencia del Reino.
Así Cáritas, va construyendo espacios discretos, graduales, no
necesariamente geográficos –donde despliega procesos humanizadores
regidos por la lógica del Reino de Dios– que son signos de esperanza que
anuncian que Dios tiene un proyecto para la Humanidad: de filiación que
nos hace hijos y de fraternidad que nos convierte en hermanos.
De esta manera, Cáritas mediante el ejercicio de la caridad, propone otro
mundo, otra concepción de persona y otro tipo de relaciones
interpersonales, que se va acercando más a ese plan de Dios, poniendo de
manifiesto la novedad cristiana como “anuncio-prefiguración” de una
sociedad, que se hace atractiva y oferta atrayente: comunidad de amor
fraterno que se presenta ante el mundo como expresión –“ya” pero “todavía
no”– del Reino de Dios.
En quinto lugar, la acción de Cáritas por ser servicio eclesial, no puede
circunscribirse únicamente, al propio territorio local donde actúa, ni a la
propia comunidad cristiana.
Cáritas, atendiendo a la dimensión universal de la caridad, debe
intensificar la comunión y la solidaridad con las sociedades más
empobrecidas del Tercer Mundo. Esto lo realizará con la ayuda directa en
otros países, pero también, luchando por construir unas relaciones
internacionales más justas, y teniendo en cuenta, la capacidad de incidencia
que los propios trabajos a nivel local, tienen en otras áreas geográficas.
Por otra parte, Cáritas debe fomentar la sensibilización de la sociedad
sobre las circunstancias de las personas en situación de exclusión social y
sus causas, así como trabajar con otros organismos, instituciones o
entidades no católicas, para buscar en común la inclusión social de los
marginados; ahora bien, esta tarea conjunta debe someterse siempre a
discernimiento evangélico, suspendiéndose si los valores del Evangelio son
conculcados.
Por último, la diaconía eclesial nace de la Eucaristía: “La participación
en ella, debe llevar a los fieles a una acción caritativa intensa como fruto de
la Gracia recibida en este sacramento” (EiA 35). Si el sacramento
448
eucarístico es la expresión más real de que el Señor resucitado se encuentra
hoy entre nosotros, el ejercicio de la caridad en favor de los pobres radicada
en la Eucaristía, es la manifestación visible de que el Señor sigue con
nosotros dándose en el servicio de los creyentes. Por ello, Cáritas, enraizada
en la Eucaristía, que es el sacramento de la caridad, se convierte en su
expresión concreta.
Cáritas encuentra en la Eucaristía la fuente y el alma de su servicio a los
últimos de la sociedad y sus miembros –configurándose con Cristo servidor
y su vida entregada, que se da en la “fracción del pan”– también se
entregan y “reparten” preferencialmente “llevando la paz de Cristo” a los
más sufrientes y necesitados.
Hemos dicho anteriormente que Cáritas, como servicio eclesial a los
más pobres, con su actividad produce signos de salvación que anuncian y
realizan el Reino de Dios. De esta manera contribuye a que la Iglesia sea
creíble: hace actual a Jesús y lo visibiliza ante la sociedad, sugiriendo la
presencia de Cristo en Ella y poniendo de manifiesto que nuestra Iglesia es
la de Jesús y que Él está operante en ella.
En lo referente al espacio que Cáritas ocupa en el ámbito de la
evangelización, la Institución evangeliza cuando ama y sirve a los
desvalidos porque muestra el designio de Dios, la fraternidad. Pero este
servicio, no lo realiza aislado de la Comunidad, lo hace y solo lo puede
hacer, en el seno de la propia comunidad cristiana y animándola a vivir una
real opción preferencial por los más pobres.
El testimonio del ejercicio de la caridad de Cáritas es evangelizador, por
sí mismo, siempre que remita a Jesucristo, de tal manera que pueda reflejar
fehacientemente su pertenencia eclesial, y sobre todo, su ser de Cristo. Sin
un adecuado testimonio de Él, se corre el riesgo de que aquel se agote en el
propio miembro de Cáritas o en la propia Institución –sin que remita a quien
lo fundamenta: Jesucristo que es el único que libera y salva– ocultándolo, y
obstaculizando de esa manera a la evangelización.
En lo referente al tema que tratamos, merece una mención especial, la
relación evangelizadora que se establece entre los agentes y usuarios de la
Institución.
