carisma. La Pedagogía de Luz y Verdad

Transcripción

carisma. La Pedagogía de Luz y Verdad
DEL CARISMA A LA PEDAGOGÍA
DE LUZ Y VERDAD
German Sánchez Griese
RECONOCIMIENTO:
A todos los ponentes y talleristas de los Congresos Dominicos
de Arequipa (2011) y Lima (2012).
El material por ellos aportado ha sido de un
valor inestimable en la redacción del presente libro
-1-
DEDICATORIA
-2-
Las obras que una congregación religiosa pone en pie, son fruto del carisma. Flores que brotan en el jardín de
las delicias de Dios. Ninguna es igual, todas son diversas, pero todas alimentadas por la savia amorosa del
mismo carisma.
El don del Espíritu sopla dónde quiere y permite que al contacto con las necesidades más diversas broten
iniciativas amorosas que puedan de alguna forma dar un alivio a quien sufre y tiene necesidad de luz y de
verdad.
Pero el carisma, ese don del Espíritu se encarna en la naturaleza humana y es así como recurre a personas que
quieran hacer de su vida, una encarnación del don del Espíritu. El carisma sin hombres o mujeres que lo
encarnen es sólo una quimera o una ilusión. El carisma en las manos de hombres y mujeres es vida.
Las Hermanas Dominicas de la Inmaculada tienen en la madre Eduviges Portalet un ejemplo preclaro de esta
encarnación perfecta. Como fundadora supo poner a disposición del carisma que Dios regalaba a la humanidad
todas sus dotes y cualidades. Pero sin la ayuda de las primeras hermanas dominicas de la Inmaculada que
siguieron su ejemplo, sin las confundadoras, el carisma hubiera caído en el vacío. A lo largo de la historia
muchas otras mujeres han sido capaces de encarnar el don del Espíritu de la pedagogía de luz y verdad en sus
propias vidas. Son mujeres que han dado la vida por un ideal, desde los distintos lugares y responsabilidades
que les asignaba la obediencia. Todas han contribuido a la expansión del carisma. Todas ellas han sido
instrumentos de la luz y la verdad para muchas almas.
Cabe destacar sin embargo el ejemplo de las que por disposición divina han llevado el peso del gobierno sobre
sus hombros. Mujeres que encarnando el don del Espíritu han sido también madres y hermanas para toda la
Provincia. Madre Edith de la Cruz Cuscano es una de ellas. Llevó el peso de la provincia, pero con tanta
suavidad, con tanta dulzura que ella misma se consideraba la jardinera de las delicias de Dios. De esa manera
supo alentar a la planta que necesitaba fuerza y apoyo, consoló a la matita que precisaba amor y comprensión,
alentó al árbol vigoroso en su copa y su raíz para que diera como fruto el ciento por uno. Cuidó la Provincia de
Santa Rosa en momentos álgidos de su historia, pero con tanta paz y tranquilidad, como lo suelen hacer aquellas
almas que viven en el Señor y para el Señor.
Hoy queremos dedicar esta pequeña obra a esta mujer que desde el cielo estará ya paseándose en el jardín de las
delicias de Dios, contemplando a sus hijas e hijos, las hermanas DIC y los docentes dominicos. Hoy desde el
cielo podrá contemplar la obra buena que ella sembró con la ayuda del carisma de luz y verdad, pues con su
vida Madre Edith portó la luz y predicó la verdad.
La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara para una nueva
morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos
los anhelos de paz que surgen en el corazón humano.
Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la
debilidad y la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se verán
libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas que Dios creó pensando en el hombre.
Se nos advierte que nada le sirve al hombre ganar el mundo si se pierde a sí mismo. No obstante la espera de
una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde
crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo
nuevo.
Gaudium et Spes, n. 39
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INTRODUCCIÓN
LA ACTUALIDAD DE UN CARISMA
-4-
Mucho camino se ha recorrido desde que el Concilio Vaticano II en su documento Perfectae caritatis estableció
las bases para la adecuada renovación de la vida consagrada. Y queda aún mucho camino por andar. Las
congregaciones religiosas que crean que la renovación consiste en revisar unas constituciones y adaptar algunos
elementos externos a los tiempos actuales no han comprendido cabalmente el significado del impulso que el
Concilio quería y quiere aún darle a la vida consagrada.
La esencia de un carisma, hablando desde el punto de vista metafísico, no es más que una gracia del Espíritu
Santo que está ordenada a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo,
como nos lo recordaba el Catecismo de la Iglesia en el número 799. El ser del carisma por tanto es su acto de ser
y de existir, que proviene del Espíritu Santo y supone una participación en la bondad y sabiduría de Dios, o más
en concreto, en la vida de Jesucristo. De su esencia y de su ser, podemos colegir que el carisma tiene un
dinamismo propio que le impide quedarse estancado en el tiempo y en el espacio. Es dinámico en sí mismo.
Pero este dinamismo que le viene como participación de la vida del Espíritu (expresada en el Magisterio de la
Iglesia como una ―experiencia del Espíritu‖1) depende de sus accidentes, desde el punto de vista metafísico, es
decir, los modos concretos de expresar y de vivir el carisma según las circunstancias de tiempos, lugares y
personas. Es necesario que el don, que la gracia del Espíritu se encarne en realizaciones concretas históricas. Si
bien es cierto que cualquier realización es accidental, porque es mudable y perfectible, también es cierto que
esa misma encarnación, esa realización o realizaciones concretas son necesarias para la existencia del carisma.
Sin accidentes no hay sustancia, como recuerda un principio metafísico.
Por lo tanto, los responsables del carisma, es decir, aquellos que están llamados a encarnarlo y vivirlo en el día a
día, tienen la misión de confrontarlo con las circunstancias actuales, de lo contrario, han promulgado su decreto
de muerte. Así lo expresa el Magisterio de la Iglesia cuando dice: ―La caracterización carismática propia de
cada Instituto requiere, tanto por parte del Fundador cuanto por parte de sus discípulos, el verificar
constantemente la propia fidelidad al Señor, la docilidad al Espíritu, la atención a las circunstancias y la visión
cauta de los signos de los tiempos, la voluntad de inserción en la Iglesia, la conciencia de la propia
subordinación a la Sda. Jerarquía, la audacia en las iniciativas, la constancia en la entrega, la humildad en
sobrellevar los contratiempos‖.2
Toda congregación religiosa se encuentra hoy en una situación coyuntural. Vivimos los albores de una nueva
civilización, de una nueva sociedad en dónde los valores no existen, o mejor dicho, en donde se vive un
relativismo de los valores. Algunos filósofos, entre ellos Zygmunt Bauman han llamado a nuestra sociedad, una
sociedad líquida3, una sociedad carente de valores en donde todo es pasajero, nada es fijo, nada estable. Frente a
esta nueva sociedad que juzga las realidades del espíritu como falaces o carentes de significado para el día de
hoy, pueden surgir preguntas que sean determinantes para el futuro no sólo de la congregación religiosa, sino
del mismo carisma. ¿Cuál puede ser el lugar de un carisma de una Congregación religiosa nacida varios cientos
de años atrás? ¿Qué puede aportar un carisma a un mundo en dónde el Estado cubre todas o casi todas las
necesidades de las personas? ¿Con qué ojos podemos mirar la figura de un Fundador que nunca conoció los
retos a los que se enfrenta la sociedad de nuestros días?
Estas y otras muchas preguntas son las que han dado origen a este libro que quiere presentarse como una ayuda
en la actualización del carisma. Nuestro esfuerzo será el dar vida escrita a lo que ya es vida en tantos docentes
dominicos. ―Sistematizar es organizar y ordenar experiencias (el carisma fundante de las Hermanas DIC) con el
objetivo de llegar a teorizar dichas prácticas. También la entendemos como: darle un orden lógico a los
pensamientos, a las actividades y a la información en torno a la pedagogía de luz y verdad (carisma)
fundamentada en una antropología actual, consecuencia de la presente sistematización. Para sistematizar una
pedagogía de luz y verdad precisamos: identificar la situación problemática, postular las causas del problema,
especificar que es lo que se puede cambiar en la actual situación y por ultimo postular acciones para modificar
1
Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares, Mutuae relationes, 14.5.1978, n. 11.
Ibidem., n. 12.
3
―El hecho de que Venecia sea «ciudad de agua» hace pensar en un célebre sociólogo contemporáneo, que definió nuestra sociedad
«líquida» y también la cultura europea una cultura «líquida», para expresar su «fluidez», su poca estabilidad o, quizás, su falta de
estabilidad, la volubilidad, la inconsistencia que a veces parece caracterizarla‖ Benedicto XVI. Discurso en el encuentro con el mundo
de la cultura y de la economía, Venecia, 8.5.2011.
2
-5-
la situación problemática, para esto último como ya se dijo es necesario fundamentarla en una antropología
actual, sin olvidar el carisma, la identidad y la misión de portar la luz y predicar la verdad‖4. Pero vayamos por
partes.
La herencia espiritual de Eduviges Portalet Couturier no está circunscrita a la Francia de mediados del siglo
XIX. La obra iniciada ―en beneficio de esas pobres criaturas de Dios, privadas de la luz corporal y expuestas, a
causa de su enfermedad, a no gozar de la luz espiritual‖5 ha cruzado el Atlántico llegando primero a Cuenca y
después hasta Trujillo y ahora se extiende en más de 30 establecimientos educativos por todo el Perú, junto con
otras obras apostólicas que las Dominicas de la Inmaculada Concepción llevan a cabo. Debemos realizar un
esfuerzo por unir estos dos cabos que no son más que eslabones de una sola cadena que es el carisma. Si
Eduviges Portalet es el inicio de esta cadena, las instituciones educativas en el Perú de los albores del tercer
milenio, no son más que el último eslabón de esa cadena. Y para realizar esta unión nos basaremos en las
palabras de Pablo VI: ―Para un ser que vive, la adaptación a su ambiente no consiste en abandonar su verdadera
identidad, sino más bien en robustecerse dentro de la vitalidad que le es propia. La profunda comprensión de las
tendencias actuales y de las exigencias del mundo moderno debe hacer que vuestras fuentes broten con
renovado vigor y frescura. Tal compromiso es exaltante en proporción a las dificultades‖.6
De la mano de Pablo VI debemos establecer en primer lugar cuál es la identidad del carisma de las Dominicas
de la Inmaculada Concepción. Enraizadas fuertemente en la familia dominicana, buscaremos la aportación
específica, la esencia diremos en términos metafísicos, de su carisma. Descubriremos por tanto que junto con la
tradición dominicana de ser apasionantes buscadores y predicadores de la verdad, la luz jugará un papel
importante en el carisma de esta rama de la familia dominicana. ―María Eduviges Portalet experimentó que Dios
la llamaba para dedicarse a los niños ciegos de Toulouse, niños que estaban en completo abandono, quiso ser
para ellos luz.‖ 7 Analizar por tanto que significa la Luz y la Verdad en el carisma de la Dominicas de la
Inmaculada Concepción nos abrirá las puertas a una concepción específica de su carisma.
Con esta concepción podremos seguir nuestro camino para darnos cuenta el dinamismo que esta Luz y Verdad
lleva en sí misma y que le permite adaptarse a las circunstancias cambiantes de tiempos y lugares. Por ello, en
un segundo momento analizaremos cuáles son las fuerzas internas que tiene todo carisma que le permite realizar
esta acomodación a todos los tiempos y lugares sin importar su origen cultural o temporal.
Con estos dos elementos, especificidad del carisma de Luz y Verdad de las Dominicas de la Inmaculada y la
fuerza dinámica que permite su adecuada adaptación a los tiempos actuales, podemos intentar definir la
Pedagogía de Luz y Verdad que es la concreción de estas dos fuerzas. Todo carisma tiene manifestaciones
diversas que actualizan, perfeccionan dirían los metafísicos, dicho carisma. La Pedagogía de Luz y Verdad es
una de estas manifestaciones claras y específicas del carisma de las Dominicas de la Inmaculada Concepción.
Trataremos por tanto de explicar y sistematizar esta manifestación del carisma.
Este último paso nos lleva de la mano a cuestionarnos un aspecto importante de la materialización del carisma.
Toda pedagogía requiere de maestros, de docentes que pongan en práctica la Pedagogía de Luz y Verdad.
Lejanos son los tiempos que los puestos docentes de las instituciones educativas eran cubiertos en su mayoría,
sino es que en su totalidad, por hermanas, hermanos o sacerdotes de una misma orden. Sin la presencia viva y
activa de laicos como docentes de las instituciones educativas católicas, muchas de ellas habrían ya
desaparecidos. Por lo tanto es legítimo cuestionarnos no sólo la presencia de laicos como docentes en las
instituciones educativas, sino de que estos docentes laicos puedan vivir el carisma de las hermanas Dominicas
de la Inmaculada Concepción. La posibilidad de la transmisión del carisma a los laicos será otro capítulo de
nuestro libro que nos permitirá comprender mejor la Pedagogía de Luz y Verdad de Eduviges Portalet.
4
Guillermo Ramírez Livia CCSSR, ¿Cómo sistematizar una pedagogía de luz y verdad en nuestras escuelas¿ ¿Cuáles son las
necesidades? pp.2 – 3, en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
5
Historia de la Congregación escrita por Nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 10.
6
Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelica testificatio, 29.6.1971, n. 51.
7
Guillermo Ramírez Livia CCSSR, Sistematizar una pedagogía de Luz y verdad en tiempos actulaes, ¿una utopía?, p.7, en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
-6-
Habiendo ya sistematizado la Pedagogía de Luz y Verdad y habiendo justificado la presencia activa de docentes
con el carisma de Eduviges Portalet es necesario poner una prueba de fuego al carisma cuestionando su
presencia en la nuestra sociedad, en nuestra sociedad líquida. Interesante será por tanto hacer el elenco de los
retos que debe enfrentar la sociedad de hoy y ver en qué manera el carisma de Luz y Verdad, y su pedagogía
pueden responder a estos retos, para encontrarnos con la médula de la actualización del carisma de Eduviges
Portalet. Sabremos por tanto si vale la pena realizar el esfuerzo de actualizar el carisma como una respuesta a
los retos de nuestros tiempos.
Nuestro trabajo no es meramente especulativo. No pretendemos simplemente analizar la realidad, sino queremos
de alguna manera conocerla para transformarla. Un carisma no es una bella historia para ser contada, sino un
hecho real para ser vivido. ―¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una
gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo
con vosotros grandes cosas. Haced de vuestra vida una ferviente espera de Cristo, yendo a su encuentro como
las vírgenes prudentes van al encuentro del Esposo. Estad siempre preparados, sed siempre fieles a Cristo, a la
Iglesia, a vuestro Instituto y al hombre de nuestro tiempo. De este modo Cristo os renovará día a día, para
construir con su Espíritu comunidades fraternas, para lavar con El los pies a los pobres, y para dar vuestra
aportación insustituible a la transformación del mundo‖.8 Si la respuesta que el carisma DIC es positiva, y lo es,
como última parte de este ensayo es necesario dar algunas pautas para la formación de los docentes DIC
(Dominicas de la Inmaculada Concepción). Si es cierto que el futuro de una sociedad se construye mediante la
formación de la niñez y la juventud, no menos cierto es el papel que los docentes juegan en esta construcción.
Docentes bien formados equivale a alumnos preparados para enfrentar los retos del futuro. Por ello, esbozar un
iter formativo para los docentes DIC será el colofón de este libro, con la esperanza que el Señor pueda tocar el
corazón y la mente de quienes por vocación están llamados a convertirse en Luz y Verdad de muchos niños y
jóvenes que viven en la ceguera de la postmodernidad.
8
Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vida consagrada, 25.3.1996, n. 110
-7-
CAPÍTULO I
LA IDENTIDAD DEL CARISMA
DE EDUVIGES PORTALET
-8-
Aclarando términos.
En el estudio de la teología del carisma mucho se ha avanzado en el Magisterio de la Iglesia y en la reflexión
que muchos teólogos han llevado a cabo a lo largo de estos casi 50 años de vida del post-concilio. Será
necesario por tanto realizar un pequeño esfuerzo intelectual para comprender cabalmente qué significa la
identidad de un carisma.
Ya parecen lejanos aquellos tiempos en los que tímidamente el Concilio Vaticano II esbozaba lo que algunos
años posteriores vendría a ser una definición completa de carisma. ―Redunda en bien mismo de la Iglesia el que
todos los Institutos tengan su carácter y fin propios. Por tanto, han de conocerse y conservarse con fidelidad el
espíritu y los propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas tradiciones, pues, todo ello constituye el
patrimonio de cada uno de los Institutos‖.9 Muchos otros documentos fueron engarzándose para llegar a una
comprensión más profunda de lo que debería ser la identidad de un carisma. Entre ellos cabe mencionar el
documento Mutuae relaciones cuando afirma que ―El carisma mismo de los Fundadores se revela como una
experiencia del Espíritu (Evang. test. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida,
custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento
perenne‖.10 Esta definición marcará un punto de partida para la reflexión teológica.
Para iniciar nuestra exposición debemos partir por lo tanto de una breve explicación de la palabra carisma.
Como toda palabra que entra en un contexto teológico, la palabra carisma es un término análogo y equívoco,
esto quiere decir que puede tener distintos significados y que podemos aplicar algunos significados de otras
palabras al término carisma. No debemos olvidar que nosotros queremos encontrar la definición teológica del
término carisma y por lo tanto en nuestra investigación no debemos esperarnos una definición exacta,
matemática de este término, ya que la Teología no es una ciencia como la matemática en cuanto que no puede
llegar a conclusiones de carácter positivista o demostrativo, como las encontramos en las así llamadas ciencias
exactas. Su reflexión, que no carece de método y de rigor científico procede de manera distinta. Es necesario por
tanto remontarnos al origen de esta palabra y al uso que se le da en la Sagrada Escritura. Nos encontraremos por
tanto que San Pablo es quien inventa esta palabra, a falta de un término que le permitiera expresar su propia
experiencia y la experiencia que vivía en las primeras comunidades por él fundadas.
La gracia que Dios le había regalado y que continuamente regalaba no sólo a él sino a otros cristianos, era la
gracia de la salvación. Y esto por puro amor, por gratuidad divina, sin haberlo merecido la persona que recibía
aquel don. En algunas ocasiones este don de la salvación se revestía de formas diversas de acuerdo a las
necesidades que se daban en diversas comunidades. La gracia que es una se revestía de formas diversas con el
fin de remediar las necesidades que surgían con el expandirse del naciente cristianismo. El don de la salvación
que es la gracia se transforma en carisma cuando tiene como objetivo remediar una necesidad específica en la
comunidad, ayudar a los hombres y edificar la Iglesia.
Se establece por tanto un binomio muy particular que será de gran ayuda para nuestra reflexión. No hay carisma
sin una necesidad especifica, sin un medio de ayuda para los hombres y sin una contribución específica para la
Iglesia. Estos tres aspectos pueden darse juntos o bien uno solo de ellos. El binomio carisma – necesidad y/o
ayuda para los hombres y/o contribución específica para la Iglesia se presentará de esta forma a lo largo de las
congregaciones religiosas. De ahí nace la necesidad imperiosa de estudiar con detenimiento la historia de cada
congregación religiosa para una mejor comprensión del carisma11. Si bien Dios no se repite en la historia de las
congregaciones religiosas, bien podemos nosotros distinguir elementos comunes que nos ayudan a sistematizar
mejor nuestro estudio. Evitando caer en generalizaciones, bien podemos afirmar que un carisma de una
congregación religiosa es un regalo de Dios para remediar alguna necesidad de la Iglesia, y/o para el bien de los
hombres y/o para edificar la Iglesia. Habría que seguir matizando esta definición y hablar de las formas en que
este don (el carisma) se va plasmando en la figura del Fundador, en la primera comunidad por él iniciada y a lo
largo del tiempo, especialmente en el contacto con otras culturas, con otros tiempos, con otras necesidades.
9
Concilio Vaticano II, Perfectae caritatis, 28.10.1965, n. 2b.
Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares, Mutuae relationes, 14.5.1978, n. 11.
11
―A lo largo de los siglos nunca han faltado hombres y mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han
elegido este camino de especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a El con corazón « indiviso » (cf. 1 Co 7, 34).‖ Juan Pablo II,
Exhortación apostólica post-sinodal Vida consagrada, 25.3.1996, n. 1.
10
-9-
Establecemos entonces para nuestro estudio tres áreas que deberán quedar bien especificadas y que han sido ya
tipificadas en la reflexión teológica de los últimos tiempos. Estas tres áreas vienen enunciadas en los siguientes
términos: carisma del fundador, carisma de fundador y carisma de fundación o carisma colectivo de la
congregación. Parecería esto un trabalenguas o meras filigranas de un estudioso de teología sin otra cosa qué
hacer, sino complicar la comprensión de los términos. Sin embargo la aclaración de cada uno de ellos nos
permitirá comprender el camino que ha recorrido el carisma de las DIC, desde la fundación en Toulouse hasta el
día de hoy en el Perú. Por ello, dispongámonos con ánimo aventurero a afrontar este reto intelectual que tanto
beneficio traerá en la comprensión de la identidad del carisma de Eduviges Portalet. ―Toda la doctrina conciliar
sobre los institutos de vida consagrada y por tanto la del nuevo código, gira en torno al hecho de que cada
instituto debe clarificar y mantener bien claro su carisma, es decir, su naturaleza, índole, fin y sanas tradiciones,
realidades que constituyen el patrimonio espiritual del instituto mismo. Esto constituye la identidad del instituto,
que da plena conciencia del papel que debe realizar en la Iglesia. Es el carisma el que funda la unidad de vida,
de intenciones y de acciones de los miembros de un instituto‖.12
Carisma del fundador
Bien podemos decir que el Magisterio, al comenzar a definir el carisma, se refirió precisamente al carisma de
los Fundadores, es decir al don de Dios ordenado a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las
necesidades del mundo. Aquí debemos establecer ya una primera diferenciación entre la persona del fundador y
el carisma. ―El Espíritu da los carismas, pero quien los recibe los puede instrumentalizar para su ventaja y no
ejercitarlos según la voluntad de Dios, pero esto no significa que el don del Espíritu en sus orígenes no haya
sido auténtico‖.13 Entonces habrá que estudiar qué es lo que pertenece al Espíritu y qué es lo que pertenece a la
persona del fundador para clarificar lo que debemos entender por el término carisma del fundador.
Para comprender mejor esta primer parte, conviene recordar lo que dice al respecto el Magisterio de la Iglesia.
―Las notas características de un carisma auténtico son las siguientes:
a) proveniencia singular del Espíritu, distinta ciertamente aunque no separada de las dotes personales de quien
guía y modera;
b) una profunda preocupación por configurarse con Cristo testimoniando alguno de los aspectos de su misterio;
c) un amor fructífero a la Iglesia, que rehuya todo lo que en ella pueda ser causa de discordia.
Además, la imagen auténtica de un fundador exige que se trate de hombres y mujeres de probada virtud (cfr. LG
45) que demuestren una sincera docilidad tanto a la sagrada Jerarquía cuanto al don del Espíritu que existe en
ellos‖.14
Afirmamos por tanto que hay una diferencia entre el carisma como don de Dios y la persona del fundador. Sin
embargo, a pesar de ser diferentes, se establece una simbiosis entre ambos, muy difícil de separar aunque
claramente distintas. Podemos establecer la analogía entre el carisma del fundador y la unión hipostática. Así
como en la unión hipostática encontramos las dos naturalezas –la humana y la divina- unidas en la persona de
Cristo, de forma tal que no podemos distinguir una de la otra, así, analógicamente podemos establecer la
comparación de que el carisma se une en forma misteriosa pero real en la persona del fundador. La diferencia,
lógicamente se da en el aspecto de que podemos nosotros distinguir lo que pertenece al Espíritu y lo que
pertenece al fundador.
El Espíritu, para donar el carisma a la Iglesia, tiene necesidad de una persona, del fundador. No se fija en los
méritos de la persona para escogerla como fundador, de ahí que el carisma sea una gratia gratis data, es decir
una gracia que el Espíritu da para beneficio de la Iglesia y no para el beneficio de la persona. Pero para que esa
gracia, ese regalo para la Iglesia pueda llevarse a cabo, el Espíritu tiene necesidad de tomar a una persona, de
utilizar a una persona, que será la persona del fundador. Y como es Espíritu, trabaja en el espíritu del fundador,
en sus facultades espirituales. De ahí que la inteligencia del fundador y su voluntad van a quedar tocadas por la
12
Gianfranco Ghirlanda, Carisma y derecho propio, 31.01.2011. Uso manuscrito.
Ibídem.
14
Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares, Mutuae relationes, 14.5.1978, n. 51.
13
- 10 -
gracia de Dios, de forma tal que permita la encarnación del carisma. Su inteligencia y su voluntad quedan de
esta forma dispuestas para recibir el carisma.
Hasta aquí nuestra explicación teórica. Pasemos ahora a hacer la aplicación práctica en Eduviges Portalet y así
poder ya de alguna manera y pregustando el conocimiento de lo que es su carisma. Comencemos entonces por la
historia y así encontraremos cuál es el origen del carisma y por lo tanto la necesidad que viene a remediar
Eduviges Portalet.
―Fue un 3 de octubre de 1869, en Toulouse – Francia, cuando animada por el deseo de innovar y proponer
nuevos carismas para servir y teniendo el respaldo del Arzobispo de Toulouse, que las hermanas Eduviges
Portalet y Francoise Lohier, fundaron la Congregación de Hermanas de la Inmaculada Concepción, la misma
que empezó a recibir jóvenes que se incorporaron a l quehacer de la nueva familia religiosa‖. 15 De esta forma
escueta y sencilla se relata lo que fue el inicio de una aventura espiritual que perdura hasta nuestros días. Nos
interrogaremos sobre algunos pormenores del nacimiento de esta Congregación para entender mejor el
nacimiento del carisma y su propia identidad.
Comencemos por situarnos en la historia. Francia a mediados del siglo XIX como toda Europa vive la
efervescencia de la Revolución Industrial. Inundada de nuevos inventos, arrastrada por un naciente y salvaje
capitalismo que dará origen a reacciones tan dispares como el comunismo de Carlos Marx y la puesta en
práctica de la caridad cristiana hecha solidaridad en numerosas iniciativas, los reductos sociales se ven
claramente. La nueva sociedad naciente que comienza a dejar el campo para llegar a las ciudades y vender su
única posesión, la fuerza de sus brazos, produce no sólo mercancías a buen precio que desbancan con facilidad a
los artesanos que desesperados venden también sus brazos y sus piernas al nuevo gigante come-lo-todo. Produce
también miseria, pobreza extrema y despreocupación por los más débiles. Poco o nada puede esperarse de quien
extenuado de una jornada de trabajo de 14 a 16 horas llega a casa para apenas descansar y ponerse nuevamente
en marcha hacia el lugar del trabajo. Son los tiempos de un Juan Bosco que busca una solución a niños y
jóvenes que vagabundean por la periferia de Turín, o de un sacerdote de apellido Cottolengo que es testigo de
estos miserables en la muerte de una joven madre que deja en la orfandad a cinco pequeños y en la
desesperación a su joven esposo. Y son los tiempos también en que los seres humanos que no son aptos para el
trabajo son despreciados y tenidos en nada, como los ciegos de aquellos tiempos. ―Los niños ciegos eran los que
deambulaban por los rincones de las calles sin nombre, jugaban con pedazos de loza vieja en la penumbra de
una buhardilla. La propia familia los miraba como una carga, no hallaba la familia que hacer con ellos,
desheredados de la sociedad, de la fortuna, de la vida; ella los consideraba como los leprosos del evangelio‖.16
Fueron precisamente los ciegos los que dieron el banderazo de inicio a la congregación que inició Eduviges
Portalet aquel 3 de octubre de 1869, no sin antes pasar por muchas peripecias. Pero fijemos nuestra atención no
en lo accidental, sino en lo esencial y preguntémonos por el alma de esta mujer que se sintió atraída por los
ciegos, o mejor dicho, que encontró a Dios en los ciegos. ―El 25 de junio de 1866, Eduviges Portalet fue enviada
a Toulouse para fundar un instituto para niños ciegos del cual ella sería superiora. Estando en esa ciudad recibió
a las primeras niñas ciegas con las cuales debía iniciar el apostolado que se le encomendaba‖. 17 Llevar la luz a
los ciegos no será meramente un romanticismo propio de la época. No será tampoco un dato anecdótico que da
inicio a un instituto o una congregación religiosa. No es ni siquiera el pretexto que permitió reunir a un grupo de
mujeres para dedicarse a una obra de caridad. Llevar la luz a los ciegos será la identidad del carisma, su razón
de ser, su naturaleza y su forma de trabajar. ―Una mujer (Eduviges Portalet) que se enfrentó con lo difícil de la
vida, con la más dura carencia humana (ceguera, pobreza, enfermedad, soledad callejera, ignorancia y dolor)‖. 18
La luz es entonces punto fundamental en la acción de Eduviges. Pero no sólo. Es también el punto de partida del
cual nace toda una forma específica de donarse a Dios y de empezar y fundar una familia religiosa, una
15
Prof. Carlos Castillo Mendoza, Aportes a la educación en el Perú de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción, en Congreso Dominicano 2012. Uso manuscrito.
16
Guillermo Ramírez Livia CCSSR, Sistematizar una pedagogía de Luz y Verdad en tiempos actuales, ¿una utopía? en Congreso
Dominicano 2012. Uso manuscrito.
17
Ibídem.
18
Ibídem.
- 11 -
congregación, la de las Hermanas DIC. Estamos entrando entonces en el meollo del carisma del fundador, es
decir, en la identidad del carisma de Eduviges Portalet.
Hemos dicho que todo carisma es una gracia de Dios que se presenta en forma de experiencia del espíritu, para
remediar alguna necesidad de la Iglesia, y/o para el bien de los hombres y/o para edificar la Iglesia.
Expliquemos estos términos en la vida y obra de Eduviges Portalet para así comprender mejor la esencia de su
carisma de fundador.
Un carisma se presenta como una experiencia del espíritu, es decir como una forma de vivir la vida de gracia,
esto es, la vida del espíritu de Cristo en cada persona. Siendo el fundador la primera persona que comienza a
hacer esta experiencia del espíritu, llamamos carisma de fundador a esta primera experiencia que realiza el
fundador de poder vivir la vida de Dios, la vida del Espíritu, es su espíritu. Si hemos dicho que esta experiencia
del espíritu (carisma del fundador) es una gracia gratis data, no debemos buscar en la vida del fundador
aquellas cualidades, virtudes o dones especiales que le han permitido hacer esta experiencia. Es una gracia que
Dios da independientemente de las cualidades del fundador, si bien el Espíritu, que es el origen de toda gracia,
se vale de las cualidades del fundador para hacer llegar esta gracia especial, llamada carisma a todos los
hombres. No se puede trazar un itinerario formal de descripción del origen y nacimiento de todo carisma, sin
embargo podemos establecer algunas constantes que se dan, ya sea en la vida de los fundadores, ya sea en el
origen de la experiencia del espíritu. No debemos olvidar que estamos hablando con un lenguaje teológico, por
lo tanto será siempre analógico, es decir, los términos que utilizaremos serán tan sólo aproximaciones de lo que
es la realidad. ―La realidad siempre supera la clasificación conceptual y ligüística que de ella hallamos y las
realidades espirituales no encajan tanto en estas distinciones que derivan del análisis metafísico de entes
materiales‖.19
Todo carisma como ente tiene una sustancia y unos accidentes, es acto y es potencia. Como ente tiene una
esencia que nos permite entender lo que es un carisma y logramos captarlo en nuestra mente. Así cuando
hablamos del carisma de los jesuitas, el carisma de los franciscanos, el carisma de los dominicos, tenemos en
nuestra mente la idea de lo que es un carisma. Pero cuando lo especificamos, tenemos que encontrar las notas
más características, es decir su sustancia. Por ello, la sustancia del carisma de Eduviges Portalet, es la luz. Ha
sido la luz quien ha dado origen a la experiencia del espíritu en Eduviges. La falta de luz en tantas criaturas
pobres con las que ella tuvo contacto, generó una ―revolución‖ en su espíritu, es decir en sus facultades
superiores, en su inteligencia, en su voluntad, en su afectividad. Innumerables son los testimonios en los que
podemos leer lo que el contacto con las niñas ciegas supuso en el alma de Eduviges. ―Las niñas ciegas, a
quienes casi desde mi llegada a Marsella, había cuidado, sollozaban, aún las más pequeñitas testimoniaban así
su dolor. Una de ellas Marie Routtier se cogió de mi hábito y se obstinaba a no dejarme partir y dándose cuenta,
que una de sus compañeras no lloraba se voltea hacia ella y con cómica cólera: <<Tu no lloras, Leontina, tú me
la pagarás>>. Yo lloro sin lágrimas le contestó la inocente niña (a causa de su ceguera la fuente lacrimal se
había secado). Sonreímos a través de las lágrimas, en fin, era preciso separarse.‖20
Esta falta de luz física en tantas niñas supone para Eduviges una experiencia en su espíritu. La falta de luz en
esas niñas hace brotar en ella un fuerte deseo de ser madre para ellas, de llevarles la Luz de Cristo. Este deseo
genera en Eduviges la transformación de su espíritu, es decir de su ser. Su inteligencia comenzará a ver toda la
realidad que la rodea desde la perspectiva de la Luz. Es decir, todo le habla de una Luz que hay que encender en
el corazón de las niñas, pero de la que ella es consciente de ser instrumento. Ella no es la Luz, sino la portadora
de la Luz. Su voluntad se enfrentará a innumerables pruebas para seguir llevando la Luz a esas almas. Así, la
experiencia del espíritu, la experiencia de la Luz, transforma a esa persona en portadora de la Luz.
―Para poder ir captando el fundamento, el carisma y la misión de ―ser portadores de luz‖, presentamos dos ideas
fundamentales que llegaran a converger con la ―verdad‖. El simbolismo de la luz para describir a Dios y el
concepto de que Dios es luz existencialmente. Portar la luz es amar al hermano sea cual sea su condición física o
moral, al fina y al cabo Dios nos acepta como somos, pero siempre su encuentro nos transforma.
19
20
Este último comentario se lo debo a una conversación sostenida con el Dr. Alfonso Aguilar, doctor en metafísica.
Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 12.
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a. El simbolismo de la luz describe a Dios.
En el Antiguo Testamento la luz califica la palabra de Dios, su obra, su rostro, a Dios mismo en su función de
guía y liberador21. Dios ilumina y salva, ilumina porque salva; su palabra y su ley son luz salvadora 22. Hablando
de Dios, la luz es su esfera y su vestido23, o sea, es Salvador en plenitud. Si Dios se vuelve hacia el hombre, la
luz de su rostro se enriquece con todos los bienes, la alegría y la paz24.
―Isaías anuncia promesas al pueblo restaurado: ―Ya no tendrás necesidad de sol para que alumbre tu día, ni de la
luna para la noche, porque Yahvé será tu luz eterna‖ (60, 19). De esta maneera, la luz entera en el tema de la
revelación no como mera iluminación de la inteligencia, sino como liberación y guía, ilumina porque salva. Esta
característica o componente teológico de la luz, a nuestra manera de ver, es la que inspira a Madre Eduviges
como singularidad para su familia religiosa: ―su familia religiosa debe ser portadora de luz, para abrir la visión a
tanta ceguera que deambula por la vida‖25.
―En el Nuevo Testamento,, la luz se afianza como símbolo de la Revelación de Dios y de su salvación. Jesús es
saludado como luz para iluminar a los gentiles (Lc. 2, 32), resplandor de la gloria de Dios (Hb. 1, 3), luz del
mundo y luz verdadera (genuina y auténtica). También los fieles en Cristo son denominados por Jesús ―luz del
mundo‖, y por Pablo, antes tinieblas, ahora luz en el Señor, ―hijos de la luz‖ (ef. 5, 8; 1Te. 5, 5). Allí donde hay
luz existe un aceptación de la revelación, una aceptación a la luz que vino para sacar al hombre de las tinieblas.
b. Dios es luz existencialmente.
―La fórmula que utiliza Juan suena como nueva y excepcional por la solemnidad de su enunciado: <Les
hacemos saber que Dios es luz y que en Él no existe tiniebla alguna> (1Jn. 1, 5). Es un mensaje oído
directamente a Jesús 26 : ―Yo soy la luz del mundo‖ (Jn. 8, 12) y proclamando por el escritor: ―Este es el
discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos que su testimonio es
verdadero‖ (Jn. 21, 24).
―Aquí el simbolismo de la transparencia y luminosidad moral, santidad sin sombra. Aquí está hablando no sólo
en el ámbito funcional de Dios, sino en el sentido existencial del mismo, con proyección moral. Dios es luz por
cuanto él posee la transparente santidad, sin sombras del ser divino, en el mismo nivel que lo concibe Santiago:
―… toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del padre de las luces, en quien no hay
cambio ni sombra de rotación‖ (1, 17). Dios es la plenitud incontaminada de pureza, su ser no refleja sino
santidad total. Su transparencia excluye lo mínimamente imperfecto (simbolizado por las tinieblas). Estas
convicciones de Dios sin sombra y sin imperfección, deben ser asumidas por todos los tiempos, para que puedan
deducir actitudes para el aquí y ahora de la historia: ―Predomina aquñi el acento ético que el kerigmático –
imperativo sobre el indicativo- lo muestran los contextos inmediatos en que se habla de caminar –nosotros- en
luz y de caminar en las tinieblas (1 Jn. 1, 6 – 10)‖27.
―Como proyección ética, Dios es luz, llama con imperativos de luz, es decir, de transparencia y proyección
moral en el entero vivir. La santidad sin sombra de Dios, exige del hombre que quiere y debe tener con Él
koinonía, la rectitud moral en su vivir entero. Plenitud transparente del bien: caminar en la luz, no sólo tras la
luz (Jn. 8, 12). La luz es Dios, solicita al hombre y califica su actuar humano, orientado los comportamientos del
cristiano, en antítesis radical a toda deficiencia ética.
21
Cf. Sal. 28/27, 1; 37/36, 10; 42/41/4; 105/104, 2.
Cf. Sal. 120/119; Prov. 6, 23; Is. 2, 2 – 5.
23
Cf. Sal. 104/103, 2.
24
Cf. Sal. 4,7
25
Cf. Iréne Gil, Hedwige Portalet, Francia 2000, p. 191.
26
Guillermo G. Dorado, Moral y existencia cristianas en el IV Evangelio y en las cartas de Juan, Perpetuo Socorro, Madrid 1989, p.
70.
27
Ibídem., p. 71
22
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―La ética que se formula aquí entiéndase no como conjunto de normas morales, a las cuales el cristiano debe
adherirse sin más. Aquí ética es un estilo de vida que nace de la experiencia del encuentro con el resucitado, del
encuentro con Jesús con el rostro de los demás (ciegos, niñas abandonadas por cuestión de género, desposeídos).
c. Ser luz es amar.
―Aquí ya vamos haciendo converger dos concepciones de Dios en una sola. Decir Dios es luz, es decir Dios es
amor. Concretamente, caminar en la luz, es caminar en el amor: ―quien dice que está en la luz y aborrece a su
hermano – aborrecer en sentido hebraico de desamor, de amor menguado – ese está aún, no obstante, creerse
ciudadano del nuevo eón – en la tinieblas‖ (1 Jn. 2, 9). ―Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tiene
ocasión de tropiezo. Pero, el que aborrece a su hermano está en la oscuridad, o sea, en el mundo del pecado y
camina en la oscuridad, y no sabe a dónde va, por-que la oscuridad le ha cegado los ojos‖. (1Jn. 10, 11).
―Por tanto, portar la luz – como carisma – es llevar amor. Sólo el amor es capaz de transformar los corazones,
sólo el amor es capaz de sanar heridas psicológicas e incluso físicas. De que sólo el amor s capaz de sanar
heridas lo testifica la obra de Madre Eduviges Portalet: Mujer exquisita y prolija en los detalles, su cariño y sus
manos se posaban en todas partes. Conocedora del mundo interior de los ciegos, a través de la intuición, no de la
deducción. Sus modales estaban impregnados de luz, esa luz que ilumina las más densas tinieblas. Inyectó valor
y vida en las manos de los ciegos, esas manos que son ojos, para aquellos a quienes cayó la noche.
―La doctrina es clarísima: ―caminar en la luz‖ se determina más específicamente como ―amar al hermano‖, cual
es el resumen de toda la ley en armonía con Mt. 22, 40 y Rm. 13, 10. El autor de la carta a los Efesios declara
que el fruto de la luz es toda clase de bondad, justicia y verdad (Ef. 5, 8), resumen de la ética neotestamentaria.
El fruto de la luz, es el amor, es el todo de la ética cristiana.
(…)
―En cuanto Madre Eduviges Portalet descubrió o mejor experimentó a Dios como luz, primero para los ciegos y
luego para la diversidad de personas, que por su egoísmo andan en tinieblas o por la injusticia de otros son
sumidos en la oscuridad. Ser seguidores, creyentes y amantes de este Dios que es luz, es una alegría, una alegría
que descansa en ser luz para los demás y esto sólo se logra a través del amor al hermano, al hermano concreto
de cada época.
―Con esta manera de actuar como luz – amor cumple la misión de Jesús: ―ir por el mundo entero predicando el
evangelio‖ (Mt. 28, 19). Esta cosmovisión teológica de Madre Eduviges Portalet es un indicativo de que la
iglesia sigue siendo luz, porque la Iglesia es el pueblo de la luz, es religión de luz, de promoción y
ennoblecimiento del hombre. Estímulo contra la quietud inmovilista; por ende, no es opio del pueblo. La luz se
expande, camina, irradia, se difunde sin término, es fuerza de empuje, lleva en sí una carga dinámica que
favorece y estimula la actividad. Hijos de la luz, o sea, seres en irradiación, de dinamismos esperanzadores
basados y fundamentados en una axiología que capacita para afrontar los retos de nuestro tiempo‖.28
La identidad del carisma, el carisma de Eduviges Portalet, no es otro que el de llevar la luz a quien no la tiene.
No se trata solamente de un conocimiento intelectual, sino de una experiencia que transforma la vida. Eduviges
deja que la Luz penetre en su alma, que la transforme para luego, cono esa misma luz transformar las almas de
las que están a su cargo. Da inicio de esa manera a una forma especial de vivir el evangelio.
Todo carisma tiene una carga de novedad, porque permite de alguna manera descubrir un aspecto novedoso de
la vida de Cristo, del misterio de Dios. La experiencia del espíritu está sustentada precisamente en una
experiencia que el espíritu del fundador hace del espíritu de Dios. Bien sabemos que el espíritu de Dios es
insondable y que no es posible realizar esta experiencia sobre el campo basto que es el espíritu de Dios.
Entonces, el mismo Espíritu viene en ayuda cuando permite que el espíritu del Fundador haga la experiencia del
espíritu de Dios sobre algún aspecto determinado de la persona de Cristo, del evangelio o del misterio de Dios.
En el caso de Eduviges Portalet, Dios permite que sea la luz natural la que la lleve a experimentar la Luz
28
Guillermo Ramírez Livia CCSSR, Sistematizar una pedagogía de Luz y Verdad en tiempos actuales, ¿una utopía? en Congreso
Dominicano 2012. Uso manuscrito.
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trascendental como punto de inicio de su experiencia del espíritu. De la luz natural que falta a las niñas a ellas
confiadas, pasa a la Luz trascendental como punto de arranque para el carisma.
De esta manera hemos ya identificado la Luz como la identidad característica del carisma del Fundador. Pero
nuestra aventura intelectual no se detiene en ello. Es necesario dar un paso adelante para descubrir dos términos,
dos nombres, dos conceptos más del carisma que nos ayudarán a comprender mejor a Eduviges Portalet.
Carisma de fundador.
Eduviges tiene la intuición, tiene la idea, tiene el programa… pero todo ello no sería nada si le faltaran las
personas que quisieran acompañarla en esta misión de llevar la Luz a las niñas ciegas. Una de las diferencias
entre una congregación religiosa y una obra de beneficencia consiste en la capacidad que tiene la fundadora de
reunir en torno a sí un grupo de personas que quieran seguir el mismo ideal que Dios le ha inspirado. En pocas
palabras y para seguir el hilo de nuestro pensamiento anteriormente expresado, podemos decir que una
fundadora es capaz de entusiasmar un grupo de personas no tanto para que trabajen en la obra que Dios le ha
encomendado, ni siquiera para que se donen en cuerpo y alma a la causa que Dios les ha inspirado, sino en que
puedan hacer la misma experiencia del espíritu que ella ha hecho.
Ser fundador es tener la capacidad de atraer almas a un proyecto de vida, no sólo a un proyecto de trabajo y
Eduviges tuvo este carisma de fundador. ―Por fin llegó el 21 de mayo, éramos seis que debíamos consagrarnos
a Jesús para siempre, si bien, la mayor parte de nosotras habíamos hecho en nuestro corazón el juramente eterno,
pero nos era muy consolador estar arrodilladas delante del altar y jurar a Jesús públicamente una incondicional
fidelidad. He aquí los nombres de las seis elegidas: Sor María Hedwige, Sor María Francisca, Sor María Teresa,
Sor San José, Sor Santa María y Sor San Agustín‖.29 Eduviges tiene esta capacidad. Pero vayamos con calma y
analicemos que significa tener un carisma de fundador.
Un fundador se define específicamente por ser aquella persona que tiene una idea, la pone en práctica junto con
otras personas. En el caso de una congregación religiosa bien sabemos que la idea no es del fundador, sino que
es carisma de fundación que le viene donado por el Espíritu, o mejor dicho, que le es transmitido por el Espíritu
para ponerlo en servicio de la Iglesia, edificándola, y/o ayudándole a remediar una necesidad y/o para el bien de
los hombres. El amor que experimenta el fundador por Dios, gracias a la necesidad que Dios le ha pedido
remediar, es un amor que se dirige primero a Dios y después al prójimo. Un amor a Dios que tendrá
características claras, definidas y novedosas, como veremos en un futuro. Como dice Benedicto XVI, es un
amor que lleva a la locura, pues hace que nos olvidemos de las cosas terrenas, para quedar arrobados de las
cosas de Dios. ―Los griegos —sin duda análogamente a otras culturas— consideraban el eros ante todo como un
arrebato, una « locura divina » que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su
existencia y, en este quedar estremecido por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta. De este
modo, todas las demás potencias entre cielo y tierra parecen de segunda importancia: « Omnia vincit amor »,
dice Virgilio en las Bucólicas —el amor todo lo vence—, y añade: « et nos cedamus amori », rindámonos
también nosotros al amor‖.30 Tal ha sido la experiencia del Espíritu que le permite a Eduviges quedar arrobada
por la Luz y lanzarse en su aventura de ser Luz para las ciegas que la rodeaban.
Pero la aventura no termina en Eduviges. De serlo así ella hubiera sido recordada en la historia como una mujer
de gran talante con muchas cualidades humanas y espirituales, fundadora de una obra de beneficencia. Si la
recordamos como fundadora es porque, como todos los fundadores es capaz de hacer arder a otras personas por
el mismo ideal por el que ella ardía. Ser Luz fue entonces para ella no sólo una tarea que se vertía en las niñas
ciegas, sino que desbordaba el núcleo primario de la casa en dónde vivían las niñas ciegas y se hacía expansivo
hacia otras personas que, viviendo la misma experiencia del Espíritu (carisma de fundación), querían compartir
la misma vida que Eduviges.
29
30
Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 119
Benedicto XVI, Deus caritas est, 25.12.2005, n. 4.
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Si el amor que Eduviges experimenta por la Luz es un amor de donación plena hasta quedar arrobada y no
pensar más en otra cosa (eros), el amor que la impulsa a llamar a otras compañeras a experimentar la Luz es un
amor de philia: ―Digamos de antemano que el Antiguo Testamento griego usa sólo dos veces la palabra eros,
mientras que el Nuevo Testamento nunca la emplea: de los tres términos griegos relativos al amor —eros, philia
(amor de amistad) y agapé—, los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el lenguaje griego
estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez, es aceptado y profundizado en el Evangelio de
Juan para expresar la relación entre Jesús y sus discípulos‖.31 Eduviges, como Jesús con su discípulos, establece
una nueva relación basada en la capacidad que ella tiene de compartir la experiencia del Espíritu, que en ella se
concreta en la Luz.
El carisma de fundador se presenta entonces como la capacidad del fundador de transmitir la experiencia del
espíritu, de forma que logra agrupar en torno a él un núcleo de personas, el núcleo fundante o núcleo
cofundador y logren vivir la experiencia del espíritu que ha experimentado Eduviges. Para ello, la fundadora se
vale de sus propias cualidades humanas y espirituales. En muchos casos bastará el ejemplo de su entrega
maternal a las niñas ciegas para suscitar nuevas vocaciones.
No debemos dar por supuesto que quien tiene un carisma de fundación, tiene también el carisma de fundador.
La historia nos revela casos en los que hombres o mujeres que verdaderamente tienen una experiencia del
espíritu, propia de un carisma de fundación, no son capaces de reunir en torno a ellos a un grupo de personas
que quieran seguir sus mismas huellas. Pueden ser considerados iniciadores pero sin el carisma de fundador.
Tal es el caso por ejemplo de Charles de Foucauld. ―Este pobre sacerdote, agotado por el trabajo, fracasado en
sus ideales heroicos, quiere dedicar sus esfuerzos a lograr su proyectada fraternidad evangelizadora; espera que
al menos algunos sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares (familias cristianas) se adhieran a dicho proyecto y
vengan a trabajar con él, para lo cual <<simplifica y resume hasta el extremo>> los estatutos de la misma. Pero
a pesar de ese esfuerzo no conocerá a nadie que acompañe su <<estar>> en medio de los tuareg en el desierto.
Los dos años que le quedan en Tamanrasset, antes de que sea asesinado el 1 de diciembre de 1916, deberá
seguir viviendo solo‖.32
Transmitir por tanto la experiencia del espíritu es una de las características esenciales del carisma de fundador.
Y Madre Eduviges lo cumple cabalmente, no sólo por el número de personas que logrará reunir en torno a la
obra que Dios le ha encomendado, sino sobretodo porque logra que esas personas vivan de acuerdo a la
experiencia del espíritu. Esta maleabilidad de la experiencia del espíritu a ser transmitida, no es sólo una
prerrogativa de Madre Eduviges como fundadora. Podemos decir que pertenece más bien a la naturaleza del
carisma.
Cada carisma posee una naturaleza, esto es, una forma de actuar. Como agente de actuación posee la capacidad
de transformar a otros (formas sustanciales y formas accidentales), pero no posee esa capacidad en sí misma,
sino en algunas facultades que tienen que ser puestas en práctica en el momento de actuar. El carisma, la
experiencia del espíritu, se transmite cuando se dan las condiciones favorables, ya sea en el agente que
transmite como en la persona que lo recibe. Si Madre Eduviges fue la transmisora del carisma de la Luz, se
debe principalmente a que el carisma tiene esa capacidad expansiva de transmisión y también en la capacidad
receptiva de quien comenzó a vivir la misma experiencia del espíritu.
Esta característica expansiva y transmitida del carisma, unida sustancialmente al carisma de fundador, nos abre
las puertas a un aspecto de importancia no menor en nuestro estudio. La capacidad de recibir el carisma por
todos aquellos llamados por vocación a participar del carisma de la Luz. No se trata, aclaremos de una vez, de
hacer la misma experiencia del espíritu que la fundadora, sino de seguir un modelo, una escuela en la
experiencia del espíritu. La fundadora traza un modelo del cual cada uno deberá vivirlo con sus propias
cualidades, virtudes. Se participa por tanto de una misma experiencia, pero dicha experiencia se personaliza de
forma que cada persona se apropia hasta hacerla suya dicha experiencia.
31
Ibídem., n. 3.
Ion Etxezarreta Zubizarreta, Introducción, en Carlos de Foucauld, Obras espirituales, Antología de textos, San Pablo, Madrid 1998,
p. 19.
32
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Y dicha transmisión del carisma se realiza no solo para las religiosas Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción, sino también laicos. ―La obra de Domingo servirá de cauce a las vocaciones de los laicos que se
sienten llamados a la predicación y a la vez las suscitará. Señal –otra más- de que Domingo no tiene esa
concepción puramente secular del laico que le circunscribe exclusivamente a la gestión de asuntos del siglo
otorgándole un papel pasivo dentro de la Iglesia, sino que entiende que tiene un papel esencial para la vida
interna de la misma‖.33 Pero hablar de la Orden dominicana nos da pie para introducir el último elemento de
nuestro estudio en el presente capítulo.
Carisma de fundación, carisma fundacional o carisma colectivo de la congregación
―<Desde nuestra fundación nos sentimos atraídos por los hijos de Santo Domingo>, confesó Madre Eduviges
Portalet en uno de sus escritos. En efecto, en octubre de 1869 la congregación entró a formar parte de la Orden
de Predicadores. Más tarde, la expulsión de la Orden de Predicadores del país acentuó aún más esa unión, pues
la casa de las Hermanas de María Inmaculada acogió a los frailes dominicos Maugenest y Rossini para ejercer
allí mismo su ministerio‖.34
Si ya hemos identificado el elemento de la Luz, como parte esencial del carisma de Eduviges Portalet, debemos
preguntarnos por el lugar que juega la Orden de los Predicadores en el carisma de la Congregación de las
Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción. Para ello debemos introducir nuestro tercer elemento o
término sobre el carisma. Nos referimos al carisma de fundación, carisma fundacional o carisma colectivo de la
congregación. Tres términos que vienen a significar lo mismo y que por facilidad de aquí en adelante
llamaremos carisma de fundación.
Cuando Dios permite a un fundador hacer la experiencia del espíritu, con el fin de dar nacimiento a un carisma
del fundador, no debemos olvidar que este carisma, si es verdadero, no es para ―uso exclusivo‖ del fundador.
Siendo el destinatario una necesidad de la Iglesia, el bien de los hombres o la edificación de la misma Iglesia, el
fundador lo transmite a sus primeros discípulos. A aquellos que llamaremos el núcleo cofundador, es decir ese
primer grupo de personas que reciben el carisma de manos de la fundadora. ―Es importante considerar el
carisma colectivo de fundación porque, manifestando el carisma de fundador como carisma colectivo, lo
enriquece y lo lleva a una mayor claridad. Así se manifiesta el aspecto de comunión del carisma. De hecho, en
este carisma colectivo de fundación, se encierra justamente el origen del instituto, por tanto, su forma peculiar
de vida, el estilo propio de vivir los consejos evangélicos y la vida fraterna, su naturaleza, su índole, su fin, su
espíritu o espiritualidad. Todo esto está ya presente en los orígenes del instituto, aunque después, en la
continuidad, se desarrollará en el tiempo‖.35
Nace la congregación aún en forma incipiente. Eduviges comienza a ayudar a dar los primeros pasos a la
comunidad haciendo notar algunos aspectos importantes que irán perfilando la manera de ser de la congregación.
Son aspectos que la Madre fundadora va dictando desde el interior de su corazón, pero sobretodo, son aspectos
que las primeras religiosas van recogiendo y van de alguna manera haciéndolos vida en sus vidas. Si Eduviges
Portalet da indicaciones por ejemplo, sobre el silencio, el amor al trabajo, la oración, la vida fraterna en
comunidad, son las primeras hermanas, este núcleo cofundador quien lo pone en práctica y quien de alguna
manera, al hacerlo vida, también lo enriquece con sus dones y sus carismas personales. No hay que olvidar que
los seres humanos no son máquinas frías que ejecutan órdenes y basta. No. Al actuar ponemos parte de nuestra
vida en lo que actuamos y dejamos parte de nuestro ser en eso que hacemos. Somos causa ejemplar de nuestras
acciones y en lo que hacemos, sin pretenderlo, dejamos algo de nuestro ser. De esta manera, con el paso del
tiempo, el carisma del fundador se enriquece, se perfila, se perfecciona con esas aportaciones que irá dando el
núcleo cofundador, hasta llegar a consolidar el carisma de fundación, que se irá siempre perfeccionando y
purificando a lo largo del tiempo.
33
D. Ignacio Antón, O.P. Santo Domingo de Guzmán, Fuente de espiritualidad laical, uso manuscrito.
Prof. Carlos Castillo Mendoza, Aportes a la educación en el Perú de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción, en Congreso Dominicano 2012. Uso manuscrito.
35
Gianfranco Ghirlanda, Carisma y derecho propio, 31.01.2011. Uso manuscrito.
34
- 17 -
Es gracias a esta posibilidad de incorporar elementos personales al carisma del fundador que se irá
construyendo y consolidando el carisma de fundación, especialmente en el contacto con nuevas culturas
(Ecuador y Perú), y mediante su constante desarrollo a lo largo del tiempo. De entre estos elementos, la Madre y
el núcleo confundador se adhieren a la Orden de los Predicadores, de tal manera que el carisma de fundación se
consolida como el carisma de Luz y Verdad, portadores de la Luz y predicadores de la Verdad.
Hagamos un intento por analizar el segundo elemento constitutivo del carisma de fundación, esto es, la
predicación de la Verdad.
―Otro de los términos que constituyen el patrimonio espiritual, el carisma fundacional (identidad) y a la vez la
misión constante de las hermanas DIC, es la verdad: predicar la verdad. la congregación de las hermanas DIC,
una vez aceptadas dentro de la espiritua-lidad dominicana, se sienten inmersas en una orden que ante todo es
contemplativa, que tiene por lema la verdad, que es servidora de la palabra que nos transforma (estudiada,
meditada). Palabra de Dios que nos alimentará, para que seamos humanos e incluso capaces de devolverle la
sonrisa a Dios. Palabra que al atesorarla, nos dispone a com-partirla, porque rebota de nuestro corazón, de
nuestra vida (contemplar y dar lo contemplado‖36.
