Inseguridades Lenguaje Bifo Género(s)

Transcripción

Inseguridades Lenguaje Bifo Género(s)
1
Junio-Agosto
2011
Q
Q
Inseguridades
Lenguaje
Bifo
Género(s)
Pospornografía
Imputabilidad
Violencias
Viel Témperley
Literatura
Análisis Discursivo
Peronismo
Ideologías
Mito
Poesía
Cuentos
Escriben: Mazzuchini/Colectivo La Tribu
Cortina/Cohen/Milano+Paoletta/Luppino
Duhau/Iriarte+Oroz/Alvez/Pisera+Mónaco
Israel/Bregazzi/Laxagueborde/Conti/Poore
Viñas/Di Loreto/Mira/Rosko.
Ilustran: eme-dé/Oshiro/Tuñón/Pérez Fallik/Lumpen/Genghis.
Q
1
Revista
Sinécdoque
Año 1 / Nº 1
Junio-Agosto
2011
Q
ÍNDICE
SNÉD E
Q
Editorial: LA PARTE POR EL TODO. pg.3
Santiago Mazzuchini. EL GAITERO DE LA
PATERNAL. pg.4
Emilia Cortina. EL CUERPO DE LAS PALABRAS.
pg.7
Colectivo La Tribu. BIFO: “YA NO PODEMOS
HABLAR DE UN MATERIALISMO CONTEMPORÁNEO
SI NO HABLAMOS DEL CARÁCTER MATERIAL DE LA
DIMENSIÓN AFECTIVA”.
pg.10
Verónica Cohen. HUEVOS REVUELTOS CON
FOUCAULT Y UN TOQUE DE PIMIENTA ZEN. pg.16
Género(s). pg.19
Laura Milano y Clara Paoletta.
POSPORNOGRAFÍA: EL PLACER ESTÁ EN LA FUGA.
pg.20
Reseña: “THE BLACK GLOVE”. pg.26
Sofía Luppino. POSTPORNOGRAFÍA: DEBATES
INTERNOS. ¿EXISTE UN PORNO PARA MUJERES?.
pg.27
Bárbara Duhau. TÉMPANOS. pg.28
Santiago Mazzuchini. LA INSEGURIDAD
COMO HORIZONTE DE SENTIDOS. pg.29
Gabriela Iriarte y Pino Oroz. HACIA UNA
INSEGURIDAD MENOR. pg.35
Sergio Alvez. FISURA. pg.40
Alejandro Pisera y Julián Mónaco.
NOMBRAR LA MUERTE
Nicolás Israel. ALTERNATIVAS PARA EL OCIO
(O UN TRIBUTO A MARAVILLOSAS OCUPACIONES, DE
JULIO CORTÁZAR). pg.42
Literatura(s). pg.47
Juan Martín Bregazzi. HÉCTOR VIEL
TEMPERLEY: EL POETA QUE COMULGABA EN EL
MAR. pg.48
Juan Laxagueborde. EL ENSAMBLE
POLICROMÁTICO. GENIO Y FIGURA DE EDITORIAL
MANSALVA. pg.52
Sofía Conti. SIN MÚSICA DE FONDO. pg.55
Julián Mónaco. RESEÑA DE “BRUJAS” DE
SOFÍA LUPPINO. pg.57
Federico Poore. LAS RETENCIONES SON
CONFISCATORIAS. pg.58
Alfredo Viñas. EN ALGÚN LUGAR DEL MONTE.
pg.66
Juan Di Loreto. LA OBSTINACIÓN. pg.66
María Eva Mira. EL PERONISMO COMO MITO.
pg.67
Reina Rosko. JAPI VERDI TUYU. pg.76
ESCRIBEN E ILUSTRAN. pg.78
REVISTA SINÉCDOQUE. STAFF
SNÉD E
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Q
Recibimos artículos, ensayos, poesías y cuentos para el Nº 2
a nuestro mail: [email protected]
Consultar por los plazos y la forma de presentación en el blog
de la Revista.
Agradecemos a:
Bruno “el Veci” Giglio, Elena Hasapov, Martina Benítez, Erica Oshiro,
Jerónimo Tuñon, Selene Román, Revista Comux, todas nuestras familias,
y a todes les amigues que nos ayudaron a realizar este primer número.
ISSN 1853-7588
COLECTIVO EDITOR: FLORENCIA COLANGELO, SANTIAGO KAHN, SOFÍA LUPPINO,
MARÍA EVA MIRA, JULIÁN MÓNACO, ALEJANDRO PISERA, SOFÍA SAGLE.
ESCRIBEN EN ESTE NÚMERO:
SERGIO ALVEZ, JUAN MARTÍN BREGAZZI, VERÓNICA COHEN, SOFÍA CONTI, EMILIA CORTINA, JUAN
DI LORETO, BÁRBARA DUHAU, GABRIELA IRIARTE, NICOLÁS ISRAEL, JUAN LAXAGUEBORDE, SOFÍA
LUPPINO, SANTIAGO MAZZUCHINI, LAURA MILANO, MARÍA EVA MIRA, JULIÁN MÓNACO, PINO
OROZ, CLARA PAOLETTA, ALEJANDRO PISERA, FEDERICO POORE, REINA ROSKO, ALFREDO VIÑAS
ILUSTRACIONES: EME-DÉ, MAX PÉREZ FALLIK, PEPE LUMPEN,
ERICA OSHIRO, GENGHIS Y JERÓNIMO TUÑON.
EDITORA RESPONSABLE: MARÍA EVA MIRA. VARELA 1686, CIUDAD AUTONOMA
ARGENTINA, CP 1406. CONTACTO: [email protected]
2
SNÉCDQE
DE
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ISSN 1853-7588
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Editorial
LA PARTE POR EL TODO
E
l cuerpo de Sinécdoque
es el cuerpo de les niñes:
cuerpo disperso, infinidad de miembros y orificios, multiplicidad de cavidades. Fluidez. Cuerpo con límites
difusos, opaco, sin los minuciosos
contornos que devolverá, más tarde, el espejo. Cuerpo que no puede
decir “yo soy…” sin traicionarse, al
menos, un poco. Tal vez por eso, habrá que buscar sus razones más en
una fiebre o en una palpitación que
en un programa de trabajo. Más en
la amistad que en una serie de objetivos. Aunque –digámoslo- sí hubo
una necesidad fundante: la de publicar nuestros textos y, al mismo
tiempo, encontrarnos con los textos de otros y otras compañeres de
nuestra facultad; la de construir un
espacio común, un colaboratorio,
en el preciso momento en el que la
conquista del tan ansiado Edificio
Único traía como correlato –paradójicamente- el temor del desmembramiento, de perdernos, de
no encontrarnos más. Generar un
espacio. Generación. También nos
sentimos un poco eso: una generación. Es tentador pensar y decir que
Sinécdoque se nos apareció, pero la
estábamos buscando hace tiempo:
la estábamos haciendo hace tiempo,
como a tantas otras cosas.
¿Qué hay a lo largo de éstas
páginas? No un objeto, no una disciplina, sino un territorio: una mirada, unos diálogos, unos encuentros, unas discusiones. Así pensamos lo comunicacional: como una
perspectiva de intelección de los
procesos sociales. Un territorio al
que, a veces, queremos delimitarle
prolijamente sus fronteras, y, otras,
huir de él desesperadamente. Estos
textos son las ramas de un árbol que
no aparece. De un árbol quemado o
de un árbol que, quizás, nunca existió. Ésta parte no remite a un Todo
homogéneo, sino más bien a una
construcción polifónica que busca
abrir las discusiones y hacerlas proliferar. Hay que animarse a vencer
la densa arquitectura de especializaciones –y separaciones- que construye día a día la Academia.
***
Estos textos son –tambiénalgunos de los fotogramas de una
película que no sabemos cómo
montar. Una película de la que no
conocemos el principio, ni podemos, si quiera, aventurar un posible
final. Porque ese final –que no es
otra cosa que un sinfín de efectos-,
no se juega, seguramente, en estas
páginas, ni nos pertenece. Esa incertidumbre es la materia prima de
ésta aventura, de éste viaje. La madera de otro barco que busca –como
todos- cerrarse sobre sí mismo, pero
que ya ha zarpado a lo irremediablemente infinito y azaroso del mar. La forma-revista tiene algo de
esa incertidumbre. Estos textos no
siguen la solución de continuidad
de la tradicional forma-libro. Tampoco la lógica de la “última entrada”
de la forma-blog. Aquí no hay textos
primeros ni textos últimos, no hay
textos definitivos ni textos concluyentes. El lazo de todos estos textos
es sólo situacional. Pueden probar-
se otros montajes… o, mejor, serán
probados otros montajes.
En este territorio, los cuentos y los poemas no son “segundos”
respecto de los textos teóricos, ni
deben ser leídos en clave de “ejemplos” o “ilustraciones literarias” de
aquellos. La ficción, la poesía, los
juegos del lenguaje, abren grietas
en el horizonte de lo deseable y de
lo posible, y poseen su propia y característica potencia para reconfigurar la experiencia, para disputar
el sentido de lo dado, para ir abriendo el mundo-otro que queremos habitar. Crear otros mundos posibles
es resistir. Crear es resistir. Crear
es sacudir lo que nos es entregado
como una verdad inalterable. Crear
es, también, hacer “oídos sordos” a
las verdades efímeras de la insoportable “actualidad” que exaltan las
noticias.
Coqueteando con la metonimia, Sinécdoque nos habla de producción, de creación, de aperturas.
Pero no sólo eso: también nos habla de deseo. Nos habla y por momentos nos grita, nos lleva a buscar
interminablemente algo que, de
hallarlo, se desvanecería ante nuestros ojos. Sin embargo lo buscamos,
incesantemente, nos desplazamos
por soportes, por palabras, por imágenes, tratando de que una parte
-de ese todo-torbellino en el que estamos- aflore en este revista.
Sinécdoque, entonces. Una
parte de ese todo. Pero ante ese
todo, el deseo de seguir buscando.
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SNÉDQE
EL GAITERO
DE PATERNAL
Escribe Santiago Mazzuchini
L
e voy a contar oficial, al gaitero lo conocí en la
pensión. Era un lugar piola, lleno de minas
solteronas. Uno de esos caserones con el techo alto
y hecho mierda por la humedad. Apenas uno entraba, caminaba por un pasillito y se metía en un patio
enorme, casi tan grande como el Fantástico bailable.
Las piezas eran chicas, pero estaban bien, total yo sólo
estaba de paso. Me quedaba a unas quince cuadras de
la casa de ella. Lo de Norma ya era definitivo, sabía
que no iba a volver conmigo, pero por lo menos iba a
tenerla cerca. Ya estaba enterado de que andaba con
otro. Quería verle la cara a ese hijo de puta, agarrarlo
con las manos en la masa antes de juntar plata para
irme del barrio.
Cuando lo vi al gaitero me sorprendió, esperaba a
uno de esos aputazados que usa pollera y esas cosas,
pero no, era un hippie nomás. Más joven que yo, usaba un jean gastado, una camisa de gitano (tenía un
armario lleno de esas) y alpargatas azules. Yo había
pedido que me hicieran una cama en la pieza de él,
así que fuimos compañeros de habitación. La primera
noche, ni ruido hacía, el flaco era como un fiambre. Si
le preguntaba algo me contestaba con un sí o un no.
No sabía si era así en serio o tenía cola de paja el tipo.
Igual era raro, nadie me conocía y no se podía enterar
que andaba buscándolo a él. A medida que pasaron
los días, a veces teníamos alguna conversación sobre
si estaba caluroso o hacía frío y todas esas boludeces
que las personas hablan cuando no saben bien qué
carajo decir. Cuando nos íbamos a dormir yo me quedaba mirándolo en la oscuridad, me sorprendía que
casi siempre tenía los ojos abiertos, como mirando el
techo. No sé si ese hombre alguna vez pegó un ojo. Día
por medio, me levantaba a la mañana y lo veía sentado limpiando la gaita mientras se tomaba un mate
cocido y comía un pedazo de pan. Parecía una figurita
repetida, la posición siempre igual, como un soldado
paranoico de guardia, y me miraba con esos ojos que
tenían derrames por todos lados. El dueño de la pensión me contó que cuando todos nos íbamos con el
diario bajo el brazo a buscar una changa, aprovechaba
para tocar, porque a la noche a todos les rompía un
poco las pelotas el ruido. “¿De qué vive el gaitero?”,
le preguntaba a los muchachos de la pensión. “De las
namis vive”, me respondían como fascinados, y yo
pensaba en Norma de toque.
Salía a recorrer la capital para buscar laburo pero no
me podía concentrar, caminaba y caminaba pensando
en dónde estaba ella. La cosa es que al tipo se lo respetaba, y a mi me ponía loco no saber qué carajo podía
tener ese hombre flacucho que andaba con un tufo a
chivo insoportable y los pelos revueltos como si fuera
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un pajero. Siempre que volvía, ahí estaba, sentado en el
patio hablando con el dueño de la pensión, con el instrumento ese encima y un sanguchito. Los domingos,
entre birra y birra y al ritmo de unas cumbias se armaban altos bailes. A veces, cuando la cosa venía medio
muerta, el dueño de la pensión le pedía al gaitero que
tocara, porque ahí se venían todas las mujeres de Paternal. Había que renovar el plantel de minitas vio. ¡La
cosa es que se cortaba la calle! Así se armaba el carnaval, al ritmo de las melodías locas del quía. Bueno, no sé
si usted conoce el barrio oficial, pero eran unas fiestas
conocidas por todos los vecinos. Cuando lo vi tocar por
primera vez, ahí me di cuenta por qué se lo respetaba.
Agarraba la gaita y apenas tocaba unas notas las minas
se le iban al humo, parecía que estaban poseídas con
el ritmo del gallego ese. A mí se me aceleraba el bombo y la rabia me carcomía el estómago. Pero como le
decía, venían las minitas de todo el barrio a bailotear
con él, hasta algunas se fueron a vivir a la pensión sólo
para tenerlo al tipo más cerca. Cada tanto aparecía algún cornudo llorando por su ex mujer en la puerta de la
pensión y lo teníamos que cagar un poco a trompadas.
No le voy a negar que me sentía un poquito identificado
con los tipos esos, pero que che le va cher, yo hacía la
mía. Muchas de las loquitas se la pasaban en la pieza y
de vez en cuando me movía alguna. El gaitero me estaba facilitando las cosas. Él se hacía respetar, pero me
había sacado a la Norma, la más linda de todas. Lo que
a mí me había costaba un perú, al tipo ni lo movía. Una
vez hablamos del tema con los muchachos de la pensión. Les costaba largar cosas sobre el gaitero. Cuando
hablaban de él se fijaban que no anduviera por el lugar
escuchando. Pero ese día les tiré de la lengua. “Para mí
es la gaita” me dijo uno, “es como la historia del flautista de Hamelin, pero en vez de ratas con minitas”. A
mí me pareció una pelotudez, la mala merca les estaba
pegando duro a los muchachos. Después tuve que arrepentirme por pensar eso.
Estuve unos días más déle a soportar los gritos, la gaita
y la concha de la lora, hasta tenía que quedarme afuera
de la pieza por sus orgías. Ya no me calentaban esas
putas, la seguía extrañando. Ese día, el 30 de Abril,
cumplíamos quince años de casados. Así que me fui a
la casa cebado. Llamé a la puerta con tanta fuerza que
casi se la tiro abajo, pero la muy puta no estaba o no me
había querido atender. Ya venía cansado de que no me
hablara, de no saber en qué andaba, si seguía con él o
capaz la tenía secuestrada, ya había empezado a maquinarme. Cuando me estaba yendo, empecé a sentir
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la melodía del gaitero en la cabeza. El corazón me empezó a latir como un bombo de nuevo, como ese día de
la fiesta, y me fui corriendo hasta la pensión. Cuando
llegué al patio, la música del gaitero ya no me retumbaba. Me acerqué hasta la puerta de la pieza, de ahí salía
un olor a perfume muy fuerte, como el que usaba Norma. La luz estaba prendida y por la cortina vi la silueta de una mujer. Metí el ojo por la cerradura, él estaba
sentado en la cama con sus patas flacas colgando, las
movía como si fuera el Topo Gigio. Ella estaba arriba,
le podía ver esa espalda hermosa que tenía tapando el
cuerpito de mierda del gaitero, que se movía como un
comuñe. Ella empezó a gritar como loca, lo cabalgaba
con violencia, como en nuestros mejores momentos. La
luz del velador le daba a la pieza un ambiente de telo y
hacía brillar el colgante que le regalé para nuestro aniversario. Yo acariciaba el fierro que tenía metido en el
lompa, con ganas de usarlo de una vez. En eso estaba
cuando de golpe clavó su mirada justo donde estaba
yo, tenía los ojos negros como una aceituna, casi no se
le veía el blanco de los ojos. Ella se fue moviendo cada
vez más lento, hasta que paró y miró para la puerta. Me
estaba haciendo la escenita, sabía que yo estaba ahí espiando. Imagínese cómo estaba yo oficial, me da vergüenza decirle pero me puse a llorar un toque. Tenía
una calentura que ni le cuento. Abrí la puerta de una
patada. Norma pegó un salto de una cama a la otra y el
gaitero se quedó clavado en el colchón. La miré y tenía
los ojos negros. “Hijo de puta, la drogaste” le grité. Pero
cuando me quise dar cuenta, ya tenía la gaita entre sus
manos. Puso la boquilla en sus labios y empezó a tocar.
Otra vez la melodía retumbándome, el corazón se me
iba por la boca. Y en eso aparecieron las minitas de la
pensión. Hasta la que limpiaba estaba, con un secador
en la mano para rompérmelo en la cabeza. El gallego
tocaba cada vez más rápido y en un pedo tenía como
a diez putarracas en ronda, se movían rápido, meta a
empujar y pegarme con todo lo que tenían a mano. Me
miraban con esos ojos negros, parecía una película de
terror. Yo no lo podía creer, un hippie pelotudo y un
grupo de mujeres me estaban haciendo quedar como
un gil. En la cama la veía a Norma sentada, sin hacer
nada, como si estuviera en otra parte. Saqué el fierro
de mi bolsillo y le apunté directo al gaitero y ahí no me
acuerdo más nada. Yo sé que no me va a creer oficial,
pero le juro que yo le apunté a él. Cuando desperté al
lado de Norma, las palpitaciones empezaron de nuevo.
Enseguida supe que ella había dejado de respirar.
Lenguaje/Language/Linguagem
EL CUERPO DE LAS
PALABRAS
Escribe Emilia Cortina
“Le langage est une peau: je frotte mon langage contre
l’autre. C’est comme si j’avais des mots en guise de doigts, ou des
doigts au bout de mes mots. Mon langage tremble de désir.”
“A linguagem é uma pele: esfrego minha linguagem no outro. É
como se eu tivesse palavras em vez de dedos, ou dedos na ponta
das palavras. Minha linguagem treme de desejo.”
“Language is a skin: I rub my language against the other. It is as
if I had words instead of fingers, or fingers at the tip of my words.
My language trembles with desire.”
“El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es
como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de
mis palabras. Mi lenguaje tiembla de deseo.”
Roland Barthes, “Fragmentos de un discurso amoroso”
L
as palabras tienen algo
mágico, dibujan y atraviesan los objetos, los crean al darles nombre. Nombrar y crear; es
que en algún punto, las cosas existen por el sólo hecho de que podamos darles nombre, y si es así, es
la lengua la que traza las fronteras
de nuestro mundo, es la que dibuja
el límite dentro del cual se desenvuelve nuestra experiencia. Nombrar, crear, limitar.
A veces, aprendiendo una
lengua extranjera, tenemos la posibilidad de atisbar esto por un momento; encontramos que de golpe
una palabra ajena, foránea; perfila,
inventa, en un mismo movimiento,
una sensación, un elemento que
hasta ese momento nunca habíamos podido poner en palabras.
O al contrario, encontramos que
aquello que buscamos capturar
con el lenguaje ha quedado por
fuera de las fronteras de ese nuevo
idioma. ¿De qué manera nos limita
y qué puertas abre el internarse en
los caminos de una nueva lengua?
Nos inscribimos en un curso
de idiomas, imaginando vagamente que allí adquiriremos una
destreza instrumental, como quien
aprende a sumar o a separar en
sílabas, que nos apropiaremos de
una herramienta como cualquier
otra. Nuestra, nuestra, a nuestro
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servicio. No entendemos, no alcanzamos a imaginar el poder de
las palabras, es que, quizás, es imposible servirse de ellas, nos trascienden, nos atraviesan, nos impregnan de otros mundos y otras tierras
y otros ruidos y otras percepciones
y otros, otros, otros. ¿Las palabras
son nuestras?
Las palabras dibujan, localizan, demarcan, delimitan al mundo,
pero lo hacen desde una perspectiva, desde una mirada que es local,
que es de alguien, de un tiempo, un
espacio, cierta gente. Y esa zona, sus
climas, sus colores, sus sabores, su
paisaje, su música penetran, se infiltran profundamente y de distintas
maneras en los sonidos, la cadencia
de un idioma. Cada lengua con su
ritmo; el portugués, por ejemplo y
sus vocales y vocales y ese shhhh,
ese chhhh, como de lluvia (olha
como a chuva cai e molha a folha
aquí na telha, faz um som assim, assim1), con su nasalidad africana (feijão, melão, pinhão, mamão2), con
sus s y z vibrantes, sus erres roncas
(como a aranha arranha a rã?3).
Pero las palabras no son
solamente sonidos, también hay
escritura, intrincados dibujos en el
papel, jeroglíficos con una lógica
que aprendemos a descifrar y así
leemos, descubrimos lo palpable
y lo impalpable en esos signos a
primera vista tan bobos. Y es que
en el fondo, lo que hay en el aprendizaje de una lengua es siempre
eso: pasar de escuchar un concierto de ruidos, o ver dibujos enmarañados que miramos como
quien mira un paisaje o, mejor, un
raro insecto, a encontrar sentidos.
Aprender un idioma es aprender a
desenredar sentidos engarzados en
esos dibujos y sonidos, a interpretar esas palabras que le dan sentido
a un mundo que nos da sentido.
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Pero el sentido emerge desde alguna parte. Una tierra, una cultura
que habla y es hablada con palabras. Unas palabras que hablan
a través del tamiz de una cultura y
una tierra.
A saudade brasileira, por
ejemplo, es según un diccionario
español-portugués, nostalgia o añoranza, lembrança nostálgica e, ao
mesmo tempo, suave, de pessoas ou
coisas distantes ou extintas4. Pero
no, nuestra nostalgia tiene gusto a
tango o a tarde de lluvia, nuestra
nostalgia es triste y de bandoneón,
la saudade brasileira es otra cosa. O
samba é pai do prazer, o samba é filho da dor5, a saudade se canta, pero
con alegría y en esa transformación
del dolor en placer (o grande poder
transformador6), a saudade definitivamente no es nostalgia, sino
alguna otra cosa que no hay cómo
circunscribir en castellano. Las palabras y sus límites.
El inglés, por su parte sufre (o goza) de una fijación por las
onomatopeyas, las palabras imitan
constantemente sonidos del mundo
real y concreto. The phone rings,
the cars crash, a knock at the door,
a slap in the face, to boo, to crack,
to clap, to spank, to bang, to splash,
to squeezze, to cough7 (en el fondo
es tan common sense, so English8).
Por detrás de esto, una forma (otra)
de relacionarse con las cosas y en el
mundo. Porque cough (caf- caf) y
tos, aunque en principio hagan referencia a la misma cosa, no son exactamente lo mismo (¿habrá alguna
diferencia entre las toses europeas y
las nuestras?).
Pero creo que es en el terreno de las expresiones idiomáticas
donde más se hacen presentes estas
diferencias culturales, climáticas y
hasta alimentarias. Si algo no nos
interesa, en inglés diremos ‘it’s not
my cup of tea’9. Um brasileiro10,
en cambio, afirmará ‘não é minha
praia’11. El portugués se tiñe de monos, ananás, bananas, mar y playas.
Se fala então12 de embananar13; cada
macaco no seu galho14; descascar o
abacaxi15; boca de siri16; filho de peixe, peixinho é17. ��������������������
Inglaterra y su cambiante clima, de lluvia y de niebla
generan resonancias muy distintas:
rain or shine18, to rain cats and
dogs19, as right as rain20, the foggiest
idea21, to be in a fog22, it never rains
but it pours,23 to rain on someone’s
parade24, to take a rain check25, to
save something for a rainy day26 or
to feel under the weather27.
La esfera de los sentimientos
es especialmente interesante. Una
canción de amor, traducida de un
idioma a otro, ya no es la misma.
Y es que las palabras, al hablar de
los sentimientos, se ven contaminadas, como nunca, por imágenes,
aromas, experiencias, recuerdos,
deseos y suenan especialmente íntimas. Las que nos llegan desde otras
tierras traen nuevos ecos, no nos
relacionamos con ellas de la misma
manera que con su equivalente en
castellano, profundamente imbricado en nuestra historia personal.
Así ocurre que, a veces, las frases de
amor en otro idioma parecen más
reales o distantes del lugar común,
quizás al ser menos familiares,
más lejanas. O puede que sea una
cuestión fonética, sonora; la forma
atraviesa siempre al contenido.
Las palabras y los sentimientos se entremezclan, se confunden
(¿hasta dónde un sentimiento es tal
antes de ser modelado en el discurso?) y este proceso no deja, no puede
dejar de lado una dimensión corporal, orgánica. Entretanto, el lenguaje, como mediador en nuestro contacto con el mundo y con los otros,
nos recubre, es una piel, y tiene
como ella, implicaciones mucho
más íntimas. No olvidemos que
el contacto piel a piel, aunque en
principio superficial, tiene efectos
en lo más profundo de nuestro ser.
Las palabras, el cuerpo, las emociones en el fondo no son algo tan
distinto.
Aprender un idioma tiene
algo de viaje, y es que se hace
necesario, imprescindible, empezar a mirar el mundo desde
otro lugar, poner en juego nuestra subjetividad, nuestra percep-
ción. Para hacer propio lo ajeno,
a veces no hay más opción que
convertirse en Otro. Disfrazarse
por un momento de argentino,
de English, brasileiro, aprender a
vincularnos con el mundo como si
lo fuésemos, es vivir de viaje, entre dos mundos (o tres, o cuatro).
Con años de estudio, de a poco,
tomamos conciencia de que el intento de apropiarse de un idioma
nunca es completo, se vive ensayando. Tratar de captar los sonidos
y un determinado ritmo al hablar,
adueñarse de nuevos sentidos, de
palabras que nacieron para dar
cuenta de ciertos objetos en ciertos espacios, que no son nuestros,
dejarlos enraizar a fuerza de leer,
de escribir. Extrañarnos frente a la
distancia (¿as safe as houses28? ¿as
pretty as a picture29?). Y sentir, en
carne propia, que, cuando se trata
de distintos idiomas, aún hablar
de lo mismo usando equivalencias
técnicamente aceptadas por el diccionario, nunca es igual.
autos chocan; un golpe en la puerta;
una bofetada en el rostro; abuchear;
agrietar/cascar; aplaudir; palmear (en
las nalgas); golpear (especialmente
puertas, dar portazos); salpicar o chapotear; exprimir; toser.
8 “Tan de sentido común, tan inglés.”
9 “No es mi taza de té”
10 “Un brasileño”
11 “No es mi playa.”
12 “Se habla entonces de…”
13 “Confundir”
14 Literalmente, “Cada mono a su
rama”. Este proverbio da a entender
que cada persona debe ocuparse de
sus propios asuntos (y no de los de los
demás).
15 “Pelar el ananá”. Resolver un problema muy serio o complejo.
16 “Boca de cangrejo”. Mantener la
boca cerrada.
17 “El hijo del pez es un pececito”. Proverbio, da cuenta de que los hijos suelen parecerse a sus padres.
18 “Llueva o haya sol”. La expresión se
usa para indicar que, no importa qué
suceda, cierta acción se llevará de todos modos a cabo.
19 “Llueven perros y gatos”. Empleada para hacer referencia a una fuerte
lluvia.
20 “Tan bueno/bien como la lluvia”.
Estar perfectamente bien o como nuevo.
21 “(Ni) una idea neblinosa”. Empleada para expresar que no se tiene ni la
más mínima idea sobre determinado
asunto.
22 “Estar en la niebla”. Estar confundido o distraído, sin prestar atención a
lo que ocurre alrededor.
23 “Cuando llueve, diluvia”. El proverbio da a entender que las desgracias
nunca llegan solas.
24 “Llover en el desfile (de una persona)”. Arruinar una ilusión, fantasía o
momento largamente esperado.
25 “Conservar un ticket en caso de que
algo sea pospuesto por lluvias”. La expresión se emplea al rechazar un ofrecimiento, para indicar que se lo quiere
dejar para una ocasión mejor.
26 “Guardar alguna cosa para un día
lluvioso”. El significado es equivalente
a la expresión anterior.
27 “Sentirse por debajo del clima”. Estar enfermo.
28 “Tan seguro como las casas.” Muy
seguro, cuidadosamente protegido.
29 “Tan bonito como una pintura”.
Muy bonito.
Notas
1 “Mira como cae la lluvia y moja la
hoja aquí en la teja, hace un sonido así, así.” Fragmento de la canción
Chuva no brejo (que podría traducirse como Lluvia en el pantano o en la
plantación de arroz), compuesta por
Morães Moreira.
2 En el orden en que aparecen, las
palabras significan: poroto, melón,
piñón, melón. El sonido ão, que todas
estas palabras contienen, es nasal en
portugués.
3 “¿Cómo araña la araña a la rana?”.
Fragmento de un trabalenguas brasileño.
4 “Recuerdo nostálgico y, al mismo
tiempo, suave de personas o cosas
distantes o extintas” Fragmento de la
definición de Saudade que proporciona el Nuevo Diccionario Electrónico
Aurélio Versión 5.0 (2004)
5 “El samba es padre del placer, el
samba es hijo del dolor”. Fragmento
de la canción Desde que o samba é
samba, compuesta por Caetano Veloso.
6 “El gran poder transformador”.
Fragmento de la canción Desde que o
samba é samba, compuesta por Caetano Veloso.
7 En el orden en que aparecen, las palabras significan: el teléfono suena; los
Lenguaje/Language/Linguagem .9
Entrevista a Bifo
BIFO:
“YA NO PODEMOS
HABLAR DE UN
MATERIALISMO
CONTEMPORÁNEO SI
NO HABLAMOS DEL
CARÁCTER MATERIAL
DE LA DIMENSIÓN
AFECTIVA”
Colectivo La Tribu / Rodrigo Tornero, Sebastián Vazquez, Diego Skliar.
10 SNÉDQE
Comentarios iniciales
Ejercicios de oxigenación, ventilación en las formas de pensar. Allanar nuestras propias opiniones y desordenar
nuestras lecturas. Esa pareciera ser la incidencia y la actitud que deja Bifo Berardi al leerlo. Enseña a no ruborizarnos ante palabras tan permeables como felicidad, solidaridad, autonomía, libertad.
Bifo expone la desintegración de las formas de vida “tradicionales”, nos habla del par felicidad/infelicidad, de
la concepción del trabajo, de la comunicación y de la primacía de una percepción del tiempo. Conceptos todos que
aturden y que se han vuelto descarnadamente imperdonables. Los mismos que han dado lugar a un estado de irritante realidad, una anestesia que requiere de una anestesia aún más profunda logrando así enterrar el sueño de
autonomía. Existe para este pensador, aún así, una posibilidad de plantar cara al capitalismo: se trata de formas
de vida, de una nueva afectividad y un nuevo tipo de organización cognitiva.
Su relato de época señala una nueva forma de alienación, aquella que apunta a la dimensión afectiva, psíquica.
El capital conlleva modos de vida precarizadas. La competencia entre los sujetos, para Bifo, es la que lleva a la
“imposibilidad de la amistad, de la solidaridad y, finalmente, de la felicidad y de un sentimiento de socialización
real”. En condición de precariedad las relaciones humanas no son durables, la batalla entre individuos se hace
irreversible, no hay ya comunidad posible sino mero individualismo, que así se revela como socialmente necesario.
A éste diagnóstico, se opone una política posible: la de escindir la comunicación, el lenguaje y la afectividad del
desarrollo y el avance del capital.
Es urgente sustraer estos términos del carácter que les habilita el poder soberano. Lo que Bifo insinúa es que en el modo de vivir, se juega el vivir mismo. Pareciera ser que el poder legitima
su accionar a través de una situación de peligro constante: la vida desamparada, abandonada. Ese sentido es el de
la propia precariedad. Allí perdura el miedo y la angustia. La fuente de peligro permanente es la relación con el
mundo en su conjunto, con el significado de la vida, una vida desnuda, que es la que se ha vuelto dominante. El
suicidio, para Bifo, es un síntoma propio de nuestro tiempo.
Se trata, entonces, de crear formas de lo común que den a la vida una posibilidad, provista de forma, de ser potencia. Para Bifo la alternativa está en constituir una dimensión colectiva, nueva, “una condición de felicidad
compartida”. Formas de vidas, vinculadas al compartir, orientadas a la idea de felicidad. Ahí donde se encarne el
cuerpo con la palabra. Ahí donde se comprenda el intercambio comunicativo, como la materialización de los vínculos, como la comunicabilidad de la experiencia.
El artículo que a continuación presentamos, nace de una videoconferencia dada por Franco “Bifo” Berardi, desde
su ciudad natal Bologna, para la tercera edición de Fábrica de Fallas: Festival de Cultura Libre, que organiza el
Colectivo La Tribu1.
S
egún Bifo, “la palabra
felicidad está al centro, al corazón de la historia de la
política moderna, al punto que la
constitución de los EEUU la considera como un derecho básico de
los seres humanos, de los ciudadanos. Y cabe preguntarse, sobre
todo, qué significa en las condiciones nuevas que vivimos en la
época del semiocapitalismo. Si la
palabra felicidad tiene un sentido, es especialmente sensible en
la condición del semiocapital, que
es también la condición de explo-
tación del trabajo mental, del trabajo afectivo y de todas las formas
de trabajo que pertenecen a la esfera de la afectividad”.
El pensamiento de Bifo lleva
impreso una trayectoria y un andar
político, esta condición signa la reflexión del autor, que no necesariamente lleva un recorrido lineal en
su trabajo intelectual. Esto se trasluce en algunos cambios en sus referencias teóricas, entonces relata:
“Recuerdo cuando en un
tiempo lejano, en los años 60, el
marxismo escolástico considera-
ba necesario distinguir, separar,
un nivel estructural, material de
un nivel superestructural: la cultura, la comunicación, el lenguaje,
los afectos. Pero era una distinción muy abstracta, que tenía una
significación histórica, vinculada
a la época industrial, en la cual
la explotación era esencialmente
explotación del trabajo físico, del
trabajo muscular. Nosotrxs, post
industriales, que vivimos en un
mundo en el cual la valorización
capitalista se funda –básicamente- sobre la explotación del cere-
Entrevista a Bifo .11
bro, de la comunicación y del trabajo semiótico, sabemos muy bien
que no hay nada más estructural
y materialista, que la afección, el
lenguaje, la comunicación. Hoy es
la comunicación la que produce los
efectos de valorización del capital.