Es necesario poner de manifiesto que Cáritas debe rechazar de una
manera absoluta el proselitismo oportunista: “El amor es gratuito, no se
practica para obtener otros objetivos (…). Quien ejerce la caridad en
nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la
Iglesia” (DCE 31).
449
Ahora bien, no hacer proselitismo, no significa que los miembros de
Cáritas no puedan, o no deban, anunciar explícitamente a Jesucristo, ya que
los marginados tienen no solo necesidad, sino derecho, a que les sea
proclamado Jesús el Cristo. Además llevarlo a cabo, es responsabilidad de
todos los bautizados y, por ello, de los técnicos y voluntarios de la
Institución.
Pero el nuncio de Jesucristo, no es toda la evangelización, Cáritas
cuando atiende a los excluidos, aliviando su sufrimiento y recomponiendo
sus vidas fracturadas, estos son evangelizados, es decir, se insertan en un
proceso de conversión generalmente lento y progresivo en el que algunos se
adhieren al mensaje y seguimiento de Jesucristo y se integran en la
comunidad eclesial. Todo el camino que emprenden y sus diferentes etapas
son, y es, evangelización.
No obstante, en ese proceso de acompañamiento, el necesitado siente y
desea, en ocasiones, desde las cuestiones vitales que le suscita su existencia
y la de otros –muchas veces el testimonio del agente de Cáritas– que le
hablen de Dios, del sentido de la vida. Entonces sí, sin proselitismos, y
llevándolo a cabo de una manera correcta y adecuada, hay que proclamar
claramente y sin miedo a Jesucristo. No podemos ni debemos olvidar, que el
anuncio explícito de Jesucristo también, y sobre todo, es caridad.
Por ello, Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos,
con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana:
mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio
explícito, sólo cuando se den las condiciones adecuadas para proclamarlo.
“Al mismo tiempo, se ha de reconocer y valorar el hecho de que los
mismos pobres son también agentes de evangelización” (VD 107). Esto se
debe sin duda a que en la persona del marginado y excluido hay una
especial presencia de Cristo, por eso, el hecho evangelizador también surge
del que sufre, con sus carencias y potencialidades.
Podemos afirmar pues, que Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los
empobrecidos, y es evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y
servicio: porque Cristo está presente en los voluntarios de Cáritas, que
obran "in persona Christi", que lo hacen actual en el acto oblativo de amor
hacia los excluidos, y también en los pobres se realiza una especial
presencia de Jesucristo tal como Él nos lo ha revelado. Por ello, en ese
encuentro se produce la doble presencia sacramental de Cristo, en el usuario
y en el agente de Cáritas, y consecuentemente surge una especial
concentración cristológica vivencial amorosa que lo manifiesta y actualiza
450
en ese encuentro, en el que surge la evangelización, porque el contenido
esencial de la misma, es el propio Cristo.
451
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Génesis.
Ex
Éxodo.
Dt
Deuteronomio.
Am
Amós
Os
Oseas
Is
Isaías
Sal
Salmos.
Sab
Sabiduría.
Nuevo Testamento
Mc
Marcos.
Mt
Mateo.
Lc
Lucas.
Jn
Juan.
Hch
Hechos.
Rom
Romanos.
1Cor
1ª Corintios.
2Cor
2ª Corintios.
Gal
Gálatas.
Ef
Efesios.
Flp
Filipenses.
475
Col
Colosenses.
1Tes
1ª Tesalonicenses.
2Tes
2ª Tesalonicenses.
Heb
Hebreos.
1Jn
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Ap
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l’Assemblée
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Artículo, artículos.
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Iglesia, en: Cor XIII 117-118 (2006) 155-183.
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este fin de siglo para la misión en el Tercer
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la
Lectura
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Número, números.
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Nombre
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NT
Nuevo testamento.
Nueva
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492
el
Mesías
de
Dios
o.c.
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Página, páginas.
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políticas sociales contra la exclusión social
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Resumen (Madrid 2008).
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la formación en Cáritas (Madrid 2011).
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Cáritas Española (Madrid 2011).
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ALTABA V., Gozos y retos del voluntariado vivido
como vocación (Madrid 2011).
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Cáritas. Carta e itinerario de la persona
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la acción caritativa y social (Madrid 2012).