―De nuevo debemos preguntarnos ¿quién es la verdad? o mejor ¿qué es la verdad? De la anterior cita podemos
deducir que se trata de la ―Palabra de Dios‖, de su palabra he-cha carne. De la contemplación y del estudio
esmerado nace la convicción de ser predicadores de esta palabra hecha carne y defensores a través de la ciencia
(estudio - pedagogía y teología) de las verdades de Dios y del hombre.
a. El término verdad
El significado de la palabra verdad abarca desde la honestidad, la buena fe y la since-ridad humana en general,
hasta el acuerdo de los conocimientos con las cosas que se afirman como realidades: los hechos o la cosa en
particular; así como la relación de los hechos o las cosas en su totalidad en la constitución del todo, el universo37.
b. La verdad como experiencia de Dios
―Teológicamente el término verdad también es patrimonio de la Sagrada Escritura, con la salvedad que para el
hebreo le es imposible conceptualizar el término, habla de dicha verdad a partir de la experiencia que tiene de
Dios38. En el Antiguo Testamento se celebra constantemente la verdad de Yahvé a la alianza, fidelidad total de
Dios a los compromisos contraídos con los patriarcas y con el pueblo en el Sinaí (Sal. 117/116, 2; Rm. 9,6).
Sólo Dios es veraz, en el sentido pleno del término, porque sólo él mantiene su palabra.
―En el Antiguo Testamento encontramos dos expresiones para referirse a la verdad: hesed y „êmet39, expresan
que la cosa o la persona es lo que debe ser, que es por consi-guiente verdadero. Tú eres Dios y tus palabras son
verdad (2 Sam. 7, 28). Él es el ver-dadero Dios (Jr. 10, 10). En sentido moral „êmet significa veracidad,
seguridad. Un hombre veraz y seguro en quien se puede confiar se llama ‗is „êmet. „êmet se traduce a menudo
por fidelidad. Lo opuesto es seqer (mentira, falsedad: Prov. 12, 19; Jr. 9, 4). La palabra no indica sólo la verdad
lógica, sino también la sinceridad moral.
Yaveh es rico en hesed y `êmet (Ex. 34, 6), posee en gran medida la bondad y la ver-dad, la veracidad y la
constancia, en una palabra la fidelidad, todo su modo de obrar pose de su benevolencia y de la fidelidad a sus
promesas. Sus decisiones son verdad (Sal. 19, 10), sus disposiciones comunican la verdadera piedad y aseguran
la dicha. Su palabra, su verdad y sus promesas no engañan, sino que se cumplen40.
36
Cf. Iréne Gil, o.c.., 190
Verdad en, Diccionario de la lengua española (vigésima segunda edición), Real Academia Española, 2001.
38
Para un amplio desarrollo desde el punto de vista teológico bíblico. Cf. H. G. LINK, Verdad en, L. COENEN, Diccionario teológico
del Nuevo Testamento IV, p. 332 ss.
39
Para las etimologías e interpretaciones de sentido de verdad en hebreo, griego, latín, germánico véase: X. ZUBIRI, Naturaleza,
Historia, Dios. Nuestra situación intelectual. La verdad y la ciencia, Editora Nacio-nal, Madrid 1944, p. 14
40
Cf. F. ASENSIA, Misericordia y veritas: el hesed y `êmet divinos, su influjo religioso y social en la histo-ria de Israel, Roma 1949;
Verdad en, SERAFÍN DE AUSEJO, Diccionario de la Biblia, Herder, Barcelona 1975, p. 1995; A. JEPSEN, Diccionario teológico
del Antiguo Testamento I, P. 329.
37
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―En el Nuevo Testamento, el evangelista Juan completa y enriquece los dos términos veterotestamentarios. Para
Juan verdad es el don de la revelación aportada por Cristo Jesús y presente en él. Es un don presentado por
Cristo de boca a oído a la humanidad, y activado en los hombres por el Espíritu Santo 41. Lo dicho queda
confirmado por el mismo Juan (8, 40) donde Jesús en controversia con los judíos de Jerusalén declara: pero
ahora tratan de matarme, a mí, que les he anunciado la verdad que oí de Dios.
―Jesús ha venido al mundo para dar testimonio de la verdad (Jn. 18, 37). Por ende, el sentido de su presencia en
el mundo, la razón de su encarnación, está en ser testigo ante la humanidad de la revelación, de la que había
visto y oído en la existencia con el Padre (Jn. 3, 11 – 32). Jesús es el revelador no solo por antonomasia, sino en
exclusiva, el único.
―La verdad comunicada por Jesús, libera al creyente del pecado (Jn. 8, 32), es decir de todo lo negativo que se
manifiesta a través del pecado. El pecado aparece como una fuerza esencialmente diabólica (que divide) y
esclavizadora del hombre: Si decimos no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros (1 Jn.
1, 8) El pecado es una especie de anomía – ilegalidad, pues el pecado consiste en transgredir la ley: Todo el que
comete pecado también comete iniquidad, pues el pecado es la iniquidad (1 Jn. 3, 4). Pero está ley no es la ley
mosaica, sino el mandato que resume a la ley y los profetas, el amor. En el nuevo pueblo de Dios, la moral no se
regula ya por la ley, sino por la fe y como principio el amor.
c. La verdad es Jesús42
―No sólo la revelación aportada por Jesús, sino el mismo Jesús, no en cuanto Dios, ni en cuanto logos eterno,
sino en cuanto Hijo de Dios encarnado, en su condición terrestre, humana, es la verdad.
―Permítanme presentar dos textos en los que se presenta a Jesús como el lleno de gracia y de verdad: ―Y el logos
– la palabra, se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria propia del hijo único
del padre, lleno de gracia y de verdad‖ (Jn. 1, 14). El siguiente texto dice: ―De su plenitud todos hemos recibido
gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo” (Jn. 1, 17). Según esto la verdad no se alcanza por raciocinio humano. Sólo se logra (la verdad) en
el encuentro con Cristo Jesús, palabra de Dios encarnada, porque en él reside en plenitud, como gloria propia, la
gracia de la verdad. Jesús es la verdad (Jn. 14, 6), es decir, la revelación de Dios y de su designio salvador, a
través de toda su actuación en gestos, hechos y dichos. Jesús es la verdad por las palabras que pronuncia, exacta
expresión de las realidades trascendentes anunciadas. Cristo Jesús es la verdad por cuanto es el cumplimiento
encarnado de la fidelidad (`êmet) de Dios y es su manifestación ante el mundo.
―Por lo tanto, predicar la verdad no es sólo y principal y primordialmente proclamar lo que es verdad, hablar con
veracidad, sino ante todo y principalmente anunciar la revelación divina, el designio salvador de Dios padre, la
automanifestación de Dios definitiva y perfecta en y por Jesús. Este quehacer emerge de la contemplación y el
estudio del acontecimiento Cristo (pasión, muerte y resurrección), de sus palabras, de la práctica constante de
los sacramentos de la Eucaristía y del perdón. Una vez contemplado, estudiado y escuchado en el silencio y el
esfuerzo cotidiano a esta verdad que es Jesús de Nazaret y señor glorificado, ya se puede compartirlo con los
demás. En otras palabras, condición para hacer discípulos de Jesucristo a otros, es imprescindible, primero el
encuentro con este don que es la verdad‖43.
Podemos entonces afirmar al final de este capítulo que la identidad del carisma de Eduviges Portlaet, carisma de
la fundadora, no es sino ser portadora de la Luz y predicadora de la Verdad. Son dos sustancias que forman
parte de la esencia de la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción y que no
pueden separarse en la realidad, aunque sí distinguirse y estudiarse por separado. Pero en el momento de la
aplicación deberán ir siempre al unísono porque forman la parte de un todo. Son dos formas accidentales de la
sustancia del carisma de Eduviges Portalet. Dos formas que modifican la sustancia de carisma para identificarla
como el carisma, este carisma de Eduviges Portalet.
41
Cf. GUILLERMO G. DORADO, o. c., p. 87.
Cf. DE LA POTIERIE, La verità in san Giovanni, Revista Bíblica 1963, p. 3 – 24.
43
Prof. Carlos Castillo Mendoza, Aportes a la educación en el Perú de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción, en Congreso Dominicano 2012. Uso manuscrito
42
- 19 -
El primero de ellos, portadora de Luz, nace de la experiencia del espíritu que Dios permite tener a Eduviges en
el contacto con las niñas ciegas, primero de Marsella que será el germen de lo que vendrá después y
posteriormente el contacto con las niñas ciegas de Toulouse que es el crisol de esta experiencia. Este contacto
con las niñas ciegas nos habla de una característica que acompañará por siempre la historia del carisma de
Eduviges y que lo debemos tomar en cuenta el día de hoy, en nuestro esfuerzo por sistematizar la pedagogía de
Luz y Verdad. Si el carisma ha nacido en el contacto con la ceguera, para dar la Luz, el carisma deberá seguir
siempre en contacto con la ceguera para llevar la Luz. Es propio de su esencia estar en contacto con la ceguera,
que como lenguaje teológico, es analógico. Al hablar de ceguera nos referimos también a todo tipo de ceguera y
a todo tipo de necesidad especial que englobe las características de una ceguera del espíritu. Es en el contacto
con esa realidad cuando el carisma de Eduviges actúa. Como agente de acción, el carisma no actúa por sí solo.
Posee unas facultades que deben activarse cada vez que se entra en acción. Y para entrar en acción es requisito,
podemos decir que es una condición, el que esté en contacto con la realidad de la ceguera, en cualquier forma,
de cualquier latitud y de cualquier cultura. ―Es la caridad la que nos mueve a servir al mundo y alcanzarles una
parte de lo que nosotros ya tenemos‖44.
El segundo elemento del carisma es la predicación de la verdad que permite a Eduviges Portalet hacer la verdad
sobre la realidad en la que vive. Una verdad deberá ser llevada a cada una de los niños ciegos con los que ella
trabaja.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. ¿Qué es un carisma?
2. ¿De qué manera el Espíritu toca o mueve un alma?
3. Describa los rasgos característicos de la sociedad de Francia de mediados del siglo XIX.
4. ¿Qué hecho fundamental da origen al carisma de madre Eduviges?
5. ¿A qué se le llama carisma del fundador?
6. ¿Por qué decimos que portar la luz es una parte esencial del carisma de madre Eduviges?
7. Comente cada uno de los tres aspectos bajo los cuales podemos entender el significado de luz?
8. ¿Podría explicar y desarrollar la experiencia del espíritu que realizó Eduviges Portalet?
9. ¿Por qué te sientes atraído por el carisma de madre Eduviges.
10. Explica y desarrolla los dos aspectos bajo los cuales podemos entender el significado de verdad.
44
Eduviges Portalet Couturier, Conferencias, uso manuscrito.
- 20 -
CAPÍTULO II
LAS FUERZAS INTERNAS DE TODO CARISMA
- 21 -
Orígenes del impulso arrollador
Resulta curioso el que estemos hablando en este libro de un carisma que tuvo sus orígenes en la segunda mitad
del siglo XIX en Francia y que de alguna forma estemos buscando sistematizar sus aportes a la Pedagogía de
nuestros tiempos. Parecería una quimera o un página del surrealismo kafkiano o un dibujo de Dalí el pretender
sistematizar la actualidad del pasado. Poco o nada tiene que ver el contexto cultural de Toulouse con el de Lima,
Trujillo, Arequipa y otras ciudades en donde la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción tienen establecidos sus centros educativos en donde se vive la Pedagogía de la Luz y la Verdad. No
hay puntos de conexión entre los tiempos aquellos y los nuestros. Nos preguntamos entonces espontáneamente
por qué hasta la fecha sigue vigente el carisma de Eduviges Portalet, es decir se portador de la Luz y predicador
de la Verdad.
En este capítulo, más que hablar del carisma específico de Luz y Verdad, hablaremos de las fuerzas internas de
todo carisma que hacen posible su perenne actualidad y las condiciones por las que dicha actualidad pueda darse
siempre. Al final del capítulo intentaremos hacer una aplicación de lo estudiado al carisma de Eduviges Portalet.
Comencemos meditando algunos de los elementos esenciales del carisma, pues ellos nos permitirán descubrir el
origen de su actualidad.
Debemos iniciar con una convicción. Todo carisma lleva en sí elementos que le permiten su adecuación a los
distintos tiempos y lugares. No hay carisma que pueda escapar a este dinamismo. Si los carismas mueren a lo
largo del tiempo, puede pensarse que no se han debido a la estructuración interna del carisma, sino a una falta de
adecuación del mismo a las circunstancias por las que va pasando. ―Claramente Juan Pablo II cuando en la VC n.
37, habla de ―fidelidad creativa‖ o de ―fidelidad dinámica a la propia misión‖ por parte de los institutos, en
coherencia con la renovación deseada por la Perfectae caritatis n.2, entiende tal fidelidad en el sentido de
regresar a los fundamentos evangélicos de la vida consagrada y concretamente a los fundamentos carismáticos
de la forma de consagración propia de cada instituto, para encarnarla en los diversos tiempos y lugares con
nuevas iniciativas apostólicas y nuevas estructuras de apoyo, pero en armonía continua con el don que el
Espíritu ha hecho desde el inicio. Es de esos fundamentos de donde brota el carisma con toda su fuerza
dinámica de respuesta a las necesidades actuales. Por otra parte, la fidelidad dinámica al propio carisma es una
cosa esencial para la vida de un instituto religioso. Se trata de la fidelidad al Espíritu que ha actuado en la
Iglesia suscitando un carisma particular, y que empuja a la actuación del mismo en modos aptos a las diversas
exigencias de tiempos y lugares‖45.
De esta ―fidelidad creativa‖ es la que estamos hablando en estos momentos y la que pretendemos desarrollar en
el presente capítulo. Dicha fidelidad creativa se basa en dos elementos que constituyen las esencias accidentales
del carisma y ellas son la mente y el espíritu del fundador. Encontramos estos dos elementos en el Código de
Derecho Canónico cuando leemos en el c. 578,§1 ―Todos han de observar con fidelidad la mente y propósitos
de los fundadores, corroborados por la autoridad eclesiástica competente, acerca de la naturaleza, fin, espíritu
y carácter de cada instituto, así como también sus sanas tradiciones, todo lo cual constituye el patrimonio del
instituto”. Mente y espíritu o propósitos del fundador han sido ya antes mencionados en el magisterio de la
Iglesia, precisamente en el Concilio Vaticano II, en el decreto Perfectae caritatis: ―Redunda en bien mismo de
la Iglesia el que todos los Institutos tengan su carácter y fin propios. Por tanto, han de conocerse y conservarse
con fidelidad el espíritu y los propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas tradiciones, pues, todo ello
constituye el patrimonio de cada uno de los Institutos‖.46
Bien sabemos que el Concilio Vaticano II nunca utiliza la palabra carisma aplicado a una congregación religioso.
El término carisma de acuerdo con la teología paulina acababa de ser rescatado después de un letargo de casi
dos mil años y hacía tímidamente su aparición en la constitución dogmática Lumen gentium47. No estaban pues
45
Gianfranco Ghirlanda, Carisma y derecho propio, 31.01.2011. Uso manuscrito.
Concilio Vaticano II, Perfectae caritatis, 28.10.1965, n. 2b.
47
―Además, el mismo Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos y los misterios y le adorna
con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según
quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la
renovación y la mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: «A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para
común utilidad» (1 Co 12,7). Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con
46
- 22 -
ni los tiempos ni las mentes habituadas a la utilización y aplicación de dicha palabra en el contexto de la vida
consagrada. Sin embargo Perfectae caritatis utliza dos palabras que serán los accidentes sustanciales de todo
carisma. La mente y el espíritu del fundador. Revisemos un poco la génesis de todo carisma para comprender
cabalmente estos dos conceptos.
Cuando el Espíritu permite al fundador que haga una experiencia del espíritu que será la que dé origen al
carisma del fundador, dicha experiencia, como hemos explicado en el capítulo anterior, nace del contacto que
Dios permite tener al fundador con una necesidad apremiante en la Iglesia. Dicha necesidad será la piedra de
toque o la chispa divina que dé origen a una experiencia del espíritu que quizás ya se había generando antes en
el alma del fundador. Al contacto con esta necesidad apremiante en la Iglesia, el fundador se da a la tarea para
tratar de remediar lo mejor posible esta necesidad apremiante que Dios le ha permitido ver en una forma
específica. No debemos olvidar que en estos momentos el Espíritu está trabajando en el espíritu del fundador (se
está dando precisamente la experiencia del espíritu), de tal forma que las facultades espirituales del fundador, su
inteligencia, su voluntad y su afectividad, se ven movidas por el Espíritu en forma tal que lo capaciten para
poner remedio a la necesidad que se está dando a la Iglesia. La satisfacción de la necesidad es precisamente un
componente esencial del carisma del fundador que servirá para poner remedio a una necesidad de la Iglesia, y/o
para el bien de los hombres y/o para edificar la Iglesia. El Espíritu no cambia las facultades de la inteligencia y
la voluntad del fundador, pero las mueve, influye en ellas de tal forma que la percepción de la necesidad de la
Iglesia y la actuación para remediarla son guiadas por el Espíritu, aunque valiéndose de las cualidades del
fundador.
De entre las primeras acciones que realiza el Fundador están la de llevar a cabo algunas acciones concretas para
paliar al menos en parte esa grave necesidad por la que pasa la Iglesia y que ha sido el detonante de su
experiencia del espíritu. En Eduviges Portalet encontramos nosotros cómo la necesidad que se daba en la Iglesia,
la de atender a esas niñas y niños ciegos que eran una carga para la propia familia y para la propia sociedad, va a
revolucionar el espíritu de Eduviges y la va a lanzar a abrir un pequeño instituto en dónde pueda hacerse cargo
de estas niñas. Encontramos por tanto aquí los propósitos o la mente de Eduviges, es decir lo que ella quería
hacer para remediar el mal de esas niñas. Es entonces el primer elemento constitutivo de la esencia del carisma
de Luz y Verdad. Muy fácil de detectar pues preguntamos simplemente por las intenciones de la fundadora, es
decir lo que quería hacer la fundadora cuando se enfrenta a la miseria espiritual y física de esas niñas ciegas.
El segundo elemento lo constituye el espíritu del fundador. No basta para los fundadores el que se realice o se
lleve a cabo su propósito sobre la necesidad apremiante de la Iglesia. Para ese momento, cuanta ya con un grupo
de seguidores que comparten con él la misma aventura de la experiencia del espíritu. En ese momento del
nacimiento de la congregación es muy común en la historia de los fundadores en que éstos se prodiguen en
indicaciones sobre la forma en que deben llevar a cabo la misión de remediar la necesidad apremiante que ha
dado origen a la congregación. No basta simplemente cuidar a las niñas ciegas, Eduviges Portalet irá dando una
serie de indicaciones bien precisas sobre la forma en que se debe atender a estas niñas, ya sea en su espíritu
como en su cuerpo. A este serie de cuidados, que bien podíamos englobar como una actitud hecha de cualidades
y virtudes muy específicas, es lo que llamamos espíritu del fundador. Podemos establecer el parangón entre el
cuerpo y el alma al decir que mientras los propósitos y la mente del fundador son el cuerpo, el espíritu es el
alma. Ambos van siempre unidos.
El impulso arrollador.
¿Por qué un carisma, sin tener la cualidad de la inmortalidad, puede ser siempre actual? ―¡Vosotros no
solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los
ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas‖48.
gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia.‖ Concilio Vaticano II, Lumen gentium,
21.11.1964, n. 12
48
Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Vida consagrada, 25.3.1996, n. 110.
- 23 -
La respuesta a la pregunta del párrafo anterior la podemos explicar desde un punto de vista fenomenológico para
luego hacer una inducción y sacar así algunas conclusiones. Debemos considerar al carisma del fundador y el
carisma de fundación como una experiencia del espíritu. Dicha experiencia del espíritu proviene del Espíritu
que quiere regalar a la Iglesia un don con el fin de poner remedio a una necesidad de la Iglesia, y/o para el bien
de los hombres y/o para edificar la Iglesia. La posibilidad de que esta acción se lleve a cabo se da en la medida
en que el carisma entra en contacto con una necesidad específica de la Iglesia, generalmente aquella por la cual
fue inspirada por el Espíritu y para la que va a servir de remedio. La forma en que se desencadena esta acción es
a través del Espíritu que actúa sobre la mente (inteligencia), el corazón (voluntad) y la memoria (afectividad) de
quien hace la experiencia del espíritu. Como no es exclusivo del fundador hacer la experiencia del espíritu,
cualquiera de sus seguidores que ha hecho dicha experiencia puede poner en acto las potencias que tiene el
carisma. Estas potencias son las facultades espirituales del hombre que son tocadas por el Espíritu cuando la
persona se pone en contacto con la necesidad que dio origen al carisma o con una necesidad muy semejante a
ella. No se trata de magia ni de fenómenos místicos. Es simplemente el hecho de tomar en cuenta que el carisma
es una potencia que actúa cuando entra en contacto con la necesidad que el dio origen o una muy semejante.
Esta acción se realiza gracias a la causa final del carisma, esto es, al fin que el carisma tiene en sí mismo y que
no es otra cosa sino el de poner remedio a una necesidad de la Iglesia, buscar el bien de los hombres o el
edificar la misma Iglesia. Cuando la persona que hace la experiencia del espíritu se pone en contacto con la
necesidad que dio origen al carisma o una similar, el Espíritu infunde en su espíritu las fuerzas necesarias para
entender (inteligencia), querer (voluntad) y sentir (memoria – afectividad). La persona puede llegar a ver con
nuevos ojos, los ojos del espíritu, una realidad que antes no veía o pasaba desapercibida para él. Quizás es mejor
decir que ve con nuevos ojos, los ojos del espíritu, una realidad a la que quiere de alguna manera satisfacer. Esto
se da de esta manera ya que el mismo Espíritu mueve su afectividad de forma que no puede permanecer
indiferente frente a la necesidad que el Espíritu le está presentando. Bien sabemos que la voluntad es una fuerza
ciega que se mueve solamente cuando ve un bien. Se siente atraído por el bien. Es el Espíritu entonces que hace
apetecible el poner remedio a la necesidad que se le presenta, o buscar el bien de los hombres o edificar la
Iglesia. Una vez que el hombre que hace la experiencia del espíritu, concibe el bien que puede realizar con esa
obra, movido por la fuerza de voluntad, que también es fortificada por el Espíritu, pone manos a la obra para
realizar aquellas acciones que el Espíritu le sugiere para llevar a cumplimiento lo que el carisma lleva en sí
mismo.
Vemos entonces que el carisma posee ese dinamismo propio, ese impulso arrollador en sí mismo. Pero para que
se dé esto se tiene que dar una condición, esto es, que el carisma se ponga en contacto con la necesidad que dio
origen a dicho carisma o a una lo más semejante posible.
Los carismas nacen para remediar necesidades específicas en la Iglesia. No son parte de organismos no
gubernamentales que llevan una buena acción, una acción humanitaria y ahí quedan satisfechos. El carisma va
más allá que una buena obra de carácter humanitario. El carisma es el don del espíritu que busca transmitir una
experiencia del espíritu ya sea a las personas que lo ponen en práctica, es decir que lo actualizan y también a los
destinatarios del carisma. Quien se beneficia por las obras sociales que ejerce el carisma, no recibe tan sólo
alimentos, comida, cariño, buen trato. Recibe sobre todo una parte de la expriencia del espíritu, que las personas
están realizando. La caridad, a la que podemos resumir todos los carismas, no es hacer el bien, sino difundir49.
De esta manera la fuerza que posee el carisma se ―desencadena‖ entrando en contacto con una necesidad
concreta, muy específica.
49
―La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta
doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera
sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la
familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia
—aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi
primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a
ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza‖. Benedicto XVI,
Caritas in veritate, 29.6.2009, n. 2.
- 24 -
El proceso de la puesta en acción del carisma que hemos apenas descrito tiene su origen en un aspecto particular
del carisma del fundador. Antes de que el fundador pase dicho carisma al núcleo fundante y se llegue a
establecer de esta forma el carisma de fundación, el fundador de alguna manera ha debido hacer la experiencia
del espíritu de la que ya hemos hablado. En dicha experiencia del espíritu el fundador ha establecido para el
futuro cuáles son los propósitos o su mente y su espíritu. Por propósito o mente, como lo hemos explicado
según la Perfectae caritatis en el número 2b, entendemos todas las intenciones materiales o espirituales que el
fundador determinó llevar a cabo al tener contacto con la realidad que desencadenó el carisma y que
generalmente coincide con una necesidad particular y apremiante en la Iglesia. Todas esas intenciones de alguna
manera forman, como hemos dicho, el cuerpo del carisma. Pero dicho cuerpo puede pasar, es decir, no es
perenne. La necesidad que da origen al carisma puede pasar, puede ser satisfecha y puede morir definitivamente.
Tal es el caso por ejemplo de la Orden de los Mercedarios que nació para rescatar a cristianos que caían
prisioneros de los turcos en tiempos de las Cruzadas. Cuando la necesidad primordial para la cual nació el
carisma desaparece o ya ha quedado satisfecha, como en el caso de los mercedarios al final de las Cruzadas, se
debe buscar una nueva necesidad de la Iglesia a la cual satisfacer. La fuerza que impele a buscar esa nueva
necesidad es el espíritu del fundador, ya que éste, el espíritu, permanece, no muere, aunque haya muerto o
desaparecido la necesidad que dio origen al carisma.
El espíritu según el uso que le da Perfectae caritatis n. 2b., se refiere al espíritu del fundador y son básicamente
aquellas actitudes con las cuales el fundador quiere atajar la necesidad urgente que se presenta en la Iglesia y
que ha dado origen al carisma. Cuando el fundador se enfrenta a la necesidad, surgen como ya hemos dicho, sus
propósitos o sus intenciones, ya sean materiales o espirituales. Pero dichos propósitos se cumplen en formas y
maneras muy específicas, maneras y formas que provienen de la acción del Espíritu sobre el espíritu del
fundador. Cuando el fundador quiere poner remedio a la necesidad apremiante que se da en la Iglesia, inicia una
serie de acciones concretas, puntuales y específicas. Si materialmente lleva a cabo esas acciones,
espiritualmente las pone en práctica a través de sus facultades espirituales, es decir a través de su inteligencia y
de su voluntad, ayudado por su afectividad. Dichas facultades, si bien son propias del fundador, se ven movidas
por el Espíritu. Son virtudes, actitudes muy específicas que provienen de su inteligencia, de su voluntad o de su
afectividad, pero que fueron suscitadas por el Espíritu. Así , Juan Bosco pedirá a sus seguidores, entre otras
cosas, que eduquen a los jóvenes con una pedagogía preventiva. El P. Luis Tezza, de la Orden de los Ministros
de los Enfermos (Camilos), y la madre Josefina Vannini, fundadores de las Hijas de San Camilo, pedirán que
se cuide a los enfermos con la misma solicitud como una madre cuidaría a su único hijo enfermo. Y así
podríamos continuar con esa lista interminable de fundadores que ha través de su espíritu han dejado un legado
espiritual de cómo deben llevarse a cabo las obras para cubrir la necesidad apremiante que dio origen a la
congregación.
El espíritu del fundador será entonces esa forma de llevar a cabo una acción concreta para remediar una
necesidad apremiante en la Iglesia, hacer el bien a los hombres y/o edificar la Iglesia. Son formas específicas
que quizás se cristalizan en virtudes específicas que el fundador ha pedido que se vivan en el momento de poner
en acción el carisma. Serán quizás también disposiciones habituales, formas de vivir y de ser que no
desaparecen a lo largo del tiempo, sino que van purificándose.
De esta manera, mientras que la necesidad apremiante a la que posiblemente dio origen el carisma puede
desaparece a lo largo del tiempo y con él las intenciones o propósitos del fundador, el espíritu del fundador
permanece a lo largo del tiempo, porque no está ligado a la necesidad. Surge de la necesidad pero puede vivir
sin ella. Puede ser aplicado a otras muchas necesidades, en el caso que deba realizarse una labor de adaptación
del carisma. El espíritu del fundador por tanto está destinado a vivir mientras que los discípulos del fundador lo
pongan en práctica y lo apliquen a sus obras. Será por tanto el ímpetu arrollador que haga siempre vivo el
carisma. Por ello es necesario que se conozcan muy bien las cualidades, las virtudes, los modos de vivir que el
fundador ha querido dejar establecidos como espíritu de la congregación, con el fin de que puedan ser siempre
purificados, actualizados y aplicados a cualquiera de las necesidades que podrán surgir a lo largo del tiempo. La
fórmula adecuada será siempre vivir con fidelidad renovada y purificada el espíritu del fundador aplicada a una
obra que esté ligada a una necesidad lo más cercana posible a la necesidad que dio origen al carisma.
- 25 -
Posibilidad de vivir el carisma por los laicos
A este punto de nuestro estudio nos habremos dado cuenta que el carisma de Eduviges Portalet, el carisma de
Luz y Verdad tendrá esa fuerza arrolladora mientras sus seguidores se esfuerzen por vivir el espíritu de la
fundadora en cada una de las obras que llevan a cabo.
Podemos preguntarnos ahora por la necesidad apremiante que dio origen al carisma y su actual adaptación. No
es necesario hacer muchas elucubraciones. Es Eduviges misma que nos responde cuando soluciona el paso de
Toulouse a Cuenca, es decir el paso del carisma de Luz y Verdad aplicado a las niñas ciegas y posteriormente a
los leprosos de Cuenca. Ella misma se da cuenta que el carisma de Luz y Verdad no es sólo para las niñas ciegas
sino que esa ceguedad se extendía a todas aquellas personas que pasaban por una necesidad de soledad y
alejamiento de la verdad. ―Nuestra Venerada Madre exclamó en su dolor: <<Dios mío, es tan sólo por vos y por
vuestra gloria, que nosotras os las cedemos, pues ningún otro motivo sería capaz de hacernos hacer este
sacrificio, esperamos, que nuestras lágrimas recibirán un día su recompensa>>‖50.
Un carisma entonces que amplía sus horizontes gracias a los horizontes dilatados de Eduviges Portalet. Y así
vemos de nuevo a las hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción en Cuenca vivir el espíritu que la
Madre les había enseñado, aplicado a los leprosos de aquellas latitudes. ―El 14 de julio de 1889, lasa cinco
hermanas entraron a la ciudad de Cuenca. La población agradecida, precedida por el Dr. Luis Cordero hizo una
calurosa recepción. Pronto se hicieron cargo del cuidado de cincuenta hijos infectados con la terrible
enfermedad del ―Mycobacterium leprae‖, recluidos en el leprosario ―Mariano Estrella” ubicado en la
hondonada de ―Cullca‖ en las afueras de la ciudad. El pueblo, cobrando confianza y comprobando la
abnegación de las hermanas venidas de Francia, las reconoció como a sus mejores benefactoras. El padre
Durante, Prior del convento de los Dominicos de Cuenca al ver su dedicación y el trabajo que desarrollaban
apoyó el pedido de la Municipalidad de Cuenca para abrir una escuela en ese lugar y atender a las niñas
indígenas de los alrededores. Se trataba de niñas pobres que no conocían las cosas más elementales de la vida
civilizada‖51.
Hasta este momento hemos hablado en nuestra exposición de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción, como herederas de esa experiencia del espíritu que realizó Eduviges Portalet y que dio origen al
carisma de Luz y Verdad. Pero no debemos olvidar que el propósito de este estudio es el de facilitar la
sistematización de la Pedagogía del carisma de Luz y Verdad. Si bien es cierto que en los siguientes capítulos
deberemos hablar de esta Pedagogía de Luz y Verdad aplicada a los docentes dominicos, ahora es el momento
de preguntarnos si es posible que un laico pueda vivir el carisma de una congregación religiosa.
―—¡Buenos días! —dijo el principito.
—¡Buenos días! —respondió el guardavía.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó el principito.
—Formo con los viajeros paquetes de mil y despacho los trenes que los llevan, ya a la derecha,
ya a la izquierda.
Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavía.
—Tienen mucha prisa —dijo el principito—. ¿Qué buscan?
—Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe —dijo el guardavía.
Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso.
—¿Ya vuelve? —preguntó el principito.
—No son los mismos —contestó el guardavía—. Es un cambio.
—¿No se sentían contentos donde estaban?
—Nunca se siente uno contento donde está —respondió el guardavía.
Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado.
—¿Van persiguiendo a los primeros viajeros? —preguntó el principito.
—No persiguen absolutamente nada —le dijo el guardavía—; duermen o bostezan allí dentro.
50
Historia de la Congregación escrita por Nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 173.
Prof. Carlos Castillo Mendoza, Aportes a la educación en el Perú de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción, p. 30, en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
51
- 26 -
Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.
—Únicamente los niños saben lo que buscan —dijo el principito. Pierden el tiempo con una
muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran...
—¡Qué suerte tienen! —dijo el guardavía‖52.
―Únicamente los niños saben lo que buscan‖ es la trágica conclusión del Principito al ver a hombres que van y
vienen por el mundo si perseguir absolutamente nada. Frente a la posibilidad de que los laicos puedan vivir un
carisma de una congregación religiosa puede asaltarles la idea de que se pierde el tiempo o de que es una
empresa no apta para ellos. Por muchos años se han tenido a los laicos como los miembros de la Iglesia de
segundo nivel, de segunda categoría, como si a ellos sólo les tocara asistir a las funciones religiosas, saber más o
menos algunas oraciones y sostener a la Iglesia con las limosnas dominicales y el diezmo anual. Parecería que
su causa final, su finalidad en la vida sería precisamente la de los pasajeros de los trenes del Principito, eso es,
de ir de un lado a otro sin ningún motivo en específico.
Sin embargo el Concilio Vaticano II ha clarificado la finalidad, esto es la misión de los laicos. Su destino es
preciso, como los niños del cuento, que saben lo que buscan. Un laico busca antes que nada a Cristo. Busca
enamorarse de Cristo, vivir la misma vida de Cristo en las realidades temporales que le toca vivir. Ese es su tren
y ese es su destino: Cristo. El Concilio lo dice con otras palabras, pero el sentido es el mismo: ―Con el nombre
de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del
estado religioso aprobado por la Iglesia. Es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo,
integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes, a su modo, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo,
ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos corresponde. (…)
A los laicos corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos
temporales y ordenándolos según Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos y cada uno de los deberes y
ocupaciones del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia
está como entretejida. Allí están llamados por Dios, para que, desempeñando su propia profesión guiados por el
espíritu evangélico, contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento. Y así
hagan manifiesto a Cristo ante los demás, primordialmente mediante el testimonio de su vida, por la irradiación
de la fe, la esperanza y la caridad. Por tanto, de manera singular, a ellos corresponde iluminar y ordenar las
realidades temporales a las que están estrechamente vinculados, de tal modo que sin cesar se realicen y
progresen conforme a Cristo y sean para la gloria del Creador y del Redentor‖53.
La cita si bien larga, explicita de manera magistral la identidad y la misión de los laicos. Laico es todo fiel que
no es ni sacerdote ni religioso. Y la misión del laico es hacer presente a Jesucristo en este mundo, y más
precisamente en las realidades temporales en las que vive el laico. Esto es el mundo del trabajo y el mundo de la
familia primordialmente. Son estos dos pilares sobre los que se fundamenta la vida de la persona laica, vida en
la que tiene que hacer presente a Cristo, no sólo a través de una predicación, sino mediante su testimonio de
vida e iluminando cada una de las estructuras en las que le toca vivir con el evangelio y las enseñanzas de Cristo.
Pero para poder llevar a cabo esta tarea necesita en primer lugar, como decíamos renglones arriba, conocer y
enamorarse de Cristo. Nadie ama lo que no conoce y nadie conoce lo que no frecuenta, decían los antiguos
romanos. Y es cierto. Si el laico es la persona que hace presente a Cristo en el mundo, el laico debe tratar a
Cristo para conocerlo, para enamorarse de Él y así hacerlo presente con su vida en la vida de los que conviven
con él las realidades temporales. ―Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción
fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una
orientación decisiva‖54.
El encuentro personal con Cristo y posteriormente su cultivo y potenciamiento deberá ser para el laico el punto
de arranque y la fuerza para llevar a Cristo a las realidades temporales que debe transformar. Para ello cuenta
52
Antoine de Saint-Exupéry, El principito, Editores mexicanos unidos, S.A., México 2004, pp. 99 – 100Concilio Vaticano II. Lumen gentium, 21.11.1964, n. 31.
54
Benedicto XVI, Deus caritas est, 25.12.2005, n. 1
53
- 27 -
con innumerables ayudas, entre las que se encuentra la espiritualidad, es decir, uniforma específica de vivir y
hacer vivir la vida de Cristo. Si el hombre tiene una naturaleza espiritual, dicha naturaleza debe ser alimentada
necesariamente por el Espíritu de forma que el hombre pueda irse haciendo más espiritual (divinizándose, dirían
la teología de Oriente). El alimento que recibe debe ser por tanto la vida del Espíritu. Esta vida, que no es otra
cosa que la vida de gracia, le llega a través de distintos medios. La liturgia, la Palabra, son medios privilegiados.
Pero entre estos medios se encuentra uno que permea a todos los otros medios. Se trata de vivir la vida del
Espíritu (la misma vida de Dios) de acuerdo con una forma muy específica, que se llama espiritualidad.
Espiritualidad no es más que un camino específico para vivir la vida de Dios. Dicho camino proviene de una
forma muy específica de seguir a Cristo que en nuestro caso se resume en el espíritu del fundador, es decir de
Madre Eduviges. Con su experiencia del espíritu, ella da origen a una forma muy específica de servir a Cristo
en el mundo (las niñas ciegas, los leprosos de Cuenca) y también de amar y hacer que se ame a Cristo en el
mundo.
Es a partir de la experiencia del espíritu que nace una forma muy específica de vivir la vida de Cristo en el
mundo. Los laicos por tanto pueden aspirar a vivir esta misma espiritualidad en sus relaciones familiares y en
sus relaciones laborales. Es decir, haciendo la experiencia del espíritu bajo la escuela que dejó Eduviges
Portalet, cuentan con los medios necesarios para transformar la sociedad y hacer presente a Cristo en ella.
Debemos aclarar que el carisma no está ligado ni a la vivencia de los votos religiosos ni a la consagración en el
mundo. Si es cierto que una de las primeas manifestaciones del carisma se dio en una consagración religiosa, el
carisma no se acaba en esa consagración, ya que como don para la Iglesia se extiende a otras realidades dentro
de la Iglesia, en donde los laicos están incluidos.
De aquí que la experiencia del espíritu no está ligada al tipo de vida que vivió el fundador. Si Eduviges Portalet
vivió la consagración religiosa no por eso quiere decir que el carisma que ella vivió esté ligado a la
consagración religiosa. La esencia del carisma, su sustancia y su modo de ser no están ligados a la persona del
fundador, como ya lo hemos explicado. Tendremos que hacer un estudio de cuáles son las virtudes que mas
recomendó vivir la fundadora y realizar la aplicación a la vida laical. Por ejemplo, ella pedía que sus religiosas
fueran verdaderas madres para las niñas ciegas. Este sentido de maternidad pertenece no sólo a un determinado
espacio y tiempo, sino que es parte del espíritu con que la fundadora quería que las religiosas DIC cuidarán a las
niñas ciegas. Esta maternidad puede extraerse del tiempo y del lugar en el que se originaron y expandirse a otros
lugares. Así la maternidad espiritual puede aplicarse a los leprosos de Cuenca ahora a los niños y jóvenes de
todos los colegios que las religiosas DIC dirigen en Perú.
Eduviges tenía grandes deseos por configurarse con Cristo. La Eucaristía era para ella el punto central de su
relación con Cristo. ―Después de la santa comunión, la presencia de Jesucristo en nosotras, toma parte de todos
nuestros actos, entonces Él en inmolación nos presenta al Padre y hace de estos momentos los más preciosos de
nuestra vida‖55. Esta frase sola podría aplicarse a un docente, a una madre de familia, a un alumno. Por ello, el
Cristo de la Eucaristía que presenta Eduviges es un Cristo que puede ser contemplado y vivido por cualquier
laico y no sólo por las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción. Basta tan solo que la persona siga el
ejemplo de la fundadora en sus deseos de configurarse con Cristo Eucaristía.
Podría objetarse por parte de los laicos que un carisma proveniente de una vida consagrada tiene una carga muy
fuerte hacia la vivencia de los votos. Esto es cierto. La configuración con Cristo, el estilo de misión, la manera
en que se aplica la espiritualidad hace siempre un llamado a los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sin
embargo no debemos olvidar que también los laicos, en cualquier estado de vida están llamados a vivir esos
consejos evangélicos en el mundo, de acuerdo a su propia vocación. ―Quedan, pues, invitados y aun obligados
todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado. Estén
todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las cosas del mundo y un apego a las
riquezas contrario al espíritu de pobreza evangélica les impida la prosecución de la caridad perfecta.
Acordándose de la advertencia del Apóstol: Los que usan de este mundo no se detengan en eso, porque los
55
Eduviges Portalet, De la pluma y el corazón de Eduviges, uso manuscrito, n. 179
- 28 -
atractivos de este mundo pasan (cf. 1 Co 7, 31 gr.)‖56. La forma en que Eduviges pide a las religiosas que vivan
la pobreza, la castidad y la obediencia, haciendo las debidas aplicaciones pueden ser también vividas por los
laicos. Así, en la obediencia, de la misma manera que una religiosa DIC debe obedecer la voluntad del Padre en
las manos de la superiora, así el laico debe obedecer la voluntad del Padre a través de los mandamientos
adaptados a su estado de vida. Podrá entonces aplicar la forma en que la religiosa DIC vive su obediencia, a su
propio estado de vida.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. Investigar y explicar cuál puede ser la mente y cuál puede ser el espíritu de Eduviges Portalet de acuerdo
a lo visto en este capítulo.
2. En nuestro centro educativo de qué manera realizamos la experiencia del espíritu que realizó primero
Eduviges Portalet?
3. ¿Cómo compartimos esta experiencia del espíritu con alumnos y padres de familia?
4. De acuerdo a la experiencia del espíritu, como explicar el paso de la educación de los niños ciegos a la
educación en nuestros centros educativos?
5. ¿Por qué un laico puede participar del carisma de una congregación religiosa como el de las Hermanas
Dominicas de la Inmaculada Concepción?
6. ¿Cuál es la fuerza que tiene el carisma que le permite adaptarse a varios tiempos y lugares distintos de
aquellos que le dieron origen?
56
Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 21.11.1964, n. 42
- 29 -
CAPÍTULO III
LA MISIÓN BROTA DEL CARISMA:
PORTAR LA LUZ Y PREDICAR LA VERDAD
- 30 -
Del carisma a la misión.
Hemos analizado hasta este momento la esencia del carisma de Eduviges Portalet desde el punto de vista de su
sustancia. Pero esta esencia es también operativa, es decir su naturaleza nos dice la forma en que actúa el
carisma. Aunque ya hemos esbozado que la forma en que actúa el carisma de esta fundadora es a través del
contacto con la realidad que le dio origen, las niñas ciegas de Toulouse, o alguna otra necesidad que se le
asemeje, los leprosos en Cuenca y las nuevas cegueras del día de hoy, queremos dedicar este capítulo a
profundizar desde el punto de vista teológico el aspecto de la misión en el carisma de la congregación de las
Hermanas Dominicas de la Inmaculada, para poder comprender cuál es esta misión y la forma en que puede ser
compartida por los laicos, en especial por los docentes dominicos a quien en primera parte va dirigido este
estudio.
El carisma de Eduviges Portalet se condensa en la experiencia del espíritu que consiste en hacer la experiencia
de la indigencia en la forma de una ceguera física y espiritual para encontrar en Cristo la luz y la verdad para
esa indigencia. De esta experiencia del espíritu nacerán las intenciones y el espíritu del fundador, que de alguna
manera determinan la misión del carisma de esta familia religiosa dominicana. ―Portar la luz y predicar la
verdad, constituye el carisma, la identidad y la misión de las hermanas DIC. La luz que a lo largo de la tradición
veterotestamentaria ha simbolizado al ser y actuar de Dios a favor de los hombres, concretamente en pro del
pueblo escogido. (…) De la contemplación y del estudio a este Dios que es luz nace en madre Eduviges el
compromiso de ser luz para los que no tienen luz, no sólo carentes de la luz física, sino carentes de una luz
espiritual para ver su propia dignidad humana‖57.
La misión de un carisma se entiende de la siguiente forma, según el magisterio de la Iglesia. ―Del misterio
pascual surge además la misión, dimensión que determina toda la vida eclesial. Ella tiene una realización
específica propia en la vida consagrada. En efecto, más allá incluso de los carismas propios de los Institutos
dedicados a la misión ad gentes o empeñados en una actividad de tipo propiamente apostólica, se puede decir
que la misión está inscrita en el corazón mismo de cada forma de vida consagrada. En la medida en que el
consagrado vive una vida únicamente entregada al Padre (cf. Lc 2, 49; Jn 4, 34), sostenida por Cristo (cf. Jn 15,
16; Gl 1, 15-16), animada por el Espíritu (cf. Lc 24, 49; Hch 1, 8; 2, 4), coopera eficazmente a la misión del
Señor Jesús (cf. Jn 20, 21), contribuyendo de forma particularmente profunda a la renovación del mundo‖58.
Necesitamos por tanto analizar primero lo que es el misterio pascual y saber porqué de este misterio surge la
misión de todo carisma de una congregación religiosa.
Hoy en el mundo nos fijamos mucho en la eficacia, en al forma de hacer las cosas. Por el ritmo de vida que
llevamos las cosas deben ser hechas bien y lo más pronto posible. Perdemos de alguna manera la causa final de
cada acción, es decir la finalidad a la que está encausada toda acción. Llegamos por ejemplo al final de la
jornada habiendo cumplido muchas cosas, muchas tareas, habiendo ―hecho mucho‖, pero sin saber el porqué lo
hemos hecho. Esa puede ser quizás una de las razones de la vaciedad del mundo en el que vivimos y el sentirnos
muchas veces alienados y no pocas veces estresados o deprimidos. Si conociésemos el porqué de nuestras
actividades, la causa final que las guía, si también pudiéramos al final de la jornada hacer las cuentas entre esa
finalidad última y las motivaciones de las acciones en nuestro día, podríamos nosotros estar más tranquilos y
serenos, estableciendo así una ruta crítica entre lo que hemos y hecho y lo que debemos hacer el día siguiente.
De la misma manera las obras de una congregación religiosa, todo aquello que sale a la superficie y se ve, debe
ser la respuesta a la causa última del carisma. Todo lo que vemos de una congregación, como en nuestro caso
son las obras educativas, deben ser el producto de una causa final, es decir la motivación, la causa por la que se
llevaron a cabo. Es como un iceberg. Nosotros vemos sólo una séptima parte de lo que hay debajo del agua. Los
colegios son el resultado de algo más profundo que se esconde y no se ve.
Esta profundidad escondida no es otra cosa que el misterio pascual, es decir el misterio de la vida, pasión,
muerte y resurrección de Cristo. Es el misterio central de nuestra fe. Por este misterio bien sabemos que con su
57
Guillermo Ramírez Livia, Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tempo actuales, ¿una utopía?, p. 23 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
58
Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Vida consagrada, 25.3.1996, n. 25.
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muerte en la Cruz, Cristo nos ha demostrado su amor y ha sido precisamente este amor el que nos ha salvado.
Pero este amor es expansivo, contiene en su ser una causa ejemplar que se propaga a otros seres, a nosotros y a
otros muchos hombres. ―Aquel que en su muerte aparece ante los ojos humanos desfigurado y sin belleza hasta
el punto de mover a los presentes a cubrirse el rostro (cf. Is 53, 2-3), precisamente en la Cruz manifiesta en
plenitud la belleza y el poder del amor de Dios. San Agustín lo canta así: «Hermoso siendo Dios, Verbo en Dios
[...] Es hermoso en el cielo y es hermoso en la tierra; hermoso en el seno, hermoso en los brazos de sus padres,
hermoso en los milagros, hermoso en los azotes; hermoso invitado a la vida, hermoso no preocupándose de la
muerte, hermoso dando la vida, hermoso tomándola; hermoso en la cruz, hermoso en el sepulcro y hermoso en
el cielo. Oíd entendiendo el cántico, y la flaqueza de su carne no aparte de vuestros ojos el esplendor de su
hermosura».59‖
Este amor si bien nace en Jesucristo es participado en forma de reflejo por todo carisma de la vida consagrada,
es decir por toda experiencia del espíritu. El fundador contempla la realidad que ha dado origen al carisma y de
su esfuerzo por hacer algo para remediar esa necesidad, surgen las intenciones y el espíritu que guiarán el
quehacer, la misión, de la congregación. Pero este quehacer no es únicamente material, eficientista, tendiente a
la acción. Es ante todo un reflejo del amor de Dios, del mismo amor que Cristo nos ha dejado muriendo por
nosotros en la Cruz. Cuando Eduviges Portalet contempla la ceguera física de aquellas niñas de Toulouse, sus
intenciones no son solamente materiales. No pretende satisfacer únicamente sus necesidades de niñas ciegas a
través de las clases de piano y de otras muchas actividades que ella ideó. También quiere ella que esas niñas
tengan la luz de Cristo. Por ello, en ese doble esfuerzo centrado en sus intenciones materiales y espirituales,
Eduviges comparte el amor de Cristo. No son sus acciones las que llevarán la luz material y la luz espiritual a
esas niñas ciegas. Será el amor de Cristo, hecho luz, el que hará posible la acción de la fundadora. En la medida
en que Eduviges se identifica con el Amor, que para ella es la experiencia de la Luz, en esa medida puede hacer
partícipes a otros de la Luz de Cristo, materialización del amor. ―La vida consagrada refleja este esplendor del
amor, porque confiesa, con su fidelidad al misterio de la Cruz, creer y vivir del amor del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. De este modo contribuye a mantener viva en la Iglesia la conciencia de que la Cruz es la
sobreabundancia del amor de Dios que se derrama sobre este mundo, el gran signo de la presencia salvífica de
Cristo‖60.
La misión del carisma de madre Eduviges se concentra en hacer la experiencia del espíritu de tal forma que se
inaugure una especie de escuela del amor, diseñada por la fundadora. Ella fue la primera maestra y discípula de
esta escuela. De frente a la necesidad que se daba en la Iglesia, frente a esas niñas ciegas, se llena del amor de
Cristo, hecho Luz, pudiendo decir que para ella su Cristo, es esa Luz que llenará su corazón. Una vez que ella
llena su corazón de la Luz de Cristo, quiere derramar esa Luz en todas las niñas ciegas y en todas las personas
que comparten con ella esta tarea. Nace entonces una escuela del amor específica de este carisma dominico.
Llenarse de la Luz y la Verdad para portar la Luz y la Verdad.
En la medida en que cada discípulo de Eduviges, y aquí entran perfectamente los docentes dominicos junto con
las hermanas DIC, haga esta misma experiencia del espíritu, en esa misma medida estará viviendo la misión del
carisma de portar la Luz y predicar la Verdad. Se trata por tanto de una labor personal en la que cada docente
dominico y cada hermana DIC, siguiendo los pasos de su fundadora se lanzan en primer lugar a dejarse interpelar
por las nuevas cegueras de nuestro tiempo para de esa manera templar su espíritu. No se trata de hacer un
estudio en profundidad de dichas cegueras actuales, se trata de exponer el corazón y el espíritu a esas carencias
que para el docente dominico le son palpables todos los días de su vida cuando de frente a un salón de clases, a
una coordinación de docentes se enfrenta con esas cegueras espirituales. A la manera de Eduviges y siguiendo
su misma escuela, una vez que las nuevas necesidades han tocado su corazón entonces diseñará aquellas
acciones, intenciones y espíritu, que mejor podrán remediar dichas necesidades. Pero siempre bajo el prisma de
la experiencia del espíritu. No se trata de elaborar y cumplir con un programa pedagógico simplemente. Es
necesario que el corazón del docente dominico confronte las necesidades que ha encontrado, y que tienen
nombre y apellido, con el amor de Cristo. Es necesario por tanto que confronte esas necesidades y se dé cuente
que ellas necesitan ser iluminadas por la Luz de Cristo y que para que eso suceda debe hacerse consciente que él
59
60
Ibídem., n. 24
Ibídem., n. 24
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es ese instrumento para llevar la Luz. Pero un instrumento activo y no pasivo como lo fue Eduviges. Se deberá
convencer que antes que nada necesita él llenarse de esa Luz, de ese amor de Cristo, para que después de que ha
llenado su corazón de ese amor hecho Luz de Cristo, lo entregue a los demás. De esa manera habrá hecho la
experiencia del espíritu y habrá cumplido con la misión.
Nos damos cuenta entonces que la misión brota del carisma. Una misión que consiste en reflejar el misterio
pascual, esto es el misterio del amor de Dios hecho realidad en la vida, pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Para finalizar este capítulo intentemos hacer una aplicación de lo visto hasta este momento al carisma específico
de Eduviges Portalet, carisma portador de Luz y predicador de la Verdad.
La misión de portar la Luz y predicar la Verdad.
Hacer la síntesis o mejor dicho, hacer el esfuerzo por tratar de sintetizar la forma en que la misión del carisma
de Eduviges Portalet puede ser una empresa pretenciosa. No es posible describir un proceso espiritual a
semejanza que se describe un proceso humano. Si ya de por sí es difícil describir la realidad de un proceso
humano, no porque la realidad no pueda ser conocida, sino por los distintos ángulos, las distintas perspectivas y
los distintos elementos que la componen, cuando se habla de un proceso espiritual como es la génesis de la
misión de un carisma, nos debemos acercar con un enfoque diverso. Estamos delante de un misterio, no porque
no pueda ser conocido, sino porque el agente es el Espíritu y como bien dice el evangelio de San Juan, el
espíritu sopla donde quiera. Oímos su voz, pero no sabemos de dónde viene y a dónde va. Así es en toda misión
de un carisma, si lo podemos ver con un lenguaje analógico. Oímos su voz, esto es vemos las obras del espíritu.
Vemos en Perú las escuelas, los centros educativos regenteados por las DIC y en las que cooperan, no en segundo
plano, sino en primerísimo plano los docentes dominicos. Vemos también el bien que realizan en alumnos, en
sus familias, en los mismos docentes y el personal administrativo y de apoyo. Oímos por tanto su voz. Pero esa
voz no sabemos de dónde viene y de dónde. Va. Es difícil precisar el dinamismo que emerge en cada uno de
estos colegios, en cada uno de los docentes que se entregan con pasión a su tarea. Es difícil identificar las raíces
de la alegría que constatamos al ver que los alumnos, a pesar del mundo postmoderno en el que viven, luchan y
se esfuerzan por ser coherentes con su fe. Lo vemos y los constatamos también en los exalumnos que no sin
tribulaciones han formado un hogar y al volver los ojos hacia atrás agradecen todo lo que han recibido durante
su permanencia en un colegio DIC. Por ello, sin querer arruinar el magnífico panorama que nos presenta el
Espíritu, nos acercamos con asombro a este misterio y trataremos de descifrar con lenguaje humano algo que
pertenece al lenguaje de Dios.
Hemos dicho que la misión nace de la experiencia del espíritu. Por lo tanto nuestro objetivo será descubrir la
forma en que la experiencia del espíritu que realiza la madre fundadora es el origen de la misión de portar la
Luz y predicar la Verdad. Eduviges comienza su experiencia del espíritu en el contacto con las niñas ciegas de
Toulouse. Cuando nos acercamos a la génesis de un carisma, esto es a la experiencia del espíritu que ha dado
original carisma, conviene conocer lo mejor posible el contexto histórico en el que se desarrolla dicha
experiencia, para así comprenderla mejor y lograr captar todos los detalles, ya que es una necesidad que se da
en la Iglesia, la que dará origen al carisma. Mientras más conozcamos esa necesidad, mientras más datos
tengamos acerca de ella, estaremos en la capacidad de comprender un poco mejor el misterio que supone que un
don del Espíritu sea regalado a los hombres, precisamente a través de esa necesidad.
Iniciemos repitiendo lo que quizás ya sabemos. El carisma nace del contacto de Eduviges con las niñas ciegas.
―Una mujer que se enfrentó con lo difícil de la vida, con la más dura carencia humana (ceguera, pobreza,
enfermedad, soledad callejera, ignorancia y dolor). La misión al servicio de los pobres, sin pan, sin luz. Ciegos
como tierra sin sol. Los niños ciegos eran los que deambulaban por los rincones de las calles sin nombre,
jugaban con pedazos de loza vieja en la penumbra de una buhardilla. La propia familia los miraba como una
carga, no hallaba la familia que hacer con ellos, desheredados de la sociedad, de la fortuna, de la vida; ella los
consideraba como los leprosos del evangelio.
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―Una religiosa que logra movilizar todas las fuerzas vivas de la ciudad, a favor de esas criaturas privadas de luz,
carentes de todo; porque fue mujer que confió en la bondad de la gente, se abrió al otro, al distinto incluso
adverso: Eduviges dice: ―necesitamos de todos – prosigue – puedo beber la mística de Catalina de Siena, quien
en uno de sus diálogos nos comparte de lo que le reveló Dios. Habría podido hacer a los seres humanos de tal
manera que todos tuvieran de todo; pero preferí dar a cada uno dones diferentes, para que todos tuvieran
necesidad de todos. Todos necesitamos de todo el mundo‖61.