Es la esfera en la cual se hace posible el intercambio financiero, el intercambio en la red de producción
global. Ya no podemos hablar de un
materialismo contemporáneo si no
hablamos del carácter material de
la dimensión afectiva, de la dimensión relacional, psíquica. La explotación capitalista hoy, se realiza
primero en la explotación del lenguaje, del intercambio comunicativo. Y eso significa también que el
sufrimiento, la dimensión subjetiva
producida por la explotación, es
primero una dimensión psíquica y
afectiva. Es la nueva forma de alienación en nuestra época. En los ´50
y ´60, cuando Marcusse y Adorno
hablaban de alienación, la cuestión
central era: un trabajo continuo,
la repetición infinita de las mismas
acciones, de los mismos comportamientos, la infernal condición
obrera del trabajo físico para toda
la vida que mata a la vida misma,
que mata la posibilidad de nuevas experiencias de libertad. Esta
era la vieja explotación industrial.
Pero hoy vivimos en una nueva
condición de alienación, que produce directamente efectos de psicopatía, de sufrimiento a nivel mental. Yo creo que sería un error bastante estúpido desear el regreso a
la época de la seguridad del trabajo
para toda la vida. La vida no es un
trabajo seguro o un trabajo precario. El problema es la liberación
de la actividad desde la forma del
trabajo. Trabajo no es una palabra
natural. Es una forma específica de
la actividad humana, de la relación
12
SNÉDQE .
entre el hombre, la mujer y la naturaleza. Es una forma específica de
la actividad de comunicación entre seres humanos. Esta actividad
puede vivirse en una condición de
elección, de variación, de deseo, o
puede ser aceptada como una maldición inevitable.
El problema de la felicidad
es esencialmente un problema de
desvinculización de la actividad
de la forma determinada, histórica, capitalista, de trabajo. Este
problema puede parecer simplemente filosófico, pero no lo es. Yo
creo que si queremos hablar de
felicidad e infelicidad en la esfera
del semiocapitalismo tenemos que
reflexionar sobre la relación entre
amistad y competición en nuestra
época. Es el problema crucial de los
precarizados. ¿Qué significa trabajo precario, precariedad y precarización? Se trata de una forma
jurídica de relación entre el capitalista y el trabajador, pero no solo
eso, no es solo una fragmentación
de la relación jurídica, es algo más
profundo. No es solo la persona
jurídica que muta y se fragmenta
en la precarización. Es la percepción misma del tiempo. El tiempo
no nos pertenece, no pertenece al
trabajador precario, no pertenece
más a la persona. El tiempo se hace
como una extensión infinita y fragmentaria al mismo tiempo, se hace
alienante en la dimensión social del
trabajo. El tiempo se convierte en
una extensión, un océano, un mar,
un desierto, en el cual el capital puede capturar fragmentos, fractales,
células, de este tiempo que puede
ser recombinado por el capital al
interior del ciclo global de la valorización. Pero, ¿qué sucede desde el
punto de vista subjetivo? El tiempo
no nos pertenece y nuestra manera
de vivir el tiempo y la relación se
hace principalmente competitiva.
Es la competencia entre los precarios lo que les impide crear una relación de amistad y de solidaridad.
Yo creo que la principal debilidad
del trabajo contemporáneo, especialmente del trabajo precario, está
en la dificultad de crear relaciones
durables, relaciones en las cuales la
amistad sea más importante que la
competencia. La guerra domina las
relaciones entre los seres humanos
en condiciones de precarización. Si
queremos imaginar una felicidad
posible, ese es el obstáculo. La felicidad es aquí el objeto de la acción,
de la lucha, pero es también el sujeto que hace posible la solidaridad
y la condición de convivencia, de
compartir, de la comunidad y de la
vida.
En este sentido, el trabajo
precario no es solo una lástima, un
problema, una contradicción, un
sufrimiento, a nivel económico y
social: ante todo es una imposibilidad de la amistad, de la solidaridad y, finalmente, de la felicidad y
de un sentimiento de socialización
real.
Ross Goldsen, una antropóloga americana, escribió hace
muchos años una frase muy interesante: “Estamos creando una
generación de seres humanos que
aprenderán más palabras a través de máquinas que a través de
su madre”. Es un cambio antropológico y cognitivo, psicocognitivo, muy profundo. La afectividad
y el lenguaje están vinculados de
manera muy profunda, y si pensamos que el aprendizaje lingüístico,
la educación lingüística, se hace
cada vez más de manera mecánica,
tenemos que imaginar que el problema mismo de la comprensión,
no solo como comprensión verbal,
sino también corpórea, también
afectiva y psíquica, es y será problemática. Es aquí donde se posa
el problema de la transformación
política contemporánea. Al corazón de la solución posible está la
cuestión del trabajo, por que si
consideramos el lenguaje como un
“médium” e instrumento de trabajo, estamos en una trampa. Trabajo es competencia, concurrencia, guerra entre los individuos.
Si el lenguaje mismo, la afección
misma, está vinculada al interior
de la relación de trabajo, estamos perdidos. Tenemos que descubrir entonces la posibilidad de
una dimensión lingüística que sea
sustraída, liberada de la relación
laboral y los ritmos que impone a
nuestra vida intelectual y a nuestra vida psíquica.
La consistencia de la contradicción: La crisis europea
Lo que está pasando en Europa, en los últimos seis meses después de la crisis financiera griega,
es la preparación de una tragedia.
Una tragedia meticulosa, inevitable, obsesionada, paranoica. Una
tragedia preparada por el capitalismo financiero, cómo lo hizo en
los años 90 en la Argentina, con
la devastación sistemática, consciente, de los recursos públicos y
sociales y del común material e intelectual. Sin embargo, el colapso
que se produjo en Argentina, pasa
a ser poca cosa comparado con el
colapso que se está preparando en
Europa. ¿Qué sucedió en Europa?
La clase financiera, que en las décadas pasadas se apropió progresivamente de la riqueza colectiva,
invirtió los capitales financieros
de manera extremadamente riesgosa. Al final se declaró en colapso
y dijo “los bancos no pueden pa-
gar la deuda acumulada, no pueden enfrentar los títulos tóxicos
que circulan en las finanzas globales”. Así, especialmente los bancos alemanes, franceses e ingleses,
quedan en una situación de extrema crisis. ¿Qué pasa en este momento? La comunidad, la sociedad, los obreros, los estudiantes,
los maestros, todxs, son llamados
a salvar los bancos. Tenemos que
pagar porque hay que impedir la
destrucción total del sistema financiero ¿Nosotrxs tenemos que
pagar para eso? Ya pagamos en
los 20 años precedentes y ahora
tenemos que pagar una segunda
vez, pero mucho más caro que la
primera.
Hay una lucha que se está
desarrollando en muchos países europeos. Antes fue en Grecia
(abril, mayo de 2010). Una lucha
desesperada, porque no había posibilidad de enfrentar a las fuerzas del capital financiero europeo
desde una situación marginal y
pequeña como la de Grecia. Los
estudiantes y los trabajadores
griegos fueron derrotados por la
señora Merkel y por el gran capital financiero europeo. Pero Grecia era solo el comienzo: después
vino la lucha en Francia. Sarkozy
y el capitalismo financiero europeo quieren que los trabajadores
franceses suban la edad de pensión a 65 años. Fueron obligados
a aceptar una ley que los obliga
a esperar 5 años más, a trabajar
5 años más. Hoy, los estudiantes
en Italia y en Londres están manifestando contra los planes de
destrucción de la escuela pública. Pero, ¿cuál es el horizonte común a estas luchas? El horizonte
común es la alternativa entre la
tristeza, la soledad, una situación
de guerra cotidiana sin fin, o, del
otro lado, una condición de felicidad compartida que puede reactivar las energías de libertad, de
igualdad, de solidaridad en la dimensión europea.
¿Por qué tenemos que trabajar más? ¿Por qué tenemos
que trabajar hasta los 65 años?
¿Por qué tenemos que trabajar
en la noche, el sábado, el domingo? ¿Por qué hay un problema de
competencia con India y China?
Es una situación interesante cómo
un obrero de India recibe 100 dólares al mes y un obrero alemán
recibe 1500 dólares al mes, ¿Cómo
se puede arreglar esta cuestión?
¿Esperamos que los obreros alemanes ganen 100 dólares? ¿O
creamos una situación en la cual
la homogeneización del salario
planetario va a devenir en una
conquista de civilidad, para que
los obreros indios reciban lo mismo que los obreros alemanes?
Pero, sobre todo, ¿para qué estamos trabajando? Nos dicen que
tenemos que producir más automóviles, más máquinas Fiat, pero
al mismo tiempo nos dicen que
los automóviles producidos en los
años pasados no se venden, no se
pueden vender. El 40 % de los automóviles producidos están en los
almacenes. Entonces, ¿por qué tenemos que producir más y ganar
menos, cuando no hay demanda,
cuando no hay dinero suficiente
para comprar lo que está en los
almacenes? Es una dirección totalmente loca, obsesionada. Es
la obsesión del crecimiento de la
producción, que nos ha conducido a una dimensión sin salida, en
la cual producimos cada vez más
y consumimos menos, porque el
salario baja. Entonces el colapso
va a reproducirse y el resultado
de eso es un empobrecimiento evi-
Entrevista a Bifo .13
Sobre Franco “Bifo” Berardi
Bologna- Italia, 1949.
Escritor, filósofo y activista contemporáneo. Su línea de pensamiento reflexiona en torno al poder, los usos
de los medios de comunicación y sus posibilidades alternativas. En 1970 se editó su primer libro, Contra el
trabajo. En 1975 funda la revista A/traverso, una publicación histórica que supo dar aportes y reflexiones
al campo de la autonomía. Al año siguiente, crea Radio Alice, emisora autoproclamada como Mao dadaísta,
una de las experiencias más inspiradoras para las prácticas de la comunicación alternativa y comunitaria a
nivel mundial. Durante fines de la década de los 70, Bifo se exilia en Francia, donde compartió espacios de
reflexión con pensadores de la talla de Michel Foucault y Félix Guattari, entre otros. Actualmente colabora
en varias revistas y desarrolla el proyecto URGE2, plataforma virtual donde se asientan reflexiones y
anotaciones vinculadas a los procesos de autonomía y la necesidad
–urgente- de un conocimiento y una sensibilidad contra el avance del capital.
dente de la sociedad europea. Este
empobrecimiento va a continuar
y continuar, y cuando la masa de
los trabajadores está empobrecida, se manifiesta el peligro de un
racismo creciente: “La culpa es de
los marroquíes, de los argelinos,
de los rumanos, de los emigrantes
que vienen aquí y toman nuestro
trabajo”. Es la vieja historia del racismo que vuelve, la vieja historia
del fascismo. Colapso económico y
financiero, infelicidad masiva, fascismo: esa es la cadena que se está
presentando en Europa hoy.
***
En un momento, uno de los
participantes, que asistía a la videoconferencia, hizo referencia a un
fragmento de La Generación Post
Alfa, su último libro, editado en Argentina por Tinta Limón, donde se
refiere al suicidio como estrategia
posible de resistencia. Bifo aclaró:
“no se trata de pensar que
el suicidio es una forma de acción
expresiva o liberatoria, de ningún
modo. Se trata más bien de un síntoma enorme en la época presente. Por ejemplo, vamos a China:
la acción más significativa a nivel
político, social, la acción definitiva
14
SNÉDQE .
que obligó a la dirección del Partido Comunista Chino a reconocer
el problema obrero del salario, fue
el suicidio de decenas y decenas de
obreros en la fábrica Folkson, la
fábrica más grande en el mundo.
Otro caso, Francia: los obreros de
Peugeot, de Telecom France, se matan en un número increíble. Hubo
143 suicidios en Telecom France
en un año. También en Bologna:
hace diez años los trabajadores del
transporte urbano eran 3 mil. Hoy
son mil doscientos. La mayoría
fueron licenciados y en los últimos
meses muchos se mataron, a causa
del sufrimiento, del agotamiento
psíquico producido por el trabajo del transporte. Pero también la
acción terrorista, la acción de los
integristas islámicos, tiene que ser
considerada en su realidad psíquica, no en su imaginación teológica,
o ideológica. Lo que me interesa no
es Alá, lo que me interesa es lo que
pasa en el psiquismo, en la afectividad de los jóvenes árabes que deciden matarse para exprimir una
humillación profunda, un malestar
profundo, que es producido por la
globalización cultural, imaginaria
y no solo económica. Ese es un sín-
toma gigantesco, no una forma de
expresión. Pero si intentamos trabajar sobre este síntoma, tenemos
que reconocer el problema de la
esperanza. Esperanza es una palabra que no me gusta mucho, tiene
demasiado sabor católico que no
me pertenece. Yo prefiero hablar
en términos materialistas, de posibilidad. Cuando nos preguntamos
a propósito de una cuestión como
el suicidio, tenemos que reflexionar
sobre la posibilidad de una nueva
dimensión colectiva, porque la dimensión colectiva tradicional no
funciona más. La ciudad no existe, fue sustituida por la social network. Y la pregunta es cómo puede
reconstituirse una dimensión de
afectividad erótica, social, física,
carnal, existencial y no solo informativa, en una época en la cual las
personas se relacionan la mayoría
de su tiempo de manera desencarnada, virtual.
La alternativa no es meramente política. Yo diría que es
psico-cultural. Una alternativa
que se funda sobre la conciencia de
que no tenemos necesidad de todas
las mercancías que nos obligan a
producir, no tenemos necesidad
de consumir individualmente,
podemos crear redes de consumo
colectivo, cómo pasó en Argentina en 2001, 2002. Tenemos que
aprender el arte del compartir, el
arte de la colectivización, porque
ese es también el arte de la felicidad. Felicidad no significa nada
trascendental. Significa, simplemente, como las aves en el cielo y
como las flores en los campos, la
capacidad de vivir nuestro tiempo, nuestra extensión temporal,
de una manera que no sea obsesivamente orientada al consumo,
a la productividad y a la competición. Esa es la felicidad posible
hoy. Y esta felicidad no puede
construirse más que en la lucha,
que no tiene nada de retórico,
que es simplemente la suspensión
de una relación de dependencia,
la conciencia del hecho que si el
trabajo es precario, nosotros no
necesitamos trabajo. Nosotros
podemos crear redes de autoproducción, de autoconsumo, de consumo colectivo, y sobre todo, podemos crear formas de vida que
no necesiten del hiperconsumismo
actual. Estas formas necesitan de
más tiempo que compartir, mucho
más tiempo para vivir de manera
libre. Yo no tengo mucha esperanza. No creo que en los próximos
años la situación pueda ir pacíficamente hacia una liberación. Yo
creo que nos esperan años de empobrecimiento, de violencia y sufrimiento. Pero también veo islas
de autonomía, que son al mismo
tiempo islas de compartir, islas
de felicidad. Y estas islas se están
movilizando. En Italia, en Inglaterra, es la primera vez en 40 años
que esto pasa. En Londres, 50 mil
estudiantes que ocupan los palacios de gobierno, los palacios del
partido conservador, 50 mil estu-
diantes que ocupan la ciudad y la
transforman en un lugar humano,
un lugar de felicidad posible. Lo
que está pasando en Londres, así
como en otras ciudades europeas,
no es una ola imprevista que va a
regresar como llegó. Es el comienzo de un período nuevo de conflicto, de lucha, de reconstrucción de
la posibilidad misma de la felicidad y de la vida colectiva.
El problema de la autoorganización es un problema político,
pero no se puede solucionar con
las viejas modalidades de acción
y organización política. El trabajo cognitivo es esencialmente
dispendio, erogación de energía
nerviosa e inteligente, al interior
de la red global de producción.
Entonces no se puede pensar que
hay un lugar donde hay poder y
que tenemos que ocupar ese lugar.
El poder está en todas las partes
del mundo, está en nosotrxs, en
nuestras cabezas, en nuestros cerebros. El poder es una forma de
semiotización, de vinculación, de
homologación epistémica, conceptual y psíquica que nos conecta,
nos vincula y nos impulsa a producir plusvalía. ¿Qué significa entonces autoorganización del trabajo cognitivo? Significa romper
la relación con la organización
capitalista de la producción. Pero
hay un segundo pasaje, que es el
más importante: la reconexión del
intelecto global, del intelecto general, con su cuerpo. La reconexión
de la inteligencia colectiva con el
cuerpo colectivo e individual. Eso
significa, en primer lugar, la capacidad de volver a una condición
física, carnalmente colectiva, de
la acción comunicativa. Segundo
problema: proponer, organizar
una manera no mercantil de funcionamiento del cerebro colectivo.
Eso significa claramente expropiación de la forma dominante del
sistema de organización cognitiva. Expropiación y reconstitución
del fundamento de la universidad
y de la red misma. Hay un combate que tenemos que recomenzar
de cero, al interior de la red. La
Web 2.0 es una potencia, pero es
también una forma de alienación,
porque la aceleración de la información produjo una condición de
dependencia de los usuarios, que
no son usuarios, sino también
productores. Es la relación entre imagen y palabra, la relación
de aceleración de la información
a través de la imagen. La época
You Tube es una época que nos da
posibilidades nuevas, es verdad,
pero al mismo tiempo, implica
una aceleración de nuestra atención. La palabra no se puede entender, no se puede escuchar, no
se puede reflexionar, no se puede
elaborar, porque la palabra, el
concepto, necesita tiempo. Y la
sensualidad, la sensibilidad, el
contacto, el erotismo, la palabra
erótica, eso no puede acelerarse,
no puede verificarse en condiciones de aceleración. Tiene que verificarse en condiciones de tiempo
lento, de tiempo humano, de tiempo sensible. Hay un problema de
multiplicación de la comunicación
de red. Al interior del problema
de la autoorganización del trabajo cognitivo, reconectar entonces
el cuerpo y la palabra, juntar los
cuerpos detrás de la dimensión
electrónica.
Notas
1 Agradecemos el material brindado
por el Colectivo La Tribu, pensado
para el primer número de Sinécdoque.
2 En Inglés: Ultimate Reseau Generalintellect (after) Europe
Entrevista a Bifo .15
HUEVOS REVUELTOS
CON
FOUCAULT
Y UN TOQUE DE PIMIENTA ZEN
Escribe Verónica Cohen
Ilustra Pepe Lumpen
Cinco
textos
cotidianas.
cuyo
Con
común
denominador
es
mezclar
el
panoptismo
con
necesidad y atragantarse.
toques
escenas
más
abundancia de frases hechas, la idea es tratar de mirar desde otro ojo
aquello que está mas cerca, aquello que se parece tanto a la comida.
algunos
las
de
Con
filosofía
Esa
mezcla entre
más contradicciones que aciertos, se filtran por momentos
Zen,
pastiches
de
un
mundo
por
momentos
postmoderno.
I.
Las nubes del tiempo
borraban cicatrices,
Juana lavaba la ropa de María.
El mar se hacía agua en su pollera,
botes pescadores rodeábanla,
allá a lo lejos
y hace mucho.
Mucho era lo que se peleaba
y la madre puta se sonreía a cada ola.
II.
María Esther objetivaba la reunión. Hay situaciones que requieren un cambio de punto de vista, una perspectiva
diferente. Entonces las líneas se le redondeaban, y hacían formas elípticas que la hipnotizaban.
Absorta contestaba, las preguntas escritas en la currícula invisible. El olor a pollo le revolvía el estómago. Cuando te atacan retráete, decía Sun Tze. Ella ya no sabía como aplicar el arte de la guerra.
Hay momentos que requieren medidas extremas, se repetía. Y seguía en un mundo de arriba mirando a los de
abajo, y cada vez entendía menos. Y ya estaba lavando los platos, con olor a pollo y a arroz quemado y alguien le
alababa el tiramisú, que ella no recordaba haber hecho, pero sí era el suyo.
Entonces empezó a reír, no era una risa sarcástica, aunque el resto así lo pensara. Reía desde la nuca con dolor
de cuello, reía con la garganta seca en saltos hiposos, reía porque no quedaba otra, reía porque esas sonrisas dibujadas en los demás eran de juguete y porque lo único verdadero era esa risa escandalosa, grotesca, fea, media
de chancho.
Lo animal opuesto a esa sociabilidad asfixiante de las que todos se decían cómodos.
16
SNÉDQE .
III.
De patologías y legislaciones
1. Bulímicamente, sonreía ante el público, se atragantaba de ovaciones, se desfiguraba. Atrás del telón vomitaba,
un sapo parecía, un ego caminando con el rabo entre las piernas, el disléxico social, el patológico, el sano.
2. Levantó una carpa frente a la Casa Rosada pidiendo el “derecho a la intimidad mental”, en un cartel blanco
con letras fucsias. “Gay” le dijeron, los que no entendían o se hacían los sonsos. Salió en Crónica, pero nadie
comprendía su reclamo. Pero las brujas se preocuparon y los voyeuristas se escondieron, porque sabían que si
escuchaban a ese loco, la hoguera estaba cerca.
3. Harto de que sus tías le apretaran los cachetes fantaseaba con una ley que regulara los abrazos. De viejo, ya
incapaz, deseaba una que los obligara.
IV.
Usar pijamas prestados es determinarse a sueños ajenos,
triste destino...
Miré un pájaro y quise ser ello.
La realidad se tiñe de ocres amorronados
Graffitis en el alma, en el cuerpo,
graffitis de vidas pasadas que ocultan espectros.
Ruidos de cucarachas en noche de verano
y una que otra pesadilla que rebota en espejos.
Pudo bancarse todo menos perder la inocencia,
dejar de ver con prismas de colores
para descubrir matices de grises
y la comida podrida,
encontrar muertos en placares y redescubrirlos en sueños.
“Libertad” está tan cargada de Revolución Francesa
que su uso no puede dejar de ser paradójico.
SNÉCDQE .17
V.
Fluir
Fluir, ser río,
que los pies marquen caminos que solo ellos entienden
que la vida sea vida
y que solo exista el presente,
que haya pogos que no sean masas
y que cada uno encuentre a otros.
Que las pelucas rosas con rulitos llenen la 9 de Julio
más bicicletas azules, amarillas, plateadas, negras,
que haya más noches con dos lunas,
y que se mire el cielo todos los días.
Sentir cambios sin resistencias
y no ser “¿Quién se ha robado mi queso?”
más petits morts,
colores estridentes,
y pisar el piso como si fuera alfombra.
18
SNÉDQE .
GÉNERO(S)
Los
estudios
tudio
vas
de
de
pacio
Dar
en
las
de
género(s)
carreras
organización
los
sexualidades
siguen
Ciencias Sociales y
estudiantes, docentes
en
de
programas
y
y
agendas
de
las
siendo
muchas
e
relegados
veces
dependen
investigadores
distintas
materias
en
por
para
las
planes
de
las
hacerse
que
de
es-
iniciatiun
es-
transitamos.
cuenta de la imperiosidad de encarar estos debates puede ser terreno fértil para com-
plejizar la mirada y avanzar sobre la reconfiguración de nuestros campos de intervención.
Se
vuelve necesario, una vez más, revolver entre lo abyecto, lo que quiere se apar-
tado, lo que no aparece nombrado en el cánon de la investigación en
A
Ciencias Sociales.
no confundirse: existe una larguísima tradición de estudios a partir de estas temáti-
cas
–desde
la academia y desde la militancia- y, cabe decir, se están generando lugares propi-
cios para multiplicar estas discusiones.
Esperemos
que este pueda ser un espacio para ello.
Para la ocasión, comenzaremos con un texto acerca de la “pospornografía”. Un tema que no por poco
explorado merece menos polémicas en los distintos entornos que se preocupan por la representación
de las sexualidades. El valor principal de este artículo es introducirnos en las discusiones en torno al tema que se empiezan a dar a nuestro alrededor y no cerrar las puertas a ulteriores debates.
SNÉDQE .19
Pospornografía/Géneros/Sexualidades
POSPORNOGRAFÍA:
EL PLACER ESTÁ EN LA FUGA
Escriben Laura Milano y Clara Paoletta
L
a pornografía es –por
excelencia- el discurso
social que imprime las representaciones del sexo y las identidades
sexuales hegemónicas en nuestra
sociedad pero ¿qué tipo de sexualidad aprendemos cuando vemos
una película porno? ¿Por qué los
roles sexuales asignados a hombres
y mujeres son siempre los mismos?
¿Hay otras maneras de representar
el placer, el deseo, la corporalidad
más allá de la propuesta pornográfica tradicional? A partir de estos
interrogantes surge la pos-pornografía, un género cinematográfico
emergente que lucha por disputar el
sentido sobre lo sexual al discurso
pornográfico tradicional y dar visibilidad a otros/as sujetos sexuales.
La apuesta política y estética de lo
pos-porno nos invita a indagar en la
de-construcción crítica de las representaciones de la sexualidad que se
reiteran en la pornografía y pensar
20 SNÉDQE .
nuevos usos del placer como puntos
de fuga.
Decir el sexo: Entre el dispositivo de sexualidad y la subversión
queer
Hablar de sexualidad implica
dar cuenta de cierta definición de la
misma y de la producción de cuerpos que sean inteligibles en el horizonte de esa definición. Así lo comprendió Michel Foucault en su análisis de la Historia de la sexualidad
al identificar el dispositivo a través
del cual se configuraba un saber sobre el sexo. El autor dirá que desde
el siglo XVIII en adelante la inmensa producción de discursos acerca
de la sexualidad en el marco de las
instituciones de poder no hizo más
que profundizar la normalización de
las prácticas y los placeres. Decir la
“verdad” acerca de la sexualidad es
un ejercicio del poder que encuen-
tra sus canales de expansión en la
medicina, psiquiatría, pedagogía,
confesión cristina, literatura erótica
y –más contemporáneamente- en
los medios de comunicación.
El sexo y la sexualidad entonces son producto de un conjunto de tecnologías y dispositivos
productivos de saber- poder que
construyen/crean/limitan las prácticas sexuales y los deseos. Esta
producción de cierto orden sexual
está estrechamente vinculada con
la problemática económica y política del control de las poblaciones.
La conducta sexual debe dirigirse,
insertarse en sistemas de utilidad,
regularse y administrarse a favor al
orden social imperante.
En este sentido, la forma más
eficaz de controlar la sexualidad no
sería la censura o la prohibición
sino, más bien, la creación de determinados discursos acerca del sexo,
el placer y el deseo; y –simultá-
neamente- haciendo ininteligibles,
no-pensables otros múltiples usos,
deseos y placeres. Todo aquello que
implique un desvío de la norma sexual será considerado anormal, abyecto: así se caracteriza a los locos,
perversos, onanistas, histéricas, homosexuales, etc.
Este “control sobre la vida”
que Foucault argumenta nos permite comprender el origen de la
normalización de las identidades
sexuales como efectos de los discursos sobre el sexo.
A pesar de que no habría un
afuera del dispositivo de sexualidad, la concepción del poder que
maneja Foucault nos permite pensar posibilidades de desvío/fuga, ya
que los puntos de resistencia están
presentes en todas partes dentro de
la red de poder. Es decir, donde hay
poder hay resistencia. Es esta línea
sobre la cual se afirma el movimiento queer que -a partir de los años
80- comenzará a cobrar más visibilidad e incorporar nuevos sentidos
sobre la(s) sexualidad(es) a partir
de la crítica al sistema sexo-género.
Mediante una apropiación
subversiva de los dispositivos de
producción de las identidades
sexuales, el movimiento queer pone
en escena lo construido y arbitrario tanto del sexo como del género.
Las teorías que emergen junto a
este movimiento dan cuenta de lo
“queer” como aquellos recursos políticos de la performatividad desde
lo abyecto, como citaciones desviadas de las identidades sexuales vigentes en el sistema heteronormativo1.
Para introducirnos en los estudios queer, tomamos en primer
término los aportes de Judith Butler
quien se propone realizar una genealogía de las categorías fundacio-
nales del sexo, el género y el deseo;
develando que estas son efectos de
una formación específica de poder.
La autora plantea que las categorías
de la identidad son el producto de
instituciones definitorias: el falogocentrismo2 y la heterosexualidad
obligatoria. En este sentido, Butler
desarrolla su teoría acerca de que el
género se construye performativamente y explica como la pretendida
“naturalidad” heterosexual es resultado de estos actos performativos
discursivamente restringidos que
producen el cuerpo y la sexualidad
mediante las categorías de sexo y
dentro de ellas. Performatividad,
implica “un acto de discurso que
tiene el poder de crear aquello a lo
que se refiere”3 . Pero a su vez, estos
actos performativos siempre tienen
su “espacio de fuga”, de resistencia
ya que crean más de lo que están
destinados a crear, un significante
que excede a cualquier significante
pretendido.
Dirá Butler que el sujeto no es
anterior al discurso, es conformado
por él y en él; pero a su vez, no puede reducirse a tales relaciones de
poder. Si el sujeto intenta oponerse
a su construcción deberá hacerlo
desde esa misma construcción, que
lo limita pero que –además- lo habilita a “hablar”. Como consecuencia,
la fuerza de la repetición que posee
el lenguaje no sólo provocaría la sedimentación de actos normativos,
institucionalizados y naturalizados
sobre el género, sino que también
deja abierta la posibilidad de una
acción insurgente.
Desde esta perspectiva, el
género es la estilización repetida
del cuerpo, la repetición constante
y regulada de determinadas acciones; que se “estanca” para producir
la apariencia de naturaleza del ser.
Es decir que el efecto sustantivo del
género se construye performativamente y es impuesto por las normas
reguladoras de la coherencia de género que establecen una supuesta
estabilidad, linealidad entre sexo,
género y deseo (heterosexual). En
consecuencia, “el género es siempre
un hacer, aunque no un hacer por
parte del sujeto que se pueda considerar preexistente a la acción. (…)
no existe una identidad de género,
detrás de las expresiones de género; esa identidad se constituye performativamente por las mismas
expresiones que, al parecer, son
resultado de ésta.”4
Por otro lado, Beatriz Preciado profundiza la temática planteando que el género no debe considerarse únicamente como resultado
de actos performativos, sino también debe considerarse como prostético. Es decir, que no se da sino
en la materialidad de los cuerpos.
Siguiendo el legado foucaultiano,
Preciado entiende al género como
una tecnología que fabrica cuerpos sexuales. Estos mecanismos de
producción sexo-prostéticos le confieren -de manera dicotómica y jerarquizada- a los géneros femenino
y masculino su carácter sexual-realnatural. Pero como toda “máquina”
la construcción nunca es perfecta y
los imperativos de género son asumidos de manera incompleta (y
frustrante). Estos deben ser re-naturalizados constantemente, y toda
falla o discontinuidad es representada como una excepción perversa
que viene a reafirmar el carácter
natural de las normas heterocentradas de género. Pero la “identidad”
sexual no debe considerarse como
natural, sino como un efecto de las
reiteradas y constantes reinscripciones que se ejercen en el cuerpo.
Los roles y las prácticas sexuales,
Postporno .21
que suelen aparecer como naturales
a los géneros femeninos y masculinos, son un conjunto de inscripciones culturales en los cuerpos que
aseguran “…la explotación material
de un sexo por el otro. La diferencia sexual es una hetero-partición
del cuerpo en la que no es posible
la simetría.”5
Según esta autora la fuerza
de la resistencia deba buscarse en
la subversión-alteración de las tecnologías de escritura del sexo y del
género como de sus instituciones.
Como propuesta esgrime el ejercicio de la contra-sexualidad que se
propondrá reforzar el poder de las
desviaciones, de las alteraciones a
la norma. Este concepto remite a
“un análisis crítico de la diferencia
de género y de sexo, producto del
contrato social heterocentrado, cuyas performatividades normativas
han sido inscritas en los cuerpos
como verdades biológicas”6 y tiene
como objetivo “el fin de la Naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros”7. Es
decir, la contra-sexualidad es un intento de deconstrucción sistemática
de la naturalización de las prácticas
sexuales y de la jerarquización que
de ella se desprende. Frente a una
sexualidad normalizadora que erige
como paradigma del sexo a las prácticas heterocentradas y coitocentradas, la contra sexualidad propone
el acceso a todas las prácticas significantes y a todas las posibilidades
de enunciación que la historia ha
esencializado (ocultando su construcción).
La contra-sexualidad define
la sexualidad como un artefacto,
una tecnología que posibilita múltiples significaciones en la búsqueda
del saber-placer. La puesta en acto
de este concepto se daría a partir de
prácticas contra-sexuales que per-
22 SNÉDQE .
mitan otras exploraciones de placer
más allá de lo coitocentrado socialmente significado como lo natural
del “sexo”. Esto implica un desvío
de la tecnología heterosocial que
naturaliza ciertas partes del cuerpo
como sexuales y otras no. Para la
contra-sexualidad todo el cuerpo es
una zona erógena a explorar.
La contra-sexualidad estaría
en la línea de las estrategias contraproductivas mencionadas por Foucault como resistencias al dispositivo de sexualidad, que implicarían
la producción de formas de placersaber alternativas al orden sexual
dominante.
Las prácticas BDSM8 son
mencionadas por Beatriz Preciado
como un ejemplo de contra-sexualidad y –además- es un juego sexual
recurrente en la discursividad pospornográfica. En esta línea, Javier
Sáez dirá que el S/M supone un
desplazamiento radical al dispositivo de sexualidad: “se abandona
la genitalidad como lugar esencial
o principal de la sexualidad y esta
se ve desplazada a todo el cuerpo
como lugar posible de experimentación del placer”9. Desde esta perspectiva, el cuerpo entero se vuelve
una zona erógena desterritorializando lo genital como lo exclusivamente sexual. El BDSM produce
otros usos diferentes del cuerpo
más allá de la penetración, lo cual
implica una creatividad que se desvía de la normativa sexual. Nuevas
prácticas-juegos sexuales que permiten pensar el cuerpo como un
mapa abierto a la exploración de
múltiples placeres.
Pornografía vs. Pos-pornografía
La pornografía como tal, tiene sus inicios en la literatura erótica
del siglo XIX y ha tenido múltiples
expresiones en distintos dispositivos. Nuestro interés particular es la
pornografía en su soporte audiovisual cuya explosión se dio a partir
de los años ’70 en adelante.
En una lectura foucaulteana,
elegimos llamar pornografía tradicional o –más sintéticamente“porno” a las producciones audiovisuales que actúan como reproducción de la heteronorma acerca de lo
que “es” la sexualidad. Lo porno entraría en ese conjunto de discursossaberes a los que Foucault integra
en el dispositivo de sexualidad. En
la modernidad, los relatos pornográficos colaboran en la producción
de cuerpos inteligibles, ubicando
en el orden de lo sexual “normal” a
ciertas prácticas y regiones corporales. Es decir, son discursos que
imprimen ciertas representaciones
en torno a lo sexual, produciendo
un saber y una norma que iguala
el sexo al coito, el sexo a la genitalidad. Siguiendo la argumentación
de Javier Sáez podemos decir que
“la pornografía logra objetivar el
sexo, principalmente el masculino, ya que está producida hacia
un consumo masculino, teniendo
en cuenta una mirada masculina,
básicamente heterocentrada, y los
genitales masculinos como centro
de la narración”10
El porno como género trabaja
siempre sobre la misma representación: la del coito. Reitera de manera
aleccionadora la misma ritualidad
sexual: penetración, eyaculación,
orgasmo. El porno enseña, refuerza y normaliza; funciona como tecnología de sexo construyendo una
representación que se naturaliza a
partir de un recorte sobre el cuerpo y un señalamiento del sexo. La
sexualidad deviene en genitalidad
como único horizonte posible de
sentido (y exploración). Los ór-
ganos reproductivos devienen en
órganos sexuales, en zonas hegemónicas del placer. La reiteración
frente a cámara de ciertas prácticas
deviene representación globalizante de lo sexual frente a otros usosagenciamientos del placer no vistos
en el porno (esos mismos que el
dispositivo de sexualidad cataloga
como anormales).
