¿Por qué un Periodismo es Considerado Mejor que Otro? José

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¿Por qué un Periodismo es Considerado Mejor que Otro? José
¿Por qué un Periodismo es Considerado Mejor que Otro?
José Joaquín Brunner
[Mr. Media, quien hasta ayer discretamente
firmaba esta columna, pasará un año
sabático en el afamado centro de estudios mediales de Florencia. Durante su ausencia
me haré cargo de transmitir sus opiniones y análisis, de las cuales, en adelante, seremos
ambos responsables]
Entre amigos, colegas y conocidos— todos ellos o ellas consumidores voraces de
diarios y revistas, amén de buenos navegantes de noticias en Internet—están de moda
The Economist y, a nivel local, Reportajes, el nuevo cuerpo dominical del diario La
Tercera.
Tras una breve encuesta informal de opiniones arribo a las siguientes conclusiones
respecto del fervor que despierta la revista británica The Economist en nuestra República
de las Letras:
ƒ
Hace un periodismo serio, es decir, bien informado, con abundantes hechos y cifras,
dotado de contextos dentro de los cuales es posible interpretar la noticia y, además,
provisto de una perspectiva o punto de vista que se halla expuesto sin velos y que es
argumentado—apasionadamente incluso—ante el público;
ƒ
No insiste, por tanto, en la piadosa tesis del “periodismo objetivo”, como suelen hacer
los directores de medios chilenos cada vez que se presenta la oportunidad, al punto
de producirse entre nosotros la paradoja de que mientras más sesgo adopta un
determinado medio de comunicación, más intensamente proclama dicha tesis;
ƒ
Escribe sobre el ancho y ajeno mundo entero (o casi), sin confundir los límites del
Reino Británico con la íntegra extensión del planeta, como solía ocurrir a los media
ingleses en tiempo de imperialismo;
ƒ
Incluye, con estándares de calidad relativamente altos y parejos, secciones sobre una
gran variedad de áreas, tales como partidos políticos, elecciones, negocios,
costumbres, comportamientos, teorías, ciencias, tecnología, literatura, videos o
deporte;
ƒ
No se sitúa a sí misma en la perspectiva hegemónica y un tanto majadera de los
media de los Estados Unidos (la CNN, por ejemplo), los cuales insisten en imaginar
que nada hay más grande y superior a McDonald’s o el Rockefeller Center y, en
consecuencia,
creen
que
cualquier
suceso
acaecido
en
su
territorio—un
atropellamiento en Topeka, Kansas, por ejemplo—es más importante que una
“pequeña”, sangrienta, masacre de 10 aldeanos en Macedonia;
ƒ
Mantiene a lo largo del tiempo una de las mejores tribunas de debate sobre economía,
donde dicha disciplina es abordada como una fuente de significativos (y
contradictorios) conocimientos y políticas pero jamás cual si se tratara de un corpus de
verdades únicas y reveladas de una vez para siempre, a la manera como suele
aparecer en la Semana Económica de El Mercurio,
ƒ
Ejerce, incluso respecto de sí misma, una cierta suave e inteligente ironía, no
apareciéndose ante sus lectores como una voz editorial esculpida en mármol, figura a
la cual tienden otros medios de menos méritos.
¿Y qué muestra mi encuesta informal con relación al nuevo cuerpo Reportajes del
diario La Tercera?
De partida, muestra que ese periódico—tradicionalmente dirigido a las clases
medias propietarias y comerciantes, mas no a los habitantes de la República de las
Letras—se ha ido abriendo paso, gradualmente, hacia nuevos públicos: hacia las
profesiones letradas, el funcionariado superior del Estado, las cúpulas políticas,
segmentos de la intelectualidad local, círculos académicos (hoy más amplios en virtud de
la multiplicación de universidades e instituciones de enseñanza superior), ejecutivos de
empresas grandes y medianas, etc.
Dicho en otras palabras: allí donde hasta ayer dominaba sin contrapeso el cuerpo
D de El Mercurio (¡notable que la gente lo mencione así, por una letra, y no por un nombre
o algún rasgo más sustantivo!), hoy, en cambio, empieza por primera vez a producirse
una saludable competencia.
¿Por qué saludable? Porque obligará a ambos medios dominicales especializados
a mejorar sus respectivos productos para así atraer y mantener a un público que todavía
ayer era cautivo de la distinción que otorgaba ser lector dominical del Decano. Ese
carisma ha empezado a evaporarse.
Entre los rasgos del cuerpo Reportajes de La Tercera que mi sondeo de opiniones
destaca se encuentran los siguientes tres:
ƒ
Parece tomar en serio su deber de encontrar noticias e informar, sin limitarse a repetir
meramente y a glosar materiales ampliamente documentados en las ediciones diarias
del periódico;
ƒ
Los periodistas parecen más interesados en analizar sucesos y aportar nuevos
antecedentes (actitudes propias de un periodismo más investigativo) que en sólo
adicionar su opinión—frecuentemente su particular prejuicio—a la materia abordada;
ƒ
La política empieza a ser tratada como una esfera dotada de su propia legalidad y
seriedad y no como un ámbito de asuntos que bastaría cubrir desde el punto de vista
del cotilleo, enfoque este último que a la postre banaliza y degrada a la política y, a la
vez, disminuye el papel del periodista.
Por el contrario, no está resuelto aún en Reportajes, ni ha podido ser solucionado
por El Mercurio dominical, el problema de cómo desplegar y combinar, ese día especial, la
crónica o el relato investigativo sobre ámbitos colindantes,
como son la política, las
relaciones internacionales, la sociedad, la economía, la tecnología, la ciencia,
la
literatura, las artes, las industrias culturales y los espectáculos.
La estricta separación de esos ámbitos y su radicación en cuerpos separados o, a
lo menos, en secciones claramente delimitadas dentro de un determinado cuerpo del
periódico, es una práctica antigua que necesita revisarse cada cierto tiempo, sin embargo.
Así, por lo demás, proceden The New York Times, El País, The Times, Le Monde, La
Republica
y los demás diarios de prestigio internacional. A medida que el mundo—
material y simbólico—reordena sus coordenadas (con la globalización, la revolución
científico-tecnológica, la posmodernidad, etc.), los medios de prensa reorganizan también
sus esquemas de clasificación para así enfrentar mejor los nuevos tiempos y
circunstancias.
Sobre todo, dichos periódicos de primera línea no temen al cambio y se atreven a
experimentar (The Economist es el mejor ejemplo de ello), algo que despierta resistencias
en la prensa local. Con razón esta ha sido calificada como eminentemente conservadora.

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