El contexto del nacimiento de la experiencia del espíritu nos queda claro. Eduviges se confronta con la ceguera
e inicia a hacer la experiencia de Dios. Es una ceguera física producto de un ambiente histórico muy preciso. El
de la revolución industrial. Masas de hombres y mujeres que dejando el campo se lanzan a los pueblos para
vender lo único que les queda: la fuerza de sus brazos a unas máquinas que comienzan a cambiar la forma del
ser humano y del ser social que es el Estado. ―Entre los años de 1814 – 1870 Francia pasa por regímenes
distintos: 1) Monárquico constitucional (1814 – 1848). 2) El republicano (1848 – 1852). 3) El segundo imperio
(1852 – 1870). En este segundo imperio se dio una paradoja, al inicio todo fue bonanza, apoyo mutuo. Muchas
congregaciones y el clero se aprovecharon de las clases pudientes: patronatos y proliferaron también nuevas
fundaciones. Pero en este mismo imperio se dio la persecución a la iglesia, se expropiaron sus propiedades, se
expulsó a los jesuitas y otros.
―La apertura del régimen en cuestiones tan importantes como educación (enseñanza primaria y pública y una
enseñanza secundaria estatal), negó a la Iglesia a tener injerencia en los centros de formación de los niños y de
los jóvenes, el objetivo no era una mejor formación, sino el adiestramiento político e ideológico; quedando al
margen los niños y los jóvenes que no respondían a los parámetros de la normalidad, como son los invidentes,
los pobres, los trabajadores de las fábricas, por estos últimos León XIII abogó con la encíclica Rerum
Novarum‖62.
De este contacto con la ceguedad nace en Eduviges un deseo, el deseo de ser luz para ellos y llevarlos a la
verdad. Nacen por lo tanto unos objetivos, que hemos llamado intenciones del fundador y un espíritu, una forma
de llevar a cabo dichas intenciones. ―Lo dicho revela la humanidad de una mujer sensible, revela la pedagogía
del Logos del Padre: Busca la compañía y amistad de los que no ven. Ellos responden positivamente y se
superan, porque sienten a su lado a una hermana que confía y espera mucho de ellos. Un entorno organizado:
limpieza, ropa limpia, abrigo reconfortable, limpieza con afecto, salones con música, etc. De tal manera que
todo el entorno personal y físico contribuye a lograr objetivos, ser luz para los que no tienen luz‖63.
Se comienza a dar entonces el nacimiento de la misión. Eduviges comienza a ver en los ciegos a Jesucristo. La
condición social de esos pobres indigentes la lleva no a la desesperación sino ante todo a ver en ellos una
especie de sacramento, es decir un signo sensible de Jesucristo, que para ella será Cristo Eucaristía. Comienza a
nacer por lo tanto una escuela de amor. Dicha escuela inicia con el ciego, llega a la Eucaristía y después
desciende de nuevo al mismo ciego. ―Tanto Domingo de Guzmán, como madre Eduviges Portalet, cada uno en
su tiempo, en sus circunstancias y con los medios del momento se han empeñado en primer lugar que los
mismos seres humanos vilipendiados en su dignidad, reconozcan que son seres humanos con dignidad propia y
que son hijos queridos por Dios, que los ha llamado para vivir en libertad. Segundo: que el entorno social,
político y eclesial reconozcan tal dignidad con objetividad. A ello se refería cuando decía: <El pobre y el
enfermo son una especie de sacramento, otra Eucaristía donde se oculta Jesucristo; lo instituyó el mismo Señor
cuando dijo lo que hagas con estos pequeños conmigo lo has hecho> (Cf. Iréne Gil, o.c., p. 215). La
preocupación por el otro desfavorecido, el pobre del evangelio, el pequeño, es condición incluso para entrar en
el reino de los cielos‖64.
Tenemos identificado por tanto uno de los dos elementos de la misión. Eduviges Portalet deja para sus
seguidores la misión de apasionarse por la ceguera de forma tal que dicha pasión les lleve a ver en esos
61
Guillermo Ramírez Livia, Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tempo actuales, ¿una utopía?, p. 10 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
62
Ibidem., p. 6.
63
Ibídem., p. 11.
64
Ibídem, p. 12
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invidentes un sacramento de Cristo Eucaristía, una presencia real pero oculta que mueva todo su ser a favor de
Cristo para darlo después a los demás, especialmente a los invidentes de donde ha nacido la experiencia del
espíritu y por ende, la misión. Llega pues a convencerse que siguiendo este camino espiritual se ha de convertir
en portadora de la luz. ―Cuando escribe su biógrafa inicial, Madre Françoise Lohier dice: Fue su pasión, a fuerza
de hacer ver a los ciegos, aunque sea con las manos, llegó a la convicción de que su familia debe ser portadora
de luz, para abrir la visión a tanta ceguera que deambulaba por la vida. Para nuestra fundadora de la hermanas
DIC, ―Sólo Dios es luz del mundo y fuego de la tierra‖65.
La Eucaristía juega un papel importante en la vida y en la pedagogía de Eduviges Portalet, ya que es el punto de
llegada y el punto de arranque de la misión. De llegada, porque en Cristo Eucaristía Eduviges Portalet
contempla no sólo el Cristo del sagrario sino la persona necesitada de la Luz y de la Verdad, es decir, todos los
ciegos. Y es también el punto de arranque de la misión, porque de la Eucaristía brota la fuerza y el amor que la
llevan a una donación sin medida hacia los ciegos. Escuchemos a Madre Edith de la Cruz darnos un perfil
adecuado de Eduviges Portalet como mujer eucarística: ―Eduviges Portalet nuestra santa fundadora es una
enamorada de la Eucaristía. Este rasgo tiene un matiz particular en su vida y en toda nuestra Congregación, pues
la fidelidad y la Palabra hacen realidad la verdadera adoración a Cristo Eucarístico.
―Recordemos que: <Madre Eduviges no toma decisiones, sino después de largas horas al pie del Sagrario…
Acepta la Obra de Saintes, que tiene por finalidad la ―adoración al Señor‖ pero extendiéndola y completándola
con la participación de personas de fuera. Esta resolución responde a las dos facetas de la espiritualidad de
Madre Eduviges: contemplación y Apostolado>. (De las tinieblas a tu admirable Luz. p. 146).
―Eduviges es una mujer eucarística y el sagrario es la fuente donde se encuentra toda la gracia que necesita para
descubrir y realizar el proyecto que Dios le confía. Al pie del sagrario comienzan todas sus jornadas dolorosas y
crucificantes, consoladoras y felices, siempre signada por la exigencia radical de la santidad y por las
bendiciones divinas de la misericordia y la gracia (Ibíd. p. 249).
―Ella misma se asombra del verbo encarnado, el Hijo de Dios que se queda como pan para alimentar al sediento
de luz y se pregunta maravillada: ¿Puede haber algo más grande que esto? Allí está aquél a quien he consagrado
todo: el pasado doloroso, el presente sencillo, el futuro cargado de esperanza? (Ibid., p. 250). Es
Dios…musitará muchas veces al pie del Sagrario.
―Enamorada de Jesús eucaristía, queda sorprendida del amor de un Dios que se <encarnó para conquistarme con
su amor> y se interroga: ¿Puede existir algo más sorprendente? Reconoce su pequeñez de criatura y mira que
<Dios baja hasta mí>. Esta mujer apasionada por Cristo, se repite y se maravilla del Amado Divino: <En el
sagrario, hay entre las hostias, una hostia consagrada para mi; Jesús vive en esa hostia pequeñita, escucha mi
oración, atiende mis súplicas y recibe mi adoración. Nunca podré olvidar ese detalle de Dios para mi>. (De las
tinieblas a tu admirable luz, p. 312). ¡Qué diálogo!, ¡Que intimidad! ¡Qué amor! ¡Qué Amado! ¡Que
contemplación!
―Ella entendió que: La Eucaristía es misterio. Es sacramento. Es sacrificio. Como misterio, se cree. Como
sacramento, se recibe. Como sacrificio, se ofrece. Se propone al entendimiento, como misterio. Se da al alma
como alimento. Se ofrece a Dios como homenaje. Como misterio, anonada. Como sacramento, alimenta. Como
sacrificio, redime. Como misterio, es admirable. Como sacramento, es deleitable. Como sacrificio, es inefable.
Como misterio, es impenetrable. Como sacramento, es presencia real. Como sacrificio, alimenta. Como misterio,
es impenetrable. Oh Misterio Adorable! ¡Oh amor de los amores!
―Como buenas hijas e hijos del carisma de Eduviges, los exhorto a que nos preguntemos a diario: ¿Cuántas
decisiones de nuestra Congregación, de nuestros colegios o comunidades, hemos puesto al pie del Sagrario?
¿Cuántas decisiones de nuestra familia ponemos al pie del tabernáculo donde reside el mismo Cristo? Eduviges
arrodilló el corazón ante Dios hecho pan, alimento y amor. Es urgente ponernos de rodillas ante el Señor para
vislumbrar los caminos que estamos llamados a transitar para no traicionar el ideal y el carisma que hemos
65
Ibídem.,p. 12.
- 35 -
heredado. La vida de Madre Eduviges y su testimonio debe ser también el nuestro: misericordia y Eucaristía
como claves de vida de una comunidad educativa DIC‖66.
Vayamos a encontrar el segundo elemento indivisible de la misión: predicar la Verdad. ―Las Hermanas DIC
nacen en 1869. En 1884 se afilian a la orden de los predicadores de Santo Domingo de Guzmán y toman el
nombre de: Congregación de Hermanas Docentes de la tercera orden de Santo Domingo de la Inmaculada
Concepción. Conservaron el nombre de docentes hasta la renovación exigida por el Concilio Vaticano II. El
amplio campo del apostolado67 y de la renovación de la vida consagrada, ha permitido que hoy se las reconozca
más como pertenecientes a la familia dominicana.
―Desde el momento de su fundación, la espiritualidad de Santo Domingo de Guzmán venía enriqueciendo a las
hijas de la Inmaculada. Madre Eduviges deseaba para sus hijas: comprensión, escucha, prudencia, colaboración
solidaria en el trabajo, diálogo, sencillez, amistad, ternura, corrección, magnanimidad y misericordia: ―desde
nuestra fundación en Toulouse, nos sentimos atraídos por los hijos de Santo Domingo…‖. Como vemos, ellas
son herederas de una espiritualidad de casi 800 años‖68.
Hay una frase de la fundadora que nos da la clave para entender el segundo elemento de la misión. Dice
Eduviges que desde la fundación en Toulouse se sintió atraída por los hijos de Santo Domingo. Esta frase y su
significado es subrayada por otros escritores cuando dicen que ―Es bueno señalar que en el tiempo previo a la
elección de afiliación a la orden dominicana, la naciente comunidad tuvo la oportunidad de conocer otras
congregaciones y carismas, pues estuvieron relacionadas con religiosos, obispos y directores espirituales de las
órdenes como: Jesuitas, Carmelitas, Misioneros de la Inmaculada y sacerdotes seculares, quienes siempre las
acompañaron y orientaron en los momentos de tranquilidad como en las tribulaciones que les tocó vivir.
―Pero fue la Orden Dominica la que finalmente eligieron porque pudieron aquilatar su arraigo en la Iglesia, la
fortaleza de la doctrina espiritual que venía desde el siglo XIII, su trayectoria y expansión por el mundo y, como
en el Evangelio, su opción preferencial por los pobres de Jesucristo‖69.
Nos preguntamos en la insistencia de los estudiosos en subrayar la adhesión inicial y total de la congregación
naciente, casi sin titubeos a la familia dominicana. En algunas ocasiones, la historia de la vida consagrada nos
dice que no es sino hasta un cierto periodo en la vida de las congregaciones en las que se decide la adhesión a
una familia religiosa. Pero en el caso de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada Concepción esto no se da.
La rápida adhesión a la familia dominicana puede deberse, bajo mi punto de vista a una simbiosis natural en el
nacimiento de la congregación. Si por un lado Eduviges quiere ser Luz para las niñas ciegas, quiere también ser
maestra de esas niñas. El binomio Luz y docencia se da casi de forma natural, pues no en vano en el nombre
original llevan la característica de la docencia. Eduviges por tanto no se contenta con ser portadora de la Luz,
quiere ser también maestra que enseñe a esas niñas ciegas. De una enseñanza material pasará a una enseñanza
espiritual, para darse cuenta que lo que va a enseñar es la Verdad. No se contenta con que los ciegos vean la Luz,
quiere que también conozcan esa Luz, que es la Verdad. La experiencia del espíritu que la ha llevado a ser
portadora de la Luz, la lleva casi al mismo tiempo a ser predicadora de la Verdad, pues la enseñanza será un
elemento esencial en su experiencia del espíritu.
No basta con llevar la luz a los ciegos. Hay que enseñarles tantas cosas. Y Eduviges no escatimará ningún
esfuerzo para enseñarles a esos niños tantas cosas. Clases de piano, orden, diligencia, higiene, son algunas de
las notas características de esas enseñanzas. Y así podemos imaginarnos esa casita de Toulouse llena de Luz y
66
Edith de la Cruz Cuscano, Eduviges Portalet, Pedagoga de Verdad y Luz, su trscendencia, p. 4 – 5, en Congreso Dominicano 2011,
uso manuscrito.
67
Entendemos por amplio campo a la labor apostólica de las hermanas DIC. La educación, la acción parroquial, la acción misionera, la
asistencia social o sanitaria, etc. Cf. Const. N. 176, II.
68
Guillermo Ramírez Livia, Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tempo actuales, ¿una utopía?, p. 7 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
69
Prof. Carlos Castillo Mendoza, Aportes a la educación en el Perú de la Congregación de Hermanas Dominicas de la Inmaculada
Concepción,p. 23 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
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de tantas enseñanzas. Pero no basta enseñar tantas cosas materiales a los ciegos. Son necesarias, sí, para hacerles
salir de su condición de indigentes y puedan llevar con dignidad una vida en el futuro. Pero junto con esas
enseñanzas, Eduviges quiere enseñar a Cristo, que es la verdad. Su enseñanza no es meramente teórica. Quiere
enseñar con el ejemplo de forma que su vida se transforma en una prédica del amor de Cristo Eucaristía. Un
amor que para ella es la Verdad. ―La educación es un proceso complejo de carácter socio cultural que se
desarrolla como política de Estado de manera constante y tiene como propósito fundamental la formación
integral del ser humano en un determinado contexto social, acto que no está exento de ideología. Cuando se
educa integralmente se construye fundamentalmente la persona y el arte (como la música) humaniza, forma
seres humanos capaces de aprehender aquello que sólo se ve con el alma, pues lo esencial es invisible a los ojos.
―Como educar es humanizar, Madre Eduviges Portalet reconocía que su trabajo educativo era una manera de
servir a Dios en los desheredados y por eso escribió a sus hermanas en junio de 1866: Las bondades de Dios son
infinitas. Él se ha dignado suscitar en estos últimos años una pequeña familia de Hermanas, especialmente
consagradas a instruir a la juventud privada de la vista…. de la luz corporal y expuesta, a causa de su
enfermedad, a no gozar de la luz espiritual…(DIC. Edwige Portalet, op. Cit., pp 47, 48).
―En este camino, Eduviges Portalet no desechó la experiencia de dar clases de piano. Como desde sus inicios la
Congregación tuvo a su cargo la tarea de educar y formar a niños y niñas ciegos, que la sociedad iba
proscribiendo, poco a poco fue acumulando experiencia de servir educando, siguiendo su don personal y el
ejemplo de Jesús, Maestro por excelencia.
―Se enseña no sólo para transmitir conocimientos de ciencia, arte y tecnología, sino fundamentalmente para
formar personas cuya experiencia y conocimiento serán signos de que se vive en el espíritu del Evangelio, en el
contexto concreto de cada pueblo, cuyas particularidades históricas, étnicas, geográficas y culturales son
indicadores de las cualidades que debe tener quien predica la palabra de Dios con inteligencia, amor y visión
específica. Con qué habilidad (Eduviges Portalet), confeccionaba y remendaba sus vestidos, utilizaba todas las
vejeces que recibía de los ricos. Cada año en vacaciones, los hermanos del pensionado de San José,
recolectaban en canastas los donativos de los alumnos: blusas viejas, pantalones, camisas, medias. Todo era
remendado con cuidado por sus propias manos, porque la Madre era maestra en el arte de poner parches en la
ropa; con que complacencia maternal contemplaba un vestido bien remendado. (DIC. Edwige Portalet, op. Cit.,
p. 61).
―Y los frutos de la educación salen a la luz el momento menos pensado. Un día, -escribe Eduviges Portalet- en
el cual todos trabajábamos en el jardín, vinieron a visitarnos el Canónigo Massol y el Canónigo Malhomme;
llamé a las niñas, Virginie leyó, Josephine escribió una frase ambas en el sistema Braille y Marie recitó una
fábula. Estos buenos sacerdotes quedaron maravillados, nosotras no quedamos menos…(DIC. Edwige Portalet,
op. Cit., pp 62)‖70.
En la orden de los Predicadores Eduviges encontrará como carisma eso mismo que ella estaba experimentando y
viviendo con sus niñas ciegas en Toulouse. De allí que busca la adhesión al carisma de Sto. Domingo de
Guzmán, no como algo artificial, sino como algo natural, porque ya lo estaba viviendo. ―Predicar es el mandato
recibido de Jesús. Supone no solo una tarea sino una actitud, porque no se puede hablar de algo si éste no
pertenece al acerbo personal o no es propio de uno mismo. De modo que la predicación empieza por la
conversión, es decir, por la asimilación de la verdad evangélica como propia, que lleva al compromiso y se
comparte con los demás porque ya se posee.
―Esto lo comprendió muy bien Domingo de Guzmán, quien hizo de la palabra y el ejemplo de su vida austera el
medio ideal para predicar el Evangelio, dejando a un lado la manera como se había venido haciendo, es decir
empleando la fuerza o la guerra, exigiendo a pensar a todos de la misma manera. En cambio, su estilo
bondadoso y pacífico le hizo ser un apóstol más de la Iglesia, cuya vigencia lleva muchos siglos‖71.
70
71
Ibídem., p. 27.
Ibídem., p. 10 – 11.
- 37 -
Llegamos pues a encontrar los dos elementos constitutivos de la misión del carisma de Eduviges Portalet, ser
portadora de la Luz y predicadora de la Verdad. Ambos elementos nacen de la experiencia del espíritu y
quieren ser una configuración del Cristo Luz y Verdad al que Eduviges donó su vida y del que hizo una escuela,
una pedagogía que en el siguiente capítulo pasaremos a descubrir.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. ¿Qué es la misión desde el punto de vista espiritual?
2. ¿has hecho de tu vida una verdadera misión?
3. ¿Cómo definirías según lo visto en este capítulo la misión de un docente dominico?
4. ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía en la misión de Eduviges Portalet?
5. ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía en tu vida?
6. ¿Por qué Eduviges Portalet se dejó conquistar por la verdad que es Cristo?
7. ¿Cómo enseña Eduviges Portalet la verdad a los niños ciegos?
8. ¿Cómo enseñas la verdad a tus alumnos como docente dominico?
9. ¿Cuál es el nexo natural del carisma de Eduviges Portalet con la familia dominicana?
- 38 -
CAPÍTULO IV
ELEMENTOS ESENCIALES DE LA
PEDAGOGÍA DE LUZ Y VERDAD
- 39 -
Origen de le pedagogía de portar la Luz y predicar la Verdad.
Hemos ya identificado los elementos básicos que conforman la misión del carisma de Eduviges Portalet: portar
la Luz y predicar la Verdad. Estos elementos han nacido del contacto que Eduviges ha tenido con la realidad de
su tiempo y como hemos ya visto, todo carisma nace precisamente para remediar una necesidad urgente en la
Iglesia.
El carisma de la fundadora no actúa por sí solo. No es una varita mágica que responde a todas las dificultades
de un problema determinado. Como parte de una experiencia del espíritu, es necesario individuar el núcleo
esencial del carisma y ponerlo en contacto con la realidad, de forma que sea el Espíritu que guíe y oriente las
acciones idóneas para remediar la necesidad emergente. Eduviges Portalet así lo realizó cuando en 1866 inicia
su obra que está siempre en contacto con los invidentes. ―La autoridad eclesiástica de Toulouse y algunas almas
generosas viendo que hasta ahora no se ha hecho nada en esta Ciudad Metropolitana y en su vasta diócesis, a
beneficio de esas pobres criaturas de Dios, privadas de la luz corporal y expuestas, a causa de su enfermedad, a
no gozar e la luz espiritual, se han dirigido a nosotros para abrir en Toulouse un Instituto donde serán cuidados e
instruidos los niños de uno y otro sexo‖72.
Nace por tanto la experiencia del espíritu, a partir del trabajo que Eduviges realiza con los niños ciegos.
Eduviges conoce muy bien esa triste realidad, cuyos pormenores ya hemos comentado en capítulos anteriores. Y
a partir de esa realidad nacen las intenciones y el espíritu que darán origen al carisma de fundación, cuando es
transmitido por la fundadora a las primeras religiosas de la Congregación y posteriormente a las religiosas DIC y
a los docentes dominicos de todos los tiempos y lugares. Pero nos encontramos ahora con un problema. La
situación es diversa. Ya no vivimos en un contexto de la Revolución Industrial en la Francia de mediados del
siglo XIX. Ya no son niños y niñas ciegas a los que hay que educar. Necesitamos preguntarnos qué es lo que
hace posible este cambio de panorama al dedicarse ahora a una labor docente no exclusiva para niños ciegos y si
es legítimo hablar de una actualidad del carisma frente a la situación coyuntural que vive nuestra cultura.
No es simplemente un salto dialéctico sino una reflexión profunda, parte de la experiencia del espíritu, la que
permite a Eduviges Portalet abrir sus horizontes y ver más allá de la ceguera física de esos niñas y niños ciegos
de Toulouse. Es el Espíritu quien guía los pasos de Eduviges para hacerla comprender que habría que ser más
que luz física para los que no tienen luz. ―De la contemplación y del estudio a este Dios que es luz nace en
madre Eduviges el compromiso de ser luz para los que no tienen luz física, sino carentes de una luz espiritual
para ver su propia dignidad humana‖73.
De esta forma ella misma impulsa el paso no sólo a América, sino también a unos horizontes más vastos en su
misión cuando acepta hacerse cargo del leprosario en Cuenca. El factor que permite pasar de un apostolado a
otro es la capacidad de ver esas cegueras espirituales en las personas. Si la ceguera física le ha servido como
pretexto para hacer la experiencia del espíritu y así darse cuenta de quién es la verdadera Luz, de esa misma
manera, habiendo adquirido esta sensibilidad para las personas a las que le falta la Luz de Cristo, puede pasar
del cuidado de unos ciegos, al cuidado de los leprosos. Eduviges no ve ya diferencia alguna. Ambas son un mal
por ser una carencia del bien, esto es de la luz que les falta a unos y a otros.
Estamos entonces tocando un elemento esencial del carisma que ha dado flexibilidad en la misión a las
hermanas DIC a lo largo de toda su historia. Quien hace la experiencia de la Luz, puede ver las carencias de Luz
que hay en muchas y distintas personas, sin quedar circunscritas a la ceguera física. Si bien el carisma nace a
partir de la ceguera física, al ser una experiencia del espíritu, es el mismo Espíritu quien permite que lo que
primero fue sólo un compromiso para quien no tenía luz física, se agrande y pueda ser aplicado a quien no tiene
la luz espiritual. Testigo de esa transformación espiritual es la misma madre Eduviges. ―El leprocomio no pudo
mucho tiempo contener el celo de nuestras queridas hermanas, de aquí que no tardó el Padre Durante en
proporcionar una Casa en la Ciudad de Cuenca para abrir un Colegio y un Noviciado, para las jóvenes, que
desde algún tiempo solicitaban su entrada en la familia dominicana‖74.
72
Hedwige Portalet, Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 10.
Guillermo Ramírez Livia, Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tempo actuales, ¿una utopía?, p. 23 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
74
Hedwige Portalet, Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 10.
73
- 40 -
Esta experiencia de la Luz, hecha por Eduviges podrá ser compartida por todos aquellos que son llamados por
Dios a seguir este carisma para su santificación propia y la de otras personas. Haber hecho la experiencia de la
Luz a partir de los que no tienen luz, da al espíritu una especial sensibilidad frente a esta carencia ya sea física o
espiritual de los que no tienen luz. Y así como Eduviges en base a esta experiencia del espíritu vive y desarrolla
una serie de cualidades especiales, que es su espíritu como ya lo hemos previamente explicado, de la misma
manera quien siga las huellas de madre Eduviges podrá vivir y desarrollar esas mismas cualidades con los que
no tienen ni la luz física, ni la Luz espiritual.
Se abre por tanto para el carisma caminos inusitados. Ya no son simplemente las niñas ciegas de Toulouse a las
que hay que llevarles la Luz. Ahora toda persona que no tiene luz, que padece una ceguera de cualquier tipo,
podrá ser el destinatario del carisma de madre Eduviges. La condición es que la persona que sigue este carisma
debe ponerse en contacto con la necesidad apremiante que hay en la Iglesia de las personas que carecen de luz
ya sea física o espiritual y, bajo la escuela espiritual de Eduviges, hacer la experiencia del espíritu, haciendo la
experiencia de la Luz y siguiendo las huellas de entrega de madre Eduviges, vivir y desarrollar las mismas
virtudes y cualidades en la entrega hacia el que no tiene luz. Parte de nuestro estudio que veremos a
continuación será el desarrollar en qué consiste este elemento de ser portadores de la Luz.
Pero antes debemos profundizar el segundo elemento del carisma y de la misión de Eduviges, el ser predicador
de la Verdad. Ya hemos dicho que Eduviges no se contenta con entretener o formar académicamente a los niños
y las niñas ciegas de Toulouse. Por la experiencia del espíritu que va realizando, junto con la experiencia de la
luz, se da cuenta que a esos niños y niñas les han quitado lo más valioso que posee un hombre después del don
de la vida, su dignidad. Muchos de ellos despreciados no sólo por la sociedad sino por su propia familia han
recibido un trato inhumano, indigno de una criatura de Dios. Y este maltrato no sólo físico en ocasiones, sino
muchas veces espiritual, ha dejado hondas huellas de sufrimiento en esas almas, en esas pequeñas personas.
Eduviges se da cuenta de ello y al mismo tiempo que hace la experiencia de la Luz, hace la experiencia de la
Verdad. A estos niños y niñas les han quitado la verdad de sus vidas. El esfuerzo de madre Eduviges, junto con
el de darles la luz física y la Luz del espíritu, será la de devolverles a ellos la verdad de su ser. Pero esta verdad
es parte de una Verdad más grande. Se trata de devolverles a ellos su dignidad de hombres a partir de su
dignidad de hijos de Dios. Si los hombres han pisoteado la dignidad de estas personas, solo un Hombre puede
devolverles a ellos su verdadera dignidad, como parte de la dignidad de este Hombre. Encontrará entonces en
Cristo la Verdad que ha sido pisoteada en esos niños y que ahora hay que restablecer. El camino que elige es la
escuela dominicana de la predicación de la Verdad, porque con esa predicación llegará más fácilmente al
corazón de esos niños y también al corazón de esa sociedad que se ha vuelto inhumana por seguir la lógica de la
productividad de la Revolución Industrial y no la lógica del amor. ―Predicar la verdad es otro de los términos
que constituyen el carisma, la identidad y la misión de las hermanas DIC. La verdad no se refiere sólo a las
conclusiones lógicas entre premisas y conclusiones, también la supone, pero lo primordial es lograr
teológicamente el acceso a la verdad que es el mismo Dios. La mentalidad hebrea nunca conceptualiza a Dios, o
expresa a través de la experiencia que tiene de él a lo largo de la historia; para referirse a ello ha utilizado dos
términos hebreos: hesed y `êmet. Ambos términos indican fidelidad a los compromisos asumidos en el Sinaí.
Dios es verdad por-que sus palabras son verdad, porque él no miente. (…) Por lo tanto, predicar la verdad no es
sólo, principal y primordialmente proclamar lo que es verdad, hablar con veracidad, sino ante todo y
principalmente anunciar la revelación divina, el designio salvador de Dios padre, la automanifestación de Dios
definitiva y perfecta en y por Jesús‖75.
Nace entonces junto con la experiencia de la Luz, la experiencia de la Verdad. Ambas serán inseparables.
Ambas irán de la mano una y otra complementándose como un todo para poder enfrentar las nuevas necesidades,
las emergencias que se dan en el mundo de hoy. Así como el portar la Luz ha generado una escuela de donación
hacia el prójimo, por querer llevar la luz física y la luz espiritual, así también predicar la Verdad ha generado
una escuela de amor en los seguidores de madre Eduviges Portalet. Eduviges quiere de laguna manera no sólo
dar la luz física y espiritual alas personas que carecen de ello. De la misma manera y al mismo tiempo quiere
donar de nuevo la dignidad a las personas que la han perdido. Y para ello, el medio que escoge es predicarles la
75
Guillermo Ramírez Livia, Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tempo actuales, ¿una utopía?, p. 24 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
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Verdad de Cristo de forma que quien la ha perdido, la pueda recuperar. Predicar la Verdad se convierte por tanto
en todo un programa para esta familia dominicana, fiel a la espiritualidad del Padre Domingo de Guzmán y fiel
a la espiritualidad específica de madre Eduviges Portalet. ―Es importante recordar que madre Portalet es la
pedagoga de la verdad, puesto que estuvo atenta a la realidad que le tocó vivir, atenta a la verdad del mundo y a
sus necesidades, se daba cuenta que al ingresar al invierno el frio sería duro, de manera especial para los niños y
eso la conmovía. Ella nos enseña a estar siempre atentos a las necesidades que el hombre y el mundo requieren,
pero con la ayuda de Dios Padre que es amor justo y exigente, que nos invita, a no quedarnos con las apariencias
o con el momento sino ser trascendentes y coherentes a imagen de Jesucristo que es la Verdad.
―De esta manera vivir en la Verdad para Eduviges Portalet implicaba estar atenta a las distintas realidades del
entorno dando una respuesta, siendo consciente que somos seres contingentes, necesitados de la ayuda de Dios
Padre y misericordioso. Ante esta realidad el camino la llevó a acercarse con humildad y confianza ante ese
Dios Padre Misericordioso que le entrega su gracia y que ella asume con plena disponibilidad‖76.
La sensibilidad de madre Eduviges hacia la verdad es integral y contagiosa. Integral porque fija su mirada en
todos los aspectos que componen la verdad de su entorno, es decir, la verdad de los seres con los que trabaja, la
verdad de la realidad y el espacio en el que le toca llevar a cabo la misión, la verdad de Dios que le dona el
punto de referencia hacia el cual deben tender los otros aspectos de la realidad con la que trabaja, esto es la
verdad de las personas y la verdad del entorno. Hacer la experiencia de la verdad, conlleva necesariamente el
compromiso de cambiar situaciones que no van de acuerdo con la verdad. Una verdad que no se materializa en
el espíritu o en el aspecto físico es una verdad a medias. Contemplar la verdad y ver que ésta no se ajusta a la
realidad es hacerse cómplice con la mentira. No existe lo que en nuestro lenguaje se conoce como verdades a
medias. O se vive y se hace la verdad integral o se es cómplice de la mentira. Se crea por tanto una sensibilidad
hacia la contemplación y el trabajo por la verdad. Este será por tanto el segundo elemento de la pedagogía de
Eduviges Portalet.
Pasemos por tanto ahora a estudiar estos dos elementos característicos de la Pedagogía de Eduviges Portalet, ser
portadores de la Luz y predicadores de la Verdad.
Significado de la palabra pedagogía en Eduviges Portalet.
Es necesario comenzar a identificar el significado de pedagogía, si queremos hablar de una Pedagogía de Luz y
Verdad. Lo haremos manejando dos dimensiones que de alguna manera se complementan y reafirman lo que
hemos venido diciendo hasta ahora. El carisma de madre Eduviges es actual porque la experiencia del espíritu,
si se hace bien, contiene en sí misma elementos atemporales que le permiten su adaptación a tiempos, lugares,
circunstancias y culturas distintas de las que las han visto nacer. Debemos tener mucho cuidado en no caer en
una adaptación forzada, por lo que nos debemos guiar en forma prioritaria de todo aquello que el Espíritu ha
dejado en el carisma de madre Eduviges como perenne y por tanto con la capacidad suficiente de adaptación.
No debemos olvidar sin embargo que en este proceso de adaptación un lugar muy importante lo tiene la persona
que realiza la adaptación, de ahí que se le pidan siempre dos cualidades. Un conocimiento experiencial del
carisma que pretende adaptar y un conocimiento de la realidad a la que pretende adaptar el carisma. De esta
manera evitaremos caer en forzaduras intelectuales o ingenuidades espirituales.
Comencemos por el término de la pedagogía. ―Y al referirnos a la pedagogía, la entendemos como el conjunto
de saberes que buscan tener impacto en el proceso educativo, en todas sus dimensiones, como en la
comprensión y organización de la cultura y la construcción del sujeto. Por lo tanto, al decir pedagogía de la luz
y la verdad, desde nuestra perspectiva arriba mencionada, que-remos decir que la luz y la verdad como
categorías teológicas – éticas y espirituales pueden tener un impacto en la educación holística (integral) que nos
reclama nuestro país y la Iglesia en el Perú en un proceso de nueva evangelización‖77.
76
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una Pedagogía de Luz y Verdad, p. 11. en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
77
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
p. 3 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
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También en el contexto latinoamericano podemos observar lo siguiente: ―Es parte fundamental de la educación
formar para la vida en todas sus manifestaciones, especialmente la del ser humano, desde su concepción hasta su
muerte natural. Para ello es preciso una nueva epistemología iluminada por la ética y el respeto a la persona que
aborde la ciencia y los diversos saberes, desde la
multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad. Defender y promover la vida exige un
diálogo respetuoso que armonice todos los discursos: el científico, el tecnológico, el ético y moral, el político, el
cultural y el religioso. (DA 123, 124, 464)‖78.
Hablamos entonces de la pedagogía como una actividad que se dirige hacia la formación de toda la persona.
―Ahora bien hablar de educación es ‗insistir en el auténtico fin de toda escuela. Ella está llamada a
transformarse, ante todo, en lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación
sistemática y crítica de la cultura. Esto supone que tal encuentro se realice en la escuela en forma de elaboración,
es decir, confrontando e insertando los valores perennes en el contexto actual‘ ( DELORS JACQUES. La educación
encierra un tesoro, edic. Unesco, Madrid 1996, pp.13-19). Siempre consistirá en acompañar a los seres humanos para
que puedan alcanzar la plenitud de su ser. Debemos entender que la experiencia de la vida del hombre es una
experiencia educativa continua en diferentes espacios y momentos en los cuales el ser humano se va logrando o
se va mal logrando. Esto exige que la educación sea integral puesto que nos capacita para incorporarnos en una
cultura y transformarla para una realización en plenitud‖79.
―Centrándonos en nuestra preocupación concreta, la educación es, por su propia naturaleza, una actividad
dotada de un determinado propósito: privada de ese sentido de propósito, todo lo que queda es el ritual de la
escolarización al que todos los educadores estamos llamados a cambiar. El compromiso para con la educación
debe basarse siempre en la esperanza, y verse alimentado por la creencia y la capacidad de la humanidad de
encontrar soluciones racionales y razonables a los problemas que la afectan. Si perdemos esa fe, y parecemos
correr el peligro de hacerlo, se verán minados los propios cimientos de la educación‖80.
Para completar nuestra pequeña investigación sobre el significado de la palabra pedagogía que en muchos casos
la equiparan a la de educación, no debemos olvidar una definición que ya se ha hecho clásica:
―1. Aprender a conocer, es decir adquirir los instrumentos de la comprensión;
2. Aprender a hacer, para poder influir en el propio entorno;
3. Aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas;
4. Aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores‖81.
De todas estas definiciones y aproximaciones por pedagogía y educación nos damos cuenta que es una actividad
que tiende a formar a toda la persona y no sólo un aspecto de ella. El peligro de nuestra época es la de reducir el
hombre a su aspecto material y psíquico dando un énfasis exagerado a su aspecto físico y psicológico que se
manifiesta en una tendencia a buscar a toda costa el bienestar en esos dos campos. La pedagogía en este caso se
limita a formar esos aspectos físicos y psíquicos que proporcionen bienestar a la persona. Por ello el énfasis que
existe hoy, por una parte, en formar sólo la parte académica, de modo que la persona pueda acceder a una buena
instrucción universitaria y así tener un medio de vida que le permita acceder al bienestar que propaga la
sociedad de nuestros tiempos. Y por otro lado, el formar para el bienestar individual, para sentirse bien, en
armonía con uno mismo, dejando a un lado el aspecto comunitario o de solidaridad.
―Tanto la globalización como la postmodernidad se hacen evidentes en nuevas formas educacionales, que
basadas en una antropología reduccionista82 afirman que ―el hombre es un ser que produce, que compite, que
oferta y demanda‖; por ende, debe formarse para competir en un mundo globalizado y post – moderno. De esta
manera de concebir al hombre, nace una pedagogía centrada en mostrar y exponer conocimientos, de tipo
78
CELAM, Vayan y enseñen. Identidad y misión de la escuela católica en el cambio de época a la luz de Aparecida,n.6.
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una Pedagogía de Luz y Verdad, p. 3 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
80
Colin Power J. Educación y cultura, Sígueme, Barcelona 2006.
81
Delors Jacques, La educación encierra un tesoro, Unesco, Madrid 1996, pp.96-109.
82
CELAM, Documento de Puebla, nn. 543 – 544.
79
- 43 -
conceptual o procedimental y de carácter casi siempre científico y técnico, olvi-dando otra dimensión humana,
los valores humanos necesarios e imprescindibles para la convivencia pluricultural como es el caso de nuestro
país‖83.
La pedagogía de Eduviges Portalet es distinta. Basada en los pilares de la luz y la verdad logra penetrar en cada
persona para iluminar con la Luz la Verdad de su ser. Es una pedagogía por tanto que busca hacer la verdad en
cada persona. Si las clases de piano, la higiene y tantos otros aspectos menudos sirven para que los niñitos
ciegos puedan tener la luz física en sus vidas, no olvida presentarles la verdad de Jesucristo, de modo que esa
verdad sea el fin de toda su pedagogía. Formar en la verdad para madre Eduviges es formar a toda la persona.
Un aspecto que no es exclusivo de ella, sino de toda pedagogía cristiana. ―En la historia de madre Eduviges
Portalet, la niñez y la juventud femenina que estaba marginada de la educación fue acogida con amor, con ese
carisma que le permitía estar atenta a las necesidades de cada uno de los niños y jóvenes a los que acogía para
su vez ayudarles a recobrar la Luz de la esperanza, de la fe ,del amor y la serena claridad de la paz (HEDWIGE
PORTALET. De las tinieblas a tu admirable Luz, Francia 2000), los muchachos que Calasanz veía correr y alborotar por
las calles romanas, o que La Salle encontraba en los pueblos de Francia, o que Don Bosco acogía, los podemos
encontrar hoy a nuestro alrededor, son aquellos que han perdido el sentido auténtico de la vida y carecen de todo
impulso por un ideal, a los que no se les proponen valores y desconocen totalmente la belleza de la fe, que
tienen a sus espaldas familias rotas e incapaces de darles amor, viven a menudo situaciones de penuria material
y espiritual, son esclavos de los nuevos ídolos en una sociedad, que, constantemente, les presenta un futuro de
violencia, desocupación y marginación.
―A estos nuevos pobres se dirige con espíritu de amor la propuesta de una educación cristiana católica. En tal
sentido, ella, nacida del deseo de ofrecer a todos, en especial a los más pobres y marginados, la posibilidad de
instruirse, de capacitarse profesionalmente y de formarse humana y cristianamente, puede y debe encontrar, en
el contexto de las viejas y nuevas pobrezas, aquella original síntesis de pasión y amor educativos, expresión del
amor de Cristo por los pobres, los pequeños, por las multitudes en busca de la Luz y la Verdad‖84.
Características esenciales de la pedagogía de Eduviges Portalet
Habiendo identificado el significado de la pedagogía de madre Eduviges pasemos ahora a analizar cuales son las
características esenciales con el afán de llegar a una sistematización. Hay que recordar que como experiencia
del espíritu, el carisma de Eduviges es dinámico y por lo tanto, su pedagogía que es fruto del carisma, también
lo es. Quiere decir que lo que ahora logramos constatar como producto de la investigación puede ser tan solo
una parte de la realidad de la pedagogía que irá respondiendo a los retos de tiempos y lugares.
Salir al encuentro
―Considerando el reto que tenemos frente a la educación en general y de manera especial con la propuesta
explícita de una educación cristiana y católica desde la Luz y la Verdad, tenemos que mirar al mismo Jesucristo
que trasciende todos los tiempos y las culturas, más aún si queremos vivir en la Luz y la Verdad queda claro un
principio que no surge de la condición humana sino de la misma verdad revelada : ―si la fe no va acompañada
de obras está muerta‖ (Santiago 2,17), aquí establecemos la diferencia de la propuesta de una educación
cristiana desde un modelo de hombre y desde un perfil de educador.
―En este contexto desde la experiencia educadora de madre Eduviges Portalet que como sabemos supo dar
respuesta a la problemática de su tiempo, a pesar de vivir en un período de muchos conflictos en todos los
campos de la vida y por lo tanto también en la vida de la Iglesia que enfrentaba la dispersión de las órdenes
religiosas, la descristianización del matrimonio por la ley del divorcio y la preconización de las escuelas sin
Dios, sin embargo encontró los espacios y momentos para desarrollar una propuesta de evangelización de la
83
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
p. 8 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
84
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una Pedagogía de Luz y Verdad, p. 7 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
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mano con la educación. Así, desde nuestras escuelas también es necesario asumir ese espíritu, adecuarlo a
nuestros tiempos y necesidades para vivir esa experiencia educadora.
―Recordemos todos los problemas y situaciones difíciles que atravesaba Francia en el siglo XIX, en lo político,
económico, social, las consecuencias eran situaciones de pobreza, desnutrición, abandono, carencia afectiva,
ausencia de modelos, etc. a su vez habían discapacitados, entre ellos muchos invidentes y Eduviges ―buscó‖ a
los ciegos, fue al encuentro de ellos se acercó con delicadeza, los tomó en sus brazos y los llevó a casa. Les
ofreció amor, ternura, un techo y el alimento tanto espiritual como material, vio en aquellos que eran privados
de la luz física, la imagen del mismo Dios, el rostro de Jesucristo. Ellos los sin luz, se sintieron amados,
redimidos, salvados, se reconocieron hijos predilectos de Dios padre y misericordia‖85.
Ir al encuentro se convierte en una de las características esenciales de la pedagogía de Eduviges Portalet y que la
dejará como herencia espiritual, patrimonio espiritual dirían los entendidos en la materia a todos sus seguidores
de todos los tiempos.
Si Eduviges inaugura esta característica de su pedagogía con los niños y las niñas ciegas de Toulouse, no es para
que quede reducida a ese ámbito. Hoy y siempre nos enseña que un buen pedagogo, un buen docente es quien
sale al encuentro de la necesidad. Es cierto que después vienen ya las características típicas de ese encuentro, el
amor, la ternura y demás aspectos espirituales y materiales, pero destaca en su pedagogía este aspecto de salir al
encuentro de la necesidad. Ella no espera a que se haga algo por los ciegos. Ella sale al encuentro de la ceguera
y despliega lo que será su pedagogía de portar la Luz y predicar la Verdad. Pero esta pedagogía no se hubiera
podido haber realizado sin esta característica de proactividad. Hoy bien podríamos decir que el docente
dominico es aquella persona que está por la educación de las personas en sus más íntimas necesidades y es la
que provoca el cambio, porque sale al encuentro de dichas necesidades.
Visión del hombre
Toda pedagogía tiene como centro a la persona humana. Por lo que bien se afirma que detrás de cada pedagogía
está una antropología, es decir una manera de concebir al hombre. Esta concepción será la meta y la guía de
todas aquellas directrices pedagógicas que pondrá en marcha cualquier proceso educativo.
Eduviges también tiene una concepción del hombre clara y definitiva que será centro y motor de toda su
actividad educativa, inscribiéndose así en la tradición de educación de la escuela católica.
―« La persona de cada uno, en sus necesidades materiales y espirituales, es el centro del magisterio de Jesús: por
esto el fin de la escuela católica es la promoción de la persona humana »86. Tal afirmación, pone en evidencia la
relación del hombre con Cristo, recuerda que en su persona se encuentra la plenitud de la verdad sobre el
hombre. Por esto, la escuela católica tiene que asumir la tarea de promover al hombre integral, obedeciendo a la
solicitud de la Iglesia, consciente de que 87todos los valores humanos encuentran su plena realización y, también
su unidad, en Cristo.
―Este conocimiento manifiesta que la persona ocupa el centro en el proyecto educativo de la escuela católica,
refuerza su compromiso educativo y la hace idónea para formar personalidades fuertes y en coherencia con
estos principios la educación dominica inspirada en el carisma de madre Eduviges Portalet pretende desarrollar
una pedagogía para las necesidades actuales de las personas desde la Luz y la Verdad‖.
Individuando esta concepción del hombre en Eduviges Portalet nos damos cuenta que ella ve en cada hombre un
depositario de la Luz y la Verdad, de lo contrario no sería portadora de la Luz ni predicadora de la Verdad.
Tenemos entonces una segunda característica de la pedagogía de Eduviges Portalet, que más bien sería su
antropología. Todo hombre tiene la posibilidad de ser Luz y de ser Verdad. Y Cristo es la medida de esta Luz y
85
Ibídem., pp. 10 – 11.
Congregación para la Educación Católica, La escuela católica en los umbrales del tercer milenio, 1977.
87
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una Pedagogía de Luz y Verdad, p. 5 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
86
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esta Verdad que Eduviges quiere vaciar en cada hombre. Pero, vayamos con orden y hagamos un resumen de la
antropología cristiana para luego pasar a la antropología de Eduviges Portalet.
Desde el punto de vista de la antropología cristiana nos damos cuenta que ―el hombre creado a imagen de Dios
es un ser al mismo tiempo corporal y espiritual, es decir un ser que desde un punto de vista está vinculado al
mundo exterior y desde otro lo trasciende. Es una unidad y al mismo tiempo una dualidad (alma y cuerpo).
―En virtud de esta imagen el hombre no solo está llamado a transformar el mundo, no solo está llamado a la
comunión de personas y consiguientemente con la sociedad; sino que también está llamado a la Alianza con
Dios, a la unión con Él. La criatura humana no es solo criatura de su Creador sino también imagen de su Dios.
―El hombre ha sido creado a imagen de Dios, en el sentido de que es capaz de conocer y amar libremente su
propio Creado. El Catecismo de la Iglesia nos dice: Es la única criatura sobre la tierra a la que Dios ama por sí
misma, y a la que llama a compartir su vida divina, en el conocimiento y en el amor. El hombre, en cuanto
creado a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien capaz de conocerse,
de darse libremente y de entrar en comunión con Dios y las otras personas. (Catecismo de la Iglesia Católica,
nn. 355 – 357).
―(…) Cristo manifiesta plenamente al hombre el propio hombre, lo que significa que la plenitud del ser humano,
sus mejores posibilidades, sólo se conocen verdadera y plenamente desde Cristo. Todo otro conocimiento del
hombre es parcial, reductivo e insuficiente. Sólo desde Cristo se puede conocer todo lo que el hombre puede ser,,
lo que puede lograr y puede alcanzar; se trata de algo que va mucho más allá de cualquier realización concreta
que no sea la existencia histórica de Jesús de Nazaret‖88.
Partiendo de la visión antropológica cristiana, Eduviges Portalet ve al hombre como ese Cristo que se debe
formar en cada hombre necesitado a partir de la Luz y la Verdad. Los niños ciegos de Toulouse son el medio y
el fin de su actuar pedagógico. Son el medio, porque le ayuden a descubrir el verdadero hombre que se
encuentra más allá de lo que se puede percibir, es decir, la imagen de Cristo. Un Cristo al que hay que formar en
cada persona, mediante la Luz y la Verdad. De esta manera, madre Eduviges centra su pedagogía en una
antropología cristiana. El niño, el necesitado que se encuentra delante del docente dominico, como el niño o la
niña ciega que se encontraban delante de Eduviges Portalet, deben verse como lo que son desde el punto de
vista antropológico, una verdadera imagen de Cristo. Esa imagen, como es imagen de Cristo, debe llegar a la
plenitud de la Luz y de la Verdad, pues esa es la causa final del hombre, llegar a ser como Cristo. Madre
Eduviges centra su pedagogía en la Luz y en la Verdad, por lo que privilegia las facetas de Luz y de Verdad en
cada hombre. Ella ve entonces en cada hombre el Cristo que se debe formar mediante la Luz y la Verdad, hasta
configurar en ellos ese Cristo pleno de Luz y de Verdad. ―Si este es el ser humano, entonces todo ser humano
está capacitado para ser portador de la luz de Cristo recibida como gracia, es decir amar a sus hermanos.
Capacitado para ser predicador de la verdad, es decir anunciador de la persona, vida y doctrina de Jesús verdad
suprema, sólo él puede decirnos quien es el padre y, por ende, quien es el hombre‖89. Esta visión antropológica
será el soporte del andamiaje de la pedagogía portadora de luz y predicadora de la verdad especialmente en los
tiempos actuales.
―Se quiere olvidar que la educación presupone y comporta siempre una determinada concepción del hombre y
de la vida. La pretendida neutralidad de la escuela, conlleva, la mayoría de las veces a la práctica desaparición
en el campo de la cultura y de la educación, de la referencia religiosa.
―Un correcto planteamiento pedagógico está llamado, por el contrario, a situarse en el campo más decisivo de
los fines, a ocuparse no sólo del « cómo », sino también del « porqué », a superar el error de una educación
aséptica, a devolver al proceso educativo aquella unidad que impide la dispersión por las varias ramas del saber
y del aprendizaje y que mantiene en el centro a la persona en su compleja identidad, trascendental e histórica.
88
Hna. Elfi de María Pozo Aguilar, Taller 1: ¿Cómo educar en la luz y en la verdad?, en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
89
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
p. 12 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
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―La educación en los colegios dominicos, con su proyecto educativo inspirados en la Luz y la Verdad desde el
Evangelio, está llamada a recoger este desafío y a darle respuesta con la convicción de que « el misterio del
hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado » (Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la
esperanza, Milán 1994, pp.. 125 – 128)‖90.
El agente eductaivo: docente por vocación
Si bien dedicaremos todo un capítulo para hablar del docente dominico es necesario dejar claro que el agente
educador, el docente dominico en nuestro caso, juega un papel importante en la pedagogía de madre Eduviges.
Ella misma es docente y hace docente a quienes comparten con ella la aventura de formar a los niños ciegos.
―Se acercaba la distribución de premios, teníamos conciencia que ese día sería decisivo para nosotras, tratamos
pues de preparar bien a nuestros alumnos. Las clases se hacían en cada salón con regularidad y mucho celo,
apenas, en dos meses de trabajo pudimos saborear los frutos de nuestros desvelos. Compuse una pequeña
comedia para nuestros niños y niñas. Monsieur Lapeyre que vio que todo estaba bien preparado, me propuso de
hacer la distribución de premios con gran solemnidad, en el teatro Capitol. Al principio me asusté de esta
proposición, pero enseguida me repuse y pensé que sin duda el Buen Dios había inspirado a Monsieur Lapeyre
para un gran bien nuestro. En efecto llegó el día, una inmensa concurrencia llenó la sala. Nuestros niños y niñas
leyeron, escribieron, tocaron piano, cantaron y representaron la comedia, con tal éxito que e merecieron
estruendosos aplausos y entusiastas aclamaciones. ¡Bravo!¡Bravo! Nuestra causa estaba ganada, habíamos
probado nuestra abnegación y nuestra inteligencia por la obra, que nos había sido confiada‖91.
Eduviges se pone no como ejemplo y modelo, sino como guía de quien será la primera docente dominica de la
Inmaculada Concepción. Afloran dos características esenciales de su docencia, como ella misma menciona, la
abnegación y la inteligencia. Sin afanes de mostrar una falsa modestia, sabe que el éxito logrado, haber
preparado concienzudamente a los niños y niñas para la ceremonia de fin de años es fruto de la abnegación y de
la inteligencia, dos virtudes que deberán ir siempre de la mano en la labor pedagógica de todo docente dominico.
Inteligencia para conocer qué se debe hacer para educar, para volcar en cada niño y niña la imagen de Cristo,
Luz y Verdad. Y por otro lado, abnegación para poner en práctica lo que se ha visto con la inteligencia. Pocas
escuelas pedagógicas llegan a ser tan realistas como la de madre Eduviges Portalet. Especialmente en lo que se
refiere a la abnegación. En un mundo que huye del sacrificio, que busca resultados fáciles, prontos y duraderos,
ha olvidado el valor de la tenacidad, el esfuerzo, la constancia. Virtudes que bien pueden quedar englobadas en
lo que Eduviges menciona por abnegación. Pensemos simplemente qué significa educar a niños invidentes sin
los medios que actualmente tenemos y teniendo que luchar contracorriente en un mundo que había marginado a
estos seres humanos.
“Me apresuraré”
Eduviges Portalet es la mujer del hacer, de poner en práctica lo que ha meditado en la oración, dentro del más
puro estilo dominicano. Eduviges no habla mucho de Padre Domingo, pero su actuar es reflejo de una asimilada
espiritualidad dominicana. ―Siendo la verdad algo arduo y difícil de conquistar, por ello se han originado las
distintas investigaciones; de aquí surgieron las sectas, orgullosas y ambiciosas, de quienes no aprendieron ni
trasmitieron con verdad, sino que abrazaron la presunción de la gnosis‖92.
El estudio es y será siempre en la pedagogía el punto de arranque si se quiere hacer un buen trabajo en la
formación de las personas. Hacer la verdad en pedagogía no es otra cosa que hacer un análisis de la realidad,
descubrir las causas, ponderar las consecuencias, generar estrategias en base al fin que se quiere alcanzar.
Eduviges observa la realidad, la analiza y propone soluciones. Y las lleva a la práctica, sin dilación. En un
mundo que vive de prisas, que no tiene tiempo para meditar esta apresuramiento podría ser en contra de la
ponderación que se propone como antídoto al ir siempre al galope en este mundo. Sin embargo no debe
entenderse de esta manera el apresuramiento de Eduviges. Ella ha meditado, ha contemplado la Verdad y la
90
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una Pedagogía de Luz y Verdad, p. 5 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
91
Hedwige Portalet, Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 80.
92
Clemente de Alejandría, Stromata, VII, 91, 2. El alejandrino ya se ha ocupado de la investigación en Strom., V, 5,1 – 18, 8 y VIII 1,1 -2,
5.
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quiere poner en práctica lo más pronto posible. No se apresura en meditar, en ponderar en planear. Se apresura
en poner en práctica lo que ya ha contemplado, lo cual es contrario al modo de ser del mundo de hoy que no
piensa en lo que debe de hacer y se deja guiar por el frenesí del activismo, el hacer porque se debe hacer algo,
no porque se tenga que hacer algo. Eduviges es la mujer que tiene que hacer algo porque ya lo ha contemplado
con calma. ―Ya es bastante el requisito de la contemplación a Dios como luz y como verdad, desde aquí emerge
una forma de acercarse al hombre de cada época. No es posible una contemplación sin un serio discernimiento
intelectual, sin el estudio. Desde Domingo de Guzmán pasando por Madre Eduviges Portalet hasta nuestros días,
se ha entendido que la predicación de la verdad y portar la luz de Cristo, precisa del estudio. La iglesia del
pasado, como la nuestra en un contexto de nueva evangelización precisa de una predicación veraz, doctrinal,
bien fundamentada. La herejía se define como una presentación errónea o incompleta de la verdad de Dios y del
hombre‖93.
Apresurarse para Eduviges Portalet no es más que el colofón de una actividad pedagógica contemplada antes en
la oración. ―Del mismo modo su pedagogía de luz no se quedaba en pedir sino que después de contemplar la
Luz de Dios se lanza a la acción, se apresura a colaborar con esa Luz divina siendo ella misma la portadora de la
luz para los demás, por ello repetirá con frecuencia ―ME APRESURARÉ‖. Este modo de proceder de Madre
Eduviges nos cuestiona y nos anima a seguir ese camino para compartir la experiencia de fe con nuestros
educandos. Este modo vivir en verdad es estar atentos a la realidad, mirar con los ojos de Dios, no quedarnos
con las apariencias, ver lo fundamental de las cosas. Entendió a la escuela como el agente socializador por
excelencia dentro de una comunidad, que complementaba la labor familiar, que también era imprescindible, sin
poder suplirse ni la una ni la otra. Entendió que en la escuela, los niños y adolescentes pasan gran parte de sus
días, y por ello lo hacía sentir como el segundo hogar y donde se tenía que poner especial corazón para amarlos
y llevarlos la Luz no sólo física sino también esa luz de verdad, amor, justicia, comprensión, etc.‖94.
La compasión
Ternura y compasión podrían ser términos aparentemente símiles. Me parece que habría que matizar un poco.
Lo diré brevemente. Sentir ternura no lleva necesariamente a la acción. Temer compasión, como su misma raíz
etimológica lo afirma, es padecer con el otro, padecer con quien padece. Compadecer lleva a la acción.