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contexto actual (Madrid 2012).
Salgamos
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ciudad. Notas para una teología y espiritualidad
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LEAL G., Jesús, esperanza y salvación de los
excluidos, en: Cor XIII 135 (2010) 217-234.
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Signo
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Temas
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Cáritas Parroquiales (Madrid 2009).
Testimonio
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Testimonio
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la
caridad/Promoción de la Justicia e identidad
cristiana, en: Cor XIII 95 (2000) 145-183.
Transmisión
MARTÍN VELASCO J.D.D., La transmisión de la
fe en la sociedad contemporánea (Santander
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Vulnerables
BRAVO A., La comunidad cristiana ante los más
vulnerables de la sociedad, en: Cor XIII 121
(2007) 139-170.
495
496
ÍNDICE
Índice general de la tesis ………………………………………………..
7
I. INTRODUCCIÓN: OBJETIVOS Y METODOLOGÍA
1. Introducción…………………………………………………………..
9
II. MIRADA CREYENTE A LA REALIDAD DE CÁRITAS
2. Documentos institucionales sobre la identidad y la acción de Cáritas
17
2.1. Documentos programáticos ………………………………………..
17
2.1.1. Estatutos de Cáritas Española ……………………………………
17
2.1.2. Reflexión sobre la identidad de Cáritas ………………………….
18
2.1.3. Modelo de Acción Social ………………………………………..
19
2.1.4. La diaconía de Cáritas en las diócesis …………………………...
19
2.1.5. Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años …...
20
2.1.6. Cincuenta años de Acción Social. Cáritas Española (1947-1997)
20
2.1.7. Guía de formación ……………………………………………….
21
2.1.8. Propuestas sobre políticas sociales contra la exclusión social ….
21
2.1.9. La relación de Cáritas con las Administraciones Públicas……...
22
2.1.10. Cáritas Española 1942-1997. Acción social y compromiso
cristiano ………………………………………………………………...
22
2.1.11. Comunicación Cristiana de Bienes …………………………..
23
2.1.12. Directorio de Cooperación Internacional …………………….
23
497
2.1.13. Propuestas de Cáritas Española para unas políticas sociales
2010-2020 ………………………………………………………………
24
2.1.14. Propuestas políticas de Cáritas Española ante los retos actuales
de la situación social ……………………………………………………
25
2.2. Cuadernos de formación sobre la Acción Social …………………..
25
2.2.1. Documento marco de Cooperación Internacional de Cáritas
Española …………………………………..……………………………
26
2.3. Documentos de trabajo …………………………………………….
27
2.3.1. La identidad de Cáritas a la luz de la encíclica “Deus caritas est”.
27
2.3.2. Nueve temas claves en las Cáritas Parroquiales …………………
27
2.4. Documentos de reflexión y marcos de acción ……………………..
28
2.4.1. Plan Estratégico de Cáritas Española 2003-2009 ……………….
28
2.4.2. Las personas que trabajamos en Cáritas …………………………
29
2.4.3. Marco de intervención con personas en grave situación de
exclusión social ………………………………………………………...
29
2.4.4. El ministerio sacerdotal en Cáritas ………………………………
30
2.4.5. Documento marco sobre la formación en Cáritas ……………….
30
2.4.6. II Plan Estratégico de Cáritas Española …………………………
31
2.4.7. Gozos y retos del voluntariado vivido como vocación ………….
31
2.4.8. El voluntariado en Cáritas. Carta e itinerario de la persona
voluntaria ………………………………………………………………
32
2.4.9. Cáritas y el Comercio Justo desde un modelo de economía
solidaria ………………………………………………………………...
32
2.4.10. La espiritualidad que nos amina en la acción caritativa y social..
33
498
2.4.11. Presencia profética de Cáritas en el contexto actual …………...
34
3. Cáritas como organismo oficial de la Iglesia para la acción
caritativa-social………………………………………………………….
37
3.1. Cáritas: recorrido histórico en la vida de la Iglesia ………………..
42
3.2. Cáritas en los documentos de la Conferencia Episcopal Española...
53
3.3. Cáritas en el Magisterio Pontificio ………………………………...
57
3.3.1. Carta encíclica Deus caritas est ………………………………….
57
3.3.2. Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis ………………….