No en vano se dice con mucha
liviandad que el porno es un producto para hombres. Detrás de la
enunciación propuesta por el porno
hay un destinatario pensado: la mirada masculina. El protagonista en
las películas es el pene erecto y la representación de la eyaculación es el
signo distintivo de la discursividad
pornográfica (JIMENEZ GATTO,
2008: 96). No importa realmente el rostro del protagonista varón:
importa su pene, su performance sexual, su conquista en lugares
penetrables, su eyaculación como
significante central. El recorte del
cuerpo que fomenta el porno desde
una mirada masculina-hegemónica
refuerzan la diferencia sexual y la
asignación de roles y género (SAEZ,
2003). El hombre es siempre el sujeto activo, penetrador frente a la
mujer (u otro hombre, dado que
parte del cine porno gay muchas veces reproduce esta lógica) que es la
parte pasiva, penetrable, receptiva.
Dentro de las estrategias
enunciativas que el género pornográfico utiliza para construir
su mundo de genitalidad recurre
fundamentalmente al uso de los
primeros planos; a partir de esta
estrategia los cuerpos dejan de ser
tales para ser zonas fragmentadas y
amplificadas. Esta inmediatez de lo
sexual sometido a la tecnología del
zoom (JIMENEZ GATTO, 2008:97)
construye un discurso cinematográfico centrado en erecciones, pene-
traciones y eyaculaciones sin rostro.
A partir de estos recursos cinematográficos de hiper-realismo
y exacerbada visibilidad (no hace
falta más que recordar los planos de
cum shot típicos del porno), podemos pensar que la intención del discurso pornográfico es dar una sensación de realidad tan eficaz en la
que el espectador no sólo se sienta
un voyeur sino –fundamentalmente- el protagonista de la historia que
ve en la pantalla. Es a partir de la
genitalidad que se da la identificación entre el espectador y el protagonista.
Pero bien nos recuerda José
Anta Felez que el porno no es solamente una muestra de genitalidad
sino también un ejercicio teóricoideal de formas concretas de poder.
Esto nos ubica nuevamente en la
relación entre pornografía y orden
sexual dominante: “lo que se busca
es un modelo definitivo de identificación, donde es el poder de lo masculino (representado por el pene)
sobre lo femenino lo que recorre el
eje fundamentador de la película”11.
El porno –entonces-asume la representación de la conquista y dominación masculina frente a la sumisión
femenina reproduciendo los discursos sobre la sexualidad (y los roles
de cada sexo-género) en el sistema
heteronormativo vigente.
A partir de la expansión de
Internet y de las facilidades tecnológicas para crear contenidos audiovisuales, comienzan a conocerse
nuevas propuestas pornográficas
que marcan una ruptura conceptual/estética/política con el género
del porno tradicional. Surgen nuevas significaciones acerca de lo pornográfico y con ellas, nuevas representaciones del sexo lejos del canon
heterocentrado. La pospornografía
se presenta no como un sub-género
dentro de la pornografía sino como
un desvío o una fuga de la misma;
no como algo marginal sino como
un distanciamiento critico, una resignificación y apropiación subversiva de lo pornográfico.
La búsqueda que se propone la
pospornografía es desterritorializar
el cuerpo sexuado, es decir desviarse de la ecuación sexo=genitalidad
para rastrear otros usos del placer.
La exploración erótica en distintas
partes del cuerpo como la puesta escena de prácticas alternativas
al coito permite representar otros
universos sexuales posibles. Es por
ello que dentro del posporno pueden reunirse propuestas tan distintas como el cine porno lesbico y el
cine porno gay S/M. La propuesta
no es cerrar lo sexual a una representación totalizante (y normalizada) sino explorar en sus múltiples
manifestaciones. Es decir, poner en
escena otras cartografías del deseo
más allá de las representaciones
dominantes (JIMENEZ GATTO,
2008: 104).
En palabras de Javier Sáez, el
porno es “un genero (cine) que produce genero (masc/fem)”12. Frente
a lo cual, lo pospornográfico es una
doble deconstrucción del género:
en su sentido cinematográfico y de
sexo-genérico. En primer termino
implica dejar a un lado las propuestas narrativas y estéticas típicas
del genero pornográfico, donde lo
sexo-coital-genital es el sustento de
cada película. Desde el posporno
se busca explorar en otros relatos y
propuestas sexuales alternativas, lo
cual va acompañado de un trabajo
estético que permite indagar ya no
tanto en lo explicito del sexo (que
nos remite a lo genital del porno)
sino en la multiplicidad escénica de
lo sexual. Si lo pornográfico remite
Postporno .23
al orden de lo obsceno en términos
de régimen de visibilidad exacerbada (JIMENEZ GATTO, 2008: 98),
lo pospornográfico generaría una
apertura hacia lo escénico y lo especular a partir de diferentes estrategias enunciativas. Esto se demuestra –por ejemplo- en la elección de
planos generales que muchas veces
utiliza el cine posporno: en oposición a los primeros planos típicos
del porno, se elige la escena total
para desplazar el foco de interés de
lo genital a lo corporal. Esta novedad en la representación de lo sexual –desde un aspecto formal- es
una de las características más sobresalientes de las nuevas discursividades pospornográficas.
Este viraje formal nos permite hablar de un viraje enunciativo
tanto en el emisor como en el destinatario imaginado, lejos de la mirada masculina dominante del porno.
Esto nos conduce a la segunda deconstrucción de género que realiza
el posporno: la crítica a las identidades sexuales esencializadas (y las
respectivas jerarquías genéricas que
se naturalizan en consecuencia) que
aparecen en el porno. Si lo pornográfico es una apelación a la cita del
orden heterosexual (RIVAS SAN
MARTÍN, 2006), podemos pensar
lo pos-pornográfico como citaciones desviadas/resistentes.
Las dicotomías tradicionales de masculinidad/femineidad,
varón/mujer,
penetrador/penetrado, activo/pasivo son asumidas
como construcciones o tecnologías;
es decir como posibilidades y no
como esencias. La heteronorma que
arrastra el discurso pornográfico en
cada una de sus representaciones
sexo-genéricas es deconstruida para
dar espacio a otras imágenes/sentidos acerca de las identidades sexuales que se definirán por su “puesta
24 SNÉDQE .
en acto”. En esa crítica se imprime una re-apropiación del género
pornográfico en manos de aquellos
que siempre fueron excluidos de la
norma, aquellos que reivindican la
plasticidad del sexo y la performatividad subversiva. Nuevas enunciaciones sexuales como políticas
contra-sexuales.
Resistencia, deconstrucción y
placer: elementos para una nueva
mirada pos-pornográfica
Pensamos que estas producciones se insertan dentro de la trama de poder-saber del dispositivo
de sexualidad pero no como meras
reproducciones de la norma sino
como posibles enclaves de resistencia de ese mismo poder, como
posibles desplazamientos, posibles
de-construcciones, des-naturalizaciones. Es en este campo de podersaber sobre la sexualidad que emerge la pospornografía como discurso
provocador, como tecnología subversiva al interior mismo del dispositivo de sexualidad. Una crítica
radical que toma como metodología
la de-construcción para barrer con
la visión hegemónica de la sexualidad naturalizada y proponer otras
representaciones basadas en los
múltiples usos del placer.
Comprendemos -a partir de
la teoría de la performatividad del
género- que la pospornografía realiza una citación desviada del discurso normativo sobre el sexo y el
placer; una resignificación de los
términos que constituyen las categorías de “identidad” sexual, una
desobediencia a la pretendida “naturalidad” y coherencia entre sexo/
género/deseo.
La representación que el discurso pos-porno hace del cuerpo
a partir de su utilización desvia-
da propone una nueva legibilidad
de la cartografía corporal erótica y
nuevas construcciones de sentido
que deben entenderse como formas de contra-sexualidad; lo cual
implica una metamorfosis radical
con relación al sistema sexo/género dominante. Tal como lo plantea
Beatriz Preciado, las tecnologías del
género funcionan como mecanismos de producción sexo-prostéticos
que fabrican determinados cuerpos
sexuales diferenciados y jerarquizados otorgándoles una apariencia
“natural”. En razón a esto, la pospornografía nos permite ver lo que
la tecnología del sexo pornográfica
no quiere mostrar: que no hay nada
natural en la sexualidad; que la genitalidad no tiene porqué ser el único territorio de lo sexual; que los roles sexuales no están pre-asignados
a la practica y que por lo tanto, no
existen jerarquías a-priori entre los
sexo-géneros.
Es en este sentido que entendemos a la pospornografía como
una apuesta política y estética. Política en tanto consideramos que
intenta modificar el orden actual
de las cosas desafiando las representaciones de la pornografía tradicional como parte del dispositivo de
sexualidad que funciona como reproductor de la diferencia sexual, la
heterosexualidad obligatoria y que
actúa como norma-regla con la que
se mide que es y que no es “sexo”.
Pero esta ruptura, a su vez, no
podría ser posible si no se partiera
de una estética contrahegemónica
que plasmara esta nueva discursividad al nivel de la imagen. Es así
que se ponen en escena otras representaciones de la sexualidad y de los
usos del placer a través de la utilización de herramientas estéticas
diferentes. Sin esta transformación
del material fílmico y este desplaza-
miento discursivo de la norma sería
imposible generar nuevas significaciones que impliquen un des-centramiento con respecto a la concepción hegémonica de la pornografía
y a su lógica de reproducción heteronormativa, falogocéntrica y coitocentrada.
Para concluir, queremos expresar que entendemos a la pospornografía como una forma de desafiar a la normatividad de género y
una forma de deconstrucción de “La
Identidad Sexual” en aras de una resignificación en identidades sexuales múltiples, identidades nómades,
transitivas, incompletas y boyantes.
Y – ¿por que no?- ponernos en jaque
a nosotros/as mismos/as a partir de
las múltiples representaciones eróticas que invitan desde la pantalla.
Notas
1 Según Aluminé Moreno (2008: 217) con “heteronormativi-
ma. Madrid, 2002.
dad” nos referimos a la institucionalización de la heterosexua-
6 Preciado, Beatriz , “Introducción”, en Manifiesto contra-
lidad como categoría universal, coherente, natural y estable,
sexual. Prácticas subversivas de identidad sexual. Ópera
que funciona como patrón de prácticas y sentidos sexuales,
Prima, Madrid, 2002, Pág. 13
relaciones afectivas y modos de ser y estar en el mundo. La
7 Ídem. Pág. 13
heteronormatividad es aquella que –mediante la nos cons-
8 Remite al horizonte de prácticas que se agrupan en el Bon-
trucción de normas, hábitos e instituciones- privilegian la he-
dage (ataduras), Dominación, Sumisión y Masoquismo. Con
terosexualidad y devalúa las prácticas no heterosexuales y a
esta denominación hacemos referencia también a las practi-
quienes las realizan.
cas S/M. Las prácticas del BDSM están basadas en el traspaso
2 Judith Butler, en su obra “Gender Trouble”, explora las ela-
de poder voluntario y consensuado, sostenido por juegos de
boraciones de Freud y Lacan sobre el falo simbólico, señalan-
rol. El vínculo contractual entre las partes define un rol para
do el nexo entre el falo y el pene. Escribe que “la ley exige su
cada participante que determinará su conducta durante el
propia noción de ‘naturaleza’. Intenta ganar su legitimidad a
juego sexual: dominante o sumiso/a, amo/a o esclavo/a.
través de una naturalización binaria y asimétrica de los cuer-
9 Sáez, Javier, “El macho vulnerable: pornografía y sadoma-
pos en la que el falo, aunque no claramente idéntico al pene,
soquismo” en http://www.hartza.com/posporno.htm MAC-
despliega el pene como su instrumento y signo naturaliza-
BA, Barcelona, 6 de junio, 2003.
dos”. En “Cuerpos que importan”, profundiza su exploración,
10 Sáez, Javier, “El macho vulnerable: pornografía y sadoma-
notando que, si Freud enumera una serie de análogos y subs-
soquismo” en http://www.hartza.com/posporno.htm, MAC-
tituciones que afirman la calidad de transferible que posee el
BA, Barcelona, 6 de junio, 2003.
falo desde la representación del pene a otros, entonces cual-
11 Anta Félez, José Luis , “Entre el artificio y el género: el cine
quier cosa puede entrar a representarlo.
pornográfico” Revista de Estudios de Género. La ventana,
3 Butler, Judith Cuerpos que importan. Sobre los límites ma-
Vol. II, Núm. 14, diciembre, México, 2001, Pág 304.
teriales y discursivos del sexo, Paidós Bs. As, 2002.
12 Sáez, Javier, “El macho vulnerable: pornografía y sadoma-
4 Butler, Judith, El género en disputa, Paidós, México, 2001,
soquismo” en http://www.hartza.com/posporno.htm , MAC-
p. 84.
BA, Barcelona, 6 de junio, 2003.
5 Preciado, Beatriz. Manifiesto contra-sexual. Ed. Opera Pri-
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Postporno .25
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Reseña: “The Black Glove”
Para introducirnos al mundo del pos-porno, recomendamos el cortometraje The Black Glove (1997)
de María Beatty, un fetish film representante del
género.
Desde una estética sadomasoquista, la película
narra la secuencia de una sesión BDSM entre una
pareja que se presta a ese juego sexual. Los personajes que aparecen son: el hombre-crossdresser, la
Ama (Morgana) y la sumisa (María Beatty). Quién
narra la historia es la sumisa, que -acompañada
por su compañero de juego- instaura un personaje
fantasioso, que es la Ama, quién la domina en la se-
sión. Es decir, la película estaría mostrando la fantasía de la sumisa que “convierte” a su compañero
cross-dresser en una Ama en el marco de un juego
sexual BDSM. Hay una proyección fantasiosa estimulada por el juego sexual y los roles/identidades
representados por cada uno. El vínculo entre estos
personajes surge a partir de la fantasía que los convoca: tanto el hombre fetichista que se monta en
una personificación femenina, como a la mujer que
elige el rol sumiso y proyecta en su compañero la
imagen de una Ama, escenifican el juego sexual que
despliega sus deseos.
Puede descargarse desde: http://cor.to/theblackglove
26 SNÉDQE .
Postpornografía:
¿Existe
debates internos.
un porno para mujeres?
Escribe Sofia Luppino
Erika Lust1 y María Llopis2 son dos
de las principales exponentes actuales de la pornografía y de la postpornografía. Sin embargo, ellas mismas
se consideran como "enemigas acérrimas" en las conceptualizaciones
que cada una tiene con respecto al
porno.
Podríamos situar el punto fundamental a partir del cuál las posturas se vuelven antagónicas de la siguiente manera: ¿existe, entonces,
un porno para mujeres?
Para Erika Lust no solamente existe y es posible hablar de un porno
específico para el colectivo "mujeres", si no que ella apuesta a un
nuevo cine “femenino y feminista”
que revea las conceptualizaciones
y representaciones sexistas acerca
de la sexualidad femenina que el
porno reproduce: “No pienso sen-
tarme y esperar a que la industria
de la pornografía reaccione, y que
ella misma reevalúe sus creencias
básicas y arraigadas sobre la sexualidad femenina. Si no lo hacemos
nosotras, ellos no lo harán"3. Lust
plantea que las mujeres deben convertirse en guionistas, directoras,
productoras, reivindicando la participación de las mujeres en el contenido del discurso pornográfico: "si
las mujeres participamos en dicho
discurso, tendremos la oportunidad
de explicarle nuestra sexualidad a
los hombres"4.
María Llopis se ubica en otro extremo. No es posible un porno para
mujeres, afirma. Para ella, "las mujeres" no son un colectivo con necesidades específicas al interior del
porno: que sea mujer no significa
que me calienten las historias argumentadas o el sexo suave. Desde el
1 Licenciada en Ciencias Políticas, productora audiovisual y
escritora; autora del libro Porno para mujeres, publicado
por editorial Melusina.
2 Artista, activista, queer, post-pornógrafa. Escribió el libro
El postporno era eso, publicado por editorial Melusina en
2010.
punto de vista de María Llopis, eso
sería un continum con la línea heterosexista, estereotipada y sumisa
que el porno nos ha ofrecido hasta
ahora. “…(el concepto porno para
mujeres) se trata de un concepto inventado por la industria (…) Suele
asociarse al softcore, a historias con
argumento, dulzura y romanticismo. Pero hay un montón de mujeres
haciendo porno duro buenísimo, y
de hecho existe una demanda femenina brutal de hardcore”5.
El debate acerca de la existencia o
no existencia de un porno específico para mujeres es central y actual
entre quienes escriben, producen o,
de alguna manera, se encuentran ligadxs a esta(s) nueva(s) manera(s)
de pensar el porno.
3 En El postporno era eso [Melusina], p. 12.
4 Ídem nota 3.
5 En El postporno era eso [Melusina], p. 12.
Postporno . 27
TÉMPANOS
Escribe Bárbara Duhau
Ilustra Erica Oshiro
M
e tapé la boca y te eché una mirada fulminante.
Tenías la barba recién crecida y tiritabas de a
ratos, con espasmos que te sacudían el torso desnudo.
Los pies descalzos, como azulados, se asomaban debajo
de un jean rotoso. Las uñas te sangraban profusamente. Eras un asco: todo despeinado, con los pies sucios,
las manos cortadas.
No me mirabas. Dejaste de temblar pero te rechinaron
los dientes, como si el miedo y el frío tuvieran que escapar por algún lado.
Con una lentitud inquietante, te moviste. Arrastraste
los pies desnudos sobre el piso de cerámica y me diste
la espalda. Te miré mientras te sacabas el pantalón. La
tela te rozaba la piel morada. El jean ajustado se aflojaba a medida que lo deslizabas por los muslos y las pantorrillas. La hebilla del cinturón hizo un ruido metálico
al caer. Por primera vez, me miraste. Tenías los ojos tan
abiertos. Apenas me viste giré la cara. No quería que
supieras…
Abrí la caliente. El agua empezó a llenar la bañera. La
luz de la vela te daba un aspecto patético. Eras un conejo asustado: las orejas aplastadas, los ojos aguados, la
postura inmóvil. Sólo te faltaba el chillido lacrimógeno
28 SNÉDQE .
que satura los tímpanos.
Volviste a temblar. El vapor te envolvió un poco el cuerpo pero los pies siguieron fríos como témpanos. Te rocé
la espalda con una mano. La tenía helada pero no te
moviste. Te acaricié apenas, como con lástima. Después, pellizqué el elástico de tu calzoncillo, lo sostuve
en el aire y lo solté.
Seguiste quieto como una estatua. Te bajé el calzoncillo despacio, con cuidado. Cayó a tus pies, cubriéndolos
con la tela tibia. Y fue la primera vez que te escuché decir algo:
-Estás helada- dijiste.
Alargué el brazo y te toqué la mejilla. Estaba mojada,
pero caliente, al revés del resto de tu cuerpo.
Metiste un pie en la bañera. Te tambaleaste un poco
pero te sostuve en el aire con una mano. Te zambulliste
entero y salpicaste agua caliente a tu alrededor. La vela
se apagó dejándonos a oscuras. La negrura del baño
nos sumergió en el silencio.
Lo último que vi fueron tus ojos de conejo, pero ahora
encendidos. Tan blancos, que brillaban en la oscuridad
del cuarto.
Inseguridad/Significaciones/Medios masivos
LA INSEGURIDAD COMO
HORIZONTE DE SENTIDOS:
EL PROCESAMIENTO MEDIÁTICO
DEL CASO LUCIANO ARRUGA
Escribe Santiago Mazzuchini
Introducción
A
bordaremos la problemática de la seguridad
y la violencia situándonos en un
caso en particular que ha tomado
cierta relevancia en la sociedad argentina: la desaparición de Luciano
Arruga. El interés de trabajar sobre
este tema radica en que nos permite discutir sobre las tensiones que
atraviesan los modos de procesar
la violencia en la sociedad argentina. Partimos de la idea de que la
tan mentada “seguridad” no es solamente una demanda política o
un tópico mediático sino también
una matriz cultural que se ha convertido en condición existencial de
la política1, una significación que
instituye los modos de ser y de habitar ciudades como las nuestras,
que se encuentran entre medio de
los modelos disciplinarios y de con-
SNÉDQE
29
trol, para citar las ya clásicas caracterizaciones elaboradas por Michel
Foucault y Gilles Deleuze. Las significaciones que se tejen en torno
a “la seguridad” o “la inseguridad”
se expresan como luchas políticas
por imponer ciertos sentidos de lo
que significa estar seguros, por lo
tanto, decir que es una matriz cultural que funciona como un marco de
procesamiento de la violencia social
implica que el sentido de lo que se
procesa está siempre en conflicto de
acuerdo a lo que los distintos sectores de la sociedad intentan imponer
como verdad.
En el siguiente artículo nos
proponemos:
o Realizar un breve recorrido
sobre las maneras en que el tema
ha sido tratado tanto en medios
masivos como alternativos, ya
que los mass-medias, si bien no
actúan de manera lineal ni determinan totalmente el modo en
que se ha conformado el problema de la seguridad, forman parte del entramado de producción
de sentido de la problemática,
contribuyendo fuertemente en
la conformación de los actores
sociales (siendo ellos mismos
actores) y dando visibilidad o no
a distintos aspectos. En el caso
de Arruga, fue significativo que
haya quedado en los márgenes
de la agenda mediática, ocupando las páginas de los medios alternativos y los blogs de Internet.
Por otro lado, el procesamiento
mediático de la seguridad deja
huellas de los actores sociales
que intervienen en el espacio público y nos permiten reconstruir
debates y situaciones donde se
discute el significado de lo que es
seguridad.
30 SNÉDQE .
o Indagar sobre los modos en
que se posicionan los actores sociales que discuten sobre el tema
de la seguridad en el caso de Luciano Arruga, teniendo en cuenta qué adversarios construyen
y cuáles son las demandas que
articulan bajo este significante
denominado “inseguridad” para
reclamar políticas al Estado.
El sentido de estar seguros
Robert Castel (2004) plantea
una interesante paradoja para pensar nuestro tema. El autor sostiene
que vivimos en las sociedades más
seguras de la historia, pero el sentimiento de inseguridad está omnipresente. En las sociedades de seguridad, estar protegido es también
estar inseguro. Por lo tanto, dice
Castel “La inseguridad moderna no
sería la ausencia de protecciones,
sino más bien su reverso, su sombra llevada a un universo social que
se ha organizado alrededor de una
búsqueda sin fin de protecciones o
de una búsqueda desenfrenada de
seguridad”2. El andamiaje securitario que los Estados y el mercado
(a través de seguridad privada) despliegan sobre el individuo, hacen a
estos sujetos (sujetos en el sentido
ambivalente que la palabra sugiere), dependientes de esos mismos
dispositivos, generando procesos
de identificación donde lo que se
procesa no es la identidad del ciudadano que conocemos a partir de
la política tradicional, incluso tampoco el consumidor que el mercado pregona, sino la víctima que se
encuentra inmersa en una lógica
del miedo3. Cornelius Castoriadis4
sostiene en su obra La institución
imaginaria de la sociedad, que una
sociedad existe en tanto es institución de un mundo de significaciones
imaginarias sociales. Las significaciones imaginarias, el sentido producido a partir de una imaginación
o imaginario radical, es aquello que
hace posible un mundo y es institución primera de ese mundo. Esto
quiere decir que las significaciones
imaginarias son las que hacen posible lo real y no una representación
o una idea platónica que estaría por
fuera o reflejando una materialidad.
A su vez, el filósofo griego diferencia entre significaciones centrales
y secundarias, siendo las primeras
aquellas que dan existencia a modos
de ser de las cosas y los individuos
en una sociedad determinada, fundamentales para hacer inteligible el
mundo. Sostenemos que el binomio
“Seguridad/ Inseguridad” expresa una significación central de las
sociedades actuales, ya que no podría encontrarse algo así como un
referente de ella; al contrario, su
papel es definir los modos del decir/representar y del hacer sociales.
Como dice Castoriadis, estas significaciones instituyen un mundo, un
hábitat y es a partir de ellas que los
individuos son lo que son y disputan por el sentido de lo que quieren
ser. Por lo tanto, carecen de sentido las discusiones que se disputan
la existencia o no de una verdadera inseguridad, ya que no se trata
de un problema referencial, como
lo sugiere cierta metafísica de la
presencia. Ésta existe como sensibilidad que modela la percepción y
da sentido a la vida en las grandes
urbes y existe una lucha política
real por definir qué significado tiene y cuáles son las decisiones que
hay que tomar al respecto por parte
del Estado y la ciudadanía. Restarle
importancia a la cuestión de la existencia de la inseguridad solamente
constatándola con la cantidad de
delitos que hay en un determinado
período, no sólo obvia lo que hemos
sostenido líneas más arriba, sino
que es una mirada que ignora que
hoy los discursos en torno a la inseguridad se han expandido a otros
ámbitos más allá del delito5.
Luciano Arruga,
desaparecido en
democracia
El 31 de enero de 2009, Luciano Arruga se retiró de su casa,
ubicada en el barrio 12 de Octubre
de la localidad de Lomas del Mirador, para reunirse con sus amigos.
Desde ese día, el joven se encuentra
desaparecido. Sus familiares y los
abogados de la causa sostienen que
fue secuestrado por policías de la
zona que reclutan jóvenes para cometer actos delictivos6. Según testigos (entre ellos uno bajo reserva
de identidad) Luciano fue detenido
en un destacamento policial ubicado en el barrio que fue inaugurado
el 26 de septiembre del año 2007
a partir de reclamos por más seguridad, que fueron encabezados por
una organización denominada Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador (VALOMI)7, presidida por
Gabriel Lombardo, personaje mediático que se ha posicionado como
la voz de los vecinos de la zona. La
desaparición de Luciano formó y
sigue formando parte principal de
la agenda de medios alternativos y
contra-informativos de la Argentina. La noticia tuvo lugar en el periódico MU, la agencia de noticias
digital ANRed y las prensas partidarias de distintos partidos autodenominados de “izquierda”. La familia
de Arruga cuenta además con un
blog donde publican periódicamente noticias relacionadas no sólo con
el caso de Luciano sino también con
otros hechos que tienen como eje la
violencia policial y otros aspectos de
la represión estatal8. Además de denunciar a la policía, al Estado y a los
pedidos por mano dura, los medios
masivos han sido ubicados por estos
actores como cómplices y responsables de omitir el crimen de Luciano.
Es que en los medios audiovisuales
y escritos de audiencia y tirada masiva como Clarín y La Nación, la
noticia apareció casi tres meses después de sucedido el hecho, en un espacio reducido en la sección policial
donde se hacía hincapié en los testimonios de Vanesa Orieta (hermana
de la víctima) lo declarado por fuentes del Ministerio de Seguridad y en
particular, en la primera noticia publicada, en supuestas acusaciones
a Luciano por robo de celulares9.
El hecho tuvo poca repercusión en
comparación con otros casos que
tienen que ver con las problemáticas
de la inseguridad. La clave está en
que para los medios masivos como
Clarín y La Nación, el caso no fue
justamente caratulado como un hecho de inseguridad porque implicaba hablar de las contradicciones que
subyacen tras la demanda de ciertos
sectores sociales por más seguridad
en un contexto de gran debate sobre
el tema. Sostenemos que el mecanismo de la víctima, figura reiterada
en los medios, no fue considerado
para hablar de Luciano ya que se
trataba de un joven proveniente de
un barrio marginal y perteneciente
a un sector social que no suele aparecer en los reclamos de los denominados “vecinos” (identidad que
sugiere una despolitización similar
al término “la gente” y que excluye
a jóvenes como Luciano) y que de
acuerdo a los mecanismos de victimización que tienen expresión en la
esfera mediática, no representaba
una pérdida social, considerando
que era un joven pobre que trabajaba de cartonero y vivía en un barrio
que era nombrado por los habitantes de la zona como “la 12 de Octubre” o “La Villa de los paraguayos”10,
lo que denota una clara estigmatización territorial11. Sin embargo, esta
discriminación no sólo es llevada
a cabo por los medios sino que es
parte de una trama que involucra a
los propios habitantes de Lomas del
Mirador: el 6 de marzo del mismo
año de la desaparición de Arruga,
fue llevada a cabo una movilización
organizada por VALOMI. En distintos medios se hizo hincapié en que
la marcha estaba siendo encabezada por familiares de dos personas
asesinadas: Hernán Landolina y
Gustavo Lanzavecchia. Ambos casos, si bien fueron distintos ya que
el primero fue víctima de un asalto
mientras que (según hipótesis de la
investigación) el caso del florista de
Susana Giménez habría sido un crimen pasional, fueron enmarcados
como hechos generados por la inseguridad, tanto por los medios de comunicación más importantes como
por los vecinos movilizados, con el
agregado para nada menor de que
el involucrar a una persona cercana
a la denominada “diva televisiva”,
potenció el grado de espectacularización de las movilizaciones. Los familiares de estas personas tuvieron
una presencia fuerte en los medios,
haciendo declaraciones sobre la
pena de muerte12 y realizando críticas a las políticas sobre seguridad
implementadas por el Estado, o mejor dicho, a la ausencia de las mismas. También el presidente de VALOMI, Gabriel Lombardo, se refirió
a la incorporación de efectivos policiales y a los jóvenes de la siguiente
forma: “se podrían incorporar entre
5.000 y 10.000 efectivos retirados
que no tienen antecedentes, declarar que la inseguridad sea un tema
de Estado en la provincia, y darle al-
31
gún tipo de contención a jóvenes de
entre 14 y 20 años para que no caigan en el delito o en la droga”13. El
caso de Luciano no apareció representado en la marcha y no se hizo
mención ni en diarios de tirada masiva ni en medios audiovisuales de
gran audiencia. Los dichos de Lombardo permiten inferir que la juventud es presa fácil de la delincuencia.
De acuerdo con varias declaraciones
de los familiares de Arruga que estuvieron allí intentando imponer su
voz, algunos vecinos les impidieron
salir en los medios o bien las cámaras se apagaban cuando aparecían
exhibiendo carteles con el rostro
de Luciano14. Página/12, el 29 de
Marzo, publicó una crónica del caso
con entrevistas a Pablo Pimentel,
uno de los abogados de la familia
Arruga y a Vanesa Orieta, titulando
la nota: “Luciano, un nuevo desaparecido”. En el cuerpo de la noticia,
se relaciona el caso con Miguel Bru,
estudiante de periodismo que fue
torturado y asesinado por la policía
bonaerense, e Iván Torres, otro joven que se encuentra desaparecido
luego de haber sido detenido en una
comisaría. Crítica de la Argentina,
en su edición del 26 de Marzo, tituló: “Luciano Arruga, el nuevo Miguel Bru”, realizando ya en el titular
la asociación. La relación, además,
fue establecida por Pablo Pimentel,
quien declaró a Crítica que el caso
guardaba muchas similitudes con el
de Bru. A diferencia de Clarín y La
Nación, en estos dos últimos diarios
la noticia apareció mucho antes y
fue ubicada dentro de la problemática por el accionar violento de los
aparatos represivos del Estado, realizando un fuerte anclaje con la figura del desaparecido. Este modo de
significar el hecho forma parte de lo
que los medios alternativos y las voces de la familia denuncian. Así, la
32 SNÉDQE .
primera entrada en el Blog de Luciano es una galería de fotos que titula:
“1976-24 de Marzo-2009: Amigos y
Familiares de Luciano Arruga marcharon hacia Plaza de Mayo por la
APARICIÓN CON VIDA DE LUCIANO”.
Dos
discursos sobre la
(in)segu-
ridad
En los Estados modernos se
despliegan dos tipos de protecciones: aquellas que resguardan los
bienes materiales y vitales del individuo (el derecho a la vida y la
propiedad) es decir, “protecciones
civiles” aseguradas por un Estado de derecho; y las denominadas
“protecciones sociales”, que se encargan de evitar la precarización de
los individuos, reduciendo los riesgos que las contingencias de la vida
nos presentan, como el desempleo,
la enfermedad y la muerte. El Estado social sería el paradigma más
adecuado para caracterizar este tipo
de protección. La paradoja radica
en que el avance de las protecciones
civiles que aseguran la propiedad
privada de los individuos (no sólo
la propiedad material sino también
su propia vida) necesita de un Estado con el monopolio de la violencia
capaz de dominar todos los aspectos
de la vida del individuo y los riesgos
que se corren en la vida en sociedad.
Solamente un Estado absoluto, que
despliegue toda su capacidad represiva sobre el individuo y su relación
con los otros, es capaz de realizar
una seguridad acabada; sin embargo esto implicaría olvidar el carácter
de individuo libre y autónomo que
asegura el Estado de derecho. La
paradoja demuestra que la violencia, la inseguridad, es irreductible15.
El debate originado por el caso de
Luciano Arruga pone en evidencia
dos modos de intentar significar y
llevar a cabo políticas sobre lo que
es estar seguro y también revela
las inevitables contradicciones que
se presentan a partir de estos dos
modos de protección estatales. La
instalación del destacamento donde
fue detenido el joven es consecuencia de un modo de inserción del Estado que intentó dar una respuesta
ante la demanda de habitantes de la
zona. Lo que aquí se evidencia es un
claro ejemplo de políticas a la carta,
donde la ciudadanía en carácter de
víctima, regida por la lógica del miedo16, reclama el accionar del Estado,
en tanto éste es el que posee la capacidad de ejercer la violencia legítima
y tiene la obligación de satisfacer las
demandas sociales. Lo que se reclamaba en la marcha llevada a cabo el
6 de marzo era “más policías en las
calles”, “que los jueces cumplan con
su deber como corresponde y que
los presos cumplan la condena”17.
