en 1966, con help valentino - ABCD On Line / Winisis On Line
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en 1966, con help valentino - ABCD On Line / Winisis On Line
Archivo TEA y DeporTEA. Material seleccionado para uso interno. Diario Clarín, jueves 19 de diciembre de 1996. Ubicación original: C-1184. Actual: BD00057.dpf EN 1966, CON HELP VALENTINO!, LA RESISTENCIA CULTURAL CREABA UN GENERO Hace treinta años nacía el café concert Entre sus creadores estaban Edda Díaz, Carlos Perciavalle, Antonio Gasalla y Enrique Pinti. Tenían veintipico. Y un humor inteligente y despiadado. Por Ivana Costa. Imaginen que pagan el triple de lo que vale una entrada de teatro para sentarse apretujados en un rincón. Que les sirven un vaso de whisky rebajado o un jugo de naranja en peores condiciones. Que en medio de la oscuridad descubren las paredes adornadas por las manos más valiosas de la plástica local. Cuando ustedes empiezan a acostumbrarse a esa enrarecida atmósfera suben a escena tres o cuatro figuras paradigmáticas del humor (pongamos: Edda Díaz, Antonio Gasalla, Nacha Guevara, Les Luthiers...) pero tienen veintipico y no los conoce nadie. Imaginen que afuera hay olor a censura y a golpe militar. Y que adentro se respira sarcasmo, audacia, inteligencia, rebeldía. El café concert, que desembarcó en Buenos Aires hace treinta años, era algo parecido. Año muy especial, 1966. Y no solo porque Nora Blay, Díaz, Gasalla y Perciavalle ingeniaron en marzo Help Valentino!, experimento psicodélico mezcla de Beatles y amante latino que dio comienzo a este fenómeno, uno de los más fértiles del siglo. En diciembre despuntaba La Botica del Angel de Eduardo Bergara Leumann, antro inspirador y descubridor de escondidos talentos (allí se largó a cantar tangos una Susana Rinaldi todavía aniñada y Haydée Padilla se convirtió en La Chona). En el medio, Onganía derrocaba a Illia, instalaba la Doctrina de Seguridad Nacional, y echaba a los sabios a bastonazos. "Es que el 66 es Caballo de fuego", resume, zodíaca, Edda Díaz. ¿Cómo siguió la cosa? Los artistas empezaron a salir de todas partes. De un sótano de San Telmo ("Ojo -apunta Bergara Leumann- que en esa época no había viejo almacén, ni feria artesanal ni nada"), del vanguardista Instituto Di Tella (donde se estrenó Nacha de noche y Jorge Schussheim le puso letra al tema El culo me pesa), de la televisión (como Marilina Ross), del coro de la Facultad de Ingeniería (allí se formó I musicisti, germen de los Luthiers), del Collegium Musicum (donde enseñaba piano Gladys Le Bas antes de ser Ladivaverde) o de la revista Billiken (que tenía a Enrique Pinti escribiéndole los guiones a El mono relojero). En los primeros años 70 habían proliferado una veintena de reductos más o menos civilizados que servían whisky, la bebida de la época antes de que el champán se impusiera definitivamente. Periódicamente los clausuraban, los multaban, los difamaban ("Ingenuos musita Edda-, si allí lo único pecaminoso era el precio de la entrada"). El empresario Lino Patalano, que con Elio Marchi abrió legendarios locales como La Gallina Embarazada, reconoce que "a veces la puerta de entrada no medía ni 1,60 metro, o ingresaban 90 tipos en un lugar previsto para 30". Pero se las rebuscaban para renacer. -Y siempre estaban llenos! De un lado del escenario convivían Vinicius de Moraes, Horacio Molina, Elsa Berenguer y Cipe Lincovsky (La reina del Kabaret). Del otro lado, o del mismo, porque la clave era que público y artistas estuvieran bastante mezclados, se sentaban Ernesto Sabato, Dominguín, Robert Altman, Lee Strasberg, Mujica Lainez y el-vecino-de-enfrente. "El público podía tirarte con algo -recuerda Nacha-: una vez, cantando la Canción de los boludos un tipo me increpó: ¿Habla en sentido fisiológico o psicológico?" El desenfado se contagiaba, y a veces acobardaba. Costó meses convencer a la tímida Niní Marshall de subirse a la tarima de El Gallo Cojo y estrenar su ácido Y se nos fue redepente.... "Esa fue la verdadera innovación -dice el creador de Botica-: mandar al ruedo a los artistas, obligarlos a meterse con el público. A diferencia de lo que pasa ahora, el espectador no era utilizado para economizar cachets y creación." Otros parroquianos no debían sentirse tan a gusto en ese ambiente donde, al decir de Schussheim, "se revolvían cerebros". Que lo diga, si no, Perciavalle, que en el 74 tuvo que suspender una función del unipersonal Uno a querer porque un energúmeno arremetió al grito de: "Soy coronel del ejército y voy a reventar a tiros a todos". Unos dicen que antes la gente era más buena, que los artistas no se recelaban ni envidiaban, que la solidaridad y el voluntariado forjaron el café concert. Pero tal vez los años contribuyan a idealizar esa tibia camaradería. En 1971, a Marcos Mundstock (Les Luthiers), por caso, le tuvieron que dar dos puntos después que Nacha lo atacó con los restos de un vaso de vidrio roto, en medio de una vehemente discusión por problemas de horarios. La auténtica violencia, sin embargo, se gestaba en otro lado. No en los insultos que Pinti dedicaba a los próceres en Historias recogidas, ni