57
3.3.3. Juan Pablo II a Cáritas Española ………………………………...
58
3.3.4. El servicio de la caridad …………………………………………
59
3.3.5. Caritas internationalis ……………………………………………
59
3.3.6. Consejo Pontificio “Cor unum” …………………………………
64
3.3.7. Discursos a la Cáritas Italiana …………………………………...
68
III. DISCERNIMIENTO TEOLÓGICO PASTORAL
4. El “ser” y el “hacer” de Cáritas, testimonio del amor de Dios ………
71
4.1. Reflexión teológica sobre la identidad y la acción de Cáritas ……..
71
4.1.1. El misterio de la Trinidad y amor a los pobres en el ser y la
misión de Cáritas ……………………………………………………….
71
4.1.2. Cáritas, prolongación en la historia del mismo estilo de vida de
Jesús de Nazaret ………………………………………………………..
77
4.1.2.1. Necesitamos el Amor para servir a los marginados …………...
80
4.1.2.2. La presencia en los contextos de marginación ………………...
82
4.1.2.3. Mediante una vida modesta, sencilla y austera ………………..
84
499
4.1.2.4. Servir al pobre con realismo y utopía, abiertos a la esperanza…
86
4.1.2.5. Peregrinos hacia la consumación de la historia humana ………
90
4.1.2.6. Al atardecer de la vida nos examinarán en el amor ……………
92
4.1.3. El Espíritu, aliento del obrar de Cáritas …………………………
94
4.1.4. Cáritas como dimensión constitutiva de la Iglesia ………………
96
4.1.5. La centralidad de la persona como imagen e hijo de Dios, en la
acción de Cáritas ……………………………………………………….
99
4.1.6. La espiritualidad de Cáritas ……………………………………
104
4.1.7. Cáritas, un servicio pastoral para ser Buena Noticia para los
excluidos ………………………………………………………………
110
4.2. Reflexión sobre el modo de actuar de Cáritas ……………………
115
4.2.1. La acción de Cáritas parte de la observación de la realidad en la
que está inmersa ……………………………………………………….
115
4.2.1.1. ¿En qué consiste y cómo se realiza una "Lectura Creyente de la
Realidad"? …………………………………..…………………………
117
4.2.1.2. Es necesario definir las situaciones de pobreza y exclusión.
Tipología de las mismas y grupos con mayor riesgo de sufrir
empobrecimiento y marginación ………………………………………
121
4.2.1.3. Cáritas ante estas situaciones …………………………………
128
4.2.2. Análisis de las causas que producen carencia económica y
marginación …………………………………………………………….
130
4.2.2.1. Una sociedad que genera y gestiona la exclusión social ..……
132
4.2.2.2. Causas personales …………………………………………...…
133
4.2.2.3. Causas estructurales: nacionales e internacionales ……...……
134
4.2.2.3.1. Causas estructurales en el ámbito internacional……………
134
500
4.2.2.3.2. Causas estructurales en el ámbito nacional …...……………
135
4.2.3. Discernimiento evangélico y eclesial que realiza Cáritas para
elaborar unos principios y criterios que orienten su acción en la
dirección del proyecto de Dios sobre la historia …………………….…
136
4.2.3.1. Los principios de la Doctrina Social de la Iglesia aportan los
elementos que se precisan para valorar las realizaciones humanas ……
136
4.2.3.2. Los tres ejes evangélicos que le permiten a Cáritas tomar las
decisiones adecuadas …………………………………...………………
141
4.2.3.2.1. La justicia, el lema de Cáritas: “Trabajamos por la justicia”
141
4.2.3.2.2. El servicio misericordioso-amoroso para con el prójimo ……
149
4.2.3.2.3. El seguimiento de Jesucristo ………………………………
151
4.2.4. Cáritas elabora unas propuestas de acción que tratan de concretar
los principios y criterios que aporta el discernimiento evangélicoeclesial ……………………………………………………..…………
154
4.2.4.1. Cáritas trabaja desde las capacidades y potencialidades de las
personas acompañando procesos ………………….……………………
154
4.2.4.2. Cáritas como animadora de la acción socio-caritativa de la
comunidad eclesial ………………………………………..……………
160
4.2.4.3. Las acciones de Cáritas deben de ser significativas: signos e
instrumentos del Reino de Dios ………………….……………………
162
4.2.4.4. Cáritas, espacio de encuentro para personas llamadas a ser
instrumentos de la Gracia para difundir el amor de Dios ………………
164
4.2.4.5. La formación como parte fundamental del ser, el hacer y el
saber hacer de Cáritas …………………………………………………
172
4.2.4.6. Algunas propuestas concretas de Cáritas ……………………
176
4.2.5. Claves que Cáritas debe emplear para verificar periódicamente
sus resultados …………………………………………………………..