La escuela de Toulouse enseñó muchas cosas a Eduviges Portalet. El contacto con esos niños necesitados en
tantos aspectos abrió su alma a ellos y a Dios. Pero sobretodo abrió su corazón al sufrimiento y aprendió a sufrir
con ellos. Ya no eran más los niños ciegos y Eduviges. Se habían convertido en un solo ser que buscaba la Luz
y la Verdad, dejando para el futuro esta enseñanza para los docentes dominicos. Quien quiera vivir la pedagogía
de la Luz y la Verdad, debe hacerse uno con el necesitado, debe compadecer con el necesitado, vivir lo que él
vivió.
―De los elementos que conforman las bases de la Espiritualidad Dominicana, lo que en esencia da sentido a
todas, es la Compasión. Esta compasión que hace sensible a la necesidad de las personas en todas sus
dimensiones y es lo que madre Eduviges Portalet asimiló para las hermanas DIC, por ello estuvo atenta con ―los
ojos abiertos‖ para dar respuesta al proyecto que Dios tenía para ella y toda sus hermanas. Esta experiencia de la
compasión también la encontramos en varias ocasiones en el Evangelio: Jesús sintió compasión… entonces la
compasión es una respuesta generada desde dentro, desde el mismo espíritu que nos hace uno con el hermano
que sufre, que necesita y que en ese momento llama nuestra atención su realidad. Podríamos pensar que es una
virtud o que es un don, pero no, aprenderemos y descubriremos que todos somos capaces de desarrollarla, pero
que también podemos evadirla o ignorarla. La compasión es el punto desde el cual se puede desencadenar la
acción del compromiso, como respuesta ante la realidad, es la plataforma de encuentro de dos almas: la del que
sufre y necesita, y la del que ama, ahí se da el primer encuentro, y ese primer contacto esta lo que puede hacer la
diferencia entre una relación fría y una relación amorosa y comprometida con el otro. Pero al igual que en santo
Domingo, Madre Eduviges Portalet y tantos religiosos y laicos dominicos, encontraremos que este amorcompasivo, es el motor que nos mueve a realizar la misión y a orientar los por qué de lo que hacemos, es lo que
93
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
p. 20 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
94
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una Pedagogía de Luz y Verdad, p. 5 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
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nos da la fuerza para buscar la verdad en el estudio, como acto de contemplación, obra de misericordia y
compasión intelectual, nos lleva a contemplar en la oración, y así dar a los demás algo más que un solo sentir.
―Un dominico y por lo tanto también una hija dominica, sin compasión, estaría perdiendo la esencia de la
espiritualidad que le mueve a dar respuesta a las situaciones que el mundo vive. Hoy es necesario transmitir la
experiencia de ser Luz para los que viven en la oscuridad a través del camino que es el mismo Jesucristo.
―Sería difícil comprender a hombres que teniendo una vida de oración, un conocimiento de Dios y un contacto
con los más necesitados, no sintiesen compasión por los que nada tienen, y también sería lamentable que
después de ver a los que más necesitan y sabiendo que Jesús está en ellos como ese Cristo sufriente, no
pudiésemos amarlo en su realidad y termináramos por no hacer nada. El Amor es lo que hace la diferencia, entre
solo repetir Evangelio y el llevarlo en la profundidad de nuestro ser para hacerlo vida.
―Es por eso que podemos afirmar que Madre Eduviges es la mujer de la compasión y de la misericordia, esa
misericordia que es una actitud bondadosa de compasión hacia otro, es la actitud de comprensión del ofendido
hacia el ofensor o del más afortunado hacia el más desposeído. Es la compasión por los que sufren, que impulsa
a ayudarles a ser benévolo con el otro. Así encontramos entre los escritos: "Eran hondas las entrañas de su
misericordia". Esa misericordia que entra en comunión con el misterio de las personas y de las circunstancias.
Que supera la óptica demasiado estrecha de la norma precisa de la justicia, y que sabe percibir, aunque esté
deformada, la imagen de Dios en el ser humano. Su mirada benévola, no era indecisión ni cobardía; era una
mirada de largo alcance, porque era misericordiosa.
(…)
―La compasión por otro lado es una invitación a caminar todos, desde la oscuridad del no entender el dolor, la
enfermedad, la limitación y el sufrimiento, hacia la certeza de comprender, porque hemos sentido su dolor. Es
pasar de la definición de amar, a sentir y comprender al otro.
―La compasión es un peregrinar lleno de luchas y quebrantos, pero pleno de auténticas actitudes que van
descubriendo poco a poco, que el saber amar, es el único camino que puede transformar la realidad, es el único
camino que puede transformarnos, especialmente cuando el Dios del amor toca el corazón del hombre.
―Esa compasión nos hace asumir que el Señor nos convoca a su misión, a emprender el camino de la luz, de la
paz, del amor, desde las tinieblas y sombras de muerte. Nos envía a realidades concretas donde está la ceguera,
la ignorancia y ser para cada uno, Luz y verdad. Es una respuesta al Amor de Dios Padre para ser portadores de
afecto, ternura, justicia, bondad y de esta manera poder ver la verdadera luz de Cristo que se entrega y viene no
sólo por los justos, sino sobre todo por los pecadores que necesitan ser curados y sanados. Entonces podremos
asumir que : ―el mandamiento del amor al prójimo es el precepto que Él llama su mandamiento para que
cumplamos fielmente. Él quiere que la fidelidad al mandamiento del amor, sea el signo distintivo de una virtud
sólida y de una piedad sin falsedades…Él nos dirá tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de
beber, estuve desnudo y me has vestido, estuve enfermo y prisionero y me has visitado. Sólo habrá recompensa
para la caridad‖ (Eduviges Portalet, Conferencias (V conferencia : la Caridad).
―Hoy, desde la espiritualidad de Madre Eduviges a nosotros como educadores también estamos invitados a ser
compasivos y misericordiosos, a estar con los ojos abiertos a las necesidades que tienen nuestros educandos en
cada circunstancia de la vida y de esta forma presentarles el amor de Dios que quiere que todos seamos salvados
y conducidos a su corazón‖95.
El estudio
Dentro de la espiritualidad dominicana el estudio juega un papel muy importante. Su raíz histórica la
encontramos en el mismo fundador de la Orden, en san Domingo de Guzmán. ―Ahora bien la predicación del
Evangelio, en plena Edad Media, había decaído y degenerado de tal manera que algunos grupos sociales
95
Ibídem., pp. 23 – 25.
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comenzaron a reaccionar. La acción de Domingo de Guzmán fue clarividente a este respecto: No se puede
hablar de Dios –intuyó– al margen de las realidades que viven los seres humanos. Para penetrar en su realidad
se requiere el ejercicio de la inteligencia, apoyada ésta en los recursos del pensamiento y de las ciencias. Santo
Domingo llegó a la conclusión de que el dominico tiene que estudiar a fondo. Tiene que reflexionar en
profundidad sobre lo que está acaeciendo en este mundo que paradójicamente se presenta como maravilloso y
desolado‖96.
Eduviges Portalet lo aplicó a ellas mismas y a la hermanas que le ayudaron a poner en pie la primera escuela en
Toulouse. El estudio no es simplemente la actividad académica que nos lleva a aprender algo de los libros y
aplicarlo en la realidad. Estudio en la espiritualidad dominicana es contemplar la verdad para luego hacer la
verdad en la realidad. Eduviges contempla la verdad en esos niños, se da cuenta cual es la Verdad a la que hay
que llevarlos y estudia la forma en que esa Verdad tiene que llegar a ellos. De la misma manera el docente
dominico debe contemplar la verdad de la realidad en la que desempeña su docencia. Darse cuenta de cuales son
las carencias básicas. Estudiar cuál debería ser la verdad en esas realidades, estudiar la forma en que pueda
hacerse la verdad en ellas y después ponerla esos medios en práctica.
De nuevo vemos el carácter eminentemente práctico de la pedagogía de Eduviges Portalet que de la
contemplación de una realidad llega a la forma práctica de resolverla.
―En el ejercicio dominicano del estudio aparecen dos rasgos que definen, de alguna manera, la trayectoria
histórica y espiritual. Aquellos que se expresan en dos afirmaciones, convertidas en lema de los dominicos: la
afirmación ‗Veritas‘, es decir, ‗Verdad‘, y la reflejada en el dicho de Santo Tomás, ―contemplata aliis tradere‖,
que traducido es: ‗contemplar y dar lo contemplado‘. Ambas expresiones y sus implicaciones enriquecen y
alimentan esta espiritualidad dominicana. Esta experiencia de llevar la Luz y la verdad, se encuentra de manera
explícita también en la espiritualidad de madre Eduviges Portalet cuando pide que uno debe estar con los ojos
abiertos, ojos físicos, de la mente y del corazón.
―Así el estudio en la espiritualidad dominicana es válido hoy, puesto que no es un mero aprendizaje de saberes,
sino como una „sabiduría para la vida‟; no como un orgullo que aplasta, sino como el mejor servicio que se
puede ofrecer al mundo; no como un sólo oficio, sino como un acto de ―compasión intelectual‟. Una forma de
compasión que presupone la comprensión de la realidad y una forma de comprensión que lleva a la compasión
intelectual. Esta es la dimensión más sapiencial en el ejercicio del estudio dominicano. Por ello, dedicarse al
estudio, en dominicano, es responder al cultivo en la búsqueda de la Verdad‖97.
La pedagogía de portar la luz.
En el segundo capítulo hemos explicitado en qué consiste el carisma de portar la Luz que como experiencia del
espíritu Eduviges Portalet inauguró en su vida y legó como patrimonio espiritual para la congregación de las
hermanas DIC y para los docentes dominicos.
Nos toca ahora desarrollar la forma en que este carisma se hace pedagogía, la pedagogía de portar la Luz. Si
hemos asegurado que Eduviges Portalet se hace Luz para todo tipo de invidentes, es necesario descubrir la
forma en que esa Luz llega a esos invidentes de todos los tiempos y de todas las especies.
Tres son las características de la Luz que Eduviges experimenta y cada una de ellas tendrá su propia pedagogía,
su propia forma de ser enseñada. Luz como descripción de Dios, Luz como la experiencia existencial de Dios,
Luz como amor.
96
97
Ibídem., p. 25.
Ibídem., p. 25.
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Pedagogía de la Luz como descripción de Dios.
Ante la oscuridad del dolor, los problemas, las inseguridades, lo primero que hace Eduviges Portalet es buscar la
Luz, pedir esa luz de la providencia para saber qué hacer y cómo colaborar con el plan de Dios98. La pedagogía
consistirá precisamente en llevar esa Luz para tantos y tantos niños ciegos que esperan la Luz. ―su familia
religiosa debe ser portadora de luz, para abrir la visión a tanta ceguera que deambula por la vida‖99.
La pedagogía de la Luz, como primer paso consiste precisamente en ver en Dios la Luz que será necesaria llevar
frente a los problemas que acosan a los necesitados. Eduviges es maestra de los ciegos no porque se hace luz
para ellos, sino porque contemplando la situación difícil por la que pasan los niños ciegos, pide luz a la
Providencia para saber qué hacer de forma que la Luz de Dios se convierte para ella en una guía de lo que debe
de hacer. La pedagogía de la Luz es confiarse en la Providencia de tal manera que esa Providencia se convierte
en Luz que ilumina el camino de lo que se tiene que hacer. La luz en la revelación es Jesucristo mismo. Quien
ve a Jesucristo, ve la luz misma y esta fue la experiencia del espíritu de Eduviges Portalet y que enseñó a sus
discípulas y por ende a todo docente dominico. El primer aspecto de la pedagogía de la Luz es hacer la
experiencia de la impotencia humana frente a las más diversas cegueras del hombre para confiar sólo en la Luz
de Dios. Luz que será la Providencia y la guía de lo que deberá hacerse para resolver las más distintas cegueras.
La pedagogía de la Luz en este primer aspecto consiste en no confiar en sí mismo para confiar sólo en la Luz de
Cristo de forma que Él ilumine todo lo que hay que hacer para resolver el problema de la ceguera.
Eduviges Portalet es testigo principal de esta pedagogía cuando constata los frutos de quien se deja iluminar por
la luz de Cristo. ―El martes que seguía a nuestra llegada, o sea el de julio, fiesta de la Visitación de la santísima
Virgen, por indicación del Señor Vicario General de Pons fui a buscar una pequeña cieguecita llamada María
Courdey. Sor Melania me acompañó, la encontramos en una buhardilla ocupada en jugar con unos pedazos de
loza rota, en compañía de su perro, el querido Lami.
―El padre y la madre que estaban ausentes fueron avisados por una vecina. Todo se decidió en un momento. Un
pequeño paquete, que se puso en una cesta, lo llevó la mamá, junto con una sillita, objeto del amor de su hijita.
―La pequeña se dio a nosotras desde el primer momento, nos tenía de la mano y a cada momento repetía en alta
voz. <Voy a convento para aprender piano – música, a leer y a tejer. Los muchachos y las muchachas de la
vecindad, sus amigos de todos los días nos seguían (…). Dios nos bendijo, pues en el momento que escribo
estas líneas, María es una buena joven, inteligente y piadosa, debiendo en este mismo año entrar como profesora
en la Institución, que ha sido para ella la mejor de las Madres‖100.
No podría haber mejor ejemplo de esta pedagogía de confianza en la Providencia que la que nos ha dejado la
misma Eduviges. No hay planes preconcebidos, no hay nada escrito. Lo único que hay es una gran confianza en
la Providencia como Luz que será de guía en todo el proceso formativo de esta chica. Y los resultados se ven al
cabo de los años, de tal forma que la hacen arrancar a madre Eduviges una alabanza a Dios por el bien que se ha
hecho, no dudando en atribuir el mérito no a ella sino a la Institución. Lo veremos en el momento de aplicar esta
pedagogía de la luz como descripción de lo que es Dios, que quien se pone en manos de la Providencia después
de haber visto las necesidades de las personas es guiada por la Luz de Cristo y encuentra en Él la descripción de
lo que se debe llevar a cabo.
Y en otro pasaje de su vida, vemos como Madre Eduviges Portalet pone toda su confianza en la Providencia y se
abandona a ella. ―El invierno y el frío se hacía sentir, lo veía con terror, pues los pequeños no tenían con que
cubrirse, sino unos pedazos de tela que nos habían regalado y que nosotras habíamos arreglado del mejor modo
posible; para el verano podían servir, pero para invierno imposible. Este pensamiento me inquietaba y me
repetía sin cesar. ¿Cómo podré comprar frazadas de lana?, deben ser muy caras y es necesario conservar el
dinero para comprar el pan. ¡Dios mío, ven en mi socorro!... Y ese socorro no tardó. Monsieur de Tournamille,
98
Hedwige Portalet, De las tinieblas a tu admirable Luz, Francia 2000.
Cf. Iréne Gil, Hedwige Portalet, Francia 2000, p. 191.
100
Hedwige Portalet, Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 21.
99
- 51 -
Vicario de San Nicolás, nos hizo una visita y al despedirse me dijo: <hermana quisiera decirme qué es lo que
más necesita?> Me apresuré en hacerle mi pedido. La respuesta no se hizo esperar, en la tarde de ese día las
camitas de mis pequeños estaban calientitas con las frazadas nuevas, con que la Divina Providencia atendía
amorosamente a nuestras necesidades‖101.
Como parte de la pedagogía de la Luz como descripción de la Luz, conviene que el docente dominico se ejercite
en el discernimiento de espíritus102 para dejarse guiar en su actuar por el espíritu bueno. Un medio pedagógico
será el acostumbrarse todas las noches a hacer el examen de conciencia no como un balance de contabilidad en
el que se detectan aspectos negativos y aspectos positivos, sino que tiene que ir al fondo de esos
comportamientos positivos o negativos preguntándose el porqué realizo dichos actos. Si lo hizo siguiendo su
espíritu propio, el espíritu de Dios o el espíritu del mal. Este ejercicio le permitirá detectar la voz del Espíritu en
su alma y así se entrenará para poderlo seguir. La Providencia de Dios no actúa en contra de nuestra libertad ni
en forma automática. Es necesario discernir su presencia y ejercitarse en su seguimiento.
Pedagogía de la Luz como la experiencia existencial de Dios
Dejarse guiar por la luz, como hemos visto en el inciso anterior conlleva a experimentar a Dios como Luz. Para
poder ser guiado por la Luz, se tiene que hacer la experiencia de la Luz. Se tiene que experimentar a Dios como
Luz. Y aquí nos encontramos con un problema teológico, es decir, la posibilidad de hacer la experiencia de Dios.
La pedagogía de la Luz, en su primera parte requiere que el docente dominico tenga a Dios como Padre
providente que guía su trabajo. El docente dominico, como hemos dicho, pone su inteligencia y su voluntad al
servicio de lo que Dios le va sugiriendo para realizar su misión de curar las más distintas cegueras de los
alumnos a él encomendados.
Como segundo paso y como consecuencia de haberse puesto en manos de Dios, el docente dominico hace la
experiencia existencial de Dios, es decir, experimenta en su ser la presencia de Dios. El ejemplo de madre
Eduviges en este aspecto queda demostrado cuando escribe: ―Él está en medio de nosotras para alumbrarnos y
conducirnos como en antaño la nube luminosa guiaba al pueblo hebreo en el desierto‖ 103. No estamos hablando
por tanto ni de un fenómeno místico ni de una experiencia mística, sino de la experiencia espiritual de Dios o
experiencia del Espíritu. Un fenómeno místico son aquellos fenómenos en los que la persona por permisión de
Dios puede experimentar en su persona algún fenómenos sobrenaturales como la bilocación, los estigmas en
algunas partes del cuerpo, la elevación del cuerpo mientras se reza y otros muchos. La experiencia mística
consiste en la posibilidad de hacer la experiencia de la presencia de Cristo sin necesidad de la fe.
A los docentes dominicos la pedagogía de la Luz como experiencia existencial de Dios nos les pide ni el
fenómeno místico ni la experiencia mística, sino hacer la experiencia de Dios como Luz. Aclaremos un poco lo
que significa hacer la experiencia de Dios para entender mejor cual debe ser la pedagogía de la Luz como
experiencia de Dios.
Hacer una experiencia es vivir en primera persona un acontecimiento, no sólo por referencias, sino aplicando los
sentidos que son propios al objeto del que quiero hacer experiencia y dando una respuesta a las sensaciones que
dicha experiencia ha suscitado en mí. Si deseo hacer la experiencia del Cusco, no basta con buscar por Internet
fotografías de Cusco, conocer su historia o imaginarme que me encuentro en una de sus magníficas iglesias. Si
quiero hacer la experiencia del Cusco tengo que ir a esa ciudad, verla, vivirla, tocarla, olerla, oírla, es decir
aplicar todos mis sentidos físicos a ellas. Y posteriormente tendré que dar un nombre a las sensaciones que la
ciudad han producido en mí interior, en mi espíritu, es decir e mi inteligencia, en mi voluntad y en mi
afectividad. Esto es hacer una experiencia.
101
Eduviges POrtalet, De las tinieblas a tu admirable Luz, p. 63.
El discernimiento de espíritus es propio de la espiritualidad ignacia, concretamente de los Ejercicios Espirituales de Sann Ignacio
de Loyola, en dónde la persona aprende a distinguir el movimiento de los espíritus en su alma. Aprende a distinguir y a seguir la
moción de Dios en su alma, rechazando el espíritu del mal y el propio espíritu humano.
103
Eduviges Portalet, Conferencias, p. 27, uso manuscrito.
102
- 52 -
Pero cuando se trata de hacer la experiencia de Dios, las cosas se complican un poco, pues Dios no es ni un
objeto ni una persona. ―El Señor es de tal naturaleza que los sentidos nunca lo detectarán. Dios nunca entrará
por los sentidos, nunca pasará a través de ellos al laboratorio de la mente humana. Dios nunca será, pues, objeto
de análisis y síntesis. Nunca será objeto de la inteligencia, pues no haya nada en la mente humana que no haya
pasado antes por los sentidos. Todo esto lo expresa la Biblia con aquella frase: no se le puede mirar cara a cara.
No es objeto de estudio, sino de fe. Como Dios no puede entrar en el proceso normal del conocimiento humano,
queda fuera, por encima de este proceso. Por eso decimos que Dios es trascendente. Dios nunca entrará en
nuestro juego. Está en otra órbita. Dios es otra cosa. Es misterio, no cosa misteriosa. Es misterio, que quiere
decir que no puede ser alcanzado ni entendido analíticamente, nunca entrará en juego de silogismos, premisas y
conclusiones.‖104
Con esta aclaración que nos deja Larrañaga bien podemos comprender la dificultad en hacer la experiencia de
Dios. Se trata de aplicar nuestro espíritu al Espíritu de Dios aún sabiendo que no podremos muchas veces
conceptualizar lo que hemos experimentado. ―Moioli dice que la experiencia del espíritu no es sino la toma de
conciencia del dato cristiano, esto es, del pertenecer a Cristo. Como el dato cristiano es algo objetivo, supera al
dato posiblemente subjetivo de la experiencia. Se establece por tanto la posibilidad de entablar un verdadero
estudio y sistematización de la experiencia espiritual ya que se parte del dato objetivo de la fe, dato revelado por
Jesucristo.
―Federico Ruiz hace también importantes aportaciones al concepto de experiencia espiritual. Una cita
importante de su libro Le vie dello spirito, Sintesi di Teologia spirituale 105 es aquella en la que hace una
clarificación de la experiencia espiritual al separarla netamente de lo que es un mero sentimiento religioso.
<Para comprender y sacar provecho de la experiencia espiritual en su significado teologal, es necesario superar
y evitar una mentalidad muy difundida que entiende la experiencia como gusto, como una relación gratificante
con Dios, con las personas y con sus cosas. La experiencia es un contacto vivo y sentido con la realidad misma,
gozosa o dolorosa, tal como se presenta. Incluye por tanto experiencia de pobreza, de frío, de comunidad
conflictual, de enfermedad, de dolor, de oscuridad no programada, de un Dios lejano y de desconcertante>
(Federico Ruiz, Le vie dello spirito, Sintesi di Teologia spirituale, Edizioni Dehoniane Bologna, Bologna
2004)‖106.
Establecemos por tanto que para Eduviges Portalet esa experiencia personal de Dios, es hacer la experiencia de
Dios como Luz. La pedagogía de este encuentro nos viene de la misma madre fundadora. Las largas horas
pasadas en el silencio frente a la Eucaristía hacen posible el encuentro con la Luz. Ella siente necesidad de ser
luz para muchas personas y se da cuenta que sólo en la medida en que experimente la Luz de Dios, ella podrá
convertirse en luz para los demás. Encontramos por tanto que el silencio y el contacto con Cristo Eucaristía son
las causas eficientes de este hacer la experiencia de Dios como Luz. ―nada favorece el dulce acercamiento como
la soledad de dos y dejar que la intimidad no sufra con la presencia de una tercera persona; quedémonos a solas
con jesús si queremos que Él nos comunique los secretos divinos, que hable a nuestro corazón con el lenguaje
misterioso que nos apartará de las vanas consolaciones terrenas‖107. Y esta contemplación de la eucaristía no es
pasiva, sino que la lleva a lanzarse a poner en acto lo que ha contemplado de la Eucaristía: ―Madre Eduviges
Portalet no toma decisiones, sino después de largas horas al pie del Sagrario. Tampoco lo hacía sola, consultó,
analizó con su asistenta, madre Francisca. No se lanzaba, no se precipitaba, precedía con calma… Acepta la
Obra de Saintes, que tiene por finalidad ―adoración al Señor‖, pero extendiéndola y completándola con la
participación de personas de fuera. Esta resolución responde a las dos facetas de madre Eduviges:
contemplación y apostolado.108‖
Pedagogía de la Luz como amor
104
Ignacio Larrañaga..
Federico Ruiz, Le vie dello spirito, Sintesi di Teologia spirituale, Edizioni Dehoniane Bologna, Bologna 2004
106
German Sánchez Griese, La fuerza del carisma, Ediciones Paulinas, Lima 2011.
107
Eduviges Portalet, Conferencias, p. 18, uso manuscrito.
108
Hedwige Portalet, De las tinieblas a tu admirable Luz, Francia 2000, p. 146.
105
- 53 -
Hemos establecido hasta ahora dos grados de la pedagogía de la luz que son la pedagogía de Luz como
Providencia y pedagogía de la Luz como experiencia personal de Dios. Son dos aspectos que nos hablan de una
labor en el interior de la persona. Si bien es difícil establecer una cronología en la pedagogía de la Luz, podemos
de alguna manera pensar que Eduviges hace la experiencia de la luz como Dios providente al ponerse
confiadamente en sus manos ante las necesidades de las niñas ciegas. Esa misma pedagogía de buscar en Dios la
luz necesaria para su actuar, la hace llevar a cabo la experiencia de Dios como Luz. Bien podemos decir que
son dos tipos de pedagogía internas en el sentido que Eduviges es quien experimenta en su espíritu estas dos
pedagogías de la Luz.
Dando un paso más adelante y subrayando de nuevo la aclaración que en el espíritu no se da una cronología
como en el aspecto físico, bien sabemos que Eduviges se convierte en luz para quien no ve. Portadora de la luz
es quizás el aspecto de la pedagogía de la luz más externo que encontramos en el carisma de Eduviges Portalet
pero que no es sino el florecimiento o la maduración de las dos pedagogías anteriores, ya que quien se pone en
manos de Dios para ser guiado por la luz y hace la experiencia de Dios como Luz, no puede menos que
convertirse en luz para los demás, ser portadora de la luz.
El tercer aspecto de la pedagogía de la luz, el más característico de Eduviges nos habla de una pedagogía del
amor, en el que quedan englobadas las dos pedagogías de la Luz anteriores. Intentemos hacer un esbozo de esta
pedagogía que es portadora de la luz. Cuando madre Eduviges encuentra a los niños ciegos se desata en su alma
un anhelo incontenible por remediar su situación. Buscando por todos los medios a su alcance remediar esta
situación, encuentra luz en su camino en la verdadera Luz. La característica esencial de esta primera pedagogía
de la luz que hemos llamado pedagogía de la Luz como descripción de Dios es la conocer de la mejor manera
posible la situación de necesidad e injusticia con la que tiene que trabajar. Esta pedagogía debe ser copiada de
alguna manera por todos los docentes dominicos. En esta primera etapa el docente dominico a semejanza de
madre Eduviges debe conocer muy bien la situación en la que está trabajando. Una situación que va desde el
macro hasta el micrcosmos con el que le toca trabajar, desde la situación actual generalizada hasta la situación
de cada uno de los alumnos con los que trabaja. Conocedores de esa situación y dándose cuenta de las reales
necesidades del macro y microcosmos buscará hacer luz a las necesidades que le surgen de esa situación. A
semejanza de Eduviges Portalet, el docente dominico no se desentiende de una a favor de la otra, sino que en la
medida de sus fuerzas trata de poner remedio a las necesidades que le propone el macro y el microcosmos. Así
lo hizo Eduviges, ya que mientras trataba de poner remedio al microcosmos de cada niño ciego, supo también
poner remedio al macrcosmos de la Francia de la Revolución Industrial ajena a las necesidades sociales que la
aquejaban.
El elemento que sirve de aglutinador entre los niveles macro y micro de la realidad es la capacidad de hacer la
experiencia de Dios como verdadera luz que ilumina todos los aspectos y todos los niveles de la realidad. Bien
sabemos, como aprendimos una vez en el catecismo que Dios está en el cielo, en la tierra y en todas partes, por
tanto Dios lo abarca y lo ve todo. Cuando el docente dominico haciendo la primera experiencia de la pedagogía
de la Luz como descripción de la Luz, busca una solución a los problemas micro y macro que ha encontrado en
la realidad con la que le toca trabajar. La Luz, Dios mismo, se proyecta en todas las realidades con las que vive.
Desde su realidad más íntima, pasando por la realidad de su familia, de su entorno social y profesional, hasta
llegar al entorno del trabajo. Todas esas realidades con necesidades inherentes a cada uno de esos aspectos,
vienen a ser iluminadas por una misma Luz, que es la Luz de Dios. De esta manera el docente dominico evita la
fragmentación de su ser y de los problemas que debe tratar. Mal de nuestro tiempo es la especialización que
muchas veces no permite la inclusión de Dios en cada uno de los estratos de la realidad. Se esgrime el
secularismo como argumento para evitar la supuesta injerencia de la teología en las ciencias del hombre,
dándose la ruptura que ha postrado al hombre en la separación de Dios y su vida, viviendo muchas veces como
si Dios no existiera. El docente dominico cuenta con esta pedagogía de la luz como descripción de la luz, es
decir de Dios, para buscar en Dios la solución, la luz, la guía a las necesidades que los distintos aspectos de la
realidad se le presentan.
De esta búsqueda por encontrar soluciones a las necesidades que le presenta la realidad nace, como hemos
apenas dicho el encuentro con la Luz para descubrir soluciones a esas necesidades, pero también nace la
posibilidad de que esa Luz sea vivida en lo personal de forma que el docente dominico haga la experiencia de
- 54 -
Dios como experiencia de la Luz. Es este el segundo aspecto de la pedagogía de la Luz, como pedagogía de la
experiencia de Dios como Luz. El docente dominico siguiendo los pasos de Eduviges contempla la Luz de Dios
para hacer la experiencia del espíritu de la Luz que es Dios. Pero la pedagogía no acaba ahí. Hemos apenas
descrito dos etapas de la pedagogía de la luz, pedagogía de la descripción de la Luz y pedagogía de la
experiencia de la Luz, que hemos llamado los elementos internos de la pedagogía de la Luz. Una vez que
Eduviges se deja iluminar por la Luz para solucionar sus problemas y contempla la luz para hacer la experiencia
del espíritu de la Luz, bien podemos decir que ella participa de esa Luz, que es la causa ejemplar. Ha hecho por
tanto la experiencia del espíritu que la lleva a portar esa Luz a sus niños ciegos. Se hace el ojo para quien no ve.
Y no sólo ojo físico sino ojo espiritual. Esa escuela, esa pedagogía la deja también para todo docente dominico
que después de haber conocido la solución a sus problemas y haber hecho la experiencia de Dios como Luz, se
lanza a portar la luz a todas las realidades de donde ha nacido la pedagogía de la Luz.
Ser portadores de la luz se convierte por tanto el culmen de la triple experiencia de la pedagogía de la Luz, pues
quien ha hecho luz a las necesidades que lo rodean, quien ha experimentado la luz como solución a dichas
necesidades, no puede menos que llevar esa luz a todos los niveles de las realidades de las que ha nacido la
pedagogía de la luz. Ser portadores de la luz se convierte casi en un mandato. Nadie que enciende una luz la
tiene escondida debajo de la cama, es para ponerla en lo alto y así pueda alumbrar toda la estancia. De la misma
manera, quien ha hecho la experiencia de la Luz se siente fuertemente impulsada a darla a los demás, a ser
portadores de la Luz. ―El alumnado crecía, ¿qué podría hacer ante estas apremiantes necesidades? (…) Todo el
trabajo recaía sobre Sor Francisca y sobre mí; ella se ocupaba de los niños, son un especial cuidado y un gran
éxito, que para mi era un gran consuelo. A mi cargo tenía todo lo concerniente al desenvolvimiento de la
Institución y además, la instrucción de los niños. Todo lo del lado del alumnado marchaba perfectamente. Las
Damas del Sagrado Corazón nos regalaron un piano viejo, comencé a dar lecciones de piano a Virginia y
lecciones de piano tanto a los niños como a las niñas‖109.
Ser portadores de la Luz es por tanto ser portadores del amor, porque así como madre Eduviges Portalet que se
llena del amor y no se lo queda para sí misma sino que lo distribuye a los demás, a las hermanas de la
congregación y a los niños ciegos, así el docente dominico que ha hecho la experiencia de la Luz, no se queda
con ella, sino que la da a los demás, como un acto de donación, un acto de amor hacia los demás.
Eduviges Portalet, pedagoga de la Luz110
Ante la oscuridad del dolor, los problemas, las inseguridades, etc, lo primero que hace es buscar la luz, pedir
esa luz de la providencia para saber qué hacer y como colaborar con el Plan de Dios, preguntémonos, cuantas
veces nosotros ante las situaciones de dificultad no dejamos que la humildad de sabernos frágiles y contingentes
nos mueva a buscar la Luz divina para que nos ilumine sino que buscamos solucionar las cosas a ―mi manera‖ o
peor aún, nos rendimos, dándole una solución pasajera o paliativa. Pero la dinámica de la pedagogía de la luz de
nuestra madre no se queda en saber pedir Luz sino que después de contemplar la Luz de Dios se lanza a la
acción, al movimiento, se apresura a colaborar con esa Luz divina siendo ella misma portadora de Luz para los
demás, las palabras de nuestra madre son ―Me apresuraré‖. Hoy nos toca preguntarnos cuanto nos apresuramos
en ser luz para los demás llevándoles el brillo del amor de Dios a sus corazones, ¿Cuántas veces nos dejamos
educar por la luz de Dios y pedimos con confianza que nos ayude? Y cuantas veces ocurre que cuando Dios nos
da su mano providente nos falta ese apresurarnos por cumplir lo que Dios nos pide para colaborar con su gracia
y su amor.
La pedagogía de la verdad
Desde siempre la verdad ha fascinado al hombre… y también lo ha aterrorizado. Jesucristo en su pasión es
cuestionado por Pilato ¿y qué es la verdad? Frente al mundo relativo que nos toca vivir el papel de la verdad
será primordial no sólo para entender la pedagogía de Eduviges Portalet, sino para llevar a cabo la tarea de la
nueva evangelización, pero son temas que abordaremos hacia la parte final de este estudio. Ahora nos
109
Hedwige Portalet, Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, p. 44.
Edith de la Cruz Cuscano, Eduviges Portalet, Pedagoga de Verdad y Luz, su trscendencia, p. 6, en Congreso Dominicano 2011,
uso manuscrito.
110
- 55 -
concentraremos en entender el segundo elemento de la pedagogía de la madre fundadora Eduviges Portales, es
decir, la pedagogía de la verdad.
Filosóficamente podemos decir que la verdad es la adecuación de nuestro juicio a la realidad. Las distorsiones
de la verdad se pueden dar no en la realidad, sino en la forma en que percibamos dicha realidad. Por eso bien
podemos exclamar con el poeta que sólo hay una verdad y que debemos buscarla.
¿Tu verdad?
No; la Verdad
Y ven conmigo a buscarla.
La tuya guárdatela111.
La verdad es por tanto el proceso de descubrir la realidad y el hombre tiene esa capacidad de conocer la verdad.
Parece ser que el hombre de nuestra época está o ha perdido esta capacidad. ―Llamados a la salvación mediante
la fe en Jesucristo, <<luz verdadera que ilumina a todo hombre>> (Jn 1, 9), los hombres llegan a ser <<luz en el
Señor>> e >>hijos de la luz>> (Ef 5, 8, y se santifican <<obedeciendo a la verdad>> (1Pe 1, 22). Mas esta
obediencia no siempre es fácil. Debido al misterioso pecado del principio, cometido por instigación de Satanás,
que es <<mentiroso y padre de la mentira>> (jn 8, 44), el hombre es tentado continuamente a apartar su mirad
del Dioss vivo y verdadero y dirigida a los ídolos (cf. 1 Ts 1, 9), cambiando <<la verdad de Dios por la
mentira>> (Rm 1, 25); de esta manera, su capacidad para conocer la verdad queda ofuscada y debilitada su
voluntad para someterse a ella. Y así, abandonándose al relativismo y al escepticismo (crf. 18, 38), busca una
libertad ilusoria fuera de la verdad misma‖112.
La dificultad ocasionada por el pecado original para conocer la verdad, no mengua en nada la capacidad para
conocerla. Pero el hombre posee esa capacidad de conocer la verdad a través del libre albedrío con que Dios le
ha dotado y buscando siempre el escuchar la voz de su conciencia, que a través de su juicio moral se equipara
con la verdad. ―Igual que la misma ley natural y todo conocimiento práctico, también el juicio de la conciencia
tienen un carácter imperativo: el hombre debe actuar en conformidad con dicho juicio. Si el hombre actúa contra
ese juicio, o bien, lo realiza incluso no estando seguro si un determinado acto es correcto o bueno, es condenado
por su misma conciencia, norma próxima de la moralidad de la persona. La dignidad de esta instancia racional y
la autoridad de u voz y de sus juicios derivan de la verdad sobre el bien y sobre el mal moral, que está llamada a
escuchar y expresar. Esta verdad está indicada por la <<ley divina>>, norma universal y objetiva de la
moralidad. El juicio de la conciencia no establece la ley, sino que afirma la autoridad de la ley natural y de la
razón práctica con relación al bien supremo, cuyo atractivo acepta y cuyos mandamientos acoge la persona
humana‖113.
Con esta premisa, la seguridad de que el hombre puede conocer la verdad a través del seguimiento de su
conciencia bien formada, podemos embarcarnos en el estudio de la pedagogía de la verdad según Eduviges
Portalet.
De nuevo la historia será nuestra guía en el descubrimiento de este elemento pedagógico en el carisma de madre
Eduviges. Son dos los elementos que vive Eduviges desde los inicios de la congregación: la verdad del hombre
y la educación.
Pedagogía de la verdad del hombre (antropología)
Eduviges entendió lo que es la verdad del hombre, a través del contacto que tiene con los niños ciegos incluso
antes de empezar la fundación de la congregación en Toulouse. ―Por circunstancias personales, de las cuales no
hay necesidad de mencionarlas me alejé de mi ciudad natal y de mi familia para consagrarme a Dios y al
servicio de los niños y de los jóvenes ciegos en la Comunidad de las Hermanas de María Inmaculada de
Marsella. (…) La autoridad eclesiástica de Toulouse y algunas almas generosas viendo que hasta ahora no se ha
hecho nada en esta Ciudad Metropolitana y en su vasta Diócesis, en beneficio de esas pobres criaturas de Dios,
111
www.sabidurías.com – Antonio Machado.
Juan Pablo II, Veritatis splendor, 6..8.1993, n. 1
113
Ibídmem., n. 60.
112
- 56 -
privadas de la luz corporal y expuestas, a causa de su enfermedad, a no gozar de la luz espiritual, se han dirigido
a nosotras para abrir en Toulouse un Instituto donde serán cuidados instruidos los niños de uno y otro sexo‖114.
El contacto con la ceguera hace que se ponga en contacto con la verdad del hombre. Como parte de la
experiencia del espíritu, la necesidad de la luz física en esos niños ciegos la lleva a descubrir la verdad del
hombre en esos niños. Mutilados en su dignidad a causa de los tiempos en los que le toca vivir, Eduviges
percibe la verdad de todo hombre y se da cuenta que si bien a esos niños les falta la luz física, también puede
llegarles a faltar la luz espiritual.
Nos encontramos por tanto con la pedagogía de la verdad que todo docente dominico debe practicar. Eduviges
ve al hombre como una participación de Jesucristo, el hombre verdadero por excelencia. El binomio luz física –
luz espiritual es piedra fundamental para hacer la pedagogía de la verdad, es decir, para entender la verdad del
hombre. Es por tanto el hombre para Eduviges ―un ser al mismo tiempo corporal y espiritual, es decir un ser que
desde un punto de vista está vinculado al mundo exterior y desde otro lo trasciende. Es una unidad y al mismo
tiempo una dualidad (cuerpo y alma). El hombre es una unidad: es alguien que es uno consigo mismo. Pero en
esta unidad está contenida una dualidad. La sagrada escritura presenta tanto la unidad (la persona) como la
dualidad (el alma y el cuerpo. En virtud de esta imagen el hombre no solo está llamado a transformar el mundo,
no solo está llamado a la comunión de las personas y consiguientemente con la sociedad; sino que también está
llamado a la Alianza con Dios, a la unión con Él. La criatura humana no es solo criatura de su Creador sino
también imagen de su Dios.‖115 La pedagogía de la verdad requiere por tanto tomar en consideración en primer
lugar esta visión integral del hombre, como cuerpo y como espíritu y que ambas realidades están profundamente
unidas, de forma que lo que suceda a una afecta a la otra. Además de esta visión se desprende la necesidad de
tomar en consideración las necesidades de ambos elementos que constituyen la naturaleza del hombre. Si la
parte física influye en la espiritual y viceversa, bien podemos afirmar que las necesidades de una influyen en la
otra, pues como se ha dicho, el hombre es una unidad. La pedagogía de la verdad no puede reducir las
necesidades del hombre exclusivamente a las necesidades materiales, pues dejaría a un lado las necesidades
espirituales. Una pedagogía de la verdad debe considerar ambas necesidades. Las corrientes positivistas de
Augusto Comte habían comenzado a hacer ella en la sociedad francesa que comenzaba a ver sólo la materia
como la verdad. Si bien la materia es lo que se ve, hay algo dentro de esa materia que le da vida. Eduviges por
tanto sirve de guía para los docentes dominicos que quieren hacer la verdad en sus alumnos. No deberán por
tanto contentarse con ver el exterior de los alumnos, sino con ojos abiertos, como los de Eduviges, captar la
verdad de sus alumnos, es decir, sus necesidades físicas y sus necesidades espirituales.
Contemplar ambos elementos de la verdad del hombre lleva a Eduviges a hacer la experiencia de la verdad de
Cristo como prototipo de hombre. Al querer satisfacer las necesidades materiales y espirituales de los niños
ciegos a ella encomendados comienza a hacer la experiencia del espíritu, es decir a hacer la experiencia de
Dios como verdad. Si la verdad del hombre es para Eduviges esta unidad indisoluble de alma y cuerpo, debe
encontrar la unidad perfecta, es decir el prototipo de la unidad, y lo encuentra en Jesucristo que se convierte en
modelo. Esta convicción viene de un modelo pedagógico que busca plasmar en el espíritu y en el cuerpo de los
niños ciegos la perfección. Un modelo pedagógico que va muy unido con el dominicanismo y que analizaremos
a continuación. Pero primero terminemos este aspecto pedagógico de la verdad del hombre. Siendo que se educa
siempre con un ideal en la mente, Eduviges hace la experiencia de Cristo como la verdad del hombre, y hacia
ese ideal tienden todos sus esfuerzos. ―Por tanto, Jesucristo, Hijo de Dios, entregado por el Padre a la
humanidad para restaurar la imagen desfigurada por el pecado, es el hombre perfecto, con el que se mide el
auténtico humanismo. Con él tiene que confrontarse todo ser humano y hacia él - con la ayuda de la graciadebe tender con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas, para realizar plenamente su existencia
y responder con alegría y entusiasmo a la altísima vocación inscrita en su ser. El hombre por vocación está
llamado a ser luz y verdad.‖.116 Si busca la verdad en cada niño es porque esa verdad ya se encuentra en cada
uno de ellos, como participación de nuestro ser en Dios. La pedagogía de la verdad de cada hombre será el
esfuerzo de cada educador por hacer que esa verdad que cada persona posee, cada niño o niña, salga a la
realidad.
114
Hedwige Portalet, Historia de la Congregación escrito por nuestra Madre Fundadora Marie Hedwige Portalet, pp. 8 y 10.
Hna. Elfi de María Pozo Aguilar, ¿Cómo educar en la Luz y en la Verdad? Taller 1, p. 2., en Congreso Dominicano 2012, uso
manuscrito
116
Ibidem.
115115
- 57 -
En ciertas ocasiones la imagen de Jesucristo que se encuentra en cada hombre, pues cada hombre ha sido creado
a imagen de Jesucristo, se encuentra distorsionada. Eduviges comprobó esa distorsión a través de la ceguera y
de la posible ruina espiritual si esos niños no eran educados a tiempo. Por ello hace todos los esfuerzos
necesarios para que esos niños encuentren y se formen de acuerdo al modelo de hombre que es Jesucristo. Esta
pedagogía de la verdad del hombre la ha dejado Eduviges como un modelo a seguir para cada docente dominico,
quien de frente a cada niño, joven o adolescente, debe en primer lugar contemplar esa verdad que cada
individuo posee. Una contemplación que irá del individuo a Jesucristo. Después deberá trazar aquellos mejores
medios pedagógicos para poder llevar al individuo al modelo de verdad que es Jesucristo. Dichos medios
pedagógicos deberá siempre verlos en conjunto con todos los docentes, a la manera de Eduviges que siempre
consultaba con sus asistentes antes de poner en marcha las medidas pedagógicas para llevar la luz y la verdad a
los niños ciegos.
La contemplación de la verdad del hombre lleva a madre Eduviges a la contemplación de Jesucristo como la
verdad de todo hombre. Es un movimiento que inicia en la realidad externa, sigue en la realidad interna para
luego incidir de nuevo en la realidad externa. Inicia en la realidad externa cuando Eduviges contempla a los
niños ciegos y también a la sociedad que ha orillado a tanta penuria física y espiritual en esos niños. Hacer la
verdad para Eduviges es contemplar la realidad externa, tanto de las personas como de los ambientes.
Contempla la realidad de las personas al darse cuenta de la forma de abandono material y espiritual en el que
viven los niños ciegos y también la forma en que viven las personas de las cuales depende la situación miserable
en la que se encuentran sus niños ciegos. Personas que quizás se han dejado llevar por el ambiente positivista de
su época. Personas en las que el aspecto material comienza a pesar más que el aspecto espiritual. Personas en las
que la Revolución Industrial unida a las secuelas de la Revolución Francesa han dejado una huella de
escepticismo en el alma de los dirigentes industriales, políticos y sociales. Por lo tanto contempla la realidad
como parte de la verdad. Todos estos aspectos son percibidos por Eduviges en su realidad, es decir en su verdad.
Y deja una huella a todos los docentes dominicos para que la contemplación de la verdad también se haga en la
vida de cada uno de ellos. Contemplando las cosas como son, las realidades que rodean al docente dominico ya
sea en su vida personal, familiar y profesional. ―Verdad del pensar. Nuestra mente está hecha para percibir el ser
de las cosas. Mi mente tiene que respetar la verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, del
matrimonio, del estudio, de la carrera. ¡Cuánta formación necesitamos para descubrir la verdad de las cosas y
pensar así con veracidad de ellas. Lo contrario a la verdad del pensar es el error‖117.
De la contemplación de la verdad de las personas madre Eduviges pasa a la contemplación de Jesucristo como
el punto de referencia de toda verdad. La verdad que quiere formar en sus alumnos, la verdad que quiere
construir en la sociedad para hacerla más justa y solidaria con esos niños ciegos, no encuentra otro punto de
apoyo que la misma persona de Jesucristo. De ahí ella sacará la inspiración para el tipo de hombre y mujer que
quiere formar en sus niños ciegos. Hoy más que nunca buscando el sendero para no equivocarnos en el
seguimiento de Cristo escuchemos su voz: ―Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida‖ (Jn 14, 6) y recordemos lo
que decía Santo Tomás de Aquino: La pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida.
Pues todo aquel que quiera llevar una vida perfecta no necesita hacer otra cosa que desprecias lo que Cristo
despreció en la cruz y apetecer lo que Cristo allí apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas lasa
virtudes‖118.
Una vez que se contempla la verdad de Cristo que es la verdad de todas las realidades que rodean el mundo de
Eduviges Portalet, ella se lanza a hacer esa verdad en todo y en todos. En todo porque infunde en las realidades
que le rodea la verdad de esas realidades, es decir la relación que guardan con la Verdad, con Jesucristo. Por eso
no duda nunca en la bondad natural de las personas y guiada por la verdad encuentra siempre en las realidades
terrenas a Jesucristo. Cuando no lo es así, ella misma se encarga de trabajar de forma que las realidades
terrenales se vayan encaminando poco a poco hacia Jesucristo. Y se lanza a hacer la verdad en todos porque
busca que lo contemplado en Jesucristo sea llevado a sus queridos niños ciegos y también a todas las personas.
117
Hna. Elfi de María Pozo Aguilar, Taller 1: ¿Cómo educar en la luz y en la verdad?, p. 5, en Congreso Dominicano 2012, uso
manuscrito.
118
Ibídem., p.. 6,
- 58 -
Este ejercicio de la contemplación, tan característico de la pedagogía de la verdad del hombre de Eduviges
Portalet la lleva a enlazarse con la concepción dominicana del estudio, que pasaremos a analizar con
detenimiento.
Pedagogía de la contemplación de la verdad (Jesucristo y el estudio)
Para llegar a la conclusión de que Jesucristo es el ideal de hombre que debía formar en cada niño o niña ciegos
Eduviges no tuvo necesidad de asistir a ninguna universidad pedagógica o estudio teológico. Le bastó seguir la
gran tradición dominicana del estudio, que no es sino una forma de contemplación.
Eduviges Portalet es profesora por naturaleza. Lo trae ya desde mucho antes que consagre su vida en la primera
comunidad de niños ciegos de Marsella. ―Madre Eduviges atendía con gran esmero y amor a aquellos ciegos
que Dios le confiaba y se preocupaba no solo por acogerlos en su casa sino de educarlos e iluminar sus vidas
con la luz del mismo Cristo, el sol que no tiene ocaso. Además su celo infatigable por dejar bien establecida la
base de la naciente congregación no tuvo límite‖119.
Por ello madre Eduviges se inscribe en la tradición del estudio dominicano que ve esta actividad no meramente
como un esfuerzo académico por obtener algunos conocimientos en forma ordenada y así aplicarlos a las
realidades del mundo. El estudio para el dominico es una actividad que va de la contemplación de la realidad a
la contemplación de Cristo y después entrega lo contemplado a Cristo a las realidades terrenas. ―Tras ahondar
en el corazón de Domingo de Guzmán y en su riqueza espiritual, no sólo por el estudio sino por la experiencia
personal, Santo Tomás acuña la siguiente frase <Contemplata aliis tradere>, es decir <Contemplar lo
contemplado>. Esto por la vida mixta impulsada por Domingo,, en sus frailes, su raíz misma o modo de ser
consiste a la vez en la contemplación y en la vida apostólica. Santo Tomás afirma: <Del mismo modo que es
mejor iluminar que solamente brillar, asimismo es cosa más grande dar a los demás las cosas contempladas que
solamente contemplarlas>. (ST, II – II, q. 188, a.6,c.).120‖
Es el estudio entonces una actividad contemplativa y activa que forma parte de la pedagogía de la
contemplación de la verdad de Eduviges Portalet. ―Por lo tanto, predicar la verdad no es sólo, principal y
primordialmente proclamar lo que es verdad, hablar con veracidad, sino ante todo y principalmente anunciar la
revelación divina, el designio salvador de Dios padre, la automanifestación de Dios definitiva y perfecta en y
por Jesús. Este quehacer emerge de la contemplación y el estudio del acontecimiento Cristo (pasión, muerte y
resurrección), de sus palabras, de la práctica constante de los sacramentos de la Eucaristía y del perdón.121‖
Esta pedagogía de la contemplación de la verdad lleva necesariamente al estudio de las realidades que rodean al
hombre y la conectan con la pedagogía de la luz, ya que, una vez contemplada la verdad en Jesucristo y llevada
a los hombres y a las distintas situaciones de los hombres esa verdad de hace luz que ilumina a los hombres y a
sus realidades. ―La pedagogía de la luz – amor no se ejecuta sólo a través de unos conocimientos técnicos o
psicológicos, nace de la contemplación, del estudio, del silencio para escuchar a este Dios que es luz y que es
amor. Para ver a este Dios que aparece en el rostro de los ciegos, de los más abandonados, quienes reacios al
comienzo, pero luego de la experiencia de amor cambian: <Todo hombre al margen de su estado físico,
psicológico e incluso moral, es un Hijo de Dios, es un pobre del Evangelio, es el pobre que invoca al Señor. Si
al inicio son reacios, luego de la experiencia del encuentro con la luz que es amor, ellos cambian, se recuperan>
(Guillermo G, Dorado, Moral y existencia cristianas en el IV Evangelio y en las cartas de Juan, Perpetuo
Socorro, Madrid 1989, p. 215). En cuanto Madre Eduviges Portalet descubrió o mejor experimentó a Dios como
luz, primero para los ciegos y luego para la diversidad de personas, que por su egoísmo andan en tinieblas o por
la injusticia de otros son sumidos en la oscuridad. Ser seguido-res, creyentes y amantes de este Dios que es luz,
119
Hna. Georgina Silvana León Orbegoso, OP., Eduviges Portalet, Un corazón de luz en el mundo de hoy, CLEVIGRAF Ediciones,
Lima 2013, 2ª edición, p. 30.
120
Hna. Georgina Silvana León Orbegoso, OP., Educar en el silencio y en el estudio, p. 4, en Congreso Dominicano 2012, uso
manuscrito.
121
Guillermo Ramírez Livia, Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tempo actuales, ¿una utopía?, p. 24 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
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es una alegría, una alegría que descansa en ser luz para los demás y esto sólo se logra a través del amor al
hermano, al her-mano concreto de cada época‖122.
Tocamos por tanto el meollo de la pedagogía de la contemplación de la verdad cuando el docente dominico
siguiendo el ejemplo de Eduviges Portalet contempla la realidad estudiándola, es decir buscando los elementos
de verdad en cada uno de esas realidades. Para ello necesita habituarse al estudio sistemático que es un saber
escrutar lo que nos rodea para saber distinguir lo que hay de verdad y lo que hay de mentira. La pedagogía de
Eduviges es hoy más actual que nunca porque nos permite distinguir entre lo esencial y lo accesorio, lo perenne
y lo pasajero, lo trascendente y lo relativo. Esas distinciones son siempre necesarias para el docente dominico
con el fin de que pueda tener siempre claro el fin que debe lograr en cada uno de sus alumnos. Si el docente
dominico no se habitúa a este estudio exigente, terminará por confundir su labor y terminará como
confundiendo su labor como un mero transmisor de conocimientos, aspecto que desgraciadamente es habitual en
nuestra sociedad. ―Ya es bastante el requisito de la contemplación a Dios como luz y como verdad, desde aquí
emerge una forma de acercarse al hombre de cada época. No es posible una contemplación sin un serio
discernimiento intelectual, sin el estudio. Desde Domingo de Guzmán pasando por Madre Eduviges Portalet
hasta nuestros días, se ha entendido que la predicación de la verdad y portar la luz de Cristo, precisa del estudio.
La iglesia del pasado, como la nuestra en un contexto de nueva evangelización precisa de una predicación veraz,
doctrinal, bien fundamentada. La herejía se define como una presentación errónea o incompleta de la verdad de
Dios y del hombre. Ya Clemente de Alejandría definía a los herejes como hombres perezosos:
<Siendo la verdad algo arduo y difícil de conquistar, por ello se han originado las dis-tintas investigaciones; de
aquí surgieron las sectas, orgullosas y ambiciosas, de quienes no aprendieron ni trasmitieron con verdad, sino
que abrazaron la presunción de la gnosis> (Clemente de Alejandría, Stromata, VII, 91, 2. El alejandrino ya se ha
ocupado de la investigación en Strom., V, 5,1 – 18, 8 y VIII 1,1 -2, 5.).123‖
Para hacer la verdad en la realidad se requiere de un gran sentido de honestidad y fuerza de voluntad.
Honestidad para llevar a la realidad la verdad que se ha contemplado, sin desvirtuarla y fuerza de voluntad para
ponerla en práctica. Cuando se contempla la verdad del hombre en Jesucristo, nos damos cuenta que Dios ha
puesto en el corazón del mismo hombre la verdad. El hombre por tanto tiene la capacidad de conocer y de vivir
esta verdad ya no sólo porque otros se la muestren, sino porque el mismo la tiene en su corazón. La verdad en el
interior de su corazón no es otra cosa que la ley natural que bien puede resumirse en haz el bien y evita el mal.
La capacidad para seguir esa ley es la conciencia, que es ese juicio práctico de la razón que nos obliga a seguir
la ley natural en cada una de nuestras acciones. Un juicio sobre la verdad, porque juzga la verdad de todos
nuestros actos.
Un aspecto esencial de la pedagogía de la contemplación de la verdad es la educación de la conciencia.
Mediante ella, el hombre puede conocer y hacer en su vida la verdad, la verdad de sí mismo y la verdad de todas
las realidades que lo rodean. La formación de la conciencia, primero en el docente dominico y después en sus
alumnos será un aspecto esencial de la pedagogía de luz y verdad. Pero este aspecto lo veremos con más detalle
en uno de los siguientes capítulos.
Eduviges Portalet, pedagoga de la Verdad124
Una mujer atenta a la realidad, atenta a la verdad del mundo, cae en la cuenta que al empezar el invierno, el frío
afectaría a los niños y ante esta verdad se conmueve (lo veía con terror). Ella nos enseña a estar siempre atentos
a la verdad pero con los ojos de Dios, a no quedarnos con las apariencias, nos invita a ir mas allá.
El vivir en verdad de Eduviges implica el ejercicio de estar atentos a las distintas realidades de nuestro entorno,
preguntémonos: nosotros nos damos cuenta de lo que ocurre con las personas con quienes trabajamos? ¿Con
nuestros alumnos? ¿Estamos atentos a sus necesidades verdaderas? O nos quedamos en lo superficial
sancionando o criticando la conducta sin ver la verdad de lo que ocurre en el corazón de la persona, recordemos
122
Ibídem., pp. 16 – 17.
Ibídem., p. 20
124
Edith de la Cruz Cuscano, Eduviges Portalet, Pedagoga de Verdad y Luz, su trscendencia, p. 5, en Congreso Dominicano 2011,
uso manuscrito.