entre quienes se pronunciaban a favor o en contra de las canciones de protesta de Marikena Monti. Ni en la hipocresía de cierta prensa que no publicaba avisos de El Gallo Cojo "por obscenos". Rondaba en cambio cerca del almirante Rojas y sus custodios armados que vigilaban, en primera fila, el show Orgullosamente humilde en el que Edda Díaz satirizaba a Lanusse. Cerca de la comisaría 14ø, donde detuvieron e incomunicaron a Ladivaverde por "ejecutar al piano el Himno, agregarle partes de una canción rusa y una norteamericana, y rematarlo con un malambo como símbolo del triunfo de la patria liberada sobre los imperialismos". Así se fue deshaciendo el café concert. El clima de terror y las amenazas de muerte que a partir de 1974 difundió la triple A tuvieron mucho que ver. "Al principio -confiesa Elio Marchicreíamos que las listas eran en joda, porque las encabezaba Isabel Sarli." Pero los encapuchados que fueron a buscar a Marilina Ross los convencieron de que era en serio. A fines del 74, una bomba dio por terminado el ciclo de Las mil y una Nachas. Y en el 76, otro explosivo destinado a Guevara y Favero mató a un reflectorista y mandó al exilio a estos y muchos otros artistas. Algunos, como Tato Bores, expulsado de la TV, elegían el escenario íntimo para seguir (pero ahora les decían conspiradores en vez de creadores). En el 76 estalló una bomba donde actuaba Gladys Le Bas hacía su Expornoshoc. Hoy, desde su casa en París, ella elige olvidar cuándo fue que huyó, "revólver en mano", de esta ciudad. Unos olvidaron. Otros ya no están. Hoy Gasalla triunfa en la tele, Nacha repite su mejor acto de los 60 y Perciavalle ensaya en su casa de Punta del Este el novedoso garden concert. Triunfan los monólogos de Pinti y "La Botica está ahí, lista para retomar la posta", lanza Bergara. Ahora imaginen por un momento que vuelven a apretujarse. Que soñar el café concert no es imposible. El Género para una época Por Rodolfo García Olivieri. Eran cuatro, dos chicas y dos muchachos, y no solo lo hacían todo -eran directores, autores, actores, cantantes y bailarines- sino que todo lo hacían bien. Deslumbrantemente bien. La sorpresa de la temporada. El Teatro de la Recova, que funcionaba en una vieja casona del bajo -Avenida del Libertador 1066- y venía con una especie de garantía ya que ninguna de las obras allí montadas había decepcionado, comenzó a beneficiarse con una cantidad de espectadores de la que no habían gozado ni la Fedra de Unamuno ni Los títeres de Cachiporra, de García Lorca, los dos excelentes espectáculos de las temporadas anteriores. Pero Help Valentino! era otra cosa. Tan evidente como que su elenco lo formaba una categoría distinta de intérpretes. Se llamaban, por orden alfabético, Nora Blay, Edda Díaz, Antonio Gasalla y Carlos Perciavalle, y si bien ahora, con la perspectiva de lo que siguió, parece que la primera era quien las oficiaba de acompañante, lo cierto es que en el minúsculo escenario aquel cuarteto de refulgente juventud brillaba de manera bastante pareja. Con algunos puntos a favor de la "chiquita esa" (después aprenderíamos que se llamaba Edda Díaz), de la cual se subrayaba su composición de una tilinga que decide enviarle una carta al idolatrado Rudy Valentino. Otros nombres vinculados al show persisten en la memoria. La música, elemento fundamental, era de Miguel Angel Rondano. La productora se llamaba Inés Quesada y el vestuario prodigioso- incluía creaciones firmadas por Berni, Squirru, Puzzovio y Edgardo Giménez. Aquellos muchachos tenían poder de convocatoria. Lo que quizás no supieran era que estaban iniciando, en plena dictadura militar y en simultáneo con la noche de los bastones largos, un fenómeno que habría de prolongarse durante casi una década íntegra, hasta que otra dictadura militar le puso fin de manera abrupta. El café concert parecía el género a la medida de aquella época. Es verdad que en Help Valentino! el contenido político se limitaba al desparpajo de la propuesta. Pero a poco vendrían las Nacha Guevara, los Enrique Pinti o los Jorge Schussheim, para cargar las tintas en ese aspecto. Y Ladivaverde, quien según el Mono Enrique Villegas era la mejor de todas, parodiaba a una dama de beneficiencia cantando aquello de "Ay, la villa, qué maravilla/ toda la gente tiene ladillas..." Aunque aquel Teatro de la Recova estaba sobre el nivel del mar (en una especie de altillo espacioso) los que florecieron fueron los sótanos. Locales que quedaron para siempre vinculados al género, por más que se asegure ahora que El Gallo Cojo nunca tuvo que ver con La Gallina Embarazada. Ciudad Concert La zona cafeconcertista de los años 60 y 70 y la ubicación de algunos de sus principales reductos. La Fusa, Santa Fe y Riobamba. La Cebolla, Bartolomé Mitre al 1700. El Gallo Cojo, Defensa al 700. La Gallina Embarazada. Libertad y Santa Fe. Bárbaro, Tres Sargentos al 400. La Botica del Angel. Lima al 700 y Saenz Peña al 500. Instituto Di Tella, Florida al 900. La Bola Loca, Maipú al 800. La Rueda Cuadrada, Defensa al 740. El Erizo Incandescente, Esmeralda 771. Margarita Xirgu, Chacabuco al 800. Vinicius, Montevideo 494.