La demanda es clara, más Estado
como gendarme de la seguridad de
las personas, de su propiedad. Sin
embargo, este razonamiento de más
policía igual a más seguridad, tiene
un síntoma que demuestra sus contradicciones. Este síntoma es la desaparición de Luciano. Este hecho
evidencia, como en otros casos, que
la violencia también está enraizada
en las estructuras estatales, como
es el caso de la policía bonaerense, y que el Estado es un campo de
fuerzas contradictorias18. Las protecciones demuestran su fragilidad
e incluso generan aquello que se
quiere combatir19. Por otro lado, los
familiares de Luciano Arruga y los
vecinos que los apoyan, ven justamente a las fuerzas policiales como
las responsables de la criminalización de los jóvenes de barrios humildes y atribuyen los problemas de
violencia a las condiciones sociales
y económicas de la sociedad. Vanesa
Orieta explicaba a Página/12 que
antes de la desaparición, Arruga había sido detenido y maltratado por
personal policial del destacamento
pero no habían hecho la denuncia:
“Se iban a poner más violentos, no
les podés tocar un pelo. Sufrimos
inseguridad de parte de los que tienen que dártela. Y en este caso se
les fue la mano, lamentablemente a
una le toca sufrirlo. Mientras tanto,
los que reclaman seguridad te miran y te señalan con el dedo”20. La
inseguridad en este caso está representada por el accionar policial, el
aparato represivo, como lo declara
otro de los abogados de la familia
Arruga, Daniel Combi: “El Estado
es el único que puede materializar
una desaparición hoy en día. Un
cuerpo desaparecido es un cuerpo
violentado por el sistema (…) La
gente que lucha por la seguridad de
llevar el pan a su casa no tiene los
mismos derechos que la que quiere
seguridad para su 4 x 4″21. La falta
de políticas de re-inserción social de
aquellas personas que han quedado
fuera del mundo del trabajo es una
de las principales demandas que
están articuladas por los familiares
y militantes de la causa Arruga. El
pedido por la apertura de un centro
cultural, el cierre del destacamento
de Lomas del Mirador donde fue
detenido Luciano, figuran como
consignas en varios de los festivales
que se realizan a modo de protesta
por el caso. El pedido, al contrario
de los denominados reclamos por
protección policial, es en este caso
más protección social, aunque sin
descuidar los aspectos relacionados
con la justicia, ya que incansablemente los familiares solicitan castigos a los responsables políticos y
materiales de la desaparición.
A modo de cierre
Los distintos actores que, en
el caso de la desaparición de Luciano Arruga, fueron conformando posiciones encontradas con respecto
a las problemáticas de la violencia,
dejan en claro que no existe un referente específico sobre el binomio
“seguridad/inseguridad”. La lucha
política por suturar un sentido que
haga inteligible la violencia de las
grandes urbes para así poder extirparla (la metáfora médica es abundante en estos discursos) expresa
distintos modos de significar que
pujan por establecer una verdad.
El carácter de la violencia es mimético y las distintas sociedades
han encontrado diversas maneras
de canalizarla y distintos modos de
hacer aparecer el origen de ésta, a
partir de la constitución de un chivo
expiatorio que cargue con todos los
males22. La violencia es irreductible
en su totalidad y hoy ha cobrado
formas determinadas. Como plantea Lewkowicz23, se trata de una
violencia generalizada que radica
en la pérdida de un lazo social. Así,
los denominados vecinos de VALOMI cargan las tintas contra la mano
blanda del Estado y la escasez de
fuerzas policiales, depositando el
origen de los males en las denominadas villas miserias. En cuanto a
los familiares y militantes en lucha
por la aparición y esclarecimiento
del caso Luciano Arruga, se sostiene
que es ese pedido de mano dura el
que genera la violencia y la criminalización de la pobreza y la juventud,
colocando también al Estado y a los
medios de comunicación masiva
como los generadores de la violencia
física en el primer caso y simbólica
en el segundo. Está claro que se encuentra latente en la memoria social
las desapariciones llevadas a cabo
por el gobierno militar que tomó
el poder el 24 de Marzo de 1976.
La desaparición de Julio López y
luego la de Luciano Arruga, siguen
exhibiendo los síntomas sociales de
una política del miedo, que al privar
la visibilidad de los cuerpos de las
víctimas, transita en los márgenes
de lo decible. La forma espectáculo
que interpela a través de una matriz
melodramática24 no puede nombrar
la figura del desparecido en democracia sino en esos márgenes que
destina el Estado de excepción. La
mediatización de la violencia y el
delito, la conformación del universo discursivo de la seguridad es una
economía de la violencia que regula
lo que puede ser dicho o no. Como
dice Rodríguez: “La criminalización
mediática funciona como aparato de
distribución de diferencias y determinando integraciones, exclusiones
y subjetividades” 25. La instauración
de políticas securitarias que ponen
en escena el despliegue de las fuerzas policiales y la dureza de las leyes
contra “los delincuentes”, estaría
siendo legitimada por el tratamiento mass-mediático de los problemas
de inseguridad al alimentar la lógica del miedo y la victimización de la
que antes hablamos. Las voces que
buscan a Luciano Arruga denuncian
ser el síntoma, el anverso que toma
cuerpo en las páginas y los espacios
virtuales que ocupan un lugar marginal en el campo periodístico y político.
33
Notas
1 Cfr Vilker, Shila, “La política frente a
la inseguridad como condición existencial”, en Cuadernos Críticos de Comunicación y Cultura, Diciembre 2009 –
Marzo 2010
2 Castel. Robert, La inseguridad social
¿Qué es estar protegido?, Editorial Manantial, Buenos Aires, 2004. Pág. 12
3 Cfr Vilker, Shila, Op. cit y Calzado,
Mercedes “¿Viejas victimas, nuevos
victimarios? Secuestros extorsivos,
muerte y leyes penales en Argentina
(1933/2004)” en Cuadernos Críticos de
Comunicación y Cultura, Op. Cit.
4 Castoriadis, Cornelius La institución
imaginaria de la sociedad Editorial
Tusquets, Buenos Aires, 2007
5 Cfr Vilker, Shila, Op. cit
6 Ver los testimonios de los familiares
y sus abogados en Periódico Mu Febrero de 2010 http://lavaca.org/notas/
luciano-arruga-algo-habra-hecho/ y en
Crítica de la argentina del 26 de Marzo
de 2009.
7 En la página de la organización Valomi, figura como uno de sus logros. Ver
su sitio en internet http://www.valomi.
com.ar/
8 La dirección de la página es http://lucianoarrugadesaparecido.blogspot.com
9 Messi, Virginia, “Denuncian que un
chico de 16 años desapareció” en Clarín,
Buenos Aires, 14/04/2009
10 Periódico MU, Op. Cit y Hacher, Sebastián, “Otra inseguridad en Lomas
del Mirador” en Miradas al sur, Buenos
Aires, 15/03/09. La crónica se encuentra publicada en el blog del autor de la
misma. http://nocontesta.wordpress.
com/
11 Waquant, Loïc “El advenimiento de
la marginalidad avanzada: Características e implicaciones” en Los condenados
de la ciudad, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2007. Pág. 274
12 Luego de la muerte del florista Gustavo Lanzavecchia, un intenso debate
se abrió en la Argentina sobre la pena
de muerte, luego de declaraciones de
Susana Giménez solicitando la pena
máxima.
13 S/F, “Los vecinos de Lomas del Mirador marcharon para pedir seguridad”,
en Clarín, Buenos Aires, 6/03/09
14 La crónica de la edición del diario
Miradas al Sur del 15 de Marzo del
2009 citada anteriormente cuenta lo siguiente: “Esa misma tarde, con la esperanza de que esté vivo y en algún hospital, los familiares de Luciano fueron a la
marcha contra la inseguridad en Lomas
del Mirador. A pesar de los gritos aislados avanzaron hasta la cabecera, pero
cuando llegaron allí se llevaron una
sorpresa: cada vez que se ponían frente a las cámaras, éstas se movían para
no enfocarlos. Detrás de los movileros
había un hombre ataviado con jeans y
camisa de vestir, que parecía estar al
frente de la movilización. Se trataba de
Gabriel Lombardo, el presidente de la
asociación Vecinos en Alerta Lomas del
Mirador, uno de los convocantes a esa
marcha”.
15 Castel. Robert, Op. Cit.
16 Cfr Vilker, Shila, Op. cit
17 S/F, “Los vecinos de Lomas del Mirador marcharon para pedir seguridad”,
Op. Cit.
18 Rodríguez, Esteban “Criminalización
mediática y políticas de seguridad”, en
Justicia mediática, Editorial Ad Hoc,
Buenos Aires, 2000
19 Cfr Castel. Robert, Op. Cit.
20 Meyer, Adriana, “Luciano, un nuevo
desaparecido” en Página 12, Buenos Aires, 29/03/09
21 Periódico Mu, Op. cit.
22 Cfr Girard, René, La violencia y lo
sagrado, Editorial Anagrama, Barcelona, 1983
23 Lewkowicz, Ignacio, Pensar sin Estado, Editorial Paidós, Buenos Aires,
2008
24 Martini, Stella “El sensacionalismo y
las agendas sociales” en Diálogos de la
comunicación número 55, 1999.
25 Rodríguez, Esteban, Op. Cit.
Bibliografía
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Calzado, Mercedes “¿Viejas víctimas, nuevos victimarios? Secuestros extorsivos, muerte y leyes penales en Argentina (1933/2004)” en Cuadernos Críticos de Comunicación y Cultura, diciembre 2009-marzo2010
Castel, Robert, La inseguridad social ¿Qué es estar protegido?, Editorial Manantial, Buenos Aires, 2004
Castoriadis, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad, Editorial Tusquets, Buenos Aires, 2007
Girard, René, La violencia y lo sagrado, Editorial Anagrama, Barcelona, 1983
Lewkowicz, Ignacio, Pensar sin Estado, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2008
Martini, Stella, “El sensacionalismo y las agendas sociales” en Diálogos de la comunicación número 55, 1999
Rodríguez, Esteban, “Criminalización mediática y políticas de seguridad” en Justicia mediática, Editorial Ad Hoc,
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Waquant, Loïc, “El advenimiento de la marginalidad avanzada: Características e implicaciones” en Los condenados de la ciudad, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2007
Vilker, Shila, “ La política frente a la inseguridad como condición existencial” en Cuadernos Críticos de Comunicación y Cultura, diciembre 2009- Marzo 2010
Fuentes periodísticas y sitios de Internet consultados
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Agencia de Noticias Anred: http://anred.org/
Hacher, Sebastián, “Otra inseguridad en Lomas del Mirador” en Miradas al sur, Buenos Aires, 15/03/09
Messi, Virginia, “Denuncian que un chico de 16 años desapareció” en Clarín, Buenos Aires, 14/04/2009
S/F, “Los vecinos de Lomas del Mirador marcharon para pedir seguridad”, en Clarín, Buenos Aires, 6/03/09,
Página 12 “Luciano, un nuevo desaparecido” 29/03/09
S/F, “ Luciano Arruga, el nuevo Miguel Bru” en Crítica de la Argentina, Buenos Aires, 26/03/09
S/F “Sin datos sobre un joven desaparecido” en La Nación, Buenos Aires, 15/04/09
Soler, Paula, “Masivos reclamos por la inseguridad” en La Nación, Buenos Aires, 07/03/09
Sitio de VALOMI: http://www.valomi.com.ar/
Familiares y amigos de Luciano Arruga: http://lucianoarrugadesaparecido.blogspot.com
Periódico MU Febrero de 2010 en http://lavaca.org/notas/luciano-arruga-algo-habra-hecho/
34 SNÉDQE .
Represión/Menores/Imputabilidad
HACIA UNA
INSEGURIDAD MENOR
Escriben Gabriela Iriarte y Pino Oroz
Ilustran Genghis + Mira
­­­­­­­­­­­­E
l juego es así: hay dos
bandos, el de los policías y el de los ladrones; los policías intentan atrapar a los ladrones
y llevarlos a la cárcel, los ladrones
huyen de los policías. El juego es
así y se llama Poliladron, termina
cuando los policías atrapan a todos
los ladrones, o cuando los chicos se
cansan de correr.
Tal vez Diego Bonnefoi era de
ésos que no se cansan nunca de co-
rrer, y es así como a temprana edad
llegó a despuntar con la camiseta
de delantero de un fuerte club de su
ciudad natal.
Bariloche lo vio nacer en los
’90, poco después de la reelección
masiva de ese proyecto de país que
jamás le permitiría proyectar un
futuro, aunque sueños le sobraran,
y de chico fuera pateándolos tan
redondos y parecidos a los que de
chico tuvo ese otro, su admirado
tocayo. Pero la cuota del club subió
y el sueño ya no pudo alcanzarla;
hubo que buscar alguna otra cosa
entonces. La maestra cuenta que
dibujaba bien, así que ese curso de
platería quizás, pero también esa
oportunidad fue mezquina: esta vez
son los fondos municipales los que
no alcanzaron, los que nunca alcanzan a llegar tan alto hasta los del
Alto, fantasmas de las montañas de
Bariloche.
SNÉDQE .35
delito infantil. A priori, parecen dos
recetas que se ubican en polos completamente distintos. Polaridades
que se atrincheran justificándose en
supuestas diferencias ideológicas,
de forma, etc. Sin embargo, las oposiciones se evaporan al compás de
manos parlamentarias que a unísono se elevan para exig­­­­ir penas duras
a adolescentes, niños. Otra muestra
más del montaje que gira en torno
a una mediática oposición. Quienes
velan por la punibilidad más dura
no son más que sinceros oradores
que prefieren reos en pañales que
den sus primeros y últimos pasos
tras las rejas, sin salvedades ni salvación. Los otros, los que han crecido de la mano del discurso progre,
En el Poliladron el chico no
elige si es ladrón o policía; un dedo
gira en ronda al compás de una vieja
rima: “Sandía sandía, tú serás po-licí-a”. Y cuando el dedo señala una
suerte, ésta es inapelable; cualquier
chico lo sabe. Diego, tal vez, mejor
que otros.
Familia de chorros, dicen señalando a los suyos ¿de los chorros
que se afanan y se reparten los millones (o los pocos miles) que pueden hacer más escuelas en el Alto,
o redes cloacales y alumbrado público, o viviendas de material, con
agua corriente y gas, para sobrellevar ese frío de hasta 20° bajo cero,
o quizás mantener abierto un curso
de platería para un pibe que dibujaba bien? No, esa es una familia más
grande de chorros, aunque siempre
se mantenga al margen de la ronda
de juegos.
Policías y ladrones son dos
bandos vecinos del Alto, de barrios
como el de Diego y su familia, o el de
su asesino. El dedo que los marca,
36 SNÉDQE .
sin embargo, lo hace desde la otra
Bariloche, la de abajo, la turística, la
de los egresados, empresarios y comerciantes, la que no conoce el frío
aunque hagan 20° bajo cero, la Bariloche que todos conocemos, menos los de allá arriba. Es esa Bariloche la que dicta las reglas del juego
y exige siempre más seguridad, o
por lo menos la indispensable seguridad de que los otros, esos oscuros
fantasmas del Alto, no van a bajar a
arruinarles la postal.
El pibe tenía sólo 15 años,
pero para entonces algún dedo ya
lo había marcado: esa madrugada del 17 de junio, sospechosos de
robo, Diego y tres amigos huyeron
de un grupo de oficiales. Tal vez era
de esos que no se cansan nunca de
correr, pero tal vez no sabía que las
reglas del juego ya habían cambiado; no trataron de agarrarlo, le dispararon en la nuca.
Penar o integrar. La discusión
parece girar en torno a dos disímiles soluciones para terminar con el
s­e han visto en la necesidad de fallar a éste, a sus propias mentiras,
y dar paso a las palabras de sus adversarios que se adjuntan a un accionar policial impune que siempre
fue avalado por los “Nac & Pop”, el
“gobierno de los derechos humanos”. Unos buscan penar, los otros
“integrar” (aplicando penas). Para
ambos penar es ayudar, en nombre
de las víctimas de la inseguridad o
en nombre de los “pibes chorros”.
Penar no es ayudar.
La discusión que hoy en día
es impulsada por ambos sectores,
de todos modos, no es superficial.
Si bien podemos afirmar que la diferencia hasta el actual quiebre (“si
hemos hecho una reducción de 21
a 18 años para adquirir la mayoría
de edad, hacer una reducción –de
imputabilidad- de 16 a 14 parece lógico”1, Cristina Fernández de Kirchner) giró en torno a dos bandos, la
represión lisa y llana de la derecha
y la línea política del progresismo
de no reprimir (pura ficción), sería
erróneo no reconocer el giro discursivo que han dado quienes hoy go-
biernan, tan a la derecha que llegan
al punto de morder su propia cola.
De todos modos, no es la similitud
de los “contrastantes” lo que aquí
nos ocupa, sino la temática que ha
dado que hablar en los últimos días:
la baja de imputabilidad a menores
de 16 años como solución a una inseguridad que se ha instalado como
primer escalón en las prioridades
de todo aquel que tenga intenciones
de alcanzar el poder o mantenerlo.
La inseguridad no es un asunto menor, comprende un abanico
de temáticas que de ser expuestas
implicarían un extenso artículo que
incluya el desempleo, la pobreza, la
desnutrición, la educación, etc. La
inseguridad merece un trato central. Sin embargo, la “ inseguridad”
que importa es la delineada estrictamente como delito callejero, concepto sesgado que además cuenta
con un irreflexivo tratamiento que
lejos está de habilitar el micrófono
a un contrincante que pueda presentar batalla racional, y en caso de
hacerlo, éste sería escuchado como
si hablase en mandarín ante tanto
monopolio de la solución fácil. Los
antineoliberales, los antimenemistas, son quienes ignoran la inseguridad que se extendió en los ‘90 a
partir de una pobreza estructural
que lejos está de revertirse. Se busca
pasar por alto las raíces sociales que
dan existencia a la “inseguridad”, se
ignora la inseguridad. No es sólo la
tendencia que se impone en la víctima, también se impone en el familiar de la víctima o cualquier otro
que repita lo que el medio impunemente dice. De ahí que un discurso
irreflexivo sea bandera y garante de
votos, así como uno “reflexivo” basado en cientos de palabras que se
orientan a materializar los mismos
fines (encarcelar, criminalizar, torturar, excluir) también lo es. Así
como se olvidan las grandes causas
sociales que permiten explicar los
delitos, se procede del mismo modo
en la búsqueda de soluciones.
De todos modos, éste es el
punto fundamental: la inseguridad
(en su concepción integral, con sus
numerosas aristas, sin comillas) no
es hija del menemismo sino del capitalismo como sistema. La explotación y la exclusión son propias de
este sistema desde su nacimiento,
aunque con el paso de los años la
situación se ha vuelto más delicada.
En nuestro país, los años ochenta
y noventa han sido un fiel reflejo
de esa decadencia, décadas en que
también se registró un importante incremento del delito contra la
propiedad. La inseguridad es un
fiel resultado del proceder del sistema y sus ejecutores. La acusación
de que ésta sea una explicación
difusa y conspirativa se desvanece
ante el concreto accionar llevado a
cabo, por ejemplo, en las cárceles.
Las penas recaen en estos jóvenes
desde su nacimiento, la cárcel sólo
se encarga de formalizarlas bajo
un determinado número de años
en un determinado lugar en el que
estarán, nuevamente, “privados de
la libertad”. El sistema excluye,
las cárceles en lugar de integrar se
encargan de acentuar la exclusión,
legalizarla, engrosando el número de recluidos en penitenciarías a
quienes no se puede ni quiere otorgárseles nuevas posibilidades. Excluidos que sólo tendrán lugar en la
sociedad a partir de organizaciones
delictivas impulsadas o apoyadas
por el sistema penitenciario. La punibilidad de los menores no es más
que la extensión de dicha criminalización que se impulsa hacia los excluidos, es la búsqueda formal de un
lugar a todos aquellos sujetos a los
que ni siquiera se le puede garan-
tizar el lugar de explotados. Se los
aparta. Se los elimina.
La ronda es otra, el juego es el
mismo: antes de desaparecer, como
tantos otros, el pibe tenía alguna
cosa planeada. La insistencia de la
mamá y la incipiente carrera de la
hermana habían ido nutriendo esa
idea que arraigó en lo más fértil de
las entrañas, germinando lúcida y
secreta: iba a retomar los estudios.
A sus 16 años el pibe ya conocía la ausencia, pero también conocía la unión necesaria para salvar
los resquicios que deja; su padre los
había abandonado cuando aún era
muy chico. Tal vez por eso al crecer
fue ocupando un lugar cada vez más
grande entre los suyos, ayudando
en casa con sus hermanos, a veces
cocinándoles, otras cartoneando
con amigos del barrio, o trabajando
12 horas diarias en una fundidora
de metales.
Antes de desaparecer, como
otros antes que él, el pibe conoció
el miedo. A veces el miedo puede
tener la forma de unos tipos con fierros y chapas que te aprietan para
que robes por ellos, porque te liberan la zona, porque te vas a poder
comprar las mejores zapatillas, porque sos menor y si caés salís fácil,
porque la suerte marcada a dedo es
inapelable: “Melón melón, tú serás
la-drón.” Mientras tanto el miedo
te amenaza, te insulta, te hostiga, te
vigila. El pibe conocía las reglas de
ese juego, y el miedo que había forzado a tantos otros como él a entrar.
Pero había alguna otra cosa,
algo que el miedo no conocía del
pibe, un germen nada más, pero un
germen cada vez más enraizado de
rebeldía que se atrevió a desafiar la
mentira. Su vida no era un juego y
ningún dedo podía marcar su suerte; apenas tenía 16 años, no podía
haber sido condenado ya a ese per-
Represión/Menores/Imputabilidad .37
petuo Poliladron. Mucha injusticia
haría falta para contradecir tanta
dignidad.
Antes de desaparecer, Luciano Arruga volvía caminando por la
calle de siempre, un sábado por la
madrugada; su hermana no estaba
en la casa así que no había podido
saludarla. Los del patrullero lo pararon una vez, lo dejaron ir, volvieron a pararlo y esa vez se lo llevaron. Cumplieron con las reglas de
su bando, atrapar y a la cárcel. Uno
menos, y uno más cerca de ganar.
La ausencia impune de Luciano ha dejado resquicios, hasta hoy,
insalvables. Y el juego con cada ausencia se hace más presente.
Bajo la lupa están los menores de 16 años, la arbitrariedad del
enfoque no es inocente ni mucho
menos. Se busca criminalizar a los
jóvenes, estigmatizar a los niños,
otorgarles idénticas competencias
que a los adultos conscientes, idénticas responsabilidades para luego
emprender el paso judicial y encerrarlos. Son ellos quienes no contribuyen individualmente al bienestar
social, son ellos quienes no aceptan
que el lujo tiene dueño. Los legisladores coinciden en estar “lejos de
bajar la edad de imputabilidad”, en
“dar una respuesta a la problemática de los adolescentes entre 14 y 18
años en conflicto con la ley”2. Palabras de Gerardo Morales que despertarían el ensordecedor aplauso
de cualquier auditorio. Mientras
las pronuncia se escucha el suspiro de alivio de los miles, millones
de jóvenes de las clases oprimidas
que esperan fuera del Congreso la
solución. Que finalmente se los pueda juzgar, que se “de respuesta a su
problemática”. El radicalismo, el
kirchnerismo, el peronismo federal,
todos parecen amasar una solución,
38 SNÉDQE .
“la” solución. Es importante hacer
ciertas aclaraciones antes de analizarla críticamente, también lo es
observar que es lo que ésta oculta
y considerar la magnitud de la problemática, la materialidad de la “inseguridad”.
El delito contra la propiedad
en los últimos tiempos ha disminuido, no así el delito contra la persona
que se ha incrementado desde hace
algunos años3. De todos modos el
número de delitos de niños de entre
14 y 15 años es mínimo: “Sobre un
total de 1800 adolescentes menores
de 18 años privados de la libertad
por causas penales en el país, un
17% son no punibles, es decir menores de 16 años: 300 adolescentes.
Ahora bien, cuando se analizan los
delitos que se les imputan a aquellos 1800 adolescentes privados de
la libertad, los datos indican que
sólo un 15% está imputado por homicidio (incluyendo tentativa de
homicidio, es decir casos en que no
se produjo la muerte): 270 casos”4.
Es decir, de los homicidios cometidos se les puede imputar sólo el
17% a 46 menores de 16 años, según datos de UNICEF. El interés
por encontrar un lugar judicial a
estos casos, por pocos que sean,
persigue extender el prejuicio y la
estigmatización al punto de volverse juicio y prisión. No acontece lo
mismo con los crímenes cometidos
por gatillo fácil, que no sólo quedan impunemente archivados sino
que se reproducen día a día gracias
a una responsabilidad política que
excede la complicidad. De acuerdo
al informe anual de la CORREPI
(Coordinadora Contra la Represión
Policial e Institucional) ya son 3093
los muertos por la represión estatal
en democracia y más de la mitad,
1634, corresponden a los gobiernos
kirchneristas. Hasta noviembre de
2010 ya sumaban 220 los casos de
jóvenes asesinados por gatillo fácil
y tortura en cárceles, comisarías e
institutos de menores.
Es importante considerar
que las penas ya existen, más allá
de la exclusión que se transita en la
vida cotidiana y que es claramente
punitiva para la vida de cualquier
sujeto: los jóvenes menores de 16
años sufren la “resocialización” de
los institutos de menores. Las internaciones dejan en ellos huellas que
serán las primeras pero no las últimas. Son institutos como el Rocca,
el San Martín o el Belgrano los que
se encargan de penar a los jóvenes,
prepararlos para nuevos penales,
los de grandes, los que terminan lo
que los institutos inician. También
están las “comunidades terapéuticas”, a las que se ingresa por cupo y
se sale aún más adicto, y en las cuales no son ajenos los casos de violación o abusos. Daniel Miguez, autor
de Los pibes chorros, señala que los
institutos “…se encuentran a cargo
de personas sin la menor capacitación. Encontramos casos de instituciones dirigidas por ex-chapistas
y pintores de autos, ámbitos en la
que la mayor parte del personal no
había concluido la escuela secundaria”5. Miguez también confirma que
se han presenciado casos en que “se
alentó la fuga de menores conflicti-
vos para evitar problemas”.
Los que buscan integrar saben perfectamente que el sistema
judicial se encarga de penar antes
de sentenciar, saben que los institutos de menores son prisiones blanqueadas con una cal de muy baja
calidad, saben cuál es el papel de la
fuerza del orden, saben que el delito no es su enemigo sino parte de la
institución que luce chapa de “monopolio de la fuerza”, amparado y
reproducido por ésta. “Tienen que ir
a juicio, tienen que tener un abogado defensor, tienen que ser responsables”6, sentencia Carrió. “El orden
no es de derecha ni de izquierda”7,
afirma Duhalde. “Parece lógico”,
confirma Cristina. Las tres declaraciones están descontextualizadas,
ninguna le responde a la otra, de
todos modos están inmersas en una
misma temática y en un mismo contexto. En los hechos darán una respuesta integral, irreflexiva, electoral
e hipócrita a la “inseguridad”. Tapar
el sol con una mano es difícil, si las
manos son muchas es más sencillo,
y si están unidas será ley.
De concretarse, los legisladores obtendrían el premio a aplicar la
medida más regresiva en el régimen
penal de los últimos años, una burla
a los pactos internacionales, garantes únicamente de su propia violación. La última dictadura había impuesto la baja de la edad de imputa-
bilidad a los 14 años; con la vuelta
a la democracia se garantizó como
piso para penar los 16 años, formalidad que en su momento ocultara
la reproducción de la exclusión y
la acentuación de la marginalidad.
Los partidarios de la “integración”
que impulsan la exclusión legal saben que encontrar un espacio penal
a los jóvenes, otorgarles la posibilidad de defensa (que tengan las
mismas oportunidades de cualquier
adulto), no es más que otra chicana
discursiva para poner tras las rejas
a generaciones a las que poco se
atendió, y garantizar que próximas
generaciones sean igualmente ignoradas. También argumentan que
las penas serán bajas, hecho que es
absolutamente falso si se considera la duración del proceso más los
plazos de condena esgrimidos en
los proyectos de ley. En el caso del
proyecto de Raul Zaffaroni y Lucila Larrandart se consideran “penas
de siete años para la franja de 14 y
15 años, y de 15 años para la franja
de 16 y 17, lo que transformaría al
régimen argentino en el más gravoso y represivo de Latinoamérica”8.
Quienes dicen repudiar a Blumberg
prácticamente lo citan, toman su
lucha como propia y así garantizan
que nuevos pibes sean marcados a
dedo primero, a plomo después.
3 A partir de datos del Sistema Nacional
de Información Criminal.
4 Datos recogidos de la Asamblea Permanente por los Derechos de la Niñez
de General Pico en su informe de “Los
diez motivos para oponerse a la baja de
imputabilidad penal”.
5 Miguez, Daniel, Los pibes chorros,
Capital Intelectual, 2010. Pág. 108
6 Cecchi, Horacio, “Sigue el debate sin
ton ni son”, en Pagina/12, 26 de enero
de 2011. http://www.pagina12.com.ar/
diario/sociedad/3-161157-2011-01-26.
html
7 S/F, “Duhalde: ‘El orden no es de derecha ni de izquierda’”, en La Razón, 14
de diciembre de 2010. http://www.larazon.com.ar/ciudad/Duhalde-ordenizquierda-derecha_0_195000016.html
8 Asamblea Permanente por los Derechos de la Niñez de General Pico,
Op.Cit.
Notas
1 S/F, “Cristina derivó al Congreso el
debate por la imputabilidad”, en La
Nación, 25 de enero de 2011. http://
lanacion.com.ar/1344377-cristina-derivo-al-congreso-el-debate-por-la-imputabilidad
2 S/F, “Se agita la polémica en torno
a la edad para imputar a los menores”, en Clarín, 26 de enero de 2011.
http ://w w w .c l ar i n . co m / po li t i ca /
agita-polemica-torno-imputar-menores_0_415758538.html
Represión/Menores/Imputabilidad ..39
FISURA
Escribe Sergio Alvez
H
ace mucho que el barrio Centenario no es lo que
era. Y no es sólo porque el empedrado reemplazó
a la tierra roja de los caminos, ni porque la topadora
pasó por encima de la villa pegada al arroyo y ahora esa
gente vaya a saber dónde anda.
Los vecinos ya no toman mate a la mañana en la vereda,
y los árboles de la calle Roque Pereyra fueron talados de
cuajo para hacer el cordón cuneta. Las casas ahora tienen rejas: se murmura que los de la villa vuelven cada
tanto a robar a sus viejos vecinos.
Son las siete del domingo. El sol brotó hace rato. Cristian Vallejos baja por la Roque Pereyra solo, botella de
plástico llena de cerveza en mano. Lleva una piedrita
de cocaína en el bolsillo del pantalón y una roca enorme, indescifrable y pesada en el corazón. Hoy cumple
cuarenta años. Pasó la noche con desconocidos en un
barcito del centro, yendo y viniendo en remís de lo del
puntero al bar. Su andar dominical a estas horas y en
ese estado es una de las pocas postales del barrio que se
mantienen, y es a la vez, el reflejo opaco de los que perdieron la juventud en la sombra de la nada. Todos los
sábados, desde hace veinte años o más, Cristian hace lo
mismo. Alcohol, falopa, de vez en cuando alguna concha, y después la decadencia de la mañana: el regreso
sin gloria al Centenario. Pero se fue quedando solo. Con
los años, la compinchada barrial se fue alejando. El Negro Mattos se casó hace tres años y no volvió a pisar la
calle. Lucas y Rocky se fueron a pelar ovejas al sur y
no volvieron más. Pilincho se hizo embarcadizo y cada
tanto manda una carta. Y así, cada uno tomó un rumbo
lógico, porque lo ilógico siempre parece ser quedarse
en el mismo lugar haciendo las mismas cosas, y lo más
insoportable, siendo siempre el mismo.
Cristian le da un trago a la botella de plástico. La cerveza le saca algo de pastosidad a su boca. Alguien le saluda desde una ventana. Cristian no alcanza a ver. Sabe
su rutina. Se meterá en la calleja donde estaba antes la
canchita de fútbol, y sentado en el viejo tanque de agua
que alguien abandonó, terminará la cerveza esperando
por cualquiera que esté dispuesto a compartir lo que él
tiene para ofrecer esta mañana: merca, plata para dos o
tres cervezas más, y la intención egoísta de mantenerse
alejado de la angustia por medio de la charla.
La cerveza se termina. No apareció nadie. El barrio es
cada vez menos lo que era. Y esto dilata el corazón de
40 SNÉDQE .
Cristian más que la merca ultra cortada que le venden
en El Brete.
Un poco de porro le deja medio opa; deben ser las ocho.
No le quedan cigarrillos y el único kiosco que podía estar abierto un domingo a esta hora no lo está.
Levanta la vista, y haciendo visera con la mano observa
a los que vienen caminando hacia dónde él está, cruzando el antiguo potrero. No alcanza a distinguir quiénes son: el sol recubre las siluetas de brillo.
Pero enseguida, la duda se disipa. Es Fernando, el Pelado. Hasta hace unos años, Fernando era uno de sus
más fieles camaradas de salidas reventonas. Va con su
esposa y sus dos hijitos. El Pelado luce impecable en su
sencillez: camisa y pantalón, todo limpito y planchado,
el pelo bien peinado y corto, una sonrisa de paz. La mujer sostiene a los niños de la mano, uno por mano, ellos,
todos, también sonríen.
Cristian no puede evitar sentirse avergonzado cuando
Fernando le extiende la mano, y ampliando aún más su
ancha sonrisa, le dice buen día y feliz cumpleaños. Cristian no puede creer que alguien se acuerde. Contiene el
llanto, y esto hace que sus ojos se enrojezcan un poco
más de lo que ya estaban a causa de la marihuana llena
de amoníaco que también compró en El Brete.
Fernando y su familia se dirigen a la iglesia, al templo
evangélico que se instaló en la esquina de Moritán y 3
de Febrero. “El culto” dice Fernando por la ceremonia
que comienza a las nueve.
Le invitan a ir. La mujer y los niños han rodeado la escena y observan a Cristian sonrientes y plenos de una
alegría serena que pareciera venir de un lugar que a é
le parece más lejano e inalcanzable que la reconchísima
de su madre. Como por inercia, acepta. Se pone de pie y
camina junto a la familia.
En el trayecto, los niños cantan una alabanza, como
practicando lo que luego harán en el templo. Al cantar,
buscan la aprobación de los adultos con la mirada. Cristian les sonríe, o intenta hacerlo, mostrando los dientes
con la mandíbula tan rígida que hasta pareciera que al
abrirse sus labios en busca de sonreír, un sonido como
de puerta vieja y sin aceitar irrumpiese dentro de su
cráneo. Tiene muchos deseos de hablar, pero le da vergüenza expresarse en ese estado frente a la familia del
Pelado. Entonces camina, a la par, oyendo a los niños
cantar:
Señor, me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho
mi nombre; en la arena, he dejado mi barca, junto a ti
buscaré otro mar.
Cuando llegan al templo, algunos conocidos del barrio
se acercan a saludar a los recién llegados. Algunos conocen a Cristian.
Fernando y su familia se ubican al frente, en primera
fila. Cristian se queda en el último banco de la fila, dónde a excepción del pastor todos le dan la espalda. Comienza la ceremonia. Enseguida, se levanta, cruza una
mirada con el pastor, y se va, de regreso al rebaño de los
descarriados. A buscar otro mar.
Palpa en el bolsillo el bollito metálico. Lo saca del bolsillo. Lo abre. Mientras camina caza un granito blanco
con la uña y se lleva el dedo a la nariz. En dos segundos el granito golpea la puerta de su cerebro y le dice
buenos días a todos los demás granitos que bailan allí
desde la noche anterior. Después otro. Y otro. Ya a esta
altura el sol es un objeto insoportable, el más detestable
accesorio de la vida.