123
- 60 -
que Eduviges vive una espiritualidad de ojos abiertos. Ante esta situación concreta, Eduviges intenta responder,
quiere darle solución pero se encuentra con otra Verdad ineludible, somos seres contingentes y necesitamos la
ayuda de Dios. La pedagogía de nuestra madre nos invita a vivir la virtud fundamental de la humildad,
reconocer que si bien es cierto hay muchas cosas que podemos solucionar por nuestra cuenta, hay muchas otras
que solo Dios puede solucionar y por lo tanto con Humildad, siguiendo el ejemplo de nuestra madre, debemos
aprender a pedir con confianza.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. ¿Tengo ya la capacidad de ver las distintas cegueras que hay en mi alrededor?
2. ¿Qué significa predicar la verdad para Eduviges Portalet?
3. ¿Qué aplicación concreta tiene en tu vida el elemento pedagógico salir al encuentro?
4. ¿Qué visión tienes de cada alumno, padre de familia, compañero docente?
5. ¿Cómo aplicas la abnegación en tu trabajo de docente dominico?
6. ¿Cuánto tiempo dedicas a meditar lo que pondrás en práctica en tu vida personal y en tu docencia?
7. ¿Cómo podrás aplicar la compasión en tu trabajo de docente dominico?
8. Intenta hacer una síntesis de la pedagogía de luz y verdad y traza las estrategias convenientes para
ponerla en práctica en tu misión de docente dominico.
- 61 -
CAPÍTULO V
EL MUNDO DE HOY
- 62 -
¿Verdaderamente un carisma siempre actual?
El carisma se presenta como don del espíritu para resolver una necesidad específica, beneficiar a los hombres
y/o construir con el mismo espíritu de Cristo. Muchos son y serán los carismas que el Espíritu ha donado a lo
largo del tiempo a la Iglesia. Entre ellos se asemejan porque es el mismo espíritu de Cristo del que nacen, su
causa eficiente es la misma, al igual que su causa final, que no es sino el remediar una necesidad en la Iglesia.
Necesidad que puede revestir la forma de buscar el bien de los hombres o también el edificar la Iglesia. Lo
importante es conocer la forma en que el carisma se va adecuando a las cambiantes situaciones del mundo.
Un carisma no podemos decir que posea el don de la inmortalidad, bien sabemos que solo Dios es inmortal.
Pero sin embargo posee, como hemos visto, causas accidentales que lo hacen capaz de adaptarse a las distintas
circunstancias de tiempos y lugares. Dentro de esas causas accidentales que posee el carisma tenemos el de los
hombres y mujeres que son sus depositarios a lo largo del tiempo. A ellos corresponde la tarea de hacer que el
carisma cobre vida en la etapa histórica que les ha tocado vivir. Bien podemos aplicar a la actualidad de un
carisma lo dicho por Juan Pablo II al final de la Exhortación apostólica post-sinodal Vida consagrada cuando
habla de la tarea que cada persona consagrada (y que nosotros bien podemos extender a los docentes dominicos)
debe llevar a cabo si quiere que el carisma se haga vivo y operante en el hoy de cada día. ―¡Vosotros no
solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los
ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas. 125‖
Junto con los hombres y mujeres que deben ser las causas accidentales que pongan en marcha el carisma
debemos también tomar en consideración la situación en la cual el carisma debe adaptarse. Para Eduviges
Portalet, como hemos visto en el capítulo anterior, es parte de su carisma el estudiar la realidad en la que debe
operar. Hemos visto que la pedagogía de la contemplación de la verdad junto con la capacidad de estudio piden
a cada docente dominico que haga un análisis de la realidad con el fin de descubrir en ella la verdad, una vez
que la ha contemplado a la luz de Jesucristo. El análisis de la realidad será de gran importancia en la aplicación
del carisma de Eduviges Portalet para ver de qué manera el carisma responde a estos retos.
El desarrollo que pretendemos llevar a cabo en este capítulo es sencillo. Comenzaremos haciendo un análisis de
la realidad, del mundo que nos rodea. Para ello decribiremos cuál es la realidad del mundo de hoy que le toca
vivir al docente dominico, como un escenario ante el cual tiene que hacer la verdad.
Una vez que hemos detectado la realidad a través de un sucinto análisis, procederemos a identificar aquellos
elementos que más pueden lesionar o favorecer la verdad en cada hombre. A estos elementos los llamaremos
retos, los retos que enfrenta la pedagogía de Eduviges Portalet.
Por último, en capítulo aparte nuestro cometido será el de aplicar la pedagogía de luz y verdad a dichos retos en
forma tal que demostremos la actualidad del carisma de Eduviges Portalet. Si el análisis de la realidad puede ser
en parte descorazonador, el enfrentar los retos con la pedagogía de luz y verdad puede ser consolador al brindar
estrategias de solución. No queremos con esto decir que el carisma de Eduviges es la varita mágica que
soluciona todo, sino más bien la guía que aplicar para ayudar a que el hombre haga la verdad en sí mismo y en
las realidades que lo rodean.
El análisis de la realidad.
Bien sabemos que toda realidad es mayor que el análisis que podamos hacer de ella. Pretender sistematizar la
realidad o vaciarla en categorías manejables por nuestra razón sería semejante a la locura de querer tener un
mapa de una ciudad de tamaño natural. Siempre habrá algo que se nos escapa en el análisis. Y si a esa dificultad
añadimos el hecho de que nuestra época cambia a pasos agigantados sin que podamos jamás darle alcance,
resulta casi imposible el poder hacer un análisis exacto de la realidad.
Quien a mi parecer ha hecho un gran esfuerzo en este aspecto es el filósofo polaco Zygmunt Bauman que ha
acuñado el término de sociedad líquida a la realidad que hoy nos toca vivir. ―La precariedad, la incertidumbre,
125
Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 110
- 63 -
la fragilidad de los lazos, la inseguridad de la vida son fuente, según Bauman, de una vivencia de inestabilidad
que alimenta la cuota de agresividad social y el sufrimiento del hombre y de la mujer contemporáneos. El quitar
las raíces al individuo en su desorientación, en su no pertenecer, representa un tema muy tratado por Bauman
quien, citando a U. Beck, habla de <categorías zombie…, muertos pero todavía vivos> refiriéndose a la familia,
a las vecindades y a las pequeñas comunidades. Bauman ve como esta fragilidad de los lazos en las relaciones
sociales, está el riesgo del nacimiento de un nuevo poder, el de las élites de la nueva economía global, cada vez
menos radicado en contacto con la comunidad de la que deberían preocuparse.‖126 Dicha sociedad tiene varias
características que trataremos de esbozar a renglón seguido. Como ya he mencionado, ante la imposibilidad de
hacer un análisis exacto de la realidad, seguiré el esquema de Claudio Raúl Condori en su ensayo Hacia nuevos
caminos en la educación para enfrentar los retos del mundo postmoderno127.
―Establecer una educación que sirva para formar personas capaces de enfrentar los problemas actuales
constituye de por sí un reto. Son muchos los análisis que nos llevan a entender que existe una emergencia
educativa que todos los educadores deben atender desde el lugar y responsabilidad que corresponde. Por tal
motivo se tratará de analizar desde un enfoque filosófico y antropológico las raíces del problema para enfrentar
los cambios en la educación que se imparte. En tal sentido la Congregación de Hermanas Dominicas de la
Inmaculada Concepción y los docentes dominicos sienten la responsabilidad de orientar la acción educativa
desde su carisma y espiritualidad de Predicar la Verdad y portar la Luz de Cristo, para educar personas más
humanas que logren trascender tomando como modelo de Hombre a Jesucristo.
Expresiones como postmodernidad (Lyotard, J. La condición postmoderna, Madrid, Ediciones Cátedra, pp. 15 –
36), modernización, o crisis de la modernidad (Ibídem.) son, hoy en día, relativamente frecuentes en los
discursos religiosos, políticos o intelectuales. Sin embargo, siguen habiendo errores y contradicciones en torno
al término modernidad, los cuales pensamos hay que intentar definir previamente como parte del análisis antes
de diagnosticar la crisis, estudiar sus relaciones con los problemas educativos y de elevar una propuesta de
educación que enfrente los problemas que se presentan.
La capacidad de transformarse y transformar la realidad, constituye una de las riquezas de la humanidad
recibidas como gracia (Juan L Ruiz de la Peña, El don de Dios, Santander, Sal térrea, pp. 207 – 229) y como
oportunidad para una verdadera humanización y un crecimiento integral , de ahí que la historia siempre es
cambiante y en consecuencia, conforme el tiempo avanza, las producciones culturales también lo hacen y la
historia se vuelve más compleja.
Actualmente, se ha denominado a la era que transitamos como posmoderna (Torres J. Modernidad y
globalización, Madrid, Morata, pp. 105 - 114). Esto, en el marco de la globalización (Torres J. Globalización e
interdiscplinariedad, iMadrid, Motara, pp. 205 - 209), implica el desarrollo de muchas corrientes de
pensamiento y una serie de modificaciones económicas, políticas y culturales para las diferentes sociedades del
planeta, que lleva a replantear el papel de mucho de lo instituido, como son las estructuras organizativas, las
interacciones sociales, los procesos de producción de bienes y servicios y por supuesto, la educación y las
relaciones interpersonales.
Los procesos educativos, como formas culturales y estructurales de las sociedades, han sido tocados por la
globalización. Y aquí debe entenderse por educación no únicamente la que se imparte en las escuelas (educación
formal), sino también la que concretamos día a día la sociedad civil, la familia y las otras instituciones y medios
de comunicación a través del intercambio cotidiano de información, de interacciones, de modos de organizarnos
y muy importante, de entender el mundo y nuestro papel en él.
Afrontar los retos que nos reclama la educación de nuestras sociedades implica un esfuerzo permanente de
reflexión e innovación desde la Luz y la Verdad que es Jesucristo (Juan 1, 16) del cual Eduviges Portalet se
126
Tonino Cantelmi, Pasquale LaSelva, La vida consagrada en la sociedad liquida, Ed. Paulinas, Perú, 2010.
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Hacia nuevos caminos en la educación para enfrentar los retos del mundo postmoderno, en
Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
127
- 64 -
inspira y realiza una lectura de ese corazón de Jesucristo (PortaletHedwige, De las tinieblas a tu admirable Luz,
Francia, Ed. Paulinas).
En consecuencia, luego del análisis es necesario dar una respuesta a la pregunta ¿cuál debe ser la base para el
ejercicio educativo en el contexto de la globalización?, ¿Cuál es nuestro aporte para los nuevos tiempos que nos
toca vivir, desde el corazón de Jesucristo y el pensamiento dominico de Eduviges Portalet? En este contexto
debemos hablar de educadores (Delors J, La educación encierra un tesoro, Madrid,, 1996) y no de docentes,
porque se considera que no sólo son los maestros en las escuelas quienes educan, sino que todos los seres
humanos debemos asumir el compromiso de apoyar el crecimiento y el desarrollo de la persona, en todas sus
dimensiones humanas y desde la propuesta que presentamos asumiendo la espiritualidad dominicana es
necesario contemplar para dar lo contemplado.
Somos conscientes que al iniciarse el tercer milenio la educación y la escuela católica se encuentran ante nuevos
desafíos y nuevos retos planteados por los contextos socio-cultural, y político. Se trata en especial del
incremento de la crisis de valores, que sobre todo en las sociedades más pudientes y desarrolladas, asume las
formas, frecuentemente propaladas por los medios de comunicación social, de difuso subjetivismo 128 , de
relativismo moral y de nihilismo. El profundo pluralismo que impregna la conciencia social, da lugar a diversos
comportamientos, en algunos casos tan opuestos como para afectar cualquier identidad comunitaria.
―Desengañados de las autoridades ―tradicionales‖ por obra de un racionalismo sin rostro; decepcionados de los
alcances y promesas de la razón acusándola de dejar por fuera lo más propiamente humano en el sujeto;
decepcionados de la aplicación de la razón por el escándalo de las Guerras Mundiales y de incontables desastres
ecológicos; ahí tenemos una generación de postmodernos: creen sólo en el instante, en sus amigos, en los
códigos creados por ellos mismos, y en una especie de bondad que suponen que nunca les abandona pero que de
todos modos renuevan embriagándose de naturaleza: por eso se alimentan de manera saludable y cuidan de las
especies en vía de extinción.
―Pero el comportamiento de estos apóstoles de un hippismo sin raíces está repleto de contradicciones: quieren
comida ―orgánica‖ y se inyectan hormonas para no concebir hijos; quieren independencia pero son juguetes de
la publicidad y la moda; se proclaman independientes desde la fortaleza de una pandilla, grupo o tribu urbana;
quieren ser escuchados pero luego carecen de un discurso en el que puedan creer todos, y así resultan prontos
para la protesta y tardos para la propuesta.
―Su originalidad les llega empacada desde los grandes centros de producción; sus canciones de protesta hay que
bajarlas de iTunes; es de rigor parecer desaseados y despreocupados pero saben que el trato interpersonal
requiere de la última tecnología en antitranspirantes; aman aportar grandes símbolos pero para las grandes tareas
siguen dependiendo de las estructuras de la Modernidad. Los rápidos cambios estructurales, las profundas
innovaciones técnicas y la globalización de la economía repercuten en la vida del hombre de cualquier parte de
la tierra. Sin embargo todos estos hechos que nos toca vivir, también son oportunidades para volver a valorar a
la persona, a buscar el sentido de la vida y de la trascendencia, y todo esto se plantea como un reto para todo
educador, pero de manera especial para los educadores de colegios confesionales que deben ser Luz y Verdad
de manera clara y transparente asumiendo el estudio como medio de realización personal y comunitaria‖129.
La modernidad
Comprensión de la modernidad.
128
Un subjetivismo que nace precisamente como una reacción al racionalismo de la Ilustración. ―Así que se puede leer el movimiento
romántico como una primera forma de reacción frente al racionalismo frío. Con el tiempo, la tendencia que enfatiza la parte del sujeto,
con sus emociones, nostalgias, conflictos internos, esperanzas reprimidas, dolores inexpresables, pecados no confesados, se abriría
paso en forma de subjetivismo intenso y extremo, en la llamada postmodernidad. De ese modo, la afirmación de la autoridad de la
razón sirvió ampliamente para minar la autoridad del maestro, el papá, y el sacerdote; a su vez, la autoridad del sentimiento y del yo
sirvió después para minar la autoridad de la razón: Rousseau, en el largo plazo, le ganó a Voltaire‖. Fr. NelsonMedina, O.P. PhD,
Liderazgo consentido o Liderazgo con sentido: Relativismo en la escuela de hoy, p. 2 en Congresdo Dominico 2011, uso manuscrito
129
Fr. NelsonMedina, O.P. PhD, Liderazgo consentido o Liderazgo con sentido: Relativismo en la escuela de hoy, p. 3 en Congresdo
Dominico 2011, uso manuscrito
- 65 -
Modernidad ( Torres J,Modernidad, Madrid, 1994 es una noción sumamente ambigua, pero por convención la
definimos como el marco cultural que ha dado lugar a la civilización técnica, nacida de una sobrevaloración del
espíritu humano respecto a su entorno natural y representado en un marco histórico de carácter lineal y
progresista. Individualismo, materialismo y progresismo, entendido como finalismo histórico y como fe en el
carácter lineal de la historia, son los rasgos fundamentales de la modernidad.
Para algunos autores y estudiosos de la realidad, la modernidad designa el movimiento político y filosófico de
los tres últimos siglos de la historia occidental. Se caracteriza principalmente por cinco procesos convergentes:
la individualización, por la destrucción de las antiguas comunidades de pertenencia; la masificación, por la
adopción de comportamientos y modos de vida estandarizados; la desacralización, por el reflujo de los grandes
relatos religiosos en provecho de una interpretación científica del mundo; la racionalización, por el imperio de la
razón instrumental a través del intercambio mercantil y de la eficacia técnica, y la universalización, por la
difusión planetaria de un modelo de sociedad implícitamente presentada como lo único racionalmente posible y,
por tanto, como un modelo superior.
Para nosotros la modernidad es ante todo un programa de transformación social que se ejerce en varios frentes
que tiene que abordarse de manera integral, para el respeto por la persona y para ser verdaderos defensores del
hombre en todas sus dimensiones tal como nos recuerda Juan Pablo II en su Encíclica Redemptor Hominis.
Respecto a los frentes importantes que se deben tomar en cuenta al mencionar el problema de la educación
mencionamos brevemente los siguientes: el frente político de la modernidad que viene definido por las
revoluciones francesas y americana. El frente social establecido por la reforma protestante y la revolución
industrial, fenómenos que autores como Merton y Weber han relacionado. El frente epistemológico dado por la
adopción de un método privilegiado para la obtención del conocimiento, el método científico, asociado a la
inducción; el proceso hunde sus raíces en el pensamiento de Bacon, Kant y Descartes y llega a su máxima
expresión con el positivismo de Comte y el neopositivismo. Finalmente el frente pedagógico de la modernidad
se fundamenta en el programa de la Ilustración, como un proceso educativo hacia la autonomía moral que
conecta definitivamente emancipación, razón y educación, a través de la legitimación de una filosofía
progresiva de la historia, como eje del binomio educación- felicidad. Desde esta visión se pierde el sentido
comunitario.
De la crisis de la modernidad a la postmodernidad
De la modernidad pasamos a reflexionar sobre lo que significa, a grandes rasgos, la postmodernidad en la cual
existe una amplia conciencia social de la crisis, pero tal como ha mostrado Kühn para los paradigmas científicos,
estos no se abandonan hasta que aparece una alternativa y transitan por un periodo de máxima inseguridad y de
explicaciones ad hoc. Algo parecido sucede con el paradigma social de la modernidad. La ideología de la
modernidad se ha convertido en un discurso hueco, incapaz de dar respuesta a los grandes problemas de la
humanidad contemporánea y por otra parte los discursos posmodernos quieren aparecer como una alternativa.
En general un sistema entra en crisis cuando es incapaz de controlar y resolver sus propias contradicciones y las
perturbaciones que se producen en su entorno. Aguilar (Aguilar T, Educación para la ciudadanía, Marcea,
Madrid 1999, pp. 20 - 37) resumió estas contradicciones y perturbaciones de la siguiente manera:
Nacionalismo emergente, especialmente en las sociedades que pertenecían al imperio comunista, fuente
constante de focos de tensión y de guerras.
Procesos de liberación del tercer mundo, especialmente como fundamentalismo islámico
Corrientes migratorias
Problemas ecológicos
Desequilibrios demográficos.
Fenómenos de degeneración del tejido social, cuyas manifestaciones serían los fenómenos de corrupción,
violencia irracional, criminalidad, y otros fenómenos asociados a las drogas.
Desórdenes personales, que se manifiestan en un aumento exponencial de las neurosis, depresiones y las
enfermedades mentales en general.
Límite económico: imposibilidad de mantener los límites actuales de crecimiento y de prestaciones sociales
que se dan en los países desarrollados, y mucho menos extenderlos al conjunto del planeta.
- 66 -
Inestabilidad de los mercados provocada por la globalización, que es, por otra parte elemento imprescindible
para la culminación del ciclo del sistema.
Con respecto a la educación la crisis de la modernidad se manifiesta en una creciente desconfianza hacia la
capacidad de las instituciones educativas para realizar las funciones que tradicionalmente han venido
desarrollando, pero paradójicamente aparece, junto a esta desconfianza, un aumento desproporcionado de las
tareas y atribuciones que la sociedad parece esperar de estas mismas instituciones educativas.
Surgimiento de la postmodernidad
Como ya se ha expuesto los cambios que se presentan en la modernidad desde las nuevas corrientes de
pensamiento, se hacen patentes en todos los ámbitos donde el hombre se desarrolla: en la cultura, la política, la
ciencia, la ética, el arte, y, obvia-mente, en la educación y en la formación. Por este motivo, se observa en la
actualidad un amplio despliegue intelectual en el campo de las Ciencias Sociales para tratar de comprender
cuáles son los principales cambios que está experimentando esta nueva sociedad. Aunque desde estas distintas
áreas se vienen utilizando diferentes términos para denominar este nuevo orden social al destacar una cualidad
particular (información, comunicación, conocimiento, aprendizaje,...) parece que el calificativo más general es
el de postmodernidad. De este modo, la sociedad emergente se define por oposición o contraste con la sociedad
moderna.
En definitiva, la postmodernidad representa una filosofía construccionista o posestructuralista y una sociología
crítica que pretenden develar los entresijos del lenguaje y del poder que mantienen de forma oculta aún en
nuestros días las líneas maestras de la modernidad. Intenta hacernos ver que la forma de hacer ciencia, crear
cultura o ejercer política no tiene por qué ser unívocas sino que, por el contrario, pueden y deben ser diversas.
Aparece así claramente que nuestro mundo actual es consecuencia de un pasado que hunde sus raíces en la
modernidad. Es un mundo complejo que no se ha erigido en un abrir y cerrar de ojos, sino que es al tiempo
consecuencia y causa del devenir socio-histórico que ha experimentado una determinada cultura que reluce y se
impone como un monolito hegemónico. La sociedad postmoderna, pos-tindustrial, trata de recomponer el
funcionamiento y la organización en cada subsistema (en el que considera también a la educación) tomando
como base los restos de ese tiroteado y recompuesto megalito.
Las crisis se presenta por doquier y sin cesar en todos los ámbitos del sistema -político, social, económico,
laboral, ambiental, cultural, educativo-, por lo que el trabajo a realizar requiere un esfuerzo comprometido y
conjunto de todos los grupos religiosos, laicos y desde todos los estratos sociales. Una nueva sociedad está
naciendo pero hay que reconstruirla sentando bases claras con el aporte de cada uno de los ciudadanos del siglo
XXI por medio de la paciente reflexión, del diálogo abierto y sostenido y de la actuación en colaboración.
Estamos de acuerdo con Coronel (1995: 125) cuando afirma que: "La convergencia de la ciencia postmoderna y
los discursos críticos crean un marco prometedor en la generación de una nueva matriz normativa para la
concepción y producción del mundo, una concepción de estar en el mundo en la que éste no se encuentra fuera
del que habla o actúa. La sustitución de la objetividad por múltiples subjetividades que interactúan en la
construcción de la realidad‖130.
Visiones críticas e incertidumbre
Las sociedades modernas han fundamentado su desarrollo en una racionalidad instrumental de carácter técnico.
Pero, como afirman Habermas (1984)131 es necesario y urgente en esta época postindustrial considerar también
el valor tanto de la racionalidad o epistemología de la práctica como de la racionalidad crítica. La razón objetiva
constituyó el principal fundamento para el afiance de las ciencias, en especial las experimentales, lo que a su
vez permitió la amplia revolución tecnológica. El denominado método científico era el procedimiento que había
que aplicar en todas las áreas del saber para llegar a generar un conocimiento objetivo, neutral y universal.
130
131
Coronel, J.M., Proyecto docente, Madrid 1995.
Haberlas J., Ciencia y técnica como ideología, 1984, Tecnos, Madrid.
- 67 -
Sin embargo, podemos constatar que este tipo de conocimiento científico-técnico es insuficiente para resolver
todos los problemas de orden moral que diferentes tipos de profesionales pueden encontrar en la práctica. El
saber universal pierde de vista tanto las riquezas e incertidumbres de los diversos contextos, como el saber que
cada profesional ha construido a partir de su propia experiencia. Así como en la educación, en distintos ámbitos
de actuación surgen problemas más o menos complejos que son irresolubles mediante una intervención dirigida
exclusiva y linealmente por un conocimiento técnico. Es necesario también activar y poner en práctica un
"conocimiento-en-acción" que se deriva del arte y pericia que cada profesional posee y desde un modelo que
permita asumir valores trascendentes teniendo desde nuestra concepción y propuesta como base la fe.
Por último, es posible distinguir igualmente un nuevo modo de racionalidad de naturaleza crítica. Esta corriente
crítica quiere develar las líneas maestras de la sociedad con la intención, ética y políticamente comprometida, de
reconstruir y mejorar. Precisamente es en este proyecto ideológico alternativo donde se encierra todo su
potencial liberador y emancipador para los individuos, especialmente para los más desfavorecidos.
La postmodernidad como acto
La postmodernidad hace su aparición cuando el proyecto moderno deja de ser válido total o parcialmente. Los
postmodernos rechazan el proyecto ilustrado de diversas maneras y con él la sociedad que ha generado. No
sienten ilusión por cambiarlo. No se sienten llamados a superar la modernidad. Entre muchas razones por las
que surge la postmodernidad es esa desconfianza en las promesas de la modernidad y se enfrenta a desarrollar
por sí misma determinadas líneas de pensamiento.
Líneas de pensamiento
Desencanto y debilidad de la razón y de la acción.
La confianza en la razón (modernidad, Medievo) se quiebra para ingresar en los tiempos del pensamiento débil,
inseguro y desilusionado.
La historia de la razón es la historia de los desengaños de la razón, o de lo irracional de la razón. Ésta ha perdido
credibilidad para decirnos con seguridad ¿qué es la realidad? o ¿qué es el hombre?, se impone la ―sensatez
racional‖ del conformismo, lo limitado, la humildad intelectual.
En consecuencia, buena parte de la clase intelectual ha optado por el agnosticismo. Aparece también otro
agnosticismo, ―popular inducido‖, derivado de la mentalidad positivista y empirista, entre todas las capas de la
sociedad.
El ―Pasotismo‖ que se refiere a que paso todo, no toma opciones fundamentales y se hace visible en la vida y
vocabulario de los jóvenes y el postmoderno se instala cómodamente en el ―pensamiento débil‖: lo que hoy
siento y pienso, no sé si lo mantendré mañana dejando de lado el proyecto de vida y el ideal de la trascendencia.
Esta realidad que constantemente se hace presente en nuestros ambientes necesita ser iluminada por un modelo
de Hombre al que debemos aspirar para vivir con la coherencia que tuvieron tantos santos y de manera especial
en nuestros centros, desde el carisma de Eduviges Portalet, para ser Luz para los ciegos de pensamiento y de
vida y para poder conducirlos a la VERDAD que es Jesucristo.
Pérdida del fundamento
Ante el desencanto de la razón todo es posible. Si antes el Ser se definía de muchas maneras, ahora se puede
decir de muchas cosas; más que un ser hay múltiples seres. La pérdida del fundamento ha ocasionado la
fragmentación y el nacimiento de múltiples fundamentos. Han terminado los grandes principios que se tomaban
como universales. Nos movemos en una pluralidad de formas de justificación y de enfoques individualistas.
Nuestra sociedad postmoderna es globalmente irracional como resultado de muchas racionalidades parciales.
- 68 -
Las consecuencias de esta pérdida de fundamento son, según Mardones132:
Pérdida de la centralidad de la fe, de la Trascendencia y de religión.
Mundo de cosmovisiones fragmentadas.
Creciente burocratización.
Disolución del sentido de la historia
El verdadero sentido de la historia es ahora reconocer la ausencia de un único sentido: el ser humano no puede
escapar de su situación particular y contexto vital que, a la vez, le configura y le condiciona.
Se defiende la no existencia de lo que denominamos historia, pues existen tantas historias como individuos, sin
que ninguna de ellas pueda ser universal, se olvida la tradición.
La postmodernidad, pues, certifica la disolución de la historia como proceso unitario. Frente a las utopías de la
modernidad, la postmodernidad opta por el presente.
Fragmentación moral
La moral también queda fragmentada sin principios fijos que la sustenten, convirtiéndose el yo en el centro de la
acción. La sociedad está caracterizada por el politeísmo de los valores, todo vale y la moral es una moral
subjetivista, narcisista-hedonista, todo queda relativizado al sujeto y a cada momento. Así concluimos que se
elude el sentimiento de culpa y se provoca un individualismo hedonista y narcisista. Importa la estética más que
la ética y se desvirtúa el sentido de libertad.
Los Valores en la Postmodernidad
Un aspecto que tiene vital importancia en el desarrollo del ser del hombre es enfrentar el problema de los
valores o desde su aceptación como objetivo o como un algo subjetivo, que lleva a un enfoque subjetivista. En
la postmodernidad esta esfera posee una comprensión particular que abordaremos. Así, frente a valores de la
modernidad como lo absoluto, la unidad, lo objetivo, el esfuerzo, lo pasado/futuro, la razón, la ética, la
seguridad, etc., surgen los valores postmodernos de lo relativo.
Pluralismo de valores. Todo vale.
El pensamiento postmoderno nos conduce al relativismo y subjetivismo que afecta a todos los ámbitos del ser,
del conocer, del vivir y, en consecuencia, a un pluralismo de valores. El valor es concebido como algo
circunstancial, siempre “depende de...”
Los valores que surgen en la postmodernidad se dividen en tres núcleos fundamentales:
Relativismo (desencanto de la razón y la pérdida del fundamento). Pluralismo, diversidad, escepticismo,
secularización, fragmentación, pensamiento débil, etc.
Presente (Incredulidad de los grandes relatos y la disolución del sentido de la historia) liberación, desconfianza,
agnosticismo, pasotismo, humor, lo cotidiano...
Esteticismo y fragmentación moral Afectividad, placer, narcisismo, novedad...
Así, frente a valores de la modernidad como lo absoluto, la unidad, lo objetivo, el esfuerzo, lo pasado/futuro, la
razón, la ética, la seguridad, etc., surgen los valores postmodernos de lo relativo, la diversidad, lo subjetivo, el
placer, el presente, el sentimiento, la estética, el pasotismo, etc.
Conflicto axiológico
Existe un conflicto entre la concepción de valores en la Modernidad y la Postmodernidad.
En la Postmodernidad, el valor se considera subjetivo, lo que conlleva a la creación del valor por el hombre.
Desde esta perspectiva, existen algunos argumentos que demuestran la flaqueza de dicha concepción de los
valores tales como:
Confunde el valor con el interés y la necesidad.
132
Mardones J., Fe y trascendencia, Barcelona 2005, Paidos.
- 69 -
Descarta cualquier posibilidad de error axiológico y elimina toda obligatoriedad de los valores.
Desaparece la distinción entre el bien y el mal objetivo.
Identifica el ser y el deber-ser.
Lo deseable se confunde con lo deseado.
El valor es igual a la valoración.
No hay posibilidades de valores universales.
De esta manera llegamos a la conclusión de que tan problemática es la opción de la postmodernidad como la de
la modernidad. Para dar una solución a este problema proliferan las definiciones de valor en las que se
coordinan ambas visiones, la subjetiva y la objetiva. De este modo, el sujeto y el objeto, lo ideal y lo real,
quedan relacionados y armoniosamente coordinados.
Las Jerarquías de Valores: Esteticismo.
Otra dificultad de la Postmodernidad le viene por la jerarquía axiológica. Desde el objetivismo, algunos autores
como Scheler, Hartmann y Bergson, hacen corresponder los valores superiores o básicos (útil, bueno, bello y
santo) con cuatro estratos axiológicos: el económico, el ético, el estético y el ascético/religioso. La validez de
estos estratos es creciente no pudiendo acceder a un estadio superior sin haber pasado por los anteriores. Los
postmodernos, al reducir la ética a la estética, alteran esta jerarquía, dejando un vacío ético, lo que hace que se
carezca de una base firme.
Carácter Emocional del Conocimiento Axiológico
Otro argumento que explica el desacuerdo axiológico modernidad-postmodernidad es el carácter emocional del
conocimiento de los valores o la ―desnudez de razón‖ frente a los mismos. El acuerdo ante el conocimiento
científico se torna discrepante ante el conocimiento axiológico.
En consecuencia, será difícil o acaso imposible demostrar con argumentos totalmente convincentes la
superioridad axiológica de la modernidad sobre la postmodernidad, o de ésta sobre aquélla. O no hay razones, o
hay tantas razones para unos y para otros que nos movemos en la duda o caminamos entre inseguridades, o bien
las seguridades son siempre personales.
En este contexto, hay valores porque hay subjetividad y en consecuencia pluralidad y libertad. Alcanzamos el
conocimiento de los valores implicando todas las dimensiones de la persona: razón y sensibilidad, cabeza y
corazón. Por ello, el valor posee un componente emocional y otro intelectual.
El conocimiento precede pero no es suficiente. Si no hay sentimiento no se da la valoración, ya que cada uno
valora según lo que es. Todo lo antes dicho pone en riesgo la formación de valores perennes, trascendentes,
universales que orienten a una forma de vida coherente desde una visión con sentido comunitario.
La globalización
En esta esfera de postmodernidad es pertinente abordar la situación de globalización, por ello es difícil que
alguien pueda cuestionar que vivimos en una época de globalización. Sin embargo, el definir con claridad qué es
lo que esto significa e implica y cómo afecta específicamente a la educación resulta aún más difícil, en virtud de
que se trata de un fenómeno que se está desarrollando y que en sí es complejo. A decir de García Canclini, ―...si
no contamos con una teoría unitaria de la globalización no es sólo por deficiencias en el estado actual del
conocimiento, sino también porque lo fragmentario es un rasgo estructural de los procesos globalizadores‖133.
Otros sin embargo pueden definir la globalización como ―la intensificación de las relaciones sociales mundiales
que enlazan sitios distantes de forma tal que los sucesos locales están influidos por acontecimientos que ocurren
a muchos kilómetros de distancia y viceversa‖.
133
García, N., Globalización imaginada, Paidós, Barcelona 199, p. 48
- 70 -
Pero la globalización es producto de todos los cambios que se dan en todas las esferas en los cuales quien es
fundamental para todos estos cambios son la ciencia y la tecnología, por ello afecta el sentido antropológico del
hombre desde una visión cristiana y como se expresa en el documento de Aparecida, todas las relaciones del ser
humano, la historia y la realidad parecen acelerarse de manera vertiginosa y se extienden a todos los rincones
del planeta. Sin embargo esta realidad compleja nos invita a mirar la vida con más humildad y de manera total y
no fragmentada que lo único que ocasiona es pérdida del sentido de vida y de todas las relaciones que el hombre
tiene, desde lo personal hasta lo trascendente. Desde nuestra propuesta nos corresponde a través de la educación,
ser Luz y guía para el ser humano, así como lo fue Jesucristo, y asumir como Santo Domingo de Guzmán,
Eduviges Portalet y tantos otros santos, vivir con coherencia y con principios claros los cambios para no
perdernos en el mundo.
Entender la globalización como dice el Papa Benedicto XVI ―es una tarea que es responsabilidad de los
creyentes‖, hasta el punto de ser una cuestión de conciencia. ―Creo que ningún católico que recibe la eucaristía
y vive en intensa oración debería dormir tranquilo, si en sus preocupaciones no enfrenta este problema porque
aquí se juega el futuro del cristianismo‖. Es este el motivo que nos lleva como docentes comprometidos a
asumir el reto de educar teniendo como arma fundamental nuestra vocación y nuestra fe para colaborar en la
construcción de un mundo más humano.
Nuevo marco epistémico
El proceso de la globalización ha aparecido en nuestras vidas, sabemos que estamos inmersos en él, hablamos
de él pero desde diferentes imaginarios, cada quien lo significa desde sus referentes, desde su nivel de
conciencia posible, y así como hay diversidad de imaginarios individuales, hay construcciones por sectores de la
sociedad, por gremios, por los grupos de poder. En sí, esta realidad acaba de concretarse, de tomar forma, a
partir de las significaciones que le damos quienes participamos en ella, sin embargo la V Conferencia del
Episcopado Latinoamericano de Aparecida nos ilumina y nos hace tomar conciencia de esta nueva época que
nos toca vivir y subraya que entre los más profundos cambios se encuentra una concepción reduccionista del ser
humano, de su misma relación con el mundo y con Dios, por ello nos recuerda ―…el gran error de las tendencias
dominantes del siglo…Quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto de la realidad y sólo puede
terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas‖.134
A continuación presentamos los principales aspectos culturales que ha introducido la globalización desde la
ciencia y la tecnología para todos los marcos de la realidad, pero que de manera especial nos interesan para
encontrar caminos que nos permitan enfrentar los problemas, puesto que ellos nos servirán para hacer frente a
esta realidad desde la educación para que nuestros estudiantes no sean devorados por los cambios.
La sociedad de la información
Los adelantos tecnológicos han favorecido muchos campos tanto en la producción de bienes como de servicios,
entre los cuales se halla la educación, y sobre todo, han favorecido la construcción, procesamiento y difusión de
información, al grado de llegar a denominarse a la sociedad actual como ―sociedad de la información‖.
La información se ha convertido en una forma de poder, a decir de Giroux, ―...un Estado incapaz de cambiar al
ritmo de los rápidos procesos de cambio tecnológico se hará Estado débil interna...y externamente...porque la
habilidad de fomentar el cambio tecnológico bajo las nuevas condiciones de información de revolución
tecnológica están relacionadas directamente con la habilidad de una sociedad para difundir e intercambiar
información y relacionarlo con el resto del mundo‖.135
A decir de monseñor Manuel Monteiro de Castro ´‖todos estamos llamados a construir desde nuestra fe el
mundo globalizado por los medios de comunicación para hacer un mundo más solidario y más justo‖, y tanto la
Iglesia como los medios de comunicación deben servir a la familia humana. El comunicador cristiano tiene una
tarea profética de clamar contra el materialismo, el hedonismo y el nacionalismo extremo, y difundir valores
morales basados en la dignidad y los derechos humanos.
134
135
CELAM, Aparecida, Ed. Paulinas, EPICONSA; Lima 2007
Giroux, H.A., Pedagogía crítica de la època moderna, Madrid 1993, Ed. Siglo XXI
- 71 -
No podemos vivir de espaldas a la sociedad de la información sin embargo la información es algo externo,
frente al conocimiento, que es una actividad vital, un crecimiento interno. Por eso, la información sólo tiene
valor para el que sabe qué hacer con ella: dónde buscarla, cómo seleccionarla y cómo utilizarla y
fundamentalmente la información debe buscar la verdad como principio.
La sociedad del conocimiento
Otro aspecto, que también ha resultado tan importante para asignar una denominación a la sociedad actual, es la
amplia producción de conocimientos, lo que ha provocado que se le denomine como ‗sociedad del
conocimiento‘, a la cual se llega ―...gracias a un interesante fenómeno de realimentación, en el cual los avances
en el conocimiento posibilitan desarrollos tecnológicos que a su vez permiten el manejo eficiente de la
información y valga la redundancia- del conocimiento, formándose así un ciclo de vertiginoso desarrollo y
producción de nuevo conocimiento‖. Los conocimientos son un bien sin límites de disponibilidad, aunque
ciertamente con límites de acceso por las mismas restricciones a las tecnologías.
Este aspecto hace referencia a un cambio en las formas culturales y a la educación. La construcción y uso del
conocimiento es un hecho eminentemente cultural. Desde el dominicanismo, el estudio es una manera de llegar
al conocimiento contemplativo de la verdad, es un medio de desarrollo personal, es un acto de contemplación,
parte integrante de armonía y solidez, obra de misericordia y acto de esperanza que nos ayuda a percibir las
crisis, las necesidades, anhelos y sufrimientos ajenos como propios y así interesarnos por ellos y buscar su
remedio. Será uno de los retos orientar a nuestros estudiantes en el camino al conocimiento para que esté
siempre al servicio del hombre.
Procesos de hibridación cultural
Al abrirse las fronteras a pobladores, mercancías, programas televisivos e información vía Internet, se da cabida
a lo que se ha dado en nombrar procesos de hibridación cultural. Abundan, cada vez más, ―complejas
transmutaciones de las costumbres y formas culturales que cruzan rápida y fácilmente las fronteras nacionales
gracias a la economía cultural trasnacional...lo que puede llegar a ser la cultura popular globalizada:
diferente...en carácter de la naturaleza integradora y ‗esencialista‘ de las culturas nacionales‖. Es en este ámbito
es donde el educador tiene que asumir la misión de educar desde la Luz y la Verdad con un corazón de padre y
maestro, que tenga fundamento y consistencia para alcanzar el modelo de Hombre , que es el mismo Jesucristo
y asumir una forma de vida desde el evangelio sin perder la identidad.
Desterritorialización
La opción de cambiar de residencia continuamente, sea por motivos de trabajo, políticos o por simple disfrute de
la posibilidad de hacerlo, va afectando el sentido de arraigo a una localidad, una nación, en sí, a una cultura y
sus intereses. Ya no hay sentido de pertenencia y por lo tanto de identificación con su propia cultura y tradición.
La globalización de las experiencias cotidianas dificulta cada vez más la conservación de un sentido estable de
identidad cultural local (incluida la identidad nacional), en la medida que nuestra vida diaria se entreteje más y
más con influencias y experiencias que se originan en regiones lejanas y, al mismo tiempo, son penetradas por
éstas. En este marco es necesario desarrollar con fuerza el sentido de pertenencia que se va perdiendo, entender
que la identidad toma conciencia y sentido de pertenencia en la propia entidad, luchar por la inculturación para
que el mensaje evangélico se siga propalando, considerar que educar hoy exige que el modelo y materia sean
tratados en movimiento lo cual debe llevarnos a dinamizar las técnicas, los métodos, las propuestas para que
vayan de la mano con los cambios.
La sociedad de consumo
Otro aspecto importante es caracterizarnos por ser sociedades de consumo. Por supuesto en este punto el aspecto
económico es el que subyace, la sociedad está influenciada por el mercantilismo. Al ser tal la dinámica de la
producción, resulta necesario que el consumo también sea ágil. No tendría sentido que la gente consuma, como
antes, productos y servicios que les serán útiles para satisfacer sus necesidades por un largo periodo, pues ello
atentaría contra el movimiento de las mercancías. A este respecto, Bauman refiere que ―la formación que brinda
la sociedad contemporánea a sus miembros está dictada, ante todo, por el deber de cumplir la función de
- 72 -
consumir‖136. Esta práctica consumista impacta en algo muy importante para los procesos de reproducción de
las sociedades: su racionalidad, entendida como una forma de pensar, de hablar y consecuentemente, de actuar.
Entre los educadores es necesario desarrollar una unidad ideal por la cual todos serán conscientes de la finalidad
a la cual tienden y también una unidad operativa por la cual coincidan en que las intervenciones que eligen
corresponden a la finalidad, lo cual permitirá discernir sobre lo que se ofrece.
La racionalidad pragmática
Surgida de las prácticas consumistas, en donde las cosas resultan ser desechables, surge la racionalidad
pragmática, en la que todo, incluidos los sujetos, se convierten en mercancías y objetos usables primero y
desechables casi inmediatamente. Esta racionalidad pragmática se convierte en una actitud mental donde al
hacer sus opciones, excluye el recurso a las reflexiones de tipo teóricas o de las valoraciones basadas en
principios éticos. Este modo de razonar nos manifiesta la encíclica Fides et ratio, que trae serias consecuencias
como la subordinación de las decisiones del hombre al orden de los puros concordatos, la misma antropología
está fuertemente condicionada por una visión unidimensional del ser humano y es ajeno a los grandes dilemas
éticos y a los análisis existenciales propios de cada ser humano.
Crisis de valores
Un elemento que ha colaborado para que se presente el fenómeno de crisis de valores es la fragmentación,
puesto que las especializaciones en todos los sectores económicos del trabajo y del pensamiento también,
encierran a los seres humanos en actividades fragmentadas, aisladas y donde se pierde el sentido de la realidad
común. De este modo el sentido de la responsabilidad para con los otros y para su comunidad, también se
desintegra Se ingresa así a una esfera donde todo da igual o la realidad tiene un valor en cuanto sigue los
intereses o los deseos, de tal modo que no existe nada permanente, todo es pasajeros, se ingresa de esta manera
en una cultura subjetivista y hasta relativista. Algunos autores consideran que es necesario promover los valores
de la solidaridad, generosidad y responsabilidad puesto que, considera que son las dos fuentes primeras de la
ética, por lo que al momento en que estas se diluyen, la ética también se desdibuja en las conciencias y en los
actos.
Los rasgos presentados de esta cultura globalizada son vividos por diversas sociedades, por supuesto desde
diferentes posturas. Esta realidad impacta las identidades regionales, nacionales, locales e individuales. Así, la
cultura y por ende la educación, son espacios donde se reflejan más claramente los elementos de la
globalización. Sin embargo, tal como lo refiere Tomlinson, ―lo importante es comprender estos elementos como
dimensiones de la vida social es no verlos como esferas de actividad completamente separadas: no dejamos de
‗hacer economía‘ para ‗hacer cultura‘...‖137.
Esto una vez más choca con la misma esencia fragmentaria de la era postmoderna, puesto que mientras por un
lado se parcializan las esferas de actividad social, por otro resultan claras estas conexiones ineludibles que
parecieran quererse ocultar.
Es ante esta realidad que la educación se enfrenta cotidianamente y todo educador tiene que desarrollarse en esta
cultura, sin embargo es urgente tomar conciencia que la tarea de todo educador es preparar a los estudiantes para
saber contrarrestar estas situaciones y permanecer en los principios universales que nos hacen más humanos,
nos llevan a trascender y ser verdaderos a imagen de Jesucristo.
En el caso de la educación que tiene su contexto en la escuela, observamos claramente los efectos de la
globalización en la interacción estudiantes - maestros, quienes al pertenecer a sociedades inmersas (a diferentes
niveles) en el proceso de globalización y en contextos en que coexisten modelos modernos y postmodernos,
traen consigo las formas de pensamiento que asume la globalización, las formas de sufrirla o disfrutarla.
De hecho, es en los niños y jóvenes en quienes observamos más fácilmente los efectos de este fenómeno social.
Como lo refiere Giroux, ―para esos jóvenes, la pluralidad y la contingencia, tanto si son difundidas por los
medios de comunicación social como por las fracturas ocasionadas por el sistema económico, el aumento de
136
137
Zygmunt Bauman, Sociedad contemporánea, Madrid 1999, p. 106
Toulimin, S:; La comprensión humana, Alianza, Madrid 1997, p. 21.
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nuevos movimientos sociales, o la crisis de la representación han provocado un mundo con poca seguridad
psicológica, económica o intelectual‖138.
El marco sociocultural a que las jóvenes generaciones se enfrentan está constituido por los siguientes factores:
una pérdida general de fe en los discursos modernos del trabajo y de la emancipación; la convicción de vivir
para el momento inmediato a partir de reconocer lo incierto del futuro; la resignificación del hogar, este ya no es
el espacio estable, garante de seguridad; fragmentación del tiempo y del espacio. Los cambios no sólo son
muchos sino muy veloces, sin dar cabida a la posibilidad de construir fundamentos en los cuales puedan
sostenerse de manera permanente y segura.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. Para la pedagogía de Eduviges Portalet, ¿por qué es importante conocer el mundo que nos rodea?
2. ¿Cuáles son las características de la modernidad?
3. ¿Por qué la modernidad ha entrado en crisis y ha dado paso a la postmodernidad?
4. ¿Podrías hacer un análisis de la realidad del entorno que te rodea, específicamente de la institución
educativa en la que trabajas?
138
Giroux, H.A., Los profesores como intelectuales, Paidós, Madrid 1990, p. 112.
- 74 -
CAPÍTULO VI
LOS RETOS QUE HOY ENFRENTA
LA PEDAGOGÍA DE LUZ Y VERDAD
- 75 -
Con una mirada esperanzadora
El panorama que hemos contemplado en el capítulo pasado nos debe llevar ahora a cuestionarnos sobre los
efectos que dichos elementos ejercen sobre la educación. No debemos olvidar que el compromiso de todo
docente dominicano es educar en la luz y la verdad, por lo que, siguiendo esta pedagogía debemos cuestionarnos
sobre la verdad de la educación y la forma en que ésta viene cuestionada, lacerada o provocada por las
realidades que hemos estudiado en el capítulo pasado.
De esta visión debe surgir en el alma de cada docente dominico una visión esperanzadora, como madre
Eduviges Portalet lo ha enseñado con su propia vida. Ella no se amilanó frente a las realidades que rodeaban a
sus niños ciegos sino que las tomó como retos para lograr el objetivo de portar la luz y predicar la verdad. De la
misma manera el docente dominico toma esas realidades de nuestro tiempo no como obstáculos sino como retos
para portar la luz y predicar la verdad. Y esto lo hace con otro elemento de la pedagogía de Eduviges que ya
hemos también estudiado. Lo hace con el estudio dominicano, es decir con la capacidad que tiene de
contemplar la realidad para luego encontrar en Jesucristo la luz y la verdad de esas realidades y así llevarlas de
nuevo a ellas para purificarlas. Dificultades o retos son las dos caras de la misma moneda pero que se presentan
en forma diversa para quien tiene esperanza. La esperanza en la pedagogía de Eduviges nace precisamente de la
contemplación de Jesucristo como Luz y como Verdad. Si frente a las angustias por la educación de sus pobres
ciegos desamparados no se desanima, se debe sobre todo a dos virtudes que son la confianza en la divina
Providencia de la que ya hemos hablado y dado ejemplos abundantes, y la contemplación de Jesucristo como
modelo del hombre que ella quiere plasmar en sus niñitos. La educación para ella se convierte por tanto en un
camino hacia la esperanza porque ella, con ―ojos abiertos‖ logra ver lo que los otros no ven. Logra ver en esos
niños y niñas hombres y mujeres de bien y para ella las dificultades que se le presentan para lograrlo se
convierte en retos, porque ella con los ojos de la fe, los ―ojos abiertos‖, ha visto ya a los hombres y mujeres de
bien que previamente ha contemplado en Jesucristo.
El reto de educar en la luz y la verdad
Muchas son las definiciones de educación que podríamos considerar para conocer la verdad de la educación.
Tomemos la que nos ofrece el Papa Benedicto XVI: ―Educar es formar a las nuevas generaciones, para que
sepan entrar en relación con el mundo, fuertes en una memoria significativa que no es sólo ocasional, sino
acrecentada por el lenguaje de Dios que encontramos en la naturaleza y en la Revelación, por un patrimonio
interior compartido, por la verdadera sabiduría que, mientras reconoce el fin trascendental de la vida, orienta el
pensamiento, los afectos y el juicio‖139.
Educar es por tanto formar hombres y mujeres de acuerdo a la verdad de su ser, de acuerdo a la imagen de
Jesucristo que llevan en su interior desde el momento de su concepción. Imagen que puede ser estropeada o
favorecida. El educador, el buen educador busca hacer que salga esa imagen que los niños, adolescentes y
jóvenes llevan en su interior y se preocupa por ayudar a que el niño, adolescente o joven coopere también en
esta búsqueda del Cristo que llevan dentro.
Pero esta realidad de la ecuación está amenazada por varios elementos que hemos analizado anteriormente.
―Tanto la globalización como la postmodernidad se hacen evidentes en nuevas formas educacionales, que
basadas en una antropología reduccionista afirman que ―el hombre es un ser que produce, que compite, que
oferta y demanda‖; por ende, debe formarse para competir en un mundo globalizado y post – moderno. De esta
manera de concebir al hombre, nace una pedagogía centrada en mostrar y exponer conocimientos, de tipo
conceptual o procedimental y de carácter casi siempre científico y técnico, olvidando otra dimensión humana,
los valores humanos necesarios e imprescindibles para la convivencia pluricultural como es el caso de nuestro
país.
De los resultados de ambos marcos contextuales en la formación del niño, del joven y del profesional de los
cuales somos testigos, constatamos: ―Un individuo que sólo domina habilidades técnicas y carece de la
humanidad suficiente como para saber situarse en la historia, como para apreciar la creación artística, como para
139
Benedicto XVI, Cooperadores de la Verdad, p. 13
- 76 -
reflexionar sobre su vida personal y social, como para asumirlo desde dentro con coraje, para decir como Ortega
ese hombre masa totalmente incapaz de diseñar proyectos de futuro, y que siempre corre el riesgo de dejarse
domesticar por cualquiera que lo someta con una ideología‖
―Nos encontramos con profesionales, con padres de familia que buscan su felicidad al margen de una axiología
perenne, de unos valores absolutos; consecuentemente, formadores de nuevas generaciones desprovistas de una
sensibilidad moral y ética que los habilite para vivir humanamente en un mundo multicultural. Además
sumemos a esto las dificultades de interrelación entre profesores y personal jerárquico; los celos profesionales
no permiten un trato de comunicación horizontal, pues se está a la caza de los errores entre los docentes y del
personal jerárquico, ello no permite un ambiente favorable para la formación en valores humanos. La
indiferencia religiosa de muchos profesores, quienes se capacitan para acrecentar sus conocimientos, llegando a
ser según ellos eruditos, pero al final de cuentas son simplemente conocedores de su propia verdad‖140.
―Como ya se ha tratado líneas arriba, educar según la postmodernidad es educar para el bien y la felicidad, cuya
consecución consiste en la posesión de sus valores, sin embargo debemos entender qué significa bien y felicidad
para la postmodernidad, puesto que dependerá de ello una real interpretación y la acción concreta que
asumiremos.
―Se nos propone educar desde un triple núcleo axiológico (relativismo, presente y esteticismo), educar en la
postmodernidad es: educar en el relativismo (del ser, de la razón y del valor), educar en el politeísmo y
pluralismo, en el pensamiento débil, y en consecuencia, en la secularización, la – desorientación- , la excesiva
tolerancia...que al final se convierte en permisivismo.
―Con el racionalismo la escuela olvida el aspecto afectivo y lúdico de toda formación. Con el postmodernismo,
la nueva educación camina por las sendas del pluralismo, la debilidad, la desorientación, el escepticismo, la
afectividad...
―Pero debemos cuestionarnos si la educación postmoderna no es tan unilateral como la moderna aunque en
sentido contrario: si el absolutismo ha llevado a fuertes dictaduras e imposiciones, el relativismo conduce a
inseguridades, inestabilidades psicológicas y a enfrentamientos. Si - todo vale - , vale igualmente para el fuerte
y para el débil, por lo que el fuerte terminará imponiéndose sobre el débil. La ley del más fuerte será la realidad.
―Sólo una educación sólida y basada en principios y valores firmes, asumida como misión, pero al mismo
tiempo flexible y tolerante, donde la caridad y el amor fraterno irradien, llegará a ser educación para todos.
―Debemos entender que el hombre es semejante a Dios cuando puede unir acción y gozo que se alcanza cuando
el hombre interior se une íntimamente a Dios de modo inseparable por su recta intención y pureza y formar a
ese nuevo hombre constituye nuestro reto.
―Educar en el presente (lo momentáneo, lo cotidiano), educar en los valores de lo cotidiano, las pequeñas
historias, la desconfianza, el humor, la liberación, la superficialidad, agnosticismo, pasotismo...es actual. La
postmodernidad nos muestra el presente como el mejor modo de vivir la realidad. Lo que cuenta es el aquí y
ahora, liberándose de las ataduras y remordimientos del pasado y de las angustias y preocupaciones del futuro.
―La vida y el sentido de la educación se perciben como un presente en cambio permanente, todo - depende de
las ―situaciones‖, aquí también se muestra unilateral la postmodernidad porque prescindir del antes y el después
(el pasado y el futuro) es quitar al ser humano una dimensión fundamental, singular, distintiva y diferenciadora
de otros seres. El presente, y sólo el presente placentero, el placer inmediato y sin límites puede conducir a la
autodestrucción bajo el aspecto de liberación (droga, alcohol, sexo...).
―El pasotismo (paso todo y no me comprometo) y el humor desenfadado y comunicativo pueden ser una
compensación ante la falta de ideales o ante el aburrimiento de la vida cotidiana.
140
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
p. 8 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
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―El consumismo nos da un nuevo ―look‖, un placer hedonista, un status social, valora más las apariencias que la
realidad, por lo cual, difícilmente puede afirmarse que haga más valiosa la persona individual y socialmente.
―El punto de referencia de la juventud actual es la posición de los demás. Van emitiendo y recibiendo signos y
mensajes, a partir de los cuales van modificando constantemente su posición. Esta moral provisional deja un
amplio margen al presente, a la espontaneidad y provisionalidad, al azar de las cosas tal y como van viniendo.
Ha nacido la vida del sentimiento, la afectividad y el placer, el culto al cuerpo. Y nos da una mayor felicidad,
somos más felices cuando creemos que amamos que cuando sabemos o razonamos. La moral será entonces ―la
expresión de unos sentimientos y unas actitudes, de nuestras preferencias por unas normas de conducta y nuestra
desaprobación de otras‖.
―El cuerpo ha pasado en muy poco tiempo de ser el enemigo del alma al objeto de ―culto‖ o deidad, centro de la
belleza, del placer y hasta del status social.
―¿Cuáles son las consecuencias de esto? La modernidad mutiló la persona en detrimento del sentimiento y el
sentido de la Trascendencia. El postmodernismo ha mutilado la razón a favor del sentimiento. Ambos extremos,
por su unilateralidad, son igualmente desechables desde una visión armónica de la educación. La integración
armónica que debe darse en el ser humano son las esfera de la razón, el mundo interno y el sentido de
Trascendencia, estamos llamados a una profunda renovación donde rescatemos nuestra identidad católica, esto
si realmente se quiere ser fiel al hombre y por lo tanto ser fiel a Dios que nos llama a ser perfectos como Él es
perfecto.
―Si la educación ha de hacer más valioso al ser humano individual y socialmente, ha de alejarse de los extremos
individualista y hedonista y garantizar la relación entre fe y vida. La dificultad radica en determinar en qué
medida el hombre se debe a la sociedad y ésta al hombre. Puestos a elegir, nos inclinamos por el predominio de
la persona en forma integral sobre la sociedad, la sociedad debe estar al servicio del hombre para que le ayude a
ser cada vez más humano. No basta formar hombres y mujeres funcionales que buscan sólo bienestar económico
y desarrollo tecnológico.‖141
El reto consiste en brindar una educación que logre formar hombres y mujeres de acuerdo a su verdad última y
no de acuerdo a las exigencias del postmodernismo. Este reto lo desarrollaremos en el siguiente capítulo.