177
501
4.2.5.1. La reflexión sobre sus acciones, tarea permanente de Cáritas
177
4.2.5.2. Evaluar el acompañamiento que hace a las personas
marginadas ……………………………………………………………
178
4.2.5.3. Revisar periódicamente la formación de sus voluntarios y
trabajadores …………………………………………………..…………
179
4.2.5.4. Trabajar con otros organismos, instituciones, entidades y hacer
discernimiento evangélico de dicha colaboración…........………………
180
4.2.5.5. Cáritas no debe suplantar la acción socio-caritativa de la
comunidad cristiana, sino animarla teniendo en cuenta a toda la
sociedad ………………………………………………………………
182
4.2.5.6. Cáritas debe revisar su organización interna, de tal manera que,
esta no entorpezca lo esencial de su acción socio-caritativa …………
184
4.3. Cáritas testimonio del amor del Dios de Jesucristo ………………
185
5. Cáritas como expresión del ser diaconal de la Iglesia: signo y
portadora de la salvación de Dios en Cristo ……………………………
189
5.1. El ser diaconal de la Iglesia ………………………………………
189
5.1.1. Fundamento de la diaconía eclesial: Jesucristo, que vino para
servir …………………………………………………………………...
189
5.1.2. Prolongar el servicio de Jesucristo en todo tiempo y lugar ……
190
5.1.3. La Iglesia sacramento de amor y fraternidad ……………………
191
5.1.4. El servicio eclesial, por el hecho de ser sacramental, deberá
realizarse en la historia …………………………………………………
193
5.1.5. Una Iglesia al servicio del Reino de Dios ………………………
194
5.2. Cáritas sólo puede comprenderse como diaconía de la Iglesia en
función de la realidad que ella misma anuncia y significa al género
humano: el amor preferencial de Dios hacia los más pobres …………..
195
5.3. Cáritas signo por excelencia de la sacramentalidad de la Iglesia …
201
502
5.3.1. Expresión del amor de la propia comunidad de los creyentes ….
201
5.3.2. Expresión del amor que viven sus voluntarios y trabajadores …..
204
5.3.3. Expresión del amor eclesial a todos los hombres y mujeres …….
205
5.3.4. Expresión del amor preferencial por los marginados y excluidos .
215
5.4. Cáritas para ser fiel a su identidad debe armonizar adecuadamente
su “estructura organizativa” y su “dimensión sacramental” ……………
216
5.5. Cáritas, enraizada en la Eucaristía, que es el sacramento de la
caridad, se convierte en su expresión concreta …………………………
217
5.5.1. Fundamentación bíblica …………………………………………
217
5.5.2. Eucaristía y caridad a la luz del magisterio eclesial ……………
219
5.5.3. La imposible separación entre Eucaristía y caridad ……………
222
5.5.4. Ejercicio de la caridad y Eucaristía: incorporación sacramental a
la entrega de Jesús ……………………………………..………………
222
5.5.5. Eucaristía y opción por los pobres ………………………………
223
5.5.6. La Eucaristía es la fuerza del ejercicio de la caridad para con los
empobrecidos ……………………………………………...……..……
223
5.5.7. En la Eucaristía se anticipa la fraternidad del Reino …………….
224
5.5.8. Cáritas y la fracción del pan ……………………………………
224
6. Constatación en torno a Cáritas desde las encuestas: “La actividad
de Cáritas y su incidencia sobre las personas” ………………………...