Del otro lado del arroyo, la última esperanza: María.
Las viejas del barrio van a hacerse masajes con María
desde hace más de 30 años, cuando era ella una guanita de 18 años, flaquita, que recién empezaba con eso
de los masajes como agregado a la peluquería de su madre. Con el correr del tiempo, se fueron sumando hombres, que más que los masajes buscaban los petes de la
María, ya convertida en un mujerón de caderas anchas
como una heladera enan.
Cristian golpeó la puerta. La María apareció con cara
de dormida y le dijo que estaba cerrado. Parecía muy
chinchuda y Cristian sabía que era porque estaba con la
regla, porque sino la María no le niega un pete a nadie.
A nadie que tenga los 50 pesos para pagar semejante
servicio. Pero Cristian no sólo no tiene esa guita esta
mañana, sino que además no quiere entender que la
María sólo quiere dormir. Al principio ella le rechaza
con dulzura pero después se harta de las indignas súplicas de él y le despacha de un portazo no sin antes
decirle que no rompa más la paciencia, que ni siquiera
se le debe parar en ese estado.
Cristian no es violento. Nunca lo fue. Toda la violencia de su alma, infinita y brutal, sólo combate puertas
adentro de su ser. Cuando mucho, se le da por golpearse la cabeza contra el azulejo de un baño o arrancarse
un mechón de pelo. Con los demás nunca.
Se aleja de la casa de María, tentado de pellizcar otro
poquito de merca. Más que otro poquito le gustaría sentarse en algún lugar y armar un par de líneas como Dios
manda. Porque Dios está en todas partes y estas cosas
también las manda. La merca también forma parte de
las cosas de Dios. Su nariz sagrada se hunde en todos
los platos del pecado disueltos por el planeta. Dios es
paranoico porque toma merca, por eso está en todos
lados, por eso nunca descansa, por eso no durmió en
siete días. Por eso hizo del mundo un lugar tan cínico
y terrorífico, piensa Cristian. Piensa y piensa (siempre
más y más… ¿será por el aburrimiento?)
El único que puede tener cigarrillos a esta hora es su
viejo. No queda más remedio que volver a casa. El viejo
ya está acostumbrado a ver a su hijo volver en cualquier
estado. ¿Quién no se acostumbra a lo mismo en veinte
años? No lo juzga, pero hay dos cosas que este padre
nunca hace: recibir al hijo con una sonrisa, y prestarle
la camioneta.
Cuando Cristian entra a la casa, el viejo está sentado al
lado de la parrilla humeante, tomando un vaso de vino
y escuchando Atahualpa Yupanqui en su pasa-cassette.
Es su solitario ritual de los domingos: asado de falda
para uno, música, vino, y los dos perros rodeando la
parrilla a la espera de los huesos que mucho más tarde
recibirán.
Ni siquiera comparten el asado ni el vino. Cristian siempre llega sin hambre y demasiado borracho como para
aceptar un vaso del tinto de cajita que toma su padre.
Le pide un cigarro. Lo enciende con la brasa de la parrilla. No hay diálogo. Fumando, Cristian atraviesa la
galería y se sienta en la mesa de carpintero de su padre.
Sabe que ahí puede armar unas líneas tranquilo, lejos
de la vista del viejo.
De pronto, el padre se acuerda que es el cumpleaños de
su hijo y por una vez en la puta vida intentará darle un
abrazo. Pero cuando se acerca, sigiloso y temerario, encuentra a su hijo con un billete de diez pesos enroscado
en la fosa nasal derecha, desorbitada la mirada sobre el
plato. Cristian no alcanza a verlo. El viejo vuelve a su
lugar junto a la parrilla. Atahualpa sigue cantando.
Cristian se va a su pieza. La mañana le parece más larga que la noche. Cuarenta años. Recuerda que cuando
cumplió treinta, rodeado de amigos una mañana como
ésta se convenció de que la juventud eran otros diez
años más.
Hacia el mediodía, cuando su padre se dispone a comer
su asado, Cristian sale de la casa rumbo al cementerio.
Llevará flores a quien lo trajo al mundo. Y ahí, sí, en el
silencio y la soledad de los nichos, dejará que la fisura y
la resaca se desplomen en un llanto liberador, hasta el
próximo fin de semana.
SNÉDQE .41
Estado/Violencia/Narraciones
NOMBRAR LA MUERTE:
ACERCA DE “EL NIÑO PROLETARIO”,
DE OSVALDO LAMBORGHINI
Escriben Julián Mónaco y Alejandro Pisera
Ilustra Jerónimo Tuñón
N
o debemos pensar
al Estado solamente
como un aparato político, sino también como una máquina cultural1,
una máquina de inventar relatos.
Esos relatos, esas narraciones estatales, intentan –muchas vecesocultar la historia del Estado (su
fundación, su sostenimiento) cuya
verdad es la de la violencia ejercida sobre los cuerpos. Siendo que el
Estado y la dominación de ciertas
42 SNÉDQE .
clases por sobre otras se funda sobre la violencia, ese Estado y esas
clases tienen que contar historias
que la escamoteen, historias que
desplacen esa violencia pues, como
afirma Terry Eagleton, cuando el
Estado pone de manifiesto el uso
de la fuerza -su poder para disciplinar y castigar-, la dominación se
hace evidente, pudiendo convertir
al poder en objeto de contestación
política. Así, “para el poder es mu-
cho mejor, en general, permanecer
convenientemente invisible, diseminado por el entramado de la vida
social y, de este modo, naturalizado
como hábito, costumbre o práctica
espontánea”2
Para nosotros, El niño proletario de Osvaldo Lamborghini es
un relato alternativo y opositivo a la
narración estatal pues, justamente,
exacerba, hiperboliza esa violencia
ejercida sobre los cuerpos que de-
termina la dominación de una clase
por sobre otras. Al ocultamiento,
Lamborghini le responde con una
operación directamente inversa,
con la exposición más cruda: “a
empujones y patadas zambullimos
a ¡Estropeado! en el fondo de una
zanja de agua escasa. Chapoteaba
de bruces ahí, con la cara manchada
de barro (…) Gustavo le tajeó la cara
al niño proletario de arriba hacia
abajo y después ahondó lateralmente los labios de la herida. Esteban y
yo ululábamos”. Es la representación del niño subalterno despojada
de toda “caridad” o idea de consuelo
o reparación: una representación
a pura violencia, pura violación y
pura muerte. Y a puro goce, también.
Como Rodolfo Walsh, Lamborghini discute con el Estado acerca de la verdad, pero no en este caso
la verdad de un símbolo popular
(como sucede en Esa mujer) sino la
de los relatos que la máquina simbólica Estado genera para ocultar
que también es una máquina de la
violencia. Esa violencia es la que
trae a primer plano Lamborghini.
Tan grave como reducir al Estado
a un aparato político sería entonces
–repitiendo el error culturalistareducirlo a una maquina cultural,
en tanto el Estado es también aquel
que, como afirma Weber detenta el
monopolio de las fuerzas coercitivas
legítimas3.
En este esquema de operaciones simbólicas para ocultar la violencia, el Estado cuenta con un instrumento de importancia central:
la escuela, la máquina más exitosa
de producción y difusión de relatos.
Así, la operación de la maestra de
nombrar “¡Estropeado!” a Stroppani puede leerse como una operación
equivalente a la de un Estado que,
en su fundación, nombró como “desierto” a un territorio habitado por
“los indios”. Nombramiento que
legitimó su exterminio. Del mismo
modo, señalar al niño como “¡Estropeado!” (es decir, como algo inservible, arruinado, carente de toda
potencia) es legitimar la violencia
ejercida sobre él: los tajos, los golpes, la violación, el desprecio. Por
eso puede decir con toda seguridad
Eduardo, niño burgués que narra:
“desde este ángulo la muerte de un
niño proletario es un hecho perfectamente lógico y natural. Es un hecho perfecto”.
Mucho más honesto y útil que
interrogarse hipócritamente por
cómo ha sido posible un asesinato
tan atroz –haciéndole el juego al
espectáculo- es indagar atentamente en los dispositivos y operaciones
que hacen posible que un ser humano pueda ser radicalmente privado de todo derecho, al punto de
que cualquier acto cometido contra
él o ella se vuelva literalmente posible. Al punto de que su muerte
pueda constituir un hecho legítimo
y perfecto. En nuestra perspectiva,
el efecto principal de ese “¡Estropeado!” lanzado por la maestra que
Lamborghini repone una y otra vez
no es otro que el de producir una
vida descualificada, estropeada,
cuya condición de “matabilidad”
deviene así óptima. La muerte del
niño proletario puede ser perfecta
porque es una víctima perfecta.
Frente a una suerte de mitología que señala que el ser humano nace desnudo y luego es arropado con el vestido de los símbolos, de
las identidades, preferimos seguir
aquí la propuesta de Giorgio Agamben quien ha señalado que, por el
contrario, el ser humano es, antes
bien, un sujeto siempre-ya vestido
con capas simbólicas diversas al que
luego se desnuda: de una forma de
vida a la vida desnuda, la vida convertida en mera materia biológica4.
Esa suerte de “desvestir” simbólico,
a través de sucesivas cesuras y cortes, es el que ejecuta el Estado encarnado en el sistema escolar sobre
el niño proletario.
Cada nuevo grito de la maestra es un desgarramiento más y
forma parte de un minucioso y paciente trabajo de elaboración de eso
que Agamben denomina nuda vida:
una vida radicalmente desprotegida
a la que se puede dar muerte sin por
ello cometer un asesinato, pues ha
sido abandonada, nombrada como
una vida que no merece ser vivida.
Ante esa vida se han topado los niños burgueses.
Siguiendo ahora a Michel De
Certau, el gesto de nombrar también nos habla de una relación desigual: hay quienes poseen el poder
de la nominación (sujetos poderosos, instituciones) y hay quienes no
lo poseen y son nominados. El niño
proletario, como los sectores subalternos, no puede administrar los
modos en que se lo enuncia. Su condición predominante es la afasia.
Una intuición: publicado en
1973 El niño proletario anticipaba
con crudeza la radical exposición
a la condición de vidas desnudas a
la que serían sometidas las vidas de
muchas personas en la Argentina de
aquellos años, y en los venideros.
En la entrevista que hace
las veces de prefacio a Estado de
excepción –realizada por Flavia
Costa- Agamben se ocupa de dejar
en claro el hecho de que aquello que
llama vida desnuda o nuda vida no
es nunca un dato natural, sino una
Estado/Violencia/Narraciones .43
producción específica del poder. “En
cuanto nos movamos en el espacio y
retrocedamos en el tiempo, no encontraremos jamás –ni siquiera en
las condiciones más primitivas- un
hombre sin lenguaje y sin cultura.
Podemos, en cambio, producir artificialmente condiciones en las cuales algo así como una nuda vida se
separa de su contexto: el musulmán
en Auschwitz, el comatoso, etcétera”. Ni siquiera en las condiciones
más primitivas podemos encontrar
un hombre sin lenguaje, sin embargo el poder sí puede producirlo artificialmente: “¡Estropeado! no podía
gritar, ni siquiera gritar, porque su
boca era firmemente hundida en el
barro por la mano fuerte militari de
Gustavo”. Sistemáticamente impedida, la voz del niño proletario es
una potencia que nunca puede actualizarse. Tanto es así que cuando
el niño proletario abre su boca no es
para otra cosa que para practicarle
sexo oral al narrador, uno de los niños burgueses que lo atacan.
He aquí, entonces, nuestro
camino de lectura: presentar el texto de Lamborghini como una contestación expresa al escamoteo de
las narraciones estatales. Contra
una hegemonía hermenéutica que
describe al Estado como un espacio
de consenso, como un articulador
objetivo de las relaciones sociales,
Lamborghini expone la dominación
fundada en la violencia, en el odio
de clase. Contra un relato oficial de
la escuela que la supone como lugar de “igualación”, como lugar que
zanjea diferencias de clase, Lamborghini opone un relato que ubica
a la escuela como lugar donde esa
disimetría de clase encuentra legitimación. Así, disputa la hegemonía
de los relatos estatales, exponiendo ese costado que el relato oficial
44 SNÉDQE .
oculta: la violencia sobre la cual se
monta. Y el cuento de Lamborghini
es la clara exposición de esa violencia, simbólica y física, que instaura
y reproduce una desigualdad.
Post scriptum 1. Israel y los orígenes del Estado.
Siempre que nos retrotraigamos lo suficiente en el tiempo
encontraremos que toda propiedad
o dominio sobre la tierra se funda
sobre la violencia. Esa violencia primera, que también es la que funda
los Estados, sólo puede sernos desconocida porque una compleja y
eficiente máquina de relatos se ha
montado sobre ella, ocultándola y
desplazándola.
La violencia originaria de los
Estados constituye el “crimen fundador” del que tantos pensadores
políticos han hablado y que debe ser
sistemáticamente mitigado a través
de narraciones heroicas, legitimadoras de un estado de cosas pasadas
y presentes.
Si partimos desde esta perspectiva, el caso de Israel es un caso
particular que merece ser atendido, pues, como ha sugerido Slavoj
Zizek, Israel se constituye como
Estado cuando tales crímenes fundadores ya no son aceptados por la
“comunidad internacional”. La desgracia de Israel, dice Zizek, es que
se estableció como Estado-Nación
uno o dos siglos después que el resto de los Estados modernos, cuando
los Estados ya no están exentos del
juicio moral y pueden ser juzgados
por sus crímenes5. Cuando el realismo político (“sólo es tuyo lo que
puedas defender”) que sostiene
la primacía de lo político sobre la
moral se ha debilitado como fundamento de legitimidad.
Como una suerte de ventana
que mira hacia el pasado, Israel nos
muestra a un Estado que aún no ha
logrado reprimir, enviando hacia
tiempos inmemoriales, la violencia siempre ilegitima (e infundada)
sobra la que se ha fundado todo Estado. Nos muestra aquello que la
máquina estatal de relatos pretende
hacernos olvidar.
A un Estado estallado, cuya
borghini o Walsh podía resultar fácil
disputar los relatos de la maquinaEstado, pues solo era necesario disputar lo arbitrario de su legitimidad
así como su rol de garante de ciertas
relaciones sociales desiguales. Al
Mercado, por el contrario, le corresponden una multitud de narraciones. El Mercado nos habla todo el
tiempo, y desde diferentes lugares y
roles. Lo que hay que contestar, en
consecuencia, es una profusa trama
de relatos aparentemente disímiles,
que ocultan una multitud de violencias cotidianas.
Entonces: ¿cuál es el relato
del Mercado? ¿Hay un relato? ¿Cuál
capacidad de constituirse en el nomos cultural de la sociedad está
ahora en discusión, le corresponde
un Mercado prolífico en la producción de relatos y ficciones sobre y
para esa misma sociedad.
Para escritores como Lam-
es el adversario? ¿Cómo identificarlo? ¿A qué violencias responderle?
Disputarle al Mercado su verdad o
sus verdades –y a quienes, por beneficio propio, las insuflan-, oponerle otra u otras verdades cuando las suyas han saturado casi por
Post scriptum 2. Relatos de Mercado.
completo nuestra conciencia (y
nuestra inconsciencia) puede resultar sumamente complejo, pero es
el modo de recoger el guante. Allí
hay una tarea impostergable, y suficiente aire como para que nuevos
y nuevas escritores y escritoras encuentren su respiración.
Notas
1 Sarlo, Beatriz: La máquina cultural. Buenos Aires, Planeta, 1998.
2 Eagleton, Terry: Ideología. Una introducción. Barcelona, Paidós, 2005.
3 Weber, Max: Weber, Max; Economía y Sociedad, FCE, México, 1992.
4 Agamben, Giorgio: Estado de excepción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2007.
5 Slavoj, Zizek. Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Buenos Aires, Paidós, 2010.
Bibliografía
Eagleton, Terry: Ideología. Una introducción. Barcelona, Paidós, 2005.
Agamben, Giorgio: Estado de excepción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2007
Agamben, Giorgio: “Qué es un campo” en Revista Artefacto nº 2, Buenos Aires, 1998.
Sarlo, Beatriz: La máquina cultural. Buenos Aires, Planeta, 1998
Weber, Max: Weber, Max; Economía y Sociedad, FCE, México, 1992.
De Certau, Michelle (en colaboración con Dominique Julia y Jacques Revel): “La belleza del muerto: Nisard”. En La cultura
plural, Buenos Aires, Nueva Visión, 1999.
Slavoj, Zizek. Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Buenos Aires, Paidós, 2010.
Estado/Violencia/Narraciones .45
ALTERNATIVAS
PARA EL OCIO
(O UN TRIBUTO A MARAVILLOSAS
OCUPACIONES, DE JULIO CORTÁZAR)
Escribe Nicolás Israel
A
bra la puerta del horno y enciéndalo. Durante
la siguiente media hora lea a Orwell o ponga
en una bolsa toda la ropa que ya no le entra. Una vez
transcurrido este período, acérquese nuevamente a
la cocina. Moje su mano con agua y arroje unas gotas
hacia la superficie del horno. Intente dilucidar cuál es el
sonido exacto que emite el líquido al golpear contra la
base caliente, a saber: pzz, czz o tzz. No acerque mucho
su oreja: se puede quemar. Cuando se frustre, repita el
proceso, pero, en lugar de gotas, dispare breves chorros.
Entonces, su desafío sufrirá una modificación, a saber:
pzzzz, czzzz o tzzzz.
Enciérrese en un baño. Párese frente al espejo, la cara
paralela al suelo, fija la mirada en el usted de enfrente.
Acérquese hasta que su nariz roce el reflejo de su nariz.
Ahora, sin cerrar los ojos, bésese profundamente:
explore con su lengua todos los rincones bucales de su
oponente simétrico. Mientras lo hace, permítase dudar
46 SNÉDQE .
de su sexualidad. Al finalizar, lávese los dientes: el
eucaliptus fresh le resultará mucho más agradable que
su terrible aliento a espejo.
Entre a cualquier vagón del subte, de cualquier línea,
en cualquier dirección. Quédese parado en la mitad
del vehículo. Mire hacia el costado y, con su tono más
común e indiferente, diga “alféizar”. Cuando varios
pasajeros, perturbados por la interrupción del silencio,
volteen hacia usted, dígalo nuevamente. Camine por
todo el lugar sin dejar de pronunciar la misma palabra.
Al cabo de unos minutos, siéntese en el piso, apoye los
codos en sus rodillas y tápese la cara con la palma de
sus manos. Llore. Grite “alféizar”. Grítelo como si se
hubiese recostado sobre un batallón de agujas. Al llegar
a la última estación, abrace a cuanto individuo tenga a
su alcance. Salga, súbase a un taxi y pídale que lo lleve
a almorzar.
LITERATURA(S)
Señor, quizá esté vivo. Le vi cómo batía
las olas y cabalgaba sobre ellas.
Seguía a flote y rechazaba la embestida
de las aguas, afrontando el oleaje.
Su audaz cabeza descollaba sobre olas
en combate y, remando con brazos vigorosos,
alcanzó la costa.
La tempestad, Acto II, escena II.
La
del nadador es una buena imagen para pensar un tipo de interacción fértil y productiva entre las
-¡nunca la tradición!- y los textos nuevos. El nadador produce activamente la corriente
que lo sostiene: doma las olas, pero para que ellas, a su vez, le den impulso. En La tempestad, Fernando,
el protagonista,
se encuentra con una fuerza, y es justamente esa pugna, ese tener un otro antagónico
y resistente el que le permite actuar sobre ese océano y nadar en él. Se trata de un combate a vida.
Una interacción y un diálogo fecundos entre textos jóvenes y unas tradiciones que esperán a ser recreadas es,
precisamente, aquello que Juan Laxagueborde apunta como el rasgo distintivo del proyecto editorial Mansalva. En
El ensamble policrómatico interacción debe leerse como todo lo contrario a una integración pobre, mimética. Se
trata, para Mansalva, de asegurar el presente como espacio de creación y de brazadas frenéticas.
tradiciones
Fruto del azar, Juan Martín Bregazzi escribe para experimentar un encuentro con su tío abuelo: Héctor Viel
Temperley. Como en las poesías de “Etomín”1, el lenguaje se emancipa un poco de la mera función instrumental
que solemos atribuirle: no ocupa ya el lugar del medio para la comunicación, sino el de un territorio que permite
explorar, ir más allá. Esa comunión entre Juan Martín y su tío abuelo nos permite, además, anudar los versos
del escritor argentino con nuestras propias lecturas de El erotismo, de Georges Bataille: porque Viel Temperley
también escribe a la nostalgia por la continuidad perdida –con la naturaleza, con les otres-, encontrando en la
inmensidad del mar la posibilidad de ser, parafraseando a Bataille, “una ola perdida en la multiplicidad de las olas”.
La literatura, como dispositivo de diálogo entre lxs muertxs, lxs vivxs y lxs veniderxs, nos permite husmear en otras
formas de escritura. Sin música de fondo, de Sofía Conti, nos sumerge en un recorrido otro: aquel de tiempos más
lentos, de pausas aguantadas y de momentos sin aliento. El paisaje que nos ofrece alude a una especie de ruralidad
perdida que Sofía rescata sin mención explícita.
En los tres textos el lenguaje sale a flote. No se trata solamente de un medio de expresión: la escritura hace de
sí misma una experiencia. Tampoco resulta importante si los textos representan a la literatura contemporánea. Lo
valioso es lo que nos presentan.
Notas
1 Tal como llamaban sus allegadxs a Héctor Viel Temperley.
SNÉDQE . 47
Océano/Poesía/Erotismo
HÉCTOR
VIEL
TEMPERLEY:
EL POETA
QUE COMULGABA
EN EL MAR
Escribe Juan Martín Bregazzi
48 SNÉDQE
Todas las lágrimas de mi vida volverán a mis ojos, y por las
hondas sedas de un pecho de caballo querré internarme,
huir, refugiarme en mi casa de trozos esparcidos de ballena: mi casa
como cuerpo de varón recién nacido en el tórrido vientre del silencio.
Héctor Viel Temperley.
Etomín y sus abrazos de agua
Una vida espiritual, entre el
campo y el agua, entre brazadas,
crawls y momentos de soledad, es
lo que leo en las poesías de mi tío
abuelo. Porque Héctor, mi tío, era
poeta, y de esos que no pasan desapercibidos. Héctor Viel Temperley
o Etomín, como lo llamaba su familia, murió en 1987 cuando yo tenía
dos años. No lo conocí en persona;
me enteré de su existencia hace
unos años, cuando por casualidad
di con algunos de sus libros en la biblioteca de casa. Lo que más sé de
él lo obtuve de sus poemas. Sus experiencias, visiones y sentimientos
fueron conformando lo que ahora
es para mí. No sólo mi tío abuelo,
claro, sino también un poeta con
mucho talento, un hacedor de imágenes fértiles sobre la tierra y el
alma. Héctor o Etomín fue también
el tío de mi viejo, y como un segundo padre para él. Esa relación que
forjaron –aunque fragmentaria y
esporádica- fue tan importante para
mi papá que, cuando recuerda a
Etomín, lo hace con los ojos empañados de lágrimas.
Para el ‘nadador’ Octavio,
con un abrazo de agua reza la dedicatoria que mi tío abuelo le escribió
a mi papá sobre la segunda página de su libro El Nadador. Ambos
compartían un placer enorme por
el agua, por la necesidad de meterse y bucear en ella. Soy el nadador,
Señor, sólo el hombre que nada.
Gracias doy a tus aguas porque en
ellas mis brazos todavía hacen ruido de alas, escribió en uno de sus
primeros libros, donde se advierte
también una relación especial con
la naturaleza, la tierra y la vida alejada de la ciudad. Mi viejo se acuerda de Etomín como aquel que fue el
padrino de su confirmación, como
aquel que viajaba a realizar retiros
espirituales, todos los años. Como
el que le regaló, una vez, una herradura que pasó a ser –desde ese momento- un elemento central en su
escritorio. En ese entonces mi papá
ya había perdido al suyo, en un accidente automovilístico. Héctor, sin
saberlo, pasó a ser, un poco, la figura paterna que persistió en su vida
desde ese momento. Etomín fue un
nómade y nunca vivió en una casa
que sintiera como su verdadero hogar. Su andar moldeó lo que fue:
Pienso un poco en mi casa. No,
nunca tuve casa. / Pienso un poco
en mis hijos. / Mis hijos son mi casa
/ como estas estrellas son la casa /
de mis ojos.
(Plaza Batallón 40 – 1971)
Etomín nació en 1930. Empezó a escribir en verso a los 15 años,
mientras cursaba el secundario en
el colegio de Barrio Norte “Champagnat”. Al egresar entró a trabajar
en el diario Crónica, pero al poco
tiempo decidió cambiar de rubro y
probar con la publicidad, un sector
laboral en ese entonces poco común. Intento imaginarme qué habrá sido laburar como publicista en
los años ‘50, y sólo se me presentan
imágenes de heladeras SIAM de los
diarios de la época. Desconozco si
habrá sido algo así lo que hizo en
un principio, pero sé que paralelamente solía escaparse durante se-
manas al campo que la familia tenía
en Dolores. Ese campo en el que
después trabajó, que está ubicado al
lado del bar “Al ver verás” en ruta 2,
es uno de los escenarios típicos de
los poemas de Viel. Sus caballos, la
tierra, el mar. Pero también Dios,
Jesús y un trasfondo religioso que
comenzó a influir, cada vez con más
intensidad, en sus últimas obras.
Es difícil llegar a la capilla: se puede orar entre las cañas / en el viento debajo de la cama.
(Pabellón Rosetto, Hospital Británico -1986 ).
Jesucristo aparece a través de
un rufián.
“Los primeros libros de Viel
pertenecieron cabalmente al ámbito social y cultural de dónde provino; después sus propias entradas
y fugas tornarían cada vez más excéntricos los siguientes” afirma el
prólogo de una edición venezolana
de Hospital Británico, el último libro de Etomín. Es que en sus primeros libros –Poemas con caballos
(1956), El nadador (1967) y, Humanae Vitae mia (1969)- se nota
sólo de manera germinal todo el
carácter “religioso” y espiritual de
sus últimos libros. “La de él es una
búsqueda espiritual, y su escritura
es ni más ni menos que la puerta
de acceso a ese espacio divino”, escribe Julián Garino. Y agrega: “Viel
no mira el mar acordonado desde
una playa con una pipa en la boca.
No, Viel está allá adelante y lo único
que vemos de él son los arcos que
dibujan sus brazadas mar adentro y
que se asoman entre las olas”.1. Una
“mística trastocada” dirá la crítica
que la obra de mi tío abuelo propone2. Una comunión entre lo terrenal, lo corporal y el alma, diría yo.
Océano/Poesía/Erotismo ..49
Entre mis ojos y los ojos de Christus
Pantokrator nunca hay piso. Siempre hay dos alpargatas descosidas,
blancas, en un día de viento.
(Hospital Británico, 1986)
La vida bohemia de Etomín y
-su forma poco común de referirse
a la fe- no debe llevar a caracterizar a sus creaciones como impertinentes o sacrílegas, sino todo lo
contrario. El respeto que tenía por
lo religioso y sus figuras es incuestionable. Lo que es cierto es que su
forma de concebir la espiritualidad
está relacionada con el plano de lo
material, y esto genera asombro en
sus nuevos lectores. “Dios es idéntico a un marinero, tal vez un marinero judío, por la mandíbula tan
fuerte, cuadrada” dijo una vez en
una entrevista3, haciendo alusión,
también, a la tapa de Crawl (1982).
“¿Un poeta religioso? No. De ninguna manera. Seré un místico, un poeta surrealista, cualquier cosa, pero
no religioso. Hablo de marineros y
de nadadores. Jesucristo aparece a
través de un rufián, de un vago, de
un bañero. Pongo ‘besarme el rostro
en Jesucristo’ queriendo decir que
Cristo me había llevado a besarme
a mí mismo en él. En él, pero a mí
mismo, eso es lo que me interesa.
No me dirijo a él dejando de lado mi
amor por esa chica al lado de la lámpara: lo busco ahí”.
Reseñas y alejamientos conscientes
Los críticos literarios hablaron de él y coincidieron en caracterizarlo como uno de los mejores
poetas del siglo XX4. Pero a Etomín
nunca le interesó involucrarse en
el campo literario, ya sea yendo a
charlas o jactándose de lo conseguido con su obra. “Su visión de la existencia humana pasaba por el cuerpo y la fe en Dios”, explica su hija
Soledad, en una entrevista otorgada
50 SNÉDQE .
a una revista de poesía. “Por ello
nunca le interesó presentar un libro, participar de ninguna mesa o
debate literario, ni siquiera producir crítica literaria. Siempre se mantuvo al margen y era consciente de
su elección.”
“Siempre huí de las presentaciones” afirmó Viel. “Tenía la intención de romper mi poesía; la notaba
demasiado rígida, como atada a un
molde, un principio, un medio, un
fin: sabía qué iba a decir. Después
pasé a decir, a ver, empezó a interesarme la poesía que me permitía
no solamente esconderme sino evadirme y hacer un mundo, tener un
mundo.” El punto de inflexión y de
cambio pareció llegar después de
Carta de Marear (1976). Sus últimos tres libros, Legión Extranjera
(1978), Crawl (1982) y Hospital
Británico (1986), comparten un estilo más libre, irracional y surrealista.
Los nueve libros de Héctor
-más las reapariciones de sus poemas en diversas antologías- fueron
editándose con el tiempo en varios
países, sobre todo en Latinoamérica. En los próximos meses sus obras
arribarán a España. Por la publicación de su primer libro, Poemas con
Caballos (1956), recibió la Faja de
Honor de la Sociedad Argentina de
Escritores. Ese mismo año se casó
con Maruca, la tía de mi papá. Con
la repercusión de sus creaciones en
nuestro país ocurrió lo que sucede
a menudo con los poetas que no
apuntan a un público masivo: comienzan a ser conocidos sobre todo
después de su muerte. El novelista
Fogwill, por ejemplo, lo mencionaba mucho en las entrevistas que le
hacían; recordaba a Viel como un
poeta singular y necesario. Incluso
se han publicado investigaciones
financiadas por el CONICET sobre
Etomín5. Pero, así y todo, en la actualidad no deja de ser un escritor
esencialmente “de culto”, seguido
por un grupo de lectores pequeño
pero fiel.
En 2004 Ediciones del Dock
publicó sus Obras Completas. En
el prólogo, Tamara Kamenszain advierte que “un ángel acompaña la
obra poética” de Etomín. Pero es un
ángel que camina, descalzo y bajo
el sol, largos trechos de arena y tierra argentina. Andrés Ugueraga comenta en ese sentido que “sus versos guardan la frescura de la arena
y del mar. Insinúan esas imágenes
en que el agua, el sol y el airoso cielo
azul de algún verano, siempre o casi
siempre están. El lector, al toparse
con las Obras de Temperley suele
sentir un dejo de agradecimiento”
Sé que a la tierra me unen dos tobillos, / y sé que boca abajo, en
mar o pampa, / sólo los siento por
la espuma, el pasto / que arrojan
desatados a mi espalda. / Pero sé
que si el cuerpo se me tiende / hacia
los cielos, boca arriba el alma / y
nadada por nubes que no vuelven
/ a cruzar otra vez por mi mirada,
/ se resuelven en cepo mis tobillos /
y siento que me ahogo sin dos alas.
(El cepo – Poemas con Caballos,
1956)
El libro que se armó solo.
Tuvo siete hijos: Juan Cruz,
María Victoria, María Clara, María
Verónica, María Soledad, Juan Bautista y Facundo. El primero murió
un año después del fallecimiento de
Etomín. La enfermedad, la muerte
y el dolor fueron, también, temas
recurrentes en la escritura de Viel,
sobre todo después de su internación en el Hospital Británico –donde engendró el libro homónimo.
“Caí enfermo cuando vi a mamá
que quería morirse, y murió cuatro
días después de que a mí me trepanaran. Me operan del mate y a los
dos o tres días salgo al jardín. Iba
del brazo de mi mujer. Nos sentamos delante de un pabellón, al que
llamo Pabellón Rosetto. Volaban
unas mariposas y había unos eucaliptos muy hermosos, nada más que
esto, y fui rodeado y traspasado por
una sensación de amor tan intensa
que me arruinó la vida en el mundo.
La sensación de estar rodeado por
cielo, y de que ese cielo me tocara
como carne, y que podía ser la carne
de Cristo y que al mismo tiempo lo
tenía a Cristo adentro...Yo era amado con una intensidad que estaba en
el límite de lo soportable. Eso duró
una semana. Cuando volví a casa
me tiré en el living y abrí la ventana
para que el viento moviera la enredadera y estuve hasta el amanecer
tratando de recuperar ese estado de
comunión, pero no apareció nada”.
Esa sensación de amor y éxtasis indescriptible, esa experiencia
de “intensidad”, es la que se lee en
Hospital Británico. Allí afirma que
su madre es la risa, la libertad, el verano, pero que a “veinte cuadras de
aquí yace muriéndose”. Se pregunta, páginas más adelante: ¿Quién
puso en mí esa misa a la que nunca
llego? Quién puso en el camino hacia la misa esos patos marrones – o
pupitres con las alas abiertas- que
se hunden en el polvo de la tarde
sobre la pérgola que cubrían las
glicinas? Cuenta que cuando le dieron el alta salió “volando” del hospital con “la cabeza abierta”, decidido
a ponerse a escribir. Con Hospital
Británico creyó que había logrado
salir del mundo, sin saber bien para
qué.
Tengo la cabeza vendada. Permanezco en el pecho de la Luz horas y
horas. Soy feliz. Me han sacado del
mundo.
(Hospital Británico, 1986)
“El cielo estaba en la enfermera que pasaba” ilustra con maestría. Pero Etomín se encarga de
aclarar que ese fue “el libro de un
trepanado” y que “el que escribió
ese poema no existe más”. Como
bajándose del podio de las buenas
críticas recibidas, niega haber sido
el autor –consciente- de esos poemas. Un libro que se escribió sólo,
que lo encontró a él mientras él permanecía desconectado de la tierra.
“Escribí lo que habla de la muerte
de mi mamá y el resto en el estado
de un tipo que se había salido de la
realidad, porque tenía un huevo en
la cabeza”.
Necesito estar a oscuras. Necesito
dormir pero el sol me despierta. El
sol, a través de mis párpados, como
alas de gaviotas que echan cal so-
bre mi vida; el sol como una zona
que me había olvidado.
(Hospital Británico, 1986).
Viel murió un año después
de la publicación de este libro, en
1987. El tumor cerebral que lo había
llevado a internarse avanzó con él.
Con sólo 54 años, mi tío abuelo falleció dejando nueve libros repletos
de poemas a la vez místicos y terrenales. Extasiado por las experiencias que su andar hizo posible, Viel
se sentía en comunión no sólo entre
las cuatro eclesiásticas paredes que
habrán auspiciado alguna vez como
lugar de oración. No sólo en misa,
frente a un sacerdote. Si no, y sobre
todo, cuando cabalgaba por las tierras de su pampa, cuando se arrojaba al mar, en la búsqueda de ese
horizonte infinito.