―Concretamente, debemos afirmar transformar la especie humana en verdadera humanidad tiene que ser el
objetivo fundamental y global de toda educación. Esto es, que la educación debe orientarse a propiciar el que se
entiendan las implicaciones de ser un ser humano creado a imagen y semejanza de Dios, y la toma de conciencia
acerca de lo que implica la convivencia en una comunidad local y global desde el evangelio, lo cual conlleva un
compromiso: se requiere entender la unidad y la diversidad, propiciar la autonomía pero también la
complementariedad y el sentido trascendente del hombre‖.142
El reto de una escuela con una clara identidad católica
―Es interesante observar cómo lo que en un momento se denominó instrucción, es decir, la enseñanza de
habilidades y conocimientos para desempeñar un oficio, vino a configurarse como el fin fundamental de los
procesos educativos escolares, dejando prácticamente en el olvido la función verdaderamente educativa que
corresponde a las acciones encaminadas a la formación del ciudadano, a la configuración del ser social, más allá
del ser productivo. Este descuido ahora emerge como un problema que requiere ser abordado con urgencia, al
identificarse que muchas de las situaciones sociales y ecológicas son producto de haber pasado por alto la
esencia de la formación del hombre‖.143
141
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Hacia nuevos caminos en la educación para enfrentar los retos del mundo postmoderno, p. 14 –
15, en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito
142
Ibídem., p. 24.
143
Ibídem., p. 24.
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La escuela en la sociedad postmoderna debe de alguna manera contribuir a formar al hombre en la luz y la
verdad lo cual significa tener una clara concepción del hombre que se quiere formar, que en la pedagogía de
Eduviges Portalet es la formación de Cristo en cada una de las personas. Esta meta, si bien es clara, entra en
competencia con la sociedad postmoderna que ofrece visiones alternativas y desviadas de la verdad del hombre
que ya estudiamos renglones arriba. Los agentes de la educación, hemos dicho, se han vuelto pluriformes. Si
antes educaba y formaba la familia, la parroquia y la escuela, ahora estos agentes o se hayan en crisis o sufren
fuertemente la competencia de agentes alternativos como son la tecnología y la economía de mercado, teniendo
como transmisor de sus mensajes educativos a los medios de comunicación. La tarea de formar a un hombre en
su verdad que antes era exclusividad de los tres agentes mencionados, familia, parroquia y escuela, queda
oscurecido o deformado por sus competidores. Entramos entonces en lo que Benedicto XVI ha llamado la
emergencia educativa por la incapacidad de transmitir a las futuras generaciones el mensaje de la verdad del
hombre.
La escuela, que en este momento atañe más a los docentes dominicos por la posibilidad que tienen de trabajar en
ella, requiere revisar su estrategia formativa, de forma que pueda enfrentar a estos agentes alternativos. La
pedagogía de luz y verdad debe impregnar un nuevo currículum educativo en donde la escuela sea un agente
efectivo en la formación de la verdad del hombre. ―Ahora bien, una posible manera de participar en la
construcción de esa nueva escuela basada en una manera de pensar desde la Luz y la Verdad que proponemos
basados en el modelo de Hombre que es Jesucristo, es tratar de comprender la compleja realidad en la que
vivimos para descubrir en consecuencia el lugar que ha de ocupar la educación en el siglo que comienza.
Creemos que es necesario, por tanto, describir, aunque sea someramente, los principales cambios que está
experimentando nuestra sociedad en sus diferentes ámbitos constitutivos, para a continuación presentar una
nueva propuesta de currículum y de educación como procesos inherentemente perfectibles que pueden
contribuir mediante la formación de las personas a la creación de un mundo más humano y más justo.
―Una vez delimitadas estas grandes líneas de reestructuración educativa, estaremos en mejor situación de
entender la reconstrucción del currículum en esta realidad emergente. Una nueva configuración de la sociedad
requiere un modo más integrador, menos parcial y fragmentado, de comprender la educación, el currículum y
por ende, de diseñarlo, evaluarlo y ponerlo en práctica desde una concepción de vida más humana y más
cristiana. Desde nuestra perspectiva, resulta imprescindible situar y ubicar los procesos de construcción de la
propuesta e sistematización de una pedagogía de luz y verdad desde un currículum pertinente en el mutante
contexto social actual y desde el carisma y espiritualidad que se propone.
―En ninguna etapa anterior de la historia de la humanidad, los cambios habían sido ni tan plurales ni tan veloces.
Es posible afirmar sin peligro a equivocarse que el cambio conforma una parte sustancial de nuestras vidas en
las sociedades avanzadas contemporáneas. Cambia casi todo lo que hay en nuestro entorno y además de forma
rápida. Nunca como hasta ahora había sido tan importante el fomento y el desarrollo de la capacidad de
adaptación, o incluso de anticipación, a los cambios presentes y futuros por parte de los ciudadanos y
fundamentalmente de quienes tienen a su cargo la educación de las futuras generaciones.
―Hoy como educadores cimentados en los principios y la espiritualidad de Santo Domingo de Guzmán, que
supo entender la realidad y transformar, desde su coherencia, también para nosotros es importante sumarnos a
esa meta de buenos educadores y entonces tener unos educandos bien cimentados sobre la verdad y la Luz que
es el mismo Jesucristo, tal como El mismo nos dice <Yo soy la verdad, el camino y la vida>. En éste contexto
es necesario educar en áreas fundamentales para el desarrollo como persona integral‖.144 Y así el autor pasa a
enumerar estas áreas fundamentales para la reconstrucción de la escuela católica: formar en la fe, formar en una
visión de trascendencia, formar en valores, reactualizar los valores clásicos de la cultura, recuperar el papel de la
familia, formar ciudadanos y no consumidores, apostar por la formación del carácter, apostar por la igualdad de
oportunidades y educar en valores alternativos.
Podríamos extrañarnos de haber encontrado o señalado tan solo dos retos, el de educar en la luz y la verdad y el
de tener una escuela con una clara identidad católica. Sin embargo en estos dos retos se encuentra toda la tarea
144
Ibídem., p. 20.
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educativa necesaria para responder a la emergencia educativa que la Iglesia ha propuesto para nuestro tiempo.
Veremos en el siguiente capítulo como de esos dos retos se desprenden unas tareas importantes para el docente
dominico. Tareas que bien pueden llevarse a cabo si se aplica la pedagogía de portar la luz y predicar la verdad.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. ¿Qué significa educar en la pedagogía de Eduviges Potalet?
2. ¿Cuáles son las amenazas de la educación por parte de la sociedad postmoderna?
3. Diseña estrategias válidas para educar en:
a. Formar en la fe
b. Formar en una visión de trascendencia
c. Formar en valores
d. Reactualizar los valores clásicos de la cultura
e. Recuperar el papel de la familia
f. Formar ciudadanos y no consumidores
g. Apostar por la formación del carácter.
h. Apostar por la igualdad de oportunidades.
i. Educar en valores alternativos.
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CAPÍTULO VII
LA ACTUALIDAD DEL CARISMA DE LUZ Y VERDAD:
APLICACIÓN DE LA PEDAGOGÍA
DE
EDUVIGES PORTALET
A LOS RETOS DE HOY
- 81 -
Frente a los retos, la respuesta de la pedagogía de portar la luz y predicar la verdad
Antes de iniciar el estudio de las aportaciones de la pedagogía de luz y verdad a los retos de conviene recordar
aquí sus elementos esenciales, de forma que los podamos aplicar con mayor facilidad.
Hemos dicho que la pedagogía de la luz aporta tres aspectos que serán esenciales para el cometido que ahora
debemos enfrentar. Estos tres elementos esenciales son Luz como descripción de Dios, Luz como la experiencia
existencial de Dios, Luz como amor. Se es luz para los demás, a la manera de Eduviges para los niños ciegos,
en la medida en que se hace la experiencia de Dios como Luz. Nadie da lo que no tiene y así, frente al escenario
que hemos ya descrito el docente dominico debe hacer luz sobre dicha realidad.
Y para hacer luz sobre la verdad de las realidades que rodean al hombre y sobre el mismo hombre, el docente
dominico contempla la verdad. Nace entonces la necesidad de parte del docente dominico de iluminar las
realidades del mundo y del hombre con la luz de la verdad. Aportar la luz y predicar la verdad se presentan
como dos etapas de un mismo proceso que en algunas ocasiones se puede dar de manera separada, pero que por
lo general se dan en un solo momento. El docente dominico se enfrenta con la realidad. La analiza, la contempla
en el estudio y la compara con la Verdad que ha ya previamente contemplado o que contempla por primera vez
mediante el estudio para luego crear y poner en práctica las estrategias adecuadas para que la verdad ya
contemplada se concrete en las realidades del hombre y del mundo.
Este es un proceso que debe mantener al docente dominico en constante contemplación y estudio de la realidad.
Educar la verdad del hombre
Todo el escenario que hemos descrito en el capítulo anterior debe ser conocido, sintetizado, pero sobretodo
concientizado por el docente dominico. Quien no lo hiciera caería en la misma inercia del relativismo que nos
empuja, a no conocer la realidad para no hacer la verdad. No se trata de grandes discursos de sociología,
psicología o pedagogía. Se trata de entender, como parte de la verdad, la realidad de los alumnos que me rodean.
Con palabras sencillas y adecuadas. He aquí un ejemplo. ―El mundo de la cultura del Jove, del rock, de las
drogas, de la homosexualidad, del hedonismo, del sida, de las pandillas, etc. Un mundo con un nuevo modelo de
organización económica, tecnológica y administrativa, prácticamente generalizado en todas partes, bautizado
como globalización, un mundo que nos es tan extraño, es la misión que nos pone el Maestro por excelencia‖.145
El rostro desfigurado de tantos niños que se nos presentan en los colegios dominicos debe resonar en nosotros
como resonaron en el corazón de Eduviges Portalet. Y como ella, debemos lanzarnos a reconstruir ese rostro,
haciendo luz sobre cuál rostro le corresponde de acuerdo con la verdad. De ahí la necesidad de conocer la
verdad del hombre.
Creo que es el momento en que los docente dominicos consideren la necesidad de conocer ellos mismos y
después darlas a conocer a sus alumnos adaptándose a la edad y mentalidad de ellos, lo que es la antropología
cristiana, que nos permite conocer la verdad del hombre. Es necesario contemplar esa verdad, para después
llevarla a la realidad, a la realidad de cada uno de nuestros alumnos. Y para ello se necesita conocer y hacer la
verdad en distintos grados o niveles. ―Hemos sido creados por Dios a imagen y semejanza suya y esto significa
que el hombre tiene un alma espiritual e inmortal, dotada de inteligencia y de voluntad; es libre y es principio y
dueño de sus actos, esto es lo primero que tiene que reconocer y defender el hombre: la verdad de su condición,
la verdad de su ser. Vamos a ello con todo detalle.
―Verdad del ser. Aquello que uno es, que uno debe ser. Hay verdad del ser cuando me comporto como persona
inteligente, libre y responsable. Vivo en la verdad de mi ser cuando sé y me comporto con lo que me exige mi
origen, mi fin como persona humana, cuando tengo trascendencia y sentido. Cuando uno vive la verdad de su
ser vive realizado, feliz, digno y se eleva sobre todo el universo. Lo contrario a la verdad del es la
inautenticidad, la falsedad.
145
Sor Flor Díaz Pinglo, Educar para tener un proyecto de vida, Taller 8, p.1 - 2., en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito
- 82 -
―Verdad del pensar. Nuestra mente está hecha para percibir el ser de las cosas. Mi mente tiene que respetar la
verdad de las cosas: la verdad del trabajo, del dinero, del matrimonio, del estudio, de la carrera. ¡Cuánta
formación necesitamos para descubrir la verdad de las cosas y pensar así con veracidad de ellas. Lo contrario a
la verdad del pensar es el error.
―Verdad del hablar. Nuestras palabras deben ser vehículo leal de lo que pensamos. Por medio de la palabra
hacemos partícipes a los demás de lo que llevamos dentro. La palabra es puente que hace transparente a los
demás el corazón y la intimidad de la persona. Lo contrario a la verdad del hablar es la mentira.
―Verdad del obrar. Es la verdad del comportamiento y de la vida. Vivir como se cree, coherencia de vida entre
lo que se cree, lo que se predica y lo que se vive. Lo contrario a la verdad del obrar es la incoherencia, el
fariseísmo, la hipocresía.
―Tener una conciencia recta y bien formada es la exigencia para vivir en la verdad, decir la verdad, hacer la
verdad en la vida. So soy una persona honesta, sincera… podré leer en mi corazón las normas de la ley natural
con las cuales todos nacemos‖146.
Nace por tanto la exigencia para los docentes dominicos de conocer la verdad en todos los campos arriba
mencionados. Sólo a partir de ese conocimiento experiencial y personal de la verdad podemos transmitir esa
verdad en todos los campos a los alumnos. Si nadie da lo que no tiene es un refrán certero, más lo es este
aspecto de conocer la verdad para transmitir la verdad. Para ello, valdría la pena considerar la posibilidad de que
los docentes dominicos fuesen instruidos en las materias de metafísica y antropología filosófica como base para
conocer la verdad de la realidad y la verdad del hombre.
Contemplar la verdad del hombre nos proporciona la visión de Jesucristo. Cada hombre, creado a imagen y
semejanza de Dios posee la vida de Cristo en él. De ahí que cada docente dominico aprenda a contemplar a
Jesucristo como modelo del hombre que se quiere formar. ―La verdad requiere afinar el oído con humildad a fin
de hacer justicia a las cosas. Para conocer la verdad hemos de girar y mirar a la luz. Nuestra acción debe remitir
a la verdad, en último término a Dios que es la auténtica Verdad. No basta cono conocer la verdad,,
inmediatamente tenemos que realizarla. Darle expresión en nuestra conducta. Lo verdadero no son las
preposiciones que formula una persona, sino su vida, siempre y cuando realice en ella la verdad y la ponga en
práctica en el amor. La auténtica Verdad es Dios. Y conocer la verdad significa someterse humildemente al Ser,
despertar para escucharlo. Esto implica fe. Por eso es que Eduviges se despoja de sus sentimientos para ir a al
hondura de su alma donde brilla fuertemente la luz y la verdad que es Dios.
―(…) La verdad no es solo algo que conocemos, sino un espacio en el que habitamos, en el que somos y
permanecemos. Esto requiere como ya dije de la fe, porque la fe es luz, sin la fe el hombre queda en la
oscuridad. Un (docente) dominico necesariamente tiene que abrazarse a ella, para que sus potencias queden
iluminadas y se abra a la Verdad, como lo hizo nuestra amada fundadora‖.147
Se abre entonces para el docente dominico la necesidad de contemplar a Jesucristo como fuente de Luz y de
Verdad. Luz para conocer la realidad de sí mismo y de sus alumnos como personas necesitadas, como nuevos
ciegos ante nuestra sociedad relativista, globalizada y postmoderna y Verdad para poder transmitirla a sí
mismo, a sus alumnos y a todas las realidades. Tocamos por tanto otra aplicación de la pedagogía de Luz y
Verdad: la necesidad de encontrarse con Cristo para hacer la verdad.
Educar el encuentro con Jesucristo, verdad del hombre
El docente dominico, siguiendo la máxima del estudio que Santo Domingo quería para todos sus discípulos,
debe contemplar primero lo que quiere transmitir. Si la misión del docente dominico es hacer la verdad en todos
146
Hna. Elfi de María Pozo Aguilar, ¿Cómo educar en la luz y la verdad? Taller 1, p. 5 en Congreso Dominicano 2012, uso
manuscrito
147
Ibídem., p. 7.
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los campos de la realidad que lo rodea y que rodean a sus alumnos como lo recuerdan las Constituciones 148 de
las Hermanas DIC, deberá aprender a contemplar a Jesucristo para luego enseñar a sus alumnos a contemplarlo.
Hablamos por tanto de contemplación de un evento que el docente dominico no puede hacer en lugar del
alumno. Puede enseñarle un camino, pero no puede hacerlo por él. Para ello, es necesario que el docente haga
primero esta experiencia personal de la contemplación de Cristo.
Hemos afirmado que uno de los problemas de nuestra sociedad postmoderna es la falta de límites y valores
claros y definidos. Como sociedad líquida, todo va, todo es bueno o es malo, dependiendo del color del cristal
con el que se mirra, es decir, dependiendo de los valores subjetivos que cada individuo quiera darle a la realidad.
Volver la mirada a Cristo como punto de referencia no será nada fácil, especialmente para ciertos sectores de
nuestra sociedad en la que Cristo aparece como un personaje ya superado o como parte de la piedad popular,
pero no como alguien ante quien podamos medir, confrontar y guiar nuestra existencia.
Sin embargo, el hombre no puede andar por la vida sin una guía. Y lo constatamos en esta sociedad
postmoderna. Si Cristo ha dejado de ser el guía, ahora lo son el gurú de moda, el dinero, el sexo, el hedonismo y
tantos otros valores y factores que ya tratamos. Se presenta por tanto para el docente dominico el reto de
presentar a Cristo como punto fundamental, como guía en la vida, para hacer la verdad en la vida. Es necesario
por tanto educarse y educar en el encuentro con Cristo.
En la historia de la vida de madre Eduviges encontramos un evento que nos proporciona algunas pistas para
educar en este encuentro con Cristo. ―Encontramos dos signos que resalta su pluma: una campana y un templo.
Ella buscaba la magia del lenguaje simbólico, para que sus queridos ciegos puedan <ver lo que no pueden ver>.
Uno de sus constantes empeños es que ellos se encuentren con Dios, hablen con Él, <intercambien miradas>
con Él. Es la maravillosa visión interior, que la ceguera física no puede impedir. Todo lo contrario, quizá
nosotros los videntes, caminemos atrofiados por cegueras más tenebrosas que nos impidan <ver a Dios>,
encontrarnos con Él. La capilla, el templo, es lo primero que ella arregla en las casas de su itinerancia. Los
ciegos, llevados de su mano, experimentan el asombro de entrar en <<un espacio de Dios>>. Y en la voz de la
campana, escuchan la voz del mismo Dios que los convoca, los reúne, los acoge. ¡Hermoso símbolo! <Oyen a
Dios>‖.149
Este evento que no podría pasar más allá de un acontecimiento anecdótico puede ser de mucha ayuda a los
docentes dominicos para educar en el encuentro con Jesucristo, verdad del hombre. Eduviges se encuentra con
una ceguera y busca que el invidente encuentre a Jesucristo, a pesar de su ceguera. Por eso recurre a un lenguaje
que pueda ser comprendido y asimilado por sus niños ciegos. Si no ven, piensa ella, al menos pueden oír. Si
Dios no puede hacerse <visible> a ellos por los signos visuales, entonces ella es el instrumento para que Dios se
haga <visible> a ellos por los signos auditivos. Una campana logra crear la posibilidad del encuentro con Cristo.
La tarea del docente dominico es precisamente la que llevó a madre Eduviges, a crear ambientes propicios para
el encuentro con Cristo. Hoy más que nunca nuestros alumnos son reacios a las imposiciones, a los ―debes hacer
esto porque lo digo yo‖. Debemos explorar su mundo para conocer aquellos signos por los cuales ellos puedan
hacer el encuentro con Cristo. Y cuando nos referimos al encuentro con Cristo no estamos hablando de un
fenómeno místico o de una experiencia mística. Estamos hablando simplemente de la capacidad que tiene el
hombre de vivir la misma vida de Cristo a través de su espíritu. Si hablamos de encuentro con Cristo, no nos
estamos refiriendo a una emoción o a un momento determinado de nuestra vida, sino a la posibilidad de
encontrarse con Cristo todos los días de la vida, aprender a escuchar su voz en los acontecimientos cotidianos y
a seguir con docilidad las indicaciones que Él nos da a través de esa voz que escuchamos. Algo muy semejante
de lo que sucede en el amor humano. No hacemos la experiencia del amor humano en un solo día. Lo vamos
construyendo día a día.
148
Desarrollemos en nuestros estudiantes ―armónicamente sus condiciones físicas, morales, intelectuales a fin de que vayan
adquiriendo la necesaria madurez y las condiciones esenciales para que se introduzcan dentro de la sociedad humana.‖ Constituciones
de la congregación de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada, n. 181b.
149
De las tinieblas a tu admirable luz, p. 112.
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Veremos a continuación una propuesta pedagógica para ayudar a los alumnos a hacer ese encuentro con Cristo.
Tomo dicha propuesta de las actas del Congreso Dominicano de 2011 en el colegio Santa Anita.150
El encuentro con Jesucristo
La tradición viva de la Iglesia siempre estuvo convencida que la fe de los cristianos no está basada en un
conjunto de principios, de doctrinas ni de normas, la fe cristiana nace y se nutre del encuentro con Cristo
resucitado: ―… la fe cristiana no es una religión del libro…, aunque el cristianismo es la religión de la Palabra
de Dios, no de una pala-bra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo‖151. Por lo tanto: ―No se comienza
a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva‖152.
Es importante tener presente un texto de Juan, para en él descubrir la misma naturaleza del discípulo misionero
de Jesucristo: ―Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús
que pasaba, dice: He ahí el Cordero de Dios. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús
se volvió y, al ver que le seguían les dice: ¿Qué buscan? Ellos le respondieron: Rabbí —que quiere decir
Maestro— ¿dónde vives? Les respondió: Vengan y lo verán. Fueron, pues, vieron donde vivía y se quedaron
con él aquel día. Era más o menos la hora décima‖ (Jn. 1, 35 – 39).
Este texto deberemos considerarlo como una síntesis única del método cristiano. Dos palabras de Jesús son
puestas en evidencia: ―¿Qué buscan?‖ y ―vengan y verán‖. Ambas locuciones dan pie para que Andrés y el otro
discípulo (tal vez Juan) compartan con Jesús el resto del día y tengan una experiencia única en sus vidas, que los
transformará de tal manera que se convertirán en discípulos misioneros de Jesús, hasta dar su vida por él. Este
texto se constituye en paradigma del hacerse discípulo y misionero de Jesucristo.
Podemos observar este encuentro personal en el mismo Evangelio de Juan en el caso de la Samaritana 4, 7 - 42,
del ciego de nacimiento 9, 1ss. En realidad, los cuatro evangelios se refieren al encuentro con el Evangelio vivo,
Jesús. Según expresión del Papa Juan Pablo II, se trata de un ―un encuentro personal, vivo, de ojos abiertos y
corazón palpitante, con Cristo resucitado153.
Y después de este feliz encuentro con Jesucristo, el dichoso transmite necesariamente a otros el Evangelio vivo.
Por eso, San Pablo dice: ―si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una
necesidad imperiosa. ¡Ay de mí, si no predicara el Evangelio!‖ (1 Cor. 9,16). Quienes se encuentren con
Jesucristo en la Iglesia se convierten en entusiastas discípulos y apasionados misioneros.
Todo cristiano de hoy tiene que arriesgarse a realizar su propio encuentro con Jesús, se tiene que arriesgar a
hacer una ―experiencia del Espíritu‖. Dicha experiencia es don que Dios da a toda persona. Es la actitud de
lectura, de escucha de la palabra de Dios. Es quedarse prendado (embelesado, enamorado) de la persona de
Cristo: de una parábola por él predicada o de un gesto por él efectuado, o de un misterio de Dios trino.
Este encuentro con Jesucristo produce cuatro etapas subsiguientes e inmediatas al encuentro con el Maestro.
El encuentro con Jesucristo. La primera etapa es el encuentro con Jesucristo. Tal encuentro es la etapa
fundamental del proceso, sin la cual es imposible que un cristiano se involucre en la vida de la Iglesia, sin este
encuentro los demás procesos están condenando así a la esterilidad. Este encuentro con Cristo debe renovarse
constantemente por el testimonio personal, el anuncio del kerigma (primer anuncio) y la acción misionera de la
comunidad. El kerigma, en particular, es el hilo conductor de todo el proceso que conduce a la madurez del
discípulo misionero.
150
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
pp. 23 - 29 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
151
San Bernardo, Homiliae super missus est, 4, 11: PL, 183,, 86B. Citado por Benedicto XVI, Exhortación apostólica Verbum Domini,
30.09.2012, n. 7.
152
CELAM, Documento de Aparecida, n. 243
153
Juan Pablo II, Homilía durante la misa para el clero, religiosos y seminaristas. Santo Domingo, viernes 26 de enero de 1979.
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La conversión. La segunda etapa es la conversión que corresponde a la respuesta inicial de quien ha escuchado
al Señor con admiración, cree en él por la acción del Espíritu y se decide a seguirlo cambiando su forma de
pensar y vivir. Dice B. Häering hablando de la conversión: ―Este llamamiento a la conversión es un verdadero
"Evangelio", una verdadera buena nueva para el pecador, con tal que abra los ojos a la miseria del pecado y se
apreste a recibir la salvación que le es ofrecida. Es un llamamiento que no admite tregua ni escapatoria, porque
es la buena nueva del reino de Dios, que viene con poder y majestad, porque es el imperativo inaudito de la
gracia. El retorno a la casa paterna se hace posible, porque Dios ofrece la salvación en la persona de su
Unigénito. El rehusar la conversión y el retorno a la patria, es despreciar el reino de Dios e injuriar a Cristo, el
unigénito del Padre‖154.
Estamos ante un estudio con un gran enfoque bíblico que permite a B. Häering relacionar la conversión con la
llegada del Reino de Dios (Mc 1, 15). Asimismo, esta vuelta a la Escritura le permite subordinar todos los
elementos del sacramento de la penitencia a lo esencial: la conversión.
El discipulado. El tercer aspecto es la vida de discípulo que corresponde a un estadio de mayor madurez en el
seguimiento del Maestro; por eso, la catequesis permanente y la vida sacramental son fundamentales para
perseverar en la vida cristiana en medio del mundo.
La comunión. El cuarto aspecto es la vida cristiana vivida en comunidad, criterio inequívoco de autenticidad,
pues confiere el sello tan necesario de la eclesialidad.
La misión. La última etapa es la misión, ya que el discípulo que conoce, ama y sigue a su Señor se ve en la
necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado a anunciar al mundo a Jesucristo muerto y resucitado,
a hacer realidad el amor y el servicio a los más necesitados, a construir el Reino de Dios. No hay verdadero
discipulado sin la misión.
Lugares del encuentro con Jesucristo
El documento de Aparecida señala con nitidez que el encuentro con Jesucristo es posible por la acción invisible
e inescrutable del Espíritu Santo y se realiza en la fe recibida y vivida en la Iglesia. A partir, entonces, de esta
certeza sobre la importancia del sustrato eclesial y pneumático, el Documento define ocho ámbitos en donde es
posible encontrar a Jesucristo.
La Sagrada Escritura para Aparecida es un lugar privilegiado para encontrarse con el Señor, ya que ha sido
escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo: ―Así como el Verbo de Dios se hizo carne por obra del Espíritu
Santo en el seno de la Virgen María, así también la Sagrada Escritura nace del seno de la Iglesia por obra del
Espíritu Santo. La Sagrada Escritura es Palabra de Dios en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo‖155.
Cualquier acción pastoral o, más aún, cualquier acción eclesial no puede hacerse sin tener en cuenta el enorme
patrimonio que los textos sagrados ofrecen a la Iglesia. El llamamiento de Aparecida, haciéndose eco de lo
dicho por el papa Benedicto XVI, es a tener un conocimiento profundo y vivencial de la Palabra de Dios para
que sea verdade-ro alimento de los cristianos.
El Documento hace dos propuestas concretas en esta línea. Por una parte alienta a que haya una pastoral bíblica,
entendiendo como tal la ―animación bíblica de la pasto-ral, que sea escuela de interpretación o conocimiento de
la Palabra, de comunión con Jesús u oración con la Palabra y de evangelización inculturada o de proclamación
de la Palabra‖ (DA n. 248); por eso, el acercamiento a la Sagrada Escritura ha de ser no solo intelectual o
instrumental, sino con un corazón ―hambriento de la Palabra del Señor‖ (Am 8,11). Por otra parte, promueve
como medio privilegiado la Lectio divina, pues es un hermoso y eficaz ejercicio de lectura orante de la Palabra.
La pastoral bíblica no se debe entender como un grupo más dentro del quehacer pastoral de la Diócesis, de la
parroquia o de la Institución Educativa, sino como un valor transversal que está presente en toda actividad
154
155
B. Häering, La ley de Cristo I, Herder, Barcelona 1964, p. 415.
Benedicto XVI, Verbum Domini n. 19.
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pastoral: ―… lograr que las actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones
y los movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su Palabra.
Así, puesto que «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», la animación bíblica de toda la pastoral
ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la persona de Cristo, revelador del Padre y
plenitud de la revelación divina‖156.
Realizar una pastoral bíblica conlleva algunas exigencias, entre otras: Enseñar a interpretar los textos sagrados
ayudando a descubrir sus sentidos genuinos. Ofrecer formación bíblica a los catequistas en todas sus formas y
con las diversas posibilidades y recursos bíblicos con los que hoy se cuenta. Presentar la Sagrada Escritura
como mediación para el encuentro con Jesucristo vivo y fuente de humanización. Emplear la Sagrada Escritura
como fuente de espiritualidad del discípulo misionero, promoviendo el ejercicio de la Lectio divina. Que la
animación bíblica sea escuela de evangelización para conducir la vida según los criterios de Dios (conversión) y
hacerse testigos de su Reino y solidarios con todos y todas (el anuncio).
La liturgia. Evidentemente, la celebración de la Eucaristía es la manera privilegiada para el encuentro con
Jesucristo. Vivir la fe en la centralidad del Misterio Pascual de Cristo implica vivir unido a la Eucaristía, lo cual
permite tener acceso a la fuente inagotable de la vocación cristiana que proyecta fuertemente el impulso
misionero.
Por este motivo, es fundamental que el discípulo misionero viva el domingo y las fiestas de precepto
participando activamente en la celebración eucarística. La promoción de la pastoral del domingo es central para
un nuevo impulso en la evangelización del continente.
El texto que puede ayudarnos a sacar unas conclusiones para el hoy del discípulo misionero está toma de Pablo
1Cor. 11, 23-25. ―El señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y después de dar gracias, lo partió
diciendo. Esto es mi cuerpo, que será entregado por ustedes, hagan esto en memoria mía...esta copa es la nueva
alianza, es mi sangre, todas las veces que lo beban háganlo en memoria mía...‖.(Cf Lc 24,30)
De aquí podemos decir que la Eucaristía es una comida, una cena a la que estamos invitados todos, pero se nos
exige a la vez ―tener hambre‖, ¿Cuáles son esos deseos parasitarios que nos alejan del deseo con mayúscula? El
Antiguo Testamento simboliza esta actitud de hambre en IS 26, 8-9; SAL 63,2.6; 1 Re. 19, 1 – 8. Alimentados
con la Eucaristía surge en el discípulo misionero la exigencia ética de ―compartir la mesa‖, ¿con quién
compartes tu mesa? Jesús lo compartía con los marginados de la época. Y a la vez recibimos el mandato de
―recordar‖. ¿Qué vamos a recordar? La entrega de Jesús.
El Sacramento de la reconciliación. Así mismo, la celebración del sacramento de la reconciliación también es
un lugar excelente de encuentro con Cristo, ya que el pecador experimenta de manera singular el perdón
misericordioso del señor. Pensemos en el Padre misericordioso (Lc. 15, 11ss).
Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así decir, otras
reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por el pecado: el penitente perdonado se reconcilia consigo
mismo en el fondo más íntimo de su propio ser, en el que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con
los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia, se reconcilia con toda la
creación (RP 31). Aquí cada unos de nosotros tiene experiencias del perdón de Dios, experiencias que no son
otras que el encuentro con Cristo.
La oración personal y comunitaria. Cultivar la relación personal y una profunda amistas con Jesucristo es
esencial para que el discípulo misionero logre comprender la voluntad del Padre. En este sentido, la oración
diaria es un signo del primado de la gracia en el camino del discípulo misionero: "Es, pues, por la oración por la
que todos los santos no sólo se han salvado, si no que han llegado a ser santos. Los condenados se han
condenado por no haber orado; si hubieran orado no se hubieran condenado‖ San Alfonso María de Ligorio (Del
gran medio de la oración).
156
Benedicto XVI, Verbum Domini, n. 73.
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De este mismo autor podemos entre sacar algunas citas: Si somos pobres, no nos quejemos de nosotros mismos,
pues lo somos porque nos empeñamos en ello, de ahí que no merezcamos compasión. ¿Qué compasión puede
merecer un mendigo que, teniendo un señor sobradamente rico que desea otorgarle cuanto le pida, nada le pide,
prefiriendo quedar en su pobreza antes de pedir al señor lo que le es tan necesario?
Cuando encomendemos a Dios nuestras necesidades, es necesario que tengamos confianza cierta de ser
escuchados y de que alcanzaremos cuanto pedimos. Es palabra de Jesucristo: «Todo cuanto roguéis y pidáis,
creed que lo habéis recibido, y lo alcanzaréis». ¿Cuándo se ha dado el caso de que alguno haya confiado en el
Señor y se haya perdido?
Según sea nuestra confianza, así serán las gracias que recibamos de Dios. ¿Cómo podemos dudar de ser
escuchados cuando Dios, que es la misma verdad, promete que nos concederá lo que pidamos por medio de la
oración? Que Dios escucha a quien le ruega es verdad cierta e infalible, como es infalible que Dios no puede
faltar a sus promesas.
La comunidad cristiana y el amor fraterno. El Concilio Vaticano II nos recuerda: ―Fue voluntad de Dios el
santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con los otros, sino
constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente" (LG n. 9).
En los últimos ministerios y servicios en la comunidad viva en la fe, así como en las diversas manifestaciones
comunitarias, Jesús se hace presente de manera misteriosa y clara, ya que él se encuentra en todos aquellos
discípulos que procuran hacer suya la existencia del Señor. De manera especial, Jesús se encuentra en los
legítimos Pastores y en aquellos que dan testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común para
construir un mundo más justo y fraterno.
Los primeros cristianos también vivieron intensamente la comunión fraterna en el Señor: "La multitud de los
creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (Hch. 4, 32). La amistad en el Señor Jesús es expresión
de amor fraterno, vínculo de caridad que nos une a los demás; nos ayuda a despojarnos de nuestros egoísmos y
mezquindades para entregarnos en servicio solícito a los demás, a compartir nuestros dones interiores y ponerlos
al servicio de los hermanos, a vivir la solidaridad, la caridad, la corrección fraterna, la reverencia y el respeto
mutuo. De esta manera, la amistad en el Señor se convierte en un excelente medio que nos ayuda en nuestro
camino de configuración con el Señor Jesús.
Los pobres y los afligidos. Inspirándose en Mt 25,37-40, Aparecida recuerda que Jesús se encuentra
especialmente en los pobres, afligidos y enfermos. La misma fe en Jesucristo debe llevar al discípulo misionero
a hacerse cercano y amigo de los pobres e invita a tener presente que esta dimensión es un elemento constitutivo
de la fe en Jesucristo. Asimismo, el testimonio de fe de muchos que sufren el dolor y la miseria se con-vierte en
un verdadero acto evangelizador hacia el discípulo misionero.
La piedad popular. Aparecida dedica varios números, precisamente ocho, a la religiosidad popular como un
ámbito de encuentro con Jesús. No lo llama lugar sino espacio, destacando así la enorme importancia que le
concede a este tipo de expresiones.
Aparecida le concede especial importancia a las peregrinaciones que los fieles hacen a algún santuario, porque
en ellas se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Cada etapa es un paso que conduce al peregrino a
entrar cada vez más en el misterio que lo supera y que vive con otros en una auténtica experiencia eclesial. Si
bien es cierto que la piedad popular se vive con otros y, a veces, en una multitud, no se trata de una
espiritualidad de masas, debido a que las manifestaciones populares de fe penetran delicadamente la existencia
personal de cada fiel, lo cual le permite encontrarse con el Señor en muchas de estas expresiones.
Por consiguiente la espiritualidad popular no puede ser considerada un modo secundario de la vida cristiana, ya
que significaría olvidar el primado de la acción de Dios por medio del Espíritu. Es auténticamente espiritualidad
cristiana y popular porque constituye un verdadero encuentro personal con el Señor; integra mucho lo corpóreo,
lo sensible, lo simbólico y las necesidades más concretas de las personas. En ocasiones habrá que evangelizar y
purificar, pero eso no significa que esté privada de riqueza evangélica, sino que uniéndose a María y los santos
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puedan tener un contacto más estrecho con la Palabra de Dios e incrementar la participación en los sacramentos.
No hay que olvidar que en las actuales circunstancias en que el ambiente del continente está cada vez más
secularizado, la religiosidad popular sigue siendo una poderosa confesión de fe en el Dios vivo que actúa en la
historia y, además, un importante canal de transmisión de la fe.
María, discípula y misionera. Inmediatamente después de la parte dedicada a la religiosidad popular, el
Documento de Aparecida consagro varios números a María, discípula y misionera. Es presentada como la más
perfecta discípula del Señor, debido a que por su fe, su obediencia a la voluntad del Padre y su constante
meditación de la Palabra, llega a ser la máxima realización de la existencia cristiana.
La figura de María madre ha de armonizarse y completarse con la figura de de María – discípula. Además del
nacimiento físico y único de Cristo, hay otra dimensión de la maternidad que puede y debe continuar, se trata de
la maternidad que permite nacer continuamente a Cristo, se basa en la escucha, guarda y cumplimiento de la
palabra de Jesús. Lucas presenta a María como la oyente arquetípica de la palabra, la que lleva en sí la palabra,
la que guarda y hace madurar. La maternidad de María no es sólo un acontecimiento biológico único: ella fue,
es y seguirá siendo la Madre en toda su perso-na. De esta forma María es una verdadera escuela de la fe que
conduce al cristiano hacia el encuentro más profundo con el Señor. Por este motivo, muchas generaciones de
hombres y mujeres latinoamericanos ven en ella una madre y una hermana. Ella pertenece a la gente sencilla del
pueblo de Dios que anhela y se deja conducir al encuentro cercano con el Padre.
Educar la conciencia
Hasta ahora hemos visto como el carisma de Eduviges Portalet se actualiza cuando debe responder a las
preguntas más acuciantes que nos lanza la sociedad postmoderna y que se convierten en retos. En primer lugar
la pedagogía de Luz y Verdad nos permite conocer cual es la verdad del hombre y las verdades de las realidades
que lo rodean. En segundo lugar, como fuente de luz y verdad, esta misma pedagogía nos presenta a Cristo
como el modelo de todo hombre y de todas las realidades y nos brinda una forma de contemplar y de hacer la
experiencia de Cristo.
Una vez que el hombre ha hecho la experiencia de Cristo, su vida no puede ser igual. Cristo ilumina todas las
realidades del hombre, especialmente su inteligencia, su voluntad y su afectividad, que son las facultades
superiores del hombre. El encuentro con Jesucristo genera una visión nueva de la propia vida y del actuar. La
Luz de Cristo hace la verdad en todas las realidades del hombre que se ve impulsado a su vez a hacer la verdad
en todas las realidades de su vida. Esta acción es posible gracias a que el hombre iluminado por la Luz y la
Verdad encuentra dentro de sí mismo la ley natural que le permite actuar según lo que Cristo ha infundido en su
corazón. El encuentro con Cristo libera al hombre de las deformaciones que la sociedad postmoderna ha
generado y de la que ya hemos hecho un exhausto recuento. Al encontrar a Cristo en el interior de su ser, al
quedar su inteligencia, su voluntad y su afectividad iluminadas por la Luz de Cristo y por su Verdad, el hombre
se da cuenta, si quiere ser feliz, que ya no debe actuar por los condicionamientos que le vienen de la sociedad
postmoderna, como son los simples valores estéticos, la idolatría del poder económico, entre otros. Se da cuenta
de la verdad de sí mismo y de todas las realidades y se siente impelido a hacer esa verdad porque ha encontrado
en el interior de su ser precisamente a Dios que le habla. Entonces el encuentro con Cristo se da en la propia
conciencia que es el lugar en dónde Dios habla al hombre. No se trata entonces de un cumplimiento ciego de
una ley moral obligatoria, sino de la amorosa obediencia a una voz que se encuentra en el interior de cada
hombre y que corresponde a la voz de Dios a través de la ley natural.
De esta forma, el encuentro con Cristo lleva necesariamente a encontrarlo en la propia conciencia. Formar y
obedecer la propia conciencia se convierte en un imperativo más de la pedagogía de portar la Luz y predicar la
Verdad y que responde al reto del relativismo de nuestra época en dónde campean los antivalores evangélicos.
Formar la propia conciencia y formar la conciencia de los alumnos será un reto para todo docente dominico.
―Existe una crisis de conciencia, la conciencia se reduce a puro subjetivismo y se soslaya el sustento objetivo de
moralidad. Para un cristiano la perdida de la conciencia personal, va acompañada de la perdida de la conciencia
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de Dios y por ende, del pecado. Parece que los únicos referentes de moralidad son los deseos y caprichos del
individuo y al margen de una normatividad que emerja de las instituciones: matrimonial, eclesial y social‖157.
Es un proceso necesario el formar la conciencia de los alumnos de forma que puedan ellos encontrar
personalmente a Cristo y después las normas que Él ha querido dejarnos para que seamos felices. Pasar de las
normas morales a la propuesta de un encuentro personal con Cristo que suscite la felicidad verdadera, debe ser
el reto de todo docente dominico en la época crucial en la que vivimos. Si bien no hay recetas en lo que se
refiere a esta propuesta, conviene hacer un breve recorrido de posibles caminos.
En primer lugar el docente dominico tendrá claro qué es la conciencia moral, con el fin de que él primero pueda
guiarse por su conciencia, después de haber hecho el encuentro con Cristo. ―La revelación aportada y
personalizada por Jesús y comunicada al hombre por el Espíritu Santo, también se refiere a dogmas de la Iglesia,
a la doctrina de la tradición eclesial, a los símbolos de la fe. En un contexto reconocido como sociedad liquida,
es decir, una sociedad sin valores sólidos, perennes y comunicables de generación en generación, hoy más que
nunca se hace necesario para quienes se dedican a la docencia en una institución eduicatoiva de orientación
católica, participar del carisma de las hermanas DIC: primero, reconocer que existe una ley de carácter universal.
Segundo, enseñar a descubrir esta ley.
―La norma suprema de la vida humana es la misma ley divina, eterna, objetiva y universal, mediante la cual
Dios ordena, dirige, gobierna, con el designio de su sabiduría y de su amor, el mundo entero y los caminos de la
comunidad humana. Dios hace al hombre partícipe de esta ley suya, de modo que el hombre según lo ha
dispuesto suavemente la providencia divina, puede reconocer cada vez la verdad inmutable (H. Denzinger Peter
Hünermann, El Magisterio de la Iglesia, Herder, Barcelona 2000, n. 4243, 3; TOMÁS DE AQUINO, Summa
Theologie I – II; q. 91, a – 1; q. 93, a. 1 – 2).
―Cada uno tiene el deber y, en consecuencia el derecho de buscar la verdad en materia religiosa, aplicando los
medios adecuados para que se forme juicios verdaderos y rectos de conciencia. Quizá valga la dinámica de los
cuestionamientos: ¿cómo saber si un determinado acto humano, hablando moralmente y religiosamente es
bueno o es malo? ¿Qué medios utilizar para hacer dicha valoración? La respuesta creemos que sigue siendo un
trabajo arduo, precisamos de un sustento subjetivo (conciencia, libertad y responsabilidad), y de un sustento
objetivo (valor moral y norma moral); por lo tanto, estamos convocados a formar la conciencia religiosa y moral
para actuar con una conciencia buena.
―Esta conciencia bien formada, es el lugar sagrado donde Dios y el hombre se comunican (GS n. 16), es capaz
de distinguir entre el bien y el mal, es la que se hace responsable de las acciones libres. ―A esta conciencia el
Magisterio de la Iglesia la llama: conciencia recta, honesta y sincera y que actúa de buena fe. La conciencia
verdadera es aquella que es capaz de discernir la verdad moral objetiva, en cada juicio moral subjetivo discernir
correctamente el valor o norma objetiva. La conciencia cierta, la que se siente segura de sus conclusiones, no
tiene dudas sobre su juicio moral <puede asumir tal comportamiento y responsabilizarme por él>‖158.
Es necesario por tanto conocer el proceso mediante el cual el adolescente y el joven adquieren la debida
autonomía, necesaria para poder vivir de acuerdo a su conciencia moral. De este conocimiento en docente
dominico sabrá cómo y cuándo colaborar en la formación de la conciencia moral. ―La presencia de diversas
teorías psicológicas, exigen del profesional de hoy un discernimiento; discernir en la visión antropológica que
conlleva la teoría, discernir los métodos y tratar de teorizar sus propuestas metodológicas con el objetivo que
nos ayuden a la formación. Desde una visión interdisciplinar, nuestro consenso es: el ser humano es un proceso,
él no está acabado, se va haciendo constantemente; para esta perspectiva antropológica nos sirve la psicología
cognitiva y evolucionista (J. Piaget, El criterio moral del niño, Barcelona 1971; L. Kohlberg y otros, El sentido
de lo humano: Valores, psicología y educación, Biblioteca internacional, Colombia 1989; R. Hersh – D. Paolitto
– J. Reimer, El crecimiento moral. De Piaget a Kohlberg, Narcea, Madrid 1984).
157
Guillermo Ramírez Livia, ¿Cómo sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en nuestras escuelas? ¿Cuáles son las necesidades?
pp. 1 - 2 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
158
Ibídem., p. 21 – 22.
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―Todo este proceso de adaptación no debe ser ignorado por los docentes, no sólo para el desarrollo de las
habilidades, sino y sobre todo para asumir valores perennes. Nuestro esfuerzo debe tender a que el niño o el
estudiante descubra sus procesos que van desde una anomía, pasando por la heteronomía, la socionomía hasta
llegar a la autonomía.
―Los niños de 0 a 6 años viven en la anomía, ese es su estadio. Ausencia de moralidad (no se distingue entre lo
bueno y lo malo). Comportamiento desde los instintos (se razona poco, lo único que importa es satisfacer el
instinto: si se tiene hambre se llora hasta conseguir alimento, si algo duele se grita o llora sin importarle donde
esté. Tiene una gran importancia el premio y el castigo (si algo me produce dolor es malo, si me produce placer
es bueno).
―La etapa de heteronomía, se caracteriza por una moral externa (7-8 años). La moral es impuesta desde afuera:
es bueno lo que me dicen los otros, es malo lo que me dicen los otros. Son personajes muy importantes por lo
que dicen, en la familia: el padre, en la escuela: el profesor, en la sociedad: el policía. Para el niño ellos dicen lo
que es bueno y lo que es malo. Es una etapa donde predomina mucho el castigo o el premio: yo busco la
aprobación y huyo al castigo. La norma es igual siempre y obliga a todos.
―En la etapa de socionomía, moral externa – interna (9-12 años). Importa lo que diga la sociedad.
Comportamiento moral desde el grupo: si el grupo hace algo y dice que es bueno, entonces es bueno. Importa
mucho la alabanza del grupo y también la censura del grupo. Hay una conciencia de pertenecer
responsablemente a un grupo. Aparece el principio básico de reciprocidad moral: lo que quieras para ti hazlo a
los demás. Se empieza a entender que tenemos deberes y derechos.
―Etapa de autonomía, moral interna de los (13 años en adelante). Es la conciencia moral adulta. Yo sé distinguir
entre lo que es bueno y lo que es malo. Las normas que regulan el comportamiento no vienen de afuera sino de
mi interior. Yo mismo soy el que se da el castigo: mi conciencia ya no depende de lo que digan los otros,
depende de lo que diga yo. Debo ser coherente: si yo sé que algo es bueno debo hacerlo, si sé que algo es malo
debo evitarlo. Mi conciencia será buena si escojo aquello que me construye como persona, será mala sí me
autodestruye.
―Esto es un proceso, un proceso ideal; pero paradójicamente, el ideal no es garantía de que esto sea así en la
realidad, tenemos a veces tenemos 25, 35 y 50 años de edad y, nuestros comportamientos siguen estacionados
en alguna de estas etapas. Ejemplo, La muchacha que todo lo consigue llorando, se encapricha, se hace la
víctima y al final logra lo que quiere (anomía). El muchacho pandillero que cree que todo lo que dice su líder es
bueno (heteronomía). Yo soy parte de mi grupo, mi grupo actúa así, entonces todos tenemos que actuar así
(socionomía).
―Quedarnos sólo en lo cognitivo - evolucionista, es preocuparnos sólo por el individuo, podemos caer de nuevo
en una pedagogía individualista alejada de las necesidades y retos que nos exige nuestra época; porque se centra
en procesos mentales del in-dividuo. Precisamos abrirnos a lo socio – cultural, que está centrado en la
interacción individuo – ambiente; el alumno aprende en un escenario concreto: el de la vida social y el de su
Institución Educativa, lleno de interacciones. El paradigma socio – cultural responde a una visión del hombre
más holística.
―De estos procesos debemos tratar de hacerlos conscientes a nuestros alumnos, de tal manera que reflexionando
sobre su mismo comportamiento, ellos mismos sean capaces de poner su parámetros de desarrollo. Gracias a
este aporte podemos trabajar los valores humanos de la libertad, de la responsabilidad, del respeto a las normas
absolutas, siempre y cuando se descubran valores morales.
A manera de estrategia, asumiendo el paradigma cognitivo – evolucionista y socio – relacional, podemos
proponer a nuestros alumnos que comiencen a elaborar su proyecto de vida. A manera sólo de ejemplo, que
hagan una opción fundamental: quiero ser feliz, quiero realizarme como persona concreta. Que se hagan
conscientes de sus actos de forma cotidiana y que vayan respondiendo a la pregunta: ¿Qué acabo de hacer?
¿Qué estoy pensando hacer? ¿En el futuro qué me servirá para ser feliz, para sentirme autorrealizado como
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persona? En un segundo momento, quizá ya para años superiores les sirva preguntarse, si todo va en orden a
elaborar un proyecto de vida, ¿dónde quiero ser feliz?, ¿dónde me quiero realizar como persona?: ¿En el
matrimonio, en la vida consagrada o en la vida de soltero/a? La opción que se elija siempre exigirá libertad,
responsabilidad, compromiso y conocimiento de lo que quiere ser. Sabrá que todo lleva esfuerzo, renuncia, tal
como lo narra Mt. 13, 44 – 46 (la perla preciosa).
―Si conseguimos el empeño por el proyecto sincero de vida, ya estamos siendo – como educadores –
instrumentos portadores de luz, porque les exigiremos a partir de nuestro testimonio, que no caminen en
tinieblas, es decir, alejados de su proyecto de vida: ―si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos
en las tinieblas (del error, de la mentira, de la estafa), mentimos y no obramos la verdad‖ (1Jn. 1, 6). Obrar la
verdad exige dos actitudes: 1) descubrir a través de la contemplación, de la oración y del silencio, que Jesús es
la verdad, él es el único que dice quien es el Dios y quien es el hombre. 2) en la misma dinámica se descubre
que la máxima norma del actuar cristiano es la misma ley divina, eterna, objetiva y universal, mediante la cual
Dios ordena, dirige, gobierna, con el designio de su sabiduría y de su amor, el mundo entero y los caminos de la
comunidad humana‖159.
Como algunos medios para la formación de la conciencia, sin ser exhaustivos podemos señalar que el docente
dominico debe fomentar el contacto asiduo con la Palabra, de forma que ésta vaya iluminando cada vez más el
punto de referencia del obrar moral de la persona. Por ello deberá procurar que sus alumnos tengan un encuentro
personal con la Palabra de forma que ésta se vaya convirtiendo en la luz que guíe su obrar cotidiano.
Otro medio es la de frecuentar los sacramentos, especialmente la confesión, pues en ella la conciencia va
adquiriendo mayor finura al reconocer las faltas cometidas y se fortifica con los consejos del confesor e
indudablemente con la gracia que el sacramento asegura.
Muy unido al sacramento de la confesión se encuentra la práctica del examen diario de conciencia al terminar la
jornada. Pero no para hacer un simple recuento de faltas cometidos o de buenos actos logrados, sino un examen
de conciencia que permita ir al fondo de todos los actos. Es decir, un examen hecho no tanto sobre los actos en
sí mismos, sino sobre las motivaciones, las causas de dichos actos, de forma que el propósito de mejorar se haga
sobre las causas mismas de los hechos y no sólo sobre estos. Un examen de conciencia practicado de esta
manera desde la edad en que los niños comienzan a tomar conciencia de sus actos favorece la rectitud de
conciencia y ayuda al crecimiento moral de la persona. ―La importancia y la eficacia de este medio no ha sido
solamente conocido por los santos, ha sido el ejercicio de mucho filósofos paganos. Pitágoras tenía la costumbre
de recomendar a sus discípulos, examinar la conciencia cada noche sobre tres puntos. ¿Qué he hecho? ¿Cómo lo
he hecho? ¿Qué he dejado de hacer? Alegrándose de lo que ha hecho bien y arrepintiéndose de lo que ha hecho
mal‖160.
Un último elemento que podremos sugerir para la formación de la conciencia lo constituye el acompañamiento
espiritual. Si como dice el refrán, ―nadie es buen juez de su propia causa‖, el hombre, y muy especialmente el
adolescente y el joven de nuestro tiempo, necesitan un apoyo para poder constrastar sus acciones con la norma
moral. El acompañamiento espiritual no es orientación moral sino una ayuda para discernir el movimiento del
espíritu en la persona. La conciencia se irá formando a medida que la persona se conoce a sí misma, los resortes
y motivaciones que guían su actuar, así como el formarse con la ayuda de su acompañante espiritual, un
proyecto personal de vida. Un posible reto para las instituciones educativas dominicas podría ser la de formar
entre las Hermanas y los docente dominicos acompañadores espirituales de niños, adolescente y jóvenes.
Educar en el silencio
La pedagogía de luz y vida es gradual. Hemos visto como inicia de alguna manera con la luz que ilumina todas
las realidades, comenzando por la realidad del hombre mismo, hasta llegar a la realidad del mundo que nos
rodea. Esta luz nos lleva a la contemplación de Jesucristo como medida de todas las realidades, del hombre y del
159
160
Ibídem., p.16 – 17.
Eduviges Portalet, Conferencias, Conferecia XVII, uso manuscrito.
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mundo que circunda al hombre. Cuando el hombre contempla en Jesucristo la realidad y la medida de su propio
ser se da el encuentro con la voz de Dios a través de la conciencia.
Para llevar a cabo este proceso es necesario crear en nuestro ser y en los alumnos a nosotros encomendados la
capacidad de hacer silencio. Estamos hablando de verdades eternas que sobrepasan las realidades de la
cotidianidad, pero que sin embargo dan sentido a la cotidianidad. No se trata por tanto de un conocimiento
teórico en el cual se nos dice cómo son las cosas, sino de un conocimiento personal y metafísico en el que cada
hombre es quien debe encontrarse con la verdad de su realidad y con la verdad de las realidades que lo rodean.
Debe enseñarse a contemplar la realidad física para llegar a la realidad metafísica. Ahondar la realidad material
para descubrir la realidad espiritual que da sentido a toda la vida. Para ello es necesario un profundo estudio
personal, que analizaremos en el siguiente apartado. ―La congregación de las hermanas DIC es heredera de una
espiritualidad de casi 800 años. En el transcurso de estos siglos han ido heredando no sólo estrategias pastorales,
sino y sobre todo, un conjunto doctrinal que habla del hombre y de Dios. La dinámica siempre ha sido
antropología – teología – antropología; en otras palabras, ver la realidad social y sus problemas en cada época
(el hombre concreto) – contemplar a Dios en el silencio, en el estudio (teología) – anuncio y acercamiento al
hombre de cada época, en sus mismas circunstancias (antropología)‖161.
Para que se dé la contemplación es necesario que se viva el silencio. Un silencio activo que haga a un lado los
ruidos materiales o espirituales que puedan estorbar de alguna manera la contemplación de las verdades
profundas de la realidad. La profundización de la realidad para descubrir la verdad y así llegar a la
contemplación de Jesucristo como medida de toda realidad del hombre y del mundo, no se logra en un clima de
ruido. Ruido material que impide la concentración de la mente y ruido espiritual que impide la dedicación del
alma a Dios.
―La pedagogía de la luz – amor no se ejecuta sólo a través de unos conocimientos técnicos o psicológicos, nace
de la contemplación, del estudio, del silencio para escuchar a este Dios que es luz y que es amor. Para ver a este
Dios que aparece en el rostro de los ciegos, de los más abandonados, quienes reacios al comienzo, pero luego de
la experiencia de amor cambian: <Todo hombre al margen de su estado físico, psicológico e incluso moral, es
un Hijo de Dios, es un pobre del Evangelio, es el pobre que invoca al Señor. Si al inicio son reacios, luego de la
experiencia del encuentro con la luz que es amor, ellos cambian, se recuperan>162‖163.
―Por lo tanto, predicar la verdad no es sólo y principal y primordialmente proclamar lo que es verdad, hablar con
veracidad, sino ante todo y principalmente anunciar la revelación divina, el designio salvador de Dios padre, la
automanifestación de Dios definitiva y perfecta en y por Jesús. Este quehacer emerge de la contemplación y el
estudio del acontecimiento Cristo (pasión, muerte y resurrección), de sus palabras, de la práctica constante de
los sacramentos de la Eucaristía y del perdón. Una vez contemplado, estudiado y escuchado en el silencio y el
esfuerzo cotidiano a esta verdad que es Jesús de Nazaret y señor glorificado, ya se puede compartirlo con los
demás. En otras palabras, condición para hacer discípulos de Jesucristo a otros, es imprescindible, primero el
encuentro con este don que es la verdad‖164.