227
6.1. Razón de ser de las encuestas ……………………………………
227
6.2. Objetivos …………………………………………………………
227
6.2.1. Objetivo general …………………………………………………
227
6.2.2. Objetivos específicos ……………………………………………
227
503
6.3. Metodología ………………………………………………………
228
6.3.1. Elaboración de las encuestas ……………………………………
228
6.3.2. Recogida de datos ………………………………………………
229
6.3.3. Tratamiento informático de los datos ……………………………
230
6.3.4. Tratamiento estadístico de los datos ……………………………
230
6.4. Análisis de los resultados …………………………………………
232
6.4.1. Análisis individual de los grupos estudiados ……………………
232
6.4.2. Análisis comparativo de los grupos estudiados ………………….
240
6.4.2.1. Variables analizadas sin tratamiento estadístico ………..……
240
6.4.2.2. Variables analizadas con tratamiento estadístico ……….……
245
6.5. Principales conclusiones de las encuestas …………………………
255
6.6. Cuadros ……………………………………………………………
260
7. Cáritas como signo de credibilidad eclesial …………………………
273
7.1. La Iglesia en España pierde credibilidad como mediación religiosa
273
7.2. Es necesario reforzar la credibilidad de la Iglesia para que pueda
ejercer efectivamente su condición de sujeto de la evangelización que
el mundo necesita ………………………………………………………
277
7.2.1. Creer cristianamente comporta creer en la Iglesia ………………
280
7.2.1.1. Los signos ofrecidos por Jesús de Nazaret ……………..……
283
7.2.1.2. Los signos de Jesús deben ser continuados por la Iglesia ……
285
7.2.1.3. Para que la Iglesia sea creíble debe producir signos de
salvación que anuncien y realicen el Reino de Dios …...………………
286
504
7.2.2. Una fe testimoniada por la caridad que desarrolla su poder
humanizador como “levadura en la masa”, se hace creíble …….………
288
7.3. La credibilidad eclesial depende en buena medida del esfuerzo
serio para construir la fraternidad y ayudar a los necesitados siendo fiel
a lo específico de la actividad caritativa-social de la Iglesia …………
289
7.4. Cáritas, signo e instrumento eclesial del amor de Dios hacia los
más necesitados de la sociedad en las condiciones reales y concretas de
las Iglesias locales ……………………………………………………
294
7.5. Cáritas visibiliza, significa y hace creíble el amor de la Iglesia por
los desfavorecidos ……………………………………………………
296
7.5.1. Cáritas significa lo que ella es: comunidad de amor fraterno que
se presenta ante la sociedad como una expresión –“ya” pero “todavía
no”– del Reino de Dios ………………………………………………
301
7.5.2. Reconocimiento social de la labor de Cáritas …………………
304
7.5.2.1. Premios y distinciones ……………………………………..…
305
7.5.2.2. Lo que manifiestan las encuestas y estudios sociológicos ……
320
7.5.3. La credibilidad del testimonio necesita de la comunión y
confesión eclesial …………………………………………………….
322
8. Cáritas como ámbito de evangelización ……………………………
325
8.1. La sociedad que nuestras Iglesias han de evangelizar ……………
325
8.1.1. Una nueva situación social ………………………………………
325
8.1.2. Un cambio de época ……………………………………………
327
8.2. La Iglesia que ha de evangelizar esta sociedad …………………
328
8.3. Se necesita la Iglesia: sin Ella, Jesús y su mensaje no habrían
llegado a nosotros ………………………………………………………
332
8.4. La evangelización, acción de la Iglesia ……………………………
335
505
8.4.1. Concepto de evangelización ……………………………………
335
8.4.1.1. La identidad de la Iglesia es la evangelización ………….……
338
8.4.1.2. La evangelización, don y tarea de la Iglesia …………….……
339
8.4.1.3. El contenido de la evangelización: Jesucristo …………..……
341
8.4.1.4. El Espíritu Santo como agente evangelizador …………..……
342
8.4.1.5. El fin de la evangelización: la salvación del género humano …
342
8.4.2. Etapas del proceso evangelizador ………………………………
343
8.4.3. Especial referencia a la acción misionera ………………………
344
8.4.3.1. Testimonio …………………………………………………...
346
8.4.3.2. Anuncio explícito ……………………………………………
347
8.5. El testimonio en el proceso evangelizador ………………………
348
8.5.1. El testimonio primer paso y etapa clave del proceso
evangelizador …………………………………………………………
348
8.5.2. El testimonio como condición de posibilidad del anuncio de
Jesucristo ……………………………………………………………..