Cuando yo era muy chico vivía en
Vicente López, y todas las mañanas
mamá me llevaba al río, cargado
en la espalda. Yo todavía no sabía
caminar. Y un día me caí al agua.
Recuerdo que estaba sentado debajo del agua en paz, sin extrañar absolutamente la vida, la respiración,
el mundo. Lo único que sentía era el
éxtasis de ver una pared color tierra cruzada por el sol: era un manto anaranjado que yo tenía ante los
ojos. Era feliz.
(Héctor Viel Temperley6)
Notas
1 Garino, Julián , “Brazadas de Viel”, Revista Con-versiones, 2003.
2 Milone, María Gabriela, Héctor Viel Temperley. El cuerpo en la experiencia de Dios, Ferreyra Editor, Córdoba, Argentina,
2003.
3 Bizzio, Pablo “Viel Temperley: Estado de Comunión”, Revista Vuelta Sudamericana, Nº 12, Buenos Aires, julio de 1987.
4 Sylvester, Santiago, “Viel Temperley: ¿Un místico entre nosotros?”, en Ediciones del Dock Blog, disponible en http://deldock.wordpress.com/2008/11/21/viel-temperley-%C2%BFun-mistico-entre-nosotros/, fecha de consulta: abril de 2011.
5 “Movimiento, ritmo y sujeto en la poesía de Héctor Viel Temperley”. María Amelia Arancet Ruda (UCA, CONICET).
6 Ioskyn, José, “Héctor Viel Temperley, un místico de nuestro tiempo”, Revista Consecuencias, Abril de 2010.
Océano/Poesía/Erotismo .51
Creación/Literatura/Montaje
EL ENSAMBLE
POLICROMÁTICO
GENIO Y FIGURA DE
EDITORIAL MANSALVA
Escribe Juan Laxagueborde
Prólogo
E
s editar un lenguaje sobredeterminado y saber que
en aquel acto hay una artesanía
de la elección. Porque manipular, bajo el mandato de la idea
de transformación, es trabajar.
El sentido puede ser también
intangible, puede aprovecharse de la fijeza de los objetos
para inmiscuirse en lo que somos sin demasiada diplomacia.
Tres pilares
I
Una lírica. Una épica. Un balbucear
insondable. El siglo XXI vuelve a
permitir estas formas de la escri-
52 SNÉDQE.
tura, a veces antagónicas. Ciertas
energías de la década anterior son
reinterpretadas. Aparece una forma de pensar que asume el riesgo
del programa. Un lugar en donde
se sabe posible constituir un panteón literario identificado desde su
desdén pictórico hacia lo real. Es
un proyecto editorial: Mansalva.
II
Entonces mancillar el corazón;
sacar de su cause a la línea; entrometer horrores y cursilerías a
través de una estética sutil. Son
atisbos en los que podemos encontrar la cifra de estas escrituras.
Insistir raudamente. Arremetida
polimorfa e incapaz de remediarse
a sí misma. Gesto atroz. Ademán
intempestivo, espeso y milagroso.
Escupitajo desgarbado de la fuerza.
Reinaugurar linajes a la vez que
afloran los fraseos en algún tiempo
pasado constituidos y ahora penetrantes. Porque la garantía de un
proyecto editorial reside en la mocedad de sus textos y en el montaje
paralelo de una tradición que siempre esté a la espera de ser recreada.
Donde se engarce la reescritura a
los lenguajes contemporáneos, a
las formas visuales y abstractas
de las contingencias presentes.
III
Los recovecos de la cultura argentina pueden pensarse como gracia
o como contienda. Los agraciados,
dueños de un lugar en el cánon,
cómodos en el imaginario cultural,
no parecen desprenderse de la desmesura intratable de las palabras.
En cambio, algunos escritores, con
lugar ganado en los intersticios
sombríos de la materia, nunca garantizados, no emanan del fundamento milagroso de los santos, ni
de la autopoiesis de la industria.
Son hijos de la sangre de la Lengua,
o de la misantropía, o del lúgubre
sopor. Forjados en la payasesca desacatada, o en un colorinche vómito
de incertezas, o en fantasías universales que niegan naciones.Damián
Tabarovsky augura formas de izquierda a quienes esmerilan el lenguaje en una ubicación irreverente
de la palabra. No podría afirmarse
eso tan fácilmente. Sí que la escisión –palabra que en el ensayo de
Tabarovsky no recuerdo si aparece,
pero que no sería malvenida- es argumento identitario para algunas
estéticas. Allí, en Mansalva, aparece. Lo escindido es siempre lo que
se salvaguarda de la ósmosis unilingüe. De la integración mimética.
Ocho emergencias
I
En el proyecto editorial de Garamona se produce este ensanchamiento
hacedor de lugares. Se establecen
puntas por donde se ubican, sigilosas, gramáticas afines. Entre los
colores chirriantes de las portadas
se fragua un universo de destellos que, más allá de formar parte,
de darle identidad que se nota de
lejos, los pone en juego como torbellino y mezcolanza. Cromáticas
paralelas y oblicuas: De Aira a Guebel. De Carrera a Casas. De Prior
a Durand. De Laguna a Mattoni.
Pero si se enarbola consecuentemente la conformación de un linaje es para, a la vez, arriesgar una
historia de la literatura argentina
de los últimos 50 años. Una línea
híbrida en la que, imagino, sólo
faltarían, por ejemplo, la cocoliche peripecia de los textos de Puig
y la radicalidad delirante de Copi.
II
Ricardo Straface –además fino
destructor, en sus nouvelles, de
las pacaterías cómicas- ha publicado la totémica biografía del más
joven de los Lamborghini, que debemos considerar sobremanera.
Un hito relee y morfologiza a su
modo, de manera indómita, la obra
de un autor. Organiza la desorientación de la voz entrecortada. Una
obra que rastrea otra obra y la duplica en volumen. Enaltece. Porque
Lamborghini se quería escritor y
se sabía desgarrado. Se anhelaba publicado y se reconsideraba
indescifrable. No era ni fetiche,
ni marginal. Sí forma del maldecir escrito en donde ahora buscamos como arqueólogos o hermeneuta el género de la Desmesura.
III
Otra obra fundamental, de las
que entretejen el ornamento
de una estética editorial, es Linaje, de Gabriela Bejerman.
Linaje podría deber su nombre a
las congojas oscuras del derrumbe
familiar y existencial en el que se
encuentran los personajes, o a la
amenazante sonrisa de las mucha-
Creación/Literatura/Montaje .53
chas de la portada. Pero también a
la fragua de donde emana. Porque
la escritura de Bejerman es también una reescritura: la de tiempos
pasados y la de nuestro presente.
Una desvariación gramatical con
reordenamiento del género. Quiero
decir: multiplica formas de prosa
pretérita de una épica de los sentimientos. Algo que a la vez enternece cuando logra sustancializar
paradojas de la contemporaneidad
juvenil, tan visitada en la literatura actual, pero deshaciendo los
núcleos típicos por donde generalmente se arriba a esas instancias.
tala lo autoral: inaugura y retrotrae. Vandaliza
y respeta.
VI
Diego Meret y Daniel Durand, plantean, a su modo, en sus respectivos
libros, una mirada acerca de cómo
fueron sus primeros coqueteos con
las hojas del papel ennegrecidas por
literatura. Desde el seno materno
o en la diminuta biblioteca familiar parecen intuir que las palabras
no se volatilizan sino que pesan
por su propia gravitación fonética.
sabemos que ninguna turbiedad
mundana nos borrará la sorna vital.
Sin Fogwill aún queda el peso de
las palabras pensadas como diagnóstico desacatado sobre algo que
nunca termina de demostrar todos
sus harapos. Ese algo para algunos
es la realidad, para Mansalva -si se
me permite el rapto del tesista- ese
algo es saber que el mundo no es
necesariamente lo que es. El mundo, el universo, ese panegírico de
cosas que nos rodean, abstractas o
concretas, es un crisol insondable al
que siempre se le puede integrar una
figura más, otro color que lo resalte.
VII
IV
El mundo de la edición asevera
que puede hablarse de una buena
encuadernación cuando a un libro
lo tomamos de una de sus páginas del medio y, moviendo nuestra mano de arriba hacia abajo,
como recreando un yo-yo, probamos su resistencia a la ley de gravedad. De lejos, una mirada fuera
de foco, turbia, nos muestra un ave
descuajeringada en vuelo sobrio.
V
La estética que se hace un lugar
también se agrupa. Hace sistema,
posee coherencia interna. Las editoriales pequeñas, surgidas hacia mediados de la década del 90,
demostraron estas afirmaciones.
Pero sólo fueron contemporáneas.
Mansalva, hacia mediados de los
2000, postula una línea más allá
en donde retener la idea acerca de cómo lo editorial apun-
54 SNÉDQE .
VIII
Fogwill, que puede pensarse como
eje de las diversas líneas que Mansalva viene constituyendo, ha muerto hace unos meses. Puede leérselo
como un hacedor del trasvasamiento generacional de un tipo de literatura que siempre se sobreimprime,
novedosa, a sí misma. Él, sin dudas,
puntilloso editor y perspicaz divulgador de recomendaciones apologéticas y despreocupadas, escondía un
fraterno rol de mecenas amistoso.
Fue un forjador. Entre las palabras
que constituyeron su vasta bibliografía gestó un microclima. El submundo imaginado, acerca del cual
escribía, era el suelo en donde nadie es autónomo; donde cualquier
movimiento se intuye apesadumbrado por un telón lúgubre y una
contienda del lenguaje que exige la
lectura oblicua del filólogo –recordemos la milnombrada “Los pichiciegos”-. Pero dentro de ese cosmos
nebuloso, hubo tintineos: el rapto
último y fundamental de quienes
El futuro siempre augura líneas de
palabras oblicuas, querellas idiomáticas y culturales, reposicionamientos. La causa más considerable de
que prolifere una idea de la literatura –juiciosa, parcial, no por eso desdeñable- establecida a través de tradiciones sensibles es que deja un casillero más, siempre, al lenguaje del
mañana. Esta es la tarea que respira
entre las ediciones de Mansalva.
Un segmento más para el lenguaje
que emerja de reconocerse en una
tradición conciente de su épica cocoliche, chorreante y desesperada.
Epílogo
Trascender el trabajo como mera
manipulación que objetiviza. Asociar independencia a invención.
Pedalear en el aire; ahogarse;
leer con los pies. En compañía.
SIN MÚSICA
DE FONDO
Escribe Sofía Conti
L
a doña no sabía que se iba a morir tan pronto.
Pero así sucedió, cortito y seco como patada de
bebé. Ella había hablado con los chicos algunos días
antes. Nadie entendió, la vieja estaba loca. Tenía la
costumbre de ritualizarlo todo, un misticismo ganado
a duras penas en la tierra del trabajo, donde el único
consuelo era, inevitablemente, la magia.
Últimamente les hablaba despacio, arrastrando las palabras como la cola de una novia.
-La vieja está en off, está pausada, está medio en trance,
no?
Los chiquitos habían ido a la escuela como toda la semana; hoy particularmente hizo un frío duro, intenso,
que dejó las plantas curtidas y las macetas con manchas
de tierra seca. Parecía una premonición, un aviso reiterado, una publicidad emergente que llamaba desde
hace días.
-Che, dejaste la camisa al sol, ¡la ropa se cuelga a la
sombra! A la sombra del
Señor.
Le dijo al chiquito que la miraba, opacado por esa figura extensa que se ampliaba sobre el cordel. Le parecía
un animal, algo austero, sin pelo, lleno de escamas, con
la piel endurecida por el sacrificio y la resignación. La
vieja les dedicaba esta austeridad como una canción
que repetía, y repetía. Para ella el paso por el mundo
tenía que ver con la guerra con uno mismo. Reservar el
odio interno como algo a futuro para los pibes.
-¡Agachá la jeta! -le decía al pendejo-. Cuando te hablo,
agacha la jeta!
Y él la miraba, sobresaliente, como una figura que se
escapa del cuadro, él estaba en color, ella en sepia. Sentía el peso de su historia adentro, algo negro que se le
escurría entre la sangre. A veces sola, en su cama, miraba el techo venido a menos, desde la falta de su esposo. Respiraba hondo y se dejaba estar, apoyando la
vista en el laurel seco que colgaba de uno de los cuadros
del general Perón. El olor a eucalipto y la luz siempre
modesta como una bandera a media asta, hacían de su
cuarto algo muy parecido a una cueva húmeda. A ella
las paredes anchas le daban alivio. Se sentía, otra vez,
adentro de algo.
Hacía unos días que los había reunido a los chicos, en la
mesa les dijo muchas cosas que empezaban con SIEM-
SNÉDQE .55
PRE. Dejaba la boca abierta como una palangana, y empujaba la voz para afuera, como si ese caudal necesitara
de una ayuda extra:
-Vieja no te quejes más, por favor
-Che, ¡calláte la boca, mocoso! Mirá que si yo no estoy,
el de arriba te va a atender mejor que yo, eh.
La doña no sabía que se iba a morir tan pronto, pero sí
había dejado pasar varios avisos que se le venían encima con el cartel de lo Inevitable.
Ese día el frío calaba hondo en el cuerpo de los chiquitos que se acurrucaban entre sí para hacerle frente a
la dureza del viento. La tierra de la calle no les dejaba ver bien, y se frotaban los ojos, ellos, mientras se
avergonzaban un poco de tener siempre las manos sucias. ¿Cómo hacían los otros pibes para estar limpios?,
¿cómo hacían, ellos, los otros para hablar de cosas que
nunca los involucraban?
-La vieja, la vieja tiene la culpa. Parece un caballo enojado con el mundo. Y nosotros nos tenemos que bancar
eso.
La vieja estaba siempre arrastrando un halo de tristeza,
y para los chicos eso se podía oler, como si hiciera marcas invisibles de angustia en cada lugar por donde pasara. Ese día la escarcha había dejado una patina de brillo
en el cordón de la vereda, la ruda se había quemado, y
la cuadra parecía una habitación vacía, sin muebles, y
sin sonido. Los chiquitos llegaron arrastrando sus zapatillas de plástico negras, antes de entrar se patinaron,
y largaron una puteada al aire que cayó con aplomo sobre las baldosas grises. Parecían dos guerreros de barro
56 SNÉDQE .
en retirada, con la punta de la lanza negra, exhaustos.
Pasaron la galería de malvones intentando no pisar las
líneas que unían las baldosas amarillas. Pensaron: “que
lindo seria tener un perro”, y no mucho más. Cuando
el primero abrió la puerta caminó despacio, como un
animal olfateando el territorio. Era raro. Fue directo al cuarto de la vieja. La vio tumbada abarcando la
totalidad de la cama. Estaba rígida. Los ojos le habían
quedado nerviosos, como si hubiese querido luchar con
algún fantasma antes de morirse. El pibe se quedó unos
segundos golpeado por la imagen de su madre. Estaba visiblemente dura. El olor a eucalipto le revolvió un
poco la panza, y cerró la puerta. El otro pibe todavía
estaba en la entrada. Se sintió avisado por la rareza del
silencio.
Cuando vio volver a su hermano, después de un rato,
pensó en el perro. Quería uno que tuviese mucho pelo.
También pensó en ese espantoso olor a eucalipto, lo iba
a sacar, iba a limpiar mucho. Pensó que no le importaba
refregar toda su vida el piso, con tal de sacar las marcas
de la vieja.
Estaba sucio, se volvió a acordar de la vergüenza y la
secuencia de los próximos días le dieron un poco de
cansancio. Tenía los ojos brillantes, de un negro felino.
El hermano lo tomó del hombro y salieron despacio,
tratando de no pisar las líneas que juntaban las baldosas.
Reseñas
Tres anotaciones
en los márgenes
de “Brujas”, de Sofía
Escribe Julián Mónaco
infinitas
“Brujas” es un libro que fluye, que
encuentra su pulso vital no tanto en
la descripción de estados de ánimo
o maneras de ser como en el discurrir de flujos, de mareas. Brota, se
Brujas
Sofía Luppino
precipita, desaparece. En algún luLa Parte Maldita
52 páginas
gar dice Gilles Deleuze que la pregunta “¿cómo estás?” tiene algo de estúpida, porque a
medida que es formulada tanto quien pregunta como
quien responde están deviniendo-otres. De esa pregunta estúpida se aleja “Brujas”.
Claro que la fijeza de la identidad –de la propia y de las
otras- ofrece seguridades. Pero esa es una aspiración a
la que este libro ha renunciado. Aquí no hay lugar para
lo unívoco: se trata de identidades infinitas, inaprensibles, cargadas de movimiento, de contingencia. Más
aún: aquí no hay lugar. Esta máquina ha sido forjada
afuera, a la intemperie: allí donde las desprotecciones
se radicalizan, pero también las propias potencias. Potencias a las que, a partir de la primera letra escrita, les
ha llegado su momento.
en juego
Si algo se narra minuciosamente a lo largo de estas páginas eso es el devenir de una vida que se sale de sí misma: una vida que –sea porque lo ha elegido o porque
no lo ha podido evitar, o tal vez por ambas cosas- está
ahora puesta en juego, echada a su suerte. Como anota
Giorgio Agamben, “una vida ética no es simplemente
la que se somete a la ley moral, sino aquella que acepta
ponerse en juego en sus gestos de manera irrevocable
y sin reservas. Incluso a riesgo de que, de este modo,
su felicidad y su desventura sean decididas de una vez
y para siempre”. Por eso “Brujas” no puede ser escrito
dos veces: porque después de él ya no hay vuelta atrás.
Luppino
Se trata del amor. Del amor y del desamor. La vida se
sale de sí misma y está en juego porque ama y porque
odia. “buscáme vos: ahora llegó tu momento”, “espantáme. ESPANTÁME. ESPANTÁME”. Las vísceras,
la sangre, los fluidos y los poros hablan aquí el lenguaje
del riesgo, del atrevimiento, de la impureza que experimentan los cuerpos. “Ibas despellejándome viva”. Una
a una las fibras que componen la densa trama de la distinción yo/otra son destejidas: no sin dolor, no sin placer, violentamente enviadas a las ruinas que deja tras
de sí -y a sus costados- “Brujas”.
mística
Si “Brujas” puede fluir es porque encuentra su territorio en estados crepusculares, inconscientes, en las heridas, en la misma embriaguez. “Sonámbula callejera”,
“noctámbula”, “soy una maga vagabunda que navega
por las noches”, “me transformé en el mar más espantoso que viste jamás”. En esos territorios el yo de “Brujas” naufraga a través de sus experiencias más intensas.
Experiencias que, paradójicamente, lo empujan a su
propia ruina, a su disolución, lo desarman, llevándolo
hasta zonas nocturnas, oscuras, de profundo desconocimiento, aún cuando se trate -al mismo tiempo- de las
zonas más íntimas, más propias.
Es en el relato de esas experiencias que no le pertenecen
que este libro alcanza sus momentos más incandescentes. Sofía Luppino elije contar lo heterogéneo y lo hace,
pero asumiendo que se trata de una empresa imposible,
destinada siempre al fracaso, pues lo heterogéneo es –
por propia definición- lo incomunicable. Aquí lo único
que puede tener lugar es el contagio, la inoculación: el
dolor de panza, el comerse las uñas y la desorientación
que provoca en el cuerpo el choque con ese flujo siempre intempestivo que es “Brujas”.
SNÉDQE .57
Ideología/Conflictos sociales/Creencias
“LAS RETENCIONES SON
CONFISCATORIAS”:
UNA CREENCIA IDEOLÓGICA
Escribe Federico Poore
Ilustra Max Pérez Fallik
Algunas palabras introductorias
E
n 2008 estalló en nuestro país un conflicto en
torno a la distribución de la renta
agraria, con el tiempo denominada
la “pelea del gobierno con el campo”. Esta disputa se extendió durante varios meses en todo el país
y desde entonces marcó a fuego la
discusión política argentina.
Además de ser el primer desafío de peso para la flamante presidenta Cristina Fernández, la guerra
gaucha se convirtió en el símbolo de
las disputas económicas en nuestro
país, donde por detrás del “teatro de
sombras” estaba en juego el propio
58 SNÉDQE .
modelo de acumulación.
El trabajo que sigue, redactado en noviembre de aquel año,
estudia cómo se fueron construyendo las creencias que circularon
socialmente en aquel entonces. El
hecho de que estos discursos hayan ayudado a conformar grupos
de poder antagónicos que hasta hoy
perduran (una “minoría intensa” y
militante acompañando al gobierno, por un lado, y una Mesa de Enlace con variados apoyos opositores
y mediáticos, por el otro) hablan de
la actualidad del análisis y permiten
entender, en un plano más general,
cómo emergen los sujetos sociales
en momentos de crisis.
“Las retenciones son confiscatorias”: una creencia ideológica
La sociedad es un imposible. Debemos aceptar que estamos
atravesados por el conflicto, y que el
lazo social es apenas un intento precario de constituirse como sociedad
–algo, por supuesto, inalcanzable e
inaccesible.
Cuando observamos el conflicto entre “el campo” y “el gobierno”, en el cual se enmarca la creencia que nos disponemos a analizar,
lo primero que tenemos que saber
es que las identidades per se no
existen: tal como sostienen Laclau
y Mouffe, toda identidad es relacio-
nal. Es sólo por medio de diferencias que los hombres vamos definiendo un nosotros –y siempre de
manera parcial.
Esta imposibilidad de cierre
es tan insoportable para el hombre,
que pronto nos convencemos de
que efectivamente existe un lugar
en donde el otro me impide ser “yo
mismo”. Por eso armamos lo que
Žižek llama fantasías ideológicas,
intentos de cerrar el antagonismo: la promesa de que sin el otro,
podríamos ser nosotros completamente. Esto es un sistema de representaciones al que podemos llamar
ideología.
En el presente trabajo se intentará señalar por qué la creencia
que sostiene que “las retenciones
son confiscatorias” es, efectivamente, ideológica, así como cuáles son
sus principales componentes y de
qué manera esto se fue construyendo a lo largo del período estudiando.
Marco
alimentos en el mercado interno en
el marco de una profunda crisis económica.
El esquema económico general se mantuvo con la asunción de
Néstor Kirchner, y las retenciones
fueron aumentando gradualmente,
acompañando la previsibilidad jurídica y económica de la que empezaron a gozar los exportadores, así
como el marcado incremento del
precio de los alimentos en el mercado internacional. Hacia fines de
2007, las retenciones a los principales productos del agro superaban el
25%.
A principios de 2008, en el
marco de una “crisis alimentaria
mundial” provocada por un nuevo y
dramático incremento en el valor de
estos productos, el entonces ministro de Economía Martín Lousteau
anunció una resolución del Poder
Ejecutivo según la cual se imple-
mentaría un esquema de retenciones móviles. De esta manera, el
porcentaje del impuesto fluctuaría
según los vaivenes del precio internacional: si éste subía, la retención
también lo haría. La medida dio comienzo a una serie de protestas –e
intensificó otras que la precedían–:
la principal de ellas resultó ser un
lock-out del sector agrario que se
mantuvo durante más de cien días.
Por lo antedicho, el episodio
en el que se enmarca esta creencia
no tiene momentos de inauguración
y clausura definidos. Sin embargo,
y a fines prácticos, lo insertaremos
entre el 11 de marzo de 2008 (con
la aprobación de la resolución que
instalaba retenciones móviles a las
exportaciones) y el 18 de julio de ese
año (fecha en la que fueron eliminadas).
de condiciones objetivas:
devaluación y contexto internacional
El fin de la convertibilidad y la
adopción de un tipo de cambio flotante, a principios de 2002, se tradujo en una fuerte devaluación que
pronto posicionó el dólar en torno a
los tres pesos. La consecuencia inmediata de la medida fue una marcada transferencia de ingresos de la
masa de asalariados al sector exportador. En este contexto, el gobierno
de Eduardo Duhalde instaló retenciones a las exportaciones al sector
agropecuario en torno al 20%, las
cuales fueron aceptadas sin mayores reclamos por los actores afectados. Para el gobierno y varios otros
sectores, resultaba imprescindible
reestablecer el impuesto para evitar
una estampida de los precios de los
Ideología/Conflictos sociales/Creencias
.59
Algunas categorías pertinentes
A fines de analizar la creencia
señalada, nuestro mapa teórico se
verá nutrido de distintas vertientes
del marxismo y de la teoría de los
discursos. Nuestra principal categoría será la de ideología. Ella nos va a
permitir pensar, desde una perspectiva más rica, cómo este latiguillo es
vinculable a una cadena de episodios significativos y cuáles son sus
modos de circulación.
A tales efectos, el uso clásico
del concepto de ideología (como
“falsa conciencia”) no nos parecía
pertinente para nuestro análisis.
Como sostiene Foucault: “el problema no está en hacer la partición entre lo que, en un discurso, evidencia
la cientificidad y la verdad y lo que
evidencia otra cosa, sino ver históricamente cómo se producen los
efectos de verdad en el interior de
los discursos”.1
Esto va en sintonía con las corrientes que plantean la apariencia
como una ilusión necesaria. Žižek
llama a esto “fantasía ideológica”,
una fantasía que estructura nuestra
propia realidad social. Es decir, que
mientras la perspectiva marxista
clásica sostenía que la mirada ideológica era una mirada parcial que
no tiene en cuenta la totalidad de
las relaciones sociales, esta nueva
perspectiva –nutrida por los aportes del psicoanálisis– considerará
a la ideología como “una totalidad
que borra las huellas de su propia
imposibilidad”.
¿Cuál es esa imposibilidad?
La de concebir “lo primordialmente
reprimido, aquel X irrepresentable
sobre cuya ‘represión’ se funda la
realidad misma”. Este límite insondable es la lucha de clases, dado que
es “el límite que nos impide concebir la sociedad como una totalidad
60 SNÉDQE .
cerrada”. 2
Una ideología no es necesariamente “falsa”. Es más: en cuanto
a su contenido positivo puede ser
“cierta”, bastante precisa. Pero lo
que realmente importa no es su contenido positivo, sino el modo como
este contenido se relaciona con la
posición subjetiva supuesta por
su propio sujeto de enunciación.3
Es decir, cuál es el yo o el nosotros
construido por estos discursos y de
qué manera es que allí el conflicto,
el antagonismo social, aparece borrado, oculto.
La noción de antagonismo
aparece desarrollada en la obra de
Laclau y Mouffe. Estos autores parten de la base de que lo social es un
imposible –que “la sociedad” como
totalidad suturada y autodefinida
no existe. Y que por lo tanto:
“la imposibilidad de fijación última
del sentido implica que tiene que
haber fijaciones parciales. (...) Si lo
social no consigue fijarse en las formas inteligibles e instituidas de una
sociedad, lo social sólo existe, sin
embargo, como esfuerzo por producir este objeto imposible” 4
Algunos ideologemas circulan en lo social como “significantes
flotantes”, esto es, diseminados sin
un anclaje. Pero este esfuerzo por
producir el lazo, lo social, ese objeto
imposible, hace que en algún punto estos significantes logren fijarse
parcialmente.
Los puntos discursivos claves
de esta fijación parcial son llamados
puntos nodales. Dirá Žižek: “Lo que
está en juego en la lucha ideológica
es cuál de los puntos nodales, points
de capiton, totalizará, incluirá en su
serie de equivalencias a esos elementos flotantes.” 5 En otras palabras, cuál será el significante que
“acolche” todo el campo y efectúe su
identidad.
Por ende, “la primera labor
del análisis consiste... en aislar en
un campo ideológico determinado
la lucha particular que al mismo
tiempo determina el horizonte de su
totalidad” 6. Para ello, vamos a referirnos a los actores en pugna.
Los distintos actores del conflicto: el Gobierno contra “el campo”
El período analizado muestra
cómo una serie de demandas inicialmente planteadas por asociaciones agrarias fue articulándose con
diferentes imaginarios sociales. Con
el paso del tiempo, estas articulaciones –por un lado– y la articulación
de creencias opuestas –por el otro–
fueron definiendo dos bloques enfrentados.
Cabe señalar que los sectores
en pugna en el recorte no son antagónicos per se, pero así se construyen, ya que sus cadenas significantes forman bloques opuestos. “Es
esto, precisamente, lo que hace posible la relación de equivalencia: diferentes luchas individuales... pueden encarnar la oposición colectiva
al poder represivo”7
En el conflicto agrario que
tuvo lugar durante este año, surgieron voces que intentaron instalar la
creencia de que las retenciones a las
exportaciones eran injustas, ilegales, ilegítimas, o directamente confiscatorias.
Los primeros actores en sostener estas creencias fueron las
propias agrupaciones agrarias, es
decir, organizaciones encargadas
de defender los intereses de los
distintos sujetos relacionados a las
economías rurales. Sus demandas
estaban específicamente dirigidas
al Gobierno, a quien en un principio
se le acusaba de haberles “privado”
de “ganancias legítimas” con la implementación de la Resolución 125.
Desde el Gobierno nacional
se argumentó que la decisión tenía
un “criterio redistributivo” para
“garantizar” que las ganancias del
sector se compartan “con todos los
argentinos”8. Esta postura era claramente ideológica en tanto concebía
a la sociedad de manera armónica9
y de esta manera –diría Žižek– estaría esquivando el trauma fundamental, intentando disimular el inevitable antagonismo social.
Desde esta posición inicial de
defensa de ganancias, las entidades
agrarias fueron corriendo su discurso hacia posturas más amplias,
en donde ese interés particular fue
fundiéndose con otro más general,
a través de consignas cada vez más
difusas.
Fue por medio de esta serie
de articulaciones que las demandas
sectoriales mencionadas se hicieron
del apoyo de grupos más amplios.
En la vereda opuesta al gobierno,
comenzaron a aparecer un mayor
número voces en apoyo al reclamo,
entre los que se encontraban intendentes y gobernadores de zonas
económicamente dependientes de
la actividad agrícola, pero también
figuras nacionales de diferentes
partidos de la oposición, y distintos
grupos de personas que se denominaron a sí mismas “independientes”, y que comulgaron con las consignas más amplias que se fueron
tejiendo en semanas posteriores a la
implementación de la resolución. 10
justicia social que excedía la medida
en cuestión.
Sin embargo, a medida que la
cuestión recrudecía, este encadenamiento de ideas comenzó a incluir
otras creencias. Por ejemplo, el
día posterior al primer cacerolazo
Cristina Kirchner salió a hablar de
la existencia de un conflicto “con
los que cuestionan la política de
derechos humanos”11. La red de
apoyos pronto empezó a incluir a
otros actores, como –justamente– las asociaciones de DDHH, un
grupo de intelectuales que adhirió
a la teoría del “clima destituyente”
impuesto por el gobierno12, y distintos asalariados que expresaron
su descontento frente a la falta de
“colaboración” del sector agrario, al
que suponían más beneficiado que
ellos por las políticas oficiales, y al
que ahora le “tocaría” aportar algo
al país.13 Cristina Fernández, desde
su rol de árbitro social, lo afirmó en
reiteradas veces: “al país lo construimos todos.” 14
Las entidades agrarias y sus
apoyos presentaban una mayor
pluralidad de discursos. Recordemos que, si bien aparecieron bajo
un frente común llamado “Mesa de
enlace”, los representantes del agro
eran cuatro entidades con distintos objetivos e intereses concretos.
Este es uno de los motivos por los
cuales estos discursos se fueron encadenando rápidamente con otros
más amplios, de manera de poder
enlazar con creencias que los conectaran con las otras organizaciones,
por un lado, y con franjas más amplias de la población, por el otro.
Es por eso, además, que las
Como decíamos, el Ejecutivo
ya había tomado una postura clásicamente ideológica desde el día
uno, al relacionar la medida con
la tan mentada “redistribución del
ingreso” –una imagen completa de
Ideología/Conflictos sociales/Creencias
.61
caras visibles en los reclamos de las
asociaciones patronales resultaron
ser Alfredo De Angeli y Eduardo
Buzzi, miembros de la Federación
Agraria, una agrupación que respondía a los productores pequeños
y medianos, más simpáticos a los
ojos de las mayorías.
Emergencia de la creencia: cuando empieza a ser “confiscatorio”
La palabra “confiscación”
posee una serie de fuertes connotaciones, ya que está directamente
asociada a la violación de la propiedad privada. El diccionario la define
como una “pena con privación de
bienes, que son asumidos por el fisco”15 y es esto lo que tangencialmente empieza a oírse y leerse en foros
de opinión, desde el primer día del
anuncio de la medida:
• “De cada $1000 recaudados
por el campo al Estado le quedan
$410, ¡esto es comunismo!”1
• “El gobierno empieza a quedarse con el sueldo de la gente”
• “Esto es expropiación lisa
y llana. Es un grupo de personas decidiendo arbitrariamente sobre el fruto del trabajo y el
capital de otras, usando la fuerza (el estado) como garantía del
saqueo.”16
Desde la postura oficial o aliada a la oficial, aparece un pedido de
solidaridad. El sector agroexportador es visto como un “privilegiado”
en la actual situación de crisis, y lo
que se espera es que ellos “cumplan” con su parte:
• “¿Animo socialista? ¿De
que están hablando? ¡Resulta
62 SNÉDQE .
que a los terratenientes cuando
tienen que pagar impuestos se
les aparece el fantasma del comunismo soviético! Yo pago 21%
sobre todo lo que compro.” 17
Cadenas
significantes y compo-
nentes imaginarios
Para entender el trabajo de lo
ideológico dentro del campo de las
representaciones colectivas hay que
entender la lógica de la equivalencia
y sus dos operaciones centrales: el
flotamiento y el vaciamiento. “En
el caso del significante flotante tendríamos aparentemente un exceso
de sentido, mientras que el significante vacío sería, por el contrario,
un significante sin significado.” 18
Como explica Slavoj Žižek, lo
que crea y sostiene un terreno ideológico es
“el cúmulo de “significantes flotantes”, de elementos protoideológicos,
estructurado en un campo unificado mediante la intervención de un
determinado “punto nodal” que los
“acolcha”, detiene su deslizamiento
y fija su significado” 19
Existen, para cada “bando”,
concepciones distintas de lo que sería el “trabajo”, la “riqueza”, el “pueblo”. Diría Laclau: “Cada uno de
los eslabones de la cadena equivalencial nombra algo diferente de sí
mismo, pero que este sombrar sólo
tiene lugar en la medida en que el
eslabón es parte de la cadena.”20 Tal
como decíamos desde Žižek, existe
un punto nodal que fija un significado y lo establece, retroactivamente,
para toda la sucesión.
Recordemos las opiniones de
los lectores de los diarios opositores: el gobierno se “queda” con “el
capital”, con “el fruto de nuestro
trabajo”. En esta lectura, el Gobierno resulta ser un obstáculo para la
apropiación de la “plata” que uno
mismo se ganó “legítimamente”. El
trabajo y la riqueza aparecen atravesados bajo una lógica capitalista
liberal.
Desde el gobierno, “trabajo” y
“riqueza” tuvieron una concepción
diferente. Al comenzar el paro agrario, el entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, les pidió a los ruralistas que admitan que “ganaron
mucha plata”. 21 Es decir que bajo
la óptica del bloque oficial, existiría
un tope legítimo de ganancias, por
encima de la cual el Estado se las
apropiaría para consagrar la “redistribución del ingreso”.