Siendo el silencio la causa instrumental de la contemplación de Jesucristo y de las verdades eternas que deben
descubrirse en las realidades cotidianas, es necesario diseñar instrumentos y estrategias adecuadas para
aprenderlo a vivir como dimensión pedgógica.
―El silencio constituye el momento en que se llega a un encuentro personal, tiene la capacidad de abrir en la
profundidad de nuestro ser un espacio interior para que Dios habite, para que permanezca su mensaje y nuestro
amor por él penetre la mente, el corazón y aliente toda la existencia. Nos permite fidelidad y perseverancia al
proyecto de Dios, un proyecto que nos prepara para la santidad, puesto que todo bautizado está llamado a ser
161
Guillermo Ramírez Livia, ¿Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tiempos actuales; una utopía? p. 22 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
162
GUILLERMO G, DORADO, Moral y existencia cristianas en el IV Evangelio y en las cartas de Juan, Perpetuo Socorro, Madrid 1989, p. 70.
163
Guillermo Ramírez Livia, ¿Sistematizar una Pedagogía de Luz y Verdad en tiempos actuales; una utopía? p. 24 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
164
Ibídem., p. 20
- 93 -
santo. ―A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, llegar a
ser santo es la tarea de cada cristiano, es más, podríamos decir de cada hombre‖ (Benedicto XVI).Así pues,
Madre Eduviges le recordaba a sus hermanas con estas palabras <mis queridas hijas, el silencio no es sólo de
palabras inútiles, sino de todo rumor o movimiento que distrae la dulce y gran quietud que alegra el alma del
que busca a Dios>‖
―Nos damos cuenta la importancia que tiene el silencio sobre todo ese silencio interior que nos lleva a abrirnos a
quienes nos rodean, sin silencio no hay predicación porque no hay contemplación, no hay oración, reflexión, ni
es posible el estudio. Sin embargo constatamos que los medios de comunicación se han convertido en el
instrumento más poderoso de formación y socialización de los individuos y muchas veces transmisor de
antivalores y de modelos inadecuados. Han logrado ya sustituir en buena parte a la Iglesia, la familia, la escuela
como instancia de transmisión y formación de cultura. Sin duda, son muchos sus efectos positivos tanto de
orden informativo como cultural y social, pero no se ha de olvidar su capacidad de generar una sociedad ruidosa,
falsa y superficial.
―La invasión de la información abruma a los individuos, y la rapidez con que se suceden las noticias impide
cualquier reflexión duradera. El individuo vive sobresaturado de información, reportajes, publicidad y reclamos.
Su conciencia queda captada por todo y por nada, excitada por toda clase de impresiones e impactos y cada vez
más insensible e indiferente a casi todo.
―Más aún la sociedad actual está dirigida por la moda, no por la religión, las ideologías o los ideales políticos.
Es ella el principio que organiza la vida cotidiana de los individuos y la producción socio-cultural. Ella dicta los
cambios de gustos, valores, tendencias y costumbres. Pero decir moda es decir institucionalización del consumo,
seducción de los sentidos, variación rápida de formas, proliferación de nuevos modelos, creación a gran escala
de necesidades artificiales, organización social de la apariencia, generalización de lo efímero, ruido. Se cultiva
el gusto por lo nuevo y diferente más que por lo verdadero y bueno. Las conciencias se mueven bajo el imperio
de lo superficial y caduco.
―La dictadura de la moda crea todo un estilo de vivir en la movilidad y el cambio permanente, nada permanece,
nada se enraíza. La cultura post moderna se convierte así en una cultura de la ―intranscendencia‖, que ata a la
persona al ―aquí‖ y al ―ahora‖ haciéndole vivir sólo para lo inmediato, sin necesidad de abrirse al misterio de la
trascendencia. Es una cultura del ―divertimiento‖ que arranca a la persona de sí misma haciéndole vivir en el
olvido de las grandes cuestiones que lleva en su corazón el ser humano. En contra de la máxima agustiniana.
―No salgas de ti mismo; en tu interior habita la verdad‖, el ideal más generalizado en la actualidad es vivir
fuera de uno mismo. Vivimos en la ―civilización del ruido, poco a poco, el ruido se ha ido apoderando de las
calles y los hogares, de nuestros ambientes educativos, las mentes y los corazones. Hay, en primer lugar, un
ruido exterior que ya por sí mismo trae sus problemas, pero hay en nuestra sociedad otro ruido contra el que no
se lucha sino que se busca y es el ruido interior. La persona superficial no soporta el silencio. Aborrece el
recogimiento y la soledad, lo que busca es ruido interior para no escuchar su propio vacío: palabras, imágenes,
música, bullicio. De esta forma es más fácil vivir sin escuchar ninguna voz interior; está ocupado en algo para
no encontrarse con uno mismo; meter ruido para no oír la propia soledad. Frente a esta abrumadora realidad
como educadores dominicos tenemos el imperativo de proponer una cultura del silencio, de ese silencio que nos
lleva a la profundidad y al encuentro con nuestra realidad personal y desde ahí dar una respuesta a Dios que nos
habla y nos llama, por ello Madre Eduviges invocaba con claridad a sus hermanas <nosotras que por nuestras
ocupaciones trabajamos con los seglares, no dejemos que las costumbres del mundo perjudiquen nuestras vida
interior; guardemos con exactitud el silencio como manda la regla> (XVI conferencia: El silencio.). Estas
palabras se hacen realidad hoy para cada uno de nosotros que también queremos tener la experiencia de ese
legado espiritual.
―Se ha dicho que el problema del hombre no religioso es esencialmente un problema de ruido, probablemente
hay en ello mucho de verdad; el ruido y la superficialidad dificultan y hasta impiden la apertura a la
trascendencia, y sin esta apertura ya no hay verdadera fe ni religión, aunque lo parezca. Quien vive aturdido
interiormente por toda clase de ruidos y zarandeado por mil impresiones pasajeras, sin detenerse nunca ante lo
esencial, difícilmente se encuentra con Dios. Entonces nos preguntamos ¿Cómo podrá percibir su presencia si
- 94 -
existe fuera de sí, separado de su raíz, volcado sobre su pequeño bienestar? ¿Cómo escuchará su voz si vive de
forma ruidosa, dispersa y fragmentada, en función de sus propios gustos y no de un proyecto más noble de vida?
¿Cómo podrá, sin escucha interior, intuir que el hombre es un ser con un misterio en su corazón, que es mayor
que él mismo?
―De esta manera el silencio no es sólo silencio exterior. No es ―insonorización de un espacio‖, control de ruidos
molestos; no es tampoco técnica terapéutica, vida tranquila, contacto sereno con la naturaleza. Es antes que nada
silencio a solas ante Dios. Es ponernos en contacto con lo profundo de nuestro ser, callarnos ante la inmensidad
de Dios, adentrarnos confiadamente en su Amor insondable, quedar sumergidos en ese Misterio que no puede
ser explicado ni hablado, sólo venerado y adorado. Es silencio lleno de Dios. Es acallar mi ser ante Él para
reconocer humildemente mi propia finitud: <Yo no soy todo, no lo puedo todo, no soy la fuente ni el dueño de
mi ser>. Callarse ante Dios es entonces aceptar ser desde esa realidad misteriosa; acoger con confianza ese
misterio que fundamenta mi ser; descubrir con gozo que hay ―algo más‖, más allá de todo, algo que me
transciende pero que está ahí, fundando y sosteniendo la realidad; saber que puedo vivir de esa ―Presencia
fundante‖.
―Así el silencio desde el espíritu dominicano y la experiencia de Madre Eduviges, ha de ser hoy ―fascinación‖
por Dios, un silencio de quien se siente fascinado, seducido, atraído por el misterio de Dios, tal como nuestros
santos dominicos se sentían fascinados por ese Dios Padre. Él es el único que puede curar ese vacío último del
hombre, que nada ni nadie puede llenar.
―Vivir en silencio ante Dios es dejarle penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser para, libres de nuestra
palabrería, nuestras mentiras y auto justificaciones, comenzar a conocernos a la luz de su verdad. Callados ante
Él, descubrimos nuestra pequeñez y pobreza, nuestra superficialidad y vacío; sentimos la necesidad de verdad,
de amor, de vida y de libertad; nos sentimos necesitados de perdón y transformación. Estar en silencio ante Dios
es arrepentirse de ―casi‖ todo y, al mismo tiempo, dar gracias por todo pues ante Dios descubrimos también
nuestra grandeza de seres amados infinitamente por Él, transformados y salvados por su Amor. Quien vive en
silencio ante Dios descubre <que el amor de Dios no se ha acabado, ni se ha agotado su ternura, cada mañana se
renueva... Bueno es Dios para el que espera en Él, para el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la
salvación de Dios> (Lam.3, 22-26).
―Esta virtud, por todo lo que conlleva, es preciso desarrollarla en la escuela sin perder de vista que el momento
de silencio puede estar presente en todas nuestras actividades‖165.
Es necesario por tanto educarnos y educar en el silencio. Si Jesús ha de hablar en el alma, enseña el maestro
Eckhart (dominico del siglo XIV), ella debe estar sola y silenciosa. Entonces entra él y comienza a hablar. Por
ello, frente a un mundo de ruido que huye del silencio, conviene trazar una pedagogía del silencio basada en la
capacidad de dominio sobre sí mismo. Nuestra sociedad post-moderna ha olvidado la capacidad que el hombre
tiene de ser dueño de sí mismo y de poder dominar sus instintos, sus reacciones primarias. Debemos
acostumbrarnos y acostumbrar a nuestros alumnos a tener momentos de silencio con un fin específico (la
oración, la adoración en la capilla, aquietar nuestro espíritu agitado) como una posibilidad de dominio de
nuestro espíritu sobre nuestro cuerpo.
Podemos también inculcar e inculcar en nuestros alumnos algunos ejercicios de respiración, tomado conciencia
de lo que nos habita, de mis sentimientos, de mi soledad… hasta descubrir que estoy habitado por mi mismo y
por una presencia que me precede: <el aliento de Dios>.
Debo también educar y educarme para admirar y contemplar lo que me rodea hasta llegar a darme cuenta y
lograr que los alumnos también se den cuenta que las cosas más importantes no se piensan sino que
simplemente se contemplan.
165
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una pedagogía de Luz y Verdad, p. 19 - 20 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
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Frente al barullo y el bombardeo de noticias que se reciben por todas partes, desde la televisión hasta los
mensajes en el teléfono celular, debo aprender y enseñar a contemplar la realidad. No se trata de saber noticias,
sino de contemplar la realidad. Para ello podemos intentar el analizar las noticias que escuchamos con el método
de ver – juzgar – actuar.
Por último, descubrir los procesos de las cosas y educar en la gratitud. Las cosas no comienzan y no llegan
hasta nosotros sólo porque las compramos. Tomar conciencia y hacer que los alumnos tomen conciencia del
proceso que sigue la realidad de las cosas hasta llegar a nuestras manos166.
Educar en el estudio.
Cuando la persona se habitúa al silencio, está entonces ya en disposiciones de poder contemplar la realidad para
descubrir en ella la verdad de las cosas y la verdad de sí misma a partir de la Luz y la Verdad que es Cristo.
Tendrá entonces la capacidad de distinguir aquello que es esencial de aquello que es meramente accidental,
disponiéndose así a la contemplación de lo simple, lo bueno, lo bello, lo verdadero, es decir, de Dios mismo en
sus atributos de Ser. Será entonces capaz de discernir del bombardeo de información aquellos datos que pueden
servirle para la búsqueda de la verdad. ―Otro aspecto, que también ha resultado tan importante para asignar una
denominación a la sociedad actual, es la amplia producción de conocimientos, lo que ha provocado que se le
denomine como ‗sociedad del conocimiento‘, a la cual se llega ―...gracias a un interesante fenómeno de
realimentación, en el cual los avances en el conocimiento posibilitan desarrollos tecnológicos que a su vez
permiten el manejo eficiente de la información y valga la redundancia- del conocimiento, formándose así un
ciclo de vertiginoso desarrollo y producción de nuevo conocimiento‖. Los conocimientos son un bien sin límites
de disponibilidad, aunque ciertamente con límites de acceso por las mismas restricciones a las tecnologías.
―Este aspecto hace referencia a un cambio en las formas culturales y a la educación. La construcción y uso del
conocimiento es un hecho eminentemente cultural. Desde el dominicanismo, el estudio es una manera de llegar
al conocimiento contemplativo de la verdad, es un medio de desarrollo personal, es un acto de contemplación,
parte integrante de armonía y solidez, obra de misericordia y acto de esperanza que nos ayuda a percibir las
crisis, las necesidades, anhelos y sufrimientos ajenos como propios y así interesarnos por ellos y buscar su
remedio. Será uno de los retos orientar a nuestros estudiantes en el camino al conocimiento para que esté
siempre al servicio del hombre‖167.
El estudio se convierte entonces en la tradición dominicana en el vehículo para la contemplación de la realidad
para llegar a la contemplación de la verdad. Los docentes dominicos huyendo del mecanicismo memorístico
deben enseñar a los alumnos a pensar, a relacionar, a sacar conclusiones de las observaciones, elementos básicos
para todo estudio.
Educar desde la ciencia.
Educar al estudio nos abre inmediatamente la puerta a la educación de la ciencia. El estudio, entendido como la
contemplación de las realidades terrenas para que sean iluminadas por la Luz y la Verdad una vez que se han
contemplado esa Luz y esa Verdad debe llevar a los docentes a cuestionarse sobre una de esas realidades que
más ha influido en el cambio del hombre y que desde las primeras etapas de la formación está en manos tanto de
docentes como de alumnos. Nos referimos a la ciencia. ―En el momento en que las ciencias exactas, naturales y
humanas han alcanzado prodigiosos avances en el conocimiento del ser humano y de su universo, la tentación
consiste en querer circunscribirle totalmente a la identidad del ser humano y encerrarle en el saber que podemos
tener. Para evitar este peligro, es necesario dejar espacio a la investigación antropológica, a la filosofía y a la
166
El desarrollo de los medios para fomentar el silencio se encuentra en manera desarrollada en Hna. Georgina Silvana León Orbegoso,
en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
167
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Hacia nuevos caminos en la educación para enfrentar los retos del mundo postmoderno, en
Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
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teología, que permiten mostrar y mantener el misterio propio del hombre, pues una ciencia no puede decir quién
es el hombre, de dónde viene o a dónde va‖168.
La enseñanza de la ciencia en los colegios dominicos debe ayudar a fortalecer los fines que hemos propuesto en
la pedagogía de Luz y Verdad según el carisma de Eduviges Portalet: contemplar la realidad del hombre y de las
cosas para llegar a descubrir la verdad de ellas mediante la contemplación de la Luz y la Verdad. Cuando la
ciencia se quiere erigir en rectora de los destinos dictándole al hombre cual es su verdad, la ciencia ha entrado
en un ámbito que no le corresponde. Toca a la ciencia describir la realidad pero no hacer juicio alguno sobre la
identidad del hombre o de las cosas que lo rodean. ―El hombre constituye algo que va más allá de los que se
puede ver o de lo que se puede percibir por la experiencia. Descuidar la cuestión sobre el ser humano lleva
inevitablemente a negar la búsqueda de la verdad objetiva sobre el ser en su integridad y, de este modo, a la
incapacidad para reconocer el fundamento sobre el que se apoya la dignidad del hombre, de todo hombre, desde
su fase embrionaria hasta la muerte natural‖169.
Cuando en el mundo se presenta la ciencia como la panacea de todos los males, se está descuidando la
dimensión ética de la ciencia y del mismo hombre. ―Sabemos que la ciencia y la tecnología no son saberes
neutrales. (…) La actividad cinética no está por encima del bien y del mal, sino que, como cualquier otra
actividad humana, tiene una dimensión ética. (…) La ciencia moderna ya no se entiende como un conjunto de
verdades definitivas, sino más bien como un conjunto de exploraciones que se aceptan provisionalmente, es
decir, que se consideran verdaderas mientras no se encuentren otras mejores. Por eso se puede decir que las
verdades que van descubriendo los científicos forman parte de un proceso limitado de búsqueda de la verdad‖170.
De frente a este reto que ofrece la ciencia, el docente dominico tiene la posibilidad de enseñar al alumno que la
ciencia no es neutra y que debe calibrar sus consecuencias ya sea en la búsqueda de la verdad, ya sea en los
efectos que la ciencia tenga sobre el mismo hombre. Es decir debe enseñar que la ciencia no es el último punto
de llegada en el saber del hombre para alcanzar la verdad y que la aplicación de los avances de la ciencia no
pueden aplicarse al hombre y a la sociedad sin haber hecho antes un juicio valorativo sobre las consecuencias
que dichas aplicaciones tendrán sobre el hombre y la sociedad. Para ello, el docente dominico necesita conocer
la verdad de la ciencia, sus implicaciones éticas y enseñarlo de esa manera a sus alumnos. ―La acción de
Domingo de Guzmán fue clarividente a este respecto: No se puede hablar de Dios –intuyó– al margen de las
realidades que viven los seres humanos. Para penetrar en su realidad se requiere el ejercicio de la inteligencia,
apoyada ésta en los recursos del pensamiento y de las ciencias. Santo Domingo llegó a la conclusión de que el
dominico tiene que estudiar a fondo. Tiene que reflexionar en profundidad sobre lo que está acaeciendo en este
mundo que paradójicamente se presenta como maravilloso y desolado‖171.
Dentro de los medios con los que cuenta el docente dominico para educar a los alumnos en la ciencia debe estar
a la base la convicción de que depende del alumno hacer buen o mal uso de los conocimientos que la ciencia le
irá proporcionando. Por ello, desde que el alumno va tomando conciencia de lo que es la ciencia, el docente
dominico desde el campo específico de la ciencia que maneja, deberá enseñarle la relación que dicha ciencia
tiene con el hombre y con las cosas, de forma que valorará cuanto esa ciencia y sus avances pueden acercarlo al
conocimiento de la verdad del hombre y de la verdad de las cosas.
Un segundo medio que puede aplicar el docente dominico en la educación de la ciencia será el de
proporcionarle toda la verdad de ella. Como hemos apuntado, la ciencia no es absoluta. Lo que ahora
conocemos como el último avance de la ciencia, mañana puede ser obsoleto. Misión del docente dominico es
hacerle ver al alumno la relatividad de la ciencia. La ciencia no es absoluta y por lo tanto hay que tener siempre
una cauta mirada de frente a lo que propone. La medida de valoración será siempre el contrastar los avances de
la ciencia con la verdad del hombre y la verdad de las cosas, de forma que podamos crear en el alumno un
168
James Juárez Muente, Educando desde la ciencia, Taller 7, p. 1 en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito
Ibídem.
170
Ibídem., p. 2 – 3.
171
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una pedagogía de Luz y Verdad, p. 25 en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito
169
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pensamiento crítico que le ayude a reflexionar sobre la validez de los aportes de la ciencia en relación con la
verdad del hombre y la verdad de las cosas.
Para ello, el docente dominico debe también capacitar al alumno para la argumentación, enseñándole a pensar
por sí mismo mediante un pensamiento razonado, basado en la realidad y en la verdad, libre de todo prejuicio. A
partir de la realidad el hombre puede conocer la verdad, pero para ello debe enseñarse a pensar, a reflexionar.
Observar, relacionar, sacar conclusiones son etapas básicas de un pensamiento crítico que permita a los alumnos
formarse para la discusión y la argumentación. El docente dominico no debe tener simplemente como ideal el
formar hombres de ciencia. Debe formar hombres para la ciencia.
Otro de los medios con los que cuenta el docente dominico para esta tarea es el de empezar a inculcar valores a
través de la enseñanza de la ciencia. Si hemos dicho que la ciencia no es neutra la misma ciencia puede ayudar
en la formación de valores. La exigencia motivada a los alumnos por parte de los profesores puede ir desde el
orden, la limpieza la utilización de los espacios en la presentación de trabajos hasta el uso de técnicas adecuadas
que permitan la exploración en la ciencia para conocer con objetividad la verdad del hombre y de las cosas.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. Siendo que la pedagogía de la verdad exige conocer y vivir la verdad, ¿puedo decir que conozco la
verdad sobre mí mismo?
2. Sinceramente, ¿me he encontrado personalmente con Cristo?
3. ¿Cómo puedo aplicar lo visto en este capítulo sobre el encuentro con Cristo en mi trabajo profesional
como docente dominico?
4. ¿Me considero a mí mismo un instrumento o un obstáculo para que mis alumnos se encuentren con
Cristo?
5. ¿Qué estrategias diseñarías para enseñar y educar el silencio en tus alumnos?
6. Como docente dominico, ¿has logrado integrar la pedagogía de la luz y la verdad en la enseñanza de la
ciencia, a partir de la materia o las materias que tú enseñas?
- 98 -
CAPÍTULO VIII
EL DOCENTE DOMINICO
- 99 -
Depositario de un carisma.
Al final de nuestro estudio nos encontramos con una pieza suelta, una pieza que falta en la pedagogía. Si hemos
hecho el esfuerzo por describir los orígenes, los elementos y la actualidad de la pedagogía de Luz y Verdad, nos
falta el agente, la causa instrumental que pondrá en práctica este don de Dios, que es el carisma de madre
Eduviges Portalet. Y este agente es el docente dominico de nuestros días. Sin él, la cadena de amor iniciada por
Eduviges Portalet puede quedar truncada en el tiempo.
Es necesario tomar conciencia que todo docente dominico es el depositario de un carisma, del carisma de portar
la Luz y predicar la Verdad. Esta concepción nos revela una postura de fe. Pueden ser muy diversos los motivos
por los cuales un docente dominico haya sido enrolado en una institución educativa regenteada por las
Hermanas dominicas de la Inmaculada Concepción. Todos ellos muy válidos. Pero debemos tener siempre en
consideración que el haber llegado a una institución dominica ha sido por permisión de Dios. Por ello,
establecemos la gratuidad de Dios al permitir que una persona tenga contacto con el carisma de madre Eduviges
Portalet. Nadie es forzado a vivir el carisma, sino invitado a participar de él a nivel personal y a aplicar la
pedagogía de luz y verdad a lo largo de su actividad docente. Bien podemos entonces hablar de una vocación a
vivir el carisma de Eduviges Portalet. Vocación es una llamada y Dios llama por diversos caminos a los
docentes dominicos a participar de la aventura de llevar la luz y predicar la verdad a los nuevos ciegos de
nuestra sociedad postmoderna y a hacer luz y verdad en ellos mismos.
Cada docente dominico debe de alguna forma meditar su llamada a la institución educativa dominicana para
valorar lo que sin mérito alguno ha recibido, es decir, poder participar en forma personal de un carisma y poder
ayudarse de él en su labor docente. Recordemos el hecho de que un carisma es una gratia gratis data, es decir
una gracia que Dios da a las personas sin que éstas la hayan merecido. Una gracia que incluso puede recibirse en
pecado mortal, ya que su eficacia y su finalidad no dependen de la persona que lo vive, sino de la necesidad para
la cual el carisma ha nacido. Un docente dominico alejado de Dios no es obstáculo para que pueda vivir y
aplicar el carisma. Al contrario es precisamente para él por lo cual ha nacido el carisma. El docente dominico no
debe sentir vergüenza si su situación moral personal a veces no está a la altura del carisma. El carisma no es un
ideal a alcanzar, sino un medio para vivir mejor el cristianismo. Como hemos visto a lo largo de estas páginas,
el carisma nace para iluminar la ceguera y para que la verdad pueda penetrar en el alma de quienes en aquella
época y ahora son las almas más necesitadas.
El carisma sigue estando vivo cuando el docente dominico se siente interpelado por él. El encuentro con la luz y
la verdad puede ser de manera casual, imprevista y desproporcionada a todas las expectativas. Sentirse y saberse
pecador, necesitado de luz y verdad no debe ser un obstáculo para que el docente dominico viva el carisma de la
fundadora Eduviges Portalet. Al contrario el carisma ha nacido precisamente para llevar en primer lugar la luz y
la verdad a quien será el encargado de llevarlo a los alumnos.
Si el hombre es un viajero, un peregrino, una persona necesitada siempre de conversión, el docente dominico
cuenta con un medio privilegiado al hacer de la luz y la verdad un programa para su propia vida. Es necesario
por tanto que todo docente dominico se plantee su situación delante de sí mismo. Descubrirse ciego no debe
avergonzarlo. Al contrario, es prenda de una eficacia absoluta del carisma de luz y verdad sobre sí mismo, ya
que reconocerse ciego es reconocerse necesitado de luz y verdad. Luz para hacer un balance y examen de
conciencia sobre la propia vida y situarse en el punto real. Verdad para que ilumine la vida personal y comience
a inundar todas aquellas realidades personales que no van acordes con la verdad que se ha conocido. Si la
vergüenza puede inundar en un primer momento al docente dominico por no sentirse a la altura de lo que debe
predicar, la confianza en Dios y la apertura a la gracia que contiene el carisma deben ser las actitudes que siguen
al reconocimiento de las miserias o fallas personales.
Ser depositario del carisma de luz y verdad no es por tanto prerrogativa de unos cuantos. Todo profesor que pisa
una institución educativa de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada es depositario del carisma. Éste no es un
instrumento pedagógico más como otros muchos. Es una gracia de Dios para iluminar la propia vida con la Luz
de Cristo, encontrarlo a Él y con esa luz, hacer la verdad en todos los aspectos de la vida y ayudar a otros a
buscar la Luz y la Verdad que por experiencia se ha encontrado.
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Ser depositarios del carisma dominicano de Eduviges Portalet es hacer una experiencia del espíritu, la
experiencia de saberse con alguna ceguera y constantemente buscar iluminar con la Luz de Cristo dicha ceguera.
Esta experiencia debe realizarse todos los días. Descubrir en nosotros una ceguera para buscar que sea
iluminada con la luz de Cristo. Una vez iluminada podremos descubrir la verdad de nosotros mismos, porque
habremos hecho la experiencia de ver iluminada nuestra vida y con la luz de Cristo conocer la verdad de nuestra
vida y de la realidad que nos rodea.
Y como el hombre es un ser nunca acabado, en vías de perfección, el docente dominico sabrá que siempre
tendrá que estar haciendo esta experiencia el espíritu para iluminar todas sus necesidades y predicar en sí
mismos y en los otros la verdad de Cristo.
Depositario de una pedagogía
El docente dominico es una persona siempre en marcha. No podemos establecer un antes en su labor personal y
un después en su labor de docente. Conforme comienza a hacer luz en su propia vida, comienza también a ser
luz para los nuevos necesitados que son los alumnos a él encomendados por Dios y por la institución educativa.
Su misión se traduce no ya en un simple quehacer educativo sino en una vocación, llamada, que se traduce en
misión y pasión. Misión porque no se conforma con dar unos resultados, sino en compartir una experiencia que
él ha vivido. Pasión porque sin angustiarse, no descansa como la fundadora, hasta que todos sus alumnos tengan
y vivan en la luz y en la verdad.
―Considerando las características de la propuesta cristiana hacia una nueva educación, para llevar a cabo nuestra
labor educativa desde una pedagogía en la Luz y la Verdad será fundamental que cada educador tenga la
capacidad de asumir su vocación como misión para dar respuesta a las necesidades e interrogantes de los
educandos y por lo tanto debe sentir la necesidad de ―configurarse‖ con algunas características como son:
“En primer lugar sentir la necesidad de realizar las acciones por vocación, es decir que es educador por una
elección libre, y es consciente que tiene serias responsabilidades al cumplir una misión. El educador
comprometido percibe que su elección fue una respuesta al llamado interior sincero y preferencial y desde allí
responde a la acción que le pide Dios para cumplir una tarea y unas responsabilidades con la mayor
disponibilidad; a su vez que ésta elección es respaldada por ciertas cualidades naturales, que al desarrollarlas le
hará crecer y sentir que se está realizando, en lo que le pide su interior y por lo tanto en lo que Dios quiere
mostrarle como camino.
En segundo lugar todo educador debe recuperar la capacidad de amar al educando, pero este amor no es un
amor sentimental vacío, sino como donación y servicio, un amor que busca el desarrollo en primera instancia de
todas sus capacidades, para luego colaborar en el desarrollo y la formación integral de la persona que educa. El
educador debe conocer y amar al educando de tal manera que sienta en todo momento que está colaborando con
la acción de Dios de manera libre, puesto que Él desea nuestra felicidad, pero nos deja en libertad. Así también
estará colaborando con la difícil tarea de enseñar a amar y buscar la felicidad verdadera desde principios sólidos
y trascendentes.
―Así este amor se traducirá en el educador en una dedicación total compartiendo los problemas, las angustias y
las esperanzas de aquellos a quienes educa; el educador participará de toda la vida del educando y llegará a que
ellos se den cuenta que realmente se les ama por ello se quiere su bien en todas sus formas.
“En tercer lugar debe sentir la necesidad de tener una visión integral del hombre, respetando todas sus
dimensiones de manera especial hacer que los educandos conozcan los valores trascendentales, más aún saber
dar testimonio que es posible la vivencia de dichos valores, esta realidad es urgente porque hemos sido
educados en el relativismo en todos los sectores de nuestras vidas , por ello el educador se esforzará para romper
esos moldes y presentar una propuesta nueva e integral, más aún como cristiano, por ello, el entonces cardenal
Ratzinger decía que el cristiano del futuro tendría que ser un místico o no sería nada, desde esta perspectiva
podemos también afirmar que el educador en nuestro tiempo, debe ser un educador visionario o simplemente no
educar.
- 101 -
“Como cuarta necesidad que debe imponerse a sí mismo será pasar a la parte práctica, es decir que todo
educador debe transmitir una experiencia de vida y no sólo quedarse con la transmisión de conocimientos, debe
estar abierto a cambiar cuando sea necesario, debe hacer la experiencia de los valores trascendentes, vivir los
valores del espíritu , asumir su bautizo como compromiso, en una palabra debe configurarse y mirar
permanentemente a Jesucristo que es el educador por esencia, al igual que madre Eduviges Portalet con una
―espiritualidad de ojos abiertos‖, desechar todo desorden interior y exterior, uniendo acción y gozo a través del
conocimiento contemplativo de la Verdad revelada y de la predicación apostólica que de ella emana‖172.
Recuperar la dimensión de la compasión
No podemos ni debemos en este espacio dictar todo un código de comportamiento o un elenco de virtudes para
el docente dominico. Hacerlo sería igual a matar el espíritu que debe impulsar a cada docente dominico a buscar
la verdad y a aplicarla en cada una de las situaciones de su vida personal y profesional.
La norma mata y el espíritu es el que da la vida. Cada docente dominico debe lanzarse a conquistar ese espíritu
de luz y verdad para que sea este espíritu quien norme su vida. De lo contrario, la multiplicación de las normas
asfixiarán el carisma.
Sin embargo hay ciertos principios, no normas, que no podemos olvidar como guías seguros en la aplicación del
carisma. Uno de ellos, muy característico de Eduviges Portalet es el espíritu de compasión. Si uno de los
obstáculos con el que la docencia se encuentra hoy día es la de considerar al educando simplemente como un
cliente al que hay que hay que satisfacer, el principio de compasión propicia una mirada nueva y sobrenatural
para cada alumno. ―La compasión es el punto desde el cual se puede desencadenar la acción del compromiso,
como respuesta ante la realidad, es la plataforma de encuentro de dos almas: la del que sufre y necesita, y la del
que ama, ahí se da el primer encuentro, y ese primer contacto esta lo que puede hacer la diferencia entre una
relación fría y una relación amorosa y comprometida con el otro‖173.
Siendo la compasión una virtud rara en nuestra época que solo busca la ventaja personal y el ponerse en el
pedestal para que los demás nos admiren, es necesario conocer bien lo que abarca y su forma de operar. ―La
compasión es involucrarnos en el cómo sienten y viven los hombres y mujeres en esta sociedad. La compasión
es lo que da el valor para comprometernos en trabajos de justicia y paz, y trabajar para resolver carencias,
injusticias y necesidades hoy, más allá del solo lamento. (…) Digamos que por <principio – compasión>
entendemos aquí un específico amor que está en el origen de un proceso, pero que además permanece presente
y activo a lo largo de él, le otorga una determinada dirección y configura los diversos elementos dentro del
proceso. Ese principio compasión es el principio fundamental de la actuación de Dios y de Jesús, y debe serlo en
la Iglesia‖174.
El docente dominico que quiera vivir el carisma de portar la Luz y predicar la Verdad debe iniciar su itinerancia
personal a través del ejercicio de la compasión que no es otra cosa que sentirse involucrado con el dolor. Con el
dolor propio y con el dolor ajeno por no alcanzar la verdad de lo que se es. La compasión genera un verdadero
compromiso en el actuar ya que la compasión que no genera praxis, se queda en la periferia de nuestra piel, es
decir en un puro y vago sentimiento. La compasión es por excelencia el motor que genera la mejor acción de
nosotros mismos para paliar el dolor, producto de una ceguera material o espiritual.
Por designio de Dios el docente dominico de hoy es el depositario de un carisma que el Espíritu donó a
Eduviges Portalet y que se ha extendido por la geografía y por el tiempo. En sí mismo el carisma posee las
gracias necesarias para paliar las cegueras físicas de aquel entonces y las cegueras espirituales de hoy. Pero el
carisma necesita de agentes y catalizadores para hacerlo fructificar. Necesita por tanto de manos dóciles que
quieran hacer la luz y llevar la verdad a los nuevos ciegos de nuestros tiempos. Necesita docentes dominicos que
172
Claudio Raúl Condori Cutimbo, Espacios y momentos para desarrollar una pedagogía de Luz y Verdad, p. 9 – 10, en Congreso
Dominicano 2012, uso manuscrito.
173
P. Omar Arias, OP., La compasión y la solidaridad, en Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito.
174
Ibídem.
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quieran cooperar con el Espíritu para hacer vida la pedagogía de Eduviges Portalet: portar la Luz y predicar la
Verdad.
Nuevas formas de liderazgo para el docente dominico175
¿Qué tipo de líder (de docente dominico) puede madurar y sostenerse en un ambiente así, es decir, en esa
extraña combinación de modernidad capitalista, subjetividad postmoderna y de culto a la inmediatez?
Considero que los líderes de nuestra juventud tendrán que ser ―culturalmente políglotas.‖ Nuestro niños y
jóvenes aprenden de modo atemático y como por absorción a utilizar distintos lenguajes en distintos ámbitos. (1)
Esperan seriedad, respaldo y fundamento en la ciencia que hace posible la tecnología que les fascina. (2)
Esperan informalidad y a la vez lealtad, confidencia y alegría de sus relaciones interpersonales. (3) Esperan
claridad que no los obligue a reflexionar; intentan ser profundos por golpe de inspiración; desean usar la verdad,
la ficción y la denuncia como vestidos que pueden quitarse o ponerse a voluntad. Los líderes para esa juventud
necesitan desarrollar un olfato certero y sumamente ágil para cambiar de registro en la transmisión de
contenidos progresivamente más completos y sólidos.
Nuestros jóvenes quieren coherencia y quieren encanto, a la vez. Les gustan los líderes que caen en uno u otro
campo pero darán el máximo de sí si se logra acertar en las dos cosas al tiempo. El arte tiene aquí un lugar
irreemplazable pero no todo arte funciona ni toda obra que cautive es útil, ni todo mensaje profundo es capaz de
cautivar. Se trata de plantear lo firme con aroma de novedad.
Finalmente nuestros jóvenes quieren ser pasivos una gran parte del tiempo, y les gusta darse el lujo de no
replicar nada, no cambiar de cara, no dejar ver que algo les afecta. Pero luego hay erupciones de actividad;
momentos de conexión profunda con el futuro; experiencias inéditas de fraternidad. Y en momentos así su
agilidad nos deja pasmados y creo que agradecidos.
Preguntas para la reflexión personal o en equipo
1. ¿Te sientes en verdad depositario del carisma de portar la luz y predicar la verdad?
2. ¿Te consideras un docente por vocación?
3. ¿Cómo podrías recuperar la verdadera dimensión de la compasión en tu labor de docente dominico?
4. ¿Cuáles son los retos que debes enfrentar como líder docente dominico?
5. ¿En qué te ha ayudado para tu vida personal, para tu vida familiar y para tu vida de docente dominico la
lectura de este libro?
175
Fr. NelsonMedina, O.P. PhD, Liderazgo consentido o Liderazgo con sentido: Relativismo en la escuela de hoy, p. 3 en Congresdo
Dominico 2011, uso manuscrito
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DECÁLOGO
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Docentes DIC
1. La santidad para un docente DIC no es sólo una conquista o una realización personal, sino es el fruto de la
acción del Espíritu Santo y de sus dones.
2. Cultivar la fidelidad, la caridad, la paciencia y la ternura en el trabajo docente.
3. Tener una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual para dar testimonio de Cristo
4. Tener una verdadera vocación por vivir el carisma y aplicarlo a las realidades terrenales, al campo de vida y
al trabajo.
5. Evangelizar y llevar por el camino de la santificación a todos los seres humanos.
6. Irradiar en los estudiantes su experiencia del espíritu y motivarlos a seguir a Cristo viviendo el carisma en
primera persona
7. Hablar y escuchar, hablando menos y haciendo más.
8. Considerar Que el camino hacia la santidad sea fuente de un gozo interior y de felicidad personal que los
anime Dios para ser luz y fe para los estudiantes.
9. Tomar para nuestra vida los ideales, normas y principios propuestos por nuestra fundadora, siendo fiel a ellos
y poniéndolos al servicio de los demás
10. Provocar con nuestro apostolado, una auténtica reflexión teológica desde la realidad y desde la libertad, que
integre la vida en su conjunto, en armonía dentro de cada ser donde conjugue sus realidades espirituales y
materiales.
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Hermanas DIC
1.Vivir con radicalidad el seguimiento de Jesucristo, teniendo un estilo de vida según el carisma siendo su
misión transmitirlo a los demás, con la gracia de Dios.
2.Vivir el carisma a la manera de Madre Eduviges Portalet, sierva de Dios, con la Palabra, la Eucaristía, la
oración, recibiendo y dando la luz de Dios.
3.Impulsar la Nueva Evangelización en todo lugar para que el carisma de nuestra congregación se presente
como un tesoro en la tierra, con ardor que se traduce en un impulso misionero.
4.Fascinar con el buen ejemplo, a través de su vida misma, a los laicos, viviendo de acuerdo a las exigencias de
la Iglesia, participando desde su vocación en la protección y desarrollo del carisma.
5.Acompañar, iluminar y guiar el camino espiritual de los laicos para descubrir, junto a ellos, si han sido
llamados a participar de la experiencia del Espíritu de nuestra Fundadora.
6.Saber que en el Carisma está el patrimonio espiritual de nuestra Congregación y es ―Predicar la Verdad y
Portar la Luz de Cristo‖
7.Ser un referente del amor con que nos amó Cristo, la fe que nos sostiene, de la esperanza que nos hace vivir,
a través la experiencia de Dios en el espíritu.
8.Ser ―Signo de esperanza en la medida que testimonie la dimensión trascendente de la existencia‖.
9.Combatir el engaño y luchar contra un mundo inmerso en el relativismo.
10.Amar , Amar y Amar, al estilo de nuestra madre fundadora.
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TALLERES
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La inclusión de algunos talleres en este libro quiere invitar a los docentes dominicos a buscar a través del
estudio y la investigación formas concretas de aplicación de la pedagogía de Luz y Verdad.
No son ni pretender ser estos talleres los únicos a través de los cuales los docentes dominicos pueden poner en
práctica los conceptos de la pedagogía de Luz y Verdad. Los talleres que aquí presentamos son los más
representativos y los que por su espesor académico y rigor científico han merecido ser publicados. De otros
talleres desarrollados en los Congresos dominicos de Arequipa 2011 y Sta. Anita (Lima) 2012 se han tomado
algunas aportaciones que han sido incluidas a lo largo del libro como material de apoyo o clarificador de
algunos conceptos.
Esperamos que la lectura y la puesta en práctica de estos talleres ayude a los docentes dominicos a poner en
práctica algunos de los conceptos que hemos desarrollado a lo largo del libro y que puedan servir como
invitación para la investigación de más talleres que vayan desarrollando el carisma de Luz y Verdad.
En primer lugar presentamos el taller ―Evangelizar: Misión del Docente Dominco‖. Todo el trabajo del docente
dominico debe inserirse dentro del proyecto de la nueva evangelización, auspiciado por los últimos pontífices
Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, y corroborados por la Conferencia Episcopal Latinoamericana en
Aparecida. Si la pedagogía de Luz y Verdad es una respuesta a los retos de nuestros tiempos, entonces es una
respuesta también al tema de la nueva evangelización. Siendo por tanto el tema de la nueva evangelización
importante porque representa el marco de trabajo de todo católico en el mundo de la postmodernidad, no
podíamos dejarlo a un lado en la exposición de la pedagogía de la Luz y la Verdad. No ha sido tratado como
tema central de nuestro trabajo, pues privilegiamos el desarrollo del carisma y de la pedagogía de Eduviges
Portalet. Por ello este taller representa el ambiente de trabajo de la misión del docente dominico.
El segundo taller que presentamos es el de ―Educación en la moral para alcanzar la verdad‖. Presenta en forma
práctica y dinámica una propuesta de formación en las virtudes morales, a partir de la veracidad. La profundidad
y sencillez de su exposición es un material de estudio para que el docente dominico pueda aplicarlo en su vida y
en su quehacer pedagógico. Es una propuesta fresca de la recuperación de algunos valores en una sociedad
relativista que rechaza la imposición de todo lo que pueda considerarse como un valor absoluto. Esperamos que
la lectura de este taller proporcione a los docente dominicos material válido para transformar el aula escolar en
un verdadero gimnasio de las virtudes morales.
Como tercer taller ―Docente Dominico: signo perceptible de luz y verdad‖ lanza una propuesta sobre el perfil
que debe caracterizar a todo docente dominico. No es una hoja de ruta o una descripción de virtudes por
alcanzar, sino que como un taller presenta puntos concretos que pueden ser vividos por quien quiere optar por el
estilo de vida dominicano en el ámbito personal y profesional. Sugerencias breves, sintéticas pero que engloban
la esencia del vivir y actuar como docente dominico. De esta manera deseamos que los lectores de este libro
terminen con una sonrisa en la boca y le decisión de convertirse en verdaderos docentes dominicos.
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TÍTULO DEL TALLER:
Evangelizar, misión del docente dominico.
Javier Ignacio Martínez Vargas
La evangelización
La significación bíblica del término "evangelizar" es relativamente fácil de establecer. Es, en efecto, uno de los
más antiguos y más usados del vocabulario sagrado. Cinco siglos antes de Cristo, el autor del libro de la
Consolación la empleaba: "¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del evangelizador que anuncia la paz,
que te trae la buena noticia, que pregona la salvación, diciendo a Sión: Tu Dios reina!" (ls 52, 7; cf. Rom 10, 15).
«El me ha enviado para evangelizar a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón; para anunciar la
libertad a los cautivos y la liberación a los encarcelados» (Is 61, 1). En los tiempos mesiánicos, los ángeles
"evangelizan" (Lc 1, 19; 2, 10).
Después, Juan Bautista «evangelizará» (Lc 3, 18). Jesús es el evangelizador anunciado por el Profeta (Lc 4, 1621; Mt 11, 5). Los apóstoles y, sobre todo, Pablo, continúan esta obra de Jesús (Mc 16, 15; Rom 1, 1; Gál 1, 15
ss.; I Tes 2, 4; Col 1, 23, etc.). Todas estas citas permiten definir con bastante precisión el sentido bíblico de la
evangelización: es la proclamación de la Buena Nueva de Salvación. Sin embargo, ¿podemos contentarnos con
esta definición? Como tantas y tantas otras, como "apóstol", "profeta", "sacerdote", «sacramento», etc., los
términos «evangelio», "evangelizar" han tenido una vida, una historia desde hace veinte siglos. Han entrado en
el vocabulario patrístico, litúrgico. Se las encuentra cada vez más en los textos del magisterio. Ahora bien, en el
curso de esta historia, no acabada, han aparecido matices nuevos, otros se han difuminado. Recientemente
diversas precisiones han sido aportadas por la jerarquía. "Evangelizar -escribe, por ejemplo, el Cardenal Feltines facilitar la percepción de Jesucristo viviente en la Iglesia, en y por el encuentro con el otro» (D.C., 1.252, 26
mayo 1957, col. 677).
Una definición teológica debe tener en cuenta lo más posible esta historia y esta actualidad. Es decir, que, aun
apoyándose firmemente en la Escritura, no puede identificarse pura y simplemente con la definición exegética.
Es decir, también, que todavía le es imposible pretender un rigor total. Más aún: necesita ser lo bastante amplia
y lo bastante dúctil para dar lugar a los múltiples aspectos bajo los cuales la evangelización ha sido y es
efectivamente vivida en la Iglesia. Para tener en cuenta esta exigencia, proponemos la definición siguiente:
"evangelizar es poner al no-convertido (individuo o colectividad) en presencia del Evangelio".
La evangelización es el acto o la actividad que provoca el encuentro, el encuentro real entre el Evangelio y el o
los no convertidos, que hace realmente presente el Evangelio auténtico a estos hombres tales como son.
El análisis de estos tres términos:
"evangelio"-"no-convertido"-"puesta en presencia", posiblemente nos permitirá entrever la realidad evocada hoy
con esta palabra: evangelización.
El Evangelio
En primer lugar, se trata del Evangelio. El Evangelio, lo sabemos ya, es la Buena Nueva de la salvación del
hombre en Jesucristo por medio de la fe. Pero ¿comprendemos suficientemente hasta qué punto la naturaleza
misma del Evangelio caracteriza la evangelización respecto a cualquier otra actividad de comunicación?... Es
una "nueva» lo que presenta el evangelizador. Una «nueva», es decir, un «anuncio». Una verdad, pues, captada
en su relación con una persona, en su intencionalidad; una verdad-para-alguien; una verdad «ad»; una llamada.
El Evangelio es la Revelación de Cristo, pero no en sí misma, considerada como un dato o un depósito; es esta
misma Revelación en tanto que concierne al hombre, que mira al hombre. Toda verdad puede ser considerada
desde dos puntos de vista distintos, aunque inseparables: el de la objetividad y el de la intencionalidad.
Tomemos un ejemplo muy simple: «Hay un tren que sale de Lille a las 7,20 y llega a París a las 9,45.» Esto es
interesante en sí y en general. Se puede subrayar la rapidez, la comodidad de este medio de transporte, notar el
progreso que representa, etc. Pero hay otro punto de vista, el del hombre que tiene una cita en París a las diez.
Es, desde este punto de vista, como esta verdad se convierte en «nueva» y, en algún caso, en «buena nueva».
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Con otras palabras, una verdad, sea la que fuere, no merece el nombre de «noticia» más que en la medida en que
está ordenada a alguien a quien concierne. Mutatis mutandis, ya que no se trata más que de una analogía, el
Evangelio corresponde a este segundo punto de vista. Es una verdad-para-alguien. Podemos, ciertamente,
considerar estos datos en sí mismos. Podemos, y ésta es una función importante de la teología, fundamentar,
analizar, precisar, explicitar, sintetizar este «depósito». Una proposición tal como: «El Hijo de Dios se encarnó.
Murió y resucitó. Fundó un Reino» puede ser objeto de reflexiones y de exposiciones lo bastante rigurosas
como para merecer el nombre de científicas. Pero éste no es el punto de vista evangélico. Los datos objetivos,
acontecimientos y palabras de la vida de Jesús no son «evangelio» en tanto no atañen a hombres concretos.
«Para que creáis y creyendo tengáis vida» (Jn 20/20/31)
El Evangelio no es un informe o una suma, es una nueva. Esta es su primera característica. Hay una segunda, no
menos fundamental, que equivale a dos términos frecuentemente utilizados en el vocabulario bíblico de la
evangelización: «asombroso» y «alegre» o «gozoso». Un asombro lleno de alegría acompaña al Evangelio. El
que propone esta extraordinaria noticia y los que la oyen están como «estupefactos», «embobados».
El libro de la Consolación (/Is/40/55), que es una anticipación del Evangelio (cf. 40, 9 ss.; 52, 7 ss.), expresa del
principio al fin estos sentimientos con una fuerza que no será igualada antes del Nuevo Testamento. Se verán,
dice Isaías, «cosas nuevas», "jamás vistas", «jamás oídas...». «Mirad, yo voy a hacer una obra nueva, que ya
está comenzando» (/Is/43/19). «Yo te he dado a conocer ahora cosas nuevas, ocultas y desconocidas, acaban de
ser creadas al instante, sin que antes las hubieras oído, para que no puedas decir que tú lo sabías» (ls 48, 6). «El
mensajero que te trae la buena noticia, trae la dicha» (ls 52, 7). «Estallad en gritos de alegría» (Is 52, 9). Ante la
salvación que Yahvé nos trae por medio de su Servidor, los «reyes», es decir, todos los pueblos, «se
asombrarán», «quedarán boquiabiertos», porque «verán lo que jamás vieron y oirán lo que jamás habían oído.
¿Quién creerá lo que oímos decir?» (ls 52, 15). El asombro y el gozo ante la Buena Nueva son un leimotiv de
San Lucas, tanto en el Evangelio como en los Hechos. Y ya conocemos bastante la admiración de Pablo delante
de la «novedad» y esplendor de la Revelación que anuncia (cf. Ef/03/03; Rm/11/33, etc.). Estos sentimientos no
son superficiales. Traducen, en el plano de la experiencia, un aspecto esencial de la realidad evangélica. El
Evangelio es anuncio de una salvación, de una plenitud para el hombre -de ahí el gozo que emana-, pero de una
plenitud literalmente inesperada, nunca oída, imprevisible, sobrenatural- de ahí el carácter asombroso,
maravilloso de esta alegría-. «Estaban maravillados de lo que les contaban los pastores» (Lc/02/18). El tercer
rasgo del Evangelio es, quizá, el más importante: el carácter radicalmente decisivo de la Buena Nueva
anunciada. Precisemos el sentido de este adjetivo. Ciertos anuncios pueden asombrar por su novedad sin ser, sin
embargo, decisivos. Convengamos en llamar noticia decisiva una verdad que decide un cambio importante en
nuestra existencia. Si nos enteramos por una tesis rimbombante que el emperador Nerón no era un monstruo,
sino que era mucho más justo y bueno que su reputación, esto es una novedad asombrosa, pero de ninguna
forma decisiva. Pero si la radio nos anuncia que ha estallado una revuelta en Argelia, esta es una noticia que
puede tener carácter decisivo, porque podría decidir un cambio en nuestra existencia.
A este carácter decisivo es al que hacemos alusión. El Evangelio es una novedad que decide nuestra existencia.
Pero hemos de ir más lejos y añadir que este carácter decisivo es radical. Radicalmente, en su raíz, en lo más
profundo de sí misma, la existencia se interroga. El Evangelio no decide solamente el cambio de un sector o de
un momento de mi existencia, sino que decide el fondo de la existencia, su eje fundamental, el ser, el yo
profundo, lo que la Biblia llama el «corazón», este «corazón» que es "más profundo que cualquier otra cosa",
como decía Jeremías.
El Evangelio no es una Buena Nueva. Es la Buena Nueva destinada a cambiar radicalmente al que lo acoge. Es
la verdad hecha-para- este-cambio-radical, este cambio radical que el Nuevo Testamento llama metanoia, es
decir, conversión del corazón. Estos son los rasgos esenciales del Evangelio. ¿Se les reconoce en nuestra
«evangelización»? ¿Es una «novedad», una «noticia» lo que presentamos, o es un enunciado general e
intemporal sin relación perceptible con la vida de los hombres?
¿Es la revelación inaudita de un misterio de salvación, o un catálogo de ideas, de historias, de prescripciones?
¿Es un llamamiento decisivo a la conversión del corazón, o una información destinada a aumentar el caudal de
conocimientos religiosos? Preguntas todas que merecerían entrar en un examen de conciencia pastoral. Porque
sólo hay evangelización donde hay Evangelio...
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Los «no-convertidos»
Este Evangelio, ¿a quién lo presenta la evangelización? Ordinariamente se contesta: a los incrédulos. De hecho,
esta respuesta se impondría si sólo se tratara de definir la evangelización en el tiempo de los Hechos de los
Apóstoles. Pero, querámoslo o no, la palabra «creyente» ha tomado en el vocabulario vulgar y hasta en el de la
sociología religiosa, nuevos matices, un sentido nuevo que paradójicamente hace abstracción del elemento
fundamental de la fe: la conversión. Así podemos decir que en nuestra diócesis hay un 90 por 100 de
«creyentes»... La consecuencia aparece inmediatamente: puesto que se dirige a los «no-creyentes», que no son
más que una minoría, la evangelización es cuestión de especialistas. Sólo concierne indirectamente al clero en
contacto habitual con los «creyentes». «Casi nunca encuentro un incrédulo», decía el párroco de una gran
parroquia de Lille. En estas condiciones, es difícil comprender por qué en una diócesis como la nuestra el
obispo asigna a su clero como principalísima tarea la evangelización. Desaparece en parte este equívoco al
designar como destinatarios de la evangelización a los «no-convertidos» en lugar de los «no-creyentes». La
evangelización concierne a todos los que todavía no están convertidos al Dios Vivo o que se han apartado de El,
pertenezcan o no a la categoría sociológica de los «creyentes». Inmediatamente nos damos cuenta que los «noconvertidos» son legión, hasta en los países donde casi todo el mundo está bautizado, hace la primera comunión
y está enterrado por la Iglesia. Y comprendemos por qué nuestro primer deber es evangelizar. ¿Se pueden
precisar aún más las fronteras y la naturaleza de este mundo de los no-convertidos, de este país de misión?
Evidentemente, es algo muy complejo. De todas formas, hay que tener en cuenta dos puntos de vista
complementarios: el individual y el colectivo.
Primero, el punto de vista individual. Fácilmente podemos distinguir tres tipos de personas no-convertidas: El
hombre que jamás ha podido oír verdaderamente el Evangelio, la Buena Nueva de la Salvación en Jesucristo,
bien sea por razones geográficas evidentes, bien sea por razones psicosociológicas. Está también el hombre que
verdaderamente lo ha oído y lo ha rechazado, que por su falta se hunde en las «tinieblas» que describe San Juan.
Ignoramos totalmente quién es este hombre. Es el secreto de Dios. Pero es importante para nuestro sentido
misionero saber que la libertad de rechazar a Cristo existe... Y, por fin, está el hombre que ha oído el Evangelio,
que «sabe» el Evangelio, que lo «posee» en los dos sentidos de la palabra, que obedece a muchas de sus
prescripciones, que participa de ciertos «sentimientos» cristianos, pero que no ha comprendido jamás, o que ya
no comprende, que lo más hondo de su existencia ha de decidirse por el Evangelio, que no ha visto jamás o que
ya no ve más el carácter intencional, nuevo y radicalmente decisivo del Evangelio. A este hombre, ¿no es lógico
llamarlo «no-convertido» en el sentido más estricto de la palabra?, ¿es que no necesita «ser evangelizado», «reevangelizado» constantemente? A un hombre así, ya lo creo que lo conocemos. Lo encontramos a menudo. En
nuestras parroquias, en nuestras iglesias. En nuestros colegios y seminarios. Está en todas partes. En todas
partes donde el trabajo evangelizador nos espera y solicita. El punto de vista colectivo no es menos importante.
Estrictamente hablando, la conversión es una realidad rigurosamente personal: ¡es un cambio de «corazón»!
Pero en cierto sentido podemos también hablar de ambientes no-convertidos. Esta realidad colectiva, misteriosa
pero incontestable, es diferente de la suma de las realidades individuales. Aquí es también posible distinguir tres
tipos de ambientes no-convertidos. Por un lado, el medio ambiente que no ha podido acoger el Evangelio
porque nunca lo ha oído verdaderamente. No se puede saber a priori si este medio acogerá o no la Buena Nueva.
A veces creemos que no, cuando en realidad nunca tuvo la posibilidad efectiva de mostrar sus disposiciones.
Hay ambientes que no lo han acogido, porque lo han rechazado. «Sui eum non receperunt.» Ambiente sin
frontera visible. Ciudad del mal. El «mundo» en sentido peyorativo. Las «tinieblas».
Existe, por fin, el medio que no acoge el Evangelio en toda su fuerza divina, como la Buena Nueva inesperada,
nunca oída, de la salvación del hombre en Jesucristo, sino como una realidad de este mundo, de aquí abajo,
entre otras, en el mismo plano. Una moral entre otras morales, una religión entre otras religiones, una sabiduría
entre otras sabidurías. Este medio «mundaniza» el Evangelio hasta cuando lo inciensa. Si esa actitud la lleva al
límite, lo que raramente ocurre, este medio no tiene de cristiano más que el nombre y algunas apariencias. Pero
en la medida en que responde a esta descripción no puede ser considerado tranquilamente como «convertido».
Necesita, pues, la evangelización.
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Puesta en presencia
Nos queda el tercer término de la definición propuesta al principio, el más difícil de precisar: «poner en
presencia». La evangelización consiste en poner estos no-convertidos en presencia del Evangelio, en
«presentarlo» en el sentido fuerte de «hacer presente», en hacérselo «encontrar» con toda la fuerza que tiene la
palabra «encuentro». ¿Por qué «poner en presencia», en lugar de «decir»?