349
8.5.3. El testimonio por sí sólo no realiza el anuncio de Jesucristo ……
351
8.5.4. El testimonio para hacer visible y significativo a Jesucristo
necesita anunciarlo implícitamente: testimonio explícito ………...……
352
8.6. Evangelización y servicio a los pobres ……………………………
354
8.6.1. Jesús de Nazaret evangelizador de los pobres …………………...
354
8.6.2. La caridad origen y contenido esencial del mensaje evangélico ..
360
8.6.3. La comunidad de los discípulos prolonga la misión de Jesús
como testigos convincentes del Evangelio ………………………..……
361
506
8.6.4. La evangelización lleva consigo una especial preferencia por los
pobres …………………………………………………………………
362
8.6.5. La evangelización depende en buena medida del testimonio
comunitario del amor fraterno ………………………………………
363
8.6.6. La acción caritativa-social no es preevangelización es una
dimensión constitutiva de la evangelización …………………………
366
8.6.7. El testimonio de la acción caritativa-social eclesial no es toda la
evangelización. La caridad de las palabras y de las obras se postulan
mutuamente, es el camino de una verdadera evangelización …………
369
8.6.8. La acción caritativa-social, al ser expresión de la fe que obra por
la caridad no es estrategia pastoral o misionera, pero si es llamada a la
conversión e invitación a formar parte de la Comunidad ……………
370
8.6.9. La caridad también es camino evangélico hacia la fe …………
371
8.7. Cáritas evangeliza anunciado y viviendo la caridad fraterna ……
378
8.7.1. Cáritas evangeliza cuando ama y sirve a los empobrecidos, y es
evangelizada por ellos en el mismo acto de amor y servicio …………
378
8.7.2. Cáritas evangeliza cuando muestra el designio de Dios que es el
amor fraterno, vivido en su seno e irradiándolo hacia el muno ..………
384
8.7.3. Cáritas contribuye al proceso evangelizador animando a la
comunidad cristiana a vivir una real opción preferencial por los más
pobres y acogerlos en su seno ……………………………….…………
386
8.7.3.1. Es tarea primordial y prioritaria de Cáritas reavivar en la
comunidad eclesial su opción preferencial por los más débiles y
oprimidos ………………………………………...……………………
386
8.7.3.2. Cáritas debe contribuir a hacer de la comunidad cristiana, una
casa –parábola de una integración fraterna– para los excluidos ………
389
8.7.4. Cáritas y el anuncio implícito y explícito de Jesucristo a los
empobrecidos …………………………………………………………
391
507
8.7.4.1. Se constata que algo no funciona, cuando los excluidos acuden
a las acogidas de Cáritas y a las puertas de las Iglesias, pero no se
sitúan en los primeros bancos de las mismas …………………………
391
8.7.4.2. Cáritas debe rechazar de una manera absoluta el proselitismo
oportunista …………………………………...…………………………
393
8.7.4.3. Cáritas y la acción socio-caritativa de la Iglesia es, la mayoría
de las veces, la puerta de entrada en la Comunidad, para los
marginados……………………….. ……………………………………
396
8.7.4.4. Que los pobres sean acogidos en las comunidades cristianas es
labor, de toda la Iglesia y de su acción evangelizadora, no solo de
Cáritas …………………………………………………………………
397
8.7.4.5. Los excluidos tienen derecho a que les llegue el gozo del
Evangelio a través de la labor de Cáritas …………...…………………
398
8.7.4.5.1. El testimonio de la acción de Cáritas debe estar unido
intrínsecamente al anuncio implícito de Jesucristo, de tal manera que
pueda reflejar fehacientemente su pertenencia eclesial, su ser de Cristo,
para la evangelización ………………………………….………………
398
8.7.4.5.2. Sin un adecuado testimonio explícito de Jesucristo se corre el
riesgo de que el testimonio se agote en quien lo realiza o en la
organización que lo lleva a cabo –sin que remita a quien lo
fundamenta: Jesucristo, que es el único que libera y salva–
obstaculizando de esa manera a la evangelización ……………………
400
8.7.4.5.3. Algunas pistas para una anuncio implícito-testimonio
explícito de Jesucristo, en Cáritas.……………………………………
401
8.7.4.6. Cáritas debe "saber dar razón de nuestra esperanza" (1 Pe 3,15)
cuando así lo demanden los empobrecidos ….…………………………