Como inicialmente la medida
fue decretada a través de una resolución del Poder Ejecutivo, resultaba sencillo culpar por el problema
al “matrimonio gobernante”. Sin
embargo, en el corpus se detecta un
punto de quiebre en los discursos
cuando Cristina Fernández envía la
resolución al Congreso para que sea
ratificada. Allí comienza otro ataque, más “legalista” si se quiere, por
parte del agro y sus aliados, y es la
denuncia de que una medida “confiscatoria”, y por ende “anticonstitucional”, está a punto de aprobarse. De pronto lo que está en riesgo
es “el destino de la República”:
• “¡El ejecutivo repleto de
abogados sabe que la 125 y sus
modificaciones son anticonstitucionales! Carecen de todo sustento jurídico y son inaplicables.
Violan la constitución nacional.”
22
• “El Congreso insiste con
medidas confiscatorias.” 23
• “Las retenciones móviles
son confiscatorias, inequitativas
e inconsultas.” 24
• “La batalla por el imperio
de la Constitución, de la República, del federalismo y del campo no está perdida, sino que por
el contrario, estamos en el medio de esa lucha.” 25
Decíamos que el punto nodal es “la palabra que, en tanto que
palabra, en el nivel del significante, unifica un campo determinado,
constituye su identidad: es, por así
decirlo, la palabra a la que las cosas
se refieren para reconocerse en su
unidad.”26
“En la situación extrema de una
desorganización radical del tejido
social... la gente necesita un orden... El “orden” como tal no tiene
contenido..., pero en una situación
de desorden radical, el “orden” está
presente como aquello que está
ausente; pasa a ser un significante vacío, el significante de esa ausencia... y varias fuerzas políticas
pueden competir en su esfuerzo por
presentar sus objetivos particulares
como aquellos que llenan este vacío” 27
agrario y sus aliados, unidad contra
los atropellos a las libertades (económicas, constitucionales).
De esta manera, “el elemento
que sólo detenta el lugar de una falta, que es en su presencia corporal
sólo la encarnación de una falta”
–es decir, la unidad– “se percibe
como un punto de suprema plenitud... La pura diferencia se percibe
como identidad”.29 La ilusión es que
la unidad brindará el fin del conflicto, algo que según las perspectivas
de Laclau y Žižek es claramente un
imposible.
En el caso analizado –“las retenciones son confiscatorias”–, el
bloque agrario exhibe el fantasma
de la confiscación y pronto lo asocia a un saqueo legalizado del partido gobernante: la identidad estaría
dada por la oposición a las prácticas
autoritarias (“anticonstitucionales”,
“ilegales”) de los Kirchner.
El contraargumento es que
las retenciones son justas y necesarias, y que a ganancias “extraordinarias” le corresponden aportes fiscales acordes. En un país en crisis,
la creencia sostiene que riqueza es,
por definición, sospechosa, y exige
la intervención estatal. El enemigo
es aquel que se está quedando con
la “riqueza de todos”, y esa diferencia es la que construye la (ilusión
de) identidad.
Las
operaciones ideológicas se
concretan
Volvamos, pues, a nuestra
creencia: “Las retenciones son confiscatorias”. La afirmación es tajante, define una realidad de las cosas.
Las cosas son así, las retenciones
son confiscatorias. Parece que estamos frente a un discurso ideológico.
¿Por qué? El discurso explica qué
Recordemos que para Laclau
y Mouffe, las identidades nunca
pueden ser positivas, sino que son
puramente relacionales. Dado que
“la sociedad” no existe, al menos
como objeto total y definido, “no
hay principio subyacente único que
fije –y así constituya– al conjunto
del campo de las diferencias”. 28 De
aquí que toda identidad resulte necesariamente precaria. Y que, para
construirla a medida que el conflicto se agudizaba, ambos sectores
salieron a reflotar el significante
vacío de la “unidad”. En el caso del
kirchnerismo y sus apoyos, unidad
contra los intereses particulares
de un sector, y en el caso del sector
Ideología/Conflictos sociales/Creencias
.63
está ocurriendo (el gobierno impone restricciones ilegales, ilegítimas
al comercio) y qué debería ocurrir
(al ser ilegales, deberíamos rebelarnos contra ellas, las retenciones
deberían desaparecer).
No hay lugar para la duda,
para la pregunta, ya que “en la ideología, todas las preguntas se responden por adelantado”. 30
Decíamos que un discurso
pasa al terreno clásicamente ideológico cuando un contenido particular se presenta como más que sí
mismo. Supongamos, dice Laclau,
que en un país del Tercer
Mundo se propone la nacionalización de las industrias básicas como
panacea económica. Pues bien, ésta
una forma técnica de administrar la
economía y si permaneciera como
tal nunca pasaría a ser una ideología. ¿Cómo puede transformarse en
ésta última? Sólo si la particularidad
de la medida económica comienza a
encarnar algo más y diferente de sí
misma –por ejemplo, la emancipación de la dominación extranjera,
la eliminación del despilfarro capitalista, la posibilidad de justicia
social para sectores excluidos de la
población... En suma: la posibilidad
de constituir a la comunidad como
un todo coherente... Éste es el efecto
ideológico strictu sensu: la creencia
en que hay un ordenamiento social
particular que aportará el cierre y la
transparencia a la comunidad.31
los argentinos. Como afirmó en un
momento Eduardo Buzzi: “Los Kirchner son un obstáculo”.34
El discurso del gobierno asocia un posible aumento porcentual
en la estructura de retenciones al
agro con la “soberanía alimentaria”
y el “cubrir la mesa de los argentinos” –es decir, la redistribución 32.
En la vereda de enfrente, una decisión de política económica es acusada de ser “una propuesta autoritaria”33 y “un atropello a la democracia”, es decir, una confiscación.
La visión capitalista liberal
sobre la cual se apoya el rechazo
tajante a las retenciones, también
es ideológica por excelencia, ya que
–de Adam Smith en adelante– supone que persiguiendo el interés
particular uno colabora al interés
general. En el encadenamiento discursivo de los aliados del agro se ve
cómo determinados intereses, muy
particulares ellos, se van sumando a otras demandas (“seguridad
jurídica”, “libertad económica”) y
conforman una idea de República
asociada a estos valores. El matrimonio gobernante –y el Congreso,
cuando todos suponían que iba a
ratificar la medida– resultaban,
por consiguiente, la anti-República,
aquello que impedía la “paz social”,
la “unidad” y la “reconciliación” de
Conclusión
En las páginas precedentes
hemos intentado ubicar un conjunto de creencias condensadas a
partir de una serie de cadenas significantes. Nuestra intención fue
identificar su surgimiento, trazar su
circulación y dar cuenta del marco
de condiciones objetivas en las cuales estas creencias son afirmadas o
refutadas.
Nos interesó demostrar cómo
estas creencias se han construido,
mediante mecanismos de universalización y abstracción, de manera típicamente ideológica, concibiendo
la ideología en un sentido más rico
y amplio que el de la teoría marxista
clásica –esto es, no como un reflejo distorsionado de alguna realidad
empírica, sino (al decir de Žižek)
como “una totalidad que borra las
huellas de su propia imposibilidad”.
Notas
1 Foucault, Michel. “Verdad y poder” en Estrategias de poder,
4 Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal. “Más allá de la positivi-
Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría (eds.), Paidós, Barcelo-
dad de lo social” en Hegemonía y estrategia socialista, Fon-
na, 1999, pp. 47-48
do de Cultura Económica, Buenos Aires, 2004, p. 152
2 Žižek, Slavoj. “El espectro de la ideología” en Ideología. Un
5 Žižek, Slavoj. “Che vuoi?” en El sublime objeto de la ideolo-
mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, Buenos
gía, Siglo XXI, México, 1992, p. 126
Aires, 2003, p. 32.
6 Op. Cit, p. 127
3 Op. Cit, p. 15
7 Laclau, Ernesto. “¿Por qué los significantes vacíos son im-
64 SNÉDQE .
portantes para la política?” en Emancipación y diferencia,
do en La Nación, 01-07-2008
Ariel, Buenos Aires, 1996, p. 79
24 Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural, citado
8 Declaraciones del entonces jefe de Gabinete Alberto Fer-
en La Nación, 09-06-2008
nández citadas en Clarín, 13-03-2008
25 Elisa Carrió, citada en La Nación, 06-07-2008
9 Varias de las banderas históricas del movimiento peronista
26 Žižek, Slavoj. Op. Cit., p. 136
van en ese sentido, incluyendo el equilibrio entre capital y tra-
27 Laclau, Ernesto. “¿Por qué los significantes vacíos son im-
bajo, la “justicia social” y la llamada “tercera posición”.
portantes para la política?” en Emancipación y diferencia,
10 En este trabajo aparecen representados a través de opinio-
Ariel, Buenos Aires, 1996, p. 84. El subrayado es nuestro.
nes publicadas en foros en línea de diarios nacionales.
28 Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal. Op. Cit., p. 151
11 Citada en Clarín, 27-03-2008
29 Žižek, Slavoj. Op. Cit., p. 140
12 Página/12, 13-05-2008
30�������������������������������������������������������������
Althusser, Louis. “Tres notas sobre la teoría de los discur-
13 En este trabajo aparecen representados a través de opinio-
sos” en Escritos sobre psicoanálisis, Siglo XXI, México, 1996,
nes publicadas en foros en línea de diarios nacionales.
p. 120
14 Citada en Clarín, 28-03-2008
31 Laclau, Ernesto. “Muerte y resurrección de la teoría de la
15 Diccionario de la lengua española - Vigésima segunda edi-
ideología” en Misticismo, retórica y política, Fondo de Cultu-
ción, Espasa-Calpe, Madrid, 2001
ra Económica, Buenos Aires, 2002
16 Foro de lectores de La Nación, 12-03-2008
32 La Nación, 11-07-2008
17 Foro de lectores de La Nación, 11-03-2008
33 Gerardo Morales, citado en La Nación, 27-06-2008
18 Laclau, Ernesto. “Muerte y resurrección de la teoría de la
34 Citado en La Nación, 22-06-2008
ideología” en Misticismo, retórica y política, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002, p. 25
19 Žižek, Slavoj. Op. Cit., p. 125
20 Laclau, Ernesto. Op. Cit., p. 25
21 Citado en Clarín, 13-03-2008
22 Foro de lectores de La Nación, 30-06-2008
23 Ulises Forte, vicepresidente de la Federación Agraria, cita-
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Ideología/Conflictos sociales/Creencias
.65
EN ALGÚN LUGAR
DEL MONTE
A los guerrilleros del E.R.P
Escribe Alfredo Viñas
caídos en
Tucumán.
Quién sabe a qué cielo pertenezca ese letargo en que se depositaron sus ojos,
antes de que las balas, dejaran de zumbar sobre el oído confuso que no supo distinguir la muerte, entre el crujir
apresurado de las hojas.
Quién sabe de qué cuerpo es la sangre que fluye por los resecos pastizales, de una tierra por la que murió y ya no
le pertenece.
Sus manos sostienen el fúsil, como si disparar aún pudiera,
pero sus dedos están fríos, y los ojos perdidos en nubes indescifrables.
Ya no habrá una causa que justifique esa quimera, de dar la vida, por la vida.
El olvido es un instante ineludible y otro cielo sostiene sus ojos tiesos y su rostro joven que se opaca, entre
moscas y la tierra húmeda de una selva sin nombre.
LA OBSTINACIÓN
(a propósito de Peronismo de Feinmann)
Escribe Juan Di Loreto
1
Desproporcionado, desbordado, bifurcado. El libro
de José Pablo Feinmann, Peronismo, filosofía
política de una persistencia argentina, merece esos
y otros calificativos. La adjetivación es múltiple por
la monstruosidad (dos volúmenes que suman unas
mil cuatrocientas páginas), por la pretensión y por el
alcance de la obra. Del primer gobierno de Perón, el
mitificado, el recuperado, el mil veces evocado, hasta el
Perón de López Rega y la Triple “A”, que anunciaba la
larga noche de la Dictadura del ´76.
¿Qué es el peronismo? La pregunta parece hacerse
una y otra vez en cada capítulo. Porque, como dice
el lugar común, hay muchos peronismos. Y el escritor y
filósofo inventará el suyo. Algunas críticas han señalado
la ficción que construye Feinmann como un “defecto”,
pero qué va a buscar el lector sino unas invenciones
ajenas que se hacen de los hechos. Como muchas veces
sucede, uno va a buscar un modo de contar, un nuevo
cristal para acercarse al pasado. No hay (casi) dudas de
lo que ha ocurrido, pero sí, y muchas, de las maneras
de darle sentido al relato peronista.
“Hay grandeza y profundas miserias en el
peronismo”. “Hay demasiados muertos”. “Hay
una historia desbocada”. “Hay líderes (sobre todo
2
3
66 SNÉDQE .
uno), hay mártires (sobre todo una),
hay obsecuentes, alcahuetes, hay
resistentes sindicales, escritores
combativos (…), hay más de cien
Peronismo
desaparecidos en el Nacional Buenos José Pablo Feinmann
Planeta
Aires”. Eso es lo que hay, dice
744 páginas
Feinmann.
En algún lugar, Juan José Saer se preguntaba
qué es lo que ve un hombre entre dos sueños,
cuando todavía no ha terminado de desembarazarse del
primero y, enseguida, es atrapado por el segundo. Con
el peronismo la cuestión se repite. Del sueño y la caída,
de la resistencia y los fusilados, de la primavera de
Cámpora y el horror, de los ´90 y el kirchnerismo. Todo
parece un relato incansable, absurdo, contradictorio. El
peronismo quizás no sea otra cosa.
El escrito de Feinmann es un ensayo de filosofía
política, es una extensa novela (Timote, relato
del asesinato de Aramburu por Montoneros, surgió
mientras Feinmann escribía su Peronismo), es una
autobiografía y una monumental narración coral sobre
una “obstinación” argentina. También es un espejo
fracturado, no por la imagen que nos devuelve, sino por
la posibilidad, una vez más, que nos da de mirarnos.
4
5
Peronismo/Mito/Enemigo
EL PERONISMO
COMO MITO
Escribe María Eva Mira
Ilustra Genghis
E
ste artículo que se leerá
a continuación pretende tomar como objeto de análisis
uno de los fenómenos políticos más
relevantes del siglo XX en nuestro
país que definió y define aún numerosos eventos de la política actual.
Estamos hablando del peronismo.
Lo que aquí esbozaremos al respecto es tan sólo una posibilidad de
indagación, un modo de entrada a
un proceso complejo y huidizo que
por ello mismo debe ser tomado con
cautela y con la certeza de que cualquier exposición sobre él será insuficiente. El camino que elegiremos
para hacerlo está relacionado con
el concepto de mito y trataremos,
a partir de algunas definiciones y
valorizaciones de este término, de
delinear posibles recorridos para
la interpretación del peronismo en
tanto experiencia sagrada, teniendo
en cuenta para ello su concepción
de política.
El mito: definición y crítica.
Sostienen diferentes teorías
que las sociedades míticas, las co-
SNÉDQE
67
munidades que vivían imbuidas en
el mito -y que lo consideraban, al
decir de Mircea Eliade, “…una ‘historia verdadera’, y lo que es más,
una historia de inapreciable valor
porque es sagrada, ejemplar y significativa.”1- han desaparecido dejando su lugar a las sociedades modernas que han abandonado las experiencias que rozan lo divino. En las
sociedades arcaicas el significado
de mito se relacionaba con un valor
esencial e incuestionable que permitía apreciar y significar los acontecimientos de la vida diaria. Los
mitos se constituían así en relatos
sacros. Eliade sostiene al respecto
que “El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que
ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los
comienzos. (…) Los mitos revelan,
pues, la actividad creadora y develan la sacralidad (…) de sus obras.
(…) Los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado en el Mundo.”2 El
mito, así, es para estas sociedades
algo muy diferente a una narración
ficcional. Para ellas, “describe realidades”. Por lo tanto, y a diferencia
de cómo se ha utilizado el concepto
en las sociedades modernas, el mito
no se relaciona con lo falso, con una
creencia fabulada o una invención,
sino con un nivel de verdad sacra
y primordial que rige y organiza
el propio funcionamiento de la sociedad. Estos mitos no sólo tienen
valor de realidad sino que tienen la
función de guiar y enseñar modelos
a seguir para los habitantes de esos
pueblos. Por lo tanto son claves en
la forma en que estos significaban
su existencia. Pero además, narran
en tanto tales, eventos relacionados
con la creación, por parte de seres
sobrenaturales o divinos, de un orden, una forma, a partir de una si-
68 SNÉDQE .
tuación caótica e informe, absolutamente indefinida. Volveremos y
profundizaremos sobre este aspecto
en particular cuando hablemos del
mito peronista.
Como mencionamos antes,
se sostiene desde diferentes teorías
que las sociedades míticas entendidas según nuestra descripción anterior han muerto. Ellas han sido
reemplazadas por las sociedades
modernas secularizadas, donde la
sacralidad entendida en esos términos ya no es parte de nuestra existencia. Uno de los autores que formula afirmaciones de este carácter
es el alemán Walter Benjamin. Aquí
nos interesa particularmente retomar uno de los puntos de su teoría,
y hablar de un ejemplo puntual que
lo contradice. Hablamos del fin de
la narración enunciado por el autor
y el peronismo como refutador de
esta tesis.
Walter Benjamin afirma que
con la época de la reproductividad
técnica ha llegado a su fin la experiencia aurática y con ella también
las narraciones y los relatos, entendidos como la transmisión y el retorno, la repetición vívida de este
tipo de experiencia. Para Benjamin
el aura, entendida como “…la aparición irrepetible de una lejanía por
cercana que esta pueda hallarse.”3,
está íntimamente ligada al concepto de narración. Ésta última existe
porque hay una experiencia aurática, autentica, que ser narrada. Para
Walter Benjamin “…la narración es
útil en sí misma (…) una vez [como]
moraleja, otra en unas indicaciones
prácticas, y una tercera vez en un refrán o en alguna regla de conducta:
en todo caso, el narrador es hombre
que sabe aconsejar a sus oyentes.”4.
Sin embargo ese arte de narrar está
para él acercándose a su fin, porque
“…está desapareciendo el lado épico
de la verdad, es decir, la sabiduría.”5
Es importante destacar aquí que la
lectura que hacemos de los textos y
las posturas de Walter Benjamin no
lo califica como un autor nostálgico,
preocupado por la pérdida. Por el
contrario, lo entendemos como un
pensador esperanzado en que las
posibilidades técnicas que surgen y
destierran al relato y a las experiencias autenticas, cuyas altas y catastróficas posibilidades destructivas
el autor no ignora, sean de todos
modos capaces de tener una acción
positiva por la humanidad: sacarla
de su ensoñación mítica.
Al respecto Walter Benjamin
comenta en el convolut K del Libro
de los pasajes: “El despertar como
fase gradual, que se impone tanto
en la vida del individuo como en la
de las generaciones. Dormir es su
fase primaria. La experiencia juvenil de una generación tiene mucho
en común con la experiencia onírica.”6 El despertar del cual está hablando este autor es el despertar del
mito, que adormece a la humanidad
con su persistencia. Y el orden en
donde tendrá lugar ese despertar no
es otro que el de la política entendida no como una continuación de
la situación mítica, sino como una
salida de la misma. Según Benjamin
la reproducibilidad técnica rompió,
con sus nuevas posibilidades, una
forma de concebir no sólo el arte y
la creación, sino una manera de experimentar la vida y de relacionarse
con lo sagrado. Ella trajo consigo la
deconstrucción del aura y del mito,
y así, de su mano, llegó una posibilidad del despertar. Como se dijo antes, Benjamin ve en esta desaparición no un signo de decadencia sino
un síntoma positivo, que nos aleja
de aquel lugar ritual, de aquella certeza de la tradición, de la persistencia del mito y nos permite entrar en
una secularización ligada al fin de lo
onírico.
Es de notar que Walter Benjamin escribió su obra en la segunda y
tercera década del siglo XX y que en
el año 1940 el autor alemán fallece
perseguido por las tropas nazifascistas. Sin embargo, tan sólo cinco
años después de su muerte surgirá
en nuestro país el peronismo actuando como contraejemplo de todas estas afirmaciones mencionadas acerca del fin de la experiencia
mítica. Lo que intentaremos afirmar
en este artículo es que el peronismo
se desarrolla bajo una estructura y
funcionamiento mítico. Nos atreveremos a decir que, si bien creemos
como el autor que esas sociedades
míticas han desaparecido en los términos y en las totalidades en que
las conocíamos, hay mitos, roces
con la sacralidad, que no sólo han
sobrevivido, sino que han nacido al
calor del siglo XX. Para nosotros el
peronismo es uno de estos mitos,
una de estas narraciones que surgen
cuando el propio Benjamin describía los tiempos de la reproductibilidad técnica, la desmitificación y la
desauratización. Nace para ocupar
el lugar del gran relato de la sociedad Argentina desde ese momento
y hasta nuestros días, generando
con él nuevas experiencias sacras y
auráticas, experiencias verdaderas,
factibles de ser narradas.
Amigo –
enemigo: la concepción
política de
Schmitt
y el peronis-
mo
La lectura que aquí hacemos
de Benjamin nos permite afirmar,
como se dijo antes, que el autor alemán ve en la desaparición del mito
la posibilidad de un despertar de la
humanidad toda, un despertar volcado hacia la política. Si bien el pe-
ronismo es sin duda un movimiento
político, entendemos que no lo es en
el sentido en que Benjamin lo describe. La concepción que el peronismo tiene de la política tiene fuertes
puntos de contacto con lo que el
teórico alemán Carl Schmitt desarrolla bajo el concepto de “teología
política”. En principio debemos
decir que Schmitt plantea una definición positiva y esencial de la política. Ésta tiene para él una esencia
propia. Dice al respecto: “De hecho,
lo político tiene sus propios criterios que se manifiestan de un modo
particular frente a las diferentes
áreas específicas relativamente independientes del pensamiento y
del accionar humanos, en especial
frente a lo moral, lo estético y lo
económico.”7 Schmitt piensa lo político asumiendo que para dar cuenta de ello debemos encontrar una
distinción específica, autónoma y
valida por sí misma, que será la que
nos permita encontrar una esencia. Algo que cumpla el rol que, por
ejemplo, tiene el par bueno/malo
para el campo de la moral. Hay que
hallar una nueva distinción, específica de lo político, autónoma de las
de las otras esferas sociales. Afirma
entonces que esta diferenciación no
es otra que la que el soberano realiza entre amigo-enemigo, fundando
y constituyendo en ella su propia
soberanía. Es por ello que Schmitt
sostiene que “No hay necesidad de
que el enemigo sea moralmente
malo, o estéticamente feo; no debe
necesariamente presentarse como
competidor económico…”8 sino
que “…es simplemente el otro, el
extranjero y basta a su esencia que
sea existencialmente, en un sentido en particular intensivo, algo
otro o extranjero…”9 Esta otredad,
una vez definida, una vez decidida,
entra en conflicto ontológico con
la existencia propia, y por eso dice
Schmitt que es “…necesario defenderse y combatir para preservar el
propio, peculiar, modo de vida”10.
De esta manera, esa oposición amigo-enemigo marca el grado máximo
de intensidad de una unión o separación. Esto significa que no todas
las distinciones deben recaer en la
construcción de un enemigo. Es necesario un grado de intensidad para
que éste emerja. Esto no es menor,
porque implica precisamente que
nadie, ningún pueblo o nación se
convierte en enemigo por ser meramente un competidor económico, una otredad religiosa, o la encarnación de una incompatibilidad
moral. Es la decisión política, la de
agruparse en estas dos categorías de
amigos y enemigos, la que genera a
ese otro que amenaza la propia forma de existencia. El antagonismo es
la oposición extrema. Y esto tiene
un sentido específico: el enemigo
es quien es pasible de ser asesinado, y quien es también pasible de
asesinarnos. Schmitt lo explica del
siguiente modo: “Los conceptos de
amigo, enemigo y lucha adquieren
su sentido real por el hecho de que
están y se mantienen en conexión
con la posibilidad real de matar físicamente.”11 Es decir, la posibilidad
última de la decisión de agruparse
entre amigos y enemigos es la guerra. No hay aquí simbolismos ni
metáforas. La eliminación del otro,
su posibilidad, debe ser material, y
no meramente psicológica, espiritual o metafísica. Eso no implica,
sin embargo, que esta guerra de la
que Schmitt habla deba ser deseable. Incluso puede nunca acontecer.
Pero su posibilidad positiva, certera
y futura debe estar dada. No puede
ser un enemigo alguien a quien no
estoy dispuesto a matar. No puede
ser un enemigo alguien que no esta
Peronismo/Mito/Enemigo
.69
de estos puntos más adelante.
El mito peronista
dispuesto a matarme. La aniquilación debe ser un horizonte siempre
posible, por que la enemistad es “…
una negación óntica de un ser distinto. La guerra no es sino la realización extrema de la enemistad.”12
Un enemigo es siempre un enemigo
público porque es el enemigo del
pueblo
Sostenemos entonces que la
concepción de política que se encuentra detrás del peronismo es
precisamente la de esta teología
política que vincula lo político con
una instancia sacra, y que marca la
distinción amigo-enemigo como su
esencia. No será en este artículo que
desarrollemos qué se constituirá en
un enemigo para el peronismo ni
cómo se irá desarrollando esta categoría compleja, ya que esto requiere
un análisis extenso que excede por
mucho los límites de este escrito.
70 SNÉDQE .
Pero sí afirmaremos que esta concepción política, presente tanto en
el peronismo como en sus enemigos, se relaciona intrínsecamente
con la concepción mítica y con la
figura del orden que se viene a reponer. La idea de política que el peronismo y Benjamin sostienen es radicalmente diferente. La del primero está claramente imbuida en un
universo mítico, teológico y sacro.
Da cuenta de un soberano con una
decisión última, que instaura con
ella su propia soberanía y un estado
de excepción que de fin a un caos,
que devuelva el orden perdido. La
del segundo se liga con una posible
salida a esta totalidad de opresión
y ensoñación sacra. Es por eso que
a pesar de que Benjamin habla de
un despertar político, no está concibiendo la política en esos mismos
términos. Desarrollaremos algunos
A partir de las afirmaciones
planteadas, nos encontramos frente
a la necesidad de repetir que no porque el peronismo haya sido caracterizado como mito se convierte en
una falsedad, un relato ficcional o
una mentira. Ninguna persona que
viva en su aura, en su esfera, podría
jamás pensar eso. El peronismo es
una verdad porque se vive como
una verdad. Porque establece realidades, porque es un relato sagrado,
incuestionable para quienes viven
en él. Despojémonos aquí de todas
aquéllas concepciones marxistas de
falsa ideología, de todos los principios racionalistas que nos lleven a
hablar de verdades o falsedades en
términos positivistas. El peronismo
es un mito en tanto relato sagrado
y significante. En tanto verdad que
brinda modelos ejemplares, en tanto creador de ritos y símbolos significativos. Por eso, porque actúa
de esta forma, no puede contarse
de forma indiferente.13 Para Mircea
Eliade, los relatos míticos adquieren su carácter de realidad en tanto
y en cuanto para los pobladores de
las sociedades míticas, “….el hombre, tal como es hoy, es el resultado directo de estos acontecimientos
míticos, está constituido por estos
acontecimientos.”14 Quizás desde aquí sea desde donde podemos
pensar la celebre frase del General
Juan Domingo Perón que rezaba
“La única verdad es la realidad”. La
realidad es, para los peronistas, el
peronismo. Y esto no se relaciona ni
con enceguecimientos ni con falsedades, con velos deformantes. Por
el contrario, es ésta una forma de
significar, de aprehender, de vivir
en el mundo.
Sostenemos, entonces, que el
peronismo funciona como un mito
en la sociedad moderna. Es posible
que aquella conexión absoluta con
lo sagrado esté, como afirma Benjamín, destruida o desgastada por
la tecnificación de la sociedad y se
haya perdido, en esa magnitud, para
siempre. Pero existen aún, dentro
de los actuales modos de vida profanos, hilos, experiencias, elementos que permiten una conexión con
lo sacro, con aquel otro mundo, con
esa otra esfera sagrada, incuestionable, mítica. La esfera que va más
allá de la existencia “terrenal” y que
nos pone en contacto con un mundo distinto, el mundo de lo divino.
Para nosotros el peronismo es una
experiencia híbrida, que mixtura
elementos racionalistas y tecnófilos
propios de la modernidad, con elementos míticos y sacros, pre y anti
racionalistas, dignos de una experiencia de conexión con una estructura sagrada y verticalista, donde
una persona sólo puede mediante
estos instantes conectarse con una
instancia superior.
En tanto narración mítica, el
peronismo tiene una función. En
primer lugar, ofrecer los ejemplos,
los modos de comportamiento a seguir. Y en segundo lugar, devolver el
orden en una situación de caos. Profundicemos un instante en este concepto de orden. El orden no es y ni
significa lo mismo en el pensamiento mítico arcaico que en el racionalismo moderno. En aquel mundo
antiguo, el orden se relacionaba con
una idea original de lo amorfo, el
caos como primordial figura cosmogónica; aquello que fue primero en
la realidad como incorpóreo y sin
forma, y que luego los Dioses moldearon trayendo el orden y la forma. Es decir, creando el mundo y la
existencia tal como esos hombres la
conocían. En el caso del peronismo,
el orden devuelto no es ni puede
ser una experiencia tan primigenia
y central como la de la creación de
la propia vida o el propio universo.
Sin embargo, Mircea Eliade sostiene que los mitos son siempre “…el
relato de una ‘creación’: se narra
como algo ha sido producido, ha
comenzado a ser.”15 Podríamos preguntarnos entonces, ¿qué es lo que
el peronismo crea? ¿A qué le da forma, qué es lo que ordena?
La respuesta a estas preguntas podría formularse de la siguiente manera: en la Argentina de 1943
-cuando empieza a desarrollarse
como germen-, el peronismo encuentra, como fracción de la clase
dominante (clase en el poder)16, una
sociedad en pleno cambio y ebullición. En nuestro país se registraba
el crecimiento de nuevas industrias
(principalmente en Buenos Aires,
Córdoba y Rosario) dedicadas a la
sustitución de importaciones de
bienes de consumo. Este proceso de
industrialización motivaba a su vez
una fuerte corriente migratoria interna, desde zonas rurales hacia las
ciudades. La ciudad y sus alrededores recibieron más de 70 mil migrantes anuales entre 1936 y 1943,
y más de 100 mil entre este último
año y 1947. Entre 1935 y 1943 la
ocupación en actividades industriales creció de 600 mil trabajadores a
cerca de un millón. A estos cambios
a nivel nacional deben sumárseles
los extraordinarios acontecimientos
a nivel mundial. Nos referimos no
solamente al desarrollo y posterior
finalización de la Segunda Guerra
Mundial, sino también a la relevancia ocupada por la cada vez más pujante Unión Soviética. La “amenaza
del comunismo” preocupaba a las
naciones occidentales desde la Revolución Rusa de 1917, y en Argenti-
na esto significaba también la “amenaza” del sindicalismo comunista y
socialista en auge durante las décadas del ’20 y del ’30, después de
que el anarquismo fuera diezmado
por la represión estatal17. En este
contexto es que el peronismo se
dispone a brindar “un orden”, una
nueva organización de los elementos sociales que “rescaten” a la sociedad de lo que amplios sectores de
la clase dominante perciben como
un caos producido por el impune
fraude de la clase oligárquica18, los
avances de los sectores de izquierda, y una nueva masa de hombres
y mujeres entrando en el mundo
obrero bonaerense de forma desbocada y rebasando el control estatal.
El peronismo es un mito porque él
mismo funda el orden, él mismo genera una nueva forma, destierra el
caos y da origen a un nuevo mundo,
una nueva manera de significar y
representar las experiencias y prácticas sociales. Y este mito es el que
se actualizará ritualmente a partir
de ese momento.
El 17
de octubre: el instante de
creación originaria
Para el mito peronista, el instante originario, el momento inaugural de este mundo nuevo, de este
nuevo orden que está surgiendo, es
el 17 de octubre de 1945. Los relatos
acerca de este día han sufrido desde
aquel momento variaciones relevantes en términos políticos, pero
no en términos funcionales. El 17
de octubre se narra desde amplios
sectores de la sociedad como un hecho trascendente y fundante, ya sea
desde las palabras de los trabajadores allí presentes19, hasta las poesías
y relatos cantados a aquella fecha
por Leopoldo Marechal, Cipriano
Reyes, Juan José Hernández Arre-
Peronismo/Mito/Enemigo
. 71
gui, Raúl Scalabrini Ortiz, y otros20,
como antiguamente lo hacían Homero y Hesíodo “inspirados y dictados por las musas”. El 17 de octubre
es la fundación del peronismo como
mito y su relato se transforma en
un elemento a ritualizar. De allí en
más, los 17 de ese mes se transformarán en días sacros, porque tendrán que ver con el momento en
que el mundo de aquellos hombres
y mujeres toma forma, ya que como
explica Eliade “…relatar el mito de
los seres sobrenaturales [en este
caso podríamos hablar de seres extraordinarios, fuera de lo común,
líderes] y la manifestación de sus
poderes sagrados, se convierte en el
modelo ejemplar de todas las actividades humanas significativas.”21
Como dijimos antes, claramente
no estamos frente a un mito cosmogónico en el sentido tradicional.
Ninguna persona sostendría que el
peronismo, que Juan Domingo Perón, creó el mundo. Pero sí muchos
de ellos serían capaces de responder que “El General” o el gobierno
peronista otorgó a los trabajadores
derechos que no habían tenido nunca, o brindó la posibilidad de que
una clase silenciada y oprimida se
constituyera en el sujeto clave de un
proceso político. Narrarían como
este movimiento político trabajó
para “el pueblo” y como “el pueblo”
adquirió dignidad. No vamos a discutir aquí si efectivamente el peronismo cumplió o no ese papel o se
ajustó a no a esa imagen. Como se
dijo antes, no es el carácter falso o
verídico en términos racionales o
factuales lo que importa, sino que
ese relato se constituya en una verdad trascendente, fundacional, sagrada para quienes en ella viven. El
hombre trabajador y sus derechos,
tal como fue entendido por muchos
de esos mismos hombres, “…es el
72 SNÉDQE .
resultado directo de estos acontecimientos míticos, está constituido
por estos acontecimientos.”22
Esa historia narrada en los
mitos es continuamente rememorada y reactualizada en los denominados ritos o rituales. Porque esos
acontecimientos ocurrieron en los
tiempos míticos y sagrados y necesitan ser constantemente traídos al
presente. Los ritos cumplen la función de repetir lo que ocurrió en el
pasado. En la mentalidad moderna o racional/instrumental donde
el tiempo es una línea de progreso constante, los hechos pasados
son irreversibles porque el tiempo
también lo es. Pero en el sentido
mítico, el tiempo se comporta de
forma circular, y lo que “…pasó ab
origine es susceptible de repetirse
por la fuerza de los ritos.”23 Repetir, reactualizar el mito, es conocer
el origen de las cosas, su secreto de
creación, dónde se hallan y cómo
reaparecerlas, tal como los seres extraordinarios o sagrados lo hicieron
alguna vez. A partir de estas afirmaciones podemos entender el por qué
de la relevancia y la trascendencia
(entendida en términos de importancia y en término sacros) de los
actos, las marchas, las rememoraciones, que se convierten en elementos centrales en el peronismo
y no meros elementos accesorios.