Es que justamente la verdad que hay que transmitir es de un orden particular. No es un conjunto de nociones
destinadas en primer lugar a satisfacer el apetito racional del hombre: esa «palabra de sabiduría» que apreciaban
los corintios (I Cor 1). Esa «filosofía completamente humana» amada por los colosenses (Col 2, 8). Porque
«nosotros predicamos un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos» (I Cor 1, 23).
No un conjunto de demostraciones más o menos convincentes que llenarían una necesidad de verificación y de
evidencia: «Judaei petunt signa!» No una especie de mística que respondiera a fuerzas oscuras e instintivas del
hombre y capaz de procurarle una satisfacción ambigua, una de esas experiencias exaltantes contra las que San
Pablo advertía a los corintios.
Se trata de una verdad que finalmente es un acto, el Acto de Alguien revelándose como Valor supremo para el
que lo reconoce, el acto del Salvador definitivo. Se trata de la Verdad viva que trata de encontrarse con el
hombre, que se abre camino no sólo hasta los oídos, no sólo hasta las zonas superficiales de su razón, sino hasta
lo más profundo de su ser, ese centro que Pablo llama «las profundidades», el «interior», lo «de dentro», el
«pneuma», el «corazón». Y por esto la evangelización consistirá esencialmente en «cooperar» con Dios, con la
Revelación en Acto, para hacer presente el Evangelio al «espíritu», al «corazón», para provocar este encuentro
entre el Evangelio y el corazón. «Escribir el Evangelio en los corazones» (cf. /2Co/03/03). «La palabra en tu
corazón» (/Rm/10/08). «La palabra obra en vosotros» (I Tes 2, 13). Quizá es en este plano en el que nos
debemos situar para contestar a una pregunta formulada a menudo y que sirve de caballo de batalla: el puesto de
la palabra en la evangelización. ¡Nadie, evidentemente, discute la importancia del lenguaje en la transmisión de
la Buena Nueva! Pero, por una parte, uno se pregunta cuándo y cómo hay que hablar. «¿No somos demasiado
reservados? ¿Los militantes son demasiado discretos? ¿No es ya tiempo de pasar a la proclamación clara y neta
del Evangelio?» Por otra parte, se experimenta el sentimiento confuso que en tanto no se ha llegado a una
enseñanza explícita del Evangelio no hay, propiamente hablando, evangelización. «No digáis que vuestros
militantes de Acción Católica evangelizan. No hablan casi nunca de Cristo...» Pues bien, si lo que hemos dicho
es cierto, estas preguntas están como absorbidas en otra, más profunda, más vital, sobre la cual todos los
sacerdotes, cualquiera que sea el sector que les ha sido confiado por el obispo, pueden entenderse, aun en el
caso que las respuestas concretas difieran: ¿Cómo hacer hic et nunc para provocar un encuentro real entre estos
no-convertidos y el Evangelio? ¿Cómo hacer llegar el Evangelio al corazón de estos no-convertidos?
A veces parece esencial el testimonio silencioso durante mucho tiempo: Foucauld entre los tuaregs, Peryguère
entre los bereberes, Teilhard en el mundo científico no predicaron mucho. Y, sin embargo, ¿son evangelizadores
de menos categoría? ¿Es que no han manifestado el Señor? ¿No han hecho presente la Pascua? Si decimos que
sí, ¿no tendremos que emplear con reserva, hablando de ellos y hablando de todos los militantes cristianos
llamados a dar testimonio, a veces mudo, los términos de pre-evangelización o de pre-misión? O, al menos, ya
que estas palabras tienden a convertirse en vulgares, ¿no debemos acentuar con fuerza que se trata de la primera
etapa de una evangelización completamente auténtica? A veces, por el contrario, el silencio puede frustrar el
encuentro. La palabra, clara y neta, la confesión pública de la fe en tal circunstancia, hubiese hecho penetrar el
Evangelio más profundamente en los corazones. ¡Cuántas vidas cambiadas gracias a un testimonio explícito de
Cristo!
Pero a veces también, nuestras palabras, aun suscitadas por una gran generosidad, pueden ser obstáculo al
Evangelio. Porque el oyente nos toma por uno de estos mercaderes de filosofía o sabiduría, uno de los
«disputadores de las cosas de este mundo» de los que habla San Pablo (I Cor 1, 20). «La conversación ha
envilecido la palabra», escribe San Agustín. Entonces, ¿qué hacer? Si la evangelización consiste en poner a los
no-convertidos en presencia del Evangelio en el sentido en el que hemos entendido estos tres términos, ¿es aún
posible? De todo esto se deduce que sólo es posible mediante una misión y un poder divinos, misión y poder
que Cristo mismo ha dado a su Iglesia. No nos vamos a alargar en este punto, en el que todos estamos de
acuerdo. Tampoco nos alargaremos sobre otra consecuencia, esencial sin embargo: la necesidad para el
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evangelizador de estar en comunión, lo más estrecha posible, con el Evangelio: ser un Evangelio vivo, una
Pascua viva, un sacramento viviente de la Pascua. «Que la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne
mortal» (2 Cor 4, Il). Cuanto más identificado esté con Cristo en su muerte y resurrección, más apto será el
evangelizador para «presentar» realmente el Evangelio a aquellos a quienes se dirige y ante quienes vive. Sobre
esta exigencia, fácilmente estaríamos también de acuerdo.
Es otra la exigencia que nos va a ocupar la segunda parte de esta exposición: conocer la vida real de los que
tenemos que evangelizar.
Conocer a los que evangelizamos
Imaginemos por un instante uno de estos no-convertidos con los que nuestro ministerio nos pone en contacto. A
menudo nos encontramos desarmados por su indiferencia al mensaje que llevamos dentro. La mayor parte de las
veces no lo rehúsan. Sin embargo, no lo acogen. Sencillamente, sólo parece interesarles muy poco,
superficialmente, ¡a título de curiosidad! Se habla de un muro que franquear, de un foso, de una pantalla. Poco
importa la metáfora. Se comprueba que «esto no pasa». «Cuando llego a Cristo -dice un coadjutor-, ya no
escuchan.» El hecho es colectivo: ambientes enteros parecen impermeables a la evangelización. Tal zona del
medio popular, del mundo universitario, del mundo técnico, de la juventud. Es también un hecho individual: lo
comprobamos en nuestras visitas, en los encuentros con los novios que se preparan para casarse, etc. De ahí a
concluir que no hay nada que hacer, a condenar en bloque la mentalidad moderna, la mentalidad técnica, a
acusar a la «juventud de hoy», a renunciar más o menos explícitamente a su evangelización, no hay más que un
paso. Pero eso sería, prácticamente, negar el Evangelio, la «fuerza divina» de esta Buena Nueva de salvación
para «todo hombre» que cree en Cristo. E iría contra la voluntad más expresa de Cristo y de su Iglesia:
«anunciad el Evangelio a toda criatura.» Más vale buscar las razones de esta indiferencia al mensaje, de esta
aparente impermeabilidad.
¿No será, entre otras razones, que estos hombres, colectiva o individualmente, no perciben la relación entre ese
mensaje y los valores de su vida real, entre el Evangelio y lo que constituye la densidad, el peso de su existencia
cotidiana? La cuestión se plantea ante todo en el campo colectivo. En los medios que acabamos de evocar, ¿no
existe como un sentimiento oscuro y tenaz de que el cristianismo es extraño a lo que realmente cuenta en la
existencia humana, a lo que da valor a la vida real? Pensemos en el mundo científico, en sentido amplio, en el
de los hombres que se interesan efectivamente, porque, al menos, están un poco dedicados a la ciencia y a sus
aplicaciones. De entrada, le reconocemos espontáneamente, poderosamente, frecuentemente, un cierto número
de valores: fe en el esfuerzo humano; fe en la obra inmensa que realizan el valor y la inteligencia del hombre; fe
en la solidaridad de la humanidad comprendida como un todo; fe en la historia. Todos estos valores se
experimentan y se viven profundamente. Para que un no-convertido que participa de esta mentalidad escuche el
mensaje cristiano, ¿no es normalmente necesario que perciba en él alguna relación con estos valores y, con
mayor razón, que su primera manifestación no aparezca como una condenación?
Pensemos en la «mentalidad obrera», no para describirla, sino para situar el problema. También en ella
reconocemos inmediata e imperiosamente valores fundamentales. Las palabras justicia, fraternidad,
universalidad, son algo más que slogans. Corresponden a aspiraciones profundas que se traducen en reacciones
comunes. Se cree también en el trabajo, en cierto sentido de la historia. Se experimentan desconfianzas
instintivas en relación con lo que parece oponerse a estos valores. ¡Qué difícil será para un no-convertido de este
medio escuchar una Palabra en la que estos valores parezcan rechazados o simplemente ignorados! Evoquemos
también el mundo de la juventud. Lo que tiene valor a sus ojos es la libertad, la amistad, la experiencia, el
compromiso, la vida. Sin duda que puede haber bastante palabrería. Pero esto mismo refleja una mentalidad. En
todo caso, toda una juventud reacciona intensamente, excesivamente ante estos u otros valores. Si el
cristianismo es presentado de entrada como una ley que aprisiona esta libertad, una ascesis y una renuncia que
ahogan las aspiraciones al gozo, a la vida, a la amistad, una contemplación que sustrae de las responsabilidades
en el mundo, entonces corre el riesgo de ser rechazado aun antes de encontrarlo.
Podríamos continuar esta enumeración, pero lleguémonos a un punto de vista más individual. Este noconvertido que está ante nosotros es una persona. Posee una vida profunda: su libertad y su conciencia, por muy
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recubiertas que estén, son reales. Creemos ciertamente, que la imagen de Dios permanece en cada hombre como
su más íntima realidad. Sea quien fuere, es un ser en relación con los demás, hecho para amar y ser amado; en
relación con la naturaleza, hecho para crear y para recibir; en relación consigo mismo, hecho para pensar y para
decidir, para ser y para morir; en relación con Dios, hecho para adorar, alabar, suplicar, participar de su
Bienaventuranza.
En el fondo, todo esto es lo más importante para esta persona, aun cuando no tenga conciencia clara, aun cuando,
y sobre todo, no nos hable de ello. Es el amor, la camaradería, es el trabajo, el sufrimiento, la vida, la muerte, la
felicidad quienes mandan en su existencia. Ahora bien, si nuestra «enseñanza» no le interesa, no le toca, no
provoca ni acogida ni rechazo, ¿no será, entre otras razones, porque le parece extraño a su existencia, aparte de
estas realidades fundamentales?
Para que los no-convertidos, colectiva o individualmente, se interesen en el Evangelio, para que se abra una
brecha en este muro que separa a los hombres del Evangelio, tienen que darse cuenta que el Evangelio reconoce
los valores más auténticos de su vida de hombre. Y ¿quién puede favorecer este reconocimiento sino el hombre
vivo enviado por la Iglesia viva que hoy presenta el Evangelio de Jesucristo? Creo que esta exigencia es
clarísima. Tenemos que conocer lo más realmente posible la existencia de los que evangelizamos: lo que da
valor y peso a la vida para este medio, para esta persona. Pero para conocer hace falta ver y oír. Y para ver y oír
no hay otro medio que ¡mirar y escuchar! Entre los no-convertidos que encontramos diariamente, pocos nos
hablan de lo que realmente les importa. Puede ser que no lo sepan claramente y estén esperando que se lo
revelemos.
Más a menudo hacen una selección: dicen lo que suponen nos interesa. Nos hablan de prácticas, de creencias, de
moral, posiblemente, de beneficencia y de servicios. Aquel obrero metalúrgico no nos habla de su compañero
accidentado en la fábrica, de los trámites para asegurarse una protección más eficaz, de los rumores sobre un
posible despido. No habla de la última reunión sindical, en la que se ha decidido algo muy importante y de lo
que quizá él pague los platos rotos. No habla de la preocupación de su mujer ante la perspectiva de un posible
paro o cese del trabajo. ¿Tiene razón para creer que todo esto, es decir, su vida, no nos interesa? Es una cuestión
urgente para un examen de conciencia pastoral. ¿Nos interesamos por estas realidades? Y ¿cuál es nuestro
interés? ¿De cortesía? ¿De benevolencia? ¿De utilidad? Nuestra propia mentalidad, nuestro propio modo de
vivir, ¿no nos lleva a operar, casi espontáneamente, una selección en lo que nos dicen los demás? En ese caso,
somos nosotros los que miramos y escuchamos, y no ellos. En estas condiciones, ¿cómo podemos ponerlos
realmente, vitalmente, en presencia del Evangelio? Si, por el contrario, aceptamos borrarnos, desaparecer en esa
actitud atenta, llena de respeto, de la que el Señor nos ha dado ejemplo -pensemos en su mirada, en sus
diálogos-, entonces nos será posible entrever lo que verdaderamente cuenta en la vida de los hombres, y
podremos traducir para ellos hoy el Evangelio eterno. ¿Es una paradoja afirmar que una de las condiciones
fundamentales de una verdadera evangelización es el silencio, y no cualquier silencio, sino aquel del Amor, de
quien solamente puede brotar la palabra de verdad?
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TÍTULO DEL TALLER:
Educación en la moral para alcanzar la verdad
Introducción
Existe una distorsión respecto a lo educativo. En lo que se refiere a este punto no deseo extenderme demasiado
pero preocupa mucho en la dimensión de lo económico y utilitarista cómo está planteada en numerosas
realidades lo que concierne a la educación. Desde nuestra perspectiva como DIC nos alarma observar cómo de
manera indiscriminada corremos el riesgo en nuestros centros educativos de ser presa fácil de visiones sesgadas
de educación que tienen un carácter reduccionista del hecho educativo. El que educa no es un facilitador, pues el
educar supone plasmar una forma en otro, dar con esfuerzo lo mejor de sí y llevar a que el educando sea el
mejor de sí mismo. Hablando del mismo educando no es un cliente, no es un producto, no es un ser sin más que
puede o no estar en nuestras aulas. Volviendo la mirada sobre la educación no queremos más visiones
reduccionistas en la cual se la considere como una mera transmisión de contenidos. Por esta razón, creemos
oportuno volver a nuestras fuentes dominicas. Decía hablando sobre la Educación Santo Tomás de Aquino:
“La Educación es la conducción y promoción de la prole (los hijos) al estado perfecto de hombre en cuanto
hombre, que es el estado de virtud”176.
Desde la visión del Santo Patrono de las escuelas y universidades católicas sobre la educación queremos tener
una mirada sólida y coherente sobre lo que buscamos. Nos urge dar a conocer que en nuestra tarea educativa
tenemos presente un fin por alcanzar: El desarrollo integral de la persona desde la perspectiva de la virtud. No
nos parece exagerado concluir que debemos mirar en nuestro tiempo como urgente convencernos que
necesitamos Educadores virtuosos, desde aquí es apremiante que padres (primeros educadores de sus hijos) y
docentes tengamos claro que nadie da lo que no posee.
El egresado de cada uno de nuestros centros educativos debe definirse por el enorme logro de haber adquirido
hábitos buenos que nos permitan decir: no hemos educado en vano. Partamos desde la definición de moral.
Desde el punto de vista filosófico, se trata de aquel conjunto de creencias y valores, que dictan normas y
costumbres que guían el actuar de las personas hacia el bien, ya se trata del conjunto de creencias que permiten
distinguir entre el bien y el mal al realizar un determinado acto. Desde una perspectiva más bien religiosa, se
hace el intento de que los fieles no piensen la moral como aquellas prohibiciones impuestas por Dios, sino más
bien, que se trate de vivir y desarrollar nuestras vidas en el amor a Dios y al prójimo. La moral además se
constituye como aquella conciencia de libertad propia del ser humano, a través de la cual sus actos son juzgados
como buenos o malos. ¿Qué es la Ética? La ética, es una de las tantas ramas de la filosofía. Es aquella ciencia,
que estudia las cosas por sus causas, de lo universal y necesario, que se dedica al estudio de los actos humanos.
Pero para comprender un acto humano, primero hay que saber, qué es el hombre. De la cual se desprende, que el
hombre es una unidad sustancial de cuerpo y espíritu. Podemos señalar, que el ser humano es un fin en sí mismo.
Ya que el espíritu, lo provee de una dignidad intrínseca. Tomando aquello y volviendo a la ética, el hombre está
llamado a realizar actos buenos. Los cuales son guiados, por medio de la conciencia. La cual nos clarifica, qué
actos son correctos e incorrectos. Por lo mismo, es que debemos tender, a las virtudes. Las cuales son hábitos,
que nos hacen más perfectos. Ciertas estadísticas que se han hecho en Estados Unidos, país donde la Educación
se sigue muy de cerca son demoledores denuncian todo un muestrario de desórdenes morales.
Los datos son estos:
―De cada cien niños que hoy tienen entre cero y doce años, se puede afirmar que cuando crezcan:
60 % perderán la fe
70 % tendrán experiencias extramatrimoniales
45 % vivirán en concubinato antes del matrimonio
99 % se verán afectados por la pornografía
99 % serán inducidos en el Colegio o la universidad a tomar droga
50 % se divorciará antes de los treinta y cinco años
42 % se suicidará”177.
176
III q. 41, a.1.
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Como podemos ver la Educación se ha de enfrentar con el problema moral, si quiere ser realmente Educación.
Todas nuestras acciones tienen una carga moral como decíamos al inicio, son buenas o malas y nos hacen
buenos o malos. Hay que apostar por despertar por educar la conciencia moral de los niños para que quieran lo
bueno, tengan gusto por lo bueno, por lo bien hecho y disgusto, aversión por lo malo. Se ha abandonado casi por
completo el capítulo de la Formación de la persona en su aspecto más profundo: la cualidad y lla calidad moral
de la persona humana. Se toma como modelo a un hombre empequeñecido, parcial, ficticio, irreal. Un hombre
sin trascendencia: sin llevar hasta sus últimos horizontes las posibilidades de su entendimiento y de su voluntad:
la verdad y el bien. Un hombre sin un alma espiritual e inmortal. Un hombre sin referentes, ni en su origen ni en
su destino, un hombre sin Dios.
El Concilio Vaticano II con un claro acento reverente, concretará: “el misterio del hombre solo se esclarece en
el misterio del Verbo encarnado. Cristo manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la
sublimidad de su vocación”178. ¿Qué sabiduría nos trae Jesús acerca del hombre? ¿Qué nos revela Cristo sobre
nosotros mismos? La gran verdad que Cristo nos trae es que somos hijos de Dios. Esta es nuestra verdadera
identidad. No hay más que una sabiduría definitiva acerca del hombre: la que Jesús mismo vino a enseñarnos
con sus obras y sus palabras. Tanto la perfección natural como sobrenatural del hombre tiene un ejemplar:
Jesucristo.
Pérdida de sentido de la verdad en la Educación
Respecto a este segundo aspecto ya hemos mencionado como lo católico para el mundo contemporáneo supone
en la visión de algunos un mero adjetivo que no define mucho, para otros una oportunidad comercial para llegar
a un mercado cautivo en lo educativo y, finalmente, para los que estamos aquí reunidos sabemos que es un todo
sustancial que nos compromete y nos urge en la misión de educar. Por esta última razón nos interesa destacar lo
que la Iglesia, Nuestra Madre y Maestra, tiene que decir sobre el ser de la Educación Católica:
El fin de la moral –nos dirá Benedicto XVI-, ―es hacer que el hombre llegue a ser el que es, conseguir que su
vida culmine recibiendo el beneficio habitual derivado del correcto ejercicio de sus talentos. La moral se asienta
en la verdad. ¿Cuál es la verdad del hombre?: La verdad de nuestro ser es que Dios nos ha creado y que Él es
nuestro camino. La moralidad se funda en la verdad del hombre, y la verdad del hombre es la Verdad‖. ―Cuando
hablamos de educación cristiana, por tanto, entendemos que el maestro educa hacia un proyecto de ser humano
en el que habite Jesucristo con el poder transformador de su vida nueva‖179.
Absolutamente ninguno de nosotros puede permanecer indiferente frente a estas palabras que hemos escuchado.
Si como maestros católicos no logramos que en el corazón de nuestros alumnos habite Jesucristo y Él mismo
transforme los corazones de los educandos fracasamos. Por esta misma razón, reafirmamos: “si la ordenación
(de valores) tiene como fundamento y término a Cristo, entonces esta educación está recapitulando todo en
Cristo y es una verdadera educación cristiana; si no, puede hablar de Cristo, pero corre el riesgo de no ser
cristiana‖180. Podríamos, explicitar entonces que desde la enseñanza del Magisterio de la Iglesia no es posible
educar sin poner en el centro de nuestro proyecto educativo como DIC a Cristo. Pues, El es el hombre perfecto,
es fundamento, en quien todos los valores humanos encuentran su plena realización, y de ahí su unidad. ―El
revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y la transforma, capacitando al hombre y a la mujer para
vivir de manera divina; es decir, para pensar, querer y actuar según el Evangelio, haciendo de las
bienaventuranzas la norma de su vida. Este es el carácter específicamente católico de la educación. Jesucristo,
pues, eleva y ennoblece a la persona humana, da valor a su existencia y constituye el perfecto ejemplo de vida‖.
6Ibídem. 7Ibídem., n. 335. 8Benedicto XVI, Cooperadores de la Verdad, p13 9Ibídem, p. 12
Es la mejor noticia propuesta a los jóvenes por los centros de formación católica”7 Lo digamos una y otra vez,
los principios evangélicos enseñados por Nuestro Señor Jesucristo se convierten en nuestras normas educativas,
en nuestras motivaciones interiores y en las metas finales a alcanzar. Dicho de otra manera, quién pretenda
177
De la Herrán-F Corominas, Urgencia de la catequesis.
Concilio Vaticano II, Const. dogm. Gaudium et Spes.
179
Benedicto XVI, Cooperadores de la Verdad, p. 13 5
180
Aparecida n. 332.
178
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educar sin el Evangelio o contrariando el Magisterio que brota de Cristo y la Iglesia debería preguntarse si
realmente quiere pertenecer a la familia DIC. Pues, si bien lo tenemos claro, vale repetirlo una vez más: un
colegio de las DIC es un centro de evangelización y promoción del hombre en su integridad.
Recta aproximación a la persona humana.
Consideramos oportuno que luego de los dos puntos precedentes sepamos formular una respuesta firme respecto
al ser mismo de la persona y todo lo que dice referencia a su integridad.
Benedicto XVI dice al respecto: ―La Iglesia tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y
circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación. Sin verdad se cae
en una visión empirista y escéptica de la vida, incapaz de elevarse sobre la praxis, porque no está interesada en
tomar en consideración los valores —a veces ni siquiera el significado— con los cuales juzgarla y orientarla‖181.
Es menester recordarlo, no solucionamos los problemas de la persona humana a través de una cuantificación
técnica en nuestros establecimientos. De repente hasta podríamos decirlo: nuestros colegios adolecen de
computadoras para todas laspersonas pero todos tienen presente el anuncio fiel a la verdad. Tenemos que ser
fieles a la verdad, la fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf.
Jn 8,32) El hombre por su misma naturaleza, es un ser moral. Como también es un ser religioso: está en su
misma naturaleza. Hemos sido creados por Dios a imagen y semejanza suya y esto significa que el hombre tiene
un alma espiritual e inmortal, dotada de inteligencia y de voluntad; es libre y es principio y dueño de sus actos,
esto es lo primero que tiene que reconocer y defender el hombre: la verdad de su condición, la verdad de su ser.
Vamos a verlo con todo detalle.
Acudimos nuevamente a Benedicto XVI: ―El hombre tiene la inequívoca capacidad para reconocer la verdad. Es
lo más adecuado a su esencia, su auténtica vocación: para ella ha sido creado por Dios. Sin ese elemento, del
que vive y se nutre, se hunde en el suelo sobre el que se asienta su existencia. Si el hombre no fuera ―el ser que
se mueve en la verdad‖, su misma dimensión moral resultaría inexplicable, sin verdad no se puede obrar
rectamente‖182.
La moral remite a la verdad- la Verdad funda la moral, desentenderse de la verdad significa quedar incapacitado
para comprenderlo, el hombre que vive contra la verdad vive también contra la naturaleza (Contra su propia
naturaleza).
Hoy más que nunca buscando el sendero para no equivocarnos en el seguimiento de Cristo escuchemos su voz:
“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida‖ (Jn 14, 6) y recordemos lo que decía Santo Tomás de Aquino: ―La
pasión de Cristo basta para servir de guía y modelo a toda nuestra vida. Pues todo aquel que quiera llevar una
vida perfecta no necesita hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz y apetecer lo que
Cristo allí apeteció. En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes‖183.
Según el Catecismo de la Iglesia nos dice que: ―La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien.
Permite a la persona no solo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí mismo. Con todas sus fuerzas
sensibles y espirituales la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones
concretas‖184. Es la práctica de las virtudes lo que hace que la persona en esta vida sea buena; no olvidemos que
el fin de una vida virtuosa consiste en hacernos semejantes a Dios, es decir en ser santos. El hombre virtuoso es
el que practica libremente el bien. Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los
frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para
armonizar con el amor Divino.
181
BenedictoXVI, Cooperadores de la verdad, p. 13
Ibídem., p. 12
183
Sto. Tomás de Aquino, Exposiciones sobre el credo.
184
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1803
182
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La virtud para Santo Tomás de Aquino es un hábito que perfecciona al hombre en obrar bien; y en esto consiste
su felicidad. En efecto hay también hábitos operativos malos: los vicios. De esta manera cada virtud tiene su
opuesto en el vicio. Entonces si la virtud hace buena a la persona, la perfecciona; en cambio qué decir del vicio.
Habrá que decir que la vuelve mala, la degrada. La vida humana es compleja. El ser humano no es sólo razón y
voluntad, sino también pasiones y sentimientos, y estos son fuerzas que pueden desviar la conducta humana. Sin
embargo, la razón iluminada por la fe es la facultad guía del obrar humano. Mientras está en camino la persona
tiene que ocuparse de la propia salvación con temor y temblor. La conducta moral recta que se esfuerza en vivir
en la virtud comporta esfuerzo. El hombre debe combatir continuamente para adherirse al bien y no sin grandes
trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo. Su meta no es la
autoafirmación en el dominio de la naturaleza desordenada, sino amar a Dios sobre todas las cosas e
identificarse con Jesucristo mediante la gracia del Espíritu Santo. La lucha es principalmente esfuerzo de
identificación con Cristo. Es una lucha optimista. Dirigida más a practicar el bien que a evitar el mal: ―no te
dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien (Rom 12, 21).
La vida virtuosa es, ante todo, progreso espiritual, que tiende a una unión siempre más íntima con Jesucristo,
mediante los sacramentos, la oración, la aceptación de la cruz de Cristo; la acción de gracias, la petición, la
docilidad, el comportamiento propio de los hijos de Dios, que lleva a un confiado abandono en la divina
providencia, la humildad, la penitencia por los pecados; esforzarse por hacer bien, como Él todas las cosas,
santificar la vida cotidiana, dominar el mundo con justicia y santidad para la gloria de Dios, realizar todas las
actividades con perfección humana, aprovechar el tiempo, ser responsables en los propios quehaceres, vivir la
laboriosidad, cumplir acabadamente los deberes familiares, sociales, cívicos y profesionales. No adaptarse a una
mentalidad mundana.
El Docente DIC está llamado a ser sal de la tierra y luz del mundo. Su misión es ayudar al estilo de Eduviges
Portalet al hombre de hoy que se encuentra perdido en diversas cegueras hasta que alcance y encuentre en Cristo
su felicidad y el sentido verdadero de la existencia. Los alumnos desean encontrar en sus maestros a un ser
amable y generoso, no encerrado en sí mismo y en sus propios intereses, de carácter firme pero no rígido,
seguro y natural en el rostro y en los gestos, ni voluble ni sentimental, porque está llamado a guiar a las almas
hacia Cristo.
Educando desde Eduviges Portalet
En realidad las virtudes humanas, espirituales y morales de Eduviges Portalet están en estrecha conexión. De
manera especial me detendré en la virtud moral de la Veracidad ya que de ella brota la fuerza inspiradora del
carisma DIC y su pedagogía.
Virtudes Morales
A. Veracidad:
La primera condición que se aplica Madre Eduviges para reconocer la verdad fue escuchar los desafíos de su
tiempo. Escucha al ciego de las buhardillas con la que habla y se esfuerza por poner en su sitio todos sus
sentidos para percatarse de qué es en realidad lo que la mueve.
La verdad requiere afinar el oído con humildad, a fin de hacer justicia a las cosas. Para conocer la verdad hemos
de girarnos y mirar a la luz. Nuestra acción debe remitir a la verdad, en último término a Dios, que es la
auténtica verdad. No basta con conocer la verdad, tenemos asimismo que realizarla. Darle expresión en nuestra
conducta. Lo verdadero no son las preposiciones que formula una persona, sino su vida, siempre y cuando
realice en ella la verdad y la ponga en práctica en el amor. La auténtica verdad es Dios. Y conocer la verdad
significa someterse humildemente al ser, despertar para escucharlo. Eduviges Portalet ―revela una experiencia
íntima de alegría y de paz, cuando retorna a su propio interior y encuentra que allí está ella misma y que más
adentro que ella misma está la Verdad, está Dios: ―La fuente de mi dicha estaba en mí‖.185
185
De las tinieblas a tu admirable luz, p. 91
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El concepto de verdad tiene especial relevancia en el Evangelio de Juan. En Cristo la Palabra de Dios se ha
hecho carne. La verdad de Dios se revela y los seres humanos contemplamos en Jesús esta verdad de Dios.
Accedemos a esta verdad sobre todo por la fe. En la fe miramos con ojos nuevos al Hombre Jesús y también al
prójimo. Para Juan vivir en la verdad es sinónimo de ―vivir en la luz”. ―Quien me siga no caminará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida‖ (Jn 8, 12).
La verdad no es solo algo que conocemos, sino un espacio en el que habitamos, en el que somos y
permanecemos. Quien habita en este espacio de la verdad es libre. ―serás realmente discípulo mío, entenderás la
verdad y la verdad os hará libres‖ (Jn 8, 13). Lo contrario de ello sería vivir en el espacio de la mentira, vivir en
la mentira quiere decir; vivir en el engaño, vivir en la apariencia. La realidad propiamente dicha es Dios y Dios
significa vida verdadera. Quien vive en la verdad se experimenta a sí mismo como interiormente libre. Quien
vive en la mentira está muerto; pero ser en la verdad exige realizar la verdad, vivir en consonancia con
Jesucristo y su verdad conforme a su mensaje y la verdad más profunda que Él nos anuncia es que Dios es el
Amor. De ahí que ser en la verdad signifique siempre ser en el amor y vivir el amor. La verdad es una persona.
Dios es la Verdad, Cristo es la Verdad, en la medida en que seguimos a Jesús y vivimos según su espíritu
participamos de su verdad y nuestra vida florece y descubrimos la gloria, el amor y la ternura con que Dios ha
agraciado a la criatura humana en la creación y en la redención por medio de Jesucristo.
Dimensiones de la veracidad
Decir y amar la verdad. Quien cultiva esta virtud alcanza claridad y firmeza interior. Eduviges siempre fue
vinculada a la experiencia existencial y al respeto por la dignidad de los demás, así como al amor y la bondad.
De ahí que al decir la verdad deba estar siempre determinado por el tacto y la bondad. Para poder decirle al otro
la verdad, necesito sensibilidad para él y la situación en la que se encuentra.
La verdad dicha a destiempo, es una mentira. Sin el amor no es posible la veracidad. El amor nos preserva
lanzarle al otro la verdad a la cara; pero al mismo tiempo nos impide acomodarnos. El amor no distorsiona la
verdad, pero la reviste de tal forma que resulte atractivo al amigo.
La virtud de la veracidad exige que tengo que ser verdadero frente a mí mismo, que no debo auto engañarme
en nada. Quien es veraz en sí, quien se halla en armonía con su propia esencia y expresa tal armonía en su forma
de hablar y actuar, así como en sus gestos, es también coherente, honrado y fiable. Podemos fiarnos de él. Está
asentado en sí. Vive en paz consigo mismo. El veraz es honesto y al mismo tiempo íntegro. No se acomoda a las
personas con el fin de satisfacer sus expectativas, es verdadero, es auténtico. Ha experimentado en Dios su
verdadero valor.
Modo de ejercitar la virtud de la veracidad
1. Uno de los caminos pasa por la atención a lo que digo, a mi conducta hacia los demás y me pregunto
¿Concuerda lo que hablo con mi verdad más interior? ¿Está bien mi vida tal como la vivo? Las voces interiores
me muestran si vivo en armonía si estoy en consonancia con mi esencia.―… hay una voz en su conciencia que
le exige la denuncia y el anuncio: hay una inspiración que le hace descubrir la voluntad de Dios, de decir la
verdad y sólo la verdad186.
Eduviges se muestra investida de valor cuando debe defender la Verdad. ―Fui con respeto, con calma y protesté
por las falsas acusaciones que lesionaban la Obra. Parece que la verdad posee un tono particular que
persuade‖187.
2. Otro camino concreto para ejercitar la veracidad interior sería el siguiente ejercicio que se remonta a un dicho
de Jesús en el Evangelio de Lucas cuando se encuentra con los discípulos después de resucitar y estos se asustan
al verlo, Jesús les dice: ―Soy Yo‖ Que expresa el santuario interior de la persona, recinto santo en el que la
186
187
De las tinieblas a tu admirable luz, p.. 76
Ibidem.
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persona es ella misma, no determinada por los propios afectos, sino puramente ella misma. Podemos decir como
Jesús a todas las imágenes y pensamientos que afloran en nosotros ―soy yo‖. Si esto se lo digo a mi trabajo, a
las relaciones con mis amigos, a mis encuentros, me percataré de que con cuánta frecuencia no soy yo mismo.
Me adapto a las expectativas ajenas, me pongo máscaras, causo buena impresión…pero si digo estas palabras a
todas las situaciones de mi vida poco a poco mis máscaras se caerán, mis roles pasarán a segundo plano, todo lo
amoldado se diluirá… y mi verdadero yo tomará la palabra. Este yo verdadero intuye que está envuelto por Dios,
que Dios es el fundamento auténtico de nuestra esencia. Eduviges nuestra santa Madre solía decir: ―Dios solo
Dios, en Él encuentro mi esperanza. Maestro, tú me has hecho sentir tu presencia tan íntimamente, como si yo te
hubiera tocado‖188. En ella ―hay un impulso interior que la conduce, hay una voz de su conciencia que le exige
la denuncia y el anuncio, hay una inspiración que le hace descubrir la voluntad de Dios, de decir la verdad y
sólo la verdad‖189.
B. Fidelidad.Es la necesidad de mantener la promesa, el compromiso libremente aceptado, el empeño en acabar una misión
en la que uno se ha comprometido. Dios pide fidelidad a los hombres a los que mira con predilección porque Él
mismo es siempre fiel, por encima de nuestras flaquezas y debilidades.
Quienes son fieles le son muy gratos, (Proverbios 12, 22) y les promete un don definitivo: el que sea fiel hasta la
muerte, recibirá la corona de la vida (Apocalipsis 2, 20) Eduviges es la mujer de la fidelidad, la que mantiene la
promesa de Dios y la cumple aún en medio de la incertidumbre. ―Esperábamos, a pesar de todo, en el desenlace
providencial. Sin duda que el Buen Dios sostenía esta confianza fiel, para darnos la fuerza de avanzar cada día
por la vía dolorosa‖190.
―La fidelidad de las queridas hermanas, atraía siempre sobre ellas y sobre todas las religiosas, las miradas
amorosas del Dueño del celeste palomar. Jesús era nuestro único amor”191.
VIRTUDES HUMANAS:
A. Prudencia.
Nos permite reflexionar adecuadamente antes de tomar cualquier decisión. Para decidir, es necesario reflexionar
con calma para ver lo bueno o lo malo de esa decisión. La virtud de la prudencia es la que nos educa para
reflexionar bien y así, decidir bien. La Prudencia es la "madre de todas las virtudes". Sin una buena reflexión no
habrá buenas decisiones. ―Eduviges no se lanzaba, no se precipitaba, procedía con calma… Acepta la Obra de
Saintes, que tiene por finalidad adoración al Señor, pero extendiéndola y completándola con la participación de
personas de fuera‖192.
Es prudente:
Quien procura no hacer comentarios o apreciaciones que irritan a los demás.
Quien no comenta lo que debe callar por secreto profesional, por sentido común, por delicadeza.
La persona que cultiva el arte de saber callar y saber hablar oportunamente.
B. Templanza - Pobreza.
Virtud que modera la atracción hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes
creados, requiere una ausencia absoluta de egoísmo, por cuanto ella es el hábito que pone por obra y defiende la
realización interior del hombre, se sabe pobre ante Dios. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y
188
De la pluma y el corazón de Eduviges
Ibídem., p. 76
190
Loc. cit.
191
De las tinieblas a tu admirable luz
192
Ibídem., p. 146
189
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procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. A través de la Templanza se embellece la criatura humana,
belleza irradiada por el ordenamiento de lo verdadero y lo bueno. La hermosura de la Templanza tiene una cara
más espiritual porque hace ver al hombre en su propia condición, como una semejanza a Dios. ―Oh Señor,
despréndenos de todo lo que ata nuestras almas; como una blanca paloma alza el vuelo, decimos como San
Pablo ―por amor de Cristo yo miré todas estas cosas terrenas como vil humo‖193.
C. Humildad –Sencillez.
La humildad puede ser considerada la fundación de la vida entera moral. La humildad es necesaria para la
adquisición de otras virtudes, porque esto nos hace conscientes de nuestras imperfecciones y nos conduce a
tratar de ser una mejor persona. La humildad, reconoce nuestras insuficiencias comocapacidades, y presiona
nuestras capacidades al servicio, sin atraer la atención o esperar aplausos, nos permite tomar la responsabilidad
de nuestras culpas y defectos (más que culpar a alguien más), pedir perdón y procurar remediar.
Eduviges ―ante una ofensa, reza, calla, con frecuencia se arrodilla. El Buen Dios me dio la fuerza para soportar,
sin decir nada. ―Disculpa a los otros y reconoce humilde y sencillamente su culpa: mayor negación de mi misma,
hubiera dado mejores resultados‖194.
D. Abnegación – Amor al trabajo.
La virtud de la abnegación y amor al trabajo conduce a la entrega plena al servicio de Dios y de las almas: ése es
el único éxito que debe buscar verdaderamente la persona humana. La abnegación lleva a trabajar con orden,
con constancia, previsión y puntualidad, dedicando al trabajo el tiempo necesario. La Sierva de Dios Eduviges
Portalet ―Se comprometió con los ciegos, desolados y pobres. Para encontrarse con ellos los buscó en los
barrios bajos, en los rincones inhóspitos. Marie Courdy, en una buhardilla entre pedazos de loza rota. Marie
Rose Solat en una calle desierta, nos dice Eduviges que esta niña era de ―semblante desagradable, carácter rudo
y salvaje… la describo tal como fue esta desventurada criatura, para que se pueda apreciar el cambio: la
naturaleza, el tiempo y la educación la transformaron, haciéndonos concebir sobre ella, las más bellas
esperanzas‖195.
No es laboriosa la persona que alterna grandes periodos de descanso con otros de agitación por falta de orden o
de previsión; o la persona que encuentra en el trabajo una evasión para otros problemas de su vida. ―Su ternura,
su abnegación, sus privaciones por servir a los ciegos no tienen límite. Ni siquiera es posible imaginar las
invenciones de su caridad para con ellos. Una madre no hubiera hecho más‖196.
E. Audacia.
Lleva a actuar conforme a los propios principios, superando el miedo a no ser aceptado, el miedo a contrariar, a
llamar la atención, a ser tildado de algo, a caer mal. La audacia en Eduviges fue un aspecto concreto de su
magnanimidad, por la que la llevó a cosas grandes, como aceptar la fundación del Leprocomio Mariano Estrella
en Ecuador cuando aún era incipiente la Congregación. La audacia mueve al hombre para acometer la empresa
decididamente. Para que se dé la virtud, se requiere, por tanto, que haya esperanza racional de un auténtico bien,
de algo que objetivamente perfecciona al hombre y le lleva hacia su fin. ―El grupo de religiosas de hábito blanco
y de manto negro, como un grupo de golondrinas que se posa en la cruz de un cementerio, pero de un
cementerio de bóvedas abiertas, vive allí y cuida del horrible Lázaro, sus padecimientos los sabe solo
Jesucristo.197‖
F. Fortaleza.
Asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad
de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa. El hombre valiente mantiene los ojos
abiertos y es consciente de los riesgos que afronta para la consecución del fin propuesto, por eso ni ama la
muerte ni desprecia la vida. Los ingredientes más importantes de la fortaleza son la resistencia y la paciencia.
193
Conferencias Eduviges Portalet, p. 9.
Ibídem. P. 257
195
Ibídem., p. 269
196
Loc. cit.
197
Ibídem., p. 215
194
- 121 -
Resistir a las llamadas tentaciones y paciencia para no dejarse arrastrar por la presencia del mal a un
desordenado estado de tristeza. La animosidad, la confianza en sí mismo y la esperanza en la victoria (en la
evolución), suponen la verdadera actitud del valiente, éstos constituyen rasgos esenciales de la fortaleza. ―A
Eduviges le quitaron la cruz de su profesión. ―La entregué enseguida, dice, porque otra cruz la reemplazaba… o
mejor, jamás faltarán cruces‖. ―Nos arrodillamos ante la cruz. ¿Acaso no es ella nuestra fortaleza, nuestra única
esperanza‖198.
G. Obediencia.
Dejar mi voluntad para entrar de lleno en el perfecto cumplimiento de la Voluntad de Dios. SerIe fiel en todos
los detalles, el que obedece es el que alcanza paz, el que logra dominar su carne, el que conserva desasido su
corazón, el que vence al mal de la soberbia, de la pereza, de la sensualidad, de la tibieza, de la ambición. ―La
obediencia debe ser ejecutada con prontitud y amor a Dios y a las personas que él nos pone como autoridad.
¡Que dulce paz posee el que es obediente cuando está convencido que obedeciendo hace la voluntad de Dios‖199.
H. Paciencia.
Está estrechamente ligada al tiempo. Lleva a saber esperar, a cultivar la sabiduría campesina que sabe que se
necesita tiempo para sembrar, para que el fruto crezca y para recoger. El hombre paciente procura tener el
llamado "don de la oportunidad": procura hablar y callar cuando debe, cuando es oportuno y necesario. Ser
paciente es signo de madurez que se desarrolla con la propia vida. ―Le preocupaba en cada uno de sus alumnos
el desarrollo paciente y equilibrado de su personalidad, el logro de una experiencia positiva de sí mismo, con
capacidad para expresar sus ideas, sentimientos y anhelos; la aceptación del ritmo del tiempo‖. Mujer exquisita
y prolija en los detalles; su cariño y su mano se posaban en todas partes. Capaz de mirar con suma paciencia el
mundo interior del ciego. Su mano femenina inyectó valor y vida en las manos de los sin luz, esas manos
pacientes que son ojos en aquellos para quienes cayó la eterna noche.
I. Gratitud.
Es la virtud que nos lleva a tomar conciencia de los dones que recibimos cada día, a valorar la generosidad de
Dios que nos los da y a mover nuestra voluntad para corresponder a estos dones, aprovecharlos, desarrollarlos y
ponerlos al servicio de los demás. Aprender a estar atentos, detenerse y disfrutar de los momentos de felicidad,
de alegría espontánea y sencilla. Fomentar una actitud constante de apertura de corazón y gratitud. ―¡Cuánto te
agradezco oh Dios mío! Por haberme concedido una devoción especial a vuestro Sacramento Adorable. Si yo
tengo tanto deseo de amarte, es gracias a la Eucaristía. Ella es mi fuerza y mi apoyo‖200.
―Si yo no te amara, Maestro mío, qué grande sería mi ingratitud. Tú me has hecho tantas veces, sentir tu gracia;
olvidas lo que he sido y lo que soy, me llenas de ternura, de tal manera, que te ame sólo a Ti‖201. ―…después de
la visita llamé a las hermanas y recitamos juntas un Ave María para agradecer a Dios y a la Santísima Virgen
por la limosna recibida‖202.
J. Compasión.
Nace de la humildad, Padecer ―con‖, hacernos uno, primero con Cristo, y después con el que padece, para unirle
a Él. ―Ver las necesidades de nuestro prójimo y la magnitud de nuestra fragilidad‖. La virtud de la Compasión
es un acontecimiento de Dios al corazón del hermano necesitado. ―Nos resolvimos poner manos a la obra,
compramos tela para reemplazar la ropa vieja. Pasábamos revista a las camas de los niños para matar los
chinches que los invadían, procurando estar seguras de que cada uno podía dormir en paz‖203.
VIRTUDES ESPIRITUALES:
198
De las tinieblas a tu admirable luz, pp. 87, 252.
Conferencias Eduviges Portalet, p. 6.
200
Op. cit., p. 312
201
Ibídem., p. 313
202
Ibídem., p. 62
203
De las tinieblas a tu admirable luz, p. 94
199
- 122 -
A. La fe.
Es la virtud por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, y que la Iglesia nos propone creer,
dado que Dios es la Verdad misma. Por la fe, el hombre se abandona libremente a Dios confía totalmente en la
Providencia Divina; por ello, el que cree trata de conocer y hacer la voluntad de Dios, ya que ―la fe actúa por la
caridad‖.
―En un mundo de oscuridad, surge la necesidad de confiar en alguien para poder avanzar, tomar la mano de
quien te guía y abandonarte a su cuidado. Eduviges, en una clara muestra de confianza plena a su voluntad de
Dios, para hacer realidad la misión que Dios tiene para cada uno de nosotros. <Señor, que se haga tu voluntad y
no la mía> una frase dicha desde el corazón, puede llenarnos de temor si no estamos llenos de fe, requiere de un
desprendimiento que solo cabe en el alma de quien sabe renunciar por amor‖204. Eduviges, a lo largo de su vida
nos da claras muestras de esa gran capacidad de abandono a la voluntad de Dios, de una fe que no se fía de las
circunstancias sino de las certezas que no se ven.
B. La Caridad.
Virtud por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a
Dios. Jesús hace de ella el mandamiento nuevo, la plenitud de la Ley. Ella es ―el vínculo de la perfección‖ y el
fundamento de las demás virtudes, a las que anima, inspira y ordena: sin ella ―no soy nada‖ y ―nada me
aprovecha‖ (1 Co 13, 2-3).
La caridad de Eduviges se centra en la doble vertiente del Amor, por un lado el amor a Dios y por otro, su amor
al prójimo concretamente los ciegos. Lo principal era brindarles un hogar, el desafío de educarlos y
promocionarlos como personas. El dolor del hermano, para ella era razón y motivo para buscar el aliciente, la
cura, el alivio sin cansarse nunca, les tendió su mano amiga cargada de dulzura y compasión. ―El mandamiento
del amor al prójimo es el precepto que Él llama su mandamiento para que lo cumplamos fielmente. Él quiere
que la fidelidad al mandamiento dl amor, sea el signo distintivo de una virtud sólida y de una piedad sin
falsedades‖205.
En su corazón nada negativo se levanta contra nadie; tiende mucho más a la disculpa y al perdón. El perdón es
consecuencia de su amor sin límites. A pesar de recibir malos tratos de algunas personas, nunca se interesó por
responder o guardar rencor. ―Jesús ama a esta persona de quien me disgusta su carácter o su misma virtud. Él la
ama tiernamente y yo, ¿osaría despreciarla u odiarla?; no me sería difícil amarla si yo voy hacia ella con el amor
del Corazón de Jesús‖206.
C. La Esperanza.
Virtud por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna como nuestra felicidad, confiando en las
promesas de Cristo, y apoyándonos en la ayuda de la gracia del Espíritu Santo para merecerla y perseverar hasta
el fin de nuestra vida terrena. La esperanza en Dios enciende maravillosas hogueras de amor, con un fuego que
mantiene palpitante el corazón, sin desánimos, sin decaimientos, aunque a lo largo del camino se sufra, y a
veces se sufra de veras. ―El Porvenir está en el Seno de Dios, en vano el hombre se agita, Dios lo conduce‖207.
Nuestro Desafío.
Conclusiones Educación en la moral para alcanzar la Verdad
1. Con todos los aspectos que hemos trabajado nos interesa afirmar que en orden a su fin último natural (la
virtud), y teniendo en cuenta el fin sobrenatural (la salvación del alma) de cada uno de nuestros educandos,
204
Ibídem.
Conferencias Eduviges Portalet, p. 13
206
Loc cit.
207
De la pluma y el corazón.
205
- 123 -
como DIC tenemos que encontrarnos en forma para educar con una conciencia clara del Bien y de la Verdad.
Esto nos invita a reflexionar sobre el lugar que debe ocupar la Verdad en el centro mismo de nuestros corazones.
2. Como miembros de la Iglesia entendemos que la Verdad es el mismo Dios, quien no puede engañarse ni
engañarnos, se trata de saber que desde nuestra inteligencia por la participación de la Luz divina (La Fe), nos
encontramos con la Verdad Sobrenatural cuyo origen es Dios y gracias a su ser Creador hallamos la verdad
natural con nuestra razón.
3. ¿Qué es la verdad? La antigua pregunta de Pilato cae frente a la evidencia de lo verdadero. Quien contempla a
Cristo, contempla la plenitud de la verdad, El es el primogénito de toda creatura, por El cual todo fue creado.
Mirar a Cristo y a su Iglesia nos interpela a saber que la noble tarea educativa tiene que estar bien arraigada en
estos conceptos que no son negociables:
4. Frente al relativismo proclamamos con fuerza la Verdad, sostenida y expuesta por el Magisterio de la Iglesia.
5. Frente a la imposición de las ideologías formamos y educamos desde la libertad propia de los hijos de Dios y
desde la mirada trascendente del Evangelio a partir de la cual se vence toda utopía.
6. Frente a cualquier manipulación de la Persona humana, respetamos su dignidad desde la concepción hasta el
fin natural de la vida. Recordemos la definición de educación que dábamos al principio siguiendo a Santo
Tomás: ―La Educación es la conducción y promoción de la prole (los hijos) al estado perfecto de hombre en
cuanto hombre, que es el estado de virtud‖.
- 124 -
TÍTULO DEL TALLER
Docente Dominico: signo perceptible de luz y verdad
Mg. Karla Gutiérrez Bolaños
Educar en positivo para alcanzar la luz con amor, interés y confianza.
Son como la tierra fértil a la espera de la buena semilla de la educación en las virtudes y valores.
Ayudar a que sean felices y traerá esa felicidad a muchas otras personas.
Poniéndonos al servicio de los demás, siendo apasionados por el anuncio de Jesús, siendo capaces de mostrar a
la luz de Cristo las sombras del mundo actual y los caminos de la vida nueva que sólo pueden ser vistos con la
luz admirable que es Xto.
1
•Por ello es inevitable llenarnos de gozo por la bondad de Dios para con nosotros, mostrada en nuestra vida
fraterna, el trabajo realizado y en los frutos del mismo confirmando nuestra vocación.
2
•Hemos recibido dones inapreciables que nos ayudan a mirar la realidad como discípulos y misioneros de Xto.
3
•Conocer a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona, haberle encontrado es lo mejor que nos
ha ocurrido en la vida y darlo a conocer con nuestra palabra y obras es nuestro gozo.
Así como nuestra Madre Eduviges dice: ―Nuestra alma tiene que abrirse como una flor en el perfumado jardín
de la eternidad, dejando así el invierno de la tierra para ingresar a la primavera eterna de la felicidad del cielo,
luego de nuestra gran entrega y la obra que hay‖.
―EVANGELIZAR EDUCANDO Y EDUCAR EVANGELIZANDO‖.
LA ORACIÓN SIGNOS DE LUZ
Descubrimos que la oración a Madre Eduviges:
Está bañada con el suave rocío de la gracia divina que pone el tinte intenso de la fe y la fuerza para enfrentar
con serenidad el riesgo de abandonarse en las manos de la Providencia, que hace que estemos iluminados por el
AMOR, la PAZ y la SERENIDAD.
Viviendo nuestra vocación particular.
Contemplando la vida de Eduviges Portalet, que en pobreza, castidad y obediencia encendió en su corazón el
fuego de su amor para predicar la verdad y portar la luz, modelo de fe cristiana.
Dando una respuesta concreta al llamado extraordinario de ser luz para aquellos que viven en la oscuridad,
oscuridades de la fe, de la gracia, de la autoestima, de la educación, de la cultura y para anunciarles al Señor de
la vida que es la luz del mundo.
- 125 -
Como símbolos de luz y verdad nuestra nota nunca debe ser la rutina, muy por el contrario, debemos
conservar la frescura de la novedad, de la creatividad, el de dar una cuota muy grande de amor y fe para ver con
ojos claros la verdad.
Nos sentimos llamados a recrear la experiencia de la fidelidad a Xto., y a educar para la luz y para la
solidaridad como poderoso instrumento de evangelización.
SAGRARIO
El amor está hecho de las cosas pequeñas y de los detalles sencillos, todo ello lo torna en amor y luz, aquél
que trae la esperanza y alegría.
Nuestro testimonio es un testimonio de trabajo, de sacrificio, de valor, poniendo la cuota de esfuerzo personal,
de oración, de adoración al santísimo, un testimonio de saber combinar la dimensión espiritual con la
creatividad material, más allá del ―qué dirán‖.
La entereza y la tenacidad de la personalidad de Eduviges Portalet, le daban firmeza a su ternura, fuerza a su
sencillez, fortaleza a su simplicidad. El seguir los pasos de nuestra madre es renombrar las actitudes y formas de
actuar con firmeza y constancia para obtener el resultado final.
Eduviges Portalet nos dejó una herencia, no basta conservarla, hay que actualizarla continuamente para dar
las respuestas al mundo de hoy, seguir con entusiasmo predicando la verdad y portando la luz de Cristo, a todos
aquellos que en tinieblas físicas, espirituales y culturales buscan muchas veces sin saberlo, la claridad de la vida.
Eduviges Portalet, esclava del Señor, portadora de luz entre luces y entre sombras, te entregaste a su querer…
pobreza, obediencia y castidad, te entregó su cruz en Toulouse. Eres fuego que se siente, eres ternura y
compasión
- 126 -
BIENAVENTURANZAS
DEL DOCENTE DOMINICO
- 127 -
Bienaventurado el maestro dominico, que aún a riesgo de no ser entendido, insiste en su tarea:
el tiempo dará su fruto.
Bienaventurado el maestro dominico, que entiende su trabajo como una vocación:
será una fuente inagotable.
Bienaventurado el maestro dominico, que además de promover la cultura, llena de valores las mentes de sus
alumnos:
será forjador de la futura sociedad.
Bienaventurado el maestro dominico, que confía en las posibilidades de sus alumnos:
se realizará vaciándose en ellos.
Bienaventurado el maestro dominico, que se actualiza y no se queda desfasado:
comprobará que las materias son las mismas pero las formas es bueno ajustarlas.
Bienaventurado el maestro dominico, que comparte lo bueno y lo malo con sus compañeros:
no se sentirá sólo en la difícil tarea de educar.
Bienaventurado el maestro dominico, que más allá de las calificaciones, mira a sus alumnos con una sonrisa y
comprensión:
la empatía será una consecuencia.
Bienaventurado el maestro dominico, que disfruta dando lo que tiene:
será rico por lo que supo dar y cómo lo dio.
Bienaventurado el maestro dominico, que vive y disfruta sembrando:
otros recogerá lo que sembró.
Bienaventurado el maestro dominico, que se vacía de sí mismo para llenar el alma, la mente y el corazón de
sus alumnos:
su esencia permanecerá en las futuras generaciones.
Bienaventurado el maestro dominico, que se muestra tal y como es:
sus alumnos le recompensarán con la misma medida.
Bienaventurado el maestro dominico, que se involucra en su tarea con todos sus valores y capacidades:
su compromiso será de gran valor.
Bienaventurado el maestro dominico, que además de su materia, aprende a llevar a la pizarra los sentimientos
que afloran en el aula:
le llamarán ―persona‖.
Bienaventurados los que educan de corazón, porque de ellos será el orgullo de ver concretizado el proyecto de
vida de sus educandos y de verlos convertidos en profesionales para el bien de la familia208.
Colegio Santa Anita
Santa Anita, Lima
29 de junio de 2013
208
Sor Flor Díaz Pinglo, Educar para tener un proyecto de vida, p. 6 – 7, Congreso Dominicano 2012, uso manuscrito
- 128 -
ÍNDICE
- 129 -
DEDICATORIA
2
INTRODUCCIÓN
LA ACTUALIDAD DE UN CARISMA
5
CAPÍTULO I
LA IDENTIDAD DEL CARISMA
10
CAPÍTULO III
LA MISIÓN BROTA DEL CARISMA:
PORTAR LA LUZ Y PREDICAR LA VERDAD
38
CAPÍTULO IV
ELEMENTOS ESENCIALES DE LA
PEDAGOGÍA DE LUZ Y VERDAD
49
CAPÍTULO V
EL MUNDO DE HOY
79
CAPÍTULO VI
LOS RETOS QUE HOY ENFRENTA
LA PEDAGOGÍA DE LUZ Y VERDAD
95
CAPÍTULO VII
EL DOCENTE DOMINICO
125
DECÁLOGO
131
TALLERES
134
BIENAVENTURAZAS
DEL DOCENTE DOMINICO
160
ÍNDICE
162
- 130 -

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