404
8.7.4.6.1. No hacer proselitismo, no significa que Cáritas, no pueda o
no deba anunciar explícitamente a Jesucristo …………………...……
404
8.7.4.6.2. Los pobres y marginados tienen necesidad y derecho a que se
les anuncie explícitamente a Jesucristo ………………………………
405
508
8.7.4.6.3. El anuncio de Jesucristo es responsabilidad de todos los
bautizados y, por ello, de los miembros de Cáritas ……………………
406
8.7.4.6.4. Algunas indicaciones para realizar el anuncio explícito de
Jesucristo ………………………………………………………………
407
8.7.4.6.5. El anuncio explícito del Evangelio también es caridad ……
409
8.7.4.6.6. Cáritas contribuye a la evangelización de los empobrecidos,
con el ejercicio y animación de la caridad en la comunidad cristiana:
mediante el testimonio explícito de Jesucristo, siempre; y su anuncio
explícito, solo cuando se den las condiciones adecuadas para
proclamarlo ………………….…………………………………………
410
IV. DIRECTRICES OPERATIVAS
9. Treinta y una directrices operativas sobre la identidad y misión de
Cáritas .…………………………………………………………………
413
V. CONCLUSIÓN
10. Conclusión final ……………………………………………………
445
Bibliografía ……………………………………………………………
453
Siglas y abreviaturas …………………………………………………
475
Índice …………………………………………………………………
497
Agradecimientos………………………………………………………
511
509
AGRADECIMIENTOS
• En primer lugar, al Prof. Dr. D. Ramón Prat i Pons, director de esta
Tesis, que en todo momento me ha acompañado en la realización de la
misma, recibiendo su apoyo y ánimo, sugiriéndome correcciones, pero
sobre todo, ofreciéndome su afecto, comprensión y amistad.
• A los profesores del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón,
que sembraron en mí, el gusto y la fascinación por el saber teológico.
Especialmente me siento agradecido al Excmo. Rvdmo. D. Julián Ruiz,
en la actualidad obispo de las diócesis de Huesca y Jaca, por su constante
magisterio, que me abrió "puertas" y "ventanas" para acercarme al
inalcanzable Misterio, por su amistad y, sobre todo, por su ejemplo de
vida que me ha hecho mejor seguidor de Jesucristo. También es especial
mi agradecimiento al M. I. D. Luis Antonio Gracia, exprofesor del
CRETA, canónigo del Cabildo Catedralicio de Zaragoza, sacerdote que
atiende a mi familia, y entrañable amigo, que siempre me animó y ayudó
a seguir con mis estudios de Teología.
• A los profesores del Institut de Teologia Fonamental de la Facultat de
Teologia de Catalunya, por su acogida, enseñanzas y facilidades que
recibí en ese centro para continuar mis estudios teológicos. Particular es
mi reconocimiento al P. Josep Boada, que estuvo siempre presto a
solucionar cualquier problema que surgiera.
• A los miembros de Cáritas Diocesana de Zaragoza: D. Carlos Sauras
(Director) y D. Francisco Yagüe (Secretario General) por las facilidades
que dieron para que se pudieran llevar a cabo las encuestas. A Dña.
Nuria Espeleta (Socióloga) por su asesoramiento técnico para la
confección de las mismas. Y a todos los voluntarios, técnicos y usuarios
de la Institución, por su inestimable colaboración en el trabajo de campo,
ya que sin su participación no hubiera sido posible realizar las encuestas.
Finalmente, a Dña. Margarita Torrejón (Bibliotecaria) por toda su ayuda
con la bibliografía específica sobre Cáritas que he necesitado.
• También quiero agradecer muy sinceramente su labor, a mis compañeros
de trabajo de la Asistencia Médica del Servicio contra Incendios de
Salvamento y Protección Civil del Ayuntamiento de Zaragoza, y a los
componentes de la Comisión Permanente de la Delegación Episcopal de
Apostolado Seglar de la Archidiócesis de Zaragoza, que colaboraron con
511
gran dedicación y empeño en la realización del trabajo de campo de las
encuestas de este trabajo.
• A la Cátedra de Bioestadística de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Zaragoza, y en especial al Prof. Dr. D. Emilio Rubio y a
D. Jacinto Trallero, por realizar el tratamiento estadístico-informático de
esta Tesis

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