Podemos entender también porque
cada 17 de octubre es central para
los militantes peronistas, y porque
se eligió ese día para el traslado de
los resto del General a su lecho final en San Vicente en el año 2006,
32 años después de su muerte y 61
años después del “Día de la Lealtad”
en aquella plaza de mayo. Con cada
rito se reactualiza aquel momento
originario.
Si pensamos el peronismo
de esta manera, si lo entendemos
como un relato mítico central para
la historia de la política nacional,
entenderemos también muchos
otros elementos que acompañaron
los siguientes años de la historia nacional. Entenderemos los cuadros
de Perón y Evita colgados en las paredes de las casas, la marcha como
canto sacro hacia el líder y el movimiento, las multitudinarias movilizaciones, los discursos desde el
balcón como aquel originario 17. Y
quizás mucho de lo que vendrá después del 16 de septiembre de 1955,
donde se abrió, con Perón ausente,
la posibilidad de que aquel relato
mítico se vivificara de formas cada
vez más profundas, cada vez más
sagradas, pero también cada vez
más heterodoxas. Durante la “resistencia” se acentuó aún más la idea
de un origen puro, un pasado ordenado y justo al que era necesario
regresar, pero también se complejizó el movimiento de forma notoria.
Surgieron dos ramas, dos vertientes, y habría que pensar entonces
si aquel mito de origen no se partió
también en dos. Durante los años
cercanos a la década del ’70 y al regreso de Perón al país, muchos sectores dentro del peronismo creerán
que el enemigo schmittiano descrito anteriormente, antes entendido
como sectores opuestos al partido,
está en el mismo movimiento. Para
la juventud peronista, ese enemigo será la burocracia sindical que
quiere mantener un viejo esquema
y se opone al desarrollo del socialismo que el General traería con
su retorno. Para el sindicalismo, el
enemigo será esa juventud radicalizada que no es realmente peronista
y que pretende del partido algo que
el partido no es. Es el propio orden
que tiene que ser repuesto el que se
cuestiona, es el propio mito el que
se divide en dos. Si el mito actúa
ejemplificando y marcando el camino, es posible afirmar que lo que
ocurrió en aquellos años al interior
del movimiento es una divergencia
esencial sobre como reactualizar e
interpretar aquel relato.
Pero más importante que
esto es que los propios enemigos
del peronismo lo entendieron a
este de forma mítica. Y a la luz de
estas afirmaciones se comprende
también por qué cuando en 1955
llega al poder la autodenominada Revolución Libertadora son las
propias palabras, los significantes,
a quienes se intenta eliminar de la
cotidianeidad. Los golpistas no se
enfrentan a una estructura partidaria, a un movimiento obrero. Se
enfrentan a un mito. Y tal vez desde allí debamos entender también
el Cristo vence adornando las macabras estructuras de los aviones
que bombardearan aquel mediodía
del 16 de junio de 1955 la Plaza de
Mayo.¿Qué mejor forma de enfrentar a un mito que desde otro con
dos mil años de persistencia? Aquellos militares asumieron sin duda
su rol como enemigos. Ellos también concibieron a la política como
una guerra sacra. Por eso se crea la
imagen del tirano prófugo, por eso
se borran las propias palabras del
peronismo del lenguaje cotidiano.
Es el propio relato, la narración,
la reactualización de aquella experiencia sagrada, la que tiene que ser
eliminada. Había que borrar al peronismo de la historia, porque sólo
eliminando el relato desaparece el
mito. Mientras alguien lo narrara,
seguiría persistiendo. No alcanzaba
con cuestionarlo o con invalidarlo.
Había que desaparecerlo.
El peronismo como mito ambidiestro
Ahora bien, afirmadas estas
características míticas del peronismo y su concepción de la política
en términos teológicos, tendríamos
que afirmar, siguiendo a Walter
Benjamin, que este movimiento político no producirá ningún despertar político, sino que por el contrario, alargará el adormecimiento, la
ensoñación de los sujetos oprimidos
en su permanente estado de excepción.24 y 25
Y sin embargo, existen elementos en el peronismo que no nos
permiten afirmar esto con total certeza, sin grietas ni salvedades. El
peronismo, a pesar de sus características conservadoras, dio lugar en
nuestro país a una insurgencia popular, a un advenimiento del pueblo como sujeto histórico y político,
pocas veces visto. Incluso dará lugar
en la década del ’70 a numerosos
movimientos que reivindicarán el
socialismo en su nombre. Entonces,
hay algo que no termina de cerrarse
Peronismo/Mito/Enemigo
.73
respecto de esta concepción sobre el
peronismo. ¿Es necesario negar el
carácter mítico del peronismo para
dar cuenta de esta segunda e intrincada faceta? Quizás para responder
a esta pregunta debamos recurrir a
la obra de Roberto Esposito. Sostiene este autor que cuando se habla
de mito político usualmente se mira
a la derecha, y que ello no sucede
casualmente, sino que “…la lucha
contra las democracias occidentales
por parte del nazifacismo apareció
como un ajuste de cuentas final entre las potencias oscuras del mito y
una civilización todavía alumbrada
por los valores de la Ilustración”26
Pero para continuar con esta postura, será necesario seguir en la
creencia de una doble condición: “…
por un lado, que el mito quede confinado en la esfera de lo irracional,
por el otro, que se piense en el nihilismo en oposición frontal al humanismo”27 Pero para él, así como
Adorno y Horkheimer plantearon
en Dialéctica del iluminismo que la
ilustración tiene un alma mítica, el
mito tiene que tener en su interior
un núcleo potencialmente ilustrado, pero “…en el sentido positivo de
‘racional’ y, más concretamente, de
una razón liberadora, emancipadora, respecto a su propia valoración
coactiva.”28 Es así que Esposito sostiene que no es pensable una vida
sin mito. Porque trabajar para darle
74
SNÉDQE .
un fin al mito implica nuevamente entregarse a la construcción del
mismo. Todos los intentos de desmitificación han terminado en un
mito potenciado. No hay forma de
apartarse de él, sostiene el autor, y
va un paso más allá. No sería deseable hacerlo. Así Esposito afirma: “El
final del mito (…) coincidiría en último extremo con la asunción de la
muerte no ya como horizonte, sino
más bien como realidad, de la vida.
Significaría literalmente morir desde el momento que no es concebible
una vida sustraída a la palabra, a la
esperanza, a la obra.”29 El mito sólo
es factible de interrupción, no de final. Y esta interrupción no es más
que un viaje hacia su límite. Según
Esposito, “El mito interrumpido
es el mito herido en su pretensión
de continua compacidad, de reunificación de las voces, de nueva
comunidad.”30. Lo impolítico (y no
lo apolítico, que es el doble exacto de la política y que existe desde
siempre espejándola) será quien le
marqué un límite a la política entendida en términos schmittianos,
quien la interrumpa, quien le marque su finitud y de este modo la devuelva a su lugar, que ha olvidado.
Lo impolítico saca a la política de la
trascendencia, desenmascara que
derecho y violencia, orden y caos
no son entidades separadas, sino
que han existido siempre una como
contracara de la otra. Deja ver que
el origen sagrado donde reinaba la
paz no es ahistórico, está envuelto
en los mismos ciclos de violencia y
caos. Y si no existe un momento de
orden que es a la vez quebrado por
el caos, o un momento de caos resultó por el orden, lo que cae es precisamente el concepto de mito. Lo
que se acaba aquí es la esencialidad
de la política que habíamos explicado anteriormente, y surge en su
lugar un concepto relacional de la
misma. Entonces, podremos volver
a mirar al peronismo a la luz de estas afirmaciones. Por eso podemos
reconocer en el peronismo aspectos
transformadores que no caben dentro de la estructura conceptual que
veníamos desarrollando. Podemos
pensar que los conceptos que maneja el peronismo y su forma de desenvolverse tienen efectivas similitudes
con la teología política schmittiana
y con la estructura mítica. Y sin embargo ir un paso más allá, y criticar
ese fenómeno interrumpiendo el
mito, como sugiere Esposito. Limitándolo en su trascendencia, guardándolo, valorándolo, apreciándolo
como relato sin caer en un esencialismo schmittiano desde nuestro
propio lugar como investigadores,
condenándolo a un lugar de amigoenemigo.
Notas
1 Eliade, Mircea. “La estructura de los
y peronismo. Los comienzo de un vín-
a un ángel que parece como si estuvie-
mitos” en Mito y realidad, Labor, Bar-
culo perdurable, Siglo XXI, Buenos Ai-
se a punto de alejarse de algo que le
celona, 1991. Pág. 7
res, 2005
tiene pasmado. Sus ojos están desme-
2 Ibíd. Pág. 12
18 Algunos de los sectores de la propia
suradamente abiertos, la boca abierta
3 Benjamin, Walter, “La obra de arte en
clase dominante encuentran problemá-
y extendidas las alas. Y este deberá ser
la época de su reproductibilidad técni-
ticas y peligrosas las maniobras electo-
el aspecto del ángel de la historia. Ha
ca” en Obras libro I/vol 2, Abada edito-
rales y de conducción política de la frac-
vuelto el rostro hacia el pasado. Donde
res, Madrid, 2008. Pág. 16
ción en el poder.
a nosotros se nos manifiesta una cadena
4 Benjamin, Walter, “El narrador” en
19 Ver ejemplos en http://www.luche-
de datos, él ve una catástrofe única que
Obras libro II/vol 2, Abada editores,
yvuelve.com.ar/General/testimonios-
amontona incansablemente ruina so-
Madrid, 2009. Pág. 44
del17.htm,
http://www.relatosdelpe-
bre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien
5 Ibíd. Pág. 45
ronismo.com.ar/17oct45.htm,http://
quisiera él detenerse, despertar a los
6 Benjamin, Walter., “Convolut [K 1,1]”
www.elhistoriador.com.ar/articulos/
muertos y recomponer lo despedazado.
en Libro de los pasajes, Akal, Madrid,
ascenso_y_auge_del_peronismo/17_
Pero desde el paraíso sopla un huracán
2004. Pág. 393
de_octubre_de_1945.php
que se ha enredado en sus alas y que es
7 Schmitt, Carl., El concepto de lo políti-
20
tan fuerte que el ángel ya no puede ce-
co, Alianza, Madrid, 1999. Pág. 56
General/17deoctubremarehcal.htm
y
rrarlas. Este huracán le empuja irrefre-
8 Ibíd. Pág. 57
http://www.lagazeta.com.ar/diecisiete.
nablemente hacia el futuro, al cual da la
9 Ibíd. Pág. 57
htm
espalda, mientras que los montones de
10 Ibíd. Pág. 57
21 Eliade, Mircea, Op. Cit. Pág. 13
ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese
11 Ibíd. Pág. 63
22 Ibíd. Pág. 18
huracán es lo que nosotros llamamos
12 Ibíd. Pág. 63
23 Ibíd. Pág. 20
progreso.” Ibíd.
13 CFR. Eliade, Mircea, Op. Cit
24 “La tradición de los oprimidos nos
26 Esposito, Roberto. “Mito” en Confi-
14 Eliade, Mircea, Op. Cit. Pág. 18
enseña que la regla es el ‘estado de ex-
nes de lo político, Editorial Trotta, Ma-
15 Ibíd. Pág. 12
cepción’ en el que vivimos.” Benjamin,
drid, 1996. Pág. 95
16 Ver Murmis, Miguel y Portantiero,
Walter, Tesis de filosofía de la historia,
27 Ibíd.
Juan Carlos, Estudios sobre los oríge-
en
28 Ibíd. Pág. 96
nes del peronismo, Siglo XXI, Buenos
nazi/benjamin.html
29 Ibíd. Pág. 110
Aires, 2011.
25 “Hay un cuadro de Klee que se lla-
30 Ibíd.
17 Ver Del Campo, Hugo, Sindicalismo
ma Angelus Novus. En él se representa
http://www.lucheyvuelve.com.ar/
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Schmitt, Carl., El concepto de lo político, Alianza,
Madrid, 1999
SNÉDQE .75
JAPI VERDI TUYU
Escribe Reina Rosko
“
Bueno, Iván, es tu cumpleaños. Y como saben que
yo soy muy amiga tuya me han pedido que diga unas
palabras. No sé porque la gente cree que te conozco más
que nadie. No soy la persona que te conoce hace más
tiempo, ni tampoco creo ser quien te conoce más íntimamente. Pero bueno, acá esta gente, a la que llamamos nuestros amigos, cree que como cumplís cuarenta
pirulos, hay que decir algo. Vos ya sabés que a mí cumplir años no me parece ningún logro digno de festejo
pero igual te quiero decir un par de cosas. Si esperan
que haga una loa sobre tu persona, se van a desencantar
terriblemente. Porque lo primero que voy a decir, Iván,
es que sos una de las personas más inútiles que conozco. Si, bueno, es cierto, sabes un montonazo sobre libros. Pero eso te viene por tu viejo, que leyó hasta quedarse ciego, el muy idiota. Igual no te lo desmerezco,
tener cultura libresca es un mérito, che. Un mérito inútil, digamos, pero un mérito al fin. Además, siempre
ganas en la parte de cultura del Carrera de mente y nadie juega al ajedrez como vos, preguntale a los viejitos
de la plaza que te odian por eso. Por otro lado, vos siempre estás diciendo ‘como dice tal autor’, lo que habla de
tu sapiencia. Igual eso a mí medio que me da por las
pelotas que no tengo porque en general no tengo idea
de qué estás hablando. Pero vos te sentís re, re importante porque sabes en que año Borges se tiró un pedo. A
ver, que no se me mal entienda, sos un tipazo, Iván. Es
cierto que no sabes ni cambiar una bombita de luz, ni
en donde está la Avenida 9 de Julio, ni arreglar un cuerito de la canilla. Ah, pero cebas unos mates geniales. Y
no hay nadie que coja como vos. Si, esas son tus tres
logros, nene: coges bien, sabés mucho sobre libros y cebás unos mates riquísimos. Eso va a decir en tu epitafio.
No, paren, paren, sí, sos un buen tipo, Iván. Cuando alguien está mal, siempre recurre a esa rendidora oreja
tuya. Por eso, creo yo, estamos todos acá. Pero bueno,
76 SNÉDQE .
tampoco hay que exagerar. Igual debo decir que vos
siempre hiciste la tuya, y eso te lo aprecio. Nunca te importó un bledo lo que opinaban los demás. Cuando
cumpliste treinta yo me acuerdo que tu vieja, que descase en paz, me dijo: ‘Ay, nena, a vos que el Ivancito te
hace caso, ¿por qué no le decís que se case y me de un
nieto?’. Yo la quería mucho a tu mamá, si casi como que
me crió, pero igual ese día le arruiné la tarde. ‘No se
haga ilusiones, Dora, que Iván no se casa más”. Y no te
casaste, Iván, ni le diste nietos aún cuando tu madre
que te dio la vida casi te lo rogó. O tu papá, que quería
que estudiaras algo. Cualquier cosa, Iván. Y vos ni siquiera terminaste el secundario. Y no sólo eso, sino que
con la guita que cobraste de su herencia no terminaste
la casa como él quería, sino que abriste una librería que
vende libros que a nadie le interesan. Te juro que todavía no sé como sigue abierta. Sí, claro, están esos intelectuales de la Facultad de Filosofía y Letras que vienen
a ver si encuentran algún manuscrito inédito de Juan
Pirulo y siempre terminan llevándose algún librito gordo que vos les recomendás. Esos pibes sí que te escuchan, Iván, y ahí es como que estás en tu salsa. Esos
pibes quieren ser como vos algún día. No me miren así,
me pidieron que dijera algo sobre Iván. Y eso es lo que
estoy haciendo. Y que quede en claro que no es malo
todo esto. Porque a pesar de todos tus defectos, sos mi
persona favorita en este mundo. Porque aunque digan
que sos un fracasado, a tu manera, yo sé que vos te sentís un triunfador. Aunque tus triunfos no caigan dentro
de lo que el vulgo considera triunfos. Por eso digo que
siempre te admiré. Porque siempre jugaste con tus propias reglas. Claro, ahora que yo tampoco soy una nena,
hay ciertas reglas tuyas que me sacan un poquito de
quicio. Como que cada vez que miramos la tele tengas
que hacer una diatriba sobre la manera en que el mundo se está yendo al carajo. Dejalos, Iván, si ellos son fe-
lices mirando culos y tetas. No todos pueden ser intelectuales progres como vos. No se rían, che, que no es
gracioso. Igual me gusta más ahora que me molestan
esas cosas de vos. Cuando tenía quince años todo de vos
me parecía maravilloso. Ahora me doy cuenta que sos
un tipo más, como cualquier otro, que podrías ser vos o
cualquiera. Y eso te hace aún más encantador. Porque
no fue cualquiera, fuiste vos, Iván. Y entonces puedo
sentirme bien al odiar ciertas cosas de vos. Como esos
cigarrillos que armas con tanto esmero y que tienen un
olor espantoso que luego se queda impregnado en todos lados, que huelas a esos cigarrillos de mierda todo
el tiempo. O que te vayas al fondo a cortar los yuyos y
putees como si estuvieras peleando con una hiedra venenosa. ¿Ustedes lo vieron alguna vez? Es una lucha
cuerpo a cuerpo entre la maleza y el susodicho. Y después íntegramente manchado de verde y marrón, se
tira en la cama y ensucia todo. Uno puede enojarse todo
lo que quiera, pero al señor no le importa, porque las
sábanas se lavan, que hacerse tanta mala sangre, che,
por unas sábanas de mierda. Iván y su desencanto por
los objetos. Las cosas, excepto los libros, no tienen ningún valor para vos. Por eso los tratás, a los tuyos y los
ajenos, como cosas sin importancia. No interesa si yo
quería mucho la toalla bordada que me regaló mi abuela antes de morir. ‘Es una toalla, Lola, no es tu abuela,
tu abuelita está muerta y lo que tenés que atesorar es su
recuerdo, no una toallita de mierda’, me dijiste luego de
usar la toalla para limpiar las bujías del auto. No, no lo
miren así, no lo hace de malo. Es que sencillamente
para Iván los objetos no tienen importancia, van y vienen, son útiles en cierto momento y ya. Lo único que no
es descartable es la gente. Eso decís todo el tiempo. Y te
creo, sé que lo decís de corazón. Es que es así, hay muchas cosas que me gustan de vos. Pero hay otras que me
enferman. Como que nunca hagas lo que decís que vas
a hacer. Diálogo. Lola dice: ‘Iván, vas a comprar un saché de leche’. Iván responde: ‘Si, en cinco’. Una hora
después Lola dice, gritando: ‘La puta que te parió, Iván,
anda a comprar la leche, ¿querés?’. Iván tira por ahí el
libro que estaba leyendo y sale a comprar la leche, así,
en pijamas, sin siquiera molestarse en ponerse un pantalón. Se supone que tiene que ir a lo del gallego que
está a once contados pasos de su casa. Pasa una hora y
Lola con el puré a medio hacer porque la leche no llega.
Dos horas y media después, Iván llega sin leche. A la
pregunta de ‘¿Y la leche?’, Iván responde muy suelto de
cuerpo: ‘¿Qué leche?’. Lola entra en una crisis de nervios y amenaza con irse a la mierda porque está podrida
de su inutilidad. Pero Iván explica qué le ocurrió. Salió
para lo del gallego, pero en la puerta se encontró con
Daniel, hoy alegrándonos con su presencia, quien lo invita sin más a tomarse una cervecita en el bar de la esquina. Como son las siete, Iván calcula que tiene dos
horas hasta que el gallego cierre el negocio, por lo cual
decide que bien puede dedicarle una hora a Dani que
anda mal con la jermu y pobre se siente como abatido.
Estando en el bar, con media cerveza ya dentro del organismo, entra al local el Cordobés, quien al verlos, corre a su encuentro y les dice: ‘Che, vengan a ver la moto
que se compró Nene’. Moto desgraciada con la que el
Nene se mató el año pasado, que Dios lo tenga en la
gloria. Pero en esa época el Nene estaba vivo y la moto
intacta, como bien lo pudieron apreciar los ojos de Iván
y Dani. En apreciación motorística estaban, cuando la
vieja del Nene entra al garaje y le dice a los tres amigos:
‘Ay, ya que están los cuatro, no me mueven el mueble
de la cocina que pesa un motón, a ver si así puedo barrer atrás del aparato ese. Hace tanto que no limpio ahí
que seguro encuentro a tu viejo escondido, Nene’. Por si
alguien no lo sabe, el viejo del Nene se fue cuando él
tenía cinco años para no volver. Noten el negro humor
de la alegre, en aquellos tiempos al menos, viejecita. En
fin, allí fueron los amigos a correr el mueble. Y ya que
estaban en la cocina, se tomaron otra cervecita porque
que calor que hace, la puta que lo parió. Y como era
época de fiestas, la vieja del Nene dice: ‘¿Y si tomamos
una sidra?’. Y como que no, deciden tomar la sidra. Con
tanta mala suerte, pueden creer, que al destaparla, el
Nene le da con el corcho al cordobés en el medio de la
jeta. Y ahí nomás se suben los tres amigos al coche del
Nene y se van al hospital con el cordobés sangrando
como si hubieran abierto un grifo. Al final, era el tabique nasal. Se lo acomodan y chau picho. Vuelven los
amigos para el barrio riéndose de lo sucedido. Para ese
entonces son las nueve y media, hace dos horas y media
que Iván se fue de su casa y el gallego ya cerró. No que
él se acuerde que tenía que comprar la leche. Entra en
la casa y la encuentra a Lola que le mira las manos y
enrojece. De más está decir que esta explicación no me
contentó, más bien me enfureció más. Al final nos amigamos, claro, y terminamos comiendo papas al natural.
Pero bueno, Iván, supongo que vos no serías vos sin
esos fratifurtios que te mandas de vez en cuando. Que
lástima que no escribí todo esto así lo decía también en
tu funeral, por descontado doy que moriré después que
vos y que la mayoría de ustedes. En fin, sin más amigo
Iván, que los cumplas muy feliz”.
SNÉDQE .77
Escriben
Sergio Alvez: (1979, Posadas, Misiones) El periodismo le
salvó la vida a los veintipico (cualquier otro trabajo lo hubiese
matado antes de tiempo), y hoy le sigue dando de comer. Pero
escribe desde mucho antes, quizás desde los quince, época
dorada donde no se había presentado la contaminante ambición
de publicar, anhelo perverso que aún hoy lo atormenta. Supo
plagiar sin éxito a numerosos autores consagrados, y ahora
de a poco se anima a escribir sin el influjo de la imitación
conciente.
Juan Martín Bregazzi: (1985, Ciudad de Buenos Aires)
Estudiante de Ciencias de la Comunicación, UBA. A pesar de
que el tiempo avanza con rapidez, las palabras que él escribe
buscan detenerlo, o, al menos, suspenderlo por un rato. Desde
hace muchos años mantiene una amistad con los monstruos
de los destinos y los placeres (im)posibles. Estos monstruos
aparecen con la escritura; son lo utópico, lo quimérico.
Quieren ser. Intentan desprenderse de su prisión literaria y
caer en la realidad. No siempre lo consiguen. Pero, a pesar de
su deformidad inmaterial, allí están y revelan el lugar de las
fantasías compartidas.
Verónica Cohen: (1986, Ciudad de Buenos Aires) Ignatia
Amara.
Sofía Conti: (1986, General Lamadrid, Buenos Aires)
Estudiante de Ciencias de la Comunicación. Un día se encontró
con eso de la escritura y no pudo dejar de decir sobre lugares y
cosas que le quedan un poco raros. Oscila entre la preganancia
al pueblo y un sentimiento cosmopolita, entre las calles de
tierra y la intermitencia de la capital.
Emilia Cortina: (1987, Ciudad de Buenos Aires) Estudiante
de Ciencias de la Comunicación, UBA. Dicen que en una de
esas termina el año que viene. Fanática de los idiomas, íntima
del Longman Dictionary of Contemporary English, lee cuanto
y cuando puede, escribe cada tanto y, si está inspirada, agarra
las lapiceras que se le caen al piso con los dedos de los pies.
Juan Di Loreto: (1979, Tres Arroyos, Buenos Aires)
Bárbara Duhau: (1989, Ciudad de Buenos Aires) Cuando
vaya a París va a llevar flores a la tumba de Cortázar. No sabe
jugar al truco ni al ajedrez. Se deslumbra con los detalles.
Afirma que la vida sin gatos no es vida.
Gabriela Iriarte: (1990, Resistencia, Chaco) Socialismo o
Barbarie
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Nicolás Israel: (1987, Mar del Plata, Buenos Aires) Nocturno
viajero incansable, caminador empedernido, académico y
anti académico. A veces letras, a veces imagen, a veces panza
arriba. Sol ombligo libre feliz feliz.
Juan Laxagueborde: (1984, Ciudad de Buenos Aires) Está
terminando la carrera de sociología. Pertenece al espacio
Cinco Mohos.
Sofía Luppino: (1986, Tres Arroyos, Buenos Aires)
Feminista declarada o algo por el estilo. Cuerpo cyborg
amante de las palabras esdrújulas y los gerundios
Santiago Mazzuchini: (1984, Villa Lugano, Ciudad de
Buenos Aires) Estudiante de la Carrera de Ciencias de la
Comunicación, escritor y guitarrero en sus tiempos libres. Le
gusta moverse entre la academia, la militancia y la escritura
de ficción. Investiga sobre temas relacionados con la cultura,
la violencia y la política. Dicen que es un escritor “fumado” y
realista, lo que le parece una verdadera contradicción.
Laura Milano: (1984) En estos momentos recorre Europa.
María Eva Mira: (1986, Ciudad de Buenos Aires) Estudia
Ciencias de la Comunicación en la UBA desde hace demasiado
tiempo. No es peronista a pesar de su nombre, aunque el
fenómeno la tiene fascinada. Desde que leyó Rayuela, necesita
imperiosamente ir a Paris. Acomoda los zapatos antes de irse
a dormir. Es de Boca. Riquelmista, sin concesiones.
Julián Mónaco: (1987, Ciudad de Buenos Aires) Se jacta de
haber enemistado a los perros y los gatos. Su abuelo inventó
los puntos suspensivos.
Pino Oroz: (1989, Bragado, Buenos Aires) Socialismo o
Barbarie
Clara Paoletta: (1984, Mercedes, Provincia de Buenos Aires)
Está dando los últimos pasos en la carrera de Comunicación,
para así dejar de correr y empezar a explorar. Entiende al
conocimiento como una mezcla masoquista entre placer y
deseo, que nos transforma. Cree que al género(ssss) hay que
leerlo de manera oblicua, voyante y mutante con el fin de
desnaturalizar las construcciones genéricas en búsquda de
nuevas expresiones liberadoras.
Alejandro Pisera: (1985, Ciudad de Buenos Aires) No
importa quién habla, dijo.
Federico Poore: (1985, Ciudad de Buenos Aires). Ex
cronista político de Página/12. Actualmente colabora en
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diversos medios gráficos y escribe la tesina de #fsoc. Zizekista,
fan del cine de David Lynch y militante por la abolición del
campo VIP en recitales. Desde 2005 mantiene el blog Son
tiempos difíciles para los soñadores (http://tiemposdificiles.
com.ar)
Reina Rosko: (1982, Ciudad de Buenos Aires) Le han pedido
que escriba unas palabras sobre sí misma. Debe confesar que
le resulta sumamente complicado, quizás, hasta aburrido.
Prefiere que la conozcan por lo que escribe, por lo que hace,
que es su forma de conexión. Sostiene que esa es, sin duda, su
mejor biografía.
Alfredo Viñas: (1984, San Isidro, Buenos Aires) Actualmente
reside en Adrogué, en la zona sur de Buenos Aires. Publicó
en diciembre de 2009 su primera obra poética Cementerio y
ciudad, que ya cuenta con su segunda edición. Además forma
parte de la revista Aquialla, dedicada a la poesía, el ensayo y
narrativa breve.
Ilustran
Genghis: (1985, Flores, Ciudad de Buenos Aires) Varón
antipatricarcal. Neocookista. Gramsciano. Hincha de Ferro.
Escucha AM. Sostiene que dibujar es escribir con imágenes y
que todo dibujo es político.
Pepe Lumpen: (1985, Resistencia, Chaco) Alérgico al
psicoanálisis y a los picaportes. Figura en el Veraz.
Erica Oshiro: (1985, Ciudad de Buenos Aires) Proyecto de
arquitecta. Toca el violín, habla japonés y sabe hacer dorayakis
con miel.
Max Pérez Fallik: (1986, Ciudad de Buenos Aires)
Descripción fragmentaria: dícese de un continuum espaciotemporal, no determinístico, pero sin dudas simpático.
Polirrubro simbólico. Invoca irresistibles impulsos
indefectiblemente idiotas. Lo seducen los prefijos, lo cautivan
los postres. Antes tenía barba.
Jerónimo Tuñón: (1978, Ciudad de Buenos Aires) Tatuador.
Padre de Juan Cruz, según él, lo mejor que hizo en su vida.
eme-dé: (1988, Tres Arroyos, Provincia de Bs. As.) Puto,
trava, torta, trans. Forma colores en blanco y negro. Es el
ilutrador de la portada de nuestro primer numero.
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ÍNDICE
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Editorial: LA PARTE POR EL TODO. pg.3
Santiago Mazzuchini. EL GAITERO DE LA
PATERNAL. pg.4
Emilia Cortina. EL CUERPO DE LAS PALABRAS.
pg.7
Colectivo La Tribu. BIFO: “YA NO PODEMOS
HABLAR DE UN MATERIALISMO CONTEMPORÁNEO
SI NO HABLAMOS DEL CARÁCTER MATERIAL DE LA
DIMENSIÓN AFECTIVA”.
pg.10
Verónica Cohen. HUEVOS REVUELTOS CON
FOUCAULT Y UN TOQUE DE PIMIENTA ZEN. pg.16
Género(s). pg.19
Laura Milano y Clara Paoletta.
POSPORNOGRAFÍA: EL PLACER ESTÁ EN LA FUGA.
pg.20
Reseña: “THE BLACK GLOVE”. pg.26
Sofía Luppino. POSTPORNOGRAFÍA: DEBATES
INTERNOS. ¿EXISTE UN PORNO PARA MUJERES?.
pg.27
Bárbara Duhau. TÉMPANOS. pg.28
Santiago Mazzuchini. LA INSEGURIDAD
COMO HORIZONTE DE SENTIDOS. pg.29
Gabriela Iriarte y Pino Oroz. HACIA UNA
INSEGURIDAD MENOR. pg.35
Sergio Alvez. FISURA. pg.40
Alejandro Pisera y Julián Mónaco.
NOMBRAR LA MUERTE
Nicolás Israel. ALTERNATIVAS PARA EL OCIO
(O UN TRIBUTO A MARAVILLOSAS OCUPACIONES, DE
JULIO CORTÁZAR). pg.42
Literatura(s). pg.47
Juan Martín Bregazzi. HÉCTOR VIEL
TEMPERLEY: EL POETA QUE COMULGABA EN EL
MAR. pg.48
Juan Laxagueborde. EL ENSAMBLE
POLICROMÁTICO. GENIO Y FIGURA DE EDITORIAL
MANSALVA. pg.52
Sofía Conti. SIN MÚSICA DE FONDO. pg.55
Julián Mónaco. RESEÑA DE “BRUJAS” DE
SOFÍA LUPPINO. pg.57
Federico Poore. LAS RETENCIONES SON
CONFISCATORIAS. pg.58
Alfredo Viñas. EN ALGÚN LUGAR DEL MONTE.
pg.66
Juan Di Loreto. LA OBSTINACIÓN. pg.66
María Eva Mira. EL PERONISMO COMO MITO.
pg.67
Reina Rosko. JAPI VERDI TUYU. pg.76
ESCRIBEN E ILUSTRAN. pg.78
REVISTA SINÉCDOQUE. STAFF
SNÉD E
Q
Q
Recibimos artículos, ensayos, poesías y cuentos para el Nº 2
a nuestro mail: [email protected]
Consultar por los plazos y la forma de presentación en el blog
de la Revista.
Agradecemos a:
Bruno “el Veci” Giglio, Elena Hasapov, Martina Benítez, Erica Oshiro,
Jerónimo Tuñon, Selene Román, Revista Comux, todas nuestras familias,
y a todes les amigues que nos ayudaron a realizar este primer número.
ISSN 1853-7588
COLECTIVO EDITOR: FLORENCIA COLANGELO, SANTIAGO KAHN, SOFÍA LUPPINO,
MARÍA EVA MIRA, JULIÁN MÓNACO, ALEJANDRO PISERA, SOFÍA SAGLE.
ESCRIBEN EN ESTE NÚMERO:
SERGIO ALVEZ, JUAN MARTÍN BREGAZZI, VERÓNICA COHEN, SOFÍA CONTI, EMILIA CORTINA, JUAN
DI LORETO, BÁRBARA DUHAU, GABRIELA IRIARTE, NICOLÁS ISRAEL, JUAN LAXAGUEBORDE, SOFÍA
LUPPINO, SANTIAGO MAZZUCHINI, LAURA MILANO, MARÍA EVA MIRA, JULIÁN MÓNACO, PINO
OROZ, CLARA PAOLETTA, ALEJANDRO PISERA, FEDERICO POORE, REINA ROSKO, ALFREDO VIÑAS
ILUSTRACIONES: EME-DÉ, MAX PÉREZ FALLIK, PEPE LUMPEN,
ERICA OSHIRO, GENGHIS Y JERÓNIMO TUÑON.
EDITORA RESPONSABLE: MARÍA EVA MIRA. VARELA 1686, CIUDAD AUTONOMA
ARGENTINA, CP 1406. CONTACTO: [email protected]
2
SNÉCDQE
DE
BUENOS AIRES,
REVISTA SINÉCDOQUE.
MAIL: [email protected]
TW: @REVSINECDOQUE
FB: HTTP://COR.TO/REVSINECDOQUE
BLOG: HTTP://REVISTASINECDOQUE.BLOGSPOT.COM
ISSN 1853-7588
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Junio-Agosto
2011
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Inseguridades
Lenguaje
Bifo
Género(s)
Pospornografía
Imputabilidad
Violencias
Viel Témperley
Literatura
Análisis Discursivo
Peronismo
Ideologías
Mito
Poesía
Cuentos
Escriben: Mazzuchini/Colectivo La Tribu
Cortina/Cohen/Milano+Paoletta/Luppino
Duhau/Iriarte+Oroz/Alvez/Pisera+Mónaco
Israel/Bregazzi/Laxagueborde/Conti/Poore
Viñas/Di Loreto/Mira/Rosko.
Ilustran: eme-dé/Oshiro/Tuñón/Pérez Fallik/Lumpen/Genghis.
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Revista
Sinécdoque
Año 1 / Nº 1
Junio-Agosto
2011
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